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Ignacio P. Ferro.

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Vocales • • • • • • • • • •

SOCIOS HONORARIOS f

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rquitectura o erna

UNQU.E nosotros. contemporáneos del arte m o­

derno. -esta n~os de ;ra~;ia r! o cerca de la a rquitectura

de nuestra época pa~a pod·.:r apreciar la con el cri-

terio t<:t.n libre con el cual podemos j uzgar aquélla ele los -~iglos pasados. es sin emhargo · interesante hacer alg-una

tentativa ele investigación en el sentido de conocer ·su

carácter general y tra t:lr d~ darnos cuenta de nue~t ro

nivel artístico.

Estamo:;. hay que con :<'sarlo. en una época d·~ tran ~ i­

ción, é n la cual. toda vía ligados a la tradición sobre la •

cual descansamos antes de ¡)ocler separarnos de ella. bus-

camos el can; ino que cleben:os seguir libre:r~entc en posc­

s:ón de nuestra individualidad propia.

E slamos sufriendo las desgar raduras ocasiona das por

las fuerza s opuestas que nos solicitan ; son~os arrastrados

por la tempestad que nos revuelve en todo sentido y nos

hace a veces perder el s·entimiento ele la bnena dirección.

La lucha entre las antiguas condiciones sociales y las

qne están preparándose para el ¡)or veni r c r ea un ambiente

indeci so en el cual nos agitamos. y la arquitectura que

r efleja la vida y materializa su signi ficaciól) tiene for-.

zosa:mentc que esta r inflnída por las diversas fu erzas que

la ·sacuden.

Inconscientemente. nos dejamos 1levar por la perpe­

tua cor riente que pasa , i mpetuo~;a y fa tal , acar reando

los vesti-gios del pasado y mezclando las maduras con­

cepciones antiguas con las nacientes fórmulas modernas.

De todo eso ha result:tclo nn arte híbrido hecho en

par te o en totalidad ele las remini scencias ·del pasado

adapt::tdas más o .menos a las exigencias modernas.

Es lo que constatamos si nos detenemos en d examen

del estilo de nuestra época.

Algunos reformadores han intentado crear un arte

especial que por su originalidad ha parecido satis facer •

el i·deal de los cansados de lo ya repclido y de los ávi-

dos de la novedad. P ero sus vanas tentativas han fraca­

sado porque carecían de los principios sólidos sobre los

cuales debe apoyarse para ser viable cualquiera creación . <L rquitectónica, y después de haber llamado la atención por

su pa rticularidad han , clisminuíclo de interés a medida

que nos hemos dado cuenta de la poca S ·~riedad y consis­tencia que ellas contenían.

N os hallan~os en la encrucijada de do~ caminos : uno

<1ue sigtH.' apaciblemente stt trecho. recto y seg uro. lenta­

mente. metódicamente, continuando el gran camino na­

tural seguido desde d origen de la labor humana . E l otro,

tortuoso. bordado de precipicios ; lleno de obstáculos; sin

embargo agradable, I?intoresco .. pero que después de una

in finicla<l de sinuosi.dasles se va perdiendo sin salida en el

in finito del espacio. ·

1

77

El primer camino es el que signen los ho :nbr~s y artis-•

tas srrios~ los que admiten el progreso hecho de lentos

perfeccionam ientos, accesibles a las ideas nuevas, que es­tudian y penetran los conocimientos acunml<l'dos del p:l­

~;ado . pero prontos a aprovecJ1ar de cualquiera descubri­

miento moderno que permita adjuntar una piedra de tdts al e<li f icio ya construí do por los siglos prec~dentcs.

Por el segundo camino se dirigen todos los · amantes

ele la atrayen te novedad .de~ momento : los artistas impa­cientes, los a fici onados del detalle seductor que los fas­

cina por su brillante pero e fímero resplandor. Faltando

a estos viajeros el a poyo sólido necesa-rio para guia rse

de un modo seg uro en los semlt.~ros inde finidos y co~npli­

CCI.cl o;:; que hcltl ckgido: y habiéndose alejado del camino

racional cpte contiene la fuente inagotable del esfuerzo.

se hallan pronto sin medios suficientes para sostenerse . y están destinados a per·ecer. o volver ~t su .punto de

partida.

S in embargo, no seamos injustos para con esos atrevi­

dos del arte. para esos inconscientes y visionarios. Sus

quiméricos es fu erzos no están del todo perdidos; al con­

t rario. ellos son los preparadores de las conquistas futuras

porque ellos son los que sacuden más valientemente h ~

cst<~ril inercia y hacen que más fácilm ente se a·dmitan

despnés h s fórmulas nuevas, pero sanas, que sin ellos

h ;1 brían encont rac!o de!11asiado opnsición.

L a diversidad de _tendencias que caracteriza al arte

n1.oderno es la que lógicamente corresponde al espíritu de

];::l época que se halla también ella en un período de en­

sayos. indecisiones y trans formaciones.

El viento .. de li·bertad que sopla sobre. el mundo no

puede dejar eL~ influi r sobre el arte y la arquitectura

que es una de sus ramas más ex·presivas. '

D e ahí se nota una tendencia de independencia, de parte

de algunos c1ue qu i e r~n a toda fuerza -sacudir y hasta

destruir lo existente para su stitui rlo por algo completa­mente nuevo.

A·qní nos hallan,os en el punto grave de la cuestión.

S i es incontestable que vendrá un ·día en (iue la arquitec­

tura sufr irá una trans formación, consecuencia del estado

~ocial. de la s costttmbres de los hombres, y quizá tan

g rande que sea completamente di fe rente de la. actuaL es

no menos seguro que no podemos nad·a contra la fuerza

de las cosas, y por lo tanto no podemos hacer que la

arquitectura de nuestra éi>oca sea 'otra que u·na · arquitec­

tura de transición, porque es la que lógicamente corres-•

po11<le al estado actual de la vida. esperando el día fn-

t t1 ro en que el nuevo es tado social, francamente estable~

ciclo, le permita crear otras fórm ulas en armonía con las

nuevas condiciones humanas.

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• -A~Qti ITECTU~A •

Vemos teve1ac1a 1a a rqnitcctHra ele transición en estas dos tendencias: la antigua y la moderna. La ~ntigna que no puede servi rnos completamente porque ya no corr~s­

poncJe a nuestra vida actual, y la moderna insuficiente r·ara llenar las a~piraciones nacientes y todavía indefini­das de la época en la cual vivimos.

:\~lemás de los qne ~ig-nen nno de los dos caminos que hemos indicado. hay la muchedumbre muy mtmcrosa de ;_¡qnellos que sin fuerza para e:nprender el viaje en la difícil l larga ruta racional, o demasiado insensibles para sentir la atracción pintoresca ele los senderos secundarios, ~e quedan ünpotentes en el mis!no sitio o a veces retro­ceden lamentablemente sobre la ruta del progreso.

Es así como vemos resurgir o más bien parodiar toda 1~ serie conocida ele los estilos del pasado. Asistimos a esta a noma Ha de que en el siglo X X. en el cua-l vivimos. se ve ' discutir por gentes serias. si se <le he hacer tal o cnal edifirio . tal o cnal salón interior, r te .. (' il estilo de· los siglos Xl lT, X\.-· o :\ Vlll. .\nadie le extraila encon­trarse en nn salón, vestido con un traje moderno, y ro­deado de todos los adornos y nmebles más o menos car­gados y dorados ele los siglos pasados. que si se armoni­zaban muy bien con los trajes abigarrados de otra época, <·:->tún ahora en desacuerdo con la simplicidad del nuestro.

' Y esto es tan común, tan aceptado que ni siquiera no::; llama la a tenriú11. como si en el o la cosa 111ús na ttt ra 1 de 1

mmHlo. •

De modo qtte ll enan~ os nttc:->tras ciudades y nurst ros campos con rsta mezcla ele imitaciún servil rl ·~ las épocas precedentes. y al misn~o tiempo cla:namos que 110 tene­mos estilo.

Si, por un lado~ la copia de las épocas pasadas permite a la mayor parte de los arquitectos hacer ·obras que por c1 hecho de haber ya sido probadas por sus antecesores. no tienen defectos considerables, y son más ad:n iticbs por la general idad, por otra parte estamos ohliR:ulos a constatar que al11HJ11C se~1 preferihlc hacer buenas copias

.

que malas creaciones~ no es una razón para agitarse siem-pre sohrc el mismo :-; itio sin hacer ningún esfu erzo para vivir mte:->t ra vida. la que corresponde realn~ente a mt es­tra época y 110 como venladeros fanta sma s en las mo­raclas <le nuestros anl ~pasados.

/\hora bien. ¿Cuides son los razones de esta especie <k parúlisis ele la imaginación que notamos en u11a gran parte de las obras ejecutadas ? Las causas son numerosas. Vamos a analizar a lgunas de ellas.

En primÚa. línea yemos la impotencia que busca la resolución 'de lo~ problemas dentro de bs soluciones ya. conocidas. La fal ta ele costn :nbre para estudiar que pone ~~ muchos arquitecto~ actuales en condicibnes in feriores para poder crear. los incita a copiar detalles o la tota­li clad de las obras ya existentes. E ste mo,clo de proceder esti1 de tal manera en favor que s·~ pueden contar los a r­qnitectns que realmente buscan en sn inspiración propia las soluciones que necesitan ; y se copia tanto y tanto que la obra concluída resulta una acn.:nulaciÓ!l d~ deta1les to1Pados en todas partes: a veces en todos los estilos.

Las escuelas que educan al arquitecto en el sentido de estimular su imaginación y su ingeniosidad son poco

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-u lo

numerosas y fprzosamcnte son pocos los artistas cptc hayan adquiriclp la facilidad de trabajo, la fecundidad de recursos, que les permita con sus propios medios ven­cer todas las diÍicultades que presenta la concepción com­¡::-lcta de una o~ra.

Es muy común encontrar ar~uitectos que pretenden que no es difícil l1acer cualqttier género de edificios: se bnsca en todos los libros conocidos que tratan de la cuestión todas 1 las soluciones ya hechas. se hacr mn IPezcla de todd y resulta una obra nueva que se califin pomposamente de creación. Este modo d-~ proceder no

puede conducir más que a la con fecció:1 de una obra ha s-, \

t€irda que no dejará de ostentar su falta de originalidad. La segunda !razón la ha!lamos en la difusión de l o~~

1 ibro~ y revistas de todo género. buenos o malos, qtte p·~·r­

miten a los incrapaces rod-~ars·~ de ttna cantidad d~ <locn­n,ento~ que cot¡tsttltan a b prrtr era ocasión. antes siqni<' ra de dar:o;e el tr~hajo de lm~car en ~tt propia i Taginacit'l ·1 una Sfllución que n~cjor convenga. S::'gttranwnt ~ los li­hros son huen6~ para ens-~ ii a rnos lo qnc ya se hizo. para entretener nuestro espíritu. para exaltar nne~tra admi­ración de lo hrllo; pero. debemos al mismo tiempo sahC' r reconocer ]os buenos d~ los malos y no aceptarlos todo:-;

1

coJPO guía s. 8i nos acostumbramos <le:nasiado a serYir-nos de ellos. ~eremos muy pronto sus esda vos. ~1 iremos mucho ]os libros. para a ~nnehlar nuestra me:roria. para formar nuestro criterio. pero en presencia de nuestro t ra-

• 1

hajo, usemos de ellos con mucha prudencia si queremos conser var nuestro juicio libre ele toda in flucncia extraíla.

