jackson, julian_europa 1900-1945 (introducción y capítulos 1, 2 y 3)

79
Historia de Europa Oxford Editor de la colección: T. C. W. Blanning PLAN DE LA OBRA: La Grecia clásica (publicado) Robin Osborne Los romanos (pub!. prevista: 2004) f. Bispham La alta Edad Media (publicado) Rosamond McKitterick El cenit de la Edad Media (pub!. prevista: 2004) DavidPower La baja Edad Media (pub!. prevista: 2004) Malcolm Vale El siglo XVI (pub!. prevista: 2004) Evan Cameron El siglo XVII (publicado) Iosepti Bergin El siglo XVlIl (publicado) T. C. W. Blanning El siglo XIX (publicado) T. C. W. Blanning Europa, 1900-1945 (publicado) [ulian [ackson Europa desde 1945 (publicado) Mary Fulbrook Historia de Europa Oxford Editor de la colección: T. C. W. Blanning Europa, 1900-1945 Edición de Iulian Iackson Traducción castellana de Luis Noriega CRÍTICA Barcelona

Upload: juangil251

Post on 26-Nov-2015

359 views

Category:

Documents


4 download

DESCRIPTION

Jackson, Julian_Europa 1900-1945 (Introducción y capítulos 1, 2 y 3)

TRANSCRIPT

  • Historia de Europa OxfordEditor de la coleccin: T. C. W. Blanning

    PLAN DE LA OBRA:

    La Grecia clsica (publicado)Robin Osborne

    Los romanos (pub!. prevista: 2004)f. BisphamLa alta Edad Media (publicado)Rosamond McKitterick

    El cenit de la Edad Media (pub!. prevista: 2004)DavidPower

    La baja Edad Media (pub!. prevista: 2004)Malcolm Vale

    El siglo XVI (pub!. prevista: 2004)Evan Cameron

    El siglo XVII (publicado)IoseptiBergin

    El siglo XVlIl (publicado)T. C. W. Blanning

    El siglo XIX (publicado)T. C. W. Blanning

    Europa, 1900-1945 (publicado)[ulian [acksonEuropa desde 1945 (publicado)Mary Fulbrook

    Historia de Europa OxfordEditor de la coleccin: T.C. W. Blanning

    Europa, 1900-1945Edicin de Iulian Iackson

    Traduccin castellana deLuis Noriega

    CRTICABarcelona

  • Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copy-right, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obrapor cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento infor-mtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos,

    Potocomposicin: Pacmer, S. A.

    Oxford Unversity Press 2002Europe, 1900- 1945 was originally publisbed in English in 2002.'I'his translation is published by arrangement with Oxford University Press.Europa, 1900-1945 se public originalmente en ingls en 2002. Esta traduccinse publica por acuerdo con Oxford University Press.

    2003 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica:CRITrCA, S. L.Diagonal, 662-66408034 Barcelonae-mail: editorfalwed-cntica.eshttp://www.ed-critica.es

    ISBN: 84-8432-433-8Depsito legal: M. 5479-2003Impreso en Espaa2003. - BROSMAC, S. L., Polgono Industrial, 1, Calle C, Mstoles (Madrid)

    Prefacio del editor de la coleccin

    Escribir una historia general de Europa es una tarea que presenta muchosproblemas, pero lo ms dificil, sin duda, es conciliar la profundidad delanlisis con la amplitud del enfoque. Todava no ha nacido el historiadorcapaz de escribir con la misma autoridad sobre todas las regiones del con-tinente y sobre todos sus variados aspectos. Hasta ahora, se ha tendido aadoptar una de las dos soluciones siguientes: o bien un nico investigadorha intentado realizar la investigacin en solitario, ofreciendo una pers-pectiva decididamente personal del perodo en cuestin, o bien se ha reuni-do a un equipo de expertos para que redacten lo que, en el fondo, es msbien una antologa. La primera opcin brinda una perspectiva coherente,pero su cobertura resulta desigual; en el segundo caso, se sacrifica la uni-dad en nombre de la especializacin. Esta nueva serie parte de la convic-cin de que es este segundo camino el que presenta menos inconvenientesy que, adems, sus defectos pueden ser contrarrestados, cuando menos engran parte, mediante una estrecha cooperacin entre los diversos colabo-radores, as como la supervisin y encauzamiento del director del volu-men. De esta forma, todos los colaboradores de cada uno de los volmeneshan ledo el resto de captulos, han analizado conjuntamente los posiblessolapamientos u omisiones y han reescrito de nuevo sus aportaciones, enun ejercicio verdaderamente colectivo. Para reforzar an ms la coheren-cia general, el editor de cada volumen ha escrito una introduccin y unaconclusin, entrelazando los diferentes hilos para formar una sola trenza.En este ejercicio, la brevedad de todos los volmenes ha representado unaventaja: la necesaria concisin ha obligado a centrarse en las cuestionesms relevantes de cada perodo. No se ha hecho el esfuerzo, por tanto, decubrir todos los ngulos de cada uno de los temas en cada uno de los pa-ses; lo que s les ofrecemos en este volumen es un camino para adentrarse,con brevedad, pero con rigor y profundidad, en los diferentes perodos dela historia de Europa y sus aspectos ms esenciales.

    T. C. W. BlanningSidney SussexCollegeCambridge

  • Introduccin[ulian Iackson

    Escribir la historia del siglo xxEscribir la historia de la primera mitad del siglo xx plantea sus propiosproblemas particulares. Se trata de un perodo que, es innegable, perteneceal pasado, pero nos es tan cercano que la forma en que lo vernos est enconstante cambio. A medida que nos alejamos de los acontecimientos, di-ferentes partes del paisaje adquieren mayor relieve; y mientras intentamosencontrar respuestas, las preguntas en s mismas parecen cambiar. Esto esverdad para toda tentativa de escribir historia, pero es especialmente cier-to respecto a una poca que todava se encuentra en una zona nebulosaentre la historia y la memoria. Cmo podemos conseguir la distancia cr-tica necesaria para considerar un perodo cuyo significado es an materiade discusin y afecta los debates polticos y sociales contemporneos deuna manera en que no lo hacen, por ejemplo, la cruzada albigense, la gue-rra de los Treinta Aos o, incluso, la Revolucin Francesa?

    Nada muestra mejor estos problemas que las diferentes formas en quehemos visto lo que se ha llamado el Holocausto. Cuando en elotoo de1947 el qumico italiano Primo Levi public Si esto es un hombre, un re-cuento de sus experiencias en Auschwitz, el libro despert poco inters yfue un fracaso comercial. Se imprimieron dos mil quinientos ejemplares,y los que no llegaron a venderse estuvieron pudrindose en un almacnhasta que fueron destruidos por la inundacin del ro Arno en 1966. Unatraduccin inglesa de 1959 fue recibida con similar indiferencia. Desani-mado por su fracaso, Levi dej de escribir durante trece aos; y su repu-tacin slo empez a crecer en la dcada de 1960. Hoy sus escritos sobreAuschwitz se consideran verdaderos clsicos, y l mismo es para muchosuna de las voces literarias ms importantes del siglo. El paso de Levi de laoscuridad a la celebridad formaba parte -y era a la vez causa y sntoma-e-

  • 10 EUROPA,1900-1945 INTRODUCCIN 11

    de un cambio general de percepcin que convirti el Holocausto en unhecho central para nuestra forma de entender el siglo xx. Ahora vemos elHolocausto; durante cerca de veinticinco aos no lo hicimos. Hoy nosparece notable que cuando en 1956 el cineasta francs Alain Resnais diri-gi el primer documental sobre los campos de concentracin, Noche yniebla, pasara por alto casi por completo la presencia de los judos en loscampos y el destino que en ellos tuvieron; sera necesaria la llegada deotro cineasta francs, Claude Lanzmann, para tener, veintinueve aosdespus del trabajo de Resnais, otro documental, esta vez dedicado total-mente a la exterminacin de los judos, Shoah. En 1952, el Holocaustoslo ocupaba tres pginas en la biografa de Hitler escrita por AJan Bul-lock; cuarenta y ocho aos despus, el Holocausto es un tema central enla de Jan Kershaw.

    En general, hoy se considera que el Holocausto ha sido nico en suhorror. Sin embargo, en los ltimos aos algunos historiadores han cues-tionado si nuestra actual obsesin por l no ha causado distorsiones tanengaosas como antes lo hizo nuestro descuido. Se ha sealado que cadaacontecimiento o serie de acontecimientos histricos es nico de una ma-nera particular, y que no hay razn para que determinado conjunto de cir-cunstancias nicas deba necesariamente ser privilegiado sobre cualquierotro. Si la singularidad del Holocausto reside en que represent una pol-tica deliberada para exterminar a todos los miembros de un solo grupo t-nico, significa esto que los gitanos y los homosexuales, que tambin fue-ron asesinados por los nazis, no pueden ser incluidos entre sus vctimas?y si pueden ser incluidos, cmo debera ser revisada la definicin de Ho-locausto para tenerlos en cuenta? Otros historiadores se preguntan si lasacralizacin del Holocausto no nos lleva a minimizar otros horrores,como el de los campos de la Unin Sovitica. Otros se preguntan si seraposible) sin negar en ningn momento el horror del Holocausto, escribiruna descripcin del rgimen nazi que no le atribuya algn tipo de centra-lidad. Por ejemplo, sera posible, desde una perspectiva diferente, consi-derar las polticas sociales del rgimen como parte de un desarrollo alar-go plazo del estado de bienestar que se extendera desde Bismarck, pasarapor Weimar y alcanzara el perodo posterior a 1945? O sera semejanteintento de dar una perspectiva histrica al nazismo una forma de perderde vista lo que es esencial en l y de favorecer en cambio lo que es perifri-co? En qu debemos basarnos para decidir cuestiones de este tipo?

    Hay incluso quienes consideran que los acontecimientos del siglo xxponen en duda la totalidad de la empresa historiogrfica. Si, como Modris

    Eksteins escribe en este volumen) el siglo XIX fue la gran poca de la histo-ria corno disciplina -la poca que convirti a la historia en la principalherramienta intelectual para interpretar la existencia humanas-c-, el si-glo xx hizo aicos la confianza y la seguridad que hacan posible la narra-cin histrica. Qu palabras pueden explicar los horrores aparentementesin sentido de los que fue testigo la primera mitad del siglo? Eksteins nosrecuerda la famosa observacin de Theodor Adorno sobre la imposibili-dad de escribir poesa despus de Auschwitz. Con todo, ya en 1916 el poe-ta armenio Avetik Ishakian haba escrito en una linea similar sobre los su-frimientos de su gente durante el genocidio armenio que tuvo lugar en elImperio Otomano desde 1915: Tan grande es la agona ... de los arme-nios, tan horrible y sin precedentes, que la infinitud e inconmensurabili-dad del universo deben ser tenidas en cuenta para calcularla; no hay pala-bras en el diccionario para calificar lo espantoso de los terrores. Y ningnpoeta puede encontrarlas,

    Con seguridad, el siglo xx nos ha hecho ms escpticos frente a los re-latos sobre el progreso; nos ha hecho conscientes, como Richard Bessel diceen su ensayo, de el rostro de Iano de la moderndad. Esto es muy evidente,por ejemplo, en la variada fortuna de la llamada ciencia de la eugenesia, quepretende el mejoramiento racial. En los primeros aos del siglo, la eugene-sia tena considerable aceptacin en crculos progresistas y de izquierda, en-tre figuras como Webhs, Keynes, Shaw y H. G. Wellsj la primera ctedra deeugenesia fue creada en el University College de Londres en 1909;y en 1922se fund un Instituto de Biologa Racial en Uppsala, Suecia. La esteriliza-cin de los discapacitados mentales fue introducida en diecisis estadosnorteamericanos, empezando por Indiana en 1899, y hacia 1941 haba sidoaplicada a 36.000 personas. Estos orgenes intelectuahnente progresistasde la eugenesia son algo que preferiramos olvidar a la luz del horror alquecondujo la idea de mejoramiento racial bajo Hitler, que pas de aplicar laesterilizacin en 1933 a practicar la eutanasia en 1939 y el genocidio en1941. Pero tampoco debera olvidarse que los nazis fueron pioneros en laorganizacin de campaas de prevencin de enfermedades, particular-mente en contra del cncer. Lanzaron campaas antitabaco intensivas -lapropaganda precisaba que mientras Roosevelt, Churchill y Stalin fumaban,Franco, Mussolini y Hitler no lo hacan-, limitaron el uso de asbestos eimpulsaron la produccin de pan integral. Los nazis eran tan modernosque incluso publicaron propaganda electoral en braille. Esto no quiere de-cir que en algunos aspectos los nazis eran progresistas y que en otros eranbrbaros, sino que lo que en ellos haba de ms progresista estaba liga-

    ___1 _

  • 12 EUROPA,1900-1945 INTRODUCCIN 13

    do ala que en ellos haba de ms brbaro. Los doctores y los expertos m-dicos eran tan importantes para el nazismo como los torturadores y la po-lica secreta.

