sandler karen - la llave del destino

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    L L a a  l  l  l  l  a a v v e e  d  d  e e l  l   d  d  e e s s t t i i n n o o  Karen Sandler  

    La llave del destino (2008)Título Original: His miracle baby (2008)Editorial: Harlequin IbéricaSello / Colección:  Julia 1751 Género: Contemporáneo Protagonistas: Logan Rafferty y Shani Jacoby 

     Argumento:

    Llevaba dentro el hijo del hombre de sus sueños… 

    Para el empresario Logan Rafferty no había nada tan importante comocumplir los deseos de su difunta esposa. Y ella lo había dejado muy claro…si le pasaba algo, Logan debía pedirle a su mejor amiga, Shani Jacoby que

     gestara sus embriones. Sólo había un problema, Logan y Shani eranenemigos acérrimos. Y, sin embargo, Shani accedió a hacerlo en un abrir ycerrar de ojos.

    Entre ella y Logan, desde luego, no quedaba ni una pizca de amor, pero nohabía mejor manera de honrar la memoria de su amiga que tener aquel hijo.Pero a medida que el embarazo avanzaba, Shani empezó a preguntarse siLogan podría ser algo más que el padre de su hijo… 

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    Capítulo 1

    Logan Rafferty lanzó el informe del consejo de administración sobre suescritorio y recorrió con la mirada su despacho, lleno de agitación. Como directorejecutivo de Good Sport, el principal fabricante de productos deportivos del área deSacramento, tenía un despacho muy grande. Pero, a pesar de las generosasdimensiones de la habitación, tuvo la sensación de que las paredes se le veníanencima.

    Cuando el intercomunicador al fin sonó, no consiguió acertar a la primera conel botón para responder.

    —¿Sí?

    —No es necesario que me ladre, señor Rafferty —le reprendió su maternal

    secretaria, la señora Lockhart—

    . La señorita Jacoby va hacia allá.La crispación de Logan aumentó y se puso en pie como por un resorte. Esperó

    que la reunión de aquella mañana fuera algo rápido: despacharía deprisa su últimaresponsabilidad hacia su difunta esposa y luego Shani Jacoby se iría de allí. Pero eramejor no dar las cosas por sentado. De todos modos, no sería agradable encontrarsecon la amiga de infancia de Arianna, mirarla a la cara y confrontar la animosidad quehabía entre ellos. Una antipatía que no había hecho más que crecer tras la muerte desu esposa hacía un año.

    La llamada en su puerta lo sobresaltó.

    ¡Entre!—

    dijo él con brusquedad.La señora Lockhart abrió la puerta a medias y le lanzó una mirada, como

    diciéndole que se comportara, antes de entrar. Shani estaba aún oculta tras la puertay él se movió para verla entrar.

    Cielos, ¿por qué tenía que ser siempre tan impresionante?, se preguntó Logan.Sin poder evitarlo, la miró fijamente, deteniéndose en sus carnosos labios, sus altasmejillas, sus exóticos ojos de color marrón claro. Era tan esbelta que su cintura podríaabarcarse con las manos, y él sintió deseos de hacerlo. Shani llevaba una blusa enescote de uve con los brazos al descubierto, ligeramente bronceados. Su calidez le

    resultó otra tentación.Shani afiló la mirada. Apretó los labios. Sin duda, no se dio cuenta de la forma

    en que él la observaba.

    Logan se sacudió mentalmente, recordándose por qué estaba ella allí.

    —Gracias, señora Lockhart.

    La secretaria le echó una última mirada de advertencia antes de salir. Logan sedirigió a la silla al otro lado de su mesa.

    —Por favor, siéntate.

    Shani se sentó, aunque sólo en el borde, en una silla de cuero marrón, mientrasLogan se dirigía hacia su mesa, y miró a través de las ventanas que llegaban desde el

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    suelo hasta el techo, hacia las colinas llenas de robles que podían verse desde elquinto piso de las oficinas de Good Sport.

    Logan sintió que necesitaba tener algo que hacer con las manos y agarró unabrecartas de plata de su mesa. Había sido un regalo de Arianna para celebrar el

    décimo aniversario de Good Sport. Había sido su forma de mostrarle lo orgullosaque había estado de que Good Sport llegara por primera vez a superar los veintemillones en ventas.

    El sentimiento de culpa por todas las formas en que había fallado a su difuntaesposa parecía hacer que el abrecartas fuera más pesado. En los primeros años de sumatrimonio, mientras Good Sport había luchado por salir adelante y en más de unaocasión había amenazado con venirse abajo, ella le había apoyado sin una sola queja.¿Qué le había dado él a cambio?

    Shani habló al fin, haciendo que él la mirara de nuevo.

    Los dos sabemos por qué estoy aquí—

    dijo ella—

    . ¿Por qué no vamos directosal grano?

    Ella tenía razón, por supuesto, se dijo Logan. Lo mejor que podían hacer eraterminar con ello. Se lo pediría, tal y como le había prometido a Arianna. Shani lerespondería que no, y él podría proseguir con sus planes.

    —Es probable que sepas que poco antes de morir, Arianna… —comenzó a decirLogan, y notó que ella lo miraba con una chispa de…  ¿acusación?—. Habíamospreparado cuatro embriones más.

    —Sí. Me dijo que ibais a probar una tercera vez.

    —Hice los arreglos para que los preservaran en congelación. He decididocontratar a una madre de alquiler para que los lleve a término —explicó, sintiendo lamirada de Shani punzante sobre él—. Antes de hacerlo, tengo la obligación depreguntarte si tú quieres… 

    —Actuar como madre gestacional. Llevar los hijos de Arianna —interrumpióShani, con un suspiro—. Ella y yo lo hablamos ya.

    —Pero aunque le hubieras prometido que lo harías… 

    —No lo hice. Sólo le prometí que lo pensaría en caso de que ella… —dijo Shani,

    y se interrumpió, apretando los labios—

    . Si hubiera sabido entonces el poco tiempoque… 

    —Fue un accidente, Shani. Ninguno de los dos podríamos haberlo predicho.

    Aunque Arianna y él había discutido ese día, justo antes de que ella tomara elcoche para ir a Lago Tahoe. Él había estado reviviendo sus palabras enojadas unmillar de veces desde entonces, preguntándose si su esposa se había salido deaquella curva de la carretera a causa de su disgusto.

    —Ella quería que se lo prometiera, pero le dije que no podía —señaló Shani.

    —Entonces proseguiré como tenía planeado—repuso Logan, aliviado.

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    Logan había puesto las cosas en marcha hacía tres semanas. Había llamado a suabogado, John Evan, que le había puesto en contacto con un servicio de potencialesmadres de alquiler. Eso había sido después de que John hubiera hecho todo loposible por convencerlo de que no usara los embriones. John había tenido mucharazón: Logan estaba soltero, no sabía nada sobre criar hijos y no tenía espacio en suvida para niños.

    Pero los argumentos de su abogado no habían cambiado un hecho importante:su apremiante sentido de la obligación por llevar a aquellos bebés a buen término.Porque se lo debía a Arianna. Y estaba convencido de que podría ofrecer a sus hijoslo que su propio padre no había podido darle: estabilidad, respeto, autoestima. Eso,más que nada, le impulsaba a darles una oportunidad de vivir, para demostrarse a símismo y a su padre lo que era la paternidad.

    —¿Ya has encontrado a alguien?—preguntó Shani.

    Logan no pudo evitar mirar hacia los pechos de ella.—¿Alguien?—repitió él, sin poder recordar de qué estaban hablando.

    —Una madre de alquiler.

    Logan se forzó a concentrarse en su cara. Aunque tampoco era un terreno muyseguro, con aquella boca carnosa y aquellos intrigantes ojos castaños.

    —Estoy debatiéndome entre dos candidatas.

    —Extrañas.

    No tenía razón para ponerse a la defensiva, pensó Logan. Había examinado

    cuidadosamente el historial de ambas mujeres.—Tienen excelentes referencias.

    —¿Y cómo se sentiría Arianna si una mujer que no conociera llevara en elvientre a sus bebés?

    Aunque habló con tono neutro, las palabras de Shani escondían un mensaje:que de alguna manera, hiciera lo que hiciera, él estaría fallándole a Arianna. Denuevo.

    —¿Qué otra opción tengo? —preguntó él, bloqueando su sensación de culpa—.

    Tú ya has dicho que no quieres hacerlo—

    añadió, pensando que se alegraba de queella se hubiera negado.

    —No lo he hecho. Sólo he dicho que Arianna dejó la decisión en mis manos.

    Logan se sintió alarmado y, más aún, irritado.

    —Déjate de jueguecitos, Shani. No tengo tiempo. No tienes intención de hacerlo—señaló él.

    —¿Por qué no? Soy joven y estoy sana.

    —No creo que un embarazo encajara en tu estilo de vida. Estás a punto de

    comenzar tu último año de universidad en la universidad de Sacramento—

    dijoLogan, dándose cuenta según hablaba de que había cometido un error.

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    —¿Me estás espiando, Logan?—inquirió ella tras un silencio.

    Él había sentido curiosidad, eso era todo. Después de saber que tenía quecontactar con ella, había investigado un poco, para saber a qué se dedicaba. Habíahablado con un par de profesores de Shani y se había impresionado al saber lo

    mucho que ella se había esforzado para seguir con su licenciatura, matriculándose deuna o dos asignaturas cada semestre, al mismo tiempo que mantenía dos trabajos a lavez. Aquel año había sido el primero en que al fin había podido matricularse entodas las asignaturas de un curso completo.

    Logan sólo había querido saber si la vida de ella era estable, en el caso remotode que contestara que sí.

    Pero era hora de jugar la última carta y poner punto final a esa desagradablereunión, se dijo.

    —Lo que importa, Shani, es que no puedes. La clínica de fertilidad no

    implantará los embriones en una mujer que no haya estado embarazada antes. Yaque tú nunca has tenido un hijo… 

    —Te equivocas.

    —Puedes hablar con la clínica tú misma. Puede que Arianna no lo supieracuando te lo pidió.

    —Lo sabía. Ella también lo sabía… —comenzó a decir Shani, y se removió en susilla, mirando hacia las ventanas de nuevo—. Tuve un hijo, Logan. Hace ocho años.Cuando tenía dieciocho.

    Maldición. ¿Cuándo se había vuelto Logan tan peligrosamente atractivo?, sepreguntó Shani. Su cuidado pelo marrón rogaba ser acariciado y sus ojos azules lellegaban al alma. Su corazón latió a gran velocidad mientras imaginaba cómo seríaescurrir las manos por debajo de aquel elegante traje de chaqueta.

