revista_osal_nº 34 _brasil en movimiento

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    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

    OSAL Observatorio Social de Amrica Latina

    Ao XIV N 34 / publicacin semestral / noviembre de 2013EditoresPablo Gentili, Secretario Ejecutivo de CLACSO

    Director de la Revista del OSALMassimo Modonesi

    Secretaria de redaccinLuz EstrelloComit de redaccin

    Luz Estrello, Massimo Modonesi, Mina L. Navarro, Manuel Ortiz

    Comit EditorialGuillermo Almeyra (Argentina), Rolando lvarez Vallejos (Chile), Armando Chaguaceda (Mxico), LucianoConcheiro Borquez (Mxico), Julio Csar Guanche (Cuba), Massimo Modonesi (Mxico), Dunia Mokrani(Bolivia), Lucio Oliver Costilla (Mxico), Joo Marcio Mendes Pereira (Brasil), Franklin Ramrez Gallegos(Ecuador), Julin Rebn (Argentina), Agustn Santella (Argentina), Carlos Abel Surez (Argentina)

    Consejo consultivoGerardo Caetano [Uruguay], Suzy Castor [Hait], Margarita Lpez Maya [Venezuela], CarlosWalter Porto Gonalves [Brasil], Pierre Salama [Francia], Boaventura de Sousa Santos [Portugal],Joan Subirats [Espaa], Luis Tapia [Bolivia], Juan Valds [Cuba]

    Escriben en este nmero

    Anah Durand Guevara, Antonino Infranca, Carlos Azcar, Centli Prez Bautista, Csar Navarro Gallegos,Hugo Aboites, Jaime Osorio, John Holloway, Jos Maurcio Domingues, Rafael Acosta de Arriba, RalZibechi, Ricardo Antunes, Ruy Braga, Salvador Mart.

    Abstracts: Mara Vignau Lora

    InformesDirigirse a |

    Diseo y Produccin:Laboratorio Multimedia para la Investigacin Social de la UNAM (ManuelOrtiz Escmez y Luis Contreras)

    Propietario: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSOCopyright Consejo Latinoamericano de Ciencias SocialesISSN: 1515-3282

    Domicilio de la Publicacin: Laboratorio Multimedia para la Investigacin Social, Facultadde Ciencias Polticas y Sociales, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Circuito Mario dela Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Delegacin Coyoacn, Mxico D.F. CP. 04510, Edificio E, 1piso, tel. 56 22 94 14 y 56 22 94 15.

    La revista Observatorio Social de Amrica Latina (OSAL) es indizada en Directory of Online Access Journals , Directorio

    Latindex , Unesco Social and Human Science Online Periodicals , Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de Amrica Lat ina y el Caribe ,

    Latin Americanist Research Resources e Hispanic American Periodicals Index .

    Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723

    Direccin Nacional del Derecho de Autor: Expediente No 641.603

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Observatorio Social de Amrica Latina (OSAL) y sus respectivos isotipos y

    logotipos son marcas registradas del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

    Se autoriza la reproduccin de los artculos en cualquier medio a condicin de la mencin de la fuente y previa comunicacin al director.

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los artculos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a los autores

    firmantes, y su publicacin no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.

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    Ao XIV N 34 - Noviembre de 2013

    Consejo Latinoamericanode Ciencias Sociales

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    Secretario Ejecutivo Pablo Gentili

    Coordinadora Acadmica: Fernanda Saforcada

    rea deProduccin Editorial y Contenidos WebCoordinador Editorial: Lucas SablichCoordinador de Arte: Marcelo Giardino

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Conselho Latino-americano de Cincias SociaisEEUU 1168| C1101 AAx Ciudad de Buenos Aires | ArgentinaTel [54 11] 4304 9145/9505 | Fax [54 11] 4305 0875| [email protected] | web www.clacso.org

    CLACSO cuenta con el apoyo de la Agencia Sueca de DesarrolloInternacional (ASDI)

    Este libro est disponible en texto completo en la Red de

    Bibliotecas Virtuales de CLACSO

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    Editorial 9Massimo Modonesi

    Brasil en movimiento

    Debajo y detrs de las grandes movilizaciones 15Ral Zibechi

    As rebelies de junho de 2013 37Ricardo Antunes

    As jornadas de junho no Brasil: Crnica de um ms inesquecvel 51Ruy Braga

    Las movilizaciones de junio de 2013: Explosin fugaz onovsima historia de Brasil? 63

    Jos Mauricio Domingues

    Experiencias latinoamericanas: Mxico, Centroamrica, Chile y Per

    Mxico: la rebelin magisterial del 2013 77Hugo Aboites

    En el aula y la calle. Movilizacin magisterial en Mxico 93Csar Navarro

    Movimiento estudiantil y elecciones en Chile 111Carlos Azcar

    De crisis y estallidos. Movimientos sociales, poltica yantagonismo en tiempos de presin extractiva 129

    Anah Durand

    La izquierda centroamericana en tiempos de paz: Mutacionesorgnicas e itinerarios dispersos 143

    Salvador Mart

    Sumario

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    Aportes del pensamiento crtico latinoamericano

    Dependencia y revolucin. Cuarenta aos de Dialctica de ladependencia 163

    Jaime Osorio

    En torno a Dialctica de la dependencia (postscriptum) [1973] 173Ruy Mauro Marini

    Debate

    Sonidos en el sotobosque 183John Holloway

    Reseas

    La verdad no se ensaya. Cuba, el socialismo y la democracia 189Rafael Acosta de Arriba.

    Movimientos sociales y nuevas ciudadanas en Amrica Latina 195Centli Prez Bautista

    Asedios a la totalidad. Poder y poltica en la modernidad desdeun encare de-colonial 199

    Antonino Infranca

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    EditorialBrasil y Mxico: el despertar

    de los gigantes

    MASSIMOMODONESI

    En este nmero 34 de la revista OSAL destacamos dos ciclos de movilizacinque marcaron la coyuntura latinoamericana de 2013: las manifestaciones calle-

    jeras de junio-julio en Brasil y la insurgencia magisterial en Mxico que tuvo supice en septiembre.

    Ambos casos permiten poner el acento en dos expresiones diferenciadas dela protesta y la oposicin social, dos formas de antagonismo, dos experienciasde insubordinacin de nuestros tiempos latinoamericanos.

    Por una parte, en Brasil la emergencia inesperada de un ciclo breve perointenso de movilizaciones multitudinarias que puso en jaque temporalmente al

    gobierno lulista de Dilma Rousseff y que sacudi los fundamentos de la revolu-cin pasiva, al mostrar un brote de participacin, de crtica y de oposicin desdeabajo. En su artculo, Ral Zibechi atinadamente contrasta la hiptesis genera-lizada del espontanesmo despolitizado mostrando los antecedentes episodiosy tejidos militantes- que subyacen y activan el proceso de desborde de masasque marc las jornadas de junio. En este mismo sentido, Ricardo Antunes, RuyBraga y Jos Domingues ponen de relieve la politicidad del acontecimiento, susalcances y sus lmites, a contrapelo de las lecturas periodsticas y espectacula-ristas. Al mismo tiempo, no se puede negar que la rebelin brasilea puede serasociada a otras expresiones recientes de protesta (primavera rabe, indignados,Occupy Wall Streety #YoSoy132en Mxico) no tanto por el uso de las redessociales, sino por la transversalidad de las demandas, los rasgos multitudinariosde su composicin de clase y el carcter episdico y masivo de su apariciny desaparicin relativa en el contexto de una normalizacin temporal, en vistadel prximo mundial de ftbol y del retorno a la cotidianidad poltica en Brasil.

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    10 Editorial

    Por su parte, la insurgencia magisterial mexicana frente a la imposicin deuna contrarreforma laboral enmascarada de reforma educativa remite a expre-siones ms tradicionales de lucha social, en que la forma sindicato cobija una

    estructura organizacional fuerte y resistente, donde la dialctica entre negocia-cin, resistencia y rebelin cobra sentido poltico, y los despliegues y replieguesson parte de la historia y la vida de movimientos sociales de profundo arraigocultural y territorial, como es el caso particular del magisterio. Este ciclo inten-so de lucha no logr frenar la contrarreforma pero dio una demostracin decontrapoder consistente que la deslegitim y que amenaza con descarrilar suimplementacin prctica, adems de haber evidenciado el perfil neoliberal yprivatizador del gobierno de Enrique Pea Nieto. Sobre este proceso todava encurso escribieron para OSAL Hugo Aboites y Csar Navarro, dos de los analistas

    ms agudos y destacados de los proyectos de reformas educativas neoliberalesdesde los aos ochenta a la fecha y de su contraparte de resistencia social, ma-gisterial y estudiantil.

    Sin embargo, estas diferencias y especificidades, que merecen ser reconoci-das como parte de la pluralidad de las formas de luchas en nuestra regin, nodeben ocultar el hecho de que se trata de respuestas reactivas y proactivas, esdecir portadoras de elementos de alternativas- frente a agravios de extensa, me-diana y corta duracin propios de las sociedades latinoamericanas, donde el ci-clo largo del capitalismo se manifest en las ltimas dcadas como neoliberalis-mo y en los ltimos tiempos, en gran parte de la regin, como social-liberalismoen el caso de un buen nmero de pases gobernados por fuerzas progresistas.

    En este contexto, ambos casos reflejan amplios y prolongados procesos demovilizacin que no lograron resultados tangibles en trminos de sus propsitosexplcitos, pero marcaron con su irrupcin los escenarios polticos nacionalestanto a nivel simblico como por la conformacin de instancias de contrapoder.En el caso mexicano fortalecieron a la disidencia del sindicato de maestros y enel caso brasileo ofrecieron a muchos jvenes la posibilidad de un ejercicio decrtica y una oportunidad de accin poltica que potencialmente redundar enel crecimiento de movimientos sociales a la izquierda.

