lavboratorio, nº 21, 2007

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    Presentacin

    El Informe de Coyuntura Laboral Lavboratorio es unapublicacin del Programa Cambio Estructural y DesigualdadSocial, Instituto de Investigaciones Gino Germani / Carrera deSociologa, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Su produccin

    es posible gracias al trabajo de profesores, becarios, docentes,graduados y estudiantes, en el marco de los proyectos vigentesFONCyT BID 1201/OC-AR PICT CONICET 09640y el proyecto UBACyT 108

    Universidad de Buenos AiresFacultad de Ciencias Sociales

    Programa CambioEstructural y Desigualdad SocialCarrera de Sociologa

    Instituto de Investigaciones Gino Germani

    StaffDirector del Programa (CEyDS):

    Agustn Salvia

    Secretario Editorial:

    Ernesto Philipp

    Editores:

    Astor MassettiEduardo Chvez MolinaEduardo DonzaGabriel Calvi

    ISSN: 1515-6370

    Colaboraciones y Comentarios:

    Informe Lavboratorio, Instituto de Investigaciones Gino

    Germani,Facultad de Ciencias Sociales, UBA.Uriburu 950 6 piso oficina 21, Cdad. de Buenos Aires(1114). e-mail: [email protected]

    Esta publicacin est disponible en:http://lavboratorio.fsoc.uba.ar

    AutoridadesFacultad de Ciencias Sociales

    Decano

    Federico Schuster

    Vicedecano

    Damin Loreti

    Secretario Acadmico

    Jorge Lulo

    Secretario de Cultura y Extensin Universitaria

    Javier Brncoli

    Secretario de Gestin Institucional

    Gustavo Bulla

    Secretario de Investigacin

    Ricardo Sidicaro

    Secretario de Hacienda

    Bruno Opromolla

    Secretaria de Posgrado

    Pablo Alabarces

    Carrera de Sociologa

    Director: Lucas Rubinich

    Instituto de Investigaciones Gino GermaniDirectora: Carolina Mera

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    Editorial

    Desde Lavboratorio creemos que plantearse nuevos interrogantes y, al menos, intentar darle respuesta, no es slo un juegoacadmico si no que esto sirve para comprender mejor la realidad social y contribuir con acciones orientadas, esa es unacontribucin que desde la universidad podemos y debemos dar.En este nmero se incluyen un conjunto variado de artculos y comunicaciones, primero, un artculo de Chitarroni y Cimillo, seinterrogan si la Argentina se encamina a retornar a una situacin laboral similar a la de los aos setenta, antes de la gran transfor-macin que produjeron las polticas destinadas a debilitar al movimiento obrero; luego, Pablo Dalle, analiza la herencia ymovilidad ocupacional intergeneracional en la regin del AMBA; Salvia, Stefani y Comas abordan los cambios en la estructura dela ocupacin desde dos dimensiones complementarias, por una parte, a partir del anlisis de la organizacin productiva-laboraly, por otra parte, a partir de analizar la calidad de las relaciones laborales o sociales de produccin;luego, una reconsideracintanto conceptual como prctica del concepto de precariedad laboral, a cargo de Sandra Guimenez; , Pablo Gutierrez, buscacontribuir a la discusin sobre le sector informal urbano, analizando las variables utilizadas habitualmente para describir y medirempricamente la estructura sectorial del empleo a partir de la EPH; y, por ltimo, Mara Claudia Cabrera, analiza las relacionesentre mundo de la vida y mundo del trabajo, indagando particularmente en las caractersticas de esta relacin en un grupo detrabajadores en negro.Por otra parte, este ao todos fuimos sorprendidos, en mayor o menor medida, por un conflicto, uno, a nuestro parecer,realmente inesperado, impensado. Nos referimos, por supuesto, al conflicto desatado en torno a la intervencin del InstitutoNacional de Estadsticas y Censos (INDeC). Es por ello que como usuarios de los productos de dicho instituto, porque

    valoramos los avances que llev adelante el INDeC en la transparencia, publicidad y continuidad de las estadsticas oficiales esque decidimos realizar un dossier con unas pocas opiniones y pronunciamientos sobre el tema, como muestra vale un botn,opiniones que no necesariamente coinciden plenamente con los de Lavboratorio, pero que si reflejan el estado de la situacin entorno al tema.Adems, adjuntos al presente nmero de Laboratorio enviamos dos documentos de la Comisin Tcnica ATE-INDeC, quepor su valor metodolgico, creemos que deben ser ampliamente difundidos.

    Los Editores

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    IndiceResurge el sujeto histrico? : cambios en el colectivo del tra-bajo asalariado: 1974-2006*

    Horacio Chitarroni - Elsa CimilloPgina: 5

    Herencia y movilidad ocupacional (de clase) intergeneracionalde personas de origen clase trabajadora del AMBA (2004)

    Pablo DallePgina: 12

    Ganadores y perdedores en los mercados de trabajo en la ar-gentina de la post devaluacin

    Agustn Salvia, Federico Stefani y Guillermina Comas*Pgina: 19

    Sur, reformas estructurales y despus: Ms aunque peores em-pleos en la Argentina de la post convertibilidad

    Mg. Sandra GuimenezPgina: 32

    La informalidad como omisin de regulaciones. Un ejerciciode estimacin en base al mdulo de informalidad de la EPH.

    Lic. Pablo Gutirrez AgeitosPgina: 40

    Empleo y condiciones de vida. Consideraciones acerca delmundo del trabajo desde la perspectiva de trabajadores en ne-gro.

    Mara Claudia CabreraPgina: 53

    Dossier: el INDeC hoy

    INDEC: Los Nmeros, el miedo y el dinero Por Miguel ngel FortePgina: 59

    Comunicado de la Junta Interna ATE - INDeCPgina: 60

    Resolucin del Consejo Directivo de la Facultad de CienciasSociales- UBA

    Pgina: 61

    Pronunciamiento del Colegio de Socilogos de la Provincia deBuenos Aires

    Pgina: 61

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    1. IntroduccinEl mercado de trabajo urbano viene transitando por un ciclode acelerada expansin, que parece haber cobrado renovadovigor en el transcurso de los ltimos dos aos. En el contextode un rpido crecimiento de la economa, el empleo tambinse incrementa y lo hace mejorando su calidad, pues disminu-yen su incidencia la subocupacin y tambin, aunque mslentamente, el trabajo no registrado en la seguridad social:gran parte de los puestos de trabajo que se crean correspondena asalariados en blanco y son de tiempo completo. Y, tras largotiempo de retraccin, la industria manufacturera ha vuelto a

    tener un papel dinmico en la creacin de los nuevos empleos.Las remuneraciones crecen tambin aunque moderadamen-te y la mejora parece abarcar a todos los estratos de trabaja-dores, favorecida por una alta participacin de los sectoresproductores de bienes como la actividad manufacturera y laconstruccin (MECON, 2007).Este panorama promisorio parecera desmentir las profecasapocalpticas acerca del fin del trabajo que florecieron en losaos noventa, al tiempo que introduce la tentacin deformular algunas preguntas:- Se encamina la Argentina a retornar a una situacin laboralsimilar a la de los aos setenta, antes de la gran transforma-

    cin que produjeron las polticas destinadas a debilitar almovimiento obrero implementadas durante la dictaduramilitar primero y las reformas estructurales derivadas delConsenso de Washington ms tarde?- Puede, el colectivo del trabajo asalariado, recobrar la densi-dad perdida operando nuevamente como un elementodinmico de inclusin social e inclusive como el protagonistaprincipal de las grandes transformaciones histricas, a seme-janza de lo que fue en el pasado, en especial en el lapso quetranscurri desde la segunda posguerra hasta promediar ladcada del setenta?- Resurge el sujeto histrico que junto a la burguesanacional diera sustento inicial al modelo de crecimiento

    basado en el desarrollo industrial?Para intentar una respuesta, es preciso comparar las estructurasdel empleo asalariado en el perodo de madurez de la ISI(industrializacin sustitutiva de importaciones) y en la etapaactual de la recuperacin. Entre ambos extremos hay, asimis-mo, una imagen intermedia y diferente: la que corresponde alcomienzo del nuevo siglo, que recoge los efectos acumuladosde las polticas neoliberales y la ya inminente crisis del modeloimplementado en los noventa. Podemos imaginar dosvectores: uno largo que va desde el momento de mayorintegracin y madurez del colectivo asalariado (1974) hacia sudesintegracin, con un extremo tras la crisis de la

    convertibilidad (2002). Y otro corto que conduce a travs dela fase de recuperacin, primero incipiente, luego aceleradadesde esa instancia hasta el momento actual.El breve lapso transcurrido desde el inicio de la recuperacin,es verdad, no es suficiente como para sacar conclusiones

    definitivas: apenas esboza unas tendencias que podrn o nosostenerse en el tiempo, que son las que aqu se abordan.Se dir y con alguna razn que el imaginar o hipotetizar larenovacin del protagonismo de la clase trabajadora parecedifcil de escindir de la reflexin acerca del otro protagonista dela alianza de clases que sustent el modelo de industrializacinpor sustitucin de importaciones que cobr vigor en lainmediata postguerra: la burguesa nacional. Sin embargo, esteartculo prescinde de abordar esta segunda temtica.Conviene, asimismo, dejar claro que este artculo se cieestrictamente a los cambios objetivos en el perfil del colectivo

    asalariado y no a las caractersticas asumidas por sus instanciasrepresentativas (p.e. el sindicalismo).

