“quiste dentígero en un potrillo de raza polo argentino”
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Facultad de Ciencias Veterinarias
-UNCPBA-
“Quiste dentígero en un potrillo de raza polo
Argentino”
Mendoza Francisco Maximino; Perkins Julio Sebastian; García
Jorge Pablo.
Julio, 2019
Tandil
“Quiste dentígero en un potrillo de raza polo argentino”
Tesina de la orientación producción animal presentada como parte de los
requisitos para optar el grado de veterinario del estudiante Mendoza Francisco
Maximino.
Tutor: Médico veterinario Perkins Julio Sebastián.
Director: Médico veterinario García Jorge Pablo.
Evaluador: Médica veterinaria Rivulgo Margarita.
Resumen
La odontología equina es un tema que ha sido estudiado y practicado por
veterinarios desde el inicio de la profesión a finales del siglo XVIII. Las anomalías
dentales se desarrollan a edad temprana, pero muchas condiciones no se
diagnostican hasta más tarde en la vida. Típicamente, el reconocimiento de los
problemas dentales ocurre cuando se desarrollan signos clínicos debido a las
consecuencias negativas de la anormalidad. Dentro de los signos clínicos más
comunes de las anormalidades dentales se encuentran cambios en la apariencia
de la cabeza, como la presencia de fistulas o abscesos, cambios en los hábitos
alimenticios, y/o capacidad para realizar las actividades diarias. Las
deformidades dentofaciales pueden ocurrir en el potrillo y animales adultos y
pueden ser de origen congénito, del desarrollo o adquiridos. Tales deformidades
en general tienen buen pronóstico, a menos que comprometan la capacidad del
potrillo para amamantar o respirar normalmente. Todo veterinario de equinos
debe ser consciente de la gran cantidad de alteraciones craneofaciales
congénitas observadas en el potrillo recién nacido. Sin embargo, es necesario
tener en cuenta que una serie de defectos congénitos se encuentran en las
primeras etapas de desarrollo y pueden no detectare clínicamente hasta más
tarde en la vida. En este trabajo se describe un caso clínico de un quiste
dentígero diagnosticado de forma clínica a los 18 meses de edad, el cual fue
tratado con éxito de manera quirúrgica. Además, se profundiza los
conocimientos básicos de la embriología y biología dental, los cuales ayudan al
veterinario a comprender mejor los problemas dentofaciales vistos en el potrillo.
Palabras claves
Odontología, congénitos, potrillo, quiste dentígero
Índice
Introducción…………………………………………………………………………..1
Exposición del caso……………………………….…………………………………9
Discusión…………….........................................................................................13
Conclusión……………………………………….……………………………………17
Referencias bibliográficas…………………………………………………………...18
1
Introducción
Es importante conocer la anatomía dental normal, de forma tal de poder
identificar las anormalidades y corregirlas sin dañar los dientes (Phyllis, 1989).
Los dientes del equino son hipsodontes, esto significa que poseen una corta
corona erupcionada y una larga corona de reserva, con una erupción continua
durante toda la vida del caballo. La estructura normal de los molares equinos
consiste en un intrincado patrón de duros pliegues de esmalte, que forman una
estructura sigmoidea entre estratos más blandos de cemento y dentina. El
esmalte cubre la corona del diente y es la sustancia más dura del cuerpo. Es
producido por adamantoblastos que provienen del epitelio ectodérmico de la
cavidad de la boca. El esmalte es acelular, no puede regenerarse y es de color
blanco. La diferencia de desgaste entre estos tres materiales produce un efecto
de autoafilado: el esmalte cortante queda expuesto en la medida que el material
alimenticio tosco, desgasta el cemento y la dentina más blandos. Esto también
conduce a la formación de áreas con elevaciones sobre la superficie oclusal, en
regiones en donde hay un aumento del número de pliegues de esmalte. Estas
áreas elevadas de lateral a medial, denominadas pliegues transversos, son
normales y su función es aumentar el área de superficie oclusal (Robinson y
Sprayberry, 2012).
