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Valle de Aburrá Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del

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Valle de Aburrá

Patrimonio Urbanísticoy Arquitectónico del

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Patrimonio urbanístico y arquitectónico del Valle de AburráUn proyecto delÁrea Metropolitana del Valle de Aburrá

Mauricio Facio Lince Prada, Director

Beatríz Elena Rave Herrera, Subdirectora de Planificación Integral

Grupo de trabajoCoordinación Gloria Ceballos RestrepoAutoresCapítulo de Villa a Área Metropolitana. - Roberto Luís Jaramillo V.Capítulos Edificaciones para el comercio y Estaciones del Norte y del Sur. - Luís Fernando González E.Otros capítulos: Giuliana Guerra Gómez y Gloria Ceballos Restrepo.

InterventoríaAna Cecilia Arbeláez ArboledaLíder de Planificación Ambiental y Físico-espacial

Coordinación de la publicaciónOficina Asesora de Comunicaciones Área Metropolitana del Valle de Aburrá

Fotografía a colorInventario Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá (IPUAVA 1999)Fichas para Planes Especiales de Protección Patrimonial, 2006-2008I studio: Aicardo Higuita Martínez, 2009Luís Pérez Arcila, 2011Concepción Martínez Foronda, 2011Gloria Ceballos Restrepo, 2011

Fotografía Antigua Fotografías recolectadas en 1999 de diversas fuentes.Barbosa: Colección René Bustamante: Gustavo Naranjo y Jesús Cañas. Girardota: Juan de Dios Cadavid Cadavid. Itagüí: Hugo Mejía Pérez.Envigado: Oficina de comunicaciones de Envigado. Iglesia Santa Gertrudis.Medellín, Bello, Copacabana: Roberto Luís Jaramillo Velásquez. Bello: “Bello Patrimonio Cultural”. 1999.Copacabana: Monografía histórica. Miguel Ángel Zapata Cuenca.Hospital La María: Teresita Builes Cadavid.Sabaneta:”Sabaneta 35 años después.” de Vedher Sánchez B. y Julio Mejía M. 2003.

Diseño y diagramaciónAndrés Monsalve EscobarMuseo Universitario de la Universidad de Antioquia

ImpresiónLitoimpresos y Servicios Registro ISBN: 978-958-8513-46-1 Primera Edición

Medellín, Colombia 2010

Esta prohibida la reproduccion parcial o total de esta publicación y mucho menos para fines comerciales. Para utilizar información contenida en ella se deberá citar la fuente.

Valle de Aburrá

Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del

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se determinaron las siguientes edificaciones: guber-namentales, asistenciales, educativas, estaciones del ferrocarril, comerciales, industriales, cementerios, ha-bitacionales, parques y templos, y de caminos y puen-tes. No se incluyeron el patrimonio ambiental y ni el patrimonio arqueológico, tarea que debe emprenderse en futuras publicaciones.

En Medellín existe una numerosa producción de edificios de todas estas tipologías y éstos se encuen-tran más documentados y fotografiados en relación con el resto de los municipios, por lo anterior, se priorizó el registro de otros edificios del Valle que, aunque mo-destos, son muy importantes en el ámbito local. Se incluyó información y fotos de algunos edificios que no están en el inventario pero que representan la muestra tipológica de su municipio para dar una información equilibrada del tema en su conjunto. Cada tipología tie-ne su relevancia, aunque sobresalen algunas como la arquitectura escolar, en la que existen, por municipio, numerosos edificios e historias que podrían ser objeto de un libro particular.

A partir del año 2005, durante el proceso de Revisión y ajuste de los Planes de Ordenamiento Territorial, la entidad ha asesorado a los municipios en el tema de patrimonio arquitectónico para dar cum-plimiento a la Ley 388 de 1997 (Ley de Ordenamiento Territorial ) y a las Directrices Metropolitanas de 2006. Esta asesoría incluye la revisión conjunta de los lista-dos de inmuebles mediante el documento “Fichas para Planes Especiales de Protección Patrimonial 2006-2008”, y la revisión de los documentos presentados en el proceso para dar cumplimiento a la Ley 397 de 1997 o Ley de Cultura, a la Ley 1185 de 2008, al Decreto reglamentario 763 de 2009, y a la Resolución 983 de 2010, la cual modificaron y adicionaron la mis-ma. Todas estas disposiciones asignan las instancias y el orden jerárquico para la protección de los bienes de interés nacional, (BIC-N) de orden departamental (BIC-D) y municipal (BIC-M,) pero definitivamente son los municipios, como instancia primaria, a quien com-pete la mayor responsabilidad para la declaratoria, ma-nejo y protección de todos los bienes de interés cultural que se encuentren en su territorio.

Para el Área Metropolitana del Valle de Aburrá es fun-damental contribuir a la identificación y protección del patrimonio urbano y arquitectónico que permanece en los municipios que conforman el Valle. Es así como en 1989 la entidad publicó, en asocio con la Cámara de Comercio, “Patrimonio Cultural del Valle de Aburrá”, un libro donde se reconocían los valores históricos, estéticos y simbólicos de cada municipio a través de los hechos culturales, festividades y de los sitios más relevantes.

En el año de 1999 a 2000 la entidad contrató con la Universidad Pontificia Bolivariana el proyecto “Inventario del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá” IPUAVA, el cual se realizó con re-cursos del Banco Mundial y Corantioquia. El objetivo de este estudio fue generar un insumo requerido por los municipios para la formulación de la primera genera-ción de planes de ordenamiento POT. Durante un año, se investigaron las particularidades territoriales de cada municipio generando material documental y una base de datos georeferenciada con un amplio registro de tex-tos, planos, fichas y fotografías, material disponible en el centro de documentación de la entidad. A diez años de su realización, este valioso inventario, no ha sido publicado para el conocimiento y disfrute de la ciuda-danía en general, aun cuando es éste un documento de referencia para comprender los cambios urbanos y arquitectónicos de los municipios.

Por tal razón la Entidad decidió revisar, actua-lizar y compilar en una publicación la información re-lacionada con el patrimonio urbano-arquitectónico del Valle de Aburrá. Los inmuebles, espacios públicos, sectores e incluso los cerros y quebradas registradas en 1999 comprendían una información tan vasta que fue necesario decantar y revisar. En el diseño de la pu-blicación se optó por seleccionar las principales edifi-caciones generadas para usos específicos, tal que se puedan identificar los cambios formales y estilísticos, y hacer visibles las condiciones socioeconómicas e histó-ricas del periodo o momento en que se generaron estos edificios, más que la fecha precisa de su construcción, ya que en algunos no se cuenta con tal información. Las tipologías clasificadas para el patrimonio arquitec-tónico por el Ministerio de Cultura son numerosas pero

Presentación

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Por ello, las ciudades sin importar su escala son productos históricos complejos que han acumula-do sobre un territorio particular el trabajo y las accio-nes de todas las sociedades predecesoras; pues cada una de éstas actuó sobre el patrimonio heredado, lo transformó, lo usufructuó, lo destruyó, con el fin de construir, a la vez, nuevos edificios y nuevos signifi-cados urbanos. En todos los momentos de la histo-ria subyace el debate de conservar algunos espacios y edificios o demolerlos y lanzarse a la construcción de lo nuevo que se asume a priori, en aras del pro-greso. Aunque no siempre es de este modo, puesto que frecuentemente el edificio nuevo no remplaza ni funcional, ni estéticamente la edificación demolida; razón por la cual, si bien es imposible la conservación de todos los edificios y espacios de una ciudad, sí es necesario que las autoridades planificadoras realicen un proceso con especialistas y la participación de los ciudadanos para evaluar cuáles son los edificios re-presentativos o piezas claves que deben preservarse e integrarse a los nuevos proyectos para ver, finalmente, la ciudad como un legado acumulado.

El reto principal, cuando alguna entidad o particular identifica un espacio o edificio para pre-servar, es demostrar cuáles son los atributos que hacen que dicho inmueble deba ser considerado por la comunidad como Bien de Interés Cultural. Hay algunos edificios que por su carácter monumental o por ser sitios de hechos históricos o simbólicos, son reconocidos fácilmente por su valor patrimonial; sin embargo otros patrimonios modestos enfrentan ma-yores dificultades para ser considerados y, en espe-cial, valorados en su contexto y no en comparación a edificios de otros lugares.

A partir de la Ley 397 de 1997, el concepto de patri-monio cultural y su integralidad en Colombia se ha ve-nido ampliando y complementando en consideración a su condición inmaterial (música, lenguaje, festividades y otras) o material (el patrimonio mueble, e inmueble) en total concordancia con las tendencias mundiales sobre el tema. El territorio es el marco en el que se producen todas las expresiones culturales porque cada grupo humano genera un determinado conjunto de manifestaciones intelectuales y materiales en la medi-da que transforma su territorio y resuelve las imposi-ciones planteadas por las condiciones ambientales del lugar. La población colombiana recibió las influencias de la cultura española, aborigen y negra; razón por la cual en nuestro país se ha constituido una identidad mestiza que se expresa en la producción de elementos y espacios y en un conocimiento técnico y cultural con mayor o menor predominio de alguna de estas influen-cias de acuerdo con las regiones.

El patrimonio cultural es en esencia insepa-rable pero su clasificación es un instrumento que permite asignar responsabilidades para su estudio y protección. A las entidades de planificación territorial local, regional y nacional les corresponde hacer énfasis en la conservación del patrimonio ambiental, urbano y arquitectónico con la visión de que el territorio es el escenario de toda la cultura. El patrimonio arquitec-tónico y urbano es la construcción de una “sociedad” que se materializa en espacios públicos y edificios para habitar; elementos a los que se amarra la me-moria colectiva mediante imágenes, figuras, señales y símbolos que le recuerdan de manera diferente a cada ciudadano quién es y cómo es, soportan su identidad y hacen parte o no de su devenir.

Ilustración: Taller de Arquitectura

Introducción

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y protección para los inmuebles. Un tema en el que es necesario avanzar es el de los incentivos y compensa-ciones para los casos de afectación a bienes privados, ya que aunque existe la legislación al respecto, en la práctica es nula o muy incipiente su aplicación.

En los municipios del Valle de Aburrá el pa-trimonio arquitectónico y urbano está representado en templos, escuelas, edificios públicos, parques, estaciones del ferrocarril y viviendas, y enfrenta di-ficultades para ser valorado como tal. No obstante, todo este patrimonio generó otro patrimonio intangi-ble o inmaterial por su técnica, disposición, trazados, materiales y estilos. Del mismo modo, figuras como párrocos, gobernantes, ingenieros, viajeros, químicos, arquitectos, alarifes, maestros de obra, campesinos, comunidades religiosas, comerciantes, médicos, pro-fesores y en suma todos los habitantes hicieron posible con su trabajo, oficio y habilidades la construcción de invaluables símbolos para esas épocas y su recono-cimiento en la actual. Generaron además recorridos simbólicos, rituales, referentes y marcas que hoy se desconocen y se borran fácilmente. Memorias que se pretenden reconstruir, aprender y volver a mirar: son sus historias, nuestras historias, no son de otro lugar. A todos ellos les debemos este documento de edificios que fácilmente se pueden perder o proteger.

La valoración es un tema de fondo en la pro-tección del patrimonio: se trata de convencer a otros que la mirada y conceptualización que se hace sobre un inmueble es válida para su salvaguarda. Teniendo en cuenta que el tema de valoración no escapa de las discusiones técnicas –de apreciación personal tanto de técnicos como de ciudadanos– y de la influencia de los intereses económicos es muy importante realizar proce-sos de validación suficientemente amplios en los cuales se involucren las instancias culturales y de planificación para que la determinación de los bienes patrimoniales que han de ser conservados no dependa de la voluntad individual de un funcionario del momento.

Es obligación de los municipios asignar instan-cias concretas para hacerse cargo del tema e instru-mentalizar todas las posibilidades que la reforma y adi-ción a la Ley de Cultura y los decretos reglamentarios recientes les han brindado. Por ejemplo, esta legislación ha validado las declaratorias que algunos municipios realizaron de su patrimonio antes de la expedición de la Ley de Cultura y los listados incluidos en los planes de ordenamiento territorial. También se han reglamentado los criterios de valoración y los principios de interven-ción de los bienes de interés cultural que antes eran sólo metodologías y existe la posibilidad de determinar la realización o no de los planes especiales de manejo

ContenidoPresentación ....................................................................................................

Introducción ....................................................................................................

1. El Valle de Aburrá: de Villa a Área Metropolitana .............................................

2. De los Templos y Parques .............................................................................

3. De los Edificios Gubernamentales ..................................................................

4. De los Caminos y Puentes .............................................................................

5. De las Estaciones del Ferrocarril ....................................................................

6. De las Edificaciones Industriales ....................................................................

7. De los Cementerios ......................................................................................

8. De las Edificaciones Comerciales ...................................................................

9. De las Edificaciones Asistenciales ..................................................................

10. De las Edificaciones Educativas ...................................................................

11. De las Viviendas ........................................................................................

Bibliografía .....................................................................................................

571232526682104126136154174202253

Panoramica de Copacabana. Colección particular. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

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Se destacan algunas de las convenciones transcriptas textualmente en el documento: Cartografía Urbana de Medellín 1790-1950. Roberto Luís Jaramillo y Verónica Perfetti del C. Concejo de Medellín. Comisión Asesora para la cultura. Editorial Colina. Medellín 1993. p.24No. 2.- Su Parroquial, plaza, y pila de agua en ella.No. 3.- Yglesia de San Roque.No. 4.- Yglesia de San Lorenzo de nuevo edificio con las demás poblaciones, qe abrazan los cruceros amarillos, cuyo terreno se hallaba en despoblado ahora 8 años, y sin salidas el rumbo o derecera de sus calles, h.ta el mandato de gobernación de d.n Fran.co Silvestre.No. 11 y 12.- Iglesias y Poblaciones de Itagüí y embigado.No. 16.- Paso del río p.a el tráfico pp.co de Medellín a la otra banda.No. 17.- Yglesia, y calle única de entrada de S. Benito p.a el tráfico de Medellín con la otra banda.No. 18.- Entrada a Medellín del tráfico con Rionegro.No. 20.- Barrio de entrada a Medellín, de las poblaciones de Copacabana - letra C. de Fontidueño - letra D. y atoviejo - E.No. 21.- Puente nueva en el Río abajo a beneficio del tráfico de aquellas Poblaciones con Medellín.

Plano de la Villa de Medellín, 1791. Autor: J.M. Giraldo. Dimensión del Original: 31 x 63 cm. Técnica: acuarela. Soporte: papel. Procedencia: Archivo General de la Nación. A.G.N. 256ª. Cartografías para el Bicentenario. Alcaldía de Medellín.

Plano de la Villa de Medellín, 1791

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13 El Valle de Aburrá: de Villa a Área Metropolitana

Hoy, como desde hace más de 300 años, lugares y asentamientos señorean en el Valle de Aburrá, un espa-cio que había sido ocupado y gozado desde los tiempos precolombinos por los belicosos indígenas aburráes.

Se trata de un cañón angosto con un valle en su parte baja, abrazado por dos ramales de la Cordillera Central colombiana que corre en el sentido sur-norte. Los indígenas ocupaban la llanura regada por el río que llamaron Aburrá y por sus muchos afluentes ges-tores de verdes sabanas con ricos pastos; explotaron también las salinas, los bosques y las tierras de culti-vo; levantaron bohíos, construyeron terraple-nes, labraron algodones, cazaron, cocieron cerámicas y formaron asentamientos en el piedemonte que comienza muy cerca del río principal y que asciende hasta dos altiplanos, uno situado al oriente y otro al norte.

La vida de aquellos pueblos ha co-menzado por ser investigada seriamente y de ella quedan, a duras penas, algunas huellas como petroglifos, caminos, un te-rraplén, enterramientos y algunas piezas de cerámica que se conservan.

Urnas funerarias. Cerro el Volador, Medellín.Colección Museo Universitario de la Universidad de Antioquia. MUUA.

Fotografía: Hernán Alberto Pimienta.

Mapa: Ca. 1816. Autor José Manuel Restrepo. Dimensión del original: 47 x 69 cm. Técnica: tinta y acuarela. La cartela dice: mapa de la provincia de Antioquia formado con arreglo a operaciones trigonométricas, y algunas observaciones astronómi-cas de latitud. Hay otr. de longitud en el Magdalena, una cadena de rumbos, y distancias, se han calculado la de esta Provincia, advirtiéndose que el observatorio de Santafé se halla al occidente del de París 76 - grados 34 minutos. Nota: Obtenido del original en Madrid por Roberto Luís Jaramillo V.

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14 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 15 El Valle de Aburrá: de Villa a Área Metropolitana

aburráes. Herrera Campuzano ordenó después que los indígenas tuviesen como protector un cura doctrinero y fueron señalados los linderos durante el año siguien-te, en 1616, precisamente en tierras rapadas para los indios naturales. Ese reordenamiento se reforzó con la anulación de títulos de tierras, nuevos repartos y la llegada de contingentes humanos y ganados va-cunos, equinos y porcinos venidos desde Pasto, Cali, Buga, Cartago y Arma. Al quedar las ricas minas de Remedios al oriente y norte del Valle de Aburrá, fueron nuevo mercado para los agricultores, ganaderos y mer-caderes de este mismo.

El cura doctrinero de San Lorenzo no daba abasto espiritual para todo un valle poblado, hasta el extremo por indios además de esclavos, forasteros, ne-gros libres, zambos, mestizos y blancos. En el hato de Aná, los herederos del cura de Zaragoza malvendieron mangas y lotes, permitieron invasiones en la quebra-da y feriaron cuanto pudieron al lado de los mulatos Acevedo. Pronto, se levantó, al lado de la casa prin-cipal, una ermita en la orilla de la quebrada de Aná, dedicada a La Candelaria, una advocación para las gentes de todas las castas. Hatos y estancias con sus precarias viviendas al lado de bohíos, también ranchos y rancherías en desorden, obligaron la presencia de un alcalde para todo el valle, cargo que consistiría en una amalgama de actividades de hacendados, estancieros, mercaderes, clérigos, vagos, españoles, libres, escla-vos, encomendados, castas y criollos. La actividad se aceleró con la decadencia de los indios, cuyas tierras estaban listas para ser invadidas y cercenadas, y con el alentador descubrimiento de ricas minas en aque-llos dos altiplanos cercanos, como las de Guarne y Los Osos, necesitadas de vituallas y abastos. La Corona otorgó a su descubridor, Fernando de Toro Zapata, mu-chas tierras en la suela plana, de las mejores que po-seían los indios supuestamente “resguardados”, desde el actual cerro de Nutibara hasta La Sabaneta.

El tráfago agropecuario y mercantil llevó a los aburreños a rivalizar con la sede del gobierno, pues quisieron ser villa, ya que el valle tenía un alcalde pe-dáneo2 en 1632, al igual que el mayordomo del hato de Aná. La ciudad de Antioquia, vieja y decadente se oponía desde su cabildo formado casi todo por ricos ganaderos del norte del Valle de Aburrá, que ponían los

tierras, las mejores del valle, en ambos lados del río, para vestirlas con hatos y plantarlas con sementeras. Este conquistador que se mantenía en dichas tierras con los suyos, surtía a los mineros de Santa Fe y acu-mulaba vitualla para las jornadas de conquista o de exploración del norte. La comida de este valle sirvió a los invasores para soportar los castigos a los rebeldes mientras llegaban a conquistar las tierras de los yame-cíes, para fundar luego a Zaragoza como nuevo centro minero. El Valle de Aburrá era la despensa de todo el territorio que se separó de Popayán para constituirse como un nuevo ente, con el nombre de Gobernación de Antioquia, creado en 1581. Además de la familia de Rodas, sus amigos y compañeros recibieron también mercedes de tierras, desde el río hasta las cumbres.

Ya poco quedaba de la cultura de los aburráes pues se habían trasplantado indios de todas partes, unos libres, otros anaconas y algunos encomendados que hablaban sus respectivas lenguas. El maltrato a los naturales, los abusos, el monopolio de los Rodas y la envidia de los recién llegados, propiciaron la ruina del clan nativo. Al Valle de Aburrá llegaron ganaderos, arrieros, matarifes, venteros, clérigos, prófugos de toda pelambre y partes del Nuevo Reino, negros libres, hui-dos y esclavos; además asturianos, castellanos, anda-luces y uno que otro vasco, que dejaron aquí semilla y generaron tal alboroto que la alarma obligó a man-dar un visitador con poder bastante para imponer el orden. Entonces llegó y permaneció aquí, entre 1614 y 1616, Francisco Herrera Campuzano quien visitó toda la provincia, sus frágiles cabildos y ariscos habitantes; se enteró, mandó, reguló y ordenó. Su visita fue pecu-liar porque éste se concentró en defender a los pocos indios encomendados y mandó fundar cuatro “pueblos de indios”, pleonasmo necesario para entender el inicio de otro proceso ordenador. Ante la ruina y castigo de los Rodas, hubo además de un respiro, nuevos hacenda-dos, dueños y más actividad. Cuando fueron rematados los bienes de Rodas, una parte de sus haciendas siguió estancada y la otra se fraccionó. La más alta puja vino del cura de Zaragoza, quien organizó con mayordomos el precioso hato de Aná en todo el centro del valle. El pueblo que mandó formar el visitador en este valle se llamó San Lorenzo de Aburrá, con indios sumados de varias provincias: yamecíes, maníes, peques, béjicos y

1 Anacona o Yanacona era el indio asalariado al servicio de un español. La voz se usó desde México hasta Chile.

mantuvieron su intriga sobre los indígenas que habían destruido a los del altiplano oriental, de los cuales debían cuidarse. Los aburráes fueron dispersados y sus pueblos desbaratados, sólo quedó guardado el ancón del norte por el cacique Niquío que estaba asentado en sus tierras frente a la boca de la quebrada salobre que los castella-nos llamaron “Piedras Blancas” (hoy Copacabana). Los invasores siguieron sus exploraciones y combates al nor-te, y decidieron fundar, en territorio de guerra, la Ciudad de Antioquia y, a orillas del Tonusco y piedemonte del gran cerro de Buriticá establecieron una villa minera, a la que llamaron Santa Fe y en cuya jurisdicción entraba el Valle de Aburrá. La vida y el paisaje se alteraron por la llegada de españoles con indígenas anaconas1, ganados, aves y semillas desconocidas aquí.

A pesar de las fundaciones precarias, se de-sató una guerra entre los gobiernos de Cartagena y de Popayán debido a que ambos codiciaban la tierra repleta de oro aluvial, habitada por aborígenes “sin caciques ni señores”, buenos caminos y vías navega-bles, un valle apetecible para surtir de comida a los mineros. Al ser lejano el gobierno, éstas eran tierras de nadie, propicias para abusos, violencias y atropellos; sin una fundación estable, ni trazas en orden, ni alber-gues, entables o edificios construidos con solidez.

Así permaneció la vida en el Valle de Aburrá, hasta cuando hubo un respiro de los conquistadores y la tierra comenzó a ser repartida: bosques, salados, sabanas, playas, aluviones, pasos, caminos, lomas, al-tiplanos, y toda la fauna y flora. Se acataba por fin un gobierno y, desde Popayán, vinieron títulos de tierras para repartirlo todo, incluso los indígenas traídos de otras partes. Nacieron por entonces las encomiendas, los encomenderos y los encomendados y, luego de ser desterrados los indígenas, la tierra y los hombres fueron entregados a los blancos quienes cambiaron la antigua toponimia, aunque seguía manteniéndose el viejo equilibrio de los aburráes al ser destinadas las sabanas del norte del valle para la crianza de ganados y las del sur para hatillos, rocerías y huertos.

El mayor beneficiario de los repartimientos de tierras y de indígenas fue el extremeño Gaspar de Rodas, conquistador hábil y fiel a la Corona; a quien por haber instalado aquí a sus indios encomenda-dos –atados al suelo– le dieron varias leguas más de

A mediados del siglo XVI todo comenzó a cam-biar en este territorio. Apenas fue creada la nueva y extensa provincia de Popayán, que abarcaba desde Los Pastos hasta una frontera indefinida con Cartagena, su primer gobernador y adelantado Sebastián de Belalcázar ordenó que Jorge Robledo, un frágil y fingido subalterno suyo, continuara las exploraciones y campañas al norte. En agosto de 1541 pocos caballeros y soldados de a pie entraron por el suroeste del Valle de Aburrá, y lo halla-ron ya descubierto y poblado por los indígenas. Aunque la natural resistencia de los nativos fue derrotada en pocos días; los invasores no hicieron fundación alguna a nombre del rey de España en esta Provincia tan dife-rente de las otras, abundante en aluviones e inmediata a dos altiplanos prometedores.

Los conquistadores avistaron un ancón al sur y otro al norte, que abrían y cerraban el valle. En el an-cón del sur encontraron una agradable y vistosa saba-neta; examinaron dos culatas con sus pedregales, una al frente de la otra con dos planos suaves regados por las corrientes que los naturales llamaban del Iguaná y de Aná, un delta interior de vertientes del Aburrá que tenía dos cerros como baluartes; apreciaron mucho los angostos valles transversales, trozos de bosque tropi-cal y de sabanas naturales en la suela plana, y notaron lo que los indios ya sabían: que al norte de la pequeña llanura o vallejuelo de la Aná la humedad era menor y aumentaba hacia el sur. Hallaron también que de los dos altiplanos, el oriental había sido violentamente deshabitado, hecho que los atemorizó.

Este valle interandino les llamó tanto la atención que se escribieron hasta tres relatos de esa jornada des-cubridora y conquistadora, uno del jefe de la expedición, uno del escribano J.B. Sardella y otro del futuro cronista Pedro de Cieza de León. Ellos vieron caminos empedra-dos “mejores que los del Cuzco”, gozaron de un clima siempre templado y tenían una vida tranquila porque los indígenas no comían carne humana y, al estar dedicados a la agricultura, cosechaban pan coger y cultivaban al-godón, además eran cazadores de variadas presas, cam-biadores de sal y tejedores de mantas, actividades indis-pensables para garantizar la vida cómoda. El Valle de Aburrá –en lengua catía “pintadera”– era abrigo holgado para la vida, razón por la cual los recién llegados le fija-ron un destino como abastecedor agropecuario, aunque

2 Se llamaba “pedáneo” y “pedanía” a los alcaldes de lugares pequeños, con muy limitada jurisdicción.

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16 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 17 El Valle de Aburrá: de Villa a Área Metropolitana

llas percibidas por poco tiempo debido a la dinámica de los cambios permanentes. Las intrincadas redes de las pocas familias blancas no impedían que blancos pobres se desempeñaran como artesanos y buscaran sobrevivir al lado de indios forasteros, libertos, indios y esclavos, pues la raza tenía sus propias manifestacio-nes aquí: un carpintero podía serlo sin importar la tona-lidad de su piel, y lo mismo sucedía con el alpargatero, el salinero, el herrero, el sastre, el carnicero o el arriero. Los blancos sí tenían reservado el voto para elegirse en cabildo y unas bancas en la ermita.

Sin embargo la disputa también cabía en la jurisdicción eclesiástica: el doctrinero de Aná y sus anexos de fieles no indios, era tenido como doctrinero solamente del pueblo de San Lorenzo por el cura de Antioquia, quien alegaba ser un subordinado de éste, por lo que se mantuvo otro pleito. Cuatro años estuvo suspenso el cabildo de la villa hasta cuando vencieron: en diciembre de 1675 se convalidó la primera erección y se adoptó el nuevo nombre de Medellín para una villa sin un palmo de tierra realenga y con casi cuatro mil habitantes dispersos en todo la ancho y largo del va-lle, la mayoría originarios de muchos lugares del Nuevo Reino, lo que le otorgaba un carácter distinto dentro de tanta mixtura y mestizaje. El cabildo tuvo por jurisdic-ción todo el valle y se extendía hasta la cabecera del al-tiplano. La villa pasó a postularse entonces como nuevo centro provincial, así el cabildo entró a fijar los precios de todos los víveres que salían para las minas, hecho que dinamizó a los habitantes y reforzó toda la goberna-ción. En el ámbito eclesiástico, el cura de La Candelaria se proclamaba como rector de las demás villas, aun-que el sacerdote del antiguo curato de Santo Domingo, con sede en la antigua matanza3 donde se preparaba la carne en tasajos (“La Tasajera”), prefería llamar al suyo Curato de Nuestra Señora de Copacabana.

Los descendientes de los indios de la vieja doc-trina de San Lorenzo y los forasteros llegados después a quienes se veía dispersos por todas partes, incluso el en el marco de la villa, fueron señalados como ladro-nes y cuatreros, por lo cual fueron forzados a reducir-se en una nueva doctrina como Pueblo de La Estrella en 1685, con una jurisdicción que llegaba hasta los

Las oposiciones e intrigas que duraron más de veinte años no impidieron el adelanto del sitio de Aná que se tenía como el más importante y central de la Gobernación de Antioquia, el más poblado y rico, el mejor comunicado, valle de mercaderes y comercian-tes, de artesanos y arrieros, de clérigos, de fiestas y desórdenes; en el cual habitar se hizo tan deseable que la Corona prohibió a los de la ciudad de Antioquia avecindarse en el Valle de Aburrá, lo que de acuerdo con inmigrantes españoles, los hizo llegar y contraer amores, sin pasar por la decadente capital provincial. Cuando se plantearon unas jornadas de castigo contra los indios que se resistían en El Chocó, se dijo que la expedición podía salir del Valle de Aburrá, abundante en mantenimientos, y aunque hubo una tenaz oposi-ción, al tiempo, llegó una disposición real para “reducir a población” a las muchas gentes de variadas castas, y se dictaminó que esa nueva población era necesaria para juntar a los desordenados de Valle de Aburrá. Los antioqueños se opusieron al alegar que los más de sus vecinos, y hasta el propio gobernador, pasaban largas temporadas aquí, y que allá solamente quedaban doce vecinos blancos dignos de ocupar cargos de honor, ya que el resto de sus habitantes eran “hombres viejos, cojos, mancos y tullidos”. Pero como todo se reducía al control de precios en el abasto de maíz y de carne, un nuevo gobernador ejecutó, con formalidades viciadas, la erección de una villa en Aná, con cabildo propio, que abrió funciones en 1671. Este nuevo ente tuvo jurisdic-ción muy breve, incapaz de conseguir recursos más allá de los necesarios para mantener viva la tensión con la vieja ciudad. Poco antes de la erección –no fundación– se veía además de la ermita paramentada, un boceto de plaza irregular, unas bocas de calle que terminaban en senderos y unos cuantos ranchos pajizos levantados a la indiana, pues en el diseño no se conservaron ele-mentos antiguos en las técnicas constructivas, muy a pesar de las presencias castellanas y andaluzas. Aquí no se siguió ni se practicó el modelo usual de otros lares y territorios debido a que en el proceso local tanto colonizados como colonizadores provenían de grupos, etnias y circunstancias muy variadas, y hasta en las mismas instituciones jurídicas se manifestaron en hue-

motivos de las fiestas religiosas, ya que los pocos indios se pasaron para Aná con los ornamentos y los libros sacramentales.

Así muchos suelos anegadizos fueran un estor-bo para hacer poblaciones, los cabildantes y el cura de Antioquia estaban recelosos porque varias ranche-rías y lugares habían generado los muchos sitios que se podían identificar y que fueron, pasados los años, generadores de las trazas urbanas de varios asenta-mientos, cuyos nombres propios aún se conservan. En el Río Abajo o Valle Abajo estaban el potrero de Diego de Suárez Barbosa, El Hatillo, El Hato Grande, El Totumo, La Tasajera, El Guacimal, Niquía, Fontidueña, y el Hato Viejo; más al centro se veían aglomeraciones en El Bermejal, El Llano, el sitio de Aná, El Pedregal, La Culata, la Otra Banda, El Salado, Altavista, y en el sur El Guayabal, El Guamal, El Aguacatal, la Yurá, Itaguí, El Ancón y La Sabaneta. Todos estos asentamientos habían surgido en forma espontánea y desordenada. En Aná no hubo fundación formal alguna pues la casa principal del hato tenía anexa la ermita, y el patio para hacer el rodeo y demás actividades hizo las veces de pequeña plazuela en la ermita de La Candelaria. Lo de-más consistía en barracas de los trabajadores del hato o de gentes a las que se regaló o vendió solar para sus ranchos. Ya había un caserío desordenado.

precios a la carne cortada y salada en tasajos subida a las minas. Los pretendientes de una villa, del sur y cen-tro del valle, eran traficantes de mercaderías, arrieros y dueños de estancias proveedoras de tierras de minas.

El distante obispo de Popayán intervino y en 1659 mandó fraccionar la antigua doctrina de San Lorenzo que ya no podía administrar con eficacia lo que venía cambiando aceleradamente durante cuarenta años. Más hábilmente, el obispo reconoció realidades y creó dos curatos y dos doctrinas, con lo cual quedaron a gusto los mineros de Los Osos que estaban comprome-tidos a sostener al cura del Río Grande en el norte. Los ganaderos del norte del Valle de Aburrá, que se opusie-ron a la creación de una villa aquí, tuvieron su curato de Santo Domingo entre el ancón de La Tasajera y el Río Chico, en el cual estaban incluidos “los negros” del capitán Juan Jaramillo, los del gobernador Gómez de Salázar y los del capitán Mateo de Castrillón, y también los esclavos que laboraban en las quebradas de Santo Domingo de Petacas. Los mineros de Guarne y de Río Negro tuvieron un curato que iba hasta los hatos de La Ceja. La doctrina de San Lorenzo comenzó a llamar-se de Aná, dada la importancia adquirida por el nuevo eje central formado por ranchos, hatillos, estanzuelas y tiendas de mercaderes. San Lorenzo había cedido el paso a La Candelaria, para conservar la devoción y los

3 Cada cierto tiempo los matarifes se juntaban para sacrificar ganados, partir la carne en tasajos, y ponerle la sal; a toda la operación se le llamaba Matanza, nombre castellano que se dio al lugar en donde hoy se ubica la población de Copacabana. Por el aprovechamiento del agua salada de la quebrada de Piedras Blancas, y por el proceso de preparar las carnes saladas y curadas, también se le dijo La Tasajera, que tuvo la categoría de curato y sitio informal; ya en 1757 se erigió como nuevo Partido desde el propio picacho de El Ancón hasta la quebrada de Ovejas de Castrillón.Reconstrucción de la Villa de Medellín y sus sitios, entre los siglos XVII y XVIII, dirigida por Roberto Luis Jaramillo y elaborada por César Lenis B.

En: “La Sede de Otrabanda”. Roberto Luis Jaramillo V. y Diego Suárez V. Publicado por: Compañía Suramericana de Seguros S.A. Bogotá: D’vinni, 2004, p.10.

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todos a las labores del campo como productores de pan coger, bizcochos, frutos, panes de sal y de azúcar (pane-la), carne de cerdo y gallinas. Cada uno de estos peque-ños propietarios y labradores blancos levantó su modesta vivienda rural con paredes de tapia y techos de teja o de paja, y casi todas siguieron el modelo y diseño que llamaban “número siete”: una pequeña galería de cuar-tos en escuadra, separada mediando una chambrana y que daba a un patio empedrado. Cuando se sintieron es-trechas en sus propios minifundios, muchas familias de este clan enmarañado por matrimonios incestuosos, mi-graron como colonos a Amagá, Titiribí y Fredonia, puntas de lanza del actual suroeste antioqueño; otros destinaron sus vidas a las pesebreras, la arriería y el comercio.

Al despuntar el siglo XVIII hubo cambios impor-tantes, pues no se presentó la plaga de la langosta y los abastos alcanzaban para la villa y para las muchas minas. Se sabe que mercaderes, comerciantes y pul-peros montaban tienda en los cuartos de las casas y que completaban el círculo de la economía natural, sin moneda circulante. Los muchos rescatantes, tratantes y cambiadores se movían por todas partes con abasto, ropa, quincalla y baratijas que eran representados en oro en polvo, el motor de la vida provinciana.

El aliento demográfico de entonces hizo que los pudientes prefirieran vivir en sus aposentos rurales, antes que en el marco de la sucia villa. En los sitios ya mencionados se congregaron varios ranchos cerca de una toma de agua o de una capilla particular de un hacendado, estanciero o minero de algunos posibles que habían logrado educar y ordenar como sacerdote a uno de sus hijos, titulados como maestros, licenciados e incluso doctores. Ante la dispersión de los habitantes del Valle de Aburrá, los capellanes tenían permiso del obispo para administrar a los fieles varios sacramentos, residir al lado de su capilla y gozar de variadas rentas por lo que casi siempre consideraron los más impor-tantes miembros de su propia familia y vecindades. En las capillas más alejadas de la matriz de La Candelaria se permitió el entierro de cadáveres, razón por la cual fueron varios los cementerios rurales de entonces. No resulta errado afirmar que la mayoría de los sitios con capilla particular fueron generadores de conglomerados que, con el tiempo, fue necesario elevar a la categoría de viceparroquias dependientes de un curato.

nacimientos del río principal de Medellín, un terreno que les pertenecía desde 1616. Así permaneció hasta 1832, cuando una ley permitió adjudicar en remate público los terrenos de los resguardos de indios: ese es, en parte, el origen del actual municipio de Caldas, ubicado en el sur del Valle de Aburrá.

Ni en la nueva expresión urbana, ni en alguno de los tres curatos se levantaron templos importantes y al no haber indios abundantes, tampoco se establecieron comunidades religiosas edificadoras de conventos o de monasterios. Tampoco se edificaron casas de hacienda, ni trapiches, ni puentes, ni calzadas pues se mantuvo la arquitectura efímera de bohíos indios de “paredes de embarrado y cubierta de paja”, aunque cabe agregar que, algunos sujetos introdujeron mejoras al cambiar los techos de paja por los entejados de barro, el bahare-que por la tapia, y el suelo de tierra lisa por entablados o aún por baldosas de barro cocido. Los cabildantes de la nueva villa no hicieron esfuerzos por construir algún edificio de mérito, sino que se dedicaron a aumentar la población con gentes pobres, a rectificar calles, repartir solares en el llano arriba de la ermita y plaza, antes per-tenecientes a un tal Gualterio –que entonces variaron por Gualteros y en el siglo XVIII por Guanteros–, criado del capitán Alonso Ruíz de Rivera; para ser poblados por gentes que incomodaban en la Culata de Iguaná y en el decaído poblado de San Lorenzo. Hicieron, además, la compra de tierras para ejidos, fijaron el manzaneo y otras intervenciones estudiadas por el historiador Luis Miguel Córdoba en De la quietud a la felicidad.4

En cuanto a las extensas tierras de la antigua encomienda de Aburrá, que cayeron en manos de su única heredera doña Ana María de Toro y que abarcaban lo comprendido desde El Guayabal hasta La Sabaneta, fueron porcionadas entre sus catorce hijos, nietos y bis-nietas casaderas con españoles recién llegados y deseo-sos de ser propietarios sin esfuerzo, que se establecieron en El Guayabal, La Tablaza de Itagüí, La Sabaneta, El Aguacatal, La Yurá y los rastrojos del Envigado. Basta con decir que una de sus nietas procreó dieciséis hijos de apellido Vélez de Rivero. Las fincas permanecieron en poder de sus descendientes Vélez, Gaviria, Londoño, Ruiz, Mesa, Estrada, Isaza, Tirado, Jaramillo, Arango, Saldarriaga, Palacio, Calle, Molina, Restrepo, y otros co-nocidos por su rusticidad y apego a la tierra, y dedicados

vos alcaldes pedáneos en Copacabana, San Cristóbal y El Envigado. En cada uno de esos sitios existía, desde hacía años, varias capillas particulares que a partir de ese momento se tuvieron como coadjutorías las unas, en tanto que las de más aumento de fieles ascendieron a la categoría de viceparroquias, las cuales condujeron a muchos a levantar viviendas inmediatas, origen de varios cascos urbanos, no regulados en todos los casos. Así se explica el cambio de lo rural a lo urbano.

Fuera de los templos del casco de la villa se lle-garon a ver hasta veinte capillas particulares, sin contar muchos oratorios privados, permitidos por la autoridad eclesiástica. Los pocos capitales de la época se gasta-ban para levantar esos modestos edificios, sostener el culto religioso y en más rentas para los clérigos, los co-adjutores o los curas párrocos. El gobernador Silvestre llegó a quejarse y a criticar esa situación ya que, debido al influjo de esas capillas y capellanes, las gentes deja-ban de venir a la cabecera de la villa y preferían hacer sus compras a los comerciantes y mercaderes estable-cidos en los campos donde los precios eran menores y se cometían fraudes al fisco. Los más pudientes, por su parte, preferían hacer buenas casas de campo, en

La situación de aumento poblacional y desor-den en el crecimiento y los servicios presionaron a las autoridades a tomar medidas. El gobernador Barón de Chávez, que era el vicepatrono eclesiástico, llegó a concordar con el cura rector, Juan Salvador de Villa y Castañeda, la búsqueda de la reforma de las costum-bres y unos cambios en la administración de los fieles que incluyeron inventarios, padrones y creación de nue-vos entes. Eran oportunas aquellas medidas ad portas de le expulsión de los jesuitas5 cuyo impacto manejaba las conciencias y conductas de los clérigos y fieles de la provincia antioqueña. En adelante, el cura Villa admitió segregar su rico y poblado curato de más de diez mil fie-les, y el gobernador buscó recursos para levantar tem-plos sólidos y sostener el culto en nuevas parroquias. Villa comenzó por reconocer que de los muchos cape-llanes con ermitas y capillas propias se podían crear viceparroquias que, reconocidas por el gobernador, se-rían otros tantos sitios con autoridad para manejar a las gentes de los nuevos Partidos. Como ya existían en este valle los partidos de Itagüí, Otra Banda, San Andrés, Hato Grande y Barbosa, el gobernador mandó crear entonces, en 1766, nuevos partidos con sus respecti-

4 Córdoba Ochoa, Luís Miguel. «De la quietud a la felicidad». La villa de Medellín y los procuradores del cabildo entre 1675 y 1785. Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Cuadernos de Historia Colonial. Bogotá, 1998.

5 El poder espiritual de la comunidad jesuita se sentía más como poder temporal y económico, lo que no tardó en convertirse en una cuestión de forcejeo político entre los monarcas y los jesuitas. No es cierto que el problema fuera religioso o que se tratara de un cisma, aunque la expulsión de los dominios de Portugal y de España generara algunas sorpresas y hasta disturbios, como en México. La corona recuperó el predominio, expulsó a la comunidad y expropió sus bienes y rentas tan cuantiosas. Finalmente, hasta el papa los extinguió, en 1773. Como la casi totalidad de clérigos de la antigua Antioquia estudió con ellos o con sus discípulos, puede hablarse del impacto jesuítico entre nosotros.

Parque de Copacabana. Colección particular, 1914. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

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en el Hato Grande. Al seguir el patrón de conducta de muchos adinerados, este clérigo prefirió la vida cam-pestre y levantó una capilla capaz de albergar muchos fieles tanto libres como esclavos, con plazoleta y calles inmediatas que terminaban en caminos poblados. Así se dio origen al caserío que, ya crecido, manzanado y habitado, cambió su nombre por Girardota.

Lo mismo sucedió en las tierras del Hato Viejo, en las que los ricos propietarios habían levantado las capillas de Santa Rosa de Niquía, Nuestra Señora del Rosario y San Jacinto. Esta última capilla recordaba el nombre de doña Jacinta Piedrahíta, antigua propie-taria de una hacienda y llano que con los años pasó a uno de sus descendientes quien donó lo necesario para mejorar una capilla, hacer una plaza y mercar so-lares, proceso iniciado ya en 1786. Un clérigo nacido allí, el maestro Casimiro Tamayo, que se daba toques de artista, diseñó el nuevo templo de su pueblo, de-dicado a la virgen del Rosario, sabía además danzar y enseñar gramática, y así como doraba altares con panes de oro, llegó a trazar el diseño para el colegio, convento e iglesia de San Francisco que se levantaría en Medellín años después.

Algo parecido se presentó en las viejas tierras del potrero de Barbosa en cuyas vertientes se explota-ban minas. Desde mediados del siglo XVIII don Miguel Gutiérrez de Lara levantó la capilla de San Mateo en su mina de Graciano, y cuatro décadas después, el rico mestizo Francisco Muñoz levantó otra capilla en su mina de Barbosa, grande, capaz, con púlpito y hasta coro, en la que debía decir misa su sobrino, el

las que residían la mayoría del año, así una modesta casa urbana era usada para “salir al pueblo”. En efecto, las viviendas en estancias y haciendas eran de mejor aspecto que las casas pobladas. Hasta hace cincuenta años aún podían contemplarse varias de ellas dispersas en el Valle de Aburrá. Ellas fueron el antecedente, des-de mediados del siglo XIX, de las casas de veraneo, en las que los pudientes temperaban los fines de año.

Hacia 1702, recostada contra el Ancón de La Tasajera y desde la rivera de la quebrada de Piedras Blancas, se notaba una casería6 informal, al asilo de una capilla dedicada a Nuestra Señora de Copacabana como respuesta de los necesitados fieles mientras que la vieja doctrina de Santo Domingo se había entablado definitivamente en las minas del altiplano.

Allí cerca, estaban las propiedades y los mu-chos descendientes del otrora poderoso clan de los Castrillón; varios miembros de esa familia eran clérigos y doctores con su respectiva capilla, como las de San Diego, Ovejas y San Esteban de Hato Grande. Al encon-trarse en el norte del valle, estaban vestidas de ganado y de caña de azúcar. Fueron construidos trapiches mo-destos y grandes, con capacidad para producir mieles y panelas con destino a las minas, un negocio casi exclu-sivo de los descendientes de los viejos Castrillón, como las familias Sierra, Londoño, Fonnegra, Gutiérrez y Cadavid, que señorearon como labradores, ganaderos, matarifes, carniceros, mercaderes y arrieros. Un afor-tunado clérigo nuevo-rico, el doctor Londoño Molina, propietario de una gran hacienda, pasaba temporadas entre su casas de la plaza de Medellín o la de campo

hacia arriba y debajo de la plaza, pues ya la villa estaba estrecha y constreñida tanto por la inmediata quebrada de Aná como por los humedales insanos del río. Los campos de cultivo y los caminos que en-traban y salían del casco urbano se fueron poblando informalmente en todas direcciones y se ubicaron las antiguas viceparroquias de La Culata, El Envigado y Hato Viejo, las cuales eran buenas candidatos para ser curatos independientes, como lo pensó el cura rector de La Candelaria. Los labradores estrechos de La Culata migraban detrás de El Boquerón, ran-chos desordenados y peligrosos en el camellón de La Asomadera a La Yurá, más arrabales sin cuenta en la Quebrada Arriba y desde El Chumbimbo, El Llano y El Bermejal, hasta las goteras de la capilla del Hato Viejo, forzaron al cura de Medellín a pedir que, con poco tiempo de diferencia, fueran segregados fie-les para los nuevos curatos de San Cristóbal, Santa Gertrudis del Envigado y Nuestra Señora del Rosario de Hato Viejo, entre 1771 y 1773. No tardó la nece-sidad de crear una viceparroquia más en Otra Banda, con las gentes de Iguanacita, Iguaná y El Salado, don-de se veneraba a San Javier en su capilla. Labradores estrangulados en minifundios de los vallejuelos de Altavista, El Rincón y El Salado buscaban parcelas y vivienda en el Llano de Los Pérez, donde pronto la capilla y capellanía del clérigo Pedro José Pérez acogió esas ovejas para darles el pasto espiritual, los enterra-mientos y la esperanza de una nueva parroquia, la de Nuestra Señora de Belén. Varias capillas privadas se usaban como viceparroquias entre El Aguacatal y La Sabaneta, y aunque la de la rica familia de los Calle figuraba como la más antigua, tenía mayor acopio de fieles la de Santa Gertrudis, así que buscaron un curato aparte, con expresión urbana, y la de Santa Gertrudis, cercada de viviendas y con buenas rentas, tuvo la peculiaridad de que el propio gobernador de Antioquia, don Francisco Silvestre fuera el indicado para escoger el lugar para nuevo templo y plaza, entre Itagüí y El Envigado, optó por el último sitio, donde se trazaron calles y manzanas. Por muchos años, los curas de Envigado asistieron a los fieles de Itagüí, El Ancón, El Prado y las nuevas colonias agrarias de Amagá y de Titiribí.

maestro Esteban Muñoz, capellán interino. Llegado el caso de una expresión urbana, hasta tres propietarios ofrecieron mangas, solares y hasta capilla ornamen-tada, aunque ganó la apuesta Gabriel Ignacio Muñoz, hijo natural de aquel constructor de la mejor capilla, quien ofreció terreno para plaza y solares por lo que se aumentó el caserío con expresión urbana, que hoy se conoce como la cabecera del municipio de Barbosa.

El valle había cambiado mucho desde la antigua impotencia de las autoridades hasta el gobierno borbó-nico, que se hizo imponer sobre los osados clérigos, los altaneros comerciantes y los rústicos labradores. Ante el aumento poblacional también incrementaron los controles y los ingresos reales a razón del tráfico de oro y del comercio. Fueron planteados varios estancos como recurso rentístico y control de calidad del tabaco y el aguardiente, que eran los principales productos; pues antes se doblaba tabaco de mala calidad y la elaboración de aguardiente era tradicionalmente rudi-mentaria y sucia. A pesar de las protestas porque se alteraba la economía tradicional, el gobierno se impu-so, los arrieros ganaron y muchos labradores de suelos inmediatos al río Aburrá se dedicaron a cultivar la caña de azúcar y a producir mieles en buenos trapiches para la nueva Fábrica de Aguardientes. Hasta en ésto se notaron los cambios del paisaje, ya que en las riveras de las quebradas y del río que antes eran cañaverales y tembladales7 arrastrados por las aguas, ahora se con-templaban los cañaduzales y los trapiches.

El aliento demográfico estuvo correspondido por la autoridad borbónica, presente en funcionarios activos y hasta en obras públicas. Gracias a los acuer-dos y concordias entre funcionarios y burócratas de la Iglesia se contaban, al finalizar el siglo XVIII, varios curatos, dieciséis ayudas de parroquia y tres vicepa-rroquias urbanas con edificios entre modestos y mi-serables. Los alarifes y carpinteros se quejaban de los advenedizos que les competían, aunque sí reconocían las novedades en el plan o diseño de varias obras, trabajados aquí por el ingeniero español don Antonio Monzón y el clérigo don Casimiro Tamayo, o los en-viados desde el reino por don Domingo Esquiaqui. En el caso de la villa, ante el estanco de unos y los estorbos de los clérigos, se mandaron abrir calles

Antiguo templo de Girardota ubicado al interior del parque. Colección de Juan de D. Cadavid Cadavid.

Parque y antigua capilla de Hatoviejo (Bello) 1928. Fotografía publicada en el libro: Bello Patrimonio Cultural. 1993. Pag 75.

6 Casería: Grupo de casas desordenado; se denomina caserío cuando ya hay un germen de organización y autoridad.

7 En las vegas del río Aburrá se veían muchos cañaverales y cañaduzales, estos en lo más firme, y aquellos en las orillas de ríos, quebradas y terrenos deleznables, a los que estaban y están asociados. Los antiguos campesinos no hacían viviendas cerca a un cañaveral, que valía menos, a pesar de ser un buen material de construcción de paredes y cielos.

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y el cabildo nombraba cada año alcaldes partidarios9 en Envigado, Itagüí, Guayabal y Copacabana, en cuya amplia jurisdicción operaban dos más para ejercer con-trol en El Totumo, Hato Grande y Barbosa. Tal vez por el gentío, o por salubridad y arbitrio de rentas, se comen-zó a construir un edificio sólido para la real fábrica de Aguardientes, con planos del ingeniero Monzón, obra que demoró tres años y que incentivó el cultivo de la caña, la edificación de trapiches con hornos y chime-neas de barro cocido que se veían en las orillas del río, desde Itagüí hasta Barbosa.

El más rico de todos los clérigos tomó la inicia-tiva de levantar un hospital en Medellín, para ello com-pró un solar grande y alejado, arrumó piedras con sus esclavitas domésticas y prometió dar dinero, pero se distrajo al gastar sumas para su casa en la plaza, con una pequeña capilla contigua. Este clérigo, de carácter voluble, manifestó el deseo de dejar esa casa y capilla para que en ellas funcionara el hospital, pero adverti-do de lo inadecuado de un hospital ahí, abandonó el proyecto y prefirió a la Orden Tercera, así su capilla se dedicó a San Francisquito. No se desanimaron los vecinos con lo del hospital y con legados, limosnas, impuestos a las mortuorias y parte de los diezmos, el cura y el cabildo sacaron adelante la casa, que hizo el tapiador Miguel Ortíz, a la que llevó agua por cañería subterránea Don Juan Lalinde, con pila y todo; aunque se pidió convento con religiosos de San Juan de Dios,

Un auge notable se sintió en Medellín en 1775 cuando se crearon otras dos alcaldías, esta vez barria-les, y se multiplicaron las obras públicas. El cura ya administraba unas veinte mil almas y se levantaron más ermitas y capillas. La lejanía con el obispado de Popayán, una disputa por diezmos y ninguna visita del obispo hicieron nacer el deseo de un obispado, con sede en Medellín o en Antioquia, la vieja capital. En cuanto a las nuevas edificaciones, alarifes y “oficiales de tapias”, también maestros de obra y carpinteros, consiguieron contratos donde antes no los había. Entre los materiales que se extraían por ahí cerca, estaban tanto la piedra de cimentar como la más escasa de cantería, la piedra bofe, cal, arena, cañas bravas, ma-deras y tierra de tapiar. Por pura necesidad se aprendió a cocinar arcillas y se construyeron portadas “de ladrillo cocido por falta de cantería”. Paredes de bahareque y techos pajizos fueron abatidos y cedieron para que en-tre los pudientes se levantaran tapias y entejados. Para un cronista colonial, “El Cojo” Benítez “aquel tiempo era el Siglo del Oro, supuesta la opulencia de los habi-tantes, y los cómodos arbitrios que prosperaban…”. La necesidad de alimentar a la población que aumentaba movió a muchos desabrigados, vagos y desempleados a migrar al sur y al norte del valle a buscar destino en la agricultura, la minería o la arriería. Así, aumentaron sementeras y alimentos, se varió la dieta, corrieron el oro y el comercio, la iniciativa, la generosidad y la idea de prosperidad con más obras privadas y públicas.

Con tanto aumento de población nacieron ne-cesidades y conductores de ellas, como bien lo demos-traron los gobernantes Mon y Velarde, y Silvestre.8 En 1784 se hizo un empadronamiento de toda la provincia de Antioquia que tenía setenta leguas de latitud y otras setenta de anchura y se contaron 48.678 habitantes en toda ella, con 7.724 matrimonios de todas las clases, con sólo dos médicos cirujanos, algunos yerbateros to-lerados por la necesidad y como remedios autorizados estaban los bebedizos purgantes del sen, el maná y el ruibarbo. Por entonces, el Valle de Aburrá era el mejor situado, posicionado y comunicado de toda la franja central de la Gobernación. Para cubrir el valle de sur a norte, la villa tenía alcaldes ordinarios que controla-ban Hato Viejo, Pedregal, Otra Banda y San Cristóbal,

8 Francisco Silvestre gobernador de Antioquia entre 1775-1776 y 1782-1785 y Juan Antonio Mony Velarde Oidor de la Real Audiencia y visitador de Antioquia es nombrado Visitador de la Provincia de Antioquia en 1785.

9 Partidarios: alcaldes menores que administraban un territorio o jurisdicción en nombre del cabildo de la cabecera.

Puente de calicanto sobre la quebrada Aná, 1790. A.G.N., Mapoteca 4, mapa 253-A. Cartografías para el Bicentenario. Alcaldía de Medellín.

se prefirió levantar capilla, que entró a servir en 1805; en el entretanto, los frailes mejoraron la casa que les serviría de convento. Tres años después, se abrieron calles en el barrio del hospital de San Juan de Dios, vecino al antiguo de San Benito.

El nuevo siglo XIX comenzaba con la esperanza de los cabildos de Antioquia y de Medellín de lograr un obispado independiente del de Popayán, cuya sede se disputaban. Al tiempo, un criollo ilustrado de Santa Fé, la capital del Reino, movió a los funcionarios para que se hicieran estadísticas que mostraran la realidad. En 1803 se informó que el Valle que Aburrá constaba de una villa, seis partidos y seis curatos con muchas ayu-das o viceparroquias, que toda su parroquia sumaba unos veinte mil feligreses, con sólo catorce sacerdotes, lo que era un número corto para tanta población. Al año siguiente, cuando se supo que el Papa había crea-do la diócesis, los habitantes del valle se afanaron en considerar la villa como la más ventajosa y con mejores rentas para garantizar la permanencia de un obispo con su curia. Su población, haciendas, cultivos, cuerpos políticos y eclesiásticos, curatos, comercio, tempera-mento y clima la hacían inigualable. Aliados con los de Marinilla, estos manifestaron en 1804 que:

[…] ella viene a ser como el vientre de toda la Provincia especialmente por los granos y dulces… Ella es en lo florido y ameno de sus campos un delicioso vergel, y estos se hallan tan poblados de casas y sementeras que forman con los anexos, y capital, una continuada ciudad de un día de cami-no que comienza en el curato de Barbosa, y acaba en los términos del Envigado10.

Vecinos entusiastas levantaron nuevo templo mayor, mejoraron las capillas de las viceparroquias y de los nuevos curatos, construyeron casas para el cabildo, la cárcel y la carnicería, hicieron una fuen-te en la plaza y un edificio adecuado para la fábrica de Aguardiente, se comenzaron los templos de San Francisquito y de San Lorenzo, y se reconstruyó casi toda la ermita de La Veracruz. El proyecto de hospi-tal se ventiló y se dio comienzo al convento de las carmelitas. El proyecto para poner aquí una fundición de oros seguía vivo; se soñó con introducir el uso de moneda y se organizó un mercado en plaza mayor de la villa. Unos cultivos de algodón y obrajes de texti-les en Envigado, e intentos de una tenería y locería

en La Ladera, fracasaron. Se notaban los resultados benéficos de las órdenes que había dado un segundo Visitador, el oidor Mon y Velarde, emprendedor, casti-gador y ejecutor de varias regulaciones entre las cuales se destacaban la orden de que nadie podía construir sin pedir licencia al cabildo, la expulsión de vagos y la promoción de colonias agrarias en el sur y en los altiplanos del norte de Antioquia.

En una sola vivienda se hacinaban varias fami-lias como consecuencia del incesto y los infanticidios, el latrocinio sin castigo y la mendicidad. La estrechez forzó a la migración; incluso algunos pudientes del Pedregal, de Hato Viejo y de Barbosa, dueños de es-tancias y haciendas cansados de esforzarse en suelos también gastados migraron a las colonias de Sonsón: Álvarez, Jaramillos, Gutiérrez e Isazas a las cuales tras-ladaron sus capitales, semillas animales y esclavos.

Ya se ha mencionado el interesante mestizaje generado en Aburrá con unas consecuencias que lla-maron la atención y marcaron diferencias. La pobreza casi generalizada esfumaba las distancias entre los blancos y las castas inferiores de la sociedad; con los años, los distintos procesos vividos tenían sus propias características y mostraban un país diferenciable de los otros espacios por los usos, las costumbres y la mentalidad. El país de Medellín se consideraba dis-tinto del vecino Rionegro y de la ciudad de Antioquia: con motivo de un pleito por apertura de vías se dibujó un ingenuo croquis que mostraba desde Fontidueña y Hato Viejo hasta Itagüí y Envigado.

Dos abogados criollos cuyas patrias eran Medellín y Envigado se destacaban en la vida públi-ca, el uno como pedagogo y el otro como apodera-do de intereses públicos de la villa e interesado en la geografía: los doctores José Félix y José Manuel de Restrepo, quienes hicieron aflorar entre sus discípu-los y compatriotas unos sentimientos patrióticos con-tra la ignorancia, la esclavitud, las desigualdades, el fanatismo, la pobreza y la injusticia. Participó José Manuel de Restrepo en varios pleitos para equiparar el precio de venta del tabaco y también en los asuntos centrales de los estudios mayores que debían impar-tir los franciscanos; servía, además de asesor jurídico del gobernador provincial. Hizo inventarios botánicos, mediciones de casi toda la gobernación, inventarió ha-bitantes, caminos y recursos y concluyó en el proyecto

10 Archivo Histórico de Medellín, Capitulares de 1802-1804, tomo 69, legajo 11, folio 57 y s.s.

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político de crear un gobierno independiente del reino y hasta de España. En 1808 escribió una “Relación” detallada de toda Antioquia, y al año siguiente hizo un mapa y publicó en, el Semanario del sabio Caldas, un “Ensayo” de más fondo, que puso a pensar a muchos en el proyecto de una Independencia. Un lector encon-traría provechoso lo que opinó del Valle de Aburrá en ambos escritos, poco antes de estallar el movimiento independentista en el que afloraron una vez más las rivalidades entre las ciudades de Antioquia y Rionegro, la villa de Medellín y el lugar de Marinilla. Medellín poseía ya un teniente de gobernador, la más dotada fábrica de Licores, ganó el derecho a fundir oros, te-nía además tres conventos: el de las carmelitas que ejerció como el más importante establecimiento de crédito, el de los hospitalarios y el de los franciscanos con su práctica educativa. Medellín quería la sede del obispado y, por qué no, la del gobierno. Para completar las tensiones, los de Envigado querían separarse, ser villa y tener su cabildo aparte.

La patria vieja o República de Antioquia11 vivió su propio proceso independentista, revolucionario y de tensiones internas y externas entre 1810 y 1815. Para evitar enfrentamientos, el presidente Juan del Corral tituló como ciudades a Medellín y a Marinilla y practi-có una descentralización administrativa que desdibu-jó desavenencias. Cuatro fueron los “departamentos electorales” y Medellín fue uno de ellos.

Sin embargo, llegada la liberación definitiva, la administración central del sistema republicano considera-ba que la capitalidad debía pasar a Medellín; por lo pron-to la capital de la Provincia de Antioquia, dependiente, a su vez, del Departamento de Cundinamarca, seguiría en la ciudad de Antioquia y sería Medellín capital del cantón de su nombre, que de norte a sur abarcaba ocho parro-quias, y once curatos entre las de Barbosa y Titiribí. Sin embargo las demandas, peticiones y tensiones llegaron a su fin cuando una ley redactada por aquel José Manuel Restrepo, y sancionada por el vicepresidente Santander, el 18 de abril de 1826, mandó que la capitalidad pasara a Medellín con burocracia, archivos y sellos.

Con las reformas liberales la Provincia de Medellín pasó a ser la capital, comprendida entre Nechí, al norte, y Andes, al suroeste, cuyo bello mapa corográfico levantó

el coronel Agustín Codazzi en 1852. Desde entonces has-ta hoy Medellín y las poblaciones del Valle de Aburrá han pasado por muchas, variadas y singulares divisiones te-rritoriales, categorías y nombres: la ciudad ha sido capital del Estado de Antioquia, del Departamento de Medellín, del Departamento del Centro, del Municipio de Medellín y, finalmente, del Departamento de Antioquia. Las po-blaciones del Valle de Aburrá que hoy conforman el Área Metropolitana han sido, en el ámbito político-administra-tivo Parroquias, Distritos, Distritos Parroquiales, Distritos Departamentales, Villas, Distritos Municipales, Distritos Provinciales y, por fin, Municipios. De estas divisiones ac-cidentadas hay algunos casos curiosos como el de Bello que pasó de Distrito a Aldea, después a Corregimiento de Medellín y luego a Municipio independiente; y sectores de la antigua Otra Banda, como Altavista, El Salado y Aná que variaron sus nombres antiguos por el de su categoría eclesiástica, y fueron parroquias de Belén, La América y Robledo, así como Distritos, Aldeas, Fracciones y hoy son barrios urbanos de Medellín.

La belleza que mostraba el Valle de Aburrá para los habitantes de él y el paisaje que admiraban los via-jeros no caben en este escrito: campos verdes, aldeas y miles de viviendas dispersas adornaban el valle ya estrecho para tantas gentes. Hacia 1840 los que ha-bían emigrado a las colonias del norte y el sur lograban más cosechas que los del suelo nativo, y los hatos es-taban mejor surtidos de ganados y superaban las pro-ducciones tradicionales del Valle de Aburrá. Años más tarde, se potenciaban aquí el comercio al por mayor y al menudeo, el tráfico con los metales y las importan-tes actividades de la arriería y la construcción, también se multiplicaron los edificios públicos y las tiendas, ta-lleres y viviendas. La minería y el comercio generaron capitales, edificios y lujos. Los pudientes de la plaza de Medellín levantaron las mejores casas-quintas de to-dos los estilos en la Quebrada Arriba y en el barrio de San Benito fueron levantadas sólidas viviendas al estilo antiguo. En las plazas de los poblados, los ricos hacen-dados y estancieros hicieron casas altas, con locales en el piso bajo, y así se cambió la faz de Barbosa y de Envigado, de Itagüí y de Girardota, de Copacabana y de La Valeria, la cual se llama hoy Caldas. Competían tam-bién albañiles y alarifes, maestros de obra y carpinteros y

11 El sentimiento de algunos vecinos respecto de su suelo y de sus posibilidades de ser independientes del virreinato y de la Corona Española dio origen al “partido patriota” formado en su gran mayoría por criollos. Su sentido de patria los llevó a fundar una República de Antioquia en el período citado. Los que la vivieron y fracasaron con ella la llamaron patria vieja, en oposición al término despectivo que usó Antonio Nariño, quien habló de “Patria Boba”.

Plaza Mayor de Medellín. Simón Eladio Salom.(Medellín, 1833-1860) Ca. 1860. Técnica: Acuarela. Procedencia: Museo de Antioquia. Fotografía: Alfonso Posada. Cartografías para el Bicentenario. Alcaldía de Medellín.

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descollaba uno que otro ingeniero de minas. Se regis-traban entonces 44 alarifes y 50 carpinteros que hacían casas altas y bajas, unos, hacían principios de cal y canto, otros construían casas de frente, sin claustro y los más capaces, casas bajas claustradas. Los ingenie-ros, instruidos hacían de todo.

Los señores evitaban los terrenos cercanos al río o inmediatos a los riachuelos, de los cuales se apropia-ron los pobres para armar ranchos sin orden en El Llano y en las salidas, algo que también se practicó en los poblados del Valle de Aburrá. Los ricachones de la vie-ja villa, cuando estaban ya hacinados, solucionaron el asunto al especular con el loteo de territorios en el norte, donde surgió el barrio de Villa Nueva. Durante la guerra civil de 1860, Simón Eladio Salóm pintó una acuarela de parte de la plaza principal de Medellín, poco antes de que las casas cambiaran su uso por el de oficinas, bancos y grandes almacenes. Pocos años después se destacaba la capacidad de imitación de Juan Lalinde Lema (1819-1914) quien vendía mercancías en su al-macén de la plaza y construía palacetes al estilo europeo (y también la Escuela de Artes y Oficios, en la que trans-formó albañiles en maestros de obra, en compañía del mecánico y carpintero renano Enrique Haeusler). Como en un contrapunto, contrastaban dos viviendas en la pla-za de Villa Nueva, la del ingeniero inglés Tyrrel Moore quien levantó su casa al estilo vernáculo colonial y la

de un nuevo burgués, quien encargó a su suegro, Juan Lalinde, levantar un palacete francés. El singular arqui-tecto Lalinde desafió a los demás ricachones al levan-tar una casa de campo toda de guadua, material usado para menesteres más prosaicos y la llamó “El Castillo”, la cual estuvo en pié hasta hace unos años, y en su con-torno nació posteriormente el actual barrio Castilla.

Panorámica del río Medellín y el puente Guayaquil hacia el cerro el Picacho. Colección particular. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

Calle aledaña a la quebrada Santa Elena (Av. La Playa). Colección particular. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

Escasa era la piedra, así que se amasaron y cocieron las inagotables arcillas de varios colores. El uso del ladrillo fue generalizado por Haeusler y Lalinde, renano y criollo respectivamente; por Felipe Crosti, ita-liano; Charles Carré, francés y Luis Johnson Urreta, este último nacido aquí e hijo de un ingeniero de mi-nas inglés y educado en Georgetown. En sus diseños prescindieron de los modelos coloniales e iniciaron el llamado estilo republicano. Haeusler levantó sobre el río los puentes de La Alameda (Calle Colombia) y Guayaquil, y por todas partes hornos, chimeneas y sue-los de habitaciones, dejando a la vista el ladrillo. En el valle se notaba el contraste del bermejo del ladrillo, con las fachadas blancas y el verde del entorno. Para mejorar y ampliar la traza urbana, se pensó en dese-car las riberas del río, tan malsanas. El médico Uribe Ángel tomó la iniciativa de colgar12, rectificar y canali-zar, empresa a la que se destinó al periodista y futuro urbanizador Manuel J. Álvarez Carrasquilla. Tal es el origen del barrio de Guayaquil, nuevo sector comercial de Medellín, del Valle de Aburrá y de Antioquia.

Con obispado en Medellín, se usó el edificio colonial de La Candelaria como catedral transitoria mientras se edificaba la apropiada en la plaza de Villa Nueva, según diseño de Carré, quien utilizó ladrillo a la vista para dar forma sin perder solidez. Gracias a la

preparación recibida en la Escuela de Artes y Oficios, un tímido esbozo fabril se vivió aquí, pero las dificul-tades para traer o fabricar maquinarias limitaron las iniciativas; aún así se establecieron tenerías, fundicio-nes, fábricas de cerveza, textiles de fique, modernos tejares, y estancias de caña para producir mieles y pa-nelas; por ejemplo, en Girardota funcionaron dieciséis ingenios paneleros y cuatro tejares, y como se permitió el remate para fabricar licores surgieron los zacatines particulares de los cuales aún se conserva el que Don Pepe Sierra quien construyó en esta población.

Para una ágil comunicación con el río Magdalena y el mar se comenzó a abrir un camino carretero al Norte, que llegó hasta Barbosa, mas se cambió la modalidad y se diseñó un ferrocarril que salía de Puerto Berrío y de-bía llegar a Medellín, a comienzos del siglo XX. Mediante éste salieron oro en barras, viajeros, cueros y café, y entraron ideas, técnicas y mercancías. Su impacto fue innegable: se acentuaron el progreso material y mental, soportado en una universidad que contaba ahora con una Escuela de Minas, en la que se formaron médicos, abogados, constructores, ingenieros y empresarios.

Pocos años después, y durante el régimen de La Regeneración13, los recursos públicos se repartieron exclusivamente entre sus partidarios, por lo que casi todos los ingenieros y arquitectos, de bandera liberal

12 Colgar es término propio del mundo de la minería; consiste en cavar un nuevo cauce para que por él corran las aguas de un río o de una quebrada cuyo curso se ha suspendido y desviado.

13 Los liberales se hallaban divididos en radicales e independientes; estos últimos, llegaron al poder y unidos a los conservadores y al clero propiciaron una guerra civil en la que triunfaron; cambiaron la constitución por una centralista, apoyados por un movimiento llamado Regeneración.

Parque de Copacabana. Colección particular. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

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educación a las comunidades religiosas fomentó la construcción de escuelas especializadas y de cole-gios; varios clérigos llegaron para reformar templos o para levantarlos, como el jesuita Félix Pereira o el salesiano Juan Buscaglio. Aquí y en otros municipios alteraron las sencillas fachadas de templos que en muchos casos se ven como pastiches inaceptables.

En los centros poblados y arrabales el Valle de Aburrá, ricos en aguas y vías, se operaron cambios que alteraron la antigua tradición. El ferrocarril, las plan-tas de producción de energía, el uso del carbón como combustible y la introducción de materias primas fa-cilitaron el asentamiento de talleres muchos de los cuales llegaron a ser industrias. Al abundar los tejares y las ladrilleras, con sus productos se levantaron mu-chas obras como plazas de mercado, estaciones del ferrocarril, escuelas, edificios propios para viviendas y oficinas, hoteles, talleres, fábricas y casas de campo. Se necesitaron también locales para negocios, bancos y bodegas. Impresiona la cantidad de edificios moder-nos y republicanos que se levantaron hasta poco antes de la crisis económica que llegó en 1929. Los gobier-nos nacional, departamental y los gobiernos munici-pales proyectaron y comenzaron obras para sus sedes. El belga Agustín Goovaerts llegó como contratista del gobierno, para diseñar y construir escuelas, edificios del gobierno, puentes, y hasta muebles y, aunque esta-bleció oficina de arquitectura en la que vinculó jóvenes como Roberto Pérez Andrade, y Jesús y Pepe Mexía, causó sorpresa, fiebre y hasta furor el ver en tiempos modernos el diseño neogótico de oficinas y templos en ladrillo expuesto, en ejemplares que aún subsisten.

fueron apartados del poder ejecutivo; ellos se apun-talaron en un cabildo intervencionista y previsor, en el que coincidieron políticos inteligentes –conservadores de la facción histórica – y liberales, hombres cívicos, comerciantes, artistas, médicos e ingenieros, creado-res, pocos años después, de una Sociedad de Mejoras Públicas desde la cual una treintena de sujetos intere-sados en el bien público comenzaron a transformar la cara de Medellín y de las plazas de varios municipios, e intentaron un cambio de mentalidad. Enemigos del an-tiguo desorden, derrumbaron muchos edificios anticua-dos, sanearon la ciudad, construyeron un acueducto de hierro y fundaron empresas municipales eficientes.

Entrado el siglo XX ya no operaban los inge-nieros-constructores que habían roto con los anti-quísimos modelos pues una nueva generación, pre-parada aquí, en los Estados Unidos o en Inglaterra, ejerció el oficio de la arquitectura con reconocimien-to y prestigio, como fueron los casos de Horacio M. Rodríguez (antiguo maestro de obra, ayudante y yer-no de Haeusler; fundador de una oficina de arqui-tectura y tronco de una dinastía de arquitectos), y Dionisio Lalinde S, Antonio J. Duque, Enrique Olarte Lince y Joaquín Pinillos Arango, ingenieros formados con énfasis en la arquitectura. Cuando se pusieron de moda las casas de campo para pasar vacacio-nes, los señores burgueses les pidieron transformar las casas grandes de sus fincas, o levantar nuevas quintas, de las que se conservan pocos ejempla-res. En esa práctica renovadora y estética trabajaron con otros ingenieros como Carlos Arturo Longas y Erasmo Rodríguez. La entrega de mucha parte de la

Parque de Copacabana. Colección particular. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.Reconstrucción de la Villa de Medellín y sus sitios, entre los siglos XIX y XX, dirigida por R.L.J., y elaborada por César Lenis B. En: “La Sede de Otrabanda”. Roberto Luis Jaramillo V. y Diego Suárez V. Publicado por: Compañía Suramericana de Seguros S.A. Bogotá: D’vinni, 2004. p.11

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escuela de arquitectura para que los alumnos trabaja-ran al lado de los ingenieros. En pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial se reactivaron comercios, ta-lleres e industrias con el desorden consabido; entonces se encargó la Oficina de Valorización al ingeniero Jorge Restrepo Uribe, hombre dinámico y previsor que con-trató un estudio cuando llegaban oleadas de expulsados por la violencia política de la época; tal estudio, hecho por la oficina de los expertos Paúl Wiener y José Luis Sert se concretó con la creación de una “Oficina del Plano Regulador”, e hizo, también recomendaciones en los términos regional y urbano, puesto que el desorden en los usos del suelo era común en todo el valle.

