sentencia 98/2017 superiores de...17_02_22 st apz v (98_17).doc 1 aud.provincial seccion n. 5...

21
17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC 1 AUD.PROVINCIAL SECCION N. 5 ZARAGOZA SENTENCIA: 00098/2017 AUDIENCIA PROVINCIAL DE ZARAGOZA SECCION QUINTA DIRECCION.- C/ GALO PONTE Nº 1 DE ZARAGOZA-50.003 ROLLO: RPL RECURSO DE APELACION (LECN) 0000279 /2016 JUZGADO DE PROCEDENCIA: JDO. PRIMERA INSTANCIA N. 1 DE ZARAGOZA PROCEDIMIENTO DE ORIGEN: PROCEDIMIENTO ORDINARIO 0000466 /2015 RECURRENTE: ICARO DISTRIBUIDORA S.L. PROCURADOR: MARIA BELEN GABIAN USIETO ABOGADO: CARMEN MARTINEZ CARRERA RECURRIDO: DYLAR EDICIONES S.L. PROCURADOR: SILVIA GARCIA VICENTE ABOGADO: JORGE GARCIA DE PRUNEDA PASCUAL SENTENCIA NÚM. 98/2017 EN ZARAGOZA, A VEINTE DE FEBRERO DE DOS MIL DIECISIETE. EN NOMBRE DE S.M. EL REY, ILMOS. SEÑORES: PRESIDENTE: D. PEDRO ANTONIO PEREZ GARCIA MAGISTRADOS: D. ANTONIO PASTOR OLIVER D. ALFONSO MARIA MARTINEZ ARESO VISTO en grado de apelación ante esta Sección 005, de la Audiencia Provincial de ZARAGOZA, los Autos de PROCEDIMIENTO ORDINARIO 466/2015, procedentes del JDO. PRIMERA INSTANCIA N. 1 de ZARAGOZA, a los que ha correspondido el Rollo RECURSO DE APELACION (LECN) 279/2016, en los que aparece como parte apelante, ICARO DISTRIBUIDORA S.L., representado por la Procuradora de los tribunales, Dña. MARIA BELEN GABIAN USIETO, asistido por la Abogada Dña. CARMEN MARTINEZ CARRERA, y como parte apelada, DYLAR EDICIONES S.L., representado por la Procuradora de los tribunales,

Upload: others

Post on 28-Mar-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

1

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 5 ZARAGOZA SENTENCIA: 00098/2017 AUDIENCIA PROVINCIAL DE ZARAGOZA SECCION QUINTA DIRECCION.- C/ GALO PONTE Nº 1 DE ZARAGOZA-50.003 ROLLO: RPL RECURSO DE APELACION (LECN) 0000279 /2016 JUZGADO DE PROCEDENCIA: JDO. PRIMERA INSTANCIA N. 1 DE ZARAGOZA PROCEDIMIENTO DE ORIGEN: PROCEDIMIENTO ORDINARIO 0000466 /2015 RECURRENTE: ICARO DISTRIBUIDORA S.L. PROCURADOR: MARIA BELEN GABIAN USIETO ABOGADO: CARMEN MARTINEZ CARRERA RECURRIDO: DYLAR EDICIONES S.L. PROCURADOR: SILVIA GARCIA VICENTE ABOGADO: JORGE GARCIA DE PRUNEDA PASCUAL

SENTENCIA NÚM. 98/2017

EN ZARAGOZA, A VEINTE DE FEBRERO DE DOS MIL DIECISIETE.

EN NOMBRE DE S.M. EL REY,

ILMOS. SEÑORES: PRESIDENTE: D. PEDRO ANTONIO PEREZ GARCIA MAGISTRADOS: D. ANTONIO PASTOR OLIVER D. ALFONSO MARIA MARTINEZ ARESO VISTO en grado de apelación ante esta Sección 005, de la Audiencia Provincial

de ZARAGOZA, los Autos de PROCEDIMIENTO ORDINARIO 466/2015,

procedentes del JDO. PRIMERA INSTANCIA N. 1 de ZARAGOZA, a los que ha

correspondido el Rollo RECURSO DE APELACION (LECN) 279/2016, en los que

aparece como parte apelante, ICARO DISTRIBUIDORA S.L., representado por

la Procuradora de los tribunales, Dña. MARIA BELEN GABIAN USIETO, asistido

por la Abogada Dña. CARMEN MARTINEZ CARRERA, y como parte apelada,

DYLAR EDICIONES S.L., representado por la Procuradora de los tribunales,

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

2

Dña. SILVIA GARCIA VICENTE, asistido por el Abogado D. JORGE GARCIA DE

PRUNEDA PASCUAL, siendo el Magistrado Ponente el Ilmo. D. PEDRO ANTONIO

PÉREZ GARCÍA.

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- Se aceptan los de la sentencia apelada de fecha 7 de Marzo de 2016,

cuyo FALLO es del tenor literal siguiente: “Que estimando íntegramente la

demanda interpuesta por la Procuradora Sra. Garcia Vicente, en representación

de la mercantil Dylar Ediciones S.L., DEBO CONDENAR Y CONDENO a la

demandada, la mercantil Icaro Distribuidora S.L., a que le abonen la

cantidad de Cuarenta y Cinco Mil Cuatrocientos Dos Euros con Sesenta y Ocho

Céntimos (45.402,68 euros), más intereses legales. Todo ello con expresa condena

en costas a la parte demandada, que deberá abonar las causadas en esta instancia

en su totalidad.”.