    2. El sujeto histrico: apogeo, crisis yresurreccin?2.1 ApogeoEs innecesario abordar aqu por ms que conocida ladescripcin pormenorizada del proceso de industrializacinsustitutiva de importaciones (ISI) que se desarroll con vigordesde la segunda posguerra en coincidencia con la expansindel estado de bienestar y sus peculiares efectos sobre laestructura ocupacional urbana. Apenas bastarn, pues, unasrpidas referencias.Tal como ha sido sealado (Torrado, 1992; Palomino, 1988) elrpido desarrollo de la industria manufacturera en las ramasmano de obra intensivas durante la primera fase de la ISI hizoque dicha actividad tuviera un papel muy significativo en laexpansin del empleo asalariado en ese lapso: al promediar ladcada del cincuenta, estima Palomino (1988), los obrerosindustriales alcanzaron su mximo peso sobre la estructuraocupacional. Luego, el empleo industrial atenuara su creci-miento y cedera el papel ms dinmico a los servicios incluido el empleo en el sector pblico y el comercio.Mientras que la industria consolidara su perfil productivo enla segunda fase de la ISI, con la expansin de las ramas capital

    intensivas, para alcanzar entre 1965 y 1975 su perodo demayor madurez en un marco de crecimiento inestable peroininterrumpido (Katz y Kosakoff, 1989). En ese lapso el PBIindustrial no ces de crecer, al tiempo que se incrementaba laocupacin industrial, tena lugar una paulatinahomogeneizacin de los ingresos al interior de los asalariadosy la desocupacin se reduca apreciablemente (Portantiero,1977).En esos aos, el Gran Buenos se convirti en el principalbastin del desarrollo manufacturero, aunque con importan-tes centros secundarios en otras ciudades de la regin centraldel pas (Crdoba, Rosario).

    El resultado de ese proceso expansivo sobre la estructuraocupacional, al culminar el perodo, fue el desarrollo de unaclase obrera industrial con una concentracin relativamente altaen establecimientos de medianas y grandes dimensiones1 ycon significativos niveles de sindicalizacin, as como una

    Resurge el sujeto histrico? : cambios en el colectivo del tra-bajo asalariado: 1974-2006*

    Horacio Chitarroni - Elsa Cimillo

    * Este artculo es una reelaboracin resumida de la ponencia presentada por los autores al VIII Congreso de ASET, en agosto de 2007.

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    expansin de los estratos ocupacionales medios en sucomponente asalariado (Torrado, 1992).2.2 CrisisComo ha sido sealado en ms de una oportunidad(Canitrot, 1981; Schvarzer, 1983), la poltica econmicaimplementada durante el ltimo gobierno militar estuvomotivada por objetivos polticos antes que estrictamenteeconmicos. La misma se encamin a disciplinar a la clase

    obrera y a quebrar la alianza urbana desarrollista entre ella yla burguesa industrial local que fracasado el intento deotorgar bases de sustento poltico al proyecto del capitalmonopolista que se expres en la llamada RevolucinArgentina2 trat de recrearse en el lapso 1973/743. Con talespropsitos, la dictadura militar busc quebrar el movimientoobrero mediante un conjunto de polticas que, en el planolaboral, estuvieron orientadas a minar las bases de la fortalezade los sindicatos, mientras paralelamente encaraba las refor-mas econmicas para transformar en el largo plazo susdeterminantes estructurales. El monopolio del estado en lafijacin de los salarios que llev a una drstica cada de losmismos la suspensin de actividad sindical, la intervencinde los sindicatos, la prohibicin de la existencia de entidadesde tercer grado y la represin de las corrientes sindicalesclasistascon la eliminacin fsica de dirigentes y delega-dos y la modificacin de la legislacin laboral4 tuvieroncomo objetivo el debilitamiento del movimiento obrero y laeliminacin de sus corrientes ms radicalizadas.Paralelamente las reformas econmicas encaradas apertura dela economa y la liberalizacin financiera que penalizaronfuertemente a la industria, tendan a producir en el largo plazouna transformacin total del funcionamiento de la economaque impidiera la repeticin de las polticas populistas sustenta-das en la alianza urbana. El debilitamiento de la clase obrera y

    las reformas econmicas fueron as las dos facetas de unproceso que pretenda como objetivo poltico eldisciplinamiento social. El resultado de estas polticas, entrminos de empleo, preanunciaran los cambios que seconsolidaran en la prxima dcada: una reduccin relativa delpeso de los asalariados sobre la poblacin ocupada de 74%a 72% entre los censos de 1970 y 1980 un aumento de lainformalidad laboral y un incremento significativo de lagravitacin de los empleados en el comercio, los servicios y laconstruccin en detrimento del empleo industrial. El colectivolaboral emergi, pues, del gobierno militar, modificado en suestructura y daado en su densidad, aunque el desempleo no

    superara los niveles histricos ni existiera percepcin pblicade estos cambios.Recobrada la institucionalidad tras la guerra de Malvinas en1983, el pas debi afrontar la crisis de la deuda y la dcadaperdida. La restitucin de la democracia debi enfrentarse conuna economa en crisis y desestructurada en particular en elsector industrial y financiero con altos niveles de inflacin yla presin permanente de una abultada deuda externa.Cuando asume la UCR el gobierno el movimiento sindicalpresentaba una fisonoma distinta al de la dcada anterior: sehaban producido cambios estructurales del mercado detrabajo, con un menor peso de los obreros industriales y congremios numricamente ms importantes en las actividades

    de comercio y estatales. Palomino (1988) estima que en 1981 lagravitacin de los obreros industriales sobre la estructuraocupacional haba cado a la mitad de la registrada en 1954 yque entre 1974 y 1985 el empleo industrial se haba reducido el

    11%.La ausencia de crecimiento econmico durante la dcada de1980 no se manifest, sin embargo, en un incremento muysignificativo de la desocupacin debido a la marcada retraccinde la oferta laboral (tendencia que se revertira fuertemente enlos aos noventa) y al crecimiento de la informalidad, que semanifest en un crecimiento del empleo en las actividadesproductoras de bienes y servicios no transables -construc-

    cin, comercio, gastronoma y los servicios sociales y persona-les- que llev a una cada de la productividad.El necesario reordenamiento econmico de esta etapa debacoexistir con un sinnmero de demandas sociales acumuladasy con una alta conflictividad entre el sindicalismo y el gobiernoradical. Con menores recursos econmicos por la cada de lossalarios, la intervencin de las obras sociales y limitado suaccionar por la vigencia de la vasta legislacin restrictivasancionada por el gobierno militar, los sindicatos debierondesarrollar su accionar en un contexto socio econmico msdesfavorable, con una importante prdida de posiciones en ladistribucin del ingreso y crecientes tasas de desempleo ysubempleo. La tasa de desempleo, que se haba mantenido

    entre 4% y 5% en la primera mitad de los ochenta, aumentaraluego gradualmente hasta alcanzar casi 8% al finalizar ladcada.Las organizaciones sindicales volvieron a ocupar un papelcentral en la escena poltica. La carencia de una clara polticasalarial junto con la obsolescencia de las convencionescolectivas de trabajo y el congelamiento de la convocatoria decomisiones paritarias, motoriz gran cantidad de conflictoslaborales. El rechazo al reordenamiento sindical que propicia-ba el radicalismo llev a una ardua disputa entre el gobierno ylos sindicatos con menos trascendencia en el plano de laspolticas laborales que en la disputa por espacios del poder

    poltico.Las relaciones laborales durante esta etapa estuvieron teidaspor la vigencia, durante casi todo el perodo, de gran parte dela legislacin laboral de la dictadura y por falta de acuerdos parasuplantarla. El gobierno posterg sistemticamente laconvocatoria a las convenciones colectivas de trabajo supedi-tndolas sucesivamente a la concrecin previa de otrosobjetivos (normalizacin de las entidades sindicales, supera-cin de la crisis econmica, etc.). Asimismo, con el objeto decontrolar la puja distributiva en un contexto altamenteinflacionario, mantuvo en vigencia la prctica de ajustar lossalarios, basado en las facultades que le confera la legislacinheredada del gobierno militar. La derrota en las eleccionesparciales de 1987, la necesidad de hacer frente al desborde quehaban experimentado algunas variables econmicas amplificadas despus de la derrota y a los diversoscondicionamientos externos e internos llevaron al gobierno aconceder al sindicalismo la restitucin de las convencionescolectivas de trabajo a partir de 1988 (Gaudio yThompson,1990).Para 1990 la economa argentina estaba sometida a unincontrolable proceso de hiperinflacin. La proporcin de losasalariados en el empleo total cay del 72% en 1980 al 66% en1991, con el concomitante avance de la informalidad. Laprecarizacin laboral haba avanzado decididamente en la

    ltima dcada: los asalariados sin proteccin de la seguridadsocial que en 1980 constituan el 19% ya haban supera-do el 30% en 1991. La escasa calidad de la mayora de losempleos se comprueba por la cada de la productividad globalde la economa.

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    En 1989 Menen llega al gobierno, apoyado por un bloquesocial sumamente original, compuesto en su base por elgrueso de los trabajadores asalariados y en su cspide por elestablishment empresario. De esta manera, con la llegada delmenemismo al poder vuelven a cobrar fuerza las polticasneoliberales.La reforma estructural de la economa llevada a cabo durantelos aos noventa, implic una disciplinada adhesin al

    recetario contenido en el Consenso de Washington y destina-do especialmente a los pases de la regin. El rgimen deconvertibilidad que fij una paridad fija del peso con el dlar llev a una apreciacin cambiaria que combinada con laliberalizacin del comercio exterior supuso un considerablegrado de apertura externa. La liberalizacin de mercado decapitales, la eliminacin de las retenciones, los cambios en elsistema financiero y una profunda reforma del sector pblico,que tuvo su manifestacin ms notoria en la privatizacin delas tradicionales empresas pblicas de servicios, completaronlas reformas 5 (Pou, 2000).Las consecuencias de la transformacin fueron mltiples y designo diverso. Ampliamente expuestos a la competencia

    externa muchos sectores industriales naufragaron al pocotiempo, mientras que las empresas industriales ms grandes -frente a un tipo de cambio que encareca los salarios y abarata-ba los bienes de capital- renovaron su equipamiento paraenfrentarla. El resultado de estos comportamientos produjouna drstica cada del empleo industrial que slo entre 1997 y2002 merm ms de un 30%. La privatizacin de los serviciospblicos sum nuevas prdidas en el empleo, mientras loscambios en la comercializacin minorista y la difusin de labancarizacin quitaron al sector informal capacidad paracontrarrestar esas cadas.Ello sucedi al mismo tiempo que se produca una mayor