    Sin que haya garanta de continuidad ni se pueda asegurar que se estn revir-tiendo los procesos de desmovilizacin que, aun en presencia de gobiernos designo diverso, han marcado la historia reciente de Mxico y Brasil, hay que des-tacar que el despertar de la participacin por medio de la lucha social sacude decierto torpor a dos pases fundamentales -por su peso e influencia- en AmricaLatina. Este sobresalto podra revitalizar las dinmicas polticas ms all de lasrutinas electorales y de los recambios institucionales, considerando que la his-toria ensea que proyectos y procesos de transformaciones profundas puedeny suelen aparecer en coyunturas caracterizadas por rupturas y crisis polticas y

    que stas eventualmente pueden surgir desde abajo, desde la iniciativa de lasclases subalternas, aunque no siempre logren mantenerse como protagonistasde los procesos que activan.

    En este mismo nmero, los lectores encontrarn otros artculos interesantes.El texto de Salvador Mart sobre las izquierdas latinoamericanas nos coloca enuna perspectiva histrica para evaluar el estado actual de fuerzas polticas cuyas

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    11Editorial

    trayectorias resultaron mucho ms diferentes de lo que se poda imaginar enlos aos de las guerrillas. Carlos Azcar nos sintoniza con el proceso electoralchileno, ms all de la probable victoria de Michelle Bachelet, nos habla sobre

    las implicaciones de las incursiones electorales que estn intentando algunossectores importantes del movimiento estudiantil de la mano de sus dirigentesms reconocibles. Por su parte Anah Durand analiza el ciclo de ascenso de lasluchas sociales en Per en los ltimos aos sopesando las problemticas ligadasal reflujo actual.

    En otra seccin, recordamos la publicacin hace cuarenta aos de un clsicodel pensamiento latinoamericano, Dialctica de la Dependenciade Ruy MauroMarini, publicando una presentacin de Jaime Osorio y el famoso postscriptumque el mismo Marini escribiera aos despus.

    Por ltimo, antes de una serie de reseas, un breve y sugestivo texto de JohnHolloway plantea algunas ideas para alimentar el debate sobre el origen y elhorizonte de las luchas anticapitalistas.

    Esperando que el conjunto del nmero sea de su inters, les deseamos unabuena lectura.

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    BrasilEn movimiento

    Debajo y detrs de lasgrandes movilizaciones

    Ral Zibechi

    As rebelies de junho de 2013Ricardo Antunes

    As jornadas de junho no Brasil: Crnica deum ms inesquecvel

    Ruy Braga

    Las movilizaciones de junio de 2013:Explosin fugaz o novsima

    historia de Brasil?Jos Mauricio Domingues

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    Debajo y detrs de lasgrandes movilizaciones

    RALZIBECHI

    Investigador especializado en movimientos

    sociales latinoamericanos. Escritor y periodista.

    ResumenFrente a las grandes movilizacionesjuveniles que sacudieron cientos deciudades de Brasil desde el mes dejunio, prevalece el anlisis que sita yreduce la motivacin de las protestas alaumento de los precios del transporte yotorga un papel sobrevalorado a las redessociales como factor de movilizacin. RalZibechi toma distancia de este abordaje ypropone leer las recientes movilizaciones

    en Brasil como parte de un proceso deluchas anticapitalistas que se han gestadodcadas atrs, centrndose en los casosdel Movimento pelo Passe Livre (MPL) ylos Comits Populares, que representannuevos modos de movilizacin y protesta,distantes de las formas tradicionales deorganizacin como los partidos polticosy los sindicatos. Lejos de una lecturaespontanesta de las rebeliones popularesen Brasil, Zibechi plantea adentrarseen su mundo interior, en las relaciones

    cotidianas cara a cara y sus modos de verel mundo.

    AbstractIn the face of the intense youthmobilizations that shook hundreds ofcities in Brazil since June prevails ananalysis which places and reduces themotivation of the protests to the priceincrease of transportation and gives anovervalued role to social networks as afactor of mobilization. Ral Zibechi movesaway from this approach and proposesto read the recent mobilizations in Brazil

    as part of a process of anti-capitaliststruggles that have brewed for decades,focusing in the cases of the Movimentopelo Passe Livre (MPL) and the ComitsPopulares, which represent new forms ofmobilization and protest, far away fromthe traditional forms of organization suchas political parties and unions. Far froma spontaneist reading of Brazils popularrebellions, Zibechi proposes to delve intotheir internal world, their everyday face-to-face relationships and their ways to

    view the world.

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    16 Debajo y detrs de las grandes movilizaciones

    Las grandes movilizaciones del mes de junio en 353 ciudades brasileas, sorpren-dieron tanto al sistema poltico como a los analistas y a las organizaciones socia-les. Nadie esperaba tantas manifestaciones, tan numerosas, en tantas ciudades ydurante tanto tiempo. Como suele suceder en estos casos, los anlisis no se hicie-ron esperar. Al principio giraron en torno al problema inmediato que deflagr lasacciones: el aumento del precio del transporte urbano, la mala calidad del mismo

    y los problemas que ocasiona a los usuarios. Poco a poco se fueron instalandoreflexiones ms complejas que incluyeron la insatisfaccin de amplias camadas dela poblacin con la vida cotidiana. Aun reconociendo que en la ltima dcada losingresos de las familias crecieron de forma sostenida, la insatisfaccin que producela inclusin a travs del consumo y la pervivencia de la desigualdad, estn en labase de reflexiones estimulantes.

    Desde una mirada centrada en el movimiento social, este trabajo pretendeabordar de forma sucinta los nuevos modos de protesta, organizacin y movili-zacin que fueron emergiendo en pequeos grupos militantes y ganaron visibili-

    dad luego de 2003, el ao en que Luiz Inacio Lula da Silva llega al gobierno. Lacontinuidad de esos grupos integrados bsicamente por jvenes, su vocacin detrascender el escenario local, de involucrar a los ms amplios sectores y de persistiren formas de accin y organizacin que los diferencian de partidos, sindicatos yotras organizaciones tradicionales, les permiti convertirse en referencia ante laslimitaciones que vienen mostrando, desde tiempo atrs, el conjunto de movimien-tos y organizaciones nacidos a comienzos de la dcada del ochenta.

    En general, los anlisis han pecado de excesiva generalizacin y en ocasioneshan atribuido un papel casi mgico a las redes sociales para activar a millonesde personas. La juventud, conectada en las redes sociales y con los dedos gilesen sus celulares, ha salido a las calles a protestar en diversas regiones del mundo,dijo el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (Da Silva, 2013). Fuera de las re-des sociales, no hay nada que est organizando la sociedad, seal el destacadointelectual Luiz Werneck Vianna (Vianna, 2013: 9). En otros se vincula una nueva

    Palabras claveMovimento pelo Passe Livre, Comits Populares, Movilizaciones en Brasil, Right to thecity, Campanha pelo Passe Livre Estudiantil, Movimiento juvenil en Brasil.

    Key wordsMovimento pelo Passe Livre, Comits Populares, Movilizaciones en Brasil, Right to thecity, Campanha pelo Passe Livre Estudiantil, Movimiento juvenil en Brasil.

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    Ral Zibechi 17

    clase media con la revolucin 2.0 y se sostiene que las luchas de junio en Brasilforman un todo con la primavera rabe y los indignados (Cocco, 2013: 17).

    Por el contrario, postulo en sintona con James C. Scott que las claves de lo

    que sucede en el escenario pblico hay que buscarlas en las prcticas cotidia-nas de los sectores populares y muy en particular en lo que el autor llama espa-cios ocultos, donde los subordinados elaboran discursos antagnicos al poder:Los actos temerarios y altaneros que impresionaron tanto a las autoridadesfueron tal vez improvisados en la escena pblica, pero haban sido ensayadospor largo tiempo en el discurso oculto de la prctica y la cultura populares(Scott, 2000: 264). Concentrarnos en el continente que est detrs y debajo dela costa visible de la poltica, como dice Scott, parece un paso necesario paracomprender cmo se fue fraguando a lo largo de ms de una dcada un nuevo

    modo de protestar y de organizarse, una nueva cultura poltica que slo puedepercibirse si prestamos atencin a las prcticas de los pequeos grupos.Para evitar la trampa de las generalizaciones, parece necesario acotar el anlisis ydireccionarlo hacia uno de los actores que han estado en la base de la oleada deprotestas de junio y, a la vez, forman parte de esos nuevos modos de organizaciny accin. El Movimento Passe Livre (MPL) cumple con ambos requisitos: ha sidoel disparador de las masivas manifestaciones de junio, al descargarse contra susconvocatorias una brutal represin policial que enerv a la poblacin, y es uno delos ms slidos representantes de la nueva cultura poltica que pretendemos revisar.Deben contemplarse tambin otras organizaciones sociales, como los ComitsPopulares da Copa, el Centro de Midia Independente (CMI) o el Movimentodos Trabalhadores Sem Teto (MTST), as como el papel del movimiento hip-hop,importante en So Paulo y en todas las periferias urbanas brasileas, pero en arasde la brevedad y la profundidad slo se harn menciones tangenciales a los dosltimos.

    Salvador, Florianpolis, Porto Alegre

    Durante cinco semanas la ciudad de Salvador (Bahia) fue sacudida por lasconstantes manifestaciones de decenas de miles de estudiantes que protestabanpor el aumento del precio del pasaje, de 1,30 a 1,50 reales. Entre el 13 de agostoy mediados de setiembre de 2003, ms de 40 mil personas realizaron cortes decalles y avenidas, bloquearon lugares neurlgicos para la circulacin y le plantaroncara a las fuerzas represivas. La oleada de protestas se conoce como Revolta doBuzu (en referencia a los autobuses) y se la considera como la carta de nacimientodel movimiento por el pasaje gratuito o passe livre.

    Se trat de un movimiento de estudiantes pobres y de clase media baja, de

    colegios secundarios y de universidades, pertenecientes a familias de trabajadoresprecarios y desempleados, en las que el presupuesto de transporte representaba el30 por ciento del salario mnimo. Las asociaciones estudiantiles, distanciadas dela vida cotidiana de los estudiantes, no jugaron ningn papel en un movimientocaracterizado por su rpida radicalizacin, protagonizado por personas que nuncahaban participado en manifestaciones. Esos jvenes sin experiencia poltica pero

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    18 Debajo y detrs de las grandes movilizaciones

    acostumbrados a desafiar a las autoridades (colarse en los autobuses, bailar sambay beber en las plazas, danzar capoeira y escuchar pagode en espacios pblicos)rechazaron la direccin de las entidades que los representaban y de los partidos,

    pero estaban en primera fila en los cortes de calles resistiendo a la polica (Nasci-mento, 2011).

