crisis en américa latina: impactos sobre la pobreza...en la pobreza pueden llegar a niveles más...

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Dar a la población ruralpobre la oportunidadde salir de la pobreza

Centre latino-américain pour le développement rural

IEP Instituto de Estudios Peruanos

SINTESIS PARA LA PRENSA - Nº2Preparado por el Programa Dinámicas Territoriales Rurales de Rimisp - Centro Latinoamericano para el Desarrollo RuralNoviembre 2009

Crisis en América Latina

Impactos sobre la pobreza

a actual crisis económica mundial sorprendió a América Latina en un período histórico de bonanza,

precedida por algunos años acelerada expansión que significó una tasa prome-dio de crecimiento del 5% entre el 2005 y el 2007 y una reducción de la pobreza que pasó de 45.7% en 1994 a 34.1% en el 2007, y de 20.8% a 12.6% en el caso de la pobreza extrema.

Sin embargo, estas tendencias pueden revertirse hoy a raíz de la recesión, como advierte el estudio “Crisis y Pobreza Rural en América Latina”1, realizado por Rimisp - Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural en conjunto con el Instituto de Estudios Peruanos IEP y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). La investigación abordó 11 países: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Bolivia, República Dominicana, Paraguay, Perú, Brasil y México.

Si bien los mayores efectos de la crisis se verán en las zonas urbanas, es posible que aumente también la incidencia de la pobreza rural.

Puntos Claves

• Los efectos de esta crisis afectarán a los hogares de menores recursos a través de al menos tres mecanismos:

1. Menores ingresos derivados de las menores oportunidades laborales, re-sultado de caídas en la demanda o en la inversión, sobre todo en infraestructura.2. Menores ingresos por reducciones en las remesas de migrantes; y3. Eventuales reducciones en el gasto público, en particular el gasto social.

• La tendencia a la reducción de la pobreza -uno de los avances más preciados de algu-nos países latinoamericanos en los últimos años- podría revertirse como resultado de los impactos de la crisis.

• La crisis puede empujar a la pobreza a numerosos hogares considerados no pobres, pero sí muy vulnerables. Asimismo, muchos hogares que actualmente se encuentran en la pobreza pueden llegar a niveles más críticos de pobreza alimentaria.

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1 El proyecto “Crisis y pobreza rural en América Latina” es una iniciativa conjunta de Rimisp-Centro Latinoamericano para el De-sarrollo Rural, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). El estudio en que se basa esta publicación fue financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (www.idrc.ca) a través del programa Dinámicas Territoriales Rurales coordinado por Rimisp. La publicación de los documentos de la serie Crisis y Pobreza Rural ha sido posible gracias a una donación del FIDA. Para acceder a la serie, visite www.rimisp.org/dtr/crisisypobrezarural

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A modo de ejem-plo, se citan aquí algunas de las ex-presiones de estos impactos en los países considera-dos en el estudio, indicando los gru-pos que resultarán más afectados:

En Bolivia, se prevé una disminución del

empleo minero y retorno de mano de obra desde esta actividad al sector agropecuario de autoconsumo. Esto afectará mayormente a los hogares del segundo quintil de ingresos, donde el 18% de su presupuesto procede de la actividad minera.

En Brasil, la disminución de flujos de finan-ciamiento para las actividades agrícolas supone una reducción del área sembrada y menor uso de fertilizantes. Los más afectados serán los hogares rurales que son pequeños productores comerciales y los que producen cultivos de exportación e industriales.

En Colombia, como efecto de la contracción de la demanda externa, ha disminuido el empleo en diferentes sectores industriales, como las ensambladoras de vehículos y las confecciones. Esto implica impactos especialmente sobre los hogares urbanos, donde aproximadamente el 28% de los ingresos son de actividades dependientes no agrícolas.

En El Salvador, la disminución de los flujos de las remesas tiene un impacto impor-tante en el 22.7% de los hogares urbanos y el 21.6% de los rurales que las reciben, donde el 7.4% y el 12.5% de los ingresos (respectivamente) proceden de este tipo de transferencias.

