revista del ismp n° 9

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Revista del Instituto Sanmartiniano del Perú N° 9 Lima, julio de 1945 Editores: Alayza y Paz-Soldán, Luis y Dellepiane, Carlos.

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~ INSTITUTO SANMA~TINIANO D t l

JULl0·1945

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© 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

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ESTATUTOS

•\:. I·

DEL CENTRO DE ESTUDIOS HlSTORICO-MILlTARES

(Continuación )

Arf. 159-Los Vocales constituirán la ComÍsíon de Trabajos, la cual conocerá to­do lo ·relativo a los del Centro, según el ramo correspondien1e. Esta Comisión, cuan­do le sea preciso, deliberará presidida por su Miembro de mayor jerarquía, sirviendo c!e secretario el menos caracterizado.

Art, 169- La elección de Junta Directiva s,e hará por cédulas, sólo para el Pre­sidente, quien propondrá a la Asamblea los miemb•os para los demás cargos, así como el personal de las Comisiones perman~ntes; pudiéndose reali;.;ar la aprobación de esta propuesta en la misma o en una próxima . sesión de la Asamblea que será permanente.

Art. 179-Son atribuciones del Presidente: a) Representar al Centro. b) Convocar y presidir las sesiones. c) ·Cumplir y hacer cumplir el estatuto, acuerdos y disposiciones adoptadas

para el buen funcionamiento. d) Iniciar y sostener cmrespondencia con los funcionarios, instituciones y per­

e) f)

sonas nacionalés y · éxtranjeros. Actuar en nombre del Centro y tomar disposiciones de carácter interno. Firmar las actas, nomin,;iciones. comunicaciones y demás documentos impór­tantes relacionados con la correspondencia del Centro.

g) Al fin del bienio presentar una Memora. Art. 189-La Comisión de Trabajos tendrá a s.u cargo e.• estudio e informe de to­

dos los que sean presentados al Centro según el ramo. Art. l99~Propondrá a la Ju!Jta Directiva la •ealización de los': estudios de carác­

ter histórico ;;;ilitar, y previo acu.erdo de dicha Junta, gestionará se sustenten confe­rencias por los Miembros de Número y Colaborn dores, así como por personalidades nacionales .Y extranjeras. capacitadas .:n cuestio1 es referentes a las finalidades del Centro.

Art. 2QQ-El Secretario tendrá a stf cargo lo~ libros de actas, la . correspondencia interna y externa del Centro. inform,es \, demás labores inhere,:,!es a su despacho.

Art. 21 9-El Pro-Secretario éooperará con el Secretario en sus funci~es y .lo reemplazará en caso de ausencia. -

Tendrá a su cargo la Jefatura de Redacción J e la Revista del Centro. Art. 229-El Tesorero tendrá a su cargo el movimiemo económico del .Centro.

Será responsable ante la Junta Directiva de los fondos encomendados, cuya interven­·én se hará previa aprobación de dicha Junta.

Art. 239-EI Bibliotecarki tendrá a su cargo la conservación y catalogación va­da de los libros, manuscritos. documentos. mapoteca y objetos de valor histórico

piedad del Centro.

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SUMARIO 1 Nota Editorial.

Discurso del General Carlos Dellepiani con motivo del centenario de la ascen­ción al mando supremo del Mariscal Castilla.

Actuación en honor del Coronel Pascual Saco y Oliveros. Discurso del señor Pascual Saco y Lanfranco.

Discurso pronunciado por el Dr. Miguel A. Martínez.

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Anotaciones históricas. La Sorpresa de Saraguro.-Por Carlos Gabriel Saco. Í ! i 1 Hoja de servicios del General San Martín. i i ; i Epi~tolar io de San Martín.-Del Archivo del Publicista Carlos Camino y Cal- ! 1 derón. i

Capítulo sobre la Independencia de Trujillo.-De la obra del Dr. Nicolás Re­baza "Anales del Departamento de La Libertad" (Trujillo 1898).

El Mariscal de las Cumbres.- Por Rafael Yépez Trujillo.

Influencia de la Carta de Cádiz de 1812 en la Emancipación y Organización del Perú. El egregio Limeño Vicente Morales y Duárez. Por Luis Alayza y Paz Soldán.

Recuerdos del Tiempo Heróico (continuación). Por José María Rey de Castro.

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REVISTA DEL

1-n s ti tu to San martinia no de 1 Perú DIRECTORES:

DR. Lurs ALA YZA Y PAz SoLDÁN Presidente del Instituto

GENERAL CARLOS DELLEPIANE V ice-Presidente del Insti~uto

A~OX JULIO DE 1945 N° 9

El 20 de abril se conmemoró solemnemente el centenario de la pri~

mera ascensión al mando supremo del Gran M arisca[ don Ramón Cas~

tilla, estrella de primera magnitud en nuestra Historia, prócer de la In~

dependencia, _extinguidor de la anarquía del Perú, reorganizador• de la

Administración Pública, cultor de la memoria de los grandes hombres de

nuestra emancipación, insigne guerrero y caudillo, político genial que su~

po comprender, secundar y aún inspirar los anhelos del pueblo peruano.

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Discurso del Uice-Presidente del Instituto Sanmarti· niano del Perú. General"CJrlos DellePiane. Pronuncia­do al Pié de la estatua del Mariscal Ramón Castilla

Señores:

El Mariscal Don Ramón Castilla y Marquesado es el de más alta talla entre los hombres cumbres; representativos del Perú en sus. primeros cien años de vida indepen­diente. Lo mismo que la plutónica cadena de los Andes, muestra como ciclópeos punta­les de su maravillosa crestería, el ápice de determinadas montañas que le dan prestancia singular y constituyen el sumum de su nombradía; del mismo modo y manera, entre los significativos hombres que ilustran el nombre del Perú, Castilla ocupa lugar prominente, es figura cimera y héroe que atalaya, erguido por encima de los demás hombres, el an­churoso y riente panorama que los otros no supieron descubrir y que él dominó 11allar­damente dejándonos, para 'siempre, el trazo inconfundible de sus previsiones y de su opti­mismo y confianza en nuestro hermoso porvenir como Nación.

Hombre cumbre; que, iluminado por irradiante faro intertor, supo arrastrar tras de sí a las masas, encadenándolas a su voluntad para lograr, con errores o sin ellos, pero, con tangible buena fe y elevada convicción, la ventura de esta heroica patria peruana.

Su acción en la vida pública fué determinante para la nacionalidad, pues supo poner en acción las enseñanzas que los doctos teorizantes preconizan divagando por los claus­tros de las casas culturales y dió vida a las aspiraciones nacionales con aquella sed de engrandecimiento moral y material. que es la clave y el fin y causa de todo ideario y de cualquier sistema especulativo.

La de hoy es una efemérides de relieve singular. Celebram.o.s el d ía en que se inicia como habilísimo estadista el hombre que supo hacer flamear en su diestra, con férrea voluntad y brillante éxito, tanto en la zigzagueante vega, como en la cima azotada por los vientos y en el dorado y riente altozano, los colores blanco y rojo de la gloriosa enseña nacional.

La figura del Grnn M ariscal Don Ramón Castilla , nacido en 1797, se agiganta a medida que trascurre el tiempo. La gloria es sin lugar a duda, un producto de la unani­midad y ésta sólo se consigue cuando amainan las pasiones dando lugar a que se realice la suma algebraica de errores y defectos, más virtudes y buenas obras. En Castilla cris­talizan los anhelos nacionalistas y las aspiraciones patrióticas de tantos caudillos mi­litares que, en aquella época, luego de la triunfante Revolución Emancipadora, quisieron forjar un Perú grande y fuerte; un Perú que debiera todo a sus propias fuerzas; un Perú

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que mantuviera entre sus vecinos el predominio y potencia regidora que su tradición In­cásica y Virreinaticia le habían conferido; una Patria severa y solemne, ornada con el llauto de los Incas y portadora del cetro de los Virreyes. El soldado puro que fué Cas­tilla consiguió, en efecto, lo que otros soldados, La Mar, Gamarra, Salaverry, habían pre­tendic!o en larga y sangrienta gesta con la mira de consolidar la nacionalidad y hacerla fuer te y venturosa.

N uestros Caudillos equivocaron, en algunas •ocasiones, los procedimientos políticos que debían seguir; fracasaron más de una vez en la búsqueda de los medios para alcan­zar sus aspiraciones y ~o siempre llegaron a identificarse · con 1os justos anhelos de la Nación, cuyos destinos regían; se disputaron el poder, ~iempre ~on la firme y sincera oonvicción de superar al mandatario en funciones y de superarse a sí mismos en el ma­nejo de la cosa pública, a fin de. lograr la felicidad de la Patria, y engañados por el es­p ejismo de la victoria, que todo lo ofrece, la llevaron por equivocada senda, apartándose del largo pero seguro camino de la paz que oonduce a las grandes realizaciones nacio­nales. Mas, sus intenciones fueron rectas, no llegaron a saber que erraban; y así como la vida enseña que los genios son simple producto del medio, del ambiente y del momento en que aparecen, debe aceptarse que los caudiUos fueron hombres .necesarios, factores sociológicos predestinados en la vida del Perú y, si se quiere, artesanos providenciales o inconscientes en la edificación de la nacionalidad.

Esos infatigables guerreros, con sus desorbitadas ¡;¡ctividades personales y loa­bles ambiciones patrióticas, supieron, influídos por el miraje napoleónico de los albo­res de su siglo y estimulados por la gloria militar que habían ganado en las campañas de la Emancipación o cuyos resplandores sintieron muy de cerca, hacer flamear airosa­mente el hermoso rojo y blanco de nuestra bandera frente a los soldados de casi todos los países del Continente, y así forjaron, en rudo batallar, las bases de nuestra or­ganización estadual.

E n esta a fanosa búsqueda del biPn nacional. Castilla tuvo . continuada acción. Fueron múltiples las geniales facetas del Prócer, razón por la que figura en las pá­ginas de oro de nuestra Historia como guerrero, en primer lugar, por su .bravura, agre­sividad en la acción y empecinamiento en la lucha; como Jefe o Caudillo, luego, con­cibiendo planes, organizando los medios, conduciendo los propios elementos hacia el campo de la lucha en las me}ores condiciones .para lograr el éxito; después, como es­tadista, desde que con Gamarra se hace cargo dd Ministerio de Hacienda hasta que deja su segunda Presidencia, habiendo logrado en sus dos períodos de mando la más absoluta paz y sos. ego para propiciar las creaciones del Estado y de la Nación.

Castilla representa el caso típico del militar vocadonal, entendiéndose por tal el que todo lo subordma a los intereses de la Patria; entendiéndose por tal, el que sabe seguir su bandera con amor y perseverancia, sin fin, en todos los momentos en que los sagrados intereses nacionales lo convocan a su defensa; entendiéndose por tal, el

f hombre que vive soñando con no verla esclava · e imaginando el modo de procurar • su engrandecimiento y felicidad. ~ _

Supo olvidar, siempre, el mezquino sentimiento personal que aparta al hombre del peligro haciéndole claudicar ante el imperativo de su conciencia para contemplar con abúlico gesto el riesgo colectivo, esperando pasivamente los acontecimientos que han de arrollarlo, por no haber sabido o querido encauzarlos con oportunidad.

Por haber pospuesto . todo interés y bienestar personal para ocuparse del bien de los demás, Castilla merece eterna loa de aquellos que, oomo. nosotros, se be¡::¡eficiaron con sus hechos y con sus obras. Y muchos años trascurrirán y de nuevo, al pie de

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su efigie, se reumran los peruanos a elevar sus preces por el que fu era abnegado y acertadísimo conductor de nuestro pueblo, en lejana época. de cuyo reflejo aún vivimos.

Nacido en las tierras de Tarapacá, cuyos riscos se resquebrajan y revientan por la fuerza del calor solar y cuyas aguas se han secado con el correr de los siglos, tiene apellido castizo. muy común en el indígena, legítimo dueño d nuestro suelo; apellido que representa el agregado de las propias virtudes a las de los castellanos que cosecharon nuestro oro dándonos en cambio el amor a la cruz el apego a la espada; mezclada su sangre con la ardiente y vigorosa de los hijos de Italia, em­prendedores aventureros, llenos del santo "tft'égo de la empresa temer ria y tesonera con el que sus .propios antecesores supieron, en la viej a Roma, domin r el mundo en­tonces conocido.

Como hombre de acción y de lucha, nunca desgastó su actividad mental en el discurso y no ha pasado a la historia como orador consagrado. sino como realizador de las concepciones más elevadas, ajustadas en cada momento a la re lidad nacional. Los escritos de su puño demuestran no sólo fibra sino preparación s perior a la de sus coetáneos y comilitones. Sin embargo, los hombres que en su tiempo disponían de la prensa, que propcrciona cien mil lenguas a quien se empeña n difamar, han proclamado su falta de cultura escolástica para qu~ luciera también n el dicterio o en el ditirambo, olvidando, adrede, sus siete años de estudios en Cbi,e y sin pensar que, en todo caso, más vale un hombre haciendo que ciento escribiendo o pensando en hacer.

La política, que a veces se manifiesta como una floración de arrihismo incontro­lado, fustigólo en rasgos y letrillas, tildándolo de inculto por trapacería de periodistas noveleros o por supe:-ficialidad partidarista de quienes se detienen en la fronda sin des­cubrir la raíz, ridiculizando con inconciencia condenable, los patrióticos sueños irisa­dos de quien supo distinguir los colores de la Patria, y seguirlos, entre el polvo do­rado de las cargas, la niebla y el humo de la pólvora, las sombras d la noche y la oscura amargura que produce Ja estulticia ambiente.

Castilla recorrió todos los ámbitos de nuestro p~ís y no pocas comarcas del Con­tinente, batiéndose en algunas de ellas; cruzó el Perú tantas veces como se lo im­pusieron sus múltiples campañas y andanzas en busca del enemigo nacional o del ad­versario interno, a los que hacía falta derrotar para conservar y ensanchar los linde­ros de la Patria o para mantener el orden público -que es clara y prístina fuente de todo engrandecimiento- haciendo volver a la paz a obstinados ca idilios revolve­dores que nunca hubieran llegado a dar a la Nación las horas felices qi.e él supo ofre­cerle y cuyo fruto. hasta hoy día, estamos cosechando.

Quien tuviera ojos de ver y oídos de oír, podría ¡lancero ilustre! distinguirlo to­davía,. airoso y gallardo, al troote golpeado de su caballo, por los desfiladeros y cor­nizas del Ande, orgulloso de sí mismo y satisfecho de su o .ra, oteando en la lejanía con la mirada profunda y arrogante, como quien avizora la rutilante claridad de un porvenir que él arquitecturaba con sus afanes y sus proezas. Y escu haría, también, el seoo batir de los cascos de su corcel sobre las despedazadas rocas de torrenteras y -derrumbes, en las cuestas sin fin , al borde de temerosos precipicios in ondables.

La ríspida pendiente andina; el caluroso y abochorn?.dor arenal, pesado y pro­fundo ; la barranca vertiginosa al borde del mar; la profunda cortadura de los ríos, seguida en los farellones de sus vertien tes por la paralela inverosímil de los caminos

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en ladera; Ja puna glacial, espejeante de hielo cristalino que cruge, se resquebraja y se rompe en surtidor de diamantes, bajo el peso del caminante o el casco de la acé­mila; el torrente rumoroso, la sonora cascada, el médano cambiante, el bosque de bis­biseante fronda, los flancos de montañas inaccesibles que muestran la cima impoluta de sus torres y pirámides miríficas de nieve eterna; todo. todo !o que hace el paisaje nacional, incomparable y variado al infinito, todo fué por él huellado y visto y sufrido por larguísimos años, con un excelso e insuperable sentimiento exultante de peruanidad. Y . el rojo Sol de los Incas, la clara Quilla de las azules noches estrelladas, el dombo infinito de América, de Río de Janeiro hacia Ayacucho, de Ingavi a Mapasingue, y en Chacabuco, y en el Barón, lo vieron en su siglo como un elemento nato del panorama nacional, como un ente ambulante del paisaje, que se encontraba siempre en el lugar donde clareaban las batallas.

Batallas que él sabía dirigir con invariable pericia, siendo así que constituyen el problema humano y social que más talento requiere, porque se trata en ellas de en­cauzar la voluntad de miles de hombres dentro del molde fijado por la voluntad de uno solo para obligarles a afrontar la muerte que es la más dura contingencia humana. En efecto, una batalla no ha sido nunca ni lo será, como algunos lo han creído y otros aún lo creen, un míting sangriento en que las tropas se lanzan a la pelea movidas por el impulso directo e inmediato de sus ideales y por sentimientos excelsos o por el amor a la gloria y a los lauros de la Historia. A medida que la guerra se ha hecho de más en más sangrienta, pocos son ya los que suponen que, en esa bárbara y enconada matanza, el hombre se bate dentro de un cuadro preconcebido de virtudes que incitan a la lucha. La batalla , lejos de ser el choque de dos turbas ciudadanas, armadas de valor, que se odian y se buscan para aniquilarse: ha sido, es, y será, una oombinación

· de fuerzas armoniosamente calculada; la cuidadosa conjugación de esfuerzos . concu­rrentes a un mismo fin; Ja orientación juiciosa y acertada de los medios y de Jos re­cursos de lucha; la realización de un plan reflexivo y meticuloso, en el que se ha to­mado en consideración todas las posibilidades, discriminando el pro y contra de cada una de las fases de su ejecución; y, sobre todo, un trabajo, sobrehumano, si se quiere, de dirección y coordinación en el que no basta dar la señal de par tida, sino que exige la a cción e intervención permanente del Jefe, que ha de saber modificar, corre­gir, enmendar Jo que estaba planteado, para explotar las circunstancias siempre cam­biantes e imprevistas de la lucha, ya que en ésta la acción adversaria es independiente de nuestra voluntad, dejándonos siempre en la duda más cruel sobre lo que puede y lo que quiere hacer el enemigo.

ConsecW!ntemente, definimos al Jefe -al conductor de una batalla- como el hombre que, en medio de una tormenta de fuego y envuelto por el horror que repre­senta el derramamiento a raudales de sangre hermana e inocente, sabe ooordinar, com­binar, conjugar y dirigir las haza~4gc!ividuales y la pelea de los grupos y la ac­ción general. E l Jefe es, pues, un psicólogo que hace experimentos con multitudes, conociendo de antemano lo que darán los propios y los ajenos en esa terrible tempes­tad, incontrolable para el profano que juzga que todo se realiza al azar, sin plan ni dirección. Tal en pequeño es la razón por la que consideramos que el Jefe debe po-seer en grande las dotes que todos poseemos. /

No difiere, en efecto, de los demás Jefes subordinados; pero, en cambio, cuando todos tiemblan, él no tiembla; cuando todos se enardecen y quieren precipitarse, él no

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se precipita; cuando todos ceden en el plan inicial y se niegan a con 'nuar la empre­sa, él no cede, ni se desalienta, insiste, porfía y hasta rompe con los suyos para ha­cerles, aún contrariándoles, el fastuoso regalo de una victoria que les dará honra in­marcesible y beneficio inmediato.

La batalla es obra de un Jefe que tiene que saber penetrar en el corazón del sol­dado, que es el único dueño del país; que tiene que haber formado en la fila demo­crática del batallón y que debe comprender y dominar el dinamismo moral de esa mu­chedumbre acaudillada a la que dirige de cerca, que es la que crea la nacionalidad, la que forja la paz y la guerra y cincela, con rudo brazo, el bienestar de la Patria, bru­ñendo sus destinos con la propia sangre gue es noble, por ser genero a.

Así Cas tilla, como hombre de acc1on, como jefe de tropas y como patriota, ocu­pa el más elevado sitial entre todos nuéstros repúblicos; Mariscal, por haber vencido a enemigo extranjero, y dos veces Presidente del Perú, pertenece a ese grupo escaso de peruanos paradigmáticos, al que no podrá olvidar la H istoria porque, parodiando a Rodó, cuando diez siglos hayan pasado, cuando la pátina de una re ovada antigüe­dad revista y encubra la multimilenaria tradición del P erú, cuando cien nuevas ge­neraciones hulmanas hayan mezclado, en la masa de la tierra. el polvo de sus huesos con el polvo de los bosques mil veces deshojados y de las ciudades mil veces descu­biertas y otras tantas reconstruidas, entonces, allá, en ese lejano término --nadie ol­vidará a Gamarra que representa al Perú en la Emancipación y en la secuela inmedia­ta de luchas que Lo hicieron dueño de sí mismo como nación; ni a Casitlla que es la República ya fundada y vigorosa y progresista; ni a Cáceres que, con Grau y Bo­lognesi, forman la trilogía de nuestro heroísmo, revelado en aquella cruenta conmo­ción bélica del 79 al 84, que ha servido, en su condición de gran empresa <;electiva, para que nos conozcamos mejor, cerrando con magnífico broche los eslabones suel­tos de nuestra Historia y haciéndonos comprender que solamente unidos valen los hom­bres como pueblo; haciéndonos entender, con claridad, que los enemigos del interior son execrables porque su miopía les impide ver, por ambición y orgull , que sólo en el exterior debemos reconocer y buscar al adversario, como lo hacen lo grandes pue­blos que hoy se baten, rodeando cada cual sin discrepancia, la propia enseña na­cional.

El milagro de ese recuerdo tan lejano que parece perderse en la n che del pasa­do, se efectuará a pesar del materia)ismo espectacular que niega los valores espiri­tuales, así como se refresca y orea a cada instante la remembranza de Manco Capac, el fundador; de Tupac Yupanqui, el guerrero conquistador; de Pizarro, el amalgama­dor ibérico; de Abascal, el Virrey hispánico que dió mayor renombre continental al P erú deteniendo el avance de nuestros vecinos, que, menos vigilados y celados, nos antecedieron en la lucha por la República que los favorecía más que a los engreídos amigos de la metrópoli que aquí se batieron y que, realmente, cayeron con España, ejercitando ya, desde aquel entonces, la virtud máxima de la peruanidad, que es la lealtad para con el hermano y el amigo, lealtad representada por nuestra fe inalte.­rable en el tratado y en el compromiso de honor. Sin embargo, incas conquistado­res y virre:yes, así como muy ilustres generales, han habido, cuyo esfuerzo es aún recordado; pero, la distancia que todo lo generaliza para nuestra escas visión y el tiempo que " trasforma los palacios en cabañas y convierte en gestos pueriles las ha-

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zañas", nos hacen, desde ya, re.memorar uno solo en cada época; el que forma cima, el que se destaca a mayor altura en nuestro limitado horizonte recordatorio.

Entre ellos. Señor Mariscal. sois el primero, soldado en la patalla y soldado en la lucha ambiental por la ventura de nuestra Patria. Vuestros blasones están en Cha­cabuco en Ayacucho, en el Barón, en Paucarpata, en Guía, erí Yungay, en lngavi, en M apasingue; sin contar los choques con fuerzas hermanas que no por haber sido inevitables. dej an de ser luctuosos sucesos en · un -pueblo qúe, para progresar, debe entreayudarse cordialmente con el único norte de la más íntima unión, condenando por todos los medios el odio, que es tanto más estéril y disolvente cuanto más infun­dado y personalista sea.

Señor M ariscal, en la literatura _de nuestros días se ha creado el concepto del mo­mento estelar; cada hombre tiene el suyo; vos tenéis varios de esos momentos estela­res, aunque parezca paradoja!. Fuisteis el primero en. las luchas perú-chileno-bolivia­nas, cuando decidisteis el éxito en Yungay; fuisteis el primer.o en Mapasingue; fuis­teis el primero en Carmen Alto. cuyas consecuencias hoy conmemoramos. Así, en nuestro firmamento íntimo, representáis no una -estrella, sino una luminosa conste­lación.

N adie os aventajó en el buen gobierno, Señor Mariscal, si por tal se entiende el avance conjugado de todas las fuerzas nacionales hacia un mayor bienestar y progre­so de los hombres que forman. esas fuerzas, sin diferencia de ideas sino en conjunción de sentimientos altruistas; que piden que seamos uno en la masa antes que pretender que la masa sea de uno, sentido militar éste, de solidaridad y coadyuvación en el es­fuerzo, que no está aún debidamente difundido porque el hombre es, por lo general, C¡Jrentc de abnegación.

En ·vuestro tiempo campearon las . más preciadas libertades públicas, como la de la libre e1'presión del pensamiento, de palabra o por escrito y cuando se desmandaron los que •OS atacaban, concurristeis a un juicio, vistiendo de civil, aunque casi nunca usás­teis ese traje, para hacer notar que en la función política, aunque fuérais miembro del Ejército, no os ateníais a las escasas prerrogativas que cpnfiere el uso del unifor­me nacional, que es un girón de la bandera_ sacr_osanta de Ja Patria y para hacer re­cordar que el ro.litar que participa en la política se desliga reglamentaria y patrióti­camen•e del Ejército, pues éste no interviene ni puede intervenir . en ella como orga­nismo institucional.

Suprimisteis el a sesinato político, aunque se llame fusilamiento cuando es orde­nado desde arriba. Por vuestra persona o por vuestros intereses, jamás corrió sangre inocente y si algu.!1a se vertió fué en el roj_o atardecer de los campos de batalla y nun­ca como resultado de fría · consig'18 dictada desde la sombra y a la distancia. Gober­násteis con todos e hicisteis la1ci'fcrdad de nuestro pueblo, permitiéndole figurar en­tre lo& primeros de Sud América que disfrutaron de las ventajas de la civilización y del progreso social.

dónde podría llevarnos esta enumeración, si la siguiéramos punto a punto? ¿Cuántos paralelos pueden formarse entre la. obra política del M ariscal y otras obras análooas que -le sucedieron o antecedieron?

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Por eso, en esta exégesis nos detenemos, admirados de nuestra propia osadía al dirigirnos al Gran Mariscal Don ·R amón Castilla, siendo así que para exaltar sus mé­ritos hace falta la voz de las más altas personalidades que debían reunirse ~com.o lo han hecho hoy~ al pie de su monumento en días como éste, a fin de recibir su eflu­vio astral que los llevara . a superarse pensando en lo que nos falta y · también en aquello que nos sobra, que deberíamos saber . equilibrar para mayor gJ.oria de la pa­tria peruana q1Je espera que sus grandes hombres den muestra del t mperamento y del desinterés necesarios para que marchemos, unidos todos, por el .sendero anchu­roso de la prosperidad nacional que ofrece a cada cual un hermoso lugar bajo los rayos del mismo Sol, que miramos diariamente con el mismo ángulo co que lo vieron los Incas y sus legítimos herederos que hoy .osotros representamos al pie de este mo­pumento; monumento que es grandioso por su misma insignfficancia, de piedra y bren­.ce, ya que, así reducido y mal situado, sirve para poner, en evidencia y demostrar­nos, un~ vez más, que la ingratitud para con sus grandes conductores y para con sus benefactores es una de las más lamentables c~racterísticas del patrimonio psicológico de la humanidad.

ACTUACION EN HONOR DEL CORONEL PASCUAL SACO Y OLIVEROS

Con motivo del Centenario de la muerte del Coronel Pascual Saco y Oliveros, celcbróse el 16 de mayo, a iniciativa de la "Sociedad F unda­dores de la Independencia, ,Vencedores del 2 de Mayo · y Defensores Califii:ados de la Patria", una imponente actuación en el Panteón de los ,Próceres, donde reposan las cenizas del varón preclaro, prócer de la emanpación, patriota ar• diente, artista y espíritu exquisito, figura princi­pal de la emancipación de Lambayeque el 27 de diciembre de 1820 • .

Van a continuación los discurso de nuestros Directores lng9 Pascual Saco Lanfranco, bisnie­to del prócer, y Dr. Miguel A. Martínez.

DISCURSO DEL SR. PASCUAL SACO Y LANFRANCO

Señor Representante del Sr. Presidente de la República, Señor Presidente de la Sociedad Fundadores de la Independencia, V encedores del

2 de Mayo y D efensores Calificados de la P atria, Señor Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú,

Señores:

En representación ·de la familia del Prócer, Coronel Pascual Saco y Oliveros, expreso nuestro agradecimiento por esta magnífica actuación en su honor, con motivo del 1509 aniversario de su nacimiento.

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El caso del Coronel Saco Oliveros es uno de !Os en que se puede decir: "la jus­" cia tarda, pero siempre llega". Después de ser el principal actor en la proclamación e la independencia en Lambayeque el 27 de diciembre de 1820 y de prestar largos

eminentes servicios a la Nación, nada reclamó para sí. Se contentó con ser leal a los Gobiernos constiuidos, sin tomar parte en conjw·aciones ni revueltas; a pesar de lo que en un libro de historia se llega a decir que delató a unos conspiradores, eq'ui­vocando su franca declaración. Vió a sus antiguos compañeros y aún subalternos, escalar los más altos puestos y aún ·llegar a la Suprema Magistratura, entre ellos al

ficial realista, a quien obligó a rendirse en el cuartel de Lambayeque y que llegó a ser Gran Mariscal.

El Coronel Saco fué, en realidad, militar de ocasión, hijo de un español de na­cimiento, conspiraba junto con su padre y hermanos, en favor de la independencia. desde 181 2, comunicándose desde el primer momento con el General San Martín; y pa­sada la primera época de la guerra libertaria, se dedicó nuevamente a laborar sus minas. Su selecto espíritu de artista en la pintura, Je hizo dedicar una buena parte de su tiempo a formar una gran galería de cuadros, la que es mencionada por Palma en sus "T radiciones", al referinse al baile de "La Victoria" en la época del presiden­te E chenique, la misma que desapareció cuando la ocupación de Lima por los chilenos. Esto no impedía que cada vez que la Nación estuviera en peligro, él se encontrara en primera fila entre los defensores, _como e.n los casos de las guerras con Colombia y Bolivia y el 2 de Mayo de 1866.

A pesar de sus !.argos y meritorios servicios, se necesitó el trascurso de cien años para que otro lambayecano, .el ilustre historiador Dr. Germán Leguia y Martínez, ini­ciara la erección del monumento que se encuentra en el centro de ' la plaza de la In­dependencia en Lambayeque; y para que, en 1927, se efectuara la traslación de sus restos a este Santuario Patri(>tico.

Yo, que tengo el . honor de .llevar el nombre en su recuerdo, reitero nuestro agra­decimiento a la Sociedad .Fundadores de fa Independencia, Vencedores del 2 de Mayo de 1866, de la que el Prócer fué uno de los fundadores, gestora de esta ceremonia; al Instituto Sanmartiniano. que recuerda a uno de 'los ayudantes de San Martín; al Señor Presidente d, la República y al señor Ministro de Guerra, que se han hecho represen­tar y a todos vosotros. señores, por esta actuación, en la que debemos ver más que la parte personal, el firme propósito de exaltar las glorias nacionales, que algunas ve­ces pasan inadvertidas.

DISCURSO PRONUNCIADO' POR EL DOCTOR MIGUEL A. MARTINEZ

Señores; -Rompiendo el ritmo del ..:,ivir diario nos hemos congregado en este recinto que tie-ne: . del T emplo: la solemnidad y prestancia; del Osario: la majestuosidad y el silencio, y del Monumento: la excelsitud y elevado prestigio.

Nos trae el recuerdo de uno de los que aquí descansan. La Sociedad "Funda­dores de la Independencia, Vencedores del 2 de Mayo de 1866 y Defensores Califica­dos de la Patria". cumpliendo su ritual, hácese presente. No sólo por referirse este acto de homenaje al distinguido prócer Coronel D. Pascual Saco y Oliveros, al cum-

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plirse dento cincuenta años de su nacimiento, sino por el motivo especial de que fué és-e uno de sus ilus tres iniciadores, me ha confiado su oración de recuerdo y de evo­

caéón mi palabra de continuo sobria y desprovista del halago de l elocuencia, há­·a.se estimulada por el encargo de mi respetabilísima Insti.ución y, como si no fuera

suficiente tal honor, para excitarla y darle brillo, ha de alzarse en loor de un patriota en este lugar en el que, como en la cátedra sagrada del templo cristiano, sólo es da­ble alabar la virtud, -que el patriotismo es la primera entre ellas.~ y enaltecer el verdadero mérito; aquí , donde el labio es impotente para adular y donde la lisonja no cabría ni para quien intentara decirla, ni para el que pretendiera oírla.

V ida irreprochable la del Coronel Saco, es una constante dádiv 1 a la Patria.­Venido al mundo en la cálida y exhu~ tierra lambayecana, tiene el arraigo de una raza de hombres fuertes, esforzados y de provecho. Es así, en su contextura. física y moral, expresión de la tierra en que nace y de la raza a que pertenece.

En 1820, cuando surgen las horas férvidas de la emancipación, y San Martín em­puñando la espada triunfadora en San Lorenzo, Chacabuco y Maypú se apresta para derribar el postrer reducto del absolutismo español imperante en el Perú, los espíri­tus inquietos a quienes seduce el ideal na cional de Libertad, no trepidan en arrostrar todos los peligros para conseguirla . P ascual Saco es Capitán de las Milicias de Lam­bayeque, y entra a la v ida pública con ún gesto de abnegación y de coraje: E n mo­mentos críticos en que el pueblo lambayecano está decidido a p roclamar la Indepen­dencia, el Escuadrón de Caballería que guarda la plaza cuenta con oficiales leales a la causa realis ta y aún cuando el General Casós les ordena que marchen a Trujillo, se niegan , aprestándose más bien para combatir. El pueblo no posee armas, solo cuen­ta con su excitado fervor cívico, pero ello no puede bastar para hacerle frente; es va­liente, ya no refle xiona. Los ges tores comprznden que es preciso evitar el choque que puede resultar sangriento. El General Casós, en último intento, ordena que un Oficial de su confianza se haga cargo del E scuadrón, anulando de ese modo la influencia de los oficiales realistas; ta l cometido se pone en manos del Capitán Saco, el cual debe presentarse al cuartel y posesionarse del mando, esto equivale a ponerse en manos de los enemigos, sin más compañía que la del Ayudante del General Casós encarga­do de comunicar la orden. Saco no titubea, se tra ta de salvar a su pueblo, de evitar­le una tragedia ¿Qué importa el peligro que corra su v ida?

D enonadadamente va al cuartel, en su interior permanece en tanto que el pueblo impaciente espera. Los oficiales resisten, Saco quda como rehén. ¿De qué medios se valió? ¿Qué argumentos pudo emplear? El caso es que cuando ya e pensaba ata­car el cuar tel, considerando fracasada la empresa de Saco, éste mandó abrir las puer­tas, puesto y a al mando del Escuadrón. Su valor y patriotismo había triunfado.

Más tarde, con el Escuadrón a su mando armado y equipado con los propios re­cursos del vecindario, se presentó en Huaura, acompañando a San Martín en los epi­sodios subsiguientes.

Larga fue su carrera y muchos los servicios que prestó a la Nac ón. En la se­gunda expedición a Intermedios, en la que el Ej ército Independiente sufrió el mayor desastre por fal tas imputables al Comando, Saco, con el Escuadrón Lanceros del Perú, al mando directo de Miller, cubrió la retirada del E jército salvando valientemen­te su tropa.

U n gesto de pundonor le hizo reti rarse momentáneamente del serv cio; luego vol­vió al Ejército, estuvo. en T arqui, más tarde en Ingavi, habiendo quedado al mando de la División de Caballería en la retirada, y corno Inspector General del Ejército asís-

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tió al combate del 2 de Mayo de 1866; fué Prefecto, Jefe de Estado Mayor, Ministro; formuló ordenanzas y escribió legislación militar. Fué así la suya una vida destinada; toda entera, al servicio de la Nación.

Este hombre de carácter aguerrido, soldado de caballería, cuyo coraje no fué puesto en duda nunca; poseía sin embargo en su alma, nostalgias de artista, y buscó en la combinación de colores y en los deslumbres de la luz, salida para la riqueza de armonía y poesía que, por contraste, existía en su vida interior. Muchos cuadros dejó pintados como testimonio de este aserto. ·

Bueno es, señores, este baño de patriotismo. Cuando la pasión política enardece los ánimos y separa a los ciudadanos. es saludable una romería como la presente, en la que, ante la tumba de estos héroes, de estos próceres, expira, en los labios, toda palabra de acrimonia o de controversia y sólo puede brotar, como conjuro de tantos recuerdos de hazañas gloriosas, el Himno a la Patria, más sentido y enfervorizado cuanto . el sentimiento cívico presiente ser más preciso pára que apague la palabra de odio a la voz enconada de proselitismo, que nada dicen en bien de la Patria, a la cual es obligatorio rendirle preferente devoción .

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APUNTES HISTORICOS

La Sorpresa de Saraeuro Por CARLOS GABRIEL SACO

Habiendo fracasado las gestiones de .Paz entre el Perú y Colombi , que pidiera. el Marisca l de Ayacucho en Oña, por sus desmedidas exigencias y ap sar de la ca­bal y patriótica misión de nuestros representantes, el General don Luis José de Orbe­goso y el T eniente Coronel don José Villa, no nos quedaba ya sino el doloroso ca­mino de las armas para dilucidar nuestras diferencias.

Desde el 4 de Febrero de 1829 se habían avistado los dos ejércitos combatientes. El peruano se hallaba reunido en el pueblo de Saraguro; el colombiano·, en las alturas de Paquichaca. Dividíalos únicamente el puente de Saraguro.

El Director Supremo de la Guerra, Presidente La Mar, ordenó la marcha de su ejército hacia la hacienda Papa.Ya en el v alle de Yu-nquílla, dispuesto a ata~ar el flan­co derecho del enemigo y con la finalidad de tomarle su retaguara ia.

El 12 de febrero salió el ej'ército peruano del pueblo de Saraguro. bría la mar-cha la 1' División compuesta del 19 de Ayacucho y el N 9 8, conforme a la organiza­ción que se había dado a nuestro ej ército el 25 del mes anterior, cuando se había uni­do al del Norte el ejército del Sur y se había reconocido como Jefe Gen ral al Maris­cal don Agustín Gamarra, a órdenes del Gral don José María P laza, a quien, aunque le fuera infiel la suerte, se cubrió de gloria en el Portete de T arqui, segu í n la 2• divi­sión con el Pichincha y el Zepíta, bajo el comando del General don B1as Cerdeña y la columna formada por el batallón 19 del Callao y las .compai'lías de cazadores del 29

de Ayacucho, del 29 del Callao, del Pichincha y del Zepita, a las Órdenes del Coronel don Miguel Benavides; la cerraba la caballería, los regimientos H úsares d Junín, Dra­gones de Arequipa y Lanceros del Callao, bajo el comando del General don Mariano Necochea.

