estrategia la logica de guerra y paz

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EDWARD N. LUTTY ESTRATEGIA La lógica de Guerra y Paz

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Estrategia La Logica de Guerra y Paz by Edward N Lutty

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EDWARD N. LUTTY

ESTRATEGIALa lógica de Guerra y Paz

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ESTRATEGIA, La lógica de Guerra y PazEdward N. Luttwak

Título original: STRATEGY, The logic of War and PeaceEditorial: HARVARD UNIVERSITYPRESS79 Garden Street - Cambridge - Massachusetts - U.S.A.

ISBN: 0-674-83995-1

Traductor: Eduardo L. AlimondaArte de Tapa: Osvaldo Tadey

Es propiedadDerechos Reservados

© 1992, por el Instituto de Publicaciones Navalesdel Centro Naval, República Argentina, para su venta en América del Sur

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Está prohibida la reproducción total o parcial. No puede ser reproducido nitransmitido en ninguna forma ni por ningún medio, electrónico o mecánico,incluyendo las fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de acumulación yreproducción de información, sin autorización por escrito del Editor.

All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmited inany form or by any means, electronic or mechanical, including photocopyng,or any information storage and retrieval system, without permission in wri-ting from the Publisher.

ISBN: 950-9016-82-9

IMPRESO Y EDITADO EN LA ARGENTINA

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INSTITUTO DE PUBLICACIONES NAVALESdel Centro Naval

TRIGESIMO LIBRODE LA

COLECCION ESTRATEGIA

NONAGESIMO SEXTO LIBRO DÉ LAS EDICIONESDEL

INSTITUTO DE PUBLICACIONES NAVALES

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I

LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

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Introducción

Si vis pacem, para bellum (Si quieres la paz, prepárate para laguerra). Así reza la máxima atribuida a la sabiduría romana queescuchamos a menudo en discursos laudatorios del poderío armamen-tista. Se dice entonces que nuestra capacidad combativa disuade aladversario del ataque al que podría invitarlo nuestra debilidad, evi-tándose de este modo la guerra. Sin embargo, no es menos cierto quedicha capacidad combativa podría servir para garantizar la paz enforma bastante diferente: la guerra se tornaría igualmente innecesariasi se persuadiera al más débil de ceder sin lucha ante el más fuerte. Estecorolario no se hubiera manifestado en esta época, tal como sí podríahaber sucedido anteriormente a 1914.* Degradada a mero clisé por eluso excesivo, la admonición romana ha perdido el poder de estimularnuestras ideas, pero es precisamente su banalidad lo que le otorgainterés. La frase es indudablemente paradójica, ya que presenta unaflagrante contradicción como si fuera una simple proposición lógica, yeso no es lo que esperamos encontrar en una mera banalidad.

¿Por qué es aceptado sin hesitación argumento tan contradictorioque resulta obviamente descartable9 En realidad, existen quienesdiscrepan, y todo el nuevo emprendimiento académico de "estudios

* "La guerra para terminar con todas las guerras" no satisfizo ese objetivo, pero desdemucho antes de 1918 se impuso un nuevo estilo oratorio en las democraéias occidentales:ya no era posible la exaltación del poderío militar, excepto con objetivos plausiblementedefensivos. Como suele ocurrir, la hipocresía actuó como vanguardia del criterio operativo,y a la ¡legitimación de la guerra ofensiva (aquella que intenta modificar un statu quo noamenazado) le sigue hoy en día la misma restricción a la guerra defensiva deliberada(aquella que previene un cambio negativo del statu quo). En consecuencia, no quedaríamás que la autodefensa inmediata como un motivo aceptable de guerra. No obstante,existe todavía cierta flexibilidad en la definición de la inmediatez de la supuesta amenaza(tema que ha causado interpretaciones divergentes del artículo 2 de la Carta de lasNaciones Unidas) y. del significado de "autodefensa", que de hecho se extiende a losaliados en organizaciones de seguridad colectiva. De todos modos, el resultado prácticode este profundo cambio de mentalidad ha sido la reducción de la aplicabilidad de laguerra como instrumento de los gobiernos occidentales. Es obvio el desequilibrio quei mplica respecto a quienes no poseen tantos escrúpulos. Puede verse una breve discusiónsobre el tema enForce, Order and Juslice, deRobert E. Osgood yRoben W. Tucnc .í' 967).

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LA LóGICA DE LA ESTRATEGIA

para la paz" está dedicado a la proposición de que la paz debe encararsecomo fenómeno en sí mismo por el que hay que trabajar activamente enla vida real: si vis pacem, para pacem, dirían sus adeptos. Pero aunquienes rechazan abiertamente la paradójica admonición no la denun-cian como evidente tontería que barrería el menor atisbo de sentidocomún. Por el contrario, la consideran como una obstinada muestra desabiduría convencional que confrontan con argumentos que ellos mis-mos describirían como novedosos y originales.

Por lo tanto, la cuestión sigue en pie: ¿por qué tan flagrantecontradicción resulta fácilmente aceptada? Téngase en cuenta lo dis-paratado que resultaría un consejo semejante en cualquier otro campoajeno a la estrategia: si quieres A, lucha por B, su antónimo; tal como"si quieres adelgazar, come mucho", o "si quieres ser rico, gana menos".Con toda certeza que los rechazaríamos de inmediato. Es únicamenteen el reino de la estrategia, que abarca la conducta y las consecuenciasde las relaciones humanas en el contexto de un conflicto armado real oposible,* donde nos hemos acostumbrado a aceptar como válidasciertas proposiciones paradójicas.

El más obvio ejemplo de esto se encuentra en el concepto de"disuasión nuclear", que de tan remanido ya resulta vulgar. Paradefendernos, debemos hallarnos constantemente listos a atacar. Ennuestro propio beneficio, jamás debemos usar las armas nucleares queseguimos construyendo con tanta asiduidad. Estar listos a atacarevidencia nuestras intenciones pacíficas, pero preparar defensas esagresivo, o al menos "provocativo"; tales son los puntos de vistaconvencionales sobre el tema. La controversia sobre la seguridadbrindada por la disuasión nuclear se reaviva periódicamente, y porcierto que existe un gran debate sobre cada aspecto de la política dearmamento nuclear. Sin embargo, las evidentes paradojas que consti-tuyen la verdadera esencia de la disuasión nuclear no preocupan anadie. (1)

La principal afirmación que deseo anticipar es que la estrategia nose limita a analizar alguna proposición paradójica, contradictoria yhasta aceptada en su validez, sino que todo el reino de la estrategia sehalla inmerso en. su propia lógica paradójica que se opone a la lógicalineal común que se manifiesta en todas las otras esferas de nuestravida diaria (excepto en los juegos de guerra, por supuesto). En losámbitos en que el conflicto resulta meramente incidental dentro de losobjetivos principales de producción y consumo, de comercio y cultura,

*A falta de precisión, abundan las definiciones de estrategia. El término sirve paradenominar la doctrina de cierto Estado o cierta institución militar, y también su puestaen práctica, además de usarse como teoría, ciencia y método de análisis. Ver el Apéndice1 para otras definiciones.

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

de relaciones sociales y gobierno consensual, donde la lucha y lacompetencia se hallan bastante acotadas por leyes y costumbres,tiende a aplicarse una lógica lineal no contradictoria, cuya esenciaqueda definida por lo que entendemos como sentido común.*

Por otro lado, dentro de la esfera de la estrategia, donde las re-laciones humanas quedan condicionadas por la existencia de un con-flicto armado real o posible, entra a funcionar otra lógica bien distinta.Con frecuencia ésta vulnera la lógica lineal formal al inducir la reunióny hasta la inversión de los opuestos; así ocurre incidentalmente quetiende a recompensarse la conducta paradójica, mientras que se con-funde a la acción lógica directa, produciéndose resultados irónica yquizá letalmente autodestructivos.

` Las políticas de los sistemas represivos son cosa completamente distinta; aunquesean relativamente incruentos, todavía resultan belicosos. Dado que los principalesobjetivos de tales sistemas consisten en el mantenimiento y el desafío del aparato dei mposición del control, por parte del grupo gobernantey de sectores populares disidentes,respectivamente, todas las manifestaciones de la vida política (con excepción de aquellaspuramente ceremoniales) asumen la forma de operaciones militares con sus propiasversiones de ataque y defensa, de emboscadas e incursiones. Tal como en la guerra, elsecreto y el engaño cobran importancia para ambosbandos, porque sirven para protegeral sistema y además constituyen la base de la maniobra envolvente: la policía estataltrata de penetrarlos círculos disidentes mediante la infiltración, yestos buscan defenderla cobertura que constituye su mayor fortaleza. En el caso de la Unión Soviética, no hayduda que la belicosa política interna partidaria a través de la cual los líderes del Kremlinalcanzan su preeminencia sirve de adiestramiento para la conducción de las relacionesexteriores. Ver del mismo autor Grand Strategy for the Soviet Union (1984), cap. 1.

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Índice de Contenido

Parte I. La lógica de la estrategia. ...............................................1

1. El uso consciente de paradojas en la guerra ................................72. La lógica en acción .......................................................................183. La eficiencia y el punto culminante del éxito ............................314. La conjunción de los opuestos .....................................................48

Parte II. Los niveles de la estrategia. ........................................65

5. El nivel técnico ............................................................................716. El nivel táctico .............................................................................807. El nivel operacional .....................................................................888. Estrategia de teatro I: Opciones militares y alternativas

políticas ......................................................................................1109. Estrategia de teatro II: Estructuras defensivas y la opción

guerrillera.. ................................................................................12310. Estrategia de teatro 111: Interdicción y ataque por

sorpresa .............................................................:........................13811. Antiestrategias: naval, aérea, nuclear .....................................153

Parte III. Resultados: La gran estrategia. ..............................173

12. El campo de la gran estrategia .................................................17713. Suasión armada...... ...................................................................18714. Armonías .y desarmonías en la guerra .....................................20415. ¿Puede ser útil la estrategia?....................................................226

Apéndices. ...................................................................................... 223

1. Definiciones de estrategia .........................................................2352. El Ejército Soviético: un comentario ........................................2393. La NATO, el Ejército Soviético y otras fuerzas del Pacto de

Varsovia: términos de comparación .......................................... 241

Obras citadas ...................................................................................245

Notas ................................................................................................251

Índice alfabético ............................................................................... 273

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Prefacio

Quizá porque he nacido en la disputada frontera de Transilvaniadurante la mayor y más siniestra de las guerras, la estrategia no sóloha sido mi ocupación exclusiva, sino mi verdadera pasión. Parece unapalabra demasiado vehemente para un tema tan indefinido, queademás es visto como una incitación al conflicto. Pero ocurre justamen-te que definir estrategia es el propósito de este libro, y cualquier expli-cación se hace innecesaria una vez entendido que la estrategia sirvetanto para conservar la paz como para hacer la guerra.

No es mi intención sugerir ninguna estrategia que puedan utilizarlos Estados Unidos en el concierto mundial, ni tampoco susceptible deser empleada por sus fuerzas armadas en la guerra. Mi propósito tiendemás bien al descubrimiento de la lógica universal que condiciona todaforma de conflicto, así como también las negociaciones entre nacionesadversarias en tiempo de paz. Todo lo que los seres humanos puedenhacer, aunque sean cosas absurdas, autodestructivas, magníficas osórdidas, ya se han llevado a cabo en la guerra o en la conquista delpoder, y ninguna lógica se descubre a través de esas acciones en símismas. Pero la lógica de la estrategia queda de manifiesto por losresultados de lo que se hace o se deja de hacer, y mediante el análisisde aquellas consecuencias a menudo no deseadas es que la naturalezay el proceso de dicha lógica puede ser comprendido.

A esta altura, el lector con espíritu crítico ya habrá encontradorazones para hacer una pausa ante las desmesuradas pretensiones deesta indagación. Es cosa sabida que las contingencias de guerra y pazresultan demasiado irregulares para que la ciencia pueda explicarlasen un único y correcto sentido, o sea mediante teorías que sirvanrealmente para predecir los acontecimientos. Por consiguiente, unopodría suponer que solamente le aguardan trivialidades o, peor aún,estériles elaboraciones pseudocientíficas. Apenas me cabe suplicar quese difiera el veredicto hasta el término de la lectura, aunque se tornaimprescindible cierta explicación.

Lo que se ha convertido en un largo periplo con destino preciso,comenzó de modo menos ambicioso. A través de mis lecturas dehistoria

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militar antigua y moderna, del estudio profesional de temas militarescontemporáneos, y de diversas visitas a campos de batalla inevitable-mente observados tras cristales de dudosas refracciones, arribé aidénticas conclusiones que algunos antecesores: cada experiencia deconflicto es única, producto de una irrepetible convergencia de aspi-raciones políticas, emociones, limitaciones técnicas, movimientos tác-ticos, esquemas operacionales y ámbitos geográficos. No obstante, a lolargo de los años comienzan a emerger seductoras similitudes queconfiguran patrones cada vez mejor definidos, y algunos de ellos hansido esclarecidos en ensayos estratégicos, especialmente en De laguerra de Clausewitz. Pero lo que hace imperiosa la investigación esque esos patrones no responden a las expectativas dictadas por elsentido común, ni tampoco a ninguna lógica causal, directa y familiar.

A medida que una visión de la estrategia surgía de entre laspenumbras de tantas palabras leídas, problemas investigados yacontecimientos experimentados, encontré que su contenido no era unprosaico montón de trivialidades, sino paradojas, ironías y contradic-ciones. Por otra parte, la lógica do la estrategia parecía desarrollarseen dos dimensiones distintas. En el plano horizontal, las contiendasentre adversarios que intentan oponerse, desviar ,y revertir recípro-camente sus acciones, tanto en paz como en guerra, y esto es lo que haceparadójica a la estrategia; y en el plano vertical, el juego entrediferentes niveles de conflicto-técnico, táctico, operacional y superior-sin que exista ninguna armonía natural entre ellos.

Entonces, lo que sigue de aquí en adelante no es más que el mapade ruta de una exploración. La búsqueda se inicia con una serie deencuentros con las fuerzas dinámicas en el plano horizontal; prosigueen ascenso, nivel por nivel, a través de la dimensión vertical de laestrategia. Llega a su término cuando se alcanza la confluencia deambas dimensiones a la altura de la gran estrategia, el nivel de losresultados definitivos.

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Reconocimientos

Estoy agradecido a las Fundaciones Max King Morris y ArthurVining Davis por el subsidio que entregaron al Centro de EstudiosEstratégicos e Internacionales de Washington D.C., del cual resultébeneficiario. Asimismo, recibí gran ayuda de algunos miembros delCentro: su presidente, Amos A. Jordan, se tomó muchas molestias paraque prosiguiera mi tarea; Christa D. K. Dantzler sugirió un remediooriginal para aquellos instantes en que la inspiración desaparece;Walter Z. Laqueur ofreció su sólida sabiduría y su conocimientoenciclopédico en un diálogo permanente que se ha extendido a travésde años; David M. Abshire, actual funcionario público y ex presidentedel Centro, alentó la realización de este proyecto durante muchotiempo, de palabra y obra. A. Lawrence Chickering, del Instituto deEstudios Contemporáneos, reincidió en quitar tiempo a sus propiosmanuscritos en beneficio de los míos. W. Seth Carusy Stephen P. Glick,mis antiguos alumnos que hoy son experimentados investigadores, mefacilitaron sus eruditas colaboraciones desde el principio hasta el fin.Como siempre, fueron ellos los primeros lectores -y no los menoscríticos- de mis escritos. Al surgir repentinamente una grave cir-cunstancia que me impedía la continuación de la tarea, mi obstinadoamigo Robert A. Moschbacher Jr. de Houston, Texas, actuó de inme-diato para mitigar una situación que hubieran debido resolver losorganismos oficiales. Michael A. Aronson, de la Editorial de la Uni-versidad de Harvard, alimentó a este libro desde el comienzo, muchoantes de su ingreso a ese instituto. Durante buena parte de una décadade inicios frustrados, en la cual finalicé con relativa facilidad otroslibros menos exigentes que éste, fue el esforzado lector de variosborradores relegados, siempre insistente en que una solución erafactible. No ha sido la menor de sus contribuciones persuadir a JoyceBackman de que se editara este texto. Ya que mi experiencia editorialera limitada, no me sentía preparado para afrontar las peculiaresdificultades que presentaría este libro, y allí precisamente es dondereside la diferencia de contar con un editor de máxima calidad.

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A mi hijo, José Manuel

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CAPÍTULO 1

EL USO CONSCIENTE DE PARADOJASEN LA GUERRA

Consideremos una opción táctica ordinaria,como tantas que frecuentemente existen en la guerra. Una fuerzapuede avanzar hacia su objetivo por uno de dos caminos existentes; elprimero es ancho, directo, bien pavimentado, mientras que el segundoes estrecho, sinuoso y de tierra. Unicamente en el conflictivo reino dela estrategia surge la necesidad de una decisión, porque sólo si existela posibilidad del combate un camino malo puede convertirse en buenoprecisamente porque es malo, .y por consiguiente quizás esté menosprotegido o aun totalmente desguarnecido por el enemigo. Igualmente,el camino bueno está destinado a ser malo porque es mejor, y su uso porparte de la fuerza que avanza puede resultar previsible y en consecuen-cia existir oposición.

Se evidencia en este caso que la lógica paradójica de la estrategiaalcanza un extremo de completa inversión: en vez de moverse A haciasu opuesto B, si se supone que la preparación para la guerra sirve parapreservar la paz, A realmente se transforma en B, y B se transforma enA. No es un ejemplo rebuscado. Por el contrario, las paradójicaspreferencias por horarios y direcciones inconvenientes, por preparacio-nes notoria y deliberadamente dejadas inconclusas, por aproximacio-nes que se muestran demasiado peligrosas, por combatir de noche o conmal tiempo, constituyen un aspecto común de ingenio táctico, justamen-te por razones que derivan de la naturaleza esencial de la guerra. Apesar de que cada uno de los elementos individuales que actúan en laconducción de la guerra pueden ser muy simples, la cuestión de des-plazarse desde un sitio a otro distante quizás unos pocos metros, deemplear armas cuyo funcionamiento ha sido practicado miles de veces,de impartir e interpretar órdenes de absoluta sencillez, en suma, latotalidad de todas esas cosas fáciles puede convertirse en algo extrema-damente difícil cuando existe la presencia de un enemigo en oposición,que reacciona para complicar todo intento, y que se mueve a voluntadcon su propio poderío.

En primer lugar, se presentan los embrollos meramente mecánicosque aparecen cuando nuestra propia acción resulta perturbada por la

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

acción enemiga, como en las batallas navales de la época de la vela enque cada bando trataba de apuntar su artillería lateral contra cascosimpotentes. Cosa similar ocurre hoy mismo en el combate aéreo entrecazas con armas de proa, en que cada piloto busca girar para colocarseen la cola del otro. También ha sucedido algo parecido en formapermanente en la guerra terrestre, donde existen frentes poderosos,flancos débiles y retaguardias aún más débiles. Pero de mucho mayorconsecuencia es la dificultad elemental creada por el uso de su propiafuerza, de sus propias armas mortíferas por parte del enemigo. Ante lainminencia de la muerte posible, la menor acción que implique mayorexposición quedará inconclusa, a no ser que una serie de complejidadesintangibles (moral, cohesión y conducción, entre otras) se sobreponganal instinto de conservación. Y una vez que se ha aceptado debidamentela importancia capital de esos misterios intangibles en cuanto a lo qdesucede o deja de suceder, queda descartada toda simplicidad hasta enla más elemental de las acciones tácticas ejecutadas contra un enemigoactivo y pertinaz.

Muchas decisiones paradójicas quedan justificadas si se trata deenfrentar a un enemigo con la ventaja de que no pueda reaccionarporque ha sido sorprendido y no se halla preparado, o al menos no escapaz de reaccionar con la rapidez y contundencia necesarias. Ocurreque el incumplimiento de ciertos conceptos de optimización acordes conel sentido común, tales como que el camino más corto es preferible almás largo, que la luz diurna es preferible a la confusión nocturna, queuna amplia y completa preparación es preferible a la improvisaciónrepentina, o sea la elección deliberada de la peor opción en cada caso,es lo que genera la esperanza de que por tal razón las accionesconsecuentes resulten inesperadas para el enemigo, lo encuentren sinestar listo, y por lo tanto con capacidad de reacción reducida. Lasorpresa puede entonces reconocerse como lo que verdaderamente es:nunca un mero factor de ventaja entre muchos otros en la confronta-ción, sino más bien la suspensión, aunque breve y parcial, de todopredicamento estratégico, a pesar de que la lucha continúe. Sin unenemigo que reaccione, y según la extensión e intensidad de la sorpresaobtenida, la conducción de la guerra se convierte en un mero actoadministrativo.*

Aunque una tesis muy importante sobre conducción de la guerra ha

*Si bien mi propósito a través de este libro es describir el fenómeno de la estrategiaevitando dictar norma alguna, se trastrocaría su real naturaleza si quedara la impresiónde que la guerra, tan preponderante en esta cuestión, no es más que la interrelación deesquemas inteligentes, sin considerar los factores morales que condicionan la capacidadde cada bando de sobreponerse a interminables dificultades, riesgos impredecibles, y alsufrimiento humano en el combate.

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EL USO CONSCIENTE DE PARADOJAS EN LA GUERRA

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sido construida sobre esta misma proposición, (1) que aconseja asumirdecisiones paradójicas siempre que sea posible para intentar unaacción militar según la "línea de menor expectativa", el consejo ha sidoignorado en forma rutinaria, por buenas razones.

