mordisquito relatos radiales de enrique santos discepolo

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    Mordisquito,a mi no me la vas a contar!

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    Fecha de catalogacin 21-03-2006

    Ediciones Pueblos del Sur. 2006

    Tucumn 1026 - 3 F - Rosario - Santa Fe - Argentina

    Tel: 0341 - 4400460

    E-mail: [email protected]

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723Ninguna parte de esta publicacin puede reproducirse,almacenarse transmitirse en forma alguna, ni pormedio alguno, sea ste elctrico, qumico, mecnico,ptico de grabacin o de fotocopia, sin previaautorizacin escrita por parte de la Editorial

    ISBN-10: 987-21422-1-1

    ISBN-13: 978-987-21422-1-6

    Diseo de tapa: VZZDiseoDiseo de interior: Lucas Mililli [Metonimia][email protected]

    Esta 1 Edicin de 1000 ejemplares se termin de imprimir en abril de 2006en: Talleres Grficos Fervil S.R.L. - Santa Fe 3316 - Tel: 0341 4372505E-mail: [email protected] - 2000 Rosario - Santa Fe - Argentina.

    Discpolo, Enrique SantosMordisquito: a mi no me la vas a contar! - 1 ed. - Rosario :Pueblos del Sur / 2006

    172 pg. ; 20 x 14 cm.ISBN-10 : 987-21422-1-1ISBN-13 : 978-987-21422-1-6

    1. Periodismo de Opinin. I. TtuloCDD 070.44

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    ndice

    Prlogo ...................................................................

    Primer ciclo ..........................................................

    i .......................................................................ii ........................................................................

    iii ........................................................................

    iv ........................................................................v ........................................................................vi ........................................................................

    vii ........................................................................viii ........................................................................

    ix ........................................................................x ........................................................................

    xi ........................................................................xii ........................................................................

    xiii ........................................................................xiv ........................................................................xv ........................................................................

    xvi ........................................................................xvii ........................................................................

    xviii ........................................................................

    xix ........................................................................

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    xx ....................................................................xx1 ...................................................................xxii ...................................................................

    xxiii ...................................................................xxiv ...................................................................xxv ...................................................................

    xxvi ...................................................................xxvii ...................................................................

    xxviii ...................................................................xxix ...................................................................xxx ...................................................................

    xxxi ...................................................................xxxii ...................................................................

    xxxiii ...................................................................xxxiv ...................................................................xxxv ...................................................................

    xxxvi ...................................................................xxxvii ...................................................................

    Segundo ciclo .....................................................

    i ...................................................................ii ...................................................................

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    Prlogo

    Discpolo oblig a La Parca a presenciarla victoria del pueblo

    Muchas veces, tantas que ya se me perdi la cuenta, seha tratado de explicar el por qu del eterno retorno alperonismo por parte de una mayora de hombres y muje-res que, en general, ni siquiera tuvieron la oportunidadde ver vivos a Juan o a Eva Pern. Por qu razn tan-tos argentinos vuelven su mirada hacia aquella etapa,entre 1944 y 1955, en la que, segn rezan la tradicin

    oral peronista, la historia oficial peronista, la historiaoficial gorila y otras interpretaciones ms o menos mti-cas, algo cambi, de tal modo que algunos emergierondel anonimato social y pasaron a vivir mejor y otros, quesiempre haban detentado el poder sin mayores dificul-tades, se vieron interpelados por un Estado que les exi-ga distribuir parte de su renta?

    Obviamente, no hay una sola respuesta, no puedehaberla. Sigmund Freud escribi, poco antes de morir, unapasionante libro en el que ensaya algunas teoras res-pecto de los orgenes de las religiones monotestas y acercade la muerte del padre a manos de sus hijos. Se llamaMoiss y la religin monotesta y, entre otras audaceshiptesis que el padre del psicoanlisis formula, una atra-viesa esa obra como un haz que ilumina tanto la gnesis

    de la civilizacin judeocristiana como, sin proponrselo,

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    por supuesto, la razn de ese movimiento pendular quelleva, una y otra vez, a la mayora del pueblo argentinoa darle una nueva oportunidad al peronismo.

    En una apretada sntesis, Freud postula que Moissno era judo sino egipcio, y que le toc en suerte vivirbajo el corto reinado de Akinethon, un rey que impusola adoracin en un solo dios, Atn, universal y estrictoen sus planteos morales y de ordenamiento social y reli-gioso. A la muerte de Akinethon, los sucesores del tronoperdiguen a los monotestas, entre ellos a Moiss, quehuye al desierto seguido por el pueblo judo, al que eli-

    gi para dirigirse a la Tierra Prometida, donde podranrevivir los tiempos de felicidad que el pueblo conocibajo aquel reinado. Como se sabe, muchos murieron enel desierto antes de poder ver la Tierra Prometida (Moissentre ellos), pero muchos otros nacieron sin poder haberexperimentado aquella felicidad y, sin embargo, quisie-ron volver a ella, tanta era la fuerza del relato original

    sobre aquellos tiempos felices.Bueno, pues ah est. Tan simple como lo describeFreud. Esa mayora circunstancial, cada tanto, elige alperonismo con la ilusin de volver, tras dcadas dandovueltas en crculo en el desierto, aquella felicidad limi-nar que nadie puede desmentir, ni siquiera los detracto-res de quienes posibilitaron ese momento histrico.

    Por supuesto, muchos de los crticos acrrimos quecosech el primer peronismo llegan a reconocer que sefue un tiempo feliz, slo que le recriminan a Pern lo caroque le costo al pas (en realidad, a una parte del pas,representada por estos crticos y esa crtica), y una pre-sunta oportunidad perdida de subir al tren de la moder-nidad, en sus versiones norteamericana y/o europea.

    Enrique Santos Discpolo no explica el peronismo

    con alegoras o interpretaciones complejas. Claro, l,

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    mientras habla del peronismo, est viviendo ese pero-nismo, es contemporneo de esos cambios radicalesque se van produciendo bajo la batuta de Pern, un tipoque empieza a caerles raro a quienes esperan de l quecumpla el rol impuesto por la oligarqua a las FuerzasArmadas. l escribe tangos bajo el reinado de Akinethon,no tiene que recurrir a la tradicin oral ni a escuelas deescribas para discurrir que entre la dcada infame y elestatuto del pen, la opcin es fcil y simple.

    Hace 55 aos, en 1951, Discpolo es invitado a par-ticipar de un programa en Radio Nacional. La emisin,

    que iba por cadena nacional, se llamaba Pienso y digo loque pienso, y la idea era que destacadas figuras artsti-cas de la poca pregonaran los logros del gobierno pero-nista. A Discpolo el guin le parece malo, piensa quese trata de lisa y llana propaganda poltica en un aoelectoral. Pero, lejos de sacarle en cuerpo al convite, refor-mula ese guin y crea un personaje que es el estereotipo

    del gorila porteo, un retrato verosmil del antiperonistade entonces. Mordisquito, un fulano bravo, que se las tenaque ver con l, que tambin es un jodido, pero encima esperonista.

    Es interesante observar lo que Discpolo pone enjuego construyendo esos dilogos con Mordisquito.Cunto y qu pone en la mesa de juego ese hombreesmirriado pero atrevido, enjuto y jetn, pero con estilo.Es interesante no slo porque sirve para mensurar la den-sidad de la dialctica de aquellos aos 40 y 50, sino por-que esa, su apuesta, permite repensar el rol del artista,del periodista, del hombre de la cultura, de los comuni-cadores de este presente al que la posmodernidad parecehaberles dejado el mandato del no compromiso. Total,casi todo sera lo mismo y nada parecera definir el nuevo

    sujeto histrico por el cual valdra la pena soltar la rienda

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    de cualquier apuesta. Sirve para preguntarse si est maltomar partido. Sirve, acaso, para reflexionar si es ciertoque jugarse por una propuesta poltica afecta la objeti-vidad de esos actores sociales que integran la presenteescena cultural. Sirve, seguramente, para constatar que,en el caso de Discpolo, decirlo, decirle a la gente quehaban optado por determinado camino, no le impidipasar a la inmortalidad y le permiti, adems, sinceraruna relacin compleja y asimtrica, en la que una vozpuede incidir tanto en la opinin de muchos.

    Discpolo pone todo de s para expresar su apoyo

    a un gobierno que l piensa que ha venido a redimir lasdcadas que l padeci como artista y como hombre delcampo popular. No le cost poco. Amigos, colegas delmundo artstico, prohombres de la intelligentzia portea,crticos periodsticos, todos ellos lo denostaron hasta elinsulto y la difamacin. Su talento no sirvi de nada paraevitar que la crtica portea le asestara los mandobles

    polticamente correctos de aquellos das. Discpolo, diri-gindose a Mordisquito, pero hablndole a esos indig-nados profetas de la cultura impuesta por tablishment,los interpelaba con esa atrevida y filosa lengua jetona:La nuestra es una historia de civismo llena de desilusio-nes. Cualquiera fuese el color poltico que nos gobern,siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nosgozaron. Todos! Siempre! Una curiosa adoracin, laque vos sents por los pajarones hizo que el pas retroce-diese cien aos. Porque vos tens la mstica de los paja-rones y prcticas su culto como una religin. Cuanto mspajarn l, ms torpe y ms crdulo vos. Te gusta orhablar a la gente que no me entends nada; la que te hablaclaro te parece vulgar.

    Exagerado? Destemplado? Sectario? El contexto

    de poca ayuda a poner las cosas en su lugar. En un pas

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    en el que a un presidente que gan las elecciones contracasi todo el arco poltico restante se lo denomina ElTirano, donde a las mayoras que rescataron de la cr-cel a Pern en octubre de 1945 se las llama cabecitanegra (aos despus se perfeccionara ese calificativo yse lo reemplazara por el ms filosfico aluvin zool-gico), la desmesura es un recurso ms de una comuni-cacin ruda, como ruda era la confrontacin poltica delmomento. Al fin y al cabo, cada vez que en la Argentinaconfrontaronconfrontandos proyectos de Nacin,los tonos de la comunicacin resultaron resultan

    destemplados.Discpolo dej en esos estudios de Radio Nacional

    algo ms que coraje cvico. Dej buena parte de su vida.Poco despus, su salud empeor y nunca se recuper deltodo, hasta su muerte, un 23 de diciembre de 1951. Esehombre frgil en apariencia, pero feroz a la hora de sacara relucir su verborragia militante, le hizo un guio a La

    Parca y la oblig a esperar antes de llevrselo. Discpolonecesitaba disfrutar aquel triunfo peronista de 1951antes de partir de este mundo. Necesitaba constatar quesu Mordisquito haba colaborado en la construccin deesa victoria as lo entendi Pern, quin no dudo en afir-mar: Gracias al voto femenino y a Mordisquito, gana-mos las elecciones.

