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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

1. HOMILIAS DEL ARZOBISPO, MONSEÑOR RICHARD DANIEL ALARCÓN URRUTIA

1.1.HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DE APERTURA,

MIÉRCOLES 16 DE SEPTIEMBRE DEL 2015

Con la celebración de esta eucaristía, estamos iniciando la segunda semana pastoral programada para este año 2015. Quisiera dar una cordial bienvenida a

todos los agentes pastorales que en representación de las diversas comunidades

están presentes en esta Semana Pastoral, copresidida por los sacerdotes y acompañado por todas las fuerzas vivas de las diferentes organizaciones y

comunidades parroquiales. Quisiera dar la cordial bienvenida también a la Hermana

Eleana Salas, que viene a acompañarnos estos días. Ella, como secretaria ejecutiva

de la Comisión de Misión y Espiritualidad de la Conferencia Episcopal Peruana ha aceptado acompañarnos, iluminarnos y orientarnos en el camino de esta semana

pastoral. Pido un voto de aplausos para ella.

Recuerdo cuando empezamos nuestra primera Semana Pastoral. Les hacía

un llamado a entrar dentro de esta dinámica de la conversión pastoral, esta

conversión pastoral que es un pedido y una exigencia que nos hace la iglesia hoy, el llamado permanente de nuestro Santo Padre el Papa Francisco para que seamos

lo suficientemente valientes y confiados en el poder y la gracia del Señor para

emprender un camino que nos lleve a encontrar la respuesta necesaria para estos

tiempos que estamos viviendo. Esta conversión pastoral nos pide pasar de una pastoral de conservación a una pastoral misionera, una conversión pastoral que nos

permita tener una mirada clara de lo que es la evangelización para enfrentar los

retos y desafíos de esta época de cambio que estamos viviendo. Ya no podemos seguir haciendo lo mismo. Ya no podemos seguir diciendo: “no pasa nada, todos

los años hacemos lo mismo”; y nos vamos quedando en una situación estática de

recibir y a veces perder el sentido. Tenemos que asumir con gran responsabilidad

que la época que vivimos exige para cada uno de nosotros como miembros de la iglesia, una actitud valiente de cambio: cambio de escena, cambio de mentalidad

cambio de corazón. Nos invita a reconocer todo lo que hemos hecho de malo, pero

sabiendo que las cosas han cambiado tanto que requieren y exigen nuevas respuestas. Por eso, no es una decisión o una actitud nuestra la que tenemos que

enfrentar. Se trata de recibir el pedido del Espíritu del Señor y ser fieles a este

Espíritu.

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En esta Semana Pastoral tenemos que mantener siempre nuestra mente y

nuestro corazón abiertos a las inspiraciones al Espíritu del Señor. Mirar con cariño a nuestra Iglesia Local, nuestra Iglesia Arquidiocesana del Cusco, desde sus

comunidades más alejadas, con esos hermanos nuestros que viven una situación

muy distinta a la de la ciudad, sufriendo en la lejanía, viviendo y conviviendo de acuerdo la realidad que los envuelve. Tenemos que pensar en su realidad y el

mensaje del evangelio para ellos. Tenemos que pensar en nuestros hermanos que

van circundando nuestro Cusco de centro y se van expandiendo a las zonas

marginales, en los cerros donde las familias se multiplican increíblemente, en un avance vertiginoso. ¿Cómo llegar a ellos? ¿cómo presentarles el evangelio? Son

gente que muchas veces migra de las comunidades rurales, para convivir con

nuestros grupos tradicionales en nuestros barrios tradicionales. Es decir, nuestro Cusco tiene todo un abanico de realidades diferentes. Debemos presentar el

mensaje del evangelio a cada una de ellas, y esta debe de ser nuestra preocupación

y también debe ser motivo para valorarlos, quererlos, amarlos porque ellos más que nunca necesitan del mensaje del evangelio.

La primera Semana Pastoral nos ha enfocado a todos en el punto de partida

de este camino de conversión pastoral: la Koinonia. Hemos reflexionado durante una semana, y nos hemos llevado a nuestras realidades pastorales compromisos

concretos. Esta comunión que nos permite mirarnos como hermanos, estrechar los

vínculos de fraternidad para asumir como hermanos una comunidad. El objetivo y el fruto de la Koinonia es la comunidad, el espíritu de comunidad de los sacerdotes

con sus agentes pastorales, con los religiosos y religiosas, con las diversas

instituciones, con los grupos. Ya hemos dicho que ninguno tiene que andar por su lado desvinculado. Tenemos que buscar el núcleo de unidad que es nuestra fe,

tomando como imagen central la Santísima Trinidad, ir construyendo lazos de

comunidad donde podamos dialogar, entendernos, comprendernos, consensuar

nuestros criterios y lograr encontrar pues esa estructura de comunidad. Una parroquia que está llamada a ir a elaborando estas estructuras donde todos puedan

sentirse corresponsables y partícipes de la comunidad parroquial. Los consejos

parroquiales, los consejos de diferentes organismos de la parroquia, todos tienen que ir armando esta forma de trabajo en donde nadie se sienta excluido y todos se

sientan hermanos miembros de una comunidad. El objetivo que tenemos que

construir, por que no se hace de la noche a la mañana, es, tener en cada parroquia

comunidades cristianas.

