sombra del aire, dos mil once

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Recopilación del Primer Aniversario del Blog "Sombra del Aire". 2011

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Meteora►

◄Editorial

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Meteora Editorial

Calle Obreros Campesinos Lote 11 Mza. 1835 Col. Emiliano Zapata,

Ayotla Ixtapaluca. Estado de México

C.P. 56560 México.

[email protected]

Diseño: César Abraham Vega Guerra

© Meterora Editorial

Derechos Reservados.

© Diseño de Portada: César Abraham Vega Guerra

© Sombra del Aire 2011: Propiedad de Nidya Areli Díaz Garcés et al.

Distribuido bajo licencia Creative Commons

Primera edición, diciembre 2011.

VEGA GUERRA, CÉSAR ABRAHAM (COMP)

SOMBRA DEL AIRE 2011.

ISBN - 15: 12897-19-44654578-26734-23

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Para Nidya, sin la que nada es posible:

Fly high my kite.

César Vega.

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………………………………………….…Sombra del aire.

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Prólogo:

ombra del aire inició como un proyecto de experimentación y ejercitación

artística y editorial, fue hace un año, cuando tres talentosos amigos, se

dispusieron a aventurarse en el raro mundo de las bitácoras digitales…

Cuando uno vaga por la tierra ciberneta, hay que colgarse unos buenos zapatos

de silicio, un binocular multitarea, una cantimplora de kilobaupdios, para llegar a buen

destino y no perder el tembloroso curso de la incursión.

Sombra del aire, se estableció como una bitácora web en la cual se pudiera

abrir un espacio capaz de contener un jardín de letras e ideas, como su mismo eslogan

lo reza, es una “columna literaria, libre, metafísica, transgresora, abierta, versátil y,

sobre todo, en constante evolución.”

Es asombroso el grado de maduración artística que han sabido acuñar sus

colaboradores, es hermoso el modo en que la bitácora se ha ido transfigurando de un

simple sitio de letras y poesía –como los hay tantísimos en la web- en un álbum

cromático de arte y literatura, es plausible y admirable el aprendizaje que se ha

obtenido de todos esos días, y es muy loable el estilo editorial que se ha ido logrando y

consolidando, y que a la fecha, es una de las facetas más disfrutables del sitio.

Hoy, la bitácora, se ha tornado un semanario de mucho solaz de domingo, en

particular, es un placer sentarse los domingos por las mañanas frente al

chisporroteadero gamma de mi monitor y leer con avidez las columnas subidas con

religiosidad perfecta, cada fin de semana, es un placer aún más grande, esperar las

colaboraciones de nuestros columnistas favoritos, porque cada escritor se ha ido

haciendo de su propio público, y es el placer más grande de todos, sentarse con

ansiedad a leer la colaboración que uno ha hecho cuando la talentosa editora de

Sombra del aire nos inunda la panza con las cosquillas azules que trae la noticia de que

se ha elegido nuestra aportación para aparecer un día tal en el tan lindísimo blog.

Sombra del aire ha sido desde su creación un hermoso derroche de talento,

amor, dedicación, sueños, ilusiones, ideas, filosofías, arte y pasión. Por ello, queremos

hacer en esta edición conmemorativa del año uno del semanario, un tributo a todos

aquellos que han dejado su huella en el blog, pero sobre todo a esos tres soñadores

que un día se atrevieron a plasmar el sueño en la realidad virtual de un ordenador.

Derrochemos felicidad por este año de tanta lección. ¡Que corra el brindis por nuestro

queridísimo blog!

¡Felicidades!

César Vega. Compilador.

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La

Sombrita.

Nidya Areli Díaz.

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………………………………………….…Sombra del aire.

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domingo 23 de enero de 2011

as nuevas monedas de cincuenta centavos han producido un revuelo general que por otra parte culmina en apenas un murmullo. He escuchado comentarios tales como: -ya ni mis hijos las quieren, -yo creo que no valen, -es una broma, o –

seguro se trata de un mensaje del gobierno que nos advierte que a la moneda de cincuenta centavos le va a pasar lo mismo que a la de a diez y veinte. Como sea, lo cierto es que ya ni las de a peso valen. Estamos tan acostumbrados a la devaluación y la inflación que la desgracia del tostón si bien provoca curiosidad o un remedo de indignación al principio, termina con un movimiento de cabeza resignado. Los conservadores dirían que este tipo de medidas son en verdad necesarias y tal vez tendrían razón. Así mientras el dinero cada vez alcanza menos y su tamaño es directamente proporcional –ya hasta los billetes son más pequeños-, las televisiones son más grandes tanto como las televisoras. Me pregunto si los mexicanos finalmente comenzaremos a nacer de menor talla debido a la crisis que embarga al país desde hace… ¿la revolución mexicana o la colonia? Por otro lado, lo que antes era moneda de uso corriente, hoy se encuentra en casas de cambio como moneda especial de ahorro de rimbombante nombre: onza plata libertad. México está cada día más jodido como sus monedas, como su gente y como tantos sectores que sufren los embates de la eterna crisis. Habría que ver en qué beneficia esto a los grandes monopolios, ¿para qué sirve que las monedas sean microscópicas, será un ahorro para el erario de nuestra sacra, triste y pobre nación?, esa que produce plata y ha tenido recursos para ser saqueada por más de quinientos años, ¿será una estratagema psicológica para que el mexicano se haga a la idea de que viene más crisis y que en algún momento la porción de su comida diaria también reducirá su tamaño así como sus lujos, la educación por ejemplo? Como sea escuché a un microbusero, u operador de unidad de transporte; que el pasaje, “qu’es bien rata”, le daba a veces monedas de diez centavos por monedas de cincuenta, -pero ya ni las cuento-, decía, -no alcanzo a verle el número. De seguro habrá los que por lo mismo dejen de aceptarlas, y cuando finalmente estemos resignados con nuestro botecito de chiles jalapeños en casa lleno de monedas inservibles de diez, veinte y cincuenta centavos que ya nadie nos recibe porque no valen, entonces quizá el Banco de México decida que es hora de que los pesos sean más pequeños y así sucesivamente hasta que sea mejor cobrar directamente en las tiendas de raya, perdón, en los supermercados, el equivalente de nuestro trabajo en especie.

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domingo 13 de febrero de 2011

uchas investigaciones científicas demuestran que, generalmente, la memoria se amolda al subconsciente del individuo en cuestión, en pocas palabras: cada quien se acuerda de lo que ocurre según las necesidades o

necedades de su inconsciente. El otro día, recordando viejos amores, me vino esta idea a la mente y se me ocurrió que seguramente, lo que juramos y aseguramos como nuestro pasado no debe tener más que un porcentaje de real, hay que indagar por ende, qué porcentaje. Todo esto me hace pensar en el universo borgiano, quién me asegura que el amor de mi vida de la primaria no es solamente un cortocircuito de mi cerebro y en realidad nunca existió. Pienso sobre todo en aquellas gentes a las que uno conoce en cierto momento de la vida y luego no se vuelven a ver nunca, y ello es quizá porque jamás las conocimos ni estuvieron en nuestra vida. Los niños suelen tener amigos imaginarios, ¿por qué no pasaría alguno de ellos por persona real en nuestra mente laberínticamente borgiana? Y por otra parte, ¿quién puede demostrarnos sin que el acto mismo parezca treta, que nosotros mismos somos reales?, aún más, ¿quién puede definir la realidad en el mismo sentido?... Hay que ver en todo caso: somos un trozo de materia que un día soñó con la vida y su existencia. Todo lo demás sale sobrando, el vivir es tan legítimamente real como tener la certeza de que hoy respiramos y mañana quién sabe, como la convicción de que hay un número infinito de seres que estuvieron antes de nosotros y de quienes nunca sabremos nada. La existencia es tan real como el hecho de que en este preciso instante nada nos asegura que el compañero que despedimos ayer en el trabajo, la escuela o donde sea, no desaparecerá hoy o mañana sin dejar rastro alguno, y ello con la suficiencia para demostrarnos más su no-existencia que lo contrario. Con todo esto se puede refutar: una cosa es la vida y otra la existencia. Hay algo de verdad en ello. Pero acaso, ¿no es la existencia la vida de lo aparentemente inanimado? Ya sabemos que un mundo de sub-átomos se mueve en cada pedazo de materia por pequeño que sea y ¿ello no constituye una forma de vida? En todo caso la vida es efímera y la existencia no. Ello nos recuerda la ley de Newton: nada se crea ni se destruye, sólo se transforma. Pero quiénes somos para determinar qué existe y que no. Mientras tanto, sigamos con la ingenua ilusión de nuestras propias existencias: creamos con todo el corazón que mañana despertaremos de nuevo, con la incauta creencia de que tanto nosotros como lo que constituye nuestro universo es de verdad; es decir, no sólo una estratagema de nuestra mente, o de lo que podríamos creer nuestra consciencia.

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domingo 6 de marzo de 2011

ada hay tan efímero en esta vida como la vida misma. Creemos que existimos y en realidad todo el teatro se reduce a una ingenua ilusión. El sufrimiento, la felicidad, cada triunfo y cada fracaso van a parar inevitablemente a un foso.

Tarde o temprano todo perece. Hay seres humanos que creen que pueden prolongarse a través de la progenie; sin embargo, la descendencia casi siempre termina por olvidar al individuo en cuestión. La mejor prueba de ello es la rareza de recordar en forma remota a los tatarabuelos. A lo sumo sabemos sus nombres y ya es mucho. El universo nos borra de su memoria como borramos al resto de la humanidad. Todo recuerdo es ficción. Aún rememorando como cosa natural que una persona era de una forma o de otra, nada nos asegura que así sea. Una fotografía no es suficiente para atrapar la esencia de un ser, si el fotógrafo fuese muy bueno a lo sumo capturaría la esencia de ese ser en el momento del flashazo, pero entonces, ¿qué sería de aquél una hora más tarde?, ¿podríamos remotamente adivinar sus pensamientos, deducir las muecas que hizo siete minutos después, saber en verdad algo de él? Rendimos homenaje a nuestros muertos inmediatos pero no sabemos, ni podríamos, recordar de manera remota a los lejanos. La tía de la que nuestra abuela hablaba con tanta devoción muere al morir la abuela, nuestra primera mascota muere con nuestros recuerdos infantiles que ya nunca volvemos a traer a la memoria. Todo lo que somos y lo que seremos vive en este momento aburrido o interesante, infeliz o alegre. Cuando cerremos los ojos el mundo va a darnos la espalda. Sería estúpido que nuestro cerebro dejara de recordar otro tipo de cosas útiles para nuestra preservación a cambio de tener albergue para pensar en todas las generaciones que nos precedieron. Aún es una pérdida de tiempo pensar en las personas que ya no están en nuestras vidas. Dicen que nuestros recuerdos nos hacen pero, ¿qué somos si no el instante actual?, y mejor aún ¿qué es el instante actual si no una vaguedad de la que ni siquiera estamos seguros?, ¿cuántas veces otros nos dicen lo que somos y lo creemos en contra de lo que afirman nuestras neuronas? Yo voy a pensar en mí de cierta forma… hasta que llegue alguien que me demuestre, no con hechos sino con una labia medianamente hábil, lo contrario. Mientras muero voy a creer en el tiempo, luego el tiempo dejará de creer en mí y desapareceré en mi forma actual que, a lo cierto, cambia a cada segundo, ¿cuántas células de mí estarán muriendo ahora mismo?, ¿cuántas habrán nacido en el transcurso de este párrafo? Lo medular es que dejaré de ser, y si muero antes que las personas que comparten conmigo el pedazo que me toca de tiempo y espacio, seré borrada de la mente colectiva de la humanidad -¿existe?-, cuando esas personas dejen de existir.

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domingo 27 de marzo de 2011

El pecado

Capilla sixtina Miguel Angel

ocas cosas en la vida tienen sentido; a decir verdad, el único sentido posible de cada acontecimiento, cada decisión, etcétera, es el prepararnos para algo más grande, para el gran acto, pero, ¿qué acto? ¿Es que hay un escenario con telones

de terciopelo y luces espectaculares, aguardando nuestra gran representación? Lo cierto es que nadie lo sabe, vivimos en una constante preparación sepa Dios para qué… Somos histriones por naturaleza, nos encantan los aplausos casi podría asegurar que desde el mismo vientre materno, aprendemos a caminar porque alguien nos lo aplaude, y lo mismo con el lenguaje o el oficio que nos sostendrá. Claro que nunca estamos totalmente acabados, buscamos y buscamos una perfección patológica quién sabe para qué, para la gran obra del juicio final, diría la biblia. Pero quién creo a quién: Dios a los hombres o los hombres a Dios. La creación es mutua, al final todos venimos de la nada, y si no, ¿qué hacía Dios antes de crear mundo y hombre? A todo queremos hallarle el sentido, el por qué, y ¿acaso no responde ello a una falta total del mismo en todo lo que nos circunda, incluso en la existencia misma? En el principio fue el significado, luego el significante, la esencia fue prima, luego el nombre y las cualidades que el hombre le inventó, porque, ¿qué es el significante sino un algo que describe un todo, una abreviatura del significado?, y nosotros como significados, ¿no nos inventamos cada día con un significante renovado?, ¿no pactamos con Dios con tal de no ser borrados de la gran lista de significantes de lo material? Porque somos materia, polvo somos, dice la biblia. Y polvo con su nombre reiterado para que no se les olvide a los que nos rodean o incluso a nosotros mismos que eso que somos tiene nombre —significante—, y es por tanto, de tal o cual modo; es decir, le corresponde actuar así y no de aquella manera. Y la representación, el actuar, ¿no es acaso una farsa?, más aún, en vida: el ensayo de la farsa. Porque en la tradición cristiana, esta vida es solamente una preparación, un ensayo para un evento de mayor trascendencia. Ahora bien, dicen que echando a perder se aprende. Por lo tanto, y porque esta vida no es sino sólo un simulacro de la verdadera vida, y de acuerdo al sabio postulado de la tradición popular mencionado anteriormente, aprendemos y practicamos para el momento cumbre mediante el pecado, pero el pecado en tanto error, siempre aberrante, condenado por el cristianismo sería, no obstante, el mejor maestro y por lo tanto nos prepararía mejor para ese otro gran evento. Para el momento culminante y para el gran porqué.