Unidad y variedad habrían de ser compati-bles, y la reforma constitucional de 1968 contempló que para administrar mejor, dos o más municipios de un mismo departamento, se tuvieran como “Área Metropolitana”. A pesar de los temores de éstas se convirtieran en meras entidades intermediarias, un de-creto de 1979 dictó normas para su organización y funcionamiento para promover, planificar y coordinar el desarrollo conjunto y la prestación de servicios; en consecuencia, a mediados de diciembre de 1980, una Ordenanza antioqueña dispuso el funcionamiento del “Área Metropolitana del Valle de Aburrá” con los diez municipios vecinos y asentados aquí. Su permanencia indica que ha sido un acierto que cumple ya treinta años de trabajo.

A pesar de la vieja vocación agrícola del Valle de Aburrá, el ferrocarril y las carreteras troncales del Norte y del Sur abrían muchas posibilidades y, en casi todos sus municipios, se entablaron industrias. Para mediados del siglo XX en Barbosa existían ya poco más de cien trapiches, muchos movidos con máqui-nas modernas. En Caldas operaban una vidriería, una locería y varias fundiciones. Copacabana era la sede de fábricas de productos de aluminio, y de sedas. En Envigado e Itagüí muchos obreros trabajaban en fá-bricas textileras, de calzado, tenerías, de alimentos y cerveza. Medellín era reputada como una ciudad pres-tadora de servicios y capital industrial de Colombia. La fisonomía industrial del Valle de Aburrá contrastaba con las antiguas actividades tradicionales.

Las autoridades de Medellín propiciaron la apli-cación de un código de edificaciones, así como una oficina de planificación dirigida por ingenieros. El cre-cimiento desbordaba los límites urbanos de todos los municipios del Valle de Aburrá, lo que generó serios problemas de salubridad, estéticos y catastrales. Como herramienta jurídica y de administración se creó el sis-tema de Valorización que se comenzó a aplicar en los municipios. Era necesario un crecimiento armónico y se trajo en 1940 al urbanista Karl Brunner, quien prestaba servicios en Bogotá. Éste recomendó tomar las precau-ciones para conseguir un crecimiento armónico, me-diante un plan regulador, así como la fundación de una

Calle San Juan. Colección particular. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.Parque de Berrío. Colección particular, 1914. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

Incendio del Parque de Berrío. Colección particular, 1921. Fotógrafo anónimo. Facilitada por R.L.J.

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33 De los Templos y Parques

todos los colores, indios libres, indios forasteros, mesti-zos, mulatos, negros, blancos pobres, entre otros; razón por la cual, estos dueños y señores de hatos, prefirie-ron establecer en sus territorios sus propias capillas y evitarse viajes fatigosos, largos y difíciles, entorpecidos aún más en tiempos de lluvias, al asistir a los actos reli-giosos en las iglesias de los poblados más cercanos.

En algunos de estos poblamientos se formaron sitios cuyos nombres propios aún se conservan. En el Río Abajo o Valle Abajo, estaban El Potrero de Diego de Suárez Barbosa, El Hatillo, El Hato Grande, El Totumo, La Tasajera, El Guacimal, Niquía, Fontidueña y Hatoviejo. Más al centro, se veían aglomeraciones en El Bermejal, El Llano, el sitio de Aná, El Pedregal, La Culata, la Otra Banda, El Salado y Altavista; y en el sur, se hallaban El Guayabal, El Guamal, El Aguacatal, la Yurá, Itagüí, El Ancón y La Sabaneta. Todos estos sur-gieron de manera espontánea y desordenada, incluso el sitio de Aná (Medellín) cuya casa principal contaba con una ermita dedicada a la Candelaria.

Desde la primeras reparticiones de tierras, a finales del siglo XVI, todos los municipios tuvieron poblamientos dispersos, pero la conformación urbana como tal incrementó en el siglo XVIII. A principios del siglo XVIII, ya existía en Copacabana, contra el Ancón de La Tasajera, un pequeño poblado en las orillas de la quebrada Piedras Blancas con una capilla dedicada a Nuestra Señora de Copacabana. En el resto de la zona del norte, el fenómeno de la capilla y la hacienda, que generó el trazado del área urbana, es evidente en Bello (Hatoviejo), Girardota (Hatogrande) y Barbosa.

Al hacer el recorrido por el desarrollo histórico del po-blamiento en el Valle de Aburrá, se concluye que fue un proceso lento y espontáneo y que los municipios han establecido fechas de fundación, las cuales no son más que un dato de referencia en su historia. Estas fechas corresponden en su gran mayoría al nombramiento que alguna autoridad les reconoció con una categoría civil y/o religiosa, razón por la cual las denominaciones civi-les y eclesiales se confunden en una maraña de clasifi-caciones difíciles de comprender: curatos, parroquias, distritos, partidos, villas, entre otros. Sin importar si tal nombramiento es religioso o civil, este siempre im-plicó, primero, la rivalidad de las poblaciones, ya que el ascenso de un lugar implicaba la pérdida de poder de almas, población, territorio y rentas. En segundo lugar, se reflejó especialmente la consolidación de las capillas-plazas que se asumían como centro de poder para esos sitios debido a que el poder religioso fue más dominante que el civil e iba de la mano de todas las

actividades sociales y económicas.La importancia que tuvieron las

capillas en el desarrollo urbano es evidente, primero, en la aten-

ción espiritual impartida por los sacerdotes de las iglesias doctri-

neras a los indígenas reducidos a encomienda y en la asistencia que

los propietarios de hatos, dehesas y estancias, muchos de los cuales eran

clérigos, quisieron proveer a los pobla-dores de sus propiedades: gentes de

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34 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 35 De los Templos y Parques

en caso de no ejecutarlo o ser remisos en cumplir lo mandado, les notificará salgan inmediatamente de la jurisdicción, arrancándole sus estancias…” 3.

Estas capillas fueron hitos urbanos que ofrecían el pasto espiritual, tan apreciado por los antioqueños, según deja entrever el gobernador Francisco Silvestre en su relación de la provincia de Antioquia en 1785: “Más de veinte y tantas hay en Medellín, y a distancia unas de otras de mui pocas quadras: Bastaba que se ordenase cualquiera clérigo para tratar luego de erigir una capilla en su Casa de Campo” 4. Los atrios o altozanos, particu-larmente el de la plaza mayor, servían como lugar de en-cuentro, pregones, información y notificaciones públicas.

Estas capillas, que congregaban las gentes de sus alrededores, originaron las incipientes plazas, ya que trazada o no, la plaza es el legado español y su existencia no sólo es necesaria sino que es una forma de mostrar que los sitios ascendieron como centro de poder religioso, político, social y económico. La plaza ha sido el lugar del intercambio de todo tipo: mercado, encuentros, diversión, festividades religiosas, sagradas y de espectáculos; castigos, celebraciones y de eje-cuciones fueron llevados a cabo en ella. No sólo fue un espacio para estar y comunicar a los vecinos, fue también un espacio compartido por hombres, mujeres y animales, vecinos principales y sirvientes, aguateras, acequieros, lavanderas, pregoneros, rateros, vagos y entretenidos, rumores, escándalos y fiestas, todos iban plaza arriba y atrio abajo.

En las fotografías de finales del siglo XIX hay referencia amplia de las continuas transformaciones estilísticas que han tenido los espacios públicos más importantes de Medellín como el Parque de Berrío, el Parque de Bolívar y sus construcciones aledañas, cam-bios que han sido modelos y referentes de los centros vitales de los otros municipios. Estos espacios parque-templo son patrimonio urbano y arquitectónico, uno de

En el sur, el desarrollo de las áreas urbanas lleva a cabo por otros fenómenos, entre ellos el res-guardo de Nuestra Señora de La Estrella que se ha-bía establecido en 1685 cuya posterior disgregación permitirá generar varios municipios. A finales del siglo XVIII, existían varias capillas privadas usadas como vi-ceparroquias entre El Aguacatal y La Sabaneta. La fa-milia de los Calle contaba con la capilla más antigua, pero la capilla de Santa Gertrudis congregaba más gentes y tenía más viviendas alrededor, razón por la cual fue seleccionada por el gobernador de Antioquia, don Francisco Silvestre, para trazar un centro urbano con calles y manzanas.

El desorden que presentaban los poblados se trató de remediar a finales del siglo XVIII, pues se as-piraba, de algún modo, a aplicar o adaptar algunos de los principios de las leyes de indias1 sobre lo ya exis-tente, en este caso, la capilla y el espacio dejado para la plaza que no cumplía con las dimensiones de estas normas. Las disposiciones de los oidores Francisco Silvestre y Mon y Velarde fueron fundamentales puesto que dictaron medidas para el trazado de vías, institu-ciones públicas y saneamiento.

De todos modos, las leyes le habían dado a la iglesia una primacía en la plaza mayor, poniéndose “[…] aislada un poco en alto, si se puede ser, que se vea de todas partes”, reafirmando con ello que la iglesia debe ser ”[…] la más principal cosa, que con más diligencia se ha de hacer” 2.

La importancia de la iglesia se expresa en las distintas leyes expedidas para las fundaciones españo-las durante todo el periodo de la Colonia; como puede ser observado en las ordenanzas del visitador Mon y Velarde, durante 1788, sobre la fundación de nuevos poblados o rectificación de los ya existentes: lo prime-ro que deben atender es la construcción de la iglesia y así procurar el culto y devoción a los fieles, y, ”[…]

1 “La Plaza Mayor donde se ha de comenzar la población, […] si fuere lugar mediterráneo, en medio de la población: su forma en cuadrado prolongada, que por lo menos tenga de largo una vez y media de su ancho […]: su grandeza proporcionada al número de vecinos, y teniendo consideración a que las poblaciones pueden ir en aumento, no sea menos, que de doscientos pies en ancho, y trescientos de largo, ni mayor de ochocientos pies de largo y quinientos treinta y dos de ancho, y quedará de mediana y buena proporción, si fuera de seiscientos pies de largo y cuatrocientos de ancho […] ” En: Pérez de Soto, Antonio. Recopilación de Las Leyes de Indias. 1794. Pág 130.2 Recopilación de Las Leyes de Indias. Madrid, Antonio Pérez de Soto, 1794. Pág 130.

3 Robledo, Emilio. «Bosquejo Biográfico del Señor oidor Juan Antonio Mon y Velarde Visitador de Antioquia 1785-1788». Publicaciones del Banco de la República. Archivo de la Economía Nacional. Bogotá, 1954, p. 116.4 Silvestre, Francisco. «Relación de la Provincia de Antioquia». Vol. 4. Editado por Secretaría de Educación y Cultura. Medellín, 1988. 211.

los legados primigenios de los poblados. Su reconoci-miento parte de una lectura como lugares emblemá-ticos, sociales, estratégicos en lo religioso y guberna-mental, y culturales por excelencia.

Estos espacios públicos que se generaron han seguido un proceso físico y urbanístico muy similar para llegar a transformarse de incipientes plazas a los parques de hoy. El tiempo de sus trasformaciones es disímil, pues obedece a las condiciones económicas, culturales y sociales de cada lugar, lo cual requiere de una investigación detallada y precisa para cada muni-cipio, de tal manera que ésta dé cuenta de los cambios

de nombre, su patrimonio mueble, bustos religiosos y políticos, fuentes, esculturas, kioscos y construcciones de todo tipo.

Es posible seguir el proceso secuencial de transformación de plaza a parque en el Parque Berrío, más compleja que en los otros municipios y, al mis-mo tiempo, más documentada, pues dicho parque fue pintado por artistas, descrito por viajeros, ampliamen-te fotografiado y dibujado por arquitectos. También se puede seguir el proceso de cambios del Parque de Bolívar, pero este es más reciente y desde su concep-ción fue imaginado como tal.

1930

1960

1890

Costado este, Parque de Berrío. ARCHIVOS DE ARQUITECTURA. Gabriel Jaime Arango Villegas et ál. Trabajo de grado para pregrado en Arquitectura. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. Escuela de Arquitectura y Diseño. Facultad de Arquitectura, 1982. Planos: Parque de Berrío, 1-20.

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36 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 37 De los Templos y Parques

La trasformación de los parques de los otros municipios, con información escasa para algunos y abundan-te pero fragmentada para otros, es posible imaginarla al conocer el registro fotográfico del parque de Copacabana y, en especial, el de Girardota, ya que se cuenta con numerosas fotografías antiguas.

1837-1910Templo en el centro del parque. En este templo se prestaron servicios religiosos des-de 1837 hasta 1910 cuando debido a su deterioro las ceremonias fueron trasladadas al nuevo templo aún sin terminarlo.

Fotografías del parque de Girardota de la colección de Juan de Dios Cadavid Cadavid.

1920Otro momento registrado es el de los días de mer-cado: con las gentes, la exhibición de los productos agrícolas, el ganado, las bestias y carretas y la pre-sencia de árboles dispersos. Imágenes similares pue-den apreciar en fotografías del parque de Copacabana que se encuentran en el capítulo anterior.

1915En ”la plaza de tierra”, comúnmente se encontraba la pila de agua y ocasionalmente el busto religioso o político como se aprecia en el Parque de Girardota. En sus costados, el nuevo templo y las casas de tapia de uno y dos pisos con balcones de púlpito o corridos, y el alero de las cubiertas. Al costado izquierdo de la iglesia, la Casa Consistorial.

Años 30´s Esta imagen registra el periodo de transición entre plaza y parque: en Girardota se continuaron el mer-cado y la feria de ganado pero ya se observa que se ha dispuesto, en el costado superior izquierdo, un pequeño parque enmarcado con muros bajos y columnas de ladrillo y, en su interior, los jardines y una fuente decorativa.

Años 40´s - 50´s Se aprecian los pisos empedrados en los cuales no se diferencia el espacio destinado para el parque y para la calle, ya que para esa época circulaban pocos vehículos. En cuanto a las construcciones de los costados se observan cambios en la arquitectu-ra tradicional. En el Edificio Toro se ocultaron los aleros del techo con muros áticos, se realzaron par-tes de la fachada con fajas de revoque y las puertas y ventanas de madera se complementaron con rejas de hierro. Esta nueva modalidad de edificio pudo tener como referente el cambio de la antigua Casa Consistorial de tapia al nuevo Palacio Municipal construido en adobe.

Años 60´s Para esta época se delimitaron las vías públicas de la zona de parque, diferenciando, así, el área destinada a los vehículos y a los peatones. La ma-yor parte del parque fue destinada a zonas verdes y enmarcada con elementos simples de madera a baja altura, alternados con circulaciones de cemen-to en diferentes direcciones. En el costado oriental se destinó una zona para los días de mercado que permaneció allí hasta el año 2010.

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38 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 39 De los Templos y Parques

Este último esquema es el que corresponde a parque y será el modelo que se reproducirá en ade-lante, con modificación en los materiales de pisos, es-calones, muros, contenedores de jardineras, bancas, rejas, distribución de bustos, fuentes y disposición de senderos y niveles. Los niveles se utilizan para resolver pendientes moderadas o más inclinadas del terreno, como en los casos de Girardota y La Estrella.

El kiosco o gazebo es un elemento de referencia muy importante, destinado inicialmente para usos oca-sionales o eventos musicales; pero que, con el tiempo, fue reemplazado en varios municipios por pequeñas o medianas edificaciones para heladerías. En Copacabana hay referencia de la existencia del kiosco en fotografías antiguas, el cual consistía en una edificación cuadrada. El actual kiosco es una combinación sui generis, ya que se aprovecha la pendiente del terreno, al utilizar como zona comercial el primer nivel y mantener el sitio de eventos de libre acceso en el segundo nivel.

Kiosco del parque de Copacabana, 1999.

En todos los municipios este asunto está resuel-to de manera diferente: Bello, Sabaneta y La Estrella no tienen hoy edificaciones de este tipo, aunque en este último municipio se permitió, en el año 2009, la ubicación de una caseta para el grupo de taxis que todavía permanece en el parque.

Envigado tiene cuatro casetas pequeñas e Itagüí instaló en una de sus esquinas un CAI (Centro de aten-ción inmediata). En Barbosa, el parque principal Simón Bolívar tiene una heladería de doble volumen en uno de sus costados, y en el parque Diego Echavarría Misas se encuentra la biblioteca Isolda Echavarría. Caldas es el único municipio que tiene un kiosco con el modelo tradicional hexagonal, aunque particularmente está ro-deado de agua.

Kiosco del parque de Caldas, 1999.

Girardota presenta una particularidad en este as-pecto. El llamado Kiosco fue una concesión del Consejo Municipal en 1944 a la Sociedad de Mejoras Públicas (SMP) del Municipio. Al comienzo, la construcción fue de un piso, después de dos y su escala es desproporcio-nada para el concepto inicial. El diseño proyectado para el parque en el año 2008 planteaba el retiro del local de la SMP para ubicar otro en la parte inferior, pero de-bido a que no se logró un consenso entre el municipio y esta sociedad, el parque de Girardota terminó con dos construcciones y una plataforma para eventos.

Vista del parque de Girardota desde el atrio de la Catedral.

Edificación reconstruida en el parque de Girardota.

En los otros municipios se conservan fragmen-tos y se mezclan construcciones de diversas épocas. En todos se conformaron cuatro paramentos a excep-ción de Sabaneta. Hay parques totalmente trasforma-dos con múltiples contrastes de alturas, materiales, avisos y diseños de las fachadas, debido a que, lamen-tablemente, se ha carecido en todos de un proyecto ur-bano. Las continuas remodelaciones han consistido en la distribución de senderos, jardineras y amoblamiento del parque, sin que se haya asumido la fachada urba-na que lo contiene para reglamentarla mediante linea-mientos generales y dar la posibilidad de crear nuevos conjuntos y patrimonios.

Finalmente, el parque principal en los munici-pios es para sus habitantes el lugar urbano más signi-ficativo, y se constituye como el centro representativo de lo civil, lo religioso y lo colectivo. Los parques tie-nen gran valor simbólico porque desde allí se han esta-blecido centros históricos y, durante la primera mitad del siglo XX, han constituido el espacio que estructura el crecimiento de la trama urbana. En torno a ellos se localizaron los pobladores de mayor estatus económi-co que construyeron sus viviendas y sus locales comer-ciales de acuerdo con los patrones estilísticos que han caracterizado la arquitectura construida desde finales del siglo XIX y todo el siglo XX. La población, además, valora la vegetación que se ubica en estos, aunque cada vez aumenta la tendencia a ubicar pisos duros y reducir jardines, arbustos y árboles. Se destacan es-pecialmente los árboles de gran escala de los cuales algunos fueron clasificados como árboles patrimonia-les en el Plan Maestro de Zonas Verdes realizado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Otro hecho particular es que en el municipio de Girardota, el mercado continuó haciéndose en el parque, mientras que el resto de los municipios habían construido plazas de mercado hace ya varios años. Cuando se reformaba el parque principal, los venteros fueron ubicados temporalmente al lado de la alcaldía municipal, y a partir del 2010 ocupan un local diseña-do para tal fin en una calle cercana.

La reforma que complementa este esquema de parque en Girardota se ejecuta posteriormente cuando se cierra el paso vehicular de la calle que da al tem-plo, cortando así el flujo de vehículos y privilegiando la circulación peatonal. Esta medida también es aplica-da en los parques principales de Envigado, Sabaneta, La Estrella, Bello y en el parque Diego Echavarría de Barbosa. En Copacabana la vía continúa, pero la cir-culación de vehículos es mínima. No se puede decir lo mismo de Caldas e Itagüí, pues las vías que atravie-san por sus atrios tienen un alto movimiento vehicular, mitigado un poco por la prohibición de paraderos de busetas de trasporte público. La medida de restringir el parqueo de transporte público en el parque princi-pal, también fue tardía en Girardota y ya había sido aplicada en todos los otros municipios. Dicha medida fue indispensable ya que los parques llegaron a con-vertirse en verdaderos parqueaderos.

Costado del parque Simón Bolívar de La Estrella, 2009.

Con respecto a las construcciones alrededor del parque, Girardota conserva un conjunto de antiguas ca-sas tradicionales de tapia en dos costados y cuando se han reconstruido algunas edificaciones del costado sur, se ha concertado que la altura y los diseños en fachada mantengan los elementos que la han caracterizado.

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40 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 41 De los Templos y Parques

En cuanto a sus nombres, buena parte de las iglesias y catedrales, no sólo de Antioquia sino de toda en Hispanoamérica, están consagradas a la Virgen. La devoción a la Virgen como hecho cultural en América tiene un origen impositivo más que místico:

Por cuanto en la devoción, que en todos mis rei-nos se tiene a la Virgen Santísima y en particular con que yo acudo en mis necesidades a implorar su auxilio […] y en demostración de mi afecto y devoción he dispuesto que en todos mis reinos se reciba por patrona y protectora, señalando un día, para que en las ciudades, villas y lugares de ellos se hagan novenarios, haciendo todos los días misas solemnes con sermones de manera que sea con toda festividad […] y haciéndose procesio-nes generales en todas partes, con las imágenes de mayor devoción de los lugares […] para que, con gran solemnidad y conmoción del pueblo se celebre esta fiesta 5.

Estas eran las instrucciones que Felipe IV im-partía en 1635 a los súbditos de todos sus reinos, con el fin de consolidar los patronazgos para un mejor y más efectivo proceso de evangelización, adoctrinamiento en la fe católica y ejercicio de dominación política.

Bello: Nuestra Señora del Rosario de Hatoviejo Está ubicada en un costado del parque principal. La construcción del edificio actual data de 1792 y fue realizada en muros en tapia, cubierta en teja de barro y carpintería de puertas y ventanas en madera.

En 1837 se aumentó su tamaño de 26 a 41 varas de longitud, pero se conservó la altura original de los muros en tapia y las ventanas en madera refor-mando también el frontis existente.

En 1904 se inició la construcción de un nuevo frontis en ladrillo, con una torre central para aumentar el volumen de la edificación. Esta reforma transformó por completo el templo, ya que de tener tres naves marcadas por columnas de madera pasó a una sola nave. Los muros en tapia laterales fueron realzados y la cubierta pasó de ser una estructura tradicional de par y nudillo a una estructura tipo cercha industrial en madera laminada que aún se conserva.

Parque Santander. Bello, 2009.

De los parques de los municipios (a excepción de Medellín) es el templo el edificio más destacado. El municipio de Bello es el único que cuenta con dos tem-plos en el mismo parque, donde se conservó la antigua capilla de Hatoviejo y se construyó otra de mayores dimensiones en el costado contrario. En Barbosa se conserva también la antigua capilla en el parque lla-mado Santiago de los Caballeros, hoy Diego Echavarría Misas, aunque, a finales del siglo XIX, iniciaron la cons-trucción de otra de mayores proporciones y consecuen-temente de otro parque principal. Girardota tenía una capilla a finales del siglo XIX en el centro de su parque actual que fue demolida por estar averiada; posterior-mente se inició la construcción de la actual catedral. La apariencia y escala en la que se encuentran hoy los templos de todo el Valle de Aburrá se ha tardado tantos años, que dar una fecha de su construcción es un gran dilema y aún más cuando algunos han sido reedificados sobre el mismo sitio o modificados suce-sivamente. Estructuralmente muchos tienen adición de naves, realzamiento de muros, cambios de estructu-ra de cubiertas, modificación del frontis con espada-ñas, torres para campanarios, reloj y hasta cúpulas; además, los acabados de fachada han sido modificados con revoques, enchapes de ladrillo, piedras y granitos.

5 Citado por: Luz Mary Hincapié Hincapié; Andrés Darío Arredondo Restrepo. Las fiestas patronales en La Estrella: El ritual de la memoria. Corporación Ancón. Serie proyecto memoria cultural 2. La Estrella, 2002, p. 12.

Barbosa- antigua capilla - hoy parroquia María Auxiliadora– Esta es la primera capilla de finales del siglo XVIII que originó el primer parque del área ur-bana llamado Santiago de los Caballeros ( hoy Diego Echavarría Misas). Es de planta rectangular, de un solo cuerpo y está construida en tapia con techo de madera rolliza. La cubierta a dos aguas remata contra la es-padaña y se prolonga con aleros hacia la vía y el asilo contiguo. La fachada es simétrica y está dividida en tres partes: la central tiene un arco de medio punto enmarcado con columnas y rematado en la espadaña con nichos en arcada para el reloj y las campanas; las laterales también tienen arcos de medio punto y rema-tan en triángulos macizos. Esta capilla es el testimonio de una época, un símbolo y una referencia para la población de Barbosa. Su fachada ha sido tradicional-mente blanca pero desde el año 2009 le fueron colo-cados enchapes de adobe en los bordes del volumen central y en los arcos de las puertas.

Desde el año 2005 se llevaron a cabo los es-tudios para su restauración y las obras se realizaron en varios periodos hasta el 16 de octubre del año 2010, cuando fue realizada la ceremonia de entrega. En el proceso se hicieron diferentes obras, entre las que se destacan: vaciado de pilas, construcción de contrafuertes, vaciado de placa de ferrocemento en la cubierta, armado de estructura en PTS en frontis y cimborio, restauración de cubiertas, consolidación de espadañas, reintegro de revoques y pañetes y pintura, intervención de piso en tablón de arcilla, restauración de puertas y ventanas en madera, restauración del coro, fabricación del reloj, intervención de campa-nas, restauración del púlpito y el retablo, e instala-ción de redes. Los recursos provinieron de diferentes entidades públicas como la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura de Colombia, la Secretaría de Infraestructura del Departamento de Antioquia y la Secretaría de Infraestructura del Municipio de Bello6.

Este templo sigue conservando su importancia y jerarquía, pues a través del tiempo ha sido testigo del desarrollo urbano del municipio.

6 Información suministrada por la Fundación Ferrocarril de Antioquia que restauró este templo. Diciembre 2010.

Templo de Hatoviejo - parque Santander de Bello.Monumento Nacional. Ley 103 30 XII-1960. (BIC- N.) Fotografía: Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2010.

Antigua capilla María Auxiliadora (San Pedro Claver) - parque Diego Echavarría Misas. Barbosa, 2009.

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42 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 43 De los Templos y Parques

Copacabana- Nuestra Señora de la Asunción: Ubicada en el parque principal. El templo actual, de planta rectangular y tres naves, fue construido en 1871 por el padre Carlos Mejía y en él fueron conservados el altar y el retablo de Nuestra Señora de la Asunción. Posteriormente se le adicionó una nave lateral en el costado derecho. La nave central tiene mayor jerarquía en planta y en altura y está rematada en el altar. En esta zona se insinúa un crucero en planta, cubierto a cuatro aguas, en cuya intersección se ubica una linter-na. Las naves laterales están cubiertas con una sola vertiente de menor altura, lo que permite la existencia de iluminación lateral. En el interior, las naves se de-limitan por dos arcadas, constituidas por unos pilares que apoyan las vigas entre los cuales se superponen arcos suspendidos. El cielo raso de todas las naves se ve dividido por las vigas tensoras de madera. La facha-da es simétrica en su composición original y presenta un solo acceso en arco de medio punto. Mediante las cornisas y columnas adosadas se establecen tres cuer-pos que insinúan las naves interiores. El cuerpo central está rematado por una espadaña. En las fotografías antiguas este templo aparece blanco, lo cual significa que le fue adicionado el enchape de piedra cucarrona con que cuenta hoy. Su escala es modesta con respec-to al resto de iglesias principales. La torre lateral es una adición muy particular de los años cuarenta.

Barbosa - San Antonio de Padua: La construcción de este templo, iniciada a finales del siglo XIX, fue muy lenta y presentó las dificultades económicas propias de una edificación de esta magnitud, a tal punto que los muros iniciados en tapias fueron terminados en adobe macizo. Cuando fue terminado en la década de los 40´s, el espacio público en el cual se encontraba se transformó en el nuevo parque principal.

Este templo es de planta rectangular dispuesta en tres naves: la central es de mayor jerarquía por su amplitud y altura. Las naves laterales se apoyan en la central y se separan mediante dos arcadas. La cubierta de la nave central es a dos aguas y las laterales tienen una sola vertiente más baja, que permite el desarrollo del claristorio.7 Se destacan también el coro y el cielo raso en latón troquelado. En la fachada principal se ob-servan las tres naves y la parte central está enmarcada por columnas circulares adosadas que se unen en un arco central. Los volúmenes laterales también están enmarcados en columnas adosadas, rematadas en la cornisa y se prolongan en las torres de base rectangular, las cuales además de arcos, tienen una balaustrada an-tes de la cubierta. En los costados se aprecian los con-trafuertes de adobe, los seudoarquitrabes de concreto, colocados en una intervención posterior y los vanos en arco de medio punto.

7 El claristorio, es un recurso arquitectónico usado especialmente en las iglesias: elevando la nave central y más bajas las laterales se permite el ingreso de la luz. Usado en las basílicas o iglesias románicas o góticas. Su nombre se debe al hecho de que sus vanos permiten a la luz iluminar el interior del edificio.

En la composición espacial, en el manejo volu-métrico, en el sistema constructivo y en los elementos estéticos, se hace una fuerte alusión a la arquitectura románica. El arquitecto Carlos Carré, quien había eje-cutado la Catedral Metropolitana de Medellín, utilizó de igual manera el adobe cocido para la estructura y la ornamentación del edificio. Se generó un desafío tecnológico considerable, sustentado por la magnitud de las luces y secciones de su estructura: muros que oscilan entre 0.80 m y 1.00 m de sección y pilares de 0.75 m. Esta construcción posee un notable traba-jo arquitectónico en las cuatro fachadas. La fachada principal tiene una composición simétrica.

En un principio, el edificio comenzó como un templo parroquial, pero en 1988 fue elevado al rango de catedral y se creó la Diócesis de Girardota.

Su localización estratégica en la Calle 7, vía tra-dicional de acceso. Su forma y magnitud, la convierten en el referente más importante del área urbana. En los ámbitos histórico y simbólico tiene gran importancia para la comunidad de Girardota y del departamento en general, por la veneración de la imagen del Señor Caído que atrae continuamente multitud de peregri-nos, en especial durante la Semana Santa y el 6 de enero, día de la fiesta patronal.

Bello: Nuestra Señora del Rosario: Ubicada en el parque principal, diagonal a la iglesia de Hatoviejo. A fines del siglo XIX el obispo de Medellín, Bernardo Herrera Restrepo, autorizó la elaboración de los planos

Girardota - Catedral de Nuestra Señora del Rosario: Ubicada en el costado oriental del parque principal y contigua al palacio municipal. Frente a la fachada se de-sarrolla un amplio atrio y una escalinata central que per-miten el acceso y se adaptan a la pendiente. Diseñada por Carlos Carré (Charles Émile Carré) y construida en-tre 1890 -1922.

Catedral de Nuestra Señora del Rosario. Girardota, 2008.

Templo Nuestra Señora del Rosario - parque

Santander. Bello, 2009.

Planta Catedral de Nuestra Señora del Rosario - parque de Girardota.

Templo de San Antonio de Padua - parque Simón Bolívar. Barbosa, 2009.

Templo de Nuestra Señora de la Asunción- parque Simón Bolívar.

Copacabana, 2009.

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44 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 45 De los Templos y Parques

rectangular, dividido en tres naves que corresponden con los accesos y con la distribución espacial interior. Según los registros fotográficos, esta iglesia tenía en el frontis una espadaña que, después de los años 50´s, fue rem-plazada por los tres cuerpos actuales que hicieron el edificio más imponente y visible en el paisaje urbano. La estructura de soporte se basa en la utilización de dos hileras de arcos apoyados sobre columnas que separan las tres naves y por muros laterales construidos en tapia y adobe macizo. La decoración interior se caracteriza por la sobriedad de los acabados, el trabajo de los ca-piteles de las columnas y el acabado del cielo raso. Se resalta la diversidad de figuras y colores de la baldosa de cemento. Este templo guarda importantes bienes mue-bles entre los cuales se destaca el cuadro de la Virgen de Nuestra Señora de Chiquinquirá de La Estrella.

El 13 de septiembre de 1959, se llevó a cabo la coronación canónica de la Virgen, dispuesta por la Bula de Juan XXIII del 28 en noviembre de 1958, y en aso-cio, el Gobierno Departamental, decretó que la sagrada imagen que se encuentra en la iglesia, y a la que se debe la advocación, lleve el título perpetuo de ”Alcaldesa del municipio de La Estrella en prueba del acatamiento de sus vasallos”. Desde entonces no han dejado de cele-brarse en el mes de septiembre, las fiestas patronales y se ha transformado en un lugar de peregrinación. En el año 2009 se celebraron los cincuenta años de esta coronación con variadas ceremonias lideradas desde la parroquia y la Casa de la Cultura.

Itagüí- Nuestra Señora del Rosario: Localizada en el parque Simón Bolívar. Desde finales del siglo XVIII, los habitantes de Itagüí, pertenecían, en el aspecto religioso, a la parroquia de Envigado, pero esto implicaba cruzar el río por lo que los vecinos gestionaron afanosamente su propio templo. Hacia 1851 se encuentran datos de la existencia de un edificio de 50 varas de longitud y 18 de latitud, “[…] sin enlosar, con dos pilas de madera, un baptisterio de ladrillo cubierto en losa verde, imágenes de bulto [...] altares, cuatro escaños, dos confesionarios”.8 Esta edificación, con modificaciones en su fachada es, fundamentalmente, el templo actual.

Esta dispuesta en planta en forma de cruz y consta de tres naves longitudinales, la principal y dos laterales, a su vez atravesadas por la nave transversal.

para Restrepo, autorizó la elaboración de los planos para una nueva iglesia. Los ingenieros Jesús Mejía y Horacio Rodríguez iniciaron la construcción, pero la obra fue interrumpida al poco tiempo. En 1936 el pa-dre Félix Mejía encargó al ingeniero y arquitecto italia-no, Albano Germanetti, la elaboración de los nuevos planos. Un año después se reanudó la obra sobre las bases existentes y fue entregada a finales de la década de los 40´s, época en la cual era párroco el presbítero Rogelio Arango.

La iglesia es de planta rectangular y está dis-puesta en tres naves: la nave central, de mayor jerarquía en planta y altura, se encuentra cubierta a dos aguas. En su desarrollo se insinúa un crucero y en la intersec-ción se proyecta la cúpula octogonal, antesala del altar mayor. Las naves laterales se cubren con una sola agua y su disposición permite la existencia de vanos para ilu-minación de la nave central. El altar remata en un muro semicircular cubierto con una bóveda de la misma for-ma. Se destacan en su interior las pinturas en rosetones, la carpintería, vitrales y, en especial, el diseño y colorido de sus pisos de mármol. Este templo, la casa cural y el edificio de la alcaldía fueron diseñados por el mismo ar-

Nuestra Señora del Rosario - parque Simón Bolívar en Itagüí, 2009.

Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá - parque Simón Bolívar en La Estrella, 2009.

8 Hoyos, Gabriel Mauricio et ál. «Historia de Itagüí». Alcaldía del municipio de Itagüí 1992-1994. Ediciones Gráficas Limitada, Medellín, 1994.

quitecto por lo cual conforman, en este costado, un con-junto arquitectónico armonioso en materiales y alturas.

La Estrella - Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá: La edificación se localiza en la parte más alta del parque. Es un volumen de planta

Caldas-Catedral de Nuestra Señora de las Mercedes: La primera iglesia fue edificada en el año de 1852 y estaba situada al sur de la plaza principal donde hoy está la casa cural. Tenía 30 varas de largo por 15 de ancho, y estaba construida en tapias y tejas, con tres naves sobre columnas de madera. Fue denominada parroquia Nuestra Señora de las Mercedes de Caldas, el 5 de marzo de 1853 por la Gobernación de la Provincia de Caldas. No pudo permanecer allí debido a que no cumplía con las condiciones constructivas de estabilidad, en consecuencia tuvo que ser demolida.

En el año de 1867 se inicia la construcción de la nueva parroquia en el sitio actual, la cual está conformada

por una torre central que sobresale en la fachada prin-cipal y posee, también, una cúpula en forma octago-nal sobre el espacio del altar. Los muros son en tapia con un techo a dos aguas en teja de barro, cañabrava y pañete, acompañado de un cielo en latón repujado. Se destacan los mosaicos coloridos de la baldosa. La Diócesis de Caldas fue creada el 18 de junio de 1988 y abarca varios municipios del suroeste y La Estrella.

Sabaneta- Santa Ana: Ubicada en el parque princi-pal. Se comenzó a construir en 1896 y fue terminada en 1930. En 1958 se donó a la parroquia la imagen de María Auxiliadora, lo cual originó un gran fervor en la comunidad católica del municipio y del Valle de Aburrá.

En 1962, parte del templo se derrumbó por causa de un sismo y sufrió la pérdida de la cúpula del cimborrio, un volumen que sobresalía sobre las cubiertas, tras el altar, popularmente conocido como “La Cúpula”. En la reconstrucción, las naves laterales fueron ampliadas, hecho reconocible formalmente en la fachada.

Es de planta rectangular y está dispuesta en tres naves; el volumen central avanza sobre el para-mento y conforma el acceso que ha sido delimitado y controlado mediante rejas. La fachada principal fue inicialmente en ladrillo a la vista, luego, en la década de los 80´s, fue revocada. Es una iglesia reconocida debido a las peregrinaciones que realizan los fieles el día martes a visitar a la Virgen María Auxiliadora.

Templo de Santa Ana- parque Simón Bolívar,

Sabaneta.

Catedral de Nuestra Señora de las Mercedes- parque Simón Bolívar, Caldas.

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46 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 47 De los Templos y Parques

Templos de Medellín y su arquitectura*

Ya para 1646 se había construido la primera iglesia -la de San José- y entre 1649 y 1650 se construyó la iglesia del Sitio de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná, una iglesia de tapia y teja, que sería el epicen-tro religioso de todo el Valle de Aburrá y punto focal para la estructura urbana de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, en el año de 1675. Con el paso del tiempo se construirían iglesias como la de San Benito en 1678 y La Veracruz en1682, que competían o complementaban la de la Señora de la Candelaria, pero en el resto del valle se repartían en medio del hábitat disperso, las distintas capillas y ermi-tas de los hatos y los sitios de poblamiento.

Los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, corresponden al momento de reedificación de iglesias que habían logrado sobrevivir, manteniendo el culto y ampliando la feligresía, fundamentalmente en el área urbana de Medellín, que se consolidaba para enton-ces como la más importante Villa de la Gobernación de Antioquia, en disputa con Rionegro y Marinilla, y en de-trimento de la cada vez más empobrecida y abandonada ciudad de Santa Fe de Antioquia. Son muchos años de transformación delimitados por los cambios instaurados en el marco de las reformas borbónicas instauradas por

Envigado-Santa Gertrudis: Ubicada en un costado del parque Marceliano Vélez. En 1776 fue cedida media cuadra para la construcción de la iglesia y la casa cu-ral, e inicialmente existió una capilla en el sitio donde está ubicado el templo actual.

La construcción fue iniciada en la última dé-cada del siglo XIX por el cura Simón de Jesús Herrera y fue continuada por otros sucesores, entre los cuales se recuerda al padre Jesús María Mejía. Fue construi-da por el ingeniero francés Henry Bréche9. Este tem-plo presenta un marcado eclecticismo, así que no se puede clasificar con predominio de algún estilo puesto que las formas, materiales y técnicas constructivas son muy diversas. Se destaca la magnitud y dimensiones de su fachada donde la columnata demarca una an-tesala de acceso y se apoya la balaustrada. El atrio es escalonado y avanza sobre el parque permitiendo una relación directa del interior con el espacio público.

La cubierta está construida en teja de barro y es-tructura de madera con pendiente a dos aguas; tiene cie-lo falso. Este templo ha sido restaurado recientemente.

9 Información e imagen antigua tomadas de Imágenes de Envigado 1860-2006 (p. 23). Obra sobre la fotografía de Melitón Rodríguez del archivo fotográfico de la Biblioteca Publica Piloto de Medellín. Facilitada por el Municipio de Envigado.

*Este aparte, Iglesias de Medellín y su arquitectura, es reeescrito a partir del trabajo realizado por Luis Fernando González Escobar; Carolina Macías Castro y Jaime Gómez E. titulado La iglesia de Hatoviejo. Una memoria, un hito, una referencia del poblamiento en el Valle de Aburrá. En: La Arquitectura Religiosa, un contexto para el Valle del Aburrá”. Medellín, Investigación histórica inédita, Fundación Ferrocarril de Antioquia, junio de 2005, pp. 41-55, con autorización expresa de la Fundación Ferrocarril de Antioquia para ser utilizada en este capítulo del libro.

Templo de La Veracruz en el centro de Medellín. Bien de Interés Cultural Nacional. Res. 00212-

III-1982. Res. 1686 1-XII-2004.

Fotografía. 2011.

Templo de Santa Gertrudis - parque Marceliano Vélez. Envigado, 2009.

La catedral está muy lejos de corresponder a la altura de su destino: es un edificio pesado, sin elegancia y sin orden arquitectónico predominan-te. Sirvió primero como iglesia parroquial; en su principio fue un edificio pajizo; se construyó un poco más tarde de tapias; se arruinó de nuevo, hasta que en el año de 1777 quedó reemplaza-do con el malísimo que hoy existe. Medellín ha comprendido la necesidad que tiene de un templo monumental, en armonía con sus actuales exigen-cias religiosas, y ha puesto los cimientos de una gran catedral sobre el lado nordeste de la plaza de Bolívar. Las bases para este edificio presuponen gran costo y muchos años para su construcción10.

Esta obra determinará las tres características fundamentales de este periodo: la monumentalidad, el lenguaje historicista y la utilización profusa del ladrillo.

La catedral, que desde el inicio se planteó como un gran proyecto para demostrar el carácter religioso católico del pueblo antioqueño, por su imponencia y magnificen-cia, terminó también por convertirse en un símbolo secular. Comparada con las pirámides de Egipto y con el tamaño de las grandes catedrales, sirvió para aumentar la autoes-tima de la pujanza antioqueña, al considerar, equivocada-mente, tener la mayor catedral del mundo en ladrillo.

Francisco Silvestre y Juan Antonio Mon y Velarde, y la declaración de la Independencia de Antioquia en1811, bajo el mandato del dictador Juan del Corral, dentro del proceso neogranadino de las guerras independentistas y la construcción de la República.

Las dos primeras décadas del siglo XX, entre 1904 y 1919, están signadas por el activo dinamismo económico de la ciudad de Medellín, por las activida-des de las trilladoras y exportadoras de café y el inicio de los montajes de las primeras empresas fabriles a lo largo del valle.

Como reflejo de esta actividad urbanizadora, estos años fueron los de mayor número de construc-ción de iglesias en la ciudad de Medellín; en unos casos por reedificación y en otros casos por construc-ciones nuevas para dotar los nuevos barrios, como en el caso de Aranjuez, Manrique, Loreto, Boston, Buenos Aires, Colón, Guayaquil, entre otros. Sin em-bargo, esta nueva etapa de la arquitectura religiosa ya se había iniciado desde los años 70´s del siglo XIX, con el proyecto de construcción de la nueva catedral para Medellín en el sitio de Villanueva, y se prolonga-ría hasta los años treinta del siglo XX cuando termina su construcción. De la iglesia de La Candelaria se dijo para esta época:

10 Uribe Ángel, Manuel. «Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia». Edición crítica a cargo de Roberto Luis Jaramillo Velásquez. Ediciones Autores Antioqueños, Vol. 11. Medellín, 1985, pp. 126-127.

Templo de San Antonio de Padua. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Res. 653 / 1983, Alcalde Res. 123 / 1991.Fotografía: Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2005.

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48 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 49 De los Templos y Parques

Todo el paisaje del Valle de Aburrá siguió domi-nado por la altivez de las torres de la iglesia, a pesar de los intentos de secularización con la aparición de nue-vas tipologías arquitectónicas –bancarias, comerciales, etc–, que nunca habían pasado de tres pisos, mientras las diversas torres los duplicaban y triplicaban.

La llegada a la ciudad de Medellín de arqui-tectos extranjeros –graduados o no– como el italiano Felipe Crosti o el francés Charles Émile Carré, permitió la introducción, en buena medida, de nuevos lenguajes arquitectónicos. De modo que, el proyecto diseñado por Carré para la catedral, empleó un lenguaje románico. Toda la arquitectura entonces fue dominada por lengua-jes historicistas, neoclásicos o eclécticos, aunque mu-chas veces condicionados por la tecnología y los mate-riales locales. Las iglesias no fueron ajenas a esto, y así los elementos góticos, neobarrocos, románicos o ecléc-ticos se exhibieron en las fachadas. Incluso en aquellas de más simpleza se colocaron rasgos de este tipo en metopas, cornisas, frisos, antepechos o columnas.

No una nueva construcción pero sí una reedifi-cación fue llevada a cabo en las iglesias de San José, San Ignacio, San Antonio y San Benito, que dejaron atrás las formas y técnicas heredadas de la Colonia para ser revestidas por este nuevo historicismo. Las fachadas originales, rústicas, apocadas y de tapia, fueron demo-lidas y sustituidas por elevadas torres construidas en ladrillo, unas dejando el ladrillo a la vista y otras reves-tidas con el nuevo material de moda, el cemento.

Con la expansión de la malla urbana de la par-te antigua de Medellín, hacia las laderas orientales y nororientales, los nuevos barrios configurados allí por los urbanizadores privados mantuvieron la idea de la relación parque-iglesia. En cada barrio fue erigida una iglesia, tras largos esfuerzos de las comunidades para lograr su construcción dentro de unas pretensiones de magnificencia y monumentalidad que a veces exce-dían la capacidad económica de las mismas, como la iglesia Inmaculada Concepción del barrio Manrique (construida entre 1925 y 1948) y el templo El Calvario del barrio Campo Valdés, consagrado como parroquia en 1942. Aún obras tempranas como el caso de la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en el barrio Buenos Aires, que se inició en 1902, fue finali-zada apenas en 1931.

Pero, a partir de los años cuarenta, las iglesias, sin dejar de ser importantes en el paisaje urbano, asu-mieron nuevas formas arquitectónicas más modestas, no sólo para ajustarse a las nuevas normativas impues-tas para la arquitectura religiosa (que buscó erradicar la ornamentación superflua y concentrarse en los objeti-vos del culto), sino debido a factores económicos, a los nuevos sistemas y materiales constructivos y, también, a las concepciones estéticas modernas que igualmen-te buscaron la eliminación de todo referente clasicista en la concepción de las plantas, fachadas y ornamen-tación. Tal viraje puede tener como punto de partida el proyecto de la iglesia de Villa Hermosa en 1942, y

Dibujo del Templo Señor de las Misericordias, Barrio Manrique.Archivos Taller de Arquitectura.

Dibujo del Templo del Perpetuo Socorro, Centro de Medellín.

Archivos Taller de Arquitectura.

continuar en otras iglesias como La Milagrosa del barrio Quijano (construida entre 1941 y 1957), la del Niño Jesús de Praga en el barrio Enciso y templos de barrios cada vez más alejados del centro de la ciudad, a medi-da de que el poblamiento ha subido por las laderas.

En contraste, están los barrios de clase media que comienzan a ostentar nuevos principios urbanís-ticos en los cuales la localización del templo es en frente de vías rápidas con la pérdida del espacio que les antecede como parque, quedando sólo parquea-deros. Es, también, una medida de cambio el avance tecnológico, el concreto reforzado permite el cambio de las cubiertas y la aparición de bóvedas de gran-des luces, laminados, hasta formas de paraboloides hiperbólicas como la de la Consolata. Para este pe-riodo se destacan la iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús (1948-1950) en el barrio Laureles, la iglesia de San Judas Tadeo (1951) en Castilla, la iglesia del Sagrario (1952) en Sevilla, la iglesia Nuestra Señora de Fátima (1953-1954) en Fátima, la iglesia de San Joaquín (1954-1962) en el barrio del mismo nombre, la iglesia La Consolata (1956) en Lorena, la iglesia del Espíritu Santo (1957) en Prado, y la capilla del Colegio San José (1957) en Sucre, entre otras.

De los numerosos templos de Medellín 7 es-tán declarados Bienes de Interés Cultural Nacional y 9 son Bienes de Interés Cultural Municipal.

Levantamiento fachada lateral, proyecto restauración del Templo de Nuestra Señora de la Candelaria. Fundación Ferrocarril de Antioquia, 1997.

Templo de Nuestra Señora de la Candelaria - Parque de Berrío. Medellín.

Bien de Interés Cultural Nacional. Res. 011 24-VII-1997. Res 0795 31-VII-1998. Fotografía Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2007.

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50 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 51 De los Templos y Parques

Catedral Basílica Metropolitana - Parque de Bolívar. Medellín. Bien de Interés Cultural Nacional. Res. 002 12-III-1982. Res. 1686 1 XII-2004Fotografías y planos: Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2007.

San José - Centro - BIC M. Res 653 /1983 Alcalde

Res 123/1991 Planeación

San Juan BoscoCentro

Nuestra Señora de los DoloresB. Robledo

BIC_N .Res 1791 15-XII-2000

San JoaquínBarrio San Joaquín

Perpetuo Socorro - CentroBIC M

Res 653 /1983 AlcaldeRes 123/1991 Planeción

San Francisco - BIC_M Res 653 /1983 Alcalde

Res 123/1991 Planeación

Nuestra Señora del Sagrado Corazón

Buenos AiresBIC_M

Res 653 /1983

Nuestra Señora de las Mercedes (La Consolata)

Barrio Lorena - Laureles

El CalvarioBarrio Campo ValdésMonumento Nacional

Ley 74 5-X-1993BIC_N

San BenitoBarrio San Benito

BIC_MRes 653 /1983 Alcalde

Res 123/1991 Planeación

Ermita y Templo Jesus NazarenoBIC N. Res 1792 15-XII-2000

San José - El PobladoBIC M

Res 653 /1983 Alcalde

Señor de las Misericordias Barrio Manrique

BIC_MRes 653 /1983

Acuerdo mpal 05/1998

San Miguel ArcángelBarrio La Milagrosa

Nuestra Señora de FátimaBarrio El Poblado

Sagrado Corazón - B. TristeBIC_N

Res.019 6-VII-1998.Res 0752 31-VII-1998

Nuestra Señora del SufragioBoston

Nuestra Señora de los Dolores

Barrio La América

Santa TeresitaBarrio Laureles

Otros templos de MedellínCatedral Basílica Metropolitana de Medellín

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53 De los Edificios Gubernamentales

A finales del siglo XVIII, en la ciudad de Antioquia –hoy Santa Fe de Antioquia– existía una in-cipiente organización civil de acuerdo con el oidor de la Real Audiencia, Francisco Silvestre, reconocido por dictar normas para estructurar el poblamiento, organi-zar la tributación y diagnosticar los atrasos que notaba en las instituciones públicas:

Aunque son pasados más de doscientos cuarenta años de su conquista y la provincia ha sido rica desde su origen todavía la Capital se halla sin ca-sas públicas, o de ayuntamiento, ni cárceles, pues, unos quantos que se nominan como tales, no co-rresponden ni a un Villorrio, quanto más a la capital de la Provincia3.

Esta deficiencia fue corregida al ser ordenada la construcción de una casa para el cabildo por parte de Juan Antonio Mon y Velarde, otro oidor de la Real Audiencia y visitador de la Provincia en el periodo de 1785-1788. Terminada la edificación la describió así:

[…] por su comodidad, extensión y hermosura, es la mejor de todo el reino; a más de la sala capi-tular que se halla en la fachada principal, se ha destinado pieza para el despacho del escribano del cabildo, otro para el archivo público de competente

En España, las palabras “ayuntamiento” y “casa con-sistorial”, siguen designando a los edificios de gobier-no donde sesiona la autoridad civil representada por un grupo de concejales (ayuntamiento) y un alcalde1. En Colombia, en cambio, el término más usado en la categoría municipal es “alcaldía”, aunque existen otras denominaciones, como palacio municipal, sede de go-bierno y centros administrativos que se han traslada-do también a edificios de la categoría departamental2. Antiguamente, la palabra que hacía alusión a la función y al edificio, era el término cabildo –sinónimo de ayun-tamiento–, razón por la cual las edificaciones guberna-mentales fueron llamadas también casas del cabildo. Por principio, las alcaldías estaban ubicadas en la plaza principal de los poblados y en ellas sesionaba el conce-jo respectivo; pero debido al crecimiento urbano y, con éste, el aumento de las dependencias gubernamentales, algunos concejos sesionan en lugares diferentes al edifi-cio donde se encontraba el alcalde, así las nuevas sedes de gobierno se diseñaban fuera del centro tradicional.

En los primeros tiempos de la Conquista (1541), el Valle de Aburrá no fue considerado para la creación de un centro urbano, pues los españoles se movilizaron a otras zonas en busca de oro.

1 Consistorial proviene de “consistorio” término que correspondía a la junta de cardenales convocada por el Papa. Su concepto fue asimilado como sitio donde se reúne la autoridad civil. La Real Academia Española de la

Lengua la define como casa de la villa o ciudad en la cual concurren los concejales de su ayun-tamiento para celebrar sus juntas. La palabra alcalde proviene, según el Diccionario de la Real

Academia Española, del ár. hisp. alqáḍi, y éste del ár. clás. qāḍī, juez).

2 En España el edificio equivalente a la Gobernación de Antioquia se denomina El edificio de la Dipu-tación y el Edificio del Gobierno Civil, es donde se encuentra el representante del gobierno nacional.

3 Citada por González Escobar, Luis Fernando. El periodo Borbónico y los tiempos de la ilustración en Antioquia. En: Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos.

1775-1932: Medellín: Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. p.18.

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54 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 55 De los Edificios Gubernamentales

tenía pocas rentas, pocas edificaciones institucionales, apenas cárcel y una casa llamada del cabildo que aun-que mejor que la de Antioquia igual requería amplia-ción y seguridad”6. ( a estas fechas el cabildo nuevo de la ciudad de Antioquia no se había terminado).

El Oidor Mon y Velarde continuó muchas dispo-siciones de su antecesor Francisco Silvestre y dictó un documento básico para el desarrollo urbano llamado Ordenanzas que se deben observar por el Cabildo de Medellín para su gobierno económico y directivo, ade-más programó las obras urbanas que se requerían con más premura: construcción de cárcel y cabildo con sus respectivas oficinas, fundación para un hospital, casa para mujeres perdidas y niños expósitos, escuela de primeras letras. Él mismo, en la relación de sus obras, se adjudicó también la casa del cabildo de Medellín.

Las divisiones político-administrativas del terri-torio que hoy es Colombia durante la conquista españo-la, la campaña libertadora y la conformación posterior, son una intricada maraña de desagregaciones, adicio-nes y cambios de nombre: estado, provincia, estado soberano y departamento; denominaciones asociadas a los manejos centralistas y federalistas de los que no estuvo ajeno el territorio que hoy conocemos como Departamento de Antioquia. Las denominaciones para

capacidad, otra para arrestar personas decentes que no deben ser confundidas con el resto de la plebe, dos calabozos, uno para al gente ordinaria y otro para la gente blanca, la cárcel para mujeres, dos escribanías públicas de número y la vivienda alta con dos galerías muy espaciosas, una interior y otra exterior que mira la plaza4.

El Valle de Aburrá siempre compitió con la ciudad de Antioquia pero “[…] hay que advertir que desde antes de 1633 el cabildo de Antioquia había nombrado alcaldes para el Valle de Aburrá lo que evi-dencia lo habitado del mismo”5 ; esto no se reflejó en cabildos para cada “sitio”, ni en edificaciones guber-namentales, así que cuando fue necesario se adap-taron las construcciones existentes porque aún no se generaba la arquitectura institucional. Algunos de los habitantes del Valle de Aburrá elevaron desde me-diados del siglo XVII solicitudes a la Corona española para constituirse en “Villa” y tener de este modo su propia autoridad, pero su solicitud tuvo éxito después de muchos años, pues por fin en 1675 fue nombrado Villa de Nuestra Señora de La Candelaria. A pesar del título, diez años después, en 1775, el Oidor de la Real Audiencia, Francisco Silvestre, decía que la situación de esta villa no distaba de la de Antioquia: “[…] que

Casa consistorial de Santa Fe de Antioquia. Fachada principal, proyecto de restauración. Fundación Ferrocarril de Antioquia.

4 FUNDACIÓN FERROCARRIL DE ANTIOQUIA. «Puente de Guayaquil». En: Restaurando 20 años el patrimonio. Medellín: D’Vinni S.A., 2007. p. 38. Esta casa ubicada en una esquina de la plaza principal está organizada en torno a un gran patio y corredores a su alrededor Sufrió adiciones y modificaciones especialmente en su fachada. Fue restaurada entre 1990-1999 conservando su arquitectura sobria y sin mayores ornamentaciones.5 Jaramillo V., Roberto Luís, et ál. «Cartografía urbana de Medellín 1790-1950». Concejo de Medellín, Colina, Medellín, 1993. p. 5.

6 González E., Luis Fernando. «Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos. 1775-1932». Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. p. 21.

para la gobernación que sería trasladada de la ciudad de Antioquia. La sede episcopal sí continuó en la ciu-dad de Antioquia hasta 1868.

Los otros lugares o sitios de la Villa también se fueron consolidando alrededor de una iglesia y un espa-cio público y contaron con alguna forma de autoridad ci-vil de menor categoría que dependía de la jerarquización que tuvieron en el engranaje religioso-civil.

En Medellín y los otros municipios las primeras sedes gubernamentales eran construcciones de tapia de uno o dos pisos, dispuestas hacia un patio, donde se encontraban la alcaldía, el juzgado, la cárcel, e in-cluso a veces, la escuela oficial. Excepcionalmente la casa del Cabildo de Medellín, ubicada en el parque Berrío llegó a tener tres pisos como se observa en las fotografías8. Su denominación de casa reafirma que arquitectónicamente no eran muy diferentes a éstas durante finales del siglo XIX e incluso principios del XX. De algunas de estas casas no se precisa el sitio exacto de ubicación, pero casi todas fueron remplaza-das sucesivamente en el mismo sitio o sitios cercanos al parque. En municipios como Girardota y La Estrella existen varios registros fotográficos de construcciones en cuyas fachadas se ve el aviso “Casa Consistorial”. Hoy sólo se encuentran, en construcciones antiguas de tapia, algunas dependencias municipales de La Estrella y la Alcaldía y el Concejo de Caldas.

En La Estrella la edificación reconocida como casa consistorial se localiza en una esquina del par-que principal Simón Bolívar. Su construcción data de finales del siglo XIX y constituye un ejemplo de la ar-quitectura de este tipo edificada durante este periodo en el Municipio.

los lugares, a veces hacen alusión a divisiones políti-cas y otras veces a jerarquías eclesiásticas y suelen mezclarse y confundirse con los términos partidos, distritos, parroquias.

Para principios del siglo XIX, el Valle de Aburrá no era reconocido en la cartografía como Villa de Nuestra Señora de la Candelaria sino como Cabildo de Medellín7, lo cual puede ser observado en el plano que demarcaba lo que hoy corresponde a la región metro-politana. En 1813, en plena campaña para liberarse de la dominación española, Juan Del Corral elevó a Marinilla y a la Villa, a la misma categoría de ciudad que ostentaban Rionegro y Santa Fé. Desde 1826 la Villa de Medellín fue nombrada capital de la provincia de Antioquia y poco a poco se fue convirtiendo en el centro de las actividades políticas y comerciales. Con estos títulos fue necesario que, además de albergar una casa para cabildo municipal, también se destinara una

7 El nombre de La Candelaria se debe a que la ermita que existía estaba dedicada a esta Virgen, aunque, con el tiempo, pre-dominó la palabra “Medellín” que se debe a Pedro Porto Carrero y Luna, procedente de la ciudad de Medellín en Extremadura (España) y quien desempeñó un papel importante en el nombramiento.8 Las pocas edificaciones de este carácter fueron viviendas acondicionadas para este fin, o se recurrió a la refacción de los edificios existentes, tal es el caso de la Casa del Cabildo que volvió a demandar los esfuerzos de las administraciones, pues ya desde 1821 se planteó hacer una nueva reforma a cargo de Juan Santamaría, la cual terminaría para 1827. Juan Pablo Señudo: A.H.M. tomo 104, legajo 4, folios 177-287, 1827. Citado por: González E., Luis Fernando. Artesanos y Maestros de la arquitectura de Medellín y Antioquia 1775 -1932. Medellín: Escuela del Hábitat CEHAP. Universidad Nacional, 2008. p. 60.

Fragmento del Mapa de José Manuel Restrepo 1816. Dimensión del Original: 47 x 69 cms. Técnica: tinta y acuarela. La cartela dice: “Mapa de la Provincia de Antioquia formado con arreglo a operaciones trigonométricas, y algunas observa-ciones astronómicas de latitud…”Nota: Obtenido del original en Madrid por Roberto Luís Jaramillo V.

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56 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 57 De los Edificios Gubernamentales

el costado sur-oriental del Valle de Aburrá y, al mismo tiempo, es un mirador privilegiado del parque principal a partir de los balcones de púlpito. El edificio albergó la cárcel y actualmente sólo funcionan la Personería, la Comisaría de Familia y el Tránsito, pues la Alcaldía, el Concejo y las otras dependencias se trasladaron al antiguo edificio del Colegio La Salle, una cuadra abajo, sobre la Carrera 80. El municipio proyecta rehabilitar el edificio para ubicar un teatro y una sede para acti-vidades culturales que complemente las que realiza la Casa de la Cultura.

En Caldas la autoridad civil funcionó en otra construcción del parque principal hasta que en la década de 1940 la Alcaldía Municipal adquirió esta casa que data de finales del siglo XIX. Una de las pri-meras edificaciones en el marco de la plaza, de dos pisos de altura y construida en tapia que anteriormen-te fue una vivienda.9

El volumen general se estructura a partir de un patio, característico de este tipo de arquitectura y en torno al cual se disponen los espacios. El patio se encuentra en un nivel más bajo con respecto al con-junto, aprovechando las condiciones de la topografía. El costado que corresponde a la fachada principal es de dos pisos, permitiendo visuales paisajísticas hacia

9 “Entre las necesidades del municipio […] construcción de algunos edificios para escuelas y de una casa municipal, pues las oficinas públicas funcionan hoy en locales inadecuados”. En: «Monografías de Antioquia». Caldas, Editada por Cervecería Unión en 1941.

Planta primer piso y fachada de la antigua alcaldía de La Estrella.Levantamiento: Arq. Laura Giraldo. Fotografía: Héctor J. Sánchez M.

Patio y fachada de la alcaldía de Caldas.

Los nuevos palacios Las otras casas de cabildo municipal o casas consis-toriales fueron sustituidas en el siglo XX por los llama-dos “Palacios”. El término palacio se define en primer lugar y por principio, como palacio real: casa grande y ricamente decorada destinada para residencia de los reyes. También puede definirse como palacio ducal o arzobispal: habitación para personajes públicos de alto rango o para las juntas de corporaciones civiles y religiosas. Hoy se usa para algunos edificios públicos y también con carácter comercial como palacios de exposiciones y congresos. Aunque parece aludirse a una construcción suntuosa, no siempre es así; ya que el personaje con la dignidad eclesiástica o civil da esta connotación a su sitio de residencia, es decir donde el dignatario se traslada se encuentra su palacio.

Para el Valle de Aburrá puede observarse que los nuevos edificios de gobierno realizaron cambios sustanciales de materiales y fachadas para denomi-narse “Palacios”. Los cambios se presentaron en lo formal, con la supresión del alero y el uso del muro ático10, la decoración de la fachada con elementos li-neales, rosetones y el juego de volúmenes. En lo cons-tructivo, fueron fundamentales el uso de otras técnicas y materiales como la mampostería de adobe macizo, los revoques y el concreto simple y reforzado. Estos cambios están asociados a la llegada de ingenieros y arquitectos extranjeros a finales del siglo pasado y a la asimilación de nuevas modalidades estilísticas y constructivas importadas y retomadas por los arqui-tectos nacionales, que desarrollaron el ejercicio de su profesión por esta época. Eran los edificios guberna-mentales y comerciales los primeros en asumir estos nuevos elementos y, poco a poco, se trasladaron a las viviendas de todas las clases sociales, algunas como simple fachadismo y en otros como lenguaje propio.

La casa esta distribuida alrededor de un patio con corredores perimetrales y salones en galería, y ha sido modificada en el primer y el segundo piso para el funcionamiento del Concejo, el Catastro y el despa-cho del Alcalde. Otras oficinas funcionan en edificios anexos y en la parte posterior se encuentra la plaza de mercado.

La situación de desarticulación y precariedad de las oficinas hizo necesaria la proyección de una nueva sede administrativa, cuyo proyecto arquitectóni-co fue financiado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y ejecutado mediante convenio con la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, sede Medellín en el año 2009. La nueva sede se proyecta ampliando el área hasta la Carrera 48 sobre el lote que ocupó la Normal de Varones. En este proyecto se conserva la casa para rehabilitarla como sede de acti-vidades culturales y se diseñan varios edificios enlaza-dos: uno para el Concejo, otro para las Secretarías y la oficina del alcalde y otro más, destinado al comercio.

10 Muro Ático: remate de los muros que ocultan la cubierta.

Alcaldía de Caldas. Planta de levantamiento primer nivel, elaborada en el Convenio UNAL- AMVA - 2009.

Patio

Patio

Planta Primer Nivel

Planta Primer Nivel

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58 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 59 De los Edificios Gubernamentales

Levantamiento del proyecto de Restauración de la Gobernación de Antioquiay las Secretarias de Obras Publicas y de Educación y Cultura de Antioquia.

El Palacio Nacional: el arquitecto Agustín Goovaerts también es el autor de este edificio que, en un principio, fue pensado para albergar las oficinas de carácter nacional en Medellín. En su sitio existía antes otro edificio en el que funcionaban los juzgados, la cárcel celular o de varones y el Museo de Zea.

El Palacio edificado entre 1925 y 1933 está construido con ladrillo a la vista y concreto reforza-do, ostenta un estilo definido por el arquitecto como “románico-modernizado”:

La apariencia catedralicia y monacal del Palacio Nacional originó duras críticas que expresaban una vez más la incomprensión que muchos tuvie-ron contra el arquitecto y contra su obra. Decía Goovaerts que las pilastras o contrafuertes exterio-res tenían como objetivo servir de machones para la necesaria resistencia de edificios como el Nacional; las proyecciones externas o ‘pilastras fronterizas’ fueron dispuestas por ser los elementos más carac-terísticos del románico; la asimetría de las fachadas

El Palacio Departamental: La Gobernación de Antioquia estaba instalada en una edificación construida en tapia, de dos pisos, con balcones de púlpito en la mis-ma esquina de Calibío con Bolívar11. En el mismo predio, al demoler la antigua casa, se construyó el Palacio de la Gobernación de Antioquia, hoy convertido en Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe. La obra fue iniciada en 1925 bajo el diseño y dirección de Agustín Goovaerts, que se desempeñaba como arquitecto-ingeniero del Departamento. El proyecto urbano abarcó el trazado de la Plazuela Nutibara, la canalización y cobertura de la quebrada Santa Elena y el cambio de destinación de varios predios aledaños, propiedad del Municipio y del Departamento. El mismo arquitecto definió el estilo como “gótico florido”, lo que suscitó gran controversia en su mo-mento, pues cuando estaba aún en construcción se había iniciado también el “Palacio Municipal” con una imagen totalmente diferente. En 1928 el discípulo suyo, Jesús Mejía Montoya, lo sucedió en la construcción.

El edificio se construyó en varias etapas, entre los años 1925 y 1960. Lo que existe actual-mente corresponde sólo a la mitad del proyecto ori-ginal […] El gobernador Camilo C. Restrepo debió suspender trabajos en 1932. Estos vinieron a re-anudarse tímidamente en 1934. Sólo en 1966 se optó por diseñarle una fachada en el costado norte, ante la decisión de no terminar el edificio12.

11 Véase la ilustración fechada en 1896 en: Restrepo Uribe, Jorge. «Medellín: su origen, progreso y desarrollo». Medellín: Servigráficas, 1981, p. 91.

12 Molina Londoño, Luis Fernando. «Palacio Nacional: historia de la edificación». En: El Palacio Nacional de Medellín, Medellín: Fundación Ferrocarril de Antioquia, 1991, p. 85.

que se vio afectado en uno de los incendios del parque Berrío en la primera década del siglo XX. La Alcaldía y el Concejo funcionaron también en un edificio de alquiler llamado Edificio Calpe, frente al Palacio Nacional que fue diseñado para un comerciante por Agustín Goovaerts. En 1931 el Concejo de Medellín abrió un concurso que buscaba premiar el mejor diseño para construir la nueva sede de la administración municipal.

Los requisitos para participar eran que los arquitec-tos y los materiales fueran colombianos, y que se tuviera en cuenta el factor económico. En 1932 los jurados Tulio Medina, Rafael Toro, Pedro Nel Gómez, Jesús A. Mejía y Arturo Longas, eligieron por una-nimidad el diseño presentado por H. M. Rodríguez e Hijos, por ‘su acertada distribución en los locales, su definida y fácil circulación, su completa y bien estudiada instalación sanitaria, el conjunto armóni-co y sobrio de sus fachadas, en las cuales ha que-dado claramente definido su carácter.

Martín y Nel Rodríguez, con estudios en Columbia ya eran reconocidos como destacados profesionales15.

El Palacio Municipal comenzó a construirse en 1933 y su diseño aportó un concepto de modernismo a los edificios públicos. En su construcción se destaca la simetría, la disposición hacia dos patios interiores y los ochaves de las esquinas, además del uso de mate-riales como adobe, concreto y vidrio.

Inaugurado en 1937, el edificio fue sede de la Alcaldía y el Concejo de Medellín hasta 1988, cuando estas dependencias se trasladaron al nuevo edificio en el Centro Administrativo La Alpujarra, por lo que el Palacio Municipal pasó a ser propiedad de Empresas Públicas de Medellín, entidad que realizó, por interme-dio de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, un traba-jo de estudios previos en el edificio, y la restauración de fachadas exteriores, del antiguo despacho del alcal-de y del recinto del Concejo, entre 1995 y 199816.

eran el elemento básico de todo ‘edificio moderno, pues la distribución interior y exterior correspondía a las necesidades del servicio que prestaba la obra y no como sucedía con la antigua arquitectura, que proyectaba primero la fachada, y a partir de ella estudiaba la distribución interior, ‘llegando a con-trasentidos que se deploraban después13.

Fue declarado bien de interés cultural munici-pal y rehabilitado para ser ocupado por un centro comercial, no sin la suficiente controversia por el uso que tendría, las adaptaciones para ello y los acabados finales, entre ellos escaleras eléctricas y el revoque de sus fachadas.En el edificio se destaca el acceso principal sobre la carrera Carabobo, con un imponente arco de medio punto enmarcado por dos torres y la torre que se eleva sobre la esquina entre Carabobo y Pichincha, donde anteriormente se encontraban la recepción a los telégrafos y teléfonos intermunicipales.

Palacio Municipal de Medellín. El cabildo ocu-pó un edificio en la esquina de Bolívar con Boyacá14

13 Molina Londoño, Luis Fernando. «Agustín Goovaerts: representante de la arquitectura modernista en Colombia». Disponible en www.banrepcultural.org.

14 En este predio han existido sucesivas construcciones y hoy se encuentra la escuela Rémington. En algunas fotos del Parque Berrío se aprecia que llegó a ser de tres pisos.15 El arquitecto Nel es reconocido además por el diseño y construcción de otros palacios como el de Bellas Artes (1926), el Palacio Egipcio (1932) y el Castillo (1931), entre otros.16 Fundación Ferrocarril de Antioquia. «Palacio municipal». En: Restaurando 20 años el patrimonio. Medellín: D’Vinni S.A., 2007. pp. 70-73.

Fachada Lateral del Palacio Nacional antes de su rehabilitación.1980. Bien de interés Cultural Municipal. Res 123 / 1991 Planeación.

Palacio de la Gobernación de Antioquia, Actual Palacio de la Cultura “Rafael Uribe Uribe”.

Bien de interés cultural Nacional. Res 002 12-II-1982.Res 0013 11-1-2005.

El punto más alto de la edificación y símbolo de la misma es la cúpula en la que remata la volumetría octagonal. En 1985 se dispuso su rehabilitación y se entregó la construcción a la Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia para que funcionaran allí las dependencias de la Dirección de Extensión Cultural y el Archivo Histórico de Antioquia.

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60 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 61 De los Edificios Gubernamentales

En Copacabana, a principios del siglo XIX, se data una primera casa consistorial en el costado sur de la plaza que después se trasladó al edificio de la Calle 50. En 1917 escribe sobre la edificación un per-sonaje que estuvo en misión oficial “casa consistorial mediana, de dos pisos con un salón bueno y bien arre-glado, aunque chico; salón de sesiones del Concejo; en la parte baja una estrecha e insegura cárcel; un lote en que se está construyendo otra casa con el mismo destino”17. Esta casa que menciona es la nueva sede de gobierno que aparece en las fotografías antiguas con la inscripción 1925 en su fachada. La construcción fue mutilada para la apertura de la Carrera 49 y sólo se conservan las tres ventanas de uno de los costados.

En el año 2000 la edificación se convierte en la sede principal del Museo de Antioquia (antes Museo de Zea), y es rehabilitada, incluyendo la demolición de la manzana frente a Carabobo, para consolidar un proyecto urbano y dar lugar a un espacio público que se conecta con la Plazuela Nutibara y con el Palacio de la Cultura. Allí se ubican también las esculturas del artista Fernando Botero.

Dibujo de la Fachada del Antiguo Palacio Municipal de Medellín. Monumento Nacional Resolución 051 26-X-1994. Decreto 1802 19-X-1995Actual Museo de Antioquia. Ilustración elaborada por la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Museo de Antioquia, 2011.

Fragmento de la casa consistorial de

Copacabana en el pasaje de la Cll 50,

2009.

Otros Edificios de Gobierno: Los otros munici-pios del Valle de Aburrá construyeron sus nuevos pala-cios municipales, edificios más modestos localizados en el parque principal, de solo dos pisos y donde el esquema dominante sigue siendo la ubicación de de-pendencias alrededor de un patio.

17 Gutiérrez, Rufino. «Monografías». Biblioteca de Historia Nacional, Academia Nacional de Historia, Bogotá: 1920. 2 Tomos p. 373.