    Las multitudes estudiantiles rechazaron a las entidades que los decan represen-tar y tomaron decisiones sin mediaciones, en torno a las tareas comunes a todos.En los bloqueos que se extendieron por toda la ciudad se realizaron asambleas queslo decidan con base en el consenso y rechazaron la creacin de comisiones,funcionando de modo estrictamente horizontal con la expresa voluntad de evi-tar la formacin de una nueva burocracia estudiantil en las calles (Nascimento,2011: 9). Sin embargo, la sensacin dominante entre quienes se manifestaron ase-

    gura que perdieron en el terreno institucional lo que haban ganado en las calles.En efecto, militantes de las organizaciones estudiantiles oficiales se procla-maron representantes del movimiento y negociaron un acuerdo con el municipioque contribuy a la desmovilizacin sin haber conseguido ninguno de los objeti-vos de las movilizaciones (Saraiva, 2010: 65). Diversos anlisis coinciden en quesi bien los militantes de partidos de izquierda fueron directamente responsables dela convocatoria de la primera manifestacin en Salvador, cuando el movimiento semasific se colocaron a un costado esperando el agotamiento de las movilizacio-nes (Nascimento, 2011).

    En paralelo se desarrollaba, desde 2000, la Campanha pelo Passe Livre Estu-diantil en Florianpolis, aunque ya haba pequeos grupos en So Paulo y otrasciudades que enarbolaban la misma demanda. La organizacin Juventude Revo-luo ligada al PT fue la que inici el trabajo local llevando el debate sobre el paselibre a todos los colegios secundarios y promoviendo pequeas manifestaciones,que crearon las condiciones para que en 2004 se movilizaran entre 15 y 20 milestudiantes en una ciudad de 400 mil habitantes (Coletivo Maria Tonha, 2013).

    El colectivo que impulsaba el movimiento por el pasaje gratuito fue expulsadode la organizacin juvenil, segn Marcelo Pomar porque pensaban que los jve-nes deban ser independientes y no deben estar tutelados por una organizacin

    adulta (Coletivo Maria Tonha, 2013). Los jvenes de Florianpolis, como los demuchas ciudades, hicieron circular el video del cineasta argentino Carlos Pronza-to, Revolta do Buzu, que result un estmulo para sus colectivos. En mayo de 2004el municipio decidi un aumento del transporte, que ya acumulaba aumentosdel 250% en los diez ltimos aos. La movilizacin consigui la anulacin delaumento luego de diez das de grandes manifestaciones que llegaron a cerrar lospuentes que unen la isla con la parte continental de la ciudad en las horas de trn-sito ms intenso, y de acciones directas como saltar los molinetes, abrir las puertastraseras de los autobuses para que los usuarios ingresaran sin pagar, asambleas en

    numerosos espacios pblicos (Cruz y Alves, 2009).El relato de las movilizaciones habla por s slo sobre la expresin en los espa-cios pblicos de una manera diferente de protestar:

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    Ral Zibechi 19

    Cientos de secundarios, movimientos comunitarios del norte y el sur de la isla, estudiantes univer-sitarios, madres, padres, profesores, actrices y actores, funcionarios pblicos, sindicalistas, entreotros asalariados. El movimiento hip hop, los grupos de maracatu y de capoeira animaban las

    marchas. Despus de unos das ya se haba hecho hbito: grandes asambleas ocupando la AvenidaPaulo Fontes (por la que se accede a la Terminal del Centro, la mayor de la ciudad) rebautizadacalle de la Revuelta. Hablaban lderes comunitarios, representantes de grupos organizados, y tam-bin personas no vinculadas a ninguna entidad o institucin. De repente hablaba aquella seoraindignada con la situacin, hablaba aquel joven con una propuesta de accin. Buena parte de loscaminos se construan all mismo (Cruz y Alves, 2009).

    Aunque las instituciones estudiantiles y los partidos polticos no jugaron un pa-pel destacado, al igual que en Salvador, debe sealarse el papel jugado por el CMI,expresin brasilea de Indymedia, en la difusin de las manifestaciones, de sus

    demandas y de los discursos de los protagonistas. Cuando los grupos existentes endiversas ciudades decidieron crear una organizacin nacional, el CMI jug un pa-pel importante en la coordinacin y comunicacin de los grupos, lo que permiticonvocar el primer encuentro durante el Foro Social Mundial 2005, en Porto Ale-gre, sin contar con ningn aparato que los apoyara (Coletivo Maria Tonha, 2013).

    En la maana del 29 de enero, desafiando el calor bajo las carpas blancas delCaracol Intergalactika, espacio juvenil de acampada y convivencia dentro del ForoSocial, se reunieron en crculo decenas de jvenes convocados por el MPL deFlorianpolis y el CMI. Acudieron cerca de 250 militantes de veintinueve delega-ciones de diecisis estados. La reunin comenz por la maana, sigui por la tardey finaliz con acuerdos importantes que en los hechos representaban la creacinde un movimiento nacional. La edad promedio de los participantes oscilaba entrelos 15 y 25 aos, casi todos llevaban cuadernos en los que tomaban notas, se tur-naban en el uso de la palabra escuchndose con atencin, unos cuantos vestancamisetas que decan Passe Livre y algunos las tradicionales camisetas rojas delMovimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).

    Quienes participaron sostienen que fue una reunin importante,

    sobre todo si pensamos que no surgi de una poltica deliberada de un gran aparato, o algo simi-

    lar, sino como una necesidad concreta del movimiento, en el sentido de articular y dar carcternacional a las diversas luchas que surgen sin ningn tipo de organizacin o unidad ms afinada(Pomar, 2005).

    Desde el principio, los militantes comprendieron que el movimiento tiene uncarcter estratgico que va ms all de las demandas estudiantiles, ya que el trans-porte es uno de los aspectos centrales de la reproduccin de la fuerza de trabajoy de la acumulacin de capital, es visualizado como la primera etapa de la ventade la fuerza de trabajo, y percibieron que resolver estas demandas supone afectara los propietarios de los medios de produccin y circulacin de mercancas

    (Pomar, 2005).El mismo da en que naci el MPL federal, la plenaria nacional aprob un do-

    cumento en el que se proclama autnomo, independiente y apartidario pero noantipartidario, define que su objetivo estratgico es la transformacin de la actualconcepcin del transporte colectivo urbano, rechazando la concepcin mercantil

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    20 Debajo y detrs de las grandes movilizaciones

    del transporte y abriendo la lucha por un transporte pblico gratuito y de calidadpara el conjunto de la sociedad, fuera de la iniciativa privada (Movimento peloPasse Livre, 2005). A ese conjunto de definiciones slo habra que agregar, como

    se ver en los siguientes documentos del movimiento, las prcticas centradas en laaccin directa y un horizonte anticapitalista.

    Segn Pomar, el paradigma de rechazo del movimiento estudiantil a las entida-des burocrticas y a los partidos termin por aparecer en la Plenaria Nacional yse manifest, adems de las resoluciones, en la opcin por el consenso que pesea las enormes dificultades que entraa era la ms adecuada en vista que no setrataba de un congreso por la disputa de los rumbos del movimientos, sino de losprimeros pasos para la construccin de tal movimiento (Pomar, 2005).

    Una nueva cultura poltica

    El MPL nace con dinamismo y presencia en las principales ciudades de Brasil ymantiene la iniciativa durante un par de aos, luego entra en un perodo de reflujocomo todos los movimientos del pas- para retornar con fuerza hacia fines de ladcada. Para comprender un movimiento no es suficiente con observar y analizarsus expresiones pblicas, las manifestaciones y acciones de calle, los congresosy encuentros, las declaraciones y programas que defiende; sino internarse en sumundo interior, en las relaciones que establecen sus miembros, en el carcter de

    sus encuentros y reuniones, para poder comprender la cultura que anima a esesector social, sus modos de ver el mundo, las relaciones sociales en que se inserta.En el caso del MPL seguiremos su evolucin a travs de los principales eventos ycampaas y nos aproximaremos a lo que suceda en su interior, o sea las relacio-nes cara a cara en la vida cotidiana del movimiento.

    Luego de su fundacin se convocan varias jornadas de lucha y el SegundoEncuentro Nacional realizado en julio de 2005 en Campinas. En ese encuentro detres das el incipiente movimiento vivi su primer intento de cooptacin por partede dos pequeos partidos de la izquierda radical que quisieron modificar las reso-luciones tomadas en Porto Alegre, el Partido Operrio Revolucionrio (T-POR ) yConstruo ao Socialismo (CAS). Eso llev a la plenaria a reafirmar sus posicionesen particular las que estaban cuestionadas, la horizontalidad y la independencia,y se decidi que el movimiento se constituye a travs una federacin de gruposcon un grupo de trabajo federal pero no una coordinacin, que le hubiera dado uncarcter ms jerrquico (Passe Livre, 2005a).

    El 26 octubre, el MPL convoc una jornada de lucha en conmemoracin dela aprobacin del pasaje gratuito para los estudiantes en Florianpolis, fecha quese convirti en el Dia Nacional de Luta pelo Passe Livre. La jornada se realiz entrece ciudades incluyendo tres manifestaciones en So Paulo y se lanz un peri-

    dico nacional distribuido en diez ciudades. Las movilizaciones oscilaron entreun centenar y 500 personas y en algunas ciudades se quemaron molinetes (PasseLivre, 2005b). El ao siguiente se realiz el Tercer Encuentro Nacional, entre el28 y el 30 de julio, en la Escuela Nacional Florestan Fernandes, del MST, en SoPaulo. Fue un encuentro decisivo ya que se consigui consolidar el movimientoy se decidi reivindicar el pasaje gratuito para toda la poblacin, no slo paralos estudiantes.

