zilberberg - breviário de grammaire tensife

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  • 7/23/2019 ZILBERBERG - Brevirio de Grammaire Tensife

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    Breviario de gramtica tensiva 7Escritos, Revista del Centro de Ciencias del LenguajeNmero 27, enero-junio de 2003, pp. 7-43

    Breviario de gramtica tensiva1

    Claude Zilberberg

    El estudio presenta tres caracte-rsticas susceptibles de descon-certar al lector. En primer lugar,no se limita a hacer participar ala afectividad en la produccin

    del sentido, sino que, en nombredel principio de inmanencia, leasigna un papel rector. En segun-do, y de acuerdo con el primadode la afectividad, propone situarla semitica de las oposicionesbajo una semitica de los inter-valos, ya que las vivencias son en

    principio, y tal vez nicamente, me-

    didas. Los dos puntos anteriorespresuponen el carcter centraldel suceso y la fascinacin del dis-curso por la dimensin concesivade ste. De aceptarse, estas premi-

    sas debieran conducir a desligarla semitica del relato y a acer-carla a la retrica tropolgica.

    El sujeto que percibe deja de ser un sujeto pen-sante acsmicoy falta explorar la accin, elsentimiento, la voluntad como modos originales

    de plantear un objeto, en la medida en que unobjeto es considerado atrayente o repulsivo an-

    tes de ser negro o azul, circular o cuadrado.Merleau-Ponty citando a Koffka

    La longitud de un discurso terico depende de diversas variables:

    1 La versin original del artculo apareci publicada en francs en la revistaTangences.Quebec,nm. 70, otoo 2002, pp. 111-143.

    The present study presents three cha-racteristics that are liable to upset thereader. In the first place the study doesnot limit itself to making affectivity

    participate in the production of

    meaning, but rather in the name ofthe principle of immanence, it as-

    signs a leading role. In the second,according to the primate of affecti-vity, it proposes to situate the semio-tics of oppositions, under the semio-tics of intervals, since that experien-ces are, in principle, and perhaps

    solely, means. The two abovemen-

    tioned points presuppose the cen-tral character of the event and the

    fascination of the discourse with theconcessive dimension of the event.Upon accepting these premises they

    should lead to a separation of semio-tics from narration and bring it clo-

    ser to tropological rhetoric.

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    de la necesidad de presentar magnitudes metalingsticas que per-mitan explicitar el contenido y la extensin de los trminos utiliza-

    dos al pasar de la denominacin a la definicin es preciso tomaren cuenta el contenido de los trminos y la presunta competenciade los destinatarios. En lo que se refiere al contenido, desde un

    punto de vista fiduciario, la novedad es decir, lo que es legible enel presente exige desarrollar una argumentacin que anticipe lasobjeciones posibles y las refute; a su vez, los ejemplos ilustrativoscontribuyen a alargar an ms el texto. A cada instante, el discursose ve confrontado al dilema: extenderse o reducirse? Todo discur-so vive acosado por el fantasma de su propia negatividad: acosado

    por la actualizacin de lo que se hubiera podido o debido aadir, ascomo por la virtualizacin de lo que se hubiera podido o debidocortar. La elasticidad del discurso en su plano de expresin y laarbitrariedad en el plano de su contenido nos recuerdan que lo rea-lizado est lejos de anular lo realizable. En muchos casos, el alcan-ce de estos datos internos se ve neutralizado por convenciones y

    circunstancias diversas: el destinador-comanditario fija una exten-sin a respetar en lo posible. As, nos hizo la invitacin L. Hbrty me vi conminado a precisar, en una veintena de pginas, los con-ceptos rectores de la semitica tensiva2.

    DECLARACIN DE LOS POSTULADOS

    Al haber perdido su inocencia y su carcter de orculo, el discursoterico se ve obligado a mostrar la lista de ingredientes necesarios

    para alcanzar el valor buscado. El primero en ser mencionado es elapego a la estructura, ms que al estructuralismo, sobre todo a laluz de lo sucedido en los ltimos decenios, en que el trmino pas aser conjugado en plural: los estructuralismos. Desde nuestro puntode vista, la definicin dada por L. Hjelmslev en 1948 permaneceintacta: entidad autnoma de dependencias internas. Esta defini-cin, que concuerda con la definicin de la definicin dada en los

    Prolegmenos, conjuga unasingularidad, entidad autnoma, y

    2 En este texto limitaremos al mximo las referencias, en la medida en que unagramtica debe privilegiar la claridad y el rigor de las reglas que expone.

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    unapluralidad, dependencias internas. En el plano del conteni-do, esta conjugacin remite a una complementariedad provechosa:

    (i) si la singularidad no se viera acompaada de la pluralidad, seraimpensable por ser inanalizable; (ii) si la pluralidad no fuera suscep-tible de ser resumida y condensada en y por la singularidad nombrablese quedara al margen del discurso, como le sucede a la interjec-cin. En segundo lugar, esta definicin rebasa el adagio estructuralistaque reza: la relacin prima sobre los trminos; la economa delsentido capta nicamente las relaciones entre relaciones, ya que[los] objetos del realismo ingenuo se reducen a puntos de intersec-

    cin entre esos haces de relaciones (Hjelmslev); el plano de laexpresin acoge a los trminos con esta consideracin.

    El segundo postulado se refiere al lugar que se le reconoce a locontinuo. No se trata de volver a abrir una querella sin objeto: lamansin del sentido es suficientemente amplia como para acogertanto a lo continuo como a lo discontinuo. Lo ms razonable seratomarlos como variedades circunstanciales y ocasionales. Pero,

    desde nuestro punto de vista, es necesario considerar pertinente ladireccionalidad es decir, la reciprocidad, tanto paradigmtica comosintagmtica del incremento y la disminucin. Son varias lasconsideraciones que abogan en favor de este privilegio. En primerlugar, y sin hacer una religin del isomorfismo entre ambos planos,consideramos que en el plano de la expresin el acento ocupa unlugar tal donde difcilmente aceptaramos que no jugara ningn pa-

    pel en el plano del contenido. Nos adherimos a Cassirer cuando

    habla del acento del sentido. En segundo lugar, en desacuerdocon su eleccin inicial, la semitica se ha visto obligada a concederun lugar insigne al aspecto, ms all de su aplicacin a los procesos:hablando figuralmente, el aspecto es el anlisis del devenir ascen-dente o decadente de una intensidad, que ofrece al observadoratento ms y menos. Este postulado reconoce su deuda con G.Deleuze, quien a su vez se reconoce deudor de Kant. EnFrancis

    Bacon, lgica de la sensacin, Deleuze rebasa la dualidad de loparadigmtico y de lo sintagmtico: La mayora de los autores quehan enfrentado este problema de la intensidad de las sensaciones

    parece haber encontrado la misma respuesta: la diferencia en la

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    intensidad se experimenta en la cada3. Deleuze nos remite a unpasaje difcil de la Crtica de la razn pura, intituladoAnticipa-

    ciones de la percepcin, en el que Kant plantea a la sensacincomo una magnitud intensiva: As, pues, toda sensacin, y portanto toda realidad en el fenmeno, por pequea que sea, tiene ungrado, es decir, una magnitud intensiva, que siempre puede dismi-nuir; y entre realidad y negacin hay una continua conexin derealidades posibles y de posibles percepciones ms pequeas4.

    El texto enlaza entre ellas dos categoras de capital importancia:(i) la direccin, en este caso decadente, lo que significa que la

    estesia se dirige inexorablemente hacia la anestesia, que Kant lla-ma la negacin = 0; (ii) la divisin en grados y en partes degrado. Es posible considerar el concepto deserie, que tambin apa-rece en Brndal, pero a partir de otros presupuestos, como unsincretismo resoluble entre esas dos categoras.

    La presencia insoslayable de Kant conlleva un indudable riesgode confusin. Desde la perspectiva del significante interfieren tres

    parejas de conceptos: el par [extenso vsintenso], ausente en losProlegmenos, pero de primordial importancia para lograr una delas principales preocupaciones de Hjelmslev: la reconciliacin en-tre la morfologa y la sintaxis; (ii) el par [magnitud extensiva vsmagnitud intensiva] requerido por Kant; (iii) el par [extensidad vsintensidad] que, desde la perspectiva tensiva, interviene como an-lisis de la tensividad (regresaremos a ello ms adelante). Si se des-ligan los trminos de sus definiciones, este coincidencia terminolgica

    conlleva malentendidos: (i) entre la perspectiva kantiana y el puntode vista tensivo la coincidencia es bienvenida pero fortuita; (ii) en-tre las categoras hjelmslevianas y las categoras tensivas intervie-ne un quiasmo, ya que para Hjelmslev las categoras extensas sondirectrices, mientras que para el punto de vista tensivo, la intensi-

    3 G. Deleuze.Francis Bacon, logique de la sensation. Pars: ditions de la

    Diffrence, 1984, p. 54.4 Manuel Kant. Crtica de la razn pura, traduccin de Manuel G. Morente,edicin digital basada en la edicin de Madrid, Librera General de VictorianoSurez, 1928. Tomado el 9 de septiembre de 2002 de http://cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/07925075488723712935635/p0000057.htm#PagInicio.

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    dad, es decir, la afectividad, rige a la extensidad; (iii) finalmente, ysalvo mejor parecer, Hjelmslev no menciona a Kant, aun cuando

    habla de intenso y extenso, de intensivo y extensivo, de intensionaly extensional.El tercer postulado no se sita en el mismo plano que los dos

    anteriores: ingresa en el campo de presencia mediante catlisis yno mediante conminacin. Cmo dar cuenta del devenir sin tomaren cuenta su velocidad, su tempo? El tempoes dueo de nuestros

    pensamientos y de nuestros afectos; controla despticamente losincrementos y las disminuciones constitutivas de nuestras viven-

    cias. Pero no est en duda la existencia del tempo, sino su autori-dad: cmo plantear los rudimentos de unasemitica del sucesosin postular el predominio del tempo? En el marco estrecho de estetrabajo, esos tres datos retienen la atencin por ser cruciales, porvarias razones, para el sentido: la estructura lo formula, el devenirlo orienta y el temporegula la duracin del devenir.

