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IMPLICACIONES DEL SISTEMA DE CONTROL DE GESTIÓN BAJO LOS DIMENSIONAMIENTOS GENERALES DE LA TEORÍA DE LA AGENCIA José Paulo Cosenza Profesor Titular Universidade Federal Fluminense – UFF Niterói/RJ - Brasil Melisa Maia de Paula Alumna del Master en Contabilidad Universidade do Estado do Rio de Janeiro – UERJ Patrycia Scavello Barreto Pinto Alumna del Master en Contabilidad Universidade do Estado do Rio de Janeiro – UERJ Área Temática : D) Contabilidad y Control de Gestión. Palabras clave : Teoría de la Agencia; Control de Gestión; Conflictos de Agencia; Medida del Desempeño; y Evaluación del Personal. 52d

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IMPLICACIONES DEL SISTEMA DE CONTROL DE GESTIÓN BAJO LOS DIMENSIONAMIENTOS GENERALES DE LA TEORÍA DE LA AGENCIA

José Paulo Cosenza Profesor Titular

Universidade Federal Fluminense – UFF Niterói/RJ - Brasil

Melisa Maia de Paula Alumna del Master en Contabilidad

Universidade do Estado do Rio de Janeiro – UERJ

Patrycia Scavello Barreto Pinto Alumna del Master en Contabilidad

Universidade do Estado do Rio de Janeiro – UERJ

Área Temática: D) Contabilidad y Control de Gestión. Palabras clave: Teoría de la Agencia; Control de Gestión; Conflictos de Agencia; Medida

del Desempeño; y Evaluación del Personal.

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IMPLICACIONES DEL SISTEMA DE CONTROL DE GESTIÓN BAJO LOS DIMENSIONAMIENTOS GENERALES DE LA TEORÍA DE LA AGENCIA

Resumen El trabajo discute la problemática de agencia en el ámbito del Ejército Brasileño, analizando sus implicaciones para el control y la medida del desempeño de los militares, dada la descentralización de poder en la gestión de las Organizaciones Militares. El objetivo es analizar el papel realizado por el Sistema de Evaluación del Personal Militar en la minimización y/o reducción de los conflictos de agencia en el proceso de gestión como Organizador de los Gastos de dichas unidades. A modo de conclusión, se ha detectado que el mecanismo empleado por el órgano militar brasileño cumple satisfactoriamente su función, en términos de medida del desempeño y alineamiento de intereses entre principal y agente.

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1. INTRODUCCIÓN

La cuestión del control en las organizaciones es un tema antiguo en la literatura

económica. Su discusión se puso de manifiesto desde los orígenes de la Revolución

Industrial, cuando empezó la preocupación por la búsqueda de la maximización del beneficio

en el contexto de los emprendimientos privados. En el sector público, las prácticas

gerenciales contemporáneas, realizadas bajo un “nuevo abordaje de la gestión pública”,

parten del reconocimiento de que el Estado moderno no posee sólo la simple función de

garantizar la propiedad y los contratos, también ejerce el papel de formulador de políticas

estratégicas para la sociedad, actuando en el campo social, económico, científico y

tecnológico. Sin embargo, para cumplir esa compleja y difícil misión institucional es

necesario capacitar al Estado para emplear modernas técnicas de gestión en el uso y

control de los recursos públicos.

Aunque persiguiendo perspectivas diferentes, guardando las debidas proporciones,

hay semejanzas en algunos de los aspectos de la gestión de las organizaciones públicas y

privadas, como son los mecanismos de definición de autoridad (responsabilidades y poder),

el establecimiento de mecanismos de control y preventivos (la monitorización y el incentivo

en la ejecución de políticas y logros de los objetivos definidos), la motivación de las

personas que componen la estructura organizativa y, por fin, la problemática generada por la

separación entre la propiedad y la gestión, que afecta a la motivación y genera los conflictos

de intereses, temática denominada en la literatura económica como problemas de agencia.

Según Resende (2008, p. 175), las transacciones económicas casi siempre ocurren

bajo el contexto de información asimétrica, es decir, por lo menos una de las partes

involucradas en la transacción tiene más información que la otra. Para el señalado autor,

existen problemas de asimetría de información en cualquier nivel gerencial de empresas,

universidades, cooperativas, agencias gubernamentales, sindicatos, etc., motivo por el cual

el paradigma principal-agente se ha adaptado y utilizado para el desarrollo de teorías

organizativas capaces de explicar el porqué de las relaciones contractuales en las

organizaciones y las maneras como las mismas actúan.

Bajo esta perspectiva, se puede aplicar y discutir el referencial teórico del modelo de

agencia en el contexto de la estructura del Ejército Brasileño, que ejerce el papel de órgano

integrante de la administración pública federal de Brasil con la misión institucional de defensa

nacional del País. Para eso su carácter permanente y organizativo basado en una rígida

estructura jerárquica y disciplinar dirigida hacia la preservación de la defensa de la nación, la

garantía de los poderes constitucionales y legales y la manutención del orden jurídico y social.

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Para cumplir con su misión, el Ejército Brasileño posee una estructura organizativa

diseñada bajo la autoridad directa del Comandante del Ejército, actuando en toda la región

geográfica de Brasil, con cerca de 1.217 Organizaciones Militares, y empleando aproximadamente

190.000 militares en la activa. En este trabajo se particulariza el estudio de la relación de

agencia al ámbito de las Organizaciones Militares, cuando estas intervienen en la gestión militar

como Unidades Administrativas y el comandante de dicha unidad delega para su subcomandante

la capacidad para adoptar las decisiones para el correcto funcionamiento operativo de misma.

Figura 1 – Estructura organizativa del Ejército Brasileño

Fuente: Elaboración propia, basada en BRASIL, Exército 2010.

Así, para efectos del control de gestión, el Ejército Brasileño tiene como elemento

básico y orgánico la Organización Militar. Siempre que dicha unidad se organiza para el

ejercicio de la gestión propia estructurándose de forma descentralizada, pasa a actuar como

una Unidad Administrativa. Por tanto, tal unidad tiene independencia y posee competencia

para gestionar bienes del Estado y de terceros, además de gozar de delegación de

autonomía administrativa para la toma de decisiones.

Según el Reglamento de la Gestión del Ejército Brasileño, corresponde al

comandante de la Organización Militar la conducción de todas las actividades desarrolladas

por la Unidad Administrativa. En la dirección general de las actividades operativas de esta

unidad, el comandante asume también el papel de Organizador de los Gastos, quedándose

responsable directo por la gestión presupuestaria, financiera y patrimonial de los recursos

asignados a la unidad. Sin embargo, el reglamento militar permite que a esa función

gerencial se pueda delegar la autoridad en la tomas de decisiones. Lo que ocurre, a

menudo, en las prácticas de gestión militar es que el comandante, que es el responsable

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formal por la Unidad Administrativa, delega en el subcomandante la función de Organización

de los Gastos.