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    En el encuentro participaron 160 militantes de trece colectivos que formali-zaron un pacto federal con base en los principios de horizontalidad, autonoma,independencia y la toma de decisiones por consenso, pero a su vez decidieron la

    creacin de grupos de trabajo de comunicacin, organizacin, apoyo jurdico yun grupo de estudio sobre transporte. En este punto, la charla del ingeniero LcioGregori, que fue secretario de transporte entre 1990 y 1992 en la gestin muni-cipal de la entonces militante del PT Luiza Erundina en So Paulo, contribuy aprofundizar la comprensin de la problemtica entre los militantes ms activos.Gregori sostuvo la tesis de que el transporte debe ser un servicio pblico y por lotanto gratuito. Desde el momento que se cobra por la tarifa se crea un mecanismoque divide entre quienes pueden usarlo y quienes no pueden, por lo que la tarifaprivatiza algo que es comn a todos como el transporte. Record que ni la salud ni

    la educacin son pagas y que del mismo modo el transporte debe ser costeado porquienes se benefician del servicio, la clase dominante que necesita del transportecolectivo para que sus empleados se trasladen hasta el lugar de trabajo (Movi-mento Passe Livre, 2006).

    En este punto, el movimiento produce un viraje importante. Por un lado lasluchas haban menguado, los grupos de base se debilitaron y no se consigui laprincipal demanda, lo que algunos sintieron como una derrota. Por otro, el ncleoactivo del movimiento consigue consolidar un tipo de funcionamiento diferente altradicional y comienza a profundizar debates que lo llevaron a transitar del passe

    libre a la tarifa zero. En esta primera etapa haban conseguido no slo poner enpie un movimiento sin ningn apoyo institucional, sino tambin instalar el debatesobre la problemtica del transporte en la sociedad.

    En una ciudad como Brasilia (2,5 millones de habitantes), el MPL lleg a esta-bilizar un colectivo que oscilaba entre 40 y 80 personas. Despus de 2006, en unperodo de siete aos sin aumentos del precio de los pasajes, quedaron entre ochoy veinte en promedio. Realizaban tres tipos de actividades: acciones directas enla calle, estudiar e informar sobre el transporte colectivo y la movilidad urbana,con cortes de clase, raza y gnero, y presiones sobre los poderes pblicos conpropuestas de pasaje libre y tarifa cero (Zibechi, 2013). Esos grupos tenan unaintensa vida interior y una potente convivencia. Los jvenes universitarios queaos despus crearon el MPL en Brasilia, realizaron en 2001 un campamento deun mes de duracin, lo que revela la intensidad de los vnculos que establecan(Duques, 2013: 3).

    En 2005, cuando crean el MPL, mapean las escuelas secundarias de la ciudady realizan decenas de talleres que preparan con esmero, lo que evidencia tambinla dedicacin de muchas horas de estudio y de trabajo previo (Saraiva, 2010: 68).El trabajo cotidiano de cada colectivo implicaba reuniones plenarias semanales oquincenales, a lo que se sumaban comisiones de trabajo y de estudio en pequeos

    grupos ms o menos estables, que en su conjunto suponan un contacto casi dia-rio entre los que integraban el ncleo ms activo. Las acciones de calle como lasperformances con msica, danza y teatro, que eran una de las principales accionesdel MPL, implicaban muchas horas de trabajo para el diseo de carteles, elabora-cin de letras y confeccin de vestuario. La militancia autnoma es mucho ms in-tensa de lo que suelen creer los integrantes de partidos polticos, ya que todo debe

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    hacerse sin ningn apoyo institucional, apelando al trabajo colectivo y a la creati-vidad. En estos colectivos surgen intensos lazos de confianza y de hermanamiento,a tal punto que algunos grupos pueden ser considerados como comunidades de

    vida. Es comn que varios de sus integrantes compartan la misma vivienda o vivanen el mismo barrio y coincidan en los mismos espacios y tiempos de ocio; demodo que la cercana es, adems de un potente factor de cohesin, un modo dediluir las distancias entre amistad y militancia, crendose un clima de fraternidadque suele ser reafirmado en los encuentros-convivencia a nivel regional o federal.De ms est decir que esta forma de vivir la militancia, va de la mano de una ticade la coherencia que no admite la separacin entre palabras y hechos (militan con-tra el doble discurso), entre la vida personal y la colectiva, y tambin entre quienestoman decisiones y quienes las ejecutan, aspectos que marchan a contracorriente

    de la cultura poltica hegemnica, incluso en los partidos de izquierda.En la situacin de reflujo que se instala a partir de 2006, el movimiento ingre-s en un denso, y muchas veces tenso, proceso de reflexin, procurando entenderqu haba fallado en la lucha contra las tarifas (Saraiva, 2010: 70). Desde elinterior del MPL de So Paulo, por ejemplo, se sinti que el no haber podido frenarlos aumentos de 2006 y la falta de propuestas sobre cmo continuar la lucha, tuvoun fuerte impacto interno: Los militantes se sintieron estafados, exhaustos, variaspersonas se apartaron y el movimiento entr en una larga fase de reestructuracin(Legume y Toledo, 2011). Ese perodo se extiende hasta 2010, con variacionessegn regiones y ciudades.

    La adopcin del objetivo estratgico de la tarifa cero fue apenas uno delos virajes del movimiento. Los dems irn en el mismo sentido: la profundi-zacin de su carcter popular y anticapitalista. Despegarse de la consigna depasaje gratuito fue tambin un modo de ir ms all del movimiento estudiantilpara levantar una propuesta que involucra a toda la poblacin. La formacin degrupos de estudio y el asesoramiento de tcnicos militantes como Gregori, lepermitieron al MPL profundizar sus conocimientos sobre el transporte y la ciu-dad, comprender mejor las consecuencias polticas de la existencia de ciudadessegregadas en lo espacial y racial, y asumir la insercin del movimiento en una

    larga historia de luchas y revueltas contra los aumentos de tarifas con expresio-nes notables entre 1974 y 1981 en Rio de Janeiro, So Paulo, la Baixada Flau-minense, las ciudades satlites de Brasilia y Salvador (Filgueiras, 1981; Ferreira,2008). Todo esto le permiti al MPL convertirse en referencia en el debate sobreel transporte y sobre el derecho a la ciudad, que es el ncleo de la propuestasobre la tarifa cero.

    Un segundo viraje tendr repercusiones an ms profundas ya que se rela-ciona con el carcter de clase y con el modo de sentir las opresiones. En Brasi-lia, desde 2007 y 2008 el MPL cada vez hace ms trabajos en las escuelas se-

    cundarias y los barrios de las periferias, reflexiona el militante Paque DuquesLima (Zibechi, 2013). En So Paulo el MPL percibi que necesitaba diversificarsus frentes de actuacin iniciando trabajo en algunas comunidades, con desta-que en la Zona Sur, la ms pobre de la ciudad (Legume y Toledo, 2011). Sinembargo, cuando comenzaron a trabajar en las periferias urbanas encontraronuna poblacin que resista los desalojos por la especulacin inmobiliaria y la

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    Copa del Mundo de 2014, involucrada en asociaciones comunitarias, en partidospolticos, organizaciones no gubernamentales y tambin en el trfico de drogas.Como seala Duques desde Brasilia, el mismo camino hicieron los Comits Po-

    pulares de la Copa que empezaron a tener fuerza en las remociones de barriosenteros (Zibechi, 2013).

    Esa opcin implic tambin cambios en la integracin del movimiento. Si enSo Paulo el trabajo en las periferias le otorg mayor legitimidad al MPL, en Brasi-lia hubo una verdadera mutacin de clase y de raza: mientras los fundadores eranjvenes de clase media y media baja y la presencia de negros era excepcional,despus de 2008 aparecen jvenes oriundos de las ciudades en torno de Brasilia(Guar, Taguatinga, So Sebastio, Ceilandia y Samambaia), de familias pobres yuna mayor presencia de negros (Saraiva, 2010: 85). Es el tipo de personas que no

    encuentran su lugar en una institucin formal, sea un partido de izquierda, unaentidad estudiantil o un sindicato.La identidad del movimiento se expresa, desde este punto de vista, en el po-

    sicionamiento contra un conjunto de opresiones de clase, de gnero, de raza y,aunque no lo explicitan, tambin generacionales. En suma, un rechazo a todas lasopresiones, lo que supone que en las actividades procuran evitar la clsica divisindel trabajo en funcin de los gneros y del color de piel. El MPL comienza a refle-jar en su composicin el compromiso con los ms pobres, los negros, las mujeres ylos que no tienen acceso al transporte y a la ciudad. Negros y pardos (o mestizos),

    sujetos a un mismo sistema de discriminacin, se acercaron al movimiento por veren l una interlocucin con sus luchas y porque los negros que integraban el MPLparticipaban en las acciones del movimiento anti-racista1.

    Para 2010, cuando comienzan a reactivarse los movimientos urbanos, el MPLera una organizacin nacional implantada en las principales ciudades, con vn-culos fluidos con otros movimientos, convertido en referencia en el debate sobretransporte y reforma urbana. Contaba con miles de militantes formados y experi-mentados que en cinco aos realizaron cientos de acciones de calle (desde peque-os actos testimoniales hasta manifestaciones de 10 mil personas), volanteadas,ocupaciones de edificios pblicos y de predios, tomas de terminales de autobuses,cortes de calles y autopistas, y contaban con medios de comunicacin en los quese informaban cientos de miles de brasileos. Era un movimiento relativamentepequeo, pero en modo alguno marginal, como lo demuestra el hecho de que allanzar la campaa Tarifa Zero en 2011 participaron personalidades tan conocidascomo la ex alcaldesa de So Paulo, Luiza Erundina2.

    Las formas de accin trascendieron las fronteras del movimiento y fueron asu-midas por otros grupos y movimientos que estaban haciendo un proceso similar.Duques reflexiona que la formacin del MPL forj una cultura de accin polticaque se desarroll ms all de su propia lucha, porque su experiencia organizativa

    influy a militantes involucrados en otro tipo de acciones no vinculadas al trans-porte pblico (Duques, 2013: 7). Esa nueva cultura de lucha y de organizacinnaci lejos de las instituciones, en espacios sociales relativamente autnomosque es donde puede nacer un discurso oculto y donde se fraguan las culturasdisidentes, como seala Scott. Al analizar la relacin discurso oculto-espacio

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    social, destaca la dilucin de la frontera entre teora y prctica, presente en co-lectivos como el MPL: Como la cultura popular, el discurso oculto no existe enforma de pensamiento puro; existe slo en la medida en que es practicado, articu-

    lado, manifestado y diseminado dentro de los espacios sociales marginales (Scott,2000: 149).

