trigger - historia del to arqueologico (cap. 1, 4 y 5)

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  • 8/3/2019 Trigger - Historia Del to Arqueologico (Cap. 1, 4 y 5)

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    1. LA IMPORTANCIA DE LA HISTORIADE LA ARQUEOLOofAAunque exista una industria academiea principal ... que expli-que a los cientfficos sociales ... como pueden llegar a ser genuinoscientificos, existeotra, con un potencial igual de floreciente, que es-tablece supuestamente que el estudio del hombre y la sociedad nopuede ser cientifico.

    ERNEST GELLNER, Relativism an d the Social Sciences, 1985, p. 120.Desde los anos cincuenta, 1a arqueologia, especialmente en Norteamerica

    y Europa occidental , ha pasado de una ortodoxia hist6rico-cultural aparente-mentecomplaciente a unas ambiciosas innovaciones teoricas. Estas ultimas, le-jos de produci r e lnuevo consenso esperado, han conducido.al surgimiento decrecientes desacuerdos acerca de cuales deben ser los objet ivos de la discipl inay c0I !10 debe l legarse a ellos (Dunnell, 1 98 3, p . 5 35 ). Cada v e z mas, los arque6-logos, subiendose al carro de los historiadores y los sociologos, han ido aban-donando 1aseguridad positivista y han empezado a abrigar algunas dudas so-br e la objet ividad de sus inves tigaciones. Consideran los factores socialesdeterminantes no solo de los problemas que e llos plantean sino tambien delassoluciones que segun su impresion seconsideran convincentes. Algunas versio-nes extremas de este punto de vista niegan que Iosarqueologos puedan ofrecerinterpretaciones de los datos que sean algo mas que un reflejo de los valorestransitorios de las sociedades en que viven. Es mas. sila arqueologia no puedeproducir clase alguna de conocimiento acumulativo sobre el pasadoni comen-tarlo, aunque sea, al menos, parcialmente independiente de contextos histori-cos especif icos , ; ,que jus tificacion cientif ica -como concepto opues to a polft i-ca, psicologica 0 estet ica- puede darse a la inves tigacion arqueo16gica?

    Este libro e xami na l as relac iones entre 1a arqueologia y su contexto socia lde s de u na p er sp ec ti va h is to rie s, E ste m od o d e a bo rd ar I a c ue sti on p ro po rc io naun punto de vista comparat ive, a par tir del eual pueden tratarse problemas comola subjetividad, l a objet ividad y 1a acumulac i6n gradual de conoc imiento. Enlos ult imos anos, un mimero creciente de arqueologos ha mostrado su acuerdo

    (

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    ~ . . . . . . . . . . . .-.,._ .. - - . . . .~ . . . . ........,_~-----.:-- --,---------con el filosofo y arqu ood (1939, p. 132) acerca de queningtin problema hi do sin estudiar antes ... la historiadel pensamiento hist.. bfe.e~~~ 1 1 , 1984. p. 490). La investigaci6nhistorica sobre la interp~daciona:tqhe se ha multiplicado, y se han adop-tado metodologias mas sofist icadas (Trigger, 1985a). Sin embargo, este enfo-que no carece de criticas. Michael Schiffer (1976, p. 193) ha afirmado que loscurs os de licenciatura deberian dejar de ser historias del pensamientoi parapasar a exponer y articular sistematicamente teorias actuales . Su opinion en-carna la idea de que la verdad 0 la falsedad de las formulaciones teoricas esindependiente de las influencias sociales y, par 10 tanto, de la historia, peropuede estar determinada por la aplicacion de procedimientos de evaluaci6n cien-tificamente validos a colecciones de datos suficientes. Aceptando esta idea bastasus ultimas consecuencias , resul ta que la historia y la filosoffa de la arqueolo-gia estan totalmente desconectadas. Ironicamente, el analisis historico propor-ciona un punto de vista privilegiado desde el cual se pueden evaluar los respec-tivos meritos de estas posiciones contrapuestas.En los capitu los siguientes se examinaran las ideas principales que han in-fluido en la interpretacion de los datos arqueologicos, especialmente durantelos tiltimos doscientos afios. Se trataran en detalle algunos de los factores so-dales que han ayudado a construir las ideas que han estructurado este trabajoy el imp acto recfproco que las interpretaciones en arqueologia han provocadoen otras d iscip linas y en la sociedad. Para l levar esto a cabo, hay quecomparare lmodo en que se ha desarrol lado el pensamiento arqueologico en las diferen-tes partes del mundo, aunque seria imposible en un unico volumen exarninartodas las teorfas arqueologicas 0 cada una de las tradiciones arqueologicas re-gionales.A pesar de ello, espero que concentrandome en un mimero limitadode desarrollos significativos pueda vislumbrar los facto res principales que handado forma a la interpretacion arqueologica, Siguiendo a L.R. Binford (1981),se puede distinguir entre un dialogo interne, a traves del cual los arqueclogoshan intent ado desarrollar metodos para inferir el comportamiento humane apartir delos datos arqueo16gicos, y un dialogo externo, en el que ut il izan estoshallazgos para referirse a problemas mas generales concernientes al comporta-miento y a .l a h is to ri a h um a no s, Sin afirmar que se trate de dos niveles de dis-cusion claramente diferenciados, la dialectica interna trata de los rasgos distin-tivos de la arqueologia como disciplina, mientras quela extern a constituye lacont ribucion de la arqueologia a las ciencias socia les . A pesar de todo, se t ratade una distincion que hasta hace muy poco no estaba demasiado clara paramuchos arqueologos.

    La reacci6n del publico ante los hal lazgos arqueologicos indica la necesi -dad de contemplar la historia de la arqueologia a traves de un contexte socialamp li o, L a.ima ge n.m as p op ul ar q ue o fr ec e la arqueologia es la de una discipli-na esoterica sln ninguna relevancia para ras necesidades 0inquietudes actuaies.Ernest Hooton (1938, p. 218) describi6 en cierta ocasion a los arqueologos como

    s~niles casanovas de la ciencia que se mueven entre los montones de basurade la ant iguedad, Pero el extendido interes durante casi doscientos anos partodo aquello que llevaban implfcito los descubrimientos arqueologicos contra-dice esta imagen de la arqueologfa, Nadie puede negar la fascinacion romant i-ea que han ejercido los hallazgos arqueologicos espectaculares, como los deAusten Layard en Nimrud 0Heinrich Schl iemann en Troya en eI siglo XIX, Ylos mas recientes descubrimientos de la tumba de ' Iutankhamon, el Palacio deMinos, el ejercito de terracotas de tamafio natural del emperador chino QinShihuangdi y los fosiles de homfnidos de hace millones de afios del AfricaOrien-tal. Sea como fuere, ello no explica eI gran interes del publico por las centro-versias que han rodeado la interpretacion de muchos hallazgos arqueologicosrut inarios , la atenci6n que los diversos movimientos polit icos, socia les y reli-giosos de todo el mundo han prestado a la investigacion arqueologica, y losesfuerzos de diversos regimenes totaJi tarios por controlar la interpretacion delos datos arqueo16gicos. Durante la segunda mitad del siglo XIX, se acudi6 a \la arqueologia en busca del apoyo paracualquiera de las dos partes que deba- )tian si era el evolucionismo 0el libro del Genesis el que proporcionaba una res- !puesta mas fidedigna al interrogantede los origenes humanos. En una epocatan reciente como los afios setenta, un arqueologo empleado por el gobiernose hallo con serias dificultades euando se nego a poner en duda que lasruinasde piedra de Afr ica Central hubiesen side construidas por los ancestros de losmodernos bannies.

    Que yo adopte una- perspectiva hist6rica no significa que abogue por unestatus privilegiado con respecto a la objetividad, Las interpretaciones histori-cas son notoriamente subjet ivas, hasta el punto de que muchos historiadoreslas t ienen por meras expresiones de opiniones personales . 'Iambien se ha reco-nocido que, debido a la abundancia de datos hist6ricos, la evidencia se puedemanipular para probar cualquier cosa. Debe haber algo de verdad en el ar-gumento de William McNeil l (1986, p . 164), cuando decia que incluso si fa in-terpretacion historica es una forma de creaci6n de mitos, estes ayudan a guiarla accion publica y constituyen un sustituto humane para el instinto. Si estoe s a si , se deduce que los m it os e st an sujetos a la operaci6n del equivalente so-cial de la selecci6n natural y, por tanto, pueden aproximarse mas de cerca ala realidad durante largos penodos de tiempo. Esta es, sin embargo, una baseendeble sobre la que cimentar nuestras esperanzas acerca de la objet ividad delas interpretaciones hist6ricas.No pretendo que el estudio historico presentado aqui sea mas obje tivo quelas interpretaciones de datos arqueologicos 0 etno16gicos que examina. Creo,sin embargo, como muchos otros que estudian la historia de la arqueologia,que el enfoque historico ofrece una posicion especialmente ventaiosa desde lacual pader examinar las relaciones cambiantes entre la interpretacion arcueo-Jogica Y s u med ic s oc ia l y c ul tu ra l. L a per sp ecuva r empor ai , me jo r q ue ia rno-s o f i c a 0 l a s o ci o1 6 g ic a , p r op o rc io n a u n a b a s e d i f e r e n te p a ra e l e s t u d io d e l o s

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    16 IDSTORlA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICOvinculos entre la arqueologia y la sociedad. Concretamente, permite al investi-gador identifi car factores subie tivos mediante la observacion de como y bajoque circuns tancias han ido var iando las interpretaciones del regis tr~ a:~ueo16.gico. Si bien no se e liminan los prejuic i~s del obser:vador, 0 l~ pos ibil idad deque estes prejuic ios e jerzan una influencia sobre la mterpre:ac lon de 10~~~tosarqueologicos, al menos incrementa cas i con absoluta segundad las posibi lida-des de hacerse una idea de 10 que sucedio en el pasado.

    APROXlMACIONES A LA HISTORlA DE LA ARQUEOLOGlA

    /

    La necesidad de un estudio mas sistematico de la hi stori a de la interpreta -cion arqueo16gica viene indicada por los serios desacuerdos sobre la naturalezay s ignificac~9n de esa histor ia , Ha exist ido una gran controvers ia sob~e .elpapeldesempei'ia~o,por 1a explicacion en el estudio de los datos arqueologicos du-rante los do~sul timos siglos. G. R. Will ey y J. A. Sabloff organizaron su His-tory of AmJrican Archaeology (1974, 1980) basandose en cuatro perfodos su-cesivos: especulativo, c1asificatorio-descriptivo,_ clasificatorio-historico yex:pji-;;-ativo;fijandoel comienzo deeste.ultiJno...epJ9E.Q)Este esquema implica< , { i l e ' la arqueolo_gi~perimentadQ eJUl hemisfer~o ?ccidental. u~a larga_g~~~_tacion durante la cual han pre.~o..m.inru!Q.J.!l"~losI?~Je!Iy'~_,!~~nptlVCl..Y..fl~fl~c~torio. queel desarr~1JQ~dei~Qrig~_s.i_gmnc:./

    LA IMPORTANCIA DE LA mSTORlA DE LA ARQUEOLOGlA 17dicion una comunidad cientff ica y es propagada en revistas y Iibros de textocontrolados por esa comunidad. D. L.Clarke (1968, p. xm) describio la arqueo-logfa como una indisciplinada discipl ina empir ica y sugir io que su desarro-llo teorico, al menos hasta tiempos recientes, debe considerarse en un estadopreparadigmatico, Has ta ladecada de los sesenta, la teona arqu~p16gica no fuemas que un legajo de subteor ias insuf icientes y desconectadass, que todaviano se habian estructurado segun un sistema global. Tambien i iidic6 que s6loaquellas propues tas reconocidas internacionalmente pueden c31if icarse comoparadigmas (ibid; pp. 153-155). Detallo que los estudios de lasprimeras fasesdel desarrollo de la arqueologia estan revelando formulaciones mucho mas glo-bales e internamente consistentes de 10 que hasta ahora se creia. Esto es espe-cialmente c ierto para los estudios que respe tan la integridad del pasado y juz-gan el trabajo hecbo segan las ideas del periodo y no a traves de modelosmodernos (Meltzer, 1983; Grayson, 1983, 1986) .