SEGUNDO.- Notificada dicha sentencia a las partes por la representación

procesal de ICARO DISTRIBUIDORA S.L., se interpuso contra la misma recurso

de apelación, y dándose traslado a la parte contraria se opuso al recurso,

remitiéndose las actuaciones a esta Sección Quinta de la Audiencia, previo

emplazamiento de las partes.

TERCERO.- Recibidos los Autos y CD, y personadas las partes, se formó el

correspondiente Rollo de Apelación con el número ya indicado, y se señaló para

deliberación, votación y fallo el día 19 de Septiembre de 2016.

CUARTO.- En la tramitación de estos autos se han observado las prescripciones

legales.

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

3

FUNDAMENTOS DE DERECHO

SE aceptan LOS FUNDAMENTOS DE DERECHO de la Sentencia apelada, y

PRIMERO.- Actor y demandado en este juicio celebran un contrato el día

primero de enero de dos mil once cuya primera cláusula –sin perjuicio de

volver luego sobre las siguientes-- es del siguiente tenor: “El editor cede al

distribuidor un depósito de libros, cuya relación figura en el anexo de este

contrato, para la comercialización por este último y bajo su completa

responsabilidad, a las librerías y colegios de su zona de influencia que así

lo soliciten”. En dicha cláusula se contienen dos contratos: primero, el de

depósito de los libros, y segundo el de distribución de los mismos por las

librerías de la zona. En el presente pleito, el actor, que es el denominado

“Editor”, reclama de la otra parte, que es el Distribuidor, la indemnización

por los daños sufridos por muchos libros encomendados a su custodia en

ese contrato primero de depósito, que sostiene sufrieron importantes

desperfectos por un defecto de guarda. Dos son las cuestiones que se

plantean en el recurso interpuesto contra la Sentencia del Juzgado, que

estima en su integridad la demanda: primera, si el demandado cumplió con

esta obligación de custodia, y la segunda consiste en determinar el importe

de la indemnización que en su caso deba establecerse para compensar al

dueño de los libros por los daños causados. Ha de estudiarse, por tanto, en

primer lugar, la naturaleza de este contrato de depósito, las obligaciones

de custodia que contraiga la persona en quien éste se confíe y la medida

en que la correspondiente responsabilidad pueda exigirse por infracción

de tal obligación.

SEGUNDO.- Procede ante todo la cita de los artículos que en nuestro

ordenamiento regulan este contrato. El artículo 305 del Código Mercantil señala

que: “El depósito quedará constituido mediante la entrega, al depositario, de la

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

4

cosa que constituya su objeto”. Añade el artículo siguiente: “El depositario está

obligado a conservar la cosa del depósito según la reciba, y a devolverla con sus

aumentos, si los tuviere, cuando el depositante se la pida. En la conservación del

depósito, responderá el depositario de los menoscabos, daños y perjuicios que las

cosas depositadas sufrieren por su malicia o negligencia, y también de los que

provengan de la naturaleza o vicio de las cosas, si en estos casos no hizo por su

parte lo necesario para evitarlos o remediarlos, dando aviso de ellos además al

depositante, inmediatamente que se manifestaren”. Por último, el artículo 1766

del Código Civil, a su vez, expone: “El depositario está obligado a guardar la cosa

y restituirla, cuando le sea pedida, al depositante, o a sus causahabientes, o a la

persona que hubiese sido designada en el contrato. Su responsabilidad en cuanto a

la guarda y la pérdida de la cosa, se regirá por lo dispuesto en el título I de este

libro”.

TERCERO.- Como resulta obvio, la doctrina científica ha estudiado esta figura

contractual, y también, claro, las características de aquella obligación de guarda

que se impone al depositario. Así se ha dicho que la obligación de guarda, sin

duda la obligación esencial que emana del contrato de depósito, exige del

depositario un facere consistente en crear un ámbito de protección

alrededor de la cosa, de modo que ésta se halle preservada de

cualesquiera alrededor de la cosa, de modo que ésta se halle preservada

de cualesquiera agentes externos, naturales o no, que puedan ocasionar su

pérdida, sustracción, deterioro, menoscabo o depreciación. Comprende

también una labor de custodia o vigilancia, si no directamente sobre la cosa

depositada, si al menos indirectamente sobre el lugar en el que el

depositario la haya empleado. Los medios que el depositario tenga que

desplegar para cumplir su obligación de guarda serán distintos en cada

caso, y dependerán entre otras cosas de la naturaleza de la cosa

depositada, de las circunstancias que puedan sobrevenir, y ante todo de lo

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

5

que haya sido pactado con el depositante. Como complmento, la obligación

de guarda se traduce también para el depositario en un non facere, y más

concretamente en una prohibición de uso (artículo 1767 CC), prohibición en la

que sin duda está en juego el mantenimiento de la cosa en un correcto estado de

conservación. Por el contrario, no quedan incluidas en la obligación de

guarda actividades de administración, pues su presencia alteraría de tal

modo la finalidad del contrato que éste quedaría más bien convertido en un

mandato.