    Es evidente que no hay que ser un partidario extremo del posmoder-niSIDO para sentirse insatisfecho con las polaridades que, alguna vez, sepresentaron como formas de organizar la historia del siglo xx. Una de ta-les polaridades podra ser, por ejemplo, el conflicto entre la democracia li-beral, por un lado, y las diferentes variantes del fascismo, por otro; un con-flicto que habra culminado con el triunfo de los valores humanos delmodelo democrtico liberal en la mayor parte de Europa occidental des-pus de 1945. Sin embargo, como sostiene Kevin Passmore en este volu-men, la democracia liberal no fue siempre pluralista o tolerante, en especialfrente a las diferencias tnicas y religiosas. Irnicamente los movimientosconservadores antifeministas ofrecieron a menudo a las mujeres oportu-nidades ms significativas de activismo que sus opositores liberales (con-siguiendo que las mujeres renunciaran a solidarizarse con las mujeres deotras razas); y el fascismo ofreci oportunidades a grupos sociales que ha-ban sido excluidos de la poltica liberal tradicional. Las fronteras entre lademocracia y el fascismo pueden ser borrosas. Durante el siglo xx, granparte del conflicto poltico no se dio entre demcratas y antidemcratassino que surgi alrededor de 10 que debera significar la democracia en si.Aunque a comienzos de la centuria tal vezhaya sido axiomtico para los pro-gresistas que el futuro descansaba en la democracia liberal, en los aos deentreguerras sta no era la opinin de muchos artistas e intelectuales de van-guardia, y figuras tan diferentes como T. S. Eliot, D. H. Lawrence, Le Cor-busier, Maurice Blanchot, Giuseppe Marinetti, Salvador Dal y W. B. Yeats,por nombrar slo a unos pocos, no la hubieran compartido. En 1939 lademocracia pareca frgil y agotada en Europa, y en ningn caso moder-na o progresista.

    Es interesante observar la manera cmo en los ltimos aos algunoshistoriadores han intentado dar sentido al siglo xx. Para EricHobsbawm(1994) el siglo xx fue la era de los contrastes, siendo el perodo que abar-ca hasta 1945 la era de la catstrofe. Su tema central es el conflicto entreel fascismo y la democracia, con el comunismo apareciendo, paradjica-mente, en rescate de esta ltima. Para Mark Mazower (1998), cuyo titulola Europa negra es ya un argumento, las fronteras son ms borrosas:considera contingente el triunfo de la democracia en 1945, y dedica mu-cho espacio a sacar a la luz el lado ms oscuro de la democracia liberal.Para Clve Ponting (1998) el siglo demostr que la barbarie y el progreso

    pueden coexistir. Por ltimo, Richard Vinen (2000) evita hacer una in-terpretacin global y nos ofrece una Europa en fragmentos, mientrasadvierte que la historia de este siglo no debe verse slo en trminos de ca-tstrofe.

    Tambin es interesante observar qu fecha eligen estos historiadorescomo comienzo del siglo xx: Hobsbawm, 1914; Mazower, 1918; Ponting yVinen, 1900. Podran proponerse otras. Es famoso el comentario de Virgi-nia Woolf segn el cual ms o menos en diciembre de 1909 el carcterhumano cambi (la escritora pensaba en la exposicin postimpresionis-ta de ese ao). El Manifiesto Futurista de 1909 declaraba que el Tiempo yel Espacio murieron ayer. De manera ms prosaica uno podra sugerircomo momento decisivo 1917. ste fue el ao en el que la ocasin de unapaz negociada se frustr definitivamente, el ao en el que Estados Unidosentr en la guerra, el ao en el que los bolcheviques tomaron el poder enRusia.

    La sombra de la guerraCualquiera que sea el ao que elijamos como comienzo del corto siglo xx,por lo general se acepta que la Gran Guerra representa una lnea divisoria,el fin de un mundo: Nunca semejante inocencia otra vez, como sealPhilip Larkin en su poema MCMXIV. Despus de la guerra, el historiadorliberal britnico G. M. Trevelyan escribi: contemplando aturdidos lasruinas del mundo que conocimos, no estamos hoy en mejor situacin queun grupo de criaturas prehistricas que hubiera sobrevivido al diluvio defuego. Nuestra confianza en lo permanente ha desaparecido. El poetafrancs Paul Valry escribi en 1919 que la guerra haba dado a conocer lamortalidad de las civilizaciones.

    Pero si bien hay un acuerdo en que la guerra representa cierto tipo deruptura, no est tan claro de qu tipo de ruptura se trata. En las artes, porejemplo, la ruptura con el siglo XIX-de hecho, con toda una tradicin delarte occidental que se remonta hasta el Renacimiento- ocurri antes de1914, en esos siete extraordinarios aos que, entre 1905 y 1912, fueron tes-tigos del surgimiento del fauvsmo, el cubismo, el futurismo.la abstraccin,el vorticismo y la atonalidad. Desde este punto de vista) el periodo quesigui a la guerra"represent, en cierta medida, el retorno a la tradicin dealgunos artistas, como Picasso y Stravinski, que en la dcada de 1920 bus-

  • 14 EUROPA, 1900-1945 INTRODUCCIN '5

    caran inspiracin en el clasicismo. Uno de los efectos de la guerra fue pro-yectar un vago brillo de nostalgia sobre la Europa anterior a 1914. Peroseria un error subestimar las tensiones de clase, las inestabilidades estruc-turales y la violencia poltica de la Europa de la belle poque. El capitulo dePassmore analiza minuciosamente las tensiones, apenas contenidas, en-tre liberales de izquierda, nacionalistas, feministas, socialistas y liberales quehaba en la poltica europea antes de 1914. Y respecto a la tranquilidad dela Europa anterior a 1914, qu puede decirse de la masacre de quinientosmineros en los yacimientos de oro del ro Lena en Rusia en 1912; o de la vio-lencia, siempre a punto de estallar, entre los campesinos y los terratenien-tes de Andaluca en Espaa o de Letana en el Bltico; o de la sublevacinde campesinos rumanos en diciembre de 1907, cuya represin cost ms deonce mil vidas; o de las masacres de armenios en el Imperio Otomano en1905 y 1908, en cada una de las cuales perecieron cerca de veinte mil per-sonas; o de las guerras balcnicas de 1912-1913, que fijaron un nuevo es-tndar para el horror; o de los pogromos contra los judos en Rusia; o de loshorrores que los alemanes infligieron a las poblaciones indgenas en suconquista del suroeste africano en 1904, por no hablar de las atrocidades delos belgas en el Congo. Como Raj Chandavarkar observa en su captulo, doshistoriadores no han estudiado de forma suficiente la violencia que sus-tent las misiones civilizadoras de Europa. Pese a todo el douceurdevie delperodo que precedi a 1914, Europa era tambin un continente del quemucha gente deseaba escapar. En las dos dcadas anteriores a 1914, cerca detres millones y medio de polacos se marcharon a Estados Unidos; y casi dosmillones de italianos hicieron lo mismo entre 1900 y 1909. El nmero debajas britnicas en la Gran Guerra fue inferior al nmero de ciudadanosbritnicos que haba emigrado a Amrica en las tres dcadas anteriores.

    Muchos de los avances que transformaran la vida diaria en el siglo xx-el automvil, el cine, el telfono, el avin, la prensa de masas- hicieronsu primera aparicin mucho antes de 1914. El final del siglo XIX tambincontempl el aumento del trabajo organizado, la aparicin del sector servi-cios y los empleados de oficina, el desarrollo de un nuevo estilo de nacio-nalismo de derechas, populista y antisemita, y de una rebelin intelectualcontra el positivismo y el racionalismo. Nietzsche muri en 1900, pero encierto sentido su siglo sera el xx. El escritor francs Charles Pguy escribien 1900: el mundo ha cambiado ms en los ltimos treinta aos que en losltimos dos milenios. Es bien conocido que un historiador fech la ex-traa muerte del liberalismo en Gran Bretaa en el perodo anterior a1914; pero esto tambin podra ser cierto para el resto de Europa. Recorde-

    mas que Hitler tena 25 aos en 1914, Mussolini 31, Lenin 34. Para cuandoestall la guerra, sus maneras de ver el mundo, en gran medida, ya habanadquirido forma.

    Dondequiera que uno escoja comenzar el siglo xx, no hay duda de queuno de los hechos centrales de la historia europea en sus primeros cin-cuenta aos ha sido la experiencia de la guerra -especialmente despusde un siglo en el que no hubo en Europa ningn conflicto internacional deimportancia-o La destruccin y la catstrofe deben ser uno de los hilosconductores de este perodo. Aparte de las dos guerras mundiales que in-volucraron a la casi totalidad del continente europeo (slo Espaa, Suecia,Holanda, Noruega, Dinamarca, Portugal y Suiza permanecieron fuera dela primera; y slo Espaa, Portugal, Suecia, Suiza y Turqua no entraronen la segunda), tenemos tambin la guerra civil rusa (1918-1921), que de-bido a la intervencin, poco entusiasta, de britnicos y franceses no fue so-lamente una guerra civil; la semiolvidada guerra ruso-polaca de 1919-1921, que fue una guerra devastas movimientos que implic a cerca de unmilln de combatientes; y la guerra greco-turca (1919-1923).

    De esta forma, la guerra proporciona una penosa unidad a este pero-do. De Gaulle habl de una guerra de los Treinta Aos que empezaba en1914 y terminaba en 1945. Se refera al conflicto entre Alemania yFrancia,pero el trmino se podra aplicar con mayor precisin al conflicto entreAlemania y Rusia, donde tuvo lugar, con diferencia, el mayor nmero demuertes. Otros han hablado de una guerra civil europea, designacinque resulta til para subrayar la dimensin ideolgica del conflicto inter-nacional, dimensin ya presente en la primera guerra mundial (ecivilisa-tion contra Kultur, un conflicto existencial segn las palabras delKiser) y an ms en la segunda (fascismo contra bolchevismo, guerra ra-cial, Weltanschauungskrieg*). La internacional guerra civil europea tam-bin desencaden una serie de conflictos intestinos de tipo tnico, ideol-gico y religioso. Se superpuso a una serie de guerras civiles, o convirti enguerras civiles tensiones tnicas, sociales y polticas preexistentes. En Ar-menia los turcos masacraron a los armenios entre 1915 y 1916; en Yugosla-via los ustasi croatas asesinaron a cientos de miles de serbios, judos y gita-nos en 1941; en Bucovina y Besarabia los rumanos mataron a unosdoscientos mil judos en 1941 con una violencia que impresion incluso a

    >1- Literalmente guerra de visiones del mundo, el trmino hace referencia al uso de to-dos los medios a disposicin del estado (propaganda, terror, campaas de desinformacin)para obtener una victoria ideolgica sobre sus enemigos. (N. del t.)

