musica de sombras

131
MÚSICA DE SOMBRAS MANOLO ROMERO (PREMIO TIFLOS, 2003)

Upload: psabiote

Post on 07-Jul-2016

218 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Poemas

TRANSCRIPT

Page 1: Musica de Sombras

 

 

 

 

 

 

 

                                                      MÚSICA DE SOMBRAS

MANOLO ROMERO

(PREMIO TIFLOS, 2003)

Page 2: Musica de Sombras

Dedicatoria: A mi Marga

Page 3: Musica de Sombras

HIMNO PRÓLOGO

Page 4: Musica de Sombras

ACRÓSTICO

En siete días hizo Dios la música.

Dormía en los silencios el silencio.

Respiraba el sonido muy despacio...

Mi... yo... soy... son... Y despertó el misterio.

Faltaban las gargantas y los labios.

Solitarios, erráticos, escépticos,

labraban los planetas el espacio.

Silbó el dolor. Le respondió un arpegio

doliente, sideral y solidario.

Silbó el amor y provocó un incendio,

la alegría manó en los campanarios.

Soledad, soledad, oye el silencio...

Faltabas tú, sonido hospitalario,

milagro navegando por el tedio,

revelación de líneas y de espacios.

Page 5: Musica de Sombras

La pienso desde la distancia,

desde el sitio de Venus, por ejemplo:

La Tierra, un hito en pena

girando sin conciencia, envuelto en ella;

un pedrusco que orina, que transpira,

mientras se multiplica y se divide

en barahúndas, en reflujos...,

queriéndose y odiándose... La Tierra,

ardor de estómago, festín y hambruna;

piedra de los idiomas, donde yo,

que respiro su aliento,

pichón del abandono, cachorro de las órbitas,

alevín de su nada, soy un dios;

un pobre dios, un pobre diablo,

al pairo por las sombras de su música.

Page 6: Musica de Sombras

Y mucho más allá de Venus,

La Tierra es su silencio, y sirve, y sirve...

sin existir.

Gracias a los sonidos de La Tierra,

a los cánticos de la madrugada,

a la deriva de la tarde,

al lubricán silbando en la retama,

a los susurros de la noche

que brotan del placer de las gargantas...

al rumor del silencio desplazándose,

al silencio metiéndose en las sábanas,

al silencio en el cuerpo,

al silencio empapándonos el alma.

Page 7: Musica de Sombras

ESTACIONES

Page 8: Musica de Sombras

JARDÍN DE ORIVE

 

Se asoman las glicinias por las tapias

del jardín más recóndito de Córdoba;

naranjos, dos laureles, un almez,

una Erythrina cresta-galli

estallando en corales rojos,

unos cuantos cipreses viejos,

y entre los decrépitos muros

patinados de costras con verdín,

el vacío inquietante... y un relámpago.

Nadie más. Sólo yo conmigo mismo,

y ella que se acercaba, solista en la tormenta,

una armónica de cristal

taconeando con su paso mínimo

por los adoquines mojados.

Fue el día en que pasó a mi vera

por este hueco arborescente

abril con tanta prisa.

Un día solamente abril duró.

Que lo digan las pasifloras,

el espliego, la santolina...

que aspiraron lo que ahora exhalan.

Page 9: Musica de Sombras

JARDÍN BOTÁNICO

Recita un hombre poemas,

atardece en la garganta

con son grave y melancólico

su voz velada;

resina, polen, murciélagos...

se mezclan en sus palabras.

Tras la voz, un pulso errático

se enraíza en la guitarra.

La serpiente de los versos

trae en su boca la manzana

y el ángel, sombra de música,

se disuelve en la pavana.

El paraíso encontrado

entre ortigas y entre garzas...

y dentro un hombre en declive

dentro de sí, solo en alma.

La provincia de su rostro

en la región de las lágrimas.

Cree que es un grano de arena

sonámbulo por las ascuas.

Page 10: Musica de Sombras

Los élitros del verano

irritan a las distancias,

la música es física sola-

mente, nada...

y él es el grano de arena

sepultado en la hojarasca

hecho silencio, ceniza

de palabras.

Page 11: Musica de Sombras

OCTUBRE EN LA ALBOLAFIA

Para Luz Pichel

Llego al amanecer del soto,

la luz hilándose en el alba

despierta los colores, suena

la música emplumada:

los ruiseñores y jilgueros

que se albergan entre las ramas

se preguntan y se responden.

Llega el otoño al alma.

La luz se enhebra por el puente,

dora las torres, las murallas,

da calor a lo más sombrío,

provoca a las campanas...

Córdoba se asoma al espejo

embadurnado de sus aguas

y por el soneto de Góngora

sobrevuelan las garzas.

Page 12: Musica de Sombras

ESTORNINOS EN DICIEMBRE

Silba el invierno,

por el barbecho helado sobrevuela el alba;

la niebla emboza el olivar...

en el dormidero se perchan

los estorninos, brillan las plumas,

centellean los ojos y los parpados

se entornan para escuchar

el diapasón del viento.

Brota la música de las siringes

afilando sus picos bandoleros;

ya arrancan la aceituna negra

al calendario del olivo.

Alzan el vuelo.

Silba diciembre.

Silban las varas de los jornaleros,

se doblan, se arrodillan...la gimnasia

buenísima para la piel,

combate la diabetes, el reuma...

y estimula los apetitos.

Ya nadie canta como antaño

Page 13: Musica de Sombras

seguidillas, verdiales, alegrías...

¿por qué todo es tan serio?

por qué sólo gimnasia en el vareo.

Silban las varas y los estorninos

revuelan su sonata por diciembre.

Page 14: Musica de Sombras

DEL AMOR

Page 15: Musica de Sombras

CARTA

El aire se levanta, amor,

cuando respiras sobre el folio en blanco

y las letras se inclinan al levante;

se vuelan los acentos,

se encama lo que escribes.

Entre los juncos de las letras

hacen sus nidos las palabras,

las vocales son huevos de los signos erguidos.

Somormujos, garcillas, ánades

se aparean por entre los renglones,

empollan el amor y lo eclosionan;

y la sonata, el regocijo,

en la sirinje de los ruiseñores,

música flamígera, alienta

la armonía de tu respiración;

un ibis se embelesa con el trazo

de tu pulso en la laguna,

de tu pulso plegándola...

luego pasas la lengua por el sobre,

lo ensalivas, lo cierras,

Page 16: Musica de Sombras

y me mandas con un pelícano

el humedal de tu caligrafía

al erial de mis ojos.

Page 17: Musica de Sombras

EL GATO MONTÉS

Para Olga Marqués

Adolescentemente se pasea

por la azotea del colegio,

encima de las monjas y sus ritos,

de lo sagrado y su liturgia,

ve cómo le florece la belleza

y la desean, ella bien lo sabe.

Es tiempo de jazmines, de relámpagos

y reverberaciones en la sangre.

La brisa que corteja a la terraza

sopla de lejos, de la feria,

trae olores de pólvora y de churros,

aire de pasodoble.

Debajo, las plegarias, no son nada,

rumores del absurdo;

entre las rejas y cerrojos,

la flor del jazminero.

La música enardece,

viene envuelta en olores que provocan.

Suena El gato montés algo cansino,

Page 18: Musica de Sombras

van sus compases arrastrándose

con una herida hasta el recuerdo.

Ella pensaba en alto:

(Mi padre es un chiquillo,

tan adicto a la feria y sus entrañas

de fieras enjauladas y trenes nigrománticos…)

Siempre El gato montés fue de su padre,

sonó en lo altavoces de una tómbola

y lo cazó silbándole, bailándole…

Fue para siempre su mascota,

le sacaba a paseo por sus silbos

y con sus pasos retozaba.

Ya va El gato montés por los tejados,

ya sube de los pies a las caderas,

ya los brazos abrazan a la luna…

Debajo del tejado son las súplicas,

pero en su corazón el pasodoble,

pero El gato montés en sus caderas,

Page 19: Musica de Sombras

por los pies y en el brillo de sus ojos...

Dios, entonces, existía.

Yo desde mi ventana también huelo la pólvora,

escucho el mismo pasodoble.

Mi casa es poesía,

El gato montés me zancadillea

y ando azorado por su laberinto;

adolescentemente yo la quiero,

me sueño entre sus manos y sus pies.

Dios, entonces, existía.

Yo no le suplicaba lo que todos,

yo sólo le pedía: déjame que le pinte

las uñas de sus pies y de sus manos,

los ventanales de sus ojos,

la boca, sus riberas,

por si acaso algún día, por si acaso,

bésame, calla…me dijese…

y dejarle albahaca en las encías.

Page 20: Musica de Sombras

Tengo la misma música,

los mismos halos de humo en mi ventana,

mi amor químicamente gato,

torpe montés que pisa hasta los sueños,

me araña, me desgarra la razón.

En una feria,

saltando calendarios,

se fue por esas sombras del olvido.

Como la flor del cardo,

nacarada y punzante, resiste el vendaval

soltando sus vilanos,

lo que es casi imposible me sucede.

Ahora ya no existe Dios.

Vivo en una leprosería

cerca de Denia, tengo el mal de Hansen

que lleva carcomiéndome desde hace muchos años…

no es mortal, me repiten, no es mortal.

Page 21: Musica de Sombras

Ya estoy acostumbrado a esas mentiras

y a mi cuerpo espantoso huyendo los espejos.

La vida aquí sucede en el cansancio,

con la esperanza de un prodigio.

Una tarde azulada de glicinias

entró en mi habitación una doctora nueva;

en la mano llevaba mi historial.

Dijo mi nombre con la voz quebrada.

–¿No me recuerdas? Haz memoria.

Era la voz aquella, el mismo acento…

Adolescentemente me decía,

cómo ha sido, por Dios, dónde estuviste,

Gato montés, por dónde te metiste…

Anochecía en el jardín,

los últimos vencejos y los nardos

plegaban sus corolas y sus alas.

Ella era igual, idéntica su luz.

Hablamos tanto en esa tarde, que todo lo supimos

y después de un silencio melancólico

nos acercamos a una fiesta

Page 22: Musica de Sombras

en el patio de la leprosería,

bailaban y nosotros los mirábamos

y luego nos miramos y salimos

a la pista de baile, al vallenato,

a la alegría contagiosa…

después, en un bolero, me agarró

por la cintura y frente a frente

nos contemplamos a lo lejos…

–Qué es esto de la sien, me tiene preocupado…

–Lo tiene mucha gente, nada, olvídalo,

–Es una queratosis seborreica,

la tuvo Góngora, Velázquez

se la pintó en aquel retrato

que está en El Prado… y me habló de lesiones

dermatológicas en personajes

que fueron retratados por pintores;

un xantelasma tiene La Gioconda

en el párpado izquierdo…

Pero de pronto,

sonó El gato montés y nos callamos,

ella se puso pálida y confusa:

-Hoy es la fecha en que murió mi padre,

Page 23: Musica de Sombras

hace veintidós años… Era suyo,

ese Gato montés fue de mi padre…

Y recordó la estancia en el colegio,

El Gato que llegaba a la terraza

y se metía en sus caderas…

Con mi mano de garra le apreté la cintura,

los dedos no sentían nada,

pero mi corazón estuvo a punto

de saltar y salírseme del alma.

