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.. ' ' .. · RE V 1 S· TA D E L . INSTITUTO SANMARTINIANO . . . . D E L PERU . ENERO - JUNIO 1956 / / . . © 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

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Revista del Instituto Sanmartiniano del Perú N° 12 Lima, enero-junio de 1956.

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.. · RE V 1 S·TA D E L

. INSTITUTO SANMARTINIANO .

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D E L

PERU

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ENERO - JUNIO 1956

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. . © 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

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REVISTA D E L

Instituto Sanmartiniano del Perú AÑO XII ENERO - JUNIO DE 1956

; N9 12

EDITORIAL ~ .

El Instituto ha continuado su tradición sanmartiniana, y ha promo-:nido en los últimos mese~ diversas actuaciones conmemorativas de la epopeya libertadora y ha rendido su homenaje al General San Martín Y

a sus ilustres colaboradores que contribuyeron a la Inqependencia na­cional. Es así como el Instituto hizóse presente en las ceremonias. d e Pisco para la inauguración del monumento al Gran Capitán de los An­des; y en las que realizáronse en Huaura al celebrarse el aniversario del desembarco del Ejército Libertador en 1820.

/

En la actualidad el Instituto ha puesto su· mayor entusiasmo y su devoción sanmartiniana ·para la erección en la ciu dad de Huacho de un monumento que perpetúe -la memoria del Coronel Andrés de Reyes, hijo predilecto- de la provincia de Ohancay, y soldado que, a las órde­nes del General San Martín ,trabajó y luchó por la libertad del Pero. Este homenaje deberá realizarse en este año, . por iniciativa del Concejo Provincial de Chancay con el concurso de las filiales de nues·tro Institu­to en esa región.

El homenaje. al coronel.Reyes, prócer de nuestra . independencia, tiene un hondo significado. patriótico, y p one de manifiesto que los pue­blos del Perú, y sus instituciones· representatiyas, saben -rendir_ el tribu­to del reconocimiento nacional a quienes ofrendaron su · vida y dedica-

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ron sus esfuerzos, su valor, y su inteligencia en aras de la Patria.

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ORAC!ON A SAN NI.ARTIN,. POR EL DR. JORGE LIZA.RBE VALIENTE

Padre libertador de tres naciones. Maestro y redentor de un Con­tinente . Encamación de los más puros sentimientos, símbolo supremo de nobleza y dignidad .... ____________ _______ ___ _________ _

Tú, que en la magna epopeya de Paracas, posaste tu planta li· bertaria, sobre las playas tranquila::. de mi tierra _____ __________ __ __ ___ ___ _________ _ _

Tú. que creas tE;, en el humilde puc·blecito de Pisco, los símbolos eternos de mi P:i.tria ________ .. ____ ___ __________________ _

Tú, que nos diste Independencia,. en día inolvidable para las ge-neraciones del Perú _________________ _________ ________ _

Tú, qu'8 creaste en nuestra Capital, un hermoso templo del saber para darnos Libertad con Cultura __ _______ ______________________ ____ _

Tú, que decretaste la libertad de pensamiento, para el respeto de las ideas contrarias ___ ______ ___ _______________________ _

Tú, que nos diste un hermoso himno que resume una historia de oprobio, libertad y de esperanza _______ ____________________________ _

Tú, que te alejaste para siempre al destierr~ voluntario, deseándo-nos el porvenir y la felicidad de la nación! J ____________________ ____ _________ __ _

Oh! .Sabio, maestro generoso, que nos enseñaste, el valor del es­fuerzo en la pobreza; el amor y el sacrificio por nuestros semejantes, postrado de rodillas sobre el suelo, bendigo · hoy mil veces tu memoria, porque nos diste Patria y Libertad!!!------------------------------------

Callao, 17 de agosto de 1956 .

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SEÑOR GENERAL DE DIVISION, DON ROBERTO TOMAS DALTON,

.EMBAJADOR DE LA REPUBLICA ARGENTINA EN EL PERU.

Esta Revista se complace en publicar los datos biográficas dél se­ñor General de División, den Hoberto Tomas Dalton, distinguido jefe de las fuerzas armadas de la nación hermana que ha sido designacdo por su GolDierno, Embajador de su Patria, en el Perú.

Para nuestro Instituto Sanmartiniano del Perú, que mantiene vivo -el culto al Protector de nuestra Independencia, General don José de San Martín, y que, por esto mismo, mantiene relaciones cordiales con las instituciones patrióticas y culturales de la República Argentina, la pre­sencia en Lima de un auténtico exponente de las gloriosas tradiciones militares de ese país. constituye un acto de grande y verdadera signifi­cación americanista, que nos es grato señalar.

El señor General .de División D. Roberto Tomás Dalton, nació en la provinci.a de Córdova el 20 de diciembre de 1901.

Contrajo enlace con doña Margarita Tamborini, el 23 de diciembre de 1929.

En los años 1928 a 1938, inclusive, prestó servicios en el Colegio Militar de la Nación.

Desde el 22 de octubre de 1930 al 22 de abril de 1934, en. el grado de Teniente l '?, se desempeñó en la Comisión de Adquisiciones en el Extranjero, con asiento en Bélgica, Francia y Holanda; a su regreso cursa la Escuela Superior de Guerra, obteniendo el título de Oficial de Estado Mayor en el año 1937. ,__

Luego, en los grados de Capitán y Mayor, desempeña funciones de oficial de Estado Mayor en la Dirección General de Institutos Milita­res, Estado Mayor General del Eiército y 4'7 Región Militar.

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Asciende a Teniente Coronel, el 31 de diciembre de 1943, siende> designado en esa misma fecha Profesor permanente de la Escuela Supe­rior , de Guerra, donde dicta la cátedra de Conducción en el último cur­so.

El 31 de diciembre de 1947, es ascendido al grado de Coronel. ocupando, sucesivamente, los cargos de Jefe de Estado Mayor de la Agrupación Patagonia y Director del Liceo Militar "General San Mai.·­tín".

Después de cursar el Centrn de Altos Estucdios, es destinado at Estado Mayor de Coordinación, donde desempeña el cargo de Jefe de la División Operaciones.

Desempeñó el cargo de Director Nacional de Seguridad, y luega el de Jefe del Estado Mayor General del Ejército, con el /grado de Gene­Tql de División, al que fué promovido el 31 de diciembre de 1955.

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LA EXPEDICION LIBERTADORA DEL GENERAL DON JOSE DE SAN MARTIN

Por el Capitán d e Fragata-Dbn r JUAN E. BENITES

DisCUl'lso pronund.ado ante el monum.ento al Prote ctor de la Independencia del Perú, en la ciúdad de Pisco--el- 8 de Setiembre de 1956.

Sr. Embajador de la República Argentina, Señoras y Señores:

El Instituto Sanmartiniano d el Perú, siguiendo el plan que se ha 'trazado, ha querido honrar una ·vez más la memoria del egregio Capitán de los Andes, al conmemorarse. el 131'? aniversario de nuestra indepen­dencia, y me ha conferido el alto honor de traer su palabra en esta ·mag­na· feoha ~n que celebramos el 1369 aniversario -del Desembarco de Pa~ racas.

La actuación militar de San Martín, q ue antes estuvo el servicio de la Metrópoli, comienza en esta oportunidad en su Patria, las Provin­cias Unidas del Hio de la Plata, sigue en Chile y termina en el Perú. Este connotado Jefe, que se había distinguido al servicio de la Madre Patria:, pone después · en relieve su capacid ad, su modestia y su a.bne·: gac1on. El .Perú siempre ha guardado y seguirá guardando en tod o tiempo inmensa gratitud por el Generalísimo Don José d e San Martín, su primer Libertador. Nuestra Nación se concreta hoy de toda preferen­cia a hacer resaltar su obra eficiente, llevada a cabo en -el Perú desde· 1820 en que llegó la expedición libertadora, hasta 1822 en que .entregó e l p oder al Congreso , para que los peruanos pudiésemos determinar <:fe nuestros prop ios destinos.

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José de San Martín, fué un hombre de acción deliberada, que actuó como una fuerza motriz en el orden de los hechos acaecidos, te-. niendo clara visión del objetivo real. Su objetivo era la independencia americana y a ello lo subordinó todo, individuos y cosas, formas y prin­cipios, pueblos é ideas, subordinándose él mismo a la disciplina que se había trazado. De aquí el contraste entre su férrea acción contempo­ránea y su dulce carácter postrero. La grandeza de los que alcanzan la inmortalidad no se mide tanto por la magnitud de su figura, ouanto por la acción que ejerce su memoria sobre la conciencia humana, !ha­ciéndola vibrar simpáticamente de generación en generación en nom­bre de una idea o de un resultado trascendental.

A San Martín, la posteridad agradecida lo ha aclamado grande; la América del Sur lo reconoce como a uno de sus Libertadores, y tries repúblicas lo aclaman Padre de la Patria y fundador de la Independen-

cia

Sería sumamente largo hacer una narración de todas las activida­des de San Martín, aunque no se tratase sino de la parte relacionada. con el Perú, por eso para no fatigar a tan distinguido auditorio me iper­mitiré mencionar solamente el episodio más admirado por nosotros, de toda su actuación, la expedición lib€rtadora del Perú.

En la Historia Naval siempre ha sido el Dominio del Mar, un axio­ma inobjetable y clave de la victoria. Es un principio inmutable de estrategia naval, porque el mar es el camino universal que une a to­dos los pueblos, y que, aunque p:-.rezca paradógico, es también el obs­táculo insalvable para todos aquellos que no hayan sabido o no hayan querido ser razonables y previsores preparando su poder naval, a fin de asegurarse el Dominio de los Mares.