La terrera tazón, tal vez la mús grave de todas. re:->ide en la propag~ción en el comercio de cantidad de artícu ­los, de prodqctos ya ejecutados en estilo determinado. Hoy se compra el estilo como se compra cualquier a r­

tícnlo rle tienda. Se compran aclornos ya hechos al ttso ' de los amant~s de tal o cual época. y es común ver c:->c

mismo a<lornb en la casa ele todos los vecinos. Se le coloca en la ~ala . en el comedor. en el dormitorio, en las pirzas grandes y en las pc:-qneilas. Cuanto mús dinc·rn se tiene, tanto n~ ;'ts adornos se ponen y se dice qtt(• :-;e hace est ilo.

Si todavía esos artículos tuviesen el mérito de la cali­dad ele la m.ateria; si los pretendidos hronce:o; imitando los an t igttos, si la~ tapicerías imitando los gohelinos. :-;i

los mármoles. las terracotas y los objetos imitando la

plata. la mal·qnetería. los mosaicos, los "vitraux "~ con los cuales se llenan las viviendas,· fuesen ele verdadero bronce, márn1ol, terracota, etc., el mal no sería tan

t •

grande; pero co:1:o lo verdadero cuesta demas1aclo caro, se .con~ideral más pritctico simularlo con matcriaks in­feriores. No es. así como se puede pretender ri valizar. ni siquiera ~gualar las artes precedentes.

¿No sería . preferible en lugar de gastar dinero en la confección cle esos adornos n obras de arte que no tien\.:n t~ingún médto ni por la calidad ele la materia, ni por la t jecución; porque, siendo destinados a ser repetidos con procedimientos inferiores, y vendidos barato, no pueden estar confeccionados .. con todo el cuidado que se pone en los artícblos buenos, no sería preferible, decimos, con el mismo gksto, hacer objetos o adornos más sencillos,

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ARQUITECTURA

pero con materias serias y que valdrían por su propia

. calidad?

Otra razón también que contribuye a qne la mayor

parte de los edificios de nuestra época carez·can de la per­

f ección que existe en aquel.Ios d e las anteriores, es el apuro

con que se con struyen. '

Nos hallamos en una época de velocidad. N o pocle:T1os

soportar la lentitud ; aiJenas pensadas las cosas, qúeremos

verlas realiza das. No se da pastante ü~mpo al arquitecto

para estudiar su obra y se limita· demasiado el tiempo de

la ejecución. De modo que muy dif ícilmente se p.uede -<:jecutar una obra con toda la perfección deseable. F al­

tando imaginación ·en c1 estudio, tiempo y materiales b.ne­nos en la realización. resultan la mayor parte de las

obras insignificantes o adoleciendo de ·<lcfectos im.por­

tantes que se revelan cuando ya es i:nposible poder co­

rregirlos.

Las obras concebidas y ejecutadas <le esta manera son

tan nnmerosas que absorben las buenas y hacen que nues­

tra época no sea apreciada acasp como lo merece.

Para comprenderla bien. debemos apartar todas estas

construcciones sin carácter definido y preguntarnos si

nosotros· no poseemos un estilo sin darnos cuenta; si en

medio de la aglomeración de in finidad de obras sin va­

lor no hay algún género de construcciones que se des­

taque neta ·nentc ele la generalidad por un carúder es­

pecial qtt~ haga qttc fundam entalmente no se p uecla con­

iúndir una obra de nuestra época ron otras de l·as épocas precedentes.

Si se analizan bien las circunstancias v fuerzas extc-J •

rim·es que influyen sobre d carácter general de la ar-

quitectura~ se verá que ahora . como antes. son las mismas

razones de costumbres, estado social. relig ión, ideales co­

munes, las que más poderosamente con tribuyen a esta­blecer y mantener un est ilo durante un tiempo mú~ o m·enos largo.

Los templos y sepulturas de Egipto; los palacios dt:

:\ siria y de Persia; los templos d e los griegos y de los

romanos; las termas. teatros. arcos de tr iun fo ele estos

últimos ; las iglesia~ de la Edad 'Media ; las suntuosas

residencias de _los réyts ele 1os últimos sig·los. etc .. son

las mani~estaciones imponentes de la vida mi s na de

t:stos pneblos.

Todas esas construcciones tie nen formas especiales, diferentes, un estilo verdadero que lo constituye no el

~· dorna secundario, sino la idea materializada, única qne '

podrá admitir. variantes ele detalles, pero igual,es en sus g-randes lineas que las hace inconfundibles las unas de 1as otras.

1

T enemos nosotros nn modo ele vi vir especial. difl! rente de aquel de los siglos pasado.s. E l hombre ha to:nado

posesión de sí mismo. de sus derechos. Los pueblos tie­nen su voluntad propia; quieren imponerla a los gober ­

nantes; tienen sus reuniones, sus mítines. sus palacios;

d iscuten sus intereses, el empleo de las finanzas; forman

tt.na fuerza colosal. Además, las comunicaciones v rela-~

ciones entre ellos se han nmltiplica.do; 1(\s aspiraciones

t ienden a hacerse comunes, a uniformarse. Los hombres

huscan su bienestar ; el comercio, la industria han tomado • 1

•

7U

un desarrollo considerable; la ciencia ha creado inven­

ciones estupendas; hoy se do!ninan todos los elementos .

La arquitectura de nuestra época no ha quedado apar­

tada de ese e-ran movimiento social. Se han levantado .. por todas partes palacios para los representantes de los

p ueblos, hospitales, bancos, bolsas de co:11ercio, escuelas,

universidades, estaciones de ferrocarril, palacios ele ex­

posicif,n. bibliotecas, 111ercados, grandes tiendas, hipódro­

mos. usinas~ rascacielos, e tc.

Todos esos edi ficios son los que llaman más la at~n­

ción; los que caracterizan más nuestra vida actual hecha

esencialmente de movimiento y de estudio: vida industrial

) co:P.ercial. Se precisa para las ·evoluciones <le la muche­

á umbre g randes espacios cubiertos y descubiertos. y para •

~atisfacer a esas nue vas necesidades se ha creado nn gé-

uero especial de construcción. nua arquitectura que per ­

mita trasponer grandes espacios con el menor número

de puntos de apoyo posible. Se ha empleado el hierro y

el cemento armado como medios de solucionar el nuevo '

problema_ y podemos notar sin temor de equivocarnos

que los antiguos no han hecho nada semejante a estas nue­

vas construccion~s.

Sin dis~utir el métito artístico de ellas, estamos obli­

gados a constatar que son cosas absolutamente típicas del

arte de nuestra época. H ay una cantidad consider;lbk~ de

crli ficios construídos en este espíritu : programas sencillos,

n·~uel1os ele un modo sencillo y lógico con los medios

mismos de 1a construccióil.

.t\ 1 b <lo de éstos, hay otros, ele un organismo más com­

pl icado. que la complejidad del problema no ha permitido

res.olver de un modo absolutamente satisfactorio, tal vez

a causa ele la promiscuidad de materiales dife rentes; los •

nu evos representados por el hierro. la cerámica, y los

antiguos por la piedra. los ladrillos, etc. Sin embargo.

tal Ci.lal son esos edificios marcan absolutamente la ten-. dencia <le la época en la realización {.le lo~ nuevos pro-

, gramas. Epoca transitoria que busca tollavía la resolución

artística ele los problemas de la construcción.

No podemos prever desde ahora cómo será solucionada

mús t a r·de esta asociación de mat~riales tan cli ferentes.

Se ha rtu1 otras tentat ivas hasta abandonar completamente

~j llizfts los elementos ya cmi)lCC~:dos y ·que por tener dema­

siado parentesco con los estilos pasados difícilmente ptte­

den unirse con los modernos.

Le toca a nuestra generación hacer ensayos y conquis­

tar la n tteva fórmula que permita conciliar la ciencia del constructor con e1 ideal del artista. E n este sentido esta-

\

mos podero~aJll{~nte ayudados por la industria .que crea

t!uevas mate rias. nuevos productos aplicables a la cons-

• • expresar . su senttmtento.

Pues bien ¿ <JUé debemos hacer si no se deben copiar

'

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. .

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1

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ARQUITECTURA

lo~ c:;tilos pasados y si es imposible crear 1111 arte de n·pente?

l\i ada más que seguir la ruta natural, el camino :->ano. racional qne nos cstú trazado, ili ~ nitado. amplio. lleno de promesas.

N o qtterer pretender hacer en unos ai'"ios la evolución

qtte precisa más tiempo para cumplirse. Estudiar. asimi­larse las ]r·cciones del pasado. Tratar de arrancar de las piedras el secreto qne ellas encierran . Comprender que. en la Edad \ledia. aqttel1as piedras que gnarclan cdo::a­l!lente el egoísmo ti rúnico ele los señores. hablaban de otro 111odo qne las modernas. Y que las fntura s. que conten­c:rún las realizaciones de· las aspi raciones de hoy, tendr~ n

también e11as, sn lengna.j e especial qtte no podemos prever. •

~egttir sencillan,ente la realización de los programas nne-\"OS que nos son p resentados.

Como la vicla es otra que la de antes; que tenemos otra idea del confort. que 1a ciencia ha creado nuevas ob~i­gacionts de higiene: que tenemos otro modo de Yivir al interior y al exterior, nuestro~ ecl i ficios no pueden ser iguales a los de otro tiempo. Y si en el interior las nuevas m·cesidacles exigen otras disposicion-:.·s, otras formas. es lóg-ico que e:-;as formas se tradnzcan también ele un modo especial en el exterior.

De manera que. en lngar interior, copiando de antaño en a 1 es ti lo. combinemos Jos

de proceder del exterior al u na forma conocí da en ta 1 o

' elementos Í·nternos \' cxter-

•

:ws para formar un conjunto en el cual todos sean una ron~ecnencia lógica los tmos l,le los otros.

E!'io no quiere decir que se debe abandonar de pri •nera intención, rle "partí- pris " , las formas del pasado. sino

que se debe tratar ele reju ve'nec~rla s y antes éle tomar una cleci:)ÍÓn para ado¡~tar tal o cual elemento conocido. ana­

lizar las razones que clt·terminan sn e:npleo y utiliza rlo solamente si resp~mde a su fun ción.

~nestro d ~ber. para nosotros los arquitectos del pn:­q'nte. es ele pen11ane,:er fiel es intérpret~s ele la<:; ll ·~cesi­

.dacle :> del momento: de moldearnos al ambiente: el-:.' sa-l

tis facer la ~ exigencias nuevas creadas por la complej idad de la vida. Tratar lo más posible de no di::;frazar co;1 lo:" despojos del pasa~lo nu estras creaciones. y adaptarlas mits bi::-n a las necesidades actuales. ~o querer fofzosamente hacer la novcclacl hasta ~·1

extremo. pero no resistir tampoco a la~ fuerzas exh· rio­res. consecuencias del ambiente y de la época. Estnclia r las exigencias ele nuestros programas, respetarla: y tradu­cirlas con sinccrida\l.

