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  • 8/11/2019 Descartes Ren Las Pasiones Del

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    REN DESCARTES

    LAS PASIONES DEL ALMA

    2003 - Reservados todos los derechos

    Permitido el uso sin fines comerciales

    http://www.biblioteca.org.ar/
  • 8/11/2019 Descartes Ren Las Pasiones Del

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    REN DESCARTES

    LAS PASIONES DEL ALMA

    INDICE

    PRIMERA PARTE

    DE LAS PASIONES EN GENERAL

    Y ACCIDENTALMENTE DE TODALA NATURALEZA DEL HOMBRE

    .

    1.- Lo que es pasin respecto a un sujeto es siempre accin en algn otro aspecto.

    2.-Para conocer las pasiones del alma es preciso distinguir sus funciones de las del cuerpo

    3.-Que regla se debe seguir para este fin

    4.-El calor y el movimiento de los miembros proceden del cuerpo; los pensamientos, delalma

    5.- Es errneo creer que el alma da movimiento y calor al cuerpo

    6.- Qu diferencia existe entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto

    7.- Breve explicacin de las partes del cuerpo y de algunas

    de sus funciones

    8.- Cul es el principio de todas estas funciones

    9.- Cmo se produce el movimiento del corazn

    10.- Cmo se producen en el cerebro los espritus animales

    11.- Cmo se producen los movimientos de los msculos

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    12.- Cmo actan los objetos exteriores sobre los rganos

    los sentidos

    13.- Esta accin de los objetos exteriores puede conducir dediversa manera los espritus a los msculos

    14.- La diversidad que existe entre los espritus puede tambin diversificarsu curso

    15.- Cules son las causas de su diversidad

    16.- Cmo todos los miembros pueden ser movidos por los objetos de los sentidos y por losespritus sin ayuda del alma .

    17.- Cules son las funciones del alma

    18.- De la voluntad

    19.- De las percepciones

    20- De las imaginaciones y otros pensamientos que son formados por el alma

    21.- De las imaginaciones causadas solamente por el cuerpo

    22.- De la diferencia que existe entre las percepciones

    23.-De las percepciones que se refieren a los objetos exteriores a nosotros.

    24.- De las percepciones que se refieren a nuestro cuerpo

    25.- De las percepciones que se refieren a nuestra alma

    26.- Las imaginaciones que dependen nicamente del movimiento fortuito de los esprituspueden ser tan verdaderas pasiones como las percepciones que dependen de los nervios

    27.- Definicin de las pasiones del alma

    28.- Explicacin de la primera parte de esta definicin

    29.- Explicacin de la otra parte

    30.- El alma est unida a todas las partes del cuerpo conjuntamente

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    31.- Hay en el cerebro una pequea glndula en la que el alma ejerce sus funciones msparticularmente que en las dems partes

    32.- Cmo se conoce que esta glndula es la principal sede del alma

    33.- Las pasiones no residen en el corazn34.- Cmo obran una contra otro el alma y el cuerpo

    35.- Ejemplo de la manera como las impresiones de los objetos se unen en la glndula queest en medio del cerebro.

    36.- Ejemplo de cmo se producen las pasiones en el alma

    37.- Cmo parece que todas ellas son causadas por algn movimiento del espritu

    38.- Ejemplo de los movimientos del cuerpo que acompaan a las pasiones y no dependendel alma

    39.- Cmo una misma causa puede provocar diversas pasiones en diversos hombres.

    40.- Cul es el principal efecto de las pasiones

    41.- Qu poder tiene el alma en relacin con el cuerpo

    42.- Cmo encontramos en nuestra memoria las cosas que queremos recordar

    43.- Cmo el alma puede imaginar, estar atenta y mover el cuerpo

    44.- De como cada volicin est naturalmente unida a algn movimiento de la glndula;pero, por industria o por habito, puede unirse a otros

    45.- Cul es el poder del alma respecto a sus pasiones

    46.-Cul es la razn que impide que el alma pueda disponer enteramente de sus pasiones

    47.- En qu consisten los combates que acostumbramos imaginar entre la parte inferior y lasuperior del alma.-

    48.- En que se conoce la fuerza o la debilidad de las almas y cul es el mal de las msdbiles

    49.- La fuerza del alma no basta sin el conocimiento de la verdad

    50.- No hay alma tan dbil que no pueda, bien conducida, adquirir un poder absoluto sobresus pasiones

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    SEGUNDA PARTE

    DEL NMERO Y DEL ORDEN

    DE LAS PASIONES Y EXPLlCACION

    DE LAS SEIS PRlMARlAS

    51.- Cules son las primeras causas de las pasiones

    52.- Cmo se comportan y cmo pueden ser enumeradas.

    53.- La admiracin

    54.- La estimacin o el desprecio, la generosidad o el orgullo, y la humildad o la bajeza

    55.- La veneracin y el desdn

    56.- El amor y el odio

    57.- El deseo

    58.- La esperanza, el temor, los celos, la segundad y la desesperanza

    59.- La irresolucin, el valor, la intrepidez, la emulacin, la cobarda y el terror

    60.- El remordimiento

    61.- La alegra y la tristeza

    62.- La burla, la envidia, la piedad

    63.- La satisfaccin de s mismo y el arrepentimiento

    64.- La simpata y el agradecimiento

    65.- La indignacin y la ira

    66.- La gloria y la vergenza

    67.- El hasto, la aoranza y la alegra

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    68.- Por que esta enumeracin de las pasiones es diferente de la comnmente aceptada

    69.- Hay slo seis pasiones primarias

    70.- De la admiracin; su definicin y su causa71.- En esta pasin no se produce ningn cambio en el corazn ni en la sangre

    72.- En qu consiste la fuerza de la admiracin

    73.- Qu es el pasmo

    74.- En qu son tiles todas las pasiones, y en qu nocivas

    75.- En qu consiste particularmente la admiracin

    76.- En qu puede ser nociva y cmo se puede remediar su defecto y corregir su exceso.

    77.- No son los ms estpidos ni los ms inteligentes los ms inclinados a la admiracin

    78.- El exceso de esta pasin puede tornarse en hbito sino se acude a corregirlo

    79.- Definiciones del amor y del odio

    80.- Que es unirse o separarse de voluntad

    81.- De la distincin que acostumbramos hacer entre el amor

    de concupiscencia y de benevolencia

    82.- Cmo pasiones muy diferentes coinciden en que participan del amor.

    83.- De la diferencia que existe entre el simple afecto, la amistad y la devocin

    84.- No hay tantas especies de odio como de amor

    85.- De la complacencia y del horror

    86.- Definicin del deseo

    87.- Es una pasin que no tiene contraria

    88.- Cules son sus diversas especies

    89.- Cul es el deseo que nace del horror

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    90.- Cul es el que nace de la complacencia

    91.- Definicin de la alegra

    92.- Definicin de la tristeza

    93.- Cules son las causas de ambas pasiones

    94.- Cmo estas pasiones son producidas por bienes o males que slo

    ataen al cuerpo, y en qu consisten el sentimiento agradable y el dolor.

    95.- Cmo pueden tambin ser producidas por bienes y por males que por males que elalma no advierte, como el placer de arriesgarse o de recordar el malpasado.

    96.- Cules son los movimientos de la sangre y de los espritus que producen las cincopasiones precedentes

    97.- Principales experiencias que sirven para conocer estos movimientos en el amor

    98.- En el odio

    99.- En la alegra

    100.- En la tristeza

    101.- En el deseo

    102.- El movimiento de la sangre y de los espritus en el amor

    103.- En el odio

    104.- En la alegra

    105.- En la tristeza

    106 -En el deseo

    107.- Cual es la causa de estos movimientos en el amor

    108.-En el odio

    109.-En la alegra

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    110.-En la tristeza

    111.-En el deseo

    112.-Cules son los signos exteriores de estas pasiones

    113.-De los gestos de los ojos y del rostro

    114.-De los cambios de color

    115.-Cmo hace enrojecer la alegra

    116.-Cmo hace palidecer la tristeza

    117.-Cmo a veces se enrojece estando triste

    118.-De los temblores

    119.-De la languidez

    120.-Cmo se produce por el amor y por el deseo

    121.-Cmo puede ser producida tambin por otras pasiones

    122.-Del desmayo

    123.-Porque la tristeza no produce desmayo

    124.-De la risa

    125.- Por qu la risa no acompaa a las ms grandes alegras

    126.- Cules son sus principales causas

    127.-Cul es la causa de la indignacin

    128.-Del origen de las lgrimas

    129.-Cmo los vapores se transforman en agua

    130.-Como lo que produce dolor al ojo incita a llorar

    131.-Cmo se llora de tristeza

    132.-De los gemidos que acompaan a las lgrimas

    133.- Por qu los nios y los viejos lloran fcilmente

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    134.- Por qu algunos nios palidecen en vez de llorar

    135.- De los suspiros

    136.- De dnde provienen los efectos de las pasiones que sonparticulares de ciertos hombres

    137.- De la funcin de las cinco pasiones aqu explicadas en

    cuanto se refieren al cuerpo

    138.- De sus defectos y de los medios de corregirlos

    139.-De la funcin de las mismas pasiones en cuanto corres-

    penden al alma, y en primer lugar al amor

    140.- Del odio

    141.- Del deseo, de la alegra y de la tristeza

    142.- De la alegra y del amor comparados con la tristeza y l

    odio

    143.- De las mismas pasiones, cuando se relacionan con l

    deseo

    144.- De los deseos cuya manifestacin depende nicamente de nosotros

    145.- De los que dependen nicamente de otras cosas, y de qu es la fortuna.

    146.- De los que dependen de nosotros y de otro.

    147.- De las emociones interiores del alma.

    148.- El ejercicio de la virtud es un soberano remedo contra las pasiones.

    TERCERA PARTEDE LAS PASIONES PARTICULARES

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    149.- De la estimacin y del desprecio.

    150.- Estas pasiones no son sino especies de admiracin

    151.- Son ms visibles cuando las referimos a nosotros mismos.152.- Por qu causa podemos estimarnos.

    153.- En qu consiste la generosidad

    154.- Impide despreciar a los dems

    155.- En qu consiste la humildad virtuosa

    156.- Cules son las propiedades de la generosidad y cmo sirve de remedio contralos desrdenes de las pasiones.

    157.- Del orgullo

    158.- Estos efectos son contrarios a los de la generosidad

    159.- De la humildad viciosa

    160.-Cul es el movimiento de los espritus en estas pasiones

    161.- Cmo puede adquirirse la generosidad

    162.- De la veneracin

    163.- Del desdn

    164.- Del uso de estas dos pasiones

    165.- De la esperanza y del temor

    166.- De la seguridad y de la desesperanza

    167.- De los celos

    168.- En qu ocasiones puede ser honrada esta pasin.

