losurdo_contrahistoria del liberalismo_cap 1 y 10

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  • 7/26/2019 Losurdo_Contrahistoria Del Liberalismo_cap 1 y 10

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    DOMENICO LOSURDO

    CONTRAHISTORIADEL LIBERALISMO

    Traduccin deMarciaGasea

    Revisin de Joaqun Miras

    E l V i e j o T o p o

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    Ttulo original: Contrastara deI liberalismo 2005, Gius. Laterza & Figli S.p.a., Roma-Bari.

    Edicin en lengua espaola publicada medianteacuerdo con Agencia Literaria Eulama, Roma,

    icin propiedad de Ediciones de Intervencin Cultural/ El Viejo TopoDiseo: M. R. Cabot

    Revisin tcnica: Isabel Lpez ArangoISBN: 978-84-96831-28-5

    Depsito legal: B-44.328-07Imprime Ulzama

    Impreso en Espaa

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    C a pi t u l o pr im e r o

    QU ES EL LIBERALISMO?

    1. U n a se r i e d e p r e g u n t a s e m b a r a z o sa s

    Las respuestas concernientes a la pregunta que nos hemos planteado no dejanlugar a dudas: el liberalismo es la tradicin de pensamiento que centra su preo

    cupacin en la libertad del individuo, que, por el contrario, ha sido desconocidao pisoteada por las filosofas organicistas de otra orientacin. Bien, as las cosas,dnde ubicar a John C. Calhoun? Este eminente estadista, vicepresidente de losEstados Unidos a mediados del siglo XIX, entona un himno apasionado a lalibertad del individuo, que l remitindose tambin a Locke defiende enrgicamente contra toda violacin y contra toda interferencia indebida del poderestatal. Y eso no es todo. Junto a los gobiernos absolutos y a la concentracin

    de poderes, no se cansa de criticar y condenar el fanatismo1y el espritu de cruzada2, a los que contrapone el compromiso como principio inspirador de losautnticos gobiernos constitucionales3. Con la misma elocuencia, Calhoun defiende los derechos de las minoras: no se trata slo de garantizar mediante elsufragio la alternancia en el gobierno de partidos distintos: corno quiera que sea,un poder excesivamente amplio es inaceptable, aunque est limitado en el tiempo y atemperado por la promesa y por la perspectiva de invertir peridicamentelos papeles en la relacin entre gobernantes y gobernados3. Sin lugar a duda, estas

    pareceran ser todas las caractersticas del pensamiento liberal ms maduro y msseductor; pero, por otro lado, desdeando las medias tintas y la timidez o la pusilanimidad de aquellos que se limitaban a aceptarla como un mal necesario,Calhoun proclama, por el contrario, que la esclavitud es un bien positivo alcual la civilizacin no puede renunciar en modo alguno. Es cierto que denunciarepetidas veces la intolerancia y el espritu de cruzada, pero no para poner en discusin la sumisin de los negros o la caza despiadada de los esclavos fugitivos,

    1. Calhoun (1992), p. 929.

    2. Calhoun (1992), p. 528-31,459.

    3. Calhoun (1992), p. 39-31.

    4. Calhoun (1992), p. 30-33.

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    sino siempre y solamente pata denigrar a los abolicionistas, estos ciegos fanticos, los cuales consideran que su obligacin ms sagrada es recurrir a todo esfuerzo para destruir la esclavitud, una forma de propiedad legtimaygarantizadapor la Constitucin6, En consecuencia, entre las minoras defendidas con tanto

    vigor y tanta sabidura jurdica, no estn los negros. En este caso, la tolerancia y el

    espritu de compromiso ms bien parecen transformarse en su contrario: si el fanatismo lograra realmente llevar a trmino el loco proyecto de la abolicin de laesclavitud, conseguira con ello la extirpacin de una u otra raza . Y dadas lasrelaciones concretas de fuerza existentes en los Estados Unidos, 110era difcil imaginar cul de las dos habra de sucumbir: los negros podan sobrevivir slo a condicin de ser esclavos.

    Y entonces: Calhoun es o no liberal? Ninguna duda alberga al respecto lord

    Acton, figura relevante del liberalismo de la segunda mitad del siglo XIX, consejero y amigo de William E. Gladstone, uno de los grandes protagonistas de la Inglaterra del Ochocientos. A los ojos de Acton, Calhoun es un campen de la causade la lucha contra el absolutismo en todas sus formas, incluido el absolutismodemocrtico: los argumentos que utiliza son la verdadera perfeccin de la verdadpoltica; dicho brevemente, tenemos que vrnoslas con uno de los grandes autores y de los grandes espritus de la tradicin y del panten liberales8.

    Aunque con un lenguaje menos enftico, a la pregunta que nos hemos planteado parecen responder de manera afirmativa, todos los que en nuestros das celebran a Calhoun como un marcado individualista6, como un campen de la defensa de los derechos de la minora contra los abusos de una mayora inclinada ala prevaricacin", o bien como un terico del sentido de la medida y de la auto-limitacin que debe ser propio de la mayora1. Exenta de dudas se revela una casaeditora estadounidense, empeada en publicar en tono neoliberal a los Clsicosde la Libertad, entre los cuales est bien presente el eminente estadista e idelo

    go del Sur esclavista1.La pregunta que nos hemos planteado no surge slo a partir de la reconstruc

    cin de la historia de los Estados Unidos. Estudiosos de la revolucin francesa,muy prestigiosos y de segura orientacin liberal, 110vacilan en definir como liberales a esas personalidades y a esos crculos que tendran el mrito de ser contra

    5 Calhoun (1992), p. 474.6 . Calhoun (1992), p. 582.7. Calhoun (1992), p. 529, 473.8. Acton (1985-88), vol. I, pp. 240-250; vol. Ill, p. 593.9. Post (1953), p. VII.10. Lence (1992), p. XXIII.11. Sartor! (1976, p. 151; 1987, pp. 239, 252).12. Calhoun (1992).

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    rios a la desviacin jacobina pero que, por otro lado, se empean tenazmente enla defensa de la esclavitud colonial. Se trata de Pierre-Victor Malouet y de losmiembros del Club Massiac: son todos propietarios de plantaciones de escla

    vos11. Entonces, se puede ser liberal y esclavista al mismo tiempo? No es esta laopinin de John S. Mili, a juzgar al menos por la polmica desatada por l contra

    los sedicentes liberales ingleses (entre los que se hallan quizs Acton y Gladsto-ne) que, en el curso de la guerra de Secesin, se alinearon en masa y furiosamentea favor de los Estados del Sur o por lo menos observaban un comportamientofro y malvolo con respecto a la Unin y a Lincoln'4.

    Nos hallamos frente a un dilema. Si a la pregunta formulada aqu (Calhounes o no liberal?) respondemos de manera afirmativa, ya 110podremos mantener enpie la tradicional (y edificante) configuracin del liberalismo como pensamiento

    y volicin de la libertad. Si por el contrario, respondemos negativamente, nos hallaremos ante una nueva dificultad y una nueva pregunta, no menos embarazosaque la primera: por qu entonces tendremos que continuar atribuyendo la dignidad de padre del liberalismo a John Loche? Es cierto que Calhoun habla de laesclavitud de los negros como de un bien positivo; sin embargo (aunque sin recurrir a un lenguaje tan agudo) tambin el filsofo ingls a quien, por otraparte, el autor estadounidense se remite explcitamente considera obvia y pacfica la esclavitud en las colonias y contribuye personalmente a la formalizacin

    jurdica de esta institucin en Carolina. Participa en la redaccin de la normaconstitucional sobre la base de la cual todo hombre libre de Carolina debe tenerabsolutopoder y autoridad sobre sus esclavos negros, cualquiera que sea la opinin

    y religin de estos11. Loche es el ltimo gran filsofo que trata de justificar laesclavitud absoluta y perpetua. Por otra parte, esto no le impide denigrar conpalabras de fuego la esclavitud poltica que la monarqua absoluta queraimponer (Dos tratados sobre el gobierno,de ahora en adelante TT, 1,1); ele mane

    ra anloga, en Calhoun la teorizacin de la esclavitud negra como bien positivo se desarrolla paralelamente a la alerta contra una centralizacin de poderesque corre el riesgo de transformar a los gobernados en esclavos de los gobernantes1. En realidad, el estadista norteamericano es propietario de esclavos,pero tambin el filsofo ingls tiene slidas inversiones en la trata negrera15.Ms bien, la posicin del segundo resulta ms comprometedora an, pues, de

    13. Furet, Richet (1980), pp. 120-21, 160-61.14. Mill (1963-91), vol. XXI, p. 137; Mill (1963-91), vol. I, p. 267 (=Mill, 1976, p. 209).15. Locke (1993c), p. 196 (art. CX).16. Davis (1975), p. 45.17. Calhoun (1992), p. 374.18. Cranston (1959), pp. 114-15; Thomas (1997), pp. 199, 201.

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    una forma u otra, en el Sur esclavista, del cual Calhoun es representante, ya nohaba lugar para el traslado de los negros desde Africa en una horrible travesa, quecondenaba a muchos de ellos a la muerte incluso antes de su arribo a Amrica.

    Queremos hacer valer la distancia temporal para diferenciar la posicin de losdos autores enfrentados aqu, y excluir de la tradicin liberal slo a Calhoun, que

    contina justificando o celebrando la institucin de la esclavitud todava en plenosiglo XIX? A tal diversidad de tratamiento habra reaccionado con indignacin elestadista del Sur, quien, con relacin al filsofo liberal ingls, quizs habra defendido, con lenguaje apenas distinto, su tesis formulada a propsito de GeorgeWashington: El era uno de los nuestros, un propietario de esclavos y un dueode plantaciones1'1.

    Contemporneo de Calhoun es Francis Lieber, uno de los intelectuales mseminentes de su tiempo. Celebrado en ocasiones como una suerte de Montes-quieu redivivas,que mantiene relaciones epistolares con Tocqueville, a quien estima, es sin duda un crtico si bien muy cauto de la institucin de la esclavitud: espera que se desvanezca en una suerte de servidumbre o semiservidumbremediante su transformacin gradual y por iniciativa autnoma de los Estadosesclavistas, cuyo derecho al autogobierno, como quiera que sea, no puede ser puesto en discusin. Es por esto que Lieber es admirado tambin en el Sur, tanto mscuando l mismo, aunque sea en muy modesta medida, posee y en ocasiones

    alquila esclavos y esclavas. Cuando una de stas muere a causa de una gravidezmisteriosa y de un posterior aborto, l anota as en su diario la dolorosa prdidapecuniaria sufrida: Un buen millar de dlares el duro trabajo de un ao20.Nuevos y fatigosos ahorros se imponen para reponer a la esclava fallecida: s, porque Lieber, al contrario de Calhoun, no es un dueo de plantaciones y no vive dela renta; es un profesor universitario que recurre a los esclavos, fundamentalmente, para emplearlos en las labores domsticas. Esto nos autoriza a insertar al pri

    mero ms que al segundo en el mbito de la tradicin liberal? En todo caso, la distancia temporal no desempea aqu ningn papel.l omemos ahora a un contemporneo de Locke. Andrew Fletcher es un cam

    pen de la libertad y, al mismo tiempo, un campen de la esclavitud21. En elplano poltico declara ser un republicano por principio22y en el plano culturales un profeta escocs de la Ilustracin23; tambin l huye a Holanda durante la

    19. Calhoun (1992), p. 990.20. Freidel (1968), pp. 278, 239-99.21 . Morgan (1972), p. 11; vase Marx, Engels (1959-89), vol. XXIII, p. 750, nota 197; en

    espaoLMarx, Engels (1073), t. 1, p. 699, nota 12.2 2. Marx, Engels (1995-89), vol. XXIII, p. 750, nota 197; en espaoLMarx, Engels (1973),

    i. 1, p. 690, nota 12.23. Morgan (1095), p. 325.

