jean meslier - crítica de la religión y del estado

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    Jean Meslier

    CRTICA DE LARELIGIN Y DEL

    ESTADO

    Edicin a cargo de Menene GrasBalaguerEdiciones Pennsula

    BARCELONA,1978

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    Antologa de textos extrada de las Oeuvres

    Completes publicadas por Editions Anthropos dePars, 1970.

    Traduccin deMenene GrasBalaguer

    Cubierta deEnrc Satu

    Primera edicin: enero de 1978

    Realizacin y propiedad de esta edicin (incluidos laseleccin, la traduccin y el diseo de la cubierta):

    EDICIONS 62 S.A.,Provenza 278, Barcelona-8

    Deposit legal: B. 1.863-1978ISBN: 84-297-1376-X

    Impreso en Conmar Color Corominas 28, Hospitaletde Llobregat (Barcelona)

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    INTRODUCCIN

    Si en algo llama la atencin la biografa de Jean Meslier espor la escasez de acontecimientos que parecen haber

    transcurrido durante su vida, en contraste con la obra que legen forma de testamento. Los documentos o informes relativosa sus actividades no destacan ningn rasgo particular por elque hiciera manifiestas sus inclinaciones, sus pensamientos nisus sentimientos, tal como aparecen en sus escritos.Procedente de una familia rural, fue destinado al estadoeclesistico, satisfaciendo una ambicin comn a casi todaslas familias de extraccin social semejante a la suya. Suingreso en el seminario de Reims, en 1684, fue seguido de su

    nombramiento como subdicono en 1687, ordenndosesacerdote en 1688. Se le asign la parroquia de Estrepigny alao siguiente, cuya direccin asumi hasta el final de su vida.

    Meslier haba nacido en 1660, y pese a que fingiera lasapariencias de su estado y condicin, no deja de encarnar lafigura del cura rural del Ancien Regime. Dentro de susingularidad y la extravagancia de su carcter, se lo puedeconsiderar un caso aislado, pero las frecuentes insurreccionespopulares y revueltas campesinas favorecan en cierto modo

    las situaciones conflictivas y la indisposicin entre losadministradores de ciertas dicesis y los poderes locales.Adems, en las Ardenas, regin a la que perteneca Meslier,la represin se haba incrementado duramente a lo largo delsiglo xvii con motivo de la

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    Contrarreforma y el absolutismo real que trajo enconsecuencia. Las querellas entre algunos de losrepresentantes de la Iglesia y la nobleza eran pues cotidianas,

    cuando los primeros adoptaban la defensa de los explotadosque, segn Meslier, geman bajo el yugo de las supersticionesde la religin y la tirana de los reyes. Precisamente, el nicoepisodio que merece sealarse en la vida de Meslier es elincidente ocurrido a raz de la muerte del sieur de Toully en1716. Conocindose los malos tratos que los campesinoshaban recibido de l, Meslier se neg a incluirlo en susoraciones y a predicar que se elevaran rezos por su alma, sinpoder evitar los ingratos reproches de sus superiores y la pena

    de un mes de encierro en el seminario. El resto de su vida, noobstante, vivi retirado en su dicesis, cumpliendomodestamente sus obligaciones, aunque por coaccin y sinhaber sentido jams la supuesta vocacin religiosa queejerca; y si nunca dio motivo de sospecha, pese a su profundaaversin por las prcticas religiosas propias de sus funciones,su prudencia slo servira para volverse en argumento contral, como puede apreciarse en el artculo sobre Meslierpublicado en Biographie ardennaise ou histoire des arden-

    nais qui se font remarquer par leurs crits: El aislamientocon el que vivi en el campo le hizo contraer una especie demelancola salvaje.

    El mayor deseo de Meslier habra sido hacerse or de unextremo al otro de la tierra, pero nunca fue capaz de darexteriormente testimonio de sus convicciones y hacer pblicasu profesin de atesmo, tal como dej escrito en sutestamento, que no se abri hasta despus de su muerte,ocurrida en 1733. La cruel represin de que haban sido

    vctimas otros de sus semejantes por haber apoyado cualquierrevuelta o haber dado muestras de .insubordinacin, justificasuficientemente su silencio. Cualquier acusacin con respectoa su temor a exponerse, queda tambin justificada al dejar unarelacin escrita de

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    cuanto pensaba a la posteridad. Siendo un insurrectoapasionado, sorprende, no obstante, su paciencia y supremeditacin, por reservar toda su agresividad g en la obra

    que escriba, en lugar de pasar a la accin abiertamente. Lamisma violencia en el lenguaje del Testamento evidencia queescriba soando hablar desde el pulpito de su parroquia comoun verdadero provocador, enardeciendo a sus feligreses;lo confirma tambin su aspecto coloquial y el hecho de queesta ilusin fuera lo nico que poda compensar el silencioque guard y que, sin embargo, habra traicionado en ms deuna ocasin, como cuando siente la necesidad de decir quedeseara tener el brazo, la fuerza, el coraje y la masa de un

    Hrcules para purgar al mundo de todos los vicios y de todaslas iniquidades, y para tener el placer de derribar a todos estosmonstruos de tiranos de cabezas coronadas y a todos losdems monstruos, ministros de errores e iniquidad, que hacengemir tan lastimosamente a los pueblos.

    Parece que Meslier, perteneciente al siglo de Montaignems que como precursor del siglo de la Ilustracin, slohubiera podido soportar la idea de su profunda soledadrecordando el ejemplo del autor de losEssais, aunque no sin

    envidiar la libertad de que gozaba este ltimo encerrado en sucastillo. La nostalgia de Meslier por Montaigne se insina eneste Testamento donde deba revelar todos sus sentimientos ypensamientos, concebido como una obra decisiva einsustituible en su Siglo, que escribira entre 1723 y 1725. El

    Ant-Fnelon, la otra obra que se conserva de l, esincomparablemente inferior; en realidad, es un textoreelaborado posteriormente que contiene las anotacionesmarginales manuscritas que hizo Meslier en la edicin de

    Fnelon: Sobre la demostracin de la existencia de Dios deFnelon y las reflexiones sobre el atesmo del padre Toume-mine. Son comentarios inspirados en el curso de la lectura, amodo de una refutacin completa del ss-

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    tema expuesto por Fnelon, y que conciernen en especialestos temas: 1. La esencia de la materia; contra la definicinde la materia inerte e incapaz de moverse por s misma,

    Meslier opone la materia sutil que tiene el movimiento en smisma y por s misma. 2. En segundo lugar, a la disociacinde lo en s y lo perfecto, Meslier atribuye a la materia estascualidades, mientras Fnelon recurre a un Ser supremo quelas rene. 3. Al carcter fsico del gran todo, Meslier nodiviniza la naturaleza y rechaza atribuirle los predicadosmetafsicos atribuidos a Dios. Se ignora la fecha de redaccinde este escrito, aunque se tiende a creer que fue alrededor de1718. tras la publicacin de las obras filosficas del abbde

    Fnelon, el mismo ao. De no ser as, al menos tuvo quehacer estas anotaciones antes de empezar su Testamento,tituladoMemorias de los pensamientos y sentimientos de Jean

    Meslier, o mientras elaborara el plan o el esbozo.Existe adems otra obra atribuida a Meslier, por motivos

    desconocidos, y que se titulaba Le Bon sens du cur Meslier.Apareci en 1791, tras haber sido publicada de antemanocomo una obra del barn de D'Holbach. Se trata de unresumen del clebre Systme de la nature, de D'Holbach,

    elaborado a fin de que aquella obra obtuviera una divulgacinmayor. Por ltimo, consta, no obstante, que dej unatraduccin francesa del Cantar de los Cantares y algunascartas a los curas de su vecindad.

    Sin que se sepa de cul de los tres manuscritos delTestamento que leg Meslier de su puo y letra al morir, las

    Memorias fueron recopiladas y empezaron a circular enversiones reducidas, distribuyndose rpidamente en elmbito de la literatura clandestina. Es precisamente, en la

    poca que Voltaire da muestras de curiosidad a sucorresponsal de Pars (Thierrot), encargndole la obtencin deun ejemplar para l. El extracto que hizo posteriormenteVoltaire, bajo el asombro que le produjera esta obra,

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    fue publicado en 1762. La citada versin no es un resumen

    redactado propiamente por Voltaire; ste slo tom unaversin manuscrita anterior que ya reduca el contenido inicialde las Memorias a las cinco primeras pruebas,aproximadamente a la mitad de la obra, limitndose a lascorrecciones o modificaciones imprescindibles. La difusinalcanzada por esta obra se puede apreciar por las diversasreediciones que se llevaron a cabo durante el siglo xvm. Encualquier caso, el extracto no ocupa ms de ciento cincuentapginas y ofrece una visin -muy parcial de la obra completa,descartndose muchos aspectos que slo se destacan en laspruebas restantes. La fidelidad del extracto de Voltaire a laobra original es, asimismo, muy discutible, en la medida queno puede omitirse su inters en apropiarse del descubrimientode este autor, por su tendencia a convertirlo en un posiblepartidario del desmo ilustrado. Lo cierto es que de haberloreconocido como un materialista ateo habra expresado suodio y su condena en relacin a las Memorias, al igual quehizo con otros pensadores de su poca, y por razonesidnticas a las que inspiran su Traite de mtaphysique endefensa del desmo. Tal vez se deduzca tambin de semejanteconfusin que Diderot o D'Holbach apenas lo mencionen o lohagan muy tardamente, cuando, no obstante, lo verosmil erainsertar a Meslier dentro de la tradicin del materialismofrancs del siglo xviii como uno de sus iniciadores, orientadoms hacia lo que podra llamarse la izquierda ilustrada.

    En el artculo Meslier, de Naigeon (1736-1810) amigode Diderot y pariente del barn de D'Holbach, que se hallaincluido en el Dctionnaire de phosophie ancienne etmoderno (1791-1794), de Jean Panckouke, se hace lasiguiente observacin: A juzgar por los sentimientos de JeanMeslier, segn el resumen de Voltaire, en este competentesacerdote slo se ve a uno de estos destas o testas tancomunes

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    en Inglaterra; pero Meslier haba avanzado un paso ms que

    los ingleses, y adems un paso muy difcil y que se dararamente; era ateo y esto es lo que Voltaire ha queridodisimular.

