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William Fernando Aparicio Camacho

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“15° de Imprecisión”William Fernando Aparicio CamachoBogotá, 2016Tesis presentada para optar al título de Magister en Artes Plásticas y VisualesUniversidad Nacional de ColombiaFacultad de ArtesDirector de Trabajo de Grado: Nelson Vergara

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DEDICATORIA

De manera afectuosa y sincera le dedico este esfuerzo de sentido impreciso a Gloria, Luis y Nathalie.

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¿Qué es el tiempo? Durante dos años he estado dándole vueltas a esta pregunta sin encontrar una repuesta precisa. Estamos hechos del ahora, pensamos en el pasa-do, imaginamos el futuro. 15° es el desplazamiento de la tierra en una hora. El reloj es una máquina muy especial que me invita a pensar desde el interior del aparato, sus manecillas son una abstracción de la rotación de la tierra, su precisión es una conquista de la ciencia. Mi trabajo plástico quiere reflexionar acerca de imposibilidad imaginar un solo un tiempo y lo hace a partir de las tecnologías para producir imáge-nes; el pincel, la cámara fotográfica y el escáner son juguetes que nutren mi curiosi-dad que se pregunta por el ahora.

ABSTRACT

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TABLA DE CONTENIDO

Capítulo 1

Introducción

Acerca del minuto

Acerca del tiempo

Aparatos de medición

Capítulo 2

Preguntar hora

Dilatación del minuto

Devolver el tiempo

Instrucciones para mirar la hora

La imposibilidad de la detención

Cosas de minutos para construir sentido en una hora

Una hora

Colección: enredos temporales

Partículas de imprecisión

Graficar el ahora

Bogotá 21 de mayo de 2016

BiBliografía

anexo “24 horas. Libro de los minutos”.

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introducción

“La dispersión temporal no permite experimentar ningún tipo de duración. No hay nada que rija el

tiempo. La vida ya no se enmarca en una estructura ordenada ni se guía por coordenadas que generen

una duración. Uno también se identifica con la fugacidad y lo efímero. De este modo, uno mismo

se convierte en algo radicalmente pasajero.”1

El tiempo pasa, eso es todo. El día y la noche siguen su rumbo, 720 días y 720 noches indicarán en un futuro cercano 2 años de actividades en la Maestría en Artes Plásticas y Visuales en la Universidad Nacional de Colombia. Aún quedan algunos días, tal vez un par de meses para que el cronómetro de mi tiempo como estudiante se detenga, por lo menos en los términos académicos de una duración regulada. En un futuro lejano este ejercicio de escritura que pretende acompañar mi proceso de creación será documento, será memoria, será recuerdo.

Escribir:

Ordenar el flujo inconmensurable de múltiples momentos pasados.Contar una historia (trazar un camino de migas de pan).Materia plástica, color invisible de un proceso de creación en el tiempo. Buscar sentido a la duración en este caso: 2 años, 720 días, 1036800 minutos y muchos segundos.

Fugaces como el ayer se escurren los 2 últimos años de mi presencia como estudiante en la maestría. Hoy, ahora, en este preciso instante a las 5:28 pm, está delante mío y no atrás mi pa-sado. Frente a mis ojos trato de organizar, lo que hice y dejé de hacer, desenredo apuntes, organizo escritos pongo una y otra vez sobre la mesa (un lugar para pensar) mis ideas, registros y archivos, hacer memoria, ser memoria, recoger el brillo de los recuerdos de lo que fue y tal vez será.

Mi proyecto de creación plástica se enfrenta a un monstruo inconmensurable; me pregunto acerca del tiempo. Para enfrentar el monstruo del tiempo he decidido pellizcar una de sus posibles unidades de medida: el minuto. La sustancia de mi proceso de creación inscrito en la maestría se pregunta por el cuerpo de la imagen fotográfica y su estrecha relación con la marcación del tiempo a través del aparato, producto de la refinación de la técnica moderna. El tiempo interno de mis experimentos en el tiempo y su marcación se constituyen en la angustia del ahora que imagina el pasado y el futuro, donde la máquina irrumpe como un sistema particular de resonancia.

Mi herencia académica está vinculada a la pintura, me interesan profundamente las tecnologías relacionadas con la producción de imágenes, desde el pincel al computador, la presencia del medio es un lugar importante de cuestionamiento. Me gusta imaginar que pienso desde el interior de la cámara fotográfica, en la actualidad tan sofisticada que no nos desampara ni de noche de día. El clic del obturador hizo aparecer el reloj del aparato, alguna vez escuché que toda máquina quiere parecerse a un reloj y en definitiva una de las características de la cámara es la cuantifi-cación del tiempo de exposición medido en una superficie sensible a la luz. El corazón del dispo-sitivo de creación de imágenes técnicas funciona con altísima precisión a velocidades que hoy ni siquiera tienen que ver con la producción de la imagen, sino con su difusión de manera simultá-nea en múltiples espacio-tiempos diferentes.

En la duración y la insistencia, he puesto de ma-nifiesto mi experiencia sensible ante la imposi-bilidad de detener el tiempo. El espacio recorrido de mi ser intenta colocar trampas que funcionan como sistemas de acumulación y cuantificación en un intento por atrapar lo inaprensible. La ma-teria plástica de mis experimentos poéticos con el tiempo y su escurridiza materialización en el tiempo utiliza diversos elementos como imáge-nes, sonidos, dibujos, videos y objetos puestos

CAPÍTULO 1

1. B. Chul Han, El aroma del tiempo, Barcelona, Herde

Editorial, 2015, p.9.

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reglas que acabo de escribir donde además me tomé el atrevimiento de incluirlo, pero no se vaya a molestar, usted puede hacer uso de su libertad temporal.

Describir un minuto en un minuto tal vez no sea una tarea fácil. ¿Qué es un minuto? Creo que me tomará más de 60 segundos pensarlo y por supuesto escribirlo, por lo menos en los términos rítmicos del reloj, que ahora que lo veo me obliga a escribir hasta la fatiga para poder cumplir mi primera tarea de organizar unas palabras en un minuto, que reflexionen sobre las características y fenómenos de la partícula minuto.

En el párrafo anterior creo que abusé del minuto. El punto que separa el inicio de este nuevo párrafo del anterior, si mi mirada de reojo no me traicio-na, lo puse en un tiempo que excedió al minuto, creo que fueron solo unos segundos, tal vez 12 o 13, eso me indicó el reloj de la esquina de mi escritorio; no mucho, a decir verdad, o tal vez sí, debo confesar que hice mi mejor esfuerzo. Pero ese primer párrafo era únicamente un pequeño ejercicio, afortunadamente, porque escribir en un minuto puede producir una angustia acelerada y apabullante, el segundero interroga mis dedos encargados de materializar palabras imposibles de volver a revisar.

acerca del tiempo

¿Qué es el tiempo? se pregunta el filósofo, el físico, el biólogo, el panadero y el artista y segu-ramente también se lo preguntan todos los hu-manos de una u otra forma, el tiempo es uno de los misterios filosóficos más profundos, el tiempo es ineludible a nuestra condición humana.

“Desde los albores del pensamiento filosófico la naturaleza del tiempo, e incluso su existencia, han sido objeto de reflexión. Aristóteles se preguntó si el tiempo existía de forma independiente a la experiencia o solo en nuestras conciencias. San

en el espacio con formas de marcas de tinta, experiencias sonoras y huellas de luz. Tal vez este escrito sea un intento más de construcción de sentido en el tiempo de mi ser-ahí arrojado en la experimentación plástica. Mi ahora oscila entre el pasado, presente y futuro de lo que al parecer se escapa, de lo que tal vez solo imaginamos, de lo que quizás no existe, pero que por alguna razón llamamos tiempo.

acerca del minuto

…Una serie infinita de tiempos, en una red creciente de tiempos paralelos, divergen-

tes y convergentes…No existimos en la mayoría de estos tiempos; en algunos existe usted y no yo…; en otros, existimos ambos…

¿Por qué imaginar una sola serie de tiempo? Yo no sé si la imaginación de usted acepta esa idea.”2

—JORGE LUIS BORGES

La única certeza que por el momento hace eco en mi imaginación (entiéndase por esta imagen en acción, ideas aceleradas a veces imposibles de escribir) gira en torno a la intención de organi-zar algunas palabras acerca del tiempo, ojalá de manera clara y precisa como el tic tac del reloj. Pero ¿a cuál tiempo me refiero?, tal vez al único que me pertenece, al ahora que resuena en este momento de un día frío cualquiera.

