revista andes del sur nº 1

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REVISTA ANDES DEL SUR Nº 1 2010 ARTICULOS Pedro Riffo A. Los volcanes en la historia de la Araucanía Iván Inostroza C. La civilización agrominera y comercial Mapuche, siglo xvi Jorge Pinto R. Empresarios agrícolas en una economía emergente. La Araucanía, 1900- 1940 FUENTES DOCUMENTALES Sergio Villalobos R. “Dr. Leighton Diario de la expedición militar al territorio indio en 1822. Jorge Riquelme P. Reproducción facsimilar de: Revista Tierra del Sur 19ª edición,1943. Correspondiente al Departamento de Traiguén.

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Revista Andes del Sur Nº 1

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Page 1: Revista Andes del Sur Nº 1

REVISTA ANDES DEL SUR Nº 1 2010 ARTICULOS Pedro Riffo A. Los volcanes en la historia de la Araucanía Iván Inostroza C. La civilización agrominera y comercial Mapuche, siglo xvi

Jorge Pinto R. Empresarios agrícolas en una economía emergente. La Araucanía, 1900-1940 FUENTES DOCUMENTALES Sergio Villalobos R. “Dr. Leighton Diario de la expedición militar al territorio indio en 1822. Jorge Riquelme P. Reproducción facsimilar de: Revista Tierra del Sur 19ª edición,1943. Correspondiente al Departamento de Traiguén.

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LOS VOLCANES EN LA HISTORIA DE “LA ARAUCANIA”

Pedro Riffo Artega Ex Profesor de Geografía

Universidad de La Frontera

Introducción.-

Por su posición geográfica en el extremo suroccidental de Sudamérica (zona

de convergencia de placas tectónicas), Chile es uno de los países con los más altos

índices de actividad sísmica y volcánica del globo, por formar parte, entre otras

cosas, del Círculo de Fuego del Pacífico. Miles de volcanes encontramos tanto en

los Andes continentales como antárticos. De los aproximadamente 500 volcanes

activos del planeta, 56 de ellos están en Chile representando un 10% del total. Es

más, la mayoría de esos volcanes se concentra entre Santiago y el extremo sur de

la Región de Los Lagos que es, a su vez, la región que concentra el más alto

porcentaje de la población chilena. Las estadísticas señalan que en Chile existen

unos 2.000 volcanes y más de 5.000 cráteres (recordemos que no siempre el

material sale por el cono principal), por ello es que hay autores que señalan que en

el país se ha detectado la presencia de alrededor de 5 mil volcanes.

“La Araucanía”, ubicada casi en el centro de esta área, presenta, además,

otra interesante particularidad: de los tres volcanes con mayor frecuencia de

erupciones en Sudamérica, dos están en ella: el Llaima y el Villarrica (el otro es el

Sangay, de Ecuador).

Bueno es recordar, por lo anterior, la importancia de estos edificios

naturales en la historia regional cuyo aporte a la economía no ha sido aún bien

valorado y casi siempre se consideran más como enemigos del hombre, cuando la

verdad es que con un buen conocimiento de su comportamiento y una mejor

planificación territorial éste puede y debe convivir armónicamente con ellos.

Mucho se ha estudiado y escrito sobre los volcanes araucanos. En las

páginas siguientes no haremos sino repetir algunos conceptos sobre ellos; reseñar

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algunos eventos que nos parecen los más relevantes y señalar algunas

consideraciones elementales que se deben tener en cuenta para prevenir algunas

dificultades que las erupciones (un fenómeno absolutamente normal de la

naturaleza) pudieran provocar a quienes viven en sus alrededores o visitan sus

dominios en busca de la paz y tranquilidad tan esquiva en los centros urbanos sean

estos regionales, nacionales o mundiales.

ALGUNOS CONCEPTOS BASICOS.- Al hablar de volcanes bueno es recordar

algunos conceptos básicos relacionados con ellos y su actividad. Así, de manera

muy simple, podemos definir un volcán como una fisura o grieta de la corteza

terrestre a través de la cual ascienden masas rocosas en fusión (magmas) y gases

procedentes de zonas profundas de nuestro planeta, y que liberan grandes

cantidades de energía térmica y cinética. El magma, como se señaló, es una roca

fundida a una temperatura de 900° y 1.400 ° C que se genera en el manto

superior, en profundidades variables de 60 a 300 km.

Otro concepto es el que se refiere a la actividad volcánica, entendiéndose

como tal a manifestación térmica visible en la superficie de la tierra, ligada a un

proceso magmático, en tanto que se entiende por volcán activo a aquel que haya

registrado erupciones históricas (otros prefieren que hayan tenido erupciones en

los últimos 10 mil años...) y volcán dormido se considera a aquel que ha tenido

violentas erupciones en tiempos históricos, pero que hoy se encuentra en completo

reposo. No faltan, además, quienes hablan de volcanes extintos o apagados para

definir aquellos volcanes semidestruídos por la acción de los agentes atmosféricos.

Pero lo peor que se puede hacer es pensar que un volcán se ha apagado. Puede

estar inactivo a escala humana, pero a escala geológica es preferible pensar que

sólo está dormido. Algunos casos son ilustrativos: el Pinatubo, en Filipinas,

despertó después de 600 años y el Hudson, en Aysén, lo hizo después de 300 años (

primero en 1971 y 73 y recientemente en 1991.)

Muchos volcanes en el mundo mantienen un penacho intermitente de

“humo”, como el caso de algunos volcanes de La Araucanía. Se trata de actividad

fumarólica, que se puede definir simplemente como al escape de los gases;

principalmente vapor de agua, llamada también fase gaseosa.

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TIPOS DE VOLCANES.- Según el material que los componen, a los volcanes los

podemos agrupar esencialmente en tres grupos:

1° Volcanes formados por lava, que si es fluida formará volcanes en escudo, como

los de Hawaii y si es viscosa originará domos volcánicos (verdaderas cúpulas

naturales) como el Llaima, el Villarrica o Lonquimay.

2° Volcanes formados por piroclastos, llamados conos de piroclastos, como los

volcanes de Caburgua o el Navidad. Algunos volcanes presentan sólo un cráter

rodeado por un anillo de piroclastos, sin formar un relieve importante. Se

denominan maares, como las lagunas Redonda y El Reloj, ubicadas cerca de la

ribera izquierda del río Allipén, al suroriente de Los Laureles.

3° Volcanes formados por lavas y piroclastos, a los que se denominan

estratovolcanes, a los que se puede definir como aquellos volcanes compuestos por

una secuencia de lavas y piroclastos, entre los que podemos citar nuestros Llaima,

Villarrica, Lanín o Lonquimay.

MATERIALES Y DEPOSITOS VOLCANICOS.- Los materiales volcánicos más

abundantes son los que indicamos a continuación:

a.- Lavas.- La lava es el material rocoso fundido emitido a través de fisuras y que

interiormente recibe el nombre de magma. Fluye por gravedad a temperaturas

que va desde los 900° a 1.400° C. Algunas son muy fluidas (casi lisas) llamadas

también pahoehoe, típicas de los volcanes de Hawaii. Las hay moderadamente

fluidas, rugosas, también llamadas “aa” , como las de los volcanes Llaima o

Villarrica y las lavas de bloques, que constituyen hacinamientos de bloques

pulidos, con aristas filudas y que son típicas de los volcanes Lanín y Quetrupillán.

b.- Piroclastos.- Son los fragmentos rocosos fundidos o sólidos lanzados a la

atmósfera por los volcanes en erupciones explosivas. Según su tamaño se clasifican

en ceniza, lapilli y bombas.

Depósitos piroclásticos son los que construyen conos de piroclastos como los

del lago Caburgua o el Navidad, ya citados. Un depósito muy especial es el llamado

flujo piroclástico, que es una nube incandescente llamada también “nube ardiente”

y que cae generalmente en forma radial en el volcán. De alta velocidad (300 y 360

km/h) y alta temperatura (la mínima es de 400 ° C) es capaz de carbonizar o

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calcinas toda la materia orgánica que encuentre a su paso. Cuando el depósito

abarca una superficie mayor a un kilómetro cuadrado se le denomina ignimbrita.

PROCESOS ASOCIADOS A LA ACTIVIDAD VOLCANICA.- Uno de los

procesos más espectaculares y peligrosos asociados a la actividad volcánica son los

lahares, definidos como rápidas corrientes mixtas de restos de rocas movilizadas

por el agua originada por derretimiento de la nieve acumulada en las pendientes

de los volcanes. Su alto contenido de agua produce una gran fuerza, alta densidad

y alta velocidad. Se ha estimado que la velocidad media de un lahar es de unos 80

km. por hora.

Cuando una parte de la estructura volcánica se desliza hablamos de

avalanchas volcánicas, cuyo depósito es similar al de un derrumbe, pero monolítico

(rocas del volcán) y de clastos angulosos.

IMPORTANCIA DEL VOLCANISMO.- El volcanismo como fenómeno geológico

desempeña un destacado papel en la dinámica de la corteza terrestre y la vida que

en el planeta se desarrolla. Podemos destacar los siguientes puntos:

1.- Es causa fundamental en la expansión de los fondos oceánicos y en la formación

de grandes cordilleras submarinas.

2.- Contribuye al desplazamiento de las “placas” tectónicas.

3.- Ha dado origen a importantes depósitos minerales en el mundo.

4.- La atmósfera e hidrosfera se han originado a partir del vapor de agua y de los

gases exhalados por los volcanes.

5.- Aguas termales, lagos y bellos conos contribuyen a mejorar la belleza escénica y,

por lo tanto, al bienestar del hombre.

SIGNOS PREVIOS A UNA ERUPCION

Está claro que la ciencia está lejos todavía de predecir algunos de los

fenómenos naturales más recurrentes del planeta, como terremotos y erupciones.

Sin embargo, con el cuidadoso registro de algunos fenómenos previos podemos

acercarnos a un “pronóstico” más o menos confiable. Algunos de esos signos

previos son:

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1.- Temblores locales.

2.- Ruidos subterráneos.

3.- Derretimiento de hielo y nieve fuera de época.

4.- Aumento de la actividad fumarólica y cambios en el color de las emisiones,

tanto gaseosas como de material sólido.

5.- Aumento en la temperatura del agua de los esteros adyacentes al volcán.

6.- Comportamiento anormal de aves y animales en áreas vecinas.

VOLCANES ACTIVOS DE “LA ARAUCANIA”

En la IX Región de “La Araucanía” se consideran activos a los siguientes

volcanes:

A.- Tolguaca; B.- Lonquimay; C.- Llaima; D.- Villarrica y E.- Quetrupillán. En las

próximas páginas intentaremos entregar una síntesis de las principales erupciones

volcánicas registradas en la región y los impactos que han tenido en sus respectivos

ambientes, recordando que son muchos los volcanes dormidos (incluidos decenas de

conos de piroclastos) que están dispersos en los ambientes andinos y preandinos de “La

Araucanía”, incluso en la propia Depresión Intermedia, como los maares Laguna

Redonda y El Reloj ya citados.

A.- VOLCAN TOLGUACA.- 38°19´ S. – 71°40´ W. Altitud: 2.806 m.

Topónimo.- De “thol”= frente y “huaca”= vaca FRENTE DE VACA.

Se trata de un estratovolcán compuesto conformado por tres cráteres principales,

parcialmente erosionado con algunos centros eruptivos parásitos. Presenta algunas

coladas de lavas frescas que probablemente hayan escurrido en tiempos históricos,

aunque no se tiene registro de ellas.

El volcán se ubica en el frente occidental de los Andes, en el límite con la VIII

Región a unos125 km de Temuco y unos 45 al noreste de Curacautín. Es, junto a la

laguna y saltos del Malleco uno de los principales atractivos naturales del Parque

Nacional del mismo nombre. En sus proximidades se encuentran las Termas de

Tolguaca (o Tolhuaca, al igual que el volcán).

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Actividad histórica.- No hay registro de erupciones. Presenta, sin embargo,

actividad fumarólica en las proximidades de su cumbre noroccidental.

B.- VOLCAN LONQUIMAY.- 38° 22´30´´ S – 71°35´30´´ W. Altitud: 2.865 m.

Topónimo.- De “logcún” = estar tupido y “mahuida” = monte. MONTE TUPIDO.

Se trata de un estratovolcán mixto, formado por sucesivas emisiones de lava y

piroclásticos al que por su forma de cono truncado los lugareños denominan “Mocho”.

Su cráter tiene un diámetro de 700 metros y se ha formado esencialmente durante los

últimos 10.000 años. Se ubica, en línea recta, 118 km al noreste de Temuco y 35 km al

noreste de Curacautín. Las localidades pobladas más cercanas son Malalcahuello, 10 km

al sur y Lonquimay (o Villa Portales), 20 km al este. Es el principal atractivo natural de

la Reserva Nacional Malalcahuello-Nalcas.

Actividad histórica.- Confusa , por decir lo menos, es la historia eruptiva del

volcán, a lo mejor por lo tardío de la ocupación del territorio. Recordemos que Temuco

sólo se fundó en febrero de 1881 y cronistas como Valderrama (1927) ni lo mencionan

y Solano Asta-Buruaga (1899) dice textualmente de él: “Se halla en medio de altas

sierras, y no hay memoria de su actividad volcánica”.

Sin embargo se han recopilado algunos antecedentes de sus erupciones, aunque

algunas nos pueden merecer ciertos reparos. Su historia eruptiva sería la siguiente:

1853 En el mes de febrero se producen fuertes explosiones, con proyección de material

piroclástico y derrames de lava.

1887 (24 de junio) – 1889 (diciembre).- Violento ciclo eruptivo que duró más de 2 años

y que provocó grandes derrames de lava y material piroclástico.

1933 (04 de enero).- Erupción de piroclastos.

1944 (febrero).- Erupción de piroclastos.

1988-1989.- Violenta erupción de piroclastos y grandes derrames de lava en un nuevo

cono parásito del Lonquimay, bautizado como volcán Navidad.

B) VOLCAN NAVIDAD.- 38°21´ S – 71°33´W. Altura: 200 m.

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El 25 de diciembre de 1988 las autoridades fueron alertadas que en el

volcán Lonquimay se había iniciado un nuevo y violento ciclo eruptivo, el que

había estado precedido desde comienzos de ese mes de una crisis sísmica que llegó

a registrar hasta 200 eventos entre los días 22 y 25. Con apoyo de la Intendencia de

La Araucanía y el Club Aéreo de Temuco iniciamos una hora después un

reconocimiento aéreo al área comprobando que efectivamente se trataba de una

violenta erupción, pero ésta se había iniciado en un pequeño cráter ubicado a 3.5

km al noreste de su cima, sobre la fisura activa durante el ciclo eruptivo 1887-89.

Una columna de gases volcánicos y cenizas se elevaba hasta una altura de 5.000

metros. Simultáneamente un intenso bombardeo de fragmentos mayores ocurría

en torno al nuevo cráter. Posteriormente tres nuevos cráteres en la misma fisura

entran en erupción.

El punto máximo de este ciclo se alcanzó el día 27 de diciembre cuando el

cráter e incipiente cono de piroclastos en formación ya había sido bautizado

Navidad. Alrededor del mediodía comienza a fluir lava viscosa (tipo bloques) hacia

el norte y noreste, situación que seguiría durante todo el año siguiente generándose

los ríos de lava designados como frente Laguna Verde, el primero y frente de

Lolco, el segundo. Este último fue el que alcanzó una extensión aproximada a los

11 km y una altura, en su extremo, de 60 metros.

En los meses siguientes comenzaron a insinuarse dos pequeños conitos que

finalmente formarían el volcán Navidad y que hoy se alza sobre los 200 metros de

alto en el flanco ya señalado del volcán Lonquimay.

Desde un comienzo la pluma de gases y cenizas volcánicas siguieron la

dirección de los vientos predominantes (weste-surweste) afectando seriamente los

valles de Lolco y Lonquimay, situación que obligaría a la evacuación de la

población más frágil: los niños hacia ciudades seguras ubicadas al occidente de la

precordillera. (Pluma se denomina a la dispersión de los gases y cenizas que realiza

el viento a partir de la columna de erupción).

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Consecuencias del ciclo eruptivo.- El largo ciclo eruptivo del Navidad tuvo

consecuencias muy importantes que se pueden medir en dos aspectos: uno

científico y otro socio-económico y ecológico. Por primera vez en Chile tuvimos la

oportunidad de observar, medir y analizar el nacimiento de un volcán (en este caso

un cono de piroclastos), hecho que todavía se está evaluando y cuyos estudios serán

de gran valor ante próximos eventos de igual o parecidas características. Lo

anterior cobra mayor interés pues la erupción afectó principalmente a una de las

comunas más extensas de la región (comuna de Lonquimay, capital Villa Portales)

. Su población total es de 9.099 habitantes, de los cuales 6.048 son rurales. El

problema se agravó, además por el hecho de los cuales 2.400 son mapuche

distribuidos en 10 comunidades. De ellas, las más afectadas fueron las ubicadas

inmediatamente al oriente y nororiente del Navidad: las del valle del Naranjo o

Portales.

Impacto ambiental.- El largo ciclo eruptivo del volcán Navidad provocó

serios deterioros en los ecosistemas del área, los que podemos resumir de la

siguiente manera:

1.- Problemas de contaminación.- El polvo o ceniza volcánica en suspensión afectó

la vida animal, humana y vegetal, tanto por sus componentes químicos como por

su estructura física. (la ceniza volcánica está compuesta de partículas escoriáceas

muy irregulares, de puntas agudas altamente abrasivas. También tiene, aunque en

menor proporción, fragmentos de cristales). Informes médicos señalaron graves

daños orgánicos en humanos que lesionaron principalmente el sistema nervioso

central atribuidos presumiblemente a las emanaciones volcánicas. Ello obligó, en

julio de 1989, a evacuar los escolares de los sectores Mallín del Treile, El Naranjo y

el poblado de Villa Portales.

La ingesta de pastos cubiertos por ceniza volcánica causó la muerte de unos

10 mil animales, entre bovinos, caprinos, ovinos y equinos, además de aves de

corral. La mayor causa de muerte fue por osteofluorosis y daños internos

múltiples, por el alto contenido en fluor soluble que presentaron las cenizas. En la

salud humana los problemas mayores fueron conjuntivitis irritativas, afecciones a

las vías respiratorias, problemas digestivos y alteraciones al sistema nervioso

central. En total unas 9.000 personas resultaron afectadas.

Page 10: Revista Andes del Sur Nº 1

Otros daños irreversibles afectaron la vegetación, donde 100.000 hectáreas

de praderas y bosques fueron afectadas y otras 1.000 quedaron cubiertas por el

flujo de lava de Lolco.

Las aguas de los reservorios abiertos aumentaron su turbidez y elevaron sus

contenidos de cloruros y sulfatos, lo que motivó a los científicos a recomendar

abstenerse de consumir las aguas provenientes de dichos reservorios,

especialmente los de los ríos Lolco, Naranjo o Portales y Lonquimay. El agua que

escurrió por debajo de la lava reaparecía con temperaturas superiores a los 40° C,

afectando las raíces de los árboles, arbustos y pastizales existentes en la veranada

del sector.

2.- Cambios topográficos.- Finalmente la erupción originó importantes cambios en

la morfología del sector, como indicamos a continuación.

1°) Se formó un nuevo cono adventicio que alcanzó una altura de 200 metros y un

ancho basal de 1.000 metros.

2°) Creó un río de lava que cubrió el valle del Lolco en 10 km y un ancho medio

estimado en 600 metros.

3°) Se formaron algunos pequeños lagos de barrera volcánica en la veranada El

Escorial, de la Reserva Nacional Nalcas, donde se represaron algunos pequeños

esteros del sector.

La actividad sísmica.- La sismicidad asociada a la erupción del Navidad

resultó vital para, primero localizar el área de la erupción y luego alertar a la

población para ayudarlos a prevenir daños mayores. Los sismos afectaron a

personas que vivían en un radio no superior a los 60 km. de la zona y donde

Malalcahuello resultó la localidad más próxima. Las intensidades no superaron

los 5 grados de la Escala Modificada de Mercalli, pero causaron daños menores en

las viviendas y mucho pánico en la población.

C.- VOLCAN LLAIMA.-38°41´30´´S – 71°44´W. Altitud: 3.125 m. Edad: 14.000

años.

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Topónimo: Yaima = Zanja (abra, vena)

Otros nombres: Yaima, Llaimas, Llaymas, Imperial, Chayll, Chañel, Aliante y

Anónimo.

El Llaima es uno de los volcanes más voluminosos de los Andes del Sur.

Cubre un área de 500 km. cuadrados y un volumen de 400 km. cúbicos. Se trata de

un estratovolcán compuesto rodeado de 40 conos parásitos. .Presenta dos cimas:

la principal, al norte, cuya altura alcanza a los 3.125 m mientras que la meridional

alcanza los 2.920 m. Se localiza unos 80 km. al este de Temuco y es el principal

atractivo natural del Parque Nacional Conguillío. Los centros poblados inmediatos

son Melipeuco al sur; Cherquenco al weste y Curacautín, al norte.

Los principales ríos que se generan en sus faldas son el Trufultruful, que

corre hacia el sureste y forma con el Zahuelhue el Allipén (cuenca del Toltén); el

Calbuco, que corre hacia el weste para unirse cerca de Cherquenco al Quepe, que

nace en la laguna del mismo nombre ubicada en las faldas noroccidentales del

volcán. También se origina el río Captrén, emisario de la laguna del mismo

nombre ubicada en las faldas nororientales del Llaima y que en las proximidades

de Curacautín vaciará sus aguas al río Cautín para integrarse así a la cuenca

hidrográfica del Imperial.

Page 12: Revista Andes del Sur Nº 1

Actividad histórica.-

1640.- El Llaima tiene registro histórico de su actividad a partir del año 1640, cuando

cronistas le atribuyen una gran erupción que habría ocurrido en el mes de febrero.

1751 – 1862 a 1866.- Otros registros señalan erupciones los años 1751 y entre 1862 y

1866 cuando según Solano Asta-Buruaga (op.cit.) el volcán “dio varias veces muestras

de actividad, notándose una erupción en 1864 por la elevada columna de vapores que

exhalaba...”.

1872 a 1887 - 1927.- Otras erupciones importantes ocurrieron en 1872, 1876, 1883 y

1887.

Sin embargo una erupción ocurrida en 1927 ha llamado poderosamente la atención pues

una colada de lava que se dirigió hacia las faldas orientales habría creado un lago de

barrera volcánica hoy conocido con el nombre de Arco Iris. La erupción se habría

generado en un cono parásito del Llaima y cesó el 5 de diciembre de ese año.

1941 a 1957.- Luego de las erupciones registradas para los años 1941, 1944, 1945-

47 y 1949, queremos destacar el ciclo eruptivo 1955-56-57, el más violento del siglo

que recién termina.