LOS COSTOS DE LA SORPRESA

Por definición, cada decisión paradójica efectuada para conseguir lasorpresa debe tener su costo, manifestado a través de cierta disminu-ción de la fuerza disponible. En la guerra, el camino más largo yescabroso cansará a los hombres, estropeará a los vehículos y consumi-rá mayores abastecimientos; si el acercamiento a la zona de combate esdificultoso y prolongado, aumentará la proporción de rezagados que nollegarán a tiempo para participar. Las fuerzas no pueden desplegarsey desplazarse, ni tampoco las armas apuntarse con idéntica precisiónde noche que de día, y es posible que entonces una parte quizá pocosignificativa, importante o mayoritaria de los efectivos no actúendurante el combate. En forma similar, para accionar más rápidamentede lo esperado por el enemigo en base a sus propios cálculos de tiemposde alistamiento, usualmente se requieren improvisaciones de ciertatrascendencia, que impedirán la utilización cabal de hombres y máqui-nas que de otro modo estarían disponibles para la lucha. Generalmen-te, toda clase de maniobra -acción paradójica que busca eludir dealgún modo el máximo poderío del enemigo-tendrá su costo implícito,independiente del medio ambiente y de la naturaleza del combate.*

En cuanto al secreto y engaño, clásicos atributos de la sorpresa quea menudo preparan el escenario para la maniobra, también poseen supropio costo. Siempre se recomienda mantener el secreto a quienespractican la guerra, como si no tuviera costo alguno, pero es raro quepueda negarse totalmente al enemigo el conocimiento de nuestrasintenciones sin sacrificar en alguna medida la vital preparación.Normalmente, la adopción de estrictas precauciones de seguridadinterferirá con el alerta inmediato y con el máximo alistamiento dequienes participarán de algún modo en el combate; por ejemplo, serestringirá la magnitud y el realismo de ejercitaciones que mucho

*El término maniobra se usa comúnmente en la jerga militar como mero sinónimodel movimiento. En realidad no hace falta el desplazamiento, sino que la acción seaparadójica, porque se supone que la acción con sentido común (mínimo esfuerzo) seacapaz de eludir al enemigo, ya que éste habrá desplegado sus fuerzas precisamente paraoponerse a cualquier obviedad. La sorpresa, por contraste, no es condición necesaria;puede hacer posible la maniobra, pero asimismo se logrará con ventaja de velocidad enla ejecución.

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

contribuyen a mejorar el desempeño en diversas clases de combate, yresultan especialmente necesarias si la acción a desarrollarse esinherentemente complicada, tal como el asalto anfibio olas operacionesde comando. Por supuesto, cada limitación impuesta sobre la reunióny aproximación preliminar de las fuerzas de combate afectará de algúnmodo su óptima disposición y ubicación.

Como el secreto rara vez es absoluto, la filtración de la verdad sólopuede evitarse mediante el engaño, de modo que las "señales" genera-das por los preparativos que puedan ser detectadas queden inmersasen "ruido" artificial. (2) El engaño puede lograrse a veces sin ningúncosto operativo, únicamente mediante mentiras bien distribuidas.Pero con mayor frecuencia se requerirá alguna acción de diversión queconfunda al observador enemigo, precisamente por no contribuir alpropósito de la operación en marcha. Los bombarderos que son enviadosa atacar blancos secundarios mientras simulan ser una formaciónmasiva dirigida a sitios bastante diferentes, de todos modos infligirándaños, pero sobre objetivos no tan críticos. Pero los buques que sondestacados en una maniobra fingida, con la única tarea de dar la vueltaen cuanto el enemigo vaya hacia ellos, quizá no ejerzan ninguna otracontribución a la batalla.

Todas estas formas de autodebilitación deliberada causadas pordecisiones paradójicas, encuentran justificación por el único beneficiode la sorpresa, si es que logran debilitar la reacción enemiga en gradomayor. En un caso extremo, la sorpresa se obtendrá teóricamente de lamejor manera si se actúa en forma tan paradójica que resulte absolu-tamente contraproducente; por ejemplo, si casi todos los efectivos sonempleados para el engaño, quedando solamente un puñado de hombrespara combatir de veras, seguramente que se obtendrá la sorpresa, perocorriéndose un gran albur de ser derrotados con facilidad, aun a manosde un enemigo totalmente engañado y falto de preparación. Obviamen-te, la tendencia paradójica a la "mínima expectativa" debe detenersemucho antes del extremo en que ya es casi suicida, pero el punto exactode decisión no queda claramente establecido. A pesar de que exista lacerteza de cierta pérdida del potencial disponible, la obtención de lasorpresa no queda garantida; si bien el costo puede usualmentecalcularse con exactitud, el beneficio posible será pura especulaciónhasta que quede confirmado por los hechos.

FRICCIÓN

Además de los costos de la sorpresa obtenida por las aperturasparadójicas de la línea de expectativas lógicas del enemigo, existenalgunos riesgos. En realidad, la finalidad de lograr la sorpresa no es

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EL USO CONSCIENTE DE PARADOJAS EN LA GUERRA

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otra que disminuir el riesgo mortal de exponerse al poderío enemigo, o

sea el riesgo de combate. Pero hay otra clase de riesgo, no tan peligrosoen sí mismo para cada unidad específica en determinado momento,pero quizá más comprometedor para la fuerza en su conjunto.

Esta segunda clase de riesgo, que tiende a incrementarse concualquier desviación de la simplicidad del ataque directo y frontal, esel riesgo de organización por fallas en la implementación, o sea unfracaso que no es provocado por la malevolencia del enemigo, sino porcolapsos, errores y demoras en el abastecimiento, la operación, elplaneamiento y la conducción de fuerzas militares. Cuando se trata dereducir el riesgo de combate previsto empleando algún tipo de acciónparadójica, en especial conservando el secreto, o mediante el engaño ola maniobra, la acción tiende a hacerse más complicada y extendida,incrementándose en la misma proporción los riesgos de organización.

El aspecto organizativo de la contienda alcanza máxima importan-cia para quienes tienen la responsabilidad de la conducción durante losintervalos de combate, que pueden ser muy breves. Nuevamente, cadapequeña cosa que deba hacerse para abastecer, mantener, operar yconducir las fuerzas armadas puede resultar muy simple si se excluyentodos los misterios intangibles que hacen posible el combate. Pero siestán incluidos, las cosas se complican en tal grado que el estadonatural de las fuerzas militares de cualquier magnitud resulta ser elcaos y la inmovilidad, de donde sólo pueden rescatarlas la disciplina yla conducción para posibilitar cualquier acción efectiva.

Imaginemos un grupo de amigos que coordinaron una excursión ala playa en varios automóviles, con sus respectivas familias. Quedaronen encontrarse en la casa mejor ubicada a las 9, para partir inmedia-tamente aprovechando el tránsito fluido y llegar a destino aproximada-mente a las 11. Una de las fan.fias ya se hallaba lista a partir hacia elsitio de reunión, cuando uno de los niños anunció su urgente necesidad;

se abrió la casa, el chico fue y volvió, se puso en marcha el coche yarribaron al encuentro con breve demora a las 9.15. Una segundafamilia, que vivía un poco más lejos del punto de reunión, tuvo unretraso más importante: olvidaron una caja con avíos esenciales. Lodescubrieron casi a la vista del punto de encuentro, así que mientrasvolvieron a buscarla y regresaron ya era cerca de las 10.

Una tercera familia causó mayor demora: su auto se negaba aarrancar. Luego de probar diversos arreglos familiares, mientras eltiempo pasaba, y después de aguardar la llegada del auxilio quetampoco logró ponerlo en marcha, finalmente un vecino tuvo la genti-leza de facilitarles su propio coche. Descargaron y cargaron rápidamente,aceleraron con impaciencia, pero cuando se juntaron can sus amigosyaeran bastante pasadas las 10. Todavía no había comenzado el viaje.Algunos de los chicos estaban esperando desde hacía más de una hora,

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

y entonces fue el turno para pedir por una breve demora. Cuando al finpudieron partir, ya el tránsito era intenso, y en vez de dos horas el viajeinsumió más de tres, incluyendo paradas para que un coche cargaranafta, una familia saciara su sed, y los chicos que clamaban poralmorzar a viva voz. Por último arribaron a la playa, como habíanprevisto, pero largo rato después de pasadas las 11.

En ningún momento nuestro grupo imaginario vio entorpecida suacción por la voluntad activa de un enemigo; todo lo ocurrido fueconsecuencia de demoras inintencionales y pequeños incidentes semejantes a la fricción que impide el movimiento de las maquinarias.Por supuesto que el término se halla definido en De la guerra deClausewitz, cuya influencia en lo anterior será fácilmente reconocible:"Todo lo que sucede en la guerra es muy simple, pero la cosa más simplese hace difícil. Las dificultades se acumulan y acaban por producircierta clase de fricción que parece inconcebible, a menos que uno hayaexperimentado la guerra". (3) La fricción es el medio fundamental enque se desarrolla la acción estratégica, y la más constante compañía enla guerra.

En mi tan mundano ejemplo, la demora inicial al comienzo del viajefue más de una hora, y el retraso acumulado mucho mayor. Fácil seráimaginar la multiplicación de la demora si se incluyeran más familias.Eventualmente, si se agregara un número suficiente se alcanzaría unpunto en que nunca comenzaría el viaje, suponiéndose que todosdebieran aguardar el arribo del último. No puede afirmarse cuántasfamilias serían necesarias para asegurar la inmovilidad hasta que eldía se considere perdido, pero bastarían algunas docenas. Sin embargo,ni siquiera un grupo tan nutrido sería de magnitud comparable a unsimple batallón, ni a la tripulación de un modesto buque de guerra, nial personal de uno o dos escuadrones aéreos.

Una fuerza militar no incluye niños que pudieran retrasarla, ypuede reprimir faltas menores por medio de disciplina, mas a pesar detodo se halla en situación mucho más desfavorable que nuestroinfortunado grupo tratando de llegar a la playa. Por una parte, susabastecimientos tendrán dimensiones bastante distintas, y cualquiernecesidad que no se haya previsto con antelación no podrá solucionarsemediante una breve parada en ruta. Una flota en alta mar puedereabastecerse a la perfección, pero lo que queda pendiente tendrá queesperar hasta la próxima vez; para las unidades del ejército o la fuerzaaérea alejadas de bases bien provistas, el terreno que las rodea seríaequivalente al desierto, por que ya no basta con pasto y comida paralibrar una guerra.

Hubo también una falla mecánica en mi ejemplo, pero ocurriránmuchas más en fuerzas militares cuyas armas, vehículos, radares,radios y demás equipos electrónicos o mecánicos raramente resultan

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EL USO CONSCIENTE DE PARADOJAS EN LA GUERRA

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tan confiables como la mayoría de los automóviles actuales. Lostanques de batalla están muy bien protegidos contra el fuego enemigo,pero sin embargo son asombrosamente delicados en cuanto a sumaquinaria interna, y cada uno de los muchos artefactos electrónicoscontenidos en un solo avión de combate tiene idéntica propensión afallar que el sistema de encendido del coche familiar.

No hubo intervención de errores operativos para retrasar nuestrogrupo de bañistas, y todos los conductores manejaron sin problemas.Pero a pesar del óptimo adiestramiento, exámenes severos yejercitaciones frecuentes, ninguna fuerza militar puede confiar en talperfección de todos los operadores de sus múltiples equipos. Hace faltamucha habilidad inconsciente para manejar un automóvil en medio deltránsito, y mucha más se requiere para controlar la mayoría de lasmáquinas de guerra actuales; además, en lugar de años de experienciacotidiana como poseen la mayoría de los conductores, incluso los másjóvenes, casi todos los operadores militares disponen de algunos mesesde práctica poco frecuente, porque ellos o sus equipos son nuevos en latarea.

En mi ejemplo el plan era muy simple, con un punto inicial, una solaruta y un destino fijo, pero se cometió una grosera equivocación al noprever que la partida a las 9 no dejaría suficiente margen para evitarel tránsito intenso en la autopista hacia la playa. Los planes militaresbien elaborados tratarán de conseguir esa misma simplicidad, aunquerara vez lo lograrán a causa de los múltiples elementos de una fuerzaque deben coordinarse entre sí para realizar determinadas acciones. Sibien los planificadores competentes tratarán que quede espacio paracompensar lo mejor que se pueda por todas las fuentes de fricción, sinduda que sus propios errores agregarán una más.

Finalmente, existe un comando de la operación, o sea un organismoresponsable del asesoramiento de inteligencia, la toma de decisiones,la intercomunicación, y la supervisión o control. En mi ejemplo hubo unplan de acción pero faltaron el comando, la inteligencia, laintercomunicación y la supervisión; de haberse previsto, el resto delgrupo hubiera descubierto rápidamente el inconveniente surgido con elcoche de la tercera familia y se hubieran tomado medidas para conse-guir su reemplazo a la brevedad. Las estructuras del comando military sus ramas de inteligencia y comunicaciones tienen por funciónaprovechar las fugaces oportunidades de combate y limitar los riesgosinmediatos, pero además en la misma medida superar la fricción. Sinembargo, a lo largo del proceso aparecen otras causas de fricción. Lainteligencia equivocada, obsoleta o engañosa puede inducir a errores dedecisión; las redes de comunicaciones pueden ser altamente sofisticadas,confiables y seguras en todo aspecto, pero todavía los mensajes llegarconfusos, ser mal encaminados o ni siquiera transmitidos. Asimismo,

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los errores de supervisión quedan garantidos por el delicado equilibrioentre la necesidad de mantener la debida coordinación entre elementosseparados y aquella de permitirles libertad de acción a cada uno deellos.

Una vez que todas estas causas de fricción han sido consideradas enconjunto, donde algunos efectos aparecen como multiplicadores y nosolamente aditivos, queda claro el completo significado del riesgo deorganización. Así como nuestro imaginario grupo de familias pudoperder con facilidad su día de playa si su tamaño aumentaba lo su-ficiente como para fomentar la fricción, cualquier acción militar puedefracasar internamente aún sin encontrarla acción deliberaday opuestadel enemigo,* sino por la simple acumulación de colapsos, errores ydemoras, cada uno de ellos insignificante de por sí. Este es el contextoen que hay que estudiar cualquier esfuerzo para lograr la sorpresa:cada decisión paradójica que se introduce para conseguirla, con suimplícito apartamiento del curso de acción más simple y fácil, incre-mentará aún más la fricción y por consiguiente el riesgo del fracasoorganizativo.

Cuando el riesgo de combate se materializa, el sangriento resultadose contabiliza en muertos y heridos. Cuando el riesgo de organizaciónse materializa, la acción fracasa en forma que podría considerarseincruenta. Parecería entonces correcto comparar el riesgo de organiza-ción con el riesgo de combate para decidir ef consecuencia cuántacomplicación sería aceptable en aras de la sorpresa. Pero esto es ra-zonable si se aplica a un solo acto de guerra, como en caso de unaincursión de comandos realizada en tiempo de paz. De otro modo, unode los riesgos complica al otro. Por supuesto que el buque de guerraausente de la batalla por ser mal dirigido a causa de fricción delcomando, el batallón de tanques que se queda sin combustible en sucamino hacia el frente por culpa de fricción de abastecimientos, el aviónde caza que no puede interceptar porque la fricción de mantenimientole impide el despegue, todos ellos permanecerán bien seguros durantecierto tiempo. La aproximación directa y el ataque frontal resultan porconsiguiente condenables con suma facilidad por los partidarios de lacircundación paradójica, porque contemplan un único empeñamientoanalizando con cuidado los efectos nocivos del riesgo de combate,

* Sin embargo, un enemigo talentoso intentará dirigir sus ataques en forma biencalculada para complicar las fricciones inherentes. Se dedicará a las líneas de abaste-cimiento si la fuerza ya está afectada por la escasez; contra las comunicaciones, si no leresultan confiables, y así sucesivamente. Estas son instancias de la clase más ambiciosade operación militar: la maniobra de relación; o sea la aplicación del esfuerzo contra lasdebilidades del enemigo específicamente identificadas; una forma de guerra a serdiscutida más adelante, y que a su vez resulta altamente vulnerable a la fricción.

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EL USO CONSCIENTE DE PARADOJAS EN LA GUERRA

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mientras que no ven muy claramente el incremento resultante delriesgo de organización.

Pero cuando nonos limitamos a considerar un simple enfrentamientosino la totalidad del conflicto, se hace evidente que el riesgo deorganización complica en forma notable al riesgo de combate. En laocasión mencionada, la flota empeñada en combate quedó debilitadapor la ausencia del buque mal dirigido, y las demás naves estuvieronmás expuestas al riesgo de combate; lo mismo ocurrió con los batallonesvecinos al detenido por falta de combustible, y con los otros aviones delescuadrón. En la siguiente oportunidad, aquellos que faltaron alprimer combate probablemente tengan que batirse junto con fuerzas yadebilitadas a causa de las pérdidas que se agregaron por sus ausenciasen el primer tiempo, cosa que a su vez incrementará sus propios riesgosde combate.

LA PREVALENCIA DE LA ACCIÓN PARADÓJICA

Si bien los beneficios de los esquemas paradójicos quedan compen-sados por el potencial de combate perdido y además por el riesgo deorganización agregado, las acciones directas conformadas según lalógica lineal para lograr el óptimo empleo de todos los medios disponi-bles mediante métodos simples se encuentran muy raramente en lacronología bélica, y casi nunca escapan a la crítica. Al menos, algunoselementos paradójicos se hallarán presentes en la preparación yconducción de la mayoría de las acciones militares competentes.

En realidad, aquellos comandantes cuyas fuerzas son en su conjun-to superiores alas del ocasional enemigo, hallarían cierta justificaciónen menospreciar la sorpresa recurriendo a una acción perfectamentepreparada con todo su poderío, conducida por métodos muy simples ycon el mínimo riesgo de organización. Por ejemplo, tal fue el caso en lasetapas iniciales de las guerras coloniales libradas en diferentes partesdel mundo, hasta que los guerreros nativos aprendieron a dispersarseal enfrentar tropas bien adiestradas y provistas de armas de tirorápido. También se dio el mismo caso durante los meses finales de laSegunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos americano, soviético ybritánico, con avasalladora potencia de fuego, realizaron ofensivasbienpreparadas y ataques frontales contra un ejército alemán en declina-ción, mientras sus respectivas fuerzas aéreas abandonaban todo ar-tificio para bombardear en incursiones masivas diurnas a Alemania yJapón. Era todavía guerra, aunque inusual, porque la lógica de la es-trategia ya no importaba demasiado; la reacción del enemigo, así comosu real existencia como entidad consciente y activa, podía simplementedejarse de lado. Si el enemigo es tan débil que sus fuerzas pueden

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considerarse como una disposición pasiva de blancos que muy bienpodrían ser inanimados, se aplica con toda validez la lógica linealnormal de la producción industrial, con sus criterios derivados deeficiencia productiva, y la lógica paradójica de la estrategia pasa a serirrelevante. Según Clausewitz: "La diferencia esencial estriba en quela guerra no es un ejercicio de la voluntad dirigido a materia inanima-da, como en el caso de las artes mecánicas... En la guerra, la voluntadse dirige hacia un objeto animado que reacciona. Obviamente, lacodificación intelectual usada en artes y ciencias resulta inapropiadapara dicha actividad". (4)

A pesar de que la estrategia comprende tanto al conflicto como a laforma de evitarlo, y por supuesto la conducción de la guerra en todos losniveles, desde el táctico al de la gran estrategia, nada nos dice respectode los aspectos puramente administrativos de cualquiera de ellos,donde lo que hagan o dejen de hacer otros seres activos y conscientes nointeresa para nada. Así como no se obtiene ventaja alguna eligiendodeliberadamente botas tres números más pequeñas o usando incorrec-tamente las armas por propia voluntad, porque ni las botas ni las armasresponderán adecuadamente a semejante acción paradójica, tampocoexiste interés alguno en circundar y sorprender a un enemigo conside-rado tan débil que su reacción puede ser ignorada con toda tu -anquili-dad. Sin embargo, tan afortunada condición es más bien una. rareza.únicamente un enemigo muy mal informado o guiado por propósitostrascendentes decidirá deliberadamente empeñarse contra una fuerzadesmesuradamente superior; si fuera el caso que una determinadafuerza se encontrara de pronto superada, normalmente tratará deeludir el combate mediante la retirada o la rendición.

Por otra parte, resulta bastante más común el fenómeno de unafuerza armada que actúe con expectativas erróneas de su presunta-mente amplia superioridad, y por lo tanto confíe demasiado en la lógicalineal para optimizar la administración de sus propios medios, sinejercer el esfuerzo necesario para sorprender al enemigo con unaconducta paradójica adecuada. En realidad, la prevalencia de lo para-dójico en la conducción de la guerra debería reflejar la percepción delequilibrio de fuerzas, y así ocurre normalmente. De una manera queasimismo resulta paradójica, quienes poseen mayor debilidad mate-rial, y en consecuencia tienen buenas razones para temer al choquedirecto entre fuerzas en la confrontación contra un enemigo alertado,pueden obtener el máximo beneficio recurriendo a una conducta pa-radójica autodebilitante, siempre que les sirva para asegurar la sorpre-sa y así quizá lograr la victoria.