    2. DE LA TENSIVIDAD A LAS VALENCIAS

    El estructuralismo privilegi las microestructuras y despreci undato capital a nuestros ojos: la elasticidad del discurso, sea steverbal o no verbal. Las relaciones estructurantes de dependenciadeben ser conjugadas, lo que no es sencillo, con los grados desigua-les de extensin o de campo; por tal motivo, ser necesario distin-guir entre estructuras extensas, la red, y las estructuras restringi-das a una parte de la red.

    2.1. ESTRUCTURAS EXTENSAS

    Si las teoras progresan es como los cangrejos: avanzan con pasolento hacia sus premisas o, ms precisamente, hacia la explicitacinde sus premisas. La semitica no opera de manera diferente: le hatomado tiempo integrar la foria y la estesia que la mide como cate-goras rectoras de primer rango. De modo que, lejos de limitarse a

    aceptar, a regaadientes, la afectividad y de restringirla a la modes-ta funcin de complemento de modo, integramos la afectividad, bajoel nombre de intensidad, como la magnitud rectora que deriva de laescisin inaugural:

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    Esta bifurcacin exige algunas precisiones: (i) la tensividad es ellugar imaginario en el que se renen la intensidad es decir, losestados de nimo, lo sensible y la extensidad los estados de co-sas, lo inteligible; (ii) esta juncin indestructible define un espaciotensivo que recibe las magnitudes que ingresan en el campo de

    presencia: al entrar en este espacio, toda magnitud discursiva se vecalificada tanto por la intensidad, como por la extensidad; (iii) enconsonancia con las enseanzas de Hjelmslev, una desigualdad crea-dora liga la extensidad a la intensidad: los estados de cosas depen-den de los estados de nimo. Este dominio de lo inteligible por partede lo sensible, subrayado en el epgrafe, se apoya en lo que Cassirer,enLa filosofa de las formas simblicas, llama el fenmeno de

    expresin. Las determinaciones intensivas y extensivas son aqullamadas valenciastrmino usual en las ciencias humanas; porsu parte, el valor consiste en la asociacin de una valencia intensivacon una extensiva asociacin cuyo tenor precisaremos adelante.

    El acento puesto en la intensidad y la extensidad se ve confron-tado por su respectivo anlisis: (i) la intensidad conjuga el tempoyla tonicidad; (ii) la extensidad, la temporalidad y la espacialidad. Laintensidad no es ajena a la nocin indefectiblemente oscura de

    fuerza, pero suseres un hacer, y no es ms que eso, y como hacesentir sus efectos, stos se miden por su carcter sbito, abrup-to, y por su energa; las cualidades, ilusorias como cualidades,subsumen cantidades efectivas. La extensidad se refiere a la ex-tensin del campo que la intensidad controla, bajo el entendido deque la extensin de ese campo es, en primera instancia, temporal:el tiempo humano, el tiempo discursivo se encuentra siempre msall del tiempo. Desde el punto de vista terminolgico, la intensidady la extensidad asumen el papel de dimensiones y el tempoy latonicidad, por un lado, y la temporalidad y la espacialidad, por elotro, asumen el de subdimensiones.

    tensividad

    intensidad extensidad

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    El contenido de las relaciones propiamente semiticas ha sidoocultado tanto por la atencin que Saussure y sus seguidores pres-

    tan al carcter distintivo de las unidades, como por su alejamientode la retrica, la cual permite pensar que lo retrico slo es unaregin de menor sentido. Es en este punto que las premisas adopta-das adquieren su eficacia, ilustradas sobre todo por el vuelco de laestructura hacia las vivencias ascendentes y decadentes. Si laestructura es gramatical, cmo gramaticalizar las vivencias? Si parala lingstica la intensidad se encuentra fuera, al lado de lascosas, para nosotros se halla en su corazn mismo. Es posible obte-

    ner un incremento por dos vas: sea por la correlacin conversa deltipo ms ms, sea por la correlacin inversa del tipo msmenos o menos ms.

    Cuando la estructura toma bajo su cargo estos datos inmedia-tos, surgen un cierto nmero de teoremas semiticos. (i) Si laintensidad, como dimensin, rige la extensidad, el control se man-tiene debido a lo que Hjelmslev llama la homogeneidadentre dossubdimensiones pertenecientes a dimensiones distintas: el temporige la duracin mediante una correlacin inversa, as como la velo-cidad en los humanos abrevia la duracin de su hacer: mientrasmayorsea la velocidad, menores la duracin elseres un efectode la lentitud extrema. Por otra parte, la tonicidad rige la espacia-lidad: de acuerdo a Deleuze, ms que la espacialidad se trata de la

    profundidad la que mantiene una correlacin conversa con latonicidad: mientras mayorsea la tonicidad, mayorser su campo

    de despliegue. (ii) Entre subdimensiones que pertenecen a una mis-ma dimensin, la correlacin es conversa y puede ser concebidapor analoga con el instante como unproducto. Si las llamadasciencias humanas se complacen en repetir que el todo es ms quela suma de las partes, no por ello indican el origen de ese suplemen-to, de ese imperceptible desbordamiento. Sin pretender ver en lossmbolos ms que una representacin cmoda, plantearemos que:

    [a + b] < [a x b]

    De ello se deducen las siguientes consecuencias para cada una delas dimensiones consideradas. (i) El producto del tempoy de latonicidad tiene como resultado necesario el destello [forma inten-

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    correlacin conversa correlacin inversa

    siva del brillo, N. del T.], significado inapreciable de toda exclama-cin. Bastar con un nico ejemplo: en el fragmento de losPensa-mientos, relativo a la jerarqua de los tres rdenes y con referen-cia a Arqumedes, Pascal dice: Sin su brillantez, Arqumedes seraigualmente venerado. No libr batallas visibles, sino que otorg atodos los espritus sus invenciones. Cmo brill a ojos de los esp-ritus! La reciprocidad multiplicativa del tempoy de la tonicidadsirve de fundamento verosmil para los valores de destello, esdecir, el superlativo. (ii) El producto de la mayor extensin temporaly de la mayor extensin espacial tiene como resultado necesario la

    universalidad, es decir, los llamados valores de universo. Lassubdimensiones funcionan, cada una en su orden, como coeficientes.El carcter impredecible del sentido, que lo plantea como algo

    por conocer, y la evenemencialidad resultante dependen de unapregunta sin cesar renovada: Ser preciso suponer una correla-cin conversa o inversa entre los valores de destello y los de uni-verso? Si es una correlacin conversa, ambos tipos de valor seacrecentaran unos a otros y todo sera para bien, en el mejor de

    los mundos posiblesEn cambio, si impera una correlacin in-versa, los valores de destello se debilitaran al prorratearse en laextensin, en su difusin. El debate plantea, pues, una alternativadeterminante: si las correlaciones conversas son garanta de losvalores de una infinitud semitica, las correlaciones inversas respe-tan un principio enigmtico de constancia, al atribuir en su mo-mento a cada magnitud una funcin de divisor y no una demultiplicador, como sucede con las correlaciones conversas, comosi estuviera sometida a un principio de constancia tal que, si unamagnitud se incrementa, su correlato decrece necesariamente.

    Independientemente de las magnitudes semnticas as captadas o,ms bien, sin distinguir unas de otras, esta bifurcacin se postula

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    como un paradigma liminar porque invita a los sujetos a elegir entreelyde la correlacin conversa y el ode la correlacin inversa. Si

    para la perspectiva discursiva es importante darse una idea acer-ca de las magnitudes inscritas en el campo discursivo, para el puntode vista metadiscursivo es necesario saber si un discurso especfi-co declara la compatibilidad o la incompatibilidad entre esas magni-tudes, como si el ser mismo de las magnitudes dependiera nica-mente de su intervalo. No se trata de sumergirnos en el supuestofondo de las cosas, sino de responder a la pregunta insuperable deSaussure: alternancia o coexistencia? Todo lo dems es literatu-ra, como dice el poeta.

    2.2. ESTRUCTURAS RESTRINGIDAS

    Es preciso articular ahora, sobre una base formal comn, las dossubdimensiones intensivas, el tempoy la tonicidad, al igual que lasdos subdimensiones extensivas, la temporalidad y la espacialidad.Al no ser exclusiva de alguna de estas subdimensiones, la base

    formal evita privilegiar alguna de ellas. Las variaciones y las vicisi-tudes de todo tipo que afectan al sentido provienen de su inmersinen lo moviente (Bergson), en lo inestable e impredecible, en la

    foria, para decirlo con una sola palabra. Los sempiternos lugarescomunes y los gneros convertidos en rituales contienen, a vecesdetienen, esa efervescencia. Proponemos llamar foremas a esasmagnitudes y encargarlas de mostrar sin falsear es decir, sin in-movilizar la foria, que evala desde cierto punto de vista cadauna de las cuatro dimensiones ya mencionadas. Para calificardiscursivamente un hacer que adviene en alguna de lassubdimensiones, es importante que sean reconocidos su direccin,el intervalo recorrido y su mpetu. Antes de proseguir, quisira-mos indicar que, por azar, hemos encontrado una triparticin similaren Binswanger: la forma espacial que hasta ahora hemos aborda-do ha sido caracterizada mediante la direccin, la posicin y el

    movimiento5. Esta convergencia no es sorprendente, sobre todo

    5 L. Binswanger. Le problme de lespace en psychopathologie. Tolosa: LeMirail, 1998, p. 79 (subrayado nuestro. C.Z.).

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    cuando se reconoce la deuda que Merleau-Ponty tena con los psi-clogos, entre los que se contaba a Binswanger. Pero, para noso-

    tros, no se trata de espacializar inductivamente la significacin,sino de semiotizar el espacio.Como cualquier inventario, la triparticin es ciega. En primer

    lugar, la direccin y la posicin son presuponentes, y el mpetu, elpresupuesto. Hemos adoptado el trmino forema para indicar quelos presuponentes son deudores de su presupuesto. La primaca delmpetu concuerda con otros dos datos: por una parte, el predominiodel experimentar sobre el actuar; por la otra, la reccin, que hemos

    decretado, de la extensidad por parte de la intensidad. En segun-do lugar, pero desde otra perspectiva, la direccin aventaja a la

    posicin y al mpetu, lo que sucede cuando el actuar se libera dela autoridad del experimentar con el propsito de satisfacerlo, decolmarlo. Con ello abordamos la cuestin del sujeto, pero con lacondicin de pensar al sujeto en trminos de deformacin, ajuste yconcordancia.