Por eso, es el subcomandante quien realiza todas las funciones que abarcan la

gestión de los recursos presupuestarios, financieros y patrimoniales de la Unidad

Administrativa en nombre del comandante. Como ejemplo se destacan la elaboración y

fiscalización de contratos firmados con concesionarias públicas y otros servicios, las

licitaciones, compras, gestión de contratos de cesión, pagos de gastos con pasajes, diarias,

manutención de vehículos civil y militares, gestión del patrimonio, entre otras. Es decir, su

papel corresponderá al del gerente de una empresa, el agente, siendo la función del

principal (propietario) ejercida por el propio comandante de la Unidad Administrativa.

Trasladándose esos razonamientos al terreno fértil de la cuestión de agencia, se

nota así una situación donde hay la separación entre la propiedad y la gestión de las

unidades, tal como se plantea en los modelos de agencia. La consecuencia de dicha

separación de propiedad y control en las organizaciones es que se originan profundos

cambios en la forma de gestionarlas, teniendo en cuenta que los gestores no siempre

tienden a considerar en su toma de decisiones solo el interés del propietario, pero también

sus propios intereses. Por ese motivo, actúan motivados en busca de estrategias empresariales

que favorezcan o amplíen sus oportunidades profesionales y financieras, en lugar de

maximizar el valor de la empresa” (MERRET y otros apud CIA, GUARITA & CIA, 2002, p. 2).

Este conflicto de intereses, observado en la relación contractual dentro de las

organizaciones, ha motivado la realización de estudios en el campo académico que han

culminado en el desarrollo de la Teoría de la Agencia, cuya contribución principal para la

gestión ha sido fomentar investigaciones sobre los medios más adecuados para reducir los

mencionados conflictos de agencia, es decir, los mecanismos de incentivo y penalidad.

En ese contexto, se puede definir a una relación de agencia como un contrato por lo

cual una persona, el principal, contrata a otra, el agente, para ejecutar algún tipo de servicio

a su favor y que implica en delegar para el contratado cierto grado de autoridad para la toma

de decisión. Sin embargo, como señalan Jensen y Meckling (1976, p. 5), si ambas las partes

de la relación son propensas a maximizar sus utilidades, hay razones para creer que el

agente no actuará siempre motivado hacia los mejores intereses del principal.

Por tanto, cuando un agente está dispuesto a maximizar su función de utilidad, en

lugar de optimizar las preferencias del principal, se origina entonces un conflicto de agencia.

Así, la calidad de las decisiones de los agentes no es dependiente solamente de sus

habilidades, sino también de los incentivos que se les ofrece. En este sentido, Nascimento y

Bianchi (2005, p. 2) explican que:

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El sentimiento de inseguridad y desconfianza que existe entre principal y agente

es el combustible que alimenta los conflictos intrínsecos a esa relación y que

genera aprensión y la necesidad de crearse mecanismos que resguarden las

operaciones de la organización con la seguridad necesaria para que la integridad

de sus resultados sea preservada y las transacciones que forman dicho

desempeño sean conducidas con eficacia y transparencia. Esa preocupación

incentiva la adopción de una estrategia para el comportamiento administrativo

que considere un alineamiento entre los objetivos del principal e del agente.

En el caso del Ejército Brasileño, hay que considerarse que las Unidades

Administrativas representan un tipo de organización pública donde los agentes son

remunerados con recursos públicos y que, por tanto, los incentivos a que puedan obtener

estarán asociados principalmente al plan de desarrollo profesional en la estructura militar. Es

bajo ese contexto que el Sistema de Evaluación del Personal Militar puede ejercer un papel

central en la reducción de los conflictos de agencia en la gestión de una unidad

administrativa militar, pues, tiene como función principal evaluar los militares en el

desempeño de sus atribuciones institucionales para fines de movilidad, promoción,

ocupación de cargos ejecutivos como el comando de unidades y subunidades militares y la

designación para misiones especiales en el país y en el exterior.

En base a todo lo mencionado anteriormente, el objetivo de este trabajo es analizar

el papel que desempeña el Sistema de Evaluación del Personal Militar para la reducción de

los conflictos de agencia en la estructura organizativa del Ejército de Brasil, por causa de la

delegación de autoridad del comandante para que el subcomandante ejerza la función de

Organización de los Gastos de la Unidad Administrativa.

2. PODER Y AUTORIDAD EN LAS ORGANIZACIONES

Las organizaciones militares realizan actividades asociadas a cuestiones como

autoridad, gestión, producción y comercialización, que implican relaciones de poder. Ellas

son comúnmente caracterizadas como adecuaciones conceptuales del ejercicio del poder

público. Cada estructura militar está íntimamente ligada a un tipo de poder. Según Castro

(2008), la estructura militar se basa en una jerarquía con precisa definición de cargos y

funciones, incorporada de poder autoritario como requisito de la eficacia. Eso implica en un

análisis de la realidad organizacional, ya que las relaciones sociales en las organizaciones

son intercambiadas con relaciones de poder.

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De ahí que para poder hablar de los principios generales de la división del trabajo

hay que considerar a los componentes técnicos de la producción, que están pautados por

las exigencias de eficacia y rendimiento, y al aspecto humano, caracterizado por las

relaciones de jerarquía y dominación. La forma actual de pensar y, sobre todo, de actuar ha

conducido a una sobreexplotación de la eficacia y de la productividad frente a los demás

atributos de la gestión, dándoles un aparente papel de destaque conjugado con la jerarquía y

el control. Así cuanto más amplia es la división técnica, mayores serán las condiciones de control,

ya que la pronunciada división del trabajo resulta de la necesidad que tiene la dirección de

controlar a los trabajadores para evitar la independencia por parte de estos.

El poder está íntimamente correlacionado con el envolvimiento de los participantes

en la organización. Para Castro (2008) la definición de los objetivos personales pasa por

antecedentes racionales o emocionales, es decir, intereses y aspiraciones. Aún según el

autor, los intereses componen las balizas genéticas que son comunes a un grupo o

subgrupo. Es posible observar que los componentes operativos y la estructura de cargos en

las organizaciones y el complejo entramado de relaciones económicas demarcan un

referencial común. Las aspiraciones se tratan de una especificación de la dimensión de los

intereses. Retomando la estructura de cargos, se tiende a orientar a las personas para las

respectivas carreras o la posibilidad de cambiar por otra.

El poder es el medio por el cual se evitan los conflictos, siendo el poder formal el

que posee base estatutaria. En este trabajo se hará un link de este tipo de poder cuyo

objetivo es el Ejército Brasileño, ya que su organización está basada en la jerarquía y en la

disciplina. La autoridad del Ejército Brasileño es utilizada para ejercer la defensa del País y

garantizar los poderes constitucionales, la ley y el orden. El poder por la decisión es el

control por el proceso decisorio en la dimensión de las premisas, de los procesos y de los

resultados y objetivos. El poder por la información y tecnología se fundamenta en el

conocimiento, en el dominio de las informaciones y de la tecnología.

La sociología suele definir el poder como una habilidad para imponer la voluntad

sobre los demás, aunque estos de alguna manera presenten algún tipo de resistencia. El poder

también implica en las presiones inducidas por determinado grupo a través de la uniformidad

de comportamiento o creencia. Aún en esa cuestión se destacan las ideas de Max Weber que

distinguió dos formas de dominación: por interés y por autoridad. Bajo esta forma de pensar, la

dominación por autoridad se configura en la relación entre el poder de mando y el deber de obediencia.