Page 24: Musica de Sombras

AGUA BENDITA

Me lo mandas en una foto

que abro en la madrugada,

estaba escrito en un cartel

de un parque natural de Costa Rica:

Prohibidas las escenas amorosas,

no extraer plantas,

y no botar basura...

En ese instante iba a escribir

un poema al agua bendita,

recordándote.

Era el agua bendita, era una gota...

mi dedo corazón se la ofrecía

a tu otro dedo corazón,

del armónium salía la música de Bach,

olía a incienso y cera.

Yo te decía: –Aqua benedicta...

tú: –Sic nobis salus et vita.

No lo recuerdas. Éramos muy jóvenes,

todo vetado... y por supuesto estaban

Page 25: Musica de Sombras

prohibidas las escenas amorosas.

Eso fue todo,

dos yemas para unirse en una gota

de música de Bach con el susurro

de una fórmula mágica en latín,

una gota en el ascua de dos yemas

benditas de tormenta, amor que no se toca,

que nunca se tocó.

Pero dentro de mi alma la tormenta.

Arranco ahora una planta de alhucema

y la aspiro para evocar

ese instante de incienso adolescente.

Recorro las orfebrerías

y las fábricas de cerámica

por si encuentro una benditera

que tenga algo que ver con esa tarde

balsámica tan joven

y regalártela con música

no ya de Bach, sino de Caetano,

Caetano Veloso

que me acompaña en este día gris,

Page 26: Musica de Sombras

y me limpia los ojos

con el colirio de su melodía,

ahora es la lágrima, como la gota

aquella de agua santa

la que me transporta con la música

a la escena de amor con la que transgredir

el cartel del paraíso.

La situación ya está en mi fantasía:

Yo estoy agonizante, tú me nombras

en el momento que me nublo,

y me das tu latido, tu mirada...

¿Cómo morirme ahora...?

(Me voy a ver llover, espera un poco.)

Cambio la música

Getz/Gilberto: Las chicas de Ipanema...

Vamos a bailar en el e-mail

emmanuelrosmarinus@ hotmail.com...

[email protected],

así, sin pasar Despeñaperros,

en una cienmilésima de espacio

la comba celestina del ratón

nos resucita.

Page 27: Musica de Sombras

Nunca se evaporó la gota aquella,

la gota catarata

de agua bendita

que entra en mi e-mail en el amanecer

viene con una selva en brumas,

con monos que me imitan entre orquídeas

y tortugas ubérrimas...

Al fondo hay un volcán como tu corazón,

detrás del paraíso están tus ojos.

Getz/Gilberto, Las chicas de Ipanema...

Y venga ya… a quitarnos las arrugas,

fuera los lustros que nos sobran,

y que tarden los que nos faltan...

¿Y la basura?

¿dónde botamos la basura?

¿qué música ponerle

al miedo aquel de los infiernos,

a los sermones de pureza,

a las consignas de la patria?

Page 28: Musica de Sombras

Arranco del jardín, una vincapervinca

para prohibirte que me olvides.

Mándame al alba, si no escenas,

mentiras amorosas.

Page 29: Musica de Sombras

DREAM A LITTLE DREAM OF ME

A Olga Marqués

Louis Armstrong y Ella Fitgerald cantaban

Sueña un poco, sueña conmigo...

cuando miraba tu fotografía.

Al fondo, Tower Bridge, hierro entramado,

cadena catedral que cruza el Támesis.

El puente al fondo, y en la orilla izquierda

abrazándose a la baranda,

vestida de magenta, sola tú,

con tu ensimismamiento.

Sueña un poco, sueña conmigo

A contracorriente del Támesis,

va el Jerte florecido de cerezos

por la memoria adolescente.

La cavernosa voz del Támesis,

la voz tiple del Jerte.

Nació en abril,

yo sé que fue en abril, no se me olvida.

Me dijo: Abril. Fue en un noviembre cálido

de castañas asadas y árboles desvistiéndose,

Page 30: Musica de Sombras

en una iglesia enorme y fría;

abril de los cerezos, quinceañera.

Esta es otra fotografía,

me levanto para poner de nuevo

Sueña un poco, sueña conmigo...

en blanco y negro, su perfil perfecto

recogiendo un diploma... nunca vi

belleza tanta.

¿Cómo tachó ese día la memoria?

¿lo entendéis, ruiseñores?

Pero toda la vida la seguí,

siempre de lejos se me aparecía

en otros rostros que se asemejaban,

en Barcelona, en Brujas, en París,

entre el tumulto de una feria,

en la platea de un teatro;

pero fue en un pasillo de hospital

cuando la rescaté físicamente,

(pasó de pronto el Jerte, porque olía

a poleo y a juncos el instante.)

Page 31: Musica de Sombras

Y de nuevo la pérdida, el silencio.

Y de nuevo el rescate.

Bendita sea porque existe aún

y me manda mensajes, puentes, selvas,

discos de bossa nova y jazz.

Bendita musa del teléfono

que me llama para decirme:

estoy en una exposición y

reconozco el estilo de los cuadros...

no hay primavera como la del Jerte...

no puedo hablarte, está la policía,

voy conduciendo, pero escucha

la música que llevo puesta

Dream a little dream of me...

Esa mujer morena ensimismada

vestida de magenta

que está delante de Tower Bridge,

la del perfil perfecto que recoge el diploma,

en blanco y negro, estuvo

hace mucho, cerca de mi pupitre,

pero siempre en mi corazón.

Y no quiero sobrevivirla,

no puedo ya con tanta muerte.

Page 32: Musica de Sombras

CRÓNICAS

Page 33: Musica de Sombras

DANUBIO AZUL  

Para Pepe Viyuela

10 de Noviembre, 2001. La noche desenvainó sus cuchillos y en tropel se lanzó desde el Montseny decidida a rasgar el circo, su vientre de niño dormido, preñado de acrobacias, malabares, enanos y payasos...

La carpa se elevaba desde el suelo, hinchada por el aire en remolinos, como un titán que la hace suya, violentando su espacio y sus entrañas. “BESTIARIO DEL CIRCO”, Pepe Viyuela.

En la carpa del vientre de mi madre,

flotando en el silencio amniótico,

mi embrión, payaso y trapecista

en el circo de la casualidad,

recibía la brisa de los valses

y de los pasodobles que tocaba

el viento en las lengüetas de los árboles.

Salí cuando la música de octubre

dejaba en los jardines y las calles

la desidia amarilla del otoño,

el escorpión de guardia en el horóscopo y

la errática charanga de los húngaros.

Page 34: Musica de Sombras

Venían con la cabra y la escalera;

con el oso mayúsculo y la mona...

La cabra que subía, que sumaba...,

dándoles sombra, luz y soluciones.

Los peldaños crujían de miseria,

pero la cabra todo lo rumiaba,

sublimando con su misericordia

a la calamidad en leche tibia.

La mona catequista con el libro...

Taladra los conceptos con la lupa

de sus ojos que olvidan al mirar;

no se acuerda de nada; pasa y pasa

las hojas, muda... ¡Habla!, le dicen,

si quieres, puedes... ¡rompe a hablar!,

estás a una palabra de nosotros;

evoluciona, ¡Dios!, evoluciona...

Y les mira lo mismo que si fueran cáscaras:

(dejadme de negocios...)

El oso observa... arenga mascullando

como si de panales se tratara.

Luego se exhibe, estira su estatura,

gruñe, escupe, farfulla, zarandea...

Page 35: Musica de Sombras

Ese era el panorama, esa su industria...,

y el humo, el humo de la inopia, el tizne...

Cuando el hastío les sumía,

se pronunciaba la trompeta:

En la intemperie está la libertad;

pero se necesitan facultades

para decir, esto tampoco, porque

antes dijimos no, no, no...

después de que dijéramos sí a todo.

Ya somos libres, escalera;

te compraré una carpa,

cuando cesen los vendavales.

Gritaba la trompeta: ¡el tiempo es nuestro!...;

¡al campo!, ¡al campo! ¡al pasatiempo!...

El reúma se disolvía,

daba permiso a los contorsionistas

para que se descoyuntasen.

Page 36: Musica de Sombras

(Y la cabra escuchando las mentiras

manaba, sin pasarles la factura).

La fantasía aquella con su fauna

se fueron con la química a otra parte.

Ahora ya soy un niño de rodillas

delante de las letras y los números,

perdido por las tramas de los métodos

que dan en las incógnitas.

Al niño-yo, lo lleva de la mano

su padre, mayestático, orgulloso.

Vamos a entrar al circo juntos.

(Padre, ¿tú crees que es conveniente

esta secuencia, este momento

que puede ser inolvidable?).

Y entramos al lugar en el que fuimos

la atracción más ridícula y más tierna.

(Señoras y señores, en las gradas,

un padre valentón y un niño histérico

Page 37: Musica de Sombras

que sólo quiere un tigre y un payaso.

El tigre para que se coma

al payaso que manda y que le pega

las bofetadas,

al de las bofetadas).

En la pista, desfilan los colores,

espejean los brillos y fanfarrias;

muta el caleidoscopio en sus destellos,

y la música sube y se despeña...

Aparece en la pista su silencio,

y del silencio emerge el vals;

y del Danubio azul, Búfalo Bill...

Tiene la cabellera larga el héroe,

la perilla canosa y afilada;

lleva un traje comanche y dos revólveres

que giran en sus manos.

Comienza a disparar y yo a gritar de histeria

con los dedos tapándome los tímpanos...

Aquí se para el mundo, aquí se para el tiempo.

Page 38: Musica de Sombras

El circo soy yo sólo en mi chillido...

Búfalo Bill me coge entre sus brazos:

No llores, no te asustes...;

tengo que disparar, es mi trabajo.

(Olía a pólvora, como mi padre).

Sus ojos parecían dos dïanas

donde los míos dirigían

sus lágrimas de pánico;

después su voz de búfalo

se grabó en mi memoria: No te asustes...,

respira, calla... Ya pasó.

Los brazos de mi padre temblaban de vergüenza

y su voz se atipló para decirme:

Los hombres nunca lloran,

aunque se vean con las tripas

entre las manos.

Sus ojos me miraron con humo de revólver;

los míos se secaron para siempre.

Page 39: Musica de Sombras

Y no volví a llorar desde esa histeria

a pesar de los trances de la vida;

qué machotes mis ojos, qué desiertos;

pitas y espartos crían mis congojas.

Conocí a mi mujer maravillosa

y nacieron mis hijas... y no quise

la lluvia que me daba el paraíso.

Planté viñas, sembré arboledas,

crié la música emplumada,

los vinos camaradas me alumbraron,

me estremeció mi idioma...

y nunca el llanto descargó sus lágrimas.