    169.- En qu casos es censurable

    170.- De la irresolucin

    171.- Del valor y de la intrepidez

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    172.- De la emulacin

    173.- Cmo la intrepidez depende de la esperanza

    174.- De la cobarda y del miedo175.- Del uso de la cobarda.

    176.- Del uso del miedo

    177.- Del remordimiento

    178.- De a burla

    179.- Por qu los imperfectos suelen ser los mas burlones

    180.- Del uso de la burla

    181.- Del uso de la risa y de la burla.

    182.- De la envidia.

    183.- Cmo puede ser justa e injusta.

    184.- A qu se debe que los envidiosos son propensos a tener la tez plomiza.

    185.- De la piedad

    186.- Quines son los ms compasivos.

    187.- Cmo los ms generosos sienten esta pasin.

    188.- Quines son los que no sienten piedad.

    189.- Por qu esta pasin mueve a llorar.

    190.- De la satisfaccin de s mismo.

    191.- Del arrepentimiento.

    192.- Del favor.

    193.- Del agradecimiento.

    194.- De la ingratitud.

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    195.- De la indignacin.

    196.- Por qu la indignacin va unida a veces a la piedad y a veces a la burla.

    197.- A veces la acompaa la admiracin y no es incompatible con la alegra-.

    198.- De su uso.

    199. de la ira.

    200. Por qu las personas que enrojecen de indignacin, son menos temibles que lasque palidecen.

    201.- Hay dos clases de ira, y las personas ms buenas son las ms propensas a laprimera.

    202.- Las que ms se dejan llevar a la obra son las almas dbiles y bajas.

    203.- La generosidad sirve como remedio contra sus excesos.

    204.- De la gloria.

    205.- De la vergenza

    206.- Del uso de estas dos pasiones.

    207.- De la impudencia.

    208.- De la saciedad.

    209.- De la aoranza.

    210.- Del contento.

    211.- Un remedio general contra las pasiones.

    212. De las pasiones depende todo el bien y todo el mal de esta vida.

    .

    PRIMERA PARTE

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    DE LAS PASIONES EN GENERAL

    Y ACCIDENTALMENTE DE TODA

    LA NATURALEZA DEL HOMBRE

    Art. 1. Lo que es la pasin respecto a un sujeto es siempre accin en algn otro aspecto.

    Nada pone tan bien de manifiesto cun defectuosas son las ciencias que recibimosde los antiguos como lo que stos han escrito de las pasiones; pues, por ms que se trate deuna materia que siempre se puso gran empeo en conocer y que no parece ser de las msdifciles, ya que, sintindolas cada cual en s mismo, no es menester recurrir a ningunaobservacin ajena para descubrir su naturaleza, lo que los antiguos han enseado de ellas estan poco, y tan poco creble en general, que slo alejndome de los caminos seguidos porellos puedo abrigar alguna esperanza de aproximarme a la verdad. Por esta razn me verobligado a escribir aqu como si se tratara de una materia que nadie, antes que yo, hubieratocado; y para comenzar, considero que todo lo que se hace u ocurre de nuevo esgeneralmente llamado por los filsofos una pasin respecto al sujeto a quien ello ocurre, yuna accin respecto a aquel que hace que ocurra; de suerte que, aunque el agente y elpaciente sean con frecuencia muy diferentes, la accin y la pasin no dejan de ser siempreuna misma cosa que tiene estos dos nombres, por causa de los dos diversos sujetos a loscuales puede referirse.

    Art. 2. Para conocer las pasiones del alma es preciso distinguir sus funciones de las delcuerpo.

    Considero, adems, que no reparamos en que ningn sujeto obra ms inmediatamentecontra nuestra alma que el cuerpo al que est unida, y que por consiguiente debemos censarque lo que en ella es una pasin es generalmente en l una accin; de suerte que no haymejor camino para llegar al conocimiento de nuestras pasiones que examinar la diferenciaexistente entre el alma y el cuerpo, a fin de conocer a cul de los dos se debe atribuir cadauna de las funciones que hay en nosotros.

    Art. 3. Qu regla se debe seguir para este fin.

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    Lo cual no resulta muy difcil si se tiene en cuenta que todo aquello cuya existenciaexperimentamos en nosotros y que vemos que puede tambin existir en cuerposcompletamente inanimados, no debe ser atribuido ms que a nuestro cuerpo; y, por el

    contrario, todo lo que hay en nosotros y que no concebimos en modo alguno puedapertenecer a un cuerpo, debe ser atribuido a nuestra alma.

    Art. 4. El calor y el movimiento de los miembros proceden del cuerpo; los pensamientos,del alma.

    As pues, como no concebimos que el cuerpo piense de ninguna manera, debemos creer quetoda suerte de pensamientos que existen en nosotros pertenecen al alma; y como nodudamos que hay cuerpos inanimados que pueden moverse de tantas o ms diversasmaneras que los nuestros, y que tienen tanto o ms calor (lo que la experiencia muestra enla llama, que tiene en s misma mucho ms calor y movimiento que ninguno de nuestrosmiembros), debemos creer que todo el calor y todos los movimientos que hay en nosotros,en tanto no dependen del pensamiento, no pertenecen sino al cuerpo.

    Art. 5. Es errneo creer que el alma da movimiento y calor al cuerpo.

    Con lo cual evitaremos un error muy considerable en el que han cado algunos, de suerteque, a mi juicio, es sta la primera causa de que no se hayan podido hasta ahora explicarbien las pasiones y las dems cosas pertenecientes al alma. Ello consiste en que, viendo quetodos los cuerpos muertos quedan privados de calor y luego de movimientos, se haimaginado que era la ausencia del alma lo que haca cesar esos movimientos y ese calor; y,en consecuencia, se ha credo sin razn que nuestro calor natural y todos los movimientosde nuestros cuerpos dependen del alma, mientras que se deba pensar, al contrario, que elalma se ausenta, cuando el individuo muere, a causa de que cesa ese calor y de que secorrompen los rganos que sirven para mover el cuerpo.

    Art. 6. Que diferencia existe entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto.

    Consideremos, pues, para evitar este error, que la muerte no ocurre nunca por ausencia delalma, sino porque alguna de las principales partes del cuerpo se corrompe; y pensemos que

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    el cuerpo de un hombre vivo difiere del de un hombre muerto como difiere un reloj u otroautmata (es decir, otra mquina que se mueve por s misma), cuando est montado y tieneen s el principio corporal de los movimientos para los cuales fue creado, con todo lonecesario para su funcionamiento, del mismo reloj, u otra mquina, cuando se ha roto ydeja de actuar el principio de su movimiento.

    Art. 7. Breve explicacin de las partes del cuerpo y de alguna de sus funciones.

    Para hacer esto ms inteligible, explicar aqu en pocas palabras la manera como estcompuesta la mquina de nuestro cuerpo. No hay nadie ya que no sepa que hay en nosotrosun corazn, un cerebro, un estmago, msculos, nervios, arterias, venas y cosas semejantes;se sabe tambin que los alimentos que comemos descienden al estmago y a las tripas,donde su jugo, yendo al hgado y a todas las venas, se mezcla con la sangre que stascontienen, aumentando as la cantidad de la misma. Los que han odo hablar de medicina,por poco que sea, saben adems cmo est constituido el corazn y cmo toda la sangre delas venas puede fcilmente circular de la vena cava al lado derecho del corazn, y de aqupasar al pulmn por el vaso que se llama vena arterial, tomar luego del pulmn al ladoizquierdo del corazn por el vaso llamado arteria venosa, y pasar finalmente de aqu a lagran arteria, cuyas ramificaciones se extienden por todo el cuerpo. Y todos los que no estnenteramente ciegos por la autoridad de los antiguos y que han querido abrir los ojos paraexaminar la opinin de Hervaeus sobre la circulacin de la sangre, estn convencidos deque todas las venas y las arterias del cuerpo son como arroyos por donde corre la sangrecontinua y rpidamente, saliendo de la cavidad derecha del corazn por la vena arterial,cuyas ramificaciones se distribuyen por todo el pulmn y se unen a las de la arteria venosa,por la cual pasa del pulmn al lado izquierdo del corazn; de aqu va luego a la gran arteria,cuyas ramificaciones, esparcidas por todo el resto del cuerpo, se unen a las ramificacionesde la vena que llevan la misma sangre a la cavidad derecha del corazn; de suerte que estasdos cavidades son como esclusas por cada una de las cuales pasa toda la sangre a cadavuelta que sta da en el cuerpo. Se sabe tambin que todos los movimientos de losmiembros dependen de los msculos, y que stos msculos estn opuestos unos a otros, detal suerte que cuando uno de ellos se contrae, tira hacia s la parte del cuerpo a que vaunido, lo cual hace distenderse al mismo tiempo el msculo opuesto; luego, si este ltimose contrae, hace que el otro se distienda y atraiga hacia s la parte a que ambos estn unidos.Se sabe, asimismo, que todos estos movimientos de los msculos, lo mismo que todos lossentidos, dependen de los nervios, que son como unas cuerdecitas o como unos tubitos quesalen, todos, del cerebro, y contienen, como ste, cierto aire o viento muy sutil que se llamalos espritus animales.

    Art. 8. Cul es el principio de todas estas funciones

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    Pero no es corriente saber de qu manera contribuyen estos espritus animales y estos

    nervios a los movimientos y a los sentidos; por eso, aunque ya me he referido un poco aesta cuestin en otros escritos he de decir aqu sucintamente que, mientras vivimos, hay uncalor continuo en nuestro corazn, que es una especie de fuego mantenido en l por la

    sangre de las venas, y que este fuego es el principio corporal de todos los movimientos denuestros miembros.

    Art. 9. Cmo se produce el movimiento del corazn.

    Su primer efecto es que dilata la sangre de que estn llenas las cavidades del corazn, y estodetermina que, impelida por la necesidad de buscar mayor espacio, pase con impetuosidadde la cavidad derecha a la vena arterial, y de la izquierda a la gran arteria; luego, al cesaresa dilatacin, entra inmediatamente nueva sangre de la vena cava, a la cavidad derecha delcorazn, y de la arteria venosa a la izquierda; pues hay a la entrada de estos cuatro vasosunas membranitas dispuestas de tal modo que la sangre no puede entrar en el corazn sinopor las dos ltimas, ni salir ms que por las otras dos. La sangre nueva entra en el corazn yse rarifica inmediatamente, de la misma manera que la precedente; y slo en esto consiste elpulso o latido del corazn y de las arterias; de suerte que este latido se reitera tantas vecescomo entra sangre nueva en el corazn. sta es tambin la nica causa que da a la sangre sumovimiento y hace que circule sin cesar muy rpidamente por todas las arterias y las venas,llevando as el calor que adquiere en el corazn a todas las dems partes del cuerpo, y lessirve de alimento.