    Algunos arqueologos combinan la idea de Kuhn sobre las revoluciones cien-t if icas con una vision evolucionis ta del desarrollo de su discipl ina. Mantienenque las fases sucesivas del desarrol lo de la teorfa arqueologica poseen una con-sistencia intema suficiente como para ser calificadas de paradigmas y que lasust itucion de un paradigma par otro const ituye una revolucion cientffica (Ste-rud, 1973) . Segiin esta vis ion, suces ivos innovadores como Chris tian Thomsen, ' \Oscar Montelius, Gordon Childe y Lewis Binford detectaron graves anomaliasy deficiencias en las interpretaciones convencionales de los datos arqueologi-cos y dieron forma a nuevos paradigmas que cambiaron significativamente ladireccion de la invest igacion arqueologica. Estes paradigmas no s610 alteraronel signi ficado que se Ie otorgaba a los datos arqueologicos, sin~.que tambiendeterminaron que tipo de problemas se consideraban 0 no im~Qrtantes. _ I

    Con todo, los arqueologos no estan de acuerdo sobre la seq~encia real delos paradigmas principales que se sup one han caracterizado eJ~esarrollo de laarqueologfa (Schwartz. 1%7; ensayos en Fitting, 1973). Esto podria: reflejar par-cialmente una falt a de cla ridad en la concepcion Kuhn de un paradigma (Mel t-zer, 1979). Algunas cnticas han dado par sentado que una disciplina debe ca~1racterizarse s imultaneamente por var ies t ipos de paradigmas funcionalmentediferentes, Estos pueden estar re1acionados libremente y alterarse a diferentesritmos para producir un modelo general de cambio, que sera mas gradual quebrusco. Margare t Masterman (1970) ha dife renciado t res tipos principales df0paradigmas: el metafisico, relative a 1a vision del mundo que tiene un grupode cieat if iccs ; el sociolcgico, que def ine 10que.es ta aceptado; y el construct ivo,que provee de instrumentos y metodos para solventar los problemas. Ningunode estos tipos constituye par S 1 solo el paradigma de una era en parti cular.A Kuhn tambien se le ha acusado de desatender la importancia de la competi-c ion y la movil idad ent re escuelas rivales para efectua r cambios en la disci-plina (Barnes, 1974, p. 95). 'Iambien podrfa ser que , debido a la complejidadI?e su m.ateria, las ciencias sociales tengan m a s escuelas y paradigmas en com-l7i, 2- lil.ICO;lJ

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    18 RISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUbUUJUllJVpetici6n que las ciencias naturales y quizas debido a ello los paradigmas indivi-dua1es tienden a coexistir y sust ituirse uno por otto con bas tante lenti tud (Bin-ford y Sabloff, 1982).

    Una vision alternativa, mas proxima ala de los criticos de Kuhn y ala tesisde Stephen Thulmin (1970), segun la cuallas ciencias no experimentan revolu-ciones sino cambios graduales 0progresiones, sostiene que la historia de la ar-queologfa ha implicado desde sus inicios hasta la actualidad un crec imien to acu-mulativo de conocimiento sobre e 1 pasado (Casson, 1939; Heizer, 1962a; Willeyy Sabloff, 1974; Meltzer, 1979) . Se mantiene que, a pesa r de que algunas fasesdentro del desarrol lo de la arqueologia puedan ser delineadas arbitrar iamente,la a rqueologia cambia de una manera gradual, sin cortes radicales ni trans for-maciones subitas (Daniel , 1975, pp. 374-376). Algunos arqueologos yen el de-sarrollo de su discipl ina s iguiendo un curso unilineal e inevitable. La base dedatos se considera continuamente en expansi6n y las nuevas interpretacionesson tratadas como 1a elaboraci6n, ref inado y modificaci6n gradual de un cor-pus de teoria existente, Con todo, esta visi6n no t iene en cuenta que los arqueo-logos fracasan a menudo al desarrol lar sus ideas de una manera s istematica.Por e jemplo, rnientras que los natura listas del siglo XIX que poseian inquietu-des arqueo16gicas, como Iapetus Streens trup (Morlot , 1861, p. 300) YWilliamBuckland (Dawkins, 1874, pp. 281-284), lIevaban a cabo experimentos para de-terminar como los restos de fauna se introducian en los yacimientos, la s inves-tigaciones de e s te t ip o no se hic ieron rut inarias en arqueologia hasta los anossetenta (Binford, 1977, 1981) .Una terce ra via trata el desarrollo de la teorf a a rqueolog ica como un proce-so que no es l ineal y raramente predecible, Los cambios se cons ideran provoca-dos no tanto por los nuevos datos arqueol6gicos sino mas bien por las nuevasideas sabre el comportamiento humano que se han formulado en las cienciassociales y que pueden estar refle jando valores sociales que muest ra n f lu c tu a -clones en la popularidad. De resultas de ello, la interpretacion arqueologica nocambia de una manera lineal, en que los datos van siendo interpretados cadave z mas global y sat is factor iamente. Al contrario, las p e rc epc io n es c ambi an te sdel comportamiento humane pueden alterar radicalmente las interpretacionesarqueologicas, descubriendo informacion que previamente parecia de relativopoco interes (Piggott, 1950, 1968, 1976; Daniel , 1950; Hunter, 1975). Este pun-ta de vista concuerda con Ia observaci6n de Kuhn (1970, p, 1 ( 3) a c er ca de quelos paradigmas cambiantes no s610 seleccionan nuevas cuestiones por su im-portancia , sino que tambien desvian la atencion de aquellos problemas que deotra manera podrian haberse tenido como merecedores de un estudio mas pro-fundo. Esta pos tura, al contrar io que las evolucionis tas, pone en entredicho quel a m a yo na de los cambios que se producen en Ia orientaci6n te6rica motivenel movimiento hacia ade1ante de 1a inves tigacion arqueologica.

    Algunos arqueologos dudan de que los intereses y los conceptos de su disci-plina cambien significativamente de un periodo a otro. Bryony Orme (1973,

    p. 490) mant iene que las interpretaciones a rqueo16gicas que se ofrec ian en elpasado eran mas parecidas a las del presente de 10 que comUrunente se creey que las preocupaciones arqueologicas han cambiado poco. Muchas ideas queparecen nacidas de la modernidad han demostrado poseer una remarcab1eantigii edad. Los arqueologos 12 argil ian que las crecientes densidades de po-blacion condujeron ala adopcion de formas de producc i6n de alimentos inten-sivas, mucho antes de que ellos redescubrieran esta idea en el trabajo de EsterBoserup (Smith y Young, 1972). En una epoca tan temprana como 1673, elestadista britanico William Temple ya habia enunciado esta teoria en sus ob-servaciones sobre las alt as densidades de poblac ion, elemento que forzabaala gente a ttabajar mas (Slotkin, 1965, pp. 1l0-1ll). En 1843, el arqueolo-go sueco Sven Nilsson (1868, p. LXVII) adujo que el crecimiento de la pobla-cion habia provocado el cambia del pastoralismo a la agricultura en 1a Es-candinavia prehist6rica . Este concepto tambien estaba implfci to en la teoriadel oasis sobre el or igen de la producci6n de alimentos expuesta por RaphaelPumpelly {1908, pp. 65-66} y adoptada por Harold Peake y H. J. Fleure (1927)y por Gordon Childe (1928). Estos invest igadores proponian que la desecacionposglacial del Proximo Oriente habia obligado a la gente a arracimarse al rede-dar de los puntos de agua, y a partir de ah f tuvie ron que innovar para poderal imentar poblaciones cada vez masdensas, Sea como fuere, aunque las ideaspersistan y se repi tan a 10 largo de la historia dela arqueologiar.esto no quieredec ir que no haya novedades con respecto ala interpretacion-de los datos ar-queologicos, Estas ideas debenser examinadas en relaci6nalosdiferentesmar-cos conceptuales de los que formaron par te en cada per iodo. Es' precisamentea partir de estos marcos que los eonceptos adquieren su s ignificado dentro dela disciplina, de manera que s i los marcos conceptuales carnbian, sus signif ica-dos tambien varian. El hecho de conceder excesiva importanc ia a ideas parti-cula res sin prestar Ia debida atenc i6n al contexto cambiante en el que se insc ri-ben puede conducir a los arqueologos a subestimar la cantidad de cambioss ignificativos que han caracterizado el desarrollodela interpretacion arqueo-logica,

    Muchos arqueologos advierten que una de las principales caracterist icas dela interpretacion arqueo16gica ha sido su diversidad regional. David Clarke (1979,pp. 28, 84) y Leo Klein (1977) han tratado la historia de la arqueologia cadauno segtin su escuela regional. Clarke mantenia que hasta haee muy poco 1aarqueologia estaba formada por una serie de tradiciones divergentes, cada unacon un conjunto apreciable de teoria y formas de descripcion, interpretaciony explicaci6n favor itas , Esta clare que siempre han existido, y aun existen, tra-diciones regionales en la interpretacion arqueologica (Daniel , 1981b; Evans etal., ]981, pp, 11-70; Trigger y Glover, 1981-1982). La que todavia no ha sidobien estudiado es1anaturaleza de sus divergencias, i ,Has ta que punto represen-tan diferencias irreconciliables en la comprensi6n del comportamiento huma-no, a diferencias en las cuest iones que seformulan?, ;"0 bien se trata de las mis-

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    1SSO

    HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICO

    Arqueologs asistida par textos

    Anticuaristal as ica I :g ip to logl& Asl ri olog la

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    1. Los rnovimientos mas importantes en arqueologia , y a lgunas f iguras princ ipales aso-ciadas a elios.

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    1850

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    1550

    Eatlloescandinevo

    Paleolrtico"evolucionista

    LA IMPORTANCIA DE LA mSTORlA DE LA ARQUEOLOGIAArQueologfa prehistories

    Hi$torlco"cultural Funciona~ista Procesusl Posprecesuat

    11 " I j ill~l~jl j 1 I iIj!j . IiIi '~ .~ I If 00" I l .t f!. 0 3 ::~-! t l l ! ~~ 0" 1 ~ l g - ~;:: J: . . -.~ .,~ ] 13:g s . : ; 0 :i

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    22 HISTORIA DEL PENSAMlENTO ARQUEOLOmCOn : as ideas basicas que se estudian bajo la capa de diferentes terminologias? Lasdi fe renci~ cultura les son importantes. Con todo, si se reali za una inspeccionmas detem~a , la mayori~ ~e las int~rpretac iones de arqueologos que trabajandentro de diferentes tradiciones nacionales pueden ser agrupadas en un mime-ro ~t~do de o~ent~ciones generales. En total, yo he identificado tres tipos:colonialista, naclOnal~sta e imperialista 0 de vision mundial (Trigger, 1984a).Estas se han reproducido en la arqueologfa de pafses geograf icamente remotosy la arqueologia de una nacion en particular puede cambiar de un tipo a otrosegiin , s~ circuns t~cias polit icas . Estas aproximaciones a la interpretacion ar -queologica se examinaran en detalle en pos teriores capitulos.A pesar ~e todo, los estudios sobre tradic iones regionales, con pocas y no-tables excepciones (Bernal, 1980; Chakrabar ti , 1982) no han conseguido docu-mentar e1vasto inte rcambio intelectua l que ha carac terizado e l desarrollo dela .ar~ueologia .en todo el mundo durante los siglos XIX Yxx, Este tema viene~asticamente i lustrado por los estudios primigenios sobre los concheros. Losinformes sob:-e los estudios ~ioneros de los inves tigadores daneses, que empe-zaron a traba jar en 1840, est imularon un gran mimero de proyec tos en conche-ros de todo el At lantico, y poste riormente en la costa oeste de Norteamericaen 1~segunda mitad del siglo XIX (Trigger, 1986a). Cuando el z0610go nortea~me~"lCanoEdward Morse fue a Japon como profesor, despues de analizar el rna-tenal de .\os c~ncheros de toda la costa de l estado de Maine para e l arqueologode la Universidad de Harvard, J~~fr ies Wyman, se dedico a descubrir yexcavaren 1877 un gran deposito mesollti co de. conchas en Omori, ce rca de Tokio. Al-gunos de sus estudiantes de zoologia excavaron por su cuenta otro concheropoco antes de que algunos arqueologos japoneses que habian estudiado en Euro-pa estableciesen profesionalmente las bases del estudio de la cultura mesoli ticade Jomon (Ikawa-Smith, 1982). Los estudios escandinavos tambien est imula-ron la incipien:~ ~vest igaci6n sobre los concheros en Brasi l (Ihering, 1895) ye~ eI sureste as~a~lco (Earl , 1863). Incluso las ideo16gicamente opuestas tradi-ClO~esarqueologicas de la Europa occidental y la Union Sovie tica se han in-fluido mutuamente de manera significativa, a pesar de todas las decadas enque cualquier contacto cientff ico era muy diffcil e incluso peligroso. Par todasestas r~?nes parece poco sabio sobreestimar la independencia 0 la especifici -dad teonca de estas arqueologias regionales.