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    conspiracin antijacobita y antiabsolutista, exactamente como Locke, con el cual,por otra parte, mantiene relaciones epistolares24. La fama de Fletcher trasciendeincluso los lmites del Atlntico: Jefferson lo define como un patriota, a quiencorresponde el mrito de haber expresado los principios polticos propios de losperodos ms puros de la Constitucin Britnica, los que ms tarde se han arraigado y han prosperado en la Norteamrica libre2. Posiciones muy similares a lasde Fletcher expresa un contemporneo y coterrneo suyo, James Burgh, que gozatambin de la estima de los ambientes republicanos a laJefferson26y es citado concomplacencia por Thomas Paine, en el opsculo ms clebre de la revolucin norteamericana (Common Sense)27.

    Sin embargo, a diferencia de los dems autores, caracterizados al igual que ellospor el singular entrecruzamiento de amor por la libertad y legitimacin o rei

    vindicacin de la esclavitud, Fletcher y Burgh estn hoy casi olvidados y nadieparece quererlos incluir entre los exponentes de la tradicin liberal. El hecho esque cuando subrayan la necesidad de la esclavitud, ellos piensan en primerlugar no en los negros de las colonias, sino ms bien en los vagabundos, enlos mendigos, en el populacho ocioso e incorregible de la metrpoli. Debemosconsiderarlos iliberales por ese motivo? Si fuera as, lo que distinguira a los liberales de aquellos que no lo son, no sera la condena a la institucin de la escla

    vitud, sino slo la discriminacin negativa en perjuicio de los pueblos de origencolonial.

    La Inglaterra liberal nos pone ante un caso distinto. Francis Hutcheson, unfilsofo moral de cierto relieve (es el inolvidable maestro de Adam Smith28),por un lado expresa crticas y reservas con respecto a la esclavitud a la que demanera indiferenciada son sometidos los negros; por el otro, subraya que sobretodo cuando se trata de los niveles ms humildes de la sociedad, la esclavitudpuede ser una punicin til: sta debe ser el castigo normal para aquellos

    vagabundos perezosos que, incluso despus de haber sido justamente reprendidos y sometidos a servidumbre temporal, no logran mantenerse a s mismos y asus propias familias con un trabajo til2J. Estamos en presencia de un autorque, mientras advierte disgusto por la esclavitud hereditaria y racial, sin embargo, reivindica una suerte de esclavitud penal para aquellos que independientemente del color de la piel deberan resultar culpables de vagabundeo: esHutcheson liberal?

    24. Bourne (1969), vol. I, p. 481; Locke (1976-89). vol. V-V1I, passim.

    25. Jefferson (1984), p. 1134 (carta al conde de Buchan, 10 de julio de 1803).

    26. Morgan (1995), p. 382; Pocock (1980), p. 888.

    27. Paine (1995), p. 45 nota.

    28. Smith (1987), p. 309 (carta a A. Davidson, 16 de noviembre de 1787).

    29. Davis (1971), pp. 423-27; p. 425.

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    Situado en la lnea del tiempo entre Locke y Calhoun, y con la mirada dirigidajusto hacia la realidad aceptada por ambos respectivamente como obvia y pacfica, ohasta celebrada como un bien positivo, Adam Smith hace un razonamiento yexpresa una preferencia que merecen ser citados extensamente. La esclavitud puedeser suprimida ms fcilmente bajo un gobierno desptico que bajo un gobiernolibre, siempre que sus organismos representativos fueran reservados exclusivamentea propietarios blancos. En tal caso, la condicin de los esclavos negros es desesperada: Toda ley est hecha por sus patrones, quienes nunca dejarn pasar una medidaque los perjudique. Y por lo tanto: La libertad del hombre libre es la causa de lagran opresin de los esclavos [...]. Y dado que ellos constituyen la parte ms numerosa de la poblacin, ninguna persona provista de humanidad desear la libertad enun pas en que ha sido establecida esta institucin'". Puede ser considerado liberal

    un autor que, al menos en un caso concreto, expresa su preferencia por un gobierno desptico? O, dicho de otro modo: es ms liberal Smith o lo son ms Locke yCalhoun que, junto a la esclavitud, defienden los organismos representativos condenados por el primero en cuanto puntal en el mbito de una sociedad esclavista de una institucin infame y contraria a todo sentido de humanidad?

    En efecto, como haba previsto el gran economista, la esclavitud es abolida enlos Estados Unidos no gracias al autogobierno local, sino ms bien en virtud delpuo de hierro del ejrcito de la Unin y de la dictadura militar impuesta durante algn tiempo por ella. En aquella ocasin Lincoln es acusado por sus adversarios de despotismo y de jacobinismo: recurre a gobiernos militares y tribunalesmilitares e interpreta la palabra ley como la voluntad del presidente y el ba-beas corpascomo el poder del presidente de encarcelar a cualquiera por el perodo de tiempo que le agrade '1.

    Este acto de acusacin lo formularon no slo los exponentes de la Confederacin secesionista, sino tambin aquellos que aspiraban a una paz de compro

    miso, tambin con el fin de regresar a la normalidad constitucional. Y de nuevoestamos obligados a plantearnos la pregunta: es ms liberal Lincoln o lo son susantagonistas del Sur, o bien sus adversarios, que en el Norte se pronuncian enfavor del compromiso?

    Hemos visto a Mili tomar posicin en favor de la Unin y condenar a los sedicentes liberales que protestan abiertamente por la energa con que sta conducela guerra contra el Sur y mantiene bajo vigilancia a aquellos que, en el propio Nor

    te, estn dispuestos a sufrir la secesin esclavista. Sin embargo, veremos que, conla mirada dirigida a las colonias, el liberal ingls justifica el despotismo de Occidente sobre las razas todava menores de edad, obligadas a observar una obe

    30. Smith (1982), pp. 452-53, 182.31. Schlesinger Jr. (a cargo de, 1973), pp. 915-21.

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    diencia absoluta, de forma tal que puedan ser conducidas hacia la va del progreso. Es una formulacin que no le disgustara a Calhoun, quien legitima la esclavitud haciendo referencia l tambin al atraso y a la minoridad de las poblacionesde origen africano: slo en Norteamrica, y gracias a los cuidados paternos de lospatronos blancos, la raza negra logra progresar y pasar de la precedente condi

    cin nfima, degradada y salvaje a la nueva condicin relativamente civilizada33.A los ojos de Mili todo medio es lcito pata quien asume la tarea de educar a lastribus salvajes; la esclavitud es en ocasiones un paso obligatorio para conducirlas al trabajo y hacerlas tiles a la civilizacin y al progreso (infiel, cap. VII, 3). Perosta es la opinin tambin de Calhoun, segn el cual la esclavitud es 1111medioineludible, si se quiere conseguir el objetivo de la civilizacin de los negros. En realidad, a diferencia de la esclavitud eterna a la que segn el terico y poltico esta

    dounidense deben ser sometidos los negros, la dictadura pedaggica de quehabla Mili est destinada a desaparecer en un futuro, aunque sea remoto y problemtico; la otra cara de la medalla es, sin embargo, que a esta condicin de libertadest ahora sometido de manera explcita no ya un grupo tnico particular (el pequeo pedazo de frica colocado en el corazn de los Estados Unidos), sino el con

    junto de los pueblos de los que, gradualmente, Occidente se ha adueado mediante la expansin colonial y que estn obligados a sufrir el despotismo poltico y formas de trabajo serviles o semiserviles. Exigir la obediencia absoluta de la inmen

    sa mayora de la humanidad por un perodo de tiempo indeterminado, es compatible con la profesin de fe liberal o es sinnimo de sedicente liberalismo?

    2. La r e v o l u c i n n o r t e a m e r i c a n a y l a r e v e l a c i n d e u n a v e r d a d e m b a -

    r a z o sa

    Ya est claro: lo que divide a los autores hasta aqu citados es, en primer lugar,el problema de la esclavitud. De una manera o de otra, todos remiten o bien a laInglaterra que tuvo su origen en la Revolucin Gloriosa o bien a los Estados Unidos. Se trata de dos pases que durante casi un siglo han sido una nica realidadestatal y han constituido, por as decirlo, un slo partido poltico. Antes de la crisis que conduce a la revolucin norteamericana, en ambos lados del Atlntico losingleses se sienten sbditos o ciudadanos orgullosos de un pas, quizs el nicoen el universo, en el que la libertad civil o poltica es el verdadero fin y objetivo de

    la Constitucin. Quien as se expresa es Blackstone. Para confirmar su tesis seremite a Montesquieu, quien habla de Inglaterra como de una nacin cuyo cdigo constitucional tiene por objeto la libertad poltica {Delesprit des lois [El espri-

    32. Calhoun (1992), p. 473.

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    tu de las leyes],de ahora en adelante EL, XI, 5)33. Ciertamente, tampoco el liberalfrancs tiene dudas sobre el hecho de que Inglaterra es actualmente el pas mslibre del mundo, sin excluir ninguna repblica'H, la nacin libre, el pueblo libre por excelencia (EL, XIV, 13; XIX, 27).

    En este momento ninguna sombra parece turbar las relaciones entre las dos

    riberas del Atlntico. No hay conflictos y tampoco podra haberlos por lo menos para Montesquieu por el hecho de que tambin en su relacin con las colonias lo que caracteriza a Inglaterra es el amor por la libertad:

    Si esta nacin estableciera colonias lejanas lo hara ms para extender su comercio que su dominio.

    Ya que se desea establecer en otro lugar lo que ya ha sido establecido entre nosotros. sta dara a los pueblos de las colonias su propia forma de gobierno, y ya

    que este gobierno trae consigo la prosperidad, se vera formarse grandes pueblosincluso en los bosques destinados a su establecimiento (EL, XIX, 27).

    En el curso de estos aos tambin los colonos ingleses en Norteamrica se reconocen orgullosamente en la tesis de Blackstone, segn la cual nuestra Constitucin libre, que est apenas a un paso de la perfeccin, se diferencia netamentede las constituciones modernas de otros Estados, del ordenamiento poltico delcontinente europeo en su conjunto35.