    Ahora s, vamos, le debe haber dicho Discpoloa La Parca. Y parti, dejando a Mordisquito solo, muysolo.

    Horacio ar, Marzo de 2006

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    Primer ciclo

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    i

    Un malestar, una enfermedad resultan de pronto unbalance de cario, un inventario de ternura cuya medidauno crea capaz de sospechar y que, de pronto, lo sor-prende desbordando, colmando la aspiracin ms vani-dosa. A tal punto que sin la oportunidad de este micr-fono me hubiera sido imposible expresar mi conmovidagratitud a uno por uno de todos los que se han intere-

    sado por m. Lo peor de la enfermedad no es la enferme-dad misma. Qu esperanza! Es tener que explicarla.Contrsela minuciosamente a uno por uno, a todos losque tienen la cordialidad de venir a visitarte. Vienen lastas que uno no vio desde la enfermedad pasada, y hayque contarles. Si es un resfro o una gripe, la pregunta deprctica es, inevitablemente: Cmo te la agarraste?Yo no me la agarr. Es la gripe la que me agarr a m.Vienen los amigos que ayer estuvieron al lado y te repro-chan: Pero cmo fue? Si ayer estabas lo ms bien. S,ayer s, pero hoy no. Hoy estoy lo ms mal. Acaso nopuede ser? Comprendern que no ha sido por gusto!Cmo me va a gustar a m, que tengo apenas para defen-derme dos docenas de glbulos rojos, perder la mitad?No. Pero me ofrecieron la posibilidad de discutir desde

    este micrfono, y yo soy capaz de discutir hasta con un

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    glbulo solo, porque para tener razones no hace faltams que un glbulo en las venas, pero lleno de convic-ciones. Porque a m no me la van a contar! A m, quetengo cincuenta aos de estatura, cincuenta aos de loscuales los primeros cuarenta y cinco me los he pasadoacumulando, soportando promesas que nunca se cum-plieron? Pero me la quieren discutir? Y bueno! Yo com-prendo que fsicamente no puedo pelearme con nadieporque no soy ningn suicida, pero discutir!

    Claro que vamos a discutir! No es que ser porteosignifique, obligatoriamente, ser descredo o ser escp-

    tico. No! Pero nos tuvieron tan acostumbrados, durantetanto tiempo, a prometernos la chancha, los veinte, elrango, el organito y la pata de goma sin darnos siquierala mitad de los veinte que, lgicamente, ya no creamosms nada, y frente a cualquier plataforma contestba-mos: Bah, promesas! Pero eso de seguir negando lascosas por inercia o como postura, no! Sobre todo que lo

    que ellos nos prometieron ayer sin drnoslo, se cumplehoy: llega un Gobierno que toma las promesas en serioy las realiza.

    Pero, mientras se construye, vos segus negando yamenazando con: el ao que viene me la vas a decir.Y qu te tengo que decir? Que el ao que viene vas aestar mejor? y el otro? y el que sigue? Que hayconquistas que ya son de hierro y no se pueden perder,que no se van a perder? Eso quers que te diga? Y bueno:vos quers discutir. Yo tambin. Te espero maana, por-que yo estuve enfermo estos das. Pero eso de que vosvivas antes mejor con 120 pesos que ahora con 1.500,no, no sa, a m no me la vas a contar! No!

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    ii

    Resulta que antes no te importaba nada y ahora te im-porta todo. Sobre todo lo chiquito. Pasaste de nufragoa financista sin bajarte del bote. Vos, s, vos, que ya esta-bas acostumbrado a saber que tu patria era la factorade alguien y te encontraste con que te hacan el regalo deuna patria nueva, y entonces, en vez de dar las graciaspor el sobretodo de vicua, dijiste que haba una pelusa

    en la manga y que vos no lo queras derecho sino cru-zado. Pero con el sobretodo te quedaste! Entonces, qume vas a contar a m? A quin le llevs la contra? Antesno te importaba nada y ahora te importa todo. Y pro-tests. Y por qu protests? Ah, no hay t de Ceiln!Eso es tremendo. Mir qu problema. Leche hay, lechesobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por tur-no, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta.Pero no hay t de Ceiln! Y, segn vos, no se puede vivirsin t de Ceiln. Te pasaste la vida tomando mate cocido,pero ahora me plantes un problema de Estado porqueno hay t de Ceiln. Claro, ahora la flota es tuya, ahoralos telfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos,ahora el gas es tuyo, pero, no hay t de Ceiln! Paraentrar en un movimiento de recuperacin como este al

    que estamos asistiendo, han tenido que cambiar de sitio

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    muchas cosas y muchas ideas; algunas, monumentales;otras, llenas de amor o de ingenio; todas asombrosas!El pas empez a caminar de otra manera, sin que lometieran en el andador o lo llevasen atado de una cuerda;el pas se estructur durante la marcha misma; el pasremueve sus cimientos y rehace su historia!

    Pero, claro, vos ests preocupado, y yo lo com-prendo: porque no hay t de Ceiln. Ah ni queso!No hay queso! Mir qu problema! Me vas a decir am que no es un problema? Antes no haba nada denada, ni dinero, ni indemnizacin, ni amparo a la vejez,

    y vos no decas ni medio; vos no protestabas nunca, voste conformabas con una vida de araa. Ahora gans bien;ahora estn protegidos vos y tus hijos y tus padres. S;pero tens razn: no hay queso! Hay miles de escuelasnuevas, hogares de trnsito, millones y millones paracomprar la sonrisa de los pobres; s, pero, claro, no hayqueso! Tens el aeropuerto, pero no tens queso. Sera

    un problema para que se preocupase la vaca y no vos,pero te preocups vos. Mir, la tuya es la preocupacindel resentido que no puede perdonarle la patriada a lossalvadores.

    Para alcanzar lo que se est alcanzando hubo queresistir y que vencer las ms crueles penitencias delextranjero y los ms ingratos sabotajes a este momentode lucha y de felicidad. Porque vos ests ganando unaguerra. Y la ests ganando mientras vas al cine, comscuatro veces al da y sents el ruido alegre y rendidor quehace el metabolismo de todos los tuyos. Porque es la pri-mera vez que la guerra la hacen cincuenta personas mien-tras diecisis millones duermen tranquilas porque tienentrabajo y encuentran respeto. Cuando las colas se for-maban no para tomar un mnibus o comprar un pollo

    o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para

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    pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquellavergonzante olla popular, o un empleo en una agenciade colocaciones que nunca lo daba, entonces vos veaspasar el desfile de los desesperados y no se te mova unpelo, no. Es ahora cuando te pars a mirar el desfile detus hermanos que se ren, que estn contentos pero esono te alegra porque, para que ellos alcanzaran esa feli-cidad, ha sido necesario que escasease el queso! Noimporta que tu patria haya tenido problemas de gigan-tes, y que esos problemas los hayan resuelto personas.Vos segus con el problema chiquito, vos segus buscn-

    dole la hipotenusa al teorema de la cucaracha, vos, elmismo que est preocupado porque no puede tomar tde Ceiln! Y durante toda tu vida tomaste mate! Y aquin se la quers contar? A m, que tengo esta memo-ria de elefante? No, a m no me la vas a contar!

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    iii

    Vos la quers seguir? Y bueno , vamos a seguirla,pero dejme antes aclarar una posicin. Yo no discutoporque crea que tengo toda la razn del mundo. Al con-trario, discuto porque creo que vos no tens ninguna.Protests porque te parece que es elegante. Lo hacscomo una actitud. Son criterios, decs. Y digo yo: noser falta de criterio, en vez? Hay personajes que con-

    sideran que una actitud elegante en la vida es la de estarcon un codo apoyado en el mostrador. Otros, soste-niendo el marco de la puerta, en los zaguanes de las casas.Hay tambin seoras que creen que la que no tiene porlo menos un complejo no es de buena posicin. Y bueno!A vos se te repuj en la cabeza la idea de que la posi-cin fundamental es negar, desconocer, decir que no. Teparece que eso da mucha importancia. Que te regala laapariencia de un hombre que tiene ideas, cuando la ver-dad es que negs porque, en realidad, no tens ningunaidea. La del hombre aquel que entraba siempre en lasreuniones diciendo: No s de qu se trata, pero meopongo lo mismo! Pero, no! A m no me la vas a con-tar! Vos negs, protests, con la misma injusticia del quearma un escndalo en su casa porque le perdieron la

    llave del escritorio. Resulta que despus de promover

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    la batahola, cuando ya todo est cabeza abajo y en la mi-tad del tobogn, la llave del escritorio aparece en la bo-tamanga de su propio pantaln. Entonces, como ya nopodra justificar todos los gritos en contra, con tal deno hacer el papeln, esconde la llave en el bolsillo y sigueprotestando para mantener una actitud. Igualito quevos. Esconds, tu conciencia frente a la realidad de loshechos y segus soplando contra el ventilador para noreconocer que la erraste. Y lo peor es que, queriendosostener esa pirueta tuya de resentido, invents argu-mentos de manteca. S, argumentos que se derriten a la

    luz de la evidencia ms chiquita. Te molesta lgico!esa felicidad preciosa de la gente que cree en lo que ve.Vos segus buscando vanamente el pelo en la sopa. Ypretends haberlo encontrado con frasecitas definitivascomo estas de: Ahora uno llama a un electricista y, paracolocar un enchufe miserable, te cobra quince pesos. Yono s adnde vamos a parar! A ningn lado. Por qu?

    Si ah est tu error. Es que ese enchufe miserable, comoera miserable la situacin de ese electricista, ya no loson. No hay nada miserable ya. Todo ha adquirido dig-nidad. sta es la tremenda transformacin que se ha ope-rado y que vos, con la llavecita escondida en la bota-manga del pantaln, segus negando y desconociendo.Se ha dado dignidad a la gente. Todo el que trabaja esconsiderado dignamente. Y el que ya no puede trabajarse ha ganado una proteccin digna. Y es digna la cria-tura que todava no trabaja, porque algn da ocuparsu lugar de combate en la conquista del progreso co-mn. Pero vos protestas porque te cobran quince pesospor colocar un enchufe. Claro! La conquista de la dig-nidad humana no cuenta para nada para vos! Para vos,lo nico importante son los quince pesos del enchufe.

    Pero, decme: vos, adems de protestar, trabajs en algo?

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    S? No te das cuenta de que esa conquista admirablede la dignidad te alcanza a vos tambin y que todo seha equilibrado sobre la marcha misma? O no trabajsporque sos alabardero del rey y aqu rey no hay? ni-camente as se entendera! Porque no me vas a contarque aqu falta trabajo. Ahora No Ah! CreaPero protests sin advertir que lo nico imperdonablees tu protesta. Y entonces, de qu protests? Mir,vamo a dejarla, como deca un reo. S? Vamos a de-jarla. Porque yo te respeto, pero a m, a mi no me la vasa contar!

