mitologia romana

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RELIGION Y MITOLOGIA ROMANA 1

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Page 1: Mitologia Romana

RELIGIONY MITOLOGIA ROMANA

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INTRODUCCIÓN

La religión romana primitiva se modificó tanto por la incorporación de nuevas creencias en épocas posteriores, como por la asimilación de gran parte de la mitología griega. Así pues, la religión romana se consolidó antes de que comenzase la tradición literaria, por lo tanto, los primeros escritores romanos que se ocuparon de ella desconocían sus orígenes en la mayor parte de los casos, tal como el polígrafo del siglo I a.C. Marco Terencio Varrón. Otros escritores, como el poeta Ovidio en sus Fastos, con una gran influencia de los modelos alejandrinos, incorporaban creencias griegas para llenar los vacíos de la tradición romana.

La religión romana se caracterizaba por ser politeísta y antropomórfica. los dioses personificaban aspectos de la naturaleza. Los romanos tenían dioses para todas las ocasiones de la vida, por ejemplo, Fabulino ayudaba a los niños a aprender a hablar y Estalino les enseñaba a caminar.

El ritual romano distinguía dos clases de dioses, los di indigetes y los di novensides o novensiles.

Los indigetes eran los dioses nacionales protectores del Estado y los títulos de los primeros sacerdotes, así como las festividades fijas del calendario, indicaban sus nombres y naturaleza; treinta de esos dioses eran venerados en festivales especiales. El carácter de los indigetes y sus festivales muestran que el primitivo pueblo romano no era sólo una comunidad agrícola sino que también practicaban

el combate y la guerra. La mayoría de estas divinidades eran dioses menores y personificaban cualidad abstractas y no tenían correspondencia con dioses griegos. Entre ellos destacaban:

Abeona, Abundantia, Adeona. Aequitas, Aera Cura, Aeternitas, Africus, Aius Locutius, Alemonia, Angerona, Angita, Angitia, Anna Perenna, Antevorte, Aradia, Averna, Bona Dea, Bubona, Candelifera , Cardea, Carmenta, Carna, Catillus, Cinxia, Clementia, Cloacina, Cocles, Concordia, Conditor, Consus, Convector, Copia, Corus , Cuba, Cunina, Cura, Dea Dia, Dea Tacita, Devera, Deverra, Di Penates, Dia, Disciplina, Dius, Fidus, Domiduca, Domiducus, Domitius, Duellona, Edusa, Egeria, Egestes, Empanda, Endovelicus, Evander, Eventus Bonus, Fabulinus, Facunditas, Faustitas, Febris, Felicitas, Ferentina, Feronia, Fides, Fontus, Fornax, Fraus, Fulgora, Furina, Honos, Imporcitor, Indivia, Inuus, Jana, Janus, Juno, Jupiter, Juturna, Lactans, Larenta, Lares, Laverna,Levana, Liberalitas, Libertas, Libitina, Lima, Lua, Lucina, Lupercus, Maia, Maiesta, Manes, Matronae, Meditrina, Mefitis, Mellona, Mena, Mens, Messor, Moneta, Mucius, Murcia, Muta, Mutinus Mutunus, Naenia, Nascio, Nemestrinus, Nerio, Nixi, Nodutus, Nona, Novensilus, Nundina, Obarator, Occator, Orbona, Pales, Partula, Patalena, Paventia, Picumnus, Pietas, Pilumnus, Poena, Pomona, Porus, Postverta, Potina, Promitor, Prorsa Postverta, Providentia, Pudicitia, Puta, Quirinus, Quiritis, Rederator, Robigo, Robigus, Roma, Rumina, Runcina, Rusina, Saritor, Securitas, Semonia, Sentia, Silvanus, Soranus, Sors, Spes, Spiniensis, Stata Mater, Statina, Statanus, Strenua, Suedela, Subruncinator, Summanus, Tellumo, Tempestes, Terminus, Terra Mater, Tibertus, Uranus, Vacuna, Vercvactor, Veritas, Verminus, Vertumnus, Vica Pota, Viduus, Virbius, Viriplaca, Virtus, Vitumnus, Volturnus, Volumna.

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Sincretismo de dioses romanos y griegos.

ROMANOS GRIEGOS

Apollo Apollo

Baco Dionyso

Ceres Demeter

Coelus Uranus

Cupido Eros

Cibeles Rhea

Diana Artemisa

Hercules Heracles

Juno Hera

Jupiter Zeus

Latona Leto

Marte Ares

Mercurio Hermes

Minerva Athena

Neptuno Poseidon

Pluton Hades

Proserpina Persephone

Saturno Cronus

Venus Afrodita

Vesta Hestia

Vulcano Hefesto

Los novensides fueron divinidades posteriores cuyos cultos se introdujeron ya en el periodo histórico que podían ser de origen itálico o griego, y cuya lista es inmensa. Cuando Roma tomó

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contacto con Grecia, recibió la influencia de la religión griega. Los dioses romanos adquirieron forma humana, y se hicieron populares las leyendas de sus aventuras. Al ser incorporados a Roma, los dioses cambiaron de nombre.

Las primeras divinidades romanas incluían, además de los di indigetes, una serie de dioses, cada uno de los cuales protegía una actividad humana y cuyo nombre se invocaba cuando se ejecutaba dicha actividad. Esas divinidades pueden agruparse bajo el término general de dioses auxiliares o subalternos, a quienes se invocaba junto con las divinidades mayores.

El primitivo culto romano no era tanto politeísta como polidemonista: adoración a los seres invocados por sus nombres y funciones, y el numen o poder de cada divinidad se manifestaba de maneras muy especializadas.

Las primeras divinidades romanas incluían, además de los di indigetes, una serie de dioses, cada uno de los cuales protegía una actividad humana y cuyo nombre se invocaba cuando se ejecutaba dicha actividad. Esas divinidades pueden agruparse bajo el término general de dioses auxiliares o subalternos, a quienes se invocaba junto con las divinidades mayores.

Los dioses representaban las necesidades prácticas de la vida cotidiana, tales como las sentía la comunidad romana a la cual ellos pertenecían. Estaban escrupulosamente acordados los ritos y las ofrendas que se consideraban adecuadas. Así, por ejemplo, Jano y Vesta guardaban la puerta y el hogar, los Lares protegían el campo y la casa, Pales, los ganados, Saturno, la siembra, Ceres, el crecimiento de los cereales, Pomona, los frutos, y Consus y Ops, las cosechas, Júpiter, el soberano de los dioses, era venerado por la ayuda que sus lluvias podían dar a las granjas y a los viñedos.

En su aspecto más amplio, a Júpiter, se le consideraba, por el poder de su rayo, encargado de regir la actividad humana y, por la amplitud de su dominio, el protector de los romanos en sus actividades militares en las fronteras de su propia comunidad.

En los primeros tiempos sobresalían los dioses Marte y Quirino, a menudo identificados entre sí. Marte era un dios de los jóvenes y de sus actividades, especialmente la guerra; se lo honraba en marzo y en octubre. Los modernos investigadores piensan que Quirino era el patrono de la comunidad armada en tiempo de paz.

A la cabeza del panteón más antiguo estaba la tríada formada por Júpiter, Marte y Quirino (cuyos tres sacerdotes, o flamines, pertenecían a la jerarquía más alta), y Jano y Vesta.

Estos dioses tenían en los primeros tiempos una individualidad poco definida, y sus historias personales carecían de bodas y genealogías.

A diferencia de la mitología griega, no se consideraba que los dioses actuaran como los mortales, por lo que no existen muchos relatos de sus actividades.

Este culto, más antiguo, se asociaba con Numa Pompilio, el segundo rey legendario de Roma, cuya consorte y consejera, según se creía, era la diosa romana de las fuentes y de los partos, Egeria. Sin embargo, se añadieron nuevos elementos en una fecha relativamente temprana. La leyenda asignaba a la casa real de los Tarquinos el establecimiento de la gran tríada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva, quienes poseían el lugar supremo en la religión romana. Otras incorporaciones fueron el culto de Diana en el Monte Aventino y la introducción de los Libros Sibilinos, profecías sobre la historia del mundo que, según la leyenda, obtuvo Tarquino a finales del siglo VI a.C. de la Sibila de Cumas.

LEYENDAS

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Eneas

Eneas era el hijo de Anquises y Venus. Era un pariente de Priamo, rey de Troya y el líder de los aliados de los Dardanos durante la Guerra de Troya Después de que la caída de Troya, condujo a un grupo de refugiados troyanos a Italia, se le identificó como fundador de la civilización romana, aunque el no funda Roma, pero era el progenitor mítico de la gens iulia a través de su hijo Ascano o "Iulus,". Virgilio le hizo el héroe de su epopeya, La Eneida.

En la guerra de Troya, Eneas era uno de los héroes más respetados del bando troyano. Él entambló combate con los héroes griegos: Diomedes, Idomeneus, y Aquiles.

Cuando la ciudad de Troya fue saqueada, los dioses le ordenaron huir. Salió de la ciudad, llevando a su padre, anciano, en hombros, a su hijo, todavía un niño, y a los dioses familiares, los penates. Su esposa, Creusa, se perdió en la confusión del asalto.

Vagaron por el mediterráneo perseguidos por la furia de Juno. Uno de los episodios más conocidos, es su desembarco en la ciudad de Cartago y la relación de Eneas con la reina Dido

La relación con la reina amenazaba la misión que le habían encargado los dioses: la fundación de la civilización romana. Fue enviado Mercurio, para comunicar a Eneas que debía partir hacia Italia con lo cual se vio forzado a elegir entre el amor y el deber. Dido, apenada, se suicidio.. Cuando Eneas la encontró un viaje al mundo infernal, ella se dio vuelta y no le perdonó.

En Italia, Eneas se alió con rey Latinus, y se prometió con su hija Lavinia. El pretendiente anterior de Lavinia, Turnus, enfadado y celoso declaró la guerra al intruso. En ese momento comenzó un periodo de tiempo gobernado por una serie de luchas sangrientas (las guerras itálicas). Eneas salió victorioso matando a Turnus en solo combate, fundó la ciudad de Lavinium, donde residió como rey .

En La Eneida, el epíteto más común de Eneas es "pius," y Virgilio lo presenta como un ejemplo de las virtudes romanas, la dedicación al deber y la obediencia a los dioses.

Datos y leyendas sobre los origenes de Roma

La carencia de fuentes fiables y la serie de leyendas desperdigadas en las obras de historiadores clásicos nos hacen ser prudentes a la hora de estudiar los orígenes de Roma. Hoy en día se esta de acuerdo en que, sin creer todo lo que las leyendas dicen hay algo de fundamentos históricos en ellas, ya que aunque lentamente se van confirmando algunos puntos con hallazgos arqueológicos.La más antigua tradición recogida por Dionisio de Halicarnaso, nos habla de la presencia de aqueos con prisioneras troyanas en el Lacio, que fundan la ciudad de Roma. Otras dos tradiciones creen que Roma fue una fundación aquea o bien troyana. En época republicana la tradición originó otras leyendas: una tomada de los mitógrafos griegos, que hacían a Eneas su fundador, y otra de sentido nacionalista que la creía fundada por Rómulo y Remo descendientes de aquel.La leyenda troyana recogida en la Eneida, contribuyó a perfilar los orígenes míticos de Roma. Esta leyenda narra, que Eneas , hijo de Anquises y de Afrodita, tras escapar dc Ilion, logra llegar al Lacio, acompañado por su hijo Ascanio, que adopta el nombre de Ilius o Iulus. El héroe troyano casa con la hija del rey latino; se alía con el arcadio Ebandro, que fundara en el Palatino la urbe de Palantea , y lograra reprimir a los rutulos que al frente de su caudillo Turno presionan a los troyanos. Por su parte Eneas fundara Lavinium , no lejos de las bocas del Tibet y su hijo Ascanio la ciudad de Alba Longa. Sus descendientes que han formado una dinastía de hasta doce monarcas en dicha ciudad se enzarzan en luchas dinásticas. La hija de uno de estos reyes, Numitor, llamada Rhea Sylvia, fue obligada por su tío y usurpador, Amulio, que también había asesinado al hermano de Rhea a hacerse vestal, para evitar descendencia y poder ser por ella derrocado. Pero esta amada por el dios Marte, tuvo dos hijos gemelos, Rómulo y Remo a los que abandono en una cesta en el rió

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Tíber. Esta leyenda a falta de datos arqueológicos muestra el lejano contacto existente entre el mundo egeo y la península itálica.Aunque no se ha podido investigar de modo profundo en esta leyenda si hay datos arqueológicos que detectan el momento en que fue constituida.También la presencia de Eneas en Italia, y en calidad de progenitor de Rómulo por su enlace con la etrusca Tyrrenia, queda recogida en Alkimos, discípulo de Platón.Ello quiere decir que la figura de Eneas y su leyenda fue recibida por la propia Roma. siendo la Urbs la encargada de desarrollar y difundir, como señala un autor, el mito de héroe fundador.El segundo momento de esta leyenda tiene un planteamiento diferente, claramente nacionalista. Salvados Rómulo y Remo de las aguas y amantados por una loba en la gruta de Iupercal fueron recogidos finalmente por unos pastorees tras descubrir su verdadera descendencia, Rómulo y Remo mataron a Amulio y devolvieron el reino a su abuelo Numitor. Este les entrego territorios al noroeste del Lacio y allí Rómulo fundo Roma según el rito etrusco en el año 753. Mas tarde Rómulo dio muerte a Remo al burlarse de el tras la ceremonia fundacional.Este mito de los hermanos gemelos, es de claro origen latino, no siendo posible precisar la fecha exacta en que pudo crearse la leyenda. Tuvo su sanción oficial, según Tito Livio, en el año 296 a.de C. , cuando los ediles curules Cneo y Quinto Ogulnii, de ascendencia etrusca, levantaron una estatua en la que se veia una loba amamantando a dos niños; en el 269 este mismo tema se recogia en el reverso de una de las primeras emisiones de didracmas romanos.Los elementos que informan el segundo momento de la leyenda sobre los origenes de roma son complejos según indica Heurgon: un culto totémico del lobo propio de las civilizaciones pastoriles; presencia de temas mitológicos grecoetruscos(cierva de Telefo, loba de Bolonia); dualidad étnica(romanos-sabinos) o política(patriciosplebeyos) a traves de dos etimologias(una griega "Rhomos" y otra latina "Romulus"). Para el eponimo fundador de la ciudad, ambientado todo ello en una escenografia local gruta del Palatino(Lupercal), higuera sagrada(Ruminal).Pero Rómulo prescindiendo de la figura de su hermano Remo aparecerá en los Annales de Ennio como unico fundador de Roma, centrándose en su figura el interés de la historiografia romana, llegando esta a completar sin escrúpulos a la verdad históricaExpuesto todo lo anterior se evidencia que el concepto Urbs condita, debe ser rechazado. Rómulo presenta pocos visos de historicidad y en base a esta afirmación podemos señalar que Roma no tuvo un comienzo instantáneo, sino que conoció sucesivas fases de formación, evolución y engrandecimiento urbano que la tradición recoge y la arqueología evidencia.