    Por esta obra nica que escribi Meslier, no con el deseo deescribir propiamente, sino para poder decir lo que se veaobligado a callar, y pese a su torpeza, es posible distinguir alcrtico social milenarista y al filsofo. Antes que nada semuestra como un utopista radical inscrito en el contexto de lasrevueltas campesinas e insurrecciones populares de finales del

    siglo xvii y primera mitad del xviii, elevando sus protestas enprimer lugar contra la crueldad tirnica de los reyes yprncipes de la tierra, en particular contra los reyes de Francia,pues dice no hay ninguno que no haya llevado tan lejosla autoridad absoluta, ni que haya hecho a sus pueblos tanpobres, tan esclavos y tan miserables como estos ltimos, nihay ninguno que haya hecho derramar tanta sangre, ni quehaya hecho matar a tantos hombres, ni derramar tantaslgrimas a las viudas y a los hurfanos, ni que haya hechoarrasar y asolar tantas ciudades y provincias como este ltimorey difunto, Louis XIV, llamado el grande, noverdaderamente por las grandes y loables acciones que hayahecho, puesto que no ha hecho ninguna que merezcaverdaderamente este nombre, sino por las grandes injusticias,por los grandes robos, por las grandes usurpaciones, por lasgrandes desolaciones, por las grandes devastaciones y por lasgrandes carniceras de hombres que ha hecho hacer por todaspartes, tanto por mar como por tierra. En esta poca, Franciaera todava esencialmente campesina y rural, con un rgimende reminiscencia feudal, caracterizado por el absolutismo dela monarqua, el mantenimiento del parasitismo y concesinarbitraria de privilegios a la nobleza, a la vez que por elnotable ascenso de la burguesa que Saint-Simon tantorecrimina en sus crnicas de la vida de la

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    Corte. Se haba acrecentado la implantacin de agentes

    locales e intendentes en las provincias para velar t instauraruna administracin ms estricta sobre (os bienes, con el nicofin de asegurar el control de la explotacin, como muestra laconstante virulencia en los medios rurales. La crtica social deMeslier emerge de estas injusticias, girando en tomo a losabusos que se permiten los grandes de la tierra y lasdesdichas que persiguen a los pobres pueblos y contra todorgimen opresor en general. Pero el aspecto ms relevante esque Meslier justifica su indignacin ante la desigualdad

    reinante y la existencia de una clase de gente ociosa y queextrae sus beneficios del trabajo de los pueblos, los cualesviven miserablemente, por la estrecha dependencia entre lascreencias religiosas de los pueblos y su sumisin y por lacooperacin entre la Iglesia y el Estado para mantener estasituacin.

    Meslier se puede abordar como utopista y como filsofo:como lo primero, no tiene ms suerte que Morelly, el abbMably (1709-1785) o Brissot de Warbille (1754-1793),prcticamente olvidados. Tales pensadores utpicos, siendolos ms representativos del siglo xviii, suelen ocupar un lugarsecundario frente a los pensadores ilustrados, que de algunaforma gozan de una reputacin indiscutible y se arrogan lahegemona cultural a partir de la segunda mitad del siglo. Sinembargo, aun considerando a Meslier superior a los demsutopistas mencionados, tampoco se le puede comparar con losutopistas clsicos, Toms Moro o Campanella; no es brillanteni hombre culto, ni habra podido inventar una ciudad del sol,tal vez consecuencia de su aislamiento y carencia de medios.La utopa de Meslier se halla ms implcita queexplcitamente en su denuncia y su crtica. La sociedad ocomunidad ideal que preconiza a los pueblos es postergadaante la inminente necesidad de denunciar todos los abusos yrevelar urgentemente lo que constituye el fundamento y ori-

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    gen de la autoridad de los grandes, propiciando; la

    exacerbacin de los pueblos y su levantamiento. Por supuesto,en este sentido, .era innecesario ilustrar el radiante porvenircon una ciudad ideal, a modo de una ciudad morelliana,porque la promesa de felicidad se concluye evidentemente dela liberacin de los pueblos del yugo de la tirana y de lareligin. Pero el mrito de Meslier reside en habercomprendido que la crtica de la propiedad privada y suabolicin era inseparable de la crtica del Estado de derechodivino, en la misma medida que el monarca se permita

    legitimar sus abusos por ser la encamacin humana de lasuprema autoridad divina, y recprocamente la esclavitud ysumisin de los pobres pueblos se perpetuaba como un debermediante las supersticiones de la religin y la creencia en otravida, en Dios y en todos los misterios divinos.

    La misin que se atribuye Meslier es casi mesinica:desengaar a los pueblos y revelarles la Verdad, en losmismos trminos, concibiendo as el plan de su obra, segn lademostracin de ocho pruebas sobre la vanidad y falsedad delas religiones, donde delata la conexin entre elmantenimiento de stas y el de la tirana de los reyes yprncipes de la tierra. Su intencin es hacer ver latrascendencia apremiante de su proyecto, al agitar a lospueblos fomentando la necesidad de su insurreccin, y

    justificar la violencia y destruccin que debe practicarse paraque reine la justicia y la igualdad entre los hombres, comocomunica en este mensaje: Procurad uniros todos cuantossois, vosotros y vuestros semejantes, para sacudircompletamente el yugo de la tirnica dominacin de vuestrosreyes y de vuestros prncipes; derribad por todas partes estostronos de injusticias e impiedades; derrocad todas estascabezas coronadas, confundid en todas partes el orgullo y lasoberbia de todos estos tiranos altivos y orgullosos, y nosoportis nunca ms que reinen de ningn modo. sobrevosotros.

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    Con respecto la esperanza en sta futura comunidad

    fraternal, regida por los ms sabios y los mejor Instruidos, queMeslier esboza con cierta modestia e inocencia como sidesconfiara de los parasos que otros hayan descrito, sesupone una distribucin igualitaria de los bienes y riquezas, ala vez que un gobierno justo, y el establecimiento de unamoral y unas leyes naturales, dictadas por la sola razn comouniversales, y que constituyen las nicas normas por las quelos hombres habrn de guiar su conducta. Aunque por la faltade precisin y al tratarse de de una comunidad esencialmente

    agraria, basada en una economa agrcola, este proyectopudiera parecer anacrnico ya entonces, en contraste con lavida de las ciudades y la creciente evolucin econmica enotros sectores de la industria, esta consideracin, al igual quela de su carencia de vigencia, no puede invalidar laautenticidad de su rebelde testimonio. Como filsofo casipasa desapercibido, por inmerecido que parezca, ya sea porconsiderarse secundario en este aspecto, como por la condenainmediata de una Iglesia que se crea regenerada en virtud dela Revocacin del Edicto de Nantes, o incluso por sudesinters en darse a conocer en vida, prefiriendo sumarginacin. Y, sin embargo, es uno de los iniciadores de latradicin materialista que predomina en Francia durante elsiglo xviii y se encuentra entre los defensores ms tajantes deesta corriente de pensamiento, clsico producto delcartesianismo que surge inevitablemente como su negacin,haciendo una nica salvedad con la fsica cartesiana. Losfilsofos cartesianos constituyen su referencia msinmediata, en especial el autor de La Rechrche de la vrt,Mallebranche, al que cita con frecuencia.

    En trminos generales, los axiomas o principios en los quese inspira su pensamiento nacen de su refutacin de lafilosofa vigente. stos parten de la demostracin de laexistencia de la materia por s misma, conteniendo en smisma y por s misma el

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    movimiento, sin necesidad de ningn principio exterior que la

    mueva, y de ah que se permita rechazara la existencia de otroSer o agente que poseyera en s todas las cualidades y fuera elnico en conferirte el movimiento. De algn modo, su, ataquea los cartesianos, sin que stos dejen de imponerle respeto, esimaginado como una acusacin por haber violado las reglasde juego delDiscurso del Mtodo, segn las cuales se habrapodido lograr un verdadero progreso del conocimiento, ascomo el desvanecimiento de las verdades inquebrantables,aunque no menos inoperantes, que la Escolstica haba

    defendido. Para Meslier la deduccin lgica de un discursofundado en premisas tales como las que se exponen all noconduca necesariamente a la escisin entre la materia y unprincipio espiritual que le confiriera el ser y la existencia, dedonde se desprende fatalmente la escisin entre el alma y elcuerpo y la consiguiente afirmacin de un agente creador dela materia. Por el contrario, para los cartesianos es imposibleque nuestros pensamientos tengan una forma determinada ysean visibles, sirviendo de apoyo a su argumento sobre la

    divisin en un principio material desprovisto de cualidades yotro espiritual, del que en ltima instancia deriva la nocin deDios.Todos los razonamientos en que estos ltimos hacendescansar sus argumentos, a Meslier le parecenexcesivamente ridculos para ser credos; nunca su humor estan agudo como cuando se refiere a ellos. Para l la materiano tiene que ser necesariamente corprea, ni debe adquirirninguna forma. Slo la materia nos es perceptible y no veinconveniente en atribuirle a s misma el movimiento,descartando la necesidad de la existencia de un Ser que se loconfiera. La materia o la sustancia es una y todos losfenmenos se producen pues por la combinacin de suspartes. Todas estas constataciones del dominioexclusivamente filosfico conjuran y sostienen sus funestosataques a la religin y sus misterios:

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    la vida del ms all, la inmortalidad del alma..., as como la

    insuficiencia de los pretendidos motivos de credibilidad enninguna religin, sea cual sea.Meslier es un filsofo autodidacta, lo que confirma las

    limitaciones de exposicin de su pensamiento, al igual quela precariedad de recursos con que con-5 taba, pero esto lohace ms meritorio an. Sus fuentes se reducenprimordialmente al Antiguo y Nuevo Testamento,incurriendo a veces en la pura antiteologa. Aunque en esteaspecto no sobresale tanto como por sus ataques contra lareligin y las premisas en las que funda su profesin deatesmo, que queda perfectamente objetivada en la lucha declases entre el campesinado y las masas rurales y laaristocracia. Es muy probable tambin que el materialismode Meslier se halle inspirado en Lucrecio, autor al queadmira; elDe Rerum Natura es tal vez una de las obras quemayor influencia pudo tener sobre Meslier al hallarestablecidos los axiomas que defienden la autenticidad de lamateria como nico principio y esencia ltima de todas lascosas. Finalmente, su confrontacin con el autor del poemasobre la naturaleza de las cosas ms que probable esevidente por la mera semejanza de su refutacin de lainmortalidad del alma y la composicin previa de lamateria, conduciendo en ambos a la denuncia de loscrmenes de la religin. De Lucrecio se deca tambin queestaba posedo por una enfermedad extraa o bajo el signode la locura, lo que tambin aumentara la identificacin deMeslier con este autor supuestamente desdichado. Su temora no ser credo le induce a ampararse con la Antigedad y a

    su mana por las extensas citaciones, llegando al extremo dededicar captulos enteros exclusivamente a reproducirtextos de algunos autores como san Agustn, Montaigne, LaBruyre, Mallebranche, o del Antiguo y Nuevo Testamento,en quienes apoya o dirige sus refutaciones.