Me dijeron: Tu padre, ha muerto...;

y estuve con los párpados temblando,

pero Búfalo Bill volvió a decirme:

Tengo que disparar, es mi trabajo...

Respira, aguanta, calla...

Y callé con las tripas en la mano...

Pasó su féretro y le dije:

Mira, papá, cómo no lloro...

Page 40: Musica de Sombras

Luego se fue mi madre en su bondad,

vencida por las decepciones,

derrotada por el dolor...

y yo callado y seco, mirando al infinito;

también pasó su féretro y el búfalo

me advirtió con su vaho y me contuve...

Y le aplaudí a la muerte salvadora.

Esto que viene ahora no es un sueño,

tampoco una parábola, es el vals

Danubio azul que se desborda,

con los titiriteros por las calles,

empapados, sin sitio, sin papeles...

De nuevo la limosna y el desdén...

Y yo creí que todo estaba en orden;

yo que pensé que había madurado

y en esta situación de la riada

estoy desprevenido y sin reflejos...

Page 41: Musica de Sombras

Entra Pepe Viyuela, tropezándose,

payaso sin fronteras, en volandas...

llega, pidiendo ayuda, pálido...,

(diluvia y gira el vals Danubio azul

huracanado).

Quiere decir: ¡auxilio! ¡auxilio!

¡que se nos vuela el circo!...

y todo se le cae, la escalera,

las tablas, los cartones, la peluca...

Y el chasco: el oso ansioso, la mona deprimida,

y la cabra comiéndose las nóminas.

El tornado es un búfalo que ríe

con ráfagas satánicas...

(vuelan las papeletas de la rifa...)

Viyuela, asido al mástil, vocifera:

¡aguantad!, ¡aguantad!...

¡agarrad bien los vientos!..., y la lona

llena de costurones y remiendos

dispara su metralla: saxofones,

puñales, lentejuelas, trampolines...

Page 42: Musica de Sombras

contra la tramontana

que los convierte en juegos malabares,

entre las serpentinas y guirnaldas.

Bufa la física patética,

desahucia a lo fantástico de su mísero templo.

Diospadre, encaramado en tu soberbia,

que le ríes las gracias al desastre...

libera a los que vagan sin tiempo y sin medida;

no les persigan tus casualidades;

devuélveles la carpa,

la escalera que lleva hasta la cabra

de rumia todopoderosa,

la charanga para que fluya

de su fontanería

la mansedumbre del Danubio azul.

Y a mí, dame las lágrimas.

Page 43: Musica de Sombras

NÁUFRAGOS

Con todo lo que te costó morir,

no quiero molestar

resucitándote.

Sigue en tu nicho, tras tu lápida,

descansa, hazte ceniza,

ventura del olvido;

que el sol de Córdoba disuelva pronto

el gesto de pavor con que te fuiste,

resignada a la fe y a los portazos.

Entro hasta la cocina de la infancia

donde la hogaza y la imaginación

me armaban la estatura.

Mi madre reza un credo a un huevo duro;

tan de luto, mi abuela, en el ahorro,

nos da sus ojos negros, su costura,

su mandil para enjugar el miedo...

y todo nos los diera.

La tormenta llegaba por la tarde,

la interjección del rayo, su uña azul,

Page 44: Musica de Sombras

llegaba preguntando por nosotros.

Mi padre, con su vino en la ventana,

disfruta con los truenos y el ozono.

El pan, el pánico y las velas,

la mecedora con su balanceo,

la melopea del rosario...

Pero la madre estaba allí,

sus brazos siempre abiertos;

estaba la madraza, la trinchera,

con su regazo, su alacena,

sus cacerolas en la lumbre,

su pan tierno y la mesa siempre puesta...

La madre estaba siempre, nos velaban

las lámparas maravillosas de sus ojos

y su voz tímida, desafinando

su escaso repertorio.

Mi madre iba

amamantando náufragos

a la deriva.

Page 45: Musica de Sombras

La mecedora se mueve, ¿quién nace?

¿quién llamará a la vida numerosa,

en estos tiempos?

Y llegó la que majara el gazpacho,

más tarde la lectora de termómetros,

la asustadiza,

la que habla con los ojos y las manos...,

la bondad, los cachondos, y el perdido,

el desmadrado, que te llama ahora...

Benditos, bienvenidos al desastre.

Ya está la balsa a flote, ¡todos al naufragio!

Ahora comienza el gospel o el flamenco,

los dos tratan de las desgracias

de las pateras

y los dos dan las gracias a la vida.

¡Bendita sea! y ¡ Maldita sea!...

¿Cuál cantará mejor?,

porque hay que atravesar todo el océano,

y vamos con lo puesto.

Page 46: Musica de Sombras

Mi madre iba

amamantando náufragos

a la deriva.

-- Ten paciencia... si acabas de salir;

orina allí; no bebas tanto;

no te lo comas todo,

deja algo para tus hermanos;

ponte a la sombra; no te endeudes...;

no te preocupes; vuelve pronto...

Y así durante toda la larga travesía.

Cuando apretaba el hambre sacaba los dos pechos

y la leche venía desde el Génesis,

sustanciosa de salmos

y saturada de esperanza:

-- Mamad, no os dé vergüenza,

que no nos vamos a dejar morir...

Recordándote, pido a la fortuna,

que sea benigna con tus náufragos;

que de tu descendencia numerosa

jamás nazca un verdugo.

Page 47: Musica de Sombras

SERENDIPIA

Para Alfonso Nevado

Es inmensa la sala, en su ámbito

cristaliza el carámbano.

Desde este ventanal

veo a la desdicha recostada

por las esquinas y por los semáforos

--aduana de la misericordia--:

para las lágrimas, pañuelos,

para decir adiós, pañuelos,

para vendarse la mirada,

para velar el mirador...

A lo lejos pende un fraile

ahorcado en una rama de algarrobo...

A lo mejor es una sombra

y ni siquiera existe el árbol...

Desde esta sórdida ventana

vemos entrar la multitud,

la herida misma.

Page 48: Musica de Sombras

Alguien perdido sube al podio,

bate una pócima de gregoriano

y blues antirretrovirales;

con la batuta promiscua se agita

y hace estallar la fórmula del vals.

Llueve un arpegio y salen cardenales,

envenenados célebres,

políticos lunáticos,

barraganas ilustres...

Gira, Alfonsina Storni entre las algas,

Janis Joplin envuelta en blues...,

compasivas, sonámbulas, alígeras...

Y Lorca danza por la Masquerade

consolando a los humillados por el sida

y otras añagazas del amor.

Acuden de muchas partes

los infestados por el virus

del vals de Kachaturian.

Son camisones, son pijamas

que entran girando en el salón del páramo;

arriendan el espacio y la mentira,

Page 49: Musica de Sombras

las arcadas, el vómito...

Se marean con el son convulso

que mata y resucita,

que maltrata, adelgaza..., y se consumen.

El arco abre las venas del violín;

llama el timbal y rompe el tórax,

se caen los bailarines...

Pero otros entran frescos y frenéticos,

acuden de las tapias y de las escombreras

cogidos de la mano, dos en uno,

invaden la maternidad del vals,

la endemia de sus giros.

Besándose van empalideciendo,

sin zapateros que remienden

sus pasos,

sin pinar que oxigene sus parénquimas.

Aquí no hay orden, ni jardinería,

ni el ámbito atraviesa la esperanza

con sus dichosos crucifijos.

Hay banquetas para los que se quiebran

Page 50: Musica de Sombras

y camastros para los que se acaban.

Esta danza no es la del sable,

no es el blues desmayado

de Missisipi,

no batallan los desapercibidos;

es el baile del antihéroe

este vals equilátero

de las agujas, de las sondas,

y de los féretros.

Es un corral de soledades;

sólo hay carbón y hierro

para vencer a los silencios.

El carbón es fagot agazapado,

el hierro lleva en sí

trompetas, saxos, bombardinos...,

y las balas de gas son los pulmones.

Inciden otros instrumentos

disfrazados de fuego, arena, esquirlas...,

se van incorporando a sus sonidos.

El electrodo es la batuta

y nadie el director.

La orquesta toca sola.

Page 51: Musica de Sombras

Y sigue el vals, la vals autógena,

trae ráfagas de taquicardia

y silencios asmáticos,

parece cortesana de tan pálida,

pero no lleva joyas, chales,

ni gasas enfermizas... y comienza a encresparse,

se hace lumpen.

Hay que bailarlo con un mono azul

sufrido, y halitosis,

para que así nadie se bese...

Este vals es para bailarlo

en los desolladeros,

en los desguaces...

Desde aquel ventanal todo es muy turbio.

Entra, nevado, un caballero

alto, moreno, contenido,

y limpia los cristales.

Se acerca a nuestro desayuno

donde se sorbe un consomé

Page 52: Musica de Sombras

de lenguas muertas con diminutivos

y exabruptos con exageraciones.

Se acerca más nevado el extranjero

y en su idioma de vino nos susurra:

--Soy la casualidad, la serendipia.

Y su voz de fogata nos aclara:

--Vengo de Serendip,

donde siembran erratas los poetas

y cosechan poemas luminosos;

yo vi caer desde un manzano

la teoría de la gravedad

y también florecer

la esperanza de la penicilina,

y detenerse el tiempo en el daguerrotipo...

Le acompañamos hasta el ático.

Se abrieron las mamparas

y la respiración de los enfermos

era un cuarteto de Beethoven.

Un violonchelo con los ojos verdes

les asombraba con su música

tomándoles el pulso. Nadie quiso

Page 53: Musica de Sombras

que la muerte se fuera de su lado;

la muerte, esa que mira clara y fija,

compañera del más acá,

que dejaba su orgasmo

cuatro veces al día en esas venas

tan llenas de agujeros...

Había tanta luz en su mirada

que nadie quiso vacunarse.

Page 54: Musica de Sombras

ARRITMIA

Al reo, atado a la vergüenza,

le sostiene el orgullo de su pulso.

Treinta y nueve latidos por minuto.

Es un joven corrido y deseado,

lleno de cicatrices y belleza;

un atleta de fuga,

un atleta de fondo,

para gozar y acaparar el mundo,

y con un corazón

para anegar el paraíso.

El reo es negro,

lo mismo que su fama,

igual que el hechicero, su verdugo,

negro como sus jueces y sus víctimas,

y la tribu incisiva que le observa...,

como su pena, es negro.

Page 55: Musica de Sombras

El reo brilla acharolado,

arde en su juventud.

El chamán, arrugado, mate y viejo,

--no fue joven jamás--

se acerca hasta el cadalso

para pinzarle el pulso.

(Enfrente de ellos

veintitantos tambores;

también son veintitantos

los años del que pena).

Los latidos no aumentan.

El preso está consigo mismo;

cierra los ojos para ver por dentro:

recorre los caminos de la infancia,

ve cómo le crecían, paso a paso,

los fémures, los bíceps, los mandíbulas...

y cómo sus deseos aumentaban.

Las cabañas procaces, las sombras

lúbricas de la selva, y todo el tiempo

para su corazón astuto y tránsfuga...