    A lo largo de los años, la repulsa que había sentido por Logan había superadocualquier reconocimiento de su físico. Cuando lo había visto hacía un año en elfuneral de Arianna, había estado tan sumida en el dolor y la rabia que había tenido

    que evitar encontrarse con Logan para no hacer una escena. Entonces, había tenidodeseos de gritarlo, golpearlo. Había conseguido superar aquel día horriblediciéndose que no tendría que ver a aquel hombre nunca más en su vida.

    Pero en ese momento, cuando su dolor se había suavizado por el tiempo, eracomo si una nueva puerta se hubiera abierto en su visión de Logan. Mientras queantes no había comprendido la atracción apasionada que su amiga había sentido porsu esposo, en ese momento ella experimentó ese magnetismo de primera mano. No lecostaría ignorar esa atracción, aunque le hacía sentir un poco incómoda.

    Shani había asumido que Logan nunca sacaría adelante a esos embriones, que

    eran el último recuerdo de su amada amiga. Y si, contra todo pronóstico, él decidíatraer al mundo a los hijos de Arianna, había pensado negarse a participar.

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    Pero teniéndolo allí delante, la decisión no le resultó tan fácil. Y la posibilidadde tener una última oportunidad de sentirse cerca de Arianna, de llevar parte de ella

     junto a su corazón durante nueve meses, como había hecho con su propio hijo, leresultó muy tentadora. Aunque aquello significara firmar un trato con el diablo.

    Shani se forzó a mirar de nuevo a Logan. Él no se mostró impactado por suadmisión: en aquellos tiempos, la idea de una adolescente embarazada no era unescándalo. Pero leyó sorpresa en sus ojos y sospechó que su visión de ella habíacambiado. Siempre se había mostrado fuerte delante de él. Pero le acababa demostrar una fisura en su armadura.

    —¿Dónde está ese niño?

    Shani ignoró el dolor de su corazón:

    —Adoptado por una familia de Iowa —repuso ella, sin saber si su hijo, de ochoaños de edad, seguiría en Iowa. Durante los tres primeros años había estado

    recibiendo fotos de su hijo, fotos que le habían roto el corazón, luego había preferidodistanciarse y romper el contacto.

    Arianna había sabido muy bien lo que le estaba pidiendo. ¿Sería ella capaz dealimentar otro hijo dentro de ella, sabiendo que iba a tener que abandonarlo? Shani lehabía dicho a su amiga que aquello no sería un problema.

    El verdadero problema era tratar con Logan. El impositivo y frío Logan, quesiempre había dejado claro que ella no le importaba. Shani ya había lidiado con unhombre sin sentimientos una vez. No pensaba dejar que volviera a pasarle.

    Logan se levantó, sin duda tratando de intimidarla con sus casi dos metros de

    altura.—Ser madre de alquiler no es un camino de rosas.

    —Arianna me dijo qué podía esperar —contestó ella, que había leído bastantesobre el tema.

    Logan pasó de largo a su lado, como si no pudiera estarse quieto.

    —Hay que tomar medicación diaria. Por vía oral en el periodo de preparación yen inyecciones durante el embarazo.

    —No me asustan las agujas.

    —Puede que reacciones mal a los medicamentos o al embarazo mismo —observó él—. Puede afectar a tus estudios.

    —Me enfrentaré a ello.

    Logan se detuvo y la miró desde arriba. Ella combatió sus deseos de ponerse enpie, de intentar ponerse a su altura.

    —Una vez que se confirme el embarazo, tendrías que quedarte en mi casa deinvitados durante toda la gestación.

    —No—repuso ella. ¿Quedarse con él? Era una idea alocada, peligrosa.

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    —Es requisito indispensable. Tengo que asegurarme de que el embarazo vabien.

    —¿Ibas a pedirle lo mismo a la extraña que pensabas contratar?

    —Lo haría si no estuvieran las dos casadas. Pero no haría falta de todos modos,

    pues viven con alguien que puede cuidarlas.Shani se incendió de rabia.

    —No necesito que me vigilen.

    —Entonces, míralo de este modo, Shani. Si te quedas en mi casa de invitados,podría sentirme involucrado en el embarazo, de un modo que no podría con las otrasmujeres. Los bebés son hijos míos.

    Entonces ella cayó en la cuenta, de pronto. No sólo estaría alimentando a loshijos de Arianna durante esos nueve meses. También tendría una parte de Logan

    dentro de ella.Ya era bastante malo tener que hablar con él. Llevar su hijo, creciendo cada día

    en su interior, participar con él en uno de los actos más íntimos que había entre unhombre y una mujer… Debía de estar loca al haberlo pensado, se dijo ella.

    —¿Hay alguien en tu vida de quien no me hayas hablado? ¿Alguien a quien nole parecería bien que vivieras en mi finca?

    Shani deseó poder decirle que había alguien, alguien alto, moreno y atractivoque cuidaba de ella. Pero el único «hombre» que compartía su cama era su gato,Seymour, y se pasaba la mayor parte del tiempo acurrucado a sus pies.

    —No lo hay. ¿Pero y si hay un problema? —preguntó ella—. ¿Y si un mesdespués de que el médico diga que estoy embarazada…? —comenzó a decir, sin sercapaz de pronunciar la palabra «aborto» en voz alta.

    —Continuaré pagando el alquiler de tu apartamento para que lo tengasdisponible —contestó Logan—. Podrás regresar a él en cualquier momento despuésde que termines con tu contrato de madre de alquiler.

    Tanto después de dar a luz al bebé como si… fracasaba, el último recuerdo deArianna ya no sería suyo.

    No quieres que yo haga esto. ¿Por qué me facilitas las cosas pagando elalquiler de mi apartamento?

    —Porque así lo habría querido Arianna —respondió él, y desvió la mirada,antes de posar en ella sus ojos de nuevo—. ¿Sigues queriendo hacerlo?

    Shani estuvo a punto de decirle que había cambiado de idea. ¿Por qué meterseen una situación que sólo añadiría problemas a su vida?

    Por Arianna. Las dos habían hablado de ello más de una vez, pero la última,poco antes de la muerte de Arianna, la tristeza que siempre había estado presente enel rostro de su amiga le había parecido aún más profunda. Los diez años de

    matrimonio con Logan estaban en su peor momento.

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    Logan seguía mirándola, de pie, con sus anchos hombros tapándole la visión.Echando la silla hacia atrás unos centímetros, Shani se levantó y sus zapatos de tacónbajo no añadieron mucho a su altura. Pero, al contrario que su querida amiga, no ibaa dejarse intimidar por ese hombre, por muy alto que fuera.

    No voy a dejar que me dirijas la vida, Logan, no voy a dejar que utilices miamistad con Arianna ni a sus bebés para que controles mis acciones.

    Logan se acercó, y ella se quedó casi sin respiración.

    —No hay nada que desee menos que controlarte. Sólo quiero lo mejor para mishijos. Para mí, eso significa que te quedes en mi casa.

    Shani levantó la barbilla y lo miró a los ojos, preguntándose si de verdad leimportarían tanto sus hijos. Él siempre había pesado tanto en la vida de Arianna, quesu amiga solía quejarse de sentirse invisible a su lado.

    Pero ella no era Arianna. Podría mantener su propia vida, sin importar dóndeviviera.

    —Bien. Viviré en tu casa.

    ¿Era alivio lo que leyó en el rostro de él? ¿O desagrado?, se preguntó ella.

    —Tu seguro no cubrirá los gastos médicos —observó Shani, contenta por haberleído sobre el tema—. Tú tendrás que pagar los gastos, como si hubieras contratado acualquier otra madre de alquiler.

    —Sí. Lo haré.

    A pesar de todo, Shani se sintió entusiasmada ante la perspectiva.

    —Puedo empezar a someterme a los tratamientos necesarios de inmediato.

    Estaban tan juntos que ella podía ver cómo el pecho de Logan subía y bajabacon la respiración. Quiso ponerle las manos encima para empujarlo, para tener másespacio. Pero tocarlo parecía algo peligroso.

    Con la mandíbula tensa, Logan inclinó la cabeza, para verla mejor. Luego bajóla mirada a la boca de ella. Al sentir su mirada, Shani se quedó con los labios secos ysin respiración. Bizarras fantasías le asaltaron la mente, con imágenes fragmentadasde piel desnuda y caliente, entre gemidos sensuales. Mientras aquellos pensamientos

    febriles la bombardeaban, Logan se acercó más. Ella casi pudo sentir la boca de élsobre la suya y notó su aliento en el rostro.

    —Maldición—exclamó él, y se separó, dirigiéndose hacia las ventanas, dándolela espalda.

    Shani se dejó caer en la silla y apretó las manos sobre las mejillas, aterrorizadapor pensar lo que él habría visto en sus ojos. Cielos, ¿qué estaba haciendo? ¿Cómopodía desear al marido de Arianna? ¿Había perdido la cabeza? Por si fuera poco, casise había convencido de que él también se sentía atraído por ella.

    —Te pediré cita para el lunes —dijo Logan con voz tensa—. Necesitarás pasar

    por un concienzudo examen físico, además de una evaluación psicológica.

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    Capítulo 2

    Los dos meses que el cuerpo de Shani tardó en estar listo para que leimplantaran los embriones habían pasado tortuosamente despacio. La ansiedad lohabía distraído en el trabajo, lo había impedido dormir, le había hecho tener losnervios de punta. Había noches en que su frustración le había producido deseos delevantarse de la cama y aullar a la luna.

    En ese momento, con Shani sentada a su lado en su Mercedes, el miedoreemplazó la frustración, con una avalancha de temores asaltándole la mente. Erauna bonita mañana de septiembre, con un sol dorado y el cielo azul, pero él no leprestó atención. Una buena tormenta hubiera encajado más con cómo se sentía.

    Arianna habría visto el buen tiempo como señal de que era buen momento paraimplantar el embrión. Logan miró a Shani, que estaba sentada en silencio a su lado, y

    se preguntó si ella pensaría también que era un día de buen agüero.

    Durante los últimos dos meses, sus contactos con ella se habían limitado allamadas de teléfono y correos electrónicos. No había habido necesidad de verla. Ellaiba sola a la clínica de fecundación artificial y la enfermera que él había contratado seencargaba de ponerle las inyecciones de estrógenos dos veces al día. Además, élhabía estado ocupado con viajes de negocio e incontables reuniones. Había queridoadelantar todo el trabajo posible para estar más desocupado durante el embarazo deShani y preparar a algunos de sus ejecutivos para que lo sustituyeran si eranecesario.

