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EL DOCENTE INTEGRADOR COMO AGENTE DE CAMBIO Y
TRANSFORMACION DE LA EDUCACIÓN VIRTUAL
Rojas, N. 1 1Universidad Fermín Toro, Venezuela
Correo: [email protected]
PALABRAS CLAVE
Educación Virtual - docente integrador – complejidad - cambio - transformación
social.
RESUMEN
Para lograr una formación académica exitosa del docente integrador como agente
de cambio y transformación de la educación virtual, debe existir una interacción
fecunda entre el ser humano y la cultura; por tanto, es necesario abordar la
formación del docente integrador como un proceso recursivo y dialógico, por medio
del cual la sociedad a través del proceso educativo, forma el individuo tomando
como base la definición de un proyecto de vida, en relación a las potencialidades de
la persona, a sus expectativas sociales, la convivencia y la diversidad cultural. De
allí, que la intencionalidad del presente producto científico es reflexionar a
profundidad acerca de la educación virtual y la formación del docente integrador
como agente de cambio y transformación para la realización plena de la condición
humana. Epistemológicamente el trabajo se apoya en el pensamiento crítico
dialéctico. El método se fundamenta en la hermenéutica crítica, la cual según
Ricoeur (2000) “es el método interpretativo, que busca establecer un nexo
comunicativo entre un texto y un intérprete”. Entre las más importantes ideas
concluyentes se tiene que el profesional de la docencia de educación integral
también debe ser un agente de cambio, un promotor crítico y creador de
conocimientos desde los espacios de la escolaridad a través de la integración de la
docencia y la investigación en la búsqueda de fortalecer su formación académica y
responder a las demandas de la población escolar en la cual trabaja.
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EL DOCENTE INTEGRADOR
COMO AGENTE DE CAMBIO Y
TRANSFORMACION DE LA
EDUCACIÓN VIRTUAL
La educación en tanto proceso
social, cultural e histórico, es ante todo
una vía a través de la cual el ser
humano logra organizar y perfilar sus
ideas y modos de aprendizaje,
conforme a los fundamentos
ontológicos de los patrones de
pensamiento para la construcción del
conocimiento a partir de la realidad.
Este conocimiento se expresa, tanto
por medio del lenguaje en el contexto
de la escuela como espacio
comunicacional, como a través de las
múltiples manifestaciones de los
sistemas culturales, los valores y la
sabiduría epocal de cada sociedad.
Es por ello, que uno de los más
grandes desafíos de la educación, y
de modo más específico de los
denominados modelos pedagógicos,
es el desarrollo de la actitud del ser
humano para contextualizar los
saberes de cada época y construir un
conjunto de significados, que permitan
darle sentido a la convivencia
humana. En efecto, en el marco de las
complejas relaciones ontogénicas
existentes entre educación,
pedagogía, cultura y sociedad, hoy
hace falta transitar hacia un
pensamiento educativo y pedagógico
ecologizante e integrador, aquel
según el cual Morín (1999), sitúa todo
acontecimiento, información o
conocimiento en una relación
inseparable con el medio cultural,
social, económico y, por supuesto,
natural ... “es aquel pensamiento que
incita a ver como el acontecimiento
modifica el contexto o como se le da
una luz diferente” (p. 27).
De esta manera, la formación
profesional del docente integrador
supone un proceso de indagación de
la realidad desde la investigación
educativa para el descubrimiento de
nuevas verdades en el contexto socio
comunitario donde cohabita la
escuela, pues, como lo refiere, Alanís
(2001) “si los profesionales de la
docencia han sido formados con base
a la repetición y la reproducción de
textos, no puede entonces, esperarse
que hayan propuestas de
transformación de los procesos
educativos” (p. 16).
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La problemática asociada a la
formación profesional del docente
integrador, alude a que ésta se ha
concebido tradicionalmente desde una
perspectiva rígida, fragmentada y
descontextualizada del proceso de
autorrealización y del tejido
socioeconómico. Así lo deja ver
Montovani (2007), cuando apuntan
que “la raíz de todo esto está en el
hecho de que en las ciencias sociales
y humanas ha existido una tendencia
a asumir el sujeto tomando como
referencia de una forma explícita o
implícita el paradigma clásico
positivista” (p. 43).
Sin embargo, es necesario
mencionar, que cada época, ciencia y
procesos sociales han dado y dan una
respuesta diferente a la formación
humana, la cual es un proceso
complejo que representa un desafío
para las concepciones
epistemológicas tradicionales. Esto
significa, que no es posible pensar la
formación profesional y humana del
docente integrador en el marco de
propuestas epistemológicas
unidimensionales, simplistas y
reduccionistas, por lo tanto, el
pensamiento complejo constituye una
perspectiva relevante para su re
conceptualización.
Precisamente, de acuerdo con los
fundamentos filosóficos y
pedagógicos de la Educación Básica
en Venezuela, en la actualidad se
requieren docentes con competencias
cognoscitivas que sólo las provee la
investigación y el pensamiento
complejo desde la autorreflexión y la
crítica, para la construcción y
reconstrucción del saber pedagógico,
y de este modo contribuir con el
desarrollo de las potencialidades del
educando, y básicamente con la
transformación de los procesos
educativos a este nivel.
