la psiquiatrÃ-a y la guerra

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Introducción a “La psiquiatría inglesa y la guerra” de Jacques Lacan Elizabeth Roudinesco En 1945, cuatro años antes del asunto de La Nouvelle Critique, y tres años antes del famoso Congreso de Higiene Mental que desata la polémica, Lacan va a Londres y pasa allí cinco semanas. Durante su estancia, se informa sobre el estado del saber psiquiátrico y visita la residencia de Hartfield donde están albergados ex prisioneros y combatientes de ultramar para ser readaptados. Admira particularmente los principios de la terapia de grupo y del psicodrama y saca en conclusión que la guerra se mostró partera de progreso en el ámbito de la atención a la salud mental. Un año más tarde, da una conferencia sobre este tema ante el grupo de L’Évolucion Psychiatrique. Allí se encuentran reunidos Lucien Bonnafé, Paul Schiff, Adrien Borel, Eugéne Minkowski, Henri Ey, Gregorio Bermann, delegado argentino ante la sección médica de la ONU, y finalmente Pierre Turquet, mayor del Ejército británico. De origen angevino, a este personaje le gustan con pasión Francia y los automóviles bonitos. Durante la guerra, se desenvolvió maravillosamente bien en las filas del Intelligence Service y se inspiró en los trabajos de Wilfried Bion y Melanie Klein para reorganizar el servicio psiquiátrico del ejército en un sentido freudiano y dernocrático. Lacan lo llama “mi amigo" y rinde homenaje a su acción. También comparte algunas opiniones de Lucien Bonnafé sobre la psiquiatría social. Aprecia los gustos cinematográficos de este comunista fiel con quien frecuenta las salas oscuras mientras conversan sobre el porvenir de la Francia freudiana. Lacan rinde homenaje a Inglaterra empleando el tono de un hombre que vivió los años de guerra como una terrible decadencia. En 1939, los psiquiatras ingleses deciden hacer eficaces a los atrasados, los vagos, los “torpes" (dullards) y los delincuentes empleándolos en trabajos diversos en la retaguardia. Sin espíritu de segregación ponen juntos a los inadaptados separándolos de los demás compañeros de armas destinados a tareas combativas. 1

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Texto de Lacan 1945

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Introduccin a La psiquiatra inglesa y la guerra de Jacques Lacan Elizabeth Roudinesco

En 1945, cuatro aos antes del asunto de La Nouvelle Critique, y tres aos antes del famoso Congreso de Higiene Mental que desata la polmica, Lacan va a Londres y pasa all cinco semanas. Durante su estancia, se informa sobre el estado del saber psiquitrico y visita la residencia de Hartfield donde estn albergados ex prisioneros y combatientes de ultramar para ser readaptados. Admira particularmente los principios de la terapia de grupo y del psicodrama y saca en conclusin que la guerra se mostr partera de progreso en el mbito de la atencin a la salud mental.Un ao ms tarde, da una conferencia sobre este tema ante el grupo de Lvolucion Psychiatrique. All se encuentran reunidos Lucien Bonnaf, Paul Schiff, Adrien Borel, Eugne Minkowski, Henri Ey, Gregorio Bermann, delegado argentino ante la seccin mdica de la ONU, y finalmente Pierre Turquet, mayor del Ejrcito britnico. De origen angevino, a este personaje le gustan con pasin Francia y los automviles bonitos. Durante la guerra, se desenvolvi maravillosamente bien en las filas del Intelligence Service y se inspir en los trabajos de Wilfried Bion y Melanie Klein para reorganizar el servicio psiquitrico del ejrcito en un sentido freudiano y dernocrtico. Lacan lo llama mi amigo" y rinde homenaje a su accin. Tambin comparte algunas opiniones de Lucien Bonnaf sobre la psiquiatra social. Aprecia los gustos cinematogrficos de este comunista fiel con quien frecuenta las salas oscuras mientras conversan sobre el porvenir de la Francia freudiana.Lacan rinde homenaje a Inglaterra empleando el tono de un hombre que vivi los aos de guerra como una terrible decadencia. En 1939, los psiquiatras ingleses deciden hacer eficaces a los atrasados, los vagos, los torpes" (dullards) y los delincuentes emplendolos en trabajos diversos en la retaguardia. Sin espritu de segregacin ponen juntos a los inadaptados separndolos de los dems compaeros de armas destinados a tareas combativas. Depuradas de ese modo, las unidades ya no sufren el choque neurtico debido al contacto con los elementos perturbadores. Por lo que se refiere a stos, se vuelven tanto ms eficaces cuanto que se los juzga tiles y se los organiza en subgrupos autnomos. Cada subgrupo define el objeto de su trabajo bajo la gida de un terapeuta que apoya a todo el mundo sin ocupar el lugar de un jefe ni de padre autoritario". Lacan subraya que esa capacidad de reformar las relaciones humanas en tiempos de guerra proviene de la difusin masiva de los conceptos freudianos en el medio psiquitrico ingls.Parece un sueo! Nuestro hroe pronuncia el elogio de una psicologa de grupo adaptativa de la que alaba la inspiracin freudiana cuando, cuatro aos ms tarde, denunciar los ideales adaptativos del nuevo "psicoanlisis". En realidad, Lacan se interesa en la situacin inglesa de la psiquiatra tanto por admirar su pragmatismo reformador como para efectuar el balance de su propia evolucin cuando despunta la mitad del siglo. Con su genio habitual, seala que la experiencia britnica torna caduca la doctrina de las constituciones que l mismo critic en 1932, y que es muestra del declinar de la mago paterna del que tambin observ el proceso en su texto sobre la familia. En efecto, si la organizacin en pequeos grupos supone la identificacin de todos con el ideal del yo del terapeuta, deja vacante el lugar del jefe viril, del sargento reclutador o del domador de masas. As, en 1945, un francs cruza la Mancha para encontrar en suelo ingls, devastado por la guerra pero no sometido a los horrores de una ocupacin extranjera, la imagen en espejo de sus propios trabajos. Una vez ms no se toma por cualquiera. Despus de Freud que se identificaba con Coprnico, Lacan evoca la figura de Galileo y termina la discusin con estas palabras: "Quiero afirmar de nuevo la concepcin unitaria que es ma en antropologa. A las objeciones de principio que se plantearon contra el papel que fue el de la psiquiatra durante la guerra, respondo con un 'E pur si muove' y me niego a que se d a mi exposicin otro sentido u otro mrito (Conferencia E.P. 1947).Texto extrado de La batalla de los cien aos (La historia del psicoanlisis en Francia), E. Roudinesco, Tomo 2, pgs. 192-193, Editorial Fundamentos, Madrid, Espaa, 1993.Seleccin: S. R.La Psiquiatra Inglesa y la GuerraJacques Lacan Cuando en Septiembre de 1945 estuve en Londres, los fuegos acababan apenas de caer sobre la ciudad del da: V-Day, en que ella haba celebrado su victoria.La guerra me haba dejado un vivo sentimiento: el modo irreal bajo el cual la colectividad de franceses la haba vivido de punta a punta. No aludo aqu a esas ideologas forneas que nos haban arrojado fanstasmagoras sobre nuestra grandeza, parientes de chocheras de la senilidad, incluso del delirio agnico, de fabulaciones compensatorias propias de la infancia. Antes bien quiero decir, de ese desconocimiento sistemtico del mundo en cada uno, esos refugios imaginarios en los que, como psicoanalista, yo no poda sino identificar para el grupo, entonces presa de una disolucin verdaderamente aterradora de su status moral, los mismos modos de defensa que el individuo utiliza en la neurosis contra su angustia con un xito no menos ambiguo, tambin paradojalmente eficaz, y sellando igualmente un destino que se transmite a generaciones.Pensaba entonces salir del crculo de ese encantamiento deletreo para entrar en otro reino: all donde luego el rechazo crucial de un compromiso que hubiese sido la derrota, se haba podido, sin perder el dominio a travs de las peores pruebas, llevar la lucha hasta ese trmino triunfante, que ahora haca parecer a las naciones que la enorme ola que haban visto casi tragrselas, no haba sido ms que ilusin de la historia, y de las que ms rpidamente se hacen aicos.Desde el principio hasta el fin de mi estancia, que dur cinco semanas, esta espera de otro aire no fue burlada. Y es bajo forma de evidencia