Usted estimado lector y yo contamos solamente con sesenta segundos para cumplir con la siguiente tarea: El inicio del texto se debe escribir en un minuto. Sentémonos junto a un reloj y escribamos únicamente lo que podamos durante un minuto acerca del minuto, fijemos nuestra atención en el segundero que nos indicará cuando el minuto llegue a su fin. Yo en el siguiente párrafo jugaré con la escritura en el tiempo en relación a las

2. L. Borges, Ficciones. Como se cita en R. Levine, Una

geografía del tiempo, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI

Editores, 2006, p. 13.

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también bastante gris bañada de lluvia. En Colombia no hay estaciones, el clima se mantiene estable durante todo el año, se presentan ligeros cambios durante la temporada seca y la tempora-da de lluvias se supone que tiene correspondencia con algún mes del año, pero su marcación puede variar y ser muy intermitente. La temporada seca suele ser en diciembre-enero y en julio-agosto y la de lluvias en abril-mayo y octubre-noviembre. El cambio del día a la noche siempre sucede en una franja horaria similar, generalmente antes de las 6:00 am amanece y hacia las 6:00 pm se genera la puesta de sol que le da paso a la noche.

Las características particulares de nuestro planeta definen la noción de día y noche y también gene-ran las estaciones del año, el sol y la luna son fun-damentales en nuestra noción de ritmo circadiano caracterizado por ser natural, cíclico y en cons-tante cambio. Los ritmos biológicos en la natura-leza están marcados y son aún más perceptibles cuando salimos de la ciudad; en la Amazonía por ejemplo la tarde da paso a la noche, no solo con el ocaso sino también con el canto retumbante de las aves. Es una experiencia maravillosa lograr sentir el reloj de la naturaleza. Nuestro cuerpo pide alimento a lo largo del día como si existiera una alarma en el estómago, hemos organizado distintas horas para comer y generalmente establecemos rutinas a lo largo del día.

En la ciudad moderna hemos modificado los ritmos naturales, la invención de la luz eléctrica extendió el día y desplazó la noche lejos del atar-decer. Por lo menos si entendemos la noche como un espacio de tiempo sin la luz del sol, que inicia en el atardecer y es propicio para el descanso, como lo entienden algunos animales. La noche es un fenómeno natural del cual no escapamos, pero nuestro comportamiento y percepción de ella está mediada por las características propias de la edad moderna, una época donde uno de los fenómenos esenciales es su ciencia. El conoci-miento científico logra explicar los fenómenos naturales mediante el método que permite

Agustín postuló que era una creación de Dios y que, por consiguiente, solo Dios existe en un estado de eternidad. (Hoy día los científicos siguen una vía de investigación similar al cuestionar si el tiempo existía antes de Big Bang.) Isaac Newton cimentó su teoría de la mecánica en la hipótesis de que tiempo y espacio existen de forma inde-pendiente a los acontecimientos que suceden en ellos. En cambio, otros filósofos han negado la existencia objetiva del tiempo. En el siglo XVIII el escéptico George Berkeley insinuó que el tiempo y todo lo que ocurre en él son percepciones men-tales cuya << realidad>> es indemostrable. Los budistas sostienen que es un círculo sin fin, y que siempre acabamos donde empezamos. La teoría de la relatividad de Einstein fusiona espacio y tiempo en una sola entidad. Y el filósofo del siglo XX Henri Bergson fundió espacio y tiempo en su idea de duración, y definió el <<tiempo vivido>> como la experiencia en la que pasado y futuro confluyen en un presente continuo.”3

La conferencia que Heidegger tituló: “El con-cepto de tiempo” tiene 91 años y se realizó para la sociedad teológica de una pequeña ciudad alemana. En el inicio, el autor plantea una rela-ción entre el tiempo y la eternidad, y nos dice que si Dios fuera la eternidad habría que com-prender quién es Dios y para lograr tal fin nece-sitaría de la fe, así que el camino que elige es el del filósofo y no el del teólogo, indaga el tiempo a partir del tiempo y su relación indisoluble con el ser-ahí. San Agustín dedicó gran parte de su libro XI de las Confesiones a explorar el concep-to de tiempo y de manera jocosa nos interroga y pronuncia las siguientes frases: “¿Qué hacía Dios antes de crear el cielo y la tierra?... Estaba prepa-rando el infierno para aquellos que husmearan en misterios tan profundos”4 .

Los días y las noches en el trópico son iguales durante todo el año o por lo menos se parecen mucho. Bogotá es una ciudad en la montaña, a veces saturada de espesas nubes, a veces resplan-deciente por el sol de la sabana y por supuesto

3. E. Heartney, Arte & hoy, Del tiempo real al tiempo fílmico,

Londres, Phaidon press limited, 2013, p. 144.

4. San Agustín, Confesiones, XI, XII, 14. Como se cita en

K. Lippincott, El tiempo a través del tiempo, Grijalbo

Mondadori, 2000, p. 10.

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la invención de la fotografía reduce el tiempo de producción de la imagen al instante. “Conviene recordar un hecho olvidado porque tendemos a proyectar el manejo moderno de la cámara foto-gráfica en el pasado: durante poco más de cuatro décadas, y al menos hasta la década de 1880, la fotografía se ejecuta con cuadrante y reloj, es decir, contando los segundos (mentalmente, inclu-so, sin necesidad de un instrumento). Por ello, la práctica de la fotografía es una pragmática de la medición de la luz en ciertas condiciones deter-minadas por el dispositivo, medición realizada en función de la variable que constituye el tiempo.” 6

Los avances técnicos en el campo de química y la óptica dan inicio a la historia de la fotografía,  su acta notarial de nacimiento la encontramos en el año de 1839 con la invención del daguerrotipo, éste no es un proceso con las características fotográficas fundamentales que conocimos en el siglo XX como la reproductibilidad, es un proceso que genera una imagen única, los daguerrotipos son muy lejanos a las aceleradas imágenes del si-glo XXI, que poco tienen que ver con una plancha de metal que contiene una imagen que es visible incluso en positivo y negativo dependiendo del punto de vista. A los daguerrotipos se les conocía como espejos con memoria y la gran definición en los detalles asombraron a las personas en el siglo XIX; hoy las fotos son datos sin un cuerpo tangible que viajan en la red, la luz de pantalla se apoderó del mundo de las imágenes, al parecer contiene posibilidades infinitas.

La óptica es sin duda una de las grandes técnicas de la modernidad, su uso se remonta al siglo XV y la pintura se valía de sus adelantos para crear las imágenes del mundo como lo señala Hockney en su libro: “El conocimiento secreto: El redescu-brimiento de las técnicas perdidas de los grandes maestros.” La química se consolida como disciplina científica en el siglo XVIII, la invención de la foto-grafía sólo es posible gracias a los avances propios de esta disciplina que permite fijar las imágenes ópticas producidas en la cámara oscura.  

conocer lo enigmático, su proceder se sustenta en la investigación que se constituye en campos de objetos, medibles, verificables y capaces de establecer leyes predecibles.

aparatos de medición

“La técnica mecanizada sigue siendo hasta ahora el resultado más visible de la esencia de la técnica moderna, la cual es idéntica a la esencia de la metafísica moderna.”5 Un ejemplo evidente de la técnica moderna es la invención del reloj mecánico. Desde la antigüedad el hombre ha cuantificado el transcurrir del día con distintos aparatos de medición; relojes de sol, arena y agua son los antecesores de la pequeña máquina de uso cotidiano que hoy tal vez algunos utilizamos en nuestras muñecas. Conquistar la precisión y medir los segundos es el resultado del avance de la técnica y del capitalismo; hoy existen sistemas de medición del tiempo que dividen el segundo en microsegundos, unidad de tiempo que equivale a la millonésima parte de un segundo, o incluso también existe el yoctosegundo: unidad de tiem-po equivalente a la cuatrillonésima parte de un segundo. Estas son unidades que dejan muy atrás la centésima o milésima de segundo, inventadas para realizar análisis teóricos en un mundo que conoce las partículas subatómicas.

