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  • Escritos1929 - 1930

    Tomo IVolumen 1

    León Trotsky

    25 marzo 1929 - 27 julio 1929

  • AlejoText Box

    .Text BoxEdición originalWritings (1929)Writings (1930)

    Traducción deAlba NeiraSusana Malekin

    CarátulaRodrigo Cortés

    Editorial Pluma Ltda.Bogotá, 1977Impreso en Colombia

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    Introducción a los escritos de LeónTrotsky (1929-1940)

    La vida y obra de León Trotsky puede dividirse, aefectos de su estudio, en tres partes: desde su naci-miento (1879) hasta la Revolución Rusa de 1917, cuan-do fue uno de los dirigentes del nuevo gobierno sovié-tico; desde 1917 hasta 1929, año en que se lo exilió aTurquía; y su tercer y último exilio, desde 1929 hastaque fue asesinado en México (1940). Es opinión gene-ral que sus escritos de este período de exilio constitu-yen la expresión más madura de sus ideas y de sufilosofía.

    La publicación de los once tomos de Writings (1929-40) [Escritos] hace accesible al lector de habla inglesa1

    todo lo escrito por Trotsky en este período y publicadoen cualquier idioma durante su vida o en forma póstu-ma. La serie de Escritos incluye muchos folletos, ar-tículos y cartas traducidas antes al inglés pero difícilesde localizar porque aparecieron en periódicos descono-cidos para el común de los lectores o en boletines in-ternos de circulación restringida a los militantes de

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    5varias organizaciones políticas pequeñas; incluye, ade-más, muchos artículos jamás traducidos al inglés [ni alcastellano] y muchos jamás publicados en ningún idio-ma.

    El total de la obra publicada de Trotsky escrita du-rante los once años y medio de su último exilio, inclui-dos los once tomos de esta serie, abarca entre nuevemil quinientas y diez mil páginas impresas, es decir, elequivalente de unos veintiocho volúmenes de tamañocomún. Bastará una lista de los títulos para hacerseuna idea de su envergadura:

    Los libros y folletos del exilio, que siguen en circula-ción y fueron publicados en vida de Trotsky son: MyLife [Mi vida],2 The History of the Russian Revolution[Historia de la Revolución Rusa] The Young Lenin [Lajuventud de Lenin], The Revolution Betrayed [La revo-lución traicionada], Their Morals and Ours [Su moral yla nuestra] y Marxism in Our Time [El marxismo ennuestro tiempo] (introducción a El pensamiento vivode Carlos Marx).3 Aquí habría que incluir The case ofLeon Trotsky [no está traducido al español], aunqueno se trata de un libro escrito por Trotsky sino de susrespuestas al interrogatorio realizado por una comi-sión internacional que investigó 105 Juicios de Moscú.

    Los libros y folletos póstumos del período del exilioson, además de Stalin, una biografía incompleta, enorden cronológico de publicación [en inglés]: In Defenseof Marxism [En defensa del marxismo], Trotskys Diaryin Exile-1935, Leon Trotsky on Black Nationalism andSelf-Determination, Leon Trotsky on the JewishQuestion [La cuestión judía], The Struggle AgainstFascism in Germany [La lucha contra el fascismo enAlemania], The Spanish Revolution (1931-1939) [La

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    6revolución española (1931-1939)], The TransitionalProgram for Socialist Revolution [El programa de tran-sición para la revolución socialista] y Leon Trotsky onFrance (ampliación de la obra agotada Whither France?[¿Adónde va Francia?])4

    Otros trabajos, que reúnen materiales del últimoexilio y de períodos anteriores, son: The PermanentRevolution [La revolución permanente], The StalinSchool of Falsification, Leon Trotsky on the Trade Unions[Sobre los sindicatos], Leon Trotsky on Literature andArt [Sobre arte y literatura], Leon Trotsky Speaks,Lenins Fight Against Stalinism, Leon Trotsky on Chinay Political Portraits.5

    A lo que se agrega, claro está, los once tomos de losEscritos.

    Hay que tener en cuenta que este material constituyetan solo la parte publicada de lo que Trotsky escribiódurante su último exilio. También escribió muchas car-tas políticas dirigidas a sus correligionarios de variospaíses sobre problemas de estrategia y táctica. Los Es-critos incluyen algunas de estas cartas, pero la granmayoría está en la sección cerrada de los archivos deTrotsky en la Universidad de Harvard, según lo exigióel autor cuando entregó sus papeles a Harvard, en 1940.Había estallado la Segunda Guerra Mundial y Trotsky,para proteger a los destinatarios de estas cartas y aotras personas mencionadas en las mismas, exigió queno se las publicara hasta 1980. En 1959, cuando IsaacDeutscher reunía el material para su biografía de Trots-ky, Natalia Sedova, la viuda de éste, le concedió unpermiso especial para examinar la sección cerrada deHarvard. Si su cálculo es exacto (véase El profeta des-terrado, Era, México, 1969), la correspondencia políti-

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    7ca de Trotsky abarcará miles de páginas impresas.

    Los editores [norteamericanos] agradecen a los tra-ductores que colaboraron en esta serie (mencionadosen la sección Notas y reconocimientos de cada tomo)6

    y a las personas de todo el mundo - amigos y extraños,expertos y aficionados - que ayudaron a recopilar lasnotas sobre personajes y acontecimientos de la déca-da del 30. Nos es imposible expresar adecuadamentenuestro agradecimiento a Louis Sinclair, sin cuya obramonumental Leon Trotsky: A Bibliography [León Trots-ky: bibliografía] (Hoover Institution Press, 1972) estaserie hubiera quedado muy incompleta y tendría mu-chos más defectos que los que tiene.

    Los editores [norteamericanos] Julio de 1974

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    Prefacio

    (Volumen 1 y 2)

    Los dos primeros volúmenes de este tomo abarcandesde febrero de 1929, cuando Trotsky llegó a Turquíaexiliado de la Unión Soviética, hasta fines del mismoaño.

    Durante estos meses sus principales objetivos polí-ticos fueron: 1) difundir su versión sobre la lucha quese desarrolló en el Partido Comunista de la Unión So-viética y en la Internacional Comunista entre 1923 y1929; 2) frenar la tendencia de algunos dirigentes im-portantes de la Oposición de Izquierda rusa a rendirseante la burocracia stalinista; 3) promover la consolida-ción, sobre bases revolucionarias, de distintos gruposde la Oposición de todo el mundo en una fracción in-ternacional de la Comintern.

    1. Trotsky logró un público mundial para su crónicade la lucha Stalin-Trotsky cuando una empresa noti-ciosa norteamericana publicó, en una serie, partes deun folleto que escribió recién llegado a Turquía; aquí

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    9aparece completa por primera vez en una nueva tra-ducción [al inglés] (los primeros seis artículos de estevolumen). También hizo este relato, con mucho másdetalle, en su autobiografía, Mi vida, terminada en elverano de 1929.

    2. Las primeras deserciones de la Oposición se pro-dujeron a fines de 1927, cuando los militantes de laOposición de Izquierda fueron expulsados del PartidoComunista de la Unión Soviética (PCUS); Zinoviev yKamenev rompieron inmediatamente su bloque conTrotsky y renunciaron a sus ideas para obtener su rein-corporación al partido. Luego, en febrero de 1928, unmes después del exilio de Trotsky a Alma-Ata, comen-zó una segunda ola de capitulaciones con las deser-ciones de Piatakov, Antonov-Ovseenko, Krestinski yotros. A pesar de ello, y del arresto y exilio de Trotskyy otros militantes, las filas de la Oposición evidente-mente se mantuvieron firmes, e incluso crecieron en1928.

    Stalin hizo todo lo posible por revertir este procesoy romper la Oposición de Izquierda; su carta de triunfofue el viraje a la izquierda que su régimen inició en1928, el cual muchos ex militantes de la Oposición deIzquierda consideraron como una aceptación del pro-grama de ésta. En julio de 1929 Radek, Preobrashenskiy Smilga encabezaron la tercera oleada de capitulacio-nes, continuada en octubre por otros ex oposicionistasde izquierda encabezados por Smirnov. CristianRakovski encabezó el foco principal de resistencia aeste proceso con un importante grupo ligado a él enlos campos de prisioneros y los lugares de exilio.

    Más de una docena de artículos y cartas contenidosen este tomo responden los argumentos de los

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    10capituladores, analizan el significado y los alcances delviraje a la izquierda stalinista, tanto en la Unión Sovié-tica como en la política mundial, y tratan de mantenerla moral política y la tenacidad de los oposicionistasacérrimos como Rakovski. Algunos ejemplos: el folletoUn documento desgraciado, Sobre la psicología de lacapitulación, Carta abierta a los bolcheviques leninistasque firmaron la declaración del 22 de agosto y Sobre elsocialismo en un solo país y la decadencia ideológica,todos ellos publicados aquí por primera vez [en inglés].

    3. Si bien las circunstancias que rodeaban a los mi-litantes de la Oposición en Rusia eran tan adversasque ponían en peligro su existencia como tendenciaorganizada, Trotsky opinaba que las perspectivas de laOposición en otros países eran buenas, siempre que selograra la claridad y la homogeneidad ideológicas ne-cesarias. Con esta idea comenzó a escribir una serie deartículos y cartas dirigidos a sus correligionarios de di-versos países, en los que planteó los problemas políti-cos y teóricos que consideraba apremiantes para sumovimiento.

    Lo primero que los militantes de la Oposición de Iz-quierda deben tener claro, escribió, es que sus posicio-nes son irreconciliables con las de la Oposición de De-recha, representada en la Unión Soviética por Bujarin,Rikov y Tomski, en Alemania por Brandler y Thalheimery en Estados Unidos por Lovestone. Las posiciones deTrotsky al respecto -expuestas, por ejemplo, en Seisaños de los brandleristas y en Una vez más sobreBrandler y Thalheimer- fueron aceptadas por la mayo-ría de los oposicionistas de izquierda; pero había otrosque pensaban que las cifras son más importantes quelos principios y que todos los oposicionistas debían for-

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    11mar un bloque contra el stalinismo, a pesar de las dife-rencias que tenían entre ellos.

    El segundo factor que Trotsky recalcó fue la necesi-dad de que la Oposición de Izquierda tuviera una posi-ción clara sobre los fundamentales problemas plantea-dos en las polémicas recientes en la Comintern: revo-lución china de 1925-1927, el Comité Anglo-Ruso de1925-1927 y la táctica económica y política empleadaen la Unión Soviética a partir de la muerte de Lenin,acaecida en 1924. Ninguna tendencia podía conside-rarse seria ni arrogarse el nombre de internacionalistasi ignoraba o evitaba tomar posición respecto a los pro-blemas básicos de la lucha de clases, que habían pues-to a prueba a las distintas corrientes comunistas antesde 1929.

