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Comité de prensa COP 21 JCC OIT Consejo de seguridad HGA (SPECPOL) FMI DISEC Guías de Estudio DISEC 2015 Para universitarios y escolares

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Comité de prensa

COP 21

JCC

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Consejo de seguridad

HGA (SPECPOL)

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Guías de Estudio DISEC

2015Para universitarios y escolares

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BIENVENIDA

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¡Hola y bienvenidos al Comité de Desarme y Seguridad Internacional del PUCPMUN 2015! Mi nombre es María

José Pinto y desempeñaré el rol de Directora por segunda vez durante esta conferencia. Soy de Arequipa, al sur del Perú, y me mudé a Lima para estudiar en la Universidad; actualmente curso el último

ciclo de la carrera de Administración en la Universidad del Pacífico. Este es mi cuarto año consecutivo en el cual

soy parte del equipo de Modelo de Naciones Unidas, Peruvian Universities; con ellos, pude participar en el

Harvard World Model of United Nations, en el 2013 y 2014, llevados a cabo en Australia y Bélgica respectivamente,

llevándome uno de los Diplomacy Awards en Australia, y siendo parte de la Delegación que ganó Best Large

Delegation en Bélgica. Mi más reciente experiencia en MUN fue en Corea del Sur, siendo parte del equipo de

entrenadores para el World Federation United Nations Associations (WFUNA) Youth Camp, en Seúl, donde estuve

por una semana entrenando a niños Coreanos en Modelo de Naciones Unidas. Es también con WFUNA con quien

trabajaré este Noviembre en Nueva York, siendo Directora del Comité Socio Cultural y Humanitario en el WFUNA

International Model United Nations (WIMUN), llevado a cabo en la sede de las Naciones Unidas. Gracias al MUN desarrollé un gran interés por temas relacionados al desarrollo económico, y es por ello que los

temas que he discutido o dirigido en MUN siempre han tenido que ver con ello; ya sea igualdad de género, energía

renovable y hasta pueblos indígenas. Entonces, este comité para mi será una experiencia muy diferente a lo que

estoy acostumbrada, pero algo que me emociona mucho, y espero que me sorprendan con su alto desempeño.

Creo fervientemente que para que un país alcance su nivel de desarrollo óptimo, la resolución de conflictos civiles,

sociales, militares e internacionales debe ser una prioridad, y es por ello que recalco la importancia de nuestro

comité en todos los aspectos de las Naciones Unidas: ustedes serán los encargados de llevar paz a aquellos que no

gozan de ella.

Los dos temas elegidos para discutir en nuestro comité son de gran relevancia en la coyuntura actual internacional.

Las operaciones de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz se encargan de crear condiciones

adecuadas para establecer una paz duradera en un país afectado por un conflicto. Con ciertas condiciones

previamente determinadas, es la única manera de las Naciones Unidas de “intervenir” físicamente en un territorio

soberano. Sin embargo, así como han habido operaciones con mucho éxito, hay muchas otras que no. ¿Qué es lo

que está fallando? Espero leer la respuesta a esto en sus resoluciones. Por otro lado, el regular control de armas ante

el surgimiento de las guerras civiles en diversas regiones del mundo busca proteger a la población civil y respetar

los derechos humanos; pero, que regulación existente fiscaliza el uso de estas armas?Para concluir, quiero decirles que el MUN puede ser una experiencia que cambia vidas – como lo hizo con la

mía; todo depende de lo que ustedes hagan con esta oportunidad de simular que salvan al mundo; después de

todo, ¿Quién sabe? Tal vez un día esto sea verdad. Los invito a aprovechar al máximo de lo que el PUCPMUN les

brinda; a liderar, negociar, investigar, pero sobre todo, nunca olvidar que el verdadero espíritu del MUN recae en

la diplomacia.

Prometo dar todo de mí para que disfruten al máximo esta conferencia. ¡Los veo en comité!

María José PintoDirectora, [email protected]

INTRODUCCION AL COMITE

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El comité de Desarme y Seguridad Internacional, también conocido como el Primer Comité de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, lidia – tal como lo dice su nombre – con el desarme militar y las amenazas a la paz que afectan en conjunto a la comunidad internacional, buscando así soluciones a los retos que se presentan en el régimen de la seguridad global. El comité tiene un rol importante en alcanzar consenso y soluciones en lo que respecta a estos temas.

DISEC, por sus siglas en inglés, considera todo desarme y problema relacionado a la seguridad internacional dentro del alcance de la Carta de las Naciones Unidas y lo relaciona con los poderes, funciones u otro órgano de la Organización. Entre estos se encuentran los principios generales de cooperación para mantener la paz internacional y la seguridad, aquellos principios que gobiernan el desarme internacional y la regulación de armamentos y la promoción de arreglos para la cooperación, apuntada a fortalecer la estabilidad de los países a través de bajos niveles de armamento.

