marcel. aproximación al misterio del ser

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  • 5/13/2018 Marcel. Aproximacin al misterio del Ser

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    Gabriel Marcel

    Aproximaci6nal misterio del SerPosicion y aproxirnaciones concretes

    al misterio onto16gico

    Traducci6n, pr61ogo y notas:Jose Luis Canas Fernandez

    Een~u~ntroaediciones a.

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    I

    !i

    POSICION Y APROXIMACIONESCONCRETAS AL MISTERIOONTOLOGICO

    II

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    El tlrulo que he elegido para este ensayo, sebien que no 5610es (apaz de asustar a los pro-fanos, sino tambien de escandalizar a los rnis-mas filosofos. Los fiJ6sofos, en efecto, tienen lacostumbre de dejar el misterio Ibien a los reo-logos, 0bien a los vulgarizadores, ya sean de lamisrica, ya sean del oculrisrno, como par ejern-pia Maeterlinck. Es evidence, adernas, que lapalabra ontol6gico esra desacreditada a los ojosde los fil6sofos forrnados en contacto con elidealismo, y que para los no fil6sofos apenassignifica nada. En cuanto a los pensadores detradici6n escolastica, la palabra ontol6gico

    I Toda 1a filosoHa de G. MARCEL podernos definirlaComo un esfuerzo merodol6gico PO! acceder al MisterioOntologico.21

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    riene para ellos un sonido familiar, pero engeneral tales pensadores reservan casi siempreel nornbre de misterio para designar los rniste-rios revelados.Tengo, pues, plena conciencia de las resis-tencias con que forzosamente me voy a encon-trar y de los reproches que voy a recibir. Debodecir, no obstante, que la rerminologfa en cues-tion me parece la unica adecuada al conjunto deapreciaciooes que voy a esbozar y cuya impor~tancia considero central. Los lectores de rruJournal Mhaphysique2 , no rendran ningunadificultad eo comprobar que las tesis funda-mentales que voy a proponer son el resuItadode toda la evolncion filos6fica y espiritual quese persigue a rraves del Journal.

    2 EI Diana Meta/isleo (19141923), com prende unaserie de pensarnientos disperses que surgen casi espon-taneos y sin desarrollo sistematico, entre los afios 19] 4 Y1923. Fue publicado en Pads el afio 1927. Despuesescribe MARCEL un segundo Diario Metafisieo entre losafios 1928 y 1933, Y aparece p ub lie ado (e n 1935) bajo eltitulo de Etre et Avoir. Mueve a confusion el titulo deD ia rio M eta fisico p ub licado p or la editorial Guadarrama( 1969) cua ndu , en realidad, es a rraduccion corres ponde a1 a o b ra ri tu la da par G. MARCEL Ser y Tener. Para evirarerrores, serla aconsejable afiadir siernpre (1914-23) 0(192833), scgun el Diario Meraflsico de que se rrate.Por orra parte. la obra Presence et [m-mortalite es eltercer diario rneraflsico esrito por G. MARCEL entre losafios 1938 y 1943 (publicado en 1959).

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    Mas que partir inrnediaramente de defini-ciones absrractas y de argumentaciones dialer-cicas que desanimarlan de entrada a mis lecto-res", quisiera comenzar presentando una es-pecie de caracterizaci6n global e inruiriva de loque es un hombre a quien le falta el senridoontol6gico, eJ senrido del ser, 0, mas exacra-mente, que ha perdido la conciencia de po-seerlo. En general, el hombre rnoderno es asi, ysi rodavia le inquieta la exigencia ontologies esmuy sordarnenre, como un impulso debil. Mepregunro si un psico-analisis mas delicado ymas profundo que e1 desarrollo hasta elmornenro presence no llegarfa a discernir losefectos perniciosos que engendra el rechazo deesre senrido, de esta exigencia no reconocida.La epoca contemporanea creo que se carae-teriza por algo que podria llamarse, sin duda,desorbitacion de la idea de funci6n; y romoaqui la palabra funci6n en su acepci6n masgeneral, la que comprende a la vez las funcio-nes vitales y las funciones sociales.EI individuo tiende a aparecer ante 5 1 mismoy tarnbien ante los demas como un simple hazde funciones, Por razones hisroricas muy pro- N. T.: Ya sabernos que este ensayo fue, original.

    mente, una conferencia, Por eso siernpre que Marcel sedirige a los oyentes, nosotros traduciremos a .loslect01:es.

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    fundas, y que nosotros no captarnos todaviasino solo en parte, el individuo ha sido indu-cido a crararse a 51~i5mo, cada vez mas, comouna suma de funciones cuya jerarquia se Ie apa-rece ademas problernatica y , en todo caso, sujetaa las interpretaciones mas conrradictorias.,-'En primer lugar, funciones vitales.Apenases necesario indicar el papel que han podidodesempefiar en esra reduccion el materialisrnohisrorico par un lado y el freudismo par otro.En segundo lugar, funciones sociales: fun-cion de consumidor, funcion de productor, furr-cion de ciudadano, etc.Entre unas y otras hay lugar, teoricarnenre,para las funciones psicologicas. Pero en se -guida se ve que las funciones propiamente psi-cologicas siempre renderan a inrerpretarse, 0bien en relacion a las funciones vitales, 0 bienen relacion a las funciones sociales, y que suautonomla sera precaria, y su espedficidad

    puesta en tela de juicio. En esre sentido Cornre ,ayudado ademas par su incornprension total dela realidad psicologica, dio pruebas de unaespecie de adivinacion cuando rehuso asignarun lugar a la psicologia en la clasificacion de (ascieneias.Hasra aqui, aun esramos en plena abstrac-cion. Pero el paso a la experiencia mas con-creta se opera con extrema facilidad en estedorninio,

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    Muchas veces me pregunto, can una especiede ansiedad, que puede ser la vida 0 la realidadinterior, par ejemplo, de cualquier empleadodel metro: el hombre que abre y cierra laspuertas, 0 el que pica los billeres, Hay quereconocer que, en el y fuera de el a la vez, todoconcurre para determiner la identificacionentre este hombre y sus funciones. Y no hablosolamente de su funcion de empleado, o deafiIiado a un sindicaro, 0 de elector, sino tam-bien de sus funciones vitales, La expresion,basrante horrible en el fondo, de empleo deltiempo encuentra aqui su plena urilizacion.Tamas horas esran consagradas a tales func io-nes, El suefio es tambien una funcion mas quehay que curnplir para poder llevar a cabo lasotras funciones, Y 1 0 mismo ocurre con el ocioyean el descanso. Concebimos perfectarnenteque un higienista llegue a declarar que unhombre necesita divertirse tantas horas porsemana. Se trata aqui de una funcion organico-pSlquica que, supongo debe tenerse tan enCuenca como las funciones sexuales, par ejem-pio. Inuti] insistir; con este esbozo basta.Vernos concrerarse aquf la idea de una especiede baremo vital cuyos' deralles varian natural-mente segun los 'pafses, los dimas, los em-pleas, etc. Pero 1 0 irnportante es que haya unharemo.Sin duds, pueden manifesrarse principios de

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    rdesorden, de ruprura; el accidente bajo todassus forrnas, la enfermedad. Por eso resultacomprensible, y es 10 que sucede con frecuenciaen America, y creo que rarnbien en Rusia, quese sorneta al individuo, como a un reloj 3, averificaciones periodicas. La dinica apareceaqui enronces como una casa de control a comoun taller de reparaciones. Y asi tambien, desdeeste punta de vista del funcionarniento, escomo son considerados problemas esencialescomo el del Birtbconsrol (control de naralidad).Incluso Ia muerte apatece aqui, des de unpunto de vista objetivo y funcional, como la

    puesra :fuera de usa, c~mo 10 inutilizable, comoel desecho puro.Apenas es necesario insisrir en la impresion

    de asfixiante tristeza que se desprende de unmundo cuyo eje central es la funcion. Me Iirni-tare a recordar aquila penosa imagen delanciano jubilado, y otra tarnbien semejame a laanterior, de esos domingos de ciudad en que losviandantes dan precisarnenre Ia impresion deser jubilados de f a vida. En un mundo de estetipo, la tolerancia de que .se beneficia el jubi-lado tiene algo de irrisorio y casi de siniestro.

    1 G. MARCEL ernplea aqul la rnisrna expresion quepone en boca de Christiane, la protagonista de Le mondecasse, cuando siente desrnoronarse su vida: vivirnos ...en un mundo row. .. como un reloj.

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    Pero no solo es triste este espectaculo paraquien 1 0 mira. Existe tambien el sordo.e intole-rable rnalestar experimentado por gUlen se vereducido a vivir como si efectivamente se Ieconfundiera con sus funciones; y este rnalestarbasta para demosrrar 1a existencia de un erroro un abuso de interpretacion arroz, al que unorden social cada vez mas inhumano y una file-sofia tarnbien inhumana (filosofia que si bienha preforrnado ese orden, despues ha copiadode el) han tendido igualrnenre a arraigar en lasinteligencias indefensas.Tuve ocasion de escribir que, a condicion de

    que se la tamara en su acepcion metafisica y nofisica, 1a distincion de 10 Ilene y de 10 vado mepareda mas acertada que la de 10 uno y 10 mul-tiple. Esra observacion torna aquf plena signifi-cacion, En un rnundo cencrado en la idea defunci6n, la vida esta expuesra a la desespera-cion, desernboca en la desesperacion 4 , porqueen realidad este rnundo esta vado, porquesuena a hueco; si 1a vida resiste a la desespera- ..cion,es unicarnente en 1a medida en queacruan, en el seno de esta existencia y en sufavor, cierros poderes secretes que la vida no

    -1 Desesperar es',segun G MARCEL, todo 10 contrarioa hacer la experiencia de la esperanza. La esperanza, endeno. sed. aquel acto por el cual queda superada y ven-cida la rentaci6n de desesperar.