    Ese fue el eje principal de artículos tales como Losgrupos de la oposición comunista y Tareas de la Oposi-ción.

    Trotsky consideraba también que muchos de los quellevaban el rótulo de la Oposición de Izquierda lo ha-cían por casualidad o a raíz de un malentendido; laadhesión de estos grupos era más perjudicial que pro-vechosa, razón por la cual cuanto antes se los separarade la Oposición de Izquierda, antes empezaría ésta aavanzar entre los obreros de los partidos comunistas.Este trabajo de esclarecimiento y demarcación se re-fleja en sus cartas sobre Francia, donde en 1929 exis-tían varios grupos que se autotitulaban oposicionistasde izquierda pero no podían hallar una base para eltrabajo en común. También mantuvo correspondenciacon el Consejo de Redacción de The Militant [El mili-tante] (que se había comenzado a publicar en 1928);con los dirigentes de la Leninbund. (Liga leninista) ale-

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    12mana, que en 1929 se consideraba simpatizante de laOposición de Izquierda; y con oposicionistas chinos,italianos, belgas, checoslovacos y de otros países.

    La intervención de Trotsky tuvo el efecto deseado:solidificó un núcleo de dirección cuyos representantesse iban a reunir en abril de 1930 para crear la Oposi-ción de Izquierda Internacional, fracción de la Cominternempeñada en regenerar y reformar a ésta según loslineamientos leninistas. Posteriormente, en 1933, laOposición resolvió que la Comintern había caído enbancarrota al permitir que Hitler tomara el poder sinpresentar resistencia, y que por lo tanto no era posiblereformarla y había que remplazarla por una nueva in-ternacional revolucionaria. Pero es importante que ellector tenga en cuenta que hasta 1933 Trotsky se opu-so férreamente a la formación de nuevos partidos o deuna nueva internacional.

    Además de impulsar la publicación de un semanariode oposición en Francia, La Verité (La verdad), Trotskyinició un periódico en idioma ruso, el Biulleten Opozitsi(Boletín de Oposición), editado por él y por su hijo LeónSedov. En el Biulleten y en otros periódicos de la Opo-sición escribió muchos artículos sobre los hechos másimportantes de 1929: el conflicto chino-soviético entorno al Ferrocarril Oriental de la China, que casi pro-vocó una guerra en Manchuria; la crisis constitucionalque llevó a Austria al borde de la guerra civil; las pro-puestas y conferencias de desarme, tan numerosasen la década que precedió a la Segunda Guerra Mun-dial; la designación por la Comintern del 1° de agostocomo jornada roja internacional; la derrota y humi-llación de la Oposición de Derecha rusa; síntomas alar-mantes en la economía soviética; la ejecución por los

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    13stalinistas de Jakob Blurnkin, funcionario de la GPUque visitó a Trotsky en Turquía.

    Mucho más de la mitad de los artículos que integraneste tomo se publican por primera vez [en inglés]; hansido tomados principalmente del Biulleten Opozitsi yde materiales de la Biblioteca de la Universidad deHarvard. Los agradecimientos por los artículos y tra-ducciones y el material explicativo de las personas yacontecimientos mencionados en ellos aparecen en lasección titulada Notas y reconocimientos7 Algunos ar-tículos están firmados con seudónimo o no llevan fir-ma en su primera edición. La fecha que precede a cadaartículo es la de su terminación, o la de su primerapublicación cuando aquélla es desconocida. Todos losartículos del primer mes que Trotsky pasó en Turquíafueron escritos en la embajada soviética enConstantinopla;. la mayoría de los restantes, que em-piezan algunas semanas más tarde, en Prinkipo. Lastraducciones efectuadas en las décadas del 30 y del 40fueron revisadas para corregir errores obvios y unifor-mar el estilo, la ortografía, la puntuación, etcétera.

    Los editores [norteamericanos]Julio de 1974

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    Cronología

    Volumen 1 y 2

    1929

    11 de febrero: Trotsky y su familia llegan a Constanti-nopla.17 de febrero: Trotsky solicita una visa para Alemania.Este es el primero de una serie de intentos infructuo-sos de obtener asilo en Europa occidental.Febrero: Los dirigentes de la Oposición de Derecha delPartido Comunista de la Unión Soviética comparecenante el Buró Político y la Comisión Central de Controlpara informar sobre sus discusiones secretas conKamenev.25 de febrero: Trotsky completa su folleto ¿Qué ocu-rrió y cómo?Marzo: Trotsky comienza a analizar las distintas ten-dencias que hay en los grupos de todo el mundo quese llaman a sí mismos partidarios de la Oposición deIzquierda.

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    1512 de abril: El gabinete alemán anuncia que denegarála solicitud de visa de Trotsky.23 a 29 de abril: La Decimosexta Conferencia del PCUSaprueba un programa para la realización de un ambi-cioso plan quinquenal y la colectivización de la tierra.Stalin fustiga a los dirigentes de la Oposición de Dere-cha en el plenario del Comité Central que precede a laconferencia.1º de mayo: La policía berlinesa reprime salvajementeuna manifestación del Partido Comunista por el Prime-ro de Mayo.8 de mayo: El Buró de Europa occidental de la Interna-cional Comunista designa al 1º de agosto jornada roja.17 a 19 de mayo: La Oposición de Izquierda de Esta-dos Unidos celebra en Chicago su primera conferencianacional y crea la Liga Comunista de Norteamérica(Oposición).28 de mayo: El Congreso de los Soviets clausura sussesiones tras aprobar el Plan Quinquenal.30 de mayo: El Partido Laborista británico derrota alPartido Conservador en las elecciones parlamentarias;el 6 de junio Macdonald asume como primer ministrodel segundo gobierno laborista.2 de junio: Tomski, dirigente de la Oposición de Dere-cha, es removido de su cargo de jefe de los sindicatossoviéticos.15 de junio: El Consejo Supremo Soviético de la Econo-mía Nacional decreta una semana laboral ininterrum-pida (trescientos sesenta días de trabajo y cinco feria-dos).3 de julio: Bujarin es removido del puesto de presiden-te de la Comintern.3 a 9 de julio: El Décimo Plenario del Comité Ejecutivo

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    16de la Internacional Comunista (CEIC) ratifica la políti-ca ultraizquierdista del Sexto Congreso Mundial de1928.10 de julio: Las autoridades chinas arrestan a variosfuncionarios y empleados soviéticos del FerrocarrilOriental de la China, provocando la ruptura de relacio-nes diplomáticas y el envío de tropas chinas y soviéti-cas a la frontera de Manchuria.11 de julio: El gobierno laborista británico anuncia quedenegará el pedido de asilo de Trotsky.14 de julio: Radek, Preobrashenski y Smilga van a lacabeza de cuatrocientos ex oposicionistas de izquierdaen la tercera ola de capitulaciones ante Stalin.22 de julio: En una entrevista concedida a un periodis-ta norteamericano, Trotsky declara su apoyo a la UniónSoviética en su conflicto con China.24 de julio: El presidente norteamericano Hoover afir-ma que el tratado antibélico Kellogg-Briand, refrendadopor sesenta y dos países, ha entrado en vigencia.Julio: La Oposición de Izquierda rusa publica el primernúmero de su revista Biulleten Opozitsi editada porTrotsky.15 de agosto: Tropas soviéticas y chinas combaten enlas márgenes del río Amur.15 de agosto: La Oposición francesa publica el primernúmero de La Verité.22 de agosto: Rakovski y otros oposicionistas exiliadospublican una carta abierta al Comité Central y a la Co-misión Central de Control del PCUS.30 de agosto: El gobierno soviético acepta la propues-ta de China de negociar todos los problemas surgidospor el Ferrocarril Oriental de la China.5 de setiembre: El primer ministro francés Briand ex-

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    17pone ante la Liga de las Naciones, en Ginebra, su pro-puesta de creación de los estados unidos de Europa.25 de setiembre: Trotsky suscribe la declaración deRakovski del 22 de agosto.3 de octubre: Besedovski, funcionario stalinista en Pa-rís, se pasa al bando capitalista.24 de octubre: El derrumbe de Wall Street señala elcomienzo de la Gran Depresión de los años 30.Octubre: Smirnov y otros inician la cuarta ola de ca-pitulaciones.5 de noviembre: La Cámara de los Comunes británicaaprueba la reanudación de relaciones diplomáticas conla Unión Soviética.17 de noviembre: Bujarin es expulsado del Buró Polí-tico y otros dirigentes de la derecha son amonestadosdespués del plenario de noviembre del Comité Central.27 de diciembre: En un discurso pronunciado ante ex-pertos agrícolas, Stalin anuncia el cambio de su políti-ca de frenar las tendencias explotadoras del kulak porla de liquidar a los kulakis como clase.Diciembre: Se celebra en la URSS el quincuagésimocumpleaños de Stalin, con toda pompa y adulación.Diciembre: La GPU asesina a Blumkin.

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    ¡C est la marche des evenements!8

    25 de febrero de 1929

    El escándalo es la sombra inseparable de la política.Sin embargo, en lo que se refiere a mi expulsión de laUnión Soviética, esta sombra ha adquirido dimensio-nes excesivamente grotescas. Por otra parte, elsensacionalismo es incompatible con la política pro-yectada sobre grandes objetivos. Al escribir estas lí-neas no me propongo aumentar el escándalo sino, porel contrario, socavarlo, presentando ante la opiniónpública una información objetiva, en la medida en queen la lucha política es factible ser objetivo.

    Para mellar el filo del sensacionalismo, permítasemecomenzar con una cuestión que, suponemos, el lectormedianamente informado no desconoce: nuestra acti-tud hacia la Revolución de Octubre, el poder soviético,la doctrina marxista y el bolchevismo9 sigue siendo lamisma. No medimos el proceso histórico con la vara denuestro destino personal.

    Es cierto que ahora recurro a un medio de comuni-

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    19cación con el público bastante excepcional, si se tieneen cuenta qué métodos utilicé siempre en el curso demi vida política. Pero esto se debe al carácter excepcio-nal de las circunstancias en que me encuentro actual-mente.

    En torno al problema de mi suerte personal se acu-muló una montaña de especulaciones, inventos y fan-tasías, lo que no me molestaría en lo más mínimo si noresultara, al mismo tiempo, perjudicial para la causa ala que serví y sigo sirviendo. No tengo motivos parahacer un misterio de mi destino personal, sobre todoporque de un modo u otro se encuentra vinculado aintereses de carácter general. Todo lo contrario. Ahoramás que nunca me interesa presentar los hechos talcomo son, no sólo ante mis amigos sino también antemis enemigos. Mi objetivo no es la propaganda sino lainformación. La condición previa que le impuse a laagencia noticiosa fue libertad absoluta para plantearmi punto de vista. Mis artículos se publicaban textual-mente no se publicaban.