    Y bajo esta ideologa el imperio britnico lleva a cabo la guerra de los Sieteaos: los colonos ingleses en Norteamrica son los ms decididos a interpretarlacomo el encuentro entre los fautores de la libertad en el mundo los britnicos, hijos de la noble libertad o bien los defensores del protestantismo y laFrancia cruel y opresiva desptica en el plano poltico y seguidora de la beatera romana y del papismo en el plano religioso. En este momento, tambin lossbditos de la Corona inglesa del otro lado del Atlntico gustan repetir, con las

    palabras de Locke, que la esclavitud es directamente opuesta a la naturaleza generosa y valiente de nuestra nacin: es absolutamente impensable para un ingls (IT, 1,1). Los franceses hubieran querido reducir las colonias norteamericanas a un sometimiento esclavista; por fortuna, Gran Bretaa, la Seora de lasnaciones, el gran sostn de la libertad, el flagelo de la opresin y de las tiranas,ha logrado conjurar este intento3'.

    Es una ideologa a la que Edmund Burke trata, ya en 1775, de infundir nuevavida, en un desesperado intento por evitar la ruptura que se perfila en el horizon

    33. Blackstone (1979), vol. 1, p. 6 (Introduccin, sec. I).

    34 . Montesquieu (1949-51), vol. I, p. 884.

    3 8 . Blackstone (1979), vol. I, pp. 122-23 (lib. I, cap. 1).

    36. Poner (1983). pp. 118-16.

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    te. Cuando presenta su mocin de conciliacin, invita a no perder de vista y a nocortar los vnculos que unen a los colonos norteamericanos con la Madre Patria:estamos por supuesto en presencia de una nacin nica, acomunados por untemplo sagrado dedicado a una fe comn, la fe en la libertad. La esclavitud, a

    la que esencialmente no se le pone obstculos en pases como Espaa o Prusia,prospera en todos los terrenos menos en el ingls. Entonces es absurdo quereraplastar con la fuerza a los colonos sediciosos: un ingls es la persona menos adecuada en el mundo para tratar de inducir a otro ingls, con argumentos, a que sesometa a la esclavitud3".

    Obviamente, la esclavitud de que se habla aqu es la esclavitud de la que sehace responsable al monarca absoluto. La otra, la que encadena a los negros, essilenciada aqu. El cuadro cambia de manera sensible en el momento en que se

    hace irreversible la revolucin o bien la guerra civil con todos sus horrores3,como prefieren decir los lealistas3'3fieles a la Coronaylos propios polticos ingleses, favorables al compromiso y al mantenimiento de la unidad de la nacin yde la raza inglesas'". El elemento de continuidad est claro. Cada una de las dospartes contrapuestas acusa a la otra de querer reintroducir el despotismo, la escla

    vitud poltica. La acusacin de los colonos sediciosos es ampliamente conocida:estos no se cansan de denunciar la tirana de la Corona y del Parlamento ingls,

    su demencial proyecto de someter a los residentes de Norteamrica a una condicin de servidumbre perpetua y esclavitud31. Pero la respuesta no se hace esperar. Ya en 1773 un lealista de Nueva York lanza una advertencia: hasta ahorahemos estado alerta contra los ataques externos a nuestra libertad (la referenciaes a la guerra de los Siete aos), pero ha sobrevenido un peligro mucho ms insidioso, el de ser esclavizados por tiranos internos. Tambin en Nueva York, otrolealista reafirma dos aos despus: los sediciosos aspiran a reducirnos a una condicin peor que la de los esclavos13. En su polmica, los dos troncos en los que se

    ha separado el partido liberal, retoman la ideologa y la retrica que haba presidido la autocelebracin de la nacin inglesa, en su conjunto, como enemiga juradade la esclavitud poltica.

    La novedad radica en que, paralelamente al intercambio recproco de acusaciones, junto con la esclavitud poltica, en la polmica tambin irrumpe violentamente la otra, la que ambos troncos haban eliminado como elemento moles-

    37. Burke (1826), vol. II, pp. 123-24, 66(=Burke, 1963, pp. 42-43, 100).

    38. Boucher, cit. En Zimmer (1978), p. 153.

    3 9. Lealista: Durante la Guerra de Independencia norteamericana, los que permanecieron fie

    les a la monarqua inglesa contra los insurgentes. (N. de la traductora)

    40. Burke (1826), vol. 111, p. 135.

    41. Shain (1994), p. 290.

    42. Pottet (1983. p. 16.

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    to de su orgullosa autoconciencia en tanto que miembros del pueblo y del partido de la libertad. A los ojos de los colonos sediciosos, el gobierno de Londres,que impone de manera soberana impuestos a ciudadanos o sbditos que ni siquiera estn representados en la Cmara de los Comunes, se comporta como un amofrente a sus esclavos. Pero objetan los dems si hay que hablar de esclavitud

    precisamente, por qu no comenzar a poner en discusin aquella que se manifiesta de manera brutal e inequvoca justo all, donde de forma ms apasionada secantan loas a la libertad? Ya en 1764, Benjamn Franklin, que en aquel momentose hallaba en Londres para apoyar la causa de (os colonos, debe enfrentar los comentarios sarcsticos de sus interlocutores:

    Vosotros, los norteamericanos, armis un gran jaleo por cualquier mnima ima

    ginaria violacin de las que consideris vuestras libertades; pero en este mundo

    no existe un pueblo tan enemigo de la libertad, tan absolutamente tirnico comoel vuestro, cuando eso os resulta cmodo'*'.

    Los sedicentes campeones de la libertad sealan como sinnimo de despotismo y de esclavitud una imposicin fiscal promulgada sin su consenso explcito,pero no muestran escrpulos en ejercer el poder ms absoluto y ms arbitrario enperjuicio de sus esclavos. Es una paradoja: Cmo se explica que los ms estriden

    tes gritos de dolor por la libertad los escuchemos elevarse en las voces de los cazadores de negros? se pregunta Samuel Johnson. De manera anloga, del otrolado del Atlntico, ironizan aquellos que tratan de oponerse a la secesin. ThomasHutchinson, gobernador real de Massachusetts, reprocha a los revoltosos su incoherencia o hipocresa cuando de la manera ms radical niegan a los africanos losmismos derechos que proclaman como absolutamente inalienables*4.

    Jonathan Boucher, un lealista norteamericano que ms tarde se refugiara enInglaterra, se hace eco de Thomas Hutchinson cuando menciona los acontec-O mientos que lo haban llevado al exilio al expresar: Los ms bulliciosos abogados de la libertad eran los ms duros y ms malvados dueos de esclavos41.

    Quienes se expresan con tal dureza no son slo las personalidades involucradasde manera ms directa en la polmica y en la lucha poltica; particularmente incisiva resulta la intervencin de John Millar, notable exponente de la Ilustracinescocesa:

    Es singular que los mismos individuos que hablan con estilo refinado de libertad poltica y que consideran corno uno de los derechos inalienables de la huma

    43. Franklin (1987), pp. 646-47.44. Foner (2000), p. 54.45 - Boucher, cit. en Zimmer (1978), p. 297.

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    nidad el derecho de imponer impuestos, no tengan escrpulo en reducir una

    gran proporcin de las criaturas semejantes a ellas a unas condiciones tales en las

    que resultan privadas no slo de la propiedad, sino incluso de casi todos los derechos.

    Quizs el destino no haya producido otra situacin que logre como sta, ridicu

    lizar una hiptesis liberal o mostrar cun poco est la conducta de los hombres,en el fondo, orientada por algn principio filosfico'"'.

    Millar es discpulo de Adam Smith. Tambin el maestro parece tener la mismaopinin. Cuando declara que en lugar del gobierno libre, controlado por lospropietarios de esclavos, prefiere el gobierno desptico, capaz de borrar la infamia de la esclavitud, hace referencia explcita a Norteamrica. Retraducido entrminos estrictamente polticos, el discurso del gran economista significa lo siguiente: sin dudas, el despotismo reprochado a la Corona es preferible a la libertad reivindicada por los propietarios de esclavos y de la cual se beneficia slo unaclase restringida de dueos de plantaciones y amos absolutos.

    Los abolicionistas ingleses van ms all, llamando a defender las institucionesbritnicas, amenazadas por los usos arbitrarios e inhumanos que prevalecen enun pas lejano. Tan arbitrarios e inhumanos que, como resulta del anuncio publicitario insertado en el New York Journal, una mujer negra y su hijo de tres aos

    son vendidos separadamente en el mercado, como si se tratara de una vaca y de unternero. Y por lo tanto concluye en 1769 Granville Sharp no hay que dejarseengaar por la grandilocuencia teatral y por las declamaciones en honor de lalibertad, a que recurren los esclavistas sediciosos; es necesario decidirse a defendercontra ellos con energa las instituciones inglesas libres4.

    Los acusados reaccionan reprochando a su vez a Inglaterra su hipocresa: sta sejacta de su virtud y de su amor por la libertad, pero, quin ha promovido y contina promoviendo la trata negrera? Y quin transporta y vende a los esclavos? Asargumenta Franklin48, agitando un motivo que despus deviene central en el pro

    yecto inicial de Declaracin de Independencia, elaborado por Jefferson. He aqu dequ manera, en la versin original de este documento solemne se acusan a la Inglaterra liberal que tuvo su origen en la Revolucin Gloriosa y a Jorge III. l ha emprendido una guerra cruel contra el propio gnero humano, violando los ms sagrados derechos a la vida y a la libertad de las personas de un pueblo lejano quenunca le infiri una ofensa, hacindolas prisioneras y transportndolas a otro he

    misferio como esclavas, o envindolas hacia una muerte miserable durante el traslado. Esta guerra abusiva, vergenza de las potencias infieles, es la guerra del rey

    46. Millar (1986), p. 294 (=Millar, 1989, p. 239).47. Sharp, cit. en Davis (1975), pp. 272-73, 386-87.48. Franklin (1987), pp. 648-49.

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    CRISTIANO de Gran Bretaa. Decidido a mantener abierto un mercado donde sevendeny compran HOMBRES, ha prostituido su derecho de veto, reprimiendo todointento legislativo que vetara o limitara este execrable comercio4'1.

    3. E l pape l o h l a e sc l a v i t u d e n t r e l a s d o s r i b e r a s d e l At l n t i c o

    Qu decir de esta polmica furibunda e imprevista? No hay duda de que lasacusaciones dirigidas a los revoltosos descubren un punto dbil. En la revolucinnorteamericana Virginia desempea un papel relevante: aqu est presente el 40por ciento de los esclavos del pas; pero de aqu proviene el mayor nmero de protagonistas de la revuelta que ha estallado en nombre de la libertad. Durante trein

    ta y dos de los primeros treinta y seis aos de vida de los Estados Unidos quienesocuparon el puesto de presidente fueron propietarios de esclavos, provenientes,precisamente de Virginia. Es esta colonia, o este Estado, fundado en la esclavitud,el que proporciona al pas sus estadistas ms ilustres; baste pensar en GeorgeWashington (gran protagonista militar y poltico de la revuelta anti-inglesa) y en

    James Madison y Thomas Jefferson (autores respectivamente de la Declaracin deIndependencia y de la Constitucin Federal de 1787), los tres, propietarios de esclavos1". Independientemente de este o aquel Estado, es evidente el peso que la

    esclavitud ejerce en el pas en su conjunto: an sesenta aos despus de su fundacin vemos que en las primeras diecisis elecciones presidenciales, entre 1788 y1848, todas excepto cuatro llevaron a un propietario de esclavos del Sur a la CasaBlanca1. Se comprende entonces la persistencia de la polmica antinorteamericana sobre este punto.