La actividad se inicia el 23 de octubre de 1955. En Temuco, el Diario Austral

titulaba: “EN VIOLENTA ERUPCION ESTALLO EL VOLCAN LLAIMA”

agregando que tuvo corta duración y no causó daños de consideración. Los

habitantes de los alrededores recordaban con temor la erupción que había asolado

la región 10 años antes (15 de abril de 1945). Según relatos de la época la erupción

se inició a las 04:30 horas cuando un testigo relató que “una columna de humo

tomó forma de hongo, saliendo por el cráter grande del volcán. La lava candente

derritió la nieve levantando olas de vapor, entonces soplaba puelche y éste

desplazaba las masas de humo y cenizas al N.E. hacia Cherquenco. La masa mayor

de lava caía por la falda oriental del volcán ”

Un año después, entre los días 5 y 8 de junio de 1956 el volcán reinicia su

actividad que motivó el siguiente título del Diario Austral : “DOCE HORAS DE

INTENSA ACTIVIDAD TUVO EL VOLCAN LLAIMA”. Agregaba que dos

nuevos cráteres se abrieron en sus laderas, sin producirse avenidas por el río

Trufultruful. Además Lonquimay recibía simultáneamente una fuerte lluvia de

cenizas volcánicas que amenazaba destruir la vegetación y causar daño a la

Page 13: Revista Andes del Sur Nº 1

ganadería. Desde Villa Portales el señor Bernardino Manquián, profesor,

informaba que a las 11 de la noche (05 junio) “comenzó una lluvia de arena por

efecto de la erupción y sigue cada vez con más intensidad los cerros y valles

cubriéndose lentamente, poniendo en peligro la ganadería de la zona...”

A fines de 1956 (26 de noviembre) SOPESUR informaba desde Temuco:

“VIOLENTA ERUPCION DEL LLAIMA”. “Crecida del río Calbuco arrasó dos

aserraderos y 30 viviendas obreras”, aislando su personal. El corte del camino

hacia Cherquenco aisló 8 aserraderos y obligó a los habitantes a salir hacia Cunco,

por El Salto.

Toda actividad económica se interrumpe 10 km al poniente del Llaima a

causa de la gran cantidad de cenizas que éste está expulsando. “Marsella”, “Los

Lleuques” y “La Selva” son los fundos más afectados.

En Melipeuco, situado directamente al sur del volcán, en 1972 el vecino

Leonardo Cofré, que presenció esta erupción, contó que “la avalancha siempre

baja por el Trufultruful, en forma de agua y piedra; en cambio, por el río

Manzano bajan los bloques de hielo” Por otro lado el vecino Reinaldo Ruminot

acotaba que durante 3 días salió “humo negro... luego salió fuego que se elevó

como 100 metros. Hubo temblores y tempestades... saltaban piedras rojas... la lava

bajó por el río Trufultruful y se llevó el puente. La avalancha tenía 25 metros de

altura... la lava partió de los dos cráteres. Bajaban planchones de hielo como de 20

metros...”

Los informes de la época hacen notar, además, que hacia el sector

occidental se encuentran ubicados algunos refugios andinos que no han sido

afectados por las últimas erupciones, protegidos por el cerro Colorado.

1979.- El 15 de octubre el Llaima tiene una corta pero espectacular erupción,

expulsando una gran cantidad de piroclastos, gases y vapor de agua. Se trató de

una sola explosión cuyos materiales particulados cubrieron la parte superior del

cono principal ennegreciéndolo casi por completo, fundiendo parcialmente el hielo

del sector. Los lahares que esta actividad provoca son muy pequeños y no causaron

ningún daño.

Page 14: Revista Andes del Sur Nº 1

1984.- El 20 de abril de 1984 el Llaima repite casi exactamente la erupción de

1979: una corta pero violenta explosión; abundante emisión de materiales

piroclásticos y ennegrecimiento de buena parte del cono principal. Sin embargo,

observaciones de los días posteriores permitieron comprobar continuas emisiones

gaseosas y piroclásticas, visibles desde los poblados más cercanos: Cherquenco y

Melipeuco. En el cráter principal se observó durante varios días la presencia de un

lente lávico que hacía presumir un aumento en la intensidad explosiva, lo que

finalmente no ocurrió.

1994.- El 17 de mayo, a las 6 de la mañana, el volcán inicia un violento ciclo

eruptivo, con proyección de piroclastos y emisión de lava que bajará por las

nacientes del río Calbuco (en el sector llamado “la montura”, entre ambos conos)

arrasando todo lo que encuentra a su paso, incluido, una vez más, el puente que

une Cherquenco con Cunco y Melipeuco por El Salto, dejando aislados los fundos

del sector, especialmente “Los Lleuques”. La actividad dura unos pocos días

provocando sólo preocupación y alarma en los poblados cercanos, especialmente

en Melipeuco, la destrucción de algunas viviendas y caminos.

1994-99.- Después del 94 el volcán ha vuelto a su normalidad. Es decir, casi

permanentemente presenta alguna actividad como ocurrió a fines de 1998 y

comienzos de 1999, generando plumas de varios kilómetros de extensión y

abundante emisión de vapor de agua y material particulado fino.

VOLCAN VILLARRICA: 39°25´S – 71°55´W . Altitud: 2.847 m

Otros nombres: Villa Rica, Pucón, Pucanu, Quitralpillán.

El edificio del volcán Villarrica corresponde a un estratovolcán compuesto

(evolución de calderas y conos volcánicos) que se alza en el frente occidental de los

Andes araucanos, entre los lagos Villarrica y Calafquén. Se sitúa, además, en el

extremo noroccidental de la cadena volcánica Villarrica-Lanín que incluye, entre

otros, a los volcanes Quetrupillán, Quinquilil y Lanín.

Una serie de ríos y esteros escurren radialmente desde el cono y se integran

tanto a las cuencas del lago Villarrica como a la del Calafquén. Destacan hacia el

primero los ríos Turbio y Pedregoso (tributarios del Pucón o Minetúe); Zanjón

Page 15: Revista Andes del Sur Nº 1

Seco-Carmelito, Correntoso, Molco y Huichatío, más el Voipir, que después de

describir un gran arco hacia el norweste se vacia al Toltén. Hacia el Calafquén

escurren los ríos Llancahue, Diuco y Chaillupén.

Actividad histórica.- Como se señaló al comienzo, el Villarrica figura junto al

Llaima como uno de los tres volcanes más activos de América del Sur, iniciando su

historial junto con la llegada de los españoles a la región, en 1558. Reseñaremos, en

las páginas siguientes, algunos de los eventos más importantes, de los cuales hemos

tenido la oportunidad de estudiar aquellos ocurridos desde 1971 a la fecha.

Pero antes queremos recordar que este volcán se ganó incluso unas estrofas

en “La Araucana” del poeta Alonso de Ercilla y Zúñiga, cuando señala:

“Pasó de Villa Rica el fértil llano,

que tie al sur el gran volcán vecino,

fragua, (según afirman) de Vulcano,

que regolando fuego está contino...”

Los mapuche lo llamaban Quitralpillán, de “quythal” = fuego y “pillán” = dios

de fuego y al lago, Mallolavquén , esto es, “mar de tierra blanca” o “mar blanca”.

Actividad histórica.-

1558 y 1575.- Violentas erupciones que destruyen el pequeño poblado fundado en

1552 por Jerónimo de Alderete con el nombre de “Santa María de Magdalena”

ocurren en los años 1558 y 1575. Las crónicas de la época señalan que la segunda

erupción causó la muerte de 350 personas, quedando en pie sólo la capilla.

1640.- Variadas versiones existen de esta erupción. Para Arellano, el evento

ocurrido en febrero de ese año, “fue una causa para que los caciques, en primer

término los de Villarrica, amedrentados con la erupción negociaran la paz con el

gobernador de Chile, don Francisco López de Zúñiga, conocido como “El Marqués

de Baydes”. Solano Asta-Buruaga se refiere a ella señalando que fue tan

extraordinaria que “rellenó de lavas encendidas el cauce del riachuelo Voipire

recalentando sus aguas, según la tradición, hasta llegar a cocer los peces”.

Page 16: Revista Andes del Sur Nº 1

Se señala, además, que esta ha sido una de las más violentas erupciones del

Villarrica y que fue acompañada por fuertes movimientos sísmicos. Los troncos

que la avalancha acarreó por el Voipir hasta el Toltén provocaron un gran taco en

la confluencia de éste con el Allipén. Rebalsado el taco, las inundaciones

provocaron la muerte de centenares de mapuche que vivían aguas abajo.

1647.- La erupción que se inicia el 13 de mayo de este año emitió lava que habría

llegado hasta el propio lago Villarrica mientras que la ceniza alcanzaba hasta

Valdivia.

1675.- La lava llega al lago Calafquén, al que los mapuche llamaban Trailafquén.

1777.- Gómez de Vidaurre señala que el volcán “está aislado y se levanta en medio

de un hermosísimo llano...Aunque arde su cima día y noche, ella se ve siempre

cubierta de nieve, y las llamas parece salen dentro de ésta...”

1832-1835-1837.- Según crónicas citadas por el Diario Austral de Temuco, en 1832

entran en erupción simultánea los volcanes Llaima, Villarrica y Osorno. El ciclo

continúa tres años después (1835) el Villarrica entra en violenta actividad,

acompañado ahora por ocho volcanes más. Las cenizas cubren desde el río Maule

hasta Chiloé. Pero esa década todavía aportaría otras noticias volcánicas: el 21 de

noviembre de 1837 la región es afectada por fuertes movimientos sísmicos

acompañados por la actividad eruptiva de los volcanes Villarrica, Llaima, Osorno

y Calbuco.

1859.- Ese año el aventurero alemán Pablo Treutler recorría la región y escribe

que quedó admirado al observar, en el sector andino del Villarrica, “la mezcla de

nieve i de fuegos que durante el día va a perderse en los cielos i que durante la

noche sirve de faro al viajero, señalándole el rumbo que debe seguir para llegar al

punto adonde se encamina”.

La segunda mitad del siglo XIX transcurrió al parecer sin gran actividad

volcánica en el área, aun cuando hay reportes de los años 1868, 1875, 1883 y 1879.

1908.- El volcán entra de nuevo en violenta actividad, precedidas de actividad

moderada los años 1904, 1906 y 1907. Informaciones publicadas en Villarrica

indican que “el 31 de octubre de 1908 el volcán tuvo una gran explosión que

alarmó a los habitantes del pueblo y más todavía a los de Pucón y Panguipulli:

subieron las llamas de fuego a gran altura; simultáneamente el volcán arrojó

grandes cantidades de piedra y lava caliente, hubo caudalosas corrientes de agua

caliente” (“El Sagrario de Villarrica”)

Page 17: Revista Andes del Sur Nº 1

1920.- El volcán tiene actividad eruptiva los años 1913, 1915 y 1918. Pero es en

1920 cuando la actividad se torna más violenta y la prensa regional señalaba que

“los primeros terremotos (?) se sintieron hasta Temuco”

1948-49.- A partir de abril de 1948 el Villarrica intensifica su actividad y ya el 18

de octubre un río de lava baja unos 300 desde el cráter. Se produce una gran

explosión que forma un verdadero “hongo atómico” seguido de corrientes de barro

que destruyen todo lo que encuentran a su paso, por los ríos Voipir, Molco,

Loncotraro, Correntoso y Turbio alcanzando hasta el lago Villarrica por el norte y

Calafquén por el sur (por el curso del río Chaillupén). Consecuencias: 1060

hectáreas inundadas; 23 personas muertas, 31 desaparecidas y la destrucción del

Refugio Andino ubicada en el curso superior del estero Zanjón Seco o Carmelito.

El 1° de enero de 1949 otra violenta erupción forma una nueva “coliflor

atómica” y a las 8 horas del día 31 se inicia otra fase paroxismal que duró hasta el

día siguiente. Es destruido el puente sobre el Turbio, en el camino internacional

hacia Argentina.

1963.- El 8 de marzo de este año se inicia otro ciclo eruptivo. La lava empieza a

escurrir el día 12 y el 21 la avalancha baja por los ríos Seco y Chaillupén,

destruyendo puentes y caminos.

1964.- El 2 de marzo de 1964 violentas avalanchas bajan hacia el SE del volcán. El

50% del caserío de Coñaripe es destruido por su mal emplazamiento (riberas del

río Diuco cuyas nacientes están en las faldas surorientales del volcán. Mueren 22

personas y se destruyen puentes y caminos. (Ver foto)

1971-72.- El volcán vuelve a mostrar síntomas de actividad a partir de octubre de

1971, día 29. Un mes después la lava ya llegaba al borde del cráter derramándose

hacia el SW. La fase culminante de este ciclo se produce a las 23:45 horas, cuando

“el cono superior del cráter central se fracturó en una longitud de 4 kilómetros con

rumbo N 30° E eyectando a través de la fractura una potente lámina de lava”.

Nuevas avalanchas (lahares) bajan, por distintos cauces, hacia los lagos Villarrica

y Calafquén destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Coladas de lava bajan

por los ríos Pedregoso y Chaillupén. En este último alcanzó los 14 km. de largo,

con un ancho medio de 200 metros y un espesor de 5 metros. Hacia el Pedregoso la

lava alcanzó un largo de 6 km. De nuevo puentes, áreas de camping, camino y 15

víctimas humanas es el saldo de este ciclo del Villarrica, que hacia febrero de 1972

todavía mostraba signos de actividad.

Page 18: Revista Andes del Sur Nº 1

1984-85.- Como en el ciclo anterior, en éste tuvimos de nuevo la oportunidad de

estudiar y analizar sus efectos en el medio ambiente, ahora contando con mayores

medios de apoyo y equipos más modernos. Es así como desde mediados de 1982 se

encuentra instalada en el flanco NNW del volcán una estación sismológica

telemétrica que empezó a registrar información entre enero de 1983 y septiembre

de 1984. Pero será el 30 de octubre de ese año cuando el volcán inicia este nuevo

ciclo, con explosiones en el cráter central y posterior derrame lávico hacia el NNW

del cráter, derritiendo la cubierta de hielo formando un canal en éste de 30 a 40 m

de profundidad. La erupción, más bien “tranquila”, continuó en forma

intermitente mientras en el cráter se formaba un pequeño cono que presentaba

débiles explosiones, incluso al pie NNE de él se formó dentro del cráter, un

pequeño lago de lava. En los días posteriores se formó un “puente de hielo”. Hacia

mediados de diciembre grandes flujos lávicos bajan por las cabeceras del río

Correntoso (límite de las comunas de Pucón y Villarrica). A mediados de

diciembre intensos ríos de lava bajan por los cauces labrados en el hielo,

provocando la fusión del hielo, lo que provoca grandes columnas de vapor de agua

visibles a simple vista desde Temuco, la capital regional, a poco más de 100 km. del

volcán. En enero de 1985 cesa la actividad efusiva y lentamente el volcán torna a la

calma, cerrando un ciclo que no tuvo la violencia de los anteriores y que lejos de

ahuyentar a los turistas les aportó una espectáculo pirotécnico natural pocas veces

vistos en la región.

En la actualidad es normal que el volcán presente un pequeño lago de lava

instalado en el cráter.

VOLCAN QUETRUPILLAN.- 39°30´S – 71°45´W. Altitud: 2.360 m.

Topónimo: “Trueno sordo” o “de ruidos sordos”. Otros nombres: Quetropillán

Se trata de un complejo volcánico compuesto y que presenta una serie de

conos parásitos en su vertiente meridional. Se ubica a unos 25 km al sureste del

volcán Villarrica y forma parte de la ya citada cadena volcánica Villarrica-Lanín.

Se estima con actividad en tiempos históricos (unos 700 años). Lo anterior

reforzado por el relato que un mapuche le hace al aventurero alemán Treutler, ya

citado. Le cuenta que hace algún “tiempo se habían alarmado mucho por haberse

Page 19: Revista Andes del Sur Nº 1

declarado la guerra los volcanes de Villa Rica i Quetru, que por casualidad

arrojaban sus piedras y fuegos el uno en dirección del otro...”

Los lugareños lo conocen con el nombre de Mocho.

Conclusiones

En las páginas anteriores hemos dado una visión muy sencilla de la actividad

volcánica regional destinada, más que nada, a difundir en la población,

especialmente aquella aledaña a alguno de los tantos volcanes localizados en los

ámbitos andinos y preandinos de “La Araucanía”, conocimientos básicos de su

comportamiento y el papel que han jugado en la formación del relieve y en una

actividad económica tan importante como es el turismo. Creemos que estas

páginas pueden ser de gran utilidad a los estudiantes básicos y medios y público en

general, por un lado para que entiendan los fenómenos asociados al volcanismo y

por otros aprendan a convivir con una naturaleza que a veces nos parece

amenazante pero que no hace otra cosa que mantener una dinámica que le es

propia, que la ha mantenido durante miles de millones de años y que la seguirá

manteniendo en el futuro. Conocer estos fenómenos naturales nos ayudarán mejor

a convivir armónicamente con nuestro entorno.

Algunas recomendaciones básicas en caso de erupciones.

1.- A mayor distancia del volcán, el riesgo disminuye.

2.- Los ríos y/o esteros que bajan de un volcán son todos altamente peligrosos.

3.- Los cerros y colinas vecinas a los volcanes ofrecen siempre mayor seguridad.

Ante la caída de cenizas:

1.- Mantenerse dentro del hogar, con las puertas y ventanas cerradas.

2.- Evite encender braseros o estufas.

3.- Si se encuentra a la intemperie, cúbrase la cabeza, trate de mantener los ojos

cerrados y respire a través de un pañuelo o paño húmedo.

4.- Remueva la ceniza desde las techumbres.

5.- Evite consumir verduras cubiertas por ceniza. Igualmente impida que sus

animales coman pasto que esté con el mismo problema.

6.- Evite beber agua enturbiada por la ceniza. Déjela reposar y después hiérvala

durante 5 minutos.

Page 20: Revista Andes del Sur Nº 1

Ante posibles aluviones

1.- Aléjese de los ríos o esteros que bajan desde el volcán.

2.- A mayor altura, el peligro es menor.

3.- Si su vivienda está en un nivel bajo con respecto a un río , traslade a su familia

hacia un lugar más seguro.

4.- Al cruzar los puentes, observe primero aguas arriba. Podría estar bajando un

aluvión.

5.- Si su vivienda se encuentra al otro lado de un río o estero peligroso, es mejor

que se traslade a otro lugar.

No olvide mantener en su casa: agua fresca y alimentos no perecibles, linternas,

fósforos y velas, un botiquín de primeros auxilios y una radio a baterías para recibir

información oficial.

BIBLIOGRAFIA 1.- Arellano, O., Historia del Cincuentenario de Temuco. Imprenta y Librería Letelier. Temuco, 1931 2.- Asta-Buruaga y Cienfuegos, Francisco Solano Diccionario Geográfico de la

República de Chile. Segunda edición. Santiago de Chile, 1899. 3.- Casertano, L. Catalogue of the Active Volcanoes of de World Including Solfatara

Fields. Part XV. Chilean continent. IAVCEI, 1963 4.- Cevo, J. "Contribución al conocimiento de las manifestaciones eruptivas del volcán Villarrica". Seminario de título, U. de Chile, Sede Temuco, 1973. 5.- Fuentealba, G., Riffo, P., Moreno, H., Acevedo, P. (1985) La erupción del volcán

Villarrica (Octubre, 1984). Ediciones Universidad de La Frontera, Temuco, 1985. 6.- Gómez de Vidaurre, F. (1889) Historia Geográfica, Natural y Civil del Reino de

Chile. Imprenta Ercilla, Santiago, 1899. 7.- Gutiérrez, V, Maureira, R., Pérez, J. Petit-Breuilh, M. “Volcán Villarrica: cronología eruptiva histórica y evaluación preliminar de la infrestructura física y económica” (Seminario de título en Historia y Geografía, UFRO) Profesor patrocinante: Pedro Riffo. Profesor informante: Wladimir Flores, Temuco 1991. 8.- Moreno, H. “La erupción reciente en el complejo volcánico Lonquimay (diciembre 1988-), Andes del Sur”. En Revista Geológica de Chile, Volumen 16, número 1, 1989. 9.- Riffo, P., Fuentealba, G., Gardeweg, M., Moreno, H. (1989) Erupción del volcán

Lonquimay 1988-1989 . Ediciones Universidad de La Frontera. Temuco, 1989. 10.- Riffo, P., “Prevención de riesgos naturales en escuelas básicas rurales". Cuadernillo de Capacitación N° 1. Proyecto OEA/UFRO. Imprenta UFRO, Temuco, 1992. 11.-Valderrama, Juan A. Diccionario Histórico – Geográfico de la Araucanía. Imprenta Lagunas, Santiago, 1927.

Page 21: Revista Andes del Sur Nº 1

LA CIVILIZACIÓN AGROMINERA Y COMERCIAL MAPUCHE, SIGLO XVI

Iván Inostroza Córdova1

Introducción:

La evolución material de la sociedad mapuche prehispánica tardía caracterizada por los

vestigios monumentales de la arquitectura ceremonial de los montículos kuel, de las

terrazas de cultivo, de los canales de irrigación y las edificaciones fortificadas

descubiertas en la zona de Purén, Lumaco, Budi y Liucura, cuyas primeras

construcciones se remontan hacia el año1200 d.C., puso en evidencia la complejidad

de la estructura económica indígena advertida en los documentos escritos del siglo

XVI2. Los vestigios de explotaciones mineras subterráneas en los yacimientos

trasandinos de Chos Malal y los sitios fortificados de la zona de Villarrica con una

datación de 1300 d.C., complementaban la fisonomía del desarrollo civilizatorio

material de las comunidades mapuche durante los últimos siglos precolombinos. Estos

rasgos tecnológicos se perfilaban con nuevos destellos en los aros de cobre rescatados

en sitios arqueológicos con datas de 1280 d.C.. Hacia 1550 los cronistas consignan el

uso generalizado de ornamentos femeninos de cobre, y principalmente de oro y plata

elaborados con metal extraído en yacimientos regionales y manufacturados por

artesanos de las comunidades mapuche del período prehispánico tardío 1200-1535 d.C.

La historiografía más reciente, por su parte, daba cuenta del notable desarrollo

tecnológico asociado a la guerra fortificada practicada como estrategia de resistencia

por las comunidades mapuche frente a la expansión del imperio inca y la conquista

española3. Mientras desde otras perspectivas reconocían ciertas pautas culturales de la

sociedad indígena orientadas hacia el comercio, lo cual había permitido la temprana

articulación de la economía indígenas con las redes capitalistas del período colonial y

republicano4.

En este ámbito de la investigación regional, el examen de las fuentes escritas

tempranas revela elementos cualitativos de extraordinario interés para clarificar los

rasgos del desarrollo económico de la sociedad mapuche prehispánica, cristalizado en

1 Profesor de Historia de América Indígena Pedagogía en Historia y Geografía. U. de la Frontera 2 Tom D. Dillehay Monuments, Empires and Resístanse. The Araucanian Polity an Ritual Narrative. Cambridge Study in Archeology. New York 2007. 3 Leonardo León “Expansión inca y resistencia indígena en Chile central 1470-1536”, Revista Chungara Nº 10, Arica 1985; “Las fortificaciones indígenas de Quiapo y Lincoya (1551-1569)”, Nutram 1992. 4 Jorge Pinto La formación del estado y la nación, y el pueblo mapuche. Dibam, Santiago 2002

Page 22: Revista Andes del Sur Nº 1

la complejidad de la civilización material desplegada por la sociedad mapuche en la

ocupación residencial y articulación productiva del espacio.

