literatura espaÑola desde 1939 a...

14
LITERATURA ESPAÑOLA DESDE 1939 A 1975 CONTEXTO LITERARIO La Guerra Civil (1936-1939) y el inicio de la dictadura cortaron la evolución natural de la literatura española, en especial de las tendencias vanguardistas. Tras la guerra civil se inicia una dictadura militar y la literatura se ve afectada considerablemente durante la dictadura militar por factores como: - Pérdida de referencias importantes por la muerte violenta o por enfermedad de grandes figuras como Unamuno, Valle Inclán, García Lorca, Antonio Machado. - Exilio de escritores reconocidos: Juan Ramón Jiménez, casi toda la Generación del 27. - Encarcelamiento temporal de algunos escritores antifranquista en distintos momentos de la dictadura: M. Hernández, J. Hierro, Buero Vallejo, etc. - Prohibición de libros y autores que dificulta a los escritores jóvenes acceder libremente a autores fundamentales. - La censura y la autocensura de los editores o de los propios escritores para evitar problemas posteriores, limita los temas literarios o a intentar editar fura de España. Podemos distinguir cuatro décadas con rasgos marcados: Posguerra inmediata. Años 40.: Con la guerra aún en el recuerdo, el temor a la censura o a las represalias mueve a los escritores a evitar referencias explícitas al momento. Adoptan dos caminos posibles: - Una literatura conformista, próxima ideológicamente a los vencedores o descargada de problemas. - Una literatura existencial, que se pregunta por conflictos íntimos (la vida, la muerte, la angustia, etc.), evitando los temas sociales. Cada género literario se abre con un título mítico: Hijos de la ira (poesía), La familia de Pascual Duarte (narrativa), Historia de una escalera (teatro). Escasez y aislamiento. Años 50. El realismo social se impone. Los escritores intentan reflejar cómo es la sociedad que ha creado una dictadura ya consolidada. Los problemas individuales son sustituidos por los problemas colectivos (la pobreza, la frustración social, la precariedad laboral, etc.) Esta literatura nace por causas concretas: la situación nacional y europea al término de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, y el propósito de colaborar en la transformación social. Desarrollismo. Años 60. La generación que sufrió la guerra en la infancia accede a una sociedad insatisfactoria. Los temas se hacen más íntimos, como si el escritor buscara la complicidad con el lector. Abundan monólogos, reflexiones éticas. La memoria personal y los traumas del pasado se convierten en objetivo de la literatura, con una reclamación de la verdad histórica que ha sido ocultada. Crisis del régimen y transición a la democracia. Primeros años 70. La perspectiva de un retorno a las libertades democráticas genera una literatura crítica, marcada por la ideología y comprometida con la licha por las libertades, que se acentúa a partir de la muerte de Franco (1975).

Upload: others

Post on 22-Mar-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

LITERATURA ESPAÑOLA DESDE 1939 A 1975

CONTEXTO LITERARIO

La Guerra Civil (1936-1939) y el inicio de la dictadura cortaron la evolución natural de la literatura española, en especial de las tendencias vanguardistas. Tras la guerra civil se inicia una dictadura militar y la literatura se ve afectada considerablemente durante la dictadura militar por factores como:

- Pérdida de referencias importantes por la muerte violenta o por enfermedad de grandes figuras como Unamuno, Valle Inclán, García Lorca, Antonio Machado.

- Exilio de escritores reconocidos: Juan Ramón Jiménez, casi toda la Generación del 27. - Encarcelamiento temporal de algunos escritores antifranquista en distintos momentos

de la dictadura: M. Hernández, J. Hierro, Buero Vallejo, etc. - Prohibición de libros y autores que dificulta a los escritores jóvenes acceder

libremente a autores fundamentales. - La censura y la autocensura de los editores o de los propios escritores para evitar

problemas posteriores, limita los temas literarios o a intentar editar fura de España. Podemos distinguir cuatro décadas con rasgos marcados:

Posguerra inmediata. Años 40.:

Con la guerra aún en el recuerdo, el temor a la censura o a las represalias mueve a los escritores a evitar referencias explícitas al momento. Adoptan dos caminos posibles:

- Una literatura conformista, próxima ideológicamente a los vencedores o descargada de problemas.

- Una literatura existencial, que se pregunta por conflictos íntimos (la vida, la muerte, la angustia, etc.), evitando los temas sociales. Cada género literario se abre con un título mítico: Hijos de la ira (poesía), La familia de Pascual Duarte (narrativa), Historia de una escalera (teatro).

Escasez y aislamiento. Años 50.

El realismo social se impone. Los escritores intentan reflejar cómo es la sociedad que ha creado una dictadura ya consolidada. Los problemas individuales son sustituidos por los problemas colectivos (la pobreza, la frustración social, la precariedad laboral, etc.) Esta literatura nace por causas concretas: la situación nacional y europea al término de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, y el propósito de colaborar en la transformación social. Desarrollismo. Años 60.

La generación que sufrió la guerra en la infancia accede a una sociedad insatisfactoria. Los temas se hacen más íntimos, como si el escritor buscara la complicidad con el lector. Abundan monólogos, reflexiones éticas. La memoria personal y los traumas del pasado se convierten en objetivo de la literatura, con una reclamación de la verdad histórica que ha sido ocultada.