En Guatemala, el menor flujo de capitales se expresa en dos vertientes: disminución de los ingresos de los hogares que reciben remesas, afectando especialmente a los hogares del tercer quintil, y la reducción de flujos de inversión en infraestructura, que repercute en menor empleo y afecta especialmente a la población priorizada en los 125 municipios de mayor pobreza.

En Honduras, la contracción de la demanda externa significa una disminución de los volúmenes de exportación de maquilas y de productos agropecuarios. En el primer caso afecta principalmente a empleados provenientes de hogares urbanos depen-dientes de la manufactura; en el segundo, al 14% de hogares del quintil 4 y un 24.6% del quintil 5, donde el 15% de los ingresos del hogar procede de actividades dependientes agrícolas. La reducción de la exportación afectará al 24% de hogares que producen cultivos para exportación.

En México, la crisis se manifiesta, entre otras cosas, en la disminución de los volúmenes de exportación en el sector manufactura (maquila), con la consecuente baja del empleo, lo que tiene impactos en un gran número de hogares, considerando que el 65% de los ingresos a nivel nacional provienen de actividades dependientes no agrícolas.

En Nicaragua, el menor flujo de capitales implica disminución de los flujos de las remesas, que afecta en especial al 20% de la población rural que recibe remesas del exterior; una baja en las transferencias del sector público, con impacto en todos los hogares rurales, donde las transferencias por donaciones públicas y/o privadas repre-sentan el 4.8% de los ingresos totales; y menor financiamiento para las actividades agrícolas, también con impacto en los hogares rurales, pues un 68% de ellos se dedican a actividades agropecuarias.

Los grupos más afectados

La crisis afectará de manera directa, aunque diferenciada, a los países de América Latina, y en particular a los hogares de menos recursos.

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En Paraguay la crisis se asocia, entre otras cosas, a la disminución de los volúmenes de exportación de manufacturas (como textiles y calzados) y de productos agrícolas (algodón y soja). En este último caso, se estima que afectará al 70% de los hogares agrícolas que tienen cultivos de agroexportación.

En Perú, la contracción de la demanda externa está asociada a despidos en el sector textil y manufactura, lo que afecta principalmente a hogares urbanos de la Costa, y despidos en el sector minero que impactan mayormente sobre hogares ur-banos de la Sierra.

En República Dominicana, la contracción de la demanda interna afectará a todos los hogares rurales que tienen micro o peque-ñas empresas no agrícolas, en particular aquellos hogares del primer quintil que son dirigidos por mujeres o adultos mayores (26 y 27%, respectivamente), mientras que el menor flujo de remesas impactará a la gran cantidad de hogares que reciben este ingreso: uno de cada cuatro a nivel nacional.

En México, la pobreza extrema o alimentaria tuvo un descenso de casi siete puntos el periodo 2000-2004, lo cual se explica pri-mordialmente por el buen desarrollo de las

áreas rurales. Sin embargo, factores externos como el alza de alimentos y la actual crisis mundial están revirtiendo esta tendencia.

El nuevo contexto también desafía los avances alcanzados en Brasil, donde en los últimos 15 años todos los indicadores de pobreza registraron una baja paulatina y significativa, pasando de cerca de un 45% de la población pobre a inicios de los 90 a un 35% en 2007. Los principales factores que habían contribuido a este logro eran la reducción de la inflación y relativa esta-bilidad monetaria a partir del Plan Real, la dinámica del mercado de trabajo urbano y rural, la disminución relativa de los precios de los alimentos, la paulatina ampliación de las políticas de protección social definidas en la Constitución del 1988, la introducción y ampliación de los programas de transfe-rencia de ingresos para los más pobres, y la política de valorización del sueldo mínimo (salario mínimo). Tomando en cuenta estos factores, es inevitable pensar que la crisis internacional interrumpirá la tendencia virtuosa.