psicolgica que toqu esta verdad: la victoria de Inglaterra es de ndole moral; quiero decir que la intrepidez de su pueblo reposa sobre una relacin verdica con lo real [rapport veridique au rel], que su ideologa utilitarista hace dificultoso comprender, que especialmente el trmino adaptacin traiciona totalmente, y por eso la bella palabra realismo nos est interdicta en razn del uso infamante donde los clrigos de la Traicin han envilecido su virtud, por una profanacin del verbo que por largo tiempo priva a los hombres de los valores ofendidos. Debemos entonces llegar a hablar de herosmo, y evocar sus marcas, desde las primeras apariciones a nuestra llegada, en esta ciudad salpicada cada doscientos metros por una destruccin vertical, al resto restaado y limpio, y que se acomoda mal al trmino ruina, cuyo prestigio fnebre, asociado incluso con una intencin lisonjera al recuerdo grandioso de la Roma antigua en las palabras de bienvenida pronunciadas por uno de nuestros enviados ms eminentes, haba sido mediocremente apreciado por gentes que no descansan sobre su historia.Tan severos y sin ms romanticismo los otros signos que, a medida que el visitante avanzaba, se le descubran por azar o destino desde la depresin que lo describa en metforas sonamblicas, al comps de esas conjunciones de la calle favorecidas por la ayuda mutua perpetua de los tiempos difciles, una joven mujer de la clase acomodada que iba a festejar su liberacin del servicio agrcola del que, como soltera, vena de ser movilizada durante cuatro aos-, hasta ese agotamiento ntimo de fuerzas creativas que, por sus confesiones o sus personas, mdicos u hombres de ciencia, pintores o poetas, eruditos, hasta sinlogos que fueron sus interlocutores, traicionaban, por un efecto tan general como lo haba sido la obligacin de todos, y hasta el extremo de su energa, a los servicios generales de la guerra moderna: organizacin de la produccin, aparatos de deteccin o de camouflage cientfico, propaganda poltica o informaciones.Cualquiera sea la forma que desde ese momento haya podido tener esta depresin reactiva en escala colectiva, doy testimonio de que se haba desprendido un factor tnico que tambin considerara como demasiado subjetivo, si no hubiese encontrado su sentido en lo que me fue revelado del sector del esfuerzo ingls que yo estaba calificado para juzgar.Es necesario centrar el campo de lo que han realizado los psiquiatras en Inglaterra por la guerra y para ella, del uso que ellos han hecho de su ciencia en singular y de sus tcnicos en plural, y de lo que la una como los otros han recibido de esta experiencia. Tal es, en efecto, el ttulo que lleva el libro del brigadier general Rees al que nos referiremos sin cesar: The shaping of psychiatry by the war.Est claro que a partir del principio de la movilizacin total de las fuerzas de la nacin que exige la guerra moderna, el problema de los efectivos depende de la escala de la poblacin, por lo cual, en un grupo reducido como el de la Inglaterra metropolitana, todos, hombres y mujeres, debieron ser movilizados. Pero ese problema se duplica con el de la eficiencia que requiere tanto un riguroso empleo de cada individuo como la mejor circulacin de las concepciones ms audaces de los responsables hasta el ltimo de los ejecutantes. Problema respecto del cual una racionalizacin psicolgica tendr siempre algo ms que decir, pero al que las calificaciones del tiempo de paz, la alta educacin poltica de los ingleses y una propaganda ya experta podan bastar.Muy distinta era la cuestin que se planteaba al constituir enteramente un ejrcito a escala nacional, del tipo de los ejrcitos continentales, en un pas que no tena ms que un pequeo ejrcito de oficio, por haberse opuesto obstinadamente a la conscripcin hasta la vspera del conflicto. Es necesario considerar en todo su relieve el hecho de que se recurri a una ciencia psicolgica muy joven an, para operar lo que puede llamarse la creacin sinttica de un ejrcito, cuando esta ciencia apenas acaba de poner a la luz del pensamiento racional la nocin de un tal cuerpo como grupo social de una estructura original. Es, en efecto, en los escritos de Freud donde por primera vez, en los trminos cientficos de la relacin de identificacin, acababan de ser planteados el problema del mando y el problema de la moral, es decir, toda esta encantacin destinada a reabsorber enteramente las angustias y los miedos de cada una en una solidaridad del grupo en la vida y en la muerte, cuyo monopolio tenan hasta entonces los practicantes del arte militar. Conquista de la razn que viene a integrar la tradicin misma aligerndola y llevndola a una segunda potencia.Pudimos ver entonces dos fulminantes victorias: el desembarco en Francia y el paso del Rhin, que a igual nivel en la tcnica del material, y la tradicin militar estando absolutamente del lado del ejrcito, que la haba llevado al ms alto grado que haya conocido el mundo y acababa adems de reforzarla con el apoyo moral de una democratizacin de las relaciones jerrquicas, cuyo valor angustiante como factor de superioridad haba sido sealado por nosotros a nuestro regreso de la olimpada de Berln en 1936-, todo el podero de esta tradicin no pes una onza contra las concepciones tcticas y estratgicas superiores, producto de los clculos de ingenieros y comerciantes.As ha acabado de disiparse, sin duda, la mistificacin de esta formacin de casta y de escuela donde el oficial conservaba la sombra del carcter sagrado que revesta el guerrero antiguo. Se sabe, por lo dems, por el ejemplo de otro de los vencedores, que no hay cuerpo constituido donde sea ms saludable al pueblo alcanzar el hacha, y que es en la escala de un fetichismo que da sus ms altos frutos en Africa Central, que hay que estimar el uso aun floreciente de valerse de l como depsito de dolos nacionales.Sea como fuere est reconocido que la posicin tradicional del comando no va en el sentido de la iniciativa inteligente. Esto es porque en Inglaterra, cuando al comienzo de 1939 los acontecimientos se precipitaban, se vio rechazar por las autoridades superiores un proyecto presentado por el Servicio de Salud del Ejrcito, a los fines de organizar la instruccin no solamente fsica, sino tambin mental de los reclutas. El principio haba sido aplicado, sin embargo, desde la guerra anterior en los Estados Unidos, bajo el impulso del doctor Thomas W. Salmon.Cuando la guerra estall en Septiembre, Inglaterra no dispona sino de una docena de especialistas bajo las rdenes de Rees en Londres: dos consultantes estaban agregados al cuerpo expedicionario en Francia y dos en la India. En 1940, los casos afluyeron a los hospitales bajo la rbrica de inadaptacin, de delincuencias diversas, de reacciones psiconeurticas, y bajo la presin de esta urgencia fue organizada la accin, cuya amplitud y flexibilidad vamos a mostrar, por medio de aproximadamente 250 psiquiatras integrados por la conscripcin. Un espritu animador les haba precedido: el coronel Hargreaves poniendo a punto un primer ensayo de tests eliminatorios adaptados de los tests de Spearman, de los cuales haba partido ya en Canad para dar forma a los tests de Perrose-Raven.El sistema que se adaptar desde entonces es el llamado PULHEMS, ya probado en el ejrcito canadiense, en el cual una cota de 1 a 5 corresponde a cada una de las siete letras simblicas que responden respectivamente a la capacidad fsica general, a las funciones de los miembros superiores (Upper limbs), inferiores (Lower limbs), a la audicin (Hear), a la vista (Eyes), a la capacidad mental (sea a la inteligencia), a la estabilidad afectiva en fin, donde dos cotas sobre siete son de orden psicolgico.Se realiza una primera seleccin sobre los reclutas (1), que destaca un nivel inferior.Esta seleccin, subraymoslo, no apunta a cualidades crticas y tcnicas, que requiere la prevalencia de funciones de transmisin en la guerra moderna, no menos que la subordinacin del grupo de combate al servicio de armas que no son ya instrumentos, sino mquinas. Lo que se trata de obtener en la tropa es una cierta homogeneidad considerada como factor de su moral.Todo dficit fsico o intelectual, en efecto, adquiere para el sujeto en el interlocutor del grupo un alcance afectivo, en funcin de procesos de identificacin