Quizá es en aquellos programas que a pri mera vista

parecen los más sencillos. los mús ingratos. que podre.no:-; hacer resaltar a , fu erza de \·erdad la belleza que pue<J.:.~ n

contener. La riqueza no co nstituye forzosam~nte el a rte. No se debe con

1tttndir la pobreza con la sencillez. E~ta

e~ una gran cualidad cuando es la resultante del orden, la simpli ficación1 buscada de los medios de expre~:ón , la :;:i ntética armonía de todas las part~s de un conj unto.

Siempre, en nt1estras composiciones. hasta las mús sen­cillas, no olvidemos que el arte debe conservar sus den:­chos. El arte qde es la eclo;-;ión de la obra creada por el buen ~en ti do y por el . gusto.

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rquitectura

m iutere~aute tl'll~ajo l{U e pulJli CaffiOS a ~Oilli­IIUllCiÓil h it s ido (l lenHlo a l Decano de l a Facultad de Arquitecturn por loR Sres. E. Dur:\n Guaui y M. Cmvotto, como reHultado de una excu r f' ióu de -estu­d io ¡·eali;-;aoa u In cludiHI d e ltt Colon ia.

?li{ontt:vicleo. 11arzo de 1917.

Seii~)r Decano de la Facultad ele Arqnikctura, arquitecto H o­racio Acosta v Lara . •

1~ ENE1'1 OS el agrado de presentar a usted el trabajo ad­

junto, resultado de nuestras investigaciones sobre Ar­. quitectura Colonial. efectuado ·en la ciudad de Colonia,

en cumplimiento de la misión con que e l H onorable Consejo nos ha honrado.

Teniendo presente que el estado actual de los Yestigios colo­nia-les de la R epública. no permiten llegar a tUl trabajo defini­tivo - dentro de una si ncera simplificación en el análisis - h e­mos tratado de recopi lar el m ayo r número de datos, cuya auten­ticidad obtuvirno<> g racias a la g-entikza de l(l s pers0nas QtH: al final de nuC'stro trabajo t endremos e ~ g usto de consign:u .

E n el ánimo de los conquistadorés de la época precolonial. l'XÍstía siempre la idea conjunta del aprovechamiento de las riaueza:-.: naturales el (> los territorios a conquistarse. ron la pr•'­tección ele su lugar de emplazamient0. En es te sentido la idea ¡)ri­mordial er a la ele elección· de zonas estratégic~mente colocada s. con el fin ele obtener naturaim l·nte la d efensa miE~ar .: primer paso pa ra llegar a la seguridad personal de los colonós que, posteriormente habrían de formar una naciente población.

La Colonia del Sacramento debió o frecerse a los oj o~ de los

su

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conquistadores com o zqna e:\cclente para un núcleo forti ficahk. pues su configuración peninsul a r y la Yaria<la naturaleza <le su suelo r eun idas, ;fo rmaban por si solas el primer baluarte de los muchos que después. el espíritu guerrero y la impetuosa vanidad d e los conquistador es. obligaron a construir.

Como consecuencia. la tendencia dominante e r a la de contra­rrestar todo a taque por las partes de más fáci l acceso. El pro­grama de las f

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<,rti f icacionts pe rimetrah.·s. constituye la primera manifestación de construccio!H.'S de fensivas. En el primer mo­m en to. los bahlartcs, r e ,·cllines. }· muros d e ciudad fm.·ron su­f ici entes para a segurar la defen sa contra los a saltantes : pero cuando la seguridad de los habitantes amenazada. seriamentr. los obligó a intervenir en la organización defen siva de la plaza. r1 tr<;tza<lo {·stá ttégico de la~ cal les y la for tificación particular de cada vivienda. fué la preocupación cnnstante de cada uno (Jt-• .

sus moradores.' P or esto s mo ti\"OS los \" C~t igio s más antiguos de con struccio­

nrs, son lo s relacionados con ia:: o rganizaciones mi li tares. Co n respecto a esta primera telHk i::.;ia e!" m enester hacer ;~o1tar

la robus tez dy los bastiones, troneras y muros {lefensi\"os. Lo~ fuertes de San Pedrn al Sur. ,. Sa il ta Rita al Norte 11Hll'Str:u¡ su atrevido elnplazami{'nto. E stos muros, sumamente sencillos. tienen un val.or puramen te constructivo : desde este punto e k vista so n pedcctos. y han. r es istido a la acc ión del tiempo y a los asaltos viplentos de los im·asores.

Previendo el caso dl' cti,·o de una im·asión es que el trazado ele coni un to el e todas las calles v senda< presenta tortuosidades . . cuyo fin estratég-ico ('s e\·idente . Contribuyen a se r más m oví­mentado el a S;pl·cto de la ciudad, la inarmónica ubicación y diver­sidad d e a lturas de las yi,·iendas, qu e si bien pudieran parecer

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ARQU IT ECTURA

cl ~·fectu o::amente alineadas, obsen ·ando el conj unto se llega a deducir que un p:an preconcebido de defensa ha guiado la cons­trucción de la ciudad, pues la cultura militar y ciYil de los pueblos roloni zan tes era para esos fines mús que suficiente.

Las ,·ivicnclas particularmente, muestran en in finidacl de detalles

. CALLE DE LOS SUSPIROS

el cuidado de proteger al habitante; de llHHlo lllH.: e l conjunto de estas ,.i,•icndas f ort ificadas formaba por a:-.í decir, co mo pe­qn eitos r eductos que h acían más penoso el acceso al enemigo.

Los \'eS ttgJOs hi s tóricos de una colectiv iuad l it·nell siempre s u paralele.> a rquitectónico. Estas dos manifes taciones se comple­mcman. Es po r este motivo que - aunque en forma sim pli ficada - haremos un pequcíío análisis histórico con respecto a la Colonia para tratar de poner en n idencia, la influencia preponde rante, base histó ri ca ele Jos ,·estigios de edificación que he1nos encon­trado.

Con el fin de coartar el progreso c:spaiwi en :\mérica del Sur, los Braganzas tu,·ieron la idea de buscar zonas l'Sl ratégicas en e l Plata, como centros orgánicos de co!onización, cuyo resul­tado ind iscutib.e hici era entir su pt·so sobre el 1 rono español.

Pedro II de P ortugal em·ió con t:se objeto a l.lanuel de Lobo, qui en apreciando la inmejorable posición peninsular f rente a la isla de San Gabri el, y previa construcción de un fuerte en el JaLlo Norte de la península, fundó la Colon ia dd Sacramento en Enero de 168o.

Como con secuencia de convenios y accio11Cs lllilitarcs - que no entraremos a analizar - la Colon ia fué alternativamente po­sesión española y lusitan a; suf ri endo las consecuencias de ins ta­hiliclad a rquitectónica, la que sólo cksapareció una ,·ez consolidad o e l régimen español. ·

E11 el aíío 1756 el Gobierno Espaiwl uombró a P ::dro de Zeba­llos, Gobernador del Río ele la Plata.

Como reflejo ele las hostilidades entre E spaíía e Inglaterra aliada a Portugal, Z eballos fortificó a lv(aldonado y luego inter­nándose en el Plata, se emplazó en un a posición estr a tégica que posteriormente le brindó magníficos resultados militares.

Esta posición es la que aún se conse r va con el no mbre de l~ t al de San Carlos, reco rclándo a Carlos IIJ, aíío 1760. D esde este poblado, Zeballos preparó :as operaciones que bien pronto, 1762, d ieron término con la to ma de la Colonia, pre,·ias algunas tratativas pacíficas, completam ente infructuosas.

Pero esta posesión fué efímera, pues en 1763 por el tratado de París, la Colonia fué cedida a los Portugueses, r egresando Zeballos a Espaíía, donde se le dispensaron honores y con fiaron puestos de importancia.

Pocos ai;os después, 1776, convencid:t España de las infruc-.

el

tuosas tratati,·as diplomá ticas. envió a Zeballos nuevamente at Plata al mando de una poderosa ex¡)edición, e in vesti<io con e l título de primer Virrey del Rí o de la Plata. Sin mayor es­fuerzo en Junio de 1777 entraba por segunda vez Zeballos a la Colonia.

D esde esta fecha quedó def in itivamente anexada a la corona de EspafJa. esta ci ud ad, que po r tantos a ños f ué víctima de las ambiciones de dos g randes potenc ias.

Hcsponcli enclo posi blemente a un. insano p'an premeditado, Ze­ballos com enzó casi inmcdia:am cntc una inconcebible y s is tl.!­mática destrucción de la ciudad, creyendo con esto aplacar para siempre las ambiciones de ot ros co nqui stadores, pero s in prever que una acción semejan te impediría posteriormente cimenta r la t radición y aprec iar el Ya lor a rquitectónico de una é¡;oca ante ri or.

----En las construcciones militares, civ iles y r eligiosas que aún se

conservan, el prob:cma arqu itectóniw tenía su base. en e l uso razonado de materiales nobh·s y resisten tes - que como algunos de los que hemos enviado - consen·an perfectamente su forma y color, encontrándo e construcciones modernas realizadas con despojos ele Yi,·iendas de otr o<= ti em pos, construcciones fáciles de r econocer por la im perfecta colocación de los mate riales.

L'na Yez ohscn·ado el aspt·cto general de la ciudad co'oni al se deduce que el anúli sis debe dirigirse sobre el tipo de con s­trucción dominante - la vivienda - úni ca CO IJStrucció11 que por su estado d e consen·ac ión pu ede permitir un estudio d e con­junto. pues la s const rnccil)tH's que por su monumentaliclad po­dría ~ ~ oF recer mayor inter é·s arquitectónico, se encuentran en cs­t_ado s~llli rruin oso, y las qu e han sobrevivido, muestran trans­lorrnacJOn es tan fundamentales qu e. puede aseo·urarse han per-1. 1 1 . l:'> ' e te o e senttn1icntn d e la é poca.

S i1.1 c n~b<~rgo. es cv i ~l cn tl' c!ue como plaz:t fue rte, el programa ;u-qmtectomro que d chtó r caltzarse con aut elación fué el militar. Por ese moti,·o se notan en los planos de la época <Yrandcs ex-. - ' ~ t<.·n s ton es - sobre todo frente a la Plaza Mayor - d es tinadas a - cuJ.rteles . arscna le:-;, depósitos. cte., como también ed ifi cios para Jefe~ de Gobierno y au toridades militares.

La antigna comandancia de la cual sólo se conservan algunos resto de muros t•ntre la maleza. era un edificio de líneas ser ias y correctas, hermoso materia l. y buen emplazamiento. H emos obtenido fotografías, qu e la muestran en el estado en que se ha;:aba hace algún tiempo .

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C AS"'- FRENTE A L A CALLE LAS FLORES

Con respecto al prógrama religioso poco es lo que puede con­signarse. debido a que no hay construcciones n etamente colonia­les. La Iglesia actual es una construcción r e1ativatnente moderna que se asienta sobre los cimientos ele la primitiva parroquia.

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ARQUITECTURA

COMANDAN CIA

Los únicos vc:;tigios d e cdificació11 r eligiosa son los muros de l convento de San Francisco y una de las torres ele la capil:a d el mismo. Esta torre pri smática, basamento del faro actual, era uno de los dos campanarios de la citada capilla que cons tituía el ed ificio más monunH·ntal de la parte Sur de la ciudad. Del convento el e San Francisco ~ó lo que da un hermoso m u ro, cuyas abe n u ra s presenta 11 un t l de :os ej t•mp los mús el a ros de con s­trucción de arcos L'l l ladri lln. como también la perfecta ho ri­zontaiidad ck lo::; asientos qu e muestran <.> 1 méto do re•,.ular \. la lógica d el s istema de cons trucción. ~::> •

COMANDANCIA

~¡ edificio llamado Palacio de l Vjn:ey, presen ta las dos mo­clahda~l es qu e 1:1i1s arri_ba. •:1encionábamos : r econstrucción en época postenor y ruma~ pnmttivas.