La agricultura mapuche prehispánica y protohistórica

La agricultura practicada por las comunidades originarias del Sur de Chile

conforma un sistema productivo de larga evolución prehistórica inscrito en la tradición

cultural de los pueblos andinos sudamericanos5. La presencia de la tradición andina se

percibe claramente en el paralelismo del conjunto de plantas cultivadas, las formas de

organización de la producción de la tierra, la preparación culinaria de los alimentos, y

los vínculos rituales configurados en torno al trabajo agrario.

El grupo de plantas cultivadas en la agricultura mapuche prehispánica ha sido

investigado arqueológicamente en el sitio de Isla Mocha por el equipo de Marco

Sanchez y Daniel Quiroz, y en el sitio arqueológico de Puren Lumaco estudiado por el

equipo de Tom Dillehay. Comprendía especies de quinoa (Chenopodium quinoa),

magu (Bromus magu), maíz (Zea maiz) papas (Solanorum sp.), frijoles (Phaselous

lunatus); zapallos (Curcubita sp). Especias americanas como ají picante (Capsicum

chinense), madi (madia sativa) para obtener aceite vegetal. Un sabroso fruto

denominado “frutilla” (Fragaria chilensis) y calabazas (lagenaria sp.) para recipiente

domésticos de líquidos6.

5 Jorge Hidalgo L. Pueblos agroganaderos de América del Sur, en Leslie Bethel Historia de América Latina, Barcelona 1992, vol. 1Aurelio Oyarzún “Influencia de la Cultura de Atacama en la Araucanía”, en Estudios Antropológicos y arqueológicos, Editorial Universitaria 1997. El artículo se publicó originalmente en 1942; Hugo Gunkel “Herramientas usadas por los antiguos mapuches en sus labores agrícolas” en América indígena vol. IV, Nº 4, octubre 1949, México.. Horacio Zapater Esbozo histórico del desarrollo de los pueblos araucanos. Instituto de geografía de la Universidad Católica de Chile, Santiago 1974; Mario Orellana La crónica de Gerónimo de Bibar y la conquista de Chile. Editorial Universitaria, Santiago 1989:119, 128-129 6 Daniel Quiroz y Marcos Sánchez (Editores) La isla de las palabras rotas. Dibam, Santiago 1997; Marco Sánchez, Daniel Quiroz y Mauricio Massone “Domesticación de plantas y animales en la Araucanía. Datos, metodología y problemas”. Revista Chungará Vol. Especial 2004: 365-372.. El vocablo magu tiene relación con el nombre mítico del inca Mango o Manco, María Rostworoski Historia del Tahuantinsuyu IEP Ediciones, Lima, 1988 :27. Lino Contreras, Daniela Baudet y Catherine Westfall “Ocupaciones prehispánicas en sector Bato. Valle de Illapel, IV Región”, en Actas del XVI Congreso de Arqueología Chilena Tomé, 2003: 133 y 135. El artículo describe el hallazgo de madi y frutilla prehispánicos en ese sector de Coquimbo constituyendo una referencia que complementa la distribución espacial del conjunto descrito a través de la zona mapuche del clima templado.

Page 23: Revista Andes del Sur Nº 1

La tradición andina en el ámbito local se combinaba con un desarrollo agrario

regional de larga duración previsiblemente conectado a un evento de domesticación de

especies nativas comunes en la flora sudamericana. Esta raigambre regional se advierte

a través del testimonio lingüístico acerca del nombre asignado en idioma mapuche a

cada una de estas plantas, como se observa en el siguiente cuadro.

Cuadro Nº 1. Nombres de plantas cultivadas. Agricultura mapuche prehispánica7

Nombre mapuche Nombre común

Dahue Quinoa Magu Manco Hua Maiz Denul Poroto Poñu Papas Penca Zapallo Trapi Ají Madi Melosa Kellen Frutilla

Cupau, huada Calabaza Fuente: ver nota precedente en el título del cuadro.

El registro lingüístico devela la profundidad histórica de la integración de los

cultivos y de la práctica agraria en los modos de vida prehispánicos. En esta

perspectiva las evidencias obtenidas a partir de los vestigios de semillas rescatadas en

sitios arqueológicos demuestran una notable antigüedad del proceso de cultivo

situando las dataciones hacia el 300 d.C.. Los fechados procedentes de la Isla Mocha

sobre semillas arqueológicas datan del 700 d.C8. Esta fecha procede de una fase tardía

en la cronología de la adopción de los cultivos, considerando que la datación se

practica sobre elementos dejados por poblaciones que habían previamente trasladado

las plantas y las técnicas agrícolas desde el continente a la Isla Mocha. De acuerdo con

los vestigios iniciales de la ocupación del espacio isleño esta práctica se remonta desde

7 Luis de Valdivia ARTE, Y GRAMATICA GENERAL DE LA LENGVA QUE corre en todo el Reyno de Chile, con un Vocabulario, y Confeffionario: Compueftos por el padre Luis de Valdivia, de la Compañía de Jesus, en la Provincia del Perú. En Sevilla, por Thomás López Haro, Año de 1684. (Edición facsimilar de la primera edición impresa en Lima en 1605) se ha empleado en esta investigación la publicación en Colección digital Memoria Chilena, Biblioteca Nacional, Chile. Andrés Febrés Arte de la lengua general del reyno de Chile, Lima 1765. Colección digital Memoria Chilena, Biblioteca Nacional, Chile. Fray Felix José de Augusta Diccionario Araucano-Español, Imprenta y editorial San Francisco, Padre Las Casas 1966. Oriana Pardo y José Luis Pizarro Especies botánicas consumidas por los chilenos prehispánicos, Editorial Mare Nostrum, Santiago 2005. 8 Daniel Quiroz y Marcos Sánchez La isla de las palabras rotas; Marco Sánchez, Daniel Quiroz y Mauricio Massone “Domesticación de plantas y animales en la Araucanía” Francis Goicovic/Daniel Quiroz De insulares a continentales, LOM, Santiago 2008.

Page 24: Revista Andes del Sur Nº 1

el 300 d.C9.. Esta cronología de agricultura incipiente tiene concordancia con los

vestigios alfareros iniciales de estilo pitrén, señalando un paralelismo paradigmático en

la adopción de las técnicas alfareras y las tecnología de siembra como instrumentos

complementarios, en el caso de la sociedad originaria que adopta el modo de vida del

cultivador. En Chile central las evidencias de los primeros cultígenos aparecen

vinculados a las poblaciones cazadoras recolectoras del arcaico tardío, quienes

adoptaran el utillaje ceramista y la práctica hortícola como mecanismos de subsistencia

entre el 100 y el 300 d.C.10. La complementariedad que comienza a percibirse con

mayor nitidez en el vínculo de cerámica de horticultura, por el avance de los estudios

sobre el fenómeno de la domesticación de plantas y sobre la dieta de estas poblaciones

del período alfarero temprano, posibilita confirmar para esta época la categoría de

modos de vida agroalfareros, asociados al proceso general del formativo inicial andino

que comienza a desarrollarse en los el territorio de los valles de clima templado al sur

del Desierto de Atacama, alrededor del año 100 d.C.. Este proceso formativo o de

neolitización en la zona sur andina11, tendrá un desenvolvimiento desde la fase

hortícola agroalfarera a una fase de agricultura extensiva que transformó el paisaje

selvático de Araucanía en un espacio productor de escala regional, encontrado por los

conquistadores españoles hacia 1535-1550 d.C.

La figura del agricultor mapuche prehispánico se proyectaba productivamente a

través del labrador de la tierra designado con el nombre de “Tquu cam añ labrador”

según el diccionario del misionero Luis de Valdivia12. El Tquu cam añ era el hombre

adulto que barbechaba y preparaba el suelo con la ayuda colectiva de sus vecinos,

utilizando un instrumento denominado “hueqllu pala”, a modo de laya destinada a

roturar la tierra; otro instrumento era el “Llicu pala”, una herramienta de hoja larga con

la cual se preparaba los camellones. En la fase de cosecha los varones desempeñaban la

9 F. Goicovic y D. Quiroz, op.cit. 10 María Teresa Planella “Inicios de presencia de cultígenos en la zona central de Chile, períodos Arcaico y Alfarero Temprano”. Revista Chungará, Vol. Especial 2004: 387-399; y María teresa Planella, Luis E. Cornejo y Blanca Tagle A. “Alero las morrenas 1. evidencias de cultígenos entre cazadores recolectores del finales del período arcaico en Chile central”, Revista Chungará Volumen 37, Nº 1, 2005:59-74. En la zona trasandina de Cuyo en el sitio del río Atuel los vestigios de los primeros agricultores incipientes tienen un rango cronológico de 300 a.C. a 100 d.C. “Humberto Lagiglia Nuevos fechados radiocarbónicos para los agricultores incipientes del Atuel”. 11 Danielle Lavalle “Secuencias y consecuencias de algunos proceso de neolitización en los Andes centrales”. En Estudios atacameños, Nº 32, San Pedro de Atacama 2006. John Edgard Staller “La domesticación de paisajes ¿Cuáles son los componentes primarios del formativo?”. En Estudios atacameños Nº 32 2006. 12 Todos los nombres originarios citados precedentemente y los que se siguen sin indicación de fuente en el texto han sido tomados de Luis de Valdivia, op.cit

Page 25: Revista Andes del Sur Nº 1

función de cosechero “Huactuvoe, segador de maiz”, nombre derivado de hua maíz y

cvoe segar; en la operación de cortar la caña del magu, la quinoa o el madi y las

mazorcas de maiz se utilizaba la “ichuna hoz”, voz quechua que identificaba un cuchillo

lítico o de metálico. Las operaciones del manejo de las siembras durante el ciclo

productivo agrícola que se extendía desde los meses de siembra de agosto-septiembre a

los meses de cosecha enero-marzo, se resumen en el siguiente cuadro.

Cuadro Nº 2 Sistema de cultivos y operaciones productivas agricultura mapuche

Tcun mauyum huerto donde se siembra Cogi bastimento de comida que se siembra Tcun sembrar, y plantar y la planta Dapillin aporcar hortaliza Gduntu arrancar, deshervar Gahun guardar heredad Cotun regar el campo Tcue la sementera Cogitun coger la mies Tayulin amontonar mies Lila patio llano para trillar la cosecha Nuqmtun aventar Cogiruca Granero

Fuente: Luis de Valdivia Arte y gramática de la lengua general del reyno de Chile op.cit.

Las operaciones del campo incluían el cercado de las chacras y sementeras, labor

realizada según el trabajo cooperativo vigente entre las familias residentes en un mapu.

Este trabajo recibía el nombre de “malal cahuiñ bebida por cercar” (Febres 1764: 435).

Luego de la cosecha el grano se guardaba en departamentos de las amplias rucas

residenciales o en los recintos especializados de “Cogiruca granero” (Valdivia 1684).

En el plano de la agricultura intensiva de la fase prehispánica tardía en las zonas de alta

densidad demográfica local se desarrollaron tecnologías de riego mediante la

construcción de canales que recibieron el nombre de “Yayma azequia”13. Su

construcción se designaba como “Yayman azequiar”; en otros casos de construían

estanques utilizando los cursos hídricos naturales, tecnología aludida en el vocablo

“Regaco arroyo o estanque”, que derivaba de “Regan cava”.

13 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página. Febres, op.cit. anotaba Azequia cathipulli, yayma: 315; Puulli tierra, o loma, cerro: cathipulli- acequia, o solo, por cortarse la tierra: 605; Cathipullin hacerlos: 605

Page 26: Revista Andes del Sur Nº 1

En el ámbito de la elaboración de subproductos agrícolas, particularmente de

harina los instrumentos emblemáticos de fisonomía universal consistían en el “Cudi

piedra de moler” y el “Chayhe cedazo” para separar el ollejo de la harina flor llamada

“rgon harina de trigo”. En la traducción de alude a la distinción “de trigo” para

diferenciarla del grano molido sin cernir llamada genéricamente “Vudum harina” y

“Murque, harina de maiz tostado”. Un tipo de pan elaborado con el rgon se identificaba

con el apelativo de “cofque pan”. En tanto otros tipos de panes se denominaban “Aminta

pan de maiz” y “Mldu, pan de maiz” elaborado también con porotos. Una comida

cotidiana era el “Chedcan gachas, o mazamorra de maiz tostado”; en tanto con los

granos verdes sin madurar o con brotes inducidos por el remojo previo de los granos

secos se obtenía una harina flor para preparar “rulu ranql caña dulce”, aderezada con la

exquisita “Mizqui dullin, miel de abejas”. Junto a los alimentos las bebidas fermentadas

conformaban un suplemento dietético de extraordinaria importancia en los hábitos

alimenticios precolombinos. Estas bebidas conocidas en el mundo andino con el

sugerente apelativo de chicha, entre los mapuche recibían el nombre de: “Pulcu

chicha”14; una variedad de chicha se llamaba muday15. Estas bebidas se consumían

ampliamente en forma ritual en ceremonias y reuniones, aspecto de la sociabilidad

característico del modo de vida del período formativo andino.

La industria cerámica

Desde la óptica interpretativa general sobre el sistema económico prehispánico,

las manufacturas ceramistas reunieron un conjunto muy diverso de artefactos de uso

doméstico, ceremonial y suntuario, atendiendo a la generalización del uso de la arcilla

como una nueva materia prima integrada a la industria manufacturera desde los inicios

del período agroalfarero. En el ámbito de la tradición cultural del sur andino, la

elaboración alfarera conformaba una expresión artística de modelaje escultórico

figurativo y decorativo, entre los cuales quisiéramos destacar particularmente por su

vinculación con la dimensión ritual de la economía indígena las reproducciones

fitomorfas de calabazas; zoormorfas de jarros patos ketrumetahue, buhos y lagartijas; y

14 Todos los nombres originarios citados precedentemente y los que se siguen sin indicación de fuente en el texto han sido tomados de Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 15 Febres: 324, 557.

Page 27: Revista Andes del Sur Nº 1

los ceramios antropomorfos con recurrentes figuras de mujeres y en algunos casos

figuras masculinas16.

En este apartado sobre la tecnología y función económica de la alfarería,

destacaremos el significado de las representaciones femeninas en su asociación cultural

con los modelados escultóricos presentes en el utillaje prehistórico del llamado Viejo

Mundo como del Nuevo Mundo americano. En este contexto comparativo los modelados

femeninos han recibido el nombre de “Venus” y “madres de la vida”17. En la región de

la Araucanía, hace ya varias décadas Américo Gordon y Tom Dillehay revelaron la

vinculación del ceramio llamado “jarro pato” con el papel y función de la mujer en la

configuración de la identidad cultural mapuche18. Observación que quisiéramos subrayar

en el contexto de la fabricación ceramista del primer milenio d.C., donde se reproducen

mujeres en estado de preñez, o simplemente desnudos que enfatizan los senos, las

caderas y órganos reproductores. Se les ha encontrado en la zona del Pacífico en Angol,

Gorbea, Calafquén, Osorno y en la zona trasandina de Neuquen y La Pampa19. Una de

estas piezas calificada como de singular manufactura presenta un rostro adosado a la faz

esculpida en el frontis del cántaro; fue encontrada en un sitio cercano a la ciudad de

Temuco en la localidad de Lofmahuida20.

16 Hans Niemayer F. y Alice Menzel Th. “Un ceramio antromorfo de Osorno, Chile”. Noticiario Mensual Museo nacional de historia nacional, Nº 314, octubre 1987. 17 En nuestro país Lautaro Núñez ha adelantado las primeras sugerencias en este sentido, a propósito de algunas figurillas encontradas en los sitios arqueológicos del Norte Grande. Para Núñez, estas representaciones femeninas identificadas en trabajos anteriores como “ídolos” o “muñecas”, serían objetos rituales de cultos a la fertilidad en los pueblos neolíticos, proponiendo para ellas el nombre de “tallados femeninos”. Lautaro Núñez “En torno al culto de la reproducción humana en el norte de Chile”. Revista universitaria, Año 1-LI 1965-1966: 367 - 375; Claude Levi Strauss La alfarera celosa, Barcelona 1986:166 y ss.; 18 AméricoGordon y Tom Dillehay El simbolismo en el ornimorfismo mapuche: la mujer casada y el “ketru metawe”. Actas del VII Congreso de arqueología chilena 1977. 19 Dillman Bullock “Un cántaro antromorfo de Purén”. En Actas del VI Congreso de Arqueología Chilena, Santiago 1971: 529-550. Américo Gordon et al “Excavaciones del cementerio indígena en Gorbea (Sitio O-3). Provincia de Cautín, Chile”. Actas del VII Congreso de Arqueología Chilena, Santiago 1977: 501-514 Bernardo Berdichewsky y Mayo Calvo “Excavaciones en cementerios indígenas de la región de Calafquén”. Actas del VI Congreso, op.cit.: 529-550. Juan Schobinger “Un notable cántaro ceremonial antromorfo de la zona cordillera de Neuquén”. Actas de V Congreso de Arqueología Chilena, la Serena 1969: 377-387; Adán HajduK “Representaciones antropomorfas en la alfarería arqueológica neuquenina”. Comunicaciones científicas del Museo de La Patagonia Año 1, Nº 1, Río Negro 1985. 20 Carlos Ocampo, Rodrigo Mera y Pilar Rivas “Cementerio Pitrén en el By Pass de Temuco”. Ponencia IV Congreso de Antropología Chilena. U. de Chile, 2001

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En el sistema económico mapuche organizado desde la unidad de producción

doméstica, el segmento de los varones como jefes de familia hegemonizan las

actividades agroganaderas controlando el acceso a la tierra, activando el proceso

productivo mediante su fuerza laboral para configurar un sistema de propiedad de

transmisión patrilocal. En el nivel de la vivienda el segmento femenino despliega

funciones productivas complementarias relevantes a través del dominio de las

actividades manufactureras ceramistas y textiles, aportando bienes de consumo

doméstico, y -sobre todo- generando excedentes de tejidos destinados al intercambio en

la esfera mercantil indígena. Destacamos esta connotación comercial de la producción de

tejidos como una instancia a través de la cual develamos el significativo papel mercantil

de la mujer mapuche al manejar la producción de bienes considerados como una de las

riquezas más apreciadas en la sociedad originaria, como se advierte en su utilización

como medios de pago en las transacciones interpersonales y en su participación como

objeto de intercambios en los circuitos interregionales trasandinos. Esta función

mercantil es características de los textiles en la sociedades precapitalistas de América

indígena, su circulación como mercadería de intercambio está testimoniada por el

cronista Vivar como veremos en el siguiente capítulo y en otras referencias provenientes

de la costa atlántica del Río de la Plata, donde los historiadores argentinos han

constatado la presencia de tejidos procedentes de Chile según el registro de los primeros

conquistadores del área bonaerense. Este testimonio consignado por Juan de Garay

señalaba que: “hallamos entre estos indios alguna ropa de lana muy buena, dicen que la

traen de la cordillera de las espaldas de Chile” 21

En segundo lugar, la integración de las ofrendas cerámicas en el ajuar mortuorio

del conjunto de la población agraria, tanto de varones y mujeres, reconfiguraba la

función utilitaria de la alfarería en un objeto suntuario y sacralizado, como un emblema

y signo simbólico del linaje generado por la esposa-madre que se conservará en la

memoria familiar de la habitación perpetua de los ancestros. Memoria que es elaborada

por el estamento de las artesanas del grupo familiar dando lugar a los estilos alfareros

21 “Carta de Juan Garay al consejo de indias en 1582” citado por Palermo Miguel “la compleja integración hispano-indígena del sur argetino y chileno durante el período colonial” América Indígena LI (1) 1991. Mandrini, Raúl José “La sociedad indígena de la pampa en el siglo XIX” en Mirta Lischeti (comp..)Antropología, Buenos Aires. Editorial Universitaria 1987. Esta referencia ha sido tomada del estudio de Guillermo Boccara Los vencedores. Historia del pueblo mapuche en la época colonial, Santiago 2009: 316. También es relevante apuntar las observaciones del autor sobre el matrimonio, la riqueza y la figura del ulmen en la esfera política pp. 63-82.

Page 29: Revista Andes del Sur Nº 1

regionales conocidos como Molle, Diaguita, Bato, Llolleo, Aconcagua, Pitrén, El Vergel

y Valdivia..

Es posible que esta fórmula de organización productiva de la unidad doméstica

en dos mitades marido agricultor – esposa tejedora, constituya un factor productivo

que ejerce un dinamismo social diferenciado en la vida económica indígena; dotando a

la mujer de un alto nivel de autonomía como sujeto productor, y como agente de

complejización en el proceso de generación y acumulación de riqueza. Adicionalmente,

el segmento femenino conformaba un estamento consumidor de bienes suntuarios a gran

escala en el ámbito de la joyería representada por diversos ornamentos de cuentas de

moluscos, huesos y metales como cobre, plata y oro. Fenómeno ornamental a través del

cual observamos la acumulación de riqueza personal asociada al intercambio de bienes

manufacturados por las mujeres. Asimismo, es posible que el estatus de preeminencia

social al que accede la mujer como sujeto productivo se vincule con la recurrencia de las

figuras femeninas modeladas en cerámica encontradas en los sitios funerarios.

En una óptica general, la división productiva femenina - masculina induciría un

sistemas de intercambios generalizados, practicado en el nivel del espacio doméstico

para desembocar en la circulación y el intercambio entre los sujetos productores de las

distintas unidades domésticas locales, ampliándose progresivamente este circuito al

ámbito regional e interregional. Esta pauta de organización de la unidad productiva

familiar conformará uno de los factores decisivos en la orientación hacia el comercio en

la economía mapuche prehispánica y protohistórica.

Desde una mirada amplia sobre el cono sudamericano en el cual se inserta el

contexto sociocultural del desarrollo económico mapuche prehispánico, la cronología

de la difusión alfarera prehistórica manifiesta una notable simultaneidad en la

macrozona andina situada desde los valles transversales de Coquimbo a la zona

selvática de Araucanía. Los registros más antiguo sobre la aparición de las técnicas

cerámicas proviene de la comarca costera de Chile central en el interfluvio de la

desembocadura de los ríos Aconcagua y Maipo, donde han rescatados artefactos cuyo

estilo decorativo denominado Bato y Llolleo es más recurrente a partir del 350 a.C.. En

la zona septentrional de los valles transversales de Coquimbo y Copiapó, la cerámica

Page 30: Revista Andes del Sur Nº 1

del estilo decorativo llamado Molle aparece hacia el 150 a.C.22. En el Sur de Chile, la

cerámica inicial de estilo Pitrén procedente de la bahía de Talcahuano arroja dataciones

de 150 d.C.23. Más al sur del Biobío, en la comarca de Malleco sobre materiales del

sitio de Quino se obtienen fechados de 100 d.C.24. Del área del río Callecalle proceden

dataciones alfareras de 150 d.C en el sector costero25, y de 350 d.C. en el ámbito

cordillerano26.