    entrada de trabajadores al mercado de trabajo, en particular detrabajadoras mujeres. Tanto por una tendencia estructural queprovena de dcadas precedentes, como por la cada deingresos de los hogares de tiempos ms recientes, las mujeresse vieron compelidas a reforzar los presupuestos familiares: sealudi a este fenmeno como efecto del trabajador adicio-nal (Altimir y Beccaria, 2000). Estos cambios en las condicio-nes de la oferta y demanda de trabajo se tradujeron en unrpido crecimiento de la tasa de desempleo urbana que porprimera vez en 1993 trep a los dos dgitos. Desde entonces eldesempleo se mostr sensible al ciclo econmico, subiendo ybajando al ritmo de la tasa de crecimiento del PIB, sin retornara los niveles de fines de los ochenta.Frente a este cuadro los organismos internacionales propusie-ron una serie de recomendaciones para reducir el costo laboralno salarial. Estimaban que este era el medio ms idneo paracontrarrestar el aumento del precio relativo del trabajo que severific desde la convertibilidad, y mejorar los niveles deempleo. Con miras a ello, el gobierno redujo las contribucio-nes patronales a la seguridad social y los costos asociados aldespido o a los accidentes de trabajo6, a travs de la creacindel seguro de desempleo y las ART. La nueva legislacinlaboral tambin flexibiliz la distribucin del tiempo detrabajo -en particular las referidas a la duracin de la jornada ylas vacaciones- para un mejor aprovechamiento de la fuerza de

    trabajo de la firma.Durante esta etapa se produjeron profundos cambios en elmovimiento sindical argentino que tienen correspondenciacon cambios en el mundo de trabajo y en los comportamien-tos de los agrupamientos sindicales durante la dcada. La

    prdida de peso de los trabajadores industriales a favor de lostrabajadores del sector terciario que iniciada a fines de losaos setenta, se agudiza en esta etapa y la degradacin delos asalariados, asociada al aumento del desempleo, laprecarizacin del empleo, la cada de los salarios reales y elaumento de la desproteccin social, llevaron a que una partesustancial de la fuerza laboral engrosara una capa socialdenominada los nuevos pobres. La firme voluntad poltica

    del menemismo de aplicar sin vacilaciones las reformaseconmicas y laborales de libre mercado origin por primeravez que la CGT se fracturara durante un gobierno peronista(Godio,2000). .En condiciones adversas del mercado de trabajo los sindicatosque permanecieron en la central sindical asumieron una actituddefensiva. Las convenciones colectivas de trabajo por rama deactividad que constituyeran un poderoso factor dehomogeneizacin de la clase trabajadora fueron escasamen-te convocadas durante esta etapa, amparados los gremios en elprincipio de ultractividad. En cambio, se impuls su sustitu-cin por la negociacin por empresas, que contribuira a laprdida de solidaridades de clase y al ensanchamiento de las

    brechas en trminos de remuneraciones7.Finalmente, fue el gobierno de De La Ra el que embestiracontra la centralizacin de la negociacin colectiva, respondien-do a los reclamos de los organismos internacionales comopara ampliar la flexibilidad salarial. Mediante la ley 25.250dispuso la supeditacin de un convenio colectivo de mbitomenor a otro de mbito mayor y puso fin a los convenioscolectivos del 1975 que se encontraban vigentes porultractividad.La participacin del Estado en propiciar formas de contrata-cin flexibles, incentiv la precarizacin de los puestos detrabajo. Se dilua, pues, el horizonte del trabajo seguro y de

    por vida al que, mejor o peor, se haban acostumbrado losargentinos en las dcadas anteriores. El deterioro de la calidaddel empleo iba, especialmente, en detrimento de los trabaja-dores de menores calificaciones, que registraban tasas deempleo muy reducidas, al tiempo que una elevada incidenciade ocupaciones de tiempo parcial y de carcter precario einestable, con crecientes brechas de ingresos respecto de lostrabajadores registrados en la seguridad social (Beccaria,Esquivel y Maurizio, 2007).A partir de 1998 se inici la prolongada recesin que puso aldesnudo las fragilidades del rgimen de convertibilidad yprefigur su crisis, que sobrevendra al finalizar 2001.El colapso de la convertibilidad ha sido sealado frecuente-mente como la crisis ms aguda por la que atraves la Argenti-na moderna. Sus efectos sobre el mercado de trabajo fuerondevastadores, con una fuerte destruccin de empleo asalariadoque alcanz de lleno al sector formal de la economa, tradicio-nalmente menos voltil. Durante 2002 el PIB se redujo en casi11%, el desempleo super el 20% y por efecto de la reduc-cin del empleo, la contraccin de los ingresos y el aumento delos precios ms de 57% de la poblacin urbana quedsituada por debajo de la lnea de pobreza.La devaluacin, que seguira al defaultde la deuda externa,marcara el punto final del modelo econmico de acumulacinbasado en la apertura externa y la valorizacin financiera,

    propulsado a mediados de los aos setenta.2.3 Resurreccin?La debacle econmica hallara su piso al promediar 2002. En lasegunda mitad de ese ao se iniciara una incipiente recupera-

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    cin econmica, que a poco andar a partir de 2003 se fueafirmando. La devaluacin en gran parte decidida por elmercado fij una paridad cambiaria que, sostenida luegomediante polticas especficas, se convertira en una piezaangular del nuevo modelo econmico al modificardrsticamente los precios relativos. La devaluacin redujo muyfuertemente los costos laborales y aument la competitividadde la produccin local, al tiempo que encareca las compras

    externas. La sustitucin de importaciones encontr, otra vez,un campo propicio para desarrollarse con rapidez, respondien-do a ese estmulo (Beccaria, Esquivel y Maurizio, 2007).El crecimiento econmico, fue en los ltimos cuatro aoslevemente inferior al 9%, lo que al concluir el ao en cursoconformar el mejor quinquenio de la historia de la Argentinamoderna. Entre 2002 y 2006 el crecimiento acumulado de laeconoma alcanz a ms del 40% y los sectores productoresde bienes acumularon un crecimiento mayor al 50%, desco-llando entre ellos el incremento de la construccin (146%) y laindustria (52%). El impacto del crecimiento econmico sobreel empleo fue, esta vez, asombrosamente intenso. La elastici-dad empleo/producto inusitadamente alta, sobre todo en el

    comienzo de la recuperacin, se mantiene muy por arriba de laexistente durante la dcada precedente: en slo cuatro aos secrearon ms de 2,5 millones nuevos puestos de trabajo.Una caracterstica del nuevo modelo econmico, que repercuteen la alta densidad de empleo demandado, es la nuevaconfiguracin productiva: crecimiento de pymes en laindustria y la construccin, que ocupa adems a la mano de

    obra de menores calificaciones educativas. Desde la perspectivasectorial ste fue liderado a diferencia de los aos noventa por los sectores productores de bienes, ms intensamentedemandantes de fuerza de trabajo. La industria particular-

    mente contaba con una amplia capacidad instalada ociosa,cuya puesta en produccin no requera sino la contratacin depersonal. No obstante, el crecimiento no se limit a lautilizacin ms intensiva de la capacidad instalada, sino que lainversin tambin creci significativamente, permitiendo la

    expansin sostenida de la produccin (Novick, 2006). De estamanera, el empleo mostr, a partir de 2003, una rpidarecuperacin que se manifest en todas las ramas de laeconoma. De resultas de ello la tasa de desempleo se redujo ala mitad en un contexto de expansin de la tasa de activi-dad y la tasa de empleo alcanz una cifra sin precedenteshistricos. Por otra parte, el ritmo de crecimiento del empleoen el sector privado formal super al promedio general, por lo

    que tuvo lugar una mejora en la calidad de los puestos detrabajo (Novick, 2006).Asimismo, seala Palomino (2007): Aunque el trabajo noregistrado supera actualmente el 40% del total de asalariadosocupados, la novedad reciente es la disminucin de sudimensin relativa. Esta tendencia marca un giro notable conrespecto a un extenso perodo previo en el que su crecimientofue sostenido y lleg a cubrir prcticamente la mitad de losasalariados. Una mayora significativa de los nuevos empleosgenerados a partir de 2004 corresponden a asalariadosregistrados. Mientras que en la dcada del noventa apuntaun informe reciente del Ministerio de Trabajo el 94% delempleo generado fue no registrado, entre 2003 y 2007 el 83%

    de los nuevos puestos asalariados son en blanco (MTESS,2007). La industria, que haba contrado sus planteles entre1976 y 2001, revirti esa tendencia e hizo una contribucinsignificativa a ese proceso de recuperacin.

    3. Tres momentosEl cuadro 1 muestra, para los tres momentos considerados,

    algunos indicadores claves de la estructura y densidad delcolectivo asalariado.En el momento en que la ISI alcanzaba su punto culminante,los asalariados representaban las tres cuartas partes de los

    ocupados totales y ms de ocho de cada diez estaban registra-dos en la seguridad social. Las mujeres aportaban ms de untercio del no registro, pero poco menos de 30% del empleoasalariado total. Los trabajadores jvenes (de hasta 24 aos)equivalan a ms de la cuarta parte del total y su proporcin se

    Indicadores 1974 2002 2006Asalariados sobre ocupados totales (%) 75,0 70,6 74,2

    Registrados en la seguridad social sobre asalariados (%) 81,0 63,4 68,1Varones sobre asalariados totales (%) 70,6 60,7 61,9Varones sobre asalariados registrados (%) 72,1 57,2 60,2Jvenes de hasta 24 aos sobre asalariados totales (%) 26,9 17,8 18,2Adultos de 25 a 49 aos sobre asalariados no registrados (%) 41,0 54,4 50,9Trabajadores con secundaria completa y ms sobre asalariados (%) 25,3 59,3 60,5Trabajadores con secundaria completa y ms entre los asalariados noregistrados (%) 16,2 43,8 40,4Trabajadores de quintiles 1 y 2 sobre asalariados no registrados (%) 35,3 43,7 52,8Trabajadores de quintiles 4 y 5 sobre asalariados no registrados (%) 50,5 51,7 63,3Ocupados en la industria (%) 46,0 18,2 19,8Ocupados en la construccin (%) 5,8 3,8 7,1Ocupados en el comercio (%) 11,4 15,3 16,4Ocupados en servicios a las empresas (%) 3,0 8,8 9,0Ocupados en microempresas (%) 15,8 31,0 25,3No calificados (%) 20,5 22,9 18,6Subocupados horarios (%) 4,1 17,2 7,9Trabajadores de ms de 1 ao de antigedad (%) 83,3 79,8 75,1

