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  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    1/42

    LA

    E S C OL R I Z C I ON

    DE LOS SABERES ELEM ENTALES

    EN LA EPOCA M ODER N A

    JEAN HEBRARD *)

    Puede una historia de las disciplinas incluir los saberes elementales? La res-

    puesta inmediata suele ser negativa o dubitativa; estos saberes, que se transmiten

    en las instituciones dedicadas a los primeros aprendizajes, son habilidades o des-

    trezas sin respaldo en las ciencias y su jerarqua. As, ni en el siglo

    xv ni en el ac

    tual existe en el campo de las disciplinas universitarias, junto a las matemticas o

    la geografa, un campo de estudio cuyo objeto especfico sea la lectura. En cambio,

    el acceso a cualquier contenido de saber presupone siempre que se ha realizado

    antes, eficazmente, un trabajo en torno a esos aprendizajes previos que, por care-

    cer de legitimidad disciplinar, son, en cierto modo, el acompaamiento obligado

    de todos los otros. Dotados de una coherencia dbil y, por ello, difiriendo escasa-

    mente unos de otros, tienden a confundirse con el esfuerzo global de educacin

    impuesto por la escuela al nio que le est confiado. Pueden realizarse de modo

    muy variable en los innumerables dispositivos de instruccin que se encargan de

    transmitirlos segn los lugares y tiempos. Sera muy difcil precisar, cuando un

    nio balbucea el Padre nuestro en su abecedario, si se trata de un aprendizaje de

    lectura o de un aprendizaje de religin.

    En las pequeas escuelas del Antiguo Rgimen, la instruccin no sola ir ms

    all de una alfabetizacin limitada que deba acompaar necesariamente, en la

    Francia moderna, a toda instruccin cristiana elemental. Los saberes enseados

    parecan ser entonces, ms que disciplinas, diferentes facetas de las prcticas ordi-

    narias de la cultura escrita, concebida indistintamente como soporte de la doctri-

    na religiosa o como instrumento necesario para la gestin de su vida y sus

    asun

    tos, por triviales que fuesen.

    En otro extremo, cabe considerar estos saberes elementales como condicin

    previa para la entrada en ciclos de estudios destinados explcitamente a transmitir

    9

    Servicio

    de

    Historia de la Educacin del Instituto Nacional de Investigacin Pedaggica

    I.N.R.P.),

    Paris.

    Revista de Educacin. nm. 288 1989), pgs. 63-104

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    saberes disciplinares, al menos en el sentido fuerte de este trmino 1). Tales estu-

    dios incluyen aspectos a la vez epistemolgicos saber escolar constituido), pedag-

    gicos prctica escolar definida, caracterizada por ejercicios especficos) y culturales

    saber y prctica reconocidos como dotados de valor formativo para el nio o el

    adolescente). Tal fue la situacin, durante mucho tiempo, en los colegios para cla-

    ses bajas del Antiguo Rgimen y quiz an en los pequeos liceos del siglo XIX.

    Pero este rango propedutico no reforz el inters otorgado a los saberes elemen-

    tales; antes al contrario, en los colegios, las clases de dramtica eran para los pro-

    fesores debutantes, y resultaba poco atractivo abrir una sexta clase para los nios

    que llegaban al centro sin saber leer. Entre las lites urbanas que consideraban un

    deber asegurar a sus hijos un mnimo de educacin y de alfabetizacin previas a la

    escolarizacin, era frecuente encomendar a la madre de familia la responsabilidad

    de estos aprendizajes. Cuando se recurra a un especialista, sus competencias no

    derivaban tanto de una tecnicidad pedaggica reconocida cuanto de la simple ha-

    bilidad prctica que todo buen preceptor saba emplear para iniciar sin dificulta-

    des una educacin concreta. As, los lugares de los primeros aprendizajes eran tan-

    to no escolares como escolares y en las escuelas tales aprendizajes se impartan di-

    versamente segn las trayectorias futuras de los nios: muchos obstculos para en-

    casillar los saberes elementales.

    Sin embargo, el intento de abordar con los mtodos y las exigencias concep-

    tuales propios de una historia de las disciplinas escolares la evolucin

    de

    las prcti-

    cas y de los saberes elementales puede justificarse, al menos, de dos modos. Por

    un lado, ese intento permite comprender mejor cmo se escolarizaron ciertas

    prcticas culturales cuya distribucin social ha sido compleja y problemtica hasta

    la poca contempornea: la alarma provocada por la constatacin, al comienzo de

    los aos 1980, de un analfabetismo recurrente en determinados grupos sociales

    ilustra bien la persistencia de estas cuestiones. Por otro lado, ese intento permite

    trasladarse a los lmites extremos de un campo y obliga a afinar las problemticas

    y los mtodos de un mbito de investigacin, la historia de las disciplinas, que

    pugna an por constituirse.

    Qu son, pues, estos primeros aprendizajes? En los discursos pedaggicos con-

    temporneos, especialmente los de los reformadores de la Tercera Repblica, se

    identificaron con la triloga leer-escribir-contar. Restriccin comprensible si se con-

    traponen as los primeros aos de una enseanza primaria a los aos siguientes,

    cuya ambicin lleg hasta ofrecer a los alumnos los saberes ordenados de un enci-

    clopedismo popular donde las figuras obligadas eran el

    Tour de la France

    p r

    ux

    enfants

    el petit Lavisse o la gramtica de Larive

    et

    Fleury.

    Leer-escribir-contar

    eran, sin duda, los prembulos de una instruccin basada en el manejo asiduo de

    los manuales escolares, en la utilizacin diaria del cuaderno y en una batera de

    ejercicios copia, dictado, anlisis gramatica, problema de aritmtica, redaccin)

    que se repetan con toda regularidad a lo largo de un ciclo ordenado. Pero noso-

    tros estamos ya en una escuela que ha adquirido, entre las leyes Guizot y las leyes

    Ferry, sus formas contemporneas y que para hacerlo ha sabido disciplinar de

    1) Cf. ms adelante la contribucin de

    Andr Chervel.

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    modo muy explcito la transmisin de los saberes elementales que necesitaba, y

    necesita siempre. Esta designacin es menos evidente cuando la escuela depende

    an en buena medida, de sus objetivos tradicionales de cristianizacin y cuando

    las articulaciones entre memorizacin oral y memorizacin escrita, entre lectura y

    escritura, entre prctica gestual y prctica escrita de la numeracin, obedecen a

    otras divisiones y otras exclusiones. Hay que constatar, sin embargo, que la mayor

    parte de los trabajos realizados sobre la escolarizacin en las pocas modernas o

    contemporneas 2) convierten el leer-escribir-contar en un conjunto de prcticas

    escolares identificables e identificadas, constantes en el fondo, aun variando tanto

    con el tiempo las modalidades de su enseanza y el grado de competencia espera-

    do de los alumnos.

    Este modo de describir las enseanzas elementales ha permitido calibrar los

    progresos de la alfabetizacin y de la instruccin 3), aunque no sean stos los fines

    esenciales de los dispositivos de escolarizacin. Se sabe hasta qu punto esta eva-

    luacin retrospectiva de los xitos de la escuela ha servido de reflexin historio.

    grfica cada vez que la institucin escolar se ha encontrado en

    el primer plano del

    escenario poltico de Francia 4). Pero no permite comprender cmo se desplaza-

    ron hacia dispositivos escolares ms o menos elaborados determinados procesos

    de transmisin de competencias y de saberes que dependan hasta entonces de

    otros agentes sociales. Tampoco permite comprender cmo en la historia de tales

    dispositivos multiformes estos aprendizajes elementales se constituyeron, si no

    ei

    disciplina, s, al menos, en prcticas coherentes de enseanza. En suma, se trata

    de ver cmo se produjo esta triloga, tan natural para nosotros, en la escolariza-

    cin y por medio de ella.

    No se puede partir, pues, de leer-escribir-contar, ni siquiera de una extensin

    de esta triloga a la catequesis, cuya importancia en los primeros aprendizajes slo

    desaparece con las leyes laicas. Hay que sealar, por el contrario, la serie de ruptu-

    ras, ordenadas de un modo complejo en el espacio social, en el mbito de las insti-

    tuciones y en el tiempo, por las cuales se automatizan, se articulan y se expresan

    los aprendizajes elementales cuando se escolarizan. Es lo que vamos a intentar

    aqu, no tanto para hacer un inventario exhaustivo de las formas adoptadas por

    estos aprendizajes como para mostrar con algunos ejemplos sencillos la fecundi-

    dad de las hiptesis consideradas.

    Hay que delimitar, ante todo, los contornos del campo sobre el que versa la

    encuesta. En el presente, esto no constituye ningn problema. Desde hace dos si-

    glos, los saberes elementales se identifican con las prcticas bsicas de la cultura

    2)

    Basten dos ejemplos. Para le poca moderna:

    Bernard Grosperrin, Les

    pet i tes coles sous l A ncien

    Reime

    Rennes, Ouest-France, 1984. Para la poca contempornea: Pierre Giolitto,

    Naissance

    de la

    pclago-

    gie primaire (1815-1879),

    Grenoble CRDP, 1980, 3

    vols. Pero no es tambin se, fundamentalmen.

    te, el punto de vista de Francois Furet y jacques Ozouf en

    Lire et

    mire.

    L alphabitisation

    des

    Franats

    de Cal-

    vin itJules Ferry,

    Paris,

    Ed

    de M inuit, 2 vols.

    3)

    F. Furet et j. Ozouf

    op. it

    4)

    Eso ha ocurrido especialmente durante el perodo de cuestionamiento violento de la innovacin

    pedaggica de los aos 1981-1986, que a rail de las celebraciones del centenario de las leyes Ferry, ha

    proporcionado notables xitos de librera para gloria de los valores sencillos el leer-escribir-contar-

    precisamente) de la escuela republicana.

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    escrita. Todos comprenden la necesaria mediacin que exigen estos aprendizajes.

    Adquirir el uso de la palabra y del lenguaje, de los gestos cotidianos de la convi-

    vencia, de la memoria inherente al grupo familiar, a las pautas sociales del barrio

    o

    de la profesin, otro aprendizaje que se hace naturalmente en el ejercicio mis-

    mo de las actividades cotidianas y en la mezcla permanente de las generacio-

    nes 5). Aprender a leer-escribir-contar supone, al menos, un tiempo y un espacio

    especficos, a menudo, tambin una persona a la que se reconoce

    la

    capacidad

    para instruir y a la que se remunera e instrumentos imprescindibles para la trans-

    misin. Si la escuela no es siempre el lugar de esta mediacin, es porque ciertos

    grupos sociales, incorporados desde hace muchas generaciones a la cultura escrita,

    mantienen estos primeros aprendizajes a nivel familiar. Cuando el desfase entre

    letrados y no letrados se reduce, cuando el analfabetismo pasa a ser la simple ma-

    nifestacin de un marginalismo social como es el caso en Francia entre el final

    de la Primera Guerra Mundial y el auge demogrfico que sigui a la Segunda,

    entonces la escuela se convierte para cada nio, dejando aparte su origen social,

    en la institucin obligada de sus primeros y precoces aprendizajes (6).