De lo expuesto anteriormente se
deriva, que para educar la existencia
humana desde su
multidimensionalidad se requiere
pensar en una pedagogía integradora
desde el pensamiento complejo, lo
cual en opinión de Rodríguez (2005):
Es una expresión global,
totalizadora, es decir, no asume el
estudio de la ciencia pedagógica como
expresión atomista, no se refiere en
particular a sus elementos, factores,
medios, etc., sino que su pretensión es
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construir una visión unificadora y
unitaria del saber pedagógico,
vincularlo con el hacer práctico y
ubicar a ambos en una patente
realidad (p. 56).
En efecto, al vincular la razón
teórica del conocimiento pedagógico,
con la razón praxeológica que lo
legitima, la pedagogía se erige como
una producción intelectiva relevante,
la cual surge de las complejas
relaciones ontológicas existentes
entre la escuela y sus vínculos con el
contexto comunitario. Es dentro de
esta dinámica social donde se
revaloriza la pedagogía y el currículum
de la educación, pero además donde
se erige el docente integrador como
agente de cambio y transformación.
Pool (2001, p.41), plantea que “el
docente integrador debe ser reflexivo,
crítico, creador de ideas, honesto y
muy humilde, porque ahora tendrá que
salir con más frecuencia de la escuela
hacia el entorno y estar más tiempo
con la comunidad”. De lo que se puede
deducir, que al docente durante su
formación debe apropiarse de los
conocimientos, las habilidades y las
destrezas requeridas, para actuar en
cada uno de los niveles del
subsistema de educación básica.
Así mismo, hay que propiciar en el
docente de Educación Integral, la
adquisición de valores y actitudes, en
correspondencia con las necesidades
del medio educativo en el cual se va a
desempeñar; pero al mismo tiempo,
se necesita que las instituciones de
educación universitaria a través de su
pensum de estudio utilizado para la
formación integral del docente,
desarrollen y apliquen estrategias
metodológicas ajustadas a una
formación académica, cónsonas con
las transformaciones que se persiguen
en los escenarios socio comunitarios.
Al respecto, Castañeda (2010), en
consideración al docente integrador
como un generador de situaciones de
cambios sociales, expresa:
Es necesario que todos los
maestros aprendan medios valiosos
para desarrollar conductas creativas
en el aula, modificando los
procedimientos didácticos
tradicionales, promoviendo en el aula
un clima mejor, más adecuado y con
oportunidades mayores, para que el
niño pueda verdaderamente
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perseverar en la búsqueda constante
de soluciones creativas. (p.13).
Este planteamiento de Castañeda,
viene a sustentar lo fundamental de la
formación académica del docente de
educación integral, respecto a la
creatividad y a la heurística; puesto
que su función como docente integral
es compleja, hay un cúmulo de tareas
profesionales en la Educación Básica
que están reclamando cambios
educativos y sociales, tanto en la
formación integral del docente, como
en la genealogía ontológica de acto
pedagógico que desarrolla el docente
de educación integral en el contexto
de las escuelas básicas venezolanas.
De tal manera, que en la actualidad
la acción pedagógica del docente
integrador, no solamente debe
responder a las necesidades y
expectativas del momento que se vive,
sino también que vislumbre los
caminos posibles de un nuevo tiempo
educativo. Hoy se requiere de un
docente integral que responda a
ciertas características básicas, como
las que determina Díaz (2008),
cuando expresa:
Un educador debe poseer
características, actitudes,
conocimientos, autoestima, liderazgo
y controles de comportamientos
esenciales, que le permitan crear una
situación de aprendizaje total, ya que
cuando se adentra en el proceso
interactivo de enseñanza, suceden
dos cosas: Cada uno de los
estudiantes que se encuentran bajo su
tutela desarrollan su potencial
creativo, mientras que él mismo
descubre en el proceso de enseñanza,
un camino para su expresión creativa
y autorrealización (p.22).
Esto permite argumentar, que el
docente integrador debe actuar como
mediador entre la cultura, los actores
y el escenario; pues el enseñante
debe procurar que sus alumnos no
sólo aprendan conocimientos, sino
que básicamente aprendan a ser
personas en proceso de aprendizaje;
el que enseña hace algo para que el
otro aprenda, puesto que eso que
transmite brinda una ayuda al alumno,
para que éste se apropie de ese saber
que le enseña a aprender.
Ahora bien, hacer referencia al
proceso de formación integral del
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docente para el logro de una
integración y cohesión social de la
educación, en función del desarrollo
humano y de la comunidad en general,
invita a considerar una diversidad de
componentes académicos, que son
fundamentales durante el desarrollo
del proceso de formación.
Díaz y Mayz (2004) [Documento en
línea] expresan que:
Pensar en una formación educativa integral para poder promover en el educando aprendizajes integrales mediante la interacción comunitaria basada en el trabajo, la participación, la crítica, los deberes y derechos de los ciudadanos, constituyen la guía permanente de las acciones colectivas para la construcción de la cultura y la transformación social.
Este punto de vista permite visionar
que debe existir una interacción
fecunda entre el ser humano y la
cultura; por tanto, es necesario
abordar la formación del docente
integrador como un proceso recursivo
y dialógico, por medio del cual la
sociedad a través del proceso
educativo, forma el individuo tomando
como base la definición de un proyecto
de vida, en relación a las
potencialidades de la persona, a sus
expectativas sociales, la convivencia y
la diversidad cultural.
Ante esta reflexión que se ha hecho
sobre la formación del docente, Prieto
(2004) la alude desde la perspectiva
de la reflexión crítica, y señala:
Una formación docente que
promueva la práctica de la reflexión
crítica, funda el proceso de formación
en el análisis de los problemas
escolares; significa los contenidos
como productos históricos a
cuestionar a la luz de sus implicancias;
pues se suscribe la idea que la
escuela no es un terreno neutral, por
el contrario es una realidad cruzada
por factores sociales y culturales, de
conflictos y contradicciones. (p.11).