    ,Se ha pres~a~o ~:nos.at~n~i6n.al efecto que ha tenido dentro de la arqueo-logia la especial izacion disciplinaria por 10 que respecta a la inte rpretacion de~os datos arqueo16gicos (Rouse, 1972, pp, 1-25). En estas Hneas encontraremosl~ualment : di fe rentes orientaciones en este sent ido, t antas como en las tradi-crones regionales, La arqueologia clasica, la egiptologfa y la asiriologia han es-tado fuertemente comprometidas con eIestudio de Ia epigraffa 0 de la historiadel arte dentro de un marco hist6rico (Bietak, 1979). La arqueologia medievalse ha desarrol lado como una linea de investigacion de los restos materi ales quecomplementa el estudio basado en la documentaci6n escrita (M Th. ~mpson,

    1967; D. M. Wilson, 1976; Barley, 1977). Laarqueologia paleolit ica se ha desa-rrollado paralelamente a la geologia histor ica y a la paleontologfa, disciplinascon las que ha mantenido y mantiene estrechos vinculos, mientras que el estu-die de periodos prehist6ricos posteriores combina los da tos aportados por loshallazgos arqueologicos con otra ser ie de fuentes , que incluyen la l ingiiist ica,el folklore, la antropologia ffsica y la etnologia comparada (D. McCall, 1964;Trigger , 1968a;Jennings , 1979) . Asi , var ios de estos t ipos de arqueologiase handesarrol lado en un considerable ais lamiento intelectual durante muchos per io-dos, habiendo side encasi llados como resultado de la balcanizacion de sus res-pectivas jergas Y porque las conex.iones his t6ricas, la interacci6n esporadica ylos intereses metodologicos comunes han side suficientes para que todas ella spudieran seguir compart iendo numerosos conceptos interpretativos.

    En un esfuerzo por evitar, al menos, a lgunos de los problemas subrayadoshasta ahora, el presente estudio no tratara las divers as tendencias de interpreta-cion arqueologica desde una perspectiva especificamente crono16gica, geogra-fica 0 subdisciplinaria (Schuyler, 1971); al contrario, intentara invest igar unaserie de orientaciones interpretat ivas en e1orden mas 0menos cronol6gico en. el que se originaron. Estas tendencias con frecuencia se imbrica ron e influen-ciaron temporal y geograf icamente, El trabajo de.muchos arqueologos ref lejaa vecesvarias deellas, ya sea en combinaci6noen di ferentesmomentos de suscarreras. Este puntode vista permite un estudiohistoricoque-tenga.en cuentaeles ti lo mudable de. la interpretacion arqueologica, elcualno puede encasi llar -se en compartimentos cronologicos 0 geograficos claramente.definidos, peropueden ref lejar innovaciones que, a modo de onda expansiva, han transforma-do la arqueologia.

    EL ENTORNO DE LA ARQUEOLOGlA

    Nadie niega que la. invest igacion arqueo16gica estainf luida por diferentestipos de facto res. En el presente, el m a s controvertido es el contexto social enel que los arqueologos viven y trabajan. Muy pocos arqueologos.iincluyendoaquellos que se inclinan por el posi tivismo en la invest igaci6n arqueologica,negarian que las cuestiones que los arque6logos se plantean estan influidas almenos hasta cierto punto por este medio. Asi, los positivi sta s mantienen que,s iempre que los datos disponibles sean los adecuados y sean analizados segunlos metodos cientificos convenientes, la validez de las conclusiones resultanteses independiente de los prejuicios 0 creencias del invest igadonDebido al obje-to de su discipl ina, es decir , hal lazgos del pasado que consciente 0 inconscien-temente se cree que pueden tener implicac iones sobre e l presente 0 sobre la na-turaleza humana en general, otros arqueologos creen que las condiciones socialescarnbiantes modifican no solo las preguntas que los arque61ogos formulan sinotambien las respuestas que estan dispuestos a considerar aceptables.

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    24 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICODavid Cla rke (1979, p. 85) tenia en la mente estos factores extemos cuando

    describio la arqueologia como un sistema adaptativo relacionado internamentecon su contenido cambiante y externamente con e l espiritu de los t iernpos.En alguna otra parte escribi6: A traves de exponernos a la vida en general,a lo s procesos educacionales y a los sistemas carnbiantes de pensarniento con-temporaneo, adquirimos una f ilosof ia general y una f ilosofia arqueol6gica par-ticular -un si st ema de creenc ias, conceptos, valo res y princ ipios, rea les y me-tafisicos, en parte consciente y en parte inconsciente (ibid; p. 25) . Antes ,Collingwood (1939, p. 114)habia observado que cada problema arqueologicoen el fondo siempre surge de la vida "rea l" '" estudiarnos hi stori a para poderinvestigarIa situacion en la que estamos llamados a actuar,

    En anosmas recientes, l a arqueologfa ha estado fuertemente infIuida porlos ataques que los re lativistas han vertido sobre el concepto de ciencia comouna empresa:~raeionaI u objet iva. Estos ataques hunden sus rakes en el ant i-posi tivismo'q~la Escuela paramarxista de Frankfurt , tal como se nospresentarecientemente'a traves de los escri tos de Jurgen Habermas (1971)y Herbert Mar-cuse (1964). Estosmves tigadores ponen de rel ieve que las condiciones socialesinfluencian no s6lo el criterio de seleccion de datos, sino tambien la maneraen que son interpretados (Kolakowski, 1978c, pp. 341-395). Sus puntos de vis tase han vi sto reforzados por el concepto paradigmat ico de Kuhn, por las a rgu-mentac iones de l sociologo Barry Barnes (1974, 1977) acerca de que el conoci-miento c ienti fico no se diferenc ia de ninguna ot ra forma de creencia cul tural ,y por las inquietudes anarquistas del f ilosofo de la ciencia nor teamericano PaulFeyerabend (1975) respecto a que la cienc ia no puede encadenarse a reglas rigi-das porque no existen criterios objetivos para la evaluacion de teorias y quelas preferencias personales y los gus tos estet icos deberian ser tenidos en cuentaa la hora de evaluar teorias rivales. Ideas de este tipo han despertado Una pole-mica considerable en los t ilt imos anos ent re los arqueologos crit icos de l esti lopersona l, sobre todo en Gran Bretafia y los Estados Un idos. Mient ras que unosdicen que a largo plaza una mayor conciencia sobre prejuicios sociales repercu-tira en aras de Ia objetividad (Leone, 1982), otros mantienen que incluso losdatos arqueologicos basicos son construcciones mentales y par tanto no sonindependientesdel medio socia l en el que se util izan (Gallay, 1986, pp. 55-61).Las formulaciones mas extremas ignoran los a rgurnentos de Habermas y Bar-nes sobre queeel conocirniento surge de nuestros encuent ros con la realidady esta continuamente sujeto a una retroalimentacion correctiva en cada unode estos encuentros (Barnes, 1977, p. 10) .AI contrar io , aquellas conc1uyen quelas interpretaciones arqueo16gicas estan totaImente determinadas por sus con-textos sociales mas que por cualquier evidencia objet iva. Asf, las afmnacionessobre el pasado no pueden ser evaluadas por otros criterios que no sean la co-herencia interna de todo estudio part icular, el cual podra ser s610 criticadoen terminos de re laciones conceptua les internas y no a t raves de modelos im-puestos desde fuera 0 cri terios para "medir" 0 "determinar" Ia verdad 0 la

    LA IMPORTANCIA DE LA msTORIA DE LA ARQUEOLOGiA 25falsedad (Miller y Ti lley, 1984, p. 151). Un amplio espectro de a ltemativas seyergue entre los arqueologos hiperposi tivistas, quienes creen que solamente lacalidad de los datos arqueol6gicos y de las tecnicas ana lit icas dete rmina el va -lor de las interpre taciones arqueologicas, y los hiperrela tivi sta s, inclinados ano otorgar ningun rol a los datos arqueologicos, explicando las i il !erpretacio-.nes arqueol6gicas exclusivamente en terminos de las Iealtades sociales y cultu-rales del investigador. ,:i'

    Aunque la influencia eje rcida sobre la interpretacion arqueologica es po-tencialmente muy diversa, el desarrol lo de la arqueologia se ha correspondidoen el tiempo can la llegada al poder de las clases medias en la sociedad occi-dental . A pesar de que muchos de los primeros mecenas de la arqueologia c la-sica pertenecian a la ari stocracia, desde Ciri aco de'Pizzicol li en el siglo xv losarqueologos han s ido predominantemente gente de c1ase media: funcionarios ,clerigos, mercaderes, hacendados rurales y, con una profesionalizacion creciente,profesores de universidad. Ademas, gran parte del interes publico provocadopar los hallazgos arqueologicos se ha localizado en las educadas clases medias ,incluyendo a veces l ideres polit icos . Todas las ramas de la invest igacion cienti-fi ca que se han desarroll ado desde el siglo XVII han seguido el mismo esquemabajo los auspic ios de 1ac lase media. Sea como fuere, la a rqueologia y la hi sto-ria son ya disciplinas formadas y maduras y sus descubr imientos t ienen muchoque ver con la naturaleza humana y can el por que las sociedades modernashan l legado a ser tal como son (Levine, 1986). Esta relevancia tan transparenteen los asuntos socia les, economicos y pol iti cos hace que las re1ac iones entrela a rqueologfa y la sociedad sean especialrnente complejas y de una gran im-portanc ia.Por tanto, pa rece razonable exarninar la arqueologia como una ex-presion de Ittideologfa de las clases medias y t ratar de descubrir has, \a que pun-to los cambios producidos en la interpretacion arqueologica refleian-los vaivenesde la fortuna en ese grupo.

    Esto no quiere decir que las clases medias sean un fen6meno unitario, Laburguesfa del Antiguo Regimen, compuesta en su mayor par te por clerigos, pro-fesionales y administradores reales, se debe considerar como algo diferente dela burguesfa capital is ta de la Revoluci6n industrial (Darnton, 1984, p. 113). Losintereses y el grado de desarrollo de las clases medias varian tambien en granmedida segtin los pai ses. En cada uno de el los, la s clases medias estan dividi -das en varies est ra tos y en cada uno de elios encontraremos individuos con pre-ferencias mas 0 menos radicales 0 conservadoras. Tambien es evidente que laarqueologja se asocia solo a una parte de Ia clase media,la compuesta mayor-mente por profesionales, esto es, la inclinada a la investigacion, e interesadaper ella (Krist iansen, 1981; Levine, 1986) .