    Es ms difcil situar un espacio en el pasado. Cabe recordar cmo Henri-Irne

    Marrou

    (7)

    insista en la profunda transformacin que sufri la escuela en el mun-

    do antiguo cuando no busc ya la reproduccin de una casta de profesionales de

    la escritura los escribientes, sino la formacin de todos los ciudadano s mediante

    su alfabetizacin. Un fenmeno anlogo que podra servirnos de hito es que los

    dispositivos para formar clrigos, dispositivos utilizados desde el siglo viii por la

    Iglesia y ciertos Estados el Estado ca rolingio fundamentalmente , se transforma-

    ron en dispositivos de educacin de los nios de grupos sociales, estrictamente cir-

    cunscritos al principio y despus aunque se necesitaron siglos cada vez ms nu-

    merosos y diversos. Las preocupaciones eran de otro orden, pero no unvocas. Los

    estamentos sociales que a finales de la Edad Media comenzaron a servirse de las

    instituciones y de los profesionales capaces de transformar eficazmente los saberes

    que les eran necesarios se preocupaban de su salvacin tanto, al menos, como de

    sus negocios. Eran, a menudo, las burguesas urbanas, grandes o medianas desig-

    nmoslas as a falta de una denominacin mejor), las que deseaban aadir a su ca-

    pital cultural aquellas artes de la escritura sin las cuales no era ya posible la con-

    quista o la conservacin) de los poderes intermediarios, econmicos o polticos.

    Ellas descubrieron tambin un uso ms personal, ms ntimo, de la religin y de

    sus ritos y llegaron a la certeza de que la propia salvacin no se delega. La prime-

    ra ruptura podra situarse, pues, cuando nacen en una Europa del Norte, que est

    a punto de convertirse en la Europa de las ciudades mercantiles, los primeros sig-

    nos de una

    devotio

    moderna.

    Fueron percursoras, en muchos aspectos, las ciudades.

    5)

    Se han realizado varios trabajos en estos ltimos aos sobre los modos de transmisin no escola-

    res de los saberes ordinarios. Frente al clsico

    Faonss

    de

    dire, faons de

    f ire de

    Yvonne

    Verdier Pars, Ga-

    llimard, 1982), hay que leer el estudio, muy sugestivo, de Paul jorion y Genevieve Delhos

    a

    T ra n s m i s s io n

    des savoirs, Pa rs,

    Ed.

    de la Maison des Sciences de l Homme, 1984.

    6)

    Eric

    Plaisance

    lo ha mostrado

    (L en fan t ,

    l

    m aternel le ,

    l socit,

    Pa rs, PUF., 1986) analizando los ti-

    pos de uso de la escuela de prvulos desde 1945.

    7)

    Henri-Irne Marrou,

    Histoire de

    l duta tion dan s l A n t iquit ,

    Pars, La Seuil, 1948.

    66

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    repblicas del primer Renacimiento italiano, abiertas muy pronto a las formas

    ms elaboradas de la cultura mercantil y ampliamente dotadas, a la vez, de aque-

    llas instituciones donde se formaban, a la sombra de los palacios episcopales y

    principescas, los clrigos y los intelectuales.

    Estas culturas profesionales, transformadas en cultura escolar de las lites ur-

    banas fueron, sin duda, uno de los estratos que constituyeron los aprendizajes

    elem tales del siglo mx. Trataremos de mostrarlo. Mas no fue el nico. Un segun-

    do estrato se perfila con un ligero desfase en el tiempo hay que aguardar a las Re-

    formas), pero en una perspectiva prcticamente opuesta a la primera nace de la

    oferta de escolarizacin, ms que de la demanda, y afecta a grupos sociales ajenos

    an, en buena medida, a las preocupaciones de alfabetizacin). Debemos exami-

    nar, pues, con atencin ese momento en que las Iglesias consideran necesario li-

    gar la formacin religiosa de los nios y los rudos, no ya al sacerdote y a los ri-

    tos del ao litrgico, sino a una alfabetizacin ms o menos amplia. Hay que ha-

    blar de ruptura? Sera ms correcto hablar de un nuevo espacio de contradiccin

    y de violencia simblica o real), ya que se oponen a las formas siempre renovadas

    de una cultura oral y gestual propia de la tradicin cristiana: las frmulas de una

    ciencia de la salvacin, llamada tambin doctrina, de la cual el libro es la ma-

    nifestacin ms concreta y la lectura la forma privilegiada de apropiacin. De Lu-

    tero a Calvino, los reformadores inventaron as nuevos primeros aprendizajes,

    tanto

    msimportantes por cuanto se supona que eran igualmente esenciales para

    la salvacin de las almas y para el retroceso del papismo. La catequesis, confundi-

    da durante mucho tiempo con la prctica pastoral ordinaria la administracin de

    los sacramentos incluye algunas explicaciones), se automatiza y empieza a afectar

    de modo privilegiado a los nios. Hay que confiarla a las familias?

    Al

    clero? CO

    vale la pena, por el contrario, la creacin de nuevas instituciones escolares? El de-

    bate envolvi de lleno a las Iglesias reformadas y lleg de rechazo a la Iglesia cat-

    lica. El Concilio de Trento fue slo el punto de partida de una reconquista que

    abarc hasta el siglo xviii. Mas dio tambin origen a una reflexin sobre las nor-

    mas que deba adoptar la catequesis y sobre su articulacin con la escolarizacin.

    La escuela lleg a ser durante el siglo

    XVIII ,

    tanto en el mundo protestante como

    en el catlico, el lugar donde se enseaban los primeros saberes, sin los cuales un

    cristiano era una especie de animal. Estos saberes se fueron identificando pro-

    gresivamente con los instrumentos ms rudimentarios de la cultura escrita: leer y

    quiz escribir. As se constituy un segundo estrato de disciplinas elementales

    ms presente, sin duda, en las pequeas escuelas de los siglos xvil y xvIll que en la

    educacin familiar o en las pequeas clases del colegio, pero lo bastante prximo

    al primero como para que se multiplicaran las interferencias y contaminacio-

    nes 8). La amalgama de estas culturas diferentes y de sus distintos modos de

    transmisin dependera de una segunda etapa en la historia de los primeros

    8)

    No abordaremos en este estudio la enseanza de las muchachas, que dependa de instituciones

    espec cas

    y planteaba la cuestin de los primeros aprendizajes de un modo diferente. Uno de los esca-

    sos estudios existentes sobre esta cuestin, dando un amplio margen a las prcticas pedaggicas, es el

    de

    artine

    Sonnet ,

    L ducation

    es filies

    u

    temps es

    Lumi res

    Pars,

    Ce rf , 1987),

    que incluye adems una

    bibl iograf ia

    muy completa

    67

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    aprendizajes, aquella durante la cual se ordenaron en ciclos y pasaron a ser objeto

    de una reflexin metodolgica y didctica (9). En Francia, se pueden datar las pri-

    meras manifestaciones desde el momento en que se desarrollan conjuntamente

    una literatura pedaggica (la de los preceptores) y los reglamentos para las pe-

    queas escuelas (los de las escuelas asistenciales a las que Saint-Nicolas-du-

    Chardonnet sirve de modelo), es decir, entre los ltimos decenios del siglo xvii y

    la Regencia.

    As, la entrada en la cultura escrita dependi de mediadores y de mediaciones

    pertenecientes a instituciones heterogneas que tenan competencias profesiona-

    les mltiples y objetivos distintos, si no contradictorios. En suma, la obra de la es-

    cuela no est slo del lado de la difusin masiva del leer-escribir-contar como base

    obligada de los aprendizajes para todos, es decir, del lado del crecimiento cuantita-

    tivo de la alfabetizacin, sino tambin del lado de la constitucin de estos aprendi-

    zajes como saberes elementales escolarizables.

    1.

    LAS TECNICAS DE LA ESCRITURA: CULTURAS

    PROFESIONALES

    Antes de ser disciplinas elementales de la escolarizacin, las tcnicas de la es-

    critura leer en voz alta o con los ojos; comparar textos; redactar; glosar o tomar

    notas; confeccionar ndices; elaborar listas o cua dros; calcular a pluma; etc. haban

    sido destrezas sabias procedentes de medios profesionales especficos. Cuando la

    escuela comienza a utilizarse con fines distintos a la estricta reproduccin de estos

    especialistas, tales tcnicas haban sido modeladas por una historia ya larga (10) y

    llevaban en s las huellas de su evolucin.

    1 1 La cultura profesional de los clrigos

    En el momento de la reforma carolingia se constituye en el mundo occidental

    una cultura de la escritura y de sus tcnicas cuya vocacin profesional se afirma al

    menos tanto como la vocacin religiosa e intelectual. Pertenece en propiedad al

    complejo mundo de las corporaciones de clrigos (11), la mayora de los cuales no

    acceda ni deseaba al sacerdocio (eran a menudo slo tonsurados). Una vez des-

    arrollado el Estado carolingio, una vez que se acentu simultneamente en la

    Igle.

    9)

    Este segundo tiempo en la constitucin de los saberes elementales como disciplina se abordar

    slo en forma indicativa en el presente artculo y ser objeto de una prxima publicacin.

    10 )

    El primer tomo de la

    Histoire

    de

    lidition franaise

    (bajo la direccin de Roger Chartier y Henri-

    Jean Martn, Pars, Promodis, 1982) contiene varios artculos de sntesis sobre este problema (cf. en par-

    ticular las contribuciones de Paul Saenger

    y de Jean Vzin). Incluye adems una abundante bibliografa.

    11 )

    C

    en su reedicin actualizada jacques Le Goff,

    Les

    Intellectuels au Moyen fige,

    Pars, Le S euil,

    1985. Tambin, por sus puntos de vista muy sugestivos y a pesar de las interpretaciones un poco anti.

    cuadas, lstvn Hajnal,

    L enseignement de l icriture aux unive rsits m divates,

    Budapest, Maison d dition

    de

    l Acadmie de sciences de Hongrie, 1959 (2. ed.).