    Escribo desde Constantinopla, adonde llegué el 12de febrero desde Odesa en la nave soviética Ilich. Yono elegí este lugar de residencia, a pesar de lo queafirman algunos

    diarios. Mis amigos más íntimos de

    Alemania y Francia tuvieron toda la razón al suponerque se me trajo a Turquía contra mi voluntad.

    Cuando el funcionario de policía turco abordó el va-por en Buyukdere para controlar los documentos delos pasajeros -no había otros en el barco aparte de mifamilia y los agentes de la GPU-,10 le entregué la si-guiente declaración para que la transmitiera al presi-dente de la república turca, Kemal Pasha:11

    Estimado señor: al entrar a Constantinopla tengo

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    20el honor de informarle que no llegué a la frontera turcapor propia elección, y que el empleo de la fuerza en micontra será la única razón que me obligue a cruzaresta frontera. Le ruego, señor presidente, que aceptede mi parte los sentimientos adecuados a la ocasión. L.Trotsky. 12 de febrero de 1929.

    Puesto que se me expulsaba de la URSS bajo mienérgica protesta, hubiera preferido, naturalmente, ira un país cuyo idioma, vida social y cultura me resulta-ran conocidos. Pero los intereses de los exiliados raravez son compatibles con los de quienes los exilian.

    Así sucedió en 1916, cuando el gobierno de la repú-blica francesa me deportó por la fuerza a España, paíscuyo idioma desconocía. A su vez, el gobierno liberalespañol del señor Romanones no me concedió tiemposuficiente para aprender el idioma de Cervantes, yaque se apresuró a arrestarme sin la menor causa y adeportarme al otro lado del Atlántico.12 Si la satisfac-ción ante el mal ajeno fuera un sentimiento licito enpolítica, podría afirmarse que pronto tuve amplios mo-tivos de regocijo: Malvy, ministro del interior radicalque ordenó mi expulsión de Francia, fue expulsado deésta poco después que el gobierno de Clemenceau.13

    Pero hubo más. El jefe de la policía política francesa,señor Bidet-Fauxpas, cuyos informes fundamentaronmi expulsión de Francia en 1918, fue arrestado en Ru-sia, donde se encontraba cumpliendo una misión nodel todo amistosa. Cuando lo tuve ante mí en elcomisariado de guerra, el señor Bidet respondió a mipregunta de ¿Cómo llegó a suceder esto? con unafrase un tanto vaga pero, a su manera, magnifica: Cestla marche des evénements! [¡Es la marcha de los acon-tecimientos!].

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    21En la época que se inició con la última guerra predo-

    minan las grandes convulsiones y los graves virajespolíticos. Hemos sido testigos de grandes sorpresas, ylo seremos por mucho tiempo todavía. En todos loscasos nos resultará útil, la clásica frase del filósofo po-licial:

    C est la marche des evénements!No ocultaré que no considero mi expulsión de la Unión

    Soviética como la última palabra de la historia. Desdeluego, no se trata solamente de mi destino personal.Por cierto, los altibajos de la historia son tortuosos,pero en la escuela de la objetividad histórica he apren-dido a arreglármelas con lo que me brinda la marchade los acontecimientos.

    Establezcamos en primer término los hechos nece-sarios para comprender lo ocurrido.

    En enero de 1928, el Decimoquinto Congreso delPartido Comunista Soviético, en realidad un congresode los burócratas de la fracción de Stalin, expulsó delPartido a la Oposición y aprobó el empleo de la repre-sión gubernamental en contra de ésta.14 Poco después,muchos cientos - en este momento ya son muchosmiles- de militantes de la Oposición fueron desterra-dos a diversos lugares de Siberia y Asia central.

    Entre ellos estaban: Cristian Rakovski, ex presiden-te del Consejo de Comisarios del Pueblo de Ucrania,embajador en Francia, que cuenta en su haber concuarenta años de lucha en las filas de la clase obrerade Francia, Bulgaria, Rumania y Rusia; Karl Radek, unode los escritores marxistas más conocidosinternacionalmente; I. N. Smirnov, comisario del pue-blo hasta el momento de su arresto y uno de los másantiguos constructores del partido; Smilga, uno de los

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    22organizadores de la Revolución de Octubre y del Ejér-cito Rojo; Preobrashenski, economista muy erudito,asesor financiero durante las negociaciones con Fran-cia; Muralov y Mrajkovski, organizadores del EjércitoRojo y mariscales de la guerra revolucionaria;Beloborodov, comisario del pueblo del interior antes desu deportación; Sosnovski, que prestó brillantes servi-cios al Partido como periodista; Kasparova, dirigentedel trabajo del partido y la Comintern entre las muje-res de Oriente; Boguslavslki, ex presidente del jovenConsejo de Comisarios del Pueblo, y muchos más.15

    La vida de estas personas y de decenas de oposicio-nistas que no he nombrado está inseparablemente li-gada a la historia épica de tres revoluciones: 1905,Febrero de 1917 y Octubre de 1917.16 Los destinospersonales de muchos de ellos podrían servir de temapara grandes tragedias. Más importante aun; es indis-cutible que, desde el punto de vista político, estosexiliados le prestaron a la república soviética serviciosinfinitamente mayores que quienes los desterraron.

    El lugar escogido para mi exilio fue Alma-Ata, lanueva capital de Kazajstán, ciudad palúdica de terre-motos e inundaciones ubicada al pie de la cadena mon-tañosa de Tianshan, distante unos doscientos veinti-cinco kilómetros del ferrocarril más cercano y tres milsetecientos cincuenta kilómetros de Moscú.

    Aquí mi esposa, mi hijo17 y yo pasamos un año encompañía de los libros... y de la naturaleza, que enestas regiones es realmente magnífica. Los diarios ycartas tardaban entre veinte días y un mes o dos enllegar, según la época del año y el humor de las autori-dades de Moscú.

    Aunque a cada paso nos encontrábamos con amigos

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    23desconocidos, estábamos totalmente aislados de lapoblación circundante, porque cualquiera que intenta-ra establecer contacto con nosotros era castigado, aveces con severidad. Nuestros únicos vínculos con elmundo exterior eran las excursiones de caza que em-prendíamos mi hijo y yo, acompañados por agentes dela GPU, en las cuales hacíamos durante semanas ente-ras vida de nómades en los salitrales y las estepassemidesérticas, acampando bajo las estrellas o en laskibitkas de los kirguises y viajando en camello. Estazona es famosa por su abundancia de cabras salvajes,jabalíes, patos, gansos y otros animales, pero tambiénpor sus víboras venenosas, escorpiones y arañas. Enenero de este año me llegó un telegrama informándo-me que tres tigres habían aparecido a doscientos vein-ticinco kilómetros de Alma-Ata y se acercaban por elrío Ili desde el lago Baljash. Mi hijo y yo nos preguntá-bamos si debíamos declarar la guerra -calificándola dedefensiva, claro está- o apelar al antibélico PactoKellogg.18 Estos tigres viejos, experimentados y astu-tos, sin duda se hubieran amparado en el Pacto Kellogg-veamos, si no, el ejemplo de Clemenceau- porque,después de todo, lo que decide el desenlace es, enúltima instancia, la fuerza de las propias garras.

    Mi hijo y yo todavía no habíamos tomado una deter-minación respecto de estos depredadores del Baljashcuando un nuevo giro de la situación vino a cambiarradicalmente nuestra suerte.

    Comenzó con nuestra correspondencia. Durante losdiez primeros meses de exilio aproximadamente el cin-cuenta por ciento de nuestras cartas, aunque censura-das, llegaba a su destino. La correspondencia entre losdeportados llegó a ser muy amplia. A veces las cartas

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    24eran verdaderos tratados políticos; se las reproducíatotalmente y, llegaban a los centros políticos del país ytraspasaban sus fronteras. Se las imprimía y distribuíade las más diversas maneras. Hacia fines de octubredel año pasado se produjo un cambio repentino. Nues-tra comunicación con los compañeros, amigos y aunparientes se interrumpió de pronto; no nos llegabanmás cartas ni telegramas. Por una vía especial nos en-teramos de que en la oficina telegráfica de Moscú seamontonaban los telegramas dirigidos a mí, sobre tododurante las jornadas de conmemoración de la Revolu-ción de Octubre y otros aniversarios revolucionarios.El cerco en torno nuestro se estrechaba más y más.

    Debe tenerse en cuenta que no sólo a las bases sinotambién a los funcionarios les resultaba difícil aceptarestas represalias contra los líderes de la Revolución deOctubre. La cúpula los tranquilizaba con el argumentode que estas medidas severas asegurarían la plenaunanimidad en el partido y le permitirían trabajar enpaz. La fracción stalinista creía, o al menos prometía,que con el envío de los dirigentes de la Oposición alexilio interno las actividades de los trotskistas llega-rían a su fin.

    Pero eso fue precisamente lo que no sucedió. El añoque siguió al Decimoquinto Congreso fue el más pro-blemático en toda la existencia del partido. En efecto,sólo después del Decimoquinto Congreso amplios sec-tores del partido y de la clase obrera comenzaron ainteresarse verdaderamente por lo que ocurría en lacúpula y comprendieron que debían de estar en juegoprofundas diferencias principistas, ya que decenas, cien-tos y aun miles de personas conocidas en todo el paíso, al menos, en sus regiones, distritos o fábricas, esta-

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    25ban dispuestos a sufrir por sus ideas la expulsión delpartido y la deportación. Durante 1928, a pesar de lascontinuas oleadas represivas, la Oposición creció demanera notable, sobre todo en las grandes plantas in-dustriales. Esto provocó una intensificación de la re-presión y, en particular, la prohibición a los exiliados demantener correspondencia, inclusive entre ellos. Es-perábamos otras medidas del mismo tipo, y no nosequivocamos.