Crisis del régimen y transición a la democracia. Primeros años 70.

La perspectiva de un retorno a las libertades democráticas genera una literatura crítica, marcada por la ideología y comprometida con la licha por las libertades, que se acentúa a partir de la muerte de Franco (1975).

TEMA 5 LA POESÍA DE 1939 A 1975. CLAUDIO

RODRÍGUEZ

1. La poesía de la inmediata posguerra.

La mayoría de los poetas de este periodo hubieran formado parte del grupo que

no pudo formarse por la guerra, a veces es conocido como Generación del 36, con Miguel Hernández como figura destacada. Sólo parecían posibles dos posturas: aprobar y ensalzar la nueva situación o reflejar la desesperanza ante el presente y el futuro. Ambas posturas fueron definidas por Dámaso Alonso como literatura “arraigada” y literatura “desarraigada”:

• Poesía arraigada. En 1943 José García Nieto creó la revista Garcilaso, de ahí que se les llamara "garcilasistas". Vuelve a la forma clásica (el soneto y otras estrofas del siglo de oro) desechando la poesía pura y vanguardista. Aparecen los temas tradicionales (el amor, la naturaleza, etc.). Destacan José García Nieto y Luis Rosales.

• La poesía desarraigada. En 1944 la revista Espadaña marca un nuevo rumbo. Se defiende una poesía menos tópica, con lenguaje más directo, menos preocupada por los elementos estéticos. Trata temas realistas y plasma la situación existencial e histórica del hombre, invadido por la angustia ante el mundo deshecho y caótico de la España de la posguerra.

La angustia existencial plantea preguntas sobre el sentido del sufrimiento humano. En 1944, dos libros escritos por poetas del 27 inician esta línea: Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre.

Al lado de estas dos grandes tendencias existirán otras minoritarias:

• La poesía en el exilio, con una naturaleza diferente, cargada de nostalgia o de reproches (Cernuda, Alberti), con una fuerte carga de sinceridad personal.

• El surrealismo resurge. La permanencia en España de Vicente Aleixandre y su prestigio favorecerá la supervivencia de esta vanguardia.

• Surge el Postismo, considerada como la última vanguardia, abreviatura de post- surrealismo. Tendrá seguidores durante el resto del siglo XX.

2. Años 50: La poesía social.

En la década de los cincuenta, muchos poetas “desarraigados” consideraron la

poesía como un instrumento de denuncia social y abandonaron los sentimientos personales para dar testimonio de la realidad del momento. Es una literatura de urgencia, que responde a la realidad inmediata, y la consideran un instrumento para

transformar la sociedad denunciando la injusticia y la solidaridad con los oprimidos. Se caracteriza por:

• Estilo realista, de orientación narrativa, destinada a hacer reaccionar al lector. Predominio del tema sobre la forma, con tendencia a la sencillez y la repetición de estructuras formales.

• Deliberada tendencia hacia el prosaísmo. Autores destacados:

• Blas de Otero (1916[1979). Sus primeros libros son existenciales: Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia (1950). Fundidos en un único libro titulado con el acrónimo Ancia reflejan la angustia del hombre ante la muerte. Con Pido la paz y la palabra (1955) inicia su etapa de poesía social y de compromiso, donde el problema de España y la demanda de paz y libertad se convierten en temas centrales y su objetivo es mover las conciencias.

• José Hierro (1922-2002) Padece cuatro años de cárcel. Al reaparecer en la lírica de los cuarenta, lo hace con un amargo poso autobiográfico. Su primer libro es Tierra sin nosotros (1947), donde la patria, antes habitable, está en ruinas. Quinta de 142 (1953) explora la vía solidaria. Se aleja de la poesía social con Cuanto sé de mí (1957) conecta con la Generación de los 60.

3. La generación de los 60 (para algunos, 50).

En la segunda mitad de la década de los cincuenta aparecen libros cuyos autores

son “niños de la guerra”, nacidos entre 1925 y 1935. No han participado en la Guerra Civil y desean superar la poesía social, a la que reprochan la exclusiva intención política y la ausencia de temas personales e íntimos. Algunos de ellos organizaron un homenaje a Antonio Machado, poeta relegado por sus temas de vivencias cotidianas y su lenguaje al coloquial. Este Grupo será conocido como Generación de los 50 (cuando se agrupan) o Generación de los 60 (cuando triunfan).

La Generación del 60 sustituye la reivindicación social por preocupaciones civiles y éticas, con un estilo intimista y un tono que aproxima el lenguaje literario al coloquial. A veces recurren al humor y la ironía para revelar su inconformismo y escriben como un modo de conocimiento propio y del mundo.

Se abren dos vías distintas, que acabarán siendo conocidas como:

• Poesía de la experiencia. El poeta habla de sus vivencias con un lector que actúa de confidente. Destacan Gil de Biedma y Ángel González.

• La poesía del conocimiento. El poeta valora el mundo desde su pensamiento, de forma intelectual. Destacan Claudio Rodríguez y Félix Grande.