Bello fue declarado municipio en 1913 y contó con una casa Consistorial ubicada en el mismo pre-dio en esquina del actual Palacio. El proyecto para la nueva sede fue presentado por el arquitecto italiano Albano Germanetti en julio de 193918, quien también diseñó la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y la casa cural, con las cuales forma una fachada en con-junto. El edificio fue interrumpido y posteriormente ter-minado por el ingeniero Zapata Lotero para ser inaugu-rado en 194219. Debido al crecimiento del municipio, esta sede fue insuficiente, y se hizo necesario anexar un edificio de cuatro pisos contiguo y, posteriormente, una tercera sede de cinco pisos sobre la misma calle. En el primer piso de este nuevo edificio se ubica el salón para el Concejo y en los otros niveles varias de las secretarías.

En el año 2009 el Plan de Ordenamiento pro-yectó la construcción de una nueva sede administra-tiva para unificar todas las secretarias en el predio de gran extensión que ocupan los antiguos Talleres del Ferrocarril, complementando así el llamado Parque de Artes y Oficios que se ejecutará en sus instalaciones.

Se alteró a tal punto que, de no ser por los registros fotográficos y los datos históricos, sería im-posible imaginar la importancia que revistió arquitec-tónicamente, en su momento, como nuevo modelo tipológico de construcción.

Para este periodo, en Copacabana, el material más utilizado era la tapia, y los edificios residenciales e institucionales disponían de aleros, por ello, la fa-chada rematada con muro ático, las cornisas, lagrima-les, los acabados y materiales usados en este edificio constituyeron una temprana y verdadera novedad en la década de los años 20´s. Es llamativo, además, que dicho edificio no fuera de gran magnitud y que se encontrara en una calle aledaña al parque y no propia-mente en uno de sus costados.

En los años 60´s se construyó el actual edificio de la alcaldía, ubicado en la esquina del parque princi-pal que consta de cuatro niveles alrededor de un patio central y como novedad respecto a otras edificios de gobierno este conforma una manzana libre por todos sus costados.

Planta de primer nivel de la actual Alcaldía de Copacabana en el parque principal. Levantamiento Subdirección de Planeación AMVA, 2007.

18 En documentos del Concejo Municipal recopilados por Carlos E. Uribe Restrepo se encuentran entre otros el Acuerdo Nº 56 de 1939. Contrato y especificaciones (Dcto 1. Caja 5. Libro 7. Folios 165-168. 29 de julio de 1939) y la Carta de Albano Germanetti al personero municipal en la cual da su concepto sobre instalación de luz en sótano por trabajadores del municipio y solicita reunión urgente de junta o.p. para dar inicio a los trabajos del palacio municipal. (dcto 4. Caja 6. Libro 5. Folio 170. Sin fecha)

19 Hoy este edificio se llama Edificio Gaspar de Rodas, en homenaje al conquistador español que tuvo la merced de tierras más grande del Valle de Aburrá desde Medellín hasta la zona norte.

Fachada del edificio de la alcaldía de Copacabana hacia el parque Simón Bolívar.

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De acuerdo con fotografías antiguas, sobre los portones del primer piso y los balcones del segun-do, estaban impresos en la pared los nombres de los despachos públicos que allí funcionaban. Esta casa fue demolida en la década de 1940, para iniciar la construcción del “Palacio Municipal”21, contiguo a la Catedral de Nuestra Señora del Rosario y separado de ella por un callejón con paso hacia la Carrera 14, ac-tualmente clausurado. Se reedificó de dos pisos y se organizó en torno a un patio rectangular con galería en todos los costados y escalera lateral. Las vertientes de la cubierta giran con el volumen y se rematan contra muros áticos, adornados con cornisas y lagrimales. Las columnas de concreto que son el soporte del co-rredor, están desarrolladas con base, fuste y un capitel rematado al muro ático. Para este período se aplicaron materiales como el adobe macizo y el concreto, por eso, este edificio marca una transición entre las anti-guas casas de tapia elaboradas hasta ese entonces, y la arquitectura posterior a la década de los 60´s.

Planta de primer nivel - Alcaldía de Bello. Levantamiento de la oficina de Obras Públicas de Bello. 2003. La oficina del alcalde fue remodelada en el año 2006.

Costado del parque Santander, Bello: Alcaldía, casa cural y templo de Nuestra Señora del Rosario.

Hacia 1984, en Girardota se había construido “[…] un edificio que prestaba los servicios de Casa Consistorial, de oficinas para la alcaldía, el juzgado, la telegrafía, la escuela de varones y una pieza para cárcel; tal obra se había construido con fondos munici-pales y en ella se habían invertido 1.340 pesos”20. Era una construcción típica de finales del siglo XIX, de dos plantas, con muros de tapia, cubierta en teja de barro y puertas de madera.

20 A .H. A. Publicaciones Oficiales, Informes del Gobernador. Tomo 1363 p.163.21 Existen imágenes de la casa consistorial y de la construcción del palacio en fotografías antiguas que posee el señor Juan de Dios Cadavid Cadavid, integrante de la Sociedad de Mejoras Públicas del municipio.

Planta de primer y segun-do nivel de la alcaldía de Girardota. Levantamiento

de Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B, 1992.

donó, en 1936, los terrenos para su construcción y ésta lleva su nombre en honor a él. Cuando se comen-zó la obra no se había terminado el nuevo templo23. El edificio inicial fue modificado al prolongar el techo para cubrir el balcón del segundo nivel, al cambiar los pasamanos de hierro del primer y segundo nivel por muros y al enchapar la fachada en tabletas de adobe. Hoy en su fachada se lee “Palacio municipal”.

Edificación en el parque Diego Echavarría Misas. Hoy Casa de la Cultura de Barbosa.

Fachada de la Alcaldía de Barbosa hacia el parque Simón Bolívar.

La fachada original de adobe a la vista fue re-modelada en 1964. Para ese entonces, se rediseñó la composición exterior del edificio destacando el acceso central y los vanos de las ventanas, mediante nichos continuos del primer al segundo piso y se revistió la superficie en piedra bogotana. En 1997 se terminaron varias obras de mantenimiento al edificio, como la lim-pieza y reparación de la cubierta y la restauración de las puertas de madera interior. La Alcaldía realizó una ceremonia para inaugurar las obras ejecutadas en el edificio, el 10 de octubre del mismo año22. Hoy en su fachada se lee “Centro administrativo Simón Bolívar”.

Fachada de la Alcaldía de Girardota en el parque principal, 2008.

En Barbosa, cuando se originó el área urbana, a finales del siglo XVIII, el centro de actividades era el parque Santiago de Los Caballeros (hoy parque Diego Echavarría Misas) y la capilla de tapias dedicada a San Antonio de Padua. La casa consistorial o sede de gobierno estaba ubicada en este espacio y se cree, probablemente, que se encontraba en la edificación de la actual Casa de la Cultura. Con el crecimiento urbano y las inundaciones de las quebradas que dete-rioraban el parque se proyectó, desde finales del siglo XIX, la generación de un segundo espacio público y la construcción de un nuevo templo al que se trasladó la advocación de la capilla. Este parque se convirtió en el nuevo centro para las actividades religiosas y cívicas y por lo tanto en el lugar para la construcción de la nue-va Sede de Gobierno. Don Bernardo Jaramillo Sierra,

22 Entrevista con Víctor Zapata, Comunicador Social de La Alcaldía de Girardota. Girardota, 1997. 23 El municipio está empeñado en la construcción de un edificio para Casa Consistorial, con capacidad para todas las ofici-nas municipales para cárcel y teatro. Monografías de Antioquia. Barbosa, Cervecería Unión en 1941.

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64 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 65 De los Edificios Gubernamentales

Antiguo edificio de la alcaldía de Envigado. Actual Concejo Municipal.

Patio del anti-guo edificio de la alcaldía de

Envigado, hoy sede del Concejo

Municipal.

Envigado: el edificio de la alcaldía está localizado en el tramo peatonal de la Carrera 43 contigua al parque principal sobre el mismo predio donde, en la década de 1850, se fundó la primera Escuela Pública de Niñas, llamada hoy Escuela Marceliano Vélez, y ubicada actualmente en otro sitio. Construido a principios de siglo XX, el edificio es de planta rectangular y presenta una fachada en ladrillo a la vista de gran elaboración. Su volumen se retrae de la línea de paramento para formar un espacio de transición entre el interior y el espacio público del acceso; también conforma una escalinata de descenso que demarca el ingreso a la edificación a través de antejardines cercados por una balaustrada en ladrillo. Se destacan los trabajos de ornamentación en puertas y ventanas. El interior del edificio ha sufrido diversas transformaciones respecto a su conformación y en un costado del predio se anexó una edificación de cinco pisos que alberga la oficina del alcalde y la mayoría de los despachos públicos del municipio. Este edificio se comunica con la antigua alcadía por el patio central del palacio.

24 El 29 de febrero de 1899 el Concejo de Envigado apruebó el Acuerdo No 011 por medio del cual se creó el Corregimiento de Sabaneta pero el 22 de septiembre de 1903 fue derogado. Mediante el acuerdo No 56 del 27 de junio de 1911 fue apro-bado finalmente. El Padre Ramón Arcila Mejía se reunió con un grupo de ciudadanos para crear una junta que se encargaría de gestionar ante la Asamblea departamental la creación del Municipio de Sabaneta, objetivo que se logró el 22 de noviembre de 1967 cuando se apruebó la Ordenanza 07 de noviembre de 1967 Por ello a partir de 1968 llegó a la población el primer Alcalde Municipal el Sargento Viceprimero José Sáenz Ospina. Información suministrada en noviembre de 2010 por Pedro Nel García Arroyave miembro del Archivo Histórico de La Casa de la Cultura La Barquereña (Sabaneta).

25 En 1964 los vecinos de Sabaneta, bajo la bendición del reverendo Padre Ramón Arcila Mejía, se reunieron para crear una junta que se encargaría de gestionar ante la Asamblea departamental la creación del Municipio de Sabaneta, objetivo que se logró el 22 de noviembre de 1967 al aprobarse la Ordenanza 07 de noviembre de 1967. Por eso, a partir de 1968, llegó a la población el primer alcalde municipal, el Sargento Viceprimero José Sáenz Ospina. Información suministrada en noviembre de 2010 por Pedro Nel García Arroyave miembro del Archivo Histórico de La Casa de la Cultura La Barquereña (Sabaneta).

Itagüí: en 1831 se elevó el Partido de Itagüí a Distrito Parroquial y en 1832 fue nombrado el primer alcalde. En 1962 se empezó la construcción del primer Palacio Municipal ubicado en una manzana diagonal al parque donde hoy permanece al lado del Centro Administrativo Municipal de Itagüí -CAMI- inaugurado en 1993. Este nuevo centro comprende edificios de alturas diversas entre tres y diez pisos dispuestos hacia una plazoleta con esquina hacia el parque principal.

Patio de la alcaldía de Barbosa.

Edificio de la alcaldía de Itagüí, remodelado. Al fondo uno de los edificios del Centro Administrativo actual CAMI. Fotografía: Biblioteca Diego Echavarría Misas, 2011.

Sabaneta era parte del territorio del municipio de Envigado; fue reconocido en 189924 como corregimiento

y en 1967 la Asamblea Departamental de Antioquia lo elevó a municipio, por ello no registra edificios an-teriores para su administración. Al comienzo, la sede gubernamental empezó a funcionar en una sede pres-tada, una cuadra antes de llegar al parque principal frente al Bar Bombay, una casa de tapia, edificación que se demolió posteriormente para la construcción de un edificio de cinco pisos.

En la década de los 70´s, la sede del Gobierno Municipal fue trasladada a un local, diagonal a la Escuela Alejandro Vásquez Uribe, y allí funcionó hasta que se construyó el edificio Municipal, ubicado en una esqui-na del parque principal. Hoy este edificio es el Palacio de Justicia “Fidel Cano Isaza” donde sesiona el Concejo Municipal y se encuentra la Policía y la Cárcel Municipal.

Entre los años 1995 y 1997, la Alcaldesa Gloria Helena Diez Guzmán, compró el edificio centro comercial Rubios Plaza; y lo adecuó como sede del Gobierno y allí funcionan las oficinas de la Alcaldía. El edificio es deno-minado Palacio Municipal Amparo Montoya Guzmán.25 Actualmente, dado el crecimiento urbano del municipio,

se proyecta la construcción de una nueva sede en la zona llamada tradicionalmente “de Curtimbres” y que es objeto de dos planes parciales.

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67 De los Caminos y Puentes

La conformación de este valle largo y estrecho rodeado por dos ramales de la cordillera central, cruzado por el río Aburrá y con numerosos afluentes, generó para el poblamiento condiciones geográficas que tuvieron que ser dominadas lentamente con obras ingenieriles1. Así se da paso a un proceso que va de acuerdo con el conocimiento de la población, el acceso a una técnica, los materiales disponibles y los medios de trasporte correspondientes a cada momento histórico. Para el proceso de poblamiento del Valle de Aburrá fue reque-rida la construcción de una red de caminos, carreteros y la conexión de éstos mediante los puentes. Esta red contribuyó a la conectividad de sur a norte y de oriente a occidente de la región.

Hace siglos, comunidades indígenas habitaron este valle; establecieron poblados en los suelos más fértiles, explotaron la sal y el oro aluvial, y contaron con una red de caminos con la que se articulaban en el ámbito local y regional. La dinámica poblacional en el valle y su relación con otros núcleos indígenas del país fue trasformada por la llegada de los españoles en 1541. Los caminos fueron aprovechados y modifica-dos por rutas nuevas para el reconocimiento del terri-torio. Mientras unos caminos cayeron en desuso, otros,

total o parcialmente, siguieron siendo las rutas frecuentes.

Los caminos han sido necesarios para desplazar mercancías y personas y se han aso-ciado, además, al disfrute del paisaje en su en-torno cercano y lejano. Aunque su importancia no debe ser medida en términos de antigüedad, pues la superposición de trazados en el tiempo, la adaptación de materiales, el cambio de dimen-sión y la dispersa información planimétrica, han impedido encontrar la fecha precisa de apertura de muchas rutas que todavía son usadas como camin-os o que hoy están trasformadas en carreteables. Subyace entonces la necesidad de ubicar el camino en un periodo prehispánico, colonial o republicano –para dar una categoría–. Los caminos empedrados, en espe-cial, han suscitado las mayores polémicas: “Ciertamente los caminos empedrados no son los únicos existentes en la región, pero sin duda, ellos tienen importancia insoslayable”2. Tal catalogación quizás se deba a que las crónicas de la Conquista describieron caminos em-pedrados, razón por la cual éstos siempre son asociados al periodo prehispánico, aunque, con las técnicas here-dadas, pueden haber sido ejecutados posteriormente.

1 Según la clasificación que hace el Ministerio de Cultura de Colombia, la arquitectura civil se entiende como la obra de inge-niería, en ésta se pueden encontrar construcciones patrimoniales como: caminos, puentes fijos y puentes colgantes, muelles, corredores férreos, obras hidráulicas, torres, y túneles entre otros.2 Botero Páez, Sofía. «Vestigios de una red vial antigua en el Valle del río Aburrá». Medellín: Área Metropolitana del Valle de Aburrá y Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia –CORANTIOQUIA– , 2008. p.173.

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68 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 69 De los Caminos y Puentes

En algunos de estos caminos existen muros, vallados o muros acompañantes, lo cual los hace destacarse. En muchos otros tienen canales para controlar la es-correntía y escalonamientos de formas regulares e ir-regulares. Hay caminos estrechos, encañonados, am-plios y despejados, entre estos últimos, por ejemplo, se destacan el camino al Cerro Quitasol y el camino de La Cuesta (Cieza, Matasanos) que se bifurca en los ramales Medellín-Guarne y Medellín-Rionegro.

Camino de Cabuyal, entre Copacabana y Guarne.

Por lo expuesto anteriormente, es difícil definir fechas precisas del surgimiento de los caminos, sólo se pue-den mencionar las redes principales en periodos largos de la historia. Así, para finales del siglo XVIII, se tie-nen datos de los caminos que salían del “sitio de Aná” (Medellín) según el plano de 1791 (expuesto en el primer artículo de este mismo libro) en el cual se apre-cia que algunas calles del incipiente trazado termina-ban en caminos que conducen a otros “sitios”: Itagüí, Envigado, Copacabana, Fontidueño y Hatoviejo. Estos caminos son descritos en las crónicas como tortuosos y existen evidencias de que muchas veces la apertu-ra de calles y caminos se hacía en pugnas con los propietarios de solares. Por esta época, el Gobernador Francisco Silvestre fue insistente en la importancia de los caminos para el progreso de la región y organizó

a los vagos y malhechores para que emprendieran la tarea de mejorar y abrir caminos con contribución en especie o monetaria de los vecinos. Se observan en el plano y las convenciones los siguientes caminos:

Los que subían a las minas de Guarne y Rionegro;•El que llevaba a Hatoviejo y demás sitios del •Valle abajo;El que al pasar por la ermita de San Benito y •vadear el río llevaba al muy poblado sitio de la otra Banda;El que desde la falda de San Lorenzo daba •paso a los sitios de Aguacatal (el pueblo viejo y hoy barrio de su nombre antiguo) el Enviga-do y el Sabaneta, el Guayabal Itagui y pueblo de La Estrella. Esta última salida se compuso para camellón, que llegó a medir catorce cua-dras, contadas desde las últimas calles hasta la Asomadera, nombre este que tomó finalmente3.

La planimetría de la red de caminos que conecta a Antioquia con el resto del país data también de principios del siglo XIX. La comunicación principal del Valle de Aburrá era el llamado “camino de Nare” que, saliendo por Medellín, pasando por Rionegro y Marinilla, llegaba al río Magdalena, eje fundamental de movilidad para el país. Viajeros extranjeros como Juan B. Boussingaul (1825), Carl August Gosselman (1826), Friedrich von Schenck (1880), entre otros, hicieron siempre alusión en sus relatos de viaje a las malas condiciones de las vías en el departamento de Antioquia y por tanto a su aislamiento4.

La red vial al interior del valle se mejoró poco a poco durante el siglo XIX con el trazado de nuevas vías y la participación de artesanos e ingenieros locales que poseían conocimientos que abarcaban la minería, el dibujo, la topografía, la agrimensura, la geometría, las matemáticas e incluso arquitectura, y también con el apoyo de extranjeros como Tyrell Moore, Agustín Freidel, Eugenio Lutz, Enrique Haeusler, George Butler Griffin5 y otros personajes nacionales con estudios en el exterior, como Uladislao Vásquez.

3 Roberto Luís Jaramillo et ál. «Cartografía urbana de Medellín 1790-1950». Medellín: Concejo de Medellín, Colina, 1993, p. 11. 4 Germán Ferro Medina. «Caminos de arriería. Antioquia: Una historia a lomo de mula: por el camino de Nare e Islitas». En: Caminos Reales de Colombia. Bogotá: Fondo FEN, 1995, pp. 213-225.

5 Bajo su dirección se inició la experimentación con el ladrillo e incluso Butler organizó la primera ladrillera en Fontidueño para fabricar los elementos de los puentes e hizo importar máquinas mezcladoras y prensadoras. Llegó también a fabricar tejas. Este emprendimiento inicia el camino del uso del ladrillo posteriormente en iglesias, edificios públicos, comerciales y residencias.

Panorámica General del Cerro Quitasol. Bello, diciembre de 2009.

Camino al alto Corrales en el Cerro Quitasol -Niquía, Bello. Fotografías: Raúl González H, 2010

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70 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 71 De los Caminos y Puentes

Camino La Cuesta. Santa Elena, Medellín.

Restaurado por la Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2010.

Plano tomado de Diseño de una estrategia de intervención integral de los caminos antiguos del municipio de Medellín. Elvia Inés Correa Arango. Contrato 4600012761/2008. Unidad de Ordenamiento Territorial, municipio de Medellín, enero 2009. Dibujó: Alexander Cardona Galeano.

Camino de Guaca tramo El Barcino en proceso de restauración por la Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2011.

A mediados del siglo XIX se generaron las pri-meras bases para el aprendizaje de la ingeniería6. Dos obras ingenieriles de los últimos 25 años del siglo XIX fueron hitos para el futuro desarrollo del territorio: el trazado del camino carretero y el trazado de la línea fé-rrea. En ambas, el objetivo consistía en comunicar más eficientemente al Valle de Aburrá con el río Magdalena, ya que de allí se trasportaban pasajeros y mercancía en momentos de auge comercial minero y del café. Las dos obras posibilitaron, además, la construcción de puentes de buena calidad y con evidentes cambios técnicos, es-téticos y tecnológicos, que dieron inicio oficial al queha-cer de la ingeniería o la llamada arquitectura civil.

El camino llamado Carretero. En 1871, duran-te el gobierno de Pedro Justo Berrío7,el ingeniero inglés George Butler Griffin, trazó una vía o carretero y en 1873 se inauguró el tramo Medellín-Barbosa “Carretero Norte” (vía Machado), el cual, tiempo después, se transformó en el “eje ordenador en el plano de ensanchamiento de 1890” de la ciudad de Medellín. Del tramo Sur estuvo encargado el ingeniero Uladislao Vásquez Jaramillo8.

El carretero completo lo describió en 1885 Manuel Uribe Ángel: “La carretera que desde Caldas se prolonga hasta Aguasclaras, por un espacio de ocho miriámetros (80 Kilómetros), pasa a poca distancia del centro de la ciudad. Esta vía es una de las más notables que existen en la República, y se recomienda por la lozanía de los árboles que la embellecen de uno y otro lado”9. Este carretero cumplió su función durante muchos años y luego pasó a ser vía urbana de los municipios por donde cruzaba. En el Norte por ejemplo, es la vía que atraviesa todo Fontidueño en Bello e ingresa a Copacabana, primero como vía

suburbana y luego como Carrera 50. En el Sur corres-ponde a la tradicional vía la Estrella-Tablaza-Caldas.

La construcción del Ferrocarril. El gobernador, Recaredo Villa, contrató con el ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros10, la construcción del Ferrocarril. Esta obra tuvo dificultades de orden técnico y económico que hicieron que se tardara muchos años en su ejecución, como se expli-cará en el capítulo de estaciones de este documento. El ferro-carril llegó al norte del Valle de Aburrá en 1912 y a Medellín en 1914 y la comunicación directa al Magdalena apenas se logró en 1929 cuando se terminó el túnel de la Quiebra.

El trazado fue proyectado en la zona norte bor-deando el río, mientras en el sur la línea férrea ingresa en los municipios de Itagüí y La Estrella, en zonas alejadas del río. Este trazado aún es visible, a pesar del uso de algu-nas franjas por parte de la Empresa de Sistema Integrado de Transporte Metro y la invasión de viviendas en algunos tramos. En el nuevo proyecto de sistema multipropósito del tren, liderado por la Gobernación de Antioquia, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la Empresa Metro, será posible recuperar solo algunos tramos del antiguo trazado.

Los pasos y puentes: los asentamientos que se fueron generando en este valle se desarrollaron a cierta distancia de la llanura aluvial del río Aburrá pero siempre cerca de sus afluentes. Las áreas urbanas de hoy surgie-ron en medio de una o dos quebradas que sólo podían cruzarse de acuerdo con el caudal y la época del año. Para algunos sitios del río, el caudal era controlado con “chiqueros” o puentes rústicos construidos con sauce, ca-ñabrava y piedras. De esta necesidad surgieron los “pa-sos” y los “puentes”, los cuales fueron parte fundamental para la fluidez de la red de caminos y el ferrocarril.

6 Hasta finales del siglo XVIII no existía la profesión… Se construía intuitivamente, con base en ensayo y error, y a la manera de los artesanos según la tradición de maestros y aprendices. El arquitecto y el ingeniero se confundían con el maestro constructor ... Debido a las exigencias de la revolución industrial y gracias a la aparición de las primeras escuelas de ingeniería en Francia, primero de carácter militar y luego civil, empieza a perfilarse la profesión como un arte, es decir, como un oficio especializado que exigía destrezas y habilidades muy elaboradas. En: Medellín: la Escuela de artes y oficios, UdeA agrimensura 1875-1889, Escuela de Minas. En el año 1913 se fundó la sociedad antioqueña de ingenieros (SAI). Tomado de UNAL - Sede Medellín. Intro-ducción a la Ingeniería Mecánica Historia de la ingeniería. Lecciones para el presente Perspectivas para el futuro Darío Valencia Restrepo. Medellín, 2009.7 Gobernador de Antioquia. Nació en 1827 y murió en 1875, fue abogado y militar y a su memoria debe el nombre el Parque de Berrío.8 González Escobar, Luis Fernando. «Las vías y el crecimiento urbano». En: Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos. 1775-1932. Medellín: Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. p. 76.9 Uribe Ángel, Manuel. «Geografía general y compendio histórico del Estado de Antioquia en Colombia». París: Imprenta de Víctor Goupy y Jourdan, 1885.

10 Nació en 1836 y murió en 1898. Ingeniero civil de la Universidad de La Habana en 1857 con especialización en Estados Unidos. Trabajó en los ferrocarriles de Cuba para una empresa de Inglaterra.

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72 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 73 De los Caminos y Puentes

Los puentes fueron realizados algunas veces en madera y otras en cal y ladrillo: el de Palacé cuyos planos fueron elaborados por Eugenio Lutz, en 1873, se construllo en madera aunque fue proyectado en cal y ladrillo. En esta década también se construyeron el puente Miguel Gómez y el de la quebrada La Palencia. El puente del camellón de Ayacucho, entregado en 1875 y que incluía un acueducto encima, fue impor-tante para la conexión al oriente con Rionegro y dio origen al poblamiento de la zona de Buenos Aires.

De los puentes que atravesaban el río se en-cuentra que “hasta mediados del siglo XIX solo existía el puente de Acevedo (en Bello) construido en 1770. El paso del río en Medellín se hacía en un vado locali-zado en la calle Colombia”15. Posteriormente, Enrique Haeusler16 realizó un puente allí. También se encuen-tran datos del cruce de la Calle San Juan y el de El Mico, que hoy han sido reemplazados varias veces. Sin embargo, el más importante y que ha perdurado hasta hoy, es el Puente Guayaquil o de la Concordia.

El puente Guayaquil fue construido por los estu-diantes de la Escuela de Artes y Oficios17 con dirección de Enrique Haeusler de 1878 a 1879. Este puente era el elemento articulador del valle debido a su condición de conector interno del centro con las fracciones de Belén y Guayabal al occidente, y simultáneamente con todo el territorio sur ubicado en la vertiente occidental del río.

Antes de las obras del carretero y el ferrocarril existieron puentes construidos con la tecnología de su momento11. Para cruzar el río se observan, en el plano referido de 1791, dos pasos: uno en la zona de San Benito (Colombia) y otro en Acevedo. A finales del siglo XVIII, fue recomendado un puente para cruzar el río que es el que corresponde a la Alameda hoy calle Colombia

[…] y era una de las tres salidas que llevaban a las playas del río; cuyo puente de a pie había sido arrastrado por una creciente; el paso real de San Benito se volvió un problema para las autoridades; los jinetes tenían que desensillar, vadear y volver a ensillar en la otra orilla […] las gentes tenían que pasar encadenándose los brazos en número de diez o veinte […] así pasan con el agua a los pechos, no rara vecino con frecuencia horroriza el riesgo a que se exponen12.

El cruce de Santa Elena fue especialmente im-portante, debido a que el mayor crecimiento urbano de la “villa” irradió desde allí y, a lo largo de muchos años, fue la quebrada con mayor cantidad de puen-tes13. En 1916 se escribía acerca de la quebrada: “El riachuelo ‘Santa Helena’ está cruzado por varios puen-tes, entre los cuales llama la atención el de Colón, por su elegancia y sencillez… El paseo está rodeado de hermosas quintas”14.

11 Ya para finales del siglo XVIII en Colombia existían puentes y obras generadas por la milicia en cal y canto como: el Puente del Co-mún, construido por el militar Domingo Esquiaqui entre 1793-1850 en el camino que unía Santafé de Bogotá y Tunja. Este consta de 30 m. de largo y dos plazoletas y fue declarado patrimonio nacional en 1975. Otro puente destacado es el del Humilladero, en el acceso a Popayán, construido entre 1868 y 1873. Tomado de: Isaza Londoño, Juan Luis. «Recuperación del Patrimonio industrial y de las infraestructuras: Subdirección de Monumentos Nacionales de Instituto Nacional de Vías de Colombia». En: Revista Escala: Patrimonio Restaurado, Santafé de Bogotá, No. 184, año 36 (1999); p. 79.12 Jaramillo, Roberto Luis, Op.cit., p.35.13 Los 17 puentes sobre la quebrada Santa Elena eran: el de Bocaná, las Estaciones, la Toma (Car. 32), Los Indios (Car. Nariño), Boston (Car. 39), Hierro (Car. 40), Córdoba (Car. 42), Girardot (Car 43), Mejía 1908 (Car. 45), Abraham García o Unión (Car. 46), Baltazar Ochoa (Car. Sucre), Junín Palacé) Arco (Car. Bolívar), Las Pizas (Car. Carabobo), Santa María (Car. 54) y Troco (Car. 56). Fueron demolidos, excepto La Toma, para dar paso a la cobertura de la quebrada. En: Molina Londoño, Luís Fernando. Fotografía de arquitectura en Medellín 1870-1960. Medellín: Universidad de Antioquia, 2001. p. 44. 14 Olano, Ricardo et ál. «Guía de Medellín y sus alrededores « ». Medellín : Editado por la Sociedad de Mejoras Publicas. R. Echa-varría y Co: New York, 1916. 55 p. Il. 15 Fundación Ferrocarril de Antioquia. «Puente de Guayaquil». En: Restaurando 20 años el patrimonio. Medellín: D’Vinni S.A., 2007. pp. 60-63.16 Primer puente sobre el río Medellín. El puente de la Calle La Alameda o Colombia. Según González E., Luis Fernando. « Artesanos y maestros de la arquitectura de Medellín y Antioquia 1775-1932». Medellín: Escuela del Habitat CEHAP. Universidad Nacional, 2008.

17 La escuela de Artes y Oficios tuvo iniciativas previas desde 1850, pero sólo se puso en funcionamiento en 1871, y en el mismo año, quedó como instituto dependiente de la Universidad de Antioquia, que surge a su vez por el decreto del Estado so-berano de Antioquia en el mismo año (antes Colegio del Estado). Prestaban sus servicios allí los extranjeros Haeusler y Luzt.

que atraviesa el río Cauca en la zona de Santa Fe de Antioquia diseñado por el ingeniero antioqueño José María Villa. Este fue iniciado en 1887 y declarado monumento nacional en 197818 dado a la innovación que representó en su momento. En Medellín hubo puentes colgantes en San Juan, La 30, Colombia y en el corregimiento de San Cristóbal.

Los puentes y las vías se adaptaron sucesiva-mente a nuevos materiales, dimensiones19 y los cam-bios de los medios de transportes entre los cuales esta-ban las mulas, los caballos, los coches, los carruajes, el tranvía de mulas de 1887 y el tranvía eléctrico de 1920. Un ejemplo de esto, fue es el primer puente en la Toma que fue reemplazado en la década de 1920 para el paso del servicio de buses Trolley entre la pla-za de Cisneros y La Toma. Los puentes también se adaptaron posteriormente para el paso de los automó-viles. En las primeras décadas del siglo XX, convivían en el Valle de Aburrá todos estos modos de transporte y fueron creados los primeros transportes públicos; en especial, el tranvía de mulas y el tranvía eléctrico que siguiendo los carreteros existentes al oriente y al norte estuvieron asociados a la expansión urbana. También fue necesario responder con vías para la movilización de la clase más adinerada que ya contaba con posibi-lidades de importar autos para su uso personal, desde Estados Unidos y Europa.

Luego de construido, se convirtió en enlace de los tra-mos norte y sur del llamado camino “del carretero”. Hoy este es el remate del “paseo del río” y su uso es solamente peatonal, además es el escenario principal de los reconocidos alumbrados que se realizan a fin de año en la ciudad.

Los puentes son la representación material del avance tecnológico. Es así como han ido apareciendo con combinaciones diversas como los puentes colgan-tes en los cuales se adaptan marcos de adobes, cuelgas de acero y superficies de maderas. La principal fuente de inspiración es “el puente colgante de Occidente”,

18 Según nota del pie de foto del libro Restrepo Uribe, Jorge. «Medellín: su origen, progreso y desarrollo». Medellín: Servigráfi-cas, 1981 p. 114. Fue el primer puente colgante de Suramérica y Villa tenía el conocimiento para su construcción por haber sido ayudante en la construcción del puente de Brooklyn, inaugurado en 1883. Para Medellín según Op. cit., González E., p. 161, August Freidel, originario de Dresden introdujo los puentes colgantes a partir de la década de 1860.19 Las calles principales en Medellín eran empedradas. En los municipios, a medida que los medios económicos lo permitían, se empedraba la plaza y las calles principales. El código de policía de Medellín de 1888 facultaba al concejo para rectificar y dimensionar vías, dictar normas sobre alturas, siembras plazas y zonas verdes.

Puente de Guayaquil sobre el río Medellín. Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación. Resolución 014 15-XI- 1988. Bien de interés Municipal. Resolución 653 de 1983. Alcalde. Levantamiento y fotografía de la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

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74 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 75 De los Caminos y Puentes

En 1915, la cabecera de Bello estaba com-puesta por 25 manzanas distribuidas longitudinal des-de la línea férrea hasta la plaza y, de ahí, a lo largo de la Calle Suárez. Casi paralela a ella, se encontraba la calle conocida como “El Carretero” que conducía de la plaza a la antigua fábrica de tejidos, cruzando el puente sobre la quebrada La García.

Puente sobre la quebrada La Madera. Límite actual entre Medellín y Bello, 2010.

En Copacabana, la llamada “carretera del nor-te” llegó en noviembre de 1872, (hoy Carrera 50). Al principio, fue utilizada por los carros de bestia y de pasajeros. En 1888 había cinco caminos de segun-da clase y tres de tercera. Los referentes estadísticos muestran también que había cuatro puentes de made-ra y siete de cal y canto como los registrados en el in-forme de este año hecho para la Asamblea Legislativa del Estado, en el cual se dice: “[…] el adelanto de las obras de los puentes de Dos Quebradas, Don Enrique, Ovejas, El Salado y el de La Tolda en Copacabana; ya se encontraban en servicio los de La Cristalina y Bermejal”21. Un año después, se registra un puente colgante sobre el río Medellín en Fontidueño, para co-municar el norte con la carretera del nordeste.

De los siete puentes hechos de cal y canto, exis-te el que cruza la quebrada Piedras Blancas, actual-mente llamado el puente IMUSA por su cercanía con esta empresa. Las dóvelas de los arcos de este puente están conformadas en adobe macizo cuyo relleno está hecho en mampostería mixta de piedra, intercalada con

En los municipios se destacan los pasos o puentes construidos para franquear las quebradas, y entre estos, los simultáneos al trazado del ferrocarril y del llamado Carretero. Son importantes especialmente aquellos de ladrillo y cal, de los que se conservan en Copacabana: uno sobre la quebrada Piedras Blancas20, (hoy con superficie de pavimento y tuberías de la fá-brica adosadas sobre un costado) y el del Noral (hoy relegado por la doble calzada Bello-Hatillo ) y en Bello: el que cruza la quebrada La Madera en el límite con Medellín, debajo de la vía que ingresa de la autopista a la vía regional, frente a la empresa Solla.

Puente para el paso del ferrocarril en Barbosa.

En los municipios, las vías de comunicación y puentes hacen parte de la historia de su desarro-llo urbano. En la historiografía municipal se destacan el carretero norte y sur como ejes conectores con los otros municipios:

En Bello esta vía pasa por la zona de Fontidue-ño, pequeño caserío de forma lineal que se había ini-ciado desde el siglo XVII, perteneciente al municipio de Bello pero muy vinculado al municipio de Copacaba-na. En este sitio estableció Griffin la primera ladrillera como parte del proyecto de construcción del carretero norte. Los habitantes de Bello no lo reconocen como “carretero” ya que así llamaban el antiguo camino a la fábrica de tejidos de Bello (hoy Transv. 56 A).

20 Este puente ha sido atribuido a George Butler Griffin, ingeniero del carretero norte, le atribuyen la construcción a Haeusler, debido al contrato celebrado con la Escuela de Artes y Oficios que él dirigía. 21 Restrepo U, Pedro. «Mensaje del Vicepresidente de Antioquia a la Asamblea Legislativa del Estado en sus sesiones extraor-dinarias». 1880. Medellín: Imprenta del Estado, 1880, pp.14-15.

Puente colgante peatonal de Copacabana sobre el río Medellín.

Puente de Copacabana sobre la quebrada Piedras Blancas (al acceso de la empresa IMUSA), 2009.

Así mismo, se conserva un puente de cal y canto sobre la quebrada El Noral en la doble calzada Bello-Hatillo.

Puente en el Noral. Copacabana, en el separador de la doble calzada Bello, Hatillo. Fotografía: GAIA.

Uno de los obstáculos para lograr una comu-nicación más rápida con Medellín y la zona sur del Valle de Aburrá era el paso por el río, bastante cauda-loso al llegar a Copacabana, sin embargo cuando en 1907 fue construido un puente de hierro, se mejoraron sustancialmente las comunicaciones. En el Repertorio Oficial No. 1274 de ese año dice:

Se colocó sobre el río Medellín, en el distrito de Copacabana, el puente de hierro de este nombre, que es una de las obras más hermosas en su gé-nero y que responde por su elegancia, solidez y firmeza a las exigencias del tráfico de importación y exportación, y cuyo coeficiente de seguridad lo garantiza aún para el tránsito de automotores y tranvías de gran peso22.

Inicialmente, la obra sería financiada mediante la implementación de un peaje, pero gracias al auxi-lio del presidente Reyes, se obvió dicha alternativa.La estructura, que recibió el nombre “Rafael Reyes”, se ubicó un poco más abajo del puente ya existente, sin embargo, años después, fue trasladado a otro paraje y otro paisaje de Antioquia. En 1953:

[…] se inició la construcción del puente nuevo, más abajo del emplazamiento del puente de hierro que

adobe y pegada con argamasa. En la cara sur presenta dos arcos y entre estos se dispone un contrafuerte termi-nado en forma piramidal. Los pasamanos son muros de gran espesor construidos en adobe macizo, y rematados en molduras de forma semicircular. Actualmente faltan varias piezas de este muro y muchos de los adobes se encuentran en regular estado debido a la presencia de patologías vegetales. Su existencia permitió desarrollar el área urbana hacia su costado occidental.

22 Cuenca, Miguel Ángel. «Monografía histórica de Copacabana». Medellín, Colombia: Impresores Litoflex. s. f., p.66.

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76 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 77 De los Caminos y Puentes

tranvía. El municipio esperó hasta 1923 para comen-zar las obras. Cuenta el Padre Mario Sierra que “[…] El paso sobre el río lo hacía sobre un puente de madera y teja de barro, finalmente llegaba a la estación del ferrocarril en donde había un reversadero igual al de la plaza […] ”24.

En 1890 Barbosa pasa a constituirse como un punto obligatorio de paso y por lo tanto en sitio impor-tante de comercio. Varios municipios que necesitaban comunicación con Magdalena y Medellín debían llegar a Barbosa, por lo tanto era común ver la llegada y salida de “muladas” cargadas en este municipio. Igualmente en este año, según un informe de los prefectos de las provincias, se construyó un puente de cal y canto en el punto llamado “Cañada de Cementerio”.25 Así mismo, había sido reparada la “Carretera de Norte” del punto denominado La Melonada hacia la cabecera de Barbosa y de ahí hasta el pie de la cuesta de Santo Domingo.

Por efectos del diseño de la línea férrea, la esta-ción del ferrocarril quedó ubicada frente al área urbana de Barbosa, aunque al otro lado del río, por lo cual el Ferrocarril debió construir en 1912 un puente y un “ca-mellón” para unir la estación con la plaza de Barbosa y, a lo largo de esta vía, fueron construidas tapias para delimitar los predios. Los derechos del camellón y del puente fueron cedidos por el Ferrocarril a la Junta Departamental de Caminos el 14 de junio de 1913.26

El carretero sur unía a Medellín, Itagüí y Caldas. A propósito de este camino, Enrique Haeusler informaba, en 1878, que era una de las principales vías del departamento, pues tenía los mejores puen-tes, en su mayoría de ladrillo y cal, y que el camino hasta Itagüí estaba en buen estado, “pero nunca libre de reparos; i de este punto hasta Caldas, apenas está el piso principiado para construir lo carretero”27. Si de-jaba de hacerse mantenimiento, en el lapso de uno o dos años, el camino podría encontrarse nuevamente enmontado. En 1880 se decía de este carretero que estaba intransitable, incluso para las mulas. Ninguno de estos puentes se conserva.

estaba situado donde hoy se hallan las instala-ciones de la empresa Copahilos; allí se ven toda-vía las fundaciones y sillares; se diseñó con una capacidad para cuatro vías y la solidez requerida por el tonelaje de uso actual en la industria del transporte”23.

En Girardota, se presentó un problema de co-municación debido a que el río Medellín dividía en dos la localidad, por lo cual se hacía imprescindible la construcción de un puente. Esta obra fue aproba-da en 1843, en el punto del cabildo abierto en el Totumo para comunicarse con San Esteban ya que la Administración aspiraba a convertirlo en un camino provincial. Parte de la construcción recaía en el trabajo subsidiario de los ciudadanos. Por momentos sólo se avanzaba en los trabajos de un lado (los estribos que cargaban el peso), así el otro estuviera retrasado, tam-bién sucedían accidentes como la caída de un pedazo de lo construido. En 1851 el puente colapsó y, por esta razón, el cabildo acordó vender aquellos terrenos, para obtener de paso algunos recursos y resolver un fuer-te problema de endeudamiento de la Administración local. Existe registros de la poca inversión en las vías en el cual se sostiene que la única vía departamental era el camino “carretero” que atravesaba el municipio, el cual había sufrido graves deterioros debido a una creciente en el arroyo de “Los Ortegas”, que se había llevado el puente; pese a que se , para el año siguien-te, la reparación de los caminos de esta localidad.

Otra obra que adelantó el Municipio para arti-cular la estación del ferrocarril y el área urbana, fue un tranvía eléctrico, la Ordenanza 13 de 1919, facultó al municipio para que ocupara el camino que va desde la estación del tren hasta la cabecera. Por Acuerdo municipal se contrató, en 1918, a la firma Cock Sanín Villa y Compañía, con la cual se había contratado, durante ese mismo año, la prolongación de las calles Rhin y Santander y la realización de las gestiones para conseguir algunos rieles en desuso del Ferrocarril de Antioquia que sirvieran para la planta eléctrica y el

23 Op. cit., Cuenca T. IV. p. 270. 24 Entrevista con el Presbítero Mario Sierra Ochoa (1932-2008). Medellín, Junio 7 de 1999. 25 A.H.A. República. Acuerdos Municipales. Tomo 2945 doc. 3 folio 21.26 Periódico Ferrocarril de Antioquia. Núm. 349 y 350, Medellín, 30 de junio de 1913.27 Informe del Director General de Obras Públicas. Documentos. En: Palacio, Benjamín. «Informe del Presidente del Estado». 1878. p.92.

[…] con la construcción de puentes, cañerías, desagües, subterráneos, trinchos de piedra, y puentes, sobre quebradas como “La Cascajona”, “La Ospina”, “La Estrella”, “La Chocolate”, “La Manita”, “La Saladita”, y “La Chocha”; en esta última se construyó un puente de arco de cal y adobe y de estas dimensiones: 11,75 de largo, 3m de ojo de luz y 5,50 de altura, con un an-cho de piedra de 4m de alto por 25m de largo. [A pesar de estar prácticamente terminada, el in-geniero aclaraba en un informe presentado en el año de 1876, que todavía hacían falta trabajos de puentes y desagües subterráneos, los que es-taban planeados para ser terminados en el mes de junio] A las cañerías se ha procurado darles la mayor solidez posible, lo mismo que al puente que se construye sobre la quebrada “La Chocha”, y lo propio se hará con respecto a los que faltan por hacer de mayor magnitud sobre las quebradas: “La Grande”, “La Bermejala”, “La Culebra”, y “La Valeria” y dos más pequeñas entre esta última y “La Culebra”; observando lo mismo con relación a las cañerías o desagües que aún faltan todavía29.

Se desconoce cuántos de estos puentes existen o están bajo el asfalto de las vías actuales.

Si bien los municipios de Envigado y Sabaneta, no tuvieron carretero, a comienzos del siglo XIX, hi-cieron parte del camino real que unía a Medellín con Rionegro. Sin embargo, esa situación de privilegio, se fue acabando debido al proyecto de establecer una comunicación directa con el oriente desde Medellín y de buscar la salida hacia el sur, siguiendo el tramo del río más cercano al área urbana de Itagüí. En con-secuencia, Envigado buscó mejorar su camino hacia Medellín, pasando por El Poblado, sin que el contacto con Itagüí o con el carretero a Caldas fuera una de sus prioridades o las del Gobierno central. La Avenida El Poblado, Las Vegas y ahora la Regional, tejen estos poblados en el costado oriental, al sur del río Aburrá.

Antes de la construcción de estas arterias, la comunicación vehicular de la zona sur con Medellín y los municipios del norte, debía realizarse a través de la autopista norte por el costado occidental del río, uti-lizando los pocos puentes que existían para atravesar

A fines del siglo XIX, Itagüí tenía cinco cami-nos de segunda categoría, cinco puentes de madera y cinco de cal y ladrillo28. El desarrollo de la infraes-tructura vial dada en la región y en el Municipio desde finales del siglo XIX, con la construcción del carretero del sur y, en épocas recientes, con la construcción de la autopista y el corredor del río, permitió la apertura de nuevos terrenos, jalonando así, el desarrollo urbano de sus bordes.

La quebrada Doña María fue, hasta finales del siglo XIX, un lugar infranqueable para el crecimiento urbano. La construcción del puente en el que intervi-no Enrique Haeusler, en la década de 1870, mejoró las condiciones para su crecimiento, sin embargo, la ruta del antiguo camino seguía siendo problemática debido a las inundaciones durante el invierno y a que había poca capacidad técnica para su conservación. Hacia el río, se trazaron dos calles que comunicaban respectivamente con el municipio de Envigado y con el corregimiento de Sabaneta. Sin embargo, sólo has-ta mediados del siglo XX, los terrenos próximos al río experimentaron un importante desarrollo con la cons-trucción de la autopista sur en 1954. Otro puente im-portante era el de las Viudas, cerca al matadero, a la altura de la calle 50; quedaba sobre el paso nivel del ferrocarril y, por debajo, pasaban los carros.

La comunicación de Itagüí con Sabaneta se hacía por Envigado o por la vía férrea, pasando por el puente del ferrocarril. Otra forma de comunicación, era el llamado camino de los “Polveros”, pero había que atravesar el río, reemplazado luego por un puente. Donde termina El Metro actualmente, había un puente llamado “de la Virgen” porque allí quedaba la hacienda La Virgen, propiedad de José Domingo Penagos, especializada en la molienda de caña.

El Carretero en el municipio de La Estrella ha sido el eje de crecimiento más importante por fuera del área urbana, configurando otro desarrollo urbano entre el sector de Ancón y el referido sector de La Tablaza. En el paso de la vía por el municipio y hacia el sur, requiere del cruce de las diferentes quebradas y ama-gamientos como lo muestra el siguiente informe del año de 1876.

28 DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA. Anuario estadístico. Ensayo de estadística general del Departamento de Antioquia en 1888. Medellín: Imprenta del Departamento, 1932. pp. 210-212.29 Informe de Vásquez, Uladislao, Boletín Oficial num. 70, Medellín, 27 de marzo de 1876, p. 279. Citado en CORANTIOQUIA -HOLOS-FUNDACIÓN NATURA –UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. «Plan Maestro del área de reserva del occidente del Valle de Aburrá». Medellín 2006. Tomo II.

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78 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 79 De los Caminos y Puentes

y en 1928 se transformó en la punta de la Troncal Central del Valle del Aburrá, Caldas - Barbosa, con 58,5 kilómetros. En 1932 se construyó la prolongación de la Vía Troncal hasta el municipio de Santa Bárbara. Se referencian algunos puentes que cruzan la que-brada la Miel, La Valeria y un punto llamado “Puente Tierra” en el cual la quebrada “Cano” desemboca en el río “Aburrá”. En la entrada al Municipio se destaca el sitio conocido como Tres Aguas (La Valeria, La Miel y el río Aburrá), lugar donde se asentaron los primeros pobladores. El único paso que existía para cruzar el río Medellín y que comunicaba al sector con el casco urbano, era el puente colgante de Tres Aguas.

La canalización del río Aburrá o “cuelga”: Fue otra obra destacada cuando de obras civiles se trata. Se inició desde 1883 para evitar inundaciones, y fue diseñada por Enrique Haeusler y Luis G Jhonson y ejecutada por

hasta el costado oriental como el puente de Envigado o del Pandequeso, puente de las Viudas o del matadero de Itagüí30 y el puente de la Calle 77 sur, en cercanías al antiguo puente del ferrocarril.

Desde el punto de vista tanto histórico como de sistema vial, podemos considerar la vía Envigado - Sabaneta, como una arteria fundamental de comunicación y articulación, ya sea entre estos dos municipios o entre la zona urbana y sus veredas. Actualmente yacen, bajo la superficie de la vía, un nú-mero importante de puentes construidos a principios del siglo XX, en ladrillo macizo y mortero de cal, que representan un valioso testimonio del desarrollo urba-no de los municipios.

El municipio de Caldas se comunica con Medellín desde 1876, cuando se inauguró la carretera Medellín-Caldas con una distancia de 21 kilómetros,

30 Actual intercambio vial en la Avenida las Vegas y la Calle 50 sur.

Plano de 1944 del Instituto Geográfico Agustín Codazzi. I.G.A.C.

En Girardota se destacan el camino real a Don Matías, por la vereda San Andrés, y el camino real a San Pedro - San Jerónimo por la vereda La Mata. En Copacabana, el camino a San Pedro por Alto Medina - Quitasol. En Bello sobresalen el camino del Hato a Poleal y de La García al Altiplano de Ovejas. El camino de las Baldías que comparte trayectos entre Medellín y Bello, el camino a Occidente o Camino Nacional de Occidente, los tramos San Sebastián de Palmitas -Ebéjico y San Cristóbal-San Jerónimo, El Barcino (Belén Altavista) que es el camino de la Sal o Guaca (Heliconia), camino a Romeral por San Antonio de Prado, en Medellín y el camino de Manzanillo en Itagüí. En la Estrella, el camino Pueblo Viejo - Angelópolis que pasa la cuchilla de Romeral y el de La Valeria - Angelópolis en Caldas. Este último poblado posee fragmentos del denominado Camino Nacional.

presidiarios. Esta canalización permitió desecar terrenos para extender vías y, consecuentemente, incorporar al mercado urbano, tierras como la zona de Guayaquil. Facilitó, además, la construcción de las vías laterales al río de las que se decía en 1916: “Visítese en seguida el puente de Colombia, para ver las obras de canalización del río. Se están trazando a ambas orillas avenidas de 30 metros… plantadas de árboles, que tendrán una grande extensión y han sido bautizadas con el nombre de Paseo de los Libertadores” 31. Fue una obra larga y por tramos y, aunque en 1928 se planeó continuar la canalización sólo, hasta 1940, la Sociedad de Mejoras Públicas se encargó de esto. Hoy, desde el punto de vista ambiental, está totalmente rebatida la idea de canalizar los ríos y ya para las zonas de los municipios Girardota y Barbosa, en las cuales el río conserva sus curvaturas, se proyecta el Parque de los Meandros.

Otros caminosLos núcleos requerían conectarse en dirección occi-dente-oriente, ya que también era necesario cruzar las vertientes para la conexión de áreas urbanas con sus zonas rurales y, al mismo tiempo, para comunicarse con otros municipios ubicados en los altiplanos, por ello quedan algunos caminos que históricamente se mencionan, sin precisar desde cuando surgen en los costados oriental y occidental para conectarse con las zonas que proveían productos agrícolas. Cuando se hace necesario surtir y controlar territorios, son los caminos del interior del Valle de Aburrá, en dirección norte-sur, los que satisfacen esta necesidad, que como se describe, pasaban de zonas inundadas a buscar la media ladera.

La vertiente occidental del Valle de AburráEn Barbosa se conservan: el camino Buga-Matasano o camino del petroglifo de Barbosa que une a Barbosa con el llamado Valle de Los Osos (Don Matías, Santa Rosa de Osos). La carretera Hatillo-Matasano, que co-menzó a construirse de 1927 a 1929 como parte de la Troncal Norte. También se preservan caminos de herradura que posteriormente serán carreteables hacia Carolina del Príncipe, Gómez Plata y caminos vereda-les hacia Tierra Fría y El Tigre desde El Hatillo.

31 Dotando así a Medellín de dos paseos de casi media legua de 20 m de ancho cada una […] Las vías y el crecimiento urbano. En: González Escobar, Luís Fernando. «Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos. 1775-1932». Medellín: Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. pp.76-84.

Camino a sector de la vereda Buga, Barbosa, 2009.

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80 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 81 De los Caminos y Puentes

Actualmente para cruzar el río Aburrá se dis-pone de una red de puentes con una concentración mayor en los municipios centrales debido a que allí, la red vial es más compleja. La distribución de dichos puentes es la siguiente:

Barbosa:• cerca a la estación antigua del ferrocarril y en la Vereda Hatillo.

Girardota:• entrada al casco municipal.

Copacabana:• entrada al casco municipal.

Bello:• Fontidueño (Cr 32) y Acevedo (Cr 20E -conexión autopista Medellín-Bogotá con el sistema del río).

Medellín:• El Mico (Cll. 77), Barraquilla (Cll. 67), Colombia (Cll. 50), San Juan (Cll. 44), Exposi-ciones (Cll. 33), Guayaquil (Patrimonio, sólo peatonal), Avenida Guayabal (Cr. 52), Industriales (Cll. 30), Calle 10, Aguacatala (Cll. 12S).

Envigado:• Calle 63.

Itagüí:• Calle 50 y Calle 31.

Sabaneta:• Calle 67S y Calle 77S.

La Estrella:• Puente variante Caldas

Caldas:• La Tablaza y entrada al casco municipal.

La vertiente oriental del Valle de Aburrá se conecta con el altiplano de oriente. La mayoría de los caminos perdieron su trazo con la rectificación que se hace para volverlos carreteables. Existían: el cami-no a Concepción en Barbosa; el camino de lajas de piedra a San Vicente en Girardota; de Copacabana a Guarne, camino de Cabuyal; los caminos de La Cuesta, Bocaná, Caunce, Poblado-La Morena y el camino del Sur (Santa Elena-Retiro) en Medellín; en Envigado el camino que conduce al Retiro “Ayurá”; en Sabaneta camino a la Romera; y en Caldas, antiguo camino de la Miel -Retiro.

Vías urbanas: el trazado de vías y la movilidad ha sido cada vez más complejo, tanto a nivel del valle como para cada municipio. A pesar de la presión por ampliar vías para los vehículos en los parques y al-rededores de las calles aledañas de los municipios de Girardota, La Estrella, Itagüí, Copacabana, Envigado y Barbosa, se ha conservado el trazado original y se han peatonalizado algunas de ellas. En el municipio de Bello en los años 50´s se generó, desde el parque, una vía diagonal directa al monumento al presiden-te Marco Fidel Suárez. Medellín es el municipio que mayores modificaciones ha sufrido en la zona centro con ensanches en la calle Junín, cobertura de la que-brada Santa Elena y otras del centro y la apertura de la Avenida Oriental. Tanto las obras ejecutadas en el centro como en otros sectores han implicado la des-trucción, modificación y renovación de los edificios de la ciudad y su cambio permanente de imagen.

Vista aérea del centro de Medellín.

En los municipios situados en los extremos del Valle de Aburrá se evidencia poco a poco la necesidad de un mayor número de conectores viales transversa-les, pues en su mayoría, cuentan solo con uno y sus territorios crecen a lado y lado del río. Actualmente se construyen los puentes de la 4 sur en el municipio de Medellín y se inicia, en el municipio de Itagüí, el cambio del puente a nivel de la Calle 31 por un inter-cambio a desnivel.

Hoy, en el Valle de Aburrá, existe un sistema de Metro con teleféricos y algunas rutas integradas. También existen proyectos como el nuevo sistema Metroplus de buses articulados y la reactivación del Ferrocarril y de una red vial jerarquizada a razón de su carácter municipal, regional o nacional. Las áreas

urbanas de los municipios tienen su estructura vial in-terconectada a las redes longitudinales proyectadas al lado de río, como hace más de cien años con la llama-da Avenida de Los Libertadores, ya que a diferencia de muchas ciudades del mundo, la urbanización inicial en el Valle de Aburrá no se proyectó a orillas del río sino (a decir de muchos) a sus espaldas. Esta con-dición de reserva de estos terrenos es la que permite hoy la movilidad y el paso de travesía de comunica-ción interregional norte-sur y fue, además, ratificada en el Plan Piloto de Paúl Wiener y José Luis Sert para Medellín en la década de los 50´s. Otro hecho, es que no se generaron otras vías importantes y continuas longitudinalmente y, adicional a esto, la articulación trasversal ha sido históricamente muy limitada.

Av. Regional desde la Estación Envigado del Metro, 2011.

Plataforma de La Estación Industriales del Metro, 2011.

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82 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá

Como resultado se construyeron magníficos edificios, algunos de los cuales sobreviven como estaciones y otros se han convertido en museos. Las estaciones fueron edificios construidos bajo diversas tipologías, muchos totalmente eclécticos y de soluciones técnicas novedosas debido al uso de materiales diferentes para la época como el hierro y el vidrio.

En los países mencionados, el ferrocarril mantiene su vigencia a pesar de los cambios experi-mentados y complementa otros medios de transporte como la aviación y el transporte terrestre, mientras que en Colombia el sistema fue desechado y con ello las estaciones fueron abandonadas.

En Colombia, la arquitectura de las estaciones fue más modesta pero no menos importante pues se adaptó a las condiciones económicas y climáticas, al suministro de materiales y a la función dentro del sistema, lo cual generó grandes contrastes entre las edificaciones construidas para este fin. En el Valle de Aburrá, por ejemplo, la estación Medellín, en Guayaquil, no puede compararse con el resto de modestas estaciones de pasajeros de los otros municipios.

Las estaciones superan el hecho arquitectónico porque se configuran como un testimonio histórico de la transformación del paisaje, del territorio y de la sociedad, y esto se percibió desde 1989, cuando en la publicación Patrimonio Cultural del Valle de Aburrá, se consideraron varias de ellas por su valor escénico

Los diferentes sistemas de transporte dejan en el pai-saje urbano su impronta tanto en las rutas (caminos, carreteros, carreteras o ferrocarriles) como en los edi-ficios asociados a estos. Las estaciones del ferrocarril, los aeropuertos y las terminales de transporte son lu-gares representativos y edificios especializados en es-tas funciones que, en unos casos, evocan transportes que han sido fundamentales en el desarrollo de una región y de un país, como en el caso del ferrocarril a nivel nacional e internacional.

El ferrocarril tuvo origen a principios del siglo XIX, cuando se originó en Inglaterra (1825), y luego se extendió a Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania. En América se inició en Cuba, –incluida la construcción de una terminal– y a partir de 1850, en muchos otros países, con participación de em-presas europeas.

Este invento no solo revolucionó la forma de movilización hasta el día de hoy sino que ge-neró un nuevo reto para la arquitectura: “[…] la terminal planteó un problema de difícil re-solución… integrar en una única resultante arquitectónica satisfactoria las necesidades prácticas con las simbólicas”1. Razón por la cual se requirió de la participación del ingeniero y del arquitecto, y se originó incluso un nuevo desarrollo conceptual, manuales y tratados para su construcción.

1 Tartani, Jorge Daniel. «Las Estaciones de ferrocarril en Europa y América. Aproximaciones para su estudio» Escala 184 (1999): 63.

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84 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 85 De las Estaciones del Ferrocarril

Precisamente al buscar un puerto sobre el río Magdalena fue que se proyectó primero un camino carretero (entre 1871 y 1873, bajo el gobierno de Pedro Justo Berrío) y posteriormente un ferrocarril. La legislatura del Estado de Antioquia, durante el gobierno de Recaredo Villa, se determinó la construcción de un camino “de rieles y vía angosta o carretero”, desde Medellín hasta el Magdalena por Barbosa, mediante la Ley 229 del 26 de agosto de 1873, proyecto que se sacó a licitación el 12 de septiembre de 1873 y, cuyo contrato con el ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros para la construcción de la obra, se firmó el 14 de febrero del año siguiente.

urbano, paisajístico e histórico. Posteriormente fueron valoradas todas las estaciones del conjunto de la red ferroviaria nacional al ser declaradas oficialmente Monumento Nacional mediante el Decreto 0746 del 24 de abril de 1996.

Las estaciones del Norte: Ferrocarril de AntioquiaDurante siglos, una de las mayores preocupaciones de la clase dirigente fue el aislamiento geográfico en el que se encontraba Antioquia, inquietud que se amplió desde finales del siglo XVIII, cuando el Valle del Aburrá se transformaba paulatinamente en el principal centro económico de la región.

Por más de un siglo, el camino de Nare (partiendo del sitio Palagua-río Nare, pasando por Marinilla y Rionegro, hasta llegar a Medellín), fue el único vínculo con el resto de Colombia y el exterior2. Fueron varios los proyectos intentados o al menos proyectados, para buscar una salida a los puertos del Caribe, por el río Atrato, el río Cauca o, fundamentalmente, por el río Magdalena, el cual terminó por imponerse como la salida más adecuada hacia los mercados de Europa y Estados Unidos después de la consolidación de la navegación a vapor.

Trazado del ferrocarril en Antioquia. Fragmento de plano tomado del libro Programa reciclaje de las estaciones del ferrocarril, Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura.Organización de Estados Americanos, s.f., p.14.

2 Entre 1770 y 1880, según Poveda Ramos, fue el único vínculo con el resto de Colombia y de paso le permitió a Rionegro, desde 1800, superar a Santa Fe de Antioquia como el principal centro comercial. En: Poveda Ramos, Gabriel. «Antioquia y el Ferrocarril de Antioquia». Medellín: Gráficas Vallejo, 1 de septiembre de 1974, p. 34.

Francisco Javier Cisneros, diseñador y constructor del Ferrocarril de Antioquia. Escultura de Marco Tobón Mejía (1923), trasladada de la Plaza

de Cisneros en 1986 debido a la ampliación de la calle San Juan a la Estación Medellín, y restaurada por la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

técnicas, incidieron en el ostensible retraso de la ejecución de las obras, especialmente en la línea del Nus que se demoró 35 años, contrario a lo sucedido con la línea de Porce cuya extensión duró sólo cuatro años. Esta línea también se vio afectada por las limitaciones económicas y la premura por la llegada de los rieles a Medellín afectó fundamentalmente las características de las obras arquitectónicas de las estaciones construidas en el Valle de Aburrá. Si bien, el tendido de los rieles fue rápido, la construcción de las estaciones y de los edificios complementarios no tuvo el mismo ritmo e interés, y la mayoría de estas fueron terminadas luego de la llegada de los rieles. La inauguración simbólica de la estación determinaba el sitio donde se construiría el edificio.

Estas circunstancias condujeron a que las estaciones tuvieran, de acuerdo con su localización e importancia en el recorrido (poblaciones aledañas, área de influencia económica, conexiones con otras regiones, etc) determinadas peculiaridades constructivas. Las estaciones en el Valle de Aburrá no tuvieron igual importancia y, por eso, las mismas características y valía arquitectónica; mientras estaciones como Barbosa, Santiago, Popalito, Botero o Porce, fueron diseñadas como volúmenes simples, elaborados en tapia y caracterizados por un trabajo en carpintería de madera valioso; otras estaciones son de más elaboradas y con propuestas arquitectónicas sobresalientes como El Limón con sus formas eclécticas, El Hatillo, con el trabajo en mampostería de ladrillo y las estaciones Villa y Medellín, cuya jerarquía y preponderancia se expresó en su arquitectura.

La gran mayoría de estaciones se construyeron después de haberse entregado y recibido oficialmente la línea del ferrocarril. Otras pocas, se construyeron paralelas a la extensión del enrielado. Un ejemplo claro es la estación Copacabana, cerca a la cabecera del municipio del mismo nombre, en cuyo sitio se levantó

Con el llamado Ferrocarril de Antioquia, se desarrolló el transporte moderno en Antioquia, pero su construcción y llegada a Medellín tardó casi cuarenta años. La construcción se inició en 1875, en el puerto de “Remolino Grande”, posteriormente llamado Puerto Berrío, con un trazado que inicialmente se proyectaba hasta el sitio de Aguas Claras, en el distrito de Barbosa. Sólo en 1879 se modificó el trazado inicial para que llegara hasta Medellín. Así, se construyó primero la línea del Nus, entre Puerto Berrío y la Estación Cisneros, la cual se inauguró en febrero de 1910.

La denominada línea del río Porce, segunda división del Ferrocarril de Antioquia en el Valle de Aburrá, partió del sitio de Piedragorda (donde se construyó la estación Botero) a Barbosa, el 26 de octubre de 1910 y llegó el 5 de enero de 1912, fecha en la cual se hizo entrega oficial3, aunque desde octubre de 1911 se prestaba servicio entre Botero y Barbosa4. Las obras de extensión de los rieles siguieron de Barbosa “para arriba”, es decir, hacia Medellín, desde septiembre de 19105. En mayo de 1912 se extendió el tráfico hasta El Hatillo y el 1 de noviembre del mismo año hasta Girardota. El 19 de agosto de 1913 fueron entregadas las obras hasta Copacabana; el 10 de enero de 1914 en Acevedo y el 9 de marzo de 1914 el último tramo entre Acevedo y Guayaquil de Medellín, que se llamó estación Medellín.

Las líneas Nus y Porce se completaron cuando se extendieron los tramos de Cisneros hasta El Limón, en el primer caso, y de Botero a Santiago en el segundo. Este último tramo se terminó en 19186. El Ferrocarril de Antioquia se finalizó al superarse el último escollo con la construcción del túnel de La Quiebra terminado en 1929.

Las vicisitudes del proceso constructivo, ya por las guerras civiles y las inestabilidades políticas y económicas, por los cambios de contratistas y suspensiones y por las dificultades o limitaciones

3 En esta fecha se hizo entrega del tramo entre las abscisas 6.000 y 20.000, donde quedaría la estación Barbosa. En esta línea del Porce en febrero de 1911 trabajaron 600 obreros y para febrero del mismo año tenían prácticamente lista la banca, faltando para esa fecha “enrielar”. Periódico Ferrocarril de Antioquia, Medellín, Nro. 254/255, 1 de abril de 1911.4 Informe de Juan de la C. Posada, enero 12 de 1912, en Periódico Ferrocarril de Antioquia, Medellín, Nro. 289, 14 de febrero de 1912.5 Obviamente se trata de las obras, como construcción de la banca, más no del “enrielado”, por eso la fecha es muy anterior a la inauguración al tramo hasta Barbosa. Periódico Ferrocarril de Antioquia, Medellín, Nro. 246, 26 de noviembre de 1910, p. 1935.6 Las estaciones de la línea Porce fueron: Santiago, Porcecito, Botero, Pradera, Popalito, Yarumito, Barbosa, Isaza, Hatillo, Girardota, Ancón, Copacabana, Machado, Bello, Acevedo, El Bosque, Villa y Medellín.

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“[…] un sólido edificio para la estación de pasajeros, y otro provisional para la carga” en el año de 19137.

La colocación de rieles era primordial, especial-mente a partir de 1912, cuando la situación económica hizo mella en las obras del ferrocarril. Entre octubre de 1910 y diciembre de 1911, los recursos entregados por el Departamento garantizaron el avance inicial: se había realizado el estudio completo entre la estación Botero y Medellín (58 Km), el trazado y localización de la línea en toda su extensión, la elaboración de planos y presu-puestos, el suministro de materiales pedidos al exterior,

gastos anticipados, provisión de herramientas, útiles y edificios necesarios para la construcción rápida del ferrocarril hasta Medellín, lo que permitió el inicio con bríos y la dispersión de personal a lo largo de la línea férrea8. En febrero de 1912, la Superintendencia indi-có que se encontraba sin fondos para seguir adelante, lo que implicó la suspensión temporal de gran parte de las obras, a tal punto de expresar el mismo superin-tendente: “cuando se visitan los trabajos suspendidos y se palpa la realidad que se malogró, se siente pesar por lo sucedido”9.

Plano de la Estación Popalito Barbosa: Programa Reciclaje de las Estaciones del Ferrocarril, Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura. Colcultura, Organización de Estados Americanos, s.f., p.50.

7 Periódico Ferrocarril de Antioquia, Medellín, Núm. 357, 25 de septiembre de 1913, p. 2825.8 Ibíd., Núm. 306, 30 de mayo de 1912, p. 2414.

9 Ibíd.

En mayo de 1912 la junta directiva del ferroca-rril planteó la conveniencia de contratar un empréstito suficiente para terminar y poner en servicio el trayecto Barbosa-Girardota. Se autorizó solicitar un préstamo de 50 mil pesos oro con Adolfo Held, fueron apro-bados los créditos con la casa de Víctor Sperling de Leipzig (Alemania) para el despacho de materiales, y el Gobierno Departamental prometió 40 mil pesos oro, contemplados en la liquidación definitiva del presu-puesto, que debían desembolsarse en julio, agosto y septiembre de ese año para no causar traumatismos en las obras. Obviamente esos ingresos no eran inmedia-tos, por lo que mientras tanto se recibían propuestas de créditos (por parte de las casas de Amberes, G. Amsink & Cia. de Nueva York, Botero & Cia y el Banco Sucre de Medellín), se hacían tapiales, se acarreaban piedras y rocas, se “macadamizaba”10 el carretero a Barbosa, se construía el puente sobre el río Medellín, se hacían ex-cavaciones y cepas, se construían los muros de concre-to para el tanque, se firmaba el contrato para el techado de la bodega y se aprobaban los planos para la estación Barbosa. Así, en medio de la estrechez económica, se iniciaron las edificaciones de la estación Barbosa.

Para 1913 las condiciones económicas del ferrocarril y el imperativo de llevar las líneas hasta

Medellín, hicieron que un grupo de miembros de la Asamblea de Antioquia señalara que no era ne-cesario construir estaciones de pasajeros definiti-vas, tanto para Barbosa como para Copacabana, Girardota, Botero, incluso Medellín11. En abril de ese año la comisión de la Asamblea fue enfática: “[…] el extremo de la línea es el punto a donde de-ben converger todas las energías, todos los esfuer-zos y los elementos disponibles todos. Lo demás, con pocas excepciones, es secundario; y aún puede dudarse de si la construcción de estaciones y demás edificios costosos y completos, no se habrán podido dejar para más tarde”. La necesidad y la urgencia de que la línea férrea llegara a Medellín, hacía ver como gasto superfluo lo que no fuera en pos de ese propósito, al igual que obras para el mantenimiento y otras complementarias, y en síntesis todo lo que “[…] distraiga atención, elementos y esfuerzos de avance de los rieles”12.

De modo que en este lapso de penurias eco-nómicas y de la necesidad inminente de las obras, las edificaciones en proceso tuvieron un carácter de provisionalidad, pero pasaron a ser definitivas por las realidades imperantes, entre las que estuvo la estación de Barbosa.

10 Técnica de sustitución de suelos para generar una carpeta de rodadura, con material granulado, piedra, cascajo entre otras, en capas sucesivas compactadas que permiten la filtración del agua. Método que se le adjudica al ingeniero escoses Mac Adams.11 Ibíd., núms. 345/346, 26 de mayo de 1913, p. 2741.12 Ibíd., núms. 349/350, 30 de junio de 1913, p. 2471.

Fotografía: B. de la Calle M. Fotógrafo del F. C. de Antioquia. Colombia S.A. Facilitada por R.L.J.

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mismo Teche, quien fue el encargado de elaborar los planos de las obras menores. Al momento de la entre-ga y aprobación de los planos de Barbosa y Girardota, en julio de 1912 y con las obras ya en construcción, no había ingeniero arquitecto y solo estaba Teche en la sección de dibujo, por lo que probablemente le fue encargada la elaboración de unos planos para una obra

Hay un antes y un después de este tiempo de crisis, pues no parece haber ocurrido lo mismo con las estaciones de fecha anterior, ni tampoco con las construidas después de 1913. Cuando el tren llegó a Medellín, los empréstitos llegaron, al igual que los ingresos por la operación, lo cual posibilitó el desarro-llo de proyectos de mejor calidad. Es este el caso de estaciones como El Limón o el Hatillo; esta última no estaba construida para mayo de 1913 y se solicitaba un edificio con carácter permanente para la oficina de teléfono y el expendio de tiquetes, el cual fue termi-nadoen mampostería de ladrillo con muy buenas cali-dades estéticas, a pesar de su reducido tamaño y ser menos importante que la de Barbosa.

Las condiciones económicas también afectaron el diseño, debido a que la planta de personal a cargo de las obras en la división Porce se redujo, para el año de 1912 estaban: el Superintendente de la sección Ernesto Cadavid, el Ingeniero de Sección Pablo E. Pérez, el ayu-dante Eleazar Arango y el dibujante Théophile Teche. Hasta principios de 1911 estaba como Ingeniero Arquitecto Enrique Olarte y como dibujantes Teche, Arturo Longas y Raúl Quevedo13; pero el puesto de in-geniero arquitecto fue suprimido, lo que hizo probable que los dibujantes asumieran la elaboración de los pla-nos de alguna de las estaciones, como en el caso del

Estación Medellín. Dibujo de la fachada principal del interior del edificio. Proyecto de restauración. Fundación Ferrocarril de Antioquia.

13 Ibíd., Nro. 254-255, 1 de abril de 1911.

Estación Medellín. Planta primer nivel, levantamiento.

Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Otro tanto ocurrió con la Estación Medellín, obra de Enrique Olarte, quien asumió de nuevo el car-go de ingeniero arquitecto el 28 de enero de 1915, después de restablecido el cargo el 26 del mismo mes. Otra obra importante generada por el Ferrocarril es el Hotel Magdalena en Puerto Berrío, construido en ce-mento y culminado en 1919.

Las estaciones del Sur: Ferrocarril de AmagáEl Ferrocarril de Amagá fue una empresa de inversio-nistas privados, planteada desde finales del siglo XIX, pero que solo se concretó entre 1907, cuando se cons-tituyó la sociedad anónima responsable del proyecto encabezada por Alejandro Ángel. Su construcción co-menzó el 2 de julio de 1909, en 1911 se inauguró el primer tramo entre Medellín y Caldas y solo hasta 1917 llegó a Angelópolis y en 1924 a la estación Camilo C. La ruta, que salía del sector de Guayaquil, al lado de la estación Terminal del Ferrocarril de Antioquia, tenía los siguientes puntos de referencia: estación Poblado y paradero de Aguacatala; estaciones Uribe Ángel en Envigado, Sabaneta, Itagüí y Ancón, esta última al servicio de La Estrella; paradero La Tablaza, estación Caldas y paradero La Primavera; estaciones Amagá, Angelópolis, Piedecuesta y Camilo C. Restrepo, última estación del tramo inicialmente construido.