Cabe acotar entonces, que el
proceso formativo del docente debe
fundamentarse en la reflexión crítica
del conocimiento, como una vía para
la reconstrucción pedagógica y social
de su formación, tanto desde la
comprensión de la condición humana
como en el aspecto académico, esto
implica pensar en nuevos modos de
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explorarla y comprenderla, de acuerdo
a su formación académica exigida.
De acuerdo con el Consejo
Nacional de Universidades y a la
Oficina de Planificación del Sector
Universitario (2005), señalan que el
licenciado o el profesor en Educación
Integral desempeñará los roles de
facilitador de aprendizaje, orientador,
promotor social e investigador;
además, consideran que el profesional
de Educación Integral es un docente
que “domina los principios teóricos y
prácticos de los conocimientos, en los
que se inscriben los programas de la
primera y segunda etapa de
educación básica”. (p.114), hoy
conocida, tomando en cuenta a la
nueva Ley Orgánica de Educación
(2009), como Educación Primaria del
Subsistema de Educación Básica,
pues en el artículo 32 de la citada Ley
Orgánica de Educación, se establece
que:
La educación universitaria
profundiza el proceso de formación
integral y permanente de ciudadanos
críticos y ciudadanas críticas,
reflexivos o reflexivas, sensibles y
comprometidos o comprometidas,
social y éticamente con el desarrollo
del país, iniciado en los niveles
educativos precedentes… su finalidad
es formar profesionales e
investigadores o investigadoras de la
más alta calidad y ampliar su
permanente actualización y
mejoramiento, con el propósito de
establecer sólidos fundamentos que,
en lo humanístico, científico y
tecnológico, sean soportes para el
progreso autónomo, independiente y
soberano del país en todas las áreas.
(p.29).
Esta visión normativa permite
inferir, que la formación integral del
docente en estos tiempos de pos
modernización, constituye para las
instituciones del subsistema de
educación universitaria, un gran
desafío en cuanto a la formación del
profesional de educación integral,
pues dichas instituciones deben
introducir nuevos criterios de
formación humanística, científica y
tecnológica de la más alta calidad.
Significa entonces, que se debe
rediseñar los planes y programas de
estudio que en la actualidad se utilizan
para la formación integral del docente;
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por lo que se requiere de nuevas
perspectivas o paradigmas que
faciliten la aprehensión de nuevas
estrategias para su formación integral.
Sin embargo, Liston y Zeichner,
(2003) sostienen que: “un programa
de formación docente que forme en
serio el contexto de la escolarización,
hará que sus estudiantes examinen
las teorías actuales respecto a ese
contexto, estimulándolos a una
inspección reflexiva y la articulación
de sus creencias y concepciones
individuales”. (p.108)
Esto significa, que los contenidos
curriculares pueden variar en atención
a la formación integral del docente, y
las bases de la futura identidad del
profesional deben estar estructuradas
a partir de las experiencias vividas en
el contexto laboral del docente
integral; sobre todo, haciendo énfasis
en los valores éticos y en las actitudes
propias del ejercicio docente, donde
se puedan utilizar estrategias y
metodologías acorde con las
características del medio, en el cual va
a desarrollar su acción pedagógica.
Ante esta serie de consideraciones
que han sido planteadas en este
marco de análisis interpretativo y
argumentativo, desde una perspectiva
global, es importante mencionar que la
formación del docente integrador no
solo puede ser entendida como un
determinado objetivo, donde su fin
primordial esté dirigido a desarrollar
una capacidad o un talento; sino que
debe surgir desde un proceso
heurístico creador, enmarcado en un
constante desarrollo y progresión
académica de la formación integral del
docente que esté ganado para la
investigación, develando nuevas
verdades mediante la percepción
integradora del conocimiento,
tomando en cuenta la
multireferencialidad de la existencia
humana, dado que los cambios
producidos en la realidades humanas
hace que la ciencia esté sujeta a
revisión permanentes, por lo que
Balza y Noguera, (2009) consideran
que:
El docente debe tener complicidad con el conocimiento; ser no un docente dominador de contenidos, sino más bien un conocedor de donde se encuentra o se podría encontrar el conocimiento, basándose en una docencia
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problematizadora de la realidad, donde el recrear o reconstruir un concepto debe partir de un problema, una idea, o una propuesta crítica. (Pp.123-124)
Esta consideración implica, dada la
complejidad de la sociedad y la crisis
que se está viviendo en materia
educativa, que el docente integrador
deje de ser un receptor pasivo de los
avances científicos para convertirse
en una gente activo, crítico y creador
de conocimientos desde los espacios
de la escolaridad a través de la
integración de la docencia y la
investigación científica como requisito
indispensable para lograr los cambios
y las transformación de la sociedad
Esto induce, a que el profesional de
la docencia de educación integral,
también debe ser un agente de
cambio, un promotor crítico y creador
de conocimientos desde los espacios
de la escolaridad a través de la
integración de la docencia y la
investigación en la búsqueda de
fortalecer su formación académica y
responder a las demandas de la
población escolar en la cual trabaja,
adoptando nuevos preceptos
educativos orientados a la
aprehensión desde la complejidad del
conocimiento de los hechos, que
permitan abrir la posibilidad de
desarrollar lo que Morín (2003) llama
"un nuevo juego de pensamientos".