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    esra en condiciones de pensar, ni de reconocer.Pero esa profunda ceguera tiende inevitable-mente a reducir la accion posible de estaspotencias y a privarlas, a fin de cuenras, de supunto de apoyo.Adverrire que ese rnundo, por una parte,esta Ilene de problemas, y por orra parte, esraanirnado por la vo1umad de no hacer lugaralguna al misterio, Me reserve para despuesprecisar recnicarnenre el sentido de esta disrin-ci6n -a O 1 i juicro fundameotal- entre pro-blema y misrerio, Por eI memento me limitatea indicar que, eliminar 0 trarar de eliminar elrnisterio, es, en el mundo funcionalizado delque hemos hablado, poner enjuego, en presen-cia de acontecirnientos que romp en el curso de1a existencia, como el nacimiento, el amor, 1arnuerte ..., esta categoria psico16gica y pseudo-cientifica de 1 0 enteramente natural que mere-ceria un esrudio en particular. Se trata, en verdad,del residua de un racionalismo degradado, parael cual la causa explica el efecro, es decir, dacuenca de el plenarnente. Pero un mundo as!esta Ileno de infinidad de problemas, porqueno conocemos en detalle las causas y, pDf tanto,hay lugar para investigaciones indefinidas.Aparte de estos problemas teoricos, exisrentarnbien infinidad de problemas tecnicos liga-dos a la cuestion de saber como pueden ejer-cerse, a la vez, y sin perjuicio muruo, las dife-

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    rentes funciones vitales y sociales que pre-viamente se han inventariado. Por otra parte,entre problemas reoricos y problemas recnicosla solidaridad es rigurosa, pues los problemasteoricos dependen de recnicas definidas, e, in-versarnenre, los problemas tecnicos no puedenresolverse mas que alli donde un cierto saberteo rico ha sido previarnenre constituido.En un mundo asi, I n exigencia onrologica, laexigencia de ser, se ha extenuado eo la medidaprecisa en que por una parce, la personalidadse fracciona, y par orra, triunfa la categorfa delo enteramente natural y donde se atrofian, porconsiguiente, 1 0 que habrla que llamar quiza laspotencias del asombro. Esta paJabra, me apre-sura a decirlo, no es acertada; nuestro idiomsno dispone de palabras que equivalgan a wun-der y wonder que aseguran la posibilidad deuna ciena circulacion vital entre el asombro y

    el milagro.Pero en fin, ino podemos ahora abordardirectarnente y tratar de acorar esta exigenciaonro16gica? En realidad esto s610 es posiblehasta cierro punto. Por razones profundas, yque apareceran poco a poco, sospecho que estaexigencia presenta el caracter singular de nopoder ser Inregrarnenre transparenre a sl misma.Si nos esforzamos en traducirla sin alrerarla,llegaremos a decir aproximadarnente 10 51-guiente:

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    Es necesario que haya _. 0 serfs necesarioque hubiera- ser; que no todo se reduzca a unjuego de apariencias sucesivas e inconsistentes-esta ultima palabra es esencial- 0, comodiria Shakespeare, a una historia contada porun idiora; en este ser, en esta realidad yo aspiroavidamenre a parricipar de alguna manera; yquiza esra misma exigencia sea ya, en cierrogrado, una parrici pacion par rudimentaria quesea.Observernos que una exigencia sernejante

    esta ya en el corazon del pesimisrno mas radi-cal. EI pesimisrno solo adquiere senrido cuandodice: seria necesario que el ser fuera, pero el serno es, y , por tanto, yo mismo que hago esracornprobacion soy nada.En cuanro a definir mas precisarnente que

    quiere decir la palabra ser, convengamos queesexrremadarnente diflcil. Propondre solamenreesta via de aproxirnacion>: el ser es aquelloque se resiste -a seria aquello que se re-sistirfa- a un analisis exhausrivo sabre losdatos de la experiencia y que tratara de reducir-los progresivarnente a elementos cada vez masdesprovistos de valor intrfnseco 0 significativo

    5. La palabra aproxirnacion esra cargada de plenosentido metodol6gico. El ser para G. MARCEL no es unrnero concepro 0una meta idea. Es, por el contrario, 1 0mas concreto y 1 0 mas Ileno de vida que existe,

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    (un analisis de esre tipo es el que se lleva a caboen las obras teoricas de Freud, por ejemplo).Cuando en La Ville, el pesirnisra Besme

    declara que nada es, quiere decir jusrarnenteque ninguna experiencia resiste a esre analisis,a esta prueba. Y esta especie de apologerica alreves, que consriruye el pesirnisrno absoluto,estara siempre gravitando en rorno a 1a rnuerteconsiderada precisamente como exposici6n,como evidencia de esa nada ultima.Sin embargo, es posible una filosofia que se

    niegue a tener en cuenta la exigencia onrolo-gica: y jusrarnenre hacia esta absrencion eshacia donde ha rendido el pensamienro rno-demo en Sll conjunto. Pero aqui es necesariodistinguir dos actirudes que a veces uno estatenrado de confundir: una, consisrira en man-tenerse sisternaticamente en reserva, sera laactitud agn6stica bajo codas sus forrnas; otra,mucho mas osada, mas valiente, mas cohe-rente, tended. a ver en la exigencia onrologicaIa expresion de un dogrnarisrno caduco del que1a cr itica idealista ha hecho jusricia de una vez'por codas.La primera actitud riene, a mi modo de ver,

    un senrido exclusivarnenre negative; cortes-ponde en realidad a una comodidad de la inre-ligencia: La cuesti6n no .re planteard.La segunda actitud, al contrario, pretendeapoyarse en una teoria positiva del pensa-

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    I.

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    rniento. Es imposible ' criticar en detalle unafilosofia de esta indole; observare tan solo queme parece tiende hacia un relativismo querehusa reconocerse a sf rnisrno, 0 rambienhacia un monismo de 1 0 universalrnente validoque ignora 1 0 personal bajo todas sus forrnas,que ignora 1 0 tragico, que niega 1 0 trascendenrey pretende reducirlo a expresiones caricatures-cas desconocedoras de sus caracteres esenciales. IObservare tambien que por el hecho mismo de Ique esa filosofia hace continuameme hincapieen la acrividad verificadora, acaba ignorandoesra presencia, esta realizacion interior de lapresencia en el seno del arnor que trasciendeinfinitamenre roda verificaci6n concebible, yaque se ejerce en el seno de un inmediarosiruado mas aHa de roda mediaci6n pensable.~sto se esclarecera en cierra medida con 1 0 queslgue.En mi opinion, creo que s610 un acto arbitra-rio, dictatorial, mutilador de la vida espirirualen su raiz misma, puede reducir al silencio laexigencia onrologica. Esto siempre es posible;nuestras condiciones de existencia son talesque podemos afirrnar realrnente que 1 0 hace-mos; y esto no 1 0 debemos olvidar.Esras primeras reflexiones acerca de la exi-

    gencia ontologica, al hacer resaltar su indeter-minacion, dejan aparecer una paradoja esen-cial. Enunciar esta exigencia es cornprorne-32

    terrne, prirnero, en un laberinto deproblemas:i.el ser es?, (que es el ser? Pero sabre estosproblemas yo no puedo ilevar mi reflexion sinver que se abre bajo mis pies un nuevo abismo:yo, que interrogo por el ser, ~puedo esrarseguro de que soy?Y sin embargo, yo, que formula escepro-blema, deberia poder manrenerrne fuera +rnds

    aca 0 mas alld- de ese mismo problema queformulo. En realidad esra claro que no ocurreasl; la reflexi6n me muestra que este problemainvade, de alguna manera, de modo inevitable,ese proscenium teoricarnente preservado. S610mediante una ficei6n el idealismo, en su formatradicional, intents manrener aI margen del seruna conciencia que 10 afirme 0 que 1 0 niegue.No puedo, pues, dejar de preguntarrne a Iavez: i.quien soy yo, que me pregunto sabre elser? (Que cualidad tengo yo para realizar estasinvestigaciones? Si yo no soy ~como esperareverlas conduir? Aun admitiendo que yo sea,(como puedo estar seguro de que soy?Contrariamente a la idea que ha de presen-tarse aqui de modo natural, pienso que en esteplano el cogito no puede prestarnos ayudaalguna. No obstante 10 que Descartes hayapodido pensar de ello, si el nos pone en pose-sion de algo indudable, este algo concierne 5610al sujeto epistemologico como organo de unconocimienro objerivo. EI cogiro, he escrito en

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    orra parte, guarda el urnhral de 1 0 universal-mente valido, y eso es todo; la prueba de ellaesra en la indererrninacion acerca del) o. A rnime parece qu el yo SO)' se presenta como untodo indivisible.Queda prever una objecion. Una de dos, se

    dira: a bien el ser aludido eo la cuestion iquesoy? concierne al sujeto del conocirnient , percen esre caso esramos exacramenre en el planodel cogito; 0 bien 1 0 que llama mas exigenciaonrologica no es mas que el extreme -SL no laf laz transpo ieion- de una exigencia pro-piamenre viral de la que I rnerafi ieo no debepreocuparse.Perc (aeaso el error no estriba aqui, ante

    rodo, en corrar arbirrariarnente la cue rion yooy del problema ontologico ramada en suconjunto? n realidad ambos solo puedenrornarse y abordarse imulranearnenre. Peroadernas como varnos aver, se destruyen encierta rnanera en cuanro que problemas.Hay que afiadir que la posicion cartesiana, deheeho, no puede separarse de un dualismo que,

    par mi parte, rechazare sin duda alguna. Plan-tear el problema ontol6gico es inrerrogarsePOt la roralidad del ser y par rnl mismo encuanto rotalidad.Adernas, de manera correlative, puede pre-

    guntarse si esra disociaei6n entre 1 0 inrelertualy 10 viral, con J desprecio arbirrar io a la exal-

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    tacion arbirrar ia de 10 vital resulranres, no debejusrarnenre rechazarse. Es cierro que e legi-rima hacer distinciones jerarquicas en el senode la u nidad d un ser vivo que p ien a y seesfuerza por pensarse; pero el problema onto-16gico 610 se plantea mas alia de esas distin-ciones y para ese ser tornado en su unidad total., Si rrararno de dominae la iruacion a queherno llegado en este puma de nuestra refle-xion, cornprobarernos que esrarnos en presen-cia de un deseo de afirrnacion que, en ultimoanali is, parece no poder e tablecerse, pue. yono puedo juzgarme calificado para enun iarlamas que a partir de esa misrna afirrnacion.Observemos que esra situaci6n no pcdria

    presentarse cuando me encuentro efecciva-mente frenre a un problema por resolver; ental ca 0, en efect ,yo rrabajo bre daros, r almismo tiempo redo ocurre y toda me autorizaa proceder como si no tuviera yo que ocuparrnede ese yo en cue rion, como iel no contarapara nada. El e un Sllpue to, y nada rna .

    A q U J , a1 eontrario, 1 0 que yo llamada esta-ruto omo16gico de pregumar torna una irnpor-tancia decisiva, Mientras me sujeto a la refle-xion rnisrna, parece que me cornpromero enuna regresi6n in rerrnino. Pero, par el hechomismo que concibo la imposibilidad de asignarun terrnino a escs regresi6n, Ia reba so en eie~tarnanera; reconozco que ese proceso regresivo

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    se mantiene dentro de una cierra afirmaci6nque yo SO)! antes de enunciarla: a l enuncia rla ladestrozo, la divido, me dispongo a traicionarla.Podda decirse ~n un lenguaje inevitable-mente aproximativo, que mi interrogaci6nsabre el ser presupone una afirmaei6n en laque yo esrarfa en cierto modo pasivo, y de lacual yo seria el objeto antes que el sujeto. Peroesto no es mas que un limite, yun lfmite que nopuedo realizar sin contradicci6n. Me oriento,pues, hacia la posicion 0 el reconocirnienro deuna participacion que posee una realidad desujeto; esta participacion 6 no puede, por defini-cion misma, ser objeto de pensamiento; no

    6 Segun G. MARCEL el hombre puede unirse a 10 reala craves de diferenres experiencias de participaci6n. Re-surniendo mucho su postura, podemos distinguir en suobra basta (res niveles distintos de panicipaci6n. En unprimer momento el hombre se vincula a 1 0 real a traves delos senridos: es eI nivel de In encarnaci6n (el hombre esesplritu encarnado) concretada en la experiencia de rnicuerpo. Otra rnanera, superior a la encarnacion, deunirse el hombre a la realidad serla 10 que el llama facomunior: con los dernas seres (Ia inrersubjetividad).Pero rodavia puede el hombre, en un tercer nivel, acer-carse mas a ia realidad, y es a rraves de la experiencia deirascendencia. Es, en definitiva, la partieipaci6n en elnivel del ser. Es la experiencia rnetaffsica, grado sumo deensamblaje con 1 0 real. Aqui desaparece la division dua-lista cartesiana de alma y cuerpo, para confundirse enuna unica sustancia+e! ser personal.