La fecha fundacional de Roma

La fecha de la fundación de Roma ya intento ser datada por los autores antiguos Enio la fijo en e1880; Timeo, en e1814; Fabio Pictor creyo probable la del 748-747; Cincio Alimento la rebajo al 729- 728; Polibio y Pison la fijaron entre el 752- 750, y Varron, en el 754- 753, fecha que a prevalecido definitivamente en la historiografia.Ninguna de estas cronologías ofrecen garantía absoluta, ya que para establecer la fecha fundacional partieron de la fecha de instauración de la Republica romana y a partir de la misma rellenaron hacia atrás el espacio temporal con determinado numero de reyes buscando la conexión con el mitico RómuloLas dataciones por radiocarbono han dado fechas del 835+- 70 a de C Que con las correcciones de Godwin se retraen al 918+- 70. Estas fechas son acordes con los restos arqueológicos encontrados. En efecto, parece ser que a finales del S.IX fue cuando ya existieron cabañas y habitaciones en el palatino en una fase claramente preurbana. A partir de entonces en una larga y compleja fase de urbanización se ira perfilando la futura Roma

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Libros Sibilinos

Los libros sibilinos son unos libros mitológicos y proféticos.La sibila de Cumas se presentó en cierta ocasión ante el rey romano Lucio Tarquinio el Soberbio como una mujer muy anciana y le ofreció nueve libros proféticos a un precio extremadamente alto. Tarquinio se negó pensando en conseguirlos más baratos y entonces la sibila destruyó tres de los libros. A continuación le ofreció los seis restantes al mismo precio que al principio; Tarquinio se negó de nuevo y ella destruyó otros tres. Ante el temor de que desaparecieran todos, el rey aceptó comprar los tres últimos pero pagó por ellos el precio que la sibila había pedido por los nueve.Estos tres libros fueron guardados en el templo de Júpiter en la ciudad de Roma y eran consultados en situaciones muy especiales. Son los llamados Libros sibilinos. Estaban escritos en griego, en hojas de palmera, que posteriormente pasaron a papiro.Los romanos del siglo II adC, en tiempos de la República, apreciaban mucho estos libros y los guardaban en un colegio formado por 10 sacerdotes menores llamados decenviri sacris faciundis. En situaciones de crisis los consultaban para ver si había una profecía que pudiera aplicarse a la situación del momento.En el año 83 adC el fuego destruyó los Libros sibilinos originales y hubo que formar una nueva colección que tampoco ha llegado hasta nuestros días porque en el año 405 se destruyeron también.

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La religión en la antigua Roma por Mattia Casali Guidugli ([email protected])

1. Mitología Romana 2. Caracterización de los principales dioses de Roma 3. El Calendario Romano 4. El rol político-religioso: El Pontificado, las Mores Maiorum y el Consejo Imperial

Antes del cristianismo, Roma ideo una religión de carácter politeísta. Si se sitúa de manera cronología, esta habría tenido su desarrollo arcaico durante las décadas anteriores a la legendaria fundación de Roma, situada por la tradición en el año 753. Los primeros dioses romanos fueron de acorde a las necesidades de Roma, según una serie de leyendas, el primer dios fue Saturno, quien arribo a la colina del Capitolio y enseño a los latinos el cultivo de la tierra. Pero no solo el era una deidad de esa época, habían otras como Pamona, Pale, Jano y Fauno. La mitología arcaica acabo cuando el reinado del segundo rey de Roma inicio, este fue Numa Pompilo, el cual desarrollo el comercio general de la ciudad, tanto fue que llego al contacto con los griegos del sur, adoptando parte de su cultura. Para difundir su religión, más amplia y de carácter griego, fundo en la cima del Capitolio el primer Panteón, dedicado a Júpiter, Juno, Minerva y Saturno. A pesar de la nueva incorporación de estos dioses, los antiguos de carácter aborigen de la ciudad de Roma no desaparecieron, sino que se entremezclaron y helenizaron conforme al desarrollo de Roma.

En conforme se producía el desarrollo religioso, Numa Pompilo fundo la primera orden religiosa de Roma, con esto se iniciaba la entremezcla romana de la religión-jurisprudencia-política-moral. La primera orden romana de sacerdotes fue la de los protectores de los "Liber Actionum", libro romano en los cuales estaban inscritos todos los ciudadanos romanos y sus delitos. Esta orden estaba compuesta por los sacerdotes llamados "Rex Sacroroum". Conjunto a esta orden se fundo además el primer colegio de sacerdotes, llamado "Collegia de Sacerdotes".

Hacia la época imperial romana, el emperador ya era un dios más, mensajero de ellos. Hacia la dinastía de los Flavios, este homenaje a los soberanos se fue dejando de lado, y estos eran considerados como dioses tan solo luego de muertos. El sistema sería renovado y mucho más agudizado durante la tetrarquía, hasta el final de Roma.

Mitología Romana:

Antes de que existiese el universo, según la mitología, los 3 elementos principales del universo –cielo, tierra y mar- estaban combinados en uno solo, lo que ellos definieron como "Caos".

Este equilibrio se habría roto cuando el cielo fue expulsado hacia las alturas y la tierra y el mar se casaron formando un solo mundo en medio del extenso universo. Este acto ocurrió de forma simbólica en la mitología, es decir, el dios del mar, Urano, tomo como esposa a Gea, la tierra, y exilio al Cielo a las alturas, dándole la misión de proteger al mundo, el cual quedaba representado como una bóveda y el cielo eran los limites entre el universo o paraíso del Panteón, tierra de los dioses, y el inframundo tierra de los demonios y cancerberos.

Urano y Gea tuvieron cuatro hijos: Saturno, Océano, Vesta y Anteo.

Saturno, el cual es considerado igual a Cronos en la mitología de Grecia, derroco a su padre y se corono como dios de dioses y de todo el panteón y la bóveda del mundo terrenal. Se caso con una titán (semidiosa, pero no de ascendencia humana), esta se llamaba Rea.

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Los dos tuvieron tres hijos, a pesar de que Saturno no los deseaba, estos fueron Neptuno, Plutón y Júpiter. Los primeros dos fueron devorados por su padre, el cual temía que lo derrocaran –como hizo el con su padre Urano-, el hijo menor, Júpiter, fue salvado por su madre Rea, la cual lo escondió en una cueva de la isla de Creta. Rea, la cual recibe el mismo nombre entre la mitología de Grecia, ordeno a algunos de sus sacerdotes-guerreros que protegieran a su hijo y que ayudaran en la mentira ante Saturno, la cual decía que Júpiter murió en el parto, y Rea cuando llevo el cadáver de Júpiter, era en verdad un gran saco de piedras, el cual devoro Saturno.

Júpiter logro vivir, ya que como dijimos antes fue ayudado por un sacerdote-guerrero de Rea, Curetes. Cuando Júpiter tuvo una edad apropiada se entero de todo y ayudado por una titán llamada Metis, es decir la titán de la sabiduría, inicio la guerra contra su padre, la cual duró diez años.

En un principio dio a beber a Saturno una pócima con la cual se vio obligado a vomitar a sus hijos Neptuno y Plutón.

La guerra continua, por un lado Saturno y por el otro Júpiter, Neptuno, Plutón, Ceres, Metis, Vesta, Venus –diosa nacida de una concha marina- y Juno –una titán que se encontraba enamorada de Júpiter-. Luego de los diez años de la lucha, Saturno fue derrotado y desterrado al mundo terrenal, al Lacio, donde habría vivido y enseñado la agricultura a los hombres.

Ahora, Júpiter y los otros dioses del panteón obtuvieron el poder y se lo repartieron. Recordando siempre que Metis estuvo enamorada de Júpiter también, pero murió acecinada por este, cuando supo que se encontraba embarazada. Posteriormente Júpiter tomo como esposa a Juno y tuvieron como hijos a Marte y Vulcano. Si bien tuvieron 4 hijos, Júpiter siempre le fue infiel y tuvo muchos hijos con mortales, como Mercurio, Baco, Las Moiras y Las Gracias, entre otros.

En la repartición del poder Júpiter quedo como el "dios de dioses", el rey de todos.

Siguiendo la tradición de la mitología, a continuación Júpiter pidió a Vulcano que creara con el fuego que se le había otorgado a los que él llamo "MORTALES", de este modo Roma explica el nacimiento de la humanidad. Según la leyenda, por orden de Júpiter Vulcano creo una raza de hombres-mortales, los cuales descendieron a la parte media de la bóveda, la tierra. La raza de hombres era muy frágil y estaba hecha de oro puro. Gozaban mucho y no supieron nunca aprender la cultivación, de este modo la primer araza duro muy poco y se extinguió.

La segunda raza de hombres mortales fue la hecha de plata, esta también se extinguió, ya que a pesar de que aprendieron a cultivar gracias a Saturno, no pudieron reproducirse y sucumbieron ante el frío de la furia de Juno, la cual siempre estaba celosa de los amoríos de su esposo Júpiter.

La tercera raza sobrevivió por dos razones fuertes: Prometeo y Pandora. El primero engaño a Júpiter y dio a los hombres mortales el conocimiento del fuego, esto acompañado por la agricultura enseñada por Saturno, logro hacer que la raza de hombres hechos con cobre y fierro sobreviviera, de este modo surgió la primera civilización. Pero cuando los dioses del panteón supieron lo que había hecho Prometeo, Júpiter lo mando a encarcelar y dio a los hombres mortales lo que el llamaba "Un mal necesario, la MUJER". Así fue como inconscientemente, o mejor dicho, probablemente apropósito, según la tradición Júpiter dio a los hombres a una mujer, con la cual se inicio la reproducción y supervivencia de esta última raza de hombres que se creo. La primera mujer fue llamada Pandora, fue hecha por Vulcano, y enviada a la tierra con una caja la cual contenía las desgracias para el mundo, pero también la esperanza.

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Otro mito que los romanos buscaron explicar fue el de cómo se crearon las estrellas, según las tradiciones romanas, Júpiter y una de sus amantes, Leda, tuvieron dos hijos gemelos, llamados Castor y Pólux, estos fueron llevados al cielo para protegerlos de Juno, allí se convirtieron en la constelación de géminis, Júpiter creo las otras estrellas y constelaciones para así proteger a sus hijos.

Lo último que nombrare sobre la mitología es que Roma creía en el destino guiado por los dioses. Según la tradición, Júpiter ante su trono, a la izquierda y a su derecha tenía dos vasijas, con las cuales decidía lo que le ocurría a cada mortal, todo dependía de su estado de ánimo. Incluso, hasta que él mundo girase dependía de él.

Caracterización de los principales dioses de Roma:

Los dioses del Panteón Romano eran los principales, en su mayoría ellos derivaban de la cultura helénica, ellos fueron:

• Urano (Urano): dios de los mares, casado con la tierra, Gea. Padre de Saturno, Antes y Océano.

• Gea (Gea): divinidad de la tierra, casada con Urano. • Saturno (Cronos): derroco a su padre Urano, obtuvo el poder del universo, de la

bóveda y del tiempo. Se caso con Rea, devoro a sus hijos Neptuno y Plutón. Fue derrocado por su hijo menor, Júpiter. También era padre de Vesta. Luego de ser derrotado fue exiliado en el lacio, donde vivió hasta que se forjo propiamente la primera civilización de hombres hechos de cobre y fierro, a estos les enseño la agricultura.

• Rea: titán, esposa de Cronos (Saturno). • Júpiter (Zeus): dios de los dioses, rey de todo el universo. Derroto a Saturno, libero a

sus hermanos. Se caso con Metis, a la cual dio muerte luego de dar a luz a las Moiras y

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a las Gracias. Luego se caso con Juno y tuvo como hijos a Marte y Vulcano. Era además el protector de la luz y los rayos. Elegía el destino de los mortales, los que había creado.

• Metis: titán enamorada de Júpiter. Le ayudo en su guerra contra su padre. Era la diosa de la sabiduría. Tuvo como hijas a Las Gracias y a Las Moiras. Murió acecinada por Júpiter luego de darlas a luz.

• Juno (Hera): titán esposa de Júpiter. Muy celosa de todas las amantes de su esposo. Resguardaba a las mujeres y los niños.

• Océano: deidad sucesora de Urano como gobernare de los mares. Tuvo como hija a Anfitrite.

• Anfitrite: hija de Océano, se caso con Neptuno. • Anteo: hijo de Urano, hermano de Saturno. Murió en manos de este. • Vesta (Hestia): diosa virgen, protegía a las familias y mujeres en parto. Hija de Saturno

y Rea. • Neptuno (Poseidón): dios de los mares, herencia recibida por su suegro Océano. Era

esposo de Anfitrite. • Plutón (Ades): gobernante del inframundo, estaban a sus servicios los demonios y

cancerberos. • Cancerberos: demonios con forma de perros de color negro o café oscuro, tenían 3

cabezas y protegían las puertas del inframundo. Cuidaban que ninguna alma en pena se escapase, estaban al servicio de Plutón.

• Presepina (Persefone): hija de Ceres, escapo hacia el inframundo donde se caso con Plutón. Al estar casada con él no podía regresar al Olimpo (o panteón). Por ellos es que su madre creo el invierno y generosamente Plutón permitió que Presepina fuera a visitar a Ceres por tres meses, los de verano.

• Ceres (Demeter): deidad de la vegetación, el maíz y creadora de las estaciones. Madre de Presepina. Hija adoptiva de Saturno.

• Minerva (Atenas): diosa de la sabiduría, filosofía y los artesanos. Nació de un dolor de cabeza de Júpiter.

• Venus (Afrodita): Nacida en una concha en el mar, era la deidad del amor y la belleza. Esposa de Vulcano, pero amante de Marte. Los marineros eran seducidos por su belleza y las perlas de su cinturón, se cree que ella creo las sirenas.

• Vulcano (Hefestos): hijo de Júpiter y Juno. Era físicamente horripilante, pero estaba casado con la más bella, Venus. Era el dios de las armas, los metales y luego del fuego también. Cuando nació fue aventado por su madre al interior del Etna, desde allí gobierna a los volcanes y a los cíclopes, los cuales son sus servidores. Su culto fue uno de los primeros en instaurarse, data de la época de Numa Pompilo, sus monjes son llamados Salios.

• Marte (Ares): hijo de Júpiter y Juno. Dios de la guerra. Sus monjes también son los Salios. Hermano de Vulcano, era amante de la esposa de este, es decir, de Venus. Se cree que según la mitología, Romulo y Remo eran hijos de este. Su culto fue muy difundido en la Tracia, dónde se decía que fue el lugar dónde nació.

• Febo (Apolo): hijo de Júpiter y una amante. Hermano gemelo de Diana. Era el dios de los instrumentos, la música, el sol, la poesía y los profetas.

• Diana (Artemisa): reina de los bosques, diosa de la cacería. Conocida también como Luna.

• Baco (Dioniso): dios de las uvas, las viñas y el vino. Hijo de Júpiter y una de sus amantes.

• Castor y Pólux: gemelos hijos de Júpiter y una de sus amantes. Muy repudiados por Juno, Júpiter los elevo a los cielos, dónde se convirtieron en géminis y se crearon los otros signos zodiacales para defenderlos. Así se crearon las estrellas según la mitología romana.

• Mercurio (Hermes): hijo de una amante de Júpiter y de este. Era el mensajero de los dioses, dios de los ladrones y mensajeros.

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• Las Moiras: Eran tres hermanas, sometidas a la autoridad e Júpiter. Poseían los secretos de la vida con los que Júpiter había creado a los mortales. Poseen los secretos del hilo y los metales de la vida. La primera Moira, Cloto teje el hilo de la vida. La segunda Moira, Láquesis, lo devana. La tercera lo corta.

• Las Gracias: Hijas de Júpiter, eran tres hermanas, Aglae, Talía y Eufrósine, moraban en el Olimpo. Formaban parte del séquito de Afrodita, acompañaban a Atenea en sus actividades artísticas y, con las musas, también estaban presentes en el cortejo de Apolo.