Desde el punto de vista de la cronología histórica, la alfarería evolucionó en un

proceso concomitante con el desenvolvimiento de la agricultura desde los estilos

iniciales monocromos de gran variedad artefactual a partir del 100 d.C.- 350 d.C.;

incorporando un estilo decorativo policromo alrededor del año 1100 d.C.27, en sus

modalidades tipológicas El Vergel y Valdivia pertenecientes a un mismo horizonte

cronológico regional28. Esta cerámica del período prehispánico tardío se caracteriza por

sus engobes bícromos de colores rojos y blancos, con el uso de motivos de achurados

simples, barras de clepsidras, zig-zag, rombos reticulados, cruces escaleradas y estrellas

de triángulos. Estos últimos decorados conocidos como motivos estrellados o

estrelliformes tienen un patrón común con los dibujos de la cerámica intitulada

Aconcagua y Diaguita, con las cuales también el estilo vergel-valdivia comparten

22 Fernanda Falabella y Rubén Stehberg “Los inicios del desarrollo agrícola y alfarero: zona central (300 a.C. a 900 d.C.)”, en J. Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer, C. Aldunate e I. Solimano Culturas de Chile, Prehistoria: Desde sus Orígenes hasta los Albores de la Conquista, Editorial Andrés Bello, Santiago 1989: 313-328. 23 Víctor Bustos S. “Modelos de ocupación temprana en la bahía de Concepción y Golfo de Arauco” en Chungará (Arica) v.36 supl. espec. T. 1 Arica sep. 2004: 283-288 24 Quiroz, D. M. Vásquez y M. Sánchez “Quino 1, un sitio alfarero temprano en la región centro sur: noticias y comentario de un fechado”. Boletín de la sociedad Chilena de Arqueología Nº 24, 1997: 49-52 25 Ximena Navarro Prehistoria de Chile, en Informe de la Comisión de Verdad y Reparación Histórica: 1996. 26 Leonor Adán y Verónica Reyes “Sitio Los Chilcos, descripción y análisis de un nuevo cementerio Pitrén en la región de Calafquén”, Boletín de la sociedad Chilena de Arqueología Nº 30, Santiago 2000: 30-40. Margarita Alvarado y Rodrigo Mera “Estética del paisaje y reconstrucción arqueológica. El caso de la región del Calafquén (IX y X Región-Chile)” Chungará vol. 36 sup. espe. T.2, 2004:559-568 27 Daniel Quiroz y Marcos Sánchez, La isla de las palabras rotas, op.cit.; de los mismos autores “La secuencia Pitrén Vergel en la Isla Mocha: soluciones de continuidad y distinciones culturales”. Actas del XVI Congreso op. cit.: 369-378. 28 Leonor Adán y Rodrigo Mera 1997 “La tradición cerámica bicroma rojo sobre blanco en la región sur de Chile. Los estilos Vergel y Valdivia”. Actas del XVI Congreso, op.cit.: 399-410. Atendiendo a las regularidades sistemáticas en el patrón decorativo y en las pautas de elaboración artefactual de los estilos El Vergel y Valdivia, se observa una correlación ceramista como expresión de una tradición identitaria, que reflejaba simbologías de cohesión social y política entre poblaciones regionales que compartían ciertos signos decorativos que gozaban de aceptación y prestigio en la cultura cotidiana, ver Fernanda Falabella, Lorena Sanhueza y Eugenia Fonseca “Las materias primas de la cerámica Aconcagua salmón y sus implicancias para la interpretación de la organización de la producción alfarera”. Chungara, Volumen 34, Nº 2, 2002: 167-189.

Page 31: Revista Andes del Sur Nº 1

notables rasgos de simultaneidad temporal en su aparición29. Las tecnologías cerámicas

en sus estilos monocromos y policromos se expanden desde la Araucanía hacia la zona

trasandina de Neuquen, Limay, Nahuelhuapi y La Pampa como expresión de un proceso

de irradiación generalizada desde los valles del Océano Pacífico hacia la zona trasándina 30.

Desde el punto de vista del utillaje doméstico, la loza alfarera tuvo amplia

aplicación en la cocina indígena, aportando el menaje de ollas para preparar los

alimentos, el servicio de vajillería en la mesa diaria, y los cántaros para contener el agua

proveída desde las fuentes hídricas para el consumo familiar. Especialmente relevante es

en este sentido, la fabricación de grandes tinajas y cántaros con capacidad para

almacenar voluminosas provisiones de chicha, elaborada de productos agrícolas, en

especial del maíz. Bebida que en el mundo americano y andino gozó de una especial

valoración por su refinamiento alcohólico. Esta bebida de baja graduación fue

ampliamente consumida en la sociedad originaria como recurso básico de la dieta; y

como obsequio suntuario y protocolar para amenizar los numerosos banquetes de

ocasiones rituales, sociales, económicas y políticas que llenaban el calendario de la

organización civil y religiosa indígena31.

En el contexto cultural de la producción agraria la preparación culinaria de los

alimentos agrícolas y el almacenamiento de la chicha constituyó un elemento de primera

importancia para la industria de fabricación de contenedores cerámicos. Las ollas para la

preparación culinaria en el fogón de las rucas recibían diversos apelativos según su

tamaño: Lupn o Llupug, Codvu y “Coro olla grande”32. Otra vajillería especializada se

llamaba “Leupe cazuela o callana”, destinada a tostar granos para elaborar harina tostada

y maíz rostizado. Para cocer un tipo especial de pulco se usaba el “Qulilhue, olla grande

29 Durán, E. y M. T. Planella “Consolidación agroalfarera: zona central (900 a 1470 d.C.)”, en Culturas de Chile, Prehistoria: 313-328. 30 Adán Hadjuk La etapa alfarera patagónica, en culturas indígenas de la Patagonia, Madrid 1984, “Excepcionales ceramios en la provincia de Neuquén”, en Revista del Museo Provincial de Neuquén Nº 1 (1), Neuquén 1978; “Cementerio Rebolledo arriba, Departamento de Aluminé”, en revista Relaciones Vol. XIV, Nº 2 Buenos aires 1981. Ana Albornoz y Adán Hajduk “Antecedentes arqueológicos e históricos del “Camino de las Lagunas”, en El Nahuelhuapi hasta el siglo XVIII. En: http://www.uca.edu.ar/esp/sec-pigpp/esp/docs-estudios/revista/tp7/arqueología.pdf Carlos Aldunate del Solar “Estadio alfarero en el Sur de Chile 500 c.a 1800 d.C.” en en J. Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer, C. Aldunate e I. Solimano, Santiago 1989: 337-338. 31 Boccara:76-77 32 Todos los nombres originarios citados precedentemente y los que se siguen sin indicación de fuente en el texto han sido tomados de Luis de Valdivia, op.cit

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para hacer chicha”. En tanto la bebida fermentada se almacenaban en grandes vasijas de

greda denominadas “Cañ” y “Mencue”. La utillería doméstica se completaba con platos

denominados “Chom challa escudilla de barro”, “Rali una escudilla de barro” y “Challa

escudilla de palo” (madera); los vasos de arcilla se complementaban con otras copas de

madera denominados “Chiga hue jarro de madera en que beben”, “Malhue, copa, o vaso

de madera” y un cántaro grande para escanciar el liquido “Malhue, cangilon de palo”.

Por otra parte, la vajillería cerámica por su uso doméstico, protocolar y ritual, a

través de la elaboración de piezas de alta calidad y refinamiento en el arte decorativo

adquirió la cualidad de un elemento suntuario por excelencia. Introduciendo y

cristalizando el concepto de lujo y distinción para las elites que gozaban del privilegio de

su ostentación pública, como muestra de riqueza material, posición y jerarquía social.

En esta perspectiva, la alfarería ornamental también se convierte en un bien de valor,

cuya posesión supera el ámbito utilitario situándose en la dimensión de la riqueza

suntuaria, concitando el interés para su acumulación originaria en el seno de la economía

indígena, atributo que estará fielmente representado por su integración como ofrenda

funeraria.

La producción manufacturera descrita en este apartado, incidirá en el plano de la

sociabilidad material a través del aumento de la variedad artefactual y decoración del

utillaje cerámico, de la variedad en la indumentaria textil, del refinamiento de los

adornos personales, y en el mejoramiento de los instrumentos y las armas metálicas.

Desde el punto de vista geográfico las innovaciones descritas estarán

concentradas en las zonas ecológicas dotadas de mejores condiciones ambientales para

la crianza del hueque destinado a la obtención de lana; de bolsones de arcillas de

cualidades refractarias ótimas; y yacimientos minerales de cobre, mantos de plata, arenas

auríferas y yacimiento de sal. Zonas que la arqueología comienza discriminar en las

áreas de Penco, Isla Mocha, Budi, Lumaco, Purén y Villarrica-Pucón y Neuquén; las

cuales se encuentran asociadas a los centros demográficos indígenas que los hispanos

intenta controlar con las ciudades fundadas en el siglo XVI. Asimismo, en el ámbito

social las industrias domesticas tendrán a su vez, un mayor desarrollo en las unidades

que controlan los canales de comunicación de larga distancia y las estrategias sociales

para acceder al dominio de nuevos conocimientos y técnicas de producción. Mecanismos

generalmente asociados a las elites que ejercen el control político de la información a

Page 33: Revista Andes del Sur Nº 1

través de sus funciones de gobierno y redes de parentesco diseminados en la geografía

andina por la migración masculina, o forjadas mediante las alianzas matrimoniales

ligadas a la circulación de esposas que salen y entran al espacio doméstico.

El trabajo de los metales del cobre, oro y plata

En el contexto de la producción doméstica del período prehispánico tardío una

innovación de impacto sistémico estará asociada a la elaboración de utensilios y joyas

de cobre, plata y oro. Retrospectivamente, las manufacturas de objetos metálicos

requerían de una actividad extractiva previa destinada a proveer de materia prima a los

artesanos con lo cual se inauguraba también las actividades mineras en el seno de la

economía mapuche, a través de la explotación de los yacimientos locales situados en las

“Lluhue minas de plata”, las “Millahue mina de oro” y Maillayma vena de oro”; y de

las “pañilhue mina de cobre”33.

Las masas minerales se purificaban mediante la técnica llamada “Vayemin fundir metales” incluía el uso de

“pimohne fuelles” en talleres manejados por diestros artesanos designados con el nombre de “rtan camañ” quienes forjaban

los objetos de trabajaban “Lien plata”, “Milla, oro” y “Cum pañilihue cobre”. Estas innovaciones de la joyería mapuche del

período prehispánico tardío se complementaban con los antiguos ornamentos de “Elcha collar” elaborados de “Llanca unas

piedras verdes, que los indios estiman”; y de “Lican una piedra de estima como cristal de indios”. Otras joyas antiguas eran

los “Chunan cascabeles de caracoles” confeccionados con “Chomllco caracolillo de la mar” y la especie denominada “Pillada

caracolillo de mar”

Probablemente el trabajo de los metales se incorporó en el período de adopción

de las técnicas alfareras policromas en el área centro sur de Chile, elementos con los

cuales comparte un rango cronológico similar verificado entre el 1110 y el 1.200 d.C..

La explotación económica de los metales del cobre, oro y plata se eslabonará desde las

antiguas industrias líticas del Período Arcaico para la fabricación puntas de flechas, de

cuchillos, hachas; junto a emblemas del poder político llamados tokicura en

mapuzungun y clavas según la clasificación etnográfica34. Además de una serie de

artefactos líticos para el cultivo de la tierra, la molienda de granos, y elaboración de

joyas de ciertas piedras preciosas llamadas llancas. Actividades a las cuales se sumó en

33 Todos los nombres originarios citados precedentemente y los que se siguen sin indicación de fuente en el texto han sido tomados de Luis de Valdivia, op.cit 34 Un estudio singular sobre los yacimientos de obsidiana de Melipeuco en Charles R.. R. Stern, Ximena Navarro H.; Jimena D. Pino N. y Rodrigo M.Vega S.M. “Nuevas fuentes de obsidiana en la región de la Araucanía, Centro-Sur de Chile: química y contexto arqueológico de la obsidiana riolítica negra de los Nevados de Sollipulli. En Magallania V.36, Nº 2. Punta arenas 2008

Page 34: Revista Andes del Sur Nº 1

esta nueva fase, la tecnología metalúrgica de purificación y obtención de masas

minerales mediante el uso del fuego y los crisoles, según lo ha establecido una

investigación reciente35.

Las manufacturas de cobre fueron recolectadas en asociaciones contextuales

metodológicamente bien documentadas, que permitieron su datación radiocarbónica. En

el sitio funerario de Padre Las Casas se obtuvo una fecha de 1280 d.C. para los adornos

femeninos de aros circulares y cuadrangulares junto a los tradicionales collares de

llancas de minúsculas cuentas de piedras36. No obstante, las fechas más antiguas del

trabajo en aros de cobre se remontaría hacia el 1195 d.C.37 de acuerdo a la cerámica

asociada a su hallazgo en el sitio El Vergel en Angol. Américo Gordón en una

investigación pionera en el sitio de Padre Las Casas fechado en 1280 d.C., recuperó aros

de cobre cuadrangulares enmarcados en circulares y un pequeño trozo de cobre, junto a

delgadísimas laminas de llancas38. En la zona de Valdivia se reportan hallazgos de aros

de cobre y tupus en contextos de cerámica de estilo valdiviano en el cementerio

arqueológico de Cocule, así como construcciones de piedra en la localidad de Ciruelos39

Al norte del río Biobío se han encontrado objetos de cobre las Dunas de Rahue

en la zona de Cauquenes con una datación de 1.240 d.C.40. Desde Chile central los datos

geográficamente más próximos proceden de la zona minera-cuprífera de Rancagua, en el

sitio de Rengo (Cachapoal), donde se describen algunos objetos de cobre con antigüedad

35; Roberto Campbell. “El trabajo de metales en el Vergel: una aproximación desde la Isla Mocha”, en Actas del XVI, op.cit.: 379-388. Los ornamentos de aros tienen una distribución estilística común desde Cauquenes a Río Bueno. 36 Américo Gordón “Urna y Canoa Funeraria. Una sepultura doble excavada en Padre Las Casas, Provincia de Cautín, IX Región Chile”. Revista chilena de antropología Nº 1 , 1978:. 61 –80. Los aros cuadrangulares son similares a los descritos para el Complejo Las Animas por Gastón Castillo C. “Agricultores y pescadores del Norte Chico: El complejo Las Animas (800 a 1.200 d.C.)” en Culturas de Chile. Prehistoria: 271. También consignan imágenes de artefactos de cobre, herramientas agrícolas líticas y pipas líticas similares a las recogidas en la Araucanía Hans Niemeyer F. Gastón Castillo y Miguel Cervellino “Los primeros ceramistas del Norte Chico (0 a 800 d.C)”, en Culturas de Chile: 227 y ss. 37 Documentado en una urna del sitio Fundo San Jorge (Angol-Cancura) fechada en 1.195 d.C, y corresponde a un par de aros circulares de cobre, ver Leonor Adán y Rodrigo Mera 1997 “La tradición cerámica bicroma rojo sobre blanco en la región sur de Chile. Los estilos Vergel y Valdivia 38 Américo Gordón “Urna y canoa funerarias de sepultura doble excavada en Padre Las Casas. Provincia de Cautín, IX Región”. Revista chilena de antropología Nº 1, Santiago 1978. 39 Dillehay y Américo Gordon, La actividad prehispánica de los incas y su influencia en La Araucanía, 45 Congreso de Americanistas, Bogotá Colombia 1985. B.A.R.International Series 442, Printed in Great Britain, 1988: 226-227. 40 Nelson Gaete y Rodrigo Sánchez “Patrón alfarero Pelluhue ¿Un estilo decorativo “El Vergel” al norte del Itata?” Hombre y Desierto Nº 9: 381-384

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de 1130 d.C. 1365 d.C. 41, lo que sitúa la introducción cuprífera al sur del Biobío en una

fecha bien temprana respecto de la difusión de esta tecnología en el centro-sur de Chile.

Los artefactos de cobre también se utilizaron en la elaboración de hojas para

hachas destinadas al trabajo de la madera42. Además de un amplio uso militar

reforzando las lanzas con puntas elaboradas de este metal. En la panoplia prehispánica

una evolución sustancial provino del reforzamiento de las lanzas con puntas de cobre

utilizadas por los contingentes militares de la zona de Penco y Arauco. El cronista

Mariño de Lobera describió la formación del ejército mapuche penquista dirigido por el

general Aynabilo en 1550, entregando un valioso testimonio etnológico sobre la

organización militar indígena y sobre el uso del cobre en las armas del período

prehispánico tardío. Este hermoso relato de la epopeya mapuche del siglo XVI los

reproducimos en extenso a continuación.

“No estaban los enemigos dormidos en este tiempo, porque de muchos años antes estaban persuadidos a que los españoles habían de hacer aquella conquista; pues habían visto que su designio no era otro sino gobernar toda la tierra; y así estaban prevenidos habiéndose comunicado y concertado todos los de aquellas provincias, como son la de Ñuble, Itata, Renoguelen, Guachimavida, Marcande, Gualqui, Penco y Talcaguano. De suerte que apenas habían salido los españoles de la ciudad de Santiago cuando ya los bárbaros tenían noticia dellos, cuya entrada les hizo poner luego en armas, acudiendo todos a una a oponerse a ellos haciéndoles resistencia, y para proceder con mejor orden en su defensa, trataron ante todas cosas de elegir cabeza de todo su ejército que tuviese absoluto gobierno de toda la gente, aunque eran de diversas provincias. Para esto pusieron los ojos en un indio llamado Aynabillo, hombre esforzado y de gran prudencia experimentado en cosas de guerra y gobierno. A este cometieron el plenario dominio y potestad de mandar en toda la tierra, sin aguardar parecer de nadie, y para hacer guerra no solamente a los españoles, pero aún a los mesmos indios en caso de que entre ellos hubiese algún alboroto o cizaña. Y como a tal señor le fueron todos a mochar, que quiere decir adorar, con las ceremonias que ellos usan poniéndole cierta insignia en la cabeza, y un cinto ancho por el cuerpo cuyos cabos besaron los principales, que entre ellos es lo mismo que besar la mano. Luego que Aynabillo fué electo, mandaron aviso dello por toda la tierra, notificando a todos su elección y ordenándoles que acudiesen a la guerra, y muy en particular a los bravos araucanos y tucapelinos que estaban veinte leguas de aquel lugar donde él fué electo.

41 Iván Cáceres R., Eugenio Aspillaga F., Angel Deza T., y Alvaro Román., “Un sitio agroalfarero tardío en la cuenca del río Cachapoal, Chile central”, en Actas del XII Congreso de Arqueología Chilena, op.cit. 42 Gonzalo Ampuero “La cultura diaguita chilena (1.200 a 1.470 d.C)”, en Culturas de Chile. Prehistoria, 1989, presenta dibujos de estas hachas: 286

Page 36: Revista Andes del Sur Nº 1

Fué tanta la gente que acudió a su mandato, que llenaban los campos, de suerte que todo parecía poblado sin distinción en lo que eran campos y pueblos. Ultra desto mandó pagar sueldo a todos los indios que estaban desparramados fuera de los pueblos, si quisiesen venir por paga como en efecto vinieron muchos, así por tirar sueldo como porque también les iba su propio interés y libertad, pues era común a todos la defensa. Con esto juntó en campo más de cien mil hombres y más de otros cincuenta mil que acudieron al tiempo de la necesidad y refriega; los cuales venían bien armados y a punto de pelear, arriesgando sus vidas. Las armas que traían los más eran unas lanzas más largas que picas con unas puntas de cobre en lugar de acero; otros traían lanzas medianas, y otros las que en su lengua llaman macanas de que tratamos arriba; otros traían dardos y otros, finalmente, usaban de armas de diversas maneras hechas a su modo. Toda esta gente era fortísima y membruda, y no menos arrojada que valiente; traía por teniente general a Villineo, indio de extraordinarios bríos, y por sargento mayor a Labapie; capitanes eran Pangue, Curilemo, Millequino, Chibilingo, Lupín, Lebonbin, Alcan, Paraygnano, Pilquenlovillo, Nabacón, Aibinquilapello y otros de mucha estima”43.

Jerónimo de Vivar corrobora la utilización de puntas de cobre como

reforzamiento de las lanzas araucanas, entregando otros datos de interés sobre la

organización del ejército mapuche protohistórico, escribiendo:

“Estas gentes antiguamente tuvieron guerras unos con otros, como eran todos parcialidades, unos señores con otros. Quando vienen a pelear vienen en sus escuadrones por buena orden y concierto que me parece a mi que, aunque tuviesen acostumbrado la guerra con los romanos, no vinieran con tan buen orden. “Y llevan picas de 25 palmos de una madera muy recia y enjeridos en ellas unos hierros de cobre a manera de azadores rollizos de dos palmos y de palmo y medio. Y con unas cuerdas, que hacen de nervios muy bien atados, los ejieren de tal manera en aquella asta, como puede ir un hierro en una lanza. Y junto a esta atadura llevan una manera de borlas de sus cabellos” Van entremedias de estos armados otros syn de estas capas ni celadas, con unas astas largas, algunas enjeridos en estas astas unas hachas de pedernal Y otros llevan en estas astas hecho en lo alto una manera de macana. Y luego va otra hilera de otros con lanzas de astas de quince y dieciséis palmos. Y llevan el asta de una vara puesto un acha como de cobre, hecha de dos o tres picos, o de manera que el que la trae quiere, porque unas son anchas y otras como martillos”44.

43 Mariño de Lobera op.cit. 44 Jerónimo de Vivar Crónica y relación copiosa de los reynos de Chile: 183-184.

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De acuerdo con la metrología actual, las puntas de cobre en las lanzas

prehispánicas medían entre 30 a 40 centímetros, elementos que junto a las hachas de

varias puntas utilizadas por los contingentes del ejército mapuche representaban un

consumo de alto volumen, sobre todo si consideramos el número de soldados

movilizados en el siglo XVI. Las cifras aportadas por las fuentes son irregulares, no

obstante se puede estimar que en las campañas militares de la zona de Arauco hubo

contingentes superiores a los 10.000 y 20.000 soldados. Cifra que ilustra la importancia

de la demanda bélica de cobre para la elaboración de puntas de lanzas y otros

dispositivos ofensivos. Asimismo estas referencias permiten visualizar la relevancia de

la actividad cuprífera para abastecer la demanda militar y la joyería femenina, de modo

que su presencia ocupaba un lugar central en la economía precolombina.

