placetas y miradores en el albaycín

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Placetas y miradores del Albaycin- PLACETAS Y Mir a dor e s de l a LBAYZÍN Manuel J. Anguita Castillo Portada del libro 1

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Placetas y miradores del Albaycin-

PLACETAS Y Mir a do r e s de l

a LBAYZÍN

Manuel J. Anguita Castillo

Portada del libro

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placetas y Miradores del Albaycín

Vista del Albaycín desde la Churra

Manuel Jesús Anguita Castillo

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Placetas y miradores del Albaycin-

En el Albaycín cada placeta es como un milagro

Manuel J. Anguita Castillo.

TITULO: Placetas y Miradores del Albaycín

AUTOR: Manuel Jesús Anguita Castillo

EDITA: Autor

IMPRIME: Fotocopias La Gioconda

DEPOSITO LEGAL: GR 2174-2008

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Placetas y miradores del Albaycin-

A modo de introducción

En este ramillete de fotografías recientes del Albaycín he procurado representar el estado actual del barrio, con sus luces y sus sombras, sus maravillosas vistas, los deplorables estacionamientos de coches , y lo inadmisible, que ha llegado de la mano de un puñado de descerebrados para convertir sus paredes, en la exposición permanente del mal gusto del “grafite”, sin que al parecer nadie impida esta calamidad, que se deja sentir por el mundo entero, pero que en barrios que son “Patrimonio de la Humanidad” son delito contra la propia Humanidad. Al margen de estas sombras, y para dicha de los humanos ojos, está el deslumbrante paisaje que se nos presenta de improviso, al desembocar en cualquier placeta o mirador; otras veces es la luz acuñada en la verticalidad de un estrecho callejón, la que nos deja maravillados, al contemplar al fondo la cuadrada arquitectura de alguna torre alhambreña. Por todo ello hay que cerrar los ojos a lo malo y abrirlos a lo imperecedero, que es la suma belleza contenida en el perímetro del barrio, que desciende desde las alturas del Cerro de San Miguel, hasta que se une mansamente con el resto de la ciudad por la calle de Elvira. Este entramado de calles, huertos, placetas y miradores fue creado por la naturaleza, con la ayuda del hombre a lo largo de los siglos, y debemos amarlo y respetarlo.

Manuel Jesús Anguita Castillo.

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Plaza Larga en el Albaycín. Color, olor y sabor

Plaza Larga años 60

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De entrada nos situamos en el corazón del Albaycín, en Plaza Larga, plaza de modestas proporciones, pero guapa como ella sola. . Por las mañanas tiene aspecto de zoco árabe, pues allí se establecen los puestos de frutas y verduras, y se escucha el musical sonido de los antiguos pregones, pregones de toda la vida, y que cantó maravillosamente Manuel Benítez Carrasco, Una floristería situada bajo los restos de la antigua muralla, vuelca cada mañana en la plaza su fragante mercancía multicolor. Compradores y curiosos ojean las mercancías. En el antiquísimo café del “Pasteles” entra y sale la gente a desayunar sin prisas mientras al fila de las una, acuden los habituales, casi siempre jubilados, al bar. Aixa en el lateral derecho de la plaza, para tomar su vino o cerveza con su buena tapa. Paran embriagarse con el espíritu del Albaycín hay que partir de Plaza Larga, y luego perderse entre callejas y placetas evocadoras de ayer.

Placeta y Arco de las Pesas

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Salida del Arco de las Pesas por la placeta de las Minas

Vista de la placeta de las Minas a finales del siglo XX

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Pasamos el Arco de las Pesas, para salir a placeta de las Minas, casi calle, siempre con sus balcones engalanados con el colorido de sus tiestos de flores. A mano izquierda del arco nos encontramos el callejón de San Cecilio. Embutido materialmente en los restos de la muralla árabe, existe una capilla en honor de San Cecilio de principio del siglo XX. Unas viviendas arruinadas, ofrecen una imagen triste y poco edificante del Albaycín, ya que sus puertas cerradas con candados, dejan ver entre las rendijas, lo que en otro tiempo fueron “corrales de vecinos” ejemplo de fraternidad, han quedado como mudos testigos de la historia del barrio.

Hornacina con la imagen de San Cecilio, en dicho callejón

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Siguiendo este callejón desembocamos en la placeta Cementerio de San Nicolás, ocupada por terrazas de restaurantes. Con el aljibe de San Nicolás casi incrustado en dicha placeta, entre los muros trasero e izquierdo de la iglesia; ha sido trasladado el pilar, que durante muchos años ocupó la boca del aljibe, quitando la sed a los visitantes del lugar.

Plaza Cementerio de San Nicolás, siempre acogedora en sus terrazas

Ya de lleno en el mirador de San Nicolás, podemos entender la locura que tuvo un ciudadano norteamericano, con domicilio en una gran mansión pintada de blanco, en la ciudad norteamericana de Washington, que contemplando un ocaso acompañado de su esposa, dijo, quiero volver a Granada, para ver la más hermosa puesta de sol, y volvió. Su nombre era Bill Clinton, y de profesión Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica

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Iglesia y aljibe de S Nicolás, en el más hermoso mirador del Mundo.

Aquí, millones de turistas de todo el mundo se han quedado boquiabiertos, creyendo estar inmersos en un cuento de las Mil y una Noches. Frente por frente, en lo alto de la colina de la Assabica se puede contemplar la silueta mágica de un palacio encantado, entre almenas y torres cuadradas que tiene por nombre, la Alhambra y que al oscurecer, parece flotar en el espacio.

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Dos maravillosas imágenes del Mirador de San Nicolás

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Mezquita Mayor de Granada, situada en el mirador de San Nicolás

Desde hace muy pocos años, este maravilloso lugar es compartido por la religión musulmana, que ha levantado este espléndido edificio, a escasos metros de los muros de la Iglesia de San Nicolás, su modesto jardín, goza de un imponente mirador situado sobre la Cuesta de las Cabras, medianería con el Convento de las Tomasas, propiedad de la comunidad musulmana, que no obstante permanece abierto a todos los visitantes, sin distinción de creencias religiosas. Durante las horas del día, el mirador de S. Nicolás, está lleno de turistas, gitanas vendedoras de castañuelas, tocaores de guitarra flamenca, halconeros con sus halcones, pedigüeños y ancianos de la vecindad, con la mirada perdida en la lejanía, no se sabe muy bien, si mirando hacía la arruinada Vega de Granada, o hacia sus años juveniles.

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Casa del cantaor E. Morente en el Mirador de San Nicolás

Asomados al mirador contemplamos el complejo entramado de callejüelas, palacios, conventos, iglesias y destacando al fondo el Tajo de San Pedro, con su hachazo certero a los pies de la Torre del Homenaje. Arriba la Alhambra, majestuosa, y a la vez cercana para todos los granadinos, se alza entre el verde follaje que cubre sus pies, como un castillo etéreo, donde habita la fantasía. Junto al cauce del Darro, la Iglesia de San Pedro le da un recorte torero al río que lleva oro a la mar, se lo ciñe a la cintura, y le manda que bese los pies de la Alhambra. El murmullo del transitar de las gentes por el Paseo de los Tristes, no se siente, pero se adivina. La tarde va cayendo y unas nubecitas blancas como de algodón, que merodean por encima de “Montevive” y se sonrojan ante el último requiebro del astro rey.

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A poco comienza a encenderse las luces de las casas, y en algunas estancias del antiguo palacio encantado también se encienden pequeñas luces ,para el servicio del personal empleado, que ya abandona su trabajo, entonces se dibujan algunas siluetas al transitar por las estancias, y el palacio Nazarí queda como hechizado, en una atmósfera casi irreal. Es el momento en que los muchos curiosos, visitantes y turistas, que se solazan en el fantástico ambiente, sienten algo inexplicable en el estómago, que le sube hacia arriba y se aloja en su garganta, porque intuyen que están viendo algo irrepetible en el siglo XXI. Después, llega la hora de la modernidad no siempre favorecedora, porque rompe encantos apenas vislumbrados, entonces se encienden los focos que desde el bosque de la Alhambra iluminan los altos torreones, es una luz verbenera, y muchas personas faltas de sensibilidad exclaman admiradas, por el colorido artificial. Yo siento con mi criterio personal o tal vez con una sensibilidad de viejo granaíno, que la fantasía y la magia que encierra el monumento, se pierde con esta iluminación, ya que su misterio se agranda a la luz de las estrellas o de la luna. Entre la Mezquita y una casa que hay en lateral izquierdo del mirador, se desliza la cuesta de las Cabras. Descendemos por ella y nos encontramos a la entrada o salida, según se mire, de la cuesta de las Tomasas, frente a esta se repite el milagro de la belleza paisajística, por debajo y a mano izquierda, en una placetilla se encuentra el minúsculo aljibe de los Negros.

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Placeta de San Nicolás, con otro fantástico mirador

. Sobre el aljibe de las Tomasas, la cuesta de las Cabras

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Para la mayoría de los visitantes del Albaycín, el mirador de San Nicolás es la placeta del mismo nombre, no siendo así, ya que aunque está muy cerca, hay que entrar por el callejón de las Campanas situado en la placeta Cementerio de San Nicolás, tan solo a unos pasos a la espalda del aljibe de San Nicolás. Esta placeta y mirador está a unos cincuenta metros de la entrada del callejón dando cara a Poniente, allí tiene la fachada principal el grupo escolar Gómez Moreno. Pese a la enorme panorámica, que puede contemplarse desde el mirador de esta placeta, está condenado a servir de cochera a una gran cantidad de coches, de tal forma, que es casi imposible el poder acercarse a dicho mirador, el cual estando tan cerca del de San Nicolás, apenas es conocido por los turistas e incluso por la mayoría de los granadinos

Calle de la Atarazana Vivienda del cantaor Enrique Morente

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Cuesta de las Cabras

Hace tan solo muy pocos años, esta cuesta era poco menos que intransitable, dado que era simple cuesta de tierra y sin escalones. Por aquí se puede llegar al mirador de San Nicolás, a partir del convento de las Tomasas, en el carril del mismo nombre.

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Aljibe de las Tomasas, bajo la cuesta de las Cabras

Este viejo aljibe del siglo XIII, era el segundo en cuanto a la cantidad de agua que podía almacenar; al mismo tiempo era uno de los más animados, por las charlas de las vecinas cuando sacaban el agua, estando situado bajo la cuesta de las Cabras.

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Vista desde la puerta del cantaor Morente

Aljibe de los Negros, en la cuesta de las Tomasas

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Cuesta de las Tomasas, en el suelo el minúsculo aljibe de los Negros

Todo el encanto de la construcción asimétrica del viejo barrio, queda de manifiesto en la complicada estructura de la Cuesta de las Tomasas, ya que se sitúa en cuatro planos diferentes, y se remata con el minúsculo aljibe que figura en la micro placeta de la parte izquierda de la foto

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Carmen del Aljibe del Rey, mirador de privilegio

Interior del carmen

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Placeta del Cristo de las Azucenas

Siguiendo cierto orden por la importancia de las plazas o miradores, emprendemos el camino hacia la plaza de San Miguel. Pero antes llegamos al Carmen del Aljibe del Rey, situado en la placeta del Cristo de las Azucenas con un imponente mirador. Hoy ha sido restaurado a fondo, y en él se ha instalado el “Centro de la Interpretación del Agua”, en donde podemos adentrarnos en los antiguos sistemas de abastecimiento del agua a Granada. A continuación del citado carmen y solamente separado de él por el estrecho callejón de las Monjas, ha sido construido últimamente un nuevo parque mirador, en el antiguo huerto del Carlos, respetando algunos restos arqueológicos. En el subsuelo se ha construido un aparcamiento, encima se encuentra la hermosa anchura del nuevo parque

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flanqueado a su izquierda por la calle del Pilar Seco, desde la esquina de la placeta del Cristo de las Azucenas, hasta el Camino nuevo de San Nicolás Allí nos encontramos la hermosa plaza, con numerosos asientos y una panorámica espléndida; plaza para ser disfrutada por las familias en las noches veraniegas, si no tuviera la pega, de los muchos adictos a las drogas y al alcohol, que suelen posesionarse de ella.