Es por ello, que el desarrollo del
proceso de integración de la docencia
con la investigación para el logro de
una enseñanza que sea de
comprensión y evaluación del mundo
real, le viene a dar sentido
pedagógico-académico al acto de
aprender como expresión emergente
para abordar una nueva concepción
epistemológica del pensamiento
complejo. Para Morín (2000, p.23)
"el pensamiento complejo está
animado por una tensión permanente
entre la aspiración a un saber no
parcelado, no dividido, no
reduccionista y el reconocimiento de lo
inacabado e incompleto de todo
conocimiento". Por tanto, el docente
integral del futuro deberá ser formado
superando la fragmentación de los
saberes, entendiendo al conocimiento
como la relación interdisciplinaria de
diferentes saberes y analizando la
realidad bajo una visión integradora
donde se encuentran y se transitan
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diferentes posiciones y puntos de
referencia.
Se trata entonces, que desde el
pensamiento complejo debe
plantearse un discurso centrado en la
formación de un docente integral para
una nueva práctica pedagógica,
donde el acto de enseñanza conduzca
a un saber social educativo útil, que
reivindique el proceso de la
interdependencia, donde lo interactivo
y lo interretroactivo en la relación
docente-contexto, tenga como base la
complejidad del mundo pedagógico, la
investigación y la acción sobre la
realidad constituida frente a una
realidad por constituir.
Además, desde una pedagogía
desde lo complejo, el docente integral
tiene que formarse y practicar valores
que vengan a romper con esa cultura
que aún concibe el proceso de
enseñanza-aprendizaje como un
simple intercambio de información, lo
cual genera un reto educativo que no
se define solamente en un modelo de
formación dirigido a una área
específica, sino que requiere de
prácticas pedagógicas sólidas,
autónomas y creativas para
trascender la simple adquisición de
conocimiento fragmentados y apostar
por una visión integradora de la
realidad.
En este orden de ideas, es preciso
apuntar que el proceso de formación
del docente integral, debe estar
orientado a formar más allá de límites
cerrados que no han permitido
transitar la relación educación-
sociedad, e impidiendo conocer o
navegar la realidad concreta acerca
de los modelos pedagógicos que se
anidan en el plano de la certidumbre y
del reduccionismo; por lo tanto, los
fundamentos epistemológicos para la
formación del docente integrador
deben definirse en relación con la
necesidad de los contenidos de los
escolares que puedan reflejar su
realidad compleja, en vista que el
alumno se educa con elementos
intrínsecos y extrínsecos a la escuela,
independientemente del área a la cual
pertenece.
Es por ello, la opción y forma de
aprendizaje que se acopla al tiempo y
necesidad del estudiante como lo es la
educación virtual la cual facilita el
manejo de la información y de los
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contenidos del tema que se desea
tratar y está mediada por las
tecnologías de la educación las TIC-
que proporcionan herramientas de
aprendizaje más estimulantes y
motivadoras que las tradicionales. Sin
embargo, este tipo de educación ha
sido muy utilizada por estudiantes y
profesores, además su importancia se
ha ido incrementando en los últimos
tiempos de manera acelerada, puesto
que esta educación es una
herramienta para incorporarnos al
mundo tecnológico que será lo que
próximamente predominará en la gran
mayoría de los centros educativos. A
través de ésta, además de la
evaluación del maestro o tutor,
también se evalúan conscientemente
los conocimientos.
Hoy es un tópico aceptado que la
tecnología es necesaria en los
procesos de enseñanza y aprendizaje.
Actualmente la educación virtual (e-
learning o educación en línea o
enseñanza en red), se ha vuelto
amigable y atractiva, lo que ha
supuesto una rápida penetración en
nuestras vidas cambiando nuestras
mentalidades, nuestras formas de
acceder al saber y de conocer. La
Educación virtual, ofrece a la escuela
un medio para extender sus recursos
didácticos más allá de los confines de
una área geográfica limitada, los
estudiantes tienen la oportunidad de
asistir a clases aun cuando ellos no se
encuentren en el salón, incluso
permite interactuar en tiempo real con
el instructor y otros estudiantes, es un
salón de clases virtual creando un
ambiente didáctico equitativo. Así
pues se enuncia que el objetivo
principal es: “El ligar interactivamente
estudiantes, instructores y contenido
didáctico separados por distancia y
tiempo”.
En lo concerniente, este tipo de
aprendizaje tanto el tutor y los
estudiantes juegan un rol muy
importante pues cabe destacar que
son ellos los que utilizan las nuevas
tecnologías de la información y la
comunicación que ofrecen diversidad
de medios y recursos para apoyar la
enseñanza; sin embargo no es la
tecnología disponible el factor que
debe determinar los modelos,
procedimientos, o estrategias
didácticas. La creación de ambientes
virtuales de aprendizaje debe
inspirarse en las mejores teorías de la
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psicología educativa y de la
pedagogía. El simple acceso a buenos
recursos no exime al docente de un
conocimiento riguroso de las
condiciones que rodean el
aprendizaje, o de una planeación
didáctica cuidadosa.
En fin, el diseño curricular para la
formación del docente integrador ante
los retos del futuro, lo debe constituir
el establecimiento de nuevas
relaciones permanentes con las
comunidades y las tecnologías, en las
cuales ejerce su rol de docentes,
entendidas éstas como estrategias
básicas de posibles alternativas para
su formación, pero también debe
entenderse como la perspectiva de
una pedagogía que no responde
únicamente a los problemas de la
escuela, sino que puede expandir su
práctica hasta el propósito de propiciar
que las comunidades sean activas en
la solución de sus propios problemas.