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domingo 17 de abril de 2011

Saturno devorando a su hijo

Francisco de Goya

El calor en estos días es asolador, nuestro resplandeciente padre nos odia más que nunca y dispara sus extenuantes, incandescentes y dañinos rayos, cual flechas asesinas sobre la tierra. Yo de plano ya estoy enferma, me he resfriado debido, entre otras cosas, a lo desgastante del calor y los cambios bruscos de temperatura. Dios, por otro lado, se ha proclamado ausente, el mundo está de cabeza: unos en guerra, otros recuperándose del terremoto, unos más tratando de descubrir qué hacen aquí. Nuestro México lindo y querido encuentra cada día como tesoros malditos, las bien o mal llamadas narco-fosas, repletas de un manjar de cadáveres, nos ilustra además con tan coloridos hallazgos y pone en primera plana de cada periódico amarillista -que casi son todos- la fotografía menos sutil. La imagen hubiese horrorizado al Saturno de Goya. Nosotros queremos saber dónde están los malos. Se cree que se esconden en cavernas y se alimentan allí de inmundicias, se fortalecen y planean sus próximos golpes en una demoniaca oscuridad, rindiendo culto a Lucifer y protegidos por la luna, -últimamente el sol, decepcionado del mundo, se ha vuelto su cómplice-. Probablemente tengan apariencia de monstruos cinematográficos hollywoodenses, lo cierto es que Lovecraft se quedó muy corto con sus historias de horror. El pánico ahora es psicológicamente recargado y casi siempre letal. Todos nos preguntamos inconscientemente ¿quién a nuestro alrededor -acaso nosotros mismos- será el próximo? Ellos salen de sus cuevas no se sabe a qué hora y sin que nadie se percate raptan a las personas, las llevan a sus guaridas y allí las hacen sopa, las entierran en esos hoyos que después descubren los vigilantes del bien y la justicia, y como un regalo, los medios de comunicación nos presentan la primicia con foto y todo. Algunos escépticos tenemos la disparatada teoría de que los malos se encuentran en lugares menos macabros y más respetables, por ejemplo, en los congresos, en alguna zona de lujo como Los Pinos, en los palacios de gobierno, etcétera. Creemos además que visten trajes de diseñador, que son acompañados por guaruras y que son

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éstos últimos quienes hacen el trabajo sucio. Creemos también que sus secuaces reciben su entrenamiento de carnicería e insensibilización en instancias como el ejército. Suponemos que no creen en el diablo ni en Dios ni en nada, que son en cambio fervientes vasallos del dinero, que lamen los traseros de las trasnacionales a cambio de pequeñas tajadas que no se comparan con las ganancias de éstas; que producen, distribuyen y fomentan las drogas fingiendo que desean erradicarlas. Suponemos además que estas gentes muy respetables van a misa los domingos y se dan sus baños de pureza absueltos por sacerdotes pederastas que también reciben su parte. Que de vez en cuando ponen ante las cámaras un chivo expiatorio; que matan, violan, secuestran, trafican con personas, amedrentan y engatusan porque el miedo, el terror es el mejor medio de manipulación, porque sólo así nuestro pobre México seguirá dormido, porque sólo así seguirá permitiendo que lo saqueen, que haya pobreza extrema a lo largo y ancho del país y que para cada ser humano ello no sea tan grave comparado con su propio terror: a perderlo todo, a ser asesinado, a vivir aquí sin tener otra posibilidad. En fin, somos sólo escépticos un poco dementes los que creemos tales calamidades. Los malos en todo caso no pueden ser individuos tan respetables elegidos “legalmente” por el mismo pueblo, hombres cuya raza no tiene nada que ver con el calentamiento global, con los sistemas capitalista y neoliberal, con la política internacional de la explotación de las masas, ni con que el padre Sol se haya vuelto nuestro enemigo debido al hoyo en la capa de ozono. No pueden ser estos señores que hablan tan bonito durante las campañas electorales. Deben ser, por el contrario, monstruos que viven al asecho, que se alimentan de inmundicias en cavernas demoniacas, que le rinden culto al maligno…

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domingo 8 de mayo de 2011

Naufrago

Sergio Garval

oblados de resquemores, de vicios, de circunstancias adversas, los seres humanos acostumbramos anclarnos a cualquier luz que a lo lejos aparece como una nave de vida y salvación. Ella no necesariamente lo es, por el contrario

podría sólo tratarse de un barco pirata deseoso de despelucar al primer naufrago, más aún de lo que ya está. Para diferenciar al barco amigo del corsario, andamos en estos tiempos de variadas y coloridas catástrofes, con una coraza de suficiencia que en navegación sería como un gran barco de papel, emulándonos fuertes y armados; queremos discernir en el otro la naturaleza verdadera de su bastimento, si está tan desarmado como nosotros, si es un pirata que a lo lejos nos engañó con una luz que nos daba esperanza y en cambio trae desgracia o si, por el contrario, es un navío extranjero pero amigo. Queremos saberlo con todo y nuestra coraza amenazante hecha en realidad con pedazos y restos de naufragios pasados. Luego, algunos preferimos no arriesgarnos. Estamos tan habituados al infortunio desazonador que trae el filibustero, porque cada ser en el mundo lleva uno dentro, que alejados por decisión propia, nos anclamos no a la luz de las naves que pasan a lo lejos, sino a islas oscuras y desiertas, pero seguras hasta cierto punto; ello en una inaudita soledad, cautivos de nuestras propias circunstancias, de nosotros mismos. La soledad duele tanto como cualquier dolor de golpe pero no lo sabemos, el riesgo de morir es el mismo en ambos casos, ya de inanición o de herida provocada por un enemigo, la muerte irremisiblemente nos espera. Está al asecho hasta para matarnos de viejos. Al asecho y a la orden del día. Por muy segura que parezca nuestra isla, nadie nos asevera que un tsunami no nos finará y, peor aún, sin que nadie se entere. Yo, que elegí la isla, a veces me aventuro a hacerme una pequeña balsa con pedazos de madera hallados por azar, meto el dedo gordo del pie al agua para saber si está fría, veo el océano imponente y lleno de peligros, el sol que se alza majestuoso y flotante en el cielo, me aprovisiono de algunos plátanos y cerezas para alimentarme en el camino, trato de calcular si el viento es propicio para mi gran aventura, si podré

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llegar no sé bien a dónde, pero luego, a punto de echarme al mar, recuerdo los corsarios que por allí andan al asecho, y me regreso con todo y nave… hasta la próxima vez que me arme de valor y que la soledad me llene de tedio.

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domingo 29 de mayo de 2011

Gatos

Louis Wain

e conocido a mi nuevo pintor clásico favorito; se trata de un artista cuya producción estriba, entre maniática y magistralmente, en gatos al por mayor. Sus creaciones se desbordan en el lienzo, por un lado, como una perfecta

crítica a los seres humanos que tenemos, todos y sin excepción, algo de gatuno y, por otra parte, en una franca fascinación creciente por aquellos animales encantadores y enigmáticos a quienes por algo los egipcios tenían por deidades eternas. ¿Quién fuera gato para andar por los techos en plena madrugada, trepar por los más inusitados lugares, seducir gatas vecinas en una descarada y honesta poligamia sin compromisos? ¿Quién pudiera ser el gato anti-gravitatorio que se le aparecía a la legendaria Alicia de Lewis Caroll, o bien, alguno de los de Don gato y su pandilla, o el perezoso Garfield con su antitético y natural sarcasmo? ¿Quién pudiera ser gato para maullarle a la luna, seducir de vez en cuando a una cuarentona en triste soltería y vivir a sus costillas; cazar lagartijas, ratones y pájaros, y luego, seguir tan felino y desentendido sin remordimiento alguno? Aceptemos en este punto que dichas creaciones de Dios son, por mucho, más honestas que los seres humanos. El gato es la mascota femenina por naturaleza, es una criatura pacífica que anda descuidada pero con elegancia sin par. Ya quisiera cualquier mujer recuperar la figura tras el embarazo como lo hace la hembra de esta especie. Es, además, un ser cínico: se larga días enteros de parranda sabe Dios a dónde, luego regresa como si nada, deslizándose con todo su cuerpo desde el costado hasta la cola por la pierna de la dueña, aunque claro está que eso de “dueña” es muy relativo e imperfecto porque en realidad el único poseedor real de un felino es él mismo. Sólo el gato es amo, casi por entero, de su propio destino. Aunado a su personalidad de indiferencia y frivolidad extremas, está su perfecto desapego, su irreverencia hacia el ser humano: el gato mira al hombre con desprecio y desdén, como si se burlase de sus virtuales y fantasmagóricas preocupaciones, como si la sociedad y las virtudes de las buenas conciencias le parecieran de lo más simplonas. Él nos observa desde sus ojos mágicos que reflejan la luz como dos astros que miran al sol por un espejo; vigila nuestras noches en llamarada eterna y efervescente al tiempo que goza sus inauditas y descaradas orgías, en ellas chilla como un niño, les pone a los humanos los pelos de punta, los obliga a levantarse malhumorados y con el resabio de

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la envidia que tales noches de despreocupado placer gatuno le produce a su huraña y absurda especie. El gato le mira desde la balaustrada de la venta y, lentamente, cierra los ojos… reposa la noche… recupera fuerzas.

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domingo 19 de junio de 2011

El arte de la conversación

Eugenio Granell

a resignación es un estado que se supone llega con el tiempo, nos resignamos a los pequeños detalles de la vida que nos son molestos pero sin embargo debemos lidiar con ellos día con día. Nos resignamos a dejarnos caer en el abismo incierto

pero aburrido y monótono de la cotidianidad, a ser pobres y no ricos como esperábamos serlo al crecer durante la infancia, a combatir el tedio incombatible sin poder arrancárnoslo nunca. Nos resignamos a las maravillas que trae la tecnología y a que lo de hoy, que es lo último de lo último, mañana será basura. Nos resignamos incluso a nuestra propia apariencia: si fuera más delgada…, si tuviera unos ojos más llamativos…; y al final subimos nuestra foto a las redes sociales en el mejor ángulo posible para parecer sexis y sentir, por qué no, un poco de la aceptación que nos negamos nosotros mismos, aceptación de personas con las mismas o más grandes inseguridades. Tenemos en cambio terror a intimar demasiado con la gente del entorno inmediato; nuestras familias nos parecen tan extrañas…, estamos tan fuera de lugar en la esfera donde nacimos…, nos somos tan extraños y nuestro origen es, ciertamente, más incierto que en cualquier otro siglo. Hemos aprendido a lidiar con la soledad de una manera cruel y resignada; y si pensamos en la “era de la tecnología y la comunicación” en que nacimos, ello resulta absurdo y paradójico. En el siglo en que la gente tiene todos los medios a su alcance para estar cerca, estamos más lejos que nunca. Luego, todo parece diseñado para mantenernos a distancia, para ser cómodo y alejarnos, distanciar las almas y los corazones, adormilar nuestras vidas en un foso insustancial en que todo se reduce al vacío. Las redes sociales dejan apenas un espacio pequeñito para que los incautos coloquen allí una síntesis de cómo marchan sus vidas, para que informen a sus amigos: “la felicidad toco a mi puerta. ¡Ya tengo novio!”, y los amigos, a muchos de los cuales ni siquiera se ha visto, respondan: “Qué padre, amiga. A ver cuándo me lo presentas”.

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Entonces nos quedamos con la idea de que nos hemos comunicado y de que la persona que ha comentado nuestra información es nuestra amiga, pero en realidad no sabemos nada de ella: no sabemos de su soledad, de su proclividad a enajenarse con la internet en vista de la falta de amigos reales, no sabemos si en realidad nuestra vida le tiene muy sin cuidado o lo sabemos a ciencia cierta pero no queremos verlo. Los mensajes son tan pequeños que es imposible saber algo certera y concretamente. Pero, por otra parte, es tan cómodo aplastarse a tener vida social frente a una computadora: no se discute, nadie nos lastima con hirientes palabras, nadie se entera demasiado de lo que somos; en fin. Lo malo es que nadie nos ama ni nos acepta de verdad. Porque el amor, la aceptación, la empatía genuinas, van más allá de un enunciado al día para mantenerse vivo en la red, más allá de 165 “amigos” de los que no sabemos nada, más allá de la foto linda que subimos para parecer algo que no somos, más allá de palabras amables para ser agradables y que los otros no nos borren de sus contactos. Hay que pensar en la resignación de hoy y en la falta que nos hace ser humanos reales, personas de carne y hueso para abrazar, amar, pelear, charlar, etc.

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domingo 17 de julio de 2011

La columna rota

Frida Kahlo

l dolor es una constante natural en la vida de todo ser humano, basta tener la certeza de que cada día sentimos y nos sometemos conscientes o inconscientes a pequeños o medianos dolores que nos son tan necesarios como respirar; los

tacones de la vanidad, levantar cosas pesadas, caminar una buena distancia, y en general todo el ejercicio físico produce cierto grado de dolor; el dolor es en este punto, no sólo benéfico sino necesario para el hombre. Debió ser harto doloroso, creo, el proceso mediante el cual el mono dejó de ser bestia para transformarse en el “moderno y evolucionado” ser que se llama hombre. Deformar los huesos a tal grado de cambiar todo el sistema morfológico en pro de la evolución no parece fácil ni mucho menos exento de una buena dosis de dolor. Evolucionar el alma -si acaso la hay-, es por antonomasia, aún más tortuoso. Pero, ¿quién quiere evolucionar su alma?; el órgano parece más bien imaginario, uno no lo representa como una constitución de partes bien delimitadas y materiales como el corazón, con unos ventrículos y arterias y venas, sino como un algo que bien podría ser gaseoso y flota dentro y a la par de las personas. El alma es luminosa y de un gas cuya composición química aún no se descubre. Con todo es un mito, y creemos que existe principalmente porque duele, -¿a quién no le ha dolido el alma?-. Yo estoy segura de que me duele porque incluso me hace llorar, me resulta insoportable; siento el malestar en el pecho y en el estómago pero sé que lo que en realidad está doliendo es mi alma porque si me froto amorosamente el pecho o el estómago -que es donde siento un agujero- no cesa el dolor, y se aglutinan las lágrimas, inclementes e impasibles, y tengo una serie de síntomas físicos que no puedo disimular ni con una farmacia completa. Caeré en la inconsciencia con alguna pastillita pero al despertar el dolor seguirá allí, y es tan certero y tan preciso que incluso dormida lo sentiré. He tenido un sueño que me causó conmoción: unos monjes tibetanos con sus túnicas naranjas eran ensartados por la espalda de forma vertical con una especie de

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afilada varilla, luego se les colocaba barro en el cuerpo a manera de emparedados para, finalmente, introducirlos en una maquinaría a base de engranes gigantescos por donde pasaban de cuerpo entero a medida que sus huesos uno a uno eran triturados. La escena permitía contemplar el proceso con una pasmosa claridad y lentitud para captar el momento exacto en que el cráneo del monje se iba deformando en una especie de óvalo y luego estallaba. Todo ello con el tibetano consciente en su totalidad, de manera voluntaria y sin chistar ni un poco, embebido en una dignidad de honor oriental que rayaba si no en el placer, en la indiferencia. Luego, creo que el acto constituía un ritual para expiar alguna falta. Es claro que los monjes tibetanos no tienen esta clase de costumbres, e ignoro si alguna vez en la historia haya existido una maquina tan aterradora. Todo el sueño fue una diabólica creación de mi mente que quiso jugarme la mala treta de interrumpirme el descanso en mitad de la madrugada. Lo que sí veo muy claro es que los seres humanos somos especialistas en propiciarnos y soportar el dolor. El hombre nace con dolor, no imagino que nacer deba ser placentero o poco doloroso; el dolor es tan primordial y tan constante en nuestras vidas que lo hemos llevado al límite. Incluso nuestros dioses son de dolor: lo veneramos y respetamos al grado de llevarlo pasmosamente colgado del cuello en forma de Cristo crucificado. El humano se auto infringe el dolor en una beligerante y lasciva obsesión quizá por afirmar su propia existencia. Es una forma de demostrarnos que estamos vivos -por lo menos eso creemos-, y hacernos la ilusión de que palpamos nuestro ser, de que tenemos alma y de que ésta siente y nos hace sentir.