El aparato fotográfico establece un vínculo indisoluble con la medición del tiempo, podría-mos pensar que la fotografía es un proceso que cuantifica luz sobre una superficie sensible a ella. Nicéphore Niépce hacia 1826 es el primero, según la historia oficial, que logra fijar la imagen que veía a través de su ventana mediante procesos ópticos y químicos. El tiempo de producción de la imagen es alterado de forma trascendente, pintar un cuadro requería a veces del trabajo de unos años por parte del pintor, o tal vez de meses o semanas, o por lo menos de días. Las imágenes a partir de este momento se transforman en imágenes técnicas hechas mediante la máquina,

5. M. Heidegger, Caminos de bosque, Editorial Alianza,

Madrid, 2005, p. 63.

6. M. Frizot, El imaginario fotográfico. La luz sobre medida,

México, Ediciones VE, 2009, p.167-168.

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LA CRONOFOTOGRAFÍA NUEVO MÉTODO PARA ANALIZAR EL MOVIMIENTO EN LAS CIENCIAS FÍSICAS Y NATURALES

Si consideramos la propiedad fisiológica del ojo humano, advertimos que este órgano represen-ta, desde el punto de vista dióptrico, un aparato fotográfico con su objetivo y su cámara obscura, en donde los párpados constituyen el obturador mientras que la retina, sobre la cual viene a for-marse las imágenes reales de los objetos exterio-res, es la placa sensible.

Lejos de ser permanentes, las imágenes retinianas son fugitivas: persisten allí algunos instantes, pro-longando la duración aparente del fenómeno que las ha hecho nacer. Esta propiedad de la retina nos va a permitir estudiar cómo una imagen fotográfi-ca puede representar un movimiento.

Cuando un niño agita una varilla incandescente y se divierte al ver la estela de fuego que parece ondular en el aire, en realidad está fotografiando sobre su retina la trayectoria de un punto luminoso; esta trayectoria no es demasiado larga porque la retina no conserva mucho tiempo las impresiones que recibe. En un caso similar, la placa fotográfica proporcionará la imagen entera y permanente del camino recorrido por el punto luminoso; no obstan-te, esto no será todavía la expresión completa del movimiento ya que esta imagen no expresa más que las posiciones sucesivas ocupadas por el cuerpo luminoso al abstraer la duración de su recorrido.

Para expresar completamente los tarsos del movimiento es necesario introducir en la imagen la noción de tiempo, lo cual se obtiene al hacer actuar a la luz de una manera intermitente y a intervalos de tiempo conocidos.

Así, si abrimos y cerramos los párpados de una manera intermitente mientras recibimos la impresión retiniana –dos veces por segundo, por ejemplo-, la imagen de la estela de fuego que se

El resultado en la imagen fotográfica está estre-chamente relacionado con la sensibilidad de los soportes fotosensibles, la cantidad de luz incidente y el tiempo de exposición. En siglo XIX con el sur-gimiento de la fotografía aparecen los fantasmas en las imágenes de las ciudades como conse-cuencia de largos tiempos de obturación. En los días de Daguerre, las nuevas fotografías de París son habitadas por espectros, el cuerpo se reduce borrones, el movimiento se muestra como estelas, lo material adquiere transparencia, aún faltarán una serie de desarrollos técnicos para conquistar el instante, ese que pertenece al reino de las milé-simas de segundo. En los primeros años del retrato fotográfico el modelo tenía que petrificarse como si estuviera ante los ojos de Medusa, era necesario que durante el tiempo de la exposición el retratado se sometiera a permanecer inmóvil ante la cámara usando prótesis con formas de artefactos de metal para lograr el mínimo movimiento en la pose, estos extravagantes soportes en nuestros días nos harían pensar en una película de terror, además la baja sensibilidad de la emulsión traía consigo mayores tiempos de petrificación del sujeto ante la cámara. En el proceso fotográfico entre 1839-1880 los fotógrafos usaban relojes para medir el tiempo que podía ser de varios minutos, incluso ahora, tal vez podríamos imaginar la cámara como un sofisticado reloj que cuantifica luz.

¿Qué significa que la imagen fotográfica sea ins-tantánea? La conquista del instante en fotografía es el resultado de un  proceso de sofisticación del medio, el tiempo de exposición está determinado por el obturador que permite el paso de luz, sola-mente hasta 1880 con la invención de la técnica del gelatinobromuro de plata y con la aparición del obturador mecánico podemos pensar en la implicación del término “instantánea fotográfica”, que además traerá consigo imágenes nunca antes vistas. La fotografía instantánea para las dos últimas décadas del  siglo XIX significa la posibi-lidad de fotografiar personas, animales y cosas en movimiento, incluso a grandes velocidades como un caballo en el máximo de su galope.

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simultáneo, en presencia de un público, acciones visibles y palabras audibles.

Cinco años después de esa entrevista, o doce años después que el zoopraxiscopio fuera exhibido ante un gran número de instituciones artísticas y científicas de Europa y América, la primera mejora apareció en un aparato que su ingenioso cons-tructor denominó kinetoscopio.

Una gran cantidad de pretendientes se han atri-buido esta mejora del zoopraxiscopio. A Marey se le debe el primer registro de una sucesión de figuras en movimiento obtenidas, con un único lente, sobre una tira de material sensible, en 1882. A Edison, la primera aplicación de una tira o cinta que contenía un cierto número de tales figuras en una línea recta (en lugar de distribuirlas sobre un disco de vidrio) para ser proyectadas.

Al momento de escribir estas líneas, la combina-ción del zoopraxiscopio con el fonógrafo no se ha logrado de manera satisfactoria. Sin embargo, no cabe duda de que en el –quizás no distante– futuro, los aparatos no solo podrán reproducir acciones visibles de manera simultánea con palabras audibles, sino que una ópera entera (con los gestos, las expresiones faciales, las canciones de los intérpretes y la música que las acompaña) será registrada y reproducida por una máquina que combine los principios de zoopraxiscopio y el fonógrafo, para la instrucción y el entretenimiento público, muchos después de que los participante originales hayan muerto. Y si las fotografías se hicieran estereoscópicamente, y la proyección de cada serie se realizara de manera independiente y sincrónica, se podrá ver una imitación perfec-tamente realista de la representación original mediante la ayuda de binóculos apropiados.

—EADWEARD MUYBRIDGEKingston-on-Thames

diciembre de 1898 8

pintará en nuestro ojo presentará esas interrup-ciones y el número de interrupciones contenidas en una cierta longitud de la trayectoria luminosa expresará, en medios segundos, el tiempo que el móvil ha empleado para efectuar su recorrido. Pues bien, éstas son, precisamente, las condiciones de la cronofotografía.

—ÉTIENNE-JULES MAREYRevue générale des sciences pures et apliques n 21

15 de noviembre 1891 7

El trabajo de Étienne-Jules Marey me intere-sa mucho dentro de la historia del dispositivo fotográfico, ciencia y arte se vuelven juntar de una manera singular a finales del siglo XIX. Marey pertenece al campo de la medicina y está profundamente interesado en el estudio de la locomoción, sus investigaciones en este terreno lo han llevado a utilizar, adaptar y crear una serie de aparatos que le permitan analizar de forma gráfica cómo es el movimiento fisiológico de los animales y las personas.

La fotografía va aparecer en las investigaciones de Marey como un instrumento de comproba-ción; la máquina le permitirá diseccionar en imágenes instantáneas aquellos movimientos que se producen a gran velocidad y que el ojo no es capaz de separar de la continuidad. El cor-te de los acontecimientos atrapados que logra la fotografía evidencia un mundo nuevo nunca antes visto.  

PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN DE ANIMALS IN MOTION

El 27 de febrero de 1888, habiendo evaluado algunas mejoras para el zoopraxiscopio, el autor consultó a Thomas A. Edison sobre la posibilidad de utilizar ese aparato en asociación con el fonó-grafo, de manera tal de combinar y reproducir en

7. E.Marey, La cronofotografía nuevo método para analizar

el movimiento en las ciencias físicas y naturales. Como se

cita en D. Oubiña, Una juguetería filosófica, Buenos Aires,

Ediciones Manantial, 2009, p.58-59.

8. E. Muybridge, Prefacio a la primera edición de animals in

motion. Como se cita en D. Oubiña, Una juguetería filosófica,

Buenos Aires, Ediciones Manantial, 2009, p.87-88.