    Art. 10. Cmo se producen en el cerebro los espritus animales.

    Pero lo ms considerable que hay en esto es que todas las partes ms vivas y ms sutiles dela sangre que el calor ha rarificado en el corazn entran continuamente en gran cantidad enlas cavidades del cerebro. Y la razn por la cual van a parar a l antes que a ningn otrolugar es que toda la sangre que sale del corazn por la gran arteria se dirige en lnea rectahacia el cerebro, y que, no pudiendo entrar toda en l, debido a que no hay ms que unospasos muy estrechos, entran slo las partes ms agitadas y ms sutiles, mientras que el restova a todos los dems lugares del cuerpo. Ahora bien, estas partes muy sutiles de la sangrecomponen los espritus animales, y para ello no necesitan recibir ningn otro cambio en elcerebro, sino que en l quedan separadas de las dems partes de la sangre menos sutiles;pues lo que aqu llamo espritu no son sino cuerpos, y no tienen otra propiedad que la de sercuerpos muy pequeos y que se mueven muy rpidamente, como las partes de la llama que

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    sale de una antorcha; de suerte que no se detienen en ningn sitio y, a medida que algunosde ellos entran en la cavidad del cerebro, salen tambin algunos otros por los poros que hayen su sustancia, los cuales los conducen a los nervios, y de aqu a los msculos, lo que lespermite mover el cuerpo de todas las diversas maneras como puede ser movido.

    Art. 11. Cmo se producen los movimientos de los msculos

    Pues la nica causa de todos los movimientos de los miembros es que algunos msculosse contraen y que sus opuestos se dilatan, como hemos dicho ya; y la nica causa que haceque un msculo se contraiga antes que su opuesto es que van hacia el primero ms espritusdel cerebro que hacia el otro. No es que los espritus que proceden inmediatamente delcerebro basten para mover ellos solos estos msculos, sino que determinan a los otrosespritus que estn ya en los msculos a salir con gran rapidez de uno de ellos y a pasar alotro, con lo cual aquel de donde salen se estira y se afloja, y aquel otro en el que entran,rpidamente inflado por ellos, se contrae y tira del miembro al que va unido. Lo cual esfcil de concebir, con tal de saber que hay muy pocos espritus animales que vayancontinuamente del cerebro a cada msculo, pero que hay siempre otros muchos encerradosen el mismo msculo que se mueven en l muy rpidamente, a veces girando slo en ellugar donde estn, a saber, cuando no encuentran pasos abiertos para salir, y a vecespasando al msculo opuesto, pues en cada uno de estos msculos hay pequeos orificiospor donde los espritus pueden pasar de uno a otro, y estn dispuestos de tal modo que,cuando los espritus que van del cerebro hacia uno de esos msculos tienen ms fuerza quelos que van al otro, por pequea que sea la diferencia, abren todas las entradas por dondelos espritus del otro msculo pueden pasar a ste, y cierran al mismo tiempo todas aquellaspor donde los espritus de ste pueden pasar al otro; mediante lo cual, todos los espritusantes contenidos en estos dos msculos se juntan en uno de ellos muy rpidamente, y deeste modo lo inflan y lo contraen mientras que el otro se estira y se afloja.

    Art. 12. Cmo actan los objetos exteriores sobre los rganos de los sentidos.

    Falta saber aqu las causas por las cuales los espritus no siempre van del cerebro a losmsculos de la misma manera y van a veces ms hacia unos que hacia otros. Pues, ademsde la accin del alma, que es verdaderamente en nosotros una de esas causas, comoexplicar luego, hay adems otras dos que dependen slo del cuerpo, causas que esnecesario sealar. La primera consiste en la diversidad de los movimientos que sonprovocados en los rganos de los sentidos por sus objetos, causa que ya he explicado conbastante amplitud en la Diptrica; ms para que los que lean este escrito no tengan

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    necesidad de haber ledo otros, repetir aqu que en los nervios hay que considerar trescosas, a saber: su mdula, o sustancia interior, que se extiende en forma de hilitos desde elcerebro, donde nace, hasta los extremos

    de los otros miembros a que estn unidos esos hilos; luego las membranas que los rodean y

    que, siendo contiguas a las que envuelven el cerebro, forman unos tubitos dentro de loscuales estn esos hilitos; por ltimo, los espritus animales, que, conducidos por esosmismos tubos desde el cerebro hasta los msculos, hacen que esos hilos permanezcan enellos enteramente libres y extendidos de tal suerte que la menor cosa que mueva la parte delcuerpo a la que va unido el extremo de alguno de ellos hace mover por el mismo medio laparte del cerebro de donde procede, de igual manera que cuando se tira de uno de los cabosde una cuerda se mueve el otro.

    Art. 13. Esta accin de los objetos exteriores puede conducir de diversa manera losespritus a los msculos.

    Ya he explicado en la Diptrica cmo todos los objetos de la vista no se comunican anosotros de otro modo que moviendo localmente, por medio de los cuerpos transparentesque hay entre ellos y nuestros ojos, y luego los lugares del cerebro donde nacen esosnervios; que los mueven, digo, de tantas maneras diferentes como diversidades en las cosasnos hacen ver, y que no son los movimientos que se producen en el ojo, sino los que seproducen en el cerebro los que representan al alma esos objetos. Por este ejemplo es fcilconcebir que los sonidos, los olores, los sabores, el calor, el dolor, el hambre, la sed y engeneral todos los objetos, tanto de nuestros otros sentidos exteriores como de nuestrosapetitos interiores, provocan tambin en nuestros nervios algn movimiento, que pasa poreste medio al cerebro; y estos diversos movimientos del cerebro, adems de hacer ver anuestra alma diversos sentimientos, pueden tambin hacer sin ella que los espritus sedirijan a ciertos msculos ms bien que a otros, y que muevan as nuestros miembros, loque probar aqu solamente con un ejemplo. Si alguien dispara rpidamente su mano contranuestros ojos, como para pegarnos, aunque sepamos que es nuestro amigo, que slo haceeso en broma y que se guardar muy bien de causarnos mal alguno, nos es sin embargomuy difcil no cerrarlos; lo que demuestra que no se cierran por intervencin de nuestraalma, puesto que ello ocurre contra nuestra voluntad, la cual es su nica o al menos suprincipal accin; sino que se cierran porque la mquina de nuestro cuerpo est constituidade tal modo que el movimiento de esa mano hacia nuestros ojos provoca otro movimientoen nuestro cerebro, que conduce los espritus animales a los msculos que hacen bajar losprpados.

    Art. 14. La diversidad que existe entre los espritus puede tambin diversificar su curso.

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    La otra causa por la que los espritus animales siguen diferente curso en los msculos es ladesigual agitacin de estos espritus y la diversidad de sus partes. Pues cuando algunas desus partes son ms grandes y ms movibles que las otras, pasan antes en lnea recta a lascavidades y a los poros del cerebro, y por este medio son conducidas a otros msculosadonde no lo seran si tuvieran menos fuerza.

    Art. 15. Cules son las causas de su diversidad

    Y esta desigualdad puede proceder de las diversas materias de que estn constituidas, comose ve en los que han bebido mucho vino, que los vapores de este vino, entrandorpidamente en la sangre, suben del corazn al cerebro, donde se convierten en espritus,los cuales, ms fuertes y ms abundantes que los que en l se encuentran de ordinario, soncapaces de mover el cuerpo de varias extraas maneras. Esta desigualdad de los esprituspuede tambin proceder de las diversas posiciones del corazn, del hgado, del estmago,del bazo y de todas las dems partes que contribuyen a su produccin; pues hay que teneren cuenta principalmente aqu ciertos pequeos nervios insertos en la base del corazn quesirven para dilatar y contraer los orificios de estas concavidades, mediante lo cual la sangre,dilatndose en ellas ms o menos, produce espritus diversamente dispuestos.

    Hay que observar tambin que, aunque la sangre que entra en el corazn proviene de todoslos dems lugares del cuerpo, ocurre sin embargo muchas veces que es impulsada hacia lcon ms fuerza de unas partes que de otras, porque los nervios y los msculos queresponden a las primeras la presionan o la agitan ms, y porque, segn la diversidad de laspartes de las que acude ms sangre, se dilata de diferente modo en el corazn, y luegoproduce espritus que tienen cualidades diferentes. As, por ejemplo, la sangre que provienede la parte inferior del hgado, donde est la bilis, se dilata en el corazn de modo diferenteque la que procede del bazo, y sta de manera distinta que la que proviene de las venasdel brazo o de las piernas, y, por

    ltimo, sta muy diferentemente que el jugo de los alimentos cuando, al salir nuevamentedel estmago y de los intestinos, pasa rpidamente por el hgado hasta el corazn.

    Art. 16. Cmo todos los miembros pueden ser movidos por los objetos de los sentidos ypor los espritus sin ayuda del alma.

    Por ltimo, es preciso observar que la mquina de nuestro cuerpo est compuesta de talmodo que todos los cambios que ocurren en el movimiento de los espritus pueden

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    determinar que abran algunos poros del cerebro ms que los otros, y recprocamente que,cuando alguno de estos poros est ms o menos abierto que de costumbre, aunque sea poco,por la accin de los nervios que sirven a los sentidos, esto cambia algo el movimiento delos espritus, y hace que sean conducidos a los msculos que sirven para mover el cuerpocomo se mueve ordinariamente en circunstancia tal; de suerte que todos los movimientos

    que realizamos sin que nuestra voluntad intervenga en ello (como ocurre a menudo cuandorespiramos, cuando andamos, cuando comemos y, en fin, cuando ejecutamos todos losactos que nos son comunes con los animales) no dependen ms que de la conformacin denuestros miembros y del curso que los espritus, excitados por el calor del cuerpo, siguennaturalmente en el cerebro, en los nervios y en los msculos, de la misma manera que elmovimiento de un reloj es producido nicamente por la fuerza de su resorte y la forma desus ruedas.

    Art. 17. Cules son las funciones del alma.

    Una vez consideradas todas las funciones que pertenecen nicamente al cuerpo al cuerpo,fcil es conocer que no queda en nosotros nada que debamos atribuir a nuestra alma, apartenuestros pensamientos, los cuales son principalmente de dos gneros, a saber: unos son lasacciones del alma, otros son sus pasiones. Las que llamo sus acciones son todas nuestrasvoluntades, porque experimentamos que provienen directamente de nuestra alma, y parecenno depender sino de ella; como, por el contrario, se puede generalmente llamar sus pasionesa todas las clases de percepciones o conocimientos que se encuentran en nosotros, porquemuchas veces no es nuestra alma la que las hace tales como son, y porque siempre lasrecibe de las cosas que son representadas por ellas.