La estructura gen eral de este edificio es en piedra <Yrisácea du rí sima, dispuesta en ' 1 opus incertum 11 con zonas de blaclrillo intercaladas. E l d etall e más in teresante ele esta ruina es la her­mosa const!ucción tr.ilítica de las dos puertas qu e aparecen en el grabado. Estas entradas e~titn fo rmadas por jambas y arcos escarzanos m ono líticos . "

Añadiendo a es ta hermosa disposición, el efecto de colo r pro-

' COMANDANCIA

82

VIVIENDAS

elucido por el contraste del muro g risáceo con el rosado p;'didu de los granitos m onolí ticos, es fácil imaginarse la su premacía estética de este edif icio sobre los demás de la ciudad.

Con res pecto a los muros interiores es necesa rio hacer notar la pe rfección d e :as trabas e in tersecc iones . ·

La pa rticu lar const rucción con jambas y dinte les monol íti cos, parece indicar un a tendencia domi nante en las construcciones de c ierta importancia.

La decoración de los dintdcs. como los g uardapo lvos de las puertas y ventanas, son las únicas manifestaciones de ornam cn-

!•

VIVIENDAS

tación, independiente del Yalo r del material y de su color. En cambio es corrien te e l triunfo de la poli cromía del conjunte, de piedras, ladrillos, tejas, cte.

Los g uardapoh·os forman en alguno~ casos, parte integran te de las ver jas y r ejas, que empotradas en sn parte ·inferio r en ant('pechos sali entes. fo rman po r así decir, pec1ueilos cuer pos a\·anzacl os. obtenien do un sensible movimiento el e fachada. \. efectos discretos el e sombras . Estas rejas presen ta n en algul lt)~"' casos, decoraciones centrales muy simpl es y so lucio nes cont ruc­ti \·as perfecta m en te lógicas.

CASA DEL VIRREY

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ARQUITECTURA

ltl procedimiento generalmente usado para cubrir las cons­i rucciones coloniales era el tt>cho de teja trollcocÓIIica. Como las plantas eran sumamente .simples, los techos en consecuencia pre­sentaban soluciones parecidas, ya en pabcflón, ya a dos aguas o COII faldón.

Las tejas a que hemos hecho referencia, de dimensiones ex­cepcionait.'s y hechas con procedimientos primi ti ,·os, son muy regulares y de hermoso color.

VIST A DE UNA C .\SA. TO.YI :\.DA DESDE EL FARO

Su estructura las hace adaptab~es a todas las dificultades que acarrea la construcción de techos.

Todo el ·sistema de tejas se apoya sobre un Jecho de mortero extendido sobre el entramado. Este entramado está constituído en su parte resistente, po r largos ro.IJ.izos de palma, o vigas de que­bré\cho rústicamente tallado. Sobre estas guías están co:ocaclos transversalmente, li stones, juntos o separados, que soportan en algunos casos directamente el mortero y en otros una simple !litada de ladrit :os. En otros casos, sobre los moj inetcs, se dis­ponían cañas a distancias muy pequefías sobre las cuales ·Se colo­caban las tejas; no quedan restos ele este procedimiento cons-

• tructtvo. Con estas mismas tejas se solucionan satisfactoriamente, los

desagües, lima- tesas y cumbreras. Los primeros presentan una solución hermosa e interesante .: en efecto: la última hi:era ele tejas por donde desagua el techo, con el fin d e hacerla más resistente, está apoyada sobre un saledizo. con:;ti tníclo por una guía de tcja.s empotradas en el muro sin·iendo ele soporte a un relleno que llega hasta el intrados del techo, formando, al mismo tiempo que una so:ución resistente y práctica, un almenado su­mamente pintoresco.

Si se tiene en cuenta la acción prolongada de las lluvias, es realmente digna de admirar la maestría con que los moradores coloniales clispo uían sus cubiertas, que sólo muestran hoy suaves depresiones como si la fati!l,'a de los aiíos. oprimiéndolas cons­tantemente, hubiera vencido su rigidez.

Las azoteas, - otra forma corri ente ele techar las YÍ\·icnclas del coloniaje; - soportaron también con estoiósmo, la acción h·nta pero constante de los agentes exteriores. Estas azoteas en­cauzan el agua por sna\·es OlHlulaciones. qt¡e la conducen a gúr­golas cuyas bocas, avanzando sobre e 1 pa ramcnto exterior, la derraman en elegante curva sobre el pa,·imcn lo_

Este paYimcnto construíclo en canal hacia d centro de la cal­zada. forma durante las lluv ias. un brillante lecho grisúceo que contrasta eficazmente con la policromía circunstanl<'.

El aspecto general dt• las calles así pa,·imentadas es realmente pintoresco. Si se añade a es to el contraste. entre Ycgetaciones exuberantes y ruinas seculares, en medio de la tranquilidad y si-

lcucio ele la ~·iudad, se siente un espontáneo respeto por todas esas 111a11i festaciones de! coloniaje, verdaderas reliquias, que posihlc­tJJ~·nte serán suplantadas con el correr de los años por el pro-

, grcso contemporaneo.

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La fundación y ocupación del Heal de San Carlos por Zeballos, se remon1a como hemos v isto, al año 1760. Desde esa .zona ej er­ció •zehallos sus planes de conquista impkliendo en primer lugar la lógica expansión portuguesa.

Una autoridad moral - a juicio del Gobernador - dchía eierc"rse sobre la tropa v puemo, v esta autoridad estaba ·Solw..: todo en manos del clero - agrupación indiscutiblemente pre­parada para inculcar entre esas gentes, princip-ios de dignidad y r espeto mutuo.

Como consecuencia de la intensificación de los oficios reli­giosos, fué necesaria la con·strucción de una capilla. Esta la llevó a caho Zeballos por intermedio de sus soldados y con el auxilio de los nativos: consiguiendo levantarla - más o menos con las dimensiones actuales - en breve tiempo. y siendo Jo.s materiales emn!eaclos. piedra, adohe, barro y ladr,illos.

F11é techada -con t•ej a cspafíola apoyada en 1111 entramado de mojinetes de madera dura y c:1ñas tacuaras quinchadas, con co­rreas de cuero soliclísimas y reves timiento interior ele tabla­zonrs. ( r )

E--ta capilla - según documentos parroc¡uiales - parece ha­hrrsc inaugurado en I7Ó 1.

El monumento que ex iste al frente de la capilla, es uno de los dos que existían en época anterior. y que por restos humanos encontrados en cliversas ocasiones cli,eron muestras de se r cá­maras sepulcrales. hecho muy j ustificab:e si se tiene en cuenta qur. en época colonial los cementerios se adosaban a las capi'llas.

Con respecto a la épo-ca, esta capilla robusta y pintoresca si­tuada en una altura, debía ser el foco de atracción de la gente de Zeballos: y en consecuencia es alrededor ele este núcleo <loncle debieron levantarse otras construcciones inherentes a una co­lectividad.

Como no hemoc; encontrado en esta zona ningún otro vestig·io de edificación colonial. sólo dehemos hacer notar que muy pro­hablemf'nte - y según datos obten idos en el lugar - la con~~ trucción ele la capilla fué contemporánea del cuartel hospicio o convento y cementerio.

Parece ser que unas ruinas situadas en la costa del Real de San Carlos son las que corresponden al H ospicio o Conven to de los Padres Franciscanos: pero no son suficientes las ruinas actuales para permitir un análisis, sobre todo si se ti-ene en cuenta la falta ele docu mentos al respecto.

Finalmf'nte. es necesario reconocer que la capilla ele ' San Be­nito. es superior en parte a los edificios de la épo<:a, pues además de presenta r una sólida const rucción. <leja entrever un sentido decorativo y de ·carácter no despreciables.

Como las violencias del ti·empo deben ser en estos parajes muy corrientes. solamente la rarte pétrea de la capilla. con pru­dentes consolidaciones ha podido resistir hasta nuestros días: no así el techo el cual ha debido ser sustituido.

Una labor arquitectónica eficaz. hubiera podido evitar el ana­crónico techo ' ele hierro galvanizado actual: volviendo a colocar ·obre un entramado resistente- h echo. a se r posible. con los pro­cedimientos ele la época- las hermosas tejas espafío.Jas que tanto abundan. y que todada constituyen tuw de los mejores mate­riales r esistentes y decorativos.

Agréguesc a lo citado más arriba. la co11strucción de varias columnas de hierro, que por su aspecto general le quitan al con­junto el misticismo que emana ·de una construcción que. si hien es el límite de la simnlicidad, tiene sin embargo el aspecto triste y al mismo tiempo fu er te, tan rmotivo, ele las construcciones srcu la res.

E. nurán Guani. - M. Cravotto.

(1) On to!'l e :tt•·nícloR rl~l eR tnflío !!Olll'e la. Onp·illn 1le San Benito po•· el Phro. c~n\O !'I Bínnchrtti.

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ANTIGUA PLAZA MAYOR 1

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Proyecto de Palacio de Gobierno •

JOSÉ P. CARRÉ, Arquitecto

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l HLLC.\~IOS en el presente número de ARQüiTEc­

TURA algunas lúminas que reproducen diferentes pla·nos del proyecto confeccionado por el arquitecto

J osé P. Carré para el Palacio de Gobierno que había de levantarse en el ter reno ocupado por la antigua . Plaza de Armas. Conocidas son las vici:-;itude:; a que dió lugar la iniciativa de dotar al paí s ele un . edificio <lo1Hle estuvieran concentrados los IPÚs importantes organis-ros de su Go­J,ierno. U na Co:nisión clesign?da por el P oder Ejecutivo para formular el p royecto · se dividió en dos partes. cada una de las cuales el año 1908 presentó planos por separado. Las presentes fotografías pertenecen al proyecto presen­

tado por el arquitecto Jos~ P. Carré. El resto de la Co­lr isión confeccionó otro proyecto que fn é el que obtuvo un principio de ejecución. hasta el año J9TO en que fueron :-;uspcndida s las obras y se llamó a concurso h:1j o un di ~ crente programa p(lra levantar el futuro palacio en el Hou] ~ ,·arcl Artigas. El concurs0 internacional de proyec­tos se celebró si tÍ que el Palacio se llevara a la práctica.

En el e<li ficio qttc publicamos se enc-uentran nbicar!os todos Jos :\ Tinistcrios exi~tentes en aqne1.1a época y t1na gran cantiélacl ck· oficinas anexas. En el piso prin:.:i!)al se h:1llan distrihttídos en los cuerpos avanzados la Presi­drncia Y el \'finisterio de Relaciones Exteriore~. En el

~

piso alto. sobre éstos se encuentran el ·Ministerio de la Giterra y ~arina y el Estado :\ fayor del Ejército. El ::\'finisterio del Interior ocupa la parte central del piso principal y tiene anexas las oficin:t:-; del "Diario Oficial".

