el camino americano

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CELESTE DIÉGUEZ

EL CAMINO AMERICANO

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El camino americano©Celeste Diéguez

Christopher Zecevich Arriaga Gerente de Educación y Deportes

Doris Renata Teodori de la Puente Subgerente de Educación

Juan Pablo de la Guerra de Urioste Asesor de Educación

María Celeste del Rocío Asurza Matos Jefe del programa Lima Lee

Editor del programa Lima Lee: John Martínez GonzalesCorrecciones: Katherine Lourdes Ortega ChuquihuaraDiagramación: Andrea Veruska Ayanz CuellarDiseño y concepto de portada: Leonardo Enrique Collas Alegría

Editado por:Municipalidad Metropolitana de LimaJirón de la Unión 300, Lima. Lima.www.munlima.gob.pe

1a. edición - diciembre 2021

Depósito legal N° 2021-14461

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Presentación

La Municipalidad de Lima, a través del programa Lima Lee, apunta a generar múltiples puentes para que el ciudadano acceda al libro y establezca, a partir de ello, una fructífera relación con el conocimiento, con la creatividad, con los valores y con el saber en general, que lo haga aún más sensible al rol que tiene con su entorno y con la sociedad.

La democratización del libro y lectura son temas primordiales de esta gestión municipal; con ello buscamos, en principio, confrontar las conocidas brechas que separan al potencial lector de la biblioteca física o virtual. Los tiempos actuales nos plantean nuevos retos, que estamos enfrentando hoy mismo como país, pero también oportunidades para lograr ese acercamiento anhelado con el libro que nos lleve a desterrar los bajísimos niveles de lectura que tiene nuestro país.

La pandemia del denominado COVID-19 nos plantea una reformulación de nuestros hábitos, pero, también, una revaloración de la vida misma como espacio de interacción social y desarrollo personal; y la cultura de la mano con el libro y la lectura deben estar en esa agenda que tenemos todos en el futuro más cercano.

En ese sentido, en la línea editorial del programa, se elaboró la colección Lima Lee, títulos con contenido amigable y cálido que permiten el encuentro con el conocimiento. Estos libros reúnen la literatura de autores peruanos y escritores universales.

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El programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima tiene el agrado de entregar estas publicaciones a los vecinos de la ciudad con la finalidad de fomentar ese maravilloso y gratificante encuentro con el libro y la buena lectura que nos hemos propuesto impulsar firmemente en el marco del Bicentenario de la Independencia del Perú.

Jorge Muñoz Wells Alcalde de Lima

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Y ahí, bajo mi lenguael gusto a hormigas del caféde ciertas estaciones de serviciogasolineras en la ruta desvencijada.Y en la pared de los baños tu nombre escrito a las apuradas con el lápiz de ojos.Vamos a curtir sin fin las carreteras punteadas de postespolvorientos atajos empañan el retrovisor.Hay una botella en la guantera y cada tantoun pequeño trago nos deslizahacia la conciencia vidriosa de la tarde. La casetera deja escapar interminables solos de guitarray una armónicaempuja velozmente hacia los costados la nada.El chevy hace ruidos al enfriarsey los asientos contra mi cara huelen a caballos y a nafta.Vos sudoroso y de algún modo ausentereproducís la mueca de la combustión.Nos acomodamos la ropa. El pelo.Das vuelta el casete, enciendo un cigarro.Un alambrado, un cartel que dice Ranchos.Vamos con los ojos cerradosvamos hacia el sol, con la capota baja.

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Liberata/ Monte Brown/ Dakota/ Texas/ La alameda/ Auto/ Flamingos

Vamos a ver a tu mamacitaOh sí! vamos!Ella esperará en el porche, rubia teñida, por supuestotomando el martini más seco, sí, como su lengua.Y su bata, una bata de seda lila rauda de palmeras copacabanas, se agitará levemente por detrás.Esperará digo, fumando interminables cigarrillos por la punta de su blanca nariz sureña.El humo hará señales de bienvenida, mi amorOh mama! venimosdesde otras tierras a traerte regalos.Oh madre!Traemos botellas y arándanos.Venimos con el viento atrapado en una capelinapara soltarlo en torno a los columpios.Madre habrá glicinas?hay glicinas en Texas? hay té helado?vestidos acampanados ? discos de música country ?hay la posibilidad de ver una doma?