    Art. 18. De la voluntad.

    Nuestras voluntades son tambin de dos clases; pues unas son acciones del alma queterminan en el alma misma, como cuando queremos amar a Dios o generalmente aplicarnuestro pensamiento a algn objeto que no es material otras son acciones que terminan ennuestro cuerpo, como, por el simple hecho de que tenemos la voluntad de pasearnos,nuestras piernas se mueven y andamos.

    Art. 19. De las percepciones.

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    Nuestras percepciones son tambin de dos clases, y unas tienen por causa el alma, otrasel cuerpo. Las que tienen por causa el alma son las percepciones de nuestras voluntades yde todas las imaginaciones u otros pensamientos que de ella dependen; pues es indudableque no podramos querer ninguna cosa que no percibiramos por el mismo medio que laqueremos; y aunque, con respecto a nuestra alma, querer algo sea una accin, puede

    decirse que, en ella, percibir que quiere es tambin una pasin; no obstante, como estapercepcin y esta voluntad no son en realidad ms que una misma cosa, la denominacinse hace siempre por lo que es ms noble, y por eso no se acostumbra llamarla una pasin,sino slo una accin.

    Art. 20. De las imaginaciones y otros pensamientos que son formados por el alma.

    Cuando nuestra alma se pone a imaginar algo que no existe, como al figurarse un palacioencantado o una quimera, y tambin cuando se pone a considerar algo que es solamenteinteligible y no imaginable, por ejemplo, a considerar su propia naturaleza, las percepcionesque tiene de estas cosas dependen principalmente de la voluntad que hace que las perciba;por eso se acostumbra considerarlas como acciones ms bien que como pasiones.

    Art. 21. De las imaginaciones causadas solamente por el cuerpo.

    Entre las percepciones causadas por el cuerpo, la mayor parte dependen de los nervios; perohay tambin algunas que no dependen de ellos, y que se llaman imaginaciones, comoaquellas de que acabo de hablar, de las cuales difieren, sin embargo, en que nuestravoluntad no interviene en su formacin, por lo cual no pueden ser incluidas entre lasacciones del alma, y proceden nicamente de que, diversamente agitados los espritus yencontrando las huellas de diversas impresiones que han precedido en el cerebro, tomancurso fortuitamente por ciertos poros ms bien que por otros. Tales son las ilusiones denuestros sueos y tambin las divagaciones que solemos tener estando despiertos, cuandonuestro pensamiento deambula despreocupado sin fijarse determinadamente en nada. Ahorabien, aunque algunas de estas imaginaciones sean pasiones del alma, tomando esta palabraen su ms propio y ms perfecto significado, y aunque todas puedan ser as llamadas si setoman en un sentido ms general, no obstante, como no tienen una causa tan notable y tandeterminada como las percepciones que el alma recibe por medio de los nervios, y parecenno ser sino la sombra y la pintura de aquellas, para poder distinguirlas bien hay queconsiderar la diferencia que existe entre estas otras.

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    Art. 22. De la diferencia que existe entre las percepciones.

    Todas las percepciones que no he explicado an van al alma por medio de los nervios, yentre ellas hay la diferencia de que unas las referimos a objetos exteriores, que impresionannuestros sentidos, y otras a nuestra alma.

    Art. 23. De las percepciones que se refieren a los objetos exteriores a nosotros.

    Las que se refieren a cosas que estn fuera de nosotros, o sea a los objetos de nuestrossentidos, son producidas, al menos cuando nuestra opinin no es falsa, por esos objetosque, provocando algunos movimientos en los rganos de los sentidos exteriores, losprovocan tambin por medio de los nervios en el cerebro, los cuales hacen que el alma lossienta. As, cuando vemos la luz de una antorcha y omos el sonido de una campana, estesonido y esta luz son dos diferentes acciones que, por el simple hecho de suscitar dosdiferentes movimientos en algunos de nuestros nervios, y por este medio en el cerebro, danal alma dos sentimientos distintos, sentimientos que referimos de tal modo a los sujetos quesuponemos son sus causas, que creemos ver la antorcha misma y or la campana, nosolamente sentir unos movimientos que provienen de ellas.

    Art. 24. De las percepciones que se refieren a nuestro cuerpo.

    Las percepciones que se refieren a nuestro cuerpo o a algunas de sus partes son las quetenemos del hambre, de la sed y de nuestros dems apetitos naturales, a las cuales se puedeaadir el dolor, el calor y las otras afecciones que sentimos como en nuestros miembros, yno como en los objetos exteriores a nosotros: as podemos sentir al mismo tiempo, y pormedio de nuestros nervios, la frialdad de nuestra mano y el calor de la llama a que seacerca, o bien al contrario, el calor de la mano y el fro del aire a que est expuesta, sin quehaya ninguna diferencia entre las acciones que nos hacen sentir el calor o el fro de nuestramano y las que nos hacen sentir el exterior a nosotros, sino que, como una de estasacciones sobreviene a la otra, nos parece que la primera est ya en nosotros, y que la quesobreviene no lo est an, sino en el objeto que la causa.

    Art. 25. De las percepciones que se refieren a nuestra alma.

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    Las percepciones que se refieren solamente al alma son aquellas cuyos efectos se sientencomo en el alma misma, y de las cuales no se suele conocer ninguna causa primera a la quese puedan atribuir; tales son los sentimientos de alegra, de clera y otros semejantes, que

    son a veces provocados en nosotros por los objetos que mueven nuestros nervios, y a vecestambin por otras causas. Ahora bien, aunque todas nuestras percepciones, tanto las que serefieren a los objetos exteriores a nosotros como las que se refieren a las diferentesafecciones de nuestro cuerpo, sean verdaderamente pasiones con respecto a nuestra almatomando esta palabra en su significado ms general, se acostumbra no obstante limitarlas alas que se refieren al alma misma, Y son solamente estas ltimas las que yo me hepropuesto explicar con el nombre de pasiones del alma.

    Art. 26. Las imaginaciones que dependen nicamente del movimiento fortuito de losespritus pueden ser tan verdaderas pasiones como las percepciones que dependen de losnervios.

    Hay que sealar aqu que las mismas cosas que el alma percibe por medio de los nerviospueden, todas ellas, ser tambin representadas por el curso fortuito de los espritus, sin msdiferencia que las impresiones que van del cerebro por los nervios son generalmente msvivas y ms expresas que las que en l provocan los espritus: lo que me ha hecho decir enel artculo 21 que estas son como la sombra y la pintura de las otras. Hay que observartambin que, a veces, esta pintura es tan parecida a la cosa que representa, que nospodemos engaar en cuanto a las percepciones que se refieren a los objetos exteriores anosotros o a las que se refieren a algunas partes de nuestro cuerpo, pero no nos podemosengaar en cuanto a las pasiones, sobre todo porque estn tan prximas y tan dentro denuestra alma que es imposible que sta las sienta sin que sean verdaderamente tales comolas siente. As, a menudo cuando dormimos, y hasta a veces estando despiertos,imaginamos tan fuertemente ciertas cosas que nos parece que las estamos viendo antenosotros o sintindolas en nuestro cuerpo, aunque no estn en l en modo alguno; pero, aundormidos y soando, no podramos sentirnos tristes o emocionados por alguna otra pasinsin que sea muy cierto que el alma tiene en s esta pasin.

    Art. 27. Definicin de las pasiones del alma.

    Despus de haber considerado en qu difieren las pasiones del alma de todos los demspensamientos de la misma, creo que se puede en general definirlas como percepciones, olos sentimientos, o las emociones del alma, que se refieren particularmente a ella, y que soncausadas, sostenidas y fortificadas por algn movimiento de los espritus.

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    Art. 28. Explicacin de la primera parte de esta definicin

    Podemos llamarlas percepciones cuando empleamos en general esta palabra para designartodos los pensamientos que no son acciones del alma o voluntades, pero no cuando lausamos solamente para designar conocimientos evidentes; pues la experiencia demuestraque no son los ms agitados por sus pasiones los que mejor las conocen, y que estas figuranentre las percepciones que la estrecha alianza que existe entre el alma y el cuerpo haceconfusas y oscuras. Podemos tambin llamarlas sentimientos, porque son recibidas en elalma de la misma manera que los objetos de los sentidos exteriores, y el alma no las conocede otro modo; pero podemos mejor an llamarlas emociones del alma, no slo porque estenombre puede ser dado a todos los cambios que ocurren en ella, o sea a todos los diversospensamientos que le llegan, sino particularmente porque, de todas las clases depensamientos que el alma puede tener, ninguna la agita y la conmueve tan fuertementecomo estas pasiones.

    Art. 29. Explicacin de la otra parte.

    Aado que se refieren particularmente al alma, para distinguirlas de los otrossentimientos que se refieren, unos a los objetos exteriores, como los olores, los sonidos, loscolores; otros a nuestro cuerpo, como el hambre, la sed, el dolor. Aado tambin que soncausadas, sostenidas y reforzadas por algn movimiento de los espritus, a fin dedistinguirlas de nuestras voluntades, que podemos llamar emociones del alma que serefieren a ella, pero que son causadas por ella misma, y tambin a fin de explicar su ultimay ms prxima causa, que las distingue tambin de los otros sentimientos.

    Art. 30. El alma esta unida a todas las partes del cuerpo conjuntamente.

    Pero para entender ms perfectamente todas estas cosas, hay que saber que el almaest verdaderamente unida a todo el cuerpo, y que no se puede decir que est en alguna desus partes con exclusin de las dems, porque es uno y en cierto modo indivisible, en raznde la disposicin de todos sus rganos, de tal modo relacionados entre s que, cuando unode ellos es suprimido, ello hace defectuoso todo el cuerpo, porque el alma es de unanaturaleza que no tiene relacin alguna con la extensin ni con las dimensiones o con laspropiedades de la materia de que el cuerpo se compone, sino solamente con todo el

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    conjunto de sus rganos, como resulta del hecho de que no se podra en modo algunoconcebir la mitad, la tercera parte de un alma ni que extensin ocupa, y de que nodeviene ms pequea si se mutila alguna parte del cuerpo, sino que se separa enteramentede l, cuando se disuelve el conjunto de sus rganos.

    Art. 31. Hay en el cerebro una pequea glndula en la que el alma ejerce sus funciones msparticularmente que en las dems partes.