    Meslier se considera a s mismo ingenuo por decir

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    abiertamente cuanto piensa; pero cuando verdaderamente

    demuestra serlo es al estar convencido de su perspicacia y delos efectos funestos que deban derivarse de sus escritos y suestilo provocador. El Meslier ingenuo es este insurrectoapasionado, casi fantico, persuadido de que puede redimir alos pueblos, fascinndole lo que l mismo es capaz de decir.Su drama interno fue lo que ms le impuls a concebir suobra, y el goce en el escndalo que sta habra de provocar lehizo persistir en su elaboracin silenciosa, premeditada yvoluntariosa. A travs de Meslier se podra recordar a ThomasMnzer, el conocido telogo de la Revolucin, pero su

    coincidencia es ms anecdtica que real porque Mnzer es, encierto modo, el revolucionario opuesto que destac por sucombatividad y su constante intervencin en lassublevaciones campesinas y conflictos religiosos que sesucedan en Alemania a causa de la Escisin. El telogo de laRevolucin nunca fue conocido por Meslier, que tal vez podahaber seguido su ejemplo.

    La estructura de las Memorias de los pensamientos ysentimientos de Jean Meslierse divide en ocho pruebas sobrela vanidad y falsedad de las religiones, que se suceden en elsiguiente orden:

    Primera prueba de la vanidad y falsedad de las religiones,que son todas invenciones humanas.

    Segunda prueba de la vanidad y falsedad de las dichasreligiones. La fe es una creencia ciega y que sirve defundamento a todas las religiones; slo es un principio deerrores, ilusiones e imposturas.

    Tercera prueba de la vanidad y falsedad de las religiones,extrada de la vanidad y falsedad de las pretendidas visionesy revelaciones divinas.

    Cuarta prueba de la falsedad de las dichas religiones,extrada de la vanidad y falsedad de las pretendidas profecasdel Antiguo Testamento.

    Quinta prueba de la vanidad y falsedad de la religincristiana, extrada de los abusos y de las vejaciones injustasde la tirana de los grandes que ella soporta o autoriza.

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    Sexta prueba de la vanidad y falsedad de la religin

    cristiana, extrada de los abusos y de las vejaciones injustas yde la tirana de los grandes que ella soporta o autoriza.Sptima prueba de la vanidad y falsedad de las religiones,

    extrada de la misma falsedad de la opinin de los hombres,concerniente a la pretendida existencia de los dioses.

    Octava prueba de la vanidad y falsedad de las religiones,extrada de la misma falsedad de la opinin que los hombrestienen de la espiritualidad e inmortalidad del alma.

    En la presente seleccin se ha procurado incluirdemostraciones de la mayora de las pruebas, salvo la tercera

    y la cuarta por pertenecer a un orden ms teolgico y referirsems particularmente a algunos aspectos de la religincristiana, como la verdad o falacia de los milagros yprofecas... El conjunto de textos comprendidos aqu intentapresentar y dar a conocer una visin lo ms amplia posible delpensamiento del autor, teniendo en cuenta su casi totaldesconocimiento en Espaa. Las nicas ediciones existentes,aunque imposibles de encontrar, son las siguientes:

    Traduccin de textos escogidos, segn la seleccin francesa

    de Jules Lermina (1902), en la Biblioteca de la HuelgaGeneral, Madrid-Barcelona (1904).

    Versin de Le Bon sens du cur Meslier: El buen sentidodel cura Meslier (Madrid, 1837), y Dios ante el sentidocomn, por el cura Meslier (sexta ed., Madrid, 1913).

    La inclusin del Anti-Fnelon en la seleccin no parecaesencial por no presentar ningn aspecto divergente de todaslas afirmaciones de sus Memorias; tambin habra debidofragmentarse a causa de su extensin y careca de inters.

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    Por ltimo, la presente antologa se basa en la edicin de

    las obras completas en tres volmenes publicada por ditionsAnthropos, Pars, 1970.MENENE GRAS BALAGUER11.

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    1A lo largo de los sucesivos captulos se indica la procedencia decada fragmento, sealando la prueba a que corresponden.Prcticamente no se han agregado ms anotaciones que las referentesa ciertos trminos que presentaban dificultades de traduccin, por labrevedad de la edicin.El lenguaje de Meslier es un lenguaje coloquial, con una sintaxispeculiar e incluso incorrecta, pero se ha procurado conservar lo ms

    fielmente posible el estilo del original. En cuanto al lxico, al finaldel vol. III de las obras completas s ofrece un breve diccionarioexplicativo de las variantes y usos terminolgicos de Meslier. A estepropsito conviene explicar el origen de las palabras decola ycristicola. Meslier extrae el primer trmino de la tradicin religiosa.Su forma latina era deicolae. El sentido ms difundido de estapalabra es el de adorador de un Dios u hombre piadoso. Existatambin un San Deicole, festejado el 18 de enero. Meslier le agregaun sentido irnico. Cristicola, en su forma latina era christicola oChristicolus, adorador de un Cristo; tiene igualmente ciertosentido irnico en el texto.

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    ESBOZO DE LA OBRA

    Amigos mos, como no se me habra permitido e inclusohabra supuesto para m una grave y onerosa |consecuenciadeciros abiertamente, en vida, lo que pensaba de la conducta ydel gobierno de los hombres, de sus religiones y de suscostumbres, he decidido decroslo al menos tras mi muerte;mi intencin y mi deseo sera decroslo de viva voz, antes demorir, si me viera prximo al fin de mis das y tuviera anpara entonces el uso libre de la palabra y del juicio; perocomo no estoy seguro de tener en estos ltimos das, o enestos ltimos momentos, todo el tiempo ni toda la presenciade espritu que me sera necesaria entonces para declararosmis sentimientos, me he visto obligado a empezar a decla-rroslos ahora por escrito y daros al mismo tiempo pruebasclaras y convincentes de todo lo que me gustara deciros, a finde tratar de desengaaros lo menos tarde posible, en cuantome atae, de los os errores en los que todos nosotros, cuantossoltaos, hemos tenido la desdicha de nacer y vivir, y en loscuales yo mismo he tenido el desagrado de hallarme obligadoa infundiros; digo el desagrado porque para m eraverdaderamente desagradable tener esta obligacin. Ello

    explica tambin por qu nunca la he desempeado sino conmucha repugnancia y con bastante negligencia, como habispodido observar.He aqu ingenuamente lo que al principio me influjo a

    concebir este proyecto que me propongo.

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    Como yo senta naturalmente en m mismo que no encontraba

    nada tan dulce, nada tan grato, tan amable y nada tan deseableen los hombres como la paz, como la bondad del alma, comola equidad, como la verdad y la justicia que, a mi parecer,deberan ser fuentes inestimables de bienes y de felicidad paralos mismos hombres, si conservasen primorosamente entre stan amables virtudes como aqullas, senta tambin,naturalmente en m mismo, que no encontraba nada tanodioso, nada tan detestable y nada tan pernicioso como lasperturbaciones de la divisin y la depravacin del corazn y

    del alma. Y sobre todo la malicia de la mentira y la impostura,no menos que la de la injusticia y la tirana, que destruyen yaniquilan en los hombres todo lo que podra haber de mejoren ellos y que por esta razn son fuentes fatales, no slo detodos los vicios y de todas las maldades de que estncolmados, sino tambin de las causas desdichadas de todoslos males y de todas las miserias que les abruman en la vida.

    Desde mi ms tierna juventud divis los errores y losabusos que causan tan graves males en el mundo; cuanto ms

    he avanzado en edad y en conocimiento ms he reconocido laceguera y la maldad de los hombres, ms he reconocido lavanidad de sus supersticiones y la injusticia de sus malosgobiernos. De manera que, sin haber tenido jams muchocomercio en el mundo, podra decir con el sabio Salomn quehe visto y que he visto incluso con asombro y con indignacina la impiedad reinar en toda la tierra, y una corrupcin tangrande de la justicia que aqullos mismos que estabandestinados a drsela a los dems se haban convertido en losms injustos y los ms criminales y la haban reemplazadopor la iniquidad (Eccls., 3.16). He conocido tanta maldad enel mundo que ni la misma virtud ms perfecta ni la inocenciams pura estaban exentas de la malicia de los calumniadores.He visto y

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    se ve an todos los das infinidad de inocentes desdichados

    perseguidos sin motivo y oprimidos con ( injusticia, sin que anadie le afectara su infortunio ni que stos encontrasenprotectores caritativos para socorrerles. Las lgrimas de tantos

    justos afligidos y las miserias de tantos pueblos tantirnicamente oprimidos por los ricos malvados y por losgrandes de la tierra, me han provocado, al igual que aSalomn, tanta repugnancia y tanto desprecio por la vida que,as como l, estim la condicin de los, muertos mucho msdichosa que la de los vivos, y a aquellos que nunca han

    existido mil veces ms felices que los que existen y gimenan en tan grandes miserias. Laudavi mortuos mags quamvventes et fliciorem utroque judicavi, qui necdum natus est,

    nec videt mala quae fiunt sub sole (Eccls., 4.2).Y lo que an me sorprenda ms especialmente, sin salir demi asombro al ver tantos errores, tantos abusos, tantassupersticiones, tantas imposturas, tantas injusticias y tiranasreinantes, era ver que, pese a existir en el mundo cantidad depersonas que pasaban por eminentes en doctrina, en sabidura

    y en piedad, sin embargo, no haba ninguno que se atreviera ahablar, ni a declararse abiertamente contra tan grandes y tandetestables desrdenes; no vi a nadie de distincin que losreprendiera ni los inculpara, aunque los pobres pueblos nocesaran de lamentarse ni de gemir entre ellos en sus miseriascomunes. A este silencio por parte de tantas personasprudentes, e incluso de un rango, y de un carcterdistinguidos, que deban, a mi parecer, oponerse a lostorrentes de vicios e injusticias, o que al menos debanprocurar aportar algunos remedios a tantos males, leencontraba con asombro una especie de aprobacin, en la quean no vea bien la razn ni la causa. Pero despus, tras haberexaminado un poco mejor la conducta de los hombres y trashaber penetrado un poco ms profundamente en los misteriossecretos de la refinada y astuta poltica de

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    los que ambicionan cargos, consistentes en querer gobernar a

    los dems, y de los que quieren mandar con autoridadsoberana y absoluta o quieren ms particularmente hacersehonrar y respetar por los dems; he reconocido, fcilmente,no slo la fuente y el origen de tantos errores, de tantassupersticiones y de tan grandes injusticias, sino que ademshe reconocido la razn por la cual quienes pasan por sabios eilustrados en el mundo no dicen nada contra tan detestableserrores y tan detestables abusos, aunque conozcansuficientemente la miseria de los pueblos seducidos y

    subyugados por tantos errores y oprimidos por tantasinjusticias.