    68

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    7/42

    sia

    el poder secular de los obispos, los hombres capaces de redactar las actas ad-

    ministrativas y polticas fueron tanto ms valiosos cuanto ms escaseaban. Tener

    una mano hbil y dotes caligrficas, conocer bien el latn y su escritura y poseer

    una memoria desarrollada eran cualidades que se haban diferenciado durante

    mucho tiempo en la antigua cultura monstica, en la que el copista era, a menu-

    do, el menos capaz de realizar una labor intelectual (12). El papado y el Estado ca-

    rolingio recordarn constantemente (13) la necesidad de reclutar a los hombres

    instruidos que las administraciones eclesisticas y principescas necesitaban y asig-

    naron a cada centro eclesistico, regular o secular, la carga de su formacin: el

    monasterio, el obispado, el cabildo, el propio presbiterio, deban albergar una es-

    cuela. La presin local era sin duda menor. As lo indica la constante reiteracin,

    concilio tras concilio, snodo tras snodo, de las mismas recomendaciones (14). To-

    dava en el siglo

    x

    la red de escuelas era extremadamente limitada, pero en su

    seno se transformaran las antiguas formas de educacin del ciudadano

    tr iv ium

    quadrivium),

    con el impulso de la renovacin y del rpido crecimiento de una cas-

    ta de clrigos que se apropiaba todas las tareas, eclesisticas o laicas, polticas o

    econmicas, que implicaban el uso de la escritura. La enseanza se reduca a la de

    las artes liberales (15): la gramtica latina, tal como fue codificada por Donato (350

    aprox.) y Prisciano (500 aprox.), un poco de retrica y, tardamente, de lgica. Se

    aadan las disciplinas propiamente religiosas: cmputo, canto, liturgia y Biblia,

    que no parece que estuvieran reservadas a los candidatos al sacerdocio.

    El desarrollo de esta red de escuelas, su diversificacin a medida que se despla-

    zaban los centros de poder poltico o religioso y la multiplicacin de los contactos,

    que ocasionaba la peregrinacin de los maestros y de los alumnos en la casi tota-

    lidad del Occidente cristiano, autonomizaron progresivamente la cultura y el

    modo de vida de estos especialistas de la escritura. Cuando las corporaciones uni-

    versitarias obtuvieron su reconocimiento y se emanciparon de la tutela de los po-

    deres locales (la Universidad de Pars, apoyndose en el Papa, se sustrajo al Rey y

    al obispo e incluso al poder municipal, consiguieron de hecho el monopolio de la

    transmisin de los saberes sabios)) 16). Pero desde ese mom ento, el mundo clerical

    perdi la hegemona de la que gozaba sobre los dispositivos de transmisin de las

    tcnicas elementales de la escritura: escuelas episcopales supervisadas por el director

    o por el chantre de la catedral, parroquias que tomaban a su cargo algunos

    alumnos, pequeas escuelas sujetas a la autoridad municipal de las ciudades mer-

    cantiles del Norte, de los burgos y de los pueblos de la Francia del Sur o de Italia,

    fueron otros tantos lugares donde seguan formndose en la prctica de la escritu-

    ra nios o jvenes que nunca accederan a una ciudad universitaria con su articu-

    lacin sabia en naciones y facultades.

    12 )

    Segn el cronista Eckard IV de Saint-Call Casuum

    Sanct i

    alli

    Cont inuat io

    I

    auctore, Ekkehardo

    IV), citado por Armando Petrucci (Lire

    au Moyen ge),

    en

    Mi langes

    de

    l cole franaise

    de

    Rom e, 96 , (2 ),

    1984,

    p. 607.

    13 )

    Pierre Rich,

    c o l e

    et

    rnseignem ent dans

    leHaut

    Moyen ge,

    Pars, Aubier, 1979, p. 352 y ss.

    (14)

    Ib id ,

    15 )

    Pierre Rich,

    op. ciL

    troisieme partie), Moyens

    et mthodes

    de l acquisition

    du savoir.

    16 )

    Jacques Verger et

    Charles Vulliez, Le Moy en ge, en Jacques Verger

    istoire des

    univer -

    s i t s

    en

    France,

    Toulouse,

    Privat, 1986.

    69

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    8/42

    Sin embargo, este cambio no fue slo institucional, afect tambin a las for-

    mas del trabajo intelectual y a las tcnicas de la escritura. Se han descrito amplia-

    mente 1

    7

    estas dos rupturas que se produjeron entre la reforma carolingia y la

    reforma escolstica. La generalizacin de la lectura visual, de una parte, y la gene-

    ralizacin concomitante de una nueva articulacin entre escritura y lectura de los

    textos, de la otra, delatan ciertamente un mismo cambio, subrayado hace aos

    por Istvn Hajnal 18): el paso de una cultura sabia oral, donde la escritura ejerca

    una funcin complementaria un arte de memoria especfica), _pero secundaria, a

    una cultura sabia centrada realmente en la escritura y sus especificidades.

    Pierre Rich 19)

    imagina las escuelas monsticas de la Alta Edad Media sobre

    el modelo de las escuelas cornicas de hoy: el acceso a la lengua sagrada, el latn,

    se efectu aprendiendo los salmos de memoria, leyndolos y copindolos. Sin

    duda hay que extender esta descripcin al conjunto de los mecanismos escolares

    medievales antes de que se instaurase la pedagoga escolstica. El aprendizaje de

    la lectura no dispens nunca de la memorizacin, sino todo lo contrario. Y la for-

    macin de los escolares deba distinguirse de la formacin de los copistas que tra-

    bajaban en el scuptorzum. Los unos aprendan a escribir en la tablilla de cera espa-

    cio grfico limitado, susceptible de recibir notas para ayudar a la memoria) y sa-

    ban encontrar a partir de esta trama los largos procesos de la argumentacin. Los

    otros eran tcnicos del pergamino y pintores se utiliza el trmino pingere de la

    letra, ms que productores de textos. Segn Armando Petrucci 20), fueron nume-

    rosos los copistas que no saban leer. En la disyuncin entre los dos saberes, el del

    copista y el del escolar, en el renacer durante el siglo xii de una retrica de la ora-

    lidad basada en la memoria, se puede ver cmo fue revivificada por la formacin

    escolar una cultura que se disolvera en la insistencia de la copia monstica.

    Al implantarse durante el siglo x10 el mundo de las universidades, el desarrollo

    de cursivas, de manejo ms rpido, y la divulgacin en las facultades de las artes

    del

    dictamen,

    reservado antao a la formacin de los escribientes de lite de la cor-

    te papal y de los redactores de cartas de las cortes reales, permitieron a los profe-

    sores un uso normal del dictado como modo de transmisin de los saberes 21). La

    lectio

    se basaba entonces no tanto en una memorizacin oral cuanto en una copia

    previa: el arte de leer comenzaba a imbricarse estrechamente con el arte de escri-

    bir. Por una parte, los copistas de manuscritos, profesionales o simples usuarios, se

    habituaban a atender a las imposiciones de la lectura trabajando las mltiples fa-

    cetas de la confeccin del prrafo mediante la rubricacin) o una puntuacin de

    17

    aul

    Saenger, Silent reading: its impact on laie

    medieval script and society. Viator 1980 y el

    examen de este artculo en el estudio ya citado de Armando Petrucci, Lire

    u

    Moyen ge.

    18)

    Istvn H ajnal,

    op cit.

    p. 17 y ss.

    19) Pierre Riche,

    op

    cit.,

    pp. 223-224.

    20)

    Armando Petrucci op

    cit.. p. 607.

    21)

    Tal es la tesis slidamente razonada de I. Hajnal. Nosotros no creemoi que sus interpretaciones,

    ms amplias, con una utilizacin inmoderada de la categora de modo de produccin feudal, invali-

    den en absoluto esta parte de su investigacin. Sobre los orgenes curiales dd dictamen cf. Alain Bou-

    reau, La norme epistolaire: une invention medievales, en Roger Chartier

    Histoire

    de la

    correspon

    dance

    prox. ap aricin), Fayard, 1989.

    70

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    9/42

    carcter lgico para hacer inmediatamente visibles las estructuras textuales. Por

    otra parte, los lectores aprendan a trabajar con la pluma, anotando al margen o

    en el interlineado de los textos sus observaciones gramaticales o retricas. Leer y

    glosar se confundan. Cabe considerar, entonces, que lo esencial de los primeros

    aprendizajes, cuyo objetivo principal segua siendo la memorizacin rpida de los

    rudimentos del latn, no proceda ya de la lectura, sino de la escritura, y de las

    facultades de artes o las escuelas dependientes de ellas dedicaban lo fundamental

    de sus esfuerzos a este aprendizaje; no en forma de una prctica caligrfica que

    era el patrimonio de profesionales, sino por el uso regular y repetido de la escri-

    tura al dictado o copiada como arte de memoria.

    As, entre el renacimiento carolingio y el siglo xiv en que las universidades

    alcanzaron su madurez, la formacin de los clrigos se fue transformando por el

    simple hecho de un nuevo uso de la escritura. De ayuda a la memoria pas a ser

    instrumento de trabajo intelectual. El acoplamiento memorizacin oral-escrita

    fue sustituido por el de escritura-lectura, en virtud del cual se acceda a la lengua

    de trabajo, que era el latn. De este modo la escritura pas a ser ms que la lec-

    tura el eje de toda formacin. Su aprendizaje precoz fue una obligacin para

    aquel que deseara adquirir el bagaje de las tcnicas necesarias para utilizar las

    mltiples facetas de una cultura cuya autoridad y transmisicin pasaban precisa-

    mente por la escritura.

    1.2.

    L a cultura profe sional de los peque os y grandes com erciantes

    Los clrigos, ya fuesen escribanos, juristas, mdicos o sacerdotes, pertenecien-

    tes al prncipe o a la Iglesia, no eran, sin embargo, los nicos profesionales de la

    escritura. Sin duda, ellos llevaron precozmente sus tcnicas a un alto grado de so-

    fisticacin. Pero la civilizacin de la escritura fue lo bastante fecunda para que pu-

    dieran surgir otros modos de apropiacin, otros

    Usos ms ordinarios.

    Antes an de que la imprenta difundiera ms ampliamente los textos, entre

    los siglos xv y xvi, haba ya bastantes semianalfabetos fuera de los lugares de la

    cultura sabia como para plantear el tema de la transmisin de los saberes destina-

    dos a asegurar esa relativa familiaridad con la escritura, que lleg a ser para algu-

    nos una exigencia.

    Ha sido mrito de Armando Petrucci 22) el haber subrayado la precocidad de

    una cultura no sabia de la escritura en Italia entre finales de la Edad Media y el.

    Renacimiento. Esa precocidad se manifiesta de dos modos: por un uso de la escri-

    tura que desbordaba ampliamente los medios alfabetizados y por un hbito de la

    lectura en lengua vulgar ligada estrechamente, en un tiempo en que el libro ma-

    22)

    Cf. Armando

    Petrucci,

    S crittura e peolo ne/In R om a barocca Roma, Quasar Editore, 1982, catlogo

    de la exposicin celebrada en Roma

    Palazzo B raschi)

    en el mismo ao. Cf. tambin A.

    Petrucci, Scrittu-

    ra, alfabetismo

    cd

    educazione grafica nella

    Roma del primo

    Cinquecento: d un

    libretto di conti di

    Maddalena Pizzicarola

    in

    Trastevere, S crittura e Civ ilia 2

    Turn,

    Bottega d Erasmo, 1978, pp. 163-207.