CUARTO.- Más en detalle, este deber de custodia ha de centrarse no tanto en

el contenido de la obligación sino en cuál es la función económica-social

que el depósito cumple. En este contrato, un sujeto asume la carga de tener

la cosa de otro para custodiarla, teniendo tal obligación un carácter principal

y determinante. Mientras que en los supuestos de obligación de custodia

accesoria a otra principal se conserva porque hay que restituir o entregar, en el

depósito se asume el deber de guardar como principal, y la restitución no es más

que la limitación temporal del deber primordial : la guarda. El deber de

restitución se justifica como medio de poner punto final a la tenencia de la cosa

por el depositario y a la obligación de guardar. Los autores ponen hincapié en

este orden jerárquico en que las obligaciones del depositario han de situarse: la

obligación de devolución y el derecho a exigirla se tienen como consecuencia de

la previa obligación de guarda. En resumen :en el depósito no se debe custodiar

porque se debe restituir, sino que se debe restituir porque se concluyó la

obligación de custodiar, y ésta es la obligación primera y esencial.

No es, por tanto, el deber de custodia en el de pósito un simple efecto del

contrato. No basta con decir que del depósito surge una obligación de custodia,

hace falta firmar que esta obligación es la esencial y determinante razón de ser

del con trato de depósito. Ya que esta obligación puede manifestarse en otras

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

6

relaciones calificarla en el depósito como efecto contractual supondría perder

de vista el verdadero elemento de calificación del negocio. Mientras en otros

contratos restitutorios se recibe la cosa por las más variadas finalidades, y la

obligación de custodia surge por reflejo -porque la cosa deberá ser en un cierto

momento restituida, en el depósito la cosa se entrega y recibe propiamente

para que sea custodiada. Es esta una cuestión de perspectiva de situarnos ante

la función económico-social de este contrato, que no puede resultar indiferente

cuando se intenta individualizar la esencia del negocio. En el depósito la

obligación de custodiar presenta esta finalidad en cuanto está dirigida a

satisfacer por si sola el interés contractual específico del acreedor

(depositante), consistente en proporcionar las condiciones adecuadas a la

conservación de los objetos o frutos. No es obstáculo el hecho de que el

depositario deba conservar con diligencia (o en condiciones adecuadas) los

objetos depositados, ya que el receptor se obliga específicamente a

proporcionar ciertos medios para conservar. No recibe para guardar (y por eso

conserva), sino que recibe para aportar medios especiales de conservación

intrínseca del objeto. El criterio para calificar o no de depósito está en que se

asuma una específica obligación de guardar, o de prestación de lugar en

determinadas condiciones. siendo la guarda un deber accesorio". Sin embargo,

cierta doctrina no encuentra una razón válida para considerar que el contrato

de guarda de cosas a las que hay que proporcionar cuidados y tratamientos

especiales, pierda los caracteres de depósito siempre que persista la finalidad de

custodia y la obligación de proporcionar local" . Como se decía antes, sin

embargo, otros autores niegan la esencialidad de la obligación del depositario

de proporcionar un local". La prestación de custodia del depositario no sería

una prestación mixta de dar (conceder o poner a disposición un espacio) y

hacer. Por el contrario. debe ponerse de manifiesto que la destinación del

espacio es un hecho interno del depositario, al que no corresponde un

autónomo derecho del depositante que no sea el genérico derecho a una idónea

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

7

custodia. Ahora bien, ésto se puede mantener salvo que la precisa colocación de

la cosa en un determinado lugar no constituya una modalidad convencional de

la custodia- El depositario goza autonomía por lo que concierne a los medios y

al modo de la custodia. Pero por la naturaleza misma de la custodia -actividad

indeterminada a priori pero determinable según la naturaleza del objeto-, esta

autonomía no puede ser ilimitada, ni tampoco puede decirse que el depositante

carezca de todo medio para remediar un desarrollo inidóneo de dicha actividad.

Las partes pueden también convenir que la custodia se desenvuelva según una

modalidad determinada, y por lo dicho. en un lugar concreto; y ello no

desvirtuaría el contrato de depósito, y así el Tribunal Supremo en su Sentencia

de 19 de abril de 1988 se pronuncia expresamente sobre un caso de

almacenamiento de mercancía en almacenes frigoríficos , y idéntica solución se

obtiene en la Sentencia del mismo Tribunal de 13 de octubre de 1988 que aún

sin pronunciarse expresamente sobre la calificación de tal contrato como de

depósito, atribuye a la empresa propietaria de la cámaras la responsabilidad

como “Depositaria de los menoscabos, daños y perjuicios que las cosas

depositadas sufrieren por su malicia o negligencia”.

La obligación de custodiar no está descrita en el Código en sus contenidos

concretos sin duda porque la misma tiene un contenido elástico no siendo

posible determinar de antemano, sino por aproximación, los singulares actos de

custodia que serán debidos en concreto durante el comportamiento. Esta

imposibilidad de determinación a priori deriva de la diversa naturaleza de las

cosas que pueden ser susceptible s de depósito 303, pero tal imposibilidad no

debe entenderse en términos absolutos; ésta podrá deducirse de la propia

naturaleza del objeto a custodiar, del fin al que la custodia debe responder, y de

la previsibilidad de las circunstancias posibles en que la custodia se va a

desempeñar y que justificarán los concretos actos que el custodio realice.