Una bella perspectiva del nuevo parque albaycinero

Al fondo del parque se puede apreciar el restaurado carmen del aljibe del Rey, actual Centro de interpretación del Agua, y en el lateral de la derecha la calle del Pilar Seco. Desde aquí mis pasos me llevan a entrar en el callejón del Arco de las Monjas, y recomiendo a posibles visitantes del Albaycín, a que sigan mi

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recorrido desde la esquina del Aljibe del Rey, enclavada en la placeta del Cristo de las Azucenas, y si va en compañía numerosa mejor: Entremos por el callejón , y sentirá una de las mayores emociones que se pueden sentir. Allí se encuentra el famoso “Ladrón del Agua” o Arco de las Monjas” es un estrechísimo callejón flanqueado por los altos tapiales del convento de Santa Isabel la Real y los antiguos del Palacio de Dar al-Horra, o Casa de la Honesta, palacio que perteneció a la Sultana Aixa, madre de Boabdil, el paraje no puede ser más sombrío, al tiempo que extremadamente melancólico. Si hay suerte se puede entrar en el citado palacio, y recorrer sus instalaciones desaprovechadas, y subir hasta el aposento más alto, para desde el alfeizar del mirador del más puro arte árabe, podemos admirar la ladera izquierda de la cuesta de la Alhacaba, con sus encantadores cármenes y rematando por la airosa torre de la Iglesia de San Cristóbal, .esto con suerte de no romperse la cabeza al bajar del altísimo alfeizar

Tapiales en el callejón de las Monjas, al fondo San Cristóbal

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El Arco de las Monjas a principios del siglo XX El Arco del Agua, tiene otro nombre de cuando las aguas eran escasas en el Albaycín, y le nombraban “el ladrón del agua” romántico, melancólico, paisajístico, también tiene su historía tétrica, una mañana de cuando mandaba en Granada, el General Sebastianini, apareciero ahorcados del arco varios granadinos, pero a su pesar es romántico.

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Bellísimo aspecto de la parte baja del palacio

Aunque el lugar es harto difícil de subir, el bajar de la torre, se hace aún más difícil, puesto que los últimos peldaños que dan acceso a la misma, tienen más o menos la altura de una silla, careciendo por completo de algún tipo de pasamanos u otra medida de seguridad, que permita descender con cierta facilidad.

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El lugar es el más idóneo para recordar los Cuentos de la Alhambra, ya que por su altura solo es visitado por vencejos y golondrinas, allí transcurrieron las horas amargas de la Sultana Aixa al Horra, al ser repudiada por su marido, Muley Hacén para unirse a la cristiana cautiva Isabel de Solís.De su severa soledad le sobrevino el sobrenombre de “La Honesta”

Las callejuelas se apiñan bajo la Iglesia de San Cristóbal.

La foto está tomada desde el más alto ventanal del Palacio de Dar la Horra, allí me encontré con los vencejos del mes de junio volando bajo de mis pies. Proseguimos nuestro paseo y pronto entramos en la placeta de San Miguel el Bajo, sintiendo pena al ver lo desastrosa que puede ser una urbanización inadecuada

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en estos lugares singulares, puesto que el suelo de la placeta , ha sido convertido en un apretado pavimento de cemento con doble rasante, dejando una estrecha calzada para los vehículos, con lo cual la simetría de la plaza. queda dividida en dos El lateral derecho dirección Carril de la Lona, ha sido ocupado materialmente por las terrazas de dos establecimientos de restauración, en el ángulo de la izquierda hace pocos años, se ha instalado la Cruz con el Cristo de las Azucenas, rodeada por una leve verja de hierro. El Crucificado sufrió la enconada, absurda y vandálica actuación de grupos extremistas, en los agitados años de la segunda república, y después fue sometido a una horrible restauración, ya que su poco agraciada escultura, fue reconstruida colocándole varias grapas de hierro, que se dejan ver de forma descarnada, y yo me pregunto ¿Impericia o acusación?

Un bello rincón del Carmen del aljibe del Rey

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Placeta de San Miguel el Bajo. 2006

Placeta de San Miguel, Cristo de las Azucenas

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Otra perspectiva de la placeta de San Miguel el Bajo

Dirección a la ciudad y en el extremo de su ángulo derecho quedan algunos restos de lo que fue en tiempo de los árabes, Palacio del Gallo,, tras la expulsión de estos, se llamó Casa de la Lona, por convertirse dicho edificio en telar donde se confeccionaban lonas para los barcos. Durante el último siglo, fue casa de vecinos, llegando a albergar a más de ochenta familias, con los servicio comunes. Desde la placeta de San Miguel, nos asomamos el carril de la Lona, y al llegar a la esquina con la Cruz de Quirós, quedamos cegados por el incomparable panorama que surge bajo nosotros; la ciudad se ofrece como un inmenso jarrón. Casi a nuestros pies aparece la airosa silueta mudéjar de la torre de San Andrés,

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acompañada muy de cerca por la inmensa mole de la Puerta de Elvira coronada de almenas defensivas, y destacando su color rojizo. A continuación la remozada ciudad, llena de altos y poco agraciados edificios. El monstruoso camino de ronda, concebido como camino para evitar el paso de los carros pesados por la GranVía, comenzado a proyectarse hacia 1912, he inaugurado en abril de 1939 en su parte hasta el Puente Cristiano. Pocos años después se convertiría en “La Redonda”, almacén de miles de personas que llegaron a Granada, para cambiar su vida de agricultores, por la los servicios o la enseñanza Al fondo la Vega de Granada, que a pesar de estar tan maltratada todavía, desprende un poco de aquel sabor que tuviera en sus mejores años, cuando era despensa de Granada, y una huerta famosa por ser la más feraz de España.; en ella se sentía cada noche gemir a la Campana de la Vela. dando sus toques para ordenar los riegos de la Acequia Gorda.. En la lejanía un cinturón de pueblos convertidos en (Ciudades dormitorios) los nombres nos traen recuerdos de su inolvidable historia. Santa Fe, donde se alumbró el nuevo Mundo, Atarfe, antigua Ilibiris, Pinos Puente, el reencuentro con Colón; sobre el moderno pueblo de Gabia, el tullido Montevive, casi devorado por la extracción del “Estroncio”,más lejos la Sierra de Alhama, la Almijara, con las heladas cumbres brillando al sol de enero. Y el trajín de la ciudad con su incesante circulación, sus ruidos. ¡Que placer verlo desde aquí, sin sentir sus constantes molestias!

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Panorámica desde el Carril de la Lona

Casa de la Lona años 1926

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Durante muchos años la Casa de la Lona fue referente granadino del hacinamiento humano, la miseria en las familias más modestas y la humilde resignación de sus cientos de habitantes, que tenían que compartir, desde la letrina a la pila del lavadero les unía. Al igual que cuando aprieta el frío, el ganado se junta en una piña para protegerse, igual convivían los vecinos, siempre con las puertas abiertas, sin miedo a que les robasen, más bien con el convencimiento de que si les hacía falta que alguien echara un vistazo al puchero que hervía en la pobre cocina de carbón, siempre encontraría a quien estuviera dispuesta. Allí apenas si se originaban disputas, estas más bien se producían en el seno interior del hogar, principalmente debido a las frecuentes borracheras del cabeza de familia, con la consiguiente merma del mísero jornal que ganaba, y que naturalmente debiera entregar en casa para poder medio comer. En este enorme caserón, vi en mis lejanos años juveniles una pincelada de la miseria que reinaba en España, aunque hay que dejar constancia, de que no era privativo solamente de la Casa de la Lona, también en el resto del Albaycín y algún otro barrio creo que se daba esta pintoresca y triste circunstancia, conocida en aquel tiempo, como la “Sustanciaora”. Esta mujer llegaba cada mañana a primeras horas, cargada con un cesto de palma y dentro del mismo tres blancas talegas de lienzo, conteniendo cada una un gran codillo de jamón. Entonces se situaba en medio del patio y casi salmodiaba su pregón diciendo ¡Niñas, quién va a poner puchero, que hoy traigo los codillos recién cortaos! Entonces salían las vecinas que tenían puesto

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el puchero, y por treinta céntimos de peseta, se daban la satisfacción de introducir aquel codillo en su olla y tenerlo hirviendo durante media hora: después volvía a ser recogido por la Sustanciaora, que seguía visitando a nuevas clientes a fin de llevarles la sustancia del jamón por tan solo treinta céntimos. Antes de comenzar nuestro descenso del maravilloso barrio, volvamos hacia la calle Santa Isabel la Real y a través de su hermoso y antiguo portón, nos adentramos en el silencioso y melancólico atrio o compás, que de las dos formas se le denomina. Allí contemplamos la maravillosa portada de la Iglesia del Convento en estilo plateresco, con el yugo y las flechas del escudo de los Reyes Católicos, en su lateral izquierdo la airosa torre recientemente restaurada, con su campanil conventual en lo más alto. Yo creo que en subiendo al Albaycín, es pecado imperdonable el no visitar esta parte visible del convento de clausura.

Portada de entrada al compás de Santa Isabel la Real

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Iglesia conventual de Santa Isabel la Real

El alegre campanil tiene un sonido argentífero, en la dulzura cadenciosa de su llamada crepuscular, hasta los ateos declarados, sienten algo especial que les ronda por la garganta, y todo ello es producto de la mucha magia que atesoran los viejos conventos albaicineros.

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La singular configuración del viejo y poético barrio, nos obliga a desplazarnos un tanto sin orden ni concierto, dejando a nuestras espaldas sinuosas y estrechísimas calles y empinadas cuestecillas, donde ascender es un martirio, pero el descender es todo un atrevimiento. Desde la placeta de San Miguel iniciamos el descenso, entre tapiales de blanca cal rematada por viejos caballetes y donde se asoman curiosonas las plantas de su interior, e incluso en primavera los multicolores geranios y algún que otro “don pedro”, y silencio, mucho silencio. A la cabeza me viene el verso de “La Monja Gitana”, de Federico, cuando dice /Silencio de cal y mirto/ A pesar de la incomodidad, ¡Qué maravilla recorrer estos lugares!

Camino de San José pasamos por Placeta de Cauchiles

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Carmen de buen gusto en la calle de San José

C alle de San José

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Aljibe de San José, junto a la Iglesia

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Vista torre de la Iglesia desde placeta del Almirante

Al viejo alminar musulmán del siglo VIII, se le añadió un cuerpo de campanas en el siglo XVI, construido con piedra de la Mahalá, y el viejo aljibe siguió congregando a su alrededor mujeres y criados, para surtirse del líquido elemento, pues los nuevos pobladores del Albaycín también tenía la necesidad de usar el agua, que llegaba desde la lejana fuente de Aynadamar. A espalda de la Iglesia se encuentra un desolado callejón, llamado Cementerio de San José, en donde no hay ninguna casa habitada, solamente un espléndido mirador sobre Granada.

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Sobre los muros del alminar del siglo VIII el cuerpo de campanas

Dos culturas rivales, la cristiana quiso borrar las huellas del pasado, construyendo sobre el cuerpo principal del Alminar un cuerpo de campanas.

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Calle Cementerio de San José

Placeta de San José

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Vista desde los Grifos de San José

Andando por el mismo itinerario que sigue la procesión con la Virgen de la Aurora, desembocamos en la cuesta de San Gregorio, bajo el alto murallón de los Grifos, allí esta tomada esta foto en la década de los cincuenta. La foto con las cabras y el cabrero, hoy nos parece de película, pero en aquellos años, las factorías lecheras, llegaban hasta la misma puerta del consumidor, para evitar suspicacias de fraude, pero de todas formas también existía, ya que algunos cabreros desaprensivos, hartaban de agua a las cabras antes de salir del establo, con lo cual la leche salía más fluida de lo que debiera.