De esta manera, los inversionistas conecta-ron la producción carbonífera del Valle del Sinifaná y la producción agrícola (fundamentalmente cafetera y ganadera) del Suroeste antioqueño con los merca-dos internacionales, pues la ubicación contigua de las estaciones terminales de los ferrocarriles de Amagá y Antioquia en el sector de Guayaquil permitió esa trans-ferencia de productos y mercaderías entre el mercado regional y el exterior. De igual modo, la construcción del ferrocarril en el sur del Valle de Aburrá determinó un paulatino proceso de transformación en zona de re-creo y segunda residencia para las elites de Medellín, desde los mismos años 10, como bien lo testimonió Rufino Gutiérrez en 1917:

nada suntuosa pero que cumpliera con los requerimien-tos básicos para el funcionamiento de la estación y se acomodara a las condiciones económicas; de ahí que se recurriera a materiales tradicionales como la tapia y la teja de barro.

El ingeniero arquitecto, mientras estuvo a car-go de los diseños, generó mejores propuestas, con más desarrollo y mayor elaboración. Por ejemplo, la esta-ción Recaredo Villa o Estación Villa, que fue diseñada por Dionisio Lalinde, quien al momento de suprimirse nuevamente el cargo de ingeniero arquitecto en junio de 191414, solicitó a la Junta Directiva, que le dejase continuar “[…] sin remuneración alguna, en la direc-ción técnica por ser aquella obra concepción suya y tener especial interés en que ella se termine conforme a los más pequeños detalles y especificaciones de los planos”15.

14 El cargo de Ingeniero Arquitecto del Ferrocarril se adscribió al de Ingeniero Departamental el 3 de abril de 1914, sin embargo Dionisio Lalinde siguió como tal hasta el 10 de junio, cuando éste suprimió. De este arquitecto se ha encontrado un plano de 1914 de la Escuela Joaquín Aristizabal de Caldas firmado por él y otros funcionarios como el gobernador de la época que se publica en el capítulo de instituciones educativas de este mismo texto.15 Los planos desarrollados por Lalinde fueron aprobados por la Junta el 17 de abril de 1914. El cargo se suprimió el 10 de junio y el 14 del mismo mes hizo la solicitud para continuar ad honorem, lo que fue aprobado, y felicitado por su “patriótica” decisión. Periódico Ferrocarril de Antioquia, Medellín, Nro. 399, Medellín, 3 de agosto de 1914.

Plano de la estación Barbosa. Programa reciclaje de las estaciones del ferrocarril. Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura. Contrato con la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Levantamiento realizado en 1993 que se encuentra en los archivos de la dirección de monumentos del Ministerio de Cultura.

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Ferrocarril a su zona, de lado y lado, de naranjas, mandarinas, mangos, pomarrosos y otros árboles frutales y de rosales de muchas variedades, llenos de flores. Pasado el río de Medellín, que más abajo se lla-ma Porce, se llega en el kilómetro 14 a la estación de Itagüí, cuyo poblado está a unos 2 kilómetros de distancia hacia el Norte. Caldas, en el kilómetro 24, es una estación de mucho movimiento, la de mayor después de la de Medellín, con edificio grande, paro cuyas bodegas no alcanzan a alojar los centenares de cargas de café que diariamente llegan de los cam-pos vecinos y de las poblaciones del suroeste del Departamento. Para las recuas que traen esta carga hay un amplio patio. Está edificada donde principian las calles de la población17.

Talleres del Ferrocarril: de la escuela técnica a la nueva Escuela de Artes y Oficios

Toda la empresa del ferrocarril implicó nuevos retos y conocimientos técnicos tanto para la construcción del sistema como para el mantenimiento de los equipos y aunque inicialmente se contó con la asesoría extran-jera, poco a poco se generó la necesidad de capacitar personal propio, así:

[…] los primeros talleres del ferrocarril fueron ubi-cados y construidos en inmediaciones de Cisneros y Botero …desde 1921 la empresa comenzó a es-tudiar la reubicación de los talleres… se ubicaron en Bello porque los estudios técnicos adelantados por la empresa demostraron la facilidad de aguas para la generación de energía eléctrica; la dispo-nibilidad de mano de obra abundante, atraída por la industria textil, los terrenos disponibles en el tamaño requerido y en la ubicación de la vía y la cercanía a Medellín. Entre los años 1922-1925, el proceso de los talleres fue lento, debido a que las obras se adelantaron con los propios ingre-sos de la empresa, que se destinaban al pago de la deuda por la compra del ferrocarril de Amagá (Septiembre de 1922) y la construcción del túnel de la Quiebra”18.

Hay cuatro trenes diarios de pasajeros, uno de carga, que tiene vagón para pasajeros de segunda, y uno más; que llaman da recreo, los domingos, pero sin rebaja de precios para pasajeros, pues este día muchas familias de Medellín salen a las bellísimas y lujosas quintas que en gran número tienen desde dicha ciudad hasta este lugar16.

Desde entonces La Estrella se convirtió en el “centro de veraneo” y la “arcadia” por excelencia, como se vendió y reconoció por muchos años, debido a la varia-da y a veces majestuosa arquitectura recreativa.

Por las características de la empresa, el pro-yecto de Amagá fue más modesto que el Ferrocarril de Antioquia pues contaba con una vía angosta, sin hospitales ni campamentos para los peones encarga-dos de la conservación, ni casas para habitación de los empleados, de ahí que las mismas estaciones no fueran muy sobresalientes en términos arquitectó-nicos, a excepción de la gran portada en la estación de Medellín, la cual fue diseñada por el arquitecto Enrique Olarte. Las estaciones, en términos generales, siguieron los parámetros de la arquitectura tradicional, con muros de tapia, cubierta de teja de barro y los corredores perimetrales que servían de plataforma de las estaciones.

El ya referido Rufino Gutiérrez, hizo una des-cripción del recorrido y las estaciones entre Medellín y Caldas, en 1917:

La estación en Medellín está a una cuadra de dis-tancia de la de Antioquia y hace contraste con lo elegante e imponente de ésta, pues es un modesto edificio de un piso, con dos cobertizos, también muy modestos, para depósito y reparación de lo-comotoras y carros. La línea sale en dirección sur por entre el camellón de Guayaquil y el que cono-cíamos con el nombre del Medio, y al llegar al río sigue por la ribera de la derecha de este. En el kilómetro 9 está la estación de Envigado, a unas cuatro cuadras de la población de este nom-bre. El edificio es mejor que los anteriores. Los campos muy cultivados y bellos. Aquí empieza a verse, y continúa por largo espacio y a trechos, la cerca o adorno que ha puesto la Empresa del

16 Gutiérrez, Rufino. «Monografías». Tomo I, Bogotá, Imprenta Nacional, 1920, p. XX.17 Ibíd., p. XX. 18 Restrepo Gómez, Edgar. «Mulas de acero, un caso de mentalidad y tecnología en los talleres de Bello». En: Revista Huellas de ciudad. Año IX, Nro. 11 Abril 2009. Revista del Centro de historia. Municipio de Bello. p. 75.

Talleres del ferrocarril. Exposición “Un tren de río a río”, 1998. Fotografías en archivos de la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

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Los directivos de la empresa informaron en 1924 a la Asamblea Departamental sobre la capaci-dad de los talleres, los costos de las obras, los pagos por estudios en Estados Unidos y además explica-ron que de los quince edificios proyectados sólo se construirían once de los que había terminados ocho. La magnitud de las edificaciones demostraba que estas proyectaban en consideración a la incorpora-ción de futuras líneas y la creciente movilización de carga. Inaugurados el 20 de noviembre de 1926, con ocasión de las fiestas centenarias de Medellín y ben-decidos por el arzobispo Manuel José Caicedo. Los talleres llegaron a convertirse en lugares de aprendi-zaje para los estudiantes de la Escuela de Minas, lo cual llevó a una retroalimentación entre ambas ins-tituciones pues los estudiantes eran becados por el Ferrocarril, algunos docentes de la escuela ejercían en la empresa como directivos y tuvieron la posibili-dad de ofrecer sus conocimientos a sus trabajadores del ferrocarril, creándose así, una nueva escuela entre una masa de hombres que trabajaban arduamente en labores de metalmecánica, metalúrgica, producción y reparación en general. Esta escuela técnica del ferro-carril se fue implementando entre los trabajadores y los aspirantes a ingresar a los talleres19.

Algunos testimonios de extrabajadores docu-mentan los numerosos aspirantes, los exámenes de matemáticas y conocimientos generales que les hacían para ingresar, la exigencia de los instructores, los co-nocimientos que les impartían y las oportunidades de concursar para lograr ascensos, ya que se preparaba al personal desde abajo, incluso algunos ingresaban me-nores de edad, se prepararon y llegaron a altos cargos. Esta escuela existió hasta 1963 cuando el Ferrocarril de Antioquia que pertenecía al Departamento fue ven-dido y entregado a la nación20.

Respecto al diseño de las edificaciones se des-taca en sus formas el proyecto ingenieril y funcional que representó:

La compañía H M. Rodríguez e hijos S.A., con el concurso de Neftalí Sierra de la Escuela de Minas y documentado en la ciudad de Filadelfia, diseñó y comenzó la construcción en 1921… Una especia-lidad de 11.500 metros cuadrados construidos, donde irrumpen los nuevos materiales construc-tivos como imagen definitiva de lo moderno (el cemento portland, el acero, el vidrio la lámina galvanizada, y el ladrillo) …es un conjunto dise-ñado como un sistema que enlaza perfectamente el centro con las demás escalas jerárquicas, los volúmenes crean espacialidades muy definidas, con fachadas articuladas que generan lenguajes homogéneos, la forma se corresponde plenamente con su función21.

Después de la parálisis del ferrocarril, los talle-res22 permanecieron sin uso por muchos años, incluso después del reconocimiento que hicieron las autorida-des del municipio de Bello al incluirlas en 1989 en el Decreto extraordinario 046 de julio 14: “Por medio del cual se declaran como patrimonio histórico y cultural algunos bienes inmuebles” y en el Acuerdo 006 de fe-brero de 1991, “Por medio del cual se dictan normas sobre la defensa y conservación del patrimonio históri-co o de valor artístico y cultural para el Municipio y se dictan otras disposiciones”.

19 Ibíd. «Mulas de acero, un caso de mentalidad y tecnología en los talleres de Bello». p. 75.20 Ibíd. p. 75.21 Restrepo Marín, Francisco. «Arquitectura vernácula versus modernidad líquida». En: Revista Huellas de ciudad del Centro de historia. Año IX. Núm. 11, Abril 2009. Bello. p.68.23 Los ferrocarriles fueron empresas integradas que contaron con todos los medios necesarios para su funcionamiento y desarrollo [...] tuvieron escuelas de primaria y colegios para los hijos de los trabajadores y aulas para la instrucción especializada en acti-vidades propias del transporte sobre rieles [...] fueron los verdaderos antecesores del SENA. [...] Existieron también talleres en Dagua, Chipichape, Cundinamarca (estación de la Sabana), Cartagena, Barranquila, Santa Marta, Girardot, Flandes, Facatativá, La Gómez, Cisneros. En: «Colombia esta es tu herencia». Semana, nº 1208 (junio 27 - julio4 2005): 145.

Talleres del Ferrocarril, Bello. Interior del edificio parque material rodante, 2009.

Mientras se realizaban estas gestiones fue creada, en abril de 2008, la Corporación Parque de Artes y Oficios de Antioquia “COPARTE”, con autono-mía administrativa independiente a la del municipio de Bello para que se encargara de su manejo. Entre las entidades fundadoras se encuentran el Ministerio de Transporte, la Gobernación de Antioquia, el munici-pio de Bello, el Instituto Tecnológico Pascual Bravo, la Universidad de Antioquia y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. La Corporación fijó su sede allí e inició una serie de actividades para dinamizar el proceso, entre las que se encuentra la planeación de la futura es-cuela25, mientras es realizado un Plan Maestro en el predio y se logran obtener los recursos para la rehabi-litación de varios edificios.

El 13 de abril de 2009 el Ministerio de Transporte como propietario del lote de Ferrovías, lo transfiere a título gratuito al municipio de Bello. El otro lote fue en-tregado por la concesión FENOCO al Instituto Nacional de Concesiones (INCO) y este, a su vez, lo confiere al Instituto Nacional de Vías (INVÍAS), ambas empresas estatales asociadas al Ministerio de Transporte. El lote no ha sido entregado para el proyecto pero se realizan actualmente gestiones en busca de este objetivo.

Desde el año 2009, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá realiza el Plan Maestro para la intervención

En 1988 se liquidó la empresa Ferrocarriles Nacionales y se crearon tres empresas, una de ellas fue Ferrovías, cuya Dirección Regional Occidente comenzó a funcionar en uno de los edificios de los talleres. La situación jurídica del predio se organizó con un trámite que delimitaba claramente dos predios23, uno que pertenecería a Ferrovías (el lote llamado Talleres Bello 73.435 m²) en el cual aún se encuentran los edificios de mayor interés, y otro de propiedad de la Concesión Fenoco, (concesionario del sistema en la red Atlántico-Troncal Occidente desde 1999) que comprendía la franja de la vía férrea y el edificio lineal de bodegas y pasajeros que se encuentra adjunto. (Lote llamado Estación y patios con un área de 32.617 m²)24 .

Desde el año 2004 se iniciaron, en el munici-pio de Bello, gestiones ante el Ministerio de Transporte para definir el futuro del predio y los edificios. Realizadas diversas mesas de trabajo, con la partici-pación de varias instancias, se planteó que se debería priorizar allí un proyecto de carácter educativo; una es-cuela de artes y oficios, y el Ministerio se comprometió a entregar el predio de Ferrovías para este proyecto. Ferrovías se hallaba en proceso de liquidacióny por lo tanto no podía hacer donaciones, lo cual se solucionó a través del canje de un lote ubicado en Barranquilla y propiedad del Ministerio de Transporte.

Talleres del Ferrocarril. Bello, 2009.

22 Trámite C2 Rl 753 de noviembre de 2005 y notificado el 11 de enero de 2006) Curaduría Segunda de Bello.24 Datos del ingeniero Juan Guillermo Lopera G., Director Regional Occidente. Ferrovías. 2009 Medellín.La empresa Ferrovías se liquidó finalmente en el año 2007.25 Documento: Proyecto Parque de Artes y Oficios de Antioquia “COPARTE”. 2010.

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integral del predio en coordinación con el municipio y COPARTE. Por solicitud de la administración actual del municipio de Bello se proyecta en el predio un área para una sede de gobierno municipal. Se planea además la ubicación de un museo del transporte y la rehabilitación de los edificios principales; uno para un teatro de gran aforo y el resto para la escuela de Artes y Oficios, todos in-tegrados a través de un espacio público. En el año 2010 el anteproyecto fue presentado al Ministerio de Transporte y fue aprobado, aún se continúa el proceso.

Los antiguos Talleres Bello tienen una ubicación estratégica en la zona donde se proyecta la Centralidad Norte en el Ordenamiento Metropolitano que incluye equipamientos como las estaciones Bello y Niquía del Metro y el Parque Metropolitano Tulio Ospina, razón por la cual volverán como en el pasado a ser una gran “escuela-taller” en medio de un gran espacio público.

El patrimonio que representan las estaciones del ferrocarril del Valle de Aburrá y su estado

Las estaciones simbolizan una etapa de progreso en la historia de cada poblado. Lastimosamente la ma-yoría de las estaciones no ha permanecido, han sido abandonadas y no se han aprovechado como infraes-tructuras pese a que en la década de los años 80`s, la antigua Subdirección de Patrimonio del Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, consideró el con-junto de la red ferroviaria nacional, entre ellas 410

estaciones, para el Programa de Reciclaje de las Estaciones del Ferrocarril, un programa que pretendió evitar su desaparición y lograr la refuncionalización o nuevo uso para ellas. En la publicación que acompaña este programa se dice que las estaciones de Antioquia: “Son excelentes ejemplos de arquitectura vernacular, sobrepuesta a la planta tipo; así aparecen la teja de barro, el corredor perimetral, la carpintería en madera y en general las características de la arquitectura desa-rrollada durante la colonización antioqueña”26.

En Medellín fueron demolidas las estaciones Villa, Acevedo y la Estación terminal del Ferrocarril de Amagá. Excepcionalmente se conserva la significativa y paradigmática Estación Medellín ubicada en Guayaquil.

26 Programa «Reciclaje de las Estaciones del Ferrocarril». Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, Organización de Estados Americanos, s.f., p. 8.

Estación Medellín. Monumento Nacional. Decreto 0746 24-IV-1996. Fotografía: Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Talleres del Ferrocarril. Edificios Parque material rodante, 2009.

y el proyecto de restauración. Hoy esta pequeña esta-ción se encuentra en el norte de la ciudad de Medellín, cerca al parque Explora y al Jardín Botánico.

Igual a como se mantienen algunas edifica-ciones en memoria del ferrocarril, también lo hacen ciertas marcas derivadas del nombre otorgado a las estaciones. Estas toponimias en el territorio que son mojones de memoria transferidas al futuro que hoy se siguen utilizando incluso en los nuevos sistemas de transporte; por ejemplo, el nombre de la Estación Acevedo del sistema Metro, se deriva de la antigua estación Acevedo del Ferrocarril de Antioquia, cons-truida en los terrenos de la finca La Libia30, y nom-brada en 1913 así, en homenaje al ingeniero Arturo Acevedo quien fuera gerente del Ferrocarril. Perdura en un sector de Bello, el nombre Machado que corres-pondía la antigua estación, a su vez fue denominada en homenaje al negro Juan Machado, maquinista que murió en 1897 en la curva de Marengo –entre Monos y Caracolí–, en un accidente que causó 17 muertos (el primer gran accidente del ferrocarril); su compor-tamiento evitó una tragedia mayor, de ahí que fuera

A finales del siglo XIX se construyó una gran bode-ga, y anexa a esta, en 1907 comenzó a ser cons-truido el Edificio de la Estación Medellín, por el ingeniero antioqueño Enrique Olarte, siguiendo los lineamientos de la corriente neoclásica francesa; la obra se terminó en 1914, fecha en la que se inauguró como estación Terminal del Ferrocarril de Antioquia. Posteriormente en 1937, se realizaron varias ampliaciones […] fueron bien realizadas y se conservó la armonía de la construcción inicial. Entre sus cuerpos sobresale la nave de San Juan por su riqueza arquitectónica y su decoración, a su vez se destaca los pisos realizados en mosaicos y cielos rasos de yesería, decorados con laminilla de oro y policromados27.

La estación Medellín estuvo abandonada por muchos años hasta que La Fundación Ferrocarril de Antioquia inició su restauración entre 1986 y 199228 y fijó allí su sede; así convirtió este edificio en memoria y símbolo de la ciudad, a la vez que desencadenó la recuperación histórica y la transformación del antiguo sector de Guayaquil.

Perdura también la estación El Bosque, dada al servicio en 1915:

[…] localizada al norte de Medellín, la cual te-nía taquilla de tiquetes, servicio de telefonía, un kiosco para baños y contaba con un andén de 120 metros de largo. En 1921 se construyó una línea de tranvía “Bosque Aranjuez” y la estación El Bosque adquirió importancia, pues allí desembar-caban los pasajeros provenientes de Puerto Berrío para dirigirse por el tranvía hacia los barrios del nororiente de la ciudad. En 1956 se suspendió el servicio en la estación… A partir de ese año el edificio se arrendó a particulares… y sus arren-dadores dejaron el edificio en total abandono. En 1986 el municipio de Medellín realizó un mante-nimiento general y de refuncionalización […] ade-cuándolo como un centro de recreación29.

En el año 2006 se contrató a la Fundación Ferro-carril de Antioquia para hacer los estudios preliminares

27 Fundación Ferrocarril de Antioquia. «Estación Medellín». En: Restaurando 20 años el patrimonio. Editorial D’Vinni S.A. pp. 20-31. 2007.28 La intervención mereció el Premio Nacional de Restauración “Carlos Arbeláez Camacho” en la XIII Bienal Colombia de Ar-quitectura en 1992, que organiza la Sociedad Colombiana de Arquitectos.29 Fundación Ferrocarril de Antioquia. Estación El Bosque. Restaurando 20 años el patrimonio. Editorial D’Vinni S.A. p. 140. 2007.30 Los terrenos de la finca La Libia fueron comprados por la empresa del Ferrocarril de Antioquia a Ricardo Merizalde y doña Libia Uribe de Merizalde. Ferrocarril de Antioquia, Medellín, No. 363, 2 de diciembre de 1913, p. 2877.

Estación el Bosque, 2011. Monumento Nacional. Decreto 0746 24-IV-1996Localizado cerca al Jardin Botánico (antiguo “Bosque de la Independencia”)

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96 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 97 De las Estaciones del Ferrocarril

considerado heroico en su momento y exaltado poste-riormente con el nombre de la estación31.

La situación de cada una de las edificaciones en el resto de los municipios está asociada directa-mente al proceso de la empresa del ferrocarril en el país. En 1954, para unificar las empresas de transpor-te férreo en Colombia, fueron creados los Ferrocarriles Nacionales de Colombia (FNC) empresa a la cual fue vendido el Ferrocarril de Antioquia en 1963. Los es-fuerzos en estos años por consolidar los ferrocarriles no fueron exitosos y se fue generando una crisis que culminó con su reestructuración en 1988 mediante la Ley 21. Se concedieron facultades extraordinarias al Presidente de la República, Virgilio Barco, para expedir las normas conducentes a la organización y recupera-ción del sistema Público de Transporte Ferroviario. El resultado fue la liquidación de los FNC y la creación de tres entidades:

La Sociedad Colombiana de Transporte Ferroviario -STF S.A.-, destinada a la operación de equipos y a prestar el servicio público de transporte, con criterios de eficiencia y rentabilidad.

La Empresa Colombiana de Vías Férreas –FERROVÍAS- Empresa Industrial y Comercial del Estado destinada a mantener, mejorar, rehabilitar, extender, modernizar, explotar, dirigir y administrar la red férrea nacional con los anexos y equipos que la constituyen, y también regular y controlar, en general, la operación del sis-tema ferroviario nacional, en general. Esta empresa debía encargarse de poner en marcha el sistema de concesiones (al sector privado) mediante licitaciones para rehabilitar, conservar y explotar la infraestructu-ra. La Red Pacífica se entregó a la concesionaria de la Red Férrea del Pacífico S.A. y la Red Atlántica a la Sociedad Futura Ferrocarriles del Norte de Colombia S.A. (FENOCO). Ambas concesiones por un periodo de 30 años. Durante años, la empresa Ferrovías buscó el proceso de saneamiento jurídico de las propieda-des, muchas de las cuales estaban alquiladas o con ocupantes que las habían invadido, su objetivo era la

venta de las mismas pero la empresa fue liquida sin lograr la venta de la mayoría de las estaciones y por ello a partir de 2007 pasaron al Instituto Nacional de Vías (INVÍAS).

El Fondo de Pasivo Social de Ferrocarriles Nacionales de Colombia: empresa creada para administrar los bienes transferidos a título gratuito por los extintos Ferrocarriles Nacionales, con el fin de comercializar y producir recursos propios para atender parte de sus obligaciones. Hoy este fondo es un establecimiento público de orden nacional, adscrito al Ministerio de la Protección Social el cual reconoce las prestaciones económicas y los servicios de salud a los pensiona-dos de la liquidada empresa Ferrocarriles Nacionales de Colombia y a los de Puertos de Colombia. Entre los bienes entregados figuran estaciones de pasajeros, máquinas y equipos como los que se hallan en los Talleres del Ferrocarril en Bello. Las estaciones adjudi-cadas al Fondo Pasivo también se han comercializado con el alquiler o la venta, ya que su objetivo es captar recursos para el pago de acreencias laborales y no el mantenimiento de estos edificios.

Entre estas dos últimas empresas quedaron repartidas las edificaciones localizadas en el Valle de Aburrá así:

Ferrovías: Yarumito (Itagüí), San Andrés y Gi-•rardota (Girardota) Popalito, Isaza y Barbosa (Barbosa), La Quiebra y Salinas (Caldas).Fondo Pasivo: La Tablaza y La Estrella en La •Estrella, Sabaneta y Envigado.

Además de su repartición y situación jurídica particular, las estaciones del ferrocarril de todo el país fueron declaradas Monumentos Nacionales en 1996. A partir de 1997, año en que se promulgó la ley 397 o de Cultura, estos edificios se clasificaron como Bienes de Interés Cultural de carácter nacional (BIC-N). En el momento de la declaratoria y la nueva ley, algunas edificaciones habían desaparecido o ya eran propiedad de particulares como las de Copacabana y Caldas.

En 1999 fueron incluidas en las fichas del Inventario Urbanístico y Arquitectónico del Valle

31 En informe de la Junta Directiva del Ferrocarril se decía: “Fue entonces cuando el descarrilamiento de la máquina produjo el desastre de Marengo, y la gloriosa muerte del negro maquinista Juan Machado, quien permaneciendo solo e impasible en su puesto, al no poder contener la máquina que salió despedida falda abajo […] fue hallado luego el cadáver de rodillas, con la llave del regulador en una mano, y la del freno de vapor en la otra, la palanca de cambios asegurada en el punto de movimiento hacia atrás…”. Citado en: Bravo Betancur, José María. «Monografía sobre el Ferrocarril de Antioquia», Medellín: Ediciones Autores Antioqueños. Vol. 82, 1993, p. 94.

El sitio donde se ubicaba esta estación era bajo, plano, húmedo y cenagoso lo que hacía que fuera con-siderado por los médicos salubristas del Ferrocarril uno de los sitios malsanos e imposible para la “sanificación”. Dudoso honor que también compartía con otros sitios como el de Girardota, El Hatillo y Bello. Todo Barbosa era señalado como uno de los distritos de mayor morbi-lidad por malaria, y alcanzó 400 casos en 1915.

En una descripción de la estación para el año de 1915 se decía: “[…] como en todas las otras esta-ciones de esta sección del ferrocarril, los edificios son risueños y de limpio aspecto”. Sus muros son tapiales de 45 centímetros de espesor y de 5 metros de altura; y para contrarrestar la esbeltez de los mismos tienen “bastiones”, a manera de machones y contrafuertes en las cuatro esquinas. Alrededor del volumen un tejaroz, como parasol liviano, en estructura de madera y teja de asbesto cemento. La cubierta interna en estructura cerchada de madera, con tablilla y teja de barro, a cuatro aguas, está oculta por los muros de tapia que terminan en áticos, protegidos contra la humedad con plaquetas cortagoteras34. Esta condición de la tapias utilizadas como muro ático permitió su deterioro más

de Aburrá para hacer parte de los Bienes de Interés Cultural del respectivo municipio, aunque ya estuvie-ran declarados en categoría nacional, para enfatizar su importancia en la memoria local. Desde entonces se reconoció su estado de abandono.

Desde hace más de diez años, se ha proyectado la reactivación de la línea férrea en el Valle de Aburrá y, con ello, se ha analizado la posibilidad de reactivar las antiguas estaciones. El proyecto se denominó primero Tren Suburbano y luego Tren Multipropósito, en am-bos casos para complementar la operación del sistema Metro que sólo abarca hoy de Itagüí a Niquía32. El pro-yecto actualmente cuenta con la participación de enti-dades como la Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá - Metro, la Gobernación de Antioquia y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. El término mul-tipropósito hace alusión a los servicios de movilización de mercancías, residuos sólidos y pasajeros, incluido el servicio turístico. Se han hecho estudios previos con asesoría española y, debido a las características de las antiguas estaciones ya la distancia de muchas al nuevo trazado no será posible integrarlas ya que hoy se requie-ren plataformas de otras dimensiones y características. En el norte, es posible que algunas de estas construc-ciones contengan actividades complementarias. Con el trazado preliminar se licitó y contrató en el año 2009, con la firma española INECO, la estructuración del sis-tema y a mediados del año 2010 se entregaron los re-sultados que hacen viable la primera etapa del proyecto con el transporte de residuos sólidos y aún está en pla-neación la continuación del proceso.

La Estación Barbosa: la estación principal quedó ubicada frente al casco urbano de Barbosa pero al otro lado del río, por lo que el Ferrocarril debió cons-truir en 1912 un puente y un “camellón” para unir la estación con la plaza de Barbosa. A lo largo de éste se construyeron también tapias para delimitar los pre-dios. Los derechos del camellón y el puente fueron cedidos por el Ferrocarril a la Junta Departamental de Caminos, el 14 de junio de 191333.

32 El sistema de trasporte Metro se inauguró el 30 de noviembre de 1995 y su trazado se proyectó en muchos tramos sobre las franjas de la antigua línea férrea, cuando estaba descartado por muchos el servicio del tren. Hoy la empresa hace parte del proyecto y no es una competencia sino un complemento junto al resto del sistema que conforma con dos cables aéreos, rutas de buses. En el año 2010 están además en construcción dos estaciones: Sabaneta y Ancón para avanzar más al sur.33 Periódico Ferrocarril de Antioquia No. 349/350, Medellín, 30 de Junio de 1913.34 González Escobar, Luís Fernando. En: Corantioquia, informe final del proyecto: vereda Buga “un reto al futuro desde el pasado”. Análisis del conjunto arquitectónico estación Barbosa. s.f.

Estación Barbosa. Decreto 0746 24-IV-1996.

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98 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 99 De las Estaciones del Ferrocarril

rápido, ya que facilitó que estas se humedecieran y se derrumbaran. A pesar de que se llamó la atención a varias entidades durante el proceso de deterioro, y del interés que demostraron algunas administraciones locales en conservarla, el Gobierno municipal no podía invertir en ella porque pertenecía a Ferrovías, entidad del orden nacional. Ante este hecho, se podrían reha-bilitar para uso público las dos construcciones anexas: la bodega y la casa de habitación que se encuentran en buen estado y que podrían hacer parte de un espa-cio público en el remate del malecón que viene desde el parque principal, donde además se encuentra un grupo de viviendas35.

Las estaciones de Popalito, Isaza y Yarumito son volú-menes muy sencillos con corredores alrededor y están construidas en tapias, ambas ocupadas por inquilinos en situación de precariedad quienes no les realizan man-tenimiento. Por ello su estado actual es deprorable.

La estación Hatillo dio lugar al corregimiento del mis-mo nombre y hoy cuenta con iglesia y un espacio pú-blico alrededor. El hecho de estar construida en adobe ha permitido que el edificio sea más estable, aunque presenta algunas fisuras verticales, su cubierta es en madera y cañabrava empañetada, lo que sí requiere mantenimiento continuo36.

Hoy es utilizado por la comunidad como salón de reuniones y eventos, pero su escala y estado la ha-cen atractiva para una rehabilitación integral simultá-nea al diseño de un espacio público para uso de toda la comunidad de este corregimiento.

35 Ya se decía de este espacio en 1989: “La estación del Ferrocarril en Barbosa, junto con varias casas aledañas paralelas a la línea, conforman un grupo armonioso, articulado a un contexto paisajístico y a las tradiciones culturales y arquitectónicas de antiguas viviendas antioqueñas”. «Patrimonio cultural del Valle de Aburrá». Área metropolitana del Valle del Aburrá - Cámara de Comercio de Medellín. Medellín, 1989, pp. 39. 36 El levantamiento de esta estación fue realizado por la arquitecta Esneda Arriata y la dibujante Ofelia Zapata. Los planos fueron entregados en 1993 y en la actualidad están en el archivo de la Dirección de Monumentos Nacionales del Ministerio de la Cultura. Programa «Reciclaje de las Estaciones del Ferrocarril», Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura-Organización de Estados Americanos, s.f., p. 8.

Casa anexa a la Estación Barbosa. Decreto 0746 24-IV-1996.

Estación Isaza. Barbosa. Decreto 0746 24-IV-1996.

Estación Hatillo. Barbosa. Decreto 0746 24-IV-1996.

Estación Girardota Compuesta por dos edificaciones localizadas entre la vía que da acceso al área urbana desde la vía doble calzada Bello-Hatillo.

El edificio para pasajeros es de planta rectan-gular y un solo cuerpo. Su cubierta se compone de un techo a dos aguas apoyada en los muros laterales y un alero perimetral adosado más abajo, soportado en columnas de madera. La disposición de esta doble cubierta forma en los costados un área triangular entre la tapia y el techo superior que se delinea con una tapa de madera calada y rematada en la punta, detalle usual en otras estaciones de Antioquia para realzar las cubiertas. La bodega es de planta rectangular y un solo cuerpo; está cubierta a dos aguas extendidas que

Planta y fachada de la Estación Girardota. Levantamiento de Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín, 1992.

Estación Giradota. Decreto 0746 24-IV-1996.

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100 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 101 De las Estaciones del Ferrocarril

un propietario privado no impide que esté incluida en la declaratoria de Bien Cultural Nacional de 1996 y Municipal del año 2005, ni que se exija su protección y mantenimiento.

El borde de las vertientes de la cubierta prin-cipal se enmarca con una tapa de madera calada y se remata con un pináculo decorativo también en made-ra; detalle particular para decorar varias estaciones de Antioquia. Su sutileza decorativa, en medio de una gran sencillez volumétrica y de materiales, lograba en conjunto, un edificio armónico.

forman corredores en dos costados. Ambas edificacio-nes fueron construidas en tapia pisada y actualmente se encuentran alquiladas y en regular estado.

Este municipio tiene muy cerca de la estación principal pero en dirección norte, la Estación San Andrés, que se encuentra muy aislada ya que no cuen-ta con una salida o servidumbre a la doble calzada, lo cual no la hace viable para disponer un uso rentable. Es de planta rectangular en muros de tapia, cubierta a dos aguas en madera, cañabrava y teja de barro. En esta construcción se destaca el alero apoyado en piea-migos. Hoy se encuentra ocupada como vivienda.

Estación Copacabana Está localizada en la vía antigua que servía de acceso al municipio antes de la construcción del paso elevado que generó la vía doble calzada Bello-Hatillo.

Es una estación de planta rectangular a un solo cuerpo, cubierta a dos aguas, a una altura inferior se adosa a sus muros un gran alero perimetral soportado en columnas de madera. Está construida en tapia pisada, empañetada y encalada con la cubierta en madera y teja de barro y sus puertas y ventanas de gran magnitud.

La estación dejó de funcionar en Copacabana en 1956 y la construcción cayó en desuso hasta que fue vendida a la empresa Petroquímicos de Antioquia que la utiliza como sede de oficinas desde 1980, para lo cual le hicieron divisiones y cerraron con muros par-te del corredor. Adicionalmente, tanto sus corredores como el resto del pequeño predio sirven de bodega de almacenamiento, lo cual es totalmente inadecua-do para este tipo de construcciones. Su pertenencia a

Estación San Andrés. Girardota. Decreto 0746 24-IV-1996. Estación Copacabana. Decreto 0746 24-IV-1996.

Estación BelloLa estación de pasajeros de Bello era muy similar a la de Copacabana y fue demolida para la construcción de la plazoleta de acceso de la estación Bello del sistema Metro. Estaba localizada frente a la edificación de bo-dega que aún existe, y hacía parte del conjunto de edi-ficios de la estación. Esta edificación fue vendida por Ferrovías en el 2005 a la Cooperativa de trabajadores de los ferrocarriles y estos le dan dan uso comercial.

La estación de la Estrella fue utilizada para una es-cuela pública y está totalmente transformada.

La Tablaza El edificio es un volumen sencillo de un solo cuerpo, cubierto a dos aguas. Se destacan los porta-letes de hierro forjado que soportan el alero adosado que cubre el corredor exterior. Esta estación se en-cuentra en mal estado y está ocupada por inquilinos que la utilizan como vivienda.

como ventas y bodegaje. En sus alrededores está un parqueadero de vehículos que deteriora más el sitio. La empresa Ferrovías gestionó durante varios años ante el municipio de Itagüí, el desalojo del invasor de la estación, para poder vender la propiedad, el primer postor era por ley el mismo municipio37. Esta acción no se ha realizado y el ocupante, un antiguo celador de los ferrocarriles se adjudica la propiedad como pago de acreencias laborales. El edificio posee un valor referencial entre los habitantes y podría ubicarse allí un centro de servicios para la comunidad.

Envigado: Ubicada en el sector suroccidental del cas-co urbano sobre la Calle 39 A Sur entre las Carreras 46 y 47 en el remate del parque lineal La Mina, sobre la llamada avenida las Vegas. Esta estación, construi-da a principios de siglo XX, como lugar destinado a la venta de tiquetes del tren de Amagá, hoy es la única sobreviviente, de todo el conjunto que conformaba la estación. La edificación tiene un corredor a lo largo de la fachada y está construida en muros de tapia de un piso de altura y cubierta de madera con teja de barro a dos aguas. Se destaca el trabajo de carpintería en ma-dera de sus puertas y ventanas. Actualmente funciona en ella un bar–restaurante, y se le realizaron algunas reformas para acondicionar el área de servicios. Su uso antiguo y su ubicación le dan valor referencial.

En el año 2010, el municipio de La Estrella gestionó ante el Fondo Pasivo de los Ferrocarriles, su entrega en comodato para incluirla en el Proyecto de Mejoramiento Integral de barrios que se realiza en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la entidad respondió que era factible, pero días después informa-ron que el proceso se suspendía, ya que existía prome-sa de compraventa incumplida por los inquilinos, por lo cual era necesario terminar este proceso jurídico.

Itagüí - Yarumito Se reconoce como Estación Yarumito que es el nom-bre del sector, pero históricamente era conocida como “Estación Calle Negra”. Para la época era uno de los pocos edificios que existía en el sector y se encontraba muy alejado de la zona central del municipio con ac-ceso por el camino o vía al municipio de La Estrella. La estación funcionó como desembarque de pasajeros y de todo tipo de carga, entre otros el de cerveza y carbón para toda esta zona. Una placa en un negocio aledaño dice todavía “Depósito - Estación del Sur”.

Es un volumen simple de forma rectangular; cubierto a dos aguas y corredor por dos de sus costados; hacia ellos se disponen una serie de puertas. Actualmente se encuentra en un avanzado estado de deterioro, evidente en la cubierta, que amenaza derrumbamiento. Los corredores y parte del edificio están siendo ocupados con improvisados usos,

Estación La Tablaza. La Estrella. Decreto 0746 24-IV-1996.

37 La estación de Yarumito fue solicitada a Ferrovías en comodato por la administración municipal del (2001-2003) mediante oficio 0381732 del 28 de mayo de 2003 La empresa planteó, como condición, la exención de impuesto predial por un tiempo determinado y se realizó el proyecto de Acuerdo 009 del 3 de Julio de 2003 que concedía la exención con la firma del contrato de comodato. La administración no realizo tal comodato y el proceso quedó truncado.

Estación Yarumito. Itagüí, 2011. Decreto 0746 24-IV-1996.

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102 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 103 De las Estaciones del Ferrocarril

Sabaneta. La estación de Sabaneta se encontraba en el predio donde hoy está construido el estadero La Estación, en el borde de la vía Las Vegas. Era un vo-lumen muy sencillo, rectangular, con un alero adosado perimetralmente. La estación fue destruida por una inundación y la nueva edificación también desapare-cerá para la construcción del segundo carril de la vía Las Vegas.

La estación de Caldas: Se encuentra ubicada en el sector centro en una esquina del Parque Olaya Herrera. Fue esta la estación de mayor movimiento después de la de Medellín, con un edificio de alta demanda para el almacenamiento aunque no alcanzaba a alojar los centenares de cargas de café que llegaban de las po-blaciones del suroeste del Departamento, ni el carbón que se extraía de Amagá. Consta de una edificación en la esquina, que servía para las taquillas. Hoy es una edificación de dos pisos de altura y unas bodegas de un solo piso. Fue vendida a particulares quienes le hicieron reformas como la construcción de un segundo piso y la utilizan como bar-restaurante.

El municipio de Caldas tiene otras dos estacio-nes: la estación La Quiebra y la Salinas, en las veredas del mismo nombre. La estación La Quiebra está loca-lizada al sur, en inmediaciones de la salida a Amagá, actualmente se encuentra ocupada y en muy mal esta-do. Tenía un tanque de refrigeración que fue demolido para construir una capilla. La estación Salinas está desocupada y en regular estado.

Las estaciones “ni se compran ni se venden” La si-tuación de las estaciones es bastante compleja, pri-mero, por la dificultad para integrarlas al nuevo pro-yecto del tren, y segundo, por los problemas de su tenencia ya que tanto las del Fondo Pasivo como las que concernían a Ferrovías (hoy pasaron a INVIAS) se encuentran ocupadas, alquiladas e invadidas por per-sonas en situaciones de precariedad y los procesos de recuperación y desalojos son dispendiosos. Entre tanto las estaciones se deterioran todos los días y algunas amenazan ruina.

Estación Envigado.Decreto 0746 24-IV-1996.

Si en algunos casos por su ubicación no pue-den ser lugares lucrativos, sí podrían serlo para as-pectos comunitarios y culturales de los sitios donde se encuentran, ya que son lugares con valor históri-co y simbólico. Los municipios tienen la posibilidad

Estación La Quiebra. Caldas. Decreto 0746 24-IV-1996.

Estación Caldas. Decreto 0746 24-IV-1996.

El edificio de la Estación Bello fue demolido, sólo se conserva esta bodega.

podía invertir recursos porque no era de su propiedad y cuando desde la gobernación se programó intervenir la cubierta del edificio para evitar el deterioro de las tapias, no fue autorizada la obra porque no se presen-taba previamente un proyecto integral al Ministerio; hoy es una ruina. Este es el caso preciso donde el procedimiento no puede superar la urgencia39. Por for-tuna parece que esta situación podrá superarse en el futuro ya que la Resolución número 0983 de mayo 20 de 2010, en el artículo 27 del Capítulo Sexto proyectó las situaciones en que se pueden hacer intervenciones mínimas para los BIC muebles e inmuebles sin apro-bación previa del Ministerio de Cultura40.

de solicitar las que pertenecen al Fondo Pasivo de Ferrocarriles para rehabilitarlas y hacer de ellas luga-res de uso público como fueron en su momento. Las estaciones que de Ferrovías pasaron a INVÍAS junto con las fajas de la vía férrea que se desafecten a ese uso por el cambio de trazado del tren multiproposito, están en proyecto de ser cedidas al Departamento de Antioquia, el cual, en coordinación con los munici-pios, podría emprender un proyecto para su recupe-ración. Para ambos casos se cuenta con la posibili-dad de postular proyectos a los recursos del IVA de la telefonía celular.

Adicionalmente, está el hecho de que en su condición de Bienes de Interés Cultural Nacional, cual-quier intervención debe ser aprobada por el Ministerio de Cultura y según el cuadro de intervenciones estaría en el nivel 1, es decir, conservación integral lo cual ubica la restauración como primera actividad. Realizar la intervención a través de Bogotá generará proce-dimientos y procesos lentos que a veces entorpecen su salvamento, por lo cual convendría la delegación de su vigilancia al Consejo Departamental que opera perfectamente en Antioquia. Ejemplo de la comple-jidad de este proceso es la situación de la estación Barbosa. En el año 1997 desde las dependencias de la Gobernación38 estaba en la lista de edificios a intervenir, sin embargo el municipio de Barbosa no

38 Este edificio, como otros del departamento, estaba incluido en el Acta única (Sep. de 1997) de Distribución de los recursos y establecimiento del plan de inversión de los recursos obtenidos por la venta de un lote de INVÍAS ubicado cerca al centro comercial San Diego, suscrita entre Guillermo Gaviria Correa, director de INVÍAS, Juan Isaza Londoño subdirector de Monu-mentos Nacionales de INVÍAS y Álvaro Uribe Vélez, gobernador. El compromiso era que el departamento destinara lo obtenido por la venta en la recuperación de patrimonio. Después de varios tropiezos en la venta, estos y otros recursos del departamento se han invertido en edificios como La Veracruz, el Palacio de la Cultura, la locomotora que se encuentra en la Estación Medellín y en otros municipios del departamento. Información suministrada en el año 2010 por el arquitecto Adolfo Ramírez G. de la Dirección de Planeación de la Secretaría de Infraestructura física del departamento (antes llamada Dirección de Planeación, estructuración y adjudicación de la secretaría de infraestructura física).

39 Ceballos Restrepo, Gloria. «Área Metropolitana del Valle de Aburrá: Informe de visita a las Estaciones del Ferrocarril». Octu-bre 20 de 2008 con el Grupo de Investigación y Documentación del Ministerio de Cultura. 40 La Resolución Número 0983 Mayo 20 en el artículo 27 en el Capítulo Sexto. Intervenciones mínimas de BIC muebles e inmuebles. El Artículo 26. Intervenciones mínimas. Dice: Conforme al artículo 43º, parágrafo, del decreto 763 de 2009, el Ministerio de Cultura podrá reglamentar los casos de intervenciones mínimas de BIC: inmuebles y muebles que no requieren autorización previa. En estos casos, el propietario deberá informar el tipo de intervención realizada a la instancia competente que haya hecho la declaratoria. El artículo 27 precisa estas acciones.

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104 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá

A mediados del siglo XVIII comienzan algunos inci-pientes procesos industriales artesanales que serán el origen de la industria en el Valle de Aburrá. Se desta-can en primera instancia, los trapiches, los tejares y las fundiciones que serán de gran importancia para cada uno de los poblados del Valle.

La verdadera industria1 se comienza a estable-cer a finales del siglo XIX y todo el siglo XX, y es ella la que determina algunos de los desarrollos urbanos en los municipios con la construcción de los barrios obreros, escuelas, templos, entre otros. Desde la dé-cada de los años 30`s algunos municipios expiden acuerdos municipales para exención de impuestos y rebaja de las tarifas de servicios públicos con el fin de incentivar la localización de la industria. Se recono-cen en cada municipio una o varias industrias de las que aún permanece la edificación y algunas veces, la actividad, los cuales son referentes valorados como patrimonio arquitectónico industrial.

TrapichesLos españoles trajeron la caña de azúcar a América y respectivamente los ingenios de azúcar y los trapiches, de tracción animal e hidráulicos2. La introducción de la planta en Antioquia tiene varias versiones y fechas. Lo cierto es que la existencia de trapiches se cono-ce mediante testamentos, mortuorias y los primeros censos. En Itagüí por ejemplo, a mitad del siglo XVII, doña Ana María de Toro Zapata, viuda de Antonio Zapata Gómez de Múnera, hereda las tierras de San Antonio: el hato y la hacienda, con casa de tapias, capilla, 22 esclavos, 500 reses de ganado vacuno, y un trapiche, además de algunas tierras de la mon-taña de Itagüí.

Desde la Conquista se produjeron suce-sivos traspasos y subdivisiones de tierras y en el siglo XVII existían ya varias haciendas o ha-tos, que cumplían la función de proveer carne y productos agrícolas en las zonas mineras

1 En la matriz de clasificación y registro del “Manual de Inventarios Bienes Culturales Inmuebles” publicado por el Minis-terio de Cultura en el año 2005, incluye en la arquitectura para la industria a la imprenta, la ferrería y el horno.2 […] la caña de azúcar se cultivaba ya en Canarias cuando Cristóbal Colón, en su segundo viaje a América, introdujo la planta a Santo Domingo. Durante la primera mitad del siglo XVI […] Eran, pues, perfectamente conocidos los detalles, no sólo del cultivo de la caña, sino del establecimiento y manejo de un ingenio de azúcar en las condiciones de América tropical insular, cuando empezó la colonización del continente. […] tanto los trapiches de tracción animal como los hidráulicos, y este último, era un sistema conocido antes del descubrimiento de América, ya que lo empleó o aplicó Pietro Speciale en Sicilia a su invento llamado “trapeto” para moler la caña. En: Patiño, Víctor Manuel. «Plantas cultivadas y animales domésticos en América equinoccial». Cali: Imprenta Departamental. Tomo IV: plantas introducidas, 1963.

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106 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 107 De las Edificaciones Industriales

La molienda es el nombre de la actividad de procesar la caña para obtener panela y otros derivados entre ellos el aguardiente6. El proceso requería un gran número de trabajadores, “gentes de todos los colo-res” -esclavos, negros, libertos, mulatos y mestizos-, y demandaba grandes extensiones para el cultivo y su procesamiento. Hoy, para un tren de molienda en un trapiche mediano artesanal, se requieren mínimo ocho personas. La molienda es una tradición campesina que “[…] posee un reparto de los roles de trabajo, conservados y practicados desde la época colonial”7.

El nombre “trapiche” se asigna hoy, al conjunto de los espacios donde se realiza todo el proceso de la caña de azúcar, sin embargo, al mencionar “trapiche” se hace referencia específicamente a “la máquina” o mecanismo utilizado para el primer paso de la llamada “molienda”, es decir, la extracción del jugo de la caña. Estos mecanismos han variado con el tiempo y con las exigencias de una alta producción. “En los trapiches se empleaba todo un sistema de compresión, el cual era ejercido por un entrave de ruedas dentadas moledoras, construido en madera y que requería el empleo de ´caballos y bueyes trapicheros´para accionarlos”8. Aunque el empleo de bueyes y caballos fue cambiado por la fuerza del agua que mueve las ruedas hidráulicas y por motores a gasolina o eléctricos, la denominación de trapiche continuó en uso.

El zumo o guarapo se deposita en un tanque o po-zuelo y luego se lleva a las pailas9 para la cocción, las cuales están dispuestas en hileras sobre una plataforma, por ellas se pasa sucesivamente el guarapo, por medio de remellones (cuchara grande) movidos con destreza por los trabajadores.

del nordeste y el oriente de Antioquia. Pero es en el siglo XIX cuando se consolidan territorios y se tienen datos de su cultivo, coincidiendo con el periodo de reforma en la propiedad agraria,3 reforma que vigila las promesas de derechos y libertad de los esclavos, la obtención de tierras para cultivo por concesión, como agregados4, en aparcerías5, entre otras. Desde este periodo hasta la mitad del siglo XX el Valle de Aburrá siguió atado al mundo agrícola y ganadero, y a la producción de la caña panelera, especialmente en el norte (Copacabana, Girardota, Barbosa) don-de se presentaron tanto los mayores registros del cultivo como número de trapiches, tanto que allí to-davía pueden encontrarse instalaciones en uso (88 trapiches así: en Barbosa 57, en Girardota 29 y en Copacabana 2).

Corte y transporte de las cargas de caña al trapiche. Trapiche Carepalo de San Sebastián de la Aldea. Fotografía: Informe Municipio de Medellín - Terra –PER 2008 Plan Especial Rural.

3 Ley 13 de octubre de 1821. El trabajo constituyó la base misma del título por el cual se adquiría la tierra; las tierras concedi-das debían cultivarse. Ley de 10 de julio de 1824. Elimina los mayorazgos, primera reforma de la agricultura neogranadina.4 Agregado: Empleado adscrito a un servicio del cual no es titular; persona que ocupa una casa o propiedad ajena, general-mente rural, a cambio de pequeños trabajos, pagando un arrendamiento, o gratuitamente.5 Aparcería: el que obliga a ceder temporalmente un determinado bien a cambio de una participación en los beneficios gene-rados por su explotación. 6 La real Fábrica de Aguardiente fue el primer edificio público de carácter oficial que se construyó; su ejecución ocurrió entre los años 1784 a 1787 a cargo del ingeniero Antonio Monzón, como director de reales Fábricas que era. P 125 En : Artesanos y maestros en la arquitectura de Medellín y Antioquia 1775 – 1932. González Escobar, Luis Fernando. « Escuela del hábitat». CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. Medellín. 2008.7 Beltrán, Edgar. «Hoy y mañana de la caña de azúcar en Colombia». Cali: Litocencoa. 1984. Citado por: ÁREA METROPO-LITANA-CIDI. Inventario del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá. Municipio de Girardota. Medellín, 1999. p. 40.8 Ibíd. p. 34.9 Recipiente de cobre con diferentes diámetros donde se coloca a cocción el zumo hasta obtener la melaza.

El fuego es avivado con leña o con el mismo bagazo que queda. Después de obtenido el punto de panela se realiza el proceso de vaciado en moldes y se espera el enfriamiento.

La faena, el proceso de la caña y la cuadrilla que labora, requieren un conjunto de espacios que por sus características le imprimen cualidades especiales al lugar en su totalidad, así los sitios dispuestos para extracción, cocción y procesamiento, como los desti-nados al acopio de la caña, bagazo y leña (para ali-mentar los diferentes frentes del proceso), son parte de los componentes de una arquitectura que se puede de-nominar proto-industrial. Los trapiches se encuentran casi siempre bajo un mismo volumen, que la mayoría de las veces se delimitó con bardales o muros de ce-rramiento. Sobresalen las chimeneas como elementos verticales visibles en el paisaje y la altura de la cu-bierta a dos aguas requerida para todo el proceso, en especial para la cocción y el acopio de los productos (caña, leña, carbón).

La cubierta es soportada en cerchas y vigas en madera apoyadas sobre muros de tapias o hileras de columnas elaboradas en ladrillo. Los trapiches grandes y pequeños han originado una serie de construcciones y anexos con cubiertas particulares que presentan la combinación de diferentes planos y la prolongación de las cubiertas con “caidizos” como son llamados en el argot popular. De estas construcciones quedan instala-ciones abandonadas y otras en servicio en los munici-pios de la zona norte.

Barbosa, desde mediados del siglo XX, se dis-minuyó la actividad panelera. Las principales hacien-das que tenían trapiche o máquina, estuvieron ubica-das en las partes bajas de los dos costados del río. De los trapiches a gran escala quedan las instalaciones de la antigua hacienda Canaán ubicada en la vereda Buga, cerca de la estación de ferrocarril de Barbosa. Hoy es conocida como finca-hotel El Indio y conserva las instalaciones del trapiche, realizando el proceso de producción de panela para sacar productos y presentar el proceso a los turistas que los visitan.

A pesar de que el cultivo de la caña comienza a disminuir a partir de la década de 1970 existen los trapiches pequeños que aún funcionan en varias vere-das del Municipio. La mayoría son muy artesanales y funcionan todavía con rueda hidráulica ya que tienen la posibilidad de usar las numerosas quebradas del muni-cipio y son menos utilizados los de rueda pelton, moto-res a gasolina y unos pocos usan el motor Lister.

Proceso de la molienda e instalaciones.Trapiche Lázaro. Fotografía: GAIA, 2006.

Instalaciones de la hacienda Canaán, Hotel El Indio. Barbosa, 1999.

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Algunos utensilios que son de uso corriente en las máquinas o trapiches, son: “el remellón” o cucha-rón grande encabado en un palo de metro y medio, más o menos. Las “espátulas” sirven para despegar la panela de los bordes de las bateas, cuando se va a moldear esta o a pesar. El “garabato” usa el atiza-dor para acercar el bagazo cuando está alimentando el fogón o el horno, éste utensilio puede ser de ma-dera totalmente, o algunos de hierro con una platina puntiaguda encabada también en un palo. Los “cocos” que sirven para moldear la panela son de madera, por lo general se hacen con la medida exacta de una libra y están además las “gaveras” de madera que tienen unas perforaciones redondas de acuerdo al tamaño de la panela que se va a producir: de libra o de cuartos.

Otros aparejos utilizados en las fincas son las angarillas, los garabatos, las silletas que son los ape-ros para cargar la caña en las mulas.10

En Girardota la caña panelera fue la actividad agrícola principal desde mediados del siglo XIX, cuan-do se incrementó la siembra extensiva de la caña de azúcar y su procesamiento, para la producción de pa-nela y aguardiente. José María Sierra (Pepe Sierra)11, oriundo del municipio, impulsó los cultivos, los trapi-ches y los sacatines o fábricas de aguardiente12. Esta actividad le permitió iniciar su fortuna y después del montaje de los trapiches se dedicó a la compra de tierras, incluso en la sabana de Bogotá; además de sus primeras fincas, Sacatín (sic) y San Esteban, El Socorro, entre otras, compró progresivamente tierras desde Bello hasta Barbosa.

El trapiche el Sacatín, en Girardota se trans-formó en uno de los más importantes ya que tenía como actividad principal la destilación de aguardien-te13. Estaba ubicado al frente de la edificación anti-gua de dos pisos que aún permanece en el acceso a

En el año 2010 se cuentan 57 trapiches en funcionamiento, de los cuales están agremiados en-tre 25-28 en la Asociación de Paneleros de Barbosa, ASOPABA. Los trapiches están localizados por las 26 veredas cañicultoras del municipio por ejemplo en la Montañita hay diez, en la Calda hay cuatro , en la vereda Tablazo-Popalito se encuentra la finca San Joaquín el trapiche de los Isaza. Entre los trapiches más tecnificados están el de la finca la Perla de la vereda La Cuesta, el de Caballo Blanco ubicado en la vereda Aguas Claras Arriba y el de la finca-hotel El Indio. El único trapiche que produce solo miel está ubicado en la finca La Beata en el Corregimiento El Hatillo y en la Vereda La Cejita, se está proyectando la construcción de un trapiche comunitario, para lo cual reemplazar el que existe en la Finca Los Olivales, por lo que los agricultores crearon una Asociación en aras de acceder a recursos del Gobierno.

Las moliendas se realizan semanal o quince-nalmente y en el tren de la molienda se requieren ocho personas que se toman un día largo (desde el mediodía, tres personas realizan lavado de horno, muelen ocho o diez cargas de caña, hierven su guarapo y esperan a los otros hasta las 6 de la tarde. Esto se conoce con el nombre de “carga de horno”. De las 6 de la tarde hasta las 12 de la noche, hacen todos las faenas y duermen hasta las 6 de la mañana, cuando comien-zan otra jornada hasta las 6 de la tarde. Esta jornada es conocida como “el día grande” mientras que en la jornada nocturna continua denominada “día pelado” se muelen 60 cargas y se producen 60 bolsas de 24 kilos cada una, es decir 48 panelas tradicionales; de libra también producen panela en cuartos y pulveri-zada. Actualmente ASOPABA está comercializando la panela de sus asociados, a los que vende además los insumos propios para la elaboración de la panela.

10 Información de Arturo Isaza Correa, secretario de la Asociación de Paneleros de Barbosa, ASOPABA, Octubre de 2010, Barbosa.11 Pepe Sierra (1848-1921), más conocido como don Pepe Sierra, “El Becerro de oro” o “El Campesino Millonario”. La manera sencilla como un campesino de origen humilde acumuló y administró una de las mayores fortunas del siglo XIX y principios del XX, lo ha convertido en un personaje de leyenda. En: Molina Londoño, Luis Fernando. «El arriero más rico del país DON PEPE SIERRA, prototipo del empresario antioqueño». Revista Credencial Historial. Bogotá, Tomo II. Enero-diciembre, 1991. Nro. 13-24.12 Sacatín: colombianismo, lugar donde se destila licor, hoy se utiliza para clasificar como clandestino.13 Para explicar la venta de licores se requiere remitirse a la época colonial, especialmente a finales del siglo VIII, cuando el gobierno español convirtió la producción y consumo de aguardiente en una Renta de Estancos para recaudar dinero y controlar la venta de licor. Un antecedente más reciente para Antioquia es el edificio viejo y acondicionado para, “El Sacatín”, mediante Ordenanza 38 de 1919, el cual es predecesor de la Fábrica de Licores de Antioquia. Hoy se ubica en este edificio unas insta-laciones administrativas de Metrosalud.

Girardota y que también hizo parte de estas instalacio-nes pero que quedo aislada de la otra cuando se trazó la autopista. Este trapiche era el más importante de su época y aunque las instalaciones estuvieron en desuso por muchos años eran aptas para ubicar una actividad recreativa ya que permanecían sus columnas de adobe y las cerchas de su cubierta e incluso la chimenea, las bases de las pailas y los hornos. Fue demolido por sus propietarios en el 2006, pese a que la construcción de la doble calzada no afectaba estas instalaciones.

lomas se desprenden cascadas cuyas aguas capitaliza el estanciero para la molienda”14. Hasta la década de 1960 la economía del municipio continuaba con los sembrados de caña de azúcar y otros cultivos, la pro-ducción de panela en cuarenta trapiches y otros deriva-dos de la caña, y la cría de ganado.

Para 1936 se describe el panorama económico del municipio y se aprecia el potencial que poseía para la localización de industrias: “La caña de azúcar es el renglón más importante […] de Girardota se surten de panela las tres cuartas partes del departamento. [...] Los panoramas de Girardota cautivan al viajero, por las

Instalaciones del trapiche Sacatín, 2005. Demolido.

14 Gómez, José. «Colombia ante el santuario del Señor Caído». 3ª ed., spi. Medellín, 1936. Cap. III. p 16.

Edificación en el acceso a Girardota. Planta segundo nivel. Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B.

Medellín, 1992.

Los trapiches de más importancia en el munici-pio están aún en el recuerdo de las personas mayores, al-gunos sobrevivieron incluso hasta la década de los 70`s. Una zona vital de esta actividad fue la vereda San Diego, cruzada en toda su extensión por la vía “El Carretero”, hoy llamada carretera Hatillo. En esta vía se encontraban los trapiches El Caballo Blanco, en el barrio La Florida (en el lote que ocupara el trapiche se construyó La etapa de Montecarlo II); El Nacedero, diagonal a Mancesa; San Diego, frente a Enka; La Hacienda, hoy planta de agre-gados; San Diego, en Cabildo, y el de Alberto Cadavid, después del centro poblado de Cabildo.

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El trapiche conforma un conjunto con dos ca-sas, de las que se destaca especialmente la de la pro-pietaria Doña Cecilia Cadavid. La otra casa y un terre-no fueron donados a la Arquidiócesis de Girardota para casa cural y para la construcción del templo de la ve-reda. Este lugar continúa siendo uno de los referentes más importantes para la comunidad afrodescendiente que se localiza en la zona que comprende las veredas Mercedes, Ábrego, Potrerito, La Palma y El Socorro. Se puede afirmar que éste “[…] ha sido un territorio ocupado por sus antepasados aproximadamente des-de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX como esclavos de las haciendas de caña que fueron siendo liberados para convertirse en arrendatarios, aparceros y en algunos jornaleros”17.

En 1843 Copacabana solicitó una nueva de-marcación con Hato Viejo (Bello), reclamando la agre-gación de parte del territorio de Girardota. Alegaban, a su favor, que los dueños de los predios del sector del Trapiche eran de Copacabana. En el siglo XIX tenía en-tre sus actividades económicas la agricultura y algunos de sus productos eran el fríjol, el maíz, los plátanos y la yuca; también producía mantequilla y panela. En su jurisdicción no había alambiques (aguardiente), pero junto con Medellín y Girardota, tenían el mayor núme-ro de ingenios de azúcar. En 1888, Copacabana tenía

En la otra vertiente del río Aburrá, en 1977 don Nazario Foronda, habitante de la vereda San Andrés recuerda que había ocho trapiches:

Los que más producción tenían eran los de Carlos Cadavid, Narciso Sierra, Alberto Cadavid, Alejandro Cadavid, Horacio Ochoa, Jesús Emilio Cadavid. El trapiche de don Alejandro es el más antiguo de todos, una rueda movida por el agua. Secundino Cadavid compró este y lo heredó Cecilia Cadavid (Caimito)”15.

Existieron numerosos trapiches medianos y pe-queños, en parcelas familiares; algunos continúan en ac-tividad, a pesar de que el negocio de la panela ya tiene menor rentabilidad económica. En el año 2010 se regis-tran 29 trapiches en funcionamiento, cuatro de los cuales están tecnificados y el resto son artesanales. Algunos de estos están agremiados en la Asociación de Paneleros y Cultivadores de Caña de Girardota. Estos pequeños trapi-ches son comunes en las veredas ubicadas en partes me-dias y altas de las montañas, seis en Encenillos, cuatro en Jamundí, uno en Juan Cojo, tres en La Meseta, cinco en San Andrés tres en Manga Arriba, dos en el Barro, uno en la Palma, uno en Potrerito, uno en El Cano, dos en San Diego donde se destaca el del Alfredo Carmona16.

Trapiche y casas de La finca Caimito: ubicado en la vereda San Andrés. El trapiche funcionó antes con rueda, movida por el agua de la quebrada La Correa que atraviesa el predio. Hoy realizan molienda quince-nal, generalmente los martes, con caña traída de otras fincas, ya que en este predio no hay sembrados.

15 Foronda, Arnobia. «Historia de la vereda de San Andrés». Girardota p. 35. En: Territorio Cultural del Consejo Comunitario: vereda San Andrés, municipio de Girardota. CORANTIOQUIA, UNIÓN TEMPORAL GESTIÓN AMBIENTAL Y PATRIMONIAL. Agosto 2010. Informe inédito.

16 Información: Mario de Jesús Carmona de la Asociación de Paneleros y Cultivadores de Caña de Girardota. Octubre de 2010, Medellín.17 Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia. Cabildo Verde de Medellín. 2007. «Taller de Diagnóstico Etnoambiental a Comunidades Negras, Vereda San Andrés». Municipio de Girardota, p. 15.

Trapiche El Incendio. Vereda San Andrés. Girardota. Fotografía GAIA. 2005. Trapiche Caimito. Vereda San Andrés. Girardota. Fotografía GAIA. 2005.

doce ingenios que producían 1330 cargas de panela18. En 1912 se registran: trapiches de madera de fuerza animal: 10 y Trapiches hidráulicos: 619.

Se destacaba por sus sembrados de caña la ha-cienda Guacimal, donde existía una gran casa de tapias que fue demolida para construir las instalaciones de la empresa Haceb. Otro trapiche que se nombra como referente es el antiguo trapiche de Manuel Gómez en el terreno que hoy ocupa el barrio la Asunción20.

Actualmente existen dos trapiches en funcio-namiento en el municipio de Copacabana, ambos ubi-cados en la vereda Quebrada Arriba. Uno de propie-dad de la familia Gómez y el otro es comunitario21. En Bello, la producción de caña azúcar no fue un factor representativo en su economía. Según el padrón de 1675 residían en el sitio de Hato Viejo 35 familias que tenían algunos criaderos, siembras y trapiches senci-llos. El censo de 1786 arrojó un total de 160 familias con 242 esclavos. Las familias más ricas declararon casas de tejas y las de menores recursos declararon casas pajizas y a lo largo de su territorio se contaron tres trapiches.

Se tienen datos de que la hacienda Niquía Santamaría la cual era parte de una de mayor extensión de la familia Barrientos estaba dedicada a la siembra de caña para la producción de panela. Las instalacio-nes del antiguo trapiche (edificaciones en el borde de la urbanización Navarra y la autopista) fueron utilizadas como establos y hoy están en proceso de demolición para obras del proyecto doble calzada Niquía, Hatillo.

En Itagüí se registran en el censo de 1786, siete personas con trapiche y por lo menos tres de ellos “ca-ñeleros”. Para 1873 será decisiva la creación de la Feria de Itagüí mediante acuerdo municipal, la cual estuvo favorecida por la abundancia de trapiches en el lugar y por la dedicación de muchos vecinos al comercio de ga-nado. La actividad económica en Itagüí tuvo en el siglo XX un cambio pues seguía ostentando como principal su actividad agrícola y empezaba a despuntar la instalación

de grandes empresas como Cervecería Unión y otras. También se incursionó, aunque en pequeña escala, en el cultivo del café, y se conservaron los sembrados de caña procesados en unos cuantos trapiches. En 1937 se cuentan en Itagüí, fuera de la cervecería, dos trapiches de panela, una trilladora de café, la fábrica Curtiembres de Itagüí S.A., una carpintería y nueve tejares22. Algunos trapiches que se nombran como referentes son: Luis María Álvarez, La Máquina y José D. Penagos, Molino La Virgen. En esta misma década funcionaba también en Itagüí el Ingenio Santana en la finca Navarrá, el cual se puede apreciar en fotografías antiguas.

En el municipio de Envigado se tienen pocos referentes de una agro-industria de la caña de azúcar. Un reporte de finales del siglo XIX, en las estadísticas de Antioquia, habla de que había cuatro ingenios que pro-ducían 9.860 cargas. Para este siglo es posible que uno de los trapiches mencionados sea el de la finca de la fa-milia Mejía (1850 aprox.), que fue una de las fincas agrí-colas tradicionales del municipio y una de las pocas que quedaban como testimonio de las haciendas ubicadas a borde del camino que conducía a los municipios del sur del Valle de Aburrá. Sus terrenos hacían parte de la finca El Cardal, en ellos se cultivó la caña y existió hasta hace poco el trapiche para su procesamiento. Esta finca se ubicaba en el sector suroccidental del casco urbano.

En Sabaneta existieron varios trapiches pero solo se tiene registro del trapiche en el acceso a las veredas Cañaveralejo y Pan de Azúcar el cual da lugar al nombre del estadero El Trapiche ubicado allí.

Caldas, para el siglo pasado, presentaba sem-brados de caña de azúcar y contaba con las instala-ciones de trapiches. El municipio se llamaba “Partido de la Miel”, (aún era una vereda del municipio de La Estrella en el año de 1820) y las fincas se dedicaban a los trapiches, sembrados de caña y cosechas agríco-las. E dulce se convirtió en el principal producto que se sacaba para vender a otros municipios pero no sería el reglón económico más relevante de esta zona.

18 Botero Guerra, Camilo. Anuario estadístico. «Ensayo de estadística general del departamento de Antioquia 1888». Medellín: Im-prenta del Departamento. Reimpresión Biblioteca Básica de Medellín. Volumen 20. ITM, Medellín, 2004, pp. 253-261.19 DANE. «Panorama estadístico de Antioquia, siglos XIX y XX». Bogotá, D.E.: República de Colombia. DANE.1981.20 Terreno comprendido entre las quebradas Piedras Blancas y La Azulita y la calle 50, antiguo carretero y el río Medellín. Hoy se encuentra construido con más de 450 casas repartidas en 22 manzanas ocupadas por personas pertenecientes en su mayoría a la clase media, muchos obreros de la empresa IMUSA.21 Información suministrada en Diciembre de 2010 por Jairo Gómez Quiceno, funcionario de la secretaria de Planeación. Copacabana.22 DANE. «Panorama estadístico de Antioquia, siglos XIX y XX». 1981. Bogotá, D.E.: República de Colombia.

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112 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 113 De las Edificaciones Industriales

Ladrilleras y Tejares La “tierra de colores” se usa en la alfarería indígena y en la arquitectura de los sistemas constructivos de la tapia, bahareque, adobe o “terrón”, ladrillo, tejas, en-chapes, tuberías, molduras, alfajías, baldosas, calaos, entre otros. Las acciones de extraer, seleccionar, ama-sar, moldear, secar, cocer, apilar, etc., son principios fundamentales en los procesos artesanales e industria-les de la tierra.

Los espacios para su elaboración deben estar en terrenos amplios en las cercanías de los sitios de extracción de “tierra” de las fuentes de agua, de tal ma-nera que se adecue el sitio para todas las actividades.

En el Valle de Aburrá los suelos residuales con una proporción igual de arena, limo y arcilla son ópti-mos para la producción de ladrillos y tejas, entre otros productos cerámicos. Dichos suelos, se presentan en los cuerpos de rocas intrusivas que se evidencian al norte en el batolito antioqueño en Copacabana y Girardota; también en el stock de Ovejas en Bello; el stock de San Diego hacia el oriente de Medellín y el stock Altavista al occidente de dicha ciudad, extendiéndose, este último, hasta el municipio de Caldas. Estos sitios coinciden con los primeros registros de ladrilleras y tejares.

En el extenso territorio de Medellín también hubo trapiches, pero hoy solo quedan registro de que se ubican en la zona de Palmitas. Trapiches como el de Aicardo Alvaéz, La Suiza, El Carepalo, El Hoyo o de Pamba, Las Teresitas y el John Polo, son testimonios del trasegar de la tierra en cultivos de caña y maíz, últimos vestigios de una oferta de los más de 26 trapiches reportados para Medellín en 1888. Si bien algunos conservan las ruedas hidráulicas o los sistemas antiguos de trapiche, hoy utili-zan el motor eléctrico y se ofertan como sitios turísticos.

Trapiche Carepalo de San Sebastián de la Aldea. Medellín.Fotografía: Informe Municipio de Medellín - Terra-Plan Especial Rural, 2008.

Copacabana en el siglo XIX tenía entre sus acti-vidades económicas seis tejares24 y para mediados de siglo XX existían doce en explotación y que producían adobes, tejas y atanores. Estos se ubicaban en diver-sos lugares como Fontidueño, La Trinidad, el Pedregal, El Mojón, El Chuscal, La Azulita, Guacimal y El Noral. Todavía se encuentran algunos en funcionamiento en el antiguo Carretero, llamado hoy vía a Machado.

En Itagüí, las tradicionales ladrilleras y tejares se inician por el aprovechamiento de las arcillas en-contradas y las facilidades de su comercialización, uti-lizando la vía carreteable a Medellín construida desde finales del siglo XIX. Para la segunda década del siglo XX se reportan doce25 tejares y en la siguiente década, nueve: los de Carlos Abel Arango, Francisco Arango, Víctor Arango, Pedro Luis Atehortúa, Faustino Estrada, Ramón Estrada E. (de Guayabal), Ricardo Rodríguez, Alfonso del Valle, Rubén Vélez D. (Tejar)26. La ma-yor parte de ellos fueron demolidos y absorbidos por el proceso de expansión urbana, como sucedió con el reconocido Galpón Guayabal, que funcionó hasta fines de la década de 1980 y del cual se conservan tres chi-meneas intervenidas y reforzadas con amarres metáli-cos en el parque recreativo llamado Las Chimeneas.

En Bello se instaló una ladrillera en 1873 la cual se cerró a finales de siglo, y estaba ubicada en Fontidueño. Era dirigida por George Butler Griffin23,

quien inició la experimentación con el ladrillo e hizo importar máquinas mezcladoras y prensado-ras. Fueron fabricados allí los elementos requeridos para puentes y tejas. Este emprendimiento impulsó el uso del ladrillo en iglesias, edificios públicos, co-merciales y residencias.

Barbosa contaba para 1888 con cuatro tejares ubicados a orillas del río en las veredas de Hatillo y Yarumito. Con la entrada del ferrocarril, paralelamente se fueron tecnificando los tejares y ladrilleras, de los cuales existían, para 1938, cinco, ubicadas en: Isaza, El Hatillo, el sitio denominado El Ventiadero (de la ca-becera municipal), en la Erre y en Popalito.

Ladrillera Santa Cecilia. Medellín.