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Muybridge y Marey nacieron y murieron en el mismo año (1830-1904) tal vez este dato sea tan solo una casualidad biográfica. En vida, el fotó-grafo británico que vivió el sueño americano y el científico francés se conocieron, intercambiaron cartas y establecieron una fructífera conversa-ción intelectual. La pasión con la que investiga-ron y desarrollaron las nuevas capacidades del dispositivo fotográfico van ser el punto nodal que de la aparición del cine.

Considerando las 8 horas estimadas de exposi-ción que Niépce empleó en el nacimiento de la primera imagen fotográfica que se conserva y todos los cambios en la idea de instante en la imagen fotográfica, hoy vivimos una aceleración del tiempo hasta llegar al límite del cero abso-luto de la exposición necesaria para realizar una fotografía. En la contemporaneidad los días son vertiginosos, híper-acelerados y saturados de imágenes; algunos teóricos como Fontcuberta denominan la era actual de la imagen técnica como posfotografía.

Parece que el instante de obturación más veloz que sensibiliza la película fotográfica desaparece, el sensor es el nuevo centro de operaciones, es allí donde se forma la imagen, sus características par-ticulares hacen que tenga la capacidad de registrar de manera continua cuadro a cuadro agregando nuevas capacidades a la cámara fotográfica, que también se comporta como una potente cáma-ra de video. Todo esto es posible gracias a los fenómenos fotoeléctricos explicados por la ciencia en el siglo XX conjugados con los avances propios de la micro-computación del siglo XXI. El devenir continuo de las tecnologías tiene implicaciones en la forma en la que entendemos y nos comporta-mos en el mundo contemporáneo. En el siglo XXI estamos enredados al parecer en las posibilidades infinitas de la informática.

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reloj sonaría a las 6:30 a.m. Yo hacía varios minutos estaba despierto, con el brillo de la luz desapareció el recuerdo del sueño, la maquinaria del reloj sonaba en el silencio de la habitación. Los compases de dos relojes se mezclan en mi cuarto, tengo un reloj de pared, colgado al lado de la puerta y otro en la mesa de noche.

“Una alegre y suave oleada eléctrica silbada por el despertador automático del órgano de ánimos que tenía junto a la cama despertó a Rick Deckard. Sorprendido —siempre le sorprendía en-contrarse despierto sin aviso previo— emergió de la cama, se puso en pie con su pijama multicolor, y se desperezó. En el lecho, su esposa Iran abrió sus ojos grises nada alegres, parpadeó, gimió y volvió a cerrarlos”.9

Mi reloj despertador es pequeño, plateado y de metal, su sonido de alarma suele interrumpir mi sueño. Hice varias imágenes moviendo el aparato sobre escáner (el reloj despertador y el reloj de pared). Al digitalizar objetos tridimensionales y moverlos, los contornos de forma rígida se vuelven elásticos en la imagen que se crea a partir del barrido del sensor del escáner, su registro produce formas que se alargan y se contraen, la marcación de las manecillas se vuelve imposible de enten-der. Fue inevitable, cuando fotografíe mis relojes recordé los relojes que Salvador Dalí hizo en su pintura: La persistencia de la memoria de 1931, la asociación morfológica asalta mi imaginación. En el pequeño lienzo de 24 cm × 33 cm que está en el Moma (Museo de Arte Moderno) de Nueva York, la estructura de los relojes en la pintura pareciera derretirse como si se tratase de pedazos de queso que se calientan sobre el sartén.

preguntar la hora

—¿Qué hora es?

—Son las tres y cuarto.

—¿Perdón la molestia, podría darme la hora exacta?

—Sí, son las 3:17 p. m.

¿Existe alguna diferencia entre las 15:15 y 15:17? tal vez solo sea de 2 minutos, pero debería empe-zar por diferenciar el sistema usado para referirse a la hora. En la primera parte de la oración de este párrafo escribí las 3:17 p.m., mencionar la hora de esta forma inscribe la expresión dentro del sistema horario de 12 horas donde el día se divide en dos periodos de 12 horas, antes del mediodía y después del mediodía; en Colombia suele ser el sistema más común al referirse al tiempo del reloj dentro de la cotidianidad. El segundo sistema que aparece donde las 3:17 p.m. es equivalente a las 15:17 es el sistema horario de 24 horas donde se mide el tiempo de media-noche a medianoche, el día empieza a las 00:00 y termina a las 23:59, de esta manera no existirán dos horas iguales a lo largo de las 24 horas.

Mi proyecto de creación “15° de imprecisión” parte de un ejercicio de contemplación: miro la hora en el reloj despertador de la mesa de noche y decido fotografiar el aparato. Tal vez es entre el sueño y la vigilia donde aparece el sentido. Aquella mañana fría de septiembre la luz entraba por la ventana, eran las 6:28 a.m. de un día común y corriente entre semana, el

CAPÍTULO 2

9. P. Dick, Blade Runner, Barcelona, Edhasa, 2000, p.11.

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Salvador Dalí. La persistencia de la memoria. 1931.

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De manera sistemática, durante varios días y a distintas horas recorro la ciudad fotografiando relojes de pulso en las personas que transitan por las calles. Me acerco a desconocidos y les pre-gunto la hora, después les pido que me permitan fotografiar su reloj, en el encuadre el aparato es el protagonista, pero además aparecen rastros de la persona y del espacio transitado de las calles de Bogotá, en un encuentro fugaz se posibilita el intercambio, la dimensión del otro y su tiempo, el tiempo del encuentro, inscrito en el tiempo del reloj son el material plástico. Mi trabajo consiste en hacer una fotografía por cada uno de los 1440 minutos del día para completar un total de 1440 imágenes, de tal manera que se evidencie el paso del tiempo en una acumulación de espacios reco-rridos. La idea de colección se torna fundamental, el ejercicio de taxonomía del reloj en el palpitar de la ciudad pretende encontrar la sincronía foto-grafiando el paso de un minuto a otro minuto en múltiples relojes y personas, como si se tratase de un gran reloj extendido en la ciudad.

Me interesa evidenciar y materializar los minu-tos de un día. Las milésimas de segundo del apa-rato fotográfico van en búsqueda del minuto, yo estoy detrás de la máquina arrojado en la ciudad propiciando el intercambio de velocida-des, el tic tac del reloj se mezcla con el clic del obturador. Todas las fotos las hago en formato horizontal, si imprimo 1440 fotos a un tamaño de 20 cm de alto por 30 cm de ancho, un día en imágenes tomando como unidad de medida el minuto, ocuparían un espacio de 4,8 metros de alto por 18 metros de ancho. La multiplicidad de imágenes se convierte en un espacio para recorrer donde el espectador quedaría inmerso. Al colocar las fotos de los minutos de un día en una línea de tiempo y reproducirlas en un video donde el intervalo entre fotogramas sea de un segundo, la duración del recorrido de un día que está hecho en distintos días será de 24 minutos; pero si se reproducen 24 fotogramas por segun-do, el tiempo usual en la imagen cinematográfica, un día se comprime en un minuto.

Dilatación del minuto

Me gusta caminar en la calle y perderme en la ciudad, a veces recorrer sin rumbo fijo deam-bulando a la deriva produce hallazgos. Salir a la calle y hacer fotografías me sitúa en un lugar particular en el proceso de construcción de imá-genes; el ruido de la ciudad es constante, todo está en movimiento, la detención es una promesa utópica del acto fotográfico. El instante en la imagen es una construcción de corte singular de un dispositivo tecnológico altamente sofisticado que llamamos fotografía. La imagen se construye a gran velocidad al interior del cámara, en milési-mas de segundo la superficie sensible a la luz es impactada por fotones que atraviesan un sistema óptico produciendo fotos, en un clic, en el obturador de la cámara se generan montones de operaciones, tal vez necesitaría de varias páginas para poder explicar en detalle cada paso que su-cede en la cámara que hoy pertenece al imagina-rio digital y que usamos de manera generalizada en la vida cotidiana. Fotografiar en el caos de la ciudad es una actividad de sorpresas constantes, infinidad de momentos singulares suceden, la po-sibilidad de la fantasía en la detención construye el acontecimiento.         