    Las relaciones entre intereses e ideas estan mediat izadas contextualmenteper un gran mimero de factores. Los arqueologos, por tanto, no pueden pre-

    ' ttender establecer una correspondencia estricta entre interpretac~ones arqueol~-, gicas especffieas e interesesparticulares de c lase. Por el contrano, deben ana li-

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    26 HISTORIADEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICOzar las ideas que influyen en las interpretaciones arqueol6gicas como instrumen-tos con Ios que los grupos sociales buscan la consecucion de los objetivos ensi tuaciones par ticulares. Entre estos objet ivos esta el de aumentar la confianzadel grupo en sf mismo tratando de aparentar que su exito es algo natural, pre-destinado e inevitable; inspirar y justi ficar la aeci6n coleetiva, y disfraza r dealtruismo el interes connin (Barnes, 1974, p. 16); yen resumen, proveer a losgrupos y a las sociedades enteras de una cobertura mit ica (McNeill, 1986). Sinnegar la signif icacion de los rasgos psicologicos individuales y las tradicionesculturales, las relaciones entre arqueologia y las c1asesmedias arrojan un inten-so foco de luz para el examen de las relaciones entre arqueologia y sociedad.

    La mayoria de arqueologos profesionales tambien creen que su disciplinaha sufrido una influencia signi fi cativa de otros numerosos factores externos einternes. 'Iodos ellos, excepto los relat ivistas mas radicales, estan de aeuerdoen que uno de estos factores es el conjunto de datos arqueologicos, Los datosarqueologicos se han ido aeumulando de manera continuada a 10 largo de va-rios siglos y nuevos datos se utilizan tradicionalmente como prueba para eon-firmar interpretaciones tempranas. Asi, que datos se recogen y con que meto-dos dependen en cada arque6logo segtin el sentido de que es 0no importante,cosa que se deriva de sus presupuestos te6ricos y los refleja. Esto crea una rela-ci6n reciproca entre Ia reeolecci6n y la interpretacion de los datos que las dejaa ambas abiertas a las influencias sociales, Ademas, los datos recogidos en elpasado son a menudo insuficientes 0 inapropiados para solventar el tipo deproblemas que se cons ideran importantes en el presente, Esto no es asf s imple-mente porque los arqueologos no estuviesen fami liarizados con tecnicas queadquirieron importancia en un tiempo posterior y por tanto no se preocupa-sen, por ejemplo, de guardar elcarbon para la dataci6n radiocarb6nica 0mues-tras de tierra para el analisis de los f itol itos, cosa que produce grandes lagunasen la documentacion. Las nuevas perspectivas abren can frecuencia nuevos ca-minos de invest igaci6n. Por ejemplo, e 1 interes de Grahame Clark (1954) porla economia del penodo mesolftico le llev6 a plantearse interrogantes que nopodfan contestarse con los datos recogidos euando el principal interes de losestudios mesolf ticos era t ipol6gico (Clark, 1932). De Ia misma manera, el desa-rrol lo del interes por los patrones de asentamiento revolucion6 la prospecci6nde yacirnientos arqueologicos (Willey, 1953) y dio un mayor impulse al registroy analisis de las distribuciones intrasite de rasgos y artefaetos (Millon et al;1973) , Por tanto, aunque en arqueologia los datos se van recogiendo de maneracontinuada, los resultados no son neeesariamente acumulativos, como muchosarque61ogos ereen. Asi, pareee que con frecuencia los arqueologos prefierenpart ir mas bien de las conclus iones que sus predecesores extrajeron sobre el pa-sado que de la evidencia en la que se basaban tales conclusiones.

    Las invest igaciones arqueologicas tambien estan influidas por los recursosque se destinan a ell as, par eI contexto institucional en eI eual se inscriben ypor el t ipo de invest igaci6n que las sociedades 0 gobiernos estan dispuestos a

    27LA IMPORTANCIA DE LA HISTORIA DE LA ARQUEOLOGlAapoyar y reali zar, Para obtener apoyo, los arqueologos han de re~~rir a patro-cinadores, sean estes ricos mecenas (Hinsley, 1985), :ol~gas 0politicos que n : ~ -nejanlosfondos publicos (Patterson, 1986a), 0 al publico en general ' .Thmb~ense encontraran con ciertas restricciones cuando se ~r~pongan excavar cierto tipode yacimientos, como en cementerios 0 lugares religiosos (Rosen, 1980). Hab~ocasiones en que los a rqueologos se sientan forzados a l legar a unas determi-nadas conclusiones. . .Hasta el siglo xx, pocos eran los arqueologos que se e~ucaban en ~ad isci-plina. Por el contrario, la mayoria aportaba una .~ vanedad de aptitudes yenfoques procedentes de diferentes campos y actiVlda?es. Todos ellos ~s t~b.anbien instruidos en los periodos bfblico y clasico eSP~cl~~en~e. Los pnnciprosb; isicos derivados de un amplio interes por la numismattca jugaron un pa~elimport ante en eldesarrollo de lat ipologia y ~aser iaci?n llevada a cabo por Chris-tian Thomsen, John Evans y ot ros arqueologos plOne:-os (McKay, 1976). E,nel siglo XIX, un mimero cada vez mas .creciente de estudiosos. de.la arqueolo~lase educaba en ciencias ffsi cas y biologicas. Hasta la actuahdad se.ha verud_ohacienda notar la diferencia s ignificativa en eltrabajo realizad? po:- un arqueo-logo procedente de las humanidades.y otro proceclt:nted~ lasclenclasnat~ales .(Chapman, 1979, p. 121). M a s recientemente,un gran.numero de arqueologosprehistar iadores seha venido educandoen los departamentosde his tO!la 0 an-tropologia, dependiendo de las preferencias locales. El papel desempefiado _P0rprofesores pamcularmente agraciados por el exito.o arqueologos carlsmatlC?Ses tambien significativo, como ejemplos nacionale~ e lI~.ternaClO?al~s a seguir,Los jovenes arque6logos intentan iniciar nuevas dire~CIOneSy tecrucC:S,nuevasde interpretaci6n y analisis con tal de labrarse ellos.mlSIl.10SSUreputacion. Estefenomeno acostumbra a suceder durante. aquellos per iodosenque se produceuna rapida expansion y una ampliaci6n del espectro. de ~port~dades laborales.

    La interpretacion arqueo16gica tambien se ha VIsta influida por desarrollosen las ciencias f isicas y bio16gicas . Hasta decadas recientes, cuando la colabo-raci6n en la investigaci6n que unia a arqueolosos y cientif icos procedentes delas ciencias naturales era habitual, con raras excepciones el f lujo de informa-cion entre ambas discipl inas era unidireccional, siendo los arqueologos l~s re-ceptores. Por tanto, la invest igaci6n en las ciencias natu:rues solo se relaciona-ba de manera fortuita con las necesidades de los arqueologos, a pesar de quede vez en cuando serealizaban descubrimientos de excepcional importancia parala arqueologia. El desarrollo de la dataci6n radiocarb6nica y otr~ tecnicas .dedataci6n geocronometr icas despues de la Segunda G:uerra M~d~~ proporcio-n6 par vez primera a los arqueologos una cronologia de ~pl icaclOn um:-ersal,y otra que permitia detenninar la duracion y el orden r~lat ivo de ~asmamfesta-clones arqueol6gicas. El analisis del polen nos ha pro: ,sto de valiosas p~rsp:c-tivas de investigaci6n de los cambios climaticos y amblentales en la prehistona,mientras que el anal isis de elementos-traza hi anadido una dimensi6n impor-tante al estudia del movimiento en la prehistoria de ciertas clases de items. Las

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    28 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICOinnovaciones der ivadas de las ciencias f is icas y bio16gicas se han incorporadoa la investigacion arqueologica en todo el mundo can rapidez y poca oposi-cion, El principal obstaculo para su propagacion es la falta de fondos y perso-nal cientif ico entrenado en los paises pequefios y pobres , factor que probable-mente c rea mas disparidad que ningun otro entre las a rqueologias de los pafsescon muchos 0pocos recursos, Incluso ahora, cuando se lleva a cabo un granvolumen de investigacion ffsica y biologica dedicada especificamente a solven-tar problemas arqueologicos, los descubrimientos en este sentido son los quemenos influencia t ienen en la interpretaci6n arqueologica.

    La prol iferacion de formas elect r6nicas de procesamiento de los datos harevolucionado el ana lisis arqueologico en la misma medida que en su t iempohizo la datacion radiocarbonica , Hoy dia es posible correlacionar de manerarut inaria gran des cantidades de datos, cosa que en el pasado solo un arqueolo-go excepcionalcomo W. M, F. Petrie fue capaz de hacer (Kendall , 1969, 1971).Esto permite~los arqueologos uti liza r los abundantes datos a su disposic ionpara hacer est iidios mas detallados del registro arqueologico y para poner aprueba hip6t~~iS mas.complejas (Hodson et al; 1971; Doran y Hodson, 1975;Hodder, 1978;!Orton, 1980; Sabloff, 1981). Algunas aplicaciones matematicashan dado origen a nuevas orientaciones teor icas . La teoria general de sistemas(Flannery, 1968; Steiger, 1971; Laszlo, 1972a; Berlinski, 1976) y la teoria catas-trofista (Thorn, 1975; Renfrew, 1978; Renfrew y Cooke, 1979; Saunders, 1980)no son otra cosa que enfoques matematicos en el estudio del cambio, a pesasde que sus aspectos mas estrict amente matematicos no se pongan tanto de re -lieve como los conceptos que realmente interesan a los problemas arqueol6gicos.La inte rpretacion de los datos arqueol6gicos ha recibido tambien una con-s iderable inf luencia de las diferentes teorias sobre el comportamiento humaneexpuestas par las ciencias sociales. Pero han s ido especialmente los conceptosderivados de la e tnologia y la hi stori a los que han mantenido can la arqueolo-gia los lazos m a s estrechos. ' Iambien los conceptos teoricos procedentes de lageograf ia, la sociologfa, la economia y las ciencias polit icas han tenido inf lujosobre la arqueologia, ya sea directamente 0 a traves de Ia historia y la antropo-logia. Asi, normalmente es muy dif icil diferenciar las inf luencias que han teni-do las ciencias sociales sabre la arqueologia de las propias inf luencias sociales,ya que estas disciplinas ban sido mode ladas por los mismos movimientos so-ciales que haninfluido en la arqueologia.

    La interpretaci6n de los datos arqueo16gicos recibe igualmente el inf lujo delas creencias sobre el pas ado que la misma arqueologfa ha establecido. Ocurrecon frecuenciasque algunas ideas interpretat ivas sobre e l pasado, en vez de serpuestas en tela'de juicio, sirven para apoyar, sin pasar por ninguna revis ion cri-t ica, los nuevos enfoques, incluso S 1 tales interpretaciones fueron formuladasde acuerdo con un punto de vista que ya no se acepta. Por ejemplo, R. S. Mac- .Neish (1952) uti lize las ser iaciones ceramicas para demostrar que el desarrollolocal explicaba meier que las migraciones e l origen de las culturas iroquesas

    en el este de Norteamerica , aunque continuaba aceptando el argumento de lasmigraciones a pequena escala para explicar el or igen de pequef ios grupos espe-cif icos. Perc como otros arque6logos habfan hecho, cometi6 elerror de olvidarque estas tnicrornigraciones no estaban basadas en datos arqueo16gicos, sineque procedian de una gran teorizac ion migratori a a gran escala que el mismoMacNeish habia puesto en tela de juicio, De esta manera, puntos de vista espe-cif icos sobre elpasado pueden inf luir en la interpretacion arqueologica muchodespues que el razonamiento que Ilevo a su formulacion haya sido rechazadoy abandonado (Trigger, 1978b). "".