Para facilitar la lígereza del movimiento, La Mar, dejó en Saraguro el parque y cuatro piezas de artillería con la 3' División, que debía cubrir su retaauardia; com­poníase esta de los batallones 19 de Ayacucho y N 9 8 bajo el comando ge eral del Co­ronel don Francisco Jiménez, que desde el 2 de Febrero había ucedido e aquel pues­to al de su misma clase don José Prieto, que se ilustrara en la defensa de Guayaquil en la misma campaña.

Este movimiento hacia Papaya, acordado en junta de Guerra, apesar de algunas opiniones contrarias, era arriesgado y oponíansele algunos obstáculos: lo enoso de la marcha, pues el ejército peruano había de desfilar en la noche por un camino esca­broso y estrecho, y la posibilidad de i.er sentido por el enemigo, además, dejaba al des­cubierto la provincia de Loja. Nuestro recordado historiador Paz Soldán en su His-

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toria del Perú Independiente condena todo el plan estratégico de La Mar; Dellepiane, militar e historiador, lo alaba.

Resuelta Ja· marcha, el General en Jefe del Ej ército, Maris, ·al don Agustín Gamarra, ordenó al Coronel Jiménez, Comandante General de la 3' División, que hiciera re tirar dos de las tres compañías que guardaban el puente de Sé:ragu ·o, que separaba a ambos ejércitos, que a las nueve y media de la noche hiciera retirar la restante, la 1 • de caza­tlores del 1 • de Ayacucho, y que media hora después se pu:;iera en marcha con toda la división. ' Mientras llegaba la hora señalada para la partida y ci..ando el Coronel Jiménez ty el Jefe de E. M. Vall.e-Riestra observaban al enemigo, se sintieron algunos tiros a los que no se dio importancia alguna, porque, como ma1 .ifestara V alle-Riestra, se creyó que no era cosa de cuidado y que sería sin duda una f ... lsa alarma entre los pro­pios enemigos.

Por orden directa del Mariscal Sucre el General Flores había ordenado a Urdane­ta, con veinte hombres y apoyados por dos compañías, bici. ra un reconocimiento.

Como el puente estaba cortado, estas fuerzas vadearon el río por varios puntos. Como a la hora ordenada aún había muchas cargas en Sar-1guro, el Coronel Jiménez obtuvo orden personal del Señor Presidente, a quien había ido a consultar, defiriera el retiro de las avanzadas hasta que marcharan todas las cargas, despejando el estre­cho ~amino por dónde debía seguir con su división.

Cerca de las once de la noche, cuando el Coronel Jiménez participaba a La Mar que las últimas cargas salían de_ Saraguro y obtuvo orden de re tirar las avanzadas, para lo que mandó al puente al Sub-teniente D . Fem ando González y a sus ayudantes, a los demás. puestos avanzados, se oyeron de nuevo tiros. Salió el Presidente de su alojamiento y ordenó que la 1 • compañía del 19 de Ayacucho reforzase a la de Caza­dores, con esta marchó el propio Jefe de E . M ., V alle-Riestra, con permiso del Pre­sidente, y quedó con aquellas compañías y a seis cuadras de distancia del pueblo.

Se dispuso en seguida que el batallón 19 de Ayacucho marchase al otro lado del camino por donde salía el parque y tomase una posesión que dominasé la plaza y en la que debía estar hasta nueva orden. ,

Como se oyesen nuevos tiros que no eran controlados y temiendo que hubiesen sido cortadas las compañías bajo el comando de V alle-Riestra, se envió otras dos del N9 8 para que las sostuviesen.

El Coronel Jiinénez ordenó que el N 9 8 desfilase para buscar alguna posesión favorable, pues Saraguro quedaba descubierto y con las alturas a disposición del ene­migo. Pero . apenas se había puesto en marcha este cuerpo, fue vivamente atacado por su centro y flancos, la poca gente que acompañaba al Comandante General y al Coronel Vida] que ·iban en busca de la posesión deseada, habían llegado a ella cuan­do oyeron las voces de los oficiales del N 9 8 que desespere.dos queran contener a la. tropa, que poseída de intenso pánico; como soldados bisoños, que lo eran la mayoría, y en la creencia de que eran . atacados por todas las fuerza: enemigas, se dispersaban én la oscuridad de la noche, buscando refugio en un bosque cercano. Jiménez y Vida! con sus acompañantes pasaron el resto de la noche en ese sitio en espera del alba, i;nientras el enemigo se apoderaba de Saraguro, sin pérdida a lguna, y de parte del parque.

Al sentir el· fuego el Preside:µte Mariscal La Mar .ordenó .a D. ·Florentino Villa­mar, según propia declaración; comunicar al Comandante General que · sostuviera la plaia, pero cuando llegó a ella · no encontró al Coronel Jiménez sino a los enemigos,

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habiendo recibido permiso del PreEiden te reunió cien hombres y en uni(m de Valle­Riestra y algunos oficiales pelearo y contuvieron al enemigo. Entre estos oficiales se encontraba don José Rufino Echenique entonces Capitán, que solo frisaba en los veinte años, y que más tarde había de tener tan destacada actuación.

Con el mismo objeto de sostener la plaza el Jefe de E. M. General, D. Pedro Berínúdez, por orden del P residente, mandó a su Ayudante, D. Domingo de Casano­va, a quien respondió el Coronel Jiménez que iba a tomar las alturas, cuando volvió a retirar la orden ya los batallones habían abandonado Saraguro.

Jiménez y Vida! lograron reunir seiscientos cincuenta hombres "con los cuales pensaba incorporarse al ejército a marchas forzadas --según palabras del primero-- o a lo menos llamar la atención del enefigo por retaguardia, y dar tiempo a que nuestras divisiones consiguieran el fin del movimiento que habían emprendido".

Este propósito del Comandant General quedó sin efecto por haber recibido una comunicación del Secretario Gener !, Comandante Castro, que se hallaba en la ciu­dad de Loja, de que se pusiera inmediatamente en camino a aquella dudad con sus tropas, bajo responsabilidad. Llegó con su División en orden y Vida! al frente de su batallón a la hacienda Lenta en donde se hizo cargo de la División el . Secretario General. mand;mdo a ambos que, presos bajo su P<'llab.ra, se dirigierar¡. donde el Pre­sidente Marisq1l La Mar, quien o denó la formación de un sumario. Gamarra por Decreto Supremo dió por terminado el juicio.

De las diversas declaraciones que conténía dicho sumario queda comprpbado <JUe del Coronel D. Francisco Jiménez, no recibió op_ortunamente la orden de sostener la plaza de Sara.guro, que de haber desobedecido hubi.era cometi¡:lo grave falta, man­chando su honor militar, pero que se condujo con excesiva premura al abandonarla para buscar posesiones en las alturas, y que pecó de confia¡:lo no habiendo tomado oportunamente precauciones. D . Buenaventura Seoane declaró: "que la dispe.rsión provino de que los Capitanes de las compañías tomaron sus direcciones a su antojo, y que en su batallón no había la obediencia necesaria, a causa de haberse arrestado a un oficial; D. Lucas R ueda atribuyó la dispersión a la poca moral de las tropas; y que tres compañías del Ayacucho con el Comandante General y sus oficiales tomaron el camino de Loja; D. Jo.sé Echev rria la atribuyó a la oscuridad. Estos jefes fue­ron testigos oculares de la sorpresa de Saraguro.

Apesar del sumario que se le s guía el Coronel Jiménez en Junio de 1829 pidió que sin perjuicio de la causa se le destinase en el Ejército como Jefe, Subalterno o simple soldado. Gamarra ordenó: "Hágasele saber por el E. M. G. que su c::aso se le ocupara con la misma confianza que ha dado lugar su patriotismo". Posterior­mente, en 1830, siendo Presidente el Mariscal Gamarra solicitó se -le concediera el as­censo que se le había dado por su antigüedad al Ejér cito, entre otras causas alegaba que el Señor Coronel Vida! había sido envueltG en la .misma causa, y fue ascendido justamente como Jefe benemérito. Como no obtuviera el ascenso que le correspondía, pidió ser reformado. Se dedicó al comercio de tabacos y, solamente, en 1843, cuando el Directorio, volvió a servir al Estado como Intendente de. PoHcía del Cerro de Pas­eo, donde tuvo que debelar el movimiento encabezado por el Coronel D. Juan José Sal­cedo a favor de Castilla, siendo Comandante en Jefe del Ejército de Reserva, que ha­bía organizado en esa región, el C oronel D: José Rufino Echepique, a quien siendo Presidente Constitucional de ·la Rpública ofreció sus . servicios. en 1854 • con motivo de la revolución llamada liberal, que inició Elias y usufruct~o _Castilla.

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· · El Coronel Don Francisco Jiménez, que apesar de su pericia militar y patriotismo le tocó en suerte infortunada actuación en el desastre de Saraguro, era un jefe de relevante mérito, muy apreciado de Santa Cruz, L<> Mar y Orbegoso, los que siempre le escribieron en forma cordialísima. H abía nacido en Bar, .elona en 1794. Vino a América con el grado de Teniente Coronel efectivo en el E, 'rcito Real. En 1821 en la República de Guayaquil se unió a la Causa Libertaria, doude fue Comandame Ge­neral de la línea de Daule; puso mil quinientos hombres sobrt. las armas y fort ificó los principales puntos. En 1822 se incorporó al Ejército Libertador en Lima, con despa­chos de Teniente Coronel de Ejército, sirviendo como Ayu¿ :nte del .General en Jefe. En el siguiente fue Comandante de la Legión Peru.ana. Poste 'iormente del 29 Batallón Callao y del 19 de la Guardia. Hizo la Campaña de 1824 órdenes del Libertador. Se halló en la gloriosa batalla de Junín y no pudo asistir a l de Ayacucho por esta r desempeñando importantes comisiones, como la de enviar mu ,1ciones y auxilios. Con fecha 9 de Diciembre de 1824 se le extendieron despachos de Coronel grnduado y de Coronel efectivo. .Desempeñó el gobierno militar y político c.,. la Villa de Tarma por orden del Libertador; pasó a Jauja donde organ!zó un bat... 1ón llamado Provisional, y habiéndose disuelto éste, pasó personalmente a Pntregar la fuerezas a los cuerpos que sitiaban los Castillos del' Callao. En 1825 se le nombr• Presidente del Consejo Militar permanente, por haber sido designado Prefecto de Lima el Coronel D. José María Egúsquiza, que ocupaba esa presidencia. Sirvió la Comandancia Militar de Cajamarca; eri donde formó el 29 batallón Callao del que ·ué Comandante, y pos­teriomente el 19 batallón Ayacucho el que elevó l 1asta mil c.oscientas plazas, debida­mente pertrechadas, con el que se unió en 1828. al iniciars. la campaña sobre Co­lombia, al Ejército del Norte, nombrándosele Comandante General de la División de Re­serva. Fue, también, Vocal de la Junta Calificadora de Servicios Militares y del Tri­bunal Militar.

Carlos Gabriel Saco.

HOJA DE SERVICIOS DE D. JOSE SAN MARTIN HASTA EL A~O DE 1808

BATALLON DE INFANTERIA LIGERA Voluntarios de Campo Mayor.

El ayudante primero D. José de San Martín y Matórras Su edad, 27 años; su país, Buenos Aires, en América; su calidad, noble , hijo de Capitán; su salud buena; sus servicios y circunstancias los que se expresan:

Tiempo en que empezó a servir en cada empleo.

Empleos Días Meses Años Cadete . .. 21 Julio 1789 29 Subteniente 19 Junio 1793 ler. Subteniente 28 Julio 1794 29 Teniente . 8 Mayo 1795 29 Ayudante .... 26 D iciembre 1802 Capitán . 2 Noviembre 1804 Ayudante 19 • 27 Junio 1808 .

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Tiempo que ha servido y cuanto en cada empleo.

De Cadete . 3 años 10 meses 28 días 8 ..

10 .. 19

.. 2" Subteniente 1 1

.. ler . Subteniente. 9

.. 2º T eniente 7 7

" 29 Ayudante 1 10 6

.. Capitán 29 3 .. 7 25

.. Ayudante 19 3 4

Total hasta fin de Junio de 1808: 19 años y 10 días.

Campañas y acciones de guerra en que se ha hallado.

Ha hecho un destacamento de 49 días en Melilla. Se ha hallado desde el 25 de Junio de 1791 sufriendo el fuego que hicieron los Moros en los 33 días de ataque con­tra la plaza de Orán, haciendo el servicio en la compañía de granaderos. En el ejér­cito de Aragón, ocho meses, de donde pasó al Rosellón y concurrió a la toma de Torre Batera y Cruz de Yerro; ataque a las alturas de Mauboles, San Margal y bate­rías de Villalonga: en el de Bueñuelos y en sus alturas rechazó a los enemigos por segunda vez; hizo una salida a la ermita de San Luc, estuvo en el ataque que dieron los enemigos en Port-V endres el 3 de Mayo de 1794; en el que <lió a sus baterías el 16, subsistiendo en la defensa hasta la rendición de Co!iubre el 28 del propio mes. Estuvo en la fragata de la real armada "La Dorotea" un año y 23 días, y con ella se halló en el combate que sostuvo el día 15 de Julio de 1798, contra el navío de guerra inglés el º'León". En la campaña contra el Portugal desde el 29 de )Ylayo de 1801 hasta la paz. En el contagio que sufrió la plaza de Cádiz en 1804, y en la guerra con el gobierno de Francia, se halló mandando las guerrillas, habiendo tenido una acción distingida sobre los enemigos en Arjonilla, en Julio de 1808.

Don Juan de Moya, Teniente-coronel de infantería y Sargento Mayor del expre­sado batallón, de que es comandante el Coronel D. Rafael Menacho, certifica que la fpja de servicios que antecede es copia a la letra del original que queda en la oficina de mi · cargo, y que el contenido en ella ha sido dado de baja en la revista de Agosto del año anterior; por haber pasado en calidad de Capitán agregado al regimiento de caballería de B~rbón ; y para que conste lo firmo en Manzanares, a seis de Marzo de mil ochocientos nueve.-Juan Moya -V0 B9 Rafael Menacho.

Cargos, distinciones y honores militares obtenidos en España por D. José de San Mar~ · tín, desde 1808 a 1811.

Córdoba, Junio 6 de 1808.

Se concede un escudo de distinción a todos los sargentos, cabos y soldados de la partida que batió al enemigo el 23 ~e Junio, bajo las órdenes del Capitán San Martín.

Sevilla, Setiembre 29 de 1808.

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El Marqués de Cempighy le felicita por dicho grado y P' 'r la medalla de Bailén, que se le concedió.

Sevilla, Enero 25 de 1-810.

La junta suprema le nombra ayudante del General Comp.1gny.

Julit 26 de 1811.

Comandante agregado al regimiento de dragones de Sagu:ita.

(Gaceta Ministerio de Sevilla).

29 de 1808.

Contiene un parte al Señor Marqués de Compigny sob~ el combate en que se distinguió el valeroso capitán San Martin.

El teniente coronel D. Juan de la Cruz Mow-guen, d, parte desde Arjonilla, eón fecha 23 del corriente, al señor Marqués de Compigny comandante de · la van­guardia! y éste a !a suprema junta, del glorioso combate que tu ·o lugar con una partida del ejército de Dupont. A las 3 de la madrugada del mismo día, se puso en marcha dicho dirigiéndose a ocupar los puestos avanzados de Arjon 'ª con el cuerpo de su mando, compuesto de la compañía de cazadores de guardias walonas, la de Barbastro, la de v'oiuntarios de Valencia y Campo Mayor, la del Príncípt de caballería, dragones de la reina, húzares de Olivencia, I3ailén y escuadrones Car'11ona. Puesta en orden la columna de los Aldea del Río, por el camino del Arrecife, "li habiendo andado como trés cuartos de. legua, le avisó el capitán D . José de San .Martín, comandante de su V'anguardia que se había encontrado una descubie~ta de los enemigos le crde:ió les atú:ase, pero no pudiendo verificarlo en el momento por habt:rse puesto los enemigos en huida, determinó cortales por otrc camino. En consecuencia se dirigió San Martín por una trocha, sostenido por una partida suya de Campo Mayor a cargo del Sub­teniente del mismo D. C ayetano de Miranda, y la caballería de su mando de húzares de Olivencia y Borbón, cuya fuerza consistía en 21 caballos: con ellos pasó la casa de Postas situada en Santa Cecilia; al llegar a ella vió que los enemigos estaban forma­dos en batalla, creyendo que San Martín con tan corto número no se atrevería a ata;. carios: pero este valeroso oficial, únicamente atento a la orden de su jefe, puso su tro­pa en batalla y atacó con tanta intrepidez que loyró desbaratarlos compl·etamente, de­jando en el campo 17 dragones muertos y 4 prisioneros, que mnque heridos hizo con­'ducir sobre sus mismos caballos, habienclo emprendido la fuga el oficial y los restantes tmldados con tanto espanto, que hasta los mismos morriones arrojaban de temor, lo­grándose 'coger 15 cabaHos en buen estado, y los restantes quedaron muertos.

Mucho sintió San Martín y valerosa tropa se . es escapasP el oficial y demás sol­dados enemigos; pero oyendo tocar la retirada, tuvo que reprimir su ambición de gloria.

El teniente coron'el Morguen ordenó la retirada por haber observado que venía al enemigo un refuerzo de 100 caballos. D ispuso en consecuencia fuese el teniente de caballería del Príncipe D. Car.los Lanzarote con 20 caballos a sostener a San Mar tín por ·el Arrecife, mientras él mismo Se adelantaba por la derecha de éste con el es­cuadrón de dragones de la reina, al mando de su capitán D . José de Jones, dejando el del resto de la ·columna al del teniente ceronel y comandante de la compañía de caza-

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dores de guardias walonas D. Dionisio Bouliqui, con la orden de que tomase pos1c1on y cubriese los bagajes y municiones, con cuya ocupación se contuvieron los enemigos y dejaron retirar con el mayor orden a San Martín.

Por nuestra parte solo ha habido un solo cazador de Olivencia herido, a pesar de haber sufrido nuestra tropa descarga de tercerolas y pistolas. San Martín hace un elo­gio distinguido de toda su tropa, particularmente del sargento de húzares de Olivencia Pedro de Mártos, y d 1 cazadoE del misf!IO Juan de Dios, qui! en un inminente riesgo le salvó la vida; del sargento de caballería de Borbón Antonio Ramos, y del soldado del mismo Ignacio Alonso.

Escudo de distinción a la partida que batió al enemigo el 23 <fe JW!io:

Córdova, 6 de Julio de 1808.

Señor D . José de San Martín:

El Excmo. señor general en ¡efe, conformándose con la propuesta que Ud. le ha­ce COI} fecha 4 d~ Julio, h¡¡ concedido un escµdo de distinción a todos los sargentos, , q1bos y soldadps de la parp.da q e bajo sus órdene~ batió al enemigo el 23 qej p¡¡s¡¡­do. Lo que participo a Ud. para su inteligencia y debido cumplimíento y noticia de lo:¡ int~resados . .-Dios guarde a Ud. muchos años.-firmado.-EI Marqu.és de Co¡npigny.

Madrid, 20 de Set.iembre de 1808, Sep.or D. José de San Martín:

Mi ~stimado amigo: Tengo la satisfacción de felicitar ·a Ud. por el · grapo ~e te­niente coronel que la junta de Sevilla. se ha servi¡:lo distinguirlo, Incluyo a Ud. la cer­tificación que me pide y es regular se sepa en esa, y usen los que estuvieron en Bailéri la medalla que se nos ha concedido.

Siento mucho sus males, y tendré particular gusto en su restablecimiento, como en que ~¡mde a su afectísimo anugo.-firmRdo.-El M!irqués pe Compi~ny.

(Biografía del General San Martín. Buenos Aires 1864)

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EPISTOLARIO DE SAN MARTIN Del archivo del Publicista Carlos Camino y Calderón.

Hist. et lnd. Rex Ferdin. VII Dei Gratia

Un sello de la República

Valga para los años de 1827 y 1828.

Pasapte. _El Excelentísimo Señor Don José de San Mártm Capitán. General y en Gefe del Exercito Livertador del Perú Gran Oficial de Mérito de la Legión de Chi­ie et cetera, et cétera.- C<:Jnsede libre y seguro Pasaporte a Don José Clemente Me­rino, a dos dependientes, y un criado que Ileba, y pasan hasta la V illa de Santa. Por tanto mande a los Comandantes de mis Destacamentos, y troras avanzadas, <.ioberna­dores, Alcaldes, y demás Justicias de su tránsito, para que no le pongan tmbarazo al­guno antes bien le auxilien con cabalgaduras, y demás que fuese necesario.-Dado fir­mado de mi mano, signado con el Sello del Exercito Livertador, y refrendad.:> por -mi SP­~retarlo de Gobierno y Hacienda, en Huaura a doce de Diciembre de mil ochocientos . veinte.-José de San Martín.-Juan García del Río, Secretari• ..

Carta . ...:..Hay un sello.-Mi Señora Doña M.caela Mu!'oz. - Huaura Diciembre doce de mil ochocientos veinte.-Muy Señora mía, de todo mi respeto.-He tenido la satisfacción de conocer al Esposo de Usted don Oemente José Merino que pasa a reu­nirse .en esa Ciudad con su apreciable familia. El me ha manifestado que Usted, par­ticipando de todos los sentimientos de su corazón, es decidida por la causa de la Li­vertad de su Patria, y con este motivo, y la consideración que me merece el expresado Señor su Esposo, tengo la honrra de manifestarle quan grato me es saber que una Da­ma de tan recomendables qualidades como concurren en Usted y de tanto influjo, esté pronta a hacer uso de ellas en obsequio de la noble causa que sostiene la América.­Sírvase Usted aceptar mi más respetuosa y sincera felicitación por semejantes senti­mientos, persuadida de que soy sus más afecto y obediente servidor, que su mano be­sa.-Joséf de San Martín.

Carta.-Señor Don José Clemente Merino.-Retes, Enero cinco de mil ochocien­tos veinte y uno.-Mi apreciado amigo, y Paysano.-Por la apreciable de Usted de

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veinte y seis del pasado, a que tengo el honor de contestar, quedé inst uído de las me­tlidas que se tomaban en esa Ciudad para establecer su Independenci¡i.-La realización ¿e este importante acecimiento hace honor bajo todos aspectos a nuestro digno ami­go, y a sus beneméritos compañeros; entre los cuales sé muy bien el lugar distin­guido que Usted ocupa.-Sírvase Usted ofrecer mis respetos a mi Señora su Es­posa, a cuya condescendencia en tomarse el trabajo de hacer ella misma la Bandera • acional, es el mejor indicio de su bella alma, y cuyos sentimientos, así como los de mi Se.llora su Madre de Usted, me han causado la más pura complacencia.- Por lo que ha­ce a los servicios de Usted, baste por ahora decir que les aprecio como es debido, y que en toda circunstancia puede Usted contar con el afecto y los mejores deseos de su atento Paysano y amigo que su mano beza.- Josef de San Martín.

Carta.-Señor Don Josef , Clemente Merino.-Retes y E nero cinco de mil ocho­cientos veinte y uno, segun.do. - Mi apreciado amigo y Señor.-Usted save como es­toy siempre abrumado de trabajo, y espero que con este conocimiento habrá Usted sido bastante indulgente para no a't:usar mi morosidad en no haber contestado antes su siempre apreciable de veinte y seis del pasado. Por lo que Usted me comunicó en ella y por la decisión del Marqués, no dudaba yo un momento que se lograría el impor­tante golpe que se proyectava y que ustedes han savido dar con toda la magestad y nobleza propias de una causa tan digna. Reciba Usted por aquel y p<>r la parte que en él ha tenido Usted, mi más cordial enhorabuena.-Sírvase Usted ofrece r mis res­petos a mis Señoras su Madre y Esposa a quienes deseo tener el honor de conocer personalmente, y de tributarles mi homenage; y créame su más atento amigo y servi­dor que besa su mano.-Juan García del Río.-Expresiones al caballero Sofía. Entre las colecciones de papeles públicos que se remiten al Marqués y que en adelante cui­daré de embiar, regularmente, va una para Usted, destinádale por su amigo de corazón. -García.-Somos seis. Después de acabar de escrivir lo que antecede llegó el amigo Sofía, y me entregó la apreciable de Usted del veinte y nueve a que tengo la honrra de contestar reiterando a Usted que le desea toda prosperidad su afecto.-García.

Carta. - Mi señora Doña Micaela Muñoz. - Huaura y Enero trec de mil ocho­cientos veinte y uno.- Muy Señora mía y de mi particular a precio, y respeto: -Las demostraciones que ultimamente ha dado Usted de su asendrado patriot ismo, y de cu­yos pormenores me he impuesto por su interesante carta de ocho del corriente, me han ocacionado un placer muy justo. Jamás dudé que la Espo a de Don José Clemente Merino desmintiese de los sentimientos de que es poseído este benemérito patriota; y que con su glorioso exemplo habriese Usted un nuevo campo en que pueda desple­garse todo el ardor Patriótico que aquel es capaz de inspirar a los Héroes que comba­ten por la Livertad del suelo Americano.- Tengo el honor de reiterar a Usted mis sentimientos de aprecio, y respeto, como su más atento y seguro servidor que sus pies besa.-José de San Martín.

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Título de Gobernador Político del Partido de Piura para Dn. José Clemente Meri­no.-Dort José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tagle, Mari¡;cal de Campo de los Exercitós de la Patria, Gobernador Intendente por !a mistn<! de lti Provincia Irtdepei:ídiilnt¡! de Trugillo, General de la Corte Norte et cetera, et cetera,~

Por quanto conbil!ne poi" fustas consideraciones, que el T1minte Coronel de Exer<;itp Don José C!emel1te Metino .se posedone del Mando Politico del Partido de Piur¡¡. del qúe se hallava susp!mso ·por el Gobierno de Lima: Por taritp he venido en F\lpQf)erlo de este Mandó proVicionalmente, y hasta la superior aprob¡¡tión del Excelentísimo 'Se­f!or CE!pltán General Don Jose de San Martín, en cuyo nombré, mando le h;;iyan, ten­gºan y reconoz¡;:an al referido Don José Clemente Merino por Gobernador. Políti!;to d@ Dicho Partido, guardándole y haciéndole guardar todas las distincione:> y p~e¡nineJl­

cias que · por este título le corresponda; para lo que le hice expedir el presente firmado por mí, y refrendado por el Secretario de este Gobierno y Guerra, del que se tomará razón donde corresponda. Truxillo, Enero diez y siete de mil ochocientos veinte y u11:b,-El.Mllrqués de T-utte ragtc-.-José María Garc!a, Secretario de Gobierno y Gue­rra.,._, Título de Gobernadb:r- Poiltic:o del Partido de Piura para Don Jos? Clemente Me. i'ino.

Tenu¡ de tazón:·=Tóme·se rárort.-Ministerio de Hacienda Patriótica del EstadQ Independiente de Trugilló, y Enero veinte y dos de mil ochocientos veinte y uno-. ­Calderón.-Casas.

Título de Ten.iente Corpnel de Exto. y y de CabalJ.a para Don José Clem.te Me­rino.-boii }osé $ernardo de 'f:agie y Portocarrero Marqués de Torre T¡¡gle, Mariscal de Campo de' los Exercitos de l<! l'atria, Gobernador Intendente por la misma 9e la Provincia fodependlenté dé _ 1'ruxilio General de la Costa del Norte, et cetera, · ~t cetera; -Por cuªnto teiliendo en .;:opslderaeión los buenos servicios, vell¡is dispósic.ipnes, y de­cidida adhdión a1 servicio de la Patria, de que lia <;lado las mejores pruebas el bene­merito Sargento Mayor del R¡-gimlento de Cava!lería de esta Ciqdad, Don José C!e­m·ente Merinó, he venido en ccm.;:ederle el empieo de Teniente Coronel de Exercito de s'u misma Arma-. interinamente, y hast~ la Superior aprobación del Excele~tísiqio Se­ñor Capitán General del Exercito Livertador; en cuyo nombre ordeno, y mando se le tenga, haya y reconozca al referido Don José . Clemente Merino por Teniente Coro­nel de Exercito en su citada Arma; y que se le guarden, y hagan :guardar todas las ·hon­rras, gr;'lcias, preemmencias y e;xcepciones que le tocan en virtud de este título de que sé tomará razón en )os libros, y oficinas respectivas . ...:..Dado en Tru\jill~ Independiente a diez y siete de Enero de m.il ochocientos veinte y uno.-El Marqués de Torre Ta; gle.-Josef María García, Secretario de Govierno y Guerra.-Título de Teniente Co­ronel de Exercito, y de Cavallería par¡¡. Don José Clemente Merino.

Tema de razó~.-Tómese razón.-Ministerio Principal de Hacienda Patriótica del Estado Indepenaiente de Trugillo, y Enero veinte y dos de mil ochocientos veinte y uno.-Calderón.-Cas¡¡.s,

Titulo de Adm.or Prai. del "Puerto de Payta en favor de José Oem.te Merjno.­EI Presidente de la República del Perú.-Por quanto atendiendo a los ~éritos y ser­vicios de Don José Clemente Merino, he ven.ic:l9 en nombrarle Adminsitrador Princi­pal del puerto de Payta, con el sueldo que le corresponde, y con la calidad de que an-

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tes de posesionarse ha de otorgar las fianzas de estilo. Por- tanto: ordeno y mando le hayan y reconozcan por tal, guardándole y qaciéndole guardar todas las distincio­nes, y preeminencias que por este título le corresponden. Para lo que le hice expedir el presente, firmado por mí, sellado con el Se.llo provisional del Estado, y refrendado por el Ministro de Estado en el Departamento de Hacienda del que se tomara razón donde corresponda. Dado en Trugil\o a catorce de Julio de mil ochocientos veinti­tres, quarto de la Livertad, Segundo de la República.-Josef de la Riva Agüero.-Un Sello.-Por ocupación de su Secretario.-francisco Taramona.-Su Excelencia con­fiere título de Administrador Principal c!el Puerto de Payta en favor de Don José Clemente Merino.-Tómese razón. Cajas Principales del Tesoro Públko de Trugillo y Junio diez y siete de mil ochocientos veinte y tres.-Calderón.-Lizarzaburu.-Tru­gillo, Julio diez y siete de mil ochocientos veinte y tres.-Cumpliméntese el titulo que antecede: Tómese razón en la Administración Principal de esta Capital y cmn la cons• tanda entreguese al intetesado;-Urquiaga.-Felix Valdés.-Tómese razón. Conta­duría de Alcavalas de Truxillo. Júlio diez y ocho de mil ochocientos veinte y tres.­Zavala.-Tómese razón: Contaduría de Ramos .Estancados de Ttugillo Julio y diez y ocho de mil ochociéntos veinte y tres.-Lavalle.-Tómese ra~ón: Cohtaduría de la Aduana principal de Alcavalas de Payta. Agosto veinte y das de mil ochocientos veinte y tres.-Herrera.

Certific.n.-Don Asencio Meléndes Gobernador del Distrito de Ascope, y su com­pr-ehención.-Certifico: que el Señor Don josé Clémente Merinó y Arrieta, Arrenda­dor de Licapa, ha puesto en la proveeduría General c!el Exercito las quarenta cargas de arroz del últimó cupo que se le impuso al citado fundo y sus sembrad0res. Del mis>­mo modo ha entregado las veinte cargas del primero, y segundo cupo, que en los mis­mos términos se impuso al indicado fundo, de modo que sólo resta tres arrobas y qua­tro libras correspondientes a las mencionadas quarenta cargas que se pteviene por el Señor Prefecto se pongan en la Proveeduría. Y para los efectos· que combengan doy el presente en este Haciento de Aseope en quinc de Agosto de mil ochocientos veinte y quatro.-Asencio Melendes.

Pedimto·-Señor Prefecto.-Miguel Soliz a nombre de don José Clemente Merino, en virtud de su poder que notoriamente ejerzo, y como mejor lugar haya, ante lisia digo; que al derecho de mi parte combiene . que la integridad de Usía se digne exponer a con­tinuación por medio de un informe ser sierta y efectiva la pública manifestación que tiene hecha mi parte de su patriotismo, sin que .en ningún tiempo haya desmerecido la confianza de los Gefes, ni se haya dudado de su decidida adhesión a la Ca1:1sa, agre­gando Usía cuanto cepa y le conste sobre el particular. Por tanto. A Usía pido y suplico se sirva hacer como tengo pedido por ser merced que con justicia espero de su notoria integridad.-Miguel Soliz.

Infe· -Trugillo Diciembre dieciseis de mil ochocientos veinticuatro.-Me es cons­tante que el ciudadano Don José Clemente Merino ha sido siempre de la opinión de la Independencia, del Perú, y reconocido por todos como un patriota, sin que en esta par~ te pueda objetarsele nada. y para que conste y pueda hacer los usos que le conven­gan le doy esta credencial en Trujillo fecha ut supra.-Orbegoso.-Josef Serra.

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Pedimento.-Señor Prefecto: Don Josef Clemente Merino, vecino · de esta · ciudad ante Usía con el más .. debido respeto y en la forma que mejor haya lugar en derecho parezco y digo: que teniendo que pasar a la Capital de Lima y necesitando en aquella Superioridad hacer constar mis servicios, d.ecidido patriotismo y mejor comportamien­to, se ha de servir la justificación de U.sía informar en vista de los documentos origi­nales que con la solemnidad debida acompaño en fojas once útiles, y lo más que Usía tenga a bien exponer sobre e.ste particular, y hecho todo se . me devuelvan para los fi­nes que .dejo indicados. Por t¡¡nto a Usía pido y suplico se sirva acceder a mi súplica mandando se me dé el informe que solicito por ser de justicia que con merced espero alcanzar de la bondad de Usía y para ello etc.-José Clemente Merino.

Infe·-Esta Prefectura en vista de los documentos presentados por Don José Clemente Merino encuentra suficiente mérito para reputarlo por un verdadero patrio­ta, por cuanto ellos . manifiestan el activo influjo con que cooperó al establecimiento de la Independencia de esta Capital, obteniendo un lugar distinguido en el concepto del General en Jefe del Ejército Libertador y del Presidente de este D epartamento, sia que en el tiempo de mi residencia en este país haya desmerecido de esas laudables ideas, ni decaído entre sus avitantes de esa buena opinión.-Bolívar, Febrero _ veinti­siete de mjl ochocientos veintiseis.-Gregorio Luna.-Manuel Bringas.

Pedimtº·-Excelentísimo Señor: Don José Clemente Merino, Teniente Coronel de Exercito, vecino de la ciudad de Bolívar, con el más debido respeto en la mejor for­ma de d_erecho ante Vuecelencia parezco y digo: que de los adjuntos documentos que con la solemnidad debida acompaño y presento para que vistos se me devuelvan, re­sulta el . mérito de mi carrera, tanto en lo Político coino en lo Militar; así es que lo acredita~ mis títulos de Teni~nte Coronel de Exe_rcito y Gobernador de la ciudad de Piura, en cuyos destinos me he franqueado a desempeñar con exactitud como lo .he manifestado también cuando estuve encargado de la Administración de la Aduana de Payta org~nización, c~entas y economía peculiar del Ramo: contribuciones al Es­tado, aun superiores a mis fuerzas, con m'is muchos servicios personales, y comisiones que en obsequio de la justa Causa acreditan mi máxima adhesión y patriotismo; y so­bre todo, las cartas de correspondencia con el General San Martín y comprueban cla­ramente los sacrificios a que con riesgo de mi vida me expuse en los principios de la revolución, entuciasmando e inflamando con esa llama sagrada a todos mis compa­triotas quando yacían bajo de las ballonetas de un terrible espionaje que acriminaba aun al cilencio. Excelentísimo Señor yo me glorío de haver sido uno de los precur­sores de la alianza entre los liberales y el Departamento de la Libertad. En medio de los riesgos yo conduje los pliegos de aquel Cenera! al desgraciado Tagle, habiendo pasado los mayores peligros para salir de esta capital, y borré de la imaginación con estos pasos el cuadro de desgracias con que el tirano amenazaba aquel departamento. Estoy cierto que a la integridad de Vuecelencia servirán de <:poyo en mi solicitud. Soy un padre con una familia honrada y sin tener al presente destino con que ocu­rrir a una decorosa subsistencia. Se me ha comunicado la renuncia que ha hecho don N. Portillo, Comandante del Resguardo de Guanchaco. Sírvase Vuecelencia tenerme presente en este destino o en otro que . alivie las indigencias de un ciudad¡;¡no honra-

- . .

do y de servicios extraordinarios. Por tanto, a Vuecelencia pido y suplico en aten-ción a lo expuesto y a los méritos que acompaño se sirva acceder a mi solicitud que es ;nerced q~1e espera alcanzar de la grandeza de Vuecelencia.-José Clemente Merino.

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Supremo Decreto.-Lima, Abril veinte de mil ochocientos veintiseis.-Al Prefecto '<>: Departamento de la Libertad para que consulte al suplicante en las vacantes que

a__. ocurren proporcionadas a sus méritos y aptitudes.-Dos rúbricas.-Por ocupación Su Excelencia y por enfermedad del Señor Ministro de Hacienda.-- Taramona.

Pedimto.-Señor Prefecto: Doña Clara Mariana de Arrieta, de esta vecindad ¡,

=hre de mi hijo legí timo Don José Clemente Merino, ante Usía, en aquella forma '"-::¡:, mas haya lugar parezco y _digo: que dicho mi hijo ha prestado algunos servicios a z Causa de la Independencia con riesgo de su vida y por cuya razón fue nombrado

, el Señor Presidente de la República Den .José de la Riva Agüero Administrador la Aduana de Payta, de la que fue sepa rado sin causa ninguna: mas los aconte-

6ientos y vicisitudes que se han experimentado en los gobiernos han hecho guardar _ profundo silencio al citado mi hijo, esperando que el -tiempo lo nivele de un modo ~uro como en el que en el día se· manifiesta, así es que para s'ostener su propia sub­~·encia y la mía ha tomado el recurso de haberse dedicado a las tareas del campo, " e no son. ,compatibles con su situación enfermisa. Por tantcí le represento a Usía am los documentos que acreditan mi exposición, en los que consta un decreto del Ex­ce.lentísimo Señor Presidente del Supremo Gobierno a fin de que· Usía se digne tener ;i:-esente al referido Don J:osé Clemente . reponiéndolo en su empleo de Coman.dante o en otro correspondiente de aquella Administración del Puerto de Payta, en cuyos tér­=:inos se ha -de servir Usía mandar que tomada razón de los documentos que . presento se me devuelvan para· lo$ usos convenientes, en cuya virtud y en mérito de quanto re­?!"esento. - A Usía pido -y suplico se sirva proveer y mandar según y como solicito, por ser justicia que espero alcanzar de Usía, y para ello etc.-Clara Mariana de Arrie­¡a y Mesones.