    En la vertiente opuesta conocemos la irona de Franklin y Jefferson sobre elmoralizante sermn antiesclavista proferido por un pas profundamente implica

    do en la trata negrera. En esto insiste tambin Burke, terico de la conciliacincon las colonias. Cuando rechaza la propuesta de aquellos que pedan una liberacin general de los esclavos de manera que se pudiera combatir la rebelin desus amos y de los colonos en general, Burke observa: Por esclavos que sean estosdesgraciados negros, y aunque hayan quedado idiotizados por la esclavitud, nosospecharn un poco de esta oferta de libertad, proveniente precisamente de aquella nacin que los ha vendido a sus actuales amos? Tanto ms si encima aquellanacin insiste en querer practicar la trata negrera, enfrentndose con las colonias

    que quisieran limitarla o suprimirla. A los ojos de los esclavos llegados a Norteamrica se presentara un espectculo singular:

    -DL Vase Davis (lD5), p. 273; Jennings (2003). pp. 174-75.30 . Mo rgan 1T U ' pp. 3-6.

    3 1 . poner (2000), p. (I .

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    Una oferta de libertad desde Inglaterra llegara a ellos de manera bastante extra-

    a, enviada en un navio africano con una carga de trescientos negros desde Angola, al que los puertos de Virginia y Carolina niegan la entrada. Resultara

    curioso ver a un capitn proveniente de Guinea tratando al mismo tiempo dehacer pblica su proclamacin de libertad y de dar publicidad a su venta de es

    clavos32.

    La irona de Burke da en el blanco. Ms all del papel de Inglaterra en la tratanegrera, se debe agregar que, durante largo tiempo, los esclavos continuaron estando presentes en el propio territorio metropolitano: se calcula que, a mediadosdel siglo XVIII, su nmero se acercaba a 10.000L Los abolicionistas ingleses sehorrorizaban por el mercado de carne humana en las colonias norteamericanasyen Nueva York? En 1766 en Liverpool fueron puestos en venta once esclavosnegros, y el mercado de ganado negro estaba an abierto en Dubln doce aosdespus y era regularmente publicitado por la prensa local53.

    Considerable resultaba tambin el papel que el comercioyla explotacin delos esclavos desempeaban en la economa del pas. ElLiverpool Courierdel 22de agosto de 1832 calculaba que las 3/4 partes del caf britnico, las 15/16 de sualgodn, las 22/ 23 de su azcar y las 34/35 de su tabaco eran producidas poresclavos55. En general, conviene tener presente el juicio franco de dos testigos in

    gleses del siglo XVIII. El primero, Joshua Gee, reconoce: Todo este aumento denuestra riqueza proviene en gran parte del trabajo de los negros en las plantaciones56. El segundo, Malachy Postlethwayt, empeado en defender el papel de la

    RoyalA fiican Company,la sociedad que administra la trata de esclavos, es ms preciso an: El comercio de ios negros y las consecuencias naturales que se derivande ello se pueden valorar justamente como una inagotable reserva de riqueza y depoder naval para esta nacin; son el primer principio y el fundamento de todolo dems, el resorte principal que pone en movimiento cada rueda57; el imperiobritnico en su conjunto no es otra cosa que una magnfica superestructura deaquel comercio3, es decir, el peso poltico de la institucin de la esclavitud. Este,si bien es obviamente inferior al que ejerce en las colonias norteamericanas, en realidad no resulta irrelevante en Inglaterra: en el Parlamento de 1790 ocupan asiento dos o tres docenas de miembros con intereses en las Indias Occidentales59.

    52. Burke (1826), vol. Ill, pp. 67-68 (=Burke, 1963, pp, 101-102).53. Blackburn (1990), p. 80.

    54. D rescher (1987), p. 174, nota 34.

    55. Drescher (1987), p. 170, nota 19.

    56. Gee, cit. en Hill (1977), p. 260.

    57. Postlethwayt, cit. en Davis (1971, p. 187; Wolf (1990), pp. 291-92.

    58. Postlethwayt, cit. En Jennings (2003), p. 212.

    59. Blackburn (1990), p. 143.

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    En conclusin, el intercambio de acusaciones entre colonos sediciosos y la exmadre-patria, es decir, entre los dos troncos del partido que hasta ese momentose haban auto-celebrado como el partido de la libertad, resulta una recproca,despiadada desmistificacin. La Inglaterra que tuvo su origen en la RevolucinGloriosa no se limita a no poner en discusin la trata negrera; no, ahora experimenta un poderoso desarrollo60y, por otro lado, uno de los primeros actos depoltica internacional de la nueva monarqua liberal consiste en arrebatar a Espaa el monopolio del comercio de esclavos. En la vertiente opuesta, la revolucin que estall en la otra ribera del Atlntico en nombre de la libertad, implica la consagracin oficial de la institucin de la esclavitud y la conquista y elejercicio durante largo tiempo de la hegemona poltica por parte de los propietarios de esclavos.

    Quizs la intervencin ms articulada y ms ardua en el mbito de esta polmica se debe a Josiah Tucker, pastor y tory, pero, por lo dems, hombre honorable y buen economista61. l denuncia el papel preeminente de Inglaterra en latrata de esclavos: Nosotros, los orgullosos Campeones de la Libertad y los declarados Abogados de los Derechos naturales de la Humanidad, nos empeamos eneste comercio inhumano y criminal ms profundamente que cualquier otra nacin. Pero ms hipcrita an es el comportamiento de los colonos sediciosos:

    Los abogados del republicanismo y de la supuesta igualdad de la humanidad deberan ser los primeros en sugerir algn sistema humano de abolicin de la peorde todas las esclavitudes62Y sin embargo...

    4. H o l a n d a , In g l a t e r r a , E s t a d o s U n i d o s

    Si bien las colonias rebeldes en Norteamrica antes de constituirse como

    Estado independiente forman parte del imperio ingls, este asume su configuracin liberal a partir del ascenso al trono de Guillermo III de Orange, quien desembarca en Inglaterra proveniente de Holanda. Por otro lado, si bien Locke con suproyecto de Constitucin de Carolina se remite a Norteamrica, escribe su (primera)Epstola sobre la toleranciaen Holanda, en aquel momento el centro de laconspiracin contra el absolutismo Estuardo6, y tambin en Holanda naceBernard de Mandeville, sin duda una de las figuras ms importantes del liberalis

    mo temprano.

    60. Dunn (1998), pp. 463-65.6 1. Es la definicin de Marx (Marx, Engels, 1955-89, vol. XX1IE p. 788; en espaoL Marx,

    Engels (1973), t. 1, p. 740.62. Tucker (1993-96), vol. V, pp. 21-22.63. Bourne (1969), vol. I, p. 481.

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    No hay que perder de vista el hecho de que las Provincias Unidas, surgidas dela lucha contra la Espaa de Felipe II, establecen una organizacin de tipo liberalun siglo antes que Inglaterra. Es un pas que tambin desde el punto de vista econmico-social ha dejado atrs el Antiguo Rgimen: en el Setecientos goza de unarenta per cpita que representa una vez y media la de Inglaterra; si aqu la fuerzade trabajo dedicada a la agricultura representa el 60 por ciento de la poblacin, enHolanda es slo el 40. Tambin la estructura del poder es muy significativa: en elpas que ha salido victorioso del enfrentamiento con Felipe II domina una oligarqua burguesa que ha roto decididamente con la forma de vida de la aristocracia rural64. Son estos burgueses ilustrados y tolerantes, liberales, los que se lanzana la expansin colonial; y en este perodo histrico, la trata negrera es parte integrante de ella:

    Los holandeses dirigieron el primer comercio serio de esclavos para garantizar

    la mano de obra necesaria en las plantaciones de caa de azcar: cuando perdieron las plantaciones trataron de permanecer en la escena como mercaderes de

    esclavos, pero en 1675 termin la supremaca holandesa, dejando el campo a laRoyalA jriain Company, apenas fundada por los ingleses1\

    Locke es accionista de laRoyal A frican Company.Pero, ms que a Inglaterra,

    la historia de las Provincias Unidas nos conduce a Norteamrica. Segn parece, esun traficante holands quien introduce en Virginia a los esclavos africanos66. Nue

    va msterdam, que los holandeses se ven obligados a ceder a los ingleses y que seconvierte en Nueva York, tiene una poblacin compuesta por un 20 por ciento denegros, gran parte de ellos esclavos; cerca del 42 por ciento de los propietariosde casas son al mismo tiempo, en 1703, propietarios de esclavos6".

    Reaparece la paradoja ya vista con relacin a Inglaterra y a los Estados Uni

    dos. Hasta mediados del siglo XVII el pas que mantiene el predominio sobreel comercio de esclavos68es Holanda, pas en el que tiene lugar el prlogo delas sucesivas revoluciones liberales: todava a inicios del siglo XVIII todas susposesiones se fundan en la esclavitud o en el trabajo forzado6'1. Si bien por unlado Holanda es sinnimo de libertad, por otro es en ese momento sinnimode esclavitud, y de esclavitud particularmente feroz. En el Cndidode Voltaire,el encuentro en Surinam (de propiedad de los holandeses) con un esclavo negro, reducido a horrendo estado por el amo holands le inflinge un duro golpe

    64. Drescher (1999), pp. 203, 199.65. Wallerstein (1978-95), vol. II, p. 66.66. Jennings (2203), p. 24.67. Davis (1986), p. 75-68. Hill (1977), p. 175.69. Drescher (1999), p. 215.

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    al ingenuo optimismo del protagonista. As refiere el esclavo las condiciones detrabajo a las que se ve obligado a someterse:

    "Cuando trabajamos en los ingenios y dejamos un dedo en la piedra del molino,

    nos cortan la mano; si queremos escaparnos nos cortan la pierna, en ambos trances me he visto yo. Gracias a eso comis azcar en Europa .