Page 56: Musica de Sombras

(La saliva rezuma por la lengua y

refresca su conciencia).

Abre los ojos. Allí están.

La primera de todas, maquillaje

de duelo, trenzas y abalorios,

envuelta en tela azafranada,

con los ojazos secos.

Tras ella, la que más sufrió,

sin pestañeo, lanza su pupila

venenosa:-- Recuerda y sufre.

Tras ella, la que más gozó,

con sus ojos viaja por el torso,

por los labios de pulpa, por su sexo...,

y le envía un recado afrodisíaco.

Tras ella, otra, tras ella...

Dicta a los músicos el hechicero

la frecuencia de las palpitaciones

y ordena al corazón la taquicardia...

Pero el pulso del preso sigue firme:

treinta y nueve latidos por minuto.

A lo lejos, la bulla de la selva,

Page 57: Musica de Sombras

la gresca de macacos y mandriles,

la algarabía de los papagayos...

Aquí el bochorno y el silencio.

El chamán vocifera, aspaventea,

llama a la adrenalina...

Y el prisionero impertérrito:

(los tambores a treinta y nueve golpes

por minuto).

El chamán se impacienta, ordena,

pero el pulso no cede,

el corazón resiste a los tambores...

El condenado mira lejos,

por donde viene una figura azul

que se cimbrea.

La figura se acerca envuelta en índigo,

desvela su semblante

y sus ojos relumbran,

miran con el idioma del azogue,

llagan con la verdad de los espejos:

- Yo luego iré contigo...

Page 58: Musica de Sombras

El reo se estremece. Los tambores

siguen al corazón y se aceleran...

El hechicero ordena más premura

a los músicos trepidantes...

y el corazón les sigue bravo.

De nuevo habla el azogue:

-Yo luego iré contigo...

La arritmia iguala el pulso

de los tambores desbocados:

doscientos treinta y tres latidos...

doscientos treinta y nueve...

Y los ojos, los ojos, se decían...

Hasta que el corazón no pudo más.

Page 59: Musica de Sombras

PAVANA DE FAURÉ  

... Adieu donc

et bonjours aux tyrans de nos coeurs. Robert de Montesquiou

De los grifos manaba la pavana

y el baño se llenaba de Fauré.

Qué poco fui durante tanto tiempo...

Los espejos se empañan; una vela

contonea su llama vergonzosa;

se apaga, se hace múltiplo,

por los cristales y los níqueles;

centellea la copa de champán.

Entra el cuerpo en la espuma perfumada

con sales musicales;

entra el cuerpo en su testamento,

el cuerpo solo; el alma anda perdida;

el alma le dejó.

Page 60: Musica de Sombras

Está el cuerpo en la música lacustre,

en el fragante líquido sonoro.

Los reflejos se extinguen en el vaho,

y el pizzicato de los violines

enturbia las pupilas.

Los párpados se entornan. Por los poros,

penetran sigilosas las ninfas de Fauré...

Saca la mano de la despedida;

con la otra empuña el estilete.

Ya se acordaron las temperaturas.

Por las venas azules, dilatadas,

navega la pavana de Fauré...

Reluce la cuchilla; como un arco

pasa su filo y corta la muñeca.

Sangra el violín como le dicta el pulso;

la bañera enrojece de pavana;

el cuerpo empalidece de placer.

Los labios se despiden del champán,

los ojos, de las lágrimas,

la memoria, del tiempo, de sus ídolos,

Page 61: Musica de Sombras

y la conciencia de la culpa.

Las náyades se van de la pavana:

Adieu Myrtil, Egle, Chloé...

Demons moqueurs...

Adieu donc

et bonjours aux tyrans de nos coeurs

El alma quiso entrar de nuevo entonces.

Y el cuerpo no le abrió.

Page 62: Musica de Sombras

EL OCTAVO CALIFA  

Para Francisco Toscano

28 de Agosto de 2047.

Plaza de Córdoba. Hoy cumple cien años

la muerte en Manolete.

Y Carlos Gálvez es ahora

una interrogación en un paréntesis

sangrando, desangrándose.

Llega muy pálido a la enfermería.

Hace un instante, entrando al volapié,

le destrozó la femoral el toro

que pastaba la sal de su muleta.

–La cornada es muy seria,

ten esperanza, vamos a salvarte.

Entra en mis venas sangre de otros cuerpos

y con ella el Vals triste de Sibelius.

Cuando llegué al hotel anoche

lo oí por vez primera,

Page 63: Musica de Sombras

pasó a mi habitación desde la radio

este vals cárdeno, veleto,

de astifinos violines,

como entra ahora en mi trasmundo

trasfundiendo su pizzicato,

su trémolo de flauta, sus glóbulos de oboe,

los fiordos glaciares de las tubas...

con la mirada de sus ojos grises.

Y me decían las autoridades:

mañana tú serás el Octavo Califa,

mañana estrenarás la gloria.

El vals giraba entre los sueños

y se acercaba para abanicarme

como me anega ahora en el oxígeno.

Infunde laxitud y soledad.

–Mañana estrenarás la gloria, repetían.

Me mira la doctora de ojos grises,

la de los párpados de vals,

y cierran sus pestañas mis postigos...

Hace un momento, sólo unos minutos,

danzaba con el toro en el albero

Page 64: Musica de Sombras

por naturales, por manoletinas...

y Suspiros de España era la música

que desenlagrimaba los tendidos.

Cuando estaba marcando el volapié

me vino a la memoria en el silencio

la niebla del vals triste.

El toro me miraba, me inquiría,

¿tu mano es Dios? ¿Vas a acabar conmigo?...

Frío como tu estoque es Dios.

El vals le consolaba:

Arroyo, ruiseñor, jara, relámpago...

Mis ojos contestaban:

Es la vida, es mi vida...

El vals me consolaba:

La muerte es un placer, la muerte es bella...

y el vals con él:

brisa, oropéndola, cebada, lumbre...

y luego vuelta a mí:

En la muerte hallarás los ojos grises...

Silencio pleno... el espadazo...

después un alarido y mis ingles destrozadas.

Page 65: Musica de Sombras

(Son tantas las costuras en mi cuerpo,

cicatrices de triunfos y fracasos...

triunfo... fracaso... ¿tienen cicatrices?)

Ahora se proyectan en mi mente

los recuerdos más hondos de mi vida:

El parvulario de los tentaderos,

la primera becerra, yo el acólito

en la liturgia de sus embestidas...

La tarde de Septiembre en Valdepeñas

con Albérchigo, utrero de Domecq

mi día de debut con picadores,

saliendo de la plaza –olía a nardos–

en volandas por los que me admiraban.

Toricantano en Córdoba, por mayo.

Vestía un terno de felicidad

y pánico, bordado por las monjas

de un monasterio de clausura;

benditas manos bordadoras

que imprimieron su espíritu en los hilos

y me dieron valor, inspiración...

Ese día también

la de los ojos grises me miraba.

Page 66: Musica de Sombras

Dos orejas simbólicas me dieron

del noble toro que indultaron.

Salí por el portón de Los Califas

y hasta la puerta de mi casa fui

a hombros de quienes me querían.

¿Por qué este vals se ha apoderado

de mi respiración

y me está quitando la voluntad

de seguir siendo el caminante

de mis órbitas? ¿quién me ha puesto aquí,

en la Plaza de Córdoba

con Lagartijo,

Guerrita, Machaquito, Manolete,

El Cordobés, El Pireo, Finito

y en medio de ellos yo? Y me proclaman:

Eres ya el Octavo Califa,

hemos venido todos para verte crecer.

Lagartijo me da la alternativa,

su cabeza es de mármol,

sus ojos de Saturno, las manos de sarmiento;

Page 67: Musica de Sombras

con Guerrita comparto banderillas

y se sienta a mi lado en el estribo,

con su voz cavernosa me dice socarrón:

–Primero yo, aluego naide...

aluego nada... vanidad

de vanidades, todo vanidad;

me regala su estoque Machaquito,

–ya para qué lo quiero...

soy sólo anís;

Manolete me dice:

–Cuánto nos parecemos,

somos el mismo,

ambos siameses en el alimón;

El Cordobés me da su carcajada,

sus compases callados El Pireo,

y Finito su izquierda melancólica...

Y todos toreamos a Celeste,

al mismo toro que me dio la nada

eterna

(¿eres acaso Dios? ¿eres su rayo?)

Ninguna gente en los tendidos.

Sólo un hueco, la plaza.

Page 68: Musica de Sombras

Sólo nosotros, los fantasmas

y el vals con el que deambulamos

iluminados por la luna

gigante, por su resplandor errático...

–No es la luna, es la Tierra, dice el vals.

Vuelvo a su luz y sólo encuentro

mi cuerpo inerte, pálido;

mi chaquetilla colgada

a los pies de quien fui

–lloran sobre mi frente

los ojos grises–

sus ojos grises...

Y contemplo mis pertenencias,

la llovizna de lágrimas

de los que tanto quise

sobre las ascuas de la fama,

las cenizas del templo de mi vida,

mi vacío volviendo a su vacío...

Nada me persuadió

para volver al caos.

Page 69: Musica de Sombras

Celeste me acompaña en las esferas,

muge en su música.

Arroyo, ruiseñor, jara, relámpago...

Ojos grises mirándome...

Brisa, oropéndola, cebada, lumbre...

Cicatriza la Tierra

ya no hay ruido ni tiempo

por el espacio

sólo la música

el vals

Page 70: Musica de Sombras

FUSIÓN

Para Joaquín Sabina

Varón de 53 años.

Misántropo. Frustrado. De ánimo pendular.

Viene de Silos,

de meditar bajo el ciprés

Enhiesto surtidor de sombra y sueño...,

entre monjes con aura de luciérnaga.

Satélite de su obsesión,

huésped de trámites,

deambulaba por los claustros,

archipiélago de islas solitarias,

su soledad de soledades.

De maitines a laudes

vagaba por el huerto, donde crecen las hierbas

que dan espíritu al Benedictine;

en sus esencias encontró, por fin,

el tónico para su voluntad.

Conduce un Fiat Brava,

viene oyendo a Cristóbal de Morales

(Misa “Quaeramus cum pastoribus”)

a más de ciento treinta.

Page 71: Musica de Sombras

Le llega al paladar el retrogusto

de los copazos de Benedictine

con que se despidió del monasterio;

sus efluvios le llevan en volandas...

Se advierte al conductor del Fiat

que en la tercera estrofa hay un STOP.

* * *

Galán caduco de sesenta.

Conduce un BMW deportivo.

En el cuello contagios de Chanel

y en el lóbulo restos de carmín;

en la mente, la orgía del hostal

se le repite con obstinación.

Acaba de cazar el carpe diem

y eufórico regresa del encuentro;

le bullen por las venas

burbujas de champán Dom Perignon.

Conduce a ciento ochenta y tantos,

mientras escucha y tararea

canciones de Joaquín Sabina.

Page 72: Musica de Sombras

Se advierte al BMW deportivo

que en la siguiente estrofa hay un STOP.