Ver la hora pasar, preguntar la hora, ser cons-ciente de estar en el tiempo, aislar cada minuto del día. Tal vez de eso se trata, de ser-ahí en el tiempo. Cada quien tiene una vida individual que no se detiene. En la multitud que espera que cambie la luz de un semáforo conviven distintas historias diferentes que a veces emiten pequeños susurros, cada quien es dueño de su ahora, por lo menos en esos instantes donde parece que la vida pasa, el tiempo del reloj con su apariencia cons-tante funciona como una estructura de medición altamente refinada producto de un gran número de logros científicos, escapar de su presencia ge-nera una sensación de imposibilidad, sin embargo existen múltiples tiempos que se conjugan en el ahora como por ejemplo: el tiempo de la ciudad, de los árboles y las piedras.   

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En la era digital la fotografía se parece a la pintura. Photoshop es el software más popular en el tratamiento de imagen en mapa bits, en este programa podemos empezar a trabajar a partir de un lienzo de manera similar al punto de partida del pintor enfrentado a tela vacía. Las fotografías digi-tales en esencia serían información de luminosidad producida por la óptica de la cámara y construida en el sensor en forma de píxeles, pensar entonces

que una imagen es equivalente a una pincelada tal vez sea forzar demasiado esta comparación donde seguramente pinceles y pixeles en algún momento de la historia se enredaron. Dentro de mi proceso de pensamiento y trabajo de experimentación, decidí juntar como transparencias en un mismo lienzo varias de mis fotografías hechas en la calle en busca del minuto.

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La tarde era tranquila, el sol calentaba mi espal-da, mi cita era a las dos. Ese día visité a un viejo amigo, el relojero sinfónico del barrio La sole-dad. Su materia plástica es musical, su voz es el instrumento que más usa, los relojes son un accidente necesario de su cotidianidad. Nuestro encuentro, que ahora pertenece al pasado, estu-vo acompañado de pinzas, lupas, pilas y agujas. Solo necesitamos 5 minutos para sincronizar todos los movimientos necesarios para desarmar y volver armar un reloj que invierte el sentido de la rotación de sus manecillas; el secreto estaba en la pieza metálica, al girar su estructura el mecanismo dentro del aparato funciona al revés. ¿5 minutos para devolver el tiempo? el tiempo definitivamente escapa al reloj, existen múltiples tiempos, somos el tiempo al existir en el ahora imposible de atrapar. Imaginamos… tal vez sea ese el gran misterio de nuestra curiosidad, qui-zás solamente allí existe el tiempo.

¿Qué significa la cuarta dimensión? ¿Qué pasa si el tiempo pesa? ¿Cuál es el aroma del tiempo? Dicen que el tiempo vuela… ¿El vuelo del tiempo tendrá que ver con singularidad de la vibración? ¿a cuál vibración me refiero? En el mundo de la fabricación de reloj lograr un intervalo cons-tante es una tarea de suma importancia. La vibración de los cristales de cuarzo a través del efecto piezoeléctrico fue toda una revolución que produjo la técnica del siglo XX, sus logros dieron con el resultado que en la cotidianidad el aparato para medir el paso del tiempo sea de tan alta precisión, que incluso el reloj de un niño sería envidiado por cualquier científico anterior a estos descubrimiento; tal vez esta podría ser una historia constante en el desarrollo tecno-lógico, pero volver atrás casi siempre trae luces sobre el ahora.

Un reloj da la hora, 60 relojes marcan 60 horas. Decidí abrazar el minuto como unidad definiti-va para la experimentación, a veces en la calle le regalo minutos a extraños que me pregun-tan cosas generalmente de poca importancia.

Devolver el tiempo

En mi trabajo fotográfico al recorrer las calles de la ciudad en busca de la marcación del tiempo me encontré en una esquina del centro a un señor que vende unos relojes bastante particulares. Sobre el piso, el vendedor de la carrera séptima expone una gran variedad de afiches con imágenes de cantantes popula-res, iconos religiosos, modelos y futbolistas. Los posters están montados sobre una tabla y tienen instalado un módulo de reloj en un punto de la imagen. Después de este encuen-tro me interesé profundamente en la sencilla y compleja maquinaria del reloj. Decidí entonces empezar a experimentar con el aparato mismo; lo primero que hice fue desarmarlo, del inte-rior de la pequeña caja negra que contiene el mecanismo saltaron minúsculas piezas plásticas con formas de engranajes. La disección del reloj trajo a mi memoria recuerdos de mi infancia cuando jugaba a construir máquinas imposibles que solo estaban en la imaginación.

El sentido de las manecillas del reloj indica el paso del tiempo en unidades constantes de forma continua. Una hora está compuesta por sesenta minutos, un minuto es una partícula de medición compuesta por 60 segundos. El segundo es la unidad de tiempo en el Sistema Internacional de Unidades. Si pensamos por un momento en la percepción que tenemos  del segundo en la cotidianidad, nos enfrentamos a una unidad demasiado breve que parece casi insignificante en su duración, pero seguramente si relacionamos esta unidad de medida con la velocidad de una bala entonces un segundo sería un tiempo considerable, de igual manera si pensamos en el tiempo de exposición a luz del material fotosensible en una fotografía, un segundo sería demasiado tiempo en condiciones de luz día. Quizás la percepción del tiempo es relativa a las circunstancias particulares, aun-que el tiempo esté determinado por una escala de medidas.

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consistió en mirar la hora que se marcaba en aquel momento de mi pasado, que cuando suce-dió pertenecía a mi tiempo real. ¿Qué significa el tiempo real? Tal vez hoy tiene que ver con mi cita de mañana, pero eso está en el futuro, tal vez el tiempo real significa que son las 1:41 a.m.. El segundo procedimiento que realicé fue colocar todos los relojes a la misma hora, la del tiempo real. El tercer paso consistió en poner la pila en un intervalo de un minuto por reloj, para lograr la diferencia en lo aparentemente igual, en lo difícilmente sincronizable.

¿Qué pasa si es de noche y estamos tratando de dormir y de repente en el silencio de la habita-ción, entre las sábanas, empezamos a escuchar el sonido del reloj en pared? quizás el latido del aparato se vuelve el protagonista de una madru-gada de insomnio. Ahora tratemos de imaginar por un momento el mayor de los silencios po-sibles producido en un espacio casi hermético, tal vez podría ser un cubo blanco con cuatro entradas semejante los lugares que se constru-yen para exponer arte contemporáneo, nosotros, los espectadores imaginarios de la calma en el espacio perfecto de circulación artística nos desplazamos al centro y al llegar a ese punto de referencia, en un mismo instante y como por arte de magia, se encienden el 1440 relojes que mezclan sus sonido amplificado.

En el anterior párrafo introduje el sonido del tic tac del reloj de manera anecdótica y fan-tasiosa; fenómenos complejos de vibración y electricidad producen el compás en el sistema de engranajes. La naturaleza de la máquina que desarmé encierra un problema de reso-nancia fascinante. En mi pared con 60 relojes, 8 funcionaban de manera singular: estaban conectados a un micrófono de contacto que amplificaba su sonido. En el espacio del taller se mezclaron distintos tic tacs, la presencia sonora producía la sensación de un extraño la-tido del corazón que a veces podía confundirse con el ritmo de tambores o caballos galopando. ¿soñarán los relojes con caballos eléctricos?

Compro minutos en las esquinas (en Colombia esto significa llamar por celular) pero afortu-nadamente el tiempo no se puede comprar… ¿o tal vez sí? ¿El tiempo se podrá devolver? ¿Será nuestra memoria una máquina para viajar en el tiempo? ¿Qué significa devolver el tiempo? Fan-tasía, imaginación y riesgo. La tierra se mueve, los ciclos se repiten, cumplimos años.

Compré sesenta módulos de reloj, uno por cada minuto de la hora, desarmé 60 pequeñas cajas negras de plástico, invertí 60 piezas metálicas. Definitivamente, así el reloj ande hacia atrás, el tiempo sigue su curso, ahora, ahora, ahora, en este instante que lo pienso, dudo si el sentido del tiempo es hacia adelante, el tiempo y el espacio al parecer se abrazan. Sobre la pared hice una cuadrícula con los 60 relojes moviéndose hacia atrás, cada uno daba la hora con una diferencia de un minuto, no usé los números del 1 al 12 que se utilizan para indicar la hora en los tableros circula-res de los relojes más comunes, solo usé el módulo cuadrado con las tres agujas: horario, minutero y segundero, generalmente este módulo es una caja plástica que contiene el mecanismo que opera el desplazamiento de las agujas y que en el uso coti-diano del reloj se esconde detrás del tablero.