    [T. I (pp. 5-10) O. C.]

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    PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS

    DEL AUTOR ACERCA DE LASRELIGIONES DEL MUNDO

    Amigos mos, la fuente de todos los males que os abruman yde todas las imposturas que os mantienen desgraciadamenteen el error y en la vanidad de las supersticiones, al igual quebajo las leyes tirnicas de los grandes de la tierra, no es otraque fiesta detestable poltica de los hombres a los que acabode referirme, pues, unos queriendo dominar injustamente entodas partes y otros queriendo darse cierta vana reputacin desantidad y algunas veces incluso de divinidad, unos y otros noslo se han servido diestramente de la fuerza y de laviolencia, sino que adems han empleado toda clase deastucias y artificios para seducir a los pueblos, con el objetode alcanzar con mayor facilidad sus fines, de manera queunos y otros de estos refinados y astutos polticos, abusandoas de la debilidad, de la credulidad y de la ignorancia de losms dbiles y de los menos ilustrados, les han hecho creer sin

    obstculo todo lo que han querido y despus les han hechoadmitir con respeto y sumisin, de buen grado o a la fuerza,todas las leyes que se les ha antojado imponerles, y con esteprocedimiento unos se han hecho respetar y adorar comodivinidades, o al menos como personas divinamenteinspiradas y enviadas particularmente por los dioses para dara conocer sus voluntades a los hombres. Y los otros se hanhecho ricos, poderosos y temibles en el mundo; y tras habersehecho ricos, unos y otros, mediante esta clase de artificios,

    bastante poderosos, bastante venerables clase de artificios,bastante poderosos, bastante venerables

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    o bastante temibles para hacerse temer y obedecer, han

    sometido abierta y tirnicamente a los dems a sus leyes. Paralo que les han sido de gran utilidad tambin las divisiones, lasquerellas, los odios y las animosidades particulares, que nacende ordinario entre los hombres, pues la mayor parte de ellos,al ser muy a menudo de humor, espritu e inclinacin muydiferentes unos de otros, no podran entenderse mucho tiempoentre s sin pelearse y sin escindirse. Y cuando estosconflictos y divisiones tienen lugar, aquellos que son oparecen los ms fuertes, los ms osados, y a menudo incluso

    los que son ms refinados, ms astutos o ms malvados, nodejan de aprovechar estas ocasiones para hacerse con mayorfacilidad los amos absolutos de todo.

    He aqu, amigos mos, la verdadera fuente y el verdaderoorigen de todos los males que perturban el bien de la sociedadhumana y hacen a los hombres tan desdichados en la vida. Heaqu la fuente y el origen de todos los errores, de todas lasimposturas, de todas las supersticiones, de todas las falsasdivinidades y de todas las idolatras que desgraciadamente se

    han extendido por toda la tierra. He aqu la fuente y el origende todo lo que os proponen como ms santo y ms sagrado entodo lo que se os hace llamar piadosamente religin. He aqula fuente y el origen de todas estas pretendidas leyes santas ydivinas que se os quiere hacer observar como procedentes delmismo Dios. He aqu la fuente y el origen de todas estaspomposas y ridculas ceremonias que nuestros sacerdotessimulan hacer con fastuosidad en la celebracin de sus falsosmisterios, de sus solemnidades y de su falso culto divino. Heaqu tambin el origen y la fuente de todos estos soberbiosttulos y nombres de seor, de prncipe, de rey, de monarca yde potentado, en virtud de los cuales, todos bajo pretexto degobernaros como soberanos, os oprimen como tiranos; envirtud de los cuales, bajo pretexto del bien y de la necesidadp-

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    blica, os arrebatan todo cuanto tenis de bello y mejor, y en

    virtud de los cuales, bajo pretexto de poseer su autoridad dealguna autoridad suprema, se hacen obedecer, temer yrespetar a s mismos al igual que dioses; y, en fin, he aqu lafuente y el origen de todos estos vanos nombres de noble y denobleza, de conde, de duque y de marqus de los que la tierraes prdiga, como dice un autor muy juicioso del siglo pasado,y que son casi todos como lobos rapaces, los cuales, bajopretexto de querer gozar de sus derechos y de su autoridad, osaplastan, os roban, os maltratan y os arrebatan todos los das

    lo mejor que tenis (Caract. ou moeurs dusicle!).He aqu paralelamente la fuente y el origen de todos estospretendidos santos y sagrados caracteres, de orden y de podereclesistico y espiritual, que vuestros sacerdotes y vuestrosobispos se atribuyen sobre vosotros; los cuales, bajo pretextode conferiros los bienes espirituales de una gracia y le unfavor todo divino, os arrebatan finalmente vuestros bienestemporales que son incomparablemente ms reales y msslidos que los que simulan conferiros; los cuales, bajo

    pretexto de querer conduciros al cielo y procuraros unafelicidad eterna, os impiden gozar tranquilamente de todobien verdadero en la tierra, y los cuales, finalmente, osobligan a sufrir en esta vida nica en la que tenis las penasreales de un verdadero infierno, bajo pretexto de quererpreveniros y preservaros en otra vida que no existe, de laspenas imaginarias de un infierno que no existe al igual queesta otra vida eterna merced a la cual mantienen vanamentepara vosotros, pero no intilmente para ellos, vuestros tenoresy vuestras esperanzas. Y como este tipo de gobiernostirnicos slo subsiste en virtud de los mismos medios y delos mismos principios que los han establecido y es peligrosoquerer combatir las mximas fundamentales de una religinas

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    como quebrantar las leyes fundamentales de un Estado o de

    una Repblica, no hay que sorprenderse si las personascompetentes e ilustradas se conforman a las leyes generalesdel Estado, por injustas que sean, ni si se conforman, almenos en apariencia, al uso y a la prctica de una religin queencuentran establecida, aunque reconozcan suficientementesus errores y su vanidad; porque por mucha repugnancia quepuedan experimentar en someterse a ella, les es, sin embargo,mucho ms til y ms ventajoso vivir tranquilamenteconservando lo que pueden tener que exponerse

    voluntariamente a perderse a s mismos, tratando de oponerseal torrente de errores comunes o tratando de resistir a laautoridad de un soberano que quiere hacerse dueo absolutode todos. Se suma, adems, el hecho de que en grandesEstados y gobiernos como son los reinos y los imperios, al serimposible que aquellos que son sus soberanos puedan solos,por s mismos, proveer a todo y mantener solos, por smismos, su poder y su autoridad en pases de grandesextensiones, velan por el establecimiento en todas partes de

    oficiales, intendentes, virreyes, gobernadores e infinidad deotra gente, a los que pagan copiosamente a expensas delpblico para velar por sus intereses, para mantener suautoridad y para hacer ejecutar puntualmente sus voluntadesen todas partes, de manera que no hay nadie que se atreva aponerse en deber de resistir, ni siquiera de contradecirabiertamente a una autoridad tan absoluta, sin exponerse almismo tiempo al riesgo manifiesto de perderse. Por estoincluso los ms competentes y los ms ilustrados se ven

    obligados a permanecer en el silencio, aunque veanmanifiestamente los abusos, los errores, los desrdenes y lasinjusticias de un gobierno tan malvado y tan odioso.

    Agregad a ello las intenciones e inclinacionesparticulares de todos aquellos que detentan los grandes o losmedios e incluso los ms nfimos cargos, ya

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    sea en el estado civil, ya sea en el estado eclesistico o que

    aspiran a poseerlos. Ciertamente, apenas hay quienes nopiensen mucho ms en sacar su provecho y en buscar suventaja particular que en procurar sinceramente el bienpblico de los dems. Apenas hay quienes no se comportenmediante algunas perspectivas de ambiciones o intereses, ocon algunas perspectivas que halagan la carne y la sangre. Nosern, por ejemplo, ninguno de aquellos que ambicionan loscargos y los empleos en un Estado quienes se opondrn alorgullo, a la ambicin o a la tirana de un prncipe que lo

    quiere someter todo a sus leyes. Al contrario, lo halagarnbien en sus malas pasiones y en sus injustos proyectos, con laesperanza de ascender y engrandecerse a s mismos; bajo elfavor de su autoridad. No sern tampoco quienes ambicionanlos beneficios o las dignidades en la Iglesia quienes seopondrn a ello, pues es mediante el favor y mediante elpropio poder de los prncipes que pretenden lograrlos omantenerlos cuando los hayan alcanzado; y muy lejos depensar en oponerse a sus malvados designios o de

    contradecirlos en algo, sern los primeros en aplaudirlos; y enhalagarlos en todo lo que hacen. No sern tampoco ellosquienes atacarn los errores establecidos ni quienesdescubrirn a los dems las mentiras, las ilusiones y lasimposturas de una religin falsa puesto que sobre estosmismos errores e imposturas se funda su dignidad y todo supoder al igual que todas las grandes rentas que extraen de ellocada da. No son ricos avaros quienes se impondrn a lainjusticia del prncipe ni quienes atacarn pblicamente los

    errores y los abusos de una religin falsa, puesto que amenudo es gracias al mismo favor del prncipe que poseenempleos lucrativos en el Estado o que poseen ricos beneficiosen la Iglesia; ms bien se dedicarn a acumular riquezas ytesoros que a destruir errores y abusos pblicos de los queunos y otros extraen tan grandes provechos. No sern

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    tampoco quienes aman la vida dulce, los placeres y las

    comodidades de la vida quienes se opondrn a los abusos deque hablo; prefieren mucho ms gozar tranquilamente de losplaceres y de las dulzuras de la vida que exponerse a sufrirpersecuciones por querer oponerse a los torrentes de errorescomunes, puesto que slo quieren cubrirse del manto de lavirtud y servirse de un pretexto falaz de piedad y de celoreligioso para ocultar sus astucias y sus vicios ms malvadosy para alcanzar de un modo ms refinado los finesparticulares que se proponen, consistentes siempre en buscarsus propios intereses y sus propias satisfacciones, engaandoa los dems con bellas apariencias de virtudes. Por ltimo,tampoco sern los dbiles ni los ignorantes quienes seopondrn porque, al carecer de ciencia y autoridad, no esposible que sean capaces de descubrir tantos errores y tantasinjusticias en las que se les mantiene sujetos, ni que puedanresistir a la violencia de un torrente, que no dejara dearrastrarlos de oponer dificultades a seguirlo. A lo que sedebe sumar, adems, que hay tal unin y encadenamiento desubordinacin y dependencia entre todos los diferentesestados y condiciones de los hombres, y adems se da casisiempre entre ellos tanta envidia, tantos celos, tanta perfidia ytanta traicin incluso entre los parientes ms prximos, queunos no podran fiarse de los otros y, por consiguiente, nopodran hacer nada ni emprender nada sin exponerse almismo tiempo a ser inmediatamente descubiertos ytraicionados por algunos; tampoco sera seguro confiarse aalgunos amigos ni a ningn hermano en una cosa de talgravedad cmo sera querer reformar un gobierno tan

    malvado. De manera que al no haber nadie que quiera ni quepueda, o que se atreva a oponerse a la tirana de los grandesde la tierra, no hay que sorprenderse si estos vicios reinan tanpoderosa y universalmente en el mundo; y he aqu cmo losabusos, cmo los errores, cmo las supers-

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    ticiones y cmo la tirana se han establecido en el mundo.