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domingo 14 de agosto de 2011

To be reborned Remedios Varo

ara hallar la concentración hay que poner la mente en blanco, se debe cerrar los ojos con lentitud, respirar acompasadamente y pensar con fuerza en cada rítmica exhalación. Hay que encontrar muy dentro del pecho lo que uno buscaba

en el origen, lo que uno quería aún antes de mirar la luz del mundo, hay que recordar allá, muy en lo remoto, lo que Dios nos encargó, era algo sencillo y muy directo, pero, al llegar, el mundo era de tantos y tan brillantes colores; nos llenamos de sensaciones y luego de sentimientos de todos tipos, de ideas refulgentes y acechadoras, y en algún punto olvidamos en qué consistía la tan escueta misión y… quiénes somos. Comenzamos a ser lo que nos dijeron otros, a adoptar misiones de otros, a cuidar nuestra propia imagen para no desilusionar a los otros, y la existencia perdió sentido: Dios murió. Ahora, para encontrarnos de nuevo, hay que cerrar los ojos y respirar muy hondo, y sentir cada inhalación como si fuera la última. Hay que dejar de pensar en los colores del mundo aunque nos deslumbren, hay que buscar en el pecho y en la mente. Al cerrar los ojos a conciencia y a contraluz, se pueden ver las paredes, la cavidad del vientre materno con su luz infrarroja del origen, cuando aún éramos gérmenes enviados por la fuerza del big bang, un dios de cosmos y estrellas y centellas en medio de la nada. Entonces, con los ojos bien cerrados, con los pulmones dispuestos a la vida, con el corazón bien colocado y presto a sentir, tal vez sea posible saber, recordar el verdadero motivo, quizá sea posible que la cavidad matriz del vientre abandonado e infrarrojo que nos sigue dentro del propio ser, nos lo recuerde. No se trata del Dios de las iglesias, ni del ruido y el rugido estrepitoso del mundo, ni siquiera de lo que hay alrededor. Se trata de cerrar los ojos… cerrar los ojos y recordar lo que había allá en lo remoto, cuando nos dijeron la primera vez que esto o aquello estaba mal, y a nosotros nos pareció que en realidad no lo estaba…, pero hicimos caso, y fuimos del mundo y no de nosotros mismos.

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domingo 11 de septiembre de 2011

Femme fatale

Karl Bang

n tal Romilo Croronte, de quien habla Herodoto en su libro histórico aún no hallado, el de Ilustrísimos prehistoriadores de la antigüedad, narra, según el padre de la Historia, que en cierto país de las antiguas ciudades matriarcales,

una peculiar gobernante, que murió bajo el yugo auto-infligido del suicidio, fue enterrada en una tumba ya desconocida en tiempos de Croronte, con las más suntuosas exequias y bajo el llanto amargo de no pocos de sus amantes. Se dice que a sus funerales llegaron toda clase de príncipes e ilustres personajes del sexo masculino, llorando todos por la misma dama. Se desgarraban los hombres, sin importarles el peso de sus títulos ni la dignidad de su hombría, en una letanía de berridos y chillidos de la que hablaron no pocas generaciones después del suceso. Llegaron, dice Herodoto que refiere Croronte, del medio y lejano Oriente, de la isla lejana de los Atlantes y, de una muy remota tierra donde se acostumbraba derramar la sangre de las hermosas vírgenes en honor de los dioses. Es un verdadero misterio cómo se propagó la fama de la mujer por todo el globo terráqueo, y mucho más enigmático aún, es el poder de seducción y enamoramiento que ejercía sobre todo tipo de hombres; príncipes y plebeyos deseaban vehementemente contraer nupcias con ella, pero, según las pesquisas del prehistoriador y, más tarde, del padre de la historia, se arroja que la gobernanta en cuestión murió sin haberse casado nunca. Hay que saber además que la mujer rehusaba, incluso, el trato con todo ser de género masculino. Sabía que, sin su deseo, todos los hombres caían rendidos a sus pies apenas les otorgaba alguna palabra de cortesía, por ello solía recluirse apartada del mundo al estudio de las artes y ciencias clásicas; no obstante, hasta su soledad llegaban los enamorados que, más instados aún por la renuencia de señora tal al trato con el mundo, se las ingeniaban para arribar hasta ella y caer rendidos de amor y a sus delicadas plantas. Harta de su némesis, sabiéndose la causa de la desgracia de muchos individuos de todas clases, así viciosos como virtuosos, bondadosos y malvados, insignificantes, célebres y, en fin, de todos tipos y condiciones, decidió darse muerte. Colgóse de una torre muy alta visible a muchas leguas de distancia. Los amantes, venidos en legiones

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desde todos los puntos de la rosa de los vientos, miraron desde allí, su fantasma aún colgado. Resulta difícil en estos tiempos imaginar una criatura capaz de imbuir tal hechizo sobre la rapiña escrupulosa de los hombres. El hombre con su genio, con su adarga, con su automóvil deportivo, con su perfecto dominio sobre un mundo en decadencia. Sin embargo, Lou Andreas Salomé, alumna de Freud, embrujó sin miramientos ni dificultades a Nietzsche tanto como al poeta Rainer Maria Rilke, a quienes además, se dio el lujo de despreciar… La Marquesa de Chatelet murió en gracia de Dios a lado de su marido el señor Marqués; del intelectual más prestigiado de la época, nada menos que Monseur Voltaire, amante de la aludida con el consentimiento del señor Marqués y, un poeta de obra desconocida llamado Jean François de Saint Lambret, que había robado el corazón de la dama en los últimos años. Hay que agregar, además, que las mujeres en cuestión se destacaron no poco en diversos ámbitos de las ciencias y las artes, y creo yo, por alguna causa más allá de la calentura intelectual, gozaron el amor de tan ilustres hombres que se disputaban y derretían por ellas. Habría que averiguar si existirá hoy en día, alguna femme fatale de la ciencia y el arte que anda por el mundo rompiendo los corazones de los intelectuales cuyos tropiezos se escribirán un día en la post-historia.

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domingo 9 de octubre de 2011

Con el silencio y los cerros

Cecilia Revol

l silencio camina despacio, pausado y sin muchas vanas pretensiones, anda con su túnica vestido de mesurados pasos. El silencio es un sol silente, una sombra que lo cubre todo, un atiborrado

desmenuzar de andanzas y brisas, una cuajada madrugada de perlas en el cielo. El silencio es un invasor del ruido, lo invade todo como manto eterno y etéreo, es un néctar que bebe y embebe lo absoluto, un trote ligero y taciturno, un soplo cuadrado que se mete entre los costados, que finiquita al hombre, a la bestia, al vegetal. El silencio es la larva arrebujada y sonámbula, es una célula autótrofa que se vasta sola para sólo lo que ella decidiera y quiera, es un obstinado y melancólico hado, un salpullido de pequeñas gotitas de nada, una inconmensurable grandeza callada, un invisible repujado en madera de un árbol manco y obcecado. El silencio es un canto que danza en la muerte, una pequeña y acomodaticia claraboya en medio de un inusitado lienzo blanco. El silencio es un despertar en la parca soledad del desierto, en el hielo más quimérico, más sortílego, más sacrílego, más intrincado, formado de estalactitas y estalagmitas infinitas y silenciosas. El silencio es un rugido que se siente en el alma como machete horadador de cabezas nefandas, es la causa perdida del revolucionario resignado y cabizbajo, es el onírico suceso en medio del griterío monstruoso de todos los días, es la pierna enraizada de la noctámbula araña, es un juego de dichas y desdichas crónicas, una elevada y rauda certidumbre, un descalabro creciente y ardiente, una muela descalza que lo perdona todo pero no lo dice, un inacabado deambular de constelaciones infinitesimales y animales y bestiales y silentes. El silencio es una oscuridad que deslumbra, una ociosidad que embelesa, un embalsamado sitio de internet, una punzada que solaza ampliamente a las neuronas, un pan incomible que no consuela, una constante llama fatua, un chilladero de pájaros perdidos en la oscuridad de la conciencia inconsciente, un mastuerzo con torvo

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espinazo y acre sabor, una palabra cegada, una bandeja de olvido, un rosario contenido, un Dios-mío en las entrañas pausadas y denodadas, una aglomeración atormentada, una bravura de orquídeas rozagantes y tristes, un pulular de insectos desconocidos y fértiles, una fuente en el Hacedor incontenible e inmensa. El silencio es la caricatura escueta de la existencia, el enfermizo rumiar de las horas, la fatiga llana, la voz crepitante, los ríos que no corren y, estancados, mueren.

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domingo 6 de noviembre de 2011

Divina misericordia

Ricardo Olvera Jiménez

l hombre que hace, lucha, defrauda, persigue, comprende, piensa, propone, remueve, bendice, redime, compra, sabe, presume, instaura, tiene, blande, define, exime, juzga, perdona, emprende, vaga, dice, lamenta, come, besa,

deposita, previene, hiere, suspira, asalta, deduce, especula, mata, distorsiona, decepciona, magnifica, inventa, renueva, presta, invierte, cobra, defiende, especifica, influye, sonríe, entretiene, paga, mira, ignora, tropieza, llora, tima, baila, seduce, construye, suelta, sostiene, puntualiza, se divierte, respira, camina, duerme, calla, opina, se levanta en armas, sueña, delata, brinda, disfruta, envejece, convive, desea, logra, odia, desprecia, todo hombre, en fin, dirige siempre sus pasos, a la tumba. Por ello, lo mejor es no abstenerse: haga el amor, luche por sus ideales, defraude al embaucador, persiga la chuleta, comprenda a sus seres amados, piense a menudo en el mundo más allá de sus ojos, proponga soluciones a los problemas que nos importan a todos, remueva de su vida las malas pasiones, bendiga al bueno, redima al malo, compre sólo lo que necesite, sepa usted un poco de todo, presuma sólo al presuntuoso, instaure un día especial cada día, tenga bondad para con los semejantes, blanda la espada ante la injusticia, defina el amor a menudo, exima a sus deudores, juzgue al juez, perdone de corazón, emprenda diversas empresas, vague por el mundo con sus pasos y su alma, diga lo que piensa, lamente sus errores, coma frutas, bese a la gente que se encuentre en la calle, deposite la basura en su lugar, prevenga un cáncer evitando los corajes y la comida procesada, hiera al truhán pero de frente, suspire con las canciones ochenteras, asalte al acaparador, deduzca las verdades sobre los misterios del universo, especule en la cantidad de sonrisas que puede brindar cada día, mate el aburrimiento, distorsione en buenos los malos actos, decepcione a sus enemigos, magnifique a sus amigos, invente nuevos motivos para ser feliz, renuévese a usted mismo, préstese atención a menudo, invierta su tiempo en estar en paz, cobre las deudas de caricias y besos, defienda al pequeño, especifique las cosas que le gustan

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y las que no, influya al influyente, sonría al triste, entretenga al deprimido, pague sus deudas, mire a su alrededor, ignore al prepotente, tropiece para aprender, llore para desahogar el espíritu, time al mentiroso y luego ríase de la travesura, baile sin música, sedúzcase frente al espejo, construya una fantasía, suelte las penas, sostenga sus ideas, puntualice en los verdaderos problemas, diviértase sin medida, respire correctamente, camine mucho y erguido, duerma lo necesario, calle cuando no sepa, opine si se justifica, levántese en armas cada día con la adarga de la justicia y el escudo de la razón, sueñe en positivo, delátese ante usted mismo si está mal, brinde por la vida, disfrute el sol, envejezca con dignidad, conviva con las personas y con usted mismo que también es persona, desee la paz mundial y el cese de la hambruna, logre la dicha de vez en vez, odie el fraude y la injusticia, desprecie la desigualdad y llegue con luz a la tumba.

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martes 13 de noviembre de 2011.

Quijote Gustave Doré

n la bravura del tiempo y las sinrazones de cada día se encuentra la esencia de la vida. Solemos disponernos a las hazañas grandes las más de las horas, y éstas se pasan inclementes e impacientes sin que llegue la hazaña tan ansiada. Si la vida

es sueño, ¿qué será la muerte? Sueño también, dice el gran Unamuno. Y de entre sueños se yergue la existencia sin más antesala ni más colofón que la nada. Usurpando a la existencia un pedazo del sedal de la tela que urde, tejemos la nuestra, microscópica entre las existencias todas que no fueron, son y serán… El alma, poblada de cuestionamientos, temores insomnes y aflicciones robustas, se nos escapa del cuerpo en la espera, y pues la espera no rinde frutos, y tan egoísta es la espera como lo nefando de la misma. Se aboga por lo elaborado y sublime tanto como por la simplicidad, aunque claro está que lo sublime suele ser simple pues, ¿no son los extremos caras de un mismo ente? En la turbulenta, osada, o pacífica beatitud de lo que es, navegamos, airosos unas veces, ansiosos otras; o naufragamos sin más consuelo que un poco de sol en los días nublados. Buscamos la brisa cálida en un remanso de consuelo que no existe o, ¿acaso alguien ha visto el paraíso? El edén no existe sino en cada sustancial corazón que lo inventa y lo recrea para consuelo propio. Y puesto que las imprecaciones y sinsabores del osado mundo nos abruman de vez en vez, no queda más que respirar el aire ocioso y enervante de la vida, pararse al sol frente al horizonte y empezar de cero. En la renovación del esfuerzo, la avidez de lo simple y la espera que es también la esperanza, está el lenitivo del alma. Y porque la vida es sueño soñemos proezas homéricas, recobremos el aliento lanza y adarga en mano, y no importa que tan oxidadas estén nuestras armas, no se olvide que cual quijotes, siempre podemos arreglarlas con un poco de cartón o lata, que de vencejos viejos con que arreglar las armas están llenas las calles de esta ciudad y de este mundo. Si resuella el corazón hay que atizarlo, cantémosle una canción y ¡a la batalla!, que guerra es la faena del día, y pues que de faenas y batallas y alguna ramplonería se suceden las horas, ¡a resollar, y suspirar, y guerrear y morir, morir y soñar!