Aparte de ellos, la generación está formada por José Ángel Valente, Francisco Brines, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral y otros. Con el tiempo, se habló también de un grupo de narradores paralelo que se incorpora a la Generación del 60.

4. Claudio Rodríguez García (Zamora, 1934 – Madrid, 1999).

Es el miembro más joven de la Generación del 60. Nace y pasa la juventud en Zamora, donde se forma como lector en la biblioteca de su padre, muy aficionado a la poesía: clásicos españoles -los místicos de quien toma la actitud contemplativa ante el mundo- y los simbolistas franceses (Baudelaire, Verlaine y Rimbaud).

Pasa temporadas en la finca de su abuela en contacto con la naturaleza y da largos paseos por la ciudad. La naturaleza, Zamora y el Duero son dos presencias permanentes en sus poemas. En 1947 muere su padre y su vida da un giro decisivo al quedar la familia en la ruina; Claudio administra las fincas en el campo y trata con jornaleros. En 1951, se traslada a Madrid para estudiar Filología Románica con una beca. A los 18 años gana el premio Adonais por Don de la ebriedad, que impresiona a Vicente Aleixandre con quien mantuvo una amistad profunda y a quien dedica su libro Conjuros.

Estudia Derecho en Salamanca, pero lo abandona y opta por Filología Románica. En la universidad mantuvo contactos con el Partido Comunista clandestino y participó en enfrentamientos con la policía. Estuvo detenido, posteriormente vigilado y sufrió una grave agresión por un grupo de falangistas. En 1958, publica Conjuros.

Reside temporalmente en Inglaterra, donde trabaja como lector de español, descubre a los románticos ingleses, que influirán en su poética y escribe Alianza y condena, Premio de la Crítica 1965. De regreso a Madrid, se dedica a la enseñanza universitaria. En 1974 es asesinada su hermana María del Carmen y un año más tarde, muere su madre. En 1976, publica su cuarto poemario El vuelo de la celebración.

Recibió algunos de los principales premios literarios concedidos en España: Premio Nacional de Poesía; Premio de las letras de Castilla y León; Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En 1987 fue elegido miembro la RAE.

Sus primeros poemas buscan temas abstractos, a partir de referencias al paisaje o los estados de ánimo. Los primeros libros adolecen de cierta frialdad, alejados de problemas humanos, que aparecen tímidamente en poemarios posteriores:

• Don de la ebriedad, escrito a los 18 años, forma un solo poema dividido en fragmentos ordenados simbólicamente. El tema constante es la emoción del poeta ante el paisaje contemplado la claridad y la poesía como un don, la entrega del poeta al mundo a través del acto creador y la tensión entre muerte y la salvación y la contemplación del mundo.

• Conjuros (1958) consta de 27 poemas distribuidos en cuatro secciones, en los que hace patente un cambio en la actitud del poeta. Con un lenguaje sencillo habla de asuntos cotidianos desde donde nos lleva al mundo de las verdades universales. Junto al tono exclamativo predominante, aparecen la meditación y reflexión características de su obra posterior.

• Alianza y condena (1965) marca una evolución hacia temas más concretos. El poeta constata la habitual separación y desajuste entre los sentidos y las cosas, entre la verdadera realidad y el mundo de las apariencias. Reflexiona para evitar la simpleza de las cosas y para indagar en significados ocultos o en el misterio. El lenguaje coloquial y la melodía de los versos acercan los sentimientos del poeta con los lectores.

TEMA 6 LA NARRATIVA DE 1939 A 1975.

Camilo José Cela y Miguel DELIBES

1. LA NARRATIVA DE 1939 A 1975.

Contexto literario.

La narrativa era un género en retroceso antes de la guerra. Las generaciones anteriores estaban formadas casi en exclusiva por poetas y ensayistas y España había permanecido ajena a grandes innovaciones del lenguaje narrativo. Por otra parte, especialmente en los años 40, el veto sobre determinados escritores españoles y extranjeros –Galdós, Unamuno, Kafka, James Joyce, Faulkner- dificultó a los escritores jóvenes conocer los mejores modelos.

La censura impedía exponer de forma directa temas políticos, sociales o de la vida cotidiana. Los censores vigilaron especialmente la inclusión de posturas críticas con el régimen del nacional-catolicismo, pero también censuraban actitudes vetadas por la iglesia: divorcios, adulterios, crisis familiares, escenas de contenido sexual, etc.

Los novelistas que habían publicado antes de la guerra y que se exiliaron forman un grupo muy diverso, sin apenas rasgos comunes. No obstante, en todos se observan coincidencias temáticas, como la rememoración en sus textos de la guerra, la nostalgia de la España que abandonaron y la reflexión sobre la naturaleza del hombre. Destacan Rosa Chacel, Max Aub, Francisco Ayala o Ramón J. Sender.

En la España interior, la novela se fue desarrollando con distintas tendencias íntimamente relacionadas con las transformaciones políticas y sociales vividas en el país. La crítica coincide en señalar etapas, similares a los otros géneros:

a) Los años cuarenta. Los autores intentan evitar conflictos con la dictadura. Para ello, o bien escriben

obras que puedan interpretarse como propagandísticas del régimen o bien se centran en conflictos existenciales, evitando problemas sociales. Entre las de afirmación franquista, caben destacar Madrid corte de checa (Agustín de Foxá) y Gabriel Mariñas (Torrente Ballester).