    A su vez, Condorcet, cuando en 1781 lanza su campaa abolicionista, pone enla mira, en particular, a Inglaterra y Holanda, donde la institucin de la esclavitudparece particularmente arraigada a causa de la corrupcin general de estas naciones '. Finalmente, conviene citar al lealista norteamericano Jonathan Boucher, aquien liemos visto ironizar acerca de la pasin por la libertad exhibida por los propietarios de esclavos comprometidos en la rebelin; segn l: Estados despticos

    tratan a sus esclavos mejor que los republicanos; los espaoles eran los mejoresamos, mientras que los holandeses eran los peores h

    El primer pas en tomar la va del liberalismo es el pas que revela un apego particularmente tenaz a la institucin de la esclavitud. Por lo que parece, son los colonos de origen holands quienes oponen la resistencia ms dura a las primerasmedidas abolicionistas, introducidas en el Norte de los Estados Unidos durante larevolucin. En lo que respecta a Holanda propiamente dicha, en 1791 los Esta

    dos generales declaran de manera formal que la trata de negros es esencial para eldesarrollo de la prosperidad y del comercio de las colonias. En este mismo perodo, en tranca diferencia con Inglaterra, Holanda reconoce a los propietarios de esclavos el derecho de transportar y depositar su mercanca humana en la madre-patria antes de regresar a las colonias. Finalmente, hay que recordar que Holandaaboli la esclavitud en sus colonias slo en 1863, cuando ya la Confederacin secesionista v esclavista del Sur de los Estados Unidos encaminaba sus pasos hacia laderrota 9

    5. Ir l a n d e s a s, i n d i o s y h a b i t a n t e s d e J a v a

    La rebelin de los colonos ingleses en Norteamrica va acompaada de otra granpolmica. Durante mucho tiempo, al igual que la suerte de los negros, la de losindios tampoco haba turbado en modo alguno la profunda conviccin, de los in

    70. Voltaint (1982), p. 94 (cap. XIX); en espaoEVoltaire 1975, p. 70.

    7 1. Condorcet (1968), vol. VII, p. 135.

    7 2. Boucher, cit. en Zimmer (1978), p. 297.

    73. Zversmit (1969), pp. 165. 182.

    74. Drescher (1999), pp. 211, 218, 196.

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    gleses de uno y otro lado del Atlntico, de ser el pueblo elegido de la libertad.Tanto en un caso como en el otro se remitan a Locke, para quien como veremos,los nativos del Nuevo Mundo estn muy cercanos a las bestias salvajes. Pero conel surgimiento del conflicto entre las colonias y la madre-patria, el intercambio deacusaciones afecta tambin el problema de la relacin con los pieles rojas. Inglaterra proclama Paine en 1776 es la potencia brbara e infernal que haincitado a los indios y a los negros a destruirnos o a cortar la garganta de loshombres libres en Norteamrica75. De manera anloga, la Declaracin de independencia reprocha a Jorge III no slo haber fomentado revueltas dentro denuestras fronteras de los esclavos negros, sino tambin de haber tratado de instigar a los habitantes de nuestras fronteras, los indios despiadados y salvajes, cuyomodo de guerrear, como es sabido, es la masacre indiscriminada sin distincin de

    edad, sexo o condicin. En 1812, en ocasin de una nueva guerra entre las dosriberas del Atlntico, Madison condena a Inglaterra por el hecho de atacar con suflota de manera indiscriminada a la poblacin civil sin respetar ni a las mujeres nia los nios, con una conducta similar a la de los salvajes pieles rojas"6. De cmplices de los brbaros los ingleses devienen brbaros ellos mismos.

    En realidad, la polmica comienza ya mucho antes, tras la Proclama de la Corona que, en 1763, trata de bloquear o contener la expansin de los blancos alOeste de los montes Allegheny. Es una medida que no agrada a los colonos ni aGeorge Washington, que la considera una estratagema temporal, destinada a serrpidamente superada, pero que no conviene tener en cuenta ni siquiera en el presente: tonto es aquel que deja pasar la presente oportunidad de ir a la caza debuena tierra7. Entre tales tontos no entra el futuro presidente de los EstadosUnidos. Bajo esta nueva forma, si bien por un lado en sus discursos oficiales declara querer aportar las bendiciones de la civilizacin y la felicidad a una raza noiluminada (an unenlightenedrace ofmen)1'i,por el otro en su correspondencia pri

    vada equipara a los pieles tojas salvajes a bestias salvajes del bosque (WildBeasts ofthe Foresi).As las cosas, absurda y hasta inmoral haba sido la pretensinde la Corona inglesa de bloquear la ulterior expansin de los colonos, la cual, porel contrario proclama Washington en una carta de 1783 obligar al salvaje,as como al lobo, a retirarse7'.

    Ms drstico an se revela Franklin al respecto, quien en su A utobiografaobser

    75. Paine (1995). pp. 35,137.76. Commager (a cargo de, 1963), voi. I, pp. 208-209.

    77. Delano, Rostkowski (1991), p. 39 (carta de Washington al amigo W. Crawford, 21 de

    septiembre de 1767).

    78. Washington (1988), pp. 475-76 (mensaje presidencial del 25 de octubre de 1791).

    79. Delano, Rostkowski (1991), pp. 50-52 (carta de Washington a J. D uane, 7 de septiem

    bre de 1783).

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    va: Si forma parte de los designios de la Providencia destruir a estos salvajes conel fin de darle espacio a los cultivadores de la tierra, me parece probable que el ronsea el instrumento apropiado. Este ya ha exterminado a todas las tribus que habitaban con anterioridad la costa"". Entra en una suerte de plano eugensico deinspiracin divina la diezma o el aniquilamiento de un pueblo que adora a el De

    monio81. La deshumanizacin de los pieles rojas es ratificada tambin por aquellos que en Inglaterra se pronuncian por la conciliacin con los sediciosos. El intento de la Corona por bloquear la marcha expansionista de los colonos resultaabsurdo y sacrilego a los ojos de Burke, en cuanto dirigido a prohibir como crimen y a suprimir como mal el mandamiento y la bendicin de la Providencia:Creced y multiplicaos. Se trata, en ltima instancia, ele un infausto esfuerzodirigido a conservar como guarida de bestias feroces [wild beast] aquella tierra queDios ha concedido expresamente a los hijos del hombre2.

    Quienes oponen cierta resistencia a tal proceso de deshumanizacin son, obviamente, los que, en ambas orillas del Atlntico, apoyan o justifican la poltica de laCorona de conciliacin no ya con los colonos, sino con los indios. En este contexto una mencin particular merece la figura del simptico lealista norteamericano, que ms de una vez hemos encontrado criticando el singular celo libertarioexhibido por los ms duros y ms malvados dueos de esclavos. A estos mismosambientes conduce de nuevo la crueldad en perjuicio de los indios: en ocasiones

    se les asesina y se les arranca su cuero cabelludo con verdadero fervor religioso; seconvierten incluso en el blanco de los que practican el tiro. S, son tildados de salvajes; pero objeta Jonathan Boucher ms salvajes an le parecieron nuestrosprogenitores a Julio Csar o a Agrcola8''. Hemos visto a Paine acusar al gobiernode Londres de buscar la alianza de los degolladores indios. En realidad alerta uncomandante ingls en 1783 precisamente los colonos ya victoriosos se preparan para degollar a los indios. El comportamiento de los vencedores agregaotro oficial es humanamente desconcertante81. Es una polmica que dura lar

    go tiempo. A finales del siglo XIX, un historiador descendiente de una familia delealistas que se haba refugiado en Canad, argumenta de esta manera: los sediciosos pretendan ser los descendientes de aquellos que haban desembarcado enEstados Unidos para evitar la intolerancia y ser fieles a la causa de la libertad? Enrealidad, derrumbando la poltica de la Corona inglesa, que aspiraba a la conversin, los puritanos haban dado inicio a la masacre de los pieles rojas, equiparadosa los cananeos y amalecitas, es decir, a estirpes elegidas por el Antiguo Testa

    80. Franldin (1987), p. 1422.

    81. Franklin (1987), p. 98.82. Burke (1826), vol. III, pp. 63-64 DBurke, 1963, pp. 98-99).83. Boucher, cit. en Zimmer (1978), pp. 294-93.84. Gilloway (1995), pp. 278, 272.

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    ment para ser borradas de la faz de la tierra. Se trata de una de las pginas msnegras de la historia colonial inglesa, a la que siguen, sin embargo, aquellas msrepugnantes an, escritas en el curso de la revolucin norteamericana, cuando loscolonos sediciosos se empean en el exterminio de las seis naciones pieles rojas,

    que continuaron fieles a Inglaterra: Con una orden que creemos no tiene precedentes en los anales de una nacin civilizada, el Congreso orden la completa destruccin de este pueblo en cuanto nacin [...], comprendidas mujeres y nios8'.Al menos en su correspondencia privada, Jefferson no tiene dificultad en reco

    nocer el horror de la guerra contra los indios. Pero, a su entender, el responsablede eso es precisamente el gobierno de Londres, que ha instigado a esas tribus sal

    vajes y sanguinarias: es una situacin que nos obliga ahora a perseguirlos y exterminarlos o bien a desplazarlos hacia nuevos asentamientos fuera de nuestro

    alcance. Es indiscutible que a Inglaterra se le achaca el tratamiento brutal, si noel exterminio de esta raza en nuestra Amrica. Es indiscutible tambin que lasuerte de los pueblos asiticos del mismo color (de los pieles rojas) y tambin delos irlandeses que deberan ser hermanos de los ingleses por su color escargada en la cuenta de una poltica empeada en sembrar destruccin y muertedonde quiera que la avaricia anglo-mercantil puede hallar un inters inclusomnimo en inundar la tierra de sangre humana31.

    No se equivoca Jefferson cuando compara el tratamiento sufrido por los pielesrojas al que les fue reservado a los irlandeses. As como segn la acusacin delos lealistas puritanos y colonos sediciosos comparan a los indios con los ama-lecitas, as los irlandeses son equiparados a los amalecitas destinados al exterminio, esta vez por obra de los conquistadores ingleses8. La colonizacin de Irlanda, con todos sus horrores, es el modelo de la posterior colonizacin de la

    Amrica del Norte38. Si bien el imperio britnico en su conjunto destruye antetodo a irlandeses y negros81, indios y negros son las principales vctimas del expan

    sionismo territorial y comercial, primero en las colonias inglesas de Norteamricay despus, en los Estados Unidos.

    Del mismo modo que en la cuestin de los negros, tambin en la de los pielesrojas el intercambio de acusaciones termina configurndose como una desmistificacin recproca: no cabe duda de que, junto a la esclavizacin y a la trata de losnegros, el ascenso de los dos pases liberales en las dos orillas del Atlntico ha comportado tambin un proceso de expropiacin sistemtica y prcticas genocidas en

    perjuicio primero de los irlandeses y despus de los indios.

    85- Ryerson (1970), vol. I, pp. 297-98 y nota; vol. II, p. 100.86. Jefferson (1984), pp. 1312-13 (carta a A. von Humboldt, 6 de diciembre de 1813).87. Marx, Engels (1955-89), vol. XVI, p. 447.88. Fredrickson (1982), pp. 14-16.89. Hill (1977), p. 185.

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    Consideraciones anlogas se pueden hacer tambin con respecto a Holanda. Unalto funcionario ingls, sir Thornas Stamford Raffles, que durante algn tiempo,en la poca de las guerras napolenicas, es vicegobernador de Java, declara que laanterior administracin muestra un cuadro insuperable de traiciones, corrupciones, asesinatos e infamias. Est claro que la rivalidad colonial juega un papel en

    tal juicio. Marx lo cita pero, por lo dems, une en su condena a la administracincolonial holandesa y a la inglesa. En lo que respecta ms propiamente a Holanda:

    Nada hay ms caracterstico que su sistema de robo de los naturales de lasClebes, con el in de procurarse esclavos para Java [...]. A la juventud raptada se

    la sepultaba en las mazmorras secretas de las Clebes, hasta que estaba lista paraenviarla a los barcos esclavos. Slo la ciudad de Macasar, por ejemplo dice un

    informe oficial , hormiguea en prisiones secretas, cada una ms horrible que la

    otra, repletas de desdichados, vctimas de la avidez y la tirana, cargados de grilletes, arrancados con violencia del seno de su familia [...]. Donde ponan el pie,

    la devastacin y despoblacin sealaba su paso. Una provincia de Java, Banju-wangi, tena en 1750 ms de 80.000 habitantes; en 1811 slo le quedaban 8.000.Este es le lioux commercA "0.