* * *

En un Citroën Saxo,

con las pupilas dilatadas,

conduce un joven con las botas puestas;

lleva en la sangre lo que aguante el cuerpo.

Priápico y frenético,

con aliento de ron se desgañita;

suena chunda, tachunda, el bacalao.

* * *

Se advierte a los que van en el poema

que tengan precaución con las señales,

si no, terminarán en un soneto.

Cuidado con el cruce, ceda el paso.

En el siguiente verso hay un STOP.

En este mismo verso se la dieron...

el místico, el erótico, el frenético...,

las tres celeridades en un punto,

las tres desdichas en el mismo estrépito...

Page 73: Musica de Sombras

BMW, Citroën, Fiat Brava...

funden chatarras, marcas y retales

con sus historias en los maizales

que bordean los campos de La Nava.

La culpa es de la física, que acaba

donde empiezan los puntos cardinales,

la culpa es de sus fórmulas letales

y del azar, que las interpretaba.

La química descubre las verdades:

champán, Benedictine, cocaína,

Ron Negrita...Y entre la barahúnda,

Cristóbal de Morales y Sabina

se funden con el chunda, chunda, chunda...

con el ansia, el amor, las soledades...

 

 

Page 74: Musica de Sombras

RUIDOS  

Para Alfonso Vallejo

Emergemos del sueño. Suena el alba.

Se instrumentan las células del ruido.

Chirrían los somieres; nos sentamos

en el borde del día; el esqueleto

cruje y se encaja en bipedestación;

luego los cóndilos, las vértebras,

y las marimbas de los metatarsos

trasladan sus sonidos al aseo,

en donde la conciencia, en pie,

muda y atenta, frente al azogue,

emite el vaho de la soledad

y distorsiona al yo del otro lado.

La imagen turbia escucha el sufrimiento

del agua prisionera en la cisterna,

la angustia del goteo, el latigazo

del chorro..., su estrangulamiento.

El grifo chilla brillando por el niquel,

hermano de metal de la navaja

Page 75: Musica de Sombras

que rasura la faz contempladora;

el agua en espirales se escabulle

por la calamidad del sumidero...;

el cepillo de dientes bisbisea

con el mentol por los esmaltes,

con el eucaliptol por las encías;

de nuevo el agua, la humedad políglota,

la carraspera, el gargarismo,

la tos, el rechinar de los cerrojos,

la ropa que te viste sus rumores,

el traqueteo del calzado

con el ansia y la prisa en los talones...;

gruñe la cafetera, el pan crepita,

la impaciencia hidroscópica de los azucarillos

que agita la cuchara haciendo círculos

queda disuelta en remolino dulce...;

la sumisión callada del aceite,

la estridencia de las mandíbulas

en la masticación...

(Ya está el café mandando adrenalina...)

Van a enterarse todos de quién soy

¡yooo!... ¡yooo!...

Page 76: Musica de Sombras

Está de pie y dispuesto el ogro

para mimetizarse;

la casa da portazos, ruge el coche,

el espacio murmura con el tiempo,

(se preñan de velocidad);

titubea la brújula y susurra

al norte, al sur y al este...

Sólo queda el poniente, el albañal

de la autopista, el alarido

de la bulla..., el romperse el corazón...

Los decibelios rojos del ocaso.

Page 77: Musica de Sombras

ESTRELLAS EN EL PALADAR

Del pezón de la música materna

mana la vía láctea

y de su teta se desprende el hambre.

El hombre y su planeta,

giran alrededor del pan,

de sus satélites frutales

y de los vinos que derraman

la aurora y el atardecer.

(Parece de la Biblia).

Bajo el cielo del paladar,

la mar de la saliva,

la península de la lengua,

el vendaval de los aromas...

(Divagaciones de gourmet; retórica...)

Soy el templo de Dios,

su cuerpo indigno, su carnaza.

(Religiones, nefastas religiones...)

Page 78: Musica de Sombras

Los espejismos de la vida...

(Eso será la música).

Los espejos me dicen que estoy gordo,

la báscula, que apenas peso.

Esto es un hospital. Dicen que quieren

curar la delgadez de mi gordura.

Anorexia nerviosa...diagnostican;

qué sé yo..., me da igual.

Que ponga de mi parte, me repiten.

Se trata de comer...

Que horrible sonsonete, el de los dientes

cuando mastican, qué mareo

su terremoto.

Qué pérdida de tiempo...

En la cocina suena la charanga

de los peroles,

la música del asco.

Motívate, me dicen:

Page 79: Musica de Sombras

Piensa que la ensalada

suena a La primavera de Vivaldi;

que el pan es una fuga de Juan Sebastián Bach;

que el Maestro Rodrigo es un revuelto;

los blues son calamares en su tinta;

Elvis, un pollo asado;

los Beatles, cualquier postre...

Instan los médicos,

que coma y que trabaje...,

que me calle y que coma.

La música no puede mantenerme,

mi guitarra no da para comer...,

que deje de tocar, me dicen,

que no dejo dormir a nadie.

En el espejo, mi guitarra

parece un contrabajo

y estos arpegios,

sonidos perezosos y pedales.

(Estaba acariciando a un gato

que tenía en su boca,

un esqueleto de sardina).

Page 80: Musica de Sombras

MÚSICA DE LA BATALLA

El cornetín ordena con su estridencia que se ataque;

la adrenalina agrega a las plaquetas...

Enfrente está la gloria;

enfrente del fracaso.

Comienzan las palpitaciones;

hay que asaltar el parapeto;

los tambores redoblan, las cornetas

chillan a las heridas

para que cicatricen rápido.

Ya está el héroe en el hospital, afónico,

con los miembros acalambrados,

los labios escocidos de los besos,

y la espalda llagada de las uñas.

El rival, en su ataúd;

la llave, en el olvido.

Ya está el convaleciente libre;

le despiden las enfermeras,

las férulas y la morfina.

Page 81: Musica de Sombras

Bien aseado, bien cicatrizado

y psicoanalizado, sale el preso;

vuelve al asfalto, vuelve a las andadas

bien provisto de precauciones.

Llego a tu acera y un bandoneón

nos llama; entramos al garito.

Yo me abalanzo, tú te arqueas,

acoplamos las pelvis, nos combamos,

unimos las mejillas,

nuestros pasos se traban;

un giro y otro giro más violento...

Somos un tango, mira el diccionario:

Música y baile apasionados,

forma binaria y

compás de dos por cuatro.

Nosotros somos dos y somos cuatro

esquinas afiladas que se hieren,

un edificio sólo, un ascensor,

en donde la pasión sube y se precipita.

Y en esta calle, mi cadáver...

y en sus portales, vos.

Porque yo soy el novio de tu muerte. 

Page 82: Musica de Sombras

EL CANTO DE LOS COLORES

Con el marrón de los timbales,

el berrido granate de la caza,

los negros contrabajos del carbón...,

nacieron los bisontes de Altamira.

Un pintor troglodita mata el tiempo,

pinta en los muros de la cueva

el bestiario de su imaginación;

embadurna y dibuja,

caza la esencia del movimiento,

acrisola el volumen, embalsama el instante.

Otro golpea huecos troncos

y remeda un galope, un corazón;

otro, tensa tendones, y los tañe:

imita a la mar que ulula,

el mugido de los becerros,

al ciervo en la berrea...

El sonido rebota en las paredes,

se diluye en el eco y el espacio...

se escapa por el tiempo.

Page 83: Musica de Sombras

Cuando Beato de Liébana blande

la espada del Apocalipsis,

segrega miniaturas polifónicas,

cantan los códices.

Los músicos mendigos se encaraman

en el Pórtico de la Gloria

para afinar sus instrumentos;

y saltan luego a los caminos;

se contagian de sífilis;

se vuelven ciegos

de alcohol y LSD...

Husmean los colores

y esquivan con su astucia,

los cambiantes muebles del mundo.

Está Salinas sentado al órgano,

Fray Luis lo está pintando en liras;

y Cabezón, más ciego todavía,

pinta la atmósfera;

y Rodrigo, aquí, al lado,

le pinta un pasodoble a su barbero.

Page 84: Musica de Sombras

Todos están ahora en la antesala,

en la lista de citaciones

de la Seguridad Social,

para que les reparen la ceguera.

Les van a trasplantar las córneas

de los muertos de guerra y en el tráfico.

Les toca ahora a los ciegos de Altamira

y a los recomendados célebres.

El ciego está durmiendo en el quirófano:

Sueña con Goya;

huele los amarillos sulfurosos,

la pólvora de los fusilamientos

de donde el rojo fluye...;

siente el escalofrío

del grito azul en El Puente, de Munch,

las grises convulsiones del Guernica,

las murgas pueblerinas de Solana,

las alucinaciones de Kandinsky,

el juego de Miró con la chiquillería...

Page 85: Musica de Sombras

Va a despertar de la anestesia:

Televisiones y periódicos,

pendientes de los ojos...

Ya le quitan la venda:

Chiribitas... preludio del asombro...

después, el arcoiris, tras las lágrimas

que lavan las pupilas.

Idénticos a como los palparon,

a como los olieron,

lo mismo que sonaban,

los colores le fueron saludando.

Luego cerró los ojos, para reconocerlos.

Para verlos mejor.

Page 86: Musica de Sombras

RATAS DE LAS PARTITURAS

A Alexis Delgado

Expedientados unos científicos por matar con música alta y anfetaminas a ratas de laboratorio. EL PAÍS

Los científicos recibieron

una severa reprimenda

del director de orquesta,

y el abucheo de la humanidad.

Utilizaron como raticidas

obras del grupo The Prodigy:

murieron siete roedores

y otros sufrieron daños cerebrales;

luego, con música de Bach,

consumaron el raticidio.

Se salvaron las sordas.

Y las ratas del mundo se enteraron

en las hemerotecas;

se escaparon de las ilustraciones,

de las cajas de resonancia,

de las alcantarillas de la Historia...

para manifestarse juntas:

Page 87: Musica de Sombras

Aquellas que embaucó el flautista de Hamelin

y luego terminaron en América

como musas del blues, del jazz, del rock...

Las que nacieron junto a los acordes

del segundo concierto de piano

de Rachmaninof, antes del arranque

de la orquesta, donde parece

que entra en la sala Rusia entera...

Esas, escépticas y desclasadas,

que creen que en Occidente está la salvación,

también asoman el hocico

y husmean la catástrofe.

También acuden estas otras, nietas

de las que se engendraron escuchando

el nacimiento del Moldava,

en las fuentes de Bedrich Smetana,

en mil ochocientos ochenta y cuatro...

De aquellos trémolos, goteos...,

de su arrebato torrencial,

procede esta anegada, este desmadre,

Page 88: Musica de Sombras

que saquea el agosto del año dos mil dos.

Las ratas navegaban el Moldava

en los rincones de los instrumentos,

en los trastos de la miseria,

almirantes de la ruina.

Ahora las interrogan y torturan

en las comisarías de los laboratorios,

como culpables de la sinfonía.