horizontal que el trabajo de Freud, evocado anteriormente, sugiere quizs, pero descuida en provecho de la identificacin, si as puede decirse, vertical, al jefe.Arrastrados a la instruccin, devastados por el sentimiento de inferioridad, inadaptados y fcilmente delincuentes menos an por falta de comprensin que en razn de impulsos de orden compensatorio, terreno frtil de raptos depresivos o ansiosos o de estados confusionales bajo el impacto de emociones o conmociones de la lnea de fuego, conductores naturales de todas las formas de contagio mental -, los sujetos afectados por un gran dficit deben ser aislados como dullards, cuyo equivalente en francs da nuestro amigo el doctor Turquet aqu presente, no en el trmino de retraso, sino en el de lerdo. Es, dicho de otra manera, lo que nuestro lenguaje familiar llama con la palabra dbilard, que expresa menos un nivel mental que una evaluacin de la personalidad.Entonces, al ser agrupados entre ellos, esos sujetos se muestran de inmediato infinitamente ms eficaces, por una liberacin de su buena voluntad, correlativa de una sociabilidad desde ese momento reforzada; hasta los motivos sexuales de sus delitos se reducen, como para demostrar que ellos representan menos una pretendida prevalencia de los instintos, que la compensacin de su soledad social. Tal es al menos, lo que se ha manifestado en la utilizacin en Inglaterra, de ese residuo que Amrica poda darse el lujo de eliminar. Luego de haberlos empleado en los trabajos agrcolas, se debi hacerlos pioneros, pero mantenindolos en la retaguardia.Las unidades as depuradas de sus elementos inferiores, vieron bajar los fenmenos de choque y de neurosis, los efectos de flexin colectiva, en una proporcin que se puede decir geomtrica.El general Ress vio la posibilidad de aplicacin de esta experiencia fundamental a un problema social de nuestra civilizacin inmediatamente accesible a la prctica, sin que ella otorgue nada a las escabrosas teoras de la eugenesis, y muy por el contrario, se lo ve, del mito anticipatorio del Brave New World deHuxley(2).Ac encuentran su lugar de cooperacin varias disciplinas de las que, por ms tericas que las consideremos alguno de nosotros, ser necesario que todos se informen. Pues es con esta condicin que podemos y debemos justificar la preeminencia que nos viene del uso en escala colectiva de las ciencias psicolgicas. Si los psiquiatras ingleses, en efecto, lo han hecho reconocer, con un xito sobre el cual ya tendr ocasin de volver, en el curso de la experiencia de la guerra, esto es debido, lo veremos, no solamente al gran nmero de psicoanalistas entre ellos, sino que todos han sido penetrados por la difusin de los conceptos y de los modos operatorios del psicoanlisis. Es, por otro lado, que disciplinas apenas aparecidas en nuestro horizonte, tales como la psicologa llamada de grupo, han llegado en el mundo anglosajn a una elaboracin suficiente para, en la obra de un Kurt Lewin (3), expresarse nada menos que en el nivel matemtico del anlisis vectorial. As en una larga entrevista que tuve con dos mdicos que voy a presentarles como pioneros de esta revolucin que transporta todos nuestros problemas a la escala colectiva, o a uno de ellos exponerme framente que, para la psicologa de grupo, el complejo de Edipo era el equivalente de lo que en fsica se llama el problema de los tres cuerpos, problema del cual se sabe por otra parte que no ha recibido solucin completa.Pero es de buen tono entre nosotros sonrer ante esta suerte de especulaciones, sin que por ello sea ms prudente el dogmatismo.Tambin voy a intentar presentar al natural a esos dos hombres de quienes puede decirse que brilla en ellos la llama de la creacin; en uno, como congelada en una mscara inmvil y lunar, acentuada por las finas curvas de un bigote negro, y que no menos que la alta estatura y el trax de nadador que lo sostiene, da una desmentida a las frmulas kretschmerianas, cuando todo nos advierte de estar en presencia de uno de esos seres solitarios, hasta en sus ms altas devociones, y tal como nos lo confirma en ste la hazaa en los Flanders de haber seguido bastn en mano su tanque en el asalto y, paradjicamente, forzando as las mallas del destino; en el otro, esa llama centellante detrs del monculo al ritmo de un verbo ardiente, por adherir adems a la accin, el hombre, en una sonrisa que arremanga una brocha leonada, se recomienda con gusto para completar su experiencia de analista con un manejo de hombres experimentado bajo el fuego del 17 de octubre en Petrogrado. Aqul Bion, ste Rickman, han publicado juntos en el nmero del 27 de noviembre de The Lancet, que por su destino como por su formato equivale a nuestra Prensa mdica un artculo que se reduce a seis columnas de diario, pero que marcar una poca en la historia de la psiquiatra.Bajo el significativo ttulo de Intra-group tension in therapy, their study as the task of the group, es decir: Las tensiones interiores al grupo en la teraputica, su estudio propuesto como tarea de grupo, los autores nos aportan un ejemplo concreto de su actividad en un hospital militar, ejemplo que, esclarecido con depuramiento y, dira, con humildad perfecta, tanto la ocasin como los principios, toma el valor de una demostracin del mtodo. Reencuentro all la impresin del milagro de los primeros pasos freudianos: encontrar en la impasse misma de una situacin la fuerza viva de la intervencin. He aqu Bion presa de unos cuatrocientos pjaros de un servicio llamado reeducacin.Las importunidades anrquicas de sus necesidades ocasionales: requerimientos de autorizaciones excepcionales, irregularidades crnicas de su situacin, van a parecerle desde el principio como destinadas a paralizar su trabajo sustrayndole horas, ya aritmticamente insuficientes para resolver el problema de fondo que plantea cada uno de estos casos si se los toma uno por uno. Es de esta dificultad misma que Bion va a partir para franquear el Rubicn con una innovacin metdica.Esos hombres, en efecto, cmo considerarlos en su situacin presente, sino como soldados que no pueden someterse a la disciplina y que quedaron cerrados a los beneficios teraputicos que de ella dependen, por la razn de que es ese mismo factor que los ha reunido?Ahora bien, en un teatro de guerra, qu hacer de este agregado de irreductibles que se llama una compaa de disciplina, para que la tropa marche? Dos elementos: la presencia del enemigo que suelde al grupo frente a una amenaza comn, -y un jefe, a quien su experiencia en el manejo de hombres permita fijar el margen aproximado a otorgar a sus debilidades, y que pueda mantener el trmino por su autoridad, es decir, que cada uno sepa que una vez que l ha tomado una responsabilidad no se desinfla.El autor es un tal jefe en quien el respeto por el hombre es conciencia de s mismo y es capaz de sostener a cualquiera donde sea.En cuanto al peligro comn, no est en esas extravagancias mismas que hacen desvanecer toda razn de la permanencia all de esos hombres, oponindose a las condiciones primeras de su cura? Pero es necesario hacerles tomar conciencia de ello.Y es aqu donde interviene el espritu del psicoanalista, que va a tratar la suma de los obstculos los que se oponen a esa toma de conciencia como esa resistencia o ese desconocimiento sistemtico, cuya maniobra aprendi en la cura de los individuos neurticos. Pero aqu l va a tratarla a nivel de grupo.En la situacin prescripta, Bion tiene ms dominio sobre el grupo que el psicoanalista sobre el individuo, porque de derecho, al menos, y como jefe, forma parte del grupo. Pero es justamente lo que el grupo no percibe. Entonces, el mdico deber pasar por la fingida inercia del psicoanalista, y apoyarse sobre el nico sostn que le es dado: tener al grupo al alcance de su palabra.Sobre este dato, l se propondr organizar la situacin de manera de forzar al grupo a tomar conciencia de sus dificultades de existencia en tanto grupo luego hacerlo cada vez ms transparente al mismo, al punto que cada uno de sus miembros pueda juzgar de manera adecuada los progresos del conjunto-; el ideal de tal organizacin estar para el mdico en su visibilidad perfecta, de modo que pueda apreciar en todo instante hacia qu puerta de salida se encamina cada caso confiado a su cuidado: retorno a su unidad, reenvo a la vida civil o perseveracin en la neurosis.He aqu entonces, en pocas palabras, el reglamento que l promulga en una reunin inaugural de todos los hombres: va a ser formado un cierto nmero de grupos cada uno de los cuales se definir por un objeto de ocupacin, pero ellos sern enteramente remitidos a la iniciativa de los hombres, es decir, que cada uno no solamente se incorporar a su agrado, sino que podr promover uno nuevo segn su idea, con una nica limitacin: que el objeto mismo sea nuevo, dicho de otro modo, que no se superponga con el de otro grupo. Queda sobreentendido que est permitido a cada uno, en todo instante, volver al descanso de la cuadra ad hoc, sin que de ello resulte otra obligacin que declarrselo al jefe-vigilante.El examen de la marcha de las cosas as establecidas, ser objeto de una reunin general que tendr lugar todos los das a las doce menos diez y durar una media hora.El artculo nos hace seguir en un progreso cautivante la primera oscilacin de los hombres frente al anuncio de esas medidas que, referidas a los hbitos reinantes en el lugar, engendran el vrtigo (e imagino el efecto que ellas hubieran producido en el que fue mi servicio en Val de Grce), luego las primeras formaciones blandas que se presentan ms bien como una puesta a prueba de la buena fe del mdico; pronto los hombres se prestan al juego, constituyen un taller de carpintera, un curso preparatorio para agentes de unin, un curso de prctica cartogrfica, un taller de mantenimiento de coches, e incluso, un grupo se dedica a la tarea de mantener al da un diagrama claro de las actividades en curso y de la participacin de cada uno, -recprocamente el mdico, tomando a los hombres por sus obras como ellos lo han tomado por su palabra, tiene pronto la ocasin de denunciarles en sus propios actos esta ineficacia, dicindolos sin cesar que ella agrava el funcionamiento del ejrcito y, repentinamente, la cristalizacin se opera con una autocrtica en el grupo, marcada, entre otras cosas, por la aparicin de un servicio benfico que de un da al otro cambia el aspecto de las salas, a partir de ese momento barridas y limpias; por los primeros llamados a la autoridad; la protesta colectiva contra los tiro al aire, aprovechadores del esfuerzo de los otros, y cul no fuera la indignacin del grupo leso (este episodio no est en al artculo) el da en que las tijeras para el curso desaparecieron! Pero cada vez que se demanda su intervencin, Bion, con la paciencia firme del psicoanalista, devuelve la pelota a los interesados: no castiga, no reemplaza las tijeras. Los tiro al aire son un problema propuesto a la reflexin del grupo, no menos que la salvaguarda de las tijeras de trabajo; a falta de poder resolverlos, los ms activos continan trabajando para los otros y la compra de las nuevas tijeras se har con el gasto de todos.Siendo as las cosas, Bion no carece de estmago, y cuando un vivo propone instituir un curso de danza, lejos de responder por un llamado al decoro, que sin duda el mismo promotor de la idea cree provocar, l se basa sobre una motivacin ms secreta que adivina en el sentimiento de inferioridad propio de todo hombre apartado del honor del combate: y pasando por alto los riesgos de la crtica, incluso del escndalo, se apoya en esa propuesta para una estimulacin social, decidiendo que los cursos sern dados a la noche, despus del servicio, por las graduadas de las ATS del hospital (iniciales que designan en Inglaterra a las mujeres movilizadas) y estarn reservados a los que, ignorando la danza, deban an aprenderla. Efectivamente el curso, que se desarrolla en presencia del oficial que cumple funciones de direccin en el hospital, consuma para estos hombres una iniciacin a un estilo de comportamiento que, por su prestigio, releva en ellos el sentimiento de su dignidad.En algunas semanas, el servicio llamado de reeducacin haba devenido en sede de un nuevo espritu que los oficiales reconocan en los hombres, en sus manifestaciones colectivas, de orden musical por ejemplo, donde entraban en una relacin ms familiar con ellos: espritu de cuerpo propio del servicio que se impona a los recin llegados, a medida que partan aquellos que haban sido marcados por su beneficio. Mantenido por la accin constante del mdico animador, el sentimiento de condiciones propias de la existencia del grupo, era su base.Hay aqu el principio de una cura de grupo, fundada en la prueba y la toma de conciencia de los factores necesarios para un buen espritu de grupo. Cura que toma su valor original en comparacin a diversas tentativas hechas en el mismo registro, pero por vas diferentes, en los pases anglosajones.Rickman aplica el mismo mtodo en la sala de observacin donde se las ve con un nmero muy reducido de enfermos, pero tambin un grupo menos homogneo de casos. Debe entonces combinarlo con entrevistas individuales, pero es siempre bajo el mismo ngulo que son abordados los problemas de los enfermos. A propsito de eso hace esta observacin, que a ms de uno parecer fulgurante: si se puede decir que el neurtico es egocntrico y tiene horror de todo esfuerzo por cooperar, es quizs porque raras veces est ubicado en un medio donde todo miembro est al mismo nivel que l en lo concerniente a las relaciones con sus semejantes. Desafo la frmula a aquellos de mis oyentes que viesen la condicin de toda cura racional de problemas mentales en la creacin de una neo-sociedad, donde el enfermo mantenga o restaure un intercambio humano, cuya sola desaparicin duplica la tara de la enfermedad.Me he demorado en reproducir los detalles tan vivos de esta experiencia, porque me parecieron el ncleo de esta suerte de nacimiento, que es una mirada nueva que se abre sobre el mundo. Si algunos le objetan el carcter especficamente ingls de ciertos rasgos, les responder que ese es uno de los problemas que es necesario someter a un nuevo punto de vista: cmo se determina la parte movilizable de los efectos psquicos del grupo? Su tasa especfica vara segn el rea cultural? Una vez que el espritu ha concebido un nuevo registro de determinacin, no puede sustraerse a l tan fcilmente.Por el contrario, este registro de un sentido ms claro a observaciones que se expresaban peor en los sistemas de referencia ya en uso: tal la frmula que corre sin ms reserva en las palabras de mi amigo, el psicoanalista Turquet, cuando l me habla de la estructura homosexual de la profesin militar en Inglaterra, y cuando me pregunta si esta frmula es aplicable al ejrcito francs.Qu sorprendente, por cierto, para nosotros, constatar que todo organismo social especializado encuentra un elemento favorable en una deformacin especfica de tipo individual, cuando toda nuestra experiencia del hombre nos indica que son las insuficiencias, incluso de su fisiologa, las que sostienen la mayor fecundidad de su psiquismo.Refirindome entonces a las indicaciones que he podido extraer de una experiencia parcelaria, le respondo que el valor viril, que expresa el tipo ms acabado de la formacin tradicional del oficial entre nosotros, me ha parecido en muchas ocasiones como una compensacin de lo que nuestros ancestros hubiesen llamado una cierta debilidad ante la diversin.Seguramente es menos decisiva esta experiencia que la que tuve en el 40, de un fenmeno molecular a escala nacional: quiero decir, el efecto macerante para el hombre de una predominancia psquica de satisfacciones familiares, y ese inolvidable desfile, en el servicio especial donde estuve enrolado, de sujetos mal despertados del calor de las polleras de la madre y la esposa, que por gracia de las evasiones que las procuraban ms o menos asiduamente en sus perodos de instruccin militar, sin que all fueran objeto de seleccin psicolgica alguna, fueran promovidos a grados que son los nervios del combate: de jefe de seccin a capitn. El mo no me permita acceder sino de odas a las muestras que tenamos de la ineptitud para la guerra de los cuadros superiores. Indicar solamente que encontraba aqu en escala colectiva el efecto de degradacin del tipo viril que haba referido a la decadencia social de la imago paterna en una publicacin sobre la familia en 1938 (4). Esto no es una direccin, pues este problema del reclutamiento de oficiales es aquel en el que la