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    iv

    Mir! Yo puedo negar todo, vos pods negar todo!Todos podemos negar todo! Pero hay algo que no sepuede negar: la evidencia. Y vos sabs lo que es la evi-dencia. La evidencia es lo que est ah, lo que te haceseas para que lo veas, lo que te grita para que lo oigas.Claro que si vos cerrs los ojos y cerrs los odos, ni escu-chs ni ves nada. No ves vos, no escuchs vos!, pero la

    evidencia sigue firme, sigue erguida, sigue como fie-rro, sigue! Mir: yo podra abrumarte tirndote encimaun bal de hechos evidentes, una montaa de conquis-tas evidentes, una cordillera de milagros evidentes! Pero,en vez de salirte al paso con una evidencia de lo que est,yo te salgo al paso con una evidencia de lo que no est!No me entends? No me extraa, porque cuando vosno quers entender a vos los razonamientos te rebotanen la cabeza como el jejn en el tubo de la lmpara. Y yolevanto una lmpara, sabs?; la levanto para iluminarlas calles de mi patria, de tu patria, y mostrarte una evi-dencia que no est! Los mendigos estn? Vos ves losmendigos? Sobre las calles y al decirte calles te digocorazones y te digo espritus se desat el arroyo de ladignidad recuperada, se desat con una brbara alegra

    de potro que transpira salud, y esa correntada se llev a

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    los mendigos, vos lo sabs; pero no se los llev para aho-garlos, sino para baarlos, y llegaron a la costa limpitos,peinados con la raya al medio, cantando, no el huainitode la limosna, sino el chamam de la buena digestin.No; no te encojas de hombros y contestme; yo te hiceuna pregunta: vos ves los mendigos? Dnde estn losmendigos? Antes el pordiosero era una realidad en serie,como los automviles. Los mendigos eran una vergon-zosa institucin nacional. Y fijte que yo no te hablocon medias palabras; a m no me interesa que quierasquedar bien con un partido o con otro. A m me interesa

    que tu honradez reconozca para siempre los beneficiosde que goza hoy tu dignidad. Y te digo todas las pala-bras que tengo, bolsas de palabras, barrios de palabras;el mendigo era en este pas una vergonzosa institucinnacional. Porque haba gente que, as como unos hacentangos, paoletas o mandados, ellos hacan pobres.Fabricaban pobres! Y los pobres se te aparecan en los

    atrios de las iglesias, en las escaleras de los subtes, en lapuerta de tu propia casa, famlicos y decepcionados,con la cabeza como un paquete de pelo y debajo del pelola dignidad en derrota. Y ahora los ves? Decme, losves? Claro que no los ves! Y eso no te conmueve? Oes que los extras? Porque si los extras, ests frito!Ahora las manos se extienden, no para pedir limosna,sino para saber si llueve, para ordear la vaca llena deleche o el racimo lleno de clarete reserva. Acordte cuan-do volvas a tu casa, de madrugada, y descubras en losumbrales, amontonados contra s mismos, a los pordio-seros de tu Buenos Aires. Ahora la exclusividad de losumbrales han vuelto a tenerla los novios; ahora no haylimosneros en los umbrales, ni en los andenes, ni en loscementerios. Vos vas a los cementerios? No?; te pre-

    gunto porque hay gente que va al cementerio slo una

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    vez en la vida, y cuando va, la aprovecha y se queda; perolos que solemos ir para irnos acostumbrando de a pocoy que el inquilinato pstumo no nos agarre desentrena-dos, vemos lo que vos no quers ver: que ni siquiera allencontrs mendigos. Y entonces dnde pods encontrar-los sino en un pasado cruel y desaprensivo que te empe-cins en reconquistar? Y para qu quers un pasado deindignidad y de miseria si tens un presente de abundan-cia y de respeto? O me vas a decir que no te diste cuentade que si trabajs te respetan y te hacen la vida honora-ble y placentera? Yo te hablo con evidencias y te seguir

    cargando con evidencias. S honrado! No me digs queves mendigos, porque, si los ves, es que me la querscontar, y a m, a m no me la vas a contar!

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    v

    Por qu habls si no sabs? De dnde sacaste esa noti-cia que echs a rodar desaprensivamente, sin pensar enlo irresponsable que sos y en el dao que pods hacer?Estamos viviendo el tecnicolor de los das gloriosos y vosme lo quers cambiar por el rollo en negativo del pesi-mismo, el chisme, la suspicacia y la depresin. No, si yoa vos te conozco, uf, si te conozco! Vos sos, mir, vos

    sos el que no pods disponer de hechos y entonces usslos rumores, y te acercs a m para tirarme la manea deunas palabras en el momento ms inesperado. Sabs qupalabras, por ejemplo?: La que se va a armar!

    Explicte! Que tu actividad capciosa no se detengaen el umbral de las palabras, sino que atraviese el zagundel prlogo y me tienda la mesa en el comedor de loshechos hechos y no palabras, hechos y no rumores.Dale, servme la cena. Pon sobre mi mesa eso que estsanunciando, pinchlo con el tenedor de una evidencia,cortme el entrecote con el cuchillo de otra evidencia, yhac que yo trague el bocado evidentemente! Porque,hasta ahora, los rumores se fabrican aqu por quienes sealimentan de sus propias milanesas. Porque yo a vos note entiendo. Vos me agarrs del brazo en la vereda, me

    anuncis que se va a venir una se va venir una y en

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    vez de venir una, te vas vos, y yo me quedo en la veredatratando de no impresionarme, porque si yo fuera im-presionable entrara en mi casa agachado como vos,hablando al bies como vos, y cuando los mos vinierana saludarme alegremente, tambin yo levantara la media-nera de esas palabras sibilinas que me dijiste: Menos ale-gra y vayan preparndose porque se va a venir una!Pero yo vengo de vuelta, sabs? Yo vengo de otras po-cas llenas de palabras, superfluamente llenas de pala-bras; no haba nada ms que eso: barrios de palabras,tribunas de palabras, pases de palabras, y por eso no

    creo en los rumores chiquitos y muchas veces miserablescon que vos quers hacerle sombra a una realidad queest iluminndonos. Por qu hablas si no sabs? Entris-tece pensarlo! Claro, a vos vino uno y te dijo que ayermataron a treinta. Dnde estn los que mataron? Fuisteal entierro? Tomaste caf en el velorio? No, vos no vistenada, vos no sabs nada, pero como alguien te lo dijo,

    vos lo repets, y quin se lo dijo a ese alguien? Quin?Ahora me explico: ser el mismo que anunci, por ejem-plo, que Fulano y Mengano estaban presos. Y entonces,vos vens y me decs, siempre agachado, siempre hacin-dote el misterioso: Shhh la cosa est brava! Losmetieron presos a Fulano y Zutano! Y si te digo que ano-che lo vi a Fulano con una rubia y que hoy almorc casual-mente con Mengano, vos me mirs con una lstima tre-menda y me decs que es un truco. Cmo un truco? Ami me la vas a contar? Yo estuve con Mengano! Cmoque no? Entonces, quin era? Boris Karloff caracteri-zado? Pero, ome, no ves en qu poca ests viviendo?,con kilos de realidades, toneladas de realidades, y enton-ces, cmo pods mostrarte tan pequeo, tan chiquito, yser un cmplice ms en esta carrera de posta en la que

    los rumores ms absurdos, cuando no cnicos, salen de

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    la obscuridad y quieren meterse en el pensamiento delos crdulos? Ya s, decs que vienen desde el exteriorcontando con la colaboracin de sus personeros, de losque, desgraciadamente, muchos son argentinos. Pero nohabls tonteras! Averigu primero! Despreci al malin-tencionado que te pasa un rumor como quien te entregaun billete falso y no ves que si es falso, cmo vas acomprar la verdad? O vos no sabas que la verdad esten los hechos maravillosos que hoy nos rodean, y que lamentira est en esos rumores o calumnias que vos reco-giste y amplificaste? A m me vas a contar que no sabs

    que son calumnias? Que cres en los rumores? Que pen-ss firmemente que se va a venir una? Fenmenola que se va a venir! Vamos, criatura, que somos pocosy nos conocemos mucho! A m no me la vas a contar!

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    vi

    Ah, s! Desde chico me gust la empanada! Hayotras comidas excesivamente municipales. Comidas.Nada ms que comidas. El arroz, por ejemplo, el quesiempre es arroz, que nunca nos depara una sorpresa otiene una iniciativa. Ms all del arroz no existe ni lasuposicin ni el misterio. A lo sumo, a veces, se maqui-lla con la anilina del azafrn, pero vos escarbs un

    poquito y a una milsima del azafrn sigue el arroz!Verdad que es cierto? Vos corts la carne y dentro dela carne hay carne. Y esto es triste. Esto no puede satis-facer a un espritu como el mo, que se emociona cuandole encuentra la pasa de uva al buuelo. Y la empanadaes eso! Es otra cosa! La empanada es una especie debal nutritivo que depositamos en el plato, suponiendo.A m me gusta suponer! Y frente a la empanada meinquieto! Qu habr adentro? Cuando rompamos conlos dientes esa bisagra prolijamente frita y las tapas seabran, como una ostra madre que se da corte mostrn-dole el berberecho al caracol de al lado, en ese momentoimportante y misterioso, qu encontrar adentro? Laaceituna?, el huevo duro?, por qu no el anillo de com-promiso de la cocinera? Viste como hay que suponer?

    Ja! Ja! Porque el arroz no es nada ms que el arroz,

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    y dentro de la carne slo hay carne, pero ms all de laempanada est la sorpresa y la investigacin. Por eso,cuando yo era criatura, la coma como si me comierauna aventura de entrecasa, pero despus, la criatura quehaba en m no pudo defenderse de las hormonas y sevolvi hombre, y cada vez que el hombre se llevaba unaempanada al centro del apetito, ms all de la empanada,sabs qu vea? Eso vea! El comit! No poda evitarlo!Vos me mostrs una lata de cera para el piso, y ms allde la cera yo veo el incendio.