Pero ellos, como ya lo dijimos anteriormente no eran los únicos dioses de Roma, ya que los cultos itálicos siguieron existiendo, especialmente entre las deidades del hogar, deidades menores y en algunos sectores que no cubría la cultura helénica. Entre ellos están:

• Fauno: Nieto de Saturno, deidad agreste. Cuida a los bovinos y a los que las cuidan. Poseía el don de la profecía. Según la leyenda, Fauno era esposo de la ninfa Marsia, y tuvieron por hijo a Latino, el cual es considerado formador de las tribus "Latinas".

• Flora: Diosa itálica de la vegetación, rige la eclosión de las flores en primavera. Era representada con una corona de flores en la cabeza.

• Pamona: Diosa romana de los frutos y los vegetales, su nombre procede probablemente de "pomum", que es manzana o fruto.

• Pale (o Pales): Divinidad romana, protectora de los rebaños, es tanto dios como, por esto es representada como un ser con dos caras, una de hombre y otra de mujer; los sacerdotes denominaban su culto como "Dualidad Primitiva", por el hecho de ser muy antigua.

• Término: Protector de las señales y lindes de los campos. Los labradores celebran todos los años, el 23 de febrero, las Terminalia.

• Jano: En latín quiere decir "puerta", por esto es que es la deidad que cuida la entrada entre el mundo terrenal y el inframundo y la tierra de Júpiter. Además de otros universos paralelos. Se representa con dos caras que miran a lados opuestos, se le diferencia de Pale porque ambas caras son de un hombre.

• Fortuna: Deidad instaurada lo más probable por Servio Tulio. Sus características eran el poder sobre los juegos del azar.

• Februs: Antigua deidad agrícola de roma, no se conocen sus atribuciones por completo. En honor a Februs nació el actual mes de Febrero.

• Carmenta: Ninfa de las aguas, se dice que fue ella quién le dijo a Rómulo y Remo el lugar donde se debería fundar una ciudad, la próximamente Roma (en la cima de Palatino).

Además de estos cultos de la naturaleza y de la cultura romana, había otras deidades dedicadas especialmente a la familia y las casas de Roma. Las casas romanas, tanto de ricos como de pobres, reverenciaban a los antepasados más antiguos. En las "Domus", casa de ricos, en la entrada había un altar dedicado a este. En el caso de las casas "Insulas", la de los pobres, no era un altar tan glorioso ni tan notorio –tampoco se encontraba a la entrada del hogar-, pero también reverenciaban al antepasado más antiguo del Gens (denominación que se les da a las primeras 300 familias que integraron la ciudad de Roma, son considerados los fundadores y de ellos descienden los patricios). Además de que cada familia adorase a cada antepasado, el Pater Familias era el jefe tanto jurídico, político y social como religioso de la familia. Tenía el deber de reverenciar a su antepasado, además de los distintos dioses y diosas que resguardaban el hogar, ya que había dioses para la puerta, para la despensa, para el patio, etc. Entre estos dioses nombraremos a:

• Giano: Protegía los jardines de la casa, además de la plazoleta central de las domus. • Lares: Protector de las habitaciones.

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• Penado: Protegía al hogar de las almas en pena que vagaban sin rumbo en el mundo terrenal.

• Panetes: Protectores de la despensa del hogar.

El Calendario Romano:

El calendario romano media los años a partir de la fundación de Roma, que situada en nuestro calendario cristiano fue en el año 753 antes de Cristo. Pero para los romanos de la antigüedad este hecho había simbolizado el año 1. Roma sitúa la legendaria fundación el primer día del mes de Marzo. El sistema de enumerar los años desde la fundación legendaria de Roma fue llamado "Ab urbe condita".El calendario romano se uso desde Rómulo, en ese entonces contaba con 10 meses, cuatro meses de 31 días y seis meses de 30 días. Los primeros cuatro meses estaban consagrados a 4 deidades romanas, estos eran Martius o Marte, por el dios al que estaba dedicado, el cual era Marte, dios de la guerra, una deidad fundamental para todos los romanos. El segundo mes era Aprilis o Apolo, por el dios Apolo, reverenciado en este mes. Maius, esta era la denominación que se daba a Júpiter en el calendario, era el mes dedicado al culto del dios creador y jefe de todo lo existente. Por último el cuarto mes era Junius o Juno, dedicado a la esposa preferencial y oficial de Júpiter, la llamada Juno, diosa de la familia y la mujer. Estos cuatro meses eran a los que les correspondían los 31 días. Los otros 6 meses estaban compuestos como ya dijimos por 30 días, los cuales además recibían sus nombres por orden numérico, contando desde Marte como mes uno, hasta llegar a Junius como mes 4, los siguientes meses serían Quintilus, Sextilis, September, October, November, December. Este calendario creado a los tiempos de Rómulo constaba de 304 días.Este calendario elaborado por Rómulo, sería perfeccionado por Numa Pompilo, el cual habría encontrado muy corto y discorde el calendario, habría hecho que sus sacerdotes estudiasen la luna y elaboraran un nuevo calendario con respecto al ciclo lunar, solo fue necesario agregar dos meses, uno de 30 y otro de 31. Pero posteriormente Numa Pompilo habría hecho otros arreglos siguientes en todo el calendario, los meses instaurados fueron Januari, en honor a Jano, y Febrarius, dedicado en un principio a Februs, posteriormente a Plutón. En fin el calendario creado por el sabio Numa Pompilo, de carácter lunar quedo erigido de la siguiente manera: Januarius (29), Februarius (28), Martius (31), Aprilis (29), Maius (31), Junius (29), Quintilus (31), Sextilis (29), September (29), October (31), November (29) y December (29). Con esto el calendario quedaba erigido con 355 días, pero ¿El calendario lunar posee 354 días, entonces porque el calendario romano, de origen lunar poseía 355 días?, esto fue porque se consideraba de mal agüero, por ello, los sacerdotes añadieron un día más al año. Pero el problema continuo, el año continuaba siendo demasiado corto, por ello posteriormente Numa Pompilo intercalo otro mes de 22 o 23 días, el mes se intercalo desde el 23 o 24 de Febrero. Este mes era llamado Mercedinus o Mercedonius. La intercalación del nuevo mes, Mercedinus fue hecha cada dos años. Sin embargo, esta sistematización era demasiado larga, ya que daba un total de 366 días y cuarto. Para evitar este desfase en el año 450 a.C. se acordó que cada ocho años se intercalara tres veces el Mercedinus, este sistema fue llamado "La Octoetérida". La Octoetérida se fundamenta en los cálculos que realizó Cleostrato de Tenedos en el año 500 a.C. La intercalación, y el cómputo de los años estaban en manos de los sacerdotes, quienes obraban según sus intereses. Las reglas de cálculo del calendario fueron secretas hasta que un político rebelde, Cneo Flavio las robó en el 304 a.C. El sistema era demasiado complicado y arbitrario, incluso para sus contemporáneos. Esta comprobado de que en los años de Iulius Caesari, había un desfase de 3 meses y medio entre el calendario romano, lunar y astronómico.

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Como no existían los días, los romanos lo llamaban A, B, C, D, y así respectivamente con todo el alfabeto, además los romanos tomaron del calendario lunar una denominación para ciertos días y agrupaciones de ellos, estos fueron 3: las Calendas, las Nonas y la Idus. Las calendas eran el inicio del mes, iba desde el día 1 o A. Las nonas eran los días 5, en excepción de los meses marzo, mayo, julio y octubre que eran el día 7. Por último las Idus, estos eran considerados los finales del mes. Las Idus de los meses eran los días 13, a excepción de marzo, mayo, julio y octubre que eran el día 15. Luego de la primera Idus, este periodo se extendía hasta los dos últimos días de aquel mes, estos últimos dos eran llamados antevíspera y víspera del mes siguiente. Con Julio Cesar la reforma del calendario se inicio, en un principio todo comenzó cuando el pueblo lo aclamaba como "dios en vida", y el mes Quintilus fue rebautizado como Iulius. El calendario luego de la reforma de Cesar fue llamado Calendario Juliano. Cuando se habla de la reforma de Julio Cesar se debe tomar en cuenta que todo lo discutido por otros historiadores, sacerdotes y pensadores de la época, como Polibio y Cicerón, que se adentraron en la travesía de intentar estabilizar el calendario romano, todo ello, como lo decimos hoy en día, fue tirado por el basurero. Julio Cesar estableció un año de 365 días, con 12 meses, con la cantidad de meses de 30, 31 y 24 días. Además cada cuatro años Febrero obtendría un día mas para no quedar atrasado con respecto al orden astronómico. Este sistema fue bautizado como "Bix Sentum". Además Julio cesar estableció definitivamente la fundación de roma, que en la actualidad se dice q fue el año 753, ya que si estudiamos meticulosamente datos de otros estudiosos de este tema descubriremos que habían personas que decían distintas cosas como Fabio Pictor, que la estableció en el 747 a.C.; Polibio que lo estableció en el 750 a.C.; Marco Porcio Catón dijo que había sido en 751 a.C.; y Verrio Flaco propuso en el año 752 a.C.; datos que se deben tener en cuenta a la hora de datar hechos. Tito Livio se adhiere a la fecha de Catón, aunque en ocasiones usa la de Fabio Pictor. Cicerón usa el cómputo de Varrón, que al final es el usado como base por Polibio, y el empleado por los historiadores modernos. Según Cicerón Roma fue fundado el 21 de Abril del año 752, fecha indicada por Verrio. El calendario Juliano es considerado un calendario solar, aún se ocupa solo que con la modificación en la cuenta de los años, lo cual se izo hacia el siglo VI, con el papa Gregorio XIII. La obra del calendario de Julio Cesar fue encargada a un astrónomo griego, Sosigenes. Los romanos tenían conciencia de la división de la jornada desde la instauración del reloj de agua y sol, hacia el siglo III antes de cristo. Ellos median las horas tal y como se hace en la actualidad, con un sistema sexagesimal, en base a 60 minutos, que es una hora. Los romanos consideraban que el día iniciaba cuando había salido el sol, de este modo ellos lo llamaban hora meridie, cuando se ponía el sol eran las horas nefastas, consideradas ante meridie. La noche estaba dividida en 4 uigiglie, las cuales eran de utilidad para el ejército, los cuales la usaban como base para cambiar de guardia. Hacia los años de Cesar Augusto, roma había iniciado a dar nombre a los días, de esta manera surgieron las semanas compuestas de seis días, posteriormente de siete, cuando se liberalizo el culto cristiano. Los días eran: Luna (Lunes, dedicado a Juno, llamada también Luna); Marte, correspondía al actual Martes y era dedicado al dios de la guerra, Marte; Mercurio, dedicado al mensajero de los dioses, Mercurio, corresponde al día Miércoles; Júpiter, es actualmente el día Jueves, dedicado al dios creador, Júpiter; Vesta, día correspondiente a la hermosa diosa de las familias, correspondía a Viernes; Saturno, actual sábado, dedicado al padre del creador, Saturno, el cual además enseño a los latinos la agricultura, el nombre que actualmente recibe deriva primordialmente de la denominación que los hebreos daban al día romano de Saturno; Hacia la era cristiana, se instauro un séptimo día, el Domingo, dedicado especialmente al que ellos llamaban "Dios Cristiano", a nuestro Señor y Dios. En latín domingo sería Dominus. El calendario romano sufrió una modificación antes de ser tal cual es el que estuvo en poder del papa Gregorio XIII, esta fue la integración del mes llamado Augusto o Agosto, dedicado a Cesar Augusto.

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El rol político-religioso: El Pontificado, las Mores Maiorum y el Consejo Imperial:

La base del derecho romano, el cual actualmente nos rige como base constitucional, estuvo desde sus inicios en el reinado de Numa Pompilo muy influenciado por el ámbito religioso romano.Con la instauración de la republica el sistema jurídico-religioso se vio profundamente afectado y engrandecido, pero a la vez se dividió en dos, obtuvo una forma fija cuando se expidieron las leyes de las 12 tablas (451-450). Cuando se expidieron las leyes se clasificaron en leyes Jurídico-Civil (Ius y Directium) y leyes Jurídico-Religiosas (Mores Maiorum y Fas). Antiguamente el poder jurídico recaía tan solo en el consejo de pueblo que asesoraba al rey, este estaba constituido tan solo por sacerdotes; cuando se instauró la republica y se dio inicio el periodo del derecho republicano el poder que había sido repartido, también fue dado a diferentes personas. Por un lado el poder Jurídico-Civil fue otorgado a los Pretores, gobernadores con todo el Imperum del poder jurídico, gobernaban a partir de las Ciudades Latinas y eran asesorados por los Propretores, cargo que solo se podía hacer luego de haber sido electo como Pretor, los Propretores eran los encargados del poder jurídico-civil dentro de una jurisprudencia, trabajaban en las Basílicas. En cuanto al poder Jurídico-Religioso, este no perdió su poder a pesar de que se había arrebatado una parte, como el Cónsul no ejercía poder absoluto sobre la jurisprudencia, ya que solo era legista en el ámbito de hacer que se cumpliesen las leyes, había un personaje de suma importancia en el ámbito religioso y jurídico, tanto civil como religioso, este era el Pontífice Máximo, electo por un consejo de Pontífices, ejercía el poder máximo de la jurisprudencia completa, solo era limitado cuando entraba en los casos de los pretores. El Pontífice Máximo designaba a los Pontífices de las distintas provincias, además de ser el encargado de dar las cartas de ofrecimiento para designar a los pretendientes a la escuela de pontificado y sacerdocio. El Pontífice Máximo estaba asesorado por sus más de 30 pontífices, correspondientes a cada provincia, a su vez estos se asesoraban por los sacerdotes de las distintas órdenes, los cuales trabajaban en las Basílicas de las distintas jurisprudencias de cada provincia. En el mayor de los casos, los sacerdotes también podían ejercer derecho cívico, ya que ellos eran los únicos que podían manejar los Liber Actionum, donde estaban los registros civiles y de delitos de cada persona que habitase el imperio romano, además que si recordamos, el Propretor era uno, el cual designaba a los magistrados, los cuales en muchos casos eran sacerdotes, o por lo menos tenían conocimientos jurídicos-religiosos por haber estado durante un tiempo en la escuela pontifical. Como ya lo dijimos anteriormente el derecho-religioso romano estaba dividido en dos tipos de leyes: las Mores Maiorum y las Fas. Las primeras eran leyes con poder por su antigüedad, eran leyes con respecto a las costumbres morales y de otros tipos de los romanos. Las Fas, eran las actuales, con forme a las nuevas ideologías, como la helénica. El poder del Pontífice Máximo y del consejo de Pontífices se extinguió cuando se instauro el imperio de Augusto, con el poder del Principado. Augusto era en este instante el Pontífice Máximo de forma vitalicia. Este cargo era indisoluble, e incluso, a pesar de las disputas entre los cesares y augustos, el poder del pontífice máximo siempre había sido de uno solo, incluso para emperadores como Vespasiano, creador del poder de los cesares. Además cuando los emperadores eran divinizados en vida, estos pasaron a monopolizar el poder jurídico, y cuando Augusto obtuvo el poder de Pretor de forma vitalicia, disolvió el Consejo Pontifical y lo cambio por el Consejo imperial, conformado por los sacerdotes y pontífices de confianza del

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emperador, estos lo asesoraban y ayudaban en el gobierno, en especial en la parte jurídica, un ejemplo de estos personajes es el propio Séneca, gran asesor de Nerón, hasta que se suicido. Además Augusto creo una Cancillería, donde los sacerdotes y pontífices discutían como defender el poder religioso en el exterior, para así afianzar la cultura romana y con ello el dominio o el vasallaje de otros territorios lejanos, como el Reino de los Kush, al suroeste de Abisinia.