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Columna

Vertebral.

Jorge Iván Dompablo.

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domingo 6 de febrero de 2011

El otro

l hombre recostado sobre la cama en la habitación a oscuras siente la presencia fría del otro que de pie junto a esta lo mira impune... El hombre consciente de que esta dormido lucha en vano por despertar, concentra todos sus esfuerzos en

tratar primero de levantarse; como esto no da ningún resultado intenta cuando menos mover el brazo hacia el lugar en donde el otro impasible se encuentra, sin embargo, todo es inútil es como si estuviese apresado por un bloque de concreto, que a medida que seca va comprimiendo su cuerpo, quiere gritar para despertarse, quiere que alguien lo llame por teléfono o toque a su puerta aunque sea de madrugada, aunque sea para asesinarlo...

No ocurre nada. Todo esta en silencio y el otro lo mira desde su propio sueño. El otro sueña y se angustia cuando observa al hombre recostado y presiente que hay un enigma que siempre esta cerca de desvelarse mediante la contemplación de ese cuerpo inerte que nada hace...

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domingo 27 de febrero de 2011

l poeta peruano Cesar Vallejo escribió en “Los heraldos negros”, incluido en el libro del mismo nombre, que: “Hay golpes en la vida tan fuertes [...] como del odio de Dios” supongo que estos no siempre nos derribaran como a un boxeador

el knockout. Intuyo que a veces el golpe terrible lo dejara a uno de pie cantando victoria ingenuamente sin sospechar que por dentro algo se ha reventado y la sangre se escapa poco a poco y, entonces vamos como si nada por la vida, con nuestra cara de siempre y los demás nos encuentran perfectos, lo cual ciega la más mínima posibilidad de preocupación, hasta el instante fatal en que caemos fulminados con una gran interrogación en el alma.

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domingo 20 de marzo de 2011

Calle de Gabino Barreda (1944)

Óleo sobre lienzo Autor: Gunter Gerzo

u cuerpo, en agonía desde la tarde, luchaba con desesperación por parir al monstruo, al principio había puesto todas sus esperanzas y empeños en el acto, lo imaginó grande, hermoso, quizá perfecto. Podría decirse incluso que la ternura

estuvo presente en su concepción, por ello fue que buscó el momento apropiado, se informó sobre las prevenciones que ameritaba el caso, dispuso sus herramientas con un orden exquisito que lindaba en patología; sin embargo, todo fue inútil: las mejores horas, las felices, pasaron. Ahora el día se terminaba y con él su paciencia. Podía verlo, por decirlo de algún modo, como realmente era: deforme, pegajoso, aferrándose con cada una de sus patas que hacía recordar a una sanguijuela que chupa no la sangre, sino la fuerza y la vida. Pero esto no era lo que más le molestaba, pues reconocía parte de su misma naturaleza en ese ser grotesco; finalmente algo debía de heredar del Padre. La indignación, la rabia eran contra sí mismo, contra su estúpida ceguera de creer que esta vez sería diferente, era ésta la causa de haberlo abandonado dos años atrás y aquí estaba de nuevo. Deseaba sacar las tijeras que había guardado el día anterior en el costurero para abrirse el pecho, ingresar en él las manos y arrancarlo de sí definitivamente; mientras tanto, el reloj seguía avanzando en su loca carrera infinita, los parpados cada vez más pesados, los ojos secos, sanguinolentos. El humo del puro llenaba la habitación provocándole nauseas, la mesa sobre la cual “trabajaba” embarrada de cenizas, los diccionarios botados, la pluma imperturbable y él a punto de caer al abismo lleno de vértigo ante la hoja en blanco.

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domingo 10 de abril de 2011

Mujer con sombrilla

Claude Monet

u rostro era de roca fría, minúsculas líneas en las comisuras de los labios delataban las venas internas donde se resquebraja el mineral por la acumulación silenciosa de los años; en contraste, un afilado punto de luz rajaba el labio

inferior de donde manaba un torrente de tono carmesí desgastado que coloreaba el resto de la boca, era éste el último resquicio en el cual se percibía la vida, los ojos hermosos y claros estaban opacos y como absortos en la contemplación de un distante infinito, quizá aguardara la llegada de un impuntual amante, lo cierto es que las palomas hambrientas que picoteaban a sus pies no le causaron el más mínimo asomo de ternura o fastidio. Perseverante a la espera de algún signo oscuro que me revelara su secreto permanecí al acecho en vano toda la tarde y parte de la noche, como un lobo con su presa, hasta que una lánguida lluvia comenzó a filtrarse entre las ramas de los abetos del parque, fue entonces cuando guardé aprisa el pequeño boceto que llevaba hecho y, antes de salir huyendo de la que ahora era tormenta, lancé una última mirada para comprobar que ella seguía en su lugar imperturbable.

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domingo 1 de may

esperté con un sabasunto importanteprecaución, en la

objetos necesarios, toqué estuviesen en él antes de sla puerta: estaba cerradadevoraron los diez minutosPor instantes, a lo largo descubriría la razón por lamuy entrada la noche cuanHabía soñado que se incenque son, un montón de librconfeccionadas por nosotnuestra habitación. Ahoracontrol y mi angustia que ipara sofocar el fuego, finaante la cara de estupor, afrontaba la situación. Fueprisas no me habían dado t Me recosté preocupadesesperación, la abrace fureducida a cenizas.

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yo de 2011

La hoguera

Giordano Bruno

bor amargo en la boca y la impresión de este mantuvo mi angustia durante toda la jo mañana verifique que en la maleta se ha la bolsa de mi pantalón para cerciorarme dsalir a la calle, a media cuadra volví sobre mia; entonces emprendí la carrera pues tans de “colchón” que siempre dejo para cualq

del día, comenzaba a sentir que llegaba a cual tenía esos síntomas; sin embargo, nondo, al encender el fuego para prepararme ndiaba lo que mi amada y yo llamamos “nueros (aproximadamente mil doscientos) ordentros mismos y que cubren dos de las cuaa lo recordaba nítidamente, las llamas extiba de ellas a su rostro, sin atinar a consolarl

almente opté por lo segundo; salí gritando q agonía y cierto asombro diabólico con lae en ese preciso instante cuando sonó el de tiempo para digerir que sólo se trataba de unado, ella dormía, en su semblante noté cieuerte, cerré los ojos con el temor de encont

ombra del aire.

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tar olvidando un ornada. Así, por llaran todos los e que mis llaves is pasos, empujé ntas previsiones quier imprevisto. algún indicio y o fue sino hasta el café, lo supe. estra biblioteca” nados en repisas atro paredes de tendiéndose sin

rla o a ir por algo que ahora volvía a que mi pareja espertador y las n sueño. ierto asombro y trar la biblioteca

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domingo 12 de junio de 2011

El sueño

Ángel Planells

Sueños

(Primera parte)

ener una pesadilla puede ser escalofriante, provocársela uno mismo es incomprensible; esto buscaba mi abuelo paterno según lo infiero de algunas hojas sueltas y amarillas que encontré algunos días atrás mientras escudriñaba

fotos de mi infancia en una vieja maleta de viaje cargada ahora de recuerdos y polvo. Ya antes me había tropezado con ellas, pero, jamás repare en su contenido quizá porque en aquel tiempo no podía leer otra letra que no fuese la de molde, quizá porque es hasta el presente que comprendo que, lo que soy, es parte de una línea genealógica que se remonta en la historia familiar y en mi imaginación hasta donde llegan las fotos más viejas en las cuales no reconozco a ningún pariente. Como decía, por primera vez me tomé la molestia de descifrar esa caligrafía enredada con la que mi abuelo anotara fechas en un compendio que incluye sueños propios, copias perfectas de noticias atroces sacadas de periódicos sensacionalistas y lo que parecen ser relatos de propia voz de personas que enriquecieron su trabajo con pesadillas. Llegué a esta terrible conclusión al advertir que delante de cada una de estas anotaciones hay otra más detallada en la que se lee por ejemplo: "22 de mayo de 19… me recosté a la una de la madrugada después de haber estado recreando tal pesadilla en mi imaginación, durante el sueño recuerdo haber sentido el mismo terror del cual me habló X…" y, más adelante: "he tratado de recordar lo ocurrido después, pero no lo conseguí, parte de las anotaciones que hice en la primera interrupción del sueño y que en ese momento me parecieron tan claras no tienen ninguna coherencia, ni siquiera son una lluvia de imágenes con las que pueda llegarse a una interpretación…". Esta pieza aunque borrosa modifica la imagen previa que tenía de él y ha modificado también mi rostro ante el espejo.

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domingo 12 de jun

e mi abuelo sólo estando en casa, conejeras, no sé po

recuerdo lloroso y desengacuadra adelante, no sé si lque era, a mis cinco años,una hora más tarde volvíaorgulloso que cansado arrproporciones de un árbol m

El otro recuerdo que ttarde, terminábamos de csuperstición de que el marunas palabras con él y salie

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nio de 2011

La silla

Vincent Van Gogh

Sueños (Segunda parte)

me quedan dos recuerdos. El primero es la mía: pues él jamás tuvo una, decidióorqué pero di por hecho que yo era parte deañado en la puerta de la casa, mientras él clloré muy fuerte o si algo en su conciencia ss, mi primera decepción, tampoco recuerdoíamos juntos caminando por la vía del trenrastrando un palito de madera que para mmajestuoso.

tengo de él es del día de su muerte que fuecomer pescado, algo insólito en esa casa pr siempre traía desgracias, llegó un primo de eron juntos. Poco después cayó la noche…

ombra del aire.

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del día en que construir unas

e la empresa, me caminaba medía se dio cuenta de cómo fue pero

n, venía yo más i edad tenia las

cinco años más pues se tenía la mi padre, habló

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domingo 10 de julio de 2011

Noche estrellada Vincent Van Gog

Sueños (Tercera y última parte)

a noticia de su muerte nos la dio mi madre después de que ellos dos se fueron, recuerdo que pensé que efectivamente el mar siempre traía desgracias a nuestra familia, desde entonces cada vez que pruebo algún producto procedente de él,

siento cómo el desasosiego se va adentrando con un vaivén escalofriante en las profundidades de mi alma. Al día siguiente nos levantamos de madrugada para ir a la aventura que representaba para mí ese lugar distante en donde había vivido sus últimos años, en realidad no volví a verlo, poco recuerdo de los diferentes periodos de excitación y terror de aquella jornada, la mayor parte del tiempo la pasé afuera sentado en un columpio apartado de la caja metálica color gris en donde lo encerraron, sintiendo el vértigo de imaginarlo e imaginarme a mí en ese lugar húmedo y oscuro donde terminaría. Lo que más persiste en mi memoria es, cuando al pasar junto a un auto viejo, me dijeron que allí dentro había vivido, me asomé, sólo vi una botella de refresco de cola sin terminar, ese era todo el legado que nos dejo. Miento, quedaron también algunas hojas sueltas, dibujos que nunca he visto y con los cuales sueño a veces; tres libros desvencijados, que encontré muchos años antes que las hojas con las pesadillas, los cuales me llevaron por el camino de la literatura y muchas interrogantes acerca de quién fue.

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domingo 7 de agosto de 2011

El pintor y su modelo desnuda

Eduardo Zamaicos y Zavala

La musa

(Primera parte)

a primera vez que la vio, ella estaba desnuda y se moría de frío; no hubo amor a primera vista, más bien él se preguntó cómo podía estarse quieta y aparentar esa calma celestial mientras todas esas miradas ávidas recorrían su cuerpo, o se

detenían en algún punto de él: la cintura esplendida, el muslo nácar, la pierna…, en un afán algo morboso por obtener la mejor representación de ese ángel que posaba para ellos sobre una vieja mesa de roble. La mayoría eran hombres entre cuarenta y sesenta años, sólo ellos dos no rebasaban los veinte. La sesión apenas duró veinte minutos agobiantes para él, pues le temblaba la mano. Mientras veía cómo los demás sacaban el mejor provecho de aquel cuerpo altivo que durante diez minutos estuvo dándole la espalda y en los últimos diez lo miró de frente. Hubo cierto momento, mientras intentaba delinear los rasgos principales de su rostro, en que notó cierto sonrojo cuando sus miradas se encontraron, sólo eso, luego ella recuperó el aplomo y elevó sus pensamientos a alturas insospechadas. Todos los demás (dibujantes con experiencia) hicieron un esbozo general bien proporcionado y dejaron el acabado, ya sin modelo, con más calma, para después. Sólo él dibujó una mujer deforme, demasiado rígida y tosca que nada tenía que ver con la modelo. Al terminar alguien le ofreció una manta con la cual ella se envolvió mientras la dejaban a solas para que pudiera vestirse. La segunda vez que la vio fue ese mismo día cuando aún, algo aturdido por su fracaso ante la modelo real, dibujaba con carboncillo la mascarilla mortuoria de un antiguo grabador y ella pasó a su lado y, con una sonrisa muy cordial, se despidió de él…

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domingo 4 de septiembre de 2011

Los tres pequeños cerdos

Vitor Barata

LA MUSA (Segunda y última parte)

espués del día de ese encuentro, tuvieron que pasar varios meses antes de volverla a ver, en esa ocasión ella iba acompañada de su novio; el dibujante, en una acera, discutía con la suya, cuando estuvieron uno frente al otro se repitió

aquel saludo cómplice. Luego nunca más volvió a verla, bueno, por lo menos en el plano terrenal, pues en el onírico hubo un encuentro final inquietante: ella en la oscuridad recostada e inerte como si estuviera muerta yacía sobre un montón de hojarasca, desnuda como aquella vez, sólo que ahora su desnudez era angelical en otro sentido, pues no era del todo seguro que fuese ella, era un ángel porque no tenía sexo y, a pesar de parecer muerta; su cuerpo bajo la luz del farol, que directamente la alumbraba, se veía tan suave y puro como la parafina en el instante preciso de pasar de ese liquido claro que es cuando el calor la abrasa al color opaco y suave que nos incita a moldearla con nuestros dedos cuando el calor ya no es suficiente; incluso, él estaba seguro que si de algún modo pudiera acercarse a ella percibiría esa calidez. A su alrededor todo estaba entre las sombras, de ellas emergieron, siniestros, tres cerdos enormes que comienzan a olisquearla, es casi seguro que terminarán devorándola, todavía no comienzan su banquete, pero es cuestión de segundos, no hay nada que hacer, tú lo sabes, pues eres él y sabes que es un sueño; sin embargo, eso no te quita la angustia que sientes. Detrás miras una vieja cabaña de madera y todavía más lejos, los árboles que van perdiendo sus oscuras hojas cuando el viento helado las cercena.