    Me acuerdo que en una pelcula francesa haba un

    pintor al que le mostraban un nadador y l ya vea un aho-gado. Lo mismo! A m me mostraban una empanaday vea el comit! Entonces ya no poda metrmele den-tro a la empanada, ya no poda viajar sobre el picadilloy hablar de hombre a hombre con la pasa confidente. Esaempanada era el smbolo del comit. Era el escudo dearmas de los malevos que alquilaban la pualada y le

    llamaban dotor al caudillo de la chalina al hombro. Enese escudo la empanada tena un cuadrante junto a lataba, la botella de vino y la libreta de enrolamiento quevotaba sola. Me lo vas a decir a m? Yo no tendr ni ta-lento ni vitaminas pero memoria tengo. Yo me acuerdo.Yo ya no era el chiquiln que transpira ftbol, ni siquierael adolescente pattico que hace un juego de espejospara comprobar si le est creciendo la nariz. Yo ya eraun hombre entristecido por los otros hombres. Yo eraun desencantado de la empanada. Porque mi dolor leestaba haciendo una radiografa, y en la placa no sloencontraba el carozo de la aceituna sino tambin lacerradura rota de la urna y la bala que viajaba desde elservilismo hasta la opinin. Vos no te acords? Yo sme acuerdo! Aos, sabs?, aos esper teniendo ham-

    bre. Aos en que hice alpinismo en el arroz, esperando

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    que alguna vez la radiografa encontrase lo que ahoraacabo de encontrar. Porque yo he vuelto a comer empa-nadas. Las pongo en el plato, las pongo despus de ha-berlas descolgado de aquel escudo de armas que se vinoabajo con la pared, con el techo y con el comit entero,mientras la murga de los malevos que decan dotor sealej con un redoble de botellas rotas o derramadas. Aho-ra esta empanada es ma y tuya! Mirla, fijte. Ahoravos y yo podemos abrirla sin angustia porque tal vezencontremos adentro una caja de fsforos un descui-do lo tiene cualquiera, pero no encontraremos ms el

    voto vendido o exigido, ni aparecer detrs de la yemala letra ce, la olvidada letra ce de la palabra doctor.Qu enorme alegra!, verdad? Ome: la vida es com-plicada, muy complicada, y puede que en una de esascomplicaciones yo me aparezca como husped sentadoa tu mesa. Y era eso lo que quera decirte: que ya no teinquietes, que ya sabs con qu pods convidarme: em-

    panadas, estrictamente empanadas! Hoy ya puedo co-merlas; sin angustias, sin malos presentimientos. Con latranquilidad del que vota por quien se le antoja. Quersuna dicha ms grande? O te gustaba ms las otras? No.Qu va! A m no me la vas a contar!

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    Por qu no penss un poco, vos tambin? Yo no te pidoque invents una escuela filosfica o que leas a Einsteiny te vayas a dormir con el teorema puesto. Yo te pidoque abandones tu posicin de terco y pienses piensesen lo que estaba pasando y en lo que pasa ahora. Tenasuna patria como una rosa, pero esa rosa no perfumabatu vida sino que se estaba deshojando en el ojal de los

    otros. Ahora la solapa de tus enemigos est vaca y larosa es tuya, pero vos segus como enquistado en unaterquedad sin belleza y sin sentido! Aquello que antes terobaban y te negaban ahora es tuyo, todo! Hacte unarecorrida: desde el quebracho de Charata que est casien el trpico hasta las ballenas de Ushuaia, y todo estuyo! Zonzo. No ves que todo es tuyo, que todo es tuyoy, adems, es gordo? Porque aqu todo es gordo. La tie-rra, la dimensin, los tres climas, las frutas as de gran-des, los cereales as de altos, todo es gordo! Menos yo,todo es gordo. Tens una provincia, y es tan grande comoEspaa entera. Tens otra provincia y es ms grande queItalia entera. La nuestra, la tuya, es una geografa lujosa,una geografa abundante. Y las tuyas y las mas y lasnuestras no son extensiones secas y estriles, sino tie-

    rras de milagro, tierras a las que les das una semilla y te

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    devuelven un monte. Tierras donde dejs caer un puchoy a la tarde ya hay un rbol de boquillas! Tierras quetranspiran jugo, tierras a las que vos te agachs y oscrecer el pasto. Claro que antes creca y lo escuchabannada ms que los de afuera. Pero ahora el trigo, el mazo la ipecacuana cantan la pera para vos. Esto quieroque comprendas! Para esto quiero que pienses. Para estonecesito que quiebres la cscara de tu terquedad. Pensen una patria subdividida y administrada por tenedoresde libros que suban el cuatro y bajaban el nueve en to-dos los idiomas, menos en el tuyo; pens en esa misma

    patria ahora contabilizada con nmeros criollos! Mir,una vez, hace veinte y tantos aos, hice un viaje a la Pa-tagonia, que queda en el sur. Te hago la aclaracin por lasdudas, porque durante mucho tiempo los argentinos nosupieron dnde quedaba la Patagonia los extranjeroslo saban perfectamente, pero los argentinos no!. Alsur, sabs? bamos navegando y el barco se aproxima-

    ba a la costa cuando vi una franja obscura sobre ella, queyo crea un acantilado. Pero no. El capitn me aclar:No, Discpolo. Cmo acantilado? Lo que usted ve esla lana que apilan antes de seleccionarla para el embar-que. Todo eso es lana? Todo! Y era cierto, s!Era lana. Todo lana. Y detrs de esa nube de esa nu-be gorda! estaban los carneros, apurados en hacer-se crecer la lana para la prxima esquila, y las ovejas,tambin preocupadas por no quedarse atrs frente alos carneros y a los consorcios que las vigilaban. Lana!Meta lana! Y para qu la daban sino para que se lallevasen a donde haba resuelto llevarla gente que no eratuya y que te haca dormir a vos, el dueo de tu lana, enun colchn de estopa o en la tierra? Claro, yo no te echola culpa a vos! Eramos una factora, y aquel sobretodo

    afeitado de las ovejas y de los carneros serviciales se

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    perda estpidamente en una exportacin pirata. No,no; yo no te echo la culpa a vos! La nica culpa tuya erano pensar entonces; es no pensar ahora! Pens, enton-ces! Pens en aquella fruta fabulosa de Ro Negro queviajaba al extranjero y la traan de regreso a un preciode lujo envuelta en un papelito de seda. Lindo el papeli-to! Celeste el papelito, verde el papelito. Caro te costel papelito! Y no la quers entender. Pens en todo eso,sent el despertar de esta patria maravillosa, y en vezde ser lo que sos: un terco, s lo que tens la obligacin deser: un agradecido! Contempl el desfile de los pome-

    los que van a tu casa para darte la vitamina C, mir losnovillos que hacen cola para entrar gloriosamente en elcentro de tu apetito. Asimil la estupenda, la incompa-rable, la rescatada riqueza de tu patria y despus no medigas que segus teniendo motivos o pretextos para serterco. Y si lo segus siendo, lo sers de labios para afuera.Lo sers porque quers mantener obstinadamente tu

    actitud intil. Pero adentro? Adentro, yo s que estsconmigo! Bah! A m no me la vas a contar!

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    del exterior. Te acords ahora? Directivas que venande afuera, hasta con las ostras! Mandatos que venan deafuera, aunque vos y yo viviramos adentro! Eran lasrdenes humillantes que soportbamos sin abrir la ostray sin ponernos en el alfiler de corbata la perla de nues-tro legtimo destino. Las rdenes que nos tiraban de bocaen la miseria! Qu te pasa? Te asusta la palabra? Teparece exagerada la palabra? Miseria, s! O no te acor-ds que en este pas tuyo, el ms rico por s mismo y elmejor dotado para un milln de aventuras comerciales,siempre haba habido miseria? Desde la miseria orgu-

    llosa de la pobre clase media, que para no ahogarse devergenza gastaba en hacerse planchar el cuello los cen-tavos que le hubiesen pagado el caf con leche, hasta lamiseria del pen en las estancias o del obrero en las f-bricas! Claro, vos no sabas esto. Vos nunca anduvistepor las chacras o por los barrios. Verdad que no? Ydnde andabas? Por el corso? O en el Coln? O esta-

    bas bailando en la Lago di Como? Claro! Por eso no teenteraste. Por eso no sabas que en el norte andino lascriaturas ngeles como tu hijo o como tu hermanitocrecan raquticas y moran hambrientas, sin haberprobado en su vida mir lo que te digo, en su vida,ni carne, ni pan, ni leche! Y esto pasaba aqu, en tu pas.Te asombra, verdad? Miseria del hombre all lejosmientras en las islas del Tigre los consorcios tiraban lafruta al agua, convertan al arroyo en una correntada deduraznos. Porque la cosecha, desgraciadamente, habasido estupenda y entonces iban a bajar los precios. Estopasaba antes, pero ahora Ahora te dieron la llave dela ostra! Y entonces qu hacs que no la abrs? No, notens que golpear como en una puerta ajena para que elberberecho se asome y te diga si pods pasar! Entr,

    zonzo! Ahora no nos van a sacar nada si no nos conviene

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    o no queremos. Ahora tenemos la llave de la ostra!Por qu no la abrs? O vas a hacerme creer que prefe-rs volver veinticuatro aos atrs y recorrer con la ca-beza gacha y a patacn por cuadra el banco que termi-naba en Magallanes y haba empezado en Santa Cruz?Vamos! A m me la vas a contar? No, a m no me lavas a contar!

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    ix

    Hoy tendra que empezar dicindote: Acuso recibo detu muy desatenta fechada el 10 del corriente. S, ayerrecib una carta tuya. Me di cuenta de que era tuya por-que empezaba insultando. Y detalle curioso, fijtevos el que insulta nunca tiene razn. Por eso insulta.Como el que grita. O el que pega. Me di cuenta de queera tuya, adems, por que no traa firma alguna. Una

    carta annima. Quien no tiene razn casi nunca firma. Yclaro, cmo se va a hacer responsable de una carta sinninguna responsabilidad? Ni responsabilidad, ni razn,ni valenta. Esa mnima, esa elemental valenta que senecesita para afrontar una posicin o para reconocer unerror. Cicern te hubiese perdonado. El error se perdona.Es humano. Pero es de torpes, dice, permanecer en elerror. Y vos ests encima del error ms tremendo, sen-tado en l y adherido con su pegalotodo. Y tirs piedrascontra las vidrieras. Gritos contra los que pasan y car-tas annimas contra los que, como yo, slo saben ofen-derte con la verdad y los hechos. Tirs y lgicoesconds la mano. Todos los ingredientes del resenti-miento se mezclan en el magro pucherete de tu carta: laenvidia, el rencor, la sinrazn, la injuria. Ingredientes

    que resumen una sola resultante: tu rabia. Una rabia de

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    pichicho que no puede morder su propia cola y entoncesladra de este modo: Claro, vos habls bien porque estsacomodado. Para vos todos los que comprenden que elpas transita un destino de bienestar y de justicia estnacomodados. Y sabs una cosa? S! Tens razn. Fran-camente, mir, estamos todos acomodados. Desde lospibes, para quienes se viene construyendo una escuelapor da, para quienes se han organizado campeonatosdeportivos y ahora no tienen que escabullirle el cuerpoal varita1 porque hasta en las canchas de ftbol tienen sulugar de privilegio. Y tambin estn acomodados los

    muchachos, aquellos que antes vendan diarios, que tie-nen ahora cientos de escuelas de enseanza tecnicopro-fesional y enseanza universitaria gratuita. Y tambinse acomodaron los obreros, los laburantes de nuestrasufrida carga y la clase baja de tu irreflexiva soberbia,que aumentaron al triple sus jornales y lograron la dig-nificacin del trabajo. Te vas dando cuenta de que todos

    estamos acomodados? Y qu me decs de los miles deviviendas que se han inaugurado en todo el pas? De losinstitutos de asistencia social, de los policlnicos y de todolo realizado en favor de la poblacin? Es brutal el aco-modo. Se acomod la salud y el bienestar general. Hasvisto? Estamos todos acomodados. Todo el pas. Todosmenos vos estn acomodados. Pero a m, a m no me vasa contar que no entraste en el beneficio de esta generalaservida. No, a m no me la vas a contar!