Conocedor San Martín de la estrategia en general y de este prin­cipio fundamental en parti~lar, escribió a Don Nicolás Rodríguez P.eña. le 22 de Abril de 1814 lo siguiente:

"Ya le he dicho a Usted mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en JVIendoza para pasar a Chile y acabar allí con los Go­dos. Aliando las fuerzas pasaremos por mar a tomar Lima; ese es el camino y no este. Convénzase, hasta .que no estemos en Lima, la gue­rra no se acabará".

Como buen §:lStratega, así lo había comprendido, y en otra de sus cartas agregaba: "Mientras no se domine a los españoles en el Pe­rú, será precaria la independencia de la Argentina y de Chile" .

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En cuanto a ideales náuticos dice Gay : "Las miradas d e San Mar­tín y de O'Higgins no se limitaban a tener una Marina con que guar­d ar las costas. En sus conversaciones hablaban con frecuencia de la. posibilidad de una expedición al Perú, y de conquistar en ese· arsenal de Hombres, armas y municiones, la independencia que deseaban".

El principal objeto d~l viaje de San Martín a Buenos Aires, fué combinar en el Director Pueyrredón esta expedición naval ya muy me­ditada". En Enero de 1820 ya se encontraba San Martín de regreso de ese viaje a Buenos Ai'res, y se mostró infatigable en hacer adelantar los preparativos.

San Martín recibió un valioso contingente de provisiones e hizo un empréstito con algunos comerciantes extranjeros, hasta que en Agos­to de ese año ya tenía reunidos en Valparaíso 4118 hombres para ha­cerse a la mar. Tenía se1.s batallones de infantería con 3053 soldados, dos regimientos de artillería con 413 plazas de tropa y dos regimientós de Granaderos a Caballo con 652 jinetes.

Los totales eran 296 Jefes y Oficiales, 4770 clases y soldados, 800 caballos, numerosos cajones de impadimenta y parque, en .el cual fi­guraban 35 piezas de artillería, 15.000 fusiles, 2.000 sables y dos dari-nes.

En el Cuartel General, le cupo al .Perú el honor de contar con un digno representante, el Coronel Mayor Don Toribio Luzuriaga, que después llegó a ser General de División del Eiército Peruano.

De toda esta fuerza, como diez Oficiales y noventa individuos de tropa continuaron al servicio del Perú hasta el fin de la contienda.

De los Oficiales de campo que vinieron de Valparaíso, M'iller fué el único que hizo toda la campaña, hasta las batallas de Junín y Aya­cucho, saliendo herido en todos los combates en que tomó parte.

La expedición libertadora se embarcó por la playa arenosa de Val­paraíso, desde el Castillo de San José hasta el Arsenal (hoy entre los muelles Fiscales y de la Bolsa), debiendo los cuerpos de Quillota diri­girse por los Caracoles de Barón, hacia el embarcadero. Vencidas todas las dificultades que se le ocurrió a Cochrane oponer, el 20 de Agosto de 1820 zarpó de Valparaíso la escuadra libertadora, que también pudie­ra llamarse la expedición San Martín-O'Higgins.

Esta escuadra se co:nponía de los sigt'.ientes buques:

Fragata "O'Higgins" , Capitán Forster; Navío "San :Martín" Capitán Wilkinson; Corbeta "Santiago" Capitán Worster; Corbeta "Chaca­buco" Capitán Catter; Bergantín "Araucano" Capitan Ramsay; Ber-

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gantin "Pueyrredón" Capitán Prunnier; Bergantin "Galvariño" Ca­pitán-'.Spry; y ·.finalmente la' Fragata • "Lautafo''. 1Ca,pitán Jarge Mar­tín Guise. En total :eran 258 cañones y 2079 tripulantes.

La Fragata "O'Higgins" ostentaba la insignia del Almirante Co­chrane, y el Navío "San Martín" traía al Libertador.

,;,. _ La División ·de Trasportes estaba comandada por el Capitán De­lano; estos trasportes en que venía la tropa y la impedimenta eran loo

sigmentes:

Dolores, Gaditana, Consecuencia, Emprendedora, Santa Rosa, Agui­la, Mackenna, Perla, Jerezana, Peruana, Golondrina, Minerva, Liber­

tad, Argentina, Hércules y Potrilla.

Hicieron escala en Coquirnbo para embarcar el 1 batallón N9 2 de Infantería de Chile comandado por el Sargento Mayor Aldunate.

Pero su estadía abordo 'no le proporcionó descanso a San Martín, todos los días vigilaba a su gente, todos los días trabajaba en algo Y

constantemente hacía planes con sus Oficiales. , ,El Jueves 7 de Setiembre tuvo lugar la recalada, y ayuda.dos poli

la brisa, entraron en demanda .de la bahía de Paracas. 1

Una recalada, que para nosotros es hoy una cosa muy fácil, tiene mucho mérito· si nos remontamos 131 años atrás, en que se carecía de los instrumentos náuticos de precisión de que hoy disponemos, Y en que como cartas de navegación, sólo tenían los planos erróneos de Jor­ge Juan y de Antonio Ulloa, levantados en 1741.

Habían trascurrido 18 días desde la salida de Valparaíso, tiempo bastante "corto para haber navegado a la vela tanta distancia.

El w.omento en que fondeó la primera ancla en ocho brazas de fondo, marca el punto crucial de la epopeya de la Independencia ;allí. terminaba una campaña marítima; allí empezaba una ·campaña terrestre.

Cinco días duró el desembarco, pues algunas paracas suspendie­ron momentáneamente la maniobra. El Coronel Juan Gregario de las Heras, Jefe de Estado Mayor desembarcó el día 8 con los primeros hom­bres, y el resto los días siguientes.

Para ~c.s era la playa hospitalaria; esa era para ellos la meta de la jornada. Allí encontraron los brazos amigos, fuer tes y rudos que los salieron a recibir. Los de los buenos pescadores de San Andrés, hé­roes ignorados de esta fa~na, que fueron los hombres úti~es que encon­tró San Martín; el uno metido en el agua hasta las rodillas se acercaba

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y sostenía un bote; otros trasportaban cajones con rifles; otros la cure­ña de un cañón; y en ·cambio de su preciosa carga los botes req:resaban abordo con barriles de agua dulce del pozo que allí se encuentra.

San Martín hizo marchar la primera división bajo las órdenes de Las Heras a Pisco, la que derrotó en medio camino al Coronel Quimper que estaba al mando de 500 hombres de infanteria, 100 jinetes y 4 caño­nes. El Coronel Alvarado ocupÓ el valle de Chincha al mando de la caballería.

El .Libertador San Martín organizó un pequeño ejército para que se internase en la Sierra al mando del Coronel Arenales.

Este, después de ocupar lea el 6 de Octubre, apresó un convoy de mulas cargadas de provisiones de guerra y emprendió luego la ro.ar­cha sobre fos Andes.

Más tarde,_ San Martín decidió atacar Lima por el Norte; se tras­ladó por mar a Ancón y Huacho, hizo su cuartel general en Huaura, y después marchó sobre la Capital como lo había calculado desde hacía tanto tiempo.

Esta maniobra que es considerada como una de las operaciones más importantes de •toda la guerra, aún en ausencia de impedimentds físicos y navales; pudo solamente haberse realizado con tan completo éxito por tropas bien preparadas, con buena organización, y bajo las órdenes de jefes capaces y decididos.

Los buques españoles que había en el Callao eran tres fragatas: la "Esmeralda" con 44 cañones al mando del Capitán Luis Groig, la "Ven­ganza" con 42 -cañones y la ".Sebastiana" con 18; había además tres bergantines, "Pezuela", "Maipú" y "Potrela" y seis buques mercantes armados en guerra. La "Prueba" fragata de 50 cañones mandada por el Capitán Villegas se encontraba en Guayaquil.

Como se vé, esta escuadra era muy inferior a la de San Martín. Fué pues San Martín el primero que comprendió la necesidad del domi­nio del mar y la importancia del poder naval para llevar a cabo cualquier guerra en general y las del Perú en particular. Y fué el dominio · del mar el que le perrp.itió efectuar la operación fundamental de su campa" ña, desembarcando dos veces casi a las puertas de la Perla del Pacífico, centro de la dominación española.

Su sola presencia en las cercanías de la Capital hizo que el virrey La Serna, se retirara al Centro, y así pudo San Martín entrar glori:0sa­mente a Lima y coronar su obra, proclamando la Independencia del P!e-­rú!.

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ALOCUCION DEL GRAL. FELIPE DE LA BARRA EN LA CEREMONIA. PATRIOTICA REALIZADA EN PARACAS EL 8-IX-56, C'ONMEMORANDO

EL 136'? Al'jIVERSARIO DEL DESEi.\.IBARCO DE LA EXPEDICION LIBERTADORA

Señores :

En la celebración de esta qloriosa efemérides no podía faltar h voz del Ministerio de Guerra, sector que es de la defensa nacional Y en la que tienen predominio las fuerzas mmales y espirituales, así como la voz de dos · instituciones que por su carácter histórico y elevada fi­nalidad patriótica, han tomado ya hondo arraigo en el consenso públi­co, cuales son el "Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú''. Y eL "Instituto Libertador Ramón Castilla" ..

En representación del Jefe del portafolio de Guerra, señor Gral. Alejandro Cuadra, y en nombre de ambas instituciones, me cabe pues el honor de hacer uso de la palabr::i..