LA RELIGION ROMANA1. ORÍGENES DE LA RELIGIÓN ROMANA: ORÍGENES INDOEUROPEOS.

Si existe una religión fácil de definir en el mundo antiguo es la religión romana. Pero cuando se trata de precisar y delimitar las cuestiones, empieza a surgir dificultades.

Las opiniones sobre los orígenes divergen, y a veces llegan a enfrentarse: religión primitiva, totalmente impregnada de magia y de supersticiones; religión derivada de creencias muy anteriores, de una herencia indoeuropea, y que manifiesta, desde su mismo nacimiento, una estructura y unos rasgos sólidos y duraderos.

Los pueblos itálicos forman parte del conjunto de pueblos denominados indoeuropeos. Parentesco que supone la existencia de una civilización y una religión comunes en la protohistoria de todos estos pueblos. Por lo que, ningún estudio sobre religiones de pueblos indoeuropeos puede prescindir de las investigaciones comparativas.

Los mitos que los diferentes pueblos indoeuropeos han heredado de sus ascendientes comunes adquieren fisionomías diversas. En Grecia, la vida de los mitos está constantemente animada por una imaginación viva y móvil. Los germanos sienten predilección por los dramas cósmicos, mientras los celtas la sienten por los relatos heroicos. Los romanos parecen refractarios a los juegos de la imaginación religiosa. La piedad romana, encarnada en la persona de su héroe fundador, el troyano Eneas, es una piedad profunda y sincera, sin cesar atenta a mantenerla pax Deum, las relaciones básicas de buen entendimiento entre la ciudad y los dioses. Dicha piedad encuentra su realización moral y material en una acción ritual incesante cuyo ritmo está determinado por un calendario particularmente rico y detallado.

Roma, como su arte y su literatura demuestran de manera elocuente, se ha visto siempre llevada a la notación del real, inmediato y vivido. Es, en la historia primitiva de Roma, donde podemos encontrar, desintegrados y humanizados, los más antiguos relatos míticos, transformados en Res gestae. A la luz de este descubrimiento, que el conjunto de comparaciones utilizadas parece confirmar, las figuras célebres de los dioses y de los héroes adquieren una dimensión distinta. Las divisiones divinas y sacerdotales de Roma conservan las huellas de la estructura social tripartita de los indoeuropeos, divididos en sacerdotes, guerreros y agricultores, cada uno de ellos con su correspondiente patrono divino.

Distinguimos así en el minucioso relato de Tito Livio sobre los primeros siglos de la historia romana la transposición humana, nacional y moral de mitos muy antiguos. La soberanía presenta en el pensamiento indoeuropeo, un doble aspecto, mágico y terrible por un lado, jurídico y pacífico por otro. En los países escandinavos en la pareja Odín-Tyr, y en la mitología griega con Uranos y Zeus. En el culto romano tenemos también a Júpiter, de un lado, y Dius Fidus, de otro. Pero Roma humaniza además esta antigua dualidad en la figura de sus primeros reyes, Rómulo, el violento, rodeado e la tumultosa cohorte de los Lupercos, y Numa, el jurista y sabio, adorador de Fides, la Buena Fe.

Observamos así la continuidad entre la herencia indoeuropea y la realidad romana. Parece, por tanto, pertinente plantear el problema de las etapas intermedias. Entre la religión indoeuropea y la religión romana debió de existir seguramente una etapa intermedia, surgida de una comunidad de vida itálica que probablemente podemos situar entre finales del segundo milenio

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y principios del primero. Quedando así explicadas las semejanzas y parentescos que se observa entre la lengua y la religión umbra, de una parte, y la lengua y la religión romana de otra. Las famosas inscripciones llamadas Tablas Eugobinas proporcionan datos preciosos.

Las Tablas Eugobinas describen en detalle las ceremonias realizadas cada año en Iguvium por un colegio sacerdotal, el de los Fratres Atiedii, con fines, por un lado, de purificación de la ciudadela, y por otro, de lustración del pueblo. A esto se le añade la enumeración de lo ritos a ejecutar en fecha perfectamente determinadas.

Ciertamente que el panteón umbro no presenta una fisionomía muy próxima a la del panteón romano. Júpiter, Marte y Vofonios, al que se aplica el oscuro epíteto de Grabovio, forman una tríada homóloga de la que en Roma forman Júpiter, Marte y Quirino, e igualmente relacionada con el estrato común indoeuropeo. Una gran parte de los nombres y de los epítetos de los dioses no encuentran equivalente en Roma. Es como si ningún tipo de estructura teológica rígida hubiera pesada jamás sobre ninguno de los dos pueblos, y ambos hubieron podido organizar su panteón con entera libertad. De ahí la gran abundancia de numina.

Al pasar del ámbito de los dioses al del ritual, la impresión cambia por completo, siendo en este último dominio la similitud y el paralelismo son asombrosos. El mismo tipo de ceremonias, de ofrendas y de sacrificios, el procedimiento religioso, el formalismo jurídico que preside la práctica del ritual, lo encontramos por igual en Gubbio y en Roma. Esta similitud se observa a todo lo largo de la historia de Roma. Roma permaneció tenazmente fiel a los mismos ritos y gestos. Esta especie de obstinación del ritual demuestra que en la religión romana el primado pertenecía al rito, por encima del toda creencia. El ritual litúrgico estaba dotado de una gran solidez desde los comienzos mismo de la historia de Roma. Aunque el panteón no estaba bien definido, observamos que la religión itálica esta fundada en un ritual sólido y firmamente establecido. Por tanto, observaremos en Roma y Umbría dos similares psicologías religiosas que dieron lugar a dos rituales muy próximos entre sí. En lo a los dioses respecta, diferenciados en uno y otro sitio, según las diversas condiciones históricas, conservaron no obstante una fundamental semejanza en le aspecto funcional.

2-RELIGION ROMANA ARCAICA.

2.1 Los sacerdocios.

El sacerdos es aquel que *proporciona lo sagrado *. El único para comunicar con el orden divino, fenómeno que hay que entender en un sentido unívoco, no recíproco. Cuando los dioses desean dirigirse a los hombres, no lo hacen a través de sus representantes oficiales, sino que eligen a cualquier individuo sin ninguna relación directa con ellos.

El sacerdote es el representante religioso de la comunidad, el encargado por el Estado para cumplir personalmente los ritos pertinentes o vigilar por su estricto cumplimiento, habida cuenta a demás del alto grado de ritualismo que a tener la religión romana. Esta capacitación le permitirá garantizar que la atención y la eficacia de los poderes divinos se concentraban sobre la ciudad para guiar sus destinos y asegurar sus perennidad.

Los sacerdotes vivían igual que cualquier otro ciudadano, debe cumplir con sus obligaciones cívicas. El sacerdote puede y debe casarse. Algunos de los sacerdocios requieren la participación de la pareja, como el caso del flamen Dialis y la flaminica y, el del rex sacrorum y regina. Era hasta tal punto esta conjugación litúrgica entre el sacerdocio y su esposa, que si moría la flaminica, el flamen tenían que renunciar al sacerdocio y convertirse en un privado. Además los hijos de este matrimonio servían asimismo en actos culturales como asistentes.

A continuación , hablaremos de los principales sacerdocios:

• El colegio de pontífices , estaba dominado por la personalidad y el papel organizador de su presidente, el Pontifex maximus. Los demás pontífices lo asisten y lo aconsejan, estando el sacerdocio constantemente entregado a la práctica y a la acción. El pontífice conoce la ciencia de lo sagrado e informa al Estado y a los ciudadanos sobre los deberes que les incumben. Es el guardián del culto nacional y vela por el mantenimiento de la

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tradición. A los largo de todo la historia de Roma permanece como árbitro del ius divinumo derecho en materia divina. El colegio mantiene estrechas relaciones con las sacerdotisas de Vesta, las Vestales , que vivían cerca de la Regia, o lugar donde los pontífices tenían sus deliberaciones.

• El colegio de las Vestales, escogidas por el sumo pontífice entre las muchachas comprendidas entre los seis y los diez años, debían permanecer vírgenes al servicio de la diosa por el espacio de treinta años. Guardianes del fuego de la ciudad, que jamás debían dejar de extinguirse, iban siempre vestidas de blanco y adornadas con diversas bandeletas. Un respecto general las rodeaba, pero si faltaban a su deber de castidad eran condenadas a muerte, enterradas vivas en un subterráneo y separadas para siempre del contacto con la sociedad de los hombres, a la que hubieran contaminado con su contacto.

• Otro gran colegio, el de los Augures, intérpretes de la voluntad de los dioses y guías indispensables de la cuidad. Los augures eran expertos en la ciencia que interpretaba la voluntad divina, pero además poseían la facultad para atraer sobre personas y cosas un fuerza sobre natural. El agur se situaba por lo general en un lugar elevado, desde donde se obtenía una buena visión. Entonces se procedía a la observación de los signos, por lo general el vuelo de las aves, y tenían por favorables todos aquellos que procedían de la izquierda. Pero también se tenían en cuenta otros factores, como las especies de aves que observaba, las características de su vuelo, los sonidos que emitían, su número, y todo ello servía al augur para determinar cuál era la voluntad divina a propósito de la cuestión que se consultaba. Los augures, todos sus miembros eran iguales y cada uno de ellos poseía todo el valor de su conocimiento.

• Los flamines, son sacerdotes especializados en el culto a una divinidad concreta, es decir no constituyen un colegio ni ningún otro tipo de asociación o cofradía sacerdotal. Cada uno de ellos es completamente autónomo respecto a los demás, actúa en solitario y dedica sus actos a un dios particular. Existían quince flamonia, tres mayores y doce menores. Los primeros lo que tuvieron una mayor importancia y de los que se posee mayor cantidad de información: sus dominaciones oficiales eran Dialis, por estar dedicado a Júpiter, Martialis a Marte y Quirinalis a Quirino. Numa creó los flamines para que los deberes religiosos del rey no fuesen abandonados por su obligaciones

• Bajo la monarquía etrusca se produjo el nacimiento de un nuevo colegio compuesto al principio por una simple comisión de dos miembros, encargados de consultar los Libros Sibilinos. Convertidos en diez y finalmente en eran quince, estos sacerdotes no tenían otra misión que la de simple consultores, ya que serán aquellos quienes encuentren en las misteriosa colección, que va a sufrir diversas transformaciones e incrementos a los largo del tiempo, las diversas fórmulas expiatorias para exorcizar los prodigios que sucesivamente aterrorizan a Roma y parecen indicar una momentánea ruptura de la concordia establecida entre los dioses. El cuerpo sacerdotal contaba además con diversos poseedores y agentes de diversas técnicas especializadas y arcaicas, necesarias para la buena marcha de la vida de la ciudad.

• Por su parte, los hermanos Arvales, cumplían los ritos de un culto agrario destinado a garantizar la fecundidad de la tierra, en el bosque sagrado de la Dea Ida. Dentro de estos estaban los Lupercos, estaban encargados de velar por la eficaz protección de la cuna de Roma, el Palatino, alrededor del cual les arrastraba su carrera pastoril y tumultosa. Estos sacerdotes lobos de arcaico origen encuentran su paralelo fuera de Roma en los hirpi del Monte Soracte.

• Los sacerdotes danzantes o Salios, que formaban dos grupos, el del Quirinal y el de Palatino, ritmaban con la cadencia de sus cantos y danzas de las épocas de guerra. Marcaban el inicio de la estación guerrera en marzo y la clausuraban en octubre, con su pesado tripudium que sus mismos coetáneos ya observaban con curiosidad.

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• En cuanto a la cofradía de los Fetiales , también relacionada con la guerra bien diferentes a la de los Salios. A ellos correspondía el anuncio de las declaraciones de guerra y conclusiones de tratados, asegurando su ritual preciso y minucioso y complicado la base religiosa, y más tarde moral y jurídica que era indispensable para el buen desarrollo de las expediciones militares de Roma más allá de sus fronteras, y sin la que las tales expediciones hubieran sido inconcebibles. Su ritual está lleno de elementos mágicos. El conjunto del complejo ritual de los Fetiales funda tanto en la moral como en el derecho de esas acciones decisivas para la vida de la ciudad que eran la declaración de la guerra y la conclusión de la paz, para la que una guerra fuera de los marcos del derecho, una guerra que no tome la forma de un bellum pium instumque, resultaba inconcebible.

2.2. Calendario.

El calendario es una institución de singular importancia , el armazón que regula y armoniza la vida de la comunidad, tanto en las relaciones entre los ciudadanos, como entre estos y las instancias políticas y por últimos con la divinidad. Su creación necesariamente ha de elevarse a los orígenes mismos de la ciudad, tras el año decamensual existente en época de Rómulo, atribuía a los reyes del siglo VI a.C. la introducción de un nuevos calendarios de doce meses y trescientos cincuenta y cinco días.

El panorama religiosos arcaico figura una serie de ceremonias que podríamos denominar calendariales, que se celebran periódicamente y en las que el rey, o su sustituto natura el flamen Dialis, desempeñan el papel de protagonistas : se trata de los rituales que tenían lugar en las calendas, las nonas y las nundinas. El día primero de cada mes, llamado calendas, un pontifex minor comunicaba al rey la aparición de la luna nueva y éste, reunido el pueblo en la curia Calabra obre el Capitolio, anunciaba cuando serían las nonas, si el quinto o séptimo día del mes, para que de esta manera todos los ciudadanos, y especialmente aquellos que residían en el campo, acudieron a su nueva convocatoria; al mismo tiempo, la regina sacrificaba en la Regia en honor de Juno. En las nonas se celebraba los llamados sacra nonalia¸ ocasión en la que el rey comunicaba a todo el pueblo, las fiestas del mes. En los indus se celebraba el denominado ovis idulis, esto es el sacrificio de una oveja a Júpiter por parte de flamen Dialis. Por último, durante las nundinas, días de mercado que se celebraban de forma periódica, la flaminica sacrificaba en la Regia, mientras que el rey trataba directamente con los ciudadanos según las costumbres etruscas.

El rey se convierte en el auténtico protagonista del calendario, quien por su actuación asegura el decurso normal del tiempo. Se presenta por tanto como garante de la estabilidad de la comunidad romana, eslabón imprescindible en la cadena que les vincula a la divinidad.

Se celebran la festividad del Regifugium , es decir la huida del rey, cuyo significado originario era bastante misterioso. Los romanos de la época republicana conmemoraban en este día la supresión de la monarquía, pero ellos ya habían perdido el recuerdo del valor de la fiesta. La huida se explica por el juicio que a continuación se celebraba para determinar la responsabilidad en la muerte violenta de la víctima, por lo que algunos suponen que en Roma, el sacrificio que cumplía el rey también debía comportar algún sentimiento de culpabilidad. Con anterioridad al siglo II a. C., el año civil en Roma comenzaba con el mes de marzo, de manera que el Regifugium, al igual que los de Termalia, eran fiestas celebrativas del final de año. La huida del rey simbolizaría entonces el año que termina: como se ha llegado a decir, el rey no sólo anunciaba el calendario, sino que también lo vivía.