  • 16 INTRODUCCIN 17

    los nazis: Antonescu, ellder rumano, habl en octubre de 1941 de limpiarsu pas de judos. Esta estrecha relacin entre conflicto internacional y con-flicto interno queda ejemplificada en la internacionalizacin de la guerra ci-vil espaola (1936-1939), una confrontacin en la que alemanes, italianos yrusos se enfrentaron a travs de representantes, preparndose para la guerrainternacional que estaba por venir. La guerra civil fue en s misma una sumade diversos enfrentamientos: en Andaluca, entre los campesinos y los seo-ritos; en Asturias, entre los mineros y los dueos de las minas; entre los mo-nrquicos y los republicanos, entre los anarquistas y los comunistas, entrelos catlicos y los anticlericales, entre los partidarios del centralismo caste-llano y los autonomistas. Con seguridad, otros europeos podan reconocer-se en estos conflictos. Como escribi Auden: tan crudamente soldado a lainventiva de Europa / '" I Nuestros pensamientos cobran cuerpo; las som-bras I amenazantes de nuestra fiebre / tienen vida y precisin. * En este pe-rodo los europeos encontraron razones sin lmite para odiarse.

    El precio en vidas humanas de estos conflictos fue inmenso: nueve mi-llones de muertos en la Gran Guerra, cerca de un milln (slo en el lado delos bolcheviques) en la guerra civil rusa, un milln en la guerra civil es-paola, 55 millones en la segunda guerra mundial. En trminos de desa-rraigo los costes humanos tambin fueron enormes: ste fue el siglo del refu-giado. Seestimaba que hacia 1926habanueve millones ymedio de refugiadosen Europa; y esto no inclua el masivo intercambio de poblacin entre Gre-cia y Turqua (que afect aproximadamente a un milln y medio de perso-nas) de acuerdo con los trminos de la convencin de Lausana de 1923, quepuso:fin a la guerra greco-turca De los dos millones de griegos que vivanen Turqua en 1914, falleci cerca de un milln y el resto fue obligado a mar-charse en 1923. Es posible que en 1945 hubiera treinta millones de despla-zados en Europa; lo que iba a convertirse en la Repblica Federal de Alemaniaabsorbi a unos diez millones de refugiados, tres millones y medio de loscuales haban sido expulsados de Checoslovaquia.

    De las dos guerras mundiales) la segunda fue la ms sangrienta y la quesupuso mayor destruccin, y sin embargo la primera nos obsesiona de unamanera que la segunda -aparte del Holocausto- no consigue hacerlo.Casi desde el comienzo del conflicto exista la idea de que algo irremedia-ble estaba a punto de ocurrir. Cuando los bombardeos alemanes destruye-ron la famosa biblioteca de Lovaina, Henry James afirm que se trataba

    >< Del poema Espaa segn la versin castellana de Bernd Dietz en Un pas donde lu-ciael sol,Hiperin, Madrid, 1981, p. 41. (N. del t.)

    del crimen ms atroz que se hubiera cometido nunca contra la mente hu-mana. La herencia inmediata de la Gran Guerra fue una sensacin de agi-tacin, fragmentacin e inseguridad. El texto clave de la vanguardia de losaos de la posguerra, La tierra baldade T. S. Eliot, se lee como una colec-cin de retazos, los fragmentos de un mundo perdido. La primera mitadde la dcada de 1920 estuvo marcada por la inflacin y el temor a la revo-lucin, ambos resultado de la guerra. Pero incluso cuando hacia la segun-da mitad de la dcada se alcanz cierta estabilidad y prosperidad econ-mica) la guerra continu ensombreciendo el panorama: cada sociedadinvent rituales de memoria y duelo; los veteranos de guerra se atribuye-ron una autoridad moral que aspiraron a convertir en influencia poltica.Al final, result ser ms difcil desmovilizar a las masas que movilizarlas; lacultura de la guerra no poda ser repentinamente eliminada. La guerra ha-ba tenido como consecuencia un endurecimiento de la poltica, y hastacierto punto los europeos se haban insensibilizado ante el horror y la vio-lencia. La matanza industrializada de la primera guerra mundial prefigu-r -yacaso hizo imaginable-lo que Ornar Bartov llam genocidio mi-litarizado del Holocausto. De hecho, ya en la primera guerra mundialhubo bastante violencia antisemita y buena parte de la confrontacin enEuropa oriental se dio en la zona de residencia en donde a lo largo de unsiglo se haba concentrado a gran cantidad de judos. Sospechosos de serespas, los judos fueron expulsados de sus hogares o masacrados. El anti-semitismo no naci con la primera guerra mundial, pero ciertamente fueagravado por ella. Las dos nuevas ideologas de la primera mitad del siglo,el fascismo y elcomunismo) fueron resultado de la guerra. El fascismo fue, encierto sentido) una transposicin de los valores culturales de la guerra a lapoltica de los tiempos de paz. En Italia, el fascismo fue un intento de lo-grar, en un momento de paz, el tipo de movilizacin de masas que se ha-ba buscado durante la guerra pero que nunca se haba conseguido porcompleto. El fascismo estaba empapado de la imaginera y la esttica de laguerra: su retrica de lucha y batalla y combate (

  • 18 EUROPA,190 0-1945 INTRODUCCIN 19

    durante la guerra civil, y crearon lazos entre s en tanto compaeros de ar-mas. Sus primeros planes econmicos se inspiraban, de forma considera-ble, en la economa de guerra de Alemania, donde el gobierno haba am-pliado su control sobre la industria hasta extremos sin precedentes: en esemomento ste era el nico modelo econmico socialista disponible.

    Fuera de la Unin Sovitica, despus de 1919 elclima era favorable a des-montar los controles impuestos durante elperodo blico, pero la guerra ha-ba hecho comprender a todos los gobiernos la necesidad de aprovechar elmayor conocimiento tcnico y de demostrar mayor eficiencia. Wichard vanMoellendorff, uno de los oficiales a cargo de la economa de guerra alema-na, haba sido influenciado por las tcnicas de administracin cientfica deltaylorismo. En la dcada de 1920 exista una fascinacin general, y en algu-nos casos un fascinado horror, por las posibilidades de la mecanizacin y latecnologa. Los modelos tecnocrticos de gestin social resultaron especial-mente atractivos en un momento en que las instituciones representativas noparecan funcionar bien. El ingeniero yel experto, un personaje que enprincipio no tena relacin alguna con la poltica, se convirtieron en los nue-vos hroes de la poca. Los modernos mtodos de produccin de lo que se co-noca como fordismo----cadenasde montaje, estandarizacin- fueron con-siderados por muchos como una manera de amortiguar los conflictos declase a travs de la prosperidad y de disolver los odios de clase en la Werksge-meinschaft (ecomundad del trabajo}. Mussolini pidi una alianza de pro-ductores y veteranos, La guerra ofreca lecciones para la paz. Andr C-tron haba comenzado su carrera en 1915 aplicando los modernos mtodosde produccin a la fabricacin de proyectiles; despus de la guerra emplelos mismos mtodos en la produccin de coches.

    El avance del estado

    Citroen, el eptome del ostentoso nuevo mundo que la tecnologa y la mo-dernidad parecan presagiar --en 1929 instal anuncios de nen en latorre Eiffel-, fue tambin uno de los ejemplos ms espectaculares del co-lapso de esa breve oleada de optimismo cuando quebr en 1935 como re-sultado de la crisis econmica que sacudi a Europa despus de 1929. LaGran Depresin de principios de los aos treinta fue, junto con la guerra,la otra gran calamidad de la primera mitad del siglo xx, Los aspectos eco-nmicos y sociales.de esta catstrofe son descritos en este volumen por

    Harold James y Richard Besse!. En trminos culturales y politicos, la De-presin pareci representar la bancarrota final del liberalismo dellaissez-[aire. Los gobiernos respondieron a la Depresin de manera improvisada,con soluciones contradictorias y ad hoc: imponiendo aranceles y cuotaspara mantener los precios, distribuyendo ayudas sociales para salvar delhambre a los desempleados, proporcionando inversin estatal a las indus-trias arruinadas. El anlisis ms complejo sobre lo que los gobiernos po-dan hacer para paliar la Depresin se realiz en Gran Bretaa bajo la in-fluencia de Keynes. Aunque en este momento sus ideas no influan en lapoltica britnica, las que ms adelante seran conocidas como medidaskeynesianas fueron aplicadas en Suecia por el gobierno socialdemcra-ta. Sin embargo, la mayor parte de los socialistas rechazaron soluciones deeste estilo, bien sea porque no crean que les correspondiera hacer funcio-nar el capitalismo, bien sea porque, como buenos marxistas, crean queeso era imposible.

    Probablemente la recuperacin econmica que empez despus de1933 deba poco a algnna de las politicas aplicadas, pero las ideas sobre la re-lacin entre estado y sociedad haban cambiado para siempre. En Italia, porejemplo, el fascismo, siempre reinventndose a s mismo, se volvi econ-micamente intervencionista en un sentido en el que no lo haba sido en losaos veinte. De esta forma, el fascismo, nacido tras la primera catstrofe delsiglo, adquiri forma con la segunda, slo para derrumbarse durante la ter-cera. Ms all de la extraordinaria movilizacin de recursos que tuvo lugardurante la segunda guerra mundial, sta vio desarrollarse la idea de que elestado tena un importante papel en la administracin y el bienestar eco-nmicos. La guerra y el bienestar iban tomados de la mano, para citar alhistoriador Michael Howard. El planeamiento econmico alcanz su apo-teosis en Gran Bretaa durante la segunda guerra mundial, cuando el go-bierno de coalicin de Churchill se convirti en la economa planificadams exitosa de la historia. Tras la guerra, slo voces aisladas intentaron opo-nerse a esta nueva corriente, como el economista liberal Hayek, quien ad-virti que era un Camino de servidumbre. Ahora todos nos dedicamos a laplanificacin, declar el economista britnico Evan Durbin en 1949.

    El papel cada vez ms importante del estado en este perodo nos ofreceotra forma de contar la historia del siglo xx, un siglo caracterizado no porla catstrofe sino por el progresivo aumento del intervencionismo econ-mico y del bienestar social patrocinado por el estado: pensiones, asisten-cia sanitaria, vivienda asequible y ocio organizado. Esto podra aplicarsea la Suecia socialdemcrata, a la Gran Bretaa conservadora, a la Alemania

  • 20 EUROPA, 1900-1945 INTRODUCCIN 21

    nazi, a la Italia fascista y a la Rusia sovitica. El desarrollo del estado de bie-nestar tuvo diferentes races y muchas ramificaciones. Fue estimulado porel miedo de los conservadores al desafo del empleo, por eldeseo tecncra-ta de aumentar la eficiencia en los lugares de trabajo y por la ambicin na-cionalista de promover la salud y el aumento de la poblacin. En Italia, elrgimen desarroll elDopolavoro (edespus del trabajo), organismo queproporcionaba actividades recreativas y vacaciones; la versin alemana deesta institucin fue la Kraft durch Freude (efuerza a travs de la alegra).En Francia, el gobierno democrtico del Frente Popular proporcion vaca-ciones pagadas a la clase obrera. Junto con las polticas del estado del bie-nestar aparecieron los controles de la moral y la sexualidad. Por todo elcontinente, el aborto y la homosexualidad fueron reprimidos, tanto en re-gmenes liberales como en regmenes dictatoriales, aunque con mayor se-veridad en estos ltimos.