    LA INTERPRE.TACI6N ARQUEoLomcALa arqueologfa es una c iencia socia l en el sentido que intenta expli car qu e

    les sucedio en el pasado a unos grupos especff icos de seres human osy general i-zar los procesos de cambio cultural. A diferencia de los etnologos, ge6grafos,sociologos, estudiosos de la polft ica y economistas, los arqueologos no puedenobservar e1comportamiento de la gente a la que estucl ian y, a di ferencia de loshistoriadores, muchos de enos no tienen acceso di recto a l pensamiento de estagente a traves de sus fuentes escri tas, En su lugar, los arqueologos deben infer irel comportamiento y las ideas humanas a part ir de los restos materiales de todoaquello que los humanos han creado y uti lizado y a part ir del impacto medioam-biental de sus actuaciones. La interpretacion de los datos arqueo16gicos depen-de de la comprension del comportamiento presente de los humanos y particu-larmente de como este comportamiento se refleja en la cultura material. Losarqueologos igualmente deben acudir a principles uniformes que les permitanla utilizacion de los modernos procesos geologicos y biologicos para inferirccmotales procejos han ayudado a completar el regis tro arqueologico, q~nodo, es-ta n lejos de,ponerse de acuerdo en como estos conecimientos deb~t;ser aplica-dos de unamanera legi tim a y global que permita la cemprensi6n E i e i compor-tamiento humane pasado a traves de sus datos (Binford. 1967a, 1981; Gibbon,1984; Gallay, 1986). ..

    Los arqueologos han empezado a seguir el ejemplo de los fil6sofos de laciencia (Nagel. 1961) y de otras disciplinas que integran las ciencias sociales alclasificar sus teorias 0genera1izaciones en categorias altas, medias a bajas (Klejn,1977;Raab y Goodyear , 1984). Este esquema facili ta un conocimiento mas s is -tematico de la naturaleza de la teoria arqueologica y de los procesos de razona-miento que caracterizan la discipl ina,Las teorias de nivel bajo han sido descri tas como inves tigaciones empir icascon generali zaciones (Klejn, 1977. p. 2), Estas parecen ser equipa rables a lasleyes exper imentales de Ernest Nagel (1961, pp. 79-105) , el cual pone el ejemplode que todas las ballenas hembra amamantan a sus crias. Tales general izacionesse basan normalmente en regularidades que se han venido observando repe ti-

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    30 HlSTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICONiveles deteorfaAlto Oeterminismotecnol6g:ico

    Medio

    Bajo

    [ Datos arQueol6gicos1 Ccherencia 1 CorrespondenCia16glca factual (la longitud de l a ffecha i ndica la

    ;mpor tancia relat iva de la relacion)2. Las relaciones entre niveles de generalizaciones.

    damente y que pueden ser re futadas por la obse rvac i6n de casos contra rios.Lagran mayoria de general izaciones sabre las que sebasan las interpretacionesarqueol6gicas pos teriores son general izaciones empir icas de este t ipo, En ellasse incluye una gran par te de las clasificaciones t ipologicas de artefactos, la iden-t if icaci6n de culturas arqueo16gicas especif icas , las demostraciones basadas enla estratificaci6n, seriaci6n 0 datac i6n radiocarb6nica sobre Ia fecha relativade cualquier manifestaci6n arqueoI6gica, y la observaci6n, por eiemplo, de queen una cultura de terminada todos los individuos se entie rran en una posici6npart icular acompafiados de un t ipo espeeifi co de artefaetos. Estas genera liza-ciones se basan en la obse rvac i6n de que a lgunos tipos de arte factos 0 atribu-tos especff icos se manifiestan repetidamente asociados , coincidiendo COnunalocalidad geognifica, una fecha 0 un periodo determinado. Las dimensionesen las que se mueven estas generali zac iones son las clasicas de espacio, t iempoy forma (Spaulding, 1960; Gardin, 1980, pp. 62-97). Los a rqueologos tambiensuponen que unos tipos especffi cos de puntas de proyect il sirviesen para unasfunciones parti cula res y que cada cul tura arqueoI6g ica se asocie con un puebloespecff ico, Estas inferencias , que se ref ieren al comportamiento humano, dif ie-

    J

    I1jI

    31A IMPORTANCIA DE LA IDSTORIA DE LA ARQUEOLOOiAsustancialmente de las general izaciones basadas en observacione~ empir i-ren de las correlaciones entre dos 0mas categorias de datos arqueologicamente

    ~:gibles. En muchos casos, las supos iciones que se der ivan d~l estudio d,elcom-ortamiento acaban siendo incorrectas, no probadas o enganos~. De? ldo a la~aturaleza de los datos arqueologicos , las general izaciones de,mvel bajo nuncase re fie ren al comportamiento humane , Desde e : punto de l,Vlst.ade este cdem-portamiento, existen regular idades explicables mas que exp icaciones par re-cho propio, , . . . .Las teorias de nivel medic han sido definidas como ge~e~a lizaclOnes queinten tan dar cuenta de las regularidades que existen enmultiples casos e~tredos 0 mas conjuntos de variables (Raab y Goodye~, 1~84) . Las gener_aliza-.ones en las ciencias sociales deberian gozar de val idez intercul tura l e igual -:ente hacer alguna referenda al comportamiento humano, Adem~, deben s~rsuficientemente especif icas como para permitir ser probadas me~an~~ su apli-ci6n a conjuntos particulares de datos. Un ejemplo de generali zacion antro-~~16gica de nivel medio puede ser la proposici6n ~~Ester Boseru~ ~1965)refe-rente a que, entre las economias agrari as, Ia pre.slOnde la pobla~on eon~ucea si tuac iones que requiereninerementar el traba jo sobre cada urudad,de t ler: aa rable con tal de obtener mas al imento de cada una ~e el las. Es~a teona podriaser arqueo16gicamente puesta a prueba si los arqueologos pudie~? estable~ermedidas f iables de los cambios relat ivos 0absolutos de la poblacion, de la in-tensidad del trabajo y de la productividad de ciertosm~~elos agran~s: y unacronologia suf icientemente precis a que permitiese especif icar ~arelacion tem-poral entre los cambios en la poblacion y la produccion de ~hmentos. Llevara cabo esto requeriria 10 que Lewis Binford (1981) llama teona de al~nce me-dio, la cual intenta uti lizar los datosetnograf icos para establecer rela~lOnes va-lidas entre fen6menos arqueo16gicamenteobservables y comp0rta:mentos ? U -manes imposibles de observar arqueo16gicamente.Aunque~asteon,as de nivelmedio y de alcance medio no son identicas , ya que Iaprune.ra solo sepuedereferir al comportamiento humano y la segunda ~ comport~ento y a los ras-gos arqueologicamente observables, se puede decir que la teona de alcance m~-die de Binford es un tipo de teoria de nivel medio. La teoria de alcance medioes vital para probar cualquier teoria de nivel medic relacionada con datos ar-queolog icos, , .

    Las teorias de myel a lto , 0 t eorias genera les, que Marvin Harns (1979, pp.26-27) etiquet6 como estrategias de investigacion y David Clarke (1979, pp.25-30) l lam6 modelos de control, hansid~ ~efinida~ ~omo reglas abs tractasque expl ican las relaciones entre las proposiciones teoncas relev~nt~s para elconocimiento de las categorfas principales de fenomenos . El evolucionismo dar-winiano y mas recientemente la teorfa sinteti ca de la evoluc~6n biologica, q ;tecombina los principios darwinianos can los geneticos , son ejemplos de teor:asgenerales re lat ivas a las c ienc ias biologicas. En el ambi to human,o, l as teonasgenerales se refi eren exclusivamente ala conducta humana ; de ahi que no haya

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    32 HISTOlUA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICOformulaciones te6ricas a este nivel que per tenezcan excIusivamente a la arqueo-logia, s ino a las ciencias sociales en general. T amp oc o e xi st en t eo rf as generalesque hayan sido aceptadas univer sa Imente por los c ient fficos sociales como losb iologos han hecho a p roposito de la teoria sinte tica de la evoluc ion. Ejemplosde teorias enfrentadas de nivel alto que han inf luido en Ia inves tigaci6n arqueo-logica son el marxi smo (0 materi ali smo histo rico), e l materi al ismo cul tura l yla ecologia cultural. Todas elias son aproximaciones material is tas y,par tanto ,se solapan en cierto s puntos. Aunque las aproximac iones ideali st as, como lasinherentes a la ant ropologia boasiana a princ ipios de este sig lo, estan rnenoselegantemente art iculadas que las material istas , esta orientaci6n todavia inspi-ra una gran parte del trabajo que se hace en las ciencias sociales (Coe, 1981;Conrad, 1981) . Estas teonas intentan interre lac ionar conceptos antes que darcuenta de observaciones especificas, por 10 q ue no pueden ser confmnadas 0falseadasdiiectamente (Harr is , 1979, p. 76) . En este sentido, se asemejan a dog-mas 0 creeriCias religiosos, Su credibilidad puede, con todo, afirmarse 0 resen-tirse media;9te el exito 0 fracaso repetidos de las teorias de medionivcl, que16gicamentedependen de ellas. .

    Sea como fuere, esta puesta a prueba indirecta no es una cuestion simple.Mient ras que muchas teo rfas de a lcance medio pueden ut ili zar se para la dist in-ci6n entre formas de explicaci6n material is tas 0 no materialistas, los cientffi-cos sociales muestran una gran ingenuidad al contemplar como excepciones losresultados que no se avienen con sus presupues tos e incluso al reinterpretar loscomo una confirmac i6n inesperada de 10 que eilos creen. Dada la complejidaddel comportamiento humano , e lcampo para tal gimnasia mental es conside ra-blemente grande. Para los arque61ogos es todavia mas dif icil la dist inci6n entrelas tres posiciones materialistas citadas mas arriba. Debido a estas puestas aprueba indirectas, el auge 0 la caida en la popular idad de las general izacionesespecfficas de nive l a lto parece esta r influido mas por los procesos soc iales quepor el examen cientff ico de sus , por logica, teorfas relacionadas de nivel medio,Ent re 1850 y 1945 se ponia un gran enfasis en las explicaciones biologicas, ymas par ticularmente raciales, del comportamiento humano. Las demostracio-nes c ient ifi cas, las cuales no venian corroboradas por las exp licaciones de estetipo sob re casos concre tos, eran incapaces de socavar la extendida fe de los es-tudiosos en l

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    . son a menudo interpretadas como ref lejo de una naturaleza human a invar iable.. Otros arqueologos mantienen que las Ieyes generales de este tipo que con-ciernen a la na tura leza humana son relat ivamente pocas. Bin embargo existenun gran ~Umero de g:neral izaciones aplicables s610 a sociedades que ~ompar-te~ el ~smo 0 parecido modo de producci6n. Esta posici6n es similar en suon~n~cI6n genera l a la de los economistas sustantivistas ..En contraste con laposicion ad~~tada por los formalistas , los sustantivistas mantienen que las re -glas, y tambien las formas, de comportamiento economico estan fundamental-mente alteradas por proeesos evolucionistas (Polanyi, 1944, 1966; Polanyi e t a l;1957; Dalton, 1961) . El enfoque sustantivista supone que las nuevas propieda-des pueden emerger y de hecho emergen como resuItado del cambio sociocul -tur~ y que la naturaleza humana puede transformarse a consecuencia de ello(Childe, 1947a). Esta dist inci6n entre general izaciones universales y otras masrestringidas podria no ser tan trascendental 0 absoluta como mantienen los quela han pro?uesto. Algunas generalizaciones que se aplican s610a tipos especifi-cos de sociedades pueden ser reescri tas en la forma de general izaciones univer-sales , mientras que las universales pueden ser reformuladas, normalmente conmayor det.al le , para ,que sean aplicables de manera especifica a un tipo par ticu-lar. de ~ocledad. ~Sl: aquellos que ponen de relieve la importancia de las gene-ral izaciones res tr ingidas a:gu~en que t?das 0 la mayoria de elIas no pueden se rtr~formad~s :~ generalizaciones uruversales sin que sufran una importanteperdida de significado y contenido (Trigger, 1982a).