Mayores problemas levanta otra festividad paralela a la anterior, las Poplifugia, esta era la única fiesta que se celebraba entre las calendas y nonas del mes. El termino con que se denomina esta fiesta significaba la huida del pueblo. Los antiguos daban dos tipos de interpretación, una histórica, según la cual los romanos antiguos daban dos tipos de interpretación, una histórica,

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según la cual los romanos habrían abandonado la ciudad ante la presencia de enemigos que varían según las versiones, y otro mitológica, que explicaba la huida del pueblo como consecuencia de la misteriosa desaparición de Rómulo.

El calendario se organiza de acuerdo con determinados criterios de eficacia ritual, aunque no de una manera rígida, se destaca la aparición de ciclos que comprenden aquellas festividades dirigidas a un mismo objetivo, como son fiestas relativas a la agricultura, a la guerra y a la maternidad.

Con respecto, a la festividades agrícolas ocupan en la práctica durante todo el año, sin embargo, tales fiestas se agrupan con una mayor intensidad en dos ciclos, uno en abril y en agosto que se duplica en diciembre. Se darán así: en enero, la Paganalia; en febrero, la Fornacalia.; en marzo, la Liberalia; en abril, están Fordicidia, Cerialia, Parilia, Vinalia, Robigalia y Floralia; en agosto, la Vinalia , la Consualia y la Volcanalia; en diciembre, la Opalia y Divalia.

Si las festividades agrarias ocupan un lugar de excepción en el calendario arcaico, pues la tierra constituía el principal medio de vida de los primitivos latinos, aquellas otras de carácter matronal alcanzaron también un lugar muy destacado, ya que su cumplimiento significaba la garantía de la continuidad demográfica de la ciudad. Cuatro son las celebraciones que merecen ser señaladas dentro de este ámbito: las Carmentalia, las Matronalia, la festividad de Bona Dea y las Matralia.

Pero la guerra no podía permanecer al margen del calendario. Sus festividades se reparten en dos momentos del año, que son los que señalan por una parte el inicio de la campaña militar y por otra el cierre de la misma. Con ellas se pretendía preparan ritualmente al ejercito para la función que debía cumplir, pero como se trata de una acción impura y contaminante, se lleva consigo la muerte y la destrucción, era asimismo necesario establecer unos rituales de purificación para que su reingresos en la ciudad no trajese la desgracia. Los meses de marzo y de octubre son en consecuencia los elegidos para estos fines, mientras que el resto del año permanece al margen de tal actividad. Marte era la divinidad guerrera por antonomasia y a ella se dirigían las festividades del mes de marzo, como la Equirria, Quinquatrus y Tubilustrium; y en octubre, la Equus October y Armilustrium.

3-RELIGIÓN ROMANA DURANTE LA REPÚBLICA.

3.1 Culto y ritual.

LA PLEGARIA

Los pueblos antiguos atribuyeron siempre grandes poderes a los nombre y, por ello, la invocación constituyó siempre un hecho fundamental de la plegaria y de la magia. El hombre romano debía escoger a la divinidad apropiada para la que se la requería e invocarla por su nombre correctamente. Algunos dioses eran tan poderosos y valiosos para el Estado que tenían nombre secretos, para evitar que los enemigos de Roma pudieran proceder a su evocatio y la ciudad quedara abandonada a su suerte.

La necesidad de invocar a la divinidad precisa fue de tal orden en el ritual romano, que Varrón elaboró una larga lista de las divinidades que debían adorarse asignando a cada una de ellas su función específica.

Pero la mayor parte de estas divinidades eran conocidas e invocadas casi exclusivamente por los pontífices. Esto no quiere decir, que los fieles romanos no debiesen tomar precauciones a fin no sólo de escoger al dios o a la diosa adecuados sino de invocarlos correctamente. Para evitar este tipo de peligros, los romanos empleaban en sus plegarias dos técnicas. La primera consistía en pronunciar todas las formas son que la divinidad era conocida. La segunda posibilidad era añadir de la invocación fórmulas como “ o cualquier nombre con que puedas ser llamado”, “bajo el nombre que prefieras”. Con este tipo de fórmulas los romanos trataban de no provocar la ira de la divinidad por haber olvidado algunas de sus atribuciones.

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No obstante era bastante frecuente que el individuo o el Estado no supieran a quién dirigirse. Cuando no existía seguridad acerca del dios que protegía una actividad o un lugar, era frecuente invocar a un “dios desconocido”.

Incluso algunas divinidades secundarias conocidas no tenían un sexo preciso.

Especialmente en momentos de peligro público, fue usual invocar a todos los demás colectivamente.

Tras haberse asegurado que el dios escucha, el siguiente paso de la plegaria era convencerle de que la petición era razonable; rara vez el devoto romano presumía en su plegaria un inmediato efecto favorable: En este sentido solía argumentarse que la súplica había sido atendida en el pasado o que era de su competencia atenderla.

La plegaria romana revistió diversas formas en función de las necesidades y las circunstancias. Sin embargo, frente a estas plegarias que piden beneficios o favores a los dioses existen otras que responden a diferentes intenciones. Aquella que no pide concesiones a la divinidad sino que ésta evite un mal o que el mal recaiga sobre el enemigo.

Otras, ni piden favores ni son vengativas; sólo poder continuar gozando de lo que se tiene, sin ser molestado.

El contenido de las plegarias era muy diverso, pero todas tenían en común la obligada meticulosidad de su formulación, cualquier error invalidaba la plegaria y obligaba a comenzarla de nuevo e incluso a repetir el ceremonial expiatorio.

Los magistrados contaban con la ayuda de un sacerdota o de un escriba que le iba anticipando las palabras que debía pronunciar; este procedimiento se llamaba praeire verba y trataba de prevenir las consecuencias de una equivocación.

El sonido de la flauta solía acompañar a la plegaria para evitar que algún ruido extraño pudiera distraer la atención del dios.

La plegaria estuvo estrechamente relacionada con el sacrificio. En unas ocasiones, éste era acompañado de una sencilla petición se formulaba la promesa de realizar un sacrificio cuando el dios cumpliese la petición.

Dicha promesa podía ser escrita sobre una tabla de cera que era depositada ante la estatua del dios. Si éste no atendía las súplicas de la plegaria, todo se olvidaba, pero si cumplía, debía ser inmediatamente pagado.

EL SACRIFICIO

La etimología de “ sacrificio” pone de manifiesto que fue ésta una de las características esenciales del ritual romano. Lo que diferencia de una simple ofrenda es el principio de la vida: los dioses son esencialmente dioses activos cuya vitalidad necesita ser renovada.

El sacrificio romano es una idea que repugna, es necesario recordar que fue el hombre su primera víctima pagando probablemente con su propia vida y deshaciéndose de una parte de su propiedad. En Roma se produce la sustitución de la víctima humana por una víctima animal.

En el sacrificio, existía una minuciosa reglamentación, recogida en los manuales de los pontífices y harúspices, que velaba por su eficacia. El primer aspecto lo constituía la elección de la víctima que debía de adecuarse a la divinidad en cuyo honor se realizaba el sacrificio.

Cuando se procedía a la fundación de una colonia , unos de los primeros actos de las nuevas autoridades era reglamentar la organización de la vida religiosa.

Se aceptaba un principio invariable: víctimas masculinas ( mares) a dioses y femeninas (feminas) a diosas. Pero también el color del animal se tomaba en consideración: el blanco era reservado para las divinidades superiores y el negro para las infernales.

Incluso la edad y el tamaño variaban según la naturaleza del sacrificio y la ocasión.

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Los sacrificios podían ser ofrecidos por los magistrados y sacerdotes en el transcurso de las ceremonias oficiales, como por el paterfamilias en el culto privado. Entre unos y otros no tenían por qué existir grandes diferencias cualitativas, pero en la práctica en los cultos familiares se recurría más a las ofrendas de cereales, fruta, queso , miel y libaciones de vino o leche que al sacrificio cruento.

Este era utilizado preferentemente en los ritos públicos, sobre todo en las festividades en las cuales se sacrificaban periódicamente animales muy diferentes.

Los templos asumían un gran protagonismo tanto en el caso de sacrificios públicos como privados. Ni los extranjeros ni los esclavos podían asistir a la ceremonia sacrifical, así como, al menos inicialmente, la mujer.

Por otra parte, dicho tabú estuvo directamente relacionado con otros, como la prohibición de beber vino.

Un momento especial de la ceremonia lo constituía la acción de verter con una la citada mola salsa sobre la testuz del animal y el cuchillo sacrificial, la denominación de dicha acción pasó más tarde a designar el sacrificio mismo, ya que el animal entraba a través de ella en la esfera de lo sagrado.

Era frecuente hacer luego una libación de vino sobre la víctima.

La muerte de la víctima debía sobrevenir de forma rápida y limpia; un animal medio muerto o que lograse huir, invalidaba el sacrificio y constituía un signo de mal augurio.

Inmediatamente después, tenía lugar la extracción de los órganos internos (exta) de la víctima que eran ofrecidos a los dioses. El sacerdote o el harúspice inspeccionaba antes el buen estado interno del animal, lo que era signo de que los dioses aceptaban el sacrificio; de no ser así, se consideraba un mal presagio, haciéndose necesario recurrir a nuevas víctimas de sustitución hasta tener éxito. Las víscera finalmente eran cortadas en pequeños trozos para ofrecerlos a la divinidad. El momento existente entre la partición de los exta y su ofrenda al dios era de gran trascendencia.

La carne, era consumida por los hombre. En los sacrificios públicos, los senadores y sacerdotes comían separadamente del pueblo. El pueblo recibía una cantidad de carne menor que la de sus dirigentes, si bien en ocasiones ésta era gratuita.

Las raciones de carne distribuidas no eran iguales, siendo determinas por el rango o el estatuto de cada ciudad. A través de la participación en el sacrificio como se establece y se define el estatuto en relación con el resto de los miembros de la federación.

La carne sacrifical podía también ser vendida en los mercados. Incluso en algunos casos el cadáver del animal era quemado en el altar, siguiendo el llamado “rito aqueo”.

Un error en la ejecución del sacrificio suponía, su repetición más la ofrenda de una víctima adicional, en el caso de sacrificios públicos, podía llegar a ser verdaderamente costoso; por esta razón existía la posibilidad de realizar un sacrificio preliminar, a veces en vísperas del sacrificio solemne, con el fin de expirar anticipadamente los posibles errores que se iban a cometer.

3.2. El espacio sagrado.

Así como durante la época primitiva y arcaica los cultos se realizaban en lugares naturales ( bosques, montes, grutas, fuentes, etc.), desde las últimas fases de la época arcaica romana y durante la República, aquéllos se desarrollaron, sobre todo, en el interior del templo.

Es necesario distinguir los diferentes edificios y lugares de culto. Con mucha frecuencia los términos aedes y templum Castognoli apunta, que el templum era un área grande delimitada por pórticos y aedes un edificio sagrado encerrado en ella.

El término delubrum, contrapuesto a veces al de aedes, parece designar un área abierta, en conexión con el edificio templar. Fanum también parece designar un área y no un edificio. El de sacellum es definido por los antiguos como lugar sagrado sine tecto y se refiere también a las

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capillas con las imágenes de dios. Sacrarium aparece como perteneciente a la propiedad privada, peero no siempre se ajusta a lo conocido. Finalmente lucus designa un lugar de culto extraurbano, si bien existieron algunos luci en el interior de la ciudad.

El templo mayor de Roma es el Capitolio.

La construcción del templos y santuario esta en estrecha relación entre los acontecimientos históricos.

El personal del templo lo constituyen : los ediles fueron durante el periodo republicano los principales responsables del mantenimiento de los templos públicos con fondos procedentes de los mismos templos o de multas y sanciones; los magistrados públicos eran los responsables de la remoción de los ex-votos del templo y de su venta, del alquiler de los bosques sagrados o de la adjudicación a los publicanos de la manutención del templo a cambio de ex-votos que eran ya inservibles; los censores o de comisiones especiales eran los que corrían el cargo de los gastos extraordinarios y las mejoras; los aedituus le correspondía la responsabilidad diaria del templo, podía ser libre o esclavo. Pero ninguno de los templos latinos o itálicos dispusieron del numeroso personal que tuvieron a su servicio los templos helenísticos de Egipto o de Asia.

Con respecto a las funciones del templo destacan tres :

• Una, las religiosas, cuya tarea principal era cumplir en él los deberes religiosos, generalmente éstos podía ser: públicos (ejecutados por magistrados y sacerdotes) o privados (particulares que oraban o sacrificaban por su propias intenciones).

• Otra, las económicas, en los templos romanos dispusieron de terrenos que formaban parte del ager publicus y que estado consagraba a una divinidad, buena parte estaban constituidos por luci, bosques sagrados y el dinero que se obtenía de la venta del alquiler de dichos bosques era llamado lucar. El sacerdocio de cada templo disponía de un arca en donde depositaban las rentas provenientes del santuario, además de los emolumentos pagados por el Estado a los sacerdotes por entrar a formar parte de colegio, alcanzando cifras considerables, o el dinero recaudado por multas. Aunque la mayor parte de los bienes del templo procedía de las ofrendas voluntarias de los fieles, diferentes de las cuotas que debían pagar por acceder al interior del santuario o sacrificar en él. Los dones votivos, públicos o privados, constituían la principal riqueza de los templos y se clasifican en cuatro categorías : a) votos relativos a la salud de la persona; b) votos por el feliz regreso de un viaje o de una expedición militar; c)votos por el acceso a una magistratura o cargo público; y d) votos de los esclavos aspirantes a la libertad. Se ofrecían donativos de la décima parte de la fortuna personal del devoto o de sus ganancias en un negocio. O también obras de arte, procedentes de la ofrenda del botín capturado por el ejército al enemigo, o fabricados por spolia.

• Por último, las políticas, sociales y culturales, debido a la vieja exigencia de que el Senado romano se reuniera en un espacio cerrado y en un templum inaugurado, por lo que los templos tenían en ocasiones asignadas funciones civiles e importantes actividades culturales.

3.3. Calendario.

Durante la época republicana el calendario religioso mantuvo las antiguas fiestas de “ época numaica” pero incorporó otras nuevas. Uno de los episodios históricos de este nuevo periodo que más repercutió en el calendario fue el asedio de Roma por los galos. Entre estas fiestas destacan Alliensis dies, Supplicia canum, Transvectio equitum.

Otras fiestas insertadas en el calendario republicano obedecen a la introducción de nuevos dioses, como Megalensia en honor de Cibeles, Floralia en honor a la antigua diosa itálica Flora.

En otros casos, algunas de las festividades arcaicas fueron reinterpretadas a la luz de los acontecimientos históricos producidos durante la república, como Poplifugia que conmemora la fuga del pueblo romano atemorizado por los galos, los dies natalis del templo de la diosa Carna

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y del templo de Fortuna Muliebris , además de los natalis de los nuevos templos levantados a lo largo de la República para rendir homenaje a la divinidad tutelar.

Pero, sin duda, la principal novedad que ofrece el calendario religioso durante la República fue la multiplicación de los juegos (ludi), y su inclusión en el calendario. Como las Cerialia, Floralia, ludi Romani, ludi plebeii, ludi Apollinares, ludi Megalenses, ludi saeculares. Los ludi formaron parte de las principales festividades del calendario litúrgico.

3.4. La comunicación con los dioses.

Desde los orígenes de la cultura lacial, las gentes, preocupades por reconocer e invocar a las fuerzas misteriosas que presidían los actos de su vida, creyeron reconocer las voces de aquéllas que presidían los actos de su vida, creyeron reconocer las voces de aquéllas en el rumor del viento cuando movía las hojas de los árboles, en el crepitar del fuego y, desde luego, en el movimiento de los animales, capaces no sólo de advertir o anunciar algo a los hombres, sino también de guiarles en sus empresas.