Si el equilibrio de fuerzas resultara desfavorable por algo más queuna mera combinación de tiempo y lugar en el marco de un determinadoempeñamiento, sino que fuera en vez un reflejo de la circunstancia

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EL USO CONSCIENTE DE PARADOJAS EN LA GUERRA

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permanente de un estado entre otros estados, entonces la prosecuciónde la "línea de mínima expectativa" mediante acción paradójica puedellegar a caracterizar el estilo nacional de hacer la guerra. Se dice queIsrael provee el mejor ejemplo contemporáneo en tal sentido, aunqueha evitado sistemáticamente el choque directo entre fuerzas, tantopara limitar el número de bajas como para contrapesar su inferioridadreal en medios y efectivos. Guerra tras guerra, y en diversas accionesaisladas de combate ocurridas en los intervalos, las fuerzas armadasisraelíes han optado por aceptar su propio debilitamiento y el incre-mento del riesgo de organización a cambio de la maniobra conducentea la sorpresa. Aun así, esas fuerzas mucho más débiles que lo necesariodesde el punto de vista material (a causa del secreto, el engaño, laimprovisación y la extensión excesiva) y operando con tanta fricciónautoimpuesta que su situación ha lindado con lo caótico, han derrotadoinvariablemente a sus enemigos tomándolos por sorpresa porque supotencial no se hallaba desplegado totalmente en el lugar, o porque susfuerzas no estaban material o moralmente preparadas para el com-bate.

La constante preferencia de Israel por la acción anticonvencional yparadójica no persistiría sin eventualmente desvirtuar su propósito. Através del tiempo, sus antagonistas comenzaron a revisar sus propiasexpectativas. Aprendieron de la experiencia a desconfiar de las estima-ciones de movimientos israelíes basadas en lo que el sentido comúnindicaba como el mejor modo de acción disponible. Hasta que finalmen-te, en la guerra del Líbano de junio de 1982, los sirios no fueron deningún modo sorprendidos por el intento israelí de avanzar hacia suretaguardia siguiendo los peores caminos de montaña, (5) y actuaronoportunamente para bloquear el muy estrecho pasaje. Pero fue elpróximo movimiento el que los sirios no pudieron prever en absoluto,y entonces contemplaron incrédulos, sin poder reaccionar con el paso delas horas, el lanzamiento de una ofensiva muy directa, masiva y frontalpor parte de las divisiones blindadas israelíes en el valle del Líbano. (6)Con el equilibrio de fuerzas totalmente favorable en la ocasión, y sintiempo que perder ante la posibilidad de un cese de fuego, los israelíesdecidieron sacrificar toda esperanza de lograr la sorpresa atacandofrontalmente a plena luz del día, sólo para encontrarse a su vez muyagradablemente sorprendidos por la falta de preparación de los sirios.Obviamente, ya en 1982 su estilo paradójico de hacer la guerra eratotalmente conocido a través de enfrentamientos anteriores, y conse-cuentemente la línea israelí de mínima expectativa no podía ser otraque la aproximación más directa y frontal.

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CAPÍTULO 2

LA LÓGICA EN ACCIÓN

Resulta obvio que la sorpresa no puedeconseguirse repitiendo idénticas estratagemas. Pero esto sirve deejemplo no demasiado importante del proceso de lógica paradójica dela estrategia en forma dinámica. Hasta ahora dicha lógica había sidoconsiderada principalmente desde el punto de vista de un solo partici-pante, y en casos en que era comprendiday explotada conscientemente.Sin embargo, me he referido casi siempre a situaciones y decisionessimples, y por consiguiente la lógica de la estrategia se ha percibidocomo una serie de imágenes estáticas separadas. Mas es evidente quehay al menos dos voluntades conscientes y opuestas en cualquierencuentro estratégico, en guerra o paz, y las acciones se realizan enforma instantánea sólo rara vez, como en un duelo de pistola; por logeneral, las actividades de cada parte se desenvuelven recíprocamentea través del tiempo.

En cambio, una vez que se entiende la lógica paradójica de laestrategia como un fenómeno objetivo cuyas consecuencias tienenlugar aunque los participantes no traten de explotarlas y ni siquiera sehayan enterado del proceso, y una vez que se ha introducido debida-mente al tiempo como elemento dinámico, podemos identificar a lalógica en su conjunto como la unión e incluso la inversión de losopuestos. Este proceso no se manifiesta solamente en el hecho de optarpor soluciones anticonvencionales a fin de lograr la sorpresa, cosa queeventualmente se torna bastante previsible, sino en todo lo que seaestratégico, en todo lo que es característico de la lucha de voluntadesadversarias. En otras palabras, si el transcurso del tiempo adquiererelevancia y la lógica paradójica de la estrategia asume forma dinámi-ca, se convierte en la unión e incluso en la inversión de los opuestos. Porconsiguiente, en el reino de la estrategia ningún modo de acción puedepersistir indefinidamente. Tenderá a evolucionar hacia su opuesto,salvo que la lógica de la estrategia se contrapese mediante algúncambio exógeno en la situación de los participantes. A menos que ellosuceda, la lógica introducirá una evolución de autonegación que podríaalcanzar el extremo de la inversión absoluta, anulando la guerra y lapaz, la victoria y la derrota, ya que todo queda incluido.

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LA LÓGICA EN ACCIÓN

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Considérese lo que ocurre cuando un ejército avanza victoriosamen-te en un típico ambiente de guerra terrestre. Puede que haya libradouna o más batallas, y ha prevalecido sobre el ejército enemigo, forzán-dolo a retirarse. Quizás el derrotado huya a la desbandada, o se hallepróximo a ser arrinconado y destruido; en ambos casos todavía esposible la inversión de los opuestos, como veremos, pero nunca dentrode esa misma guerra. Mas si el ejército derrotado continúa combatien-do aunque sea en retirada, comenzarán a aparecer ciertas pautas ensentido opuesto.

El ejército triunfante avanza alejándose de su territorio y bases devanguardia cuyos campos de adiestramiento, industrias, depósitos ytalleres apoyaron su éxito reciente; y ahora debe satisfacer sus necesi-dades mediante rutas de refuerzo y abastecimiento que se alargan cadavez más. En contraste, se supone que el ejército derrotado se acercaprogresivamente hacia sus propias bases, de modo que las rutaslogísticas se van acortando. El primero debe incrementar el esfuerzopara sostenerse, y quizá tenga que trasladar gente y equipos desde elfrente de combate para robustecer unidades logísticas, o al menosemplearlos refuerzos con ese fin. En cambio, el segundo puede entoncesreducir su esfuerzo de transporte y disponer de personal y equipospertenecientes a las unidades logísticas para reforzar sus líneas devanguardia.

El ejército victorioso ingresa en un territorio que hasta ese momentose hallaba en manos enemigas, y su población puede resultar hostil yapoyar a partisanos armados, o quizás hayan quedado tropas regularespara iniciar acciones de guerrillas. Con suerte, las demandas depersonal y recursos del flamante gobierno militar de ocupación puedenser satisfechas por lo que se requise a nivel local pero es poco probable.Si existe resistencia armada en forma de incursiones y sabotajes contraferrocarriles, convoyes motorizados, depósitos, unidades de servicios ypuestos militares, será necesario distraer del frente unidades decombate para proveer guardias, patrullas de seguridad y fuerzas dereacción rápida en áreas de retaguardia consideradas inseguras. Si elejército victorioso libera a los civiles amistosos que no ofrezcan resis-tencia ni refugio a enemigos, todavía existe cierta desventaja en elavance: el ejército en retirada ha ejercido la ocupación, y ahora puedehacer retornar guardias, patrullas de seguridad y unidades de protec-ción al frente de combate.

El ejército ganador posee el impulso y la iniciativa para determinarel tren y la dirección de avance, de modo que puede sobrepasar y cortarla retirada al enemigo si sus columnas se desplazan a suficientevelocidad. De otra manera, el ejército en retirada, a menos que seahostigado incesantemente, puede resultar favorecido al emplear tácti-cas defensivas en cada encuentro. Sus unidades de retaguardia podránelegir el terreno en cada pausa de combate para batir al enemigo

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expuesto y en movimiento desde posiciones protegidas, e inclusoemboscar a las fuerzas que tengan la poca fortuna de avanzar condemasiado entusiasmo.

Los efectos de la victoria y la derrota sobre la moral y la conducciónson bastante inciertos. La moral de combate no define la felicidad, sinola voluntad de lucha ante el peligro mortal; la victoria hará feliz a latropa, mas luego de pelear y vencer puede que sientan que ya hicieronbastante por el momento (Clausewitz definió ese fenómeno como "larelajación del esfuerzo"). En cambio, la derrota resulta a menudodesmoralizadora, induciendo a la pasividad y hasta a la deslealtadactiva, pero también puede alentar a los hombres a pelear másduramente la próxima batalla, especialmente si piensan que podríanhaberse esforzado más en el encuentro anterior. Asimismo, la conduc-ción puede resultar muy favorecida por el triunfo; con igual facilidadcaería en descrédito. Cuando se ha logrado éxito en varias oportunida-des, quizá disminuye el impulso a exhortar y empujar a los hombreshacia los riesgos del combate. Por contraste, en un ejército en retiradaes posible que los líderes hayan perdido toda autoridad; de lo contrario,h ay veces en que el triste recuerdo del reciénte fracaso los lleva a exigirmás a su tropa, transmitiéndoles la energía necesaria.

En lo referente a la experiencia y los procedimientos operativos, lacosa no resulta tan equilibrada. Ante el éxito, todos los hábitos, pro-cedimientos, organizaciones, tácticas y métodos militares serán indis-criminadamente confirmados como válidos, .y hasta quizá brillantes,incluso aquellos que requerían modificaciones sustanciales o quefueron indudablemente perjudiciales, pero todas las deficiencias que-darán ocultas por la omisión de un análisis detallado de lo actuado.Evidentemente, la derrota es mejor maestro. Por cierto que el razo-namiento crítico se agudizará por el fracaso, y si se ofrecen solucionespara paliarlo es menos probable que choquen contra la inercia conser-vadora, porque los jerarquizados defensores del statu quo se habrándesprestigiado por la derrota. Si la industria y la población continúanmovilizadas y el ejército victorioso sigue recibiendo importantes re-fuerzos, su poderío creciente queda asegurado aunque prosiga suavance; en otras palabras, el cambio exógeno puede anular los efectosde la lógica. Si así no ocurriera, y ambos procesos simétricos quedaranen descubierto, entonces se vería que la misma victoria y el avanceexitoso tienden a debilitar al ejército vencedor, como asimismo elfracaso y la retirada obran para fortalecer al recién derrotado.

CULMINACIÓN E INVERSIÓN

En un contexto dinámico, la unión de victoria y derrota puedeextenderse más allá de su propia confluencia, hasta el extremo de la

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completa inversión. En mi ejemplo, si un ejército victorioso puedeconseguir la conquista total o imponer la rendición a breve plazo, susutil debilitamiento no tendrá efecto sustancial, como tampoco lastendencias que comienzan a fortificar al vencido. Por otra parte, si laprofundidad del territorio y su propia tenacidad bastan para extenderel conflicto, el derrotado podrá llegar a beneficiarse por la paradojadinámica, quizá hasta lograr a su vez la victoria, si es que el ejércitoentonces triunfante simplemente persiste en su avance, arruinándoseal continuar una vez superado su "punto culminante de victoria"(nuevamente, expresión de Clausewitz). Por supuesto que esto nosignifica que la victoria debe inexorablemente transformarse en derro-ta si la guerra continúa. Pero a menos que se beneficie por una ayudaextraordinaria proveniente de sus fuentes fundamentales de poderíomilitar (factores ajenos a la lógica), el ejército victorioso tendrá quefrenar su avance exitoso para descansar y recuperarse, si es que quiereneutralizar las tendencias desfavorables ya insinuadas. Mediante larestauración de sus energías morales y de la conducción, merced areposo y reemplazos, adelantando su organización logística, proveyen-do seguridad a la retaguardia en caso que estuviera amenazada, yrevisando procedimientos, tácticasy métodos que el enemigo tratará dededucir y perturbar, el ejército victorioso puede recuperar su capacidadpara obtener mayores triunfos, trasladando efectivamente hacia ade-lante y hacia el futuro el punto culminante de éxito.

Las campañas terrestres de la Segunda Guerra Mundial pusieronde relieve todas las variantes de unión o inversión de victoria y derrotade modo particularmente dramático, porque los blindados y la aviacióntrajeron nuevamente la maniobra profunda a escala napoleónica,terminando con la supremacía defensiva de las líneas estáticas detrincheras de 1914-1918. La invasión alemana a Holanda, Bélgica yFrancia que comenzó el 10 de mayo de 1940 y finalizó el 17 de junio conel pedido francés de armisticio, fue conseguida (con lo justo) dentro dela extensión de un único esfuerzo culminante. (1) Para entonces, lasdiez divisiones Panzer que encabezaron el avance habían sufridotantas pérdidas de tanques, transportes de personal y camiones, que supoderío tuvo que ser apuntalado recurriendo a equipos capturados y ala confiscación de vehículos civiles. En las divisiones de infantería queconstituían el grueso de los ejércitos invasores, las tropas habíanm archado a pie desde el comienzo, y se hallaban prácticamente exhaus-ta:-;. En cuanto a la organización logística germana, que debía apoyarseeii carros tirados por caballos para garantizar la circulación desde losdepósitos de retaguardia a las unidades de combate, se habían exten-dido tanto que solamente la abundancia de alimentos y pasturas en lasprósperas tierras que se acababan de conquistar evitaron una escasezcrítica en el ejército invasor. El reabastecimiento de munición no

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representó un problema serio en esa campaña de maniobras rápidas ypenetraciones ofensivas breves, en la cual la mayoría de los encuentrosfueron poco más que escaramuzas. Pero las briosas divisiones Panzerúnicamente pudieron continuar su marcha confiscando combustible amedida que avanzaban. (2)

Cuando los ejércitos de Hitler atacaron a la Unión Soviética casi unaño después, el 22 de junio de 1941, sus limitados efectivos se habíanincrementado apenas marginalmente con la incorporación de camionesfranceses capturados y confiscados, y por una pequeña expansión defuerzas mecanizadas. De las 142 divisiones alemanas pertenecientes alos tres cuerpos de ejército desplegados entre el Mar Báltico y el MarNegro en vísperas de la invasión, solamente 23 eran Panzer, y lasrestantes estaban equipadas con blindados livianos o motorizadas. Eltotal de entonces del ejército alemán, en todos los frentes, era de 88divisiones provistas de vehículos franceses; aun así, a 75 de lasdivisiones de infantería del Frente Oriental hubo que retirarles loscamiones para equiparar las columnas logísticas de los grupos deejércitos, recibiendo en cambio cada una 200 carros campesinos. (3) Talera la realidad detrás de la fachada de modernidad mecanizada quehabía jugado buena parte del impacto psicológico de la blitzkrieg.

Pero la Unión Soviética es un país mucho más profundo que Bélgicao Francia. Además, sus líneas ferroviarias no servían de mucho a causade su diferente trocha y del sabotaje frecuente; y los pocos caminosexistentes eran tan malos que los vehículos se averiaban rápidamente.Por último, la tenacidad de la resistencia no disminuyó a pesar de sufrirvarias derrotas catastróficas sucesivas. Así fue que a mediados deoctubre de 1941, cuando las fuerzas germanas habían alcanzado lo queretrospectivamente puede definirse como su punto culminante devictoria, Moscú distaba todavía cien kilómetros de sus líneas másavanzadas. (4) No obstante, mientras Hitler estuviera al mando nohabría oportunidad de tomarse un respiro. Las fuerzas del sectorcentral del frente, ahora con Moscú como objetivo, continuaron suavance durante el mes de noviembre en penetraciones simultáneasdesde el norte y el sur, para lograr otro gran envolvimiento queterminaría con el ejército soviético y con la guerra.

De ese modo el ejército alemán sobrepasó su punto culminante deéxito y fue empujado hacia la rama descendente de la curva. Lacreciente escasez de munición en el frente de batalla obligaba asilenciar la artillería; también era afectada la infantería por la excesivadistancia desde las terminales ferroviarias hasta el frente para lascolumnas de carros a caballo y los pocos camiones existentes. Tampocolos ferrocarriles estuvieron en capacidad de solucionar las necesidadesde abastecimiento, porque había una grave escasez de material rodantede trocha rusa. Durante este proceso, ominosamente, las prendas de

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equipo y los lubricantes de uso invernal quedaron abandonados enremotas playas de carga, ya que elementos esenciales como alimentos,combustible y munición, recibían máxima prioridad. En las fuerzasmecanizadas se prolongó la declinación del número de tanques, trans-portes de personal y tractores de artillería a medida que se acumulabael desgaste natural y las reparaciones de campaña no daban abasto.Para entonces, los carros campesinos rusos requisados eran un elementoesencial para las divisiones Panzer.

Mientras tanto, había comenzado en la retaguardia una activaresistencia de campesinos y soldados separados de sus unidades,sumando trabajo policial a las tareas de masacre y confiscación que yamantenían ocupados a muchos alemanes que podrían haberse halladoen el frente. En parte por esta causa, el flujo de personal de reemplazofue lentamente superado por el número creciente de bajas. En particu-lar, los soldados alemanes en el frente fueron muy afectados por el fríoy el agotamiento fisico, y desmoralizados por su mismo triunfo. Habíanproseguido avanzando kilómetros y kilómetros desde el 22 de junio,capturando hacia noviembre unos tres millones de soldados soviéticos,y matando decenas de miles en un encuentro tras otro. Pero así comoparecía quedar por delante enorme extensión de tierras sin conquistar,también había innumerable cantidad de tropas soviéticas para resis-tirles, sin vislumbrarse el fin de la lucha.

Pero Hitler y sus generales no se detendrían estando a la vista deMoscú. Se hizo otro gran esfuerzo al lanzarse la ofensiva final el 1° dediciembre de 1941. cuando las tropas de vanguardia germanas estabanapenas a treinta kilómetros de la Plaza Roja; se llevó a cabo contemperaturas congelantes, con tropas cuyas últimas fuerzas se disipa-ban rápidamente. (5) Cuatro días más tarde, al amanecer del viernes5 de diciembre, el Ejército Rojo lanzó a su vez la primera gran ofensivade la guerra. Los soldados soviéticos en uniformes blancos de invierno,empujaron a los alemanes obligándolos a retroceder el doble de laprofundidad que habían ganado en su último avance tristementeexitoso. Luego que la ofensiva soviética detuvo finalmente el ininte-rrumpido progreso de las armas germanas, siguieron otros dos años deguerra alternativa durante los cuales se sucedieron golpes y contragol-pes, y las espectaculares ofensivas de verano alemanas sólo produjeronnuevos retrocesos ante los ataques soviéticos de magnitud creciente.Después de sufrir enormes pérdidas a causa de su propia extensiónexagerada, cuando la épica victoria en la saliente de Stalingrado fueseguida por un avance excesivo que preparó el escenario para elcontraataque alemán de marzo de 1942, (6) Stalin y su alto comandoaprendieron a alternar cada avance exitoso con una pausa deliberadapara mantener sus ejércitos cuidadosamente alejados del punto culmi-nante de victoria.

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A medida que la Unión Soviética movilizaba completamente supoblación e industria, y obtenía abundante ayuda americana y británi-ca (409.526 jeeps y camiones ínter alia), (7) desplegaba fuerzas demagnitud creciente que eran hábilmente empleadas por una nuevageneración de oficiales veteranos de guerra. El progresivo desequilibriode las fuentes básicas del poderío militar motivó que la alternación deofensivas alemanas y soviéticas en 1942-43 diera lugar a una ininte-rrumpida secuencia de victorias soviéticas, hasta la arremetida finalcontra Berlín. Pero hasta los últimos días, cuando 1asfuerzasgermanasen el Frente Oriental quedaban reducidas al grupo remanente deagotados veteranos, reclutas bisoños, marinos y aviadores trasladadosde improviso y sin adiestramiento, muchachos, ancianos, y hastadiscapacitados, cada ofensiva soviética victoriosa era cuidadosamenteplaneada para evitar excesos, y se recomendaba a los mariscales nocaer en el "aventurismo", prefiriéndose la falta de empuje. (8)

La guerra de once meses de duración en el Frente Occidental, desdelos desembarcos del 6 de junio de 1944 en Normandía hasta la rendiciónalemana, no careció de episodios de exageración de la victoria("triunfalismo") por parte de ambos bandos, si bien uno solo de ellosestaba en capacidad de recobrarse de los problemas derivados de laexcesiva extensión. En cuanto a la guerra de una sola vía en África delNorte, donde se combatió hacia atrás y adelante a lo largo de 200kilómetros de desierto que separaban las bases adversarias de Trípoliy Alejandría, no fue más que una serie de episodios similares hasta quela pesada cautela de Mont,gomery y la aplastante superioridad mate-rial permitieron un lento pero irreversible avance británico después dela batalla de El Alamein, el 23 de octubre de 1942. Por entonces, laguerra librada al estilo romántico-aventurero por los británicos, .yespecialmente por las tropas de Rommel, había servido de magníficademostración de principios: los avances victoriosos eran tan grosera-mente exagerados, que las flechas ofensivas desplegadas a lo ancho detodo el mapa podían representar apenas un puñado de vehículospróximos a quedarse sin combustible. Y que luego serían sobrepasadospor el bando anteriormente derrotado en su rebote en búsqueda detriunfos igualmente frágiles. (9)

Éste fue también el modelo de la guerra de Corea, en que cada bandoprosiguió con sus ofensivas hasta extremos autodestructivos. El velozavance norcoreano que se inició el 25 de junio de 1950y que hacia agostoconquistó la península entera, excepto el enclave de Taegu-Pusan,había claramente sobrepasado su punto culminante cuandofue lanza-da la contraofensiva de MacArthur el 15 de setiembre con losdesembarcos de Inchón. Esa espléndida victoria fue casi inmediata-mente desperdiciada por una imprudente ofensiva que preparó a su vezla derrota. A pesar de que la cuña más vulnerable del avance america-

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no-surcoreno que había atravesado Corea del Norte para alcanzar elRío Yalú y la frontera china ya había sido replegada para el 26 deoctubre, en noviembre la "Línea MacArthur" que teóricamente seextendía a través de la ancha base de Corea del Norte entre ambascostas, solamente existía en el mapa. En lugar de un frente sólidamentemantenido, con unidades en contacto hombro con hombro y desplega-das en profundidad, las columnas de las divisiones americanas ysurcoreanas habían meramente avanzado dentro de algunos vallesampliamente separados por territorio montañoso transitable, pococontrolado y sin patrullas; por otra parte, la moral de la tropa se hallabadisminuida por su convicción de que la guerra ya estaba peleada yganada.