    Se dira, al menos en semejante caso, que la religin y lapoltica no deberan aliarse y que para ello deberan serrecprocamente contrarias y opuestas la una a la otra, puestoque parece que la dulzura y la piedad de la religin habran decondenar los rigores y las injusticias de un gobierno tirnico,y, adems, parece que la prudencia de un poltico honestodebera condenar y reprimir los errores, los abusos y lasimposturas de una religin falsa. Cierto es que debiera ser as,pero todo esto que se debera hacer no siempre se hace. As,

    aunque parezca que la religin y la poltica debieran ser tancontrarias y tan opuestas la una a la otra en sus principios y ensus mximas, no dejan de avenirse bastante bien juntascuando una vez ambas han establecido alianza y hancontrado amistad, pues puede decirse que al respecto seentienden como dos rateros, ya que se defienden y se apoyanmutuamente la una a la otra. La religin apoya al gobiernopoltico por malo que sea y, a su vez, el gobierno polticoapoya a la religin por vana y falsa que sea; por un lado, los

    sacerdotes, que son los ministros de la religin, recomiendanbajo pena de maldiciones y condena eterna obedecer a losmagistrados, a los prncipes y a los soberanos como si fueranestablecidos por Dios para gobernar a los dems; y losprncipes, por su parte, hacen respetar a los sacerdotes, leshacen entregar buenas asignaciones y buenas rentas y losmantienen en las funciones vanas y abusivas de su falsoministerio, obligando a los pueblos ignorantes a considerarsanto y sagrado todo lo que hacen y todo lo que ordenan a los

    dems creer o hacer bajo este bello y falaz pretexto dereligin y de culto divino. Y he aqu de nuevo otra vez cmolos errores, cmo los abusos, cmo las supersticiones, lasimposturas y la tirana se han establecido en el mundo, ycmo se mantienen para gran desdicha de los po-

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    bres pueblos que gimen bajo tan rudos y tan pesados yugos.

    Quiz pensis, amigos mos, que entre tan gran nmero de

    religiones falsas como hay en el mundo mi intencin seaexceptuar, al menos de este nmero, la religin cristiana,apostlica y romana, de la que hacemos profesin y decimosque es la nica en ensear la pura verdad, la nica enreconocer y adorar como es debido al verdadero Dios y lanica en conducir a los hombres por el verdadero camino dela salvacin y de una eternidad dichosa. Pero desengaaros,amigos mos, desengaaros de esto y generalmente de todo loque vuestros piadosos ignorantes o vuestros escarnecedores e

    interesados sacerdotes y doctores se apresuran a deciros y ahaceros creer, bajo el falso pretexto de la certidumbreinfalible de su pretendida santa y divina religin; no soismenos seducidos ni menos engaados que aquellos que sonlos ms seducidos y engaados; no estis menos sumidos enel error que aquellos que lo estn ms profundamente.Vuestra religin no es menos vana ni menos supersticiosa quecualquier otra, no es menos falsa en sus principios ni menosridcula y absurda en sus dogmas y en sus mximas; no sois

    menos idlatras que aquellos que atacis y condenis vosotrosmismos de idolatra; los dolos de los paganos y los vuestrosslo difieren de nombres y figuras; en definitiva, todo lo quevuestros sacerdotes y vuestros doctores os predican con tantaelocuencia respecto a la grandeza, la excelencia y la santidadde los misterios que os hacen adorar, todo lo que os cuentancon tanta gravedad de la certidumbre de sus pretendidosmilagros y todo lo que os declaran con tanto celo y con tantaseguridad en relacin a la grandeza de las recompensas del

    cielo y respecto a los horrendos castigos, no son en el fondoms que ilusiones, errores, mentiras, ficciones e imposturas,inventadas en primer lugar por polticos refinados y astutos yluego por seductores

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    e impostores, seguidamente acogidas y credas ciegamente

    por pueblos ignorantes y bastos y finalmente mantenidas porla autoridad de los grandes y de los soberanos de la tierra quehan favorecido los abusos, los errores, las supersticiones y lasimposturas, que los han autorizado incluso por su ley, con elfin de mantener a los hombres en general sujetos y hacer deellos todo lo que quieran.

    He aqu, amigos mos, cmo aquellos, que han gobernado ygobiernan los pueblos an ahora, abusan presuntuosa einmunemente del nombre y de la autoridad de Dios para

    hacerse temer, obedecer y respetar a s mismos ms que parahacer temer y servir al Dios imaginario de cuyo poder osatemorizan. He aqu cmo abusan del nombre falaz de piedady religin para hacer creer a los dbiles y a los ignorantestodo cuanto les place, y he aqu cmo acaban estableciendopor toda la tierra un detestable misterio de mentira einiquidad, mientras nicamente debieran preocuparse, unos yotros, de establecer en todas partes el reino de la paz y de la

    justicia, as como el de la verdad, el reino de cuyas virtudes

    hara dichosos y contentos a todos los pueblos de la tierra.Digo que establecen por todas partes un misterio deiniquidad porque todos estos resortes ocultos de la polticams refinada, as como las mximas y ceremonias mspiadosas de la religin, efectivamente, no son ms quemisterios de iniquidad. Digo misterios de iniquidad para todoslos pobres pueblos que son miserablemente engaados contodas estas memeces de las religiones, as como son los

    juguetes y las vctimas desdichadas del poder de los grandes;pero para quienes gobiernan o tienen parte en el gobierno delos dems y para los sacerdotes que gobiernan las concienciaso que estn provistos de algunos buenos beneficios, son comominas de oro o vellocinos de oro, son como cuernos deabundancia que les hacen venir a pedir de boca toda clase de

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    bienes; y esto es lo que da lugar a que todos estos bellos

    seores se diviertan y se permitan agradablemente toda clasede distracciones, a la vez que los pobres pueblos, embaucadosmediante los errores y las supersticiones de la religin, gimentriste, pobre y pacficamente, no obstante, bajo la opresin delos grandes, a la vez que sufren en vano orando a los dioses ya los santos que no les oyen nada, a la vez que se entretienencon devociones intiles, a la vez que hacen penitencias porsus pecados y, finalmente, a la vez que estos pobres pueblostrabajan y se agotan da y noche, sudando sangre y agua para

    tener con qu vivir y para tener con qu proveerabundantemente a los placeres y satisfacciones de aquellosque los hacen tan desdichados en la vida.

    Ay!, amigos mos, si conocierais bien la vanidad y lalocura de los errores en que os mantienen bajo el pretexto dela religin, y si supierais cuan injustamente y cuanindignamente se abusa de la autoridad que se ha usurpadosobre vosotros bajo pretexto de gobernaros, ciertamente slotendrais desprecio por todo lo que se os hace adorar y

    respetar y slo tendrais odio e indignacin hacia todosaquellos que abusan de vosotros y que os gobiernan tan mal yque os tratan tan indignamente. A este respecto, me viene a lamemoria un deseo que forjaba antao un hombre que no tenaciencia ni estudio pero que, segn las apariencias, no carecade sentido comn para juzgar sanamente todos estosdetestables abusos y todas las detestables tiranas que yocondeno aqu: por su deseo y por su manera de expresar supensamiento, parece que vea bastante lejos y que penetrababastante profundamente en este detestable misterio deiniquidad del que acabo de hablar, puesto que reconoca muybien a sus autores y protagonistas. Deseaba que todos losgrandes de la tierra y que todos los nobles fueran colgados yestrangulados con tripas de sacerdote. Esta expresin no debedejar de parecer ruda, grosera y chocante, pero se

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    ha de reconocer que es franca e ingenua; es breve pero

    expresiva, puesto que da a entender en muy pocas palabrastodo lo que esta clase de gente merecera. En cuanto a m,amigos mos, si tuviera que forjar un deseo al respecto (y nodejara de hacerlo si pudiera tener su efecto), deseara tenerel brazo, la fuerza, el coraje y la masa de un Hrcules parapurgar al mundo de todos los vicios y de todas lasiniquidades, y para tener el placer de derribar a todos estosmonstruos de tiranos con cabezas coronadas y a todos losdems monstruos, ministros de errores e iniquidad, que

    hacen gemir tan lastimosamente a todos los pueblos de latierra.No pensis, amigos mos, que me impulse aqu algn

    deseo particular de venganza, ni algn motivo de animosidado de inters particular; no, amigos mos, no es la pasin laque me inspira estos sentimientos ni la que me hace hablarde esta forma y escribir as; verdaderamente slo es miinclinacin y mi amor por la justicia y por la verdad, que veopor un lado tan indignamente oprimida, y mi aversin naturalpor el vicio y la iniquidad que veo por otro reinar taninsolentemente por doquier; no se podra tener odio niaversin suficiente hacia personas que causan tan detestablesmales en todas partes y que abusan tan universalmente de loshombres.

    Cmo! Acaso no sera justo barrer y expulsarvergonzosamente de una ciudad y de una provincia acharlatanes embaucadores que bajo pretexto de distribuircaritativamente remedios y medicamentos saludables yeficaces al pblico, no hicieran sino abusar de la ignorancia yde la simplicidad de los pueblos, vendindoles bien carosdrogas y ungentos nocivos ay perniciosos? S, no hay duda,sera justo barrerlos y expulsarlos vergonzosamente comoembaucadores infames. De igual modo, no sera justocondenar abiertamente y castigar severamente a estosbergantes y a todos estos salteadores de caminos que se

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  • 8/3/2019 Jean Meslier - Crtica de la Religin y del Estado

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    ponen a desvalijar, matar y masacrar inhumanamente a

    quienes tienen la desdicha de caer en sus manos? S,ciertamente estara bien hecho castigarlos severamente, serajusto odiarlos y detestarlos, y por el contrario estara muy malhecho soportar que ejerciesen con absoluta inmunidad suslatrocinios. Con mayor razn, amigos mos, tendramosmotivos para condenar, odiar y detestar, como hago aqu, atodos estos ministros de errores e iniquidad que os dominantan tirnicamente, unos, vuestras conciencias, y otros,vuestros cuerpos y vuestros bienes, pues son los mayores

    ladrones y mayores asesinos que existen en la tierra. Todoslos que han venido, dijo Jesucristo, son ladrones y rateros.Omnes quotquot ve-nerunt, fures sunt et latrones (Juan.,10.8).