    EI terce: t ipo de generalizacion es especff ico de una cultura individual 0deun g~~? simple de culturas relacionadas historicamente , Une jemplo se ria ladefinicion de los canones que gobernaban el arte del antiguo Egipto 0 el griegoclasico .(C~lde, 1947a, pp. 43-49; Montane, 1980, pp. 130-136). Este tipo degeneral izacion es potenc ialmente muy importante ya que la mayoria de mode-lo,scultural~s ~on probablemente de esta cIase. Con todo, no se ha hallado nin-gun proc~_dimlent? c?nvincente que permi ta superar la especuIaci6n en la in-t7rpre~aclOn de l significado de tales modelos en el registro a rqueo16gico ensl tuaclOne~ donde no se dispone de documentacion histor ica 0 etnognifiba su-ple.mentar la . En estos casos , las regular idades permanecen en el nivel de gene-rahzaciones empiricas.

    DESAFio. La cues.ti6n final es si un estudio hist6rico puede medir el progreso en lainterpretac ion de los datos arqueologicos, l ,Se reali zan avances solidos haciaun conocnlll en~o mas objet ivo y global de los hallazgos a rqueologicos, comomuch~~ arqueologos dan por sentado?, i"oes quizas en gran medida la inter-pretacion ~e ta les da tos una cuest ion de modas y los logros de un periodo pos-tenor no tienen por que ser mas objetivos y globales que los de un perfodo

    !~IIl!\

    . ? En el examen de los sucesivos mode los que han influido en la inter-antenor. , . h ' 1t cion de los datos arqueol6gicos, intentare determmar asta que punto apre a rensi6n del comportami.ento Y de la hi storia humana ha side alterada irre-COrn?blementecomo resultado de la act ividad arqueo16gica. Es probable queverSl . d' ., . t!4': P da se1 'nfluencias sociales que dieron forma a una tra icion cien mea asaas 1 . 1 di ' ial hIn anora con m a s claridad despues de que as con Clones SOCl es ayanreve e h is difi il db. do mientras que las influeri.cias actuales son muc 0 mas IC es e re-cam ia , l' . 1cer Esto hace que las interpretaciones de los datos arqueo ogicos actua escono . . hi .zcan mas ob j e t ivas que las del pasado. Por tanto, las observaclOnes rston-pare . ibieti d 1

    S Par ellas mismas no necesariamente dis tinguen el progreso 0 jetivo e asca ' hI'biantes fantasias compartidas culturalmente. Para poder acer esto, os in-carn . 't ta it' adores de la historia deben tratar de descubnr hasta que pun 0 es a me-ve s 19 , ,. d 1 . t tacir ibilidad esta asegurada no solo por el atracnvo logico e as in erpre acto-~ : s srqueo16gicas, sino tambien por su continuada correspondencia factual conun conjunto de datos cada vez mayor . Si esto pued~ ll,e~arse a cabO~podemossperar aprender algo sobre la objetividad 0 la subjetividad de las mterpreta-ciones arqueologicas ; hasta que punto la arqueologia puede ser.mas que el-pa-ado revivido en eI presente, en el sentido que Collingwood define este proceso;hasta que punto cualquier t ipo de conocimiento es comun~cab:e de una epocao cultura a otra; y hasta que punto el conocimlento de la histona de la arqueo-logia puede influenciar la interpretaci6n arqueoI6~ca.. .' .. . .Para hacer just icia a estos topicos, intentare evlta rescnbrruna hi storia dela interpretacion arqueo16gica que sea excesivamente expositivayafanarmeporcomprender la histori a intelectual de cada tendencia principa l:n ~u contextesocial . Con el objet ivo de mantener este l ibro dentro deunosliIDltesrazona-ble~ me referire mas a los trabajos que han contribuidoaldesarrollo a largoplaz:o de la interpretaci6n arqueologica que a estudiosrepetitivosy POC? ~to-sos 0 a las muchas publicacionesque.se han afl.adidQa .nuestroconoelmlentofactual de los restos del pasado. En su estudio sobre If:his t0ria delainterpreta-cion de Stonehenge, Chippindale (1983) hamost rado que los trabajos d~ ~stasdos ultimas c lases constituyen la mayor parte de la l it eratura arqueologIca.

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    112 HISTORJA DEL PENSAMIENTO ARQUEOL6GICOsus miembros evitasen el mestiza je con elementos no eurcpeos. Las ensenan-zas de Gobincau influirfan en racistas europeos desde Richard Wagner hast?Adolf Hitler, y en America haria populates obras como The Passing o f the GreatRace (1916), de Madison Grant. No ten drfa q ue tran scu rr ir m uc ho tie rn po paraque tanto novelisras como investigadores invocasen fac. :t's raciales e n vez deambientales para explicar las variaciones del grade de desa rrollo de los difercn-res grupos a 10 largo de la historia hum ana.

    Algunas de estas tcorias estaban relacionadas con la doctrina de la polige-n esis cu yas hucllas se rem oruan aJ siglo xu (Slotk in, 1 96 5, pp. 5-6), pew queresurgio con fuerza en los tiernpos modernos de Ja mario del bibliotecario cal-vinista frances Is aac d e L a P cy re re (1594-1676), en 1655. A firmaba que el per-sonaje bfblico de.Adan era el ancestro de los judios exclusivarncnte, mientrasqu e los ancestros d e los d em as g rup os hum anos hab ian sid o crcad os sep arad a--m ente en un riempo anterior. Aunque las autoridadcs de la Iglesia indujerona La Peyrere a retractarse de sus ideas, estas continuaron siendo debatidas. En1774, Edward Long (1734-1813), que habia trabajado en las Antillas, afirrnoqu e los europeos y los n eg ro s e ra n e sp ec ie s s ep ar ad as , y en 1799 Cha rl es W h ite(1722-18J3) proclarno que los europeos, los asiaticos, los americanos, los ne-gros africanos y los hotentotes constituian una secucncia crcciente y gradualde primitivas.

    Samuel Morton sugirio en su Crania Americana (lS39) que los i nd io s a rn e-constiruian un tipo homogeneo que la providcncia habia des dee! principia para la vida en el Nuevo Mundo. En su Crania A egyptiaca, publi-

    cado cinco ar ies despues, argnmeniaba que los craneos egipcios y las represcn-iaciones en sus mouurnentos rcvelaban que los tipos humanos no habian cam-biado en esa parte del mundo durante 4.500 anos, casi tanto como la eclad dela Tierra segun las medidas basadas en Ia Biblia. Inicia lrnenre Morton creia queDios habia dif'ercnciado las razas despucs de haber ere a do a una humanidadcom un, pcro bacia 1849 e rn pcz o a ab og ar por la p olig en es is d iv in n, p os tu ra

    por 1 0 1 influyerue naturalists suizo-norteamericano Louis Agassiz873) y popularizada POl' el fisico de Alabama Josiah C. Nott (1804-1873)

    y el egiptologo af icionado George R. Glidden 0309-1857) en su libro Types 0/Mankind (185~.). Con todo, el poligcnisrno per mauccio como una mod a cienti-fica, sierido gencralmcntc rcpudiado POl' los cristianos practicantc s, a los cua-JtS o fe nd ia c ua lq u ie r rechazo de las ensenanz as d e las a uto rid ad es b ib lica s. Apesar de sus supuestas prucbas scgun las cuales los negros eran inferiores a losblancos, las ideas de Nott y Glidden no se hicieron populcres entre los propie-tarios de esclavos del surestc de los Estados ya que sus ataques a laB ib lia of e nd ian las conserv ad oras sensib ilid ad es relig iosas d e la reg ion (Stan -r on , 1 96 0, p p. 1 61 -1 7.3 ). I n cl us o James Cowles Prichard (1786-1848), el abande-rado del moncgenismo britanico, quieti afirrnaba que los seres hurnanos se 11a-bian di ferenciado como resultado de un proceso de autcdornesticacion , mantcniaque los pueblos mas civilizados eran los que mas se aserncjaban a los europeos.

    LA SiNTESIS r:,fPERIAL !l3As] , los grupos mas primitives tendrian la piel oscura, y a medida que se ibanciv iliz an do se les ib a a clara nd o (Prichard, 1813, pp, 174-2'i2). .

    Como resulrado del evolucionismo darwiniano, la idea de la desigualdadde J as ra zas g an o credibiliclad cienufica. En su s e s fue rzo s por h ac er c re ib le slos origenes evclucioriistas de la especie Darwin y muchos de lcs quele apoyaban afirrnaban que las socicdades humanas variaron su Cs:t~~IL:~ ; ~p~o l6-g ic o e vo lu ti vo d es de que ap ena s s e d ifer en ciab an d e lo s monos i"llhSevo-l uc io na do s h as ta los altam erue d esarrollad os. D arw in creia que l os p u eb lo sme n os civijizados eran rarnbicn los menc s d c sa rr ol la do s inreicctual y crno-c io na lm en te c on r es pe cto de los eu ro pe os; p or tanto, su estim acion sab re eldesarrollo biologico secorrcspondia con la supuesta escala de evolucicn cultu-ral. E n 1 86 3, T hom as Huxley s im ilitud es en tre c ran eo s nc an -dcrthalcs y los de moriernos australianos, afirmando que tambieneran [1.863], 1896). Las socicdades cultural-mente avanzadas eran vistas CODiO ell l a s lo s mecanismos de 1 3 .scleccion natura l habia n individuos co n una intcligencia superior yun mayor autocontrol. Alfred Wallace (1823-1913), el codescubridor de Ia se-leccion naturals vivio como nat uralis ta durante entre : :11gun35tribus de SUr3iT12rj(~a y de l asiati co, ;\ conocinl~cntOS per-s on al es n ego que los e ur op eo s f uc se n rnuy diferentes de estes grupos ni en in-teligencia ni en innatas y m antenia q ue las mas 21105 habilidadesmentales humanas no por Ia seleccion l1:1t1;r21.Darwin de-p lo ro e st as o bs er va ci on es y a q ue c on st it uia n una fal ta de apoyo ; 1~-t reoria con-junta 1 Para que estaban a crcerlo, el ell-Ioque darwiniano sobre la selcccion natural ofrecia una explicacion JJ11!choma sccnvinccntc we cl poligcnismo como ,; e habian desarrollado las dcsigual-dades bio]og:15 entre los hurnanos. E1 darwinisrno rambien reforzo cJpunto de v is ra c vo lu ci on is t a sobre la ev olucion cultural, tom .m dola corno unaextension de ](1 evolucion biologica, C01110 a Csta . ;\ pcsar deque D ar win s e y a 10s m ales tra-lOS de rcdos aquellos pueblos nocion humana cicnufica sin pre-ccdenics a 12s del cornportamicnto hUi112!10, las cuulcsconstituyeron la al n acionalismo romantico por mcdiod el d e sa fi o y supcracion posterior de la crcencia ell la unidad p::fquiea.