En la retícula de maquinarias sobre la pared si el primer reloj marca las 9:05, el segundo marca las 9:06, el tercero las 9:07 y así sucesivamente hasta llegar al último que indicaría las 10:05 al tratarse de una hora, pero como las agujas están en movimiento constante en el sentido inverso, y nuestro sistema de lectura es de izquierda a dere-cha, cuando se contempla la secuencia y se avan-za de un módulo a otro la sensación que produce la contemplación es de extrañeza, pareciera que la hora es la misma que el retroceso y la multi-plicidad produce una especie de detención en el desplazamiento inverso de la marcación.

Para construir la cuadrícula de repetición del mismo aparato (lo uno y lo múltiple), empleé una estructura de 6 relojes de alto por 10 de ancho y tardé una hora en sincronizarlos. El primer paso

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Disección del reloj

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Amplificación del sonido

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Sincronización de aparatos

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instrucciones para mirar la hora.

(Ejercicio imaginario sin realizar).

Número indispensable de participantes voluntarios: 24.

Dentro de un sobre de manila vienen dos hojas de papel, una negra y una blanca y dos colores, uno blanco y otro negro.Primer paso:  Contenga la respiración y cuente hacia atrás desde el número 60 hasta el número 1.Seguramente llegar al número 1 sin respirar requiere mucho entrenamiento.Interrumpa y tome todo el aire que pueda las veces que sea necesario.Tenga en cuenta, si es posible, el número de todos sus parpadeos.

Durante todo el ejercicio mantenga el color blanco en su mano izquierda.El color blanco lo usará para marcar con un trazo sus parpadeos en la hoja negra.  Marque cuántas veces respira en su cuenta regresiva de 60 a 1, con un trazo en la hoja blanca con el color negro.Repita el ejercicio de cronometría inversa de la respiración contenida durante una hora. Conserve las hojas con las marcas de la cuantificación, son de vital importancia. Haga la actividad frente a una cámara web, transmita el ejercicio en vivo.

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siempre en constante cambio, con inicio y fin o tal vez eternos para el ser-ahí arrojado, eyectado sobre su propia marcha —y entiéndase necesa-riamente no solo por marcha movimiento sino también esencia y vitalidad ante la imposibilidad de la detención—.

Una hora para pensar sobre cualquier cosa, ¿qué es una hora?Si yo fuera una hora la tierra se desplazaría 15 grados, tal vez también sería un libro cargado de oraciones que construirían el sentido de la existencia espiritual, como los libros de las horas en la edad media. Si yo fuera una hora, sería clara, matutina y serena, sería noche, atardecer y bruma. Las horas en las cosas tal vez cambian a las cosas que no se preguntan por las horas. ¿Qué significa una hora en la existencia de una gran piedra, quien conoce el tiempo profundo? tan solo lo imaginamos en nuestros cortos años de existencia.

“En verdad, nuestro tiempo de vida está estrechamente limitado

Vemos y contamos la cifra de nuestros añosPero los años de los pueblos

¿Qué mortal los ha visto?Si tu alma alza nostálgica el vuelo por encima

De tu propia época, tú en cambio permaneces tristeEn la fría ribera

Junto a los tuyos y jamás los conoces.” 11

—HÖLDERLIN

Tal vez una hora sea una cosa, pero ¿qué cosas tiene una hora?

Si yo fuera un segundo, no sería un instante decisivo, o tal vez sí, guardaría la potencia de ser de múltiples formas, me sobraría mucho tiempo para ser un instante, sería eterno. Tal vez eso son las imágenes: promesas de eternidad y duración contenida. Cuando digo “un segundo” en voz alta el segundo ya pasó… y ahora en este instante preciso no voy a decir, voy a escribir, pero antes

la imposibilidad de la detención

El tiempo está determinado por los acontecimien-tos que son múltiples, individuales y particulares. Yo estoy escribiendo cada palabra en este preciso instante y un universo enorme de posibilidades sucede para las demás personas que seguramente caminaran, correrán, dormirán, comerán, baila-rán… podría seguir con una lista infinita de lo que pasa en el instante poliforme del tiempo continuo que no se detiene. Puedo contar 62 palabras escritas en los 10 minutos de vacilación de los cinco renglones que deje atrás cuando empecé a escribir este párrafo, pero sería imposible enu-merar los sucesos individuales de los 7125 miles de millones de personas en el tiempo en que yo escribí estas palabras acerca del acontecimiento de mi escritura; el ahora del tiempo acaba de ser pasado una vez usted se sitúe en esta palabra.

“¿Qué es el tiempo de este ahora en el que miro el reloj? Por ejemplo, ahora, en el preciso instante en el que lo hago; ahora, cuando se apaga la luz. ¿Qué es el ahora? ¿Está el ahora a mi disposición? ¿Soy yo el ahora? ¿Es cualquier otra persona el ahora? De ser así, yo mismo y cualquier otra persona sería el tiempo. Y en nuestro ser juntamente con otros seríamos el tiempo -todos y ninguno. ¿Soy yo el ahora, o solamente aquel que afirma esto? ¿Con o sin reloj expreso? Ahora, al anochecer, al amanecer, esta noche, hoy: aquí topamos con un reloj con el que siempre ha operado la existencia humana, el reloj natural de la alternancia del día y la noche.”10

Mi ahora lo constituye el movimiento de mis dedos fríos sobre el teclado que impacientes aglomeran palabras para discernir la naturaleza de este preciso instante que se extiende en el ahora del lector y que finalmente quiere pre-guntarse por la naturaleza de una partícula de medición conocida como el minuto. Los sesenta segundos que llamamos minuto, son una partícu-la pequeña o gigante dependiendo del marco de referencia del observador, trascendente o banal dependiendo de las circunstancias del ser, pero

10. M. Heidegger, El concepto de tiempo, Madrid, Editorial

Trotta S.A, 1999, p. 32.

11. F. Hölderlin, A los alemanes. Como se cita en M. Heidegger,

Caminos del bosque, Madrid, Alianza editorial, 2010, p. 78.

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de cinta cinematográfica tenemos 1440 imáge-nes individuales. ¿Cuánto medirá un minuto de proyección? Tal vez 4 metros, o quizás mucho más. ¿Cuál es el contenido de un minuto? Mis minutos existen de manera simultánea en los minutos particulares de todos los que medi-mos el paso del tiempo y de todos los que no lo hacemos. Devolver la película, contrariar la narración, viajar en el tiempo, repetir una y otra vez el mismo minuto que pasó. ¿Qué significa la repetición? Si yo fuera un minuto me sobraría tiempo y me faltaría espacio.

El minuto que pasó perdió palabras, un minuto para pensar las particularidades fenomenológi-cas de la hora. Aparatos de marcación, hue-llas, rastros y vestigios de ideas atrapadas en palabras; la voz en palabra escrita a partir de las partículas elementales de la escritura: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z. Escribir es una forma de marcación en el tiempo. Una letra es una marca; las palabras son huellas en el tiempo de otro tiempo. Un texto está cargado de futuros, leemos del pasado para imaginar en el presente de nuestra lectura.

Cosas de minutos para construir

sentido en una hora.

Sobre la mesa acabo de colocar un reloj de are-na, a veces lo más obvio es lo más interesante. Voy a intentar escribir de manera automática en el tiempo de la medición de este sencillo meca-nismo. La gravedad impone su fuerza, la arena se filtra y se generan patrones de repetición, las palabras caen en el vacío. El miércoles 19.11.15 a las 00:16 horas escribí: “Cosas de minutos para construir sentido en una hora”. Mi ahora lo ocupa un martes del año 2016, un día en el futuro para el miércoles 19.11.15. Al cabo de unas horas, si tomamos como referencia de medición el día, este martes también pertenecerá al pasado. Son las 18:49 horas, la arena se acaba, siento que me hacen falta palabras.

de empezar a teclear mi otra mano encende-rá un cronómetro. Uno, dos y tres: segundo, segundo, segundo, segundo; escribí cuatro veces la palabra segundo, cada una tiene 7 letras separadas por cuatro comas. Mis dedos (que no son los más veloces del mundo en los teclados) registraron una marca de 00:00:14.24; necesi-té todo ese tiempo para escribir cuatro veces “segundo”.