Las minas de cobre explotadas se localizaban en el sector costero de Arauco,

hallándose otras menas distribuidas en todo el territorio continental45. Por su parte, el

cronista Pedro de Córdoba y Figueroa señalaba la existencia de yacimientos de cobre en

la cordillera andina enfrente del distrito de Concepción, apuntando que: “Y porque se

admire el aborto de la naturaleza en sus producciones no omitimos el narrar que año de

mil setecientos diez y siete se internaron algunos por la cordillera y en la parte oriental

de ella hallaron un elevado cerro de cinco a seis leguas de circunferencia y

superficialmente por todo él mucho cobre cual están las piedras en la superficie en

campo y se halló un peñón como de cincuenta quintales y trajeron notable cantidad, la

que vimos y se pagó en la ciudad de los Reyes a mayor precio que el común cobre por

estar misto con oro”46 .

Vinculado al uso del cobre se desarrolló la metalurgia del oro y la plata en la

confección de joyas femeninas. De acuerdo con la información aportada por las fuentes

escritas del primer momento de contacto hispano-mapuche, la metalurgia del oro y la

plata se hallaba extendida a través de todo el territorio del Sur de Chile desde Penco a

Chiloé. Señalando con ello el área de expansión de la civilización prehispánica mapuche

en el Sur de Chile.

45 Roberto Campbell “El trabajo de metales”, op.cit. 46 Pedro de Córdoba y Figueroa Historia de Chile (1717). Colección de Historiadores de Chile. Imprenta El Ferrocarril, Santiago 1862 tomo II: 33

Page 38: Revista Andes del Sur Nº 1

Carlos Aldunate del Solar consigna entre los artefactos del período tardío

prehispánico, rescatados en la zona de Angol, aros de plata y oro47. Gordon y Dillehay

reportan el hallazgo de un objeto de oro que reproduce la figura de una cabeza de tucan

en Villa Lo Boldos al sur del río Toltén, asociado a otras evidencias cerámicas de

características incas, contribuyendo a posicionar la hipótesis de un desarrollo aurífero

vinculado a la influencia cuzqueña –o en su defecto- de otras culturas del área nuclear

andina. Del mismo modo, estos autores reconocen la existencia el trabajo prehispánico

en instalaciones mineras en la zona de Carahue y el nacimiento del río Toltén, lugares

donde se fundaron las ciudades de La Imperial y la Villa Rica respectivamente48.

Respecto de la influencia inca en Chile, el descubrimiento arqueológico en el

Cerro La Cruz –cercano a Quillota- de un templo y una instalación metalúrgica inca

realizado por el equipo de Arturo Rodríguez, arrojo una datación de 1310 d.C.,

retrotrayendo la expansión del imperio inca en Chile a dos siglos y medio antes de la

llegada de los europeos49.

En esta óptica del trabajo minero aurífero prehispánico y la elaboración de joyas

el cronista Vivar, señalaba que en la zona de Penco y Arauco, las mujeres: “Traen

brazeletes de oro y de plata y una manera de coronas. Traen al pescuezo una manera de

diadema y de turquezas y de tiritas de oro a manera de estampas. Ellas andan como las

del Mapocho, salvo que traen una manera de zarcillos de cobre”50.

Mariño de Lobera también describió el uso de ornamentos femeninos de oros y

zarcillos: indicando que en los días de fiesta: “Fuera destas mujeres que se casan, hay

otras muchas que tienen por oficio salir en los días de banquetes a estos bebederos a

ganar, como hacen en Europa las meretrices, que llaman rameras, y para esto se

engalanan con los más ricos atavíos, usando también de collares, zarcillos y otras joyas

de oro con piedras preciosas”51.

47 Carlos Aldunate del Solar “Estadio alfarero en el sur de Chile”, en Culturas de Chile. Prehistoria, 1989: 339 48 Tom Dillehay y Américo Gordon, La actividad prehispánica de los incas: 226-227. 49 Arturo Rodríguez, Ramón Morales, Carlos González y Donald Jacson “Cerro La Cruz: un enclave económico administrativo incaico, curso medio del Aconcagua (Chile central)”, en Actas del XII Congreso de arqueología:201-222. 50 Vivar: 180 51 Mariño de Lobera op.cit.

Page 39: Revista Andes del Sur Nº 1

Respecto de la zona del río Bueno y Golfo de Reloncaví donde se fundaría la

ciudad de Osorno en 1558, el Gobernador García Hurtado de Mendoza escribió que: “fui

desde la ciudad de Valdivia, hasta cuyos términos han llegado los españoles, a descubrir

la tierra que dicen los Coronados y anduve por ella adentro once o doce jornadas, en que

hallé treinta o cuarenta mil indios de la manera de los de atrás, bien vestidos y con

zarcillos y otros arreos de oro fino y de oro sobre plata y mucho ganado y sementeras,

hasta que fui a dar a un lago grande, con mucha cantidad de islas qye hay en el, a dos y a

tres leguas unas de otras, pobladas de misma gente y ganado”52

Sobre la minería aurífera indígena en el archipiélago de Chiloé, García Hurtado

señalo que los capitanes enviados a reconocerlas: “se volvieron tomando relación de las

islas postreras que anduvieron que en la tierra firme de adentro había mucha cantidad de

indios y buena tierra de oro comidas y ganado, dándole forma como lo sacan y

funden”53. Francisco de Villagra, compañero de Pedro de Valdivia, escribió respecto de

la comarca circunvecina de Chiloé, que esta zona tenía “ventaja a las que hasta agora

están vistas en las Indias, por ser muy pobladas de gentes, vestida de manta y camiseta

como la del Cuzco y haber mucha comida y grandes insignias de oro y plata”54. Otras

relaciones documentales del mismo período señalaban que: en un cavi que llaman

Quilen, dicen hay oro, é sácalo el cacique que llaman Queteloan”55

Una descripción del atuendo utilizado por un prominente jefe mapuche, durante

la celebración de una fiesta pública por las victorias militares del celebre toqui Lientur,

entrega interesantes elementos de comparación sobre el uso ornamental del oro entre los

mapuche, las cuales complementan el testimonio de Bibar. En esa ocasión, Francisco

Núñez de Pineda y Bascuñan relata que: “Salió el cacique Huiramanque –que para esa

ocasión guardaban los antiguos vestidos de los españoles- con un calzón de terciopelo

morado (…) guarnecido con un franjón de oro muy ancho y una camiseta muy labrada,

con sus flecos a la redonda(…) una bolsa colgada con su cinchón, que parecía tahalí, y

encima su capa de castilla azul oscuro, que tiraba a morado, también con su franjón de

52 Carta de don García Hurtado de Mendoza al consejo de Indias, 20 de abril de 1558. Colección de documentos inéditos para la historia de Chile (CDIHCh), vol. 28: 158 53 Carta de don García Hurtado: 159 54 Carta de Francisco de Villagra a S.M. 24 de enero de 1558, CDIHCh, tomo XVIII. Citado por F. A. Encina Historia de Chile, Santiago 1983, tomo 2:60. 55 “Relación que hizo Francisco Cortes Ojeda de su viaje al Estrecho de Magallanes, autorizada del escribano Miguel Goizueta, 17 de noviembre de 1557”, en CDICh tomo 28: 235

Page 40: Revista Andes del Sur Nº 1

oro por los cantos y por el cuello, y unas medias de seda amarillas, puestas sin zapatos,

pero con unas alpargatas a su modo y usanza; otros que lo acompañaban sacaron

también vestidos antiguos de españoles (…) y algunos traían sus plumas y otros cintillos

de oro a lo antiguo; y el cacique llevaba sus collares de piedra, que tienen por

preciosas”56.

En el contexto ritual de esta ceremonia solemne de raigambre prehistórica, en

cuya celebración se despliega un complejo protocolo que incluye la construcción de una

torre piramidal escalonada de seis a siete metros de altura para el baile de coros de

danzantes, los atavíos de esta autoridad étnica reproducen la cultura vernácula del

tiempo ancestral. Desde esta perspectiva interpretamos el franjón de oro que recubría el

borde del “calzón” y la capa de castilla azul, como un elemento decorativo proveniente

de las tradiciones decorativas prehispánicas de “su modo y usanza” como dice el

cronista, así como los “cintillos de oro” que representaban los ornamentos “a lo

antiguo”, es decir del período anterior a la llegada de los españoles; junto a las plumas y

los collares de piedra. Estos franjones de oro, no los usaban los soldados de la conquista,

y más bien su descripción se asemeja a cierta indumentaria de las dignidades del imperio

inca. De modo, que su uso se relaciona con las tradiciones andinas prehispánicas.

Respecto de las joyas de plata precolombinas contamos con la referencia anterior

sobre la orfebrería de la zona de Osorno. Noticia que es confirmada por el cronista

Alonso de Góngora y Marmolejo, tradicionalmente escueto en sus descripciones sobre la

sociedad indígena en proceso de conquista. En su Historia, Góngora apuntó que en el

reconocimiento de la zona aledaña al volcán Villarrica, Pedro de Valdivia: “informado

que acerca de adonde estaba había unas minas ricas de plata, de donde sacaban y

labraban plata, diciéndoles que se las mostraran, envío al capitán Alderete con diez

soldados a pie”57

El empleo de joyas de oro y plata, posiblemente tuvo conexión con el avance del

imperio inca -u otras etnias de la zona andina- con sus fronteras movibles de intercambio

56 Citado por Carlos González Vargas y Hugo Rosati Aguirre, “Rescate de una construcción mapuche no conocida”, en AISTHESIS Nº 39 (2006): 72-84. Valioso estudio sobre la arquitectura ceremonial de la sociedad mapuche. La cita corresponde a Francisco Núñez de Pineda Bascuñan Cautiverio Feliz, Santiago 2001: 523. 57 Alonso de Góngora y Marmolejo Historia de las cosas que han acaecido en el reyno de Chile y de los que lo han gobernado (1536-1575), Santiago 1990: 103-104

Page 41: Revista Andes del Sur Nº 1

e infiltración de colonias mineras en los territorios circunvecinos del Tahuantinsuyu,

especialmente para explotar los ricos yacimientos de oro del Sur de Chile58. Mecanismos

a través de los cuales se incorporó la técnica del trabajo de la platería usada por las

mujeres, cuyos diseños estilísticos siguen pautas muy cercanas a las joyas utilizadas por

la elite del imperio inca59.

Por otro lado, la localización y el dominio de los yacimientos de cobre del sector

costero ejercido por los linajes locales de Arauco y Purén -situados a ambos lados de la

serranía de Nahuelbuta, les habría otorgado una ventaja económica adicional que les

retribuyó un flujo de riquezas de extraordinaria influencia en el contexto social

prehispánico. Este factor ayudaría a explicar las conexiones de esta zona con región

pampeana, que se reflejarían en la circulación de cerámica El Vergel y aros de cobre en

el área trasandina60, así como el apoyo y “contratación” de soldados “puelches” en el

ejército araucano para fortalecer la resistencia a la conquista61.

Como corolario de esta sección indicaremos que, desde el punto de vista de la

cultura material, los adornos femeninos de plata que conocemos profusamente a partir de

las colecciones de platería del período colonial y republicano, constituyen la imagen y el

símbolo de la pervivencia de la civilización agrominera del cobre, oro y plata minera

mapuche prehispánica que hemos reseñado.

58 De acuerdo al modelo seguido en las fronteras orientales del incanato, investigado por Thierry Saignes Los Andes orientales: historia de un olvido. IFEA-CERES, Cochabamba, Bolivia 1985: 13 y ss., y “El sureste entre la conquista inca y la invasión chiriguano” en Tierra Saignes Historia del pueblo chiriguano, Instituto Francés de Estudios andinos, La Paz, Bolivia 2007: 42 y ss 59 Tom Dillehay y Américo Gordon “La actividad prehispánica de los incas”. De acuerdo con Dillehay, es muy posible también que la influencia inca se encuentre en la decoración de la cerámica El Vergel y Valdivia, Monuments: op.cit.: 98 y siguientes. Carlos Gonzales, Hugo Rosati y Francisco Sánchez Huaman Poma testigo del mundo andino, Dibam, Santiago 2003. 60 Mónica Alejandra Berón “Arqueología de las sociedades prehispánicas de la provincia de La Pampa. Manejo de recursos culturales y puesta en valor de historias regionales”. Quinto Sol. Revista de Historia Regional Nº 11, Universidad Nacional de La Pampa, Santa Rosa 2007, 61 Leonardo León Solis “Mapu, toquis y weichafes durante la primera guerra de Arauco, 1546-1554”, en Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso 1995, Nº 40:277-344

Page 42: Revista Andes del Sur Nº 1

La ganadería de hueque: lana, arrias de transporte y moneda en la protohistoria mapuche

La adopción de las técnicas de domesticación del guanaco salvaje conformó un

evento cronológicamente simultáneo con la adopción de la agricultura y la alfarería

juzgar por los vestigios del sitio arqueológico de la Isla Mocha y otros indicios

procedentes de la costa de Arauco. No obstante, esta ganadería se nutrió constantemente

de la captura y amansamiento de los guanacos salvajes.

El guanaco en estado montaras se denominaba luan y las actividades de captura

luantun. Su domesticación mediante la técnica del amansamiento de las tropillas

salvajes se denominaba “Huymelyecuumen atraer con alagos, o ir amansando”, derivado

del verbo “Huymlin amansar”. Mediante este manejo productivo se obtenían los

“Hueque carnero” y las tropillas de “Rehueque, carneros de la tierra”, llamados también

por los cronistas “Chillihueque carnero de la tierra”62. Identificando en este nombre

compuesto de Chilli la tierra de Chile y hueque la masa ganadera de los valles de clima

templado. Entre las técnicas del amansamiento se practicaba la costumbre de

“Entucadañin capar”, operación practicada a los machos para su completamente

domesticación y posterior utilización como fuerza y medio de transporte generalizado.

En el ámbito doméstico, los rebaños de hueques abastecían de lana como materia

prima esencial para la industria del telar, para lo cual cada año se practicaba la operación

del “quediñun, tresquilar carneros”. Obtenida la lana se lavaba y se procedía a “Nenum

lin, batir la lana”; seguido del “Rurehue carduren, cardar, carmenar”, para luego obtener

el hilo mediante la operación del “Vuun hilar” o “Vuun hilado”, utilizando el instrumento

llamado “Puvll huso para hilar”. Las madejas de hilos alimentaban luego las

manufacturas del “Huytalhue telar” para tejer diferentes “Uutalhue, urdiembre de tela”,

destinadas a la confección del vestuario cotidiano, trajes ceremoniales y otros

aditamentos. El vestuario de los varones incluía una camiseta llamada “Ulcu camiseta”,

en otros casos llamado “Macuñ” pero más generalmente bajo ese nombre se designaban

las mantas o ponchos de distintos estilos: ecull, macuñ, pont y, ruthu; así como algunas

cintas usadas para amarrar el cabello, consistentes en: “Yautu, bonete, o cintillo de la

cabeza” y “Tari lonco, el pillo, o cintas que se ponen los indios en la cabeza”. Las 62 Todos los nombres originarios citados precedentemente y los que se siguen sin indicación de fuente en el texto han sido tomados de Luis de Valdivia, op.cit

Page 43: Revista Andes del Sur Nº 1

mujeres utilizaban vestimentas largas denominadas “Choñe manta” con la que se cubrían

todo el cuerpo, también recibía el apelativo de “Huentetecum, la manta encima de India”

a manera de túnica, y la “Icalla, la manta de india” como rebozo.

Una completa descripción del vestuario masculino cotidiano ilustra la tipología

textil del vestuario: “El traje de ellos –consignaba Bibar- es una manta de vara y media

de largo y una de ancho. Y esto se ponen por entre las piernas y los cabos se ciñen a la

cintura, que lo traen a manera de zaragüeles. Y encima unas camisetas que les dan hasta

medio muslo y otras menos. Esta ropa hacen de lana. Traen unas mantas a manera de

capa, y otros no traen más de aquella manta revuelta al cuerpo, porque cada uno anda

vestido como alcanza y tiene la posibilidad”63.

Los primeros cronistas -como hemos consignado- describieron con admiración la

riqueza ganadera de las comunidades mapuche de Araucanía prehispánica, a partir de lo

cual se deduce su importancia como fuente de abastecimiento de lana para las

manufacturas textiles producidas por mujeres de las unidades domésticas. En segundo

lugar, la importancia económica de esta especie provenía de su utilización como animal

de carga. Por otro lado, el hueque complementaba la alimentación cotidiana, aunque es

previsible que por su valor como proveedor de lana el aporte carneo se abastecía de otras

fuentes señaladas más atrás.

La trascendencia de este animal en los modos de vida mapuche, se expresaba en

su integración simbólica como un objeto suntuario de significación ritual por excelencia.

Empleado como sacrificio propiciatorio en las ceremonias del guillatun, y en otros

eventos de carácter político que sellaban y reconstituían alianza de comunión y fidelidad

recíproca64. Jerónimo de Bibar consignó un detalle significativo acerca de la integración

del hueque en los modos de vida mapuche, escribiendo que al llegar los españoles a la

isla Santa María enfrentaron la resistencia indígena organizada en dos escuadrones, en

estas circunstancias: “habló un indio viejo que tenía una capa de cuero de carnero

negro, y con una hacha de piedra en una asta de madera hizo una raya por junto los

pies del capitán muy larga, y dijo que de allí nos volviésemos y que no pasásemos su

tierra ni le viésemos sus casas, so pena que nos matarían, lo cual nos declaró un

63 Jerónimo de Vivar Capitulo CV 64 Jimena Obregón Iturra “Guerra y Paz entre los mapuches o araucanos de Chile: Guerras iteretnicas y guerras intraetnicas a mediados del siglo XVII (1640-1655)”. Ponencia Primer Congreso de Etnohistoria Buenos Aires 1989.

Page 44: Revista Andes del Sur Nº 1

yanacona que entendía la lengua65. Su importancia cultural en el espacio isleño

protohistórico también quedó plasmada en el arte indígena, testimoniado en la figura de

una cabeza de auquénido reproducida en una pipa prehispánica rescatada en la Isla Santa

María66.

En el ámbito militar se reiteraba la utilización de la piel del hueque en la panoplia

de las armaduras, especialmente elegida como emblema étnico de una sociedad de

agricultores y ganaderos. Los escuadrones lanceros llevaban una capa fabricada con su

cuero. Vivar escribió a este repecto: “vienen de esta manera que los delanteros traen una

capas, y éstas llaman tanañas. Y es de esta manera: que hacen una capa como

verdugado, que por arriba es angosta y por abajo más ancha. Préndenla al pecho con un

botón, y por un lado le hacen un agugero por donde sale el brazo izquierdo. Esta

armadura les llega hasta la rodilla, hacenla de pescuezos de ovejas o carneros cosidos

unos con otros y son tan gruesos como cuero de vaca, y de [...]hacen de lobos marinos,

que también son muy gruesos.... y estas capas van aforradas con cueros de corderos

pintados de colores prieto y colorado y azul de todos colores. Y otras llevan de tiras de

este cuero de cordero en cruces y aspas por de fuera. Y otros, las pinturas que les

quieren echar67”

Los dibujos de colores rojos y azules muestran ciertos rasgos simbólicos de los

emblemas utilizados como insignias del ejército araucano; del mismo modo las cruces

representan figuran recurrentes de la simbología mapuche de impronta andina; por otro

lado las aspas evocan las figuras dibujadas en los tambores indígenas llamados kultrún.

La variedad de empleos en los cuales se integraba el hueque, sumado a los

exigentes cuidados que se requerían para su reproducción en pariciones bianuales con

múltiplicos únicos, indujeron una alta valorización pecuniaria de esta especie ganadera.

De este modo, los productos obtenidos de la “oveja de la tierra” en cuanto a su

utilización como medio de transporte y provisión de lana convirtieron al hueque en un

bien de valor en la economía indígena prehispánica.

65 Vivar, op.cit. Cap. XCVIII 66 Mauricio Massone “Algunas reflexiones sobre el complejo cultural El Vergel desde la Isla Santa María”, Actas del XVI Congreso, op.cit.: 351 67 Vivar, op.cit: 183

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El hueque constituía uno de los más preciados obsequios que el novio entregaba

a sus suegros en retribución de la esposa que abandonaría su hogar de nacimiento para

trasladarse al nuevo hogar del marido. Bibar consignaba al respecto que “Los

casamientos hacen de esta manera: que el que tiene una hija y se la pide otro,

conciertanse en cierta cantidad de ovejas, y el que la quiere a de pagar aquellas ovejas,

y lleva la mujer”68. Este concierto representaba en el vocabulario hispano un negocio,

una transacción de carácter más complejo que el simple trueque, representando una

modalidad de intercambio en el cual se halla presente un sistema de equivalencias

llamado comúnmente moneda o patrón de intercambio. Esta connotación de

compraventa derivaba de la valorización de la mujer como sujeto productivo

manufacturero, que se restaría del núcleo domestico paternal, razón por la cual se pagaba

un importe de compensación figurado en la cantidad de ovejas a cancelar.

La vigencia de un patrón de equivalencia paradigmático en las transacciones de

la economía mapuche protohistórica incluía al hueque consignado como ovejas y perros,

los textiles denominados ropa; la chaquira de pequeñas conchillas identificadas como

chaquira y las llancas que representaban piedras preciosas. Estas monedas prehispánicas

continuaron utilizándose como reservas para solventar los gastos de la resistencia

indígena, aparecen testimoniadas en una serie de referencias apuntadas por los cronistas.

Pedro de Valdivia -el capitán de la conquista de Chile-, durante su prisión en la

costa de Arauco luego de la derrota sufrida en la batalla de Tucapel, habría negociado su

liberación ofreciendo una riqueza fabulosa a los toqui –comandantes- del ejercito

mapuche. Góngora de Marmolejo, señalaba que en esa ocasión a través de un interprete:

P. de Valdivia: “les comenzó a hablar, diciéndoles que les sacaría los cristianos de el

reino y despoblaría las ciudades y daría dos mil ovejas si le daban la vida”69. Los

animales ofrecidos pertenecían a la especie europea que cumplía idénticas funciones

productivas a las de los animales nativos. Con excepción de su capacidad como animal

de carga.

El mismo cronista, Góngora de Marmolejo, consignó referencias sobre el pago de

salarios, como otras formulas que adquiría la función económica del intercambio, en este

68 Vivar, op.cit: 184 69 Alonso de Góngora, op.cit: 115

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caso el comercio de la fuerza de trabajo avaluada en bienes en la esfera de la actividad

bélica. Durante las campañas del ejército mapuche de Penco contra el Gobernador Pedro

de Villagra, en 1565, el cronista aludido señalaba que el Gobernador:

“Pasado el río Maule tomó el camino de Reinoguelen, que es una

provincia llamada así junto a la Sierra Nevada, porque tuvo nueva que

aquellos indios con gran desenvoltura habían hecho un fuerte, que ellos

llaman en su lengua bucara, en tierra llana, ribera de una acequia grande

que ellos habían traído. Pedro de Villagra tomaba lengua cada día;

sabiendo ser ansi, caminó derecho allá. Los indios habían enviado llamar

a todos los comarcanos les viniesen a ayudar, pues los habían pagado a

su usanza, y para esta paga habían juntado ochocientos perros y gran

cantidad de chaquira, que es unas cuentas de muchos colores, más

pequeñas que granos de trigo, horadadas por el medio; las traen al

pescuezo en sartas largas, mayormente las mujeres, y con la ropa de

vestir que juntaron habían pagado grande número de soldados”70.