El 1\1inistrrio de Hacienda con las Direccione,.; de I=n­puestos Directos y ele I tPpuestos Tnt~rnos. la Direcció~1 d(! . \ \"'l.luaciones y b Tesorería del E stado. y el :\ fini sterio <le Obras Públicas con el D"'pa rtamento Nacional ele Tn­genieros y la Dirección <le Hidrografía están alojados en las partes laterales del edlficio.

Rl :\Tinisterio de Industrias, Traha_io e J nstrucción Pú­blica ocupa la parte posterior con la Oficina del Tra­h:t_io. la de Privilrgios d? Invención. la ele \1arcas de Fáhrica, y el Departa'l'c t1to de Ganadería y Agricultura.

Todas estas oficinas están distribníclas por grupo-. o1te

corresponden a cada tmo ele los 1\1inisterios. de modo que los diferente~ locales. al mismo tiempo que conservan la autonomía nrcesaria, con sus entradas independientes s~

rncnentran ligados por fácil es medioc; de ccnmnic:tc1ó·1. Los Cll·?rpos avan zacio~ de la Presidencia y el "l\Tiniste-

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ri0 rle Relaciones Exteriores encnadran ttn natio ele ho·'or de c:o n,etros de largo por 30 de ancho. Una ~c;"ali111tn

rnonnn'ental de 30 metros de anchura cond11c·~ ;t la c; trec; f!Tandcs puertas del vestíbulo. E ste vest~bnlo da acceso ;, 1 gran hall central. formado por nn cuadrado de 2 ~

n'rtros de lacto. coronado por la gran ci.'tpula que s-~ eleYa a 70 tPetros. E sta altnra no resulta exagerada en la rea­lidad porque el eje de la cúpula ~e halla a ¡o metros d·'21 plano anterior ele la fachada princip;tl.

A uno y otro lado del hall central se halbn los salones ele fiestas 'de la Presidencia y del ~tlinisterio de Relaciones

' 84

Exteriores, todos los cuales :;e pueden reunir có~noda­

mente para forni~r en las grandes solemnidades nn con­junto imponente, adecuado para servir ele marco a las fiestas realizadas por el Esta{\o.

El Palacio abarca toda la extensión de terreno limitada por la Avenida 1S de Julio y las calles Soriano. Ejido y

Santa. Lucía. La 1 calle San José no queda interrumpida. porqtte se ha dikpnesto a través del edificio un pasaje

· cubier to del misl110 ancho de la calle. destinado al t r;\­

fico del público. La composicióh de las fachadas proclucen la_ mejor im­

presión por la ~obriedacl el -~ sus detalles no exentos d<· riqueza. la pronorción de sus masas y la correcció:1 ex­quisita de sus líbeas. La fachada principal. que tiene ell

su parte mf1s b~ja una aitura de 21 metros y de la rua 1 publicamos el pJano geometral y la perspectiva. caracto:­riza bien el destino del palacio. Es suntuosa. sin estar r~­cargada: clásicJ en sus línea~ fundamentales. aunque modernizada en

1 l0s detalles : equilibrada en sns diferen­

tes masas : a lal vez elegante y majestuosa. En su pa rt'-' superior corre una balaustrada que acusa ··la azotea que cubre r1 ~difici~ de acuerch con la" necesidades <le mtc~­tro clima. sin fl·cudir al fácil recnrso de exóticas man-sardas. 1

En segundo :plano ,destaca su n·ole imponente la gran cúpula central. asentada con segm:idad y aplomo sohre su amplia ba~e circular. .\ medi·da qne asc'iende. C" l t1m­

bor se va hacie1~1do tl'ás esbelto y ligero hasta terminar en la cúpula hem~s férica. coronada por un gallardo cupnlín . . La vista del observador nasa por gradacionrs ins2n~i ­

·bles desde 1o.1 ángulo!" dr1 edificio. revestidoc; c0~1 h serena eleganc

1ia del 0:-den jónico. a las dos arncla" ('1 1' '

ostentan mayo1r riqueza con sns áticos exornados de ,, · o ­

tiYos ornamerltales. Las 111iradas son atraídas aquí por e] cuerpo cent~al encuadrado ::n nna ll'ag-nífica coht ,nnah

1

corintia y desqle su entabla,nento corona(lo por grupos es-cultóricos suben sin violencia hasta la cúpula que do·Pina el Palacio y ;qne. de,.;de la altttr<1 topo~rá fica a que s<· encuentra ubiFada. destacar;'t sit silueta majestuo-;a sobre· la Capital de lla República co··-- o una afirmación tan~ihl ~·

ele ·la grandeza de la patria y de la con fianza d~ s1.1~ hij n:-; •

en sus futuros Ót>~ ti1 1 os .

La confección co·npleta de este proyecto grandio-;o ; tll­

sorbió a S\1 autor OOS años V medio de traba io. ,\:-;Í s:• 1 . .

ex:olica oue en todos sns elementO's se revelr d e:-;t udin concienzudo .1· paciente que le dedicara ('1 ;trrntit,..cto C'arn-:. consag-rando a su concepción la honestidad ;trtí,tic:l ct11 ' '

lo distingue jr el intenso cariño con (ltle stl .t'S')Íritu s·+·cto y preparado emprendió la vasta y difícil labor.

Al contem¡plarlo no puede 1Pen0s de sentirse la no:>tal­gia de que

1

semejante edificio no levante algún d;a ~u

silueta sobrf la avenida principal de :Montevideo. a la cual enriquecería con un palacio que por sus cualidades arquitectóniJas sería, a no dudarlo, uno de los más gran­des, sino el ~nás grande monumento de Sud- América.

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'1 ¡ Cuán fría es la historia y cuún falta de

alma toda imagen comparada a la que es­cribe una nación llena de vida sobre la pureza del mármol! - La. ambición de los antiguos constructores de Babel era cierta y muy hu­mana. - No hay más que dos grandes con­<tuistadores dd olvido .ele los hombres: la poesía y la arquitectura. - Esta última im­J~lica en cierto modo la primera y es en n~a­lidad más potente. - Es preciso poseer. no só:o lo que los hombres han pensado. sino lo que sus manos han manejado. lo que su fuerza ha ejecutado. lo que sus ojos han con­templado todos los días de su vida · ' . - J OH N

HusKIN.

L estudio de la Historia de la Arquitedura pre­senta una importancia indiscutible en la forma­ción integral del arquitecto. N o se trata. en efecto,

de una asignatura secundaria que sea 1111 mero comple­mento de las demás y que se estudie por simple vía de cnltura~ - no es una materia que el estudiante deba cursar tan sólo para completar su bagaje intelectual. Podrá su­ceder que el conocimiento de los orígenes y del desarrol!o de otr~s ciencias ofrezca un interés puramente histórico, - siempre atrayente por cierto, - pero de índole exclu­sivamente especulativa. sin mayor aplicación en el campo

de la práctica. N o sucede lo mismo ·con la arquitectura. Sus el~mentos ,

los principios que regulan el empleo racional de aquellos, sus medios de expresión. sólo pueden ser conocidos por · el estudio de las evoluciones sufridas en el transcurso de los tiempos por el arte de la construcción, desde los mo­numentos megalíticos levantados en los albores de la hu­manidad hasta los rascacielos en cemento armado de

nuestros días. El estudio de la Historia de la :\rquitedura desempeña

1111 fin en alto grado ilustrativo para el profesional. N o puede amar su noble ciencia ni es capaz -de sentir en toda su amplitud las bellezas de su arte el arquitecto que per­manezca ajeno a las transformaciones constantes de la arquitectura o que desconozca las .múltiples soluci011es halladas en las diversas épocas y regiones por el genio · inagotable del arte que, - como dice Ch. Blanc, -'' cuando se extingue en una parte del mundo se levanta ~n otra, como el sol para el cual -todos los ocasos son auroras." ..

Por otra parte, el estudio de los diferentes estilos, su desarrollo, su apogeo y su decadencia encierran una filo­sofía de la arquitectura cuyas deducciones formarán el espíritu del arquitecto al abrir su horizonte con nuevas

y variadas perspectivas.

(1) Este trabaj o fué presentado por el arquitecto Román Berro para optar al cargo de Profesor Adjttnto de la materia en la Fa9ultad de Arquitectura. ' .

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Además~ - y· esto es de n'ayor importancia toda vía~ -la arq11itectural es un arte que vive en gran parte tlcl aprovechamiento del trabajo del pasado. El progreso in­cesante. la evdhtción jamás interrumpida, la divcrsicla<l de condiciones ly de influencias exteriores~ hará que rada pueblo y cada edad le Ünprima stt sello personal y carctc­terístico, pero hunca podrá prescindirs-c por completo de la labor ele lasl generaciones precedentes. En arquitectura todo se eslab9na estrechamente y no se realiza ningún esfuerzo, no se da un solo paso. no se imprime ningún impulso que nb tenga necesariamente su resultante en el

• porvemr . •

Las adquisidones. las soluciones, los ensayos mfts o

menos felices. los sistemas constructivos. los nv·dios or­namentales de, cada época. van enriqueciendo el tesoro común de los elementos arquitectónicos, y el arqui tecto que no conozca a fondo ese venero inagotab1e de inspira-. d 1 . . ' ' 1 1' cwnes y e expenencn se encontrana en ana ogas cotH. t-

ciones del esqritor que, ignorante de los clásicos de sn lengua. pretendiera manejar con éxito el idioma cuyo 1' . .... d 1 extco escon0ce.

E s necesario, por consiguiente. que e l estudiante se familiarice con las arquitecturas del pasado y las conozca

• 1

seriamente. Para alcanzar ese resultado la enseñanza pu-ramente teóriba es de todo punto insuficiente. La parte de teoría es. sin duda alguna1 la .más esencial y sin ella de nada serv¡iría la enseñanza práctica que caería en el vacío. falta ele hase que la sustentara. ·

En la part~ teórica. el estudiante verá en maravilloso desfile el dei arrollo admirable de los estilos arquitectóni­cos, conocerá sus obras. examinará sus monumentos. dis­cernirá sus características. investigará su estructura or­gánica. estudiará sus elementos constructivos, percibirft el espíritu q~1e los anima, ·descubrirá la filiación que une los unos a los otros. deducirá las leyes que han regido su evolución y t ecibirá las lecciones magistrales que se des­prenden de $U vidá y de su muerte, de sus triunfos y de sus errores.

Para que esa enseñanza tan hermosa y tan útil "muerda", - según la gráfica expresión de Vaz F erreira, - el es­píritu ele lol alumnos es indispensable el complemento de la práctica. En la actualidad la enseñanza teórica de la Historia de la :\rquitectura se dicta en excelentes condi-dones. No sucede lo mi smo con la parte práctica porque es imposible que pueda atenderla si nultáneamente el Ca­tedrático ct~yo trabajo en los dos cursos ele la asignatura es ya dema~iado absorbente si se dese:npeña a conciencia como es el caso de nuestra Facultad.

A suplir 1

esa deficiencia tiende sobre todo la creación de los prof~sores adjuntos cuya misión principal ~s secun-

•

•

. .

• . " •

• •

,

ARQUITECTURA •

dar la labor del Catedrático, dictando bajo la dirección de

éste, la enseñanza práctica de la asignatura. En estos ligeros apuntes me propongo esbozar algunas

ideas sobre la manera ele encarar, en mi modesto sentir,

la enseñanza prác.tica de la Historia de la Arquitectura.