En Perú, hasta el año 2007, el buen de-sempeño económico se había reflejado en una moderada reducción de la pobreza, la que afectaba al 38.9% de los más de 29

millones de habitantes, 5 puntos porcentuales menos respecto a 2006. En Guatemala, si bien los niveles de pobreza siguen afectando a más de la mitad de la población, habían pasado de un 56.13% en el año 2000 a 51.02% en el año 2006. Pese a la relativa estabi-

lidad macroeconómica de estos países, no serán inmunes a los efectos de la crisis, que también podrían tener su expresión en las cifras de la pobreza.

Un freno a la lucha contra la pobreza

El crecimiento experimentado por muchos países latinoamericanos en los últimos años no solo les permitió mejorar su situación macroeconómica sino también asignar mayores recursos públicos a las políticas sociales que han ayudado a reducir los índices de pobreza. La crisis hace prever la inter-rupción de estas positivas tendencias.

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• Según datos basados en la comparación de la capacidad de ingreso de los hogares con la línea de pobreza internacional, Nicaragua presenta la peor situación en Centroamérica, con aproximadamente un 80% de población que vive con menos de US$ 2 al día (más de 4.4 millones de personas). En este país, el encarecimiento de los principales productos básicos de la canasta de alimentos elevará la probabi-lidad de muchos hogares pobres de caer en pobreza extrema o alimentaria. En el año 2005, cuatro productos alimentarios -maíz, arroz, leche y frijol- representaban el 41% del gasto en alimentos de los hogares, el 50% para los pobres generales y 60% para los pobres extremos. En el escenario de 2009 –que supone el encarecimiento de los insumos, retracción del crédito, congelamiento de los salarios, reducción en la demanda internacional de alimentos y reducción en la cooperación internacio-nal- se prevé una disminución directa de la producción agropecuaria en el campo, principalmente en esos cuatro productos básicos, con su consecuente encarecimiento. • En la crisis experimentada por República Dominicana en el período 2002-2004, casi un 15% de los dominicanos (1.3 millones) cayó en situación de pobreza, mientras

que entre un 6 y 7% (más de medio millón) se convirtió en indigente. Hacia 2007, se estimaba en alrededor de 1.8 millones las personas en condiciones de pobreza y alrededor de 820 mil en pobreza extrema. La crisis actual podría agudizar más la si-tuación: tanto por la reducción del nivel de actividad y del aumento del desempleo, como por el aumento de la inflación y el tipo de cambio, habría que esperar una reduc-ción del ingreso real per cápita no menor de un 10% para el año 2009 con relación al 2008. Esto implicaría un aumento de la pobreza no menor de 19.3%, y de 11.1% de la pobreza extrema. Los mayores impactos se manifiestan en la pérdida de capacidad para alimentarse apropiadamente.

Los hogares no pobres en riesgo

En México, por ejemplo, este es el riesgo del 20% de la población que está justo sobre la línea de pobreza, pero que comparte mu-chas características de los hogares pobres, como bajo acceso a servicios públicos y privados, bajos niveles de educación en el hogar y escasa tenencia de activos.

La temida insatisfacción alimentaria

Marcados por una alta proporción de la población en condiciones de pobreza, algunos países arriesgan un aumento de la severidad de la misma, expresada en incapacidad de amplios sectores para satisfacer las necesidades alimentarias.

La crisis puede empujar a la pobreza a numerosos hogares considerados no pobres, pero sí muy vulnerables. El gran problema es que, cuando esto ocurre, no es fácil que con un periodo de bonanza estos hogares vuelvan después a su situación anterior, debido a lo que se conoce como “trampas de pobreza”.