    Fuente: elaboracin propia en base a EPH-INDEC (ondas de octubre de 1974 y 2002 y 2 semestre de 2006)

    Cuadro 1: Indicadores seleccionados del colectivo asalariado: 1974/2002/2006.Gran Buenos Aires

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    incrementaba mucho entre los no registrados. Se trataba deuna fuerza de trabajo con modestas calificaciones educativas(apenas una cuarta parte haba completado el nivel medio).Tres de cada diez empleos asalariados y una proporcin algomayor en el caso de los empleos no registrados en la seguri-dad social recaan en los dos estratos inferiores de ingresofamiliar.La industria tena un peso llamativo superior a 45% en la

    estructura ocupacional del Gran Buenos Aires. Y el sectorinformal (quienes trabajaban en las microempresas) no llegabaa albergar al 16% de los asalariados totales (por otra parteconcentraba su gravitacin entre los no registrados). Lasubocupacin tena un peso desdeable y el empleo mostrabaimportantes niveles de estabilidad: ms de ocho de cada dieztrabajadores llevaba ms de un ao en su puesto de trabajo. Setrataba, en suma, de un colectivo asalariado con importantepeso, con un elevado nivel de proteccin legal y formalidad,estable y de tiempo completo. La industria apareca comoresponsable en medida apreciable de estas caractersticas.Cuando se analiza el segundo momento, una primeraconstatacin es que el empleo asalariado tras la cada verifica-

    da a lo largo de los ochenta no haba logrado recobrar supeso relativo en la ocupacin total. A pesar de ello y aun conuna tasa de desempleo record, su volumen no se habareducido en trminos absolutos porque la tasa de actividad sesituaba muy por encima del nivel de los ochenta y la tasa deempleo era similar. Pero sin embargo, podan advertirseprofundas diferencias internas. Mientras que al promediar lossetenta el no registro no alcanzaba a un quinto de los asalaria-dos, en 2002 llegaba casi a 37%. La presencia femenina habaavanzado hasta alcanzar casi 40% del empleo asalariado total,con un curioso fenmeno: el segmento no registrado se habamasculinizado y el segmento registrado se haba feminizado.

    Es decir, la mayor presencia femenina en el mercado de trabajohaba desplazado a los varones en los puestos registrados enla seguridad social. Los trabajadores jvenes haban perdidopeso, aunque seguan concentrndose en el segmento noregistrado.Sin duda, resultaba espectacular el incremento de las calificacio-nes educativas de la fuerza de trabajo: casi seis de cada dieztrabajadores haba completado el ciclo medio, y esa proporcinsobrepasaba los dos tercios entre los registrados en la seguri-dad social. Pero estas posiciones laborales con proteccin legalhaban restringido su acceso: menos de la cuarta parte de ellaseran ocupadas por trabajadores provenientes de los estratosms bajos (1 y 2 quintil).La prdida de participacin de la industria era en trminossectoriales el dato ms llamativo: apenas explicaba 18% delos puestos asalariados. Y el colectivo asalariado se habadispersado: tres de cada diez asalariados correspondan a unamicroempresa (casi seis entre los no registrados). Las dedica-ciones parciales alcanzaban ahora a casi un quinto de lospuestos de trabajo (30% de los no registrados). Y el empleoasalariado se haba vuelto algo ms voltil, exclusivamente acausa del mayor peso de los no registrados: resultaba algomenor la proporcin de los trabajadores que superaban el aode antigedad.Nos situamos ya en el tercer momento. El nuevo modelo

    de crecimiento con un tipo de cambio alto y estable fueexitoso en la creacin de nuevos puestos de trabajo e impulsmuy rpidamente la tasa de empleo a los mximos histricos.Sin embargo, y a pesar de la constante evolucin del empleo y de que existen evidencias de que el empleo registrado viene

    creciendo por encima del promedio, la proporcin depuestos precarios se redujo poco entre 2002 y 2006 y semantuvo muy por encima de los niveles de 1974 (19%). Esteaumento de la precariedad est lejos de ser universal y muchomenos homogneo. Dentro del segmento precario aumenta-ron su peso relativo (desde 2002 a 2006) las mujeres, lostrabajadores de niveles educativos bajos y los pertenecientes alos estratos de ingresos inferiores.

    Por lo dems, la ocupacin industrial registra apenas un muyleve incremento. Pero el colectivo asalariado ha incrementadosu concentracin: las microempresas albergan no ms de lacuarta parte del empleo asalariado total, aunque casi a seis decada diez no registrados. Tambin se ha reducido considera-blemente el empleo de tiempo parcial. Por otra parte, dismi-nuy la proporcin de trabajadores que superaban el ao deestada en sus puestos de trabajo. Esto ltimo, sin embargo,podra ser imputado se tratara de una hiptesis optimistaa la ms rpida rotacin inducida por el surgimiento denuevas y mejores oportunidades de empleo en el ltimoperodo.

    4. Dos vectoresLa comparacin de algunos indicadores clave ha permitidodelinear con claridad dos vectores. Un vector largo desde loscomienzos de la dictadura militar a la crisis de laconvertibilidad seala decididamente en la direccin de ladescomposicin del colectivo asalariado, de su prdida dedensidad, de su desgranamiento y del incremento de suheterogeneidad interna. El otro un vector corto apunta enla direccin opuesta: el colectivo asalariado se fortalece,aumenta su volumen, consolida la calidad de su vnculolaboral. En este punto es donde los datos dan lugar a lasrenovadas preguntas y a los intentos de respuestas.Podr la sociedad revertir los cambios que el modeloneoliberal introdujo en el colectivo del trabajo asalariado, conmiras a lograr una mayor integracin social a partir delempleo? Se erigir nuevamente el trabajo asalariado en elmecanismo de integracin y movilidad social que fuera en elpasado? La evidencia emprica aportada permite formularalgunas consideraciones al respecto.Una cuestin central se relaciona con la persistencia de unamuy elevada proporcin de empleo asalariado no registradoen la seguridad social. Los datos muestran, al interior delcolectivo asalariado, una mejora moderada desde 2002, que losita en torno al 32% del total de asalariados (excluidos losplanes de empleo y el servicio domstico). En 1974 el no

    registro no alcanzaba a la quinta parte del colectivo asalariado.Mientras que en esta ltima fecha el empleo no registrado seconcentraba en los jvenes y slo 41% de estos trabajadores sesituaba en las edades centrales, en 2006 esta proporcin creca a51%. Lo que sugiere que algunas de estas posiciones pasaronde ser una suerte de puerta de entrada al mundo del trabajo aconvertirse en situaciones crnicas.El empleo registrado, adems, tendi a desplazarse hacia losquintiles superiores, al tiempo que los estratos inferioresquedaron confinados a las posiciones no registradas. En 2006el 53% del empleo no registrado se situaba en los dosquintiles ms bajos, mientras que en 1974 esa proporcin era

    de 35%. Y la brecha de ingresos medios entre asalariadosregistrados y no registrados se mostr creciente a lo largo delperodo analizado. Asimismo, hubo un crecimiento propor-cionalmente importante de los puestos que requieren califica-ciones profesionales, mientras que los no calificados redujeron

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    su peso, pero tendiendo a concentrarse tambin entre los noregistrados en la seguridad social. Tambin era este segmentoel que albergaba prcticamente todo el aumento de lasjornadas de trabajo a tiempo parcial involuntario. Todo indica,pues, que pese a la significativa mejora de sus calificacioneseducativas, los trabajadores ms desfavorecidos se vierondesplazados hacia puestos no registrados, de baja calificacin yde tiempo parcial. Esto ocurri en mayor medida con los

    varones, que fueron parcialmente suplidos por la oferta detrabajo femenina en los puestos registrados en la seguridadsocial8.Para atenuar este panorama, debe sin embargo tenerse encuenta que no hace ms de tres aos que el empleo registradocomenz a crecer por encima del promedio9, revirtiendo as latendencia proveniente de los aos noventa. Necesariamente,de continuar su expansin debiera tender a difundirsegradualmente hacia todos los estratos. Al tiempo que losrasgos propios de la precariedad tales como las bajascalificaciones y la ocupacin a tiempo parcial seguiranreduciendo su gravitacin.Todo ello sugiere un panorama algo ambiguo. El colectivo

    asalariado se consolida sin duda, pero al mismo tiempotiende a permanecer segmentado. Quienes forman parteintegrante del mismo parecen mejorar su situacin, pero amuy diferentes velocidades: los que estn relativamente en lasposiciones ms favorables mejoran ms rpidamente que elresto. Y no parece fcil pasar de un segmento a otro: tpica-mente del empleo no registrado al registrado. Este ltimo noes, para algunos trabajadores, un mero lugar de trnsito, sinoun sitio estable donde se puede permanecer anclado.En contrario, sin embargo, es posible alegar que la etapa detransicin lleva, todava, un corto tiempo desde su inicio y queexisten algunas condiciones propicias para su continuidad: un

    contexto macroeconmico inmejorable y una explcitavoluntad poltica de lucha contra el empleo en negro. Puedeagregarse, adems, que el recobrado dinamismo de lasnegociaciones colectivas por ramas de actividad y la ampliacobertura de trabajadores que involucra, expresa el resurgi-miento de los sindicatos en la luchas reivindicativas y unimpulso poderoso impulso hacia la homogeneizacin delcolectivo del trabajo.