La sesión regular de la Asamblea General se repite el mes de Setiembre de cada año, y se divide en seis comités especializados después de dos semanas de debate general. Todos los Estados miembros de las Naciones Unidas están representados en estas sesiones, donde se consideran tanto el debate como las propuestas en mesa, para después hacer una recomendación a ser adoptada por la Asamblea General. Aunque estas recomendaciones no son legalmente vinculantes, indican la dirección correcta para establecer las más adecuadas soluciones para el problema en cuestión, las cuales muchas veces son consideradas para la redacción de tratados internacionales. El comité también es de mucha utilidad para discutir temas de seguridad internacional desde una perspectiva más amplia, desde cada punto de vista de todos los Estados miembros, detallando sus responsabilidades y niveles de interés con respecto al problema discutido.

PRESENTACIÓN DE LOS TEMAS

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TEMA 1OPERACIONES DE MANTENIMIENTO DE LA PAZ DE LAS NACIONES UNIDAS – UN

PEACKEEPERS

ASPECTOS GENERALES

Según la Organización de las Naciones Unidas, las operaciones del mantenimiento de la paz han demostrado ser una de las herramientas más eficaces a disposición de esta organización para ayudar a los países a conseguir la paz y el orden en un país. Estas operaciones tienen actividades y especificaciones, las cuales se basan en la legitimidad, distribución de carga y capacidad de establecer exitosamente efectivos militares en cualquier lugar del mundo, integrándolos con el personal civil para cumplir con el objetivo de estas operaciones, trabajando con ellos conjuntamente, para ayudar con la transición hacia un escenario de paz.

Las actividades de estas operaciones se rigen bajo tres principios básicos: consentimiento de las partes, imparcialidad y el más importante: las operaciones del mantenimiento de la paz no pueden utilizar la fuerza, bajo ninguna otra excepción que no sea legítima defensa, y en defensa del mandato. Entre los objetivos actuales de estas operaciones, se encuentran la facilitación de procesos políticos; la protección de civiles, el apoyo en desarme, desmovilización y reintegración de ex combatientes; apoyar en la organización de procesos electorales en Estados fallidos y promover el establecimiento de derechos humanos en el Estado de derecho. Actualmente, el Grupo Independiente de Alto Nivel sobre las Operaciones de Paz de las Naciones Unidas es integrado por 17 miembros, para realizar una evaluación completa del estado de las operaciones y recomendar acciones y necesidades emergentes futuras.

Antes de proseguir con la historia de estas operaciones, es necesario definir lo que incluye el concepto de consolidación de la paz, el cual ha venido siendo un tema controversial en la coyuntura mundial. La definición de este término según las Naciones Unidas, ha tenido una evolución constante, que

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le ha permitido ser más inclusiva con respecto a los conflictos en diferentes Estados. Existen numerosas definiciones posibles de la consolidación de la paz, y las opiniones sobre el enfoque de esta son variadas. Por ejemplo, Johan Galtung, remarcado sociólogo y matemático noruego, defendió la creación de estructuras de consolidación para promover una paz duradera mediante dos estrategias: hacer frente a las causas profundas de las guerras y reforzar la capacidad de los autóctonos para administrar la paz y resolver los conflictos ellos mismos. El concepto de paz tomó popularidad en las Naciones Unidas tras la publicación del reporte llamado “Un programa de paz”, del Secretario General, Boutros Boutros – Ghali, donde describía la consolidación de la paz como un tema vital para el escenario mundial.

Hace poco, el Comité de Políticas del Secretario General, describió también la consolidación de la paz, y se afirmó que esta comprende una serie de medidas, que tienen como meta por un lado, reducir el riesgo de volver a caer en un conflicto mediante el fortalecimiento, de la capacidad nacional de gestión de crisis, y establecer los cimientos de una paz sostenible en el tiempo. Se especificó también que las estrategias de paz deben estar adaptadas a las necesidades específicas de los países y promover la implicación del Estado en el proceso de consolidación de la paz.

HISTORIA DE LAS OPERACIONES DEL MANTENIMIENTO DE LA PAZ

La primera misión de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se aprobó en 1948, cuando el Consejo de Seguridad autorizó la observación militar de las Naciones Unidas en el Medio Oriente. Esta misión tenía como objetivo vigilar el Acuerdo de Armisticio entre Israel y sus vecinos árabes, una operación que se dio a conocer como Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua (ONUVT). La siguiente misión fue el Grupo de Observadores Militares de las Naciones Unidas en la India y Pakistán (UNMOGIP) – por sus siglas en inglés. Junto a la ONUVT, esta misión sirvió como misión de observación y vigilancia. Los observadores militares de las órdenes no iban armados. Las metas del mantenimiento de la paz inicialmente estaban limitadas a mantener el alto al fuego y estabilizar situaciones sobre el terreno, dando facilidades para resolver el conflicto por medios pacíficos.