En otra ocasión, las noticias recopiladas sobre los aprestos militares de los linajes

de la costa de Arauco, consignaron que allí los jefes indígenas trataron:

“con los demás comarcanos que no dejen perder tiempo tan oportuno

como el que tenían, y que todos tomasen las armas y viniesen sobre la

casa fuerte de Arauco, y la combatiesen hasta tomarla por fuerza o por

asedio; y para este efecto hicieron junta y llamamiento general de toda la

provincia; y para hacello con mejor orden rogaron a Colocolo se

encargase del mando y cargo de la guerra. Era este Colocolo cacique

principal y señor de muchos indios del valle de Arauco; y para el efecto

hicieron derrama a su usanza de mucha chaquira y ropa, que es el oro

que entre ellos anda, y desto le dieron por su trabajo y en nombre de

todos paga y salario” 71.

En estas citas encontramos varios elementos conjugados en torno a la figura del

pago del valor de un bien en este caso de fuerza laboral y servicios. En esta versión se

indica la existencia de una forma de pagar a su usanza, es decir, de acuerdo a un patrón

70 Alonso de Góngora, op.cit: 227 71 Alonso de Góngora,op.cit: 193

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prehispánico. Los emolumentos consistían en “perros” –nombre extraño, que sin duda se

refiere a hueques,- chaquiras, y ropa. La chaquira consistía en joyas suntuarias de

pequeñas cuentas o perlas fabricas de huesos y conchillas marinas. Conformaban bienes

suntuarios de inestimable valor en la economía indígena. Así lo señalaba un cronista

observando que: “Lo más preciado que entre ellos tienen es una chaquira de hueso hecha

muy menudita, esto traen las mujeres por gargantillas”72.

La ropa, es decir el vestuario, representaba a los textiles en general considerados

en el mundo indígena andino como una fuente de riqueza y medio de pago universal. Su

apreciado valor provenía de las horas de trabajo productivo asociado a la crianza de los

rebaños de hueques, su esquila para provisión de lana, el hilado y la posterior confección

del vestuario por las manufactureras femeninas en los telares de las unidades domésticas.

El formulismo de la paga y salario dado a los soldados por su trabajo de engancharse en

el ejército, y al toqui Colocolo, para dirigir las operaciones bélicas, ilustra claramente la

existencia de un concepto de equivalencias presente en las transacciones de

intercambios. El vocablo hispano de pagas, deriva del verbo pagar y el sustantivo paga.

En la organización de las fiestas también se utilizaba la cancelación de pagas a

los poetas por sus romances y a los músicos que amenizaban el baile y el jolgorio. Diego

de Rosales señalaba a este respecto que. “Para el día señalado preparan en el lugar de la

borrachera unos tablados y bancos en que bailan y alrededor de sus casas, y divisiones

para alojarse, y guardan la chicha y los carneros: y tres días antes hacen el ensayo de la

fiesta: y cantan los romances y tonos, tomándolos de memoria, y ensayando la música

con mucha chicha, que es como otra borrachera pequeña. Porque el cacique que hace la

fiesta; paga entonces a los poetas los romances que han hecho. Y por cada uno le da

diez botijas de chicha y un carnero. Y en cada borrachera sacan ocho o diez romances

nuevos: en que alaban al que la hace”73. En este caso, se identifica entre los elementos

más comunes utilizados como pagas, a la chicha de fabricación y consumo generalizado;

desde esta óptica, todos los productos de consumo cotidiano, y de consumo suntuario se

empleaban como medios de pago de acuerdo a un patrón de equivalencias que formaba

parte de una metrología indígena sancionada por la tradición, modalidad percibida por

los hispanos a través de la expresión pagos a su usanza.

72 Jerónimo de Vivar Capitulo CV 73 Diego de Rosales, op.cit: 149. J. Bengoa, op.cit: 126; G. Boccara 2009.

Page 48: Revista Andes del Sur Nº 1

Comercio y mercaderes mapuches protohistóricos

El capitán de la conquista española hacia 1550, consignó en un cuadro sintético

la presencia de una enorme concentración demográfica en la Araucanía calculada por

los especialistas en un rango de 1.000.000 a 2.000.000 de habitantes desde la zona de

Maule a Chiloé74. Asimismo describe el perfil de la opulencia agraria, y manufacturera

de la sociedad mapuche prehispánica tardía. A este respecto escribía:

“Lo que puedo decir con verdad de la bondad desta tierra es que cuantos vasallos de V. M. (Vuestra Majestad) están en ella y han visto la Nueva España (México), dicen ser mucha más cantidad de gente que la de allá: es toda un pueblo e una simentera y una mina de oro, y si las casas no se ponen unas sobre otras, no pueden caber en ella más de las que tiene; próspera de ganado como lo del Perú, con una lana que le arrastra por el suelo; abundosa de todos los mantenimientos que siembran los indios para su sustentación, así como maíz, papas, quinua, mare, ají y frísoles. La gente es crecida, doméstica y amigable y blanca y de lindos rostros, así hombres como mujeres, vestidos todos de lana a su modo, aunque los vestidos son algo groseros. Tienen muy gran temor a los caballos; aman en demasía los hijos e mujeres y las casas, las cuales tienen muy bien hechas y fuertes con grandes tablazones, y muchas muy grandes, y de a dos, cuatro y ocho puertas; tiénenlas llenas de todo género de comida y lana; tienen muchas y muy polidas vasijas de barro y madera; son grandísimos labradores y tan grandes bebedores; el derecho dellos está en las armas, y así las tienen todos en sus casas y muy a punto para se defender de sus vecinos y ofender al que menos puede; es de muy lindo temple la tierra y que se darán en ella todo género de plantas de España mejor que allá: esto es lo que hasta ahora hemos reconocido desta gente” 75.

En la descripción precedente se establece un estrecho paralelo entre una alta

densidad demográfica local, y una agricultura intensiva como fuente de provisiones

alimenticias “que siembran los indios para su sustentación”. Asociación a través de la

cual emerge la figura de los agricultores mapuches catalogados económicamente como

74 Leonardo León S. La Merma de la sociedad indígena de Chile central y la última guerra promaucae, 1536-1570. Londres 1991. Hernán Cortés Olivares “Relación de las visitas y tasas que el señor oydor de su majestad hizo en la cibdad de Santiago provincias de Chile de los repartimientos de indios de sus términos y de la ciudad de La Serena. 1558”, en Hernán Cortes O. Patricio Cerda C., Guillermo Cortes L. Pueblos originarios del norte florido de Chile, La Serena 2004. Jorge Hidalgo Lehuedé: “Algunas notas sobre los mapuches protohistóricos”, Temuco 1973, José Bengoa Historia de los antiguos mapuches, Santiago, 2000. Iván Inostroza C. “La población araucana en la segunda mitad del siglo XVII”, en Revista Frontera Nº 10-11 Universidad de la Frontera, Temuco 1989-1990. Pablo Marimán, Sergio Caniuqueo, José Millalem y Rodrigo Levil ¡…Escucha, huinca…¡ Cuatro ensayos de Historia Nacional Mapuche y un epilogo sobre el futuro. Lom, Santiago 2006. 75 “Carta al emperador Carlos V. Concepción 25 de septiembre de 1551”. Cartas de Pedro de Valdivia que tratan del descubrimiento y conquista del Reino de Chile, Biblioteca Virtual Cervantes

Page 49: Revista Andes del Sur Nº 1

“grandísimos labradores”. En el contexto de esta exuberante productividad las crónicas

también consignan la imagen sociológica de una sociedad basada en la riqueza del

trabajo agroganadero donde: “No hay en toda la tierra indio pobre, porque todos tienen

ganado, maíz y frutas de sobra”76. Asimismo, el marco formal de economía indígena

supera las categorías conceptuales definidas como “economías domésticas” y

“economías campesinas” caracterizadas por sus esquemas de subsistencia. Asimismo,

este sesgo de alta productividad también supera los rasgos culturales de las sociedades

basadas en sistemas de caza, pesca y recolección inmersas en las “economías naturales

de abundancia”. Por el contrario, las evidencias documentales perfilan uno de los

resultados más deslumbrantes del sistema agrario mapuche precolombino: la producción

excedentaria a gran escala.

La interacción social de la voluminosa población mapuche de Araucanía

protohistórica, desencadenará un auge en los niveles de producción de todos los sectores de

la economía por el incremento de la fuerza laboral y de los sujetos productores. Asimismo, la

densidad de habitantes se transformará en un factor inductor de una demanda de consumo de

ciertos bienes especializados, con lo cual la concentración demográfica de tres millones de

habitantes dejaría de ser un mero dato cuantitativo para transformarse en un factor

cualitativo de indudable potencial mercantil.

Entre estos bienes especializados debemos mencionar la alfarería decorada; los

envases cerámicos de grandes dimensiones para almacenar los granos y las bebidas rituales.

Los finos tejidos de funciones emblemáticas asociadas al poder social: Los zarcillos de

metales de cobre, oro y plata que representarían los bienes suntuarios de mayor consumo

individual en el ámbito masculino protocolar y en la esfera de los ornamentos femeninos,

complementándose con las tradicionales cuentas de collar de minúsculos huesos y piedras

preciosas: Las puntas de cobre para el mejoramiento de la efectividad bélica de las armas

indígenas conformarían otro polo de consumo especializado de carácter masivo. Junto a

estos bienes producidos localmente, el abastecimiento de sal desde los yacimientos

76 Pedro Mariño de Lobera Crónica del Reino de Chile escrita por el capitán Pedro Mariño de Lobera reducido a nuevo método y estilo por el Padre Bartolomé de Escobar (1595). Biblioteca Virtual Cervantes

Page 50: Revista Andes del Sur Nº 1

trasandinos conformaría otro sector de actividad que dinamizaría y complejizaría la

estructura del intercambio mapuche77.

En la dimensión cultural registrada por los vestigios del idioma mapuche del siglo

XVI, se hallaban presentes vocablos que denotaban la existencia de actividades de comercio

de una gran profundidad social y complejidad factual. El padre Luis de Valdivia en su

diccionario consigna el verbo vender como: “Eyumin.l. Eumun, vender”78; usando otra grafía

para la misma voz apuntó más adelante: “Heutun Vender”79. Febres apuntaba por su parte

que este verbo significaba esencialmente enajenar, en el sentido estricto de vender: “Eun,

eúnn, euntun vender, conchavar, dar o enagenar” “Uln enajenar dando, o vendiendo”

“Ulmeyen llevar algo a otra parte a enagenarlo”80.

Siguiendo a L. de Valdivia, otra modalidad de venta y percepción de la paga se

designaba como: “Gillacayauvoe, comprar o contratar”81, también “Gillacan comprar o

contratar”82 y “Gillan cobrar. O pedir la paga, o otra cosa”83. Febres señalaba “Gillacan

usan mas por conchavar o comprar, o contratar”84. Una tercera forma de contrato, fue

recogido por Febres con el apelativo de “Thavcuun el contrato de permuta, daca, y

toma, y hacerlo: thacuun ta mu cumey-lo mejor es dar y recibir, y no fiar, o dar en mano

propia” 85. Este vocablo se asemeja muy de cerca al trueque de bienes por bienes que se

practica hasta el presente bajo la formula del trafquin.

Estas distintas modalidades que asume el intercambio permitirían establecer en

el plano de la comparación teórica la existencia de transacciones de distinta naturaleza

en relación a la apreciación de los bienes puestos en circulación. Característica que

forma parte inherente a los sistemas económicos precapitalistas, en los cuales sin

embargo en mayor o medida encontramos formulas que se acercan a la concepción

mercantil del intercambio, especialmente en la esfera de la significación del concepto

77 Jorge Fernández “Cronología y tecnología de las hachas salineras de Truquico, Neuquén”, en Relaciones de la sociedad Argentina de antropología, tomo XIV, Nº 2.Buenos Aires, 1981-1982. 78 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 79 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 80 Andrés Febres:669 81 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 82 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 83 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 84 Febres: 496. 85 Febres: 639

Page 51: Revista Andes del Sur Nº 1

del precio que adquiere un bien de acuerdo al patrón de equivalencia en un contexto

histórico específico. Denotación que L. de Valdivia consigna como: “Mon valer tener

precio”. En el apartado de su Gramática, este misionero explicaba el uso de los verbos

comprar y vender señalando que entre los mapuche: “Los verbos comprar, y vender,

piden demás destos dos acusativos, uno para la cosa vendida, y otro para la persona a

quien se vendió, otro caso con preposición para el precio en que se vendió, o compró,

ejemplo “quiñeulmen eucnbi taquiñe hueque quiñe Huinca, mari huarcu meu, un

Cacique vendió a un español una oveja de la tierra por diez pesos”86

A través de este ejemplo L. de Valdivia subrayaba la importancia del comercio

en la sociedad indígena y su organización como una actividad plenamente desarrollada,

no solamente como una pura forma de trueque, si no como una instancia configurada en

torno a relaciones de intercambio establecidas sobre la base de la circulación de bienes

de valor intercambiados de acuerdo a un patrón de equivalencias, donde la noción de

precio adquiría su plena vigencia. Esta referencia podría estar vinculada al vocablo

castellano “paga” utilizado para definir la acción de satisfacer o pagar alguna cosa o

beneficio y que el misionero del siglo XVII entrega como traducción de la palabra

mapuche “Cullin, pagar, o paga”, junto a sus acepciones de “Cullitun, tornar a pagar”

“Elucullin pagar deuda”87. Esta paga se recibía en diversos tipos de bienes que

representaban la función de moneda, por su representación de riqueza, en el sentido de

bienes acumulables los cuales pueden representar un valor subsidiario para el receptor

como objeto que no satisface una necesidad directa, aunque sí podrá conformar una

categoría de un bien susceptible de intercambiar en otro espacio o momento.

La acumulación de bienes, es decir de riqueza mercantil estaba en la base del

surgimiento del concepto de hacienda en la economía indígena, idea aludida con el

nombre originario de “Ñipen, mi hacienda, o la suya de el”. La presencia del concepto

del precio y hacienda también encuentra un trasfondo sociológico de sustentación en la

referencia a la práctica de: “Ño elun pujar en almoneda”. La modalidad de la oferta de

bienes en una feria donde se contratan en almoneda productos arribados desde

diferentes ámbitos, representarían una modalidad distinta del intercambio directo que

puede relacionarse con la actividad de los mercaderes indígenas identificados en el

86 Luis de Valdivia Arte de la lengua general op. cit:52 87 Las tres referencias en Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit. Sin número de página.

Page 52: Revista Andes del Sur Nº 1

contexto protohistórico. Esta palabra designaba en el lenguaje hispano del siglo

dieciséis a los comerciantes que trasladaban mercaderías de un lugar a otro; ejerciendo

un tráfico de larga distancia característico del comercio inter-regional. La figura

emblemática del comerciante mapuche prehispánico es recogida por Luis de Valdivia en

el nombre de: “Eyumcamañ l. Eumcaman Mercader”88.

Teniendo en consideración las distancias conceptuales y categoriales del

mercader del capitalismo europeo del siglo XVI, el eyumcamañ representaría la figura

indígena del comerciante que se desplaza a través de las rutas fortificadas que cubren el

territorio de Chile y el espacio araucano pampeano trasandino. Figura representada en

los grupos andinos que se trasladan a comerciar a los llanos; en los tratantes que desde

la Araucanía se desplazan a la Pampa en busca de sal, y en los isleños del litoral

araucano que en sus embarcaciones cruzan el océano pacífico a contratar con las

comunidades del continente.

En el caso del comercio marítimo los elementos tecnológicos característicos de

esta actividad estuvieron representados por el uso de “huampu: barco navío”89 y la

habilitación de caletas de embarcaderos llamadas “picun labquen puerto de mar”90 y

“uutapeun, chihuan.pu, puerto do surge el navio”91. Diego de Rosales describía la figura

social de estos comerciantes navegantes apuntando que: por el mes de marzo, en que los

vientos no son fuertes, passan Firva, que es tierra firme de enemigos, y con ellos

comercian, y para atrabesar cinco leguas de mar hazen valsas muy grandes de

magüeyes, en que pasan treinta personas y trahen muchos carneros, y otras cosas con

que comerciar (…) Vienen cantando al son de los remos ciertas canciones en que piden

al mar les dege pasar a comerciar prósperamente”92.

En el comercio terrestre la tecnología específica para el tráfico de larga distancia

estaba representada en las recuas de hueques utilizados para el transporte de las

mercaderías. El nombre de estos animales empleados para llevar tinajas, granos,

artesanías y minerales como la sal, se designaban con la palabra “Meñcuqueyum chi

88 Luis de Valdivia Arte de la lengua general op. cit: sin número de página 89 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página. 90 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página. 91 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página. 92 Diego de Rosales: 173. Agradezco esta indicación al profesor Daniel Quiroz. La cita se reproduce en el libro en coautoría de F. Goicovic- D. Quiroz De insulares a continentales: 77

Page 53: Revista Andes del Sur Nº 1

hueque carnero de carga”93. Significativo es que junto con la identificación de hueque

como el animal de carga, se advierta el uso de la voz eyum que se encuentra en la raíz

del vocablo eyuncamañ que designa al mercader; asimismo se encuentra presente la voz

meñcu, que designa al cántaro destinado a conservar granos y bebidas. “Mencue

cantaro”. Es decir estos hueques se utilizaban para todo tipo de transporte a nivel local y

de larga distancia. En el nivel local era esencial su empleo para trasladar las tinajas de

chicha a los lugares de reunión social y en el nivel inter-regional para trasladar las

mercaderías ya señaladas.

El uso de los hueques en labores de transporte fue consignado por Mariño de

Lobera: “Y así el carnero que este capitán Vineo presentó a los del navío, iba cargado

de regalos, cosa que admiró a los españoles por ser este animal mansísimo, y de hechura

de camello, aunque el cuello era muy angosto y levantado, y la cabeza pequeña y sin

cuernos..son de (más) utilidad por la lana que por trajin”94.

En 1600 el navegante Van Noort describe estos animales de carga en la isla Mocha,

señalando que “Las mencionadas ovejas tienen cuellos muy largos y la lana es tan larga que

casi les llega al suelo. Estas ovejas las usan para su trabajo, y para llevar carga. Cuando se

cansan de trabajar no se les puede obligar a seguir ni a golpes”. En otro párrafo indicaba

respecto de la comunidad isleña que “su tierra estaba bien labrada teniendo abundancia de

dos tipos de ovejas. Un tipo como el nuestro y otras que son más grandes, la lana tan larga

que les cuelga hasta el suelo, con cuellos largos. Son como nuestros burros, sus bestias de

carga”95.

La indicación en el testimonio de Lobera sobre la utilidad textil del hueque y sus

alusiones al uso en el trajin o tráfico, debemos anotarla en el contexto de descripción de

un hueque cargado con mercaderías. La capacidad de carga del guanaco domesticado

para el transporte de arrias precolombino, se calcula que tenía una capacidad para llevar

pesos menores de 30 a 40 kilos96, en relación a la mayor capacidad de transporte de lo

animales europeos empleados por los conquistadores. La comparación de Van Noort de

los hueques con una alzada de 1.50 metros a 1. 160 con los burros como bestias de

93 Luis de Valdivia arte de la lengua general op. cit: sin número de página 94 Mariño de Lobera: 28 95 Ambas citas en Marijke Van Meurs “Isla Mocha un aporte etnohistórico”, en Actas del X Congreso Nacional de Arqueología Chilena, tomo I, Temuco 1991:196. Traducción del viaje de Van Noort publicado en Rótterdam en 1602 96 Murra 1979: 87.

Page 54: Revista Andes del Sur Nº 1

carga, resulta también cualitativamente ilustrativa de la función especializada a los

cuales se destinaba el meñcuqueyum chi hueque en el sistema productivo precolombino

y protohsitórico.

Observado en perspectiva histórica el desenvolvimiento del sistema económico

mapuche del siglo XVI, se delinean los rasgos más deslumbrantes de la civilización material

mapuche desplegada en torno a las actividades agroganadera, manufacturera, minera y

comercial. Entendiendo el concepto de civilización como el ordenamiento resultante en el

plano del paisaje residencial, productivo y ceremonial; y la organización de un sistema de

pautas que rigen las relaciones de acceso a los bienes de producción y las relaciones de

intercambio de bienes entre diversos segmentos productivos y entre diversos espacios

regionales. Algunas de cuyas facetas se han recopilado en esta investigación.

Page 55: Revista Andes del Sur Nº 1

EMPRESARIOS AGRICOLAS EN UNA ECONOMÍA EMERGENTE. LA ARAUCANIA, CHILE, 1900-194097

Jorge Pinto Rodríguez

Departamento de Ciencias Sociales Universidad de La Frontera

Temuco [email protected]

Introducción

En este trabajo nos proponemos examinar la formación y comportamiento de un

empresariado agrícola que surgió en la antigua frontera mapuche en el siglo XX, luego

de su ocupación por el Estado chileno. La llegada de éste provocó profundos cambios

en la zona. Desde el punto de vista de la economía, un potente mercado interior nacido

al alero de las nuevas ciudades que se fundan y las obras públicas que se emprenden,

junto con las nuevas articulaciones externas de la economía local y regional, provocó

una fuerte expansión, que estuvo acompañada del surgimiento de un empresariado

regional que operó en la agricultura, la explotación del bosque, la ganadería, la industria

molinera y el comercio. Hubo grandes, medianos y pequeños empresarios; hombres y

mujeres dedicadas a estas actividades, como también colonos extranjeros, ocupantes

nacionales y mapuches. Particular atención se prestará en esta oportunidad al aporte del

empresariado agrícola al despegue de la economía regional y la responsabilidad que le

cupo en su posterior estancamiento.

Elaborada en el marco del Proyecto de Investigación “Empresarios de la

Araucanía”, financiado por el Fondo Nacional de Investigación Científica y

Tecnológica de Chile (FONDECYT), dirigido por el autor de este artículo,

presentaremos aquí sus primeros resultados98.

El Estado, expansión y depresión económica

En 1900 el Estado chileno había concluido el proceso de ocupación de la

Araucanía. Los mapuches que siguieron viviendo en la región fueron instalados en 97 Este trabajo fue presentado originalmente como ponencia a las VI Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales, celebradas en la Universidad Nacional de Buenos Aires entre 11 al 13 de noviembre de 2009 98 El proyecto en cuestión lleva el Nº 1095052 y se ejecutará entre 2009 y 2011 en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de La Frontera de Temuco.

Page 56: Revista Andes del Sur Nº 1

reducciones que se ubicaron en la periferia de los centros urbanos y de los fundos, grandes, medianos y pequeños, que se constituyeron en la región. La mayoría de ellos, al igual que el resto de la población, transformó a la agricultura en uno de los pilares de la nueva economía fronteriza.

