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POLÍTICAS PÚBLICAS, GESTÃO E AVALIAÇÃO NO CENÁRIO DA
EDUCAÇÃO BÁSICA E SUPERIOR NA ARGENTINA E NO BRASIL
Maria Eugenia Vicente - UNLP/CONICET
Maria Florencia Di Matteo - UBA
Suzana dos Santos Gomes - UFMG
Resumo
Este painel reúne trabalhos que investigam políticas públicas, gestão e avaliação
educacional na Educação Básica e Superior. São resultados de pesquisas realizadas na
Argentina e no Brasil que reafirmam o necessário comprometimento de gestores com as
políticas públicas, afirmando assim o princípio constitucional da educação como direito
de todos e dever do Estado. No artigo “Aportes al desarrollo de las políticas educativas
de inclusión social desde el análisis de la gestión institucional” a autora analisa as
ações de gestores sobre o cumprimento da lei nacional de obrigatoriedade da educação
secundária na Argentina. Os resultados foram obtidos por meio da análise de normativas
instrucionais e entrevistas com gestores de escolas secundárias. Em “La formación pre-
profesional y la evaluación de los aprendizajes em tabajo social” a autora investiga a
formação inicial e avaliação da aprendizagem em um curso de graduação de uma
universidade pública em Buenos Aires, Argentina. Os resultados permitiram elaborar
análises interpretativas sobre os dispositivos de formação e avaliação por meio da lógica
de alternância e compreensão. Finalmente, o trabalho “Didática, currículo e avaliação
no contexto escolar: o professor e a busca de articulação entre os processos externos e
as práticas avaliativas internas” focaliza aspectos do sistema nacional de avaliação no
Brasil. Ressalta a relevância do professor nesse contexto e defende articulação entre os
processos de avaliação externa e as práticas de avaliação interna. Os trabalhos sugerem
ainda, políticas públicas em defesa da formação docente, gestão institucional e práticas
diferenciadas de avaliação, tendo em vista a garantia do direito de uma educação de
qualidade.
Palavras-chaves: Políticas públicas, gestão, avaliação educacional.
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APORTES AL DESARROLLO DE LAS POLÍTICAS EDUCATIVAS DE
INCLUSIÓN SOCIAL DESDE EL ANÁLISIS DE LA GESTIÓN
INSTITUCIONAL
María Eugenia Vicente - UNLP/CONICET
Resumen
En el marco de las reformas educativas latinoamericanas y las nuevas configuraciones
institucionales, la escuela secundaria argentina tiene como principal desafío el de
replantear las estrategias de inclusión diferentes a las del mecanismo selectivo que la ha
caracterizado desde su fundación. En este sentido, la sanción de la obligatoriedad del
nivel ha sido una de las decisiones operativas orientadas a lograr la inclusión social
educativa. Dicha sanción pretende a lograr una mejor articulación con las necesidades
sociales, vincular la escuela con el mundo productivo, y a dotar a los jóvenes de
herramientas de acción política y ciudadana. No obstante, algunos aportes al respecto
advierten que la incorporación de los grupos sociales tradicionalmente excluidos de este
nivel de escolaridad se daría en el marco de un sistema educativo que ofrece a estos
nuevos estudiantes su incorporación a través de una misma estructura organizacional,
caracterizada tradicionalmente de elitista y selectiva. En esta oportunidad, se presentan
los avances de una investigación en curso que tiene como objetivo el de analizar las
decisiones y acciones llevadas a cabo por los directores encargados de la administración
educativa del nivel secundario, con relación al cumplimiento de la obligatoriedad de la
formación secundaria. La metodología se inscribe en los estudios socio- educativos de
la Administración de la Educación, orientada a analizar cualitativamente las prácticas
educativas desde una perspectiva institucional. En esta ponencia se presentan las
discusiones teóricas en torno del estudio de la educación secundaria en la actualidad.
Palabras clave: Gestión educativa, política pública educativa, inclusión social.
Introducción
Las investigaciones realizadas durante la última década sobre la gestión
educativa en la región latinoamericana, señalan la convivencia entre estructuras
innovadoras que intentan fortalecer los procesos de gestión de la inclusión social, junto
a la persistencia de la estructura burocrática que configura las prácticas de gestión al
tiempo que reduce y condiciona los intentos de reforma.
Los aportes de Sander (2008) reconocen que en la región es necesario seguir
apostando a desarrollar prácticas educativas que sean políticamente efectivas para las
comunidades y sus instituciones educativas, que sean culturalmente pertinentes para los
actores en la práctica escolar cotidiana, y que sean socialmente significativas y
éticamente válidas para la ciudadanía en general. En este sentido, Aguerrondo (2013)
sostiene que una de las causas del descenso de la calidad educativa es que la compleja
organización burocrática de los sistemas educativos no ha permitido la adecuación de la
enseñanza a las necesidades singulares de los diferentes sectores.
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A estas cuestiones de estructura, se sumaron variadas demandas exigidas a la
institución educativa (DUSSEL, 2005): que enseñe, de manera interesante y productiva,
cada vez más contenidos; que contenga y que cuide; que acompañe a las familias; que
organice a la comunidad; que haga de centro distribuidor de alimentos, cuidado de la
salud y de asistencia social; que detecte abusos, que proteja los derechos y que amplíe la
participación social.
En este marco, en muchos países de la región se ha reformado la estructura,
organización y funcionamiento del nivel de educación secundaria a través de la
diversificación de las formas edilicias e institucionales, la creación de jornadas
especiales, el uso de materiales concretos diversos, los cambios en las formas de
promoción de asignaturas y la flexibilización de las asistencias, dan cuenta de ello
(AGUERRONDO, 2013; ACOSTA, 2009 y GVIRTZ y PODESTÁ, 2012;
DUSCHATSKY y AGUIRRE, 2013).
Particularmente en Argentina, y en relación al funcionamiento institucional,
Tiramonti (2011) reconoce que la diversidad de instituciones y orientaciones
curriculares es un dato constitutivo del nivel de educación secundaria. Dicha diversidad
está asociada a la construcción de alternativas diferenciadas o al forzamiento de las
instituciones tradicionales para incluir a los distintos grupos sociales que se incorporan
a la escuela.
Según Tedesco (2010), la diversificación de estructuras en el marco de lógicas
autónomas de funcionamiento se estaría produciendo sin fortalecer la capacidad de la
administración central para fijar metas, medir resultados y compensar diferencias. De
esta forma, se erosiona la capacidad de quienes tienen la responsabilidad de conducir los
sistemas educativos.
A nivel de la dirección educativa, los aportes de Sverdlick (2006) señalan que en
momentos de cambio los significados, las representaciones, y las normas- valor que
organizan la gestión educativa, sufren una serie de rupturas. Por un lado, se sientan
luchas por defender el espacio propio, y la rigidez e inflexión son muestra de una
fragilidad entre los vínculos y acuerdos; al tiempo que en el discurso se reconoce la
necesidad del respeto a la autonomía atendiendo a las diferencias y al mismo tiempo en
la acción no existe espacio para el error, la duda y los fracasos. Asimismo, muchas
escuelas y los docentes siguen reclamando prescripciones y recetarios (características de
la década del 90); aunque también protestan por ello.
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Por otro lado, existe una desconfianza mutua entre las gestiones educativas de
las instituciones y “el sistema”. Por parte de técnicos, los signos de desconfianza
refieren generalmente a la posibilidad de que los cambios se produzcan, a la continuidad
y sostenimiento de las acciones por parte de la gestión de cada institución. Por otro lado,
los directivos visualizan que dichas propuestas no tienen en cuenta la realidad de los
maestros y de las escuelas (que tienen sus propias problemáticas cotidianas e históricas,
sus dinámicas institucionales).
Finalmente, algunos dispositivos escolares orientados a mejorar la gestión
perdieron su sentido pedagógico, tales como el proyecto educativo institucional (PEI),
que existe sólo por la formalidad que lo requiere. Armar las planificaciones, realizar
evaluaciones, hacer seguimientos perdieron el carácter pedagógico en pos de criterios
evaluadores y fiscalizadores.
En este marco, se plantea una investigación que pueda interrogar sobre la gestión
de la inclusión social en la escuela secundaria, explicitando las lógicas formales y no
formales, identificando los vectores dominantes, reconociendo los efectos deseados y
los problemas de la puesta en acción de la obligatoriedad. En esta oportunidad, se
presentan los avances de dicha investigación dedicados a socializar las indagaciones
preliminares y los debates sobre la educación secundaria en Argentina.
Procedimiento metodológico
La metodología se inscribe en los estudios socio- educativos de la
administración de la educación, orientada a analizar cualitativamente las prácticas
educativas desde una perspectiva institucional.
Los avances aquí socializados forman parte de una etapa de consolidación de la
revisión bibliográfica de la investigación en curso, dedicada a avanzar en la búsqueda y
análisis de estudios especializados en las siguientes temáticas: políticas públicas
educativas, sociedad y educación, democracia y sistemas educativos, gobernabilidad de
los sistemas; derecho a la educación; administración y organización de las instituciones
educativas de nivel secundario.
En este marco, los datos aquí presentados fueron recolectados a partir de fuentes
secundarias, que contribuyeron al aporte teórico y metodológico, tales como la
bibliografía especializada en el tema y publicada en libros y revistas científicas.