Visto de esta manera, una nueva
praxis pedagógica del docente
integrador, debe redimensionar la
acción educativa del docente, donde
sus aspectos académicos y la práctica
pedagógica estén dirigidos a la
búsqueda de una identificación ligada
a un proyecto transformativo de la
sociedad actual, en la cual el docente
no debe seguir practicando una
enseñanza unidimensional y centrada
en la certeza, puesto que todos los
saberes son construcciones que
deben incorporar elementos extra
escolares, propiciando la socio
investigación como aporte del
docente, los alumnos y la comunidad
en general lo cual necesitan de una
tecnología avanzada, ya que es un
recurso capaz de cumplir con el
manejo de diversidad de información a
altas velocidades. Las tecnologías de
la información y la comunicación, en
general, son necesarias porque son
las herramientas de trabajo educativas
que permiten de manera enfática
acceder a información mucho más
amplia. El ser humano logra organizar
y perfilar sus ideas y modos de
aprendizaje, conforme a los
fundamentos ontológicos de los
patrones de pensamiento para la
construcción del conocimiento a partir
de la realidad. Este conocimiento se
expresa, tanto por medio del lenguaje
en el contexto de la escuela como
espacio comunicacional, como a
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través de las múltiples
manifestaciones de los sistemas
culturales, los valores y la sabiduría
epocal de cada sociedad.
Es por ello, que uno de los más
grandes desafíos de la educación, y
de modo más específico de los
denominados modelos pedagógicos,
es el desarrollo de la actitud del ser
humano para contextualizar los
saberes de cada época y construir un
conjunto de significados, que permitan
darle sentido a la convivencia
humana. En efecto, en el marco de las
complejas relaciones ontogénicas
existentes entre educación,
pedagogía, cultura y sociedad, hoy
hace falta transitar hacia un
pensamiento educativo y pedagógico
ecologizante e integrador, aquel
según el cual Morín (1999), sitúa todo
acontecimiento, información o
conocimiento en una relación
inseparable con el medio cultural,
social, económico y, por supuesto,
natural ... “es aquel pensamiento que
incita a ver como el acontecimiento
modifica el contexto o como se le da
una luz diferente” (p. 27)
De esta manera, la formación
profesional del docente integrador
supone un proceso de indagación de
la realidad desde la investigación
educativa para el descubrimiento de
nuevas verdades en el contexto socio
comunitario donde cohabita la
escuela, pues, como lo refiere, Alanís
(2001) “si los profesionales de la
docencia han sido formados con base
a la repetición y la reproducción de
textos, no puede entonces, esperarse
que hayan propuestas de
transformación de los procesos
educativos” (p. 16).
La problemática asociada a la
formación profesional del docente
integrador, alude a que ésta se ha
concebido tradicionalmente desde una
perspectiva rígida, fragmentada y
descontextualizada del proceso de
autorrealización y del tejido
socioeconómico. Así lo deja ver
Montovani (2007), cuando apuntan
que “la raíz de todo esto está en el
hecho de que en las ciencias sociales
y humanas ha existido una tendencia
a asumir el sujeto tomando como
referencia de una forma explícita o
implícita el paradigma clásico
positivista” (p. 43).
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Sin embargo, es necesario
mencionar, que cada época, ciencia
y procesos sociales han dado y dan
una respuesta diferente a la formación
humana, la cual es un proceso
complejo que representa un desafío
para las concepciones
epistemológicas tradicionales. Esto
significa, que no es posible pensar la
formación profesional y humana del
docente integrador en el marco de
propuestas epistemológicas
unidimensionales, simplistas y
reduccionistas, por lo tanto, el
pensamiento complejo constituye una
perspectiva relevante para su re
conceptualización.
Precisamente, de acuerdo con los
fundamentos filosóficos y
pedagógicos de la Educación Básica
en Venezuela, en la actualidad se
requieren docentes con competencias
cognoscitivas que sólo las provee la
investigación y el pensamiento
complejo desde la autorreflexión y la
crítica, para la construcción y
reconstrucción del saber pedagógico,
y de este modo contribuir con el
desarrollo de las potencialidades del
educando, y básicamente con la
transformación de los procesos
educativos a este nivel.
De lo expuesto anteriormente se
deriva, que para educar la existencia
humana desde su
multidimensionalidad se requiere
pensar en una pedagogía integradora
desde el pensamiento complejo, lo
cual en opinión de Rodríguez (2005):
Es una expresión global, totalizadora, es decir, no asume el estudio de la ciencia pedagógica como expresión atomista, no se refiere en particular a sus elementos, factores, medios, etc., sino que su pretensión es construir una visión unificadora y unitaria del saber pedagógico, vincularlo con el hacer práctico y ubicar a ambos en una patente realidad (p. 56).
En efecto, al vincular la razón
teórica del conocimiento pedagógico,
con la razón praxeológica que lo
legitima, la pedagogía se erige como
una producción intelectiva relevante,
la cual surge de las complejas
relaciones ontológicas existentes
entre la escuela y sus vínculos con el
contexto comunitario. Es dentro de
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esta dinámica social donde se
revaloriza la pedagogía y el currículum
de la educación, pero además donde
se erige el docente integrador como
agente de cambio y transformación.
