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Argumentos de la socialdemocracia, número 2 Especial www.socialdemocracia.org Un reto para el futuro

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Argumentos de la socialdemocracia, número 2

Especial

www.socialdemocracia.org

Un reto para el futuro

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/55/85/ El reto de la Izquierda Francisco Agenjo 16.02.2006

El principal reto socieocenómico de la izquierda, y me atrevería a decir que la causa fundamental para que el neoliberalismo haya tomado la delantera, (y casi ganado la guerra de ideologías) es que debe demostrar que sus tesis ideológicas son compatibles con incrementos de la riqueza comparables a los del capitalismo. Es decir, si los sectores progresistas de la sociedad quieren ofrecer una alternativa al libre mercado despiadado, deben conseguir demostrar que desde la izquierda también se puede crear riqueza.

Un ejemplo claro es el hundimiento de la Unión Soviética. Paradigma para los neocons actuales de la superioridad del capitalismo, se olvida fácilmente que la revolución comunista logró convertir un país destruido por la guerra, atrasado técnica, económica e industrialmente y acosado por numerosos frentes por las potencias del momento, en una de las dos potencias mundiales más grandes del momento. El motivo, sin duda, la colaboración y planificación exactas del trabajo, el agotamiento de modelos anteriores, y la colaboración del pueblo. El reto es demostrar que ese mismo espíritu puede lograrse en momentos avanzados del comunismo, socialismo o anarquismo. Que la inercia no tiene porqué destruir el crecimiento económico, si se gestiona bien el trabajo, la innovación y la productividad. En una teórica batalla de creación de riqueza, el liberalismo parte con muchas ventajas. Entre ellas, el capital, y una casi total falta de escrúpulos a la hora de sobre explotar los recursos, sean humanos, ecológicos o sociales. La larga tradición histórica de pensadores económicos conservadores no hacen sino constatar un hecho. Que una empresa o persona, si trabaja para su propio y exclusivo beneficio, logra mejores resultados a corto plazo que un sistema basado en la cooperación, la colaboración y el reparto de la riqueza. El objetivo de la izquierda, el único que puede plantar batalla al neoconservadurismo, es encontrar modelos de motivación, trabajo e innovación que superen las tasas de crecimiento económico y desarrollo humano y social del libre mercado absoluto (entendiendo como tal, un mercado sin regulaciones y con un Estado muy limitado, objetivo muy buscado en según qué foros). Para ello, debe superar retos como la motivación de los trabajadores, la innovación compartida, la baja productividad del sector público, la internacionalización de los productos y servicios, la abolición de las barreras arancelarias en todo el globo y el reparto equitativo de la riqueza.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/50/85/ Interés de clase Miguel A. Escobar 10.02.2006

El debate sobre la existencia o no de la llamada clase trabajadora es sospechósamente paralelo al de la presunta superación de las ideologías en términos de izquierda y derecha. Desde que el año 1989 nos sorprendiera con la caída del muro de Berlín, algunos se han entestado en hacer caer con él los referentes políticos que han sido el eje del debate y el progreso social. De la misma manera que han intentado diluir los conceptos grupales que nos identificaban para difuminar, también, nuestros objetivos comunes, así como nuestra capacidad de actuación colectiva. Por decirlo de otro modo, los oráculos del pensamiento único han decidido desproveernos de rasgos ideológicos, de referentes indentitarios y de objetivos políticos. Más que una filosofía, la superación de las ideologías y de las clases sociales es una estrategia que pretende acabar con nuestra capacidad para diseñar nuestro futuro y conseguirlo.

Debo reconocer mi admiración –dicho sea en el peor y más cínico sentido de la palabra- por una sociedad que tiene una tendencia enfermiza a clasificarlo todo en cajones bien ordenados que aporten información necesaria sobre nuestra conducta previsible, sobre nuestras expectativas vitales y hasta nuestro comportamiento psicológico, y que ahora se desentiende de uno de los argumentos que han permitido sin lugar a dudas, el progreso humano, es decir la lucha de clases. Es realmente provocador cómo se intenta obviar el mecanismo a veces violento que nos ha situado en el estadio de bienestar relativo con el que nuestros abuelos soñaron y por el que siguen luchando millones de personas en todo el planeta. Por eso conviene afirmar con rotundidad que siguen existiendo las clases sociales, y por tanto sigue vivo el concepto de clase trabajadora. Es necesario incluso como elemento de referencia social, como elemento de seguridad personal que nos ubica en este entorno cada vez más complejo y amenazante. Pero esta afirmación no puede ser reactiva, no sólo tiene que ser una fórmula que nos agrupe para el combate por la igualdad y la justicia social, debe ser fundamentalmente una herramienta de orientación, la misma que nos quieren quitar de las manos los divulgadores del pensamiento único. Si nos desnudan de nuestra alternativa social y política, si nos quitan hasta las palabras que significan mucho en nuestro universo personal, habrán hecho desaparecer toda posibilidad de progreso colectivo. Y las palabras pueden tener acepciones similares pero tienen connotaciones que aportan más que su propio significado literal. Del concepto de proletariado con implicaciones revolucionarias, evolucionamos hacia el de clase obrera. Posteriormente despojamos de obrerismo a nuestra clase para convertirla en clase trabajadora, mucho más centrada, políticamente correcta y de consenso. Hasta cierto punto esta progresión tiene su lógica desde la óptica occidental. Pero no podemos admitir que nos conviertan en simples productores. Y menos cuando puede

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ser el último paso que nos separe de la pérdida de derechos sociales, condiciones laborales y, porqué no, de la verdadera libertad. Si damos ese paso embebidos por la capacidad de disuasión del sistema liberal que nos ha convertido por la vía del consumo en clases medias para disgregarnos y reducirnos después a su antojo, no estaremos en condiciones objetivas para ofrecer una resistencia digna en un futuro muy cercano. Tan próximo como incierto. La preeminencia de la economía sobre la política, peor aún, la dominación del modelo económico único sobre la política ha disparado la avidez de los poderosos que ven posible superar, aunque sea con dosis de paciencia, el pacto socialdemócrata que aseguraba la paz social a cambio de bienestar. Por este interés, nos deben desmovilizar y eso empieza por desposeernos del nombre, de nuestra referencia para convertirnos en inmigrantes desarraigados. Sólo si nos convierten en sujetos individuales sin la más mínima solidaridad de grupo, podrán cumplir su objetivo que no es otro que el de acabar con nuestra libertad y con nuestro bienestar personal, los que sólo podemos defender desde la cesión, bien entendida, de soberanía a nuestra familia, nuestra tribu, nuestra clase. Por esos motivos, considero que sigue vigente, aunque convenga actualizar el concepto de clase trabajadora. Los que son partidarios de su desaparición no lo hacen por convicción sino por interés, por interés de clase. Defendamos la nuestra.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/84/85/ Socialismo democrático: una tautología conceptual Luis Fernando García 10.03.2006

Porque llevar la democracia hasta sus últimas consecuencias y universalizar su aplicación al conjunto de los sistemas político-sociales continúa siendo hoy en día la principal de las utopías vigente para el conjunto de la izquierda. Una democracia que, a sus dimensiones tradicionales (político-representativa, económica y social), añade hoy el gran potencial transformador de los elementos vinculados a la igualdad, la ciudadanía activa y la multiplicidad de espacios, modelos, formas e instrumentos para la participación ciudadana cotidiana en los asuntos públicos. Nos encontramos ante una nueva dimensión de la política que apuesta por potenciar el desarrollo de una fuerte sociedad civil, de un actor social y político capacitado para tomar sus propias decisiones de forma autónoma y poder gestionar los ámbitos de la convivencia, el civismo y la diversidad.

Definir el socialismo como democrático no deja de constituir una tautología, una redundancia conceptual y práctica en el sentido de definir un movimiento político radicalmente democrático en su esencia

Tal vez el éxito del término ‘socialismo democrático’ provenga de aquel complejo histórico de los demócratas de izquierda ante las deleznables prácticas políticas de aquellos totalitarismos que, pervirtiendo el concepto y actuando en su nombre, sacrificaron a sus pueblos en el altar del igualitarismo y la bonhomía por decreto. Después de la caída del muro de Berlín, la derecha consideró que toda la izquierda quedaba desarmada y era susceptible de identificación con las prácticas estalinistas. También nuestros valores fueron cuestionados, y toda la izquierda padeció los envites de la crecida reacción y el ultraliberalismo más deshumanizado. Ello provocó movimientos estratégicos dentro de la izquierda europea con el objeto de proyectar de forma más clara la esencia radicalmente democrática de las diferentes formaciones políticas. Así, en España, el comunismo buscó refugio en las fórmulas ‘eurocomunistas’ en un primer momento para, después, evolucionar hacia el ‘ecosocialismo’ y la disolución práctica bajo nuevas siglas de camuflaje. Los socialistas, que ya con anterioridad habían renunciado al marxismo (habían celebrado ya su particular Bad Godesberg como el SPD alemán hizo años antes), comienzan a familiarizarse con aquella terminología amable del socialismo democrático o, más concretamente, la socialdemocracia (al estilo de los socialismos nórdicos y centro-europeos). La experiencia francesa de Mitterrand desde 1981 también ayudó al socialismo español a abordar la necesaria renovación en los discursos y las personas. Sin embargo, fue el PSOE la única formación política de izquierdas que mantuvo sus siglas y renovó su apuesta por los que habían sido sus valores y principios rectores desde su fundación el 2 de mayo de 1879: la transformación de la sociedad desde el radicalismo democrático y el reformismo parlamentarista. Sin duda, el fracaso de la vía chilena al socialismo de Salvador Allende constituyó también durante aquellos años un duro ejemplo de cómo la involución militar podía aniquilar un experimento tan bello como el de demostrar que era posible construir una sociedad socialista sin rebasar el marco constitucional y optimizando todos los instrumentos democráticos del parlamentarismo. Como conclusión podríamos extraer la que afirma que el socialismo, o es democrático

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o no es. El socialismo defiende una profundización y una extensión en los límites de la democracia para fortalecerla. El socialismo apuesta por el gobierno de todo por parte de todas y todos. Porque los espacios y ámbitos donde la democracia se imponga sean cada vez mayores. Así ha sido históricamente. Desde Platón, pasando por Owen o Bernstein, siempre ha existido una línea teórica y unos gobiernos (socialistas, socialistas democráticos, socialdemócratas, laboristas...) que se han fundamentado en la apuesta por las personas y el respeto más estricto a los derechos y las libertades públicas.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/183/85/ Sudamérica: nuevas revoluciones Andrés Villena 09.05.2006

La pervivenbrillante vicOllanta Humafiliado al eTELESUR acuerdos prvivida hastaparece quepensando eincluso cultu Además, e(eterno disiUruguay qugobiernos c Otro rasgo desarrollo, lal poder: freque accedequizá, por lcalma a la hhasta los saradical de fallidas del de sentimieconcepto de A pesar de políticos y latinoamericfuncionan, manipulacióDetrás de encubierta pueden camgrandes org

A la espera del resultado final en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas, podemos concluir con que en América Latinase está produciendo un proceso bastante diferente a todo lo que ha ocurrido durante años en este conflictivo subcontinente. Colonias de distintos imperios, más o menos manifiestos, algunas naciones sudamericanas parecen dispuestas a cambiar el rumbo de su historia.

cia del escandaloso presidente venezolano Hugo Chávez y la reciente y toria de Evo Morales se unen ahora a la posible elección del peruano ala, que, con un discurso nacionalista y social, se perfila como un futuro

je organizado por el gobierno venezolano. Se llame ALBA, MERCOSUR, o de otro modo, la estrategia propuesta por los países suscritos a estos etende buscar otra forma de integración política y económica diferente a la ahora: de la integración vertical y desigual de años anteriores, de la que los Estados Unidos han sido los principales beneficiados, ahora se está n una integración horizontal, con países de similar riqueza, recursos e ra e idioma.

stos países, cuya llegada ha sido celebrada por la República de Cuba dente) pueden contar con otro aliado: naciones como Brasil, Argentina o e, si bien no se sitúan como antiamericanos puros, se perfilan como on los que alcanzar ciertos acuerdos beneficiosos para el conjunto.

interesante, que desconcierta a los enemigos de esta nueva forma de o constituyen las formas en las que los nuevos gobiernos han podido llegar nte al tradicional golpe de Estado o la revolución del pasado, los partidos n hoy al gobierno lo han conseguido a través de las urnas. Es por esto, o que las medidas emprendidas no son tan radicales: Evo Morales pide ora de realizar reformas o nacionalizaciones; Humala promete algo similar; ndinistas –posibles vencedores en Nicaragua- renuncian al concepto más

expropiación de empresas privadas. ¿Es el aprendizaje de experiencias pasado o la legitimación a través de las urnas lo que produce una especie nto de moderación? Los gobernantes parecen querer seguir fieles al democracia y, a través de éste, producir efectos reales en la sociedad.

este nuevo modo de tomar el poder, tan parecido al modelo occidental, los periodistas más conservadores siguen achacando males al proceso ano. Acusaciones infundadas de fraude electoral y, cuando éstas no de populismo –un concepto incierto y, por tanto, propenso a la n- justifican, para estos, que el continente esté cambiando de gobernantes.

estas justificaciones y comentarios no se encuentra más que una forma de racismo, un convencimiento de que los pueblos latinoamericanos no biar la historia por sí mismos, y que deben seguir bajo la guía de los

anismos y países considerados “superiores”.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/190/2/ Sociedad del conocimiento y desarrollo local Jordi Tort 05.05.2006

La Sociedad tiende hacía lo que se denomina la sociedad del conocimiento. Con este planteamiento, para conseguir que una región sea competitiva, debe ser generadora de conocimiento y disponer del máximo de éste, debido a que es éste el recurso principal del que podremos disponer en el futuro.

Desde la administración local se cae a veces en el error que sólo se necesita conocimiento científico o técnico, promoviendo políticas que sólo apoyan a ese tipo de actividades, pero sin duda, el conocimiento práctico, el que está basado en la experiencia debe ser también una gran aportación al desarrollo de un territorio, ya que la transmisión de la praxis garantiza la continuidad de ese conocimiento en él. En la aldea global en que vivimos, es tan importante la información, y el acceso a ésta, como la comunicación, y el desarrollo de redes de contactos. Por eso se deben promover redes de cooperación empresarial y personal a todos los niveles (local, regional, estatal), para garantizar que seremos competitivos en el futuro, y que la información y el conocimiento fluyen de tal forma que se garantiza el acceso a todos. Como dije en mi artículo anterior, sobre el acceso a las nuevas tecnologías, estas pueden abrir nuevas brechas al dar acceso muy desigual al conocimiento y la capacidad para comprenderlo y usarlo. El conocimiento, para que sirva para el desarrollo, debe ser compartido, se debe dar acceso a todos a ese conocimiento, porque el desarrollo de cada individuo, depende del desarrollo del resto de individuos con los que se relaciona, así como el de cada municipio depende también del de todos aquellos con los que interactúa, y comparte territorios. Debemos plantearnos alternativas de cooperación entre individuos y regiones que enriquezcan a todos haciéndolos participes a cada uno del conocimiento del otro. Es evidente que las regiones, o los municipios, deben competir entre ellos, pero a la vez deben ser capaces de cooperar de modo que no sólo compartan el conocimiento explicando sus experiencias, ni tampoco haciendo llegar parte de su recaudación impositiva a modo de subsidio para la región pobre, sino que también han de ser capaces de trabajar conjuntamente resolviendo problemas y necesidades que son comunes. Es por tanto esencial, que desde las administraciones locales se intente crear sistemas de producción del conocimiento y la información, de modo que estos se usen y se distribuyan, y para ello es necesario el trabajo conjunto entre diferentes administraciones. De este modo seremos capaces de desarrollar nuestro territorio de cara al futuro, desde las administraciones locales, viendo como la inteligencia y el conocimiento son inherentes al municipio. Sin duda no simplemente se trata de domótica, de tener cada vez más facilidades técnicas, mejores instalaciones, sino de crear un territorio que disponga de instituciones capaces de ser flexibles, de dar servicio al ciudadano, de ganar en capacidad de respuesta y de aprender tanto de sus experiencias como de las de su entorno. Adaptarse a los cambios con suma rapidez, y dejar de lado la imagen burocratizada que tienen los ciudadanos de las administraciones públicas.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/131/85/ Contraofensiva I: Crisis y reacciones Luis M Guirola (Citoyen) 04.04.2006

"Este ciclo de artículos que llamaremos « Contraofensiva » por el poema de Benedetti del mismo nombre que se reproduce adjunto, se compondrá de tres « entregas » ésta que está usted leyendo que contiene la primera parte (I) del bloque donde se ilustra la crisis del sistema y la reacción de la derecha. En el segundo artículo se analizará la situación ideológica de la izquierda que contendrá la primera subparte de la segunda parte del ciclo (II .A.) poniendo un acento precisamente sobre las contradicciones más evidentes que registra hoy la ideología de izquierda. Finalmente, el último artículo tratará sobre la necesaria reorganización y refundamentación ideológica de la izquierda, con el fin de poner un norte a la acción y al pensamiento de la izquierda del siglo XXI.

Si a uno le dan palos de ciego la única respuesta eficaz es dar palos de vidente. Mario Benedetti

Si está usted leyendo este artículo, es necesario que sepa que el autor no lo hace de forma imparcial, que es profundamente parcial. También es necesario que sepa que no lo hace de una forma mecánica, racional, puramente analítica, sino impulsado por un conjunto gigantesco de sentimientos.

Lo primero que uno aprende cuando empieza a escribir es que, para discutir de forma racional, lo primero que uno tiene que hacer es apartar los sentimientos, intentar explicarlo todo por la vía de la razón, de lo explicable. Quiero que entiendan que es complicado ser racional y explicante cuando una congoja tan profunda se acumula en algún sitio entre la garganta y el estomago. Sin embargo, intentaré ser lo más racional que algo tan irracional como las tripas permite.