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Hacemos un alto en el caminocasi al borde del basural.Nos sentamos en el capó aún tibioes dulce fumar así; todavía hay estrellasy el olor a quema aún no se ha despertado. La luz que baja del autohace brillar los lomos de las bolsas en un oleaje metalizado.Estamos en la ruta viejala vieja ruta solitaria bajo el puente Marlboro.Examinamos los objetos desechados:un refrigerador, la carcasa de un aparato de tv,un par de botines militares, una muñeca calva,papeles y botellas de todas las cervezas del mundo.La yerba del mate vuela en un arco brillantey aterriza con opaca percusión sobre unas latas.Hablamos de los próximos destinosy me contás de nuevo aquella historia de cuando tu primo más grandete trajo a debutar al 130,el cabaret del pueblo que queda pasando la curva.En silencio mientras te reís, te miro arrugartelos ojos colorados, eufórico.En el descampado alguien chilla de modo sexualtal vez un gato o una rata grande.El viejo que vive entre las chapas vigila desde lejos.Fuma colillas que saca cuidadosamente de una lata de dulce.

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Un puñado de papeles en la valija y fiebre de viaje.En la falda las gafasy un pañuelo para sujetar mi cabello.

Vámonos a Oklahoma, nene.Dicen que ahí, aún resuenanviejos berretines de blancos borrachos.Tal vez ahíseas mi esclavo.

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Medialunas de manteca (Bill Monroe y los Blue Grass Boys) (2:10)

Soñé que teníamos dinero y que al fin dábamos el Golpe.Soñé que salíamos a la ruta vieja, haciendo empalme con la 2,y con ese dinero en Atalayacomprábamos medialunas de manteca y de grasa;y hacíamos negocios nuevoscon los playeros, sí con los playeros.

La vagancia era nuestro destinogastábamos a manos llenas,vestíamos de lo mejor y olíamos bien y en la cama del hotelentre las pilas de dinero;lo hacíamos, sí lo hacíamos.

Pero solo era un sueño babyy era un lindo sueño,pero cuando despertéoh ya sabesa trabajar como todos los díashasta que demos el Golpe.

Tomar la ruta 2, tan verde —al dar el Golpe—y después al sur, bajando y bajando—al dar el Golpe—

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hasta llegar a Madryn y ver los pingüinos—un buen Golpe—y las ballenas francascomiendo medialunasde manteca y de grasa, de manteca y de grasa.

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Longchamps/ Hurlingham/ El Palomar/ City Bell

Las líneas del ferrocarril parten la tarta del gran Buenos Aires.Temperley es sin dudasuno de los más bellos.

Compremos todo lo que pregonanlos vendedores del ferrocarril Roca:gaseosas malteadas, canicas, bolígrafos,invencibles tijeritas chinas.

Comamos tutucas;ricas y sabrosas tutucas de maíz,perritos calientes,chocolatinas siempre a punto de vencerse.Envuelta en el resonar de charangos y de quenas una vieja loca predica el apocalipsisamablemente ignorada por todos.

Vos me haces reír con tu imitación temblorosa del vendedor ciego.Nos hacemos cosquillas mientras aprovechamos para tocarnos,hace calor y mi falda se adhiere al asiento.Qué nos miren asombrados los nenesbesarnos con la boca abierta!Yo iré como siempre de la ventanay cuando me distraiga demasiado mirandomurmurarás alguna tontería en mi oído

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para llamarme al orden.Luego podemos adormecernosacurrucados en el vaivény despertarnos agitadosriendo y gritando porque nos pasamos;para arrojarnos a algún impreciso y mal señalizado andéndesde el tren ya en movimiento.

Llegaremos al atardecera la gran ciudadperfumada y cálida y húmeda,donde todo es posible.

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El Paso/ Silver City/ La Mulata/ 4 a.m.