La Expedición Libertadora, Em eÍecto, conducida por José de San Martín, el Gran Capitán de los Andes, abre camino real a la indepen­dencia del Peni el país conside.~ado como el más poderoso baluarte de la dominación de España y que precisamente por esta circunstancia

\ -habían sido vanos los intentos de emancipación hasta entonces reali-zados por los peruanos, desd'e Túpac Amr..ru, hasta Aguilar, Ubalde, Ze­!a y Pumacahua. Y proclamada la independencia de nuestra Patria en la misma capital del . antiguo Virreynato, como resultado de la dirección :;:iolític:i. y militar del gran argentino, ella florece totalmente en Ayacucho bajo la égida de Bolívar y trae consigo la consolidación de toda la in­dependencia americana.

En esta fecha todas las banderas de ·los pueblos indo-españoles del continente tienen pues, que ondear en torno de la bandera peruana, tienen 'que hacerlo junto a · Ja saqrada insignia cuyi;:>s colores, ;precisa­mente en este lugar, los eligiera San Martín.

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La historia recoge los grándes acontecimientos que gestaron la vida de una nación y que luego intervinieron en su marcH~, señalando ya sea las etapas vencidas en pos del prqgreso cultural y de~ adelant~ social del pueblo, o ya sea cuando esta marcha se detuvo o quedó mar~ cando el paso. Y con Bstos acontecimientos recoge y graba las figu­ras de los héroes y próceres, de los hombres repre'sentativos de la na= donalidad, que después de todo son los que inspiraron, enrumbaron o guiaron los sucesos, enraizando así la misma historia.

Pero no son suficientes las páginas grabadas de la historia. A las multitudes, al obrero, al campesino al hombre del pueblo que gana el sustento laborando del alba a la puesta del sol, y por Jo cual el tiempo le ' re,sulta premioso para cualquiera extensión cultural, hay que poner a ~u alcance, otras fuentes de educación patriótica, hay que poner a su vista otros símbolos objetivos: y estos .símbolos son los monumentos que enaltecen un hecho o exaltan la figura de un héroe.

En la Capital d e la República, el gran monumento del 2 de Mayo de 18-66, que glorifica la etapa final del sacudimiento político de España; el imponente monumento de San Martín y el arrogante de Bolívar; el inspirado aunque todavía pequeño monu:r:iento del Gran Mariscal Casti­lla; los magníficos monumentos dG nuestros héreos inmortales Grau y Bolognesi; y el mismo be!lo monumento de San Martín que se levanta en e l corazón de la ciudad de Pisco, y ante el cual acabamos de rendir homenaje a la memoria del Protector, son esos grandes e incontrove~ti­bles medios objetivos para la educación cívica y fortale~imiento patrióti­co en la nacionalidad.

Y así, señores, ninguna ocasión más propicia que la que nos ofre'­ce la celebración de esta efemérides para recordar la deuda .que tie­ne la nc.ción, y muy particularmente esta legendaria circunscriÍ>ción te­rritorial, de erigir el monumento que perennice, ante niños y adolescen tes peruanos y extranjeros, ante las generaciones de hoy y de las de mañana, que aquí, en esta tranqu:la orilla del mar peruano, y testigo

1 que fuera de otros episodios de nistoria heroica, hace 136 años que el egregio General San Martín planto el primer hito firme de nuestra in­dependencia e hizo ondear la bar.dera de la libertad que ya nunca se plegaría.

Este obelisco a cuyo pie nos encontramos, testimonia un homena­je a aquel hecho epónimo de nuestra historia, pero el artificio que aho­ra es de modesto material, transformémoslo .pronto en el monumento de granito y bronce que inmortalice el gran suceso peruano y continental ocurrido el 8 de Setiembre de 1820.

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y eñ esta obra, cuyo primer impulso toca dar al enérgico y em­prendedór carácter del pueblo de Pisco, el Centro de Estudios Histórico­Militares del Perú, al que ha de aunarse sin limitación el Instituto "Li­bertador Ramón Castilla", brindará otra vez su cooperación entusiasta e indesmayabl'e para lograr su realización que encierra tan hondo y tras­cendente significado cívico y patriótico, y la cual se halla autorizada. desde' tiempo ya, por la Ley del Estado N<? 11504.

Señores:

Mientras llegue ese feliz momento elevemos nuestro espíritu para rendir homenaje a la gloria inmarcesible de San Martín y a sus heroi­

. cos soldados que ::nuy pronto se confundieron con los soldados perua­nos en la gesta libertaria.

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LA VID:A. DIPLOMA TICA DE HIPO LITO UNANUE

Por CESAR GARCIA ROSELL

Por una de esas sorpresas que nos ofrece la Historia, los servi­cios diplomáticos de Unánue se inician antes de la implantación de la República. Pero no es solamente el Único caso que oblige a nuestra reflexión, porque casi todos los próceres de la Independencia, civiles o militares, hicieron lo mismo. San Martín, Castilla, Gamarra, figuerola, para no citar sino los más conocidos, actuaron en las filas realistas hasta el instante en que rompieron con el pasado para trabajar por la eman­cipación del Perú.

Pero el caso de Unánue, que aparece sirviendo la Secretaría de la Delegación de Pezuela en las Conferencias de Miraflores (Setiembre de 1820), fué distinto. Unánue no desempeñaba en esos momentos ningÚn cargo oficial que hubiera determinado su designación como delegado. Cabe entonces suponer que fué el propio naturalista el que solicitó "su" nombramiento guiado por secretos designios de servir los ideales de la Libertad, procurando o facilitando el entendimiento pacífico y amistoso entre los dos grandes bandos en lucha.

Unánue y las Conferencias de Mlraflores

Conocida era, en los círculos liberales e intelectuales de Llrm., la actividad pre-revolucionaria de Unánue, escritor de "Mercurio Perua­no", ideólogo, moderado es cierto, de la revolución, y partidario resuel­to aunque prudente de sustanciales reformas en el gobierno del Virrei-

- nato. Unánue, como' Baquíjano, como Vásquez de Acuña, como Mon-- temira, simpatizaba con la independencia del Perú y aún, como lo con-

fesó después al agradecer el homenaje del Congreso, había sembrado las luces precursoras de la nacionalidad naciente. No es, pues, infun­tlado suponer que, dados estos antecedentes personales, Unánue hubiera tratado de aproximarse al Cuartel Gener.al de los Libertadores para ca-

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nocer, de cerca, los propósitos políticos del General San Martín y hasta dónde éstos coincidían con los de los elementos liberales del Perú.

Sólo así podemos explicarnos la intervención del sabio Unánue en las Conferencias de Miraflores que se iniciaron · el 14 de Setiembre de 1H20, escasamente una semana después del desembarco en Paracas. Unánue , integraba la Delegación de Pezuela, en compañía del ari~·tÓcra.­ta limeño Co11de de Villar de Fuente y del Teniente de la marina espa­ñola Dionicio Capaz, agente especial de la corona en el Perú, y el más. recalcitrante defensor de los · intereses de la monarquía.

Pezuela, Virrey del Perú, había invocado, en su invitación a las negociaciones, . un espíritu cordial y conciliador para el arreglo de las diferencias entre realistas y patriotas, "pues prefiero, decía, en sumo 1

grado los triunfos de la paz y la razón a los laureles de la guerra". Era el mismo deseo del General San Jlftartín, amante siempre de la razón y

no de la violencia. Pero Pezuela fundaba sus esperanzas en una paz fundada en los intereses de la Monarquía, al paso que el Capitán dG los Andes las fincaba en la _ liberta~ del Perú. .Por esto pudo responder San Martín, al llamado de Pezuela declarando que los deseos del Vi­rrey estaban "conformes a los ¡principios que me han <Jll~ado desd~ c¡ue comencé mi vida púbUca".

¿Cuál fué la conducta de Unánue en el curso de las negociacio­nes? A juzgar por la actitud resuelta que adoptó d~spués, podemos imaginárnosla. En principio era opuesto al ejercicio de)a violencia co­mo me_d Lo sfe ·sojuzgar las opiniones -0 de indinar el éxito de la guerra. Podemos reconstruir mentalmente la obra silenciosa y prudente de Uná­nue en estos días inciertos en que los negociadores discuten en Mirla­flores la suerte del Perú. Contra la intransigenCia de Capaz, se alzaría el gesto tranquilo y conciliador de Unánue, moderando los ímpetus de aquel en el debate de las proposiciones. Pero prevalecieron al fin los intereses ·de la monarquía y las conferencias, fracasaron porque se qui­so imponer la Constitución del año 1.2 - tardía concesión de la Coro­na - sobre los derechos del · Perú a regir sus propios destinos.

Así lo expresó San Martín en el Manifiesto que dirigió a los ~ue­

blos del Perú dando cuenta del fracaso de las CorJerendas de Miraflo­res. En él decía:

".Las proposiciones del Virrey de Lima han sido, o total­mente inadmisibles, o desnudas de una verdadera garantía: el hita­.mento de la constitución de España, sería una -irlfracdón del que hemos hecho tantas veces al Eterno en presenciá de la Patria .. .'' :

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"La acción más .sublime"

Los delegados españoles regresaron a Lima moralmente vencidos La única oportunidad que pudo ofrecérsele a Pezuela de concluír la lu-cha, había pasado. Pero para mantener el prestigio de la Corona en los círculos dirigentes y responsa:bles de la Capital, juzgaron necesario re­currir a la prensa para engañar a la opinión pública, de-sprestigiar al Ejército Libertador y mixtiíicar los acontecimientos presentando a los in­surgentes como un peligro social que amenazal:¡a tanto a la seguri- , / dad del Estado como a la vida y bienes del vecindario. La publicación la hizo Capaz en la Gaceta del Gobierno, en la edición del sábado 7 de octubre de 1820. Desahogo procaz que encontró el repudio de- la gen-te sensata y, particularmente la protesta y el re\chazo de Unánue. .