    Desde al punto de vista epistemolgicostricto sensu, la valenciaes identificada como la interseccin de un forema y de unasubdimensin. Dicho sea de paso, si como lo indica Hjelmslev enlosProlegmenos, las buenas definiciones son divisiones, estose debe a que las magnitudes semiticas del plano del contenidoson complejas: complejidad inherente a cualquier interseccin.Las caractersticas a prioride las valencias son precisamente lasque les permiten circular y comunicarse unas con otras, medirse

    unas a otras dentro del discurso y, con ello, asegurar el ir y venirindispensable entre las localidades y la globalidad. Esta doble lgicade la complejidad y de la interseccin, al ser llevada metdicamen-te,produce doce parejas de valencias, en las que intervienen lostres foremas y las cuatro subdimensiones (ver cuadro pgina si-guiente).

    Describiremos brevemente las valencias retenidas para cadasubdimensin. Para el tempo, la direccin tiene como dilema la

    pareja: aceleracin o desaceleracin? Frecuentemente se escu-cha decir que nuestra poca conoce una aceleracin sin preceden-tes debido al auge tcnico pero, si bien el hecho es innegable, su

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    explicacin parece frgil, ya que el paso del arte renacentista albarroco, de acuerdo a los anlisis de Wlfflin, tambin se caracte-riz por una aceleracin notable; este sealamiento tambin es v-lido para algunas pocas en msica. Con respecto a la posicin, lasdiferencias de tempo, las asincronas generan adelantamiento y re-trasos desde el punto de vista objetal; desde el punto de vista subjetalcrean precursores y retardatarios, lo que proporciona a los historia-dores algunas de sus categoras. Por ltimo, con respecto al mpe-

    tu, la aceleracin como proceso supone una cierta vivacidad departe del actante, una energa que supera resistencias y obstculos.

    Pasemos a la tonicidad, trmino tomado de la prosodia en elplano de la expresin, y a la retrica tropolgica en el plano delcontenido. El dilema fundamental se plantea entre tonificacin yatonizacin reconocemos que estas denominaciones son tomadasde Bachelard; a la primera corresponde la acentuacin, la atribu-cin del invaluable acento de sentido (Cassirer); a la segundacorresponde el debilitamiento. En este breviario no abordaremos lacuestin de la ambivalencia y de la reversibilidad del crecimiento ydel decrecimiento: las cantidades negativas son tambin suscepti-

    Dimensiones y

    Subdimensiones intensidad rectora extensidad regida

    tempo tonicidad temporalidad espacialidad

    Fo rema s

    aceleracin tonalizacin aperturala direccin vs. vs. mira vs.captacin vs.

    desaceleracin atonizacin cierre

    adelantamiento superioridad anterioridad exterioridadla posicin vs. vs. vs. vs. retardo inferioridad posterioridad interioridad

    velocidad tonicidad brevedad reposoel mpetu vs. vs. vs. vs. lentitud atona longevidad desplazamiento

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    bles de incremento o de disminucin: no es verdad que una dismi-nucin de la tonicidad se traduce mecnicamente en un aumento

    de la atona? De modo que la positividad se refiere tanto al creci-miento como al decrecimiento: por ejemplo, en el pensamiento reli-gioso hind, lo que tiene sentido, junto con el principio del nirvana,es el crecimiento de la atona. Para un occidental, siempre en bus-ca de entretenimientos, esto constituye un vaco insoportable;mientras que para el universo hind de discurso es un clmaxdeseable en la medida en que, para quienes los viven, los estadoscontemplativos son estados de plenitud. En lo que se refiere a la

    posicin, la tonificacin y la atonizacin generan, en virtud de losms y de los menos, distancias diferenciales orientadas; cuando el

    punto de vista, es decir, el discurso, selecciona al ms de ms, ha-blamos de superioridad y, cuando prevalece el ms de menos, ha-blamos de inferioridad. Por ltimo, con respecto al mpetu, la tonifi-cacin exige la garanta de una reserva que autorice la continuidaddel hacery su anticipacin; la tonicidad, al igual que la atonizacin

    remite a la atona, que concibe como un hoyo negro en cuyointerior la energa se pierde y se consume.Desde el punto de vista tensivo, la temporalidad es una catego-

    ra como cualquier otra, es decir, es analizable. De ah que seanecesario distanciarse primero (i) de la consigna de los aos sesen-ta, que afirmaba que las estructuras eran acrnicas y que la tem-

    poralidad slo era un ornamento, una concesin al antropomorfismo;(ii) de cierta tradicin que, basada en San Agustn, aseguraba: co-

    nozco el tiempo si no pienso en l, pero lo desconozco si intentopensarlo Nuestra aproximacin es ms razonable: mientras nosea demostrado que la temporalidad es una excepcin, una singula-ridad, una anomala, consideraremos que los foremas determinanuna flexin temporal ni peor ni mejor que las otras tres. El foremadireccional discrimina, por una parte, la captacin, la retencin, la

    potencializacin de lo advenido; por la otra, la mira, la protensin, laactualizacin del porvenir o, dicho en palabras de Valry, el palpitarrecurrente del ya y del todava no; estas valencias son viven-cias de significacin (Cassirer) que se ordenan mediante relacio-nes de anterioridad y posterioridad que dan lugar a cronologas es-

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    trictas o laxas. Como Lvi-Strauss mostr, en su polmica conSartre, una cronologa evala una velocidad, un ritmo, una textura;

    una cronologa es un tejido de malla variable; parece ser deseableque se distinga entre la forma cientfica de la historiografa y laforma semitica que recae en la historia como disciplinainterpretativa. En efecto, no toda anterioridad es significativa: haylas que son interrogativas cuando se determina que dos aconteci-mientos dados pertenecen a la misma temporalidad. Al respecto,es claro que el psicoanlisis opta por una temporalidad continua, enla que los despussiguen dependiendo estrechamente de los an-tes, es decir, de lo que sobrevino en la infancia temprana. Pero es la

    proyeccin del forema de mpetu, el que permite la apropiacinprctica, pragmtica, de la temporalidad por parte de los sujetos:ciertas, indudables, la brevedad y la longevidad miden la duraciny son convencionalmente dejadas a nuestra discrecin. Sin duda,

    jams pondremos fin al debate sobre el tiempo, pero esta ignoran-cia no tiene importancia y permanece ajena al uso, al empleo del

    tiempo, tal como aparece en la espera, la paciencia o la impacien-cia, que son las pasiones comunes del tiempo.La espacialidad, sin duda por tener un lugar preponderante en

    nuestro universo de discurso, es recibida mejor. El forema de ladireccin distingue no tanto las orientaciones geogrficas, sino loque yace antes de esas orientaciones, la tensin entre lo abierto ylo cerrado, que permite al sujeto formular, por una parte, progra-mas elementales de penetracin y, por la otra, programas de salida,

    de escape, en funcin de la tonicidad del entorno. A partir de laobra de los escritores, sobre todo de los poetas, gegrafos del ima-ginario, G. Bachelard ha dicho, enLa potica del espacio, todo loque poda decirse sobre ese tema. Las figuras de lo abierto y de locerrado se encuentran en relacin de simetra: la presencia de almenos un cierre, una bolsa, una oclusin, establece, como tal, laapertura. Igualmente, el forema de posicin, que distingue lo inte-rior de lo exterior, presupone en algn lugar la existencia de uncierre. Al igual que para la temporalidad, es preciso determinar sidos magnitudes pertenecen o no al mismo espacio. El forema delmpetu establece el contraste entre la inmovilidad y el movimien-

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    to, del lugar y del desplazamiento, estigmatizado por Baudelaire enLos bhos. Este forema es susceptible de ser resuelto como el

    sincretismo de la potencia y de la inercia, el cerco mental en dondese miden mutuamente.En la medida en que son trminos para el significante, comple-

    jos para el significado, estas valencias son funciones, funcionamien-tos; son gramaticales en sentido estricto porque son interseccioneshomlogas de aqullas que son propuestas en las gramticas; as,en francs, el adjetivo posesivosones, desde el punto de vista del

    poseedor, una tercera persona y, desde el punto de vista de la cosa

    poseda, masculino y singular. El formalismo de las subvalencias esdel mismo tenor, quiz con un poco ms de sofisticacin: lasubvalencia de la inmovilidad tiene, como armnicas o subvalenciasde fondo, la longevidad o, si se quiere, la permanencia, la atona yla lentitudparoxstica de la detencin. En resumen, las subvalenciasintervienen conjuntamente, de acuerdo al modelo de la sinfona, msque el de la sonata. Si apelamos a Claudel, semiotista desconocido:

    Con un solo rasguo la campana de Nara se pone a gruir y a reso-nar. [...] El alma entera se conmueve en las profundidades super-puestas de su inteligencia6.

    Una tarea del lxico consiste en permitir, en funcin de esta solida-ridad de la estructura, la seleccin de aquella subvalencia que con-cuerde con el toposdesarrollado por el discurso. Esta profundidadde la valencia se encuentra presente en las lenguas, si prestamosodo a ella: de modo que, en francs, si se toma en cuenta su ordencannico de aparicin en el discurso, el artculo indefinido y el art-culo definido tambin se oponen, quiz ante todo se oponen, comolo que sobreviene a lo que ha sobrevenido. Sin embargo, dado quela dimensin del sobrevenir no es tomada en cuenta, este esbozo dedeclinacin tensiva permanece ignorado.