    1 Varita: el vigilante. (N. del E.)

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    Hay palabras que nos gustan y nos entregamos a ellas,inexplicablemente. A m, por ejemplo, sabs qu pala-bra me gusta? Enfiteusis. Yo no s qu quiere decir enfi-teusis probablemente no lo sabr nunca, pero lapalabra me envuelve y me convence. A vos te gusta otrapalabra. La palabra opositor. Sos opositor porque te ena-mora el ttulo de opositor, porque te gusta que te llamen

    opositor! Es la palabra. Para m, enfiteusis. Para vos,opositor. Es una extraa especie de coquetera mentalque te impulsa a cultivar un vocablo predilecto y que teimpulsa a pensar contra el pensamiento de los dems.Yo te entendera si, para justificar ese trmino al que teentregs, me persuadieses con argumentos preciosos yrazonables. Entonces le encontrara un significado a esoque vos llams oposicin! Porque vos sos opositor, peroopositor a qu? Opositor por qu? La inmensa mayo-ra vive feliz y despreocupada y vos te quejs. La inmensamayora disfruta de una preciosa alegra y vos ests tris-te! Nadie te quita ese melanclico derecho de estar triste.Vos sos dueo de administrar tu jbilo o tu pesimismo.Pero no es justo que ests disgustado por la alegra delos dems, que te opongas al optimismo de los otros! Tu

    actitud de opositor vctima de una palabra seductora es

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    una especie de complejo del resentido. Porque existe entu resentimiento una cuota enorme de rencor que te vesobligado a gastar con los dems o contra los dems.Entonces te subs por una palabra, y esa palabra es unpalo enjabonado del que cas sin haber alcanzado lapunta. Yo no digo que un gobierno lo haga todo bien.No es humano. Pero que no haga nada bien tampoco eshumano. Vos barajs un mazo de argumentos y sacsuna carta para jugarla; por ejemplo: la caresta de la vida.Llams caresta de la vida al hecho de que valga quinien-tos pesos un traje que antes vala doscientos. Pero te era

    fcil reunir esos doscientos? Vos decs que la vida estimposible porque el peceto ya no te cuesta un peso cin-cuenta; imposible, porque los diarios y los boletos delsubte antes eran de diez y ahora son de veinte. Mir qulstima! Y cmo le llams al hecho de que el empleadode comercio que haca equilibrios con 50, 80 100 pesospor mes gane 5, 8 10 veces ms? Cmo le llams al

    milagro del actor de teatro que ha saltado desde una retri-bucin de 3 pesos por funcin tres! al regocijoactual de un sueldo mnimo de 850 pesos? Cmo sellama el hecho de que un albail, un periodista, unaempaquetadora de tienda, un conductor de taxi, una dac-tilgrafa o un oficial frentista, que antes luchaban conlas matemticas para distribuir un sueldo sin ngulos,ahora lleguen a fin de mes no estirando angustiosamenteel elstico del ltimo peso sino con un remanente decomodidad? Cmo decs? Qu todo es otra cosa? S,bueno, ser otra cosa, pero ponle nombre al menos!Vos bautizs tus razones y no quers ponerle nombre alas mas? Bautizs a todos tus hijos y quers que los mossean naturales? No, a m no me la conts! Cate del palojabonado, abandon la palabra que te cautiva y dej que

    yo bautice mis razones con otra palabra que tambin me

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    enamora:justicia. O si no, ponle equilibrio social, evo-lucin, conquista. Mir, ponle hache, pero no lo nie-gues! Te duele no tener razn y jugs en contra de loshechos. Se puede hacer gol pateando una pelota, perovos pates un adoqun y te vas a romper el pie. Entonces,por qu no penss antes de patear? Te propongo unacosa: Vamos a dejar de amar las palabras y empecemosa amar los hechos. S? Vamos? Ya est. Porque, mir,a vos y a m nos pasa lo mismo: nos gusta una palabra,y as como yo nunca sabr qu quiere decir enfiteusis,vos nunca sabrs exactamente qu quiere decir oposi-

    cin. No, porque vos no lo sabs. Si lo supieses me lohabras hecho entender. Porque yo no soy un burro, y,te juro, te he escuchado con toda mi buena fe y no teentiendo. Y si yo no te entiendo, cmo me vas a hacercreer vos que te entends a vos mismo? Y no, viejito! Heodo tantas de stas en cincuenta aos que a m no mela vas a contar!

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    S, bueno. S, pero es que vos no vas por los barrios,verdad? No! En cambio, yo s que voy. Claro que voy.Slo que estos que recorro ahora no son aquellos deantes. No, no creas que voy a hablarte en nombre de lanostalgia y que voy a evocar melanclicamente la zanjacargada de ramas impermeables, ni el potrero adondebamos a comer el huevito de gallo o el farol que apun-

    talaba las espaldas dramticas del guapo. No, no; lo motiene otro sentido. Sabs lo que es lo mo? Un viaje atravs de la geografa arrabalera, un viaje que no pre-tende encontrar algo, sino al contrario: pretende noencontrarlo. Y lo consigue. Claro, vos no me entends.Por eso te lo digo ahora con las palabras ms sencillas yrazonables. Yo me meto en el barrio, corazn adentro,y, despus de recorrerlo, te pregunto: est el conven-tillo? Y no, no est, claro que no est! Me entendsahora? Yo no quera encontrar ms el conventillo, y nolo encuentro. Toda aquella miseria organizada fue ba-rrida por otra organizacin. La del amor! Cmo?!,qu a vos te gustaba ms aquello?! No; puede ser quete gustase como elemento pintoresco, pero no comomedio de tu propia vida. El suburbio de antes era lindo

    para leerlo, pero no para vivirlo. Porque a m no me vas

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    a contar que preferas el charco a la vereda prolija y quete resultaba ms entretenido el barro que elportland.No, a m no me la vas a contar. Todos preferimos la co-modidad, y acaso, en el momento de la letra de tango,hablemos literariamente del catre; pero llega el momen-to del descanso y cerramos el catre y dormimos en lacama, no me digas que no! Y ahora mir qu cama tetendieron para que duermas. Y ms all de tu cama y detu sueo, no dir que est ni el rascacielo ni la mansinqu falta que hace?, pero est la casa tuya y no detodos. Es ms linda o menos linda, pero conventillo no

    es! Durante aos y aos los inquilinos del suburbio vivie-ron aquella comunidad absurda. La humillante comu-nidad del conventillo. Una oxidada sinfona de latas.Toda una intimidad domstica al aire, un verdadero fes-tival para la profilaxis, un mundo donde el tacho era untrofeo y la rata un animal domstico! Vos no te acor-ds? Yo s me acuerdo. Ya te dije que no tendr estatura

    ni peso, pero memoria tengo. Kilos de memoria, tengo!La pongo en el platillo, y la balanza viaja de golpe haciala antigua miseria ahora suprimida. Porque la nueva con-ciencia argentina pens una cosa. Sabs que cosa? Pensque los humildes tambin tenan derecho a vivir en unacasa limpia y tranquila, no en la promiscuidad de un con-ventillo que transpiraba indignidad. Fijte qu pensa-miento inesperado, mir qu cosas se le fueron a ocurrira esta nueva conciencia! Te habr costado entenderlas,no es cierto? Claro, vos slo conocas tu casa conforta-ble y tenas acerca del barrio una idea general y potica.Vos nunca te habas metido en el laberinto del inquili-nato, en la prosa infamante de aquellas cuevas con la filade los piletones, el corso de las cucarachas viajeras y lasgentes apiladas no como personas sino como cosas. Vos

    slo conocas al barrio de los tangos, cuando los tocaba

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    una orquesta vestida de smoking. Por eso no puede con-moverte como a m este desfile de las casitas dignas, quehacen flamear la banderola roja de un techo, el trapoverde y fragante de los jardines bien cuidados. Yo te digo:Se terminaron los conventillos! Y esto, que es una noti-cia preciosa y tremenda, te resbala encima sin sorpren-derte ni emocionarte. Claro, no lo sabas. Nunca se teocurri pensar en los otros! Pero ahora yo te lo cuento,y me vas a decir que en el fondo de tu nobleza no estsaprobando lo que te cuento? No? S!! A m no me lavas a contar!

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    Yo s que a vos te gusta viajar. Bueno, a todos nos gustaviajar, porque para eso somos hombres, no rboles. Perohay maneras de emprender un viaje, y mientras unos que-remos viajar para satisfacer lo que una ta ma, muy ro-mntica ella, llamaba hambre de horizontes, otros semarchan como un recurso para conocer ventajas que aquno tienen y que les darn en otro lado del mundo. Y yo,

    honradamente, pienso que debes ir, que debes salir.Cuando volva de mi ltimo viaje yo dije por radio quea la Argentina lo que le haca falta era salir en gira. S.Al pas, en gira, todo entero. Y sabs por qu formuloesta invitacin o esta sugerencia? Porque yo quiero quevayas y que compares. Cumpl tus tremendos anhelostransocenicos, envolvte en un plan de turismo, aban-don los bagres montonos del Ro de la Plata y hacsociales con la trucha vanidosa del Mississippi. Dale!Camin! Viaj! Visit! Compar! Cumpl con tu vani-dosa necesidad de hacerme saber que ests, no en MinaClavero, sino en cualquier parte fuera de aqu y mandmela postal que registre una huella de tu paso. Mandmela,que yo te espero. Aqu te espero. Tranquilo te espero.Porque cuando llegus, remolcando recuerdos y valijas,

    me vers aparecer en el metro cuadrado del andn, la

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    escalerita o la pasarela, con una pregunta que no llevaninguna mala intencin: Y? Cmo te fue? Entoncesvos tratars de llevarme a un rincn neutral y golpear-me a mansalva con las ciudades, los monumentos o lascircunstancias que te salieron al paso, y me hablars:Ah, la torre Eiffel! Si vos vieras! Ah, el Castillo delMorro! Ah, los doscientos pisos del Waldorf-Astoria!Ah, las ruinas de Pompeya, si vos vieras! Oh el colordel Tmesis cuando atardece! S, s, cmo no, me gusta,fenmeno; pero no te pregunto ni por la torre ni por elMorro; te pregunto por vos. Cmo te fue a vos? Bien?