Porque Dionicio Capaz, tuvo la osadía de colocar junto a su fir­ma la del sabio patriota para dar veracidad y respetabilidad a su Mani­fiesto . Y seguramente de no haber sido Unánue la persona suplantada la mixtificación hubiese prosperado, desde que r¡.o podía esperarse que en el ambiente de presión y de casi terror que en esos ·momentos reinaba ~n Lima, hubiera quién desautorizara a los representantes de la. monar­quía sin exponerse a las represalias consiguientes.

Más, Unánue era inca.paz de posturas humillantes. Y menos acep­tar la posición de atrabiliario en que lo colocaba el papel de Capaz sin darle inmediata respuesta. Para Unáriue . su reputación estaba por en­cima de sus intereses materiales y hasta de su seguridad personal. Pm lealtad a sus principios no podía aceptar ni consentir el paso audaz del marino español; y aunque exponiéndose a la malquerencia del V'rrey y a perder, seguramente, su bien ga,.'!ada posición social y económica, Unánue no trepidó un instante para hacer pública su protesta y repu­

dio por el Manifiesto de Capaz. La réplica moderada pero convincente de Unánue apareció d os

días más tarde no en la Gaceta sino en una hoja impresa como suple-. mento del periódico ofrcial. En ella, aprovecha Unánue para esbozar su doctrina d e apaciguamiento, de conciliación, de reconciliación diría­mos entre los dos bandos en luchas. · Pero es, ante todo, la desautori­zación de los principios que la Monarquía defendía en América; el em­pleo de la fuerza para someter los espíritus libres y el error de querer acallar p'.)f la violencia, la destrucción y la muerte las aspiraciones de los pueblos.

"La guerra, decía Unánue, es el supremo de los males, la mejor dirigida dexa en pos de sí desastres que causarían las pes1es, los

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terremotos, los incendios e inundaciones. iEmpero de todas las disc.ordias es la más cruel la civil, o de los individuos de un pro­pio Estado".

Y luego agregaba

"No es bueno soplar con fuerza el hacha de la discordia, porque quando su llama devoradora llega a tomar fuerza consu­me quanto hay de sensible y prudente, y solo le dexa la rabia y la ferocidad ... Una cosa es levantar y hacer esforzados los pechos heroicos y otra cosa es encarnizarlos".

La réplica de Unánue estalló en el ambiente limeño como la voz de la razón poderosa e inextinguible, levantando los espíritus con el verbo de los profetas, pero revelando al mismo tiempo que todavía exis­tían hombres capaces de oponerse al furor de las ;pasiones, y de la gue­rra. Pronto el imp reso de Unánue circuló -en lo s círculos revoluciona­rios de Lima y provincias, en copias múltiples como el desahogo de L1 población civil frente a las amenazas de Pezuela de reanudar la lucha hasta el aniquilamiento de los insurgentes.

El papel de Unánue llegó al Cuartel General del Eiército Liberta­dor, y causó allí la misma reconfortante impresión que encontró en los medios liberales de la capital. La protesta escrita del sabio fué, desde

. ese momento, su mejor credencial de patriota, que le abrió la senda gra­tísima de su amistad con San Martín, Lo dice la carta de García del füo al director de Chile, el general O'Higgins, en la que se refiere al docu­mento de Unánue, destacando su trascendental política y la importancia que le conocían los libertadores.

He aquí la parte pertinente de la ,carta de García del Río: "Por el mismo conducto tuvimos La Gaceta de Lima y el pa­

pel de Unánue, de que se remiten copias. Nada digo del papel de Unánue, porque es la acción más sublime y el golpe :más fuer­te que se puede haber dado al gobierno de Lima".

Lo era en efecto, porque Unánue con su trascendental entereza de ánimo, puesta de manifiesto tantas veces en el curso de la campaña de 1-824 y 1825, había roto el prestigio militar del virreinato, desautorizando el empleo cruel y repudiable de la fuerza bruta y exaltando el derea.>i.o de los pueblos a: un régimen de tolerancia, de libertad y respeto : q. la dig­nidad del homtíre.

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Desde ese momento - 9 dª octubre de · 1820 - Unánue pertenec& a la Patria; se dará todo entero por ella, arrostrando peligros evidentes, pero reconciliado consigo mismo, con sus ideales, con ·sus principios, con su amor al Perú. • 1

Si como Legislador y hombre de ciencia descolló Unánue hasta sobresalir entre sus contemporáneos .alternando en gallardfa espiritual Y en talento político con Sánchez Carrión, Tudela, Mariátegui o Luna Pi­zarro, no fué menos brillante su gestión gubernativa ni sus actividades diplomáticas en el campo de la p olítica internacional suramericana. Y es este aspecto, poco conocido, de la personalidad de Hipólito Unánue que procuraremos señalar en las líneas que siguen. •

Unánue que se había captado la confianza ilimitada del Liberta­dor, fué escogido por éste para integrar el primer Consejo de Gohiemo que asumió la máxima autoridad en el Perú al ausentarse Bolivar pax-a .su gira triunfal al Alto Perú. Por Decreto Dictatorial de 24 de Febrero de 1825 dejó establecido en Lima dicho Consejo, bajo la ,presidencia de La Mar, fotegrado por dos ministros de Estado: Unánue en Hacienda y Sánchez Carrión en Gobierno y Relaciones Exteriores. Pero como el Mariscal se hallaba ausente, fué Unánue quien asumió la presidencia del Consejo, y la retuvo hasta 1'826.

Dos grandes tareas gravitaban sobre el Consejo de Gobierno: or­ganizar la .República-: restableciendo su 1o:rdenamiento jurídico y adminis­trativo; y concluir la guerr a de la Independencia que aunque conquis­tada con la victoria de Aya.cucho ofrecía la ingrata e inútil obstinación de Rodil de entregar el CaEao. Unánue se consagró por entero a su pesa­da labor. El sitio del Callao se llevaba adelante con ligeras alternativas; podía proliongarse algo más el asedio de las fortalezas, p~o su rendición era inevitable y nada podía detenerla. Unánue se daba tiempo para reunir dinero con que so~tener las operaciones miliiares y para reajus­tar los servicios públicos. Bolivar, aunque distante de Lima, seguía con mirada atenta los acontecimientos del Perú, y mantenía una copiosa y

constante correspondencia epistolar tanto con Unánue como con los otros ministerios del Estado.

El Callao capituló en Enero de 1826; y Unánue tuvo la inmensa satisfacción patriótica de completar la independencia nacional presidien· do las ceremonias oficiales de la entrega de esa plaza.

La cU.eslión de Mainas

Cuando Unánue asumió la presidencia interina del Consejo de Es­tado, estaba pendiente el problema de límites con la Gr~ Colombia..

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L~s preocupaciones de lq guer~a con Esbaña no hal:;>ían permitido encarar resueltamente este probleID:a que X"ª ese país había pla,.nteado en 1822 con su inadmisible reclamación de los territorio,s ,d.e Mainas y Jaén. N. Mosquera hi Restrepo, agentes diplomáticos colo~ianos , pudieron avan­.zar m.á¡:; allá de donde lo permitían las conveniencias peruanas. Aunque nuestros diplomáticos no tenían presente la Cédula de l802, s~ mostra­ban reacios a reconocer la legalidad de esas pretensiones, sobre todo cuando las pobl~~iones del Amazonas habían jurado la independencia del Perú, y enviado representantes a la Constituyente.

Con Bolivar ·en Lima no prosperaron tampoco las exigencias fron­terizas del norte, si bien es cierto que el Libertador, pese a ejercer en el Perú un poder dictatorial ilimitado, no quiso aprovechar de la situa­ción excepcional en que se encontraba para despojamos de Mainas y Jaén. Bolivar, cuya cultura politica y hu manística era inmensa, cono­cía los documentos reales sobre las territorios amazónicos que reafirma­ban los derechos del Perú a la amazonía; y no tuvo inconveniente en proclamarlos en ~na carta al Vicepresidente de Colombia, Santander, car­ta sobradamente conocida y que en resumen dice:

"Mainas pertenece al Perú por una real orden muy moderna" .. . "Siemp re .tendremos que dejar a Jaén por Maynas".

No era pues vaga la idea que Bolivar tenía de los derechos del Perú a esos territorios, sabía que correspondían al Perú; algo más, co­nocía al detalle el mandato de la Corona, como lo conocían los ne­gociadores colombianos de 1822 y 1823, sólo que éstos últimos, siguien­do instrucciones de su Cancillería, aparentaban ignorar la reincorpora­ción de Maynas al Perú, explotando lo que conceptuaban ignor.ancia de nuestros gobiernos a fin de obtener decisiones que favorecieran a Co­lombia. Nada revela mejor la insinceridad de tales negociaciones que la carta de Mosquera a Bolívar, fachada en Guayaquil en 26 de Octubre de- 1829 que entre otras cosas dice:

"Entre los documentos que me entregó el general Espinar para h Legación de que he sido encargado, hay una copia de la Real Cé­dula Española que m::i.ndó .agregar en 1802 la Provincia de Maynas 1 P ,,, / a eru.