Es sábado y llueve.Llegamos al bar ese,vos me dijiste que se llamaba La Mulata,la salvaje música estremeciendo la noche del oesteel olor de fritos y marijuana saturándolo todo.Hirviendo en nuestros abrigos mojadosvamos a la barra,está sonando ese tema de Molotov que nos encanta.Para festejar el hallazgo vuelco cerveza a mí alrededor alborozada, todo el tiempo:—Es un bautismo azteca!—Es Silver City, México: “La ciudad de la Plata”.Grandes jarras de cervezas heladas, canastillas de nachos crujientesvagabundos barbudos y rubias estridentesvaqueros y mamitas artesanashombres del sur y hipsters de morralse apretujan sudando.Los tequilas no se hacen esperar.Al cabo de un rato me encuentro bailando con un charro atiborrado de cocaínay a vos parece no preocuparte.Bajo foquitos de coloresuna princesa del Valle gira sola entre miradas codiciosas.Cada tanto se detiene para absorber cocacolas y malgastar sus besos.

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No nos importa dejarnos toda la lana en una última ronda; al fin y al cabono todos los días se cruza la frontera.

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Bahía de Samborombón/ Salty River/ Chis Chis/ Cabeza de Vaca/

“Hay carnada”El chico ataviado con una vieja chaqueta de la marinaal costado de la carretera,nos hace señas.Me lo imagino temprano, cuando la niebla de la noche aún flota cerca del suelo, tumbando troncos hurgando con un palito o los dedospara sacar entre gritos de júbilolas gordas lombrices que venderá luego por algunos peniques, en rojas latas de tomate.Vuelven los recuerdos de esas madrugadascuando mi padre me llevaba de pescapaciente me enseñaba a encarnar el cebo,los gruesos dedos tornasolados de escamas;ponía el vino a la orillajunto a los duraznospara que los enfríe la corriente.

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California/ Villa Gesell/ Santa Teresita

Estuvimos parte de la mañanaacarreando blancas maderas pulimentadas por el océano.Luego llegaron los surfistasriendo y hablando de la altura de las olasgastándose bromas y apostando.Y era bello verlos secarse al solextendidos sobre las tablas encajadas en la arena.Toda esa masculinidad tostada, displicente y ociosalos trajes de baño enrollados en las piernas marcadas.

Por la noche encendieron la fogata.

Sosteniendo entre mis rodillasla lata de cerveza que empieza a entibiarse,entono desafinada las canciones de siempre;las viejas canciones de playa que parecen renovarse en cada temporada.Hacemos palmas y gritamos cada vez más ebrios.Cada tanto alguien se separa del grupopara orinar bajo las estrellas en la inmensa noche americana.

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El camino de la serpiente enrollada (Parton /Alexander) (3:46)

Sé que está lejosy parece que falta tanto para sentirte así,pero ya llegará ese momento.Así que arriba vamos!levántalo otra vez y sigue arriba.

El camino se enrosca como una serpiente.Una gran serpiente con ojos de oro.Sacúdete el polvo, toma el impulsosaca brillo a tus zapatos de bailar.Lista para recomenzar.Lista para el juego.

Podés distraerte con el paisajesi las dudas se cierran sobre tu cabeza.Pero nena, no mires atrás.Cruza nadando el ríosalta para secar tu dolor.Pisa la serpiente con la bota, desenrolla el lazo,atrapa el sueño; sigue ahí.

Ruedan las piedras, suena el aguaal galope abierto se desgarra el aire.Vas volando rumbo a casabien arriba, llévalo prendido.Ya nada puede hacerte daño

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suelta tu cabello; arroja tu sombrero al aire.

El viento cesará, el miedo pasará.Sigue ahí.Volverás a cantar esas canciones otra vezno llores más, ya sabes cómo es.Sigue ahí.Una chica que clava su bota en el estriboy lo mantiene elevado.Muchos caminos pasarán al subir y al bajary al volver a cantarbien arriba, da la vueltapalmas y vuelve a empezar.Están iguales las cosas que dejastela que cambió esta vez has sido tú.Este es el camino de la serpiente enrollada,se arrastra a veces,pero siempre sube.Levanta la cabeza.Saca la lengua.