En una situación de cambio surge siempre la aprensión en cuanto a la nueva realidad,

que agregada a sentimiento de desconfianza existente entre principal y agente alimenta los

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conflictos en la teoría de la agencia. Por tanto, lo que se sobresale en un proceso de cambio es

que la esperanza de una mejor situación sobrepone a la sensación de inseguridad personal.

Según Castro (2008), el análisis sociológico, en la concepción de Norbert Elias (1897-1990),

pretende contribuir a la mejora de las condiciones de control de las relaciones sociales. Por

eso enfatiza el estudio de la independencia de los seres humanos, de la centralización del

poder en las relaciones sociales y del significado del concepto de habitus en la orientación del

conocimiento humano. El autor completa diciendo que, cada socius puede orientarse a sí

mismo en la compleja red de las relaciones sociales y ejercer el control correspondiente.

El control social implica la acción interna y externa. En la medida que el control se

internaliza, mayor integración social se presenta. El comportamiento de un individuo

interfiere en el comportamiento de otro, incluso puede promoverlo.

3. RELACIÓN DE AGENCIA APLICADA AL ANÁLISIS EMPRESARIAL

Según Jensen y Meckling (1976), los conflictos de intereses, existentes entre

gestores y accionistas, fueron tratados inicialmente por Adam Smith en su obra “La Riqueza

de las Naciones”, al reflejar que no se podría esperar de los miembros del consejo de una

sociedad anónima por acciones, al gestionar el dinero ajeno, igual vigilancia que tenían

dedicado los socios de esta misma empresa al invertir ellos su propio dinero.

Sin embargo, en la medida en que las organizaciones se desarrollan, tornándose

más complejas, debido al crecimiento de sus operaciones, surge la necesidad del propietario

en delegar el control a los gestores y eso acontece tanto en empresas privadas como en

órganos de la administración pública. La esencia de ese principio llevó a las investigaciones

que han culminado en la llamada teoría de la agencia cuyo origen, como expone Gago

(1996, p. 37), radica en el intento de dar satisfacción a ciertas dificultades que la teoría de la

empresa y la teoría de la organización no conseguían explicar plenamente. La teoría de la

agencia intenta suministrar un conocimiento mejor de la realidad de las empresas, y por otro

lado, atender una serie de problemas asociados a la delegación, tanto operativa como en la toma

de decisiones, que acontecen en el interior de las organizaciones.

Según Gago (1996, p. 23), la teoría de la organización en la visión de Chester

Barnard considera a la empresa como una realidad compleja, donde las personas

interaccionan socialmente. Por eso investigó los aspectos relacionados con la necesidad de

establecer incentivos y analizó los mecanismos no económicos de motivación. También

estudió la viabilidad de la empresa, la importancia de la autoridad y del liderazgo y el papel

de la organización informal. Refinando más en el aspecto del factor humano, Gago (1996, p.

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31) señala que Herbert Simon introdujo el concepto de que el comportamiento humano es

racional pero está limitado. Para Arruñada (1998, p. 51-53), el concepto de racionalidad

limitada trata de la idea de que el ser humano maximiza su satisfacción sujeto a las

restricciones que definen su propia capacidad de procesar la información y la complejidad

del entorno donde vive o trabaja.

Para Coase (1994), creador del concepto de teoría de la empresa, la organización

es un mecanismo autoritario alternativo al mercado debido a la presencia de incertidumbres

y de los costes de transacción; en otras palabras, la empresa disminuye las incertidumbres

repartiendo el riesgo y aumentando el conocimiento, lo que reduce a los costes de

transacción debido a la autoridad para usurpar parcialmente la función del mercado de

asignación de recursos vía precios. Coase (1994) abordó de forma pionera la naturaleza de

la empresa, en lo que se refiere a la consideración de los aspectos internos de la empresa,

enfatizando el imagen del emprendedor como la figura-clave para la asignación correcta de

recursos en el proceso de toma de decisiones y tratando de las cuestiones contractuales en

las cuales estaban involucradas las empresas. De esa manera, esta era vista como

consecuencia de contratos implícitos (pacerías informales) y explícitos (contratos formales

de trabajo) que eran establecidos entre agentes, como trabajadores, ejecutivos y clientes.

Mirando en el lado de las relaciones contractuales, Alchian y Demsetz (1972), y

posteriormente Jensen y Meckling (1976), ampliaron el raciocinio iniciado por Ronald Coase

abordando la naturaleza de la empresa, estableciendo que la noción de las actividades

internas de la empresa deberían estar fundamentadas en un conjunto de relaciones

contractuales entre los individuos de la organización, confirmando así la tesis de Coase de

que la función de los contratos es relatar todos los derechos y deberes de las personas que

participan de una organización.

En base a este planteamiento, la teoría de la agencia surge con el enfoque de que

la empresa sirve como nexo para articular las relaciones entre individuos, los cuales aun

teniendo objetivos distintos suelen cooperar entre sí por estar comprometidos con vínculos

contractuales dentro de las organizaciones (GAGO, 1996, p. 39).

Así, Jensen y Meckling (1976) hicieron un análisis de las implicaciones

comportamentales que provienen de los derechos especificados en los contratos entre los

propietarios y los gestores de la empresa. Desde entonces, la teoría de la agencia fue

presentada de forma más amplia en la literatura, dando mayor énfasis a la separación

entre la propiedad y el control de una empresa. Como resultado de la separación de la

propiedad y del control de la empresa, ocurren profundos cambios en la forma de

gestionarla, viendo que los gerentes tienden a considerar en las toma de decisiones no

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sólo el interés del propietario, pero también sus propios intereses. Como enfatiza Cosenza

(2008, p. 179), hay que considerar también que las relaciones entre los agentes

económicos son caracterizadas por rasgos de racionalidad limitada y oportunismo, aunque

a través de los contratos estén estipuladas las condiciones bajo las cuales principal y

agente pactan la relación.

Desde el punto de vista de la teoría de la agencia resulta la preocupación de

analizar a los problemas que surgen cuando hay la separación entre propiedad y control,

llamada de problemas de agencia y ocasionada por diferencias de motivación y objetivos

entre propietarios y gestores, asimetría de información y preferencias de riesgo. Jensen y

Meckling (1976, p. 5), definen la relación de agencia como un contrato por la cual el

principal – una o más personas – contrata el agente - una otra o más personas - para

ejecutar algún servicio en su favor y que implica en delegar al agente alguna autoridad

para la toma de decisión. Cabe resaltar que los contratos que regulan las relaciones entre

las partes pueden ser formales o informales, es decir, pueden ser expresos y declarados

en contrato escrito firmado por las partes, o informalmente, cuando las relaciones son

orientadas por los usos y costumbres que sustentan y dan legitimidad a las acciones

practicadas entre las partes relacionadas (BRISOLA, 2000, p. 1).