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En Perú, los “no pobres vulnerables” (el quintil 3 de la población) tienen un gasto promedio por persona de 2.9 dólares diarios, apenas 0.60 dólares por encima del valor de la línea de pobreza. En Honduras, los hogares del quintil 4 tienen un ingreso de US$ 4.30 diarios, solo US$ 1.18 por arriba del costo de la canasta básica (US$ 3.12) que marca la diferencia con el grupo de pobres no extremos. Basta una pequeña pérdida de ingresos o de oportunidades laborales para que estos grupos caigan en la pobreza.

Los hogares no pobres vulnerables son los que más dependen de los ingresos laborales dependientes y del dinamismo de los mercados urbanos, por lo que están expuestos a diversos efectos de la crisis. En Perú la cuarta parte de estos hogares cuenta con algún miembro con trabajo formal que se verá afectado por el desem-pleo en los sectores textil, manufactura y minería siendo comparativamente más afectado que los hogares pobres, donde menos del 8% tienen miembros del hogar con trabajo formal.

Por otra parte, en relación a los hogares pobres, este grupo muestra un mayor consumo en el mercado de bienes. En El Salvador, los servicios de agua, electricidad y otros combustibles representan el 15.9% del gasto de estos hogares, mientras que el transporte representa el 10.4%. En Perú y México, el 59% y el 68% del consumo (respectivamente) es efectuado en el mercado de bienes, y un 67% de sus gastos agrícolas pasa por el mercado de insumos, haciéndolos vulnerables.

Cómo mitigar los impactos sobre la pobrezaEn reacción a la crisis mundial, los países de la región han anunciado e implementando medidas de diversa índole, principalmente centradas en políticas fiscales expansivas contracíclicas. La mayoría ha priorizado:

• El aumento del gasto o la inversión pública, en lugar de reducir impuestos o aumentar subsidios directos. • La inversión en el sector infraestructura (viviendas y obras públicas, especialmente viales), por el impulso que da la construc-ción a la economía y a la generación de empleo.

• El reforzamiento de sus programas sociales, donde se destaca la ampliación (o mantenimiento) de los niveles de aten-ción de los programas de transferencias condicionadas para minimizar los efectos de la crisis en las zonas más pobres. Es el caso de Progresa/Oportunidades en México, Bolsa Familia en Brasil, Juntos en Perú, Familias en Acción en Colombia, Red Solidaria en El Salvador, Red de Protección Social en Nicaragua, PRAF en Honduras y Solidaridad en República Dominicana.

Las investigaciones de cada país del estudio “Crisis y Pobreza Rural en América Latina” generaron también sus recomendaciones para mitigar los impactos de la crisis sobre la pobreza, tales como:

• Priorizar el gasto hacia rubros que cum-plan con ciertos criterios anticíclicos y en proyectos que sean consistentes con los objetivos de desarrollo de los territorios.

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• Crear nuevos programas que apunten a la alimentación escolar, pensiones no retributivas y nutrición.

• Capacitar a funcionarios públicos para definir programas y proyectos de erradi-cación de la pobreza.

• Desarrollar mecanismos para mejorar el acceso al crédito de los hogares pobres.

• Desarrollar programas de cobertura de desempleo.

• Buscar nuevos mercados internacio-nales para los actuales productos de exportación.

• En el caso de los países centroamerica-nos, coordinar políticas y buscar soluciones conjuntas, considerando que una parte

importante de la producción se comercia de forma intrarregional.

• Apoyar los procesos de recapitalización que promueve la banca de desarrollo regional.

• Aumentar el apoyo técnico y financiero a los hogares que producen para el au-toconsumo, con lo cual se reducen las posibilidades de una crisis alimentaria.

• Crear líneas de financiamiento para emprendimientos económicos para la micro y pequeña empresa.

• Aprovechar los diagnósticos sobre la realidad nacional realizados por agencias de cooperación para orientar las inter-venciones de desarrollo y ordenar las asignaciones de recursos de los coope-rantes internacionales.

ContactosPara contactos de prensa con expertos que condujeron el estudio, por favor comunicarse con la Sala de Prensa de Rimisp vía email

[email protected] o vía telefónica al (56 2) 236 4557.

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