Se consideran parte del aparato masticador: los dientes con la encía, la
articulación temporomandibular y los músculos masticadores. En el equino, en
las diferentes regiones de la dentadura, los dientes presentan una forma distinta,
según la función que cumplen, fenómeno que se conoce con el nombre de
heterodoncia. Como en el hombre, en los mamíferos domésticos los dientes
también se reemplazan. La primera generación de dientes (los dientes de leche
o dientes deciduos) ya han erupcionado al nacimiento o lo hacen poco tiempo
después. En los animales adultos los dientes de leche son reemplazados una
sola vez en la vida por los dientes permanentes (könig y Liebich, 2013).
El desarrollo dentario u ontogénesis dental es un conjunto de procesos muy
complejos que permite la erupción de los dientes por modificación histológica y
funcional de células totipotenciales. Se requiere de la presencia de esmalte,
dentina, cemento y periodonto para permitir que el ambiente de la cavidad oral
sea propicio al desarrollo. Los dientes de leche o deciduos comienzan su
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desarrollo entre la sexta y octava semana de gestación, en el útero, y la dentición
permanente empieza su formación en la vigésima semana.
Si este desarrollo no se inicia en el lapso prefijado, la ontogénesis dentaria es
parcial e imperfecta (Gilbert, 1988).
A pesar de numerosas diferencias según la especie animal, los dientes
presentan una estructura básica común. El diente está formado por una corona,
un cuello y una raíz. La corona del diente es su parte libre y se localiza sobre el
cuello del diente, que se introducen en la encía (Velázquez, 2009).
La raíz del diente es la región más proximal y se fija a los alveolos dentarios
óseos del maxilar o de la mandíbula. La superficie masticatoria propiamente
dicha se denomina cara oclusal.
En el vértice del diente, la raíz dentaria se adelgaza y tiene en su interior
un estrecho canal, que se abre a un orificio apical del diente, esto permite el paso
de nervios y vasos sanguíneos que se ramifican en el tejido conectivo de la pulpa
dentaria.
Hay dientes de forma cónica, con una o varias cúspides o tuberosidades
en la corona, y dientes con el esmalte plegado. En el equino, los caninos y los
incisivos son ejemplos típicos de dientes sencillos de forma cónica.
Figura 1: corte transversal de un diente (Argudo, 2012).
El diente está compuesto desde afuera hacia adentro por varias
capas. (figura 1) La más superficial es el esmalte, es muy duro y su función es
proteger al diente frente a las influencias perjudiciales del exterior, sobre todo del
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desgaste, solo rodea la corona del diente. Debajo del esmalte se encuentra la
dentina, esta no solo rodea la corona, sino también la raíz del diente,
concretamente la pulpa dentaria. La dentina adyacente al esmalte (dentina del
manto), se diferencia estructuralmente de la dentina cercana a la pulpa (dentina
circumpulpar). Las células productoras de dentina son los odontoblastos, se
alejan de la dentina recién formada y permanecen como una capa compacta en
su parte interna, limitando la cavidad pulpar. Los odontoblastos producen dentina
durante toda la vida y se va depositando como dentina de reemplazo. Se conoce
por su color algo más oscuro, es visible, por ejemplo, después de la abrasión o
el desgaste avanzado de los dientes incisivos, la cual es conocida en el equino
como estrella dentaria. Desde el área de transición entre la raíz y la corona del
diente, un tejido conectivo mineralizado, denominado cemento dental, recubre la
superficie de la raíz. No posee nervios, ni vasos y anatómicamente no forma
parte del diente, sino del periodonto. El cemento junto con el tejido rico en fibras
del periodonto, tiene la función de fijar el diente a la pared del alveolo dental y
forman un plexo de fibras colágenas mineralizadas. Esta unión del diente con el
alveolo permite que haya cierta movilidad, aunque limitada, o un ligero giro e
inclinación de los dientes. El cemento es mucho más resistente que el hueso a
la erosión por presión. Particularidad aprovechada en las correcciones
ortodóncica. La estructura interna del diente está formada por la pulpa dentaria,
la cual posee células, vasos sanguíneos y fibras nerviosas. Se diferencian entre
pulpa coronaria y pulpa radicular tan solo por su ubicación, ya que ambas forman
la misma unidad orgánica. La irritación de los nervios de la pulpa dentaria
ocasiona dolor, sobre todo debido a procesos infecciosos o inflamatorios locales,
que producen un aumento de la presión sobre las terminaciones nerviosas
debido a la rígida pared de la cavidad pulpar.