    El 16 de diciembre llegó desde Moscú un represen-tante especial de la GPU y, en nombre de esa institu-ción, me entregó un ultimátum: o dejaba de conducirla lucha de la Oposición o se tomarían medidas paraaislarme totalmente de la vida política. Nada se dijo deenviarme al exterior. Por lo que podía colegir, se trata-ba de medidas de carácter interno. Respondí a esteultimátum con una carta dirigida al Comité Centraldel partido y al presidium de la Comintern,19 dondeestablecía ciertos principios básicos. Considero opor-tuno reproducir aquí algunas citas de esa carta:

    La exigencia de que me abstenga de la actividadpolítica equivale a exigirme que renuncie a la lucha porlos intereses del proletariado, lucha que vengo libran-do ininterrumpidamente desde hace treinta y dos años,a lo largo de mi vida consciente. El intento de presen-tar esta actividad como contrarrevolucionaria provie-ne de aquéllos a quienes acuso ante el proletariadointernacional de pisotear las enseñanzas fundamenta-les de Marx y Lenin,20 de perjudicar los intereses his-tóricos de la revolución mundial, de romper con lastradiciones y herencia de Octubre y de allanar incons-cientemente -y, por lo tanto, más peligrosamente- elcamino del termidor.21

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    26Omito los párrafos siguientes del documento, en los

    que enumeré nuestras principales diferencias respectode las cuestiones internas e internacionales. Más aba-jo, la carta dice:

    Un período de reacción no sólo puede sobrevenirdespués de una revolución burguesa, sino tambiéndespués de una revolución proletaria. Durante seis añoshemos vivido en la URSS una creciente reacción contraOctubre, que le allana el camino al termidor. Dentrodel partido, la expresión más patente y acabada deesta reacción es la persecución y liquidaciónorganizativa del ala izquierda.

    En sus intentos recientes de oponer resistencia alos elementos abiertamente termidorianos, la fracciónstalinista se alimenta de las migajas de las ideas de laOposición. Carece de creatividad propia. La lucha con-tra la izquierda la privó de toda estabilidad. Su prácticapolítica no tiene fundamento; es falsa, contradictoria eindigna de confianza. La ruidosa campaña contra elpeligro de la derecha es, en sus tres cuartas partes, unengaño y sirve ante todo para encubrirse ante las ma-sas, para ocultar la verdadera guerra de aniquilacióncontra los bolcheviques leninistas.

    Mi carta termina:En nuestra declaración al Sexto Congreso [Mun-

    dial] [...], ante la acusación de que hacíamos trabajofraccional, respondimos diciendo que sólo si se dero-gaba el Artículo 58,22 dirigido arteramente en contrade nosotros, y si se nos reincorporaba al partido, nocomo pecadores arrepentidos sino como combatientesrevolucionarios que no traicionan su bandera, pondría-mos fin al mismo. Y como si ya entonces conociéramosel ultimátum que luego se me entregó, escribimos lo

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    27siguiente, palabra por palabra:

    Sólo burócratas totalmente corrompidos podríanexigirle semejante renuncia a los revolucionarios [re-nuncia a la actividad política, es decir, a servir al parti-do y al proletariado internacional]. Sólo despreciablesrenegados podrían hacer semejante promesa.

    No puedo cambiar una sola de esas palabras.Cada uno hace lo suyo. Ustedes quieren seguir con-

    duciendo las cosas acicateados por fuerzas de clasehostiles al proletariado. Nosotros conocemos nuestrodeber y lo cumpliremos hasta el fin. L. Trotsky.23 Alma-Ata. 16 de diciembre de 1928.

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    Deportación de la Unión Soviética24

    25 de febrero de 1929

    Recapitulando: a la exigencia de que cesara toda miactividad política, respondí declarando que sólo buró-cratas corrompidos podían formular semejante exigen-cia y sólo los renegados podían aceptarla. Es difícil quelos propios stalinistas esperaran una respuesta diferen-te. Después de eso, transcurrió un mes sin novedades.Nuestros vínculos con el mundo exterior se encontra-ban rotos, incluyendo los vínculos ilegales organizadospor jóvenes correligionarios que, superando enormesdificultades hasta fines de 1928 me enviaban a Alma-Ata, desde Moscú y otros centros, informes abundan-tes y precisos. En enero de este año sólo recibimos losdiarios de Moscú. Cuanto más hablaban de la luchacontra la derecha,25 más seguros nos sentíamos de quevendría un golpe contra la izquierda. Tal es el métodopolítico de Stalin.

    Volinski, representante de la GPU de Moscú, per-maneció durante todo este tiempo en Alma-Ata, aguar-

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    29dando instrucciones. El 20 de enero se presentó ennuestra casa, acompañado de un gran número de agen-tes de la GPU, armados, que ocuparon todas las entra-das y salidas, y me entregó el siguiente extracto de lasactas de una conferencia especial de la GPU realizadael 18 de enero de 1929:

    Considerando: el caso del ciudadano Trotsky, LeónDavidovich, bajo el Artículo 58/10 del Código Criminal,acusado de realizar actividad contrarrevolucionaria,expresada en la organización de un partido ilegal anti-soviético cuya actividad últimamente se ha orientadohacia la provocación de acciones antisoviéticas y la rea-lización de preparativos para la lucha armada contra elpoder soviético. Resuélvese: el ciudadano Trotsky, LeónDavidovich, será expulsado del territorio de la URSS.

    Cuando se me pidió que firmara una declaracióndándome por enterado de esta resolución, escribí: Seme ha dado a conocer esta resolución de la GPU, crimi-nal por su esencia e ilegal por su forma, el 20 de enerode 1929. Trotsky.

    Califiqué a esta resolución de criminal porque con-tiene una mentira deliberada: me acusa de realizar pre-parativos para la lucha armada contra el poder soviéti-co. Semejante fórmula, que Stalin necesita para justi-ficar mi deportación, pretende, de la manera más crimi-nal, socavar el poder soviético. Porque si fuera ciertoque la Oposición, dirigida por gente que colaboró en laorganización de la Revolución de octubre y en la cons-trucción de la república soviética y del Ejército Rojo, seestuviera preparando para derrocar el poder soviéticopor la fuerza de las armas, eso demostraría por si soloque en el país impera una situación desastrosa. Si asífuera, hasta el agente contrarrevolucionario mejor dis-

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    30puesto del mundo burgués tendría que decir: No haypor qué apresurarse a establecer relaciones económi-cas con los soviets; mejor esperemos a ver cómo ter-mina el conflicto armado.

    Pero, afortunadamente, la fórmula de la GPU es unamentira policial descarada. Nos guía únicamente la con-vicción de que el gobierno soviético posee una profun-da vitalidad y una gran elasticidad. Nuestra política esla de la reforma interna. Aprovecho esta oportunidadpara proclamarlo ante el mundo entero y, con ello, re-chazar, al menos parcialmente, el golpe que la fórmulade la GPU, dictada por Stalin y falsa de pies a cabeza,les dio a los intereses de la república soviética. Porgrandes que sean las dificultades internas que hoy atra-viesa, resultantes no sólo de las circunstancias objeti-vas sino también de una política impotente yzigzagueante, los que confían en que el poder soviéti-co se derrumbará pronto cometen, como antes, un graveerror de cálculo.

    Aparentemente, el señor Chamberlain26 no abrigaesa clase de ilusiones. El se guía por criterios más prác-ticos. Si hemos de creer los informes que la prensadifunde insistentemente, en particular la revista nor-teamericana The Nation [La Nación], el señor Cham-berlain expresó que las buenas relaciones diplomáti-cas con la Unión Soviética serán posibles el día en que,para usar su propia frase, hayan puesto a Trotsky con-tra la pared. Esta fórmula lapidaria honra el espíritudel ministro conservador, el que, cuando se refiere a lamarina de guerra estadounidense, lo hace en términosun poco más vegetarianos.

    Aunque no se me han confiado poderes diplomáti-cos, me atrevo a aconsejarle al ministro de relaciones

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    31exteriores británico, en bien de la causa (y en partetambién por mi propio bien), que no insista demasiadoen su demanda, en el sentido literal de ésta. Ya Stalinmostró su buena disposición para satisfacer los deseosdel señor Chamberlain al expulsarme de la Unión So-viética. Si no hizo más, no es porque le faltaran ganasde complacerlo. Sería una razón demasiado estúpidapara castigar a la economía soviética y a la industriabritánica. Aparte de eso, podría señalar que las rela-ciones internacionales se basan en el principio de lareciprocidad. Pero este es un tema desagradable y pre-fiero no hablar más de él.

    En mi respuesta escrita a la resolución de la GPU,dije no sólo que era criminal por su esencia sino tam-bién ilegal por su forma. Con ello quise expresar que laGPU puede ofrecerle a una persona la opción de salirdel país, so pena de sufrir tal o cual represalia si resuelveno hacerlo, pero no puede deportar a nadie sin su con-sentimiento.

    Cuando pregunté cómo se me deportaría y a quépaís, se me respondió que eso me lo diría un represen-tante de la GPU que se encontraría conmigo en la Ru-sia europea. Dedicamos el día siguiente a empacarrápidamente nuestras pertenencias, consistentes casiexclusivamente en manuscritos y libros. Los dos pe-rros de caza contemplaban alarmados al grupo que consu barullo perturbaba la tranquilidad habitual de nues-tro hogar. Debo decir, de paso, que los agentes de laGPU no dieron la menor muestra de hostilidad. Todo locontrario.

    En la madrugada del 22 de enero, mi esposa, mihijo y yo, junto con una escolta de la GPU, partimos enun ómnibus a lo largo de un camino cubierto por una

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    32capa de nieve firme y lisa, hasta el paso montañoso deKurda. Allí nos aguardaban vientos fuertes y neviscas.El poderoso tractor que nos debía remolcar estaba to-talmente cubierto por la nieve, igual que los sietevehículos motorizados que venía remolcando. Durantelas grandes nevadas, en este paso murieron de fríosiete hombres y muchos caballos. Debimos proseguirel viaje en trineo. Tardamos más de siete horas en cu-brir treinta kilómetros. A lo largo del camino cubiertode nieve vimos gran cantidad de trineos abandonados,con los ejes apuntando hacia arriba, muchos fardos demateriales para el ferrocarril Turquestán-Siberia, queestaba en construcción y tanques de querosene, hun-didos en la nieve. Hombres y caballos se habían refu-giado en los cercanos campamentos de invierno delKirguis.

    Al otro extremo del paso abordamos nuevamenteun ómnibus y en Pishpek (ahora Frunze), un tren. Losdiarios moscovitas que compramos por el camino eranuna demostración de cómo se preparaba a la opiniónpública para la deportación de los dirigentes de la Opo-sición.

    En la región de Aktiubinsk un comunicado por cabledirecto nos informó que el lugar de exilio sería Constan-tinopla. Exigí que se me permitiera reunirme con misdos familiares que estaban en Moscú.27 Se los trajo a laestación de Riajsk y se los puso bajo vigilancia juntocon nosotros. El nuevo representante de la GPU,Bulanov, trató de convencerme de las ventajas deConstantinopla; pero me negué categóricamente.Bulanov inició las negociaciones con Moscú por líneadirecta. Allí estaba previsto todo menos la posibilidadde que yo me negara a abandonar el país voluntaria-

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    33mente.