    La red aqu propuesta atribuye a cada subvalencia una direc-cin, pero la constitucin de la red se encuentra en el fundamento

    de otras dos propiedades estructurales: (i) la reccin de las subdi-

    6 P. Claudel. La philosophie du livre, en uvres en pros.Pars: Gallimard/La Pliade, 1965, p. 73.

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    mensiones por parte del mismo forema es homogeneizante, comosucede en la lengua, en donde la serie dfaire, dcoudre, dta-

    cher, dcomposer, dcharger (esp. deshacer, descoser, despe-gar, descomponer, descargar), atrae todo trmino que conlleve laidea de alejamiento, separacin, privacin de un estado o de unaaccin (Le Grand Robert), aun si, como en el caso de dchirer(esp. desgarrar), la slaba d- no remite al prefijo latino dis-; conrespecto a las relaciones asociativas, Saussure mostr, en el CLG,que la lengua no era muy puntillosa al respecto; (ii) la conmutacinde los foremas dentro de una misma subdimensin es diferencian-te, comparable a un anlisis espectral: la subdimensin cambia desesgo o de aspecto (en la acepcin genrica del trmino) en fun-cin del forema elegido.

    3. FISONOMA DE LAS ESTRUCTURAS ELEMENTALES

    Si dejamos de lado al psicoanlisis, al Valry de los Cuadernos, loscaptulos que Cassirer dedic al fenmeno de la expresin enLa

    filosofa de las formas simblicas, por supuesto a Nietzsche y aalgunos otros, la afectividad es considerada desdeable por unos y,por otros, ms clarividentes, embarazosa, como si la cuestin depor dnde abordarlaagotara la problemtica. El alejamiento dela lingstica con respecto a la retrica oper en el mismo sentido.

    No faltan agudas monografas sobre tal o cual afecto o pasin; sinembargo, an hace falta una analtica a prioride lo sensible queconcuerde con los avances de la semitica. De ninguna manera

    pretendemos decir aqu la ltima palabra, buscamos simplementeindicar las categoras que consideramos debe tomar en cuenta unaanaltica razonada del afecto, aunadas a la red de los doce pares desubvalencias aqu presentada, sobre todo porque las valencias sonformas del plano de la expresin y, los afectos, formas del plano delcontenido.

    3.1. ANALTICA DE LO SENSIBLE

    El primer punto a tratar es un recordatorio de que el estructuralis-mo se empantan en los trminos, sin alcanzar a concebir las pro-

    piedades en s mismas de la relacin. Ya hemos mencionado dos

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    puntos: que, por ser complejos, los trminos son en primer lugardefinibles y que son el resultado de una interseccin bi- o multidi-

    mensional. Es necesario avanzar ahora un poco ms y formular losrudimentos de unasemitica del intervalo. La diferencia saussu-riana ha sido concebida, como si fuera evidente, en trminos decontrariedad y de contradiccin, aunque no todo contrario se vale:al leer a Bachelard en La dialctica de la duracin: es posibleinvocar dos casos, en funcin de si los contrarios se erigen a partirde una hostilidad decisiva o si nos encontramos frente a una con-trariedad mnima7. Distinguimos los subcontrarios tnicos y dis-

    tantes de los subcontrarios tonos y cercanos, perteneciendo la to-nicidad al plano del contenido y, la distancia, al de la expresin.Para aligerar la presentacin, es necesario hacer algunas precisio-nes terminolgicas. Sea un gradiente que va de [s1] a [s4] y quemarca una pausa en [s2] y en [s3], [s1] y [s4] intervienen comosobrecontrarios y [s2] y [s3], como subcontrarios (Sapir):

    Conforme a la herencia hjelmsleviana, esta es una estructura mni-ma, ya que [s1] y [s4] se oponen a [s2] y [s3], al tiempo que se

    oponen entre ellos. Pero, de acuerdo a la perspectiva semitica delintervalo, lo esencial se encuentra en otra parte: desde el punto devista tensivo, disponemos de dos intervalos netos, el intervalo ma-yor [s

    1 s

    4] y el intervalo menor [s

    2 s

    3]. Prevengamos una

    objecin aparentemente legtima: por qu privilegiar estos dos in-tervalos por encima de [s

    1s

    2] y [s

    3s

    4]? La solidaridad liga,

    por encima de su aborrecimiento mutuo, los extremos [s1] y [s4];ambos comparten el mismo desprecio por los trminos medianos

    s1 s2 s3 s4

    subcontrario subcontrario subcontrario sobrecontrario

    7 G. Bachelard.La dialectique de la dure. Pars, P.U.F., 1993, p. 144: en lapgina siguiente, Bachelard menciona los contrarios [] menos lejanos, menoshostiles.

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    [s2] y [s3]; la misma hiptesis aparece en Goethe en su Tratadode los Colores: El ojo no puede ni quiere mantenerse un solo

    momento en el estado uniforme especficamente determinado porel objeto. Una tendencia a una suerte de antagonismo lo obliga y, aloponer un extremo al otro, un intermediario a otro, rene instant-neamente los contrarios y se esfuerza en constituir una totalidad, lomismo cuando los fenmenos son sucesivos que cuando coexistenen el tiempo o en el espacio8. Esta estructura mnima tiene simili-tudes con la cuarteta de rimas abrazadas a la francesa que, poruna parte, rima los versos extremos y, por la otra, los versos inter-

    nos. Al ser la semiosis omnipresente, la serie [s1 s2 s3 s4]es susceptible de ser aceptada como plano de la expresin y laalternancia [[s

    1 s

    2] vs [s

    3 s

    4]], como plano del contenido.

    Este dispositivo dista mucho de instaurarse a expensas de la com-plejidad: si un anlisis selecciona n trminos, el nmero de trminoscomplejos que son realizables ser inferior en una unidad [n 1] eincluye como posibilidades [s

    1+ s

    2], [s

    2+ s

    3] y [s

    3+ s

    4].

    Slo pedimos una cosa al dispositivo: la desigualdad entre losdos intervalos mencionados. Es decir, el intervalo de los subcontra-rios [s

    2s

    3] permanece dentro del intervalo de sobrecontrarios

    [s1 s

    4], porque de esta desigualdad elemental deducimos dos

    formas-afecto notables: (i) la carencia, que no es ms que el tr-mino final de la proyeccin del intervalo [s

    1s

    4] sobre el intervalo

    [s2s

    3]; (ii) a la inversa, el exceso, que no es ms que el trmino

    de la proyeccin del intervalo [s2s

    3] sobre el intervalo [s

    1

    s4]. Dicho en otros trminos, los intervalos actan doblemente: comotrmino regido y como funcin rectora, como evaluado y como eva-luador. De ah se deducen varias consecuencias: la carencia, cen-tral para el psicoanlisis y la narratologa greimasiana, deja de seruna magnitud hurfana, puesto que recibe de pleno derecho su co-rrelato paradigmtico; el exceso, cuya discursivizacin se encuen-tra, desde Longin hasta Michaux, en el corazn mismo de la retri-ca, bajo el nombre de losublime; desde el punto de vista terico,nos vemos sbitamente en presencia de lo que sera preciso llamar,

    8 J.W. Goethe. Trait des couleurs. Pars: Triades, 2000, p. 104.

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    siguiendo las enseanzas de Greimas, la ilusin smica: aun cuan-do la fenomenologa y psicologa de la percepcin no nos llevaran

    por esa va, los semas deberan ser considerados significantes c-modos comparten su rusticidad y robustez, pero no significados;desde el punto de vista del contenido slo existiran puntos de vista

    provisionales, operaciones de proyeccin, aplicaciones, perspecti-vas recprocas, ilusiones. Seguramente la epistemologa de lasemitica deber adaptarse, erradicar el positivismo renaciente, enla medida en que sus catlisis no se refieren a las magnitudes, sinoa operaciones relativamente inditas. La fuerza de la consigna saus-

    suriana: la lengua es una forma y no una sustancia permaneceintacta.

    Conviene aadir a este primer grupo de intervalos, que propor-ciona una identidad no equvoca a cada valencia, una caractersticaque responde a nuestro segundo postulado, el cual sostiene que undevenir, tarde o temprano, procede por aumento o disminucin,

    por ascendencia o decadencia; en efecto, si fuera necesario imagi-nar las valencias, stas seran vectores, ms que unidades o seg-mentos de un listn, seran participios pasados ms que participios

    presentes. Las valencias son secuencias de procesos. Las catego-ras aspectuales de que disponemos se apegan al estado de avancedel proceso, pero hacen caso omiso de su orientacin tensiva: as-cendente o decadente. Por otra parte, la aspectualidad lingsticasufre una doble restriccin: (i) privilegia al verbo e ignora la notablelabor de anlisis vertido en otras regiones del lxico; (ii) en su

    sentido restrictivo, se interesa en el grado de completud oincompletud del proceso: de hecho, la incoatividad slo aparececon la triparticin.

    Las condiciones que es preciso cumplir son sencillas: (i) la as-pectualidad debe distribuirse equitativamente sobre el conjunto deldevenir y ser capaz de caracterizar, en cualquier momento, algninstante de ese devenir; (ii) debe ser respetuosa de la insuperableambivalenciadel sentido y reconocer, por ejemplo, que la tonici-

    dad creciente tambines susceptible de ser descrita como atonadecreciente, as como tambin es posible expresar una atona cre-ciente como una tonicidad decreciente. Bajo esta perspectiva, he-mos propuesto en otro lugar un juego de categoras aspectuales,

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    cuyas caractersticas son las siguientes: (i) le deben ms a la ret-rica, al espritu de la retrica, que a la lingstica, lo cual es de

    conformidad, ya que la retrica tiene como objeto al discurso, eincluso a la vehemencia del discurso, adems de que el discursopermanece siempre fuera del alcance de una lingstica que, pusi-lnime, permanece en el mbito de la frase; (ii) esas categorasaspectuales songenerales, es decir, independientes de todo conte-nido y, por ello, a semejanza del nmero, se aplican a todas lasmagnitudes sin que ninguna sea capaz de pretender seriamenteescapar al devenir.