.'\nte todo ha de estab~ecersc que el estudio de la His­

toria de la Arquitectura no tiene por obj.~to facilitar en

ht época contemporánea la confección d·~ a pastiches JJ ar­

queológicos, sin alma y sin vida, en cuya concepción se

malgastan las energías en una ingrata tarea de Sísifo·

11emontando sin descanso la cuesta de los tiempos que

fueron. Pretender encerrar a la arquitectura en una fórmula.

estel'ilizarla en un estilo deter :1,inado, aspirar a estan­

carla en un tipo inmutable que se consagra como la be­

lleza absoluta es una idea tan absur.da como vana. " El . progre~o. - dice Buisson, -- no es un movimiento que va

hasta cierto término .. el pro~reso es el movimiento mismo ;

el día· en que el movimiento cesara, cesaría también el progreso " . ¿Qué hubiera sido de la arquitectura sin ese

movimiento incesante?

La arquitectura que nace en su for.ma n1ás primitiva con la humanidad, - que tra.{luce exactamente el estado

•

general de la sociedad e n ca.da época, en c'ada país, en cada raza, - la arquitectura que ·está tan íntimamente

ligada a la vida del hombre ha de seguir forzosamente sns

alternativas. Pretender lo contrario es perseguir una • quunera.

Las mismas decadencias son inevitables en la arquitec­

tura porque son consecuencia necesaria del progreso. Un

estilo arquitectónico llegado a la cmn bre de su perfec­

ción no se inmoviliza, lo que sería imposible, continúa

sn evolución incesante y, no- pudiendo ascender más, decae fatalmente de su grandeza. No hay que lamentarlo dema­

siado: ya ha cump!ido su misión; otros vendrán a reem­

plazarlo para sufrir a su vez la misma suerte. Tal es la

Jey de la vida.

U n maestro ilustre, V iollet - le - Duc, - cuya opinión

adc1uiere un valor excepcio-nal por tratarse del hábil res­

taurador que conoció tan profundamente la arquitec­

tnra del p~sado, dice en el prefacio de sn Diccionario de la Arquitectura Francesa: " Al estudiar la arquitectura

<le la Edad :Media~ al trata r de difundir este estudio, de­

bemos decir que nuestro fin no es hacer retrogradar los él.rtistas. ni proveer los elementos ele un arte olvidado para

volverlos a tomar tal cual eran y aplicarlos ·sin razón a los edificios del siglo X IX. U n arquitecto del siglo X III,

volviendo hoy a la vida, no . construiría nn edi ficio del

. tiempo <le Felipe Augusto o de San Lnis, porque fal­searía así la prin~cra ley de su arte que es conformarse a las necesidades y a las costumbres del momento, ser racional. "

1

La Hi storia de la Arquitectura no ha de estudiarse para galvanizar nuestras concepciones moclernas en un

servilismo que es la negación misma del arte, sino para conocer d pasado de la arquitectüra, abrir campo a las

inspiracione·s personales y aprovechar la experiencia ele

nuestros antepasados: " .Cuando tengamos que hacer obra

de libertad sobre un hermoso programa, - escribe Gua-

87

•

det, - mostremos que hemos merecido esa libertad: es­temos preparados y para eso estudiemos. Conozcamos el

pasado y no lo copiemos, esa será la diferencia con los

que lo copian sin conocerlo. "

La parte práctica de la asignatura choca entre nosotros con tUl grave inconveniente. La falta de monumentos his­

tóricos nos priva qe un auxiliar insustituible. De manera

que la enseñanza de la historia ha de tener en nuestra Fa­

cultad un carácter particu!~r, diferente del que puede

a1loptarse en los países que tienen la proporción de poseer

numerosos monumentos cuyo estudio, cuyo replanteo o

cuya vista tan sólo constituyen la lecc'ión más provechosa que pueda ser dictada en la materia .

La enseñanza práctica de la Historia de la Arquitectura

ha de facilitar a los alumnos el modo de que los conoci­

n-;.ientos adquiridos en la clase teórica sean " fijados " por . medio ·del trabajo gráfico.

A este fin lo más provechoso será que en cada uno de los grandes estilos a.rquitectónicos estudien y dibujen uno

o más tipos característicos de acuerdo con su importan­

cia relativa. En cada caso ej'ecutarán las plantas, cortes)·

alzados, y, cuando parezca oportuno, algún detalle de ver­

dadero interés. En estos ejercicios se dará preferencia muy

especial a la parte orgánica, es decir, a la parte construc­t iva, .determinante principal ·de las divisiones arquitec­

tónicas, ya ·que la arquitectura no es, en esencia, otra 'cosa •

que la construcción. " Tenemos la desgracia, - dice Gna-

det, - de que en nuestra lengua haya dos palabras, a·rqui­tectura - construcción, - cuando no debía existir más

que una sola: la primera. En lugar de problema de cons­

trucción, decid, pues, problema de arquitectura y no seré yo quien os contradiga. "

Con ese procedimiento cabe esperar que el q.lumno

llegará a dominar en sus fundam~ntos cada arquitectura que vaya estudiando. Para que pueda realizar estos tra­

ba jos habrá que proveerle naturalmente los documentos

y da:tos ne<:esarios, que buscará e indicará con todo cui-•

dado el profesor. Estos documentos no serán casi nunca

completos para el fin requerido, ya por tratarse de edi­

ficios en ruinas donde interviene la interpretac~ón res­

tauradora, - ya porque en aquellos no figuran todos los

elementos necesarios. En ambos casos el estudiante se verá obligado a suplir las deficiencias con su iniciativa

personal, lo qure hará la labor mucho más út~l y atrayente.

Podría creerse que este trabajo fuera demasiado ím­probo para poder realizarlo con cada tipo arquitectónico t:n el espacio ·restringido del año escolar. No lo juzgo así,

sin embargo, porque mi intención es reducir al mínimum indispensable el trabajo puramente material, abandonando

lo que se refiere tan sólo a la presentación más o .menos

efectista de las láminas, a fin de consagrar toda la aten­ción a la parte realmente provechosa para la enseñanza de la asignatura.

Se adoptará con ese motivo una escala. moderada y un

·· rendu " algo sumario~ - lo que no impedirá, antes fa­

vortecerá el estudio concienzudo de la materia por la

mayor holgura de tiempo que se conseguirá con este •

sistema.

Demús está decir que estos trabajos no han de ser

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•

•

•

•

,

•

1

•

ARQUITECTURA

rjecutados con'o una simple copia 1necánica, en cuyo (..a.;<..

poco o ningún provecho reportarían. El profesor cuidará

celosam.ente ele qu-~ al trazar ca<la lín·~a el alu :nno sepa - -lo que represent:t en la realidad y conozca con exactitud

la fnnción que desen~pcña cada el::- ·nento en el conjunto.

El profesor ha de aprovechar también todas las cir­cun stancias qne se presenten espontáneamente en el tra­

baj o prflctico ele los cstnd iantes para dar~es con la ma­yor aT plitnd las cx plicac;ones y las generalizaciones con­

n~n i -~ ntes. las cuale :> pe:H.: trarún táciLr:Pnte en el espíritu

del alumno por recibirlas en el wo:nento en que sn cerebro

ocupado con la soh1 ::~ ó :1 ele s11 ejercicio gráfico está en

las mej ores condicion-~s para comprenderlas y asimilarlas.

Para los exá m·~n~s parciale:; , - en el caso de ·que Ue­

g·nen a estabiec~rsc. y para la p rneba final se podrán pro-~ ~

poner pequeños temas graduados de fácil co:nposi::ión:

cuyo programa irá acompañado ele nna resefía infoLl~a ­

tiva y. si fnera el caso, de algunos documentos grúficos que sirvan ele g'uía a! a:nmno. En una escala na tural­

mente mfts mocl~sta se scgnirÍ~l un procedí 11iento algo

~emejantc al de la E scu-? la d~· Bellas :\.rres <le París.

Estas prnebas constituirían un verdade ro ej ·~ rcicio. una

gimnústica utilísima que pennitirfl al estudiante aplicar

Jos conocimientos adquiri clos según su propia inspiración

personal , lo que le proporcionará el placer de crear, de

eo:nponer. de interrretar. s.~ obtendrá entonces no sólo que el a!nmno adquiera un conoci:niento co:-11pleto de la

histori:t sino que se cnltiYariLn sus facultades· inteJ.::!ctivas

<-·n su relación con el ejerC'icio de la arquitectura . . \unqne no es tan ftmdamental como la parte referente

a la construcción y a la ro:11posición general .ct.e las ar­

quitechtras del pasado. no ha de descuidarse en modo al­

guno lo que respecta a la orna :nc ntación. parte tan llena

de atractivos para el alumno a cuya imaginación abrirá

nuevos horizontes, pro,·eyénclole de Yaliosos recursos para

~u futura labor profesional. ..:\ este fin se harún estudios y <iibnjos particulares de

detalles · ornamentales, sin malgastar el ti e:1~po en obtener

una presentación de "efecto". pero buscando sie_mpre la utiliclad práctica y pedagógica que {}e su trabajo pueda

con~eguir el e!'tuuiante. Creo que también serían út ile:-~ algunas visitas hechas

por la clase en compaiiía <} .~ 1 pro fesor a Jos edificios de

cuyo examen: por una u otra circunstancia, pueda sacarse '

algún provechf. No hay en Montevideo muchos ejem­plare·s en ese caso. pero siempre se encontrarán varios edi­

ficios de los uales el profesor pueda con habilidad ha­

cerlos servir para dar n:ayor fuerza a sus cxplicacionc::; y enseñanzas. 1

..\1 desarrollhr el curso prácti.to de la Historia de la

. \ rquitectura t o ha de olvidarse en ningún mo.:ncnto qu<' lo que importa sobre todo no es la extensión de los ~·=-tu­

dios sino su p1 oj111uiidad. Aquélla podrá adquirirse fácil- ·

mente siempre que se tenga a ésta por bas·~ fundamental. La profnndid< d de los ·conocimientos, en ca:nbio, sólo

puede conquistprse por un trabajo realizado a conciencia)

qne resulta arduo muchas veces, y que requiere el auxilio del profesor. ~o inte.resa tanto que el alumno sepa, por

ejemplo cuáles son los templos dóricos de Grecia o cuilll­

tas las catedra es góticas de Francia, como que conozca

con precisión y segu ridad. en su verdadera esencia. lo que es un tem1 lo griego o una iglesia ojiyal.

De la misma manera ha el"' cuidarse de que el estudio

de la materia ~o resulte una anatomía úrida y seca, que

destruya _en los¡ edificio~ l.a vida cpte l?s ani :11a para disc­carlos fnamenfe, descnb1endo sus d1ferentes de!i1cntos

sin relacionarlop con el o ficio que desempeñan en la eco­

no:n ía . general de la obra. E s necesario fple ese estudio

sea, por el con~rario, una verdadera fi siología de la a r­

qnitectnra en ttte cada elemento apare2;ca llenando la . función que le corresponde en el conjunto del organismo,

para que el mlonnmento surja ante la inteligencia del alumno en toda la plenitud de su armonía, tal cual lo

concibiera el g~nio del pasado co:110 expresión artí ~tica

de sus sentimiebtos de belleza.