23 Ingeniero inglés contratado por el Gobierno de Antioquia para la construcción del Carretero Norte. 24 DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA. Anuario estadístico. «Ensayo de estadística general del departamento de Antioquia en 1888». Medellín: Imprenta del Departamento, 1932. pp. 253-261.25 DANE. «Panorama estadístico de Antioquia, siglos XIX y XX». Bogotá, D.E.: República de Colombia, DANE.1981.26 Contraloría General de la República. Directorio Industrial 1938, Bogotá, Editorial Centro S.A. 1938.

Ladrillera de Copacabana en la vía Machado, antiguo carretero norte. Copacabana.

Parque de Las Chimeneas (antigua

Ladrillera Galpón Medellín). Itagüí.

Muro de arcilla, alfarería indígena. Fuente Diseño parque de quebrada Altavista. 2007 PIOM. Plan Integral de Ordenamiento y Manejo.

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114 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 115 De las Edificaciones Industriales

Al occidente del área urbana de Itagüí, en la vereda Los Gómez, se presenta un poblamien-to y desarrollo que está relacionado con la activi-dad de las ladrilleras y los tejares asentados desde mediados de siglo en la zona. El nombre de esta vereda se debe al apellido de la familia que pobló inicialmente el sitio y se asume como una forma de nombrar el territorio. Así se conocen el sector de Los Molina, Los Sánchez y los Hernández, entre otros. El conjunto de ladrilleras y tejares en los últimos tiempos ha sido objeto de un proceso de tecnifica-ción, aunque aún persiste una significativa cantidad de productores artesanales. De las empresas que han permanecido se destacan: El Tejar San José de 1948, Las Ladrilleras La Palma y Los Cedros, creadas aproximadamente en 1960; Los Búcaros, creada en 1987; los Cedros en 1988 y otras nuevas como La Ladrillera La Alcarraza de 1988. Otros te-jares importantes son: Los Hernández, Los Molinas, Salvador Restrepo y Belisario Gómez.

La Ladrillera del Valle, fundada en 1916, fun-cionó hasta el año 2009 y actualmente en sus terre-nos se está construyendo vivienda, lo cual fue posible debido a que un amplio sector que se clasificaba como rural en el Plan de Ordenamiento Territorial de Itagüí (POT) del año 2000, fue incorporado como urbano en la revisión del año 2007. En sus predios existen tres casas que figuran en dicho POT como BIC-M -Bienes de Interés Cultural Municipal-, por lo tanto uno de los compromisos del plan parcial mediante el cual se de-sarrolla el proyecto, es rehabilitarlas para usos comu-nitarios; la casa principal es un referente al paso de la vía que atraviesa la zona llamada Centro de la Moda, se encuentra muy bien conservada aunque tiene algu-nas modificaciones internas y el terreno inmediato fue recortado con la ampliación de la vía de acceso a la zona del Ajizal.

En Medellín los tejares que habían trabajado de una manera artesanal durante los siglos XVIII, XIX y parte del XX, comenzaron su tecnificación.

Según Manuel Uribe Ángel, en 1660 se re-gistraron una iglesia, una plaza y un tejar; en 1671 son dos los tejares27 y para 1760, en la fracción de Aguacatal, existía “[…] una capilla dedicada a San Blas y con el material de sus tejares se edificó a Medellín”28. Hasta 1946, se registran tres tejares, entre ellos el más tradicional, Guamal, permanece en producción en esta zona, hasta cuando la Central Urbanizadora S.A. se encarga de la administración de los terrenos de San Diego.

El cambio de nombre de Central de Urbanizaciones S.A. por el de Tejares Modernos S.A., se debió a que en estos terrenos había varios tejares que justificaban ser explotados por algún tiempo y así quedaba su objeto social más acorde con sus actividades. Además se pensaba desarro-llar lentamente las urbanizaciones propiamente dichas. Existían tres tejares de los cuales el de don Esteban Posada era el mejor y más moderno y estaba en plena producción. La Torre de la chi-menea de ese tejar es la misma que hoy existe en el Centro Comercial Sandiego. La explotación de estos tejares de San Diego, y además otro grande en los terrenos de La Castellana, fue contratada con don Jorge Posada Ángel, quien los trabajó por muchos años con resultados muy satisfactorios para las partes29.

Esta gran producción corresponde con los de-pósitos de suelos aptos de San Diego al oriente de la ciudad. En la zona de Altavista se explotan arcillas en primera instancia por la ladrillera Belén, constituida por Coroliano Amador30 a finales de siglo XIX, cuando se encontraba urbanizando el barrio Guayaquil, con obras como la plaza de mercado.

En la década de los 30´s del siglo XX, el desarrollo industrial creciente, propicia el estable-cimiento de una serie de ladrilleras en el occidente de la ciudad, que transformó paulatinamente las condiciones de vida de los habitantes de Altavista, Guayabal y San Cristóbal; así mismo, el crecimiento

27 Eran muy importantes el de Guamal (por el actual San Diego) y el del Cuchillón, antes que los de la Otra Banda.28 Uribe Ángel, Manuel. Geografía general del estado de Antioquia: edición crítica. Precisión de Roberto Luis Jaramillo, En Jarami-llo, Roberto Luis. Edición Autores Antioqueños. Vol.11. 1985. Medellín. Departamento de Antioquia. 29 Restrepo Uribe, Jorge. Su influencia en el desarrollo de Medellín. IDEA, 2ª edición. Medellín: Cooimpresos, 1996. p. 64. El primer tejar del Poblado a Medellín era de Don Emilio Posada.30 Coroliano Amador F. (1835 - 1919). Fue un importante empresario que se desempeñó en variados negocios de minería, agricultu-ra, creador de empresas, viajo a Europa numerosas veces y trajo de allí objetos e ideas. En Guayaquil una calle lleva su nombre.

Ladrilleras como Altavista, Ladrilleros Asociados y Santa Cecilia, y las del corregimiento de San Cristóbal entre otras, son industrias que se encuentran inmersas o cercanas a sectores consolidados de vivienda, lo que les implica tener un mayor control y exigencia am-biental. En Altavista, por los niveles de tecnificación, la explotación más avanzada es la realizada por la Ladrillera Altavista de la que hace parte la Alfarera La Villa, donde se tiene un horno Hoffman que funciona con carbón de piedra, mientras que las otras ladrilleras siguen siendo muy artesanales, dado que los hornos se arman para cada “quema” de ladrillo33.

En Caldas, la historia de la hoy llamada Locería Colombiana se confunde casi con la del municipio por haber sido la primera en asentarse en este lugar poco después de haber sido fundado. Este sitio era propicio por estar al lado de la quebrada La Valeria, que le daba su nombre en ese entonces.

Esta empresa fue constituida el 13 de agosto del año de 1881 en la Notaría Primera de Medellín. Contaba con 22 inversionistas, entre ellos el alemán Reinhold Paschke que poseía la tecnología para la fabricación de loza de diversas denominaciones, for-mas y calidades, vidrio y alfarería. Para mantener los hornos de quema era ventajoso estar cerca de

acelerado de Medellín y de zonas como Belén, de-mandará, para las nuevas construcciones, mayor cantidad de ladrillo, que seguía como material fun-damental. De ahí el funcionamiento de empresas como Tejares Belén La América Ltda31. Esta diná-mica en el sector occidental de la ciudad, especial-mente en Altavista fue percibida así: “Los habitan-tes de Altavista, acostumbrados a la vida agrícola, observaron cómo sus tierras se iban transformando paulatinamente en pequeñas alfarerías32.

En 1952 el Galpón Medellín ya tenía hornos con capacidad para producir 6.000 adobes diarios y ocupaba a setenta trabajadores. (Belén Rincón). Con el proceso de expansión de la estructura urbana en la mayoría de los poblados quedan algunas chimeneas como testimonio de la industria. El crecimiento de la actividad ladrillera propicia nuevos asientos, en espe-cial sobre el stock de Altavista, la zona de los corregi-mientos de Altavista y San Cristóbal en Medellín.

31 “Fue una pequeña sociedad que se hizo entre Tejares Modernos S.A. y don Jorge Posada Ángel para manejar los galpones de Belén, San Diego y La Castellana”. En: Restrepo Uribe, Jorge. «Su influencia en el desarrollo de Medellín». IDEA, 2ª. edición. Medellín: Co-oimpresos, 1996. p. 65. 32 Valencia Correa, Jairo Alberto. Altavista: los rostros de su memoria. Medellín, 2004, p. 50. Informe de investigación. Proyecto Memoria Cultural. Municipio de Medellín. Secretaría de Cultura Ciudadana, Programa patrimonio e identidad cultural. Citado en Plan Integral de Ordenamiento y manejo de la Microcuenca de la quebrada Altavista. Holos - Secretaría de Medio Ambiente, Medellín. 2007.33 MUNICIPIO DE MEDELLÍN - HOLOS – Secretaría de Medio Ambiente. Plan Integral de Ordenamiento y manejo de la Microcuenca de la quebrada Altavista. Medellín. 2007.

Ladrillera Santa Cecilia, Medellín.

Instalaciones de Locería Caldas.

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116 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 117 De las Edificaciones Industriales

madera, hierro o de arena (piezas) se deja solidificar (enfriamiento) y, por último se desmolda. Los espacios y los procesos, como las materias primas, se aplican con los nuevos conocimientos y responden a las nece-sidades que impone cada una de las actividades de las industrias, el transporte y la construcción.

En Antioquia, los procesos de fundición estu-vieron estrechamente ligados al oro, es este el produc-to que en primera instancia se “mercadea fundido”, hecho al que se incorpora toda la cadena de comercio y comerciantes que el metal requiere desde su extrac-ción para llegar a convertirse en “moneda”; son va-rios los ensayos y la innovación en los procesos de transformación del mineral en bruto. La mayoría de estos “laboratorios y ensaye” fueron equiparados como casas de la moneda y se presentaron en Medellín. De acuerdo con Jorge Orlando Melo, durante la segunda mitad del siglo XIX:

Antioquia vio surgir la Casa de la Moneda en Medellín, un par de fundiciones en Titiribí y dos más en Caldas, una ferrería en Amagá y los prime-ros bancos privados (Restrepos y Cía., Banco de Antioquia, banco Mercantil de Medellín y Botero Arango e Hijos). Todas estas empresas de alguna manera estaban relacionadas con el reciente auge regional de la minería de veta.35

Los primeros establecimientos de fundición en Medellín se registran desde 1858 “En la década de 1880 funcionaban ya tres casas de fundición y ensaye en Medellín: el ’Laboratorio Químico y Fundición del Norte’ de propiedad de Ospina Hermanos, el laboratorio de ‘Restrepo & Escobar’ y la casa de “Fundición y Ensaye de los Mineros de Antioquia”.36 Cuando se fundó el Banco de la República, estos establecimientos fueron utilizados por éste para ensayar y fundir el oro de la nación.37 En el país se desarrollaron algunas empresas fundidoras en Cundinamarca, y en Antioquia se consolidaron paralelas a la construcción del ferrocarril y a la producción de piezas y herramientas para trapiches y despulpadoras de café.

Amagá sitio donde se producía el carbón, el cual, junto con las otras materias primas, era transporta-do en mulas.34

El trasporte y la comercialización se optimiza-ron después con la llegada del Ferrocarril de Amagá en 1911. A principios de siglo y con las secuelas de la guerra de los Mil Días, la fábrica divide, una mitad pasa a la producción del vidrio y sus derivados, y la otra continúa en la línea de la producción de loza. En 1906 se crean dos fábricas, la Vidriera Caldas y la fá-brica de loza que ha permanecido en el mismo edificio aunque su fachada fue reformada en su totalidad y de su aspecto inicial solo quedan registros fotográficos.

En 1922, la empresa cuenta con vetas de arcilla y minerales en Caldas, Sabaneta y de piedra Angelópolis. En esta época ya multiplicaba su produc-ción no solo con las piezas de vajilla sino con mate-riales de construcción y adobe refractario. Debido a la crisis económica mundial, la compañía se quiebra y en el año de 1935 el industrial don Gabriel Echavarría Misas compra la empresa y constituye la sociedad Locería Colombiana S.A., la moderniza, trae maquina-ria importada y, con la colaboración de sus hijos, le da un cambio total al sistema de producción. En 1947, ya fallecido don Gabriel se inicia una transformación radi-cal de la empresa con asistencia extranjera. La planta física cambió las características arquitectónicas desde su modernización, pues requirió de espacios adiciona-les y de la subdivisión de algunos lugares existentes en la parte de producción.

Fundiciones Antes de entrar a la industrialización del Valle de Aburrá y durante el siglo XIX, en la mayoría de los munici-pios se establecen pequeñas fundiciones que intentan cubrir la demanda mínima de piezas para trapiches, herramientas de cultivo y procesos asociados a la de-manda minera. En términos generales, una fundición es el lugar donde se torna a estado líquido un metal o la aleación de varios, luego se introduce en moldes de

34 “[…] de la materia prima ‘considerada de gran calidad”, reportó que se traía de parajes aledaños a Caldas, tales como El Chilco, y distritos vecinos, como La Clara en Amagá, El Tablazo en La Estrella, o La Doctora en Sabaneta; y que el carbón para los hornos provenía de Amagá…” Informe elaborado por el alemán Reinold Paschke quien fuera el director, para el Secretario de Hacienda del Estado de Antioquia. Memorias del Secretario de Hacienda, en: Memorias e informes, Medellín, Gobernación de Antioquia, 1883, pp. xxxi, xxxiv. En: Ángel Mesa, Ana Lucía et ál. «Los Primeros cincuenta años de la fábrica de loza en Caldas, Antioquia 1881 -1931. Un sueño en construcción: el caso de Locería Colombiana, 120 años». Editorial Universidad de Antioquia. Medellín 2001. XXI, p. 208.35 Cronología, en: Melo, Jorge Orlando (ed.), «Historia de Medellín». Vol. 2, Santafé de Bogotá, 1996.

Para principios del siglo XX se registran ferre-rías en algunos poblados relacionados con las zonas mineras, el ferrocarril, el procesamiento de la caña de azúcar y con actividades productivas de mediana escala. En el sur se encuentran JM fundiciones, ubica-da en la Estrella y en Caldas se reconoce la Industria Metalmecánica Fundición Central y Fundición Montoya Correa. En el norte, algunas ferrerías artesanales se instalaron en Girardota y dieron nombre a un sector del área urbana, y en Copacabana en se destaca la fábrica de productos de aluminio IMUSA (1943).

Interior de la Fundición Central Correa y Montoya. Caldas, 1999.

En Medellín la industria de hierro y acero co-mienza desde 1896 en el sector de Robledo y des-pués se trasladó a la zona cercana al edificio Talleres Robledo, que actualmente es la sede del Museo de Arte Moderno. Pero la industria propiamente dicha se generó en 1938, cuando se fundó la Siderúrgica Medellín S.A. comúnmente llamada SIMESA, para

cubrir una alta demanda y procesar minerales. Esta empresa es favorecida por las inversiones de empre-sarios antioqueños y, para el año de 1942, después de absorber varias ferrerías, compra parte de los Talleres Robledo y posteriormente, en 1953, los ab-sorbe en su totalidad.38

36 Botero Guerra, Camilo. Anuario Estadístico. Ensayo de estadística general del departamento de Antioquia, 1888. Imprenta del Departamento de Medellín. Reimpresión Biblioteca Básica de Medellín. Vol. 20. ITM, Medellín, 2004. “1888. En 1880 y 1881 se abrieron en Medellín dos nuevos laboratorios químicos, dirigido el uno por el Sr. Jenaro Gutiérrez, y el otro por los inteligentes jóvenes Ospinas. En estas oficinas y en la de Restrepo y Escobar se ensayan los minerales de oro y plata con mucha exactitud”. p.90.37 Botero, María Mercedes. Los laboratorios de fundición y ensayo y su papel en el comercio del oro: Antioquia 1850-1910. En: Historia económica de Colombia. Artículo Revista Nro. 14. Universidad de Los Andes. Diciembre 1997. pp. 53-58.38 Talleres Robledo era una empresa dedicada a fundir piezas de hierro, construir trilladoras, piezas para molino de minas y piezas de ferretería y funcionó como empresa independiente hasta 1953, cuando fue absorbida en su totalidad por la Empresa Siderúrgica. El propósito de la compra fue remplazar las importaciones de repuestos y fabricar las piezas que la compañía llegase a necesitar, así como proveer a otras industrias. […] En 1997 varias empresas nacionales: Siderúrgica de Muña, Armaduras Heliacero, Siderúrgica del Caribe, Siderúrgica de Boyacá y Distribuidora de Aceros Colombianos, se unieron para convertirse en Siderúrgica Boyacá, conglomerado que en el 2001 cambió su razón social y pasó a llamarse Grupo Siderúrgico Diaco. Luego de 63 años de funcionar independientemente, en octubre de ese mismo año de 2001, Simesa se fusionó con el referido Grupo Diaco para poder hacer frente al mercado mundial, tal cual lo hace hoy día. [En línea]: http://www.diaco.com.co/Historia.aspx. Síntesis histórica elaborada por la empresa con los archivos que fueron donados a la Sala Antioquia en 2003.

Talleres Robledo antes de la rehabilitación para la nueva sede del Museo de Arte Moderno de Medellín. MAMM. 2007.

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118 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 119 De las Edificaciones Industriales

tada arquitectura industrial, dentro de una extensa pro-ducción de edificios con todo el repertorio constructivo, técnico y estilístico pasando por las más escasas con al-gunos muros de tapia y cubiertas en secuencia triangu-lar, casi todas con muros de adobe de forma tradicional con chimeneas, hasta las que asumieron los patrones de la arquitectura moderna con plataformas, voladizos, losas, columnas metálicas y de concreto, vidrios y to-rres desafiantes. De los numerosos edificios industriales en Medellín se destacan por ser Bienes de Interés cul-tural municipal:La Harinera Antioqueña en Guayaquil (hoy edificio de locales) y la torre de Tejicondor loca-lizada en San Juan. Otro edificio importante es el de la Litografia de la Compañía Colombiana de Tabaco ubicado en Palacé donde funciono la Secretaria de Educación municipal y hoy están algunos juzgados

Otras Industrias A comienzos del siglo XIX se dio en la Nueva Granada el tránsito hacia una forma de gobierno liberado de la Corona española luego del proceso independentis-ta. Medellín se consolida como la ciudad principal de Antioquia y en 1826 es declarada capital de la provin-cia. Su élite conservadora sería en adelante jalonadora de procesos de modernización económica, incluidos la colonización antioqueña, el fomento del cultivo del café y la caña de azúcar, el repunte de la minería y, a comienzos del siglo Xx, la industrialización.

Para observar los procesos iniciales de la in-dustria en Medellín es necesario remitirse al siglo XIX y principios del siglo XX. En la década de 1870 ya se re-gistraban empresas de cervezas, pero solo hasta 1881 la creación de la cervecería de Los Hermanos Restrepo logra, con asesoría extranjera, imponer este producto.

Entre otras se encuentran las cervecerías Antioqueña y Tamayo. En 1902 se funda la Cervecería Antioqueña que sería posteriormente trasladada a Itagüí. La asociación de Gabriel Posada y el boticario Valerio Tobón en 1904, da origen a la bebida gaseosa y agua embotellada para acompañar licores, POSTOBÓN. Son múltiples las iniciativas que se pueden nombrar para el municipio de Medellín, por ejemplo: la fábrica de Chocolate Antioqueño, de Juan B. Villegas (1899), la Fábrica Nacional de Galletas y Confites, que luego se llamó NOEL (1916), Elospina (1913) y la Compañía Colombiana de Tabaco (1918).

En 1907 se fundó la Compañía Colombiana de Tejidos, Coltejer, la apertura de fábricas de hi-los, tejidos y prenda, empresas como Fatelares, Pepalfa, Calcetería Alfa, Paños Vicuña, Pantex, Tejicóndor, Caribú y Everfit, fueron algunas de las más importantes, creadas todas en la primera mi-tad del siglo XX. Medellín se convirtió en la ciu-dad textilera de Colombia, con figuración en toda Latinoamérica39.

El efecto de esta industrialización se hará evi-dente en la transformación urbana y en el estableci-miento de zonas industriales que poco a poco, después de abrir “las fronteras” de los municipios del Valle de Aburrá, con rebajas de impuestos y privilegios del uso de servicios como energía y agua, se desplazan a los municipios aledaños. Quedan en la memoria estable-cimientos que se destacaron por su innovadora y acer-

39 Rodríguez Jiménez, Pablo. «Medellín: La ciudad y su gente». En: Revista Credencial Historia. Edición 230 de febrero 2009. Bogotá.

Harinera Antioqueña. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

Edificio Litografía Compañía Colombiana de Tabaco. Medellín, 2011. H. M. Rodríguez e hijos.

34 los establecimientos industriales existentes, en 1965 eran 72 y en el año de 1971 eran 219. Otros factores favorables fueron el valor de la tierra más bajo que en Medellín y la ausencia de estrictas normas de ordenamiento territorial40. Entre las instalaciones y como patrimonio arquitectónico industrial, por su va-lor como estructuras originales, por su valor histórico, simbólico y referencial para el municipio, se destacan:

Industrias Curtitagüí. Se registra como funda-da hacia 1926. (También aparece en Itagüí en el año de 1925 la fábrica de cueros Curtimbres Indepen-dencia). Existen fotografías del año 1928 en el Cen-tro de Historia así como algunos planos antiguos de la empresa sin sellos por lo cual se considera que las primeras construcciones se realizaron hacia 1926-192741. La tendencia de las empresas de curtimbres es a desaparecer y así como estas han desaparecido en Copacabana, Sabaneta y Caldas, sin embargo se continúan tecnificando sus procesos con el fin de ge-nerar un menor impacto ambiental.

Curtimbres Itagüí, 1999.

Otros municipiosDe la industria que hay en otros municipios, se desta-can las instalaciones de aquellas empresas emblemáti-cas que generaron su desarrollo:

En Itagüí el rápido asentamiento de las indus-trias en el municipio recibió importantes impulsos de la Administración, quien históricamente lo facilitó, con la amnistía y la reducción de impuestos. En 1945 eran

40 A mediados del siglo XX, los terrenos próximos al río experimentan un importante desarrollo con la construcción de la auto-pista sur en 1954 y el arribo de las primeras industrias a la zona. Estos terrenos fueron hasta entonces despreciados por las continuas inundaciones que presentaba el río, anegándolos.

41 Curtir es evitar el deterioro orgánico de la materia. Después de ese proceso pasan a ser teñidos de acuerdo al fondo del que va a quedar el cuero, en este caso café, pardo, negro, amarillo o blanco. Después pasan a un proceso de secado y de pintado, de acuerdo a los tonos finales que quiere el cliente y se usan diferentes productos químicos. Hay tres tipos de secado natural, secado introduciendo aire caliente, pierden la suavidad y el otro secado es en planchas, aprovecha la presión del vacío y de bajas temperaturas. Tomado de Informe Técnico de actualización del Inventario y Propuesta de Plan Especial de Protección patrimonial para el municipio de Itagüí 2005 ejecutado por: Fundación Biblioteca Diego Echavarría Misas de Itagüí (Raúl Montoya y Edgar Bolívar Rojas), por la oficina Promoción Cultural del Área de Desarrollo Cultural-Secretaría de Educación y Cultura de Itagüí (Carlos Posada), por planeación (José Fernando Escobar Arturo Espinosa), por el Centro de Historia y por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Gloria C. Ceballos Restrepo).

De la fábrica Tejicondor (demolida) se conserva esta torre. Bien de Interés cultu-ral Municipal. Decreto municipal 1407 de 1995. Federico Blodek F. et ál.

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Mural del edificio administrativo de la empresa Coltejer. Itagüí.

El complejo está integrado por varias edifica-ciones y espacios libres donde se localizan algunas zo-nas verdes. Sobresale el antiguo edificio administrativo de Sedeco, al igual que los edificios de los telares e hilados de Sedeco y la planta de acabados, que cons-tituyen propiamente ejemplos de la arquitectura fabril construida. Sobre la fachada del edificio administra-tivo se encuentra un mosaico alegórico a la actividad de las hilanderas y, de forma contigua, el monumento al fundador don Alejandro Echavarría. Esta empresa generó vivienda obrera y construyó la iglesia Divino Redentor que hoy sirve de templo parroquial del barrio Simón Bolívar.

Industrias Satexco: la empresa se fundó en los años 30`s, como Tejidos Unión y se transforma hacia 1940 en Satexco, con participación de empresarios franceses. El conjunto industrial lo integran varias edi-ficaciones y espacios libres donde se localizan algunas zonas verdes, entre las cuales se destaca el edificio donde se originó Tejidos Unión, construido en adobe y cubierto con cerchas de madera que aún se conservan. Actualmente funcionan allí varias empresas debido a una reconversión de las instalaciones.

En Bello, los inmuebles de arquitectura industrial son elementos referenciales de gran importancia, pues las empresas textileras han sido parte fundamental en el desarrollo social, económico y urbano. A principios del

Cervecería Unión: en 1902 un grupo de em-presarios privados crean la Cervecería Antioqueña; tres años después esta se liquida y se funda la Cervecería Antioqueña Consolidada. En 1923 otro grupo de em-presarios crea la Cervecería La Libertad y en 1930 ambas sse fusionaron para crear la Cervecería Unión. Dentro del conjunto edilicio de esta empresa se desta-ca el antiguo edificio administrativo, hoy ocupado con nuevos usos, donde se localizaron, además, algunos procesos de la producción de la cerveza, que deter-minaron la construcción de particulares estructuras. Se destaca la obra arquitectónica e hidráulica de la captación del agua de la quebrada Doña María, aún en funcionamiento.

Antiguos edificios de la Cervecería Unión. Itagüí, 2005.

Coltejer: en 1907, se funda la empresa Coltejer en la ciudad de Medellín por iniciativa de don Alejandro Echavarría. En 1942 la empresa se extiende hacia los terrenos del sur, con la compra de la fábrica Rosellón (Envigado) y, en 1944, adquiere Manufacturas Sedeco S.A., fábrica de tejidos establecida diez años atrás (Copacabana). En 1957 la empresa inaugura dos nuevas plantas de producción contiguas a la existente en el mu-nicipio de Itagüí, además de la fábrica de hilos Coltehilos. En 1964 se hace el montaje de la fábrica Polímeros Colombianos S.A., que produce fibras poliestéricas.

Esta edificación representa la innovación en la tipología de arquitectura industrial de principios de siglo. Tanto el diseño como la construcción del edificio estuvo a cargo del Ingeniero Juan de La Cruz Posada & Cía. La mayoría de sus edificios fueron construidos en tapias con fachadas lisas, grandes ventanas en madera y sus extensas cubiertas en estructura de madera y teja de barro se disponen en una secuencia de vertientes a dos aguas con lucernarios alternados. El edificio fue utilizado por Fabricato hasta 1979, y permaneció desocupado hasta 1989, fecha en la cual fue adquirido por Melco de Colombia. El edificio es un referente histórico reconocido y valorado por la comunidad del municipio.

Fabricato: constituida legalmente en 1920 se instaló como la anterior buscando las facilidades de mano de obra, acceso al agua (tienen su propio em-balse con aguas captadas de la quebrada la García)y ubicación estratégica al lado del ferrocarril y a la vía a Medellín, hoy autopista norte. Las primeras ins-talaciones siguieron parámetros similares a la fábrica de tejidos y comprendían una secuencia de cubiertas triangulares apoyadas en cerchas que permitían el ac-ceso de ventilación y luz natural. La empresa se am-plió al comprar Tejidos Bello y al participar en otras empresas como Pantex, además generó la trasforma-ción económica y urbana del municipio con la cons-

siglo XX el municipio era un pequeño poblado y se fue-ron instalando en su territorio la Compañía Antioqueña de Tejidos42, la Fábrica de Tejidos del Hato ”Fabricato”, el Ferrocarril de Antioquia (1913) y sus talleres (1921) fenómenos que dinamizaron la economía municipal. Algunos de los elementos que propiciaron el estableci-miento de la industria textil en Bello fueron: las fuentes de agua, la mano de obra abundante y el ferrocarril.

La antigua Compañía de Tejidos de Medellín, hoy Melco Mitsubishi, se construyó en 1905 en un predio aledaño a la quebrada La García para aprove-char su potencial hídrico. En 1933 la empresa toma el nombre de Fábrica de Tejidos de Bello, hasta el año de 1939 en que se fusiona con Fabricato, y se nombran estas instalaciones como Fabri-2.

Instalaciones de la antigua fábrica Satexco, actual centro de bodegas, Itagüí.

42 La Compañía Antioqueña de Tejidos, fue creada por un grupo de comerciantes y empresarios de la región; el encargado de traer la maquinaria desde Inglaterra fue el General Pedro Nel Ospina. Sin embargo, esta sociedad se liquidó y sus bienes fueron adquiridos por la Compañía de Tejidos de Medellín.

Instalaciones de la Fábrica de Tejidos del Hato. “Fabricato”, hoy Melco Mitsubishi. Bello.

Instalaciones actuales de Fabricato. Fotografía: Renier Jaramillo M.

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En los años cuarenta fue fundada la Compañía de productos GRULLA S.A. especializada en calzado para la seguridad industrial en cuyas instalaciones actualmente se construye un centro comercial.

Antigua Planta de Textiles Rosellón: fundada en la década de 1910 en cercanías a la quebrada La Ayurá y adquirida en los años 40`s por la empresa Coltejer con sede en Itagüí. Con esta empresa llegó el primer supermercado, el barrio para obreros y para empleados, la cooperativa de trabajadores, la escue-la, los espacios recreativos y culturales, entre otros. Los edificios y plantas de la fábrica se construyeron en varias etapas, en estructura de concreto y mam-postería de ladrillo, dando lugar al nombre del sector. En la década de 1990, la empresa fue vendida y los edificios demolidos para dar paso a un proyecto de vivienda masiva.

Antigua Planta de Textiles Rosellón. Envigado.

Cristalería Peldar: está ubicada en la zona industrial del municipio cerca al río Medellín y hoy convertido en una zona de gran dinamismo urbano por la localización de Almacenes Éxito, la Estación Envigado del Metro y Sofasa. En 1939 el consorcio Bavaria vendió Vidriera Fenicia Nro. 2 a los hermanos Pedro Luis y Darío Botero, quienes le dieron el nombre de PELDAR basados en sus iniciales, y la trasladaron a Envigado entre 1947 y 1949. Por su importancia histórica, se destaca como referente urbano, foco de desarrollo de varios barrios del casco urbano, como el sector de Alcalá, que fue patrocinado por dineros de la empresa. Hoy se llama O: I PELDAR debido a que la

trucción de vivienda obrera, clínica y patronato, y es además significativa a nivel nacional en el gremio de la industria textil. Una muestra de su importancia es la construcción en la avenida Junín (Medellín) del emblemático edificio Fabricato.

Pantex S.A.: Textiles Panamericanos, está lo-calizada en la calzada occidental de la autopista nor-te frente a Fabricato, en el lote de la finca llamada La María. Se originó en 1944 en una sociedad entre la Burlington Mills Corporation de EEUU y Fabricato. PANTEX. La empresa presenta en su arquitectura las características de los años treinta, donde se trabajan grandes espacios en ladrillo a la vista, cubiertas con tejas de barro y estructuras especiales que forman lu-cernarios. En su portería destacan los elementos com-positivos, la losa abovedada y las columnas metálicas de la portería realizada con colaboración de Federico Blodek43, reconocido arquitecto que diseñó además el Monumento a Marco Fidel Suárez.

Portada de PANTEX S.A. Textiles Panamericanos. Federico Blodek F. Bello, 2007.

En Envigado la actividad económica en el siglo XIX giraba en torno al mundo agrícola con una leve injerencia de actividades artesanales ligadas también al mundo rural. Una de esas actividades artesanales era el trabajo del cuero a través del cual se generan posteriormente varias empresas de calzado, entre otras la llamada Bota del Día cuyas instalaciones se encontraban en la bifurcación de la tradicional vía Poblado-Envigado (Carrera 43) a pocas cuadras del parque principal. La edificación actual fue reedificada y es utilizada para locales comerciales.

43 Federico Blodek Fischer: Viena. 1905, Medellín, 2001. Ingeniero y arquitecto con obras destacadas como el Edificio Fabri-cato y el monumento a Marco Fidel Suárez en Bello.

en 1937 por la firma de arquitectos Ignacio Vieira, Federico Vásquez y Willian Dothee45. El edificio princi-pal era de dos plantas y en él se combinaban los ado-bes a la vista con las franjas revocadas. La torre era el símbolo de la industria en Copacabana. Hasta 1948 permanecieron cerrados los salones de Sedeco en el municipio y luego fueron vendidos a J.V. Londoño.

Torre de Andina de Curtidos, antes SEDECO. Protegida por Acuerdo 013 de 2006. Copacabana. Demolida.

Las instalaciones fueron utilizadas como fundi-ción, fábrica de sombreros, y desde 1959 fue ocupada por Curtimbres Andina46, empresa que quebró y sus trabajadores quedaron a la espera de su liquidación, durante años, proceso que se dio hasta el año 2006. En la liquidación, el lote fue dividido en tres: el de ma-yor extensión fue asignado a los trabajadores y allí se encontraban los edificios industriales y una torre, la cual era un símbolo reconocible desde muchos puntos del área urbana, y se había protegido como bien patrimo-nial por Acuerdo Municipal 013 de 2005. Para permitir el desarrollo del lote, se cambió el uso industrial y de bodegas y se asignó un uso residencial y mixto, lo cual

multinacional americana Owens Illinois es la accionis-ta mayoritaria de esta empresa. Cuenta también con plantas en otros lugares del país.

En Copacabana se destacan como impulsoras de su desarrollo urbano dos empresas ubicadas allí en la década de los años 30: IMUSA y SEDECO.

Industrias Metalúrgicas Unidas S.A. –IMUSA–: está localizada contigua a la quebrada Piedras Blancas sobre la carrera 50. Se inicia entre 1934 y 1935 para la fabricación de productos de aluminio. Por Acuerdo 28 del 23 de septiembre de 1934, el Concejo Municipal declaró exenta de impuestos a IMUSA por veinte años, con la condición de que empleara un 50% de traba-jadores del municipio. Hoy la empresa continúa en la misma sede.

Empresa Sedeco: Los señores Bernardo e Ismael Correa y Mister Canney, compraron en 1936 a don Manuel Gómez un terreno. El mismo año solicitaron al Concejo de Copacabana la exención de impuestos para el establecimiento de la fábrica de Sedas Copacabana –Sedeco–. La producción se inició en 1937, alcanzan-do de inmediato gran demanda. La empresa vendió la nueva maquinaria a la Colombiana de Tejidos, Coltejer, la cual adquirió todo el montaje y lo trasladó a Itagüí. En diciembre de 1946 se llevaron los últimos telares y se cerró la empresa44. Estas instalaciones fueron diseñadas

44 Cuenca, Miguel. «Monografía Histórica de Copacabana». Tomo IV. Medellín. Ed. Marín Vieco Ltda. 1997, p. 271.45 Catálogo de la exposición «Cien Años de Arquitectura en Medellín 1850-1950». Banco de La República. Área cultural de Medellín. Bogotá. s.f. p. 129.

46 Curtimbres Andina era una empresa de los señores Ravinovich, instalada en 1958 en los antiguos salones de Sedeco. En 1959 inició la producción con cien trabajadores.

Instalaciones de Cristalería Peldar. Hoy O:I PELDAR.

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124 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 125 De las Edificaciones Industriales

crecimiento de la trama por dos factores básicos: la construcción de vivienda y la llegada de la actividad empresarial principalmente en conjuntos industriales. Esta actividad industrial asentada especialmente a lo largo de la vía troncal es el eje de crecimiento más importante por fuera del área urbana, y se conforma como un gran corredor entre el sector de Ancón y el sector de La Tablaza. Actualmente en la vía La Variante se acoge las nuevas necesidades industriales.

En Barbosa, para finales de siglo XIX la in-dustria era incipiente: un establecimiento de licores, cuatro carpinterías, dos herrerías, dos sastrerías, una zapatería, veinte minas de veta y una de aluvión. A principios del siglo XX, son los talleres o pequeñas em-presas familiares, asociadas al arribo del Ferrocarril de Antioquia y a sus estaciones48, las que fueron confor-mando lentamente el área urbana del Municipio.

A finales de la década de 1960, el panorama económico de Barbosa cambia debido al asentamien-to de la gran industria en sus territorios. Siguiendo la línea de la mayoría de los municipios del Valle de Aburrá, el Concejo Municipal por medio del Acuerdo del 3 de mayo de 1964, pactó eximir de impuestos por un término de diez años a las empresas que se ubicaran allí y rebajó también las tarifas de energía en un 50%. En 1968 fue fundada Colombiana Kimberly (Colkim) cuyo producto final era la producción de pa-pel para cigarrillo, la cual fomentó el cultivo de lino y fique. Después de esta empresa se asentaron Tejidos del Cóndor, Procecolsa y Manufacturas Caribú. Al lado de estas industrias funcionaban desde 1960 las con-fecciones Barbosa y las Artesanías de cuero, que para la década de 1970 laboraban en dos pequeños talle-res familiares.

El panorama económico de Girardota en la dé-cada de los 30`s, está determinado por el cultivo de la caña de azúcar y los trapiches. El municipio posee empresas pequeñas que se complementan en el que-hacer de la producción panelera48.

A partir de la mitad de siglo XX y, de manera tardía con respecto a los otros municipios del Valle

permitía un gran aprovechamiento urbano y económico. A pesar de que solo se protegían 100 m2 en un predio de 19.000 m2, los trabajadores demolieron la torre. El predio fue vendido para ser urbanizado.

Proceso de la demolición SEDECO.

La tardía separación de Sabaneta del muni-cipio de Envigado (1968), no restringió su territorio de la llamada avanzada industrial que se diera en el Valle de Aburrá. Para 1915 y 1920 se registran te-jares y jabonería; antes existía en pequeña escala, el procesamiento de la cabuya, dando inicio a los prime-ros barrios habitados por artesanos, como el caso de Callelarga. En la década del treinta (1930) comien-za a operar la fábrica de Curtimbres Sabaneta, que emplearía gran parte de la población del municipio, actualmente desparecida.

Entre 1950 y 1960 tiene singular importancia para el desarrollo de Sabaneta y el aumento de su po-blación, la instalación de nuevas empresas: Gravetal, Cerámicas Sabaneta e Industrias Ramo. Hoy las nue-vas unidades construidas en serie para la industria y el bodegaje están cambiando la morfología de las zonas industriales del Municipio.

En el municipio de La Estrella para principios de siglo, solo se registran como fábricas los Talleres de Ernesto Estrada y Curtimbres Colombo- Alemán47. Para las décadas finales del siglo XX se da el más significativo

47 DANE. «Panorama estadístico de Antioquia, siglos XIX y XX». Bogotá, D.E.: República de Colombia. DANE.1981. p. 416. Fábricas existentes en los municipios en 1929. 48 Empresas familiares para la producción de alimentos como galletas, quesitos y bocadillos, entre otros. Para la década de 1940 existían otras empresas como: una fábrica de cabuya, una de jabón, velerías, fábrica de bocadillos, una carpintería, unas confecciones y una fábrica de galletas.48 En la toponimia del área urbana se describe la Calle de la Ferrería que corresponde a la Calle 10 desde el cruce con la 13 hacia el oriente, donde se encuentra el camino al Barro; se llama así por el taller de Herrería que existió al pasar la quebrada El Tábano.

[…] conscientes de sus deberes y conse-cuentes con el progreso arrollador de Girardota, acordaron [...] eximir de toda clase de graváme-nes o impuestos municipales, por un período de 10 años a todas las nuevas industrias que se ins-talen dentro del territorio del municipio”51.

Así, la dotación de servicios públicos de agua y energía, sumado a las políticas municipales en torno al asentamiento de industrias en la localidad, amplió el espacio del sector industrial.

de Aburrá, Girardota propició el establecimiento de la industria en su territorio. Un informe del Presidente del Concejo Municipal, José Paz Mejía Botero, en un artículo de la revista Distritos (1967), señaló que ya se encontraban funcionando dos importantes fábricas: Mancesa Standard49 y Enka de Colombia50; además consideraba que el municipio se convertiría con el tiempo en una ciudadela industrial, pues las autorida-des municipales

Vista aérea de Girardota y su zona industrial.

49 En 1964 establece la empresa Mancer Standard, llamada Mancesa en 1969. Sus fundadores fueron la American Standard con un capital del 49 % y los Echavarría con un 51%. Los terrenos pertenecían al trapiche Caballo Blanco. Inicialmente solo producía porcelana sanitaria, a partir de 1980 empezó la producción de baldosa pequeña de decoración.50 Solo hasta 1964 se instala ENKA de Colombia S.A. al noroccidente del área urbana, en predios colindantes a la carretera Hatillo, zona llamada San Diego. Esta empresa se genera con capital holandés y colombiano y produce materias primas como hilos sintéticos, nylon, fibras poliestirenos y otros. 51 Mejía Botero, José. «Girardota un pueblo en evolución». En: Revista Distritos de 1967.

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126 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 127 De los Cementerios

“Es así como, Carlos III ordenó que se construyeran los cementerios fuera de las poblaciones, en sitios ventila-dos y distantes de las viviendas, según la Ley 1ª, título III, libro I de ley Novísima Recopilación”2. A principios del siglo XIX se reiteraron las medidas de salubridad con la orden de construir cementerios y de no ser posible, se formen camposantos3. Esta vez, Carlos IV quien, por Cédula Real de 1804, insistió en que debían ser aleja-dos de los poblados y con el mandato adjuntó la planta y los planos para su construcción4.

En el Valle de Aburrá el cambio de estas prácti-cas de enterramiento fue un proceso lento durante el si-glo XIX. En 1806 se fecha la primera solicitud de cons-trucción de un cementerio para la Villa de Medellín, y en 1809 se bendijo el cementerio llamado posteriormente San Benito5. Durante las primeras décadas, en la ma-yoría de los poblados del valle, se continuó enterrando en los templos. En 1827 se trasladó el cementerio de San Benito a un lugar distante de la ciudad cercano al camellón de la Asomadera, que pasaría a ser el cemen-terio de San Lorenzo, bendecido en 1828.

Es paradójico que hoy, lo que se conoce y se descubre de las antiguas civilizaciones prehispánicas, se hace sobre sitios de enterramiento o vivienda. Si esta prác-tica fuera realizada en nuestra época, los cementerios1 serían ciudades que hablarían de los pobladores, sus rituales, la arquitectura, el grado de desarrollo, en otras palabras, sobre la cultura. Según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos “dormían” hasta el día de la resurrección.

La palabra cementerio viene del término grie-go koimetérion que significa dormitorio. Los llaman la “ciudad de los muertos”, pues deben ser ordenados y administrados como ciudades, con sitios para los ri-tuales, sitios de descanso, y espacios –vías, senderos o calles– que los relacionen con la ciudad de los vivos. Los cementerios no siempre fueron lugares alejados de los poblados, puesto que, realmente, la práctica de en-terramiento se realizaba en los templos o en los lotes contiguos a estos. Entre 1786 y 1787, la legislación española hizo eco de las ideas que, primero médicos y después sacerdotes, ventilaban en Francia desde 1735.

1 Los cementerios son clasificados en Arquitectura Institucional en la matriz de clasificación y registro del “Manual de Inven-tarios Bienes Culturales Inmuebles” publicado por el Ministerio de Cultura en el año 2005.2 Arango, Gloria Mercedes. «Los cementerios en Medellín 1786-1940». En: Historia Medellín. Suramericana de Seguros. 1996, Tomo II. p.717.

3 A los cementerios católicos se les llama también camposantos, cuando atendiendo a las medidas de higiene las tumbas se hacen en terrenos amplios, y se cubren con una gran capa de tierra. Es más o menos el actual ritual de los cementerios parque o jardines. 4 Op. cit., Arango, Gloria Mercedes. «Los cementerios en Medellín 1786-1940». p.717.5 Ubicado al otro lado de la quebrada de Santa Elena, Juanambú con Carabobo.

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128 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 129 De los Cementerios

planas y abovedadas, columnatas que delimitan los corredores, portadas con llamativos detalles, mau-soleos artísticos y sencillos. Dichas edificaciones, en general, se ordenaron exaltando la capilla o la imagen simbólica del lugar, también se dio prioridad a las zo-nas verdes como ornamento principal del cementerio. De los tapiales de cerramiento pasaron a los de adobe a la vista o revocados y algunos presentan tramos de-corados con calados. Medellín cuenta con seis cemen-terios tradicionales, entre los cuales están los tres que llevan el nombre del barrio en el que se encuentran El Poblado, Belén y la América, el resto de los municipios solo tiene su cementerio parroquial. Todos son puntos de referencia destacados a nivel urbano.

Cementerio del barrio El Poblado. Medellín.

En los últimos años se implementaron nuevas modalidades de cementerios, tales como Campos de Paz (Medellín), Montesacro (Itagüí) y Jardines de La Fe (Bello), que de alguna manera reviven los llamados camposantos, pues son concebidos como parques o jardines y llevan implícita en su construcción una ima-gen escultórica que los convierte en referente. De igual manera estos fueron proyectados como ciudades y se han complementado con capillas, osarios y edificios para la cremación.

La construcción de los cementerios se promo-vió mediante la Ley de 1836 que impuso una con-tribución sobre los bienes de los fallecidos para la construcción y mantenimiento de éstos y a través la Ley del 2 junio de 1842 que determinó que todos los cadáveres debían ser enterrados en cementerios. Para la década de 18406, la mayoría de los poblados del Valle de Aburrá ya tenían cementerios, algunos mal ubicados como los de Hatoviejo, Belén e Itagüí, y otros en mal estado o que no tenían capilla como San Cristóbal, Aná y la Estrella. En el proceso de sanea-miento de los poblados, los cementerios pasaron, se-gún las disposiciones del gobierno, de las parroquias a los civiles y luego se devolvieron a las primeras7. Se presentaron conflictos debido a las diferencias de cultos y los enterramientos de infantes sin bautizar, personajes de la vida pública y suicidas.

Desde su creación los cementerios siguieron un proceso: pasan de las iglesias a campos cercados con bardales, en los cuales se destacaba la portada. Se enterraba sobre el terreno con lápidas sencillas o fastuosas según la capacidad económica de la familia. En algunos fueron ubicadas pequeñas capillas como la de Copacabana o templetes como en el primer cemen-terio de Girardota. Posteriormente, reubicados o en el mismo sitio, se construyeron bloques con galerías para optimizar el espacio, en cuyos diseños intervinieron firmas de arquitectos que incluyeron también temple-tes y obras escultóricas. El desarrollo urbano absorbió los cementerios que en principio se consideraron leja-nos de las zonas pobladas (Barbosa, Itagüí, Caldas, Sabaneta, Envigado, Bello, Girardota, La América, Belén, El Poblado, San Pedro, San Lorenzo) y se origi-naron problemas para su manejo, especialmente en el aspecto ambiental. Sólo los cementerios de La Estrella y Copacabana ocuparon colinas y allí permanecen, pues por su ubicación estratégica no generan conflic-tos. El único cementerio que se reubicó por estar muy retirado del centro en su tiempo, fue el de Girardota y hoy se encuentra rodeado de las viviendas del barrio Juan XXIII.

En las capillas, templetes y bóvedas se refle-jaron los estilos arquitectónicos presentes para ese tiempo en la “ciudad de los vivos”, así se dan: losas

6 Op.cit., Arango, Gloria Mercedes. «Los cementerios en Medellín 1786-1940». p. 717 - 7217 Ley 1853 se entregan a las autoridades civiles y en 1855 se devuelve a la iglesia.

estrecho y el único de la ciudad. De este modo, luego de varias reuniones decidieron fundar un cementerio por acciones, cumpliendo con todos los requisitos de salubri-dad para evitar cualquier tipo de epidemias. Hoy, el es-pacio permite hacer una lectura de la evolución artística y del florecimiento de los escultores, talladores y demás artistas que elaboraban los mausoleos en honor a los difuntos de las prestantes familias. En este espacio se encuentran personajes importantes de la historia, no sólo de la ciudad sino del país: presidentes, políticos, artistas, profesionales destacados en distintas ramas e integran-tes de las familias más adineradas de la ciudad. Este cementerio fue nombrado Monumento Nacional desde 1999 por sus valores históricos, artísticos y culturales que testimonian una época de crecimiento y desarrollo de la infraestructura en la ciudad. Hoy además es reco-nocido como Museo Cementerio.

BIC-N. Cementerio de San Pedro. Hoy Museo - Cementerio San Pedro. Medellín.Bien de Interés Cultural Nacional. Resolución 1616 26-XI-1999.

La Capilla cementerio San Pedro. En el cuadrante oriental del patio central del cementerio San Pedro se erigió la primera capilla. Su construcción de tapias era sencilla, adornada con imágenes religiosas y las campanas fueron encargadas a Europa. En 1871 se terminó el frontis de la primera capilla y se contrató su blanqueamiento, pero presentaba fallas estructurales y se le construyeron refuerzos en piedras, por esta razón se tomó la decisión de demolerla en 1891.

Medellín: El cementerio de San Lorenzo surge al trasla-dar el cementerio de San Benito al alto o Morro de las se-pulturas, aproximadamente en 18258. El camposanto se erigió donde antes se encontraba la iglesia viceparroquial del glorioso mártir San Lorenzo, y se dividió en dos espa-cios: hacia el suroriente el cementerio de San Lorenzo que pertenecía al Seminario Conciliar, y hacia el occidente el cementerio parroquial que pertenecía a la catedral; ambos fueron adquiridos por la corporación del cementerio arqui-diocesano La Candelaria. En este cementerio existieron unos quince mausoleos pertenecientes a diferentes comu-nidades religiosas, pequeñas capillas sepulcrales de las religiosas Salesianas, de la Presentación, de las Teresitas, de Las Hermanitas de los Pobres y de Las Adoratrices del Señor entre otras. Las tumbas fueron reubicadas en el cementerio universal. El cementerio fue modificado debi-do al trazado de una nueva vía de conexión con la doble calzada Las Palmas, el resto hace parte de un parque contemplativo donde permanecen algunos de los bloques de bóvedas como memoria de lo que representó en su momento el cementerio San Lorenzo en la ciudad.

Cementerio de San Lorenzo -parque-. Medellín. Bien de Interés Cultural Nacional. Resolución 073 26-I-2001

El Cementerio de San Pedro está localizado en el barrio del mismo nombre. Fue el primer cementerio privado en Medellín, construido en 1842 por iniciativa del Dr. Pedro Uribe Restrepo, quien reunió cincuenta caballeros de las familias más destacadas de la Villa de la Candelaria, haciéndoles ver que el cementerio de San Lorenzo era

8 Al parecer el primer cementerio construido fue el de San Juan de Dios, inaugurado en 1787;luego,en 1809,se construyó el del barrio San Benito ,en lo que hoy es el cruce de las calles Juanambú y Carabobo, y en 1825 se inició el de San Lorenzo en el sitio donde estuvo una “antigua iglesia que había llevado el nombre de Capilla de Felipe Sosa”, el cual se inauguró en 1928. En: González E. Luis Fernando. «Artesanos y Maestros de la Arquitectura de Medellín y Antioquia 1775-1932». Medellín: L. Vieco e Hijos. Escuela del Hábitat CEHAP. Universidad Nacional, 2008. pp. 27, citando a Beatríz Patiño M. Medellín en el siglo XVIII en Historia de Medellín, Tomo I ,Bogotá, Compañía de Suramericana de Seguros,1996, p. 89.

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130 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 131 De los Cementerios

portada y varios de los hemiciclos de las bóvedas se consideran Bien de Interés Municipal. Acuerdo 05 del 9 marzo de 1998 y Res. 653 /1993.El Jardín Cementerio Campos de Paz está localizado en el barrio La Mota, al suroccidente del municipio de Medellín. Es el primero de su género en la ciudad y fue construi-do en 1970. Su diseño fue realizado por los arquitectos Laureano Forero Ochoa y Rodrigo Arboleda H. La escultura que lo identifica, ubicada frente al acceso principal, es una obra del maestro Jorge Marín Vieco y recibe el nombre de “El Resucitado”. Este campo santo tiene el ordenamiento de la ciudad de los muertos, por ello se observa la existen-cia de calles interiores que permiten recorrerlo en su to-talidad. El espacio se divide en lotes, secciones o predios de acuerdo al tamaño del área y se han establecido unas normas para el manejo de las zonas comunes, como en cualquier reglamento de propiedad horizontal. Sobresale la capilla que comienza a construirse en 1973 y evoca con su forma la expresión de “resurrección”.

Cementerio Campos de Paz. Medellín.

En 1930 fue construida con planos del arquitec-to Belga Agustín Goovaerts. En el año 2000 se restauraron las pinturas del retablo principal, los altorelieves en bronce del portón de acceso, de la cúpula y de las fachadas exteriores, en donde se recuperó su policromía”9.

El Cementerio Universal se localiza en la Carrera 65 frente a la Terminal de Transportes del Norte. Fue dise-ñado y construido en 1943 con el objetivo de mejorar las condiciones de higiene en el manejo de los cadáve-res y proveer servicios asequibles a toda la población. El proyecto fue concebido por Pedro Nel Gómez como un gran parque-jardín del que sólo se ejecutó la prime-ra parte. Se acordó, a pesar de ser “universal”, es decir sin discriminación de culto, que el campo santo católi-co estuviera separado con una reja de hierro al interior y contara con una capilla cristiana. A los costados, esporádicos, aparecen pequeños bloques, algunos de ellos son mausoleos como el Monumento al Bombero, otros simplemente edificaciones de servicio. Este cam-po santo consta de un gran espacio verde, cubierto de árboles y con cruces blancas de cemento plantadas de manera geométrica sobre los espacios adyacentes al eje central. Entre las obras escultóricas, se destaca el Monumento a Porfirio Barba Jacob. Actualmente, la

En Bello el primer cementerio se encontraba en la zona cercana al Centro de Servicios Comfama hasta mediados del siglo cuando se construyó el Cementerio San Andrés, este fue ubicado en las inmediaciones de la quebrada Chagualones, alejado del centro, aunque posteriormente, con el crecimiento urbano, quedó in-merso en los nuevos barrios. Este cementerio está di-señado con bloques de galerías de planta rectangular, cubiertas con losas abovedadas, en medio de jardines y senderos, y en él sobresale la escalera bordeada de muros escalonados. Algunos de los elementos son si-milares a los cementerios de Copacabana y Girardota, construidos por la misma época por la firma Estudios Nuti & Cía.

Cementerio San Andrés. Bello.

El cementerio del municipio de Copacabana se en-cuentra desde el siglo XIX ubicado sobre el cerro La Azulita, elevación muy cercana a la quebrada Piedras Blancas y referente natural del área urbana. El cemen-terio, como puede verse en las fotografías antiguas, estaba ubicado en un predio rectangular bordeado por tapiales que disponía de un acceso con puerta peque-ña y reja y en el centro tenía la pequeña capilla que hoy se conserva, enchapada en adobe. Esta disposi-ción era muy similar a la del primer cementerio del municipio de Girardota.

En Copacabana, el cementerio se conservó en el mismo sitio pero fue transformado después de 1950 con la construcción de las galerías y el muro de cerra-miento del acceso con calados por parte de la firma Estudios Nuti & Cía.

A cada lado del acceso central se encuentran tres pabellones de planta rectangular en distintos ni-veles cubiertos con una losa abovedada. Bordeando

los muros de la parte posterior, se dispone el último volumen en forma de “C”, el cual está cubierto con losas y teja de asbesto cemento y en él se encuentran la mayor cantidad de bóvedas.

Cementerio de Copacabana. Cerro La Azulita.Capilla del Cementerio de Copacabana.

En Girardota se destaca la portada que se conserva del antiguo cementerio localizada al suroccidente, en la parte posterior de Girardota La Nueva. Fue construido a mediados del siglo XIX y le llamaban Cementerio de las Cuchillas ;su acceso principal estaba donde hoy está la Circular 19, frente al Matadero. El elemento que se con-serva está construido en adobe macizo, a la vista, con un espesor de 80 centímetros y una volumetría similar a la portada de una capilla: arco ojival en el centro y dos nichos para el campanario que remata de forma trian-gular. En el costado posterior, tiene pequeñas perforacio-nes, diseñadas en arco de medio punto, las cuales eran utilizadas como osarios. En la primera portada estaba inscrito “Esperamos la resurrección de los muertos”, y al entrar se ascendía por una pequeña carretera en cascajo hasta la otra portada de adobe que hoy se conserva. A la derecha estaba escrito un verso de Gregorio Gutiérrez González: “Aquí no se descansa, ni se duerme, que mo-rir no es dormirse, no es soñar, aquí sólo reposa el polvo inerte pero el alma buscadla más allá”. Al otro costado dice: “Más venid a rogar por el ausente”.

Capilla del Cementerio de San Pedro. Bien de Interés Cultural. Resolución 0316 25 III-2004. Fotografía: Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Dibujos del Cementerio Universal. Propiedad Casa Museo Pedro Nel Gómez.

9 FUNDACIÓN FERROCARRIL DE ANTIOQUIA. Restaurando 20 años el patrimonio: Capilla del cementerio de San Pedro. Medellín: D’Vinni S.A., 2007. p. 110.

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132 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 133 De los Cementerios

Mausoleo antiguo cementerio de Girardota.

Tumbas antiguo cementerio de Girardota.

Templete antiguo cementerio de Girardota.Fotografías: colección de Juan de Dios Cadavid C.

En la fotografía antigua se puede ver que era un campo cercado en bardales y que en su interior había un templete circular. Una de las razones de su traslado fue su lejanía, en ese momento, del área central, por ello el nuevo cementerio se construyó más abajo, en la Calle 8, cuando el área urbana no se extendía a esta zona.

Portada del antiguo cementerio de Girardota.

Cristo redentor en el camino al cementerio. Al fondo el bardal y la portada.

10 En la placa de la tumba de este presbítero se le atribuye la construcción del cementerio.11 BANCO DE LA REPÚBLICA. Catálogo de la exposición Cien años de arquitectura en Medellín 1850-1950. Banco de La República. Área cultural de Medellín. Bogotá. s.f..

12 Hoyos, Mauricio et ál. «Historia de Itagüí». Itagüí, 1994, p.96.

En Itagüí los informes de las visitas de obispos y ar-zobispos efectuadas desde las épocas de fundación, informan sobre la existencia de un cementerio para 1851, sin precisar su localización, con las siguientes características: “[...] de media cuadra, con puerta de madera y cerradura y un cuarto de terreno contiguo a él, su vara, azadón, cruz grande, cachos y un ataúd para conducir a los cadáveres...”12. En 1873 se llevó a cabo la construcción de la capilla del cementerio y en 1927 se registra dentro de las propiedades de la parroquia. El predio esta ubicado sobre la Cra 50A, antiguamente conocida como vía departamental y se encuentra rodeado de construcciónes.

El nuevo cementerio Municipal de Girardota fue promovido por el padre Francisco Sierra Urrea10 desde 1957 hasta 1959 y su diseño es realizado por la firma Estudios Nuti & Cía y liderado por el ingeniero de la Escuela de Minas Pepe Mexía11. Esta construc-ción posee un volumen amplio que corresponde con la capilla, tres pabellones de bóvedas y cuenta además con el monumento del Viacrucis, un ángel del silencio y un pabellón de niños.

Actual cementerio de Girardota. Fotografía: Renier Jaramillo M. 2011

En el municipio de La Estrella el cementerio se remon-ta a finales del siglo XIX. Según la historia local, estaba ubicado anteriormente en dos lugares, uno en el sitio Pueblo Viejo y otro en la Calle 5ª. El cementerio actual se localiza al sur del área urbana en el barrio Caquetá, sobre una pequeña colina. El volumen actual del edifi-cio corresponde en planta a un cuadrado con un espa-cio central y tres costados ocupados por galerías, y en el cuarto costado se halla la portada donde remata el camino de acceso. Este tiene un gran valor paisajístico por la vegetación que acompaña el recorrido y las con-diciones de mirador. En el centro hay un jardín donde se encuentra el oratorio o capilla y una red de senderos que lo recorren entre las bóvedas.

Cementerio de La Estrella.

Cementerio de Itagüí.

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134 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 135 De los Cementerios

El cementerio de Caldas, está ubicado en el costado sur del área urbana. El antiguo cementerio contaba con un gran terreno. Los difuntos se sepultaban en la tierra y se colocaba una cruz de madera a cada tumba. Las tumbas eran ubicadas en la parte central del lote y tres galerías en bóvedas servían como cerramiento, conformando un cuadrado. Sólo había un mausoleo en la entrada, en muy malas condiciones y en obra negra, que al parecer era de quien donó los terrenos para el cementerio, el señor Pedro Ángel. En 195614 la parroquia vendió los terrenos del cementerio que estaba ubicado en la zona del actual hospital y allí se construyeron casas para los trabajadores del municipio y luego fue reubicado en la zona actual. En el nuevo cementerio se construyeron galerías perimetra-les, un templete y una cripta. Los volúmenes simples y sin adornos, de dos pisos de altura, con un sistema cons-tructivo en losas y columnas, poseen muros en ladrillo revocados y pintados, pasamanos en balaustres y otros metálicos y un sistema de bóvedas y losas de cubierta15. Se destaca el Cristo en el centro del cementerio.

Cementerio de Caldas.

El cementerio de Barbosa se localiza sobre la carrera 17. El lote de forma irregular, en su momento estuvo retirado de la zona de viviendas. Los prime-ros registros del cementerio en el municipio aparecen en 1846, cuando en el censo consta que ya se tenía

El conjunto sigue una forma de claustro, ocupa-do en tres de sus lados por los edificios de las bóvedas y el cuarto lado corresponde a la fachada principal con un enrejado donde sobresale la portada, dispuesta en dirección al baldaquino.13 Los cuerpos de las bóvedas se caracterizan por el uso de un aporticado, soporte de los corredores de circulación perimetrales a éstos. Sobre uno de los jardines se localiza el único mauso-leo en el conjunto. El baldaquino es el elemento más destacado del cementerio por su localización, forma, altura, ornamentos y, en especial, por el Cristo monu-mental que allí se encuentra.Los Jardines Cementerios S.A. - Jardines Montesacro, se localiza al suroeste del área urbana, entre la carrera 42 –autopista sur–, la línea férrea y el barrio La Palma. Para su construcción en 1972, fue adquirida la hacienda Los Cristales, posterior a la constitución de la Promotora de Jardines Cementerios S.A. - Jardines Montesacro; organización integrada por familias y sociedades de la ciudad de Medellín. Se inicia luego la labor de explana-ción del terreno y en 1973 es finalmente inaugurado. El conjunto lo integra una serie de edificaciones dispersas en todo el predio, dentro de las cuales sobresalen for-malmente la capilla y el edificio del crematorio.

De las obras escultóricas se destacan en el edifi-cio principal “Sublime Nacimiento” de Omar Morales y “Unidos en la Esperanza”, “Silencio del alma” y “Ángel Custodio” de Miguel Ángel Betancourt. Dispersas y, en medio de los jardines, se encuentran entre otras el “Cristo de Los Andes” de Jorge Horacio Betancur, y la obra “Máter Sacra” de Isidro Álvarez de 1986.

Jardines Montesacro. Itagüí. 1999.

El Cementerio de Envigado está ubicado en la tradi-cional vía Envigado-Sabaneta. Organizado con bloques semicirculares de uno y dos niveles en medio de zonas verdes, senderos y jardines. En su centro se destaca la esbelta figura de la escultura “El Resucitado”. Es mane-jado por la Parroquia de Santa Gertrudis.

Cementerio de Envigado.

Todos los cementerios se han convertido en referentes pero por la localización inadecuada de al-gunos solo se ha propuesto catalogar como patrimonio los elementos más emblemáticas dentro de ellos como portadas, templetes y obras escultóricas.

templo y cementerio. En 1875 se le adjudica el ensan-che del cementerio al presbítero Lázaro María Díaz. La distribución en planta obedece formalmente a tres círculos organizados de la siguiente manera: una roton-da central de bóvedas que comienza en el nicho prin-cipal y remata en la parte superior en forma de arco, lugar donde está el Cristo16, y dos módulos circulares que se le adosan lateralmente y que plantean circula-ciones en galerías. Se proyectaron desniveles que se co-munican entre sí por escalinatas y espacios intermedios con jardines. En el año 2010 se propuso el recorte de una de las rotondas para la construcción de un espacio comunitario en el proyecto de Mejoramiento Integral de Barrios - Barrios de Jesús que se ejecuta entre el muni-cipio y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.El cementerio Santa Ana de Sabaneta está ubicado en el sector noroccidental del casco urbano, sobre la avenida Las Vegas. La edificación es el remate urba-no de la Calle Larga, eje tradicional del municipio. La construcción se le atribuye al Padre Antonio Baena Salázar quien también consiguió el terreno. Alberga singulares mausoleos gitanos en su claustro que fue-ron permitidos por el Padre Arcila, pues concedió el permiso luego de la negativa de otras parroquias. Los mausoleos están enchapados en su totalidad con ce-rámica de 10 x 10 cm. en varios colores, y en ellos se realizaban ceremonias y rituales en fechas especiales, propias de la cultura gitana.

16 Los Tres bloques están en homenaje a las tumbas de tres sacerdotes destacados del municipio.

Cementerio de Barbosa.

Cementerio de Sabaneta.

13 El baldaquino o baldaquín es una especie de templete formado por cuatro columnas que sostienen una cúpula o dosel plano destinado a cobijar el altar o púlpito cuando tiene posición aislada.

14 La Carrera 49 terminaba en los terrenos del cementerio, por lo tanto el municipio se vio en la necesidad desembotellar esta carrera con el fin de darle continuidad a la calle e implementar una vía de acceso a los nuevos barrios que se venían proyectando hacia el sur.

15 Catálogo de la exposición Cien años de arquitectura en Medellín 1850-1950. Banco de La República. Área cultural de Medellín. Bogotá. s.f.. Reporta un diseño acompañado de una fotografía de un templete realizado en el año de 1938 por la firma Viera - Vásquez - Dothee.

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136 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 137 De las Edificaciones Comerciales

casas o casonas eran de dos pisos, las piezas del primero (conocidos como “ba-jos”), las destinaban para el comercio, ya fueran denominadas pulperías, tiendas o almacenes. Con mayor razón si estas esta-ban ubicadas en el marco de la plaza mayor o principal, el centro jerárquico del espacio urbano decimonónico, tanto en lo religioso y en lo político, como en lo comercial.

Edificio La Campana, en el sector de Guayaquil. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

El francés Charles Saffray, en la descripción que hace de Medellín para el año de 1858, indicaba que para ese año “La mayor parte de las casas no tienen más que bajos… En la plaza y en varias calles, los pi-sos bajos están ocupados por almacenes”2; casas que

En Medellín y el Valle de Aburrá la arquitectura comer-cial pasó, en doscientos años, de las pulperías a los centros comerciales. Un largo decurso en el que la acti-vidad comercial cambió en la forma de concebirse y se hizo compleja, transformando no sólo sus propias diná-micas sino obligando a la adaptación o renovación de las edificaciones que le sirvieron de sede a este sector terciario de la economía. Cada una de las arquitecturas que quedaron de aquellas actividades son referentes de esos fundamentales cambios experimentados por las sociedades en sus diferentes momentos históricos, ya fueran las fondas, las pulperías, las sedes de las casas comerciales, las plazas de mercado, los edificios comerciales de renta, los almacenes, los edificios ban-carios o los centros y torres comerciales, para señalar rápidamente algunos de los tipos de edificaciones que fueron y son aún los receptores de estas actividades.

La arquitectura comercial, al menos hasta fina-les del siglo XIX, no fue especializada en términos de la función que debía cumplir. Inicialmente las actividades se desplegaron en edificaciones tradicionales adaptadas para el fin que se quería destinar. Era una “arquitectu-ra propia de nuestro país”1, en términos de Estanislao Gómez Barrientos, quien al referir a “país”, hace refe-rencia a la antigua provincia de Antioquia en donde las viviendas se caracterizaron por ser de piso enladrillado, muros de tapias encaladas, cubierta de estructura de ma-dera y teja de barro, configuradas alrededor de un patio central, ya en forma de U o en L, para simplificar una tipología predominante. Como generalidad, cuando las

1 El Montañés, Medellín, No.. 15, febrero de 1899, p. 106.2 Saffray, Charles. «Viaje a la Nueva Granada». Bogotá: Biblioteca Popular de Cultura, 1948, p. 106.

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principios del siglo XX, pero que en buena parte de las plazas de los municipios del Valle de Aburrá, desde Caldas en el sur hasta Barbosa en el norte, aún sigue vigente; allí, alrededor de los parques, centros por anto-nomasia en los cuales siguen girando las poblaciones, subsisten casas –con grandes transformaciones en fa-chadas e interiores– dedicadas a la actividad comercial de primer piso, que por sus características rememoran los rituales de compra y aquellas formas arquitectóni-cas de la plaza mayor de la villa de Medellín a media-dos del siglo XIX, las cuales quedaron registradas en algunas acuarelas de Enrique Price (1852) o la famosa obra de Simón Eladio Salom de 1859.

Edificación en esquina del parque principal de Sabaneta.

Edificación en esquina del parque principal de Copacabana. Demolida.

Pero esa arquitectura tradicional, adaptada a la actividad comercial, no sólo estuvo y estaría vigente en los centros urbanos, sino que también se ubicaron

además tenían como característica, la existencia de lo que el mismo Saffray denominó “un principal con gale-ría corrida a la que dan las ventanas o balcones”. Unas características y prácticas de uso que para el caso de Medellín se mantuvo con muy pocas variaciones hasta

Edificación en esquina del parque principal de Girardota. Planta primer y segundo nivel. Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín, 1992.Fotografía: diciembre de 2009.

De igual manera permanecen otras estructuras que evidencian las transformaciones en los sistemas de transporte y la adaptación de las edificaciones a las nuevas actividades por los cambios en las demandas; un buen ejemplo de ellas es la Fonda El Boquerón, en el Alto del Boquerón6, construida sobre la ruta del antiguo Camino del Virrey hacia 1880, pero que en el año de 1937 se convirtió en restaurante, tomando el nombre de “Gambrinus Campestre”, propiedad del alemán Ewald Duch, considerado uno de los pioneros de la actividad de restaurantes, en una ruta que ya para entonces no era de arrieros sino de visitantes de la elite de Medellín que aprovechaba la nueva Carretera al Mar, ese sueño antioqueño iniciado en 1927, para hacer el recorrido y disfrutar de la gastronomía y del paisaje. También se puede señalar el caso del estadero El Placer, testimonio de la comunicación que se estableció entre Medellín-Santa Elena-Rionegro, desde aproximadamente 1945, año en que se terminó de construir la carretera como vía alterna al Camino del Cauce, que llegaba a la vereda El Plan; así, con el trazado de la carretera se generaron distintos establecimientos públicos y casas de recreo con servicios de apoyo, entre ellos este estadero con sus servicios de venta de comida y parador7. Su ubicación estratégica, antes del alto, permitía ser sitio de descan-so, parada obligatoria del camino para abastecerse y continuar el recorrido hacia el altiplano oriental.

En la última década del siglo XIX, Medellín ya se había convertido en el corazón comercial de Antioquia y en uno de los más significativos del país. La caficultura desarrollada en el suroeste antioqueño, pero con el epicentro del trillado y el mercadeo en la capital del departamento, determinó un incremento de la actividad comercial, y a la vez fue factor determi-nante en el fortalecimiento de la actividad manufactu-rera y bancaria.

a la vera de los caminos y rutas que comunicaron los pueblos del valle de Aburrá, ya con los asentamientos aledaños del oriente y el occidente, con los puertos fluviales sobre el río Cauca o el Magdalena, los que luego conducían hacia los puertos del Caribe o hacia la capital de la República. Aún quedan testimonios de estos sitios fundamentales para el arriero o comercian-te, cuando ir de Medellín a Hatoviejo, por ejemplo, gastaba una jornada. Por ejemplo, refugios temporales como la “Posada de los Arrieros”, en el Camino Real de Palmitas al Boquerón, en el sitio conocido como “la Isla”, que se forma en las juntas de las quebradas La Volcana y La Lejía, es una antigua fonda que la memoria oral data para el año de 18603; o el “Refugio de los Arrieros”, en la vereda El Carmelo del municipio Bello, antiguo sitio de descanso de los arrieros que iban del valle de Aburrá hacia el Occidente por el ca-mino de San Félix y que fue construido hacia 18934; otro ejemplo es la fonda de la señora Mercedes Uribe, que estaba sobre el antiguo camino Real o también llamado Camino del Virrey, subiendo del corregimiento de San Cristóbal al Alto de Boquerón, la cual es reco-nocida en la vereda como una de las primeras y más antiguas de la región, utilizada en un momento de su historia por los arrieros, hecho que se testimonia en algunos detalles constructivos5.

3 Ubicada en la vereda Volcana Guayabala, corregimiento de Palmitas, municipio de Medellín. Catalogada con el registro 001-212, del inventario realizado en Plan Maestro del Área del Reserva del Occidente del Valle de Aburrá, Medellín, Unión Temporal Holos Ltda - Universidad de Antioquia-. Fundación Natura, Corantioquia, mayo de 2006.4 Nro. de Registro 088-057, Ibíd. 5 Nro. de Registro 001-216, Ibíd.6 Nro. de Registro 001-213, Ibíd.7 Registro 012, Inventario del Patrimonio Arquitectónico y Paisajístico del Parque Regional Arví. Medellín, en el Plan Maestro del Parque Regional Arví. Holos -Fundación Natura- Corantioquia. 2001.

Fonda-refugio Los Arrieros. Vereda El Carmelo. Bello.

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los edificios Carré y Vásquez (ambos en 1894), los ban-cos Popular (1897-1899) y de Colombia (iniciado en 1895, pero inaugurado en 1904). De esta manera el comercio y los edificios se especializaron para responder a la finalidad para la cual fueron construidos.

Desde finales del siglo XVIII el mercado se ha-bía institucionalizado una vez a la semana en la plaza principal (con grandes discusiones sobre cuál era el día adecuado: viernes o domingo). Pero esta activi-dad en improvisados tenderetes cambió radicalmente a partir de 1891 con la inauguración de la Plaza de Mercado de Oriente, lo que permitió, por una parte, liberar la Plaza Mayor y transformarla en el parque de Berrío, y, por otra, concentrar las actividades de mercado popular en un gran recinto semicubierto. La Plaza de Oriente renombrada como Plaza de Flórez (por el apellido del empresario bogotano Rafael Fló-rez, concesionario del proyecto inicial), perdió pronto su importancia debido a la construcción del mercado cubierto de Guayaquil en 1894, el cual se convirtió en el foco del comercio hasta los años setenta, cuando los incendios, el fin del funcionamiento del ferrocarril y el desplazamiento de sus actividades hacia otros sitios , determinaron el colapso de la intensa actividad comer-cial y el abandono del edificio8.