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domingo 2 de octubre de 2011

Nabucodonosor

William Blake

l viejo se levanta de la cama trabajosamente, lo mueve un inaplazable deseo de orinar, sin embargo, considera cada movimiento antes de llevarlo a cabo, sus pies descalzos exploran el pasillo con una incertidumbre absoluta; concentra

toda su atención en dicha labor, pues pretende estar listo para reaccionar ante el más impredecible obstáculo. La memoria le falla desde hace varios años, por eso, conforme se acerca al cuarto de baño aligera sus pasos presintiendo algún mueble fuera de su sitio. Este acto, tan cotidiano en su vida, se ha convertido conforme pasa el tiempo en toda una aventura. Así, al llegar a la puerta de aquel, con los dedos cada vez más torpes de su mano derecha, gira el picaporte, avanza un pie… el roce del mármol húmedo le provoca una explosión de ansiedad, ésta es el resultado de su temor a resbalar y caer en cualquier momento. En la oscuridad palpa la pared en busca del interruptor que por fin logra encontrar, lo acciona y la luz blanca ciega por un instante sus ojos, poco después acaricia la pequeña cicatriz que lleva en la barbilla, al mismo tiempo que en el espejo se proyecta la figura de un ser desconocido de ojos amarillos y marchitos, al verlo cara a cara le surge de inmediato la pregunta: — ¿Quién es IVTC? —. El otro, con la mirada triste, no le responde; se limita a sonreírle de forma grotesca. Para tratar de quitarse el sabor amargo que ha dejado la interrogante en su boca, cepilla minuciosamente la poca dentadura propia que aún conserva. Minutos más tarde, al terminar dicha tarea, acomoda cada objeto en su lugar y vuelve al pasillo, pero esta vez emprende el viaje hacia su alcoba con decisión. Avanza hasta encontrarse frente a una mesa antigua de madera apolillada, allí lo aguarda una agenda telefónica, en la hoja frontal está escrito IVTC 75 64 41… El anciano, se repite en voz alta estas letras y el número hasta el hartazgo, entonces, con rencor, arranca el papel haciéndolo una bolita que finalmente arroja al cesto de basura, sin embargo, ésta pega en una orilla y cae al piso. Furioso la recoge para depositarla junto con las otras que yacen en el fondo. — Cadáveres. Eso son —, berrea — sólo cadáveres… —. Es entonces cuando una punzada debajo del ombligo le recuerda que ha olvidado orinar y dirige sus pasos tardos, nuevamente, hacia el baño…

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domingo 30 de octubre de 2011

Ausencias presentes II

Guillermina Rivas

espierto en la madrugada, aunque el cuerpo y el calor de la cama me piden permanecer acostado un rato más, un resorte en la conciencia me catapulta primero a las pantuflas y luego a la regadera. Templo el agua sólo lo suficiente

para no enfermar. Un rato después me cercioro, en el momento de salir de casa, de llevar conmigo el boleto de autobús, ya en la terminal hago fila unos instantes en el frío de la mañana antes de abordar y emprender el viaje. De camino, al levantarse la neblina, la ciudad comienza a hacerse presente y me obsequia un poco de trafico como última postal. Hace años que debí hacer este viaje. Siempre, sin embargo, encontraba un pretexto para evadirlo: el trabajo, la escuela, el dinero. Ella, cuando aún estábamos juntos, me decía que yo era de las personas que para salir a la calle necesitaba ir provisto incluso de un paracaídas. Ahora el viaje es impostergable, mi linaje se extingue… Así, mientras espero todos los días con ansiedad y terror la noticia de la muerte de un familiar que esta desahuciado desde hace varios meses, recuerdo cómo en sólo un par de años, tres más se han ido. Ellos que fueron una coordenada geográfica en mi alma han dejado desierta una parte muy honda de mi vida. No están y para siempre será así, por eso viajo, el pretexto ahora es llevarles flores, ya que todo el mundo lo hace, en realidad voy porque quiero ver con mis ojos, que ahora son también los suyos, esa tierra mítica en mi imaginación que tantas veces me negué a conocer. A mi llegada a la que fue su casa me encuentro con un patio abandonado, la yerba está crecida y los limones y limas pueblan con su color y aroma ese territorio virgen para mí al que me entrego. Por fin estoy aquí, les digo, y mi voz resuena por todos los rincones, salgo a caminar por el empedrado de las calles; voy a la plaza y los árboles centenarios me parecen fascinantes, casi puedo sentir su presencia, alguna vez mi horizonte fue también el suyo. Busco a los enamorados en el kiosco, imagino a las muchachas caminando en un sentido y a los chicos en otro, reconociéndose. Observo al otro extremo de la plaza a una mujer que empuja una silla de ruedas en la cual va un señor delgado con gorra de piel, que conversa animado con ella. Me digo que son ellos, que siguen aquí…

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domingo 27 de noviembre de 2011

La muerte de Casagemas Pablo Picasso

a muerte es, según la Biología, la cesación de la vida; sin embargo, ésta cumple a un mismo tiempo la función de alimento para otros seres y sirve también para dejar espacio a que nuevos organismos participen y evolucionen en la vida. La

muerte, asimismo, es una de las grandes interrogantes que se ha planteado el ser humano desde sus orígenes como sociedad y, de igual modo, como individuos, llega un momento en nuestras vidas en el que nos hacemos conscientes de ese acontecimiento ineludible. Tratar de concebir la propia muerte resulta una tarea extenuante y por demás dolorosa si se lleva a cabo con honestidad. Así, ésta es uno de los grandes temas que la literatura y las artes en general abordan en un intento por explicar, o al menos tratar de acercarnos en un plano emocional a lo inexplicable. Miguel de Unamuno expone en el prólogo a su novela Niebla su concepción de la existencia la cual cobra sentido a partir de la existencia de todas aquellas personas que nos conocen y de algún modo nos dan vida al soñarnos. En ese mismo prólogo escribe refiriéndose a la muerte y a la existencia “[…] se me han muerto los míos, los que me hacían y me soñaban mejor”. Ésta, supongo, es una de las razones por las cuales nos duele la pérdida de alguien cercano, pues al irse se lleva una parte de cada uno de los seres que le conocíamos; sin embargo, no hay que olvidar que la muerte aunque dolorosa, es parte de la existencia misma y en un plano más general o cósmico, en el sentido del orden que guarda todo en el universo, estamos hechos de polvo de estrellas y somos parte de una totalidad y si en un sentido hay una pérdida con la muerte, en el otro, podemos llegar a alcanzar la inmortalidad a través de los otros como lo escribe Borges en su poema “Inscripción en cualquier sepulcro” del libro Fervor de Buenos Aires “ […] Lo esencial de la vida fenecida/ -la trémula esperanza, / el milagro implacable del dolor y el asombro del goce- / siempre perdurará. / Ciegamente reclama duración el alma arbitraría/ cuando la tiene asegurada en vidas ajenas, / cuando tú mismo eres el espejo y la réplica/ de quienes no alcanzaron tu tiempo/ y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra”.

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domingo 25 de diciembre de 2011

Exquisitos pepenadores

Sergio Garval

Ausencia

En el jardín

ya no se oyen los grillos,

sólo las flores

más fuertes iluminan

cual diminutos soles

que la noche devora.

Distantes ecos

de tu voz en la alcoba.

En las desiertas tardes

preñadas de tristeza

de éste mi invierno,

entumecido,

rebusco tu presencia,

donde no hallo

entre abatidos días

el exquisito aroma

del café ahora frío.

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Encuentros.

Frank CasPe.

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domingo 30 de enero de 2011

Desechos

o todo se lo lleva el mar... Este es mi encuentro con la inmensidad, después de un año de haber pertenecido por completo a la ciudad, y no es que deteste mi permanencia en

los violentos vaivenes de la metrópoli, solo deseaba ver otros paisajes, tomar cientos de fotografías, aunque usara una cámara prestada de último momento, al fin se me hizo estar en Acapulco. ¡Click! Amanezco frente al mar, responde mi mente a la sensación prometedora de una nuevo comienzo, en menos de veinticuatro horas suele morir la esperanza en la oscuridad o si no se entretiene en los cánticos de las luces artificiales. He venido solo a no encontrar a alguien, suelo cumplir mis promesas y parece que esta vez no será la excepción, vine a realizar un pacto con el océano, a decirle...bueno, ya camino hacia ese encuentro. En la arena las huellas de otros fantasmas, atrás el tiempo se las lleva, los pasos culminan al enterrar mis pies en el agua, que viene y va, tengo ganas de hablar pero me avergüenza arrojar todo mi vacío. - Hola. Las olas parecen no escucharme, repito el saludo en silencio. - Quiero... Me salgo del agua, presuroso me quito la ropa, ya desnudo decido entrar en sus olas. Una botella

Hambre zapato impar

La sangre deshecha

Rompecabezas cuerpo.

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domingo 20 de febrero de 2011

Lunar

a no alcanza el aliento y buscamos un respiro más, algo para detenernos, evitar como sea la cercanía con el precipicio, nos convertiremos en destrucción, los dedos de las manos se clavan como estacas a la tierra, se aferran, quieren

llevarse el mundo a fuerza más que por razones, no queda nada, solo la reseña de un antiguo triunfo, se hunde el sol y con ello caemos hechos gotas de agua sobre un estanque, nos propagamos como ondas sonoras, alterado el equilibrio se pierde la noción del tiempo, aun así quedan ganas, por eso huimos sin saber que nuestro destino se define a la misma hora de cada noche entre la inquietud de las heridas. Esta vez observo a la luna, hoy está enorme quisiera arrancarla del cielo para darle refugio en mi pecho, quisiera presumir a las personas un corazón blanco, el idóneo lugar para aterrizar donde los paisajes son inéditos y mutantes, un mundo que ha dejado de ser mientras mi atención vuelve al teléfono celular después de largo rato de no recibir algún mensaje por el auricular. - Entonces, ¿qué has decidido?- intento obligar a quien amo a responder-. ¿Alguna vez te has puesto a pensar qué observo, hago o quiero mientras tú no estás a mi lado? Vamos, al menos afirma algo. Otra vez debo colgar para evitarle sus expresiones que transcurren en gemidos, balbuceos y respiraciones, la ausencia amplificada en el espacio por perturbaciones infantiles me tienen harto, pero a la vez sin ellas no podría crear una nueva ciudad en los ojos. Decido caminar hacia la casa para cerrar el día frente a la computadora y escribir un par de frases en mi blog. No hay luz. Observo la luna desfigurada, lo admito estoy ansioso por marcar los diez números asignados a ella, en lo que vuelve el suministro de energía intento acomodarme en los sueños y cuando está a punto de suceder comienzo a recordarla, viene su figura enredada a mi cuerpo con sus hirientes caricias, duele mientras nos queremos, siento que hemos dejado de entendernos y entonces dejo pasar todas las sensaciones para concluir en un vacío. Ya no alcanza el aliento, busco un respiro más, algo para detener la destrucción, se hunde el sol y se pierde el tiempo, aun así me quedan ganas aunque sea de huir sin haber notado que nuestro destino se define a la misma hora de cada noche entre la inquietud... Descansa amor.

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domingo 13 de marzo de 2011

Hoja en blanco

e pregunto si nos volveremos a encontrar esta tarde después de que deje de llover, comienzo a dudar si de verdad cumplirás esta vez tu palabra, por mi cabeza rondan infelices destinos, deseo omitirlos porque son tantos los

rencores hacia ti, muero a cada instante, desespero, cruzo las calles a pasos acelerados, peleo contra los muros móviles de figuras humanas que se esparcen y reproducen palabras sin cesar, provocan pánico, ensordecen la música, pierdo el sentido de la lucha, desvanezco, aun así debo acudir a la cita. Estoy muy cerca de llegar, tengo la sensación de haberme adelantado, espero afuera, tal vez ya estés esperando, pero antes prefiero mirar al cielo, trazo con los dedos espirales en las nubes, luego acompaño al sol acercarse a la noche, he viajado al futuro. Entro a nuestro hogar y encuentro bajo la penumbra las habitaciones vacías, mi búsqueda se extiende a través de las dimensiones que cubren las paredes, un rayo de luz diminuto cae sobre el centro de la sala, es una señal que ilumina un papel doblado, lo tomo con las manos, desdoblo la hoja hasta dejarla plana, quiero descubrir su mensaje. He llegado tarde, ¿hace cuánto que se fue? Tomaba por la mañana una taza de café, observé su fotografía, hablé acerca de su belleza. - Yo quisiera una chica así- comentó un mesero al ver su rostro. Sonreí y pague la cuenta. Nada escrito, la hoja en blanco, no hay huellas alrededor, esta es la última forma que encontró para expresarse, espacios llenos de silencio difíciles de enterrar, en dónde guardo los secretos destinados para este momento. Me pregunto si nos volveremos a encontrar, nada está escrito...

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domingo 3 de abr

o primero que deseé los lugares que frecueno coincidir en el mis

ha cumplido hasta ahora. Sin embargo aun recuausencia provoca a la mempara destrozar sin meditaqueda basura, vidrios afilapero sucumbo ante su fuer Me levanto, ¿es de nuemañana es un “te quiero”miles de cosas, creo, lo prquiero, no puede ser, vuelhorizonte, no estoy aquí, abrazo a mi pecho. Después me despido denos tomábamos fotos y potrazadas que parecían teenfrente de catedral, no sahoy, quiero estar así dethambrienta, impide quedaruna nota de sol, mírame ot

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ril de 2011

Goya

El coloso

Después

después de alejarnos fue jamás volver a encentamos, me puse a inventar nuevas rutas ensmo espacio y tiempo, fue mi última petició

uerdo cosas, las estaciones del año traenmoria, que con poco logra despertar a sus rlo las figuras que de arena fueron hechasados destinados a herir de nuevo, intento rza. evo que he olvidado? Eso pienso, pero la prim” seguido de su nombre, reinicio. Despierto,rimero que me viene a la cabeza es una frlvo a empezar. Me levanto, he olvidado, lo

un libro abierto, una frase subrayada, tom

e todo, vuelvo mucho antes de quedarnos codíamos compartir palabras sin temor alguner importancia, el arte echado a la sue

sabemos nada, al menos yo no sé que sucedtenido en un fragmento, pero la vida no rse con la totalidad de los eventos, solo dejatra vez enfrento un dolor.