También acusan a las ratas blancas,

casi gaviotas, descendientes

de esas otras de capa cárdena,

mutantes en las sacristías,

comadres del armónium, y del órgano,

que habitaban los fuelles y los tubos.

Bach escribió en su compañía

aquella partitura soporífera

para que el clavecinista Goldberg

la interpretara, por la noche, al conde

Von Keyserlink, insomne crónico,

por el pánico a las dichosas ratas

de su conciencia...

Page 89: Musica de Sombras

Sólo podía conciliar el sueño

con esas variaciones.

También acusan a las epilépticas

que inspiraron el bacalao,

a las tísicas de los valses,

a las sarnosas de los pasodobles...

Pero las sordas se salvaron.

Torturarán a las supervivientes

con El Bosco, con Goya, con Picasso...

Y les dirán también que fueron

culpables de los cataclismos.

Se salvarán las ciegas sólo...

(Perfectas perfumistas).

Page 90: Musica de Sombras

ZANJA DE LA POLIFONÍA  

Convento de San Joaquín y Santa Ana: Muere sepultado un obrero al tirarse a una zanja para rescatar a un

compañero.”El Norte de Castilla” (28-5-2002)

Para Ester y Félix

Convento de San Joaquín y Santa Ana,

Valladolid.

Hortelanas y reposteras monjas

habitan la clausura cisterciense.

Su silencio lo ilustran

brisas de canto gregoriano.

Extramuros, los ruidos del progreso

y la deriva de sus ondas.

Dentro, la industria de las mermeladas,

las habas en sazón, la miel de espliego,

los tomates morunos del verano,

la calabaza del cabello de ángel

y el arrope que templa las gargantas

para cantar con gratia plena

al gran Tomás Luis de Victoria...

Page 91: Musica de Sombras

Y el sigiloso paso del Pisuerga...

Vivir aquí es un postre, ave María...

Hay también en el monasterio

un Cristo ensangrentado

de Gregorio Fernández respondiendo

a la tortura

con un gesto sereno de perdón.

Un hombre en pena con la muerte encima.

Se agitan, tras los muros,

los sindicatos.

Dentro, las monjas, obedecen

a una abadesa que es de armas tomar.

Dentro, también, hay una zanja y dentro

dos obreros ahondando una cloaca;

el hueco tiene tres metros y medio

de silencio; lo rompen

el pico con la pala en contrapunto.

Page 92: Musica de Sombras

Cantan la monjas

motetes polifónicos,

(Tomás Luis de Victoria gratia plena

se mezcla con la esencia del almíbar

que cuece en los fogones).

A través de los ventanales

escapa la armonía

y encuentra en el vacío de los hoyos,

el silencio para su resonancia;

mientras los albañiles hechizados

se olvidan del sudor y las blasfemias,

esto no es vida, perra vida...

Tomás Luis de Victoria sigue

desparramando su belleza

escrita en Ávila del frío,

con los dedos de sabañones

y en la insolente Roma, vanidad

de vanidades, del papado

y su tramoya...

Cómo revive el duende, todavía,

de aquel tanto sufrir...

Page 93: Musica de Sombras

Cesan los cantos de las monjas

y el fuego del fogón donde crepita

la pirotecnia de los caramelos.

El dedo va al jarabe y tras el dedo la lengua,

para catar la fórmula secreta

de la clausura;

los obreros con el salmo al cuello,

cubiertos por la música,

sudan frío y tiritan:

auxilio, auxilio...

De profundis clamavi ad te Domine...

Las monjas reposteras llaman

por el amor de Dios a las urgencias.

Llegan las ambulancias

con sus histéricas sirenas.

Domine, exaudi vocem meam...

Médicos y enfermeros se apresuran,

monitorizan, pinchan, oxigenan

a los obreros sepultados por la música

Page 94: Musica de Sombras

contrapuntística del pico,

la pala y la catástrofe.

Un albañil maltrecho es rescatado,

el otro continúa con el pico,

empuñando su realidad.

La realidad son él y su herramienta,

su percusión, y entre los dos, la zanja;

no la sublime música,

sino el ritmo menesteroso

del pico; no la placidez

del Cristo de Gregorio Fernández,

sino la crispación de la ansiedad...

Reflexiona un instante el albañil:

Cuarenta y tantos años con el pico...

¿qué me espera?...

Y prefirió la expiración,

como la talla

de Gregorio Fernández.

Page 95: Musica de Sombras

DEL ÁRBOL ES LA MÚSICA

No canta el ave por cantar;

lo hacen los machos por el mecanismo

que le ordenan las luces misteriosas

de los crepúsculos,

su canto es estridente con el alba

y con el lubricán, donde la química

agita las hormonas de la fertilidad.

Está la pájara en el nido

con su fiebre incubando la música absoluta;

y para que se sienta acompañada,

la siringe del universo

canta desde el embrión de la arboleda.

El tiempo y el espacio están pendientes

de lo que abril y mayo les preparan;

eclosionan en sus nidales

las sinfonías de la primavera.

El ruiseñor no sabe lo que cuenta,

Page 96: Musica de Sombras

no sabe que su música automática

la sueñan todos los idiomas,

los instrumentos todos...

Desde las ramas, generosamente,

manda su melodía a los atriles.

Los músicos espías, se camuflan

de silencio absoluto, de humildad,

y al pie del árbol copian el mensaje

que les dicta la belleza insectívora

del ruiseñor;

por eso las orquestas se disfrazan

de grillos y libélulas,

de ladrones de guante blanco.

Para robarles, Messiaen vendió su espíritu,

y se estigmatizó San Francisco de Asís,

Beethoven se hizo el sordo,

Machado, el vagabundo,

y Lorca se hizo el muerto...

Page 97: Musica de Sombras

No, Lorca nunca se hizo el muerto;

era la muerte y su profeta,

con la máscara de la vida.

Dentro del árbol de la mala sombra,

del pueblo más horrible,

cantaba encaramado en su certeza;

era su primavera y se agostó.

En el ápice estaba, delirando,

ganándose la gloria con el canto;

su cantar presentía el Gólgota

de su barranco y la fosa común:

Se canta lo que se sueña...

pero ten cuidado, hermano,

que la envidia lugareña

lleva una piedra en la mano.

Y enfrente estaba el refranero,

con su sabiduría popular-

mente grosera y fanfarrona,

preparado con hondas y escopetas.

No canta el macho por cantar,

Page 98: Musica de Sombras

pero sí mata por matar;

se lo dictan los mecanismos

que le ordenan las sombras misteriosas

de su crepúsculo...

 

Page 99: Musica de Sombras

STABAT MATER  

Cujus animam gementem,

contristatam et dolentem,

pertransivit gladius.

Pezón, gota de leche, hilo de voz.

El hijo con la madre, en su regazo.

Canta la madre, el niño se adormece.

El hijo en la trinchera de la madre.

Siente su pulso, así no siente el miedo,

busca su olor, su aliento, la voz tibia.

Se hace mozo y de pronto se desprende,

se desmadra y explora sus dominios

tropezando... Retorna cabizbajo.

Vuelve al refugio de la siempre madre:

-No ha sido nada, no te desanimes...

Le cura, le alimenta, le sosiega...

Page 100: Musica de Sombras

Tras el tropiezo se decide el macho,

va a hacerse un hombre, vuela del hogar

el héroe y se hace amante párvulo.

El día aquel, el día del destello,

(siempre la primavera la culpable...)

le acompañaban,

Bukowsky, Jimi Hendrix, los jazmines,

cigarros y cigarros... la obsesión

tras conocerla en una discoteca

y vueltas y revueltas en la cama

diciendo amor, amor, amor...

y sucesivamente insomne...

güiskis, cigarros con boleros

y luego sucesivamente amor...

para dormirse juntos abrazados.

Era su obstinación, era su asunto...

Y un día los portazos y las voces,

después el arrepentimiento...

-Son las hormonas, es la adrenalina...

Page 101: Musica de Sombras

perdóname, no volverá a ocurrir.

Le regaló una lágrima, un clavel,

y el Stabat Mater de Palestrina.

Escuchándolo se reconciliaron,

-madre, amor, madre... balbucía

besándola la sien...

Otro portazo en la siguiente página,

y sucesivamente más portazos y voces...

y el Stabat Mater de Palestrina

reconciliándolos.

(Las hormonas, la adrenalina...

no volverá a ocurrir, perdón...

y siempre le juraba amor eterno).

Una página en blanco, silenciosa,

otra llena de insultos y amenazas,

otra que tiembla de sollozos...

otra rasgada en el suplicio.

¡Por qué pones la música tan alta...!

Y el último portazo se hizo astillas.

Page 102: Musica de Sombras

En el solar ruinoso

de aquel amor eterno

la encontraron atravesada

por un cuchillo.

Cuando llegó la policía

aún sangraban los últimos latidos

del Stabat Mater de Palestrina.

Page 103: Musica de Sombras

SAGRADA FAMILIA Para mi hermano Ricardo

Es una ruina que se eleva

hacia la construcción,

entre chiquillos y mayores;

escucho a un chino hablar en catalán

con dos negros altísimos;

hablan el mismo idioma que las torres,

el mismo de las grúas y el tranvía,

el de los mercaderes que en el templo

venden las chispas y los martillazos,

desincronías, lentitud, estrépito...,

por las aristas y las oquedades.

(El 25 de Junio de mil

ochocientos cincuenta y dos,

el resplandor de Reus

abrió los ojos de Gaudí

y le ofreció sus luces

para que se las ordenara.)

Está el papel en blanco. Está el solar desierto.

Page 104: Musica de Sombras

Y en el suelo la fe por cimentarse.

Yo, Gaudí, el alarife,

tan blando como el talco,

como el diamante, duro,

acepto alzar el canto de mi idioma

hasta la música de las esferas.

Creo en Dios, porque creo en mí,

desnudo, en mi alveolo,

frente al papel en blanco,

entre compases, cartabones, útiles...,

y creo en su vacío;

bendito el hueco de la piedra

que cristaliza sus incógnitas,

y más, la luz, la luz que mana

tan tarde de su sombra...

Desde mi fantasía haré su trampantojo.

En la encía crucial de Barcelona,

el arquitecto piensa en los colmillos

que han de morder el cielo;

siembra entre las ortigas y los cardos

Page 105: Musica de Sombras

palmeras que serán columnas,

-sus palmas tramarán las bóvedas-,

y cipreses para los campanarios.

Pone Gaudí el atril en el vacío.

Sube al estrado, afina a los metales,

manda a las grúas que se eleven

hasta tocar las nubes,

a las maderas que resistan

las conmociones de las almas;

que rueguen, dice a los percusionistas,

con la perseverancia de los mazos,

con la insistencia de su padre, el calderero.

Los chirridos y la crepitación,

la bulla y los rumores

germinan de las herramientas.

Va a comenzar  

La Sagrada Familia inacabada.

Y la música, humilde, a ras de suelo,

crece con los andamios;

silban los albañiles sones

Page 106: Musica de Sombras

de Cataluña milenaria.