    Aunque se habían visto muy poco y habían hablado poco también, sus nochesde insomnio habían estado llenas de pensamientos sobre ella. Si el embarazo salíaadelante y ella se mudaba a su finca, las cosas iban a ponerse peor. No deberíaimportarle. No deberían tener más que una relación de negocios, se dijo él. Pero elmero pensamiento de tenerla viviendo tan cerca le hacía sentirse más nervioso einquieto.

    De pronto, percibió un tentador aroma floral.

    —¿Llevas perfume?

    —Claro que no. El médico me dijo que no lo hiciera —repuso ella, mirándolocon los ojos muy abiertos.

    Entonces había sido cosa de su imaginación, se dijo Logan. Si no podíacontrolarla durante aquellos pocos minutos en el coche, ¿cómo podría mantener suspensamientos a raya durante nueve meses?

    Logan se concentró en el inminente implante del embrión, pero sólo consiguióponerse más nervioso. Llevaba meses analizando estadísticas de éxito de losimplantes de embriones. Y había experimentado los fracasos de primera mano conArianna. Aunque se había quedado embarazada al segundo intento, su difuntaesposa había perdido al bebé a la sexta semana de gestación. Sus dificultades en

    llevarse bien con Shani empeorarían si el implante no tenía éxito.

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    Aquel pensamiento le sobresaltó. No quería pensar en ello. Podía ser que ésa nofuera su última oportunidad de tener hijos, pero era seguro que sería su últimaoportunidad de expiar los varios pecados que había cometido contra su difuntaesposa. Tenía que mantener la esperanza de que, al menos, uno de los cuatroembriones saldría adelante y progresaría dentro de Shani.

    En la clínica, aparcó junto a la puerta y apagó el motor. Se sorprendió al vercómo le temblaban las manos al sacar las llaves del contacto. Shani le tocó en lamuñeca con los dedos.

    —Saldrá bien—dijo ella.

    Logan sintió su calor trepándole por el brazo, anidando en su pecho. Sintióansiedad en el corazón y urgencia por abrazarla, tenerla entre sus brazos, sentir losbrazos de ella rodeándolo.

    Él se separó de forma abrupta, saliendo del coche. Apoyándose en el Mercedes,

    se esforzó por recomponerse, aturdido por sus momentos de debilidad. Sin duda, eradebida al exceso de estrés y a la falta de sueño.

    Shani había salido del coche y lo miraba desde el otro lado. Logan no esperabaencontrarse con la mirada de compasión que le dedicó. Se giró y se dirigió hacia lapuerta de la clínica, esperando a que ella lo alcanzara.

    Había otra pareja en la sala de espera, apretándose las manos, mirándose a losojos. El hombre besó a la mujer en la sien y le susurró algo al oído. La mujer sonrió yapoyó en él la cabeza.

    La primera vez que Logan había ido allí con Arianna, él le había tomado la

    mano, pero ella la había apartado. Le había dicho que su contacto sólo la ponía másnerviosa. Ella se había cambiado a una silla más lejos y se había puesto a hojear unarevista. Él había terminado pasando casi todo el tiempo en el teléfono, despachandoalgún problema del trabajo, para distraer la mente.

    Se preguntó si Shani se sentiría de la misma forma que Arianna. Apenas habíahablado aquella mañana y no tenía ni idea de lo que ella pensaba. Deberíapreguntarla, se dijo, asegurarse de que ella quería seguir adelante con elprocedimiento. Pero si no quisiera, se lo habría dicho, ¿no?

    No tuvo oportunidad de preguntar. Después de registrarse en la entrada, la

    doctora Conners, la médico endocrino especializado en reproducción, llegó deinmediato para conducirlos a su despacho. Las dos mujeres caminaron delante de él,Shani junto a la doctora de pelo cano y unos cuarenta y tantos años. Mientras seguíaa Shani, Logan mantuvo los ojos fijos en la parte de atrás de la cabeza de ella, sinpermitirse bajar la mirada para admirar el tentador contoneo de sus caderas.

    La doctora Conners le dio a Shani un formulario para que lo leyera y firmara yluego le pasó a Logan tres fotos.

    —Hemos podido descongelar con éxito tres de los cuatro embriones —informóla doctora.

    Logan observó las fotos en blanco y negro de los blastocitos, los embriones decinco días que Arianna y él habían creado y congelado hacía un año. Había pasado

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    por ese procedimiento en dos ocasiones más con Arianna. Ella había estado feliz,llena de esperanzas. Y había esperado que él hubiera mostrado la misma excitación,pero él no era capaz de demostrar sus sentimientos.

    ¿Por qué iba a ser diferente en esa ocasión? Logan carecía de la habilidad que

    Arianna había tenido para sentir una conexión instantánea con los embriones. Paraél, no eran más que un conjunto de células que lo intrigaba, sí, pero había sentido elmismo interés desapasionado que sentía estudiando la fórmula química de un nuevopolímero para el último modelo de raquetas de Good Sports.

    Le pasó las fotos a Shani. Sonriendo, ella escrutó las curvas y siluetas de lasimágenes impresas.

    —Es un milagro que todos empecemos así.

    Logan estuvo a punto de decirle que era simple biología… ciencia. Pero no eracierto que él lo pensara así. Aquellas pequeñas maravillas de la genética, alimentadas

    dentro del cuerpo de Shani, se convertirían en sus hijos o hijas. Teniendo en cuentacómo había actuado su padre, no tenía un buen modelo paterno a seguir, peroaquellas vidas en potencia significan más que pura biología, incluso para él.

    La doctora Conners puso dos botellas de agua sobre la mesa.

    —Bébaselas, señora Jocoby. Nos ayudarán a ver mejor en la ecografía.

    Shani se terminó la primera y se secó la boca. Él estuvo a punto de tocarla, parasecarle un resto de agua del labio. En vez de hacerlo, apretó los puños.

    Shani sonrió y dejó la botella vacía.

    Espero que no tenga que esperar mucho para ir al baño después.—No demasiado —aseguró la doctora Conners—. Vaya a cambiarse. El señor

    Rafferty se encontrará con usted en la sala de preoperatorio.

    Logan se levantó para seguir a Shani, pero la doctora le puso una mano en elbrazo para detenerlo.

    —Sólo quiero asegurarme de que entiende cuáles son las posibilidades de éxito,señor Rafferty. Aunque la señorita Jacoby es una buena candidata, joven y sana, suesposa tenía casi treinta y cinco cuando se crearon los embriones. Las posibilidadesno son tan buenas para donantes de esa edad ni para embriones congelados.

    —Ya lo he pensado. He leído las estadísticas. Pero no tengo alternativa.

    —Entonces, esperemos que todo salga bien—dijo la doctora, y lo acompañó a lapuerta. En la puerta de la sala de operaciones, le tendió unos cubrezapatos de papel yun gorro para que se lo pusiera antes de entrar.

    Logan se quedó en la puerta de la sala de preoperatorio, esperando a Shani. Lavio tumbada en una camilla con una bata de hospital, tapada con una sábana, con losbrazos a lo largo del cuerpo. Los huesos de sus muñecas eran delicados y las líneasde su rostro finas, haciéndola parecer muy frágil.

    Un mechón de pelo le cayó sobre la mejilla y, sin pensarlo, Logan se lo colocódetrás de la oreja. Ella abrió los ojos de par en par.

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    —Lo siento—dijo él, y apartó la mano.

    —¿Estás nervioso?—preguntó ella.

    Sí lo estaba, incluso más que las dos veces anteriores.

    —Eres tú quien va a pasar por un procedimiento médico.

    Shani entrelazó los dedos sobre su estómago.

    —El procedimiento no me preocupa. Son los resultados… pero no debo pensartanto, supongo. ¿Arianna estaba nerviosa?

    —Sí —contestó Logan, sin querer recordar a Arianna tomada en la camilla,como un amasijo de nervios, y su incapacidad para calmarla. Ella le había dejadosujetarla la mano entonces, pero él había sabido que no había sido suficiente. Nadade lo que él había hecho había sido suficiente.

    La enfermera llegó para llevarlos a la sala de implantes. Colocándose la máscara

    sobre la boca, Logan caminó junto a la camilla, con la mirada de Shani fija en él. Éldeseó poder absorber aunque sólo fuera la décima parte de la serenidad que ellamostraba.

    Una vez que la camilla estuvo colocada, Shani estiró la mano hacia él:

    —¿Te importa? Supongo que estoy más nerviosa de lo que creía.

    De forma inexplicable, al sentir su mano, Logan se calmó. Se preguntó si ésahabía sido la intención de Shani.

    La doctora Conners colocó la pantalla de ultrasonido de manera que ellos

    pudieran ver todo el procedimiento. Apretó el ecógrafo sobre el vientre de Shani yuna imagen incomprensible apareció en la pantalla.

    —Aquí está la vejiga y el útero —dijo la doctora, indicando dos puntosbrillantes que parecían estáticos—. Verán el catéter para el implante del embrión enunos momentos.

    Shani apretó la mano de Logan cuando la doctora tomó el catéter que conteníalos tres embriones. Era un tubo flexible de unos cinco centímetros conectado con una

     jeringa, con los embriones en la punta, listos para ser implantados.

    Logan envolvió la mano de Shani entre las suyas mientras la doctora Conners

    insertaba el catéter.—Observen la fina línea blanca—dijo la doctora.

    Logan se concentró en la pantalla y vio la línea que la doctora había descrito,haciéndose más larga cada vez. Se acercó más a Shani.

    —Verán un punto blanco. Eso son los embriones.

    Entonces, Shani apretó la mano de él con más fuerza.

    —Los veo—comentó ella, y levantó la vista hacia Logan, sonriendo.

    —Shani… —comenzó a decir él, obligándose a no llevarse la mano de ella a susmejillas—. Gracias.

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    * * *

    Logan aparcó frente al apartamento de Shani y le cubrió una mano con lassuyas cuando ella comenzó a quitarse el cinturón de seguridad.

    Espera.—Puedo ir hasta mi casa sola.

    —Por favor—pidió él, saliendo del coche.

    Con un suspiro, Shani observó cómo Logan daba la vuelta al coche hasta sulado. Le dejó abrir la puerta y le dio la mano para salir del coche. Logan casi lalevantó del asiento con su fuerza.

    Cuando la tomó del brazo para acompañarla a la puerta de su apartamento,Shani pensó que ya era suficiente. Apartó el brazo y se adelantó hacia su puerta.