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contrarnos, evité n el océano para

ón al destino...se

semejanzas, la bestias marinas s, entonces solo detenerlo todo,

imera frase de la , he pensado en rase peculiar: te sé, veo hacia el o el objeto y lo

callados, cuando uno, las pinturas erte de un café derá mañana, ni se detiene, es

a migajas, piezas,

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Prometí llevar esta soledad entre paisajes llenos de incendios, muerte silenciosa, mientras avanzo las llamas penetran mis ojos, por dentro fuego, arde el mundo, al final soy yo. Lo primero que deseé después de alejarnos fue jamás volver a verte, ya no quiero saber de ti, los lugares que frecuento son los mismos de ayer, no he hecho nada por olvidarte, el mar me provoca náuseas, se escapa el tiempo, divago en el espacio, estoy solo, he cumplido hasta ahora.

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domingo 24 de abril de 2011

Ashes

Edvard Munch

Adicta

icen que la vieron salir de su casa hace dos días, tenía poco de haber regresado, era la hija menor de la familia Ramírez, se llamaba Selena, pasaba de los veinticinco, ella estuvo recluida unos meses en un centro de

rehabilitación para curarse de sus adicciones, a decir verdad, nunca me tocó verla monear como otros chicos de la colonia, siempre se le veía sonriente y divertida, respetuosa también, a mí una vez me ayudó con el mandado, un domingo en que me quedé sin dinero para el taxi, cargó las dos bolsotas llenas de verdura, recuerdo cómo le pesaban a la pobre, le di cinco pesos además de unas tortillas con chicharrón, sabrá Dios en qué líos andaba la jovencita. - Gracias Doña Maru- cerró el puño donde había depositado la moneda. - Regresa a tu casa, Selena. Tu mamá te espera – fue lo último que se me ocurrió decirle. Ella era blanca, tenía bastantes pecas en lo cachetes y sus ojos grandes, bien lindos, de color verde, estaba reflaca, no pudo terminar su carrera, quedó preñada de su novio, un ingrato al cual nunca le tuve buena fe, trabajaba de microbusero. Ay, niñas tontas, se enamoran de cualquiera que les habla bonito al oído. Bueno, después de haber perdido a su bebé vino la depresión, y escapó de casa, para cuando volvió, las cosas habían cambiado, el semblante de inocencia con el cual se le identificaba había desaparecido, para saber qué otras mañas aprendió; sólo la familia sabía, pero se mantuvo hermética el tiempo posible ante lo evidente: se había convertido en drogadicta. Todos le rechazamos, me incluyo, uno no sabe cómo reaccionar ante algo así, a todos nos debe pasar, y pido perdón por actuar así, afortunadamente mis muchachos me salieron trabajadores, ni fuman, ni beben, bien hombrecitos. La encontraron muerta en un área verde hoy por la mañana, se llamaba Selena Ramírez, fue asesinada en la madrugada durante un tiroteo entre maleantes y policías, me consta: esa chica jamás agredía a las personas, ahora cuentan en las noticias que

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ella secundaba una banda de distribuidores de drogas en la zona, algo similar dijeron hace dos meses, que habían agarrado al líder de otra sección, pero si al día siguiente ya andaban otra vez los mismos distribuyendo, pa' mi son puros cuentos, nadie sabe cómo acabará esto, lo que si, es que por andar en el chisme se me va a pasar la hora de mi telenovela. Con su permiso los dejo.

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domingo 15 de mayo de 2011

Enfermo en la noche Ernst Ludwig Kirchner

El día siguiente.

e levanto después del atardecer apenas encuentro los últimos suspiros de luz a través de las ventanas que rodean el cuarto donde me encuentro encerrado mientras me recupero de una operación quirúrgica. Estoy en un

hospital del sur de la ciudad, alcanzo a escuchar al cielo retorcerse de la emoción, suelta unas cuantas lágrimas por debajo de sus nubes, quiero salir pero las piernas están vendadas por completo, intento moverme y no puedo, no estoy triste, sólo deseo ponerme de pie, pensar que no ha pasado nada, imagino el entrenamiento de los días anteriores: mil metros divididos en cuatro secciones, doscientos cincuenta metros a toda velocidad, luego trotando, así, hasta completar cinco veces la sesión, luego subir y bajar los escalones del estadio, descanso de media hora y de inmediato volver a la rutina de las pesas; para mantener el cuerpo activo, por la tarde, una sesión de pateo y técnicas de combate con todo el equipo de la escuela, todo esto durante al menos tres meses para llegar bien preparado a la competencia nacional. Estamos cerca, este año iría por el primer lugar, siempre he sido un buen competidor, pero eso ya no me satisface, necesito sentir esa sensación de estar en el podio por encima de los demás, la deseo, y al menos mantendré la motivación por un año más, de nuevo a la espera de otra oportunidad. Soy un competidor de Taekwondo, llevo siete años en este deporte y me fascina despertar al día siguiente con el dolor en mis piernas tras haber entrenado con toda la fuerza y energía que ello implica, cuando empecé a entrenar era demasiado temeroso y, a decir verdad, aún lo sigo siendo; en esencia uno no cambia, sólo que cuando estás ahí adentro, en la zona de combate sacas lo mejor que puedes ser, soy entonces una persona tímida que no gusta de hacer daño a sus contendientes, el que te derriba pero no quiere que caigas, un amigo después de todo. Hace calor, esto es un desierto, no tengo compañero de habitación. En un intento por evaporar lo que pasa dentro de mi cuerpo, mi mente crea un florero con un ramo y

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una tarjeta con algún escrito que me desea mi pronta sanación, ya sé que no es para tanto, ni que fuera alguien famoso, además solo he estado medio día en reposo, mañana seré dado de alta… y otra vez a caminar. Poco a poco, nada de cargar cosas pesadas -me ha indicado el doctor-, no es nada grave lo que me pasa, y no tengo ganas de contar qué tengo o tenía, porque todo salió bien, de eso estoy seguro. Al fin oscureció, las enfermeras vienen a darme medicamento, a revisarme, ninguna está bonita, tampoco sonríen, ellas parecen las enfermas. Prendo la luz, acerco una novela de un autor japonés, la abro, leo un par de páginas, con pocas palabras se logra despertar la imaginación. Me canso, apago la luz, giro la cabeza hacia mi lado izquierdo, al rato salgo, me duermo.

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domingo 5 de junio de 2011

Luna

Oleg Zhivetin

Astronauta y Álgebra

uido rosa. Interferencia. Se filtran de manera aleatoria frases emitidas desde algún punto en el universo,

la mayoría de ellas suelen morir en el vacío, no alcanzo a distinguir lo que hay a mis espaldas, la mirada se clava en el horizonte níveo, hace bastante calor, el sudor me escurre por la frente, respiro exhausto, a veces dan ganas de no seguir de pie, me pregunto si acaso alguien podrá entender los símbolos que he dibujado sobre la arena. Guardo silencio. Esto no es la Tierra, sentada sobre la superficie de un árbol seco se encuentra una astronauta, lleva puesta un traje espacial de color azul, permanece callada, me observa, le hablo en mi lengua materna, no contesta, me mira a los ojos, tampoco entiendo lo que trata de comunicarme, tal vez no somos del mismo planeta –es lo único que se me ocurre - . Apunto con el dedo índice hacia la arena, donde ha quedado marcada una idea mía.

x³+ y² La astronauta se levanta de su lugar, se dirige a observar los trazos, los ve por un minuto, vuelvo sus ojos a los míos, espero una respuesta, pero simplemente sonríe, un tanto apenada comienza a tararear una canción, se aleja y concluye con una oración nuestro encuentro: -No me gusta el álgebra-. Interferencia. Botón de emergencia. Silencio.

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domingo 3 de julio de 2011

Camino

Cristian Valenzuela

Avante

únel. Salida. Lluvia. Árboles húmedos e inquietos. Carretera de dos carriles. Avante, ¿quién va en dirección contraria? Interior de camioneta color beige. Foo Fighters, time like these. Retrovisor, mis ojos verdes. Sonrío sin recuerdos.

Ausencia, fragmentos de miel. Incremento de velocidad. Neumáticos lisos. Cansancio. Incendios alrededor. Pausa. Un hogar es el momento la venganza, el dolor muebles alquilados lágrimas. Corazón es la fuente calor, besar tus labios remedio de caos inevitable...

Afuera. En medio del bosque. Fotografías. Lodo en las botas. Oscurece. Café frío. Respiro humo blanco. Comienzo a correr. Mirador. Colección de nubes. Tiemblo. Poesía al interior de las gotas de lluvia. Nada voy a extrañar. Continúo. Figuras rotas al volver no encontré rastros tristeza.

Túnel. Entrada. Llanto. Un solo camino. Nadie. Todos. Las luces enterradas. Sin nombre la esperanza. Tan cercano es el temor. Fuerza. Pronto la ciudad. Encuentro.

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Luces. Telescopio. Fuera de órbita. Puntos en el radar. Galaxia. Interior. Velocidad, distancia. Ecuaciones manipuladas. Interpretación de dominio. Cuerpos celestes. Esencia. Más allá todo. Avante, ¿quién vuelve?

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domingo 31 de julio de 2011

La paranoia de Leonardo Da Vinci

Agim Meta

La pregunta.

bro los ojos cerca de las seis de la mañana, mi primer intento por levantarme; suena la alarma y la apago, diez minutos después logra su cometido al repetirse, voy al baño, regreso, luego me dispongo a disfrazarme de corredor:

tenis, pants, playera deportiva y un par de sudaderas encima para no resentir el clima hoy un tanto fresco, aun está oscuro el día. Calentamiento previo a la sesión, estiro las extremidades para no resentir alguna lesión, quisiera llegar a los ocho kilómetros en esta pista, llevo tres semanas corriendo menos, no estoy entrenando para alguna carrera, sólo quiero correr otra distancia, sé que resistiré, además he reducido el peso nueve números abajo, me siento bien, tomo el tiempo con el reloj de mano. Inicio. Ya casi inician las clases. Tengo junta a las once de la mañana. Debo entregar la presentación de ventas. Aún no termino el guión de la novela gráfica, es para mediados de agosto. En la noche hay que ver a Rogelio para platicar de una propuesta. Me gusta Cinthya, la chica de las asesorías, ¿cuántos años tendrá? Yo creo unos veintitrés, tiene los ojos verdes, me agrada mucho, quiero invitarle a tomar un café. No dará tiempo si veo a Fernanda en la avenida Reforma, pospondré la cita. Y si desisto a la idea de correr tanto, quiero volver a entrenar como antes, necesito un domy para patear como antes. Mi pierna me empieza a doler. Este tramo huele a basura siempre. Hay dos pendientes en toda la pista. Doce minutos para la primera vuelta, no he bajado el tiempo. Dejé de usar auriculares. ¡Qué bonita es Cinthya! ¿Cuál era la pregunta que venía a resolver aquí? Una mujer me rebasa en la tercera vuelta, justo cuando vamos de bajada, intento alcanzarla durante todo el circuito pero me es imposible, lo único que logro concluir es que siempre habrá alguien mejor que yo, pero el tener a alguien que motive un mayor esfuerzo hará que sin darme cuenta haya dejado atrás a otros. Consigo reducir dos minutos la distancia recorrida. Queda una última vuelta. Las ideas no son claras en pleno cansancio, comienzo a respirar con profundidad, vuelve la fuerza, abandono los pensamientos por un instante...

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Llego a la meta, descanso, estiramientos finales. Tomo un periódico gratuito, lo leo y vuelvo a casa.

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domingo 28 de agosto de 2011

El grito rojo

Carmen Luna

Ciudadano rojo.

ocos rojos inundan la ciudad, se distribuyen por las calles acompañadas de portentoso sonido, crónicas de un lamento urbano. ¿A dónde huir?, se preguntan unos. ¿Cuánto tiempo más durará esta situación?, se cuestionan otros. Llego a

una esquina cercana a mi domicilio, la luz verde indica seguir hacia delante, volteo alrededor antes de cruzar la calle, me asombra el hecho de hallar detenidas en el espacio a las personas y objetos, de alguna forma se terminó el movimiento de las masas. Mientras avanzo pretendo olvidar dicho suceso, no encuentro las llaves del apartamento, vuelvo a las calles, camino en reversa para intentar recordar cómo comenzó la historia de hoy, todo está como antes. Estoy refugiado debajo de un auto tras la explosión del restaurante en el cual solía tomar café por las noches, una camioneta con hombres armados disparan al libre albedrío, antes usaban máscaras para encubrir su identidad, ahora no tienen miedo de ser reconocidos. ¡Al suelo, al suelo! Ciudadanos cubiertos de sangre, heridos, gemebundos. ¡Ayuda! Ha pasado el peligro, y en lugar de auxiliar a los demás, las personas se disponen a grabar con sus celulares las ruinas en los rostros rojos, imágenes que serán usadas para subirlas a las redes sociales, conseguir algo de fama o dinero, salir en los periódicos y, quizá mañana también formen parte de esta calamidad. Entre los escombros los soldados se ocultan, la gente comienza a unirse, vestida de color blanco se reúne, avanzan antes de que el futuro decida exterminarlos, al menos tener la sensación de lucha en la piel alivia el espíritu, comienzan los gritos, reclamos y hasta poesía dirigidos a una sola figura humana, responsabilizándola en absoluto de su situación, en tanto continua su paso la mancha blanca, otros seres, ciudadanos rojos los vigilan, van directo a una hoguera sin saberlo, parece estar previsto, es el fin,

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comienza el incendio, el líder que los conduce se prende fuego en el cuerpo, lo siguen los demás, insisten...es el fin. Otra vez ha llegado el amanecer, descubro el cielo con un hermoso resplandor, encuentro mi reflejo en el baño, un poco de barba de hace dos días, mis labios secos, los ojos verdes, las líneas de expresión, lo de ayer fue una pesadilla -me repito-. Sin embargo todo sigue quieto y oscuro, ¿qué voy a hacer?, ¿hacia dónde debo dirigirme? Me visto y desayuno. Tomo un trapo, lo uso para limpiar la sangre de un rifle AK-47, también recargo el cartucho, está listo. Debajo del colchón guardaron dinero, queda muy poco, así que me llevo una bolsa con algunos gramos de cocaína para lo que se ofrezca, ¿hace cuánto que no vuelvo a casa?