Las novelas existenciales –en línea con poemarios como Hijos de la ira- exponen la desolación de la posguerra. La impotencia del individuo contra la sociedad y la lucha por la supervivencia generan novelas pesimistas sobre la violencia y el sinsentido de la existencia. La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela (1942), clasificada como “tremendista”, inaugura una narrativa donde las personas se enfrentan en soledad a conflictos, frustraciones y tragedias. Se muestra entre líneas el descontento del hombre, el desasosiego y el malestar ante el momento histórico concreto.

Otros títulos destacables: Nada, de Carmen Laforet (1945) y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes (1948).

b) La novela de los años 50.

La necesidad de ofrecer testimonio de la realidad de la época condujo a narrar historias del presente en que viven, con ambientación realista. Se caracterizan por:

o Personajes colectivos y tendencia al objetivismo. o Disminuye la importancia del narrador y se incrementa el diálogo. o Ambientes muy variados: urbanos y rurales, la vida burguesa (para

presentar la frivolidad y falta de conciencia social) y el mundo obrero (para denunciar la dureza del trabajo y las malas condiciones laborales).

o Interesa lo colectivo, de los conflictos individuales nos desplazamos a los colectivos. El tema es la sociedad española y sirven como vehículo de denuncia de las injusticias sociales.

o Realismo crítico. El escritor pone el foco en los aspectos más duros, sórdidos y miserables de la sociedad de la posguerra.

En esta línea, destacan La colmena de Camilo José Cela; Pequeño teatro, de Ana María Matute; Entre visillos, de Carmen Martín Gaite y Las ratas, de Miguel Delibes. El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, es una extensa novela sin apenas acción (un grupo de amigos va a bañarse al Jarama y uno de ellos acaba ahogándose), con un narrador estrictamente objetivo; la tensión se traslada al diálogo permanente entre los jóvenes, con las jergas del momento.

c) Los años 60. Llegan a España técnicas de vanguardia aplicadas a la narrativa que habían

triunfado en Europa las décadas anteriores. Los novelistas emprendieron una renovación formal de la novela, concediendo mayor importancia al lenguaje y a los modos de estructurar el relato. Señalaremos algunos:

- Experimentación con las formas de narrar: surgen novelas epistolares, monólogos de principio a fin, narraciones ininterrumpidas (sin puntuación).

- Alternancia de distintos narradores en la novela, para que la historia se contemple desde puntos de vista diferentes.

- Entrada de la fantasía y la mezcla de lo mágico con lo real, con influencias claras de la narrativa hispanoamericana.

- Saltos inesperados en el tiempo (free-back). Se abandona la linealidad en el tiempo narrativo.

- Creación de lugares imaginarios (Región, de Juan Benet; Artámila, de Ana María Matute; Castroforte del Baralla, de Torrente Ballester).

Títulos más destacables: Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos inicia la experimentación.

Muestra una visión despiadada de la miseria y el envilecimiento moral. Un joven médico se ve conducido a practicar un aborto ilegal en una chabola, que lo lleva al fracaso profesional y humano. En lugar de narrador, la historia nos llega a través de monólogos interiores de los personajes.

Volverás a Región, de Juan Benet acerca la narrativa española a la de Estados Unidos (W Faulkner), con un violento monólogo interior que relata la historia oculta del pueblo imaginario de Región. Un militar está vengando una afrenta personal arrasando el pueblo donde la sufrió, con la excusa de la guerra.

En esta misma línea experimental se publican otros títulos importantes, como Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé; San Camilo 1936 y Oficio de tinieblas 5, de

Cela; Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes y La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester.

d) El fin de la dictadura. Las repercusiones del fin de la dictadura en la vida literaria española fueron

evidentes: desaparición de la censura, recuperación de los autores exiliados, apertura hacia la literatura europea y americana, impulso político para fomentar la creación literaria en las distintas lenguas peninsulares, subvenciones oficiales a autores, multiplicación de premios literarios y ferias del libro...

2. CAMILO JOSÉ CELA (1916-2002)

Nació en la provincia de La Coruña. La familia se instala en Madrid en 1925. Cursó el bachillerato en el colegio de los Escolapios hasta que lo expulsaron por tirar un compás a un profesor; después fue a parar a los maristas de Chamberí, con los que pasó cuatro años antes de que lo expulsaran, esta vez por organizar una huelga.