Contrariamente a lo que pensábamos cuando iniciábamos nuestros estudios

sobre el siglo XX, la llegada del Estado no desplomó a la economía regional, a pesar de de la desestructuración que provocó al espacio fronterizo que allí funcionaba desde los tiempos coloniales. Por el contrario, los primeros treinta años del siglo pasado fueron de expansión gracias al aumento considerable de la demanda de madera, trigo y otros cereales. Junto a esta demanda, el aumento del precio del trigo, tanto en el país como en el extranjero, estimuló la producción cerealera; además, la fertilidad del suelo hizo posible una productividad muy rentable y a bajo costo.

Los comentarios aparecidos en la prensa de la época y en otros documentos

hacían presumir un futuro esplendoroso para la región. La comisión que elaboró el Censo de 1907, aseguraba que Malleco y Cautín, generarían grandes riquezas debido a la fertilidad de sus suelos y a la abundancia de sus recursos naturales99, juicio que se repitió en otro documento de aquellos años100. Las dos primeras décadas fueron las de mayor rendimiento agrícola durante la primera mitad del siglo XX, rendimiento que sólo se alcanzó de nuevo en los años 50 gracias al uso de fertilizantes. Rafael Elizalde afirma que en los primeros años del siglo, la región producía unos 15 quintales métricos por hectárea, cifra que repiten otros autores101. Las exportaciones de cereales (trigo, cebada y avena) se mantuvieron con algunas irregularidades, pero siempre por sobre los valores que se habían logrado antes. Perú era el mayor comprador con 41.794 t de trigo y 1.820 t de harina aquel año102. Sin embargo, a partir de la crisis del 29 y, sobre todo, en la década del 40, estas empezaron a declinar en forma progresiva hasta prácticamente desaparecer.

Uno de los hechos de mayor impacto para la agricultura fue la Primera Guerra

Mundial. En el plano económico, sus efectos inmediatos provocaron cierta incertidumbre que afectó a los agricultores; sin embargo, la especulación y el alza de los precios que se produjo luego del estallido de la Guerra generó un escenario muy favorable para esta actividad, a pesar que los productores de la Frontera no recibieron todos los beneficios de esta situación103. Finalizada la Guerra, las exportaciones de trigo y cebada continuaron su ritmo habitual de alzas y bajas, mientras el precio registró, a partir de 1915, un incremento en su tendencia al alza en el mercado internacional que se prolongó hasta la crisis del 29, tal como se puede apreciar en el cuadro siguiente.

Cuadro Nº 1.

Evolución del precio medio anual de trigo y cebada en

99 Comentarios sobre las provincias de Cautín y Malleco formulados por la Comisión Central del Censo, Censo de la República 1907, Santiago, 1908, pp. 1072 y 1016. 100 Veritas comercial chileno 1912-1913. Guía de Información Comercial e Industrial de Chile. Comercio, Industrias, Agricultura, Salitre y Minería. Imprenta Sud-Americana, Santiago, 1913, pp. 1035 y 1098. 101 R. Elizalde, La sobrevivencia de Chile. Departamento de Conservación y Administración de Recursos Agrícolas y Forestales, Ministerio de Agricultura, Santiago 1958, pp. 23. 102 M. Mellado, El trigo en Chile, Cultura, Ciencia y Tecnología, Chillán 2007, pp. 25. 103 SOFO, Memoria de la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco 1939-1940. Imprenta San Francisco, Temuco, 1943, p. 29.

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Londres, 1900-1920* (Base1900= 100)

Trigo quart ingles de 480 libras

Cebada quart ingles de 400 libras

Años

Precio neto

Índice 100

Precio neto

Índice 100

1900 26,11 100,0 24,11 100,0 1901 26,90 103,0 25,20 104,5 1902 28,10 107,6 25,80 107,0 1903 26,90 103,0 22,80 94,6 1904 28,40 108,8 22,40 92,9 1905 29,80 114,1 24,40 101,2 1906 28,30 108,4 24,20 100,4 1907 30,70 117,6 25,10 104,1 1908 32,00 122,6 25,10 104,1 1909 36,11 138,3 26,10 108,3 1910 31,80 121,8 23,10 95,8 1911 31,80 121,8 27,30 113,2 1912 34,90 133,7 30,80 127,7 1913 31,80 121,8 27,30 113,2 1914 40,11 153,6 26,11 108,3 1915 62,00 237,5 36,11 149,8 1916 68,90 263,9 51,10 211,9 1917 82,00 314,1 64,90 269,2 1918 81,70 312,9 58,90 244,3 1919 72,10 276,1 72,10 299,0 1920 80,60 308,7 90,90 377,0

Fuente: Oficina Central de Estadística, Sinopsis Estadística de la República de Chile, 1925, Sociedad Imprenta y Litográfica Universo, Chile, 1926, p. 117.

El aumento de la población, la creciente demanda de la pampa salitreras (hasta la

década del 20) y de la zona central, también estimularon la producción y el alza del precio del trigo y la cebada en el mercado interno. Desafortunadamente, no contamos con registros de precios de otros cereales antes de 1928. El siguiente cuadro refleja el su alza en el mercado nacional.

Cuadro Nº 2.

Evolución del precio medio anual de trigo y cebada en

Santiago y Valparaíso, 1907-1925*

Trigo candeal en Valparaíso

Trigo blanco en Santiago

Trigo blanco del sur en Valparaíso

Cebada chevalier en Valparaíso (en

carro)

Cebada cervecera del

país en Valparaíso Años

Precio neto

Índice 100

Precio neto

Índice 100

Precio neto

Índice 100

Precio neto

Índice 100

Precio neto

Índice 100

1907 14 100 / / / / 15 100 16 100 1908 17 121 / / / / 14 93 14 88 1909 22 157 / / / / 15 100 14 88 1910 19 136 16 100 / / 15 100 12 75 1911 16 114 18 113 / / 18 120 15 94 1912 21 150 17 106 / / 19 127 20 125 1913 24 171 18 113 18 100 19 127 18 113 1914 31 221 24 150 23 128 18 120 15 94

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1915 54 386 38 238 31 172 33 220 22 138 1916 26 186 24 150 21 117 22 147 20 125 1917 27 193 26 163 22 122 21 140 16 100 1918 22 157 27 169 24 133 39 260 17 106 1919 / / 30 188 27 150 / / 28 175 1920 53 379 49 306 41 228 37 247 37 231 1921 / / 45 281 38 211 24 160 34 213 1922 53 379 43 269 36 200 25 167 37 231 1923 39 279 34 213 27 150 25 167 34 213 1924 43 307 37 231 30 167 43 287 42 263 1925 63 450 50 313 52 289 39 260 49 306 Fuente: Oficina Central de Estadística, Sinopsis Estadística de la República de Chile, 1925, Sociedad

Imprenta y Litográfica Universo, Chile, 1926, p. 117.

En efecto, si en 1910 el precio del trigo blanco en Santiago era de $16, en 1925 había subido a $50 (313%). En el mismo período, la cebada alcanzó un alza promedio del 260%. En definitiva, ya sea por las exportaciones a los mercados internacionales o internos o por la incorporación de nuevas tierras a los cultivos, lo cierto es que la región se vio favorecida por una demanda que elevó los precios, amplió la extensión de las tierras cultivables y las cosechas. Si en 1910 la Araucanía producía alrededor del 20% de la avena y 5% del trigo del país, en 1930 estas cifras habían ascendido al 70% en el caso de la avena, y por sobre el 20% en el del trigo, mientras la producción de cebada se mantuvo prácticamente estable. Fue el período en que Malleco y Cautín pasaron a ser “el granero de Chile”.

Este panorama tan favorable se desplomó rápidamente. Algunos autores

presumen que el factor desencadenante de la caída fue la crisis de 1929, cuyos efectos se habrían observado muy negativamente en la agricultura regional. Aunque no se puede desconocer su impacto, diversos estudios hechos en aquellos años y en la segunda mitad del siglo XX llamaron la atención sobre otras situaciones que complicaron a la agricultura de la Araucanía.

En primer lugar hay que tener en cuenta las transformaciones que se produjeron

en Chile en los años inmediatamente posteriores a la crisis del 29. Una economía que hasta ese momento se había sostenido en las exportaciones de materias primas, buscó industrializarse para superar una serie de problemas que se venían anunciando desde fines del siglo XIX. Estábamos en los albores de la instalación del “modelo de crecimiento hacía adentro”, sostenido en una industrialización que apuntaba a sustituir los productos adquiridos en el extranjero por otros producidos en Chile. Diversos factores que no viene al caso analizar ahora, provocaron una reconversión económica que echó por tierra el propósito por el cual el Estado ocupó la Frontera.

Efectivamente, uno de los factores que más incidió en la ocupación de la

Araucanía tuvo relación con la necesidad de fortalecer el modelo exportador, afectado casi 80 años antes por su primera crisis, ocurrida en 1857. El interés por las exportaciones se reflejó rápidamente en el carácter de la nueva economía fronteriza. Llamada el “triguero de Chile”, la producción regional elevó el ritmo de las exportaciones y le dio nuevos bríos, justamente cuando ya se empezaban a complicar por la escasa competividad de nuestra agricultura. ¿Qué posibilidades tenía entonces de seguir expandiéndose cuando toda la atención de los gobiernos se volcó a la industria? ¿Podía la región soportar una reconversión económica que transformara su agricultura

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en un soporte de la actividad industrial que tanto interesaba en ese momento? Lo sucedido más adelante demuestra que no pudo hacer lo uno ni lo otro.

Por otra parte, la fuerte expansión de la producción agrícola fue producto de una

ampliación de los terrenos agrícolas, a costa de la quema de bosques, y a una explotación intensiva de los suelos. Este último hecho provocó un desgaste de la tierra que se vio afectada también por los efectos erosivos de la desaparición de los bosques, sobre todo en aquellas zonas con pendientes, tan comunes en la región. De acuerdo a un estudio de los años 50, los suelos planos en la Araucanía llegaban sólo a las 120 mil ha., contra 1.390.000 de terrenos con lomajes o cerros104. La ausencia de inversión, mecanización y uso de fertilizantes complicó aún mas las cosas. Los rendimientos cayeron peligrosamente, por debajo de la media nacional, con evidentes perjuicios para los agricultores.

Los precios nunca se ajustaron tampoco a sus aspiraciones. A fines de los años

20 el gobierno optó por establecer bandas de precios que, a juicio de los agricultores de la zona, nunca consideró los costos de producción ni las particularidades de la región. Según ellos, el Estado poco se preocupó de su situación en momentos en que las cosas no marchaban bien. Para colmo, la ausencia de bodegas en las estaciones de ferrocarriles y las propias deficiencias del sistema de transporte conspiró contra una actividad que de modo muy evidente había contribuido al despegue de la economía regional. La agricultura terminó así estancándose cuando la economía nacional iniciaba un repunte de la mano ahora del “modelo de crecimiento hacia adentro”. Algunos autores han reconocido que la activación de la industria y la disminución de las exportaciones llevaron con el tiempo a un deterioro relativo en las relaciones sectoriales en detrimento del campo105. Paulatinamente la agricultura tradicional comenzó a perder importancia en el conjunto de la producción chilena. Las cifras indican una reducción importante de su participación en el PIB entre los años 1930 y 1960106. Al término de los 50, distintos autores señalaban que la agricultura chilena estaba en una situación de estancamiento, dada la disminución de la producción por habitante107.

En lo que a la Araucanía se refiere, tanto la producción de avena como la de

trigo, frenaron su crecimiento. Esto obligó al país a importar trigo, con evidente

perjuicio para los productores de la región. Cambios en la propia agricultura los afectó

aún más. La producción de cereales perdió importancia mientras aumentaba la de frutas

y plantas industriales (remolacha, raps y maravilla). Aparentemente, los agricultores de

la zona no pudieron transformar estos cambios en un estímulo que los alejara de la

104 R. Prado, “Cultivos anuales y posibilidades agrícolas de la provincia de Cautín”, en R. Ferrando, 1956, pp. 43 y 44. 105 S. Gómez y J. Echeñique, La Agricultura Chilena, las Dos Caras de la Modernización, Flacso-Agraria, Santiago 1991, pp. 42. 106 La participación de la agricultura en el PIB medida nominalmente, sólo está disponible desde 1940 e indica los siguientes porcentajes: para 1940 14%, 1950 12% y 1960 10%. Mientras en los años 30 la actividad agrícola representaba aproximadamente el 10% del PIB, en los 60 alcanzó un 5,5. J. Díaz, R. Lüders y G. Wagner, La república en cifras. Chile, 1810-2000. Manuscrito para presentación al Banco Central de Chile, 2002. 107 J. Díaz Bahamonde, “Agricultura chilena, 1928-1960: productividad y exportaciones”, p. 3, accesible a texto completo en formato digital, http://sechi.facea.uchile.cl/sechi/invitados_1/Diaz_jgdb.pdf

Page 60: Revista Andes del Sur Nº 1

tormenta. La ausencia de créditos, otra de sus quejas más reiteradas, les impidió

disponer de un salvavidas que los salvara de las turbulencias del momento.

El empresariado agrícola

Tan pronto concluyó la resistencia indígena y el Estado pudo instalarse en la

zona, en los albores del siglo XX, se inició la formación de un empresariado agrícola.

Fue un empresariado, en el sentido más amplio de la palabra, diverso económica,

cultural y étnicamente diverso.

Desde luego hubo grandes empresarios que acumularon tierras por medios muy

variados, casi todos al margen de la ley. La mayoría compró tierras fraudulentamente a

mapuches, se apropió de otras pertenecientes a colonos nacionales o extranjeros o

simplemente movió influencias ante el Estado para obtener otras por donación o en

remates. En algunos casos, obtenía tierras por medio de los abogados que se pagaban

con tierras pertenecientes a las comunidades mapuches cuando estas entraban en litigios

y requerían de sus servicios. Las tierras obtenidas por estos abogados eran vendidas a

propietarios siempre dispuestos a expandir sus propiedades. La idea del Estado era

instalar en la zona colonos que explotaran propiedades de unas 40 hectáreas, cifra que

los grandes empresarios agrícolas superaron largamente. No fueron escasas las

propiedades que hacia 1910 ya acumulaban más de dos mil hectáreas.

Junto a estos grandes propietarios coexistían medianos y pequeños agricultores,

cuyas actividades empresariales se reducían a la producción de trigo, avena u hortalizas

que colocaban en el mercado a través comerciantes que recorrían la zona comprando

aquellos productos u operaban desde los centros urbanos a través del anticipo de dinero

que recuperaban con productos de la tierra. Era una especie de “compra en verde”

regida por acuerdos de palabra o notariales que dio origen a numerosos pleitos

judiciales.

Page 61: Revista Andes del Sur Nº 1

La mayoría de ellos, ya se trate de grandes propietarios, como de medianos y

pequeños, compartían las prácticas agrícolas con otras actividades. En el caso de los

grandes, la mayoría incursionó en el negocio de la madera y de los molinos de trigo.

Esta última actividad era muy importante para ellos, pues les permitía aprovechar su

propia producción para la fabricación de harinas, que se nutría también de lo que

lograban comprar a los medianos y pequeños productores. Por esta vía, estos últimos

quedaron indirectamente vinculados a la actividad molinera, de cuya demanda dependía

a veces la suerte de su producción.

Tampoco dejaron de practicar la ganadería. Algunos grandes propietarios se

convirtieron en prósperos estancieros que destinaron la mayor parte de sus tierras a la

crianza de ganado. En 1917 las provincias de Malleco y Cautín disponían de una

interesante masa ganadera, tal cual se puede apreciar en cuado Nº 3.

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Cuadro Nº 3. Masa ganadera de las provincias de Malleco y Cautín, 1917

Provincias Caballares Asnales Mulares Vacunos Ovejunos Cabríos Porcinos Malleco 14.774 260 663 106.427 97.927 2.835 15.4442 Cautín 18.302 699 874 100.082 147.598 14.117 24.596 Total país 403.013 36.069 52.185 2.029.942 4.182.919 375.828 35.506

Fuente: Anuario Estadístico de la República de Chile. Agricultura, Vol. VII, 1916-1917, p. 104. En el caso de los vacunos, Malleco y Cautín formaban parte del grupo de 10

provincias que superaban las 100 mil cabezas. Este grupo era encabezado por

Llanquihue con 208 mil animales, seguido de Valdivia con 183 mil, Colchagua con

179 mil, Santiago con 165 mil y Talca, Curicó, Linares, Bio Bio, Malleco y Cautín

con cifras ligeramente superiores a las cien mil cabezas. Con relación a los

ovejunos, Magallanes encabezaba la lista con una cifra inalcanzable para las

restantes provincias: 1.865.476 cabezas. A enorme distancia estaba el grupo al que

se podría incluir Cautín, con una masa de 150 a 200 mil animales. Malleco estaba

un poco más atrás, pero con una cantidad de cierto peso en el país. La producción

de lana de ambas provincias era también interesante, como así mismo su

producción lechera, aunque esta última estaba más lejos de la producción de las

provincias en las cuales la industria lechera había alcanzado un mayor

desarrollo108. Por aquellos años se reconocía que esta tenía en la crianza de ganado

una de sus principales riquezas109. Datos de los años siguientes, demuestran que

hasta 1930 la ganadería en Malleco y Cautín no perdió importancia, aumentando

incluso su participación en las cifras nacionales110.

A comienzos de la década del 20 cada pueblo de la Frontera tenía su Feria

de Ganado, donde se transaban los animales que luego se enviaban a los centros de

consumo. En 1921 una sola compañía, la Sociedad de Ferias del Sur, controlaba las

de Temuco, Lautaro, Loncoche y Carahue, abriendo un campo al empresariado

regional no menos importante111. Al margen de estas ferias, hubo otros

empresarios que transformaron la ganadería en uno de sus principales rubros.

Uno de ellos fue Juan Schleyer, quien poseía en 1920 los fundos Santa Ana en

108 Dirección General de Estadística, Anuario Estadístico de la República de Chile. Agricultura, Vol. VII, 1916-1917, p. 104. 109 E. Poirier, 1910, p. 478. 110 Véase, por ejemplo, los Anuarios Estadísticos de la República de Chile de los años siguientes preparados por la Dirección General de Estadística. 111 A. Márquez, Libro Internacional Sud-Americano del Norte y Austral. Sección Comercial Chilena, Tomo II. Edición Española, Santiago, Chile, 1921, p. 679

Page 63: Revista Andes del Sur Nº 1

Freire, El Sueño en Villarrica, Chacamo y Las Praderas en Ranquilco y Moncul en

Puerto Saavedra, en todos los cuales tenía criaderos de animales finos y razas

lecheras112. La misma importancia prestó a la ganadería Duhalde y Compañía,

sucesores de Duhart Hermanos y Compañía, dueños del criadero Esperanza en

Puerto Saavedra. La Compañía se había instalado en 1908, convirtiendo a su

criadero en uno de los más importantes de la zona y del país. Importaban de

Inglaterra toros de fama mundial como el “Linksfiel Champion”, lo que les

permitió lograr grandes premios y varios champions en diversas exposiciones de

animales. Según datos que aportan la fuente que estamos utilizando en los fundos

Esperanza, Nehuentúe y Tranapuente engordaban de 4 a 5 mil animales vacunos e

igual cantidad de lanares cada año113. La masa ganadera de esa zona fue,

seguramente, la que convirtió a la Feria de “Bella Vista” de Nueva Imperial en una

de las más importantes de la Araucanía114.

La actividad ganadera incidió en la agricultura más tradicional, orientada al

cultivo de cereales, pues las tierras que debían dedicarse a la producción de talaje no

eran pocas. Así mismo, el alto número de ovinos da cuenta de la prolongación de la

actividad textil practicada por los mapuches, que hizo famosos los ponchos araucanos

en todo el cono sur del continente. Por último, la importancia que adquirió la cría de

porcinos se explica por una industria que, aunque no alcanzó nunca una dimensión

comparable a la que adquirió en otras provincias del sur, logró alguna relevancia en la

zona: la fabricación de cecinas y embutidos para el consumo local. Hubo algunos

empresarios que se dedicaron a la engorda y compra y venta de cerdos, estimulados por

este tipo de fábricas. Entre los más importantes de los primeros años del XX tendríamos

que citar a Alvaro Carril, cuya Bodega Agrícola de Temuco además de vender frutos del

país, cueros, lana, crin y cera, ofrecía engorda y compra-venta de cerdos, lo mismo que

ocurría con la tienda y almacén de Pedro Pérez, ubicado en Quepe, que ofrecía compra

y venta de cerdos al por mayor y menor115.

112 A. Márquez, Libro Internacional Sud-Americano del Norte y Austral. Sección Comercial Chilena, Tomo II. Edición Española, Santiago, Chile, 1921, p. 684. 113 A. Márquez, Libro Internacional Sud-Americano del Norte y Austral. Sección Comercial Chilena, Tomo II. Edición Española, Santiago, Chile, 1921, pp. 692-694. 114 A. Márquez, Libro Internacional Sud-Americano del Norte y Austral. Sección Comercial Chilena, Tomo II. Edición Española, Santiago, Chile, 1921, p. 685. 115 D. Aranda, Anuario Comercial Hispano-Chileno, año 1924-1925. Imprenta Selecta, Santiago, 1925, pp.259 y 267.

Page 64: Revista Andes del Sur Nº 1

Algunos empresarios agrícolas se desenvolvieron muy exitosamente por la

diversificación de sus actividades. Un caso típico fue el de Pablo Ruedi, empresario de

Curacautín. Su actividad principal era la molinería, que lo vinculaba estrechamente a la

agricultura y a la producción de energía eléctrica. Tenía almacén en el pueblo y en

algunas de sus haciendas destinaba parte de sus tierras a la crianza y engorda de ganado.

Tenía una lechería y fábrica de queso, pero ninguna de las dos alcanzó el volumen que

tuvieron sus actividades vinculadas a la agricultura, producción de harinas y elaboración

de maderas116.

En la zona de Freire tuvieron cierta notoriedad los agricultores y crianceros

Carlos Schleyer y Alfredo Reichert. El Fundo Santa Rosa, de don José Manríquez,

ubicado en Pillanlelbún también destinaba parte de sus tierras a la crianza de vacunos y

ovejas, pero siempre como complemento a la actividad agrícola117. Juan Harcha tenía en

Pitrufquén un criadero de ovejunos, y en Perquenco existía una Quinta Granja Modelo,

de Nicanor Martínez, con una sección especial para la crianza de conejos y chinchillas,

valiosos por su piel, pero no logró desarrollarse118.

Los pequeños y medianos agricultores no tenían las mismas facilidades para

incursionar en otros rubros. La ganadería fue, tal vez, la que mejor se prestó para una

diversificación de sus actividades. Criaban ovejas y cerdos que vendían a comerciantes

que los trasladaban a las ferias de ganado o simplemente los destinaban al consumo,

como complemento de la dieta.