    71

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    10/42

    nuscrito

    sabio era muy caro, a una prctica de la recopilacin para uso personal

    de los textos. Este uso complejo de la escritura implicaba unos intermediarios cul-

    turales especficos y unos modos de transmisin propios que algunos estudios re-

    cientes han aclarado.

    Las ciudades italianas de los siglos xill y >u

    pueden servir de ejemplo por el

    avance que se manifiesta en ellas. Comerciantes, artesanos, tenderos, artistas, con-

    tables, empleados, algunos obreros y algunas mujeres aprendan a leer y escribir.

    Cuntos eran? Es difcil estimarlo. Sin embargo, su nmero era suficiente para

    que apareciesen manuscritos en lengua vulgar y popular que en nada se parecan

    a los libros de la cultura sabia e implicaban, por tanto, la invencin y transmisin

    de otras formas de apropiacin de la escritura. Las caractersticas de estas obras

    inventariadas por A. Petrucci 23) en las colecciones pblicas, permiten imaginar

    gestos y pautas sociales nuevas; literatura de recopilacin producida por los lecto-

    res mismos, que transcriban los textos para su propio uso o para el de sus allega-

    dos, como lo atestiguan los abundantes colofones, libros de formato medio copia-

    dos en cursiva sin comentario, con una ilustracin sencilla hecha a pluma y con

    tintas de color, libros que, a juzgar por los inventarios, se conservaban en el cofre

    familiar con los papeles importantes de la casa. Estos objetos no pertenecan,

    como los manuscritos universitarios, a la mera esfera del trabajo. Por lo mismo,

    no tenan un lugar propio ni funciones sociales especficas; eran textos de todas

    partes y de ninguna.

    Al margen de esos mismos ambientes se manifiesta desde el siglo xv un uso

    regular de la escritura. Encuestas efectuadas en Siena y en Roma 24) muestran

    que la preocupacin de escribir se extendi mucho ms all del crculo, an res-

    tringido, de los laicos alfabetizados. Los documentos eran poco numerosos, pero

    suficientemente explcitos; por ejemplo, esos dos pequeos registros en los cuales,

    durante la segunda mitad del siglo xv, una familia de agricultores sieneses se

    preocup de hacer anotar sus ingresos y gastos. Se descubre ah una atencin pre-

    coz a las funciones de la escritura y a sus valores especficos. Sin embargo, aque-

    llos que crean tener que confiar la memoria de una vida muy ordinaria a la escri-

    tura eran analfabetos: recurran a vecinos, no siempre los mismos, que tenan

    una buena mano y parecan poseer el hbito de esta funcin sin ser profesionales.

    Dos de ellos eran salchicheros y tres notarios. En Roma, entre 1523 y 1537, apare-

    ce otra libreta de ingresos y gastos, esta vez de una salchichera: en ella se pueden

    identificar doce escritores distintos. Entre ellos, dos hombres de iglesia, un nota-

    rio, un tabernero, el sobrino de la salchichera, etc. Utilizan o bien una cursiva ita-

    liana o una cursiva de comerciante, que denotan as la pluralidad de las vas de

    transmisin de la tcnica caligrfica. Otros ejemplos muestran que la delegacin

    de la facultad de escribir se haca, a menudo, de una generacin a otra, de los

    maestros a los aprendices, etc. Pero, de un modo general, si en la Alta Edad Media

    el delegado era siempre un escritor de oficio notario, eclesistico), a finales de la

    23

    Armando Petrucci

    II

    libro

    manuscritto, en

    Letteratura

    italiano.

    2 Produzione e c o n su m o

    Turn

    Einaudi 1983

    pp. 499-524.

    24

    A.

    Petrucci Scriitura

    Civil t

    op . t

    72

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    11/42

    Edad Media y durante el Renacimiento delegantes y delegados pertenecan al mis-

    mo medio social, y el escritor no sola ser normalmente un profesional de la escri-

    tura. Este ltimo posea un gran poder, reconocido por todos, Incluso por los se

    mianalfabetos, que no dudaban en acudir a l cuando deban escribir textos ms

    largos que los habituales para ellos.

    d

    2 e

    dnde procedan estos saberes? Cmo circulaban en medios en que pare-

    can no faltar los intermediarios culturales que permitan apropiaciones de la cul-

    tura escrita ms all de los reducidos crculos que la utilizaron hasta el Renaci-

    miento? En Italia, como en Francia, la probable evasin al finalizar los estudios,

    considerados en un principio como camino para el estado eclesistico, es una pri-

    mera pista. Los reglamentos monsticos, al igual que los reglamentos episcopales,

    insisten desde la Alta Edad Media en el posible reconocimiento tardo de la ausen-

    cia de vocacin (25), habida cuenta de que los recultamientos eran, a menudo,

    muy precoces (es el caso de los oblatos, por ejemplo) y deban de ser muy amplios.

    Por otra parte, en los centros urbanos que supieron desarrollar precozmente una

    actividad econmica importante haba escuelas municipales laicas. Se ha compro-

    bado su existencia (26) en Gante en el ao 1179 y el Ypres en el ao 1253. Parece

    haber ocurrido otro tanto en Italia. Y se sabe que este modelo se desarroll, aun-

    que posteriormente, en la Francia meridional.

    Los maestros de escritura, ms eficaces quiz y ms en contacto con los grupos

    sociales que utilizaban este instrumento y con un comercio ms ocasional tam-

    bin, fueron uno de los mecanismos esenciales en el desarrollo de una alfabetiza-

    cin prctica centrada en el gesto grfico. En Italia, en Alemania y en Francia se

    percibe su huella durante el siglo xv (27). Eran artesanos que mostraban al pblico

    los ejemplos de caligrafa, fijndolos a modo de rtulos. Tenan, a menudo, carc-

    ter itinerante, desconocan el latn y no participaban en la cultura oficial. Su posi-

    cin social era baja y pocos llegaron a establecerse en el espacio urbano. Se los co-

    noce un poco por los manuales de escritura que hicieron imprimir en el siglo xvt,

    todos ellos escritos en lengua vulgar, popular, prxima al dialecto. Parece ser que

    su pblico se reparta entre aquellos que esperaban de la capacidad de escritura

    una mejor insercin en el espacio jurdico, administrativo y econmico de la ciu-

    dad: pequeos burgueses, artesanos, quiz incluso, a tenor de los anlisis de

    Fran-

    oise Gasparri

    una parte del pueblo humilde y, por otra parte, toda una clase nue-

    va de burcratas que las ciudades italianas utilizaron cada vez ms, a los cuales

    ellos enseaban la nueva cursiva italiana de cancillera que pasara a ser la nica

    escritura de los italianos alfabetizados. Esta dualidad sera ya el signo de la futura

    evolucin de esta profesin. Los maestros de escritura italianos apenas resistieron

    los progresos de la escolarizacin y abandonaron rpidamente sus actividades do-

    centes. Slo subsistieron aquellos que supieron pasar de la escritura a la caligrafa

    y ofrecer a los poderes polticos y culturales la sutileza de su arte para hacer alarde

    25 )

    Pierre Riche, op.

    c i t .

    p. 352 y ss.

    26 )

    Jacques

    Le Goff,

    Marchands et banquiers

    u

    Moyen ge Pars, PUF., 1986,

    7

    ed.,

    p. 100.

    27 )

    Franois Gasparri, Enseignement

    et technique

    de l ecriture

    du Moyen ge

    la fin

    du xvie sie-

    de,

    crittura

    e

    CwitL 7

    pp. 201-224.

    73

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    12/42

    en el espacio urbano de una escritura de adorno que se aplicaba no slo al perga-

    mino, sino tambin a la piedra.

    Pero el uso frecuente de la cursiva comercial en los escritos ordinarios inventa-

    riados por A. Petrucci deja entrever otras vas. Se sabe (28), en efecto, que el gran

    comercio medieval adopt pronto una cultura profesional especfica en la que la

    escritura y la aritmtica ocupaban un puesto relevante. El volumen considerable

    de asuntos tratados y la extensin geogrfica de la zona de cambio implican nu-

    merosas transmisiones de informacin y un registro preciso de las transacciones:

    la abundante correspondencia internacional y la tenedura de muchos registros y

    libros de cuentas eran de una absoluta necesidad. La formacin de los comercian-

    tes se haca sobre la marcha y parece que cada familia dispona para este fin de

    una recopilacin de modelos e instrucciones que se transmitan de una genera-

    cin a otra, sin dejar de enriquecerse. Algunos de estos libros de comerciantes se

    imprimieron en el siglo xvin tras una larga carrera manuscrita. As, el de Frances-

    co di Balduccio Pegolotti, que trabajaba para los Peruzzi en Famagosta, en Brujas y

    en Londres y posiblemente para los Bardi en Florencia:

    La

    Prtica della mercatura

    A. Evans,

    Cambridge, 1936).

    Se encuentran en l informaciones sobre pesas y me-

    didas, sobre las monedas y los usos de distintas plazas comerciales. Copiada y reco-

    piada hasta el siglo xv, esta obra no se imprimi hasta el siglo xvill. Tambin cabe

    mencionar, siempre en Florencia, la obra que recopil Giovanni di Antonio da Uz-

    zano. Se encontraran igualmente obras a finales del siglo xv en Alemania (el Han

    delsbuch

    en

    Lorenz Meder,

    de Nremberg, impreso hacia 1558) o en Inglaterra

    (The

    merchants map of commerce

    de

    Lewis Roberts,

    impreso en Londres en el ao

    1638) 29).

    En el mbito de este gran comercio y, segn parece, desde el siglo xv, muchos

    aritmticos profesionales ofrecieron sus servicios en calidad tanto de enseantes

    como de expertos. Se dirigan al pblico de los comerciantes que no posean sus

    propios especialistas, pero tambin a ese otro, ms amplio, de los particulares que

    hacan importantes negocios. Dejaron una abundante produccin de tratados es-

    pecialidados (30): algunos para su propio uso y otros ms sencillos, para el uso de

    sus clientes. Contrariamente a las obras de matemticos universitarios redactadas

    en latn (31), estas aritmticas prcticas aparecen redactadas en lengua vulgar. Por

    2 8 )

    A los estudios clsicos de Henry Pirenne, L institruction

    du marchand au Moyen Age

    (Anna les

    d histoire cono m ique

    el sociale, 9, 1929) y de Amintore Fanfani,

    Le

    origini dello spirito capitalistico

    in Italia

    M i-

    ln, Vita e Pensiero, 1933), hay que aadir el articulo de Jean Meuvret,

    Manuels et traits l usage

    de s

    negociants aux prmieres poques de l ge

    moderne,

    en

    Eludes d histoires modernes

    el

    contemporaines,

    t.

    V ,

    Pars,

    Hauer, 1953, incluido en Jean Meuvret,

    Eludes d histo i re iconom i lue,

    Pars, A. Colin, 1971, p. 231

    y ss.