Si yo fuera un segundo, tendría acumulado demasiado tiempo para ser una fotografía convencional, sobre mi superficie inevitable-mente aparecerían minúsculos vestigios de pequeños movimientos que darían la sensación de detención. Si yo fuera una fotografía sería un paquete de sensaciones para la imaginación, esa que amontona imágenes que contienen histo-rias, añoranzas, ideas, probabilidades, recuerdos, memorias, energías, deseos, ocurrencias, listas, preguntas, dudas.

¿Cuántas palabras podría escribir en un minu-to? el sentido de una hora se acelera, me sobra espacio. Si yo fuera un minuto, intentaría que cada segundo existiera de manera diferente, cada espacio de mí ser-minuto estaría cargado de posibilidades de recorrido. Hace un mes compré un fragmento de cinta de una película cualquiera, calculo que son aproximadamente 100 metros. Traté de extenderla y su longitud atravesó el espacio de mi apartamento varias veces, recorrí la superficie del celuloide con una linterna, los cambios a veces se hacían imperceptibles entre imágenes, había varios fragmentos de fotogramas en negro, pues funcionan como estructuras de suma importancia dentro de la narración.

En el dispositivo cinematográfico 24 fotogramas se acumulan en un segundo para generar la sensación de movimiento propio de la imagen fílmica. La percepción de la imagen en movi-miento es un fenómeno complejo y particular que opera cuando estamos delante de la panta-lla. Un minuto tiene 60 segundos, en un minuto

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Las palabras y las cosas brillan en el espejo de la pintura donde el pintor nos pinta, su tiempo fue, su imagen es. Cuando vemos Las Meninas de Ve-lázquez, entramos en el tiempo del pintor que está en plena acción, al frente del cuadro nos situamos en el lugar de los modelos de su pintura, múltiples tiempos se sobreponen frente a la obra de arte.

“Todos los objetos se ubican en el espacio y en el tiempo, sin embargo, no todos son productores de tiempo. Producir voluntariamente tiempo es lo propio de las obras de arte. Contrariamente a muchas otras cosas, seres y objetos, las obras de arte, a la vez que se desarrollan necesariamente en el tiempo, engendran su tiempo, lo secretan, lo fabrican, lo crean artificialmente, le confieren forma y significado, excediendo la simple cuenta atrás que todos nosotros operamos en tanto que seres prisioneros de nuestra finitud. El tiempo pasa, fluye, acontece, desaparece, pero la obra que también se encuentra sometida a dichas leyes temporales produce su propio tiempo que se sucede pero no pueden crearlo. Edmund Husserl definió esta capacidad singular de las obras de arte como el privilegio de los “objetos temporales” (Zeitobjekten)”12

una hora

Las siguientes palabras no pertenecen a cual-quier hora, serán de la primera hora de un día.

El día desapareció y solo el reloj percibió los cambios, ayer y hoy son iguales si tomamos como punto de referencia la media noche, el cambio solo sucedió en el aparato de medición. Todos mis ayeres pertenecen al pasado, intento imaginar mi futuro; viajamos en el tiempo en una competencia sin tregua contra nosotros mismos, el futuro es desconocido.

Es necesario que el tiempo se detenga, aunque tal suceso implique una imposibilidad, es vital

Pausa, segunda vuelta a los diminutos cristales de arena que funcionan como sistema de medi-ción. Decidí invertir nuevamente el reloj, creo que me faltaron algunas palabras en mi ejercicio, mis palabras vivirán una nueva dilatación temporal. Este momento singular de escritura colisiona con el vestigio del pasado que se pregunta por el sentido, seguramente será leído en el futuro por lo menos por mí, que a lo mejor intentaré corregir para encontrar la sonoridad precisa de cada letra que se escribe de izquierda a derecha y se lee en el tiempo en busca del sentido. ¿Tendrá sentido preguntarse por el tiempo? tal vez el tiempo lo sea todo, somos en el tiempo y el tiempo es en nosotros, pertenecemos al ahora, imaginamos el mañana y recordamos el ayer en busca de un posible orden.

Empecé tarde, el minuto 17 se enreda en este preciso momento, pero el minuto 17 se repite 24 veces en un día. ¿Cuándo nos importa el minu-to 17? tal vez solo si el acontecimiento es muy importante. A continuación, escribiré 17 palabras temporales en busca de lo extraordinario en un minuto ordinario:  

1. Tempo2. Tiempos3. Instantes4. Intervalos5. Segundos6. Minutos7. Horas8. Días9. Semanas10. Meses11. Años12. Décadas13. Ayer14. Hoy15. Mañana16. Antes17. Ahora

12. J. Lageira, Tempus Fugit. Como se cita en S. Mah,

Entretiempos, Madrid, Editorial La fábrica, 2010, p. 18.

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Cualquier cosa en un minuto, un minuto para cualquier cosa. ¿Si el tiempo vuela hacia dónde va? ¿Cuál es la dirección del vuelo de los segundos, los minutos y horas? El aleteo del tic tac no se detie-ne, somos en el tiempo y la dinámica sonora de la marcación no importa, ¿será la cuarta dimensión elástica y multidireccional con peso y gravedad? El tiempo vuela, no se detiene. La detención es una fantasía de la imaginación que imagina imáge-nes, promesas de eternidad, pensamiento puesto en espacio sin tiempo, paquetes de contenidos capaces de crear el tiempo. Comprar tiempo, vender tiempo. Medir: crear marcos de referencia para las palabras acerca de las cosas. El tiempo no se crea ni se destruye solo fluye, como en el río de Heráclito estamos arrojados en el mundo en su devenir constante, somos en el tiempo del ahora, creamos el tiempo del ayer multiforme individual y colectivo, imaginamos el mañana que está oculto en el acecho de la duración.

La primera hora del día empieza en la noche. 15 grados es el movimiento de la tierra en una hora; una hora son 15°. ¿Será que un día se parece a un círculo?

¿Serán eternas las partículas de medición en el universo? El tiempo se dibuja en círculos, la aguja finalmente dejará de marcar.

Palabras: reflejos involuntarios de la velocidad.Velocidad: recorrido acelerado de las palabras que ayudan a imaginar cosas.Cosa: sustancia indeterminada contenida en el ente de improbable cuantificación.Medir cosas: determinar un sistema de compa-ración.  

En las palabras existe un sistema de marcación y posición. Desarmar la estructura atenta contra el sentido (COSA, ASOC, SACO, SOCA, ASCO, CASO).

La primera hora del día pasa volando, me pesan los ojos. Es de noche, es de día, la tierra se mueve,

pestañear. Se hace tarde, ¿importará cuándo es tarde o temprano?

Siento mis ojos cansados, la luz de la pantalla agota mi imaginación. Mis palabras se enredan, ayer fue un día como cualquier otro, desperté temprano, tal vez a las 7 de la mañana, hoy empecé resistiendo, generalmente nuestros días empiezan durmiendo. El tiempo pasa, eso es todo y el ser ahí es el tiempo y yo ahí en el tiempo estoy siendo. Me hago lento, siento el cansancio de la noche. Las palabras son bloques de imaginación que hacen mundo. ¿Qué pa-labra será la adecuada para el minuto 43 de la hora cero? El reloj no se detiene, me fatigo. La noche es tranquila, el ritmo frenético, tal vez si escribiera de manera seguida durante 24 horas estaría al límite. El error insistente congela mis palabras, el silencio es importante, la sombra es necesaria. ¿Para qué usamos relojes? su absurdo control nos paraliza, mis dedos que intentan escribir minuto a minuto colisionan.

Marcación, aceleración, pulso, respiración. La luz hace visible al mundo, hoy será mañana, es de noche, es el día.

Fatiga, re-lectura, instrucciones para no volver atrás. ¿Qué significa volver atrás? Todo fluye, nada se detiene. Estamos en el tiempo. Somos el tiempo y congelar su curso es tan solo una utopía, ni siquiera las piedras son eternas; todo cambia. Los humanos tenemos una capacidad singular de vincular un momento con otro, volver atrás significa crear sen-tido. Construimos un relato, creamos una historia, hacemos memoria. La experiencia individual se encuentra inscrita en las circunstancias colectivas. Parpadeo constante, manos pesadas, Coca-Cola sobre la mesa, yo y la pantalla.

Parpadear:

1. intr. Abrir y cerrar repetidamente los párpados.