Pool (2001, p.41), plantea que
“el docente integrador debe ser
reflexivo, crítico, creador de ideas,
honesto y muy humilde, porque
ahora tendrá que salir con más
frecuencia de la escuela hacia el
entorno y estar más tiempo con la
comunidad”. De lo que se puede
deducir, que al docente durante su
formación debe apropiarse de los
conocimientos, las habilidades y
las destrezas requeridas, para
actuar en cada uno de los niveles
del subsistema de educación
básica.
Así mismo, hay que propiciar en
el docente de Educación Integral,
la adquisición de valores y
actitudes, en correspondencia con
las necesidades del medio
educativo en el cual se va a
desempeñar; pero al mismo
tiempo, se necesita que las
instituciones de educación
universitaria a través de su pensum
de estudio utilizado para la
formación integral del docente,
desarrollen y apliquen estrategias
metodológicas ajustadas a una
formación académica, cónsonas
con las transformaciones que se
persiguen en los escenarios socio
comunitarios.
Al respecto, Castañeda (2010),
en consideración al docente
integrador como un generador de
situaciones de cambios sociales,
expresa:
Es necesario que todos los maestros aprendan medios valiosos para desarrollar conductas creativas en el aula, modificando los procedimientos didácticos tradicionales, promoviendo en el aula un clima mejor, más adecuado y con oportunidades mayores, para que el niño pueda verdaderamente perseverar en la búsqueda constante de soluciones creativas. (p.13).
Este planteamiento de
Castañeda, viene a sustentar lo
fundamental de la formación
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académica del docente de
educación integral, respecto a la
creatividad y a la heurística; puesto
que su función como docente
integral es compleja, hay un
cúmulo de tareas profesionales en
la Educación Básica que están
reclamando cambios educativos y
sociales, tanto en la formación
integral del docente, como en la
genealogía ontológica de acto
pedagógico que desarrolla el
docente de educación integral en el
contexto de las escuelas básicas
venezolanas.
De tal manera, que en la
actualidad la acción pedagógica
del docente integrador, no
solamente debe responder a las
necesidades y expectativas del
momento que se vive, sino también
que vislumbre los caminos posibles
de un nuevo tiempo educativo. Hoy
se requiere de un docente integral
que responda a ciertas
características básicas, como las
que determina Díaz (2008), cuando
expresa:
Un educador debe poseer características, actitudes,
conocimientos, autoestima, liderazgo y controles de comportamientos esenciales, que le permitan crear una situación de aprendizaje total, ya que cuando se adentra en el proceso interactivo de enseñanza, suceden dos cosas: Cada uno de los estudiantes que se encuentran bajo su tutela desarrollan su potencial creativo, mientras que él mismo descubre en el proceso de enseñanza, un camino para su expresión creativa y autorrealización (p.22).
Esto permite argumentar, que el
docente integrador debe actuar
como mediador entre la cultura, los
actores y el escenario; pues el
enseñante debe procurar que sus
alumnos no sólo aprendan
conocimientos, sino que
básicamente aprendan a ser
personas en proceso de
aprendizaje; el que enseña hace
algo para que el otro aprenda,
puesto que eso que transmite
brinda una ayuda al alumno, para
que éste se apropie de ese saber
que le enseña a aprender.
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Ahora bien, hacer referencia al
proceso de formación integral del
docente para el logro de una
integración y cohesión social de la
educación, en función del
desarrollo humano y de la
comunidad en general, invita a
considerar una diversidad de
componentes académicos, que son
fundamentales durante el
desarrollo del proceso de
formación.
Díaz y Mayz (2004) [Documento en línea] expresan que:
Pensar en una formación educativa integral para poder promover en el educando aprendizajes integrales mediante la interacción comunitaria basada en el trabajo, la participación, la crítica, los deberes y derechos de los ciudadanos, constituyen la guía permanente de las acciones colectivas para la construcción de la cultura y la transformación social.
Este punto de vista permite
visionar que debe existir una
interacción fecunda entre el ser
humano y la cultura; por tanto, es
necesario abordar la formación del
docente integrador como un
proceso recursivo y dialógico, por
medio del cual la sociedad a través
del proceso educativo, forma el
individuo tomando como base la
definición de un proyecto de vida,
en relación a las potencialidades
de la persona, a sus expectativas
sociales, la convivencia y la
diversidad cultural.
Ante esta reflexión que se ha
hecho sobre la formación del
docente, Prieto (2004) la alude
desde la perspectiva de la reflexión
crítica, y señala:
Una formación docente que promueva la práctica de la reflexión crítica, funda el proceso de formación en el análisis de los problemas escolares; significa los contenidos como productos históricos a cuestionar a la luz de sus implicancias; pues se suscribe la idea que la escuela no es un terreno neutral, por el contrario es una realidad cruzada por factores sociales y culturales, de conflictos y contradicciones. (p.11).
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Cabe acotar entonces, que el
proceso formativo del docente
debe fundamentarse en la reflexión
crítica del conocimiento, como una
vía para la reconstrucción
pedagógica y social de su
formación, tanto desde la
comprensión de la condición
humana como en el aspecto
académico, esto implica pensar en
nuevos modos de explorarla y
comprenderla, de acuerdo a su
formación académica exigida.
De acuerdo con el Consejo
Nacional de Universidades y a la
Oficina de Planificación del Sector
Universitario (2005), señalan que
el licenciado o el profesor en
Educación Integral desempeñará
los roles de facilitador de
aprendizaje, orientador, promotor
social e investigador; además,
consideran que el profesional de
Educación Integral es un docente
que “domina los principios teóricos
y prácticos de los conocimientos,
en los que se inscriben los
programas de la primera y segunda
etapa de educación básica”.