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    podria hacer las veces de una solucion, porque seencuemra mas alla del mundo de los proble-mas: es rnera-problematica.De modo inverso, podemos ver que, si esposible afirrnar algo mera-problernatico, essolo trascendiendo la oposici6n de un sujetoque afirmara el ser y el ser en cuanto a/irmadopor ese sujeto, y como fundando en cierramanera esta oposici6n. 'Suponer un meta-problemarico es dar la primada al ser con res-peeto al conocimienro (no del ser a/irmado,sino mas bien del ser q1.teJe a/irma); es reco-nocer que el pensarniento esta envuelto por elset, que Ie es, en dena manera , interior, en unsentido quiza analogo al que Paul Claudelbusco precisar en su Art Poetiqee. Desde esrepuOtO de vista, contrariarnente a 1 0 que la teo-ria del conoeimienro se esfuerza en vano porestablecer, hay en realidad un sublime misreriodel conocer; el conocimienro se supende en unmodo de participacion del cual ninguna epis-temologia puede esperar dar cuenta porqueella misma 1 0 supone.En el punto en que esrarnos podemos preci-sar ya la disrincion entre problema y misterio 7:

    7 La distincion que establece G. MARCEL entre pro-blema y misrerio es, a nuestro juicio, una de las ideasmas geniales y mas fecuodas de rods Ia Filosoffa del si-glo xx.

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    un misterio es un problema que avanza sabresus propios datos, que los invade, y que serebasa par eso mismo como simple problema.Una serie de ejernplos nos perrnirira conferir aesra distincion un conrenido comprensible.Es evidente que hay un misrerio en fa union

    del alma con eI cuerpo. La unidad indivisible,que expresamos siempre de forma inadecuadamediante f6rmulas tales como: tengo un cuerpo,me sirvo de mi cuerpO, siento mi cuerpo, etc. ..es exterior a todo analisis, y en modo alguno sepodria reconstruir por via sinretica a partir deelementos que Ie sedan 16gicamente anrerio-res; tal unidad no solo esta dada, sino que yodir ia que es donante en el sentio de 1 0 quellamare la presencia de rni mismo a mi mismo,presencia cuyo acto de conciencia de sf no essino una sirnbolizacion inadecuada.Vemos inmediatarnente que no se puede

    rrazar una llnea demarcataria entre problema ymisrerio. Pues un misterio colocado ante lareflexion tiende inevitablernente a degradarseen problema. Esto es particularrnenre rnani-fiesta can respecro al problema del mal.Casi inevitabletnenre, en efecro, me yeo lle-

    vado a tratar eJ mal como un desorden queconternplo y cuyas causas a razon de ser a fina-lidad secreta trato de discernir. ~C6mo esrarnaquina funciona de modo tan defectuoso?20 es que este caracter defectuoso aparente

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    deriva de un caracter defectuoso y real de mivision? En este segundo caso, seria en rnidonde residiria el desorden verdadero, peroeste desorden seguida siendo objerivo respecroa mi pensarnienro que 1 0 discierne 0 1 0 com-prueba. Pero el mal puramente comprobado 0conternplado deja de ser el mal sufrido: sim-plemente, deja de ser el mal. En realidad s6101 0 capto como mal en la medida en que meatafie, es decir, en que estoy implicado en etcomo se puede estar implicado en un negocio;esta implicaci6n es aqui 1 0 fundamental, y s610puedo hacer abstraccion de ella mediante unaficcion injustificable, pues al mismo tiernpoprocededa como si ' fuera Dios y un Diesconternplador.Aqui vemos con claridad como se derrumba

    la distincion entre 10que es en mi y aquello queesta delante de mi; cae bajo la logica de unareflexi6n a Ia segunda potencia B,Pero evidenternenre donde mejor vemosborrarse la Frontera entre 10 en mi y 1 0 delantede mi, es en el amor ", Incluso quiza seria posi-

    g Por la reflexion segunda el hombre descubre elfundamenro de los juicios verdaderos. La reflexionsegunda es el nervio del esfuerzo filos6fico. Ella ha per-mirido a G. MARCEL revelar el ser irnplicado en el yo, elamor irnplicado en la Iibertad.

    9 Si deseas esrar con alguien que amas ino esras ya asu lado? ,:Pueden los kilometres separar a dospersonas39

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    ble mosrrar que, en efecto, la esfera de 1 0 meta-problema rico coincide con la del arnor; que unrnisrerio como el de Ia uni6n del alma y elcuetpo 5610 es cornprensible a partir del amory que en cierra manera 10 expresa.Por otra parte, es inevitable que una refle-

    xion que no se refleje sobre sf misma, al apli-carse a! arnor, tienda a disolver esre meta-problernatico y a inrerprerarlo en funci6n deelementos abstracros tales Como el querervivir, la voluntad de poder, la libido, etc. Ade-mas, dado que el orden de los problemas es eIorden de 10 valido, ser ia extremadamente difi-cil, y quiza imposible, refutar esas interprera-ciones sin colocarse en un terreno diferente, enel cual, a decir verdad, pierden su sentido. Almismo riernpo me es asegurado, me esgaran-rizado -yesra seguridad me envuelve comoun manto protector- que, cuando yo arnorealmente, no tengo que inquierarrne por esasreducciones despreciadoras.Habra quieo pregume: ~cual es entonces el

    crirerio del amor real? Hay que responder ques6Io existe crireriologja en el orden del objero 0de Jo problematizable, y ya desde lejos adver-tirnos el valor eminenre que desde e 1 punro deque se aman? Esros ejemplos nos rnuesrran, en efecto,que 10 en mi y 10 de/ante de tnipierde sentido al mover-nos en el ambito del amor,

    40

    I ~I ~ vista onrol6gico hay que astgnar a la fide-lidad 10.He aqul otro ejernplo mas inmediato, mas

    particular, y que me parece mas apropiadopara ilurninar la diferencia entre un misterio yun problema.Realizas un encuentro que llegara a tener en

    tu vida una repercusion profunda, inextingui-ble. Todo el mundo puede haber hecho laexperiencia de 10 que significa a veces unencuentro desde el punto de vista espiritual, ysin embargo esto es algo que los filosofoscorruinmenre han ignorado 0 desdefiado, sinduda porque el encuentro no afecta mas que aL a persona en tanto persona, noes universali-zable, no concierne al ser pens ante en general.Es evidente que un encuentro de esta indole,

    si se quiere, planre a en cada ocasion un pro-blema. Pero vemos tarnbien con gran niridezque la solucion de esre problema queda mas ad.de Ia unica cuesti6n que verdaderamente im-porta. Si se me dice, por ejernplo: Usted haencontrado a tal persona en ra l lugar porque Iegusran los mismos paisajes, 0porque su saludIe obliga a recibir el rnisrno tratamiento queusted, se ve de inmediato que no hay res-

    ,

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    , ~'I

    10 Por arnor, y entrafiado en el seno de la fidelidad,escapa el hombre a la soledad y a la desesperacion ypenetra en el rnister io de la esperanza.41

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    puesta. Hayen Florencia 0 en Engadina, almismo tiempo que yo, una multitud de perso-nas que, se supone, comparten mis gusros; hayen el balneario en que me bafio, un numeroconsiderable de enfermos que sufren la mismaafeccion que yo. Pero la presunta idenridad deestos gustoS 0 de esra enfermedad no nosaproxirna en el sentido real de la palabra; notiene relacion con la afinidad intima, unica ensu genero, de que se rrata aqui. Adernas, seriasobrepasar los limites del razonamiento uni-versalmente valido, considerar esta afinidadcomo la causa y decir es precisamente ella laque ha deterrninado nuestro encuentro.Me hallo, pues, en presencia de un rnisterio,

    es deeir, de una realidad cuyas rakes se hundenmas alla de 1 0 que, propiamente hablando, esprohlernatico. (Eludiremos la dificultad di-ciendo que no se trata, despues de todo, masque de un feliz azar 0 una coincidencia? Unaprotesta asciende subitamenre desde el fondode m l mismo contra esra formula vada, contraest a negacion inefieaz de algo que yo apre-hendo con 10 mas Inrimo de mi set, Una vezmas encontramos aqul Ia definicion inieial delrnisterio como problema que rebasa la jurisdic-cion de sus propios datos: yo, que me inrerrogoacerca del senrido y de la posibilidad de esteencuentro, no' puedo situarrne realrnente fuerade el ni frente a 61; estoy comprometido en esre

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    encuentro, dependo de el, le soy, en cierromodo, interior; me envuelve y me abarca aun-que yo no le abarque a el . Por consiguienre'1 'so 0por una especie de deslealtad 0 rraicionpuedo decir: Despues de rodo, podia no habersucedido ,esco y seguir yo siendo el mismo queera, el ITIlSmOque todavfa soy, Ni tampoco sepuede deeir: he sido modifieado por el comopor una causa exterior. No; el me ha desarro-llado desde dentro, ha actuado sobre mf comoprincipio interior a mi mismo.. Ah,ora bien, esto es muy dificil de cornpren-der S 1 1 1 deforrnarlo. Inevitablemente me veretentado a reaccionar contra este senrirniento deioter!oridad del encuenrro; y tenrado por mipropla honradez, tentado, porque en cierramedi~a debo jnzga,rlo como 1 0 mejor que rengode rru, como 10 mas seguro siernpre.Estas dilueidaciones corren el riesgo, a decir

    v~rdad, de. reforzar indirectamente en eI espl-rrtu ?e mrs Ieetores una objecion previa gueconvrene plantear aqui 1 0 mas clararnente posible.Este meta-problematico, se did. es de cual-, .qUIer fo~ma un ~ontenido de pensamiento; por

    tanto {como no Interrogarme sabre el modo deexisrericia que Ie pertenece? ~Que nos aseguraace rca de esta existencia? ~No es ella mismaalta mente problernatica?~i respuesra sera aqui 10 mas categoriesposible: Pensar, 0mas exacrarnente, afitmar 1 0