    Tal vez diris, amigos mos, que en parte hablo as contram mismo, puesto que tambin yo pertenezco al rango y alcarcter de los que llamo aqu los mayores embaucadores delos pueblos; cierto es que hablo contra mi profesin, pero deningn modo contra la verdad, ni contra mi inclinacin, ni

    contra mis propios sentimientos. En efecto, como nunca hesido siquiera de creencia ligera, ni propenso a la beatera ni ala supersticin, y nunca he sido tan necio como para hacerningn empleo de las misteriosas insensateces de la religin,tampoco me he sentido inclinado a hacer los consiguientesejercicios ni a hablar de ellos favorablemente ni con honra; alcontrario, siempre habra preferido mucho ms testimoniarabiertamente el desprecio que me inspiraban si me hubieraestado permitido hablar de ello segn mi inclinacin y missentimientos; y as, aunque en mi juventud me dejaraconducir fcilmente al estado eclesistico para complacer amis parientes que se alegraban de verme all, como si fuera unestado de vida ms dulce, ms apacible y ms venerable en elmundo que el de los hombres en general. Sin embargo, puedodecir con certeza que jams la perspectiva de ninguna ventajatempo-

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    ral ni la perspectiva de abundantes retribuciones de este

    ministerio me ha llevado a amar el ejercicio de una profesintan llena de errores e imposturas. Nunca he podido llegar aadquirir el gusto de la mayora de estos gallardos y gratosseores, para quienes es un gran placer recibir con avidez lasabundantes retribuciones de las vanas funciones de suministerio. An tena ms aversin por el humor escarnecedory jocoso de estos otros seores, que slo piensan en darseagradablemente diversiones con las grandes rentas de losbuenos beneficios que poseen, quienes se mofan

    ridculamente entre s de los misterios, de las mximas y delas ceremonias vanas y falaces de su religin, y que adems seburlan de la simplicidad de quienes les creen y que en estacreencia les procuran tan piadosa y copiosamente con qudivertirse y vivir tan bien a su antojo. Testigo este papa [JulioIII o Len X] que se burlaba l mismo de su dignidad, y aquelotro [Bonif. VIII] que deca bromeando con sus amigos:Ah! Cunto nos hemos enriquecido gracias a esta fbula deCristo.

    No es que yo condene sus agradables risotadas respecto ala vanidad de los misterios y de las momeras de su religin,puesto que efectivamente son cosas dignas de risa y dedesprecio (muy simples e ignorantes son aquellos que no venen ello vanidad), sino que condeno esta spera, esta ardiente yesta insaciable avidez que tienen de aprovecharse de loserrores pblicos y este indigno placer suyo en mofarse de lasimplicidad de los que estn en la ignorancia y que ellosmismos mantienen en el error. Si su pretendido carcter y silos buenos beneficios que poseen les permiten vivir en laabundancia y tranquilamente a expensas del pblico, que almenos sean, pues, un poco sensibles a las miserias delpblico, que no agraven la pesadez del yugo de los pobrespueblos, multiplicando mediante un falso celo, como hacenvarios, el nmero de errores y de su-

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  • 8/3/2019 Jean Meslier - Crtica de la Religin y del Estado

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    persticiones, y que no se burlen ms de la simplicidad de

    aquellos que por tan buen motivo de piedad les hacen tantosbienes y se agotan por ellos. Pues es una ingratitud enorme yuna perfidia detestable obrar as para con unos bienhechores,como son todos los pueblos, para con los ministros de lareligin, ya que es de sus trabajos y del sudor de sus cuerposde donde extraen toda su subsistencia y toda su abundancia.

    No creo, amigos mos, haberos dado jams motivo parapensar que yo participara de estos sentimientos que condenoaqu; por el contrario, habrais podido observar varias veces

    que mis sentimientos eran muy opuestos y que era muysensible a vuestras penas; habrais podido observar tambinque no era de los ms aferrados a este piadoso lucro de lasretribuciones de mi ministerio, pues a menudo las hedesperdiciado y abandonado cuando las podra haberaprovechado, y nunca he sido un intrigante de grandesbeneficios ni un buscador de misas y ofrendas. Ciertamentesiempre me hubiera gustado mucho ms dar que recibir, sihubiera estado en mi mano seguir mi inclinacin, y al dar,

    siempre habra tenido mayor consideracin por los pobres quepor los ricos, siguiendo esta mxima de Cristo que deca (enel informe de san Pablo Act., 20.35) que vale ms dar querecibir (beatius est magis dare quam accipere), como tambinsiguiendo esta advertencia del mismo Cristo, querecomendaba a los que dan festejos invitar, no a los ricos quetienen medios para pagar con la misma moneda, sino invitar alos pobres que carecen de medios para hacerlo (Lc., 14-13).Y siguiendo esta otra advertencia-del seor de Montaigne que

    recomendaba siempre a su hijo mirar ms al que le tenda losbrazos que hacia el que le diera la espalda (Essais III). Debuena gana habra hecho tambin como haca el buen Job enla poca de su prosperidad: Yo era deca el padre de lospobres, yo era el ojo del ciego, el pie del cojo, la

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    mano del manco, la lengua del mudo (Pater eram pauperum

    oculus fue caeco et pes claudo). Y de buena gana, al igualque l habra arrebatado la presa de las manos de losmalvados y de tan buena gana como l les habra roto losdientes y partido las mandbulas (contrerebam molas iniqui,et de dentibus illius auferebam praedam) (Job 29, 15, 16).Slo los grandes corazones deca el sabio Mentor aTelmaco saben cunta gloria hay en ser bueno (Telem.tom. 2).Y respecto a los falsos y fabulosos misterios de vuestra

    religin y de todos los dems piadosos pero vanos ysupersticiosos deberes y ejercicios que vuestra religin osimpone, tambin sabis, o al menos habis podido observarfcilmente, que yo no me aferraba a la beatera y que no mehallaba dispuesto a manteneros en ella ni a recomendaros suprctica. Sin embargo, yo estaba obligado a instruiros envuestra religin y a hablaros de ella al menos algunas vecespara cumplir mejor mal que bien este deber al que me habacomprometido en calidad de cura de vuestra parroquia, y en

    tal circunstancia me disgustaba verme en esta enojosanecesidad de actuar; y hablar enteramente contra mis propiossentimientos, me disgustaba tener que manteneros en necios,errores y vanas supersticiones e idolatras que odiaba,condenaba y detestaba en el corazn; pero os aseguro que nolo haca jams sino con pena y una repugnancia extrema; elloporque tambin odiaba enormemente todas estas vanasfunciones de mi ministerio y particularmente todas estasidoltricas y supersticiosas celebraciones de misas y estasvanas y ridculas administraciones de sacramentos que mevea obligado a haceros. Las he maldecido en el coraznmiles de veces cuando me hallaba obligado a ^hacerlas yparticularmente cuando deba hacerlas "con un poco ms deatencin y con un poco ms de solemnidad que de ordinario,pues al ver en tales ocasiones que ibais con un poco ms dedevocin

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    a vuestras iglesias, para asistir a ellas en algunas vanas

    solemnidades o para or con un poco ms de devocin lo quese os hace creer como la palabra de Dios mismo, me parecaque abusaba mucho ms indignamente de vuestra buena fe yque, por consiguiente, era mucho ms digno de condena yreproches, lo que aumentaba a tal punto mi aversin contraesta clase de solemnidades ceremoniosas y pomposas y contralas funciones vanas de mi ministerio, que, cientos de veces,ha faltado poco para hacer estallar indiscretamente miindignacin sin poder casi en estas ocasiones ocultar ms mi

    resentimiento ni contenerme la indignacin que tena. Sinembargo, he procurado contenerla y tratar de contenerlahasta el fin de mis das, pues no quiero exponerme en vida ala indignacin de los sacerdotes ni a la crueldad de los tiranos,que no encontraran, a su parecer, tormentos lo bastanterigurosos para castigar tal pretendida temeridad. Me tiene sincuidado, amigos mos, morir tan pacficamente como hevivido y adems, al no haberos dado nunca motivo paradesearme el mal ni para regocijaros si me ocurriera algo malo,

    no creo tampoco que os quedarais tranquilos si mepersiguieran y tiranizaran por este motivo, con lo cual hedecidido guardar silencio al respecto hasta el fin de mis das.Pero puesto que esta razn me obliga ahora a callarme, harde manera a hablaros tras mi muerte; es con esta intencinque empiezo a escribir para desengaaros, como he dicho, entanto est en mi poder, de todos los errores, de todos losabusos y de todas las supersticiones en las que habis sidoeducados y alimentados, y que por as decir habis sorbidocon la leche. Hace bastante tiempo que a los pobres pueblosse les engaa miserablemente con toda clase de idolatras ysupersticiones, hace bastante tiempo que los ricos y losgrandes de la tierra roban y oprimen a los pobres pueblos; yasera hora de liberarlos de esta miserable esclavitud

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    en que se encuentran, ya sera hora de desengaarlos de todo

    y hacerles conocer por doquier la verdad de las cosas; y si,para apaciguar el humor grosero y hurao de los hombres engeneral, antao hizo falta como se supone entretenerlos yengaarlos mediante prcticas religiosas vanas ysupersticiosas a fin de mantenerlos sujetos con mayorfacilidad, ciertamente ahora es ms necesario todavadesengaarlos de todas estas vanidades puesto que el remedioque se emple contra el primer mal con el tiempo se ha vueltopeor que el primer mal mediante el abuso que se ha hecho de

    l. Seran todas las personas de talento, los ms honestos y losms ilustrados, quienes debieran pensar seriamente y trabajarcon ahnco en un asunto tan importante como ste,desengaando por doquier a los pueblos de los errores en quese hallan, haciendo odiosa y despreciable la autoridadexcesiva de los grandes de la tierra, excitando por doquier alos pueblos a sacudir el yugo insoportable de los tiempos ypersuadiendo generalmente a todos los hombres de estas dos

    verdades importantes y fundamentales: a) que paraperfeccionarse en las ciencias y en las artes, que son aquello aque los hombres deben dedicarse principalmente en la vida,no deben seguir otras luces que las de la razn humana; b)que para establecer buenas leyes slo deben seguirse lasreglas de la prudencia y de la sabidura humana, es decir, lasreglas de la probidad, de la justicia y de la equidad natural, sinentretenerse vanamente con lo que dicen unos impostores nicon lo que hacen algunos decolas idlatras y supersticiosos,

    lo que procurara a todos los hombres mil veces ms bienes,ms satisfaccin y ms reposo para el cuerpo y el espritu delo que lograran hacer todas las falsas mximas y todas lasprcticas vanas de sus supersticiosas religiones.