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Es de noche y hemos alzado dos autostopistas.Son de la provincia como nosotros y van por la ruta: —A donde nos lleve el camino —dice uno contento de su ocurrenciay lo repite golpeando el borde del asiento;el otro más cauteloso, nos observa a ver si entrañamos algún peligro.Mientras los tres conversan animadamente sobre los resultados de la copaaprovecho para imaginar una situación dramática:son criminales que van por la carreteraatacando conductores desprevenidos.Imagino forcejeos: qué pasa?ellos nos golpean? nos matan? me violan mientras él mira?huyen dejándonos en medio del desiertosolos y sin un centavo?Con la frente apoyada en el vidrio repaso mi película y sonrío.A la derecha, a doscientos metros las luces de un parador nos hacen señas. Todos empezamos a dar voces y a aplaudir;con el estómago caliente todo se ve distinto.

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—Me llamo Deliciay para los hombres…Deliciosa!suelta la vieja entre grandes carcajadasmientras nos sirve con su brazo tatuado lleno de pulseras dos jarras de cerveza.Chillamos y reímos ante sus ocurrencias como niños.No nos habíamos dado cuenta de lo que nos pesael aislamiento de la ruta. Por el rabillo del ojo observo a Delicia y me figuro que debe tener la edad de mi madre;ensoñación que se esfumacuando la pesco guiñándole un ojo a mi hombreque se hace el tonto y sigue comiendo. Me deslizo hacia él y suavementecuchicheo en su oído:—Cuidado con Deliciosa.Reímos.Delicia cómpliceahora me guiña a mí. Pone una canción en la máquina,no entiendo la letra, pero siento que habla de nosotros tres.

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El blues de las viejas señoras (Brown/ Smith) (3:14)

He tenido muchos amoresy me han dejado sola esta noche,todos prometen mucho,pero nadie quiere pasar el invierno.Agarra lo que tienes jovencita y sujétalo fuerte.Oh, pero qué digo,si no lo aprietas fuerte el viento te lo llevará.

El mundo está lleno de pollitasy nadie quiere ya la carne añeja.Ah si pudiera volver el tiempo atrássería una mujer salvaje,de cama en cama y de hombre en hombre.Oh, pero qué digo,si es exactamente lo que he hecho.

Hoy paseas coqueta del brazo de tu papacito,pero cuidado jovencita, que viene el viento y te lo puede volar.Oh, pero qué digo, si eso es exactamente lo que he hechotomar lo que no es mío y echar a volar.

Qué queda para las viejas damas como yoandamos como una cinta flameando en la tormenta.Y aunque parece que ya se ha terminado para míaún tengo la garganta seca.Oh, pero qué digo,si he apurado el amor hasta la última gota.

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Delicia vive en el remolque de atrás del bary no para de maldecir.Su marido se fue una mañanallevándose sus ahorros y ademásel perro.—El muy cabrón! —resopla.El santo día borracho y correteando a las muchachas.A fin de cuentas Delicia se quedó con un riflela casilla, el bar y una vaga tristezaque combate a base de buñuelos, whiskyy una colección de novelas policiales.Cuando nos vamos le dejo mi número de teléfono por si alguna vez viaja a la ciudad.No lo hará.Saluda con la mano hasta que la perdemos de vista.

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Al final, acabamos teniendo problemas con el mapa.Bajo corriendo del auto a preguntar en la tienda.Junto a la puerta, un viejo casi sin dientes lía su cigarro con sedas amarillas.—Sabe cómo hago para llegar a Riglos? —le pregunto.Me sonríe sin contestar.En la penumbra de adentrofrente a un ventilador moribundoel empleado maltrata una revista.—Sabe cómo llego a Riglos?Me mira y se rasca la cabeza.—Aniceto! —llama desde atrás de la cortina una mujer. Parpadeamos.Él tose disculpándose y luego usando palabras rebuscadasme indica cómo llegar rodeando los puestos de peaje. —Aniceto? —regresa la voz, esta vez con un timbre inquisidor.Salgo divertida por la coincidencia —El mismo nombre que mi abuelo…!El viejo chasquea la lengua a mi paso, el cigarro ya armado despide un olor acre, picante.Salimos arando.

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Hemos parado a almorzaren casa de una familia protestanteque ofrece vianda casera abundante y a buen precio.Dispone el padre; en la mesa familiartodos visten ropas oscurasen vívido contraste con los ojos y los cabellos.Las niñas miran de reojosin abrir la bocamis escandalosas botas de ante púrpura.Comemos bollos con mantequillatiernísimos, budín de carne con patatasy frutas frescas de la huerta.Los hijos consultan al padre para abandonar la mesa,él concede.Atento nos acompaña un breve momento,acordamos el pago y se retira a dormir la siesta.La madre refriega la mesa con un trapo húmedo que huele a lejía.Nos retiramos en absoluto silencio.