Con amplios pasos abiertos a su frente, los chinos tenían la ventajade poder infiltrarse ,y avanzar profundamente sin necesidad de comba-tir. Cuando el 26 de noviembre lanzaron su contraofensiva, las colum-nas aliadas en retirada debieron forzar su camino a través de embos-cadas y barricadas. Hacia fines de enero de 1951 los chinos habíaninfligido una tremenda derrota alas fuerzas deMacArthur,avanzandomucho más allá de la frontera, hasta 65 kilómetros al sur de Seúl:demasiado lejos y demasiado rápido. Por consiguiente, la derrota y laretirada estaban ya previstas cuando los embates de la contraofensivade Ridgeway en febrero, marzo y abril de 1951 liberaron Seúl porsegunda vez en seis meses, así como a la mayor parte de Corea del Sur.

Muchos otros ejemplos similares podrían citarse de las crónicasbélicas anteriores a la Segunda Guerra Mundial, y algunos muyinteresantes del pasado reciente posterior al conflicto de Corea. Pero lainsistencia sobre el tema serviría para disimular el carácter general delfenómeno que se pretende ilustrar: la lógica paradójica de la estrategia,cuya forma dinámica es la unión o inversión de los opuestos, incluso deléxito y el fracaso en una guerra terrestre prolongada y en gran escala.Los aspectos puramente mecánicos de la extensión excesiva, tal comoel obvio efecto de la distancia respecto al desgaste de hombres yequipos, son sólo manifestaciones visibles de un fenómeno más profun-do: ocurren simplemente cuando el teatro de operaciones es demasiadogrande y los conductores de la guerra carecen de prudencia. Enrealidad, podemos establecer esa misma interacción entre éxito yfracaso en todo tipo de guerra. Esto sucede aunque los aspectos mecá-nicos de la extensión excesiva estén totalmente ausentes, siendoúnicamente necesario que la duración de la acción deje campo suficien-te para que se desarrolle la paradoja dinámica.

Así por ejemplo, la lucha de seis años entre las fuerzas de bombar-deo británicas y las defensas aéreas alemanas durante la SegundaGuerra Mundial se caracterizó por drásticos reveses de fortuna-hastalos últimos meses de destrucción sin resistencia-, aunque no se

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extendieron abruptamente las distancias excediéndose cierta capaci-dad de transporte prefijada, no existió un desgaste irreparable decamiones ni caballos exhaustos, ni agotadoras marchas de la infante-ría, ni se produjeron otros procesos físicos similares. La reversión deléxito y el fracaso en la guerra aérea sobre Alemania fue causada por lareacción recíproca-aunque algo demorada-de cada bando respectoal esfuerzo del otro, a lo largo del tiempo.

Los jefes de la Luftwaffe comenzaron las hostilidades con el conven-cimiento de que su fuerza de cazas, pese a hallarse adiestrada para suempleo en el campo de batalla, (10) podía además garantizar la defensaaérea de Alemania, juntamente con la artillería antiaérea a nivel local,e indudablemente impedir la caída de bombas sobre sus ciudades; sinembargo, descubrieron que las cosas eran diferentes en el verano de1940, cuando el Comando de Bombardeo británico inició sus ataquesnocturnos, con pobres resultados al principio pero con virtual inmuni-dad. (11) Mas en el verano de 1942, en el preciso momento en que suslíderes llegaban a la conclusión de que solamente se requeriría eladiestramiento de suficientes tripulaciones y la producción de bastan-tes bombarderos para infligir daños irreparables al esfuerzo bélicoalemán, lográndose así la victoria sin necesidad de ejércitos ni arma-das, fue cuando el Comando de Bombardeo británico encontró la plenapotencia del efecto retrasado de su propio éxito anterior. Las defensasaéreas alemanas habían mejorado sustancialmente, con radares dealarma e intercepción más eficientes y abundantes, nuevas barreras dereflectores, los primeros escuadrones de caza nocturna, y mayor can-tidad de cañones antiaéreos; las pérdidas de bombarderos británicospronto se harían insostenibles. (12)

La Luftwaffe quedó satisfecha con el éxito creciente de sus defensasaéreas conducidas por radar, y prefirió no distraer de los frentes deguerra hombres, aviones y cañones que eran indispensables; así ocu-rrió que no estaba preparada para la reacción británica, consistente enun brusco incremento del bombardeo nocturno durante la primavera de1943. (13) Los alemanes no pudieron solucionar la secuencia de con-tramedidas electrónicas que impedían la acción de sus cazas nocturnos,y sufrieron una mayor conmoción cuando el Comando de Bombardeoanuló totalmente sus radares de alarma con "chafl7', (14) y aprovechóesta repentina ventaja para lanzar las inauditas incursiones sobreHamburgo del 24 de julio al 3 de agosto de 1943, quedando devastadala gran ciudad al experimentarse por primera vez el efecto de la"tormenta de fuego". (15) Por entonces, con mucha confianza en elconstante progreso de sus fuerzas, ya que más y mejores avionesdespegaban en cada una de las incursiones sucesivas, en noviembre de1943 el Comando de Bombardeo dispuso la destrucción de Berlín, talcomo ocurriera con Hamburgo. Ello sólo sirvió para que se chocara

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LA LÓGICA EN ACCIÓN

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contra la reacción germana generada por la anterior victoria, en laforma de muy efectivas contra-contramedidas de la Luftwaffe, nuevastácticas de la aviación de caza diurna y nocturna, además de un granincremento de estas últimas aeronaves, y el establecimiento de unmétodo de control terrestre muy mejorado, llamado "comentario conti-nuo".

En conjunto, el sistema alemán fue tan efectivo que únicamente elbombardeo aliado de diversión para inmovilizar los ferrocarriles fran-ceses en preparación para el Día D permitió enmascarar la indudablederrota británica en la "batalla de Berlín", aunque tuvo lugar en laprimavera de 1944 y para entonces era evidente que Alemania estabaperdiendo la guerra. El daño infligido a la ciudad fue poco significativo,mientras que la pérdida de bombarderos excedió al flujo de reemplazos,(16) y la moral de las tripulaciones estaba quebrada; si podían, muchosaviadores lanzaban inofensivamente la mitad de sus bombas al mar,para ganar altura y velocidad antes de enfrentar a las muy eficacesdefensas aéreas germanas.

En estos episodios, los efectos de la lógica paradójica de la estrategiaen su forma dinámica se observan en dos niveles muy diferentes: unoexclusivamente técnico, y otro referido a la gran estrategia en susentido más amplio, que como sucede habitualmente está dominadopor consideraciones políticas.

MEDIDAS I' CONTRAMEDIDAS

El concepto de una secuencia de "acción y reacción" en el desarrollode nuevos equipos bélicos y mejores contramedidas, que a su vezinducen a la creación de contra-contramedidas y de equipos aún másnovedosos, resulta engañosamente familiar. Parece bastante obvio quea los artefactos de guerra se les opondrán siempre que sea posible otrosaparatos diseñados específicamente para contrarrestarlos. Algo menosnotoria resulta la relación (inevitablemente paradójica) entre el granéxito de artefactos novedosos y su posibilidad de fallas; todo enemigointeligente concentrará su esfuerzo prioritariamente en la neutralizaciónde aquellos sistemas enemigos que evalúe de máxima peligrosidad endeterminado momento. Entonces ocurrirá, irónicamente, que los arte-factos menos exitosos retendrán su modesta utilidad, a pesar de queotros originalmente más provechosos se hayan contrarrestado hasta elpunto de quedar inservibles. (17) Por supuesto, llegado el caso elartefacto menos exitoso también será anulado, pero mientras tantopuede brindar su utilidad durante un período mayor, y eso seríasuficiente en áreas tecnológicas de muy rápida evolución.

Tal fue el caso de la aplicación de la electrónica a la guerra aérea

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durante la Segunda Guerra Mundial; su turbulento progreso fueimpulsado por impresionantes descubrimientos científicos, por el fu-rioso ritmo de trabajo en laboratorios y fábricas, y por la intensidad conque los servicios de inteligencia se preocupaban por averiguar sobreartefactos y técnicas del enemigo. En el flujo y reflujo del desarrollorecíproco, el mismo aparato podía en cuestión de meses ser clasificadocomo altamente efectivo, totalmente inútil o positivamente peligroso,como sucedió con los radares adaptados a la cola de bombarderosbritánicos para alertar sobre la aproximación de cazas; al principiosalvaron vidas, luego fueron interferidos, y pronto se transformaron enpeligro mortal para los usuarios, porque los cazas alemanes disponíande un nuevo artificio que les permitía detectar sus emisiones y asíencontrar los bombarderos en medio de la noche. (18)

El lapso de vida efectiva de las innovaciones fue en consecuencia elfactor determinante de la utilidad de su performance, idea bastanteconfusa para los científicos e ingenieros, para quienes normalmenteutilidad y performance son una misma cosa, lo que es indudable cuandose actúa sobre objetos inanimados o cooperativos. Por ejemplo, unacreciente variedad de métodos electrónicos fueron inventados paraguiar bombarderos hasta sus blancos durante la noche, y la evolucióntecnológica también ofrecía variadas selecciones de detalles configu-rativos en los equipos correspondientes. En cada caso, las fuerzasaéreas británica y germana, y más tarde la norteamericana, eligieronel método más preciso y de mayor alcance, dedicando recursos a sudesarrollo y producción para obtener al equipo relevante en formaóptima. Sin embargo, pronto resultaba contrarrestado por el enemigo,mientras que otros equipos apenas marginalmente inferiores al óptimocontinuaban usándose con eficacia. Finalmente, ambos bandos com-prendieron que la introducción de nuevos métodos y equipos debía seradministrada cuidadosamente, y las mejores opciones fueron manteni-das en reserva para campañas de especial importancia. De no ser así,el ciclo de vida de cada nuevo artificio bélico comenzaría con una faseexperimental en la cual habría muy pocos disponibles, y las tripulacio-nes no estarían familiarizadas con su uso; seguiría una fase de éxitocreciente hasta cierto nivel culminante (que coincide con la prepara-ción de las contramedidas enemigas), y por último ocurriría unaabrupta declinación cuando las contramedidas también se empleenintensamente. Los dirigentes de todas partes adquirieron a través deamargas experiencias cierta percepción de esta manifestación de lalógica de la estrategia, por lo cual intervinieron en el control delprogreso tecnológico para lograr que los períodos de éxito coincidan lomás exactamente posible con las prioridades operacionales.

Si bien mi propósito no es dictar normas, sino solamente compren-der el fenómeno de la estrategia, la implicación se deduce con mucha

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claridad: cuando escasos recursos para el desarrollo deben distribuirseentre configuraciones tecnológicas y conceptos científicos competitivos,es imprudente confiarse exclusivamente en criterios científicos o tecno-lógicos. En función de tales, los científicos e ingenieros (también po-drían ser "estrategas") no son propensos a ver mérito alguno en ladistracción de recursos para desarrollar diversos equipos de segundoorden, además de sus contrapartes óptimas. Pero eso es precisamentelo que la prudencia exige. Sin duda, se argumentará que la resistenciaa las contramedidas es también un aspecto de la performance al que seconcedería máxima prioridad si fuera adecuado, por lo cual toda dis-tinción entre utilidad en conflicto y performance en general carece devalidez, lo mismo que cualquier recomendación que de allí se derive. Elargumento es plausible, pero menosprecia el completo significado delpredicamento del conflicto. Se apoya entes mente en la premisa de quela experiencia científica y tecnológica relevante para el desarrollo decierto equipo también será capaz de prever correctamente lascontramedidas que habrá de afrontar, y la clase de resistencia contrala que ha sido diseñado desde un principio, como parte de su performancegeneral.

Es innegable que tal razonamiento podría ser correcto en algunoscasos, especialmente si se trata de innovaciones menores y prosaicasque no preocupan demasiado al adversario, y por lo tanto es posible queprovoquen una respuesta igualmente prosaica dentro de las líneaspreestablecidas de desarrollo técnico. Pero ello es prácticamente impo-sible si el nuevo equipo demuestra poseer una gran influencia sobre elequilibrio general del poderío militar. En la carrera armamentista quepuede darse en tiempo de paz, y más aún en el curso de una guerra,cuanto mayor sea el éxito de cualquier innovación tecnológica, y másdrástica la reacción que provoque, más probable será que se investiguegran variedad de principios científicos en el intento de diseñarcontramedidas. Asimismo, una vez que el adversario de pábulo a supropia creatividad, las contramedidas pueden asumir la forma denuevas tácticas, métodos, estructuras militares, y hasta estrategias,cuya exitosa previsión no es asunto que requiera experiencia científicao tecnológica.

Así fue que dentro del mismo contexto de aplicación de la electrónicaa la guerra aérea en la Segunda Guerra Mundial, la respuesta germanaalas importantes innovaciones británicas que enceguecieron las defen-sas en el verano de 1943 fue una combinación enteramente novedosade señalación con reflectores y control terrestre de "comentario conti-nuo", lo que constituyó un nuevo método de operaciones aéreas en elcual los cazas no eran dirigidos a interceptar bombarderos aislados,sino a perseguir los centenares de aviones del "flujo" atacante. Estemétodo resultó.tan efectivo, y además tan poco afectado por las per-

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LA LóGICA DE LA ESTRATEGIA

turbaciones del radar, que los alemanesfueron capaces de incrementarsu aviación empleando cazas diurnos sin radar para cumplir in-tercepciones nocturnas. Concurrentemente, estudiaron toda clase detécnicas novedosas que les permitieran superar las contramedidasradar británicas; analizaron incluso la detección infrarroja, materiabien alejada del campo de las emisiones de radar. Los peritos en radarbritánicos, que habían demostrado tanto talento en el diseño de equiposy contramedidas de su especialidad, lograron además excelentes acier-tos en la predicción de los desarrollos y contramedidas alemanes en esecampo. Naturalmente, fracasaron en anticipar la mayor réplica a supropio gran éxito del verano de 1943, que nada tuvo que ver con losprincipios del radar.

En esta instancia, así como en otras similares, no fueron una mismacosa la utilidad en un conflicto y la performance, ya que esta últimaincluía solamente una evaluación de la resistencia ante contramedidasconocidas y previsibles. y no es posible anticipar el espectro completo dereacciones que una innovación importante puede provocar en unenemigo atento y creativo, que aún posea medios y voluntad pararesistir. Esta constante presencia es la que define al reino de laestrategia y prohíbe la búsqueda de la optimización. Para diseñar unpuente que cruce un río hay mucho que tener en cuenta: se debecomprobar si el suelo soportará las cargas, habrá que calcular lasfuerzas dinámicas que se ejercerán sobre la estructura, y serán deaplicación ciertos teoremas muy confiables. Pero una vez cumplido conesto, el puente podrá construirse con total tranquilidad. Es cierto quede tiempo en tiempo los ríos inundan sus riberas, y hasta se salen demadre para buscar nuevos cauces; pero no existe en la naturalezaningún río que deliberadamente empiece a erosionar los pilares de unpuente, ni a cambiar de cursa. Sin embargo, exactamente esa harán demodo infalible los objetos de la tecnología militar cuando aparezca enescena alguna innovación significativa; de allí la virtud de encontrarsoluciones quizá inferiores a la óptima pero más rápidas, para reducirel preaviso del proyecto (puentes de menor capacidad pero prefabrica-dos para sorprender a un río animado, si los hubiera), y más flexibles(puentes de pontones, más caros y de menor capacidad, pero sin pilaresque puedan ser erosionados, y totalmente móviles). Así se explica porqué la búsqueda natural del científico en pos de soluciones elegantes,y la preocupación del ingeniero por la optimización, pueden a menudoconducir al fracaso en el paradójico reino de la estrategia.

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CAPÍTULO 3

LA EFICIENCIA Y EL PUNTO CULMINANTEDEL ÉXITO

Ya se ha mencionado lo que resulta obvio enla posibilidad de reacción ante alguna innovación técnica, así comotambién la relación menos evidente entre el gran éxito de ciertainnovación y la verosimilitud de su neutralización. Ahora podemosabordar la conexión mucho menos obvia entre la eficiencia técnica delos nuevos artefactos bélicos y su vulnerabilidad respecto de toda clasede contramedidas.

La eficiencia técnica responde a una definición familiar, suficientey unívoca: es la relación entre lo que sale y lo que entra, y porconsiguiente una cualidad fundamental de todo proceso material. Apesar de que se la invoca en el lenguaje común para opinar sobre laexcelencia de determinadas instituciones que no producen una "salida"de algún modo mensurable, el criterio de eficiencia solamente puedeaplicarse con precisión matemática respecto a las máquinas, inclusolas de uso bélico, mediante la adición del costo inicial de adquisición alcosto operativo actual, y comparando el resultado con la producciónfinal. Por supuesto que la eficiencia técnica no es el único criterioaplicable a la evaluación de máquinas, porque la relación entre "salidaactual-entrada actual" nada nos dice sobre la probable duración de superformance (confiabilidad), ni del costo del mantenimiento a largoplazo. Mas teniendo esto en cuenta, la eficiencia técnica es el criterioválido de selección entre diferentes tipos de camiones, máquinas-herramientas, fusiles o tanques.

Es posible perfeccionar la eficiencia técnica seleccionando la mate-ria prima a emplearse, mejorando el diseño de detalles dentro delpatrón establecido, y aun efectuando ajustes menores en los mecanis-mos internos de las máquinas. Merced a dichos procesos, los camionesactuales pueden portar mayor carga que sus predecesores de veinteaños atrás que costaban lo mismo y gastaban más combustible; ade-más, los motores bien calibrados suministrarán siempre más potenciaque aquellos deficientes. Sin embargo, para incrementar drásticamen-te la eficiencia normalmente se requiere la introducción de nuevasmáquinas de configuración más avanzada. A veces ello es posible porel aprovechamiento de diferentes principios básicos, como las pro-

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

cesadoras de palabras actuales que son mucho más eficientes que lasmáquinas de escribir eléctricas, así como éstas a su vez fueron máseficientes que sus precursoras mecánicas. Mas por otra parte, drásticosincrementos de la eficiencia sólo pueden lograrse mediante el reempla-zo de equipos genéricos, construidos para hacer varias cosas condistintos niveles de eficiencia, por máquinas mucho más especializa-das, o por un sistema integrado de máquinas. Tales como los artefactosque incorporan alguna novedad ingeniosa que facilita la producción deuna sola cosa pero con mayor eficiencia, como los abrelatas que re-quieren mucho menos esfuerzo que los versátiles cuchillos, o los ve-hículos montacargas que acomodan cajones mejor que las grúas móviles,versátiles pero mucho más caras.

Es precisamente la alta eficiencia derivada de la estrecha especia-lización lo que ha cobrado tanta importancia en la evolución de lamoderna tecnología militar. A cada paso, novedosas armas específicashan ofrecido la atractiva posibilidad de vencer a sistemas mucho mássofisticados y costosos, versátiles en muchos aspectos pero de todasmaneras vulnerables a la única "salida" de ciertas armas especializa-das. Por ejemplo, a partir de alrededor de 1870, la combinación delrecién inventado torpedo autopropulsado, (1) con lanchas rápidas avapor que le sirvieran de plataformas de lanzamiento, parecía brindarla posibilidad de derrotar muy eficientemente a los acorazados muchomás costosos sobre los cuales se apoyaba el poder naval de la época.Esas naves se construían para enfrentar a otros grandes buques deguerra, y estaban armadas con enormes cañones de gran calibre que nopodían ser deprimidos en la medida necesaria para hacer fuego contratorpederas que se aproximaran bajo la cobertura de la noche y apare-cieran repentinamente a corta distancia; aun las torpederas oceánicassolamente presentarían un blanco pequeño e inestable, muy dificultosode acertarle. Para peor, el grueso blindaje que hacía al acorazado tancostoso y formidable se colocaba por entonces principalmente sobrecubiertas y superestructuras, para que resistiera la caída de granadasperforantes disparadas por otros navíos similares; por lo tanto, laexplosión de las cargas de los torpedos contra los costados desprotegidosdebajo de la línea de flotación sería devastadoramente efectiva. Laconclusión que se desprendía era bastante obvia: con el advenimientode la lancha torpedera, el costoso acorazado se había tornado fatalmen-te vulnerable, y con sólo vencer al inerte conservadorismo el podernaval se hubiera desarrollado sobre una base nueva y más económica.Tal fue el razonamiento de la "joven escuela" de oficiales de marina, laJeune École que influyó en la política naval francesa desde 1880,hallando partidarios incluso en la Real Armada, como también enmarinas menores que tenían buenas razones para recibir con beneplá-cito la defunción del acorazado. (2)

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LA EFICIENCIA Y EL PUNTO CULMINANTE DEL ÉXITO

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El diseño de las grúas móviles no ha evolucionado para anular lascualidades de los vehículos montacargas, como tampoco los cuchillos sehan modificado para disputar la primacía a los abrelatas en su únicafunción. Pero ninguno de ellos habita en el reino de la estrategia, dondecada acción tiende a provocar a lo largo del tiempo una consciente ycreativa reacción que la supere, y de ese modo induce a la paradójicaunión del éxito con el fracaso, de modo más dinámico si la acción inicialcausó gran efecto. Y ello se aplica tanto a una innovación técnica deimportancia, como al éxito y al fracaso en las más amplias pugnas deguerra y paz.