    Una vez que se ha aprovechado la desigualdad capital entre losintervalos homotticos [s

    1s

    4] y [s

    2s

    3], es preciso abordar

    ahora los intervalos sucesivos, que permiten situar al devenir as-cendente o decadente de tal o cual valencia en el discurso, lo cualsupone precisar aquello que sucede cuando una valencia sale delintervalo [s

    1s

    4] para entrar en el intervalo [s

    2s

    3] y recpro-

    camente. Seguramente nuestra intervencin es arbitraria, de acuer-do con el trmino empleado por Hjelmslev en losProlegmenos,

    pero creemos de buena fe que adoptamos la convencin ms sen-cilla: (i) cuando [s

    1] es planteado como valenciaparoxstica, lla-

    maremos atenuacin al intervalo [s1+ s

    2] y merma al intervalo

    [s3+ s

    4], para oponer a la decadencia consigo misma; mediante la

    recursividad, debera ser posible alcanzar el infinito pequeo, tancaro a Pascal; (ii) cuando [s

    4] es planteado como una valencia

    nula, su nulidad exige una denegacin, es decir, exige que el inter-

    valo [s4+ s3] sea recorrido, lo que llamamos un repunte, el cualdisjunta del no-ser, es decir, del tedio; cierto es que el discursopudiera permanecer ah, pero tambin puede ir ms all de [s

    3]: en

    consecuencia, aceptaremos que al repunte le sigue el redoblamientoque se instala en el intervalo [s

    3+ s

    4]. Estas categoras interdefinidas

    le deben ms a la retrica y la potica, por ejemplo, a la potica deRimbaud, que en sus mejores momentos es una potica del repuntey del redoblamiento. Pero, insistimos en que la retrica siente

    mejor las singularidades del discurso que la lingstica. Para afir-mar estas ideas, diremos que, en el anlisis de Los Gatos, deBaudelaire, que realizaron Jakobson y Lvi-Strauss, es notorio quelo lingstico sirve nicamente! como plano de la expresin y

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    lo retrico, como plano del contenido, sobre todo al final. Tendre-mos, entonces:

    Tomando en cuenta los lmites del presente ensayo, no abordare-mos los derivados subsecuentes, los cuales o bien conjugan un lmi-te y un grado para las dos orientaciones, [s

    1 s

    2], o bien dos

    grados, [s2s

    3], o un grado y un lmite, [s

    3s

    4]. El paradigma

    integrado, es decir, la morfologa propia de la contrariedad y de lasintaxis tensiva del devenir, adopta la siguiente forma:

    Las categoras aspectuales garantizan la homogeneidad del siste-

    ma, ya que las propiedades generales de este ltimo, a saber: suorientacin ascendente o decadente y su analizabilidad se con-vierten en foremas locales que asignan a cada subvalencia unadireccin tensiva y una identidad precisa.

    3.2. DECLINACIN DE LAS SUBDIMENSIONES

    La lgica de la interseccin y de la red conduce a determinarcada forema incluido en cada una de las cuatro categoras

    aspectuales y, puesto que involucra una subdimensin, a consideraral producto de esta reccin como una subvalencia; dado que, poruna parte, las denominaciones funcionan como detenciones y ama-

    decadencia atenuacin de s1a s

    2[s

    1s

    4] merma de s

    3a s

    4

    ascendencia repunte de s4a s

    3

    [s4s

    1] redoblamiento de s

    2a s

    1

    s1

    s2

    s3

    s4

    sobrecontrario subcontrario subcontrario sobrecontrario

    atenuacin merma

    redoblamiento repunte

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    rres y, por la otra, como un medio de intercambio entre los sujetos,conviene nombrar este universo de sentido variable, inestable y pro-

    visional. Las denominaciones propuestas son pasajeras y, por lotanto, perfectibles, y son susceptibles de ser tributarias de unapancrona que de acuerdo a Hlderlin, a Brndal y a algunos otros,aunque por diversas razones alterara la exactitud del equilibrioentre la expresin de la intensidad y de la extensidad y, en conse-cuencia, llevara a las lenguas hacia una abstraccin simblica des-carnada. No es nuestra intencin abordar este tema.

    El entrecruzamiento mental de los tres foremas por las cuatro

    categoras aspectuales elementales produce mecnicamente docesubvalencias en cada dimensin. Las mostramos aqu sin ms

    prembulo:

    El tempo:

    La tonicidad:

    aspecto merma atenuacin repunte redoblamiento

    foremas

    rezagodireccin [ir muy frenado aceleracin precipitacin lentamente]

    posicin anacronismo retraso avance precocidad

    mpetu inercia lentitud velocidad rapidez

    aspecto merma atenuacin repunte redoblamiento

    foremas

    direccin extenuacin atonizacin tonificacin desenfreno

    posicin nulo inferior superior excesivo

    mpetu estado quietud movimiento improviso

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    La temporalidad:

    La espacialidad:

    Cmo validar el contenido semitico de estas magnitudes que, portener el doble estatuto de lexemas y figuras, se encuentran a mitadde camino entre la lingstica y la retrica? Jakobson mostr que lafuncin metalingstica no era exclusiva de los doctos, sino que erainmanente a la prctica inmediata de la lengua: que los sujetos re-curran a la definicin, a la restriccin o a la extensin, a la preci-sin o a la suspensin. Pero no mostr, al parecer, la condicinobjetal de esta actividad metalingstica recurrente. Desde nuestro

    punto de vista, esta condicin se apoya en el hecho de que loslexemas son susceptibles de ser definidos en la medida en que son

    analizables, porque son todo aquello que pueden ser, es decir, que

    merma

    retrospeccin

    caduco

    efmero

    atenuacin

    captacin

    anterior

    breve

    repunte

    mira

    posterior

    largo

    redoblamiento

    anticipacin

    inmortal

    eterno

    aspecto

    foremas

    direccin

    posicin

    mpetu

    merma

    hermtico

    extrao

    fijeza

    atenuacin

    cerrado

    exterior

    quietud

    repunte

    abierto

    interior

    desplazamiento

    redoblamiento

    abierto desme-

    suradamente9

    ntimo

    ubicuidad

    9 Fr., bant: la desmesura supone que no es posible cerrar la abertura. Ver infla,[N del T].

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    no son ms que anlisis a cargo de un significante en s mismono conforme; de esta manera, el significado del pronombre perso-

    nal /t/ comprende tres magnitudes de contenido: una indicacin denmero, una de persona y una de nominativo, aunque las dos mag-nitudes de la expresin [t-u] no remitan analticamente a las tresmagnitudes del contenido. Los lexemas no funcionan distinto y lasdefiniciones de diccionario, a las que la cantidad de magnitudes

    ponen en apuros, analizan intuitivamente y con pertinencia loslexemas en trminos de subvalencias pero caso por caso, si es po-sible decirlo as. Slo daremos un ejemplo, que corresponde a la

    primera subvalencia de la primera red: el rezago (fr. traner), cuyadenominacin es cuestionable puesto que hace falta el sustantivocorrespondiente10, ya sea que esta laguna sea responsabilidad nues-tra o que sea preciso atribuirla a lo que Mallarm llamaba la imper-feccin de las lenguas. El Micro-Robert propone quisiramos de-cir: poticamente tranasser y tranaller [formas peyorati-vas de traner. N. del T.], de los que hablaremos ms adelante.

    De acuerdo al Micro-Robert, el sentido intransitivo de traneradmite las cuatro direcciones tensivas previstas. En cuanto a laintensidad: (i) una indicacin de tempo, en este caso de merma dela velocidad: 6 Ir muy lentamente, retrasarse.Ne trane pas enrentrant de lcole (No remolonea al regresar de la escuela), ac-tuar muy lentamente.Le travail presse. Il ne sagit pas de traner(El trabajo urge. No hay que entretenerse).(ii) una indicacin detonicidad decadente, de la que no sabemos indicar si se trata de

    una atenuacin o una merma: 7 Peyorativo. Ir sin rumbo o per-manecer mucho tiempo (en un lugar poco recomendable o pocointeresante). V. Errar, vagabundear. Traner dans les rues (Andarcallejeando).En cuanto a la extensidad: (i) una indicacin tempo-ral de duracinbajo el signo del redoblamiento: 3 Encontrarse,subsistir.Les vieilles notions qui tranent dans les libres scolaires(Las viejas nociones que subsisten en los libros escolares.) Durardemasiado, no acabar nunca. Cela trane en longueur (Esto no se

    10 La dificultad sealada por Zilberberg no se produce en espaol, puesto quetenemos tanto la forma verbal rezagarse, como su correspondiente forma nomi-nal rezago [N. del T.]