Si está usted leyendo este artículo se preguntará cuál es la razón de este sentimiento de miedo, de susto, de angustia que dice tener el autor y que explica desde la primera línea, lo menos que se puede es intentar explicarse.

El problema más grave que vive la izquierda es su falta de proyecto, su falta de organización. Cuando hay un vacío, una confusión, es demasiado corriente que predicadores y profetas propongan soluciones simplistas, reformas radicales para tomar en mano la nueva situación « Las dictaduras-decía uno de mis profesores- no resuelven problemas, los ponen en evidencia ». Por ello, intentaré explicar a partir del caso francés el problema estructural que vive nuestra izquierda, no la izquierda española, sino la izquierda mundial (los proletarios no tienen patria ¿recuerdan?) y de que forma la derecha intenta aprovechar ese vacío (I) y en segundo lugar intentaré explicar cuales deberían ser, en mi opinión, las reacciones que desde la izquierda se tomen ante la nueva situación (II)

I Crisis y peligros

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A) La crisis francesa, la crisis mundial

En Francia, hace demasiado tiempo que viven una crisis. Una gigantesca crisis económica, social, cultural... De todas las clases. El verdadero problema es que la pública diferencia francesa está en crisis. Los franceses siguen creyendo ser la cabeza de Europa, siguen creyendo ser diferentes a la corriente de inercia, y se regocijan de serlo, y ello les hace reaccionar en su diferencia, ya sea en la diferencia de izquierdas, o en la diferencia de derechas.

El año pasado, con el referéndum sobre la constitución europea, Francia reaccionó con su diferencia, de muchas formas diferentes, pero al fin y al cabo con su diferencia. La mezcla del anticapitalismo patológico de la izquierda y del soberanismo nostálgico de la derecha hicieron que el país que es el alma de la unión Europa (digamos que Alemania es la cabeza) dijera no a la constitución mas europeista de todos los tiempos qué, para mas inri, había sido redactada por su antiguo presidente. Fue el fracaso del proyecto europeo a la francesa.

Hace no demasiado tiempo, Francia sufrió otra crisis. El gigantesco problema encarnado en la incapacidad de integración del modelo integrador francés reventó en una crisis de los barrios de la periferia, mayoritariamente habitados por antiguos inmigrantes, árabes, negros y de todos los colores, cualquiera habría dicho que la republica se venía abajo. Ante esta situación, las reacciones fueron varias. El Front Nacional, con Le Pen a la cabeza, aprovechó para hacer notar hasta que punto los extranjeros son un problema. La izquierda, una vez más, aprovechó para echar la culpa al sistema capitalista de producción (que raro) y finalmente, la derecha as centrada intentó explicar la necesidad de « firmeza » (por qué les gustará tanto esa palabra?) ante los amotinados.

En la actualidad, Francia vive otra crisis, una crisis social, una verdadera crisis. El primer ministro, en un intento por « modernizar » la economía (¿que rayos querrá decir modernizar?) ha establecido un contrato que permite despedir sin casi indemnización durante los dos primeros años. Desde hace casi un mes, el país vive entre huelgas estudiantiles, movilizaciones, problemas de disturbios, ataques a las fuerzas de seguridad del Estado. Mañana martes 28 hay prevista una huelga general. La situación resulta siniestra. Los distintos candidatos de izquierda han aprovechado, una vez más, para atacar cruelmente al capitalismo que estaría encarnado en este malvado contrato. Han decidido tomar por la fuerza las universidades, romper farolas, quemar papeleras, destrozar escaparates. La derecha sin embargo, se indigna por los ataques a la tranquilidad y el orden público y explican la necesidad de « liberalizar » (¿que significa para ellos libertad?) el famoso mercado de trabajo.

Sin embargo, el caso francés, que puede parecer especial de alguna forma, no es más que una ilustración de la tendencia mayoritaria, una ilustración de las malas respuestas que se pueden tomar ante problemas de actualidad que existen a nivel global. Hablo fundamentalmente de la globalización a nivel político y económico, de los problemas de la inmigración y de la crisis del Estado con fronteras en general. Todos ellos problemas presentes en todos los países, donde Francia ilustra precisamente, la mala reacción de izquierdas, la reacción romántica anticapitalista y donde la derecha, veremos, sabe reaccionar de forma más hábil.

B) Reacción francesa, peligro mundial

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Es en esta situación donde hoy, el ministro del interior Nicolás Sarkozy ha hecho su discurso. El jefe de los neocon franceses ha expuesto su discurso para « una Francia mas justa ». Es ese discurso el que acabo de presenciar y el que me ha dejado en este estado de shock. Es curioso, cuando un neocon habla de justicia, de libertad, de modernización, uno tiende a pensar que esas palabras significan para ellos una toda otra cosa que para nosotros. Cuando un ministro del interior ultraconservador termina su discurso con la marsellesa y el « aux armes citoyens », uno se pregunta que es para él un « citoyen », cuando ellos dicen algo, uno presiente y comprueba después, que la forma en entendemos la libertad, la igualdad y la fraternidad son formas del todo distintas. Nicolas Sarkozy es el mas presidenciable de los candidatos de la derecha y el mas presidenciable de los candidatos en general. El discurso comenzó con una alusión a elegir entre el cambio y el inmovilismo. Explica que Francia debe cambiar porque efectivamente, está en crisis. Es decir, intenta explicar cuál será su receta para salir de la crisis. Es precisamente en la receta donde reside el problema. Explica por ejemplo su plan para prevenir la delincuencia juvenil. Empieza con la proposición de una revisión (endurecimiento en realidad) de la ley del menor, haciendo a la violencia en las aulas. Explica que es necesario detectar precozmente los comportamientos violentos, para prevenir la existencia de futuros delincuentes y asesinos. Para ello, proponer por ejemplo, la eliminación del secreto profesional en el marco de los servicios sociales para que la administración pueda conocer esos comportamientos y prevenirlos. Explica igualmente que para conseguir una Francia mas segura (seguridad, en labios de este hombre es algo que me hace temblar) hay que reformar profundamente el proceso penal y la instrucción y que hay que poner en marcha un sistema de responsabilidad de los jueces (¿responsabilidad ante quién?) y que hay que poner una justicia penal al servicio de las víctimas, esto último en clara consonancia con la medievalización de la justicia penal, entendida como un proceso que tiende a castigar y no a rehabilitar, a resarcir a la víctima y no a proteger a la sociedad. Sigue diciendo, en segundo lugar, que es necesario reformar el mercado de trabajo y la « seguridad profesional ». Su intención es la simplificación del derecho del trabajo (en estos momentos me viene a la cabeza lo que decía un profesor mío « La primera táctica del demagogo es presentar de forma simplista aquello que no es simple »), propone así la creación de un contrato de trabajo único de tiempo indefinido que permite adaptar el mercado a los repuntes de producción, en otras palabras, terminar con el derecho del despido. El discurso sobre la modernización de la economía continúa predicando con la mano derecha bajadas de impuestos y proponiendo con la izquierda una mayor protección social, explicando que hay que retrasar la edad de jubilación... Sigue, con la parte más escalofriante del discurso: la escuela. Su proyecto más importante para la escuela es restablecer la autoridad para los institutores. Claro, autoridad. Todos queremos autoridad. Solo, algunos preferimos hablar de respeto. Explica por ejemplo la necesidad de que los alumnos se levanten cuando entran en clases, de prohibir fumar en los patios de los colegios, porque eso es lo que la derecha entiende por autoridad: la prohibición y la obligación. Explica también la conveniencia de terminar con la rigidez del mapa escolar, cada uno debe elegir el liceo de su elección, solo, no explica como compatibilizará esto con las leyes de oferta y demanda. Claro, explica, hay que favorecer la educación privada, en definitiva, renunciar a que la escuela sea el lugar donde se forman ciudadanos, participativos, y activos en la vida social mediante falsas expectativas nostálgicas, exaltación de grandes valores, y promoción de la autoridad. Otra parte que da bastante miedo en su discurso son sus propuestas sobre

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inmigración. Explica que es necesario seleccionar a los inmigrantes. La necesidad de que estos se adapten a los valores del país que los recibe y que no es posible recibir a los que vienen a delinquir, así propone un régimen basado en la expulsión como pena para la delincuencia. Explica también que la inmigración debe estar adaptada a la capacidad de acogida del país y a sus necesidades económicas, de ahí, que este primer ministro propusiera seleccionar a los inmigrantes que entran en función de los estudios que ya hayan hecho. No se oye, sin embargo, una palabra sobre la resolución de las causas de inmigración, sobre la promoción de la igualdad geopolítico y el atajo de la pobreza globalizada: solo se oye hablar del ombligo francés, de las necesidades francesas, de Francia en definitiva, y no de los inmigrantes. La expulsión es, en el imaginario de derechas, una forma ideal de reinserción, de reforma. La última parte de su discursos consiste en, de forma bastante cainita, explicar cuales son sus proposiciones para salir de la actual crisis. Explica, llamando a los que escucha « mis queridos amigos », que cree que es un orgullo sentirse francés, y sobre todo, que es necesario tomar medidas de liberalización sindical para evitar oposiciones estériles de los sindicatos. Los actuales sondeos dan a este candidato casi un sesenta por ciento de posibilidades de ser presidente. En situaciones de crisis, es esencialmente fácil proponer soluciones fantasmagóricas. Explicar mediante la exaltación sentimental nuevas formas, nuevas situaciones, recopilar en definitiva a los descontentos y agruparlos entorno a la fe nacional en soluciones drásticas, drásticas y equivocadas. Es Sarkozy, el único de los políticos franceses que no tiene formación, que ha vivido toda su vida de la política quien ilustra el verdadero peligro de los cabestros, de la forma de hacer ver las cosas basadas en « la verdad », cuando verdad significa absoluto, incontestable y autoritario, y sobre todo, mediocre. Es la misma verdad que expresa Aznar cuando habla de España, o la misma « verdad » de que hablan los partidos nacionalistas con la expresión de los valores de su colectividad cultural particular. Es la verdad mediocre, la verdad profética, la verdad categórica y sobre todo, la verdad irracional, infundada, demagoga y simplista. Es esta nueva derecha que se dice liberal y que promociona el aumento de la seguridad como modo de vida. Que es liberal en lo económico y que no explica cuál será la verdadera realización de esa supuesta libertad. Ese liberalismo neoconservador, que no por ser nuevo es menos conservador, y no por ser liberal cree en la libertad, cuando libertad significa facultad, derecho o posibilidad de hacer, y no libertad contractual. http://www.socialdemocracia.org/content/view/132/85/ Contraofensiva II: Palos de ciego Después de haber analizado en la primera parte de este ciclo de nombre "Crisis y reacciones" la crisis que viven los sistemas europeos y las reacciones que se producen desde la derecha, esta segunda entrega del ciclo "Contraofensiva" se enmarca dentro de la segunda parte del mismo ( II. La izquierda ¿de donde viene? ¿A donde va?) que pretende analizar la situación ideológica de la izquierda ante la nueva situación (en una primera subparte " II.A." que es el objeto de esta entrega ) y a continuación se analizarán las necesarias soluciones y refundaciones ideológicas, tanto en el plano de la acción como del pensamiento que debe, en opinión del autor, adoptar la izquierda para abordar los problemas del siglo XXI para salir del callejón sin

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salida en que se haya la izquierda (esta segunda subparte "II.B.", de próxima aparición)

II La izquierda, de donde viene, ¿a donde irá?...

La izquierda francesa ilustra, desde mi punto de vista, la peor reacción que se puede tener ante este nuevo mundo que no entendemos. Cuando hay una crisis, algunos intentan arreglarlo con demagogia. La fortaleza de una ideología política no debería cifrarse en la capacidad de hacer vibrar a su electorado, sino en la posibilidad de realizar la soluciones que su electorado demanda, de realizar los ideas que se piden. La izquierda no ha sabido, o no ha sido capaz de reformular su proyecto político. Permanece en un mar de indecisión. Por esa razón, es la intención en este artículo de formular algunos errores de la izquierda actual (A) y proponer soluciones (B)

A) De los palos de ciego...

En Francia la izquierda sigue anclada en los mitos neomarxistas de mayo del 68. Es un suicidio, desde mi punto de vista, que la izquierda continúe de esta forma. El verdadero problema está precisamente en que la defensa de estas ideas no se hace forma racional, aportando datos empíricos y deducciones racionales, sino que se hace de forma irracional, irreflexiva y sobre todo incompatible con lo que tradicionalmente eran ideas de izquierda, creencias en mitos, muchos de ellos infundados que han permanecido en el ideario político de la izquierda cuando ya no se adaptan a nuestro tiempo. Intentaré formular estos mitos en que hoy cree la izquierda forma tan breve como me sea posible.

1) De la protección del débil, al ensalzamiento del victimismo

Cuando te digan que no seas nunca una mujer objeto..Piensa que te pueden estar utilizando... E.S.L. La izquierda, tras haber visto naufragar el proyecto leninista y la planificación ha adoptado hoy como gran eje programático la protección de los débiles, débiles de todos los orígenes y nacionalidades, sin distinción de ninguna clase. Sin embargo, intentando asegurar a los débiles una buena posición mediante la discriminación positiva, hemos llegado a la formulación de una sociedad de víctimas.

La izquierda proclama a bombo y platillo el lugar central que deben ocupar la víctimas de cualquier clase en la sociedad. Uno merece ser protegido porque es víctima, porque pertenece a un colectivo discriminado y maltratado. Así, si usted es mujer, inmigrante, obrero, victima del terrorismo, hijo de una víctima de la represión franquista, miembro de una identidad cualquiera en situación desfavorable, merece una protección. Sin embargo, esa protección no es una protección individual, sino una protección estatutaria. Las nuevas técnicas legislativas que se articulan desde la izquierda no son técnicas en razón de la situación, no protegen al individuo, sino que son verdaderas técnicas de discriminación positiva estatutaria. Es decir, suponen que por la condición de pertenencia a un determinado colectivo, usted está en situación discriminada, lo cuál es pertenecer a ese colectivo, no estar en situación desfavorecida. En la práctica, esto ha resultado en situaciones de profunda injusticia en relación con determinados colectivos y sobre todo, en la aniquilación de las élites. En primer lugar, mediante la protección abstracta del colectivo, y no de la persona, se ha pasado de la

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protección del individuo, a la protección de un determinado valor, valores abstractos e impersonales. Es así posible encontrar la posibilidad de promocionar el orgullo de ser mujer, de ser obrero, de ser catalán o vasco, y prácticamente, de ser víctima del terrorismo. Es también interesante como se promocionan valores como el proislamismo o el proarabismo. Se explica la situación de opresión que viven los árabes en oriente medio, el sufrimiento general del pueblo palestino, y se pasa, a continuación, de defender la injusticia de la agresión que sufren (algo totalmente loable) a defender los valores que defienden (algo según como y cuando menos loable). Si usted explica que el Islam es un problema por ser incompatible, en su actual estado, con la mayoría de las ideas que fundan el paradigma ideológico occidental, usted es muchas cosas, pero es imposible que sea de izquierda. La izquierda ha subido a la nube de la diversidad, donde la diversidad es algo que se promociona, no una medida de protección individual. Lo que nadie ha explicado es que la promoción de la diversidad, la protección de la identidad, conlleva todo un grupo de problemas, problemas serios, como la incompatibilidad de los valores sociales (¿a favor o en contra del velo?), la agudización de las diferencias sociales, la estigmatización de los grupos... La diversidad identitaria es una forma de encuadrar al individuo, al ciudadano, en colectivos, donde deja de ser ciudadano y pasa a ser miembro de ese colectivo, miembro orgulloso de ese colectivo, cuando orgulloso significa contrario a los demás colectivos, enfrentado a los demás. Es la división, no ya dialéctica (en dos clases en lucha permanente) de la sociedad, sino en infinidad de grupos e identidades, cada uno con sus reglas y su ordenamiento jurídico particular, donde la igualdad ha pasado a ser un mito y donde se promociona una absurda diversidad que se agudiza cada vez más, llevando al suicidio del cuerpo social.

En segundo lugar, ha llevado a una serie de prácticas manifiestamente injustas, ya que la identificación entre el status desfavorecido y la situación difícil no es automática y constante. Es un buen ejemplo el asunto de la discriminación positiva de las mujeres. A nivel social, la protección de la mujer tiende a realizar la igualdad de hecho mediante la desigualdad de derecho. De esta forma, se supone que las mujeres están, en principio en una situación desfavorecida alejada de la igualdad. De lo que no se tiene cuenta es del hecho de que, aunque es cierto que algunas mujeres, la mayoría tal vez, en determinados lugares y entornos en situación desfavorecida, hay otros lugares donde esa situación de inferioridad no es real. Así, al privilegiar a esas mujeres suponiendo un comportamiento machista por parte de los hombres, se perjudica a los hombres que, de hecho, no tienen un comportamiento machista con sus mujeres y las tratan de forma igualitaria. Las mujeres han desarrollado a lo largo de la historia toda una serie de medios y formas para compensar su inferioridad real, y nadie tiene cuenta esos medios y formas. Hoy día, es perfectamente normal que un grupo de mujeres hable de como maneja a su pareja y lo tiene rendido y lo manipula, o del culo de fulanito, o que el hecho de que (esto es una experiencia personal) la novia de un chico diga « es de mi posesión ». ¿Alguien imagina que un hombre dijera « a mi mujer la tengo dominada, cocina y limpia de maravilla y es obediente y sumisa »? Sin embargo, al revés suena hasta progre y todo.