Las apófisis alveolares están recubiertas por la encía, que sobre una fuerte
base de tejido conectivo presenta una mucosa de epitelio estratificado, y rodea
el cuello del diente, mientras que la corona constituye la parte libre de este. Con
la edad, la encía puede retroceder y dejar expuesto el cuello del diente.
En el segmento rostral de la arcada dentaria, están los dientes incisivos; le
siguen lateralmente a los dientes caninos y finalmente las muelas, es decir,
premolares y molares. El número y la clasificación de los dientes se expresa
mediante una formula, en la que se utiliza la letra “I” para aludir a los incisivos, la
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letra “C” para aludir a los caninos, la letra “P” para aludir a los premolares y la
letra “M” para aludir a los molares, seguidas por un numero en forma de
quebrado para la arcada superior en inferior de cada lado. Para caracterizar los
dientes de la dentadura transitoria, se incluye entre las letras y el número que le
sigue la letra “D” deciduo.
La fórmula de los dientes permanente del caballo es:
(I3/3 C1/1 P4/34 M3/3) *2= 20/20 = 44 dientes.
Formula deciduos:
(I3/3 C1/1 P3/3) *2= 14/14 = 28 dientes.
La dentadura del caballo se ha adaptado para triturar y desmenuzar el
alimento vegetal fibroso poco digerible (Phyllis, 1989). El esmalte se pliega en
las muelas como una chapa ondulada a lo largo de todo el diente de manera que
tiene una superficie masticatoria mayor. En los incisivos la capa de esmalte
externa se invagina formando la copa del esmalte o infundíbulo, que este relleno
de cemento. En un diente incisivo no desgastado el manto de esmalte está en
comunicación con el infundíbulo.
Los incisivos del caballo se denominan, desde el centro hacia los lados,
centrales (palas o pinzas), medios y extremos. Los incisivos permanentes se
gastan alrededor de 2 mm por año. Esta circunstancia, junto con el conocimiento
del proceso de erupción y reemplazo de los incisivos, sobre todo de los inferiores,
permite que en los animales jóvenes sea posible lograr una estimación bastante
exacta de la edad real.
Los caninos solamente se han desarrollado en los machos y se ubican en
el diastema, a continuación de los incisivos. Poseen coronas pequeñas y
grandes raíces. En ciertas razas sudamericanas, las yeguas tienen caninos tan
desarrollados como los de los machos. El primer premolar (P1) también
denominado diente de lobo, es rudimentario y aparece casi exclusivamente en
el maxilar. Como no tienen ningún oponente en la arcada inferior, carecen de
significado funcional. Se pueden desplazar bajo la presión de la mordedura y
producir lesiones en el paladar. En este caso debe ser extraído. Las siguientes
muelas [(106/406-206/306 y 109/409-209/309) figura 2] se diferencian entre sí
por su forma en las arcadas superior e inferior. Las muelas superiores tienen una
capa de esmalte muy plegado y dos infundíbulos, mientras que en la mandíbula
los mismos premolares y molares carecen de infundíbulo.
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Figura 2: Triadan system, denominación de piezas dentarias (Tiffin, 2012).
Los molares superiores se introducen, mediante sus raíces, en la cavidad
del seno maxilar. En caso de enfermedad pueden ser extraídas de sus alveolos
después de la trepanación del seno maxilar caudal. Durante este procedimiento
se debe tener en cuenta, que a medida que aumenta la edad, disminuye la altura
del alveolo dentario, que protruye en el seno, ya que el seno aumenta de tamaño
y los dientes se desplazan en dirección rostral (könig y Liebich, 2013).
A los 45 días de desarrollo embrionario se forma una banda continua de
epitelio engrosado alrededor de la boca, sobre la presunta mandíbula y maxilar.