Decrto.-Bolívar, Junio veinte

(Aquí queda trunco el documento)

. (Nota de Carlos Camino Calderón) .

Pelos y Señales de José Clemente Merino y Arri.eta. Hijo de José Ignacio Fenoco y Merino, mayorazgo de Tacalá y trujillano ilustre

y de Oara Mariana de Arrieta y Mesones de la Partilla, piurana no menos ilustre. . José c;Iemente nació en Trujillo el 23 -de noviemb!'.e de 1783. Fué Alcalde de Tru­

illo en 1808, y Subdelegado de Piura en 1820. C asó con Micaela Muñoz Cañete· O s­tolazá que confeccionó la bandera con que se proclamó la independencia en Trujillo el 29 de diciembre de 1820. Clemente i Micaela fueron padres del pintor Merino y de la abuela de Pablito Abril.

Clemente fué poco menos que un fatalón. Vivió casi siempre como el que es­tribe estos datos. Su hermano de padre don Miguel Jerónimo de Fenoco Merino y Moneada (Moneada por la madre) heredó el mayorazgo de Tacalá y el pobre Cle­mente se quedó como plato de fonda; bocabajo y bien fastidiado. La patria pagó muy mal a don O emente, quien murió hablando pestes de la humanidad, el 2 de diciembre de 1849. Se le hicieron exequias de menor en - la iglesia de Santa Rosa.

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CAflTULO SOBRE Lf' INDEPeNDENCIA DE TRUJILLO

PE LA OBRA DEL D~. NJCOL!\,S REBAZA "ANALES DEL DEP~RTAMENTO DE LA I;.IBERTAD" (TRUJILLO 1898)

::llJMl\RIO.,,...Pronunciaµlientp de Trujillo ppr la lndependenda.-Formalidades cop que se hizo,-Primera bandera del Perú lndependie:nte.,....,.Por que no se publica el qcta de l¡i proclq¡nal,'.ión.-Contestación del. General San Martín al Ay.unta~ llliento de Tr~jillo.-Proclama del mismo al pueblo trujillano. ·

Queda¡no§ en e! µqteripr. capítulo que el Intendente Marqués, salvó del peligro que pudo tn¡erle el IllOVimiento del coronel Torlá. Asegurada su posición y sin. te· mor alguno, se contrajo ·oyenc!o el yoto de sus consejeros, a arregl~r el prcgrama para proclqmar y jurar la Irn,iepemlencia, el 29 de Diciembre. Todo se. hizo en les días 27 y 28.

Los consejeros del Marqués, eran el Sr. Dr. D . Juan Antonio Andueza, natural de Chachapoyas, eclesiástico de alta ilustración, y que había residido algún tiempo en España. Fué uno de los Presidentes del Congreso Constituyente del año 22, ;:iutori· zando con su firma las bases de la Constit.ución publicada~ en Diciembre del mismo año.

H acemos esta anotación, para que se vea la importancia política del se!í.or An­dueza. En política participaba de los mismos sentimientos que sú compatriota el cé­lebre doctor don Toribio Rodríguez de Mendoza, antiguo Rector del Convictorio de San Carlos, y a quien debe mucho el Perú por su ilustración. Ser carolino, erd un tim· bre de honor.

Era también amigo y consejero del Marqµés, un religioso mercedario Comendador de la Orden y que residía temporalmente en Trujillo; no me acuerdo su nombre: más sí que era muy p¡¡triota y muy ilustrado.. Los señores Merino que pertenecían al ma· yorazgo de "Facalá", eran muy allegados al Marqués; mas no gozaban de la influencia que los señores Andueza y Comendador de la Merced.

El señor D. Luis José Orbegoso, por sus antecedentes de familia, y por su patrio­tismo, era muy estimado del Intendente, más por sus pocos años, no gozaba de la in·

fluencia de consejero. Pero, sobre todos, a quien oía el Intendente con más decisión y fe política, era al

señor dop Domingo Villarino, alto personaje porteño, amigo del general San Martín, y que vino a Trujillo a ponerse al habla con el Marqués.

Largo sería enumerar los vecinos principales de Trujillo adictos a la Independen­cia, y que ayudaban al señor Torre T agle. Todos eran patriotas, y no queremos se-

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=2 a:-los, numerando sólo a unos. Los trabajos y la honra, fué general en todos los ·· - de Trujillo.

U na de las primeras atenciones, fué que se hiciese la Bandera Nacional del Perú Independiente que debía flamear el 29, al arrearse la española.

El pabellón se arregló, tomando lps colores blanco y rojo de las banderas de las :itc¡>úblicas Argentina y Chile, cuyos ejércitos venían en auxilio del Perú, para lo que 2Si como para el escudo que debía llevar, expedió un decreto el general San Martín ~ Pisco el 29 de Octubre de 1820; y entonces dijo;

" La Bandera es el símbolo de una Nación y el signo de reunión en el campo de la ~aria. El Perú no tiene ninguna, pues en todo el Virreynato se usa la española,sig­::o de la esclavitud!'•

En Trujillo se hizo la bandera por la señora Micaela Cañete, esposa del Sr. Jo­sé Oemente Merino, que no hacía mucho, fué Sub-Delegado en el partido de Piura. Su casa, era la que hoy sirve de Prefectura.

En el día 28, estuvo puesta en exhibición en la sala ile la señora Cañete; y de la "uventud de Trujillo se escogió algunos para que hiciesen la Guardia de Honor. Uno ·e ellos fue don José Ramón Suárez, vem:edor más tarde en Pichincha, en la clase

2.e Teniente en el batallón "Trujillo". Mi compañero el Sr. Vocal Dr. D. Apolinar Bracamonte, me refirió, que habiendo

sido joven grande, alumno del Seminario, concurrió como uno de los curiosos a ver el Pabellón Nacional. y que habiéndole contado en el Seminario, el Sr. Dr. D. Juan Pío Burga, Vice-Rector, muy apegado a la causa del Rey, lo reprendió y puso arres­tado, por haber ido a ver cosas de insurgentes; mas el Sr. Andueza, que era el Rec­or, sonriéndose del celo del Sr. Burga, alzó el arresto y quedó en completa libertad

el estudiante, cuyas noticias despertaron el celo y entusiasmo en los demás alumnos. No había entonces Imprenta, se pusieron por orden del Marqués, ·carteles manus­

critos en todas las esquinas, invitando al pueblo a su nombre para que concurriese el 29 a las 2- p. m. a la Plaza pública, por que iba a deliberarse, si se . proclamaría, o no, la Independencia.

A todas las .personas notables de la ciudad. se les pasó a nombre del Marqués un billete de invitación.

Todo estaba . arreglado y convenido para que se proclamase la -Independem:ia; mas se quiso esperar la formalidad que el Cabildo, notábles y el pueblo. lo deliberasen. Las fuerzas que había en la plaza era en número competente de las tres armas; pues pre~os los jefes y oficiales que mandaban las fuerzas reales, los más se plegaron al Intendente y sirvieron después, con provecho a la causa de la Independencia.

A la hora señalada, toclas las fuerzas se hallaban formadas en la Plaza principal, y el Cabildo reunido en la casa Consistorial, bájo la presidencia de don Manuel Ca­bero y Muñoz, Marqués de Bella-Vista. Los Regidmes que lo componían, eran 12, como nos lo refiere el antiguo corregidor Feijóo, señalando el destino, o comisión que cada uno desem·peñaba. Bl . señor don José Luis Orbegoso, fué el Síndico Procurador General. Sensible es, no poder repetir el nombre de todos los demás Ediles que ejer­cían· el poder Municipal.

El pueblo que era todo patriota, concurrió ·antes de la hora señalada a la Plaza, Éstaba llena, de cuanto Trujillo podía dar.

El' Intendente Marqués, con toda su comitiva, hallándose en ella el Asesor Dr.· D. Tad-éó Fernández de ·Córdoba, -Jos Oficiales Reales; o sean Tesorero· y Contador y de­más empleaifos de ·alta graduación, se dirigió a la hora designada, de la Intendencia

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a la casa Consistorial, en la que lo .esparaba el Cabildo. Se le recibió con toda la cortesía que demandaba su alto puesto. El Marqués de Bellavista, le cedió la presen­cia. Y abierta · la sesión pronunció el Intendente un breve discurso, manifestando el objeto de la reunión; y que se deliberase, si debía, o no proclamarse y jurarse la li­bertad e independencia de la Patria.

Se leyó ·parte de la correspondencia del general San Martín, en que ofrecía la protección de su ejército. Esto se hizo para alejar temores.

No hubo oposición alguna. y por unanirnidad, el Cabildo y toda Ja numerosa con­currencia pidieron que se proclamara y jurase la Independencia; ,de "todo lo que se sentó la respectiva acta, firmando prirnero el Marqués, después los miembros del Ca­bildo, y en seguida todos los que pudieron estar en las salas de sc¡siones, y corredores.

Por prevenciones antipadas del Marqués, no hubo discursos, ni aluciones ofensivas al Gobierno español. Es tradición que dijo a los agentes con quienes se entendía, que siendo la autoridad Real, no consentiría nada impropio.

Proclamada la Independencia, · el Marqués-Pr.esidente, expuso que hasta ese mo­mento .era la autoridad; mas que se desprendía de ella, poniéndola en manos del pue­blo, para que nombrase al que tuviese por conveniente. Pidió ~e le diese pasaporte¡ para poder pasar a las filas del Ejército y derramar su sangre en defensa ·de su Patria.

Lo refiere así, cricunstancialmente, el sabio protomédico señor Valdéz, en la ano­tación a su oda, Quito libertada, de que antes me he ocupado.

El Cabildo y toda la concurrencia, que fué de cuanto notable tenía Trujillo, no admitieron la renuncia; y por el contrario invitaron y. suplicaron al Marqués, que con­tinuase con el Gobierno a nombre de la Patria. El acta fué autorizada por el escri­bano público don Victoriano Ayllón.

Terminada la sesión en las salas de la Municipalidad, salió el Marqués con el Cabildo a la Galería. Vestía gran uniforme de Mariscal de Campo: en la mano lle­vaba un pequeño Estandarte; no el que estuvo en exhibición en la casa de la señora Cañete, sino otro de menores dimensiones y de los mis"mos colores y escudo, que el mayor. El Marqués destacándose saludó al inmenso pueblo, atención que fué con­testada con estrepitosos vivas, y aplausos a la Patria y al Marqués de Torre Tagle.

Hechas señales para que se guardara silencio, dijo: que acababa de proclamarse y jurarse la Independencia; que había dejado el mando en manos del Cabildo y del pue­blo; más que no lo habían aceptado, obligándole a continuar; que el ejército del es) clarecido general San Martín presentaba su apoyo.

Puso cuanto se había ·hecho, bajo la protección del cielo; y levantando la voz cuanto pudo, batiendo el Pabellón Nacional, dijo: Viva la Independencia".

En el acto fué arreada la bandera española, é¡ue hasta ese momento flameaba en la casa consistorial. Se elevó en su lugar el Pabellón Nacional hecho por la señora Cañete. Enseguida una salva real de artillera saludó a la Patria, y al nuevo Pa­bellón del Perú Independiente.

Había entonces en Trujillo bastantes cañones, aún de grueso calibre; más eran de fierro. Hasta hoy, se ven de postes en algunas esquinas.

El pueblo saludó con el mayor entusiasmo, a la Patria y al Marqués de Torre , Tagle. En todas las torres de las 13 Iglesias que tiene Trujillo, se dió un repique ge­neral. El día fué de los más grandes y solemnes que podía esperarse; pues la pro­clamación que acababa de hacerse, . era el acto más augusto de la soberanía del pueblo.

El nuevo Gobernante de la Patria, fué conducido por el inmenso pueblo y demás notable concurrencia a su casa, que era la en que murió el señor Obispo Madalengoy­tia, y después de don Eulogio Salas.

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a la casa Consistorial, en la que lo .esparaba el Cabildo. Se le recibió con toda la cortesía que demandaba su alto puesto. El Marqués de Bellavista, le cedió la presen­cia. Y abierta · la sesión pronunció el Intendente un breve discurso, manifestando el objeto de la reunión; y que se deliberase, si debía, o no proclamarse y jurarse la li­bertad e independencia de la Patria.

Se leyó ·parte de la correspondencia del general San Martín, en que ofrecía la protección de su ejército. Esto se hizo para alejar temores.

No hubo oposición alguna. y por unanimidad, el Cabildo y toda la numerosa con­currencia pidieron que· se proclamara y jurase la Independencia; de todo lo que se sentó la respectiva acta, firmando primero el Marqués, después los miembros del Ca­bildo, y en seguida todos íos que pudieron estar en las salas de SGSiones, y corredores.

Por prevenciones antipadas del Marqués, no hubo discursos, ni aluciones ofensivas al Gobierno español. Es tradición que dijo a los agentes c:on quienes se entendía, que siendo la autoridad Real, no consentiría nada impropio.

Proclamada la Independencia, el Marqués-Pr.esidente, expuso que hasta ese mo­mento -era la autoridad; mas que se desprendía de ella, poniéndola en manos del pue­blo, para que nombrase al que tuviese por conveniente. Pidió ~e le diese pasaporte¡ para poder pasar a las .Hlas del Ejército y derramar su sangre en defensa . de su Patria.

Lo refiere así, cricunstancialmente, el sabio protomédico señor V aldéz, en la ano­tación a su oda, Quito libertada, de que antes me he ocupado.

El Cabildo y toda la concurrencia, que fué de cuanto notable tenía Trujillo, no admitieron la renuncia; y por el contrario invitaron y suplicaron al Marqués, que con­tinuase con el Gobierno a nombre de la Patria. E l acta fué autorizada por el escri­bano público don Victoriano Ayllón.

Terminada la sesión en las salas de la Municipalidad, salió el Marqués con el Cabildo a la Galería. Vestía gran uniforme de Mariscal de Campo: en la mano lle­vaba un pequeño Estandarte; no el que estuvo en exhibición en la casa de la señora Cañete, sino otro de menores dimensiones y de los mismos colores y escudo, que el mayor. El Marqués destacándose saludó al inmenso pueblo, atención que fué con­testada con estrepitosos vivas, y aplausos a la Patria y al M arqués de Torre Tagle.

Hechas señales para que se guardara silencio, dijo: que acababa de proclamarse · y jurarse la Independencia; que había -dejado el mando en manos del Cabildo y del pue­blo; más que no lo habían aceptado, obligándole a continuar; que el ejército del es-'

clarecido general San Martín presentaba su apoyo. Puso cuanto se había ·hecho, bajo la protección del cielo; y levantando la voz

cuanto pudo, batiendo el Pabellón Nacional, dijo: Viva la Independencia". En el acto fué arreada la bandera española, é¡ue hasta ese momento flameaba en

la casa consistorial. Se elevó en su lugar el Pabellón Nacional hecho por la señora Cañete. Enseguida una salva real de artillera saludó a la Patria, y al nuevo Pa­bellón del Perú Independiente.

Había entonces en Trujillo bastantes cañones, aún de grueso calibre; más eran de fierro. Hasta, hoy, se ven de postes en algunas esquinas.

El pueblo saludó con el mayor entusiasmo, a la Patria y al · Marqués de Torre • Tagle. . En todas las torres de las 13 Iglesias que tiene Trujillo, se dió un repique ge­neral. El día fué de los más grandes y solemnes que podía esperarse; pues la pro­clamación que acababa de hacerse,. era el acto más augusto de la soberanía del pueblo.

El nuevo Gobernante de la Patria, fué conducido por el inmenso pueblo y demás notable concurrencia a su casa, que era la en que murió el señor Obispo Madalengoy­tia, y después de don Eulogio Salas.

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•• fo olvidaba decir que el Marqués Intendente poseído de un inmenso júbilo arra­- a; pueblo de la galería de Cabildo mucha cantidad de dinero, al extremo de que el __ .::aJ real (tesorero) don Pedro Calderón de la Barca, trató de impedirlo, diciéndole: .:asca señor Marqués".

Y no será fuera de propósito decir, que en ese día, el T esoro Públbico, no tuvo -o real y medio; circunstancia que refiere el Sr. Valdéz en su anotr ción ya citada.

?z:-a el Marqués, tenía rentas propias, y no necesitaba del Tesoro. Su cajero fué un -- ·ado español, don José Rodríguez Delegado que trajo de España, cuando se reti-

• - de las Cortes. La formalidad que el pabellón de Castilla, estuviese flameando en la casa Munici­

?'ll. has ta el momento que se proclamase la Independencia, fué dispuesta por el Mar­.,_.;;!s en la sesión que tuvo a este respecto; por que siendo la autoridad Real, quiso

.:e todo se hiciese con la mayor etiqueta y circunspección, no hubo un muera, ni la ::::renor desatención para ninguno.

Constituido el Marqués con el inmenso acompañamiento en la casa de Gobierno, =iandó agasajar como fué posible, a los concurrentes. No había llegado aún a Tru­illo, para que hiciese los honores de la casa, su esposa la señora doña Mariana de

Echevarría, que vino mucho después. Debía publicar como comprobante, el acta de que he hecho referencia; pues es un

ocuniento de la más alta honra para el pueblo de Trujillo; más desgraciadamente no existe, por que los fojas que la · contenían en el libro de C abildo, fueron arrancadas . .'.'vie impuse de esto el año .46 cuando el Prefecto Sr. general Bermúde2, pidió el libro, para tener la satisfacción de leerla, cuyo tenor era desconocido en su redacción; aún que por todos los documentos oficiales, es una verdad inconcusa, que en 29 de Di­ciembre de 1820, proclamó Trujillo la Independencia. Por eso, en una de sus por­tadas principales, la antigua del puerto de Huanchaco, se leía, el siguiente mote: "Tru­jillo fué la primera capital que en el Perú proclamó la emancipación política, 29 de Di­ciembre de 1820".

En el citado año del 46, era yo Fiscal del Superior Tribunal de Justicia, y el Sr. Bermúdez me encargó, que examinase a todos los ancianos del lugar, ¿cómo desapa­reció el a~ta? D esempeñé la comisión, y oí a algunos.

La opinión del Sr. Vega D. Modesto fué: que la señora Marquesa doña Belica Cabero, hermana del Marqués, que presidió el Cabildo, muy adicta a la causa del Rey; y a fin de evitar compromisos a su hermano, se valió de algunos, para que quitasen las foj as del libro.

La causa de la Patria se creyó para la generalidad perdida, por los reveses que su­frieron las armas del ejército patriota en diferentes partes; y creció el temor, cuando_ el ejército real ocupó Lima, a consecuencia de la traición de Moyano, entregando las fortalezas del Callao. Y esta señora Marquesa, era tan realista, que desde que se juró en Trujillo la Independencia, se vistió de luto hasta que murió el año 37 o 38 en Lima:

Otra versión (opinión del Sr. D. José María Lizarzaburu) que algunas de las per­sonas que. firmaron el acta, considerando la causa de la Independencia perdida, hi­cieron desaparecer el documento que habría sido para los firmantes la cabeza del pro­ceso; pues entonces al delincuente de lesa Majestad como se llamaba, al que se su­blevaba contra el Rey, se castigaba con la decapitación, y la confiscación de bienes.

Otra opinión; y fué la de un anciano muy formai , de apellido Castillo, que era portero de la Municipalidad, desde la época de los antiguos Cabildos, me ·expuso, que

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según comprendía, el acta se arrancó del libro a fines de Noviembre del año. 23, en cu­ya mañana, hubo en Trujillo, un terror pánico.

Lo que ocurrió fué lo siguiente: El Coronel D. Antonio Gutiérrez de la Fuente, se hallaba en Santa, con su Re­

gimiento de Coraceros, de _más de 300 plazas. Descubrió allí por correspondencia in­terceptada, que el Presidente de Riva Agüero que ocupaba entonces Trujillo, se ha­llaba en arreglo con los españoles para entregarles el País. Desde ese momento, resol­vió deponer.lo y aprehenderlo. El Sr. Dr. Paz Soldán, refiere todos los pormenores a este respecto, en su "Historia del Perú Independiente". El mencionado coronel vi­no a Trujillo con un sólo Escuadrón, bajo el pretexto de servicio ,arreglando con D. Ramón Castilla (Gran Mariscal y Presidente de la República después) que era el se­gundo Jefe, que estuviese listo para que con su aviso marchase con el resto del Regi­miento en una noche rápidamente sobre Tr.ujillo; y lo tomase por la mañana.

Recibida la orden, se hizo así; y a las 9 a. m. fueron tomadas por sorpresa las cinco p$rtadas que tenía Trujillo, quitando las llaves a los respectivos guardias, ce­rrándolas y poniendo escolta por la parte de afuera en cada una de ellas. A la vez partidas del mismo .Regimiento circulapan por las afueras de la muralla. Llevados al­gunos por el alboroto o el miedo, propagaron en la ci.udad la creencia de que las fuer­zas del Rey la habían tomado, conflicto que duró por más de dos horas, mientras se supo la prisión del Presidente Riva Agüero.

Pero, no sólo el vulgo creyó tan terrible noticia; pues participó de igual temor el Sr. Administrador de la Aduana D. Lorenzo Bazo, cuyo despacho estaba en la casa de la calle del "Arco" que fué del Sr. D. Modesto Vega, Recibió el Sr: Bazo, los partes sucesivos de los guardias de las cinco portadas que uniformemente decían que un ofi­cial al mando de una partida de caballería, les hábían quitado las llaves .- cerrándo­las y colocado una guardia por defuera; · más que no sabían quienes eran, ni de que or­den. En la mayor angustia se pasaron más de Jas dos horas, hasta que. abiertas las portadas y recorriendo patrullas de caballería por las calles, fué .general la noticia que había sido preso el Presidente Riva-Agüero.

En tan apurada situación, era el parecer del portero Castillo, que algunos sobreco-gidos de temor rompieron el acta del pronunciamiento. .

Sea cual fuere la verdad de las tres tradiciones, lo sensible es, que el acta, mo­numento de imperecedera honra para Trujillo, hubiese desaparecido. En ella habría­mos tenido la· satisfacción de bendecir y recorrer los nombres de los Ediles de Truji­llo, y demás notables que autorizaron con sus firmas tan solemne documento.

Sólo encontramos con el Sr. Bermúdez.- una segunda acta de .fecha 2 de Enero de 1821, qu·e se refería en todo a la de 29 de Diciembre; más únicamente estaba sus­crita por los 12 miembros del Cabildo, siendo uno de ellos el Síndico Procurador ge­neral Sr. Orgeboso.

La conservación de la segunda acta en eJ.· libru, manifiesta; que ninguno de los Municipales, tuvo parte en la sust'rai:dón, - por que si hubiese sido así, · ·habrían arran­rndo tambiéff la segunda acta. Debió ser" algún otro de los muchos que sµscribi ero::i Ja de 29 de Diciembre, o conró opinaba el Sr. Vega; la sustraéción fué trabajo de la señpra Marqeusa de Bella-Vista, valiéndóse de· manos ' subalternas, y empleanao algú.:l dinero.

Del ten·or de las attas me ocuparé--eh artículos posteriores;• déb-iendo' hacer éons.­tm:. que ·' cuanto refie.ro sobre ·ek 'prooundamiento,' lo' 6í' repetidas' veces con atención. a los señores José María Lizarzuburu, a quien serví de Secretario por más de 4 años.

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a. Sr. D. Domingo Casanova y al Sr. D. Clemente Merino, que en el año 42, hallán­¿ome de temporada en Huanchaco, dicho Sr. desempeñaba la Capitanía del Puerto, pla­:ic:amos sobre esto varias veces: el Sr. D. José M. Arellano, hijo de Piura,. muchas ~eces me trasmitió datos minuciosos sobre este particular; por que fué empleado en la Secretaria del Sr. Marqués de Torre Tagle.

Mi tío D. Jacinto María Rebaza, fué así mismo empleado en dicha Secretaría, : por su expedición, llevaba la correspondencia privada del Marqués. Datos muy mi­

udosos e importantes me trasmitió; y solo hago mérito de lo que se refiere a la cosa ¡Júb!ica. .

El Presidente Marqués, dió parte circunstancialmente al general San Martín, del ¡JTOnunciamiento que había hecho Trufillo, del entusiasmo con que se verificó y de cuanto podía esperarse de estos pueblos, ofreciéndole mandar toda clase de recursos,. En su correspondencia privada que escribió mi expresado tío, fué más minucioso; .e hablaba de los pormenores, del Pabellón, hecho por las delicadas manos de las se­ñoras de Trujillo, y que la guardia de honor -fué de jóvenes de las primeras familias. En efecto, el señor don José Ramón Suárez, a quien únicamente puedo recordar, per­tenecía a una de las más altas y antiguas familias de la ciudad: fué hermano de la se­ñora doña Josefa Suáréz.

No quisiera recordar que, habiendo subido a la clase de Sargento Mayor, vence­dor en Pinchincha, Junín y Ayacucho encabezó después partidas de guerilleros, en la provincia de Chancay, el año 32, contra la administración del general Gamarra, fué muerto en un combate con las fuerzas del Gobierno, y conducido a Lima, se expuso su cadáver en el átrio de la Catedral de donde lo recogió su parienta la Sra. Nativi­dad Pinillos y otros trujillanos, para hacerle el entierro que correspondía.

Perdóneseme, que entre en tantas minuciosidades; pues como lo he dicho en el pró­logo, quiero que la generación actual. no ignore nada de lo que ocurrió entonces. Los hechos pasados, sirven de conducta para apreciar el porvenir y también de provecho­sa enseñanza.

RESPUESTA DE SAN MARTIN AL AYUNTAMIENTO

···Muy gratos son para .mi corazón los generosos sentimientos de ese virtuoso pueblo, explicados felizmente por el órgano de V. S. en oficio de 16 de Enero y en el acta, cuya copia me acompaña. Al ·jurar su independencia ese pueblo heroico, que se ha manifestado tan digno de ser libre, no ha hecho más que consagrar la inmortalidad de sus virtudes en los factos de la historia de nuestra santa insurreceión. En esta ocupa­rá V. S. su lugar distinguido, a la par de su benemérito Gobernador Intendente que CO!\ ta.nto pulso, como energía, ha sabido llenar sus deberes para con la Pa tria ...

.. Los homenajes que V. S. tiene la bondad de ofrecerme, son para mí otros tantos estímulos que me obligarán para merecerlos, a consagrarme con cuantas facultades es­tén a mi alcance, a la protección · y defensa de ese Departamento, por cuya prosperi­dad tomo ~l mayor interés. Yo velaré cuidadosamente sobre ella hasta que libre todo el Perú, pueda asumir la suprenia autoridad un Gobierno establecido, por el voto gene­ral de sus habitantes'.

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"Entte tanto, me lisonjeo de que esa ilustre Municipalidad cooperará eficazmen­te, a la consolidación del orden, sin el cual la libertad, no es, sino licencia, y la Patria un teatro de horrores".

"Dios guarde a V. S. muchos años, Cuartel · General en Huaura, y Febrero 13 de 1821".

JOSE DE SAN MARTIN.

Al .muy Ilustre Ayuntamiento de la Ciudad de Trujillo Sala Capitular de Trujillo, Febrero 23 de 1821.

Por recibida.-Cúmplase lo acordado en acta de esta fecha.-Cuatro rúbricas.­NUÑEZ.

DON JOSE DE SAN MARTIN

CAPITAN GENERAL DE EJERCITO Y EN JEFE DEL EJERCITO LIBERTADOR DEL PERU

Ilutres habitantes de Trujillo:

"Tres siglos de oprobio y de opres1on gravitaban sobre vosotros, pero sin poder destruir vuestra energía: desfallecidos, y entre cadenas consumiéndoos, no perdisteis, sin embargo, el sentimiento de vuestra diginidad. Un hombre para dar el impulso, y una. ocasión favorable, era todo lo que necesitaba vuestro patriotismo para desple­garse, y apenas se presentaron aquel hombre y aquélla ocasión, cuando disteis a la Amé­rica un día de placer, y un ejemplo de virtud al universo.

"Somos libres" dijo vuestro digno Jefe; y en el instante enmudece; y huye la. ti­ranía despavorida. La voz de aquel hijo de· la libertad resuena por todo el ámbito del afortunado Trujillo, y de acuerdo con sus sentimientos unidos a los de todos sus habi­tantes, más de cien pueblos proclaman su independencia, y se hace esta gloriosa trans­formación. sin disensión alguna, sin licencia, sin ninguno de aquellos excesos tan fre­cuentes en la historia de la revolución. La posteridad hará justicia a la prudencia y al denuedo del ilustre Torre Tagle, no menos que a vuestro pati;iotismo, y a vuestra mo­deración. No os separéis, pues, de la senda de flores que os ofrecen la unión, la liber­tad, el orden y la obediencia a las autoridades encargadas de vuestra prosperidad. Se­guidla con pasos firmes, que ella os conducirá al templo de la felicidad, así como ya lo habéis ido al pie de la inmortalidad por vuestras virtudes y civismo.

"Cuartel General de Huaura.-Febrero 12 de 1821 -Segundo de la Libertad dd Perú, aniversario de la batalla de Chacabuco e independencia de Chile".

JOSE DE SAN MARTIN.

(ANALES del Departamento de La Libertad. En la Guerra de la Independencia por el Dr. D. Nicolás Rebaza, Vocal de la Corte de Trujillo).

Trujillo - Imprenta de 'El Obrero del Norte" 1898.

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ELMA~SCALDELASCUMBRES Debemos al insigne Embajador de los EE. UU.

de V ene.zuela en Lima, Dr. Manuel Pulido Mén; de.z, esta composición del esplendoroso poeta ve; ne.zolano, Rafael Yépe.z Trujillo.

Poema que obtuvo el Primer Premio:~Pluma de Oro y Petlas.~en el Certamen in­:a:nacional promovido por la Municipalidad de Cumaná, con motivo del Sesquicen­

tenario del nacimiento del Mariscal de Ayacucho.

"La infancia de Sucre fué signada por el terre; moto de Cumaná, en 1797".

Para el canto de los héroes· hay que urdir en luz el verso y clavar en las ideas un fulgor de inmensidad, y calcar en el cielo en ritmos, como en un celaje inverso, y encerrar en las estrofas el vibrar del Universo, y encender las armonías con fragor de tempetad.

Para el canto de los héroes, un encanto policromo torna en búcaro la T ierra y la enjoya de ideal; y el poeta se hace mago, se hace dios y se hace gnomo, se hace estrella, se hace abismo, y vibra como si tuviera en el espíritu la virtud del vendaval.

P ara el canto de los héroes, que déscienden las montañas a trocar en epinicios el nevar en solitud; que desciendan los cóndores y las águilas hurañas, y las nubes que miraron el dolor de las hazañas, y que Dios vierta su Todo sobre el alma del laúd.

P ara el canto de los héroes, que se encanten los cantares con el mito de la selva y la clave del turbión, con el crótalo del río ·y la orquesta de los mares, y el ·susurro verdirrítmico de palmeras y palmares y los gritos del relámpago y el rugir del aquilón.

Para el canto de los .héroes, que los trinos cristalinos de las aves armonic¡;n lo sublime y lo marcial;

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y que el tono cristalino de los trinos, entrelacen sus delirios Chimborazos y Aventinos y los claven sobre el vuelo del Caballo musical.

Para el canto de los héroe¡;, que se vuelquen los volcanes como copas que estuviesen llenas de astros y de sol; que acompasen los Arieles el tropel de Calibanes, y que viqren los instintos de Tritones. y Egipanes, y que suene la Sirena su sonar de caracol.

Para el héroe de este Canto se hace América armonías, tocio el Ande vibra como un enorme cascabel, y se saien de la Historia, para hacerse melodías, las tres naves que trajeron entre garras y osadías,. los pendones de Fernando y las joyas d,e Isabel.

Para el héroe de este Canto, reverdece y se enguirnalda la Conquista, con su Gloria, con su Cruz y con su Rey; sube al Cuzco, y se desploma en un trueno de esmeralda que diluye en atabales la Bandera Roja y Gualda, las Insignias de Pizarro y la pompa del Virrey.

P ara el héroe de este Canto se hundió el mar en lo profundo y surgió por las montañas hecho euritmia de raudal, hecho módulo errabundo en los ríos que al tatuar el Nuevo Mundo reproducen una lira con las cuerdas de cristal.

Para el héroe de este Canto da su trémolo romántico el volcán de lavas dulces y de cráter de algodón que simula el Tequendama; da el Atlántico su cántico, y en su cántico el Atlántico rompe ritmos de infinita vibración.

Iba errante por los rumbos de lo arcano una racha de Destino con un hálito de Dios, Una racha de Destino que buscaba un surco humano! Y en el trance misterioso de Simiente y Hortelano, con dolor de cataclismo se partió la tierra en dos.

¡Fué el deliquio de la madre en la aurora agraz del hijo! Despeinó los horizontes el tropel del huracán, y en la tierra desgarrada, un fulgor de Crucifijo hundió el signo de lo Excelso, plasmó el Gólgota y bendijo en la entraña de la Gloria Ja cimera del volcán . .,

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En la rueca de los siglos, la India brava · se hizo raza en el milagro de la nueva gestación; el ibero dió su sangre para el vientre de la esclava, y el dolor de las Américas tuvo vértigos de lava que tiñeron de esperanzas el azul de la ilusión.

El hogar de las cadenas agobiaba los delirios que en el numen de la Patria ve~decían hacia el sol;­y la estirpe doblegaba por su ajorca de martirios despertó cuando ya el indio deliraba en español.

Surgió el hombre, vivió- el héroe que llevaba en el destino la dulzura de su río, la amargura de su mar, la arrogancia de su tierra; y en un hálito divino, la hidalguía del Quijote para el aspa del molino y una espada color de Hostia para el rito de su altar.

En la nave de su Estrella, bajo el cielo que encadena al Orinoco la ilusión de navegar, con el Genio de la América enlazó -Patria y anhelo, y saltó sobre la gloria en un salto paralelo al del Hombre que encarnaba la tragedia de "triunfar".

Su coturno de Soldado fué el coturno de las cumbres, y su acero fué el acero del fulgor que sangrara sangre de ortos sobre viejas pesadumbres que encendiera en las tinieblas el milagro de las . lumbres y embrujara de alegrías tres centurias de dolor.

Florecía en luz de Pat_[ia, y en los surcos de la guerra iba a hacer la taumaturgia c;le segar · la esclavitud, de erguir patrias modeladas con la savia de la tierra y de alzar la tierra hasta alcanzar la excelsitud.

Encendido de futuro, por un rumbo -de peñascos, el caballo del guerrero se ~njaeza de crisol, y al pasar sobre los riscos hace chispas con los cascos como si el caballo fuera caminando sobre el Sol.

Junto al fuego del Pichincha, ·el guerrero es otra llama de heroísmo, de ideal, de corazón; y al alzar la mariposa tricolor de su oriflama todo el monte se enardece de colores. y se inflama como si el Pichincha fuera una P atria en erupción.

El fulgor de la proeza peina el monte, la Conquista va cediendo su precioso talismán, por el cráter milenario pasa un grito de Carente,

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y el guerrero de las <;umbres, al cortar el , horizonte, simboliza en el espacio la cimen~ del volcán .•.

¡Ayacucho! Les ejércitos son América y España frente a frente. En los soldados se descalza la emoción para andar con pies desnudos sobre el .filo de la saña, !Y el acero color de Hostia traza el rumbo de la hazaña como si en el Cundurcunca palpitase un ¡:o.razón[

En el campo de Ayacucho la Epopeya se agiganta con el haz de cordilleras que se le hace P.edestal ; el sol va pintando glorias en. las _cumbres. que abril)anta, y sobre las charreteras exaltadas, la luz canta y se quiebra en una venia féryorosa : ¡El Mariscal!

Al regreso de )\yacucho, su corcel entra en la Historia y puntea con los cascos una diana de cristal: una diana transparente como el salmo de la gloria; como el rito de crisol de lo inmortal. Entretanto, los guerreros al vibrar de la victoria se perfilan en saludo reverente: ¡El Mariscal!

Al regreso de Ayacucho, toda el alma de la América se hace alfombra para el paso del Optimate triunfal, mientras cruza por Los Andes un rumor de fuga ibérica;. y pregona el Cundurcunca _en clave homérica injertada de volcanes y de nieve: ¡El Mariscal!

Al regreso de Ayacucho, trae un halo de grandeza, y el acero color de Hostia tiene un brillo sideral; ofició cerca del cielo en la Misa de Proeza . que fué Gloria y Sacrificio. Todavía el alma reza y musita con asombro de silencio: ¡El Mariscal!

Desde el ara de Ayacucho, una gracia de bautismo va rielando libertades en un vértigo lustral; brotan dianas de las flores con los ecos del abismo; en las "Torres de Dios" como en alado sincronismo campanean las campanas sus compases de cristal; y los ecos van gritando por América, lo mismo que las dianas y campanas de la gloria: ¡El Mariscal!

Desprendida de Ayacucho se incorpora la batalla en la Historia, y entra al Templo de los Incas y del Sol. La batalla hinca ante el Inca su liturgia de metralla, y en el Trono de Atahualpa un relámpago restalla con el grito que la Tribu resucita en español.

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Reverencia de una raza que se fuga de la muerte y que viene del misterio con un Inca Emperador, a romper las armonías invioladas de lo inerte ante el paso del guerrero triunfador.

Es el héroe de las cumbres, el Señor de los neveros, es el Iris ascendiendo por pirámides de azur; filtra garras de leones en balidos de corderos y ha sentido en el espíritu un temblor de ventisqueros cuando el Cuzco, sobre el pecho le prendió la Cruz del Sur.

La montaña de Berruecos, roja en fuegos sanguinarios, es el trance donde el Héroe cristaliza su Tabor; ya teoía el alma rota con espinas de Ca.lvarios: y en el crimen, el injerto de Caínes y Sicarios, fué la sombra en el asalto de apagar el resplandor.

Era un símbolo aquel Hombre; y hecho un símbolo destella, y diluye sobre el tiempo su lecció~ de claridad: siempre fulge entre la noche la altivez de la centella, siempre triunfa de· la nube la vigilia de la estrella, siempre el Iris desbarata con fulgor la tempestad.

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Y alli está sobre los siglos, incrus tado en las auroras, y clavando sobre el indio sus parábolas de luz; vencedor de las cadenas, de los hombres, de las horas; circundado de infinitos, de esperanzas y de proras, con los pies sobre Berruecos y los brazos en la cruz.

Bajo un halo de tragedia va surgiendo de los siglos, ·va nielando sobre América su delirio redentor; y entretanto que los hombres se transforman en vestiglos, el desangra por las cumbres su presencia de fulgor.

Y la luz de su presencia va nimbando el Continente, v a alumbrando l~s espíritus y filtrándose en el gris . de la raza que entrelaza en el dma y en la mente una chispa redentora y una espada refulgente: ¡Guaicaipuro se ilumina con las lámparas de Asís!