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Cuesta de San Gregorio años cincuenta

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Cuesta de San Gregorio, al fondo Carmen de los Cipreses

Tras la pequeña y humilde puerta del fondo, se esconde el más bello carmen albaycinero, este es el llamado carmen de los Cipreses, colmado de espléndidos jardines y coronado por cipreses. Creo que todo el mundo habrá soñado con tener uno de estos carmenes y sentirse un poco sultán Estas instalaciones son muy difíciles de costear en la actualidad, ya que hay que servirse del agua potable Andando, andando, por la cuesta de San Gregorio entramos a la placeta de Porras, que a continuación

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narraremos. Siguiendo hacia arriba llegaremos a la Cruz Verde, encrucijada para tomar distintas direcciones hacia arriba o hacia el más nutrido conjunto de placetas y placetillas de todo el entramado del Albaycín, algunas del tamaño de un pañuelo de señora, allí tomaremos hacia la derecha, entonces nos encontraremos en la zona del Aljibetrillo, que es sin duda alguna la zona con más y bonitas placetas, deslumbrantes por sus hermosos miradores hacia la Alhambra. Antes nos habremos detenido un buen rato para admirar la placeta de Porras, poca placeta y mucho mirador, desde la puerta de la Casa de Porras, el paisaje no puede ser más bello. Aquí esta el viejo palacio que da nombre a la placeta, es este un viejo palacio de estilo renacimiento, edificado en el siglo XVI, cuando las familias de la nobleza que acompañaron a los Reyes Católicos, edificaron sus mansiones desde la Carrera del Darro hasta San Miguel. Rescatado por la Universidad de Granada aquí tiene ubicado un centro de actividades culturales para universitarios, de esta forma vemos como un palacio del siglo XVI, tiene su utilidad cultural en pleno siglo XXI. Enfrente de este palacio, tiene otra puerta sin pretensiones de grandeza el Carmen de los Cipreses, sin duda alguna el más hermoso de todo el Albaycín por lo cual está declarado Monumento Artístico Histórico, así lo hace constar la placa de cerámica instalada en dicha puerta. El carmen cumple con la vieja costumbre de los árabes, de colmar de hermosura los interiores, mientras las fachadas apenas dejan vislumbrar lo que encierra en su interior.

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Placeta y Casa de Porras

Puerta Carmen de los Cipreses en placeta de Porras

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.Placeta de la Cruz Verde, encrucijada de caminos

Rincón de la placeta de la Cruz Verde

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de Nevot

Paso obligado para acceder al Albaycín por la vía más directa es entrar por la Calderería desde calle Elvira, Tras pasar por placeta de San Gregorio , seguir por la cuesta del mismo nombre, pasar por la placeta de la Cruz Verde, y siguiendo hacia arriba, llegar a la placeta Nevot, y de momento ya dejamos las placetas entrando en la cuesta de María la Miel, la misma que nos llevará a la placeta de las Minas, junto al arco de las Pesas y pasando por este nos encontraremos en la emblemática Plaza Larga, corazón del Albaycín. Si por el contrario, una vez llegados a la placeta de la Cruz Verde, tomamos hacia la derecha, nos situaremos en la zona del Aljibetrillo, con sus pequeñas y encantadoras placetas.

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Placeta de Capellanes

Placeta del Almez

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Placeta de la Virgen del Carmen

Placeta del Rosal

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Mirador de la placeta de Carvajales

Placeta de Carvajales, vista al completo

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Placetas y miradores del Albaycin-

Pasear por el Albaycín y no ver la placeta de Carvajales es imperdonable. Para llegar hasta ella, se toma la Calderería, seguidamente la cuesta de San Gregorio, mediada esta se entra por la sinuosa calle de Capellanes, y cuando menos se piense surge la luminosidad increíble de la placeta de Carvajales. Las sombras de este lugar son los “camellos de la droga” que suelen parar por allí, dado la facilidad con que podrían escapar en caso de presentarse la policía. Para más seguridad, siempre es aconsejable ir en grupo, y pasar de los grupitos, de drogatas y graffiteros, que últimamente cámpan por allí, aunque para más comodidad, lo mejor es ir por las primeras horas de la mañana, ya que esa fauna no es madrugadora.

Mirador de la placeta de Carvajales

Regalo de los cielos La placeta es un milagro, porque dijo Dios ¡Esta joya es para mi Albaycín y aquí la planto!

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En esta placeta maravillosa estuvimos casi una hora, era mañana de primavera, el pequeño jardín estaba recién regado y como quedó dicho anteriormente, a esa hora los pocos recomendables visitantes de la droga, aún no habían llegado, por eso aquí se puede permanecer toda una eternidad, y nunca se acabará de encontrar detalles nuevos, que por su belleza engrandecen el alma. Con un suspiro nos fuimos de allí A través de la placeta del Almez, y de la calle del Aljibetrillo, llegamos al lugar en donde está ubicado dicho aljibe de nombre tan evocador, y que de alguna forma es el núcleo de esa zona. ¿Cuántas charlas de vecinas se originaban en las primeras horas de la mañana y al atardecer? aquel era el lugar en donde se conocían los últimos chismes, al igual que hoy son los programas televisivos del corazón. Como el tiempo carecía de valor, las sencillas vecinas del barrio, iban desgranando historias, que hasta allí les llegaban por boca de las muchas sastras y pantaloneras, que cada tarde bajaban hasta las sastrerías de los Muñecos y Puerto Rico, para entregar el trabajo realizado y recoger la tarea del día siguiente. Hoy ese trabajo se llamaría Economía sumergida, pero en la postguerra, ayudaron a que muchos pucheros pudieran hervir. Pero vamos a subir por la cuesta del Aljibetrillo., para detenernos alucinados en la pequeña y maravillosa placeta del Comino. Esta placeta es el milagro hecho placeta. Allí nos sentamos sobre el murete que le delimita con la cuesta, y soñamos, en que si alguna vez nos tocara la lotería, ofreceríamos lo que pidieran por vivir en este lugar de privilegio.

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Junto al aljibe de Trillo

Placeta del Comino, su belleza causa asombro

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Placetas y miradores del Albaycin-

Desde la Cuesta de las Tomasas, contemplamos esta panorámica

Para terminar la excursión mañanera, continuamos por la cuesta de las Tomasas y contemplamos otra de las minúsculas al par que maravillosa placetilla. Allí modestamente incrustada en el suelo con una simple tapa, tal que cualquier tinaja esta el aljibe de los Negros, uno de los más pequeños de todo el Albaycín. Otro rato embobados en el singular paisaje, y ya con la vista embriagada de tanta belleza, decidimos dar por terminada la corta pero intensa excursión albaicinera. De esta forma seguimos hasta el ya conocido Mirador de San Nicolás, en donde borrachos de paisajes y alucinados por la hermosura que se nos brinda cada día a los granadinos, subimos al microbús que nos devolviera al caos de la ciudad.

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Como nos queda aún mucho que ver en el Albaycín, una fresca mañana de finales de mayo, en que la atmósfera estaba completamente limpia, debido a la ligera lluvia de la noche anterior, limpiamos la retina de nuestros ojos, así como el objetivo de la cámara y nos lanzamos al safari fotográfico. Entramos por la calle de San Juan de los Reyes, subiendo por la calle Cárcel Alta, y tras pasar por un tramo de calle dificultoso por su estrechez, subimos por la cuesta del Granadillo, y llegamos a la tranquila y bonita placeta de Santa Inés Alta, allí nos acogen dos bancos de madera, y una fuentecilla con agua potable a veces; esto hace que nos detengamos a descansar porque allí el silencio es imponente, es un silencio casi sonoro, pues se escucha el rumos de la brisa pasando entre las hojas de los árboles, yo he llegado a pensar que es el latido del corazón albaycinero .Por el alto y viejo muro del Carmen de los Cipreses, que cae sobre la anterior dicha placeta, asomaban las ramas de una higuera y entre sus ramas una pareja de gorriones enamorados, se perseguía con el ansia que presta el amor a los corazones jóvenes, una y otra vez se intercambiaban pequeñas ramitas para formar su futuro nido conyugal; mientras la mañana se hacía inmensa, y nosotros embelesados no sentíamos ninguna prisa por marcharnos de allí, ya que estábamos viendo lo que desde el principio de los tiempos vuelve cada primavera en todos los seres vivos, esto es el milagro del AMOR, así con mayúscula, y con la visión de aquellos pajarillos que en dicho momento estaban embrujados por el más supremo de los goces, EL AMOR.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Por fin nos levantamos y proseguimos el camino por el estrecho callejón del Clavel, pasando bajo el mirador de la placeta de Carvajales, desembocamos en la placeta del Cobertizo, placeta pequeña con inmensos panoramas, y construida en cuatro planos diferentes. Yo no me canso de admirar estas pequeñas placetas del Aljibetrillo, porque no hay dos que sean iguales, Aquí urbanistas y arquitectos, olvidaron sus escuadras cartabones y tiralíneas, para construir este barrio, lo único que necesitaron fue su gran sensibilidad y romanticismo, por lo demás sobró de todo.

Placeta de Santa Inés Alta

Placeta con seis árboles, dos bancos de madera, una fuentecilla con agua potable, cuando la hay, un perro vagabundo y silencio, mucho silencio.

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Placeta del Cobertizo en el Aljibetrillo

Placeta del Aljibetrillo

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Al fondo el viejo aljibe de Trillo, melancolía y silencio

Por la calle del Limón llegamos a los Caraillos de San Agustín, siguiendo por esta, bajamos por la calle Grajales, calle con hierba entre el pavimento por su poco uso, y de inmediato nos encontramos en la poca conocida placeta de la Victoria, precioso, recogido, íntimo, este rincón del Albaycín. Esta placeta aparte de ser un maravilloso mirador, desde donde a través de los árboles existentes se contempla el profundo camino que sube hasta el Generalife, llamado por mucha gente cuesta de los Chinos, otros le llaman la cuesta del Rey Chico, y también hay quien la conoce por la cuesta de los Muertos, puesto que por allí eran conducidos los cadáveres desde comienzos del siglo XIX, hasta la construcción del camino nuevo del cementerio, que pasa por el Barranco del Abogado.

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Las melancólicas torres del Peinador de la Reina y torre de la Cautiva, se encuentran frente por frente, y su vista a la caída de la tarde produce algo en el alma, que enlaza con las leyendas forjadas a su alrededor llenas de melancolía y romanticismo. Tiene esta pequeña placeta, la singularidad de alzarse sobre un depósito de agua, que fue construido a principio del siglo XX, con el objeto de llevar desde él, mediante tubería de hierro fundido, las aguas de la Acequia de Aynadamar, y de la Acequia de San Juan, a los primeros edificios que se estaban levantado en la GranVía. El proyecto de juntar allí el agua proveniente de las dos mencionadas acequias, tuvo una gran oposición, por vecinos de aquel lugar, y finalmente desencadenó la dimisión del entonces Alcalde D. Manuel Tejéiro. Tras haber sido durante años, sede de la Asociación de Vecinos del Bajo Albaycín, hoy es centro social de mujeres del barrio, en donde desarrollan diversas actividades. Debido a que soy un profundo admirador de este lugar, yo les recomendaría a los posibles lectores de este librito, que hagan un ratito de excursión urbana y lo visiten por lo menos una vez, y además de forma cómoda, pues basta tomar un “microbús” en Plaza Nueva, y apearse en la cuesta del Chapiz junto a la Escuela del Ave María, cruzar la citada cuesta, después pasar bajo el cobertizo del Hogar Bermúdez de Castro que hay entrando a San Juan de los Reyes, y de inmediato se encontrará en este encanto de placeta..

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta sobre el depósito de la Victoria

Vistas desde la placeta de la Victoria

Esta placeta es la más moderna de todo el Albaycín, ya que hasta la época de la desamortización, formó parte del convento de la Victoria con su extensa huerta, después se construyó el depósito y se le llamó placeta.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Dos maravillosas perspectivas desde la placeta de la Victoria

Esta placeta que cuenta con asientos de piedra , es ideal para visitarla en las tarde de primavera, puesto que su situación al finalizar la cuesta de la Victoria , la convierten en el mirador ideal, para recrearse con la vista del melancólico camino conocido como cuesta de los Chinos, el Generalife y los adarves del Partal. Yo confieso que en algunos momentos he sentido que algo impalpable me subía desde el estómago a la garganta, contagiado por el embrujo del maravilloso paisaje, y recordando los maravillosos Cuentos de la Alhambra, que fue uno de los primeros libros que de niño leí, y que influyó de forma rotunda en mi admiración de este monumento singular en el mundo, que se llama Alhambra, e interesado por todos los trozos de historia que se encuentran desperdigados por los más diversos rincones de Granada, por desgracia sin que los granadinos los conozcan.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Desde la Abadía Por hoy cambiamos de escenario y nos vamos a situar en un lugar entrañable para cualquier granadino, me estoy refiriendo por supuesto a la Placeta de la Abadía del Sacro Monte. Tras una fatigosa subida desde el camino del Monte (Como les gusta nombrarlo a los gitanos), arrancamos en la Ermita del Santo Sepulcro, en el mismo lugar en donde existe el misterioso Pozo de la Samaritana. ¡No se lo pierdan! Vale la pena de andar algo más!! porque es encantador y esta rodeado de un halo embrujado, pues el mismo nombre tiene algo de mágico.