Las bandas epiteliales corresponden a la posición de los futuros arcos dentales
que dan lugar a dos subdivisiones, las láminas vestibulares y las láminas
dentales. Dentro de éstas últimas, una serie de crecimientos epiteliales en el
ectomesenquima establece la posición de los futuros dientes de leche. Desde
este punto el diente avanza por tres etapas de desarrollo: la yema, la gorra y la
campana. Los procesos germinales dentales dan lugar al desarrollo de los
incisivos y premolares deciduos. Estos dientes se forman como resultado de
mayor actividad proliferativa dentro de las láminas dentales, en sus extremidades
más profundas. El aumento de la actividad proliferativa conduce a otro brote
dental, para el diente permanente, el cual permanece latente durante algún
tiempo. Los primeros premolares, también conocidos como dientes de lobo, no
están presentes en el potro recién nacido y se presume que son dientes
permanentes rudimentarios. Los dientes de lobo superiores, por lo general, no
hacen erupción hasta los 8-18 meses de edad, tanto en potros como en
potrancas. Los molares de la dentición permanente no tienen precursores
deciduos. Se originan de la misma manera, cuando la mandíbula ha crecido lo
suficiente para incorporar más diente, las láminas dentales cavan
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posteriormente, por debajo del epitelio de revestimiento de la mucosa oral en el
octomesenquima. Esta extensión hacia atrás emite sucesivamente crecimientos
epiteliales, que con la respuesta octomesenquimatosa asociada, forman los
procesos prematuros dentales del primer, segundo y tercer molar. Las
aberraciones de este patrón de desarrollo resultan en dientes perdidos o a la
formación de dientes extras (quiste dentígero). La mandíbula del potrillo solo
puede acomodar unos pocos dientes debido a su corta longitud, en comparación
con un caballo adulto. El maxilar y la mandíbula de un caballo adulto no solo
pueden alojar un mayor número de dientes, sino también dientes de mayor
diámetro. Sin embargo, una vez que se forma el esmalte de un diente, su tamaño
no puede aumentar. Por lo tanto, se necesitan dos denticiones, deciduos y
permanentes. Los dientes de hypsodontes son coronados, altos y tienen un
periodo de crecimiento limitado; pero prolongan la erupción a lo largo de la vida
del animal. Para llevarlos al plano oclusal y mantenerlos en posición se requieren
de movimientos, pre-eruptivo, eruptivo y post-eruptivo dental. Al nacer el potrillo
tiene incisivos centrales y tres premolares, que se encuentran en la primera
etapa de erupción. Estos 16 dientes siguen erupcionando y se ponen en
funcionamiento durante las primeras semanas de vida, a medida que el potrillo
comienza a masticar forraje. Los incisivos intermedios eclosionan a las 6-8
semanas de vida. El potrillo hace erupción de los incisivos extremos y tiene la
boca llena de 24 dientes de hipsodonte deciduos a los 6-9 meses de edad. El
patrón de los dientes superiores e inferiores es bastante prominente a los 6
meses de edad, momento en el que la mayoría de los potrillos son destetados.
Los brotes dentales de hipsodonte permanente están en su lugar y en varias
etapas de desarrollo. Se forma un órgano de esmalte y el proceso de
mineralización de los dientes continúa hasta los 4 años de edad
aproximadamente. Los pasos que conducen al desarrollo dental permanente son
complejos y requieren un equilibrio entre la formación dental, el crecimiento
dental y el mantenimiento de la función. Una interrupción en el patrón normal de
desarrollo y erupción de los dientes indica algún trastorno sistémico o anomalía
local y puede tener algún significado diagnóstico (Easley, 2009).