Si se sigtt-::~n las or,entaciones que acabo de bosquejar

ligeramente creo que la enseñanza pri1ctica de la His­toria de la .-\.rq 1itectnra reportará todos los i:nportantes

beneficios que . e tiene el derecho de exigir a la mi sma .

. -\.sí entendido el estudio racional y lógico de la asignatura,

además de propprcionar al estudiante preciosos elementos para stt preparación profesional. le infundirá nn vivo amor

por sn noble crlrrera al poner en evidencia, en todo su esplendor, . 1as ljellezas de la arquitectura. ese grandioso

lengnaje de piedra en que hablan las generaciones eles­

aparecidas y coh cuyas obras la hu!nanidad ha icto jalo­nando su camin<D en sn marcha incesante al porvenir.

•

La Enseñanza de la A~quitectura en la Universidad de ensylvania

L A Universidad de Pensylvania, una de las más importantes y más grandes de los Estados C·üdos de Norte América y tal vez una de las más antiguas, pues su fundación data

del afío Ií'40, da la enseñanza de la A rquitectura en la Escuela Científica Towne.

En esta Escuela organizada coa~o Departamento de Ciencias l"ll e l afío tS¡s debido a un legado de J ohn H enry Towne. se dictan: a) Los cursos completos .de Arquite'ctura que tienen como iin la obt~nción del título de Bach;ller de Ciencias e:1 A rqui tec­tura (Bachelor of Science in Architecturc).

bJ Los cursos complementa rios de A rquitectura teniendo como

fina'idad el otorgJ miento del título de Maestro en Arquitectura ( .\l[a:>ter of Scienoe in .~rchitecture).

e) El Curso Es~ecial de dos ailos de Arquitectura CJttC propo r­ciona a las personas que los hacen un cert ificado de S ufici encia en Arquitectttra.

d ) Los cursos de Ingeniería Arquitectural (Archi tectura l E n­gineering) , que ti9ne igual fwtlidad que los {:ttrsos a ). pero t•n los qu~ como vere~nos de ~ pués se pro fundiza más el estudio (k la Coni trucción que en los cur~os a). b) y e) .

La duración de !los estudios es normalmente de cuatro atw:; para :os cursos a); nn aüo más. es de.ci r, ci nco en total para

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•

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•

•

ARQUITECTURA

los b}_; dos afíos para los e) y cuatro para los d), y decimos nor­malmente llOr(lttl' no son todos los alumnos los que emplean ese tiempo.

Para eso es necesario obtener 24 unidades cada afio y si se tiene en cuenta que cada unidad consiste en una lectura o r e­citado por semana .durante 1111 ai10 o su '<'Quiva!ente en ti·empo efectivo en las dases de dibujo o laboratorio, más o menos 2 ~ h oras, fácil será darse cuenta que eso exige un trabajo • • mtenso y contmuo.

Los planes de estudios correspondientes a los títulos arriba indicados son los que a continuación ~·xponemos tal cual fi­guran en el prospecto de la Towne Cientif i~ School.

•

BACHILLER EN ARQUITECTURA -------

UNIDADI<:S

ler. Semestre 2do. Semestre Dibujo arquitectón ico · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Dihuj o a pulso · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Dibujo a pulso · · · · · · · · · .· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Elementos de Arquitectura · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · I clem ídem · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Proyectos simples rl e Arquitect ura · · · · · .. · · · · .. . Geometría DescrÍ!lti va · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · .. Trazado <le sombras · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

1 . ,

11gtes. ·

I

1

1 )¡~

1

o.s

Composición · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . · . . . 1 Conversación · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . . . · · . . . . . . . . . . 1

Literatura · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . . .. . · ...... . .

Fra.ncés o .. d lcmán . Lectttra · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . · · . . . . .. . .... . . . . Composición · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · : · · · · · ·

Jlf atemáticas. T

. , ngonometna · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

Geometría Analítica · · · · · · · · · ... · · · · · · ·. · · · · · · · · Q

, . . , . uumca lllorgamca : · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

Ejercicios fí sicos · · · · -. · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

SEGUNDO A~O

Proyectos de Arqu ite ctura. - Gr.ado II · · · · ... . . Idem ídem ídem. - Grado III . · · . .. . · .. . .. . . .. . D 'b . ' 1 u;o a pu.so · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Idem ídem · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Historia de la Arquitectura · · · · ... . · · . .. . . .... . Perspectiva · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Construcción en madera · · · · · · · · · . . .. · . .... . .. . . .

lnglh. Composición · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . . · . · . . . ....... . Literatura · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . . .. .. . . . . ...... .

F-rancés. I ,ectu ra · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . · · · · · . · . . . · . . .. . . . Composición · · · · · · · · · · · · · · ... . . .. . ...... . .. .. . .

M afcilláticas. Cálculo Difl·rencial ······· · · · · ·· · ········· ······ Cálculo Integral · · · · · · ....... . . . . .... .. . .. . . ... . Ej-er-cicios Físicos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . . · . . · ... .

T ERCER A~O

."-.ctta rr la . .. . .. . .. . ~ . .... . .... ... . .. . . .. .. . .. . . . . Historia de la Arquitectura · · · .. · · · · · · . . . . ... . . . Proyectos de Arqu itectura. - Grado IV · · · .. . . . Trlem Iclcm. - r.raclo V · · · · . . . . . . . . . . ... ... . . Historia rl(' la Ornamentación · · · · · · · · · · · · . . . . Dibujo a pul so · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · .. . J\ctiarela · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . · · .. · .. .. . . . Medmica aplicada a las construcciones · ' · · . . . . . Estática Gráfica · · · · · · · · · · · · .. . . . .. .. ..... ..... . Construcci0nes · en hierro y a 11Jaiiikría . . . . . . .. .

H iqicn e. Calefacción y ventilación · · · . . . . .. ..... ... . . . .. . I nstalaciones Sanitarias . · · . · · . .. .... . .. .. . . ... . . Ej crcicios fí sicos · · · · · · · · · · · .. .. . .. . ..... . . .. .. .

CUARTO A~O

Proyectos de Ar{Juitectura. - Grado V f . . .... . D., . 1 f ' IDUJO <e tgura del natu ral .... . .............. . Acuarela copia del natural .... · · ... .. . ... ..... . . Idem copia de fotografía .. ' .. . .. . .. . .. . . ....... .

. Historia de la Pintura . · · . . .. ..... ... ... . .. . . . .

1

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2

1. 5 o.s

2

1

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0.5

1

1

1

2

1

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o.s o.s

7 1

1

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1

ler. Smnlre

Historia de la Escultura · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · o. S Práctica profesional · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · o. 5 Con ferencias sobre arquitectura· ·· · ·· ·········· o.s Teoría de :a Composición Arqnitectónica · · · · · · · o. 5 Ejercicios físicos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · o. 5

2do. SemaJtrt

o. S o.s o. 5 o. S u.s

Lo.; cursos para el estudio de la Ingeniería A rquitectural. que por otra parte dan derecho al mismo título qne ·los ;~nteriores, hasta el tercer año son comunes con éstos, y sólo se diferencian en el cuarto año que compren<le las asignaturas siguientes:

1er. Slllls~ Uo. Semu:re Proyectos ele Construcción. - Grado B · · · · · · · · · 6 Idem ídem. - ~rado A· · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Construcción ( T111ría) · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 2

Fundadonec; · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · I

o. !í Contratos y Presupuestos · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · P ráctica Profesional · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Conferencias sohre arqllitectura · · · · · · · · · · · · · · · · · Materiales de Construcción · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · Ensayo mecánico .de materi a les (cemento, cales y '

o.s

hormigones) · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . · · ... .. · · r J dem ídem ( h ierro, acero. etc.) · · · · · · · · · · · · · · · · · 1

6 2

1

O.!i o.s I

Ejercicios fí sicos ............ • ...... · .. · .. ·...... 0.5 0.5

Los estudios que comprenden el Curs.n Especial de Arq, i­tectura pueden hacerSt'. cotno ya h emos dicho. en {los años. E l obieto de e~t~ .Curso Especial ·es dar una preparación suplemen­taria a los d ibujantes que con una suficiente práctica y deseando completar sus conocimientos de taller, no les ·es posible hacer lo-s estudios completos de cuatro años.

A los que han demostrado suficiencia en todas la-s materias que a continuación indicamoo:: se les exoide un cer ti ficado de competencia. (Ccrtificate o f Proficiency in Architecture).

PRIMER A~O

UNIDADES

Elementos d e Arquitectura · · · · · · · · · · · · · · · · · : · · · · · · · T razado ele sombra!' · · · · · · · · · . · · · · · · · · · · · · · · · · · · : · .... Perspectiva .... . .. . .. .. .... ..... .. . .................. . Proyectos de Arquitectura. - Grado II . . . . ......... . I dem ídem. - Grado III . · · .. · · · · · · · · · · · ..... · ...... . Dihuj o .. . .... .. ..... . .. . .... o . . .. .. . .. .............. . o •

Acuarela · · · · · · · . . ...... . ... . . .. . .. ........... o •••••••

Historia d e la Arquitectura (Antigua y Edad Media) .. R · ~4- • d M . 1 es~:~.encra e atena es · · · · · · · · · · · · · · · . · .... · · ..... . Principios de Composición Arquitectónica · · ·. · ...... . Ejercicios Físicos · · · · · · · · · · ...... · . · · · ...... . ....... .

SEGUNDO A~O

P royectos de Arquitectura. - Grado I V .. . .......... . Idem íd em. Grado V · · · · · · · · · · · · · · · . . .. . ........... . . Dibttj o · · · · · · · · · · . ........... .. ..... . . .. ..... . ........ . Copia del yeso antiguo · · · · · · · ..... · · .. ............... . Historia del Ornamento · · · . · . ·. · · .... . .. . ............. . ..Acttarela · · · · · · · . · ...... ... ...... . ......... . .... o •••••

Estática Gráfica···································· · · Hig-iene.

Calefacción y ventilación. Instalaciones Sanitarias .... Historia <le la Arquitectura. Renacimiento y Epoca M o-

d.erí1a · · · · · · · · ..... . ... . .. .. . . .. .. . . ... . ...... . . . . . . . Historié:!. efe la E scu!tura · · · · · ·. · · . . .. ... . ... .......... . Práctica Profesional ........ . .... .. . . .. . ...... .. ..... . Conferencias sobre Arquitectura · · · . .. . . ............. . . Ejercicios Físicos . · · · · · · · · .................. . ... . ... .

.~ 1

1

4 S 3 I

~ 2

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I

5 5 I

1 I 2

2

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2

1

1

1

1

Para los que desean obtener e: grado de Maestr.os en A rqu i­tectura. P?seyendo el de Bachiller ·en Arquitectu ra, se les ofre­cen estudiOs complementarios de perfeccionamiento en cuatro grupos .distintos a elección de los aspirantes. '

I. - Proyectos .de Arquitectura. II. - Historia de la Arquitectura y Crítica (especialmente para

los que van a de-dicasr·se a la enseñanza). III. - Construcción Arquitectónica, para los que no han hecho

los cursos de Ingeniería Arquitectural . . , IV. - Const rucción Arquitectural, para los que han hecho los

cursos d-e Ingeniería Arquitectural.

HoRACIO Acos·rA Y, LAR.\.