Junto a la ermita del Santo Sepulcro, el pozo de la Samaritana

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Placetas y miradores del Albaycin-

Ermita del Santo Sepulcro, subida al Sacro Monte

Subiendo las Siete Cuestas llegamos totalmente derrotados, pero satisfechos, pues esa derrota también tiene un grandísimo premio; este consiste en poder admirar todo el Valle de Valparaíso, bajo los altos montes de la Silla del Moro y del Llano de la Perdiz. También se encuentra enfrente el maravillo paraje del Avellano, lugar de reunión en otro tiempo, de la famosa cofradía de su nombre, que engrosó en sus filas a las más prestigiosas plumas granadinas, situándose a la cabeza de estas el inolvidable Ángel Ganivet. A nuestros pies se extiende el castizo barrio de las Cuevas del Sacro Monte, la extensa Escuela del Ave María, creada por aquel gigante de la pedagogía que se llamó D. Andrés Manjón, y al que Granada y muy en particular los barrios del Albaycín y Sacro Monte tanto le deben.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Oculto por la frondosa arboleda se presiente el río Darro, que como dijo el universal poeta Federico en su elegía, corre por un valle profundo y desolado, sirviendo para mitigar la tristeza de Doña Juana la Loca, con la canción eterna de las aguas del Dauro, que corren bajo Granada para juntarse al Genil, y llevar remando sus suspiros a la mar. Es tradición que en la fiesta de San Cecilio, Granada suba en romería a este sugestivo lugar, con el pretexto de visitar la cueva en donde dice la leyenda, que fue quemado el santo. Pero la realidad es otra muy distinta, y es que los granadinos cansados del largo invierno, quieren adelantar la primavera, hartándose de vino, habas verdes y “salaíllas”

Romería de San Cecilio 2008, domingo 3 de febrero

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Placetas y miradores del Albaycin-

Cuevas gitanas del Sacro Monte

Frente al barrio de cuevas gitanas, se divisa el semioculto camino que se llega hasta las tres fuentecillas del Avellano, por encima se levanta casi vertical el Cerro de la Silla del Moro, y un poco más a la derecha solamente separado por el hachazo certero de la Cuesta de los Chinos, nos encontramos con el hermosísimo conjunto monumental de la Alhambra

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Placetas y miradores del Albaycin-

La Alhambra vista desde la Abadía

El regreso de nuestra visita a la abadía, lo hacemos bajando las Siete Cuestas, pero esta vez descansados, pues hay un dicho que es, por las cuestas abajo, hasta las piedras ruedan, ya mediado el Camino, subimos hacia la Vereda de En medio, y quedamos gratamente sorprendidos, por la paz, la limpieza y el inmenso paisaje que contemplamos desde aquí. Y de pronto tropezamos con algo que no es propio de terrenos quebrados, esto es la placeta y fuente de la Amapola, pequeña, íntima, deslumbrante por sus vistas, con el añadido que para mejor contemplar el paisaje, tres bien conservados bancos de madera nos invitan al descanso, al par que a refrescarnos en la fuentecita.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta y fuente de la Amapola

Vista del Albaycín desde Vereda de En medio

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Hermosa perspectiva desde la Vereda de En medio

Otro milagro en la Vereda de En medio

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Placetas y miradores del Albaycin-

Año 1965, cuesta del Chapiz y entrada Sacro Monte, nevado

A la bajada del Sacro Monte, no podía por menos que visitar la hermosa escuela del Ave María, Casa Madre, donde a finales del siglo XIX, fundara tan maravillosa obra, aquel genio de la pedagogía llamado Don Andrés Manjón y Manjón, la escuela Casa Madre, se encuentra situada a lo largo del camino del Monte, con el follaje que le oculta del río Darro. Hermosísimas vistas del Camino del Avellano y de la Alhambra y la paz que las inunda, hacen de estas escuelas el punto y aparte del resto de centros escolares, de España..

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Grupo escultórico representando a D. Andrés y a los gitanillos

Vistas desde la pista deportiva Ave María

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Un detalle de buen gusto en el Ave María

Geografía al natural, mapa pedagógico en las Escuelas del Ave María

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Puerta principal de la capilla del Ave María

La portada de piedra estuvo en la Iglesia de la Magdalena, situada en la calle de Mesones esquina al Arco de las Cucharas, donada a las escuelas por D Florencio Soriano. La capilla fue consagrada y abierta al culto el 25 de marzo de 1897.

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Lindando con las escuelas del Ave María, se encuentra el hermoso palacio de los Córdovas, trasladado desde la placeta de las Descalzas, en donde estuvo ubicado desde el siglo XVI a la Cuesta del Chapiz, a principio de los años sesenta, por el Duque de Montellano, descendiente de un sobrino del Gran Capitán. Aquí se amplió el primitivo caserón y se embelleció fantásticamente. El palacio había sido derribado con alevosía y nocturnidad en 1919, por su reciente propietario D. Ricardo Martín Campos (Merengue) industrial pastelero, que pretendía construir un cine en el solar. Gracias a la Comisión de Monumentos, se pudieron recuperar los principales elementos del palacio, quedando en su poder pero bajo protección estatal, en la finca que este tenía en carretera de Pulianas y donde los exhibía como museo.

Palacio de los Córdova, a la entrada cuesta del Chapiz

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La Alambra desde Los Córdoba

Carmen de los Capiteles visto desde los Córdova

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Placetas y miradores del Albaycin-

Torres alhambreñas desde palacio los Córdova

Tras haber visitado el palacio de los Córdova en múltiples ocasiones, por razones de investigación documental en el Archivo Municipal, hoy lo he visto bajo otra perspectiva. Esta vez mucho más riente, la mañana era una impresionante mañana en plenitud del mes de Julio, en el extenso parque exterior del palacio, miles de aves daban suelta a la pasión de vivir, revoloteando entre las oscuras ramas de los cipreses, ¡Ay! esos cipreses de Graná! /Cipresicos de Graná, que estáis mirando a la Vega/ Así lo cantó el jilguero de la Pescaería, Frasquito Yerbagüena. Por arte de la moderna magia, yo he tenido encerrada en la pequeña cámara a toda la Alhambra, al Generalife, y al Carmen de los Capiteles; ya no es necesario tener un “genio” en la lámpara para que obre el milagro, solamente un poco de sensibilidad y mucha gana de atesorar belleza.

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Bajando por la Cuesta del Chapiz, hemos llegado al Paseo de los Tristes. Falsa palabra, acuñada a mediados del siglo XIX, cuando eran llevados por dicho paseo los cadáveres, y después eran subidos por la melancólica cuesta del Rey Chico, también conocida por Cuesta de los Chinos y de los Muertos. Cuando falleció D. Andrés Manjón en el año 1923, el Ayuntamiento tomó el acuerdo de cambiar el nombre oficial de Paseo del Darro, por el de Paseo de D. Andrés Manjón. Con ello se hizo justicia, pues un lugar tan bello, no puede tener denominación tan triste Circunstancialmente a mediados del siglo XX, yo he visto subir algún cadáver, portado a los hombros de cuatro enterradores del servicio municipal.

El puente del Aljibillo, Paseo de los Tristes

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Puente de las Chirimías, levantado en 1880

Este puente daba paso a los cármenes del Granaillo y al Hotel del Bosque, inaugurado el 20 de mayo de 1910, aparte había una casa de vecinos bajo la cerca de la Alhambra demolida hacia 1980. Durante algunos años los granadinos disfrutamos en Corpus, de un escenario instalado sobre una estructura de hierro, encima del cauce del río, en el que pudimos asistir a veladas de cante flamenco, zarzuelas, y obras de teatro. Los participantes de las representaciones, llegaban hasta el escenario, por el Carmen del Granaillo, y las sillas se colocaban en el paseo alrededor de la fuente. Una noche mágica del mes de junio, el gran cantaor Antonio Mairena, se dirigió al público y pidió permiso para volverse de espaldas y así cantó media “Granaína” a las torres de la Alhambra.

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Paseo de los Tristes con la fuente instalada a mediados del siglo XVII

Rodeando a la fuente se instalaban más de mil sillas, para los espectáculos del Paseo de los Tristes, noches de embrujo, sobre todo cuando en el silencio del espectáculo daba algún toque la campana de la Vela, entonces el vello se erizaba. Allí se le rindió el homenaje en el Corpus de 1964 al compositor mexicano Agustín Lara, autor de la mundialmente famosa canción Granada.

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Vista del Hotel del Bosque y torre de Comares desde los Tristes

Este hotel se construyó, siguiendo los pasos del Hotel Palace Alhambra, esto es abrazado al perímetro de la Alhambra, con la diferencia de que el primero está situado al sol de medio día y este está situado en la umbría, por tal motivo las estancias allí duraban poco, pues eran frecuentes los catarros que cogían los clientes al salir o entrar, desde entonces la gente le llamó Hotel Reuma... Este hotel se abrió a los cuatro meses de abrir el Palace, mayo de 1910

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Atrio de la Iglesia Parroquial de San Pedro, Carrera del Darro

La Construcción de esta Iglesia, fue la causante del derrumbe del Tajo, ya que al tener que agrandar el pequeño meandro, en donde se encontraba asentada una antigua mezquita, el río se desvió de su recto cauce, yendo a chocar las aguas sobre el pie de la colina, hasta que una de las muchas avenidas del Darro le hizo caer.

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Tajo de San Pedro, se origino a principios del siglo XVII

La Carrera del Darro, límite del Albaycín, es sin duda alguna la calle que más palacios y conventos tiene, ya que la nobleza que quedó en Granada tras la conquista, estimó que era el lugar idóneo para construir sus casas, por las ventajas que daba el tener el agua a un paso, al mismo tiempo para disfrutar de las noches del verano granadino, ya que la ligera marea que baja por el cauce del río endulza las noches de estío Hoy mis pasos se han dirigido por la Cuesta de Santa Inés, he parado un momento en la minúscula placeta que hay debajo de la calle de San Juan, en donde está el pilar conocido por pilarillo de AgredaDesde allí he contemplado la Torre de la Vela. ¡Qué bonita es!

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Placeta de Santa Inés

¡Cuántas veces me acordé/de mi entrañable plazuela!/ Recogida, silenciosa/ como patio de convento, con cuatro casas de nada/ y su acacia allá en la esquina/ bebiendo la madrugada/ Hoy vuelvo de un viaje/ donde gasté mi ilusión / y al cabo de tanto tiempo/ quise volver a pasar/ con el alma fatigada/ buscando la lejana huella/ de aquella niñez pasada./ Me encontré el mismo silencio/ de los patios de convento// las cuatro casas cerradas/ con aleros descolgados. La misma tarde templada// la hierba que cubría el suelo/ soñando con ser alfombra/ y allí en la esquina, mi acacia//pero sequita y sin sombra.

Manuel Anguita Castillo 1992

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Pilarillo y Casa de Agreda

He refrescado mis manos en el riente y cristalino chorrito del pilar. Sentado sobre el borde del pilar me he puesto a recordar, y me parecen casi irreales los momentos en que de niño yo viví. Nos traían desde la escuela a esta Casa de Agreda, para que un imbécil casi lampiño, vestido al estilo de Mussolini, tratara de meter en nuestras tiernas cabezas, la instrucción al más puro estilo del fascio italiano, eran tiempos difíciles y aunque niños había que obedecer, ¡ Vuelta a la izquierda vuelta a la derecha1 y el betunero que le ayudaba, con el alma más negra que sus manos, asustándonos,`¡como no lo hagas bien, vamos a denunciar a tu padre pá que lo fusilen1, y nosotros sin saber muy bien cual era la mano derecha ni la izquierda. (Yo tenía 8 años)

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Casa palacio de Agreda (Hoy colegio Divina Infantita)

En el segundo patio de este palacio, que queda a la altura de la calle de San Juan, era en donde nos veíamos obligados a hacer instrucción premilitar, con tan solo 8 años. El imbécil que nos martirizaba tratando de machacarnos con los valores viriles de la raza española, murió hace pocos años, pero ha dejado en el mundo la semilla de un hijo gay y con plumas

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Abrí los ojos y reemprendí mi ruta mañanera, entrando por la estrechísima calle del Carnero, ahogada en la dura verticalidad de los altos muros que la circundan, al fondo se ve como una promesa la luminosidad de la placeta de la Concepción, promesa que se hace realidad en cuanto estamos en ella. Placeta abierta a la magia del paisaje alhambreño, frente por frente el claro compás del convento de la Concepción, ligeramente recatado por verja de hierro y el pretil que cae sobre la calle Concepción de Zafra, frente a lo que primitivamente fue El Maristán o Casa de locos y posteriormente Juego de Bolos, al mismo tiempo que abastecimiento de agua procedente de la acequia de San Juan, y donde los carros y bestias que abastecían la ciudad, llenaban sus cacharros, que después se vendía en Granada como agua del Avellano.