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—No puede ser que esté lloviendo de nuevo —decís.En la galeríamientras tomo mi cafécaliente al punto de quemarme la lenguaobservo el caer del aguacon trazos brillantes.De pequeñacon mi madre cuando llovía en el veranobuscábamos nuestros trajes de bañoy salíamos a jugar en la calle Bahía Blanca,todavía de tierra.—No lo puedo creer! —decís— Qué mala suerte! —decís. Golpeás irritado la baranda.Estás ansioso por seguir viajepor llegar a algún ladopor hacer progresos en el cuentakilómetros.Te molesta la grieta, la interrupción, la demora,la alteración de los planes, el fastidio de los zapatos mojados. Que no todos los días sean de sol,crujientesde sensación térmica amable.—Hoy ya no para, seguro.Golpeando la puerta mosquitero, resoplando,te confinás a ver la pequeña telesiempre encendida del hall.

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Retomo el diálogoque dejé inconcluso hace años —Qué hacés con ese tipo? —dice el fantasma de mi madre.Levanto los hombros—No sé.

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La canción de la cama vacía (Johnson/ Smith) (6:19)

Me desperté una mañana y ya no estaba ahí.Me desperté una mañana y el mal parido no estaba ahí.Me había prometido cuidarme por siemprey hoy me encuentro con la cama vacía.

Esos pájaros, nenaasí como vienen se van.Tienen el pico muy grandey la cabeza fresca para decir adiós.

Si pudiera poner a todos los hombres que me han prometido quedarse,uno detrás de otro de Luján a Luganotendría más tendido que la red ferroviaria.

Y si prometen y hablan en medio de la noche: —Oh papi, sé de algo en que podrías ocupar esa boca ociosa.Solo soy una chica tontaacostumbrada a escuchar las canciones de los hombres,pero si vienes aquí con tu rollomejor échalo fuera de la cama.

Se viene la temporada de cazay son estupendos los primeros tiempos.Para tomar lo mejor de una chicatienes que darle lo mejor; y te digo que si estás en el cielo, esto pronto será el infierno.

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Y si encuentras a un papi de esosmejor lo sacas fuera de tu cama.

Me levanté esta mañana y me sentí una tonta más.Creí que este era el buenoy aquí estoy de nuevo con la cama vacía.Y te digo, chicate ponen por las nubesy después terminas acá abajo,si conoces a un papi charlatánmejor tenerlo fuera de tu cama.

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Busco en el dial otra radiosuena Parker.Me tocás la pierna en señal de aprobación.Dejo resbalar la vista perezosamente por la intensidad de la llanura.Hace horas que se terminó la edificaciónsolo nos persiguen los cables de las compañías telefónicas.Vamos calladosentregados al ronroneo del motor,perdidos en nuestros pensamientos.Ya nos hemos dicho todo.Por como vibran los vidrios notamos que hay viento.Es una audición de jazz.Por momentos hay un poco de interferenciano quiero preguntarte que pensás, o lo que nos espera al llegar a la ciudad;las pequeñas riñas el desgaste ineludible que trae la rutina o el mapa que no descifraremos para seguir.Una liebre fugaz cruza la ruta.Se detieneun breve segundopara luego desaparecer en el pastizal.

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El motel bosteza su aburrimiento fuera de temporada.Reposeras junto a una piscinaya cubierta de algas y hojas.El viento empuja papeles y nylon hacia los rincones de la galería.“Hay habitaciones”, dice el letrero de madera terciada.Abrimos.La última luz de la tardechorrea las persianas.Envueltos en la vieja colchacomemos emparedados de salami.Un lavabo herido musicaliza el fin.Cansados de pelear, nos dormimos.Él, antes que yo.

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El largo camino a casa (Brennan/ Waits) (3:13)

En las tardes junto al aguacuando me encuentro sola,puedo hacer algo bueno.Pensaré en volver allí,pensaré en cuando éramos buenos,cuando no creíamos en el poder del tiempo.Perdóname nene, pero creo que es hora de volver a casa.