El objetivo de la Koinonia es formar comunidades cristianas. Ahí está la

base fundamento de construir juntos este camino: comunidades parroquiales,

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comunidades decanales, comunidad arquidiocesana. La iglesia esta llamada ser una

comunidad y todos debemos de aportar nuestro granito de arena para trabajar esta espiritualidad de comunión. Sobre esta base hoy día empezamos esta segunda

semana pastoral que está vinculada a la primera y que nos permite a todos nosotros

como comunidad preguntarnos: ¿cuál es el camino más conveniente en los tiempos que estamos viviendo para ser una comunidad que con los brazos abiertos que acoge

a los fieles llamados por el Señor para formarlos en la fe?; ¿qué es lo que hemos

venido haciendo hasta ahora?; ¿qué tenemos que escuchar hoy del Espíritu? y

¿cómo deberíamos de empezar un camino de formar buenos cristianos que pertenezcan y participen de sus comunidades cristianas, de sus comunidades

parroquiales. Ahí estará entonces el objetivo de esta segunda semana que lleva por

título la Segunda Semana Pastoral del Kerigma, para volver otra vez la mirada hacia los caminos que el Espíritu permitió dar inicio a la experiencia de nuestra iglesia:

el anuncio gozoso y alegre de la resurrección del Señor. Por eso hermanos y

hermanas con esta disposición y esta mente abierta y este corazón abierto hagamos que estos días el Espíritu Santo nos llene de sus inspiraciones, para que, el Espíritu

sea el que conduzca este camino de conversión pastoral de nuestra Iglesia

Arquidiocesana.

Todos tenemos que entrar en este camino unidos en comunión por eso les

pido tres disposiciones para esta semana pastoral. Primero: que tengamos la

capacidad de escucha. Escuchemos no solamente con el oído. También con la mente y con el corazón. Segundo: aportemos. Que cada uno de nosotros pueda traer

la riqueza de su realidad de sus necesidades de la vivencia que tiene ahora como

comunidad en sus parroquias o en sus diversas organizaciones. Tercero: que juntos busquemos lo que Dios quiere para el bien de nuestra Iglesia Arquidiocesana del

Cusco: ¿Cómo vamos a formar a nuestros fieles de aquí para adelante? ¿cómo

reforzar nuestros criterios, nuestras metodologías, nuestras estrategias?

Le pido al Señor y a la Virgen Santísima para que luego de estos días podamos volver a nuestras comunidades con el corazón lleno de ardor evangélico

y saber la ruta por la cual vamos a continuar; formar a nuestros fieles en un espíritu

nuevo en un espíritu renovado de evangelización misionera para nuestros tiempos.

1.2.HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DE ENVÍO

VIERNES 18 DE SEPTIEMBRE DEL 2015

Muy queridos sacerdotes, queridos hermanos y hermanas religiosos y

religiosas, muy queridos seminaristas, queridos fieles laicos que por el bautismo

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forman el santo pueblo de Dios presente en nuestra Arquidiócesis. Hace un

momento cuando ingresé a esta aula, sentí una experiencia muy especial. Al entrar, bajando las gradas, un calor enorme, y se me vino a la mente: ciertamente, estamos

reunidos un buen grupo en esta aula ¿será el calor humano por estar todos reunidos

o será el calor del Espíritu Santo que estaba presente en este momento? Ese calor de fuerza, ese calor del Fuego del Espíritu, lo fui sintiendo al momento que llegaba

hasta aquí. Rostros alegres, animosos, dibujando sus perfiles del catequista… No

sé. Había un ambiente tan especial, que me puse a pensar en Pentecostés, en ese

Pentecostés que no es un hecho histórico del pasado, sino que es un Pentecostés permanente en la Iglesia, cuando nos reunimos los seguidores del Señor y el