    Nuestro tren fue desviado de su ruta, volvió lenta-mente por la vía, se detuvo finalmente en un desvíoapartado cerca de una estacioncita perdida y cayó enestado de coma entre dos bosquecitos. Los días pasa-ban. Las latas vacías se acumularon alrededor del tren.Cuervos y urracas acudían al festín en bandadas cadavez más numerosas. No había conejos; en el otoñouna epidemia terrible los había exterminado. De modoque las huellas de los zorros llegaban hasta el tren.

    La locomotora, con un vagón acoplado, iba diaria-mente a una estación más grande para buscar nues-tros alimentos. La gripe hacía estragos en nuestro va-gón. Releímos a Anatole France y la historia de Rusiade Kliujevski. La temperatura bajó a veintiún gradosbajo cero. Nuestra locomotora se mantenía en cons-tante movimiento para que sus ruedas no quedaransoldadas a los rieles por el frío. Lejanas estaciones deradio se comunicaban entre sí, buscando en el éter laubicación de nuestro paradero. No escuchábamos suspreguntas; jugábamos al ajedrez. Pero aunque las hu-biéramos escuchado no habríamos podido responder;se nos había traído a este lugar de noche, de maneraque nosotros mismos sólo sabíamos que estábamos,en algún lugar de la región de Kursk.

    Así pasaron doce días con sus noches. Allí supimosde nuevos arrestos: varios cientos de personas, entreellos los ciento cincuenta integrantes de un supuestocentro trotskista. Entre los nombres revelados seencontraban los de Kavtaradze, ex presidente del con-sejo de comisarios del pueblo de Georgia; Mdivani, exrepresentante comercial soviético en París; Voronski,el mejor crítico literario del partido y Drobnis, uno de

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    34los grandes héroes de la revolución ucraniana.28 Todoseran figuras importantes del partido, hombres que co-laboraron en la organización de la Revolución de Octu-bre.

    El 8 de febrero Bulanov anunció: A pesar de los gran-des esfuerzos de Moscú, el gobierno alemán se niegacategóricamente a permitir su ingreso a Alemania. Mehan dado instrucciones definitivas de conducirle aConstantinopla.

    - Pero no iré voluntariamente; haré una declaraciónal efecto en la frontera turca.

    - Eso no cambiará nada; sea como fuere, usted irá aTurquía.

    - Entonces ustedes se han puesto de acuerdo con lapolicía turca para deportarme a Turquía por la fuerza.

    - No sabemos nada de eso - respondió -, sólo obe-decemos órdenes.

    Después de estar detenidos doce días en ese lugar,nuestro tren se puso nuevamente en camino. Aunqueera modesto, comenzó a crecer a medida que crecíanuestra escolta. En todo el viaje, a partir de Pishpek,no se nos permitió abandonar el vagón. Ahora nosdirigíamos a toda velocidad hacia el sur. Sólo parába-mos en estaciones pequeñas para cargar agua y com-bustible. Estas precauciones extremas eran consecuen-cia del recuerdo de la manifestación que se realizó enla estación de Moscú cuando fui deportado de allí, enenero de 1928; en esa ocasión los manifestantes impi-dieron por la fuerza que el tren partiera hacia Tashkent,y sólo pudieron deportarme en secreto al día siguien-te.

    Los diarios que nos llegaban en la ruta traían losecos de la nueva gran campaña contra el trotskimo.

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    35Entre líneas aparecían ciertos indicios de una pugnaen la cúpula en torno a mi deportación. La fracciónstalinista estaba apurada. Y con toda razón: las dificul-tades no eran solamente políticas sino también físicas.El vapor Kalinin debía recogernos en Odesa, pero esta-ba atrapado por el hielo. Los rompehielos se esforza-ban en vano. Moscú enviaba telegramas exigiendo ra-pidez. Se preparó rápidamente el vapor Ilich. Nuestrotren llegó a Odesa la noche del 10 de febrero. Por laventanilla vi los lugares conocidos. Siete años de mivida escolar habían transcurrido en esta ciudad. Fui-mos en automóvil directamente hasta el vapor. Hacíamuchísimo frío. A pesar de lo avanzado de la hora, elmuelle estaba rodeado de tropas y agentes de la GPU.Aquí debimos despedirnos de los dos familiares quehabían compartido nuestro encierro durante dos se-manas.

    Al contemplar a través de la ventanilla del tren elvapor que nos aguardaba, nos acordábamos de otrobarco que una vez nos había llevado a un destino queno habíamos elegido. Fue en marzo de 1917, en Halifax,Canadá, donde marinos británicos me tomaron de losbrazos, a la vista de una multitud de pasajeros, y mebajaron a la fuerza del vapor noruego Christianiafjord,en el que viajaba con todos los documentos y visasnecesarias hacia Cristianía y Petrogrado. Nuestra fami-lia era la misma, con doce años menos. Mi hijo mayortenía entonces once años, y había golpeado a uno delos marinos británicos con su puñito, antes de que aquélpudiera impedírselo, con la ingenua esperanza de recu-perar mi libertad y sobre todo de que yo recuperara miposición vertical. En lugar de Petrogrado, mi destinocircunstancial fue un campo de concentración.

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    36El Ilich, sin carga ni otros pasajeros, zarpó alrede-

    dor de la una de la mañana. Durante noventa kilóme-tros un rompehielos nos abrió paso. El huracán, quehabía hecho estragos en la zona, sólo nos tocó con laspuntas de sus alas. El 12 de febrero entramos al Bósforo.Al oficial de policía turco, advertido de antemano deque el vapor nos transportaba a mi familia y a mí, entre-gué mi declaración de que se me llevaba a Constantino-pla contra mi voluntad. No dio resultado. El vapor pro-siguió su ruta. Después de un viaje de veintidós días,tras cubrir una distancia de seis mil kilómetros, llega-mos a Constantinopla.

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    ¿Cómo pudo suceder?29

    25 de febrero de 1929

    ¿Cómo fue posible que esto sucediera? Se puederesponder de dos maneras: describiendo el mecanis-mo interno de la lucha entre los grupos dominantes odescubriendo las profundas fuerzas sociales subyacen-tes. Los dos enfoques son correctos y no se excluyenrecíprocamente, antes bien, se complementan. Es na-tural que el lector quiera saber, en primer término, cómose produjo concretamente un cambio tan radical en ladirección, con qué medios pudo Stalin adueñarse delaparato y dirigirlo contra los demás. En comparacióncon el problema esencial del reacomodamiento de lasfuerzas de clase y la progresión de las etapas de larevolución, la cuestión de los agrupamientos y combi-naciones personales sólo tiene una importancia secun-daria. Pero, dentro de sus límites, es perfectamentelegítima y hay que aclararla.

    ¿Qué es Stalin? Para dar una caracterización conci-sa habría que decir: es la mediocridad más destacada

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    38de nuestro partido. Está dotado de sentido práctico,una fuerte voluntad y perseverancia en la prosecuciónde sus objetivos. Su perspectiva política es sumamen-te estrecha. Y su nivel teórico es igualmente primitivo.Su trabajo de recopilación Fundamentos del leninismo,en el que trató de exaltar las tradiciones teóricas delpartido, está lleno de errores elementales. Su desconoci-miento de idiomas extranjeros - no conoce uno solo loobliga a seguir indirectamente la vida política de otrospaíses. Su mente es obstinadamente empírica y des-provista de imaginación creadora. En el grupo dirigentedel partido (en círculos más amplios era totalmentedesconocido) siempre se lo suponía destinado a des-empeñar papeles secundarios o subsidiarios. Y el he-cho de que hoy juegue el papel dirigente refleja máslas características del actual período de transición, deequilibrio inestable, que su propia personalidad. Comodijo una vez Helvecio: Toda época tiene sus grandeshombres y, si éstos faltan, los inventa.

    Como todos los empíricos, Stalin está lleno de con-tradicciones. Actúa según sus impulsos, sin perspecti-vas. Su línea política es una serie de zigzags. Para cadazig o cada zag, inventa alguna teoría baladí o se laencarga a otros. Su actitud hacia las personas y loshechos es sumamente irresponsable. Jamás se aver-güenza de llamar blanco a lo que ayer llamaba negro.No sería difícil reunir un catálogo asombroso de lasafirmaciones contradictorias de Stalin. Citaré un soloejemplo, que es el que mejor se adecua a los límites deun artículo periodístico. Pido disculpas de antemano,porque el ejemplo concierne a mi persona. En los últi-mos años Stalin empeñó todos sus esfuerzos en lo quese llama la demistificación de Trotsky. Se elaboró

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    39apresuradamente una nueva historia de la Revoluciónde Octubre, junto con una nueva historia del EjércitoRojo y una nueva historia del partido. Stalin dio la se-ñal para la revisión de los valores con su declaracióndel 19 de noviembre de 1924:

    Trotsky no desempeñó ni pudo haber desempeña-do un papel destacado en el partido ni en la Revoluciónde Octubre. Comenzó a repetir esta afirmación en todaocasión propicia.

    Alguien le recordó a Stalin un artículo que él mismohabía escrito para el primer aniversario de la revolu-ción. El artículo decía textualmente: Todo el trabajode organización práctica de la insurrección fue realiza-do bajo la dirección inmediata del presidente del So-viet de Petrogrado, Trotsky. Puede decirse con certezaque el partido debe ante todo y fundamentalmente aTrotsky el rápido paso de la guarnición al bando delSoviet y la eficaz organización del trabajo del ComitéMilitar Revolucionario.

    ¿Qué hizo Stalin para salir de esta embarazosa con-tradicción? Muy sencillo: intensificó sus invectivas con-tra los trotskistas. Existen cientos de ejemplos por elestilo. Sus comentarios sobre Zinoviev y Kamenev30 sedestacan por sus contradicciones igualmente flagran-tes. Y podemos estar seguros de que en un futuro pró-ximo Stalin comenzará a expresar de la manera másponzoñosa, sobre Rikov, Bujarin y Tomski,31 las mis-mas opiniones que hasta el momento tacha de perver-sas calumnias de la Oposición.

    ¿Cómo se atreve a caer en contradicciones tan fla-grantes? La clave del asunto es que sólo pronuncia susdiscursos o escribe sus artículos cuando su adversarioya no tiene posibilidad de responder. Las polémicas de

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    40Stalin son el eco tardío de su técnica organizativa. Elstalinismo es, ante todo, el trabajo mecánico del apa-rato.