Desde muy temprano la tradición latina fue decantándose por una revelación directa que descansaba en la transmisión de voces y sonidos. Fueron muchas divinidades que dejaban escuchar su voz como Carmenta, Fauno y Fauna o las ninfas.

Naturalmente no eran pocas las dificultades para interpretar la voluntad divina y ya debieron surgir hombres y mujeres capaces de traducir el lenguaje divino que surge de los arroyos, del viento, de las aves o de los animales terrestres.

La civilización romana de la época monárquica y republicana, reaccionó con fuerza contra quellos dioses a los que, medinte un largo proceso, anulo o redujo a la condición humana como se advierte en el caso de Carmenta ( diosa de las parturientas, protectoras de los partos y nacimientos, además de la adivinación y la profecía).

La actitud de hostilidad hacia la adivinación natural se percibe bien en las relaciones de Roma con los centros oraculares itálicos. Cuando Roma llevó a cabo la anexión territorial del Lacio e Italia, entro en contacto con numerosos templos de carácter oracular. En todos ellos venían practicándose los oráculos per sortem , es decir , mediante la extracción al azar de una pequeña tablilla donde venía escrita la respuesta de la divinidad; ninguno de ellos practicaba ese otro tipo de adivinación que descansaba en el delirio inspirado de la sacerdotisa que parece haber sido desconocido. Uno de los que gozaba de mayor antigüedad y prestigio era el de Fortuna en Praeneste.

En general, las sortes conservadas adoptan una gran diversidad de formas y de materias. Muchas son tablillas de bronce o de madera pero otras están fabricadas con bronces o plomos. En cualquier caso, atestiguan el recurso casi exclusivo de la adivinación itálica a la escritura frente a una adivinación inspirada que en época histórica era rehusada.

Roma mantuvo desde los comienzos de la República un enorme distanciamiento hacia todos estos santuarios oraculares va en clara decadencia a finales de la República; dicha desconfianza viene primeramente explicada por el tipo de adivinación que se practicaban en ellos. Pero esta hostilidad viene también por el temor a que sus oráculos fueros puestos al servicio de una peligrosa política anti-romana., como los prestigiosos santuarios oraculares del mundo griego, como Delfos. Desde la fundación de la República hasta la instauración del Principado, Roma consulto oficialmente el oráculo de Apolos en Delfos en siete ocasiones. El motivo de la consulta fue que todos los casos de tipo ritual; roma no pretende tanto conocer su destino como los remedia necesarios para restablecer la pax deorum, durante la segunda guerra púnica. Pero una vez terminada esta guerra, los romanos no necesita ningún apoyo espiritual y Roma es capaz de entrar directamente en contacto con otros estados, sin la mediación de Delfos. Y a esto se le suma la desconfianza por todo lo extranjero.

En lugar de esta adivinación natural e intituiva, Roma conocía una adivinación representada por los augures y decemviri a la que vino a sumarse la de los harúspices de origen etrusco. Se trata de una mántica inductiva, basada en la observación de los fenómenos percibidos por el hombre.

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Dichos signos pasaban por ser expresión de la voluntad de los dioses y necesitaban ser convenientemente indagados e interpretados por los miembros de los respectivos colegios sacerdotales.

Los signos enviados por los dioses obedecen a diferentes categorías, pero todos ellos servían sólo para saber si los dioses aprobaban o no una determinada acción que se deseaba emprender bajo sus auspicios. Toda empresa proyectada tenía una parte de desconocido y era necesario asegurar su éxito consultando a la divinidad. La adivinación romana se caracteriza por circunscribir extraordinariamente su campo de aplicación, lo cual no autoriza de ningún modo a negar su existencia.

La primera de las categorías mencionadas la proporciona los signos escuchados, omina. Una frase o palabra pronunciadas inintencionadamente podía ser considerada anuncio del futuro inmediato que confirmaba o apartaba al hombre de su empresa. Al escuchar la palabra cabrían dos posibilidades: aceptar el omen o rechazarlo transformando su sentido. De esta forma el hombre romano se preservaba de un destino inexorable.

Una segunda categoría de signos era ofrecida por los auspicia; se trata de signos percibidos por la vista y mostrados generalmente por las aves. La trayectoria del vuelo, así como el graznido o el tipo de ave eran minuciosamente interpretados por los augures. Los magistrados romanos tenía también el derecho de auspicio pero de distinto valor en función de su rango. Pero tanto los augures como los magistrados se ocupaban más de asegurar el presente conociendo los signos, que de interrogar el porvenir.

La tercera categoría de signos, los prodigios, fenómenos que contravenían las leyes de la naturaleza, tampoco anunciaban el futuro, sino que la paz entre los dioses y la comunidad había sido rota.

3.5. Sacerdocios.

LOS QUINDECEMVIRI SACRIS Y LOS LIBROS SIBILINOS

El origen de este colegio sacerdotal va indisolublemente unido a la figura de la Sibilina. Las silbinas eran adivinas que emitían sus oráculos en estado de trance o de éxtasis. Estas mujeres, que según la creencia popular podían llegar a vivir más de mil años, recorrían libremente el mundo impartiendo sus profecías. Otras de sus características es sin duda su inspiración profética.

En roma se guardaba tempranamente de este adivinación poniéndola bajo la forma de libros escritos custodiados por un colegio sacerdotal masculino: los devemviri. La introducción de los Libros Sibilinos en Roma se le atribuye al monarca Tarquinio el Soberbio. Según la versión más extendía, la sibila, bajo el aspecto de una vieja extranjera, propuso al rey venderle sus nueve libros de oráculos, pero éste rehusó a comprarlos por encontrar excesivo el precio. A cada una de las negativas de Tarquinio, la sibila quemaba tres de los libros. A fin, el rey etrusco compró los tres últimos por la suma que la anciana había pedido inicialmente; ésta desapareció para siempre y la colección oracular ( los Libros Sibilinos) quedó depositada en el templo de Júpiter Capitolio.

Naturalmente sobre esta versión ha existido una considerable polémica. Dos hechos podemos considerarlos seguros: por una parte, parece indiscutible que es en el siglo VI a.C. cuando tiene lugar el origen de la colección; en segundo lugar; hemos admitir la posibilidad de que la colección de oráculos en hexámetros griegos hay recibido algún tipo de contaminación etrusca. También es posible que los Libros Sibilinos procedieran de una colonia griega.

Los Libros Sibilinos fueron consultados con bastante frecuencia durante la República, pero sólo en contadas ocasiones anunciaban o profetizaban algo, generalmente eran abiertos con ocasión de graves calamidades públicas o prodigios, y por ellos se limitaban a proporcionar los remedia necesarios para ponerles fin sin aludir a ningún tipo de anuncio.

Los senadores decidieron entregar los libros sagrados a un colegio masculino compuesto inicialmente por dos (duunviri) por diez (decemviri) y finalmente (bajo Sila) por quince

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(quindecemviri) . además de la precaución política que siempre suponía dicha custodia, los libros se consideraban resultado del trance o de la visión de una mujer de origen extranjero; se hacía necesaria una interpretación de los versos sibilinos.

Los decemviri parecen haber ido asumiendo un mayor protagonismo elevándose a diez. Las leyes liciniae-sextiae de aquel año, que establecían la igualdad de patricios y plebeyos ante el consulado, fue determinante para que este sacerdocio se abriera también a la plebe repartiéndose los puestos entre cinco patricios y cinco plebeyos bajo la autoridad de magister. Dicha importancia venia dada por la introducción y organización de los nuevos cultos de origen griego. Es preciso recordar entre las innovaciones litúrgicas del colegio, pero también ceremonias expiatorias como las supplicationes, los lectisternia y los juegos. Los decénviros celebraban el ritual según el graecus ritus, es decir, con la cabeza al descubierto, siendo el delfín y el trípode las insignias del colegio.

En el último siglo de la República se produjo incendio en el templo de Júpiter Capitolino que destruyó los Libros Sibilinos. Iniciados lo trabajos de reconstrucción se nombro una comisión de tres miembros para recoger los oráculos perdidos de la sibila y recomponer los libros sagrados.

LOS HARÚSPICES Y LA ETRUSCA DISCIPLINA

La presencia de los harúpices en Roma, en el siglo II a.C. para la colaborar en la expiación de los prodigios es un caso único. Pocas culturas antiguas permitieron a un sacerdocio de origen extranjero participar en la vida religiosa y política; Roma hizo esa excepción con los adivinos etruscos. Esto se debió al clima profundo de pesimismo y de angustia que se respira durante los años de la segunda guerra púnica, la necesidad de conocer el desenlace de la guerra desarrolló un extraordinario interés por el culto de las divinidades extranjeras e hizo que el pueblo depositara su confianza en nuevas formas de adivinación como los harioli o los Carmina Marciana. Todo acompañado vino acompañado además de un peligrosos abandono de los sacrificios y de los antiguos rituales romanos.

El arte de los harúspices permitía no sólo expiar los prodigios, sino que también interpretar aquellos signos que se manifestaban en tres ámbitos diversos: en ciertas anomalías de las vísceras de los animales sacrificados; en la aparición de los rayos y en la observación de los prodigios. A diferencia de la adivinación oficial romana, la técnica haruspicinal era capaz de conocer en todos ellos el porvenir anunciado por los dioses.

Su arte adivinatorio se fundamentaba en el principio de correspondencia entre el ámbito celeste y el terrestre.

Pero existía otro elemento no menos interesante, como Disciplina etrusca. Se trata de libros de origen divino cuyo contenido había sido revelado por los profetas. Pero en conjunto todos trataban de los tres aspectos que abarcaba la ciencia adivinatoria etrusca y estaban por ellos divididos en libri haruspicini, libri fulgurales y libri rituales. Estos libros fueron depositados junto a los Libros Sibilinos.

3.6. Adivinación y política.

La clase política veló por conservar la ciencia augural, las consultas de los Libros Sibilinos los responsa de los harúspices ya que garantizaban los intereses supremos de la República y suponían uno de los pilares básicos de la religión y del mos maiorum.

Pero esta adivinación se encuentra al servicio de la autoridad de la de la nobilitas que se sirvió de ella sobre todo para controlar las asambleas populares. Los augures podían observar si existían signos desfavorables solicitándolos antes o durante el transcurso de una asamblea. Así, una elección o el voto de una ley que se preveían contrarios a los intereses de los grupos dominantes podían ser fácilmente evitados por los augures.

Pero también la augurio llegó a ser utilizado como arma política de unos grupos contra otros.

3.7. Ejercito y religión.

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Durante la República, se acentúa la ritualización de la campaña militar y de la declaración de guerra. Esta corría a cargo, de los feciales o de una delegación del colegio encabezada por el pater patratus responsable de pedir al enemigo la reparación; si antes de 33 días no se había producido una respuesta satisfactoria, el pater patratus lanzaba una hasta praecista sobre el terreno enemigo.

El templo de Jano constituía, un lazo mágico que unía la ciudad y sus habitantes con el ejercito en acción.

Cuando el reclutamiento militar había concluido, los soldados debían jurar fidelidad a su general en una ceremonia conocida como sacramentum. Su finalidad no era otra que la de crear un pleno entendimiento entre la voluntad inapelable del jefe y la de sus oficiales y soldados, que permitiera una mayor efectividad en las operaciones y redujera el riesgo de deserciones o insurrecciones militares. Era tal su importancia que en el caso de que el general fuese reemplazado, el juramento debía repetirse ante el nuevo defensor.

El sacrementum hacía del ciudadano un soldado y le daba derecho a combatir el enemigo en una guerra regularmente declarada. Este se ajusta a las normas de una lex sacrata que garantizaba también la inviolabilidad de los tribunos de la plebe, declarando sacer a quien atentara contra ella. El término de sacramentum pone claramente de manifiesto el ambiente religioso en que se desenvuelve la leva militar.

Antes de partir en campaña, el ejercito debía someterse a ritos de lustración. Esencialmente consistía en disponer víctimas en círculo, antes de inmolarlas, alrededor de los efectivos militares.

También cuando el ejército de tierra establecía un nuevo campamento debía de cumplir un rito que recordaba el de la fundación de colonias y ciudades, quizá porque el campamento era considerado como templum o espacio consagrado. En su interior existían siempre altares para la realización de sacrificios.

Comenzadas ya las operaciones militares, el jefe del ejercito debía tomar todo tipo de precauciones para garantizar que la empresa estaba bajo la protección divina, como era la toma de los auspicios. También debía observar la suspensión del combate durante la celebración de las feriae latinae, un periodo de tregua como durante los llamados dies religiosi.

También durante el transcurso de las operaciones militares podían recurrirse a dos rituales que se llevaron a cabo de manera excepcional: la devotio y la evocatio. Los romanos recurrían a ellos en los momentos de crisis, y su psicología religiosa se expresaba en ellos con gran claridad.

El rito de la devotio consistía en el ofrecimiento de una vida humana a los dioses para salvar del peligro a los ejércitos romanos. Los detalles son conocidos gracias a Tito Livio. Cuenta éste que, en una dura batalla contra los samnitas, el ala derecha romana, mandada por el cónsul Decio, cedió bajo presión enemiga, lo que decidió a Decio a sacrificarse por sus legiones. El pontífice presente le hace despojarse de sus vestiduras militares y vestir la toga pretexta, recitando una fórmula ritual que comienza por una invocación que abarca a la totalidad de los dioses romanos, distinguiendo entre los dioses indigetes, seguramente nacionales y originarios, y los novensibles, es decir, probablemente, los extranjeros domiciliados. Al lado de estas dos categorías de dioses son también invocados, Jano, Júpiter, Marte padre, Quirino, grandes dioses a cuyo culto están adscritos el rex y los tres flámines mayores. Vienen después en la invocación Bellona y los dioses Lares, divinidades de la guerra y del suelo nacional, y por último Tellus y los Manes, divinidades de la tierra y el mundo subterráneo, a todos los cuales ofrece Decio su propia vida por la salvación del ejército. Se trata de una especie de resumen del panteón romano. Y al mismo tiempo que su vida, Decio ofrece, en una especie de unión mágica, los ejércitos enemigos a los Manes y a los dioses de la tierra, tras lo cual salta al caballo y se interna en las filas enemigas. Transfigurado por el rito mágico, el cónsul toma una apariencia sobrehumana, semejante a un enviado de los dioses encargado de expiar su cólera y alejar de la patria la plaga que la amenaza para volverla contra los enemigos de ésta. A su vista, los latinos,

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espantados, emprenden la huida. La tradición quiere que tres miembros de la gens de los Decii hicieran sucesivamente y siempre en pro de la salvación de la patria la devotio de su propia vida, por lo que parece que dice gens poseía el privilegio de este rito arcaico y eficaz.

Por su parte, la evocatio, se trata de un rito que permite al jefe del ejército romano invitar a los dioses tutelares de la ciudad enemiga sitiada a abandonar su ciudad y venir a residir a Roma, donde les serán construidos templos más dignos de ellos. La apertura y la tolerancia de la conciencia religiosa con relación a las divinidades extranjeras encuentra aquí una expresión particularmente penetrante. El panteón romano se incremento incesantemente con la adjudicación de dioses de orígenes diversos, etruscos, griegos, itálicos, orientales, etc. La mentalidad utilitaria de los romanos les impulsaba a acoger a cualquier potencia divina que pudiera favorecer la prosperidad e la Urbs. Generalmente esta acogida tenía carácter pacífico, continuándose el culto de la divinidad acogida por Roma en su ciudad originaria.