    Es preciso saber tambin que, aunque el alma est unida a todo l cuerpo, hay sin embargoen l alguna parte en la cual ejerce sus funciones ms particularmente que en todas lasdems; y se cree generalmente que esta parte es el cerebro, o acaso el corazn: el cerebro,porque con l se relacionan los rganos de los sentidos, y el corazn porque parece como sien l se sintieran las pasiones. Mas, examinando la cosa con cuidado, parceme haberreconocido evidentemente que la parte del cuerpo en la que el alma ejerce inmediatamentesus funciones no es en modo alguno el corazn, ni tampoco todo el cerebro, sino solamentela ms interior de sus partes, que es cierta glndula muy pequea, situada en el centro de susustancia y de tal modo suspendida sobre el conducto por el cual se comunican los espritusde sus cavidades anteriores con los de la posterior, que los menores movimientos que seproducen en esta tienen un gran poder para cambiar el curso de estos espritus, yrecprocamente, los menores cambios que se producen en el curso de los espritus lo tienenigualmente para variar los movimientos de esta glndula.

    Art. 32. Cmo se conoce que esta glndula es la principal sede del alma.

    La razn que me convence de que el alma no puede tener en todo el cuerpo ningn otrolugar que esta glndula donde ejerce inmediatamente sus funciones, es que considero quelas otras partes de nuestro cerebro son todas dobles, de la misma manera que tenemos dosojos, dos manos, dos odos, y todos los rganos de nuestros sentidos son dobles; y que,puesto que no tenemos ms que un nico y simple pensamiento de una misma cosa almismo tiempo, por fuerza ha de haber algn lugar donde las dos imgenes que vienen porlos dos ojos, o las otras dos impresiones que vienen de un solo objeto por los doblesrganos de los otros sentidos se puedan juntar en una antes de llegar al alma, a fin de queno le representen dos objetos en lugar de uno; y se puede concebir fcilmente que estasimgenes u otras impresiones se juntan en esta glndula por medio de los espritus quellenan las cavidades del cerebro, pero no hay en el cuerpo ningn otro lugar donde puedanunirse as, sino despus de haberse unido en esta glndula.

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    Art. 33. Las pasiones no residen en el corazn.

    En cuanto a la opinin de los que piensan que el alma recibe sus pasiones en el corazn,

    no es nada consistente, pues se funda slo en que las pasiones hacen sentir en l algunaalteracin; y es fcil observar que esta alteracin nicamente se siente como en el coraznpor medio de un pequeo nervio que baja del cerebro a l, as como el dolor se siente comoen el pie por medio de los nervios del pie, y los astros los percibimos como en el cielo pormedio de su luz y de los nervios pticos: de suerte que no es necesario que nuestra almaejerza inmediatamente sus funciones en el corazn para sentir en l sus pasiones, como nolo es que el alma est en el cielo para ver en l los astros.

    Art. 34. Cmo obran una contra el otro el alma y el cuerpo.

    Concebimos, pues, que el alma tiene su sede principal en la pequea glndula que esten medio del cerebro, de donde irradia a todo el resto del cuerpo por medio de los espritusde los nervios y hasta de la sangre, que, participando de las impresiones de los espritus, laspuede llevar por las arterias a todos los miembros; y recordando lo dicho antes sobre lamquina de nuestro cuerpo, es decir, que los hilillos de nuestros nervios estn de tal mododistribuidos en todas sus partes que, en los diversos movimientos que en ellos provocan losobjetos sensibles, abren diversamente los poros del cerebro, y esto hace que los espritusanimales contenidos en esas cavidades entren diversamente en los msculos, mediante locual pueden mover los miembros de todas las diferentes maneras como estos pueden sermovidos, y tambin que todas las dems causas que pueden de diversas maneras mover losespritus bastan para conducirlos a diversos msculos, aadamos aqu que la pequeaglndula que es la sede principal del alma est de tal modo suspendida entre las cavidadesque contienen estos espritus que puede ser movida por ellos de tantas maneras diferentescomo diferencias sensibles hay en los objetos; pero que puede tambin ser diversamentemovida por el alma, la cual es de tal naturaleza que recibe tantas diferentes percepcionescomo diversos movimientos se producen en esta glndula; y recprocamente, la mquinadel cuerpo est constituida de tal modo que, por el simple hecho de que esta glndula esdiversamente movida por el alma o por cualquier otra causa que pueda serlo, impulsa losespritus que la rodean hacia los poros del cerebro, que los conducen por los nervios a losmsculos, mediante lo cual les hace mover los miembros.

    Art. 35. Ejemplo de la manera cmo las impresiones de los objetos se unen en la glndulaque est en medio del cerebro.

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    As, por ejemplo, si vemos un animal venir hacia nosotros, la luz refleja de su cuerpo pintados imgenes del mismo, una en cada uno de nuestros ojos, y estas dos imgenes formanotras dos, por medio de los nervios pticos, en la superficie interior del cerebrocorrespondiente a esas cavidades; luego, de aqu, por medio de los espritus que llenan esascavidades, las imgenes irradian de tal suerte hacia la pequea glndula rodeada por esos

    espritus, que el movimiento que compone cada punto de una de las imgenes tiende haciael mismo punto de la glndula hacia el cual tiende el movimiento que forma el punto de laotra imagen, la cual representa la misma parte del animal, y as, las dos imgenes que estnen el cerebro componen una sola en la glndula, que, actuando inmediatamente contra elalma, le hace ver la figura del animal.

    Art. 36. Ejemplo de cmo se producen las pasiones en el alma.

    Y, adems de esto, si esta figura es muy extraa y muy espantosa, es decir si tienemucha relacin con las cosas que han sido antes nocivas al cuerpo, ello provoca en el almala pasin del temor, y luego la del valor, o bien la del miedo y del terror, segn losdiferentes temperamentos del cuerpo o la fuerza del alma, y segn que antes nos hayamospreservado mediante la huida o mediante la defensa contra las cosas nocivas con las quetiene relacin la impresin presente; pues esto dispone de tal modo el cerebro en algunoshombres, que los espritus reflejos de la imagen as formada en la glndula van de esta amanifestarse, parte en los nervios que sirven para volver la espalda o mover las piernas parahuir, y parte en los que dilatan o contraen de tal modo los orificios del corazn, o bien queagitan de tal suerte las otras partes de donde le llega la sangre, que, rarificada esta sangrede modo inhabitual, enva al cerebro espritus propios para mantener e intensificar lapasin del miedo, es decir, propios para mantener abiertos o abrir de nuevo los poros delcerebro que los conducen a los mismos nervios; pues estos espritus, slo con entrar endichos poros, provocan un movimiento particular en esa glndula, la cual est creada por lanaturaleza para hacer sentir al alma tal pasin; y como estos poros se relacionanprincipalmente con los pequeos nervios que sirven para achicar o agrandar los orificios delcorazn, esto hace que el alma la sienta principalmente como en el corazn.

    Art. 37. Cmo parece que todas ellas son causadas por algn movimiento del espritu.

    Y como lo mismo ocurre en todas las dems pasiones, es decir, que son principalmenteproducidas por los espritus contenidos en las cavidades del cerebro cuando aquellos van alos nervios que sirven para dilatar o contraer los orificios del corazn, o para impulsardiversamente hacia l la sangre que est en las dems partes, o, de cualquier modo, paramantener la misma pasin, se puede comprender claramente por qu he escrito arriba, en sudefinicin, que son causadas por algn movimiento particular de los espritus.

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    Art. 38. Ejemplo de los movimientos del cuerpo que acompaan a las pasiones y nodependen del alma.

    Por otra parte, de la misma manera que el paso de estos espritus a los nervios del coraznbasta para dar movimiento a la glndula que pone el miedo en el alma, as tambin, por elsimple hecho de que algunos espritus van al mismo tiempo a los nervios que sirven paramover las piernas para huir, causan otro movimiento en la misma glndula por medio delcual el alma siente y percibe esta huida, la cual puede de este modo ser provocada en elcuerpo por la simple disposicin de los rganos y sin que el alma contribuya a ello.

    Art. 39. Cmo una misma causa puede provocar diversas pasiones en diversos hombres.

    La misma impresin que produce sobre la glndula la presencia de un objeto espantable, yque causa el miedo en algunos hombres, puede provocar en otros el valor y el atrevimiento,y ello se debe a que no todos los cerebros estn dispuestos de la misma manera, y el mismomovimiento de la glndula, que en algunos provoca el miedo hace que en otros espritusentren en los poros del cerebro que los conducen, parte a los nervios que sirven para moverlas manos a fin de defenderse, parte a los que mueven e impulsan la sangre hacia elcorazn, para producir espritus que continen esta defensa y mantengan la voluntadmisma.

    Art. 40. Cul es el principal efecto de las pasiones.

    Pues es preciso observar que el principal efecto de todas las pasiones en los hombres esque incitan y disponen su alma a querer las cosas para las cuales preparan sus cuerpos; desuerte que el sentimiento del miedo incita a huir, el del valor a luchar, y as en otros casos.

    Art. 41. Qu poder tiene el alma en relacin con el cuerpo.

    Pero la voluntad es tan libre por naturaleza, que no puede jams ser constreida; y de lasdos clases de pensamientos que he distinguido en el alma, por una parte sus acciones, o seasus voluntades, por otra sus pasiones, tomando esta palabra en su ms amplio significado,

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    que comprende toda clase de percepciones, las primeras le pertenecen absolutamente, yslo indirectamente pueden ser modificadas por el cuerpo, mientras que las ltimasdependen absolutamente de las acciones que las conducen, y slo indirectamente puedenser modificadas por el alma, excepto cuando esta misma es su causa. Y toda la accin delalma consiste en que, slo con querer algo, hace que la pequea glndula a la que el alma

    va estrechamente unida se mueva de la manera necesaria para producir el efecto que esavoluntad quiere.

    Art. 42. Cmo encontramos en nuestra memoria las cosas que queremos recordar.

    As, cuando el alma quiere recordar algo, esta voluntad hace que la glndula,inclinndose sucesivamente hacia diversos lados, impulse los espritus hacia diversoslugares del cerebro, hasta que encuentran aquel donde estn las huellas que ha dejado elobjeto que se quiere recordar; pues estas huellas no son otra cosa sino que los poros delcerebro por donde los espritus salieron antes a causa de la presencia de dicho objetoadquirieron por esto ms facilidad que los otros para que los espritus que llegan a ellos losabran nuevamente de la misma manera; de suerte que, al llegar los espritus a estos poros,entran en ellos ms fcilmente que en los otros, suscitando as un movimiento querepresenta al alma el mismo objeto y hace a esta conocer que es aquel que quera recordar.

    Art. 43. Cmo el alma puede imaginar, estar atenta y mover el cuerpo.

    Cuando el alma quiere imaginar alguna cosa no vista antes, esta volicin tiene la fuerzade hacer que la glndula se mueva de la manera requerida para empujar los espritus hacialos poros del cerebro, por cuya abertura puede ser representada esa cosa; cuando fija suatencin para considerar algn tiempo un mismo objeto, esta volicin mantiene a laglndula inclinada, durante ese tiempo, hacia un mismo lado; por ltimo, cuando se quiereandar, o mover el cuerpo de algn modo, esta volicin hace que la glndula impulse losespritus hacia los msculos que sirven para este efecto.