iniciativa psiquitrica ha mostrado su resultado ms brillante en Inglaterra. En el inicio de la guerra, el reclutamiento emprico por el rango se mostr absurdo; se percibi muy rpidamente que se estaba lejos de poder sacar de todo excelente sub-oficial un oficial siquiera mediocre, y que cuando un excelente sub-oficial ha fracasado como aspirante a oficial, vuelve a su cuerpo en el estado de mal sub-oficial. Por otro lado, tal reclutamiento no poda responder a la enormidad de la demanda de un ejrcito nacional, que tena que surgir totalmente de la nada. La cuestin fue resuelta de manera satisfactoria por un aparato de seleccin psicolgica, y es una maravilla que ste haya podido igualarse de entrada a lo que no se realizaba antes sino al cabo de aos de escuela. La prueba de seleccin mayor para los oficiales era la primera y la ms amplia; preliminar a toda instruccin especial, ella se daba durante un curso de tres das en un centro donde los candidatos eran albergados y, en las relaciones familiares de una vida en comn con los miembros de su jurado, se ofrecan tanto mejor a su observacin.Ellos deban someterse durante esos tres das a una serie de exmenes que tendan menos a extraer sus capacidades tcnicas, su cuota de inteligencia, y ms precisamente lo que al anlisis de Spearman nos ha enseado a aislar en el famoso factor rho como el pivote de la funcin intelectual, que a su personalidad, es decir, especialmente este equilibrio de las relaciones con otro que dirige la disposicin de las capacidades mismas, su tasa utilizable en el rol de jefe y en las condiciones de combate. Todas las pruebas han estado entonces centradas en la deteccin de factores de personalidad.Y luego las pruebas escritas, que comportan un cuestionario de antecedentes personales y familiares del candidato, -los tests de asociacin verbal, que se ordenan para el examinador en un cierto nmero de series que definen su orden emocional, -los tests llamados de apercepcin temtica debidos a Murray, que se refieren a la significacin atribuida por el sujeto a imgenes que evocan de manera ambigua un escenario y temas de tensin afectiva elevada (hacemos circular esas imgenes, por lo dems muy expresivas de rasgos muy especficos de la psicologa americana, ms aun que de la inglesa), y en fin, por la redaccin de dos retratos del sujeto tal que pueda concebirlos como producidos respectivamente por un amigo y por un crtico severo.Luego una serie de pruebas donde el sujeto es ubicado en situaciones cuasi-reales, cuyos obstculos y dificultades han variado con el espritu inventivo de los examinadores y que revelan sus actitudes fundamentales cuando se las tiene que ver con las cosas y los hombres.Sealar por su alcance terico, la prueba llamada del grupo sin jefeque debemos tambin a las reflexiones doctrinales de Bion. Se constituyen equipos de diez sujetos aproximadamente, en los cuales ninguno est investido de una autoridad pre-establecida: les es propuesta una tarea que debern resolver en colaboracin y cuyas dificultades escalonadas conciernen a la imaginacin constructiva, al don de improvisacin, a las cualidades de previsin, al sentido de rendimiento por ejemplo: el grupo debe franquear un ro por medio de un cierto material que exige ser utilizado con el mximo de ingenio, previendo su recuperacin despus de su uso, etc. En el curso de la prueba ciertos sujetos se destacarn por sus cualidades de iniciativa y por los dones imperativos que les habrn permitido hacerlos prevalecer. Pero lo que deber notar el observador, no es tanto lo que aparece en cada uno de esas capacidades de conduccin, sino la medida en que cada uno sabe subordinar la preocupacin de hacerse valer al objetivo comn que persigue el equipo y donde ella debe encontrar su unidad.La cotizacin de esta prueba no se obtiene ms que por una primera seleccin. Una entrevista con el psiquiatra, bajo el modo libre y confidencial propio del anlisis, era propuesta a cada uno de los candidatos en el inicio del funcionamiento del aparato; a continuacin estuvo, por razones de economa de tiempo, reservada slo a los sujetos que eran sealados en las pruebas precedentes, por reacciones dudosas. Dos puntos merecen ser retenidos: por una parte el fair play que responda en los candidatos al postulado de autenticidad que supone el hacer intervenir en ltimo trmino la entrevista psicoanaltica, y el testimonio ms habitualmente recogido, aunque fuera de aquellos a los que se haba reconocido ineptos, era que la prueba se saldaba para ellos por el sentimiento de haber vivido una de las pruebas ms interesantes; por otra parte, el rol que corresponde aqu al psiquiatra, sobre lo que vamos a detenernos un instante.Aunque sean psiquiatras Wittkaver, Rodger, Sutherland, Bion, los que hayan concebido, erigido, perfeccionado el aparato, el psiquiatra no tiene, en principio en las decisiones del jurado, ms que una voz particular. El presidente y el vicepresidente son oficiales cheuronados [cheuronns] elegidos por su experiencia militar. Est en igualdad con el psychologist que llamamos ac psicotcnico, especialista (5) ms abundantemente representado en los pases anglosajones que en los nuestros en razn del mayor empleo que se hace en las funciones de asistencia pblica, de encuesta social, de orientacin profesional, hasta de seleccin de iniciativa privada a los fines del rendimiento industrial. Haba en fin, incluso sargentos, a los que era confiada la vigilancia y la conduccin de las pruebas, que no participaban al menos en una parte de las deliberaciones.Se ve entonces que se lo remite para concluir, a un juicio sobre el sujeto cuya objetividad busca su garanta en motivaciones ampliamente humanas, mucho ms que en operaciones mecnicas.Ahora bien, la autoridad que la voz del psiquiatra toma en tal concierto, demuestra qu carga social le impone su funcin. Solamente este descubrimiento por los interesados que lo testimonian todos de forma unvoca, y a veces para su propio asombro, obliga incluso a aquellos que no quieren concebir esta funcin ms que bajo el ngulo limitado que define hasta el presente a la palabra del alienista, a reconocer que estn en realidad abocados a una defensa del hombre, que los promueve, cualquiera sea la que tengan, a una eminente funcin en la sociedad. A un tal ensanchamiento de sus deberes, que corresponde segn nosotros a una autntica definicin de la psiquiatra como ciencia, as como a su verdadera posicin en tanto arte humano, la oposicin de los psiquiatras mismos no es menor, cranlo, en Inglaterra que en Francia. Slo que en Inglaterra ella debi ceder en todos aquellos que han participado en la actividad de la guerra, como cedi tambin la oposicin a tratar de igual a igual con los psiclogos no mdicos, de la que se puede ver en el anlisis que ella resurge en un noli me tangere que se encuentra ms que frecuentemente en la base de la vocacin mdica, no menos que en la del hombre de Iglesia y del hombre de ley. Son ellas, en efecto, las tres profesiones que aseguran al hombre encontrarse, respecto de su interlocutor, en una posicin donde la superioridad le est garantizada de antemano. Por suerte la formacin que nos aporta nuestra prctica, puede llevarnos a ser menos sombros, al menos a aquellos entre nosotros que estamos bastante poco agobiados personalmente para poder sacar provecho de ella para su propia catarsis. Aquellos accedern a esta sensibilidad de las profundidades humanas que no es ciertamente nuestro privilegio, pero que debe ser nuestra calificacin.As el psiquiatra no tendr solamente un lugar honorable y dominante en las funciones consultivas, tales como las que acabamos de evocar, sino que se le ofrecern vas nuevas que abran experiencias como las del area psychiatrist. Esta funcin, inaugurada tambin en el ejrcito ingls, puede traducirse como la del psiquiatra agregado de la regin militar. Liberado de toda obligacin de servicio y ligado slo a las autoridades superiores, l tiene por funcin encuestar, prever e intervenir en todo lo que, en los reglamentos y las condiciones de vida, interesa a la salud mental de los movilizados en un distrito determinado. Es as que los factores de ciertas epidemias psquicas, neurosis de masas, delincuencias diversas, deserciones, suicidios, han podido ser definidos