Entre las deformidades congénitas más graves descritas comúnmente en
la literatura, se encuentra la nariz irónica, boca de loro, boca de mono, paladar
hendido y polidoncia (quiste dentígero). Los términos describen la progresión
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continua y compleja de las deformidades que involucran a los tejidos duros de la
cabeza, es decir, el hueso, el cartílago y el diente. Estos tejidos se derivan de
células de la cresta neural craneal (CNC), pluripotentes. Los trastornos
genéticos, factores ambientales o una combinación de ambos, pueden alterar la
diferenciación de las células del CNC y dar como resultado una malformación
craneofacial. Las disfunciones que producen defectos congénitos o del
desarrollo son inducidas por una serie de factores que rodean al equino. Algunas
de estas malformaciones tienen una base genética poco entendida. Se deben
considerar los factores ambientales, incluidos los teratógenos. En las primeras
cuatro semanas de gestación se produce un gran desarrollo embrionario. Si hay
un número elevado de células dañadas por efectos teratógenos, se produce la
muerte del embrión. Sin embargo, si se dañan unas pocas células, durante este
periodo temprano, la reparación es posible. Durante la siguiente etapa de
desarrollo (8-12 semanas) cuando la histodiferenciación y la diferenciación de
órganos tienen lugar, los agentes teratogénicos son más propensos a producir
malformaciones. La etapa posterior (12 meses hasta el nacimiento), la
susceptibilidad a los agentes teratógenos es menor (Easley, 2009).
El Quiste dentígero congénito (diente ectópico) se refiere al crecimiento del
tejido germinal dental fuera de lugar, con forma y tamaño variable; y se puede
encontrar en diferentes lugares de la cavidad oral. Por lo general tiene una
apariencia radiopaca, ya que la mayor parte es tejido dental. Entre las
localizaciones más comunes se encuentra la porción petrosa del temporal. Por
lo general se detecta cuando se observa una hinchazón en la base del pabellón
auricular, hay una fistula alrededor o cerca que no resuelve. Se cree que el quiste
se origina a partir de una falla en el cierre de la primera hendidura braquial
(Velazquez,2009).
Los quistes dentígeros contienen elementos dentales, como el esmalte, la
dentina y el cemento. El revestimiento epidérmico se diferencia al igual que la
epidermis normal, y el quiste se vuelve nodular cuando comienza a llenarse con
queratina. Las lesiones suelen ser asintomáticas y pueden estar presentes
desde el nacimiento, pero pasan desapercibidas hasta que se agrandan,
típicamente aparecen como una hinchazón unilateral en la base de la oreja, pero
pueden ocurrir en otras localizaciones de la cabeza y los senos nasales. La
estructura quística, actúa como cuerpo extraño y genera una infección local, un
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absceso, que drena hacia el exterior un líquido purulento, de manera
intermitente, a través de una fistula (Auer y Stick, 2012).
El diagnóstico se realiza a través de radiografías, utilizando una cánula y/o
medio de contraste para determinar la profundidad y la ubicación del diente. El
tratamiento es quirúrgico y la complejidad de la cirugía correctiva dependerá de
la ubicación del quiste, siendo el pronóstico favorable (Velazquez,2009).
El objetivo de este trabajo es detallar el desarrollo y evolución de la erupción
dentaria del equino y describir un caso clínico de un quiste dentígero, incluyendo
el diagnóstico y el tratamiento.
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Exposición del caso
El caso clínico se presentó en un haras de polo argentino en la localidad de
Daireaux, provincia de Buenos Aires. Se trata de un potrillo de raza polo
argentino de un año y medio de edad, con unos 220 kg de peso vivo y un estado
corporal de 2,5/5. El potrillo se encontraba a campo en un de lote de recría,
consumiendo una pastura consociada de alfalfa, festuca y cebadilla. El plan
sanitario consistió en la vacunación contra adenitis y tétano, y un tratamiento
antiparasitario con ivermectina. El potrillo presentó un proceso supurativo con
una fistula en caudal de la mandíbula, en relación con el pabellón auricular
izquierdo. Se decidió encerrar el lote para implementar una revisación clínica.
A la exploración clínica, el animal se encontraba alerta y su conducta era
normal, con facies y actitudes normales y un estado corporal regular 2,5/5. En la
observación directo, no se observaron alteraciones de la piel, a excepción del
lugar de la lesión, en caudal de la mandíbula. Se auscultó el corazón y el área
pulmonar. Se estimó la frecuencia cardiaca y la frecuencia respiratoria arrojando
valores normales de 37,5 °c y 12 rpm respectivamente. A la exploración de los
linfonodos, no presentaron alteraciones aparentes (figura 3).
Figura 3: inspección general, paciente, día 10/9/18.