    Art. 44. De cmo cada volicin esta naturalmente unida a algn movimiento de laglndula pero, por industria o por hbito, se la puede unir a otros.

    Sin embargo, no siempre la voluntad de ejercer en nosotros algn movimiento o algnotro efecto es la que puede hacer que lo excitemos; pero esto cambia segn la naturaleza o

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    el hbito han unido de diverso modo cada movimiento de la glndula a cada pensamiento.As, por ejemplo: si queremos que nuestros ojos se dispongan a mirar un objeto muyalejado, esta volicin hace que se dilaten las pupilas; y si queremos disponerlos para mirarun objeto muy prximo, esta volicin hace que se contraigan; pero si slo se piensa endilatarlas, por ms que se tenga voluntad en hacerlo, no se dilatan por eso, pues la

    naturaleza no ha unido el movimiento de la glndula, el cual sirve para impulsar losespritus hacia el nervio ptico en la manera requerida para dilatarla o contraerla, sino msbien con la de mirar objetos distantes o prximos. Y, como cuando se habla, no pensamosms que en el sentido de lo que queremos decir, esto hace que movamos la lengua y loslabios mucho ms rpidamente y mejor que si pensamos en moverlos de todas las manerasque se requieren para proferir las mismas palabras, porque el hbito que hemos adquirido alaprender a hablar ha hecho que juntemos la accin del alma, que, por mediacin de laglndula, puede mover la lengua y los labios, con la significacin de las palabras quesiguen a estos movimientos, mejor que con los movimientos mismos.

    Art. 45. Cual es el poder del alma respecto a sus pasiones.

    Nuestras pasiones no pueden tampoco ser excitadas directamente ni suprimidas por laaccin de nuestra voluntad, pero pueden serlo indirectamente mediante la representacin delas cosas que tienen costumbre de ser unidas a las pasiones que queremos tener, y que soncontrarias a las que queremos rechazar. De manera que, para excitar en s mismo elatrevimiento y desterrar el miedo, no basta tener voluntad de ello, sino que hay quededicarse a examinar las razones, los objetos o los ejemplos que persuaden de que elpeligro no es grande; de que hay siempre ms seguridad en la defensa que en la huida; deque se tendr la gloria y la alegra de haber vencido, mientras que no se puede esperar msque pesar y vergenza de haber huido, y cosas semejantes.

    Art. 46. Cul es la razn que impide que el alma pueda disponer enteramente de suspasiones.

    Existe una razn particular por la que el alma no puede rpidamente cambiar o detenersus pasiones, razn que me ha permitido escribir antes, en la definicin de las pasiones, queson no solamente causadas, sino tambin sostenidas y fortalecidas por algn movimientoparticular de los espritus Esta razn es que casi todas las pasiones van acompaadas dealguna emocin que se produce en el corazn, y por consiguiente, tambin en toda la sangrey los espritus de suerte que, hasta que ha cesado esta emocin, permanecen presentes ennuestro pensamiento del mismo modo que persisten en l los objetos sensibles mientrasactan sobre los rganos de nuestros sentidos. Y as como el alma, al atender intensamentea alguna cosa, puede dejar de or un pequeo ruido o de sentir un pequeo dolor, ms nopuede dejar igualmente de or el trueno o de sentir el fuego que quema la mano, de lamisma manera puede fcilmente superar las pequeas pasiones, pero no puede dominar las

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    ms violentas y ms fuertes mientras no se calma la emocin de la sangre y de los espritus.Lo ms que puede hacer la voluntad mientras esta emocin est en vigor, es no consentir ensus efectos y contener varios de los movimientos a que el cuerpo est dispuesto. Porejemplo, si la clera hace levantar la mano para pegar, la voluntad puede generalmentecontenerla; si el miedo incita a las gentes a huir, la voluntad puede detenerlas, y as en otros

    casos.

    Art. 47. En que consisten los combates que acostumbramos imaginar entre la parte inferiory la superior del alma.

    Y slo en la repugnancia que existe entre los movimientos que el cuerpo mediante susespritus y el alma mediante su voluntad tiendan al mismo tiempo a excitar en la glndula,consisten todos los combates que acostumbramos imaginar entre la parte inferior del almaque llamamos sensitiva y la superior, que es la razonable, o bien entre los apetitos naturalesy la voluntad; pues no hay en nosotros nada ms que un alma, y esta alma no tiene en sninguna diversidad de partes: la misma que es a la vez sensitiva y razonable, y todos susapetitos son voluntades. El error que se ha cometido hacindole representar diversospersonajes generalmente contrarios unos a otros procede nicamente de que no han sidobien diferenciadas sus funciones de las del cuerpo, nicamente al cual debe ser atribuidotodo lo que puede observarse en nosotros que repugne a nuestra razn; de suerte que elcombate consiste nicamente en que, pudiendo la pequea glndula situada en medio delcerebro ser presionada de un lado por el alma y del otro por los espritus animales, que noson sino cuerpos, como he dicho antes, suele ocurrir que ambas presiones sean contrarias, yla ms fuerte impida el efecto de la otra. Ahora bien, se pueden distinguir dos clases demovimientos suscitados por los espritus en la glndula: unos representan al alma losobjetos que mueven los sentidos, o las impresiones que se encuentran en el cerebro y noejercen ninguna presin sobre su voluntad; otros ejercen alguna, y son los que causan laspasiones y los movimientos del cuerpo que las acompaan; y, en cuanto a los primeros,aunque suelen impedir las acciones del alma o bien son impedidos por estas, no obstante,como no son directamente contrarios no se observan combates entre ellos. Slo se hanobservado entre los ltimos y las voluntades que los rechazan: por ejemplo, entre elesfuerzo con que los espritus impulsan a la glndula para producir en el alma el deseo dealgo, y el esfuerzo con que el alma la rechaza por la voluntad que tiene de evitar la mismacosa; y la causa principal de esta lucha es que, como la voluntad no puede provocardirectamente las pasiones, como hemos dicho ya, se ve obligada a acudir a la industria y aponerse a considerar sucesivamente diversas cosas, y si ocurre que una puede cambiar porun momento el curso de los espritus, puede ocurrir que la que sigue no tenga ese poder yque los espritus reanuden su curso despus, debido a que la disposicin que ha precedidoen los nervios, en el corazn y en la sangre no ha cambiado, por lo cual el alma se sienteimpulsada casi simultneamente a desear y no desear una misma cosa; y por esto se hanimaginado en ella dos potencias que se combaten. No obstante, se puede concebir tambinalguna lucha por el hecho de que, muchas veces, la misma causa que suscita en el almaalguna pasin suscita tambin ciertos movimientos en el cuerpo a los que el alma no

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    contribuye y que detiene o procura detener tan pronto como los advierte, como se vecuando lo que provoca el miedo hace tambin que los espritus entren en los msculos quesirven para mover las piernas para huir, y la voluntad de ser valiente los detiene.

    Art. 48. En qu se conoce la fuerza o la debilidad de las almas y cul es el mal de las msdbiles.

    Por el xito de estos combates puede cada cual conocer la fuerza o la debilidad de sualma; pues aquellos en quienes la voluntad puede por propio impulso vencer msfcilmente las pasiones y detener los movimientos del cuerpo que las acompaan tienen sinduda las almas ms fuertes; pero algunos no pueden probar su fuerza, porque no hacennunca combatir su voluntad con las propias armas de esta, sino solamente con las que leproporcionan algunas pasiones para combatir a otras. Lo que yo llamo sus propias armasson juicios firmes y determinados referentes al conocimiento del bien y del mal con arregloa los cuales la voluntad ha decidido conducir las acciones de su vida; y las almas msdbiles de todas son aquellas cuya voluntad no se determina as a seguir ciertos juicios, sinoque se deja siempre llevar a las pasiones presentes, que, como son con frecuenciacontrarias unas a otras, la arrastran sucesivamente a su partido y, emplendola encombatir contra ella misma, ponen el alma en el estado ms deplorable que darse pueda.As, cuando el miedo presenta la muerte como un mal mximo y que slo mediante la huidapuede ser evitado, la ambicin, por otra parte, presenta la infamia de esta huida como unmal peor que la muerte; estas dos pasiones agitan de manera dispar la voluntad, la cual,obedeciendo ya a una, ya a otra, se opone continuamente a s misma, y de este modo haceal alma esclava y desventurada.

    Art. 49. La fuerza del alma no basta sin el conocimiento de la verdad.

    Verdad es que hay muy pocos hombres tan dbiles e irresolutos que no quieran nada msque lo que su pasin les dicta. La mayor parte tienen juicios determinados, por los cualesregulan una parte de sus actos; y aunque a veces estos juicios sean falsos, y hasta fundadosen algunas pasiones por las que la voluntad se ha dejado antes vencer o seducir, sinembargo, como persiste en seguirlos cuando la pasin que los produjo est ausente, puedenser considerados como sus propias armas, y pensar que las almas son ms fuertes o msdbiles segn puedan ms o menos seguir esos juicios y resistir a las pasiones presentes queles son contrarias. Pero hay, sin embargo, una gran diferencia entre las resoluciones queproceden de alguna falsa opinin y las que se apoyan nicamente en el conocimiento de laverdad; si seguimos estas ltimas estamos seguros de no sentir nunca pesar niarrepentimiento, mientras que siempre lo sentimos de haber seguido las primeras cuandodescubrimos el error.

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    Art. 50. No hay alma tan dbil que no pueda, bien conducida, adquirir un poder absolutosobre sus pasiones.