La primera operación de mantenimiento de paz armada – y aquí hay que resaltar el término “armada”, fue lo que se llamó la Primera Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas, desplegada con éxito en 1956, para responder a la crisis del Canal de Suez. Desde ese entonces, las Naciones Unidas ha desplegado misiones en diferentes partes del mundo. En ellas, han participado y siguen participando miles de efectivos militares, así como decenas de policías, que los Estados le otorgan a las Naciones Unidas, y estos provienen de más de 120 países. Más de 3326 miembros pertenecientes a las fuerzas de paz han perdido la vida en el acto de servicio. Las misiones que

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siguieron como la misión de las Naciones Unidas en el Congo, la misión del Representante Especial del Secretario General en la República Dominicana, la misión de Observación de las Naciones Unidas en el Yemen, entre otras, establecieron un precedente para una actividad donde todos los países podían contribuir indirectamente a reestablecer el orden y la paz en los Estados.

Debido a las contribuciones que estas operaciones hicieron al desarrollo mundial, en 1988, el personal de los cuerpos de paz, fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz, reconociendo “los esfuerzos realizados por las fuerzas de mantenimiento de la paz, que han contribuido de manera relevante a la realización de uno de los principios fundamentales de las Naciones Unidas”.

La naturaleza de los conflictos también ha cambiado con los años. Las operaciones mencionadas, establecidas en un inicio para resolver conflictos entre Estados, han ido pasando con el tiempo a resolver disputas interestatales y guerras civiles. Sin embargo, el éxito de las operaciones de mantenimiento de la paz nunca está garantizado, ya que el ambiente donde laboran son los más difíciles desde el punto de vista político y físico – más especificaciones sobre este tema, más adelante.

SITUACIÓN ACTUAL Y PROBLEMÁTICA

Actualmente, el personal de estas operaciones realiza una gran variedad de tareas complejas, desde apoyar a instituciones de gobiernos sostenibles, hasta vigilar situaciones de derechos humanos, colaborar en restablecimiento de la seguridad, ayudar en el proceso de desarme y desmovilización y reintegración de ex combatientes. Cabe recalcar que las Naciones Unidas no tiene su propia fuerza militar, sino que depende de los aporte de más de 128 Estados Miembros. A todo el personal militar que trabaja en estas operaciones se le conoce como “Boina o Casco azul”. Ellos trabajan como parte de su ejército nacional, y luego como inscrito en las Naciones Unidas por un periodo de hasta un año, siendo el tipo más común de casco azul es el soldado.

Entre las tareas específicas de estas operaciones están: la vigilancia de una frontera en litigio; la vigilancia y observación de los procesos de la paz de un conflicto; protección de civiles; prestación de ayuda al personal militar del país en forma de capacitación y apoyo y ayuda a los ex combatientes en la aplicación de los acuerdos de paz que pueden haber firmado.

Las operaciones mencionadas solo pueden desplegar personal militar con la autorización explícita de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, determinando cuantas tropas y por cuanto tiempo son necesarias. Para que el Consejo de Seguridad pueda emitir una resolución, se tiene que haber recibido un informe especial de parte de la Secretaría General, presentando las diferentes opciones para desplegar una operación con diferentes recursos. Este proceso puede tomar alrededor de seis meses desde que se aprueba la resolución. Una reserva permanente de militares y policías sería algo lógico de

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implementar, pero es algo enormemente costoso de tener, ya que tendría que ser una fuerza de varios miles de personas en estado de alerta permanente. Aunque tome tiempo, es mucho más efectivo y práctico encontrar al personal militar adecuado una vez que se haya dado la aprobación del consejo de seguridad para la operación.

La financiación de las operaciones es responsabilidad colectiva de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas. El presupuesto de las operaciones de mantenimiento de paz es de aproximadamente 7,06 miles de millones de dólares al 2014, lo cual representa menos de la mitad del 1% de los gastos militares mundiales. Entre los principales contribuidores del presupuesto para estas operaciones se encuentran: Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Reino Unido, entre otros.

Para el Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, las operaciones tienen 5 ingredientes para el éxito: mandatos claros; apoyo político, material y financiero; instituciones que apoyen el Estado de derecho; una sociedad civil activa y rechazo a la violencia para la negociación y el compromiso y el trabajo efectivo de organizaciones regionales.

PROBLEMÁTICA

En los últimos años, ha habido muchas controversias sobre las misiones de las operaciones de las Naciones Unidas. Se ha dicho en varias ocasiones que los cuerpos de paz no poseen la infraestructura militar apropiado ni la correcta asesoría, lo cual debería basarse en el peligro del lugar donde se establecen las operaciones. La Organización de las Naciones Unidas ha sido acusada de no tener la capacidad adecuada para enfrentar el riesgo existente en las misiones, y de la insuficiencia para proteger a los civiles locales. Existen muchas contradicciones entre los mandatos del Consejo de Seguridad – los cuales incluyen en sus resoluciones armamento y milicia no existente, muy aparte de la debilidad política de los actores políticos envueltos – y una descoordinación de las Naciones Unidas. La controversia recae en el hecho de poder mantener la paz donde no hay paz que mantener, y la delgada línea entre la manutención de la paz y la defensa en una guerra o conflicto, lo cual son cosas bastante distintas.