    No soy una inválida, por favor.Logan la miró de arriba abajo, subiendo las escaleras detrás de ella.

    —La doctora Conners dijo que tenías que estar tres días en cama.

    —También dijo que podía ir andando al baño y darme una ducha —contestóShani, introduciendo la llave en la cerradura de su apartamento—. ¿Planeabas estarahí para ayudarme en eso también?

    Shani quiso morderse la lengua al decir aquello. El ambiente entre ellos se tensóy las imágenes de Logan desnudándola y metiéndose en la ducha con ella leinvadieron la mente. Se sonrojó al mismo tiempo que abría la puerta, despertando asu gato, Seymour , de su siesta en el sofá.

    Logan cerró la puerta detrás de él. No parecía tener prisa por irse.

    —La enfermera seguirá poniéndote las inyecciones. Tendrás que ponerteprogesterona a diario además de estrógenos dos veces a la semana.

    —Acordé con ella que estaría aquí a las ocho por la mañana antes de que yosalga para mi trabajo en la biblioteca—repuso Shani, y dejó el bolso en el sofá.

    Shani acarició el lomo espalda de su gato Seymour . El gato, sin duda notando lacrispación de su ama, dio un salto al suelo y salió de la habitación.

    Logan echó un vistazo al pequeño y escasamente amueblado salón y su miradase detuvo de forma abrupta en un retrato de Arianna de niña. El cuadro al óleo, juntocon otros recuerdos que Arianna había querido que fueran para Shani, le habíanllegado a Shani por correo tres meses después de la muerte de Arianna. El paqueteno había incluido ninguna nota personal de Logan, sólo una carta escasa en palabrasde parte del abogado.

    Logan volvió su atención hacia Shani.

    —Mi ama de llaves, la señora Singh, te traerá las comidas durante el fin desemana.

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    —No es necesario. Puedo pedir comida para llevar—replicó Shani, y se dirigióa su dormitorio, esperando que aquello fuera una buena indirecta para que Logan semarchara.

    Pero él no entendió la indirecta y cruzó el salón para seguirla.

    —No quiero que comas comida basura.Ella dio un paso atrás y quitó la colcha de la cama.

    —Disculpa, tengo que cambiarme.

    Logan no se movió, y ella se sacó el borde de la camiseta de los pantalones. Éldio un paso atrás con reticencia.

    —Llamaré a la señora Singh para asegurarme de que viene hacia aquí.

    Shani corrió hacia la puerta de su dormitorio y la cerró, apoyando la espaldacontra ella como si así pudiera mantener a raya las emociones que la asaltaban. Tomó

    aliento y dejó la mente en blanco. Seymour   saltó a la cama y la miró con ojos deavidez felina.

    —Soy una idiota—explicó ella al gato.

    Shani se quitó la camiseta y los vaqueros y, revolviendo en su armario, buscóalgo decente que ponerse. Desde su adolescencia, tenía debilidad por los saltos decama, cuanto más pequeños, mejor. Nadie había dormido con ella desde hacía másde un año, pero seguía coleccionando ropa interior de seda y encaje, que casi llenabaun cajón entero.

    Sacó la ropa más decorosa que encontró. Unos pantalones cortos color escarlatay camiseta corta a juego. Dudó que la señora Singh se escandalizara al verla así.

    ¿Pero y si Logan se quedaba hasta que llegara el ama de llaves? Sabía queplaneaba volver a su trabajo una vez que ella hubiera estado instalada en suapartamento. Pero quizá él tuviera alguna discusión en mente antes de irse y dejarlaen paz.

    Era mejor que se tapara un poco más. Rebuscando en su armario, encontró unacamiseta que le llegaba hasta los muslos y se la puso. Una vez que se metiera en lacama y se tapara con las sábanas, estaría a salvo.

    Antes de salir de casa, había dejado sus cuadernos y libros de texto en la mesillade noche, con un bolígrafo. Ya que no podía hacer nada más, al menos podríaponerse al día con sus tareas. Colocó las almohadas detrás de ella y echó un vistazoal plan de estudios para su curso de Organización Industrial.

    Era el tercer libro del montón. Cuando lo sacó, los libros que había encima secayeron al suelo.

    —¿Shani?—llamó Logan desde el salón—. ¿Estás bien?

    —¡Estoy bien! —respondió ella apoyándose en el borde de la cama, con lacamiseta subida hasta la cintura. Agarró un libro, pero no pudo llegar hasta el otro.

    —Voy a entrar —avisó Logan un instante antes de abrir la puerta. La vioapoyada al borde de la cama—. ¿Qué diablos estás haciendo?

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    Shani trató de incorporarse, pero la camiseta se encajó en la esquina delcolchón, dejándola aún más destapada. No le hizo falta más que mirar a Logan parasaber que había dejado al descubierto algo más que sus costillas.

    Moviéndose despacio, Logan se arrodilló para tomar el libro que ella tenía en la

    mano y lo colocó con el restó en el montón. Sus miradas se encontraron mientras ellase colocaba detrás de las sábanas de nuevo. Deseando que se fuera, esperando que nolo hiciera, ella se quedó atónita al verlo sentarse en el borde de la cama.

    Aún tenía la camiseta por la cintura y, cuando él acercó su mano, Shani pensóque sería para bajársela. Pero entonces Logan posó su mano sobre la piel desnuda deella, justo encima de sus bragas, y Shani sintió deseos de sumergirse en su calor.

    Logan debió haberse dado la vuelta en el momento en que la camiseta de Shanihabía dejado al descubierto terreno peligroso, debió haberle dado tiempo a que serecompusiera. Pero ver la piel cremosa de debajo de sus pechos, la forma en que elborde de la camiseta se había detenido en sus pezones, dejándole ver un poco de surosada areola, hizo que su libido tomara las riendas. Sin pensarlo de formaconsciente, estaba en su cama, a su lado, con la mano extendida sobre su cintura, y susuavidad le pareció el paraíso.

    Aún había tiempo para echar el freno, se dijo Logan. No era necesario que seacercara más. Al menos, le quedaba algo de autocontrol. Pero al ver los suaves labiosde Shani entreabiertos dejando escapar un suspiro y su mirada en la boca de él, se

    quedó sin fuerza de voluntad.Sólo necesitaba rozar la boca de ella con sus labios, para ver si eran tan suaves

    como parecían. No tenía por qué ir más lejos que eso.

    Shani cerró los ojos mientras él inclinaba la cabeza. Logan sintió la mano de ellaen su brazo, moviéndose sobre su piel desnuda, por debajo de la manga de sucamisa. Ella apretó los dedos alrededor de sus bíceps, quemándole en la piel.

    Él sólo tenía que levantar un poco la mano para rozarle el pecho con el pulgar.Tenía unos pechos pequeños, más pequeños que los de Arianna, pero después, si elimplante de embriones había tenido éxito, se hincharían y se volverían más maduros,

    más jugosos… Sus sensuales pensamientos se detuvieron de golpe al tomar conciencia de la

    situación. Poniéndose en pie, dio unos pasos atrás. Ella lo miró con ojos atónitos y loslabios entreabiertos.

    Aquello fue casi suficiente para hacerle regresar a su lado, pero Shani se bajó lacamiseta y se subió las sábanas hasta la barbilla. Logan observó sus mejillassonrosadas e imaginó lo suaves que serían.

    —Tengo que estudiar—dijo ella, desviando la mirada.

    Logan intentó ordenar sus pensamientos, buscando algo en lo que concentrarseque no fuera ir junto a Shani en esa cama.

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    —Yo tengo que ir a trabajar —afirmó él, sin tener ni idea de cómo iba a poderdedicarle su atención durante el resto del día a nada que no fueran Shani y sus labios.

    Shani agarró el libro que había encima del montón en la mesilla de noche y lopuso en su regazo. Levantó la mirada hacia él.

    Logan leyó expectación en los ojos de ella y dedicó un segundo a fantasearsobre lo que aquella mirada podía significar… que ella quería que volviera a su lado,que necesitaba que la tocara.

    Pero Shani frunció el ceño:

    —Tengo que estudiar—repitió, con más firmeza.

    Logan se reprendió en silencio y se giró.

    —La señora Singh debe de estar a punto de llegar.

    Mientras caminaba hacia su coche, Logan deseó poder rebobinar los últimos

    minutos. Maldición. ¿Cómo podía haber sido tan idiota, sobre todo cuando habíatanto en juego? Le estaría bien empleado si Shani le prohibiera visitarla sin que nohubiera nadie de compañía durante los siguientes nueve meses.

    Cerró la puerta del Mercedes de un portazo y lanzó una mirada furtiva hacialas imágenes de los blastocitos que Shani había dejado sobre el asiento. Mirando lasconfusas imágenes, Logan se dijo que aquello era lo único que le quedaba deArianna, el fragmento final de su unión. Un claro recordatorio de que debíaencontrar la manera de comportarse como un adulto con Shani. Y respetar lamemoria de Arianna en el proceso.

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    Capítulo 3

    Cuando pasaron los tres días de descanso en cama obligatorios para Shani,volvió a hacer su vida, intentando por todos los medios olvidar lo que había estado apunto de pasar entre Logan y ella en su dormitorio. Entre el trabajo de mañana en labiblioteca de la universidad, sus clases de la tarde y sus viernes y sábados trabajandoen la imprenta local, no tenía mucho tiempo para rememorar aquel momentocargado de intimidad. Cuando algún pensamiento sobre Logan la asaltaba, redirigíasu mente hacia los tres embriones que crecían dentro de ella, enviándoles toda laenergía positiva que podía.

    Seis días después del implante de embriones, el jueves, Shani había ido a laclínica para hacerse el primero de los dos análisis de sangre a los que debía sometersepara determinar si estaba embarazada. La clínica había congelado esa primera

    muestra de sangre y la compararía con la muestra que iba a hacerse esa mañana, dosdías después. La doctora comprobaría el nivel de hormonas del embarazo en lasangre entre la una y las dos de la tarde, para determinar si había incrementado losuficiente entre las dos muestras de sangre.

    Shani había ido directa desde la clínica a la imprenta, pensando que podríamantener la mente ocupada con su rutina habitual de los sábados. Pero, segúnavanzaba la mañana, se debatía entre la alegría y la desesperación, esperando queLogan contactara con ella. Como padre, le notificarían primero los resultados de laprueba de embarazo, y asumió que luego la llamaría. Como no lo había vuelto a verdesde el día del implante, no estaba segura. Pensó que, como mucho, tal vezencontraría una nota en la puerta de su apartamento diciendo: Por cierto, estásembarazada.