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    acaba).V.Eternizar.; (ii) una indicacin espacial de descanso11.Estar tirado en el piso. Vos lacets tranent par terre (Sus agujetas

    se arrastran en el piso). 2 No estar guardado en su lugar. Desvtements qui tranent sur une chaise (La ropa echada sobre unasilla). La coherencia y la flexibilidad de la red resuelven la diver-gencia de las variedades. Con estas indicaciones previas, es po-sible comprender que Valry haya podido escribir, sin que sepamossi se alegraba de ello o lo lamentaba: Todo est predicho por eldiccionario.12 Dentro de los lmites de este breviario nos hemos

    propuesto mostrar que el modelo de las valencias estaba justamen-

    te ah, inmanente, eficaz y sugerente, pero queda claro que lasdefiniciones citadas conllevan otras magnitudes de contenido: unasactanciales y actoriales, otras axiolgicas, como es la oposicin entrela calle y la escuela Los dos derivados peyorativostranasser ytranaillerno se encuentran fuera del sistema,sino ms bien en su centro mismo, ya que remiten a la subvalenciade tempoy manifiestan, mediante el adverbio muy, un subcontrariocomo un sobrecontrario. Hay que sealar que, puesto que el mode-lo de las valencias subraya una doble sobredeterminacin de latemporalidad por el tempo y de la espacialidad por la tonicidad,nos encontramos, desde el punto de vista tensivo, frente a un inven-tario. El Micro-Robert realiza tcitamente esta doble operacin alasociar ir muy lentamente con retrasarse, como si esto fueraevidente, como si el contenido de lentitud excesiva tuviera como

    plano del contenido el retraso, lo que confirmara que la semiosis

    es ininterrumpida.4. LA SINTAXIS DISCURSIVA

    A pesar de su evolucin, la epistemologa de la semitica siguesiendo ampliamente deudora de las enseanzas de Hjelmslev. Pres-taremos atencin a dos puntos: la relacin entre sistema y proceso,que forma parte de los cinco rasgos fundamentales [...] (de) laestructura fundamental de toda lengua y el proyecto confeso de

    11 Versupra, en el cuadro de las declinaciones espaciales, el trmino quietud(fr. repos) [N. del T.]

    12 P. Valry.Cahiers,tomo 1. Pars: Gallimard/La Pliade, 1973, p. 394.

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    socavar la base de la bifurcacin tradicional de la lingstica enmorfologa y sintaxis13. Entre estas dos direcciones epistemolgicas

    aparece una tensin: por una parte, consolidar la diferencia entresistema y proceso, por la otra, disminuirla. Sin entrar en los detallesnecesarios, tenemos la impresin de que los actores que asumenesas tareas no son exactamente los mismos, en el sentido de quesera el terico Hjelmslev quien asumiera la primera y el lingistaHjelmslev, la segunda. Subsiste el hecho de que las dos exigen-cias no se sitan completamente en el mismo plano y que la mode-racin de una diferencia presupone su reconocimiento. La media-

    cin entre morfologa y sintaxis ser primero objeto de investiga-cin para la intensidad y, despus, para la extensidad.

    4.1. LA SINTAXIS INTENSIVA

    A propsito de la definicin semitica del objeto, Greimas insiste enla ausencia de cualquier otra determinacin previa [del objeto],que no sea su relacin con el sujeto. Es posible decir lo mismo, o

    en primer lugar, del afecto y de la valencia que lo identifica desde elpunto de vista cognoscitivo y lo mide desde el punto de vista tmico:cmo es posible que lo que afecta y trastorna al sujeto, frecuente-mente al sobrevenir, no se site de pleno derecho en el centro delcampo discursivo?

    Derivado de nuestro segundo postulado, que modaliza lo conti-nuo como ascendente o decadente, hemos retenido el aumento oladisminucin, como parte del sistema. Pero en qu se convierten

    esos primitivos en el proceso? Para Hjelmslev, las relaciones pro-pias del sistema son del orden del o o y las que son propiasdel proceso son del orden del y y, de manera que el procesoacerca, con procedimientos que son suyos, lo que el sistema dis-tancia en su propio orden. Dicho esto, es posible introducir unahiptesis relativa a la inflexin tensiva de la sintaxis: los trminosdel paradigma de base se tornan objetos uno para el otro, es decir,un incremento tiene como objeto interno una disminucin, al igualque una disminucin tiene como objeto interno un incremento.

    13 L. Hjelmslev.Prolgomnes une thorie du langage, op. cit.,p. 94.

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    Este entrelazamiento proporciona a la sintaxis intensiva su razn ysu necesidad y la sita bajo la modalidad delprevenir o delsatisfa-

    cer (fr.subvenir), segn el caso: si la disminucin es probable, elsujeto se propondr prevenirla; si ya dio inicio, tratar de reabsorberesa carencia que crece.

    Para el plano de la expresin, y en el caso de la tonicidad deformulacin ms sencilla, sera posible contentarse con afirmar quela sintaxis intensiva cultiva el ascenso, la hiprbole, pero un exa-men atento de los grandes discursos muestra que este acercamien-to es un tanto miope, puesto que no capta el trabajo de socavamiento

    que realiza una negatividad eficiente y del que mostr la necesidadDeleuze en Diferencia y repeticin. Si bajo la mira la hiprboleincrementa y amplifica, esto se debe a que capta el bajo continuode la decadencia.

    Este entrelazamiento se encuentra en el primer rango de losderivados de la ascendencia y de la decadencia. En efecto, lascategoras aspectuales se emparejan: (i) la atenuacin y el redobla-miento; (ii) la merma y el repunte. Por otra parte, una estructura essusceptible de poner en obra la transitividad y la reflexividad. El

    primer caso lleva a proyectar cuatro sintagmas elementales quedarn materia al discurso. En la decadencia: (i) una atenuacintiene un objeto de rechazo y no de bsqueda, de otra manera lamerma llevara hacia la nulidad, hacia el paroxismo de la atona queel repunte haba sobrellevado. De manera simtrica e inversa, en laascendencia: (i) el repunte afecta a la merma; (ii) el redoblamiento

    impacta a la atenuacin, que se esfuerza por disminuir, para dar a latonicidad su brillo y su lustre. Para la reflexividad, el sujeto puedellevar un repunte hasta un desdoblamiento, es decir, incrementar unincremento o disminuir una atenuacin hasta la merma, es decir,aumentar todava ms una disminucin.

    Las palabras de Czanne lo confirman: Para m, la realizacinde mis sensaciones siempre es muy penosa. No logro llegar a laintensidad que se desarrolla frente a mis sentidos, no tengo esa

    magnfica riqueza de color que anima a la naturaleza.14

    La anota-

    14 Carta a su hijo, de fecha 13 de octubre de 1906. En Correspondance,coleccin, notas y prefacio de J. Rewald. Pars: Grasset, 1978, p. 324, citada por

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    cin de Czanne plantea un paroxismo: esa magnfica riqueza decolor que anima a la naturaleza, que funciona como un emisor y

    transmite, en un primer momento, sin prdida para un receptor sen-sible: la intensidad que se desarrolla frente a mis sentidos; estaintensidad potencializada sufre un proceso de atenuacin que exigea Czanne un desdoblamiento, de cuyo xito l permanece escp-tico:no logro llegar En ese sentido, es posible decir que lainquietud se encuentra en el centro de toda potica exigente.

    4.2. LA SINTAXIS EXTENSIVA

    La sintaxis extensiva no funciona de manera diferente. Para Cassirer,el pensamiento mtico opera al poner en marcha la divisin y laconexin, la sunagg y la diarsis; para Lvi-Strauss, elpensamiento salvaje interviene al realizar totalizaciones ydestotalizaciones. Tras las huellas de estos dos procederesantropolgicos ejemplares, Tension et signification15propone treshiptesis rectoras: (i) si la medida, la medida del afecto, para utili-

    zar un pleonasmo necesario, es tarea de la intensidad, a la extensidadle corresponde el nmero mismo del mundo y su distribucin enclases, que los mitos se esfuerzan por motivar; (ii) cualquiera quesea el gnero adoptado, el discurso opera mediante seleccin[es]y mezcla[s]: estos trminos ofrecen la ventaja de servir tanto paralos discursos verbales, como para los no verbales, como Greimas lomostr en su estudio sobre la sopa de albahaca16. Las taxonomasy las clasificaciones apreciadas por la antropologa aparecen como

    selecciones de mezclas y mezclas de selecciones; el carcterrecurrente del entreveramiento de estas dos clases de operacionesasombra a Cassirer: Independientemente de la explicacin espe-cficaque se acepte sobre la significacin y origen del totemismo,la posibilidad de esa mezcla de especies biolgicas y esa total

    L. Gowing, Czanne : La logique des sensations organises.Pars: Macula, 1992,

    p. 56.15 J. Fontanille y Cl. Zilberberg. Tension et signification. Bruselas: PierreMardaga, 1998.

    16 A.J. Greimas. La sopa al pistou o la construccin de un objeto de valor,enDel sentido I I.Madrid: Gredos, 1989, pp. 178- 192.

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    fusin de sus lmites naturales y espirituales en la conciencia mticaprimitiva que en otros aspectos se caracteriza por la agudeza con

    que aprehende todas las distinciones sensibles concretas, todas lasdiferencias de la forma perceptible debe estar fundada en algunatendencia universal de la lgica del pensamiento mitolgico, en laforma y direccin de su conceptuacin y de su clasificacin gene-ral17. Al igual que en la gramtica intensiva, el incremento y ladisminucin se convierten uno al otro en objetos, en la gramticatensiva la seleccin y la mezcla, disjuntos en el sistema, se convier-ten uno al otro en objetos dentro del proceso: el sujeto semitico nosabra qu hacer si no seleccionara las mezclas al buscar un valorde absoluto y no mezclara las selecciones al buscar un valor deuniverso.

    Cuando es cuestionada, la ontologa de la semitica es llevada aconfesar aunque sea una suma negativa: no existe un antecedenteintangible, slo existen recuerdos crebles. Las magnitudes circu-lan, van, vienen y algunas veces regresan, es decir, mediante una

    operacin de seleccin, son extradas de una clase dada, en parterazonable y en parte descabellada, y son introducidas en otra clasemediante una operacin de mezcla, a veces bienvenida, pero a ve-ces incongruente: tan cierto como que, para el discurso, no se tratade conocer la esencia inmutable de las cosas, sino de establecer,

    para cada magnitud proyectada en el centro del campo de presen-cia por las circunstancias, la lista de aqullas que en un momentodado son compatibles con ella y la lista de las que son incompati-

    bles. El discurso no se orienta hacia la bsqueda de predicadosuniversales, sino hacia el recuento singular de las prohibiciones yde las composiciones prescritas que son eficientes, si no es queoficiantes, en tal o cual cultura. De paso, podemos decir que, si lasemitica del discurso se torna consistente, sin duda se ver lleva-da a modelar la solucin de continuidad entre la diacrona y la sin-crona, debido a que las estructuras de la sincrona tienen cierta-

    mente una vocacin temporal e historizante: En lingstica, la cues-

    17 E. Cassirer. La filosofa de las formas simblicas, tomo 2. Mxico: Fondode Cultura Econmica, 1972, p. 225.

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    tin se presenta de otro modo: el discurso guarda all las huellas delas operaciones sintcticas efectuadas anteriormente: [...]18. En

    La filosofa de las formas simblicas, Cassirer mostr que laoperacin cannica de seleccin esencialmente afecta la delimita-cin de los mbitos respectivos de lo sagrado y de lo profano;nosotros no avanzaremos ms sobre el tema porque hemos mos-trado en otra parte algunos detalles que retrasan esa circulacin19.El objeto no es tanto una magnitud como el momento en que unaalternancia se torna en coexistencia en la que dos excluidos acep-tan tomarse en cuenta.