Finalmente, para el análisis de los datos se utilizó la técnica de Análisis del Contenido:
consistente en la categorización, fragmentación y codificación de los datos. La
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categorización es de tipo mixta: las categorías se establecen antes de comenzar la
investigación y durante el análisis de los datos (las denominadas “emergentes”).
Discusión y resultados preliminares: ¿Cómo se organiza el conocimiento en la
escuela secundaria? O la discusión sobre el curriculum de nivel secundario
Las posturas acerca de la organización del currículum se reconocen, por un lado,
en un posicionamiento que entiende el desarrollo curricular de forma lineal donde cada
institución realiza una selección de contenidos sobre aquellos definidos en los diseños
curriculares. Del otro lado, quienes reconocen que desde el contexto de producción de
saberes hasta los contextos de transmisión, se producen otros y nuevos saberes, no
únicamente se recrean aquellos que están contemplados en los diseños curriculares.
Las posturas inmersas en la corriente funcionalista y en la racionalidad técnica,
suponían que la transmisión y circulación de conocimientos era lineal, dirigida desde los
contextos de producción a los de reproducción, mediatizados por el currículum y, así,
fácilmente estandarizable. Al mismo tiempo, las escuelas eran vistas como espacios
homogéneos, libres de contradicciones y conflictos promovidos por las luchas entre
actores institucionales, debido a diferentes intereses y objetivos (TYLER, 1973; TABA,
1980; BLOOM, 1971; BOBBIT, 1924).
No obstante, desde hace varias décadas estas ideas se han puesto en discusión.
Los contextos de reproducción de ciertos conocimientos implican la necesidad de
producir otros conocimientos y modos distintos de viabilizar los contenidos del texto
curricular, lo que influye en los procesos de enseñanza y aprendizaje (GARCÍA,
MANZIONE y ZELAYA, 2015). La construcción de los contenidos de enseñanza no
pueden limitarse a una simple reducción descendente de un saber universitario
sobrevalorado, sino que existe una gran variedad de prácticas sociales que presentan de
distintas maneras una misma idea científica. Desde este punto de vista, el saber erudito
es una práctica de referencia entre otras que convienen explorar también, para llegar a
una formulación diversificada de los conceptos científicos (ASTOLFI, 2002).
¿Qué significa hablar de inclusión social en la escuela secundaria? O la discusión
sobre la homogeneidad/heterogeneidad institucional
Las posturas acerca de las estructuras organizacionales que sostienen la
inclusión social se reconocen, por un lado, en quienes entienden que la inclusión social
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se logra cuando todos participan de la misma escuela (estructuras homogéneas en
términos organizacionales y curriculares). Por otro lado, una segunda postura reconoce
que las propuestas escolares deben adaptarse a cada grupo socio- económico para que
logren encontrar sentido a asistir y permanecer en la escuela. En esta línea se reconoce
la importancia de la variedad de estructuras organizacionales para lograr una real
inclusión.
Ciertos autores (TENTI FANFANI, 2003, 2009; TIRAMONTI, 2011; MONTES
y ZIEGLER, 2012; ARROYO y NÓBILE, 2015) sostienen que la justicia social en
educación implica que los sectores que fueron expulsados o que nunca ingresaron a la
educación secundaria puedan ingresar, permanecer y egresar de las instituciones
educativas donde fueron expulsados, o donde nunca pudieron ingresar. Planteado en
éstos términos, el carácter democratizador de las instituciones escolares conlleva en su
interior una contradicción: se proponía igualdad de oportunidades que se distribuían de
manera desigual según la ubicación social de los educandos y las demandas de la lógica
económica (FRIGERIO, 1997).
No obstante, sobre el contrato fundacional de la escuela en general, también es
necesario reconocer el contrato fundacional de cada escuela en particular. Es decir, que
cada escuela conlleva en sí misma el mandato general o sentido establecido a nivel
macro de los sistemas educativos, pero también un mandato propio, por el cual fue
creada en un determinado tiempo y lugar, y que dio respuestas a necesidades locales
específicas (FRIGERIO, POGGI y TIRAMONTI, 1992). En este sentido, las
instituciones educativas se crean a cada instante y que no se habita desde la reiteración
monótona de sus objetivos, o de sus fines, o de sus tareas, o de sus prescripciones, sino
desde la emergencia de sus aconteceres. Por ello, es preciso que existan tantos tipos de
escuelas que puedan albergar la diversidad social y cultural (DUSCHATZKY,
FARRÁN y AGUIRRE, 2010; DUSCHATZKY y AGUIRRE, 2013).
¿Qué ofrece la institución al sujeto? O las posturas en relación a la institución como
productora de subjetividades
Las posturas acerca de qué aporta la escuela al sujeto se dirimirían en dos
planos, por un lado, aquella que señala la importancia de ofrecer las mismas propuestas
pedagógicas para todos, siguiendo el principio de igualdad. Por otro lado, quienes
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reconocen que el respeto a la diversidad cultural en las escuelas necesita de propuestas
pedagógicas acordes a dicha diversidad.
Desde una concepción mecanicista, la diversidad y la desigualdad social se
constituía en un problema frente al cual la escuela lo desconocía, lo negaba o reconocía
a través de programas de compensación ineficientes. Mientras tanto en el campo de
estudio, se sostiene el argumento de que el capital simbólico necesario para
desempeñarse con éxito en el mercado escolar está desigualmente distribuido en la
sociedad (BOWLES y GINTIS, 1983; BAUDELOT y ESTABLET, 1990; BOURDIEU
y PASSERON, 2003). Por ello, se trata de darle más a quienes más lo necesitan y
muchas veces la focalización sobre los más desfavorecidos tiende a la conformación de
separaciones y jerarquizaciones institucionales. Las escuelas beneficiarias de
determinados programas asistenciales se convierten o refuerzan su condición de ser
escuelas para pobres (TENTI FANFANI, 2007).
No obstante, otra postura reconoce que la discusión sobre el diseño de acciones
universales frente a la lógica de la focalización, que produce mayor segmentación
dentro del sistema educativo, se presenta como un falso dilema, porque la diferenciación
en la cual se enmarca una propuesta pedagógica no debería entenderse como
fragmentación. Más bien, la práctica docente en tanto práctica social se pone en marcha
en instituciones diseñadas para ello en el entramado de un sistema social mayor; y la
escuela debe trabajar para sostener un aula heterogénea. En el campo de estudio, la
diferencia no está reconocida como un sistema de jerarquías ordenado por un solo
patrón, sino como un problema de múltiples legitimidades y el reconocimiento de
múltiples culturas (juveniles, escolares) (ANIJOVICH, CAPPELLETTI, MORA y
SABELLI; 2009; PINCKASZ, 2012; MADONNI, 2014; KORINFELD, 2013).
¿Qué implica hablar de autonomía institucional? O la discusión en torno a las
propuestas político- institucionales de centralización/descentralización
La diversificación de propuestas de formación de nivel secundario demanda
ciertos márgenes de autonomía para lograr estrategias situadas, contextualizadas y
acordes a necesidades y trayectorias particulares. No obstante, la concepción de
autonomía institucional despierta algunas posiciones encontradas.
Por un lado, las posturas que apoyan la descentralización y a la desconcentración
educativa, sostienen que se trata de procesos instrumentales para lograr mayor calidad
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en la educación. Así, la mejora en la calidad se logra a través de otorgar mayor
autonomía en la toma de decisiones a las escuelas y a las comunidades locales a las que
pertenecen, con el fin de lograr una mayor compatibilidad entre la oferta de la escuela y
las necesidades de los estudiantes. Se supone que la toma de decisiones y la asignación
de recursos son más eficientes cuando están en manos de quienes tienen información
específica sobre la realidad local.
Al mismo tiempo, la transferencia de las decisiones y la asignación de recursos a
los administradores escolares, a los docentes, a los padres y a otros actores de la
comunidad educativa local promoverían el compromiso comunitario y la participación
ciudadana (CASSASUS, 1990; BURKI, PERRY y DILLINGER, 1999; CARNOY,
1999; SENÉN GONZÁLEZ, 1989; FERNÁNDEZ LAMARRA, 1987; RIVERO, 1978;
SILVA, 1987; DECIBE, 2003).
Por otro lado, una segunda postura advierte que la escuela no es ajena a los
valores y las actitudes de la sociedad dominante, sino más bien reproduce la cultura
hegemónica en sus formas de lenguaje sus relaciones sociales, sus experiencias vitales y
sus modos de razonamiento. Por lo tanto, la autonomía escolar puede ser entendida
desde una perspectiva libertaria, fundada en una utopía revolucionaria promotora de
valores basados en la emancipación, la igualdad, la cooperación y la participación, y la
transformación superadora del orden.
En este sentido, los márgenes de autonomía pueden ser considerados como
oportunidades para poner en marcha proyectos propios en las instituciones educativas,
aprender de la experiencia, potenciar la capacidad institucional y fortalecer el
compromiso de quienes participan en las escuelas (GIROUX, 1992; MCLAREN, 1994;
FREIRE, 1969; TADEU DA SILVA, 2001; YOUNG, 1971; BERNSTEIN, 1977;
APPLE, 1990).