En tercer lugar se ha redondeado hacia abajo la estructura social, poniéndolos a todos al mismo nivel. Es decir, mediante la discriminación positiva de los débiles, se ha aniquilado a las élites. Esto es, por ejemplo, un ejemplo patente en la educación. Se ha socializado la educación, se ha establecido que todo el mundo podrá ir a la universidad, todos tendrán acceso a la enseñanza superior. No se ha explicado, sin embargo que las élites siguen existiendo, solamente, la élites han dejado de estudiar en España. La izquierda, al redondear hacia abajo ha hecho que los títulos universitarios valgan la mitad de lo que valían antes. Se ha intentado proteger del fracaso escolar por la vía de la rebaja del nivel. Ha ocurrido lo mismo con todos los demás aspectos. Se ha rebajado el nivel de las pruebas de entrada en los cuerpos de

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seguridad del Estado para favorecer que las mujeres puedan entrar, se ha propuesto como mérito hablar la lengua propia de una comunidad autónoma para ser funcionario o juez de esa comunidad para favorecer la integración de estos en la función pública. Se ha insistido tanto en lo accesorio que hemos olvidado lo principal, al establecer tantas medidas de protección de las minorías discriminadas, hemos olvidado cuál era el verdadero objetivo del servicio público en cuestión (la educación, la función pública...). No se valora solamente el mérito para ocupar el puesto, para entrar, para promocionar socialmente, se valora sobre todo la situación desfavorecida. Esto ha resultado en la muerte de las élites, la inexistencia de las élites y la mediocrización nacional sobre el plano formal y su subsistencia entre algunos privilegiados.

El fundamento de la discriminación positiva y de la defensa de los colectivos desfavorecidos debería ser garantizar la igualdad de oportunidades, garantizar que todos puedan llegar tan alto como sea posible, pero esto no debería hacerse redondeando hacia abajo, ni ensalzando la posición de los colectivos desfavorecidos de forma aristocrática, sino, al contrario, garantizando de forma individual, nunca colectiva, que todos tengan las mismas oportunidades, que aquél que se esfuerce pueda llegar alto mientras que quien no lo haga se quedará mas abajo, se trata de defender que nadie sea discriminado por su condición de pertenencia a ese colectivo, no de ensalzar la pertenencia a ese colectivo de forma religiosa.

2) Romanticismo, mitomanía, irracionalidad

Creeré que no fundas una religión, cuando te abstengas de dibujar un paraiso

E.S.L El más grande de los problemas de la izquierda ha sido apadrinar entre sus ideas una nueva forma de romanticismo. El romanticismo, irracional por naturaleza y patrimonio histórico de la derecha, ha sido adoptado por la izquierda bajo una serie de mitos, todos ellos irracionales, antipragmáticos y antimaterialistas. Intentaré sistematizarlos, al menos los que más me llaman la atención, pero estoy seguro de que son capaces de encontrar otros.

a) Rebelémonos todos...

La izquierda hoy día, especialmente en Francia, vive en la mitomanía de la revolución, y la rebelión. Hemos decidido apadrinar a todos los movimientos de protesta, subversión, atentantes contra el orden establecido. Ellos suponen ser la expresión de la voluntad del pueblo, el ejercicio liberatorio del mismo por la lucha revolucionaria. La raíz del problema se hunde en el hecho en que, según la ideología de izquierda, estaríamos ante un sistema social injusto, por ello, sería lo razonable luchar contra la injusticia mediante la subversión, el ataque, la revolución en definitiva. Esta situación se puede ilustrar igualmente en el plano internacional, cuando la izquierda se apresura a tomar posición en favor de la dictadura cubana. Es más habitual escuchar entre algunos militantes de la izquierda los insultos hacia el bloqueo económico que surge la isla mientras con la boca pequeña admiten que existen, tal vez, algunas pequeñas, nimias violaciones de los derechos humanos en la isla y cierto déficit de libertad política, ambos asuntos, cosas sin importancia. A estos ciudadanos, no les importa tanto lo que ocurra en Cuba, sino el hecho de que planten cara al gigante estado-unidense. Es el romanticismo del débil que resiste ante el fuerte, David y Goliat en definitiva. Este fue el cisma que se produjo a principios de siglo entre los reformistas y los revolucionarios. El nacimiento de la socialdemocracia, ideología que en principio

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defienden casi todos los partidos de izquierda en la actualidad, está precisamente en que la promoción de la clase trabajadora no se hace destruyendo el sistema, sino construyendo a través de él. La defensa de este principio es hecha por casi todos de boquilla, sin embargo, no son pocos los que apoyan, dentro de la izquierda, los métodos alternativos de defensa de las ideas políticas. Es común pues, ver con simpatía las revoluciones que se producen en los distintos lugares del mundo, los grupos armados de « liberación nacional » o cualquier minoría que intente atacar a ese monstruo que para muchos sigue siendo el Estado.

El problema es que las tibiezas al respecto de la elección entre el reformismo y la ideología revolucionaria. Si hemos focalizado en el Estado la clave para engarzar nuestras propuestas, nuestra lucha política, cualquier atentado contra este no puede favorecerlas: será automáticamente contraproducente. No es posible aceptar a medias el orden establecido, o se acepta, o no se acepta, o se acepta que la ley es la expresión de la voluntad general, que vivimos en un orden democrático, que los cambios deben ser llevados por la vía pacífica, o se proclama en voz alta la corrupción absoluta del sistema, la necesidad de demolerlo desde sus cimientos para reconstruirlo en una forma nueva y distinta. Lo que no es admisible, es declararse amante de las instituciones democráticas, hacer apología de las grandes conquistas del reformismo, y al mismo tiempo mostrarse comprensivo con los que intentan destruir, debilitar, atacar por cauces excepcionales como son la lucha armada, los disturbios callejeros y los ataques a las instituciones al artefacto de esas mejoras, en este caso, el Estado.

Sin embargo, una buena parte de la izquierda sigue viviendo en la mitomanía revolucionaria, la mitomanía rebelde de querer desestabilizar el sistema, de querer cambiarlo por la fuerza y la insurrección. Eso hace que la izquierda socialdemócrata se encuentre en una profunda contradicción, aceptando y defendiendo por un lado el orden establecido y condenando, a priori, los intentos por subvertirlo (especialmente cuando provienen de la derecha y conllevan restricciones de derechos y libertades fundamentales) y promocionando y comprendiendo con la otra mano a los que, en nombre de una ideología de izquierda quieren reventar ese orden, sin entender que al apoyar a los subversores, apoyan a todos los subversores de todos los colores y nacionalidades. El origen profundo de este mal se encuentra en una convicción irracional de poseer una superioridad moral frente a las demás ideologías. No es el hecho de haber aprobado democráticamente una propuesta lo que lo justifica, es el hecho de haber conseguido un objetivo de izquierda lo que lo justifica. No hay una moralidad en los medios, solo la hay en los fines, una redificación de la razón de Estado Maquiavélica decorada con un matiz de izquierda. Es ese amor por la moralidad de izquierda, ese romanticismo izquierdista lo que contmina hoy a la izquierda llevándola a profundas contradicciones y a la indecisión mas absoluta.

b) ¿Materialismo?, no gracias.

De otro lado, la izquierda, tradicionalmente racional y materialista, tiende a adoptar nuevos credos y creencias, nuevas formas de fe en mitos de carácter incontestable. Se ha pasado de defender necesidades eminentemente materiales, tales como la vivienda, el empleo, la sanidad,... Sin embargo, la izquierda venida de las movilizaciones de mayo del 68, de la ideología hippie y del « peace and love » ha caído en la mas absoluta de las indeterminaciones ideológicas. No es ya lo material, lo palpable o lo científicamente demostrable lo que se defiende. Se ha pasado a la defensa de lo expresivo frente a lo instrumental, de lo sentimental frente a lo racional.

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Este romanticismo antimaterialista ha derivado en el progresivo aburguesamiento de la izquierda que, abandonando su tradicional internacionalismo, ha pasado a focalizar sus esfuerzos únicamente sobre el país en que vive. Se defienden así cosas tan nobles como la libertad sexual, los derechos de los homosexuales, los derechos de la infancia, incluso, los derechos de los animales de las plantas, el derecho al paisaje, al medio ambiente, la calidad de vida, el derecho a la identidad, a ser atendido o a hablar la propia lengua... Ciertamente, se trata de valores loables, pero esa loabilidad se ve relativizada cuando existen problemas, a escala global que son manifiestamente desatendidos por la izquierda. A este respecto se puede hablar de las estadísticas que dicen que cada dos minutos muere una persona en el tercer mundo, o que la esperanza de vida en esos países es de entre 30 o 40 años. Las estadisticas que hablan del número de personas contaminadas con sida o que carecen de agua potable. O también, las estadísticas que hablan de la mala calidad de los servicios sanitarios, no solo en el tercer mundo, sino aquí en el primero, de la progresión de la pobreza urbana, de la falta de integración de los inmigrantes en las comunidades sociales receptoras...

No hay ningún sector de la izquierda actual que proponga una solución seria a problemas como estos, antes bien, prefieren promocionar cuestiones, desde una óptica materialista bastante mas secundarias, como son los valores de la cultura, la cultura no como medio de emancipación o de progreso, no se trata ya de garantizar el ejercicio de derechos y libertades, ni de articular un proyecto de desarrollo sostenible en relación con el medio ambiente. Se trata de un conjunto de medios convertidos en fin. Los animales han pasado a tener derechos, las lenguas han pasado a tener derechos, los valores, han pasado a ser sujetos de derecho, no ya en la medida en que protegen la libertad de la individuo, sino dotados de una sustantividad particular, como fin en sí mismo, la poesía, la literatura... Todos ellos valores promocionados por el progresismo de salón, por la indeterminación, la contradicción ideológica, y sobre todo, por una falta aplastante de lógica, coherencia y racionalidad.

C) Si los curas y frailes supieran...

Otra faceta de esta irracionalidad mitómana es el anticlericalismo y especialmente, la defensa que desde la izquierda se hace del « Estado laico ». En rigor, el Estado laico es una construcción típicamente liberal. El Estado laico es el Estado que trata a todos los ciudadanos como si no tuvieran religión alguna, es el Estado que subvenciona a ninguna organización confesional. Esta lógica, en principio, choca frontalmente con lo que la socialdemocracia defiende: la intervención del Estado para garantizar los derechos y libertades fundamentales, en este caso, la libertad de creencias. Defender desde la izquierda la expulsión de religión de los colegios públicos es defender una disminución de la enseñanza proporcionada por el Estado, una disminución de la garantía de que los padres puedan elegir la formación religiosa y moral de sus hijos. Es posible que la iglesia católica aparezca hoy como totalmente contraria a la ideología de izquierda no supone, en un marco reformista, que esta deba ser aniquilada. La lógica es que, si la libertad de creencias merece protección, esta debe ser asegurada, protegida por el Estado, luego es necesario que el Estado se involucre económicamente en esa protección.

Algunos defienden que es aquí donde la lógica materialista de la izquierda se involucra. Los mismos que defienden la defensa de todas las minorías e identidades de forma esotérica por el Estado, defienden ahora un materialismo puro en asuntos religiosos. Salvando las profundas contradicciones de esta reacción, cabe preguntarse por el valor que se otorga a la libertad de creencias y por el valor que se otorga a otras ideas distintas. La libertad de creencias, si bien no es una libertad de carácter materialista si ha sido históricamente demostrado, que es la base de todas las demás

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libertades. La libertad para formar la propia conciencia, la imposibilidad de ser adoctrinado en un determinado credo es la condición necesaria para poder querer ejercer cualquier otra libertad, sin ellas, no habría entonces libertad alguna.

Por todo esto cabe pensar que el anticlericalismo de la izquierda hoy día no es tanto un anticlericalismo materialista, sino sobre todo, un anticlericalismo irracional, amparado por los recuerdos nostálgicos de la quema de iglesias y conventos, que es ensalzado por el odio irracional hacia las sotanas y las mitras. Una nueva forma, en definitiva, de irracionalidad, contradicción manifiesta de no saber muy bien a donde vamos ni de donde venimos.

d) Reivindicamos la adhesión incondicional a nuestra nueva religión: el ius naturalismo progresista El ius naturalismo es la doctrina jurídica que fue patrocinada en sus orígenes por la iglesia católica y posteriormente sistematizada por el tomismo. Consiste en pensar que existe un derecho que proviene de una fuente metafísica, natural, exterior a los hombres y a los hombres, al que los hombres no podrían derogar por ningún medio. Esta escuela se enfrenta a la escuela positivista, que postula que la única condición de validez de un derecho es que haya sido correctamente aprobada, es decir, que cumpla los requisitos de validez (en un ordenamiento jurídico como el nuestro, haber sido aprobada por mayoría, en uno como el inglés, formar parte de la costumbre...). El principal problema del ius naturalismo es que se asienta sobre una base irracional, viene de convicciones internas, ideas que rozan lo religioso, y por ello, desde una perspectiva demócrata, no debería ser algo que pudiera ser derecho, exigible erga omnes, dado que nadie puede imponer a otro sus convicciones en un sistema como el nuestro. A primera vista, parece que normalmente la derecha se encontrará entre la primera izquierda, mientras que la izquierda que entendemos la política como algo separado de dioses y entes metafísicos, como algo que proviene de la voluntad popular y por tanto, es el pueblo el único que puede crear y descrear derecho, nos inclinamos por la escuela positivista por ser eminentemente mas racional y mecánica.

Sin embargo, es un hecho, que en algunos discursos de la izquierda hay una falta de coherencia manifiesta. Es posible escuchar por ejemplo hablar de « el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos ». Atónito, uno puede preguntar ¿cual es la fuente de ese derecho? Entonces, confundidos, no entienden la pregunta, intentan darle vueltas hasta que por fin uno consigue entender que no se trata de un derecho dentro de un orden jurídico, sino de un derecho que es exterior a este, primordial, suprajurídico. Es decir, se trata de un razonamiento ius naturalista.

Otros discursos de izquierda entienden los derechos humanos, no ya como algo que es edificado como un elemento de la soberanía, algo que el pueblo se otorga a sí mismo, sino que se trata de algo universal, no algo contextual, sino algo que existió siempre, desde el principio de los tiempos y que los humanos del siglo XVIII descubrieron del mismo modo que Edison descubrió la electricidad. Los derechos humanos estaban ahí, desde el principio, solo esperaban a ser encontrados. Este razonamiento, si cabe llamarlo así, es un razonamiento estrictamente ius naturalista y lleva, además a toda clase de contradicciones.

Por ejemplo, en materia de lo que comúnmente se llama bioética (eutanasia, aborto...) la izquierda se dice eminentemente liberal. Es decir, defienden el derecho a disponer del propio cuerpo de la mujer, del hombre, del moribundo... En materia de aborto, el

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problema es aún mas complicado. En principio, un razonamiento positivista nos lleva a decir que la comunidad puede establecer las reglas para acceder a los derechos fundamentales, dado que es ella la que los otorga, y por ello, puede establecer que el nasciturus no es persona sino cosa, al menos, jurídicamente hablando. No hay ningún problema para defender esta posición porque las reglas, para ser válidas, solo necesitan cumplir los requisitos de validez: es una elección, en un sistema democrático, otorgar o no el derecho a disponer de sí mismo y del feto por la madre, una elección tan arbitraria como la contraria, pero cuya validez no reposa sobre concepciones metafísicas, sino sobre condiciones de validez científicamente comprobables. Sin embargo, muchos de los que defienden la posibilidad de legalizar el aborto y la conveniencia de hacerlo, se oponen frontalmente, como si se tratara de un atropello ético, a la existencia de la pena de muerte. Una posición tan aparentemente loable está en realidad viciada de una gigantesca contradicción: con un razonamiento positivista, la pena de muerte no causa ningún problema, dado que si se pueden establecer las condiciones de entrada en el club para el aborto, se pueden establecer las condiciones de salida con la pena de muerte. Otro asunto muy distinto es la conveniencia de hacerlo, hay que diferenciar entre la posibilidad jurídica de hacerlo (que desde esta visión no es problemática) de la oportunidad política de hacerlo. Sin embargo, los discursos anti pena de muerte defienden sus posiciones desde postulados filosóficos como el hecho de que nadie puede matar a otro, nadie puede terminar con la vida de otro ser humano, etc... De lo que no nos damos cuenta, es del hecho de que este razonamiento es el mismo que hacen los antiabortistas: ellos consideran que a partir de la concepción se trata de un ser humano, a partir de ahí es éticamente reprobable porque se mata a otro ser humano, los anti pena de muerte dicen que un ser humano no puede ser despojado de su condición humana, sin embargo, nadie ha sido hasta ahora definir con claridad que es la condición humana.

Es posible oponerse (como es mi caso) a la legalización de la pena de muerte, por ser problemática socialmente y por no ser adecuada al tiempo que vivimos (es decir, por razones de oportunidad) y defender el aborto, la reproducción asistida como adaptado a nuestro tiempo y capaz de articular la convivencia de forma pacífica (una vez más, motivos de oportunidad) y guardar las convicciones éticas, religiosas y morales para uno mismo, sin pretender imponerlas a los demás. Sin embargo, no es posible edificar, como hacen algunos, una nueva religión sobre una serie de dogmas que carecen de lógica dentro de la razón pura y que intentamos imponer a otros. Esto es un actitud contradictoria que lleva a la izquierda al hundimiento ideológico. La moral y las convicciones íntimas (irracionales por tanto) son en la esfera pública puros datos estadísticos, no imperativos. Convicciones que se pueden tener o no tener en cuenta (por motivos de oportunidad será mejor tenerlos en cuenta) pero en ningún será posible imponer esas convicciones a los demás, al menos no desde una perspectiva de izquierdas, materialista.

e) El capital nos oprime, el medio convertido en fin. La más patológica tal vez de todas las actitudes de la izquierda en la actualidad se formula, probablemente, por la inexistencia de un proyecto económico sostenible.

Continuadora de la obra de marx, la izquierda se dice hoy anticapitalista y por ello, repudia todo aquello que huela a mercado, a privado, a economía al fin y al cabo. La izquierda continúa aborreciendo la dialéctica de la economía monetarista o liberal, aborrece todo lo que tenga aire de liberalización, a libre comercio y a números y ciencia del calculo del gasto y la ganancia.