    La aparicin del estado del bienestar trajo consigo normas y regulacio-nes. Es por ello que cualquier discusin sobre el creciente poder del esta-do en el siglo xx tambin debe tener en cuenta la palabra totalitario, otrade las invenciones de la primera mitad del siglo. Para muchos, Ioseph K deFranz Kafka podria ser considerado el personaje ms emblemtico del si-glo xx, un ciudadano inocente atrapado en la pesadilla de una burocraciadespiadada y sin sentido. El trmino totalitario fue utilizado por Mus-solini en 1925, y aunque no ha contado siempre con el favor de los histo-riadores, se ha repetido hasta la saciedad desde entonces. Un problema esque, si bien el trmino surgi en Italia, el modelo totalitario no se aplicarealmente a este pas -aunque slo sea por el enorme poder social y cul-tural de la Iglesia Catlica-o Otro problema es que los polemistas de laguerra fra se apropiaron del trmino, definido de manera descontextuali-zada y ahistrica, y lo utilizaron como arma contra la Unin Sovitica.Otro problema es que parece hacer redundante la nocin de fascismo. Siresulta ms significativo comparar el nazismo y el estalinismo en tanto re-gmenes totalitarios que comparar Italia y Alemania en tanto regmenesfascistas, qu utilidad tiene entonces el trmino fascismo como con-cepto genrico? Otro problema es que el trmino totalitario no es lo sufi-cientemente sensible a la dinmica relacin entre estado y sociedad. Dapor sentado que ciertas sociedades son infinitamente maleables y postulauna relacin unidireccional entre el estado y la sociedad. De esta forma,pasa por alto hasta qu punto los llamados regmenes totalitarios consi-guieron movilizar el apoyo popular: incluso el terror descansaba en unapoyo y una complicidad muy grandes, bien fuera porque la gente com-

    parta sus metas, bien fuera porque esperaba obtener algn beneficio de l.Un reciente estudio sobre la Gestapo ha demostrado que sta dependa engran medida de las denuncias de la poblacin.

    A pesar de todas estas advertencias, el trmino totalitario resulta til sise emplea de forma general como expresin de las ilimitadas ambicionesutpicas de los estados fascista y sovitico, de su deseo de responsabilizarsede todas las reas de la existencia, de encarnar una nueva religin civil, decrear un nuevo Hombre y de derribar los lmites entre lo pblico y loprivado. La Unin Sovitica fue con seguridad la tentativa ms radical deremodelar por completo una sociedad. Pero, tuvo xito? No se puede du-dar del alcance de la capacidad represiva del estado estalinista, cuyo puntoculminante lleg con el terror de 1936-1937 (aunque sigue siendo pococlaro hasta qu punto ste haba sido buscado por el centro); ni sobre suenorme capacidad de destruccin, como pone de manifiesto la terriblehambruna de 1929-1930; y menos sobre su tambin enorme capacidad decreacin, como lo atestigua la construccin de una economa industrialen un lapso de diez aos. Es verdad que muchos ciudadanos soviticosaprendieron a hablar bolchevique, segn la expresin de Stephen Kot-kin, pero es necesario preguntarse si tambin aprendieron a pensarlo. Losespecialistas todava discuten hasta qu punto la poblacin interiorizlos valores del rgimen. Algunos consideran que los ciudadanos de la so-ciedad estalinista slo fueron vctimas; otros sostienen que el rgimen re-defini la identidad social de los individuos y que, en consecuencia, defi-ni tambin la manera en que pensaban sobre s mismos. El estalinismofue una cultura que intent destruir el vocabulario conceptual para pen-sar fuera del sistema. Hay testimonios personales que prueban que enalgunos casos tuvo xito: tenemos eldiario de un hijo de un kulak que pors mismo reconstruye su identidad como verdadero ciudadano. El ho-rror de una de las grandes novelas visionarias del siglo :xx, El cero y el infi-nito de Arthur Koestler, surge no tanto de la persecucin del hroe, Ru-bashov, un comunista juzgado por delitos que no ha cometido, sino de suincapacidad para pensar que el partido puede equivocarse. Ha interioriza-do su propia persecucin.

    Tambin hay pruebas de que en la Alemania nazi, donde se habia de-cretado que, en palabras del ministro de trabajo Robert Ley, slo el sue-o ser privado, los valores del rgimen fueron en cierta medida interio-rizados. Estudios recientes de las cartas de los soldados alemanes de laWehrmacht en el frente oriental han mostrado que su visin del mundoestaba enmarcada por conceptos como Fhrer, raza y Volk, mientras que

  • 22 EUROPA) 1900-1945 INTRODUCCIN 23

    los soldados de la primera guerra mundial vivan en un mundo absoluta-mente diferente: cristiano, monrquico y nacionalista. El acadmico judoVctor Klemperer, que sobrevivi al rgimen nazi, escribi un estudio so-bre la manera en que el nazismo corrompi el lenguaje cotidiano. En fe-brero de 1935 recogi en su diario una conversacin con sus dos ltimosestudiantes) a quienes describe como totalmente anti-nazis, Discutansobre un juicio reciente que haba dado lugar a la ejecucin de dos muje-res en Berln. A pesar de que el juicio haba sido completamente secreto yde que a las acusadas se les haban negado todos sus derechos legales) losestudiantes no vean nada equivocado en ello y crean que elveredicto ha-ba sido del todo apropiado. En muchos aspectos la gente poda haber-se hecho ms nazi de lo que se daba cuenta.

    Los lmites del estadoEl debate sobre el poder del estado, sin embargo, no debe ser llevado de-masiado lejos. Respecto a la Unin Sovitica puede decirse que, al propo-nerse redefinir la humanidad, el experimento estalinista no demostr elpoder del estado sino los limites de ese poder o, al menos, la capacidad dela sociedad para resistir y distorsionar las intenciones de quienes pretendanmoldearla. La nocin de totalitarismo parece inadecuada para abarcar lasdiferentes formas de vida cotidiana que se dieron bajo el estalinismo. Porsu rapidez, el estalinismo fue una revolucin social como posiblemente nohaya habido otra en la historia de la humanidad; sin embargo, la nuevasociedad de arenas movedizas, en palabras de Moshe Lewin, que cre elestalinismo, se volvi contra quienes intentaban transformarla: podanllevar al campesino ruso a las ciudades, pero era imposible cambiar sus va-lores de la noche a la maana. El resultado fue, citando una vez ms a Le-win, una ruralizacin de las ciudades paralela a la urbanizacin de loscampesinos, una sociedad de Oblomovs tanto como de Stajanovs, de cam-pesinos que, ajenos a la propaganda oficial, reconstruan en las ciudadesuna cultura de religin, embriaguez y folclore, y subvertan los canales ofi-ciales a travs de redes de relaciones patrn-cliente. En cuanto a la Alema-nia nazi, el rgimen fue siempre ms pragmtico de lo que la retrica per-mita, y los individuos que no caan en una de las categoras perseguidaspor lpodan continuar con sus vidas sin que stas se vieran perturbadas engran medida. Incluso las campaas nazis contra el tabaco tuvieron poco

    efecto: el consumo aument durante sus primeros siete aos de gobierno,y slo la guerra invirti esta tendencia.

    Con el tiempo, resulta sorprendente lo resistentes que fueron las ten-dencias sociales a la poltica estatal en el siglo del totalitarismo. A pesarde dedicar sus mejores esfuerzos a animar a las mujeres a dar a luz, los na-zis, como los fascistas italianos, no pudieron invertir la tendencia secular ala reduccin del tamao de las familias. Como Richard Bessel observa, tr-tese de Italia, Alemania, Gran Bretaa o Francia, encontramos en este pe-riodo pautas bastante similares en empleo femenino, demografa y estruc-tura familiar. Uno podra entonces sugerir una tercera forma de contar laprimera mitad del siglo xx: la aparicin en Europa occidental de una cul-tura masiva del ocio que se abre camino entre nuestros dos relatos ante-riores, la catstrofe y el aumento del poder estatal, y prefigura el consu-mismo de las dcadas de 1950 y 1960. Despus de 1918, Europa era ya laEuropa del automvil, de la radio, del cine, de las revistas ilustradas y dela publicidad dirigida a las masas. Era testigo del comienzo de su norte-americanizacin y del antiamericanismo que le serva de anttesis. El per-sonaje ms conocido en el mundo de entreguerras era Charlie Chaplin.Wrigley, el fabricante de chicles norteamericano, abri su pr~mera plantaen Alemania en 1925, y Coca-Cola lo hara en 1929. A los nazis no les gus-taban las pelculas estadounidenses, pero demasiado prudentes como pa~aintentar prohibirlas por completo; en su lugar procuraron crear su propIOestilo Hollywood. y lo mismo ocurri con el jazz. La radio, que era por su-puesto una poderosa arma de control estatal, era tambin una arma con-tra l. Goebbels no pudo evitar que los alemanes sintonizaran la popularRadio Luxemburgo, y la Francia de Vichy no pudo impedir que sus ciuda-danos escucharan las transmisiones de la BBC.

    Resulta evidente que la concepcin de este perodo en trminos de unanaciente cultura del consumo masivo no es aplicable a la mayor parte deEuropa central y oriental o a la pennsula Ibrica, pero curiosamente eshasta cierto punto aplicable a la Unin Sovitica, donde despus de 1935empezaron a desaparecer los austeros valores cultu~ales del pri~e~ planquinquenal. Los valores del consumismo fueron elogiados por elregnnen,Los grandes almacenes Macis de Nueva York fueron alabados y hubo unacampaa para promover y ampliar este tipo de establecimientos: ~e lesanim a utilizar plantas en su decoracin, colgar cortinas blancas y dispo-ner de msica ambiental. En 1936 la Unin Sovitica presumi de habersobrepasado a Francia en produccin de perfume, y se abri en Mosc unInstituto de Cosmtica e Higiene. Lenin haba dicho alguna vez que el so-

  • 24 EUROPA, 1900-1945

    cialismo era la suma de los sviets ms la electricidad: ahora parecams bien la suma de los sviets ms la zaraza.

    Podemos decir entonces, para terminar, que si bien es cierto que la pri-mera mitad del siglo xx demostr hasta extremos espantosos el poder dedestruccin del estado moderno al mismo tiempo que su capacidad paramejorar la vida de las personas, tambin es cierto que demostr, lo quepuede resultar ms inesperado y de algn modo ms tranquilizador, el po-tencial subversivo de la modernidad y, aun en las circunstancias ms ex-tremas, la extraordinaria capacidad de la gente para resistir, eludir o sortearlas mejores ypeores intenciones de quienes se esfuerzan por decirles cmodeben vivir. Por lo tanto, si uno tuviera que elegir el personaje ms emble-mtico del siglo xx tal vez no debera escoger a Ioseph K., sino al buensoldado Svejk,la creacin de otro escritor checo, Iaroslav Hasek. Svejk esun hombre a la vez astuto e ingenuo, que es reclutado por el ejrcito aus-trohngaro en 1914. Nunca est del todo claro si es ms ingenuo que as-tuto o ms astuto que ingenuo, pero no hay duda de que los mejores es-fuerzos de burcratas, jueces, oficiales, policas, sacerdotes y capellanespor disciplinarlo o adaptarlo a las normas sociales resultan intiles.