    Pero ya que nadie se atreve a hacer estos esclarecimientos alos puebloso, mejor, ya que nadie

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    se atreve a empezar a hacerlo o, incluso, puesto que las obras

    y los escritos de los que ya habran querido emprenderlo noaparecen pblicamente en el mundo, que nadie los ve, que sesuprimen intencionadamente y que se ocultan a propsito alos pueblos a fin de que no los vean ni descubran a travs deellos los errores, los abusos y las imposturas en que se lesmantiene y que, al contrario, slo se les muestran los libros ylos escritos de una multitud de piadosos ignorantes oseductores hipcritas que bajo velo de piedad slo secomplacen en mantener e incluso multiplicar los errores y las

    supersticiones, adems digo yo que es as y que aqullos, quepor su ciencia y por su cultura, seran los indicados paraemprender y llevar a cabo felizmente para los pueblos unproyecto tan bueno y tan loable como sera el dedesengaarlos de todos los errores y de todas lassupersticiones, en las obras que dan al pblico slo se dedicana favorecer, a mantener y a aumentar el nmero de errores y aagravar el nmero insoportable de supersticiones, en lugar deprocurar aboliras y hacerlas despreciables, y slo se dedican

    a halagar a los grandes, a prodigarles cobardemente milalabanzas indignas en lugar de condenar sus viciosabiertamente y decirles generosamente la verdad; y ya questos no toman un partido tan bajo y tan indigno ms que conintenciones bajas e indignas complacencias, o por motivosbasados en algunos intereses particulares, como para hacerlesmejor la corte y para hacerse ms dignos ellos y sus familias osus asociados, etc., tratar, a pesar de mi debilidad y delpequeo genio que pueda tener, aqu tratar, amigos mos, dedescubriros ingenuamente las verdades que se os ocultan;tratar de haceros ver claramente la vanidad y la falsedad detodos estos supuestos misterios tan grandes, tan santos, tandivinos y tan temibles que se os hace adorar; como tambin lavanidad y la falsedad de todas estas pretendidas verdades tangrandes y tan importantes que

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    vuestros sacerdotes, vuestros predicadores y vuestros

    doctores os obligan a creer tan indispensablemente, bajopena, como ellos dicen, de condena eterna: tratar, digo, dehaceros ver su vanidad y su falsedad.Que los sacerdotes, los predicadores, los doctores y que todoslos hacedores de tales mentiras, de tales errores y de talesimposturas se escandalicen por ello y que se enojen tantocomo quieran, tras mi muerte, que me traten si quieren deimpo, de apstata, de blasfemo y de ateo, que me injurien yme maldigan entonces tanto como quieran; no me preocupa

    nada, puesto que esto no me dar la menor inquietud delmundo; paralelamente que hagan entonces con mi cuerpo loque quieran, que lo desgarren, que lo despedacen en trozos,que lo cuezan o lo fran y que se lo coman incluso si quierenen la salsa que ms les guste, no me apena nada; paraentonces estar fuera de sus garras, nada podr darme miedo.nicamente preveo que mis parientes y amigos, cuando estoocurra, podrn disgustarse y apesadumbrarse al ver y or todolo que se pueda decir o hacer indignamente de m o contra m

    despus de muerto. De buena gana les ahorrara este disgusto,efectivamente, pero esta consideracin, por fuerte que sea, nome retendr; el celo de la verdad y la justicia, el celo del bienpblico, as como mi odio y mi indignacin al ver reinar entoda la tierra los errores y las imposturas de la religin, a lavez que el orgullo y la injusticia de los grandes, tanimperiosa y tirnicamente, pasarn en m por encima de todaslas dems consideraciones particulares, por fuertes quepuedan ser. Por lo dems, amigos mos, no pienso que estaempresa deba hacerme tan odioso ni atraerme tantosenemigos como podra imaginarse; tal vez podra halagarmesi este escrito con lo informal e imperfecto que es (porhaberlo hecho aprisa y escrito con precipitacin) pasara mslejos de vuestras manos y tuviera la suerte de hacerse pblico,y se examinaran bien todos mis sen-

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    TODAS LAS RELIGIONES NO SON MAS QUE

    ERRORES, ILUSIN E IMPOSTURAS

    Sabed pues, amigos mos, sabed que todo lo que se declaray todo lo que se practica en el mundo para el culto y laadoracin de los dioses no son ms que errores, abusos,ilusiones e imposturas; todas las leyes y las rdenes que sepublican bajo el nombre y la autoridad de Dios, o de losdioses, verdaderamente slo son invenciones humanas, aligual que todos estos bellos espectculos de fiesta y desacrificios, o de oficios divinos, y todas estas otras prcticassupersticiosas de religin y de devocin que se hacen en suhonor; todas estas cosas, repito, slo son invencioneshumanas que han sido, como ya he observado, inventadas porpolticos refinados y astutos, cultivadas adems ymultiplicadas por falsos seductores e impostores, despusrecibidas ciegamente por ignorantes y luego, finalmente,mantenidas y autorizadas por las leyes de los prncipes y delos grandes de la tierra, que se han servido de esta clase deinvenciones humanas para sujetar as con mayor facilidad alos hombres en general y hacer de ellos lo que quieran. Peroen el fondo todas estas invenciones no son ms que infundios,como deca el seor de Montaigne (Essais), pues slo sirvenpara contener el espritu de los ignorantes y de los simples;los sabios no se sujetan, ni se dejan sujetar, porque en efectoslo es de ignorantes y simples poner fe en ello y dejarse

    guiar as. Y lo que digo aqu en general de la vanidad y de lafalsedad de las religiones del mundo, no lo digo nicamente

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    de las religiones paganas y extraas que ya consideris

    falsas sino lo digo igualmente de vuestra religin cristiana,porque, en efecto, no es menos vana ni menos falsa quecualquier otra, e incluso podra decir en un sentido que tal vezes ms vana an y ms falsa que ninguna otra, porque no hayninguna cuyos principios sean tan ridculos, ni tan absurdos,ni que sea tan contraria a la naturaleza misma y al sano juicio.Esto es lo que os digo, amigos mos, a fin de que en losucesivo no os dejis engaar por las bellas promesas que seos hacen de las pretendidas recompensas eternas de un

    paraso imaginario y que hagis descansar tambin a vuestrosespritus y vuestros corazones contra todos los vanos temoresque se os dan de los supuestos castigos eternos de un infiernoque no existe; pues todo lo que se os dice de tan bello y tanmagnfico de lo uno y de tan terrible y tan espantoso de lootro no es ms que fbula; no se puede esperar ningn bien nitemer ningn mal tras la muerte; aprovechad pues sabiamenteel tiempo, viviendo bien y gozando sobria, pacfica yalegremente si podis de los bienes de la vida y de los frutos

    de vuestros trabajos, pues es lo que os pertenece y el mejorpartido que podis tomar ya que la muerte, al poner fin a lavida, tambin pone fin a todo conocimiento y a todosentimiento del bien y del mal.

    Pero como no es el libertinaje (como podra pensarse) loque me hace entrar en estos sentimientos, sino que esnicamente la fuerza de la verdad y la evidencia del hecho loque me hace convencerme de ello, y no pido ni quierotampoco que nadie de vosotros, ni ningn otro, me crea slo

    por mi palabra en una cosa que sera de tan gran importancia,y deseo, por el contrario, haceros conocer por vosotrosmismos la verdad de todo lo que acabo de decir medianterazones y mediante pruebas claras y convincentes voy aproponeros aqu algunas tan claras y convincentes como nopueda haber en nin-

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    gn tipo de ciencia, y tratar de hacroslas tan claras e

    inteligibles que por poco talento que tengis comprenderissin dificultad que efectivamente estis en el error y que se osimponen muchos con respecto a la religin y que todo lo quese os obliga a creer como fe divina no merece que le adhirisninguna fe humana.

    [T. I (pp. 39-43) O. C. De la primera prueba.]

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    RAZONES POR LAS QUE LOS POLTICOS SE SIRVENDE LOS ERRORES Y ABUSOS DE LAS RELIGIONES

    Conforme a esto, el gran cardenal de Richelieu haceobservar en susReflexiones polticas que los prncipes nuncason tan hbiles como para encontrar pretextos que hacenplausibles sus demandas, y como el de la religin dice

    causa mayor impresin sobre las almas que los dems, creenhaber avanzado mucho cuando ello les permite satisfacer susproyectos (tom. 3, p. 31). Bajo esta mscara prosigue,a menudo han ocultado sus pretensiones ms ambiciosas(an habra podido aadir y sus ms detestables acciones), yrespecto a la conducta particular que Numa Pompiliusobserv para con sus pueblos, dice que este rey no inventnada mejor para hacer reconocer sus leyes y sus acciones alpueblo romano, que decirles que las haca todas aconsejadopor la ninfa Egeria, la cual le transmita la voluntad de losdioses. En la Historia romana se indica que los principalesde la ciudad de Roma, tras haber empleado intilmente todaclase de artificios para impedir que el pueblo no se elevara alas magistraturas, optaron finalmente por el recurso o elpretexto de la religin e hicieron creer al pueblo que trashaber consultado a los dioses en relacin a este asunto, stoshaban testimoniado que era profanar los honores de laRepblica comunicarlos al pueblo y que, siendo as, lesuplicaban encarecidamente renunciar a esta pretensin,simulando desearlo ms para la satisfaccin de los dioses quepara su inters particular.