    Y conviene aqu saber que, como queda dicho antes, aunque cada movimiento de laglndula parece haber sido unido por la naturaleza de cada uno de nuestros pensamientosdesde el comienzo de nuestra vida, se pueden, sin embargo, unir a otros por hbito, como loprueba la experiencia en las palabras que suscitan movimientos en la glndula, las cuales,segn lo establecido por la naturaleza, no presentan al alma ms que su sonido cuando sonproferidas por la voz, o la figura de sus letras cuando estn escritas, y que, sin embargo,por el hbito adquirido al pensar en lo que significan cuando se ha odo su sonido o vistosus letras, hacen concebir este significado ms bien que la figura de sus letras o el sonido desus slabas. Conviene saber tambin que, aunque los movimientos, tanto de la glndulacomo de los espritus del cerebro, que presentan al alma ciertos objetos, vayan naturalmenteunidos a los que suscitan en ella ciertas pasiones, pueden no obstante, por hbito, separarsede estos y unirse a otros muy diferentes, e incluso este hbito puede adquirirse por una solaaccin y no requiere un largo uso. As, cuando se encuentra inesperadamente algo muysucio en un manjar que se come con apetito, la sorpresa de este encuentro puede cambiar detal modo la disposicin del cerebro que, en lo sucesivo, la vista de este manjar nos causesiempre horror, aunque antes lo comiramos con sumo gusto. Y lo mismo se puedeobservar en los animales; pues aunque carezcan de razn y acaso de todo pensamiento, hayen ellos todos los movimientos de los espritus y de la glndula que suscitan en nosotros laspasiones, y en ellos sirven para mantener y fortalecer, o no, como en nosotros, las pasiones,sino los movimientos de los nervios y de los msculos que habitualmente las acompaan.As, cuando un perro quiere una perdiz, tiende naturalmente a correr hacia ella; y cuandooye disparar una escopeta, este ruido le incita naturalmente a huir; sin embargo, se adiestraa los perros de caza de tal suerte que el ver una perdiz les hace detenerse, mientras que elruido que oyen despus, cuando se dispara a la perdiz, les hace correr a buscarla. Ahorabien, es conveniente saber estas cosas para que cada cual adquiera el valor de estudiar yvigilar sus pasiones; pues, si se puede, con un poco de industria, cambiar los movimientosdel cerebro en los animales desprovistos de razn, es evidente que mejor se puedeconseguirlo en los hombres y que incluso los que tienen las almas ms dbiles podranadquirir un dominio muy absoluto sobre todas sus pasiones sabiendo adiestrarlas yconducirlas.

    SEGUNDA PARTE

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    DEL NMERO Y DEL ORDEN DE LAS PASIONES

    Y EXPLICACIN DE LAS SEIS PRIMARIAS

    Art. 51. Cules son las primeras causas de las pasiones.

    De lo dicho hasta aqu, se deduce que la ltima y ms prxima causa de las pasiones delalma no es otra que la agitacin con que los espritus mueven la pequea glndula que hayen medio del cerebro. Pero no basta esto para poder distinguirlas unas de otras; hay quebuscar sus fuentes, y examinar sus primeras causas; ahora bien, aunque puedan a veces serproducidas por la accin del alma, que se determina a concebir tales o cuales objetos, ytambin solamente por el temperamento de los cuerpos o por las impresiones que seencuentran fortuitamente en el cerebro, como ocurre cuando nos sentimos tristes o alegressin saber por qu, no obstante, por lo que queda dicho, parece que todas pueden tambin sersuscitadas por los objetos que mueven los sentidos, y que estos objetos son sus causas mscorrientes y principales; de donde resulta que, para encontrarlas todas, basta considerartodos los efectos de los objetos.

    Art. 52. Cmo se comportan y cmo pueden ser enumeradas.

    Observo, adems, que los objetos que mueven los sentidos no excitan en nosotros diversaspasiones en razn de todas las diversidades que hay en ellos, sino slo en razn de lasdiversas maneras como pueden daarnos o beneficiarnos, o bien en general ser importantes;y que el comportamiento de todas las pasiones consiste nicamente en que disponen el almaa querer las cosas que la naturaleza nos prescribe como tiles, y a persistir en esta voluntad,y esta misma agitacin de los espritus que las causa dispone el cuerpo a los movimientosque sirven para la ejecucin de estas cosas; por eso, para enumerarlas, basta con examinarpor orden de cuntas diferentes maneras que nos importan pueden nuestros sentidos sermovidos por sus objetos; y har aqu la enumeracin de todas las principales pasionessegn el orden en que pueden as ser descubiertas.

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    ORDEN Y ENUMERACIN DE LAS PASIONES

    Art. 53. La admiracin.

    Cuando nos sorprende el primer encuentro de un objeto, y lo juzgamos nuevo o muydiferente de lo que conocamos antes o bien de lo que suponemos que deba ser, loadmiramos y nos impresiona fuertemente; y como esto puede ocurrir antes que sepamos deninguna manera si este objeto nos es conveniente o no, parceme que la admiracin es laprimera de todas las pasiones; y no tiene pasin contraria porque, si el objeto que sepresenta no tiene nada en s que nos sorprenda, no nos conmueve en modo alguno y leconsideramos sin pasin.

    Art. 54. La estimacin o el desprecio, la generosidad o el orgullo, y la humildad o labajeza.

    A la admiracin va unida la estimacin o el desprecio, segn que lo que admiramos sea lagrandeza de un objeto o su pequeez. Y podemos as estimamos o menospreciamos anosotros mismos; de donde resultan las pasiones, y luego los hbitos de magnanimidad ode orgullo y de humildad o de bajeza.

    Art. 55. La veneracin el desdn.

    Pero cuando estimamos o despreciamos otros objetos que consideramos como causas librescapaces de hacer bien o mal, de la estimacin nace la admiracin, y del simple desprecio eldesdn.

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    Art. 56. El amor y el odio

    Ahora bien: todas las precedentes pasiones pueden producirse en nosotros sin queadvirtamos en modo alguno si el objeto que las causa es bueno o malo. Pero cuando se nospresenta una cosa como buena para nosotros, es decir, como conveniente, esto nos hacesentir amor por ella; y cuando se nos presenta como mala y nociva, esto nos mueve al odio.

    Art. 57. El deseo.

    De la misma consideracin del bien y del mal nacen todas las dems pasiones; ms, paraponerlas por orden, distingo los tiempos, y conceptuando que nos llevan a considerar elfuturo mucho ms que el presente o el pasado, comienzo por el deseo.

    ms no slo cuando se desea adquirir un bien que no se tiene an, o bien evitar un mal quese cree puede ocurrir, sino tambin cuando se desea simplemente la conservacin de unbien o la ausencia de un mal, que es a lo nico que puede alcanzar esta pasin, es evidenteque esta se refiere siempre al futuro.

    Art. 58. La esperanza, el temor, los celos, la seguridad y la desesperanza.

    Basta pensar que es posible la adquisicin de un bien o la evitacin de un mal para sentirsemovido a desearlo. Pero cuando se considera adems, si hay pocas o muchas apariencias deconseguir lo que se desea, lo que nos hace ver que hay muchas provoca en nosotros laesperanza, y lo que nos hace ver que hay pocas suscita temor, una especie del cual son loscelos. Cuando la esperanza es suma, cambia de naturaleza y se llama seguridad ocertidumbre, y al contrario, el temor extremado se torna en desesperacin.

    Art. 59. La irresolucin, el valor, la intrepidez, la emulacin, la cobarda y el terror.

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    Y podemos, pues, esperar y temer, aunque el acontecimiento de lo que va a ocurrir nodepende en modo alguno de nosotros; pero cuando se nos presenta como dependiente denosotros, puede haber dificultad en la eleccin de los medios o en la ejecucin. De laprimera resulta la irresolucin, que nos dispone a deliberar y tomar consejo. A la segunda

    se opone el valor, o la intrepidez, una especie del cual es la emulacin. Y la cobarda esopuesta al valor, como el miedo o el terror a la intrepidez.

    Art. 6O. El remordimiento.

    Y si nos determinamos a una accin antes de disiparse la irresolucin, esto produce elremordimiento de conciencia, que no se refiere a tiempo futuro, como las pasionesprecedentes, sino al pasado.

    Art. 61. La alegra y la tristeza

    Y la consideracin del bien presente suscita en nosotros la alegra; la del mal, la tristeza,cuando se trata de un bien o un mal que se nos aparece como propio.

    Art. 62. La burla, la envidia, la piedad.

    Ms cuando se nos presenta como perteneciente a otros hombres, podemos juzgarlosdignos o indignos de l; y cuando los juzgamos dignos, ello no produce en nosotros otrapasin que la alegra, porque significa para nosotros algn bien el ver que las cosas ocurrencomo deben. Hay slo la diferencia de que la alegra que procede del bien es seria,mientras que la que procede del mal va acompaada de risas y de burla. Pero si losjuzgamos indignos, el bien mueve a la envidia, y el mal a la piedad, que son dos especiesde tristeza. Y es de observar que las mismas pasiones que se refieren a los bienes o a losmales presentes pueden con frecuencia referirse tambin a los futuros, pues el pensar quevan a ocurrir los representa como presentes.

    Art. 63. La satisfaccin de s mismo y el arrepentimiento.

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    Podemos tambin considerar la causa del bien o del mal, tanto presente como pasado. Y elbien que nosotros mismos hemos hecho nos produce una satisfaccin interior que es la msdulce de todas las pasiones mientras que el mal produce el arrepentimiento, que es la ms

    amarga.

    Art. 64. La simpata y el agradecimiento.

    Mas el bien que han hecho otros da lugar a que sintamos simpata hacia ellos, aunque nonos lo hayan hecho a nosotros; y si es a nosotros, a la simpata se une el agradecimiento.

    Art. 65. La indignacin y la ira.

    De la misma manera, el mal hecho por otros, no siendo contra nosotros mismos, nosproduce slo indignacin; y cuando es contra nosotros, nos mueve tambin a la ira.

    Art. 66. La gloria y la vergenza.

    Por otra parte, el bien que est o que ha estado en nosotros, en cuanto afecta a la opininque los dems pueden tener de nosotros, nos produce vanagloria, y el mal, y la vergenza.

    Art. 67. El hasto, la aoranza la alegra.

    Y a veces la duracin del bien causa el hasto o la saciedad, mientras que la del maldisminuye la tristeza. Por ltimo, del bien pasado proviene la aoranza, que es una especiede tristeza, y del mal pasado proviene la alegra que es una especie de gozo.

    Art. 68. Por qu esta enumeracin de las pasiones es diferente de la comnmente aceptada.

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    He aqu el orden que me parece el mejor para enumerar las pasiones. S que en ella mealejo de la opinin de cuantos han escrito sobre esto, pero mi discrepancia est muy

    justificada. Pues ellos deducen su enumeracin de que distinguen en la parte sensitiva delalma dos apetitos, que llaman respectivamente concupiscible e irascible. Y como yo noencuentro en el alma ninguna distincin de partes, como ya he dicho, esa diferencia meparece que slo significa que hay en ella dos facultades, una de desear y otra de rechazar; ypuesto que el alma tiene de la misma manera las facultades de admirar, de amar, de esperar,de temer y de recibir en si cada una de las dems pasiones, o de realizar las acciones a quela impulsan esas pasiones, no veo por qu han querido adscribirlas todas a laconcupiscencia o a la ira. Aparte de su enumeracin no comprende todas las principalespasiones, como creo que las comprende sta. Hablo slo de las principales, pues se podradistinguir otras varias ms particulares, y su nmero es indefinido.

    Art. 69. Hay slo seis pasiones primarias.