"Según se deduce de las comunicaciones de Joaquín mi herm~­no, cuando estuvo encargado de esta misión, no la hay en el Pe­rú, y parece ~e se quemó en el a_rchivo qel gobierno. Por tanc to deberé man~Jar los negocios apoyándpme en l<;i. Cédula que

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Lc::s preocupaciones de lci guer~a con Es~aña no h a};>ían peBmitido encarar resueltamente este probleID:a q ue ya ese país había p lapteado en 1822 con su inadmisible recla:mación de los territorio,s .de Mainas y Jaén. N. Mosquera Di Restrepo, agentes diplomáticos colom_9ianos, p udieron avan­zar m.á¡:i allá de donde lo permitían las conveniencias peruanas. Aunque nuestros diplomáticos no tenían presente la Cédula de l802, s~ mostra­ban reacios a rec;:onocer la legalidad de esas pretensiones, sobre todo cuando las poblaciones del Amazonas habían jurado la independe-ncia del Perú, y enviado representantes a la Constituyente.

Con Bolívar ·en Lima no prosperaron tampoco las exigencias fron­terizas del norte, si bien es cierto que el Libertador, pese a ejercer en el Perú un poder dictatorial ilimitado, no quiso aprovechar de la situa­ción excepcional en que se encontraba para despojamos de Mainas y J~én. Bolivar, cuya cultura politica y humanística era inmensa, cono­cía los documentos reales sobre las territorios amazónicos que reafirma­ban los derechos del Perú a la amazonía; y no tuvo inconveniente en proclamarlos en ~na carta al Vicepresidente de Colombia, Santander, car­ta sobradamente conocida y que en resumen dice:

"Mainas pertenece al Perú por una real orden muy moderna" .. . "Siempre .tendremos que dejar a Jaén por Maynas".

No era pues vaga la idea que Bolivar tenía de los derechos del Perú a esos territorios, sabía que correspondían al Perú; algo más, co­nocía al detalle el mandato de la Corona, como lo conocían los ne­gociadores colombianos de 1822 y 1823, sólo que éstos últimos, siguien ­do instrucciones de su Cancillería, aparentaban ignorar la reincoripora­ción de Maynas al Perú, explotando lo que conceptuaban ignorancia de nuestros gobiernos a fin de obtener decisiones que favorecieran a Co­lombia. Nada revela mejor la insinceridad de tales negociaci'?nes que la carta de Mosquera a Bolívar, fachada en Guayaquil en 26 de Octubre de- 1829 que entre otras cosas dice:

"Entre los documentos que me entregó el general Espinar para h Legacién de que he sido encargaco, hay una copia de la Real Cé­dula Española que mandó .agregar en 1802 la Provincia de Maynas 1 P ' " / a eru.

'. 'Según se deduee de las comunicaciones de Joaquín mi herma­no, cuando estuvo encargado d e esta misión, no la hay en el Pe-­rú, y parece que se quemó en el a.rchivo qel gobierno. Por tanc to deberé man~jar los negocios apoyándp me en l<;i. Cédula que

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agrE!gÓ la Presidencia de Quito al Virreinato de Nueva Granada¡; r , '· - . "' - . . • ~

pero en caso de que me presenten documentos fehacientes, desea-r~a tener instrucciones sobre el particular, pues .como el artículo 59 del Tratado sienta por bases el utti poss'idettis de 1809, podrían co~ j~sü?a reclamar · ia ribera izquierda del Marañ6n" . . ~ ... ,~< ~ ... ~ ~-. .

Esa carta aunque posterior a la. actuación de Unánue, demuestra lo difícil y peligroso de la tarea que se había impuesto el sabio al asumir la Vicepresidencia del Consejo de •Estado. Tenía ·que proceder con un.a sagacidad extraordinaria en materia internacional, sobre todo en la cues­tión limítrofe del norte. Manteníass1 en guardia en espera de cualquier nuevo intento colc!Ilbiano de revivir la cuestión pendiente. Y posible­mente, como lo advierte Alayza y Paz Soldán, en sÚs documentados tra­bajos históricos, el sabio ejerció toda su influencia moral y su amistad

' con Bolívar, para que el problema limítrofe siguiera encarpetado hasta otra oportunidad.

Este es uno de los grandes servicios que prestó Unánue al Perú neutralizando el natural colombianismo del Libertador, quien quizás, sin la intervención ccirdial y amistosa del estadista peruano habría impues­to sin contrapeso álguno una solución desfavorable a los intereses terri­toriales del Perú. ·

Pero en 1826, revive ese peligro con el Congreso de Panamá. Sa­bemos que las primeras instrucciones que se impartieron a los delegadcs peruanos, redactadas por el General Tomás Heres, con fecha 15 de Ma­yo de 1825, aprovechando de la enfermedad de Sánchez Carrión, que era el titular de la cartera de Relaciones Exteriores, Heres, introdujo en ellas, con o sin el consentimiento del Libertador, el parágrafo noveno de acuerdo con el cual los negociadores del Perú y Colombia debían bu&­car el arreglo de límites no a base de la situadón existente en 1810 -el utti possidettis, adoptado por las naciones. americanas -, sino eligien­do para la linea demarcatoria "puntos muy conocidos, como por ejem­plo grandes ríos y montes ... "; en una palabra, sin remarcarlo explídta­mente, Heres sugería 61· curso del Marañón como lindero internacional en­tre el Perú y Colombia.

Eso. era la solución reclamada por el general Santander, Vicepre­sidente de la Unión Colombiana, radi'.'.:almente antiperuana, puesto que .Je cercenaba al Perú los territorios del oriente amazónico, Mayuas, Quijos y

Canelos, que el rey de España, había reincorporado a nuestro país. por mandato de una r~al cédula de 1802. Las· instrucciones q~,e el canciller colombiano Hevenga, entregó pri~ero al general Sucr~. y posterior~e~­te a sus delegados' ed Pana'.má, desconocían la vigencia del real do~-

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mento en un pueril empeño de retrotraer la situación territorial al estado que .tuviera antes de esa fecha.

P-ero Unánue hízose cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores y pudo conjurar el peligro de que el problema de fronteras fuera resuel­to de conformidad con las instrucciones del general Heres. Unánue era geógrafo; poseía amplios conocimientos - no comunes en su tiempo -de los territorios amazónicos. El mismo, como redactor de "Mercurio Peruano", había escrito páginas admirables sobre la geografía nacional. Posiblemente era 1.mo de los dirigentes peruanos que tenía .conciencia clara de lo que esos territorios representaban para su Patria, y por lo tanto, se empeñó en conser-varlos dent::o de nuestra propia na~ionalidad. Como a la Cancil1ería llegara una nota de los delegados en Panamá, Pando y Vidaurre, de fecha 24 de diciembre de 1825, pidiendo "instruc­ciones muy explícitas" para el caso de tratarse en el istmo la cues­tión de fronteras, Unánue procedió a redactar un nuevo pliego de Ins­trucciones donde pudiera "manifestarse libremente la voluntad del Perú" ya que en las de Heres, como advierte el historiador Porras Barrenechea, faltaba ese requisito esencialísimo.

Estas nuevas Instrucciones, que llevan la fecha del 18 de febrero de 1826, redactadas por Unánue, anulan, en su parágrafo 99, las reco.:. • mendaciones del general Heres de que la cuestión de límites se discutie- . se en Panamá. Con gran perspicacia y talento político el sabio dió otro .rumbo al proceso limítrofe poniendo a salvo los derechos del Perú.

"La cuestión - dicen las nuevas Instrucciones de Unánue­entre la República de Colombia y la del Perú se ventilará en esta capital (Lima), con el Gran Mariscal de Ayacucho (Sucre) o

con cualquier otro comisionado legítimamente autorizado, en aten­ción a existir aquí los documentos de la Ínateria, y a que po­drán adquirirse aquí todas las nociones precisas, para tranzar ami­gablemente este negocio".

Las Instruccioñes de Unánue las llevó al Istmo el- Dr. Pérez de Tudela nombrado en reemplazo de Pando promovido al Ministerio de Re­laciones Exteriores. Tudela hizo el viaje en la fragata "Macedonia" la que . arribó a Panamá el 2 de abril de 1826. En sus primeras conferen­cias, extraoficiales, con Gual y Briceño Méndez, Tudela las dió a entender que las instrucciones de Heres habían _ sido re-vocadas por el Gobier­no peruano,. lo que intrigó a los colombianos y los llevó a querer son­dear el ánimo del agente peruano. Gual, en nota confidencial al canci-

. lle! Revenga, de 1 O de abril, . da cuenta del resultado de sus indagado~ nes en estos términos:

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"Esta declaración - la de las nuevas Instrucciones, - ex­citó naiuralmnete en nosotros el deseo de inquerir los pormeno­res de aquellas instrucciones, sin parecer curiosos ni dejar de tras­lucir nuestra inquietud".

"No dejará U. de sorprenderse al saber qué resultado de esta conversación fué según nos parece descubrir...... que el go­bierno del Perú se reserva tratar de límites con Colombia en Li­ma".

"Es preciso confes·ar a U. que semejantes alteraciones en la conducta de un gobierno que ¡Iebe su existencia (sic) y su vi­da al d e Colombia, nos ha sorprendido en extremo. ELLAS HAN DESTRUIDO COMPLETAMf:NTE LA BASE DE NUESTRAS OPE~ RACIONES". (

La sorpresa del canciller Revenga no fué menor que la de sus delegados en Panamá. Evidentemente,, las "alteraciones" a que se re­fería Gual, cambiaban total y completamente las espectativas colombia­nas. Trasladado a Lima el proceso de límites Colombia perdía las ven-

- tajas que podía y debía darle la discusión en el Istmo. Unánue les ha­bía ganado la partida en forma inteligentísima son solo variar el giro del proceso limítrofe. Por eso Revenga en su respuesta a Gua! hace suya la sorpresa de sus negaciadores por

"el nuevo aspecto que los plenipotenciarios peruanos que­rían dar a los negocios de que se ocupara esa Asamblea".