y contenidos, y que todo un orden de profilaxis social aparece posible en el porvenir.Una tal funcin tendr sin duda su lugar en la aplicacin del plan Beveridgeque preconiza, sealmoslo, una proporcin del espacio calificado para el tratamiento de los casos de neurosis, igual al 5% de la hospitalizacin general, cifra que supera todo lo que ha sido previsto hasta aqu para la profilaxis mental. Rees, en el libro al que nos referimos constantemente, ve en la funcin del area psychistrist, en tiempo de paz, cubrir una regin de 50 a 75.000 habitantes. Sera de su dominio todo lo que, en las condiciones de subsistencia y las relaciones sociales de la poblacin, puede ser reconocido para influir sobre su higiene mental. Es posible, en efecto, argumentar adems sobre la psicognesis de los trastornos mentales, cuando la estadstica una vez ms ha manifestado el sorprendente fenmeno de la reduccin por la guerra de casos de enfermedades mentales tanto en lo civil como en lo militar. Fenmeno que no ha sido menos neto en Inglaterra donde se ha manifestado inversa y contrariamente a los efectos presumidos de los bombardeos sobre la poblacin civil. Se sabe que las correlaciones estadsticas del fenmeno no permiten, aun en el examen menos prevenido, relacionarlo a alguna causa contingente tal como la restriccin del alcohol, rgimen alimenticio, el mismo efecto psicolgico de la ocupacin extranjera, etcEl libro de Rees abre por otro lado, una curiosa perspectiva sobre el pronstico sensiblemente mejor de las psicosis cuando ellas son tratadas en las condiciones notablemente menos aislantes que constituyen el medio militar. (6)Para volver a la contribucin de la psiquiatra en la guerra, no me extender en las selecciones especiales de las que eran objeto las tropas de choque (comandos), las unidades blindadas, la R.A.F., la Royal Navy. Estas, que haban sido organizadas en una poca anterior sobre la base de las medidas de agudeza sensorial y de habilidad tcnica, debieran completarse tambin con calificaciones que incumben al psiquiatra. Pues cuando se trata, por ejemplo, de confiar a un piloto un aparato que estn en el orden del milln de libras, las reacciones tpicas como la de fuga hacia delante, toman todo su alcance en cuanto a los riesgos, y las exclusivas doctrinales asentadas por los alemanes no les han impedido recurrir, para detenerlos, a las investigaciones psicoanalticas que haban hechos sus pruebas.Igualmente el psiquiatra se ha encontrado presente en todas partes sobre la lnea de fuego, en Birmania, en Italia, al lado de los comandos, como sobre las bases areas y navales, y en todas partes su crtica se ejerci sobre los nudos significativos que revelaban los sntomas y los comportamientos.Los episodios de depresin colectiva aparecieron muy eclcticamente en los comandos que haban sido objeto de una seleccin insuficiente, y no har ms que evocar a ese joven psiquiatra que, para reunirse con las unidades de paracaidistas a las que deba seguir en el frente de Italia, llevaba en su reducido equipaje de aviador el libro de Melanie Klein, que lo haba iniciado en la nocin de los malos objetos introyectados en el perodo de los intereses excrementicios y en el, aun ms precoz, del sadismo oral: concepcin que se mostr muy fecunda para la comprensin de sujetos ya situados psicolgicamente por su reclutamiento voluntario. El honor de los puntos de vista psicoanalticos no fue menor en la guerra pasada para la obra de reclasificacin en la vida civil de los prisioneros de guerra y de los combatientes de ultramar.Se destin a esta obra un cierto nmero de centros especiales, uno de los cuales, instalado en la residencia seorial de Hartfield, residencia del Marqus de Salisbury aun, conservada pura en su arquitectura original por no haber salido desde su construccin en el siglo XVI de la familia de los Cecil, fue visitada por m en una de esas radiantes jornadas que ofrece a menudo, y aquel ao con una generosidad particular, el octubre londinense. Me permitieron pasearme a gusto durante bastante tiempo para convencerme de la entera libertad que gozaban los albergados, libertad que se mostraba compatible con el mantenimiento de cuadros antiguos en una sala grande como la Galera de los Espejos, que serva de dormitorio, no menos que con el respeto del orden en el comedor donde, invitado, pude constatar que hombres y oficiales se agrupaban segn su eleccin a la sombra de una impresionante guarda de armaduras.Pude entrevistarme con el mayor Doyle, al que me present a mi llegada, y con su equipo mdico; relatar de l slo en dos palabras, que el problema esencial ac ser el de la reduccin de los fantasmas que han tomado un rol prevalente en el psiquismo de los sujetos durante los aos de alejamiento o de reclusin que el mtodo de tratamiento que animaba el centro, se inspiraba totalmente en los principios del psicodrama de Moreno, es decir de una teraputica instaurada en Amrica y que es necesario ubicarla tambin en las psicoterapias de grupo, de filiacin psicoanaltica. Indiquemos solamente que la catarsis es obtenida en los sujetos, incluso y particularmente en los psicticos, permitindoles abreaccionar a travs de un rol que se les hace asumir en una escenificacin parcialmente librada a su improvisacin.Igualmente meetings de discusin, libres o dirigidos, ateliers de ensayos de todo tipo, libertad absoluta en el empleo de su tiempo (mi primer descubrimiento de los lugares me haba hecho admirar que algunos se complacieran en pasearse entre las chimeneas y las aristas agudas de un tejado digno de la imaginacin de Gustave Bor), visitas a fbricas o charlas sobre los problemas sociales y tcnicas del tiempo presente, -sern la va que permitir a tantos sujetos volver de evasiones imaginarias hacia el oficio de encargado de un pub o hacia alguna profesin errante y retomar el camino del empleo anterior. Los consejos calificados de asistentes sociales y de consejeros jurdicos no les faltarn para reglar las dificultades profesionales y familiares. Para juzgar la importancia de la obra, baste decir que el 80% de los hombres de las categoras anteriormente mencionadas eligieron libremente pasar por esta reclusin, donde su permanencia, abreviada o prolongada segn su pedido, es en trmino medio para seis semanas.Al fin de mi visita, el retorno del director, el coronel Wilson, me dio la satisfaccin de or palabras que me hicieron sentir que en el plano social la guerra no deja a Inglaterra en ese estado, del que habla el Evangelio, de Reino dividido.As la psiquiatra ha servido para forjar el instrumento por el cual Inglaterra ha ganado la guerra. Inversamente, la guerra ha transformado la psiquiatra en Inglaterra. En este como en otros dominios, la guerra se mostr gestadora de progreso en la dialctica esencialmente conflictiva que parece caracterizar a nuestra civilizacin. Mi exposicin se detiene en el punto en el que se descubren los horizontes que nos proyectan en la vida pblica, hasta, oh horror!, en la poltica. Sin duda encontraremos all objetos de inters que nos resarcirn de esos apasionantes trabajos del tipo dosificacin de productos de desintegracin ureica en la parafrenia fabulante, productos inagotables del snobismo de una ciencia postiza donde se compensaba el sentimiento de inferioridad que dominaba ante los prejuicios de la medicina, con una psiquiatra actual y ya cumplida.Desde el momento en que se entra en la va de las grandes selecciones sociales y que, adelantndose a los poderes pblicos, poderosas organizaciones privadas como la Hawthorne Western Electric en los Estados Unidos los han puesto en marcha para su beneficio, cmo no se ve que el Estado deber acudir ah en beneficio de todos y que ya en el plano de una justa reparticin de los sujetos superiores, tanto como de los dullards, se puede evaluar en el orden de los 200.000 trabajadores las unidades sobre las cuales debern apuntar las selecciones?Cmo no se ve que nuestra asociacin con el funcionario, con el administrador y el psicotcnico, est inscripta ya en organizaciones como las llamadas child guidance en los Estados Unidos y en Inglaterra?Que no se confunda nuestro asentimiento a esto con un pseudorrealismo siempre en busca de una degradacin cualitativa.En ningn momento de las realizaciones que