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    meta-problernatico es afirmarlo como induda-blemente real, como algo de 10 cual no puedodudar sin contradicci6n. Estarnos aqui en unazona en la que y a no es posible disociar la ideamisma y la certeza 0el indice de cerreza que laafecra. Pues esta idea es cerreza, eJ garanda desi; en esta medida es otra cosa y mas que unaidea. Pero las palabras contenido de pensa-miento que figuraban en la objecci6n sonextremadamente engafiosas. Pues un conte-nido es, a pesar de todo, alga extraido de laexperiencia; y, por el contrario, no podemoselevarnos a 10 meta-problematico 0 al misteriosino par una operaci6n que nos desprenda 0nos separe de la experiencia, Desprendimientoreal; separaci6n real, y no abstracci6n, es decir,ficci6n recooocida como tal.Y aguf nos hallarnos frente al recogimiento,

    pues es en el recogimiemo y 5610 en el dondetal desprendimiento se cum pie. Estoy conven-cido por rni parte que no hay ontologfa posible,es decir, aprehensi6n del misrerio ontol6gico,de ningun grado, sino para un ser capaz derecogerse y de testimoniar que no es un puro ysimple ser vivo, una criatura entregada a suvida y sin dominio sobre ella. .Es preciso sefialar que el rerna del recogi-

    miento ll, que ha preocupado rnuy poco a losII Hay que rrascender el esquema rradicional po-

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    Iifilosofos, es muy diffcil de definir, aunque 5610sea porque trasciende el dualismo potencia yacto, 0 mas exactamente porque concilia en sfesos dos aspectos antin6micos. EI recogimien-to es esencialrnente el acto por el cual yo merecobro como unidad: la palabra misma 10indica. Pero esta recuperaci6n, esta nuevaapropiacion, reviste el aspecto de una disren-sion, de un abandano. Abandono a -di.rten-sion en presencia de- sin que, en ningun caso,me sea posible hacer posteriores estas proposi-clones a un sujeto que ellas regirfan. El caminose detiene en el urnbral..Por 10 dernas, la problernatizacion se verifi-

    cad. aqui como en todas partes, y es el psico-logo quien se esforzara por hacerio, Es rnenes-ter sefialar que el psicologo no esra en mejorsituaci6n para esclarecernos la cuesrion ace rcadel alcance rnerafisico del recogimiento qlleacerca del valor noetico del conocer.En el seno del recogimiento torno posicion

    -0, con mayor exactitud, me pongo eo estadode rornar posici6n- ante rni vida; me dis tan-cio 12 de ella en cierta manera, pero no como eltencia-acto, para poder comprender esre esrado deanimo que Jlamamos recogimienro. G. MARCEL habla enOUo memento de su obra, que uno de los males rnayoresque aquejan a la humanidad conrernporanea es que haperdido el senrido del recogimienro,

    12 Se trata aqui de una distancia en dave rnetodolo-45

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    sujero puro del conocimiento: eft esta distan-ciacion me llevo conmigo 1 0 que soy y 1 0 quequiza rni vida no es. Aquf aparece el.i~terval~entre mi set y rni vida. Yo no soy rru vida; y SIme hallo en esrado de juzgarla -yno puedonegar esto sin inclinarm~ hacia un es~~ptj-cismo radical que no es srno desesperacion->es a condition de poder primero reunirrne enel recogimiento mas alla de rodo juicio posibl~,y mas alla de toda representacion. EI recogi-miento es sin duda 1 0 menos especracular quehay en el alma; no consiste e~ ~irar .algo: esuna recuperacion, un resrableClm}ento 1l1tertor~y cabria preguntarse, 1 0 anoro solo de paso, SIno seria necesario veren el el fundamentoontologico de la memoria, el principio de uni-dad efectiva e irrepresentable sobre el cual des-cansa la posibilidad misma del recuerdo. Laexpresion inglesa to recollect one self (reu-nirse consigo mismo) es reveladora.Podrfa uno preguntar eel reeogimiento no seconfunde, despues de todo, con ese momenrodialectico de vuelta sobre S l 0 mas bien delFur-sich-sein (ser-para-sf-mismo) que esta en.el centro del idealisrno aleman?Verdaderamente, no 1 0 creo. Entrar en sf nogica: me aiejo para despues poder ganar la presencia. En. d . 'd dpuesel recogimienro tomo disrancia e rrn VI a, para esencontrarrne a ml misrno.

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    significa ser para S I y mirarse en cierro modoen la unidad inteligible del sujero y del objeto.Por el contrario, yo clitia que estamos aquf enpresencia de esa pardoja que es el rnisreriomismo en virtud del cual el yo en el cual entro,cesa, por ella mismo, de ser para s i mismo.No sois vuesrros, Estas grandes palabras deSan Pablo cobran aquf su significacion a la vezontologies y esencialrnente concreta; son lasque mejor traducen la realidad en torno a 1acual nos movernos ahora. ~Esta realidad, po-drfa pregunrarse, no es objero de intuicion?~Lo que llama usted recogirnienro no es 1 0 queOtros Haman inruicion?Tarnbien ahora me parece necesario ser

    extremadameme prudenre. Si es posible habiaraqui de una inruicion, es de una inruicion queno se da ni puede darse como tal.Cuanto mas central es una intuicion, cuantomas ocupa el fondo rnisrno del ser que ilumina,tanto menos es susceptible, precisamente, devolver sobre si y aprehenderse.Si reflexionamos tarnbien en 1 0 que podriaser una inruicion del ser, vemos que tal inrui-cion no es -oi debe ser- susceptible de figu-rar en una coleccion, de inventariarse como

    una experiencia 0 un Erlebnis (suceso) cual-quiera, que, par el concrario, presenra siempreese caracrer de poder ser unas veces inregrada,y orras veces aislada y como puesta al descu-

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    bierto. Desde luego, todo e fuerzo por evocaresta imuici6n, para representarsela dida yo,tiene que. ser infructuoso. En esre senrido,hablarnos de la inruici6n del ser es invirarnosa tocar en un piano mudo. Esr a i nr ui ci on , no sepuede producir a plena Iuz par la sencilla razonde que, en verdad, no se la posee.Estarnos toeando aqui el pumo m a s diflcil detoda rni exposici6n. En lugar de usaf el ter-rnino intuicion, m a s valdda decir que tenemosque habernoslas con una segufidad que sos-riene rodo el desarrollo del pensamientu,incluso el discursive; par ende, s610 podernosaproximarnos a e l mediante un mevirnienm deconversion, es decir par una reflexi6n se-gunda: la reflexi6n en virrud de la cual mepregunro como, a partir de que origen, fueronpo ible los pasos de una reflex ion inicial quepo rulaba 1 0 ontol6gico sin saberlo. Esra refle-xi6n segunda 13, en la medida que es capaz depensarse a 5 1 misrna, es el recogimiento.Me results muy penoso, en verdad, tener queusar un lenguaje tan abstracto cuando se rrara,en el fondo, no de una dialecrica ad usum phi-Iosophorurn, sino de 1 0 que puede haber demas vital, y , dirfa de mas drarnatico en el rirrnode una conciencia que se pone a prueba con elfin de recobrarse.

    II Vease nora mrmero 8.48

    . .Esre aspecto drarnarico es 1 0 que debemos

    aclarar ahara.Volvarnos a 1 0 que sefiale casi al comienzo:la exigencia ontologica, la exigencia de ser,puede negarse a sl misma. En otro nivel, el sery la vida no coineiden; mi vida, y par refracci6nroda vida, puede parecer definitivamente ina-decuada a alga que llevo en rni, que en rigor yosoy, pero que sin embargo 1arealidad rechaza yexcluye, La desesperaci6n 14 es posible en codassus forrnas, en todo instante, en rodos los gra-dos. Puede parecer que la estrucrura misma denuestro mundo nos recomienda, si es que nonos la irnpone, esta traicion, E1especraculo dernuerte que nos ofrece esre mundo puede verse,desde cierto angulo, como una incitacion per-petua a la negscion, a la de ercion ab olura.,lnduso, podrla decir e que la posibilidad per-rnanente del suicidio e , en este sentido elpunro _ g U i Z 3 e encial de redo pensarnienromerafiSieo verdaderamenre aurentico.Tal v e z a~o se sorprendan al ver apare-eer en medio de este desarrollo abstracto yreposado, palabras can extrernadarnente carga-

    "I

    ,I

    14 La desesperacion esui siempre a nuesrra puena.Puede surgir de golpe. G. MARCEl alude, en orro1l:?ffiCOrO U(: SU obra, las posibilidades de desespera-CIO[J)~ que nos rodean poc codas panes y broran a nues-tro p O l . 0 , cornpanindolas a una vegemci6n lujuriosa yrnaleflca.

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    das de potencial afecrivo, palabras vedertecomo suicidio 0 rraicion, No se rrata de unaconcesion aJ sensacionalismo. Sigo persuadidoque es en el drama y a craves del drama ISdonde el pensarniento metaffsico se emiende;S I .mismo y se define en concreto. Jacques Mari-tam, en una conferencia pronunciada hace unoo dos afios en Lovaina sobre el Problema de laFilosofia Cristiana, dijo: Nada mas facil parauna filosofla que ser tragica; no tiene mas queabandonarse a su peso humano, alusi6n sinduda a las especulaciones de Heidegger. Yocreo, al conrrario, que la rendencia natural de Jafilosofia la indina hacia regiones en que pareceq_ue lo rragico hubiera desaparecido pura ysimplernente, se hubiera volatizado al contactocon el pensarniento abstracto. Y eso es 1 0 queo?servamos en ,mucbos idealismos conrernpo-ranees. Porque 19noran la persona, y la sacrifi-c~~ a no se 3ue verdad ideal, a no se que prin-cipio a~oOlmo de inrerioridad pura, y serevelan incapaces de abrazar esros datos tragi-cos de la vida humana a los que hice alusion;los expulsan junto con ia enfermedad y todocuanro esra implica, hacia no sf: que arrabales

    I~ No d ,.. pue en sec mas tajanres esras palabrasCuando G . MARCEL qu iere clarificar un rern a echa aaridar a unos personajes en el drama. de la vida Filoso'f i n 11 1 concret o. .