Espíritu trabaja con nosotros, enciende nuestro corazón, enciende nuestra mente, le

da rostro alegre a nuestra cara. Nos sentimos con un fuego especial. Y quiero compartir esto con toda seguridad y sencillez: para mí, estos espacios y momentos,

son los que necesitamos para poder llenarnos de ese entusiasmo y alegría para

seguir este camino al servicio del Señor y de la Iglesia que el Señor nos ha confiado a todos nosotros. Y que hermoso, esta celebración eucarística recoge lo que estos

días hemos experimentado, que es Fruto del Espíritu Santo. Estamos, nuevamente,

recibiendo la experiencia de un nuevo Pentecostés, y lo hacemos en el día en que

nuestra Iglesia Peruana recuerda a un santo que se ha santificado en el Perú: San Juan Masías, quién conjuntamente con Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres

y San Francisco Solano hicieron de esta tierra peruana una tierra de santidad. Y yo

me pongo a pensar hermanos, si eso ocurrió mirando el pasado histórico, ¿por qué no nos lanzamos a la aventura de hacer de nuestra tierra peruana, y en el caso

nuestro, de nuestra Iglesia Arquidiocesana, una tierra de santos? Creo que en este

sentido, y con este ideal y esta emoción, queremos mirar este plan pastoral arquidiocesano del que estamos sembrando las primeras semillas. Porque este plan

pastoral tiene que hacer de nuestra tierra cusqueña nuevamente una tierra de santos.

Que San Juan Masías nos ayude a encontrar el camino. El no hizo grandes cosas.

El no hizo grandes proyectos… Simplemente vivió el evangelio con alegría y entrega generosa. Simplemente se identificó con Jesucristo a tal punto que Cristo

vivía en él. ¿No es ese el objetivo que buscamos? ¿No es esta la meta que queremos

introducir en nuestra iglesia? Este camino de iniciación cristiana, esta acción misionera que hoy tenemos que encender con la luz de la fe.

Queremos devolverle al Cusco su capacidad de ser tierra de santos. Yo sé

que han habido hombres y mujeres que han logrado la santidad en esta tierra. Tenemos que pensar que a través de nuestra acción pastoral debemos abonar, dar a

nuestra tierra esta capacidad a nuestra tierra, que no sea árida, sino fértil de fe

cristiana, que dé santos jóvenes, santas familias, santos laicos en medio de la

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sociedad. Que Dios nos acompañe y que nos permita el día de hoy tocar un poquito

de su santidad para que cada uno de nosotros se lleve este fermento, esta ilusión, esta chispita de santidad al concluir esta semana.

Muy bien lo decía el padre Fredi: está no es una misa de clausura, porque no clausuramos nada. Esta es una misa de envío. Revitalizados volvemos a ser

reenviados a una nueva tarea. En la primera semana pastoral nos llevamos semillas

y piedras, ¿se acuerdan? Semillas y piedras para ir sembrando y construyendo la

koinonia. Un largo camino queda todavía para que nuestras comunidades parroquiales y todos seamos fermentos de comunión, de ir formando esas

comunidades dentro de nuestra parroquia, para que algún día llegue a ser

comunidad de comunidades. Con todo lo que hemos reflexionado en estos días, en cada comunidad cristiana donde reine el amor, la comunión, la ayuda mutua, el

buscar juntos y construir juntos en esa comunidad el Reino de Dios.

En esta segunda semana vamos a llevarnos la luz: la luz del kerigma, para

poder tener con claridad en nuestra mente y en nuestro corazón, lo que tenemos que

ofrecer como camino de iniciación a la vida cristiana. Luego, viene la tarea de

poderlo compartir. Pero, queridos hermanos, todo lo que hemos podido recibir estos días, hay que madurarlo. No hagamos la pastoral de aquellos castillos de luces que

se suelen quemar en las fiestas patronales: muy bonitos de momentos, muy

luminosos, muy alegres, pero al ratito se apagan y no quedan más que cañas huecas y un humito por ahí, dando señales de que todo se terminó. No. Esa luz del kerigma

y esa motivación de la iniciación cristiana tienen que madurar, madurar en nuestra

mente, en nuestro corazón, en cada agente pastoral, desde el obispo, los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, los seminaristas, nuestros grupos parroquiales. Nuestra

parroquia, nuestra comunidad parroquial tiene que ir madurando. Esto que hemos

recibido no lo vamos a guardar, no vamos a apagar la luz. La luz tiene que ir

enciendo otra luz, y otra luz. El anuncio misionero de Cristo Vivo y Resucitado lo llevamos ahora en la luz que van a recibir, para que ustedes comuniquen la alegría

del Señor Vivo y Resucitado y puedan convertirse en discípulos y testigos de la

vida cristiana. Por lo tanto, koinonia primero. Koinonia, no olvidemos: comunión. Y ahora, encendemos la luz, la alegría de haber encontrado a Jesús y compartirlo

con los demás.