El Secretario General de las Naciones Unidas expresó lo siguiente: “Estamos enfrentado un número amplio de dificultades en conseguir suficientes tropas, el adecuado equipo y apoyo logístico. La oferta definitivamente no concuerda con la demanda. La crisis económica global ha limitado nuestra habilidad de respuesta efectiva y procesos de paz estables.” Para los Estados que contribuyen al financiamiento de estas operaciones, el crecimiento del despliegue de las mismas se ha vuelto una paradoja. Las naciones que más contribuyen con fuerzas o fondos tienen más influencia en la ONU actualmente. Sin embargo, estos compromisos generan una carga para su presupuesto nacional y causan riesgos para las tropas que envían, sin mencionar los riesgos políticos en sus

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gobiernos. La ironía de toda esta situación es que aunque las tropas estén principalmente conformadas por tropas de la India, Nigeria y Pakistán, son solo cinco países los que toman la decisión sobre ellas: los países permanentes del Consejo de Seguridad. Este sistema ha creado ciertos resentimientos en la comunidad mundial, mencionando que “los mandatos de estas operaciones son robustos, y localizan peacekeepers – varios que vienen de miembros no representados en el Consejo – en ambientes cada vez más peligrosos.

Un estudio del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, indica que en un futuro cercano la demanda de estas operaciones será abastecida. Sin embargo, los cuerpos de paz procederán con cuidado en operaciones peligrosas apoyándose mucho en el limitado número de Estados Miembros quienes contribuyen con tropas, y las capacidades tanto físicas como económicas que estos pueden ofrecer. Cabe recalcar que con el tiempo, las misiones se han vuelto cada vez más complejas, y la naturaleza de los conflictos ha cambiado, hasta llegar a tener impacto en la región donde se ubican. Es por esto que la simple supervisión de un “cese al fuego” no ha sido suficiente.

Los desafíos a los que se enfrentan los directivos de estas operaciones van desde un apropiado mandato y número de tropas adecuado hasta casos de abuso sexual de parte de los cuerpos de paz, sin mencionar falta de coordinación y confrontaciones entre las misiones de la ONU y los órganos de la misma organización.

Las misiones hoy en día son cada vez más riesgosas, por lo tanto hay menos posibilidad de que estas sean exitosas. Un importante desafío para la ONU, los gobiernos locales y la sociedad es saber cómo medir el impacto que tienen estas operaciones. El interés mostrado por la Organización y los gobiernos para relacionar los esfuerzos y recursos con el éxito de las operaciones es un producto de las numerosas misiones, y la complejidad de las mismas. Cada vez se va haciendo más difícil surgir con un instrumento de medición, y la duración de las misiones. Hay situaciones donde la completa recuperación de la paz y estabilidad puede tomar décadas, como en el caso de Sierra León o Haití. El problema es la definición de dos conceptos importantes: construcción de la paz y construcción del Estado, los cuales tienen diferente duración.

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El otro punto a discutir se basa en el hecho de que cada vez que el Consejo de Seguridad asigna una misión, no da las pautas específicas, ni lo requerido para la misión mencionada. Se dice también que los miembros del Consejo dan prioridad a sus intereses nacionales antes de tomar decisiones sobre el mantenimiento de la paz; y es que aquellos Estados que hacen esto no entienden que la defensa de civiles, el respeto por los derechos humanos y el mantenimiento de la paz en situaciones de conflicto son un interés global.

MISIONES DESPLEGADAS ACTUALMENTE

Hoy en día hay 16 operaciones de las Naciones Unidas desplegadas alrededor del mundo, entre las que se encuentran las siguientes:

Misión de asistencia de la ONU en la República de Sudán del Sur:

Esta misión principalmente se concentra en la protección de los civiles, la vigilancia de los derechos humanos y el apoyo a la ejecución del acuerdo de cese de hostilidades. Sudán del Sur se convirtió en el 2011 en el país más joven del mundo, y con su nacimiento culminó un proceso de paz de seis años que se había iniciado con la firma del Acuerdo General de la Paz en el 2005.

Con la aprobación de la resolución en el 2011, se determinó que la situación que enfrentaba Sudán del Sur era una amenaza para la paz internacional en la región y estableció una misión para consolidar la seguridad y contribuir a establecer condiciones para el desarrollo. Tras la crisis que tomó lugar en el 2013 en dicho país, el Consejo de Seguridad reforzó la misión y estableció como prioridad la protección de civiles, vigilancia de derechos humanos y el apoyo humanitario.

Grupo de observadores militares en la India y Pakistán

El primer grupo de observadores militares llegó a esta zona en 1949 para asegurarse la cesación de fuego entre India y Pakistán en el Estado de Jammu y Cachemira. Desde la reanudación de hostilidades en 1971, la misión ha permanecido en la zona para emitir informes al Secretariado General sobre la situación de tensión entre los dos países. Sin embargo, las autoridades de Pakistán han continuado presentando quejas a los encargados de esta operación, sobre violaciones al acuerdo de cese al fuego. Además, India ha restringido la actividad de esta misión en el lado Indio de la Línea de control, pero continúan proporcionando alojamiento, transporte y otras instalaciones a los miembros de la operación. Este es un claro ejemplo del desacuerdo y la proporcionalidad del apoyo que le dan los Estados involucrados en la operación.