Pero mientras la plaza de Guayaquil estuvo vi-gente, fortalecida aún más con la inauguración de la estación del ferrocarril en 1914, la de Flórez fue utiliza-da como circo de toros, escuela, patronato de obreras y talleres escolares, hasta que en los años cincuenta del siglo XX la mitad sur continuó como centro esco-lar, manteniendo la arquitectura inicial hasta el año de 2007 cuando fue desplazada por la arquitectura con-temporánea del colegio Héctor Abad Gómez9; en la mi-tad norte, por su parte, se construyó la nueva plaza de

Los capitales acumulados permitieron la cons-trucción de nuevas edificaciones como el caso de las plazas de mercado, los edificios comerciales de renta y las entidades bancarias. Entre 1890 y 1900, mientras la villa en tránsito a ciudad cambió su fisonomía urba-nística bajo los preceptos de la civilización, la higiene y la estética, con la inauguración de los parques de Bolívar (1894) y de Berrío (1895), también se construyeron las plazas de mercado de Oriente (llamada después como de Flórez e inaugurada en 1891) y de Guayaquil (1894),

8 Después de muchos años de abandono y de fracasados proyectos, sobre el antiguo perímetro de esta histórica plaza de mercado, se inscribe la denominada Plaza de Cisneros o de la Luz. Las actividades de esta antigua plaza se trasladaron en parte a la Central Mayorista de Antioquia, al sur del Valle de Aburrá (inaugurada en 1971), a la Plaza Minorista José María Villa, inaugurada en 1984 (en el sector de la antigua Estación Villa del Ferrocarril). Las actividades no controladas por las autoridades se dispersaron por el centro de la ciudad. Aún hoy, la Plaza de Guayaquil es una memoria no resuelta por las administraciones municipales.9 Allí como centro escolar reunió a las instituciones educativas República de Argentina, República del Brasil, Simón Bolívar y Estanislao Gómez Barrientos. Esta concentración escolar fue demolida y dio lugar a la Institución Educativa Héctor Abad Gómez, uno de los diez Colegios de Calidad que se implementaron desde entonces en la ciudad, cuyo diseño arquitectónico no conserva ninguna huella de este testimonio.

Fonda El Boquerón. “Gambrinus Campestre” en 1937. Corregimiento San Cristóbal. Medellín.

Antiguo Hotel Montería. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 / 1991.Direccion Planeación.

Guayaquil otra ciudad en el centro de Medellín. Sucia pero vital al ser centro de mercadeo, encuentro y recreación de 200 mil personas, compleja en suconformación y desconocida para el resto de la ciudad. Rechazamos el urbanismo de los desalojos violentos y la destrucción de las estructuras socioeconómica como progreso. Planteamos una renovación desde adentro, como el proceso necesario para Guayaquil; donde su gente se convierte en el motor de su transformación; donde al intervención oficial aporte soluciones, no restricciones.

“Aquí quedaba el Santa Cruz, donde Sábados y Domingos se reunían los futbolistas

de entonces; la Farmacia Pasteur donde se conseguía el almanaque Bristol; una fila

de comederos de sancocho de “punta”; donde se encontraba el sastre de apellido Araque,

quien cosía vestidos en fino paño ingles.El café Tropical donde se oía el conjunto

América, Enrique Rodríguez y Jorge Omar.El Café Matecaña, con Francisco Canaro

y los Zorros Grises.El Suiche donde se jugaba tute y parqués

jugando oyendo a Armando Morena.”

Ilustración de “El Taller de Arquitectura” fundado en 1983 por Ramiro Henao Vélez ( Medellín 1950-2006). Arquitecto U.P.B. Profesor de

arquitectura de la U.P.B y la Universidad Nacional y asesor de Planeación de Medellín. Fue un pensador de la ciudad, su interés lo llevó a liderar

propuestas urbanas y a realizar con su equipo dibujos-bocetos sobre lugares y edificaciones relevantes de Medellín.

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Las plazas de mercado primigenias alentaron el desarrollo de los primeros edificios comerciales: conti-guo a la Plaza de Oriente surgió el concepto de Edificio Comercial con diseño del francés Charles Carré y al lado de la Plaza de Guayaquil11 los edificios Carré y Vásquez12, también diseñados por Carré y terminados para 1894. Tres edificaciones que aún hoy sobreviven en la ciudad13.

Edificio Comercial cerca a la Plaza de Flórez. Medellín 2011.

En los otros municipios se siguió por mucho tiempo realizando el mercado en los parques princi-pales solo cincuenta años después municipios como Bello y Envigado(1947) generaron edificios para esta actividad, el de Bello en la Plaza-glorieta de La Madre y el de Envigado sobre una calle lateral al parque principal, en los dos casos muy próximos al parque principal. Este último sufrió un incendio en Mayo del año 200814.

mercado de Flórez con diseños del arquitecto austriaco Federico Blodek, la cual se inauguró en 1953. Desde los años cuarenta se planteó construir en la ciudad las denominadas plazas de “alivio” o plazas satélites para descongestionar la Plaza de Guayaquil, y por ende el centro de la ciudad, y atender de mejor manera la población de los barrios populares que se extendían cada vez más alejados del centro; a ello se debe la construcción de plazas como La Paz, La América y la referida de Flórez, las que definieron unas prácticas de comercio popular, rural-urbano, que aún hoy mantie-nen vigencia por su valor cultural y la impronta arqui-tectónica moderna de una plaza como la diseñada por Blodek, con sus marquesinas y esbeltas columnas que le dan un aire de ligereza10.

Placita de Flórez. Arquitecto Federico Blodek. Medellín 2011.

10 En 1999 fue incluida en el Inventario Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá a razón de su calidad arquitectónica, urbanística, histórica y testimonial”.11 En Medellín, después del incendio del mercado de Guayaquil, éste funcionó en la calle durante años hasta que se hizo el edificio de la Plaza Minorista y se hicieron también plazas satélites, algunas de las cuales se mantienen como La América y Campo Valdés otras como Castilla, Belén y Guayabal fracasaron. Por otra parte se llevaron a cabo iniciativas como La central de abastos de Itagüí Plaza Mayoritaria.12 Fueron conocidos inicialmente como los “mellizos” y sus nombres posteriores hacen homenaje al arquitecto Charles Émile Carré y al promotor de las dos construcciones, Eduardo Vásquez Jaramillo.13 El edificio ubicado en la Carrera Giraldo, sigue su actividad comercial, mientras que los edificios Carré y Vásquez fueron restaurados después de años de abandono y convertidos respectivamente en sedes de la Secretaría de Educación de Antioquia y de la Caja de Compensación Familiar Confama. El edificio Carré fue restaurado por la Fundación Ferrocarril de Antioquia (2000-2002) y el edificio Vásquez por Coninsa (2002-2004).14 Nota: antes del incendio eran 103 locales. En el momento se cuenta con 71 locales, porque 32 fueron destruidos por el incendio, aunque todos los comerciantes continúan trabajando, dentro de la plaza una vez que sus compañeros se solidarizaran y les ofrecieron parte de sus espacios.

Portón Edificio Vásquez - Comfama. Patio Edificio Vásquez - Comfama. Portón Edificio Carré - Secretaría de Educación y Cultura, Municipio de Medellín.

Edificios Carré y Vásquez. Diseño Charles Carré. Bienes de Interés Cultural de Carácter Nacional. Resolución 014 de 1988. Resolución 1751 de 2000. Fotografía 2011.

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conformar los diferentes cuerpos de la fachada y la incorporación de elementos historicistas (frontones, columnas inscritas, balaustres, cresterías, etc.), un buen ejemplo de lo que caracterizó la arquitectura del cambio de siglo en cuanto a lenguaje, materialidad, textura y color.

Edificio Atlas-Lalinde. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Municipal.Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación. Arq. Dionisio Lalinde.

Edificio Gutenberg. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación. Arq. H. M. Rodríguez e hijos.

Plaza de Envigado. 1999.

Si en el ámbito urbano se inició la especializa-ción funcional del espacio con la plaza de mercado, con estos edificios se marcó el punto de partida de la especialización arquitectónica; surgía con ellos “[…] el edificio exclusivamente comercial, a lo que se le agre-ga su carácter de ser destinado específicamente para obtener renta, ya que el promotor no hace uso de sus instalaciones. En el momento que se despertaba como nunca el febril y desaforado espíritu de especulación, no había mejor respuesta para obtener el máximo de rentabilidad en el mínimo de suelo urbano que el edi-ficio comercial”15.

Después de los Carré y Vásquez comenzaron a construirse nuevos edificios comerciales. Entre 1894 y 1906 fueron erigidos al menos siete nuevas obras: Botero, Comercial, Duque, de Exportadores, Lalinde, L. Mejía, y Martínez, y como lo registró Isidoro Silva16, todos estaban ubicados o en el parque de Berrío o en las proximidades, sobre la carrera Palacé (para entonces la calle comercial de la ciudad) o sobre la calle Colombia, en donde aún queda el Lalinde17, un referente de lo que fue esta arquitectura de tres pi-sos, en ladrillo macizo, con machones y cornisas para

15 González Escobar, Luís Fernando. «El Edificio Carré. Una aproximación contextual histórica». Medellín, Fundación Ferrocarril de Antioquia, texto inédito, marzo de 2000, p. 46.16 Silva L., Isidoro. «Primer Directorio General de la ciudad de Medellín para el año de 1906». Medellín, 1906, pp. 477-478.17 Fue diseñado por el arquitecto Dionisio Lalinde. Está ubicado entre la calle Colombia y el pasaje de la Iglesia de La Cande-laria, detrás del edificio del Banco Popular.

Edificio Constaín. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

Edificio Palacé. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

La arquitectura comercial empezó desde en-tonces a cambiar de ropaje y de materialidad construc-tiva, con lo cual a subir cada vez más en altura: si para finales de los años diez eran edificios de tres y cuatro pisos, de ladrillo y con revoque de cemento y con for-mas eclécticas (la fachada norte del parque de Berrío con los edificios Echavarría, Gutiérrez, Hernández), a finales de esos mismos años eran edificios de seis pi-sos con terraza, en cemento armado y ascensor, como lo atestigua el edificio Henry, diseñado por el arquitec-to bogotano Guillermo Herrera Carrizosa, en la esquina de la carrera Bolívar y la Calle Boyacá, e inaugurado a principios de 1929.

Edificio Bedout Víctor. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991.Dirección Planeación. Arquitecto H. M. Rodríguez e hijos.

Edificio L. M. Mejía. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

Edificio Henry. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación. Arquitecto Guillermo Herrera Carrizosa.

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máticas de la ciudad (sitio de exhibición no solo textil y de modas, sino de exposiciones artísticas) en contacto permanente con la calle y el incesante flujo de transeún-tes (nueva característica urbana, fundamentalmente en la calle Junín, que deriva en el verbo “juniniar”), y en los pisos superiores la torre con el escalonamiento de los planos, en los que se rompe la horizontalidad de los pisos con las líneas verticales producidas con los brise soleil (“quiebra soles”) de concreto, elemento muy característi-co de la composición de fachadas en la denominada ar-quitectura moderna de estos años, de corte racionalista.

Contemporáneo al inicio del desarrollo de la arquitectura comercial a finales del siglo XIX es el despegue de la arquitectura bancaria. Si bien los pri-meros intentos de configurar entidades bancarias en Medellín y Antioquia fue en los años de 1870, cuando en 1871 se ordenó crear el Banco de Antioquia y se formaron “las primeras casas comerciales especializa-das en operaciones bancarias”19, sólo en 1899 con la construcción del edificio para el Banco Popular20 y en 1904 cuando se inauguró la primera sede del

En los años 40´s los edificios pasaron a ser de siete a diez pisos (La Bastilla (1940), Grancolombia (1947), Colseguros (1944), La Naviera Colombiana (1947), entre otros), con las formas expresionistas de algunos o el rigor ortogonal de otros, la esbelta vertica-lidad, la ausencia decorativa en los planos de las facha-das, la cuadrícula de ventanas de hierro y vidrio, o el uso de nuevos materiales de acabados, como los enchapes en piedra bogotana, para señalar uno de ellos. Los nom-bres indican que para estos años se da la transición a los edificios empresariales, ya no llevan el apellido de los propietarios sino de las empresas promotoras, un elemento simbólico del auge industrial de la ciudad como lo expresó el de la empresa Fabricato (1949), en la esquina de la calle Junín con la carrera Boyacá.

El edificio Fabricato18 diseñado por Federico Blodek F., el mismo arquitecto de la segunda Plaza de Flórez, era buen ejemplo de las nuevas realidades so-ciales y técnicas, y de los lenguajes arquitectónicos; con un piso noble en la plataforma, que incluía en el acceso la que se convertiría en una de las vitrinas más paradig-

Edificio Fabricato. Medellín, 2011. Arquitecto Federico Blodek F.

Edificio La Naviera Colombiana. Medellín, 2011. Arquitectos, Viera, Vásquez y Dothé.

18 Entre el edificio de Fabricato y el edificio Coltejer (1972), ubicado en las cercanías del primero, en el cruce de la calle Junín con la avenida La Playa, pasaron 24 años del proceso de la verticalización arquitectónica urbana, años que fueron marcados por estos dos referentes; así, se pasó de los diez pisos del primero a los 36 pisos del segundo. Edificios con la ya convencional y asumida configuración de plataforma en relación con la calle (de dos pisos y terraza) y la torre de altura variable, con un volumen contundente, de formas racionalistas y con variaciones en la composición de su rigor geométrico por la acentuación de las líneas horizontales o verticales, debido a la forma de disponer la agrupación de ventanas y balcones. 19 BOTERO R. María Mercedes., “Comercio y bancos, 1850-1923”, en Jorge Orlando Melo (Director general), Historia de Antioquia, Colombia, Suramericana de Seguros, 1991, p. 243.20 Ubicada en el parque de Berrío, en la esquina de la carrera Palacé con la Calle Colombia, sitio donde hoy queda la torre del Banco Popular, inaugurado en los 80s, pero que nada tiene que ver con el primero, aunque no deja de tener una curiosa manera como se reinstala este referente en la memoria urbana.

Edificio Bemogú. Medellín, 2011. Arquitectos Viera,Vásquez y Dothé.

Banco de Sucre (antiguo edificio L. Mejía, pero refor-mado y decorado dentro de los cánones historicistas, ubicado en el parque de Berrío al lado sur de la iglesia de La Candelaria), el Banco Alemán Antioqueño (ga-nador del concurso a la mejor fachada de la ciudad en 191922), el Banco Republicano (en 1923, consi-derado uno de los más bellos ejemplos del historicis-mo arquitectónico en la ciudad, por su portada y es-pacio interior, pero lamentablemente demolido como

Banco de Colombia21, se tuvieron las primeras sedes para entidades bancarias construidas expresamente con ese fin; la primera diseñada por Antonio J. Duque y Dionisio Lalinde y la segunda por el mismo Duque pero culminada por Enrique Olarte.

Con aquellos edificios de tres pisos, de textu-ra y formas en ladrillo, con pretensiones historicistas, se inició una tipología arquitectónica que luego va a tener sucesivos y paradigmáticos ejemplos, como el

21 Ubicado en la calle Boyacá entre las carreras Junín y Palacé, en el costado norte.22 Diseñado por Horacio Marino Rodríguez.

Costado oeste Parque de Berrío. ARCHIVOS DE ARQUITECTURA. Gabriel Jaime Arango Villegas et ál. Trabajo de grado para pregrado en Arquitectura. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. Escuela de Arquitectura y Diseño. Facultad de Arquitectura, 1982. Planos: Parque de Berrío, 1-20)

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Bienes de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 / 1991.Dirección Planeación.

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Junín), Banco Central Hipotecario (1959), Compañía Suramericana de Seguros (1961, segunda sede), Banco Industrial Colombiano (1966, en Colombia con Carabobo), Banco de la República (1974), Edificio del Café (1978) y Banco Popular (1978).

La mayoría de ellos comparten los mismos prin-cipios y características de los edificios comerciales señala-dos, con excepciones como el edificio Bancoquia construi-do en 1971, por fuera del área bancaria25, donde el uso del ladrillo lo alejaba de los edificios arriba referidos en los cuales predominó el gris del concreto o los enchapes en

muchos otros edificios23), el Banco Comercial Antio-queño (en 1943, sobre la Carrera Carabobo), el Banco de la República (en 194824), hasta llegar al periodo de la explosión de sedes bancarias que se localizaron so-bre la calle Colombia o sus proximidades, para definir una zona bancaria con sucesivos ejemplos arquitec-tónicos que también fueron en busca de las alturas, entre los años de 1950 a 1970, con ejemplos como el Banco de Bogotá, (1950), Banco de Colombia (1951), Banco del Comercio (1956), Banco Popular (1956), Banco Industrial Colombiano (1956, en Colombia con

23 También diseñado por Horacio Marino Rodríguez. 24 Diseñado por H. M. Rodríguez y Rodríguez Orgaz quien ocupó el mismo lugar en el que sucesivamente estuvieron el edificio L. Mejía, el Banco Sucre y luego el Banco Republicano, hasta construirse el Banco de la República, luego de lo cual lo ocupó la Bolsa de Medellín y hoy es un pasaje comercial entre la carrera Palacé y el callejón de la Iglesia de La Candelaria.25 En la esquina de Junín con Maracaibo, además de la actividad comercial en la plataforma, la torre estaba dedicada a apar-tamentos, por lo cual este proyecto se distanciaba de los demás.

Banco de Colombia. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 / 1991. Planeación. Arquitecto Federico Blodek.

Edificio Suramericana de Seguros. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 / 1991.

de ser un gran referente geográfico urbano.Pero la actividad comercial en el siglo XX ge-

neró otro tipo de edificaciones para la compra y el consumo, definiendo en diferentes décadas tipologías arquitectónicas que ya han desaparecido o han evo-lucionado y son en el día de hoy referentes dentro del tejido de la ciudad que forman parte de los rituales y prácticas urbanas contemporáneas.

Para ello basta señalar el recorrido que se ini-ció a finales de los años de 1910 y de 1920, cuando se construyeron los famosos pasajes como el Pasaje Sucre27 y el Pasaje Bolívar (carrera Bolívar con calle Amador), los dos en el sector de Guayaquil y am-bos demolidos, pero el último se puede considerar el antecedente lejano del comercio de pequeños almace-nes que hoy caracteriza el sector denominado popular-mente como “El Hueco”; en 1955 se inauguró en el centro de la ciudad Mercados La Candelaria28, donde la oferta variada en un solo local inicia la configuración de los supermercados, algo que en 1957 ampliaría en términos de concepto y superficie, el Almacén Sears, con la apertura de un local aislado y con parqueaderos

piedra, al igual que lo acercaba al lenguaje del “ladrillis-mo” en boga en otras ciudades del país en estos años, fundamentalmente en el caso de Bogotá y Cali.

De estos edificios hay un número de ejemplos sobresalientes en términos de su calidad arquitectóni-ca, los cuales forman un grupo representativo del pa-trimonio arquitectónico moderno; pero también de este ejercicio de implantación agresiva, muchos con claras intenciones de especulación inmobiliaria, se derivó a una arquitectura sin recursos estéticos, insulsa, falta de ideas y sin entender el contexto de la ciudad, y se barrió sin miramientos la memoria arquitectónica y urbana.

Sin embargo, en algunos de ellos se evidenció una sin igual resignificación urbana, como fue el caso del edificio Coltejer, que se implantó en el lugar donde estaba el edificio Gonzalo Mejía (Teatro Junín y Hotel Europa), un edificio reputado como el mejor ejemplo de la arquitectura art noveau de la ciudad y un referen-te sociocultural; la nueva torre construida se convirtió, desde los años de 1970, en el nuevo hito de la ciudad, debido a su integración al tejido urbano26, a la proyec-ción de una contundente imagen simbólica y al hecho

26 Los diseñadores del proyecto indicaban: “El comercio debe integrarse, debe confundirse con el comercio de Junín, por eso está localizado al Norte del lote y se trata a base de pasajes comerciales peatonales, que son hoy una tradición en el centro de la ciudad y efectivamente muy adecuados ya que acortan distancias al peatón, protegen de la lluvia y el sol”. En: Revista Ingeniería Arquitectura Construcción, Medellín, Nro. 3, julio de 1970, p. 36.27 El Pasaje Sucre fue demolido entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, por orden de la administración municipal de en-tonces. En su lugar fue construido el edificio de la Biblioteca de Empresas Públicas de Medellín, inaugurada en junio de 2005.28 Localizado en el cruce de la Carrera Ecuador con la calle La Paz, detrás de la Catedral Metropolitana, aún mantiene los rasgos arquitectónicos y el uso inicial al cual fue destinado.

Costado norte. Parque de Berrío. ARCHIVOS DE ARQUITECTURA. Gabriel Jaime Arango Villegas et ál. Trabajo de grado para pregrado en Arquitectura. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. Escuela de Arquitectura y Diseño. Facultad de Arquitectura, 1982. Planos: Parque de Berrío, 1-20.

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1890

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la ciudad. Si bien los dos proyectos de intervención son diferentes en su concepción y calidad, muy discutible en el último caso, es un hecho que sólo su reciclaje en centros comerciales posibilitó su permanencia, y hoy son ejemplos del patrimonio construido además de ser referentes históricos y de memoria urbana.

Las edificaciones para el esparcimientoen el Valle de AburráEn los libros históricos y de arquitectura de la ciudad de Medellín se ha reconocido la importancia de al-gunos edificios construidos para la recreación y diver-sión30 y se han considerado verdaderas instituciones. Para este documento se han incluido en este capítulo de arquitectura comercial, visto desde la perspectiva de que todos esos edificios se originaron en inicia-tivas privadas y con un carácter netamente comercial por parte de sus gestores. En estos edificios no se ha ofrecido una mercancía tangible, pero se vende el dis-frute de un momento, tanto que cada vez se ha refina-do más el tipo de oferta para los espectáculos a ofrecer y se han constituido verdaderas empresas dedicadas a este servicio. Para Medellín se destacaron iniciativas ya desparecidas como el Circo-Teatro España (1909, diseño de Horacio Rodríguez), el Teatro Bolívar y el Teatro Junín, este último estaba ubicado en el edificio Gonzalo Mejía31 donde también funcionaba el hotel Europa y fue demolido para la construcción del edifi-cio Coltejer. Se preservan el Teatro Pablo Tobón Uribe, el Teatro Lido y la Plaza de Toros (BIC- M Decreto municipal 1407de 1995) los cuales han tenido que adaptarse a los nuevos formatos de espectáculos pero durante este tiempo se han valorado convirtiéndose en edificios patrimoniales de la ciudad. Otra modalidad eran las salas de cine del centro y de los barrios de Medellín que desaparecieron o fueron reutilizadas para otros usos, igual que las que se construyeron en algu-nos municipios como Bello, Copacabana e Itagüí.

en el sector de Otrabanda29, hasta llegar en 1972 a la construcción del primer centro comercial en Colombia, Sandiego, en el lugar que antiguamente ocupó un te-jar, el que hoy sigue vigente. Estos tres momentos co-merciales son marcas y referentes de los cambios en la dinámica comercial de la ciudad, y dejaron huellas materiales –no necesariamente consideradas como patrimonio ni declaradas como tales a pesar de la permanencia de edificios como el de La Candelaria, e inmateriales, debido a los nuevos rituales urbanos que redefinieron profundamente las prácticas sociales.

El comercio ha mantenido y sigue mantenien-do una relación paradójica con el patrimonio, pues su accionar ha configurado tipologías arquitectóni-cas urbanas, como se ha visto, y ha aportado buenos ejemplos edificados que hoy son patrimonios de las ciudades, pero de igual maneras ciertas concepciones económicas han instaurado prácticas arrasadoras e insensibles en los entornos urbanos. A su vez, en los últimos años, la actividad comercial posibilitó que edi-ficaciones pensadas y construidas inicialmente para otras funciones y usos, se pudieran recuperar y man-tener en la ciudad, convertidas en fundamentales refe-rentes históricos y urbanos. Un ejemplo destacado de ello fue la recuperación y transformación del antiguo Seminario Conciliar de Medellín, diseñado y construi-do por Giovanni Buscaglione entre 1919 y 1921, en el Centro Comercial Villanueva entre 1981 y 1984; esta intervención permitió que la antigua edificación fuera restaurada e integrada a un nuevo sector construido en la parte norte del conjunto. Otro ejemplo es el an-tiguo Palacio Nacional, sobre la carrera Carabobo de Medellín, el que se comenzó a construir en 1925 con diseños del belga Agustín Goovaerts, pero que luego del traslado de las oficinas gubernamentales del orden nacional al Centro Administrativo de La Alpujarra, que-dó abandonado y sólo hasta su conversión en centro comercial entre 1992 y 1994 pudo recuperarse para

29 Este almacén dio lugar a un proceso de urbanización allí. El local ha sido remodelado varias veces pero mantiene su uso y se convirtió en es e sentido en un referente urbano. 30 En la matriz de clasificación y registro del “Manual de Inventarios Bienes Culturales Inmuebles” publicado por el Ministerio de Cultura en el año 2005 son clasificados como parte de la Arquitectura Institucional: Escenario para la recreación y el deporte: Plaza de toros, Circo teatro, club social y estadio. En este misma edificación para la Cultura: teatro, salas múltiple, de conciertos ,de cine, paraninfo, biblioteca.31 El teatro, en estilo moderno, es decir de la tendencia del art nouveau, tenía capacidad para 4500 espectadores. Fue construido en 1924 y se considera la mejor obra de Agustin Goovaerts .funcionaban en él al tiempo, un fastuoso teatro y un elegante hotel […] el edificio es demolido en 1969. En: Molina Londoño, Luis Fernando. Fotografía de arquitectura en Medellín 1870-1960. La modernización. p.83.

Teatro Pablo Tobón Uribe. Medellín. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación. Arquitecto Nel Rodríguez Hausler.

En los municipios también se gestaron iniciati-vas para construir de este tipo de espacios, es así como en 1999 existían referencias de los siguientes edificios:

En Copacabana se conserva la fachada del Teatro Gloria, frente a la alcaldía, ya que interiormente esta desmante-lado y es utilizado actualmente como bodega.

Teatro Gloria. Copacabana.

En Itagüí el desaparecido Teatro Caribe fue demolido con la promesa del municipio de constituir una com-pleta sede cultural que no se ha ejecutado.

Bello, Teatro Iris: Estaba Localizado en la carrera 51, zona centro. Este teatro fue construido en la década del treinta y funcionó hasta 1964 como tal; después estuvo abandonado y fue utilizado como sede de una iglesia Cristiana. La construcción era un solo volumen

En épocas recientes se destaca (1989), por su for-ma y escala, el diseño del Teatro Metropolitano José Gutiérrez Gómez reconocido como Bien de Interés Cultural Municipal: Res. 545 de 1986 y porque gene-ró la renovación urbana de la Alpujarra2. Teatro Lido: construido en los años cuarenta. La edi-ficación de planta rectangular, ubicada en el costado oriental del Parque Bolívar, entre las carreras Ecuador y Sucre, con acceso por ambas vías. Fue el primer teatro de la ciudad construido para proyectar cine para la época y fue dotado de excelentes condiciones acús-ticas y técnicas para la época. Es un volumen cerra-do en el que se destacan el plano semicircular de la fachada y los grandes ventanales. Fue restaurado por municipio de Medellín para actividades culturales.

Teatro Lido. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación. Arquitectos Viera, Vásquez y Dothé.

Teatro Pablo Tobón Uribe: La estructura del teatro ocupa toda la manzana en el remate de la Avenida La Playa (Cl. 52) al cruce con la Cr. 40; para 1948 la Sociedad de Mejoras Públicas había iniciado las ges-tiones para la construcción de un teatro con diseños del Arquitecto Nel Rodríguez. Pero sólo hasta 1953 la firma H. y M. Rodríguez inicia las obras, después de que se hubieran cumplido todos los trámites ante el Gobierno Nacional, (el País estaba en Estado de Sitio) para contar con algunos recursos y después de recibir los recursos del señor Pablo Tobón Uribe.

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Bello- Club Gallístico Cantaclaro: Estaba localizado sobre la carrera 50 o Autopista Norte, Se destacaba su portada de forma semicircular y desde allí se apre-ciaba el amplio predio rodeado de grandes árboles de mango. Fue diseñado en 1940 por los arquitectos Ignacio Vieira J. y Federico Vásquez, fue un centro so-cial donde no sólo se apreciaban las peleas de gallos sino que también se utilizaba para eventos naciona-les e internacionales. El conjunto se componía de dos construcciones, la primera un gran kiosco octagonal en gradería, con silletería y arena central para las peleas de gallo; el otro era un gran salón rectangular rema-tado octagonalmente y con grandes vidrieras en todos los costados, era utilizado para las reuniones sociales. Ambas edificaciones se enlazaban por una circulación cubierta con losa, sostenida por columnas y muros de ladrillo. Estaba registrado en lo siguientes documen-tos como de valor patrimonial: Plan de Ordenamiento Territorial, Área Metropolitana Zona Norte.1986.Libro Patrimonio Cultural del Valle de Aburrá.1989.Fichas de Inventario Planeación de Bello.1992. Plan ordenamiento cultural al 2008 Municipio de Bello e Inventario Turístico de Bello1999 y en el Inventario Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburra de 1999 con la ficha 32.

Plano del predio Club Cantaclaro, Bello. Demolido

a doble altura cubierto a dos aguas y se ocultaba me-diante muros áticos con elementos eclécticos, usuales en la arquitectura de la época. Al acceso tenía un pe-queño hall y la escalera lateral al segundo nivel donde se encontraba el palco y el cuarto de proyecciones y contaba con graderías descendentes hacia un amplio escenario. Su uso, localización y forma la hicieron reco-nocida en el municipio. Fue demolida en el año 2009 para levantar un nuevo edificio. Estaba registrado en lo siguientes documentos como de valor patrimonial: Libro Patrimonio Cultural del Valle de Aburrá de 1989. Fichas de Inventario Planeación de Bello de1992 y en el Inventario Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburra de 1999 con la ficha 19.

Teatro Iris. Bello, 1999. Demolido en 2009.

Los clubes sociales son otra forma de mercadear la recreación pero las ganancias obtenidas se revierten en sus propios socios, de esto el más tradicional en Medellín fue Club Unión (BIC_M Res. 123/1991)lo-calizado en la calle Junín (Hoy centro comercial) pos-teriormente el Campestre en el Poblado y el club El Rodeo en la zona de Belén - Guayabal, la tipología de sus construcciones está correspondiendo al periodo en que se construyeron y su condición urbana o campes-tre, hoy los dos últimos son cuestionados por tener grandes zonas verdes para pocos usuarios, en una ciu-dad que no tiene el nivel ideal de espacio público.

En Itagüí32 fue famoso también el llamado Club San Remo, estadero restaurante y hasta motel, la casa se conserva como parte de las instalaciones de un hogar para personas de la tercera edad.

Antiguo Club San Remo.

En cuanto a estaderos urbanos que se han con-servado tradicionalmente se destacan: En Sabaneta se ha constituido en un referente el tradicional y antiguo Bar Bombay, ubicado en una esquina de la vía de ac-ceso al parque. En Caldas el tradicional y antiguo Bar káiser y en Medellín la Fonda El Jordán ubicado en Robledo y el Salón Málaga ubicado en el centro.

32 Tomado de Informe Técnico de actualización del Inventario y Propuesta de Plan Especial de Protección patrimonial para el municipio de Itagüí 2005. Por la Fundación Biblioteca Diego Echavarría Misas de Itagüí: Raúl Montoya y Edgar Bolívar Rojas. Por la oficina Promoción Cultural del Área de Desarrollo Cultural-Secretaría de Educación y Cultura de Itagüí: Carlos Posada. Por planeación: José Fernando Escobar Arturo Espinosa por el Centro de Historia. Por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá: Gloria C. Ceballos Restrepo.

Club Viña del Mar, antiguamente ubicado en el predio del colegio María Auxiliadora en el centro del municipio de Itagüí.

Bar Bombay. Sabaneta.

Bar Kaiser. Caldas.

Gallera del club Cantaclaro, Bello.

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en las afueras de conventos y abadías, cumplían funciones de beneficencia en el marco de los valores de la caridad defendidos por la cristiandad. La existencia creciente de enfermos fue transfor-mando los hospicios en hospitales dedicados a su atención. Un término francés para el hospital medieval es el Hôtel-Dieu, “el albergue de Dios”1, un término que reflejaba las ca-racterísticas del modelo hospitalario de la época: los enfermos eran atendidos por comunidades religiosas, en construcciones anexas a las iglesias y monasterios, y subsistían con limosnas y aportes de la población y de los potentados. Se considera que el Hospital del Santo Spirito en Roma, construido por orden del Papa Inocencio III en el año 717, fue el prototipo para el de-sarrollo de otros hospitales medievales2. En el imperio de Oriente, el hospital era una xenodochia o casa de caridad, para aislar personas, evitar contagios, transfor-mar espiritualmente y asistir a bien morir.

En los hospitales medievales predominaba la atención espiritual y la asistencia propiamente médica no era la prioridad; tampoco existían las nociones de bienestar y prevención de la enfermedad mediante ac-ciones en el entorno comunitario e individual.

En las culturas antiguas la curación, la magia y la reli-gión estaban profundamente ligadas, y la enfermedad era atribuida a una mala relación con los espíritus y seres sobrenaturales. Esta asociación ha sido amplia-mente estudiada en el caso de las sociedades asiáticas y la cultura grecorromana en los cuales existían tem-plos dedicados a diosas y dioses sanadores; en estas construcciones donde realizaban rituales curativos y se aplicaban tratamientos para proporcionar alivio a los enfermos. En la Roma Imperial, dedicada a las guerras de rapiña, los sitios de curación se desarrollaron tam-bién con un interés militar. Durante el imperio romano se crearon hospitales militares en los campamentos, y el oficial médico de las unidades de combate era llamado medicus. Adicionalmente, entre las ruinas de antiguas fortalezas militares romanas se han encon-trado galerías de pequeñas habitaciones para alivio de esclavos y soldados y para el hospedaje de viajeros, denominadas valetudinaria; se cree que estas edifica-ciones precedieron a los hospitales modernos.

La palabra “hospital” viene del latín hospes, que significa huésped. De esta misma raíz deriva hospitium, término referido a la hospitalidad y que en el futuro daría origen también al término “hotel”. En Europa, durante la Edad Media, los hospicios o albergues para menestero-sos y peregrinos, instaladas por comunidades religiosas

1 En la ciudad de Lyon, año 542 y en la ciudad de París año 650.2 El plano, copiado alrededor del 820, fue proyectado posiblemente por Haito, abad del monasterio, cumpliendo la Regla de Benito de Nursia que proponia tres edificaciones hospitalarias fundamentales hasta finales del siglo XVI: El infirmarum, infirmito-rium o infirmeria destinado a los monjes enfermos; el hospitale pauperum, para pobres y peregrinos, y la casa de los huéspedes distinguidos. Otras dos edificaciones fueron cobrando cada vez mayor importancia: el hospital para los novicios y los hermanos legos y la leprosería. “En el siglo X hubo en Bagdad, al menos, seis hospitales, uno de ellos, el llamado bimaristan -palabra persa que significa ‘lugar para enfermos’”. En: García Barreno, Pedro. La Medicina Medieval (1100-1500) Hospital General Universitario Gregario Marañón Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia. 2007 Canaria.

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[…] el más rico de todos los clérigos tomó la ini-ciativa de levantar un hospital en Medellín, compró un solar grande y alejado, arrumó piedras.., y pro-metió dar dinero, pero se distrajo al gastar sumas para su casa en la plaza y su pequeña capilla con-tigua. Voluble, manifestó el deseo de dejar esa casa y capilla (dedicada luego a San Francisquito), para que en ellas funcionara el hospital, pero advertido de lo inadecuado de un hospital ahí, abandonó el proyecto, prefirió a la Orden Tercera, y murió en 1785. No se desanimaron los vecinos con lo del hospital, y con legados, limosnas, impuestos a las mortuorias y parte de los diezmos, entre el cura y el cabildo, sacaron adelante la casa, que hizo el tapiador Miguel Ortíz, y a la que Don Juan Lalinde llevó agua por cañería subterránea. Aunque se pi-dió, también, un convento con religiosos de San Juan de Dios, se prefirió levantar una capilla que entró a servir en 1805, mientras, los frailes me-joraron la casa que les serviría de convento. Tres años después se abrieron calles en un barrio, el del hospital de San Juan de Dios, vecino al antiguo de San Benito4.

Este el origen de la actual iglesia de San Juan de Dios, ubicada en la calle Colombia con Cúcuta5.

Al pasar al siglo XIX, el intensivo laboreo en los cultivos y minas dio lugar a la aparición de heridas, mordeduras de serpientes, picaduras de mosquitos, paludismo, fiebres, tuberculosis y otras enfermedades infecciosas; además, el constante movimiento de los pobladores generó la necesidad de atender estos enfermos y desde los hospitales se adelantaron también acciones de salud pública; en tal sentido, entre 1803 y 1804 fueron vacunados contra la viruela los habitantes de Rionegro, Medellín y Santa Fe de Antioquia.

Esta tendencia cambiará posteriormente en las sociedades industriales con el surgimiento de los estados modernos, al desarrollarse las políticas sanitarias y se producirse notables avances en medicina. La salud de la fuerza de trabajo se revela como un requisito al desarrollo económico y presiona la aparición de prácticas sociales que transforman sucesivamente el hospital y lo convier-ten en un sistema de espacios destinados a la atención y el cuidado de problemas específicos de salud con dife-rentes grados de complejidad, razón por la cual la estruc-tura física y funcional de los servicios de atención médica se ajustan progresivamente a los criterios y condiciones socioeconómicas de las sociedades industriales.

La casa-hospital: En Colombia, después de la conquista española y durante la colonización, predo-minó el sistema de beneficencia europeo, cuya gestión estaba a cargo de comunidades religiosas y asociacio-nes filantrópicas laicas inspiradas en los principios de la caridad cristiana. A finales del siglo XVIII los oido-res Francisco Silvestre y Juan Antonio Mon y Velarde, durante sus visitas al Valle de Aburrá, relacionaron en sus informes la carencias de servicios e instituciones para atender los requerimientos de la población en materias como vías, acueductos, saneamiento, hospi-cios, casas de corrección, cárceles y otros. Las dispo-siciones de estos oidores constituyeron en uno de los primeros pasos para ordenar y sanear los poblados, estimulando la construcción de las primeras obras de carácter público y la provisión de agua potable como servicio público; ordenaron además recoger las dolen-cias y las enfermedades, la pobreza y la ancianidad en instituciones de caridad.

En el Valle de Aburrá3 la primera institución hospitalaria de que se tiene información fue el hospital San Juan de Dios:

3 En Bogotá se atribuye al arzobispo Fray Juan de los Barrios y Toledo (1.495 - 1.569) por el año 1564 la creación de un Hospital de Pobres dedicado a San Pedro, ubicado en casas anexas a la primera iglesia de la capital. En 1630 Felipe II au-torizó a la orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios hacerse cargo de esta obra. En 1723 se fundó el Hospital de San Juan de Dios en su reemplazo, con diseños del español Fray Domingo Pérez de Petrés. (1759-1811) que llego en 1792 y realizó varios obras incluida la catedral actual de la ciudad. A mediados del siglo XIX da origen la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional.4 Párrafo textual del capítulo I. «De villa a Metrópoli» de Roberto Luís Jaramillo.5 Fue realizada por iniciativa de Sancho José Londoño, pero luego de la muerte de éste y después de un largo proceso estuvo bajo la dirección de José Jerónimo Calle hasta su culminación en 1797. Sin embargo, en 1802 se debió construir una nueva edificación, pues ésta no era adecuada, la que se culminó en 1805;constaba de iglesia ,dos salas […] ropería, botánica, despensa, celda prioral y servicio religiosos. González E., Luis Fernando.«Artesanos y Maestros de la arquitectura de Mede-llín y Antioquia 1775-1932». Medellín: L. Vieco e Hijos. Escuela del Hábitat CEHAP. Universidad Nacional, 2008. pp. 27, citando a Beatriz Patiño M. «Medellín en el siglo XVIII» en Historia de Medellín, tomo I, Bogotá, Compañía de Suramericana de Seguros,1996, pág. 142.

la Europa industrial, el surgimiento de la clínica y el desarrollo de la medicina y al producirse sistemas de clasificación y diferenciación de las enfermedades or-gánicas y de los trastornos mentales. Los dispositivos de biopolítica desarrollada por los estados modernos incluyeron la creación y puesta en marcha de institu-ciones y mecanismos de control social, entre los cua-les se encontraban la educación, la atención médica y las políticas sanitarias. Los requerimientos espaciales fueron evolucionando a la vigilancia y con control de las enfermedades y a partir de la consideración del enfermo como desviado social que debe reincorporarse al orden; así dentro de las nuevas funciones del hospital se incluyó el confinamiento de las personas con conductas consideradas anormales.

A principios del siglo XIX el inglés Jeremy Bentham propuso un diseño arquitectónico que permi-tía la vigilancia y control de los individuos, denomina-do panóptico (del griego pan-opticón); dicho modelo establecía la disposición circular de celdas alrededor de una en el centro, desde donde puede observarse a todos los sujetos recluidos (pan-opticón); esta modali-dad de distribución arquitectónica podía ser empleada para instituciones como prisiones, fábricas, hospitales e instituciones psiquiátricas.

Originalmente los asilos para locos o manico-mios fueron instituciones diseñadas para ocultar los trastornos de conductas, percepciones o pensamiento. Bajo este enfoque se construyeron edificios administra-dos por organismos religiosos y filantrópicos, con fines restrictivos y punitivos más que científicos o terapéu-ticos. Allí los “locos” eran sometidos a tratos duros y severos que incluían el encadenamiento, las duchas y los castigos físicos. Aunque aceptada socialmente, esta medida suscitó el rechazo de algunas personas, entre ellas el médico francés Philippe Pinel8, estudioso de las enfermedades mentales desde finales del siglo XVIII, quien denunció las inconsistencias de tales prácticas.

Para 1859 el hospital San Juan de Dios cam-bió su nombre al de “Hospital de Caridad del Estado de Antioquia” y sus instalaciones fueron reformadas “incluyó inicialmente la reedificación de la casa sede del hospital San Juan de Dios y la capilla; la edifica-ción se fue ampliando hasta lograr un estado óptimo, tanto que Segismundo de Greiff6 lo destacó entre toda la arquitectura de la villa por su “perfecto local”, que ya podía rivalizar con los mejores de esta clase en el país. Para 1869 es descrito “como un edificio magnifi-co; grandes i ventilados aposentos, mucho aseo, baños fríos, templados i calientes en todas horas. Una bellísi-ma iglesia, muchas flores y una botica magnifica”7.

En 1876 el hospital era dirigido por las Reverendas Hermanas de la Presentación de Tours que habían llegado a la región para desempeñarse en servicios educativos y de asistencia.

Los hospitales para el aislamiento. Manicomio: Para culturas antiguas como la grecorromana, la lo-cura no era una enfermedad sino un vínculo con los dioses “la divina locura” y en ocasiones una posesión demoníaca. Los locos eran cuidados en sus casas por sus familias o deambulaban por las calles sin atención especial. La palabra manicomio parece provenir de no-socomio (de nósos que significa enfermo y komáo que significa cuidar o atender) lugar destinado al cuidado de enfermos. La primera parte del término nosocomio se cambió por manía; de modo que el término paso a ser manicomio y se refiere al lugar para cuidar la locu-ra. No se ha encontrado evidencia de establecimientos destinados a los trastornos mentales en las culturas antiguas occidentales, aunque algunos hallazgos su-gieren la existencia de sitios para atención de este tipo de enfermedades en las culturas orientales.

En el hospital medieval de beneficencia se cumplían múltiples funciones relacionadas con la atención de los enfermos, pero esta práctica cam-bió con la implantación de los estados modernos de

6 Carlos Segismundo De Greiff (1793-1870). Ingeniero sueco que vino al país y trabajó entre otras, en la industria minera. Su nieto Carlos De Greiff (1862 -1909) ejerció como médico en Yarumal y después fue el primer médico municipal en Medellín, cargo creado en 1905 para vigilar las normas higiénicas en la ciudad y prestar los primeros auxilios a los heridos.7 González E., Luis Fernando. «Artesanos y Maestros de la arquitectura de Medellín y Antioquia 1775-1932». Medellín: L. Vieco e Hijos. Escuela del Hábitat CEHAP. Universidad Nacional, 2008. pp. 62, citando a Pedro Isaza «Un viaje” en el periódico el Oasis». Nro. 5. Medellín 30 de enero de 1869, pág. 39. 8 Philippe Pinel (1745-1826). Pertenece al grupo de pensadores que constituyeron la clínica médica como observación y análisis sistemático de los fenómenos perceptibles de la enfermedad. Es a partir de esta rigurosidad en el plano del método que establece la primera clasificación de enfermedades mentales. Sus ideas tuvieron gran repercusión posterior.

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hombres y mujeres desde 1892. Se eligió este lugar por recomendación de la Academia de Medicina11 y los planos fueron realizados por el ingeniero Luís G. Johnson12. La construcción fue lenta, y como en otras instituciones de este tipo, se adicionaron a lo largo de los años nuevas edificaciones en directa relación con los cambios conceptuales en la forma de atención del paciente y las técnicas y modelos del momento bajo la dirección de profesionales como Dionisio Lalinde, Agustín Goovaerts y Jesús Mejía13.

Antiguo Manicomio. Hoy Centro de Servicios Comfama de Aranjuez. Medellín, 2011.

La administración estuvo a cargo de las her-manas de la comunidad Siervas del Santísimo y su prioridad era atender “los locos furiosos y aquellos monomaniacos que atentasen en contra de la vida, los

En el Valle de Aburrá, desde 1872, se da un cambio en los fundamentos del sistema de beneficen-cia que se inspiraba solo en la “atención de caridad”, y no en la “atención médica” debido a que se incor-poran progresivamente criterios científicos y técnicos. Dichos cambios están relacionados con la influencia de la primera Facultad de Medicina que agrupó profe-sionales con estudios en Bogotá y en el exterior, la cual se consolidó en 1887 con la fundación de la Academia de Medicina de Medellín, liderada por los doctores Manuel Uribe Ángel9 y José Ignacio Quevedo. A par-tir de entonces se definieron normas, pautas y proce-sos para tratar a los enfermos y para la localización, construcción de edificios hospitalarios para los cuales se exigía el aislamiento de los pacientes con ciertas enfermedades, entre ellas la viruela, la tuberculosis, la lepra y las enfermedades mentales. Los espacios co-mienzan igualmente a diferenciarse según el uso, y en algunos casos se separan los hospicios, los hogares, los conventos y los hospitales según la enfermedad.

Desde 1875 la Junta Suprema del Estado de Antioquia propuso crear una “casa de alienados” y realizó una colecta entre la población. En 1878, la Cor-poración Municipal de Medellín dispuso la creación de un “Hospital para locos” que comenzó a funcionar en diferentes casas alquiladas del municipio de Medellín. Diez años después, esta institución se denominó “Mani-comio Departamental” (Ordenanza Número 24 del 27 de julio), se dispuso también la construcción de un edificio en el alto de Bermejal10, donde comenzaron a recluirse los locos provenientes de la cárcel, separando

9 Manuel Uribe Ángel (1822-1904). Médico graduado en Bogotá y especializado en París. Se interesó ampliamente por la geografía y publicó en Francia el Compendio de historia y geografía de Antioquia (1885), libro referente historiográfico. Ocupó destacados cargos públicos. 10 Bermejal donde la tierra era roja, hoy esta zona se llama Aranjuez.11 “[…] fue considerada por el gobierno como Cuerpo Consultivo para los asuntos de higiene y salubridad, pero también para múltiples proyectos de ordenamiento del espacio urbano. Uno de los proyectos en los cuales más intervino como consejero el cuerpo médico de la ciudad, a través de la Academia, fue el del emplazamiento, diseño, construcción y posterior mejora-miento y ampliación del Manicomio Departamental”. En: González E., Luís Fernando. «Medellín, Los orígenes y la transición a la modernidad .crecimiento y modelos urbanos1775-1932: Médicos, e ingenieros: La fisiología de la ciudad. 1775-1932». Medellín: Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. p. 112. 12 Figura junto a Dionisio Lalinde y otros en la lista de ingenieros asistentes a la creación de la Sociedad Antioqueña de Inge-nieros (SAI) en 1913.13 En Bogotá se data en 1870 un asilo para atender a quienes perdían la razón: “Primer asilo de locos de la Beneficencia de Cundinamarca “[…] en Sibaté en las afueras de Bogotá, hoy llamado Neurosiquiátrico Julio Manrique, construido con pabello-nes de un piso. Para la época ya había médicos como Carlos Putman (1850-1915) y Antonio Gómez Calvo (1853-1926) que promovían el estudio de la salud mental, aunque oficialmente sólo en 1913 se estableció la primera cátedra sobre el tema en la Facultad de Ciencias Naturales y Medicina.

de hermanas de la Presentación y fue construida una nueva edificación; además se inició en el predio un proceso de sucesiva construcción de pabellones ais-lados, levantados con recursos de donantes particula-res, estatales y empresariales18. Para la época existían entre otros, el pabellón del Fondo Obrero de Coltejer, el pabellón de la cárcel para hombres y mujeres, el pabellón de pensionados y el pabellón Santa Inés para las hermanas enfermas. Por el año 1935 se constru-yó, contigua a la casa de las religiosas, una pequeña capilla dispuesta en forma de cruz y construida con donaciones de particulares.

En 1941 el Municipio dispuso que desde el Hospital se emprendiera la lucha antituberculosa de Antioquia y la administración de la institución pasó al Departamento, con aportes desiguales del Municipio y la Nación, hasta 1950 cuando los tres estamentos acordaron contribuir por partes iguales. En 1961 el Hospital constituyó un establecimiento autónomo; para la época contaba con un 80% de camas para pacientes clasificados (pobres y de pocos recursos) que provenían de los municipios; el resto de camas se destinaba a enfermos pensionados. En 1962 el municipio trasfirió los bienes del hospital al Departamento. Durante esta década la demanda de hospitalizaciones disminuyó debido a que los avances médicos permitían el tratamiento a los pacientes de forma ambulatoria y la institución entró en déficit presupuestal. Para ese entonces se llegó a cuestionar su viabilidad futura; se cerraron varios pabellones y el hospital dejó de recibir aportes del Departamento. Entró así en una crisis que lo obligó a vender parte del predio al Instituto de Crédito Territorial, entidad

exhibicionistas y de manía incendiaria, serian asilados de preferencia”14. Su construcción generó además la ubicación de viviendas a su alrededor, las cuales se in-tegraron a principios del siglo XX como parte del barrio Aranjuez. En la actualidad, este edificio ha sido reha-bilitado y funciona como la sede de servicios Comfama de dicho barrio15.

Lazaretos: Es importante mencionar que en su momento, la Lepra16 representó un caso particular por su carácter transmisible que implicaba el aislamiento de los enfermos. Los edificios para el aislamiento y tratamiento de esta enfermedad fueron llamados la-zaretos o leprocomios. En Antioquia se documentó la preocupación por esta enfermedad después de la crea-ción de la Academia de Medicina: “[…] el lazareto fue el tema de las primeras sesiones de la Academia,… para ello se encargaron de estudiar el lugar adecuado y las condiciones que se debería cumplir”17.

El sanatorio La María: Otro hospital con la tipología de pabellones fue el Sanatorio La María, creado para atender la Tuberculosis, una enfermedad que también implicaba aislamiento. En 1899 el Dr. Jesús María Duque presentó su tesis Tuberculosis en Antioquia y enfatizó lo contagiosa que era la enferme-dad y lo frecuente que era en la ciudad de Medellín. Veinticuatro años después, cuando era concejal, el Dr. Duque propuso crear un hospital con este fin y el municipio aceptó (Acuerdo 25 de 1923), para lo cual compró dos lotes ubicados en el paraje El Volador o La María en los cuales se configuró un extenso predio con casa principal de tapias, casa de mayordomo y pese-breras en la zona que hoy ocupa el barrio Francisco Antonio Zea. En 1928 llegó al hospital la comunidad

14 Documento de la exposición de fotografías El Edificio Bermejal. Sep. 28 a Octubre 31 de 1995.Comfama.15 La rehabilitación estuvo a cargo de la oficina del arquitecto Laureano Forero Ochoa, reconocido por la rehabilitación y reno-vación de edificios como Almacentro, Primer Seminario Conciliar (centro comercial Villanueva y donde funcionan las oficinas de la Curia) y el edificio Vásquez (inaugurado en Febrero de 2006) también como otra sede de Comfama.16 El lazareto más conocido del país se encontraba en Cundinamarca. En 1867 en la hacienda “Agua de Dios” se estableció un leprosorio. Posteriormente, la Ley 104 de 1890 impone al enfermo un aislamiento total e impide el ingreso de personas sanas al lugar. En1905 el Dr. Pablo García, director del leprosario, habla de 2772 asilados en 637 casas, de las cuales 120 pertenecen al Gobierno y 517 han sido construidas por los enfermos; cinco hospitales, en que están alojados algo más de seiscientos enfermos y cuatro asilos para niños. Hay, además, edificios para oficinas públicas, para escuelas, dispensarios y farmacias. Para la época se propuso organizar una colonia ya que esta disposición permite a los pacientes llevar una vida normalizada al contar en su interior con una serie de servicios. En Contratación (Santander) se data otro leprosorio creado en 1860.17 González E. Luis Fernando. En: «Medellín, los orígenes y la transición a la modernidad: crecimiento y modelos urbanos. 1775-1932: Médicos e ingenieros: La “Fisiología de la ciudad». Medellín: Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. p 123.18 Aún se conservan en los jardines del hospital las bancas de granito donadas también por diferentes empresas.

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pital francés. Los pabellones constituían un esquema desarrollado por el estado moderno durante el régi-men napoleónico22.

Del diseño de los planos del Hospital San Vicente de Paúl se encargó al arquitecto francés Augusto Gavet, quien se desempeñaba como Director General de Construcciones Hospitalarias de la república francesa. Gavet nunca visitó la ciudad y con base en la información recibida por correo realizó varias propuestas entre 1914 y 1916.

La novedad arquitectónica de esta construcción consistía en en cuenta no solo las condiciones sanitarias para cuidar al enfermo y evitar el contagio sino también las normas higienistas europeas. Por ello la nueva sede se proyectó en las afueras de la ciudad sobre el llano de los belgas y fueron construidos pabellones en medio de jardines y zonas verdes: el edificio de Cirugía, el pabellón de Clínica, dos edificios de Medicina, el pabellón de Cocina, el edificio de Contagiosos, la Administración, el Pabellón de Maternidad y el edificio de los Muertos23.

La altura de las edificaciones varía entre uno y tres niveles y todos presentan un basamento en piedra con pequeños vanos de ventilación e iluminación con el fin de darle ventilación a los sótanos. Sobre estos basamentos se construyeron los muros elaborados en ladrillo dispuestos de diversas formas o trabas; se destacan las cornisas, los sillares y dinteles de las puertas y ventanas. Sobre el ladrillo se destacan los almohadillados de la fachada: revoques reticulados en las esquinas de los edificios y en el borde de los vanos. Estos detalles hacen alusión a formas estilísticas de los edificios europeos como se ve en el del Hospital Marítimo de la ciudad francesa de Berck sur Mer, diseñado por el mismo Gavet.

que construyó allí varios barrios. Adicionalmente otros terrenos fueron invadidos por la población y por tales razones la casa de las religiosas, la capilla y otros pabellones no hacen parte hoy del Hospital.

En la década de 1980, el epartamento y el Ministerio de Salud definieron que la institución se convirtiera en un Hospital General de segundo nivel con énfasis en Neumología, para lo cual se hicieron convenios docentes-asistenciales y se abrieron otros servicios, lo cual llevó a realizar continuas remodelaciones de la planta física dando pie a que, con el tiempo, coexistieran construcciones de diferentes épocas19.

El Hospital San Vicente de Paúl -Los Pabellones: Durante el siglo XIX y principios del XX, la atención hospitalaria continuaba promoviéndose desde las sociedades de beneficencia como la de San Vicente de Paúl, cuyo patrono es llamado “el padre de la Caridad”. Esta Sociedad creó su “conferencia”20 en Medellín desde 1863 y promovió a lo largo de muchos años la prestación de servicios asistenciales en la ciu-dad y en los municipios de Copacabana y Caldas.

En 1912 el estado del Hospital San Juan de Dios en Medellín era lamentable: “[…] el local era estrecho, el mobiliario completamente deteriorado, el instrumental incompleto y deficiente y no contaba con camas suficientes para la atención de los pacien-tes, quienes debían esperar turnos tirados en ande-nes por días enteros para poder ocuparlas”21. Por ello un grupo de personas y empresas lideradas por don Alejandro Echavarría promovió la construcción de un nuevo Hospital y propuso que llevara el nombre San Vicente de Paúl. La construcción de esta institución se inició en 1913 bajo el modelo de pabellones del hos-

19 Builes Cadavid, Teresita. «Hospital La María. Recuento histórico 1923-1993». Revista del Congreso de Neumología Sep-tiembre 16-17 de 1993. 20 Conferencia es el nombre que da la Sociedad de San Vicente de Paúl a la asociación de sus miembros en más de cien países, los cuales realizan obras benéficas en asuntos de salud, atención alimentaria y vivienda. Fue creada en París, en 1833 por un grupo de estudiantes católicos que adoptó a San Vicente de Paúl (1581-1660) como patrono por su dedicación al servicio de los pobres y de los infelices. 21 Todos los datos, planimetrías y fotografías hacen parte del documento “Plan Especial de Manejo y Protección del Hospital San Vicente de Paul” en proceso de aprobación por el Ministerio de Cultura y realizado por María Isabel Velásquez, Rafael Cuervo A, Mary L. Tamayo, Marta L. Velásquez V., Juan G. Castro V., Laura Restrepo, Jackie Londoño, Lucía Franco. Octubre de 2010.22 El Código Napoleónico se instauró en los nuevos Estados impulsando los principios de la modernidad; entre ellos, las insti-tuciones dirigidas a garantizar el control social requerido para el desarrollo de los sistemas económicos de mercado.23 El equivalente para la época en Bogotá es la creación del Hospital San José, entre 1902-1925, por la agrupación de diez médicos que conforman la Sociedad de Cirugía. Fue diseñado por el Florentino Pietro Cantini, ingeniero y arquitecto que había llegado en 1881 a continuar la obra de Thomas Reed en el Capitolio Nacional. Está construido en pabellones de dos pisos pero con circulaciones conectoras.

por terminados varios de los principales edificios y se trasladaron allí las Hermanas de la Presentación y los pacientes del antiguo San Juan de Dios.

En 1937 se construye la capilla en ladrillo ma-cizo, dispuesta en forma de cruz latina; en ella que se destacan los vitrales. Su diseño fue una adaptación de la propuesta de Augusto Gavet.

En 1948 se estableció el convenio docente-asistencial con la Universidad de Antioquia que se reflejó en el término de “Hospital Universitario”. Así, el edificio de la Facultad de Medicina se convierte en una prolongación del edificio del Hospital desde los

Fachada del Hospital marítimo Berck sur Mer- Francia.

Las cubiertas de los edificios están elaboradas en estructura de madera y teja de barro y las circulaciones están cubiertas con teja de zinc. Su concepto de pabellones contribuye a proporcionar la contemplación y la tranquilidad al paciente que allí permanece durante su enfermedad. La disposición urbanística, paisajística, sus fachadas y volumetría fueron destacadas cuando el edificio fue declarado Monumento Nacional.

La obra fue dirigida por el arquitecto Enrique Olarte hasta su muerte en 1923 y fue continuada por Félix Mejía, Horacio Rodríguez, Agustín Restrepo y Jesús Mejía, arquitectos antioqueños del momento que venían de estudiar en el extranjero y por el arquitecto belga Agustín Goovaerts, quien se contaba entre los ingenieros de obras departamentales.

La construcción se demoró muchos años y no estuvo exenta de dificultades económicas. En 1926 ya se había destinado uno de los edificios para la atención de los trabajadores del ferrocarril en 193424 se dieron

24 Para la década de 1930, cuando se terminaba este hospital, estaban ya terminados o en construcción en otros países europeos y en Estados Unidos varios hospitales y sanatorios en edificios en altura, los cuales contaban con ascensor. Esta modalidad solo será posible en Medellín en los años 50.

Pabellón de Financiera, Hospital Universitario San Vicente de Paúl, 2010. Zonas verdes, Hospital Universitario San Vicente de Paúl, 2010.

Esquema planimétrico para la construcción del Hospital.

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Pabellón Hospital del Hospital Universitario San Vicente de Paúl, Medellín. Monumento Nacional. Decreto 2010 5-XI-1996 (Bienes de Interés Cultural Nacional)

Fachadas Edificio Pensionados (Fachada Norte), Pabellón Cirugía General (Fachada Sur), Pabellón de O.N.U. (Fachada Occidental), Plan Especial de Manejo y Protección, Hospital Universitario San Vicente de Paúl, 2010.

Los hospitales municipales de fundación ecle-siástica: A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se establecieron en otros lugares del Valle de Aburrá hospitales de beneficencia creados por comunidades religiosas. Por esta época se encontraba en construc-ción el trazado de la línea férrea y se empezaban a establecer las primeras empresas e industrias que de una u otra manera, y particularmente por medio de fundaciones filantrópicas y donaciones, impulsarán la construcción de estas edificaciones para la atención local de los enfermos. Los nuevos hospitales se ins-talaron en casonas existentes o en edificaciones cons-truidas para tal fin, a las que se anexaba un espacio para la capilla de la comunidad religiosa que adminis-traba los servicios. Esta medida respondía a los inte-reses de las comunidades religiosas y a la asistencia espiritual de los pacientes. El origen canónico de los hospitales de Antioquia se refleja en los nombres que se conservan hasta hoy en los municipios: Hospital San Juan de Dios, San Vicente de Paúl, San Rafael, Santa Margarita, María Auxiliadora y La Inmaculada.

Las edificaciones hospitalarias estaban organi-zadas alrededor de los recintos para la comunidad re-ligiosa, usualmente vedados al público (zonas de clau-sura). A a lo largo de uno o varios patios o claustros, se disponían espacios para la consulta externa y para servir de dormitorios colectivos para los enfermos. Los materiales de construcción utilizados en la época eran la tapia pisada y la cubierta con estructura de madera, cañabrava y teja de barro. El hospital, antiguo o nuevo, fue y será durante mucho tiempo un punto de referen-cia en cualquiera de estos municipios pues hace parte su proceso de poblamiento y transformación.

Antiguo hospital de San Rafael - Girardota: Como testimonio de las casas hospitales, se encuentra en el Valle de Aburrá, el edificio del municipio de Girardota; cuya volumetría general permanece como prueba de esta tipología aunque presenta algunas reformas en su facha-da para adaptarse al uso educativo que hoy alberga. En 1895 fue fundado el hospital-asilo para ser manejado por la comunidad de las hermanas de La Presentación y se

puntos de vista urbanístico, constructivo y de diseño arquitectónico. Los edificios de bioquímica y morfolo-gía son bienes de interés cultural y la Universidad de Antioquia emprendió su restauración en el 2009.

Facultad de Medicina. Universidad de Antioquia. Medellín, 2011.Edificio de Bioquímica y Morfología. Bienes de Interés Cultural Nacional. Resolución 798 de 1988.

Hasta 1975 la institución fue regentada por las hermanas de la Presentación y desde 1973 se creó la Corporación de Fomento Asistencial del Hospital San Vicente de Paúl-Corpaúl con la misión de obtener recursos para su sostenimiento.

Desde su creación este hospital ha estado en continuo crecimiento físico y científico. Con los años, la institución ha adaptado a las innovaciones tecnológicas y a las normas sobre infraestructura expedidas desde el Ministerio de Salud. Esta circunstancia conduce a que coexistan en el predio los edificios históricos o tra-dicionales (Bienes de Interés Cultural Nacional) con edificios de diferentes formas y alturas; este es el caso del edificio de la Policlínica25 (1961) y los edificios de Trasplantes, de Patología, la morgue y el Hospital infantil (1952).

25 Desde 1913 se había creado la oficina del médico legal con personal permanente. Después, ante la alta demanda el con-cejo municipal creó una policlínica en el año 1926, en principio en la misma oficina, que posteriormente se fue dotando de servicios, pero en el año 1936 el mismo Concejo decidió hacer un contrato con el hospital San Vicente de Paúl para que allí se atendieran las urgencias. El hospital adaptó espacios hasta que creó el bloque de Policlínica. Resumen de información de la presentación: La Salud en Medellín (Historia). Adolfo González R. En el “XXIV. Congreso Nacional de Medicina.” Integración de saberes”. 28-30 de Octubre .Envigado ASMEDAS 2010.

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En este caso, el conjunto arquitectónico origi-nal fue diseñado para funcionar como un hospital-asilo configurado por una casa de un piso de grandes pro-porciones en planta y altura, y una capilla adosada a ella. El conjunto estaba construido en mampostería de tapia pisada, cubierta en estructura de madera y teja de barro. Los acabados de sus puertas y ventanas de madera eran sencillos y se destacaba su colorido.

Fachada del antiguo hospital, hoy Colegio Parroquial La Presentación.

Girardota, 2009.

El hospital de Girardota ilustra una tendencia en el Valle de Aburrá. Hasta las primeras décadas del siglo XX las asociaciones y comunidades religiosas de beneficencia continuaron asumiendo la atención de la salud y la ancianidad. Para algunos municipios cerca-nos era más fácil obtener el servicio en los hospitales de Medellín, mientras los más alejados se vieron en la necesidad de crear centros de asistencia. Todos se concibieron sin ánimo de lucro pero, con el tiempo, algunos recibieron recursos de los municipios y se fue-ron transformando en hospitales municipales.

contó, entonces, con una casa “[…] muy bien construida y amplia, con regular dotación de muebles, y que podía dar alojamiento a más de 20 enfermos […]”26. La finan-ciación por la vía de la beneficencia era insuficiente y los vecinos debieron solicitar a la Asamblea Departamental un auxilio, pues hasta el momento el hospital era soste-nido por las limosnas que se recibían de la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús. La frase “ Para la salud corporal de los pobres y la salud espiritual de los ricos” reflejaba la situación. El sismo de 1979 averió la parte del edificio en la que funcionaba el hospital; de modo que los servicios principales se trasladaron al llamado “Edificio Toro” (casa de dos pisos rematada en ático) en el parque mientras se iniciaron trámites para construir un nuevo hospital en el sector del Llano que fue terminado en 1983. En el antiguo edificio continuo el asilo hasta que fue trasladado a la nueva sede en cercanías a la sa-lida a la vereda Manga Arriba y la zona del hospital repa-rada pasó a ser el Instituto Parroquial La Presentación.

26 A.H.A. Gobierno Municipios. Tomo 5.024.Doc. Nro. 1

El hospital en el desarrollo industrial: A media-dos del siglo XX se desarrollaron en el Valle de Aburrá varios centros de atención que surgen de una política de bienestar laboral, cuyo origen incipiente puede encon-trarse en los hospitales de campaña creados durante la construcción del ferrocarril27 y, posteriormente, en la atención suministrada en los pabellones destinados a ello en el hospital San Vicente de Paúl. El objetivo de esta asistencia era mantener saludable la fuerza de trabajo en momentos los que aún no existía el Instituto de Seguros Sociales. En los años cuarenta surgen dos iniciativas importantes: la clínica Fabricato y el hospital de la Asociación Nacional de Industriales ANDI.

La Clínica Fabricato fue creada en 1940 por la empresa textil Fabricato28, ubicada en Bello y construida con la tipología de pabellones de un piso en una escala más modesta. Los edificios de esta clínica fueron trasformados totalmente cuando convirtió en la Clínica Víctor Cárdenas Jaramillo, del Instituto Colombiano de Seguros Sociales (posteriormente Nueva EPS).

La Asociación Nacional de Industriales funda-da en 1944, promovió en 1946 una “fundación de beneficencia” con el nombre de hospital ANDI; para ello creó una corporación y compró, con los prime-ros fondos que recogió entre sus asociados, un lote agregado de la Finca El Volador. El inicio de la obra se realizó en 1949, sin embargo fue un proceso lar-go y difícil por falta de suficientes recursos; además se llegó a considerar el replanteamiento del proyecto con la aparición del Instituto Colombiano de Seguros Sociales. Para 1953 el alcalde de Medellín, Bernardo Cock, ofreció a la asociación la donación de un mi-llón de pesos para la construcción de un “hospital de pobres” en nombre del señor Pablo Tobón Uribe29, ac-cionista de Coltabaco y Cervecería Unión. El Alcalde propuso los lineamientos para tal donación, uno de los cuales era la creación de una Fundación con el nombre del benefactor. Esta condición no fue aceptada, y la obra siguió con lentitud. En 1954 murió el señor Pablo Tobón Uribe y en su testamento continuaba la inicia-tiva de crear una fundación benefactora y levantar un hospital en terrenos que debía donar el Municipio.

En 1941 aún se encontraban en este or-den los siguientes hospitales, como puede leerse en la Monografía de Antioquia editada por la empresa Cervecería Unión en Itagüí:

Barbosa: • el hospital es de la parroquia y tiene un auxilio municipal de $110.00 men-suales. Existe además un moderno hospital en construcción, con servicios de maternidad y antituberculosos.

Girardota: • el hospital de este municipio es una fundación eclesiástica. No presta ser-vicios operatorios, ni de maternidad, ni de profilaxia antivenérea ni antituberculosa… No recibe este establecimiento ninguna clase de auxilio del Tesoro público.

Copacabana:• hay en la cabecera un pe-queño hospital, de fundación eclesiástica, que recibe un auxilio municipal de $15.0 mensua-les, en el que se atiende a enfermos que no sean de cuidado y se asilan ancianos.

Caldas:• se está construyendo un hos-pital que pertenece a la Sociedad San Vicente de Paúl. Sólo tiene un auxilio mu-nicipal de $40.00.

La Estrella:• actualmente prestan sus servicios eficaces la Sociedad San Vicente de Paúl, la Cruz Roja Escolar, la Casa restauran-te, creada para atender debidamente a los peregrinos que visitan la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá. No hay hospital, y la parroquia sostiene un asilo de ancianos

Envigado:• el municipio ha construido seis casas para sus empleados y obreros Entre otras de sus prestaciones sociales no debemos pasar por alto el asilo y las drogas y atención médica que la entidad distrital su-ministra gratuitamente a los obreros y a los pobres de solemnidad.

Itagüí:• no se hace mención del aspecto asistencial.

27 La práctica médica toma en este caso concreto los senderos de la medicina laboral y el mantenimiento de la fuerza de traba-jo, experimentando sus enfrentamientos con los ejercicios empíricos y “yerbateros” a los que acudían las clases más pobres.28 La empresa contaba con un pabellón alquilado en el hospital San Vicente de Paúl, pero construyó su propia clínica que en 1963 pasó a ser propiedad del Instituto de Seguros Sociales.29 Pablo Tobón Uribe. 1882 -1954. Considerado un filántropo por las donaciones que realizó para varias obras de la ciudad.

Planta primer piso y fachada del antiguo hospital de Girardota: Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín, 1992

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Originalmente, el término clínica (del griego kliní: “lecho”, “cama”) hizo alusión a la sistemati-zación de los signos y síntomas de las diversas en-fermedades con el fin de establecer su origen y ma-nejo. Con el tiempo, el término se transfiere al lugar donde el médico diagnostica y trata a personas con problemas de salud y fue la expresión adoptada por el sector privado para aludir a los servicios médicos. En la década de los años 40`s y 50`s, la tipología pro-yectada para estos edificios era muy diferente a la de pabellones; pues ahora eran construidos en altura, con menos ocupación de superficie y el ascensor per-mite y estimula la existencia de tales edificios. Su di-seño se centró en resolver los problemas funcionales de manera eficiente y en el uso adecuado de nuevos sistemas como estructuras de concreto y su posterior revestimiento. Se desarrollan tipologías en “T” y/o en “H” buscando la mayor eficiencia en los recorridos y la optimización del control del espacio a través de puestos de enfermería centralizados. Estos edificios obedecen a diseños muy elaborados, formulados por equipos multidisciplinares, algunos con asesoría ex-tranjera, y se inicia así una diferenciación entre el di-seño arquitectónico, el diseño estructural, los diseños eléctricos, hidráulicos y la implantación de equipos. El estudio y planeamiento del Hospital Pablo Tobón Uribe, por ejemplo, fue encargado, previo concurso, a la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos Vélez Posada

En 1957 la obra inconclusa del hospital ANDI se entregó a la Fundación Pablo Tobón Uribe y de allí tomó su nombre. Así continúo un largo proceso que culminó, en una primera etapa inaugurada en 1970; a partir de esta fecha el hospital siguió un proceso de transformación que continúa en el 201030.

Para la década de 1940 se dictaron desde el gobierno nacional, la Ley 6 de 1945 y la Ley 90 de 1946, que marcan el inicio de la seguridad social y de la creación del Instituto de Seguros Sociales, enti-dad que comienza operaciones en 1949. La concep-ción predominante proponía implementar un sistema de asistencia social y era impulsada por diferentes actores, entre los cuales se destacaban los gremios como la misma ANDI y la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO 1945), los sindicatos, y la organización médica de ese entonces denominada Federación Médica. Reflejo del nuevo sistema fue la construcción de la Clínica León XIII, ubicada en el ba-rrio Sevilla, que sucesivamente ocupó tres manzanas de la zona y cuyos edificios evidencian los aportes de varios periodos y diseños arquitectónicos.

Más adelante en Envigado e Itagüí se ubicaron sedes del Seguro Social y, en Bello, la Clínica Fabricato se trasformó en la clínica Víctor Cárdenas Jaramillo. Posteriormente el Seguro Social instalará sedes me-nores en casonas adaptadas en los municipios de La Estrella y Caldas.

30 En Familia. Edición 332 de Febrero 2010. Separata especial. Hospital Pablo Tobón Uribe, 40 años.

Bloques de la Clínica León XIII (antiguo Seguro Social). Hoy IPS universitaria U de A. Medellín, 2011. Para 1954 sólo se había terminado el edificio del centro.

Comunidad de las Hermanas de la Presentación que ejercieron un control estricto sobre las obreras y que se extendía a las actividades en tiempo libre.

El patronato María Poussepin, del ingeniero Jesús María Mejía (1903-1992), egresado de la Escuela de Minas de Medellín y especializado en Bruselas, donde adquirió la herencia del modernismo deco-rativo… JM Mejía, alumno del arquitecto Agustín Goovaerts, proyectó en 1935 esta edificación, in-augurada en 1940, que expresa en lo nuevo el sentido de lo moderno, inspirado en elementos de la naturaleza, que se traducen en el uso de la curva y simetrías en la planta y alzadas, allí aparecen las forjas en hierro en rejas de cierre y ménsulas de cubierta que además, de cumplir con funciones estructurales, aparecen también como ornamento; los pisos en cemento con fantásticos decorados y colores que reemplazan las tabletas en ladrillo y los gruesos tablones de madera por puertas molduradas de fino acabado; interiormen-te se compone de un gran espacio central en doble altura rodeado por un balcón corrido32.