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Así, tras la caída del muro de Berlín, la izquierda ha heredado un vacío ideológico en lo económico que se manifiesta por una gigantesca confusión. Los partidos de izquierda se debaten hoy entre el pragmatismo de gobernabilidad que les lleva a poner en marcha política esencialmente liberales y una especie de reacción irracional a todas esas políticas, invocando mitos marxistas, conspiraciones capitalistas, y su oposición radical al mercado.

El autor de este artículo no es economista. Sin embargo, si es capaz de entender una cosa: la izquierda carece, al cien por cien, de un proyecto que, desde el punto de vista económico, sea viable. La planificación de la economía ha demostrado ser un fracaso además de un grave atentado contra los derechos y libertades más fundamentales. Sin embargo, del mismo modo que en el caso de la revolución y la reforma, la izquierda abomina del régimen comunista con una mano, y del capitalista con la otra, sin plantearse que al realizar una crítica múltiple, queda sometida a un vacío ideología imposible de llenar. La izquierda critica a la empresa privada, la iniciativa privada y se pone del lado de los obreros, sin embargo, no se ha parado a pensar que los obreros trabajan gracias al empresario que demanda su fuerza trabajo que es él, y no otro, el que paga a los obreros. Así, la izquierda continúa oponiéndose a las medidas que favorezcan a la empresa privada sin haberse dado realmente cuenta, que al cortar la rama corta también a los que penden de la rama, en este caso, los obreros.

Así, la oposición al liberalismo económico no es ya una oposición racional argumentando las injusticias sociales a que lleva, sino sobre todo una forma gratuita de criticar mediante la repetición de mitos infundados, creencias religiosas en teorías caducadas. No es ya una forma de luchar contra las desigualdades que este provoca, no es ya un medio para lograr la promoción social, sino ante todo, un fin en sí mismo, ser anticapitalista es la condición sine qua non para ser de izquierda ,porque ser de izquierda, es un medio convertido en fin. De nuevo, la reivindicación de lo expresivo frente a lo instrumental triunfa, la poesía frente al pragmatismo, la evocación frente al análisis, la fe frente a la razón.

3) ¿Generación perdida?

Estos son solo algunos de los componente del gigantesco problema de la izquierda del siglo XXI que es la irracionalidad profunda que la ha llevado a una indeterminación ideológica superlativa y a la contradicción sistemática. Me dejo tal vez algunos (la antiglobalización, la ecolatría...) Las dos ideas que, desde mi punto de vista ilustran mejor el problema actual de la izquierda son , en primer lugar la falta de pragmatismo y en segundo lugar la falta de reflexión sobre las convicciones que se defienden. La combinación fatídica de estas dos ideas ha llevado a un nihilismo destructivo de cualquier proyecto a largo plazo. La izquierda no tiene soluciones para grandes problemas, no tiene un proyecto para el futuro que ponga remedio a los grandes males de la sociedad del futuro. No existe ningún proyecto que, a nivel internacional, proponga un plan para la resolución de la pobreza a escala mundial y de las desigualdades norte sur, que proponga un Estado del bienestar sostenible, un proyecto de desarrollo sostenible, un proyecto para afrontar los retos de la globalización. Ante esta inactividad, esta pasividad y falta de ideología, es normal que la ideología neocon tome la delantera, patrocinen el advenimiento de un mundo nuevo fundado sobre los valores que ellos defienden. La izquierda necesita un proyecto y es precisamente esto lo que intentaré dibujar de forma esquemáticamente en la última parte de este artículo, las grandes líneas y los problemas a los que debe hacer frente la izquierda del siglo XXI, so pena de hundimiento.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/202/85/ Contraofensiva III: palos de vidente 1 Continuación de los 2 artículos anteriores (crisis y reacciones y palos de ciego) de análisis y crítica a ciertos valores que ha asumido la izquierda de forma acrítica. En este el primero de dos, se perfilan algunas de las líneas de acción política de la izquierda. De los palos de ciego... a los palos de vidente

1 Los principios de la solución: el pragmatismo, el materialismo, la ambición y la coherencia

En un laboratorio unos científicos tenían encerrados en una jaula a 4 monos, en medio de la jaula había una escalera que subía hasta una repisa en la que se podía ver un suculento plátano. Cada vez que un mono intentaba subir por la escalera para intentar hacerse con el plátano, se les ejecutaba una descarga eléctrica a todos los monos, los monos artos de soportar estas descargas y sin haber mediado palabra entre ellos, cada vez que veían que uno de ellos intentaba subir por la escalera, se abalanzaban contra él propiciándole una paliza para detener sus ganas de hacerse con el plátano. Los científicos una vez que observaron como actuaban los monos, decidieron desactivar el mecanismo de descargas eléctricas para que los monos pudieran hacerse con el plátano. Pero los monos, sin dar tiempo a comprobar que ya no ocurría nada cuando trepaban por la escalera, y siguiendo sus hábitos, cada vez que un mono se acercaba para trepar por la escalera, lo acorralaban y le propiciaban una paliza. La siguiente actuación de los científicos fue ir substituyendo semanalmente a cada uno de los monos, el nuevo compañero una vez situado en la jaula, una de las primeras cosas que intentaba hacer era trepar por la escalera, cosa que no conseguía porque antes de que llegase a ella sus compañeros lo acorralaban y le daban una paliza. Al mes todos los monos que había en la jaula eran nuevos, y ninguno de ellos había visto ni vivido la desagradable experiencia de la descarga eléctrica, pero en cambio seguían actuando del mismo modo cuando alguno de ellos se acercaba a la escalera.

La izquierda necesita de una renovación o tal vez, sobre todo, de una clarificación de su discurso. Es necesario comenzar a preguntarse la razón por la que pensamos y tenemos una serie de convicciones, tener claro cuál es su origen y su razón de ser. No es posible mantener una posición coherente frente a las nuevas situaciones si no se hace desde un grupo de principios sólidos y ser coherentes con ellos. Es necesarios por ello darse cuenta de que la raíz de la izquierda es el materialismo político, es decir, la lucha por el aseguramiento satisfacción de las necesidades

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materiales. Ser de izquierdas es, por lo menos, ser materialista, es decir, creer que el Estado tiene la función de garantizar los derechos y libertades de los individuos con un énfasis especial sobre el plano de lo material, de lo explicable, de lo básico como son los problemas de la sanidad, la vivienda, la buena alimentación, la formación. Pero también la educación colectiva de la población, la formación de ciudadanos responsables, activos y críticos que es la única forma de progresar. Y sobre todo, es necesario entender que en el momento en que se sale de estas necesidades que se justifican racionalmente, al caer en el espiritualismo subjetivo, la izquierda pierde toda fuerza de su discurso. La izquierda obtiene su fundamento teórico de la racionalidad de la causa que defiende. Cuando el liberalismo llegó al poder en los distintos lugares de Europa, se instauró un orden jurídico primario que, en el ideal liberal, pretendía realizar la libertad real por la libertad formal, pretendía realizar la armonía social por la vía del laissez faire. La causa de la izquierda fue precisamente dejar patente que, con un sistema de libertad e igualdad formal no hay seguridad de lograr la libertad e igualdad formal y por ello, era necesario tomar partido derogando total o parcialmente ese orden liberal para establecer tapar los huecos que este había dejado o sencillamente instaurar uno nuevo. Estas derogaciones (parciales en el caso de la socialdemocracia, totales en los casos del socialismo revolucionario o incluso del socialismo democrático) se realizan en razón de imperativos materiales, es decir, de la contradicción que lleva intrínseca el liberalismo de que la simple declaración de derechos queda en papel mojado si no hay algo detrás que lo respalde y sobre todo, que para empezar a ejercer un gran número de derechos, es necesario tener unas determinadas condiciones de vida aseguradas primero (no trabajar mas de un determinado número de horas, tener sanidad, vivienda educación...). Sin embargo si se intentan imponer derogaciones para establecimiento de derechos de otra índole, en este caso no racional, no evidente, solo evidente para aquéllos que lo sienten, es decir, asuntos sentimentales, se cae en una profunda contradicción. Por esta razón, si bien pueden existir necesidades de orden no material, una ideología de izquierda debería dejarlas siempre relegadas a un segundo plano y no preocuparse por ellas hasta que las necesidades más importantes, las que hacen el fundamento de la izquierda, hayan sido cubiertas con razonable diligencia, dejando así, al menos desde una perspectiva socialdemócrata o social-liberal aquéllas cuestiones que son sentimentales para la sociedad civil, para la esfera privada de cada cuál, sin la posibilidad de derogar al orden liberal porque su evidencia no está constatada o desde una perspectiva socialista pura, imposible de establecer. La izquierda necesita articular unos objetivos materialistas a conseguir y a continuación establecer un proyecto. Un proyecto que debe ser ambicioso, porque es necesario darse cuenta que todo, absolutamente todo es posible a largo plazo. Debe ser un proceso ambicioso por oposición a derrotista, a falto de ilusión, un proyecto que tenga establezca objetivos que a primera vista puedan parecer imposibles, porque uno de los caracteres de la izquierda es precisamente aquello de creer en un futuro mejor. Sin embargo, junto a esta ambición, es necesario ser pragmáticos y racionales. Es necesario establecer un proyecto científica y lógicamente fundado, donde exista un nexo racional entre las acciones del presente y los objetivos del futuro. Lo que carece de sentido es continuar atados a un grupo de mitos que, si bien pudieron tener su vigencia en otro tiempo hoy desde luego la han perdido. Es absurda esa oposición sistemática que se hace desde la izquierda de la economía de mercado, de la desregulación del mercado de trabajo o de la privatización de determinados sectores. Esas medidas no son malas por esencia, son malas para la consecución de los objetivos que anhelamos en un determinado contexto. Así un abaratamiento del

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despido puede repercutir positivamente si se acompaña con un aumento del Estado del bienestar, una privatización puede tener efectos positivos si se acompaña de un aumento de la eficiencia y de la calidad del servicio público, lo realmente es que todos tengan acceso a él en condiciones adecuadas. No tiene sentido seguir defendiendo determinadas cosas cuando no hay un fundamento detrás de ellas, cuando las defendemos solamente porque forman parte del imaginario de la izquierda clásica a lo mayo del 68, es necesario además comprobar que se trata de cuestiones adecuadas a la consecución de los fines. Por eso, es necesario ser pragmático y defender un proyecto desprovisto de mitos clásicos y fundamentado únicamente en la que acción que mejor se adapta a la consecución de los objetivos. Una parte importante de este pragmatismo se vería reflejada en la repulsa de la rebeldía y su sustitución por el espíritu crítico. Ambas actitudes son distintas: la rebeldía tiende a dinamitar de forma violenta las estructuras del sistema, se argumenta que una determinada institución carece de validez por no ser adecuada a nuestros objetivos y se carga frontalmente contra ella con la intención de extirparla del sistema. Los resultados son, la mayoría de las veces, sucesos mas o menos violentos de resultado imprevisible. Por supuesto, la eliminación total de esta actitud correría el peligro de caer en un patológico conformismo, la complacencia y en definitiva la alienación. Por esta razón lo que es necesario establecer es una praxis política basada en la crítica. El espíritu crítico tiene por carácter el hecho de que no se ataca en bloque determinadas cuestiones o ideas, sino que se verifican cuales son los puntos que fallan en esas cuestiones y se intentan proponer soluciones constructivas para cambiarlas. Así el problema no es que exista la religión islámica, es que exista esta religión islámica. El cambio no pasa por quemar en la hoguera a todos los imanes que dicen que pegar a las mujeres está bien, el cambio pasa por intentar hacer cambiar a la gente que les sigue progresivamente y a largo plazo. No necesitamos una sociedad sin iglesia, necesitamos una sociedad con otra iglesia. Este es el verdadero espíritu del reformismo y de la socialdemocracia: el convencimiento de que por esencia, todo cambio es perjudicial, porque lo nuevo es aquello que no conocemos y por ello la destrucción estructural de un sistema bajo el que llevamos viviendo siglos no puede resultar mas que en un desastre porque la mayoría de los individuos será incapaz de adaptarse a la nueva situación, así, los cambios solo compensan en la medida en que aportan soluciones, pequeñas, grandes, o no. La eliminación de una institución social siempre es conflictiva, porque si existía, esa institución cumplía una serie de labores y satisfacía una serie de necesidades que probablemente serían muy difíciles de acotar científicamente, así, siendo lo mejor su conservación, el verdadero camino es cambiarlo desde dentro. De esta forma, mientras que la rebeldía pretende derrocar el sistema y construir uno nuevo sobre las cenizas, el espíritu crítico parte de la aceptación del sistema con la intención de transformarlo de forma progresiva con las estructuras que ya existen en su seno y nunca violentando las reglas que solo puede llevar su destrucción. Así, solo la articulación de un proyecto entorno a estos valores, materialistas, pragmáticos, ambiciosos y la coherentes será posible dibujar un futuro para la socialdemocracia, un proyecto que sea capaz de ilusionar a la izquierda, y que será capaz porque será un proyecto que promocionará los valores de esta, que aportará soluciones. Contraofensiva III: palos de vidente (2)

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En la parte final de esta saga de artículos quiero proponer, de forma muy somera algunos de los puntos fundamentales que deberían centrar el programa político de la izquierda. a)La creación de un sistema preventivo especial efectivo: La izquierda, y el espectro político en general han despreciado hoy día su función principal: asegurar los derechos fundamentales. Esto se refleja de forma coherente en dos aspectos muy importantes:; el sistema penitenciario y el sistema educativo. Ante los actos mas horribles de nuestra sociedad, todos nos indignamos, nos asustamos y reclamamos mano dura. Sin embargo, antes que la mano dura y la represión, es posible articular la prevención, ya sea educando ciudadanos, ya sea reformándolos cuando cometan actos contra la sociedad. Es necesario articular un sistema distinto. i) El sistema educativo Los fines del sistema educativo deberían ser desde nuestra visión dos: dar instrucción y formar ciudadanos. En esta parte trataremos el segundo, en nuestra opinión despreciado de forma fundamental. El sistema educativo debería formar ciudadanos ejemplares, es decir, ciudadanos capaces de vivir en un determinado ámbito como es la sociedad en la que viven. Lejos de fomentar el individualismo competitivo, es necesario articular una ética basada en el « primero los otros, después yo », una ética del servicio a la sociedad. La izquierda identifica hoy el patriotismo como un resquicio del franquismo, algo despreciable en suma. Esto es un error porque ello ha llevado a un individualismo donde nadie se siente parte de nada, no se siente parte de la sociedad, no se siente parte del Estado, no hay conciencia ciudadana en definitiva. Así uno de los principales objetivos del sistema educativo debería ser formar espíritus con una conciencia ciudadana fuerte: que entiendan que en la medida en que forman parte de la civitas no pueden violar las reglas de esta, que son parte de esa ciudad, de ese proyecto que aparece simbolizado en la constitución. No es ya un patriotismo histórico, o cultural, sino un patriotismo cosmopolita, ciudadano y universalista. Fomentar así los valores de la libertad, la solidaridad, el universalismo, el respeto a la ley y a los otros debe ser uno de los objetivos primordiales del sistema educativo. ii) El sistema penitenciario: El resultado de un sistema educativo deficiente y de un sistema económico que agudiza las desigualdades y no garantiza la igualdad de oportunidades que no es entre otros muchos problemas el problema de la delincuencia. Desde un punto de vista progresista es por lo menos sorprendente que el programa político de toda la izquierda siga considerando la cárcel como solución universal para todos los problemas y delitos. Atrás quedaron la rehabilitación y prevención especial. La izquierda debería articular un sistema penitenciario capaz de reinsertar a los ciudadanos que hayan violado la ley en la sociedad. Por eso, el sistema jurídico penal no debería articular las penas en proporción a la gravedad del acto sino sobre todo en proporción al nivel asociabilidad del individuo, es decir de la valoración cuantitativa y cualitativa de los motivos que le llevaron a delinquir. Así, uno de los objetivos principales de la izquierda debería ser articular una solución para una de las poblaciones penitenciarias mas altas de Europa como es la española, una solución real, con dinero sobre la mesa que sea capaz de poner en marcha un sistema de reeducación y reinserción eficiente. No hay un solo programa político, a la

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izquierda a la derecha que proponga el fuego purificador que indiscutiblemente necesitan nuestras instituciones penitenciarias que no son más que el lugar donde la sociedad oculta sus fracasos. b) La elaboración de un proyecto de Estado del bienestar sostenible a largo plazo: El cisma que se produce entre socialistas y liberales después de la revolución francesa fue precisamente su disidencia sobre qué debía ser la igualdad. Para ellos, la igualdad formal debería llevar a la igualdad real (puesto que cada uno es el mejor juez de sus intereses), sin embargo no fue así y fue en ese contexto que se produjo el cisma. La izquierda surge, en el plano económico, como una reacción a la libertad y la igualdad formal proclamada por el liberalismo. El tirón que hizo la ideología revolucionaria que derivó en estados totalitarios de planificación centralizada de la economía. Estos Estados demostraron ser del todo ineficientes. Desde entonces, la izquierda no ha sido capaz de desembarazarse de su odio a lo privado y centrarse en su principal objetivo: la garantía de los derechos individuales, no sobre el papel sino en la práctica. En la práctica, un Estado del bienestar se basa sobre una economía competitiva productiva y saludable y no sobre un sistema rígido e incapaz de adaptarse al ritmo de la economía. El Estado del bienestar no tiene por qué producir, gestionar y suministrar la totalidad de los servicios para seguir siendo Estado del bienestar. La verdadera misión del Estado del bienestar que es la que funda su realidad jurídica es asegurar que los servicios públicos necesarios para la satisfacción de los derechos fundamentales sean accesibles para todos a un precio asequible y de forma mas o menos igualitaria. Pero este aseguramiento puede hacerse por diversas vías: ya sea reglamentando el mercado, ya sea mediante la creación de empresas públicas que compitan con las empresas privadas y que regulen la competencia, ya sea delegando los servicios públicos a empresas privadas, o incluso gestionándolo ellos mismos. No es coherente tener miedo a todo lo que suponga privatización per se, es necesario demostrar todavía, desde un punto de vista económico que la privatización llevará a una ruptura de la igualdad y a la satisfacción deficitario de las necesidades. Es necesario articular un proyecto económico para la izquierda, un proyecto económico sostenible y no basado en el déficit permanente y en la bancarrota sistemática, no soluciones creativas post-comunistas, sino soluciones capaces de existir en una economía de mercado, aunque sea regulada, como es la de los países en que la socialdemocracia actúa. c) Elaboración de un proyecto de desarrollo sostenible desprovisto de dogmas ecólatras Otro de los problemas más importantes que se plantean es precisamente el del desarrollo sostenible. El ecosocialismo ha sacado la bandera de color verdad denunciando todos los atropellos que pueden suponer las actividades del capitalismo para el medio ambiente. Sin embargo, una gran parte de las voces del ecologismo no son ecologistas sino ecólatras. El objetivo del ecologismo debe tener por objetivo final y último el hombre. Si se articulan políticas de protección del medio ambiente, es solo en la medida en que el hombre necesita de la preservación de este para sobrevivir, no por una hipotética autonomía o personalidad humana del medio ambiente como defienden muchas voces