    Mas el nmero de las simples y primarias no es muy grande. Pues, examinando todas lasque he enumerado, es fcil observar que slo hay seis que lo sean, a saber: la admiracin,el amor, el odio, el deseo, la alegra y la tristeza; y que todas las dems son compuestas dealgunas de estas seis, o son especies de las mismas. Por eso, para evitar que el gran nmeroembarace a los lectores, tratar aqu separadamente de las seis primarias, y despus indicarde qu manera se originanen estas todas las dems.

    Art. 70. De la admiracin; su definicin y su causa.

    La admiracin es una sbita sorpresa del alma que hace a esta considerar con atencin losobjetos que le parecen raros y extraordinarios. Es producida, pues, primeramente por laimpresin que se tiene en el cerebro, que representa el objeto como raro y, porconsiguiente, digno de ser atentamente considerado; luego, por el movimiento de losespritus, dispuestos por esta impresin a dirigirse con gran fuerza al lugar del cerebrodonde se encuentra para reforzarla y conservarla en l; como tambin esa impresin losdispone a pasar del cerebro a los msculos que sirven para mantener los rganos de lossentidos en la misma situacin en que estn, a fin de que estos la sostengan, si por ellos seha producido.

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    Art. 71. En esta pasin no se produce ningn cambio en el corazn ni en la sangre.

    Y esta pasin tiene la particularidad de que no se observa que vaya acompaada deningn cambio en el corazn ni en la sangre, como ocurre en las dems pasiones. La raznes que, no teniendo por objeto el bien ni el mal, sino solamente el conocimiento de la cosaque se admire, no tiene relacin con el corazn y la sangre, de los que depende todo el biendel cuerpo, sino solamente con el cerebro, donde estn los rganos de los sentidos quesirven para este conocimiento.

    Art. 72. En qu consiste la fuerza de la admiracin.

    Lo cual no impide que la admiracin tenga mucha fuerza por causa de la sorpresa, esdecir, de la produccin sbita e inopinada que cambia el movimiento de los espritus,sorpresa que es propia y particular de esta pasin; de suerte que cuando se encuentra enotras, como suele encontrarse en casi todas y aumentarlas, es que la admiracin va unida aellas. Y la fuerza depende de dos cosas: de la novedad y de que el movimiento que producetiene desde el comienzo toda su fuerza. Pues es indudable que tal movimiento produce msefecto que los que, dbiles al principio y aumentando slo poco a poco, pueden serdesviados fcilmente. Tambin es cierto que los objetos de los sentidos que son nuevosimpresionan al cerebro en ciertas partes en las cuales no suele ser impresionado; y quecomo estas partes son ms tiernas y menos firmes que las endurecidas por la agitacinfrecuente, esto aumenta el efecto de los movimientos que los objetos provocan en ellas. Locual no resultar increble si se considera que una razn anloga hace que estando las plantasde nuestros pies acostumbradas a un roce bastante rudo, por el peso del cuerpo quesoportan, sentimos muy poco este roce cuando andamos; mientras que otro mucho menor yms suave hacindoles cosquillas nos resulta casi insoportable, debido a que no nos eshabitual.

    Art. 73. Qu es el pasmo.

    Y esta sorpresa tiene tanto poder para hacer que los espritus que se encuentran en lascavidades del cerebro se dirijan hacia el lugar donde est la impresin del objeto admirado,que a veces los impulsa todos hacia ese lugar, y tan ocupados estn en conservar estaimpresin que ninguna parte de ellos pasan de aqu a los msculos ni se desvan en maneraalguna de las primeras huellas que han seguido en el cerebro: lo cual hace que todo el

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    cuerpo permanezca inmvil como una estatua y que no se pueda apreciar del objeto msque la primera fase que de l se present, ni por consiguiente adquirir un conocimiento del ms particular. Esto es lo que se llama generalmente estar pasmado; y el pasmo es unexceso de admiracin siempre malo.

    Art. 74. En qu son tiles todas las pasiones, y en que nocivas.

    Ahora bien, fcil es deducir, de todo lo dicho hasta aqu que la utilidad de todas laspasiones no consiste sino en que fortalecen y conservan en el alma pensamientos queconviene que conserve y que, sin ellas, podrn borrarse fcilmente. Y todo el mal quepueden causar consiste en que fortalezcan y conserven estos pensamientos ms de lonecesario, o bien fortalezcan y conserven otros en los que no conviene detenerse.

    Art. 75. En qu consiste particularmente la admiracin.

    Y puede decirse en particular que la admiracin que es til en que hace que aprendamosy retengamos en la memoria las cosas que antes ignorbamos; pues admiramos lo que nosparece raro y extraordinario; y nada puede parecernos tal si no es porque lo hemosignorado, o tambin porque es diferente de las cosas que hemos sabido; pues precisamentepor esta diferencia se llama extraordinario. Ahora bien, aunque una cosa que nos eradesconocida se presente de nuevo a nuestro entendimiento o a nuestros sentidos, no por esola retenemos en nuestra memoria, a no ser que la idea que de ella tenemos sea reforzada ennuestro cerebro por alguna pasin, o tambin por el esfuerzo de nuestro entendimiento, quenuestra voluntad determina a una atencin y reflexin especiales. Y las dems pasionespueden servir para hacer que se adviertan las cosas que parecen buenas o malas, mas porlas que parecen solamente raras no sentimos sino admiracin. Por eso vemos que los que notienen ninguna inclinacin natural a esta pasin son generalmente muy ignorantes.

    Art. 76. En qu puede ser nociva y cmo se puede remediar su defecto y corregir suexceso.

    Pero mucho ms a menudo acontece admirar demasiado y pasmarse al ver cosas que nomerecen sino muy poco o nada que se repare en ellas, cuanto ms admirarlas poco ni

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    mucho. Por eso, aunque es bueno haber nacido con alguna tendencia a esta pasin, porqueello nos dispone al conocimiento de las ciencias, debemos sin embargo procurar luegoliberamos de ella lo ms posible. Pues es fcil remediar su falta mediante una reflexin yatencin particulares, a la que nuestra voluntad puede siempre obligar a nuestroentendimiento cuando juzgamos que la cosa que se presenta lo merece; mas para evitar la

    excesiva admiracin, no hay otro remedio que adquirir el conocimiento de varias cosas yejercitarse en el examen de todas las que pueden parecer ms raras y ms extraas.

    Art. 77. No son los ms estpidos ni los ms inteligentes los ms inclinados a laadmiracin.

    Por lo dems, aunque los nicos naturalmente incapaces de admiracin son los necios yestpidos, no quiere decir esto que los ms inteligentes sean siempre los ms inclinados aadmirar; los ms inteligentes son los que, aunque posean un sentido comn bastante bueno,no tienen, sin embargo, gran opinin de su propia suficiencia.

    Art. 78. El exceso de esta pasin puede tornarse en hbito si no se acude a corregirlo.

    Y aunque esta pasin parece disminuir con el uso, porque cuantas ms cosas raras noscausan admiracin, ms nos acostumbramos a dejar de admirarlas y a pensar que todas lasque pueden presentarse despus son vulgares, no obstante, cuando esta pasin es excesivay hace que se detenga la atencin slo en la primera imagen de los objetos que se hanpresentado, sin adquirir otro conocimiento de los mismos, deja tras si un hbito que disponeal alma a detenerse de la misma manera en todos los dems objetos que se presenta, a poconuevos que le parezcan. Y esto es lo que prolonga la enfermedad de los que sonciegamente curiosos, es decir, de los que buscan la rareza slo por admirarla y no porconocerla: pues, poco a poco, se van tornando tan admirativos, que lo mismo se paran encosas de ninguna importancia que en aquellas cuya imagen es ms til.

    Art. 79. Definiciones del amor y del odio.

    El amor es una emocin del alma causada por el movimiento de los espritus que laincita a unirse de voluntad a los objetos que parecen serle convenientes. Y el odio es una

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    emocin causada por los espritus que incita al alma a querer separarse de los objetos que sele presentan como nocivos. Digo que estas emociones son causadas por los espritus paradistinguir el amor y el odio, que son pasiones y dependen del cuerpo, tanto de los juiciosque mueven tambin al alma a unirse de voluntad con las cosas que estima buenas y asepararse de las que estima malas, como de las emociones que estos provocan por s solos

    en el alma.Art. 80. Qu es unirse o separarse de voluntad.

    Por lo dems, no empleo aqu la palabra voluntad en el sentido de deseo, que es unapasin aparte y se refiere al futuro; si no que me refiero al consentimiento por el que unapersona se considera desde un momento dado unida al ser amado, de tal suerte que imaginaun todo del cual piensa que ella es slo una parte, y otra la cosa amada. Y al contrario, elque siente odio se considera como un todo enteramente separado de la cosa por la cualsiente aversin.

    Art. 81. De la distincin que acostumbramos hacer entre el amor de concupiscencia y el debenevolencia.

    Ahora bien, se distinguen generalmente dos clases de amor, una de las cuales se llama amorde benevolencia, o sea que incita a querer el bien para el ser amado; la otra se llama amorde concupiscencia, o sea que incita a desear el objeto que amamos. Pero yo creo que estadistincin se refiere slo a los efectos del amor, y no a su esencia; pues desde el momentoen que nos sentimos unidos de voluntad a algn objeto, cualquiera que sea su naturaleza,sentimos hacia l inclinacin generosa, es decir, que unimos tambin a l de voluntad lascosas que creemos le son convenientes, lo cual es uno de los principales efectos del amor.Y sojuzgamos que es un bien poseerlo o unirse a l de otro modo que de voluntad, lodeseamos: lo cual es asimismo uno de los cul es as mismo uno de los ms ordinariosefectos del amor.

    Art. 82. Cmo pasiones muy diferentes coinciden en que participan del amor.

    No es necesario distinguir tantas especies de amor como objetos diversos se puede amar;pues, por ejemplo, aunque sean muy diferentes entre s las pasiones de un ambicioso por sugloria, de un borracho por el vino, de un bruto por una mujer a la que quiere violar, de un

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    hombre de honor por su amigo o por su amante y de un buen padre por sus hijos, noobstante, en cuanto participan del amor son parecidas. Pero en los cuatro primeros no hayamor sino por la posesin de los objetos a los que se refiere su pasin, y no por los objetosmismos, por los cuales sienten solamente deseo mezclado con otras pasiones particulares,mientras que el amor que un buen padre siente por sus hijos es tan puro que no desea

    obtener nada de ellos y no quiere poseerlos de otro modo que como lo hace, ni unirse aellos ms estrechamente de lo que lo est ya; si no que, considerndolos como otros lmismo, procura el bien de ellos como el suyo propio, o incluso con ms celo, porque,parecindole que el y ellos constituyen un todo del cual no es l la m