    Bien en todo? No, a m no me la vas a contar! Porqueeste viaje tuyo yo lo hice antes, y lo han hecho otros, ytodos hemos venido empujando el barco, persuadiendoal capitn para que hiciera una punta de nudos, necesi-tando respirar el buen aire de una querencia sin compara-cin. No por el afecto, porque casi siempre encontrarsms afecto afuera que adentro de tu pas, pero vivir

    Vamos!, baj de tu plataforma presuntuosa, franquetea la sombra de un rbol y contme, sinceramente, quprivaciones pasaste y qu hambre y qu nostalgia su-friste. Ya s, ya s; a vos no te iban a agarrar despreve-nido, vos llevs divisas! Un kilo de divisas! Ven, sen-tte a la mesa tremenda de esta tierra abundante, y cuandotermins de ponerte al da con tu metabolismo, contmequ compraste con las divisas. Un boleto para Marsella,te creo; un ticketpara subir a la estatua de la Libertad,te creo; pero no me digs que compraste un almuerzo,porque eso eso a m no me lo vas a contar! Entendme:yo no vivo pensando en la comida. Vos me viste? Sabscmo yo Y bueno, para qu te voy a explicar? Converme! Pero pienso en la comida de los otros, en elbienestar de los otros, en las privaciones que no sufrimos

    ac. S honrado! Aunque las divisas nos falten. Ya s

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    que en tu viaje habrs conocido un museo tremendo, unro con otra clase de mojarritas, una montaa as de alta,ciudades impresionantes y costumbres sorprendentes,pero una vida ms fcil y mejor alimentada, sa no laconociste. Y como todo el drama del mundo empieza enel hambre, supongamos que toda la felicidad del mundoempieza en la abundancia. Entendme, no es toda la feli-cidad, pero all empieza! Por eso te ped alegremente quesalieras a viajar. Hacme el gusto! Viaj! Contme c-mo vivimos ac y cmo viste que vivan los dems! Quedecs? Que teniendo divisas uno puede comer en cual-

    quier parte? (re). Y bueno, viaj! S bueno, viaj. Yo teespero en esta patria tuya que tantas veces desprecis,as, cuando vuelvas, me la conts.

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    S, son muchas las cartas que recibo. Y tanto o ms quelas otras me interesan las que me reprochan algo. Por esome interes la tuya, Mordisquito as firmabas, ver-dad? Mordisquito!Y voy a contestarte porqueveo que te has hecho un lo. Un lo grande. Te quejs, ytu queja es como si vinieras a decirme que instalaste enla calle Corrientes una fbrica de trampas para cazar osos

    y que ests furioso porque no vends ninguna. Tipo cha-leco sera el de tu aspiracin. Quin te iba a compraruna trampa para cazar osos aqu en Buenos Aires? Tupretensin estara consignada dentro de ese captulo queen medicina legal se llama elpiante, verdad, Mordis-quito? Es como si quisieras darte la mano en el espejo.Los mdicos se ponen serios cuando ven que unointenta eso delante de ellos. Al rato empieza la duchafra!. Y lo tuyo es igual. Quers discutir. Y, bueno,Mordisquito, discutamos. Pero no con ese coraje que te-ns para el macaneo libre, sino con un atisbo de razn.Entends, Mordisquito? Vos insists en negar todo loque significa conquista, progreso, realidad social. Perono con argumentos que caen por su propio peso, comolas cornisas, sino con la misma deliciosa ingenuidad del

    que quiere tirar abajo un omb con una hojita de afeitar.

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    No alcanza. No la pods contar tan fcil. Los hechos sondemasiado grandotes, las realidades demasiado slidaspara que puedas socavarlas con frasecitas. Frasecitashechas tan slo con palabras. Espuma que parece abul-tar mucho pero que se deshace soplando. Te oigo decir,por ejemplo: Eh, ya no se puede comprar nada. Todoaumenta. Todo sube! No s adnde iremos a parar! Ytu frase tiene la apariencia de una sentencia. De un des-tino negro, negro como un caf negro, como un tnel sinsalida y con un negro adentro. Pero hacme un favor,quers? Agarr un lpiz y un papel. Te quiero hablar

    con cifras para no hacerla larga. Tens razn. S, el costode la vida aument un 113% con relacin a 1946. Pero,sabs en cunto aumentaron los salarios obreros? Enun 172,8%. Y bueno, hac la cuenta. Baj el uno y lle-vte el cero alguna vez. Sabs en cunto aument elpoder adquisitivo de los salarios desde 1946? En ms del29%; aqu adelante mo tengo el dato. Yo ya s que nadie

    compra trampas para osos, pero es porque no se necesi-tan, no porque aumentaron. Cmo me vas a contar queya no se puede comprar nada si el ndice de ventas mi-noristas era de 200 con respecto a 1943 y el ao pasadolleg a 830? Comprendo que los nmeros son aburridos,pero no me vas a negar su elocuencia. Yo no me quierohacer el erudito, ni me voy a enojar si no consigo con-vencerte de tu error. Pero dejme, al menos, este dere-cho de justificar mi alegra, Mordisquito. Una alegraque crece comprobando los hechos, certificando un equi-librio de cosas, confirmando una fe que tiene races enlos hechos. Cmo vas a enredarme en ese pesimismoque te hace decir sin fundamento alguno: Las cosas vancada vez peor, si el panorama de la realidad me testimo-nia todo lo contrario? Siempre tuvimos que presenciar

    el espectculo injusto de una minora que progresaba a

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    expensas del estancamiento o el hundimiento de losdems. Hoy la fiesta es de todos. Es el renacer de un pasentero que ve crecer a un tiempo trigo y chimeneas, cose-chas y fbricas. Mientras vos te empes en vender tram-pas para osos nuestro comercio internacional arroj elao pasado un saldo positivo superior a 700 millones depesos. Mientras vos te quejs, Mordisquito, la inicia-tiva privada, con la ayuda financiera del Gobierno, cre30.000 empresas nuevas. En slo un ao mientrasotros le dan manija a la lengua se han solicitado casi19.000 marcas de fbrica. Nuestro incremento indus-

    trial con respecto a 1937 es del 73%. El ms alto regis-trado en el mundo. Y entonces? Dej las trampas paraosos y entr en la fiesta, Mordisquito. No sigs ms acontramano. Ah!, no quers? Y bueno, quejte si tegusta, pero a m, no , a m no me la vas a contar!

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    Decs que vos sabas lo que era un gaucho? Y por qume la quers contar a m? Ni vos os?, ni yo, ni nadie,casi, lo sabamos. Ms all de tu barrio cargado de gli-cinas o de tu ciudad abrumada de luces, se extenda loque en el lenguaje de las zambas se llamaba tierra aden-tro. Una ancha tierra servicial y dolorida. El campo quete cuidaba las espaldas y al que nunca miraba de frente.

    Porque vos no lo mirabas; yo me acuerdo, no me digasque s. Vos eras un hombre de ciudad, una cdula evo-lucionada y despreciativa, pero no por maldad; pordesinters, ms bien, o por abulia. Eras un hombre queslo pensaba en sus problemas y que nunca se detena asuponer qu problemas existiran en el campo, porquequ era el campo sino un lugar de donde mandan carney fruta? La geografa de tus sentimientos terminaba enla avenida General Paz, y el resto era, para vos, una espe-cie de cambalache folklrico donde se mezclaban al tun-tn la cinacina, la vaca, la yegua madrina, el cedrn, elgaucho y el chingolo, a quien el ferrocarril le haba dadoun susto brbaro. Tu paisano, tu hombre de campo tugaucho!, era qu sino un individuo falsamente litera-rio que siempre estaba haciendo ruido con las espuelas?

    El gaucho que te imaginabas se pasaba la vida a caballo

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    diciendo ahijuna!, y bum!, golpeando el estao de laspulperas porque creas que tenan estao y yo tam-bin y pidindole al pulpero giebra ome: Ginebrano dije; Ginebra es un lago ygiebra es un porrn, yla pedan para ahugar las penas de la china sotreta. Claro,vos sabas qu quera decir sotreta, verdad? Cmo no!Latifundio no sabas qu quera decir, pero sotreta, s.Vos sabas perfectamente que el gaucho tomaba un cima-rrn al pie del alero; eso lo sabas, claro; pero que el gau-cho ganaba como pen cinco pesos mensuales olo bien,cinco pesos por mes! eso nunca lo supiste. Del sueldo

    no te enterabas; del cimarrn, s. Te habas hecho unaidea del gaucho, una idea para uso interno, y dentro detu imaginacin el campo era un desfile de prendas vesti-das de zaraza que bailaban el pericn por Mara, un pre-cioso panorama rural a base de padres que decan: Mei-

    ja! y de hijas que les contestaban: Tatita! Es decir,hijas no,gurisas, porque vos y yo, y todos, conocamos

    la palabragurisa. Cmo no! Explotacin, nunca supistequ significaba; injusticia, tampoco. Claro, no eran pala-bras literarias, y adems el campo quedaba lejos. Lo tuyoera la gurisa, el chirip, el horcn y la tropilla de un solopelo. Zafra, no sabas qu era; desmonte y emparve, tam-poco, pero matrero, trompeta, velay, canejo! y buenasy con licencia, eso te lo sabas de memoria! Te acords?Yo s me acuerdo! Y me acuerdo en este momento depreciosa alegra, cuando ya se termin la ignorancia delcampo y de tus hermanos, y en vez de darle la espada agobernaciones que ya se han recibido de provincias le dasle damos la espalda al ro de los caminos extranjerosy miramos cariosamente todo eso que en el lenguaje delas zambas se llamaba tierra adentro!

    Ahora una nueva conciencia argentina limpia el ca-

    mino que empieza en el asfalto de la estrella portea y

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    termina al pie de una chirimoya tucumana calentada porel solcito de Taf. Ahora el hombre de campo no es unavctima, sino que es mir qu inmenso y qu simple!:Ahora sus problemas estn comprendidos, su dignidady recompensa aseguradas. Vos no lo sabas? No, no medigas que no. Ya es hora de que cambies en tu imagina-cin toda aquella fantochada del paisanaje envueltoen el pocho de una mentira literaria por esta dichosafamilia donde no hay chinas sotretas, ni matreros, ni ahi-

    junas!, sino hombres y mujeres cmodos, y como todos,que ya no ganan cinco ome bien cinco pesos por

    mes! Qu? No son ms dignos y ms hermosos estosmomentos que aqullos? Verdad que lo comprends?Claro, a m no me vas a contar que no lo comprends yno lo agradecs!