Precisamente a causa de la extrema eficiencia de la especializaciónmás estrecha, manifiesta en la potencial capacidad de lanchas torpederasmuy pequeñas y baratas (la "entrada") para destruir grandes y costososacorazados (la "salida"), esa nueva arma perturbó enormemente elequilibrio del poder naval, y la reacción fue de magnitud equivalente.En la rama ascendente de la curva del éxito, los torpedos fueronperfeccionando constantemente sus mecanismos para ofrecer mayoresalcances y más altas velocidades, mientras que una nueva clase debarcos de guerra muy pequeños, pero con capacidad oceánica y lapropulsión más potente disponible, fue construida para lanzarlos.Siempre a lo largo de esa misma curva optimista, el nuevo concepto fueprontamente implementado en gran escala. Los franceses intentaronanular su perpetua inferioridad ante los acorazados de la Real Armadaconstruyendo por lo menos 370 torpilleurs entre 1877 y 1903, e inclusolos mismos británicos habían incorporado 117 "lanchas torpederas de1ra. clase" para 1904. (3) La naciente armada alemana no desatendióla innovación, ni tampoco la progresista armada japonesa, que empleósus lanchas torpederas oceánicas con gran éxito en el ataque sorpresivocontra la flota rusa en Puerto Arturo en febrero de 1904.

Como se ha visto, la clarividencia de los reformistas navales de ladécada de 1870 que habían. promovido con tanto vigor contra elconservadorismo de los almirantes de la "vieja escuela" un poder navalultraeficiente se cumplió totalmente mucho antes de la Primera Gue-rra Mundial. Sin embargo, las lanchas torpederas apenas jugaronalgún papel en ese conflicto, excepto como amenaza potencial, como yaveremos. En lugar de haber sentenciado a la obsolescencia a todo buquede guerra grande y costoso, fue la misma lancha torpedera la que se hizoobsoleta, sobreviviendo solamente como arma menor de valor margi-nal. Para entonces, la innovación había ya sobrepasado su puntoculminante de éxito, y quedaba casi completamente neutralizada porculpa de su. gran eficiencia, que había provocado una fuerte reacción eimpedido una respuesta reparadora; las armas altamente eficientesmerced a muy estrecha especialización no pueden dar cabida aampliascontra-contramedidas.

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

Para 1914, todos los acorazados y cruceros de batalla, sin duda latotalidad de los buques de guerra modernos, estaban preparados parala neutralización de lanchas torpederas. A pesar de que los grandescañones de la artillería principal todavía no podían ser deprimidos parahacer fuego a corto alcance, los focos que por entonces eran de empleouniversal, complicaban la aproximación indetectada de las lanchas,incluso de noche. Y por si acaso, se montaron gran cantidad de cañonesde tiro rápido y escaso calibre. Si bien la protección del blindaje demayor grosor todavía se encontraba en cubiertas y superestructuras, sehabía instalado una novedosa y efectiva defensa bajo la línea deflotación que no quedaba limitada a las consabidas planchas de coraza,sino que consistía en una serie de compartimientos estancos que podíanabsorber el impacto de las detonaciones de torpedos. Asimismo, mien-tras se encontraban al ancla se colocaban barreras de redes metálicaspara escudar a los buques de guerra haciendo que detonaran las cargasde los torpedos a distancia segura del casco. La capacidad de los buquesde guerra mayores para portar más blindaje, proveer abundantepotencia eléctrica para sus focos y acomodar cañones de tiro rápido ypesadas redes de acero, derivaba por supuesto de la misma caracterís-tica que los habíahecho aparecer tan ineficientes en el duelo imaginariocon la lancha torpedera. Su gran tamaño y potencia había meramenteconfirmado su valor como blancos, mientras que resultaba irrelevantepara el duelo en sí; más toda esa costosa versatilidad fue finalmenteaprovechada para vencer a la nueva amenaza. Entonces la amplitudprevaleció sobre la estrechez para interrumpir prematuramente sutrayectoria de éxitos.

Muy lejos de presagiar un nuevo predominio, la victoria de laslanchas torpederas japonesas en Puerto Arturo fue ya entonces unanacronismo, mero reflejo de la falta de preparación naval rusa. Ya sehabía sobrepasado el punto culminante de éxito de la nueva armacontra flotas más modernas, y su abrupta declinación se hizo evidentealrededor de 1914. Que el mismo torpedo era un arma naval extrema-damente útil y así lo sigue siendo, no es cosa que esté en discusión. Hallósu sitio como otra arma especializada para buques de superficie, yparticularmente para una nueva clase de barcos originalmente cons-truidos para la caza de lanchas torpederas, el "destructor de torpederas","contratorpedero", o simplemente destructor. También el torpedo tuvoi mportancia para el uso aéreo, pero fundamentalmente ha sido el armaprincipal del submarino, con el que formó una combinación muchomenos eficiente (más "entrada" para la misma "salida"), pero tremen-damente más efectiva en ambas guerras mundiales. Por supuesto quela combinación original torpedo-lancha también ejerció un efecto im-portante en el equilibrio naval, obligando a las marinas de grandesbuques a distraer recursos precisamente para proveer las defensas que

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LA EFICIENCIA Y EL PUNTO CULMINANTE DEL ÉXITO

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eventualmente neutralizarían a la nueva amenaza. Como veremos,tales efectos recíprocos de desarrollo de fuerzas pueden aveces alcanzarmayor importancia para uno u otro lado en rivalidades asimétricas, quela capacidad de combate original brindada por armas de estrecho rangode aplicación.

Queda vigente el hecho de que una nación que asumió con entusias-mo la innovación reformista, confiando su poderío naval a la original-mente ultraeficiente lancha torpedera, muy pronto se encontró con quesu poderío no era tal. La relación entre la eficiencia inicial de armasestrechamente especializadas y su vulnerabilidad alas contramedidasno es accidental, sino típica expresión de la lógica paradójica de laestrategia en su forma dinámica. El mismo fenómeno es -o se hará-evidente con respecto a otros intentos de derrotar la amplitud con laestrechez, porque esta última adquiere eficiencias tanto más efímerascuanto mayores son, al comienzo del ciclo. Sin embargo, la secuenciacontinúa repitiéndose a sí misma, impulsada por la irresistible atrac-ción de obtener algo a cambio de nada, o al menos de vencer a ar-mamentos caros mediante otros muy baratos.

Así por ejemplo, cuando la infantería egipcia empleó con gran éxitomisiles antitanque contra los tanques de batalla israelíes durante losprimeros días del ataque por sorpresa que inició la guerra de YomKippur (octubre de 1973), mucho se dijo sobre su efecto revolucionariosobre la guerra terrestre. No tardaron en escucharse fuertes vocesproclamando la obsolescencia del costoso tanque de batalla, y se pre-sentaron reiteradas exigencias de reformas que se impusieran al con-servadorismo de los "generales de tanques" y se ahorrara por con-siguiente un montón de dinero. ¿Cómo es posible que valga la pena untanque que cuestaun millón de dólares, cuando esfácilmente destruidopor misiles antitanque que cuestan algunos miles?, se preguntaban.(De paso sea dicho: ¿Por qué tanta preocupación por el poderío delejército soviético, cuando se fundamenta en formaciones de tanques?)Muy rápidamente emergió una nueva Jeune École que mostraba lafantástica idea de una novedosa clase de infantería de alta tecnología,armada a bajo costo con misiles antitanque, que no solamente poseíauna potencia militar muy eficiente, sino además virtuosa, ya que suefecto era estrictamente defensivo. En realidad, la innovación funda-mental que hizo posible al misil antitanque es bien conocida: lascabezas de carga hueca ya fueron usadas en la Segunda Guerra Mun-dial. En lugar de depender de la energía cinética para penetrar losblindajes por medio de la fuerza bruta, lo que requiere cañones de altavelocidad inicial, gran peso y costo, las cabezas de carga hueca funcio-nan al proyectar un cborro muy rápido de metal vaporizado. Aun lacoraza más gruesa puede atravesarse sin necesidad de cañones de tubolargo y sus imprescindibles mecanismos de retroceso .y elevación, que

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solamente grandes y costosos vehículos pueden transportar a la zonade combate. Cualquier medio que permita colocar la carga en el blancoserá suficiente, ya sean cohetes livianos y portátiles como el bazooka yel Panzerschrek alemán, cañones sin retroceso de baja velocidad y pococosto, o simplemente arrojando a mano cargas en forma de bolsa.

Cuando aparecieron por primera vez el bazooka y sus equivalentes,algunos pensaron que la época del tanque se había acabado. Cualquiersoldado de infantería ahora podía portar un arma capaz de destruirtanques. Si cada compañía del centenar que constituyen una divisiónde infantería posee algunas de esas armas, la infantería estaría encondiciones de detener a su contraparte blindada, la cual es mucho máscostosa equipar y adiestrar, más difícil abastecer en el terreno, yademás más complicado su trasporte a grandes distancias. Si hubieransido tiempos de paz, la ilusión podría haber prosperado. Pero como laguerra estaba muy a mano para castigar rápidamente la falacia, elbazooka y el resto de los cohetes de carga hueca nacidos durante laSegunda Guerra Mundial fueron casi inmediatamente consideradoscomo lo que en realidad eran: excelentes apoyos morales para lainfantería, que hasta entonces corría espantada ante la aparición detanques enemigos; armas bastante efectivas en medio de bosques,montes o selvas-donde rara vez entrarán tanques-, y también en lasciudades, a m en os que los tanques sacrifiquen su impulso para avanzaral paso escoltados por infantería. Entonces se convertirían en armassumamente aptas para el aspirante a héroe, quien mantendría suposición en medio de las explosiones de artillería que normalmentepreparan el camino para el ataque de blindados, apuntaría su arma deuna sola carga al tanque cuyas ametralladoras le estarían disparandomucho antes de poder lanzar su cohete de cien metros de alcance. Porsupuesto que tales duelos fueron muy poco frecuentes-en el campo debatalla, porque los tanques combaten en grupos que se autoprotegenmientras avanzan. Más adelante veremos que existen otros niveles deempeñamiento aparte del táctico, que favorecen todavía más a la fuer-za móvil de blindados.

El advenimiento de los misiles portátiles con carga hueca solucionódefinitivamente los defectos más evidentes de sus predecesores. Comopuede guiárselos hacia el blanco desde larga distancia con precisión, noes necesario lanzarlos dentro del alcance de las ametralladoras. Porotra parte, esta arma estrechamente especializada no está en mejorposición para provocar la obsolescencia del tanque que el bazookadurante la Segunda Guerra Mundial. En los primeros combates de laguerra de Yom Kippur en octubre de 1973, la infantería egipciaencontró tanques israelíes en grupos bastante pequeños, sin escolta desu propia infantería, y sin apoyo significativo de fuego de artillería.Como esas unidades pertenecían en general a las fuerzas de reserva,

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todavía no se habían movilizado cuando los egipcios lanzaron su ataquesorpresivo. (4) Además, las tripulaciones de los blindados israelíes nohabían recibido ningún adiestramiento particular para combatir juntocon infantería que sostuviera sus posiciones, y en realidad sólo estabanequipados para pelear contra otros tanques. Como resultado, no fueronsolamente los misiles antitanque los que destruyeron tanques israelíes,sino también armas convencionales a la antigua usanza, y en grandescantidades.

Al demostrar su extrema eficiencia contra tanques poco preparados,el misil antitanque provocó una fuerte reacción que trajo como secuelacan particular rapidez la paradoja dinámica que tornaría el éxito enfracaso. A causa de la estrechez de sus capacidades -razón de sueficiencia- la reacción cobró efectividad casi de inmediato, y queaumentaría con el transcurso del tiempo. Los mismos batallones detanques israelíes que aparentemente habían convertido en obsoletos elmisil antitanque o al menos incapaces de toda acción ofensiva, para el9 de octubre de 1973, una semana después penetraban en el frenteegipcio, y en otra semana avanzaban sin oposición hasta envolverdivisiones enteras. Evidentemente, no hubo tiempo suficiente paradesarrollar ninguna contramedida técnica, y la réplica que transformóel éxito en derrota fue principalmente táctica.

Una vez repuestos de la sorpresa inicial, y con las fuerzas de reservade infantería mecanizada y artillería movilizadas hacia el frente, losbatallones de tanques ya no tenían que pelear de por sí, contrariamentea lo prescrito por su doctrina. En lugar de ello, avanzaron detrás de unabarrera rodante de fuego artillero, no demasiado dañino para losblindados o para la infantería de trincheras, pero muy efectivo contramisiles antitanque cuyos apuntadores no podían mantener sus blancosen puntería durante el tiempo suficiente en medio de explosiones,aunque desafiaran los riesgos y osaran exponerse. La infanteríamecanizada avanzó junto con los tanques en sus vehículos de transpor-te, y agregó fuego de supresión de sus propios morteros y ametrallado-ras que barrían el terreno al frente para obligar a los servidores demisiles a mantener la cabeza abajo. (5) Todavía más efectivas fueronlas granadas humosas de mortero, que mantenían una cortina impene-trable delante de los tanques impidiendo a los operadores de misilesobservar sus blancos móviles durante el lapso necesario de guiado.Finalmente, los mismos tanques también dispusieron de medios deprotección una vez que se reconoció la nueva amenaza; parte de sumunición perforante fue reemplazada por granadas de alto explosivomás efectivas contra la infantería, y además contaban con sus propiasametralladoras, y lanzagranadas fumígenas.

Así fue como la fuerza blindada tan costosa por sus amplias yversátiles capacidades, pudo superar la estrecha eficiencia que hacía

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tan barato al misil antitanque, aun antes de que hubiera tiempo dedesarrollar, producir y distribuir contramedidas específicas. Algunasde ellas quedaron listas para el próximo encuentro, la guerra delLíbano de 1982, cuando los tanques israelíes entraron en acción conplanchas detonantes de "blindaje activo" para destruir las cabezas decarga hueca antes que explotaran, además de contar con mayorcantidad de ametralladoras y lanzagranadas fumígenas mejorados.Para entonces habían aparecido en escena misiles antitanque másperfeccionados, pero poco influyeron en la lucha, excepto cuando selanzaban desde helicópteros especialmente configurados; combinaciónde ningún modo barata y por lo tanto menos eficiente, pero que sin dudaes más efectiva. (6)

ESTRATEGIA VERSUS ECONOMÍA

La presencia constante de la reacción adversaria que caracteriza alpredicamento estratégico, no sólo frustrará la mayoría de las esperan-zas puestas en la estrecha especialización, sino que además podráimpedir la más modesta ambición de ejercer sanas prácticas económi-cas (lógica lineal). En particular, si bien las fuerzas armadas sonusualmente las mayores instituciones sociales, no pueden seguir li-bremente las normas de la economía de escala al adquirir equipos. Latrivial uniformidad que es el defecto de la moderna sociedad industrial,es asimismo la clave de sus satisfacciones: al reemplazarla miríada deartefactos diferentes de artesanía tradicional y multitud de diseños,por una menor variedad de productos que se manufacturan en enormescantidades, a mucho menor costo, por medio de máquinas especializa-das y eficientes, y conformando líneas de producción que ahorrantrabajo. Es la homogeneidad de los productos (y de sus componentes) loque permite la producción económica masiva; cuanto mayor lahomogeneidad, mayor la economía (sólo recientemente la introducciónde maquinaria controlada numéricamente está comenzando a cambiarel patrón). También para la producción de maquinarias -inclusoaquellas poco comunes para fabricar en serie-, la homogeneidad es laclave para mayores economías de escala en las fases de mantenimientoy operación. Cuanto más homogéneo sea el conjunto de máquinas,menor será el número de repuestos diferentes que habrá que manteneren el inventario, ahorrándose no sólo en administración sino tambiénen capital. El inventario de la cantidad de repuestos requeridos para laoperación ininterrumpida puede calcularse con mayor precisión cuan-do se usan con intensidad pocas máquinas, en vez del escaso uso demuchas diferentes. Similarmente, cuanto más homogénea sea la ma-quinaria, más económico será el adiestramiento de mecánicos y opera-

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dores, y mayor la probabilidad de que aprendan a hacer su trabajocorrectamente.

Por consiguiente, de diversos modos se demuestra que la homoge-neidad es el atributo esencial que permite la eficiencia de la economíade escala en la adquisición, el mantenimiento y la operación. Comohemos visto, no todo lo que implica conflicto pertenece al reino de laestrategia, ni nada impide a las fuerzas armadas buscar economías deescala por medio de la homogeneidad en todo aquello puramente ad-ministrativo, donde no hay cabida para voluntades contrapuestas. (7)No existe ningún obstáculo para la eficiente adquisición masiva debotas, cascos, camiones o munición, siempre que se respeten lasvariedades requeridas (tamaños, capacidades, calibres). Pero en lo quese refiere al equipo militar que debe funcionar en directa interaccióncon las manifestaciones de un enemigo activo -en otras palabras,dentro del reino de la estrategia-, la homogeneidad deja de ser virtudexcelsa, y se convierte en vulnerabilidad potencial.

Por ejemplo, si se normalizan los misiles antiaéreos en un solo tipohomogéneo, será muy importante el ahorro en almacenamiento derepuestosy adiestramiento, si se compara con una disposición de variostipos diferentes. Pero en la guerra, un enemigo competente será capazde identificar los límites de la performance igualmente homogénea delarma, y procederá a eludir la intercepción apartándose de dichoslímites. Cualquier tipo de misil poseerá límites mínimo y máximo dealtura, y por consiguiente los aviones enemigos podrán volar por debajoo encima de ellos, respectivamente. El misil no deja por ello de cumpliruna función, porque los aviones que vuelen demasiado arriba o abajopodrán perder efectividad, pero ese "desgaste virtuaP' puede no confor-mar los propósitos de la defensa antiaérea (los aviones aun atacaránsus blancos mediante penetración rasante o bombardeo a gran altura,aunque con menor precisión respecto de cierta altura media óptima).Además, el único misil homogéneo será vulnerable a un único yhomogéneo tipo de contramedidas. Quizá las economías de escala ob-tenidas al normalizar en una sola clase sean tan importantes que unmisil y su base de lanzamiento puedan hacerse impermeables acualquier contramedida, por ejemplo combinando diversas formas deguiado que automáticamente se sustituyan uno al otro. Pero el blancoque se presente al esfuerzo de contramedidas enemigas será unitario,facilitando su análisis concentrado, y hasta un sistema redundante deartefactos puede contener algún punto débil susceptible a la explota-ción.

Lo que es correcto para misiles antiaéreos es igualmente correctopara cualquier otro aparato bélico que debe funcionar en directainteracción con un enemigo que reacciona; o sea, la gran mayoría de lasarmas. En cada caso, la aplicación de principios económicos de lógica

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lineal resultará en la normalización de un único tipo para obtenergrandes ahorros en la producción, el mantenimiento y la operación,como sucede con los camiones de una flota comercial bien administradao con las máquinas-herramientas de una competente empresa deingeniería. Tanto los camiones como las máquinas-herramientas exis-ten dentro de un ambiente competitivo, y la flota de camiones y laempresa de ingeniería encaran el riesgo de que sus rivales sean capacesde bajar sus precios ganando en eficiencia. Pero hay límites legalesrespecto a lo que puede hacerse en la competencia económica: loscompetidores no podrán sabotear los puentes que los camiones debencruzar para que su peso normalizado exceda sus límites de resistencia,ni se confabularán con los proveedores para restringirla materia primaa grados incompatibles con los límites específicos de tolerancia de lasmáquinas-herramientas normalizadas. Sin embargo, en el conflictoarmado en que no existen tales límites legales, la normalización re-dundará en vulnerabilidad para cualquier arma o artefacto queinteractúe con el enemigo, ya sean aviones de caza, submarinosmisilísticos, radares de alerta, o equipos de radio portátiles.

Por lo tanto, en el reino del conflicto .y la estrategia los principioseconómicos se mantienen en directa oposición a las exigencias de laefectividad, y si bien existe una obvia barrera de costos a la diversidadilimitada, también hay una barrera de vulnerabilidad a la prosecuciónirrestricta de economías de escala por medio de la homogeneidad. Esfácil ver que un criterio de "igualación del riesgo marginal" podría serde aplicación para determinar el grado de diversidad antieconómicaque debería aceptarse en la compra de equipo; pero para establecer talcriterio será necesario reconocer en primer lugar que el pensamientoeconómico sensato, de aparente aplicación universal, no tiene la mismavalidez en la estrategia. (8) Las instituciones militares podrían serprotegidas de extremos peligrosos de homogeneidad, aunque carezcandel beneficio de la percepción estratégica, por la urgencia de lasdiferentes fuerzas en afirmar su autonomía a través de la elección desus propias armas distintivas. Pero no existe tal protección contra laprosecución de economías de escala en la obtención de armas comple-jas, particularmente de naves de guerra. El buque de guerra mayorofrece exactamente las mismas economías de adquisición y operaciónrespecto de sus contrapartes menores que han llevado a la concentra-ción de la capacidad naviera del mundo en enormes petroleros, carguerosa granel y portacontenedores. A medida que aumenta el tamaño, latripulación no se incrementa en igual proporción, y toda clase deeconomías se logran en los elementos componentes, desde bombas desentina a plantas propulsoras. Además, los buques grandes son másestables con mal tiempo, y poseen una importante ventaja hidrodiná-mica de velocidad.