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

8

QUINTO.- La Sentencia de esta misma Sección de 30 de julio de 2012, número

451/2012, también sobre la responsabilidad contraída por el depositario en la

guarda y custodia de la cosa depositada, distinguiendo varios supuestos que

pueden darse dentro de la figura genérica del contrato, aunque ciertamente

extensa, merece especial cita cuando argumenta lo siguiente y resulta en su

parte esencia aplicable al presente supuesto:

“Primero .- Dice la Sentencia dictada por esta misma Sección el día 29 de

octubre de 2008 que "PRIMERO.-Es incuestionable que el deber de custodia y

de restitución de la cosa depositada es en principio inherente al contrato de

depósito. Lo dice así el primer artículo que el Código Civil dedica a este contrato,

el artículo 1758 , cuando d ice que "Se constituye el depósito desde que se

recibe la cosa ajena con la obligación del guardarla y de restituirla", y lo reiteran

otros preceptos, como por ejemplo el artículo 1766 siguiente cuando señala que

"El depósito está obligado a guardar la cosa depositada y restituirla cuando le

sea pedida, al depositante, o a sus causahabientes, o a la persona que hubiese

sido designada en el contrato". Así lo también lo ha sostenido la Jurisprudencia,

al decir, por ejemplo, la Sentencia del Tribunal Supremo de 25 de junio de l959

que "A la figura del depósito es esencial la rigurosa obligación de custodiar la

cosa". Pero no obstante lo cual, esta obligación de custodiar la cosa debe ser

matizada conforme a las circunstancias del caso concreto, por un lado en cuanto

que el propio artículo 1766 del Código Civil en su parte final establece que "Su

responsabilidad (la del depositario) en cuanto a la guarda y la pérdida de la

cosa, se regirá por lo dispuesto en el Título I de este Libro". Esto es, se ha

valorar convenientemente conforme a las condiciones fácticas de cada caso,

entrando en juego lo dispuesto en los artículos 1104 y 1105 del Código Civil ,

referentes a la culpa y al caso fortuito, al decir el primero que "La culpa o

negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia que exija la

naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas,

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

9

del tiempo y del lugar. Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de

prestarse en su cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen padre

de familia", mientras que el segundo sostiene que "Fuera de los casos

expresamente mencionados en la Ley, y de los en que así lo declare la

obligación, nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido

preverse, o que, previstos, fueran inevitables". Por otro lado asimismo la

doctrina científica enseña que debe distinguirse el contrato de depósito

propiamente dicho, que no tiene otra finalidad sino la guarda y custodia de los

bienes a disposición del depositante, de otros contratos en los que, entre otras

prestaciones, se encuentra el deber de custodia, cuya finalidad y naturaleza

jurídica son diferentes (por ejemplo: comisión, hospedaje y transporte), cuyas

consecuencias en orden al incumplimiento admiten matizaciones respecto al

deber que corresponda a mero depositario. En el contrato de depósito la

finalidad de custodia, guarda y restitución de la cosa es esencial en la figura del

depositario, no así en aquellos otros contratos en los que se constituye un

depósito, pero no como contrato único sino como agregado o unido al principal

celebrado, como son los que antes se han citado, en los que aquel deber de

guarda admiten de igual modo diversas matizaciones. En concreto, la Sentencia

del Tribunal Supremo, Sala 4ª, de 10 de mayo de 1972 razonaba que "La

administración de Justicia no es responsable conforme al artículo 40 de la LRJAE

por el robo de joyas depositadas en el Juzgado, puesto que al tratarse de fuerza

mayor o de un suceso fortuito y no poderse atribuir dicho robo a conducta

negligente del Juez o Secretario del Juzgado, el artículo 1766 en relación con los

artículos 1101 al 1108 del Código Civil excluyen toda posible responsabilidad".

En el presente caso se pretende hacer responsable al demandado de la

sustracción del vehículo del actor por medio de un robo con fuerza en las cosas

por medio de "alunizaje", cuando había encerrado el coche así desaparecido en

un local, perfectamente cerrado, este sito a su vez en un recinto privado dotado

de un servicio exterior de vigilancia privada con rondas periódicas de control,

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

10

habiéndosele confiado la custodia en razón a determinados servicios que

debían realizarse sobre el automóvil, por todo lo cual, no tratándose con

propiedad de un contrato de depósito sino de una contrato de arrendamiento de

servicios que llevaba implícito otro de depósito, y que la diligencia que debía

prestarse era la propia de un hombre cauteloso medio, atendidas por lo demás

la naturaleza del hecho y circunstancias de tiempo y lugar, no puede aceptarse

tal responsabilidad, por cuanto que el demandado obró prudentemente y

adoptó las medidas necesarias para la custodia del turismo que le había sido

confiada, cuando además tal relación de previsión resultó sustancialmente

alterada por la acción dolosa y violenta de terceros, que aproxima el hecho al

caso fortuito, no siendo de admitir en su consecuencia la culpa "in vigilando" o

"in eligendo" en que la demandada fundamenta su pretensión al objeto de

conseguir la restitución económica del vehículo desaparecido por los

procedimientos imprevisibles utilizados, siendo hecho por tanto que por

iguales consideraciones carecía de la adecuada cobertura del seguro suscrito

por la parte".