Convento y placeta de la Concepción

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Placeta de la Concepción

Llegando a la antiquísima calle de San Juan de los Reyes pude tomar fotografías increíbles por su encuadre singular, ya que algunas casas se tocan por los aleros de los tejados, y entre su estrecha verticalidad, podemos contemplar trozos lejanos de la Alhambra, el caso más patente es el de la esquina de la calle del Santísimo con San Juan de los Reyes, donde los aleros están materialmente montados unos sobre otros y al fondo dejan ver el Cubo de la Alhambra

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Calle del Santísimo, los tejados se tocan unos a otros

En esta zona, una sorpresa pronto es anulada por la siguiente, sigamos por San Juan de los Reyes, calle antigua sin posibilidad de reforma, así llegamos a la calle del Candil de San Pedro, y la perspectiva es increíble. La estrecha callecita desciende en rápida bajada de acusado desnivel camino del Paseo de los Tristes, la mayoría de las casas son de mucha vejez, no antiguas, alguna que otra se están restaurando, pero los inconvenientes administrativos hacen casi imposible efectuar obras, ya que el Plan Especial del Albaycín, esta sobrecargado de formulismos en varias administraciones, lo que hace que una obra se retrase cuatro o cinco años desde que se inicia el expediente correspondiente.

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Otro paisaje único, calle de la Gloria desde San Juan de los Reyes

Callejón de la Gloria, hoy convertido en placeta

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Cuesta de Toqueros, frente calle del Candil

Peña la Platería, en la placeta de Toqueros

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Placeta de Toqueros y al fondo la Alhambra

La visión y el tesón de los socios de la Peña de la “Platería”, les deparó que hoy tengan el más bonito carmen del Albaycín, que es como decir el más bonito y fantástico del mundo entero. En esa Catedral del Cante Jondo, se conserva en toda su pureza este arte, que poco tiene que ver con la industria turística de la zambra, del Camino del Monte Sin duda alguna la calle de San Juan de los Reyes, por su condición de correr paralela con el río Darro, y por consecuencia frente a la Alhambra, reúne el mayor número de miradores de todo el Albaycín. También hay que destacar, que en esta calle se está actuando con seriedad, en su condición de barrio protegido, ya que todos los edificios que se han rehabilitado, han tenido que ajustarse a las normas establecidas de conservar su

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singular característica, de ser la calle más antigua de Granada, con gran número de conventos y casas solariegas. Aquí cada esquina nos puede deparar una agradable sorpresa, provocando nuestra admiración y quedando embelesados. En la calle de la Gloria quedé admirado una vez más, pues lo que hasta hace unos años era callejón de la Gloria, hoy es una recoleta placeta, hasta con un pequeño monumento en el centro, placeta bien cuidada por los vecinos, que siempre sostuvieron su postura de tener placeta y dentro de su misma calle.

DESDE EL MIRADOR DE SAN MIGUEL

Madrugar es muy saludable, dice la gente del campo y yo como descendiente de campesinos, creo que es verdad, tal vez por eso esté aún entre los que ocupan morada fuera de San José... Acogiéndome a esa máxima, mis excursiones en busca de parajes para retenerlos en mi cámara suelen ser muy de mañana. . Con esta en el bolsillo, pues es chiquita y ocupa poco lugar, y mi aspecto de mendigo retirado, no incita la codicia de los amigos de lo ajeno, lo que me permite, colarme en los sitios potencialmente más peligrosos, y procurando no llamar la atención, hacer mi modesto trabajo. Como dijo García Lorca en su romance de la Guardia Civil española (Y el coñac de las botellas se disfrazó de noviembre para no infundir sospechas)

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Placetas y miradores del Albaycin-

Esta mañana de julio abierta de par en par como una rosa gigante, he subido a la impresionante placeta de San Miguel el Alto, delante de la ermita que tiene este nombre ¡Hasta en la vista me hacía daño, tanta luz y tanta belleza! ¡Placeta de San Miguel Alto, Granada es una doncella descansando dulcemente entre tus brazos! Desde esta alta torre de vigía, el Albaycín recrea su hermosura, blancos tapiales, cipreses austeros, vigilando muy de cerca las flores de sus cármenes, sus torres campanarios cristianos y el alminar musulmán. También las ruinas tienen su lugar aquí, ruinas que nada esperan, San Luís es el ejemplo; entre sus muros han crecido hasta árboles y el pozo ciego de su nave. ¿Quién lo reparará? Al margen de creencias religiosas, su noble arquitectura no debe deshacerse piedra a piedra, el Albaycín lo agradecerá. Esta mañana he conocido al “Cabezuela”.El hombre pequeño y flaco, merodeaba cerca de mi; por fin no pudiendo contener su curiosidad me preguntó. Oiga ¿Eso pá qué es? Pues para poner las fotos en un libro sobre el Albaycín. ¿Y le pagan mucho?, no hombre no, esto lo hago yo para entretenerme, ¿Usted vive por aquí? Si, vivo ahí más abajo en una cueva , pero yo no soy de Graná, yo soy del Marquesado y me llaman el “Cabezuela”, porque cuando era chico, se creían que me iba a morir de canijo que estaba, entonces mi madre me daba cabezuelas pá comer, y los niños del pueblo me pusieron el mote.. En los años del hambre mi familia se vino pá cá, y ellos hicieron la cueva. Me contó que de joven le pegó varios palos a la vida y la vida se los devolvió en palizas

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San Luís, la torre ciega

El Albaycín desde San Miguel Alto

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Placetas y miradores del Albaycin-

Iglesia y calle de San Luíos en 1926

Iglesia de modesta fachada, construida en el siglo XVI, tenía poco interés artístico en su interior, pero existía el Santísimo Cristo de la Luz, al cual se le tenía una enorme veneración en el barrio, contando la leyenda que fue encontrada dicha imagen al excavar debajo de la Sacristía.

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Placetas y miradores del Albaycin-

El Salvador visto desde San Miguel Alto

Campanarios y algún alminar, pinceladas de cipreses que creen en Dios, vistas incomparables que se pierden en la lejanía de la Vega y el deseo de regresar... . En torno a la que fue Mezquita Mayor del Albaycín, posteriormente Colegiata y Parroquia, se agrupa todo un barrio de rostro alegre, por donde a diario pasan miles de turistas de las más diversas procedencias. Por algo lo quieren tanto sus vecinos, que se consideran albaicineros, antes que granaínos, y cuando bajan a la ciudad suelen decir Voy a Graná.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Año 1965 Vista General desde Placeta de San Miguel alto

El día ya ha crecido y la luz de Julio con más brillo que nunca emborracha mi vista, en la bajada del mirador el sol calienta lo suyo, y yo bajo el monte de la forma más insólita, esto es, pisando sobre unos escalones prefabricados con anchura de gradas, que sin más urbanización han colocado en la ladera de la montaña. (Yo creo que debiera cundir el ejemplo y poner iguales escalones en lo más intricado de nuestra Sierra Nevada, los montañeros lo agradecerían) En la foto siguiente se puede apreciar la increíble urbanización de la ladera., al igual que se ha reconstruido un trozo de muralla derribada, y en su interior un estrechísimo pasillo donde es posible encontrarse de todo, menos nada bueno.

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Placetas y miradores del Albaycin-

La Ermita de San Miguel el alto desde la nueva vereda enlozada

Mediada la cuesta del antiguo Carril de San Miguel he abandonado el enlozado y por un sendero dibujado por algunas pisadas me he dirigido directamente al mirador de la Cruz de la Rauda, aquí he encontrado lo inesperado, esto es que, lo que fuera famoso mirador esta prácticamente desaparecido, debido a que los propietarios del carmencito que había en la parte de abajo, han subido la construcción y se han comido las vistas, y hasta el organismo correspondiente ha retirado el rótulo que ponía MIRADOR.

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Dos fotos distintas de la placeta de la Cruz de la Rauda, en la de abajo, a la derecha el antiguo rótulo oficial de Mirador

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La Cruz de la Rauda en 1926

Como puede observarse en la presente foto, publicada por la Revista Reflejos en 1926, sentados al pie de la misma Cruz se podía contemplar todo el conjunto del barrio, destacando al fondo de la foto, la torre del Salvador.

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Vuelta a subir por el mismo sendero hasta el carril de San Miguel, descendiendo hasta desembocar en la placeta de la Cruz de Piedra. Plaza amplia con una cruz de piedra en medio, restaurada en los años en que Gallego y Burín fue alcalde de Granada, anteriormente también hubo un árbol centenario en el mismo lugar. Por esta placeta se efectuaba la entrada al albaycín desde la antigua carretera del Fargue a través del Arco de Fajalauza, también por esta placeta entraban las aguas de la Acequia de Aynadamar al Albaycín y parte de Granada A la derecha está el carril de San Miguel, carril por el que subía la romería el día del santo, y una gran multitud de personas que hacían de ese día, todo un festivo. Hoy la romería está comenzando a volver a su antiguo esplendor. En la actualidad, y al objeto de no interferir en la procesión de la Virgen, la romería tiene lugar el primer domingo siguiente a esta, y su nuevo itinerario es por San Gregorio alto, plaza de la Cruz de Piedra, aquí tuerce hacia la izquierda, pasa por la puerta de Fajalauza, sube un tramo de la antigua cuesta de San Antonio, o camino Viejo del Fargue, penetrando por la moderna carretera que llega a la urbanización llamada, “Carmenes de San Miguel”, allí una vez en el llano, se dirige hacia la ermita, celebrándose los festejos por parte de la hermandad de dicho santo, que hoy se cobija en la Iglesia del Salvador, de donde sale la romería tras celebrarse una solemne función religiosa.

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Entrada al Carril de San Miguel, por la Cruz de Piedra

A lo largo del carril y también en la placeta se instalaban para la romería, puestos de tortas hechas en los hornos del Albaycín, así como frutas del tiempo membrillos, acerolas, nueces, almecinas y maoletas y como no, los inmensos girasoles de rostro amarillo. Con las almecinas se regalaba un canuto de caña, con el que los mozalbetes molestaban a los visitantes. Como siempre se ha dicho que Septiembre seca las fuentes, o se lleva a los puentes, no fue un año solo en que cualquier tormenta improvisada, mandara los artículos al centro de la capital. En los días dorados de finales de septiembre, con esa luz que viste de oro las viejas murallas, la inmensa paz que se respiraba en Granada y muy en especial en el Albaycín, por la ausencia de ruido de motores de coches , era una inmensa gozada subir a la ermita, cruzándose con las bellas albaicineras luciendo mantilla.