En 1931 fue internado en el Sanatorio antituberculoso de Guadarrama, experiencia que recrearía en su novela Pabellón de reposo. Expulsado de dos centros de enseñanza media, inició la carrera de Medicina. Trabajó como periodista y entrevistó a escritores como Baroja, Miguel Hernández y María Zambrano. Participó en la guerra civil en el ejército franquista y al acabar esta fue censor del régimen. A partir de la publicación de su primera novela, el éxito lo acompañó de por vida. Fue novelista, periodista, ensayista, editor de revistas literarias, conferenciante y académico de la Real Academia Española durante 45 años. Fue un gran polemista y su imagen era habitual en la televisión de la época, especialmente tras la recepción del Premio Nobel de Literatura en 1989. Recibió también el Premio Príncipe de Asturias en 1987 y el Cervantes en 1995. Obra. Su obra fundamental se desarrolla en la narrativa, donde los personajes llegan a experiencias degradantes, movidos por sentimientos primarios. Los temas que nos asaltan casi por sistema son la muerte –sin ahorrar violencias gratuitas y obsesiones patológicas- y el sexo. Siguiendo las directrices señaladas en la evolución de la narrativa, distinguimos:

• Novela existencial (años 40): La familia de Pascual Duarte. La novela tiene la estructura de la picaresca: un condenado a muerte cuenta a un receptor interno –identificado como el propio Cela- cómo ha llegado hasta allí, culpando a la sociedad. Bajo la apariencia de drama rural, pone de manifiesto los aspectos más duros y sórdidos de la vida. El estilo se definió como tremendismo.

• Neorrealismo (años 50):

La colmena, ejemplo de novela neorrealista, es una ácida descripción de la sociedad madrileña de 1942, a través de una multitud de personajes que muestran sus retazos de vidas, presentados en secuencias en un enjambre de personas alienadas que solo se mueven por el dinero, la comida o el sexo.

• Novela experimental (años 60 y posteriores): Utiliza técnicas de vanguardia narrativa, con lenguaje agresivo, con términos

malsonantes, monólogos interiores angustiosos y rupturas de la lógica sintáctica. Los personajes son obsesivos hasta lo enfermizo y la acción se multiplica en tramas secundarias, a veces difíciles de encajar. Un caso extremo es Oficio de tinieblas 5, donde recompone el “flash de la muerte” de un hombre que se está suicidando. Con temática de la guerra civil destacan San Camilo, 1936, un largo monólogo de un joven sorprendido por el estallido de la guerra en Madrid y Mazurca para dos muertos, la historia de una venganza en un pueblo gallego, donde todos son cómplices del homicidio contra un delator que causó muchas muertes en el pueblo. Con ambientación americana: La Catira vueve al mundo esperpéntico de Tirano Banderas de Valle Inclán, ambientada en Latinoamérica. Cristo versus Arizona es un monólogo sin puntos y aparte que recrea el famoso duelo en el OK corral del Oeste. 3. MIGUEL DELIBES (1920-2010)

Nacido y muerto en Valladolid, donde pasó casi toda su vida. Estudió Comercio y Derecho y se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, lo que le sirvió para ser contratado en 1941 como caricaturista en El Norte de Castilla, diario vallisoletano del que llegó a ser director. Fue catedrático de Derecho mercantil, por lo que comenzó a impartir clases en la Escuela de Comercio.

Aunque había combatido con el bando franquista, mantuvo una actitud crítica con la dictadura, que se trasluce en sus novelas y artículos periodísticos y tuvo a menudo problemas con la censura. Como catedrático de Historia en la Escuela de Comercio se enfrentó a los censores franquistas por el enfoque historicista de la guerra. Llegó a dimitir como director de El Norte de Castilla tras varias desavenencias con Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo.

En 1973 fue elegido miembro de la Real Academia Española. En 1982 recibió el Premio Príncipe de Asturias y en 1993 el Premio Cervantes.

Obra Mantuvo en su vida siempre una actitud discreta. Su vida se desarrollaba

acorde con la gente corriente, de quien siempre recibió un reconocimiento afectuoso. Su obra reproduce esa actitud ante la vida, incluyendo a menudo sus aficiones y su trabajo: la enseñanza, la caza, los pueblos castellanos, el fútbol, etc.

Sus personajes son gente corriente, a la que llena de rasgos humanos positivos, como la compasión, el respeto a los demás, el trabajo. Es evidente su simpatía por la gente sencilla, los niños y los más indefensos, que se mueven en dos ambientes,

ambos netamente castellanos: la ciudad y los pueblos pequeños. Sus temas están vinculados a valores humanos, como la tolerancia, la convivencia y la generosidad –si bien es raro que se cumpla la justicia poética y la bondad buenos no siempre obtiene recompensa.

Progresivamente, sus novelas se cargaron de contenidos críticos implícitos contra el franquismo, un régimen que antepone la obediencia y el castigo por parte de los superiores. Es muy significativa su última novela, donde el protagonista es quemado por la Inquisición en un alarde de intolerancia y fanatismo.

Su obra es muy extensa y, a través de ella podemos analizar la evolución de la narrativa de la segunda parte del siglo XX en España. El atractivo de las historias lo ha convertido en un autor muy adaptado para el cine, que convirtió en películas de éxito casi todas sus novelas más conocidas. Destacamos:

1º Etapa: novelas existenciales, en línea con los años 40. Los protagonistas son

héroes individuales en un mundo inhóspito: La sombra del ciprés es alargada. 2ª etapa: neorrelismo. Personajes colectivos y estudios de ambientes de pobreza

- En ambiente rural, El Camino, donde un muchacho evoca su vida en el pueblo la noche en que debe ir a estudiar a la ciudad; Las ratas, en un ambiente sórdido cargado por la vida miserable de un pueblo.