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ecólatras. La protección del medio ambiente debe guardar una relación, por tanto, de medio a fin con el desarrollo de la sociedad. Es evidente, por otro lado que la sociedad en que vivimos no puede continuar viviendo al ritmo de consumo de energía y de contaminación atmosférica al que vive y que la continuación de esta lógica solo puede llevar a la autodestrucción si no se reacciona con la debida agilidad. Por esta razón, es necesario desarrollar formas de energía limpia. Sin embargo, el proyecto común del ecosocialismo no articula una solución realista entorno a esta cuestión. Reivindican por ejemplo la progresiva desaparición de las centrales nucleares, sin embargo, no tienen en cuenta de que la alternativa a la energía nuclear es el petróleo y de una forma muy reducida las energías limpias, ni tampoco el hecho de que aumentar la dependencia del petróleo es introducir una falla sísmica en la economía nacional que repercute negativamente en todos. Frente a estas posiciones, cabe reflexionar sobre la posibilidad de articular, desde la izquierda, un plan de desarrollo sostenible que, al tiempo que preserva el medio ambiente permita el desarrollo de la sociedad basado en energías limpias. El desarrollo de este plan necesitaría, evidentemente, de dinero que podría extraerse del ahorro obtenido de la disminución de la dependencia del petróleo. d) La toma de posición coherente frente a la globalización Desde el punto de vista ideológico, sólo hay ante la globalización, dos posibles posturas, con un sin fin de posturas mixtas. La primera, la soberanista, es decir, reivindicar el derecho inalienable de los pueblos/naciones/comunidades políticas/estados a disponer de sí mismos y por tanto a organizarse, de puertas a dentro y mientras no afecten al extranjero, como les venga en gana. La segunda, es la universalista, es decir, pretender que un modelo político es mejor en sí mismo que otros (la democracia por ejemplo) y pretender exportarlo al extranjero con el objetivo de llevar a otros pueblos hacia la libertad etc. Ambas posiciones son conflictivas y plantean problemas. La primera supone reaccionar contra la globalización pero supone también defender el derecho de cada estado o país a regirse por las reglas que estén impuestas en el lugar. Supone renunciar a denunciar las violaciones de los derechos que se produzcan en el extranjero y circunscribirse a lo que ocurre en casa de uno, admitir la lógica de « cada uno en su casa y dios en la de todos », es decir, cada país es diferente, cada país tiene sus reglas. Supone por supuesto, renunciar a criticar a las dictaduras y regímenes contrarios a la izquierda mientras que eso no nos afecte a nosotros. La segunda también es problemática, supone pensar existen unos valores suprahumanos que legitimarían la invasión de cualquier país que no se adapte a ellos (un poco, en la lógica de las distintas guerras estadounidenses en países de nombre impronunciable). Implica, por supuesto, renunciar a defender el derecho de autodeterminación del pueblo palestino pero también el del pueblo judío. Implica estar dispuesto a aceptar las presiones internacionales de los Estados « civilizados » sobre los otros para que evolucionen a un régimen democrático. Como hemos dicho, existen posturas intermedias, pero intermedias no significa que se contradigan entre sí. Esa es la que en nuestra opinión debe adoptar la izquierda. Desde el punto de vista ideológico, la izquierda fue siempre universalista « proletarios del mundo uníos » y esa es desde luego la idea mas atractiva de todas: los proletarios no tienen patria, luego pertenecen todas a la misma. Sin embargo, los hechos imponen que es totalmente imposible establecer la democracia social en muchos lugares del mundo. La democracia social, o la socialdemocracia, son sistema de creación exclusivamente occidental, que aportan respuestas a problemas de un

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determinado contexto. Por eso, es imposible intentar trasladar a otros contextos, con problemas distintos los sistemas de respuesta que tenemos en occidente. Es imposible intentar trasladar la democracia y los derechos fundamentales a lugares del mundo donde el concepto de persona humana les es extranjero. Por ello, es necesario entender que hay realidades donde el modelo que defendemos no es exportable y que deben seguir su propio común. Pero, el modelo soberanista plantea un problema irresoluble: en mundo globalizado, es decir, donde el Estado está en crisis, de interdependencia internacional, donde catástrofes naturales en Sudamérica provocan catástrofes bursátiles en Japón, donde el aumento del precio del petróleo por países extranjeros hace subir los precios en Europa, es imposible defender una postura soberanista pura desde el punto de vista económico, al menos no de forma coherente. En rigor, el verdadero problema, la auténtica crisis de la socialdemocracia responde al hecho de que, el instrumento utilizado en el pasado para llevar a cabo políticas ya no funciona: es el Estado el que está en crísis. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que uno Estado no puede, salvo aislándose del resto del mundo, algo totalmente inviable, hacer lo que le venga en gana. Las regulaciones estrictas sobre medio ambiente, condiciones sociales, salariales, etc, el desarrollo del Estado del bienestar, son incompatibles con la existencia de paraísos legales-fiscales. En segundo lugar no hay ningún sistema ideológico cultural que pueda aceptar esa lógica: la sociedad occidental soporta cada vez menos la relatividad del valor de la vida humana, la pobreza a escala mundial y por poner un ejemplo local, el drama cotidiano del estrecho de Gibraltar. Básicamente, porque una sociedad de inspiración católica como al nuestra, piensa de forma irresoluble de forma universal y en la medida en que se reconoce en los ciudadanos de otros países como tener algo en común con ellos, es imposible admitir que sean radicalmente diferentes. En Roma lo intentaron con los esclavos y no funcionó. Por eso, el modelo soberanista es insostenible a largo plazo. ¿Entonces? ¿Cuál es la síntesis posible entre ambos sistemas? Una vez más, hace falta inyectar una dosis considerable de pragmatismo. Desde nuestra opinión, la única posición coherente que puede mantener la izquierda es la soberanista a corto plazo y la universalista a largo plazo. ¿que significa esto? Significa ser pragmático y entender que hay lugares del mundo donde la igualdad hombre-mujer, la libertad sindical, los derechos fundamentales y la democracia son, en el contexto cultural, económico, social y religioso actual, totalmente imposible, y que por ello es absurdo pretender implantar sistemas occidentales en esos lugares y denunciar esos atropellos que se denuncian tan a menudo. Pero significa ser ambicioso y, en lugar de renunciar un sistema universal para la totalidad del género humano, ser optimista y entender que es posible hacer evolucionar esos contextos, esos paradigmas hasta hacerlos mas compatibles con el nuestro. Por eso, so pena de suicidio político futuro, el primer proyecto cualquier programa de izquierda debería ir dirigido a propiciar esa evolución, esa universalización del paradigma occidental. ¿Como? Un primer paso sería articular soluciones mediante cooperación internacional de los países occidentales, para el Estado de profunda pobreza y falta de desarrollo. Es decir, un FMI que funcione bien, con capacidad de intervención en la gestión y rentabilización de los fondos. Un segundo paso sería fomentar órganos de intervención internacional con auténtico poder. La ONU es una jaula de grillos que no hace gran cosa.. Para ello, sería necesario organizar la ONU de forma que evolucione hacia una especie de confederación que tenga legitimidad (democrática, o del tipo que sea) para intervenir en el territorio de cada uno de sus miembros. Esto no significa invadir cada país donde se violen los derechos humanos, no significa apoyar la guerra de Irak: no. Significa ser capaces de articular sistemas de presión internacional, donde la fuerza sea el ultimísimo recurso.

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Lo que es inaceptable, al menos desde la perspectiva de la izquierda, es denunciar las violaciones de los derechos humanos en países donde los derechos humanos no existen o reivindicar de forma sistemática del derecho de autodeterminación de todos los grupos, culturas y religiones del mundo. La tendencia de la izquierda debe ser la integración interterritorial y la harmonización de las situaciones a escala mundial, pero entendiendo que eso es un proceso que no será cosa de un día, ni de dos, ni de diez, sino un proceso muy largo complicado, y tal vez utópico, pero que merece la pena intentar. e) La reelaboración de los mecanismos de confrontación política: construir y nunca destruir: Desde el punto de vista de la praxis, mas que del fondo, intentaremos hacer algunas propuestas i)¿ Tecnocracia o democracia? Fukuyama anunció el fin de la historia y la época en que el técnico reemplazaba al político. Se equivocó. ¿O no? La ideologías siguen existiendo, solo hace falta abrir un periódico para darse cuenta, sin embargo, una gran parte de las medidas se toman en razón de la eficiencia técnica, con independencia del partido que esté en el gobierno. Desde nuestra perspectiva, es absurdo negar la necesidad de los técnicos. Nos guste o no, las buenas intenciones, la retórica potente, y el sentido común no son, la mayoría de las veces, suficientes para poner remedio a problemas tan alucinantes como los que vivimos hoy por hoy. Una gran mayoría de las soluciones se explican por razones de eficiencia técnica, especialmente en campos especialmente científicos, como las políticas sociales y económicas. Pero esto no significa que las ideologías políticas y la democracia hayan perdido su lugar. En realidad, la defensa de una u otra postura extrema viene de una miopía profunda. Toda buena política se hace de una mezcla correcta de ciencia e ideología, la ideología fija los fines y la ciencia explica cuáles son los medios. Todo proceso de razonamiento en las ciencias sociales conlleva, en algún momento de su proceso, un juicio de valor, aunque solo sea en la jerarquización de los objetivos. De esta forma, una posición correcta ante la « revolución de los técnicos » no es la reacción pura y estéril. No. La solución supone usar la técnica, la ciencia para lograr los objetivos a los que aspiramos y sobre todo. La praxis política, hoy día, debe fundarse en convicciones claras y presentes y en humildad y respeto para con lo que no se controla. Es absurdo intentar trasladar dogmas particulares a todos los campos y confrontarlos con argumentos técnicos: se trata de una batalla perdida por adelantado. Si es posible, sin embargo, intentar entender el razonamiento del otro e identificar donde está el juicio de valor que hace connotado por su ideología para intentar refutar ese punto. Por supuesto, eso implica tener un conocimiento mínimo del campo en el que se está opinando o limitarse a no opinar, sin por ello renunciar a las propias convicciones. ii) Los métodos de acción La socialdemocracia fue, a grandes rasgos, aquél movimiento que se separó del socialismo marxista argumentando que no era necesario esperar a que el capitalismo entrara en crisis, porque después de un siglo no lo había hecho, luego era mejor intentar utilizar los sistemas establecidos para llevar a cabo la presión y lograr la promoción de la clase trabajadora.

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En la práctica, esto significa que la socialdemocracia renuncia a fundar un Estado y un sistema nuevo, sino que pretende que el Estado deje de ser « el comité de negocios de la clase burguesa » y se transforme en el garante de los derechos fundamentales. En otras palabras: el Estado es el instrumento de acción fundamental de la socialdemocracia. Es desde el Estado desde donde pretendemos organizar el progreso, o al menos impulsarlo o favorecerlo, sin Estado no hay socialdemocracia. Partiendo de este postulado, hay que tener en cuenta que el Estado, para sobrevivir, para tener la fuerza transformadora que pretendemos usar, es necesario que sea un Estado fuerte, un Estado capaz de imponer su autoridad. En otras palabras, todo ataque al status quo jurídico establecido debilita al Estado y por tanto la consecución de los fines que pretende la social democracia. Si admitimos que el Estado es un Estado democrático y que lo que manda es la ley de la mayoría, no es posible rebelarse contra la ley de la mayoría, nunca y en ningún caso. Pero es posible decir más, no es posible rebelarse contra el Estado nunca, al menos no desde una perspectiva socialdemocráta-reformista, aún cuando este sea democrático. Un Estado es siempre el punto de referencia de los ciudadanos que están bajo su dominio, por ello, destruir ese punto de referencia en lugar de contribuir a consolidarlo es destruir el poder, la autoridad y caer en la anarquía. Desde el punto de vista de la praxis socialdemocratica, el cambio social se hace desde dentro dentro de las estructuras del sistema establecido, sin que en ningún caso se pueda ir en su contra. Todos los sistemas, incluso los más dictatoriales, necesitan establecer algún vínculo de colaboración con la población civil, es decir, aunque solo sea por la necesidad de algún tipo de burocracia. Por ello, la socialdemocracia pretende aprovechar, acaparar esos nodos de conexión para hacer mutar el sistema y sobre todo, para hacer mutar a la sociedad. El verdadero problema, contrariamente a lo que piensa la mayoría de los revolucionarios, no es el sistema, el verdadero problema son las personas que viven bajo el imperio de ese sistema. En realidad, todo sistema depende de la fe colectiva que se tenga en él, se asienta sobre esa fe colectiva., no hay ningún sistema con medios materiales para mantener su autoridad simplemente a punta de pistola, para meter a la mitad mas uno de las población en la cárcel, simplemente se trata de algo inviable. Por eso, la socialdemocracia tiene por objetivo acomodar los distintos sistemas a las necesidades de la población, es decir, hacerlos mutar desde dentro, renunciando a hacerlos caer, porque si un sistema sobrevive, es casi siempre con el apoyo o el conformismo de la población. Por otro lado, el hecho de destruir el sistema y construir uno nuevo tiene un profunda problema: nadie podrá decir que el nuevo sistema no pueda ser derrocado. Si destruimos el capitalismo para instaurar el comunismo, nadie garantizará que alguien podrá destruir el comunismo para instaurar el capitalismo: en otras palabras, se debilita la autoridad del Estado. Sin embargo, si la vía no es la destrucción, sino la reforma a través del respeto del orden establecido, el cambio a la inversa solo será posible por las vías del orden establecido, al menos si quieren gozar de la misma legitimidad. Por ello, las revoluciones, los movimientos rebeldes en general, deberían estar proscritos del ideario político de la izquierda, porque son, por definición, contraproducentes para el logro de nuestros objetivos. ¿Que nos queda entonces? ¿Existe una vía alternativa a la quema de papeleras y cajeros automáticos? Nosotros pensamos que sí. Intentaremos ilustrar algunas vías de praxis política con todo el recato posible dado que ya nos hemos extendido lo suficiente.