Las fuentes que manejamos dejan la impresión que tanto los pequeños como

medianos agricultores no pudieron escapar de las acciones de los grandes propietarios,

siempre dispuestos a apropiarse de sus tierras y de comerciantes que se apoderaban de

su producción. En este sentido, muy vinculados a la agricultura estuvieron estos

comerciantes, cuyo éxito dependía del manejo que tuvieran con ellos. Un caso de

extraordinario interés para nosotros es el de Pedro Mainguyague, un colono francés

establecido en Temuco en 1890, que incursionó en diferentes negocios con audacia y

116 F. Pinto Sepúlveda, El Album-Guía Histórico del Cincuentenario de Temuco. Imprenta Letelier, Temuco, 1931, p. 330. 117 F. Pinto Sepúlveda, El Album-Guía Histórico del Cincuentenario de Temuco. Imprenta Letelier, Temuco, 1931, p. 367. 118 F. Pinto Sepúlveda, El Album-Guía Histórico del Cincuentenario de Temuco. Imprenta Letelier, Temuco, 1931, pp. 384 y 388.

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especulando con el crédito. En su caso, fue esa actitud y no la cautela lo que le permitió

desenvolverse con bastante éxito en esa compleja economía que funcionaba en la

Araucanía.

Poco después de llegar a Temuco, Mainguyague instaló un negocio de

abarrotes y artículos de tienda que llamó “La Estrella”, que convirtió también en

depósito de compra y venta de trigo, lingue y frutos del país119. Este pudo haber

sido el punto de partida de su exitosa carrera como comerciante; sin embargo, la

enorme cantidad de juicios por cobros de pesos en que se vio envuelto hacen

presumir que el negocio del préstamo de dinero o adelantos en mercancías con

cargo a las cosechas de medianos y pequeños propietarios, contribuyó de manera

significativa a consolidar su fortuna. En este tipo de operaciones aparece ya en

1892, es decir, a poco de llegar. Ese año prestaba dinero bajo la firma comercial

Mainguyague Hermanos, que después figura como Mainguyague y Acherito,

valiéndose de pagarés especialmente confeccionados para este propósito, o

simplemente mediante vales que redactaba a mano y que consignaban la cifra

prestaba, el medio de pago y las firmas de los deudores y un par de testigos

conseguidos por este comerciante120.

En 1895 puso término a la sociedad con Esteban Acherito. Ambos eran

comerciantes, con tiendas instaladas en Temuco. Mainguyague era propietario del

ya mencionado almacén “La Estrella”, ubicado en Andrés Bello esquina Arturo

Prat, denominado en la sociedad “negocio grande”, mientras Acherito tenía “un

negocio chico”, contiguo al anterior, que asoció a “La Estrella”. Al disolverse la

sociedad, cada uno quedó dueño de la tienda que poseía, dedicándose

separadamente al comercio121. A partir de ese momento, Mainguyague figura sólo

en todas los negocios que emprendió.

119 Guía de Información Comercial e Industrial de Chile. Comercio, Industrias, Agricultura, Salitre y Minería. Imprenta Sud-Americana, Santiago, 1913, p. 1103; y Juicio entre Pedro Mainguyague y Rosa Ñañallao, Cobro de Pesos, Temuco, 8 de marzo de 1913. Archivo Regional de la Araucanía (ARA), Archivo Primer Juzgado Civil de Temuco (APJCT), UC, 129. 120 Cobro de Pesos. Pedro Mainguyague con José del Carmen Cifuentes, octubre de 1892, ARA, APJCT, UC, 14 y Cobro de Pesos. Pedro Mainguyague con Vicente Contreras, 27 de marzo de 1894. ARA, APJCT, UC, 11. 121 Disolución de Sociedad. Pedro Mainguyague y Esteban Acherito. Este documento se encuentra en una carpeta titulada Causa Civil, Cobro de Pesos, Pedro Mainguyague con Juan Trecamán, ARA, APJCT, UC, 25.

Page 66: Revista Andes del Sur Nº 1

Las fuentes lo muestran como un hombre que especulaba con el crédito,

particularmente con mapuches que llegaban hasta su negocio en busca de recursos

antes de las cosechas. Eran préstamos relativamente bajos, de cien o doscientos

pesos, pero que sumados al término del año hacían gruesas sumas de dinero. Por

este procedimiento obtenía trigos y otros productos a muy bajo precio, por debajo

de los que se pagaban en el mercado, que después vendía a precios reales. Es difícil

calcular sus utilidades, pero la frecuencia con de los préstamos que otorgaba hace

presumir que debieron ser muy rentables para él. Aunque en Temuco funcionaban

seis casas de préstamos y en cada pueblo de la región existían dos o tres, “La

Estrella” debió ser una más, manejada con la habilidad de un especulador que

conocía bien el negocio122.

Mainguyague recuerda a los viejos conchavadores que articulaban la

economía indígena con la economía capitalista, cuando ya el espacio fronterizo

empezaba a desaparecer. Una parte importante de sus clientes eran mapuches,

todos pequeños propietarios o miembros de comunidades, que le garantizaban

anualmente unas 20, 30 o 50 fanegas de trigo por cada uno. Con el monto que

reunía podía transar con los molinos locales o agentes de las grandes compañías sin

más esfuerzo que esperar las pequeñas remesas que le llegaban de sus deudores.

Aquellas compañías también anticipaban recursos con cargo a las cosecha; pero,

en el caso de Mainguyague no intervenía ningún agente o intermediario, por lo

tanto, todas las utilidades pasaban directamente a sus manos. En ninguna Guía de

la época aparece como propietario, como tampoco en los juicios revisados reclama

propiedades. La tierra no le interesó, su negocio eran los negocios, montados sobre

la audacia y especulación.

En 1913 incursionó en un negocio mayor. Ese año formó con Arturo L. de

Guevara y Emilio Goyeneche una Sociedad Comercial Colectiva para explotar por

tres años “La Feria Agrícola de Temuco”, cuyo capital inicial fue de $ 120.000, $

40 mil de los cuales aportó Mainguyague, $ 10 mil Goyeneche y $ 51.559, 50

122 En ARA, APJCT, hay diferentes expedientes por Cobro de Pesos que sustentan estas apreciaciones. Hemos revisado alrededor de 100 Unidades de Conservación entre 1900 y 1915 en las cuales Mainguyague aparece con una regularidad sorprendente.

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Guevara, monto este último en que se estimó las existencias y enseres de la Feria,

que originalmente pertenecían a él. El saldo para llegar a los $ 120 mil ($

18.450,10), correspondían al capital y derecho de funcionamiento de la Feria.

La Feria se dedicada a la compra y venta de ganado, negocio que

Mainguyague conoció en sus relaciones con sus deudores, en el trato directo que

tenía con ellos, dueños de uno o dos animales que a veces tenían que vender para

cubrir sus gastos. Su aporte de $ 40 mil pesos en 1913 demuestra que disponía de

un capital no despreciable que amasó en torno a “La Estrella”, vendiendo

mercaderías y prestando dinero a cuenta de futuras cosechas.

En 1919 vuelve a aparecer en el negocio de venta de animales, esta vez

formando la Sociedad Mainguyague y Jacques a cargo de la Feria de Victoria; sin

embargo, el apellido Mainguyague no se perpetuó en la Araucanía. Desconocemos

que ocurrió finalmente con este comerciante vasco-francés que llegó a la Frontera

en 1890 y que luego desapareció cuando los juicios dejaron de hablar de él123.

El problema de la propiedad agrícola

No cabe duda que uno de los problemas que más afectó a la agricultura regional

fue el carácter que adquirió la propiedad agrícola. Hemos anticipado que el proyecto del

Estado al ocupar estas tierras fue instalar una agricultura intensiva sostenida en la

pequeña propiedad de 40 u 80 hectáreas. Sin embargo, no pudo impedir la constitución

de la gran propiedad que echó por tierra la utopía agraria de fines del XIX. Hacia fines

del período que cubre nuestro estudio, un porcentaje importante de los terrenos

agrícolas estaban concentrados en pocas manos. De acuerdo a un censo agrícola de

1955 cerca del 45% de los predios tenían más de 500 hectáreas, de los cuales más del

70% superaba las mil hectáreas, no siendo pocas las que superaban las dos mil. La

pequeña y mediana propiedad había sido relegada a un segundo plano124.

123 Pedro Mainguyague falleció en Temuco 1933, convertido en un hombre de prestigio y solvencia económica. El Diario Austral de Temuco publicó una nota necrológica dando cuenta de su aporte al desarrollo regional. 124 Luis Picasso, “La propiedad agrícola y su extensión”. En Ricardo Ferrando, Seminario de Investigación sobre el desarrollo de la provincia de Cautín, Temuco, 1956. Agradezco al prof. Iván Inostroza, Director del Archivo Regional de la Araucanía, haberme facilitado una versión digitalizada de este documento.

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De acuerdo al mismo estudio citado, la gran propiedad era la que permitía con

mayor facilidad una diversificación de las actividades económicas. Explotados los

fundos con mano de obra asalariada o por intermedio de inquilinos o medieros,

agregaba a los cultivos tradicionales (cereales en su mayoría), la crianza de ganado y la

actividad maderera. Fue la fuente de enriquecimientos de aquellas familias que

acumularon tierras desde comienzos del siglo XX.

A juicio del autor que venimos citando, las propiedades pequeñas y medianas

ofrecían diversos problemas, relacionados la mayoría con la escasa capacidad de sus

propietarios para modernizar sus prácticas agrícolas. Varios de los pequeños

propietarios se ubicaban en lugares próximos a los centros urbanos, como hurtos

familiares que eran sometidos a una agricultura semiintensiva para surtir de hortalizas,

frutas, huevos, etc., a ciertos centros de consumo. El problema era más grave en

aquellos distritos alejados de los centros de consumo, “por lo general con malos

caminos, ubicados en suelos accidentados, haciendo imposible todo cultivo intensivo y

cuyo propietario de 8, 10 ó 15 hectáreas o más, por un imperativo superior, debe

sembrar anualmente cierta cantidad de trigo, para alimentar a su familia, explotando el

resto de suelo dentro de condiciones económicas miserables que terminan, en pocos

años, por desnudar la tierra de su capa orgánica, convirtiendo a la pequeña propiedad en

lo que la economía agraria llama propiedad “consuntiva”125. La mayoría de estos

pequeños propietarios se vieron obligados a abandonar sus tierras y dedicarse al

pequeño comercio o buscar un empleo trasladándose a las grandes ciudades, como

ocurrió con un importante segmento de la población mapuche. El autor recomendaba

como extensión ideal para la práctica de la agricultura una propiedad que no superara

las 600 hectáreas y que no fuera inferior a las 100.

¿Un fracaso del empresariado agrícola?

Está claro que a partir de los años 40 se detiene la expansión económica y la

agricultura regional empieza a verse seriamente afectada por las situaciones que

125 Luis Picasso, “La propiedad agrícola y su extensión”.

Page 69: Revista Andes del Sur Nº 1

comentamos hace un momento. ¿Cupo en esto alguna responsabilidad al empresariado

regional?

El estado de avance de un proyecto de investigación sobre el empresariado de la

Araucanía permite afirmar que algunos estudiosos del tema y no pocos empresarios,

creen que tuvieron una alta cuota de responsabilidad. Señalan que se trató de un

empresariado que disfrutó de los beneficios de la bonanza para reclamar el apoyo del

Estado en los tiempos difíciles. Algunos, más agudos todavía, señalan que se trató de un

empresariado “depredador” que explotó los recursos naturales sin preocuparse de lo que

pudiera ocurrir en el futuro. Poco dispuestos a invertir, no lograron sentar bases más

sólidas para una agricultura que siguió atrapada por prácticas muy tradicionales y que le

concedieron escasa competitividad cuando los precios caen o se contrae la demanda.

Por lo mismo la región no pudo retener a su población, provocando un éxodo de la

misma, particularmente de los más jóvenes.

Un estudioso de la época precisó, además otros problemas que tienen relación con la actitud del empresariado agrícola. Textualmente, enumeró los siguientes:

“1º Las superficies anuales de cultivo de cereales y barbechos desnudos son demasiado elevadas, efectuándose una gran proporción de siembra en suelos que no son agrícolas, por su pendiente, superior a 18 % y, además, se practican en suelos que no tienen aptitudes para cultivos, sino que para empastadas. A estas causas se debe la erosión que ya se manifiesta en todos los sectores de la provincia”. “2º El exceso de pequeños agricultores, con predios hasta de 20 Hás., que exceden de 2.000, vive de una explotación agropecuaria de subsistencia que apenas cubre sus necesidades biológicas. El enorme número de propietarios pequeños con superficies hasta de 50 Hás., que obtienen escasa entrada de sus predios, les ha impedido adquirir implementos agrícolas modernos para el trabajo de la tierra, por lo que estas son sembradas en pésimas condiciones de preparación, dominando en ellas las malezas sobre los cultivos, especialmente la chépica. Por otra parte, el exceso de tierra en poder de un bajo número de agricultores, en las propiedades de más de 1.000 Hás., determina un aprovechamiento insuficiente de los suelos, ya por falta de preparación, ya por falta de capitales, o muchas veces, porque no precisan obtener mayores ingresos”. “3º La fertilización de los suelos es insuficiente, pues no alcanza a cubrir las necesidades de las áreas anuales de cultivo, efectuándose, en consecuencia, una proporción enorme de cultivos sin ninguna fertilización. En lo que respecta al fósforo, esta deficiencia es de la

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mayor importancia, pues, los suelos de Cautín son pobrísimos en este elemento y muestran a su vez una gran cantidad de fiero y alúmina, los que insolubilizan el fósforo a pocas horas de haber caído en la tierra, dejándolo así inasimilable para las plantas, a menos que haya gran cantidad de materia orgánica en descomposición”. “4º La práctica generalizada del barbecho desnudo para el cultivo del trigo y demás cereales, que alcanza a 100.000 Hás anuales, motivada en parte por razones climáticas, principalmente en el sector Norte de la Provincia, y en suelos de lomas pronunciadas, debe ser eliminada, porque mantiene, en primer lugar, el suelo sin uso buena parte del año y, en segundo lugar, provoca el desequilibrio de su estructura y compromete su fertilidad”. “5º Los recursos forrajeros son escasos y de calidad inferior ya que las praderas artificiales, base esencial del perfeccionamiento de la producción agropecuaria, ocupan un bajo porcentaje dentro de la enorme superficie dedicada a las explotaciones ganaderas. Esta es la causa primera de la pérdida de fertilidad de los suelos y de los bajos rendimientos de los cultivos”. “6º A las plagas, enfermedades, malezas que afectan el desarrollo de los cultivos no se les da la importancia que merecen; son mal conocidas y, en general, se desconocen los métodos para controlarlas”. “7º El bajo nivel de necesidades de la población rural, consecuencia inmediata de las deficientes condiciones de vida, social, cultural y sanitaria de las familias de los inquilinos, pequeños agricultores, hijueleros, y comuneros indígenas, no crea en ellos el incentivo necesario para esforzarse en producir más y mejor, ni tampoco la iniciativa para buscar los recursos técnicos y económicos que informan la política de fomento agropecuario”. “8º La política estatal de fomento agrícola, orientada puramente con fines económicos, para salvar la situación de momento se realiza sin sentido social y prescindiendo absolutamente de la realidad rural, ha conseguido parcialmente su objetivo, pues apenas ha logrado mantener estable los índices de producción, al beneficiar solamente a las explotaciones agropecuarias de lucro o comerciales, que se desarrollan en los predios de mayor cabida y, en cambio, no ha influenciado mayormente a las explotaciones agropecuarias de subsistencias de los pequeños agricultores. La consecuencia inmediata de esta política ha sido que, mientras los primeros prosperan y acusan substanciales progresos técnicos, posibilitando la existencia de un grupo de agricultores económicamente fuertes e influyentes, la otra ha experimentado un acentuado retroceso, creando una gran masa de agricultores pobres, incultos, y con un nivel de necesidades que apenas cubre sus exigencias biológicas”126.

126 René Prado Solís, “Cultivos actuales y posibilidades agrícolas de la provincia de Cautín”. En Ricardo Ferrando, Seminario de Investigación sobre el desarrollo de la provincia de Cautín, ya citado.

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Hubo otra situación que también afectó a la agricultura y que, en buena parte,

fue producto de la actitud del empresariado regional. Hemos sostenido que la mayoría

de los grandes empresarios diversificaron sus operaciones. Junto a la agricultura

practicaron la ganadería y la tala de bosques para insertarse en el negocio de la madera.

En ninguno de los casos lograron modernizar sus operaciones. La región ofrecía buenas

condiciones para la crianza y engorda de ganado por lo que pudo haber desarrollado una

industria asociada a la producción de leche y lácteos en general. Sin embargo, no lo

logró. El principal negocios para los ganaderos consistió en colocar sus ganados en las

ferias de animales de la zona, sin incorporar valor agregado a un recurso que pudo

impulsar una industria que habría fortalecido los lazos entre la agricultura y la

ganadería. En este sentido tampoco se hizo un esfuerzo por desarrollar la industria del

cuero, casi inexistente en la región.

Lo mismo ocurrió con la madera. A pesar de que el gobierno desde comienzos

del siglo XX llamó la atención respecto de la necesidad de cautelar este recurso y evitar

el talaje indiscriminado, la mayoría de los agricultores que se vincularon a esta actividad

cortaron el bosque que existía en sus pertenencias o en las montañas aledañas para

vender madera y despejar sus campos para el cultivo del trigo, sin reparar en los daños

que provocaban. Dado el carácter del relieve, conformado por suaves lomajes, esta

práctica agudizó el problema de la erosión, castigando severamente los suelos agrícolas.

Los dos últimos hechos que comentamos dejan la impresión de que se trató de

un empresariado con poca visión de futuro, movido por intereses cortoplacistas, que

afectaron a la agricultura regional. En el caso de la madera siempre protestaron contra el

gobierno por el escaso apoyo que recibían en términos de mejorar el tráfico ferroviario y

las condiciones del transporte, sin comprometerse ellos mismos en resolver problemas

que afectaban a sus propias actividades. Los trigueros asumieron una actitud parecida.

Reclamaban la construcción de bodegas en las estaciones ferroviarias y agilización en el

transporte, pero sin asumir ellos algunas inversiones que iban en su propio beneficio.

Ambos, madereros y agricultores se enfrascaron, además, en diversas disputas que poco

contribuyeron a generar un clima estimulante para las actividades económicas. Los

agricultores, por ejemplo, que no tenían molinos exigían a los dueños de éstos pagar

altos precios por el trigo, mientras los molineros trataban de bajarlos cuanto pudiesen.

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Estos conflictos impidieron que ambas actividades pudieran acoplarse más

armónicamente, con evidente perjuicio para la región.

Los madereros tuvieron el mismo tipo de conflicto con los industriales de la

construcción. Para estos últimos mientras más bajos fueran los precios de la madera,

mayores eran sus utilidades, baja que naturalmente afectaba a los productores de la

zona. Desde comienzos de siglo estos últimos se quejaron reiteradamente de esta

situación, denunciando los intentos de perjudicarlos aún más mediante la importación

de maderas desde el extranjero.

Aunque estos problemas fueron reales, las fuentes dejan entrever que pocas

veces los empresarios agrícolas estuvieron dispuestos a ciertos sacrificios que

disminuyera sus utilidades, pero que beneficiara a la actividad y, a la larga, a ellos

mismos. Esta impresión se confirma al examinar su disposición para traspasar

experiencia empresarial a los pequeños y medianos productores que aportaban un alto

porcentaje a la producción regional.

Hemos dicho que la agricultura se sostuvo en la producción de grandes,

medianos y pequeños productores. Los primeros lograron incorporar técnicas más

modernas y prácticas empresariales más de acuerdo con los tiempos. Sin embargo, no

fueron capaces de transmitir estas experiencias a los medianos y pequeños productores.

Sobre todo los últimos, cuyo aporte a la producción regional no era menor, se

mantuvieron como campesinos tradicionales, con escasa disposición al cambio, con

exiguas utilidades y siempre expuestos a peder sus tierras. En este sentido poco

pudieron ayudar a modernizar una actividad que quedó atrapada en el pasado, más aún

por los bajos salarios que se pagaban en el campo lo que atentó, sin duda contra la

constitución de un mercado interior capaz de dinamizar la economía.

La agricultura ha enfrentado en el curso del siglo XX problemas que tienen

relación con sus dificultades para sumarse a los vertiginosos cambios impuestos por el

capitalismo. Alexander Chayanov lo observó nítidamente en la Unión Soviética en los

albores de la Revolución Rusa, situación que, a nuestro juicio, se repite en América

Latina. Algunos autores hablan de la “clase incomoda” al referirse a este sector. Las

visiones de un desarrollo dual que predominaron a mediados del siglo pasado daban

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cuenta de la presencia de dos economías muy desiguales: una, la urbana e

industrializaba que mostraba evidentes signos de modernidad y, otra, la rural, que se

había quedado en el pasado. ¿Por qué la primera no logró arrastrar a los cambios a la

segunda? ¿Qué papel jugaron en este aspecto los empresarios agrícolas que estaban en

condiciones de iniciar los procesos modernizadores del agro?

En esencia conservadores, los de la Araucanía no estuvieron dispuestos a

hacerlo; al menos, parecen no haberlo intentado. Tampoco los acompañó el Estado con

políticas que tuvieran en cuenta esta situación y que intentara remediarla mediante

planes de apoyo y créditos blandos. A la larga, una serie de factores se conjugaron para

que la próspera agricultura de las primeras décadas del siglo pasado se convirtiera en la

Araucanía chilena en una actividad que ofrecía pocas expectativas para la economía

regional.

Al terminar el período que estamos estudiando el diagnóstico sobre lo que

ocurría en la región no pudo ser más lapidario.

“Se ha producido un estado de preocupación en los elementos directivos regionales, señalaba el autor de este diagnóstico”, ante el lento ritmo de crecimiento de la población de esta zona, en circunstancias de que no ha decrecido su natalidad, que sus actividades, fundamentales siguen adelante, y que su densidad es de un orden inferior. En algunas, ciudades que tuvieron record de crecimiento rápido entre las demás del país, la cifra de población se ha estagnado”. “Las causas de este hecho son, principalmente, la falta de trabajo en razón de la carencia de industrias, la entrega a la atracción del centralismo y la captación de elementos humanos para otras zonas, que aquí se hace con diversos fines”. “Se manifiesta, este hecho del siguiente modo”. 1) “Emigración de obreros madereros y agrícolas a la zona sur argentino. 2) Cambio de residencia a Santiago o a sus países de origen, de los elementos que han hecho fortuna en la Frontera. 3) Enganches de obreros que vienen a hacer aquí las industrias extractivas del centro y del norte del país. 4) Alejamiento de indígenas de los dos sexos al centro del país para el servicio doméstico.

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5) Contratación de elementos jóvenes que aquí se hace, para llevarlos a servir a otras zonas en determinados servicios y obras públicas127”.

Los comentarios de Oscar Arellano, viejo conocedor de la historia de la

Frontera, desde sus años de estudiante en las décadas del 10 y del 20, mostraban un

panorama resultado de la incapacidad de la agricultura de sostener el ritmo de

crecimiento que tuvo durante los primeros años del siglo XX.

127 El problema del ausentismo en la Frontera. Estudio de don Oscar Arellano A., aprobado por el Consejo de Adelanto de Cautín en sesiones del 12 y 26 de Abril de 1949.