Esto tiene que empezar por cada uno de nosotros. No nos pongamos como espectadores al frente. Tenemos que involucrarnos en el espíritu del Kerigma, ser

testigos kerigmáticos y poder tener las ideas claras para poderlas compartir con los

demás.

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Escuchaba en la exposición con que emoción cada grupo ha dibujado su perfil. De este perfil, no vamos a pensar que es solamente de los catequistas, porque

hermanos, Jesucristo fue el primer catequista. El Santo Padre es el primer

catequista. El obispo es el primer catequista. El párroco es el primer catequista, y todos los que asumimos el compromiso pastoral de llevar a Cristo a los demás

estamos llamados a vivir el espíritu de ser un catequista. Por lo tanto, todo esto es

el reflejo de lo que debemos cultivar, construir, en cada uno de nosotros. Y, miren

ustedes. Si se fijan en los rostros de todos los personajes que representan el perfil del catequista, no hay ninguno triste, no hay ninguno aburrido, no hay ninguno

desanimado. La sonrisa está en el rostro. Esta es la alegría que debemos madurarla,

sembrarla, que crezca en cada uno de nosotros. Luego vendrá el momento de compartirla con los demás.

El camino que no es espera es largo. No creamos que tenemos ya todo hecho. Hay que ir madurando, hay que ir juntando nuestras experiencias, hay que

ir buscando experiencias con mucha creatividad. Tenemos el área del Kerigma en

nuestras comisiones pastorales de la Arquidiócesis. Ya tienen un trabajo para ir

empezando a hacer un borrador de un plan arquidiocesano de iniciación cristiana para cuando tengamos la asamblea pastoral arquidiocesana. Pero ya hay que

empezar, con pequeñas experiencias, con pequeñas iniciativas. Si no hay un cambio

y demostramos este cambio, esta semana no va a dar frutos. Pero yo sé que no va a ser así. Yo veo aquí sacerdotes entusiasmados, con su corazón encendido, con

muchas ideas circulando por su mente. Las religiosas, todos los hermanos y

hermanas.

¡Hay tanto por hacer! Por eso no damos por clausurado nada. Empezaremos

una segunda etapa para poder compartir con alegría y seguir este camino. Koinonia,

un largo camino… vayamos avanzando. Ahora Kerigma, otro largo camino… sigamos avanzando. Nada debe guardarse y archivarse, aquí no hay archivos.

Hermanos, aquí hay luz que se comparte para encender los corazones. Pongamos

nuestra mirada en esa tercera semana pastoral que ya viene en camino en el mes de noviembre, y que va a ser complemento como tercer elemento en nuestra formación

como agentes pastorales. Primero fue Koinonia, el espíritu de la Comunión;

segundo Kerigma, el anuncio alegre de Jesús para iniciar el camino de la vida

cristiana; y luego viene la Diakonía, que es el servicio que desde la fe tenemos que ofrecer al mundo como una cruz para poder iluminar desde el evangelio todas las

realidades sociales y la problemática social. Hermanos, teniendo al fin de este año

estas tres dimensiones, tenemos los elementos suficientes como para poder ir ya

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iniciando un borrador y el próximo año trabajaremos de otra manera. Quizá ya no

con semanas pastorales, sino con las asambleas zonales de la arquidiócesis, iniciando un camino de ver nuestra realidad para luego aplicar un plan pastoral que

responda a esta realidad. Estoy muy entusiasmado, lleno de alegría. Sé que vamos

a seguir caminando. Me alegra ver a todos reunidos. Estos jóvenes que día a día han venido a alegrarnos con su presencia. Por ellos y por tantos niños y jóvenes

vale la pena entregar nuestra vida y darles lo mejor para que el día de mañana ellos

puedan ser testigos de una nueva Iglesia, renovada en el Señor.

Quiero agradecer a la hermana Eleana. Gracias Eleana por tu presencia, tus

palabras. Tus motivaciones se quedan también sembradas en nuestros corazones. Y

yo sé que donde vas a estar, vas a estar desde ahí acompañándonos, no solo con tu oración, sino también siempre vigilándonos, viendo un poquito el camino, y sé que

tu oficina y tu persona estarán siempre disponibles para seguir apoyándonos.

Quiero pedir un fuerte voto de aplausos a la hermana Eleana.