proponemos como ejemplo, hemos podido olvidar la alta tradicin moral de la que ellas han permanecido impregnadas. A todas presidi un espritu de simpata por las personas, que no est ausente de esta segregacin de los dullards, donde no aparece ninguna cada del respeto a todos los hombres.Baste recordar que a travs de las ms estrictas exigencias de una guerra vital para la colectividad y el desarrollo mismo de un aparato de intervencin psicolgica que ahora es ya una tentacin para el podero, el principio del respeto a la objecin de conciencia ha sido mantenido en Gran Bretaa.A decir verdad los riesgos que comporta un tal respeto por los intereses colectivos, aparecieron en la experiencia reducidos a proporciones nfimas y esta guerra ha demostrado suficientemente, pienso, que no es a causa de una exagerada indocilidad de los individuos que vendrn los peligros del futuro humano. Est claro desde entonces, que los oscuros poderes del superyo se unen con los abandonos ms cobardes de la conciencia para llevar a los hombres a una muerte aceptada por las causas menos humanas, y que todo lo que parece como sacrificio no por ello es heroico.Por el contrario, el desarrollo de los medios de accin sobre el psiquismo (7), un manejo concertado de las imgenes y las pasiones, de las que ya se hace uso con xito contra nuestro juicio, nuestra resolucin, nuestra unidad moral, crecer en este siglo y dar lugar a nuevos abusos de poder.Nos parecera digno de la psiquiatra francesa que a travs de las tareas mismas que le propone una pas desmoralizado, ella sepa formular sus deberes en trminos que salvaguarden los principios de la verdad.DISCUSION:El doctor BONNOME, Presidente, saluda a nuestros invitados: el mayor Turquet del Ejrcito Britnico, destacado junto al Ejrcito francs y el profesor Bermann Delegado de la Argentina en la Seccin de Medicina e Higiene de la O.N.U. Agradece al doctor Lacan por su brillante conferencia y abre la discusin. El mayor TURQUET: Fueron los mdicos del Ejrcito quienes, desde el Consejo Superior de la Guerra (Army Council), donde l tena su sede en 1935, han rechazado un proyecto de seleccin del Reclutamiento. Durante las hostilidades hubo que luchar para hacer del psiquiatra un adjunto al Comando, un oficial del Estado Mayor. El rol del psiquiatra como se les acaba de exponer, se ha mostrado particularmente eficaz. En Birmania por ejemplo, se vio al psiquiatra adjunto al Comando, en el escalafn divisionario, dar el consejo de no utilizar tal o cual batalln porque esas unidades de refuerzo manifestaban una integracin psicolgica insuficiente a los grupos ya enrolados. Conviene acentuar el hecho de que hayan sido igualmente los psiquiatras quienes inspiraron y dieron impulso a la propaganda poltica en el Ejrcito. Gracias a ellos, en efecto, un peridico bimensual de informaciones sobre los asuntos polticos mundiales, otorg al soldado, con una idea de los fines de la guerra, el sentimiento de que l se bata por esos fines de los cuales era moral y polticamente solidario.Debo insistir sobre el rol principal que han jugado los psicoanalistas en las investigaciones y en las medidas relativas a la moral del Ejrcito.El psiquiatra deviene cada vez ms un mdico social y debe aplicarse al estudio de fenmenos polticos como el fascismo. Los trabajos de Bion sobre los conflictos del individuo y del grupo, y las aplicaciones concretas de los trabajos de Melanie Klein, deben servir de modelo. Nosotros hemos tratado de hacer un ejrcito democrtico, donde el jefe represente una funcin dependiente de las necesidades del grupo. Se puede decir que su permanencia ha nacido del grupo. Por eso en nuestro pas, cuando las necesidades del grupo cambian, se recurre a jefes distintos. El anlisis freudiano de la funcin del jefe, como representante de la necesidad de buen padre, responde a una relacin inconsciente que prevalece aun en el sentimiento del militar. Se trata de utilizar esa funcin en intenciones ms elaboradas. Ciertas perspectivas originales aportadas por la Psicologa de Grupo han podido ser utilizadas, y particularmente, las orientaciones de Kurt Lewin sobre las relaciones entre la calidad de la inteligencia y aquellas condiciones que se pueden llamar topogrficas del medio exterior.El profesor BERMANN: Me permito insistir en el contraste entre el borramiento de la psiquiatra inglesa en la guerra precedente y el verdadero resurgimiento, la verdadera renovacin que ella ha mostrado en sta. Esta renovacin no parti ni de los neurlogos, ni de los mdicos de asilo, ni siquiera, en general, de las esferas oficiales, sino de los psicoterapeutas y de aquellos que se interesaban en la psicognesis. Mi visita en 1938 al doctor REES, quien era entonces Director de la Tavistock Clinic, me haba permitido apreciar el carcter privado de esta clnica (carcter que ella comparta con la mayor parte de los Hospitales ingleses, hasta la Reforma producida por la guerra misma), y el medio tan vivo que ella constitua.La teora psicogentica se desarroll considerablemente bajo la presin de los acontecimientos. Se sabe que estudios notables han podido ser hechos sobre las lceras psicogenticas. Recuerdo el inters doctrinal que presenta el sndrome del esfuerzo descripto por D. COSTA en el curso de la guerra civil americana, los informes publicados en el BRITISH MEDICAL JOURNAL OF MENTAL DISEASE y la discusin en la ROYAL MEDICAL ASSOCIATION sobre ese sndrome: la demostracin por el profesor LEWIS, del Maudslay Hospital, sobre el origen psicogentico de ese sndrome en ms del 90% de los casos. Estimo que conviene dar un mayor desarrollo a la indicacin del sentido sociolgico en el que se orienta la nueva psiquiatra, solicitada por el problema actualmente planteado de la salud moral de las Naciones, tal como se encuentra presentado en el Prembulo de la O.M.S., Seccin de la O.N.U.En fin, que me sea permitido subrayar al pasar, el valor de ciertos estudios de psiclogos y psicoanalistas, como el Coronel Th. WILSON, sobre la mentalidad nazi.El doctor BOREL: No puedo experimentar sino simpata por la nueva orientacin que la psiquiatra habr encontrado en la guerra. No puedo sino aprobar la mayor parte de las tesis que han sido expuestas, pues tambin desde mi propia experiencia hospitalaria, los acontecimientos han modificado en una notable proporcin el nmero de psicosis y aun de psicosis orgnicas.El doctor H. EY: He estado extremadamente interesado por todo lo que me ha hecho ver el conferenciante. Lo habra estado todava ms si hubiera podido hacernos penetrar de una manera ms concreta en la Psicoterapia de Grupo. Otorgo igualmente un gran inters a todos esos estudios de Psicotcnica, conducidos en el Ejrcito britnico, bajo la direccin de hombres como REES y TURQUET. Dicho esto, la imagen que se perfila detrs de una cierta concepcin social de la Psiquiatra, no me satisface. Lejos de reconocer all un progreso para la Ciencia Psiquitrica, estoy ms inclinado a ver en ello los signos de su disolucin peso bien mis palabras- en la banalidad y, en cierto sentido, en la normalidad. Extendiendo indefinidamente el objeto que ella pretende abarcar, la Psiquiatra corre el riesgo de no abarcar aqul que le es naturalmente propio. La Psicosociologa y todos los objetos a los que ella apunta, las interacciones individuales, la tensin colectiva de un grupo, su organizacin y sus variaciones, slo me parece asimilable a la funcin del psiquiatra si el objeto mismo de la Psiquiatra est fundado en la naturaleza social de la enfermedad mental. Y me inscribo contra tal concepcin.Esta condicin no me impide admitir que, frente a la carencia de un verdadero espritu concreto de los Psicosocilogos profesionales, la tarea que ellos deberan asumir de derecho, nos incumbe de hecho. Pero de esto debemos ser conscientes. Acabo de vivir la experiencia del rol que puede jugar el mdico, por aadidura psiquiatra, en la vida de una Unidad. Sobre ella me fundar para hacer algunas reservas sobre la eliminacin sistemtica de los psicpatas. Me ha sido dada la sorpresa de ver varios hombres, an oficiales, que por ineptos que me hayan parecido psiquitricamente, se han conducido til y admirablemente en la lnea de fuego.El doctor BONNAFE: Me agrada reconocer la convergencia de las realizaciones que acaban