la cautiva del sauce

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Grupo de Estudios Históricos Pichi Witru Rufino (Santa Fe) Norberto Mollo Ennio Vignolo 2009 1

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Dentro del prolongado enfrentamiento interétnico que se dio en la frontera sur durante tres siglos, se sucedieron muchos hechos de cautiverio, en especial los llevados a cabo por los aborígenes sobre las incipientes poblaciones españolas. Mediante un documento, que se halla en el Archivo Histórico de Córdoba, con fecha de 30 de octubre de 1777, el comandante del fuerte del Sauce, Ventura Echeverría, notifica al gobernador de Córdoba del Tucumán Antonio Arriaga, sobre el hallazgo en las cercanías de una mujer blanca llamada Cristina Ferreyra, la cual venía huyendo de las tolderías. Esta cautiva aportó importante información acerca de la ubicación de los toldos, nombre de caciques, número de indios, y sus intenciones de futuras incursiones. Gracias al aporte de información cartográfica e histórica, se pudo reconstruir en la geografía de hoy, la situación de las tolderías en el Mamil Mapu y las rastrilladas existentes utilizadas por la cautiva, en su largo y penoso periplo de 47 días.

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Page 1: LA CAUTIVA DEL SAUCE

Grupo de Estudios HistóricosPichi Witru

Rufino (Santa Fe)

Norberto Mollo Ennio Vignolo

2009

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Page 2: LA CAUTIVA DEL SAUCE

LA CAUTIVA DEL SAUCE

ANÁLISIS DE UN DOCUMENTO

Norberto Mollo Ennio Vignolo

Las durísimas condiciones del cautiverio en las tolderías, motivaban en muchos

casos, el intento desesperado por huir buscando regresar a sus lugares de origen y a las

condiciones de vida anteriores. A veces el escape resultaba infructuoso, con severas

consecuencias para quienes lo intentaban, ya que eran sometidos a brutales castigos por

esta acción. En otras oportunidades, quizás las menos, lograban su cometido.

Algunos cautivos, escapados de los toldos, realizaron auténticas proezas para

poder sobrevivir y buscando su liberación.

El rapto de la cautiva. De Johann Moritz Rugendas. 1845

Tal es el caso de Cristina Ferreyra, una cristiana que habiendo sido capturada

tiempo atrás en los campos del Sauce (La Carlota), tomó la tremenda decisión de huir

de su cautiverio en los toldos del cacique Puñaleph, en la hoy provincia de La Pampa, y

emprender a pie el regreso a su pagos, aún a sabiendas de que eran pocas las

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posibilidades de llegar con vida, por la tremenda distancia a recorrer, su precario estado

de salud, las inclemencias del tiempo como de la geografía a atravesar, y el riesgo

permanente a ser recapturada. La disyuntiva era muy clara: vivir o morir. Y

evidentemente optó por vivir o en el último de los casos, morir en el camino y no en las

tolderías.

Lo más razonable es que haya transitado en su derrotero, de más de 400 km de

largo caminar, por las mismas rastrilladas por las que los indios del Mamüll Mapu

llegaban al camino de postas, para realizar sus ataques a las caravanas que por él

transitaban. Un valioso documento existente en el Archivo Histórico de la Provincia de

Córdoba, redactado por el Comandante del Fuerte del Sauce (hoy La Carlota), Ventura

Echeverría y, dirigido al gobernador de Córdoba del Tucumán Antonio Arriaga, nos

describe la forma en que fue hallada la cautiva Cristina Ferreyra, la información que

ésta trae de tierra adentro, su procedencia, planes de invasión de los indios, mención de

grandes caciques, y asimismo nos permite conocer la precariedad de recursos con que

se desempeñaba la defensa de estos parajes al inicio del virreinato.

Pueblo y Fuerte del Sauce en 1778 durante la gobernación del Marqués de SobremonteArchivo General de Indias. Sevilla. España

En esta década de 1770, se producen cruentos ataques sobre las fronteras de

Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Precisamente, Cristina Ferreyra arribaría a las

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proximidades del Sauce, el 30 de octubre de 1777, el mismo día en que a pocos

kilómetros de allí, entre el Sauce y el Saladillo, una tropa de carretas en la que viajaba el

canónigo chileno Pedro Ignacio Cañas, era asaltada y muerta la mayor parte de la gente

que viajaba. Asimismo otra tropa de carretas, corría igual suerte en el camino de Las