Cuando la teoría de la agencia destaca la relación entre principal y agente, ella no se

limita solo a la relación entre propietario/accionista y administradores/gestores. Al contrario,

ella permite todas las diversas relaciones en las organizaciones, principalmente acciones

cooperativas donde se presenta un comportamiento jerárquico (EISENHARDT, 1989). En

otras palabras, la relación de agencia puede acontecer entre diversos tipos de principal y

agente, desde que exista un contrato establecido, sea de modo explícito o implícito,

delegando poderes para el agente. Este al asumirlos pasa a tomar decisiones, establecer

líneas de conducta o cumplir determinadas a cambio de una compensación, financiera o no,

por los servicios prestados.

Toda relación de agencia puede sugerir, en principio, una búsqueda por la eficiencia,

ya que el principal, por no disponer de experiencia, tiempo, competencia, y capacitación,

confiere al agente la tarea de gestionar los recursos y ejecutar las actividades. Sin embargo,

conforme resaltan Jensen y Meckling, (1976, p. 5) “SI ambas partes tienen como finalidad

maximizar sus respectivas utilidades, existe buena razón para creerse que el agente no

actuará siempre buscando los mejores intereses del principal”. Así, la calidad de las

decisiones de los agentes no depende solamente de sus habilidades, sino también de los

incentivos que le son ofrecidos.

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De esta forma, en una relación de agencia se presume siempre la presencia de dos

actores que actúan motivados por el propio interés. Es decir, el agente, dotado de intereses

individuales puede no perseguir los objetivos del principal o no emplear todo esfuerzo

necesario para la conducción del negocio. Por otro lado, el principal también procura

maximizar su función de utilidad. Para el principal, la variable a ser maximizada es la riqueza;

en cuanto que para los agentes, la función-utilidad podrá incluir variables como poder,

seguridad y reconocimiento profesional (SCOTT, 2001). Por tanto, cuando un agente está dispuesto

a maximizar su función utilidad, y no la del principal, se identifica un conflicto de agencia.

Conforme señala Gago (1996), los protagonistas de la relación de agencia, principal

y agente, poseen atributos particulares. Una de las principales características del agente,

apuntada por esa autora, es la aversión al trabajo, es decir, el agente, en general, presenta

esa tendencia. Para Gago (1996, p. 54), la tendencia de aversión al esfuerzo del agente

puede ser modificada empleando elementos que lo muevan a una mayor actividad. En este

caso, el principal tendrá, por tanto, que emplear elementos que motiven al agente a una

mayor actividad a través de la oferta de posibilidades de promoción, y auto-estima. Según

Holmström y Ricart (1986), todo aquello que se considera un avance en la carrera del

agente tiene una gran influencia en sus preferencias presentando un peso más fuerte en sus

decisiones frente a la motivación de su actuación. A su vez, las principales características

del principal se encuadrarían en la búsqueda de la maximización del beneficio obtenido en la

relación de agencia y por tener que soportar la mayor parte del riesgo distribuido por vía

contractual (COSENZA, 2008, p. 182).

Rasgo común de las relaciones de agencia, ambas las partes buscan la

maximización de sus funciones de utilidad; por tanto se puede esperar que el agente no

actuará siempre en perfecto interés del principal, lo que puede conllevar a la aparición de

problemas de riesgo moral. Así, el principal tendrá que emprender esfuerzos para medir el

grado de cumplimiento del contrato por el agente y controlar su comportamiento (GAGO,

1996). Como explica Eisenhardt (1985), cuando el comportamiento del agente puede ser

observado, firmar un contrato por la conducta seria lo más adecuado, pues este puede ser

considerado como un producto negociable, caracterizando un contexto de información completa.

Este caso es llamado en la teoría de la agencia de solución primer mejor (first-best solution).

Sin embargo, cuando solamente el agente conoce su comportamiento, ocurre una

relación de información incompleta, pues el principal no puede determinar a priori si el

agente está actuando correctamente o no. En este caso, el principal “compra” información

sobre el comportamiento del agente a través de mecanismos de monitorización y

supervisión o entonces puede recompensarlo por su resultado. Esa sería la segunda mejor

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solución (second-best solution). Esta característica es fuente de los conflictos de agencia, y

también es conocida como asimetría de información, que según Cosenza (2008, p. 184)

representa un aspecto clave para el principal en las relaciones de agencia, pues implica en

cómo hacer para estructurar un mecanismo de supervisión del comportamiento del agente

que permita combatir la información imperfecta.

Conforme expone Gago (1996), la asimetría de información ocasiona dos tipos de

problemas: 1º) el riesgo moral; y 2º) la selección adversa. El problema del riesgo moral tiene

origen cuando una de las partes, en este caso, el principal, no puede observar plenamente

las acciones de la otra parte, el agente. Para Cosenza (2008, p. 194), el mecanismo más

importante para minimizar el riesgo moral es la búsqueda de patrones de conducta que

permitan diseñar un sistema adecuado de recompensas y castigos que incentiven al agente

a comportarse maximizando su conducta y esfuerzo, aliviando así la ineficiencia que causa

el riesgo moral. Según Cosenza (2008, p. 208), es necesario, aún, utilizar un sistema de

retribución independiente del resultado (output) y que sea función de la información

disponible y observable por el principal.

El segundo problema resultante de la asimetría de información es la selección

adversa (adverse selection o información oculta), que se manifiesta cuando el agente

dispone de información de mejor calidad que el principal y este, a su vez, no posee

mecanismos para observar la habilidad del agente para transformarla en esfuerzo de valor

(COSENZA, 2008, p. 195). En este caso, según Gago (1996, p. 64), este tipo de problema

se traduce de forma práctica en una situación desventajosa para el principal frente al agente

en la relación de agencia, ya que el agente podrá optar por elegir vías de comportamiento

cuyas consecuencias negativas soportará el principal. Para Gago (1996, p. 65), del mismo

modo que para el problema del riesgo moral, el punto clave para minimizar los problemas de

selección adversa es motivar el agente para que tome una acción adecuada, relacionando

pagos monetarios positivos y negativos con su cumplimiento a través de una función de

incentivos que sea interpretada por el mismo como estímulo para actuar en su mejor provecho.

En concreto, por tanto, se puede sintetizar que los conflictos de agencia se originan a

partir de tres vertientes principales: i) los problemas de incentivos derivados de la

incongruencia de objetivos entre principal y agente; ii) el reparto de los riesgos, teniendo en

cuenta que el principal asume la mayor parte de los riesgos del contrato por causa del

agente ser adverso por naturaleza al esfuerzo; y iii) los costes de control debido a la

existencia de asimetrías de información, donde el principal tiene que crear mecanismos que

puedan monitorear el comportamiento de agente (COSENZA, 2008, p. 192-193).