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Placeta Cruz de Piedra, al fondo el Arco de Fajalauza 1900

Placeta de la Cruz de Piedra 2006

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Dos aspectos de la romería de San Miguel en 2008

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La romería pasando por el aljibe de San Gregorio

La romería sube por la calle San Gregorio Alto

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de la Cruz de Piedra

Situados en esta placeta, hay que decidirse por dos calles descendentes, la calle de San Gregorio Alto o la calle de San Luís; Sin saber muy bien por qué he decidido bajar por San Luís . A pocos pasos de la placeta, nos encontramos con la dolorosa impresión de la iglesia de dicho nombre en la más completa ruina, la torre campanario sin sus campanas, parece un fantasma, lo que en otros tiempos fue puerta hoy está tapiada, para evitar mayores daños en las ruinas. Unos pasos más hacia abajo esta el minúsculo aljibe, que también lleva el mismo nombre, la calle casi recién pavimentada con empedrado albaycinero, es silenciosa y por las tapias de sus cármenes se dejan ver las copas de los árboles bien cuidados.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Calle abajo de San Luís, el aljibe como centinela

En la foto se aprecia el lamentable estado de la Iglesia pese a haber transcurrido 75 años del vandálico incendio que la destruyó, hoy su torre en un fantasma que asusta a los pocos transeúntes que pasan por este lugar en la noche. Enfrente del aljibe de San Luís, nos encontramos la pequeña y agradable placeta de Luque, cuatro casas bien arregladas y silencio, mucho silencio, para verla no hay ni que entrar en ella, se ve al paso por la calle de San Luís. Sin duda alguna esta zona del Albaycín es la más tranquila, ya que no son calles de paso, y entre las juntas de su pavimento crece la hierba, signo evidente de los pocos pasos de peatones.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Iglesia y aljibe de San Luís 75 años de abandono

La foto anterior, nos da perfecta cuenta de la extrema tranquilidad de esta antiquísima calle del Albaycín, por donde transcurría el paso de las personas que llegaban desde el Fargue, por el Camino Viejo hoy solamente es frecuentado por los vecinos, y en muchos casos son cármenes, que al exterior solo tienen la puerta del jardín.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de Luque, limpia y silenciosa, mucho silencio

Siguiendo la bajada de esta calle, nos encontramos con la pequeña explanada que se ha urbanizado junto al aljibe de Santa Isabel de los Abades. Durante muchos años, este depósito de agua estuvo cerrado a cal y canto, nunca mejor dicha esta frase, pues la puerta fue cerrada con obra y poco a poco, el terraplén que pasa por encima, camino de la Cruz de la Rauda, se fue desprendiendo hasta desaparecer todo vestigio de aljibe, en los primeros años del siglo XXI se han recuperado casi todos los aljibes albaicineros, aunque simplemente de modo testimonial, como monumentos históricos locales, puesto que el agua que les surtía desde la acequia de Aynadamar, ya no pasa de la barriada del Fargue.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Aljibe de Santa Isabel de los Abades

Aljibe de la Vieja en la calle de su nombre

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Placetas y miradores del Albaycin-

Hemos tomado una ruta de romántico sabor, esta es la ruta de los antiguos y melancólicos aljibes albaicineros, ruta que arrancaba en la placeta de la Cruz de Piedra, con su aljibe adosado a una vivienda en el lado derecho, después le seguía el de San Luís, más abajo Santa Isabel de los Abades y se completaba con el aljibe de la Vieja, esto solamente en el entorno de San Luís. Estos nombres evocan otros tiempos, otra forma de vida, el pequeño placer de las mujeres en torno a los aljibes, charlas, chismorreos, rumor de agua oscura que se almacenaba de madrugada y se retiraba con la luz del día .De noche nadie quería sacar agua de dichos depósitos, pues la oscuridad de su interior provocaba el temor a lo desconocido en la oscuridad. Sin duda alguna con este último aljibe, nos encontramos la más romántica y recatada placeta del Albaycín, placeta íntima llena de silencio, silencio y paz en este encanto de placeta reliquia de otros tiempos. Hoy por suerte está perfectamente urbanizada y al parecer por el momento también está siendo respetada por los “vándalos”, En este tranquilo lugar, ¿Quién no se sienta un rato a meditar o simplemente a poner en orden sus pensamiento, prisionero de un embrujo en la sencilla belleza y singularidad que aquí dejaron pasadas generaciones? Caso curioso es, que en donde se encuentra el aljibe no se llama placeta sino calle del Aljibe de la Vieja, la placeta se encuentra al final del estrecho callejón, y su aspecto es de ruina casi total. .Desde esta placeta pasamos a la inmediata, llamada del Mentidero. Y desde esta a la placeta de los Castilla

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta del Aljibe de la Vieja

Placeta del Mentidero

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de los Castilla

Volviendo de nuevo calle de San Luís arriba, pasamos junto al ruinoso edificio, que en su día tanta gente congregaba bajo su hermosa nave, y que hoy es solamente centinela de la soledad y el silencio de su calle. Situados en la placeta de la Cruz de Piedra, esta vez descendemos por la calle de San Gregorio alto, para llegar a la placeta de dicho nombre. Sin duda alguna esta es la parte menos típica del Albaycín, ya que sus edificios denotan poca antigüedad aparte lo bien trazado de la calle. Pasada la placeta descendemos hacia la calle Pagés, y pronto encontramos un ensanche en el que se encuentra el aljibe del Paso y rodeando dicho aljibe, una callecita que da paso a la placeta de las Tres Estrellas.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de San Gregorio Alto.

Aljibe del Paso y entrada a la placeta de las Tres Estrellas

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta y carmen de las Tres Estrellas

Este carmen perteneció en propiedad al escritor costumbrista granadino Antonio Joaquín Afán de Ribera: en las tertulias literarias que tenían lugar en dicho carmen, se confeccionaron durante años, las quintillas humorísticas de las “carocas” del Corpus, entre vasos de sangría y “jayuyos” de los hornos albaicineros

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Placetas y miradores del Albaycin-

A la salida de la calle de San Gregorio Alto, ya en la calle Pagés encontramos la placeta de Carniceros, bien arreglada con una pequeña fuente en el centro, instalada hace pocos años, al urbanizarse la dicha placeta. La placeta tiene su continuación por la calle del mismo nombre, que a su vez forma otra pequeña placeta. Esquina a la placeta y calle Pagés, está la solera del buen comer albaycinero .y tiene por nombre Casa Torcuato Continuando el camino, dirección placeta del Salvador, a nuestra izquierda se queda la minúscula placeta de los Ortegas, y casi enfrente la placeta de Fátima muy bien cuidada, con varios bancos, algunos arbolitos, y su bonita fuente.

Placeta de Carniceros,

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Placetas y miradores del Albaycin-

Casa Torcuato, el buen yantar del Albaycín

Placeta de los Ortegas

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Placeta de Fátima

Placeta de Aliatar,

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Placetas y miradores del Albaycin-

Otra perspectiva de la placeta Aliatar

Como esta placeta no tiene mirador, se mira en si misma, la placeta tiene el aire de una plaza mayor de cualquier pueblo, a la sombra de la torre de la Iglesia del Salvador, esta le va marcando las horas, por la primitiva señal de las sombras diurnas. Dos acreditados bares restaurantes, copan en parte la placeta con sus mesas, por aquí se gustan los caracoles mozuelos, recogidos en las frescas alamedas de Santa fe y Atarfe, en la temporada de mayo. En las noches de verano, la placeta se llena materialmente de vecinos, unos para tomar una cerveza y otros simplemente para sentarse en alguno de sus bancos de piedra, u oír el suave rumor del agua fluyendo de su pequeña y bonita fuente. Desde el centro de la capital suelen subir amigos en parejas, para disfrutar en estas terrazas del ambiente nocturno del Albaycín. Gente respetuosa, atrapados en el embrujo albaycinero

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta y aljibe del Salvador

Por el Salvador nos asomamos a la placeta de la Santísima Trinidad, a la derecha de la entrada de la cuesta del Chapiz, esta pequeñísima placeta de no más de cuarenta metros cuadrados, da paso al callejón de San Agustín alto, que llega hasta la placeta del Abad. .

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de la Santísima Trinidad

Placeta de Albaida

A la izquierda de la entrada de la cuesta del Chapiz, y tras una vivienda carmen, está la placeta de Albaida, esta da entrada a las veredas sacro montanas, de los Pinchos, vereda de En medio alta y vereda de en medio baja.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Ya que estamos en la ruta que pasa por la cuesta del Chapiz, bajamos un poquito por esta porque he creído oportuno, que aquí figure el monumento a Chorro Jumos, que existe en el Peso de la Harina, que la verdad sea dicha, yo no se si es placeta o simplemente la entrada del Camino del Monte, puesto que no existe ningún mosaico que lo aclare. Pero es estampa tan típica del Camino, que he preferido dejar plasmada la poca agraciada estatua, entre estas Placetas y Miradores. del Albaycín.

El Peso de la Harina con la estatua de Chorro Jumo

Chorro Jumo fue un gitano pintoresco llamado Mariano Fernández Santiago, que falleció en 1906, con él se fue la última representación de la Granada que forjaron los viajeros románticos.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Bella perspectiva del Sacro Monte, desde la entrada Carril de San Agustín. A tan solo unos metros de la cuesta del Chapiz, se encuentra este bello mirador a la entrada del Carril de San Agustín, captando esta bella imagen del Sacro Monte.

Callejeando por San Cristóbal

Mañana de Julio en Granada, recién asomado el sol sobre el Llano de la Perdiz, no he podido resistir la llamada del Albaycín en esta hora tan luminosa. Como ya voy teniendo algunos años de más, he tenido que tomar un autobús en la Gran Vía, y tras unos minutos rodando por la carretera del Fargue, me ha dejado en el Mirador de San Cristóbal, que es como decir mirador de todo el mundo.

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Placetas y miradores del Albaycin-

A pesar de ser muy temprano ya había turistas extranjeros en el mirador; se nota que allende nuestras fronteras, están más acostumbrados a madrugar. Desde el espléndido mirador se puede recorrer con la mirada, la amplia y apaleada Vega de Granada, ya casi destruida. Urbanizaciones junto a los antaño pueblos agrícolas, que nada dicen. Fuente de negocio de unos pocos, que convencieron a muchos, para que compraran una segunda residencia en el campo. Los primeros se forraron de dinero, los segundos comprobaron, que volvían a estar viviendo entre vecinos, en muchos casos del mismo bloque del que vivieron en la ciudad; con la salvedad, de que anteriormente, no necesitaban del automóvil ni de autobuses para ir a trabajar, y hoy tienen que aguantar caravanas, tanto para entrar como para salir de la ciudad. Para ver una mata de hierba, tienen que coger un telescopio, puesto que las casas han invadido todo lo que antes era campos de cultivo. Pero en fin, allá cada cual con sus problemas, que yo no soy arreglador de nada, ni tampoco me han atrapado con su bien estudiada publicidad, diciendo que van a vivir en plena naturaleza. Yo he subido esta mañana al Albaycín a cazar fotografías llenas de luz y alegría, y a emborracharme con sus paisajes y perspectivas de antiguas construcciones que en su momento marcaron la historia de esta ciudad, y por cierto me estoy dando cuenta, de que sigo progresando en esto de las fotos, que salen muy bien, a pesar de la pequeñez de mi modesta cámara...

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Placetas y miradores del Albaycin-

Mirador de San Cristóbal

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Placetas y miradores del Albaycin-

Antes de detenerme en este maravilloso lugar, he querido ver la nueva configuración del antiguo Mirador de Rolando, al efecto he recorrido el tramo de carretera que va desde el Mirador al lugar conocido por el “Tambor” desde donde se domina la urbanización que se ha construido junto, a lo que fue la mansión del rico comerciante genovés, del siglo XVII Rolando Levanto. Posiblemente sea este el lugar más maravilloso de Granada .En mi niñez yo jugué mucho por aquellos andurriales, que prácticamente estaban en ruinas, en la finca solamente vivía un casero que cuidaba de lo que quedaba. Ese ha sido el motivo de querer volver a ver aquellos parajes que tanto añoro, por estar ligados a mi niñez y a mis amigos. A los pies del viejo edificio fumé mi primer y último pitillo con 10 años, la borrachera que cogí fue tan grande, que aborrecí el tabaco para siempre...

El nuevo Mirador de Rolando centro y urbanización a la derecha

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Placetas y miradores del Albaycin-

Urbanización Carmenes de Rolando, al centro el Mirador

Mirador de San Cristóbal al completo

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Placetas y miradores del Albaycin-

Desde el mirador de San Cristóbal, al frente palacio de Dal Horra

Desde San Cristóbal, murallas de la Alcazaba, belleza y más belleza

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Placetas y miradores del Albaycin-

San Cristóbal, mirador del Mundo entero

Después de emborrachar los sentidos, con tanta belleza y guardarla con amor en mi modesta cámara, me decido a cruzar la carretera del Fargue, tarea que no siempre es fácil, ya que aunque hay un paso de peatones señalizado poco más arriba de la pronunciada curva, es preciso cerciorarse bien de que en esos momentos no hay ningún vehículo cerca, puesto que hacen poco caso del paso de peatones, pero la misión que me he impuesto esta mañana, es la de retratar la zona de San Cristóbal entera, y al fin me he decidido a entrar en la placeta, y la primera impresión es la de que he entrado en un aparcamiento público de coches, allí los hay por decenas en esta mañana de Julio y yo he pensado. Ahora están los niños de la escuela de San Cristóbal y los de las escuelas profesionales del Ave María de vacaciones, pero cuando estén funcionando

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Placetas y miradores del Albaycin-

¿Cuántos coches no habrá? Pese a todo he tomado las fotos que el aparcamiento me ha permitido, muy en particular los muros de la Iglesia y su torre campanario. La placeta está bien arreglada, cuenta con bancos de piedra, algunos arbolitos y pocos espacios en donde puedan corretear los niños. ¡Niños de hoy, os sobra todo aquello que nosotros no tuvimos, pero nosotros tuvimos placetas y calles en donde correr y golfear con plena libertad, sin tener que estar asustados por el tráfico, yo jugaba de niño al fútbol en mi calle Real de Cartuja con pelotas de trapo y por porterías la ropa amontonada.! Ni radios, ni televisión y por supuesto tampoco ordenador, que no se conocía, pero nos sentábamos en los bordillos de las aceras, para fraguar nuestras correrías.