- En la ciudad, La hoja roja, historia de un jubilado que espera la muerte en soledad, acompañado por su empleada.

3ª etapa: Novela experimental. La acción se narra en monólogos interiores y soliloquios que permiten que

conozcamos los pensamientos y pasiones ocultas. Destacan: - En ambiente rural, Los santos inocentes, una historia sórdida de

humillaciones en un cortijo extremeño, con personajes próximos al naturalismo. Las guerras de nuestros antepasados relatan una historia con rasgos de realismo mágico a partir del relato de un joven presidiario que habla con el siquiatra.

- En ambiente urbano, Cinco horas con Mario, un largo soliloquio de Carmen ante la sepultura de su marido, repasando su vida, sus frustraciones, reproches y confesiones.

4ª etapa: Reescritura de la historia. Delibes escribe novelas que no deben combatir la intolerancia y busca narrar

cómo es la nueva sociedad democrática (El príncipe destronado, una novela cargada de humor) y reelaborar los episodios de una historia que ha sido falseada. Su última novela,

El hereje, es un ejercicio impresionante de novela histórica, llena de documentación acerca del doctor Cazalla, un médico protestante que fue quemado por la inquisición en la plaza de Valladolid. En la actualidad, Valladolid ha dedicado una ruta turística por la ciudad en honor a esta novela.

TEMA 7. EL TEATRO DE 1939 A 1975. ANTONIO BUERO VALLEJO

1. El teatro de la inmediata posguerra. Durante la dictadura de Primo de Rivera y la República, el teatro tradicional era

un género en auge: dos dramaturgos habían obtenido el Premio Nobel (Echegaray y Benavente) y triunfaban el teatro clásico –la gente sabía de memoria fragmentos enteros de Los de Vega, Calderón y Zorrila-. Por otra parte, autores Valle-Inclán y García Lorca habían avanzado en técnicas innovadoras y subgéneros dramáticos (esperpentos, tragedias rurales, teatro surrealista). Casona escribía un teatro cargado de lirismo con claves sicológicas influidas por el teatro de Ibsen o el sicoanálisis.

Al terminar la Guerra Civil habían muerto los autores más innovadores de la época anterior, como Valle-Inclán, Lorca o Unamuno; otros, como Alejandro Casona y Rafael Alberti estaban exiliados. Mientras en los escenarios europeos se representaban obras muy novedosas (teatro épico de Bertolt Brecht o el “teatro del absurdo” de Ionesco y Samuel Beckett), la escena española estaba invadida por un teatro convencional, con comedias intrascendentes destinadas a entretener a un público conservador.

En la posguerra se representan piezas escritas para el público burgués que busca el entretenimiento sin sorpresas, con diálogos fluidos, personajes de clase media sin problemas económicos y argumentos tópicos: amoríos, aparentes infidelidades o conflictos entre padres e hijos. Las obras pueden clasificarse en comedias de enredo, comedias costumbristas y dramas históricos.

Caso aparte son las obras donde aparece el humor absurdo. Jardiel Poncela y Miguel Mihura habían estrenado ya durante la República y continuaron una carrera fructífera tras la guerra. Sus obras son farsas innovadoras: se burlan de los tópicos, de la autoridad y las normas sociales mediante comedias disparatadas, irónicas y con situaciones absurdas hasta lo inverosímil. Utilizan un lenguaje muy ingenioso, lleno de juegos de palabras e ironías, en medio de situaciones comprometidas, donde los personajes se comportan de forma inadecuada.

Jardiel Poncela tiene como base de la inverosimilitud y lo fantástico para presentar una caricatura de la sociedad. En Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), los protagonistas han tomado un elixir que los hace rejuvenecer hasta llegar a la infancia. Su mayor éxito es Eloísa está debajo de un almendro (1940), una obra que combina los géneros costumbristas, comedia del absurdo y detectivesco en un ambiente donde los personajes parecen comportarse de forma irracional hasta el final.

Miguel Mihura tiene menor carga de absurdo. Resaltar la ternura por la gente más débil de carácter: Tres sombreros de copa (1932, que no se estrenaría hasta 1952) cuenta la última noche como soltero de un joven que va a casarse por respetar las convenciones sociales y Maribel y la extraña familia (1959) trata el problema de la soledad, a partir de dos hermanos que pagan a desconocidos para que vengan a visitarlos a casa.

La censura impedía estrenar obras que supusieran el mínimo atentado contra los valores sociales o morales establecidos. El estreno de Historia de una escalera en 1949, que inicia un camino hacia la renovación.

2. El realismo social y el drama sicológico.

El teatro tiene una capacidad para llegar al público y movilizarlo superior a los otros géneros, por la proximidad del público al texto representado y la inmediatez de hacer llegar el mensaje a un público muy amplio, por el éxito de las representaciones. Como consecuencia, los autores utilizan el espectáculo para presentar al espectador la denuncia por un mundo injusto y la urgencia por mejorarlo.