Fuerza provisional de las Naciones Unidas en el Líbano

El objetivo principal de esta operación es la supervisión del cese de las hostilidades y a contribuir con el acceso humanitario a la población civil.

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Inicialmente, esta misión fue creada en 1978 para asegurar la retirada de Israel de Líbano, restaurar la paz y ayudar al gobierno de este país a restablecer su autoridad en la zona. Sin embargo, debido a acontecimientos en 1982 y 2000, el mandato tuvo que ser modificado. Tras la crisis del 2006, se aumentaron el número de tropas en la misión y se decidió que debía apoyar a las Fuerzas Armadas de Líbano a garantizar el acceso humanitario a las poblaciones civiles y el regreso voluntario y seguro de las personas desplazadas.

PREGUNTAS QUE LA RESOLUCIÓN DEBE RESPONDER

1. ¿Cuál debería ser la extensión de la definición de “mantenimiento de la paz” para las operaciones de las Naciones Unidas con este propósito? ¿Deberían estas misiones construir la paz o construir un Estado?

2. ¿En qué proporción deben contribuir con estas misiones los Estados Miembros de la ONU?

3. ¿En qué tipo de conflictos los cuerpos de paz no deberían intervenir? ¿Quién debería establecer el punto de extensión de la intervención de estas misiones?

4. ¿Es el Consejo de Seguridad el órgano correcto para decidir el despliegue de las misiones, a pesar de su desequilibrio de poder?

5. ¿Cómo garantizamos el éxito de una misión en un país donde el gobierno es el responsable de la situación de conflicto? ¿Cómo medimos el éxito e impacto de las operaciones?

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TEMA 2MEDIDAS PARA LA REGULACIÓN

DEL USO DE ARMAS CONVENCIONALES EN ESCENARIOS DE GUERRAS

CIVILES Y TERRORISMO

ASPECTOS GENERALES

Por muchos años se ha debatido y discutido para evitar la proliferación y efectuar el desarme de armas de destrucción masiva como las biológicas, químicas y nucleares. Sin embargo, poco se ha hecho para erradicar a las verdaderas armas de destrucción masiva, las que cobran cientos de miles de vidas anualmente en todo el mundo, tal como lo son las armas pequeñas, las cuales si bien pasan desapercibidas al ser consideradas como una epidemia silenciosa causando grandes pérdidas humanas y económicas, asociadas a distintos actos de criminalidad y terrorismo, son razonadas hoy en día como uno de los grandes problemas de la seguridad en una gran cantidad de naciones.

El término de “armas convencionales” es relativo según las políticas de cada nación, en donde en algunos casos solo se pueden considerar las pistolas y rifles, y en otros pueden incluir adicionalmente los lanzamisiles y las minas terrestres. Aunque sean distinguibles principalmente por lo que no son, en la práctica, por armas convencionales se entienden los dispositivos capaces de matar, inutilizar o causar daños a un blanco principal por medio de, pero no exclusivamente, materiales altamente explosivos, explosivos de combustible y aire (al contacto con el aire), energía cinética o bombas incendiarias.

Recientes estadísticas muestran que actualmente hay aproximadamente 600 millones de armas pequeñas esparcidas en todo el mundo, lo que equivale a un arma por cada 10 habitantes, ocasionando más del 90% de muertes civiles. Y es que el control de las armas convencionales en su fabricación y distribución, ha estado enmarcado en un ambiente de poca credibilidad y organización, en donde se puede evidenciar como se producen grandes

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cantidades de estas armas para ser vendidas a entes no gubernamentales y en ocasiones de conflicto, dando pie a que se intensifiquen y se produzcan otros hechos lamentables a partir de esta situación.

Por otra parte, se puede ver como naciones que en distintos momentos han hecho llamados de paz y de salvaguarda de armas pequeñas y ligeras, como lo han sido Estados Unidos, Rusia y Francia, son a su vez los principales productores y exportadores de dichas armas, con casi un 60% del mercado entre ellos nada más, obteniendo ganancias de más de 21 billones de dólares. Dejando cabida, que si bien en un principio pueden ser transacciones legales entre Estados, exista la posibilidad de que se ocasionen distintos inconvenientes en el medio, provocados por oficiales corruptos, robos, fraudes, entre otros, que destinen las armas a las manos equivocadas.

Además, existen muchos países que poseen programas de fabricación de estas armas de manera clandestina, dejando aparte todo monitoreo, control y estadística de su distribución y contribuyendo a abastecer los conflictos armados y a distintos entes que no buscan la paz y estabilidad, sino el caos y descontrol en la seguridad nacional e internacional de las naciones. De esta manera, una vez que cae en las manos equivocadas, la distribución interna en ciertos lugares puede ser bastante sencilla y fácil a su vez, evidenciándose como en naciones africanas y del Medio Oriente, se puede comprar un arma como la AK-47 (rifle de asalto de fabricación rusa que actualmente presenta el arma peor regulada del mundo) por tan sólo 30 US$.