    A las once, era incapaz de concentrarse. Intentando no pensar en nada más, sevolcó en revisar los inventarios y los informes de cuentas que el dueño le habíapedido que repasara aquella mañana. Cuando levantó la cabeza de los libros paratomar aliento, ya era la una y media.

    Se imaginó la desaprobación de Logan si se enteraba que se había saltado elalmuerzo. Mientras se debatía entre ir a la tienda de al lado a comprar algo para picaro salir a comer, oyó que alguien llamaba a la puerta principal. Miró hacia la puerta

    desde su silla, en otra habitación, para asegurarse de que Roy oía el timbre. Hacíaunos minutos, Roy había estado enterrado en las entrañas de una fotocopiadora,tratando de convencer a la máquina de que siguiera funcionando hasta que llegara elservicio de mantenimiento.

    Vio a Roy, que llevaba una caja llena de papel, yendo hacia el mostrador.

    —¿En qué puedo ayudarle?—preguntó Roy al cliente que acababa de llegar.

    Pero no era un cliente. Era Logan, con un aspecto imponente con sus pantalonesy camisa a medida, con las mangas enrolladas. Pasó de largo junto al mostrador y aRoy, sin duda buscándola a ella.

    El corazón de Shani dio un brinco de ansiedad ante las noticias que iba a darle.

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    Se levantó de la silla y salió al mostrador.

    —Gracias, Roy. Es amigo mío —dijo Shani, aunque no era cierto. Pero era mássencillo decirlo así que explicar su verdadera relación con Logan.

    —¿Llamó el médico?—preguntó Shani, llena de excitación.

    Pero Logan tenía la mirada fija en Roy, que estaba cargando la caja llena depapel.

    —¿Tú llevas cajas como ésa? Debe de pesar cuarenta kilos.

    —No—repuso Shani, y tomó aliento—. ¿Qué dijo el médico?

    Logan al fin la miró a los ojos y puso su mano sobre la de ella, en el mostrador.

    —El test dio positivo. Estás embarazada.

    Shani no pudo ocultar su sonrisa ni la explosión de emoción que sintió.

    Es genial. Es maravilloso—

    exclamó, y entrelazó sus dedos con los de él.—Hubo un aumento significativo del nivel hormonal entre las dos muestras —

    explicó Logan, y apretó su mano—. No hace falta que te hagan más pruebas hastadentro de diez días.

    Shani recordó haber leído que aquello era una buena señal.

    —Me alegro tanto por ti, Logan.

    —Aún es pronto—le recordó él—. ¿Cuántas horas trabajas?

    El súbito cambio de tema la dejó atónita.

    —Dieciséis horas a la semana aquí y dieciséis horas en la biblioteca.

    —Tenemos que hablar.

    —¿Sobre mudarme a tu casa de invitados?

    —De otra cosa. ¿Puedes tomarte un descanso?

    —Estaba a punto de salir para comer —indicó ella y, antes de que Loganpudiera reprenderla por comer tan tarde, añadió—: Perdí la noción del tiempo.

    —Yo te llevaré.

    Sintiéndose incómoda por lo que Logan pudiera querer decirle, Shani agarró subolso y lo siguió a su Mercedes. No fueron muy lejos, sólo a unas manzanas de laimprenta, a una crepería que era la favorita de Shani. El aparcamiento estaba lleno,así que Logan la dejó en la puerta. Shani consiguió la última mesa para dosdisponible, localizada en un espacio muy íntimo, detrás de unas plantas en grandesmacetas, en la parte de atrás del patio.

    Cuando Logan se sentó, sus anchos hombros hicieron de escudo entre ella y elresto del restaurante.

    Logan esperó a que la camarera les tomara el pedido antes de hablar.

    —No me gusta que hagas dos trabajos, no me gusta el estrés que puede causaren tu cuerpo—señaló él.

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    Shani trató de ignorar la sensación de cosquilleo que le recorrió la espaldacuando él la miró.

    —Puedo arreglármelas.

    —Quiero que dejes el trabajo.

    Aquella afirmación le pareció a Shani tan ultrajante que pensó que no habíaoído bien.

    —¿Qué has dicho?

    —Deja de trabajar —repitió él—. No puedo pedirte que dejes de ir a launiversidad… 

    —Claro que no puedes. Y dejar mis trabajos no era parte de nuestro acuerdo.

    Logan levantó su vaso de agua y tomó un trago.

    Sólo quiero lo mejor para los bebés.—Sabes tan bien como yo que muchas mujeres trabajan durante el embarazo.

    —Este no es un embarazo ordinario.

    La camarera les llevó una cesta de pan. El aroma era apetitoso, pero laconversación que estaba teniendo con Logan le había quitado a Shani las ganas decomer.

    Sin embargo, tomó una pieza de pan para tener algo que hacer con las manos.

    —¿Te ha dicho el médico que debería permanecer desempleada?

    Logan bajó la mirada, como respuesta. Tomó un pedazo de pan y lo puso en suplato.

    —Arianna no trabajaba.

    —Arianna no tenía que hacerlo—apuntó ella.

    —Ni tú—dijo Logan—. Estarás bajo mi techo, bajo mi cuidado.

    —¿Haciendo qué? ¿Comiendo dulces y viendo la tele?

    —Puedes concentrarte en tus estudios. Incluso cuando había abandonado a suprimer hijo, cuando sólo había sentido ganas de olvidarse del mundo, Shani había

    seguido trabajando. Siempre se había mantenido sola y, a veces, a su familia también,enviando dinero a casa cuando su madre necesitaba ayuda con la cuenta del médicoo su hermana necesitaba zapatillas de fútbol.

    No iba a convertirse en una mantenida así como así. Miró a Logan a los ojos.

    —No voy a dejar el trabajo.

    —Podemos discutirlo más tarde—repuso él, con irritación.

    —No—dijo ella, y le apretó las manos, para asegurarse de que captaba toda suatención—. Tema cerrado.

    —Maldición, Shani… 

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    Logan apretó la mano de ella también. Sus ojos azules brillaron de frustración yun poco de rabia. Luego, ambas emociones se disiparon y se sustituyeron por uncalor diferente.

    Al notar cómo él le acariciaba la muñeca con los dedos, Shani pensó que lo

    estaba imaginando. Pero no era así.Shani apartó su mano de la mesa, dejando a Logan tan perplejo como ella se

    sentía. Él no tenía por qué acariciarla. Y ella no tenía por qué disfrutarlo. Demasiadorevuelta como para pensar con claridad, dejó escapar una pregunta que llevabarumiando durante los dos últimos meses.

    —¿Por qué haces esto?

    Logan se sonrojó, y Shani se dio cuenta de que la había malinterpretado.

    —¿Hacer qué?

    ¿Por qué quieres tener hijos?—¿Por qué no?

    —Por lo que Arianna me contaba, tenía la impresión de que sólo era ella quienquería tener hijos.

    —¿Te dijo eso?

    —No con esas palabras —contestó Shani, e intentó recordar lo que su amiga lehabía dicho exactamente. «Es un hombre duro, Shani. A veces me pregunto si hagobien trayendo hijos a este matrimonio».

    Logan tomó su pedazo de pan y apartó la corteza.—Creo que ella y yo queríamos hijos por razones diferentes.

    —¿Entonces, por qué?—insistió Shani.

    —¿Por qué me preguntas esto ahora? Ya te has comprometido. No puedescambiar nada. Si no apruebas mis razones, no… 

    —No voy a aprobarlas o desaprobarlas.

    —Entonces, creo que el tema está cerrado también—replicó él, y dejó el pedazode pan en la mesa—. Me gustaría llevarte mañana a mi casa. ¿A las diez te va bien?

    —Sí. A las diez está bien—respondió ella, aturdida por el cambio de tema.

    A causa de su enemistad con Logan, Shani había limitado las visitas a casa deArianna, en el distrito Fabulous Forties de Sacramento. Quedaban en la universidadpara comer, en el apartamento de Shani cuando Logan se quedaba a trabajar hastatarde por las noches, o en un restaurante para cenar. Shani nunca había visto laenorme casa de granito que Logan le había comprado a su esposa un año antes de sumuerte. Sólo sabía que a Arianna nunca le había gustado, nunca se había sentidocómoda allí.

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    Mientras seguía al Mercedes de Logan desde su apartamento, Shani habíaintentado imaginar cómo sería la casa: algo al estilo Tudor, con torretas de ladrillo yfalsa madera. O algo de inspiración griega, con columnas blancas y una imponentepuerta de entrada.

    Pasó entre los dos grandes robles que flanqueaban la puerta de entrada a lapropiedad, de seis acres de tamaño. En un primer momento, no vio la casa, queestaba sobre una colina, detrás de una espesa mata de robles. No la vio hasta quellegó al último montículo del camino.

    No era de estilo Tudor, ni griego. En lugar de eso, podría haber sido una granjade Iowa.

    Aunque aquella granja sería más grande que cualquiera de las granjas quehabía en Iowa. Si había tantos dormitorios dentro como parecía desde fuera, el lugarpodría albergar a una familia numerosa y a sus empleados sin problemas. Aun así, la

    casa le produjo una inmediata sensación de bienvenida, con su ancho y agradableporche, sus grandes ventanas en el segundo piso y sus contraventanas blancas reciénpintadas.

    Pasaron de largo ante la casa para llegar a la cabaña de invitados, separada dela construcción principal por una gran parcela de césped. Shani sonrió encantada alver la cabana. Era un establo reformado, como una miniatura de la casa grande. Laspuertas que en un tiempo habían cerrado el establo seguían allí, con la parte dearriba convertida en ventanas. Casi pudo imaginar a los caballos sacando la cabezapor ellas, pidiendo una zanahoria.

    Shani salió del coche.

    —Es encantadora—dijo ella.

    —Me alegro de que te guste—replicó Logan, esbozando una sonrisa.

    Encerrado en una jaula para gatos, Seymour  comenzó a maullar desde el asientode atrás. Shani cerró su puerta y se encaminó hacia el otro lado de su coche, pararescatar al gato.

    Con los brazos llenos de cajas, Logan se dirigió hasta la cabaña.

    —Como la señora Singh no está en casa, he hecho una reserva para cenar a lassiete.

    Shani se quedó mirándolo a la espalda, mientras él abría la puerta de la cabaña.

    —Sabes, antes de que tú aparecieras yo era capaz de alimentarme sola.

    —Puedo cambiarlo a las siete y media si te va mejor —repuso Logan, y dejó lascajas, para dirigirse al coche a por más.