    De nuevo procesos de esclavizacin y prcticas genocidas se entrecruzan estrechamente.

    6. G r o z i o , Lo c k f .y l o s p a d r e s Fu n d a d o r e s: u n a l e c t u r a c o m pa r a d a

    A inicios del siglo XVIII, Daniel Defoe subraya la hermandad ideolgica entreel pas que tuvo su origen en la Revolucin Gloriosa y el pas que un siglo antes sehaba revelado contra Felipe II y haba conquistado la libertad y la prosperidad

    gracias al Cielo y a la asistencia de Inglaterra'11. A mediados del siglo XIX, a laFrancia enfrascada en la solucin de un interminable ciclo revolucionario y delbonapartismo, los autores liberales gustan de contraponer el triunfo ordenado dela libertad que se verific en Holanda, Inglaterra y los Estados Unidos'12. Entonces,puede resultar til proceder a un sumario anlisis comparado de los textos y de losautores en los que hallan expresin y consagracin terica las revoluciones liberales de estos rres pases.

    En lo que respecta a la primera, no podemos dejar de hacer referencia a Hugo

    Grozio, que dedica dos de sus libros ms significativos (Armales et historele de rebns

    90. Marx, Engels (1995-89), vol. XXIII, pp. 779-80 ; en espaol=Marx, Engels (1973), t. 1,pp. 732-33 ; vase Sonaban (1987), vol. I, t. 2, p. 709.

    91. Defoe (1982), p. 69.02. laboulave (1863a). p. VIII; Guizot (1859), pp. 41-42.

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    BelgicisyDe antiquitate Reipublicne Batavica) a la revuelta contra Felipe II y alpas que tuvo su origen en ella. La Holanda liberal se empea de inmediato en laexpansin de ultramar y en el comercio de los esclavos y resulta interesante ver dequ manera Grozio se sita con respecto a los pueblos coloniales. Tras haber condenado el carcter supersticioso e idoltrico del culto religioso propio del paga

    nismo, agrega: Y l mismo est dedicado a un espritu malvado, es falso y embustero y comporta un delito de rebelin; desde el momento en que el honor debidoal Rey no slo se le niega, sino que adems, se le transfiere a su trnsfuga y enemigo. Los que estn en el punto de mira son los pueblos con un

    tipo de culto que no se consagra a una inteligencia buena y honesta, y que setributa por medio de sacrificios humanos, carreras de hombres desnudos en lostemplos, juegos v danzas plagadas de obscenidades; como los que se ven ahora

    entre los pueblos de Amrica y de Africa que estn sumidos en las tinieblas del

    paganismo.

    Son los pueblos agredidos por la expansin colonial de Europa los que resultanculpables de rebelin contra Dios y deben ser castigados por tal crimen:

    Empero, tonta es la conviccin segn la cual se cree que el Dios bueno no se

    vengar por eso, ya que sera contrario a la bondad. De hecho, la clemencia, paraque sea justa, tiene sus lmites,ydonde las atrocidades traspasan la medida, la

    justicia emite casi necesariamente el castigo"'3.

    Contra pueblos que, manchndose de los delitos que se cometen contra Diosy violando las normas ms elementales del derecho natural, se configuran comobrbaros o bien como animales salvajes ms que como hombres, la guerra esnatural, independientemente de los lmites estatales y de las distancias geogrfi

    cas; s, la guerra ms justa es la que se hace a los animales feroces y, despus, la quese hace a los hombres que se asemejan a los animales feroces [homines belluis simi-les] [De jure belli acpacis libri tres, de ahora en adelante JBP, II, XX, 40, 44).

    Tal es la ideologa que encabeza la conquista del Nuevo Mundo. El pecado deidolatra fue el primero de los argumentos que impuls a Seplveda a considerarjustas la guerra contra los indios y su esclavizacin14. Y en Grozio, junto a la legitimacin implcita de las prcticas genocidas que tenan lugar en Amrica, emerge la justificacin explcita e insistente de la esclavitud. Esta resulta a veces el

    castigo de un comportamiento delictivo. No slo los individuos aislados debenresponder por eso: tambin los pueblos pueden ser sometidos pblicamente al

    93. Grozio (1973), p. 06-107.

    94. Hanke (1059). p. 41.

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    castigo por un crimen pblico (JBP, II, V, 32). Adems, en cuanto insubordinados al Rey del universo, los habitantes de Amricayde frica pueden caer enesclavitud tambin corno consecuencia de una guerra justa (bellum justum),conducida por una potencia europea. Los prisioneros hechos durante un conflictoarmado, proclamado de manera solemneyen las tormas debidas por parte de la

    autoridad suprema de un Estado, son legtimamente esclavos (JBP, I, III, 4; III,III, 4). Y esclavos legtimos son tambin sus descendientes: de otro modo, quinters tendra el vencedor en mantener con vida al derrotado? En cuanto esclavode aquel que le ha perdonado la vida, el prisionero entra a formar parte de la propiedad del vencedor, y tal propiedad puede ser transmitida por va hereditaria oser objeto de compraventa, exactamente como la propiedad de las cosas (rerumdominiunv.JBP, III, VII, 2, 5).

    Naturalmente, todo esto no es vlido para aquellas naciones donde el derechode esclavitud que se deriva de la guerra ya no est en uso, no es vlido para lospases cristianos, los cuales se limitan a intercambiar los prisioneros (JBP, III,XIV, 9; VII, 9). Eliminada de los conflictos intra-europeos, la esclavitud porderecho de guerra contina siendo una realidad cuando la Europa cristiana y ci

    vilizada enfrenta, en una guerra justa por definicin, a los pueblos coloniales,brbaros y paganos. Por otro lado, independientemente de su comportamientoconcreto, no hay que olvidar la leccin de un gran maestro: Como ha dicho Aristteles, hay hombres esclavos por naturaleza, nacidos para ser siervos, as comohay pueblos cuya naturaleza es saber mejor obedecer que gobernar (JBP, I, III,8). Es una verdad confirmada incluso por los textos sagrados: el apstol Pablollama a individuos y pueblos, cados eventualmente en esclavitud por una causalegtima, a soportar serenamente su condicin y a no librarse de ella ni con la rebelin ni con la fuga (JBP, II, XXII, 11).

    En conclusin, por un lado Grozio rinde homenaje al pueblo libre (JBP, II,

    XVI, 16), que en Holanda se ha valido de su derecho de resistencia para sacudirse legtimamente de encima el yugo de un prncipe desptico (JBP, I, IV, 11);por el otro no tiene dificultad para justificar la esclavitud y hasta esa suerte de cacera de los animales salvajes que tena lugar en Norteamrica en perjuicio de lospieles rojas.

    Pasemos ahora a la Revolucin Gloriosa y a Locke. LosDos tratados sobre elgobiernopueden ser considerados momentos esenciales de la preparacin y consagracin ideolgica de este advenimiento que marca el nacimiento de la Inglaterraliberal. Estamos en presencia de textos impregnados profundamente por elpathosde la libertad, por la condena al poder absoluto, por el llamado a rebelarse contraaquellos miserables que quisieran privar al hombre de su libertad y reducirlo a laesclavitud. Pero de vez en cuando, en el mbito de este himno a la libertad, seabren enormes brechas, a travs de las cuales pasa en realidad la legitimacin de laesclavitud en las colonias. Como confirmacin ulterior de la legitimidad de tal ins

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    titucin Grozio aduce el ejemplo de los germanos, que, segn el testimonio deTcito, se jugaban su libertad con un ltimo tiro de dados (JBP, II, V, 27). Alos ojos de Locke, los cautivos hechos en una guerra justa (por parte de los vencedores) se han jugado \ forfeited\ por decirlo as, su vida y con ella su libertad.

    Estos son esclavos por el derecho natural, y sometidos al dominio absolutoy alpoder arbitrariode sus amos (TT, II, 85).Hasta ahora pensamos slo en los negros trados de Africa, pero, en realidad, no

    es mejor la suerte reservada a los indios. El filsofo liberal ingls est interesado enla trata de esclavos, en cuanto accionista de laRoyal A frican Company, y tambinmuestra inters por la marcha expansionista de los colonos blancos, en cuantosecretario (en 1673-74) del Council ofTrade and Plantations. Resulta justa la siguiente observacin:

    El hecho de que muchos de los ejemplos adoptados por Locke en el SegundoTratarloremitan a los Estados Unidos muestra que su intencin era dotar a los

    colonos a quienes haba servido de muchas otras formas de un argumento

    poderoso que les permitiera justificar su depredacin y que estuviera basado en

    la ley natural ms que en los decretos legislativos'7

    En repetidas ocasiones el Segundo Tratado hace referencia al indio salvaje

    [ivildIndian),que vaga insolente y agresivo en las selvas de Amrica, o bien enlas selvas vrgenes y en las praderas no cultivadas de Amrica (TT, II, 26, 92,37). Ignorando el trabajo, que es lo nico que da derecho a la propiedad, y ocupando una tierra que no se encuentra beneficiada por el trabajo o bien grandes extensiones de tierras que permanecen incultas (TT, II, 41, 45) habita enzonas que no pertenecen a nadie, en vacuis locis(TT, II, 74, 121). Junto al trabajo y a la propiedad privada, los indios ignoran tambin el dinero: de forma que

    ellos resultan no slo extraos a la civilizacin, sino que tampoco se unieron alresto del gnero humano (TT, II, 45). Por su comportamiento son objeto deuna condena que no proviene slo de los hombres: indudablemente Dios lesimpuso la obligacin de trabajar y la propiedad privada, realmente no puedequerer que el mundo creado por El permanezca para siempre sin dividir e inculto (TT, II, 35,34).

    Desde el momento en que el indio trata de luchar contra la marcha de la civilizacin, oponindose con la violencia a que las tierras incultas ocupadas por l sean

    beneficiadas con el trabajo, como todo criminal es comparable a fieras salvajescon las que el hombre no puede vivir en sociedad ni sentirse seguro y por tanto,puede ser destruido lo mismo que se mata un len o un tigre. Locke no se cansade insistir en el derecho que tiene todo hombre de aniquilar a aquellos que han

    95. Pagden (1998), p. 43.

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    sido reducidos al rango de animal de presa (Beasts ofPrey),de fiera salvaje (Savdge Beasts: TT, II, 11, 16), al rango de una fiera salvaje y famlica [savage mveiioiisBeasts],peligrosa y daina contra la que tiene que defender el atacado su existencia (TT, II, 181).