SEGUNDO.- La Sentencia de la audiencia Provincial de Madrid, Sección 14, de 11

de mayo de 2010, recurso 115/2010 , en un sentido muy similar al que se ha

indicado, razona que: " La sentencia de la sección 19ª de esta Audiencia

Provincial de 15 de septiembre de 2005 , recordando la de la Audiencia

Provincial de Segovia de 31 de julio de 2002 , señala: "(...) en todo caso, el

artículo 266 del Código de comercio excluye la responsabilidad del comisionista

en supuestos de fuerza mayor y caso fortuito; y el artículo 1766 del Código civil

señala como obligaciones del depositario: la de "guardar la cosa y restituirla",

estableciendo que "su responsabilidad, en cuanto a la guarda y pérdida de la

cosa se regirá por lo dispuesto en el Título I de este libro", es decir, por los

artículos 1088 y siguientes del Código civil , entre ellos, los artículos 1094, 1104,

1 es decir, por los artículos 1088 y siguientes del Código civil , entre ellos, los

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

11

artículos 1094, 1104, 1105 y 1107; y de tales preceptos se deduce que el

obligado a dar alguna cosa lo está también a conservarla con la diligencia

propia de un buen padre de familia, consistiendo la negligencia del deudor en la

omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y

corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar, de

modo que, cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en

su cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen padre de familia, y

fuera de los casos expresamente mencionados en la ley o de que así lo declare la

obligación, se responderá de todo lo que, habiendo podido preverse, fuera

evitable ( STS 26-5-80 ), en clara alusión el precepto que se comenta -el 1105

CC- a los casos de caso fortuito o fuerza mayor, que exonera de todo tipo de

responsabilidad. La fuerza mayor, identificada con el caso fortuito en el artículo

citado, es incompatible con la exigencia de responsabilidad por negligencia; y

en torno a dichas figuras, tienen declarada la jurisprudencia que el requisito de

la previsibilidad es esencial para generar la responsabilidad por culpa, porque

la exigencia de prever hay que considerarla en la actividad normal del hombre

medio con relación a las circunstancias, desde el momento en que no puede

estimarse previsible lo que no se manifiesta con constancia de poderlo ser y sin

que ello obste a la teoría de la inversión de la carga de la prueba,

jurisprudencialmente también consagrada, porque para ello se requiere que el

acto fuese exclusivamente consecuencia de ese aspecto del riesgo; en los

supuestos en que se produzca la imprevisibilidad del daño, habrá de

entenderse que cesará la obligación de responder, por aplicación del mandato

del artículo 1105 mencionado, entrando en juego el mecanismo del caso

fortuito, entendiéndose por tal todo suceso imposible de prever o que, previsto,

sea inevitable y, por tanto, realizado sin culpa alguna del agente, por lo que el

vínculo de causalidad se da entre el acontecimiento y el daño, sin que en él

intervenga como factor apreciable la actividad dolosa o culposa del agente. No

se trata, en el presente caso de un contrato de un contrato de pupilaje o

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

12

aparcamiento, respecto al cual existe una cierta controversia doctrinal (ver SAP

Barcelona 26.5.2000 ), sino de depósito, de modo que el vehículo se encontraba

en el local hasta tanto se produjera su venta, encargada a un tercero. Es

evidente que habrá de ponderarse si concurren los requisitos del caso fortuito

del artículo 1.105 CC atendido como se ha dicho que el vehículo fue sustraído

del local del apelante en que se encontraba. Dice la sentencia de 14 de marzo de

2001 que la esencia del depósito es la guarda y custodia de la cosa, así como su

restitución -S 8 julio 1988 -, siendo el depositario el único responsable del

depósito respecto al depositante -S 28 octubre 1950 -, y en cuanto a su

responsabilidad el artículo 1.766 CC se remite a lo dispuesto en el Título I del

Libro IV del Código Civil, por lo que el Código se está refiriendo a la

responsabilidad de un buen padre de familia del artículo 1.094 - SS 20 octubre

1989 y 19 abril 1991 -; y señala la de 8 de julio de 1988 que, en el depósito

mercantil, el artículo 306 CCo impone un mayor rigor en el depositario en el

deber de guarda, al ser remunerado. El artículo 1.105 CC excluye de la

responsabilidad los sucesos que obedezcan a caso fortuito o fuerza mayor -

nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse, o que,

previstos, fueran inevitables-, pero no cabe apreciar tal situación cuando hay un

comportamiento negligente con suficiente aportación causal ( SS 20 julio 2000 ),

porque el caso fortuito (como la fuerza mayor) requiere la ausencia de culpa (

SS 31 marzo 1995 , 31 mayo 1997 , 18 abril 2000 ), cuya valoración en cuanto al

soporte factual, por tal naturaleza de "questio facti", corresponde al juzgador de

instancia ( SS 6 mayo 1984 y 14 marzo 2001 )". Y la sentencia de la Audiencia

Provincial de Valencia, sección 8ª, de 28 de diciembre de 2007 , argumenta:

"(...) En relación a la cuestión que ahora se plantea, la doctrina científica más

prestigiosa, así como la doctrina jurisprudencial ( STS de fecha 10 de junio de

1.987 ), ha declarado que debe distinguirse el contrato de depósito,

propiamente dicho, que no tiene otra finalidad sino la guarda y custodia de

bienes a disposición del depositante, de otros contratos en los que, entre otras

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

13

prestaciones, se encuentra el deber de custodia, cuya finalidad y naturaleza

jurídica son diferentes, como por ejemplo la comisión, el hospedaje y el

transporte, y cuyas consecuencias en orden al incumplimiento admiten

matizaciones respecto al deber que corresponde al mero depositario. En el

presente caso no puede decirse que nos encontremos ante un contrato de

depósito, pues la finalidad perseguida por las partes no era la de mera guarda y

custodia del vehículo, sino que la finalidad de dejar el turismo en el

establecimiento comercial de la demandada era la de proceder a valorar el

mismo para proceder a su posterior oferta en venta a posibles clientes del

establecimiento (...). Por tanto, nos encontramos ante un contrato atípico o

innominado que guarda analogías bien con el arrendamiento de ervicios o con

el de comisión mercantil, pero entre cuya obligación de carácter accesorio

asumida por la mercantil demandada estaba la de guarda y custodia del

vehículo que fue depositado en su establecimiento comercial (...). Estando

obligada la mercantil demandada a ese deber de guardia y custodia del vehículo

debe resolverse si la sustracción del citado vehículo por persona no identificada