¿Qué define a la gestión educativa? O la discusión sobre los distintos tipos de gestión
en educación
A propósito de las propuestas emergentes de formación de nivel secundario en la
última década, la gestión “social y cooperativa” aparece en la escena de la
administración de la educación de la mano de la última ley de educación nacional,
intentando legitimar formas de gestión horizontales y democráticas, en oposición a la
estructura burocrática. No obstante, algunos posicionamientos sostendrán que se trata de
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estrategias encubiertas de gestión privada atendiendo a intereses particulares y
seleccionando la matrícula.
La Ley 1.420 en 1884 definió que lo público se asociaba a lo estatal -en tanto
educación común-, mientras que la Iglesia y los particulares, constituían el ámbito de lo
privado. En 1993, la sanción de la Ley Federal de Educación estableció que toda la
educación era pública, lo que la distinguía era un tema de gestión - estatal o privada -
(KAROLINSKI, 2006; FELDFEBER, 2003).
En la actualidad, la Ley de Educación Nacional de 2006 conserva el supuesto de
que toda la educación es pública, e incorpora dos nuevos modos de gestión: cooperativa
y social. Estas últimas se definen como “espacio público no estatal”, son públicas por
estar volcadas al interés general, pero no estatales por no estar ligadas a los agentes
políticos tradicionales (GENNUSO, 2007; KAROLINSKI, 2006).
Al respecto, existirían dos posturas. Por un lado, quienes reconocen en la
ampliación de los tipos de gestión una estrategia para lograr inclusión social que
complementa los alcances del Estado (BELLI, 2004; KAROLINSKI, 2006).
Particularmente, la gestión social rompe con la estructura piramidal de las escuelas a
partir de un funcionamiento horizontal ya que no tiene dirección sino una coordinación
rotativa, y los estudiantes cuentan con espacios de decisión asamblearios; la
flexibilización y desburocratización de la gestión se adapta mejor a las necesidades de
población que atiende; y finalmente, el carácter autónomo le permitiría a sus integrantes
asumir mayores dosis de poder.
Otra de las posturas (MARRONE, 2004; KAROKINSKI y MAAÑÓN, 2013)
advierte que las escuelas de gestión social no son públicas puesto que seleccionan la
matrícula. Si bien son gratuitas, pero el conocimiento que se promueve no es público,
sino que se requiere compartir la ideología de los grupos promotores de los mismos,
ONGs, asociaciones, sindicatos; el régimen de contratación de docentes de estas
escuelas tampoco es por concurso público; los docentes están por fuera del Estatuto del
Docente y su encuadre laboral corresponde al del docente privado, por Ley de Contrato
de trabajo. Así, sostienen, la propuesta es parte de la fragmentación educativa o una
forma posible de corrimiento estatal.
Consideraciones finales
La presencia de todos los jóvenes y adolescentes en la escuela secundaria es una
definición política que necesita traducirse organizacionalmente en estructuras que
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permitan las diferencias y la heterogeneidad de formatos, instituciones y propuestas de
escolarización. De modo que es imprescindible que existan tantas propuestas de
escolarización secundaria como perfiles, prácticas y trayectorias de jóvenes y
adolescentes (variadas subjetividades).
En otras palabras, lo común no es la estandarización de intereses, perfiles,
trayectorias y destinos, sino que las propuestas de formación secundaria necesitan tener
como común denominador la búsqueda de la creación de condiciones para que la
heterogeneidad pueda instalarse y crecer en las escuelas (desarrollando la autonomía
institucional en clave emancipadora).
En la actualidad, la homogeneidad ya no es un valor que organice y configure la
escolarización. Mas bien, las propuestas organizacionales y curriculares se orientan a
lograr la inclusión a partir del respeto a las variadas condiciones y orígenes, tanto
sociales, culturales como individuales, ritmos y formas de trabajo, recorridos escolares,
modalidades personales de relación con el saber (promovidas a través de las gestiones
públicas, privadas, sociales y cooperativas).
Más allá de los roles que cada actor cumple en la vida institucional (el rol del
director, el del docente, el del preceptor, el de los estudiantes, etc.), la apuesta es
contribuir a lograr una experiencia formativa en conjunto desde los capitales e intereses
de cada uno construidos a lo largo de las diferentes trayectorias profesionales, laborales,
educativas y sociales (la producción de saberes institucionales que definan a cada
currículo, y no necesariamente al revés).
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LA FORMACION PRE PROFESIONAL Y LA EVALUACION DE LOS
APRENDIZAJES EN TRABAJO SOCIAL
María Florencia Di Matteo - UBA
Resumen
Esta ponencia presenta análisis de una investigación en curso sobre la formación pre
profesional y la evaluación de los aprendizajes en un espacio curricular del último año
de la carrera de Trabajo Social de una universidad pública de Buenos Aires, Argentina.
Para este trabajo, nos proponemos caracterizar rasgos del dispositivo de formación y de
evaluación de los aprendizajes del taller desde una mirada pedagógica y didáctica e
identificar el lugar que ocupa la profesión en la definición de las prácticas e
instrumentos de evaluación. En términos metodológicos, la investigación se enmarca en
el enfoque clínico en sentido amplio desde una lógica cualitativa y presenta un interés
por estudiar en profundidad las singularidades de las situaciones desde interpretaciones
entendidas como atribuciones de sentidos realizadas por el investigador. Se recogieron
documentos curriculares (plan de estudio de la carrera y programa del taller), consignas
de trabajos prácticos, fichas de evaluación del desempeño y se realizaron entrevistas en
profundidad a la docente y a nueve estudiantes y ocho observaciones de aula. El análisis
de los datos permite elaborar dos hipótesis interpretativas. Una de ellas referida al
diseño y desarrollo del dispositivo de formación y de evaluación desde una lógica de
alternancia. La otra, referida a una lógica de comprensión, recursividad y gradualidad en
la evaluación que emplea diferentes instrumentos con la finalidad de hacer pensable la
experiencia de la práctica pre profesional en el Centro de Práctica. Para seguir
profundizando, señalamos, en las conclusiones del trabajo, que la modalidad de
evaluación de los aprendizajes en este taller puede entenderse como propia de un
abordaje de formación clínico.
Palabras clave: Evaluación educativa, formación pre profesional, universidad.
Introducción
El estudio de la evaluación de los aprendizajes en instancias de práctica pre
profesional en la universidad requiere un abordaje desde diferentes dimensiones. En
primer lugar, es necesario situarla evaluación en relación con las demandas de la vida
política, social y cultural, con los avances científicos y tecnológicos y con los
requerimientos del campo profesional y el mundo laboral. La investigación sobre esta
temática requiere también el análisis de sus relaciones con el currículo como proyecto
educativo de la institución universitaria, con la propuesta de enseñanza y formación y
con el aprendizaje de los estudiantes. En tercer lugar desde una dimensión referida al
diseño y desarrollo de propuestas de evaluación de los aprendizajes, es necesario
considerar concepciones epistemológicas, teóricas y éticas sobre la formación y la
enseñanza (DARLING-HAMMOND, 1994; SHEPARD, 2000). Situada en el nivel de
educación superior, la evaluación adquiere, además, una especial responsabilidad por la
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acreditación de saberes y competencias para el ejercicio profesional (CAMILLONI y
COLS, 2010). Finalmente, desde un punto de vista técnico, la evaluación es concebida
como un juicio de valor que se efectúa sobre un conjunto de informaciones que el
profesor recoge acerca del proceso de aprendizaje de los estudiantes –información que
constituye los datos de referencia de la evaluación- en vista a la toma de decisiones
(CAMILLONI, 1997).
En este marco teórico y contextual situamos a la investigación cuyo objetivo
escaracterizar rasgos de un dispositivo de formación y de evaluación de los aprendizajes
en un curso universitario de formación pre profesional desde una mirada pedagógica y
didáctica e identificar el lugar que ocupa la profesión en la definición de las prácticas e
instrumentos de evaluación. La investigación se enmarca en el enfoque clínico en
sentido amplio (SOUTO, 2010) desde una lógica cualitativa y presenta un interés por
estudiar en profundidad las singularidades de las situaciones a través de un estudio de
casos. El caso lo constituye Taller IV, espacio curricular del trayecto de práctica pre
profesional de la carrera de Trabajo Social de una universidad pública situada en
Buenos Aires, Argentina.
La ponencia se estructura de la siguiente de manera: luego de esta introducción,
se presentan los procedimientos metodológicos adoptados en la investigación.
Seguidamente, se expone y discuten resultados preliminares, que se expresan mediante
dos hipótesis interpretativas: una sobre la lógica de la alternancia en la formación y la
otra referida a una lógica de comprensión, recursividad y gradualidad en la evaluación
que emplea diferentes instrumentos con la finalidad de hacer pensable la experiencia de
la práctica pre profesional de los estudiantes. Finalmente, exponemos algunas
conclusiones preliminares considerando las dos hipótesis elaboradas.