    Sin embargo, el MPL no es slo un colectivo que expresa la cultura juvenilalternativa o rebelde y las culturas de los habitantes de las periferias, es una or-ganizacin con principios y con perspectivas estratgicas, como qued claro apartir del segundo encuentro celebrado en julio de 2005 en Campinas (De Moura,2005). El movimiento se construy como un conjunto de luchadores y lucha-doras anticapitalistas con mecanismos eficientes de resistencia a la dominaciny la cooptacin burocrtica o de mercado (Duques, 2013: 19). En la fragua de

    esa organizacin intervinieron varias culturas, desde el hip hop y las camadaspopulares hasta los modos impulsados por la principal organizacin de lucha deBrasil, el MST, pasando por las reflexiones que provienen del zapatismo y de otrosmovimientos contra la globalizacin. Aunque an no ha sido estudiado en detalle,la impresin es que ninguna de las diversas vertientes es hegemnica al interior delos grupos que conforman el MPL.

    En el movimiento existen tambin reflexiones originales nacidas al calor de lar-gos debates y de la lectura de las experiencias que se sucedieron desde las revuel-tas de Salvador y Florianpolis. Leo Vinicius, militante del MPL de Florianpolis yautor de uno de los libros que circul ampliamente en el movimiento, reflexionde este modo sobre la necesidad de que exista una direccin en el momento enque se producen las luchas:

    Cuando hablo de direccin no hablo de mando y de obediencia, ni de manipulacin de las ma-sas. Hablo de un grupo que piensa, planifica, discute y estudia las cuestiones sociales en torno allevantamiento popular, as como el da a da del levantamiento, para alcanzar las reivindicacionesdel movimiento [] La buena direccin y la direccin posible, en estos casos, es la que sabe jugar,componer y crear con las prcticas producidas de forma autnoma por la movilizacin social(Vinicius, 2005: 60-61).

    Estamos, entonces, ante grupos de base integrados por militantes-investigado-res o militantes-intelectuales que tienen capacidad para organizar, trabajar consectores populares, definir proyectos y estrategias para construir una fuerza socialque promueva cambios desde abajo. Este conjunto de rasgos son los que permitenhablar de una nueva cultura poltica, o cultura de luchas y de organizacin, quenaci en Brasil en la primera dcada del siglo XXI, se fue consolidando en peque-as y medianas batallas y estall masivamente en junio de 2013.

    Los Juegos Panamericanos como ensayo general

    La poblacin tiene la ilusin de que va a lucrar con los eventos de la Copa, perola verdad es que ser brutalmente reprimida, dijo Roberto Morales, asesor deldiputado Marcelo Freixo, del Partido del Socialismo y la Libertad (PSOL), un ao ymedio antes de la realizacin de la Copa de las Confederaciones (Zibechi, 2012b).

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    Morales participa en el Comit Popular da Copa que fue creado durante los JuegosPanamericanos celebrados en Rio de Janeiro en 2007, cuando la poblacin co-menz a resistir los traslados forzosos.

    La experiencia de los Juegos Panamericanos fue decisiva para convencer a losmilitantes comprometidos con los sectores populares y a una parte de la pobla-cin, del desastre que se avecinaba. En los aos siguientes la ciudad deba albergarcuatro megaeventos deportivos que introducen cambios de larga duracin en laestructura urbana afectando sobre todo a los sectores populares: los Juegos Mun-diales Militares de 2011, la Copa de las Confederaciones en 2013, la Copa delMundo 2014 y los Juegos Olmpicos 2016.

    Para el Comit Popular da Copa de Rio, los Juegos Panamericanos fueron undivisor de aguas ya que mostraron la debilidad del gobierno brasileo para esta-

    blecer un proceso de gestin democrtica y transparente de los gastos pblicos yde abrir un espacio de interlocucin efectiva con la sociedad sobre el legado delos Juegos (Comit Popular da Copa e Olimpadas do Rio de Janeiro, 2012). Parael movimiento social los juegos fueron la oportunidad para crear una amplia yestable coordinacin que rompi el localismo y la fragmentacin.

    En efecto, en Rio exista una extrema fragmentacin de los movimientos ur-banos, tanto los estudiantiles como los territoriales, divididos estos en cuatro gran-des articulaciones nacionales y por lo menos dos locales, adems de varias orga-nizaciones no gubernamentales que trabajan con sectores populares (Marques, DeMoura y Lopes, 2011: 242). Segn este trabajo, en 2006 comenzaron a realizarsemanifestaciones y acciones de calle en relacin a los Juegos Panamericanos y encontra de los desalojos forzados para la construccin de infraestructuras y centrosdeportivos. El trabajo destaca que entre abril de 2006 y octubre de 2007 se reali-zaron, slo en Rio, 45 manifestaciones en relacin a los Juegos, que se llevaron acabo en julio (Marques, De Moura y Lopes, 2011: 245).

    En una primera etapa, entre abril de 2006 y abril de 2007, las manifestacionesestaban convocadas por colectivos afectados directamente por las obras, en gene-ral asociaciones de vecinos apoyadas por asociaciones profesionales (gegrafos enparticular), ediles municipales, el MST, la asociacin de favelas de Rio y la Orden

    de Abogados de Brasil (OAB). Adems de las actividades de calle se realizaronencuentros y seminarios sobre los legados de las obras, enfatizando que benefi-cian al sector privado pero son financiadas con fondos pblicos y perjudican a losms pobres. La respuesta de la poblacin fue importante. En So Paulo se realizel seminario Ciudad, un derecho de todas las personas el 25 de marzo, apenastres meses antes de los Juegos, con la asistencia de cinco mil activistas, el apoyodel MST, las centrales Conlutas e Intersindical, el PSOL y el PSTU (Marques, DeMoura y Lopes, 2011: 247).

    El 1 de mayo de 2007, ms de 40 organizaciones convocaron un acto en una

    favela amenazada por desalojo, entre las que destacan las organizaciones socialesy polticas que ya se venan movilizando, a las que se fueron sumando varios gru-pos de la ciudad. La coordinacin realiz numerosas manifestaciones ese ao ydecidi la realizacin de un acto el da de la apertura de los Juegos, el 13 de julio.En la organizacin de la actividad participaron ms de cien militantes de ms de60 grupos y el da de la inauguracin de los Juegos ms de 1.500 manifestantes

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    desafiaron el clima de miedo instaurado en la ciudad. En el estadio Maracan,Lula fue abucheado seis veces y no pudo leer el discurso de apertura de los Jue-gos, mientras en el exterior se manifestaron pequeos grupos (Folha de So Paulo,

    2007).La coordinacin se mantuvo en la resistencia a las demoliciones de viviendas

    en favelas, en la evaluacin de las acciones del ao y para planificar los trabajos decara a 2008. La plenaria de movimientos en torno a los Juegos Panamericanos esconsiderada un factor fundamental en la construccin de una red de articulacinde luchas y movimientos (Marques, De Moura y Lopes, 2011: 247-252).

    El Comit Popular de la Copa y Olimpadas de Rio y la Articulacin Nacionalde los Comits Populares de la Copa recogieron y amplificaron esa experiencia.Se crearon comits en las doce ciudades donde se realizarn partidos del Mundial

    de 2014, donde se construyen obras que afectan en total a unas 170 mil personas.El dossier titulado Megaeventos y violaciones a los derechos humanos en Brasil,detalla desde la vulneracin del derecho a la vivienda y a las leyes laborales en lasobras hasta la falta de estudios de impacto ambiental. Los Comits Populares handetectado una suerte de patrn que se repite en todas las ciudades donde habrdesalojos: La falta de informacin y notificacin previa generan inestabilidad ymiedo con relacin al futuro, lo que paraliza a las familias y las coloca a mercedde los poderes o los especuladores, seala el informe de los Comits Populares(Articulao Nacional dos Comits Populares da Copa, 2011: 8)

    El dossier afirma que en 21 villas y favelas de siete ciudades que sern sedesdel Mundial, el Estado est aplicando estrategias de guerra y persecucin, comoel marcado de casas con tinta sin explicaciones, la invasin de domicilios sin man-datos judiciales, la apropiacin indebida y destruccin de inmuebles, adems deamenazas y corte de los servicios y otras acciones de intimidacin (ArticulaoNacional dos Comits Populares da Copa, 2011: 11). La totalidad de los afectadosviven en reas de bajos ingresos y cierta precariedad o informalidad.

    Los Comits Populares realizaron, al igual que el MPL, un profundo trabajode investigacin y una amplia y masiva difusin de sus resultados, en los quedestacan con datos precisos, que las grandes obras para los megaeventos sern

    realizadas por un puado de empresas constructoras que se beneficiarn con laprivatizacin de las arenas que explotarn durante muchos aos. El conjunto deobras en marcha (autopistas, aeropuertos, estadios y transporte) les permite con-cluir que est siendo vulnerado el derecho a la ciudad, conclusin similar a la queelabor el MPL.

    La movilizacin y la denuncia, as como el trabajo junto a las comunidadesafectadas, es la otra vertiente de los Comits Populares. En las grandes ciudades elclima comenz a cambiar hacia 2010. En marzo de ese ao se celebr el ForumSocial Urbano en Rio, a partir del cual la coordinacin de movimientos contra los

    megaeventos se consolid. En 2011, slo en Rio los Comits Populares realizarontrece actividades pblicas, algunas de varios das de duracin: manifestaciones,audiencias pblicas, seminarios, acompaamiento de las comunidades afectadas,y una marcha hasta el local donde se sortearon los grupos de las eliminatorias delMundial 2014 (Comit Popular da Copa e Olimpadas do Rio de Janeiro, 2012:77).