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    de mala fama en que el filosofo digno de estenornbre desdefia aventurarse. Pero esta acrirudes Intirnamenre solidaria, y a 1 0 he dicho, delrechazo de la exigencia onrologica; en realidades 1 0 mismo.Si he_hechQ hincapie en la desesperacion, en ,la:iraicion.l_ ~o e~ suicidio, es __porque,_e~ ellos ~encontram~s las expresiones mas manifiestas ; Ade una vohintad de oegaci6n que alcanza efec- Irivamerue al ser, )Tomemos par ejemplo la desesperacion. Setrata aqui del acto par el cual uno desespera de

    --la-rea ida en su conjunto, en el sentido de queuno desespera de alguien. La desesperaci6n sepresenta como la consecuencia ola traducci6ninrnediara de cierto 1z31ance: por mucho que yo-pue a apreciar 1 0 real _ : _ y 10 que excede misfacultades de apreciacion es para ml como si noexistiera->- yo no descubro alli nada que resisra~ un procesode d_isoluci6n que se prosigue enel fondo de las cosas y que mi reflexi6n meperrnire reconocer y sefialar. En la raiz de ladesesperacion creo enconrrar esta afirmaci6n:nada hay en la realidad que me perrnira pres-tarle crediro; ninguna garantia, Es un caso deinsolvencia absoluta,La esperanza, por el conrrario, implica jus-

    tarnenre esre crediro. Conrrariamente a 1 0 quesefialo Spinoza, quien me pareee haber COD-fllOdido aquf nociones toralmente disrintas, el

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    temor es correlative no de la esperanz~9de deseo, mienrras que _ ~ 1cortelatD -negativede-fa esperanzaes el a f t , ? q U f consiste en pen-sar 10 peor de las.ccsas.un acto_,del cual constj-tuye una ilustracion sorprendenreel Hamado_~e~r2.ti_mo, y que ~ie,mRr:~ corr' _ fl riesgc.de.degradarse en deseo de 10_pe_9r. La esper-anzaconsiste en afirrnarque _ D a y en el ser, m . a s .. a J J ade rodo 19que es dado, de todo 1 0 que puede sermateria de un inventario 0servir de base para__un cornpuro cualquiera, un principio mi~re-rioso que esta en complicidad conmigo mis_ruoque no puede dejar de querer 1 0 que yq ~~al menos si 1 0 que yo quiero merece efertiva-mente ser querido, y 1 0 quiero realrnerrte conredo 1 1 1 1 ser.Evidenternente esrarnos aqui en el centro de

    10 que Harne el rnisterio ontologico, y los ejern-plos mas sencillos son rambien los mejores.Esperar contra roda esperanza que el seramado triunfara de 1a enferrnedad incurableque 1 0 consume es como decir: no es posibleque yo sea el unico en querer su curacion, esirnposible que la realidad en su entrafia seahosril 0 indiferenre a 1 0 que yo afirmo que esen sf un bien. Sera inutil cirarme ejemplos,CMOS propios para descorazonarme: mas allade roda experiencia, de toda probabilidad, detoda estadistica, afirmo que cierto orden serarestablecido, que la realidad esta conmigo para

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    querer qlle ello sea asl. Yo no deseo: afirmo.Esto es 1 0 que llamada la resonancia profericade la verdadera esperanza.Se me objerara: con todo, en la inmensa

    mayor:ia de los casos solo se trata de una ilu-sian. Pero, dejando a un lado el hecho de quees propio de la eseneia del acto de esperarexcluir la consideracion de casos, serla necesa-rio rnostrar aquf que exisre una dialecricaascendente de la esperanza, por la cual esra esllevada a transferirse sobre un plano trascen-dente respecro a rodos los desrnentidos empiri-cos posible, al plano de l a s a lvacion por oposi-cion al plano del exito cualquiera que sea laforma en que este se presenre.No es menos cierto g_u!_!a correlacion entre -

    la esperanza} ill esesperacion absolura, sub--slsteTiasta-;l final. No me pareeen separables.Quiero defiL_que)a_e~tructura de l rnundo enque vivimos perrnite y en cierta manera pareceaconsejar una desesper ciao absoluta: perosolo en un m_u~meante Ruede.sl!~gir unaesperamaiQven~ible_ He aqua por que, final-mente, no se puede esrar dernasiado agradeci-do a los grandes pesimistas de la historia delpeosamienro; ellos han Ilevado hasta ellimirecierta experiencia interior que debia ser vividaplenarnenre y cuya posibilidad radical no debeenrnascarar apologetica alguna. Ellos nos hanpreparado para cornprender que la desespera-

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    ci6n puede ser 1 0 que fue para Nietzsche (aun-que en un registro infra-onrologico, en unazona sembrada de salros mortaIes): el trarnpo-lin de la mas alta afirmaci6n.Par otra parte, sigue siendo cierto que, en lamisma rnedida en que Ia esperanza es un mis-terio, como 1 0 ha vista Peguy, es posible desco-nocer tal rnisrerio y convertirlo en problema 16.Entonces se rrata a la esperanza como un deseorevestido de juicios iIusorios que disfrazan unarealidad objetiva de la que uno tiene inreres endesconocer su verdadero caracter. Sucede aqui

    10 que ya hemos anorado a proposito delencuentro 0 del arnor; precisamente porque eirnisrerio puede, y en ciereo sentido debe, logi-carnenre, degradarse en problema, es por 10que una interpretacion como la de Spinoza, conla confusion que impIica, pueda ser propuesraen un momenta dado. Mientras uno se coloquemas aca de 1 0 ontologico, una acrirud sernejanteno puede dar pie a ninguna critica. Esto es r : :myimportante y necesario insistir en ella. Mien-tras yo conserve ante la realidad la acritud dequien no esra allf irnplicado 17, pero que se con-16 El hombre siempre tiene a su alcance la tenrad6rr

    de degradar el rnisterio en problema. Se trara ~~ unreduccionisrno facil, pew de consecuencias catastrofJCflS.17 Yo no asisro al espectaculo apunta err elsegundo Diario Metafisico (1928-33), dando a entender

    que hay que comprometerse con la realidad,54

    sidera obligado a levantar de ella u~ ~c.t;, 1 0mas exacta posible (y esta es por definicion laactitud del cientifico), tengo fundarnenros paraobservar frenre a esta realidad una especie dedesconfianza de principio que no implica nin-gun limite de aplicaci6n; tal es la actirud delhombre de laboratorio, quien en ningun gradopodria prejuzgar los resultados del analisis .querealiza, y que puede mas fatilmente exarrunarfa pear, pues en ese plano la nocio~ misma de1 0 peor se vada de senrido. Per? jusrarnenreuna investigacion de este orden, ngurosamentecomparable a la de un censor de c.uent.as, selleva a cabo mas ad del orden del rrusrerro, delorden en que e J problema rebasa sus propiosdatos.En realidad, cuando me interrogo, porejernplo, sobre el valor de la vid.a,estoy en unaprofunda fantasia si me imagine que puedoconservar rodavia esa acrirud: es un verdaderoparalogismo pensar que puedo proseguir .esainvestigacion como si yo mismo no estuvieraen Juego. .Desde luego, entre la eSReranza, la realidaddeIisperanza en ei corazon de aquel en queeUa'habira, y los juicios que tiene acerca ~e ~ll.aun espiritu que sigue prisionero de la objetivi-dad, bay el mismo tabique que separa al pro-blema del misterio.Nos baHamas aqui en un nuda vital de nues-

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    tro tema en el que aparecen algunas conexio-nes particularrnente intimas.E I mundo de 1 0 problernarico es al rnisrnotiempo el mundo del deseo y del rernor, que no

    pueden ser separados; es rambien, sin dudaalguna, el mundo funcionalizado 0 funcionaIi-zable que he definido al comienzo de estameditacion; es, en fin, aque! mundo en el quereinan las tecnicas cualesquiera que sean. Nohay tecnica que no este direcrarnente, 0que nopueda esrar, puesra al servicio de tal deseo, detal ternor; e, inversarnente, todo deseo 0 todorernor tended a inventar tecnicas que le seanapropiadas. Desde este punto de vista, la des-esperaci6n consisre en reconocer la ineficaciaUltima de las tecnicas, sin consentir 0sin llegara colocarse en un terreno en que toda tecnica sereconoceria incompatible con los caracteresfundamentales del ser, que par esencia escapa anuestro dominio (esto en tanto nuestro domi-nio se ejerce en el mundo de los objetos y en e Iexclusivarnente). Esta es la razon par la eua1puede parecer que hoy dia hayamos entrado enla era de la desesperacion: no hemos dejado decreer en la tecnica, es decir, de considerar larealidad como un conjunro de problemas, y , almismo tiempo, el fracaso global de 1arecnica estan claramenre discernible como 10 son sU Striunfos parciales. A la pregunta (que puede e lhombre? aun respondernos: el hombre puede

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    10 que puede su tecnica 18; pero, al mismoriernpo, renernos que reconocer que esta tee-nica se revela incapaz de saluarle a sf mismo, eincluso se rnuesrra capaz de pacrar con el ene-migo que el hombre l leva dentro de sf , las mastemibles alianzas

    Ensregedo a La tecnica. La cual significa cadavez mas incapaz de dorninarla, 0, rnejor, dedominar su propio dominio. Pues el dorniniode su propio dominic, que es la expresion en elplano de la vida acriva de 1 0 que he llamado Iareflexion segunda, s610 puede encontrar sucentro 0su punco de apoyo en el recogimiemo.Se me objerara que el hombre mas irnbuidode ereeneia en Ia tecnica esta obligado a reco-nocer que existen campos inmensos sobre los~ales e l no ~iene? ningun poder. \ero 1 . 0 queunporta aqUl no es esta constatacron, SlOO lamanera como el Espiritu la juzga. Estarnosobligados a reconocer que carecemos comple-tarnente de poder sobre las condiciones meteo-ro16gicas, pero se trata de saber si esrimarnos

    18 SAINT-EXUPERY decia que no ha y mas gue un pro-blema en el mundo: dar a los hombres un sentido espi-ritual, una inquietud espiricual. No se puede vivir detecnicas. 0 se puede vivir sin poesia, sin color, sinUlnor. Trabajando 1('ltCamente para los logros materialesde la recnica, esrarnos construyendo nuesrra propiaPtision.

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    seria deseable y [usto que se nos concedieraesre poder. Cuanto mas tienda a desaparecer elsentido de 1 0 ontologico en una persona, masilimitadas le resultanin sus pretensiones, in-eluso basta de alcanzar unaespecie de podercosrnico, porque cada vez sera menos capaz deinterrogarse sobre los tfrulos que pueda tenerpara ejercer ese poder.Debemos afiadir que cuanto mas aumente ladesproporci6n entre las reivindicaciones de .lainteligencia tecnica y la fragilidad, -es dec~r,la precariedad persisteme del susrrato r~atenalque sigue siendo, despues de ,to~o:su aSlent~ a1rnenos aparente-, tanto mas Iran exacerban-dose las posibilidades permanentes de deses-peraci6n en el fondo de esa inteligencia',?,Deste sentido, realrnente hay una correlaciondialectics Intima entre un optimismo del pro-greso tecnico y una filosofia de la desespera-cion que dimana de el casi inevit~blemepte, yno es necesario insistir sobre las llustraClonesque a este prop6sito nos proporeiona el mundode 1933.Se podra decir: pera, despues de todo, esteoptimismo del progreso tecnico esra animad?por una gran esperanza. (Como puede con~l-. "'. l'glCUliarse esto con una mrerpreracion ontO 0de la esperanza?Metafisicamenre hablando, creo que; eLP~e-ciso responder que fa unica e.rperanza aut~1~ttCa

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    es aquella que se dirige a lo que no depende denosotros, aquella cuyo resorre es la humildad,no el orgullo. YaquI nos vernos inducidos aconsiderar otro aspeeta del misterio, siempreunico, sobre e1 cual trato de hacer algunasobservaeiones.El problema meraffsico del orgullo, de labybris, que ya los griegos advirtieron y que fueuno de los temas eseneiales de la teologia eris-tiana, me pareee que ha sido casi Inregrarnentedesconocido pot los filosofos no teo logos de lostiempos modernos. Era este uo terrene reser-vado a los moralistas. Pero desde el punto devista en que yo me siruo es, al contra rio, unacuesrion esencial, y basta quiza 1a cnesrionvital. Basta ver la definicion que Spinoza da deIa .ruperbia en la Etiea (III, def. XXVIII) paraeomprobar hasta que punto desconoei6 el pro-blema: E1 orgullo, dice, es una opinion derna-siado buena que el amor propio nos da de nos-otros misrnos. En realidad esta es una de-finici6n de la vanidad. El orgullo consisre enencontrar la fuerza solo en 5 1 mismo; separa aaquel que 1 0 experirnenta de una cierra cornu-nion con los seres, y al mismo tiernpo, riende adestruirla; aetna como un principia de des-truccion.Esta desrruccion, por otra parte, puede diri-girse contra el misrno; en modo alguno el orgu-lla es incompatible con el odio a sf misrno,