Asimismo, se puede notar como la presencia constante de armas en el mundo ha cambiado la naturaleza de la violencia. Tensiones inevitables entre los pueblos se transforman en guerras, y conflictos banales culminan en tragedias. Sociedades tranquilas pasan a ser campos de batalla. Del mismo modo, cuando terminan los conflictos armados, los esfuerzos para desmovilizar combatientes y reconciliar sociedades son frustrados por la inestabilidad causada por las armas que continúan en manos de la gente, matando a más de 500.000 mil personas al año e hiriendo a otras 1.5 millones más.

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HISTORIA DE LA REGULACIÓN DE LAS ARMAS CONVENCIONALES

Los esfuerzos para controlar las armas durante mucho tiempo trataron de limitar la acumulación y el uso de las armas convencionales. Antes de la Primera Guerra Mundial, se centraron principalmente en la formalización de las llamadas leyes y usos de la guerra. Las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907 establecieron las normas que rigen la conducta de los países beligerantes y de los países neutrales así como de los combatientes. Después de la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedoras impusieron medidas estrictas de desarme a los vencidos. El Tratado de Versalles de 1919 restringió el tamaño del ejército alemán y le prohibió poseer determinados tipos de armamentos.

Medidas análogas se incluyeron en los tratados de paz firmados con Austria, Bulgaria, Hungría y Turquía. Durante el decenio de 1920, en la Sociedad de las Naciones se celebraron negociaciones sobre la reducción de los armamentos nacionales y la transparencia en la transferencia de armas. Principalmente, en la Conferencia Mundial de Desarme (1932-1937), los participantes intentaron llegar a un acuerdo acerca de un tratado amplio sobre el desarme en el que participaron todos los miembros de la Sociedad más los Estados Unidos y la Unión Soviética. En 1933, al retirarse Alemania de la Conferencia y también de la Sociedad de las Naciones se produjo el fracaso definitivo de ambas.

Después de la Segunda Guerra Mundial se reforzaron sustancialmente las restricciones relativas a la manera de hacer la guerra. En 1949, los Convenios de Ginebra, que establecieron los derechos de los prisioneros de guerra, se reforzaron y se hicieron extensivos a los civiles. En 1977, el ámbito de los Convenios se amplió más con la adición de dos Protocolos sobre la protección de las víctimas de conflictos internacionales y nacionales. En 1981, la Convención sobre las Armas Inhumanas, que prohíbe el uso de determinados tipos de armas convencionales, en particular las minas y las armas-trampa, fue abierta a la firma. No obstante,

pese al posterior refuerzo de las disposiciones de la Convención relativas a las minas, muchas partes quedaron insatisfechas y continuaron propugnando una prohibición completa de las minas antipersonales. Esto se logró con la firma de la Convención de Ottawa en diciembre de 1997, que prohíbe el empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas terrestres antipersonales.

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Ya en la época de la Sociedad de las Naciones la transferencia irrestricta de armas se había convertido en una preocupación internacional. La Convención de Ginebra sobre el Comercio de Armamento y el League’s Armaments Yearbook que comenzó en el decenio de 1920 trataron de regular y catalogar la transferencia de armas introduciendo requisitos relativos a la licencia nacional de las exportaciones de armas y la publicación de estadísticas públicas sobre la importación y exportación de armas. Después de la Segunda Guerra Mundial, los países occidentales trataron de restringir la transferencia de tecnologías que pudieran servir para el desarrollo de armas sofisticadas a sus rivales comunistas. En 1950 se estableció el Comité Coordinador de los Controles de exportación multilateral (COCOM, por sus siglas en inglés) que comenzó como asociación de 17 países occidentales y cuyo objetivo era coordinar las restricciones a la exportación de materiales y conocimientos técnicos avanzados a los países comunistas. Ahora bien, cuando la Guerra Fría empezó a tocar a su fin, el papel del COCOM se convirtió en ayudar a los antiguos países comunistas a diseñar y adoptar medidas de control de exportación de tecnología militar para armonizarlas con las occidentales. En 1994 el COCOM fue disuelto y ocupó su lugar una nueva organización denominada Acuerdo Wassenaar sobre Control de Exportación para Armas Convencionales y Productos y Tecnologías de Uso Dual, que comprendía los antiguos miembros del COCOM junto con los antiguos miembros del Pacto de Varsovia.