    5. Puede resurgir el sujeto histrico?Los fenmenos ocurridos con el mundo del trabajo y enparticular con la clase obrera en la Argentina, entre mediadosde la dcada del setenta y comienzos del nuevo siglo, tuvieron

    como es sabido su correlato en gran parte del mundo.Tambin en los pases centrales la revolucin conservadoracercen la legislacin laboral, redujo conquistas histricas ydebilit al colectivo del trabajo a travs de la implementacinde tecnologas ahorradoras de mano de obra por un lado y deprocesos de reorganizacin al interior de las empresas porotro. Otro factor influyente parece haber sido especialmenteen los pases centrales la deslocalizacin de procesos produc-tivos hacia reas de menor costo de la fuerza de trabajo,favorecida por la globalizacin. Las actividades ms intensivas

    en mano de obra pudieron ser transferidas a zonas donde loscostos del trabajo fueran menores (lo que a la vez alent a lospases perifricos a realizar una suerte dumpingsocial, pugnan-do entre s por desregular el mercado de trabajo en procura detornarse atractivos como destino para las inversiones).En estas condiciones, la capacidad de la clase obrera deoponerse a la revolucin conservadora result escasa. En losltimos aos (Por ejemplo: Castel, 1997; Fitoussi y

    Rosanvallon, 1997) se ha sealado que la antigua homogenei-dad del colectivo laboral parece haber dejado lugar ainestabilidades y heterogeneidades que se han vuelto constitu-tivas del mundo del trabajo actual. Detrs de estas transfor-maciones hubo situaciones y decisiones polticas que laspropiciaron, pero tambin procesos estructurales y tendenciasde largo plazo, que no parecen fcilmente reversibles.Cul fue la situacin en la Argentina? Claramente, desde 1976y hasta comienzos de los ochenta, hubo una poltica delibera-da de debilitamiento y disciplinamiento de la clase obrera ycambios estructurales en la economa. En los noventa, cuandolas recomendaciones del Consenso de Washington se conver-tan en un manual de instrucciones para las economas de la

    periferia, se profundizaron las reformas econmicas y seavanz en las reformas laborales para adecuar las condicionesdel mercado de trabajo al nuevo contexto aperturista. Tal vez,la pregunta clave sea: en el debilitamiento de la clase obreracomo colectivo en la Argentina ms all de las reformasimplementadas en el mbito local, operaron factores estructu-rales de la economa mundial?; hubieran podido ser impulsa-das tales reformas por la mera voluntad poltica del gobiernode turno, o bien stas requirieron de un nuevo contextointernacional?Y al revs, de no haber existido una voluntad poltica deacatamiento a las recomendaciones de los organismos

    internacionales y al consenso de Washington como la puestade manifiesto por el menemismo, hasta dnde las nuevascondiciones estructurales hubieran bastado para erosionar lasituacin de la clase trabajadora?De dnde se coloque la respuesta depende, en buena medida,el vaticinio acerca del futuro posible. Si lo decisivo fuesen laspolticas y la determinacin con que se las impulsa, entoncespodra pensarse que no es imposible desandar el camino haciala reconstitucin del colectivo asalariado. Por el contrario, en lamedida en que los cambios estructurales propios del escenariopostfordistaen la organizacin de la economa y de los procesosproductivos hubieran cumplido un papel crucial en la frag-mentacin y el debilitamiento de la clase trabajadora, entoncessera menos predecible la reconstruccin del colectivo asalaria-do tal como fuera en su momento de apogeo, al promediarlos setenta.Es obvio que no hay una respuesta nica a esta cuestindialctica. Los cambios estructurales crean condicionesfavorables a ciertas polticas, al alterar las relaciones de fuerzaentre los actores sociales, al tiempo que las polticas contribu-yen a consolidar los cambios estructurales, condensando elnuevo estado de las relaciones de fuerza.

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    Notas:1 En 1974, segn los datos del censo industrial de ese ao, el 56% del personal empleado en la industria se desempeaba enestablecimientos de ms de 100 ocupados (Palomino, 1988).2 Especialmente encarnado por la conduccin econmica de Krieger Vasena.3 Expresndose en la poltica de Gelbard.4 La Ley de Contrato de Trabajo, cuerpo normativo que haba organizado una serie de normas dispersas, sera profundamentemodificada durante la dictadura militar.5 Adems de otras de las ramas petrolera (YPF), metalrgica, etc.6

    Se apuntaba especialmente a los costos derivados de los juicios entablados por accidentes de trabajo en el marco de la legisla-cin civil, que antes eran afrontados por los empleadores y llegaron a demandar sumas importantes y en casos poco previsibles.Se redujo la compensacin mxima (a abonarse en caso de fallecimiento) y se establecieron limitaciones a las posibilidades deefectuar demandas civiles7 Aunque la descentralizacin de la negociacin no se generaliz, en un contexto de alto desempleo y debilidad sindical, muchasreformas aun violatorias de los convenios fueron implantadas de hecho (Marshall y Perelman, 2002).8 Advirtase que entre los extremos del proceso analizado- la participacin femenina en la fuerza de trabajo asalariada pas demenos de 30% a casi 40%. Pero todo este incremento tuvo lugar en los puestos registrados: entre los no registrados se redujolevemente.9 En 2003, cuando se inici la recuperacin, todava fue el empleo no registrado el que creci por encima del empleo total.

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    Herencia y movilidad ocupacional (de clase) intergeneracionalde personas de origen clase trabajadora del AMBA (2004)

    Pablo Dalle*

    IntroduccinDurante un largo perodo -entre fines del siglo XIX ymediados del siglo XX aproximadamente- Argentina fueconsiderada un pas prspero, con una estructura socialdinmica, abierta a las posibilidades de ascenso social de laspersonas de origen popular. En el contexto latinoamericano,particularmente a partir de la segunda guerra mundial, el passe caracterizaba y distingua por el fuerte peso y tamao de laclase media y la clase trabajadora consolidada con altos nivelessalariales, pleno empleo y amplio acceso a derechos sociales. Elcarcter abierto y el alto grado de integracin social de la

    sociedad estaban relacionados como lo seal Germani(1963)- con las oportunidades macro-sociales que brindaban elmodelo de agro-exportador, la industrializacin por sustitu-cin de importaciones y la expansin del sistema educativo.En aquella sociedad, los inmigrantes europeos tuvieron laposibilidad de ascender a la clase media en el transcurso de susvidas o travs de sus hijos; para los migrantes internos eldesplazamiento a las grandes centros industriales (BuenosAires, Crdoba, Rosario) tambin signific un ascenso haciaposiciones ms consolidadas de clase obrera.Los estudios socio-histricos correspondientes a la etapaposterior a 1976 coinciden en sealar que el cambio delmodelo de acumulacin durante la dictadura primero y luegoms decididamente en los noventa con la aplicacin depolticas de apertura econmica, desregulacin yprivatizaciones tuvieron efectos regresivos sobre la estructurasocial (Pucciarelli, 1999). Una amplia estadstica social apoyaneste diagnstico en trminos de desocupacin estructural,crecimiento de la pobreza, desigualdad social y precariedadlaboral (Salvia, 2005, 2007a). Si bien luego de la profunda crisispoltica, econmica y social que viviera el pas a principios delsiglo XXI se introdujeron modificaciones en la polticaeconmica, los efectos en la estructura social son contradicto-rios. Sobre la base de un tipo de cambio alto se promueve laproduccin y exportacin de productos primarios semi-

    elaborados y la reactivacin de la pequea y mediana industrialigada al mercado local que disminuyeron la desocupacin ylos niveles de pobreza e indigencia. No obstante, la desigual-dad social y la precariedad laboral se mantienen en ampliossectores de la poblacin (Salvia, 2007b).Sin embargo, estudios recientes sobre la estructura socialargentina realizados por Jorrat (2000, 2005) revelan que a pesarde las sucesivas crisis que atraves el pas, no se handesdibujado las posibilidades de movilidad ocupacional (declase) ascendente. Estos estudios sugieren que la sociedadargentina actual sigue siendo abierta y pueden convivir en elladesigualdad social y exclusin con altos ndices de movilidad

    ocupacional (de clase) ascendente. En base a ello es que nospreguntamos: qu posibilidades de ascender socialmentetienen las personas ms jvenes de origen clase trabajadora enrelacin con las generaciones mayores?, contrariamente en qumedida los padres de clase trabajadora transmiten sus

    ocupaciones a sus hijos? Asimismo, el anlisis de las condicio-nes de insercin en la estructura social del trabajo nos planteainterrogantes sobre las oportunidades efectivas de movilidadsocial.El objetivo de este artculo es analizar patrones de herencia ymovilidad social intergeneracional (de padres a hijos) depersonas de origen clase trabajadora del rea Metropolitana deBuenos Aires indagando el papel de la pertenencia histrico-generacional en estos procesos. Se trata de un estudioexploratorio a partir de un anlisis estadstico descriptivomultivariado de datos secundarios.

    Datos y estrategia de anlisisPara estudiar los patrones de herencia y movilidad ocupacional(de clase) segn grupos de edad se emple una estrategiametodolgica cuantitativa. Los datos provienen de unaencuesta realizada por el CEDOP en el 2004 a una muestranacional estratificada multi-etpica, con seleccin aleatoria entodas las etapas del muestreo. En total resultaron 1000 casosaunque para este estudio seleccionamos una sub-muestra de279 casos de origen clase trabajadora del rea Metropolitanade Buenos Aires.La unidad de anlisis es el individuo de 18 aos y ms deorigen clase trabajadora residente en el AMBA en mayo yjunio de 2004, no necesariamente hombres jefes de hogares.La base de datos nos proporcionaba informacin sobre laocupacin del encuestado y la de su padre cuando el hijo(encuestado) tena alrededor de 16 aos. En todos los casospara los desocupados y jubilados se consider su ltimaocupacin.El anlisis de datos fue de tipo estadstico descriptivomultivariado en lo que constituye una primera aproximacinal problema de investigacin . La relacin entre variables sepostul tericamente y se aplic el programa estadstico SPSSpara construir tablas de contingencia bivariadas de movilidadocupacional y multivariadas, en las que se busc controlar por

    grupos de edad. Esta variable se construy con el objeto dediferenciar a las personas que ingresaron al mercado laboralantes y despus del cambio en el modelo de acumulacineconmica. Para ello se realiz un corte dicotmico de la edad:i.) de 18 a 40 aos y ii.) 41 aos y ms. La introduccin de estavariable a pesar de no contar con un tamao de muestra muygrande- busca darle una dinmica histrico-generacional alanlisis y se relaciona con un objetivo de ms largo alcance enmi proyecto de investigacin: reconstruir trayectorias familiaresde movilidad/inmovilidad social en relacin con el contextosocio-histrico en que tuvieron lugar.