Procedimientos metodológicos
La investigación que da marco a esta ponencia asume un enfoque clínico en
sentido amplio (SOUTO, 2010), enmarcado en metodologías cualitativas interesadas
por estudiar en profundidad las singularidades de las situaciones objeto de
investigación. Desde la epistemología de este enfoque, la construcción del conocimiento
implica elaborar hipótesis interpretativas con una finalidad comprensiva antes que
explicativa. Esa interpretación se entiende como una construcción de sentidos
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(MAZZA, 2015) por parte del investigador sobre las situaciones de estudio que
implican a sujetos individuales o colectivos.
Para el diseño de investigación, se adopta un estudio de casos, considerado
apropiado por su carácter particularístico y descriptivo (SAUTÚ, 2003). El caso del
estudio lo constituye Taller IV, un curso de práctica pre profesional perteneciente a la
carrera de Trabajo Social de una universidad pública de Buenos Aires, Argentina. Taller
IV es un espacio curricular de duración anual, con una carga horaria total de 180 horas y
semanal de 6 horas que se distribuyen entre el aula (2 horas) y el Centro de Práctica (4
horas) y un tiempo extra, pero sin carga horaria prefijada, es requerido para los espacios
de supervisión.
El Plan de Estudios define al aula como “espacio privilegiado donde abordar los
contenidos teóricos – metodológicos propuestos para cada Taller y donde describir,
analizar y problematizar los sucesos ocurridos en el centro de práctica.”(2012, p.
28).Centro de Práctica es la denominación empleada para referirse a la institución u
organización social que interviene en la atención de diversas problemáticas sociales,
donde los estudiantes, acompañados por un profesional a cargo - llamado referente-,
experimentan el quehacer disciplinar. Predominan instituciones referidas al trabajo de
intervención sobre la cuestión social por sobre los dedicados al trabajo de planificación
de políticas públicas. Finalmente, el Plan de Estudios define a los espacios de
supervisión como parte de la propuesta de formación, desde los que se propone el
abordaje de los obstáculos y las potencialidades operativas y subjetivas del desarrollo
del proceso de aprendizaje a través de un trabajo individual o en pequeños grupos de
estudiantes. Desde una planificación estratégica (MORIN, 1996) se prevé uno por
cuatrimestre y otros en función de la demanda de los estudiantes, razón por la que no
tienencarga horaria definida anticipadamente.
Curricularmente, Taller IV se ubica en el subtrayecto de Práctica Pre-
profesional, el que se propone la articulación de elementos teóricos y metodológicos y
el empleo del conocimiento para la futura intervención profesional. Según el programa,
son objetivos de este curso: analizar la cuestión social y el escenario de intervención
considerando la política pública, adquirir y aplicar saberes metodológicos -
instrumentos y técnicas- para intervenir con sujetos y familias en la institución de la
práctica pre profesional.
En cuanto a materiales empíricos, se recogieron documentos curriculares (plan
de estudio de la carrera y programa del taller), consignas de trabajos prácticos, fichas de
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evaluación del desempeño y se realizaron entrevistas en profundidad a la docente y a
nueve estudiantes y ocho observaciones de aula (16 horas). El análisis de la información
se realizó según cada fuente. Para el plan de estudios se considera: el perfil del
graduado, la estructura curricular con especial referencia a trayectos y sub-trayectos de
formación y las concepciones teóricas sustentadas. El análisis del programa focaliza en
sus componentes, la consistencia interna, los propósitos y los objetivos del taller, los
contenidos, la propuesta metodológica y las formas de evaluación. Se analizan los
trabajos prácticos haciendo una descripción técnica de cada instrumento, la modalidad
de administración y resolución, el tipo de tarea y demanda cognitiva. Las entrevistas
fueron analizadas de acuerdo con el denominado ordenamiento conceptual dado en el
marco del método comparativo constante (GLASSER y STRAUSS, 1967). Una vez
construidas las familias de categorías, se elaboran hipótesis interpretativas a partir de
esos datos. Para el análisis de las observaciones de clase se emplea el análisis didáctico
multirreferenciado (SOUTO, 2000), desde el que se acerca a la comprensión del objeto
desde diferentes dimensiones: técnico instrumental, social y psíquica- emocional.
Discusión y resultados: La formación pre profesionales de una lógica de alternância
Centralmente, la propuesta de formación de Taller IV tiene como eje analizar y
problematizar la experiencia de práctica pre profesional que los estudiantes llevan a
cabo en los Centros de Práctica. Esta experiencia es retomada en el aula desde
actividades y trabajos prácticos que forman parte de la propuesta de evaluación y en
instancias de supervisión. Así, el diseño y desarrollo de esta propuesta pedagógica parte
del supuesto según el cual asistir al centro de trabajo y observar prácticas de otros
profesionales no garantiza en sí misma la formación (ANDREOZZI, 1998; FERRY,
2008). Para que esa potencialidad formativa se haga acto es necesario un trabajo de
análisis y reflexión sobre esa acción (SCHON, 1991).
El trabajo de análisis propuesto se realiza sobre diferentes materiales tanto en el
ámbito del aula como desde los trabajos prácticos que forman parte de la evaluación
formal. Según señala la docente, inicialmente, los estudiantes analizan materiales
producidos por compañeros de años anteriores y a medida que transitan los Centros de
Práctica, los propios son los insumos a analizar. Según el tipo de inserción allí, se
requiere un particular trabajo analítico. En la primera etapa, de una duración de dos
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meses, se espera que los estudiantes recojan información sobre la institución y observen
las entrevistas que realizan los referentes y describan y analicen las políticas públicas y
sociales que la enmarcan y el/los programas que ejecuta, los objetivos, la/s
problemática/s social/es que aborda y los recursos disponibles para su prestación, la
dinámica institucional de los Centros de Práctica, los modos de ejercicio profesional de
los referentes entre los principales aspectos. En esta instancia se espera una inserción
institucional cuidada y el desarrollo de una mirada profesional que defina problemas y
los aborde teóricamente, expresando un modo de pensar la profesión desde la ubicación
institucional, el análisis teórico y la problematización. En la segunda instancia de
trabajo en los Centros de Práctica, con una duración de seis meses, los estudiantes
deben diseñary emplearsu estrategia de intervención mediante entrevistas y
seguimientos de sujetos y familias y ser críticos y propositivos en la aplicación de
instrumentos pertinentes, basándose en la bibliografía.En este proceso, el foco se coloca
en el trabajo de intervención y la teoría es empleada como herramienta para reflexionar
sobre la propia acción (SCHON, 1991).
Los estudiantes, al describir las clases, enfatizan una modalidad de trabajo
centrada en problematizar y tomar distancia de las experiencias vividas en los Centros
de Práctica, situación que colocaría a la propuesta en el rumbo de la profesionalización
(BARBIER, 1999).Ellos señalan que el eje se sitúa en el trabajo de análisis sobre el
hacer de la práctica pre profesional, reflexión realizada a posteriori de esa acción y
mediatizada por la teoría, los intercambios con compañeros y la docente en las clases y
también desde los trabajos de evaluación. Sobre ello, cuatro de nueve estudiantes
entrevistados diferencian a esta forma de trabajo de aquella centrada en la mera
descripción de vivencias con una finalidad de hacer catarsis o terapia (como ellos la
llaman), situación que, según señalan, han vivido en talleres de práctica pre profesional
previos, lo cual no favorecía la problematización. Esto permite pensar que para que
haya formación es necesario un tipo de análisis sobre la propia práctica que fomente la
inteligibilidad de los procesos, de las historias, de las dinámicas y especialmente de las
condiciones de producción del cambio (BARBIER, 1999).
Como hemos analizado, en esta propuesta de formación y de evaluación de
Taller IV subyace una lógica de la alternancia (FERRY, 2008) entre el aula -como
centro de formación- y el centro de práctica, como institución que enfrenta al sujeto con
la realidad profesional. La estructura organizativa y el desarrollo supone que la mera
presencia en la práctica no tendría un valor formativo en sí, sino que sería necesario
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estructurar soportes, condiciones y mediaciones para la formación (FERRY, 2008) que
permitan tomar distancia y hacer pensable ese objeto de acción.
La evaluación de los aprendizajes: recursividad y gradualidad
Tal como hemos señalado, la propuesta de Taller IV otorga centralidad a la
experiencia de práctica pre profesional y a su análisis. Esto se expresa en la demanda de
observación y análisis de los programas y prácticas institucionales y del desempeño del
rol profesional del referente así como en el diseño, construcción e implementación de
una estrategia de intervención a cargo del estudiante, expresando un posicionamiento
sobre el modo de pensar la práctica profesional. Se trata de una demanda de aprendizaje
que atraviesa el trabajo en las clases, en los trabajos prácticos, en las instancias de
supervisión.
Desde el programa, se enuncia que la evaluación refiere tanto al proceso como a los
resultados del aprendizaje de los estudiantes. En la primera, se señala que se considera
el trabajo de los alumnos en clase, sus producciones, sus desempeños en el Centro de
Práctica y el aula y las supervisiones. La evaluación de productos del aprendizaje se
basa en los cuatro trabajos prácticos y las fichas de desempeño. Los trabajos, dos por
cuatrimestre, contienen consignas de análisis sobre lo observado y realizado en los
Centros de Práctica, se elaboran individualmente (solo uno es grupal) y de manera
domiciliaria. Docente y referente institucional completan en cada cuatrimestre las fichas
de desempeño para cada estudiante.