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domingo 25 de septiembre de 2011

El músico

Georgína Etcheverry

La luz ya no entra por mis ojos

sta vez decidí quedarme a escribir una canción, el público a través de las redes sociales se ha vuelto algo exigente, necesitan algo de mí, en general me da la impresión que devoran cuanta información encuentran por la internet, todo es

mediático. Algunos colegas basan sus estrategias de publicidad mediante la proyección de videoclips por demás portentosos, otros se dedican a abogar por las causas sociales, se toman fotos en la colecta semanal de basura de la zona en la que viven, la suben a sus perfiles, anexan un comentario, editan la imagen en photoshop por si existiese una imperfección que les delate la calvicie, las arrugas o el sobrepeso: publicaciones intranscendentes. Me sugirieron algunos colegas que realizara un concierto masivo en el centro de la ciudad, pero la verdad es que también he venido analizando mi probable retiro, han sido muchos viajes, ya probé casi de todas las comidas posibles, qué decir de la cantidad de mujeres con las que he compartido noches y amaneceres. No creí mencionarlo algún día, pero la verdad estoy cansado, es hora de quedarme con la guitarra en un ambiente más íntimo, el resto del día me la pasaré aferrado al sonido que se produce al pulsar con los dedos las cuerdas, ocultaré la voz. Tengo mucho ruido en la cabeza, las ideas huelen a nostalgia y la luz ya no entra por mis ojos. Esta nueva melodía pretende hablar de mi estado de ánimo resultado de las sumas de los años, estoy contento en general pero hay un dejo de tristeza a pesar de los triunfos obtenidos a lo largo del tiempo, siento como cualquier humano un hueco, en el caso mío viene del corazón, es éste el momento donde quisiera estar rodeado de una familia y, en lugar de abrazar un instrumento musical, preferiría la discusión después de la cena con una esposa y un par de hijos: me estoy haciendo viejo… Esto es lo que soy mis manos tocan el viento a donde viaja voy.

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Iré a dormir, no me gusta el resultado de la letra, evaluaré para mañana si decido sacarla a los medios o la trabajo por un rato más, aunque también me pregunto si la gente se conformaría con un producto mediocre para justificar la ausencia de los reflectores, valdrá la pena escuchar opiniones de los amigos antes de decidir o, en definitiva, la otra opción es dejar pasar más tiempo y optar por el olvido.

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domingo 23 de octubre de 2011

Cansancio

Edgar Luis Larrañaga

Farsante.

e detengo a observar por un instante en un pedazo de papel la imagen que ha perdurado con el paso del tiempo y trato de encontrar algo que me permita recordar lo que sucedió después, intento aparecer en los días

posteriores, el viento trae partículas, granos de arena que cubren mi rostro de rasgos de envejecimiento, me hace falta descansar, ha sido de golpe todo, trato de acomodar las ideas pero es imposible pensar con dos días enteros sin dormir, en donde sólo me he detenido a tomar algo de alcohol y café, se me ha ido el hambre, la fuerza también. Ya me caí una vez en el camino, abrí los ojos estando en el suelo, como consecuencia traigo parte de mi rostro lastimado, es de madrugada, en la calle se escucha el canto de los grillos, no vuelvo a soportar el peso de mi cuerpo, desvanezco. Sigo enamorado de las figuras trazadas por capricho de la naturaleza en las hojas de octubre, esas almas que se desprenden de los árboles para mostrar que un ciclo se acaba, aún consciente he mantenido la idea de escapar lejos de este lugar y lo cierto es que sigo sentado donde supuse partí: eterna sensación de abandono, falta tiempo y valor para pronunciar las palabras adecuadas y despedirme, nadie ha estado aquí a la espera, mis ojos resisten, nada existe, desde entonces todo ha sido un engaño, lo que diga y haga es un sueño, aún no termino de encontrarme.

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domingo 20 de noviembre de 2011

El viaje por el océano Cristina Alejos Cañada

Abandono.

on estas notas en mi libreta sin sentido delatoras

de un retiro tormentoso cuántas cosas olvido en las calles abandonadas intento beber del tiempo sus gotas dispersas las siento todas mías enferma está la tierra cálido invierno a dónde voy si después no existo abandono porque vivo entre sombras permanezco callado y aunque desaparezca el fuego

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siento amor de los sueños escapa no le pertenece nada de este mundo parece absurdo esperar otro día la sentencia del sol perseguir su destierro sin penitencia morir.

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domingo 18 de diciembre de 2011

Hombre en el café

Juan Gris

Terraza

omienzas el día sentado en la cafetería que sueles frecuentar mientras

aguardas la llegada de una taza de café de manos de Wendy, la mesera que

ignora el placer que te provoca verla sonreír, lees el periódico gratuito, te

detienes en las ofertas de fin de año, quizá sea hora de cambiar los zapatos, volteas a

ver los actuales, las suelas están a punto de perder su forma original, con lo que

ganes este fin de semana es posible que hagas una compra, también te falta una

camisa nueva, te llama la atención un Smartphone con un montón de aplicaciones

que no entiendes, las cajas de galletas están a mitad de precio, haces una pausa, la

vista se dirige hacia el reloj que llevas puesto en la mano izquierda, los dígitos siguen

su marcha, la impaciencia te invade, sabes que ésta no se origina por la espera de

saborear aquel líquido oscuro, sobre tu mesa aguarda silenciosa una cámara

analógica Nikon modelo FM3, es una mañana fantástica como casi siempre, pero hoy

se mira de manera distinta, el cielo está despejado, el azul invade tus ojos, desde

esta terraza ubicada al poniente de la ciudad se alcanza a ver gran parte del Paseo de

la Reforma, piensas en la chica, ha tardado de más con su entrega, así que te

levantas e inquieto tomas la cámara, te conduces hacia un barandal que te permitirá

observar el resto de la ciudad con más libertad, seducido por la estampa visual

colocas el visor frente a tu ojo derecho al tiempo que las manos rodean el artefacto

en la posición habitual de un fotógrafo, te conviertes en un cazador de

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imágenes, buscas una presa en el espacio, cuentas los cartuchos restantes, te quedan

trece disparos.

Primer disparo: la avenida principal, el ir y venir de los automóviles.

Segundo: la copa de un gran árbol artificial navideño, y los adornos que lo

rodean.

Tercero: una nube solitaria alejándose en la inmensidad.

Cuarto…te detienes.

Regresa tu atención hacia la mesa donde te encontrabas, la taza que esperabas

ya se encuentra ahí, esperándote para deleitarte con su contenido, te lamentas

haber perdido la imagen que en realidad querías captar, ves a Wendy a lo lejos

retirarse, ajustas la lente a su silueta, intentas dar un disparo, se atora la palanca de

arrastre, bajas el arma, te rindes y sonríes ante la imagen perdida, sólo te queda

regresar a tu lugar y esperar a que Wendy traiga la cuenta.

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Crisol

Florido.

Varios.

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domingo 26 de junio de 2011

El túnel

Carlos Ardohain

l pasado 24 de junio se cumplieron cien años del nacimiento de Ernesto Sabato. Argentino singular que, después de estudiar un doctorado en física en la Universidad de La Plata en Argentina y trabajar en el Laboratorio Curie en París,

a partir de 1945 abandona totalmente sus actividades científicas para dedicarse a la literatura. Sabato es uno de los escritores que me marcó en los inicios de mi carrera. Hace ya algunos años, tomando clase con la maestra Flor, su novela El Túnel fue tema de una de mis tareas. Cómo no recordar aquel impresionante y estremecedor párrafo con que inicia su novela: “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”, frase que es la puerta de entrada a un mundo desconcertante y quizá demasiado íntimo del cual, una vez atrapado en él, no hay escape. He de confesar que en aquellos entonces poco conocía de la literatura hispana, creo que no era más que un lector de best-sellers perdido en el vasto universo de los libros. Cómo es que poco a poco me fui convirtiendo en otro tipo de lector. Es sorprendente el proceso de cambio que ocurre en nuestras mentes y, en consecuencia, en nuestras preferencias. Cómo el perfil del “lector profesional” diría el maestro Quirarte se va forjando dentro de las paredes de las aulas de la Facultad. Y así, casi sin sentir, terminé inmerso es este mundo de la literatura en español, sin olvidar, claro, los inmanentes límites que marca Gabriel Zaid con respecto al mundo de las letras y los libros. Empero, el inicio de cualquier viaje es siempre el primer paso, es ese trémulo momento el que te adentra o te arroja para siempre de ese universo deslumbrante e “inútil” de la letra escrita. Y permítaseme aclarar el por qué lo llamo “inútil”: para aquel ajeno a la adicción a la letra impresa, nuestra manía de llenarnos de libros y de gastarnos los ojos en ellos no pasa de ser un pasatiempo de gente ociosa. Desconsolador estigma que hay que aceptar en este país que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) en su estudio “Hábitos de lectura” ocupa el lugar 107 de una lista de 108 países con un promedio

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percápita de 2.8 libros leídos anualmente por cada mexicano. Donde, como dice Guillermo Sheridan: “...al mexicano (el 99.99 por ciento) no le gusta leer. Es más, no sólo no le gusta leer, no le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no leerlos ni para nada, vamos, ni para prótesis de la cama que se rompió una pata”. Es por esto mi celebración de ahora: por haber coincidido en tiempo, aunque no en espacio, con un literato de la magnitud del argentino Sabato. Porque su libro fue para mí aquel primer paso con que inicié este viaje. Porque aquel primer párrafo me sigue fascinando, porque sigue despertando en mí la curiosidad de saber los motivos del asesino y los pormenores de la trama. Gracias por compartir tu mundo Ernesto Sabato.

Berto Naviera.

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domingo 24 de julio de 2011

Última cena mexicana

Gustavo Monroy

ecuerdo que cuando leí los cuentos de Dormir en tierra de José Revueltas, me quedé asombrado por la capacidad que despliega el escritor mexicano que logra colocar al lector dentro de un ambiente de terror en el que, involuntaria y

forzosamente, se ve involucrado. Especialmente en el cuento llamado “Hombres en el pantano” Revueltas logra hacerte sentir asediado: asediado por un pequeño pero mortal soldado japonés, asediado por el hambre, por el sueño, por el miedo, pero principalmente asediado por la muerte. Intempestivamente “sientes” el disparo desde el fusil de un enemigo y esperas que no seas tú el alcanzado, que vivas para tener un nuevo acceso de tos o para llorar tu terror nuevamente como aquel infortunado soldado de Arizona. En un breve texto de apenas tres cuartillas, Revueltas logra colocar tres días con sus noches de enloquecedor suspenso. Aunque más bien son 4,320 minutos o más explícitamente 259,200 segundos plenos de angustiante suspenso. Así de largo es el tiempo que, como lector y como actor de la trama, te hace sufrir el escritor duranguense. Sin embargo, al cerrar el libro queda el agradable sabor de una buena lectura y la sensación de adrenalina que el autor sabe compartir con sus lectores. El terror se desaparece, el soldado japonés y su rifle de asalto pierden su calidad de asesino y la muerte -por lo menos la literaria- deja de asediar al entusiasmado lector. Pero... ¡Carajo! siempre hay un pelo en la sopa. ¿Qué pasa cuando ese terror se instala en la vida cotidiana?, ¿qué pasa cuando es la verdadera muerte violenta y cruel la que asecha a cada uno de nosotros, cuando cada uno de los habitantes de este país (¡pobre país!) sufre aquel martirio impuesto por el rey Dionisio de Siracusa a aquel griego adulador y que dio origen a la leyenda de la “Espada de Damocles”? Y, ¿a qué viene todo lo anterior? El día 6 de julio de 2011, dentro del noticiario de Ciro Gómez, se dio a conocer un video verdaderamente aterrador en donde dos hombres tirados, maniatados, son torturados salvajemente por otro grupo de hombres mientras una voz los insta a golpearlos hasta la muerte. ¡Ese es nuestro verdadero México! El México actual, el México que cada uno de los ciudadanos “de a pie”, sin guaruras, ni escolta, ni estado mayor que nos proteja, nos toca vivir cotidianamente. Me pongo, o mejor dicho, me han puesto del lado de todos aquellos conciudadanos que ya están ¡Hasta la Madre! Finalmente y con zozobra en el corazón vienen a mi mente aquellos versos de Herrera:

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veré colgada de un sutil cabello la vida del amante embebecido en su error, en engaño adormecido, sordo a las voces que le avisan dello.

Berto Naviera.

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domingo 21 de agosto de 2011

La culpa de la luz

Paula Buffone

Procedimiento para paliar un rencor

l ser humano es tan intrínseco a la arrogancia como a su vanagloriado raciocinio, en su pecho pocas veces suelen cocinarse potajes tan astringentes como aquellos que se hierven en el fuego del resentimiento intestino, las causas

suelen ser diversas y, ciertamente, disímbolas dependiendo del individuo aunque, según lo veo, la mayoría ―si no es que todas― detonan en la rotura de la frágil crisálida del ego por alguna afrenta de orgullo. Pero, ¿cómo enfrentar los embates del remordimiento? o con mayor precisión, ¿cómo paliar los efectos duros de una persona a quien hemos ofendido y nos castiga con la fustigante reata del resentimiento? 1.- No lo tome personal: claro, es obvio que el asunto del rencor tiene sendos tintes personales; sin embargo, imagínese que se trata de un rencor de índole profesional, digamos, como aquella vez que dejó sin tóner a la oficina completa por habérsela pasando el día entero imprimiendo novelitas eróticas. Minucias en realidad. El jefe paga. 2.- Compénselo al doble: si la ofensa es de un grado, digamos reparable, busqué a toda costa subsanarla, es más, si la repara al doble usted quedará en la posibilidad de ser tomado como un héroe en vez de un completo imbécil; por ejemplo, si usted entra medio ebrio a la cochera de casa y no se percata de que arrolla al perrito de su hija, la mejor forma de repararlo es comprándole dos perritos, o un perrito y un gato, y ya verá cómo se le pasa el enfado y gana adeptos indecibles. 3.- Justifíquese: no importa cuán seguros estén los agraviados del escarnio o la cantidad abrumadora de pruebas que lo inculpan, siempre justifíquese empleando todos los recursos a su mano. Como cuando nalgueó a Janet, la secre del jefe, ante la mirada atónita de seis testigos y usted se justificó diciendo que padecía un horrible síndrome de personalidad múltiple y presentó la receta de su psiquiatra como evidencia de su mal. Ellos nunca se enteraron de que la sertralina es sólo un antidepresivo convencional, pero vaya excusa de campeonato. ¡Aún tiene trabajo! 4.- Mienta y exagere: cuando los pasos anteriores no sean suficientes lleve la mentira a un nuevo nivel en el cual, ponga en un relieve tan enfático su supuesta

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afrenta, como por ejemplo, aquella vez que después de la llamada iracunda de su esposa reclamándole encolerizada su aparente olvido de su XV aniversario de casados, decidió pagarle a dos vagos para que le golpearan un poco a fin de fingir un asalto. Éstos terminaron mandándose al ponerle una santa golpiza, asaltándole de verdad y dejándole un balazo en el empeine que, aunque doloroso, bien sirvió para justificar el olvido arguyendo que aquellos dos rufianes le abordaron para robarle el presente de aniversario. 5.- Emborráchese: lo cierto es que para paliar la culpa de haber sido un idiota no hay nada mejor que una buena borrachera; en realidad, el yerro le perseguirá de cerca y le recordará a menudo que es usted un desalmado, pero en estado de ebriedad no le provocará mella alguna o al menos ya no le importará tanto. Y es que en mis años de ofender a mis congéneres no he podido encontrar nada que pueda combatir el remordimiento. Salvo, claro, pedir perdón que, por cierto, nunca se me ha dado, o en su defecto, dejar de ser un imbécil, lo que me está a todas luces muy vedado. Así que como decía el buen Baudelaire en su libro de Pequeños poemas en prosa: “¡Embriagaos!” En fin, si usted sigue estos sencillos pasos, le aseguro que no tendrá mayor problema al subsistir y desenvolverse en esta sociedad de porquería donde no somos pocos los cretinos e insensatos.