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    Un sntoma claro del cambio de clima se puede rastrear en el escenarioelectoral de Rio de Janeiro. El militante del PSOL Marcelo Freixo fue electo dipu-tado del estado en 2006 con 13.500 votos. En los aos siguientes asumi la pre-

    sidencia de la Comisin de Derechos Humanos del parlamento de Rio, y presidilas comisiones parlamentarias que investigaron las milicias y el trfico de armasen la ciudad. Por su trabajo contra la corrupcin y las mafias y su apoyo a lossectores populares, fue reelecto en 2010 con 177 mil votos. Pero lo ms notablefue su campaa en las elecciones municipales de 2012, en las que fue candidatoa alcalde. Con muy pocos minutos de publicidad en la televisin y sin medioseconmicos, Freixo se apoy en las redes sociales juveniles y en artistas popularescomo Caetano Veloso y Chico Buarque, y fue apoyado por personalidades comoFrei Betto. Eligi como candidato a vicealcalde a Marcelo Yuka, ex-baterista de

    una banda de rap que fue baleado en un asalto y qued parapljico. Al acto finalacudieron 15 mil personas bajo una fuerte lluvia. Caetano Veloso dijo que noparticipaba en un acto poltico desde 1989, cuando apoy la campaa de Lula ala presidencia. Estoy aqu como habitante y elector de Rio de Janeiro para decirsencillamente de la alegra y el honor de poder votar por un candidato como Mar-celo Freixo, que es la dignificacin de la poltica brasilea. Freixo consigui msde 900.000 votos, el 28% del electorado (O Globo, 2012).

    Las obras del Mundial 2014, que se estrenaron durante la Copa de las Confe-deraciones 2013, son probablemente las que ms rechazos provocaron, incluso

    entre los deportistas. El estadio de Maracan focaliz buena parte de las crticas,quiz por ser el mayor emblema deportivo y futbolstico del pas. Las obras para suremodelacin duraron tres aos, ms que su construccin, y demandaron ms de600 millones de dlares, el doble que el estadio Soccer City donde se jug la finaldel Mundial 2010. El mtico estadio fue cedido por 35 aos a un consorcio dondeOdebrecht, la principal constructora brasilea que realiza enormes donaciones alos partidos polticos y en particular al PT, detenta el 90% de las acciones (ComitPopular da Copa e Olimpadas do Rio de Janeiro, 2013: 54)

    Para la poblacin quiz sea ms importante su exclusin del ftbol que el costototal de las obras. La final del mundial de 1950 en un Maracan recin inaugura-do, fue seguida por 203 mil espectadores que representaban el 8,5% de la pobla-cin de Rio de Janeiro. Las entradas a las localidades generales y a las popula-res, donde asistan los sectores populares, representaban el 80% del pblico total.Luego de varias remodelaciones su aforo se redujo a 75 mil personas, menos del1% de la poblacin de la ciudad. La elitizacin de un deporte tan popular como elftbol, se puede visualizar en la reconstruccin de Maracan para adaptarse a lasexigencias de la FIFA. Se convirti en una especie de teatro con sillas numeradasen las que no se puede seguir el partido de pie, se suprimieron los espacios decreacin colectiva de las hinchadas, bullangueras y desordenadas, y en su lugar

    slo queda la posibilidad de coreografas como las olas y el despliegue ordenadode minibanderas individuales. El objetivo es que sea una arena multiuso capazde albergar recitales musicales y shows del ms diverso tipo, por lo cual sobre losgraderos se construyeron camarotes con una amplia visin del campo, con vidriosque separan a los asistentes VIP del resto de los espectadores, con bares, televisin

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    y aire acondicionado y suelen ser rentados por empresas que invitan a sus sociosy funcionarios que pueden llegar directamente en auto a travs de una rampa sintener que soportar el menor contacto con la multitud (Articulao Nacional dos

    Comits Populares da Copa, 2011: 11-12).Las entradas son mucho ms caras que en mundiales anteriores: las categoras

    1, 2 y 3 tienen un costo de 203, 192 y 112 dlares, frente a 126, 75 y 57 dlaresen el Mundial 2006 en Alemania y 160, 120 y 80 en Sudfrica 2010. Slo laslocalidades de categora 4 son ms econmicas que en Alemania (25 frente a45 dlares) pero ms caras que en el ltimo mundial (Comit Popular da Copae Olimpadas do Rio de Janeiro, 2013: 59). Adems se demolieron instalacionesconstruidas para los Juegos Panamericanos de 2007, como el veldromo, porqueno se adecuaba a las exigencias de la federacin mundial de ciclismo y tampoco

    se usar el Parque Acutico construido para esa ocasin, obras que en conjuntodemandaron cincuenta millones de dlares del Estado.En 2011 sesenta deportistas de primer nivel crearon la asociacin Atletas pela

    Cidadania, entre ellos personajes muy populares como los futbolistas Kak, Dun-ga, Daniel Alves y Cafu3, para debatir el legado deportivo y social que tendrnlos megaeventos. Durante la campaa electoral municipal de 2012, la asociacinconsigui que los candidatos a las alcaldas en once ciudades se comprometierancon el legado social de los eventos deportivos. Poco antes de que estallaran lasgrandes manifestaciones durante la Copa de las Confederaciones, en el mes deabril, 57 deportistas de las ms variadas disciplinas firmaron un manifiesto contrala demolicin del Complejo Maracan, que incluye piscinas, pistas de atletismo,una escuela municipal y el Museo del Indio, para construir estacionamientos ycentros comerciales. La declaracin dice: Hoy la realidad es triste. No hay plani-ficacin de largo plazo y valoracin del deporte, sino solamente de las construc-ciones y las inversiones en infraestructura (Atletas pela Cidadania, 2013).

    Quiz la mejor sntesis de lo que vieron y sintieron muchos brasileos ante lamultitud de obras para el mundial sea la que describen los Comits Populares: Losestadios histricos estn siendo destruidos para renacer en forma de centros deconsumo y turismo, parecidos a los shopping-center. Las entradas en los campeo-

    natos nacionales y estatales son cada vez ms caras, fuera del alcance del hinchatradicional (Comit Popular da Copa e Olimpadas do Rio de Janeiro, 2013: 53).

    Debatir el carcter de las movilizaciones de junio

    Siguiendo la trayectoria de los nuevos movimientos urbanos, las masivas mani-festaciones de junio no pueden resultar sorprendentes. Llama la atencin, cier-tamente, la masividad y la duracin de las protestas, la radicalidad de muchosmanifestantes pero no la certeza de las denuncias y reclamos, tanto los referidos al

    aumento del transporte como a las crticas contra la Copa de las Confederaciones.A partir de la breve reconstruccin del trabajo de dos movimientos urbanos

    como el MPL y los Comits Populares, me parece oportuno destacar algunas ca-ractersticas de las movilizaciones de junio, con la intencin de cuestionar el sen-tido comn instalado para contribuir a profundizar un debate sobre la actual etapa

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    de las luchas populares. No mencionar, por tanto, ni al gobierno ni a la oposi-cin, ni a la derecha ni a la izquierda, ni siquiera el sistema poltico, no porque nosean relevantes sino porque apuesto a comprender lo que la gente hace desde la

    propia gente, no por instancias o instituciones externas. No ignoro las limitacionesde un anlisis de este tipo, pero cuando millones salen a las calles no me pareceticamente adecuado explicar las decisiones que toman como si respondieran aestmulos externos. Sera un modo colonial de pensar. Como sostiene el fundadorde la escuela de estudios poscoloniales, Ranahit Guha, el campesino saba lo quehaca cuando se sublevaba (Guha, 2002: 104).

    -No hubo espontaneidad sino masificacin de movimientos. Desde 2003 cadavez que hubo un aumento del precio del pasaje se realizaron manifestaciones,concentraciones, bloqueos de avenidas y calles, destruccin de molinetes, ruptura

    de autobuses y ocupaciones de terminales de transporte. Hubo incluso grandesrevueltas, como las de Salvador en 2003 y Florianpolis en 2004 y 2005. Ese con-junto impresionante de acciones de calle convocadas por el MPL durante ochoaos, legitim la protesta y la rebelin contra los aumentos y estabeci la costum-bre de movilizarse ante los precios abusivos del transporte, los ms caros del mun-do4. En la conciencia de muchos jvenes y de habitantes de las grandes ciudadesse instal el binomio aumento-protesta.

    Respecto a los megaeventos deportivos, aspecto poco resaltado por los mediosy los analistas que concentraron sus bateras en el transporte ya que fue el deto-nador de las manifestaciones, los Comits Populares consiguieron instalar en lasociedad la percepcin de que las ciudades estn siendo rediseadas para la es-peculacin y el beneficio de unos pocos. Lo ms importante, empero, es que mo-vilizaron a una parte de la sociedad y marcaron un camino, al igual que el MPL.Los Comits Populares empezaron a tener fuerza en las remociones de barriosenteros, seala Duques Lima, militante del MPL (Zibechi, 2013). Seis meses antesde las movilizaciones de junio pude compartir con militantes de los Comits Popu-lares su trabajo con los habitantes de Vila Autdromo y del Morro da Providencia,en Rio de Janeiro, donde se estn produciendo derribos de viviendas y amenazasde desalojos (Zibechi, 2012a).

    Entre marzo de 2011 y mayo de 2013 los comits realizaron 78 actividadesslo en Rio de Janeiro. De ellas hubo 15 acciones de calle y manifestaciones queincluyeron una amplia campaa de defensa del estadio de Maracan con el lemaO Maraca nosso, en la que artistas populares como Chico Buarque aparecieronen los medios luciendo camisetas con esa frase. Hubo cuatro actos de protestafrente a Maracan, incluyendo dos marchas hasta el estadio y una concentracinel da de su reapertura (Comit Popular da Copa e Olimpadas do Rio de Janeiro,2013: 113-124).

    En rigor, lo nuevo fue la cantidad de personas que hicieron ms o menos lo

    mismo que venan haciendo los militantes desde tiempo atrs. En junio hubo doshechos importantes que deben ser destacados: se produjo un desborde populardesde abajo y se registr una reaccin de solidaridad e indignacin contra la re-presin policial. Ni el desborde ni la solidaridad pueden considerarse como es-pontanesmo. Siguiendo a Gramsci, Guha sostiene que no hay lugar para la pura

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    espontaneidad en la historia y que considerar que las rebeliones populares sonespontneas es una actitud elitista, porque convierte la movilizacin de los deabajo en dependiente por completo de la intervencin de lderes carismticos,

    de organizaciones polticas avanzadas o de las clases altas (Guha, 2002: 98).Si sumamos a esas consideraciones el supuesto papel de las redes sociales y laintervencin de la derecha en las movilizaciones, podemos completar un abanicoanaltico elitista y distanciado de la realidad.