De acuerdo con el análisis de las entrevistas, de las observaciones de clase y del
seguimiento del trabajo en los Centros de Práctica, los trabajos prácticos acompañan la
actividad realizada en estos últimos. El primero de ellos requiere la presentación de la
institución, la identificación de problemáticas sociales sobre las que trabaja, el análisis
de los modelos de intervención social del Estado y su implementación en los espacios
institucionales en los que realizan sus prácticas; la docente y los estudiantes llaman a
este trabajo, informe de inserción. El segundo, focaliza en el análisis teórico de alguna
problemáticas de la familia y el sujeto –reconocida inicialmente en el primer trabajo-
desde el punto de vista de las Políticas Públicas y Sociales. El tercero demanda la
elaboración de una presentación escrita de una situación de intervención de la práctica
pre profesional construida como problemática – vivida por el estudiante-, la cual se
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presentará y analizará en clase bajo la modalidad ateneo. Y el cuarto, es un trabajo final
integrador que retoma el análisis situacional (realizado en el primer trabajo), el abordaje
teórico, el diseño y la estrategia de intervención desarrollada por el estudiante en el
Centro de Práctica y su evaluación junto con la elaboración de un informe social. Como
se expresa, la propuesta de evaluación a través de los trabajos prácticos supone un modo
de concebir al aprendizaje de manera recursiva y gradual tal como se observa en la
demanda de los trabajos prácticos, desde los que se requiere, gradualmente, una
profundización y focalización en una temática del campo disciplinar y profesional del
Trabajo Social. Estos requerimientos transmiten un mensaje sobre la profesión según el
cual el ejercicio profesional implica una articulación entre un eje teórico metodológico,
un ético político y otro instrumental operativo (ARIAS, 2013; BRUNO, 2014).
Desde la perspectiva de los estudiantes, estos trabajos prácticos son entendidos
como graduales y formando parte del trabajo de acompañamiento y formalización del
proceso de trabajo y formación en el Centro de Práctica. Al respecto señalan “acompaña
y da cuenta del proceso a lo largo del año”, “son como pasitos, todos escalonados y que
acompaña la profundización que se va dando en el trabajo en el Centro de Práctica”. La
evaluación es también vista como instancia que ayuda a reflexionar, pensar, analizar y
conceptualizar lo que se está haciendo, tarea que, por esta vía, enriquece las
intervenciones posteriores, así lo expresan permite “Echar luz a situaciones complejas y
analizar a la luz de la teoría”. Por último, se destaca la idea según la cual la evaluación
implica una articulación, una síntesis y una integración de contenidos teóricos y
situaciones vividas en el Centro de Práctica. Así, señalan que la modalidad de
evaluación es integral, que supone una síntesis y articulación de lo que van aprendiendo
y que integra teoría y práctica.
La evaluación de los aprendizajes: comprensión y multi instrumentalidad
El análisis de las observaciones de clase y de las entrevistas a la docente y a los
estudiantes permite situar un sentido evaluativo de Taller IV que incluye y va más allá
del instrumento de evaluación. Desde un análisis interpretativo holístico es posible
señalar que la evaluación asume una lógica comprensiva y se conforma por diversas
situaciones, prácticas e instrumentos de evaluación que recogen diferentes perspectivas
y voces sobre el proceso de formación pre profesional de los estudiantes.
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La lógica comprensiva de la evaluación del aprendizaje del estudiante se expresa
en la finalidad de conocer el proceso en los distintos momentos del trabajo en la práctica
pre profesional para comprenderlo, revisarlo y re direccionar la tarea en caso de que
haga falta. La docente evalúa para “mejorar aquello que hay que reforzar”, “ver qué
trabas u obstáculos surgen”, “conversar sobre el plan de la segunda mitad de año, lo que
se planifica, los objetivos y actividades que se pueden plasmar”. Esta lógica
comprensiva concibe al aprendizaje como un proceso recursivo, gradual, que transcurre
en un devenir y se sitúa en una larga temporalidad (SOUTO, s/f), de este modo
reconoce la formación desde sus aspectos singulares e idiosincráticos.
La evaluación en Taller IV, se construye como juicio de valor (CAMILLONI,
1997) que recoge información proveniente de variadas situaciones, prácticas e
instrumentos que brindan información sobre diferentes aspectos o facetas del proceso de
aprendizaje del estudiante. Esas formas de evaluación, entendidas como artificios
(SOUTO, 2010) comparten la finalidad de hacer pensable y analizable la experiencia de
práctica pre profesional que acontece en los Centros de Práctica, y con especial
referencia analizar los momentos del proceso metodológico en el Trabajo Social. Este
objetivo se enmarca en la señalada lógica de la alternancia (FERRY, 2008), es decir
supone momentos de enseñanza que se parecen a la enseñanza en la formación inicial y
otros de formación que se ligan al universo de la formación (BARBIER, 1999). Las
distintas consignas de las situaciones, prácticas e instrumentos de evaluación implican y
refieren también a momentos de desarrollo de las competencias en situaciones de
trabajo –pre profesional-, ubicándose así en el espacio y la cultura de la
profesionalización (BARBIER, 1999).
La adopción de esta perspectiva multi situacional, práctica o instrumental de la
evaluación expresa un posicionamiento según el cual no hay formas de evaluación que
sean mejores que otras (CELMAN, 1998); la adopción de esas diversas formas depende
del proyecto en que se inscribe la formación (CHEVALLARD, 2012). Ese proyecto es
pensado como complejo y multidimensional e incluye aspectos referidos al encuadre de
trabajo, a la participación, implicación, involucramiento con la tarea, autonomía, trabajo
en equipo, a las competencias comunicativas (orales y escritas) y en mayor medida a las
llamadas capacidades operativas (análisis crítico de los problemas, integración del
marco teórico en el análisis de los problemas, conocimiento, interpretación y manejo de
las políticas sociales del área temática y del territorio de inserción, posicionamiento
ético, valorando la responsabilidad frente al usuario y el secreto profesional, desarrollo
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de entrevistas, delimitación del problema objeto de intervención, elaboración de
diagnósticos sociales, diseño de estrategias de intervención, elaboración de informes
sociales ajustados a los destinatarios y a los objetivos de intervención). Debido a la
toma de conciencia de la multiplicidad de dimensiones que consideran parte de la
evaluación en la formación pre profesional, la construcción de la evaluación incluye
modalidades escritas, orales, de desempeño, individuales, grupales. Ellas son: la
observación que la docente realiza del desempeño de los estudiantes en el aula, la
observación por parte del referente sobre el desempeño de los estudiantes en el Centro
de Práctica, la observación de la docente considerando conversaciones con el referente y
los estudiantes, los trabajos prácticos, las clases especiales a cargo de los alumnos, los
espacios de supervisión. La triangulación entre situaciones, instrumentos y actores de la
modalidad de evaluación de Taller IV permite construir una mirada tanto global como
particular y singular del proceso de los estudiantes –no de modo normativo o
prescriptivo- considerando las dimensiones de la formación en la práctica pre
profesional.
La modalidad de evaluación de Taller IV implica una interpretación y una
valoración en la construcción tanto de la información y los datos de referencia como en
los criterios de evaluación que son explicitados y responden tanto a las prácticas de la
enseñanza, profesionales, disciplinares, pre profesionales y otras del propio proceso del
sujeto de la formación. Esos referentes se explicitan, en distintos grados, en cada uno de
los cuatro trabajos prácticos, en las fichas de desempeño y en las reuniones y
devoluciones presenciales. Y suponen la consideración y valoración de diferente voces
y palabras de sujetos que forman parte del proceso de formación: la del referente (que
trae su valoración del estudiante en relación con su saberes, habilidades y actitudes para
el futuro trabajo en el mundo de la profesión a través de las conversaciones con la
docente, con los estudiantes y mediante la elaboración de las fichas de desempeño), la
de los estudiantes (quienes expresan lo que les pasa tanto en términos de aprendizaje de
conceptos, herramientas y capacidades como desde un punto de vista emocional en los
espacios de supervisión) y de la docente (quien toma lo que acontece en el aula, en las
supervisiones, considera las diferentes miradas incluyendo la propia y articula y
condensa todas esas informaciones y valoraciones recogidas y las hace comunicables).
Este trabajo de explicitación de criterios favorece la transparencia y hace públicos los
fundamentos y decisiones involucradas en la evaluación, diferenciándose de aquellas
concepciones y prácticas evaluativas arbitrarias y unilaterales.
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Consideraciones finales
El análisis sobre el diseño y desarrollo de las prácticas e instrumentos de
evaluación de Taller IV requirió de su contextualización en la propuesta de formación,
situada en una lógica de la alternancia (FERRY, 2008) entre el centro profesional,
donde los estudiantes observan a otros profesionales y realizan sus prácticas pre
profesionales, y el centro de enseñanza que acontece en el espacio institucional del
aula. El trabajo en este último tiene como eje el análisis de la práctica con el fin de
analizarla y problematizarla tomando herramientas teóricas que permitan tomar
distancia de lo inmediata y emocional y hacer pensable esa acción para favorecer una
intervención situada y con justificación teórica. La misma asume la propuesta de
evaluación.