    Lenin, en lo que se conoce como su testamento32,menciona dos características de Stalin: rudeza y des-lealtad. Pero éstas no se desarrollaron al máximo has-ta después de la muerte de Lenin. Stalin quiere enve-nenar lo más posible la atmósfera de la lucha internadel partido y colocarlo así, ante el hecho consumadode una ruptura.

    Este cocinero sólo preparará platos muy picantes,le advertía Lenin al partido ya en 1922.33 El decreto dela GPU que acusa a la Oposición de prepararse para lalucha armada no es el único plato de este estilo prepa-rado por Stalin. En julio de 1927, cuando la Oposicióntodavía estaba en el partido y tema su representaciónen el Comité Central, Stalin repentinamente preguntó:¿Es verdad que la Oposición se opone a la victoria dela URSS en las próximas batallas contra el imperialis-mo?

    Demás está decir que semejante insinuación care-cía por completo de fundamento. Pero el cocinero yahabía comenzado a preparar el plato llamado Artículo58. Puesto que el problema de la actitud de la Oposi-ción hacia la defensa de la URSS es de importanciainternacional, considero necesario, teniendo en cuentalos intereses de la república soviética, citar algunospasajes del discurso en que respondí a la pregunta deStalin.

    Olvidemos por un instante la descarada insolenciade la pregunta - dije en el discurso que pronuncié enagosto de 1927 ante el Comité Central y la Comisiónde Control Central -.Y no nos detengamos en la

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    41caracterización tan cuidadosa que hizo Lenin de losmétodos de Stalin: rudos y desleales. Tomaremos lapregunta tal cual está planteada y responderemos. Sólolas Guardias Blancas34 podrían oponerse a la victoriade la URSS en las próximas batallas contra el imperia-lismo [...] Lo que Stalin tiene en mente es, en reali-dad, otra pregunta: ¿Piensa realmente la Oposiciónque la dirección de Stalin es incapaz de garantizar lavictoria de la URSS? [...] Sí, la Oposición piensa que laconducción de Stalin dificulta enormemente la victoria[...] En caso de guerra [...] todos los militantes de laOposición ocuparán el puesto que les asigne el partido,sea en el frente o en la retaguardia [...] Pero ningunorenunciará a su derecho y su deber de luchar por en-derezar el rumbo del partido [...] En resumen: ¿por lapatria socialista? ¡Sí! ¿Por el curso stalinista? ¡No! Hoy,a pesar de que las circunstancias han cambiado, estaspalabras mantienen toda su vigencia y obligan tantocomo entonces.

    Junto con los supuestos preparativos de la Oposi-ción para la lucha armada y nuestra actitud supuesta-mente negativa hacia la defensa del estado soviético,me veo obligado a traer a colación un tercer plato delmenú de especialidades stalinistas: la acusación de queperpetramos actos terroristas. Al llegar a Constantino-pla me enteré de que habían aparecido en la prensamundial ciertos informes de origen turbio acerca deuna supuesta conspiración terrorista, en la que esta-ban involucrados, se decía, ciertos grupos de la Oposi-ción trotskista. Conozco perfectamente el origen deestos rumores. En cartas enviadas desde Alma-Atafrecuentemente tuve ocasión de advertir a mis amigosque Stalin, por la senda que había escogido, sentiría la

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    42necesidad cada vez más apremiante de descubrir cons-piraciones terroristas entre los trotskistas.

    Atribuirle a la Oposición planes para una insurrec-ción armada, dirigida por un estado mayor de revolu-cionarios experimentados y responsables, era una ta-rea ingrata. Era muchísimo más fácil atribuirle objeti-vos terroristas a algún grupo de trotskistas anóni-mos. Evidentemente, los esfuerzos de Stalin se orien-tan actualmente en esa dirección. Lanzar a priori unaadvertencia pública quizás no le imposibilite a Stalin elcumplimiento de sus planes, pero al menos le dificul-tará la tarea. Por eso lo hago.

    Stalin emplea tales métodos de lucha, que ya en1926 me sentí obligado a decirle, en una reunión delBuró Político,35 que estaba postulando su candidaturapara el puesto de sepulturero de la revolución y el parti-do. Repito hoy esta advertencia, pero con énfasis redo-blado. De todas maneras, hoy estamos tan convenci-dos como en 1926 de que el partido vencerá a Stalin, yno Stalin al partido.

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    El triunfo de Stalin36

    25 de febrero de 1929

    Stalin fue electo secretario general en vida de Le-nin, en 1922. En esa época el cargo tenía un caráctermás técnico que político. No obstante, en ese entoncesLenin ya se oponía a la candidatura de Stalin. Fueprecisamente en este sentido que habló de un cocineroamante de los platos picantes. Pero cedió ante las po-siciones de otros miembros del Buró Político, aunquecon escaso entusiasmo: Probaremos y veremos.

    La enfermedad de Lenin provocó un cambio total enla situación. Hasta ese momento él, a la cabeza delBuró Político, tenía en sus manos la palanca central delpoder. El segundo nivel de trabajo, la puesta en prácti-ca de las resoluciones principales, fue confiado al se-cretario general Stalin. Todos los demás miembros delBuró Político se ocupaban de sus respectivas funcionesespecíficas.

    Al desaparecer Lenin de la escena, la palanca cen-tral quedó automáticamente en manos de Stalin. Se

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    44consideró que era una situación provisional. Nadie pro-puso cambio alguno, porque todos esperaban una rápidarecuperación de Lenin.

    Durante esa época Stalin se movió febrilmente paraescoger a sus amigos y hacerlos escalar posiciones enel aparato. Cuando Lenin se recuperó de su primer ata-que y volvió por un tiempo al trabajo, en 1922-1923,quedó horrorizado al ver hasta qué punto se habíaburocratizado el aparato y qué omnipotente parecía enrelación a la masa partidaria.

    Mientras insistía en que fuera yo su lugartenienteen e1 Consejo de Comisarios del Pueblo, Lenin discutióconmigo la forma de librar una lucha conjunta contrael burocratismo de Stalin. Había que hacerlo de mane-ra tal que el partido sufriera la menor cantidad posiblede convulsiones y choques.

    Pero la salud de Lenin volvió a empeorar. En su lla-mado testamento, escrito el 4 de enero de 1923, leaconsejó insistentemente al partido que se sacara aStalin del poder central debido a su deslealtad y sutendencia al abuso del poder. Pero una vez más Lenindebió volver a su lecho de enfermo. Se renovó el acuerdoprovisional de mantener a Stalin en el timón. Al mismotiempo, las esperanzas de que Lenin se recuperara sedesvanecían rápidamente. Ante la perspectiva de quedeberla abandonar definitivamente su trabajo, quedóplanteado otra vez el problema de la dirección del par-tido.

    En ese momento, las diferencias de tipo principistatodavía no habían cristalizado. El grupo de mis adver-sarios tenía un carácter puramente personal. El santoy seña de Zinoviev, Stalin y Cía. era: No permitamosque Trotsky asuma la dirección del partido. En el trans-

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    45curso de la lucha posterior de Zinoviev y Kamenev con-tra Stalin, los secretos de este período anterior fueronrevelados por los mismos protagonistas de la conspira-ción. Porque se trataba de una conspiración.

    Se creó un Buró Político secreto (el Septenvirato)integrado por todos los miembros del Buró Políticomenos yo, con el agregado de Kuibishev, en la actuali-dad presidente del Consejo Supremo de la EconomíaNacional.37 Todos los problemas se resolvían de ante-mano en este centro secreto, cuyos integrantes esta-ban juramentados. Acordaron no polemizar entre sí yal mismo tiempo buscar oportunidades para atacarme.En las organizaciones locales existían centros simila-res, vinculados al Septenvirato de Moscú por una rígi-da disciplina. Se comunicaban a través de códigos es-peciales. Se trataba de un grupo clandestino, bien or-ganizado, en el seno del partido, dirigido en principiocontra un hombre. Las personas destinadas a ocuparcargos de responsabilidad en el partido y en el estadoeran escogidas según un criterio único: la oposición aTrotsky.

    Durante el prolongado interregno creado por laenfermedad de Lenin, este trabajo se realizó sin pau-sa, pero todavía en forma cautelosa y oculta, de mane-ra que, en la eventualidad de que Lenin se recuperase,los puentes minados se mantuviesen intactos. Losconspiradores actuaban con medias palabras. Los can-didatos a los puestos debían adivinar qué se les pedía.Los que adivinaban trepaban la escalera. De esamanera se engendró un nuevo tipo de arribismo, quemás tarde adquirió el nombre público deantitrotskismo. La muerte de Lenin les dejó las ma-nos libres a los conspiradores y les permitió salir a la

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    46luz.

    Los militantes del partido que alzaban su voz paraprotestar contra la conspiración, se veían sometidos aataques arteros con los pretextos más descabellados,a menudo inventados. Por otra parte, ciertos elemen-tos moralmente inestables, de esos que en los cincoprimeros años del poder soviético hubieran sido expulsa-dos implacablemente del partido, ahora adquirían supóliza de seguro a cambio de algunas observacioneshostiles respecto de Trotsky. A partir de fines de 1923se empezó a realizar ese mismo trabajo en todos lospartidos de la Comintern: algunos dirigentes fuerondestronados y otros ocuparon sus puestos únicamenteen virtud de su actitud hacia Trotsky. Se realizó unproceso de selección arduo y artificial; no se elegía alos mejores sino a los más acomodaticios. La tácticageneral consistía en remplazar a personas independien-tes y talentosas por mediocres que debían su posiciónexclusivamente al aparato. Y la máxima expresión deesa mediocridad de aparato llegó a ser el propio Stalin.

    Hacia fines de 1923 las tres cuartas partes del apa-rato ya estaban escogidas y alineadas, listas para lle-var la lucha a la base del partido. Se habían preparadoarmas de todo tipo y sólo se esperaba la señal paraatacar. Entonces se dio la señal. Las dos primeras cam-pañas de discusión en mi contra, en el otoño de 1923y en el de 1924, coincidieron con épocas en que yo meencontraba enfermo, lo que me impedía hablar antelas reuniones partidarias.

    Bajo la furibunda presión del Comité Central, lasbases comenzaron a ser atacadas desde todos los ángu-los a la vez. Mis viejas diferencias con Lenin, anterio-res no sólo a la revolución sino también a la guerra

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    47mundial, y desaparecidas hacía mucho tiempo en nues-tro trabajo conjunto, se sacaban repentinamente a laluz del día, distorsionadas, exageradas, y se las pre-sentaba ante las bases partidarias nuevas como si setratara de las cuestiones más apremiantes. Las basesquedaron anonadadas, malparadas, intimidadas. Almismo tiempo, se comenzó a emplear en un escalónmás bajo el método de selección del personal. Ahoraya no se podía ocupar un puesto de administrador defábrica, secretario de un comité de taller, presidentedel comité ejecutivo de un condado, tenedor de libroso secretario de actas si no se poseían credenciales deantitrotskismo.