En las palancas y en los polipastos

avanza la Natividad al Este.

Tiene, por fin, Jesús su puerta;

tiene su villancico el átomo de Dios

en el levante de las luces.

 

Qué pensarán de tí las coordenadas,

las redes invisibles, silenciosas,

que sostienen los límites,

del rapto y el estupro de tus mozos,

de tus brazos obreros.

A la guerra les llevan,

a sus peligros por España,

España de la guerra y de la muerte...

Barcelona, levántate y arde;

qué pensarán de ti si no te elevas.

Esta semana trágica que estalla

la belleza terrible de tus pétalos,

rosa de fuego, Barcelona...,

Page 107: Musica de Sombras

nunca la olvidarán mis manos,

ni las torres que levantan tu luz;

siempre cantará tu música

las llamas de su lengua.

Para luego, morirme.

No... aún no.

Hay que elevarse hasta la luz más alta,

las torres necesitan

colonizar las nubes,

robarles su cerámica,

para que cristalice el disparate;

cuando alcancen a los evangelistas

podrá morirse el arquitecto;

que le ejecuten las máquinas...

-Soy Gaudí, el alarife,

tan blando como el talco,

como el diamante duro.

-Aquel es el tranvía de tu muerte.

Sube al instante;

yo soy mil novecientos veintiséis,

vente conmigo.

Page 108: Musica de Sombras

Rapto y estupro, pero tú su templo.

Estoy con un papel en blanco,

enfrente del crepúsculo,

junto a la puerta Oeste y viene abril

de dos mil tres. La música

de Subirachs es otra, pero

sigue el silbo mediterráneo;

los artesanos son ordenadores,

y los ordenadores golondrinas

que le quitan dolor a la Pasión.

Y yo con el papel en blanco,

justo debajo de los avïones

que vuelan por las torres apostólicas.

El odio excede al vuelo

que transporta la hoguera del infierno.

Una joven pareja

comparte la mirada en los remates

policromados de los campanarios;

los tan enamorados que se besan

impregnados de alturas y relieves,

Page 109: Musica de Sombras

se van ahora llenos de energía...,

posiblemente, luego, en los abrazos,

engendren al pontífice que nazca

y se haga sabio mientras que terminan

esta basílica del viento...;

posiblemente un día la consagre .

Una joven pareja entre las sábanas

y una escuadrilla hacia la guerra...

La Sagrada Familia,

brisada de salitre y yodo,

sigue creyendo en las alturas.

 

 

 

 

 

 

Page 110: Musica de Sombras

ELEGÍA A JOHN LEE HOOKER EL 11 S

La quijada del asno ávida vuela,

de una torre gemela a otra gemela...

La mano de Caín lanzó su búmerang.

Dos aviones se estrellan y una armónica

tiembla en blues obsesivos una crónica

de física letal y de bomberos.

El 11 de Septiembre eran gemelas

las torres de la muerte, las esquelas

confundían difuntos y bomberos.

John Lee Hooker, que estás en las alturas:

mira Manhattan, sin sus estaturas,

fantasmal, suplicando a los bomberos.

Por las escalinatas sube el humo

hasta los alveolos del consumo...

El enfisema asfixia a los bomberos.

Page 111: Musica de Sombras

Y las torres que hablaban mil idiomas,

sordomudas quedaron; las carcomas

traducían su horror a los bomberos.

Cuando estallaron todas las gramáticas,

las interrogaciones más dramáticas

pedían confesión a los bomberos.

Y llora John Lee Hooker, llora y canta

cavernoso, se rompe la garganta

para soliviantar a los bomberos.

El estruendo revienta los negocios,

huyen del humo zánganos y socios

y hacen funambulismo los bomberos.

Huele el Chanel como la chamusquina,

en la lengua la nitroglicerina...

y electrocardiogramas y bomberos.

Page 112: Musica de Sombras

El oro se diluye junto al plástico,

se funde lo vulgar con lo fantástico,

las síncopas del blues y los bomberos.

Se rompen todos los ordenadores,

da lo mismo morosos que acreedores,

petimetres mafiosos que bomberos...

Nadie sabe si es traje o es mortaja,

lo mismo da la escoria que la alhaja...

Sólo luce el charol de los bomberos.

Las perlas y la brea, la Novena

de Beethoven, el rock de la sirena

del camión funeral de los bomberos.

Todos los vivos llaman a un bombero

y la muerte también llama a un bombero...

y el bombero llamándose a sí mismo.

Y a los bomberos fueron los bomberos,

y a los mismos bomberos los bomberos,

y todos resumidos en un sótano.

Page 113: Musica de Sombras

Cenizas de la Biblia y el Corán...,

pavesas del Quijote... ¿Por qué van

tan temprano a la nada los bomberos?

Esto es peor que todo el fuego eterno.

John Lee Hooker que estás en el infierno,

canta grave tus blues a los bomberos.

Se apaga el eco de los alaridos...

Todo es hueco, vacío de apellidos

John Lee Hooker por el Apocalipsis.

 

Page 114: Musica de Sombras

MÚSICAS AFGANAS

Un avión norteamericano bombardea una boda

en Afganistán creyendo que los fuegos artificiales

de la celebración era un ataque talibán (El País)

La alegría contagia por revuelo,

pica en las fiestas, pica en las catástrofes,

en el tormento enquista su crisálida

y de ella nace el odio.

Germina en los bautizos, en las circuncisiones,

en las pompas y circunstancias...,

planea por los funerales

y se posa en las bodas.

Con qué sed se bebían el zumo de la tarde

aquellas golondrinas y vencejos

al desplegarse la mantelería...

¿Quién ha bordado los manteles?

Que venga a este poema.

Extiéndelos para que admiren

las vainicas y los bodoques,

el primor del dibujo...

Page 115: Musica de Sombras

Exponlos a esta luz que dora el lino,

que salgan los colores del ajuar.

Estíralos, que toquen y que admiren

con envidia las horas de tus ojos,

antes de que los hombres se emborrachen

y lo echen a perder...

Se trata de una boda y su banquete,

los novios y el cortejo festejándolo;

la lengua de la novia por la nata...

y todas las miradas a su lengua.

Es el espacio abierto a la liturgia

de los cuchillos afilados

y al cordero girando por las ascuas,

donde el picante y las especias

descubren el tesoro de la tarde.

 

Los dientes de la novia y las encías,

los labios de la novia con la risa...

y qué bien se lo pintan las grosellas...,

la nata con la miel qué bien se besan...

Page 116: Musica de Sombras

La novia con su risa pide música,

¡la música, la música de siempre...!

Cómo humea el hachís entre las carcajadas.

¿Quién le pone la música a esta celebración?

sarangis, cascabeles, tambores, chirimías...

ya están los pies y las cinturas

listos para el compás,

flautas, sonajas, arco-arpas, cítaras...

¡Abríos y templad, que salga el son!

para que olviden, para que recuerden...

Que nadie se disperse.

Haced un corro todas las edades,

para que a nadie se le olvide,

para que todos os recuerden.

Que todos lo recuerden:

bailaron juntas todas las edades...,

y danzaron hasta la extenuación.

Ya se ha abierto el tesoro de la tarde.

Hay sol de frente y sombras híbridas

de fresnos y albaricoqueros

Page 117: Musica de Sombras

en este espacio de la cordillera

dislocada de Afganistán.

Venían muy cansados,

duro fue caminar el espinazo

de la sierra soberbia y amagada.

Estaban agotados del trajín,

tantos saludos y recuerdos,

olvidos, reconciliaciones...

hasta llegar al sitio.

Bien se merecen toda la alegría.

La música, la música de siempre,

baja de la cintura hasta los pasos,

y hace jóvenes a los corazones;

une la tarde con la anochecida

sin que nos demos cuenta,

mientras giran y giran y se abrazan

y se contagian la felicidad.

Acuden los murciélagos giróvagos

con su coreografía nigromántica;

la música y el júbilo se funden

con los fuegos artificiales.

Page 118: Musica de Sombras

Se espantan los murciélagos, barruntan

a los que siembran el infierno.

Un bombardero americano

sobrevuela el banquete.

¿Queréis saber los titulares

de aquella gamberrada?

“Destrozan los manteles de una celebración...

(había, alrededor, ciento cincuenta afganos)”

“Un avión bombardea, por equivocación,

una boda que se agitaba

como si fueran talibanes”...

Un socavón es todo. El sitio ha muerto.

Disculpen el error, dice el imperio.

Permanezcan atentos

a la pantalla, volveremos

en breve.

 

Page 119: Musica de Sombras

ATARDECER DE REQUIEM EN AGOSTO  

A Claudio Rodríguez

...Y toco el quicio

muy secreto del aire, y va creciendo

la armonía, junto con el dolor.

Claudio Rodríguez

Llama el rosal. Se asoma entre las rejas.

Cómo repica con sus frutos en el cristal...

Algo de gloria tiene la llamada

y algo de sed su diapasón

en la desidia del atardecer,

en esta sofocante soledad.

Y todos me suplican

con sus voces de fiebre.

Quién pudiera llegar hasta la llaga

de ese naranjo hidrópico enjaulado

en la brasa de una maceta,

llenarlo de azahares, volverle a su levante...,

cómo decirle al cactus que resista,

que pronto llegaremos al desierto...,

Page 120: Musica de Sombras

hablarles de la primavera

a los almendros, a las pasifloras;

de paciencia, a los guindos, a los lirios...,

a la parra veloz desenjambrarla,

mudarle la querencia a los conejos

y a la urraca voraz omnipresente...

Con tantos élitros crispados,

con tanto aullido de quejumbre,

no sé si ando perdido o si me encuentro.

¡Quién pudiera espantar a las gaviotas,

hablar con las gaviotas!

Me cuenta el pozo historias del diluvio,

de lo solo que está,

de lo profundo de su hueco... El pozo,

el altavoz más hondo del silencio,

como una fuente me habla y me salpica.

Pero el delirio aumenta con la tarde.

Mozart comienza y oscurece. Claudio

Page 121: Musica de Sombras

me acerca al Duero y pasa al pie del alma,

lavándola, absolviéndome.

Su poema me colma el vaso, y cede

con el vino la angustia de la tarde.

Mozart desata la tormenta

(¡Rex, tremendae majestatis!...)

y la súplica crece, crece...

Qué hago yo tan solo, qué culpa

me lleva a este arrepentimiento, Claudio,

tú que sabes los secretos del aire,

acércate a la plaza, a la tremenda

garganta del gentío,

al tiple seno de las fuentes,

a las anchas espaldas de las casas...

Escucha lo que cantan,

cómo lo cantan...

Atiende a los violines

que se afligen con toda su clemencia,

Page 122: Musica de Sombras

a la tuba que sale del sepulcro

pálida, transida,

al filósofo oboe, a la mística flauta...

y mira al bombardino en su rincón

cómo se apaga solo, ¡sal-va-me!...,

desafinando.

Tú has de sacarme del hechizo

de esta mágica trampa sacrosanta...