2. intr. Dicho de la luminosidad de un cuerpo o de una imagen: Vacilar u oscilar.

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todo se mueve. Viajamos en el tiempo hacia el futuro, vinculamos un momento con otro. Conta-mos historias, pertenecemos a nuestro tiempo. Mi tiempo es el ahora en mis palabras amontonadas, contengo la respiración, estoy escribiendo.

Otro minuto con problemas, pequeñas partículas de imaginación disipada, es preciso volver atrás. Minu-tos finales de una hora, la primera hora del día.

“Cuando los europeos visualizamos el tiempo, vemos el pasado tras nosotros; el futuro, en cam-bio, viene hacia nosotros desde adelante. Pero un pueblo indio de los Andes piensa precisamente al revés. Si preguntamos a los aymará por el pasado, señalan hacia delante, en la dirección de la mira-da; al fin y al cabo, ya han visto los acontecimien-tos del pasado. Sin embargo, como las personas están ciegas en lo que al futuro se refiere, los aymará lo esperan tras sus espaldas.”11

Estado de vigilia a punto de desaparecer, el tiem-po sigue. ¿Cuál tiempo? mi tiempo o el tiempo del lector que entra en mi tiempo de escritura cuando me lee. El final de la hora, la hora de gracia, el fin de cualquier cosa. Las cosas al final se adelantan, necesito un minuto de punto final. La noche y el día se repiten. Eso es todo.

Colección: enredos temporales

Al interior de la caja del reloj las manecillas se desplazan a la velocidad justa para marcar la hora correcta. Horario, minutero y segundero imi-tan el giro constante de la tierra para indicar el paso del tiempo. Durante varios meses mi trabajo consistía en coleccionar manecillas de distintos relojes; las agujas de precisión del reloj por fuera del mecanismo pierden su valiosa sincronía que es necesaria en la medición exacta de las horas, minutos y segundos. Día tras día el frasco de cris-tal donde empecé a guardar las pequeñas piezas

13. S. Klein, El tiempo, Barcelona, Ediciones Urano, 2007, p. 15.

metálicas se llenaba con horarios de distintos colores, que junto a los minuteros y segunderos iban formando una masa con apariencia de arte-facto mecánico construida con diminutas partes entrelazadas. La marcación de la hora al interior de la botella del tiempo, es una imposibilidad carente de funcionamiento, la abundancia, com-presión y mezcla de las agujas imaginan múltiples momentos que se sobreponen.

partículas de imprecisión

Sobre el cristal del escáner vacié la botella que contenía la masa de agujas que mide el tiem-po en el reloj, cientos de pequeños elementos saltaron sobre vidrio. La superficie del escáner se usa para digitalizar documentos, película fotográfica y a veces objetos tridimensionales. Este dispositivo de captura funciona como una cámara fotográfica bastante extraña y singular; es una tecnología producto de la era digital de la imagen. Las distintas cosas que se pueden escanear casi siempre deben estar en contacto con la superficie del aparato; el funcionamiento de esta máquina a grandes rasgos sucede de la siguiente manera: el sensor, un sofisticado cir-cuito electrónico, es iluminado por una potente luz reflejada que genera la imagen, el proceso de captura tarda unos minutos y necesita del desplazamiento a través de unos motores de alta precisión de la pieza que aloja un pequeño lente, la luz y el sensor.

Sobre el cristal del escáner vacié la botella que contenía la masa de agujas que mide el tiempo en el reloj, cientos de pequeños elementos saltaron el sobre vidrio, con pinzas de relojero construi líneas de escritura temporal imposibles de leer. Las pe-queñas manecillas se digitalizaron cientos de veces para formar una animación donde la marcación y el sentido del tiempo en el aparato desaparece.

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“El tiempo vuela”

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Graficar el ahora

Los días pasan, las horas se marcan en círculos. Sobre la mesa se extendieron durante varias semanas 24 papeles de 25 cm x 35 cm, sobre cada una de las hojas se colocó un módulo de reloj de pared que solamente tenía el segundero, en su punta se ató una cuerda unida a un pincel, una vez sincronizado el cronómetro se cargó de tinta el nuevo dispositivo reloj-pincel. Los aparatos empezaron a realizar dibujos donde el tiempo se contabilizó por minutos, el primer dibujo es el resultado de la huella de tinta en un minuto y así sucesivamente sumando minutos, el ejercicio de repetición se planeó hasta com-

pletar el equivalente al espacio de instalación de las piezas.

Un jardín de polvo pretende el infinito, me interesa el gesto de la máquina en el aconte-cimiento del ahora. Sobre la superficie del piso varios relojes giran en el sentido contrario a la marcación del tiempo y barren polvo negro sin interrupción alguna; funcionan gracias a la energía que impulsa la maquinaria. Las huellas se las lleva el viento, el tiempo vuela. Nuestra presencia finita esta unida al cosmos, nuestro ahora esta cargado de una energía singular, imaginamos el tiempo, somos el tiempo, esta-mos en el mundo escribiendo nuestra biografía.

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Bogotá, 21 de mayo de 2016

Estimado señor T,

Quisiera de manera breve, manifestarle con la imprecisión sincronizada de las siguien-tes palabras algunas inquietudes acerca de mis problemas temporales que espero, sean pasajeros. Dicen que el tiempo lo cura todo, ¿será que el tiempo es la enfermedad? Eso lo escuche en algún lugar que mi memoria no encuentra, tal vez fue en una película, creo que a lo mejor me lo contaron.

Querido señor T, en los últimos 2 años me ha causado mucho interés mirar la hora. Debo confesarle que no tengo reloj, mi mano se rehúsa a cualquier atadura, el peso del aparato y el pulso de mi sangre en la muñeca al parecer se repelen. Mi mirada curiosa salta de un lugar a otro buscando una posible construcción de sentido en la contemplación del paso de los minutos. Ver la hora se ha convertido en un problema, el sonido del tic tac del reloj hace un eco constante en mi cabeza. El año pasado por estas fechas, en la primavera que no conocemos en el trópico; yo, uno más entre los millones y millones de personas cumplí 30 años. Mi celebración fue sencilla, traté de hacer lo imposible: devolver el tiempo, ¿será que el arte trabaja con lo innombrable que está oculto y nos angustia? Eso sí estoy seguro que lo oí en clase, pero ¿qué significa devolver el tiempo?

Inevitable y afortunadamente todo está en movimiento. Nada se detiene, incluso las rocas cumplen años y se transforman a lo largo de tiempos profundos que solo logramos imagi-nar. Quizás devolver el tiempo sea una imposibilidad, pero pensarlo me parece absoluta-mente fascinante.

Una fotografía implica un corte en el flujo de los acontecimientos. ¿Serán las imágenes una promesa utópica de forma contenida de la imaginación que es capaz de crear al tiem-po? Dentro del reino de los aparatos y las tecnologías para hacer imágenes (entiéndase primero, que este universo mágico está formado por: pinceles, escuadras, lápices, papeles, lupas, pigmentos y un sinfín más de artefactos) existe una máquina especial: la cámara fotográfica, la cual conquistó la velocidad en la representación mimética del mundo. Si pensamos en el tiempo de exposición para hacer una fotografía, tal vez, el más común se-ría un 1/125, un segundo dividido en 125 es equivalente a 0,008 segundos, una medida tan pequeña que es casi imperceptible. Señor T, ¿será la máquina fotográfica un aparato para crear el tiempo? El tiempo no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Perdón, señor T, recordé mal aquella frase sobre la materia, pero ni de riesgos voy pensar sobre la materia del tiempo en esta carta.

Y si el tiempo no existe habríamos perdido algunos minutos pensando en lo imposible.

Espero que estas palabras lleguen en buen momento, que usted se encuentre en un espacio cómodo que le permita invertir suficientes segundos de lectura. Me gustaría, si me escribe, que me enviara el dato preciso de los segundos que lo ocupó la carta, pues desde hace unos meses me separé de esa unidad de medida, que por alguna razón dejó de parecerme humana.

Desde el interior del reloj de la cámara le envió un caluroso abrazo.

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1. B. Chul Han, El aroma del tiempo, Barcelona, Herde Editorial, 2015.

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BIBLIOGRAFÍA

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15º de imprecisiónWilliam Fernando Aparicio Camacho

Bogotá, 2016