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El coste de agencia es un término derivado de la expresión en inglés “agency cost”

utilizada para denominar un tipo especial de gasto que resulta de conflictos de agencia

existentes en una organización. Sobre ese concepto, Jensen y Meckling (1976, p. 308-309 y

357) reseñan que son los costes reales pertenecientes a los contratos y por la capacidad de

las personas en establecerlos, sea de forma sencilla o sofisticada, de acuerdo con la

naturaleza de la transacción entre las partes y por la creación de incentivos para el

cumplimento de los mismos. El motivo para que surjan tales costes radica en la racionalidad

de los individuos que pretenden dirigir sus conductas a la maximización de sus utilidades

La teoría de la agencia, siguiendo a Arruñada (1998, p. 147), define la existencia de

tres tipos de costes de agencia: a) los costes de monitorización (monitoring costs); b) los

costes de garantía (bonding costs); y c) las pérdidas residuales (residual loss). Los costes

de monitorización serian todos aquellos gastos incurridos por el principal visando la

supervisión del agente, en otras palabras, evaluar y restringir el comportamiento del agente

en aquellas acciones que atiendan mejor sus intereses como principal. Por ejemplo, gastos

con auditoria, montaje de sistemas de informaciones, etc.

El segundo coste de agencia es considerado como gasto de garantía y serían los

gastos incurridos por el agente para crear mecanismos que certifiquen al principal que su

comportamiento no se desviará de lo que ha sido pactado contractualmente. Es decir, son

medidas y recursos que el agente necesita tomar para garantizar su reputación en el sentido

de que no va a defraudar en los contratos que realice y tampoco tener actitudes oportunistas.

Algunos ejemplos de esta situación, señalados por Hill y Jones (1992), serían los relatos y

pareceres especializados, gastos pagados para vigilar y condicionar de forma positiva la

actividad del agente de manera que se asegure la ejecución exacta del trabajo.

Las pérdidas residuales son resultantes de elecciones no óptimas inherentes a la

divergencia de intereses entre principal y agente. Corresponden a las pérdidas de bienestar, resultantes

de la diferencia entre las decisiones reales del agente y la decisión que tenía maximizado el

bienestar del principal. Según Cosenza (2008, p. 187) es consecuencia de una situación

óptima hipotética o ideal donde los costes contractuales son condicionados por niveles óptimos

de supervisión y garantía, es decir, se trata de una oportunidad prácticamente inalcanzable.

Figura 2 – Categorías de costes de agencia

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Costesde

agencia

Gastosde

Salvaguardia

Pérdida Residual

Gastosde

Supervisión

Gastosde

Garantía

PRINCIPAL

AGENTE

Costesde

agencia

Gastosde

Salvaguardia

Pérdida Residual

Gastosde

Supervisión

Gastosde

Garantía

PRINCIPAL

AGENTE

Fuente: Adaptado de Arruñada, 1998, p. 147

Partiendo del supuesto de que los contratos no son totalmente perfectos, Jensen y Meckling

(1976) señalaron que los problemas de agencia y monitorización están presentes en todos

los niveles de la empresa, así como en las relaciones con las partes interesadas. En este

sentido, Shankman (1999, p. 321) nota que el foco principal de la teoría de la agencia centra

en la selección de mecanismos apropiados de control que aseguren el alineamiento de

intereses, de modo que el agente cumpla los objetivos del principal y se minimicen los costes

de agencia.

4. CARACTERIZACIÓN DEL SISTEMA DE CONTROL EN EL CONTEXTO MILITAR

El mecanismo de control aplicado para la medida del desempeño de los militares

brasileños que actúan en el Ejército Brasileño es el Sistema de Evaluación del Personal

Militar. Este sistema está compuesto por varios ítems que agregados forman el perfil de los

militares, bajo la forma de puntos. Este modelo de puntuación sirve para que el militar pueda

concurrir al cuadro de ascenso en la carrera, en las promociones por mérito, visando acceder al

comando de unidades o subunidades, participar de misiones en el exterior y de destaque en la

Institución, y también para poder participar de la selección para ocupar cargos de

importancia para la carrera, recibir medallas y condecoraciones y ser transferido entre las

unidades militares.

Las principales legislaciones que constituyen la base normativa del Sistema de

Evaluación del Personal Militar y que fueron utilizadas como referencias para este trabajo

son la Portaría no 993, de 18 de diciembre de 2008 (IG 30-06) y la Portaría no 336 - DGP, de

31 de diciembre de 2008 (IR 30-27). La primera normativa introdujo las instrucciones generales

para este sistema; y, la segunda, estableció las instrucciones reguladoras del mismo.

El Sistema de Evaluación del Personal Militar es la base para todos los procesos selectivos y

para fines de promoción en la carrera. El proceso de evaluación ocurre durante toda la vida

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del militar y tiene como objetivos suministrar para la Institución informaciones sobre el

desempeño de sus integrantes; posibilitar el planeamiento y la ejecución de acciones para la

corrección de desempeños insatisfactorios; permitir el constante perfeccionamiento de los

militares; y subsidiar los procesos decisorios que utilicen los resultados de la evaluación.

La evaluación ocurre en dos ambientes, externo e interno. La evaluación externa

ocurre cuando el militar es evaluado por una autoridad a la cual él no está directamente

subordinado, y son algunos pocos casos especificados en la legislación. En la evaluación

interna, el militar es evaluado por el oficial más antiguo bajo el cual él tiene subordinación

directa o mantiene vinculación funcional y generalmente ocurre en el ámbito de la

Organización Militar, siendo el comandante de la misma el responsable por la evaluación de

sus subordinados. La evaluación es conducida por tres oficiales que mantengan ligaduras

funcionales con el militar y homologada finalmente por el comandante.

El militar tiene sus competencias evaluadas en tres dimensiones básicas: i) la técnica

(su capacitación profesional); II) la social (su relacionamiento interpersonal), y iii) la

corporativa (su espíritu militar). En la competencia profesional, orientada para el resultado

en el trabajo, son analizados los siguientes aspectos:

I - Conocimiento y Habilidad Técnico-Profesional – corresponde a los conocimientos

y habilidades técnicas necesarios al desempeño profesional. En este aspecto, son evaluados

los siguientes comportamientos militares: si él demuestra sobre los asuntos de su área de

actuación; si no comete errores por falta de conocimientos; si aplica sus conocimientos y

experiencias en el desarrollo de sus actividades funcionales; si cumple sus misiones sin la

necesidad de ser orientado sobre cómo hacerlo; si mantiene permanente interés en

aprender, buscar el auto-perfeccionamiento y la actualización constante de sus

conocimientos y habilidades; si aprende con facilidad nuevas técnicas, comprende los

nuevos conceptos y procedimientos relacionados a su actividad funcional; y, por fin, si

asesora sus jefes inmediatos con conocimiento y competencia.

II - Conocimiento Institucional – representa los conocimientos de asuntos específicos

o correlacionados con la actividad castrense, que habilitan el evaluado a actuar con desenvoltura,

no solo en el ejercicio funcional del cargo que ocupa, pero en todas las diferentes áreas de

actuación militar. También es verificado si el militar conoce la legislación con la profundidad

adecuada a su grado jerárquico y al cargo que ocupa, desde las Normas Generales Administrativas

de la Organización Militar, hasta las instrucciones, reglamentos, normas técnicas, estrategias y

políticas, bien como a los principios y a los valores que corporifican la Institución.