Con su rito de ipeales, él divaga por las eras como cruza una doctrina por las cruces de un altar. ¡A su paso de fulgores se deshacen las fronteras, y un estruendo de seis Himnos y una flor de seis Banderas lo saludan al pasar!

Y con él camina el hombre de 1a · frente sudorosa, el obrero torturado por los yugos del sufrir;

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el obrero que ha sembrado sus angustias en. la rosa de los vientos, y que espera Ia vendimia milagrosa que del surco de !os héroes va a lkn::ir el porvenir.

Y con él camina el hombre de la frente empenachada con el oro de la idea, con el lampo del saber; el que lleva en el cerebro un venero de alborada, el. que lleva entre los labios · Ja palabra ensangrentada y salpica el alba nueva con la sangre del ayer.

Y con él se enlazan todos los que van por los caminos de la América, hacia el Orto que en el ara del albor está alzando Formas nuevas sobre cálices divinos para que en la Eucaristía ideal de los Destinos ascendamos a la Gloria donde está el Libertador .

• Rafael Yépez Trujillo.

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FLUENCIA DE LA CARTA DE CADIZ DE 1812 EN LA EMANCIPACION Y ORGANIZAC.ION DEL PERU

El Egregio Limeño Vicente Morales y Duáre,z Por LUIS ALAYZA Y PAZ SOLDAN

SUMARIO

PRIMERA PAR.TE

1.-POLITICA DE CARLOS III Y VISION DEL CONDE DE ARANDA.

!.-Consecuencia del apoyo de Carlos III a las Colonias Ingle­sas de América. II.-A~anda propbne la creación de dos gran­des imperios independientes en la América· española.

II.-CRISIS DEL ABSOLUTISMO EN ESPAÑA.

1.-Estado 'grimoso de la monarquía en tiempos· de Carlos IV. II.-La Gallina Ciega. III.-Dl.senciones familiares entre Car­los IV y el Príncipe, Godoy y la Reina. IV.-Se descubre la

, conspiración del Príncipe. V.;_ Traslación de la Corte de Por­tugal al Brasil.

III....:-INTERVIENE EL PUEBLO.

I.,.:_Motín de Aranjue~' Y abdicaeión de Ccitlos IV. II.-:-El Pue­blo se' opone ~l viaje del Priridpe. ÚI.,......;Súplicas de Carlos IV a Napoleón. IV.-La familia real española en Bayona. V.-El

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2 de Mayo. VI.-Los cabildos y las juntas de gobierno. VII.­Tropas inglesas en España. VIII.-Adhesión de las colonias españolas a la madre patria. IX.-Altivez y heroísmo del pue­blo español. X.-Bajezas de ia Junta Suprema de Regencia con los franceses. XL-Bajezas de Fernando en el cautiverio.

IV.-LAS CORTES_ DE CADIZ. ,

1.-La Con.stit~¿ón ·de Bayona; II.-Fernando VJI autoriza la convocatoria. á Cort~s. ÍII.-Se eligen dip~tados suplentes por las Colonias de América. IV. ,...!. Lucha entre conservadores y liberales. V.-'La Junt~ Supremaº se traslada·· a .Cádiz. VI.­Instalación de las Cortes en la isla de León. VIL-Las Cortes anulan la abdicadóri de Fernando 'VII.

V.-PRIMEROS PASOS DE LAS CORTES. t .

1.-Se acepta la mediación inglesa en la sublevación de las co­lonias. II.-Elección dé un nuevo Consejo de Regencia. III.­Pretensiones de la Princesa Carlota Joaquina y del Duque de Orleans. IV.-AboHción de la esclavitud. V.-Abolición de la Inquisición. VI.-Libertad de Imprepta. VII ,-Supresión de la tortura. VIII.-Sólo las Cortes pueden votar los impuestos.

VI.-INFLUENCIA DE LA CONSTITUCION EN LAS COLONIAS.

l.-Juicio de Mirkine-Guetzev}tch. II.-La Constitución fué más benéfica a las colonias que a España. III.-Lo que significó la Constitución para los peruanos. IV.-Festejos y piedras con­memorativas de la Constitt~ción de 1812.

VIL-LOS DIPUTADOS PERUANOS EN LAS CORTES DE CADIZ.

1.-Los diputados americanos .trabajaban pro domo sua. U.­Diputados peruanos. III.-Libertad de industrias y cultivos. IV.-La paridad ' de derechos de españoles de Ultr~mar y pe­ninsulares. V.-El espíritu de Sancho Pa,nza en las .Cortes es­pañola.s.

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1 11.-0STOLAZA, YUPANQUI Y FELIU.

1.-Adhesión de Ostolaza a la familia real. II.-Retrato de Ostolaza por Pérez Galdós. III.-Final del carlista Bias Os­tolaza.

IX.-MEJIA Y LEQUERICA.

I.-Datos biográficos y sus aventuras en España. II.-Gertru­dis Solanova, la amiga misteriosa. III.-Muerte de Mejía.

X.-VICENTE MORALES Y DUAREZ.

I.-Datos biográficos. Su viaje a España. II.-Morales elegi­do Diputado Suplente por el Perú. III.-Severo juicio de Lava­lle. - IV.-Morales, liberal en política y conservador en religión. V.-Morales, Presidente de las Cortes, recibe el vocativo de Su Majestad. VI.-Los nobles peruanos y e1 sentimiento de li­bertad. VIL-Muerte de Morales y Duárez.

XL-ULTIMA VOLUNTAD DE MORALES Y DUAREZ.

l.-Presentimientos de Morales. II.-Cartas de Morales a · don Francisco Moreyra. III.-Morales quieré ser .sepultado en el Panteón de las Maravillas. IV.-Exequias de Morales. V.­Oración Fúnebre del Canónigo José Bermúdez. VI.-Memo­rias de Morales y Duárez. •

XII.-MEMORIAS DE MORALES DUAREZ.

I.-Una Carta de Morales a Francisco Moreyra. II.-Las Me­morias perdidas. III.-Personalidad del Marqués de Monte­mira.

XIII.-CARTAS DE MORALES Y DUAREZ.

I.-De 28 de Setiembre de 1810: "No sé adónde voy". II .­De 23 de Marzo de 1811: Napoleón reconoce la libertad de América. III.-De 22 de Abril: Planes y Propósitos de Mora­les. IV.-De 17 de Mayo: "Rasgos sueltos para la Constitu-

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ción Americana". V .-Carta . sin fecha: · Párrafos-de ·un Dis­curso de Morales. VI.-De lQ de Octubre, última carta: Pre­sentimientos tristes : "Quiero. ser sepultado en el Panteón de las Maravillas".

XIV.-ORACION FUNEBRE DEL CANONIGO BERMUDEZ.

I.-Datos biográf.icos. Il.-Cómo se hizo la elección de Dipu­tados en Lima. 111.-Actuaciones Académicas de Morales. IV.­El Folleto "Honores Patrióticos".

XV.-MOCION DE LOS DIPUTADOS PERUANOS.

L-Piden la libertad de comercio, industrias y cultivos. II...­Derecho a desempeñar cargos en la Administración pública. IlI.-Restablecimiento de la Compañía de Jesús.

XVI.-ANTOJITOS AMERICANOS.

1.-Frases despectivas para los diputados americanos. 11.-Pro­testa de Feliú. 111.-Palabras de Ostolaza. IV.-Palabtas de Mejía. IV . ..-Representación de los indios y de los negros. V.­Ideas de Quintana. VI.-Ideas de Morales y Duárez. VII.­Censos del Perú para el pago de tributos a España. VllI.-Ideas del Obispo de Darien, Arias de Quevedo.

XVII.-DAR UN DEDITO Y TOMARSE LA MANO.

I.-La paridad: Decreto del 15 de Octubre y su interpretación. 11...-Vibrante protesta de Yupanqui. 111.-Habla Morales y Duárez.

XVIII.-CONCESIONES A LOS AMERICANOS.

1 . ..-Sagacidad de las Cortes para con los americanos. 11.-De­rechos concedidos a los Americanos. 111.-Supresión del feu­dalismo y de los foeros.

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SEGUNDA PARTE

XIX.-LA CONSTITUCION DE 1812.

I.-Se la juró el 19 de Marzo de 1912. II.-Contenido de la Constitución. III.-Fernando.VII anula la Constitución en Ma­yo de 1814.

XX.-EL AMBIENTE PERUANO EN 1808.

I.-EI papel del Conde de Vistaflorida en Lima. Opiniones de Riva Agüero y de Eguiguren. II.-Conspiración de 1812. El Marqués de Montemira presunto jefe de ella. III.- Unanue conspira; Episodio de las linternas del Virrey Abascal. IV.­El clero y las conspiraciones.

XXI.-LIBERTAD DE IMPRENTA.

!.-Artículos audaces en los periódicos de Lima de 1811. II.­Villalta y Urtanue. lII.-"El Peruano", "El Verdadero Perua­

.. no" y "El Satélite del Peruano". IV.-Artículo 63 de la Cons­titución de Cádiz y la ley actual de imprenta.

XXII.-LOS CABILDOS.

!.-Trascendencia de la Constitución en los Cabildos. II.-Pa­labras de Unanue. III.-La elección de concejales, lección de cosas para los cri.ollos. IV.-Pérdida del prestigio de la monar­quía. V.-Juicio de Vicuña Mackhenna. VI.-"EI Mercurio Peruano" y su influencia en el continente. VIL-Madurez de la América para la independencia.

XXIII.-JUNTAS AMERICANAS.

I.-La única Junta que consagró la emancipación al formarse: la Tuitiva de La Paz. II.-Los Cabildos mostraron adhesión a Fernando VII. III.-El de Caracas dé 19 de Abril de 181 O y la Sociedad Patriótica. IV.-La Junta Soberana de Quito de 9 de Agosto de 1809. V.-La Junta de Buenos Aires de 25 de Mayo de 1810. VI.-Movimientos de Cochabamba y La Paz.

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VIL-Manifiesto subversivo de la Regencia, de Febrero de 1810. VIIL-El punto de cristalización de la emancipación. IX.-Abascal soñó con ser rey del Perú. X.-Las aguas bau­tismáles de la emancipación. XL-La redona del rey Salomón.

PRIMERA PARTE

L - POLITICA DE CARLOS !JI Y VISION DEL CONDE DE ARANDA

LOS LIBERALES españoles organizaron una cruzada en su patria, para no sólo enseñarles sino para imponerles el conocimiento y el disfru­te de las ventajas de la libertad, como los misioneros emprenden las mi­siones en los pueblos bárbaros para la enseñanza de la verdad, y como éstos afrontaron las persecuciones y el martirio y gracias a ello lograron el éxito buscado y abi:ieron los ojos a los hombres ciegos y despertaron en ellos el amor a la libertad y la determinación de conquistarla.

Cuando las colonias inglesas de la América .del N9rte luchaban por su independencia en el último tercio del siglo XVIII , Carlos 111, renco­roso enemigo de la Gran Bretaña desde que siendo rey de N ápoles fue­ra vejado por la escuadra de aquella nación, prestó apoyo a los súbditos rebeldes, sin prever que con ello preparaba el ambiente -en sus dominios occ_identales para el estallido_ de los sentimientos emancipistas.

Modesto Lafuente dice:

"En nuestra historia y en sus lugares correspondientes dejamos indicado cuan fu­besto ejemplo había sído para las posesiones espa ñolas de! nuevo mundo la revolución de los Estados Unidoo de ·Norte América: tenemos c~nsignada nuestra opinión sobre la inconveniencia de la política de Ca rlos .III en haber coqtribuído ? fomentar la su­blevación y emancipación de aquellos Estados; expusimos los pronósticos que este su­ceso y aquella conducta iaspiraron al Conde de . Aranda ; ,encontrarµos de_rivaciones en­tre aquellos acontecimientos y la sangrienta rebelión "del célebre .Túpaé Amaru, de los Cataris y los Bastidas en el P erú y Buenos Aires; vimos la tentativa de conmoción en Carac¡;is promovida por 'Picornel y Miranda; observamos el influfo que -en la revolu­.ción francesa ejercieron las ideas ·de< libertad e inpependencia sembradas por los hom­bres- ·de aquella -nació_n en la América del Norte y sostenidas con )as espadas de sus generales, y de todo d~duciamo~ las .consecuencias que _ de .. unos - y de .otros ejemplos podrían venir un . día y hacerse sentir en las vastas posesiones . españÓlas del continen­te americ~no'" . (HistOria de Espafi;. ;_ Barcelona, 1885. Pág. 143) .

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El Conde de Toreno, en su Historia de España, dice:

"Incurrió en error_ grave la corte de Madrid en favorecer la causa norteamerica­na, mayormente cuando no le impelían a ello filantrópicos pensamientos, sino el perso­nal pique de Carlos III oontra los ingleses a consecuen¿a del desastrado pacto de familias". (Pág. 297).

El Conde de Aranda, ministro de Carlos III, con su espíritu avizor comprendió los peligros de la política del soberano, y, viendo todavía más claramente el porvenir, adquirió ía convicción de que España había fir­mado la sentencia de muerte de su poderío en las Indias. En consecuen­cia dióse a meditar cómo podría salvar siquiera la influencia espiritual es­pañola en sus antiguas colonias y algunas ventajas de índole comercial , como resultado de lo cual dirigió al monarca la Memoria Secreta en que decíale que no era posible conservar por más tiempo las colonias de Amé­rica, porque el ejemplo de los Estados Unidos daría sus naturales frutos en ellas, y la-gran república que nacía en el Norte ayudaría a los herma­nos del Sur a emanciparse, y agregaba:

"Estos temores son muy fundados y deben realizarse dentro de bre­ves años, si no presenciamos antes otras conmociones más funestas en nuestras Américas.

"Debe V. M. deshacerse de todas sus posesiones en el continente de ambas Américas, conservando tan sólo las islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional, y alguna otra que pueda convenir en la parte meridional, con el objeto de que nos sirvan como escala o depósi­to para el comercio español''.

"A fin de realizar este gran pensamiento de un modo que conven­ga a España, deben establecerse tres infantes en América: uno como rey de México, otro como rey del Perú y otro como rey de Costa Firme, tomando V. M. el título de emperador" ( 1).

( 1) No cabe duela de que el Conde de Aranda tenía don de atever el porvenir. A raíz de la emancipación de los EE. UU. escribía al rey:

"Llegará día en que esta república federal que ha nacido pigmea. crezca y se torne gigante, un colorn terrible en aquellas regiones. Entonces olvidará los benefi­cios que ha recibido de las dos potencias (aludía a Francia y a España), y sólo pen­sará en su engrandecimiento.

"El primer paso de esta potencia cuando haya logrado engrandecerse será apo- -derarse de las Floridas, a fin de dominar el golfo de México.

"Estos temores son ipuy fundados, señor, y deben realizarse dentro de breves años, si no presenciamos antes otras conmo::iones más funestas en nuestras Américas".

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Pocos años más tarde sumábase al el~mento espiritual anotado, otra circunstancia favorable a las ideas de emancipación en las colonias de España, consistente en la corrupción y debilidad de la metrópoli y en la incapacidad de los inmediatos sucesores de Carlos III.

II. - CRISIS DEL ABSOLUTISMO

LA ESPAÑA de Carlos IV ofrecía un espectáculo lamentable. El viejo rey y su tropical esposa, María Luisa de Parma. habianse entrega­do en ·brazos de un favorito, Manuel Godoy, que con su sagacidad col­maba el espíritu bonachón del monarca y con su gallardía los apasiona­dos caprichos de la reina. El improvisado Primer Ministro ascendido :rápidamente nada menos que a príncipe, Príncipe de la Paz, se emreñó en gobernar lo mejor que pudo, pero el cargo, como vestido hecho para otro, veníale largo y le sentaba mal. ¡Pobre España!

Por otra parte. las novelerías de la reina y la tolerancia del rey, los paseos idílicos de aquéila y el descaro del favorito, escandalizaban al rei­no, y cuando en un Estado se pierde el respeto a la autoridad y a la moral. su desmoronamiento está cerca.

La representación plástica más elocuente de la hora grotesca que vivía la antes austera y gloriosa corte de Carlos I y de Felipe II la rea­lizó la mente popular y la exteriorizó el pintor Goya. chispero de genio salido de la clase baja. en su cuadro La Gallina Ciega. Ahí la travesu­ra del audaz artista pintó una ronda de caballeros y damas, asidos de las manos; y en el centro un individuo con los ojos vendados -terrible alegoría- tendiendo las manos en el vacío. En esa ronda cada perso­naje es una alta figura de la corte : El Príncipe de la Paz y el Duque de Alba tomados de las manos de la reina, las Condesitas de Montijo y otras personalidades, y, en primer término y de espaldas al espectador, v'estido de luces y rodilla en tierra como para una airosa suerte de capa, el famoso Pepe-Hillo, -otro de los caprichos de la reina,.;.... como hacien­do un pase al tpro, a La Gallir:ia Ciega o al Rey Carlos IV, que en el cuadro de Goya son una misma cosa.

Vivamente debían interesar en el Perú estos lamentables tiempos, porque éramos entonce" parte de la monarquía española y hacienda de su soberano, pues cuando 'Hei:'nán Cortés y Francisco Pizarro realizaron la cgnqu.ista de ·América, una . Institución del ' Pop.tí fice Alejandro VI la

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::2có como bien prop_i9 no al Estado español sino a ~a persona del =- ~ca.

La familia real estaba profundamente dividida. El Príncipe de As­- . heredero de la corona y futuro Fernando VII, conspiraba contra

o y contra la reina para destronar a su padre. Napoleón fijaba - .'.!liradas en España, como en Unfl nación en decadencia, fácil presa

un conquistador. Carlos IV y el Príncipe de Asturias, cada un.o --= su lado y en secreto, se entendían con el ogro que devoraba monai ­~. y éste, ale{itando. las esperanzas de uno y otro, aguardab¡¡. eJ momen-

;::opicio para dar el golpe de_ mano. Godoy obtuvo por fin una prenda de l¡i amistad (?) imperial : el

:-::atado de Fontainebleau de 21 de octub,re de 1807', por ~1 qu~ se pac­~a la acción conjunta de España y Francia contra el Portugal, y se :; _-::nitía el pas() de los ejércitos napoleónicos á través de l~ tierra del - .

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apoleón, sin esperar la firma del Tratado. comenzó a desplegar "-= legiones por la península. · El Mariscal Ju~ot al frente de parte c{e ilas penetró por Valladolid al territorio lusitano, mientras dos genera­- españoles. Taranco y el Marqués del Socorro, hacian lo mismo por ?Orto y Alentejo. .

En tan crítica situación el Embajador inglés, Strangford, ~consejó ~l - :!.ncipe Regente del Portugal abandonar sus Estados y trasladarse a ~u :=an colonia, el Brasil, hasta que soplaron mejores vientos en Europa ; y a se hizo: el 29 de noviembre de 1807 la Corte portuguesa daba la ve-"' rumbo a América, al día siguiente Junot entraba en LÍsbo~ y pocas

::.e::nanas después publicaba un Decreto imperial destronando a la familia 3:aganza y en nombre del Emperador tomaba posesión qe sus Estados.

El descontento de los pueblos en España era intenso. El Príncipe ::~ Asturias sacando partido de él, conspiraba dirigido por su men.tor · ~l Canónigo Escóiquiz, y pasábas'e las noches ,escribiendo los detalles del ~olpe planeado por éste para perder 'a l favorito y a su propia madre' la :rina, y destronar a Carlos; enterado éste por un anónimo, penetró sor­:;::esivamente en la habitación del P ríncipe en el Escorial, y halló los pa­;:cles. entre los que figuraba un diálogo -dictado por E scóiquíz y copia­::o de puño y letra por Fernando- que debía terier lugar entre el joven y sus regios padres, en el momento en que aqttél se presentase a solici­:ar la caída de Godoy, y otro con las n:: edidas 'de venganza contra el M.i­=i.stro y la Reina, y la fórm.ula de Iá deposición del rey.

Sin pérdida de tiemp¿ inicióse el jui~io: ¡El príncipe .para hacerse ;: rdonar d~_lató .ª su~ cómplices! . .' , . , .

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III. - INTERVIENE EL PUEBLO

COMO NAPOLEON seguía inundando España con sus tropas y éstas tomaban posiciones y plazas fuertes, Carlos comenzó a alarmarse. Godoy aconsejó fugar, a imitación de los Braganza de Portugal, y c;o­menzaron los preparativos para huír a -Cádiz y de ahí, si era necesario. a Mallorca o a las posesiones africanas; pero el Príncipe de Asturias hi­zo de esto una nueva arma contra los reyes, y pronto el populacho de Aranjuez. residencia regia entonces, comenzó a amotinarse. Dos día después Carlos obligado por las circunstancias abdicaba en favor de su heredero, y Godoy caía en manos de Fernando.

El hijo de Carlos IV, elevado al trono con el nombre de Fernando VII y con el sobrenombre de "El Deseado", electrizó de entusiasmo a su pueblo. Jamás príncipe alguno ha sido recibido con mayores mues­tras de júbilo. Era el Mesías de esas pobres gentes que esperaban que el cambio de soberano significaría también un cambio de política y de métodos. La entrada del joven rey a Madrid fué una apoteósis, si bien obscurecida en parte por la presencia de las tropas francesas que, con el Mariscal Murat a la cabeza, ingresaran la víspera a la capital del reino.

Mientras tanto Napoleón avanzando un paso más, hizo que Mura aconsejase al "Deseado" marchar a Burgos a entrevistarse con el Empera­dor, que debía pasar por esa ciudad en camino a Lisboa. La absolu ta sumisión de Fernando y de sus ministros y el temor de que estaban po­seídos ante el ogro de Europa, hizo que la insinuación fuese acatada ce-rno una orden, y dispúsose la marcha. '

En este instante interviene el personaje histórico más grande de la época, superior a Napoleón y a todos los poderes políticos y militares de todos los tiempos: EL PUEBLO; el pueblo español, con su corazón fuer­te, su ejemplar nobleza y su instinto iluminado; se opuso a la marcha del amado monarca: pero fué desoído, y el rey partió para Burgos. Como Napoleón no hubiese salido todavía de la ciudad francesa de Bayona, el príncipe, oyendo a Murat que le aconsejaba un nuevo acto de servilismo, avanzó hacia esa plaza, y desde ese día quedó cautivo de Bonaparte.

Por este tiempo Carlos IV se dirigía también a Napoleón imploran­do su apoyo para recuperar el trono perdido, y lanzaba un manifiesto expresando que su abdicación fué forzada, y por lo tanto nula; y en se­guida partió espontáneamente a Bayona con la Reina.

Ahí Napoleón qrganizó una extraña reunión de familia, en la cual pudo apreciarse el descaro del usurpador y el bajo nivel moral de los dos reyes. Hubo en ella apóstrofes y lamentaciones de Carlos, vergon-

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respuestas del hijo rebelde y recriminaciones amargas de parte de • cina ; todo bajo la sonrisa · despectiva del gran advenedizo, a cuyas

- - -;:as las regias personas imploraban compasión y auxilio. F inalmente Fernando, cediendo a la presión del Emperador, devol­

.i.a corona a su padre; y éste en el mismo acto entrególa a Napoleón, q ue la impusiese en las sienes del príncipe que mejor le pareciese.

Chateaubriand ha dicho: "Esta escena de la Italia de la edad m~dia - :cda inspirada por Maquiavelo, singular genio que como todos los

· res ilustres por su talento y ruines por su corazón, decía grandes y las hacía pequeñas".

Durante estos días gobernaba en España, en nombre del rey Fer­do, la Junta Central de Madrid compuesta de 36 diput<::idos; pero su

:oridad era ilusoria, porque actuaba bajo las bayonetas francesas. Por .:.~ la Junta abandonó Madrid y pasó a Cádiz; no sin que antes se ir­_ _:e:ra entre ella y el invasor el personaje terrible y grande, capaz de to­--- los sacrificios, despreciador del miedo y de la muerte, movido por -: más desinteresados ideales y ansioso de derramar su sangre donde ..:.:.e.ra que hubiese oportunidad de lavar con ella una mancha caída so­=e la soberanía de la Nación: EL PUEBLO.

Murat presionaba para que el infante D. Francisco y su hermana la ~ · a de Etruria marchasen también a reunirse con la regia comparsa ::.e Bayona, y presentó una carta de Carlos IV en la cual así lo ordena--; pero el pueblo, que antes se había opuesto, sin ser oído, al viaje del

• ey, echóse a las calles en oleadas amenazadoras en la mañana del 2 de =.a o para impedir la salida de la regia carroza, y estalló la asonada. :.._chaban los paisanos sin armas contra los soldados franceses, mientras :::- tropas españolas encerradas en sus cuarteles permanecían inactivas. ·

De pronto- dos jóvenes oficiales artilleros, Luis Daoiz y Pedro Ve­.arde, sin poder contener más tiempo su patriótica indignación, sacaron · - cañones y dispararon contra el invasor. Cargaron entonces los fran­.:aes y comenzó en este momento la matanza de paisanos indefensos. ?ronto cayeron los dos héroes y quedó sofocado el levantamiento, pero

grito de guerra estaba lanzado e iniciaba la lucha por la independen­cia española.

Modesto Lafuente dice al comenzar la narración de los aconteci­=.ientos de este día memorable: "Nos acercamos a uno de los momentos -:íticos supremos en que el exceso del mal inspira y aconseja el remedio: Había cometido Bonaparte, dice Chateaubriand, la falta de apresar a

rey, y se encontró cara a cara con un pueblo".

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Casi simultáneamenJe, como unidos por invisible corriente mental, todos los ámbitos de España se levanta):On en armas. Los pueblos cons­tituían sus Juntas de gobierno y cuando los funcionarios, Obispos y mi­]itares se negaban a int.egrarlas se imponían por el terror para compeler .a los grandes a curpplir los deberes que tan ejemplarmente llenaban los :p~queñ.os, Cualquier resistencia o vacilación costaba la vida al tímido -0 renit~nte. España necesitaba del esfuerzo de todos, y la negativa era ·deJito de lesa patria que la justicia popular juzgaba sin pro.cedimiento y <ejecutaba- sin verdugo. El Marqués del Socorro, Jefe de las tropas de Sevilla, atemorizado ante el poderío napoleónico se resistió a acatar .el veredicto del pueb.Io, y éste concluyó por asaltar su pa(acio, darle muer­te y arra.strar su cadáver. Por aquellos días la escuadra anclada en Cá­d iz mostróse remisa, y la población apoderándose de los cañones, abrió fuego d.esde tierra contra ella para obligarla.

"L¡;¡ guerra de la Ind.ependencia. dice un comentador, fué ur:i aoontecimiento gi­gantesco insosp~chado para Napoleón y para los mismos españoles, en cuyas manos héibía estado hasta entonces la dirección del país. La creación del ejército libertador surgió por encanto, todos los elementos sociales uniéronse para defender la nacionali­dad. -Una sola provincia se alía en Jos comienzos de la lucha con Inglaterra, y es­ta alianza se hace rápidamente extensiva a tres provincias. El pueblo convoca a Cor­tes y vota su propia Constitución Política, naciendo en medio del estruendo de las batallas en que se derrochaba a raudales .de una manera generosa la sangre del pue­blo, la soberanía nacional'' ( 1).

Pronto el reino comenzó a arder como una hoguera y los ejércitos franceses entraban a sangre y fuego a las ciudades o · eran rechazados y diezmados ante sus mural1as, e; medio de la suerte varia de las armas.

Inglaterra, el mayor enemigo de Napoleón, llevó a sus tropas y sus jefes a la Península, y aliados españoles y británicos marcharon junto~ al triunfo o al sacrificio en defensa de la libertad de Europa.

América, poseída del sentimiento filial ayudaba desde lejos a la ma­dre patria con el contingente del oro, que es el nervio de la guerra , y .con el apoyo moral de las juntas y cabildos abiertos, que uno tras ot~o surgían en los centros más distantes, unidos también por una . corriente mental desconocida, para asumir las funciones del gobierng

En los primeros tiempos no hubo en estos cabildos propósitos eman­~ipistas . Él título invocado para su reunión era la cautividad del Rey única entidad en quien residía ~1 derecho de gobernar en la América:

( 1) Episodios Politices del Siglo XVIII. ~ Las Cortes de Cádiz. ~. Constitu· ción de 1812 .. ~ S. Cánovas C ervantes.

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que de súbito encontróse carente dé señor, pües la ya citada Fnstitución' del Pontífice Alejandro VI había adscrito las colonias del nuevo mun­do, a la persona del monarca, y éste se hallaba cautivo de otro príncipe, lo cual producía la caducidad de los poderes de sus mandatarios, virre­yes y capitanes genetale"s.

La independeriéia de España fué entonces la obra de las democra­cia's. Las clases populares fúeron en toda·s partes las q·ue inici'aron los movimientos de rebelión. En Valencia un veridédor ambulante de ceri­llas -un pelletier, como se dice en el dialecto local- enarboló en la pla­za una bandera con la siguiente inscripción: "El pelletier déclara la g·ue­rra al Emperador de Francia". Y la multitud siguió al gana pán, que convirtióse así de simple· "pelletier", en conductor X héroe nacional. Es­te episodio es simbólico.

Hay pueblos que ante la acometida de lo invencible, inclinan la cer­viz con mansedumbre para despertar la compasión de sus verdugos, y reciben el yugo de la esclavitud en silencio y sin protestas; otros, érr cambio, combaten, no para vencer sino para morir, pero morir matando, en sublime suicidio, ejemplar de grandeza trascendente, que legá a las' generaciones una enseñanza de esa superioridad que redime al género humano de tanta miseria y tanta claudicacióri como la vida presentá.

Cuando parecía que todo estaba perdido en España, príncipes y no­bleza, clero y altos funcionarios , cuando· la intelectualidad española se sumaba al cortejo de José Bonaparte, hecho rey con el nombre de José I. y brindábale personalidades sobresalientes para ministros y miembros de sus consejos, la sangre del pechero y la dignidad hipertrofiada del cam­pesino y del trabajador de las ciudades, realizaron el holocausto reden­tor. ¡Y parece que la providericia, forzada por el mérito de tanto valor y heroísmo, torció su veredicto y modificó sus rumbos para otorgar al pueblo gigante el triunfo conquistado al destino!

Cuando el General Murat, Duque de Berg, nombrado por Carlos IV, lugarteniente del Reino de España anunció a la Junta Suprema, en­cargada de la Regencia, que aquél había cedido su corona al Emperador, y que éste designaba a José Bonaparte para ella, la Junta y ei Consejo de C astilla no se limitaron a expresar su resignación ante lo dispuesto por el árbitro de los destinos de Europa, sino que felicitaron servilmeB- -te a Napoleón ; yel Ayuntamiento de Madrid llegó a estampar esta fra­se: "Deseamos y solicitamos que José Ifonaparte se vista con el manto real de España". El Emperador contestó por conducto de M urat: "Con­desciende S.M.I.R. con los deseos manifestados por la Junta de Gobier-

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no y por el Consejo de Castilla, por la villa de Madrid y por los dife­rentes cuerpos civiles y militares de España".

Mientras España entera se sacrificaba, la edificante familia real exhi­bía ante el orbe el triángulo Carlos-María Luisa-Godoy, unido e indiso­luble como un matrimonio de tres vértices, incomprensible para el honor castellano; y Fernando en el castillo de Valencey, propiedad del Prínci­pe de Talleyrand, se entregaba a festines, saraos y fáciles galanteos, ma­taba el tiempo haciendo encajes y bordados, escribía cartas a Napoleón Bonaparte diciéndole que se sentiría feliz si en vez de la corona ibérica le otorgase la de Nápoles o cualquier otro pequeño principado, y a una de sus sobrinas, castellanas del codo a la mano de la isleta de Córcega, para tronco de una nueva casa regia. Al mismo tiempo formulaba acer­bas críticas contra su pueblo que, loco y ciego, como él lo calificaba, lu­chaba por la independencia, y finalmente aconsejaba a sus súbditos man­tenerse sumisos al Emperador en señal de lealtad; y cuando Inglaterra envió al Barón Colly con la misión secreta de hacerlo fugar para congra­ciarse con Bonaparte delató al Barón, calificando sus ofrecimientos de repugnante felonía.

De las anteriores líneas fluye el paralelo entre el valer del pueblo español y el de sus dirigentes en aquellos días aciagos de la madre patria.

IV. · - LAS CORTES DE CADIZ

EL EST ALUDO tumultuoso de España, de reacción contra los in­vasores , tuvo en un principio los caracteres de un cataclismo de la natu­raleza.

Murat convocó por decreto de 24 de mayo de 1808 una asamblea de 150 notables españoles de los tres estados, que debía reunirse en Bayo­na para dictar una Constitución a España, la que se reunió bajo la pre­sidencia de Miguel de Azanza y aprobó el 20 de junio un proyecto cuyo autor no se conoce. Declarábase esa carta que la corona era heredita­ria en la familia Bonaparte, establecía cortes de tres estamentos: clero, nobleza y pueblo, más 15 representantes designados por los comerciantes de las ciudades de más importancia y otros 15 por las universidades , y es conocida con el nombre de la Constitución de Bayona.

Las fuerzas desencadenadas con su séquito de males y de crímenes, comenzaron luego a organizarse, como los torrentes se unen para formar

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los pequeños ríos. Finalmente éstos confluyeron en un punto y dieron origen al caudal má) estuoso y grande de las Cortes.

Las Cortes, institución inmemorial en · España, fueron adquiriendo importancia creciente en el pasado y decrecieron después ahogadas por el absolutismo de los reyes. Se dice de ellas que agonizaron durante la Casa de Austria y fall ecieron en la de Borbón.

Fernando VII desde Bayona autorizó la reunión de Cortes. La Re­gencia hizo lo posible por frustrarlas; pero la ciudadanía , que tiene mu­cha fuerza cuando se yergue, estaba en armas defendiendo al reino, y se impuso. Procedióse pues a realizar la elección de. representantes por las provincia s de España, América y Filipinas ( 1 ) ; la representación de las provincias ocupa das por tropas francesas . y la de los lejanos virreyna­tos americanos hízose por votación entre los hijos de éstas y de aquéllas que a la sazón se encontraban · en Cádiz. A sí fueron elegidos, con ca­rácter ad-interim y como suplentes, los diputados que representaban a las colonias del Nuevo Mundo.

D esde el primer día, 24 de setiembre de 181 O, en que se instala ron las Cortes en la ciudad de Cádiz, por ser la más alejada del teatro de la guerra, comenzó la lucha de los dos grandes partidos que dividían al reino : el Liberal y el Conservador, al que llamaban servil los liberales . Pero había un tercer sector, porque los Diputados de América que tenían intereses comunes, aunque eran en su mayoría liberales, actuaban uni­dos a veces con unos y a veces con otros, buscando siempre el medio de hacer cesar la injusticia del sistema que regía en las colonias.

. Las primeras sesiones se realizaron en la isla de León, mientras a uno y otro lado de las murallas de Cádiz batíanse las fuerzas francesas y los defensores de la . plaza. Ventilábanse pues los asuntos más gra-

( 1) J. Belda en "Las Cortes de Cádiz en el Oratorio de San Felipe Neri", M a­drid 1912, dice:

. ·"Las Cortes se r eunieron al fin y el solo hecho de su reunión y c.onstitución los dió el carácter que ostentaron.

"Este fué triple, es decir. tuvo tres notas particufa: es: " lQ~De Cortes generales nacionales. "2• ~De Cortes soberanas capaci tadas para tra tarlo todo, "3Q~De Cortes no sólo representantes de las regiones peninsulares, sino también

de las posesiones de América. "Las tres notas daban un carácter de novedad extraordinaria a aquella asamblea ;

pues es sabido que aunque desde el siglo XII los reinos de E spaña tuvieron entre sus instituciones la de las Cortes, estas, por las circunstancias his tóricas de la época en que nació dicha institución y por ser entonces independientes las di~tintas reg iones que c!e~pués formaron el todo de E spaña, nunca funcionaron reunidas".

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ves y vé'rtíanse los más elocuentes discursos de ésa asámblea mémóra..: ble, al compás de una' ép·ica orquesta de cañones (1 ) .

Uñ:a Junta' Suprema ndmbrad~ por las provineiales gobernaba a' Es~ paña; éjerctó por aqtrellos· días la suma del pod·er absolutéi. Fué su prl'.: mér presidente el Marqués de Floridablanca, y a la muerte de éste, el de Astorga. Cuando Napoleón se aproximaba a Madrid la Junta se puso a salvcr retirándose a Sevilla, y el 22 de mayo de 1809 expidió un decre~ fo n~mbré'm-do una coñüsión compuesta de cinco vocales, la qü'é d.ébía preparar los trabajos de las Cortes próximas a reunirse discutirían.

El 21 de febrero del año siguiente -1811- se trasladaron las Cor; tes a Cádiz, donde sesíonaron en la iglesia de San Felipe Neri.

La asamblea comenzó su labor sin estatuto o reglamento al'gunó. Era una {mprovisación que, combatida primero de frente , y luego con la criminal' arteramente por la Regencia , parecía destinada a no entender~ se y a concluír en el lamentable fracaso de Babel; pero, contra todos es~ tos temores. reinó desde el comienzo el orden en ella y quedó constituí..: da bajo la presidencia de Lázaro Dou, y como Vice~presidente un ameri~ cano: el portorriqueño Ramón Power.

Inmediatamente se abordaron los más graves problemas polftícos. Se declaró nula la abdicación de Fernando VII, y que no se bceptaríarr proposiciones de paz mientras hubiese trepas francesas en el reino.

V. - PRIMEROS PASOS DE LAS CORTES

EN ABRIL de 1811 llegaban graves noticias del levantamiento 4_e varias colonias americanas, y como la situación de la metrópoli no le permitía tomar medidas eficaces, se aceptó una proposición de la Gran Bretaña para intervenir como mediadora. En cambio se le permitiría comerciar con los pueblos de América; cosa que había estado severamen~

( 1) En medio de los fragores del combate que cada mañana se renovaba en Jo~ repetidos ataques de los franceses contra ia ciudad sitiada, los congresantes conti­nuaban serenamente ocupándose de estructurar una nacionalidad regida por preceptos jurídicos, digna y adelantada. El Conde de Toreno dice:

"En el ángulo reducido de la isla gaditana como en Covadonga y Sobrarve, con uná mano defendían impávidos la independer.cia de la nación y con la otra empeza­ron a levantar bajo nuéva forma sus abatidas, libres y antiguas instituciones". (Histo­ria déf Levantamiénto, Guerra y R evolución de España. ~ P. 286. Col. Rivadene'i­ra. T . 64).