del interior del establecimiento comercial constituye un caso fortuito que como

causa de exención de responsabilidad establece el artículo 1.105 del Código

Civil (...). preverse, o que, previstos, fueran inevitables. (...)". En el presente

supuesto, el vehículo estaba depositado en el establecimiento de la demandada,

dedicada a la compraventa de vehículos, para su venta -por la que la demandada

percibiría una comisión-, en virtud de encargo realizado el día 26 de junio de

2002 por su propietario, don Gabriel , y el robo del vehículo se produjo, como

resulta acreditado por prueba documental (denuncia policial de la sustracción,

atestado del accidente, facturas de reparación) y testifical (testimonios de don

Alfonso , antiguo empleado de la demandada que fue quien denunció los

hechos y no trabajaba desde tres años antes para la misma, y del representante

legal de la empresa de seguridad privada Tecniserv, con quien la demandada

tenía concertado servicio de recepción de alarmas de seguridad, por vía de

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

14

informe escrito), sobre las 2 horas del día 27 del mismo mes y año, tras romper

los sustractores la alambrada de seguridad, neutralizar la alarma perimetral

activada (con barreras de infrarrojos) que, no obstante, transmitió una señal

registrada por la empresa de seguridad acudiendo don Alfonso inmediatamente

y comprobando que ya se había producido el robo -ambos elementos reparados

poco antes (18 de marzo y 4 de abril de 2002) al haberse estrellado el 16 de

marzo de 2002 un vehículo, por accidente con resultado de muerte, contra el

vallado y determinados elementos de la alarma- y sustraído las llaves del

vehículo descerrajando los terceros la cajita de acero de seguridad en la que se

depositaban las correspondientes a los vehículos en proceso de venta, que

debieron ser las utilizadas para su apertura y puesta en marcha. De lo anterior

se deduce que la demandada, a diferencia de los supuestos resueltos en las

sentencias antes transcritas, ha acreditado los presupuestos para la existencia

del caso fortuito que le exonera de responsabilidad, ya que el vehículo fue

sustraído a pesar de haber adoptado la demandada las medidas de seguridad

exigibles tendentes a evitar la sustracción por terceros de los vehículos

depositados en su establecimiento para la venta, como son el cerramiento

alambrado del recinto, la alarma perimetral y la guarda de las llaves de los

vehículos en cajita de seguridad según sistema explicado por los testigos don

Alfonso y don Gabriel , sin que se advierta qué otras medidas podía haber

adoptado la demandada para evitar el apoderamiento del vehículo por los

terceros sustractores, resultando improcedente considerar que la sustracción

fue debida a negligencia de la concesionaria demandada, salvo que se exigiera a

ésta la llamada prestación exorbitante" .

TERCERO.- La reciente Sentencia de esta misma Sección de 3 de febrero de

2012 argumenta que "Así las cosas, probado que la sustracción fue hecha por

terceros pese a que la demandada había adoptado las medidas normales para la

custodia del vehículo, no cabe hacerle responsable de los daños causados por

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

15

otro, en tanto que no se es de apreciar negligencia en el cumplimiento en la

obligación de custodia que le incumbía como depositarios dadas las

circunstancias que se dejan expresadas...".

CUARTO.- Ya en las circunstancias del caso, la compañía de seguros actora

reclama al propietario de un taller y a su compañía de seguros demandados el

pago de la cantidad que ha abonado al dueño de una embarcación por el robo

de un motor de aquella que había dejado para su reparación, siendo de destacar

que el motor había sido dejado en el taller en razón a un contrato de

arrendamiento de obra y no con una finalidad estricta de depósito y custodia,

habiendo quedado en una explanada cercada con una valla metálica de dos

metros de altura debidamente iluminada por focos y con cámaras de seguridad

que enfocaban directamente a la explanada, estando próxima a una carretera

nacional, para cuya perpetración del hecho se tuvo que emplear unas grandes

cizallas y así cortar la alambrada circundante. La responsabilidad del

depositario se rige, en consecuencia, según el artículo 1766 del Código, por lo

dispuesto en el título I del libro IV, es decir, conforme a los principios generales

de las obligaciones. Esto significa que, en materia de custodia, el depositario

debe prestar una diligencia normal (art. 1.104, párrafo 2º del Código) y que en

cuanto a la restitución sólo queda exonerado si la cosa depositada se ha perdido

por su culpa (art. 1.182), pero que habrá de ser él quien pruebe que la pérdida

ocurrió por caso fortuito, pues mientras tanto se presumirá lo contrario ( art.