Unánue no permaneció mucho tiempo al frente de la cancillería. En los primeros días de mayo llegó a Lima el nuevo Ministro Pando, y se hizo cargo del. portafolio. Pando era peruanista pese a su admi­ración por el Libertador y a sus ditirámbicos elogios de Bolívar; y poir lo tanto no alteró la linea de conducta ·que le marcara el sabio a los asunc tos limítrofes con Colombia. Pando identifícóse con la opinión y los sentimientos de Unánue en cuanto a la conveniencia de. localizar en Li­ma la discusión sobre límites. Por esto, con fecha 25 de mayo del año 26, y "por orden de S.E., vale decir, por orden de Unánue que ejerce la pre­sciencia del Consejo de E¡:;tado, remitió al Istmo una extensa comunica­ción refundiendo las dos Instrucciones anteriores en una más precisa y más amplia aunque inspiradas en el mismo propósito de defender los derechos del Perú al territorio de Quijos y };foinas. Pando, en una pa- . labra, . reiteró en la cláusula gc;r, la recomendación de Unánue de 18 de febrero:

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-- ~- .... "Igualn;¡ente, dice f'._ando! . reitero . a: V; ?· prescripto en

el artcíulo 9° de las mencionadas Instrucciones: el arreglo de los Ümite~ entre et Perú y . ColÓmbia n~ es. operación deÍ mo-. __ , ·• -mento. El deseo del ConseiC? (de Est~do), de ~e esta transacción se verHique en Lima se halla en anc_1logía con los disposiciqnes del Gobiern~ . de esa repiililica, m~nifestadas a U.S. po·~ los seño­res Gual y B~iceño, s~ún. participan U.S. mismas en su n¿ta de 24 de diciembre último".

La maniobra colombiana de anexarse Mainas y Quijos quedó des­baratada. En Lima no podí'a prosperar ese prepósito pues aún cuando la real cédula de 1802 no había alct nzada difusión en el Perú, perma­neciendo inexplicablemente ignorada hasta 1860, existÍa una instintiva resistencia a aceptar dichas pretensio_ne:;; tenitoriales; y fué Unám,\e quién se encargó de fortalecer esta convicción al hacerse cargo de la cartera de Relaciones Exteriores.

Unánue y Ja "no intervención"" "

Podernos considerar a Unánue como precursor de la política de "buena vecindad" que ha hecho famoso a un presidente norteamericano, porque cien años antes que Roosevelt el estadista peruano se preo­cupó por eliminar todo . motivo de suspicacia o resentimiento entre los pueblos americanos, respetando la soberanía y la indepéndencia de los nuevos estados y estableciendo un principio que hoy, al cabo de una centuria, forrná parte del J)erecho Internacional Americano.

Ese, principio, él de la "no intervención", la rec~mendó Unánue en sus Instrucciones de 18 de febrero de 1826, dirigidas a los delega­dos dél Perú eri Panamá, Pérez de Tudela y Vidaurre, en la cláusula 1oc;r que a lá letra decía:

"No se inferirán U.S. en los negocios domésticos de los Es. tados ni menos en la organización interior de sus gobiernos".

Sorprende la audacia y origihalidad de la concepción política y diplomática de Unánue y admira más cuando hemos visto .que por no seguirse ese principio los puebles de América han derrochado ener­gías, entusiasmos y tiempo en inútiles querellas, en discordias y recri­minaciones que tuvieron por motivio precisamente el no haber sido con­sagrado en el' Istmo el sabio y prudente consejo de Hipólito Unánue.

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Durante un siglo los pueblos de América han sentido en propia carne la ausencia de esa ncirma de derecho internacional en los continuos incidentes que alteraron la paz al sur de Rio Grande por el llamado "in­tervencionismo" norteamericano. Toda la historia -diplomática de Ame. rica gira alrededor de la ingerencia de un esiado en los asuntos inter~

nos de otro o "en la organización interior de sus gobi'ernos", para citar las palabras del prnpio Unánue. Este "intervencionismo", frustró mu­chc·s buenos propósitos de acercamiento y de buena vecindad en Amé­rica y provocó protestas y reclamos en el seno de las Conferencias in­teramericanas, como la 6ª de La Habana, y la anterior de Santiago de Ohile, en las cuales, las delegaciones argentina y salvadoreña, pidieroln una declaración explícita de repudio a la intervención de un estado en otro. Fué preciso que trascurrieran cien años, desde la recomenda­ción de Unánue, para que en la reunión de Montevideo de 1933, las na­ciones de América, con la aceptación de Hull, delegado de los Estados. Unidos, suscribieran un convenio sobre Derechos y Deoores de las Na­ciones, que recoie y consagra el principio que Unánue insertó en sus notables Instrucciones de 1826. Este principio fué ratificado por el go"-­bierno de Washington en 1936 e incorporado definitivamente al' códi­

go internacional americano.

"Ningún estado tiene derecho a intervenir en los asuntos de otro", reza el artículo 6'? de la Convención de Montevideo.

La Declaración de Principios Americanos que aprobó la Confe­rencia d¿ Lima, dos años más tarde, ratifica y refrenda el mismo prin­cipio.

Pero el mérito corresponde a Unánue, al Presidente Consejo de Estado de 1826, que anticipándose a todos los tratadi~tas de derecho in­ternacional esbozó una de las normas jurídicas de mayor importancia pa­ra las repúblicas americanas, aquella que resguarda la integridad de sus territorios y el ejercicio irrestricto de sus soberanías, el principio de la "no intervención", hecho público en la asamblea -del Istmo hace más de un siglo.

Esto hace de Unánue un precursor de la política -de "buena ve­cindad". Y así como en el Derecho Internacional de América existe la Doctrina Drago, la Doctrina .Stiinson, la Doctrina Bustamante, nada más justo que darle el nombre de Unánue a la Doctrina de la no interven­ción, la Doctrina Unánue, que en buena cuenta sería la Doctrina del Pe­rú.-

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Unánue y el Archipiélaqo de Chiloé.

El ·archipiélago de Chiloé, p lanteó al Gobierno peruano un serio problema. Era la sola fracción del territorio en el Pacíficq sur que per­manecía en poder de los españoles, pese a que con las batallas de Cha -cabuco y Maipú, Chile había conquistado su independencia. So'brevi~

viendo al desastre realista un grupo de dbstinados españoles continuaba la resistencia a las armas de la Patria. Al frente de ellos estaba el Co­ronel Quintanilla, terco c::omo Rodíl, pero superior a este en iniciativas y audacia.

Era pues ese archipiélago un peligroso baluarte que causaba preo­cupación en las esferas dirigentes del Perú y Chile.

Quintanilla, tuvo la osadía de armar varios corsarios que incur­sionaron en las costas del sur d el Perú en los años de 1823 y 1624. Uno · de estos barcos piratas, el "General Valdéz" logró apresar frente a Ilo a la fragata patriota "Mackenna", cargada de soldados peruanos. Tb­dos perecieron al naufragar el barco cuando lo conducían a Juan Femán­

dez. Era peligrosa la situación de Chiloé. Las conveniencias del Pe­

rú aconsej aban someter al archipiélago eliminando ese recalcitrante fo­co de la reacción española. Bolívar pensó en ello después de Ayacu· ého, proyectando una expedición militar que debía salir del Callao. Con este propósito escribió a Unánue, desde Arequipa, en 30 de Mayo de 1825, urgiéndole a preparar las tropas que debían apoderarse de Chi­

loé.

"Creo, le decía, que debemos dar los pasos posibles a fin de in­ducir a Chile a que acelere su expedición sobre Chiloé, ihacién­dole entender que dicha isla puede ser entregada a cualquier po­tencia extranjera que mañana nos perjudique" . "Si no puede ha­cerlo, lo hará el Perú". "Piense Ud. que el Perú tiene derecho a Chiloé más que Chile" (16).

Unánue acogió con entusiasmo y decisión el proyecto del Liberta­dor, y procedió a disponer los medios diplomáticos como materiales para la expedición militar. El 10 de Julio de ese mismo año respondía a Bo­livar, en nota extensa y llena de atinadísimas reflexiones sobre la po-

lítica internacional del momento: •

"En el primer buque se dirigirán los oficios incitándolos (a los d irigentes chilenos) a una expedición contra Chiloé. Los celos

"

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que se tienen contra el Perú me hacen dudar mucho, mucho que quier_?n .entr:ar, y porque esperan. ; .. apo\).erarse. de las islas, sin ne-cesidad del.Perú". · . · '

' Consecuente con las instrucciones del Libertador, Unánue procéde a cursar las comunicaciones diplomáticas al Gobierno de Santiago. El 31 de Agosto se dirigió a la Cancillería Chilena ofreciéndole el apoyo económico del Perú para la expedición a Chiloé. . Copia de esa nota lt. envió Bolívar. En ella, Unánue expresa entre· otros conceptos justifi­cativos del proyecto:

... se insmua a S.E. el Supremo Director los esfuerzos que debe hacer a fin de que las islas del archipiélago no queden en pe­der de los españoles, ni .de otra nación extranjera".