    Dejando la jaula con Seymour   en el suelo, Shani entró en la cabaña. En laentrada, había una amplia sala de estar, con una cocina y una mesa de comedor.Había ventanas en el techo, que llenaban de luz el interior del espacio. Sonrió,contenta con su nuevo hogar temporal.

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    Seymour   no se mostró tan complacido. Maulló de nuevo, pidiendo que losacaran de la jaula.

    —De acuerdo, peludo. Te dejaré salir—le dijo Shani, y lo llevó al dormitorio.

    Era una habitación muy acogedora, a un lado del antiguo establo, con un baño

    adjunto.Rebuscando en una de las cajas de que Logan había llevado, encontró el arenero

    de Seymour  y lo colocó en el baño. Sacó al gato de la jaula y lo observó olisquear lacama.

    Con la atención puesta en Seymour  para que no se fuera del dormitorio, Shanino se había percatado de que Logan estaba parado en el quicio de su puerta y, al irhacia allá de espaldas, chocó con él. Logan soltó las maletas que llevaba en ambasmanos para sujetar a Shani. Ella cerró la puerta corriendo para que Seymour   no seescapara y quedó apresada entre una puerta cerrada y un cálido cuerpo masculino.

    Logan puso las manos en los brazos de ella, a sólo unos centímetros de sus pechos.Shani pudo haberse apartado con facilidad. Pero al sentir su espalda y su

    trasero deliciosamente presionados contra él, se quedó inmóvil. Sintió deseos dearquear el cuello y recostarse en los hombros de él, escuchar su corazón y comprobarsi latía tan rápido como el de ella.

    Por suerte, Logan se apartó.

    —Pensé que querías que trajera tus maletas al dormitorio.

    Shani bajó la mirada hacia las dos maletas, tratando de ocultar su expresión.

    Podemos dejarlas aquí. Acabo de sacar al gato de la jaula.Tras unos momentos, Shani levantó la vista hacia él. Sus ojos azules le

    provocaron un agradable cosquilleo.

    —Shani… 

    Oír su nombre, con aquella voz profunda y grave… Fue como una caricia parasus oídos. Igual que las caricias de las manos de él en sus brazos. Apenas fue capazde susurrar una respuesta:

    —¿Sí?

    Sólo unos centímetros los separaban, podían tocarse si alargaban los brazos.Logan abrió las manos como si fuera a hacer eso mismo.

    —No podemos hacerlo—dijo él, y dio un paso atrás.

    —No —repuso ella, negando con la cabeza—. Y lo que pasó en miapartamento… 

    —Fue un error. Nunca debí… 

    —Estoy de acuerdo.

    —Fue culpa mía—admitió él—. No volverá a pasar.

  • 8/16/2019 Sandler Karen - La Llave Del Destino

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    —Lo olvidaremos, y ya está —propuso Shani, sin saber cómo iba a poderolvidar—. Y empezaremos de nuevo.

    —Te recogeré a las seis y media entonces—dijo él, dirigiéndose a la salida.

    —No.

    —No seas obstinada.

    —Dijiste que la señora Singh había llenado la nevera. Me prepararé algo yomisma —afirmó Shani, y levantó la mano para indicarle que no quería discutirlo—.Estoy cansada, Logan. Necesito tiempo para adaptarme.

    En ese momento, Shani se sentía exhausta. El estrés de los dos últimos meses seunía a las emociones suscitadas por las inyecciones de hormonas. Según el embarazosiguiera adelante, se sentiría aún más cansada. Era mejor que descansara mientraspudiera.

    Logan apretó los labios.—En otra ocasión, entonces. Tengo que ir a Nueva York mañana por la noche.

    Es un viaje de trabajo del que no he conseguido zafarme. La señora Singh estará aquípara cuidar de ti.

    Shani iba a decirle que no necesitaba que la cuidaran, pero prefirió evitar otradiscusión.

    —Te veré cuando regreses, entonces.

    —Deja que te muestre cómo funciona el sistema de alarma. Quiero que lapongas antes de irte a la cama por la noche y siempre que salgas.

    Shani se acercó a su lado, manteniendo todo el espacio posible entre ellos, paraver el pequeño mando a distancia. Logan insertó el código de activación e hizo queella lo repitiera. Luego le demostró cómo activar la alarma y le pidió que lo hicieraella misma.

    Satisfecho al fin con que Shani entendiera el funcionamiento de la alarma,Logan se giró y se fue, cerrando la puerta tras él.

    Shani sintió un escalofrío al recordar cómo la había tocado en los brazos al salirdel dormitorio y cómo había pronunciado su nombre. Había creído leer un mensaje

    oculto en los ojos de él, un intrigante rompecabezas que ansiaba resolver.Debía estar agradecida porque él no fuera a estar allí durante uno o dos días.

    Con todo en su vida un poco patas abajo, le iría mejor no añadir complicaciones conla presencia de Logan, se dijo. Sin embargo, se sintió terriblemente sola.

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    Nº Páginas 25-129

    Capítulo 4

    Diez días después, mientras Shani terminaba su zumo de naranja y una de lasmagdalenas de arándanos que la señora Singh había hecho para desayunar, vio aLogan pasando por delante de una ventana de la cabaña. Fue a abrirle la puerta.

    —Sólo tengo un minuto —informó ella, dándole la espalda para limpiar lamesa—. Tengo que pasarme por la clínica antes de ir a la universidad.

    Al mirarlo por encima del hombro, se dio cuenta de que él la observabafijamente. Se preguntó si se habría abotonado mal la blusa o si no se habría peinadobien.

    —¿Qué tal has estado?

    Shani no lo había visto apenas en los últimos diez días, sólo de lejos. A veces,

    cuando ella salía para la universidad, lo veía en el porche frontal. Por las noches,mientras cenaba, solía verlo por la ventana llegar con su coche.

    Así que le sorprendió tenerlo allí delante esa mañana. Dejó su plato y vaso en ellavavajillas y limpió las migas de la mesa.

    —Estoy bien. Voy a hacer una visita al vampiro esta mañana —señaló Shani,refiriéndose a la enfermera que le sacaba la sangre para las pruebas—. Te llamaránmás tarde con los resultados—añadió, contenta porque aquel análisis de sangre iba aser el último.

    —Hay algo de lo que quiero hablarte.

    —Espero que no sea sobre dejar mi trabajo.

    —Dejaste clara tu postura respecto a eso—replicó él, desviando la mirada.

    Shani fue a agarrar su mochila, pero él la agarró primero.

    —Ya te he dicho que no quiero que lleves cosas pesadas—dijo Logan.

    —Pesa nueve kilos—informó Shani—. Lo pesé en la báscula del baño.

    Shani extendió la mano para que le diera su mochila, pero él no lo hizo. Agarrósu bolso y se dirigió a la salida. Logan la siguió hasta el coche, le abrió la puerta del

    conductor y dejó la mochila en el asiento del copiloto.—No tengo tiempo para charlas ahora mismo. Después de la clínica, he

    quedado con el supervisor de mi tesis—señaló ella.

    Logan se quedó parado junto al coche, casi sin dejarla pasar para sentarse.

    —¿Estás libre para cenar?

    Shani titubeó un momento, esperando que él se apartara de la puerta del coche.Logan no se movió, así que tuvo que restregar su cuerpo contra el de él para poderentrar.

    Pensaba estudiar.

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    —Pediré la cena, y podemos comer aquí. No te quitaré mucho tiempo. Asípodré informarte sobre la prueba de hoy, también—insistió él.

    —Bien —repuso ella, pues tenía demasiada prisa para discutir—. Cena. Seis ymedia.

    Logan dio un paso atrás y cerró la puerta del coche. Shani siguió sintiendo elcalor de su mirada, aun después de haber salido de la finca.

    Cuando Shani llegó a casa después de su clase de organización industrial,agotada y con apenas veinte minutos para prepararse para la cena con Logan,encontró una nota pegada en la puerta de su cabaña. Reconoció la letra de la señoraSingh. El ama de llaves de Logan solía dejarle notas de vez en cuando para hacerlesaber cuándo iba a ir a hacer la compra. Shani escribía su lista de cosas en la parte dedetrás de las notas y las volvía a dejar en la puerta.

    Pero la señora Singh había ido a la compra el día anterior. Echándose la mochilaal hombro, tomó la nota.

    El señor Rafferty llegará tarde. Por favor, espérelo a las siete y media.

    Un poco molesta porque Logan hubiera tenido la última palabra en decidir aqué hora sería la cena, se sintió sin embargo aliviada por tener tiempo para darse unaducha y, tal vez, echar un sueñecito. Entró en la casita y llenó el plato de comida deSeymour . Luego, se desvistió. Se duchó a toda prisa, se puso algo de ropa interior y semetió en la cama.

    Mientras se recostaba bajo las sábanas, pensó por un momento que su cabellomojado humedecería la almohada. Pero la comodidad del colchón y el largo día lehicieron quedarse dormida al instante.

    Soñó que estaba en la universidad, dirigiéndose a su clase de Marketing. Nohabía nadie más en la habitación, y pensó aterrorizada que había llegado tarde.Cuando volvió a mirar, vio que había bebés en todos los pupitres, todos llorando. Al

    frente de la clase, el profesor Maass se había transformado en Logan. Él gritaba sunombre más alto que el llanto de los bebés y golpeaba su mesa de maestro. Ella sedirigía hacia él y le tomaba las manos para que dejara de armar tanto escándalo. Él lamiraba, inclinaba su cabeza y la besaba, tomando su rostro entre las manos… 

    Shani se despertó sobresaltada. Las mantas cayeron al suelo cuando se sentó enla cama. De pronto vio a Logan entrando en la cabaña, con bolsas de plástico en lasmanos. Había estado tan dormida que no lo había oído llamar a la puerta.

    —Saldré enseguida—gritó ella, y cerró la puerta de su dormitorio.

    Tomó aliento. Las imágenes de su sueño aún le rondaban la cabeza. La sacudiópara apartarlas y agarró unos vaqueros y un suéter.

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    Al mirarse al espejo, se dijo que no debía haberse acostado con el pelo mojado,pero consiguió peinárselo más o menos. Poniéndose las zapatillas de andar por casa,salió del dormitorio.

    —Lo siento. Me quedé dormida.

    Logan tenía las mangas de la camisa remangadas, dejando al descubierto susmusculosos brazos. La sensación de tener sus manos en la cara en el sueño había sidotan real que Shani casi podía notar su calor en las mejillas. Se sonrojó al instante.

    Logan le echó un rápido vistazo, haciendo que se sonrojara aún más.

    —¿Estás bien?

    —Sí. Sólo un poco cansada.