    Posiciones de clase, herencia y movili-dadEl enfoque terico de este estudio se centra en las condicionesde insercin objetiva de las personas en la estructura social, sureproduccin y el cambio entre generaciones contiguas. Para

    * Instituto Gino Germani - Facultad de Ciencias Sociales - UBA - e-mail: [email protected]

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    estudiar estos procesos se analizaron las probabilidades deherencia y movilidad ocupacional (de padres a hijos) . Estetipo de anlisis involucra un corpus de conceptos tericos quees necesario precisar para su operacionalizacin (en variables eindicadores) y su posterior medicin.El principal indicador para medir las clases sociales y lamovilidad es la posicin ocupacional, en un doble sentido: i.)a nivel individual como expresin de la pertenencia de una

    persona a una clase social y ii.) como emergente observable dela estructura de clases subyacente (nivel estructural). Lamovilidad social, entendida como el pasaje de una clase sociala otra, tambin involucra aspectos macro y micro sociales. Porun lado, depende de las oportunidades y limitaciones ocupa-cionales y educativas que ofrece/impone la estructura, y por elotro de la agencia humana: las capacidades y los recursos quemovilizan las personas para crear su propia historia.El anlisis de la estructura de clases como fenmeno decarcter macro requiere de un anlisis histrico comparativo deltipo de desarrollo capitalista. Las formas en que se desarrolla laacumulacin y reproduccin del capital condiciona y define lasrelaciones de produccin y las posiciones econmicas principa-

    les en la estructura econmica (Murmis, 1974; Wright, 1995b).Un anlisis de este tipo requiere la comparacin inter-censal delas distribuciones ocupacionales de una sociedad o a travs deencuestas aleatorias calculando la movilidad estructural(anlisis de los marginales) que permiten ver los cambios y

    permanencias en el tamao de los grupos ocupacionales. Elsupuesto que est por detrs de la movilidad estructural esque cuanto ms crece un grupo ocupacional ms oportunida-des hay para la incorporacin de personas de otro origen.Hemos tomado este tipo de anlisis del estudio realizado porJorrat (2005) con la integracin de dos muestras nacionales de2003 y 2004, resultando en total 1642 casos. Al compararorgenes y destinos se observa que: a) aumentaron los niveles

    medio altos (clase de servicios) y las clases intermediasasalariadas no manuales de carcter rutinario; b) disminuyen-do los niveles medios autnomos (Pequea burguesa) y lostrabajadores manuales calificados y semi/no calificados (claseobrera). Estos cambios se relacionan con pautas esperables dela evolucin de la estructura ocupacional con la transformacindel modelo de acumulacin del sector industrial al de servi-cios.A nivel individual, la insercin objetiva en la estructuraeconmico-ocupacional expresa la clase social de pertenencia entanto define condiciones de existencia, posibilidades de accesoa ciertos recursos y niveles de retribucin y consumo. Es labase sobre la que se cimientan las experiencias, formas de

    sociabilidad, costumbres, gustos y horizontes de expectativasde las personas. No obstante, la ocupacin no es una condi-cin suficiente para definir las clases. La reproduccin de lasclases como tales requiere que los miembros de los gruposocupacionales establezcan lazos sociales entre s en una red de

    Cuadro 1: Tipologa de posiciones de clase

    Carcter de la tarea ocupacional

    No Manual Manual

    Knowhowy/o

    autoridad

    Clase Media

    Profesional y Managers

    Capital

    Mediana

    y

    Pequea Burguesa

    Relacinconlosmediosdeproduccinyorganizacindela

    produccin

    Noautoridad/nocapital

    con/sinknowhow

    Clase Intermedia

    tcnico-comercial-administrativa

    Clase Trabajadora

    Calificada

    Clase Trabajadora semi/no calificada

    Gradodeca

    lificacin

    +

    -

    CLASE MEDIA CLASE TRABAJADORA

    Fuente: elaboracin propia en base a encuesta del CEDOP (2004)

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    trayectorias individuales y en procesos relacionales de amistad,amor y asociacin.Desde una perspectiva neo-marxista, la tipologa incorpora elanlisis de la condicin de explotacin entre las distintasposiciones de clase. Wright (1995) define a la explotacincomo las diferencias de bienestar material causadas por unmecanismo causal especfico: la apropiacin de los frutos deltrabajo del explotado por aquellos que controlan los recursos

    productivos relevantes. De esta manera la explotacin generaintereses materiales antagnicos: el bienestar material de unaclase depende de las privaciones de las otras sobre la base delacceso diferencial a ciertos recursos productivos. Estos puedenser la propiedad de bienes de capital (fsicos y financieros) perotambin el control/direccin de los procesos de organizacinde la produccin.Entre las personas que cayeron en la muestra los medianos ypequeos propietarios tienen una posicin de clase contradic-toria porque si bien no son explotados, por el tamao delcapital deben trabajar. Por su parte, la clase media profesional ymanagers tambin ocupan una posicin contradictoria ya queno poseen capital pero en virtud de sus pericias (know how) y

    su contribucin en el proceso de organizacin y direccin deltrabajo se apropian de rentas de lealtad o de cualificacin(Wright, 1995a, 1995b). La posicin de clase Intermedia(compuesta por los Tcnicos, empleados administrativos yvendedores), en trminos estrictos, no ejerce autoridad nisupervisin por lo que para Wright son parte constitutiva dela clase obrera. Para nosotros, como dijimos, su carcter deempleados no manuales les da un status de clase media.El nfasis de este estudio est puesto en el papelcondicionante de la clase social de origen como una fuerza deatraccin que empuja a las personas hacia l. En este sentido, laherencia y la movilidad son dos medidas de los lmites de

    clase y su permeabilidad.Los lmites y constreimientos que impone la clasesocial de origen sobre las personas puede deberse a mltiplesprocesos, desde la transmisin intergeneracional de recursoseconmicos (capital productivo y otros bienes materiales)hasta simblicos y sociales. Estos recursos operan en undoble sentido, por un lado, construyen modelos cognitivos,de valores, creencias y horizontes de expectativas, y por el otro,por el otro brindan contactos e informacin que permite lainsercin social de las personas. As, la red de relacionessociales vinculadas a la clase social de origen constituye unfactor central de la reproduccin de las desigualdades.Si la herencia es una medida de la reproduccin, la movilidades un indicador de la apertura de la estructura de clases. Elanlisis de movilidad social intergeneracional propuesto tomacomo eje el componente objetivo de las clases, los cambios enla insercin ocupacional de las personas, no obstante noaborda aquellas experiencias ligadas al pasaje de una clase sociala otro como son la incorporacin de lazos de sociabilidad, laadquisicin de nuevas pautas culturales y el cambio de estilode vida.

    La clase trabajadora: entre la inmovili-dad y la precariedadCon el fin de indagar la movilidad/herencia ocupacional de

    personas de origen clase trabajadora, se seleccion a losencuestados cuyos padres pertenecen a los dos segmentos declase trabajadora y se tom esta variable como independiente,explicativa del destino ocupacional de los encuestados (cuadro2). La parte inferior del cuadro hasta la lnea punteada- nos

    comensalidad y connubium, y otras prcticas socialesvinculantes. Las clases, en suma, expresan y movilizanrelaciones sociales, creando campos de interaccin y experien-cias que condicionan la vida las personas (Sautu, 1996; Sautu,Dalle, Otero y Rodriguez, 2007).Ms all del inters compartido por las distintas tradicionestericas (el marxismo, la corriente weberiana, el estructuralfuncionalismo, etc.) por la definicin de las clases a travs de la

    relacin con recursos econmicos, cada una de ellas proponedistintas categoras analticas y modelos empricos paraabordar el anlisis de clase. En este trabajo se utiliz unesquema de posiciones de clase construido por miembros delequipo de investigacin de la ctedra de Metodologa de laInvestigacin Social II que dirige Ruth Sautu. El mismo partede la distincin manual / no manual utilizado en las escalasocupacionales norteamericanas (Hout, 1983) e incorporaaspectos del enfoque neo-weberiano y neo-marxista.El esquema de clases que se propone es una tipologa queidentifica posiciones relacionales de clase en base a la relacincomn de las personas con ciertas propiedades expresadas entrminos de variables e indicadores. Se tomaron tres dimen-

    siones para definir las posiciones de clase: i.) el carcter manual/ no manual de las tareas realizadas que define experienciaslaborales comunes y diferencias de status que son importantespara distinguir a la clase media y la clase trabajadora (entreempleados y obreros); ii.) la relacin con los medios deproduccin-organizacin como: propiedad de capital, mono-polios y franquicias, el ejercicio de autoridad y la posesin/control de conocimientos (know how); y iii,) el grado decalificacin. Estos dos ltimos ejes se utilizaron para distin-guir las posiciones de clase al interior de la clase media y la clasetrabajadora respectivamente.Las ocupaciones de los encuestados y sus padres fueron

    categorizadas con una escala ocupacional objetiva construidautilizando el CIUO (1988) y agrupados en posiciones de clasesegn las dimensiones de propiedad, autoridad y conocimien-to. El cuadro 1 muestra la tipologa de posiciones de claseresultante de esta combinacin de indicadores. Se trata de unatipologa de carcter emprico , construida a partir de los datosque nos proporcionaba la muestra del CEDOP de 2004.Las dimensiones de propiedad, autoridad y conocimiento enla prctica muchas veces aparecen superpuestas. Los directivosy gerentes de empresas poseen autoridad, con frecuenciabasada en la posesin de conocimientos escasos (credenciales)y pueden tener participacin en la propiedad de la empresa; losprofesionales -principalmente los autnomos- puedenapoyarse en bienes de capital para desarrollar sus tareas, y losasalariados ocupar con frecuencia posiciones de autoridad(Sautu, 2001). En el caso de los pequeos y medianospropietarios, la posesin de capital asegura el ejercicio deautoridad. En la clase trabajadora, el mayor grado de califica-cin suele ir acompaado de cargos de supervisin de otrostrabajadores como es el caso de los oficiales especializados.Este modelo tiene una inscripcin weberiana, las posicionesde clase expresan desigualdades de bienestar material entrminos de chances de vida, es decir de oportunidades realespara la accin que se presentan como conjunto de opcionesdisponibles (Sautu, 1996). La relacin con los medios de

    produccin-organizacin y el grado de calificacin se traducenen el mercado en capacidades diferenciales de control/acceso arecursos econmicos escasos (bienes materiales e inmateriales).De este modo, las posiciones de clases conforman un campode interacciones y experiencias vitales que inciden en las