Se destacan en la fachada del edificio del Patronato las dos escaleras semicirculares que dan acce-so a una terraza balcón. Posteriormente fue construida en

y Rodríguez Ltda,31 quienes trabajaron con el arqui-tecto consultor, Isadore Rosenfiel, de Nueva York.

Los edificios y sus usos se fueron especializan-do cada vez más, tanto en lo que tiene que ver con los propios edificios como en lo institucional. Los espacios asistenciales se fueron diferenciando según la patolo-gía de la enfermedad y según la especialidad asisten-cial. En 1924, por ejemplo, se realizó la apertura de la Clínica Noel para la atención infantil. Esta fundación se había originado en 1916 como el Club Noel y sus asociados realizaban vestidos y entregaban regalos a los niños pobres de la ciudad. Esta clínica estaba con-tigua al Hospital San Juan de Dios y se trasladó pos-teriormente a una casona del barrio Prado en 1975 y actualmente está ampliando sus instalaciones.

Para atender los problemas de la maternidad surgió en 1942, en una casona del centro de Medellín, un lugar de atención obstétrica dará origen de la llama-da Clínica de Maternidad del Municipio, hoy Hospital General Luz Castro de Gutiérrez. En 1954 se constru-yó un edificio de cuatro pisos en el sitio actual, y en el año 2000 se inauguró la nueva torre de servicios ampliando su cobertura asistencial a otras patologías.

Patronatos: El Patronato de Medellín fue crea-do en 1912 por los Jesuitas, quienes eran precursores de las congregaciones de obreros dirigidas a fomentar la vida cristiana entre los artesanos, industriales y obreros.La iniciativa contó con el apoyo de los empresarios antio-queños. Para la época, la Iglesia difundía desde las parro-quias un movimiento denominado Acción Social Católica que pretendía dirigir el movimiento de las clases traba-jadoras, alejarlas de las ideas socialistas y establecer un severo control moral dentro y fuera del lugar de trabajo.

En Bello, la idea de un Patronato partió, en 1933, de Don Jorge Echavarría, propietario de la em-presa Fabricato cuyo propósito era promover un club para proveer comedor, duchas, salón para distraccio-nes como cine, billar, lectura y cancha de basketball. En el fondo de la iniciativa subyacía la idea paternalista de protección y control de las obreras y efectivamente se transformó en centro cultural y sitio de internado de señoritas, obreras de las fábricas textiles Pantex, Fabricato y Tejidos de Bello, y en su mayoría campesi-nas inmigrantes. La institución fue administrada por la

Fachada frontal del edificio del Patronato de Bello. 1999

31 En varias publicaciones se ha atribuido solo al arquitecto Nel Rodríguez el diseño de este hospital.32 Restrepo Marín, Francisco. «Arquitectura vernácula versus modernidad líquida». Revista Huellas de ciudad del Centro de historia. Año IX. Nro. 11 Abril 209. Bello. p.68.

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el predio una pequeña capilla que también se conser-va. “En 1974 se cierra definitivamente el internado de las jóvenes obreras, manteniéndose solo el restaurante para los obreros y la pequeña capilla”33.

El edificio hace parte de un conjunto de edi-ficios generado por la empresa Fabricato: la Clínica y la Proveeduría o mercado para los trabajadores. En pago de acreencias de Fabricato con el Instituto de los Seguros Sociales, la edificación pasó a ser propiedad del Fondo de Pensiones de los Seguros Sociales. El edificio se encuentra en desuso y presenta deterioro por el saqueo de sus instalaciones eléctricas e hidrosa-nitarias aunque sus muros se conservan gracias a que son de ladrillo. La importancia histórica y el diseño del edificio lo convierten en un edificio patrimonial para Bello, que merece rehabilitarse para otro uso compa-tible con su forma.

Hospital Mental: Con el paso del tiempo el “loco” fue reconocido como “enfermo psiquiátrico o trastornado mental”, susceptible de tratamiento y no solo de reclusión; los tratamientos y los espacios se ajustaron a este concepto y se adaptaron a los criterios médicos. En la década de 50`s se consideró indispen-sable construir un edificio más moderno y cómodo para atender los enfermos mentales, aunque alejado del cen-tro de la ciudad; para ello se eligió un predio de gran extensión en el municipio de Bello. Las instalaciones, diseñadas por el arquitecto Nel Rodríguez34, son una transición que combina el concepto de edificio para la zona administrativa y de pabellones para albergar a los enfermos; los edificios se enlazan con circulaciones y rampas cubiertas con losas, en medio de amplias zonas verdes. Sobresalen la disposición de las plantas libres y los amplios ventanales. Como edificios emblemáticos de este complejo se encuentran el bloque administrati-vo y la capilla por su forma y su vitral multicolor sobre el altar. La torre conmemorativa de los cien años de la institución es visible desde varios sectores de Bello y se ha convertido en símbolo de la institución.

Capilla del Hospital Mental. Bello, 2005.

El Hospital Mental se inauguró en 1958, y en 1961 llegaron los últimos pacientes que todavía se en-contraban en el antiguo local de Aranjuez, el cual ha-bía sido atendido por las hermanas de la Caridad des-de 1906 y que seguirían allí hasta 1965. En 1970 El Hospital Mental de Antioquia fue reestructurado como establecimiento público del orden Departamental con autonomía administrativa, patrimonio propio y pre-supuesto descentralizado y, en 1975, fue entregado al Sistema Nacional de Salud. Desde fines de 1980, los avances de la psiquiatría y la farmacología mar-caron una tendencia a retirar el encierro y generar el “hospital de día” un servicio más abierto a la atención ambulatoria; desde fines del siglo XX surgieron tam-bién clínicas y consultorios privados para la atención mental. El hospital fue reduciendo entonces poco a poco su planta física y su personal. En 1994, y en cumplimiento de la reforma del Sistema General de Seguridad Social, la entidad se trasformó en Empresa Social del Estado. Con el tiempo la institución vendió parte de sus predios los cuales fueron ocupados por urbanizaciones de vivienda.

33 RESTREPO GÓMEZ, Edgar. El patronato de Fabricato (1938-1974). Instrumento de control y adoctrinamiento de obreros. Re-vista Huellas de ciudad. Año IX Numero 10 junio 2008. Revista del Centro de historia. Municipio de Bello. pp. 45-55. En 1929 Mejía Montoya fue seleccionado por el arquitecto belga para trasladarse a Bruselas y adelantar estudios de arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de Bruselas (1933). A su regreso participó en la proyección de edificios y espacios para la industria, espe-cialmente Fabricato. También diseñó el primer edificio de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional sede Medellín.34 Nel Rodríguez. Arquitecto y urbanista antioqueño (Medellín, 1903-1996). Nieto de Enrique Hausler (constructor del puente Guayaquil), estudió diseño, arquitectura y artes en New York y París. Desde joven trabajó en H. M. Rodríguez, la oficina de arquitectos fundada por su padre en 1903. Otros edificios suyos son la Compañía Colombiana de Tabaco, el Teatro Pablo Tobón Uribe, el Banco Central Hipotecario.

los años 90`s cuando las leyes 10 de 1990 y 100 de 1993 desmontaron el sistema Nacional de Salud y dieron lugar a un modelo de mercado que descentrali-zó los hospitales y los convirtió en empresas con crite-rios de rentabilidad denominadas “empresas sociales del Estado.” Hoy la estructura básica de estos edificios se conserva con adiciones y reformas internas para adaptarse a las crecientes regulaciones emanadas por el Ministerio de Salud (hoy de Protección social).

Otras clínicas. En la segunda mitad del siglo XX las nuevas instituciones de origen privado crea-das por comunidades religiosas o por agrupaciones médicas, le dieron al término “clínica” una connota-ción de institución privada. Entre las de origen religio-so se destacan en Medellín la Clínica El Rosario, de 1959, localizada en el barrio Villa Hermosa y atendida por las Hermanas de la Caridad y Dominicas de la Presentación, y la Clínica Cardiovascular, de la llama-da Congregación Mariana, que inició actividades en 1950 en un local modesto y cuya primera etapa del edificio actual se inauguró en 1966.

Por iniciativa de las sociedades médicas sur-gieron la Clínica SOMA, que en 1958 inauguró su sede actual ubicada en el centro de la ciudad, y la Clínica Sagrado Corazón que en 1972 abrió algunos servicios en la antigua casona llamada Castillo de los Botero, ubicada en Buenos Aires.

Antigua CASA. Hoy Clínica Sagrado Corazón. Medellín, 2011.

De hospitales de caridad a empresas socia-les del Estado: En la década de los 70`s los hospi-tales de beneficencia entran en una crisis financiera debido a las demandas crecientes de la población más pobre y la nueva actitud de los dueños del ca-pital frente a las limosnas. La creación del Sistema Nacional de Salud de 1975, realizada durante el go-bierno de Alfonso López Michelsen ofreció a los hos-pitales de beneficencia financiar sus gastos siempre y cuando se adhirieran a las normas del sistema y fueran dirigidos por un médico director designado por los Servicios Seccionales de Salud o el Ministerio de Salud35. La nueva normatividad transformó la admi-nistración de los hospitales y con ello sus plantas fí-sicas. Desde 1980, y en cumplimiento de las normas del Sistema Nacional de Salud y del Plan Nacional de Desarrollo Hospitalario, la Dirección Seccional de Salud de Antioquia emprendió un programa de ar-quitectura hospitalaria que diseñó, construyó y dotó un gran número de hospitales en los municipios del Departamento. Desde esta dependencia, el grupo de arquitectos de la oficina de Arquitectura Hospitalaria reformó y diseñó los planos de los centros de salud y de los hospitales del Valle de Aburrá: San Vicente de Paúl en Caldas y Barbosa, San Rafael en Itagüí y Girardota, Santa Margarita en Copacabana, Venancio Díaz en Sabaneta, Manuel Uribe Ángel en Envigado, y Rosalpi en Bello. Este programa se suspendió durante

Edificio administrativo del Hospital Mental. Bello, 2005.

35 El Sistema Nacional de Salud aplicaba principios keynesianos similares a los que desarrollaban los Estados Europeos del Bienestar; sin embargo, varios analistas consideran que este modelo no se desarrolló apropiadamente en América Latina donde la acción estatal se dio desde una perspectiva asistencialista (asistencia pública).

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170 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 171 De las Edificaciones Asistenciales

A partir de 1991, bajo la reforma constitucional, el artículo 46 determina el cambio de término de “casa de asilo” a “Centro de Bienestar del Anciano” para involucrar un concepto de atención integral. Sin em-bargo, aunque tengan nuevo nombre, muchos de los manejados por comunidades religiosas sin ánimo de lucro siguen subsistiendo gracias a la caridad, pues no reciben auxilios de los municipios y se dedican a buscar personas y entidades benefactoras. Hoy existen también los llamados centros geriátricos de carácter privado y con ánimo de lucro que se ubican en caso-nas adaptadas para ello. Estas instituciones, bien sea privadas o públicas, incluyen el hospedaje y el cuidado de la salud ya que las personas por su edad son más vulnerables a la enfermedad. Algunos, como el Centro de Bienestar del Anciano del municipio de La Estrella, todavía funcionan en una gran casona de tapias, otros como Itagüí y Barbosa cuentan con edificios de los años 50`s o instalaciones más recientes como el Centro de Girardota que se trasladó de la construcción de tapias del antiguo Hospital a un moderno edificio.

Medellín, Asilo de Caridad Mi Casa: ubicado en la calle San Juan con la carrera 43, hoy zona cén-trica. El terreno fue adquirido en 1919 y construido en 1924. Posteriormente se le adicionaron otros pa-bellones en 1926 y en 1963. El predio ocupa una manzana y tiene un muro de cerramiento perimetral; en el centro se ubica el edificio construido en ladrillo a la vista y dispuesto en torno a dos patios. Se destacan las galerías de habitaciones que forman el volumen principal y la capilla, los salones de fisioterapia, el tea-tro, el billar y el hall de acceso. Su diseño se atribuye al arquitecto Belga Agustín Goovaerts37.

Hoy alberga a 146 ancianos, entre hombres y mu-jeres, bajo la dirección de la comunidad Hermanitas de los Pobres. En Mi Casa laboran 22 religiosas como Sor María del Carmen Yugueros R., la joven superiora del asilo, de nacionalidad española. La co-munidad de las Hermanitas de los Pobres nació en el noroeste de Francia, por iniciativa de Juana Jugan, pionera en el campo de lo que hoy se conoce como gerontología y geriatría. […] Al morir, en 1879, ya existían 200 casas en 10 países para acoger a las personas mayores, semejantes a la que ella fun-

Surgió así, la Clínica Medellín S.A. fundada en 1947 en el centro de Medellín, con la idea de hacer un establecimiento similar a la clínica Mayo de Rochester, y que a partir de 1948 estuvo a cargo de las herma-nas Terciarias Capuchinas. En 1958 la clínica adqui-rió terrenos aledaños para ampliar sus instalaciones; y en 1993 inauguró la Torre Fundadores en la avenida oriental y en el año 1997 la sede de El Poblado. En 1985 surgió La Clínica del Prado creada para brindar atención obstétrica y para su instalación readecuaron una casona del barrio Prado que se ha ampliado con el tiempo en un predio contiguo, además de generar un edificio nuevo al frente. Más recientemente, y en el marco del modelo de mercado generado por la ley 100 de 1993, se crearon en Medellín la Clínica Las Américas, la Clínica Las Vegas (1992) y la Clínica Antioquia en Itagüí.

Hospicios, orfanatos y asilos, centros o casas geriátricas: Al igual que los hospitales, la asistencia a los huérfanos y las personas mayores, en situación muchas veces de pobreza y enfermedad, estuvo ligada a la caridad y la beneficencia durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX; incluso el lugar de albergue fue frecuentemente el mismo. A finales del siglo XIX

llegan a Colombia diferentes comunidades religiosas dedicadas a la atención de la educación, la niñez o los ancianos. A medida que avanzaba la medicina, la asistencia de la población infantil y de los ancianos desprotegidos se fue separando de la atención médica hospitalaria, dando lugar así a la creación de institu-ciones de beneficencia dirigidas a otras poblaciones.

En las últimas décadas del siglo XIX fue cons-truida en Medellín la Casa de Mendigos; esta institución es considerada en 1941 como una de las instituciones de beneficencia y asistencia social de la ciudad.

Los más importantes asilos y casas de beneficen-cia de Medellín, son los siguientes: Asilo de an-cianos, Casa de mendigos, Protección de la joven, Patronato de Obreras, Orfanato de San José, Casa de Beneficencia, Internado Mater Dei, Casa de Misericordia y Manicomio Departamental36.

Los asilos en los municipios funcionaron como hospitales, ubicados en casonas grandes distribuidas alrededor de patios y como instituciones de caridad.

36 «Monografías de Antioquia». Publicado por Cervecería Unión. 1941. Medellín: Sansón, 194137 Molina Londoño, Luis Fernando. «Palacio de la Cultura: historia de su edificación» Restauración del Palacio de la Cultura Rafael Uribe, Medellín, Gobernación de Antioquia, Litografía Especial, 1989.

Edificación del Orfanato de San José -Hogares Infantiles San José- Medellín.Bien de Interés Cultural Municipal.Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

El inmueble, construido en muros de tapia con corre-dores, puertas y ventanas en madera, tiene dos pisos de altura dispuestos en un claustro; los corredores dis-tribuyen a las habitaciones en forma de galería. En el primer piso del costado norte se encuentra un salón de actos con columnas en concreto que da hacia el patio interior y en el segundo piso se cierra el volumen. Se destaca la capilla adornada con molduras y las esca-

linatas que la bordean.

Capilla Hogares Infantiles San José. Medellín, 2011.

dó en 1839 […] A Medellín llegaron en 1913. La idea fue de la Asociación Sagrado Corazón...”38.

Medellín: Orfanato de San José: localizado en el barrio Los Ángeles, en el costado sur del Parque Obrero, es uno de los referentes de la zona. Fue fun-dado en 1908 por una junta presidida por el señor José de Jesús Toro, con la misión de albergar a los niños huérfanos de la calle y de bajos recursos eco-nómicos. En su momento, el Arzobispo de Medellín Monseñor Manuel José Caycedo, le dio el apoyo y la aprobación eclesiástica y hoy es una obra de la Arquidiócesis de Medellín.

En 1915 las hermanas Dominicas de la Presentación se hicieron cargo de dicho orfelinato, que ya contaba con un edificio para alojar a los infantes y una capilla que también servía a la comunidad; luego fue construida la escuela39. En 1955, los niños fueron trasla-dados a una casa ubicada en la carretera a La Ceja.

En 1961, la Secretaría de Educación Departamental asumió la dirección de la Escuela “Hipólito Londoño Mesa”, la cual funciona en los pre-dios del hogar femenino y nombró cinco maestras. La institución de niños también cuenta con una escuela oficial hasta el cuarto grado de primaria. En 1965, por decreto del Arzobispo Monseñor Tulio Botero, la insti-tución se denominó Hogares Infantiles San José.

Acceso principal del asilo Mi Casa. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación.

38 Molina V., María Isabel. «Rosalba y Juan Manuel no cambian el asilo por nada». El Colombiano. Diciembre 9 de 2010. 39 La construcción de la capilla de 1953 se le adjudica a Enrique Olarte.

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menesterosos y niños con tuberculosis. Desde entonces se conoció con el nombre de Dulce Hogar, hasta 1995, cuando fue destinado a la Casa de la Cultura Municipal. El edificio cuenta con una amplia zona verde, donde se destacan diversas especies arbóreas. El patio jardín es el espacio estructurador; en torno al cual se localizan las aulas y el corredor perimetral. Fue construido en el año 1956 por Eduardo Caputti.

La Estrella, Centro de Bienestar del Anciano El Rosario: en La Estrella, la tradición religiosa en torno a la devoción de la Virgen de Chiquinquirá, cobró gran importancia e impulsó la llegada de una significativa población de comunidades religiosas y con ello, de una serie de transformaciones en el entramado físico y de instituciones conexas como colegios y seminarios. Las Hermanas de la Presentación construyeron en las primeras décadas del siglo XX una edificación para co-legio en un sector céntrico del área urbana que luego es adaptado para el asilo. La casa fue donada por María del Rosario Sierra y de ahí su nombre. Desde 1943 este centro es atendido por las Hermanas Siervas del Santísimo y de la Caridad, congregación religiosa con aprobación Pontificia, fundada por María Jesús Upegui M. en 1901 en Medellín. Hoy tiene sede en ocho paí-ses y atienden en este hogar personas necesitadas, recibiendo el auxilio de la estampilla municipal creada para ello. El volumen se organiza a partir de la exis-tencia de los patios, en torno a los cuales se disponen los espacios, generando dos niveles que aprovechan las condiciones de la pendiente. Está construido con muros de tapia, techo en teja de barro estructura de madera que hoy se combinan con el adobe y el concre-to en algunas reformas adelantadas.

Fachada Centro de Bienestar del Anciano El Rosario. La Estrella, 2007.

Itagüí, Asilo Hogar Santa Teresa Journet: ocu-pa un gran predio localizado en el barrio Las Mercedes con acceso por la Carrera 50 y en su parte posterior linda con el Hospital San Rafael. Es una institución pri-vada sin ánimo de lucro manejada por la comunidad de “Hermanitas de los Ancianos Desamparados”, co-munidad originada en Valencia (España) en 1873, que llegó a Colombia en 1893 a Pamplona-Santander y a Itagüí en 1956. Actualmente cuentan con trece hogares en el país y en este atienden entre 155 y 160 adultos de escasos recursos. Su sostenimiento se realiza con la búsqueda de benefactores y en años anteriores recibie-ron algún auxilio del municipio. El diseño del conjunto inicial es de Juan Santa María, y está dispuesto en dos patios separados por el volumen de la capilla que es a doble altura. Alrededor de los patios hay amplios co-rredores soportados en columnas redondas. El costado sur se distingue del conjunto, por su mayor altura y la discontinuidad en la propuesta espacial y formal, no obstante, el conjunto en general mantiene las calidades arquitectónicas y ambientales y, la capilla es el edificio más destacado. La construcción inicial data de los años 50`s, la capilla de 1962 y recientemente ampliaron y remodelaron el pabellón para hombres y colocaron una rampa hasta el tercer piso en la cual quedó una terraza para el disfrute de todos.

Hogar Santa Teresa Journet. Itagüí, 2007.

Itagüí, Dulce Hogar, hoy Casa de la Cultura: la edificación se localiza al sur, sobre la vía hacia el corregimiento de San Antonio de Prado. La obra hizo parte del complejo de la finca Ditaires y fue inicial-mente un orfanato concebido por don Diego Echavarría Misas, quien donó los terrenos para albergue de niños

Centro de Bienestar del Anciano Fundación San Pedro Claver. Barbosa, 1999.

En Copacabana se destacan las Granjas Infantiles sección femenina, dirigidas por las Hermanas Oblatas de San Francisco de Salas, ubicadas en una finca de gran extensión donde se destaca la casa prin-cipal. En la misma vereda el Zarzal se ubica la sección masculina: Granjas infantiles de Jesús Obrero de la Arquidiócesis de Medellín.

Casa principal, Granjas infantiles sección femenina. Copacabana, 1999.

En Bello se creó desde 1951 el Hogar Judith Jaramillo, que funciona en un local cercano a la iglesia de El Rosario, en el parque principal, y es manejado por la comunidad de Siervas de Cristo sacerdote, fun-dada en Bogotá para servir a la niñez desamparada.

Barbosa, Centro de Bienestar del Anciano Fundación San Pedro Claver: localizada en el costado de la antigua capilla de tapias, hoy conocido como parroquia María Auxiliadora, en el parque Santiago de los Caballeros. Es una entidad particular, sin ánimo de lucro, que recibe algunos aportes del municipio y esporádicamente para proyectos de la Fundación Nelly Ramírez Moreno de Bogotá. En 1905 aproximada-mente, funcionaba en casas adaptadas como asilo y casa de huérfanos. Se fundó oficialmente en 1919 y estaba ubicada donde hoy es el centro de rehabilita-ción, por la misma Carrera 10. En 1954 el Presbítero Luis Emilio Giraldo Gil, donó en testamento “dineros y bienes” para construir una casa suficientemente am-plía y cómoda con propósitos exclusivos de albergue y estabilidad para los ancianos y desvalidos. El nuevo asilo fue llamado Casa de asilo de ancianos San Pedro Claver y su junta directiva fue presidida por el cura párroco de ese entonces, Luis Eduardo Pérez Molina. Para 1960 se suscribe un convenio de prestación de servicios con la comunidad Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, comunidad que tiene origen en 1912 en Barranquilla. En la actualidad atienden 41 personas aunque tienen capacidad instalada para 66, pero debido a que no cuentan con recursos suficientes no se aumenta la cobertura.

Patio del Centro de Bienestar del Anciano El Rosario. La Estrella. Fotografía Héctor Julián Sánchez M.

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175 De las Edificaciones Educativas

los seminarios y conventos, las construcciones donde se impartirá un conocimiento clerical y que poco a poco serán adaptadas a internados y universidades.

Para el siglo XVIII en Antioquia las primeras letras se imparten en casas con algunos maestros voluntarios, pues en este siglo sólo existe un colegio en la ciudad de Antioquia (Santa Fe de Antioquia) a cargo de la orden religiosa de los Jesuitas, el que persiste hasta 1767, cuando dicha orden es expulsada del país. Así pues, los seminarios y algunos colegios de Bogotá o Popayán, quedan como la opción de acceder a la educación.

El papel de la escuela en la construcción histórica de la ciudad tiene claros referentes como espacio estruc-turador del trazado urbano y elemento vinculante del imaginario social que la habita. Los diferentes actores que jalonaron el desarrollo urbano de la ciudad y los procesos seguidos por éstos, se evidencian en las trans-formaciones del espacio físico de la escuela ejercidas a partir de los cambios en las políticas educativas. Estas transformaciones del espacio hacen parte del legado patrimonial en los poblados.

Entre finales siglo XIX y principios del siglo XX

se construye una significativa muestra de arquitectura escolar que se identifica en la mayoría de los casos por estar ligada a un valor histórico, a su condición de referente en los espacios urbanos donde se asienta y al hecho de ser testigo de este amplio proceso de educación, pese a la escasa valoración de la que ha sido objeto y la ausencia de políticas y acciones para su protección y preservación.

La promulgación de algunas leyes y decretos sobre políticas educativas en el país estructura los métodos de enseñanza -especialmente en el sector público-, además, establece diferentes modelos de es-cuelas, normales y colegios. Los primeros indicios de colegio aparecen en Bogotá - Colegio San Bartolomé y Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario –dirigi-dos por órdenes religiosas que además aportan, desde

Una escuela debería ser el lugar más bello de cada ciudad y de cada aldea,

tan bello que el mayor castigo para los niños traviesos fuese la prohibición de ir a la escuela al día siguiente

Oscar Wilde

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176 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 177 De las Edificaciones Educativas

el territorio. En datos tomados de César Augusto Lenis Ballesteros4, se registran para los años de 1791 a 1819, escuelas en las poblaciones de Urrao, Sopetrán, San Jerónimo, Sacaojal, Guayabetal, Santa Rosa, Marinilla, Rionegro, y Barbosa. Las escuelas de estas poblaciones pueden haber tomado el modelo mencionado o el de las llamadas “escuelas patrióticas” cuyos estatutos fue-ron creados por la Sociedad Patriótica del Nuevo Reino de Granada fundada por Mutis. Estas escuelas tuvieron como objetivo “[…] favorecer las industrias y los oficios, dirigidas a la población de artesanos, pequeños tratan-tes, pulperos, arrieros y gente de servicio”5. Desde este momento será evidente el incremento de escuelas en diferentes poblaciones.

A Medellín llegó la orden Franciscana que de-bía abrir escuelas de primeras letras y fundó el Colegio de Franciscanos, la primera institución de educación superior. La orden presentó un Plan de estudios en 1808 que nunca se aprobó y, en 1810, fue cerrado el colegio. Los bienes de los franciscanos pasaron al llamado Colegio de Antioquia (1822) y este formó los primeros alumnos con métodos lancasterianos.

Por otra parte, desde finales del siglo XVIII se crea la primera escuela con el sistema de Andrés Bell y Joseph Lancaster en Inglaterra. A Colombia llega a principios del siglo XIX. Fray Sebastián Mora Berbeo, en la localidad de Capacho cercana a Cúcuta, crea la primera escuela.

Una de las acciones de la naciente República, lue-go de la independencia fue organizar la educación pública; para ello se promulgó la apertura de las primeras escuelas de letras sin distinción de clases, se emitió el Decreto del 6 de octubre de 1820, en el que se ordena a todas las poblaciones que posean bienes propios fundar las escue-las y aplicar el programa con las materias que hoy se de-nominan fundamentales. Un año después en el Congreso de Cúcuta se dictó la ley del 2 de agosto de 1821 que impulsó la creación de establecimiento de escuelas en to-dos los poblados de más de 100 habitantes, y entre otras

Durante este siglo se registran varios intentos de reformar el método de enseñanza tradicional y dar orden a sus establecimientos. Para el año 1774, el Virreinato realizó una reforma educativa y encargó al fiscal Antonio Moreno Escandón1 un Plan General. En este plan, se incentivó el cultivo de las letras y el fo-mento de las “ciencias útiles”, aunque no se realizó por falta recursos y de maestros suficientes, y se retomó el antiguo sistema de enseñanza escolástica. Otro intento se registró en 1789, en Girón-Ubaté, con el primer Plan para una Escuela de Primeras Letras propuesto por el padre Felipe Salgar, quien estableció normas generales para las escuelas y sugirió el espacio escolar:

Suponiendo que no se pueda proporcionar un edificio público y capaz donde se tengan leccio-nes de escuela como es de desear, se hará en la sala más grande de la casa del maestro una división, que consistirá en separar los bancos o escaños de la testera superior, de los de la infe-rior; dejando entre unos y otros una media vara de intermedio. Servirá ésto para denotar que los niños nobles ocupan los bancos de arriba y los plebeyos y gentes de castas los de abajo. División que se conceptúa suficiente para que los unos no se mezclen con los otros y se guar-den recíprocamente los respetos que son debi-dos a cada a clase2.

José Celestino Mutis también redactó un Plan de educación y destacó “El jardín, el museo y las má-quinas excitan la curiosidad de los niños”3. El plan para el sistema de enseñanza fue un método analítico, sintético y no de memoria y contaba con una participa-ción más directa de las ciencias naturales

Es muy posible que las primeras escuelas corres-pondieran a este modelo de la gran sala, pues los nacien-tes poblados de Antioquia, y específicamente del Valle de Aburrá, aún no ostentaban construcciones públicas de tal naturaleza, pero existió la disposición del Virrey Ezpeleta de institucionalizar las escuelas de primeras letras en todo

1 Antonio Moreno y Escandón recoge el material dejado por los jesuitas y con éste se crea la Biblioteca Nacional en 1777.

2 Archivo Histórico Nacional. Colegios. Tomos II. Artículo 6. Citado por Maldonado Tapias, Rafael. En: «Historia de la Arqui-tectura Escolar en Colombia». Bogotá: Universidad Nacional, 1999, p 183. 3 Silva, José Ramón. En: DUQUE, Jair y PRIETO, Mariela. Las Escuelas Lancasterianas en Colombia. Bogotá: Universidad Pedagógica, 1985. p. 75. Citado por Maldonado Tapias, Rafael En: Historia de la Arquitectura Escolar en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional, 1999. Capítulo II, p. 183.4 EL COLOMBIANO. Antioquia. Fascículo 21 Educación en Antioquia. 2009. p. 161.5 Maldonado Tapias, Rafael. Historia de la Arquitectura Escolar en Colombia: Capítulo II. Bogotá: Universidad Nacional, 1999 pp. 33-47.

rendimiento y mínimo de costo; todo esto reflejado en el empleo de un solo maestro para un grupo numeroso de estudiantes6.

[…] El espacio arquitectónico de la sala de escuela era muy sencillo: el recinto, generalmente de planta rectangular formada por paredes blancas sin promi-nencias, tenía una serie de ventanas para ilumina-ción y ventilación en sus costados longitudinales. Estas ventanas estaban colocadas a una altura tal que no permitiera la visión hacia el exterior para así lograr la concentración de los niños en el material de lectura, generalmente colocado bajo ellas. Para per-mitir el control de los alumnos por parte del maes-tro, su escritorio estaba en frente de las mesas de

disposiciones, autorizó la creación de Normales con el método Lancasteriano en las principales provincias.

“El sistema de a enseñanza mutua” fue acogi-da por Bolívar y Santander, quienes la implementaron en la primera legislación sobre educación que se apro-bó en el país.

El sistema era rigor y disciplina más que otra cosa. El manejo simultáneo de grupos muy grandes, exigía una disciplina militar […] El sistema estaba ba-sado en la importancia de controlar simultáneamente grandes grupos de 100, 300, 500 y hasta 1.000 es-colares. Se trataba de buscar el más alto rendimiento en el mínimo de tiempo. Era la época de la revolu-ción industrial en Inglaterra: producción masiva, alto

6 Ibíd., Maldonado Tapias, pp. 33-47.

Ilustración de 1803 donde se encuentra el conjunto del antiguo convento, la iglesia y el colegio de San Francisco, ubicados en la plazuela de San Ignacio. Medellín. Archivo General de la Nación A.G.N. Mapoteca 4, mapa 252-A. Suministrado por R.L.J.

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Comienza entonces un nuevo modelo de arquitectura que se verá construido a principios del siglo XX y hasta los años 30 y 40.

La primera Escuela Normal abrió sus puertas en Medellín en 1851 y fue posteriormente cerrada y re-abierta en 1867, aplicando la pedagogía alemana. En 1865 se abrió también el Colegio del Estado. La Normal construyó locales convenientes para las escuelas. A partir de la Ordenanza 23 de 1850 se mandó a construir un “edificio apropiado” para la escuela Normal de Medellín. “La imagen de la escuela como un cuartucho con un maestro casi analfabeta, refiere la imagen de la escuela tradicional que la Reforma con los nuevos sistemas de enseñanza quería modificar”11.

En 1865 se abre también el Colegio del Estado, considerado, durante las siguientes décadas el centro público de educación secundaria más importante del departamento. Estas primeras instituciones funciona-ron generalmente en locales arrendados o pertenecien-tes a la municipalidad.

Dibujo de la fachada del Paraninfo de la Universidad de Antioquia. Taller de Arquitectura.

los niños, junto a la más baja pizarra y en la parte más baja del salón, pues su diseño requería un suelo escalonado que permitiera la visibilidad del tablero desde cualquier punto del aula. El sitio asignado para los monitores estaba en un costado del recinto, desde donde dominaban la fila de pupilos asignados a su cargo…”7.

El Decreto del 3 de octubre de 1826, conocido como Código de educación8, reglamentó la Ley del 18 en marzo del mismo año y estableció ciertas prescrip-ciones sobre higiene escolar. Definió el tamaño de los salones de clase, la provisión de agua y la organización del espacio interior, las condiciones de iluminación y ventilación de las aulas. También hizo recomendacio-nes sobre juegos y paseos en la escuela9. Este código se imprimió en Bogotá en 1826 y determinó las prime-ras normas para una arquitectura escolar, muchas de las cuales posiblemente se hayan cumplido con rigor, pero generalmente fueron adaptadas en el área dispo-nible y a las condiciones mínimas que se tenían en la mayoría de las poblaciones.

Así mismo, se crearon las Juntas Curadoras de la Educación conformadas por padres de familia y elegidas por el gobierno municipal, quienes estaban al tanto de la ubicación, amoblamiento y mantenimiento de las escuelas.

Hasta finales del siglo10, se siguieron produ-ciendo manuales de enseñanza mutua para profeso-res, la enseñanza de la gramática, entre otros, conser-vando el sistema Lancasteriano y abriendo el espacio para el nuevo método de Henry Pestalozzi (1845) que, a su vez, dará lugar a nuevos decretos y reformas. Los cambios en las construcciones correspondieron a separar las aulas y los estudiantes en diferentes cur-sos y se crearon espacios para el teatro y el comedor.

7 Ibíd., Maldonado Tapias, 33-47pp.8 Santander, Francisco de Paula. «Código sobre educación». Decreto del 3 octubre de 1 826. Bogotá: Archivo Histórico Nacio-nal. Citado por Maldonado Tapias Rafael. En: «Historia de la arquitectura escolar en Colombia». Capítulo II.9 Archivo Histórico Nacional. Instrucción Primaria del Cauca. Tomo 107. Bogotá: 22 de abril de 1823. p. 738. Citado por: Maldonado Tapias, Rafael. Historia de la arquitectura escolar en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional, 1999, pp 33-47. Capítulo II. Dice el Decreto del vicepresidente Santander: “La sala principal de cada escuela tendrá por lo menos y donde sea posible, 36 pies de ancho; habrá de ser construida y estar de todo amueblada como para los salones de enseñanza mutua. Contigua a la sala o en inmediaciones de ella habrá otra en todo dispuesta y acomodada para escuela de niñas, y en cuanto pueda practicarse y fuere necesario se introducirá agua corriente en una y otra escuela”.10 Con la Ley del 23 de enero de 1872 finalizó la era Lancasteriana en el territorio nacional.11 Agudelo Arenas, Omar. «Las Escuelas Normales en el Estado Soberano de Antioquia, durante el gobierno de Pedro Justo Berrío (1864-1873)». Medellín, UdeA. [s. n.], 1993.

condiciones higiénicas de la institución y sus alumnos ejerciendo una vigilancia por “[…] médicos oficiales que tenían la obligación de visitar las escuelas por lo menos dos veces al mes y dar conferencias sobre higiene”13.

Antiguo Seminario Conciliar. Medellín, 2011. Hoy centro comercial Villanueva.

Bien de Interés Cultural Municipal. Res. 123/1991

Los establecimientos religiosos y privados co-menzaron a predominar frente a los estatales de prime-ras letras, sin embargo, todos replicaron la normativa impuesta por la oficina del Departamento de Instrucción Pública y la Junta Departamental de Higiene. Para los establecimientos específicamente, se trazaron en 1904 algunas directrices dictadas por la Junta Central de Higiene y que, posteriormente, serían de obligatorio cumplimiento según la Ordenanza 25 de 1911 cuyos apartes del Artículo 2 dedicado a los edificios dice:

[…] construcción sobre terrenos secos e inclina-dos para facilitar los desagües; retiradas de plazas de mercados, carnicerías, hospitales, prisiones, asilos y fábricas, que podrían arrojar “gases in-fectos e impropios para la respiración”; salas en los que cada alumno dispusiera de metro y medio cuadrado, y “a fin de que se pueda oír la voz del profesor y ver, sin dificultad, lo que se escriba en los tableros, no deben tener una extensión mayor de seis metros cincuenta centímetros de ancho y trece metros de largo; […] luz natural donde el estudiante pudiera leer y escribir sin esfuerzo ni fatiga a 30 centímetros, lo mismo que si fuera luz artificial, aunque en este caso de arriba hacia abajo sin herir la vista; ventilaciones con entrada

En la reforma de educación pública nacional de 1871 -Instrucción Pública- se eliminaron los castigos corporales y, sin embargo, se encontraron anotaciones sobre si las escuelas poseían o no cuarto de encierro para los escolares que merecieran el castigo durante una visita de inspección de ese año. La visita de ins-pección de los edificios escolares se realizó para 14 poblados de Antioquia, y dio cuenta del estado y distri-bución de los espacios, encontrando, en la mayoría de los poblados, que la escuela era aledaña a la cárcel y que ambas compartían patio y huerta12. En la ficha de la Escuela de Sabaneta 1871 se afirma que el edificio es una casa de paja en mal estado, sin cuarto de encie-rro, ni pieza para guardar los libros, ni útiles necesarios para establecer el sistema de enseñanza mutua.

En las últimas décadas del siglo XIX, se re-gistran para Antioquia 34 colegios, seminarios, casas educativas, conventos y normales, algunos públicos y otros privados. También fue propuesta la creación de la Escuela de Artes y Oficios para formar artesanos en Medellín, y se crearon por Ley, la Universidad Nacional de Colombia en 1867, la Escuela Nacional de Minas en 1887 (construcción demolida, ubicada donde hoy está el colegio María Auxiliadora del centro); la Universidad de Antioquia en 1871 (donde hoy es el paraninfo); la Escuela Normal de Varones y Señoritas con Tutelar (que eran los reformatorios); la escuela de Música Santa Cecilia y los Talleres San Vicente de Paúl. También fue-ron creadas instituciones privadas como el Seminario Conciliar de Medellín (hoy centro comercial Villanueva), el Colegio San Ignacio (Plazuela de San Ignacio), el Colegio La Presentación, el Colegio San José y el Colegio Santa Teresa (que será el primer colegio de enseñanza secundaria para niñas, institución privada).

A finales de siglo, las dificultades de las guerras civiles y las críticas en la implementación de los siste-mas de enseñanza llevaron a la búsqueda y evaluación de espacios acordes, saludables, higiénicos y estética-mente renovadores y, también, a la expedición de leyes como la Ley Orgánica de Instrucción Pública (1903) y los acuerdos y decretos que se expidieron sobre la materia en Antioquia. Por ejemplo, el acuerdo 10 del Concejo de Medellín, destinó un dinero anual para la construcción de locales -educación pública- y reguló las

12 Esto es común en los incipientes poblados ya que en las construcciones donde funcionaban las primeras sedes de gobierno había uno o dos salones destinados a la escuela, pero allí mismo se encontraba la cárcel y otras dependencias públicas.13 Jiménez, Elkin. «Los maestros y educación en Medellín en el siglo XX: Historia de Medellín», Suramericana de Seguros. Bogotá 1996. Tomo II. p.573.

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180 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 181 De las Edificaciones Educativas

de aire a los espacios por aberturas inferiores y salidas por superiores; asientos con espaldares li-geramente inclinados; agua en suficiente cantidad para el aseo y agua de bebida pura; excusados con agua corrida también en abundancia; orinales independientes a los excusados14 .

Las nuevas construcciones atendieron en parte estas normativas y se impusieron drásticamente para las escuelas públicas y los establecimientos educativos del Departamento en general. La resolución de la Junta de Instrucción Pública de octubre de 1914, les exige:

[…] que todos los proyectos para escuelas se basarán en planos elaborados por la oficina del Ingeniero Arquitecto del Departamento y aprobados por la Junta Departamental de Higiene. El resulta-do inmediato y directo fue el diseño y construcción ese mismo año de la primera “Escuela Modelo”a cargo del arquitecto Dionisio Lalinde; además el desarrollo posterior de varias escuelas y colegios en Medellín y otros municipios de Antioquia, con un mejoramiento de la arquitectura escolar...15.

En Caldas se ha encontrado el plano de la escuela de varones de 1914, conocida actualmente como Joaquín Aristizábal, firmado por el gobernador Pedro José Berrío, secretario Andrés Quijano R. y fir-mado por el arquitecto Dionisio Lalinde. Es posible que esta disposición de la escuela en planta se haya continuado utilizando, pero con modificaciones en la fachada, en los planos que salieron de la oficina del “Ingeniero arquitecto departamental”, cuyo cargo es

14 Revista de Instrucción Pública Antioqueña Nros.. 37 y 38, Medellín, julio de 1911, p. 184, pp. 859, 860 y 861, citado en anexo de González Escobar, Luis Fernando. «Higiene y arquitectura escolar en Antioquia a principios del siglo XX», ponencia presentada en el XIV Congreso Colombiano de Historia, Mesa núm. 1, Tunja, 13 de agosto de 2008.14 Revista de Instrucción Pública Antioqueña Nro. 37 y 38, Medellín, julio de 1911, p. 184, pp. 859, 860 y 861. Citado en anexo de González Escobar, Luis Fernando. «Higiene y arquitectura escolar en Antioquia a principios del siglo XX», ponencia presentada en el XIV Congreso Colombiano de Historia, Mesa núm. 1, Tunja, 13 de agosto de 2008.15 González Escobar, Luis Fernando. «Higiene y arquitectura escolar en Antioquia a principios del siglo XX», ponencia presen-tada en el XIV Congreso Colombiano de Historia, Mesa Nro. 1, Tunja, 13 de agosto de 2008.16 Escuelas en Antioquia: Escuela Modelo de Abejorral, Amagá, Andes, Anorí, Betulia, Bolívar, Caicedo, Cisneros, Cocorná, Concordia, El Carmen de Viboral, El Jardín, Fredonia, Guadalupe, Heliconia, Ituango, Jericó, Marinilla, Remedios, Rionegro, Salgar, San Andrés, San Roque, Sonsón, Sopetrán, Valdivia, la Escuela Modelo Hospital Pueblo Rico, Escuela Mixta de Betania y Escuela Modelo Rosenda Torres en Venecia. Tomados del listado en Luis Fernando Molina, Agustín Goovaerts y la arquitec-tura colombiana en los años veinte, Bogotá, Banco de la República / El Ancora Editores, 1998, pp. 82 y 83, Luis Fernando González Escobar (Investigador) y Oriana Catalina Salázar Márquez (Coinvestigadora), Investigación histórica antigua Escuela de Derecho, Medellín, Fundación Ferrocarril de Antioquia, documentos inéditos, octubre de 2006, p. 19.17 Colegios en Antioquia: Colegio de San Luis, Santa Fe de Antioquia y Venecia, Colegio San José, Jericó y Colegio de Señoritas en La Ceja. Ibíd.18 González Escobar, Luis Fernando (Investigador) y Oriana Catalina Salazar Márquez (Coinvestigadora), «Investigación históri-ca antigua Escuela de Derecho», Medellín, Fundación Ferrocarril de Antioquia, documentos inéditos, octubre de 2006, p.19.

ocupado entre 1920 y 1928 por el arquitecto belga Agustín Goovaerts, reconocido especialmente por el diseño de la antigua gobernación, hoy Palacio de la cultura Rafael Uribe Uribe.

La disposición en dos patios y área central cubierta soportada en columnas de adobe propia de la escuela de Caldas, es la misma de la escuela Fernando González, de Envigado, atribuida totalmente a Goovaerts:

En el periodo de su permanencia en Antioquia entre 1920-1928 como Ingeniero Arquitecto del Departamento diseñó 49 edificios escolares entre escuelas, colegios y normales, lo que representa el 30% del total de la obra ejecutada por él en esos años. Por fuera de Medellín, esto es, en el resto de Antioquia diseñó 36 edificaciones –31 escuelas16 y 5 colegios17–, y en Medellín fueron 13 en total; el Colegio de los Hermanos Cristianos, las escue-las Modelo de los barrios Gerona, Villahermosa, Villanueva, San Félix, La América, Los Libertadores, Manrique, la Escuela Berrío, la Escuela de Párvulos, la Escuela de Ciegos y Sordomudos18.

Los establecimientos que dan cuenta del siglo XX pueden nombrarse, aclarando que, muchos fueron cerrados, cambiaron su nombre, fueron demolidos, remplazados y algunos se encuentran en nuevos espa-cios con arquitecturas “modernas” como colegios de calidad; sin embargo, estas instituciones son el origen de formas que hoy resaltamos como patrimonio del proceso arquitectónico escolar.

Escuela Joaquín Aristizábal. Caldas. Plano de 1914. Arquitecto Dionisio Lalinde.

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182 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 183 De las Edificaciones Educativas

Palacio de Bellas Artes. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Nacional Decreto 1756 26-IX-1996

Paraninfo Universidad de Antioquia. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Nacional Res. 002 12-III-1982.

Colegio Pedro Justo Berrío. Estación de Policía La Candelaria.Bien de Interés Cultural Municipal. Res. 123/1991.Dirección Planeación.

Fotografía Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Escuela del barrio Villahermosa. Medellín, 2011. Diseño Agustín Goovaerts.

Escuela de Agronomía. Biblioteca Central. Universidad Nacional. Medellín, 2011. Bien de Interés Cultural Nacional. Res. 035.15-III-1987

Escuela de Derecho de la U de A. Antigua Institución Javiera Londoño. U de A,2011. Bien de Interés Cultural Municipal Res. 653/ 1983, Alcalde Res 123/ 1991.

caciones para las escuelas seguía el ordenamiento general definido por el plan delineado por el maestro Gómez, pero arquitectónicamente cada uno de ellos se diferenció a medida que fueron asumidos por dis-tintos arquitectos, entidades y momentos diferentes; éste es el caso del Liceo Anexo de la Universidad de Antioquia cuya propuesta arquitectónica inicial fue elaborada por el arquitecto italiano Bruno Violi20, quien estaba al servicio del Ministerio de Obras Públicas, entidad responsable de la obra. El proyecto de Violi no se realizó a cabalidad, pues no se ajus-taba a la geometría del planeamiento de la ciudad universitaria y por el cambio del destino del edificio que ya no estaba destinado para un liceo de secun-daria sino para una Escuela de Ingeniería Química de la Universidad de Antioquia, para lo cual se contrató a Pedro Nel Gómez quien, retomando elementos del proyecto de Violi lo ajustó a la concepción radial de su plan de la ciudad universitaria y a los nuevos usos escolares. Este edificio fue destinado posteriormente como sede del Colegio Mayor de Antioquia y, actual-mente, sigue funcionando como tal.

Además se deben considerar otro tipo de cen-tros educativos como la Escuela Remington (1915), la Escuela de Comercio por correspondencia (1918), el Colegio Dental de Medellín (1919) y la creación del Instituto de Ciegos y Sordomudos. Otros ejemplos fue-ron la Escuela Libertadores para niños indisciplinados y la Colonia Nazareth.

Medellín. Durante la primera mitad del siglo XX entre los primeros establecimientos públicos masculinos se hallaban el Instituto Girardot, el Ateneo Antioqueño, el Colegio Zea, la Escuela Modelo, la Normal de Varones y el Tutelar que era reformatorio. Para principios de siglo, se encontraban como establecimientos feme-ninos, la Normal de Señoritas (1904), el Colegio La Presentación, el Instituto Técnico Central, La Enseñanza (1899), el Colegio María Auxiliadora, el Colegio Santa Teresa de Jesús, la Central de Señoritas, el Colegio La Merced, la Normal y el Tutelar femenino.

Entre los establecimientos de educación supe-rior se destacan la renovación del antiguo claustro fran-ciscano en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia (terminada su intervención en 1915), el antiguo Colegio San Ignacio (iniciado en 1917 y terminado en 1925), el Instituto de Bellas Artes (la institución se fundó en 1911, pero el edificio fue diseñado en 1928 y concluido en 1932), el Instituto Agrícola Nacional (hoy parte del campus de la Universidad Nacional, el proyecto es de 1928, y aunque en 1932 funcionaba, no estaba terminado), la Escuela de Derecho (aunque las obras estaban muy avanzadas en 1932, los traba-jos continuaron hasta 1935), la Escuela Normal de Varones (aunque no estaba concluido ya funcionaba para 1935), y la Escuela de Medicina (1935).

Un caso muy especial respecto de la educa-ción superior, es el de la construcción de la sede de la Universidad Pontificia Bolivariana, que después de un proceso iniciado en 1936, se comenzó a construir como una ciudad universitaria en 1940, eje central además de un gran proyecto urbanístico que en la ac-tualidad es el barrio Laureles.

Otro proyecto destacado de los años 40´s es el macro proyecto de la Ciudad Universitaria diseña-do por el maestro Pedro Nel Gómez19, un ambicioso plan que incluyó el desarrollo al interior del mismo de las sedes de la Escuela de Agronomía, la Escuela Nacional de Minas, el Liceo Anexo de la Universidad de Antioquia; entre otras edificaciones escolares que fueron implantadas o que al menos pretendieron in-cluirse en este gran campus transformado, a su vez en un gran parque urbano del cual hacía parte el Cerro El Volador y áreas aledañas. Cada una de las edifi-

19 Pedro Nel Gómez (1899-1984) fue pintor, escultor y muralista y además arquitecto con diseños urbanísticos como los del barrio San Javier y Laureles y diseño de edificios como la Escuela de minas de la Universidad Nacional. 20 Bruno Violi (1909-1971) Arquitecto italiano que desarrolló su obra especialmente en Bogotá, donde murió.

Plano del actual Colegio Mayor de Antioquia.

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184 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 185 De las Edificaciones Educativas

Escuela Rosalía Suárez: ubicada en el barrio Belén, contigua a la Iglesia Nuestra Señora de Belén, es la única edificación original que se conserva en el cos-tado occidental del parque. La edificación data de principios del siglo XX, cuando el actual barrio Belén era un corregimiento ubicado en el sector llamado “Otrabanda”. Constituyó la primera escuela pública masculina de esta zona de la ciudad. Los volúmenes en forma de “L” adosados a la iglesia conforman el patio alrededor del cual se distribuyen los espacios ad-ministrativos y las aulas.

Escuela Rosalía Suárez. Parque de Belén. Medellín, 2011.

La expansión educativa en la mitad del siglo XX, en su mayor parte, se concentró en el sector priva-do y en los niveles de secundaria, en los cuales fueron representativas, en términos arquitectónicos, obras como el colegio San Ignacio (se trasladó a la sede ac-tual en 1957) y el Marco Fidel Suárez, que se ubica-ron en Otrabanda, el INEM ubicado en El Poblado y el Liceo Antioqueño en el sector del barrio San Germán. Estos son algunos ejemplos representativos de proyec-tos a manera de campus, en los que la edificación no es compacta alrededor de un patio como sucedió en la primera mitad del siglo, sino en aulas o bloques dispersos en una gran zona verde, conectados por co-rredores cubiertos. Una nueva arquitectura que dejó ejemplos de gran calidad. Precisamente la obra más representativa de las edificaciones educativas de la ciudad de Medellín, sin duda, es la construcción de la Ciudad Universitaria de la Universidad de Antioquia, que concentró las diferentes escuelas dispersas en la ciudad, en el sector de El Chagualo. Un proyecto que se inició en 1965 y se inauguró en 1969, donde se creó un gran campus con gran respeto por el paisaje y el peatón, con espacios de encuentro, como la gran plaza, además de una gran austeridad arquitectónica. Posteriormente se desarrolló el proyecto del campus de la Universidad de Medellín.

De la numerosa cantidad de centros educati-vos de Medellín, se seleccionaron cuatro con ficha en el Inventario urbanístico y arquitectónico del Valle de Aburrá de 1999 que representan tipologías de edifica-ciones y diferentes momentos del siglo XX:

Plazoleta central campus universitario de la Universidad de Antioquia.

Colegio El Sufragio: se encuentra adosado a la igle-sia de Nuestra Señora del Sufragio, en el parque de Boston. Ambas edificaciones constituyen el centro referencial del barrio. El colegio se fundó en 1938 y en 1940, bajo la rectoría del padre Ferro y la cons-trucción del edificio se inició bajo la dirección de los padres Emilio Rico y Juan Barman. En 1952 empezó el bachillerato y fue construido otro tramo de edificio sobre la calle Caracas. En 1963, cuando se celebra-ron las Bodas de Plata del colegio se terminó la cons-trucción del segundo patio y de una amplia capilla.

Patio del Colegio El Sufragio. Parque de Boston. Medellín, 2011

Instituto de Ciegos y Sordomudos: localizado en la zona nororiental de la ciudad, la Escuela de Ciegos y Sordomudos, fue fundada por Francisco Luis Hernández en 1925 y empezó a funcionar en el patio de la escuela anexa a la Normal de Varones. Luego se construyó una sede con instalaciones apropiadas para esta labor con diseño del anteproyecto que el Dr. Félix Mejía regaló en 1927, y la construcción fue ejecutada por la oficina de Ingeniería Departamental. Una vez ejecutados los trabajos del primer piso en 1929, la Gobernación de Antioquia dicta un Decreto por el cual se crea el Instituto de Ciegos y Sordomudos para mu-jeres, lo que implicó una reforma total en los planos. El edificio está emplazado en una pequeña colina, dotada con arborización y áreas libres, en donde se construyeron zonas deportivas y una piscina. Dichos espacios también sirven como sitios de esparcimiento a los habitantes del sector. El gran edificio de ladrillo a la vista se ubica en la parte más alta de la ladera, por lo cual se hace perceptible desde los límites con el barrio Brasilia.

Edificios antiguos. Instituto Tecnológico Pascual Bravo. Medellín, 2011Fotografía Renier Jaramillo Molina.

Instituto Tecnológico Pascual Bravo: (1937), se ubica en un gran lote de pendiente media en la zona centro occidental del municipio de Medellín, en un área de reconocida vocación educativa, en frente del antiguo Liceo Antioqueño y en cercanías del Colegio Mayor de Antioquia. Es un centro de educación superior y me-dia con énfasis tecnológico, que funciona desde el año 1937, época en la que el departamento de Antioquia creó la sección de Artes y Oficios como dependencia de la Universidad de Antioquia.

Patio de la Escuela Rosalía Suárez. Belén. Medellín, 2011.

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186 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 187 De las Edificaciones Educativas

Se trata pues de construcciones heredadas, re-ferentes de los poblados que como las primeras letras valoramos para la región. En esta arquitectura escolar, que es numerosa, se registra la considerada más em-blemática para cada municipio del Valle de Aburrá:

Municipio de BarbosaPara principios del siglo XX el informe del ingeniero ar-quitecto Dionisio Lalinde al Secretario de Hacienda, da cuenta que para 1913 “[…] la actividad del Ingeniero Arquitecto fue ardua en cuanto a la arquitectura esco-lar, pues produjo los planos de […] y trabajaban en los planos de escuelas para Barbosa, … [es parte de la res-puesta de una circular que envió el Director General de Instrucción Pública a los Distritos] …para que envíen los planos de los edificios y terrenos que tiene desti-nados para Escuelas, con el fin de que esta Oficina los estudie y presente los planos de reforma en los ya cons-truidos, y diseñe aquellos que se tratan de construir21. Hoy se desconoce a cuáles escuelas correspondían.

La edificación que ocupa desde 1988 la Casa de la Cultura, ubicada en la esquina del parque Santiago de los Caballeros funcionó como administra-ción municipal, cárcel y escuela y, después, fue un co-legio manejado por las Hermanas de la Presentación.Colegio Luis Eduardo Arias Reinel: esta institución sur-gió bajo la denominación de Escuela Urbana de Varones, mediante la Ordenanza 18 del 9 de septiembre de 1959. Después, se le asignó una nueva denominación en honor al fallecido profesor Luis Eduardo Arias Reinel.

Edificios antiguos. Instituto Tecnológico Pascual Bravo. Medellín,1999.

En 1938 recibió el nombre de “Escuela En

1938 recibió el nombre de “Escuela Pascual Bravo”, y en 1948 se transformó en Instituto Técnico Superior. Está conformado por varios edificios de dos y tres pi-sos de altura; construido el primero en la década de los treinta y el último terminado en 2010. En 1940, los dos edificios antiguos (los talleres y la actual sede del bachillerato) hacían parte de la Escuela de Minas. La institución ha permanecido en estas instalaciones casi desde la época de su fundación y se ha convertido en una marca y referencia urbanas.

OTROS MUNICIPIOS La aparición de escuelas en los municipios fue más lenta y estuvo en concordancia con la consolidación de sus incipientes áreas urbanas, el acceso de la po-blación a la educación fue muy limitado y las primeras escuelas se ubicaron, en principio, en el mismo local donde estaban otras oficinas públicas. Poco a poco, a finales del siglo XIX, con la llegada de las comunida-des religiosas, se establecieron los primeros colegios y escuelas privadas, en construcciones existentes y paulatinamente se generaron edificios más apropiados en construcciones con patios; casas a mayor escala como las que aún se encuentran en el municipio de Girardota. Ya a principios de siglo se generan tam-bién para los municipios, planos destinados a algu-nas construcciones que surgieron desde la oficina del ingeniero-arquitecto del departamento.

21 Informe del ingeniero arquitecto Dionisio Lalinde al Secretario de Hacienda, 17 de febrero de 1914. Anexo de González Escobar, Luis Fernando. «Higiene y arquitectura escolar en Antioquia a principios del siglo XX». Ponencia presentada en el XIV Congreso Colombiano de Historia, Mesa Nro. 1, Tunja, 13 de agosto de 2008.

Colegio Luis Eduardo Arias Reinel. Barbosa, 2009.

Municipio de GirardotaEl municipio de Girardota pasó de Partido a Distrito Parroquial al separarse de Copacabana:

Los vecinos del partido, deseando erigir una nueva parroquia [...] mostró el expediente al señor apo-derado del partido de “Hatogrande”. Este debía demostrar que no se perjudicaría la parroquia de Copacabana y que los vecinos de Hatogrande de-bían de tomar a su cargo el sostenimiento de la escuela y la construcción de la cárcel. Se cumplió lo expuesto el 4 de junio de 1833…”22.

Colegio la Presentación: este conjunto de construc-ciones está localizado en el costado occidental de la Carrera 16, sobre un generoso predio, a media cua-dra del parque principal. “El 23 de Enero (1894) se instaló la junta directiva del Colegio y el 9 de marzo se firmó la Escritura de compra de la casa, que hoy existe, pues antes estaban en otra arrendada”23. La casa fue comprada por la comunidad religiosa de las Dominicas de La Presentación24 para crear el primer colegio femenino del municipio25.

Planta del segundo nivel. Antiguo Colegio la Presentación. Girardota. Dibujo Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín, 1992

La edificación original se desarrolla en planta con forma de “L”, articulada alrededor de un patio. El corredor es amplio y está delimitado por columnas en madera. En esta construcción se destaca el diseño y composición de la fachada en ladrillo a la vista, la secuencia de arcos de medio punto de las ventanas y el portón principal. El edificio se construyó en adobe macizo con cubierta en madera y teja de barro, con carpintería de madera que se adapta a los vanos de ventanas y puertas dejando un sistema de ventilación superior en la zona del arco.

En Barbosa, sobresale también El IDEM Manuel José Caicedo fundado en 1949 por el Párroco Luis Eduardo Pérez Molina, y ubicado actualmente en una colina cercana al área urbana, lo que le permite un dominio visual del entorno. Otro colegio importante es el Luis Eduardo Pérez Molina, localizado en la esquina del parque Diego Echavarría Misas, cuya casa de ta-pias fue totalmente demolida para la construcción de un nuevo edificio de varios pisos de altura.Biblioteca Pública Isolda Echavarría: está ubicada singularmente en un costado del centro del parque Santiago de los Caballeros. Se inició en 1970, finan-ciada por Diego Echavarría Misas, y lleva este nom-bre en homenaje a su hija fallecida. Para el municipio constituye un espacio para la lectura, consulta, reunio-nes y conferencias. El edificio es un gran salón con cubierta a dos aguas y muros de fachada que algunos asocian con un templo debido a sus puertas remata-das en arcos.

Biblioteca Isolda Echavarría en el parque Diego Echavarría Misas. Barbosa, 2007.

22 Gómez R, José. «Colombia ante el santuario del Señor Caído». 3ª edición, spi. Medellín, 1936. p.1423 Reseña histórica. Llegada de las hermanas a Girardota. 1893-1993. Texto facilitado por la hermana de La Presentación Imelda de los Ríos en 1999.24 La fundadora, Marie Poussepin era de origen francés. El nombre de “dominicas” es en honor a Santo Domingo de Guzmán. 25 Entrevista con el presbítero Mario Sierra. Medellín 7 de junio de 1999.

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188 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 189 De las Edificaciones Educativas

colegio Nuestra Señora del Rosario. Posteriormente, hacia 1930, ocupó la sede actual.

En un documento de 1936 se escribió al respecto: “El Colegio de Varones fundado en el año de 1904. El mismo que dirigió después el señor Francisco Salazar, y cuyo subdirector fue el señor Luis A. Martínez.”…Existe además, una escuela subvencionada por el gobierno"26.

Planta del Colegio Básico Emiliano García. Girardota. Dibujo: Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín,1992

El inmueble original comprende una casa de generosas proporciones en planta y altura, precedida de un amplio antejardín que se cierra mediante muro y malla, lo cual permite mantener la paramentalidad. La edificación está construida en tapia pisada, cubierta en madera y teja de barro.

La composición de las dos fachadas está deter-minada por el ritmo de las ventanas y portones, el zócalo colorido contrastado con el resto del pañete y los decora-dos de los canecillos de madera que reciben el alero.

Es una gran casa de tapias ubicada en el centro del lote, a la que posteriormente se le adosó una capilla y una construcción de dos niveles para residencia de la comunidad. La edificación está construida en tapia pisada, cubierta en madera y teja de barro. Los aleros y entrepisos de los corredores están apoyados en esbeltas columnas de madera y protegidos por pasamanos de macana en el segundo piso.

Capilla de antiguo Colegio la Presentación. Girardota. 2009.

La capilla es una construcción de un solo cuerpo, cubierta a dos aguas, soportada en cercha de madera y rematada en una espadaña que alberga el campanario. La forma, localización y uso de este conjunto, lo convierten en un inmueble patrimonial con valores arquitectónicos, urbano y de uso representativo para la comunidad. En esta edificación continúa viviendo la comunidad religiosa ,pero las instalaciones están sin uso desde que dejó de funcionar allí el Seminario Menor de la Arquidiócesis.

Colegio Básico Emiliano García - localizado en la esqui-na de la Carrera 16 y la Calle 10. La Escuela Urbana de Varones funcionó en la Casa Consistorial, ubicada en el lote de la actual alcaldía y en el año 1925, aproxi-madamente, se trasladó a la casa donde hoy está el

26 Gómez R, José. «Colombia ante el santuario del Señor Caído». 3ª edición, spi. Medellín, 1936. p.14

Municipio de Copacabana Presentó pocas opciones educativas para la población. La única escuela pública con que contó, tuvo inconve-nientes aún para conseguir su sede. En 1856 el Alcalde informó al gobierno “[…] no se ha podido crear todavía la enseñanza de niñas a consecuencia de las muchas precariedades de los habitantes del distrito”27.

La Escuela Oficial de Varones fue llamada desde 1955, Escuela José Miguel Restrepo Puerta. Esta gran casa de un piso alrededor de un amplio patio estaba localizada una cuadra abajo del parque principal sobre la calle de acceso a la alcaldía actual. Fue demolida para la cons-trucción del complejo educativo de cinco pisos con el mismo nombre, el cual funcionó con muchas limitacio-nes, debido a que carecía de patio y los estudiantes pa-saban los recreos en la calle. Esta institución se trasladó en el año 2009 a las instalaciones nuevas diseñadas y construidas por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en un predio sobre un cerro cercano denomina-do Las Catas, donde antes existió una finca de recreo.

Escuela José Miguel Restrepo Puerta. Demolida. Copacabana.

En las fachadas, se destacan las puertas y ven-tanas de madera por la forma escalonada del marco, las tallas de las naves o alas y las pequeñas chambranas de la parte inferior de las ventanas. Estos detalles en la car-pintería son el único elemento que la diferencia de otras construcciones similares de tapia construidas a finales del siglo XX. Llama la atención que esta edificación sea totalmente en tapia y se disponga de forma tradicional a un patio cuando ya existía el plano modelo de con ejemplos construidos como las escuelas de varones de Caldas (Joaquín Aristizábal, 1914) y la de Envigado (Fernando González, 1920); que ya disponían de do-ble patio y salón de actos en el centro, y además se estaban construyendo total o parcialmente en adobe. Adicionalmente en estas dos escuelas la fachada ya no presentaba aleros sino muros áticos.

27 Cuenca Quintero, Miguel. «Monografía Histórica de Copacabana». Medellín: Ed Marín Vieco Ltda, Tomo II, 1997. p. 22.

Patio del Colegio Básico Emiliano García. Girardota. 2009.

Fachada del Colegio Básico Emiliano García. Girardota, 2009.

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190 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 191 De las Edificaciones Educativas

La obra fue financiada con fondos de la Alianza para el Progreso. El lote que había comprado para establecer una zona deportiva de esta institución fue destinado después al barrio San Juan de La Tasajera.

La antigua Escuela de niñas Cuatroesquinas, fue después la escuela Pío XII, luego el centro arte-sanal y desde 1973 es sede de la Casa de la Cultura del municipio.

Municipio de Bello Este municipio no es ajeno a las cambiantes disposiciones territoriales del Valle de Aburrá. Durante la mayor parte del siglo XIX este territorio estuvo unido a la jurisdicción de Medellín, excepto en el intervalo de 1853 a 1883, en que funcionó como distrito parroquial. Tal situación se presentaba debido a que para alcanzar la categoría de dis-trito parroquial, parroquia o cualquier otra categoría que le permitiera manejar su propio territorio, debía cumplir con unos requisitos en términos económicos y de pobla-ción, además debía garantizar que estaba en condiciones de construir, dotar y sostener la infraestructura necesaria como escuela, casa consistorial y cárcel, entre otras.

Bello inició el siglo XX con un reducido equi-pamiento urbano: la fábrica de tejidos que se había instalado en su territorio desde 1902, las casas que al-bergaban aproximadamente cien familias, tres edificios públicos dos de ellos adecuados para escuelas de niños y niñas, y otro que podía adecuarse para prestar los servicios de cárcel y casa consistorial. Para principios de siglo, el sector de Fontidueño era un caserío disgre-gado del poblado central, su crecimiento fue paulatino y permanece ligado al municipio de Copacabana.

El Colegio San Francisco fue promovido por el padre Manuel Betancur Campuzano desde 1934 como cole-gio femenino de segunda enseñanza. En ese año em-pezó a funcionar en la Capilla de San Francisco. Un comerciante de Copacabana, Francisco Arango, donó el lote para la construcción del edificio. En el año de 1945 se entregó el colegio a la comunidad de herma-nas Carmelitas por solicitud del Concejo Municipal. El edificio se construyó de un solo piso y dispuesto hacia un patio. En su fachada sobresale el adobe macizo a la vista, las ventanas protegidas con hierro y uso del muro ático, este tipo de fachada ocultando el alero se convirtió en el modelo arquitectónico a seguir en varias viviendas como las del barrio Asunción.

Instituto la Asunción. Copacabana.

Normal Nacional Superior Femenina: desde 1958 se realizaron gestiones para que continuaran las labores del desaparecido Colegio San Francisco. En 1972 la institución se trasladó al local sobre la autopista, sec-tor noroccidental del municipio.

El Instituto San Luis, el de la sede de la calle Mejía, fue comprado a la parroquia por la empresa Imusa en 1956 para ampliar sus instalaciones y este se trasladó a una sede en el parque principal hasta que en 1974 el colegio fue entregado al Departamento que lo inte-gró al Liceo Jesús Tobón.

Idem Bernardo Montoya Giraldo: el párroco Montoya Giraldo, llegó en 1958 al municipio y promovió la cons-trucción de la Escuela Catequista, llamada luego Normal Piloto, en el sector de San Juan de La Tasajera.

bajo la dirección del arquitecto Albano Germanetti. La comunidad de Hermanos Cristianos San Juan Bautista de la Salle que se estableció en Bello en 1937, educa-ba cerca de 300 alumnos en dos casas prestadas por Fabricato. En 1940 la Comunidad celebró un contra-to con esta empresa textil para hacerse cargo de las obras, con autorización de la parroquia y a final del año, sin terminar el edificio, iniciaron labores allí.

En 1941 lo llamaron “Colegio La Salle” y fue su sede hasta 1963, cuando con ayuda de Fabricato adquirieron un predio en el Barrio Santa Ana, donde se encuentra actualmente. En el edificio de propiedad de la iglesia, se estructuró el instituto actual que ocupa una manzana del barrio.28

Colegio La Presentación: En 1936 las Hermanas de la Presentación de la Santísima Virgen imparten educación primaria a 60 niñas en el Patronato de Fabricato, aún sin terminar. La primera edificación en la que se esta-blecieron fue una pequeña casa de tapias en la Carrera 50, que aún se conserva frene a un costado del edificio COTRAFA. En 1945 se denominó “Colegio Suárez de la Presentación” (1958). Luego se construyó otro edificio en un lote contiguo a la casa, donde antes funcionó el matadero municipal. Este edificio se dispone alrededor de un gran patio, con corredores perimetrales, apoyados en columnas de concreto rematadas en un fuste.

Institución Educativa de Trabajo San José: esta es una institución de orden departamental creada en el año 1914 como la escuela “Casa de corrección de me-nores” que inició en una casa arrendada en la Avenida La Playa y en el año 1915 por Ordenanza 55 se tras-ladó a Fontidueño en Bello.En el año 1922 se cambió el nombre por “Casa de Menores y Escuela de Trabajo”.

En 1951 se celebró un contrato entre el depar-tamento de Antioquia y la comunidad clerical católica Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, fundada en 1889 en Valencia, España. Atiende, con diferentes medidas y modalidades, la formación inte-gral de los niños, niñas adolescentes y jóvenes con vulneración de derechos o con responsabilidad penal de acuerdo a las necesidades del medio social y orien-tación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Una parte de las instalaciones fueron diseñadas por el arquitecto belga Agustín Goovaerts. Hoy cuenta con numerosas edificaciones de varios tipos.

Instituto Parroquial Jesús de la Buena Esperanza -Antiguo Colegio Manuel José Cayzedo: se inició en 1938 en un terreno de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, pero las obras del colegio fueron suspen-didas por falta de planos debidamente aprobados por el Ingeniero departamental; su construcción se reinició

28 Alcaldía Municipal. Departamento. Administrativo de Planeación. «Patrimonio Cultural del Municipio de Bello». Imsergraf Ltda. Medellín. 1993. p.118.

Antigua Escuela Pío XII. Casa de la Cultura de Copacabana. Edificios antiguos de la Escuela de Trabajo de San José. Bello, 1999. Patio del colegio La Salle - Instituto Jesús de la Buena Esperanza. Bello, 1999

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192 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 193 De las Edificaciones Educativas

Conjunto: biblioteca, liceo y monumento a Marco Fidel Suárez. BelloPlanos originales de Federico Blodek F.

Facilitados por la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Patio Colegio La Presentación. Bello.

Institución Educativa Tomás Cadavid Restrepo:29 institución educativa pública ubicada en la comuna 3 Barrio Obrero. El edificio se destaca por tener pabello-nes enlazados con escaleras, pasarelas apoyadas en columnas y cubiertas en losa.

Institución Educativa Tomás Cadavid Restrepo. Fotografía: Planeación Bello, 2007.

Liceo Marco Fidel Suárez: se encuentra en el conjunto urbano que conforman la biblioteca y el Monumento a Marco Fidel Suárez.

29 Su nombre es un homenaje al pedagogo Tomás Cadavid Restrepo que se interesó por promover la educación para niños con necesidades especiales o discapacidad. Fue director de la Escuela de Trabajo San José, autor del libro “El apoyo a los escolares pobres y la educación específica de los sobresalientes”.

Municipio de ItagüíUno de los inconvenientes para garantizar una buena educación, residía en la poca continuidad de los es-tablecimientos educativos al tropezar con problemas tan insalvables como la ausencia de presupuesto para mantenerlos. Uno de los ejemplos a destacar se regis-tra precisamente en Itagüí, pues en 1833 había tres escuelas de varones con 100 alumnos matriculados y una de niñas con sólo seis alumnas30.

Los colegios privados en Itagüí datan de finales del siglo XIX. El padre José Ignacio Montoya regaló el local donde se construyó la Escuela Urbana de Niños y puso en funcionamiento, junto con Tiberio Fació Lince, el colegio El Rosario (1864 a 1867), para instruir en educación secundaria. En 1863 funcionó el Colegio San Juan y se fundó el Instituto San Antonio que operó has-ta 1904. En 1871 fue creada la Escuela Primaria de Niñas, y varios intentos de escuelas privadas desapare-cieron debido al ausentismo, como se registró en 1904: el director de la Escuela de Varones de ese entonces, se dirigió al alcalde para que averiguara “[…] el motivo de la ausencia de niños a la escuela y si no fuese justifica-do, como creo no lo es, se cite a los padres, con el fin de hacerles efectiva la multa en que han incurrido...”31.

En 1934 se establece el Colegio de la Presentación. “[…] en manos de pedagogos cristia-nos, hermanos de la Presentación y Maristas de cuatro obras de la asociación educativa (e) invita a colaborar especialmente con la Escuela de Artes y Oficios para hombres y la de orientación familiar para mujeres”32. A mediados del siglo XX este tema retoma interés, cuan-do un miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas de Itagüí propone establecer clases de comercio en la biblioteca33. Años después, comienza a funcionar el Instituto Ateneo Colombiano de Comercio (1956), en el cual se enseña mecanografía, contaduría y taqui-grafía, y más adelante, la Escuela de Artes y Oficios, como plantel oficial desde 1965.

Escuela Malta: la edificación se localiza a un costado de la calle de acceso al barrio Malta. El barrio fue construi-do para sus obreros por la Cervecería Unión en 1945.