La modalidad adoptada supone la toma de conciencia de la evaluación como
proceso multidimensional que se entrama con la enseñanza y la formación y requiere
del empleo de una diversidad de situaciones, prácticas e instrumentos de evaluación que
permiten comprender el proceso del sujeto desde diferentes dimensiones: su inserción y
desenvolvimiento en la institución, sus conocimientos teóricos y metodológicos, su
implicación personal, entre otros. Esta forma asume que la evaluación es una
construcción e interpretación -siempre en curso-, a partir de información y datos puestos
en relación con criterios de evaluación explicitados. Esta modalidad - compartida con la
enseñanza y la formación - se caracteriza también por incluir al sujeto de la formación y
su subjetividad considerar la intersubjetividad como espacio entre sujetos (SOUTO,
s/f). Adopta una finalidad centrada en contribuir a que los estudiantes desarrollen una
mayor inteligibilidad de la práctica - pero no desde un encuadre prescriptivo y
normativo - (ANDREOZZI, 1998) y que la docente comprenda –no controle ni
prescriba- para revisar y mejorar la práctica.
Todos esos rasgos permiten pensar que la evaluación en la formación pre
profesional en Taller IV se asemeja a un trabajo clínico (ARDOINO y BERGER, 1998)
desde el que se aborda la formación como transformación y trabajo sobre uno mismo
(FERRY, 1999). Estas prácticas expresarían entonces el pasaje de la noción de
enseñanza a la de formación (BARBIER, 1999) en tanto suponen un acompañamiento
de la formación, no interviniendo desde la prescripción sino desde la comprensión en
profundidad y desde la construcción con el otro.
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8546ISSN 2177-336X
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DIDÁTICA, CURRÍCULO E AVALIAÇÃO NO CONTEXTO ESCOLAR: O
PROFESSOR E A BUSCA DE ARTICULAÇÃO ENTRE OS PROCESSOS
EXTERNOS E AS PRÁTICAS AVALIATIVAS INTERNAS
Suzana dos Santos Gomes - UFMG
Resumo
Este trabalho apresenta e discute algumas características do sistema de avaliação
nacional brasileiro, tendo em vista refletir acerca da funcionalidade do sistema e de seus
dispositivos legais e técnicos na busca pela qualidade do ensino no país. A ampla
disseminação de avaliações externas como iniciativas de políticas educativas
governamentais têm servido como referencial de qualidade da educação e, muitas vezes,
seus dados são utilizados de base para avaliação de escolas e professores.
Reconhecendo a relevância do professor nesse contexto, destaca-se, neste trabalho, a
necessária articulação entre os processos de avaliação externa e as práticas de avaliação
interna. Trata-se de uma pesquisa de campo, de natureza qualitativa, que envolveu
estudo de caso em escolas da Rede Pública Estadual de Ensino de Minas Gerais. A
coleta de dados se deu por meio de entrevistas, questionários e observação participante.
A fundamentação teórica advém das contribuições de autores que discutem políticas
públicas e avaliação educacional, tais como: Afonso (2009), Silva (2010), Castro
(2012), Bonamino e Sousa (2012), entre outros. Os resultados evidenciaram a
necessária formação de professores para que seja possível a articulação dos resultados
das avaliações externas com os resultados da avaliação interna, realizada pelos
professores para se obter maior incremento na aprendizagem dos alunos. Os resultados
sugeriram ainda maior investimento nas ações de formação continuada em serviço, a
fim de que propostas alternativas de avaliação educacional se efetivem no contexto
escolar.
Palavras-chave: Políticas Públicas, Avaliação Educacional, Didática.
Introdução
A avaliação sempre foi um tema focalizado no contexto educacional, tendo na
aprendizagem dos alunos o centro do seu debate. Nos últimos anos, tendo em vista a
crescente iniciativa de avaliações externas, tem-se presenciado o deslocamento desse
foco para a avaliação externa, que é aquela elaborada por profissionais de fora do
contexto escolar.
O aumento das políticas de avaliação externa, nos moldes das que presenciamos
atualmente, está ancorado em um movimento mais amplo de reformas educativas, que
tem seu marco na década de 1990, quando os governos começaram a produzir novas
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políticas governamentais de controle dos investimentos nas políticas sociais.
(ALAVARSE, BRAVO e MACHADO, 2013)
A partir daí, constatou-se um período marcado pela difusão de iniciativas de
políticas avaliativas em todos os âmbitos dos governos federal, estadual e municipal,
com o objetivo de coletar, produzir e difundir informações que possibilitassem uma
análise mais ampla da realidade educacional. A produção dos dados e informações
obtidos com essas avaliações pode subsidiar a elaboração de políticas e ações
educacionais pelos vários níveis da gestão da educação, desde o mais macro até o micro,
ou seja, a avaliação da aprendizagem em sala de aula.
Por isso, considera-se importante que os professores acessem os resultados das
avaliações externas e se utilizem desses resultados no desenvolvimento do seu trabalho
em sala de aula. Nesse sentido, os professores são os principais usuários dos resultados
das avaliações externas. Assim, surgem problematizações sobre os desafios da gestão
das escolas para fomentar conhecimento, em geral, de professores sobre avaliação
educacional e, em particular, sobre avaliações externas e sua articulação com resultados
de avaliações internas.
Coerente com essa perspectiva e para alcançar os objetivos propostos optou-se
pela realização de uma pesquisa de campo de natureza qualitativa que envolveu estudo
de caso em escolas da Rede Pública Estadual de Ensino de Minas Gerais (RPEEMG).
De acordo com Lüdke e André (2001, p. 17), “o estudo de caso é o estudo [...]
sempre bem delimitado, devendo ter seus contornos claramente definidos no desenrolar
do estudo”. Entretanto, as autoras afirmam que o caso destaca-se por se constituir numa
unidade que se insere em um sistema mais amplo. André (2005) enfatiza que o
pesquisador, ao selecionar um determinado caso, busca compreendê-lo como uma
unidade.
No entanto, isso não impede que ele esteja atento ao seu contexto e às suas inter-
relações como um todo orgânico e à sua dinâmica como um processo, uma unidade em
ação”. O interesse refere-se àquilo que o caso tem de único, “mesmo que posteriormente
venham a ficar evidentes certas semelhanças com outros casos e situações” (LÜDKE;
ANDRÉ, 2001, p. 23), que caberá ao leitor do estudo.
A pesquisa considerou as escolas estudadas como unidades que se constituem
como parte de um sistema mais amplo, ou seja, trata-se de instituições escolares
públicas que se inserem no Sistema Estadual de Minas Gerais. Nesse contexto, essas
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escola podem apresentar situações e aspectos semelhantes a outras escolas, porém o
foco do estudo está, assim como exige o estudo de caso, em suas singularidades.
Desta forma, o objetivo desse trabalho é evidenciar a importância de os
professores se apropriarem dos conhecimentos necessários para explorar o potencial
analítico dos resultados das avaliações externas. A base deste trabalho são os resultados
preliminares da pesquisa em andamento na RPEEMG.
Para tanto, este trabalho está organizado da seguinte forma: primeiramente
apresentam-se alguns aspectos sobre o sistema de avaliação no Brasil, destacando em
seguida elementos das políticas de avaliação educacional, articulados ao debate em
torno da qualidade da educação. Em seguida apresentam-se os resultados parciais da
pesquisa que se encontra em curso na rede, problematizando o desafio da necessária
articulação pelos professores do uso dos resultados das avaliações externa e interna.
Finalmente, cabe assinalar que os resultados obtidos neste estudo podem
contribuir para a compreensão do campo da avaliação educacional e dar pistas para a
superação dos desafios no âmbito externo e interno a escola. Espera-se, ainda, que este
estudo aponte elementos que contribuam para a formulação de políticas públicas de
avaliação e de formação dos professores em defesa do trabalho coletivo, capazes de
promover a capacitação dos professores no campo teórico-metodológico, lembrando que
eles se encontram em situação de aprendizes desses novos pressupostos inclusivos.
O Sistema de Avaliação da Educação Básica no Brasil
No Brasil, o desenvolvimento de um sistema de avaliação da educação básica é
bastante recente. Até meados da década de 1990, não havia medidas de avaliação da
aprendizagem que produzissem evidências sólidas sobre a qualidade dos sistemas de
ensino no país. Costuma-se falar da velha escola pública do passado como exemplo de
qualidade. No entanto, a escola era outra, uma escola excludente e de qualidade para os
poucos eleitos que a ela tinham acesso. O problema hoje é mais complexo: construir e
valorizar a escola pública, democrática e para todos.
De acordo com Silva (2010), em pouco mais de uma década foi construído, no
país, um complexo e abrangente sistema de avaliação educacional, que cobre todos os
níveis da educação e produz informações que orientam as políticas educacionais em
todos os níveis de ensino. Com esse objetivo geral comum, o Sistema Nacional de
Avaliação da Educação Básica (SAEB), o Exame Nacional do Ensino Médio (ENEM) e
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mais recentemente a Prova Brasil apresentam distintas características e possibilidades
de uso de seus resultados para que as informações avaliativas sirvam também para o
próprio processo de formulação, implementação e ajuste de políticas educacionais. O
principal desafio é definir procedimentos de uso dos resultados para melhorar a sala de
aula e a formação dos professores, de modo a atingir padrões de qualidade compatíveis
com as novas exigências da sociedade do conhecimento.