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a) Los partidos políticos: Los sistemas democráticos occidentales se basan, mayoritariamente, en sistemas de partidos. En otras palabras, para conseguir el poder, para ser electo, es necesario tener la caución, en general, de una determinada organización, de unas determinadas siglas. ¿Es eso un problema? Depende. Ingresar en un partido político es algo que todo el mundo puede hacer, luego no se trata de un sistema tan cerrado. Pero ¿cuál debe ser la vía práctica que deben adoptar los partidos políticos? En la práctica los partidos políticos se parecen, hoy por hoy, mucho mas a menudo a equipos de fútbol que odian al contrario que a estructuras de negociación política. Desde nuestro punto de vista un partido político debe regirse por dos principios En primer lugar un partido político debe guardar un contacto constante con su electorado potencial. La virtud de un sistema de partidos es permeabilizar el sistema a las ideas de la población a la que pretende representar. Si no lo hace, un partido caerá por su propio peso. Esa es la razón por la que se concibieron partidos políticos de estructura democrática: al existir una estructura democrática, es mucho más fácil hacer llegar las inquietudes de los militantes a la parte de arriba del partido. Esto, era sin duda cierto en la época en que los partidos aglutinaban a las masas a su alrededor y donde cada votante era también militante, sin embargo, no lo es hoy en que solo una mínima parte militamos en partidos políticos. ¿cuál es el problema? Pues que esa mínima parte, es posible que no represente con todo el éxito que le gustaría al posible electorado del partido. Esto es por ejemplo palmario con el partido popular que tiene unas bases y un partido muy a la derecha de su potencial electorado pero que no por ello deja de votarle. En la práctica, este vacío de las bases de los partidos así como su complejidad interna y su aparato ultraburocratizado han hecho que los partidos políticos hayan perdido, realmente, su democracia interna y hayan sustituido a ello la estadística de lo que quiere la gente. ¿Es esto bueno o malo? No es ni bueno mi malo, pero es necesario que todo socialdemócrata tenga en mente, que en tanto que es militante de un partido, no debe votar por el proyecto o el candidato que más le agrade, sino con el que, sin desagradarle profundamente, tiene mas posibilidades de ser elegido por la población. En otras palabras, es necesario racionalizar el mito de la democracia interna. En segundo lugar un partido político, para ser eficiente, debe ser pragmático y posibilista. En otras palabras, debe tener una responsabilidad para con el sistema. Un partido que realiza oposición estéril a todas las ideas que surgen no logrará nunca nada, para ser efectivo, un partido político debe ser capaz de negociar. Por supuesto, para negociar, hay que dejar un lado las creencias religiosas: uno no negocia sobre su fe, negocia sobre soluciones prácticas. En otras palabras, es necesario considerar al rival político como adversario, no como enemigo. Al enemigo se le odia, al adversario se le respeta. Eso es algo que amplios sectores de la izquierda se niegan a reconocer: el PP, con sus maldades y sus tragedias, representa casi a la mitad de la población española. Si odiamos a un partido que tiene nueve millones de votos, lo único que haremos será aumentar la fractura de la sociedad, resquebrajar el sistema cada vez más y será imposible conseguir buenos acuerdos. La negociación se rige por unas reglas tan simples que cualquiera que lo desconozca no será, en su vida, un buen negociador. Un buen acuerdo, para ambas partes se rige por los siguientes dos principios: en toda negociación existen unas relaciones de poder, que en el caso de la política se miden lo mas a menudo por los escaños y la representación parlamentaria, aunque por supuesto pueden existir matices. El mejor acuerdo es, por tanto, el que se adapta a esas relaciones de poder, si las relaciones

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son A=30% B=70%, el acuerdo deberá tener un 30% de ideas de A y un 70% de ideas de B. En principio, A y B deberán aceptar esa solución si son pragmáticos y tienen una voluntad real de llegar a un acuerdo. El segundo principio es la excepción a esta regla: cuando las relaciones de poder sean totalmente disproporcionadas, ninguna de las partes debe quedar humillada. En otras palabras, si las relación de 9 a 1, la parte mas poderosa deberá aceptar que la otra no acepte un acuerdo 9 a 1 en el que quede en evidencia su debilidad, deberá ceder que sea 8 a 2 o 7 a 3 en pos de un mejor acuerdo. ¿Por qué es importante conseguir un buen acuerdo? Pues porque solo los buenos acuerdos y los consensos amplios son respetados. En la vida, y sobre todo en política las posiciones de poder cambian y lo único que puede hacer que un partido que firmó un acuerdo cuando estaba en la oposición lo respete cuando llegue al poder es que comparta la paternidad de ese acuerdo. Un ejemplo de esta cuestión es, por ejemplo, las mil y una reformas educativas que ha habido en nuestro país. Desde el principio de la democracia, cada gobierno a puesto en marcha su ley de universidades y su reforma educativa, a contracorriente y a presión. Por supuesto, ninguna ha funcionado y todas han sido modificadas y submodificadas cuando el gobierno ha cambiado. En otras palabras, los mejores acuerdos, los mejores sistemas y los que mas duran, son los que son capaces de integrar a todos los partidos, no aquéllos que marginan al cuarenta por ciento de la población que no tiene mayoría absoluta bajo la excusa de que « nosotros llevamos razón y ellos no » b) La función pública Otro de los polos de acción debiera ser, en nuestra opinión, la función pública. Hoy por hoy sigue existiendo la burcocracia y un gran número de funcionarios que son miembros no electos, toman decisiones materialmente políticas, bajo la supervisión de un superior, pero políticas al fin y al cabo. Aparte de la militancia en un partido, uno de los destinos más importantes de todo izquierdista debería ser el de copar los puestos de la administración donde materialmente se ejerce poder. Si la esencia de la socialdemocracia es cambiar las cosas desde el poder, todavía hacer falta poder ejercerlo. Los distintos cuerpos de la administración así como la fiscalía o el poder judicial son, materialmente, cuerpos donde se ejerce poder. Cierto es que están sometidos, todos ellos, a la ley y al derecho, pero dentro de lo que la ley y el derecho ordenan y permiten hacer, hay un amplio margen de maniobra que puede ser la baza de transformación progresiva de la sociedad. c)Las universidades La universidad no es tanto un campo de acción, sino más bien un campo de reflexión. Como hemos explicado mas arriba, la izquierda hoy por hoy navega en una indefinición científica mas que preocupante. En este sentido, el campo de la universidad y la investigación debería ser el lugar donde se forjen soluciones para lograr los grandes objetivos de la izquierda. La izquierda necesita mas profesores de economía, mas sociólogos, mas juristas. Si pueden ser catedráticos, mejor. En definitiva, necesita más intelectuales, y hoy por hoy, los únicos que merecen llamarse así son los profesores de universidad. Sin intelectuales, sin especialistas, no hay debate ideológico ni proyecto que valga. d) Los sindicatos

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Hay quien proclama la muerte del sindicalismo, otros denuncian que los sindicatos españoles no hacen sindicalismo. Nosotros no lo compartimos. En el marco de la empresa privada el sindicalismo puede jugar un gran papel en el campo del desarrollo económico. Hoy por hoy, no hay ninguna reforma laboral que no esté condenada a muerte si no ha sido negociada entre sindicatos y empresarios. En este sentido, un sindicato es otro de los lugares de acción de un socialdemócrata. Los principios de acción de un sindicato deben ser, evidentemente, los mismos que los de un partido político, puesto que se trata de una estructura de negociación y no de confrontación. Es necesario dejar de ver al empresario como el explotador por principio y bajar al terreno de la realidad. Un buen sindicato es aquél que tiende a articular de la forma mas articulable posible, los intereses de los trabajadores con los del empresario. ¿Como? Pues siguiendo la misma regla que hemos expuesto antes para la negociación política. Un sindicato debe estar dispuesto a aceptar reducciones salariales en épocas de recesión y el empresario debe estar dispuesto a subir los sueldos a los trabajadores. En otras palabras, se trata de aumentar la corresponsabilidad de los trabajadores en la empresa, un sindicato debe hacerse corresponsable con su empresario del destino de la empresa. e) La empresa privada: En el otro lado, otra de las formas de acción política y social para un izquierdista debe ser la empresa privada. Contrariamente a lo que se cree, ser empresario no debería ser una profesión de derechas. Las empresas son las que fundan la riqueza de un país, nos guste o no. Crear riqueza no es de izquierdas ni de derechas. Por eso, una de las iniciativas de la izquierda podría ser la iniciativa empresarial privada. Por supuesto, articulado mediante unos códigos de conducta y éticos determinados en lo relativo a las relaciones con los trabajadores. Ser ejecutivo en el seno de una empresa es, de hecho, un puesto excelente para transformar la sociedad y contribuir al proyecto colectivo de la socialdemocracia. f) El asociacionismo y los movimientos ciudadanos La última vía que cabe citar es el plano del asociacionismo y el lobbysmo ciudadano. Hoy por hoy, las asociaciones, ONG y fundaciones varias tienen un éxito considerable que tiende a relevar el papel que en el pasado cumplían los partidos políticos. Una de las misiones de la izquierda debe ser promocionar esa tendencia, es decir, aumentar el espíritu ciudadano, y en la medida de lo posible, todo izquierdista debería tener algún tipo de compromiso en ese ámbito. Estos movimientos pueden ir desde redes de blogs, hasta asociaciones de vecinos, pasando por organizaciones de padres de alumnos hasta redes ciudadanas. Todos ellos son sistemas que son vías de acción de una efectividad sorprendente Como hemos visto, el sistema actual establecido tiene muchas vías, una infinidad de ellas para realizar la promoción del proyecto socialdemócrata que hacen que no sea necesario, en ningún caso, recurrir a la subversión del orden establecido. Es la aceptación de ese orden y el juego conforme a sus reglas lo que hace fuerte a la izquierda y en general, a cualquier movimiento político. La subversión, solo lleva a la anarquía y al desorden, y salvo en una sociedad de hombres virtuosos, no hay libertad sin orden.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/130/2/ Reconocimiento a los movimientos feministas Psique 06.04.2006

Las movimientohaciendo, pararealidad para derechos de losu trabajo ha si

La religión y la cuenta tener laintentado acalltrabajo. En este miniartsu iniciativa econseguidos y para boicoteainvisibilizándola Ocultas por lossabe de las reipersonal tal caiglesia, sXIII) omujeres que vmediacions saconviviendo m Cuántos libros se ha habladorganizados pocrearon el germGournay publicRevolución, tamorganizadas ejpara la revolucideóloga infatig“Los derechos derechos realeencerradas en

Como sociedad, hemos de reconocer el trabajo de las feministas (y algunos hombres) que se organizan para conseguir una igualdad real de oportunidades. Es éste un reconocimiento necesario por todo lo quehan conseguido, un reconocimiento que la derecha (conservadora y liberal) nunca realizará.

s feministas se han movilizado a lo largo de la historia, y aún lo siguen conseguir que la igualdad de oportunidades real llegue a ser una las mujeres. Con su tesón y audacia, han logrado muchos de los s que hoy, gran parte de las democracia, se disfruta, pero no siempre do reconocido.

derecha, ya sea por convencionalismos moralistas o porque sale más a posibilidad de explotar laboralmente a un colectivo tan numeroso, han ar la labor de estas organizaciones, y han tratado de desvirtuar su

ículo, quiero brindar un reconocimiento a las entidades feministas por n el difícil contexto en el que se han movilizado, por sus logros para desenmascarar la sutil estrategia de la derecha y de las religiones r la imagen de las feministas, bien sea ridiculizándolas o s.

historiadores y escritores bajo el manto de la iglesia, poco o nada se vindicativas Hildegarda de Bingen (s.XII, cuyo estilo narrativo desde lo lado tendría), Margarite Porete (quemada viva por sus críticas a la las beguinistas (movimiento nacido en Bélgica en el s.XII, sólo de ivían en comumidad con el objetivo de vivir su unión con dios sin cerdotales (masculinas) mediante una institución democrática, ujeres aristócratas con mujeres de toda clase y condiciones).

y películas realizadas entorno a la revolución francesa, pero que poco o del importante papel que jugaron previamente los “salones”, r mujeres, donde éstas, junto con los hombres que las acompañaban, en ideológico de la revolución (en la época de los salones, Marie de ó Égalité des Hommes et des Femmes, 1622). Ya de cara a la poco se ha reconocido el papel que millares de mujeres prostitutas

ercieron en la batalla, matando a sus clientes soldado, o ganándolos ión. Ni tampoco se ha hablado de Olympe de Gouges, luchadora e able de la Revolución, y guillotinada por sus excamaradas por escribir de la mujer y de la ciudadana ”(1791), donde exigía la igualdad de s. Sus compañeras de lucha fueron algunas ejecutadas, otras, manicomios para no “contagiar” de sus ideas feministas al resto de

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mujeres, pues, como decía Napoleón “qué loca idea esa de considerar a las mujeres iguales a los hombres; las mujeres son sólo máquinas para criar hijos”. Tampoco se explica en las escuelas que el derecho al voto de las mujeres se debe, además de al ejemplo de las colonias americanas, a las movilizaciones de las sufragistas inglesas, que padecieron encierro en manicomios, prisión,... y campañas de desprestigio personal y ridiculización social por parte de los lobbies de poder de la época (y actualmente, porque ¿quién no recuerda en Mary Poopins a la madre frívola que acaba volviendo al redil y a ejercer de buena esposa y madre?). Cuánto le debemos a Mary Wollstonecraft por su valiente “Vindicación de los derechos de la mujer” (1792). En España, fue Clara Campoamor la artífice de que las mujeres pudieran votar en la II República. Ella, junto con otras mujeres y hombres, definieron unos derechos para las mujeres (derecho al matrimonio contratado, al aborto, derecho a ser madre soltera, derecho a trabajar, ...) que a lo poco perdimos, a causa del levantamiento ilegal del ejército, con apoyo de Hitler, Mussolini, de la iglesia, de la banca y de muchos medios de comunicación. Hay que hacer un homenaje a esas mujeres (y algunos hombres) que, a pesar de hallarse en un contexto, generalmente, adverso a reconocer los derechos de las mujeres, se movilizan, a pesar de las dificultades que muchas de ellas padecen económicas, sociales y legales, y aunque el hecho de asociarse les lleva a vivir ya no la doble jornada, sino la triple (la remunerada en una empresa, la no remunerada en tareas del hogar, y la asociativa) y, en muchas ocasiones, con peligro para su integridad física. Trabajar en red para conseguir el reconocimientos de derechos no es nuevo para las mujeres; actualmente, lo están haciendo HAWCA, por ejemplo, en Afganistán (aquellas mujeres y algún hombre que enfrentándose con la pena capital, crearon redes para enseñar a leer y a escribir a las niñas y mujeres en un país donde estaba prohibido por la intrasigencia talibán). También RAWA se merece un reconocimiento por su labor menos social y más política, centrada en movilizar a las mujeres para concienciarlas a ellas y a los países sobre sus derechos. Mujeres de negro lucha en todo el continente africano y asiático sobre todo por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, contraargumentando a los poderes conservadores y religiosos que prefieren no cambiar el status de las mujeres y también criticando a las corrientes neoliberales que tienen en las mujeres de esos países mano barata para las multinacionales. Pero el feminismo y la lucha contra los valores de derecha no sólo se encuentra en países en desarrollo sino también en Europa. Las entidades feministas como Dones amb l’Esglèsia (Mujeres con la Iglesia) luchan por una igualdad de oportunidades en un mundo tan misógino y retrógrado como es el católico (Nota: recuerdo, por si a alguien se le ha olvidado, que el Vaticano es oficialmente un Estado, un Estado en el que las mujeres no tienen igualdad de derechos que los hombres, y donde para entrar en su iglesia si eres mujer has de cubrir los hombros y piernas. Además, los vínculos con el mundo de la banca y la mafia siempre han estado revoloteando sobre la “santa” sede, al igual que los vínculos reconocidos entre el Opus Dei y el mundo financiero y político del PP.) Pero aún queda mucho por hacer. Mujeres y hombres hemos de luchar codo con codo para mantener y ampliar nuestros derechos sociales e individuales, universalizando los

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derechos humanos, y por ello, apoyando a las entidades feministas que tienen como objetivo, únicamente, crear un mundo más justo y democrático, no sólo para todos...sino, también, para todas.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/63/2/ El estado de bienestar en peligro Mónica Palet 23.02.2006

La privatizde la socciudadanísegunda, propios de Recordemmediante intervencipobreza y Con la pcumplimiedesigualdjusticia báconjunto. La ciudadvitales y asegurárs

En los últimos años hemos visto cómo la cobertura sanitaria, la educación y las prestaciones sociales han sido atacadas, desde las corrientes más conservadoras ( y no tan conservadoras) de este país, en pro de una privatización o externalización de estos servicios básicos para la ciudadanía. Basándose en las virtudes de la gestión privada se intenta convencer a la ciudadanía que la calidad del servicio será mucho mejor, pero se olvidan del principio básico en que se fundamenta el Estado de Bienestar: la equidad.

ación o externalización de servicios sociales, tan básicos para el bienestar iedad, pone en peligro la cobertura universal y el acceso a ellos de toda la a. O en el peor de los casos, se pueden crear servicios de primera y donde las capas con rentas bajas sólo puedan beneficiarse de servicios la beneficencia, cómo bien ocurre en los Estados Unidos.

os que el Estado de Bienestar es la intervención de los poderes públicos transferencias sociales, servicios públicos, intervenciones normativas e

ones públicas para hacer frente a la ancianidad, desempleo, enfermedad, otros riesgos vitales.

rivatización o externalización de estas políticas ponemos en peligro el nto del derecho a la igualdad de oportunidades para el nivelamiento de las ades materiales. Como bien señalaba Rawls es necesario unos principios de sicos para llegar a un bienestar mínimo e imparcial de la sociedad en su

anía ha de tener los mismos derechos para desarrollar sus potencialidades los poderes públicos son los únicos que pueden proporcionárselos y elos.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/43/85/ La insoportable levedad de la socialdemocracia Gerard Fontdevila 04.02.2006

¿Pero, por qué siempre esa amarga impresión del éxito de la socialdemocracia? ¿Por qué en su diálogo, pacto, pacifismo y búsqueda del bien común nace una triste sensación de renuncia? La historia de la humanidad muestra lo contrario; jamás antes en la historia de la humanidad, de sus civilizaciones, una sociedad había sido tan igualitaria, había dado voz y significancia a tantos partícipes, había hecho de la convivencia, de la paz y del progreso su razón de ser. Después de la Segunda Guerra Mundial con la socialdemocracia, Europa tras siglos de permanentes guerras y de un continuo baño de sangre, casi (hay que excluir los Balcanes) escribe su historia sin guerras. Pero esta impresión no desaparece, la impresión que unos son los que pactan, los que buscan la paz, el diálogo y los mismos, (como siempre ha sido) son los que renuncian a sus sueños. Otros, se han civilizado, han optado por pactar, pero han puesto límites a los hijos de la ilustración, a su ansia de igualdad, libertad y fraternidad. La nobleza de la socialdemocracia implica su debilidad y en el fondo en esta relación refleja su humanidad, su levedad. Ese intento de perseguir incansablemente un final que no deben dejarle alcanzar, esa forma de dialogar de manera clara sobre algo que es casi siempre oscuro, hace sentir la levedad tan humana, tan negada como la levedad de la vida que empuja a seguir viviendo, sin preguntar por qué lo hace. La socialdemocracia sigue lentamente con su camino de forma firme y silenciosa, aunque, dada su esencia humana, se permite de vez en cuanto soñar. ¿Por qué esta insoportable levedad de la socialdemocracia?

¿Pueden ustedes imaginarse un mundo sin socialdemocracia? ¿Pueden ustedes concebirlo? Se entiende por socialdemocracia la tendencia política de origen socialista que preconiza la obtención dereformas sociales por medios exclusivamente parlamentarios. Bernstein más que fundador del socialismo reformista, en el fondo dota el sentido socialista de posibilidad, de acción, de humanidad. Abrió la vía del pacto, del diálogo y de la no violencia para conseguir unos objetivos a través de unos métodos coherentes con los

mismos.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/262/2/ Entre la caridad y la justicia Mireia Ortega 08.06.2006

Es la viva imagen de la colaboración vecinal de tiempos anteriores a la industrialización, en que la familia, primero, y la comunidad después eran la fuente de los servicios sociales que el individuo no se podía permitir. Hoy día esos servicios han sido asumidos en gran parte por el estado, y algunos denuncian que ello ha conllevado una individualización de la sociedad y un mayor egoísmo.