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    Mi sobrino Pirulo, como todos los sobrinos que tie-nen esa edad anfibia de los doce aos, protestaba cadavez que le servan sopa. Sabs? A m no me gusta lasopa. Hay necesidad de tomar sopa? Se puede vivirsin sopa? Ah tens el ejemplo del faisn, que es unapersona importante y cara y no la toma, y no es uncualquiera, sino un faisn! Entonces, la madre de

    Pirulo, para evitar que cada almuerzo fuese un acci-dente, suprimi la sopa! Y Pirulo yo lo sigo lla-mando Pirulo porque los tos nunca conocemos elnombre verdadero de nuestros sobrinos, Pirulo, alalmuerzo siguiente, dijo: Cmo? Qu pasa? Nohay sopa? Chill. Qu me conts? Chill! Y lamisma criatura que protestaba antes, cuando haba,protestaba despus, porque no haba! Decme, porcasualidad, ya que no conozco tu nombre, a vos tam-bin te llaman Pirulo? Porque ests colocado en unacontradictoria plataforma de sobrino y te quejs por-que hay sopa, o porque no hay. De pronto esgrimsun argumento, as, con las dos manos, listo para darun mandoble importante, como si levantaras una cimi-tarra, y resulta que es apenas un cortaplumas, y sin

    filo. En Buenos Aires, decs, ya no se puede ir a un

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    restaurante. Un asalto, y encima el 22% para el per-sonal! Claro, te entiendo, el 22%; mir qu escn-dalo! Una sopa, un peso. Ms el 22%, un peso y ven-tids. Aqu protests porque te dan la sopa! ComoPirulo. Al da siguiente o al minuto siguiente tuargumento viene a buscarnos desde un ngulo opuesto.Porque, sabs lo que decs ahora?: Ah, en BuenosAires ya no se puede comer! Vas a cualquier restau-rante y no hay mesa. Estn repletos. Tens que espe-rar turno. Hasta para comer hay que hacer cola!Ves? Ahora protests por que no te sirven la sopa!

    Como Pirulo tambin! Pero entonces, en qu queda-mos? Te molesta el 22% o te molesta el hecho de queal pblico no le moleste ese adicional y penetre en losrestaurantes el arroyo interminable de los que ahorapueden comer ventajosamente donde se les ocurra?No comprends que si ese 22% no atendiera a razo-nes de equidad y satisficiera necesidades del personal

    de servicio, sin herir el mayor poder adquisitivo de lapoblacin, la cosa funcionara al revs? Los restau-rantes estaran vacos! En vez de trabajar de centinela,esperando que se desocupe una mesa, te iran a bus-car a tu casa para que hicieses degrup. Yno, no! Yaves cmo estn las cosas!: al mismo tiempo viven ale-gremente el que va a tomar la sopa y el que te la sirve.Entonces, olvidte de tus tas, perd tu disconformi-dad de sobrino y no mets tu cuchara para revolver lasopa de los otros. Convencte: no ves que segusencendiendo el fsforo del otro lado? Y eso no sepuede! De la cabeza se enciende, Pirulo. Vas a la cosachiquitita buscando un sntoma negativo dentro deesta inmensa prosperidad general, y el argumento se tevuelve en contra como un boomerang. Yo no me opon-

    go a que fumes, pero por qu fums con el cigarrillo

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    dado vuelta? No ves que te quemas la lengua? And,ponte de acuerdo con Pirulo. Quers sopa o no que-rs sopa? Eleg una de las dos posturas y uno de losdos deseos, pero los dos al mismo tiempo no, no.Los dos al mismo tiempo no se puede! A m no mela vas a contar!

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    Mordisquito!, te acords de los asilos? O no quersacordarte? Yo s quiero! Y te hablo de los asilos segnlos vi antes, porque ya te dije que tengo mucha memoria,paquetes de memoria. Ser menos alto y menos pesadoque vos, pero me cabe dentro toda la memoria del mun-do! Y recuerdo el desfile triste de los pibes hurfanos deentonces! A m no me vas a decir que no te acords!

    Prefers no acordarte. Se abran las puertas de eso queantes se llamaba asilo y hoy se llama hogar y se llamahogar porque ahora es un hogar; se abran las puer-tas y salan a la calle, no cien gorriones rubios envueltosen un alegre forro de cutis, todo risa en los ojos, comorefucilos, pura fogata en los cachetes encendidos. no, no,sos no salan. Porque apareca el desfile de dos hilerasobscuras, las cabecitas rapadas y el guardapolvo gris.Ven, record conmigo, recog conmigo el barrilete deesa vieja tristeza y ayudme a envolver despacito los pio-lines de esa pesadilla gris. Volv a verlos como los vea-mos entonces, desfilando ante la curiosidad un poquitonegligente de un pblico al que todava no le haban ense-ado a creer en la dignidad de los nios. Esos pobrespibes del asilo viejo eran llamados bochas! Estaban como

    domesticados en un corral aparte. Ellos no conocan el

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    bochinche precioso del centrodelantero que suda glorio-samente en el potrero, ni conocan el rumor de la manoque acomoda la cobija para que no vuele levantada porel sobrepique de la sofocacin o del sueo. Eran qus yo, animalitos grises en fila. Y los hacan caminar contanta indiferncia por las calles de este Buenos Aires, queese desfile pareca un castigo, y esa orfandad, una culpa.Eran bochas! El rapado desfile de bochas! Pobres ca-becitas que no haban conocido el hervidero de los me-chones rebeldes, el tumulto del jopo que de pibes nosmolestaba y que de grandes extraamos suspirando, el

    borbotn de los rulos donde se haca un fatigosopicnicel peine de mam. Sabs qu pareca esa caravana ves-tida de obscuro, pelada y melanclica? Un tren de presi-diarios diminutos. Los dirigan sin acariciarlos, los me-tan en una vida manchada de gris, los empujaban a creerque no tener madre era, no un drama, sino una ver-genza. Claro, vos sabs adnde quiero llegar. Natural-

    mente, a esto que los dos conocemos perfectamente.Decme, hay asilos ahora? No. Hay hogares, y no medigas que es lo mismo, porque lo mismo no es. Ahoraves desfilar por las calles a doble hilera a hurfanos iden-tificados por una tristeza y un uniforme? No, qu vas averlos! Ahora los pibes del hogar no del asilo semezclan con tus hijos en las escuelas del barrio si soncomo tus hijos, por qu no iban a mezclarse? y conellos juegan, estudian, chillan, suean y se agarran atrompadas honrada y alegremente! Y los pibes del hogar,esos chiquilines que estn salvndose porque ya no losvisten de gris ni por fuera ni por dentro, esos chiquilinesya no forman las silenciosas filas al rape tomadas de lamano, sino que son llevados y trados en la ruidosa paja-rera del mnibus ato. Decme que entends este delicio-

    so mensaje a la dignidad infantil! De los pebetes tristes

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    nacen los hombres resentidos, pero una infancia sana yrespetada prepara los resortes de la vida esperanzada. Sepuede esperar mucho de un hombre cuando piensa en suinfancia y no le duele como una cachetada, sino que loendulza como una golosina. Y los pibes risueos de hoysern los hombres templados de maana. Verdad quecomprends lo que vine a decirte en esta noche cargadade pibes? Criaturas dignas, para que de ellas nazcan laspersonas dignas. Qu claro est todo, qu claro y quhermoso! Porque no me digs que no te est iluminandoesa claridad y esa hermosura. Cmo no va a iluminarte!

    Si sos ms bueno que yo. Aunque seas terco. Aunque mecontradigas. Vamos! Que no te alegra tanta felicidaden esos chicos? Sal! A m no me la vas a contar!

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    Verdad que s? Claro que s! Al hombre le gusta lamujer. Una barbaridad, le gusta! No te parece bien?Que la mujer nos guste es una de las costumbres msbellas que Dios nos puso dentro. Claro, unos estn msacostumbrados que otros, pero la costumbre es de todos!Desde el enamorado tropical que la pregona con un mam-bo hasta el esquimal que ama con el pingino puesto.

    Vos, y yo, y todos! Y por qu no? Te das cuenta quaburrimiento si no hubiese mujeres? No sera vida! Sinellas estaramos perdidos como una piraa en el Sahara.Mirlas, ah las tens. En Buenos Aires desfilan y des-filan para el festival de tus ojos o de sus sentimientos. Mi-rlas. Qu femeninas son! No importa que hablen portelfono justo a la hora en que llamamos de afuera y conurgencia para avisar que nos acaban de internar por-que nos dio el ataque; no importa que nos hagan llegartarde al teatro y que despus se nieguen a sacarse elsombrero con el pjaro, aunque haya una ordenanza.No importa! Esos son detalles chiquitos dentro de unabiografa deliciosa. Querlas, porque son encantadoras.Querlas, pero respetlas. Porque no basta el amor. Claroque no basta! Adems, hacen falta otras actitudes y otros

    hbitos: la amabilidad, la delicadeza, la consideracin.

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    Todava no me ves venir? S que me ves! Porque ahoravoy. Hace muchos aos muchas generaciones! lamujer era una sonrosada prisionera con rulitos que vivapuertas adentro, quemando el platito del incienso o derra-mando querosene en el hormiguero. Pero despus lasmujeres entraron en el mundo, y adems de ser nuestrascompaeras en el hogar lo fueron tambin en el trabajo.Y sabs cmo los hombres los hombres patronesagradecieron esa gauchada? Con la explotacin. Visteque no busco palabras intermedias y te digo la que corres-ponde, con un desparpajo de nene que dice el disparate

    en el momento que hay visitas? Con la explotacin!Porque un muchacho obrero, por ejemplo, ganaba, qus yo!, un jornal de cuatro pesos por manejar una m-quina cualquiera la mquina elegla vos, y, en cam-bio, a una muchacha obrera, para manejar la mismamquina, le pagaban ponle $ 1,10. Y si preguntabascndidamente, como yo una vez lo pregunt: Si el tra-

    bajo es el mismo, por qu la obrera gana mucho menos?,te contestaban, sobrndote: Qu gracia! Cmo le vana pagar igual al hombre que a la mujer? No te acords?Yo s me acuerdo! Lindos patrones de entonces. Ejem-plos de humanidad, todos marqueses! Muchos que subie-ron hasta la fortuna utilizando como peldaos el lomode mil muchachas explotadas echaban al empleado varnporque el varn cobraba equis pesos, y lo reemplazabancon una mujer a quien le pagaban la cuarta parte de equis.Claro, no poda compararse: el hombre era fuerte y lamujer dbil, entonces, mtale lea a la debilidad!