    Logan observó el pelo de ella.

    —Lo tienes levantado por aquí.

    Antes de que Shani tuviera tiempo de apartarse, él se acercó y le atusó unaparte de la cabeza, haciendo que las imágenes del sueño se mezclaran con la realidad.

    —Así está mejor—dijo él.

    Shani se dijo que la calidez que percibía en la voz de él era sólo fruto de suimaginación. Cuando Logan apartó la mano, ella sintió una extraña combinación dealivio y disgusto. Enfocó la atención en las bolsas que él había traído.

    —¿Comida china?—preguntó ella.

    —De Madam Fong. Siéntate. Te traeré leche.

    Shani estaba tan hambrienta que no tenía ganas de discutir. Sirvió dos platoshumeantes de pollo a la naranja, carne con brécol y un buen montón de arroz blanco.

    Logan sirvió leche para ella y un vaso de agua con hielo para él, y se sentófrente a Shani.

    —El test dio positivo. Los niveles de hormonas están bien.

    Shani tomó un pedazo de carne con sus palillos.

    —Ahora sólo tenemos que esperar ocho meses más.

    Arianna perdió a su bebé a las seis semanas.A Shani la carne le supo a diablos al recordarlo. Si comenzaba a pensar en las

    posibilidades, se volvería loca.

    Era mejor cambiar de tema, se dijo.

    —En todos los años que conocí a Arianna, nunca me contó cómo os habíaisconocido—comentó ella tras una pausa.

    —No es una gran historia.

    —Eso decía ella. Me gustaría escucharla de todos modos.

    —Su madre era amiga de mi madre.

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    —Pensé que tu madre había muerto cuando eras niño.

    —Cuando tenía siete años —dijo Logan, tocando el pollo con el tenedor, sincomerlo.

    —Debió de ser difícil —opinó Shani, pensando que ella no era capaz de

    imaginar crecer sin la presencia de su madre.—Apenas la recuerdo. Arianna y yo jugábamos juntos de niños pero perdimos

    el contacto. Ella contactó conmigo poco después de que creara Good Sport.

    Shani sabía que Good Sport, una marca diseñadora y fabricante de equiposdeportivos, existía desde hacía doce años. La compañía había estado en sus inicioshacía siete años, cuando ella había conocido a Arianna. Hacía tres años, Logan habíafirmado acuerdos para equipar a NHL y a NFL, y Good Sport había crecidomuchísimo.

    Dos años después de eso. Arianna había muerto. Casi no había disfrutado deléxito de su marido.

    —¿Y tu padre?—preguntó Shani.

    Una ligera expresión de rabia recorrió el rostro de Logan al oír mencionar a supadre.

    —Vive en la zona de la bahía. ¿Tu familia sigue en Iowa?

    —La mayoría de ellos. Mi madre y mi hermana. Mi abuela. Algunos tíos y tías yprimos.

    —¿Se lo has dicho ya a tu madre?—preguntó él.

    Shani negó con la cabeza.

    —Se lo diré el mes que viene. Cuando estemos más seguros.

    —¿Y tu padre?

    —Dejó a mi madre cuando yo tenía doce años —contestó ella, con un resto deamargura que había ido difuminándose a lo largo de los años—. Desde entonces, nohemos vuelto a saber de él.

    —Entonces tenemos eso en común. Padres ausentes —informó Logan, y miró asu alrededor en la cabaña—. Veo que te has instalado bien.

    En el fin de semana, Shani había ido a su apartamento a recoger algunas cosasmás: cojines de colores para el pequeño sofá, la vieja colcha que su abuela habíahecho en los años cincuenta como parte de su ajuar, unas pocas fotos de su madre yhermana. El retrato de Arianna tenía un lugar de honor encima del sofá.

    Shani no había conocido a Arianna de niña, pero al ver esa cara infantil ysonriente, siempre se sentía más animada.

    —Quería sentirme un poco más en mi hogar.

    Logan fijó la mirada en el retrato.

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    —A Arianna siempre le gustó esta cabaña. Cuando ella y yo… Ella solía veniraquí a pasar unas horas sola.

    Shani se entristeció al pensar en la soledad de su amiga.

    —Había algo de lo que querías hablarme—le recordó ella.

    —Antes que nada, quiero que me escuches antes de negarte —señaló él,dejando los palillos chinos.

    —¿Es sobre mi trabajo? Creí que ya lo habíamos hablado.

    —Existe la posibilidad de que vengas a trabajar a Good Sport como becadapagada.

    —¿Haciendo qué?—inquirió ella, incrédula.

    —Tenemos una rama de Good Sport que queremos dedicar a incubar ideas.Clint Ferguson, uno de los analistas de negocios de la unidad, tiene el presupuesto

    para contratar un ayudante, pero aún no ha tenido tiempo para hacerlo.—¿Cuántas horas a la semana?—preguntó ella, sintiéndose intrigada.

    —Veinte, en lugar de las treinta y dos que trabajas ahora. Pero cobrarás más.Además, Clint está llevando a cabo unos estudios muy interesantes que encajaríanmuy bien con tu tesis de doctorado.

    Era una oferta que no podía rechazar, se dijo Shani. Aunque le gustaba eltrabajo en la biblioteca y disfrutaba el tiempo que pasaba en la imprenta, ninguno delos dos trabajos eran tan buenos para su currículo.

    ¿No es una trampa para que deje de trabajar, verdad?—Nunca haría eso—replicó él, mostrándose ofendido.

    ¿Podía confiar en él? Arianna se había quejado tantas veces de las promesasrotas de su marido… ¿Mantendría Logan su palabra?

    Por otra parte, a ella no le gustaba estar tan vinculada a él, no queríaentrometerse en otro aspecto más de la vida de Logan. Vivía bajo su techo, llevaba asus hijos en el vientre e iba a ser empleada por su compañía. ¿Perdería la noción de símisma al estar tan entretejida en la vida de Logan?

    Mientras Shani dudaba, Logan dio un trago a su vaso de agua. La mano letembló ligeramente. Al darse cuenta de que no estaba tan seguro de sí mismo comoparecía, ella se sorprendió.

    —¿No será un poco raro que trabaje para ti?—preguntó ella—. Cuando la gentesepa quién soy, no dejarán de cotillear.

    —La unidad de trabajo de Clint es reducida. Una pequeña oficina en Folsom.Sólo tiene seis empleados. Seguro que habrá rumores, no hay forma de evitarlo. Perotú tienes a tu favor que estás muy cualificada para el puesto.

    Su alabanza no hizo más que aumentar la tentación de aceptar.

    —¿Tú no trabajas en esa oficina?—quiso saber ella.

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    —¿Preferirías que no lo hiciera?

    —Haría las cosas más fáciles para mí —repuso Shani, pensando que no legustaba sentir esa confusa mezcla de emociones cuando estaba al lado de Logan.

    —Organizaré las reuniones para cuando tú no estés allí —replicó él, sin sentirse

    ofendido.—Entonces, acepto la oferta. Seguro que disfrutaré con el trabajo.

    Logan se levantó de pronto de la silla, con su plato en la mano.

    —Le dije a Clint que empezarías el lunes.

    —Ni siquiera sabías si iba a aceptar el trabajo.

    —¿Tienes problema con empezar el lunes?

    —Primero tengo que avisar que dejo los trabajos que tengo ahora.

    Logan echó las sobras de su comida en la basura.—El presidente de la universidad es conocido mío. Estoy seguro de que no

    pasará nada si avisas a la biblioteca sin mucha antelación. Puedes trabajar unasemana más en la imprenta si es necesario. Notificaré a Clint que debe ajustar tuhorario a eso.

    —Esto no es justo —opinó ella, sintiendo que la comida le había caído muypesada en el estómago.

    —¿El qué?

    No deberías estar organizándome la vida. Tengo cerebro. Puedo pensar estascosas yo sola.

    —¿Puedes empezar el trabajo el lunes o no? —volvió a preguntar él, tras retirarel plato vacío de Shani.

    —Tengo que hablar con mi supervisor en la biblioteca. Mientras, no quiero queme organices ninguna reunión con nadie.

    Logan cerró las bolsas de comida para llevar.

    —Te dejo esto aquí.

    Te ayudo a recoger—

    se ofreció ella, comenzando a levantarse.—No. Yo lo haré.

    Shani volvió a sentarse. En cinco minutos, él guardó las bolsas en la nevera,puso los platos en el lavavajillas y limpió la mesa. Luego, se dirigió a la puerta y allítitubeó un momento, como si le quedara algo más por decir. Ella se preguntó siquerría disculparse.

    Pero Logan salió de la casita sin decir palabra, dejando a Shani sin saber quépensar.

    * * *

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    Al salir de la cabaña, Logan se sintió demasiado agitado como para irse a casa.Así que caminó hacia un grupo de árboles que había en la parte trasera. Se detuvo

     junto a un roble y miró una rama sobre él. Pensó que estaba a la altura perfecta paracolgar un columpio. La primera vez que había visitado la casa y había examinado elpequeño bosque de la parte de detrás, aquel árbol le había parecido como unafantasía de su niñez. Podía ver allí el columpio, imaginar a su hijo o hija jugando enél.

    Se apoyó en el tronco del roble, con sus caros zapatos haciendo crujir las hojassecas del suelo y la corteza dura del árbol rozándole la espalda a través de la camisa.Había sido un día muy veraniego para estar a mediados de octubre, pero se habíaenfriado al atardecer. El aire de la noche le puso la piel de gallina. Sin embargo,agradeció el fresco y deseó que hiciera más frío aún. En aquel momento, le encantaríaque nevara, algo muy poco probable en octubre en el área de Sacramento.

    Se había comportado como un burro con Shani, diciéndole todo el tiempo lo

    que tenía que hacer y lo que no, como si ella no tuviera cerebro para pensar por símisma. Había actuado como solía hacerlo su padre, tratando a las mujeres como sifueran objetos descerebrados. A Colin Rafferty le habían gustado las mujeres bonitasy complacientes.

    Logan había jurado que nunca sería como su querido padre. Pero se habíacasado con Arianna, una mujer tan complaciente que a veces había sentido deseos desacudirla por los hombros para hacerla reaccionar. Le diera lo que le diera, unainvitación a salir de noche, una joya o una casa, ella siempre había dicho que eraperfecto, justo lo que quería. Aunque nada de lo que le había dado parecía haberla

    hecho feliz.Shani no tenía nada de complaciente. Dudó que ella le dejara tener que adivinar

    lo que quería, como tantas veces había tenido que hacer con Arianna. Si no fueraporque sabía que el trabajo que le había ofrecido a Shani era irresistible, ella lohubiera rechazado. Si le fuera a hacer un regalo por su cumpleaños, sería mejor quese asegurara de conocer sus gustos primero. Lo mismo tendría que hacer si la tocara,si se acostara con ella.