Se realizó la palpación mono manual, directa, superficial y profunda del
lugar lesionado. Denotándose una masa de consistencia dura, compatible con
un tejido óseo, involucrando la fistula de secreción purulenta. El diagnóstico
presuntivo fue la presencia de un cuerpo extraño (figura 4).
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Figura4: Inspección particular, palpación de masa de consistencia dura.
Para confirmar el diagnóstico se realizó radiología del área afectada (Figura
5) y además para evaluar y/o descartar fracturas óseas de la mandíbula o muela.
La incidencia utilizada fue la oblicua anteroposterior. En la misma se observó la
presencia de una osificación ectópica, compatible con quiste dentígero, en
relación a la porción petrosa del hueso temporal, por detrás del ángulo de la
mandíbula.
Figura 5: Radiología de la región caudal de la mandíbula (1) en relac ión a la porción petrosa del
hueso temporal (2).
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Con fines diagnósticos y terapéuticos, se decidió realizar una intervención
quirúrgica 16 días después de la observación de la fistula en la piel de la región
mandibular del potrillo. La cirugía se realizó con el animal bajo anestesia general,
en decúbito lateral derecho. En este caso para la inducción anestésica y volteo
se utilizó una combinación de xilacina-ketamina, 1mg/kg y 2mg/kg
respectivamente. Para el mantenimiento anestésico se utilizó una infusión
continua, el triple goteo, que consiste en la combinación de un agonista alfa 2
adrenérgico, generalmente la xilacina, más guainfenesina y ketamina.
Durante la cirugía se extrajo un quiste pequeño de aproximadamente 10 cm.
de diámetro y un peso de 100 gramos (figura 6).
Figura 6: Imagen del quiste dentígero, obtenida en la cirugía de este caso clínico.
La intervención quirúrgica fue lo más aséptica posible, de todos modos, una
vez concluida la cirugía se realizaron lavajes de la herida con agua oxigenada y
se instauro una terapia de antibiótico con penicilina a una dosis de 10000 UI, una
aplicación cada 24 horas (un frasco de cumecilin 10M), durante tres días. El
paciente evoluciono muy bien; la fistula se resolvió en 15 días y mejoro
notablemente la condición corporal (figura 7). El diagnóstico se confirmó
mediante la exploración clínica y por radiología y el tratamiento, a través de la
intervención quirúrgica con la extracción de todo el tejido dental.
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Figura 7: paciente 31/10/18, condición corporal notablemente mejorada, fistula resuelta.
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Discusión
En este caso, los signos clínicos como; secreción crónica del tracto sinusal
en el borde de la oreja con exudado oleoso, consolidación, hinchazón asimétrica
en el costado del cráneo (figura 8), coinciden con lo descripto por Knottenbelt.
Esta anomalía dentofacial congénita es fácilmente reconocible por medio de
radiografía que evidencia una estructura dental en una posición anormal (figura
9) (Knottenbelt et al., 2004).
Figura 8: potrillo con quiste dentígero (Knottenbelt et al., 2004).
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Figura 9: Radiografía de quiste que muestra una estructura similar a un diente (Knottenbelt et
al., 2004)
Para el tratamiento, la extirpación quirúrgica de los quistes dentígeros se
describe y generalmente es totalmente exitosa (Auer y Stick, 2012). Aunque el
procedimiento está descripto en textos de cirugía estándar, la remoción de un
remanente dental grande y firmemente unido puede ser problemática. La
remoción de dientes permanentes anormalmente erupcionados o malformados
(ya sean incisivos o mejillas) siempre es difícil. Por lo general, existen
complicaciones anatómicas graves que han surgido como resultado del
problema, por lo que los enfoques estándar pueden ser más difíciles (Knottenbelt
et al., 2004).
Las características clínicas y radiográficas son totalmente típicas y
patognomónicas (Knottenbelt et al., 2004).