    -Se trata de una lucha anticapitalista. La FIFA es una de las mayores multinacio-nales del mundo, dirigida por una camada de empresarios corruptos. Tiene tantopoder que impone a los pases una legislacin especial que le concede privilegiosen la venta de productos, exenciones fiscales y suspende las actividades comercia-les de empresas que no estn autorizadas por la FIFA. Luego de aos de debates, la

    Ley General de la Copa fue aprobada el 5 de junio de 2012 pero el Ministerio P-blico Federal alega, un ao despus, que varios artculos son inconstitucionales ysolicita al Supremo Tribunal Federal que intervenga (O Estado de So Paulo, 2013).Las manifestaciones hacia los estadios en el momento en que se jugaban partidos,como sucedi en varios casos, deben ser consideradas como un desafo explcitoy directo a la legislacin negociada por el gobierno y la FIFA.

    Pero el aspecto fundamental que muestra el carcter anticapitalista de las movi-lizaciones de junio y de los movimientos que son su sustrato, es la resistencia a laacumulacin en torno a los megaeventos y las megaobras, un modelo que pode-mos denominar como extractivismo urbano. En respuesta, la Tarifa Zero garantizael acceso a derechos sociales como la salud, la educacin y la cultura, el derechoa poder moverse por la propia ciudad, y a partir de eso conocerla, reflexionar so-bre ella y producir las herramientas para transformarla (Legume y Toledo, 2011).

    Otro militante del MPL, Marcelo Pomar, sostiene que desmercantilizar el trans-porte y convertirlo en servicio pblico esencial cuyo costo debe ser asumido porquienes se benefician del flujo de mercancas y personas, debe llevar al movimien-to a proponer una profunda reforma tributaria. El precio del autobs es un sofisti-cado mecanismo de control social, dice Pomar, funcional al objetivo de la clasedominante de enclaustrar a los sectores populares en las favelas y en las periferias

    (Coletivo Maria Tonha, 2013).Romper ese mecanismo de control, modificar el lugar que tiene reservada la

    clase dominante para los de abajo, no es una lucha anticapitalista? El MPL sostie-ne que la Tarifa Zero es una lucha de todos y cambia todo, un medio de subvertirel orden de los transportes y toda la estructura de la ciudad. La movilidad urbanaes puesta en cuestin por la segregacin espacial, social, racial y de gnero, a talpunto que las personas que viven en las ciudades satlites de Brasilia y trabajan enel Plan Piloto (la ciudad planificada y central), sienten que a medida que avanzala noche se les impone una especie de toque de queda en la ciudad, que afecta a

    aquellos que dependen de transporte colectivo (Saraiva, 2010: 99).Las grandes obras para el Mundial y las Olimpadas van en la misma direc-cin. La poblacin pobre de Rio est siendo desplazada hacia las periferias nortey oeste mientras se convierte el centro de la ciudad en espacio para el turismo ylos negocios, con la construccin del Puerto Maravilla para que atraquen crucerosy los turistas visiten el Morro da Providencia en telefrico sin ser molestados por

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    los que an sigan viviendo en la favela. Los megaeventos son un momento crucialpara imponer un proyecto de ciudad que crea nuevas centralidades, refuerza otrasy convierte los barrios pobres en zonas de sacrificio, en el entendido que los

    sacrificados son sus habitantes.Cmo no considerar la lucha contra la especulacin inmobiliaria como parte

    de la lucha anticapitalista? Reconocer que los de abajo tienen conciencia de qui-nes son, qu lugar ocupan en el sistema y qu pueden hacer para modificarlo, esel mejor camino para comprender sus rebeliones. Porque reducir lo conscientea lo organizado, lo que tiene objetivos definidos y un programa para alcanzarlosimplica identificar la consciencia con los propios ideales y normas polticas, deforma que la actividad de las masas que no cumplen estas condiciones puedecaracterizarse como inconsciente, y por lo tanto prepoltica (Guha, 2002: 99).

    -Estamos ante un conjunto de movimientos urbanos por el derecho a la ciudad.Los principales movimientos populares de Brasil fueron, desde la Colonia, movi-mientos rurales ya que en esas reas se afincaba la resistencia al sistema. Ahora lasresistencias se estn concentrando en las ciudades. Los principales movimientosurbanos (MPL, MTST, Comits de la Copa, CMI, y otros) encarnan algo similar a lalucha por la reforma agraria, que es la lucha por la reforma urbana. El latifundioy el agronegocio son el equivalente en la ciudad a la segregacin espacial y laespeculacin inmobiliaria.

    Dos aspectos deberan ser destacados. El primero es que son movimientos denuevo tipo, nacidos en el mismo perodo en que el PT lleg al gobierno y, por lotanto, se enfrentan a una nueva configuracin del poder estatal. Se trata de unaalianza entre la direccin del PT y la burguesa brasilea, con la cual el gobiernono slo tiene excelentes relaciones sino comparte con ella un proyecto de pas yun modo de situarse en la regin y en el mundo. En segundo lugar, en el sector fi-nanciero se ha incrustado un grupo social que proviene del movimiento sindical atravs de su participacin en los fondos de pensiones y en la direccin del BNDES,el principal banco de fomento del mundo (Zibechi, 2012c).

    Las luchas que han surgido en los ltimos aos en Brasil, desde la resistencia alas hidroelctricas como Belo Monte hasta el transporte gratuito y los megaeven-

    tos, enfrentan un modo de gobernar diferente al que desafiaron los movimientosanteriores. Mucho ms complejo, por cierto, ya que la evidente disminucin dela pobreza perpeta un tipo de desigualdad que no es posible medirla cuantitati-vamente porque incluye dimensiones menos evidentes y no es visualizada comoparte de la opresin sistmica, como la segregacin espacial, racial, clasista, degnero y generacional. A veces son necesarias grandes revueltas para romper lasrutinas que impiden visibilizar las opresiones.

    La nueva configuracin del poder en Brasil enfrenta a los movimientos a op-ciones dramticas. El 24 de junio el Batalln de Operaciones Policiales Especia-

    les (BOPE) entr disparando sus armas al Complexo da Mar, el grupo de favelasms poblado de la ciudad, con un saldo de nueve muertos, ocho pobladores y unpolica. Sin embargo, la jornada de movilizaciones convocada el 11 de julio porlos sindicatos no incluy en su larga lista de reivindicaciones ninguna mencin ala masacre de Mar ni a la brutalidad policial. La periodista Eliane Brum publicuna larga nota donde dice: Brasil no cambiar mientras la clase media sienta ms

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    los heridos de la Paulista que los muertos de Mar y recuerda que mientras en elcentro la polica dispara balas de goma en los barrios son de plomo y que en vezde heridos, hay muertos (Blum, 2013).

    -Una nueva cultura poltica. Cuando surge una cultura poltica lo hace contrala cultura hegemnica de la cual necesita diferenciarse. En este caso parece evi-dente que los modos de lucha y de organizacin que nacieron hacia el fin de ladictadura con la creacin de la CUT y del PT, ya no pueden dar respuesta a losdesafos que plantean las luchas antisistmicas. Recordemos que las revueltas de2003 y 2004, y la fundacin del MPL en 2005, rechazaron de plano la culturaorganizacional burocrtica y para ello destacaron la horizontalidad, o sea una di-reccin colectiva y no individual, el consenso para que no se consoliden mayoras,y la autonoma del Estado y los de los partidos.

    Hasta ahora las organizaciones moldeadas por esta cultura han mostrado susdistancias con el sector mayoritario del movimiento sindical pero han podido co-laborar con los sindicatos ms combativos y con otras organizaciones que respon-den a patrones distintos de organizacin y formas de hacer. Respecto al MST, laprincipal organizacin de lucha en Brasil, buena parte de los grupos urbanos naci-dos en la ltima dcada se inspiran en su larga experiencia y han tomado algunasde sus formas de lucha adaptndolas al medio urbano. El principal contraste entreambas culturas consiste en las diferentes formas organizativas, en particular en lorelativo a la horizontalidad.

    En los prximos aos puede darse una aproximacin entre el MST y los nuevosmovimientos urbanos si ambos pueden confluir en luchas concretas, como ha su-cedido en algunos casos. Sera un paso decisivo para impulsar las luchas polticasy sociales en Brasil, incluso un buen aliciente para los dems movimientos delcontinente, ya que permitira articular las dos principales vertientes emancipatorias(la rural y la urbana) y, probablemente, producir un salto cualitativo en las luchasantisistmicas.

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    Notas

    1. Comentario de Paque Duques Lima al texto.2. Slo en Brasilia pasaron entre 200 y 300 militantes por el MPL. La permanente entrada y salida de personaspuede haber facilitado la difusin de su cultura poltica hacia otros sectores de la sociedad.

    3. Respectivamente: Ricardo Izecson dos Santos Leite, actual jugador del Real Madrid y de la seleccinnacional; Carlos Caetano Bledorn Verri, campen mundial en 1994 y ex tcnico de la seleccin nacional;Daniel Alves da Silva, jugador del Barcelona; Marcos Evangelista de Moraes, ex jugador de la seleccinnacional.4. Un clculo sobre los minutos de trabajo necesarios para pagar un pasaje de autobs, en base al salariomedio en doce ciudades del mundo, coloca a So Paulo y Rio de Janeiro como las ciudades donde el transportees ms caro: 13,9 y 12,7 minutos de trabajo respectivamente, frente a 5,5 en Madrid, 6,3 en New York, 6,2 enPars y 1,4 en Buenos Aires (Folha de So Paulo, 2013).

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    As rebelies de

    junho de 2013

    RICARDOANTUNES

    Professor de sociologia do IFCH/UNICAMP.

    Coordina las colecciones Mundo do Trabalho(Boitempo) y Trabalho e Emancipao (ed.

    Expresso Popular). Es investigador del CNPq.

    ..as percepes humanas aguam-se estranhamente quando... a multido de repente

    torna-se ela mesma justiceira do caso.

    Herman Melville O Vigarista

    Uma exploso inesperada?

    As revoltas e rebelies que sacudiram o Brasil em Junho de 2013 entraro para ahistria do Brasil como um momento especial. Elas principiaram em 6 de junho,com uma pequena passeata em So Paulo, com aproximadamente 2 mil pessoas,contra o aumento das tarifas no transporte pblico, convocadas pelos jovens doMovimento do Passe Livre (MPL).