Mas, se é verdade que o Brasil avançou na montagem e consolidação dos
sistemas de avaliação, é também verdade que ainda não se utilizam, de modo eficiente,
os resultados das avaliações para melhorar a escola, a sala de aula, a formação de
professores. Estes são desafios das políticas educacionais, sem os quais o objetivo
principal da política de avaliação perde sentido para os principais protagonistas da
educação: alunos e professores.
É importante ressaltar que o Estado de Minas Gerais começa a partir de 1992 a
desenvolver um programa de avaliação das escolas públicas. Como as demais
iniciativas, o propósito da avaliação era dar base para a melhoria da qualidade do ensino
e fazia parte de uma proposta mais ampla do Governo do Estado para a educação. As
avaliações foram planejadas e realizadas em ciclos, a cada dois anos, eram avaliações
censitárias, incorporando outras informações através de questionários. Em 1998, com a
implantação da progressão continuada nas escolas, passou-se a fazer a avaliação todos
os anos.
Desenvolveu‑se, com este programa de avaliação, uma proposta formativa de
quadros na própria Secretaria, através de cursos específicos oferecidos aos técnicos,
aqui e no exterior (ANTUNES et al., 1992; SOUZA, 1999). Atualmente, o Estado de
Minas Gerais possui um complexo modelo de avaliação de sua rede de ensino. O
Sistema Mineiro de Avaliação da Educação Pública (SIMAVE) atua em duas
modalidades, complementares e integradas: a primeira é a avaliação interna da escola,
por meio do Programa de Avaliação da Aprendizagem Escolar (PAAE). A segunda
modalidade é a avaliação externa do sistema de ensino, através do Programa de
Avaliação da Alfabetização (PROALFA) e o Programa de Avaliação da Rede Pública
de Educação Básica (PROEB).
Políticas de Avaliação Educacional: avanços, limites e desafios
As políticas de avaliação educacional já ocupam a agenda de discussões
nacionais há pelo menos duas décadas Inúmeras iniciativas vêm dando forma ao sistema
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de avaliação educacional brasileiro, em todos os níveis e modalidades de ensino.
(BONAMINO, ALVES, FRANCO, 2007; SOUZA, OLIVEIRA, 2007; CASTRO,
2009; AFONSO, 2009; BONAMINO, SOUZA, 2012).
Com o lançamento do Plano de Desenvolvimento da Educação (PDE) pelo
Governo Federal em 2007, a avaliação em larga escala passa a ser um dos pilares da
política educacional do Ministério da Educação (MEC) e traz em seu bojo três
principais inovações: a incorporação dos objetivos de responsabilização; a criação de
um indicador sintético da qualidade da educação básica que considera tanto o
desempenho dos alunos em exames padronizados quanto à progressão desses alunos no
sistema; e a definição de metas tanto para o país quanto para cada sistema e escola em
particular (BRASIL, 2007e 2009; FERNANDES; GREMAUD, 2009).
De acordo com o Instituto Nacional de Pesquisas Educacionais (INEP), o Índice
de Desenvolvimento da Educação Básica (IDEB) é mais do que um indicador
estatístico, pois foi criado para ser um condutor das políticas públicas que visem à
melhoria da qualidade na educação brasileira, seja no âmbito nacional, estadual,
municipal ou em cada escola como unidade de ensino. Nele foi possível reunir dois
indicadores para avaliar a qualidade da educação básica: o fluxo escolar – com os dados
obtidos no Censo Escolar; e as médias de desempenho das avaliações em larga escala do
INEP – o Sistema de Avaliação da Educação Básica (SAEB - para as unidades da
federação e para o país) e a Prova Brasil (ANRESC - aplicada nos municípios). No que
se refere ao fluxo escolar, trata-se de analisar o comportamento da progressão dos
alunos, em determinado nível de ensino, em relação à sua promoção, repetência ou
evasão. As médias de desempenho são obtidas por meio dos resultados das provas de
Proficiência em Língua Portuguesa (foco na leitura) e Matemática (foco na resolução de
problemas). Para o Ensino Fundamental, objeto deste trabalho, as médias são extraídas
da Prova Brasil. Para o Ensino Médio são utilizados os resultados do SAEB. (BRASIL,
2007 e 2009)
Segundo o INEP, o IDEB propiciou que fossem estabelecidas metas para que,
até 2021, o Brasil atinja o nível educacional que hoje os países da Organização para
Cooperação e Desenvolvimento Econômico (OCDE) possuem no que se refere ao
desempenho dos alunos, ou seja, o índice 6,0. Prevê-se assim que cada sistema e cada
escola do país trabalhem para a melhoria da qualidade do ensino e, consequentemente,
elevem seus respectivos índices. A Tabela 1 apresenta resultados e metas do Ensino
Fundamental no Brasil, Minas Gerais e em Belo Horizonte.
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Tabela 1
Resultados e Metas do Ensino Fundamental no Brasil
Fonte: Dados de Pesquisa.
É importante destacar que nos encontros realizados nas escolas os professores
revelaram pouco ou quase nenhum conhecimento dos dados do IDEB da Rede Pública
Estadual de Minas Gerais. Além disso, identificaram-se nos relatos de experiências
algumas incompreensões relativas à composição do índice, ou até mesmo a utilização
do termo de forma inadequada. O desafio posto a partir deste cenário é entender como
os professores estão se apropriando destes resultados, ou seja, como a política está
sendo reinterpretada e traduzida no contexto da prática.
A Tabela 2 apresenta dados comparativos do IDEB entre a rede municipal e
estadual, destacando dados de uma escola da rede estadual que em 2011 obteve um
IDEB acima da meta prevista. Esse resultado foi possível graças ao empenho e
dedicação dos professores.
TABELA 2
Dados Comparativos do IDEB na Rede Municipal e Estadual
Fonte: Dados de Pesquisa.
Anos Iniciais do Ensino Fundamental
Anos Finais do Ensino Fundamental
IDEB observado METAS IDEB observado METAS
2005 2007 2009 2007 2009 2005 2007 2009 2007 2009
Brasil 3,8 4,2 4,6 3,9 4,2 3,5 3,8 4,0 3,5 3,7
Minas Gerais 4,9 4,9 5,8 5,0 5,3 3,6 3,7 4,1 3,6 3,8
Belo Horizonte 4,6 5,1 5,9 4,7 5,0 3,5 3,8 3,9 3,6 3,7
Anos Iniciais do Ensino Fundamental (1º ao 5º ano)
IDEB observado METAS
2007 2009 2011 2007 2009 2011 2013
Rede Municipal 4,4 5,3 5,6 4,6 5,0 5,4 5,6
Rede Estadual 5,1 5,9 5,9 4,7 5,0 5,4 5,7
E. E. Paulo Freire 5,8 6,7 6,5 5,5 5,8 6,1 6,4
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A Tabela 3 apresenta dados comparativos do IDEB entre duas escolas da rede
estadual. A Escola Estadual Ângela Martins apresenta um índice de IDEB abaixo da
meta. Já a Escola Estadual Lúcia de Freitas situada na mesma região geográfica,
atendendo a mesma clientela pertencente às camadas populares vem se destacado pelo
IDEB acima da meta prevista. Esse resultado foi possível graças ao empenho e
dedicação dos professores no desenvolvimento do projeto coletivo da escola.
TABELA 3
Dados Comparativos do IDEB em Escolas da Rede Estadual
Fonte: Dados de Pesquisa.
Constata-se que as avaliações produzem informações sobre as práticas e sobre o
alcance dos objetivos e metas e, na forma de conhecimentos articulados aos contextos,
refluem sobre as escolas, iluminando as práticas. Portanto conhecer as práticas sociais
de avaliação, as políticas e os processos que as geram, permite reconstruí-las,
reorganizá-las, recontextualizá-las. Conhecer as práticas de avaliação é apropriar-se
delas e dos resultados que geram, é dar-lhes significado, a elas incorporar peculiaridades
decorrentes do conhecimento do coletivo local e dos espaços de fazer. Portanto, cada
escola deve tornar-se um centro de reflexão sobre si mesma, sobre seu projeto
pedagógico construído de forma participativa.
Reconhecendo que há três níveis de avaliação em educação - a avaliação da
aprendizagem realizada em sala de aula, a avaliação institucional do conjunto do
estabelecimento de ensino e a avaliação em larga escala ou avaliação de redes de
ensino; mas reconhecendo também os contextos das políticas e a importância dos
contextos de prática, nos quais o saber fazer se manifesta de múltiplas formas - como
incorporação de conhecimento em situações novas de ação, como apropriação, e nos
quais o conhecimento é produzido, alimentado, rearticulado, defende-se maior
Anos Finais do Ensino Fundamental (8º ao 9º ano)
IDEB observado METAS
2007 2009 2011 2007 2009 2011 2013
E. E. Ângela Martins 2,9 3,0 2,2 2,8 3,0 3,3 3,6
E. E. Lúcia Freitas 5,4 5,6 5,6 4,9 5,0 5,3 5,6
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8555ISSN 2177-336X
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articulação entre os modos de avaliar e a qualidade social das práticas educacionais.