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Sin embargo, sucede con tales ventajas como en las economías deescala de grandes bases aéreas o talleres de reparación de tanques: amenudo se obtienen al precio de una proporcional concentración delvalor contra el cual el enemigo puede enfocar su esfuerzo. Si el mundoexperimentara otra campaña submarina contra el tránsito comercial,al estilo de ambas guerras mundiales, podría descubrirse que eladvenimiento del supertanque le confirió mayor ventaja al atacanteque la transformación de las naves sumergibles con propulsión diésel-eléctrica en los actuales buques de guerra submarinos con propulsiónnuclear. Para las flotas comerciales que deben sobrevivir en el ámbitocompetitivo de tiempo de paz, la prosecución ilimitada de economías deescala resulta esencial (pese a que naciones que invierten mucho dineroen sus fuerzas navales para proteger al comercio podrían distraerventajosamente algunos gastos para subsidiar la ineficiencia de losbuques pequeños). Pero cuando encontramos una concentración simi-lar del valor en buques de combate y auxiliares varias veces mayoresque sus predecesores de la Segunda Guerra Mundial, en grandes basesaéreas y en talleres de reparaciones bastante cercanos al territorioenemigo, (9) debemos reconocer el desplazamiento de la lógica paradó-jica de la estrategia por prioridades económicas perfectamente válidas,pero sólo en tiempo de paz.

DESCENDIENDO POR LA CURVA: DEL ÉXITO AL FRACASO

Excepto por la mención al pasar de efectos "recíprocos" en eldesarrollo de armamentos y de "desgaste virtual", el destino del bandoque reacciona en la interacción dinámica ha sido dejado de lado. Peroes evidente que la unión de los opuestos que conduce del éxito al fracasoy viceversa, afecta a ambos bandos exactamente del mismo modo, tantoen las grandes acciones de guerra y paz como en el enfrentamientotécnico entre armas y contramedidas. El bando que está reaccionandoexitosamente ante alguna nueva amenaza se halla aproximándose a unpunto culminante, quizá cercano o lejano, pero que en todo caso mar-cará el comienzo de su propia declinación.

Por otra parte, cuando se supera la sorpresa inicial y el transcursodel tiempo permite que la creatividad y los recursos se acomoden mejor,la reacción ante la nueva amenaza gana efectividad. Mas estos recursosy energías creativas se les están quitando a alguna actividad positivay autodirigida que se hallaba ya encaminada, a efectos de apoyar lareacción defensiva provocada por la amenaza. Eventualmente, si sesobrepasa el punto culminante de éxito, los medios empleados paraneutralizar la amenaza serán mayores de lo merecido por el resultado,dicho en términos de la acción positiva que ha dejado de cumplirse.

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Mientras tanto, con toda seguridad que el adversario ha comenzado asu vez a reaccionar para proteger su amenaza original contra elcreciente efecto de las contramedidas, con poco campo para el éxito (yexpensas) si su amenaza fue estrechamente eficiente y la oportunidadserá mayor para ambos en caso contrario, pero de un modo u otro sedesencadenará un nuevo ciclo del dinámico y paradójico proceso de laestrategia.

Si bien el ingenuo entusiasta persuadido de las cuálidades de ciertaarma fundamental se sorprenderá por la diversidad de reacciones deladversario que le negarán el éxito que consideraba tan seguro, aquellosque a su vez están reaccionado exitosamente contra el arma puedenfácilmente pasar por alto el riesgo de sobrextenderse del punto culmi-nante de éxito, por sacrificar demasiado poder ofensivo para protegerlo que debiera ser abandonado. Esto tiene todavía que ocurrir enrespuesta al misil antitanque, pero los costos del éxito han sido ele-vados, agregándose a los que ya había impuesto la amenaza de la cargahueca sin guiado, que ahora es presentada en una variedad de cohetesportátiles y armas sin retroceso muy superiores a sus predecesores dela Segunda Guerra Mundial. Hasta 1943 las tripulaciones de tanquestemían sólo a los de su propia especie, y a los cañones antitanquesbastante costosos y escasos, pero desde entonces han aprendido aprecaverse de todos los sitios en que soldados equipados con cargashuecas pueden estar esperándolos; desde el fin de la guerra, con el usouniversal de dichas armas, cualquier pasaje a través de bosques o callesestrechas se ha convertido en una experiencia riesgosa.

Muy poco después de la aparición de las nuevas armas se descubrióque la amenaza podía mitigarse mediante una escolta cercana deinfantería que se desplazara con los blindados, con muchos ojos paraobservar los alrededores y armas menores para suprimir y reaccionarante pelotones. Pero el costo de precaución tan efectiva ha sido muyalto, porque los tanques con escolta a pie nunca podrían acometer porsí mismos en maniobras tácticas, y así perdieron el impulso y el poderde choque en el que consistía la verdadera potencia del ataque blin-dado.

El advenimiento del misil antitanque complicó el efecto. El fuego deartillería que antes se reservaba para las mayores concentraciones deblancos en las disposiciones enemigas, ahora debe emplearse sobre susbordes frontales para neutralizar operadores de misiles. Y si la infan-tería mecanizada debe avanzar junto con los tanques para protegerlos,se necesitan vehículos de combate mucho más elaborados y costososque los simples transportes de tropas que eran suficientes cuando sutarea era principalmente limpiar el terreno detrás de los tanques.Finalmente, en las mismas unidades de tanques hubo que dividir elesfuerzo entre acción ofensiva y autoprotección, mediante cambios

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materiales y tácticas más cautelosas. Las fuerzas blindadas valen porsu poder ofensivo, y todo lo que implique protección contra la cargahueca va en detrimento de su real función, aunque el punto culminante-donde se pierde más de lo que se gana en el proceso- todavía no sehaya alcanzado. Sin embargo, puede que esa sea la situación de lasactuales armadas de grandes buques, y particularmente de la norte-americana, cuyos grupos de portaaviones están tan preocupados con laautoprotección contra ataques aéreos y submarinos, que solamentedisponen de una fracción de su poder positivo original.

PROTEGIENDO LA FLOTA: SOBREPASANDO EL ÉXITO

De manera verdaderamente internacional, la idoneidad de losaviadores navales argentinos para hundir grandes buques británicoscon misiles franceses durante la guerra de las Malvinas de 1982,provocó en los Estados Unidos un debate que reflejaba el eco de lacontroversia de la lancha torpedera de un siglo atrás. Otra vez el armabarata de efecto estrecho fue promovida como decisivamente letal parabuques de guerra mil veces más costosos; otra vez se escucharonexigencias de un cambio radical de política para cesar el despilfarro dedineros públicos en buques de guerra sofisticados, especialmente losportaaviones que se consideraban obsoletos por su flamante vulnera-bilidad. Sin embargo, esta vez no hubo necesidad de aguardar eldesarrollo de contramedidas. Como otro eco del pasado, la efectividadde los misiles de 1982 se debió a la peculiar falta de preparación de laReal Armada, cuya demora en adoptar contramedidas ya ampliamenteaplicadas fue tan grave como la de la armada zarista respecto altorpedo. En real ¡dad, en 1982 el misil antibuque había sobrepasado concreces su punto culminante de éxito debido a la potente reacciónmotivada por sus anteriores apariciones que se remontan a mediadosde la Segunda Guerra Mundial (1Q), y por su prominente uso por partesoviética.

Por lo tanto, los jefes de la armada de los Estados Unidos ganaronel debate sin dificultad. Explicaron que cada portaaviones iría a laacción únicamente escoltados por una panoplia de destructores ycruceros dedicados casi enteramente a su protección. Los misiles di-rigidos contra ellos serían desviados por "chafr' que confunde al radar,bengalas infrarrojas lanzadas por cohetes especiales, y la perturbaciónelectrónica, mientras que los misiles y cañones de los buques de escoltaderribarían a aquellos misiles que no se desviaran, así como a cualquieravión que se aventurara en sus cercanías para lanzarlos. Señalaronque eso constituía solamente la capa intermedia de la defensa: 24 cazasinterceptores de largo alcance en cada portaaviones, 4 aviones con

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radar de alerta temprano y 4 aviones perturbadores de radar paraapoyarlos, asegurarían la protección de la capa externa de la defensa,contando además con 4 aviones tanques para reabastecerlos de com-bustible en las estaciones alejadas. Finalmente, también había unacapa interior de la defensa formada por los radares, contramedidas,misiles y cañones de cada buque, incluso los cañones automáticosespeciales reservados para ese propósito. Esta respuesta resultó tandevastadora para los entusiastas de los misiles de 1982, que la otra carade la moneda atrajo escasa atención. Cuando se calcula todo lo que serequiere que reaccione (exitosamente) ante el misil antibuque, quedaclaro que además de los excepcionalmente costosos buques de escolta,la mayoría de la capacidad del portaaviones es absorbida por lanecesidad de autoprotección contra el ataque, empleándose para ello 36aviones (los más caros) de algo así como 90 que posee. (11)

Da la casualidad que ningún submarino argentino tuvo éxito enhundir algún buque británico durante la guerra de las Malvinas. Si talhubiera sido el caso, provocándose entonces un debate sobre la vulne-rabilidad de buques de guerra norteamericanos respecto a submarinosmodernos, los líderes de la armada habrían detallado sin ninguna dudala abundancia de medidas antisubmarinas que también sirven deprotección a los grupos de portaaviones. Éstas incluyen un submarinoen tarea de escolta bajo el agua, 16 otros aviones de los alrededor de 90que lleva cada portaaviones, y virtualmente todas las armas y sensoresde destructoresy cruceros que no estén reservados para el uso antiaéreo.Una vez que se agrega esta otra autoprotección, la aritmética revelaque de todo un grupo de portaaviones, con varios destructores y uncrucero, su escolta submarina y muchos buques de abastecimiento, conquizás unos 10.000 tripulantes a bordo, solamente 34 aviones perma-necen para su empleo positivo en beneficio de los propósitos nacionales,más una docena de cañones de calibre medio, una miscelánea demisiles, y la fuerza de desembarco que puedan llevar unidades adicio-nales. Aislada en claro contraste entre cielo y mar, incapaz de ocultarseen el terreno corno lo hace el ejército, sin posibilidades de moverse conla rapidez de los aviones, la flota de superficie se halla indudablementeante un peligro creciente, por los avances científicos que hoy permitenla observación a gran alcance y los ataques de muy diversas formas.Para enfrentar tendencias tan adversas favorecidas por el naturalprogreso de la ciencia, se incrementan los gastos y el ingenio, y lacapacidad de los buques se emplea casi totalmente en su autoprotección.Quizá la vulnerabilidad neta de las mejores flotas haya crecido apenasligeramente, pero su situación se asemeja cada vez más a la viuda enapuros que trataba de mantener a su familia lavando su propia ropa.

En retrospectiva histórica, la secuencia de la paradoja dinámica deeste ejemplo revela en primer lugar la supremacía de las fuerzas de

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superficie y de portaaviones de los Estados Unidos, originalmentecreadas para desafiar al poder naval japonés, que a partir de 1945quedaron enfrentadas a una Unión Soviética poderosa solamente entierra. Entonces comienza la reacción soviética, especialmente portemor a pesados ataques aéreos desde portaaviones, contra los cualesdesarrollan fuerzas terrestres, costeras, aéreas y submarinas concreciente éxito, para eventualmente ascender por la curva hacia unasupremacía defensiva culminante, si el proceso hubiera continuado sininterferencias. Pero la armada norteamericana responde a su vezconstruyendo buques de escolta cada vez más efectivos, mediantecontramedidas técnicas, dando un matiz cada vez más defensivo a lascapacidades de su aviación, y mostrando una propensión creciente amantenerse alejada de mares peligrosos (otra clase de pérdida ofensi-va). Con reacción tan vigorosa, la amenaza contrapuesta por los so-viéticos sobre los portaaviones empieza a deslizarse por la curva haciael fracaso, así que cuando la guerra de las Malvinas sobreviene paratraer a la memoria del mundo el combate naval, los portaavionesnorteamericanos están muybien protegidos, pero solamente amuy altocosto para la nación y con gran pérdida del poder ofensivo.

Sería necesario un cálculo mucho más preciso de lo que este textopermite para determinar el punto culminante del éxito defensivo en laprotección de flotas de superficie, más allá del cual el poder oceánicoestará mejor asegurado mediante fuerzas submarinas y aéreas. (12)Por cierto que ningún juicio ligero debe hacerse en prosa, como tampocopuede esperarse que una institución naval profundamente dedicada ala navegación en superficie repudie una firme tradición en obedienciaa una lógica estratégica no muy claramente percibida. Pero realmenteexiste un punto culminante, y excederlo significa el fracaso aunqueaparezca como triunfo, ya sea a nivel nacional o quizás en unaperspectiva institucional más estrecha.

EL FRACASO DEL ÉXITO

Mucho más común es la exageración de una defensa exitosa en lasvicisitudes de una guerra terrestre. El puesto militar, la zona fortifica-da o la ciudad guarnecida que deliberadamente queda al frente de laslíneas principales de defensa, o que permanece aislada en el curso deuna retirada, puede ser muy útil a la defensa proveyéndole alerta,bloqueando las avenidas de aproximación o absorbiendo una despro-porcionada atención del enemigo. El atacante puede sentirse debilitadoen el equilibrio del teatro en su conjunto si combate con alto costo porsitios en los que podría haber pasado de largo, si su resistencia ha sidocorrectamente anticipada desde el comienzo.

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Sin embargo, es usualmente la defensa quien sufre las consecuen-cias de una resistencia demasiado exitosa. Si sus puntos aislados sonderrotados en corto lapso, todavía puede que haya obtenido ventajas.Pero si la resistencia persiste en forma prolongada y heroica, atrayendola atención pública, la localidad quizá desconocida hasta ese momentopuede transformarse en símbolo valioso inflexiblemente ligado a lareputación de los líderes militares. Si no puede mandarse ayuda a lossitiados, la defensa continuará obteniendo ventajas morales y materia-les, mientras la resistencia persista. Pero si existe manera de mandarrefuerzos por rutas peligrosas bajo ataque constante, mediante infil-tración aún más precaria, o por transporte aéreo, entonces el continua-do éxito de la defensa en el mantenimiento de la posición puede hacerseruinoso en una perspectiva más extensa.

El caso más famoso de nuestro siglo fue Verdún, donde el fracaso deun ataque sorpresivo alemán en febrero de 1916 concedió a los france-ses un triunfo defensivo muy necesario; pero además aferró su ejércitoa esa victoria, y se desangró en diez meses de batalla (discutiblemente,la más prolongada de la historia) para defender los fuertes de Verdún.Para sostener la resistencia día tras día marchaba hacia adelante unagran columna de hombres bajo bombardeo constante, y muchos caíansin siquiera haber alcanzado los fuertes. Según cifras oficiales notoria-mente disminuidas, el ejército francés sufrió la pérdida de 162.308muertos y desaparecidos y 214.932 heridos durante los diez meses. Losalemanes obtuvieron una ventaja definida por el continuo éxito de-fensivo de los fuertes, ya que su artillería podría llegar a las rutas deaproximación mejor que su contraparte francesa; sus listas de bajas,también subestimadas, incluyen alrededor de 100.000 muertos y desa-parecidos. (Como comparación, un total de 344.959 norteamericanosmurieron en combate durante ambas guerras mundiales, en todos losfrentes y de todas las fuerzas armadas). Estimaciones más veraces deorigen posterior calculan un total de 420.000 muertos en Verdún, dostercios de los cuales eran franceses. (13) La masacre estaba todavía ensus etapas iniciales cuando quedó claro que los fuertes podían másventajosamente abandonarse que comprometerse en su defensa, por-que se hallaban en una saliente expuesta que penetraba en territorioen poder alemán. Pero ya era demasiado tarde para semejante evalua-ción: los fuertes se habían convertido en símbolo, más allá de todadisposición estratégica, y cuanto más franceses costaba su defensa-confirmando así su inutilidad militar- menos posible resultaba laconfesión de la futilidad de tales pérdidas mediante una ventajosaretirada. En tales casos, la defensa exitosa persiste a un costo quepuede emerger en futuros fracasos. Sin duda, después de Verdún elejército francés quedó tan debilitado que el intento de asumir laofensiva provocó los dolorosos motines de 1917. El efecto perdurable deVerdún estaba todavía presente en la fatal destrucción del ejército

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francés que enfrentó a Hitler dos décadas después.Así ocurrió también en Stalingrado, donde los alemanes desgasta-

ron el poder de la Luftwaffe en el fútil intento de sostener al rodeadoSexto Ejército durante sus ocho semanas de resistencia al bloqueo quefinalizó el 2 de febrero de 1943. Si no se lo hubiera reabastecido por aire,si como consecuencia la resistencia hubiera cedido mucho antes, laLuftwaffe podría haberse salvado para desempeñar tareas más útiles,y una cantidad de tropas alemanas podrían haber atravesado las líneasdel bloqueo, que eran muy delgadas al principio, para pelear en algunaotra parte. Tales envolvimientos y rupturas fueron casi rutina durantetoda la campaña, pero el nombre de Stalingrado otorgado a esos pocoskilómetros cuadrados de ruinas se había convertido en un símbolo queHitler no estaba dispuesto a ceder, hasta que la decisión escapó de susmanos ante la capitulación de los generales en la escena.

También los años de posguerra vieron un caso dramático de exage-ración de la defensa exitosa, aquel de Dien Bien Phu protagonizado porlos franceses en Indochina. Tropas francesas de primer nivel fueronlanzadas en paracaídas en noviembre de 1953 sobre un valle en eldisputado territorio del noroeste de Vietnam; soportaron los ataquesiniciales del Vietminh con tal gallardía, que el exótico nombre adquirióinstantáneamente heroicas reverberaciones-distinción muy exclusi-va en una guerra confusa, desconcertante y totalmente impopular-. Amedida que el Vietminh continuaba rodeándolos con creciente poderío,la guarnición se sostuvo durante 112 días hasta el 7 de mayo de 1954,demandando un permanente refuerzo de los mejores hombres quehabía en Francia, enviados en aviones que debían atravesar el fuegoantiaéreo. Planeada originalmente como una operación estrictamentepráctica, cuyo modesto propósito era oponerse a la infiltración delVietminh en Laos, en lugar de ello la fortificación de Dien Bien Phuabsorbió un esfuerzo desastrosamente desproporcionado imposible deinterrumpir, porque el sitio se había transformado en símbolo de lacapacidad militar francesa, en opinión de los mismos franceses y de suspolíticos. Cuando la guarnición sitiada fue finalmente aplastada, todala intervención francesa en Vietnam resultó repudiada tanto por lapoblación como por los políticos, cosa que quizá no hubiera ocurrido tanpronto, ni tan precipitadamente, si los paracaidistas de los primeroslanzamientos del 20 y 21 de noviembre de 1953 no se hubierandesempeñado tan eficazmente en los primeros días de combate. (14)

En la paradoja dinámica de la estrategia, es más probable que unadefensa, antes que una acción ofensiva, pueda ser demasiado exitosa.Quizás evolucione hacia un fracaso mayor, ya sea defendiendo posiciones excéntricas, protegiendo flotas que el progreso científico estátornando inseguras, o preservando cualquier otro instrumento militarque las emociones y el interés institucional lo están transformando decriado en amo.

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CAPÍTULO 4

LA CONJUNCIÓN DE LOS OPUESTOS

Hemos visto el proceso de la paradoja di-námica y las consecuentes ironías de conversión en los niveles técnicosy tácticos de diversos encuentros, ,y todavía nos queda considerar estosfenómenos en los niveles intermedios de la estrategia. En este puntoresultará ilustrativo ascender brevemente al nivel de la gran estrategia,donde cada asunto particular interacciona con el cabal predicamentode conflictos.

El comportamiento de líderes nacionales adversarios puede parecertotalmente diferente respecto a técnicos o combatientes de cada bando.Por cierto que para preservar o aumentar poder y autoridad dentro desus propias sociedades, los líderes nacionales deben también perseguirmetas políticas internas que podrían chocar con las atinentes a ladisputa externa. Por lo tanto, normalmente están impedidos de explo-tar la intuición estratégica que pudieran tener. Como ejemplo general,no pueden emplear en forma deliberada la acción paradójica paraembaucar a sus antagonistas externos, porque es muy raro que seaparten de las convenciones habituales del lugar y de la época, sinperder autoridad.* Sin embargo, no es frecuente encontrar a quiencomprenda conscientemente el fenómeno de la estrategia, especial-mente en la no muy prestigiosa galería de máximos líderes políticos. Através de la cruda experiencia, muchas veces un simple sargento hademostrado una percepción intuitiva del proceso de la paradoja es-tratégica a nivel táctico, y por consiguiente ha aprendido a sacarventaja de ello en el combate. Y varios famosos líderes militares de lahistoria deben su reputación ala propia percepción del mismo fenómeno,que les permitió obtener resultados que a aquellos menos dotados leshabrán parecido meramente afortunados.

Pero cuando no sólo se trata de cierto nido de ametralladoras que

*Por supuesto que existen excepciones, ejemplificadas por el papel que personalmenteles cupo a varios líderes nacionales en ese fenómeno característicamente brutal denuestro siglo, la iniciación de una guerra mediante ataque sorpresivo en lugar de unaformal declaración.