Para terminar, invocar a San Juan Masías. Que nos bendiga a todos. Y a María,

nuestra madre misionera que siempre está con nosotros. Sin ella no tendríamos la

fuerza ni la gracia de seguir adelante. Que María Santísima nos mantenga firmes a todos en este camino pastoral que estamos iniciando. Por eso quisiera saludarla

junto con todos ustedes. Ya son las doce. Dios te salve María, el Señor es contigo,

bendita tú entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra

muerte, amén. María, Estrella de la Nueva Evangelización… Ruega por nosotros.

Preguntas para reflexionar en comunidad ¿De qué manera podemos dar y recibir una formación Kerigmática?

En nuestra parroquia, movimiento, o grupo. ¿Cómo deben practicarse las

disposiciones de escucha, de aporte y búsqueda comunitaria de lo que Dios

quiere para la Iglesia?

¿De qué manera podemos ser testigos kerigmáticos?

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2. RESUMEN DE LAS PONENCIAS Ponente: Hermana Eleana Salas, H.M.A.

Primer día, Miércoles 16 de septiembre

Por la mañana se analizó la situación pastoral de nuestra Arquidiócesis, mediante el desarrollo de una matriz FODA, a partir del lema: “El que no renace

del agua y del Espíritu no podrá entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5), que debe

llevarnos a contemplar los procesos y a preguntarnos ¿Cómo está la evangelización

y catequesis en el Cusco? ¿Qué aspectos positivos y qué limitaciones tenemos? ¿Qué es lo feo y que lo bonito? ¿Existen procesos de transmisión de la fe? ¿en qué

nos favorece la realidad sociocultural? El pueblo de Dios ¿en qué nos dificulta? Las

fortalezas y las debilidades se pueden encontrar en los numerales 295 y 285, respectivamente, del documento de Aparecida.

En la realidad, lamentablemente sólo el 10% de los bautizados participan

de la Eucaristía, es decir, que es enorme el porcentaje de cristianos quienes conforman una comunidad dormida en su fe y no participan. Uno de los factores

que provocan esta situación son algunos sacerdotes y agentes pastorales que no

asumen con responsabilidad la educación de la fe o que lo hacen con un lenguaje que solo habla a la cabeza y no al corazón.

Así mismo, indicó que la situación de violencia que vive el Perú y América Latina, responde también a un empobrecimiento en la fe, por lo que se hace

necesaria una urgente conversión pastoral. En cuanto a la formación cristiana,

indicó la necesidad de ampliar los espacios para este fin y hacer que la catequesis

no se reduzca a simples charlas, y que más bien anime a vivir experiencias de comunidad. Aparecida plantea no sólo la catequesis, sino la iniciación cristiana. En

este sentido, si no se obtienen frutos es hora de revisar nuestros procesos. Para esto

es conveniente tomar en cuenta los numerales 10 al 14; 286 y 287 del documento de Aparecida. Así mismo, propuso la revisión del documento: “La alegría de iniciar

discípulos misioneros en el cambio de época” nn. 27-29, referido al cambio de

época y su repercusión a nivel social, histórico, religioso, familiar y que afectan a la propia tarea de la catequesis.

Por la tarde desarrolló el tema: “La Catequesis y el Proceso Evangelizador”

planteando el discernimiento de los procesos y recordando la necesidad de la conversión pastoral de la catequesis, asumiendo como nuevo paradigma

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catequético la posibilidad del encuentro personal con Cristo en el ámbito de la

comunidad eclesial.

El proceso de evangelización se da de modo gradual. Se debe tomar la

propuesta del decreto Ad Gentes: testimonio cristiano, diálogo y presencia de la caridad; anuncio del evangelio y llamada a la conversión; catecumenado e

iniciación cristiana; formación de la comunidad cristiana por medio de los

sacramentos y sus ministerios. La propuesta del Directorio General para la

Catequesis (n.49): la acción misionera para los no creyentes; la acción catequético – iniciatoria para los que optan el evangelio; la acción pastoral para los cristianos

maduros. También la propuesta de Aparecida (n.289): encuentro, conversión,

discipulado, comunidad y misión.

Todo proceso nace, tiene etapas y da frutos al final. Particularmente, el

proceso de formación de los discípulos misioneros comienza con el encuentro personal con Cristo. El buen discípulo debe lograr un acercamiento con la

población, para qué con diálogo, simpatía y mucho cariño, anuncie al Señor. La

evangelización es un proceso con etapas misioneras, el punto de partida y el punto

de llegada es Jesucristo.