    LA SiNTE.';jS DE LCllBOCK

    El versati l John Lubbock (1834-1913),ell lord Avebury, ala

    posteriormente se convcrrinacl de Darwin

    sobre la naiurale za hurnana, en su libro Pre-historic Times, as !!Iu.~trutcd byAncient Remains, and [he Manners and CUSfOJllS q(Modern Savages. Entre

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    114 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICO1865 y 1913, est a obra conocio siete ediciones tanto en Inulatcrra como en Es-tados Unidos y s irvio durante rnucho t iernpo como manual~de arqueologia, s ien-do sin lugar a dudas ellibro de arqueologia mas inf luyente de todo el 51gl0 XlX.En una segunda contribucion, The Civilization and the Primitive COIl-dition of Man (1870), que tarnbien fue de varias ediciones, Lubbock ex-ponia sus ideas de una forma mas radical y menos enfasis en los da-tos arqueologicos. Lubbock fue vecino desde la infancia de Charles Darwin,cuya casa se hallaba cercana a la propiedad que la familia de Lubbock poseiaen Kent. A la edad de 22 aiios ernpezo a trabajar en el banco de su padre y,posteriorrnente, como miembro del Parlarncnto apoyo la Holidays Bank Act(1871) y una ley destinada a la proteccion de monumentos antiguos (1882). Susinvestigaciones como naturalista 10 siruaron como uno de los mas reputadosexpertos en cornportamiento animal. Como uno de primeros seguidores de Dar-win, ernpezo a aplicar su teorf a de la evolucion a la arqueologia. prehistorica.

    A primera vista, Prehistoric Times (para adoptar e l titulo de las ultimas cdi-ciones) pa rece una curiosa coleccion de material dispar, La primera parte, queocupa mas de la mitad del libro, presenta una serie de ordenados enun orden cronol6gico rnuy rudimentario, que tratan de temas topicos en ar-queologia: el.uso del broriceen la antiguedad, la Edad del Bronec, el uso dela piedra, los megalitos y los nimulos , los asentamientos lacust res, los ver tede-iOS, l a arqueologia norteamericana, los mamiferos cuaternar ios , elhombre pri -

    18. J ohn Lubbock (lord Avebury) (1834-1913).

    LA SiNTJ;:SIS IMPERIAL 11 5

    mitivo, los dep6sitos pleistocenos y la antiguedad de los seres humanos. Lub-bock afirrnaba que as! como los elefantes modernos proporcionaban informa-cion sobre la naturaleza de los extinguidos mamuts, las sociedades primitivasmodernas podrian arrojar luz sobre el eomportamiento de los seres humanosprehistoricos. Asi, continuaba pasando revista a las formas de vida de una se-rie de sociedades tribalcs modern as: los hotentotes, los vedas, los pobladoresde las is las Andaman, los aborigenes aus tral ianos, lo s habitantes de Tasmania,los de las islas Fidji, los maorie s, los tahitianos, los tonganos, los esquimales,los indios de Norteamerica, los indios de Paraguay, los habitantes de la Pata-gonia y los de la Tierra de Fuego. La ordenacion de estos capitulos e~ cl~ra-mente oeoarafica, no evolucionista, y no se hace ningun intento por indicar ..que gn~po; moderncs en particular pueden aportar: evidencias sobre estadiosespeci ficos del desarrollo prehistor ico. Entre los pocos paraJelismos especif icosque sugeria se hallaba la idea, proc1amada durante largo tiempo por los ~sc~n-dinavos, de que losinstrurnentos de piedra de los esquimaleseran muy simila-res a los instrumentos del Paleolitico superior europeo. 'Tambien establecio unparalelo entre los fueguinos y el pueblo siri nombre que habra dado lugar a losvertedcros daneses, aunque nota que estos ulrunos hablan superado a los fue-guinos, ya que manufacturaron cerarnica cruda. . .

    Lubbock se sentia profundamente comprometido con la idea de la evolu-cion cultural unilincal, El paralelo que traz6 entre las analogfas paleonto16gi-cas y las que hacianreferencia a los pueblos modernos primitivos y los pre-hist6ricos, mas que la exposicion de innovaciones metodologicas parece habersido un intento parainsuflar respetabilidadcientffica a las comparaciones cul-turales. A pesar de ello, apunto que no existia evidencia clara de que la huma-nidad hubiese inventado tipos especi ficos de inst rumentos segun una secuenciaen particular. Los facto res arnbientales habrfan provocadovariaciones en gra-do y en tipo entre los grupos humanos. Perc ninguno de estos argurnentosque limitaban la utilidad del enfoquc unilineal era nuevo.

    Lo que sf era nuevo era su insistencia darwiniana en que, como rcsultadode la selcccion natural; los grupos humanos se habfan difcrenciado unos de otrosno solo culturalmente, sino tambien por 10 que respecta a sus capacidades bio-lozicas para utilizar la cultura. Lubbock vela a los modernos eurcpeos comoel~)roducto :de una'evolucion biologica y cultural intensa. Creia que los pue-blos menos avanzados tecno16gicamcnte eran mas primitives no solo cultural-mente, s ino tambien intelectual y emocionalmente, que los civi lizados . Tam-bien man tenia que, como resultado de la accion di ferencial de la seleccil~n na~uralentre los europeos, los inclinados a instintos cr irninales y las clases ll1fenore,seran bio16gicamente inferiores a las clases media yalta, mas afortu~adas. As),una explicacion tan simple explicaba la desigualdad social de la s sociedades oc-cidentales y la supuesta supcrioridad de las sociedades europeas sobre los de-mas grupos humanos. . . .Al igual que otros evolucionis ias, Lubbock se pronunciaba con vehernencia

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    H1STORIA DEL' PENSAJJ .I~NTO ARQUEOLOCICO

    contra Ja idea de que Ja degcneracion cultural habia desernpenado un papcl sig-nificativo en la historia humana. El degeneracionismo era retraiado sin des-canso como una doctrina desfasada y desacreditada. Tarnbien se OpUSO ' a losseguidores rornanticos de Jean-Jacques Rousseau, quienes cucstionaban que e1desarrollo de la civilizacion habia conllevado un incremento de la fclicid:ld hu-mana. Con el f in de reforzar la perspectiva evolucior iis ta , se desvio de sucarni-no al describir los pueblos primitives como inevitablernente pocos en nurnero,despreciables y depravados. Describio a los modernos grupos tribales como in-capaces de cont rolar la naturaleza y como poseedorcs de intelectos sernejantes2. los-de los nines. S up uso q ue en sus l en gu aj es f al ta ba n las p al ab ra s a bs tr ac ta sy que no podian cornprender los conceptos abstractcs. Tambicn se les crcia es-clavos de sus pasiones, incapaces de controlar l a f ur ia 0 de seg uir el curse espe-cif ico de una act iv idad durante rnucho tiempo. 1 \ ' 1 3 ; 1 t e 1 1 1 2 . que sc traraba de pue-blos mucho mas deficientes en el senti do moral de 10 que generalmcnte sepensaba y procure COIl gran esfuerzo y 'dedicacion documentar como en gru-pas deterrninados se maiirataba a los niiios, se ascsinaba a los viejos, se comiacarne hurnana y se practicaban sacrificios human os. Para demostrar la faltaentre ellos de 105; valores victorianos mas elementales, puso cnfasis ensu falta de Iimpieza. Afirmaba que el desarrollo cultural descmbocaba en uncrecirniento de la poblacion, rnientras que ]05 pueblos primitives, abandona-dos a su suer te , perrnanecian estaticcs 0 bien decrccian en mimero. El desarro-llo cultural tarnbien arnpl iaba la conciencia hurnana y conducia a una mayorprosperidad material y progreso espir irual. Se imaginaba la evolucion culturalcomo una fuerza que continuaria de manera indefinida hacia un futuro marca-do por unas ma s grandes mejoras tecnol6gicas y morales y par el crecimientode la felicidad y eI bienestar human os. Pre-historic Times finalizaba con unaentusiasra expresion del credo evolucionista:

    Incluso en nues tros t iernpos se pucde o b se rv a r : 11, 1 \l n~ lmc jo ru, p cro l a ment egcncrosa encontr ara su m.is alta gratificacion en 1 3 idea de que, cua)quicfa quesea nuestro caso particula r, nucstros desccndientcs cornprenderan muchas cosasque ahora perrnanecen ocultas par a nosotr os , aprcciaran mejor cl precioso 1 1 1 n n -do en cl que vivimos, evitaran rnuchos de los sufr imicnros a los que ahara csta-mos s ujeto s, dis frutaran de J1111ch;;lS bendicicnes de las que ahara ;;1])1 no sornosrnerccedorcs y escaparan a r nuchas de las tentaciones que hoy dcplorarnos percno resisi imos (Lubbock, J869, p. 591). '

    EI crecirniento de una economfa cap italista e industrial, en conjuncion con laaccicn de la seleccion natural sobre los sores humanos, conducia clararnentehacia un paraiso en la tierra. Gracias a la evidcncia que ofrecia de (FIC iH1Ue!progreso era la aceleracion d e 1 0 q ue hab ia estad o ocurriend o a 10 largo de todala hurnanidad, la arqueologia prehistorica reforzo la confianza de las clasts me-dias brit~lnjcas y el orgullo de ser Ia vangu:lfdia de este proceso.

    Pero no todos los grupos humanos iban a esta felicidad. Los ma s

    li~I\ .

    iIi1! .IIjiII!!I\~-.

    LA siNTEsrs J1. IPERIAL

    p rirniriv os e sta ba n c o nd cua do s a d esap arec cr como resultado de l a gene ra l iza -cion de la civilizaciori, ya que por mas educacion que recibiesen no se podriacornpensar los miles de anos durante l o s c u al cs la seleccion natural no los adapiobiolocicamente a una forma de vida mas cornpleja y ordenada. No se ponia

    ...... " 11 1ninguna objeci6n a 13 ide? de po r gentes mas ocsarronauas, yaque ello significsba la mejora de raza humana. AS1, mediante la apli-cacion de principios darwinianos, Lubbock llego a la misrna conclus ion quelos antropologos e historiadores norreamericanos a finales del siglo XVIII y co-mienzos de l XIX, sobre 135 in sa lv ab le s d if cr en cia s b io lo gi ca s entre los europeosy los pueblos natives. Sus enfcques estas sociedades sirvieron para justi-ficar la colonizacion britanica y el establccimiento de un cont rol pol it ico y eco-nornico en el exterior mediante 13 idea de que e l o b je ti vo primero era prornoverel progreso general de las especies hurnanas. 'Iarnbien se absolvia a los pobla-dores britanicos y nortearnericanos de mucha de Ja rcsponsabilidad moral dela rapida decadencia de los pueblos natives de Norteamerica, Australia y el Pa-cifico. Estas poblaciones esraban desapareciendo, no por 10 que los coloniza-dores les hiciesen, sino mejor durante miles de ancs la seleccion naturalno los habia preparado para sobrevivir cuando la civilizacicn se extcndiese, Laimposicion depuestos infcriores a los grupos natives no era tanto un acto poliotico como la consecuencia de sus supuestas capacidades naturales limitadas,Yafuesc respecto a las crases obreras de Gran Bretafia a a los pueblos indige nasde cualquier parte del rnundo, eldarwinismo social transf ir i6 las desigualdadeshumanas de 10 politico a 10 natural, como consecuencia de lasd iferen cias b io lo gic as, 1 3s cu aiesera posible hacerlo.Es ta v is io n marco una gran inflexion con respccto a las ideas de la Ilustra-cion. La nacicnt c francesa del xvm habra expresado sus espe-ranzas para el futuro en terrninos de Ull progreso en cl que rodos los sercs hu-manes podrian Per el l as clases medias que dorninabanen Gran Bretaiia a mediados del siglo XTX se ca.la vez con mas (0;1-vencirniento a defender sus trnves del est ableciruicnro de los limitcsnaturales de todos A partird e 1 86 0, el ev olu cion ism o d arw inian o esta I un ci on a dr ni ra bl cm c n-IC.;\ (raves de la version de Lubbock sobre la evolucion cultural, la pehistoriase via vincuL Jda a 13. dcct rina q ue abog a.b a poe 13 '< "pca.