Poco a poco, las innovaciones teatrales europeas llegan a España, acompañados de importantes avances técnicos como el escenario giratorio –que permite cambios espectaculares de los decorados de una escena para otra-, mejoras en la iluminación –que se utiliza para separar escenas simultáneas en el escenario-, una megafonía que permite incluir efectos especiales, etc. Dos subgéneros dramáticos dominan las carteleras en los años 50 y 60: el realismo social y el drama sicológico.

Predominan en los años 50 técnicas realistas, acorde con la narrativa, donde los personajes deben sufrir las carencias económicas, la emigración forzosa, el paro y la falta de libertad y solidaridad que impregnan la sociedad de la dictadura. En los años 60 predominan los dramas sicológicos, más centrados en el sufrimiento del personaje, angustiado por la realidad y por sus propias limitaciones o arrastrando traumas no superados.

Destacamos como autores que llevan al teatro las angustias de la condición humana, el compromiso, la denuncia ante la injusticia y la lucha por la libertad a Alfonso Sastre, Lauro Olmo y Antonio Gala. No obstante, la figura principal del periodo, que resume en la evolución de su obra la trayectoria del teatro español después de la guerra es Antonio Buero Vallejo.

Alfonso Sastre se caracteriza por la denuncia social y la innovación. Fundó un

grupo de teatro experimental que llamó Arte Nuevo y que derivó más tarde en T.A.S (Teatro de Agitación Social) con el que representaba obras de Bertolt Brecht y otros autores europeos y americanos. Su producción es amplia y aún no se han representado muchas de sus obras, ya que nunca tuvo un éxito importante de público y, además, la censura frenó su carrera de modo significativo.

Destacan Escuadra hacia la muerte (1953), una pieza antibelicista en la que desarrolla el conflicto entre autoridad y libertad, protagonizada por un grupo de soldados que han quedado aislados. La mordaza (1954) en la que vuelve al tema de la tiranía con un planteamiento parecido al de Lorca en Bernarda Alba.

Antonio Gala enlaza con la comedia y el teatro existencial y simbolista. Escribe

también novela y poesía, pero su amplia producción ha sido más apreciada por su público que por la crítica. Su teatro mezcla rasgos líricos (con un lenguaje próximo a la poesía) con épicos (referencias a narraciones míticas).

Los mayores éxitos los cosecha en los 70: Anillos para una dama (1973), en torno al personaje de El Cid, y Las cítaras colgadas de los árboles (1974), sobre una joven judía conversa que ha sido violada por un caballero cristiano. En 1975 triunfó

¿Por qué corres, Ulises?, con una fuerte polémica por la aparición de escenas eróticas que desafiaban claramente la censura; esta obra reelabora el mito de Ulises, que ha perdido la condición de héroe y, atendido por su amante Nausica, retrasa a propósito su retorno al reino de Ítaca, donde le espera una mujer avejentada y amargada.

Lauro Olmo fue un autor volcado en la denuncia de las injusticias sociales. Se

inicia con teatro realista con La camisa (1962), donde esta prenda se convierte en el símbolo de las necesidades económicas de todo un barrio, y desarrolla el drama de la emigración como única salida para los obreros españoles. De ahí saltó al mundo de las farsas más transgresoras: Farsas contemporáneas estaban aún prohibidas tras la muerte del dictador.

3. El teatro experimental en la última etapa de la dictadura.

Convertido en arma de denuncia, se multiplican los grupos de teatro aficionado, que combinan la representación de clásicos con los nuevos autores. El teatro parece alejarse de los dramas sicológicos y sociales de los años 50 y 60 y deja paso a la sátira y destaca la figura de Fernando Arrabal, quien creó su llamado “teatro pánico”, estrenado en Francia, con rasgos del surrealismo y el esperpento de Valle-Inclán. Entre sus obras destacan Pic-nic, una sátira contra la guerra.

Hacia 1970 se produce una renovación teatral basada en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales. Casi se destruye la acción y se utilizan la alegoría, los símbolos y lo abstracto en escena. A este modo de representar se le ha llamado “teatro subterráneo”. Son autores y grupos disconformes con el sistema que pretenden llevar su protesta a través del teatro. Además, el teatro del absurdo y la sátira política se abren paso en la última etapa de la dictadora.

En esta etapa de renovación cuando surgen los grupos de teatro independientes, con montajes de espectáculos propios: Tábano, Els Joglars, Els Comediants La Fura dels Baus. Pierde fuerza, hasta casi desaparecer, el texto que es reemplazado por el espectáculo, la sobreactuación y la improvisación, a veces provocando al espectador para que intervenga. Representan espectáculos grandiosos o intimidatorios, parodias geográficas e históricas, etc.

La restauración de las libertades democráticas a partir de 1975 posibilitó la llegada a los escenarios de buena parte del teatro que había permanecido oculto. ANTONIO BUERO VALLEJO (Guadalajara, 1916- Madrid, 2000) Pasó su infancia en La Alcarria, salvo dos años que vivió en Marruecos, donde había sido destinado su padre, militar. Se aficionó a la lectura en la gran biblioteca paterna y también a la música y a la pintura: desde los cuatro años dibujó incansablemente.