Segundo Día, Jueves 17 de septiembre

Por la mañana fue desarrollado el tema “La Etapa Misionera y Anuncio

Kerigmático”. Indicó que se tiene que re – institucionalizar la acción misionera y

el kerigma, refiriendo que es interesante que los hermanos protestantes consideren a los católicos como tierra de misión. El testimonio de la comunidad cristiana, es

una nueva manera de ser y vivir al estilo de las primeras comunidades, donde resalta

la fraternidad con diálogo y simpatía hasta una caridad sin fronteras. De esta forma,

debe quitarse el enfoque moralista del anuncio, y a partir del testimonio la comunidad anunciar el kerigma, un evangelio alegre, directo e incisivo. El primer

anuncio termina con el kerigma, que es un paso indispensable para la iniciación

cristiana.

Es vital el encuentro con Jesucristo para ser y hacerse discípulos. El

compromiso es permanente para pensar, juzgar y vivir como Jesús (Directorio

General para la Catequésis n. 53). Es importante encontrar en cada palabra la novedad de Dios (Mc 1, 15). Hay que hacer gustar la palabra a los bautizados que

viven al margen de la vida cristiana. Los mandamientos son fuentes de libertad. Los

Documentos que se pueden revisar son: el documento de Aparecida, números 243

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al 244; Evangelii Gaudium, números 164 al 165; el Ritual de Iniciación Cristiana

de Adultos, números 9 al 11. Y “La alegría de iniciar discípulos misioneros en el cambio de época”, del CELAM, numerales 52 al 55. Concluida la ponencia, se dio

paso a una rueda de intervenciones de parte de los participantes, en la que mostraron

su convicción sobre la necesidad de la conversión y que esta debe manifestarse en toda nuestra vida.

Por la tarde se profundizó la “iniciación cristiana”. Es importante el

planteamiento del decreto Ad Gentes sobre el catecumenado, respecto a que este no es una mera exposición de dogmas y preceptos sino una formación prolongada

de la vida cristiana que a une a los discípulos con su maestro (n. 14).

En el Directorio General para la Catequesis, el catecumenado bautismal se da en 4 momentos: pre-catecumenado; catecumenado; purificación e iluminación;

el tiempo de la mistagogía (n.88). La concepción patrística del catecumenado sigue

siendo una luz para la iniciación cristiana: catequesis bíblica, catequesis doctrinal y catequesis mistagógica (n. 89). Se puede revisar el Ritual de Iniciación Cristiana,

números 4 al 7; y la Evangelii Gaudium, número 166.

Tercer Día, Viernes 18 de septiembre

El tema desarrollado fue: “El catequista, discípulo y misionero”. No es

buena la pedagogía del chicle, es decir seguir masticando y reflexionando siempre y siempre lo mismo sin retornar a las fuentes bíblicas y doctrinales, como el

Directorio General para la Catequesis, el documento de Aparecida, y otros del

Magisterio de la Iglesia, que nos lleven a la conversión pastoral. Así mismo, el catequista de la iniciación cristiana es un discípulo misionero, debe ser una persona

abierta a la evangelización, parte de un proyecto pastoral orgánico, preparado no

solo para enseñar, sino iniciado en el misterio de Cristo y de la Iglesia para anunciar

la Buena Noticia. A su vez, el centro de su labor deberá ser la persona de Cristo. Debe tener espíritu de oración, ser amante de la Palabra de Dios, frecuentar los

sacramentos, insertarse en la comunidad eclesial y social, pero sobre todo ser

solidario en el amor y ser un fervoroso misionero (Documento de Aparecida n. 292).

El catequista es un mistagogo, alguien que introduce en el misterio de Dios

y en la adoración de la grandeza de Dios. Indico que ante las tentaciones que puede tener el catequista, existe una solución, de la siguiente manera: sí a la espiritualidad

centrada en la Palabra y en la Eucaristía, no a la superficialidad. Sí a la acción del

Espíritu Santo, no a la irresponsabilidad. Sí a una catequesis dinámica y alegre, no

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

a pasar el rato sólo con dinámicas y canciones. Algunas preguntas de rigor: ¿Quién

es catequista? Toda la comunidad. ¿A quién catequiza? A los adultos, ellos son interlocutores. ¿Quién anima? El discípulo misionero.

Se debe considerar la propuesta de nuevos horizontes para la catequesis, del documento del CELAM: “La alegría de iniciar discípulos misioneros en el

cambio de época”, en los numerales 106 - 145:

a) En orden a la Iglesia.

b) En orden a la catequesis. c) En orden al catequizando.

d) En orden al catequista.

Preguntas para reflexionar en comunidad

¿Qué estamos haciendo para que nuestra catequesis tradicional, pase a ser una

catequesis kerigmática que promueva la iniciación cristiana?

De acuerdo a la reflexión del tercer día ¿Qué hace falta para que nuestros

catequistas sean discípulos misioneros?