III - Cultura General – considera los conocimientos que van allá de los asuntos

estrictamente militares y abarca diferentes áreas del saber humano. Entre otros

15

comportamientos, es verificado se el militar enriquece su desempeño funcional al valerse de

conocimientos de todo el orden que agregan valor a su trabajo y promueven la evolución de

la propia Institución; si realiza cursos de especialización o estudia sistemáticamente asuntos

de potencial interés para la Institución y si domina otros idiomas.

IV - Capacidad de Trabajo – mide la capacidad del militar lograr a los resultados

deseados con el empleo juicioso de los recursos disponibles. Es decir, es analizado si el

militar cumple sus tareas con dedicación, perseverancia y se dedica para concluirlas en los

plazos establecidos; si logra los resultados deseados por medio de un trabajo objetivo, con

economía de tiempo y de recursos de todo el orden; si es determinado, supera los desafíos

y se mantiene productivo, mismo en situaciones de sobrecarga de trabajo.

V - Calidad del Trabajo – resulta de la capacidad del militar para realizar con calidad

las acciones y procesos funcionales, visando resultados que se distinguen por la excelencia.

Los siguientes comportamientos son evaluados: i) realización de un meticuloso

planeamiento, no descuidando cualquier aspecto relacionado con la calidad de su trabajo; ii)

desarrollo de un trabajo metódico y si el ambiente de trabajo es organizado; iii) en la

ejecución de sus actividades funcionales, se mantiene atento a todos los detalles, para dar

mayor calidad al trabajo realizado; iv) demostración de cuidado y celo por las instalaciones,

bienes y materiales colocados bajo su responsabilidad y control.

VI - Capacidad de Innovación – refleja la capacidad del militar en la formulación de

nuevos conceptos y prácticas que conduzcan al perfeccionamiento de las acciones, de las

metodologías y de los procesos corrientes, de forma que se puedan alcanzar resultados

cada vez más ajustados a las necesidades de la Institución.

VII – Comunicabilidad – representa la capacidad de comunicación oral y escrita del

militar, que posibilita la transmisión de las ideas de forma clara, concisa y precisa, en

observancia a las normas de lenguaje culta, ajustada y accesible al fin público.

VIII - Capacidad de Dirección y Control – corresponde a la capacidad de conducir

procesos gerenciales y administrativos de forma a lograr los resultados deseados por medio

de las personas. En este aspecto se resalta la capacidad del militar para distribuir los

recursos disponibles, sean ellos de personal, financieros o materiales, repartiéndolos de la

mejor forma y de acuerdo con el planeamiento establecido. Otro punto importante es que él

ejerza, en plenitud, sus funciones de comando de la unidad que a él está subordinada,

asumiendo las prerrogativas y las responsabilidades por los aciertos y errores de su unidad.

IX - Confiabilidad – resulta del grado de confianza que despierta, en razón de su

desempeño funcional y postura militar, reflejando el nivel de credibilidad del profesional

militar. En este aspecto el jefe evalúa la certeza de que una misión atribuida al evaluado

16

será bien cumplida, sin la necesidad de supervisión, orientación o fiscalización. También

verifica si el militar tiene una correcta percepción del todo y si sus acciones son alineadas y

comprometidas a los objetivos mayores de la Institución; si asesora sus jefes y aconseja sus

pares y subordinados que lo procuran, escuchan y respetan por cuenta de su inteligencia,

conocimientos, experiencia y postura personal y profesional. También es observado si él

contribuye con soluciones y actitudes proactivas, es decir, si el militar se anticipa a los

problemas y a contestar con presteza, agilidad y prontitud.

La competencia básica “relacionamiento interpersonal”, tiene foco en la armonía de

las relaciones sociales, siendo inferida por los siguientes aspectos:

I - Compañerismo – resulta de la capacidad de interactuar con sus compañeros de

academia militar, sean sus superiores, sus pares o sus subordinados. Es fundamentada en

el interés colectivo, en el espíritu de cooperación, en el respeto y en el tacto;

II - Interacción con la Sociedad – corresponde a la capacidad de integrarse con la

sociedad, respetar las reglas de convivencia social, tener participación comunitaria y cumplir

los deberes de ciudadano;

III - Liderazgo Militar – representa la capacidad de movilizar la voluntad, de mantener la

cohesión y la moral de su equipo o de personas, levándolas al cumplimento de cualquier tipo de

misión, así como aquellas situaciones adversas, donde existe el evidente riesgo para la vida.

Por fin, el espíritu militar, que enfatiza los principios y los valores éticos

institucionales, procura verificar las siguientes características del militar:

I - Actitud Militar – corresponde al compromiso del militar con los deberes, valores y

principios de la ética institucional, en especial la lealtad, la honradez en el obrar, la verdad,

la responsabilidad y el sentimiento del deber, principios de honor que conducen al militar a

sobreponer los intereses de la Institución por encima de sus intereses personales;

II - Postura y Presentación Militar – corresponde a la actitud de permanente atención

para con su imagen, uniformizado o no, consciente de que su postura y presentación

personal deben ser consignas de su condición de militar integrante del Ejército Brasileño;

III - Disciplina Militar – resulta de la capacidad de acatar y cumplir las leyes,

reglamentos, normativas y disposiciones que fundamentan el organismo militar y por la

actitud de respeto a la jerarquía dentro de la estructura de la Institución;

IV - Resistencia Física y Mental – mide la capacidad de resistir a la fatiga, ante

esfuerzos prolongados. Este aspecto también es evidenciado por la permanencia en la

acción, en relación a las particularidades de la actividad, y por la cantidad de trabajo

realizado y que el militar es capaz de soportar.

17

Lo que puede ser observado es que, durante toda la carrera, el militar es evaluado

funcionalmente por su superior jerárquico, por su desempeño no sólo profesional, sino

también por sus actitudes personales y éticas dentro y fuera de la Institución. Dicha

evaluación es determinante para su futuro como militar, pues se le tendrá en cuenta en

todos los procesos selectivos que participe, es decir, para promociones, transferencias,

designaciones de comandos y otros cargos relevantes, indicaciones para misiones de paz y

en el exterior y recibimiento de medallas y condecoraciones.

5. APLICACIÓN DE LA PERSPECTIVA DE AGENCIA A LAS RELACIONES MILITARES

La metodología utilizada para analizar los datos del Ejército Brasileño se puede

caracterizar como una investigación exploratoria, que según Gil (1999, apud RAUPP y

BEUREN, 2003, p.80) “es desarrollada en el sentido de proporcionar una visión general de un

determinado hecho particular”. Por tanto, ese tipo de investigación es realizada, sobretodo,

cuando el tema elegido tiene características cualitativas y se torna muy difícil la formulación

de hipótesis precisas, perjudicando la capacidad de tornarlas operativas.

El presente trabajo, como se ha indicado, tiene la pretensión de discutir la

problemática de agencia a partir del análisis del Sistema de Evaluación del Personal Militar

utilizado por el Ejército Brasileño. Los aspectos a estudiar se podrían concretamente aplicar

en la verificación del grado de utilidad del sistema de control utilizado por el Ejército

Brasileño para orientar el comportamiento y la toma de decisiones de los militares hacia los

objetivos planteados. Para lograr tal motivación se analizarán los mecanismos monitoring

(aquellos instrumentos de que dispone el principal para controlar la actuación y valorar la

capacidad del agente) y los mecanismos bonding (aquellos instrumentos de que dispone el

principal para reducir la incertidumbre en la relación de agencia).