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LA CONJUNCIóN DE LOS OPUESTOS

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debe ser tomado en determinado tiempo y lugar -ni tampoco de laconducción de una campaña-, sino de la completa y abigarradacomplejidad de todo el predicamento del conflicto que debe ser con-frontado, solamente los mejores líderes poseerán algún conocimientode la lógica paradójica de la estrategia, sepultada como queda, bajo laspeculiares complicaciones de cada nivel subordinado, ,y oculta como sehalla por las abrumadoras emociones que desata el conflicto, susvibrantes esperanzas y sus temores mortales. Que la cosa pueda con-seguirse de algún modo es ya asombroso. Y más aún que este difícillogro quede documentado.

En la anterior discusión sobre la disputa entre el Comando deBombarderos británico y> las defensas aéreas alemanas, vimos cómo susaspectos técnicos y tácticos fueron encuadrados por el predicamento decada bando al nivel de gran estrategia. La campaña británica debombardeo de Alemania, que al principio sólo se realizó contra blancosmilitares e industriales cuidadosamente seleccionados y alejados de lasciudades, fue precipitada por el éxito inici al de las fuerzas germanas enmayo de 1940, en las invasiones de Holanda y Bélgica. De este modo,entre algunos de los paradójicos frutos iniciales de un avance quetodavía no había alcanzado su punto culminante de éxito, Alemaniaexperimentó los primeros tímidos ataques aéreos. Cuando en formainesperada la Werhmacht logró la total derrota de Francia en cortolapso, expulsando al ejército británico del continente en junio de 1940,el gobierno quedó privado de todo otro medio de continuar la guerra,excepto a través del aire. Pero las defensas alemanas infligieronpérdidas desastrosas en los bombardeos sobre blancos militares eindustriales específicos a plena luz del día, por lo que el Comandodispuso que se volara de noche, que era cuando sus aviones no podíanacertarle a ningún blanco menor que una ciudad de tamaño más omenos grande. Por consiguiente, la paradójica recompensa que losalemanes obtuvieron por la victoria de su ejército y por la calidad de suscazas y artillería antiaérea contra las incursiones diurnas, significó elcomienzo de la destrucción de sus ciudades.

La curva ascendente del triunfo británico en la más prolongada detodas las campañas de la Segunda Guerra Mundial se inició en el puntomás bajo del fracaso nacional. En agosto de 1940, la Real Armadaestaba escondida en la distante Scapa Flow por temor a un ataquealemán, el ejército británico limitaba sus esperanzas a la defensa deplayas, y la Real Fuerza Aérea estaba tan apaleada por los ataques dela Luftwaffe contra sus aeródromos que recibió con alivio el primerbombardeo alemán sobre Londres, el 24 de agosto de 1940. (1) En lanoche siguiente, el Comando de Bombarderos lanzó su primer ataquesobre Berlín, aun cuando recién en julio de 1941 se decidió que elbombardeo nocturno -que significaba bombardeo de ciudades- se

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convirtiera en política deliberada. Mientras la movilización industrialy militar se aceleraba constantemente, colocando más bombarderos ytripulaciones adiestradas en plataforma de despegue para cada incur-sión sucesiva, mientras la curva del éxito se elevaba sin reacciónalemana significativa, con una proporción de pérdidas aceptable, y sinseñales del punto culminante, Charles Portal, mariscal de la RealFuerza Aérea y jefe de su Estado Mayor, ofreció un plan para la directaprogresión hacia la victoria exclusivamente mediante el bombardeoaéreo: consistía en la selección de cuarenta y tres ciudades que conte-nían una población de unos quince millones de habitantes, y además lamayoría de la industria bélica alemana, y que serían fuertementebombardeadas en seis ataques sucesivos hasta dejarlas "más allá detoda esperanza de recuperación".

Al elevar su plan al Primer Ministro Winston Churchill el 25 desetiembre de 1941, Portal sugería que con 4000 aviones de primeralínea Gran Bretaña podía "romper" a Alemania en seis meses. (2)Típicamente, hubo cálculos muy detallados en la formulación del plan,de modo parecido al ingeniero que diseña un puente sobre un río que nose resiste, pero no había evaluación alguna de la posible reacciónenemiga. La proporción de destrucción causada por el bombardeo encada una de las cuarenta y tres ciudades no fue establecida arbitra-riamente, sino según un cuidadoso cálculo basado en un "índice deactividad", producto de estadísticas obtenidas luego de los bombardeosalemanes a las ciudades industriales inglesas. Después de un ataquese reduciría la producción de las fábricas por interrupción del suminis-tro de gas, agua y electricidad; aumentaría el ausentismo obrero pormiedo, cansancio, falta de comida, colapso del transporte público ydesorganización general de la vida urbana. El lanzamiento de ciertotonelaje de bombas por unidad de población reduciría el índice deactividad en una proporción determinada; por ejemplo, en el caso deCoventry el cálculo mostró que el índice había descendido al 63 porciento al día siguiente al ataque masivo del 14 de noviembre de 1940,en el cual fue lanzada una tonelada de bombas por cada 800 habitantes.Luego comenzaría una recuperación gradual, pero si se produjerannuevos ataques el índice reasumiría su ascenso desde niveles cada vezinferiores, hasta que después del cuarto o quinto ataque quedaríareducido a cero, y la producción bélica cesaría por completo en la ciudadafectada.

Por otra parte, el plan era admirablemente conservador en todas suspremisas: preveía no menos de seis ataques, lanzándose cada vez unatonelada de bombas por cada 800 habitantes en cada una de las 43ciudades; harían falta 18.750 toneladas para sus quince millones dehabitantes. Era tan generoso el margen considerado para errores denavegación, fallas técnicas e intercepciones, que apenas el 25 por ciento

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de los aviones se suponía que llegaban al blanco, lo que elevaba elarmamento inicialmente requerido a 75.000 toneladas; se estimabaque cada escuadrón de dieciséis aviones cumplía cien salidas mensua-les (premisa inferior a los datos reales), mientras que la carga debombas unitaria era fijada modestamente en tres toneladas por avión.Doscientos cincuenta escuadrones se requerirían entonces en platafor-ma durante seis meses de campaña, con un total general de 4000bombarderos.

En un caso clásico de pensamiento lógico lineal, el plan presumíaimplícitamente que los alemanes no incrementarían notoriamente laescasa prioridad concedida a su defensa aérea, ni dispersarían susindustrias bélicas, aunque fueran destruidas en forma sistemática.Portal y sus subordinados no eran ningunos tontos, e indudablemente,si se los convocaba en forma individual para reflexionar sobre el temahabrían repudiado cualquier concepción de la guerra que ignorara laenergía creativay el instinto de conservación del enemigo. Pero hayqueconsiderar las circunstancias y urgencias emocionales de la época: ensetiembre de 1941, cuando el plan le fue remitido a Churchill, losalemanes barrían todo lo que encontraban por delante en Rusia,aplastando líneas defensivas y ejércitos enteros semana a semana, ycapturando cientos de miles de prisioneros. Sólo quedaba evocar eldestino invernal de Napoleón, frente a la dura realidad que indicaba elinminente colapso soviético, y no había signos de resistencia armadacontra los ocupantes germanos en toda Europa. Es cierto que en losEstados Unidos había comenzado un modesto rearme, pero hasta laconscripción era repudiada, y cosa más importante, el país se negabafirmemente a intervenir en la guerra; por cierto, hasta que el gobiernojaponés decidió lo contrario.

En cuanto a Gran Bretaña, era totalmente irreal pretender que suejército pudiera efectuar un desembarco en el continente con fuerzassuficientes pára mantener una cabeza de playa, y el desempeño deRommel en Africa del Norte señalaba claramente que sólo una inal-canzable superioridad material podría prevalecer sobre la alta moral,idoneidad y talento de los oficiales del ejército alemán. Si Hitler ganabasu guerra contra Rusia como había vencido a Polonia, Dinamarca,Noruega, Holanda, Francia, Yugoslavia y Grecia, solamente la RealFuerza Aérea obstaculizaría su camino cuando volviera del Este paraterminar con la debilitada Gran Bretaña, previo robustecimiento de laLuftwaffe con los vastos recursos que sus conquistas y la desmovilizacióndel ejército podrían proveerle. La victoria defensiva del año anterior sehabía logrado por muy escaso margen, contra cazas y bombarderosalemanes preparados exclusivamente para operar a muy corto radio deacción en la batalla de Francia y poco dispuestos para la batalla deInglaterra, operación totalmente inesperada y muy diferente.

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No podía esperarse de nuevo el contar con tanta suerte. Una vez quela Luftwaffe se reorganizara para la misión, cualquier cálculo prudenteindicaría que la Real Fuerza Aérea sería destruida gradualmente enuna lucha fútil para impedir que las ciudades británicas fueranbombardeadas hasta las ruinas, antes de la inexorable invasión quetraería el nuevo orden de la Gestapo, la SS y el campo de concentracióncomo secuela. Aun si la Unión Soviética sobreviviera de algún modo,cosa improbable, y continuara una lenta lucha que salvara a GranBretaña de la invasión, todavía sería únicamente la Real Fuerza Aéreael instrumento militar adecuado para concluir aceptablemente elconflicto. Por ello fue que sir Charles Portal y sus colegas de la jovenReal Fuerza Aérea se encontraron en una posición de inesperadaimportancia, muy alentadora pero de tan enorme responsabilidad quepodía despertar miedo si no verdadero terror. En ese torbellino deemoción, orgullo, esperanza y profunda ansiedad, era natural quebuscaran un sendero a través del bosque oscuro mediante un plansistemático y aparentemente concluyente, en cuya mecánica pudieranembelesarse y su tan precisa aritmética brindara cierto alivio ante lasespantosas incertidumbres de la hora.

El Primer Ministro Churchill sobrellevaba idénticas circunstan-cias, y como hombre de fuertes y francos sentimientos que era, debehaberse encontrado sujeto al mismo torbellino emocional en su máximaexpresión, agravado por su mucha mayor responsabilidad personal.Fue su negativa a aceptar la proposición de paz de Hitler en 7_940 lo quehabía causado la muerte de 93.000 civiles, hombres, mujeres y niños,en los bombardeos, y se erguía entonces Gran Bretaña en siniestradesolación cuando la victoria alemana enyusia parecía un hecho. Si seconsultan evidencias de la época, se verá que en setiembre de 1941 noestuvo muy lejana la posibilidad de que se produjera un rechazoparlamentario a su conducción, se decidiera su reemplazo por unapersona más razonable que pudiera negociar mejor con Hitler paraalcanzarse un arreglo que permitiera la admisión de Gran Bretaña enel Nuevo Orden europeo y que Churchill partiera al exilio para moriren la oscuridad, aunque hoy parezcan tenebrosas fantasías. (3)

También para Churchill una campaña exitosa del Comando deBombarderos era el único instrumento posible de salvación nacional,política y hasta personal. Sin embargo, en un triunfo de percepciónestratégica que se sobrepuso a la turbulencia emocional y cortó caminoa través de las complejidades técnicas, la respuesta de Winston Churchilla Portal destacó los siguientes aspectos: 1) refutó definitivamente laproposición de que la guerra podía ganarse mediante el bombardeoaéreo únicamente ("todo lo que aprendimos desde el comienzo de laguerra muestra que sus efectos, tanto físicos como morales, han sidograndemente exagerados"); 2) anticipó la iniciación de una reacción

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defensiva germana, aun ante el modesto monto del bombardeo que seestaba efectuando, pronosticando específicamente la entonces impre-vista prevalencia de los cazas nocturnos, y la campaña estaba condena-da al fracaso si Alemania reaccionaba ("parece muy probable que lasdefensas terrestres y los cazas nocturnos aventajen al ataque aéreo",como sin duda lo lograron a partir de mediados de 1942); 3) predijo quel a reacción alemana ante un bombardeo de áreas exitoso sería disper-sar y descentralizar las industrias bélicas, en lugar de aceptar pasiva-mente su destrucción progresiva ("todas las cosas se mueven siempresimultáneamente [la fuente de la paradoja dinámica], y es bastanteposible que la potencia bélica nazi se halle en 1943 tan ampliamenteextendida através de Europa, que en su mayor parte sea independientede la infraestructura existente en su propia patria"); 4) advirtió contrala perfidia de cifras excesivamente precisas en cálculos que no incluyenla gran variable desconocida de la reacción enemiga ("Menosprecio...esa confianza [en el plan] que se expresa en términos aritméticos").Churchill concluyó con las siguientes palabras: "Cada uno tiene quehacer lo mejor que pueda, y comete imprudencia quien piense queexiste cierto método para ganar esta o cualquier otra guerra, entrefuerzas iguales. El único pian es la perseverancia". (4)

El Comando de Bombarderos era el único instrumento ofensivo deGran Bretaña, y recibió alta prioridad para la escasa mano de obra deprimera calidad y para la producción industrial. Pero nunca alcanzóuna fuerza efectiva de 4000 bombarderos en plataforma (su máximo, enabril de 1945, fue de 1609 aviones) (5) porque la sugestión implícita dePortal, para que el ejército y la armada fueran reducidos en su propiobeneficio, fue firmemente rechazada. Es interesante hacer notar quedespués de la entrada en guerra de los Estados Unidos y del arribo enescena de la Octava Fuerza Aérea, fue implementado en 1943 un plande bombardeo sistemático que satisfacía la opinión interna. Dicho planno sólo violaba la lógica de la estrategia por no tener en cuenta lareacción defensiva enemiga, sino que además pretendía obtener altaeficiencia mediante un esfuerzo especializado de bombardeo que igno-raba la respuesta industrial del enemigo.

Los líderes de la Octava Fuerza Aérea estaban convencidos de quesus bombarderos fuertemente artillados, con once ametralladoras cadauno, podían autoprotegerse de los cazas alemanes acomodándose enformaciones de defensa mutua, y por lo tanto no necesitarían escolta decazas; entonces decidieron bombardear a la luz del día blancos indus-triales específicos, a diferencia del bombardeo de ciudades al azar delComando de Bombarderos británico. En suma, sus ataques obtendríanun gran resultado porque estaban concentrados sobre puntos clave dela industria germana que además actuaban como cuello de botella. ElMinisterio de Guerra Económica de la Gran Bretaña hacía tiempo que

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recomendaba el empleo de exactamente ese método, y tenía identifica-do como blanco ideal a las fábricas Schweinfurt, que según informacio-nes producían dos tercios del total de cojinetes a bolilla alemanes. Comoestos elementos resultaban imprescindibles para toda maquinaria conpartes movibles (tanques, camiones, motores de aviación, de buques ysubmarinos, etc.) el ministerio había reclamado reiteradamente sudestrucción porque provocaría una colosal declinación de la capacidadbélica germana en todos los frentes. (6)

El mariscal del aire Arthur Harris, Jefe del Comando de Bombarde-ros, ridiculizó dichos planes y se refirió despectivamente a los "blancosde panacea"; consideraba que los expertos "estaban completamentelocos" con respecto a los bolilleros. (7) (Algún gracioso sugirió que en sulugar podrían destruirse las fábricas de cordones de zapatos, paraobligar a los alemanes a rendirse cuando ya no pudieran mantenerpuestas sus botas.) Sin embargo, para la Octava Fuerza Aérea, queestaba rígidamente dedicada al bombardeo diurno de precisión y cuyosefectivos no podían incrementarse con rapidez suficiente para atacar atoda la industria con algún rédito, la teoría del "cuello de botella"puntual resultaba muy atractiva, y Schweinfurt era el blanco ideal.

En consecuencia, la Octava Fuerza Aérea bombardeó por primeravez las fábricas de cojinetes situada en esa ciudad el 17 de agosto de1943, y nuevamente el 14 de octubre. Su concepción de formaciones debombarderos autodefendidas, sin escolta, fracasó rotundamente. Apesar de las once ametralladoras de cada uno, poco hicieron contra loscazas alemanes, y sus pérdidas excedieron por mucho cualquier nivelaceptable: no menos de 60 del total de 376 bombarderos americanosfueron derribados en la primera incursión, y 77 de 291 en la segun-da. (8) En cuanto al daño infligido, fue considerable, pero sin efectosobre la capacidad bélica de Alemania.

Había existencia de bolilleros almacenados, y otros fueron importa-dos de Suecia y Suiza para cubrir necesidades inmediatas; la plenaproducción fue reanudada en corto tiempo, y los cojinetes de rozamientofueron sustituidos en muchas aplicaciones, evitándose el cuello debotella potencial. (9) Por lo tanto, el ataque estrictamente limitado aSchweinfurt estimuló una amplia reacción de organismos nacionalesque frustró el intento, tal como en el pasado los grandes buques seadaptaron para neutralizar a la lancha torpedera y en la actualidad lasfuerzas blindadas evolucionaron para resistir al misil antitanque.

Mientras la respuesta alemana al bombardeo de precisión fue ladescentralización y la sustitución, la réplica más amplia al bombardeoen general fue nada menos que la conversión total de la economía apautas de guerra. Jamás los aliados pudieron imaginar esta respuesta,porque compartían la opinión generalizada de que la economíagermanaya estaba completamente organizada para la guerra, a partir de 1939.

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LA CONJUNCIÓN DE LOS OPUESTOS

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En Gran Bretaña se había establecido la labor general obligatoriadesde 1940, y los comercios y servicios no esenciales fueron eliminadoso severamente restringidos, por lo cual no imaginaban que en Alemaniala mayoría de las mujeres todavía se dedicaran a su casa, que había másde un millón de empleadas domésticas, y que aún progresaban ocupa-ciones como la encuadernación de libros. Hitler, el líder que delibera-damente había iniciado la guerra, no era el más indicado para exigirsacrificios, y el estado de la economía reflejaba ese hecho políticofundamental. Recién a partir de 1943 la economía alemana fue real-mente movilizada para la guerra, bajo el impulso de la derrota deStalingrado con sus ominosas consecuencias y peores augurios. Unavez completamente encarriladas las energías, la producción de equiposy abastecimientos militares se incrementó bruscamente, dando lugara una correlación imprevista, inesperada e inevitablemente paradójicaentre el tonelaje de bombas arrojadas sobre Alemania y el volumen desu producción bélica.

Dentro de ese proceso, el bombardeo en sí fue un factor contribu-yente. Si bien destruyó instalaciones fabriles y mató obreros, tambiénarrasó la infraestructura urbana de los ociosos días de paz. Sinrestaurantes, las cantinas que eran mucho más eficientes se convirtie-ron en única alternativa; sin viviendas, hubo que evacuar los residen-tes a zonas rurales, y el personal doméstico debió dedicarse a laboresindustriales. Por consiguiente, desde cierto punto de vista, el mismobombardeo ayudó efectivamente a la economía alemana a reaccionarpara que superara sus propios efectos, enormes pero localizados.

La historia es bien conocida, y ya ha sido contada muchas veces. (10)Constituye un caso clásico de acción acumulativa, aparentementedefinitiva y sistemática, que no sólo se malogró sino que en parte tuvoefecto autodestructivo por la misma naturaleza del predicamentoestratégico. No hay duda que Churchill fue una excepción en cuanto asu conocimiento intuitivo de la lógica paradójica de la estrategia, con ladeliberada distorsión de cualquier acción directa y la inversión de losopuestos. (Por algo el último tomo de sus memorias de guerra setitulaba Triunfo y tragedia; también podría haber sido "victoria yderrota"). Pero no hace falta la presencia de Churchill para que existala gran estrategia. Así como las leyes de la física rigieron el universodesde mucho antes que los físicos las estudiaran, quienes poseen poderen el escenario internacional están sujetos a la lógica de la estrategia.Si las decisiones de los líderes nacionales son sabias o necias, ambicio-sas o altruistas, ya sean ensalzados o condenados, sus consecuencias serigen por dicha lógica, mientras que el predicamento del conflictoobtiene, contrariando todas las expectativas de continuidad, la confian-za en el progreso incesante.

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

DE LA GUERRA A LA PAZ Y DE LA PAZ A LA GUERRA

De modo que la guerra es el origen de la paz, ya sea por la victoriacompleta de uno de los bandos, por puro agotamiento, o -lo másfrecuente en la historia- porque el conflicto de objetivos que provocóla guerra es resuelto porque éstos se transforman; bajo el efecto delcosto en sangre, caudales y agonía que trae la lucha, el valor de pérdidasy ganancias es reconsiderado a la luz de su verdadero precio y porconsiguiente las ambiciones disminuyen o se renuncia a ellas.

Si ha iniciado la guerra con la esperanza de que algo valioso seráobtenido a un costo aceptable, el atacante que encuentra una resisten-cia inesperadamente poderosa podría persistir, aunque la completasatisfacción de sus intenciones no alcance a compensar lo que ya se hasacrificado en sangre, caudales, tranquilidad y prestigio. Si se hacomenzado a combatir por decisión ajena, el defensor también habráasignado cierto propósito inicial a su resistencia -un propósito quevale la cuota de sacrificio, antes que su magnitud pueda conocerse-.Cuando las esperanzas abrigadas por el ataque o la defensa se venfrustradas, como sucede con frecuencia, puede que todavía se vea lavictoria tentadoramente cercana y quizá merezca un pequeño esfuerzo,algunas bajas más, un poco más de gastos, después que ya se hansufrido tantas bajas y consumido tanta riqueza (la postura asimétricade quienes afrontan la derrota más absoluta es obvia, y puede dar granimpulso a la resistencia).