    1Las relacionesinternacionalesDavid Stevenson

    En la primera mitad del siglo xx, las relaciones internacionales estuvierondominadas por las dos guerras mundiales. Ninguna otra serie de aconteci-mientos polticos afect de manera ms profunda la vida de los europeos.Ms que volver a contar otra vezla historia detallada de estos conflictos, estecaptulo se centrar en una serie de preguntas cruciales. Por qu estall laguerra en 1914? Por qu se intensific y se extendi, y termin con la vic-toria de los aliados? Por qu se desvanecieron los acuerdos posteriores a1918 y empez una segunda guerra en 19391 Ypor qu tambin esa gue-rra se intensific y termin con una Alemania derrotada y una Europadividida? De forma casi natural, el perodo se divide en cuatro secciones:los aos anteriores a 1914, la primera guerra mundial y los acuerdos depaz firmados entre 1919 y 1920, los aos de entreguerras y,por ltimo, lasegunda guerra mundial.

    El camino a la primera guerra mundial,1900-1914El que las grandes potencias decidieran ir a la guerra en 1914 tendra re-percusiones a lo largo de todo el siglo. La decisin fue tomada por doscoaliciones opuestas: la Triple Alianza, formada por Austria-Hungra, Ale-mania e Italia hacia 1882, y la'Triple Entente, formada por Rusia, Franciay Gran Bretaa entre 1891 y 1907. Aunque durante la crisis de julio de

  • 26 EUROPA,1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 27

    191410s llamados Imperios Centrales (Austria-Hungra y Alemania) fue-ron los que tomaron la iniciativa, ambos bandos estaban ms dispuestos aluchar que a ceder el paso.

    La crisis de julio comenz como una confrontacin entre Austria-Hungra y Serbia desencadenada por el asesinato en Sarajevo de Francis-co Fernando de Habsburgo, el heredero al trono de la Monarqua Dual, el28 de junio. Los asesinos eran originarios de Bosnia, provincia adminis-trada por Austria-Hungra desde 1878, y partidarios de su unin con Ser-ba en una federacin eslava del sur. La inteligencia militar serbia habaentrenado a los conspiradores en Belgrado, les haba proporcionado ar-mas y les habia ayudado a cruzar la frontera. El 23 de julio, los lideres aus-triacos, sospechando que Serbia estaba implicada y exasperados por laayuda que los separatistas bosnios reciban de simpatizantes serbios, en-viaron un ultimtum diseado para que resultara inaceptable. En l. Aus-tria-Hungra exiga a Serbia amplios poderes sobre su sistema educativo,sus medios de comunicacin y sus tribunales. El 28 de julio, despus deque Serbia respondiera que no poda acceder a todas sus peticiones, Vienadeclar la guerra.

    Los lderes austriacos crean que las soluciones pacficas a su problemacon Serbia se haban agotado. Desde que en 1903 una dinasta hostil se h-ciera con el poder en Belgrado, los austriacos haban impuesto un boicoteconmico al pas) pero Serbia haba encontrado mercados de exporta-cin alternativos. En 190810s austriacos se anexionaron Bosnia, pero estoslo sirvi para que la agitacin panserbia se hiciera all ms intensa. Enlas guerras balcnicas de 1912-1913, Serbia y sus aliados derrotaron yprcticamente expulsaron de Europa al Impero Otomano, antes de aplas-tar a Bulgaria, su antiguo socio contra Turqua. Serbia dobl su tamao) yhacia 1914 Austria-Hungra pareca a punto de perder Rumania, su ltimoaliado en los Balcanes. Los alemanes austriacos y los magiares) las dos na-cionalidades dominantes de la Monarqua Dual, formaban entre ambasmenos de la mitad de su poblacin, y las autoridades teman que una se-cesin bosnia propiciara la disolucin del imperio. No obstante) teman me-nos el malestar interno que la posibilidad de una agresin serbia o rumanacon el apoyo de alguna de las grandes potencias. Italia era nominalmentealiada de Austria-Hungra) pero haba ochocientos mil italianos viviendobajo dominio austriaco y los lideres de Viena consideraban que Roma no erade fiar. Rusia, la protectora tradicional de los eslavos del sur, haba sido de-rrotada por Japn entre 1904 y 1905 y,por lo tanto, no pudo tomar repre-salias por la anexin de Bosnia en 1908. Pero desde entonces su economa

    y gasto militar se haban recuperado, y su influencia en los Balcanes supe-raba con diferencia la de Austria-Hungra. Ante este sombro panorama,en 1913 los lderes austriacos concluyeron que la guerra con Serbia erainevitable. Pero incluso as, ellos no habran forzado este desarrollo de losacontecimientos sin el cheque en blanco que los alemanes entregaron alenviado austriaco entre el 5 y el6 de julio de 1914. El emperador alemn,Guillermo II, y su canciller, Theobald van Bethmann-Hollweg, animarona Austria-Hungra a utilizar la fuerza contra Serbia, y prometieron totalapoyo si Rusia intervena. Esta promesa fue la condicin previa de la gue-rra europea.

    Aunque se ha sostenido que los lderes alemanes asumieron el riesgode ir a la guerra para estabilizar su rgimen dentro de su propio pas, estoslo es verdad de manera indirecta. No obstante, habia sido en parte paraconsolidar el apoyo nacional que Guillermo haba inaugurado entre 1897y 1898 su denominada Weltpolitik o poltica mundial, que mplicaba laafirmacin de los intereses alemanes en contra de Gran Bretaa) Francia yRusia fuera de Europa, al mismo tiempo que la construccin de una flotaen el Mar del Norte. Las desastrosas repercusiones de esta poltica son fun-damentales para entender los acontecimientos de 1914.

    En primer lugar)al contribuir a la formacin de la Triple Entente, la Welt-politikhaba ayudado a provocar el cerco) de Alemania. Rusia y Franciahaban sido aliados desde 1891-1894, pero ambas tenan disputas extraeu-ropeas con Gran Bretaa. Sin embargo) el acuerdo de 1904 conocido comolaentente cordial permiti que Londres y Pars llegaran a acuerdos respec-to a la mayora de sus diferencias, y en 1907 Londres y San Petersburgo con-vinieron sobre sus respectivas esferas de influencia en Asia central a travs dela entente anglo-rusa. Gran Bretaa colabor con sus nuevos socios duran-te la crisis bosnia de 1908. Y lo hizo nuevamente en las crisis marroques de1905-1906 y de 1911,provocadas por los infructuosos desafos alemanes alasesfuerzos de Francia por hacerse con elcontrol de Marruecos. Cuando Beth-mann-Hollweg intentminar estos convenios y cortejar alas britnicos paraque prometieran permanecer neutrales en caso de una guerra europea a cam-bio de que la construccin de la flota alemana se desarrollara de forma mslenta, se encontr con una negativa. La falta de confianza que les inspirabaItalia dej a los alemanes con Austria-Hungra como nico aliado de impor-tancia. En 1914) teman que si no eran capaces de apoyar a la MonarquaDual, sta podia desintegrarse o pasarse albando contrario.

    En segundo lugar, la Weltpolitikhaba hecho que Alemana fuera mil-tarmente ms vulnerable. Para concentrarse en su carrera naval contra

  • 28 EUROPA, 1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 29

    Gran Bretaa, los lderes alemanes haban privado a su ejrcito de recur-sos, y una vez que empez la carrera armamentista entre los bloques aus-tro-alemn y franco-ruso, centrada en los ejrcitos de tierra, la resistenciainterna a impuestos todava ms altos haba dejado al gobierno alemnatado de pies y manos. En 1913 se aprob el presupuesto ms grande de lahistoria alemana destinado al ejrcito, pero sus dirigentes saban que nopodran repetir semejante esfuerzo, y en Berln el Estado Mayor conside-raba que para 19171a ventaja alcanzada por Francia y Rusia se habra hechoinsuperable. Por lo tanto, aunque autes de julio de 191410s lderes alema-nes no hubieran decidido en ningn momento lanzar una guerra europea, esverdad que cada vez ms la consideraban como una opcin. Cuando Aus-tria- Hungra los consult tras lo sucedido en Sarajevo, ellos animaron a sualiado a atacar a Serbia, con la esperanza de ayudar a mantener en el podera la Monarqua Dual y de dividir la Triple Entente en caso de que GranBretaa y Francia contuvieran a Rusia. El nico plan de guerra de los ale-manes (conocido engaosa y generalmente, de acuerdo con el nombre delprincipal responsable militar de su elaboracin, como Plan Schlieffen)prevea atravesar Blgica para desbordar las defensas de la frontera france-sa y derrotar al pas en el plazo de unas cuantas semanas, antes de dar lavuelta hacia el este para enfrentarse a los rusos, cuya movilizacin serams lenta. Guillermo y Bethmann-Hollweg conocan la situacin) por loque, si Rusia iniciaba preparativos militares) ellos estaban listos para em-pezar una guerra europea de forma inmediata, antes de que pudieran per-der toda oportunidad de ganarla.

    Por lo tanto) el que la guerra austro-serbia se convirtiera en el comien-zo de un conflicto europeo general dependi en gran parte de la Rusia za-rista, que respondi al ultimtum de Viena a Serbia ordenando tomar pre-cauciones militares contra Austria-Hungra y Alemania el 26 de julio ymovilizndose contra ambas el 31. Los alemanes advirtieron a Rusia quedeba detener toda movilizacin, y a Francia que deba prometer permane-cer neutral frente a un conflicto ruso-alemn, y cuando ninguno de losdos pases accedi a sus peticiones, declararon la guerra y pusieron enprctica el Plan Schlieffen. El zar Nicols II haba sido advertido de que laguerra poda desencadenar una revolucin en Rusia, pero su ministro deAsuntos Exteriores, Sergei Sazonov; insisti en que si decida no apoyar aSerbia tendra que hacer frente a una violenta reaccin nacionalista. Sazo-nov saba que Alemania apoyaba a Austria, y argument que, si en Berlnestaban decididos a involucrarse en una confrontacin, una posicin dedebilidad rusa slo servira para posponerla. El rearme de Rusia segua

    siendo incompleto, pero los franceses eran optimistas respecto a las pers-pectivas militares y su embajador afirm que mantendran su alianza. Ni-cols II saba que una movilizacin general equivaldra a una declaracinde guerra, pero cuando la orden crea que la guerra estaba en camino ypensaba que su obligacin era estar preparado para ella.

    Una vez que los franceses recibieron el ultimtum alemn, no habaninguna duda de que preferiran luchar antes que rechazar una alianzacon Rusia, a quien consideraban esencial para el mantenimiento de su in-dependencia. Sin embargo) en bien de la unidad nacional, prefirieron pa-recer las vctimas de la agresin y esperar hasta que Alemania declarara laguerra. Los britnicos, por su parte, tenan ms libertad de accin. Los ti-deres alemanes no deseaban una guerra con Gran Bretaa) pero estabanms dispuestos a aceptarla que a rectificar tras la movilizacin de Rusia) yel Plan Schlieffen sirvi de detonante. Gran Bretaa y Alemania habanfirmado en 1839 el tratado de Londres, que protega a Blgica de cualquierataque, y la invasin alemana de Blgica fue en apariencia la razn por laque Gran Bretaa entr en la guerra. Ahora bien) aunque salvaguardarla costa del canal era una preocupacin tradicional de Gran Bretaa) yaunque la defensa de tratados y naciones pequeas fuera una causa opor-tuna para conseguir el apoyo de la opinin pblica, el Gabinete britnicono crea que Gran Bretaa estuviera obligada legalmente a ello. Para lasprincipales figuras del gobierno, lo que estaba en discusin era menos laneutralidad belga que la agresin alemana) una dcada de antagonismoanglo-alemn los haba convencido de que Gran Bretaa tena un intersvital en evitar la derrota francesa.