    Todava no me viste venir? Pero si estoy poco me-nos que sentado en su falda! No te acords de aquellotan triste que pasaba antes y de todo esto tan estu-pendo que pasa ahora? Si frente a los hombres y las muje-

    res que trabajan hay que hacer alguna diferencia, que

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    esa diferencia se haga a favor de ellas, no de nosotros,que vivimos para ellas! Comprends el hondo sentidode esta gratitud con que hablo? Si la mujer embellece nues-tra vida, aunque nos haga discutir con el acomodador,cmo podramos soportar la explotacin de aquellostiempos superados y cmo podramos no agradecer estasleyes justas y dignas de una sociedad culta, que ahoraprotegen su delicado esfuerzo; estas leyes, mir, que aveces ms que ser leyes parecen piropos? Dignificandoa la mujer, de rebote mejoramos la dignidad de los hom-bres, porque no me digas que el respeto hacia la mujer

    querida que es tu madre, tu novia o tu esposa no esrespeto que se te ofrece a vos tambin. Verdad que s?Verdad que lo comprends? No me vas a contar queno lo comprends!

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    Mir, Mordisquito: la verdad es que entre vos y yo ladiferencia est en el punto de vista. Porque si los dosvemos la misma realidad y tenemos reacciones distintases porque uno de nosotros est mirando sin ver. Y s!Porque se puede mirar en blanco, sin ver nada. No losabas? Es como sacar fotos con la placa velada. La fotose toma, pero no sale, entends? Claro que tambin es

    cierto aquello de que todo es segn el color del cristalcon que se mira. Pero yo te invito a que miremos sinningn cristal, sin ningn color. Con los ojos nada ms.Que mirs con la inteligencia o con el corazn, que es lamejor forma de ver las cosas. Que mirs con las manos,tocando la realidad, que tambin es un estilo sin engaos.Me entends ahora? Yo no necesito ni quiero hablartede teoras. Yo no te la vengo a contar. Te la sealo con eldedo. Te muestro las cosas que estn ah, de pie, slidas,evidentes, al alcance de cualquier miopa. Por eso te pidoque mires y que reflexiones. Nada ms. Te invito a quemires un poco hacia atrs y recuerdes lo que es un inge-nio. No. No te hablo del de Cervantes. Te hablo del otro.Ya se te endulza la boca pensando en el azcar. Pero elasunto no era entonces tan dulce come vos cres. No,

    qu esperanza! El ingenio era tambin permitme este

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    juego casual de palabras el ingenio puesto por el hom-bre para explotar al hombre. S. La explotacin delhombre por el hombre. La expresin de un sistema inhu-mano, por fin vencido. Era el arreo de obreros que se lle-vaban en vagones de hacienda porque sala ms baratoEra el tratamiento miserable, el salario miserable Erasencillamente el hambre, y con el hambre, las enferme-dades. Vos no debs olvidar nunca, Mordisquito, que elreconocimiento mdico para la incorporacin militararrojaba en esa poca un 50% de ciudadanos ineptos pordebilidad constitucional. Lo grabaste en tu memoria?

    La mitad no serva. Claro que para los apurados transe-ntes de la calle Corrientes el problema social de los inge-nios y de la explotacin y del hambre quedaba muy lejoscomo para perturbarles la existencia, Pero era algo queexista en nuestra misma patria. Comprends? El az-car no era entonces tan dulce como lo gustamos nosotros.Pero aquella situacin creada por un sistema, que ni yo

    ni nadie puede permitir que vuelva, ya es historia. Mirhoy con ojos de argentino, con el ms elemental de lossentimientos humanos, el mapa de aquella realidad. Seha transformado. Los obreros de los ingenios no sola-mente han alcanzado los salarios que merecen, las mejo-ras en el rgimen de alimentacin y de viviendas, sinotambin los derechos de respeto y la consideracin dehombres. Ya s que el azcar vale ms. No me lo tensque decir. Pero ahora su dulzor es sin sombra. Sin laamargura de aquel origen injusto y doloroso. Ya ves,Mordisquito, que yo te hablo de hechos, no de teoras.Yo te hablo de obras que buscan levantar al pueblo,como la de este tren sanitario que parte en una cruzada,ensayando por primera vez en el pas la medicina demasas; no de las masas! De masas, que son diferen-

    tes, pero se pudren lo mismo. Un tren sanitario que va

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  • 7/30/2019 Mordisquito Relatos Radiales de Enrique Santos Discepolo

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    a realizar el estudio abreugrfico1 de los obreros de esosmismos ingenios azucareros y de sus familiares, el catas-tro tuberculnico y la vacunacin antituberculosa quecorresponda, el estudio odontolgico y oftalmolgicopara asegurar la salud de la poblacin obrera. Yo te se-alo con el dedo estas cosas que son tan fciles de ver, yante este vrtigo de obras vos cres que podemos tenerdos puntos de vista? No, Mordisquito! O vos ves sinmirar, o tens un cocktailde miopa con astigmatismo,y encima la placa velada. Y entonces qu? Me la que-rs seguir contando? Y para qu? Perdonme que insista,

    pero a m no a m no me la vas a contar!

    1 De abreugrafa, pequea radiografa introducida en el serviciosanitario argentino por el ministro de Salud Pblica, Dr. RamnCarrillo, para detectar posibles afecciones pulmonares en los tra-

    bajadores. (N. del E.)

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    S bueno, Barullo, razon! Hay cosas que uno a fuerzade vivir, enredado en la lucha de todos los das, terminapor olvidarlas, y el olvido adems de una fatalidades un peligro, porque borra de pronto obligaciones ydesdibuja derechos. Es una especie de cama camera elolvido donde uno se despatarra despus de un viajepesado y se deja hundir sin ganas de pensar ms nada

    que en el propio sueo: Qu se mueran todos!Que no te hable nadie Que los problemas se arre-glen solos Dormir! Aaah! As, verdad, Barullo?Abrazado a la almohada. Qu felicidad ms grande esesa de irse hundiendo en el colchn, todo como si tehubieran hecho un pozo en la tierra, y que los pensa-mientos se vayan envolviendo como en un algodn hastano orlos! Ah! Es una dicha, verdad? Profunda! Porqueel sueo es una especie de olvido. Slo que el olvido esms largo que el sueo y te hace criminal a veces. Enten-ds, Barullo?

    Cunto hace que vos no penss que la vida de losotros es tan importante como la tuya? Mucho, verdad?Te cuesta entenderlo todava? No sabs que el hom-bre nace para vivir, y que la vida es un premio? Quin

    te trastorn hasta el punto de creer que era un castigo?

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    Y no, Barullo! El hombre nace para vivir, y la vidaes un premio. El ms grande quizs, el ms lindo. Y hade morirse el hombre, por su cuenta, por s mismo, sinque el Estado haga lo posible para que se muera desdeque nace; sin que el mejor dotado lo aplaste, porque esms dbil; sin que las diferencias de mejor fortuna hagande la comunidad una mezcla de 10 dichosos contra 9.990desdichados. Comprends, Barullo?

    A m no me duele que vos tengas ms; me duele quelos dems no tengan nada. Te has olvidado que la vidade los otros vale tanto como la tuya? Por eso me escribs

    diciendo que este Gobierno ha desatado una tormentade clases. Qu error el tuyo! Lo que ha desatado esteGobierno no es una tormenta de clases, sino que ha desa-tado a un montn de clases que vivan en la tormenta,sin paraguas, sin comida, sin ms sueos que los quedan el cansancio y la miseria. De gente como vos. Comovos, que sos capaz de llorar a gritos con una pelcula de

    esclavos, y los has estado viendo morir de tristeza al ladotuyo durante tu vida, sin comprender cul era tu destinogeneroso frente a ellos.

    El hombre nace para vivir y la vida es un premio.Qu significa frente a esta tremenda verdad que un mozode caf te tire un plato de masas sobre la mesa? Todoslos que se sacan la lotera rompen algo, o te manchan devino con el brindis, y ellos se la sacaron. Se la sacaroncuando la justicia, que hoy desparrama sus beneficios so-bre esta tierra, les alcanz salvndolos de una vida queles era vergonzante. Qu importa una semana de jolgo-rio que ya termin? Una pequea revancha que bien lesperteneca. Confes, Barullo, que te sali barata y quelos desamparados sociales de este pas te resultaron msnobles de lo que vos pensabas. Con una semana de jol-

    gorio se dieron por pagados por la injusticia de un siglo!

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    Barato! A que ya no te tiran nada? Verdad que ya note tiran nada? Yo s por qu ests tan enojado en tu carta.Te da rabia no haberte portado bien con tus hermanosy que otros lo hayan hecho en lugar tuyo. A m no me lavas a contar. Vos hacs como ese que llega a casa voci-ferando por una estupidez para que la mujer no le pre-gunte por qu volvi tan tarde.

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    No, no; escuch! Yo podra decirte que la marina mer-cante nacional tiene 2073 unidades, con una capacidadde 1.411.000 toneladas. Tres veces las cifras de 1946!Pero no, no; yo no s manejar cifras, y de pronto ni vosni yo las entenderamos y mi estadstica resbalara sobretu cena de estos momentos buen provecho! sinimpresionarte. Yo prefiero decrtelo de otra manera, ms

    deportiva y accesible. En estos momentos la flota de tupas es la tercera del mundo. Os? La ter-ce-ra. Qu teparece? Hace aos, cuando ramos la factora de aque-llos patronos coloniales, ahora por suerte suprimidos;cuando cada una de nuestras provincias era un aperitivopara los consorcios, vos metas en el agua todas las uni-dades de la flota, todas!, y estbamos como para correruna regata correrla y perderla, claro!. Y en el cam-peonato del mundo, nosotros los que ahora mar-chamos terceros! entonces nos debatamos en elltimo puesto de la tabla, all donde arde pavorosamentela fogata del descenso. Y ahora, terceros! Terceros y enpleno embalaje de amor y de esperanza, escalando posi-ciones, como dicen los cronistas. Perdonme que reduzcalos problemas de Estado a una comparacin dominguera,

    pero el subconsciente me ha llevado a estas metforas

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    que huelen al pastito del rea penal. Y sabs por qu elsubconsciente? Porque hace aos y aos, esto tan impor-tante y precioso, esto que ahora es una patria era real-mente un club! Olvidte qu camiseta usaba, qu colo-res tuvo y cuntos goles le hicieron. Brilla, de otra maneralos colores de hoy.

    Claro, vos veas barcos. Ponchadas de barcos, pa-ses de barcos! Cientos de capitanes,