de sernos expuestas con las perspectivas doctrinales y los planes de reconstruccin, de los que, con numerosos colegas de hospitales psiquitricos, me hice defensor, por una definicin social del hombre enfermo y por una reforma radical de la cura asilar. Los psiclogos, por la maduracin actual de su ciencia, han sido llevados al mismo punto de su reflexin por una experiencia anloga, experiencia de grupos que, muy diferentes en valor y estructura, tienen esto en comn: realizar formas sociales firmes y fuertes, con aristas vivas, lugares de experimentacin elegidos por una psicologa digna de ese nombre. Para responder a lo que acaba de decir el seor EY subrayo que no se trata de dar a los psiquiatras el gobierno del mundo, sino solamente hacer or su consejo a los que los gobiernan. As con DAUMENZON, hemos podido dar recientemente, nuestra opinin sobre el proyecto de reforma de la funcin pblica, del que diversos captulos podan parecer, sin embargo, escapar a nuestra competencia. A propsito de la palabra banalidad, empleada recin, no hay descubrimiento cientfico que no haya partido de una nueva forma de considerar la banalidad. La realidad asilar, cuando reflexiono sobre ella, no me parece en todo el relieve de su estructura social, tan banal.Me interesa en el ms alto grado, la prolongacin que tendrn en la paz las funciones sacadas de la guerra, los equivalentes civiles que han sido realizados y, en fin, las incidencias de la Psicoterapia colectiva en la prctica hospitalaria civil.El doctor MINKOWSKI: Por importantes que sean los factores sociales de los problemas mentales, ellos son, sin embargo, una estructura mrbida propia. Y a riesgo de parecer reaccionario, estimo que la Psiquiatra debe guardar de comprometerse demasiado en una pura Sociologa.El doctor SHILLER: Me parece evidente que el trmino Psiquiatra implica la nocin de enfermedad.El mayor TURQUET: Una orientacin preventiva de la medicina no podra descuidar, ni el problema de lo normal, ni el problema de lo social, y tampoco desconocer el origen psicogentico de los problemas mentales. En Inglaterra, hemos realizado nuestra tarea con los socilogos y los psiclogos, de los cuales muchos no tenan sino poca experiencia en las enfermedades.El doctor BINOIS (invitado): Bajo el doble ttulo de Psiclogo Universitario y de Psiclogo habiendo cumplido las funciones propias del psiquiatra, me siento inclinado a hacer la crtica de la primera formacin en beneficio de la segunda. Habra que establecer dos categoras de psiquiatras, aplicadas a funciones diferentes. Sin duda, se trata en el sector aqu encarado, de un campo de experiencia que plantea el problema de lo normal. Son los psiquiatras los que han descifrado ese problema, ellos han aportado la doctrina, a ellos corresponde aplicarla.El doctor SENGES: Creo, como se ha dicho recin, que lo esencial de nuestra misin es estudiar la psicopatologa de los enfermos, por lo cual ella se distingue de los comportamientos humanos normales.El doctor MINKOWSKI: Si puedo aportar una nota de humor a este debate, y para hacer eco a lo que ha dicho Binois, recordar la historia de la respuesta que se han ganado ciertos consejeros psicolgicos cuando, frescamente nombrados, fueron a tomar contacto con un profesor de Psicologa de la Universidad: Yo no he enseado jams a mis alumnos les dijo- nada que haya podido tener una aplicacin prctica.El profesor BERMANN: Insisto an sobre el carcter positivo del nuevo desarrollo de la psiquiatra. Podemos comparar la posicin de la Psiquiatra tradicional a aquella de la tisiologa antes de Laennec.El doctor SCHIFF: Me parece til evocar en esta discusin, los trabajos de la Sociedad de Psicologa Colectiva creada en 1936 por ALLENDY, BATAILLE, A. BOREL, LEIRIS y yo mismo, as como la existencia desde 1935 en los Estados Unidos, de una revista de Psicologa Social. No podra admitir con el profesor BERMANN, que se utilicen datos del Psicoanlisis para caracterizar ciertos movimientos polticos. Tales perspectivas sostienen abusos de los que todas las partes se han mostrado generosas hacia sus adversarios. Sin demorarme en el carcter temerario de la mayora de las Patografas, sean las de FLAUBERT o las de J.J. ROUSSEAU y en la inadaptacin manifiesta de nuestra Ciencia Psiquitrica y Caractetolgica al hombre de genio, no puedo dejar de evocar algunos hechos, como el artculo del profesor Adalbert GREGOR, -aparecido en la Revista Alemana de Higiene Mental de 1936-, donde se lee que un comunista haba debido ser transferido al anexo psiquitrico de la prisin por manifestar este signo evidente de locura de no comprender, a pesar de todas las exhortaciones, hasta qu punto sus opiniones eran incompatibles con el orden del III er. ReichEl doctor LACAN: Agradezco a los que han querido dar su asentimiento como a los que han sido mis contradictores, por sus observaciones y objeciones. Deseo afirmar nuevamente la concepcin unitaria, que es la ma, en Antropologa. A las objeciones de principio que se han levantado contra el rol del psiquiatra durante la guerra, respondo con un E pur si muove, declinando que se d a mi exposicin otro sentido u otro mrito. Notas:(1) Remarquemos al pasar que en Inglaterra as como el agente de polica precede, en tanto que representante de la autoridad civil, todo desfile de tropas en la va pblica, el Ministerio de Trabajo es quien tiene el rol de nuestro consejo de revisin y decide acerca de aquellos ciudadanos que sern reclutados por el ejrcito.(2) As somos llevados hacia un terreno donde mil investigaciones detalladas hacen aparecer rigurosamente gracias a un uso de la estadstica que no tiene, hay que decirlo, nada que ver con lo que el mdico designa bajo ese nombre en sus comunicaciones cientficas-, toda suerte de correlaciones psicogenticas que ya son interesantes en el nivel de las ms simples, como la curva de correlacin creciente y continua de la sarna y de las pulgas, con el decrecimiento del nivel mental, pero que toman un alcance doctrinal cuando permiten referir precisamente a una inadecuacin del sujeto a su funcin, o una mala ubicacin social, una afeccin gastrointestinal, que el lenguaje ah designa aproximadamente como dispepsia del reenrolado.(3) Nota S.R.: ref.Teoras Contemporaneas del Aprendizaje, Winfred F. Hill, Editorial Paids, Buenos Aires, Argentina, 1974. El grupo es para Lewin un campo de fuerzas que interactan entre s, cada una de estas fuerzas tiene su magnitud y su direccin. Se puede evaluar por medio de esta tcnica, en forma matemtica el resultado de la interaccin de estas fuerzas. Es un proceso complicado que para implementarlo hay que leer los libros de Kurt Lewin, donde l explica la tcnica. Las valencias son el valor de las fuerzas negativas, lo que el individuo rechaza y las positivas que son las metas que desea alcanzar. El interjuego de esas fuerzas hace a la cohesin o desintegracin de un grupo. Esa dinmica (que significa movimiento de fuerzas) le dar al grupo sus caractersticas. Se podra decir que el equilibrio de fuerzas es lo que produce la cohesin del grupo, y los desequilibrios tienden a desintegrarlos. Cuando uno de los integrantes del grupo lo desequilibra, el resto trata de hacer equilibrio, aportando la valencia que haga falta.(4)Cf. La familia. El complejo, factor concreto de la patologa familiar. (N. del R.T.)(5) Esos social workers, como se los designa aunque tienen un status social bien definido en Inglaterra, siendo sin embargo menos numerosos que en los Estados Unidos. Su multiplicacin en las condiciones de formacin abreviada, impuesta por la guerra, debe plantear ahora el problema de su reabsorcin.(6) Sealemos al pasar las estadsticas donde dos practicantes ingleses no psiquiatras han manifestado la correlacin entre lceras ppticas y duodenales y las reas de bombardeo areo.(7) Hay un dossier del Psychological Warfore que, pensamos, no ser publicado tan pronto. ***Texto extrado de La Psiquiatra inglesa y la guerra, Jacques Lacan, Cuadernillo Nro 10, Mayutica Institucin Psicoanaltica, Buenos Aires, Argentina.Edicin original: Evolution psychiatrique, Pars, 1947, Nro 1, pgs. 293-318.Traduccin: Silvia R. Yabrowski, Enrique A. Alter, Claudio Godoy.Revisin tcnica: Luis Lisjak.Correccin del texto: Cecilia Falco.Seleccin y destacados: S.R.18