En el caso de esta investigación, los dos actores de la relación de agencia son los

siguientes: i) el principal es representado por el comandante de la Unidad Administrativa, a

quienes corresponde la conducción de todas las actividades desarrolladas por la unidad,

siendo el responsable directo final por aquella Organización Militar delante de la Sociedad y

del Comando del Ejército; ii) la figura del agente será ejecutada por el subcomandante de la

Organización Militar, al tener la función de Organización de los Gastos delegada por el

comandante. El Organizador de los Gastos es el responsable exclusivo por la gestión

presupuestaria, financiera y por la gestión del patrimonio de la Organización Militar, siendo

que en este caso, como es delegada la autonomía administrativa para la Organización

Militar, esta pasa a ser denominada de Unidad Administrativa.

18

En consecuencia de la delegación de autoridad, el subcomandante pasa entonces a

realizar, en nombre del comandante de la Unidad Administrativa, todas las funciones que

envuelven la gestión de recursos presupuestarios, financieros y patrimoniales, como por

ejemplo la elaboración y fiscalización de los contratos firmados con concesionarias públicas

y otros servicios, las licitaciones, compras, gestión de contratos de cesión, pagos de gastos

con transporte, viajes, hospedaje, alimentación, diarias, gestión y la manutención de los

activos de entre otras funciones menos importantes.

Sin embargo, el subcomandante, motivado por el propio interés, puede actuar no

persiguiendo los objetivos determinados por el comandante o entonces no emplear

plenamente todo el esfuerzo necesario para la maximización de los recursos y

responsabilidades que están bajo su control en la gestión de la Unidad Administrativa, ya

que su función de utilidad podrá contemplar variables desconocidas del principal. Como

ejemplo se puede señalar: i) el poder, que incluiría la indicación para ocupar cargos

relevantes en la Institución; ii) la seguridad, que podría ser entendida como mantener el

status quo que posee; iii) el reconocimiento profesional, que estaría asociado a la promoción

para un mejor puesto de trabajo o patente superior, o entonces al recibimiento de medallas,

condecoraciones, designación para cumplimento de misiones de paz y misiones en el

exterior; iv) la locomoción, que estaría relacionada a su objetivo de trasladarse para

determinada ciudad motivado por algún interés personal.

El comandante, a su vez, también busca maximizar su función de utilidad, que en

este caso, estará asociada a la mejor gestión posible de los recursos colocados a su

disposición, a la vez que su reconducción en el cargo y aún su proseguimiento en la carrera,

incluso para ingresar al generalato, dependerán de su actuación como comandante de la

Organización Militar por la cual esté designado como responsable.

Por tanto, siguiendo esta senda de factores, queda caracterizada la perspectiva de

agencia, debido a la presencia de dos actores que intervienen motivados por intereses

distintos, con gran probabilidad de que vengan a acontecer conflictos de agencia en la

gestión de las unidades del Ejército Brasileño. En esta situación pueden ocurrir problemas

de selección adversa o riesgo moral, cuando la función de Organización de los Gastos es

delegada por el comandante para el subcomandante, pues, este último estará preocupado

en maximizar su propia función de utilidad y no la función del principal.

Hay que tener en consideración que las Unidades Administrativas son un tipo de

organización pública donde los agentes actúan remunerados por recursos públicos y que,

por lo tanto, los incentivos que puedan obtener están asociados principalmente al plan de

carrera. Para Liberty y Zimmerman (1986) y también Ronen y Aharoni (1989), los agentes

19

suelen tener presente al elegir entre alternativas contables el impacto que las mismas van a

tener sobre sus compensaciones y sobre su reputación. Por otro lado, conforme señala

Gago (1996, p.195), dado que sus carreras se encuentran íntimamente ligadas al éxito o

fracaso de la unidad bajo su control, es normal que opten por sacrificar, de cierta manera,

sus intereses personales en aras de lograr los objetivos planteados para esta unidad. Según

Holmström y Ricart (1986), todo aquello que se considera un avance en la carrera del

agente tiene una gran influencia en sus preferencias presentando un peso más fuerte en sus

decisiones frente a la motivación de su actuación.

Es bajo eso contexto que el Sistema de Evaluación del Personal Militar puede ejercer

un papel central para la reducción de los conflictos de agencia dentro de la estructura militar.

En parte porque el Sistema de Evaluación del Personal Militar está compuesto por varios

ítems que agregados forman el perfil de los militares, en la forma de puntos. Este criterio es

importante para que el militar pueda ingresar en el cuadro de ascenso por méritos en las

promociones, como también para que sea designado por el comando de unidades y

subunidades, misiones en el exterior y de destaque en la Institución; e incluso para que

participe de la selección para ocupar cargos de importancia para su carrera, recibir medallas

y condecoraciones y ser transferido entre las unidades militares. En el ámbito considerado,

el de la problemática de agencia, todas estas situaciones mencionadas son decididas por el

Sistema de Evaluación del Personal Militar, y componen la función de utilidad del

subcomandante, que en el caso de este trabajo representa el agente.

En la evaluación interna, el desempeño del militar es medido por un oficial más

antiguo al cual, él esté subordinado directamente o vinculado funcionalmente. Eso ocurre

generalmente en el ámbito de la Organización Militar, siendo el comandante al frente de la

Unidad Administrativa el responsable de la evaluación del subcomandante en el desempeño

de sus funciones como Organizador de los Gastos.

Siguiendo con la caracterización de la relación de agencia, otro factor a ser tenido

en cuenta son los atributos personales de los protagonistas de la relación. El agente, por

definición, es neutral al riesgo y adverso al esfuerzo; por tanto, siempre buscará tomar

decisiones que aporten o faciliten la obtención del máximo beneficio posible para él y la

unidad bajo su control. Para minimizar esta característica el principal precisa emplear

mecanismos que conduzcan al agente a una mayor actividad a través de la oferta de

posibilidades de promoción, auto-estima, que irán a influenciar sobremanera en las

decisiones del agente, como señalan Holstrom y Ricart (1986). En base a los razonamientos

expuestos anteriormente, una vez más, se identifica el papel del Sistema de Evaluación del

Personal Militar en la reducción de los conflictos de agencia ocasionados por la delegación

20

de la función de Organización de los Gastos. La preocupación por los efectos del resultado

global de su actuación en el futuro de su carrera militar, implicarán en la necesidad del

agente soportar mayor riesgo ya que es adverso por naturaleza a éste. Las posibilidades de

promoción y reconocimiento profesional están estrictamente asociadas a la evaluación que

el comandante hará sobre el militar bajo su subordinación, lo implicará en que el militar

intentará tener conductas según los objetivos planteados por su comandante, o en el mínimo

irá preocuparse en demostrarlo que así lo hace.