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    muestra los niveles de herencia y movilidad dentro de la clasetrabajadora. En primer lugar, se destaca la proporcin deinmovilidad o herencia en el segmento de clase trabajadorasemi/no calificada, el 40% de los padres tiene hijos quereprodujeron su posicin de clase. Siguiendo la columna depadres que pertenecen al segmento ms bajo de la clasetrabajadora se observa que la proporcin cuyos hijos ascendie-ron hacia una posicin de clase trabajadora calificada (23,4%)

    es inferior que el porcentaje que ascendi hacia el segmentoms bajo de la clase media (28,1%).Entre los padres de clase trabajadora calificada, el nivel deherencia es considerablemente menor (20,5%). Esta disminu-cin del nivel de herencia se ve compensada por un doblemovimiento: .i) descendente, hacia posiciones menoscalificadas de clase trabajadora (32,5%) y ii.) ascendente haciaposiciones tcnico-administrativas de clase media (31,8%).Este doble movimiento ascendente y descendente podra estarrelacionado con la des-estructuracin de la clase obreraconsolidada producto de la desarticulacin y reduccin delsector industrial a partir de la apertura de la economa en 1976.La parte superior del cuadro representa el movimientoascendente hacia posiciones de clase media que involucran laadquisicin de capital (Pequea y Mediana Burguesa) y/oejercicio de autoridad y mayores niveles de conocimiento(Clase Media Profesional y Managers). En trminos generales,la clase trabajadora calificada tiene mayores chances que la nocalificada de alcanzar estas posiciones de clase media. Elporcentaje de padres cuyos hijos logran alcanzar la posicin declase media profesional y managers es considerablementesuperior entre la clase trabajadora calificada (12%) que entre laclase trabajadora semi/no calificada (1,6%). En cambio, larelacin se revierte al considerar la proporcin de padres conhijos pequeos y medianos propietarios, 7% entre los de clase

    trabajadora semi/no calificada y 3,3% entre los de clasetrabajadora calificada.Una mirada de conjunto, ms all de las diferencias entreambos segmentos de clase trabajadora (tercera columna), nosmuestra un alto nivel de herencia de clase de padres a hijos

    (casi el 60%) y una importante movilidad ascendente -de cortadistancia- hacia una posicin de clase media de carcter tcnico-comercial-administrativo (30%). Este segmento de clasemedia incluye ocupaciones de carcter no manual que requierenun saber tcnico pero que no implican ttulos profesionales,propiedad de bienes de capital ni el control/direccin de losprocesos de organizacin de la produccin. La movilidad entreestos segmentos contiguos de clase es muy grande, en cambio

    apenas poco ms del 10% alcanza posiciones de clase media demayor status. Por dicha razn ubicamos la lnea divisoria entreel segmento ms bajo de la clase media y los superiores. Paralas personas de origen clase trabajadora este parecera ser ellmite de sus posibilidades de movilidad ascendente, al menosentre dos generaciones.Al controlar por edad (cuadro 4) se observa que en trminosgenerales la relacin general se mantiene, en ambos grupos laclase trabajadora semi/no calificada tiene menores posibilida-des de alcanzar la posicin de clase media de mayor status(Profesionales y Managers). No obstante, entre los jvenes elporcentaje de padres con hijos que alcanzan la posicin declase media profesional y managers es considerablementemenor (7,8%) que en los adultos (16,2%). Al considerar elmovimiento de padres a hijos hacia la pequea y medianaburguesa vemos que el porcentaje es mayor en ambos gruposen la clase trabajadora semi/no calificada aunque sin muchasdiferencias. La movilidad hacia el segmento de clase mediatcnico-comercial-administrativo es mayor entre los jvenes(35,1% y 30,4%) que en los adultos (28,4% y 26,4%) mante-nindose las mayores pasibilidades para el segmento de clasetrabajadora calificada.Por ltimo, cabe resaltar que el nivel de herencia en la clasetrabajadora calificada es considerablemente menor entre losjvenes (14,3%) que en los adultos (25,7%). Asimismo en los

    jvenes la movilidad descendente hacia el segmento semi/nocalificado de la clase trabajadora es considerablemente mayor(39%) que entre los adultos (25,7%). Estos resultados a niveldescriptivo apoyan la hiptesis sobre una disminucin de laclase trabajadora calificada relacionada con el cambio en el

    Cuadro 2: Movilidad y herencia ocupacional (de clase) segn segmento de clase trabajadoradel padre (%)

    Segmento de clase trabajadora del padre

    Posicin de clase del encuestadoClase trabajadora

    calificadaClase Trabajadorasemi/no calificada

    Total

    Clase Media Profesional y Managers 11,9 1,6 7,2

    Mediana y Pequea Burguesa 3,3 7,0 5

    Clase Intermedia tcnico-comercial-administrativa 31,8 28,1 30,1

    Clase Trabajadora calificada 20,5 23,4 21,9

    Clase Trabajadora semi/no calificada 32,5 39,8 35,8

    Total100,0(151)

    100,0(128)

    100(279)

    Fuente: elaboracin propia en base a encuesta del CEDOP (2004)

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    16modelo de acumulacin de capital del pas hacia mediados dela dcada del setenta.Para tener una imagen ms precisa de los procesos de movili-

    dad y herencia ocupacional de las personas de origen trabaja-dora analizamos las condiciones efectivas de insercin actualesen la estructura ocupacional. Para ello incorporamos la variablecondicin ocupacional, la cual distingue al conjunto deocupaciones de acuerdo al tipo y la calidad de insercin en lasrelaciones sociales de produccin. Las categoras de la variablecondicin de ocupacin son i.) asalariado en relacin dedependencia, ii.) asalariado bajo contrato, iii.) asalariado ennegro (ni relacin de dependencia ni contrato), iv.) asalariadoocasional tipo changas, v.) cuenta propia, trabajo autno-mo, sin personal, vi.) patrn o socio con personal, vii.)trabajador familiar con remuneracin fija, y viii.) trabajador

    familiar sin remuneracin fija.Estas categoras fueron agrupadas en dos grandes grupos: a)empleos estables en el segmento primario del mercado detrabajo, y b) empleos precarios en el segmento secundario. Talclasificacin fue tomada del enfoque propuesto por Fragugliay Metlika (2006) para estudiar la segmentacin laboral entrminos del tipo y la calidad del empleo .La categora empleo estable en el segmento primario delmercado de trabajo se compone de las personas ocupadas enrelacin de dependencia con trabajo estable, y autnomos concapital intensivo, de tipo registrado y con aportes de seguridadsocial. La categora empleo precario en el segmento secunda-rio est conformado por los ocupados en puestos inestables,irregulares y los cuentapropia y/o autnomos sin registro nibeneficios sociales . En el cuadro 3 se analiza el tipo y la calidadde insercin de los encuestados pertenecientes a las distintasposiciones de clase segn el origen de clase de sus padres.El nivel ms alto de precariedad laboral (62,7%) se encuentra

    Cuadro 3: Movilidad y herencia ocupacional (de clase) segn segmento de clase trabajadoradel padre controlado por grupos de edad (%)

    Segmento de clase trabajadora del padreGruposde edad Posiciones de clases

    Clase trabajadoracalificada

    Clase Trabajadorasemi/no calificada

    Clase Media Profesional y Managers 7,8 1,8

    Mediana y Pequea Burguesa 3,9 5,4Clase Intermedia tcnico-comercial-administrativa 35,1 30,4

    Clase Trabajadora calificada 14,3 21,4

    Jvenes(18 a 40)

    Clase Trabajadora semi/no calificada 39,0 41,1

    Total100,0(77)

    100,0(56)

    Clase Media Profesional y Managers 16,2 1,4

    Mediana y Pequea Burguesa 2,7 8,3

    Clase Intermedia tcnico-comercial-administrativa 28,4 26,4

    Clase Trabajadora calificada 27,0 25,0

    Adultos(41 y +)

    Clase Trabajadora semi/no calificada 25,7 38,9

    Total100,0(74)

    100(72)

    Fuente: elaboracin propia en base a encuesta del CEDOP (2004)

    entre los padres de clase trabajadora semi/no calificada cuyoshijos se mantuvieron en el mismo segmento de clase.