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    incluso puede llevar a1 suicidio 19; y esto, meparece,es 10 que no advirti6 Spinoza.En este punto a que hemos llegado amenazasurgir una objecci6n general muy grave.En e1 fonda, se me did, quiza, 1 0 que ustedse ve llevado a j u st if ic a r onto16gicamente ~noes una especie de quietisrno moral que se saris-face con 1aaceptaci6n pasiva, 1aresignaci6n, 1a

    esperanza inerte? ~Que tiene que ver en todoesro el hombre, en cuanto hombre, en cuantoser que actua? iNo es la misma accion la queesta condenada, en la medida en que la acci6nimplica una confianza en sl, si se la ernparentacon el orgullo? iLa misma acci6n no es, a fin decuencas, una degradacion?Sefialare que esta objeccion implica una seriede equivoeos.De entrada,1a idea de una esperanza iQ~(tees, a mi modo de ver, eontradietoria. La espe-ranza no es una especie de espera adormecida.Es aJgo que subyace en la aeei6n 0 que planea.sobre ella, pero que ciertamente se degrada 0desaparece cuando la acci6n misma se exteJlUa.La esperanza -apareee como Ia prolongacion en

    19 Una forma solapada de suicidio es la de mawr e!riernpo, como hacen por ejernplo Vladimir y Estrag6n.protagonisras de la obra Esperando a Godot de SAMUELBECKETT; sin duda, precu(sores del fenorneno actualpasotismo.

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    1 0 desconocido de una acrividad central, esdecir, arraigada en el ser. Por donde sus afini-dades no son con el deseo sino con la voluntad,La voluntad, en efecro, implica rambien unrechazo a hacer un c6mputo de los cases posi-bles, 0, al menos, una parada en tal computer.. iNo podda, enronces, definirse la esperanzacomo una voluntad que se aplica a 10 que nodepende de ella? _Tenemos la prueba experimental de estaconexion en el hecho de que en los hombresmas santos es donde la esperanza ha a1canzado

    su mas alto grado; esro seda inconcebible si laesperanza fuera un simple estado veleidoso de la~ma. Lo que aqui ha falseado redo, como tam-Olen en las panes mas alras de 1aetica, es unacierta represenracion esroica de la voluntadconcebida como rigidez, rnientras que, por elcontrario, es abierta entrega y creatividad.Esta palabra creatividad20 se nos presenta,aqui por primera vez, y sin embargo, es lapalabra deeisiva. -Donde hay creatividad nohay, ni puede haber, degradaci6n. Y en larnedida en que la tecnica es a implica creativi-

    2{) Traducimos aquf Ia palabra creation por creai-vtdad, porque, a nuestro entender, es mas apropiada quela palabra casrellana creacion, par 1 0 que esta impliesde necesidad. Desde el mornento en que hay creacion(creatividad), sea del grade que sea, estamos e n el Sen> .El Subrayado es rnfo,61

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    dad en modo alguno es degradaci6n. La degra-daci6n comienza en el mornenro en que Ia crea-tividad se repliega a se hipnoriza sobre si, secrispa sabre ellamisma. Y en esto podemosadvertir Ia fuente de ciertos equivocos quedenuncie a proposito del recogimiento.Grande es la tentaci6n de confundir dos

    movimientos que nuestras rneraforas espacia-Ies nos impiden opener claramente entre S 1 :esa crispaci6n, esa contracci6n, ese replieguesobre S 1 que son inseparables del orgullo, quebasta 1 0 simbolizan, no debieran ser confundi-das con la retirada humilde que con-qiene alrecogimiento y mediante el cual yo recobro elcontactO con rnis bases oom16gicas.Cabe peosar que la misma creatividad este-tica supone esa retirada, ese recogimiento. Lacreatividad estetica 21 1 0 rnisrno que la investi-gaci6n cienrifica, excluyen en realidad el actopor el cual el yo se centra, se enfoca a 5 1 mismo,y este acto es ont016gicamente pura negaci6n.Puede parecer que me aproximo aqui a laresis bergsoniana hasta el punto de coiocidi~con ella. Sin embargo, no creo que sea as!

    21 G. MARCEL es un pensador experiencial, pero noernpir ista. Su Hlosofla 00 se basa en 'meros hechos,sino en aconrecimientos creadores. Por eso se reflertaqui a las mas altas coras de la creatividad artistica Yesretica.

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    realment~. Los terrninos con que casi siemprese ha sef:ldo Bergson hacen pensar que para el1 0 esencial en la creacion es la invenriva lainnovaci6n viral, Pero me pregunto si, al con-cenrrar la atencion con demasiada exclusividadsobre este aspecro de la creacion no se tiende aperder de vista su significaci6n ultima suarraigo en el ser. Es aqui donde intervendrfa lanocion de fidetidad creadora?' nocion tantomas diflcil de cefiir y sobre todo de precisarconc~p~ualmente cuanto que encubre una pa-ra?o}a insondable, cuanto que esra en el centrormsrno de 1 0 meta-probiernarico.. Es importance observar que, en una metafl-SKa bergsoniana, parece diffcil salvar la fideli-?ad porque corre siempre el riesgo de serinterpretada como una rutina, como una ob-servancia en el senrido peyorarivo de la pala-b.ra, como una salvaguardia rnantenida arbitra-rrarnente contra el poder de renovaci6n que eseI Espiritu misrno..Me incline a creer que en este desconoci-

    mLen~o. de los vaiores de la fidelidad hay algoque vicia profundamente la nocion de religi6n

    .22 Por primers vez aparece esre matiz de creadoraaplrcacio a Ia fidelidad. En rigor, no ha y fidelidad sino aUna persona No a una idea 0 a un ideal. La fidelidad~readora consisre en mantenerse acrivamente en esradoe perrneabilidad para esa persona.

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    esracica tal y como aparece en la obra Las dosfuentes 2~. Y aquf una rnediracion sobre la fide-lidad creadora, de 1a cual s610 puedo indicaralgunos trazos, podria perrnitir una puntuali-zaci6n indispensable.La fidelidad es en realidad 10contratio de uncooformismo inerre; es eJ reconocimientoactivo de una cierta permanencia no formal, ala manera de una ley, sino ontol6gica. En esresentido se refiere siempre a una presencia 24 o aalga que puede y debe mantenerse en nosorrosy ante nosotros como presencia, pero que ipsofacto puede perfectarnenre ser olvidada, desco-nocida, obstruida; yaqui vemos reaparecer denuevo 1asombra de la traicion que, en mi opi-ni6n, envue1ve redo nuestro rnundo humanocomo una niebla siniestra.(Se did. que hablamos de 10 que cormin-

    23 BERGSON: Las dos fuentes de fa moral y de fareligion.24 Para hacer ver la diferencia que separa el objeto yla presencia, G. MARCEL cira ejemplos de la experienciacotidiana.He aqui un rexto de su obra El Misterio del serque nos parece surnarnenre clarificador a esre respecW:Supongamos que hay alguien en el cuarto donde esta-mos. Puedo mirarle, hablarle, tocarle y, sin embargo, noesta presente. Este hombre que rerternos tan cerca nO Sresulta infinitarnenre mas lejano que un ser querido quese halle a rnil leguas de distancia 0que ni siquiera perte

    lnezca ya a este mundo. Es que el hombre que renemos alado carece de presencia.64

    mente se entiende por fidelidad a un princi-pia? Queda por saber si no hay aquf una trans-posici6n ilegitima de una fidelidad de orroorden. Un principio, mienrras se reduzca a unaafirmaci6n abstracta, no puede exigir nada demi, pues debe toda su realidad al acto por eIcual yo 10sanciono 0 10proc1amo. La fidealidada.un principio en cuanto principio es una Idola-tria en el senrido etimol6gico de la palabra;puede ser para ml una obligaci6n sagradarenegar de un principio del cual se ha retiradola vida, y al cual siento que ya no me adhiero: sicontinuo conformando segun e r mi conducta, esa mf rnismo -a mi misrno en tanto presen-cia- a quien traiciono.La fidelidad no tiene nada de conforrnismoinerte ya que irnplica una lucha activa y conti-nua contra las fuerzas que tienden en nosotroshacia la dispersion interior y hacia la esclerosisde la rutina. Se me dira: despues de redo, no es

    sino una especie de conservaci6n activa; es 1 0conrrario de una creaci6n. Aqui es necesario,creo, penetrar mucho mas hondo en la natura-leza de la fidelidad y de la presencia.Si 1apresencia no fuera mas que una idea ennosotros, euya caracteristica fuera ser s610 ellamisma, todo cuanro podriamos esperar, enefecto, seda mantener en nosotros 0 ante nos-otros esra idea como se guarda una forogra-Ha en el caj6n 0 sobre 1a chimenea. Pero 1 0

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    propio de una presencia en cuanto presencia esser incircunscrira; yaqui, una vez mas, encon-tramos 1 0 meta-problematico. La presencia esmisterio en la medida misma en que es presen-cia. Pues bien, la fidelidad es la presencia acti-varnenre perperuada, es Ia renovacion del bie-nesrar de la presencia, de su virrud, queconsiste en ser una misreriosa incitacion acrear. Todavia aqui la consideracion de la crea-tividad artistica puede sernos de gran ayuda,pues esra solo es concebible a partir de unacierra presencia del mundo para el artista; pre-sencia en el corazon y en la inteligencia, pre-sencia en el ser mismo.Por tanto, si es posible una fidelidad crea-dora es porque la fidelidad es onro16gica en suprincipio, porque prolonga una presencia quecorresponde a un cierto poder del set sobrenosotros; por eso mismo multiplica y profun-diza de una manera easi insondable el eco deesta presencia en el seno de nuestra duracionMe parece que esto ciene consecueneias encierto modo inagorables, aunque solo sea res-pecro a las relaciones entre los vivos y losmuertos,Conviene insistir rodavia mas en esto: unapresencia a la cual nos manrenernos fieles noes la imagen celosarnenre preservada de unobjero desaparecido; la imagen, a pesar detodo, no es mas que un sirnulacro, metaffsica-

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    mente es menos que el objero, es una reducci6nde .el. La presencia al contrario, es mas que elobjeto, 1 0 desborda en todos los sentidos, Nose?c01!tramos en el umbral de un camino a cuyotermmo la rnuerte 25 aparece como la prueha defa presencia. Punro esencial sobre el eual con-viene concentrar ahora nuestra atencion.Se dira: jQue extrafia manera de definir lamuerrel La rnuerte es cierto fenorneno defini-ble en terminos biologicos. Noes una prueba.Hay que responder: ella es 1 0 que signifiea, y10 que signifies para un ser situado en el nivelespiri~ual mas elevado al que padamos llegar.Es evidence que cuando me inforrna el peri6-dico de la rnuerre de Fulano, de un Fulano quesolo es para rn i un nombre, no es mas que unobjeto de notificacion; signifies que puedotacharle del numero de personas a quienespuedo dirigirrne para preguntarles algo 0paramformarles de algo. Ocurre algo roralrnentedistinto coo un ser que se me ha dado comopresencia. Aqui depende de 1 1 1 1 de rni actitud. . 'mterror, rnantener esra presencia que podriadegradarse en imagen.Se replicara que se trata solo de una traduc-cion en Jenguaje insoliro e irnitilrnenre meraff-

    25 EI problema de la rnuerte se esfuma ante el misre-rio. La meditaci6n sobre Ia rnuerre puede lIegar a ser unarnediracion sabre la vida.