    Esta revisin de la Europa de 1914 se ha centrado en las lites gober-nantes. Las muchedumbres que vitoreaban entusiasmadas slo aparecie-ron en las capitales europeas despus de que las decisiones haban sido to-madas. Sin embargo) fue importante (aunque de forma negativa) que lossocialistas de la Segunda Internacional estuvieran por lo general unidos enel apoyo a sus gobiernos. La mayora aceptaba que la autodefensa era leg-tima, y precisamente la guerra pareca ser cuestin de autodefensa. Igual-mente intil fue el Concierto de Europa, considerado casi como el precur-sor de la Sociedad de Naciones y las Naciones Unidas antes de 1914. Surazn de ser era la buena voluntad de las potencias para reunirse en tiem-pos de crisis, pero cuando Gran Bretaa propuso una conferencia, Alema-nia y Austria-Hungra la bloquearon. El Concierto dependa de un con-senso entre las grandes potencias que se haba evaporado. Con todo, ladivisin de Europa en bloques opuestos no fue en s misma lo que caus

  • 30 EUROPA, 1900-1945

    la guerra. La causa de la guerra fue ms bien el desarrollo de una carreraarmamentista de los ejrcitos de tierra, puesto que la recuperacin de Ru-sia tras su derrota frente a Japn alter el equilibrio entre los bloques, ymientras la Triple Entente se haca ms fuerte, la Triple Alianza se hacams dbil. Hacia 1914 los rusos y los franceses sentan menos necesidad deser conciliadores, mientras que los militares alemanes advertan que la vic-toria todava era posible, pero que no lo sera por mucho ms tiempo. Lasguerras de Bismarck haban demostrado que jugar con el uso de la fuerzapoda solucionar problemas polticos. Era el momento de que Alemaniavolviera a apostar.

    La guerra mundial y los acuerdos de paz,1914-1920

    Las investigaciones ms recientes han socavado la opinin tradicional se-gnla cual los militares alemanes prevean una rpida victoria. Sin em-bargo, es cierto que la mayora de los lderes polticos y de los ciudadanoscomunes esperaban una guerra corta. El conflicto subsiguiente tuvo unimpacto tan devastador precisamente porque esas expectativas demostra-ron ser infundadas. Los gobiernos fueron incapaces de detenerlo inclusodespus de que evolucionara hacia una matanza sin precedentes y adqui-riera un carcter radicalmente diferente del que haban anticipado. Es ne-cesario analizar a continuacin el punto muerto poltico y militar que do-min los primeros tres aos de hostilidades, antes de estudiar cmodespus de 1917 se acab con este estancamiento y se dio por terminada lamatanza.

    La primera razn para el estancamiento fue que las ofensivas inicialesfracasaron. El ejrcito francs se moviliz tan rpido como el alemn, eracasi igual de grande y posea en el general Ioseph Ioffre un comandante s-lido. Incluso aunque los alemanes hubieran alcanzado Pars, los francesesno habran tenido ninguna razn para rendirse. De igual forma, las preci-pitadas ofensivas de rusos y franceses en agosto de 1914 tampoco tenanposibilidades de redundar en un avance significativo. Las razones por lasque despus de 19141a guerra en Europa occidental se empantan eran enparte tecnolgicas y logsticas. Atrincherados con fusiles de repeticin,ametralladoras y fusiles de fuego rpido, los defensores podran aplastar a

    ~s RELACIONES INTERNACIONALES 31

    la infantera atacante. Ejrcitos que eran mucho ms grandes que los de1870 y estaban provistos de una densa red de ferrocarriles podan estable-cer un frente continuo; ya pesar de la enorme cantidad de bajas, ambosbandos podan cubrir los vacos reinsertando a los heridos y enviandohombres jvenes al frente a medida que alcanzaban la edad de combatir.Hacia finales de 1915 ambos bandos podan fabricar inmensas cantidadesde equipo militar. Adems, incrementando la emisin de moneda y pi-diendo prstamos en el pas y en el extranjero ambos podan financiar laguerra. Las compras de Alemania a pases neutrales minaron el bloqueoaliado, mientras que las protestas americanas refrenaron los ataques de lossubmarinos alemanes, los U-boats, a las embarcaciones aliadas. Aunqueotros frentes, en Polonia y los Balcanes, tenan ms movilidad que el occi-dental, hasta que Rusia se derrumb en 1917 ninguno de los dos bandosconsigui dejar fuera de combate a ninguna de las grandes potencias ene-migas.

    Otra de las condiciones que hicieron posible el estancamiento fue la co-hesin del frente interno. Las treguas polticas que se declararon en la ma-yora de los paises beligerantes cuando estall la guerra sobrevivieron has-ta 1917 y 1918. Los gobiernos de ambos baudos alegaban que la guerra eranecesaria y defensiva, y que deba continuar hasta que la agresin hubierasido castigada. Prolongaron el conflicto a travs de sucesivas decisiones deseguir luchando por unos pocos meses, y la opinin pblica comparta suesperanza de que la victoria llegara con rapidez. La inicial ilusin de unaguerra corta no muri en 1914.

    Adems, la incompatibilidad entre los propsitos polticos (u objeti-vos de guerra) de ambos bandos frustr las negociaciones. Los lderes ale-manes deseaban crear una serie de estados tapn bajo su control militar yeconmico en Blgica, Polonia y a lo largo de la costa del Bltico; anexio-narse la cuenca siderrgica francesa de Briey-Longwy, Luxemburgo y unafranja fronteriza en su frontera oriental; y establecer adems una uninaduanera en Europea central, un imperio colonial en frica yunared mun-dial de bases navales. Como canciller, Bethmann-Llollweg estaba dispues-to a comprometerse en una paz separada con uno u otro enemigo, pero talsolucin se hizo imposible cuando Paul van Hindenburg y Erich Luden-dorff asumieron el control del Alto Mando en 1916: ambos se oponan aconcesiones semejantes y en 191710 destituyeron. Al contrario, por elpac-to de Londres, firmado en septiembre de 1914, la Triple Entente se convir-ti en una alianza y sus miembros se comprometieron a rechazar cualquierpaz separada y se apresuraron a formular sus propios objetivos de guerra.

  • 32 EUROPA, 1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 33

    Gran Bretaa quera apoderarse de las colonias alemanas, destruir su flotanaval y liberar Blgica; Francia quera recuperar las provincias de Alsacia yLorena (ganadas por Alemania en 1871) y crear estados tapn en Renania;Rusia deseaba convertir todo el territorio habitado por los polacos en unreino satlite bajo su control. Despus de que, en noviembre de 1914, el Im-perio Otomano entrase en el bando de Alemania, los aliados acordaron re-partir entre ellos sus posesiones en Oriente Prximo (que hoy correspon-den a Siria, el Lbano, Israel, Iordania e Irak), Italia se uni a los aliados enmayo de 1915 y,a cambio, stos le prometieron parte de las posesiones deAustria-Hungra en los Alpes y Dalmacia. Los alemanes intentaron dividira sus enemigos en 1915, sacando a Rusia de Polonia, y en 1916, chupandola sangre del ejrcito francs (segn las palabras de su comandante) en labatalla de Verdn. En 1917 lanzaron una campaa de guerra submarinasin restricciones (10 que significaba que estaban dispuestos a hundir cual-quier embarcacin mercante sin hacer ninguna advertencia) con la queesperaban privar de alimentos a Gran Bretaa y obligarla a abandonar laguerra. Sin embargo, esta campaa no slo no consigui cumplir su obje-tivo, sino que provoc la intervencin del presidente americano, WoodrowWilson, que haba decidido que una victoria sobre Alemania le proporcio-nara la influencia que necesitaba para imponer a ambos bandos sus pro-yectos para un nuevo orden internacional basado en los principios de laseguridad colectiva y la autodeterminacin.

    En contraste con el constante aumento de la violencia entre 1914 y 1917,entre 1917 y 19181a guerra termin, primero en el este y luego en el oeste.Tras ellevantamiento de marzo de 1917 que expuls al zar Nicols Il.Ia ne-gativa del breve gobierno provisional ruso a hacer las paces por separadofue en gran parte una forma de sellar su destruccin. Despus de derrocar-lo en noviembre, uno de los primeros pasos de los bolcheviques fue firmarun armisticio, antes de someterse a los trminos de paz dictados por ale-manes y austriacos en el tratado de Brest-Litovsk, firmado en marzo de1918. Cedieron Polonia, la costa del Bltico y Ucrania. El derrumbamientode la disciplina en el ejrcito ruso haba hecho imposible la resistencia, y laprioridad de Lenin era salvar su rgimen. Con todo, pocas semanas despusde firmar el tratado (yen parte por haberlo hecho) debi hacer frente a unaguerra civil contra sus oponentes blancos (es decir, anti-bolcheviques)as corno a desembarcos aliados en Arcngel y Vladivostok, que tenancomo objetivo reconstruir un frente contra los alemanes.

    A diferencia de Rusia, y pese a que en 1917 el ejrcito francs se amoti-n y los soldados italianos se rindieron en masa en la batalla de Caporetto,

    en el oeste los aliados lograron librarse de un derrumbamiento similar. Loslderes britnicos y franceses contaban con ganar la guerra con ayuda nor-teamericana, y rechazaron las propuestas de paz enemigas. A pesar del cre-ciente malestar interno, los Imperios Centrales tambin perseveraron, Hin-denburgy Ludendorff consideraron que la derrota de Rusia les permita unataque total sobre Francia. Pero si la revolucin rusa fue lo que acab conla guerra en el este, en el oeste el factor decisivo fue la derrota militar de losalemanes. Sus cinco grandes ofensivas en elfrente occidental de marzo a ju-lio de 1918 supusieron un milln de bajas, y no consiguieron alcanzar susobjetivos. Hacia el otoo,los envos masivos de tropas norteamericanas ha-ban restablecido la superioridad numrica de los aliados, y sus ejrcitosavanzaban de forma cautelosa pero implacable. La economa de guerra ale-mana estaba paralizada y sus ciudadanos prcticamente moran de ham-bre. Sus aliados estaban agotados, y a finales de octubre Austria-Hungria sedivida en nuevos estados basados enlas diferentes nacionalidades que lacomponan. En estas circunstancias, Ludendorff decidi solicitar una pazde acuerdo con los principios, relativamente indulgentes, expuestos porWoodrow Wilson en su discurso de los Catorce Puntos en enero de 1918.Hasta cierto punto, este ltimo intento alemn de dividir a sus enemigostuvo xito. Wilson presion a sus socios para que aceptaran un acuerdo dearmisticio basado en su programa, que inclua la creacin de una Sociedadde Naciones as como restricciones a la expansin territorial de los aliados.Pero las clusulas militares del alto al fuego permitieron que Gran Bretaacontrolara las colonias alemanas y su armada, y que Francia ocupara Rena-nia, y mientras esto ocurra, Alemania quedaba reducida a la impotenciapor la revolucin de noviembre de 1918, que sustituy el rgimen de Gui-llermo II por una repblica. Tanto Estados Unidos como sus aliados obtu-vieron beneficios provisionales, y pospusieron el balance entre ellos a laconferencia de paz.

    La conferencia de paz se reuni en Pars en 1919-1920 y fij gran par-te del orden del da para la diplomacia europea de entreguerras. Los trata-dos menores se pueden resumir de forma ms o menos rpida. El tratadode Sevres impuesto por los aliados a Turqua demostr ser imposible deponer en prctica y fue reemplazado por el tratado de Lausana, negociadocon el triunfante nuevo rgimen de Kemal Ataturk en 1923. La importan-cia de los tratados con Austria, Hungra y Bulgaria residi principalmenteen que en ellos se trazaban las nuevas fronteras del sureste de Europa: losaliados no hubieran podido reinstaurar la Monarqua Dual incluso si lohubieran querido. Una alianza de posguerra acordada entre 1920 y 1921

  • y conocida como la Pequea Entente uni a los nuevos estados de Che-coslovaquia y de Yugoslavia con una Rumana muy ampliada, y mantuvoa raya con xito el revisionismo hngaro. Sorprendentemente, los acuer-dos demostraron ser ms duraderos en los Balcanes que en Occidente.