    2 9)

    Un repertorio informatizado de las obras de comerciantes publicadas entre 1470 y 1820 en

    Europa est en curso de realizacin. El equipo francs trabaja bajo la responsabilidad de Pierre Jeannin

    (CRH-EHESS). El trabajo deber permitir tener pronto un excelente conocimiento de esta literatura tan

    especfica.

    30 )

    David Eugene Smith describe los ms clebres de estos tratados el

    Rara arithm etica A catalogue

    o f

    the arithm etics written befo re the year

    MDCI

    with

    a description o f those in the library o f G eorge Arthur

    Plim pton of

    New York Boston and

    London, Gin and C. Publ., 1908.

    31 ) Sobre las aritmticas universitarias cf. Guy Beaujouan, L enseignement de l arithmetique l-

    mentaire l Universit de Pars aux >oil

    et

    m

    y,

    sicles, en

    Homenaje a

    M dlds-V allicrosa,

    vol.

    I

    Barcelona,

    1954, pp. 93-12 4.

    4

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    13/42

    otra parte, adoptan en general, la numeracin escrita indo-rabe (el algoritmo)

    frente a la tradicin del clculo en baco latino, vigente an en, las cancilleras.

    As,

    Luca Pacioli,

    en su

    S um a di arithm etica, geom etria, proporzioni e proporzionalit

    (1494), que dirige a sus colegas, prev una novena edicin titulada De l arithmeti-

    que applique aux affaires, donde recopila ntegramente el

    L ibro d i m ercatantie de

    Florencia. En 1478 se haba impreso ya una obra muy similar, sin nombre de

    autor, en Treviso. Se puede citar tambin en 1481 a Giorgio Chiarini en Floren-

    cia

    Qu esto libro che tratta di me rcan tie a usanze de i paesi)

    o en Venecia, en el ao

    1484, a Pietro Borghi, cuyo tratado servira de modelo a muchos otros. En Fran-

    cia

    Etienne de la Roche, un aritmtico lions, alumno de

    Nicolas Chuquet,

    hizo

    imprimir su

    A rithm etique nouv ellem ent com pos en el ao 1520. Aunque desde el si-

    glo xlv circulaban ya en francs o en provenzal (32) varios manuscritos que perte-

    necan a la misma tradicin.

    Parece que muchos maestros de aritmtica ofrecieron sus servicios en las ciu-

    dades italianas desde

    el

    siglo m

    y . Armados de estos manuales, hechos por los ms

    hbiles de ellos, transmitan su saber ms all de las esferas hermticas del gran

    comercio. Si bien en Italia no pareca que los aritmticos y los maestros de escritu-

    ra se hubieran aproximado hasta el punto de confundir sus actividades, en Fran-

    cia ocurra lo contrario cuando en 1570 la corporacin de los maestros escritores

    jurados y los aritmticos parisienses obtena las primeras patentes que confirma-

    ban sus

    estatutos (33). Estos dan testimonio de una configuracin de los saberes

    que combina la escritura caligrfica y la aritmtica, pero que se preocupa poco de

    la lectura y, menos an, de la formacin religiosa.

    Es cierto que las prcticas de clculo en uso de las ciudades del Renacimiento

    no se reducan a las tcnicas algortmicas, de las que la aritmtica escrita era la

    forma elaborada. La iconografa y la literatura especializada permiten suponer

    que el baco o el boulier

    tenan muchos adeptos en el siglo xvi, y quiz hasta la Re-

    volucin. En el campo, las tcnicas prenumricas de correspondencia trmino a

    trmino utilizadas en el sistema de cortes seran utilizadas hasta el siglo xix. En

    una civilizacin donde el trueque era la base de numerosos intercambios, la mani-

    pulacin de las cantidades discretas, apoyada en una buena numeracin oral sus-

    tentada por un uso reglado del cuerpo (numeracin digital), poda sustituir fcil-

    mente operaciones numricas explcitas. Hay que otorgar, pues, toda su importan-

    cia a este nexo que se establece en el mbito de la cultura comercial entre las tc-

    nicas de registro escrito y las tcnicas aritmticas. En sentido estricto, la aritmtica

    32

    Una aritmtica de comerciantes

    provenzal

    ha sido tema de estudio por

    Paul Beno it,

    La forma-

    tion mathmatique des

    marchands franais

    la fin

    du Moyen Age: l exemple du Kadran aux marchands

    (1485),

    en Les

    Entres dans

    l

    vie. Initiations

    t

    apprentissages

    Actes du xw

    Congrs

    de la

    Socit

    des

    histo-

    riens mdivistes de l enseignement suprieur public

    (Nancy,

    1981) ,

    Nancy,

    Presses universitaires

    de

    Nancy, 1982,

    pp. 209-224.

    (33)

    Paillasson,

    art.

    Maitres-crivains, en

    Encyclopdie ou Dictionnaire raisonn

    des

    Sciences, des Arts

    el

    des

    Mtiers Pars,

    1751 -1780. Franoise Gasparri

    (Note sur

    l enseignement de

    l criture aux xv- xvi.

    . propos

    d un

    nouveau placard du xvi sicle dcouvert

    la

    Bibliothque

    nationale,

    en

    Scrittura e

    Civilt 2

    pp. 245-261)

    ha estudiado un rtulo manuscrito de un maestro-escritor de la segunda mitad del

    siglo xv1,

    probablemente

    parisiense.

    El documento, dedicado muy ampliamente a elogiar los mritos

    de este maestro de la

    caligrafia,

    seala, aunque a un nivel modesto, sus dotes de aritmtico.

    7

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    14/42

    algortmica de los comerciantes depende de la escritura; es una de sus especifica-

    ciones, con el mismo ttulo que la correspondencia, la reaccin de los formularios

    y la tenedura de libros. Cuando sea adoptada por la escuela hay que esperar al

    siglo XVIII,

    lo ser por este ttulo, es decir, en calidad de saber tcnico particular,

    mucho ms que como aprendizaje elemental.

    1.3.

    D e las culturas profesionales a la escolariz acin

    de los prim eros aprendizajes

    Ligada a la ampliacin de la base de reclutamiento de los clrigos y escribanos

    utilizados por el poder real o los poderes locales, o a las exigencias culturales de

    una parte cada vez ms numerosa de las lites urbanas que la difusin de la im-

    prenta atraa hacia las prcticas de la escritura o, en fin, como una consecuencia

    directa de la extensin de las ideas humansticas y reformadas, la demanda de es-

    colarizacin que se manifestara desde el siglo

    x en las ciudades importantes

    transform radicalmente los procedimientos antiguos de formacin. No se trata-

    ba, en efecto, tanto de renovar sin perjuicio de ampliarlo un poco, el grupo cerra-

    do de los clrigos o el de los especialistas del comercio, cuanto de dar a nios per-

    tenecientes a medios diversificados de pequeas, medianas y grandes burguesas

    urbanas los primeros elementos de saberes anhelados por sus familias, que la

    mayora de ellas no saba transmitirles.

    En este contexto, los medios urbanos interesados aprendieron a utilizar el anti-

    guo dispositivo de formacin de los clrigos y, a la vez, contribuyeron a sus rees-

    tructuracin y evolucin. Parece que se produjeron dos fenmenos aparentemen-

    te contradictorios. Por una parte, los colegios, que llegaron a ser los verdaderos lu-

    gares de enseanza de las artes, ofrecan una estructura de acogida a los nios me-

    nores de catorce aos que hasta entonces no dependan de la facultad de ar-

    tes (34).

    De

    ese modo, la enseanza de los rudimentos ocup un lugar especfico

    en el dispositivo escolar de las grandes ciudades universitarias. Por otra parte, en

    las ciudades sin universidad, las antiguas escuelas eclesisticas (en la Francia del

    Norte) y las escuelas municipales (en la Francia del Sur) llegaron a ser los lugares

    privilegiados de una primera iniciacin en la lengua y en las tcnicas de la escritu-

    ra, que preparaban para una graduacin rpida en las facultades de artes y, a ve-

    ces, para una matriculacin excesivamente precoz en las facultades superiores

    (particularmente en Derecho). Pero, al mismo tiempo, esta separacin ms neta

    entre un comienzo de ciclo dedicado a los primeros aprendizajes y la formacin

    profesional propiamente dicha de los profesores (una de las salidas ms claras del

    bachillerato en artes, consagrada por la licenciatura)

    (35)

    y de los clrigos (por ce-

    (34) Cf.

    Marie-Madeleine Compere

    u ollige auLyce 1500-1850),

    Pars GallimardJulliard 1985 p.

    19

    y S S.

    (35)

    Frantisek Smahel

    lo demuestra con el ejemplo de Praga: L Universit de Prague de 1433 a.

    1622: recrutement gographique, carrires

    t mobilit

    sociales des tudiants gradues, en Dominique

    Julia, Jacques Revel

    t

    Roger Chartier, Les

    Universits europennes

    du

    (11 u 11111

    sicles. Histoire sociale

    des

    populations itudiantes,

    t 1, Pars,

    Ed.

    de L EHES S, 1 986, pp. 65-88.

    76

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    15/42

    j irnos a las facultades inferiores) condujo a una relativa autonomizacin de los

    dispositivos menos ambiciosos: las pequeas escuelas, municipales, presbiteriales o

    episcopales, no podan ya formar a un clrigo, pero bastaban para aquellos que

    deseaban hacer aprender a sus hijos un poco de lectura y de escritura y las prime-

    ras leccciones de los rudimentos de la gramtica latina. Se dise entonces una

    nueva distribucin de las enseanzas elementales: las unas, preparatorias para los

    estudios largos y centradas en el acceso rpido del latn ledo, escrito y hablado;

    las otras, ampliamente autosuficientes, destinadas a la alfabetizacin mnima y des-

    embocando en el latn ms que de un modo deliberado, como residuo de un fun-

    cionamiento inicialmente previsto para otros fines. Para las primeras resultaba ne-

    cesario un aprendizaje precoz de la escritura, para las segundas quedaba la fase fi-

    nal normal de la escolarizacin.

    Las escuelas municipales, por ejemplo, que sustituyeron progresivamente las

    escuelas episcopales, tomaron a su cargo la formacin de los nios pequeos en-

    tre la primera iniciacin familiar y una verdadera formacin en la gramtica lati-

    na. Es el caso de las tutoras de

    Orlans 36),

    ciudad universitaria clebre por su

    facultad de artes. Estas escuelas existieron desde el siglo xv; eran particulares y,

    por tanto, de pago, regentadas por maestros en artes de la universidad. Se ensea-

    ba en ellas la gramtica (latina) y la escritura, no la lectura, como en las pequeas

    escuelas parroquiales mantenidas por las fbricas o rentas de la iglesia y controla-

    das por el director.