Algunos predios de fincas y sus casonas han sido adaptados para centros educativos privados como la an-tigua finca Los Alpes, ubicada en Zamora, que alberga la escuela Laura Vicuña perteneciente a la Comunidad Salesiana María Auxiliadora, y el predio de la hacienda de mayor extensión llamada “La cabaña” permanece la antigua casa llamada La Casa Azul, la cual es parte de las instalaciones del Colegio San Francisco de Asís y cuenta con capilla dedicada a San Lorenzo.

Portada del Cerro del Ángel, antiguo viacrucis. Casa de la cultura. Bello, 2009.

Choza protegida en el Monumento a Marco Fidel Suárez. Bello, 2009.

30 Departamento de Antioquia. «Anuario estadístico ensayo de estadística general del departamento de Antioquia en 1888». Medellín: Imprenta del Departamento, 1932. p.327.

31 A.H.I. Alcaldía varios. Libro N° 044.1904. Citado por: Hoyos, Mauricio y Molina, Ángela. Historia de Itagüí. Itagüí, 1994.32 A.P.I. Autos visitas 1902-1980. Citado por Hoyos, Mauricio et ál. «Historia de Itagüí». Itagüí, 1994. p. 50-5233 A.S.M.P.I. Libro N° 2 de actas. Acta N° 187 de 1946.

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194 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 195 De las Edificaciones Educativas

Al instalarse en la nueva sede se acondicionó la antigua biblioteca como auditorio cultural. Es una construcción rectangular cubierta a dos aguas. Su creador la denominaba “templo de la sabiduría”, por su similitud con una edilicia de carácter religioso, he-cho que propició en aquel entonces algunos reparos de la curia y la confusión de algunos de los pobladores, quienes se santiguaban al paso por ella.34

Interior Auditorio Diego Echavarría Misas. Itagüí, 2009.

La biblioteca de Itagüí ha sido modificada en el

año 2010 a partir de la adición de un predio contiguo y de la construcción de un nuevo edificio. Pertenece a la red de bibliotecas del Valle de Aburrá.

Nueva biblioteca Diego Echavarria Misas. Itagüí, 2011.

La casa donde funciona esta escuela es de un período de construcción anterior al del barrio. Está rodeada de zo-nas verdes y por ello dispone de un corredor perimetral.

Escuela Malta. Itagüí, 2005

Biblioteca de Itagüí - Auditorio Diego Echavarría Misas: se localiza a una cuadra del parque principal. La Biblioteca es una Institución fundada el 13 de mayo de 1945 por el filántropo Diego Echavarría Misas y su esposa Benedikta Zur Nieden, “Dita”. En 1959, el departamento de Antioquia le otorga personería jurí-dica. Después de la muerte de Don Diego en 1971, doña “Dita” proyectó una nueva sede que se inauguró en 1987 y continuó al frente de la biblioteca hasta 1998. En 1997 se constituyó la Fundación Biblioteca de Itagüí Diego Echavarría Misas, institución privada sin ánimo de lucro que maneja las bibliotecas de Itagüí y el auditorio.

Antigua Biblioteca -Auditorio Diego Echavarría Misas. Itagüí, 2009.

34 Hoyos, Mauricio et ál. «Historia de Itagüí». Itagüí, 1994, p. 87.

Escuela Manuela Beltrán: la edificación se localiza en el centro del área urbana. Fue inicialmente escuela de varones, hoy escuela de niñas. El volumen general se estructura a partir del patio interior, en torno a este se agrupan los espacios de aulas, y sobresalen por su ca-lidad arquitectónica, los costados oriental y norte, que mantienen las características originales de su construc-ción. Los costados sur y occidental son el resultado de adiciones que han completado la forma del claustro.

Escuela Manuela Beltrán. La Estrella, 2007.

Liceo Idem - Bernardo Arango Macías: la edificación se localiza en el centro del área urbana. En 1960 fue creado el Liceo en un edificio nuevo.

El volumen general sigue una forma en “U”, atravesada por un puente en el segundo nivel que per-mite la integración de los costados laterales. El costado oriental que corresponde a la fachada principal es de tres pisos, el resto del conjunto es de dos pisos debido a las condiciones topográficas del terreno.

Colegio de La Presentación: la edificación se localiza en el centro del área urbana. Como entidad funciona desde 1917, cuando empezó en la antigua Casa Cural con 70 alumnas externas y dos internas, repartidas en tres clases35 En 1958 se inició la construcción de la sede actual y en 1961 se estrenaron algunos salones del nuevo edificio. El volumen general se organiza a partir de los patios, siguiendo una forma de claustro. El volumen de la capilla construida en 1958 se destaca en el conjunto.

Institución Educativa Liceo Concejo: la edificación se localiza en el barrio San Francisco, en límites con el municipio de La Estrella. La institución fue creada en 1970 e inició labores en 1971. Solo hasta 1980 se trasladó a la actual sede que perteneció al colegio San Juan Eudes. El edificio se localiza en un costado del predio, sobre la parte más alta del mismo.

Institución Educativa Liceo Concejo. Itagüí, 1999.

Municipio de La EstrellaFue elevado a la categoría de municipio en el año 1833. De su jurisdicción se desagregó en 1854 el mu-nicipio de Caldas. Escuela Ana Eva Escobar: la edificación se localiza en el corregimiento de Pueblo Viejo, al sur del área urba-na, sobre una pequeña elevación de una terraza donde se asienta el poblado. Su construcción según la ficha catastral es de 1914, cuando la zona aún mantenía un poblamiento escaso.

35 Esta información aparece en la reseña de la página web del colegio, pero en otras fuentes se encuentra que el colegio fue en la casa del actual Asilo del Rosario.

Escuela Ana Eva Escobar. La Estrella, 1999.

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196 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 197 De las Edificaciones Educativas

Seminario Seráfico San José. La Estrella, 2010. Fotografía Héctor J. Sánchez M.

Edificios Antiguos Se localiza en el barrio La Ferrería en límites con el sector suburbano de San José, al norocci-dente del área urbana. Es una antigua finca, conocida con el nombre de San José. La comunidad de los Religiosos Terciarios Capuchinos, fue fundada en España en 1889, y llegó al municipio en 1948, trasladada desde Bogotá. La construcción del actual edificio se inició poco tiempo después. Este seminario funcionó bajo estas característi-cas hasta el año de 1999, año en el cual se decide crear la institución educativa “Colegio Luis Amigó”.

Seminario Mayor Legionarios de Cristo: la edificación se localiza en la vereda Morrón. Su construcción data aproximadamente de 1940 y en el volumen principal sobresale el acceso por la conformación semicircular. El predio fue adquirido por la comunidad religiosa de los padres Legionarios de Cristo, quienes la adaptaron para el funcionamiento de un seminario y noviciado, conservando la casa original y construyendo nuevas edificaciones para las habitaciones y capilla en medio de amplias zonas verdes y jardines.

Capilla y patio del colegio de La Presentación. La Estrella, 2007.

Colegio Divino Salvador: se ubica en el barrio San Andrés, sobre la carrera 54. El colegio apostólico comenzó a fun-cionar en 1944 y sólo hasta los años 80´s se transformó en institución educativa de secundaria para seminaristas que seguían la vocación sacerdotal. La construcción del edificio data de 1951. En 1990 se transformó en cole-gio mixto. El origen de la comunidad religiosa se dio en Alemania, razón por la cual los planos fueron enviados por la comunidad desde allí. El volumen general se es-tructura a partir de una concepción geométrica del espa-cio que sigue unas formas longitudinales libres, donde se localizan las aulas y oficinas a un costado y extensos corredores al otro, bordeadas por grandes patios y zonas verdes que enriquecen la calidad ambiental del edificio. Se destaca la capilla por su forma y espacialidad.

Colegio Divino Salvador. La Estrella, 2010. Fotografía Héctor J. Sánchez M.

De las numerosas instituciones educativas y religiosas que se establece en fincas el Municipio se destacan:

Seminario Legionarios de Cristo. La Estrella, 2010. Fotografía Héctor J. Sánchez M.

Colegio Isolda Echavarría: se localiza en límites con la vereda Morrón. El predio fue adquirido por la cor-poración Colegio Isolda Echavarría, que adecuó las instalaciones existentes y construyó otras para el fun-cionamiento del colegio. La casa original se localiza en la parte más alta del terreno, con grandes zonas verdes que otorgan unas cualidades ambientales y paisajísti-cas excepcionales al lugar.

Colegio Isolda Echavarría. La Estrella, 2010. Fotografía Héctor J. Sánchez M.

Municipio de Caldas

Escuela Joaquín Aristizábal se encuentra localizada en el sector Centro. En los archivos del Concejo Municipal se afirma que para la creación del Municipio era ne-cesaria la Escuela Elemental de Niños la cual debía funcionar en el mismo sitio de la Alcaldía Municipal. En el año de 1914 el Municipio compró la Escuela Modelo de Varones, donde hoy se encuentra la escuela Joaquín Aristizabal, a los señores Elíseo Barreneche, Hercila Ochoa de González y Susana Ochoa; en febrero de 1918 fue inaugurada como escuela pública por el Decreto No. 81 de febrero de 1943. Dado a las gestio-nes del director de la institución de la época, el Señor Enrique Castañeda, se cambió su antiguo nombre en homenaje al insigne médico Dr. Joaquín Aristizábal uno de los fundadores de la Clínica Medellín.

Los planos de la escuela se generaron desde la oficina de Instrucción Pública con la dirección del ingeniero arquitecto Dionisio Lalinde. La construcción de excelente factura, está conformada por un gran vo-lumen a doble altura con dos patios centrales y un gran patio salón con escenario, propio de las escuelas de la época. En sus fachadas se aprecian la simetría y las proporciones de sus vanos y muros áticos.

Fachada y patio Escuela Joaquín Aristizábal. Caldas, 2009.

Escuela Vereda La Miel: se encuentra localizada en el sector de La Miel, y es una de las primeras escuelas en conformarse en el municipio. Su construcción se remonta al año de 1919. Nombrada por Decreto No. 362 del municipio de Caldas.

Escuela Gabriel Echavarría: se encuentra localizado en un sector del barrio La Raya. Toma el nombre de “Escuela Gabriel Echavarría” en honor a quien mandó a construir la escuela aproximadamente en la década de los 60´s como parte de la vinculación de la empre-sa de Locería de Caldas con el municipio.

Liceo José María Bernal: se encuentra en el sector de Villa Capri. Funcionó desde 1891 en un local de propiedad del municipio con el nombre de La Trinidad y tuvo continuidad con diferentes nombres hasta el año de 1936. En 1952 reaparece con el nombre de Instituto Francisco José de Caldas, hasta 1963, cuando el Presbítero Godofredo Gómez, párroco de la Catedral de Nuestra Señora de las Mercedes lo entrega a la

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198 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 199 De las Edificaciones Educativas

la cultura fue la primera construcción en el municipio con acabado de fachada en adobe a la vista. Los volú-menes de la edificación forman una planta “L” con dos pisos de altura. En 1959 se cierra la institución por la notable disminución de alumnas. En enero de 1960 se crea el Colegio Santa Mariana de Jesús La Merced y este pasa a ser el Liceo Comercial Pedro Luis Álvarez, nombre que lleva actualmente. En 1975 el espacio del claustro fue subdividido, conformando así dos espa-cios completamente independientes; una parte sigue funcionando como colegio y la otra parte se habilitó para la Casa de la Cultura, de este modo el antiguo teatro del colegio ha sido reformado y adecuado para prestar servicio a la comunidad.

Colegio María Auxiliadora: se origina en la primera escuela de primaria para niñas, fundada el 24 de oc-tubre de 1868 por las señoras Eugenia Benjumea y Úrsula Montoya de Trujillo, quienes hacen donación de su casa para la escuela y se ofrecen, además, para ser las directoras del plantel. Esta institución fue conocida como la escuela Elemental de Niñas de Caldas y, en 1960, la Secretaría de Educación de Antioquia le otor-gó el nombre “Colegio María Auxiliadora”.

Municipio de EnvigadoEscuela Marceliano Vélez. (1900-1930 aproxima-damente) Ubicada en la zona céntrica. Es la primera escuela pública de niñas que se funda a mediados del siglo XIX, ubicada donde hoy se encuentra el anti-guo Palacio Municipal. La sede actual fue construida en la década de 1930. La edificación se desarrolla en volúmenes que forman una planta en “L” articu-lados por dos patios en la parte antigua. Los muros son construidos en tapias y la cubierta es en teja de barro con estructura de madera y pendiente a dos aguas. La construcción más reciente se articula por el segundo patio y el área social de eventos públicos de la institución. Espacialmente, las jerarquías vienen dadas por el patio de acceso y el patio de recreo tra-sero. Sin embargo, el espacio central está constituido por un gran salón de actos (patio salón), que con una altura aproximada de tres pisos domina el conjunto. La fachada ha sido afectada por los ensanches viales que han recortado algunas partes de la edificación. Actualmente presenta un muro de cerramiento que respalda el urbanismo del sector y que ha transfor-mado la edificación en un referente.

Secretaría de Educación de Antioquia, la cual pasa a denominarlo Liceo Departamental de Caldas hasta el año de 1968 y posteriormente “Liceo José María Bernal” por Ordenanza No.10 de diciembre de 1967. La nueva sede a la cual se trasladó es una antigua casa-finca de la familia Vásquez Uribe durante los años 70´s.

Liceo José María Bernal. Caldas, 1999.

Antiguo colegio de La Presentación (1926) - Casa de La Cultura: este edificio se encuentra en la esquina del parque principal. Desde 1891, el lote ha sido ocupado por varios colegios para señoritas. El primero en fun-cionar fue el Colegio de la Concepción y luego cambió su nombre, en 1904, por Colegio de La Inmaculada. En 1910 toma el nombre de Colegio de la Merced hasta 1923. Por solicitud del Presbítero Pedro Luis Álvarez se crea el “Colegio de La Presentación de La Merced” y, a partir de 1926, se comienzan a construir las instalaciones del colegio con dinero de la parro-quia, incluyendo una gran capilla. La actual casa de

Antiguo Colegio de La Presentación - Casa de La Cultura. Caldas, 1999.

Colegio de La Presentación: está ubicado en zona céntrica del municipio sobre la vía que sale del parque hacia la zona de Peldar y Almacenes Éxito. En 1891 llegan las primeras Hermanas y fundadoras para aten-der a los enfermos y después a los ancianos. Para la labor educativa comenzaron a funcionar en una anti-gua casa en el año de 1891 y allí continuaron hasta el año de 1919.

Capilla Colegio de La Presentación. Envigado, 2011.

Probablemente la primera ampliación del local fue realizada por Agustín Goovaerts, durante la cual se añadieron salones y se construyó la capilla. En el pa-tio principal se destacan la secuencia de arcos de los corredores perimetrales del edificio.

Fachada y patio Escuela Marceliano Vélez. Fotografía de la Oficina asesora de Planeación de Envigado. Envigado, 2010.

Colegio de La Salle: está ubicado en el sector de Villa Luz, hoy Barrio Zúñiga, sobre la avenida El Poblado, al lado de la quebrada la Ayurá. El Presbítero Jesús Antonio Duque, párroco de la iglesia Santa Gertrudis del Municipio de Envigado, solicitó a los superiores Lasallistas que se hicieran cargo del colegio que existía con el nombre de Jesús María Mejía el cual funcionaba desde el año 1942. Este fue fundado el 7 de enero de 1954, con el nombramiento de los tres primeros Hermanos fundadores. Contó con un número conside-rable de maestros laicos.

Patio Colegio de La Presentación. Envigado.

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200 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 201 De las Viviendas

Institución Educativa Fernando González:36 fue creada bajo el nombre de “Escuela Pública Urbana de Varones del Centro”. Hacia la década de los años 20´s es tras-ladada a la edificación actual, que se atribuye al reco-nocido arquitecto belga Agustín Goovaerts. Su cons-trucción nunca fue terminada en su totalidad debido a problemas presupuestales. La planta de la edificación se desarrolla en esquema de claustro, está compuesta por dos patios divididos con un corredor cubierto.

36 Fernando González (1895-1964). Filosofo y escritor de Envigado reconocido por obras como Viaje a Pie y El Maestro de Escuela, Mi Simón Bolívar, entre otras. Su casa Otraparte, localizada sobre la avenida de El Poblado, es hoy museo.

Fachada Institución Educativa Fernando González. 2011 Monumento Nacional. Resolución propone 050-26-x-1994. Decreto declara 1913 2-XI-1995. (BIC- N.)

Interior Institución Educativa Fernando González. Envigado, 2009.

Registro de las fachadas principal y laterales izquierda y derecha de la Escuela Fernando GonzálezMunicipio de Envigado. Secretaria de Obras PublicasArquitecto: Rodrigo Restrepo R. Dibujo: Marta Elena Pérez.

Levantamiento: Guillermo Upegui T.

Escuela Alejandro Vásquez (631-018): ubicada en el sector céntrico sobre la carrera 45, es un bien de gran tradición cultural e importancia en el ámbito municipal. Fue la segunda escuela después de la de Rafael J. Mejía y su construcción se remonta al año 1929. Su funcionamiento comenzó en 1930 mediante Ordenanza del municipio de Envigado.

Antigua Escuela Alejandro Vásquez. - Secretaria de Educación y Biblioteca.Sabaneta, 2010.

En la fachada se destacan los dos volúmenes que conforman un espacio central semipúblico, el cual articula el exterior con el interior mediante el zaguán donde se localizan dos imágenes. Por fotografías anti-guas se puede establecer que la construcción está ela-borada en ladrillo a la vista y que posteriormente fue revocada. El edificio está dispuesto hacia un patio y se destacan las alturas de sus corredores. Sus muros en adobe le han permitido mantenerse en buen estado. Uno de sus salones es utilizado como biblioteca.

Colegio Nuestra Señora del Carmen: está ubicado desde 1947 en un local situado al lado izquierdo del templo. Empezó en la casa cural y se gestó en los años 40´s, por iniciativa del párroco de Santa Ana, Padre Antonio José Baena. En 1952, se obtuvo la aprobación para toda la primaria. En el año 2006 se integró con el Colegio El Carmelo, sección bachillerato, situado en la finca la Aldea. Ya que es regentado por la misma comu-nidad de Carmelitas Misioneras; el nombre “Carmelo” es legado del Monte Carmelo (Israel) cuna de esta Orden. Arquitectónicamente no es un edificio destacado pero sí es un referente para la población.

Otras instituciones escolares en el municipio son: la Escuela Rafael J. Mejía, el Colegio Integrado de Sabaneta y el Liceo Concejo de Sabaneta.

Para mediados del siglo XX se construyeron la mayoría de las casa fincas que posteriormente fueron ocupadas por órdenes religiosas, colegios y universi-dades, las cuales se han convertido en complejos edu-cativos con numerosos edificios: Colegio Benedictinos de Santa María en la finca de la familia Mora, Colegio Colombo Británico en la Finca Ponte Vedra y Colegio Teresiano en la casa casaquinta Monteblanco.

Municipio de SabanetaSabaneta fue corregimiento de Envigado hasta 1967, por tanto su formación y consolidación siempre estu-vo relacionada principalmente por los acontecimien-tos sucedidos en los municipios inmediatos. Este municipio también fue asentamiento de importantes fincas de recreo y trabajo de familias influyentes de Envigado y Medellín.

Escuela Adelaida Correa: (631-009) La arquitectura escolar de Sabaneta ostenta una de las más antiguas (1863). La planta de la edificación en su parte más vieja se desarrolla en forma de “L” con corredores cu-biertos a lo largo de la fachada. Los muros son cons-truidos en tapias de un piso de altura y la cubierta en teja de barro a dos aguas; perteneció inicialmente a Don Belisario Palacio y es propiedad del municipio desde el año 1928.

Escuela Adelaida Correa. Sabaneta, 2009.

En la actualización del inventario de patrimonio del Área Metropolitana 2005 se consigna la futura ampliación en la sección de la vía para el paso del tranvía, lo que predice la demolición de esta tradicional escuela.

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202 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 203 De las Viviendas

proceso a paulatino; primero en Medellín y tardíamente en los otros Municipios.

La arquitectura que caracterizó el inicio del poblamiento del territorio después de conquista espa-ñola, respondió a fenómenos determinantes como la necesidad de obtener albergue inmediato en una vi-vienda de fácil adaptación al terreno y de rápida cons-trucción, es decir, un volumen rectangular cubierto a dos o a cuatro aguas y elaborado con materiales y técnicas que el medio les brindó. La población, en su mayoría de origen mestizo, mezcló las técnicas indí-genas y española1. De las construcciones indígenas elaboradas en maderas y otros materiales vegetales, quedó la técnica de los muros de bahareque y la te-chumbre de paja; mientras de la tradición española, la tapia empañetada y matizada con cal, y la cubierta con teja de barro. La importancia de los materiales de la vivienda fue determinante en las descripciones de los testamentos y en los censos, en los cuales se aclaraba si las viviendas estaban techadas en paja o teja de barro2.

Dentro de las tipologías de edificios se presentan varia-ciones que dependen de las condiciones naturales del lugar, de las técnicas constructivas disponibles en el momento y, en especial, de la situación socioeconómi-ca del grupo humano que la produce. La arquitectura habitacional es la tipología predominante en el Valle de Aburra y la que evidencia con mayor claridad las diferencias sociales, económicas y culturales de los habitantes. Aunque hay grandes distancias en las fe-chas del proceso de desarrollo urbano entre Medellín y los otros municipios, sí es posible establecer los pa-trones estilísticos que se asumieron en mayor o menor grado con el fin de hacer una clasificación desde el punto de vista arquitectónico. En los orígenes de las áreas urbanas no existía mucha diferencia entre las viviendas de tapia y las edificaciones que albergaban funciones públicas de gobierno o educación ya que los edificios principales eran también casonas de tapia dispuestas alrededor de un patio y en sus fachadas tampoco se reflejaban diferencias representativas. La especialización funcional de los edificios fue un

1 Las técnicas empleadas para levantar muros fueron de varias clases, pero la más popular se cen-tró en el uso de la “tapia pisada”, labor en la cual se destacaron por siglos los pueblos árabes y, en

España, los moros […] En otros casos se emplea el ladrillo sentado con argamasa, en forma similar al empleo actual de ese material, su alto costo comparado con la tapia, lo limita a casos especiales […]

y cuando las circunstancias del lugar hacen indispensable el uso […] También se utilizó en la ejecución de arcos, en jambas de las puertas interiores y ventanas, toda obra que obligue formas elaboradas u

ornamentales se impone el empleo del ladrillo […] Falta hacer mención de “la teja de barro”, que también llamamos “teja española” y que en España denominan “teja árabe” […]. En: Corradine Angulo, Alberto.

«Historia de La Arquitectura Colombiana». Volumen-colonia 1538-1850. Primera edición. Biblioteca de Cundinamarca. Escala, 1989, pp. 100-101.

2 En los censos de finales del siglo XVIII y XIX se aprecia que la mayoría de la población habitaba en chozas de bahareque con techos de paja.

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204 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 205 De las Viviendas

Ilustración de Bello Patrimonio Cultural.1993, pág. 62.

Simultáneamente se ubicaron otras viviendas a la vera de los caminos que llegaban a estos centros. En todos los poblados predominaron las viviendas de un piso, aunque también fueron construidas viviendas de dos pisos de altura5 en los parques principales y sus alre-dedores, conservando los mismos esquemas en planta.

El uso común para este caso era disponer de locales en los primeros pisos y desplazar la vivienda al segundo nivel.

La arquitectura tradicional

En el Inventario del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá de 1999 (IPUAVA), se lee que la arquitectura tradicional corresponde a las edificaciones construidas en tapia3, dispuestas en planta en forma rectangular en “L”, “U”, “C” o claus-tro completo, en el cual el patio y los corredores son elementos distintivos. Las casas construidas bajo este tipo que aún se conservan datan de finales de siglo XIX

y principios del XX y eran elaboradas por los maestros de obra, alarifes o tapieros4.

Ilustración de los tapieros elaborada por Giuliana Guerra G. para Recuperación de la memoria cultural Municipio de San Jerónimo. Dirección de Extensión Cultural Departamental. 1989.

En periodos diferentes, se comenzó a configurar la plaza y/o parque principal de las áreas urbanas de los municipios. En un principio, el poblamiento generó viviendas aisladas, pero lentamente y alrededor de la iglesia y su espacio público, se dio la regularización de un paramento y la marcación de predios de diversos tamaños para viviendas continuas.

3 La tapia pisada está formada por tierra apisonada o compactada con la cual se mezclan materiales que le dan consistencia, como recebo gredoso u otro agregado; generalmente van apoyadas sobre una hilera de piedra o sobre ladrillo. Pañete es un recubrimiento del muro para protegerlo de la humedad. Puede estar compuesto de diversas mezclas; en Antioquía, la más común es barro cagajón. Cubierta es el conjunto de elementos estructurales y de cubrimiento que cierran la parte superior de una construcción. La estructura usual de estas edificaciones antiguas era de madera rolliza, un tendido chusque o cañabrava con tierra y sobre esto la teja de barro. Definiciones tomadas de: COLCULTURA-O.E.A. Bienes Inmuebles. Cartilla de Mante-nimiento. Editorial Presencia.1994, p. 24.4 En el departamento de Antioquia sólo hay arquitectura habitacional con la clasificación de colonial, ubicada en Santa Fe de Antioquia. Es por ello que la arquitectura de tapias en el resto de los municipios ha sido denominada por varios investigadores “Arquitectura tradicional antioqueña” descartando el término de colonial que a veces se usa erróneamente.5 Las edificaciones de un piso de altura generalmente llegan a medir 5 m entre el piso acabado y el punto de enrase. En el caso de las construcciones de dos niveles, se encuentran entrepisos de 3.50 y 4.0 m de altura sin tener en cuenta la distancia existente entre el punto de enrase del segundo nivel y el caballete.

Fachada casa de la calle 7 (cra 14-15) Girardota. Dibujo de Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín, 1992.

La arquitectura tradicional se fue haciendo en mayores dimensiones y con más ornamentación, espe-cialmente en la carpintería debido a que los artesanos se fueron instruyendo en dicho oficio6 y al aumento de la capacidad económica de las clases media y alta de la población. Espacialmente, las casas se caracte-rizaron por el zaguán, el patio interior central o lateral y el solar. En la carpintería de madera se conservó la pintura de colores y se realizaron elementos composi-tivos, marqueterías y calados para las puertas, venta-nas y chambranas de balcones y escaleras. El material de los pisos elaborado en tabletas de adobe macizo, fue reemplazado en muchos casos por baldosas de ce-mento colorido. Espacialmente, las casas se caracteri-zaron por el zaguán7, vestíbulo, patio central o lateral y en algunos patios se ubicaron fuentes de agua y los baños de inmersión fueron decorados.

6 Aproximadamente en 1830 para Medellín, se encontraba ya la especialización en la construcción, dice Luis Fernando Gonzá-lez “Tanto carpinteros como alarifes tenían que ver con la construcción, pero se fueron especializando cada día más, en térmi-nos de ejecución de la vivienda. Mientras que en decenios anteriores una persona asumía la ejecución total de la vivienda”. En: «Artesanos y Maestros de la arquitectura de Medellín y Antioquia 1775-1932».Universidad Nacional, sede Medellín. Escuela del Habitat. L. Vieco e hijas Ltda. Medellín, agosto 2008, p. 60.7 El zaguán es el tramo de corredor entre la puerta de acceso y la puerta interna que da a un vestíbulo o directamente al patio, generalmente el zaguán es central porque a cada lado se disponen los salones principales de la casa que dan a la fachada, pero también hay zaguanes laterales. Este espacio permite que la puerta principal permaneciera abierta y que las personas ingresen a este corredor antes de acceder a los espacios privados de la casa. Lo que tradicionalmente se llamaba vestíbulo en estas casas era una pequeña sala al lado del patio donde se recibían las visitas de confianza, ya que el salón principal era para las visitas formales. La palabra zaguán proviene del termino árabe-hispánico istawán y es un elemento usual de la casa de patio de Andalucía. La palabra vestíbulo fue usada también para nombrar en los edificios el espacio al acceso que permite repartir los espacios y actualmente es inusual en Colombia pues actualmente se utiliza la palabra Hall.

Casa de esquina del parque de Sabaneta -Hoy local comercial-. Sabaneta, 2009.

Planta primer nivelcasa Calle 7, Girardota

Planta segundo nivelcasa Calle 7, Girardota

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206 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 207 De las Viviendas

Aún quedan algunas edificaciones de tapia de estas características en los costados de los parques principales de Barbosa, Copacabana, Girardota, La Estrella, Caldas y Sabaneta. Es difícil encontrar con-juntos de más de dos o tres construcciones de este tipo, pero en todos los municipios permanecen de for-ma aislada, en la zona rural, en algunas calles de las zonas centro y en los bordes de los antiguos caminos que hoy ya son vías urbanas.

En este mismo periodo las construcciones conformaban una fachada urbana que se destacaba por las siguientes características: el ritmo de los ale-ros continuos o escalonados según la pendiente del terreno, la continuidad del paramento, el ritmo de los elementos de la carpintería y los zócalos, y el colorido de estos elementos que contrastaba con el blanco o color pastel del pañete de las paredes.

Conjunto de casas en la Cra 50. Copacabana.

La arquitectura tradicional de tapias, modesta o a mayor escala, se presenta tanto para la vivien-da urbana como para la rural, de acuerdo con los recursos disponibles de las familias se asumían las reformas, adiciones y especialmente los cambios de acabados, de modo que las casas tradicionales que quedan aún conservan la mampostería de tapia y la disposición de las cubiertas, pero en cuanto a los acabados estos consisten en un amplio mosaico de materiales de varias épocas.

La pintora Lola Vélez (fallecida) en el patio de su casa. Fotografía de 1999.

Fachada de la casa de la pintora Lola Vélez frente al Monumento a

Marco Fidel Suárez. Bello, 2009.

Casa Familia Mejía en la vía a Sabaneta. Demolida. 2009.

Casa Barreneche. Parque de Caldas.

Casa de la Familia Saldarriaga. Envigado.

Casa de La Estrella. Fotografía de Héctor J. Sánchez M.

Patio de la casa cural. Caldas.

Patio de la Casa de la Cultura “Miguel Uribe Restrepo” de Envigado.

Casa de La Estrella. Fotografía de Héctor J. Sánchez M.

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208 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 209 De las Viviendas

En Medellín, las primeras casas de la élite se construye-ron al lado de la quebrada Santa Elena hoy avenida La Playa, de ellas sólo permanece la Casa Barrientos que pasó de ser una casa sencilla de un piso a una casa deco-rada con marzarda. Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 de 1991. Dirección Planeación. Hoy es sede de una biblioteca administrada por Comfenalco.

Ventanas, Barbosa / Puerta, La Estrella.

Ventanas y puertas, Girardota.

Fachada hacia la Av. La Playa.

Patio interior.

Auditorio en el segundo nivel.

Planos y fotografías del proyecto de Restauración de La Fundación Ferrocarril de Antioquia. 2006-2007.

Baño de inmersión y escalera

Casa Barrientos

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210 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 211 De las Viviendas

Parque de Bolívar, Bancolombia. Medellín, 2011. BIC-M Res. 123 / 1991.

Parque de Bolívar, BBVA. Medellín, 2011. BIC-M. Res. 123 / 1991.

Casa en la Plazuela San Ignacio. Medellín, 2011.

Parque Bolívar la Estancia (casa Pastor Restrepo). Medellín, 2011. BIC-M Res. 123 / 1991.

Parque de Bolívar, casa contigua al Teatro Lido. Medellín, 2011.

Casa en Ayacucho con Girardot. Medellín, 2011.

Arquitectura de transiciónComo arquitectura de transición8 fueron definidas en el Inventario del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá de 1999 (IPUAVA) construcciones nuevas o las tradicionales adaptadas que se caracte-rizaban por presentar en la fachada el muro ático, la ornamentación con molduras, los óculos, los arcos, los balaustres en cornisas, los cortagoteras entre otros, y por la utilización de rejas de hierro para completar la carpintería de puertas y ventanas.

Estos cambios están asociados a la aparición de nuevas propuestas de materiales como el cemento, el yeso y la accesibilidad al uso del ladrillo, aunque se encuentran, incluso, algunas construidas en tapia

con estos nuevos modelos, ya que el uso de ciertos materiales depende de las condiciones económicas de los propietarios y la introducción de nuevos materiales es un proceso que se gradual y lento.

En el interior de las viviendas tienden a desaparecer los cuartos en galería y el patio central se proyecta a menores dimensiones pero suple las necesidades de iluminación y ventilación. El solar ya no es un elemento constante, pues se transforma en el patio de ropas, eliminando así las funciones ambientales y/o de huerto que se desarrollaban en las viviendas tradicionales porque paulatinamente también se ha ido disminuyendo el tamaño de los predios.

Casas con muro ático en Caldas, 2009.

Casas con muro ático en Caldas, 1999.

Patio y vestíbulo de casa. Caldas, 1999.

Casas con muro ático en Caldas, 1999.

8 En el argot común algunos la han llamado «arquitectura republicana», pero el uso de este término da lugar a confusiones en los periodos históricos.

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212 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 213 De las Viviendas

Casas con muro ático en la Estrella. 1999.

Casas con muro ático en Bello. 1999.

Casas con muro ático en Copacabana. 1999.

Casas con muro ático en Itagüí. 1999.

Casas con muro ático en Girardota. 1999.

Casas con muro ático en Envigado. 1999.

En sectores con terrenos pendientes de los mu-nicipios de Copacabana, La Estrella e Itagüí se constru-ye una terraza o quicio amplio que sirve para ubicar la escalera y al mismo tiempo crear una antesala- balcón y mirador. Esta es una variante de las casas de transición y una manera de continuar el corredor frontal de la casa tradicional rural. Los muros de soporte se enchapan en piedra y los pasamanos son de adobe y calados.

La solución de acceso en pendiente y retraso de una parte del paramento es en muchos otros ca-sos limitado al desarrollo de la escalera, tal como se pueden apreciar en numerosas viviendas de los ba-rrios Boston, Buenos Aires, Prado, Villa Hermosa, La Milagrosa, Manrique entre otros.

La Estrella, 2011. Fotografía de Héctor J. Sánchez M.

La Estrella, 1999.

Copacabana, 1999.

Casa de la Flia Ordóñez. La Estrella, 2011. Fotografía de Héctor J. Sánchez M.

Itagüí, 1999.

Envigado, 1999.

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214 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 215 De las Viviendas

Cra. Balboa - Costado Occidental entre la Cll. Belalcázar y la Cll. Jorge Robledo. Barrio Prado, Medellín.

liderada por Ricardo Olano9.Este sector fue urbanizado para ser construido por la elite de la ciudad. Su ar-quitectura y urbanismo se destacaron por incorporar modelos que imitaban los observados en otras ciuda-des del país Cali y Barranquilla (1926) y en el exterior como Cuba10.

Ningún otro municipio cuenta con un conjunto urbano de estas características, en el cual destaca el ur-banismo desarrollado y su adaptación al terreno, la escala de las casas y la variedad formal de cada una, con la inter-vención de arquitectos. Actualmente es el único sector de valor patrimonial declarado en Medellín y se han ubicado allí sedes de asociaciones, médicas, teatrales, educativas y clínicas las cuales no están siempre en adecuada convi-vencia con el uso residencial que allí permanece.

Otras construcciones de comienzos de siglo para las élites son las “quintas” aisladas en los barrios Miraflores y Aranjuez.

En Medellín se presenta la tipología de transi-ción desde principios del siglo XX, pero en el resto de los municipios es poco representativa, si tenemos en cuenta el carácter rural que éstos aún conservan para esa época. Puede considerarse que esta tendencia se encuentra en estos municipios entre 1930-1950, por esto las construcciones nuevas de este tipo fueron es-casas y se presentaron más como adaptaciones de la arquitectura tradicional, de manera que entre más ale-jado el municipio (Barbosa, Giradota y Copacabana, La Estrella, Caldas) menor es la cantidad de viviendas de este tipo; así de las casas de tapia pasaron y pasan a la arquitectura de hoy.

La presencia de esta tendencia es más notable en Medellín y el caso más evidente es el Barrio Prado con un proceso que se inició a partir de la compra del lote en la primera decada del siglo XX y su paulatina ur-banización a partir de los años veinte por una sociedad

9 Ricardo Olano E.:1874 -1947.Comerciante, empresario y político. Como particular y miembro de la Sociedad de Mejoras Publicas de Medellín (S.M.P) de la que fue presidente, promovió importantes obras de urbanismo para la ciudad y la región. Publicó entre otros La Guía de Medellín y sus alrededores en 1916 .

10 .. conocí hace pocos años las hermosas urbanizaciones Armendáriz y la Vibora de La Habana. Los propietarios trazaron ca-lles anchas, las arborizaron, las pavimentaron, construyeron aceras alcantarillados, las dotaron de luz y de agua. Sólo entonces comenzaron a vender lotes. En: En: González Escobar, Luís Fernando. Medellín, Los orígenes y la transición a la modernidad .crecimiento y modelos urbanos1775-1932: las urbanizaciones y la actividad urbanizadora. Medellín: Escuela del hábitat. CEHAP. Universidad Nacional de Colombia. 2007. p. 107.citando a Ricardo Olano, Propaganda cívica. Editada Tipografía Bedout. Segunda edición. p 162.

La combinación de todos estos elementos tenía como fondo un significado simbólico de riqueza y posición social.

El acceso a la vivienda es realzado por medio de escalinatas cuando puede aprovecharse la topografía del lote y además con pórticos, voladizos, balcones, grandes vanos o un espacio semipúblico cubierto que marca la transición entre el exterior y el interior.

Los cambios de planos en las esquinas son tra-bajados en forma especial tanto a nivel de fachada como a nivel volumétrico y algunas veces se localiza allí el acceso.

La incorporación del antejardín al esquema ur-bano del Barrio, produce un cambio trascendental en el paisaje ya que se crea un espacio donde se localizan jardines y en la estructura física, porque se amplía la sección de la calle y se aumenta la distan-cia entre las fachadas.

La variedad de estilos y elementos arquitectóni-cos llegó a tal punto que para esa época ya se veía la necesidad de crear una escuela de arquitectura y el establecimiento de una oficina dependiente del go-bierno municipal para que interviniese no sólo en el aspecto de “ubicación, planta, solidez, higiene”, sino

En Prado, con la intervención del arquitecto, se introducen nuevos elementos y materiales: En la ventanería se reemplazan las alas de madera por el vidrio que permite mayor iluminación, y se adornaba con forjados más elaborados que los usados en el período colonial. Se suprimen los contraportones y con ellos el zaguán, y en su lugar se crea un “hall” de acceso y distribución a los distintos espacios, in-cluyendo la escalera que conduce al segundo piso, al cual se traslada la zona privada, transformando así el esquema tradicional de distribución de la vivienda. Entre otros elementos nuevos se pueden mencionar los sótanos, resultado de la topografía del terreno, los garajes cubiertos y descubiertos, los jardines in-teriores y exteriores, los patios de servicio y algunos materiales como el concreto, los baldosines y la pin-tura, la piedra y el granito como recubrimiento para las fachadas, entre otros usos.

Además de todos estos elementos se destacan en primer lugar las fachadas, por su elaboración, colorido, riqueza formal, combinación de distintos materiales y tex-turas, expresión de diversos elementos arquitectónicos del interior de la vivienda en el exterior, como el volumen de la escalera en forma de torre o con un gran ventanal.

Cra. Palacé - Costado Oriental entre la Cll. Darién y la Cll. Urabá. Barrio Prado, Medellín.

Cra. Palacé - Costado Occidental entre la Cll. Urabá y la Cll. Darién. Barrio Prado, Medellín.

Cra. Palacé - Costado Oriental entre la Cll. Jorge Robledo y la Cll. Belarcázar. Barrio Prado, Medellín.

Cra. Balboa - Costado Oriental entre la Cll. Belalcázar y la Cll. Darién. Barrio Prado, Medellín.

Cra. Balboa - Costado Oriental entre la Cll. Jorge Robledo y la Cll. Belalcázar. Barrio Prado, Medellín.

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216 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 217 De las Viviendas

también en lo referente al estilo, a la arquitectura y decoración de las construcciones, de acuerdo con lo manifestado por la Sociedad de Mejoras Públicas en su revista Progreso de Agosto de 1940.

Al iniciarse la arquitectura profesional en Colom-bia, la influencia de la orientación de los profesores (de formación extranjera) es definitiva. Gran parte del diseño se basa en los movimientos racionalistas europeos, con interpretaciones de Le Corbusier, del movimiento “Stil” de Walter Gropius y La Bauhaus, Perret y el C.I.A.M, entre otros.

La característica común de estos arquitectos y grupos pertenecientes al movimiento moderno, es la búsqueda de una expresión y un modo de pensar la ar-quitectura radicalmente opuesto a las tendencias aca-démicas, eclécticas e historicistas predominantes hasta las dos primeras décadas del siglo XX en Europa.

Además de los arquitectos racionalistas, in-fluyeron en el medio colombiano otros arquitectos europeos y norteamericanos pertenecientes a otras corrientes como Mendelston y Fran Lloyd Wright.

Esta transposición ideológica y cultural de tenden-cias europeas y norteamericanas trae como resultado la interpretación a lo colombiano de la arquitectura contemporánea. “El modernismo colombiano” resulta ser ecléctico también: en una misma obra se manifies-tan los aportes de tres o cuatro arquitectos contempo-ráneos de renombre, y la influencia de los profesores universitarios, recién llegados de Estados Unidos.

En el Barrio Prado, en la década del 40 al 50, las tendencias estilísticas continúan siendo eclécti-cas-historicistas, con ejemplos aislados de arquitec-tura racionalista o corbusiana.

Esta nueva tendencia tiene mayor auge a partir del final de la década de los 50, sin llegar a predo-minar sobre el carácter estético que tuvo el barrio en sus orígenes.

La influencia de la arquitectura moderna en el ba-rrio se expresa claramente en los siguientes aspectos:

• Revolución en los usos de los materiales. El uso extensivo del vidrio en las fachadas marcan ras-gos en la nueva arquitectura como es la iluminación a través de materiales como el insulux.

• Ruptura total con los órdenes clásicos.• Volúmenes simples.• Ausencia de decoración y desaparición del tra

bajo artesanal.

• Revolución de las técnicas constructivas.• Distribución de los espacios en el interior de

las casas respondiendo a pautas funcionales. Circu-laciones cortas.

Para la década de los años 60, el barrio está com-pletamente conformado. Se construyen unas pocas casas en estilo “moderno”, el cual se aleja del racio-nalismo para adaptarse al estilo “internacional”, con fachadas revestidas de mármoles y piedra bogotana, con grandes ventanales de aluminio, jardines interio-res y espacios distribuidos en diferentes niveles, entre otras características. Muchas veces se hicieron en lo-tes ocupados anteriormente por viejas estructuras.

A mediados de esta década se inicia un proceso de migración de los habitantes del barrio hacia otros lugares de la ciudad, como Laureles y El Poblado, considerados como los barrios de moda para alojar la clase alta. Contribuyo también a este proceso la dis-minución del número de componentes de las familias, motivo por el cual las antiguas mansiones ya no res-pondían a las necesidades de los usuarios. La expre-sión del poder económico y posición social a través de las fachadas de las viviendas ya seguía otras pautas.

En general, el barrio atravesó por un período de receso en su evolución el cual se interrumpe en la década del 70 con una serie de fenómenos socio-económicos que van a incidir en su arquitectura, en-tre los cuales se destacan la adaptación de las gran-des mansiones a nuevos usos o su subdivisión para albergar a más de una familia, y en segundo lugar, la transformación de las fachadas y la construcción de edificios de apartamentos. Se observa que los nuevos usos van caracterizando el barrio en la época presen-te, como los colegios, jardines infantiles, residencias estudiantiles y clínicas, ya que las características y dimensiones de las antiguas viviendas son adapta-bles a las necesidades específicas de éstos.

Por último, es frecuente encontrar en Prado casas deshabitadas, probablemente porque su manteni-miento resulta demasiado costoso para sus dueños.

En el aspecto urbano, la estructura del barrio no ha sufrido mayores variaciones, pero sin em-bargo, el concepto original de casa aisladas ya no es identificable.

El retiro de antejardín no es constante y las alturas de las edificaciones conservan cierta uni-formidad 11.

11 Muñoz Amed, María Patricia; Restrepo Posada, María Piedad; Vélez Gonzáles, Samuel Ricardo. «Revitalización Urbana Barrio Prado- Medellín». Medellín, 1992, 109 h. Trabajo de Grado (Arquitecto) Universidad Pontificia Bolivariana, Escuela de Arquitectura y Diseño, Facultad de Arquitectura.

Casas, Barrio Prado 2011 Mediante el Decreto 729 de 2007 se declararon 266 inmuebles

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Casas, Barrio Prado 2011Casas, Barrio Prado 2011

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220 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 221 De las Viviendas

Palacio Egipcio, Barrio Prado

Bien de Interés Cultural Municipal. Resolución 123 / 1991, Dirección Planeación. Medellín, 2011.

Fachada Club Edad Dorada. COMFENALCO. Antioquia.

Dibujo de la fachada.

Club Edad Dorada. Planos y fotografías Fundación Ferrocarril de Antioquia. 2006.

Primer Patio.

Segundo patio.

Casa Club Edad Dorada

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222 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 223 De las Viviendas

fundado por Manuel J. Álvarez en 1903, Aranjuez y Berlín, fundados en 1916 y a partir de 1919 los barrios obreros Colón y Gerona, (este último por la acción estatal y para per-sonas de escasos recursos) y el poblamiento de Aranjuez y parte baja de Manrique. También habían surgido por esta época los barrios de Villa Hermosa, Berlín y Campo Valdés. Hacía el occidente, promediando el siglo, ya se incluían como parte del perímetro urbano La América, Belén y Guayabal, gracias a la superación de la barrera natural que constituía el río Medellín.

Para el caso de Medellín, las primeras décadas del siglo XX coinciden con la ocurrencia de importantes procesos en el de-sarrollo urbano de la ciudad. Dichos procesos tienen que ver fundamentalmente con la implementación de las primeras industrias y la construcción de nuevos sistemas de transporte, y estuvieron íntimamente ligados a la acción privada, a través de las compañías urbanizadoras que loteaban las antiguas fincas y generaban nuevos barrios con soluciones de vivien-da para obreros y clase media. Su acción se dio en distintos sectores de la ciudad: de este período son los barrios Majalc,

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224 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 225 De las Viviendas

En algunos casos se presenta una simplificación de estos modelos13, pues fueron construidos módulos frontales compactos, iluminados y ventilados a través de la fachada y de un patio localizado en la parte tra-sera; cubiertas de baja pendiente con tejas en asbesto-cemento o de teja de barro y fachadas planas.

En cada municipio se desarrollaron una o varias industrias que generaron empleo y que los transforma espacialmente, razón por la cual actualmente son em-blemáticas en la historia de estos municipios. De estas industrias quedan los tradicionales barrios obreros.

En Itagüí se destacan de este período14 el ba-rrio Sedeco,15 construido por Coltejer en 1947 y de-molido en 1980; el barrio Satexco de la empresa con el mismo nombre, y los barrios Pilsen y Malta (1945) de Cervecería Unión.

Barrio Satexco. Itagüí, 1999.

El crecimiento del emporio industrial en Itagüí condicionó al municipio de La Estrella a ser el receptor de habitantes obreros de estas industrias, un ejemplo de ello es el barrio Bellavista al occidente del sector céntrico, construido por la empresa Coltejer.

Vivienda obrera En el resto de los municipios, los barrios obreros fue-ron construidos posteriormente por la acción directa de algunas industrias y cooperativas de vivienda, pro-movida por la Ley 85 de 1946 que obligaba a todas las empresas del país a invertir los excedentes de las ganancias en la construcción de vivienda para sus tra-bajadores. Las casas eran entregadas inicialmente en arriendo y posteriormente vendidas con bajos precios. “La unidad de vivienda se configuró así como el medio eficaz para establecer un sentido de pertenencia del obrero a su lugar de labor, representando la estabilidad en el medio urbano y la integración al nuevo universo obrero”12.

Estos barrios se edificaron en cercanías de las empresas con propuestas arquitectónicas y urbanas diversas. En ellos se destaca la amplitud de las vías con zonas verdes y separadores, y en muchos casos el uso de antejardín, lo cual generaba una calidad ambiental y paisajística desconocida en los centros tradicionales. Otro de sus valores urbanísticos fue la realización diseños arquitectónicos diferenciados para las casas entre medianeros y las casas de esqui-na, lo cual aporto variedad a las fachadas. También fue usual que dispusieran de un porche o corredor en el acceso a la vivienda. En el interior, el patio se-guía siendo el elemento organizador. El acabado y colorido de las fachadas era variado pero sin romper el conjunto y en varios de estos proyectos un muro ático diseñado por tramos permitía la prolongación de aleros del techo. Las viviendas fueron construidas en adobe macizo y techos con estructura de madera y predominó la teja de barro

12 Arango.Luz Gabriela. «Mujer, religión e industria. Fabricato 1923-1982». Medellín, Universidad de Antioquia, 1991. Citado por: Arango. Alejandro. «Arquitectura y poética: La vivienda obrera en el Valle de Aburrá 1900-1950». Tesis de grado como arquitecto. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1998.

13 Intervenciones muy similares asumirá posteriormente con ICT, en la llamada vivienda de interés social. 14 Otros como Santa María 2 y 3, La Independencia, Simón Bolívar, La Esmeralda, San Pío, Camparola, San José y las prolon-gaciones de los barrios San Gabriel y San Francisco, surgen por la acción indirecta de éstas y otras empresas, que en algunos casos realizan los trabajos de urbanismo o colaboran con préstamos a sus trabajadores para la adquisición de la vivienda.15 El barrio Sedeco, construido por Coltejer, fue la consolidación de un modelo de barrio obrero integral. Se construyó en 1947 con adecuados servicios comunales, albergaba 700 unidades de vivienda, una iglesia, escuelas, centros de salud, áreas de recreación, cooperativa, vigilancia, áreas verdes y transporte. El hecho de que las viviendas pertenecieran inicialmente a la empresa, hizo que el control sobre el obrero traspasara los límites de la intimidad y de la organización en comunidad. Se les aplicaban determinados controles sociales, que en ocasiones no se respetaban; por este hecho el barrio Sedeco fue demolido en su totalidad en los años 80´s. En sus terrenos la empresa amplió sus instalaciones. Coltejer también participó en la urba-nización del barrio Las Esmeraldas.

Esquema de distribución del Barrio San José Obrero, Bello.

En el municipio de Bello sobresale la empresa textil Fabricato, que como otras empresas, propició el desarrollo urbano y social de sus alrededores. Para 1943 aparece el edificio del Patronato, internado para las obre-ras y manejado por la comunidad de La Presentacion y en 1948 comienza el programa de vivienda obrera, con la urbanización de los barrios Manchester, San José Obrero, Santa Ana, El Carmelo y Yanuba, con el apoyo del Instituto de Crédito Territorial I.C.T.16

Casa en el Barrio San José Obrero. Bello, 2011.

Casa en el Barrio San José Obrero. Bello, 1999.

En Caldas, la Locería de Caldas, creada a fi-nales del siglo XIX en la década de 1930, construyó el barrio Bellavista, posteriormente el barrio Felipe Echavarría 1 y 2, y el barrio El Centenario, como so-lución para la vivienda de interés social. Mientras fun-cionó la empresa Peldar en el municipio, esta impulsó la vivienda obrera con las casas conocidas como “de Peldar”, junto al barrio Obrero Municipal.

Casa en el Barrio Bellavista. Caldas, 1999.

16 Igualmente en este año, Fabricato facilitó el dinero para contratar el acueducto del municipio; en 1951 la empresa prestó los servicios de su represa al municipio para el cubrimiento de las necesidades. En 1956 se creó la Proveeduría y se abrió al público en 1958. En 1957 se creó COOTRAFA. En 1959 se construyó la Biblioteca. En 1970 creó la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social y en 1987 Fabricato fundó Micro Empresas de Antioquia.

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226 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 227 De las Viviendas

mediante enchapes, revoques, uso de color, y un volu-men con semiarco que demarca el acceso. Las casas se encuentran realzadas sobre el nivel de la vía y del andén, y a ellas se accede a través de algunas pocas gradas.

En el municipio de Barbosa tanto el ferrocarril como las empresas tendrán obreros a su cargo y la construcción de vivienda partirá del llamado Fondo Obrero, desde finales de la década de los años 30`s hasta los años 80`s. Fueron desarrollados pequeños proyectos de construcción de vivienda para adjudicar a los obreros con familias de más de tres hijos. Al-gunas de estas viviendas fueron ubicadas en la calle Nariño, la Avenida Luis Tejada, el barrio La Esmeral-da, entre otros.

En Sabaneta se destacan barrios como Cerá-mica y Cerámica Sabaneta, entre otros. Se caracte-rizan por la simpleza de la producción en serie y las fachadas planas, decoradas con enchapes y azulejos.

Casa en el Barrio Cerámica. Sabaneta, 1999

La vivienda obrera se desarrolla tanto con la ti-pología de transición como con la tipología moderna, ya que hay municipios donde la industrialización, y con esta los barrios obreros, llegan solo a partir de los años 60`s como en los municipios de Barbosa y Giradota17.

En Envigado, la urbanización del barrio Obrero se realizó en dos etapas, con el desarrollo de doce manzanas cada una16. El trazado urbano es ortogonal y girado 45º con respecto a la trama del sector cen-tro. Otra característica de este sector es el uso de los ochaves, tanto en vías y andenes, como en la misma arquitectura de las casas de esquina.

Casa en el Barrio Mesa. Envigado, 1999.

Casa en el Barrio Obrero. Envigado, 1999.

El barrio Mesa, existe sobre la calle 39 sur en-tre carreras 34 y 34A. Es conocido como el Barrio de los Empleados. Sus casas tienen una fachada más elaborada, con un mayor tratamiento en el acabado

17 En Girardota, a partir de la década de los setenta, con la consolidación y asentamiento de nuevas industrias, el centro tra-dicional no se modificó y se construyeron varias urbanizaciones dedicadas a la clase obrera en las afueras del área urbana, a lo largo de la zona noroccidental. Surgieron Montecarlo I, II y III, construidos por el Instituto de Crédito Territorial en los años 1972, 1974 y 1981 respectivamente.

Arquitectura modernaEn Medellín18 se acogieron las nuevas tecnologías constructivas y los nuevos conceptos espaciales del movimiento moderno para la arquitectura comercial, hospitalaria, institucional y habitacional. En el resto de los municipios su impacto fue menor, en especial en la vivienda.

El aumento de la concentración urbana deman-dó la construcción de más viviendas para los trabaja-dores e incluso para la clase media. El Estado y no las empresas, se hizo cargo de satisfacer esta necesidad con la creación de instituciones como el Banco Central Hipotecario (Decreto 711 de 1932), el Instituto de Crédito Territorial I.C.T. (Decreto Ley 200 de 1939), y, en algunos casos, los propios municipios promovieron desarrollos urbanos19. En el ámbito privado, se organi-zaron cooperativas para la financiación y construcción de viviendas para obreros, trabajadores y empleados, lo que contribuyó a caracterizar algunos barrios. La célula barrial caracterizó la ciudad, ya que los barrios fueron planificados con equipamentos propios como iglesias, centros educativos, parque, y trazado vial jerarquizado. Su calidad urbanística y arquitectónica estuvo proyectada en directa relación a la posición económica de sus destinatarios.

Entre las propuestas de origen privado se des-tacan el barrio Laureles y un sector del barrio San Javier promovidos por una Cooperativa de Empleados y cuyo diseño fue realizada entre 1940-1944 por Pedro Nel Gómez20. En el barrio Laureles se destaca el trazado urbano de forma radial a partir de la disposi-ción del lote de la Universidad Pontificia Bolivariana, la jerarquización y amplitud vial y la disposición de lo-tes de excelentes especificaciones para la construcción de vivienda unifamiliar de dos pisos. En la zona de El Poblado, se fue consolidando la vivienda en predios de mayor extensión para clases de mayores recursos. En ambos casos muchos arquitectos diseñaron por encar-go casas destacadas de arquitectura moderna de las cuales muchas han sido demolidas para la construc-ción de edificios multifamiliares.

Casa en el Barrio Laureles. Medellín, 2011.

18 Cuando el país empieza a recuperarse de la crisis económica de los años 30´s, empresarios antioqueños encuentran las con-diciones necesarias para ubicar sus industrias en Medellín, una ciudad que vivía un proceso de transformaciones, marcado por la búsqueda de la modernización en todos los órdenes. El crecimiento de la ciudad fue acentuado por el desarrollo industrial y el aumento de la población, condiciones que modifican el concepto de urbanismo que se aplicaba hasta el momento, con la incorporación de una noción de “progreso”, respaldada por una nueva dimensión y un nuevo orden de lo arquitectónico y lo urbano. Sostiene Nora Elena Mesa Sánchez en su libro Medellín, construcción de ciudad y formas urbanas, que la transición hacia lo moderno va hasta mediados de la década de los 40´s.19 Con el incremento de las construcciones, el gobierno municipal de Medellín había puesto en vigencia, desde 1935, el primer código para el control de construcciones. Ver al respecto el Acuerdo No. 154 de 1935. 20 Pedro Nel Gómez (1899-1984) fue pintor, escultor y muralista y además arquitecto. Diseñó el cementerio Universal , la Escuela de Minas de la Universidad Nacional, entre otros.

Casa en el Barrio Laureles. Medellín, 2011.

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228 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 229 De las Viviendas

Dentro de los barrios liderados por el muni-cipio de Medellín se encuentra el barrio La Floresta, que surgió desde 1943 con dos manzanas, y que para 1959 apenas inicia su templo. De la tipología de sus viviendas también quedan muestras aisladas.

Casa en el Parque del Barrio la Floresta. Medellín, 2011.

En la década del 50 se lleva a cabo la incorpo-ración de tierras para el mercado de propiedad raíz; en El Poblado se destacan Provenza, Astorga y Manila y en el suroccidente San Joaquín, Los Alcázares, Fátima, Calazans, Belencito.

El poblamiento para sectores populares para esta época se hacía en la parte alta de Manrique, Popular, Santa Cruz y Castilla. A mediados del siglo XX con un evidente déficit de vivienda, se da la prolife-ración de barrios piratas y de invasión que abarcaban buena parte de las comunas nororiental, norocciden-tal, centroriental, suroccidental y centroccidental.

Aunque predominaba la vivienda unifamiliar, desde los años 50`s fueron construidos por iniciativas privadas edificios en altura destinados a vivienda, y con esto se generalizó el uso del término “apartamen-to”. Estos se localizaron en Laureles y especialmente en el centro de Medellín, sobre el trazado tradicional, sin plantear retrocesos de paramento y privilegiando en sus fachadas el elemento tradicional del balcón, ahora cubierto con la prolongación de las losas de en-trepiso y la utilización de ventanas de hierro y vidrio.

Desde los años 60`s en adelante, el I.C.T. cons-truyó en el noroccidente de Medellín, los barrios de Pedregal, Florencia, Alfonso López, Boyacá, Girardot, Córdoba, y Doce de Octubre, entre otros. El área de los lotes y la calidad de las viviendas disminuyeron notable-mente con los años. De los proyectos construidos por el I.C.T. bajo la modalidad de edificios multifamiliares se destaca la urbanización Carlos E. Restrepo.

Parque del Barrio la Floresta. Medellín, 2011.

Casa del Barrio San Joaquín. Medellín, 2011.

Conjunto de casas del Barrio San Joaquín. 2011.

21 De las múltiples haciendas que existieron en la región, aunque la mayoría de las que sobreviven solo poseen un oratorio en la vivienda principal , con frecuencia las mas grandes y ricas contaron con capillas importantes y aisladas, a las que se suman pesebreras, ramadas, corrales, casas de esclavos, trapiches y baños. Estas construcciones-con frecuencia de gran interés arqui-tectónico-estaba casi siempre unidas entre sí mediante tapias y, principalmente vallados que ,a veces, se extendían por cientos de metros por los potreros adyacentes, ligando la arquitectura con el paisaje y formando ,a su vez, conjuntos más complejos de un innegable carácter urbano. En Haciendas y Estancias en América Latina Haciendas del Valle del Cauca en Colombia. Benja-mín Barney C. y Francisco Ramírez P. a CEDODAL: Universidad autónoma de Yucatán.2006.Primera edición pag 29.22 En la Patagonia Argentina era verdaderos latifundios con numerosas construcciones, las mas famosas fueron las organiza-das por los Jesuitas que las convirtieron en verdaderas empresas y destinaron los ingresos de determinados asentamientos rurales al mantenimiento de sus actividades urbanas; contaban con numerosas y variadas construcciones y capillas. Entre ellas Altagracia y Santa Catalina en Córdoba Argentina y en Cuzco, Perú y Calera de Tango en Chile. En Haciendas y Estancias en América Latina CEDODAL: Universidad Autónoma de Yucatán. 2006. Primera edición.

Entre estas casonas de arquitectura tradicional de un piso, excepcionalmente se encuentra la casa Londoño en Girardota con dos niveles en el primer cuerpo de la casa. En las de arquitectura de transición abundan las de dos pisos como Mi Ranchito, en Itagüí y la Alhambra en la Estrella. Una casa que se puede considerar un híbrido en-tre la tendencia tradicional y de transición está la casa de la hacienda Trinidad, en cuya portada aparece inscrito 1894, José Maria Villa (ingeniero del Puente de Occidente).

La casa-fincaEn todos los municipios quedan muestras representati-vas de modestas casas campesinas y de casa-fincas de mayor escala, de arquitectura tradicional y casa-quintas del periodo de transición. Las casas están ubicadas en predios de las áreas rurales o zonas muy próximas a la zona urbana, algunas incluso incorporadas a suelos cla-sificados hoy como urbanos; estas son construcciones emblemáticas para cada municipio y han permanecido por el interés de sus propietarios en mantener la tradición familiar a través de este patrimonio arquitectónico.

En estas casas se destaca su ubicación estraté-gica, generalmente en la cima de pequeñas colinas con visual sobre todo el terreno y algunas están cercadas aún con bardales. Estos se utilizaban para delimitar el espa-cio de la casa del resto del predio y son muros de tapia protegidos con pequeños aleros de teja de barro.

Algunas se conservan como vivienda, sede de comunidades religiosas, centros educativos, casas para eventos o sede sociales de las urbanizaciones construidas en sus predios.

A pesar del desarrollo urbanístico, muchas con-servan visuales lejanas y cercanas y se encuentran ro-deadas de jardines y árboles de gran calidad y magnitud. Algunas de ellas, especialmente en la zona norte son consideradas como haciendas porque fueron las casas principales de predios de mayor extensión dedicadas a labores agrícolas. Entre las casas-finca más reconocidas se encuentran: En Bello, la hacienda Niquía Santamaría y Niquía Jaramillo; en Barbosa, la hacienda Cannán o El Indio y la hacienda Barbosa. El uso del término ha-cienda es rebatible si se comparan las dimensiones de la casa y las extensiones de los predios del Valle de Aburrá con respecto a las construcciones y terrenos de las haciendas del Valle del Cauca21 en Colombia o a las haciendas, estancias y plantaciones de otras regiones de América del Sur o las de México22.

Casa Santa Ana. Girardota, 1999.

Casa Londoño. Aréa Urbana Girardota, 2011.

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230 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 231 De las Viviendas

Casa Finca Caimito, Vereda San Andrés. 2007.

Casa Finca Mercedes Sierra. 2008. Demolida.

Casa Santa Ana. 1999.

Salón de la Casa Finca Caimito.

Comedor Casa Mercedes Sierra. Demolida.

Fachada principal de la casa.

Patio Casa Santa Ana.

Casas Finca, GirardotaCasa Finca Londoño, Girardota

Patio principal.

Planta y fachada de la casa. Dibujo Lina Arias A. Facultad de Arquitectura. U.P.B. Medellín.1992

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232 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 233 De las Viviendas

Casa de la finca Linares Barbosa.

Casa de la hacienda Barbosa.

Casa de la hacienda Buga.

Patio de la casa de la finca Linares

Patio de la casa de la hacienda Barbosa.

Casa de la hacienda de la finca Laureles.

Casa de la hacienda Niquía Jaramillo.

Casa de la hacienda Niquía Santamaría.

Fotografía Bello Patrimonio Cultural. 1993.

Casa de la urbanización Los Ciruelos.

Casa Azul. Colegio San Francisco de Asís.

Casa de la urbanización Hatoviejo.

Casa de la finca La Mariela. Solla.

Casas Finca, BelloCasas Finca, Barbosa

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234 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 235 De las Viviendas

Fachada principal de la casa de la hacienda Trinidad.

Casa de la hacienda El Noral.

Casa de la Carrera 50. (Antiguo carretero).

Patio de la casa de la hacienda Trinidad.

Casa de la urbanización Rosa de los vientos.

Patio de la casa de la Carrera 50.

Casa de la finca Bellavista.

Casa de la Fundación Rodrigo Arenas Betancourt.

Casa del Centro Cerámico - Loceria colombiana.

Casa de la finca El Ocaso.

Casa de la finca Himalaya.

Casa de la finca La Salada - SENA.

Casas Finca, CaldasCasas Finca, Copacabana

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236 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 237 De las Viviendas

Plano y fotografías de la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Fachada principal.

Corredor de la casa.

Baño de inmersión.

Salón de reuniones.

Capilla.

Casa de la finca Mi Ranchito.

Casa de la finca Las Acacias

Casa Flandes en predios de la Ladrillera del Valle.

Casa de la finca La Finca - Guardería infantil.

Casa principal de la finca de la Ladrillera del Valle.

Casa San José en predios de la Ladrillera del Valle.

Casas Finca, ItagüíCasa Ditaires (Centro de convenciones), Itagüí

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238 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 239 De las Viviendas

Fachada principal. Costado izquierdo.

Fachada posterior.

Capilla

Fachada principal. Costado derecho.

Escalera

Casa Mora - Colegio Benedictinos.

Casa Pontevedra - Colegio Colombo Británico.

Casa de la finca La Alquería - Urbanización La Alquería.

Casa Monteblanco - Colegio Teresiano.

Casablanca - Residencia de la Artista Débora Arango.

Casa La Giralda.

Casas Finca La Loma Tierralinda, Envigado Casas Finca, Envigado

Jardines

Esta casa de arquitectura moderna fue diseñada por el arquitecto y pintor Pedro Nel Gómez. Los planos originales de la casa y los jardines se encuentran en la Casa Museo Pedro Nel Gómez ubicada en el barrio Aranjuez.

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240 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 241 De las Viviendas

Casa de la finca Siquén.

Casa Jardines del Romeral.

Casa de la finca Dulazar. Urbanización Dulazar.

Casa La Alhambra.

Casa de la finca Maribel.

Casa Villafátima.

Casa de la cultura Francisco Carrillo Albornoz.

Casa Piamonte.

Casa del Centro integrado campestre La Estrella.

Casa de la finca La Triana. Colegio Isolda Echavarría.

Casino de La Escuela de Policía Carlos E. Restrepo

Casa de la finca Coimbra de la comunidad Carmelitas Descalzas.

Casas Finca, La Estrella Casas Finca, La Estrella

Fotografías de Casas finca de La Estrella por Héctor Julián Sánchez Montoya.

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242 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 243 De las Viviendas

Casa de la finca La Doctora. Casa Natal del Dr. José Félix de Restrepo Monumento Nacional. Res 001-7-VI-1973. Decreto 286 24-II-1975.(BIC- N.)

Casa de la finca Fidelena.

Casa Sierra Morena. Colegio Gimnasio Los Alcázares.

Casa de la cultura La Barquereña.

Casa de la finca La Palestina.

Casa de la finca La Liria.

Entre los corregimientos de Medellín se destacan va-rias casas-finca. En Santa Elena: en la Vereda Media Luna las casas San José, Casa de la Aguada (propiedad de Corantioquia), Los Yarumos, San Jorge, La Judea, Campín, Los Arrayanes, Los Roldán, Santa Teresa, en-tre otras.; y en Santa Elena central se encuentra La Balkania. En el corregimiento de San Antonio de Prado se halla La casa el Barcino o la Lechería. En el corre-gimiento de Altavista se ubican La Rosa, Las Tunas y Los Pinos. En el corregimiento de San Cristóbal están lacalizadas La Montaña, San Carlos, El Tyrol, la de Cecilia Peláez, San José, Santa Marta, La Victoria. Normandía, Zamora y Arrayanes. Por último, en el área urbana de Medellín sobresale la casa que se en-cuentra en los predios del Zoológico-Museo Santa Fe.

Casa Santa Teresa. Santa Elena.

Casa principal en los predios del Parque Zoológico Santa Fe.

Casa La Balkania. Vereda El Cerro.

Casa La Montañita. San Cristóbal.

Casa Los Yarumos. Vereda Media Luna.

Casas Finca, Sabaneta Casas Finca, Medellín

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244 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 245 De las Viviendas

El conjunto habitacional: “Lo urbano” El proceso de poblamiento (periodos), no es el mismo para los diez poblados del Valle de Aburrá, pues son diferentes los momentos de configuración urbana, con notables lap-sos de tiempo en su producción. Sin embargo, la tipología de las construcciones que se conservaban en 1999, per-

mitió agruparlas por periodos y hacer una lectura de cómo fue el proceso de crecimiento de cada área urbana. Este crecimiento de los municipios fue registrado, a excepción de Medellín, solo desde 1948, según la cartografía del Instituto Agustín Codazzi.

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246 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 247 De las Viviendas

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248 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 249 De las Viviendas

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250 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá 251 De las Viviendas

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CASA DE LA CULTURA LA BARQUEREÑA SABANETA

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ENTREVISTA con Víctor Zapata, Comunicador Social de La Alcaldía. Girardota, 1997. ENTREVISTA con Roberto Luís Jaramillo Velázquez, historiador. Medellín. Octubre. 2010.ENTREVISTA con Padre Javier Piedrahíta Echeverry. Medellín. 1999.ENTREVISTA con Padre Jorge Echandía. Iglesia de Nuestra Señora del Sufragio. Medellín, 1999.ENTREVISTA con Pbro. Hernán Palacio, Director Archivo Histórico de la Curia de Medellín. Medellín, 23 agosto de 1999.ENTREVISTA con el presbítero Mario Sierra. Medellín 7 de junio de 1999.ACTUALIZACIÓN DATOS. Arturo Isaza Correa secretario de la asociación de paneleros de Barbosa ASOPABA. 2010.ACTUALIZACIÓN DATOS. Asociación de Paneleros y Cultivadores de Caña de Girardota. 2010.ACTUALIZACIÓN DATOS. Gómez Quiceno, Jairo. Funcionario de la secretaria de Planeación. Diciembre de 2010.ACTUALIZACIÓN DE DATOS. Ingeniero Juan Guillermo Lopera G., Director Regional Occidente. Ferrovías. 2009 Medellín.

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260 Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá

AGRADECIMIENTOS

Concepción Martínez F., Diana Gómez C., Juliana Cardona G., Renier Jaramillo M.Fundación Ferrocarril de Antioquia: Álvaro Sierra Jones y Luís Giraldo Soto.Área Metropolitana del Valle de Aburrá: Luz Dary Castaño Gutiérrez, Juan Manuel Patiño Marín, Rodrigo Restrepo Restrepo, Marcela Noreña Restrepo, Luís Perez Arcila, Saúl Andrés Rivera BetancurtCOPARTE: Juan Camilo Ruiz P. y Claudia López T.Hospital La María: Teresita Builes Cadavid.Taller de Arquitectura: Amparo Betancourt M.Metro de Medellín: Juan Guillermo Lopera G.Hospital Universitario San Vicente de Paúl: María Isabel Velásquez V.Universidad de Antioquia: Gloria Molina V. Universidad Pontificia Bolivariana: Samuel Ricardo Vélez G. Biblioteca Central de la Universidad Pontificia Bolivariana. Gobernación de Antioquia: Adolfo León Ramírez G. Casa Museo Pedro Nel Gómez. Escuela Joaquín Aristizábal: Socorro Chaverra C.Unidad de Servicios Comfama de Aranjuez.Corporación Grupo Asesorías e Investigaciones Ambientales, GAIA: Luz Elena Martínez G.

Itagüí: Raúl Montoya R. Director Ejecutivo, Biblioteca Diego Echavarría Misas. Sor Teresa Rubio, Directora Hogar Santa Teresa.Arturo Espinosa Ruiz, Centro de Historia.Sabaneta: Fernando Flórez A. Secretario del Concejo Municipal.Pedro Nel García A. Casa de la cultura La Barquereña.Gilma Restrepo Ruíz.Girardota: Jorge Sossa C. Secretario de Planeación.Mario de Jesús Carmona C. Asociación de paneleros.Juan de Dios Cadavid C. Sociedad de Mejoras Públicas.Barbosa: Centro de Bienestar del Anciano.Arturo Isaza Correa. Asociación de Paneleros de Barbosa.Copacabana: Darío A. Cadavid G. Casa de la Cultura.Jairo Gómez Q. funcionario de la Secretaría de Planeación.Bello: Carlos E. Uribe R. Centro de Historia de Bello.Caldas: Juan Diego Cano C. Historiador de la Casa de la Cultura.Envigado: Javier Mario Franco O. Restaurador Iglesia de Santa Gertrudis.Gloria Echavarría C. Oficina asesora de Planeación.La Estrella: Héctor Julián Sánchez M., Subsecretario de Cultura del Municipio.

Inventario Urbanístico y Arquitectónico del Valle de Aburrá.1999-2000

Proyecto: Área Metropolitana del Valle de Aburrá: Programa De Fortalecimiento Institucional para La Gestión Ambiental Urbana F.I.G.A.U. –Ministerio del Medio Ambiente - Banco Mundial - Corantioquia. Ejecutó: Universidad Pontificia Bolivariana. Centro de Investigaciones para el Desarrollo Integral. CIDI. Facultad de Arquitectura: Jorge Pérez Jaramillo, Beatríz Rave Herrera.Grupo interventor: Juan Manuel Patiño M., Astrid Gil Giraldo, María Libia Flórez G., Ángela M. Rivera Y., Sandra Orozco S.Equipo de Trabajo: Arquitectos: Giuliana Guerra Gómez, Gloria C. Ceballos Restrepo, Javier Mario Franco Ossa, Francisco Jácome Liévano., Juan Eduardo Chica M., Jorge Cano, Juan Pablo Mesa C., Gabriel Jaime Arango D., José David Ramírez R, Lina María Álvarez L., Stella Correa A., Silvia Elena Betancourt P., Claudia María Henao B., Dora Beatríz Nieto, Javier Ignacio Begue T., Catalina Velásquez P., Lucía Lezcano, Adolfo Arboleda L., María I. Márquez V. Historiadoras: Beatríz Elena López V., Cecilia A. Gómez G., Martha Cecilia Ospina E.