Petacas al sur del Saladillo (en las proximidades de la actual localidad de Isla Verde)

posiblemente en forma simultánea al anterior. “Este día como alas 9 de la mañana

andando yo en la Ysla haciendo campear unas resses que me havian hecho ir de el

corral vino mi vaquiano Rivera, y me dijo q. entre la massiega se hacia escondido un

bulto apie, y q. nos arrimemos pra vuscarlo, y entonces lo mande con tres hombres, pr

donde venia, y yo tome con otros pr otro lado, y a poca distancia ya megritaron, y ví ya

trahian al q. venia apie, y esta es una de las cautibas q. llevaron, llamada Cristina

ferreyra, viuda, la q. dice se huyo a pie desde las Tolderías, y q. ha caminado 47 días,

aunq. lo mas ha estado parado en algunos lugares a caussa de haverse enfermado

varias veces y q. ostigada delos trabajos se arrojo a morir o vivir, el parage de donde

salió dice se llama Uscuncha un día de camino de las tolderias donde estubieron los

reos; y q. alli reside el Cassique Governdor Piñalefi (Puñaleph), qn. dice estaba

apromtandosse pra venir a dar en el Sauce, y debajo de dho y segun da a entender es en

la Cruz alta, o Caveza del Tigre pr q. dícen q. solo allí ai muchas haciendas (como assí

es) vienen con el Cassique Curruibili, y Guenocal, y q. Yanquelemus haprestado los

coletos de su gente pra q. traigan estos, pr tenér el q. ir pra otras tolderias y q. asimismo

van otros a dar a dar a Lujan, deesto tambien escribo este día a B s. Ays. pr haverme

proporcionado ocassion...”.

Se desprende de esta parte del documento, que en momentos en que el

comandante del Sauce Ventura Echeverría se hallaba recogiendo hacienda con algunos

de sus hombres, en vecindades del fuerte, advierten la presencia semioculta de una

persona entre la maleza. Seguramente, presa de los horrores y vivencias pasadas, la

cautiva Cristina no se había identificado de inmediato, quizás por su estado de situación

y por el temor a reeditar la experiencia vivida en los toldos no diferenciaba si se trataba

de soldados o de su captores. Asimismo, con mucho sigilo, ante la posibilidad de se

tratara de bomberos indios, finalmente se acercaron y constataron que se trataba de una

mujer, la que fue llevada al Sauce.

Relata la cautiva el largo viaje emprendido desde el paraje Uscuncha (situado

muy probablemente entre Calchahue y Marivil), seguramente ha transitado siguiendo el

camino que pasaba por Trenel (conocida como rastrillada de Trenel), por Tres Lagunas,

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donde se dividía en otros dos caminos, uno hacia Langheló y el otro, mas hacia el norte,

rumbo al Sauce, pasando por Italó. Este último parcial, conocido como rastrillada del

Sauce, es el que ha debido seguir la cautiva. Obviamente debía transitar por las

rastrilladas, porque apartarse de las mismas significaba perderse y morir en el desierto.

Esta penosa marcha la debe haber tenido muy atenta y preocupada, ya que por este

camino se producía el tránsito frecuente de los malones que incursionaban sobre el

camino de postas, y ante cualquier movimiento o sospecha de desplazamiento de

personas, se vería obligada a apartarse de la senda y ocultarse. Su precario estado de

salud, por todo lo pasado, y por las inclemencias del tiempo, hizo que tuviera que

detenerse, a veces varios días en un solo lugar.

En estas difíciles condiciones recorrió alrededor de 380 Km, en tan solo 47 días.

Esta distancia es posible obtenerla, al medir sobre la traza de las rastrilladas enunciadas,

y reconstruidas en la carta I.G.M. escala 1:500.000.

Asimismo el relato de Cristina Ferreyra nos hace conocer los caciques que

habitaban la parte norte del Mamüll Mapu, donde ella había estado cautiva, y que

lideraban parcialidades que producían malones en distintas partes de las fronteras.

Indica que un lugar codiciado por la presencia de mucha hacienda era la zona de Cruz

Alta y Cabeza de Tigre (lugares estos próximos al Saladillo). El cacique Puñalef, junto a

Curruibili y Guenocal se aprontaban para producir el malón en esta zona, formando

parte de un fuerte contingente invasor liderado por Llanquitur, y otros caciques como

Carripilún, Payllatur, Lepian, Quilan, Neuquen, etc. Esta intención se haría realidad con

el asalto a una tropa de carretas en el Saladillo, precisamente el mismo día 30 de octubre

de 1777, en momentos en que era descubierta Cristina Ferreyra por Ventura Echeverría

y sus hombres, no logrando ésta dar aviso con suficiente antelación. En forma casi

simultánea los mismos invasores atacarían a otra tropa de carretas, sobre el camino de

Las Petacas, al sur del Saladillo, con el trágico saldo de 47 muertos y muchos cautivos

entre ambos ataques, y además robo de hacienda. El otro malón proyectado sobre Luján,

quizás haya sido el que se diera sobre Rojas el 19 de octubre.