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té prohibida síempre, porqué Espáñ'á set la resérvaba celosamente. Qui­so la Regencia que Gran Brétaña se tómprometiera a unirse a España para dominar por las árni.as a los puebtos rebeldes , si no lograba éxito en su empresa conciliadora, peró negóse aquélla. . Las negociaciones fraca­saron; pero subsistió la líberación de! comercio americano, en provecho del Reino Unido.

El Consejo de Regencia servil, y enemigo de las Cortes, maquina­ba ostensible y subrepticiamente contra ellas; por fin renunció y éstas nombraron otro, integrado por el General Blake, el jefe de la escuadra Gabriel Císcar y el Capitán de Fragata Pedro Agar, y dispusieron que el Consejo dimisionario rindiese cuenta en el término de dos meses de su administración y conducta ( 1 ) .

"Grande fué el asombro de la Regencia ( dice el Conde de Toreno, al oir el ma­ravilloso modo con que procedían las Cortes en sus deliberaciones; grande el desáni­

- mo al saber el entusiasmo con que aclamaban a los mismos soldados y ciudadanos"'. (P. 288. Ob. cit.).

Las Cortes pues no asumieren los tres poderes del Estado ( 2), aun­que el diputado Ca.stelló calificando de error la separación del Ejecuti­vo y el Legislativo, propuso que se confundiesen los dos bajo la direc­ción de la asamblea, como único medio de salvar al reino. Esta inspi­ración traducía la influencia de la Convención francesa de 1793.

( 1) Para mejor inteligencia recordaremos que el 25 de Septiembre de 1808 se instaló en Aranjuez la Suprema Junta Central Gubernativa que representaba el po­der regio, por la cautividad de Fernando VII. Constaba de 36 miembros. Más tar­de, huyendo de los franceses, se trásladó a Sevilla y finalmente a · la isla de León. En éste momento su impopularidad era total y la animadversión contra ella se acrecenta­ba a causa de las derrotas que sufrían las armas españolas.

Antes de dioolvúse esta Junta creó, por decreto de 29 de Enero de 1810, un Su­premo Consejo de Regencia, compuesto por cinco miembros, que lo eran: Quintana Quevedo, Obispo de Orense, que lo presidía, el General Castaños, Francisco Saave­dra, Antonio E scaño, y como representante de América, el mexicano Lardizábal Uribe.

Por estos mismos días el pueblo de Sevilla y Cádiz organizaron una junta local , sufragando los jefE:s de familia, la que poco a poco comenzó a invadir las atribucio­nes de la administración central. Como estaba compuesta en su mayor parte por co­merciantes del puerto, luchó esta Junta contra los acuerdos liberales de las Cortes, que concedían franquicias al comercio de las Indias, por considerar que éstas eran ruinosas para sus intereses, basados en los monopolios y prohibiciones establecidos por lás leyes antiguas.

(2) "Don M. Luján leyó una minuta que fué aprobada, con seis puntos, por el tE:rceroo de los éuales las Cortes se reservaban solo el poder legislativo y por la cuar­ta se hablaba del Consejo de la Regencia". que presidía el Obispo de Orense, para continuar desempeñando interinamente el cargo" . (Torerio).

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Las Cortes desliñdaron las facultades del Ejecutivo en decreto de 8 de enero de 1811, restringiéndolas severamente. -

Poco antes se había conseguido en las Cortes la abolición del tri~ buto impuesto a los indios. Este triunfo de los Diputados americanos fué admirable, por cuanto se atravesaba una situación llena · de necesida~

des, y por eso al mismo tiempo q~e se le suprimía se botaban nuevos impuestos en el reino para sostener la guerra.

Tales fueron las dos primeras ventajas arrancadas por los ameri~ canos.

Aprovechándose de los luctuosos tiempos que asolaban E spaña la infanta Carlota Joaquina, casada con el Príncipe Regente de Portugal, emprendió una labor de seducción para hacerse conferir la regerencia del Estado, lo que era primer paso para luego desalojar del trono al rey Fer~

nando. · Carlota J oaquina, la princesa de figura hombruna y costumbres libres, aducía su calidad de hermana del Rey, para reemplazarlo en su ausencia. Una parte del elemento americano, con la esperanza de obte~ ner ventajas para sus sendos países mostróse favorable a los requeri~

mientas de la princesa gendarme ( 1 ) ; mientras por otra parte el Duque de Orleans aspiraba a un puesto de Regencia, también con miras al tro~ no; pero las Cortes rechazaron una y otra pretensión.

( 1) El movimiento cDrlotino se dejó sentir en las colonias. Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina dice : "Dejemos al mismo Belgrano hablar de este plan. "No viendo yo un asomo de

que se pensase en constituirnos, y sí de que siguiesen los americanos prestando una obediencia injusta a los hombres que por ningún título debían mandarlos, traté de bus­car los auspicios d¿ la Infanta Carlota y de formar un partido a su favor, exponiéndo­me a los tiros de los déspotas que celaban con el mayor anhelo para no perder sus mDndos y para conservar a la América dependiente de la España, aunque Napoleón los dominase ... Mientras. las conferencias secretas de 1os patriotas continuaban, Bel­grano se puso en comunicación directa con la Infanta Carlota, sirviendo de interme­diario a esta correspondencia el P. Chambo, de la Orden de San Francisco, y poste­riormente el Secretario y el favorito de la Princesa, don José Presas y don Felipe Con­tucci en Buenos Aires , siendo don Saturnino Rodríguez Peña el agente de estos pla­nes en Ria de Janeiro''. (Buenos Aires. Lib. La Facultad, 1927. P. 226).

"En cuanto al Perú, dice Mendiburu, Abascal. el Arzobispo y la Audiencia, los Obispos, Cabildos y algunos particulares recibieron al mes de proclamado en Lima Fernando VII. cartas en nombre de ' la Infanta doña Carlota Joaquina de Barbón, Re­gente de Portugal. animando a todos para mantener la obediencia a su paclre el rey Carlos IV, desentendiéndose, como era natural. de la abdicación. Después de ésto llegó al Callao una fragata inglesa con ca_r gamento que valía un mUlón de pesos; el Sobrecargo traía título de ·correo de Gabinete de aquella princesa y una recomenda­c1on . para que se le permitiese hacer negocios; dando a entender que en breve ven­dría a Lima el Infante Dun Pedro a mandar el Perú, en nombre de Carlos IV".

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Las Cortes deslindaron las facultades del Ejecutivo en decreto de 8 de enero de 1811, restringiéndolas severamente. .

Poco antes se había· conseguido en las Cortes la abolición del tri­buto impuesto a los indios. Este triunfo de los Diputados americanos fué admirable, por cuanto se atravesaba una situación llena · de necesida­des, y por eso al mismo tiempo q~e se le suprimía se botaban nuevos impuestos en el reino para sostener la guerra.

Tales fueron las dos primeras ventajas arrancadas por los ameri­canos.

Aprovechándose de los luctuosos tiempos que asolaban E spaña la infanta Carlota Joaquina, casada con el Príncipe Regente de Portugal, emprendió una labor de seducción para hacerse conferir la regerencia del Estado, lo que era primer paso para luego desalojar del trono al rey Fer­nando. · Carlota Joaquina, la princesa de figura hombruna y costumbres libres, aducía su calidad de hermana del Rey, para reemplazarlo en su ausencia. Una parte del elemento americano, con la esperanza de obte­ner ventajas para sus sendos países mostróse favorable a los requeri­mientos de la princesa gendarme ( 1 ) ; mientras por otra parte el Duque de Orleans aspiraba a un puesto de Regencia, ·también con miras al tro­no; pero las Cortes rechazaron una y otra pretensión.

( 1) El movimiento cadotino se dejó sentir en las colonias. Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina dice: "Dejemos al mismo Belgrano hablar de este plan. "No viendo yo un asomo de

que se pensase en constituirnos, y sí de que siguiesen los americanos prestando una obediencia injusta a los hombres que por ningún título debfan mandados, traté de bus­car los auspicios d¿ la Infanta Carlota y de formar un partido a su favor, exponiéndo­me a los tiros de los déspotas que celaban con el mayor anhelo para no perder sus mandos y para conservar a . la América dependiente de la España, aunque Napoleón los . dominase ... Mientras las conferencias secretas de Ios patriotas continuaban, Bel­grano se puso en comunicación directa con la Infanta Carlota, sirviendo de interme­diario a esta correspondencia el P. Chambo, de la Orden de San Francisco, y poste­riormente el Secretario y el favorito de la Princesa, don José Presas y don Felipe Con­tucci en Buenos Aires, siendo don Saturnino Rodríguez Peña el agente de estos pla­nes en Río de Janeiro". (Buenos Aires. Lib. La Facultad, 1927. P. 226).

"En cuanto al Perú, dice Mendiburu, Abascal. el Arzobispo y la Audiencia, los Obispos, Cabildos y algunos particulares recibieron al mes de proclamado en Lima Fernando VII, cartas en nombre de· la Infanta doña Carlota Joaquina de Barbón, Re­gente de Portugal. animando a todos para mantener la obediencia a su padre el rey Carlos IV, desentendiéndose, como era natural. de la abdicación. Después de ésto llegó al Callao una fragata inglesa con cargamento que valía un millón de pesos; el Sobrecargo traía título de Correo de Gabinete de aquella princesa y una recomenda­ción. para que se le permitiese hacer negocios; dando a entender que en breve ven­dría a Lima el Infante Dun Pedro a mandar el Perú, en nombre de Carlos IV".

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En enero de 1812 se abolió Ja esclavitud y se concedió a los ne­gros el derecho de optar grados li terarios, tomar hábitos religiosos y profesar. El 23 de dicho mes quedó concluido el debate sobre la Cons­ti tución, la obra magna de las Cortes de Cádiz, saludable intento de sa­car al reino de los viejos moldes de vida y del régimen absolutista, para normarlo con arreglo a las conquistas de la persona humana. En esta Carta se había logrado la declaración de que la s'obéranía residía en el pueblo, con lo cual _se ponía fin al llamado derecho divino, que sostenía que la soberanía es un presente de Dios a 1a persona del monarca, y asi fué realidad la democracia en América.

La Inquisición, de la que más adelante háblaremos, creada siglos antes como defensa de la religión, en los tiempos en que estaban a la moda los reformadores heréticos, pero más como arma para conservación del reino, por cuanto cruzaba ios trabajos políticos de los portugueses y los sociales de los judíos, había degenerado poco a poco, abusando de sus poderes omnímodos y de su irresponsabilidad, y supeditando muchas veces la marcha de la Administración. Desde fines del siglo anterior había comenzado su decadencia, y hacía algunos años que sólo vivía en el papel, porque no actuaba en manera alguna. Sin embargo, cuando se quiso formular la declaración constitucional que ie ponía fin, hubo un es­tallido de pasiones no sólo en las Cortes sino fuera , porque el elemento clerical tomó parte en la lucha encarnizada.

La libertad de imprenta concitó otra tempestad. El conservadoris­mo retardatario y el fanatismo religioso de un lado, las conquistas de la revolución francesa y el empeño de elevar la personalida d humana con­sagrando la independencia y verdad del pensamiento de otro, lucharon con estrúendo, y al fin se impuso la libertad de pensamiento.

Al tratarse de este punto algunos diputados serviles sostuvieron que la libertad de imprenta era opuesta a la religión católica. Argüelles, apodado El Divino, dijo en un admirable discurso:

"Cuantos conociir.ientos, dijo, se han extendido por Europa han nacido de esta libertad, y las naciones se han elevado a proporción que ha sido más perfecta. Las otras, oscurecidas por la ignorancia y encadenadas por el despotismo, se han sumer­gido en la proporción contraria. España, siento decirlo, se halla ·entre las últimas: fij emos la vista en los postreros veinte años, en ese período henchido de acontecimien­tos más extraordinarios que cuantos presentan los anteriores siglos ,y en él podremos v er los portentosos efectos de esa arma, á cuyo poder casi siempre ha cedido el de la espada. Por su influjo vimos caer de las manos de b nación francesa las cade­r;as que la habian tenido esclavizada. Una facción sanguinaria vino a inutilizar tan grande medida, y la nación francesa, ó más bien su gobierno, empezó á obrar en oposición á los principios que proclamaba ... El despotismo foé el fruto que recogió ...

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Hubiera habido en España tina al:r_eglada libertad de imprenta, y nuestra nacion no hubiera ignorado cuál fuese la situación política de la Francia al celebrarse el ver­gonzoso tratado de Basilea. El gobierno . español, dirigido por un favorito corrompi­do y estúpido, incapaz era de conocer los verdaderos intereses del Estado. Abando­nóse ciegamente y sin tino <'I cúantos gobiernos tuvo la Francia, y desde la Conven­ción hasta el Imperio seguimos todas las vicisitudes de su revolución, siempre en la más estrecha alianza, cuando llegó el momento desgraciado en que vimos tomadas nues-­tras plazas fuertes, y el ejército del pérfido invasor en el corazón del reino. Hasta entónces á nadie le bé lícito hablar del gobierno francés con ménos sumisión que del nuestro, y no admirar á Bonaparte fué de los más graves delitos. En aquellos días miserables se echaron las semillas cuyos amargos frutos estamos cogiendo ahora. Ex­tendamos la vista por el mundo : Ingiaterra es la sola nación que hallarémos libre de tal mengua. Y ¿á quién lo debe? Mucho hizo la libertad de la imprenta. Por su medio pudieron los hombres honrados difundir el antídoto oon más presteza que el gobierno francés su veneno. La instrucción que por la vía de la imprenta logró aquel pueblo, fué lo que le hizo ver el peligro y saber evitarlo ... "

VI. - INFLUENCIA DE LA CONSTITUCION EN LAS COLONIAS

B. MIRKINE-GUETZEVITCH en un serio estudio publicado en la "Revue d'Histoire Politique et Constitutionelle" de París -enero­marzo de 1939- bajo el rubro: "La Constitución de Cádiz", dice:

"Esta Constitución que ha influenciado a toda una generac1on de diferentes pai­ses, que ha servido de punto de partida a la evolución política de la España moderna, que ha jugado un rol importante en el nacimiento del liberalismo europeo del siglo XIX, esta Constitución releve toute particu/ierment de l~ historia constitucional oom­parada." ·

En· este articulo se expone que la Constitución de Cádiz no representa la influen­cia de las antiguas instituciones españolas, sino la influencia de la francesa de 1791; que aquélla, así corno los grandes principios liberales de -la R evolución, quedaron opa­cados por el Imperio, en tanto que la Constitución de Cádiz, exaltada y reforzada por el pronunciamiento de 1820, atrajo la atención de todos los pueblos de Europa y fué imitada en todas partes. Como ejemplos cita el pronunciamiento de Turín, el de Ná­poles, el de los Decabristas de San Petersburgo y el de los cuatro sargentos de La Rochelle.

Algunos artículos de · ella, dice, son simples traducciones o paráfrasis de los de la francesa (La soberanía reside esencialmente en la nación. . . El objeto del gobierno es la felicidad de la nación. . . etc.), y recuerda que Fernando VII al abolirla, dijo:

"Esta forma de legislación tan extraña a la nación española, hace olvidar las leyes que la habían hecho en otro ·tiempo tan feliz y respetada. En efecto, todas las bases de la antigua constitución monárquica fueron desechas, y se copiaron los prin­cipios revolucionarios y democráticos de la Constitución francesa ele 1791 ".

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·:La Constitución de Cádiz pr.odµce en Europa, 1,1na impyes10n considerable. Su prototipo francés, la de .1791. estaba ya olvidado. Continuando la obra de la Revo­lución el jo.;,~n ·liberalismo europeo no busca ya su programa constitucional en los tex­toE franceses, se vuelve hacia la Constitución españofa que unos años más tarde en su hora de celebridad se torna en el estandarte de .todas las revoluciones. Los éxi­tos europeos de la Constitución de Cádiz llegan a su apogeo en la revolución de 1820, de . ese prime_r pronunciamiento":

LOS TOPICOS expresados más la división en tres poderes del Es­.tado y _atgunos otros puntos importantes quedaron sancionados en esa Constitución de Cádiz, tan combatida por unos y tan ensalzada por otros, que apenas rigió durante dos años, porque ·Fernando VII, libre en 1814, la abolió y declaró nulos los decretos de las Cortes de Cádiz "como si no hubiesen pasado tales actos y se quitasen de en medio del tiempo", decía con saña el déspota monarca. Y el ciego Fernando creyó haber muerto la idea, _cuando sólo había paralizado el instrumento.

Esta constitución de 1812 fué más sal udabie y fructífera para Amé­rica que para España, donde apenas rigió dos años, porque los pueblos esclavos viéronla romper con mano poderosa el tabú hasta entonces in­tangible de la monarquía sagrada, de las viejas instituciones de gobier­

. no, y vieron cómo, a pesar de ello el Estado siguió viviendo sin que la naturaleza respondiese con un horrible cataclismo, y rompió bruscamente para siempre en las Indias el absolutismo que, como la deformación cra­neana de ciertas tribus bárbaras suprime en el hombre sentimientos qe la personalidad, aplasta el espíritu de los pueblos y los pone en condición .de avenirse a una indefinida servidumbre. La imprenta estalló en una explosión de libertad, excesiva sin duda como reacción a su secular si­lencio impuesfo por la censura, que es otra deformación craneana a· ser­vicio de los despotismos; y como palabra y piedra suelta no tienen vuel­ta, lo escrito quedó escrito. Y, en fin, el temido fantasma ·de la Inqui­sición, arma política de enorme pote~cialidad, perdió definitivamente su prestigio.

Los pueblos que habían respirado la libertad durante dos años, ya no podrían: avenirse más a )as id~as de servidumbre, .antes preferirían marchar al sacrificio. Tal fué la obra de las Cortes de Cádiz.

Para los peruanos representa el bautismo constitucional: es la pri­mera carta política que rigió en el Perú y, aunque su vigencia fué me­ngr que las · de nuestras innúmer31s e. inútiles Cartas republic_anas, tuvo más hondas y duraderas repercusiones. Para nosotros no es la primera

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norma suprema de la Nación española , sino de la Nación Peruana; y co~ mo tal, merece la consideración de los hombres que estudian y piensan.

Cuando se promulgó la Carta de Cádiz, hubo júbilo en España. El Obispo de Mallorca al hacer entrega de ella a los Regentes, exclamó: "Ya feneció nuestra esclavitud . . . Compatriotas míos, habitantes de las cuatro partes del mundo: ya hemos recobrado nuestra dignidad y nues;:. tres derechos ... Ya somos españoles . .. ya somos libres". ¡Cuánto ma~ yor sería el júbilo en América! ( 1 ) .

Erigiéronse piedras conmemorativas en todas las ciudades del rei~

no, Filipinas y América, las que fueron despedazadas cuando regresó el absolutismo con F ernando VII; y -circunstancia curiosa y significati~

va-, sólo una de ellas sobrevive: la que se levantó en el Perú , en la Plaza llamada "De la Constitución", en la ciudad de Huancayo.

( 1) La "Gaceta de Gobierno", de Lima, de 26 de Septiembre de 1812. dice : "A las 11 del dia 20 del corriente llegó a esta capital el cqrreo de valles condu­

ciendo el oficio de la nueva Constitución de la monarquía española, .. ·• A las 9 de la mañana se verificó un repique general de campanas, el que se ha de repetir por tres noches consecutivas por una hora, iluminándose la capital y celebrándose en la santa iglesia Matriz misa solemne de gracias ·con Te D eum".

La del 30 de Setiembre registra un Decreto del Virrey Abascal, que dice: " POR CUANTO se ha recibido por correo del 20 del corriente la Constitución Política de la monarquía española, obra inmortal de la sabiduría y patriotismo de nuestras Cor­tes nacionales y .el don más inestimable, descendido ciertamente del cielo para aliviar las dolencias que sentia el cuerpo social, fortificarse y mantenerlo robusto y vene­rado en io sucesivo de todo el universo .. . POR TANTO: Ordeno y mando a loo habitantes de esta insigne capital, que desde la mañana del jueves, víspera del viÚnes prefijado, adornen s~s casas como lo permita a cada uno su patriotismo y facultades, iluminándolas de noche, aseando los lugares de su pertenencia y demostrando así su júbilo, hasta el día 6, inclusive, en que terminarán".

La misma Gaceta, de 10 de Octubre. daba cuenta de los festejos y ceremonias de jura de la Consti tución, y expresaba entre cosas lo que sigue:

"Preparado así todo, rayó por fin el suspirado día 2 de Octubr-e. D esde muy temprano fué convertida la ciudad en teatro de placer. Estaban a competencia ador­nadas todas las fachadas de las casas. Por las calles no se encontraban más que ro­bustos y lucidos militares que volvían a reunirse en sus cuarteles; el cielo es taba se­reno y no dejaba escapar sino una luz blanda y apacible; el aire resonaba por to­das partes con los musicales ecos de los instrumentos c.¡ue tocaba la asamblea. ¿Dón­de estais genios inmortales de Píndaro, Sófocles y Homero? Aquí podríais desplegar toda vuestra fuerza us tentando vuestros inagotables tesoros ¡Oh ánima! ¡Oh Espa­ña! jÜh españoles! "

La Constitución fué leída por el rey de armas más antiguo y jurada al siguiente día por el Virrey, la Real Audiencia, el Ar;,.bispo, el V. Coro Metropolitano, el Ca­bildo, etc.

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NICETO ALCALA ZAMORA, el ex-Presidente de la República Española, en su importante obra "Nuevas Reflexiones sobre las Leyes de Indias" ( Buen9s Aires , 1944) dice: "Me he fij ado en la afirmación tan repetida de ser en el constitucionalismo de Hispano América casi imper­ceptible el influjo español" y con tal motivo hace un interesante distingo entre la constitución interna y la externa. "Esta última, dice, es la ley fun­damental escrita sobre un papel ... y votada en un corto período de sesio­nes. La otra es la grabada sobre la traza modeladora del suelo por el carácter de la raza, por las ideas o creencias que se adueñan de su alma colectiva, por la magnitud, distribución y aspectos de la riqueza que in- -tegra su economía, por las tradiciones y tendencias que fijaron sus cos­tumbres , por ese ininterru.mpido período constituyente de silencio y es­truendo, en que se va tejiendo la vida de cada país".

Agrega después el sabio español:

"Formadas por distintos pr.acesos unas y otras constituciones, v ar ían también de distinto modo: la externa se "reforma" por enmiendas rápidas; mientras que la interna se " transforma·· por evolución lentísima, incluso durante la aceleración de las épocas revolucionarias"'.

Todavía agrega:

"La Constitución escrita emana de una soberanía representativa, delegada; mien­tras que la in terna se forma en la entraña misma de la soberanía latente, inmanente, intrasmisible, indelegable, en el proceso de la Historia, cronometrado por su reloj as­tronómico de horas seculares".

Hecho ese distingo Alcalá Zamora dice, que los legisladores de His­pano-América no se inspiraron en la Constitución de Cádiz y las que pos­teriormente se dictaron en España, en razón de existir antes una profun­da animadversión contra la metrópoli, pues, precisamente en los días en que se iniciaban las Cortes de 181 O, ~stallaba prepotente el movimiento emancipatorio en América.

No voy a ocuparme de la labor de los constituyentes en Hispano­América, sino únicamente de la influencia de la Carta de Cádiz en la emancipación del Perú, y, apartándome de la ilustrada opinión de Al­calá Zamora , señalo en la segunda parte de este trabajo, cómo aquella magna ley, y más que ella los debates habidos desde 1810 hasta 1812, ejercieron profunda influencia en los representantes de nuestra primera Asamblea de 1822-23.

Pero puedo anticipar, siguiendo el ingenioso distingo de Alcalá Za­mora que la Constitución de Cádiz, los debates y leyes de las Cortes de

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1 ~1 O, y la i.nfluenc\a que sufrieron .en ellas I.os representantes del Perú, contribuyeron a formar en este virreinato un sentimiento constitucional. de co:qstitución intrínseca -o interna como la ·Barna Alcalá Zamora- E;l que, a su vez, se refleja grandemente no sólo en la obra de la emanci­pación sino en la Carta Política de 1823, la primera dictada en el Perú.

MENOS TRABAJO costó suprimir las torturas materiales que las del espíritu ; y la proscripción del tormento a los reos ganóse con sólo un voto en contra.

Declaróse también que sólo las Cortes pueden votar impuestos y que a ellas corresponde promulgar las leyes cuando el Rey las objeta. Esto sancionaba una vez más la soberanía del pueblo, tan combatida por los absolutistas ; pero no podía menos de triunfar el principio derAocráti~o en esa asamblea que discutía en medio de una guerra tan sui géneris , obra de los sacrificios y triunfos de la democracia, que fueran las Cortes du­rante la independencia española. El mismo Napoleón Bonaparte había tenido una comprobación elocuente, y para él dolorosa, de la democra­cia como realidad gigante; cuando puso su mano sobre el rey · no encon­tró ni soberano 11.i soberanía , sólo halló dos masas amorf_as, mansas, sin personalidad ni resistencia; en cambio, cuando enfrentósele el pueblo, el demos de los griegos, palpó con espanto las fu~ntes de la fuerzá y del espíritu, lo soberano, lo verdaderamente soberano que hay en el mundo.

VII. - LOS DIPUTADOS PERUANOS EN LAS CORTES DE CADIZ

BRILLANTE FUE el aporte de los diputados que repres.entaban al Perú en ese esclarecido y trascendental parlamento, en .el que personali­dades de la península y de las Indias contribuyeron a dictar la famosa Constitución de 1812, llamada de Cádiz, la primer.a Carta Política qtte rigiera en el Perú y que . al romper o aflojar por un instante las trabqs del despotismo que reinaba en el virreinato, hizo disfrutar a . los ameri­_canos los en.cantos de la libertad, consagrando así .las ideas avanzadas ·de los hombres esclarecidos de la colonia, y dánqoles con ello fuer~a tal, que y a no sería posible que volviesen resignados· a I¡;¡ prisión de las ideas en que durante tres sigios se les mantuvo.

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Dice un autor español que había un terce; partido "que aunque liberal e inclina­do a las reformas, trabaja única y exclusivamente pro domo sua. Era el partido Ua­ruado americano, compuesto por los representantes de las colonias de América, cuyo único propósito consistía en obtener para éstas la mayor suma posible de franquicias y derechos. Eran sus firmas más notables, Leira, Morales y Duárez, Feli'ú, Gutié­rrez de Terán, Alcócer, Arispe, La rrazábal, Gordoa, Castillo y Mejía, que era el de más alcances y que deslumbraba a todos con la magia de su palabra".

Y el Conde de Toreno agrega :

"Existía en las Cortes un tercer partido de vacilante conducta y que inclinaba la balanza de las resoluciones del lado a donde se arrimaba. Era ~ste el de los ame­ricanos, unido por lo oomún con los liberales, desamparándolos en algunas cuestiones de Ultramar y siempre que se quería dar vigor y fuerza al gobierno peninsular" (P. 303. Ob. cit.). .

Gran sorpresa para la metrópoli fué la presencia de Diputados de Indias, con igualdad de derechos a los de la península y con la absoluta libertad de palabra y de prensa que reinó en España desde el cautive­rio de Fernando VII; y mayor fué la de hallar entre ellos hombres de claro talento, conocimientos profundos y palabra elegante y fácil, que a veces llegaba a ser deslumbradora.

Al lado de Argüeiles, el gran orador español a quien sus contempo-­ráneos llamaron por ello El Divino, de Quintana y Gallegos, los dos gran­des poetas épicos, vertíase la palabra académica y culta, serena siempre y en ocasiones catilinaria , de Morales y Duárez, y el verbo inflamado o satírico. de Mejía Lequerica, quiteño que representaba al Virreynato de Santa Fé, y de.scollaba entre todos sus compañeros hasta el punto de ser apodado el !Vlirabeau Americano.

En ocasiones la lucha entre liberales y serviles, las dos grandes agru­paciones políticas de entonces, interrumpióse para dar pase a la lid en­tre americanos y peninsulares. El liberalismo español tenía un límite : las fronteras de la Península. Tras pasadas éstas, hasta los girondinos y jacobinos de esas Cortes tan democráticas, consideraban criminal osa­día que los diputados 'de ultramar exi giesen paridad de derechos entre los españoles de América y los de Europa, libertad de contratar con los diversos pueblos del mundo y de cultivar el olivo, la vid y otros pro­ductos, que la Corona prohibía en las Indias, porque no hicieran com­petencia a la ·metrópoli. mientras que fomentaba el trabajo de las minas ,

. no propendiendo al enriquecimiento de las colonias, sino a crear nuevas fuentes de ingresos para las arcas de Castilla.

El espíritu de Don Quijote que campeaba magnífico y abnegado en la isla de León y en el viejo templo de San Felipe Neri en Cádiz, cedía

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entonces · 1a plaza a su práé.tko escudero, para cerrar el paso a los hijos de españoles nacidos en el nuevo mundo; que pretendían el derecho de ocupar como sus genitores los cargos administrativos y honoríficos, y una representación igual en las Cortes, esto es, que en América como en España se eligiese un Diputado por cada 70,000 habitantes. Los senti­mientos . de libertad, igualdad y fraternidad en que se inspiraban los li­berales de España eran artículo de consumo interno. No bastaba per­tenecer al género humano, como en la "Declaración de Filadelfia" ( 1) o en los Derechos del hombre proclamados en la Revolución Francesa: era menester haber nacido en la Península; de lo contrario, ni los hijos de padres españoles gozaban de los básicos principios del 93, porque la doc­thna humana al trasponer los Pirineos se deshumanizó, hízose prerroga­tiva de excepción.

Aquellos debates fueron la piedra de toque. A pesar de que la po­lítica, la filosofía y el sentido común aconsejaban no objetar lo que era un derecho indiscutible de todos los ciudadanos españoles, fuesen de aquende o allende. el océano, sino, por el contrario, profesar la igualdad por ética y aún por táctica para suprimir los móviles de insurrección de los Estados ultramarinos, que, hartos de despotismo y humillaciones, co­menzaban a despedazar los eslabones de las cadenas coloniales, los pe­ninsulares desconocieron los derechos de la ciudadanía y de la sangre a sus consanguíneos nacidos en las Indias.

VIII. - OSTOLAZA, YUPANQUI Y FELIU

ADEMAS DE Morales y Duárez representaban al Perú el Canó­nigo de la Catedral de Trujillo, Bias Ostolaza, el cuzqueño de sangre incaica Dionisio Inca Yupanqui, y Ramón Feliú, natural de Ceuta y a

(1) He aquí la Declaración americana de 1776. "Juzgamos evidentes por sí mismas estas verdades: Todos los hombres han nacido iguales, están dotados por el Creador de· ciertos derechos inalienables, entre los cuales se cuenta la vida, la liber­tad y el pwcurar su dicha.

"Se han establecido gobiernos entre los hombres para garantizar estos derechos y el poder del gobierno emana del consentimiento de los gobernados.

"Siempre que una forma de gobierno llega a ser destructora de este fin , el pue­blo tiene el derecho de cambiarla o abolirla y de establecer un nuevo gobierno, basán­dolo en los principios y organizándolo en la forma que juzgue más adecuada para dar­le seguridad y bienestar".

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quien por mucho tiempo se íuvo por chileno, según consigna Luis Anto~ nio Eguiguren en el Diccionario de la Universidad de. San Marcos ( 1).

La personalidad del Canónigo Bias Ostolaza, representante por Tru~ jillo del Perú, es poco o nada conocida entre nosotros. Aun en Espa~ ña se ignora que el elocuente y ardoroso orador era perulero, pues don Benito Pérez Galdós, que tan a fondo ha estudiado la historia en sus elementos personales y que ha dedicado algunos libros a recordar la obra de las Cortes de Cádiz y ·a escarnecer a Ü?tolaza, no habla de que fue~ ra peruano.

Ostolaza luchó por la conquista de posiciones para los americanos y atacó los distingos deprimentes para éstos, establecidos por la ley y la práctica durante el coloniaje. Pué, pues, a este respecto, liberal y ele los más exaltados. En cambio, en la beligerancia entre liberales y con~ servadores que dividía a España y a sus colonias en dos grandes bandos irreconciliables, mostróse partidario del más tremendo absolutismo.

Acompañó a la familia real en la prisión de Valencey y fué precep~ tor del Infante, para quien escribió algunos textos didácticos. Por eso al volver Fernando VII al trono en 1814 llegó a ser uno de los más cons~ picuos y poderosos elementos de la Camarilla, como se llamaba al peli~ groso gtupo de paláciegos que rodeaban al rey y participaban extraofi~ cial y eficazmente en su política e intrigas y en el manejo del reino.

Los arrestos de Ostolaza y su fogosa palabra hacíanlo temible en la tribuna, y su valor físico amedrentaba a sus enemigos personales.

( 1) "Al instalarse las cortes españolas en septi~mbre dP 1810 tomaren asiento en éllas como diputados, en ·virtud de la elección supletoria que se hizo en Cádiz, di­ferentes peruanos que entonces se hallaron en la~ Península, entre ellos los coroneles don Dionisio Inca Yupa'lqui y don Francisco Salazar, los doctores don Vicente Mo­rales y Duárez, don Bias Ostolaza, don José Antonio Navarrete, don Antonio Zuazo, don José Lorenzo Bermúdez, don Pedro García Coronel y don Ramón Feliú, los cua­ks firmaron la Constitución Politica sancionada en 18 de marzo de 1812, siendo Na­v arrete uno de los secretarios de dichas Cortes". (Mendiburu. Ob. cit. Biografia de Abascal).

Feliú era :-iacido en C euta, educado en Lima en el famoso colegio de San Carlos, ex-oficial del Regimiento Real de esta ciudad y personalidad de gran reputación por su inteligencia, cultura e ideas liberales. Internado por Fernando VII en el castillo de Benasque. a causa de su actuación en las Cortes de Cádiz, murió en él en 1815.

Inca Yupanqui, cuzqueño y de sangre imperial. fué enviado a España, p2ra evi­tar que en torno del vástago de los Incas se agrupase un partido politice. Educóse en el Real Seminario de Madrid y abrazó la carrera de las armas,. llegando a ser Ce-: ronel de Dragone3.

De Antonio Zuazo no tenemos noticias. Su actuación en las Cortes fué de esca­sa importancia.

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Cierta vez uno de éstos lo agredió a puñaladas en una calle obscura, y el prebendado logró dominarlo, desarmarlo y entregarlo a la policía.

Pérez Galdós nos ofrece esta burlesca agua fuerte de Ostolaza: "Ca­ra redonda y arrebatada; gestos muy vivos y un modo de mirar que da­ba a conocer a tiro de ballesta su superioridad; cuerpo sólido, voz cam­panuda y gruesa, como toda voz creada para decir grandes cosas" . Des­pués habla de sus solicitudes maternales con el Infante Carlos , al futuro Don Carlos, cuyo nombre y pretendidos títulos al trono español después de los días de Fernando VII, servirían para dividir, debilitar y ensan­grentar a España durante un siglo, con los horrores, incendios y masa­cres de la guerra carlista. Ostolaza acompañaba al Infante en sus ora­ciones de la noche, bendecía las cuatro esquinas del lecho en nombre de la Virgen y de San Juan, de Santa Teresa y de otros santos y, apenas el muchaeho se dormía, calábase el chapeo, embozábase en la capa y sa­lía a paso de lobo entre las sombras de las calles madrileñas, esquivan­do encuentros inoportunos y miradas indiscretas, porque su carácter sa­cerdotal le obligaba a mantener en el misterio sus pequeñas debilidades.

Su adhesión al Infante y su fana tismo absolutista le hicieron partici­par en conspiraciones contra Fernando VII, a favor de Carlos V, su dis­dpulo. El General Mendiburu en su Diccionario Histórico Biográfico del Perú nos habla del epílogo de tan azaro~a existencia en estos tér­minos:

"Hallábase en al cárcel de Valencia, cuando, con ocasión de una de las . victorias del General Zumalacárrequi (el genial guerrillero ca~l ista) , hubo allí un espantoso motín popula r que dió mérito a que el Capitán General huyese. La Audiencia se vió en conflictos, porque el pueblo enfurecido pedíale entregase los reos políticos. Después de muchos de­sórdenes ofreció aplacarse con tal de que se fusilase a tres de los reos. Uno de ellos era el Deán Ostolaza. Otorgado que fu é ésto, se le inti­mó la resolución en la alta noche; la recibió muy tranquilo, hizo testa­mento y se confesó en la cárcel, Mandó fundar una capilla con sufi ­ciente renta y en la cual debía ponerse el retrato de Carlos V , El Pre­tendiente; salió al cadalso con mucha serenidad; no permitió que :;e le vendasen los ojos y al ejecutársele dijo que moría por su fe y por su rey don Carlos".

Efectivamente, según relatos de la época, Ostolaza en el patíbulo gritó con voz estentórea: "¡Viva la Religión! ¡Viva Carlos V!"

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IX. - MEJIA Y LEQUERICA

AUNQUE NO era peruano ( 1) quiero recordar de manera muy especial a José Mejía y Lequerica, Diputado por Santa Fé, nacido en Quito, porque es imposible referirse a la representación americana sin mencionar al más elocuente y combativo de sus campeones, y porque fuera émulo de Morales, a quien aventajaba en elocuencia y audacia, si bien ne: en prestancia y circunspección, ni en esa aureola de superiori­dad que es ingénita en los personajes predestinados a las grandes al­

turas. Morales y Mejía fueron rivales en la dirección de las aspiraciones

americanas, compañeros de ideales en el liberalismo político, y oposito­t.:es en ideas religiosas, pues era ferviente católico el ilustre limeño y el de Quito anticlerical y descreído.

Mejía Lequerica, según datos de su emdito biógrafo Alfredo Flo­res Caamaño, nació en Quito en 1777, casó en 1796 con Manuela San­ta Cruz y Espejo, y parece que en breve olvidó la coyunda asumida tan ligeramente a los 19 años d~ edad, y era casado en América y soltero en España.

Su breve existencia fué novelesca y combativa. Luchó por la inde­pendencia española al lado del Marqués de Puñoenrostro en la defensa de M adrid; derrotado y herido huyó disfrazado de carbonero atravesan­do a pie todo el reino hasta llegar a Sevilla; pasó de ahí a Cádiz en el momento en que se reunían los americanos para designár de entre ellos Diputados Suplentes y resultó elegido por Santa Fé.

Al mismo tiempo que iluminaba los debates de la isla de León y de Cádiz con su elocuencia y los amenizaba con su desenfado, redacta­ba un diminuto periódico de combate titulado "La Abeja", terror de los conservadores a quienes fustigaba con golpes y epigramas.