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La Puerta de la

Ciudadela de

' Montevideo

•

L AS dos portadas que encabezan estas columnas son bic11 conocidas pur todos los que se interesan por las ya rarí­simas sino totalmente desaparec idas antigüedades colo-

niales ('11 nuestro oaís. •

l.Tna de las presentes puer tas es la principal que ostentaba l;t Ciudadela de ~fontcYideo, y la otra es la que hoy ycmos

t;royectada contra el frente posterior de la Escuela ele Artes y

Oficios y que. como es notorio, fué construída con el material • que de la primera pudn rcnnirse años después de su demolición.

La inspección de las dos fotografías acusa un sinnúmero de ct:ferencias entre los dos motivos. Vemos en ellas, sin mayor c~ fuen:o, que una considerable can t idad de pied ras de la puerta

primitiva figuran en la nueva diferentemente dispuestas, nota­ll ! o~ en ésta que algunas de esa s piedras, de simbólica s ignifi­cación, no han sido traspasadas, y que otras muchas y de las más ca ractl'rísticas so:1 completamen te nuevas y de dibujo cambiado.

Evidentemente tales difer·encias alteran y reducen de mucho

l' l ,·alor arqueológico que solemos dar al monumento reconstruído . En realidad, la puerta que la E scuela de Artes y Oficios os­

ll nta en su frente Sur no es más que una imitación de la que iiguró como entrada de la Ciudadela y podemos agregar que . cnn ésa guarda "ólo un relati,·o g rado de parente:;co de co•Jsan-

g uinida<l hastante diluícla. Los t· lemrntos que ca racterizaban el Orden del portón antiguo,

CIJ111 0 sn: t•ntahlamento, capite les. proporciones generales, etc., en l'l lltll' \· n no son los primi ti\'os. como tampoco lo son sus moti ­,·ns dccorati,·os de coronamiento. T odos esos elementos son r l·h<'chos y nunca figuraron en el originaL

Solamente. partt' de los pedestal es, bases de las columnas y fustes de las mismas. si bien incompletos y traspuestos sus 1ambores, - parte del material de 'r elleno y algunos fragmentos dl.'l mol(lnraj e fig uran en la puerta de servicio de la E scuela 1i1· Artes y Oficios como restos de la de honor de la Ciudadela.

Adem;Í s. las -propor ciones arquitectónicas de las dos - portadas • •

Po nodrían corresponderse. En efecto: cuando se demolió la

Cittdadela no se supuso ctue su portada podría ser reconstruída y por lo tanto no se cuidó de localizar sus elementos ni de ano­t <~ rse medi·da o módulo alguno. Se precipitaron desde lo alto el e! haluarte los atribu tos. el cornizamento. los capiteles. claves. ar­cos. lápida del escudo con los vestigios aún claros del León

Coronado, rte.: elementos todos que fu eron mutilados y per­didos entre los escombros de la lamentable demolición.

Cuando se pensó en la reconstrucción de la Portada y en su nueva e impropia ubicación actual hubo ele recurrirse, como g uía ilustrati,·a, a la ,·ista fotográfica, tíuico documento que

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sinió de base de eiecución tlc la ttttt.' \·a obra. cumo aún lo att·s-•

tigua su const ructor Angel Battag:ia. encargado de la t-cl·ons-trucción del mon~mento, o mejor dicho, de la reposición de lus e~combros del portón colonial que aún poclí:m prestarse al n·na­cimiento del hi stórico motiro bajo la modesta fo rma de puerta cochera de la E scuela de Artes y Oficios.

La impos ibilicl~~l de poder·se deducir de una fotografía común y antigua el riguroso grado de exact itud - como correspondía

a una rcconstrucoión seria - ele medidas de a ltura e interaxialt-s. radios de curvatura, proporciones de los Yanos. etc., por una pa rt e. v la carencia de tablas de localización ,. numeración el e piedras, . . por otra, - además de la falta de gran número de é·stas que

como dijimos fu ero n perdida:; 0 mutiladas en la 1bnolic ic'>n

rlel fuerte, son todas esas circunstancias su ficientc razún para con,·em:ernos que la nueva obra debe haber resultado marcacb­mente diferente ele la antigua colonial.

La portada de la Ciudadela, a ún mismo en las concliciolll'S

i ragmentarias qt~e se obtuvo y admlt iéndole la amplia romplr­mentación a que fué soml't i(\a no debió nmH.:a haberse suho rdi­

¡¡ad0 a ex igenciÁs rle un ed ificio de índole inconciliable con la suya nrigit1al. ni relegado a una simple decoración mural empo­trada rn una a~tísima pared que empequeñece el numumento y k) reduce a un~ insignificancia lamentable.

En su lugar de origen la puerta en cuestión ofrecía aspl'c!o

monumental por el contraste <ltH' se producía entre su mole ar­c]uitcctónica y los ba_ios y rudos muros li sos del recinto del fuer!(', por sobre los cuales erguía iibrc su recio testero coronado de símbolos ele gue t ra que se destacaban ai slados sobre d fondo (Id ciclo acusando a todos los rumbos su graYe misión de vigilancia y tutc~a de 1:1. <l'iudad.

La actual Puerta de la Ciudadela, di sminuida y ap!astada con­tra un muro v~tlgar que la envuelve más que totalmente, !la quedado r educida a ser lápida mortuoria de sí misma, puesto t1ue ha perdido el carácter que es la vida de la arquitectura.

H oy ese moqumento. interesante y respetable bajo cualquier punto de vista que se le co;tsidere, no lo hubiésemos supeclit:uh a las exigencias de un edificio común, como sucedió hace 35 anos.

La reconstruqción de la entrada de la más poderosa fortifi­cación del Río de la Plata. en nuestro tiempo la reali zaríamos

en una plaza. 1 arque o la entrada del recinto del M u seo :M u­nicipal, cuidando de reproducirla. conservándole rigu rosamen te

su expresión, 1arácter y s imboli smo, complementándola con el mínimo de alteraciones y respetándole su espíritu primiti,·o y ¡: erspectiva original.

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CRÓNICA

Con cuno del

Banco de la República

El concur~o de an teproyectos para el nuevo edi­ficio del Banco de la República acaba de terminarse.

Sin ti empo suficiente para ocuparnos d e este im-portante certamen al que se presentaron 38 ante­

proyectos, nos limitaremos por ahora a ¡)ublicar el fallo del J u­rado que estaba compuesto por el arquitecto Alej andro Chri s­topherscn, designado por los concursantes; los arquitectos Julio Dormal y Alberto Coni :Molina nombrados por :a institución . promotora del concurso, y los señores Salvador Sosa y Benja mín

~. V iana, miembros del Directorio del Banco. El fallo del tribunal dist ribuye las recompensas a los siguientes

anteproyectos: 1

P r imer premio: arquii ccto J uan VL<troni y Juan S. Genovesc. Segundo premio: arquitecto Alfredo La,·ignase. Prim era men..:ión: arquitecto A:,·aro Carlevaro v Franco Rossi . •

Segunclas menciones : arquitectos H oracio Azzarini y Julio Vi-lamajó, - a rquitectos Cándido Lcrcna J uanicó y Raúl Ler ena 1\.cevedo, - arqui tec to Juan C. !.a molle. - arquitecto César

Civelli. Terceras menciones : arqui tecto Carlos P érez :Montero, - ar-

quitrctos Juan ~r. Auhriot. José H ortal y Enrique Fabre.

Duran te unos días fu eron nuestros huéspedes los Los Arquitectos ,lli stinguidos arquitecto:; qrgcntinos cuyos nombres

Dormal, l 1' l · l f Christophersen .enea )Czan estas 111ca:-, os . cua es o rmaron parte y Conl lolina del jurado que disce rnió los premios cid concurso

para d edi fic io <le\ Banco de la República. Durante la bre,·e estadía. sus coh-gas <le ~lontcYilll'o agasa ja­

ron dignamente a los ilustr<\(los ¡wo fesi onales. ~ El 2 cle J uljo lle­

garon a esta Capital siendo recihidos en la <lúrs ~' l la por una dele­gación de la Comisión Din :ctiYa de la Soci"<lad ele Arquitectos. Al día siguiente st· \Tri ficó su rect·pción en el local social <lán­<io:es la bienY cnida el arquitecto Romftn Berro. al cual contestó el arquitecto Jul io Dl)rmal. El día 5 les fué of recido un ban­quete en el H otel Oriental. hacit·J ldo uso de la palabra el arqui­

tecto Horacio Aco:;ta y Lara y el arquitectn Dormal. Los dis­tinguidos huéspe:ks realizaron también una ,~isita a la Facultad de Arquitec tura. drmck se c(•lebró una recepción en su honor:

La Compaiíía de ~lat rriaks el e Construcción les hizo conocer los talle res dn!lde se trabaja d mármol nacional ofrcdén<loles luego

una demost ración L' ll d salón el e exposiciones. a la que con·cu­rrieron espccialmcntt• im·ita<los los profesionales uruguayós.

En el curso cle estos actos y como consecuencia de su rápida <-stadía. los arquitl'Ctos Dormal. Christophersen y Coni Molina ltan estahkcido con sus coll'ga" del Uruguay estrechos vínculos de ami ~tacl y compañeri~mo que sen ·irán sin duda alguna para unir a los prof1·sinna:cs de t.tmhas orillas del Plata en una con­fraternidad altamen te ,Promisora para el porvenir de la arqui­

tectura en este solar de la tierra americana.

Los Arquitectos Argentinos en ef Museo de Materiafn de Construcción

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1

Bajo los aus~icios de la Socie<lad de Arquitectos el a rquit 'ecto

Alejandro Christophersen dió en el salón de actos de la Facul­tad de Mediciqa dos interesan tes conferencias con prcyeccioncs l;tminosas sohre ios temas ' ' Balance de un siglo de arquitectura·~ y ''Lo sano en el ar te''.

1Recepción en 1.1 Sociedad de Arquit~ctos

El antuitccto Eugenio P. Bar o ffio , P rl'sidt'n te de la Soci<:lla<l dt: Arquitectos. presentó el orador al púhlico, formado po r una concurrencia ta 1 numerosa como selecta que aplaudió calurosa­

mente a l ilustrado conferencista, quien recibió con tal motivo el homenaj e de Ia l sociedad montevideana que se había congrcgaclo

para escuchar su pa:abra fácil y elegan te. ]

1 1 . , l . . ,amentamos que a extenston < e esas ptezas o raton as nos prive del placer de pub1icarlas íntt'gTamente en ARQ t:ITECI'l'R.\ . no atre,·iénclonos a extractadas por el temor de obscurece r sus . '

méritos. Nos limitaremos, por consiguiente. a agradecer al ar-quitecto Christ~phersen la gen til de ferencia •que ha tenido con la Sociedad de Arquitectos al o frecerles la primicia ele sus con-

f 1 •

ceptuosas con erenctas.

Banquete en el H otel O rien tal

~os profesores de la Facultad de Arquitectnra Conl8jo de la fueron convocados últimamente para designar un

Facultad del~gado al Consejo Directivo de la Sociedad, ,·a-de cante por renuncia del arquitecto Alfrecln J ones

Arquitectura 1., ,rown.

La elección r~cayó en el arquitecto Felisberto Gómcz Ft·rn·r. ¡~ quien env ia mois nuestros plácemes por la distinción el e c¡uc le

han hecho objeto sus colegas.

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