    Logan se apartó del árbol y comenzó a caminar por el bosque, tratando desacarse esa idea de la cabeza. Los últimos días había estado intentando apartarse deShani para darse la oportunidad de olvidar las fantasías que había tenido con ella.Podía tratar de controlar su mente consciente para no pensar en cómo se sentiríateniéndola entre sus brazos o en los sonidos que ella haría si la acariciaba. Pero nopodía controlar sus sueños. Durante la noche, la creatividad de su menteinconsciente no tenía límites.

    En su matrimonio, nunca había mirado a otra mujer. Shani incluida. El sexo conArianna había sido satisfactorio aunque no espectacular. Sin embargo, nunca habríatraicionado a su esposa. Tras la muerte de Arianna había tenido muy pocasrelaciones físicas con mujeres. Primero por el sentimiento de culpa y de tristeza,después porque se había volcado en el trabajo para no pensar en otras necesidades.

    Todo el tiempo que llevaba sin estar con una mujer debía de ser la razón por laque Shani lo intrigaba tanto. Vivía tan cerca, además, y había aceptado el íntimo acto

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    de llevar sus hijos dentro. Tenía sentido que la línea entre la realidad y la fantasíasexual se hubiera difuminado tanto en su cabeza.

     Junto a la cerca de su finca, pudo ver la parte de detrás de la cabaña. Las lucesdel dormitorio estaban encendidas y pudo ver una sombra cruzando por la

    habitación. A pesar de que no quería hacerlo, la imaginó preparándose paraacostarse, desnudándose, quitándose la enorme camiseta que le había visto puestaaquel día en el apartamento de ella.

    Aunque aquella camiseta no parecía ser su ropa de dormir habitual. Durante lassemanas que Shani llevaba viviendo en la cabaña, la señora Singh había estadohaciéndole la colada. Él había visto en el cuarto de la lavadora unos pequeñospedazos de ropa interior de colores. Al imaginarse a Shani con aquellas ropasdiminutas de encaje y satén, un cúmulo de imágenes pornográficas le asaltaron lamente.

    Sintiéndose como un pervertido, Logan continuó caminando, rodeando lacabaña para dirigirse a su casa. Se había llevado del trabajo un montón de cosas paraleer: un manual sobre política de seguridad informática, un informe derecomendaciones para las pagas de Navidad, un prospecto sobre una posibleadquisición. Justo lo que necesitaba para mantener la cabeza bien centrada.

    Sin embargo, después, mientras luchaba por mantenerse despierto ojeandopáginas sobre tecnología, el rostro de Shani no dejaba de aparecérsele. Su suavesonrisa, ese rizo de su cabello que le había quitado de la cara en la clínica, unaimaginaria invitación en sus cálidos ojos marrones…  Le resultaba imposibleconcentrarse.

    Al final, lanzó lo que estaba leyendo al suelo, frustrado, y se fue a dar unaducha fría.

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    Capítulo 5

    Después de la noche que le había hecho la oferta de trabajo y de su discusión,Shani volvió a ver a Logan sólo de pasada. Debía estar contenta porque él semantuviera alejado de su vida, se dijo. Pero aquella noche también había disfrutadode su compañía y lo había conocido un poco mejor.

    Mucho más a menudo veía a la enfermera que Logan había contratado paraponerle las inyecciones durante su primer trimestre de embarazo. Logan siempre sehabía ido cuando ella salía de casa por la mañana y por la noche, él nunca llegabacon su coche antes de las siete y media o las ocho. Ella esperó que, tal vez, iría avisitarla a la cabaña pero él nunca miró ni siquiera en su dirección.

    No tenía sentido pero se sentía sola. Habían acordado que su relación no iríamás allá del contrato como madre de alquiler. Sin embargo, con el largo camino que

    aún tenían por delante con el embarazo, parecía adecuado que encontraran un modode llevarse bien.

    Shani había podido dar por terminado su compromiso con la biblioteca y con laimprenta sin problemas. En ambos casos, dejó los trabajos de forma amistosa y sepreguntó si Logan habría intervenido de alguna manera. Aunque tuvo querecordarse que en ninguno de los dos trabajos era indispensable. Sin duda, habríamuchos estudiantes deseando ocupar su puesto.

    En su primer día en MiniSport, como se llamaba la pequeña unidad deinvestigación y desarrollo de Good Sport, estuvo llenado formularios, presentándose

    para un examen físico que era requerido para el puesto y escuchando lasorientaciones de su jefe durante una hora. El segundo día, estaba deseando ponerse atrabajar. Pero cuando llegó el martes, se encontró con una pila de papeles en su mesay una nota de Clint que le pedía que los leyera para familiarizarse con los trabajosque la unidad estaba desarrollando.

    Shani hizo lo que pudo, revisando aquellos documentos, sin dejar de mirar alreloj. Tenía una cita a las once y media para una ecografía y estaba hecha un flan alpensar que vería por primera vez a los bebés.

    Había pensado que Logan querría estar allí. Le había enviado un correo

    electrónico, recordándole la hora de la cita, pero él aún no le había respondido. Ladoctora Conners sin duda imprimiría copias de las imágenes de la ecografía. Shanipodría llevárselas a Logan para que las viera.

    Pero él debía estar allí, para experimentar en directo la excitación de ver a suprogenie por primera vez.

    Quizá se había olvidado. Lo llamaría, le recordaría la hora. Pero cuando marcóel número de teléfono del despacho de Logan, su secretaria le dijo que había salidode la oficina.

    En un último esfuerzo, volvió a enviarle un correo electrónico. Entonces, justo

    antes de apagar su ordenador, a las once, le llegó la respuesta de Logan, entre un

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    montón de correo basura y mensajes para los nuevos empleados, enviados desde eldepartamento de recursos humanos. Era un mensaje breve y dulce:

    Nos vemos en la clínica para la ecografía.

    Logan estaba allí esperándola, dando vueltas en la entrada de la clínica. CuandoShani lo vio, sintió una ráfaga inexplicable de alegría. No entendió por qué y pensóque quizá se debía a la vida que estaba creciendo dentro de ella.

    —¿Cómo has estado?—preguntó Logan mientras la acompañaba a entrar.

    —Cansada a veces, pero muy bien.

    Shani se registró en la entrada. Se sentó en una silla, junto a otras dos mujeresque esperaban con sus maridos.

    Logan permaneció de pie.

    —Casi no vengo.

    —Pensé que querías involucrarte en el embarazo —comentó ella, mirándolosorprendida.

    —Así es —repuso él, pasándose los dedos por el pelo—. Pero así es como nosenteramos. Aquella vez, con Arianna, después de que el test diera positivo. Elmédico hizo la ecografía y descubrimos… 

    —Que Arianna había perdido el bebé —terminó la frase Shani, sintiendo un

    nudo en el estómago.—Le hicieron otro test de embarazo para asegurarse —explicó él, y negó con la

    cabeza—. Arianna se lo tomó muy mal.

    —Lo sé—repuso Shani.

    —Yo aún no lo he olvidado. Todos esos años, nunca te vi, pero sé que mi mujery tú seguíais siendo amigas. Te estoy agradecido por ello. Al menos tú sabías cómoconsolarla.

    —Estoy segura de que lo intentaste —replicó Shani, para ser correcta, aunque

    Arianna le había contado que su esposo se había comportado como si el aborto nohubiera sido gran problema para él.

    A pesar de ello, su inquietud, su tensión, su incapacidad para relajarseparecieron demostrar lo contrario. Shani le tomó la mano.

    —Va a salir bien. Créeme, aún me siento muy embarazada.

    —¿Cómo lo sabes?—preguntó él, mirándola a los ojos.

    —Por el cansancio, por las náuseas mañaneras. Esta mañana, el desayuno medio un poco de asco. Y, además, hay otro síntoma más obvio… —comenzó a decirShani, y se interrumpió, sin estar segura de si quería compartirlo con Logan.

    —¿Qué?

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    Ella se sonrojó. Bajó el tono de voz, mirando a las otras personas que había en lahabitación.

    —Me duelen—le confió, señalando hacia sus pechos—. Y me han crecido.

    Aquello había sido lo único que le había gustado a Devon de su embarazo, que

    sus minúsculos pechos se hubieran hinchado en unas pocas semanas. Le habíancrecido aún más poco antes de nacer el bebé. Pero Devon ya no había estado con ellapor entonces.

    Shani no pudo culpar a Logan cuando él le miró los pechos. Sin querer, lo habíaincitado. Pero, al notar sus ojos posados en ellos, sintió llena de pudor que se leendurecían los pezones. Se dijo que era sólo porque estaba avergonzada ante elescrutinio de Logan. Pero el cosquilleo que le recorrió el cuerpo no tenía nada quever con la vergüenza. Por suerte, el suéter que se había puesto por la mañana ocultósu reacción.

    Cuando la enfermera de la doctora Conners llamó a Shani, Logan apartó lamirada de ella. Shani siguió a la enfermera a la sala de exámenes. Logan se reuniríacon ellas en unos minutos.

    La enfermera le tendió un paño de papel azul.

    —Quítese todo de cintura para abajo, por favor.

    Aunque le habían advertido de que la primera ecografía utilizaría un visorinterno, el calor se le subió a las mejillas al pensar que estaría desnuda con Logan enla habitación. Sabía que él estaría en la cabecera de la camilla y que no vería nada queno debiera. Sin duda, tendría la mirada fija en el monitor que había en la pared, y no

    en ella. Pero un alocado cúmulo de emociones la poseyó al caer en la cuenta de loíntimo del examen médico.

    Después de quitarse la falda, las medias y la ropa interior, Shani se subió a lacamilla y se tapó las piernas con el paño de papel. Se recostó, intentando calmar susnervios. Pocos minutos después, la doctora entró con Logan.

    Él la miró primero a la cara, luego hacia el paño azul que le cubría las piernas y,entonces, hacia el monitor. Se sonrojó también, y Shani pensó que debía de sentirsetan incómodo como ella con la situación. No quería que él se sintiera mal, no queríaque su primera visión de los bebés ocurriera en un ambiente embarazoso.

    Recordó por lo que Logan había pasado con Arianna y pensó en lo difícil quehabría sido para él. Dejando de lado su propia incomodidad, lo tomó de la mano.

    —Estará bien, Logan. Te