    4.3. LA PUESTA EN DISCURSO

    La problemtica de la enunciacin ha medido el control directo eindirecto que el sujeto enunciante ejerca sobre el enunciado; mu-chos han subrayado que la catlisis antecede al anlisis. Sin embar-go, no se ha prestado la misma atencin al objeto, como si steconservara una autonoma y una capacidad de sustraerse a la in-

    fluencia de las coerciones semiticas. La puesta en discurso de lasregulaciones de la gramtica tensiva ataen, en primer lugar, alhecho masivo, ininterrumpido del mejoramiento y de lapeyoracin;es posible aplicar las palabras de Saussure sobre la silabacin aestas dos operaciones discursivas: es, por as decirlo, el nico he-cho que [la] fonologa pone en juego del comienzo al fin.20El dis-curso no describe: en todo momento asume una posicin y sancio-na; es necesaria una convencin fuerte, la coercin asumida volun-

    tariamente de un gnero discursivo, para que el sujeto del discursose limite a describir lo que cree ver y se abstenga de afirmar susubjetividad, tal como acostumbra aprehenderla.

    A reserva de hacer el inventario, el sujeto enfrenta una disyun-tiva. La primera asume la sintaxis discursiva y se refiere a la mani-

    18 A. J. Greimas y J. Courts. Semitica. Diccionario razonado de la teora

    del lenguaje.Madrid: Gredos, 1982, p. 98.19 Cl. Zilberberg. Les contraintes smiotiques du mtissage, en Tangence,Nm. 64, 4 trimestre, 2000, pp. 8-24.

    20 F. de Saussure. Curso de lingstica general.Buenos Aires: Losada, 1977,p. 108.

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    pulacin de las estructuras de la contrariedad. Aqu tambin seofrecen dos posibilidades: ya sea que el sujeto sustituya el espacio

    de la subcontrariedad por el de la sobrecontrariedad, y pronunciecon autoridad la insuficiencia de las magnitudes admitidas en elcampo de presencia; ya sea la inversa, que sustituya el espacio dela sobrecontrariedad por el de la subcontrariedad y, en consecuen-cia, declare el exceso. En la vehemencia del discurso y mediante larecursividad, el sujeto puede llegar a declarar la insuficiencia delexceso o la insuficiencia de la insuficiencia al transformar, en el

    primer caso, los lmites en grados y, en el segundo, al incluir en el

    intervalo de los subcontrarios [s2 s3] un intervalo de menor en-vergadura. Los valores mticos puestos en discurso son losublimey lo mediocre; debido a la reversibilidad de los puntos de vista, losublime asume su propia desmesura y denuncia a lo mediocre comonulo, lo cual no es, mientras que lo mediocre descalifica a lo su-

    blime en nombre de la mesura y lo califica de ampuloso y grandilo-cuente, lo cual tampoco es. No es cierto que desde siempre la

    elocuencia vacila entre el aliento y la precisin?La segunda va depende de la sintaxis extensiva y es causa dela calificacin y la descalificacin, las cuales proporcionan al dis-curso sus tiempos fuertes indispensables. Al afirmar la superiori-dad intrnseca de las operaciones de seleccin por encima de lasoperaciones de mezcla se llega a reiterar la seleccin, aseleccio-nar la seleccin ya obtenida para lograr la pureza, ya sea deldiamante o de sangre, como en la Espaa del siglo XVI; bajo todas

    las acepciones del trmino, nos encontramos frente a valores deabsoluto, concentrados y reflexivos. La afirmacin inversa, quesita a la mezcla por encima de la seleccin y mezcla las mezclas,acepta el carcter plausible de una clase de clases y conduce a laexaltacin de los valores de universo, que se difunden y sontransitivos. Cada una de estas direcciones axiolgicas esconde malsu secreto: profesar valores de absoluto tiene como lmite la nada,el vaco, la irreprochable negatividad de los pronombres negati-vos indefinidos: nulo, ninguno, nadiey algunos murmurarn: ni

    siquiera DiosMientras que la profesin de valores de universolleva la propagacin de las valencias cada vez ms lejos y anula, a

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    pesar suyo, la diferencia, la moderacin constitutiva del sentido,en una palabra, la tensin propia a toda paradigmtica. Un mundo

    jansenista en donde los valores de absoluto no dejaran lugar a losvalores de universo sera un mundo de excluidos; la configuracininversa, un mundo jesutico en el que los valores de universo nodieran cabida a los valores de absoluto sera un mundo de inclui-dos; el secreto de la poltica sin duda reside en la delicada dosifica-cin de la exclusin y de la participacin que proporciona al ciuda-dano la tranquilidad de espritu que Montesquieu alaba en Elespritu de las leyes. Aun cuando la cuestin todava no es actual,

    las estructuras polticas son eminentemente, y quiz nicamente,semiticas.

    La puesta en prctica del mejoramiento y de la peyoracin esms bien responsabilidad de la retrica tropolgica, pero la retricaincluye o inclua una faceta argumentativa que Aristteles estudimagistralmente en suRetrica. La reflexin del Filsofo define aldiscurso por el objetivo utilitario, si no es que prctico, que se da21eignora, por no ser su intencin, el ruido del mundo. Nos gustaramostrar brevemente que la implicacin convocada por el silogis-mo y el entimema debe contemporizar con la concesin, su dene-gacin, y que la implicacin y la concesin requieren la estructuraelemental propuesta en 3.1. Por ser fcil de exponer, elegimos ladeclinacin de la direccin espacial:

    Este anlisis nos proporciona la oposicin ingenua entre los dossubcontrarios: lo /abierto/ y lo /cerrado/, que mantenemos comouno de los objetivos posibles para el sujeto que como morfologasestables. Tambin nos proporciona dos oposiciones ms extraas:(i) una oposicin entre un subcontrario, lo /cerrado/ y unsobrecontrario, lo /hermtico/, que se oponen como lo quese pue-

    21 Por lo tanto, necesariamente hay tres gneros de discurso oratorio: eldeliberativo, el judicial y el demostrativo., enAristteles.Rhtorique.Pars: Lelivre de poche, 1996, p. 93.

    direccin hermtico cerrado abierto abierto desmesura-

    damente

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    de abrir y lo que no se puede abrir; esta tensin prueba, si fueranecesario, la dependencia del espacio con respecto a la tonicidad,

    la energeia: la denegacin de lo /hermtico/ no exige un gastosuperior de energa? (ii) la oposicin entre lo /abierto/ y lo /abiertodesmesuradamente/ es simtrica e inversa con respecto a la ante-rior: lo /abierto/ se ofrece como lo quese puede cerrar, lo /abiertodesmesuradamente/ es aquello que no se puede cerrar. Quedaclaro que estas magnitudes se presentan al sujeto como posibles yno posibles; involucran la veridiccin, la intersubjetividad y la

    potencializacin, ya que es fcil catalizar su contenido, sea que pa-

    sen como tales o que sean consideradas as.Una vez planteadas estas premisas, la implicacin producir

    sintagmas motivados: cerrar lo abierto o abrir lo cerrado, dadoque lo abierto es susceptible de ser cerrado o vuelto a cerrar y locerrado es susceptible de ser abierto. Estos rasgos latentes hacenque la argumentacin sea superflua. No sucede lo mismo con laconcesin, ya que los sintagmas cannicos aferentes son respecti-

    vamente: abrir lo hermtico, es decir, abrir lo que no se puedeabrir y cerrar lo abierto desmesuradamente, es decir cerrar loque no se puede cerrar. La concesin, que las gramticas definencomo causalidad inoperante, muestra aqu sus mritos: la puestaen discurso de la concesin opone lo no realizable a la realizacinadvenida: aunque el dispositivo sea hermtico, lo abro!y aun-que el dispositivo est desmesuradamente abierto, lo cierro!

    Pasamos sbitamente del orden sombro de la regla al orden tonifi-

    cante del suceso. Por supuesto, los tres gneros discursivos queAristteles contempla son susceptibles de una performanciaconcesiva de modo que, a manera de ejemplo, el gran abogado delimaginario cotidiano es el de las causas desesperadas, el que sabey se atreve a darle la vuelta a los porqusde la acusacin paratransformarlos en aunquespara modificar la imagen que tiene el

    jurado del acusado y actuar en provecho de este ltimo. En pocaspalabras, los subcontrarios se inscriben en el discurso al convocarla implicacin, mientras que los sobrecontrarios lo hacen al movili-zar la concesin. Es posible tratar todas las estructuras elementa-les susceptibles de ser planteadas a partir de la concesin. Contra

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    la objecin apresurada que supone masiva y para algunos aburri-da la implicacin y escasa la concesin, respondemos que la con-

    cesin se convierte en exclamacin y entramos en el orden discon-tinuo del suceso.

    5. HACIA UNA SEMITICA DEL SUCESO

    No es preciso esforzarse mucho para poner en evidencia la latenciadiscursiva de la concesin. En el quinto captulo de losProlegme-nos, Hjelmslev indica que una teora, en el sentido que emplea-mos, es por s misma independiente de toda experiencia y aade

    que una teora introduce ciertas premisas acerca de las cuales elterico sabe, por experiencias anteriores, que cumplen las condi-ciones de aplicacin a ciertos datos empricos22. Hasta ahora he-mos abordado la arbitrariedad de la teora, pero si el suceso es unode los datos capitales de la experiencia lo que parece difcil derebatir seriamente, podemos considerar la adecuacin de la teora.