Partiendo de la experiencia del COCOM, el Acuerdo Wassenaar coordina las políticas de los miembros respecto de las restricciones a la exportación de tecnología militar y militarmente utilizable. Otro régimen de control de exportación, el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles (MTCR, por sus siglas en inglés), se estableció en 1987. Este régimen restringe la transferencia de misiles y tecnología relacionada con misiles capaces de lanzar cargas útiles de armas de destrucción en masa. El régimen se centra particularmente en los misiles capaces de llevar cargas útiles de al menos 500 kilogramos a una distancia de por lo menos 300 kilómetros, llamados “Categoría I” o misiles “Clase -MTCR”. El 25 de noviembre de 2002, los miembros del MTCR firmaron el Código Internacional de Conducta contra la Proliferación de los Misiles Balísticos (Código de Conducta de La Haya, ICOC). Este Código es un acuerdo políticamente vinculante para promover la prevención y limitación de la proliferación de misiles balísticos capaces de lanzar armas de destrucción en masa, para elaborar las normas pertinentes y para promover la confianza respecto de las actividades en materia de vehículos de lanzamiento de misiles y lanzamientos especiales. Pretende llegar a ser universal mediante un procedimiento específico separado del MTCR y abierto a todos los Estados.

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INICIATIVAS MUNDIALES PARA LA REGULACIÓN DE LAS ARMAS CONVENCIONALES

A nivel mundial se han registrado esfuerzos para controlar los armamentos convencionales. En Europa esos esfuerzos estuvieron determinados principalmente por la marcha de la Guerra Fría. En 1973 comenzaron las deliberaciones entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y los países del Pacto de Varsovia sobre la reducción mutua y equilibrada de fuerzas y medidas conexas. Las conversaciones, encaminadas a limitar el nivel de fuerzas convencionales en el continente, pronto se estancaron a causa de las diferencias entre las dos partes sobre qué reducir, tropas solamente o también equipo, y cómo reducirlo, proporcionalmente o con topes proporcionales. Aunque las conversaciones continuaron nominalmente durante un período de 15 años, acabaron en febrero de 1989 sin acuerdo en favor de nuevas conversaciones a raíz del colapso de la Unión Soviética.

En marzo de 1989, en el marco de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) se iniciaron las negociaciones con el fin de establecer un equilibrio militar a un nivel más bajo de armamentos. El 17 de noviembre de 1990 desembocaron en la firma del Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) y el 6 de julio de 1992 del Acta de Conclusión de la Negociación sobre Efectivos de Personal de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (CAFE-1A). Juntos los dos tratados establecen límites a la cantidad de equipo y personal militares que las partes pueden desplegar en la zona comprendida desde el Atlántico a los Urales (ATTU, por sus siglas en inglés). Después de la disolución del Pacto de Varsovia y de la Unión Soviética se negociaron una serie de tratados, entre ellos el Documento de Tashkent, el Documento de Oslo, el Documento Flank y el Documento de “Elementos Básicos”, y el Tratado FACE Adaptado con el fin de tener en cuenta las modificaciones ocurridas en el paisaje estratégico europeo.

En América Latina, los esfuerzos para controlar las armas convencionales se han centrado principalmente en la restricción de la transferencia de armas a la zona y dentro de la misma. Por la Declaración de Ayacucho, hecha pública por siete países latinoamericanos en 1974, las partes se comprometen a dedicarse a restringir la cantidad de armas importadas por cada una de ellas. Ahora bien, esta declaración no es vinculante y los esfuerzos para cambiar esto no han tenido éxito. Análogamente, en 1985 los países del Grupo Contadora presentaron una propuesta para un acuerdo encaminado a detener la militarización de América Central. El acuerdo consistía en establecer límites a las adquisiciones de armas por los países centroamericanos y prever la notificación previa de ejercicios militares a realizarse cerca de las fronteras internacionales. Sin embargo, la falta de apoyo de los Estados de la región hizo fracasar la propuesta.

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En el Medio Oriente, los esfuerzos para el control de armas convencionales empezaron con intentos internacionales para restringir el suministro de armas a la región. En 1948, las Naciones Unidas impusieron un embargo a la transferencia de armas a Israel y los países árabes vecinos involucrados en ese entonces en el conflicto. Pero este embargo fue efímero y se levantó en 1949 después de la firma de un Acuerdo de Armisticio entre Israel y Egipto, Jordania, Líbano y Siria. Este acuerdo incluyó una serie de medidas de fomento de confianza y seguridad y fue supervisado por la Organización de las Naciones Unidas para la Supervisión de la Tregua. En junio de 1950, basándose en la experiencia del embargo de 1948, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, en ese momento los mayores proveedores de armas a la región, establecieron el Comité de Coordinación de Armamento del Cercano Oriente (NEACC por sus siglas en inglés). El Comité sirvió como un foro consultivo para regular la transferencia de armas por los tres países al Medio Oriente y emitió una Declaración Tripartita sobre transferencia de armas. Israel y la Liga Árabe aceptaron los términos de la declaración en 1950. La iniciativa NEACC desapareció en 1955 con el surgimiento de la Unión Soviética como fuente alternativa de armamento.