Zona del Triunfo y Arco de Elvira desde Mirador San Cristóbal

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Placetas y miradores del Albaycin-

Iglesia de San Cristóbal

Durante la incivil guerra española, esta torre sirvió de torre vigía, para detectar la llegada de aviones de la otra zona, Durante las 24 horas había un vigilante en lo alto del campanario

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Placetas y miradores del Albaycin-

Con la construcción de la carretera del Fargue, entre 1916 y 1921, este mini barrio en torno a la Iglesia de San Cristóbal, quedó convertido en una isla, con su correspondiente aljibe de agua de Alfacar, la calle Larga de San Cristóbal quedó reducida a la mitad y separada tanto del Barrichuelo, como del resto del Albaycín por dicha carretera. Para abrir la carretera, hubo que mover muchos obstáculos entre otros la interrupción de las Obras por la Comisión de Monumentos, ya que esta se oponía a derribar un trozo de muralla árabe que la unía al resto que hay en la actualidad debajo del “Tambor y que remataba en el Barrichuelo. También había dos vecinos que declararon que mientras estuviesen vivos, la carretera no pasaría por su finca, y el caso más curioso es, que uno de ellos había sido alcalde la ciudad y partidario de dicha obra. Otra de las cuestiones que se suscitó fue, que en un principio no se contemplaba que la carretera pusiera en conexión la ciudad con el Albaycín, tras muchas reuniones con los vecinos del barrio, se consiguió que entrara a la altura de la placeta de Carniceros, abriéndose el actual tramos de la calle Pagés, que solamente llegaba a la altura de la calle del Agua. Años más tarde en 1940, siendo alcalde D. Antonio Gallego y Burín se derribaron las tapias de un carmen, a la altura de la placeta de Fátima y la carretera unió la Carrera del Darro con la carretera del Fargue, a través de la cuesta del Chapiz. El primer autobús urbano que subía hasta el Albaycín allá por los años treinta, daba la vuelta en la placeta de Carniceros.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Placeta de San Cristóbal desde el Mirador

En primer término la antigua escuela de enseñanza primaria Construida por D. Pedro Manjón en 1928

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Placetas y miradores del Albaycin-

Aljibe de San Cristóbal a la izquierda y mina a la derecha

Brocal del aljibe y mina de San Cristóbal a espaldas de la Iglesia

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Placetas y miradores del Albaycin-

El aljibe anterior tenía la singularidad de recibir el agua de la acequia Aynadamar, con muy poca profundidad, ya que recibía dicho caudal de un partidor que había, casi debajo de la casa de los Mascarones en la calle Pagés; dado que el brocal de este aljibe está a un nivel superior que dicho repartidor fue preciso rebajar el nivel del mismo, viéndose obligadas cuantas personas se abastecían de agua en el citado aljibe, de bajar los peligrosos escalones, que terminaban en la boca del aljibe, y cuando escarchaba se ponían dificilísimos por estar situados en umbría. Al fondo del pozo y a mano derecha del aljibe se abre una galería que penetra por debajo de la plaza de de San Bartolomé, hasta alcanzar el nivel de la casa de los Mascarones, dicha galería se bifurca a los pocos metros de la entrada a la derecha, y allí nacía el agua conocida por nacimiento de la mina del Monzón, que bajaba encañada por entre la Iglesia de San Idelfonso y el edificio del cuartel de la Merced, para dar servicio a parte del barrio del Boquerón, y terminando en el palacio de Anssoti, en la calle de San Jerónimo ,(Hoy colegio Notarial) Este palacio le tenía cedido el caño de agua al pilarillo de enfrente del Hospital de San Juan de Dios, también dicho hospital tenía un pequeño aljibe de esa procedencia para casos de urgencia. Cuando se generalizó el servicio de agua potable a toda la ciudad incluido el Albaycín, se desvió el pequeño venero ya casi extinguido, hacia la red de saneamiento de la ciudad. Dejándome ya de historias, volví a pasar al otro lado de la carretera del Fargue., entrando a la calle Brujones, por el Mataderillo y Larga de San Cristóbal,

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Placetas y miradores del Albaycin-

Mini placeta en la calle Brujones

Entré puestoediatamente por el callejón de San Bartolomé, hasta encontrarme en la plaza del mismo nombre. Esta plaza es de traza sencilla y muy luminosa debido a la poca altura de los edificios que la rodean, tiene una cruz de piedra muy simple, instalada en el lugar allá por el siglo XVII. Como no es plaza de tránsito, apenas si llega el ruido hasta ella, solamente los coches de los vecinos aparcados, cuando llegan o se van, existen algunos arbolitos y bancos de piedra que conviven pacíficamente con los automóviles Lo más notable de esta placeta es que duerme a la sombra de la torre de la Iglesia de San Bartolomé, al pie de la cual se encuentra el aljibe de época árabe, puesto que la parte baja de la actual iglesia era mezquita musulmana.

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Placeta de San Bartolomé

Iglesia de San Bartolomé, debajo el aljibe

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Placetas y miradores del Albaycin-

Puerta y aljibe de San Bartolomé

Por el callejón de San Bartolomé se sale a la calle del Agua y atravesada esta, entramos por la calle Pardo, desembocando en la calle Pagés a la altura de la placeta de Aliatar, frente por frente a la placeta del Aljibe de Polo. Esta minúscula y sencilla placeta es solamente el aljibe y poco más, abrazada por tres casitas se deja querer, por su encanto y gracia sin igual, ya que es testigo del ir y venir de vecinos y miles de turistas que pasan por su lado, bien camino de Plaza Larga, o bien camino de la Cuesta del Chapiz siendo motivo para miles de fotografías, que seguramente adornaran viviendas de lejanos países.

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Placeta aljibe de Polo, chiquita pero matona.

Placeta de la Charca

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Placetas y miradores del Albaycin-

Pasada la placeta del aljibe de Polo, por una cortísima calle salimos a la calle de la Charca, que nos conduce hasta la placeta de este nombre, placeta que queda inmediatamente debajo de restos de muralla, de la placeta Cementerio de San Nicolás. Por una esplendida escalera y un corto y estrecho callejón se llega a dicha placeta .Esta placeta tiene poco que contar, una frondosa acacia le da cierto color al lugar, ya que todos los edificios han sido restaurados en los últimos años y poco dicen. También esta apartada placeta, sirve de aparcamiento a un puñado de automóviles de los vecinos cercanos.

Cuesta de la Charca en forma de escaleras

Esta escalera va desde la placeta de la Charca, hasta placeta Cementerio de San Nicolás a la salida de un corto y estrecho callejón. A mano izquierda, quedan restos de la antigua muralla de la Alcazaba Cádima

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Callejeando por el Bajo albaycín

Placeta de Benalúa

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Placetas y miradores del Albaycin-

Iglesia y placeta de San Gregorio Bajo

Dispuesto a dar el último asalto a las placetas del Albaycín, esta mañana con olor a otoño, me he entrado por la carrera del Darro y tomando la primera calle que sale a mano izquierda, con fachada de la Casa de los Pisa, he podido contemplar la sencillísima placeta de Benalúa, toda ella arreglada como para ir de fiesta, aquí el silencio es absoluto y el tránsito de personas limitadísimo. Después desde Plaza Nueva he subido la calle Cárcel Alta, y desembocado en la plazuela de San Gregorio, esta placeta es la culminación de la Calderería Vieja y en la actualidad es prácticamente zoco moruno.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Los portales que hasta hace pocos años eran puesto de verduras, establecimientos de ultramarinos y tiendas de confecciones baratas, hoy han pasado a manos de súbditos marroquíes, de la numerosa colonia que habitan desde hace algunos años en Granada, en su mayor parte todos de religión islámica, y aquí han instalado prácticamente una calle de sabor musulmán teterías, cafetines , tiendas de productos marroquíes y confiterías, donde se elaboran dulces de carácter árabe, las casas que hasta hace poco estaban en estado de ruina, hoy han sido restauradas y el ayuntamiento de Granada, pavimentó esta calle de rancio sabor albaycinero toda ella escalonada y donde la vida transcurre plácidamente, ya que la prohibición de las bebidas alcohólicas por parte del Corán, impide que nadie se emborrache, y por tal motivo se puede considerar una de las calles donde menos jaleo existe, a pesar que casi siempre circula por ella muchas personas, que por aquí tienen acceso a las zonas próximas. La placeta tiene poco de interés, solo la portada de la Iglesia, estilo Jónico, conocida por San Gregorio Bético, edificada en el siglo XVI. De aquí salen la calle San Juan de los Reyes, los Grifos de San José, cuesta de Marañas, Álamo del Marqués, y cuesta de San Gregorio. Bajando la Calderería, se llega hasta la callecita del Correo viejo y en pocos metros la placeta del mismo nombre. Como mi visita es matinal, dicha placeta goza de silencio y tranquilidad. Que siempre debiera tener, pero creo que esto no es así, ya que por aquí andan los “camellos” de la droga a la espera de que lleguen sus desgraciados clientes.

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Placeta del Correo Viejo

Placetilla del Corpus Cristi, detrás de Iglesia en calle Elvira

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Que maravilloso es tener memoria y poder recordar tiempos de niñez y de juventud, lugares por donde uno pasó hace tantos años, imágenes que se mantienen vivas en mi buena memoria, recuerdo la fábrica de caramelos que existía en la placeta del Correo Viejo, donde yo me extasiaba viendo como se liaban los tirabuzones de azúcar coloreada, para formar aquellos caramelos que tanto nos gustaban; recuerdo la vez que me encontré una peseta de plata, junto a la placetilla de Corpus Cristi detrás de los Hospitalícos; lo que no recuerdo es el motivo que me llevó a entrar en aquella placetilla por vez primera, tal vez fuera porque me apretara alguna necesidad, en fín no lo se.

Vecinos que son amenazados para que se vayan, solares abandonados durante años, graffiti, realidad del bajo Albaycín, en los balcones de la casa de la izquierda, se pide solidaridad mediante una pancarta

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Mirador de Molinos de la Corteza de San Andrés

Recuerdo la calle Molinos de la Corteza, en donde siendo niño entré a trabajar en un pequeño taller de ebanistería y en donde no hacía nada más que barrer. En el lugar, hoy han hecho una placetilla mirador que lleva el nombre de Mirador de San Andrés.

Placetilla de Pemán, frente a San Andrés

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Iglesia de San Andrés en restauración 2008

Incivismo de los “graffiteros”, la calle Elvira es clara muestra, no respetan nada y encima casi se les ríe la gracia de su arte.

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Plaza del Triunfo y Arco de Elvira.

No se muy bien si las plazas del Triunfo y San Idelfonso formaran parte del bajo Albaycín, pero es que están tan ligadas a mi vida, que en señal de cariño me he decidido a incluirlas en este pequeño trabajo monográfico. Por el Arco de Elvira pasé miles de veces, y en San Idelfonso estoy bautizado, comulgado, y casado, por lo tanto le debo un respetuoso cariño. Tanto la plaza del Triunfo como la de San Idelfonso, en los años que yo las he podido ver han conocido muchas transformaciones, quedando solamente de lo anterior el Arco de Elvira y la Iglesia de mi barrio. En la del Triunfo estuvo hace pocos años la estatua de Fray Leopoldo de Alpandeíre, situada en el centro mismo, pero estaba tan desolada, que hubo que trasladarla a los cercanos jardines del Triunfo.

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El Arco de Elvira desde la calle Elvira finales siglo XIX

Una curiosísima fotografía del Arco de Elvira, tomada desde el interior de dicha calle a finales del siglo XIX, en el muro de la derecha , hoy reforzado con varios arcos de herradura construidos en ladrillo visto, hacia 1950, en el estrechísimo espacio del edificio de la derecha había hasta un pequeño taller de hacer ataúdes baratos, los cuales una vez pintados de nogalina, los exponía a la vista de los transeúntes, colgados en la pared. La verdad es que en las penumbras de las anochecidas de noviembre, su vista imponía cierto malestar.