Entre sus muchas genialidades se cuenta la de negar la existencia de la fiebre amarilla que crasaba en aquella región, hasta llegar a decir:

( 1) Hablando de Mejía dice el Conde de Toreno: "Es su primer caudillo, hombre muy entendido e ilustrado, astuto de extremada

perspicacia, de sutil argumentación y como nacido para abanderizar una parcialidad que nunca obraba sino a fuer de auxiliadora y al son de sus peculiares intereses. La serenidad de Mejía era tal, y tal el predominio sobre su palabra, que sin la menor aparente turbación sostenía a veces al rerr:a tar un discurso lo contrario de los que había defendido al principiarle, dotado para ello del más flexible y acabado talento, Fuera de eso y aparte las cuestiones políticas, varón estimable y de honradas prendas".

Toreno fué diputado a las Cortes de 1810, iiberal y casi siempre estuvo del lado de Mejía, más tarde escribió la historia de la asamblea y la de España.

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apuesto mi cabeza que no · existe esa epidemia; y perdió la apuesta, pues murió de ese mal a los 36 años de edad, el 27 de octubre de 1913.

Tuvo una amiga misteriosa, Gertrudis Solanova, de la que sólo ha­bló en su testamento. A la hora de morir confesó, sin duda para evitar el deshonor de la dama con quien la religión le uri.iera, ser casado en Quito; pero legó sus exiguos bienes a la gaditana, reservando sólo el tercio de ellos para la esposa legítima que le aguardaba al otro ladp del océano.

Así apagóse prematuramente la palabra de oro del insigne Mejía, que deslumbraba con su elocuencia y cautivaba con la simpatía de sus entusiasmos juveniles, ilustraba con su ciencia la tribuna y el periodismo de esa hora eminente del mundo y la engalanaba con su gracia epigra­mática, ofreciendo como un modelo de la plenitud humana, el ej empla r de su existir romántico, bohemio, grandioso y épico.

X. - VICENTE MORALES Y DUAREZ

NACIO EN Lima el 24 de enero de 1757 ( 1), del matrimonio ele Vicente Morales y Santisteban y María Mercedes Duárez y Anzúrez, descendiente directa ésta del Conquistador Pedro de Anzúrez, fundador de Chuquisaca y explorador de las selvas amazónicas.

Ingresó al Seminario de San.to Toribio animado del propósito de abrazar la carrera religiosa; pero, cambiando de idea aunque no de ideas, pasó en 1771 como maestro al recientemente fundado Colegio de San Carlos, que tantos varones eminentes diera al Perú.

Entregado siempre a sus estudios teológicos, se distinguió en un acto público auspiciado con la presencia del Virrey Amat el 20 de mar­!'º de 1773, disertando _durante tres horas consecutivas con singular lu­cidez sobre filosofía cristiana.

Con tales triunfos ingresó a la Universidad de San Marcm; .optan­do por oposición y unanimidad de votos el grado de Doctor en Teología y en ambos Derechos, y luego fué catedrático de Instituta, de Código, de Vísperas, de Cánones y Derecho · Graciano.

Ejerció la profesión de abogado en el estudio de Juan Felipe Tude­la, llegando a adquirir renombre y clientela de importancia. El Virrey

( 1) Datos aportados por el Canónigo José Bermúdez, Chantre de la Catedral de Lima, en su famosa Oración Fúnebre pronunciado:: en las exequias de Morales y Duárez.

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Gil de Taboada y Lemus lo nombró para varias asesorías y el Marqués de Osorno le confirió la de Inspector General de Ejército, recomendán­dolo después al rey para ocupar la primera vacante en la Audienda. Fué luego Asesor del Real Apostadero del Callao y Bibliotecario y Concilia­rio de la Universidad Mayor de San Marcos.

Como miembro de la comisión nombrada al ·efecto, redactó los Es­tatutos del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, instalado el 8 de abril de 1809, y fué Primer Diputado de la Institución; perteneció a la famosa Sociedad de Amantes del País, que presidía el Conde de Vistaflorida y que integraban los grandes ingenios que el Perú produjo en aquella época.

El 13 de enero de 181 O se hizo a la vela en el Callao, en la fragata " Fuente Hermosa" y cuatro meses después arribó a las islas Canarias. Ahl el Capitán General, pariente suyo, para disuadirlo de su propósito de seguir viaje a la tormentosa España de esos tiempos, propúsole nom­brarlo Asesor de su gobierno, mientras conseguía que la Regencia lo hi­ciese Oidor y Visitador de la Audiencia; pero Morales impulsado por su destino, rehusó los ofrecimientos y llegó a Cádiz el 7 de agosto del mismo año.

Comenzaron inmediatamente a rodearle los honores que atraía su gran prestigio, y diez días después era nombrado Oidor de la Sala del Crimen como Alcalde de Corte de la Real Audiencia de Lima. Pudo · haberse alejado entonces del país en guerra, pero una fuerza descono­cida le impulsaba a permanecer en él.

Cuando el 23 de diciembre de 1810 se designó la comisión que de­bí2 redactar la célebre Constitución, reunióse en ella al personal más pres­tigioso y escogido, como era natural, y entre los catorce miembros que la compusieron figuró Morales y Duárez, juntamente con Argüelles, Va­liente, Río, Gutiérrez de la Huerta, Canedo, Pérez de Castro, Espigas, Oliveros, Rodríguez de la Bárcena, Antonio María Pérez y el eclesiás­tico Muñoz Torrero, que con tanta autoridad y acierto había impreso desde la sesión inaugural los rumbos 'de la asamblea.

R. M . de Labra y Martínez en "Los Presidentes Americanos de las Cortes de Cádiz" dice:

"Fué Morales Duárez sin género de duda, una de las eminencias de las Cortes gaditanas donde acreditó especialmente su cultura jurídica y la elevación y severidad d,e su carácter. Nunca intervino en lo que pudiera decirs.e política palpitante y de b<:italla. Sus discursos fueron de gran severidad y mucho razonamiento. Los más ucentuados fueron los dedicados a las reformas ultramarinas. Se impuso por su pru­dencia y por su saber. Disfrutó en las· cámaras constantemente del respeto de todos

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y fué de los pocos diputados americanos no atacados fuera de las Cortes por la pren­sa antirreformista y absolutista o servil, como ésta era llamada en aquella época. Ve­nía a represen~ar un término medio en la diputación americana, en cuya izquierda es­taban en grados diferentes Mejía Lequerica, Gurido, Alcócer y Feliú. En la dere­cha figuraban Ostolaza, Jáuregui y el Canónigo Pérez.

Otro de los contemporáneos de Morales Duárez ha escrito "que no había en las Cc,rtes gaditanas hombre que lo superase como docto, tranquilo, equilibrado, razona­c'or y de discursos muy precisos, serenos y atractivos". (P. 83).

Lavalle dice: "Morales y Duárez pertenecía en el congreso al par~ tido liberal. pero en su expresión más moderada". Esta afirmación se debe, sin duda a que, como hombre de espíritu fervientemente católico, dió campañas por la declaración de la religión católica como la única del Estado y pidió el restablecimiento de la Compañía de Jesús en el reino; pero hay en esto una confusión insostenible. Tan católico como Mora~ les y Duárez fuera Unanue, y conspiraba desde 1809, y otro tanto ocu~ rría con Rodríguez de Mendoza y Luna Pizarro. El liberalismo en ideas religiosas es cosa distinta del liberalismo en política; y aun este mismo, nada tenía que ver con la subsistencia de la dominación española, pues San Martín y Monteagudo, los dos grandes revolucionarios, fueron con~ servadores en política y hasta se empeñaron en levantar tronos -bien que constitucionales como el de Luis XVIII- en 'América, .y, sin embar~ go, no puede decirse que no eran emancipistas.

A pesar de mi admiración por Lavalle no comparto su opinión cuan~ do dice de Morales: ''Era en suma uno de esos hombres propios para figurar en épocas tranquilas , para vivir en países definitivamente consti~ tucionales y en épocas normales , pero no a propósito para momentos de revolución y de crisis en que es absolutamente necesario atacar o resis~ tir, oponer a la exageración .de la libertad que invade, la exa geración de ia represión que rechaza, a fin de lograr un justo equilibrio entre las f~erzas que chocan; colocarse, en fin, en los extremos, so pena de ser abatido y pisoteado por la furia de los combates".

"Morales era hombre de juste .milieu, agrega Lavalle, y así lo vemos apoyar los principios más disolventes que entrañaba el proyecto de la Constitución, contra los ataques de lngunza, y sostener con dos brillan~ tes discursos el mantenimiento del culto con toda pompa y esplendor. Falsas y equívocas son estas posiciones: las ideas se hallan encadenadas con lazos inflexibles que les dan una mínima relación, aún cuando se tra~ te de cosas que parecen enteramente ajenas unas a otras ... ".

Pero precisamente el caso señalado por Lavalle se rep~tía a cada i~s­tante entre las grandes figuras de las Cortes de Cádiz, y los que este ~scritor llama principios disolventes del proyecto de la Constitución, fue~

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ron obra del doctor Muñoz Torrero, sacerdote respetabilísimo que ha­blando al inaugurarse la primera sesión, planteó e impuso la soberanía del pueblo, la autonomía de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y ju­dicial, y la inviolabilidad de los representantes.

Por otra parte los grandes personajes criollos del Perú de entonces, y más aún los residentes en la península, tenían la convicción de que su patria era viable como Estado independiente. La excepción entre esas personalidades prominentes la constituían los aristócratas que ostentaban títulos de Castilla, por un fenómeno múy estudiado por nuestros histo­riadores y sociólogos, como Jorge Basadre en su "Iniciación de la Repú­blica" y Roberto Mac Lean, en su reciente "Sociología Peruana".

Al instalarse las Cortes fué elegido Morales y Duárez, Vice-Pre­sidente de ellas, y tuvo oportunidad de presidirlas por vez primera el 1 O de diciembre, siendo designado ese día para integrar la comisión de trece diputados que debía elaborar el proyecto de la famosa Constitu­c1on. Esta fué jurada en España en los días 18 y 19 de marzo de 1812, y cinco días más tarde, el 24, se eligió a M orales , Presidente de ese a lto cuerpo en el que residía la soberanía del reino y el Poder Legislativo y que disponía de facultades para fi scalizar y deponer al Ejecutivo, ejer­cido entonces por la Junta de Regencia , así como para nombrar el per­sonal de ella. Efectivamente, así lo hizo cuando destituyó a los miem­bros de la que presidiera el furibundo Obispo de Orense, por su resisten­cia a dar lectura en las iglesias al decreto que suprimió el Tribunal de la Inquisición, y la reemplazó co·n otra compuesta por tres vocales, uno de los cuales era americano.

Como Morales y Duárez en la Presidencia de las Cor tes tenía tra­tamiento de Majestad y ocupaba la posición más alta de E spaña, Filipi­nas y las Indias, pues su sitio era tan elevado como el del rey, a quien las Cortes reemplazaban durante su prisión en Valencey, los criollos pre­senciaron, atónitos, cómo ur.o de ellos podía ser colocado por los mismos peninsulares por encima de todas las Españas, subsistiendo sin embargo, la desigualdad de trato que proscribía a los criollos, hijos de españoles, de los altos cargos de la Administración.

El Marqués de Wallesley, Embajador Británico en Cádiz y herma­no del que pocos años después sería vencedor de Napoleón y Duque de Wel1ington, ofreció d primero de abril un banquete en obsequio del nue­vo Presidente, al que estuvieron invitados los representantes , los diplo­máticos extranjeros y las más altas personalidades de E spaña radicadas en esos días en la única ciudad libre de la invasión francesa. Horas después de esta apoteósis el Canónigo Ostolaza, que vivía en la misma

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casa que Morales y en el cuarto vecino; sintió débiles golpes y quejidos; comprendiendo que algo grave ocurría a su compatriota, acudió a auxi­liarlo. Como la puerta de la habitación estaba cerrada, despertó a la patrona para que la abriera y halló a Morales caído en el suelo: estaba muerto ( 1).

XL - ULTIMA VOLUNTAD DE MORALES Y DUAREZ

FUE INSISTENTE deseo de Morales y Duárez regresar al Perú, acabar sus días en él y ser enterrado en nuestro cementerio, el panteón de las Maravillas, como le líama ell' sus cartas. Seis meses antes de su deceso tenía un sentimiento premonitorio que lo amargaba, más que to­do porque no volvería a ver la patria; así decía a su amigo de Lima, don Francisco Moreyra y Matute (Cartas de Morales y Duárez encontradas por mí en el archivo familiar de los Moreyra y publicadas en la "Re­vista Histórica", tomo XI, entregas I y II, 1937): "Desearía detenerme

· más pero mis ocupaciones y no sé que humor melancólico que quiere do­minarme, no permite la grata y dulce detención con U. Mi partida para ese país es todo mi deseo, pero sin un incidente muy extraordinario, no la entiendo verificable ni antes de concluírse las Cortes, ni acaso después. Esta consideración es para mí un tósigo, que Ud. con sus grandes talen­tos podrá adivinar, pero nunca comprender cabalmente" ( 11 de octubre de 1811 ) .

En 22 de enero de 1811. en carta datada en la Isla de León, último rincón del reino en el que se guarecieron las Cortes cuando ya no era posible mantenerse en parte alguna de la península, tanto por la invasión

( 1) Una biznieta ele don Alejc_ndro, hermano de Morales y Duárez, me dice en unas cuartillas que conservo en rai poder: "En la familia se ha oonservav!o la tra­dición de don Vicente por los relatos de su sobrina carnc_l, la señora Manuela Ro­dríguez del Fierro di'! Sotillo, que murió a los 97 :.ños y que siempre lo recordaba como muy a fectuoso y dc_div.::-so con los suyos, de c;ue su partida a España fué un duelo de familia . (habiendo hecho testamento y disposiciones antes de partir); y tam­bién para don Vicente, quien en todas sus cartas se quejaba de la guerra sin cuartel que le hacían algunos de sas compmíeros de las otras naciones suramericanas ... , los que habían intrigado mucho para ser elegidos Presi<lentes de las Cortes, posición que ambicionaban ; que para él, decía , sólo le compensaba su elección por el honor que significaba para el P erú, pero que personalmente lo tenía en constante amargura.

"Posteriormente a su muerte, por cartas de los parientes y amigos de España, la familia siempre tuvo la convicción de que había sido envenenad.o en el banquete ofi­cial que precedió ur.as horas a su muerte":

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francesa cuanto por la epidemia de fiebre amarilla qué crasaba en Cádiz, decía a Moreyra: "Entiendo que en breve pasarán éstas (las Cortes) a Cádiz, y entonces estaré más proporcionado para concluíf los grandes encargos de esa Patria y organizar una figuración para volar. Quiero ser sepultado en el panteón de las Maravillas . ..

Mantuvo siempre la elevación de su vocación con rumbos a Dios, la austeridad del celibato y el fervor de · sus ideas religiosas , en admirable armonía con su liberalismo político y con sus ideales de libertad y pa­tria.

En España hiciéronsele exequias de monarca y en Lima de Virrey; y pronunció en éstas una conceptuosa oración fúnebre, fuente única de datos biográficos del eminente personaje, el Canónigo José Manuel Ber­múdez, orador de moda en su época , y colega del extinto como miembro de la Sociedad Amantes del País, institución de la cual nació el Mercu­rio Peruano. En la Revista Histórica (Lima, 1937) he trascrito algunos párrafos de la oración de Bermúdez.

Los restos de Morales junto con los de otros representantes, vícti­mas cas·i todos de la fiebre amarilla , reposan en un severo mausoleo en Cádiz. En las fiestas del Centenario de esa s Cortes, celebradas hace justamente treinta· años , se acordó erigir el Panteón Doceañista para eterno reposo de esas reliquias. España y las repúblicas americanas con­tribuirían a la obra. Pero tan noble iniciativa no ha podido realizarse.

En cambio subsiste a través de los años el clamor insistente del pa­triota, formulado ·en los últimos días de su vida, para ser enterrado en el panteón de las Maravillas de Lima; y este clamor no se ha perdido en el vacío, porque el Instituto Pan Americano de Geografía e His toria, en su reunión Plenaria de Lima , de abril del año de 19'1 l, aprobó por aclama­ción: "Expresar la coII).placencia con que la Asamblea vería que, cum­pliendo el deseo del propio Vicente Morales _y Duárez, se inicien gestio­nes para obtener la repatriación a Lima, su ciudad natal, de sus restos inhumados en la ciudad de Cádiz".

XII. - MEMORIAS DE MORALES Y DUAREZ

UNA CARTA de Morales y Duárez contiene al final una impor­tante revelación: el prócer limeño es autor de unas Memorias Polí­ticas escritas eri Cádiz.

En el momento cumbre en que tocóle actuar, en la eminencia en que se hallaba, y con su talento incisivo y brillante, produjo acaso las

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mejores páginas históricas sobre los acontecimientos de entonces, y las remitió en originales a su amigo de Lima, Moreyra, por conducto del marqués de Montemira. ¿Dónde están? Es necesario realizar la más prolija investigación para descubrirlas. Han de proyectar luz meridia­na sobre muchos acontecimientos que permanecen en la sombra, y darán nuevo lustre a las letras nacionales. Manos homicidas cegaron en una noche sus labios privilegiados; pero las enormes frases que de ellos se esperaban, fueron lanzadas a la posteridad como un manuscrito dentro de una botella, en previsión del naufragio.

Continuaré mi labor de búsqueda, porque el descubrimie~to d~, la obra del ciudadano peruano que mayor y más elevada figuración haya tenido nunca, del eminente Presidente de las Cortes de Cádiz, ha de ser, por su tópico, ,por el momento en que tocó actuar a su autor y por sus lu­ces un valiosísimo aporte a las letras nacionales. Mucha tinta y mu­cho papel se ha destinado a estudiar las asendereadas Cortes de 1812. combatidas acremente y ridiculizadas por unos y ensalzadas por otros; pero de todos modos no puede negarse que fueron el punto de partida de la rehabilitación ciudadana de España y un factor importantísimo del sentimiento de emancipación americana.

No pudo elegir mejor conducto que el marqués de Montemira, don Pedro José Zárate y Navia de Boiaños, a quien diez años después consa­gró el virrey La Serna como al hombre más representativo de la Ciudad de los Reyes, cuando, al momento de evacuar Lima, ante la presión irre­sistible del Libert!:dor San Martín, en julio de 1821 entrególe el gobier­no de la ciudad. A su vez, el prócer a rgentino dirigió una nota a Mon­temira, ratificando esta confianza y reconociendo en la persona del ilus­tré anciano limeño al gobernante de la capital.

Los limeños temieron por un momento que ,la nota de San Martín fuese burlesca, pero pronto se convencieron de la sinceridad del prócer argentino.

Refiere Basilio Hall, marino inglés, en sus Memorias, que hallába­se entonces atemorizada !a población, por la proximidad de las legiones de salteadores en los aledaños de Lima, recién evacuada por La Serna. Esperaban éstos el momento de introducirse en la ciudad para entregar­la al pillaje y a las depredaciones. Ocurrióse entonces a un contertulio de Montemira ensayar si realmente el mensaje de San Martín, que po~ nía sus tropas a órdenes del viejo marqués era una burla sangrienta, o un rasgo de nobleza del glorioso Capitán. Al efecto ordenó Montemira a uno de los escuadrones argentinos, emplazados a media legua de Li-

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ma, que se alejase otra media legua. La orden fué cumplida en el ac~ to ( 1 ) .

Este rasgo nos revela quién era San Martín. Y quién era Mon~ temira.

XIII. - CARTAS DE MORALES DUAREZ

HE AQUI fragmentos de otr<:ts cartas de Morales y Duárez, que nos hacen conocer su araor a la t ierra na tiva y la importancia de sus la~

bores en la Corte:

Isla de León y enero 22 de 1811.

Señor D . F rancisco Morey ra.

~ "Amigo de todo mi aprecio:

"He recibido sólo una de Vma. con fecha 26 de marzo en, que me cita otra anterior que no ha llegado a mis manos . Y ésta me basta para comprenhender la buena salud de V m. y del Señor don Bartolamé, a quien amo y respeto sobremanera, como también las intrigas diabólicas que sufre Vm. en su oficina, incluyéndose en ellas al célebre Contador Bonet, que es nacido para escitar fósforos y también incendios.

"En meses pasados participé a V m. que sus car tas vengan en se­gundo lugar al comerciante D. José -Santiag0 Rotalde, hermano de D. Ignacio y de D. José Santia go de esa capital, para que obre en mi au­sencia y por las instrucciones que yo le comuniqué baxo. la moderación que advierta, según las circunstancias: debiendo V m. acompañar al refe­rido un resguardo de sus hermanos, pues así se lo tengo dicho.

" Quando sea mi ausencia, es un misterio que no entiendo; sin em­bargo a .mi resÓlución firme a partirme pronto, debo haber renunciado tres Plazas determinadas, , como otras más ofrecidas aquí en glob~, y de suspirar por la América. Cada día me enredan en comisiones, siendo una de ellas la Constitución Magna, que es la primaria y final a 1.as Cor­tes, y se me dexa sin arbitrio.

( 1) Basilio H all. E l G<>neral San Martín en el Perú. Edt. La Cultura Argen­tina, Buenos Aires, 1920.

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"Entiendo que en breve pasarán éstas a Cádiz, y entonces estaré más proporcionado pa. concluír los grandes encargos de esa Pa tria, y or­ganizar una figuración pa. volar. Quiero ser sepultado en el Panteón de las Maravillas, pero dando antes un abrazo a Vm. como

" Su más atento y recond. amigo q.s.m.b.

Vete. Morales.

P. D. "Se congetura que el Cónsul de Cádiz escribe a los ·consulados de

América , pa. qe . modifiquen o retracten mi proposición pa, quando así sea Se explicará encontra el patriotismo. .

Cádiz, y marzo 23 de 1811.

"La adjunta Copia del oficio remitido a ese Cabildo por esta Dipu-~

tación, instruirá a U. en el resultado actual de las proposiciones. "El NQ último del Diario de Cortes instruirá el gran tiro que el ar­

cediano de Santa Fe, Dn. Martín Gil, prepara contra nuestro arcediano de Lima; apesar de sus grandes empeños lo contradije en Cortes con mucha más extensión de la qe. expone el diario, pues los extractos de las contestaciones americanas, suelen sufrir no . poco abandono. Conti­núo en diferentes modos el mismo empeño con aquel calor que me comu­nican las diferentes circunstancias de las barios . interesados en esta dig­nidad Eclesiástica.

" Mi hermano Alexandro entregará a U. los cinco número~ publica­dos hasta el día sobre los devates de nuestras proposiciones, en los si­guientes aparece el máyor esfuerzo que me ha devido la Patria.

"Aquel hombre, A. queda en fuertes agonías pr. aquí ,a pesar de los grandes médicos que lo ausilian sin duda pr. el mucho oró remitido pa. su curación, pero el -Pobre enfermo tiene en un amigo Ntr. la fiebre ama­rilla .más ardiente qe. puede V. imaginar. Se resolvió tarde pa. la em­presa, pero queda decidido a no abandonarla, aunque vea diez columnas francesas.

"Napoleón acaba de publicar en La Gaceta de Madrid un Decre to donde reconoce la independencia de ntras. Américas. Recibe a sus pleni­potenciarios y las admite a su Comercio.

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"Por el Navío Inglés de Grra. titulado el Baluarte, podré escribir más despacio.

La que sigue contiene importantes párrafos sobre políti~a europea, y sabrosas revelaciones de intrigas americanas. · El ambiente de la épo­

- ca y de la localidad, con una naturalidad que sólo en las cartas íntimas se logra hallar.

Cádiz, y mayo 1 7 de 1811. "Sr. dn. Franco. Moreyra.

"Amo. de mi mayor aprecio: Aprovecho la ocasn. bien aventurada del aviso de Cartagena pa. felicitar a Ud. comunicando aquellas noticias qe. más nos interesan.

"Queda nuestro Silva propuesto en primer lugar por toda la Cáma­ra pa. la mitra de · Guamanga, cuya consulta pende hoy en la Real ·A., de donde ha de baxar a las Cortes, pa. la última resolucn.; tuve la suer-:­te en aql. primer Tribunal de prevenir el .mérito de nro. colega, median­te la grata corresponda. qe. llevo con los SS. Sotoposada y Requena, dos de los tres qe. absuelven la Cámara y la tendré mayor en Cortes de confirmar extensamente ei mismo dictamen.

"Absuelto este paso se procederá. a la provicion de nr. Arcedianato, en que ya estoy chocando con aql. Arcediano de Sta. Fe, dn. Man!. Gil; de quien hablo a Ud. en mis anteriores. Este eclesiástico qe. pr. especu­laciones emigró de su iglesia y há venido a este punto pa. acusar a sus herman0s y decantar extensamente el zelo y patdotismo, la ha tomado con los beneficios mayores de ese Reyno, tendiendo fuertemte. a la cita­da mitra, y ya dirige la puntería al arcedianato, como yo se lo anuncié en ~esión pública del Congreso: pero ya he expresado a los nominados Camaristas que la postergación del Sr. dn. Bartolomé por un tan intri­gante, sería un grave desconsuelo y el mayor escándalo para todo el gre­mio eclesiástico del Perú. Se me ha contestado decisivamente muy bien, y así no dudo del suceso. Oxalá se me presentase un igual caso aco­modado a las circunstancias personales, pero ya se me pasará el aviso de oportuna cuando la haya.

"Hemos tenido en la época incidencias militares de satisfacción. W ellington arrolla a las tropas de Masena, 'perseguidas de enfermas; y el 1 Q del pasado Abril la guarnición italiana, llena de odio a su compa.

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la francesa, nos entregó en la alta noche a la gran plaza de Figueras. Se dixo qe. nos havía costado la pérdida de 123 hombres pero entiendo que no huvo alguna. Ayer han añadido que los enemigos la acaban de re­conquistar, pero como tanto se miente, suspendo mi juicio en noticia tan sensible. Repitiéndose iguales efectos al de otra toma, otra sería ntra. suspirada suerte. ·

"El Papa ha ofrecido unas demostracions. de vigor apostólico que harían honor a los primeros siglos. Pronunció un anatema contra Na: poleón, declarándolo exco.mulgado; vetando nulo su matrimonio con la austriaca y bastarda la prole que tuviese del; igual rayo ha fulminado contra Bernadotte, que hizo profesión público de Luteranismo; y se ha negado a la conferencia que solicitaba del Embaxador de Austria, dirigi­da a un cange de Roma y sus estados anexos con unas posesiones del te­rritorio de . Salisburg. Napoleón ha hecho en París una asamblea ecle­siástica de Cardenales y Obpos. y es natural que su designio sea de­gradar a Pío 79 y nombrar de sucesor al conocido Feiché, hermo. si no ine. equivoco de Leticia.

"A su modo hace igual ruido un papel presentado ayer en las Cor­tes con este título: "Rasgos sueltos para la Constitución de América". anunciadas por el Intendente de exército, don José Gonzales y Monto­ya. Conoce Ud. mucho a este autor po. no sabe que aspira a dos em­plE>os a ministro universal de América, o a ser Visitador Gral. y legado nacional para reconciliarla con la Metrópoli. Dice entre otras cosas que no hay Religión en los Eclesiásticos de América, señaladamente el Perú. Tampoco en sus Audiencias, cuyo nombre debe suprimirse, corno también de los Virreyes co.mo déspotas consumados. Muy satisfecho de sus ideas, las ha impreso, y ansío la primera oportunidad para remitir a U. un exemplar. Memorias a mi Sa. Da. Manonguita y al Sr. dn. Bartolomé, también al buen Irigoyen, quien instruirá el estado poco grato de ntras. proposiciones para el oficio dirigido a su cuidado. Queda bueno su afectísimo servidor q.b.s.m.

Vicente Morales.

Cádiz, 1 Q de octubre de 1811. S . D. Francisco Moreyra.

"Carísimo amigo mío: repetiré a Ud. gran parte de lo que tengo escrito en mis anteriores por la ruta de Cartagena y a lgunos Anglo-ame­ricanos, para ocurrir al ext¡¡¡vío que hayan sufrido.

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" Me ha prometido el Numpcio las licencias para oratorios que U d. me pide, luego que la Regencia le alce la suspensión intimada por la Re­gencia anterior sobre el uso de su D elegación Pontificia. Advirtiendo la multi,tud de instancias Eciesiásticas de América que al gunas me tocan, excité a las Cortes para que se pasase una orden a la Regencia sobre la habilitación de un Tribunal destinado a este urgente propósito, consul­tando antes a los Supremos Consejos. Y a estos se han explicado a fa­vor del referido Numpcio, pero aun pende otra nueva consulta a la Jun­ta General de los Secretar ios del D espacho. Ji.bsuelta ésta, expondrá la Regencia su dictamen a las CortE:s, y se expedirá así nuesta. solicitud consavida, como también ia provisión de tan to negocio sobre obispos no~ minados en que se comprende nuestro Silva, sobre cuentos Monacales etc. etc. Bien pudiera recabar las referidas licencias, así como logró el P. C abezudo Regente de esa Casa Agustina de Sn. Ildefonso, el ma gis­terio; pero no lograría el pase del Consejo, como le sucede a éste.

" D-esearía detenerme más, pero mis ocupaciones y no sé qué humor melancólico que quiere dominarme, no permite la grata y dulce deten­ción con Ud. Ñli partida para ese país es todo m i deseo, pero sin un incidente muy- extraordinario no la entiendo verificable, ni antes de con­cluirse las Cortes, ni acaso después". E sta consideración es para mí un tósigo que Ud. con sus grandes talentos podrá adivinarlo, pero nunca comprender cavalmente, hasta tanto que Dios me permita el feliz m~­mento de dar un abrazo a Ud. como ardientemente desea su verda dero y amante servidor Q.S.M.B.

Vicente M orales.

"Ni acaso después". Extraña frase de Morales y Duárez, que en­traña una asombrosa premonición. En las anteriores ca rtas se jacta de su salud, como para alejar la suposición de que su muerte fué natural; Y en Úta anuncia su "corazomida" de que está próxima.

Estas cartas contienen además de las pulsaciones de la Historia eu­ropea, en ese momento cumbre de la humanidad, los anhelos de corazón gigante del pa triota limeño. No ocurrió con él lo que con tantos otros personajes criollos, a quienes los honores de la Corte hicieron olvidar la Patria desgraciada y lejana. Por el contra rio. Surge en él un empe­ño romántico, un patriotismo de ultratumba, que lo hace clamar por In vuelta a la tierra nativa, para vivir en ella sus últimos años y para des-

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cansar debajo de ella -en el Panteón de las Maravillas-"- ( 1 ) su últi~ mo sueño.

Ningún peruano ha llegado a posición tan encumbrada como Mo~ rales y Duárez.

Su grito postrero fué: ¡¡QUIERO SER SEPULTADO EN EL PANTEON DE LAS

MARAVILLAS!! Los pueblos americanos han recogido, amorosos, las reliquias de sus

grandes próceres ( 2), inhumados en tierras extranjeras. De nuestros cementerios de Cañete y de Maravillas, recogieron Chi~

le las cenizas de O 'Higgins; el Ecuador las de Rocafuerte; la Argentina !.as ae Monteagudo. . . \ 3) .

Toca a la Universidad ·de Lima hacer oír su voz y conseguir la re­patriación de las reliquias mortales del Conciliario Mayor, para colocar­las al lado de los próceres que, con ia idea y con las armas, dieron la libertad a nuestro pueblo.

De 1808 hacia adelante, Napoleón Bonaparte invadía España con sus tropas, despedazando sus castillos y plazas fortificadas: entraba en lid con el Sumo Pontífice, infiriéndole ignominiosos vejámenes; divor­ciábase de su esposa legítima, que era estéril, y, por tanto, no apta para tronco de una dinastía napoleónica; contraía matrimonio con la hija del Emperador de Austria; proclamaba la libertad de la América Española. Todas estas pulsaciones de la Historia están registradas en las cartas de Morales a su amigo, el ilustre limeño Francisco Moreyra y Matute. H é­las aquí :

De 28 de setiembre de 1810, datada en la isla de León. Dice así :

"Y o no sé a dónde voy con mi cuerpo, ni dónde y cómo me fixan los destinos! Errante por mares desconocidos me vi sin pensarlo en la cima de Tenerife, la más elevada de estos mundos; cuarenta días des-

( 1) Nombre que se daba al cementerio de Lima, entonces de reciente fundación.. y con el que aun hoy se le designa. ·

(2) En 1811 la fiebre amaril!a crasaba en Cádiz. Hubo un dia en que murie­!Ofi de ese mal tres diputados a Cortes.

(3) En 1868 Chile envió una escuadrilla a recibir los restos del Director O 'H ig­gins, los que fueron entregados en una imponente ceremonia en el cementerio de Ma­ravillas , y partieron de aguas del Callao el 30 de Diciembre.

El 23 de Setiembre de 1884 fueron exhumados, del mismo cementerio, los restos mortaies de Rocafuerte , finado en Lima el 16 de Mayo de 1847.

En la misma Necrópolis se hizo entrega al Gobierno argentino, de las reliquias de Monteagudo, que fueron repatriadas en la fragata Sarmiento, el 18 de Julio ¿e 191 7.

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pués, peregriné para Cádiz, de donde a los cuarentiseis días fui arreba­tado para esta isla, donde me hallo entre las bayonetas, bombas, milita­res, políticos, sabios, sofistas, intrigantes, legisladores y demonios; por éste propiamente es el lugar de que hablaba Pitágoras quando dice el historiador Heinnecio que domínibus aera et omnia repleverat.

"¡Pobre de mí! ¡Quál será mi último paradero! Solo .me consuela el beneficio tan inópido como inestimable que he debido al Cielo, de una salud y una serenidad inalterables en todos los puntos de mi peregrina­ción; mortificándome sólo por dos semanas un ligero constipado en Cá­diz, porque es muy preciso y justo hacerle sentir a un americano la atre­vida empresa de penetrar estos países en días tan· borrascosos, y me consuela más que todo la magnitud y cúmulo de dignaciones que he re­cibido por todas partes, tan superiores, a mi pequeño valor, que jamás pude soñarlas.

"El general de C anarias y su obispo, escribieron al Consejo de Re­gencia pidiéndome por Hoídor, visitador de aquellas Islas, y si podía ser de Regente, dando mérito a este agregado la repulsa que hice a dichos señores sobre mi acomodamiento en ese pays. El resultado fué solisitar­me ·( 1 ) la segunda semana de mi arribo a Cádiz un ministro haciéndose oferta de ambos destinos juntos, que reusé baxar el martes 18 del co­rriente un decretq de regencia, nombrándome para una Alcaldía de Cor­te de esta R. Audiencia. Nómbraseme el jueves _29 diputado del Perú, por todos los el<;ctores, en el modo que instruyo la adjunta papeleta que pasará Ud. al marqués de Montemira, quien está encargado de remitir a Ud. también una copia d e mis memorias históricas sobre C ádiz, y verme enredado c~n grandes a tenciones de este destino y con otras coloc¡:iciones mayores sobre .mi por gentes que quieren, pueden haverlo, y no puedo yo resistir como quisiera. Todo mi anhelo es, (lo que constantemente

. suspiro al Cielo) el logro de este feliz pays, no el falso sino el verda­dero del reposo y la Religión. Pongamos diques a esa pasión intermi­nable de la ambición y reposemos algo para cortar el gran vuelo que nos espera a todos.

"Así, incierto de mi suerte y de cuál será mi ubicación, he preveni­do al caballero don José Santiago Rota l de, paisano nuestro, hermano ma­yor de esos caballeros Santiago, mi acudiente en estos lu gares, mi amigo, y el hombre más digne de cualquierá confianza, que aviso A V.M. en la ocasión tenerlo elegido para sostituír mi lugar en el poder y preten­siones que V. M. se dignó someterme, cuando yo me ausente, bien a

· ( 1) Hemos respet3do la ortografía de los originales.

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la América o a la eternidad, ciñéndose en punto de gratificaciones a la instrucción que le dexaré de mi puño y letra, pues con más conocimiento de estas cosas, hago una gran rebaxa de todas ellas hasta dexar alguna en la tercia parte de lo consignado. El está corriente, pero sirvan de gobierno estas dos calidades, que le tengo fixada Ja gratificación de mi~ pesos, para el caso de lograr alguna pretensión en término de honor y pureza, es decir de confesar escrupulosamente el tanto dado que deberá economizar quanto se pueda; y remitiéndole un libramiento de sus herma~ nos a quienes ha suplido en la ocasión trescientos ochenta duros.

"Remito este número 17 del periódico titulado el <;::enciso, que ins~ truye la instalación del Consejo Nacional. Es muy poco lo que dice, pues la cosa fué, es y promete ser mucho mayor. Casi todos los concu~ rrentes son muy hábiles, hay muchos sabios, se habla con toda libertad y hay dos graciosos que hablando en la madrugada (pues hasta allá al~ canzan las sesiones) nos dispiertun y hacen dar carcajadas sin término.

"Yo no lo tendría en hablar con V.M. pero la campana me llama a la junta, y sólo podré hacerle una encargada súplica reducida a protes~ tar al señor Tesorero Dr. D. Bme. ( 1) mis cordiales, finas y respetuosas memorias, ponerme a los pies de mi señora doña Manolita y hacerme siempre la justicia de titularme

"su más verdadero y afectuoso servidor Q.S.M.B.

Victe. Morales .. "

"Sor D. Francisco Moreira.

Adjunta ~ esta tarta, está El Conciso NQ XVII, del 26 de setiem~ bre de 181 O. En el punto que contiene el acuerdo de que _las Cortes tengan el tratamiento de MAJESTAD, la Regencia y todo poder execu­tivo al de ALTEZA, hasta la venida de Fernando VII, agrega al mar~ gen Morales, de puño y letra: .

"Subí a la tribuna para abogar por la continuación del título de MAJESTAD que ha merecido a la nación y Cortes extranjeras, exfor~ cé un discurso que no será fácil hacer otra vez, pero en la votación per~ dí; mas al · parecer agradó al concurso y mucho más al legado de Roma que lo escuchó y al tribunal interesado".

( 1) Bartolomé Moreyra, Dignidad de Tesorero de la Catedral de Ayacucho.

I

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En otra parte de El Conciso, que se refiere a la comisión nombra­da para comunicar a las Américas , por ahora, los reales decretos, pone al margen: "Al papelito". ·

Este, adjunto también a la carta, dice:

" Papelito reservado que se romperá". "Esa comisión, obra de la otra América, muy meditada desde antes

que yo apareciera , desplegó sus disparates en la madrugada del 26 por un papel tan apartado como acreedor al desprecio, dando margen a un susurro contra los americanos. Entonces el diputado del Perú vuelve a

-1a tribuna y dice : el diputado del reino de Granada ( 1) absténgase por ahora la voz de general de la América siñéndose únicamente al reino que le ha confiado sus poderes. H ablando yo con los del Perú, con­tradigo todo ese papel y sobre habla noto ia impropiedad en ésto, la ex- ' travagancia en aquéllo, y la impolitíca en lo otro. . . Mi Pays siempre fiel y respetuoso al trono no necesita de modos, comentarios ni nuebas fórmulas para recibir con el mayor júbilo la gloriosa noticia de la fel iz instalación del Congreso más a ugusto en la nación, y para tributarles los .más puros y sinceros homena jes del mejor basallo.