César Abraham Vega Guerra.

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domingo 18 de septiembre de 2011

Apocalipsis

José Maniscalco

asta dónde llegará la vista del hombre? La mayoría de las veces al centro del universo, al fin del mundo. Pero qué lugar será ese, en la antigüedad se contaban historias sobre el último borde de la tierra, dónde abundaban los

animales horrorosos e inimaginables, las sirenas cautivadoras, el temor y la muerte; porque de un sitio así no habría retorno posible salvo la locura. Con el descubrimiento de América se vinieron abajo todos esos mitos pero no la idea de encontrar el lugar preciso, entonces el fin se tornó centro a pesar de Copérnico o por él mismo. Toda materia existente tiene un centro y la humanidad se precia de existir porque piensa, dicen… por lo que sea que fuere: Porque el hambre aprieta, porque es innegable la belleza de Juan Perez Manzano, famosísimo; porque mañana si no se paga la renta habrá consecuencias; porque… «Porque esto a nadie trae cuentas e igual lo escribes; porque no hace falta pensarlo mucho para saber que yo soy yo y no la señora de los tubos que se para en la esquina esperando la basura. Yo ¿quién soy yo? El universo es infinito y de mí hacia todos sus límites la distancia debe ser por lógica: Igual. Destruí la casa vieja porque no la necesito. Los animales, las pequeñas plantas, todos los recursos del planeta están a mi servicio. Hace mucho tiempo me cansé de recolectar frutos y de cazar mi alimento, me hice sedentario. Yo hablo desde entonces y me encanta mi voz, es tan… versátil, dormirías en mi regazo tranquilamente si escucharas mis canciones de cuna; todos los enemigos recelan mi fragor, todos. Yo pinté sobre muros de piedra, levanté montañas y cerré mis ojos y cerré mis oídos y cerré tu boca. Yo acaricié la redondez del globo, le puse dos caras a la moneda para jugar al azar, aunque la suerte no exista yo inventé los monociclos, me divertí un tiempo pero… me cansé de hacer las cosas, soy un ser sensible y delicado, es mejor que trabajen las máquinas por mí. No soy una máquina, ni estoy al servicio de nadie, que quede claro. Yo soy quien subió el queso a la luna carcajeándose con el chiste de la oferta y la demanda, pero… me aburro. Yo estoy abajo y arriba, inventé la jerarquía porque desde la infancia me aficioné a derrumbar torres ¿me recuerdas? ¿Quién soy yo? Con frecuencia se me olvida, pero…» Pero una cosa es existir y otra muy distinta estar de acuerdo, de otro modo cómo se explica el continuo afán por que todo termine. Si se lee una novela muchos se saltan el medio por el final, en lo que podría pasar por un arrebato de curiosidad; pero si consideramos las telenovelas, todos conocen su final y no por eso se lo pierden, salta a la vista que el móvil no es la curiosidad sino el final en sí. De no ser las profecías de Nostradamus, son las mayas (aunque ellos ni lo hubieran considerado); o qué tal las fechas curiosas como el 6 del 6 de 2006. Otros son más prácticos, no se fían de mitos y

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están decididos a terminar con el mundo con sus propias manos; derraman petróleo, talan bosques, tiran basura por las calles… ¿Seremos felices para siempre?

María de Jesús Gómez Lazos.

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domingo 16 de octubre de 2011

Biscie d'aqua Gustav Klimt

ábado en la tarde, solo, la tarea escolar me espera en mi escritorio, amenazante recordatorio de un deber aún no hecho. En tanto, afuera, en lo alto, el manto celeste se ha encobijado de lana gris y me regala con refrescantes y líquidos

diamantes que se estrellan en el cristal de mi ventana y que van tomando un ritmo de bossa que recuerda Bahía y El Corcovado. Mis sueños despiertos se encaraman por las notas de la guitarra de Jobim que se derraman por los bordes del cristal en una cascada de música líquida y refrescante. Las notas del bossa nova hacen que mis pies dancen acompañados por personajes insólitos y brillantes que se van formando de los destellos de colores que lanzan las gotas al romperse contra el cristal. Incluso las montañas de nubes han comenzado a teñirse de colores, ríos de colores que fluyen en vertientes psicodélicos: rosas fulgurantes, azules rutilantes, rojos insólitos, amarillos asombrosos. Todo se transforma, el cielo confabula para construir poesía. Poesía colorida y fluida que llega a mí en forma de música que destila miel y sensualidad: es la voz de Astrud Gilberto que me envuelve, penetra a mi interior y me hace brillar. Meditación y sus sonoros bajos despiertan mi ánimo dormido por la Didáctica del español y hacen que mis pensamientos deriven a un mar verde esmeralda distante y prístino, como recién creado, sin mácula aún, como en el primer día del mundo. De algún lado del cosmos se desprende y viene directo a mí una boca femenina, de labios bermejos, carnosos, húmedos, brillantes. Los labios se mueven y dicen palabras que aún no oigo pero que entiendo perfectamente, mis sorprendidos ojos danzan con lentitud al compás de la corriente de armonías que se desparraman de esa boca grande y sensual. Poco a poco sus trinos se hacen más claros y fuertes: es la sensual boca de Gal Costa cantando Dindí. Ai, Dindí Se soubesses o bem que eu te quero O mundo seria, Dindí, tudo, Dindí, lindo, Dindí Ai, Dindí

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Se um dia você for embora me leva contigo, Dindí Olha, Dindí, fica, Dindí...

Berto Naviera.

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domingo 13 de noviembre de 2011

Mesoamérica

Ernesto Descals

¿A qué sabrá la muerte?

qué sabrá la muerte? —Pregunta Ausencio cerrando los ojos—. Genaro dijo que sabe un poco como el ajonjolí y el frijol… Ya ves, cuando el Comisionado Izquierdo le baleó, le reventó todita la vena del hombro

derecho, hizo un reguero de sangre por todo el salón “Faisán”, estuvo doce días sin despertar, inconsciente, y otros siete sin hablar, como idiota, clueco, ido y venido de una tierra de espanto sin porvenir, no fue hasta que mamá Juvelina vino y le dio una pastita de peyote raspado cuando Genaro despertó como si el mismo Lucifer le hubiera pateado en los meritos tanates... —Cállate—, exige Esther. — ¿Tienes miedo?—, le inquiere traviesa mientras deposita un beso flaco y flojo entre los albinos labios del casi-niño-muchacho. No, ¿cómo crees?, ya habíamos quedado—, dice muerto de miedo. —Si no te gusta, voy sola—, agrega con astringencia, garbo azul y desmembrado. —No me gusta…, pero lo voy a hacer, quiero intentarlo—. El pinchazo en la vena, la inyección de un afluente lánguidamente dorado, letal —Sólo treinta segundos, eh, por favor—, profiere el joven con estupor en la boca. —En la película fue más…, pero como gustes—, remata la mujer con algo de consternación y tedio. El miedo se metió en sus carnes, un temblor incapacitante le cosquilleaba atrás del riñón, el mundo se comprimió en un vaso convexo y sepia, sus ojos errabundos por las paredes y el techo, cayó su mirada a su costado contemplando ansiosamente la jeringa del antídoto, suplicando en silencio que muy prontamente se incrustara en sus venas…, sobrevino el dolor como parca caricia, sintió un ejército de hormigas asesinas colarse hasta su corazón, puñaladas pequeñas y mortíferas en el musculo cardiaco que se constreñía temeroso y confuso olvidando su latir. Ni un quejido. Una mirada larga alcanzó el rostro prieto de Esther sumergiéndose en una oscuridad más adusta y gruesa que la de su piel. Trató de aglutinar de nuevo su dispersa atención, enfocó sus fuerzas en su lengua para detectar algún sabor en esa mórbida oscuridad…

¿A

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-o-

Sus pies andaban sobre una sustancia furunculosa como arena, sus ojos ardían con el perfume de los cirios: la cera quemada, adusta; el rojo aroma del copal rascándole el lado profundo del vientre, la oscuridad tornaba a tierna luz palpitante. La vereda hasta hace poco ignota y gris es incendiada por gotas de fuego anaranjado ardiendo en la membrana interna del Cempazúchitl, la piel pergaminosa, erizada recio por la humedad de un altar en el que buscaba solícito los sabores de la muerte; los indaga y los reconoce en la perforación del sabor del chocolate dentro del mole; pero el picante se le esfuma antes de tocarle la lengua. El aroma de tabaco mordiéndole los ojos y la garganta como una pacificadora señal de humo de indiana. — ¡No!—, exclama al ver su fotografía flanqueada por las veladoras torvas, comprende con ingenuidad deprimida que ha pasado muchísimo más de treinta segundos desde que murió…

-o- Esther depone la muñeca, deja de tomar el tiempo, pasan tres minutos, luego cinco y ella sigue inmersa en contemplar los rasgos finísimos e inertes de Herminio, coge las llaves, arroja todas las jeringas a la basura, incluso el par que para ella reservó, abandona el cadáver aún tibio de su alumno-amante-admirador, sale del cuarto con una sonrisa aguda hiriéndole los labios, sube las escaleras, inspira hondo, se arroja al vacío sin titubear. La sonrisa le hierve al atravesar el aire y, justo antes de estrellar su cabeza contra el suelo, se le fuga, al percibir atrás de las muelas, un sabor a amaranto y frijol.

Claudio Phoenicoperus.

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domingo 11 de diciembre de 2011

Regreso del poeta

Giorgio de Chirico

Érase una historia

Érase una historia

que hablaba de ti cuando me miras.

Había letras inmóviles,

hombres guardianes de la nada,

melodías susurrantes,

orbes enamoradas de tu belleza.

En esta historia cabían unicornios,

princesas inimaginadas,

juglares alegres,

cánticos y danzas nocturnas.

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En ella estaba y no estaba todo:

Un tiempo eterno para ser,

rabias y alegrías transformadas.

La historia era de los dos,

Tú, cálida brisa cristalina,

oculta en los silencios de mi cuerpo.

Yo, aquel jinete que cabalga el mundo

buscando trozos de tus labios...

Érase aquello que imagina

un poeta taciturno cuando sueña,

una historia

que me cuentan y es la mía

cuando tiemblo por tenerte y no tenerte

cada vez que esquivas la mirada.

Francisco Daniel Alarcón Ceceña.

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………………………………………….…Sombra del aire.

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Contenido

La Sombrita ....................................................................................................................... 5

domingo 23 de enero de 2011 ............................................................................................... 11

domingo 13 de febrero de 2011 ............................................................................................. 12

domingo 6 de marzo de 2011 ................................................................................................. 13

domingo 27 de marzo de 2011 ............................................................................................... 14

domingo 17 de abril de 2011 .................................................................................................. 15

domingo 8 de mayo de 2011 .................................................................................................. 17

domingo 29 de mayo de 2011 ................................................................................................ 19

domingo 19 de junio de 2011 ................................................................................................. 21

domingo 17 de julio de 2011 .................................................................................................. 23

domingo 14 de agosto de 2011 .............................................................................................. 25

domingo 11 de septiembre de 2011 ...................................................................................... 26

domingo 9 de octubre de 2011 .............................................................................................. 28

domingo 6 de noviembre de 2011 ......................................................................................... 30

martes 13 de noviembre de 2011. ......................................................................................... 32

Columna Vertebral .......................................................................................................... 33

domingo 6 de febrero de 2011 ............................................................................................... 35

domingo 27 de febrero de 2011 ............................................................................................. 36

domingo 20 de marzo de 2011 ............................................................................................... 37

domingo 10 de abril de 2011 .................................................................................................. 38

domingo 1 de mayo de 2011 .................................................................................................. 39

domingo 12 de junio de 2011 ................................................................................................. 40

domingo 12 de junio de 2011 ................................................................................................. 41

domingo 10 de julio de 2011 .................................................................................................. 42

domingo 7 de agosto de 2011 ................................................................................................ 43

domingo 4 de septiembre de 2011 ........................................................................................ 44

domingo 2 de octubre de 2011 .............................................................................................. 45

domingo 30 de octubre de 2011 ............................................................................................ 46

domingo 27 de noviembre de 2011 ....................................................................................... 47

Encuentros ...................................................................................................................... 51

domingo 30 de enero de 2011 ............................................................................................... 53

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domingo 20 de febrero de 2011 ............................................................................................. 54

domingo 13 de marzo de 2011 ............................................................................................... 55

domingo 3 de abril de 2011 .................................................................................................... 56

domingo 24 de abril de 2011 .................................................................................................. 58

domingo 15 de mayo de 2011 ................................................................................................ 60

domingo 5 de junio de 2011 ................................................................................................... 62

domingo 3 de julio de 2011 .................................................................................................... 63

domingo 31 de julio de 2011 .................................................................................................. 65

domingo 28 de agosto de 2011 .............................................................................................. 67

domingo 25 de septiembre de 2011 ...................................................................................... 69

domingo 23 de octubre de 2011 ............................................................................................ 71

domingo 20 de noviembre de 2011 ....................................................................................... 72

Crisol Florido ................................................................................................................... 77

domingo 26 de junio de 2011 ................................................................................................. 79

domingo 24 de julio de 2011 .................................................................................................. 81

domingo 21 de agosto de 2011 .............................................................................................. 83

domingo 18 de septiembre de 2011 ...................................................................................... 85

domingo 16 de octubre de 2011 ............................................................................................ 87

domingo 13 de noviembre de 2011 ....................................................................................... 89

domingo 11 de diciembre de 2011......................................................................................... 92

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