El diagnóstico definitivo requiere escisión quirúrgica y examen
histopatológico, que en este caso no se realizó. Si se desea, la escisión
quirúrgica con extirpación completa del revestimiento del quiste es necesaria
para prevenir la recurrencia. Se recomienda una evaluación radiográfica
preoperatoria para determinar la ubicación del material dental y el número de
quistes, y antes de la anestesia, la extensión del quiste se define por palpación
cuidadosa. La preparación y el lavado quirúrgico es necesario para permitir la
manipulación durante la cirugía. El tracto sinusal, que se identifica mediante una
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sonda maleable (Figura 10), se abre y el cuello del quiste se sella con una
ligadura antes de la disección. El plano de disección debe estar lo más cerca
posible de la pared del quiste para evitar daños en el nervio auriculopalpebral y
los músculos auriculares, así como para minimizar la hemorragia. La distensión
del quiste ayuda en su identificación y remoción. Los músculos auriculares son
pequeños y pueden ser difíciles de visualizar debido al tejido conectivo aberrante
asociado con el quiste dentígero. La apertura del quiste debe evitarse a toda
costa; el derrame puede contaminar el sitio de la incisión y causar infección,
dehiscencia y cicatrización excesiva. El tejido dental puede variar en tamaño
desde un diente pequeño y fácilmente extraíble hasta grandes áreas de hueso
cubierto de esmalte. En tales casos, se requiere una escisión cuidadosa con un
cincel o taladro para evitar daños en el cráneo y el cerebro. Si no se extrae todo
el tejido dental, se puede producir una dehiscencia y una refistulización. Las
capas de Músculos auriculares y fasciales se adhieren con polidioxanona 3-0, y
el cierre de la piel es de rutina. En este caso se saturó por planos anatómicos
musculo surget (ácido poliglicolico), subcutáneo surget (ácido poliglicolico) y piel
puntos simples (agujas atraumáticas de nylon 0,40). Los antibióticos
postoperatorios no están indicados de manera rutinaria, aunque se recomiendan
medicamentos antiinflamatorios, especialmente cuando se requiere una
extracción forzada de tejido dental (Auer y Stick, 2012). En el caso abordado se
instauro una terapia de antibiótico con penicilina a una dosis de 10000 UI, una
aplicación cada 24 horas (un frasco de cumecilin 10M), durante tres días. Con el
objetivo principal de brindar analgesia en el postoperatorio, se utilizó una
aplicación endovenosa de flunixin, a una dosis de 10 ml.
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Figura 10: técnica de identificación del tracto sinusal mediante sonda maleable (Auer y Stick,
2012).
La experiencia clínica sugiere que la tasa de supervivencia de los animales
con quiste dentígero es alta (Auer y Stick, 2012), como se observó en este caso.
El potrillo en cuestión resolvió la fistula y mejoro notablemente su condición
corporal, continúa en crecimiento de manera normal hasta el día de la fecha.
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Conclusión
Es de suma importancia realizar una correcta exploración clínica dentaria,
cuando se nos presenta una consulta como la de este caso clínico, de esta
manera a la palpación de la cabeza, vamos a notar claramente una deformidad
en región caudal de la mandíbula, en relación con el pabellón auricular. Esto se
puede corresponder con la presencia del quiste dentígero.
Para el diagnóstico es indispensable obtener una correcta imagen
radiológica, en la cual vamos a observar el tejido dental. En este caso, la
radiología nos confirmó nuestro diagnostico presuntivo en el cual se observó la
osificación, con una parte más angosta adherida a la porción petrosa del hueso
temporal y se pudo descartar la sospecha de un chip por fractura ósea- Además
al contar con la radiología se pudo definir el tratamiento quirúrgico del quiste.
Una vez extraído el tejido dental, se elimina el cuerpo extraño (la causa primaria).
Por lo tanto, la fistula se resuelve y en el transcurso de unas semanas, se
produce la cicatrización de la herida, que en este caso fue de 15 días y no se
presentó ninguna complicación.
El potrillo en cuestión resolvió la fistula y mejoro notablemente su condición
corporal, continúa en crecimiento de manera normal hasta el día de la fecha.
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Referencias Bibliográficas
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pp 335-336.
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URL: https://www.onmeda.es/higiene_bucodental/anatomia_dientes.html.
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URL: http://www.ivis.org/proceedings/aaepfocus/2008/Easley.pdf.
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