El principal, a su vez, posee como característica inherente ser aquel quien soporta

la mayor parte del riesgo contractual. Es decir, en caso del subcomandante no actuar en

línea con lo que a él fue determinado por el comandante o entonces si él comete alguna

irregularidad, será el propio comandante el que acarreara con toda la responsabilidad

delante del comando de la Institución y frente a la Sociedad, aunque el subcomandante sea

castigado por infracción. En otras palabras, una forma del principal de repartir el riesgo del

“contrato” con el subcomandante es a través de los castigos y realizando una mala

evaluación del militar en el Sistema de Evaluación del Personal Militar, que influirá de forma

significativa en su vida profesional militar futura.

Otra cuestión es referente al problema de la asimetría de la información, que es una

de las principales causas del conflicto de agencia. En el caso estudiado, el comandante no

puede observar y controlar plenamente el comportamiento del subcomandante a la frente de

la gestión de los recursos presupuestarios y financieros, caracterizando el problema del

riesgo moral que resulta de la asimetría de la información. El segundo problema, también

resultante de la asimetría de información es la selección adversa, que en este caso se

queda caracterizada, ya que el subcomandante posee informaciones sobre la gestión de los

recursos presupuestarios y financieros y sobre la gestión patrimonial de la Unidad

Administrativa en la cual el comandante es el responsable directo. Así, el subcomandante se

queda en una situación ventajosa frente a su comandante, a la vez que posee información

en mayor cantidad y mejor calidad que el comandante, y puede optar por no informarlas,

adoptando actitudes negativas que serán soportadas por el comandante. El aspecto clave

que se impone al principal que está sometido a problemas de selección adversa es elegir un

mecanismo de retribución que incentive a que el agente informe indirectamente los datos de

su perfil (es decir, la asimetría de información) para que el principal pueda decidirse sobre la

cantidad y el nivel de esfuerzo necesarios para optimizar la actuación del agente (Amershi y

Cheng, 1990; Banker y Datar, 1992; y Vaysman, 1996).

El Sistema de Evaluación del Personal Militar actúa para reducir el riesgo moral al

definir patrones de conducta que permiten a la Institución diseñar un adecuado sistema de

21

recompensas y penalidades que incentivarán al agente a comportarse maximizando su

conducta y esfuerzo. Ya, en relación al problema de selección adversa, el Sistema de

Evaluación del Personal Militar actúa motivando el militar a comunicar a su superior

jerárquico más informaciones sobre su actuación, teniendo en cuenta que será evaluado por

él. Además en el caso que el agente perjudique al principal sufrirá penalizaciones, y en

tratándose de la gestión de los recursos presupuestarios y financieros, las sanciones

podrían tener carácter económico, ya que se tratan de recursos del Estado.

En este contexto, el Sistema de Evaluación del Personal Militar evalúa el subcomandante

en tres dimensiones básicas: i) técnica; ii) social; y iii) corporativa. Luego, eso denota que él

será evaluado por su superior jerárquico funcionalmente, en este caso el comandante, por

su desempeño no sólo profesional, pero también por sus actitudes personales y éticas

dentro y fuera de la Institución, lo que crea patrones de conducta pre-establecidos para que

el militar paute su conducta basada en los dos pilares fundamentales de la Institución: la

jerarquía y la disciplina. Así, el Sistema de Evaluación del Personal Militar contribuye para a

la reducción de los problemas advenidos de la asimetría de información, a la vez que

restringe los comportamientos oportunistas del subcomandante.

A respecto de los costes de agencia, el comandante tendrá que soportar los costes

de monitorización, al establecer sistemas donde pueda evaluar si el subcomandante está

siguiendo o no sus recomendaciones. El subcomandante, por su lado, incurrirá en costes de

garantía, al tener que emitir pareceres e informes al comandante para demostrar que no

está actuando con oportunismo y que está cumpliendo las determinaciones establecidas por

el comandante, pues corre el riesgo de ser mal evaluado y tener comprometidos a sus

intereses profesionales y particulares. Una vez más, se nota el papel jugado por el Sistema

de Evaluación del Personal Militar, ya que estará contribuyendo para la reducción de los

costes de agencia.

La pérdida residual también será minimizada, pero no totalmente eliminada, una vez

que mismo que el Sistema de Evaluación del Personal Militar esté actuando para reducir los

conflictos y consecuentemente los costes de agencia, aun así existirán diferencias entre las

reales decisiones del agente y la decisión que tendría maximizado el bienestar del principal,

ya que quien está tomando la decisión no es el propio principal y si otro en su lugar que

procura maximizar a su propia función de utilidad y no la del comandante. Así, aunque el

Sistema de Evaluación del Personal Militar, reduzca los conflictos de agencia, el

comportamiento del subcomandante no podrá ser completamente observado por el

comandante, pues aquel podrá utilizarse de mecanismos que maquillen las decisiones tomadas

en nombre del principal, pero que, en verdad, objetivan beneficiar a sus propios intereses.

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Según Shankman (1999, p. 321), la teoría de la agencia se basa en la selección de

mecanismos apropiados de monitorización y de control que motiven el alineamiento de

intereses entre agente y principal. En visión general, se podría distinguir esta faceta en el

papel del Sistema de Evaluación del Personal Militar. Por un lado, cumple con la función de

alineamiento de intereses principal agente y, por lo otro, contribuye para la efectividad de los

mecanismos monitoring y bonding. Puesto así, el comandante estará preocupado en realizar

una buena gestión de los recursos que comanda visando el éxito en su carrera militar; y el

subcomandante buscará no tomar actitudes que perjudiquen la carrera del comandante,

bajo el riesgo de no ser bien evaluado por el comandante y terminar perjudicando el éxito

profesional de su propia carrera militar.

6. CONSIDERACIONES FINALES

La relevancia de los conflictos de agencia en la organización, la importancia del

modelo de agencia para explicar la conducta gerencial y su fuerte apelo como un apropiado

mecanismo de incentivo y castigo para regular la actuación de los gestores, motivó el

desarrollo de este trabajo, profundizando el conocimiento de la problemática de agencia en

una estructura militar, en este caso el Ejército de Brasil.

Para eso se ha analizado los mecanismos monitoring y bonding aplicados a la

relación de agencia existente entre el comandante y el subcomandante al frente de la

gestión de la Unidad Administrativa, cuando hay la delegación de autoridad para ejercer la

función de Organización de los Gastos, una vez que toca al subcomandante realizar todas

las atribuciones que resultan de la gestión de recursos en nombre del comandante.

El análisis del Sistema de Evaluación del Personal Militar utilizado por los militares

brasileños ha permitido comprobar que ese instrumento funciona adecuadamente para alinear

los objetivos del comandante con los intereses del subcomandante, “principal” y “agente”,

teniendo en cuenta que ha sido modelado para incorporar concomitantemente variables

asociadas a recompensas y penalidades relacionadas con el desempeño que motiva la

conducta del agente en la toma de decisiones. En otras palabras, en cuanto el primero está

preocupado por realizar una buena gestión de los recursos que comanda visando su éxito

en la carrera militar, el segundo busca ser bien evaluado por su superior, evitando tomar

actitudes que perjudiquen la carrera del jefe, e indirectamente la suya, lo que hace con que

los dos conquisten sus objetivos en términos de compensaciones y reputación profesional.

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