En cambio, la evocatio, practicada en tiempos de guerra grave, cuando de lo que se trataba era de arrancar al enemigo la protección de sus dioses y de hacer pasar tal protección de sus dioses y de hacer pasar tal protección a los habitantes de Roma, no podía tener carácter compartido.

Los dioses evocados de las ciudades enemigas, lo mismo que los acogidos pacíficamente, eran latinizados a su llegada a la Urbe, por más que su culto siguiera manteniendo sus caracteres de origen. Dentro del estilo de la interpretatio romana se operaba una asimilación entre el dios extranjero y una divinidad previamente existente en Roma, según la mentalidad romana, la diversidad local de los nombre recubría en realidad una analogía entre los dioses de las distintas religiones del paganismo antiguo.

Se recitaba el carmen para efectuar la evocatio. A pesar de las fórmulas de devoción y deferencia, se percibe, en el rito de la evocatio una tentativa de constricción que lo hace, en cierto modo, entrar en la esfera de la magia.

Se trata de que el dios o la diosa que habita su estatua cultual, acepta trasladarse de su primera patria a Roma. Una vez tomas todas las riquezas profanas de la ciudad, se comenzó la tarea de transportar los tesoros de los dioses y a los dioses mismos, pero no como saqueadores, sino como devotos adoradores.

3.8. Aspectos del culto.

EL CULTO PRIVADO

El panteón romano es de una gran complejidad, y no cesará de enriquecerse a los largo de los siglo, dando así lugar a una sociedad de dioses de aspecto abigarrado y en extremo diversa. En los inicios , Roma parecía poco dispuesta a lanzarse por el camino del antropomorfismo que reinó siempre en el país griego. Contaba más bien con agrupaciones de dioses, colectividades divinas de rasgos un tanto inciertos. El hogar familiar estaba protegido por el genius familiar y por los Lares y Penates, dioses de carácter local. Los Penates eran los protectores de las provisiones de boca. Su nombre era colectivo, lo que hacia superflua su caracterización individual. En todas las casa al ir a comer se hacía una ofrenda a los Penates para apropiárselos. Genéricas en cuanto al nombre, estas divinidades familiares no dejaron nunca de jugar un papel en el culto doméstico latino. Lo mismo sucede con los Lares, que, como los Penates, estaban vinculados a un solo lugar, recibiendo sólo uno de entre ellos un epíteto que especificaba el campo de aplicación de sus actividades protectora, el Lar familiaris, a quien la familia, es decir, la familia en sentido amplia, incluida la servidumbre ofrecía sus operaciones y sacrificios. En las encrucijadas, los Lares de los dominio vecinos tenían erigida un capilla, donde se celebraban los momentos importantes de la vida del grupo y, en enero, tenia lugar un fiesta campesina. Con el tiempo, Lares y Penates adquirirán forma humana, sin que su papel de protectores familiares cambie en lo más mínimo. En las capillas de Pompeya, los Lares flaquean al genius del dueño de la casa, es decir, a su demonio personal, que lo acompaña tanto en la vida como en la muerte, y cuya fuerza parece genética, que asegura la perpetuación de la raza, queda manifiesta en su mismo nombre. Los cultos domésticos romanos permanecerán casi idénticos a lo largo de los

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siglos, siéndoles siempre ofrecida en la clama del hogar familiar la ofrenda del fuego al Lar , la del vino al genio y la del perfume a los Penates.

Hay además toda una serie de seres divinos y dioses familiares de menos envergadura que acompañan y protegen los diversos momentos y avatares de la vida, especialmente de la vida del niño: son los numina , fuerzas poco personalizadas, una especie de dioses epítetos. No hay por los demás grandes dioses que garanticen la supervivencia de los difuntos, a pesar de la importancia jamás desmentida que el culto de los muertos posee en Roma. Aquí, lo fundamental, por encima de toda representación divina o de toda creencia concreta, es el rito.

CULTO Y SIMBOLISMO FUNERARIOS

El culto rendido a los muertos es una necesidad esencial que se transmite de padre a hijo, lo mismo en otros pueblos de la antigüedad. Y es que los antiguos estaban convencidos de que el muerto continuaba viviendo bajo una tierra una vida disminuida y mediocre quizá pero en todo similar a la existencia que se desarrollaba en la superficie.

En Roma el difunto conserva todos los sentimientos y necesidades que experimentaba en vida y que hay que intentar satisfacerle, proporcionándoles sobre todo sangre caliente de las víctimas para reponer su debilidad. El vino servía como sustituto de la sangre y proporcionaba además una embriaguez bienaventurada. Todo el culto funerario comienza con la comida organizada en los funerales, el silicernium, comida en la que se suponía que el difunto tomaba parte. En los monumentos funerarios más vastos se habilitaba, además. Al lado de la sepultura propiamente dicha, un verdadero tricinium o comedor. Las creencias en tales ritos son igualmente vivas, cualquiera que sea la modalidad de sepultura utilizada, inhumación o cremación.

Encima de la tumba se colocan ramas de olivo, de laurel y de yedra, cuyo persistente verdor simboliza y parece garantizar la supervivencia después de la muerte. En tiempos del Imperio se construyeron cenotafios y cercados funerarios cubiertos de plantas para solaz del difunto. En ellos se sembraban preferentemente flores rojas, destinadas a imitar la sangre en la que reside la existencia. Al simbolizar la sangre del dios, estas flores garantizaban a los difuntos una resurrección similar a la de Attis, dibujándose así sobre las antiguas costumbres nuevas esperanzas de supervivencia.

El culto de los muertos está hecho de ternura y respeto. Las pietas es a la vez la piedad hacia los dioses y la piedad familiar y filial. Ambos sentimientos son indisolubles.

Pero la muerte, honrada siempre en Roma, presenta también un aspecto temible, y los antiguos rituales testimonian bien a las claras el temor de los vivos hacia seres desaparecidos que pueden muy bien ser propicios, pero también peligrosos. Se les denomina Buenos, Manes, pero se trata de una pura precaución o un puro disfraz. En primer lugar, la muerte es la más peligrosa de las manchas, viéndose obligadas las familias en duelo, la familia funesta, a sufrir las necesarias purificaciones para evitar el contagio. Otro lado el culto rendido al muerto responde a un respeto natural, pero también a una precaución de defensa, puesto que un difunto insatisfecho puede llegar a se peligroso. Dos períodos el primero insatisfecho puede llegar a ser peligroso. Dos períodos del año les estaban, pues, consagrados, situados el primero en el mes de febrero y el segundo en el mes de mayo, en febrero, mes con que se terminaba el antiguo año romano y en el que se multiplicaban las purificaciones, se situaban la Parentalia, entregándose la ciudad durante esta novena a unas fiestas totalmente carentes de alegría. La Lemuria, del mes de mayo, por su parte, evocaban un temor ancestral. Los difuntos, bajo el nombre de lemures, volvían a sus antiguas viviendas, y era necesario apaciguar a estas sombras, a la vez que alejarlas lo más rápidamente posible. Roma, una vez más, ha fijado sólidamente en ritos el temor primitivo hacia los muertos y a parecidos. El Estado garantizaba el respeto debido a las tumbas, necesario para la paz de los muertos.

Sobre estas creencias romanas ejercieron también su influencia la religión y la filosofía griegas. La concepción de los Infiernos y el reparto de los muertos según las reglas de una justicia rigurosa se fueron poco a poco extendiendo, sin llegar, a hacer desaparecer los ritos ancestrales: el mundo del Más Allá admite ideas diversas e incluso contradictorias.

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3.9. Magia.

La religión y la magia constituyen dominios diferentes. Pero no es menos cierto que encontramos integradas en la religión romana oficial, prácticas inequívocamente mágicas.

Durante la época arcaica y republicana , Italia conoció una larga tradición de magas y hechiceras; las que gozaban de mayor prestigio eran las marras, peligras y sabanas.

Estas viejas ofrecían sus servicios en las inmediaciones del Circo o del Foro, generalmente durante las horas nocturnas. Con mucha frecuencia, practicaban también magia adivinatoria e incluso la necromancia.

Las hechiceras actúan en un estado de agitación provocado, quizá por el consumo de ciertas hierbas. Otro célebre personaje de finales de la República, Vatinio, fue acusado no ólo de evocar las almas de los muertos sino también de sacrificar niños para apaciguar a los dioses infernales.

La magia amorosa era el campo de acción preferido de estas viejas hechiceras itálicas.

La magia y la hechicería estaban en manos de mujeres que Columela usa el femenino cuando advierta contra los peligros de trabar conocimientos con harúspices y sagae, ya que ambos perviven las almas de los ignorantes con una vana superstición.

En las comunidades itálicas conocieron una magia autóctona o popular, que tuvo una especial aplicación en la vida rural. Los legisladores se vieron obligados a perseguir determinadas prácticas mágicas, especialmente aquellas que atentaban contra la salud, los bienes o la reputación de un individuo, especialmente del campesino.

Una de las prácticas mágicas más frecuentes, también penada por la legislación decenviro, fue el malum carmen, el encantamiento mágico.

En láminas de ploma se grababan palabras o expresiones de maldición, aveces en forma de figura humana. Se empleaban para maldecir individuos sobre los que se deseaban que cayera todo tipo de desgracias. Con mucha frecuencia se ansiaba, inmovilizar al adversario; la intención era simbolizada por un clavo que atravesaba la lámina de plomo y lo fijaba en sepulcros, pozos y en lugares profundos, considerados como acceso al mundo subterráneo.

Quienes las escriben o mandaban escribir daban todo género de detalles sobre el enemigo de evitar cualquier error de las potencias maléficas encargadas de ejecutar la maldición.

El deseo que la persona enemiga permanezca muda o no pueda decir dónde le duele, era casi una constante en este tipo de imprecaciones mágicas que pedían a las potencias infernales que el adversario no pueda responder ni hablar.

Otra finalidad tenía el celebra fascinum o mal de ojo. Dicho mal residía en una mirada anómala. Esa mirada penetrante y aguda era peligros, sobre todo cuando se hacía insistente. Quienes eran felices o tenían fortuna, se consideraba que estaban particularmente expuestos al fascinum y podían ver cambiar su suerte.

Contra dicho peligro cabría valerse de la representación de ciertos animales (generalmente con cuernos) en toda diversidad de objetos (mosaicos, copas, ánforas, navíos).

La Ley de la XII Tablas preveía un severo castigo para aquellas persona que robase las cosechas de su vecino mediante procedimientos mágicos.

El fucus puede referirse tanto al instrumento utilizado para hilar la lana como a un rombo u objeto parecido, utilizado muy habitualmente en prácticas mágicas.

Uno de los principales elementos utilizados en la hechicería era el venenum, término que tenía el trivalente significado de remedio curativo, veneno y droga mágica o abortiva. El término veneficium designaba tanto el envenenamiento como las prácticas mágicas. Sólo el progreso de la botánica permitió una lenta distinción entre las plantas medicinales y las venenosas.

Las mujeres se vieron envueltas en numerosos procesos de veneficium.

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4-LA RELIGIÓN ROMANA DEL IMPERIO.

4.1 El culto imperial

INTRODUCCIÓN : LA CONSECRATIO

El culto imperial es aquél rendido a los emperadores y a los miembros de la familia imperial muertos y divinizados oficialmente por un decreto del senado romano. Unos y otros calificados de divus (divino), en el caso de los hombre, o de diva (divina), en el de las mujeres; como dioses, cada uno de ellos contaba con su propio sacerdocio así como con ceremonias celebradas regularmente.

Para adquirir esta nueva naturaleza divina, era necesario que el Senado decretase la consecratio, lo que venía dado en función de los méritos y de la obra del emperador o de los miembros de la familia imperial.

Una vez que el decreto senatorial confería la apoteosis al emperador difunto, la liturgia de las exequias hacia del funus imperatorium una especie de triunfo final en la cual participaba el Senado, el pueblo y el ejército. Una parada de caballería rendía homenaje militares al nuevos divus en torno a la hoguera.

El momento culminante de esta compleja y rica ceremonia era el vuelo ascendente de un águila, soltada desde la cúspide del rogus. Si el águila simboliza a Júpiter o a la victoria sobre la muerte o era un águila solar que llevaba junto a los astros, es algo que probablemente dependió del diverso grado de formación o de pensamiento del pueblo romano. Un testigo debía confirmar haber visto con sus propios ojos al emperador abandona la pira y subir hacia el cielo.

LA ORGANIZACIÓN DEL CULTO IMPERIAL

La organización sobre la organización del culto imperial es muy irregular. El culto imperial se desarrolló a dos niveles: a) a nivel provincia ( o interprovincial, como fue el caso de las Tres Galias reunidas) y b) en las ciudades (culto imperial municipal).

a) El máximo honor al que podían los provinciales era participar en el culto imperial como flamen. Este cargo sacerdotal era elegido por los delegados de las ciudades de las provincia en una reunión anual del concilium. Siempre se trataba de un ciudadano romano. El prestigio social de este cargo es enorme. El flamen debía residir en la capital provincial donde presidía las fiestas y ceremonias en honor de los emperadores divinizados. Estas comenzaban con un solemne sacrificio de toros ante el altar federal o pronvincial, al que seguían banquetes y espectáculos.

El culto a los divi constituía una excelente ocasión para que los delegados de la provincia recordasen la existencia y los problemas de ésta al gobernador o al propio emperador.

b) Respecto al culto municipal, lleva el título de flamen (hombre) o flaminica (mujer), seguido del nombre de la ciudad (divi) o del emperador del emperador divinizado (divus).

4.2. La magia.

La generalización de la magia indica la crisis de la religión tradicional; se perdió la creencia a ciertos dioses y a los demonios. La diosa más invocada fue Hecate, señora del reino de los muertos, fusionada con Selene-Artemis. Los magos también invocan al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y utilizaban para sus conjuros palabras y letra hebreas. Los dioses preferidos por los magos fueron los de Egipto.

Los dos pilares de la magia fueron la creencia en los démones y en el proceso de simpatía. El cosmos se llenó de démones como en el Simposio.

Otro ser demoníaco es aquel hombre o mujer a través de la cual habla un ser sobrenatural. Se les llamaban profetas, “posesos del demonio”, o “llenos de dios”. Generalmente eran individuos que padecían ataques de disociación.

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Estas personas podía curar, hablar las lenguas de los démones, leer los pensamientos, predecir el futuro. Se distinguió entre démones buenos y malos. Las prácticas mágicas lograban, en la creencia popular, expulsar a los démones perversos y utilizar los servicios de los buenos.

Existía la creencia en una simpatía o antipatía, que permitía sobre démones, los dioses y los hombre.

El mago es quien conoce a la perfección estos procesos y sabe utilizar en cada caso concreto el remedio apropiado. El mago mediante las prácticas mágicas puede influir en el demos; en ellas mezclan observaciones químicas y físicas con supersticiones populares.

Los encantamientos se utilizaban con materiales obtenidos del reino animal, vegetal, o minera, si bien se podían emplear varios medios simultáneamente. Con ellos se elaboraban bebedizos, encantamientos, etc. Se usaban mucho determinadas partes del cuerpo de los asnos, se recogían plantas mágicas, las piedras preciosas tenían propiedades maravillosas.

La astrología asignaba a cada astro un animal, un metal, una piedra, una planta. Los dioses planetarios daban su fuerza y las fórmulas mágicas, debían hacerse con un metal determinado. Para influir en los muertos había que utilizar un objeto usado por el difunto, como las uñas, los cabellos, el sudor, la orina, trozos de vestido, etc. El uso de estos materiales había que acompañarlo de la voz humana y una determinada fórmula o súplica con la que se coaccionaba a las potencias superiores. Se proferían nombres bárbaros largo o se expresaban los nombres con el valor de los números. Se invocaban en varias lenguas a la vez. Con estas fórmulas y los nombre, los démones se convertían en esclavos de los magos.