Si el río suena como hoydéjame pensar en cuando te reías,en cuando éramos amigos.Déjame pensar en cómo era entonces,mirarte era como estar en casa.Déjame que te digaque las cosas han cambiado,ha caído sobre nosotros el polvo del camino.

Y puedo decir sin temor a equivocarmeOh mi amor, es muy difícil volver a casa.En tu cama y en tu mesaen la cocina y en esta sillano se encuentra mi verdadero hogar.Por eso digo nene, no sé si se puede volver a casa.

Los caminos de la soledad son traicioneros,te hacen desear lo que perdiste.Oh! solo espero que no se haya perdido!En el viento y en medio de la noche

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Qué es lo que nos hace partir sin dar vuelta la cabeza?Esto fue divertido baby,pero ya es tardey debo emprender el camino de regreso.

Podés ser un tonto en una mesa,un tonto en una sillaque solo se queda porque no sabe dónde ir,pero neneambos sabemosque es difícil y bello volver a casa.

Ahí recordamos quiénes somos,los vecinos nos saludan al llegary la misma canción resuena siempre cuando cae la noche.Sabés lo que quiero decir;así volviendo a casa.

Suena el río, brilla el agua,sabemos que este mundo es una gran confusión;pero nene, al finaltodos tratamos de volver a casa.

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No sabemos qué significa esta despedida. Estamos llenos de confusión y hastío.Nos miramos unos segundos,queremos decir cosas inolvidables,que perduren; pero como suele serbalbuceamos y caemos en lugares comunes.Se ha depositado sobre nosotros el polvo del camino.

Tu hermoso cuerpo calado contra la puesta de sol.Tenés el pelo muy sucio y despeinado, casi blancopor el sol de este verano.Observo tu rostro como tantas veces en el viaje,cada pliegue, cada pequeña marca.Decís alguna tontería—Bueno nena, las cosas son así, ya sabemos;estamos bien y al momento todo se pone del revés y bum.

Un auto pasa muy rápido junto a mí, casi rozándome.Me atraés hacia vos para protegerme. Hundo la cara en tu pecho, oliéndote de golpe,tratando de retener algo de eso para siempre.Los botones de tu gastada chaqueta se me hunden en la mejilla (oh amor, amor, adiós amor).Nos separamosme corrés un mechón de pelo que flota en el viento de la tarde,

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me mirás brevemente un segundo con tus ojos enrojecidos. —Vas a estar bien.Asiento sin poder hablar, es hora.Das la vuelta al auto y arrancás.En la banquina, a un costado de la ruta te miro alejartehasta ser apenas un puntitoun accidente del paisaje.Me ajusto el abrigo, empieza a oscurecercamino hacia las luces.

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Índice

Presentación 04

Poemas

1 07

2 08

3 09

4 10

Medialunas de manteca (Bill Monroe y los Blue Grass Boys) (2:10) 11

5 13

6 15

7 17

8 18

El camino de la serpiente enrollada (Parton /Alexander) (3:46) 19

9 21

10 22

El blues de las viejas señoras (Brown/ Smith) (3:14) 23

11 24

12 25

13 26

14 27

Page 38: EL CAMINO AMERICANO

La canción de la cama vacía (Johnson/ Smith) (6:19) 29

15 31

16 32

El largo camino a casa (Brennan/ Waits) (3:13) 33

17 35

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Celeste Diéguez

Nació en Chascomús, Argentina, en 1979.

Publicó La capital (2012), La enfermedad de las niñas (2013), El camino americano (2015), La plaza (2017), Bondiola Mechada (2018), Lo real (2018) y La canción del amor (2020).

Participó en las antologías Mangueras rojas y azules poetas latinoamericanas (2010), Color Pastel (2010), Re invención (2013), Hijas de diablo Hijas de santo, Muestra de poetas hispanas actuales (2014), Poesía de hoy y de siempre (2014), Australes y peligrosas, Antología de poetas argentinas (2018), Martes Verde (2018). Estuvo a cargo de la Colección de Poesía de Club Hem (2014 al 2019). Asimismo, dirige, desde 2018, el Ciclo de lecturas Rompan Todo // poesía & contexto y coordina el taller de escritura creativa El golpe de horno - taller de chapa y pintura para textos.

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