    Con todo, en un primer momento los aliados parecan bastante firmes.Esperando ser tratados como socios en igualdad de condiciones, los nue-vos lderes democrticos de Alemania pusieron su confianza en EstadosUnidos y se negaron a cooperar con Mosc. Pero los aliados descubrieronque llegar a un acuerdo entre ellos mismos era muy difcil y no se atrevie-ron a arriesgarse a negociar en una misma mesa con sus enemigos; por ello,el tratado de Versalles de junio de 1919 fue esencialmente un Diktat, unapaz impuesta. La nica concesin de importancia a la representacin ale-mana fue un plebiscito que reparti la provincia de Silesia superior, queestaba en disputa, en vez de asignarla en su totalidad a Polonia. Rusia fuemarginada de manera similar, y los bolcheviques fueron excluidos de laconferencia de Pars. Despus de tentativas poco entusiastas de negociar unalto al fuego, los aliados reconocieron parcialmente a los blancos y les pro-porcionaron ayuda militar, aunque se retiraron cuando la guerra civil rusase volvi favorable a Lenin. Finlandia, Polonia y los estados del Bltico con-solidaron su independencia, dejando a la recin creada Unin Soviticacon muchos motivos para eldescontento territorial, aparte de su hostilidadideolgica al capitalismo.

    Entre los estados victoriosos, Japn tom el control de los territoriosalemanes en China y el norte del Pacfico, pero su influencia en Europa fueinsignificante. Italia obtuvo una frontera en el paso del Brennero y se ane-xion el puerto de Fiume en el Adritico, aunque en este ltimo caso slodespus de una lucha larga y amarga contra la resistencia yugoslava, apo-yada por los norteamericanos. Incluso con esto, Italia consigui muchomenos de los yugoslavos de lo que se le haba prometido contra Austria-Hungria, y la decepcin resultante de la llamada victoria mutilada con-tribuy al ascenso del fascismo. Roma, adems, tuvo muy poca influenciaen el acuerdo con Alemania.

    Estados Unidos, Gran Bretaa y Francia, representados respectivamen-te por el presidente Wilson y los primeros ministros David Lloyd Georgey Georges Clemenceau, eran los jugadores ms importantes. El programade Wilson haba sido supuestamente aceptado en el armisticio y las finan-zas de sus socios dependan de l. Pero Wilson era un negociador pobrey de ideas vagas: incluso la Sociedad de Naciones del proyecto deba bue-na parte de sus detalles a Gran Bretaa. En materia econmica, Estados

    Unidos ejerci una influencia negativa decisiva al insistir en que se des-montaran los controles sobre el comercio aplicados durante la guerra y alnegarse a cancelar las deudas de guerra aliadas. Esto impuls a los aliadosa presionar a Alemania para obtener de ella reparaciones de guerra (aun-que es necesario sealar que habran hecho esto de todos modos). Losnorteamericanos, que haban sufrido pocos daos, queran un acuerdo r-pido sobre una suma de indemnizacin total que fuera modesta y quepreparara el terreno para Una reconstruccin de Europa financiada a tra-vs de prstamos privados americanos. Pero, de hecho, lo que el tratado deVersalles hizo fue convertir a Alemania en responsable no slo de los da-os a la propiedad sino tambin de las pensiones de guerra. Una Comisinde Reparaciones tuvo hasta Iczl para establecer la deuda de indemniza-cin de Alemania, deuda que sera cubierta mediante pagos anuales quepodran prolongarse durante dcadas. Por otra parte, el tristemente cle-bre Artculo 231, o clusula de culpabilidad de guerra, afirm que enprincipio los Imperios Centrales eran los responsables de todas las prdi-das y daos infligidos por su agresin, una acusacin que durante los si-guientes aos result ser ferozmente polmica.

    Con respecto al tema de las reparaciones, Gran Bretaa y Francia coo-peraron entre s para oponerse a Estados Unidos. En los temas de territo-rio y seguridad, Francia tom la delantera, Lloyd George y Wilson slo enraras ocasiones se unieron contra Clemenceau. Los tres convinieron en queFrancia deba recuperar Alsacia y Lorena, pero Wilson se opuso a la de-manda de Clemenceau para anexionarse la cuenca carbonfera del Saar,que fue puesta bajo administracin francesa (y supervisin de la Sociedadde Naciones) hasta que se realizara un plebiscito quince aos despus. Sinembargo, a los alemanes del nuevo estado de Austria, cuyo parlamento ha-ba votado para unificarse con Alemania, se les prohibi hacerlo, y los ale-manes de los Sudetes fueron incorporados a Checoslovaquia. Como nin-guno de estos grupos haba formado parte de Alemania antes de 1914, sudestino caus menos resentimiento en este pas que el corredor creadocomo salida polaca al Bltico, que separ Prusia oriental del resto de Ale-mania. Sin embargo, gran parte de este corredor era de hecho tnicamen-te polaco, y de acuerdo con la iniciativa de Lloyd George se utilizaron ple-biscitos para hacerlo ms angosto; por otra parte, el puerto de Danzig, ensu desembocadura, no fue asignado a Polonia sino que fue declarado ciu-dad libre bajo control de la Sociedad de Naciones. Adems, hay que teneren cuenta que los Catorce Puntos haban prometido una Polonia inde-pendiente y con un acceso seguro al mar. En general, en lo que se refiere a

    34 EUROPA, 1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 35

  • EUROPA, 1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 37

    los acuerdos territoriales, Alemania tena pocos argumentos justificadospara sentirse agraviada.

    La conferencia subray el contraste entre la premisa de Clemenceausegn la cual Alemania no cambiara y por tanto deba ser debilitada, y lamayor clemencia mostrada por Lloyd George y Wilson. Con todo, LloydGeorge no estaba preparado para sacrificar las exigencias coloniales y na-vales de Gran Bretaa, y Wilson pensaba que Alemania deba experimen-tar varios aos de castigo antes de que pudiera ser rehabilitada. En conse-cuencia, los aliados procuraron mantener sus principios excepto cuandoel hacerlo favoreciera a Berlin. Versalles fue de hecho un tratado discrimi-natorio, pero slo hasta el punto en que deba serlo, dado que una Alema-nia completamente soberana sera, de forma inevitable, ms fuerte que susvecinos. Los aliados y los norteamericanos acordaron limitar el ejrcitoalemn a cien mil hombres, confiscar la mayor parte de su flota, prohibir-le tener una fuerza area propia y crear una agencia que supervisara el de-sarme, la Comisin de Control Militar Interaliada (IMCC). Clemenceautambin quera una ocupacin permanente de Renania y crear estados ta-pn controlados por Francia en esta zona. A cambio de un ofrecimientoangloamericano de proteger Francia ante cualquier agresin, Clemenceauacord la desmilitarizacin de Renania y fij la duracin de la ocupacinen por lo menos quince aos. Estas disposiciones aseguraban suficiente-mente que Alemania no podra comenzar otra guerra. Por otra parte, laocupacin poda terminar antes y las reparaciones reconsiderarse si unaAlemania democrtica convenca a sus vecinos de su buena fe. El tratadode Versalles fue ms flexible de 10 que se reconoce a menudo, y hubierapodido ser utilizado para mantener a Alemania inofensiva y al mismotiempo como marco para la reconciliacin. Gran parte de ello dependerade cmo fuera puesto en prctica.

    De una guerra a otra, 1920-1939La poltica internacional en la dcada de 1920 fue eclipsada por el legadode la primera guerra mundial. En los primeros aos de la posguerra proli-feraron los conflictos derivados, entre los que sobresalieron especialmen-te la gnerra ruso-polaca, que tuvo lugar entre 1919 y 1921, Yla guerra gre-co-turca, ocurrida entre 1919 y 1923. Los mismos aos fueron testigos deuna guerra fra franco-germana, que tuvo como tema central el cumpl-

    miento de los acuerdos de paz. Las reparaciones eran el problema crucial.En 1921 los aliados aprobaron el calendario de pagos de Londres, que fija-ba la responsabilidad total de los paises derrotados en 132.000 millones demarcos oro (es decir, anteriores a 1914) y programaba pagos anuales enefectivo. Estos ltimos incluan adems intereses y amortizaciones sobre50.000 millones de marcos oro en bonos -c-dejando a los aliados la decisinde cundo seran emitidos los 82.000 millones restantes, en caso de que lofueran-c-. Las anualidades del calendario de Londres ascendan a un 7 por100 de la renta anual de Alemania. Aunque se trataba de una cifra bastantegrande, no era absolutamente imposible de pagar. Sin embargo, los alema-nes no tenan ninguna intencin de hacerlo. Su ministerio de Asuntos Ex-teriores orquest una campaa de propaganda para minar el artculo 231negando que la responsabilidad de la guerra correspondiera nicamente aAlemania y asegurando que el calendario era imposible de aplicar. Al rete-ner las indemnizaciones, los alemanes pusieron a los aliados en un dilema;ningn aspecto de Versallesdividi ms a los vencedores.

    En sus intentos por hacer cumplir el calendario, Francia se encontraislada. Entre 1919 y 1920, Wilson no habia conseguido que el tratado deVersallesfuera ratificado por el Senado de Estados Unidos, que se opona acomprometerse incondicionalmente en el Convenant, el pacto institucio-nal de la Sociedad de Naciones. Estados Unidos qued fuera de la Sociedady de la Comisin de Reparaciones, y la oferta anglo-americana de protegera Francia contra cualquier agresin alemana se derrumb. Con todo, la ad-ministracin republicana que asumi el mando en 1921 se comprometims que Wilson en el reembolso aliado de las deudas de guerra. Los bri-tnicos se negaron a cancelar sus propios prstamos de guerra a Francia amenos que Estados Unidos hiciera lo mismo, yuna vezque la economa bri-tnica cay en una aguda crisis econmica en 1921, la prioridad de LloydGeorge pas a ser la de restablecer las exportaciones a Alemania ms que lade exigir reparaciones. Benito Mussolini, que dirigi el gobierno italianodesde 1922 y asumi poderes dictatoriales en 1925, no ocult su descon-tento con los tratados de la paz y tampoco su antagonismo hacia Francia.Entre tanto, los soviticos intentaron mantener dividido el mundo capita-lista cooperando con Alemania. Las tropas alemanas practicaron maniobrasmilitares ilegales en territorio sovitico, y de acuerdo con el tratado de Ra-palla, firmado en 1922,Mosc y Berln renunciaron a hacerse demandas fi-nancieras. La subversin promovida por la Internacional Comunista (Co-mintern) y los partidos comunistas occidentales hicieron an ms difcil elmantenimiento de buenas relaciones con Londres y Pars. Aunque Francia

  • EUROPA, 1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 39

    firm pactos de seguridad con Blgica en 1920, con Polonia en 1921 y conlos tres pases de la Pequea Entente, Checoslovaquia, Rumana y Yugosla-via, entre 1924 y 1927, estas asociaciones eran un pobre sustituto de unaalianza con las grandes potencias y podan convertirse en problemticas siAlemania reviva. A los franceses no slo no les gustaba la idea de que Ale-mania pudiera recuperarse mientras su propia seguridad no estuviera ga-rantizada, sino que adems su situacin financiera era desesperada.