(p.114), hoy conocida, tomando en
cuenta a la nueva Ley Orgánica de
Educación (2009), como Educación
Primaria del Subsistema de
Educación Básica, pues en el
artículo 32 de la citada Ley
Orgánica de Educación, se
establece que:
La educación universitaria profundiza el proceso de formación integral y permanente de ciudadanos críticos y ciudadanas críticas, reflexivos o reflexivas, sensibles y comprometidos o comprometidas, social y éticamente con el desarrollo del país, iniciado en los niveles educativos precedentes… su finalidad es formar profesionales e investigadores o investigadoras de la más alta calidad y ampliar su permanente actualización y mejoramiento, con el propósito de establecer sólidos fundamentos que, en lo humanístico, científico y tecnológico, sean soportes para el progreso autónomo, independiente y soberano del país en todas las áreas. (p.29).
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Esta visión normativa permite
inferir, que la formación integral del
docente en estos tiempos de pos
modernización, constituye para las
instituciones del subsistema de
educación universitaria, un gran
desafío en cuanto a la formación
del profesional de educación
integral, pues dichas instituciones
deben introducir nuevos criterios
de formación humanística,
científica y tecnológica de la más
alta calidad.
Significa entonces, que se
debe rediseñar los planes y
programas de estudio que en la
actualidad se utilizan para la
formación integral del docente; por
lo que se requiere de nuevas
perspectivas o paradigmas que
faciliten la aprehensión de nuevas
estrategias para su formación
integral.
Sin embargo, Liston y Zeichner,
(2003) sostienen que: “un
programa de formación docente
que forme en serio el contexto de
la escolarización, hará que sus
estudiantes examinen las teorías
actuales respecto a ese contexto,
estimulándolos a una inspección
reflexiva y la articulación de sus
creencias y concepciones
individuales”. (p.108)
Esto significa, que los
contenidos curriculares pueden
variar en atención a la formación
integral del docente, y las bases de
la futura identidad del profesional
deben estar estructuradas a partir
de las experiencias vividas en el
contexto laboral del docente
integral; sobre todo, haciendo
énfasis en los valores éticos y en
las actitudes propias del ejercicio
docente, donde se puedan utilizar
estrategias y metodologías acorde
con las características del medio,
en el cual va a desarrollar su acción
pedagógica.
Ante esta serie de
consideraciones que han sido
planteadas en este marco de
análisis interpretativo y
argumentativo, desde una
perspectiva global, es importante
mencionar que la formación del
docente integrador no solo puede
ser entendida como un
determinado objetivo, donde su fin
primordial esté dirigido a
desarrollar una capacidad o un
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talento; sino que debe surgir desde
un proceso heurístico creador,
enmarcado en un constante
desarrollo y progresión académica
de la formación integral del
docente que esté ganado para la
investigación, develando nuevas
verdades mediante la percepción
integradora del conocimiento,
tomando en cuenta la
multireferencialidad de la
existencia humana, dado que los
cambios producidos en la
realidades humanas hace que la
ciencia esté sujeta a revisión
permanentes, por lo que Balza y
Noguera, (2009) consideran que:
El docente debe tener complicidad con el conocimiento; ser no un docente dominador de contenidos, sino más bien un conocedor de donde se encuentra o se podría encontrar el conocimiento, basándose en una docencia problematizadora de la realidad, donde el recrear o reconstruir un concepto debe partir de un problema, una idea, o una propuesta crítica. (Pp.123-124)
Esta consideración implica,
dada la complejidad de la sociedad
y la crisis que se está viviendo en
materia educativa, que el docente
integrador deje de ser un receptor
pasivo de los avances científicos
para convertirse en una gente
activo, crítico y creador de
conocimientos desde los espacios
de la escolaridad a través de la
integración de la docencia y la
investigación científica como
requisito indispensable para lograr
los cambios y las transformación
de la sociedad
Esto induce, a que el
profesional de la docencia de
educación integral
también debe ser un agente de
cambio, un promotor crítico y
creador de conocimientos desde
los espacios de la escolaridad a
través de la integración de la
docencia y la investigación en la
búsqueda de fortalecer su
formación académica y responder
a las demandas de la población
escolar en la cual trabaja,
adoptando nuevos preceptos
educativos orientados a la
aprehensión desde la complejidad
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del conocimiento de los hechos,
que permitan abrir la posibilidad de
desarrollar lo que Morín (2003)
llama "un nuevo juego de
pensamientos".
Es por ello, que el desarrollo del
proceso de integración de la
docencia con la investigación para
el logro de una enseñanza que sea
de comprensión y evaluación del
mundo real, le viene a dar sentido
pedagógico-académico al acto de
aprender como expresión
emergente para abordar una
nueva concepción epistemológica
del pensamiento complejo. Para
Morín (2000, p.23) "el pensamiento
complejo está animado por una
tensión permanente entre la
aspiración a un saber no
parcelado, no dividido, no
reduccionista y el reconocimiento
de lo inacabado e incompleto de
todo conocimiento". Por tanto, el
docente integral del futuro deberá
ser formado superando la
fragmentación de los saberes,
entendiendo al conocimiento como
la relación interdisciplinaria de
diferentes saberes y analizando la
realidad bajo una visión
integradora donde se encuentran y
se transitan diferentes posiciones y
puntos de referencia.