Si complementamos el estudio de este documento con el de las expediciones de

1776 y 1779 [Coleccion de viages y expediciones a los Campos de Buenos Aires y a las

Costas de Patagonia, Primera edición. Buenos – Aires, Imprenta del Estado, 1837] , se

corrobora la fidelidad de los datos aportados por la cautiva respecto de los caciques

moradores del Mamüll Mapu, pudiendo precisarse su habitat por entonces, y por ende el

lugar de procedencia de Cristina Ferreyra. Así Piñalefi, Puñaleph, Puñalef, Pinolef

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(Püñalef, de Püña: hijo; lefi: correr o huir; “Hijo que corre ”) moraba en Calchahue,

sobre el camino de las Víboras, Yanquelemus (Llangkalemu, de Llangka: joya, lemu:

bosque, selva; “Joya del Bosque”) vivía en los médanos de Trenel (donde también

residía Lepian), Curruibili (Kurrüvilu, de Kurrü: negro, vilu: serpiente; “Serpiente

Negra”) vivía en Antorué (Toro Muerto).

Vista actual de los médanos de Trenel, en cercanías de la localidad de Caleufú.

Ante el aviso de Cristina Ferreyra, de que la proximidad de una invasión podía

ser cierta, como efectivamente lo era, Ventura Echeverría manda dos partidas a recorrer

los campos cercanos al Sauce a partir del día 31 de octubre, y otra mas hacia el sur,

alcanzando el Cerrillo de la Plata sobre el río Quinto. También, presuroso de preservar

la integridad de la comandancia y presidio del Sauce, ordena al capitán Pedro Thomás

López, que con los pocos hombres que le quedaban vinieran a defender esta guarnición.

“Yo tengo ya dado esta mañana orden pra q. salgan mañana dos partidas de gente a

correr el campo pr distintos parajes, assimismo tengo mandado orden al Cappn. Dn.

Pedro Thomas Lopez mande otra partida a correr desde el Cerro de la Plata, Uncal, y

Laguna de los Toldos, y q. con el resto de su gente venga a guarnecer este Precidio, el

mismo passe al Cappn. Dn. Gregorio Arballo de tegua, y al Cappn. Dn. Geronimo

fernandes, y al Mtre de Campo Correa le pido una Compa. a fin de poder juntar

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doscientos hombres pues solo pr querer Ds castigarnos no los sentiremos segun lo tengo

puestos los espias en campaña, solo quedo con el desconsuelo q. no tengo con q.

mantener esta gente, pues nó ignora V.S. no tengo ganado alguno, ya hare conocera lo

q. importa el tenerlo aquí pues no haviendo q. darles de comer no puede mantener un

mes ninguna partida de soldados, assimismo se necesita Cavallada por pr q. en estos

tiempos vienen todos cassi a pie, yestando la cavallada de el Rey resservada havia

como hazer que algun Soldado su obligacion Usas no se atenga al Ramo de Sissa pr q.

este no alcanza (como dicen) pra nada, pues...”. Dada la situación imperante, y

procurando reunir mayores fuerzas para la defensa de la frontera, Ventura Echeverría

solicita al comandante de Río Tercero Manuel Correa le envíe una compañía para que

con los que tiene pueda reunir unos 200 hombres. El principal problema que tenía

Echeverría era no tener hacienda en la zona para la alimentación de esta fuerza reunida

y, además, se hallaban casi todos a pie por no tener caballos. Esta situación denotaba la

precariedad de recursos logísticos con que se contaban, como la fragilidad que

ostentaban todas estas fronteras en cuanto a la defensa.