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Fotografía actual del Arco de Elvira desde el interior de dicha calle y en el mismo lugar que la foto anterior

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Foto de 1944, seguramente sería de Torres Molina

El entramado urbano del bajo Albaycín, San Andrés, Arco de Elvira y plaza de toros del Triunfo, merece ser contemplado por los ojos que no lo vieron así. En primer plano la bellísima torre de la Iglesia de San Andrés, a la derecha el Arco de Elvira y plaza de toros del Triunfo, en la lejanía la actual plaza de toros, al frente el bello bulevar de la avenida Constitución, sombreado por los plátanos de jardín y construido en 1913. En los momentos de la foto era Avenida de Calvo Sotelo, y el referido bulevar tenía unos hermosos árboles, conocidos como “plátanos de jardín”, que fueron arborizados en febrero de 1974, con la protesta de miles de mujeres granadinas.

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Antiguo cuartel de infantería del Triunfo 1925

Aspecto actual del antiguo cuartel de Infantería del Triunfo

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Iglesia de San Idelfonso y tapias del cuartel infantería en 1921

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Iglesia del Triunfo en la actualidad 2008

En esta Iglesia fui bautizado una fría tarde de noviembre de hace muchos años, y también me case una florida mañana de mayo de hace también muchos años. También en esta placeta terriza, celebrábamos partidos de fútbol interminables.,una simple pelota de goma e incluso alguna hecha de trapo, era suficiente como para estar tres o cuatro horas jugando; allí tenía un taller de reparación de bicicleta y alquiler, el ciclista granadino Joaquín Bailón, corredor que corrió dos vueltas a España. Los adolescentes nos pegábamos allí para escuchar las curiosidades que el había experimentado en dichas vueltas.

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Parque actual en la placeta de San Idelfonso

Como hoy los niños juegan poco en la calle, el Ayuntamiento pensó y con buena lógica, que ¿Para qué aquella placeta terriza? si ya los niños apenas jugaban al fútbol, hoy prefieren verlo jugar en la tele o en Internet. La verdad es que aquí ha quedado un parquecito muy coqueto, con sus bancos, sus árboles sus flores y los columpios para los más pequeños. Con la mente llena de recuerdos, unos mejores y otros no tan buenos, abandoné el lugar para dirigirme por la calle Sacristía de San Idelfonso a la calle baja del mismo nombre, en donde se encuentra el aljibe mas bajo de todo el Albaycín, conocido por el aljibe de la Merced o de San Idelfonso.

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Aljibe de la Merced o de San Idelfonso

En plena calle Baja de San Idelfonso y muy cerca de la plaza de la Merced, se encuentra este aljibe, situado al pie mismo de las estribaciones de San Cristóbal. En los años en que estaba muy habitada esta zona, era todo un espectáculo pintoresco, ver reunidas una gran cantidad de mujeres alrededor del aljibe las mañanas de los domingos, puesto que al entrar el agua

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en dicho almacenamiento en la noche anterior, todas las mujeres del barrio, hacían acopio de agua para el lavado, antes de que bajara mucho el nivel del líquido elemento, pues entonces existía la posibilidad de recoger más fango que agua. En las fechas a que me refiero años treinta y cuarenta, apenas si había alguna casa en Granada que tuviera agua potable instalada en su interior. Lo curioso del caso, es que el machismo de la época impedía que ningún hombre ayudara a su esposa a acarrear algún cacharro con agua, por muy endeble que estuviese esta. Era tiempos en que las mujeres de la clase obrera, tenían más de esclavas que de esposas, puesto que tenían que atender, casa, comida, niños y por lo general pocos ingresos, eso si, en las horas domingueras en que la mujer tenía que trabajar aún más si cabe, el macho dominante se iba a la taberna, olvidando por completo casa y familia. ¿Por qué cuento esto al margen de la temática de mi modesto trabajo? Simplemente porque saltaba a la vista, aunque esta mirada fuese la de un niño con pocos años, y pese a que yo tuve la suerte de no ver eso en mi casa. Continuando con mi recorrido de placetas y miradores, me asomé hasta la poca agraciada plaza de la Merced, al costado derecho de los muros del antiguo cuartel, y recordé como no, el cuartel y los soldados saliendo de paseo los domingos por la tarde, vestidos impecablemente y las durísimas botas perfectamente lustradas; se decía que les echaban saliva, para limpiarlas, puesto que el presupuesto que manejaba un soldado era de 0,50 céntimos de pesetas al día.

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Plaza de la Merced

Cruz de Arqueros

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Ya por la Cruz de Arqueros, me tomo el camino con calma, pues las veredas de San Cristóbal son bonitas de ver y duras de subir, pero me llevo una grata sorpresa, ya que hacía muchos años que no subía por ellas y la verdad es que han cambiado totalmente, donde hace años no había más que terraplenes, con pitas y chumberas, hoy hay varios miradores, con recios muros de piedra y cemento y sobre todo conjugando la solidez con la gracia, de estas mini placetas, por lo general en dos o tres niveles. La primera placetilla que piso es la de Pernaleros Bajo, una delicia de placeta, aunque en su restauración, las casas han sido pintadas con colores muy chillones, pero es de observar el buen cuido y el cariño que los vecinos han puesto en ello pues hasta en pequeño bidones industriales pintados de azul han sido plantadas plantas. ..

Placetilla de Pernaleros Baja

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Placetas y miradores del Albaycin-

Pequeña placeta de Rosales por edificios dos casas cuevas

Veredas por la ladera de San Cristóbal

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Placetas y miradores del Albaycin-

Otro aspecto de las veredas de San Cristóbal

Fantástico mirador este de la placeta de Liñán.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Otro rincón de la placeta de Liñán.

otro increíble mirador en las veredas de San Cristóbal

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Placetas y miradores del Albaycin-

Oasis en la dura subida de la ladera de San Cristóbal

Deslumbrado por tanta belleza como estaba viendo en esta subida por la ladera de San Cristóbal .y también cansado por la pendiente y con mis años, me senté a reflexionar sobre lo absurdo del mundo moderno, nos vamos de turismo a lejanos países, con esfuerzos económicos en la mayoría de los casos, y sin embargo desconocemos, barrios que son auténticas maravillas, y que quedan a menos de media hora de nuestras casas. Yo preguntaría, ¿Cuántos granadinos conocen este pedazo de cielo que mira sobre Granada? Y me quedaría petrificado, cuando respondieran que menos de un 1 %. Esa es la triste realidad y yo quisiera con este modestísimo trabajo, contribuir a que fuera visitado por los granadinos, sobre todo, para que se sintieran poseedores de estas joyas.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Cuestas de San Cristóbal ¿Cabe más gracia en una calle?

Vista desde las veredas, belleza y más belleza acumulada.

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Placetas y miradores del Albaycin-

No si será porque soy granadino antiguo, o si será que me crié muy cerca del Albaycín, pero cuando me pongo a hablar de él, se me calienta la cabeza y me siento súper orgulloso de pertenecer a ese puñado de granadinos que lo han recorrido infinidad de veces, y no solamente para ir bebiendo en sus numerosas tascas, si no para sentarse a contemplarlo desde el silencio de alguna placeta o ante la visión imborrable de un atardecer en las alturas, y como no también en algún amanecer de verano, entonces pasa de ser maravilloso a sublime. Tras ascender hasta el mirador de San Cristóbal, he subido un tramo de carretera y he recordado con nostalgia, lo concurrida que se encontraba la “Bolilla” en los soleados domingos del invierno, con las familias enteras comiendo, de lo que allí mismo habían condimentado en el santo suelo, con unas piedras y unas ramitas de árbol secas, y mucho humo y mucho llorar soplando de rodillas en el suelo, luego el festín, toda la familia sentada en el suelo y en medio la paellera o simple sartén, bien con arroz, o bien con un pollo o conejo en ajillo, hoy cosa corriente, pero comida de lujo entonces. Mientras, la gente joven montaban un mecedor colgando una soga por las ramas de algún olivo, de los muchos que había en aquella soleada ladera, que por cierto, nunca se me ocurrió pensar de quién sería su propietario, porque nadie llamaba la atención, ni por hacer lumbre, ni por hacer mecedores. En los mecedores se cantaban coplas ingenuamente picarescas como esta, / La niña que se mece /y no le cantan/es porque tiene sucias/ las bragas blancas/

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O esta otra que decía / Cantarle que no es viuda/ que no es viuda cantarle/ que una amiguita mía/ que la quiero más que a nadie/ Ya por la tarde subían muchos hombres del Albaycín a tomar un vaso de mosto en el ventorrillo del Loro. El mismo era servido en unas minúsculas botijillas de barro en muchas ocasiones con fuerte olor a humedad

Golilla de Cartuja (La Bolilla) solaz de las familias albaicineras

A la caída de la tarde, la carretera se llenaba de risas y cantares en boca de las muchachas que habían disfrutado de unas horas de asueto, ya que por entonces había que trabajar muchas horas y descansar muy poco, pero en fín, eso era lo que había.

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Placetas y miradores del Albaycin-

El autor y familiares En la “Bolilla” años 50

Con la mirada perdida y lleno de recuerdos volví la cara y me adentré por la calle Pagés, para tomar café en “Casa Torcuato” sinónimo del buen comer en el Albaycín, allí me encontré con un viejo amigo de mi juventud, y el café se prolongó más de la cuenta, pero decidí reemprender mi ruta, y por la calle del Agua, me deje ir. Calle del Agua, tan pocas letras y cuanto embrujo Ya le cantó el inolvidable poeta granadino, D. Manuel Benítez Carrasco aquel poema, que luego fue cantar y que decía,/ Y por la calle del Agua/ yo la veía pasar/tan bonita y tan soltera/guapa hasta no poder más/.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Calle del Agua desde calle Pagés

Si alguien conoce una calle con más belleza y embrujo que venga y lo diga en mi cara, porque eso no hay quien lo iguale, no hay en el mundo arquitecto o urbanista capaz de hacer una obra semejante

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Otra perspectiva de la calle del Agua, desde plaza Larga

El maestro de la poesía Manuel Benítez Carrasco, adoraba esta calle albaicinera, una noche tomando una copa en la antigua bodega de Natalio me confesaba, que cuando estaba en América, lloraba al acordarse de ella.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Maravilloso rincón en medio de la calle del Agua

Yo estoy seguro, de que todo aquel que haya visitado el Albaycín, habrá tomado fotos de su singular belleza, adornada con esa preciosa placetilla que forma la casa que ilustra este texto. Quería abandonar el albaycín y el me retenía, llegué a plaza Larga, y estaba en pleno mercado, regateos, pregones, charlas y todo un mundo de color, formaban un conjunto inigualable, allí mi amigo Pablo impartía clases de “albaicinismo”, convencido de su saber, y yo lo dejé para entrar también por la calle de Panaderos.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Calle Panaderos, con sus puestos en la calle y sus ricas panaderías.

Esta calle es segunda en el rango popular del Albaycín, pero su gracia se expande por todas las callejas que desembocan en ella. Buscando ya la última placeta, comencé a bajar la cuesta de la Alhacaba y a los pocos metros me encontré de lleno en la placeta de la Almona. Esta es placeta sin vistas y sin historia está situada la primera a la derecha de la bajada de la cuesta de Alhacaba, y normalmente sirve de aparcamiento de coches, sin orden ni concierto, todo ello me hace pasar un poco por alto su configuración, que queda reflejada en dos fotos tomadas desde distintos ángulos..

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Placetas y miradores del Albaycin-

Dos vistas de la placeta de la Almona.

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Placetas y miradores del Albaycin-

Puerta Monaita a la entrada de las murallas de la Alcazaba

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Placetas y miradores del Albaycin-

Para cerrar este maravilloso collar hecho de placetas y miradores, creo que no hay nada más simbólico que la puerta Monaita, Por aquí se asentó el reino Nazarí, por lo tanto me creo en el deber de reflejar en esta bella perspectiva, tan singular puerta y echar el cerrojo a este pequeño trabajo de diversión, que ha sido recorrer uno a uno los rincones del Albaycín, con sus placetas y miradores.

Octubre de 2008

Manuel Jesús Anguita Castillo.

Epílogo

Gracias a los avances de la ciencia, he podido poner este puñado de cuartillas, en las manos de los millones de admiradores que tiene este barrio embrujado que lleva por nombre Albaycín, de forma gratuita, con lo que colmo el anhelo, que persigo desde mis 81 años.

Granada Diciembre de 2008

Manuel Jesús Anguita Castillo

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