    Evité esta lucha mientras me fue posible, ya que noera más que una conspiración sin principios dirigidacontra mi persona, al menos en sus primeras etapas.Para mí estaba claro que esa lucha, apenas estallara,adquiriría inexorablemente un carácter muy grave y,en las condiciones creadas por la dictadura revolucio-naria, podría tener consecuencias peligrosas. No corres-ponde discutir aquí si fue acertado tratar de mantenerun terreno común sobre el cual poder trabajar conjunta-mente, al precio de enormes concesiones personales,o si yo debería haber asumido la ofensiva desde unprincipio, a pesar de carecer de motivos políticossuficientes como para realizar semejante acción. Locierto es que elegí aquel camino y, a pesar de todo, nome arrepiento. Hay triunfos que conducen a callejonessin salida, y hay derrotas que abren nuevos caminos.

    Inclusive después de que las profundas diferenciaspolíticas salieron a la luz, desplazando la intriga perso-nal a un segundo plano, traté de mantener la pugnadentro de los marcos de una discusión principista y de

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    48evitar o impedir que se forzara una decisión, para per-mitir así que las opiniones y pronósticos en conflictopudieran corroborarse a la luz de los hechos y las expe-riencias.

    En cambio, Zinoviev, Kamenev y Stalin, el que alprincipio se ocultaba tras los dos primeros, trataroncon todas sus fuerzas de forzar una decisión. No teníanel menor deseo de que el partido tuviera tiempo demeditar sobre las diferencias y corroborarlas a la luzde la experiencia. Cuando Zinoviev y Kamenev rom-pieron con Stalin, éste automáticamente dirigió contraellos la misma campaña de calumnias anti trotskis-tas, con toda su abrumadora fuerza de inercia, que lostres habían desarrollado juntos durante un lapso detres años.

    Esta no es una explicación histórica de la victoria deStalin, sino un mero bosquejo de cómo se logró esavictoria. Tampoco se trata de una protesta contra laintriga. Una línea política que busca las causas de suderrota en las intrigas de su adversario es una líneaciega y patética. La intriga es un aspecto técnico espe-cífico de la realización de una tarea; sólo puede des-empeñar un papel subordinado. Lo que resuelve losenormes problemas de la sociedad es la acción de lasgrandes fuerzas sociales, no las maniobras mezquinas.

    El triunfo de Stalin, con toda su inestabilidad e in-certidumbre, es la expresión de cambios importantesque se han producido en las relaciones entre las clasesen la sociedad revolucionaria. Es el triunfo o semitriunfode determinadas capas o grupos sobre otros. Es el re-flejo de los cambios producidos en la situación interna-cional en el transcurso de los últimos años. Pero estosproblemas son de tal envergadura que requieren un

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    49análisis especial.

    A esta altura sólo se puede decir una cosa. La pren-sa mundial, hostil al bolchevismo, a pesar de todos loserrores y confusiones que contiene su evaluación delas distintas etapas y acontecimientos de la lucha in-terna en la URSS, logró en general llegar al meollosocial de esa lucha: la victoria de Stalin es la victoriade las tendencias más moderadas, conservadoras, bu-rocráticas, partidarias de la propiedad privada y estre-chamente nacionalistas, sobre las tendencias que apo-yan la revolución proletaria internacional y las tradi-ciones del Partido Bolchevique. En ese sentido no ten-go la menor queja respecto a las alabanzas del realis-mo stalinista que aparecen, con tanta frecuencia en laprensa burguesa. Hasta qué punto será sólido y dura-dero ese triunfo, y cuál será el rumbo futuro de losacontecimientos, es harina de otro costal.

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    ¿Adónde va la República Soviética?38

    25 de febrero de 1929

    A partir de la Revolución de Octubre, este interro-gante jamás abandonó las columnas de la prensa mun-dial. En la actualidad se lo discute en relación con miexpulsión de la URSS, considerada por los enemigosdel bolchevismo como un síntoma del tan esperadodesenlace. Que mi expulsión tiene una importanciapolítica, no personal, es algo que a mí no me corres-ponde negar. Sin embargo, en esta ocasión estoy deci-didamente en contra de alentar conclusiones respectode un supuesto principio del fin.

    No es necesario recordar que los pronósticos histó-ricos, a diferencia de los astronómicos, son siemprecondicionales, contienen opciones y alternativas. Todapretensión de poseer poderes precisos de predicciónsería ridícula, tratándose de una pugna entre fuerzasvivas. El objetivo de la predicción histórica es diferen-ciar entre lo posible y lo imposible y hallar las varian-tes más probables entre las teóricamente posibles.

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    51Para responder con fundamento a la pregunta sobre

    adónde va la Revolución de Octubre, hay que hacer unanálisis de todas sus fuerzas internas y de la situaciónmundial en que aquella se desarrolla. Un estudio deese tipo ocuparía un libro entero. Comencé a escribirese libro en Alma-Ata,y espero terminarlo en un futuropróximo.

    Aquí sólo puedo indicar los lineamientos que pue-den orientar la búsqueda de la respuesta: ¿es ciertoque la Unión Soviética está al borde de la aniquilación?¿Se agotaron sus recursos internos? De ser destruida,¿qué podría sobrevenir: la democracia, la dictadura, larestauración de la monarquía?

    El curso del proceso revolucionario es mucho máscomplejo que el de un arroyo de montaña. Pero en am-bos casos lo que puede parecer un cambio de rumboparadójico es, en realidad, perfectamente normal, esdecir, se ajusta plenamente a las leyes naturales. Nohay ninguna razón para suponer que la conformidadcon dichas leyes es esquemática o superficial. El puntode partida debe ser la normalidad de la naturaleza, talcomo la determinan la masa del flujo de agua, el re-lieve geológico local, los vientos prevalecientes y asísucesivamente. En política, eso significa ser capaz dever más allá de los picos más altos de la revoluciónpara pronosticar la posibilidad y aun la probabilidad deque se produzcan períodos repentinos, a veces prolon-gados, de reflujo; y significa, por otra parte, ser capazde distinguir, en los momentos de mayor reflujo como,por ejemplo, la contrarrevolución de Stolipin (1907-l910),39 las premisas de una nueva alza.

    Las tres revoluciones vividas por Rusia en el últimocuarto de siglo constituyen, en realidad, etapas de la

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    52misma revolución. Entre las dos primeras etapas me-diaron doce años; entre la segunda y la tercera... tansólo nueve meses.

    Los once años de la revolución soviética pueden di-vidirse, a su vez, en una serie de etapas, dos de ellasmás importantes que las demás. A grandes rasgos pue-de considerarse que la enfermedad de Lenin y el co-mienzo de la campaña contra el trotskismo marcanla línea divisoria entre ambas. En el primer período lasmasas desempeñaron un rol decisivo. La historia noconoce otra revolución que haya movilizado masas tangigantescas como la Revolución de Octubre. Sin embar-go, todavía existen excéntricos para quienes Octubrees una aventura. Al razonar así, denigran lo que dicendefender. En efecto: ¿de qué sirve un sistema socialque puede ser derrocado por una aventura? En reali-dad, el éxito de la Revolución de Octubre - el hecho dehaber podido mantenerse durante los años más críti-cos frente a una horda de enemigos- se debió a la par-ticipación activa y a la iniciativa de las masasmultitudinarias de la ciudad y el campo. Unicamentesobre estos cimientos se pudo improvisar el aparato deestado y el Ejército Rojo. Esa es, en todo caso, la prin-cipal conclusión que extraigo de mi experiencia en esteterreno.

    El segundo período, que provocó un cambio radicalen la dirección, se caracterizó por una indiscutible re-ducción de la intervención directa de las masas. El arro-yo volvió a su cauce. Por encima de las masas, el aparatoadministrativo centralizado se elevó cada vez más. Elestado soviético y el ejército se burocratizaron. Se acre-centó la distancia entre el estrato gobernante y lasmasas. El aparato se volvió cada vez más autosuficiente.

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    53El funcionario de gobierno se convenció cada vez másde que la Revolución de Octubre se hizo precisamentepara poner el poder en sus manos y garantizarle unaposición privilegiada.

    Creo que está demás decir que estas contradiccio-nes reales, vivas, que señalamos en el desarrollo delestado soviético, no son argumentos que utilizamospara sustentar el repudio anarquista del estado, esdecir, el repudio liso y llano al estado en general. Enuna carta notable sobre la degeneración del aparatoestatal y el partido, mi viejo amigo Rakovski de mostróde manera muy convincente que, después de la con-quista del poder, se diferenció en el seno de la claseobrera una burocracia independiente, y que esta dife-renciación, que al principio fue sólo funcional, asumióluego un carácter social40. Naturalmente, los procesosen el seno de la burocracia se desarrollaron en conco-mitancia con procesos muy profundos en curso en elpaís. La Nueva Política Económica41 dio lugar a que enlas ciudades resurgiera o se creara un amplio estratopequeñoburgués. Revivieron las profesiones liberales.En el campo levantó cabeza el campesino rico, el kulak.Al elevarse por encima de las masas, amplios sectoresde funcionarios estatales, se acercaron a los estratosburgueses y establecieron vínculos familiares con ellos.Cada vez más, la burocracia llegó a considerar comointerferencia toda iniciativa o crítica de las masas. Alaparato le resultaba más fácil presionar a las masas yaque, como se ha dicho, el peso de la reacción en supsicología se expresaba en una indudable reducción desu participación política. En los últimos años se ha vis-to con frecuencia que los burócratas o los nuevos ele-mentos propietarios les grites perentoriamente a los

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    54obreros: Ya no estamos en 1918. En otras palabras,la relación de fuerzas se modificó en detrimento delproletariado.

    En concordancia, con estos procesos se produjeroncambios internos en el propio partido dominante. Nodebe olvidarse pro un instante que la abrumadora ma-yoría de la multitudinaria militancia partidaria sólo tie-ne una concepción vaga de lo que era el partido en elprimer período de la revolución y ni que hablar de laépoca clandestina prerrevolucionaria. Basta con seña-lar que entre un setenta y cinco y un ochenta por cien-to de los militantes del partido ingresaron después de1923. El número de militantes que empezaron a ac-tuar antes de la revolución no alcanza al uno por cien-to. A partir de 1923, el partido se diluyó artificialmenteen una masa de reclutas sin experiencia, cuyo papel esservir de materia dócil a los profesionales del aparato.Esta destrucción del núcleo revolucionario del partidofue la premisa necesaria para el triunfo del aparatosobre el trotskismo.