¿Qué podemos hacer para dejar de practicar la pedagogía del chicle?

3. CONCLUSIONES Y ORIENTACIONES SOBRE EL KERIGMA PARA CONTINUAR EL PROCESO DE

RENOVACIÓN HACIA EL PLAN PASTORAL 1. La necesidad del encuentro con Cristo, que tan insistentemente recordaba

el Papa Benedicto XVI y ahora el Papa Francisco, se propicia poco en

nuestra experiencia de catequesis tradicional. Una de las necesidades es

que nuestra catequesis pase de ser tradicional y doctrinal a ser kerigmática

y testimonial, para que el proceso de Iniciación Cristiana permita que el

catequizado realmente participe del misterio de Cristo y de su Iglesia.

2. La mayoría de los católicos no se identifican ni se sientes corresponsables

con la Iglesia y su compromiso por la evangelización es pobre. Por eso, es

importante iniciar procesos y acciones de educación porque todos estamos

llamados al servicio de la evangelización. Entonces, debe reconocerse que

nuestro proceso de evangelización necesita una conversión pastoral. A

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

pesar de nuestra antigüedad, tradición y vivencias populares, actualmente

nos encontramos en una etapa tradicional sin innovación pastoral.

3. El anuncio de la buena nueva de Cristo es poco efectivo porque quién lo

transmite tiene un pobre testimonio de vida. Por esto, es necesario que los

agentes pastorales de la iniciación cristiana tengan una vida coherente. A

pesar de las dificultades que surgen del poco compromiso con la

evangelización, existen comunidades y carismas con propuestas de anuncio

kerigmático. Es importante tomar en cuenta estos esfuerzos para

potenciarlos y sean modelo y fermento evangelizador en nuestra Iglesia.

4. A pesar de que existen múltiples formas y posibilidades para la formación,

los fieles tienen la percepción incompleta de que son los sacerdotes quienes

exclusivamente deben formar a los agentes pastorales. Se debe entender

que la responsabilidad por la formación cristiana es compartida por todos

los bautizados, siendo necesaria la participación comprometida de cada

uno según su rol en la Iglesia.

5. La formación que han de recibir los laicos debe contemplar el

conocimiento de recursos actuales, el uso de las nuevas tecnologías, que

permitan a su vez que la transmisión de la fe sea un proceso dinámico,

alegre, entusiasta, pero, sobre todo, comprometido y creativo.

6. Las primeras comunidades siguen siendo un paradigma para nuestras

comunidades. Los esfuerzos por una iglesia en permanente conversión, que

acude con alegría a la Eucaristía y va recuperando la importancia de la

palabra de Dios son muestra de ello.

7. Después de casi diez años de la realización de la V Conferencia del

Episcopado Latinoamericano en Aparecida, Brasil, el valioso proceso

misionero de carácter permanente y diferente aún requiere ser difundido,

evaluado y en muchos casos, implementado en la práctica pastoral. Es

importante establecer propuestas para conocer y practicar este proceso

misionero que se está impulsado en nuestra arquidiócesis para que pueda

seguir mejorando en sus frutos.

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

8. Como Iglesia Local comprendemos que es necesaria una conversión

pastoral y misionera. Las dificultades geográficas, la falta de preparación

y testimonio de vida en muchos agentes pastorales, su poca o nula vida

sacramental, su comodidad, sus diferencias de diversa índole, la

desconfianza de la población, el secularismo y el individualismo no

permiten que iniciemos este camino. Es importante que como arquidiócesis

hagamos frente a esta realidad, valorando las oportunidades que nos brinda

Jesucristo para promover un cambio paradigmático.

9. La conversión pastoral y misionera se aplica al interior de la Iglesia. Hace

falta también una conversión social, que renueve el compromiso de nuestra

Iglesia con la sociedad. Tenemos dificultades de índole político, existe una

presencia creciente de otras iglesias y religiones, dificultades económicas,

inadecuados recursos materiales, falta de compromiso vocacional tanto

para la vida consagrada como para el laicado, falta de obras de proyección

social, mala administración de los bienes, indiferencia ante la corrupción,

la injusticia y la pobreza. Conscientes de esto hace falta que como Iglesia

anunciemos practiquemos los valores de Cristo más allá de los límites de

nuestros templos y comunidades parroquiales. La solución está en generar

el compromiso social en nuestros agentes pastorales y laicos para que

devuelvan la presencia de la Iglesia en la sociedad como fermento. Es

importante promover comunidades cristianas unidas, abiertas y

comprometidas, que generen discípulos misioneros convencidos e

identificados con la misión de la Iglesia hasta transformar la sociedad en

más humana.