    A pCS3r de que la sintcsis Lubbock era clararnente un pr oducto de la ln-elaterra no habia en ella nada de chauvinismo. Los argumclltcS so-bre la supcriorid:.d estaban formulados en terrninos del conuastc que exisuae ntre la civ iliz acio n eu rop ca y las socicdadcs menos desarro-lladas. Intentaban cl sistema mundial quetcndiendo bajo el dominic de occidental. La yeco-nomica de fmdaterra era ian con la deq ue no req uc~fa una c:sp cc}:ll c1c:fcDS;L ./\1 ;1Cl.lJ1ar sus con\'~cciones e n t ~ rJ n ln o s

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    118 HlSTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLOGICOde civilizacicn curopea, Lubbock por supuesto el lidcrazgo de su propiopais. El10 permiti6 que sus obras fuesen a tractivas no s6Jo pa ra los britanicos,l legando a inf1uenciar la interpretacion de los datos arqueo16gicos . en rnuchoslugares del rnundo,

    LA ARQUEOLOGIA COLONIAL EN AMERICA

    Los escritos de Lubbock desempcnaron un pape! muy significa tive en el re-fuerzo yen Ja linea seguida por la arqucologia americana a fina-'les del siglo XIX, aunque algun arque61ogo americano de primer orden no aeep-lase de todo corazon la aplicaci6n del darwinismo para desentrafiar los asuntoshumanos (Meltzer, 1983, p. 13). Los antropologos euroamericanos no tuvieronninguna dificultad para aplicar el punto de vista evolucionista a su propia so-ciedad. Los conceptos ilustrados de razon y progreso, que habian desempefia-d o un gran papel en la Rcvolucion americana, y la expansion terri torial y eco-n6mica de los Estados Unidos a 10 largo de todo el siglo XIX, contenian laconviccion de que el progreso era inhercnte a 1a condici6n hurnana. En tra-bajos como los de Lewis (18J Ancient Society (1877) yOtis Mason (1838-1908), The Origins of Invention los antrcpologostrazaban el desarrollo de la cultura a traves de una perspectiva que situaba ala socicdad euroarnericana a la cabeza de los avances hurnanos. Lubbock ofre-ci6 a los americanos una explicac ion darwinista para la infer ioridad bio16gicaque e llos habian a tribuido a los indios americanos desde finales del XVID.Muchos hallaron estas explicacioncs mucho mas que las antcrio-res, indudablemente debido 2!-1prestigio que los mas biologos yel publico en general coucedian a la obra de Darwin. El n11111crocad a vez me-nor de indigenas y su incapacidad para oponcrse ala euroainericanaayud6 a consolidar la creencia de que estaban condenados a Ja extinci6n, 10cuaJ concordaba con 1a vision de Lubbock. Como resultado, Ja mayo ria dearque6logos nortearnericanos continuaron ponierido de relieve la naturaiezacstatica de l registro arqueologico, inicntando sicmpre a tribuir cualquier cam-bio a los procesos y no a las alteraciones producidas dentro de las culturasnativas.La arqucologia de Mexico, America Central y Peru constituia un dcsafiopara este enfoquc. Algunos cscrirorcs, inc luso los que idcutificaban a los pue-blos natives de Mexico con los Constructores de Tumulos, los veian como ra-cialmcnte superiores a los indios de Norteamer ica. E1 descubrirniento de J. L.Stephens de las minas de las ciudades mayas en Mexico y en America Centralfue bien recibido por los investigadores arnericanos ansiosos por conuadcc irJas tesis propuestas por los naturalistas e historiadores europeos del siglo xvmtales como Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, Guillaume-Thomas Ray-nal y William Robertson, ya que era una prucba de que el Nuevo i\lUlldo habia

    desarrollado sus propias civil izaciones y no que el clima de Norteamerica con-llevase la degeneration de la vida animal y humana (Haven,.1856, p. 94). Lascelebradas His/ory of the Conquest of Mexico (1843) de William HePrescotty su posterior History of the Conquest of Peru (1847) retrataban a los aztecasy a los incas com o pueblos civilizad os, aunque m antenian q ue, debido a su ssupersticiones ya su agresividad, los aztecas supusieron Ja destruccion de loslogros de sus mas civilizados predecesores. EJ etnolcgo Albert Gallatin(1761-1849) defendia el enfcque ilust rado sobre eI evolucionismo cul tural y seopuso con contundencia a la poligenesis, pero a pa rtir de 1840 sus argumentosseconsideraban pasados de.moda.y.resultaban poco'convincentes (Bieder, 1975).Aun asi, E. G. Squier continuaria defendiendo no solo el evolucionismo unili-nea l sino tam bien la unidad psiquica (Bieder, 1986, pp. 104-145). Finalrnente ,en 1862, Daniel Wilson, en aqucllos mementos profesor del University Collegede Toronto , publico la pr irnera edicion dePrehistoriclyfan: Researches into theOrigin of Civilization in the Old and the New World.Esta obra era Dna imp or-tante sinresis de todo el pensarnienro antropologico de l Nuevo Mundo. Wilson,producto de la ilustracion escocesa, continuo, como Gallatin, resistiendose alas in tcrpretacicnes raciales del comportamiento humane. Una parte importantede su libro se ocupaba del impacto que los colones europcos y los esclavos afri-canes estaban tenicndo sobre los pueblos natives del he rnisferio occidenta l ylos efectos que el n(levo ambicntc natura l les estaba inf1igiendo. En la seccionde la obra que trataba la prchistoria, Wilson, a pesar de que aceptaba el mitode los Cons tructores de Turnulos, trazo una secuencia evolut iva de J2.Scivi li za-clones de Mexico y Peru, indcpendienternente de la influencia extranjera, com-parable a las del antiguo Egipto y Mesopotamia.

    Estos enfoques encontrarcn una tcnaz oposicion. La guerra entre los Esta-dos Unidos y Mexico, que finalize en 1848, extendio un sentimiento anti-mexicano en Norteamerica. Era a rnpliarnente aceptado que los mexicanos eranracialmente inferiores a los euroamericanos porque los colonizadores espaiio-les se habian mczclado con la poblacion nativa (Horsman, 1975). El etnologoLewis Henry Morgan, ignorando obstinadarnente la evidenc ia arqueologica,rnanicnia que los esparioles del siglo XVI habian exagerado la sofisticaci6n delos aztecas y los incascon el iinico objetivo de glor ificar sus propios logros alhaberlos conquistado. Argumentaba que la forma de vida tradicional de estespueblos no habria diferido demasiado de la de Ios iroqueses del estado de Nue-va York y que ningun grupo humane del Nuevo Mundo habia rebasado nuncael nivcl de la sociedad tribal (Morgan, 1876). No descartaba la posibiJidad deque los indigcnas arnericanos hubier an podido evolucionar hacia formas de vidamas cornplejas dentro de su propia dinarnica , aunque creia que cua lquier avan-cc cultural dependia de Ull incremento del tarnafio del cerebro, y eso ocurririarnuy Icntamente(Bieder, 1986, pp. 194-246). Esta posicion fue durante largotie rnpo mantenida por muchos euroamericanos, quienes encontraban poco queadrnirar en los pueblos indigenas de los Estados Unidos. Hacia 1860 existia un

  • 8/3/2019 Trigger - Historia Del to Arqueologico (Cap. 1, 4 y 5)

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    12 0 HISTORIA DEL PEl'SAMIENTO ARQu"'EOLOGICOgran apoyo hacia el cnfoq ue q ue proclarnaba el pr irnitivismo inhcrcnte de lasculturas nativ es no solo d e N orteam erica sino tarnbicn de tcdo el Nuevo Mun-

    y su estatisrno a J o l ar go de los t ie rn po s p r eh is ro r ic o s.Sc ha apuntado que la falta de preocupacion en la arq ueologia americana

    por la cronologia antes del sigJo xx fue debida ;] q ue ninguno de los pueblosnaiivos habia avanzado mas alla de la Edad de la Piedra, a fa eSC(1SCZ d e y ac i-m i en io s e s tr at if ic a do s y a la falta de familiaridad con las iecnicas de las q uese d criv ab a la cronolcgia ante la au scn cia d e c arn bio s iccnologicos(Willcy y pp. 80-81). Pero, de todas mar-eras, estes facto res noofrecen ninguna explicacion , La poca frecueucia de yacirnientoscos es tr a ii f icados ell cornparacion con los q ue se coriocian en la Europa sep-tentrional y occidental en e1 siglo XIX no impidio en eS2S zonas la construccionde de ta ll ad a s cronologias, sobre todo per medic del emplco de los descr iacion de Thomsen (Childe, 1932, p. 207). Ademas, rodos los mctodos cro-

    utilizad os en E urop a eran conccid os en A merica y fueronco n ex ito p or los arq ucolog os en siruacioncs en las q ue intcmaban ernular lainv estigacion europ ea. A p artir ell' 1860, los concheros se estudiaron seriacio-nal y esrratigraficamente y segun esa evidencia se c onstruyeron cul-turales locales s eg un e sti lo s c er ar nic os 0 modelos adaptativos, Escservaciones fueron hechas per Jeffries W yman (1875), S . T. W alker yClarence B. Moore (1 89 2) en el suresre de los Esrados Unidos; \vj)ljam Dall(1377) en A laska; \ / el arq ucologo visitante aleman M ax Uhle (1907) en Califor-nia. T am bien se em pleaban m etodos estrarigraficos en los cstudios de uimuloshcchcs p ar S quier y Davis ell 1840 y por Cyrus Thomas en 1880, asi como po rW . H . Holm es yEW. Putnam en sus investigaciones en 1880

    1983, p. 39). La evidencia sobre los culturales locates aporta-da p or estes arq ueclogos fue rechaz ad a U olvirladn ya q ue era considerada tri-v ia l p or los arqueolog oscoetancos, incluyendo a vcccs a los m ism os que em -plcaban e50S metcdos (Thomas, 1898,pp. 29-34). En la discus ion de 1 : : 1 evidcnciacit U hle p ara d ernostrar Ia g rad ual elab oracion y de los procesostccnicos dcntro del conchcro de Em eryville en California. A . L. K ro cb cr ( l9 09 ,p. 1 6) propuso q ue las culturas naiivas halladas enhistoricos cran tan prim itivas q ue eso invalidaba ya cualq uicrcarnbio cultural sig nificativ e en el pasado. Tambien es significative que ni si-q uicra los estudios locales sobre concheros cl desarrollo acumu-lativo en periodo. Asf, la invcstigacion mas perspicaz y de cadauna d e aq uellas regioncs no era neccsariam cm c 1 8 m:15 re ci en te (T rig ge r, 1 98 68 ).

    De acuerdo con la creencia de q ue los cambios durante la 11a-bian sid e m inim os, el estudio sistematico de las variaciones culturalcs d el re-g i st ro a r qu e ol o gi co se oriente d esd e un p rincip io hacia la d efinicion de m od e-lo s g co graf ic os m as . q ue cronolc\g icos. Este heche fue paralelo a la tcndcnciaentre los etnologos arncricanos de finales del sig!o XIX d e org aniz ar el estud iode las similitudes y l as d if er en ci as c ul tu ra lc s e n t cr rn in os d e { ,r c~ }sc ulm ra lc s.

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    LA SINTESIS I:'\iPERL\.L 12 1

    19. c ar ac te r iz ac io n c u ltural f - " TcrtcarnCTic3 1 basadas erriioCrios arquco-logicos, s cgun Holmes, 19.1tL

    En 1887, cl e t Franz Boas hah ia arzurnentado cue los H:~~!!:~s etnolo-gicos que se estaban acumulando en los '-' muscos de lrl:':sf2.UOS Uni-d os deb erian scr CXPUCS!OS ficas y tribus y ~tguiendo 11i-p oie tic a