    Siguiendo la misma columna el 46,7% tuvo hijos queascendieron al segmento calificado de la clase trabajadora peroen condiciones de precariedad laboral, y este nivel alcanza untercio de los que sus hijos accedieron a ocupaciones de clasemedia tcnico-comercial y administrativa. Entre aquellos cuyoshijos ascendieron a la Pequea y Mediana burguesa casi lamitad son cuentapropia que se desempean en el sectorinformal.Entre los padres de clase trabajadora calificada, casi el 60%tuvo hijos que descendieron al segmento de clase trabajadorade menor calificacin en condiciones de precariedad; ms deun tercio (35,5%) heredaron a sus hijos ocupaciones de clase

    trabajadora (35,5%) o ocupaciones de clase media tcnico-comercial-administrativo pero de tipo precario (35,4%). Estaproporcin es considerablemente menor entre los padrescuyos hijos accedieron a la Pequea y Mediana Burguesa(20%).El anlisis del tipo de insercin laboral muestra en trminosgenerales un alto nivel de precariedad de las personas deorigen clase trabajadora que heredaron ocupaciones de clasetrabajadora, sobre todo entre aquellos que pertenecen alsegmento semi/no calificado. Para Salvia (2005:32) estossectores conforman el nuevo escenario de la marginalidadsocio-econmica caracterizados por dos o ms generaciones demiembros impedidos de acceder a efectivas oportunidades de

    movilidad social. Estos sectores estn atravesados por undoble proceso: i.) de diferenciacin creciente de las condicionesde precariedad laboral, y ii.) una fuerza inercial de estarabajo. Por otro lado, el nivel de empleo precario entre laspersonas de origen clase trabajadora que alcanzaron ocupacio-

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    Cuadro 4: Posicin de clase y condicin de ocupacin del encuestado segn segmento declase trabajadora del padre (%)

    Segmento de clase trabajadora del padrePosicin de clase y condicin de ocupacin

    del encuestadoClase trabajadora calificada

    Clase Trabajadorasemi/no calificada

    Clase Media Profesional y Managers

    Empleo estable en el segmento primario 100,0 50,0Empleo precario en el segmento secundario 0,0 50,0

    Mediana y Pequea BurguesaEmpleo estable en el segmento primario 80,0 55,6Empleo precario en el segmento secundario 20,0 44,4

    Clase Intermedia tcnico-comercial-administrativaEmpleo estable en el segmento primario 64,6 66,7Empleo precario en el segmento secundario 35,4 33,3

    Clase Trabajadora calificada

    Empleo estable en el segmento primario 64,5 53,3Empleo precario en el segmento secundario 35,5 46,7

    Clase Trabajadora semi/no calificadaEmpleo estable en el segmento primario 40,8 37,3Empleo precario en el segmento secundario 59,2 62,7Fuente: elaboracin propia en base a encuesta del CEDOP (2004)

    nes de clase media pone en cuestin si estos movimientos setratan de una movilidad social efectiva, entendida como un

    verdadero pasaje de clase social que involucra cambios en lascondiciones materiales de existencia y el estilo de vida.

    Comentarios finalesA lo largo de este trabajo se analizaron patrones de herencia ymovilidad ocupacional (de clase) de personas de origen clasetrabajadora tomando en consideracin los grupos de edad y lacondicin ocupacional de los encuestados. El anlisis mostrlas siguientes tendencias: Primero, un alto nivel de herenciaocupacional (de clase) entre los distintos segmentos de la clasetrabajadora destacndose principalmente la inmovilidad delsegmento semi/no calificado y el movimiento descendentedel segmento calificado. Al analizar la condicin de ocupacin

    de los encuestados se observ un alto grado de precariedad dela clase trabajadora en su conjunto principalmente en elsegmento semi/no calificado. Segundo, un alto ndice demovilidad ascendente hacia el segmento adyacente de clasemedia principalmente entre los jvenes aunque al considerar la

    condicin de ocupacin se observ que ms de un tercio lohizo en condiciones de empleo precarias. Tercero, la lnea demovilidad clase trabajadora-clase media profesional caracters-tica de nuestro pas- disminuye al pasar de los adultos a losjvenes.Estas conclusiones dado el carcter descriptivo del anlisis yel tamao de la muestra- son de carcter preliminar y deben seranalizadas en el marco de otros estudios sobre movilidad yclases sociales, no obstante se proponen instalar un interro-gante: hasta qu punto la movilidad de personas de origenclase trabajadora hacia ocupaciones consideradas de clase mediapero de carcter rutinario y precario es una movilidad socialascendente? O por el contrario, en qu medida estos movi-mientos forman parte de un cambio en la composicin de laclase trabajadora en el marco de un nuevo modelo de acumu-

    lacin que produjo la contraccin del sector manufacturero y elaumento del segmento tcnico profesional de la clase mediaen condiciones de alto nivel de precariedad? La alta movilidad,sobretodo en los ms jvenes hacia el segmento de clasemedia adyacente muestra que los lmites no son tan precisos.

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    BibliografaFraguglia y Metlika (2006) Una mirada del mercado de trabajo a partir de la calidad de las inserciones ocupacionales (AMBA, IV 2003

    IV 2005), Revista de Estudios Regionales y Mercado de Trabajo, N 2, 65-93.Germani, G. (1963): La movilidad social en Argentina, en Lipset, S. y R. Bendix Movilidad social en la sociedad industrial, Buenos

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    1. IntroduccinLa situacin econmica y ocupacional del pas parece habercambiando en los ltimos aos. El perodo de crecimientoocurrido tras la salida de la crisis 2001-2002, estuvo acompaa-do por una expansin en la demanda de empleo, unarecuperacin del consumo y una cada en los niveles depobreza e indigencia, medidas en trminos de ingresos. Losdatos agregados sobre la cada del desempleo y la recuperacinde las remuneraciones laborales resultan altamente positivos.Despus del primer impacto regresivo que produjo la crisis durante 2002-, la introduccin de medidas macroeconmicas

    basadas en un tipo de cambio alto, supervit fiscal y controlesinflacionarios, en un contexto de precios internacionalesfavorables para los productos de exportacin, se expres enun crecimiento continuado de producto bruto interno y delempleo durante el perodo 2003-2006. (Cuadro 1). Estareactivacin impact en forma directa sobre el empleo,aumentando la demanda en trminos absolutos y haciendocaer a partir de 2003- las tasas de desocupacin ysubocupacin.1(Cuadro 2).En este sentido, las actuales condiciones macroeconmicas ypoltico-institucionales generadas con la salida del rgimen deconvertibilidad y la ulterior reactivacin econmica (2003-

    2006), constituyen un escenario relevante para analizar lacapacidad del capitalismo argentino de absorber, bajo unmercado de trabajo formal y socialmente integrado, a unextenso reservorio de sectores excedentes y marginados de lafuerza de trabajo.

    En este contexto resulta relevante preguntarse: En qumedida los cambios macroeconmicos y el aumento de lademanda de empleo estn produciendo, alteracionesmodernizadoras y efectos integradores sobre la composi-cin sectorial del empleo, as como sobre las formas queasumen las relaciones sociales de produccin en las queparticipa la fuerza de trabajo? O, por el contrario, en qumedida, los datos analizados, podran indicar que se mantienevigente hasta el momento, una organizacin econmico-sectorial desigual, con un polo informal marginal y conmercados de trabajo segmentados en cuanto a sus rasgos

    estructurales y modos de funcionamiento?Este tipo de preguntas tiene como antecedentes estudiosprevios que han mostrado, tanto para la dcada del 90 comopara principios del nuevo decenio, la existencia de un mercadode trabajo segmentado y cada vez ms polarizado en trminossectoriales y con problemas en la distribucin de los ingresoslaborales (Neffa et al, 2000; Monza, 2002, Lindenboim, 2001;Salvia 2003, Salvia, Metlika y Fraguglia, 2006, Lindenboim,2007). Al igual que en estos trabajos, se parte de una perspecti-va terica general que considera que los desequilibrios labora-les y sociales de la Argentina son de tipo estructural y encuen-tran explicacin en el rgimen social de acumulacin, donde la

    precariedad laboral y la desigualdad social no seran el resulta-do de una transicin, sino que constituiran un componenteestructural del funcionamiento del rgimen econmico y deregulacin institucional dominante.Se parte del supuesto ampliamente desarrollado por la

    Informalidad y marginalidad en los mercados de trabajo en la Argentina de la

    post devaluacin*

    Agustn Salvia, Federico Stefani y Guillermina Comas**

    ** Instituto de investigaciones Gino Germani - Facultad de Ciencias Sociales UBA

    * Este artculo constituye una sntesis de la ponencia Ganadores y perdedores en los mercados de trabajo en la argentina de la postdevaluacin; presentada en las IX Jornadas Argentinas de Estudios de Poblacin (AEPA), 31 de Octubre, 1 y 2 de Noviembre de 2007,Huerta Grande, Crdoba.

    Cuadro 1. Elasticidad Empleo / Producto Perodo: III trimestre 2003 - IV trimestre 2006.Elasticidad III

    04/03IV

    04/03I

    05/04II

    05/04III

    05/04IV

    05/04I

    05/06II

    05/06III

    05/06IV

    05/06Var. PBI 8,7 9,3 8,0 10,4 9,2 8,6 8,8 8,2 8,4 8,5

    Var. Empleo 6,1 4,4 2,2 2,6 3,4 3,2 4,1 5,3 2,8 3,1

    ElasticidadEmpleo/PBI

    0,70 0,47 0,28 0,25 0,37 0,37 0,47 0,65 0,33 0,37

    Fuente: Grupo Cambio Estructural y Desigualdad Social, Instituto Gino Germani / UBA, con base en datos del Ministeriode Economa / INDEC.

    Cuadro 2: Evolucin Tasa de desocupacin y desocupacin para el total de Aglomerados Urbanos TASAS III

    03IV03

    I04

    II04

    III04

    IV04

    I05

    II05

    III05

    IV05

    I06

    II06

    III06*

    IV06*

    Desocupacin 16,3 14,5 14,4 14,8 13,2 12,1 13 12,1 11,1 10,1 11,4 10,4 10,2 8,7

    Subocupacin 16,6 13,6 15,7 15,2 15,2 14,3 12,7 12,8 13,0 11,9 11,0 12,0 11,1 10,8

    Nota: Desde el 3 trimestre del ao 2006 se incorporaron a la EPH continua tres aglomerados (San Nicols/VillaConstitucin, Viedma/ Carmen de Patagones y Rawson/Trelew), que venan siendo relevados en la modalidad EPH puntual,por lo cual el total de aglomerados relevados pas de veintiocho a treinta uno.Fuente: Informe de prensa EPH. Mercado de Trabajo: Principales indicadores. 4 T-2006

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    literatura- que plantea que una heterognea composicinsectorial del sistema econmico-ocupacional, genera unfuncionamiento no articulado e integrado, tanto de la estruc-tura social como de los mercados laborales, a la vez que noconstituye un marco eficiente para una distribucin msequitativa del ingreso. Por el contrario, tales heterogeneidadestienden a reproducir la separacin entre un sector monoplicoo dinmico de la economa y un sector tradicional, no

    estructurado, competitivo y de subsistencia, alejando cada vezms a ste ltimo del escenario del desarrollo econmico y lamovilidad social (Pinto,