Algunos datos recogidos en EEUU parecen indicar que las familias que viven en entornos cristianos de corte conservador tienen más posibilidades de ser felices y mejor calidad de vida. La razón no está en la fuerza de la fe, sino en que esas familias viven en comunidades pequeñas en las que la religión se convierte en un importante vínculo. La comunidad ofrece ayuda y apoyo: se organizan turnos de guardería, se dan cursillos, se ofrecen empleos, se ayudan en las reformas de la casa... basan su bienestar en la colaboración y en la solidaridad de sus vecinos.

Pero lo que alimenta este egoísmo no es la desaparición de la comunidad tradicional, sino su excesivo crecimiento. Ya no vivimos en pequeños pueblos, ni conservamos a nuestro lado a nuestros parientes menos directos. La comunidad se convierte en una masa anónima de conciudadanos a los que no nos ata ningún vínculo. En estas condiciones, no es ya posible pedir al prójimo que nos eche una mano cuando hace falta: hay que buscar la ayuda en el Estado del Bienestar. La sustitución de la ayuda pública por la caridad o la solidaridad de iniciativa privada puede resultar romántico, pero es poco efectivo. En EEUU, el porcentaje de PIB destinado a cooperación internacional es el más bajo de entre las naciones donantes, un 0,21 por ciento. Pero de esa cantidad el equivalente a las donaciones particulares es de tan sólo una cuarta parte. Es decir, si hubiera que confiar al sector privado toda la ayuda al desarrollo ésta se vería reducida en tres cuartos. No es muy esperanzador que digamos. La caridad privada adolece de un defecto que la hace inviable para una cooperación eficiente: es voluntaria, está supeditada a la iniciativa del individuo. En los tiempos preindustriales, esta iniciativa se veía espoleada por la presión social, que se hacía patente en los grupos pequeños en los que se vivía. Esa presión ya no existe, y hay que sustituirla la fuerza coercitiva del estado. Claro que una ayuda de más siempre será bienvenida.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/175/85/ La superación del marxismo Jorge Coto Bautista 04.05.2006

Es algo en lo que están de acuerdo casi todas las personas jóvenes de izquierdas, incluso las que procedemos del marxismo. Ha llegado el momento de superar a Marx y encontrar nuevas vías para el nuevo siglo. Y la superación, es evidente, debe partir de la comprensión.

Y decían de él que ya estaba pasado de moda. Como si las ideas de un gran hombre fueran comparables a un sombrero de copa. Pío Baroja.

Sin embargo, no suele hacerse así. Tras ser admirado hasta la divinización durante el sXX, Marx ha pasado a ser despreciado con igual fanatismo. Prácticamente es suficiente con decir que un pensamiento es “marxista” para demostrar su falsedad. De esta froma no podremos construir un nuevo pensamiento. “Si he visto tan lejos es porque estaba subido sobre los hombros de gigantes” dijo un genio, intentar construir desde cero, ignorando lo que otros hombres han pensado antes, es una grave pérdida de tiempo. Antes de superar a Marx debemos reconciliarnos con él. Colocarle en el lugar que merece en la historia, entre los grandes pensadores de unos tiempos que no eran los nuestros, y no moverlo de ahí. LOS FRACASOS DE MARX La principal crítica que se le realiza en la actualidad al proyecto marxista es su inviabilidad. El desmoronamiento de la URSS serviría como prueba de ello. Pero ¿es suficiente? ¿Demuestra lo sucedido en Rusia el error de Marx? Yo creo que no, y no tanto porque crea muy exagerado el “fracaso de la URSS”, de lo cual podemos hablar otro día, sino simplemente porque este país no era marxista. Ya desde su fundación, empezaron las discrepancias entre lo sucedido en Rusia y la teoría marxista. Para Marx, la revolución debía producirse necesariamente en el país más avanzado, Inglaterra o Alemania. Esto es así porque, para él, la humanidad necesita pasar por una serie de fases progresivamente más eficaces y más justas (esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo). Una sociedad feudal, como era la rusa, no podía saltarse el capitalismo y convertirse en socialista sin más. Lenin opinaba lo contrario, que el cambio vendría del país más atrasado, y de su discrepancia surgió el llamado “marxismo-leninismo”. En cualquier caso, reconozcámoslo, la discrepancia no era tan grande como para considerar que Lenin no era marxista. El problema es que las diferencias fueron a más. Lenin inicia primero una breve experiencia capitalista para luego pasar lo más rápidamente posible al socialismo. No se atreverá a ir más allá. En cambio Stalin pretende alcanzar el comunismo por la vía más rápida. Y la vía más rápida, desgraciadamente, consistió en decir que lo que tenían ellos era comunista. ¿Por qué? Porque lo decía Stalin. Muchas voces se opusieron a ello, y de ahí surge el trostkismo. Pero sometidos a una

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doble presión (Stalin por un lado, y los países capitalistas por otra, interesados en utilizar los excesos soviéticos para deslegitimar al comunismo) para todo el mundo la palabra “comunismo” llegó a identificarse con el régimen de la URSS. Sin embargo, no era así el comunismo de Marx. Para Marx, una de las características más importantes de la sociedad comunista sería la ausencia de estado. Y en la URSS el estado estaba muy (pero que muy) presente. En la sociedad comunista marxista, no existiría la propiedad. Ni la privada ni la colectiva, ninguna. En la URSS todo pertenecía al estado. Para el alemán el reparto de la riqueza comunista se realizaría según las necesidades de cada cual, en la URSS los miembros del partido tenían preferencia, y el resto eran beneficiados según su rendimiento. Marx nunca calificaría a la URSS de comunista. No tiene sentido, por lo tanto, criticarle por una visión del comunismo que no era la suya. Descartado entonces, como argumento, el fracaso de la URSS, sólo nos queda una crítica habitual al marxismo. Es utópico e inviable. Desgraciadamente no se suele explicar porque es utópico ni porque es inviable. No podemos conformarnos con reduccionismos absurdos del tipo “la naturaleza humana lo impide” como si no existieran ejemplos (en el pasado y en el presente) de sociedades muy similares a las que Marx definió como comunista. Otras veces se dice que nuestra sociedad no está preparada para el comunismo, algo que no sólo no entra en contradicción con el marxismo sino que además es uno de sus principales postulados (y su principal motivo de discrepancia con Bakunin). LA ASIMILACIÓN Y SUPERACIÓN DE MARX. La mayoría de las críticas al marxismo atacan postulados que no son marxistas y utilizan argumentaciones con las que, probablemente, Marx coincidiría. Pero eso no quiere decir que debamos volver al marxismo. Hoy conocemos cosas que eran impensables en 1948 y debemos actualizar aquello que siga siendo válido del marxismo y descartar aquello que ya no nos sirva. En este artículo voy a dedicarme más a lo segundo. *El progresismo. Desde los tiempos de Hegel hasta la actualidad “progresismo” se ha convertido en un sinónimo de “izquierdas”. Para Hegel la historia no es más que una carrera hacia la libertad. Para Marx la historia se basa en la búsqueda de la justicia económica. Para ambos el progreso de la humanidad era inevitable, aunque pudiera producirse retrocesos puntuales. Y el destino inevitable de la humanidad sería una sociedad ideal sin injusticias. El fin de la historia. Este tipo de pensamientos resulta tremendamente poderosos gracias a su fe en la victoria final. Es bonito pensar que, por mucho que sufras, llegará un tiempo en el que las cosas van a ser mejores y es inevitable que así sea. Sin embargo, que algo sea bonito no quiere decir que sea cierto. Los historiadores del sXIX se veían reducidos al estudio de las fuentes, a las cuales, además, comprendían mucho peor que nosotros. Era fácil para ellos percibir esta evolución del esclavismo al feudalismo y de este al capitalismo como algo positivo ya que, efectivamente y a priori, un siervo es más libre y rico que un esclavo pero menos que un obrero. Sin embargo esto no es cierto. Hoy conocemos mejor nuestro pasado, y sabemos que muchos periodos esclavistas fueron mejores que muchos periodos feudales y muchos periodos feudales mejores que otros muchos capitalistas. En realidad, el tipo de propiedad de los medios de producción no garantiza una mejor o peor forma de vida. Creo que ha llegado también el momento de cuestionar el progreso tecnológico.

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Sobretodo en un momento en el que el mundo empieza a resentirse por nuestra carrera consumista. Al aumento de consumo de energía se intenta responder con nuevas formas de generar energía, nadie se plantea una posible reducción. ¿Es mejor una vida con más tecnología? Para Marx y Hegel, probablemente sí. En realidad yo creo que no es mejor ni peor, simplemente distinta. Nadie echaba de menos los teléfonos móviles hasta años después de que fueran inventados. *La lucha de clases La elaboración de la teoría de las luchas de clases como motor de la historia ha sido absolutamente revolucionaria. Por primera vez empieza a considerarse que la historia no la hacen los grandes hombres, sino los pueblos. “Cuando te pregunten ¿Quién construyó esa pirámide? No debes contestar ‘Keops III’ sino ‘millones de esclavos’” dijo Marx. Sin embargo, reducir todas las fuerzas de la historia a la lucha de clases es demasiado simplista. Al igual que sucede con la teoría de Newton, el marxismo nos puede servir para realizar una aproximación, pero no sirve cuando se necesita entrar al detalle. Existen muchas fuerzas en la historia, muchos “motores”, y según las circunstancias unos pueden ser más poderosos que otros. Existe la lucha de clases o, más bien, la lucha entre grupos de presión (mejor o peor organizados) para conseguir lo que perciben como sus intereses. Pero también existen las causas externas, como las invasiones o los fenómenos medio ambientales. Y existe la voluntad de personas carismáticas que pueden torcer levemente el curso de la historia. Todos estos factores se interrelacionan entre sí, y muchas veces algunos superan en mucho a otros. No se puede comprender la evolución de la república romana sin analizar el conflicto patricio-plebeyo pero tampoco se puede entender la crisis de la civilización maya sin observar una grave crisis ecológica ni la expansión del helenismo sin la tozudez de Alejandro Magno. *El materialismo Durante siglos el materialismo ha sido uno de los pilares del pensamiento de izquierdas, como oposición a los distintos pensamientos teocráticos. Sin embargo, hoy que gran parte de la derecha ha aceptado el materialismo, creo que ha llegado el momento de ampliar nuestras miras. El materialismo, como tantas otras simplificaciones, es muy útil y eficaz. Pero también es incorrecto. La mejor sociedad es la más feliz, y los bienes materiales por sí solos no garantizan esa felicidad. Creo que, en este caso, el experimento soviético nos resulta muy ilustrativo. Tenían un sistema educativo, laboral, de vivienda y sanitario muy superiores al nuestro. Pero muchos se sentían infelices por algo tan simple como que no podían quejarse de aquello que no les gustaba, tal como sí podemos hacer nosotros (aunque tengamos las mismas posibilidades de éxito) *Análisis económicos. Análisis del capitalismo. Por último, es necesario en un artículo como este comentar que los análisis económicos de Marx han sido hoy en día superados por la ciencia economista. En este portal colaboran personas que conocen este tema mucho mejor que yo, y que lo pueden explicar mejor. Únicamente diré que el análisis teórico (no económico) del capitalismo, en mi opinión, no ha sido superado. El capitalismo funciona tal y como Marx lo definió.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/216/85/ Intelectuales, entrevista a Javier Cáceres Santi Benítez (Sun Tsu) 30.05.2006

Santi Benítez (SB Javier Cáceres (Jartículos y es eviotra. También esopiniones. Es el s (SB)- ¿Existen lo (JC)- Por supues (SB)- ¿Qué signi (JC)- Pues que loen sus áreas. A mindiscutible de qupara facilitar la vi (SB)- Entonces ¿ (JC)- Yo no creo puede estar a favcorrientes de opinintelectual. Bajo esubyace la envidpensamiento a lomás en los últimodado cuenta no ebeneficio de idea (SB)- ¿Qué piens (JC)- A (Don) Artque dice que es dalguien que ha viel límite establecun humanista. Y

Javier Cáceres Correa, 26 años, 1'93 de puro flaco. Le han ofrecidotrabajo en Massachuset e Irlanda, ha declinado ambas porque piensaque no le haría ningún favor ni a su país ni a su conciencia yéndose aotra parte. Una de las jóvenes promesas de la ingeniería en este país.Él y su equipo han recibido varios premios en innovación tecnológica,tanto nacionales como internacionales, gran modestia y timidez. No seprodiga en los medios, jamás ha dado una entrevista e incluso hainsistido en que los premios que han recibido sigan estando a nombredel equipo técnico que dirige declinando cualquiera a título personal

)- ¿Existen o no existen?-

C)- Es evidente que existen, es evidente que no todos escriben dente que se puede discrepar con lo que opinan, una cosa no quita la evidente que la mayoría de las veces nos equivocamos en nuestras ino de todo ser pensante, sea de izquierdas o de derechas.-

s intelectuales de derechas?-

to.-

fica eso de que no todos escriben artículos?-

s hay que opinan en sus escritos y los hay que simplemente trabajan i personalmente no me interesa la política más allá del hecho

e la ciencia y su aplicación práctica, la tecnología, sirve y ha de servir da a las personas.-

Por qué piensas que los intelectuales son tan denostados?-

que a los intelectuales se les critique tanto. Es más, yo diría que se or o en contra de una opinión, lo que nadie niega es que ciertas ión comienzan la mayoría de las veces con un artículo escrito por un sa "crítica", no a la opinión sino a la persona que la expresa,

ia y el "quiero y no puedo" de gente que no es capaz de adaptar su s cambios. Eso es una absoluta estupidez. El mundo ha cambiado s 20 años que en los 100 anteriores. Y aquel que dice no haberse s que peque de ignorante, es que a sabiendas obvia la realidad en s y opiniones obsoletas. Lo hace de forma interesada.-

as de Arturo Pérez Reverte, y de LoSantos?-

uro Pérez Reverte... (Risas)... suelo leerlo en XLSemanal. Hay gente e derechas y otros que es de izquierdas. Me da la impresión que

sto tanto en su vida, y de eso tú también sabes algo, ha sobrepasado ido por esas fronteras "políticas", entre comillas, para convertirse en eso hay que respetarlo. Otro tema muy diferente es que esté o no de

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acuerdo con él. Eso es secundario, se ha ganado el derecho a opinar lo que le dé la gana... Y ese otro... no sé quien es... (Más risas)... Yo creo que esa es la diferencia entre un intelectual y un "quiero y no puedo". Un intelectual es respetado por su trabajo; (Don) Arturo es escritor, ha sido corresponsal de guerra y su vida es en si misma un ejemplo de entrega por el derecho de todos nosotros a estar informados, aparte de toda una aventura, al igual que la vida de un médico sin fronteras o de los integrantes de algunas ONGs. Pero el otro sólo es un polemista que no expresa opiniones, sólo ataques. No se diferencia de lo que es Zirinovsky en Rusia, Le Penn en Francia o muchos de esos encasquillados en el comunismo que te encuentras en la red por esos foros de dios.- (SB)- ¿Qué opinas de Mario Vargas Llosa?- (JC)- Creo que es un liberal de altura. No estoy de acuerdo con sus planteamientos económicos, las pocas veces que los expone. Pero al igual que (Don) Arturo nadie puede discutir que es un humanista. Me impresionó mucho su serie de artículos sobre el conflicto Palestino-Israelí, por su sinceridad y valentía.- (SB)- ¿Crees que es un intelectual a sueldo del sistema, alguien que vende las inclinaciones de sus opiniones?- (JC)- Creo que es alguien cuya opinión vale económicamente lo que vale, independientemente de cual sea su inclinación al opinar, al igual que la opinión de Petras o de Chomsky, que también cobran por sus artículos y por sus conferencias.- (SB)- ¿Cómo crees que lo está haciendo Zapatero?- (JC)- Ni bien, ni mal. Creo que hace lo que puede. No es fácil gestionar un país que ha sufrido la casi destrucción de los servicios públicos y la quiebra del tejido social echando por tierra derechos fundamentales como este del que hablamos, el derecho de opinión, mediante la manipulación y la mentira. Tiene mucho trabajo por hacer. Aunque para llevar sólo dos años en el cargo se le ven formas y ganas.- (SB)- ¿Crees que España se está desmembrando?- (JC)- (Carcajada)... Creo que por fin España se hace mayor. España será lo que los españoles queramos que sea. Y eso es algo que ciertos políticos llevan mal, pero no sólo en el PP, también en el PNV, Batasuna o ERC. España será lo que quiera la mayoría de los españoles, no lo que quieran unos pocos.- (SB)- ¿Monarquía o República?- (JC)- Democracia.- (SB)- ¿Qué opinas de la izquierda española?- (JC)- Es una pregunta complicada. ¿La izquierda de verdad o la nostálgica que todavía vive del cuento?- (SB)- Empecemos por la nostálgica.- (JC)- Que llevan mal eso de desaparecer del mapa político. Pero es culpa suya, de nadie más, pura incapacidad. Al igual que la derecha actual es fruto del fascismo anterior, esa izquierda nostálgica es fruto de los regímenes dictatoriales de izquierdas. Sólo que los primero se han lavado la cara apropiándose de la palabra liberal,