Más adelante, en el documento, Ventura Echeverría vuelve a insistir sobre la

importancia de que se le provea de gente y elementos, fundamentalmente para comenzar

con las tareas de levantamiento del nuevo fuerte del Sauce. Solicita al gobernador

Arriaga la remisión de personal, pero no de la ciudad de Córdoba, sino de las fuerzas

acantonadas en Calamuchita. Da cuenta asimismo de la necesidad de herramientas,

materiales y municiones para la defensa. “...solo sí le pído no me mande gente de la

ciudad prq. no tengo como mantenerlos, ni menos cavallos q. darles, q. yo aquí con la

gente de Campaña me avendre,En Calamuchita esta una Compa. de Pardos q.

no ..........; esta puede su Sría. mandarmela pr dos meses para q. me ayuden el repazo de

trabajar el fuerte, assimismo me remita hasta el rio Tercero las quatro palas, y

hazaderas q. pedí a su Sría. pues ya es tiempo de trabajar en adobes pra hazer un fuerte:

tambien nessessito media resma de papel pra tener pra cartuchos, pues aquí andamui

escasso, puede VSa. mandarmela al Rio tercero tambíen, y q. deái seme traiga todo, yo

no remito un soldado hasta la ciudad prla nessessidad q. tengo de gente, pr q. condoce

q.tengo no ái aquí pra nada qdo (cuando) eltiempo esta amenazado como ahora.

Nessessito sememande m’ polvora, y valas, pr q. con la q. tengo, y municiones no ái pra.

Cañones, Pedreros, y fusilería, q. nunca este genero estaba en los fuertes, antes sí debe

estar de Sovra: Assí mismo remito la minuta pr menor de la Madera q. se nessessita pra

las cureñas, q. mandandome uno q. sepa de Acha, y azuela yo medare maña p ra

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montarlas segun regla, de qualquiera otra cossa q. ocurra dare prompto avisso a su

Sría. pra su determinacion”.

Este petitorio que formula Echeverría, nos permite conocer la patética realidad

que se vivía en estas latitudes fronterizas. En particular resulta por demás llamativa la

escasa dotación de personal, de tan solo doce hombres para la defensa de una frontera

inmensa, y que obviamente nada podrían hacer ante cualquier incursión aborigen,

máxime si tenemos en cuenta que en esos momentos se producía la invasión que asolaba

los campos del Saladillo y del Sauce liderada por Llanquitur, Carripilún y otros, con los

trágicos resultados ya mencionados, y que reunían hasta setecientos guerreros. Dentro

del personal destacado a las órdenes de Ventura Echeverría, se distinguían el baqueano

Rivera y el capitán Pedro Thomas Lopez. Otros jefes militares que actuaban por

entonces en el sur de Córdoba era el Maestre de Campo Manuel Correa, de Río Tercero;

el capitán Gregorio Arballo de la pequeña fortificación de Tegua; menciona asimismo

Echeverría al capitán Gerónimo Fernandez.

La situación del fuerte del Sauce en 1777 es bien retratada por la categórica

expresión de Ventura Echeverría al señalar: “...y pr esta povre frontera, q. pr horas

espera su total ruina pr no tener sus vecinos como fortalezersse nimenos haver un ramo

(como en otras partes) pra ayuda de esta obra, y...”

MUJERES EN LA FRONTERA: ATRACTIVO PARA EL MALÓN

Por entonces en la frontera del Sauce habitaban algunas mujeres formando parte

de la vecindad, tanto en el precario poblado como en la campaña, significando su

presencia un motivo atrayente para el malón, tanto para la codicia personal del indio que

la quería tomar como propia, como por la posterior posibilidad de canje, exigiendo un

rescate para su liberación, a lo que solían acceder sus familiares. Al respecto, la ex –

cautiva Cristina Ferreyra, señala que es inconveniente que habiten mujeres en esta parte

de la frontera, porque además de lo expuesto eran sabedores de que el hombre blanco

era permisible a las exigencias de pago por el rescate. “La cautiva dice no conviene

esten estas chinas en esta frontera, sino q. las lleven donde no sepan de ellas pr q. sus

deudos estan siempre resistiendo hagan daño pr ellas al Español, y q. los Cassiques q.

estubieron en la ciudad decian alla q. el Español hera bueno, o miedosos p r q. les

compraban las cautibas q. ellos les quitaban, y q. asi les tenia m. quenta tener guerra,

q. paz, Usa. con estas razones determinara lo q. hallasse pr m. conveniente,...”

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Aspecto de la inmensa llanura pampeana transitada por Cristina Ferreyra, en proximidades de los

médanos de Trenel.

FUENTE DOCUMENTAL:

Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, Fondo Escribanías Nº 4. Nota del

comandante del presidio del Sauce, Ventura Echeverría al gobernador de Córdoba

Antonio Arriaga. 30 de octubre de 1777, Legajo Nº 1, Expediente Nº 19.

DATOS DE LOS AUTORES

Norberto Mollo Ennio Vignolo

Asamblea 480 Pueyrredón 229

(6100) RUFINO (6100) RUFINO

SANTA FE SANTA FE

Tel: 03382-427214 Tel: 03382-428192

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