1.183). En cuanto al caso fortuito como límite de la responsabilidad del deudor

hay que recordar que, de acuerdo con el art. 1.105 del Código "Fuera de los

casos expresamente mencionados en la ley , y de los en que así lo declare la

obligación, nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido

preverse o que, previstos, fueran inevitables", no exigiéndose la llamada

prestación exorbitante, es decir, aquella que exigiría vencer dificultades que

pueden ser equiparadas a imposibilidad, por exigir sacrificios absolutamente

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

16

desproporcionados o violación de deberes más altos, pues basta para excusar el

incumplimiento que este no sea imputable al deudor, por haber procedido con

la diligencia que las circunstancias requerían...”.

SEXTO.- En el presente supuesto que ahora se enjuicia, entrando ya en el

concreto estudio de sus principales circunstancias, la cláusula tercera del

contrato celebrado entre quienes son partes en el presente juicio es del

siguiente tenor literal: “El distribuidor se compromete a mantener el

depósito propiedad del editor en perfectas condiciones para su venta,

exactamente igual que cuando lo recibió del editor, por lo tanto todo

deterioro de los libros producido por una mala manipulación del mismo

(libros rayados, con pegatinas, escritos, rotos, sucios, etc.) serán responsabilidad

única y exclusivamente del distribuidor, y no podrán formar parte del depósito.

Deberán ser destruidos. Estos libros deberán aparecer en las liquidaciones

mensuales como libros deteriorados, y el editor procederá a su distribución.

En cambio, serán responsabilidad del editor todo libro defectuoso como

consecuencia de la producción del propio libro. En este caso, el distribuidor

remitirá al editor dichos libros, y éste procederá a realizar un abono al

depositario”. Dos son las características que merecen ser resaltadas en la

redacción de dicho pacto: primera, que se atribuye al distribuidor una

especial responsabilidad por los daños que pudieran sufrir los libros

depositados, cuando expresamente se dice que “Todo deterioro de los libros -

sin hacer distinción alguna-- producido por una mala manipulación... serán

responsabilidad única y exclusivamente del distribuidor...”, y segunda que estos

libros que aparezcan dañados, por una gran variedad de causas –rayados,

con pegatinas, escritos, rotos, sucios, etc., enumeración ésta que debe

entenderse se realiza a título de ejemplo y sin ánimo de exhaustividad,

permitiendo la inclusión de cualquier clase de desperfectos, sin distinción

alguna-- es en todo caso atribuible sólo al distribuidor, los libros así

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

17

dañados han de ser destruidos, deberán reseñarse en las liquidaciones

mensuales. La obligación es de tal generalidad, que sólo quedan al margen

de ella aquellos defectos que “Sean consecuencia de la producción del

propio libro”. Abundando sobre la idea: recibidos los libros por el

distribuidor, iniciada aquella obligación de guarda, debe prestar continua

atención sobre su estado, y si observa algún defecto, si es debido al

proceso de producción, hacérselo saber al depositante, para proceder

conforme a lo pactado, y si es cualquier otro defecto –cualquiera que sea su

causa-- será responsable del mismo. A lo que acaba de decirse, debe ser

ampliado con lo expuesto en anteriores fundamentos legales sobre esa

obligación, primera, esencial, básica y primordial, que deriva del contrato de

depósito, la de guarda y custodia que en todo momento resulta exigible

conforme a la prescripción legal, con la amplitud que ha sido comentada. El

demandado no ha probado, en momento alguno del pleito, que los

desperfectos sufridos por los libros fueran debidos al proceso de

producción de los libros, ni tampoco acredita que prestará la necesaria e

indispensable atención en la guarda de los mismos, salvo unas no

concretas y genéricas declaraciones de testigos que no pueden servir de

fundamento para dar por cumplida la obligación tan importante de

referencia, y que tampoco justifican además la razón de que el depositario

no advirtiera en su momento inicial la existencia de esos daños y

procediera de inmediato al cumplimiento de lo pactado en el contrato, al

igual que se hizo con otros libros.

Y en fin, sobre la existencia, naturaleza e importancia de esos daños, habrá

de estarse a la prueba pericial acompañada con el escrito de demanda, aludida

en concreto en el acta notarial presentada en el mismo momento, a la que es de

atribuir especial eficacia sobre la prueba presentada por la otra parte, dando

por reproducidas sobre el particular las cinco razones que se contienen en el FJ

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

18

tercero de la Sentencia del Juzgado a los folios 374 a 376 de las actuaciones para

evitar innecesarias repeticiones, en cuanto que no han quedado desvirtuadas

por las alegaciones contenidas en el recurso. Estas argumentaciones son en

esencia las siguientes: 1º.- El perito de la actora realizó un muestreo de forma

aleatoria en algunas cajas –104 en total--, en presencia del Notario, mientras

que el perito de la demandada escogió de forma así mismo aleatoria algunas de

ellas, no más de veinte; 2º.- El informe de la demandada incurre en ciertos

errores, que no se aprecian en el de su adversaria; 3º.- Tampoco es aquél del

todo exacto en la determinación de los bultos conteniendo libros deteriorados

en relación con lo expresado en ciertos albaranes, como se razona en el párrafo

cuarto de aquel considerando; 4º.- La condición de perito tasador de quien

realizó el primer informe debe considerarse más completo, pues atiende a los

daños padecidos por los libros, mientras que el segundo dictamina en su

condición de librero y se refiere a un concepto distinto que es el la

comercialización, menos preciso que el anterior respecto de este fin de señalar

el importe de la indemnización por los daños sufridos en los libros y por ello la

pérdida económica experimentada por la imposibilidad de su venta en

condiciones ordinarias de mercado; y 5º.- Debe considerarse más

independiente en esta función de valorar los daños el primer perito, que carece

de vinculación alguna con el actor, mientras que el segundo reconoció la

relación económica que ha mantenido con el demandado, por lo que,

obviamente, el primer dictamen debe reputarse más imparcial y objetivo que el

segundo emitido, por todas estas consideraciones.