    Llegados a este punto, señalemos que laburocratización de los aparatos partidario y guberna-mental provocó un alto grado de corrupción y arbitra-riedad. Nuestros adversarios se regocijan maliciosa-mente con ello. Actuar de otra manera habría sido con-trario a su naturaleza, pero que no traten de hallar lacausa de estos fenómenos en la falta de democraciaparlamentaria; que no olviden la larga serie dePanamás que se inicia con uno que, si bien no es elprimero, se ha convertido en un término peyorativopara designar todos los hechos por el estilo, y que lle-ga hasta el Panamá más reciente, en el que estuvie-ron implicados la Gazette de París y el ex ministro fran-

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    55cés Klotz.42 Si alguien nos dijera que Francia es unaexcepción y que, por ejemplo, en Estados Unidos noexiste la corrupción entre los políticos y los funciona-rios de gobierno, tendríamos que hacer un gran es-fuerzo para creerle.

    Pero volvamos al tema que nos ocupa. La mayoríade estos funcionarios que se han elevado por encimade las masas son profundamente conservadores. Tien-den a pensar que todo lo que se necesita para el bien-estar humano ya está hecho, y a considerar como unenemigo a quien así no lo reconozca. Estos elementossienten hacia la Oposición un odio orgánico; la acusande sembrar con sus críticas la insatisfacción entre lasmasas, de minar la estabilidad del régimen y de ame-nazar las conquistas de Octubre con el espectro de larevolución permanente.43 Esta capa conservadora, elpuntal más importante con que cuenta Stalin en sulucha contra la Oposición, tiende a ir mucho más a laderecha - hacia los nuevos elementos propietarios- queel propio núcleo principal de su fracción. De ahí la lu-cha en curso entre Stalin y la derecha; de ahí, tam-bién, la perspectiva de una nueva purga en el partido,no sólo de trotskistas, cuyas filas crecieron notable-mente después de las expulsiones y deportaciones, sinotambién de los elementos más degenerados de laburocracia. De esa manera, la política de medias tintasde Stalin avanza en medio de una serie de zigzags, ycomo consecuencia, de ello las dos alas del partido,izquierda y derecha, se fortalecieron... a expensas dela fracción centrista gobernante.

    Aunque la lucha contra la derecha no ha desaparecidodel orden del día, Stalin considera que su enemigo prin-cipal sigue siendo, como antes, la izquierda. Ya no hace

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    56falta demostrarlo. La Oposición lo comprendió hacemucho tiempo. En las primeras semanas de la cam-paña contra la derecha, escribí desde Alma-Ata unacarta a mis compañeros (el 10 de noviembre del añopasado) en la que decía que el objetivo táctico de Stalinera esperar el momento justo, cuando el ala derechase encuentre lo suficientemente aterrorizada, para vol-ver sus armas repentinamente contra la izquierda... Lacampaña contra la derecha sólo sirve para tomar impul-so y lanzar un nuevo ataque arrollador contra la izquier-da. Quien no lo comprenda, no ha comprendido nada.Este pronóstico se materializó mucho más rápida ycompletamente de lo que suponíamos.

    Cuando un protagonista de una revolución comien-za a renegar de la misma sin romper con la base socialde apoyo de la revolución, se ve obligado a calificar sucaída como ascenso y a confundir su mano derechacon la izquierda. Es precisamente por eso que losstalinistas acusan de contrarrevolucionaria a la Opo-sición y hacen esfuerzos desesperados por meter en lamisma bolsa a sus adversarios de derecha e izquierda.De aquí en adelante la palabra emigrado servirá almismo fin. En realidad, hoy existen dos tipos de emi-grados: uno fue arrojado del país por el ascenso demasas de la revolución, el otro sirve de índice del éxitoobtenido por las fuerzas hostiles a la revolución.

    Cuando la Oposición habla de termidor, como analo-gía con la clásica revolución de fines del siglo XVIII, serefiere al peligro de que, en vista de los fenómenos ytendencias mencionados, la lucha de los stalinistascontra la izquierda sea el punto de partida de un cam-bio oculto en la naturaleza social del poder soviético.

    El problema del termidor, que desempeñó un papel

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    57tan importante en la lucha entre la Oposición y la frac-ción dominante, requiere mayor explicación.

    El ex presidente francés Herriot44 opinó hace pocoque el régimen soviético se condenó a sí mismo al apo-yarse durante diez años en la violencia. En 1924, cuandoHerriot visitó Moscú, si no le entendí mal, tenía unavisión un poco más favorable de los soviets, aunque nomuy precisa. Pero ahora, cinco años después, conside-ra oportuno retirarle su crédito a la Revolución de Octu-bre. Confieso que el pensamiento político de este radi-cal no me resulta muy claro. Jamás una revolución ledio a nadie pagarés a corto plazo. La Gran RevoluciónFrancesa no necesitó diez años para instaurar la demo-cracia, sino para llevar el país al bonapartismo.45 Noobstante, es indiscutible que si los jacobinos no hubie-ran tomado represalias contra los girondinos y no lehubieran dado al mundo un ejemplo de cómo hay queliquidar el viejo orden, hoy la humanidad tendría unacabeza menos de altura.46

    Jamás pasó una revolución sin dejar su marca en eldestino de la humanidad. Pero, por eso mismo, no siem-pre mantuvo las conquistas obtenidas en el momentode su ascenso máximo. Después que determinadas cla-ses, grupos o individuos hacen una revolución, otrosempiezan a aprovecharla. Habría que ser un servil sinremedio para negar la importancia histórica mundialde la Gran Revolución Francesa, a pesar de que la re-acción que la siguió fue tan profunda que condujo alpaís a la restauración de los Borbones. La primera eta-pa en el camino de la reacción fue el termidor. Losnuevos funcionarios y propietarios querían gozar enpaz de los frutos de la revolución. Los viejos jacobinosintransigentes constituían un obstáculo en su camino;

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    58pero los nuevos estratos propietarios no osaban apare-cer con su bandera propia. Necesitaban escondersedetrás de los jacobinos. Durante un lapso breve utili-zaron a algunos jacobinos de segundo o tercer orden.Al nadar a favor de la corriente, estos jacobinos le alla-naron el camino a Bonaparte; éste, con sus bayonetasy su código legal, consolidó el nuevo sistema de pro-piedad.

    También en la tierra de los soviets pueden hallarseelementos de un proceso termidoriano aunque, por cier-to, con características que le son propias. Se desta-caron de manera muy evidente en estos últimos años.Los que hoy detentan el poder desempeñaron un papelabsolutamente secundario en los acontecimientos crí-ticos del primer período de la revolución, o fueron fran-cos adversarios de ésta y sólo se le unieron después deque hubo triunfado. Ahora sirven para encubrir a losestratos y grupos que, si bien son hostiles al socialis-mo, son demasiado débiles para provocar un vuelcocontrarrevolucionario, y por ello tratan de lograr el trán-sito pacífico y termidoriano, de vuelta hacia la sociedadburguesa; tratan, para utilizar las palabras de uno desus ideólogos, de bajar la cuesta con los frenos pues-tos.

    Sin embargo, sería un error tremendo considerarque todos estos procesos son algo acabado. Afortuna-damente para algunos y desgraciadamente para otros,esa situación todavía esta muy lejana. La analogía his-tórica es un método tentador y, por ello, peligroso.Suponer que existe una ley cíclica especial de las revolu-ciones que las obliga a pasar de los viejos Borbones alos nuevos a través de un estadio bonapartista, seríaun razonamiento excesivamente superficial. El curso

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    59de cualquier revolución esta determinado por lacombinación específica de las fuerzas nacionales, en elmarco del conjunto de la situación internacional. Nopor eso es menos cierto que existen rasgos comunes atodas las revoluciones los cuales permiten la analogía,y aun la exigen imperiosamente, si es que hemos debasarnos en las lecciones del pasado y no reiniciar lahistoria desde cero en cada nueva etapa. Se puedeexplicar en términos sociológicos por qué existe en todarevolución triunfante digna de ese nombre la tenden-cia hacia el termidor, el bonapartismo y la restaura-ción.

    El eje de la cuestión reside en la fuerza de dichastendencias, en la forma en que se combinan, en lascondiciones bajo las cuales se desarrollan. Cuandohablamos de la amenaza del bonapartismo, de ningu-na manera lo consideramos un desenlace inexorable,determinado por alguna ley histórica abstracta. La suer-te futura de la revolución estará determinada por lapropia lucha, según como la libren las fuerzas vivas dela sociedad. Habrá todavía flujos y reflujos, cuya dura-ción dependerá en gran medida de la situación de Eu-ropa y del mundo entero. En una época como la nues-tra, se puede considerar que una corriente política estáirremediablemente destruida sólo si se muestra inca-paz de comprender las razones objetivas de su derrotay se siente como una astilla impotente en medio deltorrente... si es que se puede decir que una astilla tie-ne algún tipo de sensación.

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    ¿Puede remplazar la democraciaparlamentaria a los soviets?47

    25 de febrero de 1929

    Si el poder soviético enfrenta dificultades crecien-tes, si la crisis de dirección de la dictadura se agravaconstantemente, si no se puede desechar el peligro delbonapartismo: ¿no seria mejor tomar el camino de lademocracia? Esta pregunta aparece planteada a bocade jarro o constituye el substrato de gran cantidad deartículos dedicados a los acontecimientos recientes dela república soviética.

    No me propongo entablar una polémica acerca dequé es lo mejor y qué no es lo mejor, sino señalar quées lo probable, es decir, qué es lo que surge de la lógicaobjetiva de los procesos. Y llegué a la conclusión deque lo menos probable, mejor dicho, lo que estáabsolutamente excluido, es la transición de los sovietsa la democracia parlamentaria.

    Muchos diarios me explicaron amable y sencillamenteque mi expulsión fue fruto de la falta de democracia en

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    61Rusia y que, por consiguiente, no me debo quejar. Pero,en primer lugar, no me he quejado ante nadie; en se-gundo lugar, también fui expulsado de varias democra-cias. Que los adversarios de los soviets consideren quela aguda crisis actual de dirección en la URSS es unaconsecuencia inexorable del gobierno dictatorial, dic-tadura por la que asumo, desde luego, plena responsa-bilidad -, es perfectamente normal. En un sentido muygeneral esta observación es correcta. No tengo la me-nor intención de utilizar mi exilio para negar eldetermini