    Son expresiones que recuerdan las utilizadas por Grozio a propsito de los pue

    blos brbaros y paganos en general y por Washington, con relacin a los indios.Pero, antes de pasar a los Padres Fundadores y a los documentos solemnes quemarcan el surgimiento de los Estados Unidos, convendra detenerse en otra macroscpica clusula de exclusin que caracteriza la ponderacin de la libertad enLocke. Los papistas declara en elEnsayo sobre la tolerancia son como serpientes, no se lograr nunca con un tratamiento corts que dejen a un lado su

    veneno"6. Ms que contra los catlicos ingleses, una declaracin tan dura es formulada con la mirada dirigida a Irlanda, donde, en esa poca, los pastores noregistrados son marcados con fuego, cuando no son castigados con penas msseveras o con la muerte" . Locke habla de los irlandeses inmersos en una desesperada revuelta endmica contra la expoliacin y la opresin llevadas a cabo porlos colonos anglicanos en trminos de desprecio como de una poblacin debribones (TT, I, 137). Por lo dems, reafirma:

    Los hombres [...] se hallan dispuestos a sentir compasin por los que sufren, y

    a estimar pura aquella religin, y sinceros con sus fieles, son capaces de superaresa persecucin. Pero yo considero que las cosas son bien distintas en el caso de

    los catlicos, que son menos susceptibles que los dems de ser compadecidos, encuanto no reciben otro tratamiento que el que la crueldad de sus principios y de

    sus prcticas Ies hace merecer notoriamente"8.

    La alerta contra el sentimiento de la compasin aclara que aqu tenemos quevrnoslas, en primer lugar, con Irlanda. Locke no parece tener objecin de nin

    gn tipo con respecto a la despiadada represin que se abate sobre los irlandeses, cuya suerte hace pensar en aquella reservada a los pieles rojas del otro ladodel Atlntico.

    Podemos pasar ahora a examinar los documentos que encabezan la tercera revolucin liberal y la fundacin de los Estados Unidos. A primera vista la Declaracinde independencia y la Constitucin de 1787 parecen impregnadas de unphatosuniversalista de la libertad e inspiradas en l: todos los hombres han sido creadosiguales es el inicio solemne del primer documento; es necesario salvaguardar para nosotros mismos v para la posteridad el don de la libertad es el inicio no menossolemne del segundo. Pero basta una lectura apenas un poco ms atenta para tro-

    % . Locke (1993b), p. 202 (=Locke, 1977, p. 111).

    97. Lecky (1883-88), vol. i, pp. 296-97.

    98. 1ocke (1993b), p. 203(=Locke, 1977, p. 112).

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    pezar, ya en el are. I de la Constitucin, con la contraposicin entre hombreslibres y resto de la poblacin (otherpersons).En realidad se trata de los esclavos,cuyo nmero, reducido a tres quintos, debe tenerse presente para que sea sumadoal de las personas libres (freepersons)y as calcular el nmero de diputados a laCmara de representantes que han dirigido los Estados donde est presente la institucin de la esclavitud.

    En toda una serie de otros artculos se hace referencia a esto, recurriendo a distintos eufemismos:

    Ninguna persona sometida a prestaciones de servicios o de trabajo en uno delos estados, segn las leyes vigentes all, y que se haya refugiado en otro estado,podr, en virtud de cualquier lev o reglamento en vigor en este, ser eximida de

    tal prestacin de servicio o de trabajo; sino que a peticin del interesado, serdevuelta a la parte a la que corresponden tales prestaciones.

    Si antes era ocultada entre el resto de la poblacin (el que no est constituidopor personas libres), ahora la relacin de esclavitud es pdicamente incluida enla categora general de prestaciones de servicio o de trabajo, que cada Estado particular, sobre la base de los principios del autogobierno, tiene el derecho de regularcomo mejor le parece, mientras que la obligacin que tiene cada Estado de resti

    tuir al esclavo se configura como la obligacin moral de garantizar a un propietario legtimo las prestaciones que le corresponden. Con un nuevo artificio lingstico, siempre caracterizado por la misma pudicia, la trata de esclavos negros seconvierte en la emigracin o la introduccin de aquellas personas que los Estados actualmente existentes pueden considerar conveniente admitir: entonces, estano podr ser vetada por el Congreso antes del ao 1808 y, antes de esa fecha,podr set sometida slo a un impuesto muy modesto (diez dlares por persona

    o por esclavo). De manera igualmente elptica se expresan los artculos que llamana la Unin en su conjunto a suprimir las insurrecciones o bien la violencia dentro de nuestras fronteras (domestic violence)y esto significa, en primer lugar, laposible o temida revuelta de ios esclavos en este o aquel Estado91.

    La institucin de la esclavitud, aunque eliminada en virtud de una rigurosainterdiccin lingstica, revela una presencia que lo invade todo en el mbito dela Constitucin norteamericana. Tampoco est ausente en la Declaracin de independencia, donde la acusacin a Jorge III por haber convocado a los negros escla

    vos se configura como la acusacin ya vista de haber fomentado revueltas dentrode nuestras fronteras.

    En el paso de Grozio a Loche y de este a los documentos constitutivos de la revolucin norteamericana, asistimos a un fenmeno sobre el que vale la pena refle

    99. Vase Finkelrnan (1996), pp. 3-.

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    xionar: aun considerada legtima en los tres casos, la institucin de la esclavitud esteorizada y confirmada sin ninguna reticencia slo por el autor holands que viveentre los siglos XVI y XVII. Sin embargo al menos en lo que respecta a losDostratados sobre el gobierno,escritos y publicados en vsperas y despus de la Revolucin Gloriosa , Locke tiende a legitimar la esclavitud solo en el trasfondo del discurso donde pondera la libertad inglesa. I,a reticencia alcanza su cspide en losdocumentos que consagran la fundacin de los Estados Unidos como el captuloms glorioso de la historia de la libertad.

    En lo que se refiere a la relacin con los indios, el asunto es diferente. Tanto Gro-zio como Locke o Washington, hablan de ellos como de animales salvajes; deuna mayor cautela verbal da prueba un documento como la Declaracin de independencia, que se dirige a la opinin pblica internacional y que, como sabemos,

    entre los crmenes ms graves de Jorge III seala el de haber instigado a los despiadados indios salvajes contra los colonos sediciosos. Es indiscutible que en lastres revoluciones liberales se entrecruzan fuertemente las reivindicaciones de la libertad y las justificaciones de la esclavitud, adems de la diezma (o bien el aniquilamiento) de los brbaros.

    7. E l h i s t o r i c i sm o v u l g a r y l a e l i m i n a c i n d e l a pa r a d o ja d e l l ib e r a l i smo

    En conclusin, los pases protagonistas de las tres grandes revoluciones liberalesson, al mismo tiempo, los protagonistas de dos trgicos captulos de la historiamoderna (y contempornea). Pero, entonces puede ser considerada vlida la representacin habitual segn la cual lo que caracteriza a la tradicin liberal es elamor a la libertad en cuanto tal? Regresemos a la pregunta inicial: qu es el liberalismo? Cuando constatamos la desaparicin de las precedentes, presuntas cer

    tezas, nos viene a la mente una gran sentencia: Lo que es sabido, precisamenteporque es sabido,no esconocido.En el proceso del conocimiento, la manera mscomn de engaarse a s mismo y a los dems es presuponer algo como sabido yaceptarlo como tal"10.Al poner en crisis esa difundida apologa, resulta inquietante el entrecruza-

    rniento paradjico al que llegamos cuando reconstruimos histricamente los inicios del liberalismo. Se comprende entonces la tendencia a la supresin. En el

    fondo as han procedido en su momento Locke y, sobre todo, los colonos norteamericanos sediciosos, que gustaban de cubrir con un velo de silencio, ms o menos tupido, la institucin de la esclavitud.A este resultado se puede llegar tambin por otra va. Segn Hanah Arendt, lo

    I 00. Hegel (969-79), vol.III. p.35.

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    que caracteriza la revolucin norteamericana es el proyecto de realizar un ordenamiento poltico fundado en la libertad, mientras que la persistencia de la esclavitud negra remite a una tradicin cultural difundida de manera homognea en lasdos riberas del Atlntico:

    Esta indiferencia, difcil de comprender para nosotros, 110 era tpica de los americanos y no puede ser atribuida ni a una particular dureza de corazn ni a intereses de clase [...], Para los europeos la esclavitud no formaba parte de la cuestin social, como no formaba parte de ella para los americanos101.

    En realidad, en la Europa de esa poca el disgusto con respecto a la esclavitud estan fuerte que, no pocas veces, autores relevantes proceden a una neta contraposicin entre las dos riberas del Atlntico. As leemos en Condorcet:

    El americano se olvida de que los negros son hombres; 110 tiene ninguna relacin moral con ellos; para l no son ms que objetos de ganancia; [...] y es tal el

    exceso de su estpido desprecio por esta especie infeliz que, al regresar a Europa,se indigna de verlos vestidos como hombres y situados junto a !lo:.

    El americano objeto de condena aqu es el colono del otro lado del Atlntico,ya sea francs o ingls. A su vez, Millar denuncia en 1771 esa estremecedora barbarie a la que con frecuencia son expuestos los negros de nuestras colonias. Porfortuna, la prctica de la esclavitud ha sido abolida de manera muy generalizadaen Europa; all donde subsiste, del otro lado del Atlntico, esa prctica envenenatoda la sociedad: de crueldad y de sadismo son protagonistas incluso personas delsexo dbil, en una poca que se distingue por la humanidad y la educacin".Esta es la opinin tambin de Condorcet, quien hace notar cmo la joven norteamericana asiste y, en ocasiones, hasta preside los feroces suplicios infligidos

    a los esclavos negros104.La tesis formulada por Arendt puede ser incluso rebatida. A finales del siglo

    XVIII la institucin de la esclavitud comienza a considerarse indecorosa en lossalones donde circulan las ideas de losphilosophes yen las iglesias que estaban bajola influencia de los cuqueros o de otros sectores abolicionistas del cristianismo.En el mismo momento en que la Convencin de Filadelfia aprueba la Constitucin que sanciona la esclavitud-mercanca sobre base racial, un defensor francs

    de esta institucin constata amargamente su aislamiento:

    101. Arendt (1983), p. 74.102. Condorcet (1968), vol. 111, pp. 647-48.103. Millar (1986), pp. 258, 261 ( Millar, 1989, pp. 219-20).104. Condorcet (1968), vol. III, pp. 648.

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    El poderoso imperio de la opinin pblica [...] ofrece ya su apoyo a aquellosque en Francia y en Inglaterra atacan la esclavitud de los negros y persiguen su

    abolicin; seran objeto de las ms odiosas interpretaciones aquellos que osarantener una opinin contraria101.

    Algunos aos ms tarde, otro defensor francs de la esclavitud lamenta el hechode que la negrofilia se ha convertido en una extravagancia de moda, hasta elpunto de borrar el sentido de la distancia entre las dos razas: La sangre africanacorre demasiado abundantemente en las venas de las propias parisinas106.