    Para la epistemologa de la semitica tensiva, la descripcin de

    una magnitud slo es posible a partir de su inmersin en el espaciotensivo; la cuestin se plantea por s misma: cules son las dinmi-cas intensivas el tempoy la tonicidad y las dinmicas extensivas

    la temporalidad y la espacialidad que el suceso hace vibrar (sise nos permite esta expresin)? En la medida en que hemos indicadoen 3.2., las valencias plausibles para cada subdimensin, no se tratade descubrirlas sino nicamente de reconocerlas en el discurso.

    Para el Micro-Robert, el suceso se define como aquello que

    ocurre y que es importante para el hombre. La primera indicacines ms legible que la segunda debido a que es del orden del sobre-venir, de lo sbito, es decir, del tempoms vivo que resiente elhombre. La segunda indicacin que es importante para el hom-

    bre se refiere a la tonicidad en la medida en que sta es la moda-lidad humana por excelencia, la que establece el estado mismo delsujeto de estado. El sujeto que se instala en el orden razonado,

    programado y compartido del lograr (fr.parvenir), es dueo desus esperas sucesivas y se ve arrojado lejos de las vas que le son

    22 L. Hjelmslev.Prolegmenos, op. cit., p. 28.

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    propias y proyectado en su devastacin, en aquello que Valry enlos Cuadernosdenomina lo brusco:

    Todo suceso brusco atae a todo.Lo brusco es una manera de propagar.La penetracin de lo inesperado [es] ms rpido que la de lo espera-do pero la respuesta de lo esperado [es] ms rpida que la de loinesperado [...]23

    Como ya sugerimos, el tempoy la tonicidad actan conjuntamentesobre el sujeto, y en este caso lo trastornan, lo cual significa que el

    incremento doble de tempoy de tonicidad que sobreviene de im-proviso se traduce en dficitpara el sujeto, un dficit de compostu-ra, y en una derrota modal instantnea; la tonicidad no se limita asocavar una parte del sujeto, sino que lo afecta en su totalidad.Para esta semiosis fulgurante, cuando el suceso merece su deno-minacin, acapara el actuar y no deja al sujeto ms que el sufrir.Desde el punto de vista morfolgico y con respecto al afecto, laescansin prevista del repunte y del redoblamiento, que permite al

    sujeto ver venir, prepararse y esperar el apogeo del redoblamiento,no sucede porque el repunte se ve virtualizado y el sujeto se sientepenetrado por lo inesperado, segn los trminos empleados porValry, lo cual significa que la merma no ha sido antecedida y, porello, moderada por la atenuacin. En ambos casos se pasa sinsolucin de continuidad, es decir, sin transicin ni modulacin de[s

    1] a [s

    4], de modo tal que es posible afirmar que representa la

    medida y derrota del sujeto. Si la semitica ha valorado bien a Propp,en cambio ha desconocido la leccin de Aristteles en laPotica, asaber: que el suceso en el plano del contenido y la teatralidad en elde la expresin tambin son, junto con el esquema narrativo can-nico, posibles vas del sentido.

    Del lado de la extensidad las cosas tampoco son sencillas. Latemporalidad se ve fulminada, destruida: el tiempo es (frmula ini-gualable) sacado de sus casillas. Segn Valry, el tiempo es acu-

    mulativo pero negativo y, de esta manera, da pie a un lugar comn:la urgencia de recuperar el tiempo perdido. La reparacin de la

    23 P. Valry. Cahiers,tome 1, op. cit.,p. 1288.

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    temporalidad tiene como requisitos el frenado y la atonizacin, esdecir, el retorno a la contencin que el suceso haba suspendido. El

    sujeto aspira a recuperar progresivamente el control y el dominiode la duracin, a sentir de nuevo la capacidad de plegar el tiempo asu voluntad, es decir, como sealamos en 3.2, a prolongar lo brevey a abreviar lo largo. La espacialidad tambin se ve maltrecha porel suceso. La escansin de lo abierto y de lo cerrado exige que todacirculacin sea virtualizada: lo abierto se ausenta del campo de pre-sencia y slo se mantiene lo cerrado. No es verdad que un sujetoestupefacto se quedapasmado? Se queda inmvil en un lugar que

    funcionara, al menos durante un momento, como un hoyo negroque hubiera devorado al entorno.

    6. PARA TERMINAR

    Sin pretender abusar de una inversin de los genitivos, el discursode la teora debe ser a imagen y semejanza de la teora del discur-so. Esto significa dos cosas: (i) desde el punto de vista de la

    extensidad, si bien la teora pretende ser, con todo derecho, puestoque es la exigencia de momento, hipottico deductiva, en cambiose revela como un montaje, como una receta que recicla y amalga-ma ingredientes tomados de aqu y de all e intenta al menossacar el mejor partido de ellos. Al respecto, la semitica primeroabrev de la lingstica, de la antropologa estructural y, despus, dela fenomenologa, a veces del psicoanlisis, de la teora de las ca-tstrofes, como J. Petitot, pero ignor a la retrica, en tanto arte

    del discurso y tesoro de figuras. Sin embargo, queda claro que laretrica tropolgica mantiene afinidades con las valencias y lasoperaciones aqu sealadas: qu hace una metfora sino mezclardos magnitudes, a veces a partir de sus morfologas ms notorias, aveces a partir de sus caractersticas tensivas? (ii) desde el punto devista de la intensidad, las cosas son ms claras: no existen primerolas cosas y despus las cualidades, sino ms bien sobrevenires ysurgimientos sbitos, acentos en busca de significantes suscepti-

    bles de acogerlos.En la segunda mitad del XIX, los poetas, con Mallarm a la cabe-

    za, soaron con recuperar para s los bienes de la Msica. Algu-

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    nos pintores tambin soaron, tras los pasos de Baudelaire, conmusicalizar la pintura24. Pero en la mayora de las veces, debido a

    que la problemtica no era especificada, se limitaron a hacer analo-gas imprecisas y sin verdadera consistencia. La cuestin pertinen-te parece ser la siguiente: es posible llevar, sin dao grave, lasesquizias fundadoras de una semitica a otra? Slo daremos unejemplo. Nadie negar que la msica posee dos caras distintas: lameloda y la armona, aun cuando el comn de los mortales slomemoriza y reproduce melodas, siempre y cuando no sean muyextensas. Acercar la meloda al justamente llamado hilo del dis-curso puede evocar lo que Saussure llama, en el CLG,el orden desucesin. Pero fuera de la eufona en el plano de la expresin, deciertas reglas elementales de la concordancia y respecto de ciertasnormas sociolectales por parte del artista, no vemos cmo tomar laarmona como dimensin reguladora del discurso musical. Elmusiclogo G. Brelet insisti en la complementariedad entre melo-da y armona: La comprensin meldica no se encuentra del todo

    en el acto sucesivo de enlace: adems del enlace sucesivo, suponeel enlace en un conjunto simultneo, ajeno a la sucesin, que resideen la armona y slo depende de ella.25 Para Hjelmslev, estacomplementariedad y esta asimetra son las mismas que ligan elsistema con el proceso, por lo que proponemos considerar a lascuatro subdimensiones descritas en 3.2 como el equivalente de laarmona en msica, bajo reserva de satisfacer las siguientes exi-gencias: cuidar el acordeen el sentido de Baudelaire entre las

    subdimensiones que pertenecen a una misma dimensin: entre eltempoy la tonicidad, entre la temporalidad y la espacialidad. Cui-dar tambin el acordeentre las subdimensiones pertenecientes adistintas dimensiones: entre el tempoy la espacialidad, entre latonicidad y la espacialidad. Sin embargo, conviene ir an ms lejos:cada uno de los sistemas corresponden a una subdimensin, pre-

    24 Como Van Gogh: Este maldito mistral me molesta al momento de hacerque las pinceladas se sostengan y se entrelacen con sentimiento, como una msicainterpretada con emocin, citado por N. Grimaldi.Le souffle et le lilas.Fougres:Encre marine, 1995, p. 108.

    25 G. Brelet.Le temps musical,tome 1. Paris: P.U.F., 1949, p. 180.

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    sentan una organizacin que descansa en la interseccin de unparadigma de puntos de vista: los foremas, con una escala que indi-

    que la fase aspectual en que se encuentran. Bajo esta doble base,las armnicas, las rimas motivadas pueden, como si fueran pasare-las, unir un sistema con otro al actuar sobre la identidad del foremao sobre la identidad de la fase aspectual. Indicamos brevementedos casos: (i) como primera posibilidad, el retraso en la dimensindel tempoy la exterioridad en la de la espacialidad concuerdan ensu posicin; (ii) como segunda posibilidad, la aceleracin en la di-mensin del tempoy la tonificacin en la dimensin de la tonicidad,

    como se puede ver en el arte barroco, concuerdan aspectualmente.Sin embargo, una potica de la disonancia, es decir, una potica delsuceso, tambin es legtima en la medida en que utiliza los mismosdatos. Las correspondencias y las disonancias no se establecenentre los trminos, sino entre los definientes tensivos que hemos

    postulado26.

    Traduccin: Roberto Flores

    26 Algunos aspectos de este ensayo han sido abordados en Cl. Zilberberg. Delaffect la valeur, en M. Castellana. Texte et valeur.Pars: LHarmattan, 2001,

    pp. 43-78, trad. Del afecto al valor, enFronteras de la semitica. Homenaje aDesiderio Blanco.Lima: Fondo de Cultura Econmica, 1999, pp. 109-142. Tam-bin en Forme, fonction, affect, en R. Galassi y M. De Michiel.Louis Hjelmslev,a centanni dalla nascita.Pdua: Circolo Glossematico, Imprimitur, 2001, pp. 79-

    PALABRAS CLAVE DEL ARTCULO Y DATOS DEL AUTOR

    semitica - afectividad - sintaxis - sentido - eventoClaude ZilberbergCNRS, co-responsable delSeminario Intersemitico de Pars30 Avenue de Conde94100 Saint Maur des Fosss, FranciaTel./fax: (33-1) 48 83 44 33e mail: [email protected]