    En las ciudades ms pequeas fueron muchas las escuelas latinas

    (rgences)

    m u-

    nicipales que reunan en un mismo lugar, a veces bajo la frula de dos hombres, a

    veces de uno solo, una clase de abecedario y otra de gramtica en las que se ense-

    aban los rudimentos del latn. Estas clases eran una salida frecuente para los gra-

    duados de las facultades de artes (demasiado numerosos a menudo para acceder a

    los oficios o beneficios, incluso menores), que deban esperar para la continuacin

    de sus estudios en las facultades superiores (37). Ellas fueron tambin el medio que

    utilizara, sobre todo en la Francia del Sur, una oligarqua provincial para preparar

    con menos costes a sus hijos en el colegio y abreviar el tiempo que stos pasaban

    en pensin.

    La relacin que mantenan los colegios con la enseanza de los rudimentos

    era bastante ambigua. Al principio, los colegios de becarios agrupaban slo a estu-

    diantes de las facultades: facultades de artes (en las que se seguan sus cursos hacia

    los catorce aos) o facultades superiores. Cuando se abrieron a la enseanza y aco-

    gieron en sus muros los ejercicios, el uso (heredado de los Hermanos de la Vida

    Comn) de distribuir a los alumnos por clases de nivel permiti distinguir toda

    una escala de esfuerzos en el aprendizaje del manejo del latn. En efecto, a cada

    clase corresponda una parte del manual primero el Alexandre (del Villedieu), el

    36 )

    A. de Foulques de Villaret,

    L Instrution pnmaire

    avant 1789

    Orlens

    t clans les communes

    de l a-

    rrondissement

    Orlens, 1882.

    37 )

    Es sabido que el fenmeno adquiere una amplitud especial desde finales del siglo xvi en Ingla-

    terra y a principios del siglo xvii en los otros paises europeos (cf. Roger Chartier, Espace social

    et

    ima-

    ginaire

    social u xvii

    ),

    en Julia Revel Chartier

    op. cit, pp. 245-260.

    77

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    16/42

    Despautre

    despus a partir de principios del siglo xvi. Ms adelante la clase de

    lgica acogera las

    dzsputat iones.

    La tendencia durante todo el siglo xvi fue aumen-

    tar la divisin de clases para asegurar mejor el aprendizaje: si los colegios de los je-

    suitas mantenan generalmente cinco clases tres de gramtica, seguidas de una

    clase de humanidades y otra de retrica), el colegio de Guyenne a finales del siglo

    xvi prevea diez clases sucesivas 38). El aumento del nmero de las secciones iba

    acompaado, en general, de una atencin a los primeros aprendizajes. Pero la

    eleccin hecha a este respecto implicaba tambin actitudes diferentes sobre la fun-

    cin que deba desempear el colegio. En Pars, estos aprendizajes quedaron ex-

    cluidos. En provincias, los jesuitas intentaron, para no tener que hacerse cargo de

    ellos, obtener de las autoridades municipales el mantenimiento en actividad de las

    pequeas escuelas. As, por ejemplo, en Aurillac, en el ao 1619: Los Reverendos

    Padres conceden la ayuda de su Compaa bajo el nombre y el ttulo del colegio

    de Aurillac con cinco clases sin hacerse cargo en modo alguno de los abeceda-

    rios 39). Pero muchas veces la presin de las autoridades municipales era sufi-

    ciente para obtener la apertura de pequeas clases, sobre todo cuando el colegio

    sustitua una antigua escuela municipal o desplazaba una escuela latina. Parece

    que esto ocurri especialmente en los colegios influidos por la Reforma.

    En Nimes 40), el colegio se fund en 1534 y sustituy una escuela municipal.

    Comprenda tres clases, una de ellas para principiantes.

    n

    1539 Francisco I

    autoriz a los habitantes de dicha ciudad a abrir una facultad de artes y a inscribir

    su colegio en el marco universitario.

    Claude Baduel,

    formado en

    Wittenberg

    y en

    Estrasburgo cerca de Melanchton, de Bucer y de Strum, se hizo cargo de la direc-

    cin y expuso su programa: La enseanza de la primera infancia ser diferente a

    la de la adolescencia y cada una tendr sus principios, su ritmo progresivo y su fin

    distinto; la infancia aprender a hablar y a escribir correctamente en latn, la ado-

    lescencia aadir la elegancia a la correccin y acomodar esta lengua a los diver-

    sos temas que tratar. Para alcanzar estos distintos resultados se han instaurado

    ocho clases para los estudios de la infancia. El alumno que entre en la escuela a la

    edad de cinco o seis aos permanecer en ella hasta los quince, recorriendo un

    grado cada ao.... En 1852 el centro pas a ser calvinista y se promulg un nuevo

    reglamento. El colegio tuvo entonces seis clases. La sexta estaba dedicada a la lec-

    tura en francs, que se haca sobre la oracin del Seor, el smbolo de los apsto-

    les y el declogo. En la quinta se enseriaba a leer en latn, se recitaban los rudi-

    mentos y la primera parte de la gramtica latina declinaciones y conjugaciones) y

    se estudiaban los

    Colloques

    de Mathurin Cordier.

    En Burdeos, el colegio de Guyenne 41) fue creado por la jurade municipalidad)

    en 1533 sobre el modelo de los colegios parisienses. Sucedi, por una parte, a la

    escuela municipal de gramtica primera mitad del siglo xv) y, por otra, a las dos

    38 )

    Ehe

    Vinet,

    Schola

    aquitanica, en L Massebiau Collection

    des m m oires

    et documents scolaires publies

    par le

    M usie pc lagogique,

    premire serie, n. 7), 1886.

    39)

    Segn Marie-Madeleine Compre

    et

    Dominique

    Julia, es

    Co llges franais, xv

    p

    - xvn i

    sicles

    Reper-

    toire 1,

    France du

    Midi,

    Pars, 1NRP-CNRS, 1984), resea Aurillac, collge de plein exercice.

    40 ) lbt

    resea N imes, college de plein exercice.

    41 )

    lbd.,

    resea Bourdeaux, collge de plein exercice y E. V inet,

    p

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    17/42

    ctedras de la facultad de artes, creada en 1441. Se reclutaron veinte profesores; la

    mayora, maestros en letras de la Universidad de Pars. Uno de ellos estaba encar-

    gado especialmente de los nios pequeos

    alfabetarios,

    elementales y donatistas,

    es decir, los que aprendan a leer en el abecedario, los que estudiaban los prime-

    ros elementos de la lengua latina en un libro de rudimentos y los que comenza-

    ban a leer la gramtica de Donato. En 1534, Andr de Gouvea dio al colegio un

    nuevo reglamento, que publicara algunos aos despus su sucesor

    Ehe

    Vinet, sa -

    bio eminente ligado al calvinismo sin adherirse del todo a l. El colegio tena en-

    tonces clases de gramtica, pero Vinet quiso elevar el nmero de diez. En esta d-

    cima clase se encontraban los

    alfabetarios.

    Son nios pequeos, incluso con menos

    de siete arios, como quiere Quintiliano. Sus padres y familiares los envan al cole-

    gio para aprender los primeros elementos de las tierras latinas.... Se les ensean

    estos elementos por medio de dos libros. El ttulo del primero es

    A lphabet,

    de don-

    de deriva el nombre dado a los nios. Impreso expresamente para ellos sin abre-

    viaturas, contiene la serie y las figuras de las veintitrs letras, la oracin del Seor,

    los siete salmos, etc. El segundo libro se llama tambin

    Livret des

    enfants,

    porque es

    pequeo y est destinado a los pequeos. Contiene las primeras flexiones de los

    nombres y de los verbos. De este modo se les ensean a tiempo los elementos de

    la gramtica latina. La clase est dividida en cinco bancos, que ocupan sucesiva-

    mente los

    alfabetarios,

    los que leen la oracin del Seor, el cntico de Mara, el co-

    mienzo del primero de los siete salmos

    Domine ne

    in

    furore tuo..

    y, por ltimo, los

    ms avanzados, que leen la totalidad de los siete. La leccin consiste, una vez su-

    perada la fase de reconocimiento de las letras, en deletrear con cuidado el texto

    del programa. Pero una vez que los nios saben formar palabras, se aade a la en-

    seanza de la lectura la de la escritura. El maestro les da a copiar una letra, una

    slaba, una palabra o un pensamiento til. Ellos declinan los nombres y conjugan

    los verbos; los escriben a mano en un papelito y presentan inmediatamente lo es-

    crito al maestro. Este hace su examen y les seala las faltas y los descuidos de es-

    critura.

    En los colegios que fueron menos afectados por la Reforma observamos, sin

    embargo, el mismo proceso. En

    Auch,

    por ejrmplo 42), en el creado en el ao

    1546 bajo el impulso del arzobispo y cardenal Franois de Tournon, gran huma-

    nista, pero fiel defensor de la Iglesia romana. Este centro estuvo regentado por

    sacerdotes seculares hasta 1589, antes de pasar a manos de los jesuitas. El director,

    Philippe

    Masse,

    redact en 1564 un plan de estudios muy minucioso. Los escolares

    disponan de seis clases para alcanzar el dominio de la lengua latina. La sexta in-

    clua dos secciones: en la primera, se aprenda a leer en los abecedarios griego y la-

    tino y en los libros de piedad; en la segunda, se estudiaban las ocho partes del di

    s

    curso de Donato, los

    Rudiments

    de Despautere, los

    Dsticos

    de Catn y los

    Mimos

    de

    Publio Siro. El aprendizaje de la escritura iba unido directamente al de la lectura.

    En la sexta, los nios deban hablar francs entre s. En la quinta, el latn pasaba a

    ser la lengua vehicular. Pero, en una lengua u otra, convena siempre pronun-

    ciar bien.

    42)

    /bid, resea Auch,

    collge

    de plein exercice.

    79

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    18/42

    As, cuando un colegio aceptaba hacerse cargo de los escolares principiantes,

    los primeros aprendizajes impartidos pretendan unir la enseanza de la lectura,

    la del latn y la de la escritura. Hay que aadir, aunque los programas sean en

    este punto poco explcitos, los rudimentos de la instruccin religiosa. En efecto,

    el abededario era necesariamente una antologa de las principales oraciones y su

    memorizacin era el punto de partida de toda catequesis (43). Pero, en el conjun-

    to de los conocimientos y los saberes prcticos, slo la lectura y el latn tenan, al

    parecer un rango casi disciplinar: se explicaba su progresin y se indicaban los

    mtodos para estudiar. La escritura no estaba sujeta, en general, a ninguna re-

    glamentacin. Hay que deducir de ello que adquira su categora nicamente

    por el uso que se haca de ella desde los rudimentos en los ejercicios de latn?

    En cuanto a la instruccin religiosa, parece que slo adquiri su dimensin espe-

    cfica ms all de la clase de los alfabetarios, para inscribirse despus en el

    plan de formacin cristiana propio de cada religin o de cada congregacin. La

    memorizacin de los textos cannicos no era tanto un efecto del aprendizaje de

    la lectura cuanto un prembulo ciertamente familiar a l. Conviene hacer no-

    tar que el aprendizaje de la aritmtica no estuvo nunca previsto en los progra-

    mas de las pequeas clases del colegio.