Se trata entonces, que desde el
pensamiento complejo debe
plantearse un discurso centrado en
la formación de un docente integral
para una nueva práctica
pedagógica, donde el acto de
enseñanza conduzca a un saber
social educativo útil, que
reivindique el proceso de la
interdependencia, donde lo
interactivo y lo interretroactivo en
la relación docente-contexto, tenga
como base la complejidad del
mundo pedagógico, la
investigación y la acción sobre la
realidad constituida frente a una
realidad por constituir.
Además, desde una pedagogía
desde lo complejo, el docente
integral tiene que formarse y
practicar valores que vengan a
romper con esa cultura que aún
concibe el proceso de enseñanza-
aprendizaje como un simple
intercambio de información, lo cual
genera un reto educativo que no se
define solamente en un modelo de
formación dirigido a una área
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específica, sino que requiere de
prácticas pedagógicas sólidas,
autónomas y creativas para
trascender la simple adquisición de
conocimiento fragmentados y
apostar por una visión integradora
de la realidad.
En este orden de ideas, es
preciso apuntar que el proceso de
formación del docente integral,
debe estar orientado a formar más
allá de límites cerrados que no han
permitido transitar la relación
educación-sociedad, e impidiendo
conocer o navegar la realidad
concreta acerca de los modelos
pedagógicos que se anidan en el
plano de la certidumbre y del
reduccionismo; por lo tanto, los
fundamentos epistemológicos para
la formación del docente integrador
deben definirse en relación con la
necesidad de los contenidos de los
escolares que puedan reflejar su
realidad compleja, en vista que el
alumno se educa con elementos
intrínsecos y extrínsecos a la
escuela, independientemente del
área a la cual pertenece.
Es por ello, la opción y forma de
aprendizaje que se acopla al tiempo y
necesidad del estudiante como lo es la
educación virtual la cual facilita el
manejo de la información y de los
contenidos del tema que se desea
tratar y está mediada por las
tecnologías de la educación las TIC-
que proporcionan herramientas de
aprendizaje más estimulantes y
motivadoras que las tradicionales. Sin
embargo, este tipo de educación ha
sido muy utilizada por estudiantes y
profesores, además su importancia se
ha ido incrementando en los últimos
tiempos de manera acelerada, puesto
que esta educación es una
herramienta para incorporarnos al
mundo tecnológico que será lo que
próximamente predominará en la gran
mayoría de los centros educativos. A
través de ésta, además de la
evaluación del maestro o tutor,
también se evalúan conscientemente
los conocimientos.
Hoy es un tópico aceptado que la
tecnología es necesaria en los
procesos de enseñanza y aprendizaje.
Actualmente la educación virtual (e-
learning o educación en línea o
enseñanza en red), se ha vuelto
amigable y atractiva, lo que ha
supuesto una rápida penetración en
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nuestras vidas cambiando nuestras
mentalidades, nuestras formas de
acceder al saber y de conocer. La
Educación virtual, ofrece a la escuela
un medio para extender sus recursos
didácticos más allá de los confines de
una área geográfica limitada, los
estudiantes tienen la oportunidad de
asistir a clases aun cuando ellos no se
encuentren en el salón, incluso
permite interactuar en tiempo real con
el instructor y otros estudiantes, es un
salón de clases virtual creando un
ambiente didáctico equitativo. Así
pues se enuncia que el objetivo
principal es: “El ligar interactivamente
estudiantes, instructores y contenido
didáctico separados por distancia y
tiempo”.
En lo concerniente, este tipo de
aprendizaje tanto el tutor y los
estudiantes juegan un rol muy
importante pues cabe destacar que
son ellos los que utilizan las nuevas
tecnologías de la información y la
comunicación que ofrecen diversidad
de medios y recursos para apoyar la
enseñanza; sin embargo no es la
tecnología disponible el factor que
debe determinar los modelos,
procedimientos, o estrategias
didácticas. La creación de ambientes
virtuales de aprendizaje debe
inspirarse en las mejores teorías de la
psicología educativa y de la
pedagogía. El simple acceso a buenos
recursos no exime al docente de un
conocimiento riguroso de las
condiciones que rodean el
aprendizaje, o de una planeación
didáctica cuidadosa.
En fin, el diseño curricular
para la formación del docente
integrador ante los retos del futuro,
lo debe constituir el
establecimiento de nuevas
relaciones permanentes con las
comunidades y las tecnologías, en
las cuales ejerce su rol de
docentes, entendidas éstas como
estrategias básicas de posibles
alternativas para su formación,
pero también debe entenderse
como la perspectiva de una
pedagogía que no responde
únicamente a los problemas de la
escuela, sino que puede expandir
su práctica hasta el propósito de
propiciar que las comunidades sean
activas en la solución de sus
propios problemas.
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Visto de esta manera, una nueva
praxis pedagógica del docente
integrador, debe redimensionar la
acción educativa del docente,
donde sus aspectos académicos y
la práctica pedagógica estén
dirigidos a la búsqueda de una
identificación ligada a un proyecto
transformativo de la sociedad
actual, en la cual el docente no
debe seguir practicando una
enseñanza unidimensional y
centrada en la certeza, puesto que
todos los saberes son
construcciones que deben
incorporar elementos extra
escolares, propiciando la socio
investigación como aporte del
docente, los alumnos y la
comunidad en general lo cual
necesitan de una tecnología
avanzada, ya que es un recurso
capaz de cumplir con el manejo de
diversidad de información a altas
velocidades. Las tecnologías de la
información y la comunicación, en
general, son necesarias porque son
las herramientas de trabajo educativas
que permiten de manera enfática
acceder a información mucho más
amplia.
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