"En este lugar fué interrumpido su discurso por las vivas aclama­ciones de los vocales, que se aumentaron viendo que en al" pronto suscri­bieron a la moción de este orador los diputados de Bs. A ires, Chile y Caracas. Esta arenga no tuvo el mérito de la anterior. Sinembargo fué palmoteado y la otra no prevaleció como se ha dicho H abent sua [ar­ta libeli.

"No es posible hablar más claro, porque hay jura mento para no manifestar las discusiones calificadas por secretas, como es ésta. Se ha dado hoy orden para que a la mayor brevedad salga de los dominios españoles el duque de Orleans que nos persigue aquí con su persona, en la isla y dentro de la junta con petitorias para apropiarse la Regencia. Y o le apliqué en la discusión la 3i; tit. 18 Part. 2 que acaba su p reten­sión".

XIV. - LA ORACION FUNÉBRE DE BERMUDEZ

CUANTOS SE han ocupado de Morales y Duárez tomaron los da tos de la famosa oración fúnebre de 7 de noviembre de 1812, del Ca-

(1) Mexia

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nómgo Magistral de la Catedral de Lima, José Manuel Bermúclez. Sin ese bien documentado discurso, casi nada sabríamos de aquel personaje.

Por ella sabemos . que era hijo de Vicente Antonio Morales y San­tistevan, natural de Granada, y de IVIaría l\!Iercedes Duárez y Ansúrez, descendiente ésta de aquel Pedro Ansúrez que en tiempos del Emperador Carlos V vino a Lima como Capitán de 150 lanzas, fundó Chuquisaca y Arequipa, y murió luchando como un valiente en la batalla de Chupas (Huamanga) en 1542, a favor de Vaca de Castro.

Nació en Lima, el 24 de enero de 1757 y murió en Cádiz el 2 de abril de 1812, a los 57 años de edad.

Se educó en el Seminario, bajo el rectorado de Agustín de Gorri­chátegui, que, andando los tiempos, llegó a ser Obispo del Cuzco. Tu­vo propósito de ingresar al clero; pero cambió de orientación y continuó sus estudios de Derecho en San Carlos, donde en 20 de marzo de 1773, participó en un lucido concurso, al que asistió el Virrey Amat.

Fué Catedrático en San Marcos de Institut~ . de Código, de Vís­peras de Cánones y de Derecho Graciano.

Ejerció la profesión de abogado, al lado del viejo jurisconsulto Juan Felipe Tudela. Estudió la oratoria . Fué Diputado Primero del Cole­gio de Abogados de Lima, creado por Real cédula de 17 de julio de 1804 , y colaboró en la redacción de sus Estatutos.

Era miembro de ·1a. Sociedad Amantes del País, presidida por el Con­de de Vistaflorida don José Baquíjano y C arrillo, y perteneció al nú­mer"o de los eruditos y brillantes redactores de El Mercurio Peniano.

Desempeñó en Lima los siguientes cargos: A sesor de los Tribuna­les nombrado por Gil de Taboada y Lemus; Asesor de la Inspección ge­neral en tiempo del virrey O'Higgins, quien lo recomendó en su informe de julio de 1798 para las togas de Reino. Carlos IV en 1800 ordenó a la Cámara de Indias que lo propusiese para las provisiones de las Au­diencias. El brigadier Joaquín de Molina, jefe del aposta dero naval del Callao, lo hizo Asesor de Marina durante todo el tiempo que ejerció la Comandancia General del Sur. Además de las cuatro cátedras que re­gentó, fué durante cinco años, Bibliotecario y <;onciliario Mayor de San Marcos; y como apoderado de la misma, se embarcó para España el 13 de enero de 1810, en la fragata "Fuente Hermosa".

Tocó en Canarias, donde su relacionado el Capitán General lo soli­citó para el alto cargo de Oidor y Visitante. Parece que también estu­vo propuesto como Virrey ( 1 ) , como él mismo lo hace saber en una de

( 1) Véase la primera de las cartas insertas al final de este artículo, de Morales y Duárez a Moreyra, de 28 de Setiembre de 1810.

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las cartas inéditas que escribiera desde Cádiz, a su amigo de Lima el es­clarecido rico-hombre Francisco Moreyra y M atute. Morales y Duárez rehusó tan Jl.onoríficos cargos y , después de 40 días de permanencia en Canarias, siguió viaje a España, a la sazón invadida por los ejérci_tos de Napoleón Bonaparte. Llegó el 7 de agosto de 1810, y el 18 de setiem­bre fué nombrado Alcalde del Crimen de Lima; pero dos días después le sorprendió su elección de Diputado suplente ( 1) a las Cortes de Cá­diz, a las que asistió desde la fecha de su instalación, que fué el 24 de setiembre de 181 O.

Para completar estas suscintas notas biográficas, reproduzco a con­tinuación algunos párrafos de la Oración Fúnebre del canónigo Ber­múdez.

M 3gnifice sapientíem tractabat Lib. 2. Machab 2. Empleó magníficamente su sabiduría

En solas es tas tres p<:bbras nos dió un sagrado historiador la más sublime idea de la grandeza de Salomón. A quel admirable P ríncipe prefirió la sabiduría a todos los demás bienes que se aprecian sobre la tierra. Reputaba por nada en su compara­ción la vida larga, honores y riquezas. Ella fué el único ob jeto de sus deseos y sú­plicas al Señor; y una vez obtenida, juntamente oon la gloria y opulencia, que se le concedieron en premio de su a certada elección , usó de ese precioso don del cielo con la mayor nobleza y magnificencia: Nlagnifice sapientiam tcactabat.

Sólo mencionaré, que fué uno de los primeros, que verificó con el mayor rigor en sí y por_ sí mismo, los nuevos planes: ya en a quel día tan notable en los fastos

( 1) Dice Bermúdez en una de sus notas: "En virtud del real decreto de 8 de Setiembre de 1810, de la primera R egencia, y conforme a la instrucción prefinida pa­ra que se procediese a la elección de diputados suplentes de las Américas, que re­presentasen por sus provincias en las próximas Cortes N acionales, fu eron convocadas en la sala capitular de la v enerable Orden Tercera del Coro de F ranciscanos D escal­zos de Cádiz, 28 peruanos que se hallaban en aquella ciudad, cuatro días an tes de la insta la ción de dichas Cortes y, presididos por un Ministro del Consejo y Cámara de Indias, nombraron por votación 7 electores, siendo el segundo el señor M orales Duá­rez, que sacó 25 votos. Estos 7 electos designaron inmedia tamente, conforme a la instrucción, 10 sujetos para que, de 2 en 2, eligiesen los 5 diputados prefixados por el Perú, lo que verificaron con la mayor quietud y tranquilidad, siendo también el se­gundo de los electos el referido señor Morales".

El Canónigo Bermúdez era tarmeño. Fué tenido como gran orador. Pronunció varias oraciones fUnebres de importancia, entre las que se destaca la de Morales Duá­rez. Concurrió como Delegado del Virrey La Serna a las conferencias con San Mar­tín en 1821 , y antes había sido uno de los conspicuos de El Mercurio Peruano. Sien­do dignidad de Chantre de la Catedral de Lima, falleció en 1830.

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del Colegio Carolino y de la escuela. en que dedicó, en un acto solemne, al sobe·rano las primicias de su convictorio: sustentando por la mañana, por el dilatado espacio de tres horas, con admiración de los sabios, !.os puntos más graves y delicados de los kgares teológicos, y llenando por la tarde la expectación del excelentísimo jefe que representaba y hacía las veces de su augusto Mecenas y la del más numeroso y auto­rizado concurso.

Ya quando se expuso a defender públicamente cincuenta questiones filosóficas y matemáticas, señaladas y elegidas a l a~bitrio de los maestros arguyentes, y quando, excediéndose a sí mismo, sostuvo en la misma forma y con igual empeño cien pro­posiciones teológicas, confirmándose c::m este examen, verd:.'lderamente memorable, el concepto universal de su aprovechamiento. ¡Funciones singulares y casi únicas en su género, en que tuvo muy raros que le precediesen y ninguno que la imitase!

Actuaciones incontes tables, estampadas con caracteres luminosos en las a ctas de su colegio y de la academia, en que hizo admirar en presencia de los más distingui­dos espectadores la universalidad de sus doctrinas, la agudeza de su ingenio, su pene­tración de las materias, y lo convinci!nte de sus pruebas, discursos y respuestas.

Emprende pues nuestro sabio joven adquirir la eloqüencia de los tribunales por los mismos medios de que se valió Cicerón. Aquel grande hombre procuró ante to­das las cosas poseer las bellezas y encantos del lenguage y del estilo: toda la fuerza y energía del discurso y raciocinio, para persuadir con deleyte y eficacia.

Se empeñó en que no hubiese para él, país extraño en el · inmenso campo de Ja literatura: en todo lo que encierran los secretos de la naturaleza, y las artes libera­les, y a un mecánicas: en todo lo que hay grande y notable en el universo, para poder hablar con facilidad y acierto de quanto se le preguntase. Para tratar con abundan­cia, precisión, propiedad e inteligencia, como un defensor público, de las causas ma­nifiestas y ocultas, de las comunes y privadas: no sólo de los bienes y fortuna, sino de la vida, libertad y derechos de los hombres.

¡Qué mucho que fuese uno de los encargados para la formación de los sabios es­tatutos de su Ilustre Colegio de Abogados! Que la sociedad de amantes del país Jo numerase en su gremio: que los personajes más ilustres, y los sabios de primer. orden apreciasen su amistad: que los particulares le confiasen a porfía sus negocios más difí­ciles: que de todas partes se procurasen sus acertados dictámenes, y por decirlo todo de una vez, que todo el público admiré!Se su sabiduría: magnifice sapientiam tractabat.

Entra pues a exercer el importante empleo de diputado del Perú. Y ¿qué con­cepto forma de la diputación y de un diputado? Que sea asiduo en el trabajo: que sea desinteresado, que sea amante de su patria, que sea. . . Pero no soy yo capaz de darlo mejor a conocer, que valiéndome de los mismos brillantes rasgos de su pluma inmortal, en un bello papel que escribió, digno a la verdad del cedro:

"La felicidad del país, dice, no consiste en gracias individuales; sino en planes ge­nerales, que a manera de un torrente difundan por todas partes, y por todos tiempos la prosperidad y abundancia. Para descender al clamor de esta solicitud he tomado dos veces por exordio en mi junta de constitución la protesta seria y expresa de re­nunciar mis aptitudes a quanto empleo, honor y distantivo me pueda conferir la na­ción. El diputado que no piensa en esta forma, lo será, no de su patria, sino de su pernona: desempeñará, no la confianza general, sino las miras particulares de los que acepte y distinga su peculiar interés".

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¡Con quanto esmero, fatiga y vigilancia trabajó en ella, juntamente con sus ilus­tres colegas: nuev os y mcj~rados Archímedes ( 1) que a pesar del espantoso estruendo del cañón enem igo, y de los horrores de un asedio y bloqueo continuado, no se dexan aterrar, no pierden la tranquilidad de su ánimo, ni interrumpen sus profundas investi­gaciones, teniendo la satisfacción y consuelo de verla acabada en sólo el término de un año!

T an'.os afanes, desv elos y fatigas ago tan y debilitan sus fuerzas: consumen y ex­tingi.!en en sus venas el principio de la vida. Un accidente violento lo sorprende, y nos lo arreba ta seis horas después del último congreso a que asistió, dexándonos su­mergidos en la noche más funesta. A la manera que un á rbol frondoso y elevado al que agitan continuamente los v ientos. cae ctl fi n y cubre la ti erra con sus ramas: de esta suerte lo derribó la guadaña fata l de la cima del augusto congreso a que había subido poco antes, siendo de cincuenta y siete a5.os, dos meses y nueve días con que terminó su glo~ia tempor2.l y p asajera, que se desvan eció como la sombra (2) .'

XV. - MOCION DE LOS DIPUTADOS PERUANOS

CON MORALES y Ouárez a la cabeza presentaron en diciembre de 181 O solicitando:

Que estas provincias tengan _sus representantes en la misma propor­ción que las de España;

Libertad para sembrar cuanto la naturaleza y el arte proporcionen en los climas respectivos, y para el ejercicio de la industria manufactu­rera y las artes en toda su extensión;

Libre exportación de frutos para cualquier país, y permiso para to­da internación, bajo cualquier bandera:

( 1) Bermúdez dice en la nota 28 de su oranon fúnebre: "Se compara a los au- • tcres de la C onstitución con el sabio Arquímedes, que fuertemente ocupado en la so­lución de un problema , no repGró en que Marcelo había ocupado a su P atria, S iracu­sa, ni se distraxo de su empeño por el temor de la espada enemig a que lo atravesó".

(2) El folleto "Honores patrióticos consagrados a la memoria del s~. Dr. D. Vi­cente Morales y Duárez por el C abildo de esta capital de Lima, en VII de Noviembre de 1812. Imprenta de los Huérfanos. 1812", por Bernardino Ruiz, dá cuenta del fa­llecimiento de Morales y Duárez; describe sus funerales, realizados en la Catedral. y los deta lles del suntuoso monumento que se elevó en el a trio de la misma; y de cómo ingresó a la ceremonia el virrey Abascal. ci¡anto el señor Arzobispo tenía a su dere­ch2 "tres iiustres peruanos : el Sr. Conde de Vistaflorida, Consejero de E s tado, el Iltmo. Sr. D. José Silva, Obispo de Huamanga y el Sr. Marqués de Montemira, Inspector G eneral del Reino.

En la primera página lleva una hermosa agua fuerte de Morales y Duárez.

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Libertar el comercio con Asia, y abolición de los privilegios; y ex­tinguir los estancos;

Libre explotación de azogue, bajo la dirección del Tribunal de Mi­nería inhibiéndose los Virreyes e Intendentes de entender en la admi­nistración del ramo;

Que los americanos -incluso los indios y sus hijos- tuviesen igual­dad de derechos con los europeos para optar empleos públicos;

Que los empleos de América se diesen por turno, mitaa a los natu­rales y mitad a los europeos; y

el restablecimiento de la Compañía de Jesús ( 1) .

( 1) Los diputados peruanos hicieron saber al cabildo de Lima el resultado de esta moción, en la siguiente nota, de fecha 23 de marzo de 1811:

Excmo. Señor:

Las propos1c10nes cuya copiR por triplicado hemos remitido a- V. E . y que inclui­mos también en éste, Je habrán hecho ver parte de nuestros cleseos respecto de aquel país que tenemos el honor d~ representar aunque accidentalmente en el augusto congreso de la nación. Ahora indicaremos a V. E. con la brevedad a que nos obligan las circuns­tancias, cual ha sido su resultado; mientras tenemos oportunidad de hablar a V. E. por extenso de estos interesantes <1suntos.

La primera proposición tiene como entenderá V. E. dos partes: Ja una trata del derecho; y del hecho la otra. Aquella está sancionada: es decir se ha sancionado que la representación nacional debe ser respectivamente igual a la de España y que ésta sea una de las bases de la C onstitución. La segunda que pedíamos, que aún para est;o:s Cor tes se completase según aquel principio la representación de los americanos, convocando a los que falten del mismo modo que a los europeos, ha parecido .ª S. M. llena de tantos embarazos, que; no lia tenido a bien acceder a ella.

La proposición segunda se ha concedido, y en su virtud ia agricultura, la indus­tria y las artes están ya en América libres de las prohibiciones y trabas que hasta ahora se oponían no solo a su prosperidad, sino aún a su existencia. Y cuando los campos del Perú se hallen colmados de todos los frutos que la naturaleza les brinda; cuando por todas partes se vean las fábricas y talleres a que convidan las circunstan­cias, la preciosidad de las primeras materias y la disposición de los na turales; y cuan­do por las consecuencias de este orden de cosas, todo tome un nuevo aspecto en el Perú, nosotros nos gloriaremos de haber sabido aprovechar la situación en que nos ha colocado la providencia, para poner la primera piedra de este edificio tan grandio-

. so como nuevo e inesperado. Acerca de las proposiciones siguientes se ha decretado que pasen a una comisión

para que informe. Como nu·estro ánimo no ha sido precipitar las r¿soluciones en ma­terias tan dificiles ·y trascendentélies, y como, por otra parte, estamos persuadidos, de que los d(>rechos de América se conocerán y respetarán más cuanto más se examinen, no nos queda otro sentimiento sino el de no ¡:ioder desde luego comunicar a V. E. Ja favorable determinación de nuestra solicitud en este ramo que vivificará los prece­dentes.

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Al tratarse de la paridad de derechos de representación entre ame~ ricanos y peninsulares el elemento español apeló a la táctica de la demo~ ra y la obstrucción. Con este motivo dijo Morales y Duárez:

"Yo c,ntiendo que la gran demora de la presente discusión es muy perjudicial y nociva, porque (prescindiendo de otras considerackmes) o el punto que se cuestiona es de gracia para la América o es de justicia. Si lo primero la tardanza disminuye el beneficio; si lo segundo, aumenta el agravio".

Así planteado el argumento era un silogismo a usanza escolástica, como se acostumbraba en esa asamblea en la que había crecidísimo nú~ mero de curas y canónigos, liberales unos y serviles otros, pero escolás~ ticos todos.

Constreñidos los Diputados a ventilar el punto, porque necesitaban de la cooperación de los americanos, que eran 20 % del total, y porque

Hallóse por oportuno dejar la 6~ proposición par::i cuando se arreglase el sistema general de la Hacienda pública.

La proposición 7JJ se ha concedido con má s ampli tud ¿., lo que ella contiene. Se ha mandado que 2sí la explotación de las minas de azogue como su comercio, sean absolutamente libres y sin l'estricción alguna.

C::imo la 8~ contiene una eterna verdad, er:?. preciso que se aprobase también; y se ha aprobado.

Pero las dos siguientes con que tratábamos de hacer real y efectivo el contenido de la anterior, se han diferido por tratarse de la Constitución del Estado en que se trabaja incesantemente y que en breve estará concluídc ..

Finalmente Ja 11 ~ proposición fué desechada. Además anunciamos <:t V. E .. con particular satisfacción que S. E. se ha servido

eximir a los indios del tributo que pagaban y tanto los afligí<i, no por su can tidad sino por las extorsiones que sufrían por fsta causa. Los indios. los malhadados indios res­pirarán ya, y verán que por primera vez al cabo de 3 siglos ha habido quien ;:ibogue por ellos hasta conseguir quitarles de encima esa carga abrumadora . Entre tanto nosotros nos ocupamos de meditar arbitrios con qué suplir aquella parte de los tributos que cedía en beneficio de los mismos tributarios; ta les como los S inodos de los C uras; y cuando S. M . resut>lva acerca de este interesante punto, avisaremos a V. E. en la primera ocasión.

Reiteramos· a V. E. con todo el encarecimiento que nos es posible, se sirva ins­truir de éstos a los demás Ayuntamientos y al público, que tienen un derecho sagrado e imprescriptible para saber y juzgar las aspiraciones dE: los que le representan: dere­cho que nosotros reconocemos gustosamente, tan temido de los que abusan de su mi­nisterio, como consolador de los que proceden con rectitud; y que solo los tiranos que aman las tinieblas pueden usurparle.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Dionisio Inca Yupanqui. ~ Vicente Morales. ~ Bias O sto/aza. ~ Ramón Fe/iú.

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la situación de las colonias levantadas en armas contra la metrópoli acon­sejaba no tirar mucho de la cuerda y más bien endulzar las condiciones del coloniaje. comenzaron los debates de fondo; y si bien se mantenían con altura, no faltaba. de vez en vez, alguna salida humorística y ofen­siva. que alteraba los ánimos y provocaba réplicas acaloradas.

Julio V. González (Filiación Histórica del Gobierno Representati­vo Argentino. Buenos Aires , 1937) , atribuye importancia a la revolu­ción española y a las Cortes de Cádiz en la emancipación de las Pro­vincias Unidas del Río de la Plata, pero sostiene que los móviles de ésta fueron de carácter económico, y reitera con más fuerza este concepto cuando habla de la Junta de Cádiz, organismo formado a la caída de la Junta Central , por eleccióa de los jefes de familia de esta provincia, a la que se acusó de haberse inspirado demasiado en los intereses comercia­les de campanario. Esta Junta atribuyéndose fac ultades que no tenía declaró en suspenso la autorización otorgada a las colonias españolas pa­ra comerciar con Inglaterra y demás naciones, medida que originó una ardiente protesta en Buenos Aires, porque hería sus intereses comercia­les. González a propósito dice (P. 60):

Recuérdese la réplica de Cornelio Saavedra al Virrey en la entrevista de 21 d(' mayo: "Y qué, Señor. Cá diz y la isla de León son España? ¡Este territorio inmenso sus millones de habitantes han de reconocer la soberanía de los comerciantes de Cádiz y en los pescadores de la isla de León ... ".

Pero el caso en el Perú era distinto. Y a hemos visto como las Cor­tes accedieron a la mayor parte de las peticiones de orden comercia l o económico de los diputados por el Perú. Lo dicho por González es exac­to para la Argentina, perd no para nuestro país. En cambio, los ideales liberales del siglo XVIII y debates de las Cortes de Cádiz tuvieron in­fluencia decisiva en el ánimo de los criollos del Perú.

La declaración de las Cortes de que ejercerían el poder supremo por estar cautivo el rey, sirvió de título justificativo para que los cabildos de América hiciesen lo mismo, y González lo reconoce con estas palabras:

"Esta corriente vigorosa e incontenible de renovación institucional de revolución política de regeneración social de justicia distributiva de redención humana -que todo ello tiene la brillante labor constituyente de las Cortes de Cádiz- hubo de alcanzar como objetivo principal de la revolución a las colonias ·de América". (P. 31).

R. M. de Labra en "España y América: 1812-1912" . dice: que la Constitución llegó tarde. cuando ya se habían producido las insurrecciones en América, y agrega:

"Además no puede dejar de estimarse la circunstancia de que la mayor parte de las au toridades a quienes se confió la promulgación y el planteamiento de la Consti-

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tución y las leyes reformistas de Cádiz, así corno la explicación y práctica de las de­claraciones y los decretos más o menos expresivos de la regencia española, eran, por lo general. personas de opiniones contrari2s a estas disposiciones, como io evidencia­ron después, cc-mbatiendo en España a los ekmentos rl'sueltamente las situaciones li­b E>rales.

"Agréguese a ésto la considr:ración d<: que en aquellas comarcas dende fué pro­nmlgada la Constitución del 12 (cuyo injustificado aplazamiento produjo concretamen­te la insmrección del Cuzco) duró r:my poco la vigencia del código democrático, por­que pronto fué este suspendido y todo quedó bajo el imperio de la ley de la guerra".

Más adelante, hablando de la labor de los americanos fuera del tó~ pico referente a la emancipación, dice:

"Lo ahora cordada y dicho debe servir tan sólo para que el. lector comprenda: 1<.>, que los diputados americanos tuvieron influencia y peso en las inmortales C ortes de C <idiz, a pesar de que mientras ellos actuaban ~n Europa se desarroll2.ba la insurrec­ción en América; 2°, que esos diputados se ocuparon en aquellas Cortes no sólo de los

.. intereses exclusivo_s de sus r.:spectivos paises, si que de asuntos generales y nacionales; 3'1 .. que en sus campañas acreditaron su talento y su ilustración en jus ta corresponden­ci2 con sus compañeros in:::u!ares, evidcnc1ando no sólo la cultura de las clases privi­kgiadas de América, si que la capacidad de este país para vivir la vida libre y cons­titucional que los españoles, con indiscutible derecho; 49, que la aspiración más enér­gica y constante de esos diputados fué la de la igualdad de españoles y americanos". P. 79.

XVI. - ANTOJITOS AMERICANOS

EN MEDIO del aparente respeto que los diputados peninsulares de~ mostraban por los americanos, a veces irrumpía el 'oculto desdén de que hacia ellos estaban animados, y ésto desencadenaba las réplicas ardoro~ sas de los elementos más prestigiosos de la representación ultramarina.

Cuando se exigió el tntamiento de paridad a favor de éstos, com­batiendo el proyecto de crear privilegios especiales para los nacidos en España, uno de éstos dijo que esos eran antojitos americanos. Feliú, re~ plicó airado:

Señor: los americanos: no imaginaron que se calificase nuestra so~ licitud de antojito, como ahora mismo se acaba de calificar con un modo bien poco digno para expresarse aquí. Los americanos, señor, saben también expresarse y usar de toda clase de estilos; pero saben igualmen­te cuál es el que se debe usar delante de V. M. Más llámese como se

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quiera y entrando a su discusión en el estado que hoy tiene, me contraeré sólo a los reparos nuevamente propuestos y que no estén desvanecidos, ya por el excelente y sólido discurso del Diputado por Tlasala. ( Alu­día al elocuente Juan José Guereña).

Nuestro compatriota el trujillano Ostolaza, dijo a su vez : "Sorpren­dido el primer día al ver que la proposición no se votaba por aclamación, lo he sido mucho más en lo sucesivo, cuando he visto reproducidos los mismos argumentos disueltos antes, y afectar ahora nuevamente fuerza , en los grandes obs táculos que se dieron por tierra el primer día . Y agre­gó,' aludiendo a lo del tiempo oportuno: " No se diga que es tiempo impor­tuno, pues el deudor cumple con su deber si hace lo que puede para pa­gar. Al cuidado del acreedor está el cobro. Más, ,Señor, ¿sería opor­tuno que el médico y el confesor, viendo las dos vidas en peligro se es­tuvieran con indiferencia para aplicar los remedios que acaso salvarían a l enfermo de cuerpo y alma? No sería una imprudencia dejar esta propo­sición, para otra oc~sión en que estas reflexiones no hagan fuerza?" Con ' esto se refería al precirn momento en que E spaña por su aflictiva condi­ción y por el estado de rebelión de las colonias debía ser más asequible al justo pedido de América.

Mejía, apasionado y valeroso, planteó el mismo argumento con cla-ridad y dureza, diciendo: .

" Señor, los males extraordinarios exigen extraordinario sacrificio. Fixe la vista en aquellas provincias V. M .. más grandes que toda la pe­nínsula; ellas han dicho que solamente en tratánd.olas conforme a los principios de justicia se tranquilizarán; es decir, rigiendo la unión igual, se acabó toda la revolución. La separación del reino de Granada es ef ec­to de la desigualdad. Empezaron las conmociones en La Paz, volaron a Quito, resonaron en Caracas y Buenos Aires, se han afirmado en San­te y y a despedazan a Nueva España. ¡Cuánto me temo por el Perú! Aquélla mina secreta, que empezó a reventar por Chile, quizás Señor irá sordamente cundiendo y algún día ...

"V. M. tiene muchos enemigos que lo rodean por todas partes. Es­tos mismos se aprovecharán de las moratorias de V. M. en cumplir los deseos de los americanos, para deciries: Mirad cómo os trata la metró­poli: si ahora, flaca y afanada, os desconoce ¿qué será mañana, si se ro­bustece y vuelve poderosa? ¿Qué esperaréis de los triunfantes europeos cuando hoy que os necesitan, os injui;ian con tan clamorosa desigual­dad "

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Cuando se trató de la representación de los indios, Quintana, el más grande poeta épico de España y hombre de sentimientos rectos y magná­nimos, dijo:

"Y o jamás seré de opinión que el indio sea representado por otro que por un indio, el criollo por otro que por un crioilo, el mestizo por otro que por un mestizo. Estas tres clases me las figuro como tres pro­vincias, así lo considero justo y necesario; no es posible admitir la repre:.. sentación de otro modo, porque sería' cosa ridícula que un murciano re­presentase por un catalán, un valenciano por un gallego, un vizcaíno por un andaluz".

Pero inflamándose en la oratoria y con el incontenible estro de su alma de poeta, agregó:

"Los mulatos tienen voz activa, no pasiva. Tengan también aquí los esclavos uno que represente por ellos, no como diputado sino como apoderado que exponga sus derechos: Señor, veamos de una vez que to­dos tene!Ilos alma racional y que todos somos hijos de Adán".

Este temperamento, prematuro para el estado de fas ideas e incom­patible con la existencia de la esclavitud, que aún subsistía, no prosperó. El mismo Morales y Duárez se opuso a ella; en cambio al tratarse de los indios fué Morales y Duárez. el defensor ' decidido de la raza, y rebatió la objeción de los peninsulares opositores, que en mala hora argumenta­ron que desde que no había censo de indios, no era posible establecer el · número de representantes. Esto dió lugar a Morales que les enrostrase que había censos para el efecto de extraerles un tributo y, por lo tanto, no debían faltar para la fijación del número de diputados. Estas fue­ron sus eruditas palabras:

"Para marcar el enor.me paralogismo de cuanto se ha . dicho sobre las distancias de los departamentos indios bastará asegurar que no hay sólo indio de los súbditos de V. M. que no se halle alistado en muchos casos (o matrículas) públicos, auténticos y solemnes. Antes de palpar­lo V. M. en este censo que presento del Perú (sacó entonces la Guía Política del año 97) haré una breve exposición del modo siguiente: La América se divide en virreynatos, cada virreynato en intendencias; cada intendencia en partidos o sub-delegaciones: cada una de éstas reconoce un cacique, cuyo primer deber es la cobranza del tributo de sus respec­tivos indios, con la consignación de dos por ciento y la responsabilidad

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de toda falta. Tiene por tanto su planilla íntegra y exacta de los indios, que presenta al sub-delegado con lo cobrado, y quien hace el ajuste co­tejándola con otra recibida de la capital, de la Contaduría General de Tributos . . .

Así es que esta Guía ofrece cabalmente ese censo de los indios, co­mo también de españoles negros y demás castas, con designación de sus clases, sexos y destino, como verá muy bien V. l\tI. en la razón de la capi­tal de una intendencia y el resumen general de todos sus partidos. (Abrió la Guía sobre la intendencia de Trujillo, recitó los lugares expuestos que son una iazón muy individual de todos aquellos habitantes, sus sexos y profesiones y siguió diciendo) : Por esta razón leída se dexan entender las demás de las otras intendencias bajo el mismo orden".

Estas palabras del tribuno limeño encerraban un sangriento sarcas­mo y .más tarde una justificación para quiénes conspiraban por la liber­tad del Perú ( 1 ) .

Los renuentes peninsulares se acogieron a la obra del obispo de Darién, Fray G abriel Arias y Quevedo. escrita para probar a Carlos V que los indios eran siervos a natura, (por naturaleza), en los días en que Bartolomé Las Casas sostenía los derechos de los indígenas en la Corte de Carlos V.

Morales y Duárez con palabras eruditas refutó y ridiculizó al Obis­po de Darién, confrontando sus opiniones con las de Bartolomé de las Casas, el célebre Obispo de Chiapa, cuya voz apostólica y justiciera se había impuesto tres siglos antes a la conciencia del mundo, y de Santo· Toribio de Mogrovejo: autoridades ambas, ante las cuales la figura de Fray Gabriel Arias de Quevedo resultaba insignificante.

( 1) Luis Antonio Eguiguren en su obra Diccionario Histórico Cronológico de la Universidad Real y Pontificia de S an Marcos. T. l. ·P. IX, dice : "Por más ce­lo que mostra3e el Virrey Abascal en ocultar la verdadera situación de España y la evolución que en América se operaba, y por más vigilancia que empleasen sus te­nientes para impedir que circulasen los papeles impresos; las ideas revolucionarias se difundían a la par que las noticias que se necesitaban como un pretexto para suble­v arse contra el poder español". . . '.'El ideal de la independencia, que era verdadera­mente una obsesión, no se exteriorizaba pero existía, vívida, latente, pronta a esta­llar". Y agrega en una nota: "El agustino Villav icencio, a quien entre otros cargos se le hizo el de escribir versos incitadores a la sublevación, dice que no hacía sino «imitar el tono que en los Diarios de Cortes tomaron los señores Feliú, Morales y Me­jia que, en una palabra, dicen en sus discursos que !as Américas en el espacio de tres siglos nunca fueron oídas y, que tratadas como meras colonias, ni los frutos de su fértil país ni sus habitantes eran vistos como correspondía a la fidelidad con que se habian distinguido, y que las Américas se separarían si. no se les concedía aquella igualdad que pedían»". (A. G. I. 72).

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XVII. - "DAR UN DEDITO Y TOMARSE LA MANO"

DESPUES DE dura brega se había obligado a las Cortes a apro­bar la famosa moción del 15 de octubre de 1811, que concedía a los ame,,. ricanos igualdad en la representación, en tiempo de la Constitución, frase que por lo ambigua alarmó a los criollos. Protestaron éstos y obtuv~e­ron que se modificase, diciéndose que la igualdad regiría "en su oportu­nidad", alusión clarísima a las próximas elecciones; pero al momento de precisar este punto se retrajeron los peninsulares y declararon que la oportunidad aludida no se refería a época determinada alguna: echaban cuentas sobre cómo, si se aplicaba la igualdad de inmediato, siendo ma­yor el nú.mero de súbditos en las colonias que en la metrópoli, aquéllas tendrían mayoría en las Cortes; y el D iputado La Serna exclamó: "Es­peraba que los Diputados de América se contentarían con la declaración de 15 de octubre: que éramos iguales, pero veo que se ha verificado aquello de dar un dedito y tomarse la mano".

En este punto protestó el elocuente Inca Yupanqui, diciendo: "No puedo menos de hacer algún reparo sobre las consecuencias

que se ha querido sacar del decreto de 15 de octubre. Mi opinión fué entonces, la misma que hoy manifiesto. Quise entonces, cuando el Con­greso hablaba por primera vez de las Américas, que lo hiciese con todo el decoro imprescindible de V. M.; esto es, con la balanza de la divina Astrea en sus manos. No asomando el vicio mañoso de los precedentes gobiernos, que ofre.cieron ser justos para engañar a los pueblos; sino dan­do testimonios prácticos de verdadera fraternidad y liberalidad; hechos positivos, efusiones agradables de sensibilidad que se atropellan por sa­lir del corazón cuando está penetrado del amor y de la justicia".

Morales y Duárez en esta ocasión, saliendo de su habitual tono per­suasivo y mesurado, apeló al ataque directo y dijo entre otras cosas:

"Estos tres siglos de los Carlos y Felipes, titulados en el mismo se­no de la .metrópoli y en sus provincias inmediatas los siglos del despotis­ino y la opresión, son cabalmente los del descubrimiento de América, su dominación y sus tropelías; hay tiempo bastante para haber podido co­nocer sus males y calcular sus remedios. Si pretendiésemos los ameri­canos dar un cuadro acabado de aquéllos, nuestra narración tendría aho­ra principio pero nunca término. Una sola observación -por no moles­tar la atención supr~ma de V. M .- ofrece la idea general de ellos que aflige y espanta al más imparcial. Cuando por el año de 1551 se hizo la primera numeración de los indios del P érú se com1s10naron para la mayor exactitud al primer Arzobispo, D. Fray Gerónimo de Loayza, al

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Oidor D. Andrés Cianea y al religioso dominicano, Fray Domingo de Santo Tomás, fueron revisados 8.258,000 indios, pero en el resumen ge­neral del año 1794, que rige a la Contaduría General de los tributos del Perú, sólo encuentro 619,190.. . Y agregó: Esta asombrosa desolación de aquellos miserables indígenas es la análoga y propia de la obscuri­dad y abandono de los españoles criollos, sin embargo de sus luces y ta­lentos, de la miserable agricultura en campos feraces y extensos, de su desengañado comercio, a pesar de la abundancia de materias, y, en fin, de tantas preciosidades que ha franq1,1eado el cielo de esos países. ¡Y después de tanto mal se insultan y desprecian los recursos de América; Apenas empieza su voz clamorosa, y se oponen notas de ignominia e invenciones de moratoria vaga e incierta!

XVIII. - CONCESIONES A LOS AMERICANOS

MAS QUE por liberalismo, como medio qe retener a los hombres de las colonias que comenzaban a sacudir el yugo, las Cortes desde los primeros días acordaron una serie de concesiones a favor de ellas y dic­taron algunas medidas de prudencia; al efecto introdujeron cambios en el personal de las audiencias y en el de los virreyes, y concedieron pues­tos a los criollos en el gobierno de la Península, suprimieron tributos y repartimientos y permitieron ciertos cultivos y explotaciones cfue estaban prohibidos en las Indias, como ocurría con el vino y el azogue, artículos que no debían trabajarse en el Perú porque harían competencia al pro­ducto español. Lafuente dice acerca de esto:

"Prosiguiendo igualmente en el sistema de hacer concesiones · políticas a los ame­ricanos, ya para ver· de afirmar en la fidelidad a los que la habían quebrantado, sobre lo cual no cesaban de hacer mociones los representantes de las provincias de ultramar. Uno de los acuerdos fué prohibir las vejaciones que hasta entonces se p ermitía ejer­cer sobre los indios de América y Asia, encargando bajo las más severas penas a to­das las autoridades, eclesiásticas, militares y civiles, que bajo ningún pretex;o, por ra­zonable que pareciese aflijiescn al indio en su persona ni le ocasionaran perjuicio en su propiedad, antes bien, defendieran su libertad personal con privilegios y exencio­nes, en tanto que las Cortes dictaban las disposiciones y arreglos oportunos sobre la materia. A poco tiempo se declaró la libertad de comercio del azogue en unas y otras Indias. ·Siguió a esta declaración la igualdad de opción entre americanos y pe­ninsulares a toda clase de empleos y cargos públicos y lo que era más importante la igualdad de representación en las cortes españolas, habiendo de fij arse en la Consti­tución conforme a los principios sancionados en el decreto de 15 de octubre último. Y

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finalmente se dictaron medidas para el fomento de la agricultura e industria en Amé­rica, se extendió a todas las castas de indios la exención del tributo antes concedida a los de Nu eva España y se prohibió con el mayor rigor a las justicias y autorida­des el abuso de comerciar bajo el especioso título de repartimientos de tierras". (pág. 173) .

Además de estas concesiones a los americanos sancionaron las Cor­tes algunas reformas que indirectamente favorecían a la colonia y se im­plantaron en ellas en todo su vigor.

Se abolió el tormento y se consagró el Habeas Corpus, institución según ia cual nadie podía ser apresado sin mandato judicial, ni manteni- · do en detención por m;s de 24 horas sin ser puesto a disposición de la justicia.