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    sico de un hecho psicol6gico muy trivial. Esevidente que depende de nosotros, en eiertamedida, que los rnuertos vivan 0 no en nuestrorecuerdo. Pero esa es una exisrencia total mentesubjetiva.Yo crec que, en realidad, se tra ta de algornuy distinro, de una realidad infinitamentemas rnisreriosa. "Cuando se dice: depende denosorros que nuestros muertos vrvan en nos-otros, se alude una vez mas a la idea comoreduccion 0 como imagen. Se admite que elobjeto ha desaparecido, pero que subsiste en elun simulacro que esra en nuestro poder con-servar, en el senrido mas familiar del termino,igual que una asisrenta conserve Iimpio unapartamento un mobiliario. Esta muy claroque esre cuidado no presema ningun valorontologico. Pero si la fidelidad es creadora, enel sentido que trate de definirla, ocurre algorotalmenre disrinto. Una presencia es unarealidad, un eierto inflnjo; depende de nosotrospermanecer 0 no permeables a este influjo,pero no, a decir verdad, suscitarlo. La fidelidadcreadora consisre en mantenerse acrivamenreenesrado de permeabilidad; yaqui vernos ope-rarse una especie de inrercambio misterioscentre el acto libre y el don por el cual escorrespondido.Hay que preyer una objeccion inverse Ysimerrica con respecto a la precedence. Se me

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    dira: esta bien, acaba usted de decorar convocablos metaflsicos un Ingar cormin de la psi-cologia, pero solo es para afirmar gratuita-mente una tesis indemostrada y que excedecoda experiencia posible; y esto es as! desde elmomento en que usred sustituye el terrninoneutro y ambiguo de presencia por el deinflujo, que es infiniramente mas compro-meredor, .Para responder a esra objeccion creo necesa-rio referirnos una vez mas a 1 0 d ic ho sobre e lmisterio y el recogimiento. En efecto, solo enel terreno meta-problernatico puede acogersela nocion de influjo. Si se 1atornara en su acep-cion objeriva, 1a de unaaportacion de fuerza,nos encomrariamos frente a una tesis no meta- Ifisica sino fisica, que serla propia, efectiva-mente, para despertar codas las impugnacio-nes. Cuando digo que un ser me es dado como

    presencia 0como ser (equivale a 1 0 rnisrno,pues no hay un ser para mf si no es una pre-sencia), ello significa que no puedo tratarlocomo si estuviera sirnplernenre puesto ante mi;entre el y yo se anuda una relacion que encierro sentido desborda 1a conciencia que yopudiera rener de el; tal ser no essa solamenteame mi, esra tarnbien en mi; 0, mas exacra-mente, esras categodas quedan superadas,pierden su sentido, La palabra influjo traduce,aunque de una manera excesivamente espacial,

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    dernasiado Hsica, la especie de aponaci6n inte-rior, de aporracion desde dentro, que se realizadesde el rnornenro en que la presencia es efec-tiva. Grande por cierto, casi invencible, sera latentacion de pensar que esta presencia efectivano puede ser mas que la presencia de UDobjeto; pew con ello volvemos a caer mas acadel misterio, en eI plano de 1 0 problernatico; yentonces se hace oir esra protesta de la fideli-dad absoluta: Aun cuando yo no pueda nitocarte ni verte, yo siento que tu estas con-migo; serta negarte el no estar seguro de ello.Con-migo. Noremos aqui el valor rnetafisico deesra palabra con, tan rararnente reconocidopor los fiI6sofos, y que no corresponde ni a unarelacion de inmanencia 0 de inherencia, ni auna relaci6n de exterioridad. Sera esencial -es-toy obligando a adoprar aqui la palabra la-tina- que un coesse autentico, es deeir, queuna intimidad real, se preste al analisis de unareflexion critica; 'perc sabemos ya que hay otrareflexi6n, una reflexi6n sobre esa misma refle-xion, y que se refiere a una intuici6n subya-cenre, confusa pero eficaz, cuyo secrete rnagne-tismo ella experirnenra.Es preciso ai'iadir -y con ello nos dispone-

    mos a pasar a otra esfera- que el valor de talinrimidad, en particular 1 0 concernieme a lasrelaciones entre los vivos y los. rnuertos, seratanto mas alta e irrecusable cuanto mas clara-

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    mente se sinie esta relacion en un mundo dedisponibilidad espirirual total, es decir, de puracaridad; y anoro de paso que una dialecticaascendente de la fidelidad creadora cortes-ponde a la dialecr ica de Ia esperanza a la cualacabo de hacer alusion,La nocion de disponibilidad no es menos

    irnporranre para nuestro terna que la de pre-sencia; afiado que entre una y otra exisre unvinculo evidence.Es un heche de experiencia irrecusable, pero

    del cual es dificil dar una rraduccion inteligible,que hay cierros seres que se nos revelan comopresentes, es decir, como disponibles cuandosufrimos, cuando tenernos necesidad de (on-fiarnos a ellos, y que hay otros que no noscausan esre sentimienro no obstante su posiblebuena voluntad. Se debe sefialar inrnediata-mente que 1a distinci6n entre presencia y nopresencia en ninguna forma se reduce a 1aopo-sici6n entre esrar atento y estar distrafdo. EIoyenre mas atenro, el mas concienzudo, puededarme Ia impresi6n de no escar disponible; nome apona nada, no puede realmenre hacermeun lugar en sf mismo, cualesquiera sean losservicios mareriales con que pueda colmarme.En realidad hay una manera de escuchar que esuna manera de dar; hay otra manera de ItSCU-char que es una manera de rehusar, de rebu-s ars e: el don material, 1a acci6n visible, no es

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    necesariamente un testimonio de presencia.No hablamos de prueba; aqul Lapalabra pruebadesenronada. La presencia es algo que serevel a inrnediata e irrecusablernenre en unamirada, en una sonrisa, en un acento, en unapreton de manos 26.Dirfa, para aclarar rodo e to, que el er dis-ponible es aquel ser capaz de esrar rode Integroconmigo cuando yo 1 0 necesiro; el ser indispo-nible, por el contrario, es aquel que parece ope-rar en mi favor unaespecie de atribuci6n

    rnomenranea en el conjunro de los recursos delos que pueda disponer. Para el primero yo soyuna presencia, para el segundo un ob jero. Lapresencia implies una reciprocidad que sinduda excluye roda relaci6n de sujero a objeto 0de sujero a ujero-objero. Y aqul un analisisconcretO de la indisponibilidad no es menosnecesario que el de Ia rraicion, la reoegaci6n 0I n , de esperaci6n.En realidad en el corazon de la indisponibi-lidad encontrarernos siempre una cierra aliena-ci6n. Alguien solicira mi simpada por un ciertoinforrunio que me expone; comprendo 1 0 queme dice, reconozco de una rnanera absrractaque las gentes de que me habla mere en rnicornpasion; discierno alll un caso al que serla

    16 La presencia, en definitiva, se patemiza demanera lurninosa en el ser disponible.72

    logico Yjusro responder can sirnparia, y Ia con-cedo, si se quiere, pero s610 en idea, pue eo finme vee forzado a confesarme que no ientonada. Por otra parte 1 0 lamento; esra contra-diccion entre 1 0 que experirnenro de heche -esdecir, mi indiferencia- y 1 0 que reconozco quedebe ria experirnenrar, me es peno a y meirr ira, incluso me disminuye a mis propiosojos. Pero e en vano. La que queda en mi es elsentimienro basrante inconfesable de que, des-pues de rodo, 5 trata de genres que 00conozco; que si fuera necesario conmoversep r todos 1 0 inforrunios hurnanos enronees lavida no serta posible, y que adernas no dadaabasro, Desde el momento en que pienso, des-pues de redo no es mas que el caso 75-627 rodoha rerrninado, ya no puedo experimentar nada.Perc Ja caracrerlstica del alma presence 0disponible es, jusramente, no pensar en CMOS:para ella DO hay cases.Y sin ember 0, esta claro que en el creci-rnienro normal de una persona, se da una espe-cie de asignacion cada vez mas precisa y comoaurornatica entre aqueUo que le eoncierne yaqueHo que no le concierne, entre aquello de 1 0que es res pan able y aquello de 1 0 que no es;cada uno de oosorros se convierte asl en elcentro de un espacio mental que se disponesegun zonas concenrricas de adherencia y dein teres decrecienre . En el fondo es como si

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    cada uno de nosorros segregara un caparazoncada vez mas duro que 1 0 aprisionara; y esraesclerosis esta ligada al endurecimiento de lascategorias segun las cuales nos representamosel rnundo y 1 0 vaiorarnos.Felizroente, a (ada uno de nosotros puedeocurrirIe rener un encuentro ral27, que rompalos esquernas de toda esta ropograffa egocen-rrica. Personalrnente, puedo comprender parexperiencia, que de un desconocido. hall~d? alazar surja subitamente una Hamada lrreslstlbl.ehasra el punto de rrastocar todas las perspectI-vas habituales, exacrarnente como una corrren-te de viento trastocarfa todos los planos esca-lonados de un decorado: 1 0 que pareda cereanose torna iufiniramenre lejano, e inversamente,Son brechas que se cierran casi de inrnediaro.Estas experiencias nos dejan frecuenrernente,un gusto amargo, una irnpresion de rrisreza ycasi de angustia. No obstante las creo benefi-ciosas, pues nos muestran, como en un relarn-pago, 1 0 que hay de conringente y de accidentalen [as cristalizaciones mentales que fundamen-tan nuestro sistema personal.Pero, sobre rodo, el hecho de la sanridad de27 Nada esra perdido para un hombre que vive un

    gran arnor 0una verdadera amistad; pew redo esra per-dido para el que esra solo. Carta de G. MARCEL aROGER TROISFONTAINES.