10. Nuestra Iglesia es consciente de la importancia de la familia en la

evangelización. Sin embargo, hace falta un compromiso para su atención,

con procesos sostenibles y permanentes. La familia es víctima constante de

diversos ataques. Urge atender a aquellas que experimentan los dolores de

la separación, el maltrato y la ausencia de alguno de sus miembros.

11. La juventud y la adolescencia es otro grupo importante en el que es

importante desarrollar una acción Misionera. Se han alcanzado logros

importantes en la organización de la pastoral juvenil en nuestra

arquidiócesis, pero queda todavía el universo de jóvenes que necesitan

conocer a Cristo, para que Él sea la luz que ilumine su proyecto de vida.

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

Considerando su realidad, y la zona en la que viven esta etapa de sus vidas,

es importante acercarnos a ellos como Iglesia, con agentes pastorales

convenientemente formados.

12. El laicado adulto es otro espacio al que debe dirigirse la acción misionera

de evangelización. La gran mayoría de laicos se declaran católicos, pero su

práctica católica es mínima o nula. Es importante animar bíblicamente su

experiencia cristiana, con agentes y materiales adecuados a cada grupo en

particular (profesionales, empleados, obreros, etc.) Los laicos bautizados

tienen que volver a experimentar la alegría que nace en el encuentro con

Cristo, para redescubrir sin prejuicios y de manera procesual su pertenencia

eclesial y su protagonismo social.

13. El mundo rural, que por razones migratorias también se vive en la zona

urbana, particularmente en la parte marginal, requiere una especial acción

evangelizadora, que debe considerar la escucha de quienes viven en él. Es

fundamental como arquidiócesis, empezar a atender sus necesidades y su

gran ánimo por sentirse unidos a la Iglesia, proporcionándoles elementos y

espacios evangelizadores en su idioma. Se deben respetar sus expresiones

culturales y su forma de vivir la realidad, diferentes al del mundo urbano.

En el mundo rural el sentido de la comunidad siempre ha estado por encima

del individualismo

14. La religiosidad popular, constituye un importante espacio evangelizador,

donde sus practicantes pueden vivir la experiencia con Cristo, y a su vez,

es un espacio que requiere ser urgentemente re evangelizado. Sabiendo que

esta fe sencilla es sincera, es importante que en este espacio la acción

evangelizadora se caracterice por la cercanía, la escucha y el diálogo.

15. Existe en nuestros fieles interés por el estudio sistemático de la Palabra de

Dios, pues entienden que esta debe animar su labor pastoral, su vida misma

y cualquier actividad que vayan a desarrollar con su comunidad. Su deseo

por conformar comunidades bíblicas y círculos de estudio bíblico es cada

vez más recurrente y creciente.

16. En el deseo de lograr la práctica de una catequesis kerigmática y

mistagógica hace falta desarrollar la tarea catequética de una manera más

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Documento Conclusivo de la Semana Pastoral de Kerigma

dinámica, sin que las estrategias desplacen el conocimiento y vivencia del

misterio de Jesucristo. Se necesita también, mayor preparación en los

agentes de catequesis y fortalecer su conocimiento de la Palabra de Dios.

17. El reconocimiento de la práctica de una catequesis sacramentalista,

muestra que en el plano de la catequesis hay mucho trabajo por hacer.

Hemos caído en la tentación de desarrollar una pastoral de mera

conservación. No proponemos una catequesis misionera que propicie como

momento inicial el encuentro con Cristo, porque nos preocupa solamente

la formación doctrinal, que en muchos casos es muy pobre. A pesar de esto,

en la mayoría de los casos nuestra Iglesia es consciente de que la catequesis

es un proceso gradual y que la Palabra de Dios tiene un papel importante,

pero faltan la promoción de procesos innovadores y permanentes que

favorezcan la iniciación cristiana.

18. Aunque en la mayoría de los casos no se aprecie así, nuestra Iglesia es

consciente de que la catequesis es un proceso gradual, en el que la Palabra

de Dios tiene un papel importante, que necesita una ambientación y

motivación adecuados, que busca que quién la recibe se encuentre con

Cristo y se introduzca en el misterio de la salvación y las prácticas de la

Iglesia, que tiene al propio Jesús como modelo, y que, como ya se dijo, no

debe ser procurado solo por unos cuantos sino por todo el Pueblo de Dios.

Preguntas para reflexionar en comunidad

Además de estas orientaciones y conclusiones ¿Quisieran proponer otras?

¿Cuáles?

¿Estas conclusiones se presentan de alguna forma cuando se revisa la

problemática en la preparación de las Asambleas Zonales?

Para cualquier consulta:

[email protected]