Un medio mágico lo constituyó las estatuillas y figuras mágicas, dentro de las cuales el mago podía retener con su conjuro el pneuma del demón y dios.

El mago también utilizaba para sus tablillas conjuros y amuletos de maldición. Sobre una lámina de bronce se escribía la maldición se depositaban en los sepulcros, lo que indica que eran los dioses infernales los encargados de su cumplimiento. Los amuletos los llevaba el devoto y eran generalmente de origen egipcio, y representaban animales. Para conjurar las plagas se usaban determinadas imágenes como Apolonio de Tiana.

La acción mágica estaba regulada muy detalladamente. Había que cumplir unos requisitos; principalmente, cumplir ciertos preceptos de abstinencia y de pureza e indicaciones de lugar y tiempo.

El acto mágico se dividida en cuatro partes : invocación, mediante una fórmula o súplica; ofrenda para propiciarse al demón, sin la cual el mago no se libraba de los espíritus. Las operaciones mágicas se dividían en cuatro grupos: encantamientos profilácticos y apotropaicos; agresivos y dañinos de poder y de amor a la incultura y a la superstición.

La magia se concebía como iniciación mistérica, pues se necesitaba un conocimiento de los detalles teóricos y prácticos, principalmente, del nombre. La conversión de este conocimiento a la práctica se llamaba comúnmente arte mágico.

El conocimiento de los misterios de la magia requería una iniciación. El saber mágico, al igual que en las religiones mistéricas, debía ser secreto: se debía mantener en la familia. El mago actuaba principalmente de noche.

4.3. La astrología.

La astrología de época imperial era un producto heterogéneo: había una astrología científica y otra popular. La primer requería cálculos complicados a los astrólogos se les llamaba matemáticos y se sentían sacerdotes que enseñaban el influjo de los astros. Se determinaban 350 estrellas y figuras celestes, a partir de las cuales se crearon dioses de los grados; lo más importantes eran los decanos que dominaban 10 grados.

Desde el siglo II el destino estaba concentrado en los planetas del zodíaco. Cada astro controlaba una determinada zona de la tierra, un tiempo determinado, plantas, animales, miembros del cuerpo humanos negocios etc. la astrología culta determinaba el estado del cielo

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en cada momento, y lo inscribía en las 12 zonas del horóscopo; este tipo de astrología era caro. La masa de la población tenía conocimientos astrológicos muy sencillos: se generalizó la creencia de que cada individuo tenía asignada una estrella. Para esta astrología prácticamente sólo contaban los años, los meses, los días y las horas, y a veces el zodiaco y la luna. La gente culta despreciaba a estos astrólogos. Entre los asiduos de esta astrología barata e inculta figuraban principalmente mujeres. La astrología llegó al interior del palacio imperial, principalmente alas emperatrices.

El papel que antes desempeñaron los oráculos, ahora lo realizó la astrología. Distinguía una astrología individual, que se refería sólo al individuo, y una astrología universal, que sólo se relacionaba con los pueblos, con las ciudades y, con la tierra. La astrología intentó descubrir la decisión más apropiada a tomar en todas las vicisitudes de la vida. Una rama de esta última astrología fue la astromatemática, que a partir de la posición de las estrellas, diagnosticaba las enfermedades y los remedios para la curación. Las ideas astrológicas influyeron en la concepción del mundo y en la geografía. También en las creencias de ultratumba entre las personas cultas (se empezó a creer que las almas subían y se convertían en una estrella).

La astrología influyó en la idea de un viaje por el cielo del mitraísmo y del hermetismo. La masa de la de la población sólo creía que las almas de los justos participaban en el cielo de la eternidad de los dioses estelares, o que iban a los Campos Elíseos situados en la Luna.

Las ideas astrológicas lograron cambiar igualmente la concepción sobre los dioses. Se alternó el carácter del panteón, al asimilar los dioses a los astros, y convertir a Júpiter y a Saturno en astros. El culto del Sol cobró mayor importancia: los astrólogos y los estoicos defendían la supremacía del Sol sobre las estrellas.

También se generalizó la personificación de la noción de tiempo y de eternidad, partiendo de ciertas creencias persas.

La astrología defendió que el destino de los hombre y de los dioses esta ligado al influjo de los astros; esta teoría condujo finalmente a un fatalismo.

4.4. La adivinación.

La concepción más antigua sobre la adivinación hacia de ésta un don de los dioses. Se dividió en adivinación artificial y adivinación natural. Esta adivinación se basaba en el éxtasis y en los dotes naturales y era posible de aprender: aquélla se basaba en la observación de diversos signos.

Al igual que la magia, la adivinación condicionada a ciertas normas. Los oráculos se daba generalmente en días determinados y en lugares especiales, cerca de fuentes o fosas naturales. La adivinación quedó relegada a ciertas familias y se convirtió en oficio. Se exigía al adivino determinados preceptos de pureza y abstenerse de relaciones sexuales y de algunos alimentos. Condiciones especiales para la adivinación eran el sueño de noche , y el estado agónico.

Al disminuir el prestigio de los templos oraculares, aumentó el de las colecciones escritas de oráculos, como medios de propaganda política y religión. Se han conservado los sibilinos de judíos y cristianos.

Los adivinos contemplaban el mundo superior y futuro. Durante el éxtasis el alma abandonaba el cuerpo; otras veces la divinidad penetraba en él.

La manteca onírica pertenece a la fenomenología de la adivinación inmediata. El sueño el alma por la boca y vagaba por los espacios. Los intérpretes de sueños preferían explicar aquéllos tenidos de madrugaba. Con el tiempo se acumuló una serie de preceptos alimenticios, que había que guardar, tanto para los sueños privados en casa, como en los tenidos en los santuarios. Los oráculos de incubación de Serapis y de Asclepios, que fueron los más famosos, eran de carácter terapéutica y rara vez de adivinación.

Las almas de los difuntos podían provocar sueños. Para obtenerlos la gente se tumbaba sobre los sepulcros y en las llamadas entradas del Hades. Los sueños son provocados por los demonios

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malos y eran una forma de adivinación accesible a los ricos y a los esclavos, que no se puede impedir.

En la magia también los sueños desempeñaron un papel importante: los magos los producían mediante fórmulas mágicas, siendo después interpretados con un carácter alegórico simbólico.

La adivinación artificial se basaba en la observación e interpretación de los signos del exterior . Se observaban todos los fenómenos de los naturaleza, como las tormentas, el rayo, el trueno o los fenómenos antinaturales, como los abortos, la lluvia de piedra, de sangre, etc. También el vuelo de las aves, el graznido del águila o de las aves nocturnas, el agostar de las plantas, o su crecimiento rápido.

Ciertos animales, como los gatos, las arañas y las liebres presagiaban desgracias. Se solía examinar el comportamiento de ciertos animales y las reacciones humanas. Como sacrificios expiatorios y con acciones simbólicas, se podían evitar las desgracias anunciadas por el signo. Se observaban hasta las mayores nimiedades.

El propio hombre podía producir signos mánticos. Se creía que en la observación del rayo y del vuelo de las aves y las entrañas fueron en Roma muy importantes debido al influjo etrusco. El examen de la entrañas se hacia con víctimas o embriones humanos. También para la interpretación del futuro se recurría a oscilaciones de la llama de una lámpara, a los espejos mágicos, o a las imágenes reflejados en la superficie del agua. Se veían los dioses, los démones o, el alma de los difuntos. Se practicaba la hidromancia en privado. Se empleaban con fines mágicos cribas colgadas y quesos.

4.5. El culto a los muertos.

El culto a los héroes data en Grecia de época micénca. En vida se divinizaron personajes históricos, legisladores y atletas vencedores. El culto al héroe se celebraba en torno a la tumba que se situaba con frecuencia en el templo. Un mismo héroe tuvo varias sepulturas.

4.6. Dioses salutíferos.

El más famoso fue Ascelpis cuyo culto se mantuvo al menos hasta el siglo II d. C.

asclepios curaba también en Epidauro, mediante la incubación, que tenía lugar en unos pórticos. El enfermo soñaba las intervenciones médicas o las amonestaciones del dios y debía beber antes el agua de una fuente sagrada. Asclepios sanaba todo tipo de enfermos, a juzgar por los relatos que han quedado de las curaciones: mudos; hidrópilos, paralíticos, ciegos, etc.; lograba incluso que se tuviera descendencia.

Otros dioses salutíferos fueron Isis y Serapis, que curaban mediante sueños. También socorrían a los devotos en los peligros de la vida. en los templos de Isis y de Serapis actuaban intérpretes de sueños.

4.7. Imágenes curadores.

Se atribuían curaciones a las imágenes divinas. La divinidad se aparecía a los devotos en forma de una estatua. Las estatuas de los héroes también tenían efectos salutíferos recogiendo varias curaciones. Las estatuas de los atletas también curaban enfermedades.

5-LAS RELIGIONES ORIENTALES.

Paralelamente a este proceso desigual seguido por las diversas partes del mundo romano en este asombrosos procesos de asimilación, la inquietud de los individuos los empujaba hacia las nuevas soluciones propuestas al problema de la supervivencia personal. Los cultos mistéricos griegos y las religiones orientales conocieron un éxito inmenso bajo el Imperio, repartiéndose entre si inquietudes y aspiraciones hasta el triunfo tardío del cristianismo. Jean Baver ha distinguido en las religiones de salvación las que se basan en resurreciones vegetales, y se sitúan en un plano biológico, las que, por el contrario, se fundan en una visión cósmica del mundo y adjudican a los ciclos de renovación de los astros un valor esencial. Las interferencias entre ambas fueron numerosas por lo que su división no puede ser muy tajante. Entre las primeras

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figuran las religiones helénicas de origen antiguo, la de Deméter y la de Dionysos, el culto asiático de Cybele y el egipcio de Isis. Entre las segundas,, los cultos solares sirios y la religión Mithra.

Dionysos-Baco supo ganarse un amplio favor en las diversas partes del mundo romano, lo que hizo que las persecuciones del 186 a.C. quedarán olvidadas en tiempos del Imperio. La decoración dionisíaca de una gran cantidad de sarcófagos de los siglos II y III d.C. demuestra la tendencia a la universalidad de este culto secreto que prometía una vida dichosa de éxtasis en el Más Allá, por medio de su iniciación simbólica. La Cybele asiática y la Isis egipcia conservaron e incluso reforzaron su fisonomía oriental, ya que era precisamente esto lo que les hacía atractivas a las almas inquietas y ávidas de evasión. Extrañeza y exotismo resultaban poderosos factores de seducción, porque el fielque escogía a estas diosas entraba en un mundo totalmente alejado del paganismo grecolatino. El devoto escogía su divinidad, se entregaba a ella y se sometía a un clero que había consagrado su vida al servicio del culto. El sacerdote se convertía en guía que conducía al iniciado, haciéndole participara en los mitos de resurrección, en la tan deseada vía de la salvación personal y la inmortalidad dichosa. Las más peligrosas pruebas físicas no sólo eran aceptadas, sino vivamente deseadas, ya que el mérito que en ellas se conseguía actuaba como garante del éxito de la fe. El dios compañero de la diosa, Attis en un caso, Oiréis en el otro, había conocido por si mismo la resurrección, tras la muerte, por lo que al celebrar con pena y alegría inmensas los sucesivos estados del dios fiel prefiguraba la suerte que a él mismo le aguardaba.

También fueron influidos por la ideología astral, cuya influencia crecía sin cesar, los cultos del Sol y de Mithra difundían escatologías celestes de origen sirio e iranio. Las filosofías helenísticas habían familiarizado a las gentes con la idea de dios cósmico, señor de los astros, y el culto del emperador había concretizado la noción de una posible inmortalidad cósmica. El emperador difunto aparecía en los monumentos figurativos elevado al cielo por un águila. Pero la idea de un dios solar sólo verdadera ciudadanía en el Imperio con los emperadores sirios del siglo III. En el 274 d. C. el emperador Aureliano levantó en el Campo de Marte un amplio santuario al Sol invictus, cuya fiesta quedó establecida el 25 de diciembre, día del renacimiento de la luz, hacía importantes progresos merced al favor de los ejércitos romanos, a quienes resultaba próximo por su carácter viril. En las criptas mitraicas que se multiplicaban por las provincias del Imperio, y principalmente en las áreas militarizadas de zonas fronterizas del Imperio, Mithra era venerado como tauróctono, representando plásticamente en el momento de dar muerte al toro de la fecundidad, de cuya herida surgían todas las formas vivientes. Todo un cuadro cósmico rodeaba al dios, y éste era adorado al mismo tiempo que el sol, y éste era adorado que su fiesta estuviera también situada el día del solsticio de invierno. Dios creador y bienhechor, Mithra era adversario del dios del mal, con todo su cortejo de miserias. Así, con él se extendió la idea irania de la lucha permanente entre e bien y el mal, idea antigua que sobrevivió al fin mismo del paganismo romano, por intermedio del maniqueísmo.

A principios del siglo, el monoteísmo cristiano fue autorizado a desarrollarse libremente. A finales del mismo siglo, Teodosio concedió un puesto exclusivo en el Imperio, aboliendo para siempre el paganismo. El mundo romano pasaba así de un politeísmo muy diversificado a la fe de un dios único, dentro de una religión que no admitía culto alguno al lado del suyo. Independientemente de la historia del cristianismo naciente que se desarrolló en los medios judaicos helenizados, toda una serie de condiciones favorables facilitaron esta marcha hacia un monoteísmo que era exactamente lo contrario del espíritu de las anteriores religiones. La misma multiplicación de los cultos, de los sacerdocios y de los dioses, así como la proliferación de potencias sagradas surgidas de regiones y reflexiones diversas, hacían necesario de un proceso de reagrupamiento, de unificación, lo que se ha llamado una sincresis. Es preciso imaginarse lo difícil que debía resultar para un pagano del siglo III llegar a comprender esta coexistencia de dioses tan infinitamente variados. Una especie de necesidad natural de simplificación hizo que las divinidades de salvación comenzarán a agruparse y a confundiese entre si, concentrándose sobre determinados dioses concretos los atributos de los otros. Por otro lado, en un imperio regido por un soberano universal, tenía que resultar natural, la unificación en una sola de las

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diversas potencias de lo sacro. Pero estaban, sobre todo, los movimientos filosóficos-religiosos, como la gnosis o el hermetismo, que desarrollaron sistemas orientados a unificar la ciencia y la religión, a conciliar la reflexión y la fe, a través de los cuales se dibujaba una tendencia hacia la subordinación concebir a veces como celeste y solar. Se trataba, de una marcha titubeaste hacia un monoteísmo de orden intelectual, fundado sobre una astrología de ribetes científicos, y favorable a la idea de una unidad cósmica.

Estas tendencias inherentes al paganismo agonizante constituyeron el principal factor de éxito para el cristianismo. Pero el monoteísmo cristiano triunfante se volvió muy pronto contra aquel mismo paganismo que le había abierto las puertas del éxito. Declarándose como religión única y universa, pus definitivamente fin a la apertura y a la tolerancia que había caracterizado a la religión romana. Del paganismo antiguo sólo subsistió el sentido del orden y de la organización que abrió el camino a la dominación pontificial.

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HISTORIA DE LAS RELIGIONES EN LA ANTIGÜEDAD

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