(ALAVARSE, BRAVO & MACHADO, 2013; GOMES, 2013 e 2014)
A Prática e o Discurso dos Professores sobre Avaliação Interna
Pretende-se, neste tópico, destacar alguns depoimentos de professores, extraídos
das entrevistas sobre a prática de avaliação. Para chegar ao tema da avaliação foi
preciso desatar fios como currículo, ensino, projeto pedagógico, pois não se compreende
a avaliação sem o entendimento das redes de relações estabelecidas na organização do
trabalho docente. Nessa perspectiva, a avaliação só se compreende numa determinada
relação. Assim, a análise das práticas de avaliação demandou maior entendimento da
concepção de educação, escola, aluno, professor, currículo e, consequentemente, da
própria concepção de avaliação presente entre os professores.
Dentro desse pressuposto, no projeto pedagógico, os professores da Escola
Estadual Paulo Freire (EEPF) - (adotação de nomes fictícios para as escolas e
professores) chegaram a definir uma linha para a avaliação escolar. Afirmaram que ela
devia considerar como eixo, o percurso do aluno na construção do conhecimento e não
somente o resultado final. Devia ser, portanto, contínua, dinâmica e investigativa.
Eis alguns depoimentos dos professores (transcrições na íntegra) sobre a
avaliação:
A nossa escola tem uma visão de avaliação mais aberta. Conteúdo e
acompanhamento precisam estar presentes. Não significa soltar a
corda e deixar o aluno à vontade. (Profa. Hilda, Português e Filosofia,
9º ano, EEPF).
Eu avalio observando o desempenho da turma, observando o
comprometimento individual. Por enquanto não estou aplicando
provas. Aplico exercícios, recolho, dou retorno para os alunos. Sinto
que eles não estão preparados para fazer avaliação sem consulta.
(Profa. Ivana, Português e Inglês, 8º ano, EEPF).
E ainda,
Eu dou provas periodicamente. Aplico exercícios em sala de aula e
realizo correções coletivas. Esses alunos vão prestar exames e por isso
precisam lidar com esse tipo de prova. (Prof. Daniel, Matemática, 7º
ano, EEPF).
Existem visões bem diferenciadas sobre avaliação. Percebo que ainda
estão presos a uma avaliação somativa. Está presente uma dificuldade
para uma prática mais formativa mas eles almejam mudanças e já
ensaiam alguma coisa. (Profa. Elza, Coordenadora Pedagógica,
Segunda Fase, EEPF).
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Por outro lado, ficou evidenciado nas entrevistas, que os professores tinham
consciência da necessidade de mudar as práticas de avaliação, tornando-a mais
formativa. De acordo com alguns professores, pelo registro das dificuldades do aluno,
era possível ter o retrato do seu desenvolvimento em relação a si mesmo e aos objetivos
propostos. Para isso, na prática de ensino, os professores optaram pela montagem do
Caderno da Turma e nele passaram a registrar dados relativos ao desempenho dos
alunos.
Eis alguns exemplos de depoimentos:
Olha, eu sou contra a reprovação. Estava passando da hora de mudar o
jeito de avaliar. A prova existe, mas ela é um dos instrumentos. Temos
que explorar diferentes formas de avaliação. Nós também abolimos a
nota. (Prof. Pedro, Português e Inglês, 8º ano, EEPF).
Antes avaliávamos para dar notas. Aprovar ou reprovar. Agora com o
modelo formativo avaliamos para saber o que o aluno aprendeu e o
que precisa melhorar. (Profa. Isaura, Matemática e Filosofia, 9º ano,
EEPF).
Eu penso que a avaliação formativa traz um novo jeito de a gente
olhar o aluno. O professor tem mais trabalho, mas os registros ajudam
muito na hora de tomar decisões. (Profa. Regina, Ciências e Educação
Artística, 8º ano, EEPF).
De acordo com os depoimentos dos professores, deveriam ser registrados os
progressos e as dificuldades do aluno, evitando-se os conceitos e notas que não
expressavam o seu percurso. Além disso, esses registros seriam referência para o
planejamento da ação didática e para as ações de intervenção junto aos alunos.
Outro dado importante revelado nesta pesquisa diz respeito à concordância dos
professores quanto ao caráter formativo dos instrumentos de avaliação. Na opinião
deles, o professor deveria evitar o predomínio de punições. Segundo eles, os
instrumentos de avaliação formativa serviam para organizar o trabalho docente,
diagnosticar o que o aluno sabia e o que ainda não sabia. (GOMES, 2014) Nesse
sentido, a avaliação constitui-se, também de momentos de aprendizagem, ou seja, ela só
faz sentido quando provoca o desenvolvimento do aluno e reorienta a prática de ensino
do professor.
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Considerações Finais: Em busca de maior articulação entre as Políticas de
Avaliação Externa e a Avaliação na Escola
É fundamental a distinção entre avaliar a política educativa e avaliar o que
acontece na escola. Embora em diferentes níveis de abrangência, a avaliação da escola e
a avaliação do sistema não são estanques, elas apresentam forte interrelação. Isso
reforça a necessidade da avaliação ser realizada em dois níveis: micro, relacionado a
cada estabelecimento de ensino, o que deve ser pautado pela noção de especificidade de
cada contexto e macro, ou seja, uma avaliação do sistema, o que imprime a ela um
caráter de generalidade.
Outra discussão é sobre as dimensões interna e externa que deveriam
caracterizar a avaliação de cada estabelecimento de ensino. A avaliação interna de cada
escola está diretamente relacionada às formas de sua gestão educativa e ao seu projeto
pedagógico, harmonizado com as diretrizes da educação. Isso significa que os
estabelecimentos escolares não são inteiramente específicos, particulares, únicos, o que
obriga ao próprio sistema educativo em que estão inseridos a refletirem sobre critérios
mais amplos de qualidade.
Desta maneira, na dimensão interna, a avaliação deve alimentar a reflexão da
própria escola, ou seja de sua comunidade, sobre as formas de sua gestão educativa e
sobre seus propósitos e resultados, representados no seu projeto pedagógico. Uma das
formas de processar essa análise interna poderia ser a da autoavaliação. O pressuposto é
que antes de criticar, deve-se praticar a auto-crítica. Contudo, essa é apenas uma
alternativa. A própria escola deveria criar suas metodologias de avaliação, sempre
considerando que não existe uma única metodologia capaz de medir e garantir a
qualidade de ensino do aluno.
Para Gomes (2013) o importante é que a escola realize, além de uma avaliação
interna, uma avaliação externa para que possa ser considerada de qualidade no conjunto
do sistema e não apenas intramuros. A avaliação de cada escola baseada na dupla
perspectiva - interna e externa - pode proporcionar a criação de uma cultura avaliativa e
pode propiciar o alcance de alguns objetivos básicos: processo de contínuo
aperfeiçoamento de sua gestão educativa, elemento importante de informação para
políticas públicas, e prestação de conta aos alunos, pais e comunidade educativa, em
geral.
O desafio é buscar o equilíbrio entre a avaliação interna representada pela
reflexão dos atores sobre suas práticas e a avaliação externa na perspectiva do desejo de
XVIII ENDIPEDidática e Prática de Ensino no contexto político contemporâneo: cenas da Educação Brasileira
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transparência das ações e no fomento de um debate sobre o sistema. Uma avaliação
exclusivamente interna pode impedir a escola de situar-se criticamente nos
desempenhos do sistema de ensino. Uma avaliação de caráter apenas externo, por outro
lado, pode ressaltar meramente um espírito de competição entre escolas, e tornar-se
nefasta ao assumir um enfoque de concorrência.
Outro aspecto importante é o da avaliação de acompanhamento dos alunos. Isso
implica avaliação formativa, mesmo que sejam necessários alguns cortes no processo,
de modo a que se possam obter dados para uma análise na amplitude do sistema
educacional. O caráter formativo diz respeito à orientação constante na melhoria das
ações em nível institucional, curricular e de cada aluno.
Em termos mais específicos do processo ensino-aprendizagem, apesar de a
prática avaliativa ser familiar aos docentes, deve-se estimulá-los a compreenderem os
motivos da avaliação em dimensão mais ampla. Essa compreensão promoverá a
melhoria da aprendizagem e da avaliação dos alunos. Isso implica capacitação
continuada em serviço.
Concluindo, é importante ressaltar que as avaliações externas fornecem dados
que, se apropriados de forma consistente, podem revigorar os contornos da escola
pública que realiza a sua função social, na sociedade democrática, de garantir o ensino-
aprendizagem para todos os seus alunos. Porém, tanto as avaliações externas, quanto as
avaliações internas da escola e a reflexão sobre sua realidade não podem se esgotar
nelas próprias, devendo ser tomadas como o ponto de partida para a trajetória da escola
rumo à sua avaliação institucional, ou seja, a uma autoavaliação.
Conhecer e utilizar os resultados das avaliações externas nas salas de aula e
articulá-la com as avaliações internas significa compreendê-los não como um fim em si
mesmos, mas como possibilidade de associá-los às transformações necessárias no
sentido de fortalecer a qualidade da escola pública democrática, que na
contemporaneidade se organiza para garantir a aprendizagem de todos os cidadãos.
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