Estoy al pie de los timbales,

el que dice: ¡Sálvame!...,

abrazado a esa máquina de pena.

Dame en el hombro y múdame de son,

donde salten los mozos

y vuelen las enaguas en la danza,

donde pueda mover el corazón

y salte libre el alma.

Page 123: Musica de Sombras

FRANZ SCHUBERT AGONIZA EN UN ADAGIO  

Adagio del Quinteto de cuerda en do, D 956.

Para Aldo Cano

I

Llega tambaleándose, aturdido,

hasta el trasmundo de su hospedería;

delante de él, la sombra que le guía;

tras sus pasos, los pasos del que ha sido.

Las sombras parpadean; un gemido

reverbera en la fiebre y desvaría...

Entre espasmos, el son de la agonía

suplica en las escalas del olvido.

Delira el vïolín, la tarde quema;

el estupor invade el pentagrama;

resuella fatigado el violonchelo.

Zumban las moscas con el mismo tema...

Termina Schubert, trémulo, en la cama,

la partitura de su propio duelo.

Page 124: Musica de Sombras

II

Titubea el reloj; y el calendario

hace temblar mi página. Presiento

lo que la niebla oculta con su aliento,

lo que el día señala en su diario.

Gracias a ti, sonido hospitalario,

música mía, pálpito y lamento,

que me acompañas con tu sentimiento;

gracias por envolverme en tu sudario.

Con la luz se disipan los olores,

se van con el dolor a su guarida.

Soy sólo una sustancia sin motivo;

soy la oquedad de mis alrededores;

el pentagrama triste donde escribo

los últimos compases de mi vida.

 

Page 125: Musica de Sombras

NOTAS

DANUBIO AZUL. Parte el poema de un suceso que me contó el poeta, actor y payaso Pepe Viyuela a los pocos días de ocurrirle. Se encontraba en Barcelona, en una reunión donde le habían nombrado presidente de Payasos sin frontera; estaban en el congreso payasos y gente de circo; de pronto, llamaron urgentemente a uno de los payasos, propietario de un circo que en esos días estaba instalado en el Montseny: un huracán, una tramontana furiosa estaba a punto de desclavar la carpa y desgarrarla. Allí acudieron inmediatamente todos los compañeros para combatir y ayudar a salvar el circo. Agarrándose a los cables, a las maromas, hierros, lonas, para que no se las llevara el viento pasaron horas, casi inutilmente, hasta que la catástrofe venció.

Me conmovió aquella desgracia y sentí la necesidad de contarla. Evoqué para arrancar el poema los lejanos recuerdos que tenía de mi infancia como espectador, el asombro que me produjo la primera vez que vi el espectáculo callejero y triste de los húngaros que se paraban en las encrucijadas con la mona, la cabra, la escalera y su música de turuta y pandero y luego, la primera vez que fui al circo con mi padre, con apenas cuatro años. Danubio azul fue la primera melodía que se grabó en mi niñez. El resto del poema está escrito al dictado de la memoria y los sentimientos.

NÁUFRAGOS. De la impresión que me causó una noticia que venía en los periódicos en el verano de 2002 surge este poema recordando a mi madre, que tuvo doce hijos. Contaba la prensa cómo una mujer, que iba en una balsa a la deriva con varias personas más, logró salvarlas amantándoles con su leche hasta que fueron rescatados.

SERENDIPIA. Un amanecer de invierno helador, estaba con unos amigos médicos en la cafetería del Hospital Carlos III de Madrid desayunando y charlando. Yo estaba frente al ventanal enorme de la cafetería y desde allí veía cómo llegaban en grupos algunos jóvenes con aspecto de pésima salud. Eran enfermos de SIDA que iban a tratarse al hospital, especializado en esa enfermedad. Fue en 1991 y hablaban con esperanza de una posible

Page 126: Musica de Sombras

vacuna que podría sanarlos. El poema, irracionalista y de ritmo alucinatorio, me lo inspiró el vals de la suite Masquerade de Aran Khachaturian.

ARRITMIA DE TAMBORES. Relata el poder que tienen los chamanes de las tribus, su capacidad de sugestionar y la influencia sobre las mentes de su pueblo. La sociedad les considera delegados de los dioses y se entregan con inmensa fe a sus dictámenes. En este poema, el chamán ejecuta a un convicto haciendo que su corazón siga el ritmo de los tambores de la tribu que van acelerando el repique, hasta que la taquicardia le lleva a un paro cardiaco. PAVANA. La misteriosa e inquietante Pavana op. 50 de Gabriel Fauré, me causó, la primera vez que la escuché en la radio, al despertar de una siesta de mi juventud, una senasación de sosiego melancólico. Parecía que narraba una despedida decadente y placentera de la vida, como en una bañera de agua tibia, con champán y música, mientras el suicida se desangra. El préstamo de los versos franceses en cursiva son de Robert de Montesquiou, que puso letra a la melodía que con anterioridad había compuesto Fauré.

ESTRELLAS EN EL PALADAR. Relata el caso de un conocido que padeció la incomprensible y terrorífica enfermedad de la anorexia nerviosa.

FUSIÓN. En un viaje, en 1996, presencié el resultado de un tremendo accidente en un cruce; tomé nota de las marcas de los coches y a partir de ese dato se desencadenó el poema.

RUIDOS. Lo que sucede al despertarse uno con las prisas de incorporarse a la cotidianeidad.

MÚSICA DE LA BATALLA. Trata del desgarro, la pasión, el tremendismo que encierran tanto las letras como el ritmo y sus interpretaciones, cantadas o bailadas, del tango argentino.

Page 127: Musica de Sombras

EL CANTO DE LOS COLORES. La música y la ceguera. El oido de los ciegos es un órgano superdotado, guía y antena de su prodigiosa intuición. ¿Con qué música imaginan ellos los colores? Si les sucediera el milagro de la visión ¿cómo les recibiría ese nuevo día con su luz, qué les dirían los colores? ¿y ellos a los colores?

SAGRADA FAMILIA. Es un homenaje al talento y a la tenacidad de Antoni Gaudi y a la Ciudad de Barcelona que espera con paciencia que comience a latir ese enorme corazón que es su basílica.

DEL ÁRBOL ES LA MÚSICA. Sin comentarios.

RATAS DE LAS PARTITURAS. El desencadenante del poema fue la noticia que apareció en El País en el verano de 2002 “Expedientados unos científicos por matar con música alta y anfetaminas a ratas de laboratorio...” Esa crueldad, mezclada con las imágenes, que ese mismo día daba la televisión del Moldava desbordándose y sus terribles inundaciones, me llevaron a componer este poema con en fondo musical de Mi patria de Smetana, concretamente con el primer pasaje, Moldava, donde su melodía maravillosamente orquestada te hace imaginar y sentir al río desde su nacimiento hasta su desembocadura.

ZANJA DE LA POLIFONÍA. El poema surge al leer una noticia aparecida en El Norte de Castilla, el 28 de mayo de 2002, de dos obreros que perecieron sepultados cuando cavaban una zanja en el Convento de San Joaquín y Santa Ana, en Valladolid.

ELEGÍA A JOHN LEE HOOKER EL 11 S. En Junio de ese mismo año de 2001 moría el músico y cantante John Lee Hooker. Ese 11 de Septiembre, a mediodía, me instalaban mi primer ordenador; para estrenarlo comencé a escribir una elegía a John Lee Hooker; cuando estaba iniciándola me avisaron para que viese en televisión lo que estaba sucediendo en las Torres

Page 128: Musica de Sombras

Gemelas de Nueva York. Al día siguiente terminé este poema con ritmo de blues.

FRANZ SCHUBERT AGONIZA EN UN ADAGIO. Es la interpretación poética del Adagio del Quinteto de cuerda en do, D 956. Se publicó después de la muerte de Schubert y parece, por lo inquietante, que estuviese describiendo su agonía. Componen el poema dos sonetos. El primero, subjetivo, narra el estado del músico componiendo la pieza, y en el segundo, objetivo, reflexiona Schubert sobre sus últimos momentos.

POEMAS INCORPORADOS A ESTA SEGUNDA EDICIÓN DE “MÚSICA DE SOMBRAS”

EL OCTAVO CALIFA: Córdoba es una ciudad muy taurina y orgullosa de haber tenido a los toreros más famosos en las etapas más importantes de la tauromaquia. A los toreros más grandes les dieron el título de Califas: El primero, que revolucionó el toreo a finales del XIX, fue Lagartijo el Grande, el segundo Rafael Guerra, famoso por sus desplantes de soberbia, entre otras fanfarronadas decía: Primero yo, aluego naide, aluego... Fuentes (Antonio Fuentes, torero muy elegante), el Tercer Califa fue Machaquito, más conocido por la famosa marca “Anís Machaquito”, gran estoqueador y excelente persona, el Cuarto, Manolete y el Quinto, oficialmente nombrado hace tres años por las autoridades de Córdoba y Andalucía, es El Cordobés. Esos son los oficiales. El poema, que está escrito en presente inmediato, lo sitúo en el año 2047, año que será el del centenario de la Muerte de Manolete. En la corrida solemne para la celebración, van a nombrar las autoridades al Octavo Califa, un torero que aún no ha nacido y que será para entonces un torero genial. Al concluir la corrida, en ceremonia oficial, le nombrarán Califa. El sexto y el séptimio que no existen , los reivindico yo para “El Pireo”Sexto Califa, un torero espléndido que vi torear de novillero y de matador a comienzo de los sesenta, y el Séptimo adjudicado a “Finito de Córdoba”.

La tragedia sucede cuando al entrar a matar, en el silencio supremo, se le cruza por la mente el “Vals triste” de Sibelius que había escuchado la noche antes por primera vez en la habitación y le había impresionado; la

Page 129: Musica de Sombras

evocación le desconcentra y al dar la estocada, el toro le cornea de la misma forma que a Manolete. En el trasmundo de la inconsciencia sucede el poema.

ATARDECER DE REQUIEM EN OTOÑO es un homenaje a Claudio Rodriguez que hice en Nayagua en agosto de 1979, terrible de calor y sequía.

MÚSICAS AFGANAS lo escribí tras leer una noticia en el País donde contaban el bombardeo USA a un grupo afgano que estaba celebrando una boda y lo interpretaron como un ataque talibán.

Page 130: Musica de Sombras

ÍNDICE

HIMNO PRÓLOGO

Acróstico

La pienso desde la distancia...

Y mucho más allá de Venus...

Gracias a los sonidos de La Tierra...

CRÓNICAS

Danubio azul

Náufragos

Serendipia

Arritmia

Pavana de Fauré

El gato montés

Agua bendita

El octavo califa

Estrellas en el paladar

Fusión

Ruidos

Estorninos

Música de la batalla

Page 131: Musica de Sombras

El canto de los colores

Sagrada Familia

Del árbol es la música

Ratas de las partituras

Zanja de la polifonía

Atardecer de requiem

Elegía a John Lee Hooker el 11 S

Músicas afganas

El trino del diablo

Franz Schubert agoniza en un adagio

Notas