Estudió en Madrid Bellas Artes, alternando las clases con su asistencia al teatro y la lectura. En 1937 fue llamado a filas y se incorporó a un batallón de infantería, colaborando con dibujos y escritos en La Voz de la Sanidad.

A pesar del fusilamiento de su padre por el bando republicano, mantuvo la ideología izquierdista durante la dictadura. Al finalizar la guerra, trabajó en la reorganización del Partido Comunista, fue detenido en 1939 y condenado a muerte. Tras ocho meses, se le conmutó la pena por otra de treinta años. Pasó por diversas cárceles donde dibujaba a los presos; uno de estos dibujos es el famoso retrato de Miguel Hernández. Participó en un intento de fuga que le inspiró más tarde ciertos aspectos de La Fundación. Salió en libertad condicional, aunque desterrado de Madrid, a principios de marzo de 1946.

Escribe su primer drama, En la ardiente oscuridad, en una semana de agosto de 1946. Se presentó al premio Lope de Vega, que ganó con Historia de una escalera, cuyo estreno en octubre de 1949 tuvo tal éxito que lo consagró para siempre entre crítica y público. A partir de entonces escribe numerosos dramas, generalmente con buena aceptación de público y crítica.

Fueron prohibidas algunas de sus obras, que insinuaban abundantes críticas la dictadura; algunas no pudieron representarse hasta después de la muerte de Franco. No obstante, consiguió estrenar la mayoría de sus obras sorteando la censura con técnicas que pudieran despistar a los censores: problemas del presente trasladados al pasado o al futuro; episodios simbólicos donde no se citan nombres concretos, etc.

Fue nombrado miembro de número de la Real Academia Española en 1971 y galardonado con el Premio Cervantes en 1986 (es el único dramaturgo que lo ha ganado) y el Premio Nacional de las Letras Españolasen 1996. Obra

El tema común de toda su producción es la tragedia del individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y moral. Todas sus piezas indagan sobre la condición humana. Recupera para el teatro la “catarsis” de la tragedia clásica: sus obras conmueven al espectador y le obligan a tomar conciencia de lo que vive. Su obra discurre por varias etapas, parejas a las etapas que se aprecian en la narrativa y la lírica: teatro existencial (años 40), teatro social (años 50) y drama sicológico (años 60)

Sus obras suelen comenzar de una manera anodina para introducirnos poco a poco en un grave conflicto personal, a veces vinculado a un delito que quedó sin castigo. Es frecuente que la conciencia del protagonista le haya provoque taras físicas o psicológicas. Estafas, traiciones, enfermedades mentales degeneran en enfermedades psíquicas (esquizofrenia, ceguera, impotencia, etc.) son el castigo en por la culpa que no redimió.

Se clasifica su teatro en simbolista, de crítica social y dramas históricos:

a) Teatro simbolista En la ardiente oscuridad representa el crudo enfrentamiento con una realidad que

no puede escamotearse ni disfrazarse. A través de la tara física de la ceguera, Buero simboliza las limitaciones humanas; la ceguera es símbolo de carencia de libertad para comprender nuestro destino en el mundo. El hombre no es libre porque no puede conocer el misterio que le rodea.

b) Teatro de crítica social Denuncia la miseria, la opresión, la explotación humana, la falta de libertad, el

abuso de poder y la violencia institucional.

Historia de una escalera es posiblemente una de las obras más importantes del teatro de la época por su carácter trágico y por la denuncia de las condiciones sociales de vida. La obra causó gran impacto por su realismo y contenido social. En ella plantea la imposibilidad de algunos individuos de mejorar materialmente debido a la situación social y a la falta de voluntad. El vecindario de un portal se convierte en un símbolo de la España sórdida de la posguerra.

El tragaluz constituye un ataque directo al franquismo y su obsesión por deformar la historia personal de los españoles. Un padre escondido en un sótano lucha contra la locura que le dejó la muerte por hambre de su hija pequeña durante la guerra.

c) Dramas históricos Buero toma los materiales del pasado histórico como disfraz del presente.

Trasladando los problemas al pasado, puede plantear temas universales como la falta de libertades, el abuso de poder o la corrupción.

Un soñador para un pueblo relata el fracaso de un hombre empeñado en mejorar la vida de un pueblo. El protagonista, Esquilache, ha de enfrentarse a todo el sistema, pues la política que pretende imponer no cuenta con el apoyo popular. Pero en realidad, la oposición a su política no procede del mismo pueblo, sino de un tercer poder oculto. Al final, Esquilache renuncia a su cargo y marcha al exilio.

El concierto de San Ovidio. A partir de un grabado que representa el espectáculo de la orquestina de ciegos, reconstruye un drama en el que aflora lo grotesco, la injusticia y la falta de ética. Los temas son la explotación del hombre por el hombre y la lucha del hombre por su libertad.

El sueño de la razón. La obra se sitúa en el Madrid de 1823, durante la ola de terror desencadenada por Fernando VII en su lucha contra los liberales. El protagonista es Francisco de Goya. A través de la sordera de este personaje —de nuevo una tara física—, Buero simboliza la incapacidad de algunos para oír el sentido de la realidad.