Los liberales reclamaban la libertad de imprenta, que de hecho exis­tía desde el comienzo de la guerra contra Napoleón, y los absolutistas se oponían por estimarla contraria a la Iglesia . El punto fué ganado por aquéllos, por una enorme mayoría y, debido a lo cual se implantó en el Perú y en toda la América española una de las más grandes conquistas de la dignidad humana: el derecho de pensar, que, a su vez, ha sido la génesis de las más grandes conquistas de la libertad en el orbe.

Los levantamientos de América que iniciaron la gesta emancipado­ra tuvieron más fuerza que la oratoria de los D iputados americanos , por­que demostraron con la elocuencia de los hechos el resultado contrapro­ducente del régimen económico y político que imperaba en el Nuevo Mundo.

La libertad de imprenta fue a la vez efecto y causa de las grandes transformaciones del pensamiento habidas en los primeros años del siglo XIX, porque la prensa iba propagando nuevas doctrinas e inflamando el espíritu combativo de los quejosos y de los innovadores.

Las Cortes acordaron en febrero de 1811 que la representación ame­ricana fuese en todo igual a la de la península, "debiendo fijar la Cons­titución el arreglo de esta representación sobre las bases de la perfecta igualdad, conforme al Decreto, de 15 de octubre".

No importa que después la intriga interviniese para restringir el al­cance de tan noble declaración: ya estaba consagrada la idea, y si fué difícil hacerla nacer e imponerla en la .metrópoli, sería imposible hacerla morir en las colonias.

En España subsistían rezagos del feudalismo como en la Francia de los días de la Revolucion. En ésta, en un momento de patriótico en­tusiasmo el Conde de Noaylles propuso la renuncia de los derechos feu­dales, y los aristócratas, contagiados por el ambiente, accedieron de in-

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mediato. En las Cortes de Cádiz el fenómeno -tuvo otros caracteres, pues en un debate en esa asamblea en la cual los liberales hallábanse en mayoría, quedaron abolidos los privilegios llamados exclusivos, prohibi­tivos y privativos, inherentes a los señoríos, como los de caza, pesca, hor­nos, molinos, aprovechamiento de aguas, montes , etc. y se dijo : en ade­lante nadie podrá llamarse señor de vasallos, ejercer jurisdicciones, nom­brar jueces ni usar de los privilegios o derechos comprendidos en este decreto.

Sin embargo, la asamblea no se atrevió a suprimir los fueros militar y eclesiástico; pero en cambio desapareció el requisito de nobleza para el ingreso a las academias militares.

El absolutismo, que no cesaba de luchar, trató de conseguir que en el Consejo de Regencia figurase necesariamente alguna persona real; pe­ro en vez de lograrlo, se aprobó la moción contraria que establecía "que no se ponga persona real alguna".

FIN DE LA PRIMERA PARTE

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RECUERDOS DEL

TIEMPO HER.O/CD JOSE MARIA REY DE CASTRO

Continuamos reproduciendo algunas paginas de esta importante obra, cuyas dos ediciones, como ya dijimos, se encuentran agotadas desde hace muchos años.

" Sr. Jeneral Antonio José de Sucre.-Guamanga, 4 de Setiembre de 1824.

"Mi querido jeneral :

"Contesto la carta que ha traído Escalona, con una espres10n de Rousseau cuan~ do el amante de Julia se quejaba de ultrajes que le hacía por el dinero que ésta le man~ daba. "Est.a es la sola cosa que usted ha hecho en su vida sin talento". Creo que a usted !e ha faltado completamente el juicio, cuando ha pensado que yo he podido ofen­derlo. Estoy lleno de dolor por el dolor de usted; pero no tengo el menor sentimiento por haberle ofendido. La comisión que he dado a usted la querría yo llenar; y pen.:. sando que usted lo haría mejor que yo, por su inmensa actividad, se la conferí a us­ted más bien como una prueba de deferencia que de humillacion. Usted sabe que yo no sé mentir, y también sabe usted que la elevación de mi alma no se degrada jamás al finjimiento. Así, debe usted creerme.

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"Antes de ayer (sin saber nada, nada de tal sentimiento) dije al Jeneral Santa Cruz que nos quedaríamos aquí para dirijir esa misma retaguardia, cuya conducción deshonra a Usted, y que usted iría adelante con el Ejérc'.to hasta las inmediaciones del Cuzco o de Arequipa, segun la dirección de los enemigos; y en todo esto yo no veía ni veo más que el servicio, porque la gloria, el honor, el talento, la delicadeza, todo su reune en e1 solo punto del triunfo de Colombia, de su Ejército y de la libertad de América. Y o no tenía tan mala opinión de usted que pudiese persuadirme de que se ofendiese de recorrer la jurisdicción del Ejército y de hacer lo que era útil.

"Si us ted quiere saber si la presencia de usted por retaguardia era útil, eche usted la vista sobre nuestro .tesoro, sobre nuestro parque, nuestras pPovisiones, nues­tros hospitales y la columna de Znlia: todo· desbaratado y perdido en un país ene­migo, en incapacidad de existir y de moverse.

"iY cuál es la vanguardia que yo he traído? El coronel Carreño la !Ja conduci­do. El Jeneral Santa Cruz me ha precedido de seis días. Los enemigos no nos po­dían esperar ni nos esperarán en un mes. El Ejército necesitaba y necesita de todo lo que usted ha ido a buscar y de mucho más. Si salvar el Ejército de Colombia es deshonroso, no entiendo yo ni las palabras ni las ideas.

"Concluyo, mi querido Jeneral, por decir a usted que el dolor de usted debe coh­' vertirse en arrepentimiento, por el mal que usted mismo se ha hecho en haberse dado por ofendido de mí, con sus sentimientos.

"Esas delicadezas, esas hablillas de las jentes comunes, son indignas de usted: la gloria está en ser grande y en ser útil. Yo jamás he reparado en miserias, y he 'creído siempre que lo que no es indigno de mí, tampoco lo era de usted.

"Diré a usted, por último, que estoy tan cierto de la elección que usted mismo hará entre venirse a su destino o irse a Colombia, que no vacilo en dejar a usted la libertad de elejir. Si usted se va no corres,ponde a la idea que yo tenga formada de su corazón.

"Si usted quiere venir a ponerse a la cabeza del Ejército, yo me iré atras y usted marchará adelante, para que todo el mundo vea que el destino que he dado a usted no lo desprecio para mí.

"Esta es mi respuesta. "Soi de corazon,

"BOLIVAR". 1

Discreto y prudente en demasía, jamás se desplegaron los labios de Sucre para exhalar una queja. La única persona que le mereció la prueba de amistoso desahogo, fué el distinguido y eminente sacerdote señor don Pedro Antonio Torres, vicario je­neral del Ej ército Libertador, que despues fué dignísimo Obispo de Cuenca; quien en sus Recuerdos de la campaña del Sur de Colombia y de la del Perú, se espresa en los

siguientes términos: :

"Este acontecimiento causó mucho escándalo entonces: unos lo atribuían a una "causa, otros a otra, y aún le llamaban medida de gabinete; pero prescindiendo del "gran pesar que causó a Sucre semejante orden y que él mismo me espresó a mí en "los términos más sentidos, lo cierto es que este ejemplo de poder de parte del Jeneral "Bolívar, y de subordinación del Jeneral Sucre, a más de que hizo subir de punto la "moral en todo el Ejército, y sobre todo en el Ejército peruano, enseñado antes a ha­"cer lo que quería, le sirvió al mismo Jeneral Sucre, cuando el Libertador regresó de

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"Guamanga a Lima, para establecer el sitio del C allao y dar movilidad a los refuer­"zos de hombres y municiones que venían de Colombia; porque quedando encargado "enteramente de la dirección de la campaña, fué obedecido sin contradicción alguna "por todos los jefes superiores del Ejército. No he vuelto a oír hacer mención de es­"ta ocurrencia que entonEes hizo mucho ruido".

Durante ese largo período, que también forma una disgresión brillante y honorífi­ca para el hombre inmortal de quien voy hablando, mi situación había sufrido un cam­bio muy notable. Cuando menos lo pensaba ni esperarlo podía, limitándose por en­tonces mi aspiración a seguir mis estudios y disfrutar tranquilamente en el hogar pa­terno los sosegados goces que brinda la vida a la juventud exenta de cuidados y de pretensiones me llegó una nota rotulada a mí, firmada por el Secretario jeneral del Vi­rreinato, llamándome al Cuzco a prestar mis servicios en aquella secretaría. Sorpren­dido por demás con tamaña novedad, que de pronto ofuscaba mi razón, hice lo que debía: someterla a la deliberación de mi discreto padre, quien enterado de los favora~ bles términos del oficio-"No hay más que obedecer", me dijo.--Más respetable para mí esta. órden que la suprema que a la vista tenía, comenzé a ocuparme desde luégo en el arreglo de mi modesto equipaje.

Pocos dí as después emprendí mi viaje al Cuzco en compania del señor Coéceda, comandante. Presentado allí al Secretario, se me señaló el puesto en que debía ser­vir, y después de algunos meses, emprendió el Virrey Laserna la campaña que termi­nó en Ayacucho. Obligado a hacerla, y muy inmediato a su persona, tuve ocasión de apreciar más de cerca las altas prendas que constituían e1 carácter humanitario y no­ble de ese personaje: sufrí las penalidades y trabajos consiguientes a ella, pero que me llevaron a presenciar la espléndida y memorable batalla que en aquel sitio consolidó la independencia de la América.

Plumas autorizadas y respetables se han ocupado en la descripción de la batalla de Ayacucho, sobresaliendo entre ellas la que, no ha mucho tiempo, publicó el benc-

. mérito s~ñor Jeneral Manuel Antonio López. Es tan imparcial, tan verídica y minu­ciosa, que comprende hasta los más mínimos detalles, como sólo puede hacerlo un testigo imparcial y actor distinguido, cual lo fué él en aquella inmortal jornada. Al leerla, se siente uno poseído del mismo ardor bélico que, vivo y sin entibiarse todavía, inflama el ánimo del elocuente y galano escritor.

Sería , pues, un atrevimiento agregar una palabra más a tan importantes publica­ciones; pero no estará fuera del caso hacer mención de un incidente muy notable del que tuve conocimiento por haberlo oído referir a l mismo Jeneral Sucre, tiempo des­pués, en una conversación familiar. Empero, para que sea perceptible su importancia, me veo precisado a apuntar algunos antecedentes.

Desde las nueve de la mañana de ese clásico día 9 de Diciembre, me hallaba ca­sualmente en la vanguardia, en la fa lda del cerro, colocado en un punto dominante, a poca distancia de la llanura que iba a ser el campo de batalla: desde allí pude ver, sin mucho peligro, lo que en él pasaba, desde las primeras guerrillas, así como después Jos movimientos y evoluciones de ambos ejércitos; - potente y numeroso el uno, di­minuto pero ardiente el otro, - circunstancia que me hacía comprender que la bata­·lla debía ser muy disputada Y sangrienta, pues en ella iba a rifarse la suerte de Amé~ rica. Ante tan importante idea, ¡cuánta lucha de sen timen tos! ¡qué lidia entre el te­mor y la esperanza!

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Cuando comenzaba a descender el Ejército español de las alturas del Condor­cunca· para ocupar el llano, me aproximé al perfil de una grieta, en donde estaba el Jeneral Valdés, viendo .desfilar la fuerte División que mandaba; lo cual me facilitó poder escuchar sus conceptos sobre el combate. manifestando a algunos jéfes y oficia­les de Estado Mayor y sus propios edecanes que le rodeaban, el plan de ataque que tenia concebido. Fijando el anteojo sobre el terreno de la derecha, que era el punto que a él se había designado, les decía: ~Es la División peruana la que a esa parte se dirije; voy a vérmelas con La-Mar: me situaré al otro lado de la barranca, ' la ar­tillería se colocará en aquel punto (señalándolo); poco más allá la in:fanterí,a y a sus flancos la caballería: de esa manera podremos, sin gran dificultad, posesionarnos de aquella importantísima posición, que ofrece la eminencia que allí se ve. Conseguido eso, dentro de dos horas quedará todo concluido; pues tomaremos al enemigo a dos fuegos. Monet lo atacará por el centro, y Villalobos por la izquierda. Lleno de con­fianza se !insonjeaba ya con el triunfo.

Colocado en el terreno, ejecutaba ya en parte su plan el hábil Jeneral español. con la exactitud y precisión que lo tenía acordado. arremetiendo intrépida y vigorosamen­te a las tropas peruanas, haciendo estrago en ellas; pero cuando emprendía ya con au­dacia la deseada ocupación de la colina, viéndose aplurado el Jeneral La Mar, ocurrió al Jeneral en jefe, pidiéndole auxilio. Hallábase a la sazón el Jeneral Sucre vivamen­te preocupado, en el momento supremo de aprovechar los instantes de que las tropas del Jeneral Monet, al acabar de descender, no se hallaban todavía en el orden regular; y mandaba al Jeneral Córdova la cargase rápidamente con sus columnas, como lo verificó bizarra.mente, improvisando la entusiasta voz de ¡armas a discreción; paso de vencedor! Al mismo tiempo se vió cruzar, a todo escape del caballo, a un oficial que venia del ala izquierda en busca del Jeneral en jefe. Era el edecán del Jeneral La Mar, González, enviado a pedirle refuerzo. "Dígale usted, le contestó, que ha~a uso del batallón Num. 19 que tiene en reserva, y luego se le unirá el Vencedor que le he man­dado". A los pocos minutos volvió con igual celeridad el mismo edecán diciéndole: ·que el Num. 19 hacia tiempo se hallaba ya en combate, y que le mandara otro batallón de Colombia. Alarmado con esta nueva solicitud, receló que ocurría en es.a ala al­gun grave peligro; y volandc a la reserva del Jeneral Lara, ordenó al Comandante Mo­rán que le siguiera con el batallón V a rgas, y de paso tomó a Húsares de Junín. Lle­garon estos cuerpos con tan feliz oportunidad, que, a tacadas valerosamente por ellos las fuerzas realistas en el momento preciso en que iban a coronar la indicada posi­ción, fueron instantáneamente arrolladas, obligándolas a ceder el terreno a su valor: suceso que en gran manera contribuyó al triunfo, inclinando desde ese momento a la victoria a cubrir con sus alas el menor número de los combatientes que peleaban por la libertad.

Terminada la batc¡lla, y emprendido yo en la jeneral derrota, no pensé sino en huir a la aventura, y sin rumbo conocido, de ese campo glorioso, epopeya del Jeneral Sucre. En el primer pueblo a donde el incierto destino me condujo, adquirí la cer­tidumbre de haber sido este afortunado mortal quien había mandado como Jeneral en jefe el Ejército Unido Libertador. Obedeciendo a mi confiado instinto, me determiné a ir al día siguiente, 10 de Diciembre, a buscarle en la población de Quinua, en don­de lo suponía después de la victoria . Me puse, en efecto, en marcha, solo, arrostran­do el peligro que a los vencidos ofrecían las diversas partidas que cruzaban ese ca­mino; pero no logré mi objeto, pues había partido para Guamanga.

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No bien se había disipado el humo del combate del glorioso 9 de Diciembre, cuan­do ansioso de no retardar al Libertador la inefable satisfacción que la noticia de tan grande, tan fausto acontecimiento había de causarle, se apresuró a dirijirle, desde el mismo campo de batalla, el parte de la victoria, que más bien se la comunica confi­dencial que oficialmente, como puede verse por el rápido y suscinto tenor del documen­to que sigue:

"Excelentísimo Señor Libertador.-Ayacucho, Diciembre 9 de 1824.

"E xcelentísimo Señor:

"El campo 9e batalla ha decidido, por fin, que el Perú corresponde a los hijos de la gloria Seis mil bravos del Ejército Libertador han destruido en Ayacucho los diez mil soldados realistas que oprimían esta reptiblica: los últimos restos del poder espa­ñol en América han espirado el 9 de Diciembre en este campo afortunado. Tres ho­ras de un obstinado combate han asegurado para siempre los sagrados intereses que V. E. se dignó confiar al Ejército Unido.

"Han pasado cuatro horas que terminó la batalla, y diferentes cuerpos persiguen los dispersos enemigos, en varias direcciones. Por este momento, el Ejército Liberta­dor ofrece a V . E., como un trofeo en Ayacucho, catorce piezas de artillería, dos mil quinientos fusiles, más de mil prisioneros, entre ellos el Virrey Lascrna y sesenta je­fes y oficiales, más de mil cuatrocientos cadáveres y heridos enemigos, y multitud de otros elementos militares.

"Calculo nues tra pérdida en ochocientos o mil hombres; pero la mayor parte he­ridos, y entre ellos, treinta jefes y oficiales. No hay tiempo para hacer los detalles; pero me aprésuro a dar a V. E. este parte que le será altamente satisfactorio. Maña­na podré informar a V. E. de los pormenores, y serán más nuestros despojos. Espe­ro que algunos más Jenerales enemigos caerán en nuestro poder, por estar cortados por todas partes y prevenidos convenientemente. Entre tanto debo instruir a V. E. que me he tomado la libertad de conceder, a nombre de V . E . de Colombia, del Congreso y del gobierno, varios premios, despues de la victoria, a los Jenerales, jefes y oficiales que más han brillado en la célebre jornada que ha afianzado eternamente la indepen­dencia del Perú y la paz de la América.

"El, Comandante Medina, edecan de V. E. y mi edecan el capitan Alarcon, ten­drán la honra de poner en manos de V. E. esta nota y de presentarle mi humilde res­peto y la consideración más distinguida.

"Dios guarde a V . E. "A. J. DE SUCRE".

Al día siguiente, poseído de gozo, no tanto por el triunfo alcanzado sobre el po­deroso enemigo de la v íspera, cuanto por ia contemplación de la trascendencia e incal­culables resultados que para la América iba a producir, acoje con secrE:ta y profun­da complacencia la propuesta del Jeneral vencido, que acompañado del Jeneral La-Mar, se le presenta pidiendo capitulación.

Procede en el acto a ajustar !os términos de ella. ¡Momentos supremos en que sÚ alma noble despliega los magnánimos sentimientos en que abunda. para ofrecer al uni­verso la imperecedera muestra de la hidalguía americana, de que es él la afortunada personificación. No .sólo accede a los deseos insinuados por los rendidos, sino que

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en muchos casos Jos amplía en su favor. La historia fallará si es más grande el Je­neral Sucre como hombre de guerra en el campo de batalla, o como gran político esti­pulando. la· capitulación.

No es el orgullo ni la vanidad, pasione3 estrañas a su corazón, es la modestia la que guía su pluma al comunicar al Libertador este importante inesper<:do aconteci· miento, como. el sello de la victoria, en la siguiente nota:

"A S. E. el Libertador.~Ayacucho, Diciembre 10 de 1824.

"Excelentísimo Señor:

"Ayer tarde, despues de haber escrito a V. E. el parte de la victoria de Ayacu­cho, se presentó en persona, con el Jeneral La-Mar, el Jeneral Canterac, en quien había recaído e1 mando de los restos del Ejército español y del Virreinato, por la pri­sion del Janeral Laserna, solicitando arreglar una capitulacion.

"Los términos en que hasta ahora hemos convenido son, poco más o menos, los siguientes: Se entregará todo el Ejército español y el territorio del Virreinato del Pe­rú, en poder de las armas del Ejército Unido Libertador, con sus parques, maestran­zas, almacenes y todos los elementos militares existentes, bagajes y caballos de las tropas y, en fin, todo lo perteneciente al gobierno español. Se comprende en esta en­trega la plaza del Callao,, cabal y completamente con todas sus existencias. Se con­cede a los Jenerales, jefes y oficiales del Ejército enemigo su pase a España, o don­de gusten, con sus equipajes y propiedades pagados sus trasportes por el Perú; y se­rán admitidos al servicio de este Estado los que quieran continuar la carrera de las armzs. Las propiedades de los españoles serán respetadas, y los que quieran dejar el país tienen un año para realizarlo. El navío Asia debe irse del Pacífico dentro de seis meses, y entre tanto sólo puede ocuparse de su habilitacion para el viaje. Los prisioneros hechos en la batalla de ayer serán puestos en libertad, y lo serán tambien cuantos tienen los enemigos en sus depósitos, tomados a los Ejércitos que han comba­tido por la independencia del Perú.

"Me es complaciente, Excmo. Señor, que la libertad de esta república y la paz de América, sea firmada en este mismo campo de batalla, en que el Ejército Unido ha satisfecho las esperanzas de V. E.

"Mientras se estienden los tratados, anticipo a V. E. la noticia fausta del término de la guerra, a la vez que presento a V. E. las congratulaciones del Ejército, que se reconoce a V. E. deudor de sus triunfos como al jenio que lo ha enseñado a vencer, como al guerrero que lo ha puesto siempre en la senda de la victoria.

"Dios guarde a V. E. "A. J. SUCRE".

Llegado el Jeneral a Guamanga, y antes de verle ocupado en aquella ciudad en las urjentes disposiciones y precisas medidas que reclamaba la nueva situación creada por la victoria, no estará fuera de propósito saber primero los puntos que ocupaba el Ejército a los últimos días de Noviembre. La nota pasada por el Jeneral en jefe al Ministro de la Guerra, fe.chada en Ocres el 19 de Diciembre, nos hará conocer circuns­tanciadamente, no sólo la situación, del Ejército, sus diversos movimientos, su moral y ardimiento, sino también las precauciones y estratéjicos planes que, con admirable tac­to militar, maduraba ese hábil Jeneral. La nota dice así:

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"Al Sr. Ministro de la Guerra.-Ocros, 19 de Diciembre de 1824.

"Señor Ministro:

"Despues que el Ejército español estuvo haciendo diferentes movimientos inútiles sobre su derecha, entre Vikas y Carguanca, pasó una division el rio Pampas, por el lado de Cachí, el 28 y el 29 pasó el resto del Ejércto Orocopa, en dirección a Anda­huaylas.

"Yo había estado acompañado con el Ejército desde el dia 20 hasta el 24 en Uri­pa, a la vista del enemigo; y cu::ndo éste se movió el 24, me situé en Bombón, esperan­do una batalla que me parecía próxima, puesto que las maniobras de los españoles, al romper sus operaciones, indicaban que deseaban encontrarnos y lo procuraban a todo trance.

"Su última marcha a Andahuaylas ha mostrado que ellos no están tan resueltos a una batalla sin ventajas de su parte, a lo menos sin recibir refuerzos, pues han pedido al Cuzco todos los cuadros que dejaron allí (segun las comunicaciones interceptadas) y de hoy a mañana -tendrán reunidos los trescientos hombres que estaban en Abancai.

"La ida de los enemigos a Andahuailas nos colocaba en una situación disgustan­te; porque nos quitaba los recursos de allí, a l tiempo que los de Guamanga (en un com­pleto trastorno) no podían servirnos en muchos días. Aislados así, no queda otro arbitrio que forzar al enemigo, provocándolo a una batalla, o venir con el Ejfrcito sobre Guamanga, para reunir nuestros refuerzos y esperar los nuevos que quiere S. E. el Libertador se aguarden. - A decir la verdad, yo opinaba por librar una batalla ; pe­ro he preferido la obediencia a las órdenes que tengo, y ayer pasó el Ejército a este lado de Pampas.

"He pensado quedar unos dias por Matará, a ver si los españoles, con nuestro mo­vimiento retrógrado, nos buscan:· en este caso, los aguardo, porque creo que la mente del Libertador, al impedir que se procure una batalla, no es tambien la de causarla, cuando, si no puedo asegurar a S. E. la victoria por los azares de la guerra, creo deber afirmarle que cada vez tengo más y más confianza en el suceso.-Nuestro Ejér­cito, si fuere numéricamente inferior al enemigo, es muy superior en clase de tropas, en moral y en entusiasmo. Los encuentros parciales del 20 al 24, en que siempre fue­ron derrotados los enemigos, justifican esta verdad. El Ej ército español estaba todo, todo, al otro lado del P ampas el 20, y al verse con el nuestro (y que aquel dia era sólo el de Colombia) repasó rápidamente, escusando, porque quiso, la batalla, aun cuan­do tenía una magnifica posicion.

"Así, pues, señor Ministro, debo decir a US. que des pues de haber cubierto nues­tra espalda {que era lo único en que es taba falsa nuestra posicion) eso y pensando que si el enemigo viene a nosotros, debemos, no sólo t'Sperar!o, sino buscarlo de este }ado del Pampas. Si los enemigos se quedan al otro lado del Pampas, tendremos que ir sobre GuaÍnanga y Huanta, por razon de las subsistencias, de los pastos, etc.

"Escribo al señor Jeneral Santa Cruz, para que volando. volando, venga la co­lumna del señor P aro Zela; en reuniéndose ésta, ya quedamos numéricamente iguales, y aún tal vez superiores · al enemigo. Deseo, pues, que US. me diga si S. E. permitirá que, reGniéndosenos esa columna, continuemos las operaciones para alejar a los ene­migos de Andahuailas, y echarlos al otro lado del Apurimac. Yo no dudo que al apurar a los enemigos se marchen se allí; pero serí<: bien que este permiso compren­diese la autorización de obrar activamente y de un modo del todo ofensivo.

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"No negaré a US. que las órdenes que S. E. me dirijió de Tarma, me han atado absolutamente. La guerra defensiva es tan desagradable y, a mi entender, tan des­ventajosa,, que .confieso me atormenta estar sujeto a oponer, cuando más, una tran­quila presencia a las maniobras del enemigo, y mucho más con . nuestras tropas, que son de obrar a la ofensiva.

"He tratado pues, hasta ahora de la sola conservacion del Ejército, conforme me ha mandado S. E. ; pero repito que estoy resuelto a no pasar jamas atras de Guaman­ga y Huanta, sean rnales fueren las fuerzas y operaciones enemigas. ,-Dirijo en posta esta nota, para que S. E. determine si gusta que se retorne la ofensiva.

"Me es complaciente asegurar a S. E. que el Ejército Libertador está siempre en un brillante pié. Las bajas naturales se han reemplazado sobradamente con los pasa­dos enemigos: no hemos perdido una sola carga de nuestros elementos al retirarnos; y hemos aumentado nuestra fuerza con las cuatro piezas de artilleria que, con sus dota• ciones y montajes, fueron tomadas al enemigo.

"Hoy marcha una compañia de cazadores y un escuadren a tablecer allí el orden y que nos envíen recursos de subsistencia. Miller y el Coronel Otero, que acaba de llegar ahora mismo.

" Dios guarde a U. S. señor Ministro

Guamanga para res­V an con el J eneral

"A. J. DE SUCRE".

El día 11 pasó al señor Ministro de la Guerra el detallado parte oficial de la ba­talla, de que el público tiene conocimiento, que escusa su reproducción.

Cumplido así uno de Jos deberes que como a Jeneral en jefe del Ejército Unido l~ competían, se apresuró a anunciar a los pueblos que había 1Jegado el dia feliz en que quedaba sellada la emancipación del Perú, su independencia y libertad. Al efec­to, dirijió el 12 la circular que sigue a las Municipalidades del Cuzco, Puno y Are­quipa:

"A las Mui Ilustres Municipalidades del Cuzco, Puno y Arequipa.,­"Guamanga, 12 de Diciembre de 1824. "Tengo la satisfaccion de felicitar al ' departamento de. . . . . por medio de US.

M. I. y de comunicarle que la república del Perú ha completado su libertad y su in­dependencia en la batalla de Ayacucho.

"Todo el Ejército español, todo el terri torio que poseían sus armas, todas sus. guarniciones, sus plazas, sus parques, sus almacenes militares y, en fin, todo cuanto la fuerza y la usurpacion habían hecho mantener en sus manos, esclavizand~ esta re­pública, están ya en poder de los libertadores, con quince Jenerales españoles, que eran los hábiles ajentes de la opresion de este pais.

"El Ejército Librtador saluda al pueblo de. . . . . . y le ofrece sus trofeos y sus triunfos como la garantia de la paz del Perú. Yo tengo la honra de presentar a US. M. I. los sentimientos de mis respetos y la distinguida consideración con que soi.

"A. J. DE SUCRB".

Una de sus primeras a tenciones al pisar la ciudad de Guamanga, fué la de mani­festar su respeto y estimacion al Virrei Laserna, disponiendo que inmediatamente se cons tituyese una guardia de honor en la casa de su alojamiento, en todo consecuente a la particular y distinguida deferencia con que le tra tó en Quinua cuando Je fué pre­sentado como prisionero.

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Durante los veinte y nueve días que permaneció dli, no tuvo reposo esa cabeza privilejiada: todo lo organizaba, y sus medidas y disposiciones lo abrasaban todo con una facilidad y espedicion admirables. Es esto tanto más notable, cuanto que no contaba con auxiliares que en algun modo compartiesen con él las premiosas tareas del despacho. Su secretario, el Coronel Geraldino, recomendabilísimo por su bello ca­rácter, por su laboriosidad y constante dedicacion a llenar los deberes de su puesto, no tenía la suficiencia competente que, poniéndolo a la altura del Jeneral Sucre, pu­d iese cumplidamente desahogarle en el trabajo; así que, éste pesaba todo sobre sus hombros: no firmaba nunca sino lo que él mismo di~taba o escribia, que a la verdad era muchísimo. Así lo patentiza la serie de comunicaciones de todos los lugares por donde pasó en su marcha de Guamanga al Cuzco.

"Al Señor Ministro de la Guerra.-Guamanga, Diciembre 16 de 1824.

"Señor Ministro.

"He avisado a US. ayer que todos los equipajes del Ejército se han perdido, unos tomados por los enemigos, otros robados por los indios sublevados, de modo que, de mí abajo, no hay un oficial que tenga nada; todos están completa y absolutamente desnudos.

"He dicho a US. que ofrecí a todos los oficiales reponerles sus equipajes si se per­dían, cuando por alijerar el Ejército mandé despacharlos todos. Para este pago es que se ha impuesto a Huanta cincuenta mil pesos de contribucion, puesto que sus ve­cinos son los que más han robado. He hecho una contrata con el Mayor don Agustín Balaguer una factura de cincuenta mil pesos de efectos para oficiales, a fin de ves­tirlos; y espero que S.E. mandará librarle a la Comisaría veinte y cinco mil pesos, a buena cuenta, segun hemos convenido, en el concepto que estos veinte y cinco mil pesos puede la Comisaría librarlos para que acá se enteren en la caja militar, pues se repondrán a ésta de los cincuenta mil pesos que se cobran a Huanta.

"Intereso mucho a US. en que se proporcionen estos vestidos para oficiales, pues todos, todos es tán absoluta y completamente desnudos.

"Dios guarde a US. "A. J. DE SUCRE''.

"Al Señor Ministro de la Guerra.-Guamanga, Diciembre 16 de 1824.

"Señor Ministro:

" Al cerrar mis correspondencias de · ayer he tenido noticia de que los indios de Huando han muerto al Comandante Medina, edecan de S~ E. el Libertador, que salió de Quinua el día 10 con el parte para S. E. de la batálla de Ayacucho. H e dispues­to que de la columna de Jauja que está en marcha parn acá, vayan doscientos hom­bres, de los veteranos, con el Comandante Garzon a -Huancavelica, que se ocuparán única y esclusivamente de recorrer los pueblos insurrectos y de castigarlos severa e inflexiblemente, haciendo fusilar todos los cabecillas, que no han tenido otro objeto en la insurrección que robar los equipajes, y han sido tan bárbaros que han matado a nuestros enfermos. El resto de la columna lo he mandado venir aquí, y pienso de-

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jarla por algun tiempo de guarmc1on en esta ciudad hasta que estén tranquilizados to-dos les pueblos que se insurrecionaron. .

··Dios guarde a US. ..A J . . DE SUCRE".

"ADICION.-Hoi he recibido el oficio de US. del día 9 de Noviembre, en Chancai".

"Antonio José de Sucre, Jeneral de Division, Comandante en jefe del Ejército de Colombia, Libertador del Perú,

··considerando: que la bizarra conducta del batallón Carácas en la batalla de Aya­cucho le hace acreedor a un título ilustre en e.I Ejército, que este cuerpo, en sólo el presente año, ha marchado constantemente desde Venezuela hasta el campo de la libertad del Perú; que llevando el nombre esclarecido de la patria de S. E. el Liberta­dor debe conservársele con brillo y gloria; he venido en decretar:

·' 19 ~El batallón Carácas tendrá en adelante el sobrenombre de Vencedor de Aya­cucho, y lo inscribirá en sus banderas entre una corona de laureles.

"2Q~Este decreto se someterá a la aprobación del Libertador y del gobierno de la república.

"Dado en el cuartel jeneral de Guamanga, a 19 de Diciembre de 1824.~149

"A. J. DE SUCRE". ··Agustín Geraldino, Secretario".

"Al Señor Ministro de la Guerra.~Andahuailas, Diciembre 23 de 1824.

"Señor Ministro:

~

"Atmque antes dije a US. que tal vez la Division Lara iría a Arequipa, he resuel-to traerla al Cuzco, di! donde, si es necesario, marchará a aquel departamento. Por ahora sólo he pensado mandar del Cuzco a Areq\,lipa el batallen del Perú y unos 90 hombres del Húsares de Junin, como cuadro del 49 escuadron que puede levantarse allí con los disparos y prisioneros enemigos que hará el señor Coronel Otero.

"La razon de ha'ber variado lo que pensaba con la Division Lara, es que quizas nos importe situarla en La Paz, cuyos recursos nos servirán de mucho; pues me han dicho los jefes españoles que les producía 40,000 pesos mensuales para el Ejército. Ademas, nos acercamos al Jeneral Olañeta, y tenemos reunido, aun más, al Ejército de Colombia. Mas yo no paso el Desaguadero tan pronto; por tanto, hay tiempo de recibir la~ órdenes del Libertador. La. Division Lara llegará al Cuzco del 15 al 20 de Enero; para entonces despacharé a las inmediaciones de Puno la Division del Perú, y la Division Córdova quedará en Cuzco y sus cercanías. La Division Lara,

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despues que repose quince días y se habilite en algunas cosas, irá a Sicuani, de donde p uede seguir a la Paz o bajar a Arequipa, segun lo que S. E . resuelva . Yo he dicho a US. y repito que para pasar del Desaguadero, es menester que el Libertador dé ins­trucciones muí positivas, muí claras y muí determinadas , y que me esprese si él cree o nó opcr tuno que tropas del P erú pasen al otro lado, o, en fin , que me diga cuál es su resolucion y su sistema respecto de aquellas provincias, que no sabemos a ql,lién han de pertenecer, segun la incertidumbre de cosas que hai allí.

"También repito a US. lo que he dicho otra vez: "que no deseo ser el jefe que va.ya a esa· espedicion" , la cual es tan fáci l en espulsar a los enemigos, cuanto embro­llada para arreglar el país. ¡Ojalá que S. E. quiera relevarme en mi penoso destino!

"Dios guarde a US. "A. J. DE SUCRE".

"Al Señor M inistro de la Guerra.~Abancai , 25 de Diciembre de 1824.

"'Señor Ministro:

" A las dos de la tarde llegué aquí, y al mismo momento vino un comisario del Ejér­cito español, que servía en la columna de Miranda, y me ha dado las noticias si­guientes:

"Que Miranda entregó su Division ántes de ayer en Mollepata. en virtud de ór­denes que recibió del Cuzco, y que el Jeneral Gamarra le mandó que la llevase al Cuz­co, para que, acuartelándola mientras llegasen tropas peruanas, no se dispersase la tro­pa: que esta columna, al entregarla en Mollepata, constaba de 800 infantes y 150 ca­ballos, porque a la fuerza anterior de Miranda se habían unido muchos dispersos: que Sanj uanena , presidente que era dél Cuzco, se fugó al saber la derrota del Ejército español. y que tomó el mando el Mariscal de C ampo don Antonio Alvarez, que es el que se ha entendido con el Jeneral Gamarra: que este Alvarez sometió la ciudad y su guarnicion a las armas libertadoras desde el 21 que recibió lc:s capitulaciones; y que Miranda, habiendo sabido este paso ántes de recibir las órdenes para entregar su fuerza, había temido grandes sorpresas. Dice este comisario que él y el comandante de la caballería, fueron los dos enviados de Miranda al Jeneral Gamarra para avisarle que estaba yá la tropa a su disposicion, y que el batallan Núm. 1 º llegará mañana con la noticia de la derrota del Ejército español: hubo algunos movimientos en el Cuzco a favor de la patria.

"El Jeneral Canterac va con el batallón número 1° "Dics guarde a US.

"A. J. DE SUCRE".

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.Art. 24•:-EJ Presidente designará Comisiones. cuando fuere necesario. Ei per­sonal de éstas puede ser· reelecto.

Art. 259-Será consider?.do de Comisión Ju labor del Centro de tral¿ajo co!ec::i~·o

en el que varios miembros aporten su concurso. Art. 26~-La J~nta Directiva se reunira. en principio de cada mes para ·ca;

acuerdos. pudiendo el Presidente .:onvocar reuniones extraordinarias. Art. 279 -Trimestralmente habrá una re11nión general de Miembros de Núm~ro y . .

Colaboradores en la cual se ¿ará a conocer las investigaciones y trabajos en ejecu-ción, se provocará el interés sobre puntos históricos y se dará lectura a algún tra-

· ba}o·. Art. 28Q-Rememorand-O Ja e~emérides de !a inicie1ción de la campaña de la Inde­

pendencia (8 de Setiembre) y su final (9 de Diciembre) se realizarán dos Asambleas. Art. 29 9-En la primera se cubrirán las vacantes de Miembros de Número y de

Colabo~adores , se practicará la elección de Presidente para el siguiente bienio que co­menzará el 9 de Diciembre. Además se ratificarán los acu(>rdos y disposiciones que la práctica aconseje. Cuando no se practiquen elecciones, se efectuará un homenaje a los Precursores de la Independencia y a la Expedición Libertadora.

Art. 309-En la segunda Asamblea se dará lectura a la Memoria del Presidente . cesante. La Junta entrante tomará posesión de sus cargos. haciendo su Presidente un somero programa de las labores por desarrollar. Cuando no tenga Jugar la renova­ción de cargos, se realizará un homenaje al Ejército Libertador del Perú y a los Pró­ceres de la República.

Art. 3!Q-EJ Centro publicará una Revista consagrada a su finalidad , siendo ex­cluidos los tópicos y personajes de actuación durante Jos últimos 25 años.

Art. 329-Los recursos económicos del Centro serán: a) Las partidas que el Estado acuerde al Centro para el mejor lleno de su

finalidacf. b) Las donaciones de toda especie de Instituciones, funcionarios y particulare~.

c) Las utilidades .de sus publicaciones. Art. 33Q-La aplicación de los fondos corresponderá a:

a) Gastos Generales. b) ·Revista o publicaciones.

Art. 349-Decláranse fu¡¡dadores del Centro -de Estudios Histórico-Militares a J.os siguientes:

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