Los años ochenta y los inicios de los noventa atestiguaron una nueva serie de iniciativas dirigidas a prevenir el flujo de armas convencionales a la región. Durante la Guerra Irán-Iraq, los Estados Unidos buscaron el apoyo internacional para detener la transferencia de armas a Irán y la Unión Soviética, al menos inicialmente, suspendió sus transferencias de armas a Iraq. A pesar de que estos intentos de controlar el suministro tuvieron algún impacto limitado, finalmente fallaron cuando Irán e Iraq fueron capaces de asegurarse la provisión de armas de otras fuentes. En mayo de 1991 los Estados Unidos hicieron un llamado para imponer controles de exportación a la transferencia de armas convencionales, armas de destrucción en masa, misiles y otras exportaciones relacionadas a la región. Esto llevó al establecimiento de un grupo consultivo, conocido como el grupo Control de Armas en el Medio

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Oriente (ACME por sus siglas en inglés), constituido por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: China, Francia, Rusia, Reino Unido y los Estados Unidos. El grupo alcanzó un acuerdo sobre lineamientos comunes para la transferencia de armas convencionales e inició el desarrollo de procedimientos de pre-notificación y consultas para aquellas transferencias que afectaran la estabilidad regional en el Medio Oriente. Sin embargo, las diferencias políticas sobre la transferencia de armas a otras regiones llevaron al grupo a su descomposición en 1992.

Las medidas para el control de armas convencionales también operan con respecto a algunas otras regiones. El Tratado Antártico concluido en 1959 prohíbe el emplazamiento de cualquier material militar o llevar a cabo cualquier actividad militar en el continente. El Tratado tiene sus raíces en las preocupaciones estadounidenses de los años cincuenta sobre el posible interés militar soviético en el área y el riesgo de llevar a la Antártida al terreno de la rivalidad de la Guerra Fría. Las negociaciones del Tratado empezaron en junio de 1958 a invitación de los Estados Unidos y terminaron aproximadamente un año y medio después. En África Occidental, una Moratoria de Armas Pequeñas sobre la importación, exportación y fabricación de armas ligeras en la región entró en vigor el 1° de noviembre de 1998. Considerado un arreglo político más que un acuerdo legal, la Moratoria se abocó a detener los crecientes flujos de armas pequeñas en la región. La Moratoria está destinada a operar durante períodos renovables de tres años.

MEDIDAS REALIZADAS POR LA ONU PARA EL CONTROL DE LAS ARMAS

A partir de la magnitud que el problema de la circulación ilícita de armas ha traído, tuvo que ser necesaria la implantación de medidas y acciones que contrarrestaran este efecto y evitaran una mayor expansión de la peligrosidad de este asunto. De esta forma, los cuerpos de paz de la ONU han estado participe en una cantidad de acciones de desarme, como las efectuadas en Nicaragua y Honduras luego de la guerra civil entregando 15.000 armas de manera voluntaria, la entrega de 10.000 armas en El Salvador durante 1992 y 1993, el programa de programa de intercambio en Somalia de armas por comida, en donde se recogieron unas 170.000 armas.

Además, se han llevado a cabo diversos tratados, conferencias, seminarios y acuerdos que han buscado frenar y erradicar el problema, entre los que se tienen la resolución 51/54 en 1996 y la 54/54 en 1999, donde tratan los problemas de las armas pequeñas, haciendo un llamado para realizar una reunión de mayor envergadura para el 200126.

Dicha reunión, fue una de las más importantes del tema que se hayan hecha, llevándose a cabo efectivamente la Conferencia sobre tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos los aspectos, del 9 al 20 de Julio del 2001 en la

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ciudad de Nueva York, Estados Unidos. El resultado de esta conferencia, fue un Programa de Acción conteniendo algunas medidas que los Estados debían cumplir para monitorear, disminuir y controlar las armas pequeñas. Sin embargo, el documento todavía contiene grandes vacíos estructurales que deben ser cubiertos para mejorar la situación.

En el 2005, se analizaron algunos avances del Programa de Acción por parte de los países participantes, lo que llevó a sacar la resolución 60/68 en donde se planteó el impacto negativo humanitario y el impacto del desarrollo de la fabricación, transferencia y circulación ilícita de las armas pequeñas y ligeras, así como su excesiva acumulación31.

En el 2006, se llevó a cabo la Conferencia de Revisión de Naciones Unidas para Prevenir y Combatir el Tráfico Ilícito de Armas Pequeñas y Ligeras, en donde debían acordarse directrices comunes para regular las transferencias de armas pequeñas y ligeras, sin embargo, no se pudo llegar a un consenso y las ambigüedades salieron a relucir.

PREGUNTAS QUE LA RESOLUCIÓN DEBE RESPONDER

1. ¿Cuáles son los medios para llevar a cabo una regulación de armas convencionales a gran escala y que genere un compromiso de acatamiento por todas las naciones?

2. ¿Qué disposiciones se podrían incluir para controlar la fabricación de armas, así como un control estricto de todos sus procesos consecuentes, incluyendo su tráfico ilícito entre los países fabricantes de armamentos?

3. Frente a la proliferación de las guerras civiles en Medio Oriente, ¿Qué medidas se pueden adoptar al corto plazo para evitar una mayor proliferación de armas convencionales?

4. ¿Cuál es la posición de los países productores de armamento convencional frente al uso ilícito en guerras civiles y actividades implicadas al terrorismo mundial?

5. ¿Deberían ser penalizado el uso de armas convencionales en conflictos civiles?

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