    El caso de Arles (44) permite comprender por qu, pese a sus reticencias, las

    congregaciones abrieron clases reservadas a los primeros aprendizajes en las ciu-

    dades de provincia. En esta ciudad el colegio sucedi a las escuelas municipales de

    gramtica y de retrica bastante tardamente, hacia 1570-1580. Constaba entonces

    de cinco clases. Una peticin escrita por los escolares de filosofa en 1605 para ob-

    tener la prolongacin de su curso nos hace saber que aquellos diecinueve jvenes

    ejercan de preceptores en la ciudad: Su vocacin de instruir en las buenas letras

    y costumbres a la juventud los lleva a cualquier lugar donde tengan medio de ejer-

    cerla. En 1636, los jesuitas tomaron a su cargo el colegio y reformaron su discipli-

    na. Fueron los padres los que reclamaron, exigiendo la apertura de una clase de

    sexto para los nios pequeos, porque estando los preceptores en su eleccin

    en el colegio, no pueden cuidar de ellos. Parece, pues, que ciertas ciudades de

    provincia sufran una gran carencia de letrados, graduados o no, capaces de asegu-

    rar una buena preparacin en el colegio y en la latinidad para los hijos de las fa-

    milias, cada vez ms numerosas en la burguesa urbana, que crecan en las venta-

    jas de una formacin en humanidades. Esto tambin es seal de que estas familias

    renunciaron pronto a la carga de los primeros aprendizajes. Desistieron de su

    responsabilidad en la promocin de sus hijos en latinidad por no ser ellas capaces

    de ayudarlos, abdicaron de este deber de educacin que exigan de ellas las igle-

    sias, tanto catlica como protestante. Cuando la enseanza particular (maestros de

    pensin, preceptores, maestros-escritores) no podan atender a la demanda, haba

    que recurrir a la escolarizacin pblica. Tal fue el papel que desempearon mu-

    chas escuelas latinas, las pequeas clases de los colegios e incluso, al hacerse ms

    amplia la cobertura del territorio en colegios, algunos de los centros que se espe-

    43 )

    Pierrre Aquilon,

    e

    l abcdaire aux rudiments:

    les

    manuels lmentaires dans

    la France de la

    Renaissance,

    en

    LEnfance et

    les

    ouv rages d du cation, vol.

    I Nantes Universit

    de

    Nantes 1983

    pp.

    51.72.

    44 )

    M .

    -M. Compere et

    D. Ju l ia op.

    cit., resea Arles college

    deplein exercice.

    80

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    19/42

    lanzaron en estas modestas funciones. Dominique Julia y Wilhem Frijhoff lo han

    demostrado en lo que se refiere al colegio de Gisors en el siglo xvill 45).

    En el siglo xvi y

    l

    xvill, los rpidos progresos de la alfabetizacin urbana in-

    terfirieron con el desarrollo de estos dispositivos de formacin precoz de los nios

    destinados a cursar las humanidades: se perfilan as nuevas diferencias sociales. El

    modelo preceptoral pas a ser la regla en la cspide de la jerarqua social.

    Como signo eminente de distincin, no designa tanto lo que se era cuanto lo que

    se quera parecer, y se difundi por eso mucho ms all de los lugares donde se

    esperaba encontrarlo. Mas, en el siglo xviii, el desarrollo de la alfabetizacin feme-

    nina urbana permiti, cada vez ms a menudo, prescindir del receptor. Prueba de

    ello es el rpido desarrollo de la edicin de manuales destinados a facilitar estos

    primeros aprendizajes. Loa manuales iban dirigidos indistintamente, como lo

    anunciaban muchas veces sus ttulos, a la clientela de los preceptores y de los pa-

    dres. Los

    Vrais principes

    de M. Viard 46) son uno de sus modelos inigualados.

    Por otra parte, las estrategias familiares trataban a los hijos de modo muy desi-

    gual: un padre poda ofrecer al hijo mayor un maestro particular despus de ha-

    berle enseado a leer y escribir en casa, al tiempo que pona al segundo en pen-

    sin desde su ms tierna edad e ingresaba a la hija en el convento. Slo a finales

    del siglo xviii se desarroll una red de pensiones particulares mejor adaptada a la

    diversidad de las expectativas familiares de los plebeyos acomodados e incluso

    de la nobleza de toga.

    Parece que hay que aguardar al siglo xviii para la escolarizacin de los apren-

    dizajes derivados de la cultura mercantil, ya se trate del arte caligrfico, del arte

    epistolar o de la aritmtica prctica y la tenedura de libros. Nada de todo esto

    apareca en los programas oficiales de los colegios. Las escuelas municipales aco-

    gan a veces la aritmtica, pero esto fue algo excepcional hasta finales del siglo

    salvo quiz en medios protestantes. iFue esta connotacin la que llev, al co-

    mienzo del mismo siglo, a ciertos obispos 47) a recordar en sus visitas pastorales

    que la lectura, la educacin religiosa y el canto constituan un programa ms que

    suficiente? En las escuelas latinas de la Francia del Sur, la distincin entre profesor

    de latn y profesor de francs obligaba a veces a este ltimo a dedicar una parte

    de su tiempo a la aritmtica, pero esto era algo poco frecuente antes del siglo

    45) Willen Frijhoff et Dominique

    Julia,

    Ecole et sociiti dans

    l France d Anclen

    Rgime, Paris, A. Collin

    et EHESS, 1975,

    p. 45 y ss.

    46)

    Sobre los usos familiares de la literatura pedaggica en el siglo xvitt, y de los

    Vrair

    prncipes

    en

    particular, cf.

    Robert Darnton,

    La lecture rousseauiste

    et

    un lecteur ordinaire

    au xvite sicles, en Ro-

    ger Chartier Dir.),

    Pratumes

    de la lecture,

    Marsella, Rivages, 1985, pp. 126-155.

    47)

    Tal es el caso de M. de Roquette, al que SaMt-Simon considera, por cierto, como el modelo de

    Tartufo. Obispo de Autun en 1667, dict en 1669 un reglamento para las escuelas de la dicesis en el

    que recuerda: Y porque estas pequeas escuelas no deben servir nicamente para ensear

    a

    leer y es-

    cribir a los nios, sino para formarlos en la piedad, prohibimos darles ningn libro en francs que no

    sea til a este efecto... Citado por

    Anatole

    de Charmasse.

    Etat

    de

    l instruction primaire dans

    l anclen diocise

    d utun

    pendan( les x n

    et

    ii-i,, sw cles.

    Extrait

    des Mmoires de la Socit Eduenne, Autun, 1871.)

    81

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

    20/42

    xv0i,

    por lo menos a juzgar por los contratos y las deliberaciones municipales in-

    vestigados hasta ahora 48).

    De hecho, parece que la herencia de los saberes mercantiles se conserv en

    Francia casi exclusivamente entre los aritmticos, quienes acumulaban a menudo

    sus funciones con las de maestro-escritor. Se conoce mejor a estos personajes, to-

    dava misteriosos, cuando se establecieron en corporacin como ocurri en Pars

    en el ao

    1570 y en

    Run

    algunos aos antes. Acumularon entonces las funcio-

    nes de expertos cerca de la justicia y de enseantes de escritura y contabilidad. En

    Pars, por ejemplo, la frmula de inscripcin en los registros de la corporacin es-

    tipula que el escritor-aritmtico recibido como maestro tiene derecho y facultad

    de ensear el arte de escribir, la aritmtica en todas sus partes y enteros, los cam-

    bios extranjeros, las cuentas por partidas simples y dobles y otras ciencias de que

    hacen profesin dichos maestros, y de dedicarse a la verificacin de las escrituras,

    firmas, cuentas y clculos impugnados en justicia; todo conforme a los estatutos y

    reglamentos de dicha comunidad 49). Este derecho va acompaado, por otra

    parte, del monopolio de la enseanza caligrfica. La ausencia de toda documenta-

    cin sobre el funcionamiento de estas escuelas de escritura y de aritmtica la cor-

    poracin

    parisiense

    guarda silencio sobre este punto no permite saber lo que

    ocurra en ellas concretamente. Fueron escuelas particulares de pago que funcio-

    naban de comn acuerdo con sus clientes.

    Se

    trataba de una enseanza indivi-

    dual o de una verdadera clase? Qu edad tenan los alumnos? CA qu medios so-

    ciales pertenecan? Las quejas que formulan algunos maestros-escritores del siglo

    xv111 50)

    en el momento en que sus funciones de enseanza, por la concurrencia

    de las escuelas de caridad o de las pequeas escuelas, haban desaparecido prcti-

    camente) hacen suponer una clientela acomodada, quiz noble, seguramente bur-

    guesa, atrada tanto por el arte caligrfico un arte de adorno que era enseado,

    quiz, a ttulo privado en los colegios) como por la aritmtica. Se han conservado

    cuadernos confeccionados bajo la direccin de maestros-escritores. El ms antiguo

    que yo he podido consultar

    51)

    fue compuesto en los primeros aos del siglo

    xv111

    Se trata probablemente de la copia muy esmerada, realizada por el alum-

    no, de un documento modelo perteneciente al

    maestro.Contiene

    varios ejemplos

    de resolucin de las reglas operaciones) de aritmtica hasta la regla de tres y la

    extraccin de races cuadradas, todo realizado sobre las distintas medidas en uso.

    Esta recopilacin sirve para mostrar el grado de habilidad alcanzado en el manejo

    de la pluma. El alumno, de edad adolescente por lo menos, deba conservar este

    cuaderno para consultarlo en sus actividades ulteriores de contabilidad. La

    Biblio-

    48)

    Este reparto de tareas aparece claramente en las resellas que M.-M. Compere y

    D.

    Julia op

    cit.

    dedican a las escuelas latinas.

    49)

    A. N. Pars, ms Y 9335-40. Citado por

    Christine Mtayer,

    La

    Corporation C les m astres-icrivains

    de

    Paris sous l A ncien R gim e.

    These pour la maitrise

    es

    arts, Quebec, Universit Laval,

    P. Q, 1986 multi-

    grafiado).

    (50)

    lbid.

    (51)

    Liv re / d arahm itique I

    fait

    par

    Y ves I T atIlar t

    I

    l

    conduite / du Frouchbian I

    M e.

    Escrivain I

    jure a

    / Treguier I 1716 I

    ms, col. part., La

    Rochelle.

    Otros manuscritos de este tipo, pero ms tardos, estn

    dedicados al Muse

    national dducat

    ion de Rouen y al Muse cvenol de

    Saint

    -Jean -du -Gai-d.

    Ningn re-

    pertorio de estos objetos se ha hecho que yo sepa en las colecciones pblicas.