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    algunas personas esta ahi para demostrarnosque 10 que llamamos orden normal no es, des-pues de todo y desde un punro de vista supe-rior, desde el punto de vista de un alma arrai-gada en el misterio onrologico, sinola sub-version de un orden esrablecido. En estesentido, la reflexi6n sobre la santidad conrodos sus arributos concretes me parece pre-sentar un valor especulativo inrnenso: nohartaIalra presionarrne demasiado para hacermedecir que 1a santidad es la verdadera inrroduc-cion a la omologfa.Aqui, una vez mas, la confronracion con elalma indisponible arroja sobre nuestro ternaclaridades decisivas.Esrar indisponible es, en cierta manera,esrar no solo ocupado de S f misrno, sino apri-sionado por uno mismo. Digo en cierta ma-nera, pues el objero inmediato puede variar

    indefinidamente: esrar ocupado de uno mismo,de la pro pia fortuna, de los amores, e inc/usadel propio perfeccianamiento interior. De aqufse podria extraer la conclusion que esrar ocu-pado de 5 1 , es rnucho menos que estar ocupadode clerto abjeto -agul casi inespecificable-que esrarlode cierta manera que queda pordefinir 28. Debemos reparat en que 1 0 contrario.. 28 Estar disponible, pues, es mas una actitud interiorque una accion objetivable.

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    de estar ocupado de sf no es el estar vado 0indiferenre. Lo que se opone aqul es mas bienel ser opaco al ser transparente. Pero igual-mente es necesario llegar a pensar esra mismaopacidad interior. Se rrata, creo, de una especiede obturacion 0 de Iijacion; y me pregunto si,generalizando mucho y flexibilizando ciertosdatos psicoanaHticos, no deberfa reconocerseque esta fijaci6n, en una zona 0 en un regisrrodeterminado, es Ia fijacion de una falsa inquie-rud. Pero 1 0 notable es que tal inquierud per-siste en el seno de esta fijaci6n, y adernas le daese caracter de erispaci6n del que ya dije algu-nas palabras a prop6sito de la voluntad degra-dada. Todo perrnire pensar que esta inquierudindeterminada se confunde en realidad con laangusria de la rernporalidad, Con Ia aspiraci6ndel hombre no hacia, sino par la rnuerre, queesra en el corazon del pesimismo.Las rakes del pesirnisrno son las mismas quelas de la indisponibilidad; si esra aurnenta amedida gue envejeeemos, es porgue muy amenudo la angusria erece en nosorros, hastaasfixiarnos; a medida gue nos aeercamos a 10que consideramos un rerrninc, para proregersede ella misma, esta angustia debe poner enaeei6n un apara to de defensa cada vez maspesado, cada vez mas minucioso, y rarnbien.afiadirfa cada vez mas vulnerable. a incapaci-dad para la esperanza se hace cada dla mas

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    cornpleta a medida que e l ser esra mas cauri-vado en su experiencia y en la prisi6n de lascaregorias en la cual esra experiencia 1 0 arnura-lIa, a medida que el se enrrega mas integra-mente, mas desesperadarnenre, a1mundo de 10problernatico.- Y aqui se reunen como en un haz 10'sprinci-pales morivos 0 elementos ternaticos que mebe visto forzado a presenrar en forma sucesiva.La persona mas disponible es 1a mas consa-grada, la mas interiormente dedicada: esra pro-tegida contra la desesperacion y contra el suici-dio, que se asemejan y se comunican, porguesabe que su exisrencia no la debe a sf rnisrna, yque el unico usa totalrnente legitimo que puedehacer de su Iiberrad consisre precisarnente enreconocer que no se pertenece. S610a partir deeste reconocimienro puede actuar, puede crear. ..No se pueden disimular ni por un insranre,las dificultades de todo orden con que rropiezauna filosofla de este tipo. Tal filosofla se hallainevitablernente ante una alternativa inquie-rante: 0 bien tratara de resolver esas difienlta-des, de darles soluei6n, y caera entonces en losexeesos de una dogmarica desconocedora de susprincipios vitales y , afiadiria, de una reodiceasacrllega; 0 bien, simplernenre dejara subsisrirtales dificulrades colocandoles la eriquera dernisterios.Entre esros dos escoJIos creo gue existe una

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    via media, un camino esrrecho, diffcil, peli-groso. Es el que he tratado no de trazar, sino deencontrar. Pero aquf solo se puede procederpor llarnadas, como Karl Jaspers en su Filoso-fia de la Existencia: si, como tuve ocasion decompro.bar,. algunas conciencias responden, nola conciencra en general, sino este ser, aquelser, enconces es que existe verdaderarnente uncamino. Pero -creo que Plaron 10 vio con unanitidez ~ncomparable- ese camino s610 pueded~s.cubnrse por el amor, s610 para el se hacevisible; ~ ~quf aparece un caracrer, mas pro-fundo qUlza que todos los orros, de esa realidadrz:eta-prob~ematica de la que intenre exploraroenas reglones .. Otra gravfsima objecion hay que mencionarfinalmente, Se me dira: En realidad, todocuanto usred dice implica una referencia -in-confesada, informulada ademas=-, a los datoscristianos, y solo a su luz se aclara positiva-n:enre. Asf, comprendemos 10 que usted en-riende par presencia cuando evocamos la Euca-ristia, por fidelidad creadora cuando pensamosen la Iglesia. Pew enronees ~cuaJ sera el valorde tal filosoHa para conciencias no cristianas,es decir, que ignoran el cristianismo, 0, en todocaso, se declaran incapaces de adherirse a el?.Mi respuesra sera. la siguiente: es muy posi-

    ble que la exisrencia de los datos cristianosfundamentales sea necesaria de hecho para

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    perrrunr al esplriru concebir algunas de lasnociones cuyo analisis he esbozado: pero no sepuede decir que estas nociones esten bajo ladependencia de la revelacion cristiana. No fasteponen.Par otra parte, si se llega a declarar que larazon debe proeeder hacienda entera abstrac-cion de todo 1 0 que no se da universalrnenre aun ser pensanre cualquiera que sea, yo dire queen eso hay una pretension abusiva y en ultimoextrema una fantasia. E1 filosofo, hoy como encualquier epoca, se encuentra en una cierrasituacion histories de la que es muy poco veto-sirnil que pueda abstraerse realmenre: solosiendo vicrima de una ficcien se imagina quepuede hacer el vado en sf yen torno suyo , Puesbien, esta siruacion conlleva, como uno de susdatos esenciales, la existencia del hecho cris-riano con (ado 1 0 que esre implica, y esto ya seaque uno se adhiera 0 no a la religion cristiana,o que considere como verdaderas 0como falsaslas afirmaciones cristianas centrales. Lo queesta claro para mi es que no podernos pensarcomo S 1 antes de nosorros no hubiera habidosiglos de cristianisrno, 10 mismo que, en elorden de 1a reor ia del conocirniento, no pode-mos pensar como si antes no hubiera habidosiglos de ciencia positiva. Solo que la existenciadel dato cristiano, como la existencia de la den-cia posiriva, no juegan aqui mas que el papel

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    de un principio fecundante. Favorece en nos-otros la eclosion de cierros pensamientos a loscuales de hecho no habriamos llegado quiza sinella. Esra fecundaci6n puede efectuarse en 1 0que yo Hamada zonas peri-cristianas, y, perso-nalrriente, encuentro la prueba de ella en elhecho de que se produjo en mi mismo casiveinre afios antes de que yo ruviera la maslejana idea de converrirrne al catolicisrno 29.Por orra parte, tengo que hacer notar _yesta vez me dirijo sobre todo a los cat6licos-que desde mi punto de vista, la distincion entre

    1 0 natural y 1 0 sobrenarural debe ser rnantenidarigurosamente. (Se dira que el empleo de lapalabra misterio corre el riesgo de crear aquiun equivoco y favorecer la unificacion que yorechazo? Responders que para ml 00 exisre elproblema de confundir los misrerios envueltosen la experiencia humana en cuanro tal -elconocimiento, el amor, por ejemplo- con losrnisrerios revelados como Ia Encarnaci6n 0 IaRedencion; a estes rrusterios ningun esfuerzode un pensamiento que reflexione sobre laexperieneia nos perrnire elevarnos,

    .9 Aduce aqul G. MARCEL su propia experiencia deconvetsi6n al catolicismo cuando contaba ya con 40 afiosde edad. El 5 de rnarzo de 1929 escribe en su Diario: Seacabaron las dudas. Por primera vez he experimentadoclararnenrs 10que es la gracia (...). Segundo Diario Meta-[isico (1928-33).

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    Se me objerara: en ese caso ipor que usar lamisma palabra en dos acepciones tan distintas?Pero observare aquf que una revelaci6n, cual-quiera que sea, rarnpoco es pensable sino entanto que se dirige a un sec comprometido enel sentido que he tratado de definir, es decir,que participa en una realidad no problernatiza-ble y que 1 0 eleva en tanto que sujero, La vidasobrenarural debe encontrar asidero, puntos.deinsercion, en la vida natural. En modo algunoesto significa que sea el resulrado de la vidanatural. Todo 1 0 contrario. Me pareee que si seprofundiza en Ia noei6n de naturaleza creada,fundamental para un crisriano, nos vemos Ile-vades a reconoeer en el fonda de la naturaleza,una raz6n que le esta ordenada, un principio deradical inadecuaci6n a S 1 misma que es como Laansiosa anticipacion de un orden diferente.Para resumir mi posici6n sobre esre punroparricularrnente irnportante y diffcil, dire queel reconocimiemo del misterio ontologico,donde yo veo el reducro central de Lametaff-sica, sin duda solo es posible de hecho gracias auna especie de irradiacion fecundante de Iarevelacion misma, que puede producirse per-feetamente en el seno de almas ajenas a cual-quier religion positiva; que esre reconoci-rnienro que se efectua a traves de ciertasmodalidades superiores de la experiencia hu-mana, no implica en modo alguno Ia adhesion

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    a una religion determinada, pero perrnite sinembargo, a quien se ha elevado hasra el, entre-ver Ia posibilidad de una revelacion de unmodo muy diferente a como podria hacerloquien, 00 habiendo rebasado los lfrnites de 10problernatizable, se queda mas ad del punmen gue el misrerio del ser puede ser adverrido yproclamado. Tal filosofia se Ianza asi, con unmovirniento irresistible, al encuenrro de unaluz que presienre y de Ia eual experimentaen elfondo de 5 1 misma como un secreto estimulo yun ardiente presagio.

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    Bibliografia

    A) EDTCIONES DE PAC:1. Le Monde Carre. Position et approcheJ concretesd" mystere ontologiqae. Pads: Desclee de Brou-wer, 1933.2. Segunda edicionen 1949.1ntroducci6n de Marcel de

    Corte. Louvain: Nauwelaerrs }' Paris: Vrin. 91 pag.3. Segunda reedicion revisada en 1967. CoiL Philo-sophes contemporains. Serie, Textes et etudes, 3.Louvain: Nauwelaerts y Paris: Beatrice Nauwe-iaerts.4. Apendice a la obra de BOUTANG, P.:. Gabriel Mar-cel. Paris.]. M. Place edireur, 1977.5. Pmieion)' eproximaciones concretes at rmsterioontologico. Lu is . Villoro. Univ , NaL Aut6noma.Mexico, 1956, 86 pags.6. EI misterio ontologico: pOJicion'y aproximaciones

    concretas. Lucia Piossak Prebisch. Tucurnan (Ar-genrina). Cuadernos de Humanitas nQ 1 . Universi-dad Naciunal. 1959. 51 pags.83