Al mes siguiente, Unánue se dirige, ccn fecha 27 de Setiembre, - al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile reiterando el ofrecimiento

del: Gobierno peruano. El .asunto parecía obligado a pesar de .que Chile exigía 300,000 pesos para financiar la expedición. El A¡mirante Blanco, que tomaba parte en el asedio del Callao, donde todavía resistía Ro­díl, anunció al Gobierno de Lima su regreso a Chile, insinuándose para comandar las tropas contra Chiloé. Luego surgieron otras dificultades, que.' en cierto modo, contrariaban las disposiciones de Unánue; y, por fin, Bolivar desde el Alto Perú, dió la contra orden. Por exagerada sus­ceptibilidad el Libertador dió marcha atrás juzgando que Chile bien po­

dría interpretar equivocadamente la conducta del Perú. Por esto, en carta, fechada en el Cusco el 28 de Julio, le dice a Unánue:

"Desde luego mando suspender una expedición ciúe había pen­sado hacer de colombianos y peruanos sobre Chiloé, pues no quie­ro que digan los peruanos y los chilenos que los quiero oprimir".

Lo contraorden de Bolivar ilegó tarde a Lima, pues ya Unánue, con \

su proverbial diligencia, había cursado los oficios a la Cancillería Chi-lena, citados más arriba.

Perdióse así la oportunidad que tuvo el Perú para recuperar el ar­chipiélago de Chiloé, territorio peruano que formó parte de nuestro vi­rreinato desde los primeros años de la conquista .. española; que sigui·ó siendó peruano durante las guerras de la independencia; que los últi­mos virreyes tuvieron bajo su auto;idad; y que pudo volver a ser perua­no, si se lleva adelante la expedición militar que preparó Unánue, en los prlll?:eros meses de 1825. .

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Freire, Director Supremo de Chile, tomó en cuenta estas indica­ciones de Bolívar y procedió a ocupar · Chiloé en Enero de 1826 (17).

La cuestión de Chiquitos

Hallándose Bolivar en Arequipa se suscitó un incidente desagra­dable en el interior del Alto Perú. Tropas brcsileñas invadieron !e re­gión de Chiquitos que formaba parte de es:i.s provincias. Bolivar con­sideró el caso con extrema cautela por ignorar las razones que movieron al Comandante Arauja' a cruzar la frcntera. Juzgando que el paso dado pÓr los brasileños encubriese alguna oscura maniobra de ks enemigos de América, la Santa Alianza de acusrdo con el Emperador del Brasil, no quiso proceder 'de inmediato sin consultar al Gobierno de Lima, pre­sidido por Unánue, a fin de que por las vías confidenciales pudiera es­clarecerse la situación internacional (18).

El 39 de Ma.yo de 1825, el Libertador se dirige al Presidente del Consejo de Estado, Unánue, poniendo en su conocimiento los sucesos de Chiquitos. En su carta sopesa las dos posibles alternativas de la in· vasión, o era obra del Gobierno del Brasil en connivencias con la San­ta Alianza, o simplemente un paso 'absurdo y precipitado del Comaü­dante Arauja"; y termina aceptando la segunda hipótesis. Y luego agre­ga:

"Después que Ud. haya bien meditado estas consideraciones qu9 yo hago, determine Ud. al Consejo de Gobiernq_. a que se diriga al Gobierno del Brasil a pedirle una explicación sobre la inva,sión de sus tropas y a solicitar de los Ministros y agentes ingleses las nociones que ellos puedan suministrar sobre la materia".

Unánue procedió a adoptar las providencias que requería tan gra­ve situación diplomática. Con su amplia experiencia en materia interna­cional y su amplia cultura política, puso en juego los resortes de la Cancillería peruana para neutralizar cualquier amenaza a los intereses americanos. Y se dirigió a Bolívar, con Íecha l O de Julio avisándole lo que había dispuesto para conjurar ese peligro. Entre otros conceptos · expresaba los que siguen:

"Creo que la invasión de los portugueses es una de aquellas an­tiguas tentativas con que se nos han introducido sobre ciento cin­cuenta leguas más acá de sus legítimos límites (19). Con la respuesta del señor Sucre habrán retrocedido... Conforme a las

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instruccion es de V.E. se ha comunicado esta noticia a los Gobie1· nos amigos, y por medio de ellos, de ur:os enviados a Panamá y

Londres , solicitado el descubrir si en· este movimiento habrá h a· bido interés o conocimiento de la Santa Alianza". "Absueltas las comisiones de Londres y Panamá, esta elegirá pe:­sona que se diriga al Brasil a pedir una explicación sobre la in­vasión de sus tropas y que con tino y disimulo inquiera su ori­gen, así como que igualmente entable relaciones que nos o.segu-

' ren la paz en lo interior del Perú" .

Pero, no era fác:il en un estado naciente encontrar los elernentós indispensables par.a situaciones de emergencia como la originada en Chiquitos. La guerra de la independencia había empobrecido al Pe­rú . Aparte de ese brillante grupo de ideólogos y soldados que habían abrazad.o con entusiasmo la causa de la Libertad, en los demás adver­tíase cierto desaliento pesimista, causado tal vez por los inevitables pri­meros fracasos de la lucha, o por la anarquía y el desorden recién do­minados. Unánue, luchaba para superar estas diHcultades, Y las iba venciendo. Por eso, en esa carta a Boiivar agrega una frase que reve­la su oculta e irreprimible inquietud espiritual:

"M,.ly difícil es gobernar cuando todo está desorganizado, y no hay hombres que ayuden".

El 12 de Julio vuelve a escribir al Libertador para ponerlo al co· rriente de las últimas novedades en el embrollo de Chiquitos. La avi­sa que la legación para el Brasil se <halla expedita, pero que los miem­bros del Consejo no están de acuerdo acerca de la ruta. Heres opin:>ba porque el agente peruano hiciera el viaje por Potosí, a fin de pudiera recibir a su paso las instrucciones que quisiera impartirle Bolivia. Unánue era de opinión en enviarlo por Panamá.

En esa segunda carta del sabio hay una referencia a la situaci:'-in en el Marañón que acusa en Unánue una reflexiva preocupación por los intereses territoriales del Perú, pues se expresa así: ·

"Además de las fronteras de Mojos y Chiquitos, son dueños les portugueses del Marañón, para poder, con algunas canoas, in­quietar las del Perú y Colombia".

En cumplimiento de las disposiciones adoptadas .por Bolívar y Unánue, el Ministro d e Relaciones Exteriores del Perú, que lo era eriL !-

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lución de las tropas colombianas a Pan'amá, etc ., completa su informa­ción 'anterior sobre el comiso de la "Brum", con estas indicaci.ones:

"Ahora, habiendo perdido· los ingleses americanos el pleito so­bre el comiso de la carga del buque denominado "General Brum'', el Comodoro de la fragata "Los Esctados Unidos", tomó la ciernan· da pasando oficios muy desatentos al Gobierno; pero al segundo se le contestó que no se reconocía en él ningÚn carácter diplomá­tico para intervenir en estas materias, que debían. girarse por medio del Cónsul que tiene aquí su Nación; y él sobreseyó pro­testando dar parte a su Gobierno".

Conviene indicar que en el comiso tenía interés pecuniario el Al-t '

mirante 'chileno Blanco Encalada, por haber sido él el que capturó a la "Brum''. Por esperar el resultado del juicio retardó su regreso a Chi­le donde pensaba intervenir en la expedición a Chiloé.

De este ruidoso pleito por los géneros ingleses, Unánue sacó en conclusión que era necesario establecer relaciones d iplomáticas con los Estados Unidos; y por tanto sugiere al Libertador la necesidad de acreditar un Agente en Washington. Unánue, iba así fijando la posi­ción internacional del Perú en el panorama ::ie América, con ideas y proyectos que colocaban al país en sitio decoroso en el concierto ame­

ricano.

El retiro de Unánue

Debemos a Luis Alayza, bellas páginas de evocación histórica so­bre el retiro de Unánue, o sea sobre su apartamiento de las activida­des oficiales para consagrarse a la meditación y al estudio en sus tie­rras de Arana. No vamos, pues, a repetir lo dicho por el historiador de Unánue. Pero bueno es recordar que Unánue se apartó de la función pública cuando consideraba ya innecesarios sus servicios. El Perú era libre. La victoria de Ayacucho y la capitulación del Callao, obra és­ta suya, habían consolidado la independencia. E'l gran diorama del mdenamiento jurídico, administrativo, legal del Perú, era una obra con­duída, restando toques finales que debía darlos el Libertador por anto­nomasia.

La muerte de Sánchez Carrión, su compañero de trabajo en el Con­sejo de Gobierno, en plena juventud, lo había afectado profundamente. Entre ellos, pese a la diferencia de edades, existía evidentes analogías: el acendrado patriotismo; devoción inalterable e incansable por el Perú;

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honradez incorruptible, no la honradez metálica sino la espiritual; convic­ciones sólidas sobre los grandes destinos que la Providencia le reser­vaba a nuestro país; lealtad sin mácula a los principios y a las perso­nas; energías sobre humanas para soportar penurias y trabajos durante la última campaña de la independe:icia. Era, pues, natural que Unánue fuera de los que más deplorasen el fallecimiento de Sánchez Carrión. La muerte de éste, otro de los grandes colaboradores de Bolívar, gravi­tó fuertemente en su ánimo, induciéndole a retirarse para dejar sitio a los hombres nuevos.

"Porque si se mueren los mozos, que extraño será me acaezca lo mismo que soy viejo" .