    No se tinha, ento, a menor idia de que o Brasil vivenciaria um levante socialque s teve similar ao menos no que concerne sua amplitude, ainda que sob

    formas bastante diferentes na campanha pelo impeachment de Collor em 1992 ena Campanha pelas eleies diretas em 1985, ainda sob a ditadura militar.

    Seguiram-se, ento, manifestaes dirias, que atingiram seu ponto culminanteem 17 de junho, com mais de 70 mil participantes em So Paulo, dezenas de mil-hares no Rio de Janeiro, Porto Alegre, Belo Horizonte, etc., em praticamente todasas capitais do pas, das grandes s pequenas cidades, do centro s periferias, numaexploso popular que balanou os pilares da ordem. Em 20 de junho, quase 400cidades, incluindo 22 capitais, saram em manifestaes e passeatas. O pas dacordialidade mostrava, uma vez mais, que sabe tambm se rebelar. A exploso

    chegou a praticamente todos os rinces do pas. Depois desses levantes de junho,tem havido manifestaes as mais diferenciadas, localizadas, nas estradas, perife-rias, bairros, centros urbanos, greves, numa mirade de manifestaes (protestos)onde os descontentamentos so diversos, mas sempre presentes.

    O que causou os levantes de junho de 2013?

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    O Fim da letargia e o transbordamento dos mltiplosdescontentamentos

    As manifestaes que comearam em junho e continuam em parte de julho, se-guindo-se, ainda que de modo bastante diferenciado nos meses que se seguem,tiveram em sua origem causas vrias. Comearam, como dissemos acima, comas aes do Movimento Passe Livre, depois foram se ampliando, at atingiremmanifestaes multitudinrias, com dezenas e centenas de milhares de pessoas,chegando, no momento de auge, a mais de 2 milhes de manifestantes no conjun-to do pas. Depois, entramos em julho, com manifestaes mais localizadas, umatentativa de greve geral, mas praticamente todos os dias h ainda expresses dasmobilizaes populares.

    preciso, para entender as causalidades destes movimentos, apresentar ao me-nos trs ou quatro pontos que me parecem centrais. O primeiro uma causalidadeinterna, motivada pela percepo de que o projeto que vem se desenvolvendono Brasil desde a dcada de 90 (com FHC, depois levemente alterado, mas nosubstantivamente, pelos governos Lula e Dilma), voltado ao desenvolvimento ca-pitalista financeirizado e mundializado, sedimentado em privatizaes, supervitprimrio e desregulamentao dos capitais, portanto, tendo os interesses do gran-de capital como prioritrios, vem causando profundo mal-estar social.

    E podemos dizer que tal processo de desenvolvimento chegou prximo sua

    exausto. A populao no suporta mais o transporte privatizado, a sade pre-carizada, degradada (e tambm privatizada em grande parte), o ensino pblicoprofundamente degradado e abandonado. A populao, portanto, parece que estchegando a seu ponto de saturao e esgotamento, causados por essa mercadori-zao da res publica, tipicamente neoliberal.

    Vale lembrar que tambm na Inglaterra tivemos a mesma saturao, levando queda Margareth Thatcher, com a exploso contra o aumento do imposto, ochamado pool tax. Ainda que os quadros brasileiro e ingls sejam bastante dife-rentes, chega uma hora que tal processo exaure o seu sentimento de aceitao na

    populao. s por isso que fao aqui a referncia ao exemplo ingls. Em algumamedida, as exploses de junho estampam o descontentamento da populao comtanto descaso.

    Iniciamos uma fase de fim da letargia. Aconteceu e a comea o segundo ele-mento, numa conjuntura muito especfica: a exploso das manifestaes foi mar-cada pela Copa das Confederaes, quando a populao percebeu que estdiosde primeiro mundo o Brasil faz; enquanto isso, j no entorno dos estdios, a po-pulao excluda. Todos vimos durante a Copa das Rebelies que os pobres enegros no estavam presentes nos estdios. Estavam vendo os jogos nos estdios asclasses mdias e as camadas abastadas. Os que construram o pas nestas ltimasduas dcadas ficaram excludos. At mesmo do entorno do estdio, j que o co-mrcio oficial da Copa expulsou a populao que poderia explor-lo, os camels,os bicos, aquele pequeno comrcio que, para muitas pessoas, a sobrevivncia,a fim de se colocar somente aquilo que a FIFA impunha. A populao percebeuque h uma simbiose complexa entre FIFA, interesses transnacionais e governo.

    E os setores sociais mais afetados com tal processo, so as camadas populares,

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    excludas dos jogos e percebendo que os recursos que faltam no transporte pbli-co, na sade e educao, sobre para os estdios de futebol padro FIFA. Isso fezcom que houvesse, a cada jogo, uma ou muitas manifestaes, com muita confla-

    grao, onde a populao mostrava seu completo descontentamento.Isso coincidiu com o terceiro e importante movimento, relacionado ao cen-

    rio internacional. Desde 2008 vemos que todas as manifestaes de massa co-meando da Tunsia e indo praa Tahrir (Egito), praa Taksim (Turquia), voltan-do Tahrir, passando pela Grcia, Itlia, Portugal, Frana, Reino Unido, EUA, como Occupy Wall Street, e Espanha, com os Indignados, para no falar dos jovens doChile, camponeses da Colmbia, etc. que tm como trao comum a ocupaodo espao pblico, das ruas e praas.

    Tal ocupao significa que a populao no suporta mais a atual forma degra-

    dada de institucionalidade, seja no caso dos pases do Oriente Mdio com suasditaduras, seja no caso dos pases do ocidente com seu modelo de democraciaburguesa s para os ricos. H tambm um fosso muito grande entre a vontade po-pular e os interesses do parlamento. No caso brasileiro, por exemplo, o CongressoNacional certamente a instituio mais rejeitada pelo pas hoje.

    No caso internacional, naturalmente h um efeito demonstrativo para o con-junto de cada pas: da Tunsia para o Egito, de l para o Iraque e a Sria; da Espanhapara Portugal; da Grcia pra Itlia; de l para o Reino Unido; depois, do ReinoUnido para os EUA com o Occupy. Isto , esse cenrio de manifestaes popularescontra a destruio da res publica, contra a lgica de uma acumulao financeirailimitada, alm de destruio social e pblica tambm ilimitada, uma hora teveum limite.

    Para entendermos as rebelies preciso, ento, compreender um conjunto deelementos ou curvas na histria recente do Brasil. Curvas com origens e direesdistintas, mas que em um determinado momento encontraram um ponto de inter-seco explosivo: junho de 2013. Paralelamente s manifestaes no exterior, noBrasil elas ocorreram em um momento marcado, como vimos, por uma conjunturamuito particular: a Copa das Confederaes tornou-se a Copa das Rebelies.

    A populao se deu conta de que estdios de primeiro mundo existem e foram

    eficientemente viabilizados por imposio da FIFA e dos grandes interesses de em-presas transnacionais do esporte. Quem assistiu aos jogos da Copa pela televisoteve a impresso de que estavam sendo transmitidos de algum estdio suo ou daSucia. O perfil do pblico que assistiu aos jogos era o de uma elite branca.

    Finalmente e aps momentos importantes como a rebelio de Jirau, comas greves dos projetos do PAC, muitas greves dos estdios para a Copa, e outrasmanifestaes as referidas curvas se encontraram, resultando em um momentode ebulio que se expressou inicialmente, por meio de uma reivindicao muitoprecisa, a da luta contra o reajuste das tarifas, mas que a partir de ento levou

    ecloso dos demais levantes populares pelo pas.Portanto, estamos sugerindo que para compreender devemos atentar para umaprocessualidade interna - de superao de um longo perodo de letargia -, ar-ticulado com uma processualidade externa, caracterizada por uma poca desublevaes em escala global, que se ampliaram enormemente a partir da criseestrutural de 2008.

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    E estas manifestaes, com todas suas particularidades e singularidades, tmalgo em comum: as massas populares se apropriam do espao pblico, das ruas,das praas, exercitando prticas mais plebiscitrias, mais horizontalizadas, alm

    de estampar um descontentamento em relao tanto s formas de representaoe de institucionalidade que caracterizam as democracias vigentes nos pases ca-pitalistas, como aquelas com clara feio ditatorial, como ocorre em vrios pasesdo Oriente Mdio.

    Lutas que tm um contedo por certo heterogneo, polissmico, mas que tam-bm expressam claras conexes entre os temas do trabalho, da precarizao, dodesemprego, aflorando as ricas transversalidades existentes entre classes, gnero,gerao e etnias, temas que so centrais nestas lutas.

    No Brasil, o mito da classe mdia comeava a ruir. Mostrou-se muito mais mito

    que realidade. Com pacincia, esprito crtico e muita persistncia, os movimentospopulares haveriam de superar esse difcil ciclo.

    Um esboo de anlise das revoltas populares

    A primeira indicao que eu gostaria de fazer a seguinte: trata-se de movimentospolimorfos, multidiferenciados tanto os de junho, quanto a greve de 11 de julho,como tambm as manifestaes dos dias seguintes nas demais cidades. So movi-mentos muito heterogneos, polissmicos e at mesmo policlassistas.

    Quando se iniciou o movimento do passe livre, em So Paulo, este aglutinavauma juventude principalmente estudantil, que trabalha e que depende de trans-porte coletivo para estudar, trabalhar e que vivencia a destruio do espao publi-co em que vive. Da classe mdia aos assalariados de servios.

    Outro elemento que vale a pena recordar impulsionado pelo governo Lulae Dilma foi o escancarado incentivo produo e venda de automveis parti-culares, diminuindo a tributao sobre essa indstria, o que serviu ilimitadamenteao grande capital da indstria automobilstica. Isso fez com que as cidades seinchassem de automveis, no se levando adiante uma poltica sria de transportecoletivo, que, por seu turno, tem sido cada vez mais entregue iniciativa privada,que lucra com esse sistema de transporte precrio e superlotado.

    Essa foi, como vimos, a motivao inicial, e o Movimento do Passe Livre, nasua origem, era formado por jovens com uma concepo poltica, ainda que nonecessariamente partidria, outros com afinidades co