SÉPTIMO.- Queda por resolver el último problema que se plantea en el recurso,

que es el relativo a la cuestión referente a la indemnización que deba

reconocerse al actor por los daños sufridos por la mercancía depositada,

sobre la que existen valoraciones distintas según los informes de los perito de

las partes. Debe estarse, de igual manera, a la argumentación que se contiene en

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

19

la demanda, que es la mantenida por el Juzgado en el párrafo penúltimo de su FJ

tercero, con el argumento simple de que el propio demandado utilizó el primer

método en la valoración de los libros que devolvió en una primera remesa con el

descuento de ciertas cantidades, que es el proceso que ahora, de forma no

comprensible pretende negar, siendo de recodar el principio general de derecho

que prohíbe obrar en contradicción con los propios actos anteriores, cuando

éstos tienen un cierto contenido mantenido en el tiempo, cuya significado no se

puede contradecir por actuaciones posteriores, que no deja de ser una

derivación esencial del principio de buena fe, recogido en el artículo 7º. 1 del

Código Civil y otros textos legales, que debe incidir en toda relación humana,

también en ésta de la esfera del Derecho, contribuyendo a su seguridad. A

mayor abundamiento, también se ha de acoger el argumento expuesto en las

líneas finales del escrito de oposición al recurso –Folio 417-- sobre que,

utilizando este medio valorativo propuesto por la parte actora no se produce

enriquecimiento alguno, pues los ejemplares dañados no pueden venderse,

dado que, también resulta obvio, no serían aceptados por los compradores en

ese mal estado, ni es mercancía que conforme a los usos de comercio --de tanta

importancia, en efecto, en el Derecho Mercantil-- admita la posibilidad de

descuento alguno, salvo cuando se trate de libros de segunda mano o usados o

en oferta, precediendo el oportuno aviso de estas circunstancias, que no es el

caso presente --A este respecto, habrá de tenerse en cuenta la condición octava

del contrato, al decir: “El editor modificará los precios de sus libros una vez al

año. El día uno de enero comunicará al distribuidor los nuevos precios, y éste

deberá vender a los nuevos precios a partir de la entrada en vigor de los

mismos”--, y además, procediendo de la manera pretendida por el demandado,

se dañaría la imagen y la reputación de la actora, con clara trascendencia en el

mercado y merma sin duda notable en las sucesivas ventas, por todo lo cual la

propuesta formulada por la segunda parte resulta inadmisible, con remisión

también a las otras argumentaciones que se formulan sobre el particular en la

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

20

parte final de su Sentencia del Juzgado, que se admiten en esencia. Para ya

terminar con la cuestión: el problema que ahora promueve la parte demandada

carece de sentido, porque no se hubiera planteado si hubiera procedido en la

forma acordada en la trascrita condición tercera del contrato –“Deberán ser

destruidos”--, esto es, al advertir, como era su obligación de depositario, que los

libros se deterioraban, o simplemente comenzaban a deteriorarse --realizando

una intensa vigilancia periódica sobre su estado--, debería haberlo puesto en

inmediato conocimiento del editor, practicando en seguida las liquidaciones

que se habían pactado en el contrato, con los pagos correspondientes, de forma

tal que este juicio hubiera resultado innecesario, y este concreto problema

tampoco hubiera surgido.

OCTAVO.- Desestimándose el recurso, sus costas son de imponer a la parte

apelante, conforme al artículo 398 de la Ley de Enjuiciamiento.

VISTOS los artículos citados y demás de procedente y general aplicación.

FALLAMOS

QUE, desestimando el recurso de apelación interpuesto por la Procuradora

Sra. Gabián Usieto, en la representación que tiene acreditada, contra la

Sentencia dictada el pasado día siete de marzo de dos mil dieciséis por el

Ilmo. Sr. Magistrado-Juez del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA número

UNO de ZARAGOZA, cuya parte dispositiva ya ha sido trascrita, la

confirmamos íntegramente, imponiendo a la recurrente las costas de esta

alzada.

Procede la pérdida del depósito para recurrir constituido por la recurrente,

dada la íntegra desestimación del recurso de apelación interpuesto.

17_02_22 ST APZ V (98_17).DOC

21

Contra la anterior Sentencia cabe, en su caso, recurso de casación por interés

casacional ante esta Sala en el plazo de veinte días, del que conocerá el Tribunal

competente, debiendo el recurrente al presentar el escrito de interposición

acreditar haber efectuado, un depósito de 50 euros en la Cuenta de Depósitos y

Consignaciones de esta Sección del Banco de Santander, debiendo indicar en el

recuadro “Concepto en que se realiza” 06 Civil-Casación, y sin cuya constitución

no se admitirá a trámite.

Remítanse las actuaciones al Juzgado de procedencia, junto con testimonio de la

presente, para su ejecución y cumplimiento.

Así, por esta nuestra Sentencia, de la que se unirá testimonio al rollo, lo

pronunciamos, mandamos y firmamos.