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obviando que no se puede ser liberal y conservador al mismo tiempo, eso es una contradicción ideológica absolutamente incompatible. Los segundos ni siquiera han intentado lavarse nada. Aunque algunos gustan de llamarse socialistas. Pero esa palabra no les pertenece y además les queda grande.- (SB)- ¿Y de la izquierda actual?- (JC)- Que han de hacer honor a lo que significa ser realmente socialista, es decir, progresista y liberal. No va a ser fácil. Ya veremos.- (SB)- ¿Tú te definirías de izquierdas o de derechas?- (JC)- Yo soy un humilde ciudadano que también es ingeniero (Risas).- Quiero agradecer a Javier que, a pesar de su juventud, o puede que gracias a ella, fuera capaz de dedicarme unos minutos de su tiempo para opinar y decir lo que piensa inaugurando esta serie de artículos-entrevista a intelectuales de nuestro país, como agradecimiento, precisamente, a esas y esos intelectuales, de derechas y de izquierdas, por sus opiniones sobre los temas más variopintos. Creo sinceramente que este es un mundo mejor que el de ayer gracias a ellas y ellos.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/230/85/ La izquierda y la transformación

Hoy, cuando panecesidades básde derechas es potro. La motivación prfraternidad, váyarespetando las id Ahí está el inteleacude al mismoproblemas del mumás, pero se senpero faltas de un Estudiantes, proeste, tan expandparte, bajo excuscomo utópica, irre Si queremos unavergüenza del manulado al complacción de izquierque se modifican Esa persona quecomunista, o incles sino parte de u Obviamente es igualmente evidecontemplación c No es mi intenrevolucionario, stransformación n Todavía no hemovida, y que nuobservamos sólopersona de izquestúpido racionaajeno comience todos, sea visto c

Revolucionario idealista, intelectual de salón, soñador trasnochado,conformista hipócrita… cuántas cosas y tan contradictorias entre síhemos sido, cada uno de nosotros, alguna vez a los ojos de los demás.

ra la mayoría de los habitantes del “mundo occidental” todas las icas materiales pueden ser saciadas al instante, ser de izquierdas o rácticamente lo mismo que sentirse parte de un equipo deportivo u

incipal de estas personas no es la ideología, ni la solidaridad ni la nse a creer, sino la autocomplacencia. Sentirse bien con uno mismo eas en un plano teórico, eso es lo que hoy importa.

ctual de izquierdas, autoproclamado revolucionario, que año tras año congreso a dar conferencias magistrales en las que analiza los ndo y, si apetece, propone alguna que otra alternativa. No hará nada tirá bien consigo mismo. Bonitas palabras que se escuchan y leen,

interés posterior en dar pasos firmes en la práctica.

fesores, asalariados… todos los sectores tienen representantes en ido y común, sentimiento de autosatisfacción. Escondido, por otra as en forma de críticas, cómo no, que consideran a la acción práctica al, fantasiosa o idealista.

izquierda que no sea parte de un espectáculo desolador, el de la undo civilizado, necesitamos que este sentimiento egocéntrico sea eto. ¿Dónde está la barrera entre este conformismo de izquierdas y la das? Pues en la transformación real, es decir, en el momento en el las bases estructurales que dan origen a un problema determinado.

a sí misma se considera de izquierdas, porque o bien es republicana, uso anarquista, si no tiene como objetivo esta transformación real, no n espectáculo que ella misma critica.

necesaria la lucha teórica y la formación intelectual, pero es nte que de por sí solas no sirven de nada. Complementemos la on la transformación, que ya se olvidó esta básica premisa.

ción limitar el concepto político de izquierdas a lo estrictamente ino demostrar que lo que no está guiado por una motivación de o es sino una farsa con la que uno se puede sentir realizado.

s asumido que somos resultado del cosmos, de la naturaleza y de la estras diferencias son culturales, mentales y de conciencia. Si en lo superficial, veremos únicamente diferencias entre nosotros. La ierdas debe saber ver más allá, en lo profundo. Abandonar ese lismo que nos condena a la separación. Tal vez así el sufrimiento a ser parte de nosotros y el espectáculo del que formamos parte, omo un crimen.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/222/85/ Los términos "derecha" e "izquierda" después de la caída del muro de Berlín Xavier Marín 25.05.2006

Los liberales abogan por la libertad pero nunca han asegurado los derechos de igualdad. El “socialismo real” de corte estalinista aseguró una cierta igualdad pero anuló las libertades individuales y colectivas. Los nominalismos con ser importantes no determinan la pertenencia real a un bando u otro. Si los envoltorios que dicen el nombre de la cosa son indicativos importantes; lo determinante son los contenidos, es decir, los programas que se aplican.

Con la caída del muro de Berlín en 1990, se produjo una crisis de identidad de la izquierda en general, en tanto que caída de un modelo social, el llamado de “socialismo real” o modelo comunista, donde convivían la planificación económica estatista, donde el estado asegura una cierta redistribución de la riqueza de manera centralizada. Pero con la ausencia de libertades políticas, donde la llamada dictadura del proletariado anulaba las libertades públicas, con el fin de consolidar la primera fase del comunismo, entendida como la del “socialismo real”.

La derecha aprovechó cierta parálisis y falta de reflejos de la izquierda, que tardó en reaccionar para dar explicaciones teóricas por la caída del modelo comunista; para atacar diciendo que aquello significaba el fin de las ideologías y que se iniciaba la era de un solo modelo social, el del pensamiento único; la vuelta al monismo de los neocons. (F. Fukuyama) Aquella cierta crisis de las ideologías y parálisis de la Internacional Socialista como fuente de aportaciones teóricas, se resolvió con reflexiones tan importantes para el pensamiento político de la izquierda como las de Norberto Bobio, filósofo italiano que sobre la caída del muro, afirmó “la experiencia comunista y sus métodos han fracasado en el camino de avance hacia el socialismo, pero sus objetivos y fines sociales siguen vigentes.” “Las ideologías son árboles con muchas ramas que hay que regar para que reverdezcan permanentemente”. La ideología no es mas que la expresión en ideas y valores de las diferentes prácticas de vida, y como hay diferentes formas de vivir, hay diferencias ideológicas. Para que las ideologías se terminaran tendríamos que ser todos iguales, y esto ni siquiera es el objetivo del socialismo. No podemos ser todos iguales, pero si podemos crear una realidad material que favorezca la igualdad de oportunidades para realizarnos dignamente como seres humanos. Para acabar este apartado Histórico-Político, decir que Derecha e Izquierda, son ideas en contraste permanente que ofrecen y defienden ideas, valores, intereses, programas y métodos para intentar resolver los problemas sociales.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/247/85/ Política y la ley de la gravedad Roger Senserrich 08.06.2006

¿Suena absurdocualquier personconfiar en el merealidad. Es tenconfundir realidapreconcepciones Desde la derecheficiencia absoluimportante de reelementos imporocasiones sólo pcondiciones imprlimitados y capac

Ejemplos de mevariados. Recienparcialmente fuerecordándonos pel sistema sanitade ser eficien En ocasiones, lolanzados contra recursos al hacexternalidades, ymediante intervenla eficiencia del empresas, el recontraproducente

En general, cuanasignar costes, lproducida por lossu funcionamienserie de ins

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan algunospolíticos es la lucha contra la ley de la gravedad. Sencillamente, haygente que está en contra de esta ley. Bien sea porque caer no lesgusta, contradice alguno de sus principios o porque algún malvadoterrorista defiende y respeta la gravedad, algunos idealistas trabajan porsu abolición. No a la atracción mecánica de los cuerpos. Por una teoríade la caida inteligente. Debemos abolir esta ley injusta.

, verdad? La verdad es que no lo es tanto. La primera tarea de a que esté diseñando una política pública (o la ausencia de esta; rcado es también política) es tener una idea clara sobre cómo es la tación de muchos, tanto en la izquierda como en la derecha, de d con deseo, sugeriendo programas y proyectos basados en

y prejuicios antes que en un conocimiento detallado del mundo.

a y el liberalismo, la preconcepción más generalizada es la de la ta de los mercados. Como toda idea erronea, tiene una base alidad (los mercados sí son eficientes casi siempre) pero excluye tantes. Los mercados pueden tener problemas. Es más, en muchas ueden funcionar cuando alguien vigila que estos cumplan algunas escindibles, como información (casi) perfecta, costes de transacción idad de hacer cumplir contratos rápidamente.

rcados fallidos o que necesitan cuidados intensivos hay muchos y temente hablada de Enron, un ejemplo claro de mercado de capitales ra de control; mucho más cercano tenemos el fraude de Afinsa or qué sin información el mecanismo no funciona. El desastre que es rio en Estados Unidos es otro ejemplo claro de un mercado incapaz te, por más que se trate de aumentar la competencia.

s costes de una empresa no son pagados por esta, sino que son otros, rompiendo con los mecanismos de asignación eficiente de er un bien artificialmente barato. Los economistas lo llaman reconocen que en muchas ocasiones sólo se pueden arreglar ción estatal. Desde la contaminación atmosférica al nivel de crimen o transporte en las ciudades, pasando por dónde se establecen las gular o no un sector de la economía puede producir efectos s (y muy caros) en otros lugares.

do los mercados tienen problemas para distribuir información o para a eficiencia de estos se resiente. Más allá de la equidad o igualdad mercados (eso para más adelante), es necesario ser consciente que to es mucho menos automático de lo que parece, requiriendo una tituciones y mecanismos no necesariamente sencillos.

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La izquierda, mientras tanto, tiene el problema de creer que la intervención en los mercados es siempre relativamente sencilla, y que es posible arreglar cualquier injusticia a base de utilizar legislación. Del mismo modo que dejar los mercados solitos puede tener costes, entrar como un tanque para desfacer entuertos puede crear más problemas que soluciones.

Lo que un político debe tener siempre en mente es que nada sale gratis, y cualquier legislación dirigida a arreglar problemas puede tener sus costes. El ejemplo más claro es el mercado de trabajo. Como todo, una hora trabajada tiene un precio, un determinado salario. Cuando hay mucha gente ofreciendo el producto (queriendo trabajar) el precio de este baja; cuando hay poca gente vendiendo el producto y muchos compradores (el paro es bajo y la economía crece) el precio sube. Los salarios, mal que nos pese, siguen el nivel de paro; si queremos que los salarios suban, se debe aumentar el empleo.

Cuando en el mercado laboral se obliga a quien tiene un contrato tenga indemnizaciones y protección contra el despido, lo que se está haciendo es hacer ese contrato más caro. Cuando en un mercado el bien ofrecido (hora trabajada) sube de precio, la demanda por este bien baja, ya que los compradores trataran de buscar alternativas a mejor precio (maquinaria) o se irán con la fábrica a otra parte. Tratar de subir los salarios por ley, a pase de aumentar las protecciones (que son un coste adicional) no crea empleo, sólo lo encarece. Por mucho que pretendamos que los empresarios deban recortar sus beneficios para emplear más gente, esto no sucederá nunca, así que las regulaciones sólo harán que aumentar el nivel de desempleo. Los dos mercados de trabajo en España son un ejemplo de ello. El prejuicio contra el libre mercado genera otro de las aficiones de la izquierda, un irracional apego al proteccionismo. Sean productos agrícolas o sean servicios, se ignoran los costes derivados de proteger ciertos sectores creados por una política restrictiva. Todo esto, sin embargo, no debe llevar a olvidarnos que las decisiones políticas sobre qué tipo de sociedad queremos tener sí tienen efectos reales. Los diversos tipos de estado del bienestar y sus efectos crean condiciones radicalmente distintas para los ciudadanos. Aún cuando no producen a efectos prácticos niveles de riqueza demasiado distintos (si uno tiene en cuenta el PIB por hora trabajada) los niveles de igualdad, oportunidades y redistribución de cada uno de ellos son muy distintos. El principal problema al que se enfrenta un político es evitar que sus fines escojan los medios con los que trabaja, o que la alergia a determinados medios le impida llegar a sus fines. La izquierda debe tener claro dónde quiere llegar, no cómo. La realidad nos limita los medios; no debemos dejar que la teoría nos los imponga.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/189/2/ Galbraith o la economia social posible Javier Remírez 04.05.2006

También destacardemócratas de los amigo del PresidMundial, GalbraithPrecios. Posteriormde posguerra en Arecontrucción de smundiales por suamplias políticas so Se confrontaba al práscticas, alejadasu famosa y clásicaCapitalism: The ccorporaciones hancomo consecuencila economía de EEel surgimiento de g1958), contrasta laello demuestra queconomía en crecsociales. Finalmenseñala que las grade EE.UU. Esto cooperaciones que le En lo que es consiverdad de nuestropolítica y la moralid Dice el profesor convencional” nuncfalsedad se han comunicación hancorporaciones empeconomía se estimdiferencias salaria

El pasado 28 de abril nos soprendió el fallecimiento, a los 97 años deedad, de John Kenneth Galbraith, una de las referenciasfundamentales de las teorías económicas socialdmócratas,profundamente críticas con el neoliberalismo. Autor de muchos libros yartículos, había sido profesor de la Universidad de Harvard desde 1949.Su obra combina elementos del institucionalismo crítico, ya que da unpapel central a las instituciones y en particular a las organizacionesindustriales con una política económica propia del keynesiano másprogresista.

su labor intsitucional en las admisnitraciones EEUU, desde Roosewelt a Clinton, siendo íntimo ente Kennedy. Durante la Segunda Guerra trabajó en la Oficina de Administración de ente, se hizo consejero de las administraciones

lemania y Japón, colaborando activamente en la us economías hasta convertirlas en referencias pujanza y competeticvidad. combinadas con ciales y del bienestar.

liberalismo económicos con argumentos científicos y alternativas s del dogmatismo. Lo principal de su obra se puede ejemplificar en trilogía. En su primera gran obra Capitalismo americano (American

oncept of countervailing power, 1952) señala que las grandes desplazado a las pequeñas o lo negocios de carácter familar y a los modelos de competencia perfecta no pueden ser aplicados en .UU. Una forma para contrarestar dicho poder, según Galbraith es randes sindicatos. En La sociedad opulenta (The Affluent Society,

opulencia del sector privado con la avaricia del sector público. Con e EE.UU. en los años 1950 era un ejemplo de un país con una imientos pero que en su interior existian grandes desigualdades te en El nuevo estado industrial (The New Industrial State, 1967) ndes corporaciones (como la General Motors) dominan el mercado mo resultado de su gran crecimiento productivo y el nivel en sus

s permite controlar sus mercados.

derado su epitafio intelectual, La economía del fraude innocente: la tiempo" (2004), nos lega una crítica radical de la economía, la ad pública de nuestro tiempo.

Galbraith que la distancia entre la realidad y la “sabiduría a había sido tan grande como hoy en día porque el engaño y la hecho endémicos. Tanto los políticos como los medios de

metabolizado ya los mitos del mercado, como que las grandes resariales trabajan para ofrecer lo mejor para el público, que la ula si la intervención del Estado es mínima o que las obscenas

les y el enriquecimiento de unos pocos son subproductos del

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sistema que hay que aceptar como males menores. Es decir, que nos hemos rendido totalmente ante el engaño y hemos decidido aceptar el fraude legal, “inocente”. Pero la realidad es que el mercado está sujeto a una gestión que financian y planifican cuidadosamente las grandes corporaciones privadas. Éstas, por otra parte, ni están al servicio del consumidor ni las controlan sus accionistas, sino los altos ejecutivos, que han desarrollado una compacta burocracia corporativa responsable de escándalos financieros como los de Enron, Worldcom o Arthur Andersen. La distinción entre los sectores público y privado cada vez tiene menor sentido, porque son los grandes conglomerados empresariales quienes controlan el gasto militar y el dinero público. Lo que en definitva rechaza el maestro Galbraith en su obra resumen es la aceptación acrítica de un sistema que retuerce a su gusto la verdad y enaltece la especulación como fruto del ingenio, la economía de libre mercado como antídoto para todos los males del mundo y la guerra como el gran instrumento de la democracia. En definitiva, la ortodoxia solcialdemócrata que en estos tiempos del pensamiento económico único y neoliberal se convierte en una imprescondible y necesario heterodoxia.

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http://www.socialdemocracia.org/content/view/158/85/ Política presentada versus política representada Gerard Fontdevila 18.04.2006

El lenguaje está cargvez irónicos. Represehacer las veces de ovida es un drama, a La vida en su esenciposee ese valor adjucomo producción humsobre la naturaleza dse propone centrar representan, en el sesentido de interpretar

El sentido común pafirmación que los peximir al representannadie la exigiría a unhiciese de Antígona, puede formularles lapolítico representa? cuestión es el texto runa pequeña porciónque no se formularesponderían están lpresentan los interesepartidos. Ellos nos rep

Actualmente disfrutamos de una democracia representativaparlamentaria: unos dirigentes escogidos como representantes por laciudadanía son los encargados de ejercer la autoridad que emana delpueblo, garantizando los derechos básicos de todos sus componentes.Pero, ¿realmente los políticos representan a sus votantes o gestionan elsufragio de la ciudadanía que se lo confía?

ado de dobles sentidos, muchas veces accidentales y otras a su ntar, consultándolo con el diccionario quiere decir desde sustituir, tro a interpretar un papel en una obra dramática. Ciertamente la veces comedia, a veces tragedia, o las más veces tragicomedia. a social también es una drama, y todo lo esencialmente humano nto del drama, del poderoso drama que es la vida. La política ana es parte del drama. Se podría profundizar en otra discusión

ramática de la política, si tiende a la comedia o a la tragedia, pero el presente artículo, en la siguiente pregunta: ¿los políticos ntido de sustituir a otros, de llevar su voz, o representan, en el

un papel en una obra dramática?

odría orientar la respuesta hacia un punto medio, hacia la olíticos representan en el doble sentido. Esta respuesta puede te político de la absurda demanda de autenticidad, puesto que actor dramático. Por ejemplo, ¿quién exigiría a una actriz que cumplir con los deberes sagrados? Pero no por eximidos no se siguiente pregunta: ¿quién escribe el poderoso drama que el A quién va dirigido queda claro, a quienes representan, pero la epresentado, si lo ha escrito el público al cuál va dirigido, o sólo del público es la que ha escrito el drama. Esta pregunta es la ningún político, ni dirigente, puesto, como ellos mismos egitimizados por unos votos dados por la ciudadanía. Ellos no s de unos pocos, sino de sus votantes, de sus ideologías, de sus resentan, ¿no?