Así se expresa Unánue en carta al Libertador de 7 de Junio de 1825. Pero todavía seguirá esforzándose por el bien público hasta que, al fin, presenta su renuncia de Ministro de Negocios Eclesiásticos y Justicia, que Bolivar acepta (22); y cuando se produce el ca.rubio de personal del Con­·sejo de Estado, es ya definitivo su alejamiento del Gobierno. El sabio ha terminado sus compromisos con la Patria; queda libre para reanudar sus trabajos científicos y literarios en la ac~gedora paz, casi bucólica de Cañete.

· Pero tiene que ofrendar el úliimo servicio al PerÚ: •el de su d esin­terés material. Renuncia a los cuatro mil pesos anuales que le corres­ponden por derechos de cesantía. Renuncia a estos beneficios porque se siente enormemente pagado y satisfecho con la gratitud de sus con­ciudadanos.

En la "Gaceta de Gobierno", de 16 de Diciembre de 1826, el Mi­nistro de Hacienda tiene que declarar que Unánue con esa última . actitud ha demostrado "su desinterés y acrisolado patriotismo".

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N O T A S

(1) Anales Parlamentarios del Perú. (2) Actas del Congreso del Perú. (3) "El Precursor", por Jorge Gmo. Leguía. (4) Actas, cit. (5) Id. (t¡) Id.. . (7) "El Perú y la Campaña de Ayacucho" , por César García Rosell. (8) "Unánue, San Martín y ,Bolívar", por Luis Al~yza Paz Soldán. (9) Unánue llevaba consigo estos originales cuando abandonó Lima <?n febrero de 1824

para unirse fi" Bolívar; y asaltado por unos malhechores los perdió conjuntamente con , su equipaje y otros documentos . Puede leerse en "Unánue", notable estudio inter- I pretativo del sabio, por Luis Alayza P. S.

(JO) Anales Parlamentarios. (11) Actas, cit.

(12) Unánue no , bien se impuso de la enfermdad de Bolívar, atacado de paludismo1

en Pirtivilca, fué a prestarle sus servicios médicos hasta el restablecimiento del Liber­tador. Véase la carta del General Heres a Bolívar de 8 de enero de 1824. (O' Leary).

(13) "Unánue, San Martín y Bolívar", por L. Alñ'yza P. S. (14) Rodil 'ªncerrado en el Real Felipe no combatía a Bolívar solo con las armas sino

con la diirtriba y el escarnio. · Por dádivas o terror escribía en las fortalezas contra la Patria, en periódicos como "El Triunfo", "El Depositario" y "el Desengaño" (alu­día a Tagle?)- y redactados por Rico, Berindoaga.

(15) "El Congrnso de Panamá" por el historiador Raúl Parres Barrenechea, Lima, 1926. (16) Véense las cartas de Unánue al Libertador Bolívar de 10 de julio, 12 de julio, 4 d e

agosto, 2.8 de agosto, 6 de sétie.~bre, 26 de setiembre, 12 de octubre y 15 de no­viembre de 1825; y las del Libertador al sabio, de 30 de mayo, 28 de julio, 25 de

agosto y 2 de. setiembre de 1825. (En O'Leary, tomo 10). (17) Integraban el" Virreinato del Perú en 1803 los Gobirnos de Chiloé, Guayaquil, Mai­

nas, .. Quijos, Huarochirí y Ca!lao, sin contar las Intendencias establecidas en . 1784, Por esto Bolívar en . oficio al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, de 19 d;e setiembre de 1825, pudo decir refiriéndose al archipiélago de Chi!oé : "Los de.rechos del Perú son incontestables".

Chiloé fué descubierto en 1564 y su capital San Ca-rlos fundada por el Goberna­·dor del Perú Lope García de. Castro en 1564. Era posición clave et! . el Pacífico sur pues, cubrfa- el acceso a .Jas costa·s del Perú. En 1865' el archipiélago alcanzó !1eso­

' '· .nanda .continenta-1, pues en uno de sus canales, el de Chayahué, 1a escuadra peruana de Villar obtuvo. el triunfo dé Abtao, del 7 de febrero.

(18) Véase "Memorias die! Genere] O'Leary", tomo Il, pág. 400. · (19) Véase "El bicentenario del nacimiento de Unánue" por Luis Alayza Paz· Sold~n, "El

Comercio", Lima, ]9 de ntero de 1954; y "Unánue, Bolívar y Colombia" por el mis­mo historiador, en "La Prensa", Lima, 13 de diciembre de 1953.

(20) Vé3.nse las cartas de Unánue al Libertador de 28 de agosto y 6 de setiembre de 1825, en O'Leary.

(21) "Gaceta del Gobiierno", Lima, 16 de diciembre de 1826. (22) Eguiguren reconoce la actividad· doctrinaria de - Unánue incluyéndolo entre el gru­

po de liberales que presidía . BaquÍjano en 1812, "patriotas" dice, de la talla de Dua­rez", etc. Este grupo inspiró indudab1emente la labor intelectual del "Satélite Pe­ruano", periódico que llegó a preconizar que la "felicidad de América" era incom­patible con "el antiguo gobierno colonial", (Véase "Guerra Separatista del Perú", pág. 126, edición de 1913).

(23) Unánue integró las principales comisiones parlamentdfias en 1822-23, como la que tu­vo a su cargo e.l diseño del sello o escudo de la Constituyente. Unánue, cuyo fino espíritu artístico era evidente, corrigió el proyecto de Molina adoptando en su reem­plazo el símbolo de "dos cóndores sobre una roca destrozando unas cadenas", que fuera aprobado por el Congreso en 28 de mayo de 1823.

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f:STATUTOS DEL INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERU

Art. I.--Es obieto del Instituto Sanmartiniano del Perú cimentar por. todos los me­dios el culto a los héroes de nuestra Independencia y 103 estudios históricos en la Repú­blica.

Ar!. II.-Son miembros del Institutc Sa·mr.;r;iniano del :-'erú los que con tal obje­to se designe en lo ulterior, teniendo en cuent"' su labor histórica, nacioual o extranjera.

Art. III.-Son socios honorarios las perscnahdades designadas en razón del cargo que ejercen, de altos méritos o de suvicios prestados al Insiituto o al Perú; y socios correspondientes las personalidades de fuera de Lima, a quienes se confiera esa distinción por su consagración a estudios históricos o por su a-c tue:ción destacada.

' Los representantes diplomáticos de la República Argentina, de los EE. UU. de Ve­nezuela, patrias cie los libertadores San Martín y Bolívar, residentes en el Perú y el Dr. José Pacífico Otero, iniciador de este Instituto y fundador del Sanmartiniano de Buenos Aires, son miembros naios de honor.

Art. IV.-La dirección del Instituto está a cargo de un comité compuesto por el Presidente, dos Vicepresidentes, des secretarios, dos tescreros, un bibliotecario y veinte vocales.

Art. V.-Eh caso de ausenciá del Presidente, los Vicepresidentes su turnarán men­sualmente en el cargo, decidiéndose por suerte a cuál de ellos teca presidir dura'IJ.te el primer mes.

Art. VI.-Las elecciones d.e cargos se realizarán en la primera quincena de julio de los años impares, y el Comité electo entrará sn funciones el 28 de ese mes, en la ac­tuación solemne de que trata el artículo 99.

La duración de los cargos es de dos años y son reelegibles. Art. VII.--Habrá junta_ general crdinari3. una vez al año, para los efectos del artícu­

lo anterior y para la lectura de la Memoria anu3.l del Presidente y juntas extraordinarias cuando las soliciten más de. veinte miembros.

Art. VIII.-El Comité sesionará una vez el mes, en !a fecha que fije el Presidente. Ar!. IX.-Habrá una sesión solemne el 28 de julio de cada año o, si no fuera po­

'sible, en la fecha más prÓYima, en recordación de la Jura de la Independencia del Perú; y en otras fachas memorables cada vez que lo acuerde el Comité.

Art. X.-En las juntas generales y en las de Comité, los acuerdos se tomarán por mayoría absoluta.

Art. XL-El quornm para las juntas generales será de veinte miembros. Si no se a cdnzase este número, se citaorá por segunda vez y se 5e;sionará con los que asistan.

Art. XIJ.-El auorum de la·s sesiones de Comité será de seis de sus miembros. Art. XJII.-En. las juntas gell!erales, ordinarias o extraordinarias, se harán las desig­

naciones de miembros honorarios y correspondientes. Art . XIV.-El Instituto publicará una revista que llevará el nombre de San Martín,

y forma-rá una bibiioteca y un fichero, dEbidam:m'.e ca'.alogac!os . Ar!. XV.:-Son rentas del Instituto las cuotas de los miembros, cuyo monto fijará el

Comité y los fondos provenientes del importe que se señale para los emblemas y diplo­mas, de subvenciones, donativos y de actuacio!"les que se realicen para proveerse de fondos.

Art. XVI.-El Instituto tendrá filiales en las ciudades del Perú en que haoya ambien­te para ello.

Art. XVII~Los miembros del Instituto usarán en las actuaciones oficiales el em­blema de la Institución que es un. botón de oro o plata de forma oval con el busto de San Martín dentro de un franja con los colores de nuestra bandera.

Ar!. XVIll.-El Reglamento del Instituto puntualizará las atribuciones de los miem­bros del Comité.

Art. XliX.-El Instituto es extraño a la política y las actividades de esta naturaleza quedan prchibida:s de manera absoluta.

Art. XX.-El Instit'-'to Sanmartiniano del Perú colaborará con el de Buenos Aires, p;;ra los fines au·e les son comunes.

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1 Azánqaro~J ..

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