    Si se parte del presupuesto de una indiferencia general, en aquellos aos, polla suerte de los esclavos negros, no se comprende nada de la revolucin norteamericana. El ltimo gran filsofo que justifica la esclavitud, Locke, puede ser refutado, y es interesante subrayar que resulta acusado junto a la actual rebelin norteamericana de la que es considerado inspirador107. En ambos casos, celebrar unalibertad de tendencia republicana y legitimar la institucin de la esclavitud van ala par. Tras haber citado diversos fragmentos del filsofo, que no dejan dudas detal propsito, JosiahTucker comenta: Este es el lenguaje del humano seor Locke, el gran y glorioso paladn de los derechos naturales y de las libertades de lahumanidad'; he aqu sus sentimientos reales con respecto a la esclavitud108. Demanera anloga, el lealista norteamericano que ya conocemos, es decir, Boucher,

    condena simultneamente la secesin republicana y la pretensin de Locke deconferir a todo hombre libre de Carolina un poder absoluto e incondicional sobre los esclavos de su propiedad10.

    Si bien los patriotas ingleses y los lealistas contrarios a la secesin ironizan sobrela bandera de la libertad agitada por los propietarios de esclavos, los colonos sediciosos reaccionan no ya reivindicando la legitimidad de la servidumbre de los negros sino, por el contrario, subrayando la enorme implicacin y las responsabilidades de primer orden de la Corona inglesa en el trfico y en el comercio de carnehumana. Est claro que la institucin de la esclavitud ya est ampliamente deslegitimada. De este modo se explican las figuras retricas que caracterizan la Constitucin del nuevo Estado. Como observa un delegado a la Convencin de Fila-delfia, sus colegas trataban ansiosamente de evitar la introduccin de expresionesque pudieran resultar odiosas a los odos de los norteamericanos, pero tenan laintencin de introducir en su sistema aquellas cosas que las expresiones indica-ban'"'. El hecho es que, desde los inicios del debate acerca del nuevo ordena

    105. Malouer (1788), p. 152.

    106. Baudry des Lozires (1802), pp. 48, 156.

    l07.T ucker (1993-96), vol. V, p. 53.

    1OS.Tucker (1993-96), vol. V7, pp. 103-104.

    109. Boucher, cir. en Zimmer (1978), p. 296.

    110. Poner (2000), p. 60.

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    miento constitucional hace notar otro testigo nos avergonzbamos de usarel trmino esclavos que era entonces sustituido por una circunlocucin1". Losque dan mayor prueba de falta de escrpulos observa Condorcet en 1781 sonlos propietarios de esclavos: estos estn guiados por una falsa conciencia [fausse

    conscience], que los hace impenetrables a las protestas de los defensores de la humanidad y los hace actuar no contra sus propios intereses, sino ms bien a sufavor112.

    Como vemos, no obstante la opinin contraria de Arendt, los intereses de clase, en primer lugar de aquellos que posean extensas plantaciones y un nmerorelevante de esclavos, desempean un importante papel, que no escapa a los observadores de la poca. El hecho es que Arendt, en ltima instancia, termina identificndose con el punto de vista de los colonos sediciosos, que mantenan la con

    ciencia limpia de ser los campeones de la causa de la libertad, eliminando el hechomacroscpico de la esclavitud mediante sus ingeniosos eufemismos: a tales eufemismos se atiene la explicacin historicista.

    8. Ex pa n si n c o l o n i a l y r e n a c i m ie n t o d e l a e sc l a v i t u d : l a s po s i c i o n e s d e

    B o d i n o , G r o z i o y Lo c k e

    Puede un acercamiento historicista decididamente desorientador con relacin a la revolucin norteamericana ser til para aclarar las razones del entre-cruzamiento, puesto de manifiesto ya, entre la libertad y la opresin en las dosrevoluciones liberales precedentes? Ugo Grozio y Jean Bodino, a pesar de ser contemporneos, en cuanto ambos viven entre los siglos XVI y XVII, expresan posiciones diametralmente opuestas acerca del tema que nos interesa aqu. Si bien elprimero justifica la esclavitud remitindose a la autoridad tanto de la Biblia como

    de Aristteles, el segundo refuta ambos argumentos. Tras haber observado que enel mundo hebreo slo los gentiles podan ser sometidos a esclavitud perpetua y quecristianos e islmicos se atienen a normas y costumbres anlogas, Bodino conclu

    ye: Los pueblos de las tres religiones han cortado por la mitad la ley de Dios queconcierne a la esclavitud, como si la prohibicin de esta horrible institucin serefiriera slo a los consanguneos y no a la humanidad en su conjunto. Si es quese puede instituir una distincin en el mbito de las tres religiones monotestas,

    esta es en favor del Islam, que lia sabido expandirse gracias a una valiente polticade emancipacin" \

    111. Finkelman (1996), p. 3.112. Condorcet (1968), vol. VII, p. ] 26.113. Bodin (1988), vol. I, pp. 257-59, 250 (lib. I, cap. 5).

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    Bodino refuta tambin la tesis de Aristteles, retomada y basta radicalizada porGrozio, segn la cual existiran hombres y pueblos esclavos por naturaleza. Paraconfirmar esto a menudo gustan de citar el hecho de la difusin universal en eltiempo y en el espacio de la institucin de la esclavitud; pero objeta el autorfrancs no menos universalmente difundidas son las revueltas de los esclavos;

    Alegar que la servidumbre no hubiera durado tanto tiempo si fuese contra lanaturaleza, constituye un argumento irrefutable si se refiere exclusivamente a las

    cosas naturales, que tienen la propiedad de conformarse a la inmutable orde

    nanza divina. Pero habindose dado al hombre libertad para elegir entre el bieny el mal, muchas veces contraviene la prohibicin y escoge lo peor en contra de

    la ley de Dios y de a naturaleza. La opinin depravada tiene tanta fuerza para lque se transforma en ley con mayor autoridad que la misma naturaleza; de este

    modo, no hay impiedad ni perversidad que no haya sido tenida por virtud y piedad

    Si bien la institucin de la esclavitud durante largo tiempo ha aparecido y todava contina apareciendo como algo obvio y comnmente aceptado, esta remiteno a la naturaleza, sino a la historia, ms exactamente a un captulo de historiadeplorable y execrable, que es necesario apresurarse a concluir de una vez y parasiempre. No tiene sentido quererlo justificar basndose en el derecho de guerra

    (como hace tambin Grozio): Ni que la caridad consista en guardar los cautivospara obtener de ellos ganancia y beneficio, como si fueran animales"'. En conclusin: Grozio y Bodino son contemporneos; si bien el primero es expresin dela Holanda en algn modo liberal, el segundo es un terico de la monarqua absoluta, pero es el segundo y no el primero el que pone en discusin el poder absoluto que el amo ejerce sobre sus esclavos.A un resultado anlogo arribamos cuando, en lugar de comparar a Bodino con

    Grozio lo hacemos con Locke, aunque es posterior en algunos decenios. Si bien elliberal ingls, que justifica la esclavitud tambin con la mirada dirigida al pasado,seala a Espartaco como el responsable de una agresin contra la propiedad yel poder legtimo (TT, II, 196), de manera bien diferente se expresa Bodino: Losromanos, a pesar de ser tan grandes y poderosos [...] con cuantas leyes hicieron,no pudieron impedir la rebelin de sesenta mil esclavos con Espartaco a la cabeza, quien por tres veces venci al ejrcito romano desplegado en batalla116. En elliberal ingls ha desaparecido la carga universalista presente en Bodino, as comotampoco hay ya traza de la condena incondicional a la esclavitud que se lee, porel contrario, en el terico francs del absolutismo monrquico: si tenemos pre-

    114. Bodin (1988), vol. I, pp. 239-247, 240 (lib. I, cap. 5); en espaol=Bodino (1973), p. 32.11 3. Bodin (1988), vol. I, p. 242 (lib. I, cap. 5); en espaol= Bodino (1973), p. 32.116. Bodin (1988), vol. I, p. 247 (lib. I, cap. 3).

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    sente tantos asesinatos, crueldades y villanas odiosas cometidas por los seores enlas personas de los esclavos, puede concluirse que la esclavitud es perjudicial y quetambin lo es reintroducirla despus de haberla abolido" .Aqu se habla de reintroduccin. En efecto, Bodino traza una breve historia de

    la esclavitud en el mundo o, ms propiamente, en Occidente (y en el rea geogrfica dominada por este). Es cierto que esta institucin gozaba de buena vitalidaden la antigedad greco-romana. Al ejemplo y al modelo de esta esplndida civilizacin se remitirn, todava en el curso de la guerra de Secesin, los tericos y losdefensores de la causa del Sur para condenar el abolicionismo. Bodino, por el contrario, dibuja un cuadro ms bien realista de la antigedad clsica: esta estaba fundada sobre la servidumbre de un nmero de hombres claramente superior al delos ciudadanos libres; por lo tanto, viva constantemente bajo la pesadilla de la re

    belin de los esclavos y, con tal de resolver el problema, no dudaba en recurrir alas medidas ms brbaras, como lo confirma el asesinato en Esparta en una solanoche de 30.000 ilotas118. Con posterioridad, tambin como consecuencia de lainfluencia del cristianismo, las cosas parecen cambiar: Europa fue liberada de la esclavitud aproximadamente despus de 1250, pero la vemos hoy retornar nuevamente; tras la expansin colonial sta se ha ido renovando en todo el mundo;hay un retorno masivo de los esclavos y ya Portugal tiene verdaderos rebaos de

    estos como de animales"'1.Y por tanto, lejos de ser afectada por los intentos de eliminacin del historicis-mo vulgar, la paradoja que caracteriza a la revolucin norteamericana y al primerliberalismo en general, no slo contina subsistiendo, sino que resulta ms claraan: estamos en presencia de un movimiento poltico en contratendencia respecto a autores que, ya siglos antes, haban pronunciado una condena sin apelacin ala institucin de la esclavitud. Si bien Locke, campen de la lucha contra el absolutismo monrquico, justifica el poder absoluto del patrono blanco sobre el es

    clavo negro, tal poder es condenado por un terico del absolutismo monrquicocomo lo es Bodino.

    En conclusin, cuando se analiza la relacin que las tres revoluciones liberalesdesarrollan, por un lado con los negros y por el otro con los irlandeses, los indios

    y los nativos, resulta errado partir del presupuesto de un tiempo histrico homogneo, sin solucin de continuidad y que discurre de manera unilineal. Muy anterior a Locke y a Washington, y contemporneo de Grozio, es Montaigne, en el

    cual hallamos una memorable reflexin autocrtica acerca de la expansin colonialde Occidente que en vano buscaremos en los primeros. Tal reflexin puede inclu

    117. Bodin(1988), vol. I, p. 261 (lib. I, cap. 5) ; en espaol=Bodino (1973), p. 32.118. Bodin (1988), vol. 1, pp. 247-48 (lib. I, cap. 5).119. Bodin(1988), vol. I, p. 261 (lib. I, cap. 5).

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    so ser comprendida como una crtica anticipada, pero puntual, del comportamiento asumido por Grozio, Locke y Washington con respecto a la