    Los alemanes hicieron nicamente un pago de acuerdo con el Calenda-rio de Londres antes de solicitar una moratoria. En enero de 1923,la Comi-sin de Reparaciones juzg que se encontraban en mora y elgobierno fran-cs, dirigido entonces por Raymond Poincar, envi tropas a ocupar losyacimientos de carbn del Ruhr. Blgica colabor con los franceses, peroGran Bretaa se mantuvo al margen. En protesta, los trabajadores del Ruhrfueron a la huelga durante ocho meses con el apoyo del gobierno alemn.El coste de subvencionar esta poltica de resistencia pasiva, que de algnmodo representaba la ltima gota tras una inestabilidad monetaria prcti-camente continua desde 1918, condujo a Alemania a la hiperinflacin. Enseptiembre de 1923 un nuevo ministerio alemn dirigido por Gustav Stre-semann suspendi la resistencia. Pero de aqu en adelante Francia perdi lainiciativa. Los alemanes introdujeron una moneda nueva y estable mien-tras que los franceses apoyaron frustradas sublevaciones separatistas en Re-nania. Tras negarse a aceptar una propuesta alemana para celebrar nego-ciaciones bilaterales, Poincar acept una oferta americana para que unacomisin de expertos en finanzas, presidida por el banquero de ChicagoCharles Dawes, hiciera una investigacin. Para cuando la comisin termi-n su informe, la presin que el franco haba tenido que soportar haba sidoenorme y Poincar haba sido sustituido por el inexperto Edouard Herriot,con el resnltado de que cuando en 1924 se adopt el plan Dawes los fran-ceses haban sido claramente superados.

    De acuerdo con el plan Dawes, un prstamo internacional (cuya ma-yor parte provenia de inversionistas privados norteamericanos) permitiraa Alemania reasumir el pago de sus obligaciones, aunque a una tasa mu-cho ms baja. Los franceses desalojaron el Ruhr y perdieron la posibilidadde volver a declarar en mora a Alemania. Su capacidad para hacer cum-plir el tratado de Versalles de forma unilateral se vio an ms debilitadapor los tratados de Locarno, firmados en 1925. Segn stos, Francia, Ale-mania y Blgica acordaban respetar sus fronteras comunes y Gran Bretaae Italia servan como garantes del acuerdo. Las fronteras del este de Ale-mania no fueron protegidas de manera semejante, y como Gran Bretaa

    simultneamente daba garantas a Francia en caso de conflicto con Ale-mania y a Alemania en caso de conflicto con Francia, Locarno estaba lejosde ser la alianza de grandes potencias que Pars anhelaba. Sin embargo, elplan Dawes y los tratados de Locarno aliviaron temporalmente los dilemasfinancieros y de seguridad de Francia, y los ltimos aos de la dcada de1920 estuvieron marcados por la recuperacin econmica, la disminucindel extremismo poltico y la reduccin de las tensiones internacionales.Alemania ingres a la Sociedad de Naciones en 1926,y los antiguos aliadosnegociaron con Berln como socio en igualdad de condiciones. Los movi-mientos que apoyaban la seguridad colectiva y de unidad europea se hi-cieron fuertes, y los gobiernos dejaron entrever cierta inclinacin hacia es-tos objetivos. De acuerdo con los trminos del pacto Kellogg-Briand de1928,la mayora de los estados prometieron renunciar a la agresin blica.El plan Briand de 1930 fue una propuesta del ministro de Asuntos Exte-riores francs para una confederacin y un mercado comn europeos,aunque se hundi frente a las objeciones de alemanes y britnicos.

    Las bases de este optimismo eran frgiles. El ejrcito alemn se encon-traba ya preparndose para la guerra, y el inters de Stresemann, ministrode Asuntos Exteriores hasta 1929, en mantener unas relaciones distendi-das con Occidente fue esencialmente una estratagema. Al desmantela-miento de Versalles sigui el de Locarno. En 1926, la Comisin de ControlMilitar Interaliada fue cancelada, y en 1930, cinco aos antes de lo pre-visto, las ltimas fuerzas aliadas abandonaron Renania a cambio de unnuevo y supuestamente definitivo calendario de indemnizaciones, el planYoung. El renacimiento despus de 1924 de la implicacin diplomticaanglo-americana en Europa no fue ningn sustituto de Versalles comofundamento de la seguridad de Francia. La garantia britnica dada en Lo-carno no fue seguida ni por el rearme britnico ni por la elaboracin de unplan militar de emergencia. Estados Unidos sigui mostrndose poltica-mente no comprometido, y aunque entre 1924 y 1928 los inversionistasamericanos colocaron en Alemania dos veces lo que Alemania pagaba enindemnizaciones de guerra, despus del desplome de Wall Street en 1929los prstamos norteamericanos fueron cobrados y esto intensific la cadaalemana en la depresin econmica y ayud a que los bancos de Europacentral se hundieran en la insolvencia. Despus de Locarno, las potenciasvencedoras confiaron la estabilidad europea a la supervivencia de los mo-derados alemanes, pero mucho antes de que Adolf Hitler llegara al poderen 1933 sta pareca ya improbable. Tan pronto como las tropas francesasabandonaron Renania, la diplomacia alemana se hizo ms firme y enrgi-

  • 40 EUROPA,1900-1945 LAS RELACIONES INTERNACIONALES 41

    ca. El ao 1931 fue testigo del ms alto gasto militar alemn, de una ini-ciativa de Berlin para una unin aduanera con Austria (iniciativa a la quedio fin la presin financiera de Francia sobre Viena) y de una nueva soli-citud de moratoria de las reparaciones de guerra. Tras la congelacin delos pagos de las reparaciones y de la deuda de guerra iniciada por HerbertHoover, se celebr en 19321a conferencia de Lausana, en la que se dieronpor terminadas las reparaciones. Con todo, las substanciales concesionesque los aliados hicieron a la Repblica de Weimar entre 1919 y 1933 noconsiguieron salvarla, y es dudoso que ms concesiones de este tipo hu-bieran logrado mantener viva la democracia alemana. En el proceso, losaliados haban desmontado la mayor parte de la maquinaria creada en1919 para evitar que Alemania reanudara las hostilidades, y las conse-cuencias de sus acciones pronto pasaron a ser graves.

    Despus de 1933,tres circunstancias condujeron Europa a un nuevo de-sastre: el impulso hacia la guerra de la Alemania nazi; el apaciguamientode las dems potencias que le permitieron crecer hasta ser lo bastante fuer-te para emprenderla; y el abandono final de ese apaciguamiento que con-dujo a Gran Bretaa y a Francia a ofrecer garantas a Polonia en 1939ya de-clarar la guerra a Alemania cuando Hitler invadi el pas.

    Hitler quera la guerra. La consideraba inevitable y deseable, el motorde una renovacin racial. Esto no significa, sin embargo, que l planeara odeseara la guerra con Occidente que comenz en 1939. Hay que tener encuenta que, a comienzos de la dcada de 1920, Hitler haba estado ms in-teresado en lanzar un ataque sobre la Unin Sovitica que erradicara elbolchevismo y dotara al pueblo alemn de autosuficiencia econmica y te-rritorios para colonizar. Siendo un hombre cuya experiencia vital msprofunda era su servicio militar entre 1914 y 1918, Hitler haba sido lleva-do a la poltica por la derrota de Alemania. El programa de poltica ex-tranjera esbozado en su Mein Kampf, escrito entre 1924 y 1925, consistaen la recuperacin mediante la fuerza de la posicin internacional de Ale-mania, aunque evitando los errores de la guerra pasada. Al ganar a GranBretaa e Italia contra Francia, esperaba acabar con las limitaciones delTratado de Versalles,antes de lanzarse a conquistar un espacio vital en eleste. Al ser nombrado canciller en 1933, Hitler declar que sus propsitoseran pacficos y limitados, pero en privado continu considerando la ex-pansin hacia el este como uno de sus objetivos, y en los meses que si-guieron a su designacin emprendi el rearme secreto y masivo de Alema-nia. Con todo, Hitler no tuvo en sus primeros aos el completo control dela poltica que tendra despus, y se senta menos arrogantemente confia-

    do en sus clculos de lo que estara ms adelante. Estaba al tanto de la vul-nerabilidad alemana y tema que franceses y polacos organizaran un ata-que preventivo. En 1934, cuando despus de un intento de golpe nazi enAustria Mussolini desplaz tropas hacia el paso del Brennero, Hitler retro-cedi. Por 10 menos hasta que remilitariz Renania en 1936, fue posibledisuadirlo de emprender cualquier acto de agresin. Los vencedores de1918 tuvieron durante poco tiempo una tercera opcin entre el apacigua-miento y el librar otra guerra importante. Pero si elegir una accin pre-ventiva haba sido difcil antes, despus de 1936 slo las peores opcionesquedaban disponibles. Hay pocas, como Maquiavelo advirti a su prnci-pe, en las que la inaccin es el ms peligroso de todos los caminos.

    Los aos que van de 1933 a 1938 fueron testigos de una serie de accio-nes unilaterales por parte de Alemania a las que los antiguos aliados slorespondieron con pasividad (por no decir que las estimularon). En 1933Alemania abandon la Sociedad de Naciones y la conferencia de desarmede Ginebra; en 1935, despus de recuperar el Saar en el prometido plebis-cito, Hitler anunci que restableca el reclutamiento y que haba creadouna fuerza area; en 1936 reocup Renania y envi fuerzas de combatepara ayudar a Francisco Franco y los nacionalistas en la guerra civil espa-ola; en marzo de 1938 se anexion Austria y luego los Sudetes, en poderentonces de Checoslovaquia, tras obtener el consentimiento de Gran Bre-taa, Francia e Italia en septiembre, durante la conferencia de Munich.Hitler no slo rearm a Alemania y consigui hacerse con fronteras msdefendibles, sino que tambin incentiv la formacin de un frente revisio-nista contra el status quoposterior a 1918 en el que participaron Japn, Ita-lia y, finalmente, la Rusia sovitica. La coalicin anti-alemana de la prime-ra guerra mundial pareci hacerse pedazos sin posibilidad de reparacin, yel nuevo patrn de las alineaciones era mucho menos favorable a Occiden-te. Sin embargo, para entender el origen del apaciguamiento en Europa esnecesario considerar antes lo que ocurra fuera de ella.

    La depresin econmica que tuvo lugar entre 1929 y 1933 debilit lasfuerzas favorables a Occidente en Tokio y consolid a quienes deseaban unbloque en el este asitico dominado por los japoneses. Durante la crisis deManchuria de 1931-1933, los japoneses establecieron un estado marione-ta en la regin y abandonaron la Sociedad de Naciones despus de ser cen-surados por ella, mientras que las potencias occidentales se limitaron ahacer protestas diplomticas. Es dudoso que el ejemplo de Manchuriahaya inspirado directamente posteriores agresiones en Europa, aunque laretirada japonesa de la Sociedad pudo haber animado a Hitler a hacerlo

  • siete meses ms tarde. No obstante, tanto en la crisis de Renania de 1936como en la de los Sudetes de 1938, los jefes del Estado Mayor britnico ad-virtieron a su gobierno que una guerra contra Alemania significara pro-bablemente una guerra contra Italia y Japn, y que Gran Bretaa no podaganar una guerra semejante. Incluso antes de que los japoneses firmaranel pacto Anti-Comintern con Hitler en 1936, haban minado las posibili-dades de ofrecerle resistencia.

    Lo mismo habia hecho Estados Unidos al aprobar tres Leyes de Neu-tralidad entre 1935 y 1937. La tercera yde ms amplio alcance, estipulabaque en caso de que una guerra, civil o entre naciones, afectara a la seguri-dad norteamericana, el presidente deba prohibir los prstamos y la ven-ta de armas a los beligerantes, as como que los norteamericanos viaja-ran en sus embarcaciones. Adems, el presidente poda hacer depender elcomercio de otras mercancas del sistema cash and carry: es decir, lasmercancas deban ser pagadas al ser recibidas y deban ser transportadasen las propias naves de los beligerantes. Aunque esta ltima disposicinbeneficiaba