    8 2

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    thique blene

    y

    los editores especializados en el libro de divulgacin produjeron a fi-

    nales del siglo XVII

    obras impresas que reproducan, a menudo de modo muy de-

    fectuoso, cuadernos de aritmtica de este tipo (52). Por otra parte, algunos aritm-

    ticos prestigiosos como

    P. Legendre, escribieron obras prcticas (L arithmitique

    sa perfection, mise

    n

    pratique selon l usage des finances, banques l

    marchands Pars

    1663, plagiada de una primera obra publicada en

    1646 y cuya primera edicin se

    hizo en Run

    en el ao 1781)

    para el uso de los comerciantes que se reeditaban

    peridicamente. Pero la vigencia de los

    Comptes-faits de Bareme,

    imitados a menu-

    do, hace suponer que eran muchas las personas que en las operaciones aritmti-

    cas se conformaban con leer los resultados en los repertorios. La escritura aritm-

    tica era un arte difcil.

    Desde finales

    del

    siglo

    XVII

    algunos maestros-aritmticos abandonaron su ran-

    go corporativo para comprometerse contractualmente

    con municipios rurales en

    calidad de profesores de francs o maestros de escuela (53). Contribuyeron sin

    duda a extender la enseanza de la aritmtica ms all de los lmites del espacio

    urbano. Pero este xodo no es ms que el signo de la anexin efectiva por la es-

    cuela de sus antiguas funciones. En Pars, los numerosos procesos que enfrentaron

    al chantre de la catedral con la corporacin de los maestros-escritores no bastaron

    para permitir a estos ltimos mantener su monopolio sobre la enseanza de la es-

    critura. En

    1714,

    una decisin del Parlamento consagr la victoria definitiva de los

    maestros de escuela: escritura y aritmtica pasaron a ser jurdicamente saberes es-

    colares

    t54).

    Sin embargo, no eran an verdaderos saberes elementales para las

    poblaciones que asistan a las pequeas escuelas.

    Los saberes profesionales de los clrigos y los de los comerciantes no se rees-

    tructuraron, pues, del mismo modo en aprendizajes iniciales. Su apropiacin por

    grupos sociales preocupados por asegurar a sus hijos los bagajes instrumentales

    susceptibles de permitir una escolarizacin prolongada fue dispar. Por un lado, la

    escritura concebida como medio de entrada en la lengua de la cultura y asociada

    directamente a la lectura permita dar rpidamente las bases necesarias para los

    aprendizajes del colegio, y poda constituir tambin un bagaje suficiente para una

    parte de la poblacin interesada. Por otro lado, escribir/contar de los comercian-

    52 )

    Dos ttulos se repiten varias veces en las producciones de Troyes: El primero,

    L Instruction de l a-

    rithmtique pour facilment apprendre

    cheer

    et

    compter

    par la plume

    et par les gets, Iris

    utile

    touts

    gens,

    avec

    la

    maniire de

    tailler

    la plume

    (La instruccin de la aritmtica para aprender con facilidad a calcular y contar

    mediante la pluma y los bacos, muy til para todas las personas, con el modo de cortar la pluma). Se

    conoce de esta obra una edicin de

    Nicolas Oudot,

    del ao 1670, y otra de

    Garnier,

    que dispone de un

    permiso de 1738. Estos textos parecen estar influidos por una

    Instruction

    de

    l arithm itique parisiense

    Rue-

    Ile, 1563, y Bonfons, 1598), influida a su vez por

    L arithmitique

    et

    m aniire d apprendre

    chiffrer, del aritmti-

    co Cathalan, que tuvo muchas ediciones en el siglo xvi, sobre todo en Rigaud. El segundo

    L rithmitteue

    nouvelle dans sa vritable perfection

    (La nueva aritmtica en su verdadera perfeccin), obra redactada pro-

    bablemente en el siglo xviii, sencilla y cuidada, ms apta sin duda que la anterior para un uso escolar

    pero inspirada an totalmente en la tradicin de los aritmticos.

    53 )

    Thophile Lhuillier,

    en su

    Histoire

    de l enseignemen t primaire d ans la Brie reimpresa por las Presses

    du village, 7713 9 Etrepilly, 1982,

    seala varios contratos del siglo xviu que afectan a maestros-escritores

    en pequeos municipios del Seine-et-Marne actual.

    54 )

    Christine Mtayer,

    o p i t

    83

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    tes parece que fue durante ms tiempo un saber profesional difcilmente instru-

    mentalizable. Exigido por las capas medias o bajas de la burguesa urbana, fue

    hasta principios del siglo

    XVIII

    un mero saber tcnico, poco o nada escolarizado. Su

    articulacin con el

    escribir/leer

    se fue construyendo progresivamente con arreglo

    a dos ejes distintos: de cara a los grupos de la pequea burguesa urbana en ex-

    pansin, con estructuras escolares nuevas, como eran las pensiones privadas que

    se desarrollaron, segn parece, especialmente desde 1750 55); y de cara a los pe-

    queos comerciantes de ciudad y a los agricultores acomodados, con las ms

    avanzadas de las pequeas escuelas y de las escuelas de caridad nacidas de las Re-

    formas. Fue este movimiento el que llev a algunas Reformas a una escolariza-

    cin de los saberes profesionales mercantiles, que vamos a analizar ahora.

    2. DE LAS REFORMAS A LA ESCUELA:

    INSTRUCCION RELIGIOSA Y ALFABETIZACION

    Parece ser que los dispositivos de transmisin de los saberes elementales de la

    cultura escrita se desplazaron, con las Reformas, hacia capas sociales que no po-

    sean hasta entonces su uso ni intentaban adquirirlo. En el contexto violento de

    las conquistas y las reconquistas religiosas, en el que las capas ms populares del

    cuerpo social pasaron a ser progresivamente el blanco apetecido, la escuela fue un

    arma eficaz. En cuanto a sus saberes elementales, parece que se consider unas

    veces como la base cultural necesaria de una cristianizacin eficaz o de una con-

    versin slida, y otras, como medio para atraer hacia la catequesis a los nios

    cuando las familias se inclinaban ms por su instruccin profana que por su for-

    macin religiosa. Pero la articulacin entre saberes elementales y formacin reli-

    giosa no tena el mismo sentido cuando se expresaba desde la perspectiva de una

    escolarizacin larga asociada a una educacin espiritual prolongada y comple-

    ja 56) y cuando tenda a confundir instruccin y catequizacin en el breve tiempo

    que los nios pobres podan dedicar a la escuela. As, podra haber una mera ho-

    monimia y no una diferencia de grado entre la alfabetizacin que se imparta en

    las pequeas clases de los colegios y la que se poda adquirir en las pequeas es-

    cuelas despus de las reformas. Para hacerse una idea, conviene examinar cmo

    la religin misma pas a ser en el primer tercio del siglo

    ) VI

    un saber elemental

    cuya escolarizacin poda tenerse en cuenta cuando no haba sido hasta entonces

    ms que un conjunto de prcticas y de creencias o un saber sabio

    55 )

    Las pensiones privadas son centros todava muy mal conocidos. Tres estudios permiten distin-

    guir parcialmente sus peculiaridades:

    Philippe

    Marchand,

    Un

    mo d le duca t if original la vei l le de la

    Rvolu t ion:

    les

    ma isons d duc at ion par t icu l ire,

    Revue d hisloire

    moderne

    el conlemporaine, 22, 1 9 7 5

    pp.

    549-567 ; Maur ice Gardon, Eco les

    et

    mai tres:

    yon au

    i c l e

    Cahiers d hisloire, 21

    1,

    2

    , 1976 ,

    pp .

    1 3 3 - 1 5 6 ;

    y Marce l G rand i re , L duca t i on en France la fin

    du xv iw s ic le:

    les maisons d ducat ion,

    Revue d histoire moderne e1 conlemporaine, 33, 1 9 8 6 pp. 4 4 0 - 4 6 2 .

    56 )

    La educacin de la piedad es una de las actividades importantes de la formacin en los colegios.

    Se haca a lo largo de toda la escolaridad, a menudo mediante congregaciones de alumnos congrega-

    ciones marianas en los colegios de

    Is

    jesuitas, por ejemplo). Cf. a este respecto

    Louis

    Chatel l ier ,

    L urope

    esdivots,

    Paris,

    F lammar i on , 1987 .

  • 7/25/2019 Hebrard, A escolarizacao dos saberes elementares.pdf

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    2.1.

    formacin cristiana alfabetizacin y escolarizacin

    en las Ref ormas protestantes

    La necesidad de una instruccin religiosa se inscribe en el ncleo mismo de la

    Reforma luterana, en la articulacin de la

    sola f ide y la

    sola scriptura.

    Para el agusti-

    no de

    Wittenberg,

    ningn intrprete autorizado, ninguna tradicin puede interpo-

    nerse entre el creyente (aunque se trate de una miserable hija de molinero o un

    nio de nueve aos, escribe Lutero) (57) y la Escritura. Comprender los evange-

    lios es una gracia: slo el espritu abre el sentido a aquel que posee la fe. Si bien es

    cierto que esta exigencia de una religin ms ntima y personal, apoyada en la

    meditacin asidua de los textos sagrados, no es algo exclusivo de la Reforma. Tie-

    ne sus fuentes en la

    devot io m oderna

    y en el humanismo, y las traducciones de los

    evangelios en lengua vulgar fueron sus manifestaciones precoces. Pero en una cris-

    tiandad habituada a delegar su religin en los clrigos, dar a cada uno los medios

    para abordar personalmente el texto de las Escrituras supone un esfuerzo pastoral

    sin precedentes. Para Lutero, la formacin cristiana se ordena tanto alrededor de

    las relaciones sociales familiares como alrededor de la parroquia. En efecto, no se

    trataba tanto de conquistar para la Reforma zonas geogrficas cada vez ms am-

    pias y nuevas capas sociales cuanto de asegurar puntos de anclaje en el nuevo es-

    pritu en torno a sus polos originales: clrigos cultos y burguesa urbana, en la que

    Pierre Chaunu cree reconocer las

    upper m iddle classes

    unidas a la lite de los lecto-

    res (58). En este sentido, la obra educativa de Lutero incluye la preocupacin hu-

    manista, tal como la desarroll en Zurich, en Basilea y en Meaux, por una profun-

    dizacin personal y familiar en la piedad.

    En sentido estricto, los primeros aprendizajes son para Lutero, de orden teol-

    gico. Su obra catequstica (59) fue nueva, no tanto por sus contenidos (antes de l,

    ya Gerson y aun otros telogos reformados hicieron catecismos) como por su

    forma. De modo muy tradicional en la cristiandad, buscaba transmitir los rudi-

    mentos de la fe (el declogo, el smbolo y el Padre nuestro, as como la exposicin

    de los principales sacramentos. Pero lo hacia mediante la referencia permanente a

    la Palabra, porque era en definitiva eso y slo eso lo que se debe ensear. El

    Pe-