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    Y la razn por la que todos los grandes polticos abusan as de

    los pueblos es, segn su decir, tras el de Scerola, granpontfice, y tras el de Warron, gran telogo en su tiempo,porque es necesario, dicen, que los pueblos ignoren muchascosas verdaderas y crean muchas falsas; y el divino Platncomo hace observar el seor de Montaigne diceabiertamente en su Repblica que en provecho de loshombres a menudo es necesario mantenerlos sujetos(Essais). Parece, no obstante, que los primeros inventores deestas santas y piadosas falacias todava tenan al menos cierto

    resto de pudor y de modestia, o que todava no se atrevan allevar su ambicin tan lejos como habran podido llevarla,puesto que entonces se contentaban con atribuirse nicamenteel honor de ser los depositarios y los intrpretes de lasvoluntades de los dioses, sin atribuirse mayores prerrogativas.Pero varios de los que les sucedieron llevaron mucho mslejos su ambicin; habra sido demasiado poco para ellosdecir nicamente que habran sido enviados o inspirados porlos dioses, se quisieron hacer dioses ellos mismos, o ms bien

    alcanzaron este exceso de locura y presuncin queriendohacerse mirar y honrar como dioses.Antao esto era bastante frecuente en los emperadores

    romanos, y entre otras cosas, en laHistoria romana, se indicaque el emperador Heliogbalo, el ms disoluto, el mslicencioso, el ms infame y el ms execrable que existi

    jams, se atrevi, sin embargo, a hacerse elevar al rango delos dioses ya en vida, ordenando que entre los nombres de losdems dioses que los magistrados invocaban en sus sacrificiosreclamasen tambin a Heliogbalo, que era un nuevo dios queRoma nunca haba conocido. El emperador Domiciano tuvola misma ambicin; quiso que el senado le hiciera erigirestatuas todas de oro, y mand tambin mediante ordenanzapblica que todas las cartas y peticiones se le dirigie-

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    ran a ttulo de seor y dios. El emperador Calgula, que fue

    tambin uno de los ms malvados, ms infames y msdetestables tiranos que hayan existido jams, quisoigualmente ser adorado como un dios, hizo colocar susestatuas frente a las de Jpiter y quitar la cabeza a varias deaqullas para colocar la suya, e incluso envi su estatua paraser colocada en el templo de Jerusaln (Dic. Hist.). Elemperador Commodus quiso ser llamado Hrcules, hijo deJpiter, el ms grande de los dioses, y a este fin a menudo sevesta con una piel de len sosteniendo entre sus brazos una

    maza, imitaba a Hrcules, y con tal indumentaria rondaba day noche matando a varias personas.Se han encontrado no slo emperadores, sino tambin variosotros de menor calidad, e incluso hombres de baja extracciny de baja fortuna que han tenido esta insensata vanidad y estainsensata ambicin de querer hacerse creer y hacerse estimarcomo dioses, y, entre otras cosas, se dice de un ciertoPsaphn, libans, hombre desconocido y de baja extraccin,que habiendo querido pasar por un dios se le ocurri esta

    astucia que le dio bastante buen resultado por cierto tiempo.Recogi varios pjaros d diversos lugares a los que ensecon gran esmero a repetir estas palabras: Psaphn es ungran dios, Psaphn es un gran dios. Luego, tras habersoltado y puesto a sus pjaros en libertad, stos sedispersaron por todas las provincias y lugares circunvecinos,unos por un lado y otros por otro, y se pusieron a decir y arepetir a menudo en sus gorjeos: Psaphn es un gran dios,Psaphn es un gran dios. De manera que los pueblos, al or

    hablar as a este tipo de pjaros e ignorando la artimaa,empezaron a adorar a este nuevo dios y a ofrecerle sacrificios,hasta que al fin descubrieron la artimaa y cesaron de adorara este dios (Dic. Hist.). Tambin se dice que un cierto Annn,cartagins, quiso a este mismo a servirse de una astuciasemejante, pero no le dio

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    ,tan buen resultado como a Psaphn porque sus pjaros, a los

    que haba enseado a decir estas palabras: Annn es un grandios, Annn es un gran dios, en cuanto los soltaronolvidaron las palabras que haban aprendido. El cardenal delPerron, si no me equivoco, habla de ciertos dos doctores enteologa diciendo que uno crea ser el Padre eterno y el otrocrea ser el Hijo de Dios eterno. Se podran citar otros variosejemplos de los que han sido tentados por semejante locura osemejante temeridad y, al parecer, el primer inicio de lacreencia de los dioses slo procede de que algunos hombres

    vanos y presuntuosos se han querido atribuir as el nombre yla cualidad de dios, lo que est muy de acuerdo con lo que secuenta en el Libro de la Sabidura con respecto al comienzodel reino de la idolatra y como puede verse extensamente enel captulo 14 de dicho Libro de la Sabidura.

    [T. I (pp. 49-54) O. C. De la primera prueba.]

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    ORIGEN DE LA IDOLATRA

    Se dice que el primer inventor de estas falsas divinidadesfue un tal Nisus, hijo de Bel, primer rey de los sirios,aproximadamente en la poca del nacimiento del patriarcaIsaac, por el ao del mundo dos mil ciento uno, segn loshebreos, el cual tras la muerte de su padre le erigi un dolo,que despus tom el nombre de Jpiter, con la intencin deser adorado por todos como un dios, y de all, se dice,provinieron todas las idolatras que se extendieron en elmundo. Cecrops, primer rey de los atenienses, fue despus elprimero que invoc seguidamente a este Jpiter, ordenandohacerle sacrificios en sus Estados, y de este modo fue el autorde todas las dems idolatras que se aceptaron despus. Jano,

    que era un rey de Italia muy antiguo, segn Macrobio, fue elprimero que dedic templos a los dioses y les hizo ofrecersacrificios, y como era el primero que haba dado a conoceralgunos dioses a sus pueblos, tras su muerte fue asimismoreconocido por ellos y adorado como dios, de tal forma quelos romanos no sacrificaban jams a otro dios sin invocarprimero a este Jano. Los mismos autores que nuestroscristcolas llaman santos y sagrados hablan aproximadamentede la misma manera respecto a la invencin y al origen de

    todas estas falsas divinidades, y no slo atribuyen su origen einvencin a los hombres, sino que adems dicen incluso quela invencin y adoracin de estas falsas divinidades son lacausa, la fuente y el origen de todas las mal-

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    dades que se han difundido en el mundo, pues se dice en su

    Libro del Gnesis que fue un tal Enos, hijo de Seth, nieto deAdn segn ellos, quien empez a invocar el nombre de Dios,iste coepit invocare amen Dominio (Gen. 426). Y en suLibro de la Sabidura se dice expresamente que la invocaciny el culto de los dolos o de las falsas divinidades es el origen,la causa, el principio y el fin de todos los males que hay en elmundo: Infandorum enim idolorum cultura, omnis malicausa est, et initium et fins (Sap., 14.27).

    He aqu cmo estos pretendidos Libros santos hablan de la

    invocacin de estas falsas divinidades y de su comienzo. Unpadre indican, hallndose extremadamente afligido porla muerte de su hijo, hizo reconstruir su imagen para tratar deconsolarse de su prdida mirando esta imagen que al principioconsideraba slo la imagen de su hijo bienamado que lamuerte le haba arrebatado, pero poco despus, habindosedejado cegar por un exceso de amor hacia este hijo y hacia laimagen y el retrato que haba hecho esculpir, empez a mirary a adorar como a un dios lo que antes no vea sino como la

    imagen y el retrato de un hombre muerto, y orden a suscriados que lo honraran, le ofrecieran sacrificios y finalmenteque le rindieran honores divinos. Esta prctica perjudicial,tras haberse difundido rpidamente y extendido por doquier,pas muy pronto a ser una costumbre, el error particular seconvirti en un error pblico y finalmente esta costumbrepas a ser fuerza de ley tambin, que fue confirmada yautorizada por los mandos de los prncipes y de los tiranosque obligaron a, sus sbditos a adorar las estatuas de los que

    colocaban o hacan colocar en el rango de los dioses, bajorigurosas penas.Esta idolatra dicen los mismos Libros se extendi

    tanto que los pueblos alejados del prncipe se hacan traer suimagen, consolndose de su ausencia mediante la presenciade su imagen, a la que

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    rendan los mismos honores y las mismas adoraciones que

    habran hecho a su prncipe de hallarse presente. La vanidad yla habilidad de los pintores y escultores continan losmismos Libros no contribuy al progreso de esta detestableidolatra, pues como trabajaban a porfa unos con otros parahacer bellas estatuas, la belleza de su trabajo atrajo a susobras la admiracin y la adoracin de los dbiles y de losignorantes, de forma que los pueblos, de cuya simplicidad esfcil abusar, dejndose seducir tranquilamente por la bellezade la obra, imaginaban que una estatua hermosa slo poda

    ser la representacin de un dios y pensaban que aquel a quienhasta entonces slo haban estimado como un hombre debaser adorado y servido como un dios. He aqu dicen estosLibros santos y sagrados de nuestros propios cristcolascmo la idolatra, que es la vergenza y el oprobio de la raznhumana, ha penetrado en el mundo mediante el inters de losobreros, mediante la adulacin de los sbditos, mediante laignorancia de los pueblos y la vanidad de los prncipes yreyes de la tierra que, al no poder detentar su autoridad dentro

    de unos lmites justos, han dado el nombre de dios a unosdolos de piedra y de madera, o a dolos de oro y de plata, enhonor de cuyos dolos celebraban fiestas llenas deextravagancias y de locuras y en las que ofrecan sacrificiosinhumanos, inmolndoles cruelmente a sus propios hijos, yllamaban paz a la ignorancia en que se hallaban, aunque stalos hiciera ms miserables y ms desdichados de lo quehubiera podido hacerlos la guerra ms encarnizada, tot ettanta mala pacem appellant. Finalmente, estos mismosLibros de la Sabidura dicen: El culto y la adoracin de estosdolos detestables es la causa, el comienzo, el progreso y lacumbre de todos los vicios y de toda clase de maldades(Infandorum enim indolorum cultura omnis mali causa est, et,

    initium et fins) (Sao. 14.27).

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    Todos estos testimonios que acabo de referir nos hacen verclaramente no slo que todas las religiones que existen o han

    existido en el mundo no son ni han sido jams otra cosa queinvenciones humanas, sino que adems nos hacen verclaramente que todas las divinidades que se adoran slo sonfabricadas e inventadas por los hombres y que los mayoresmales de la vida proceden todos de la misma adoracin deestas falsas divinidades, omnis mal causa est et initium et

    fins. Y lo que an confirma ms esta verdad es que enninguna parte se ve ni se ha visto jams que alguna divinidadse haya mostrado a los hombres pblica y manifiestamente, nique alguna divinidad se haya dado jams por s misma algunaley manifiesta y pblicamente, ni haya hecho precepto uorden alguna. Mirad dice el seor de Montaigne elregistro que la filosofa ha llevado desde hace varios millaresde aos respecto a los asuntos celestes y divinos: los dioses,dice, nunca han actuado ni nunca han hablado ms que atravs de los hombres, e incluso a travs de algn hombreparticular nicamente, y adems en secreto y como aescondidas, y frecuentemente durante la noche, a travs de laimaginacin y en sueos (Essis), como se indicaclaramente en los Libros de Moiss, acogidos y aprobados pornuestros cristcolas. He aqu cmo hacen hablar a su Dios: Sihay algn profeta entre vosotros dice Dios, me aparecera l durante la noche y le hablar en sueos (s quis fueritnter vos propheta domin, n vi-sione apparebo ei, vel per

    somnium loquar ad illum) (Num., 12.6). Fue as,efectivamen