Puede que la perspectiva de ganar mucho a cambio de poco haya sidolo que originariamente dio atractivos a la guerra. Pero si los costoscobran magnitud insólita, esto también será un incentivo para conti-nuar la lucha durante una etapa intermedia: cuanto mayor ha sido elsacrificio, mayor la necesidad de justificarlo mediante la obtención enúltima instancia del beneficio anunciado. En ese período, es posible queel comportamiento externo de los beligerantes quede condicionado porel predicamento interno del partido o del líder que fomentó la guerra,cuya fortuna dependerá del modo en que se juzguen sus responsabili-dades pasadas -lo que a su vez depende de la opinión actual sobre elresultado futuro; por lo tanto, el incentivo para mantener la esperanzaen la victoria será muy fuerte-. Pero si la guerra prosigue, eventual-mente puede surgir un cambio de perspectiva, porque los resultadosoriginariamente esperados no son ya comparables con los sacrificiosrealizados, sino con aquellos que todavía serán necesarios si el conflictono cesa. Puede que el partido o líder probelicista retenga el poder, perode cualquier manera será entonces cuando los objetivos de la guerraempezarán a ser reconsiderados en uno o en ambos bandos, llegando asu finalización las hostilidades en cuando se alcance cierta congruen-

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I A CONJUNCIóN DE LOS OPIJESTOS

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cia.* Así es como han terminado la mayoría de las guerras, antiguas ymodernas, con su fenómeno característico -el proceso de destrucciónrecíproca- convertido en factor determinante de la paz posterior.

Una guerra cabalmente cumplida, con fuerzas que combatieronpara forzar una decisión, cuando todos los recursos posibles ya fueronprobados, ,y donde buho mucha destrucción sufrida e infligida, puedepor consiguiente conducir a una paz estable, siempre que las exigenciasdel_ vencedor sean lo suficientemente modestas como para no provocarfuerte resentimiento en el derrotado,, y siempre que el temor alflamante poderío del triunfador no despierte la inmediata resistenciade nuevos beligerantes. Si por contraste la guerra es concluida poral lruna fuerza externa antes que se consiga e l efecto de modificar losoyP )e ; it'C)s, ~E?P?drá r oTtl;? t on

_ 'úETlela una paz

Así ocurría enc-1 pasado cuando era

las Itostilidades en plenacampaña ante la caída de las primeras nevadas, para reasumirla luchaen piima~rera: lo •_inisnio sucede hoy en día cuando superpotenciasrivales intervienen para imponer abruptamente el cese del fuego a sus

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!)i?{ gF rtlntes.

esto se aplica a las guerras árabe-1 PtZ)adas

de 19 ,18; ni ngt: ,l a sirvi(S para alcanzar u.a ). pt;z

permanente 1)oi rlPxE~ ei) Lalta caso subsistió la colisión de obji t.ivo~~,agP~,z)°dando la eportzin)(i id para motivar la reanudación de la fuPerni.La d':~i;r~aCei()i) w sion 1d I es deplorable, mas ;li've para alcanzar la

z e sentimiento IP,iinar)it;z,iric suele ee]el)rar suinterrupe¡ón, pero laconsecuencia inás verosimil es la reavivación del conflicto, y que no seconsi¢;a una paz quizá eoncelük)le si se dejara que la destrucción si-,

a su curso.Cuando aún se. CoüPb<ttí;.~ con palos y picas, la guerra siempre pudo

causar l i destrucción total d sus participantes, hasta el punto deprovocar la completa extinción de comunidades enteras. Pero hasta eladvenimiento de las armas nucleares, la magnitud de la posibledestrucción podía minimizarse con anticipación si se era optimista, o entodo caso quedaba en la incertidumbre. Por lo tanto, las ganancias quepudieran producirse eran vistas en nítido e idealizado relieve sobre elopaco trasfondo de las pérdidas potenciales, que cómodamente apare-cerían como tolerables y hasta insignificantes. Mediante el procesonormal de lógica paradójica de la estrategia, las armas nucleares no se

a Aun la tiegaanda í: : rra Mundial, contienda muy peculiar entre agresores conenormesperolirnita , c' , . -11 ivasyvfctimasqueexigiinla.reiidiciónincondicional,llegoa •su !iri solamente cuando ¡be aceptada la minima demanda. japonesa de permanencia

de l a institucion imperial. La guerra de Corea, conflicto clásico en todo sentido !para clcü~al se inventó el 1,érmino `guerra liniit<ida" únicamente porque la guerra mundialextraordinaria fue aceptada temporai iamente corno cosa ordinaria), también finalizó de.acodo cl~5sico. mediante la redac;•ión rec Paroca de objetivos.

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

han empleado desde que evolucionaron a partir del ya extremo poderdestructivo de los primeros artefactos de fisión (cada uno equivalentea una incursión de mil bombarderos) hasta lograrse las mucho másdevastadoras armas termonucleares todavía vigentes, que en prome-dio poseen poder equivalente a la carga de cien mil bombarderos de laSegunda Guerra Mundial. Como nunca sucede con ninguna otra cosaen la estrategia, tampoco puede incrementarse en forma lineal lautilidad de los explosivos. Las cargas de diez toneladas de los bombar-deros americanos de 1945 eran más útiles que las dos toneladas de losaviones alemanes sobre Londres en 1940, y cien o quizá mil toneladashubieran servido mucho mejor. Pero aquí también aparece la inver-sión, y en lugar del crecimiento progresivo que la estrategia no permi-tiría, el actual poder destructivo de las armas termonucleares sobre-pasa en mucho al punto culminante de utilidad militar. Por consiguiente,esos medios de destrucción pueden lograr el efecto de inducción hacial a paz sin necesidad de llegárselos a aplicar.

No deja de ser cierto que en la comparación entre ganancias ysacrificios posibles a que dan lugar las deliberaciones sobre iniciaciónde una guerra, la magnitud del daño concebible está envuelta en laniebla de la incertidumbre; aun las potencias con grandes arsenalesnucleares buscan el combate "convencional", o al menos emplearalgunas pocas armas menores como gesto simbólico. Ya no resultaposible desdeñar las consecuencias destructivas de cualquier ataquenuclear, como sucedía con los efectos de las previstas incursiones decaballería, sitios, e incluso bombardeos con armas convencionales;siempre pudieron minimizarse en el pasado por optimismo instintivo,y por asimetría perceptiva entre beneficios de la guerra vivamenteimaginados, y pérdidas apenas tenidas en cuenta. Lo que impide laguerra nuclear, más que su posible pero incierta magnitud,' es elcarácter definitivo y sin duda mensurable de la destrucción nuclear. Lacalidad de la predicción científica ha alterado los términos milenariosde comparación entre el valor de los objetivos de guerra y su costo. Enpresencia de armas nucleares, el equilibrio perceptivo que antes selograba únicamente en plena guerra, cuando los costos se experimen-taban en carne viva, se halla ahora en efecto antes de que comiencenlas hostilidades.

La paz puede originar la guerra en diversas formas, aunque consisteen una abstracción negativa que no contiene ningún fenómeno carac-terístico que conduzca a su propia anulación, así como la destrucción dela guerra eventualmente destruye a la guerra, o como la mera antici-pación de la destrucción nuclear destruye en gran parte la posibilidadde guerra nuclear. Pese a todo, las condiciones de paz (la ausencia deguerra) pueden a veces crear las precondiciones de guerra, aunque másno sea porque el bando más pacífico reduce su vigilancia y alistamien-

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LA CONJUNCIóN DE LOS OPUESTOS

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to, mientras que facilita la preparación ininterrumpida de quienesapetecen el botín de guerra. La historia muestra a menudo que la pazconduce a la guerra cuando se modifica la situación por cambiosdemográficos, culturales, económicos y sociales que perturban el equi-librio de potencias belicosas y de la propia imagen colectiva quesustentaba la paz. Al carecer de sustancia propia, el estado de paz nopuede causar alteraciones, pero favorece indiscriminadamente la evo-lución de las diversas capacidades y mentalidades humanas, sinconsideración a las simetrías y asimetrías que impiden la guerra. Asífue que los hasta entonces pacíficos germanos comenzaron a verse a símismos como nación guerrera alrededor de 1870, en desafortunadacoincidencia para los franceses, quienes todavía debían madurar suautoimagen marcial.

La transformad-n de mentalidades crea tensiones proclives a laguerra entre el status de un país (quizás el resultado fosilizado deguerras anteriores) y su autoimagen, seguramente responde a causasprofundas, pero sus efectos son muy obvios: lo que antes parecíaaceptable se convierte en intolerable vejación; el grado de prestigio quese consideraba suficiente se siente humillante; y lo que se veía como unsueño imposible es ahora una prometedora realidad. Durante la granépoca de paz posnapoleónica ocurrió que las proporciones del poderíomilitar que servían para impedir la guerra fueron modificadas por losmotores de hierro, carbón y vapor de l a revolución industrial, creándosenuevas proporciones tendientes a la guerra entre Prusia y el Imperiode los Habsburgo en 1866, Alemania y Francia en 1870, el Imperio Rusoy el Imperio Otomano en 1876, Japón y China en 1894, y los EstadosUnidos y España en 1898.

La capacidad de proseguir la guerra es abreviada por la propiadestrucción que se causa, ya sea por bombardeo sistemático de indus-trias, como en la última guerra mundial, o por la excesiva mortandadrespecto al incremento natural de la población en edad de combatir,como sucedió desde un principio en las luchas entre tribus belicosas.Contrariamente, en tiempo de paz todas las formas del progresohumano y el crecimiento demográfico propenden a incrementar lascapacidades bélicas de manera que sólo por azar resultaría simétricay tendiente a impedir la guerra. Si la paz no indujera a la guerra, nohabría guerras, porque ésta no puede perpetuarse y siempre provoca supropia destrucción.

LA DERROTA DE LA VICTORIA

Si la victoria no tendiera hacia la derrota, si el poder creciente nocontuviera la causa de su propia ruina, la veloz expansión de Hitler

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so

LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

nunca hubiera culminado con su caída; porque toda Europa habría sidogobernada por una sola potencia desde mucho antes de su nacimiento.Y lo mismo es aplicable a la conquista y colapso de Napoleón y de todossu.s predecesores, retrocediendo a través de los siglos hasta el muyprolongado ciclo de expansión y decadencia del Imperio Romano.

Tan grandes son las economías de escala de la potencia mayor sobrela menor en la acumulación de poderío mf tan significativaresultala mera ventaja geométrica de reducir It~ proporción de longitud defror~ fiera respecto <~l área, población y nquezas que encierra, a igualdaddc , otros factores, que el inás gz- ar~~.le debiera hal:~er prevalecido sobre elmás pequeñ o en las numerosas guerras europeas hasta que quedara unúnico Estado abarcando todo el espacio gire pudiera alcanzarse venta-

_j osannente desde un único centro de poder, Se extendería a través deEuropa y Asia Menor, profundamente en el desierto nor~;fric°ario, yllegaría hasta la Mesopotamia, aunque dispusiera de los mediostecnológicos romanos. En lugar de ello, se obtuvo cal "equilibrio" deipoder, cuando el crecimiento de la potencia mayor provocó copiocontrapeso el temor y la hostilidad de otro gran Estado hasta entoncesindiferente, o indujo a potencias menores a coligarse para formar unabarrera que resistiera su expansión ulterior. Los Esto.dos cuyos nze diosde acción se incrementaron a causa del aumento demográfico y de laprosperidad, o porque un gobierno más centralizado supo aprovecharambos factores, pudieron utilizar su poderío emergente para expandir-se, pero sólo hasta cierto punto.

Este lírnite sería alcanzado cuando las crecientes economías deescala se contrapusieran a la progresiva resistencia de un nuevoEstado o coalición hostil. Entonces, el Estado en expansión podríaaceptar un equilibrio paralizante en ese punto culminante, o trataríade constituir por su parte una alianza para romper el equilibrio, siencontrara a otros interesados en el intento. También podría sucederque la barrera de resistencia fuera probada en guerra, e indudablemen-te que la misma lógica de la estrategia habría de prevalecer, aunque elresultado sea la victoria o la derrota. Si el Estado en expansión gana laguerra mientras todavía se encuentra en la rama ascendente de lacurva del éxito, ello provocara temor y hostilidad en otros Estados quehasta entonces se sentían protegidos por el Estado o coalición que acabade ser vencido. Nuevamente la expansión chocará contra una barrerade resistencia. Si el Estado de expansión pierde, su derrota hallaráconsuelo en nuevos amigos que se acercarán; con afán de contener a suvictorioso rival; si quien prevalece es una coalición, su misma victoriala debilitará, al reavivarse las disputas suprimidas, cuando la cohesiónresultabafundamental para resistir ala potencia en expansión.

,Según

la inexorable paradoja, una victoria total destruiría totalrT:ente unacoalición.)

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LA CONTUNCIóN DE LOS OPUESTOS

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Más allá de los participantes directos en cada contienda, existenotras potencias grandes y pequeñas que resultan afectadas por cadamovimiento. La coalición formada para resistir a una potencia enexpansión en cierta región podría h allarse a su vez amenazando a otrasen cualquier área diferente; éstas podrían buscar alianzas con lapotencia mayor que es frenada, alterando el equilibrio en la palestraporque no lo hay para ellas. Las reglas son muy simples, pero el juegopuede complicarse znuch o. La desunión de Europa se mantuvo desde laépoca de la caída de Roina por el trastrocamiento de victoria y derrota,de expansión y retirada; los procesos han sido más tranquilos cuandoexistieron mayor número de Estados contiguos compartiendo unacultura común, y más abruptos, con torpes combinaciones, cuandohubo pocos participantes con menor comunicación entre ellos. Enépoca-: z,:::teriore~

r

podemos observar la misma dinámiea entre lasciudades-Estados griegas frente a la primacía macedonia, hasta dondenuestras fuentes sirven para ilustrar- sus vicisitudes; más tarde, entrelos Estados regionales helenos que emergieron de la división delimperio de Alejandro. Asimismo, lo que conocemos de las relacionesentre tribus gálicas, de las tribus germánicas de más allá del Rin, y delos Estados itálicos, revela la misma lógica paradójica en acción.

En nuestros propios días tenemos a la vista, con perfecta claridad,a los Estados europeos en una coalición parcial y tentativa paramantener una barrera de resistencia contra la potencia soviética, peroasimismo con una tenue expresión de resistencia hacia la potencianortearriericana. Tal resistencia sería mucho mayor (aunque aún nobelicosa) en caso que Europa fuera más fuerte, la Unión Soviética másdébil, y el apoyo americano menos urgente. Por supuesto, Europa nomonopoliza el fenómeno de la estrategia. Quienes conocen la historiadel Japón anterior a la centralización de Tokugawa; quienes hanestudiado la antigua China de los Estados belicosos y la moderna de losseñores de la guerra, e incluso los intervalos entre monarquías con-solidadas; quienes están familiarizados con la historia de los Estadosde la India anteriores a británicos y mogoles, o con las acciones de tribusy soberanos que nunca se sometieron; quienes observen las alianzasabruptas, hostilidades repentinas y coaliciones rotativas del inundoárabe contemporáneo; e indudabler_nente, quienes investiguen lasnegociaciones de Estados rivales y tribus belicosas en cualquier tiempoy lugar, pueden interpretar los acontecimientos según el conceptorenacentista del equilibrio del poder, .y hasta aplicar su misma ter-ininología sin temor a caer en anacronismo o distorsión. (11)

Jada la universalidad (le] predicamento estratégico, las excepcio-nes son las que exigen una explicación. Europa permaneció dividida através de los siglos y todavía no está totalmente integrada, pero ChinaIrrantuVo l ar gos periodos de unidad en el pasado. }' aCt,lralIllentP Se halla

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LA LÓGICA DE LA ESTRATEGIA

virtualmente unida. En Japón, el ascenso y caída de los señores de laguerra fue finalmente interrumpido por un único gobierno. Dondeanteriormente hubo Estados belicosos hoy existe unidad, como enItalia, España y Alemania; por supuesto que la experiencia europeacomenzó con el Imperio Romano, el cual nunca hubiera existido si cadaexpansión no produjera mayores expansiones. Hacer notar que lalógica paradójica de la estrategia resurgió tan pronto como el podercentral dio muestras de debilidad, aunque fuera por defectos persona-les del soberano, disminuye el campo de lo que debe ser explicado, perono la necesidad de explicar. En realidad, la respuesta emerge directa-mente de la misma definición de estrategia; en ámbitos de gobiernoconsensual, como son los de la producción y el consumo, donde elconflicto y la competencia están limitados por leyes y costumbres, seaplica totalmente la lógica lineal y para nada la lógica paradójica de laestrategia. Por lo tanto, resulta posible lograr continuidad y estabili-dad, sin necesidad de realizar un último esfuerzo desesperado pararesistir la disolución de lo que existe y el reemplazo por su opuesto. Deahí la perpetua búsqueda de legitimidad por parte de gobernantes yregímenes que no tienen derecho natural a ella por medio de unaautoridad dinástica todavía incólume, por alguna fuente trascenden-tal, o mediante confirmación electoral. Demostrar una aceptaciónformal .y prolongada de las reglas establecidas, en lugar de la aproba-ción transitoria derivada de una reciente eliminación de contiendasdestructivas, de la popularidad personal del gobernante, o de unabuena cosecha, resulta de suma importancia, precisamente porque eslo único que puede apartar al gobierno de los afanes y trastornos delpredicamento estratégico.

Todavía existen unos pocos soberanos con legitimidad adscripta poraquí y allá, y muchas más democracias, pero los Estados regidos porregímenes represivos con poca o ninguna legitimidad son todavía másnumerosos. Para estos últimos, la política es como la guerra, aunque noexista derramamiento de sangre, y la lógica paradójica de la estrategiase aplica completamente, requiriéndose continua vigilancia del Estadoy un esfuerzo permanente para evitar la merma del poder. Así es queexiste una especie de gran estrategia aún dentro del gobierno dealgunos Estados.

Hasta aquí hemos observado con mucha profusión la lógica de laestrategia en el marco de la guerra. Sin embargo, ésta abarca nomeramente las actividades bélicas, sino la conducta humana en elcontexto de una guerra posible. Mientras los Estados actúen parapreparar o evitarla guerra, o usen su capacidad bélica para extorsionarconcesiones por intimidación sin empleo efectivo de la fuerza, la lógicade la estrategia se aplicará totalmente, tanto como en la guerra mismae independientemente de los instrumentos políticos que se utilicen. En

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LA, CONJUNCIÓN DE LOS OPUESTOS

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consecuencia, excepto en sus aspectos puramente administrativos, ladiplomacia, la propaganda, las operaciones secretas encubiertas y loscontroles económicos están todos sujetos a la lógica de la estrategia,como elementos de las relaciones contrapuestas entre uno y otroEstado.

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II

LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

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Introducción

Hemos visto cómo la secuencia de acción, culminación, decadenciae inversión de la lógica paradójica domina el reino de la estrategia.Condiciona exactamente del mismo modo la competencia y lucha entrenaciones enteras que la más minuciosa interacción entre armas ycontramedidas, porque la misma lógica se manifiesta en escala grandey pequeña, en toda clase de guerras y también en las diplomaciascontrapuestas de tiempo de paz. La contienda dinámica entre volunta-des en oposición es la fuente común de esta lógica permanente, pero losfactores condicionados varían según el nivel de confrontación. Lareciprocidad técnica entre armas específicas y contramedidas quedasubordinada al combate táctico de las unidades que emplean dichasarmas en particular, y las fortalezas y debilidades de dichas unidadesderivan de toda clase de factores intangibles y materiales muy di stintosde las limitaciones científicas y técnicas de las armas. Las acciones decombate completamente autosustentadas son posibles (por ejemplo,las incursiones de comandos), pero usualmente los movimientos a niveltáctico de unidades particulares de las fuerzas armadas de cada bandoconstituyen operaciones subsidiarias de otras de mayor envergadura,con la participación de muchas unidades, y este nivel operacionalcontrola las consecuencias de lo que se hace o deja de hacer tácticamen-te. Nuevamente, los factores afectados por la lógica son diferentes; porejemplo, no interesarán detalles topográficos o de despliegue, y seráimportante la interacción general de los respectivos planes bélicos.

Los acontecimientos a nivel operacional pueden alcanzar granmagnitud, pero nunca serán autónomos; se rigen a suvez por la ampliainteracción de conjunto de las fuerzas armadas en el teatro de opera-ciones, del mismo modo en que las batallas son parte integrante de lascampañas. En este nivel superior de la estrategia de teatro es donde lasconsecuencias de las operaciones aisladas se destacan en la conduccióngeneral de la agresión y defensa, objetivos militares dominantes querara vez aparecen a nivel operacional, donde una campaña de bombar-deo podría ser lanzada por los defensores, mientras que al agresor lepreocupa la defensa aérea; asimismo, y donde un ataque puede confor-

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

mar los propósitos de defensa de un frente, mientras que la contenciónde operaciones en ciertos sectores satisface a menudo fines ofensivos.

La totalidad de la conducción de la guerra, incluyendo su prepara-ción en tiempo de paz, es a su vez expresión subordinada de los es-fuerzos nacionales que se desenvuelven a nivel de la gran estrategia,por donde pasa todo lo militar dentro del contexto mucho más ampliode control del orden interno, política internacional, actividad económi-ca, y actividades derivadas. Como los fines últimos y los medios básicosse manifiestan únicamente al nivel de la gran estrategia, las limitacio-nes de recursos para la acción militar se definen también a ese nivel,en su verdadero significado: hasta la conquista más exitosa no es másque un resultado provisorio factible de modificarse por la intervencióndiplomática de Estados más poderosos, e incluso ser repudiada a raízde una decisión política interna; en contraste, aún una catástrofe mi-litar puede ser redimida gracias a las transformación política quegenera, o quizá perder importancia ante nuevas alianzas que la debi-lidad suele fomentar en los procesos usuales de equilibrio del poder.

Los cinco niveles forman una jerarquía definida, pero los resultadosno se imponen simplemente desde arriba hacia abajo con un mensajede una sola vía, sino que cada nivel interactúa con los adyacentes endiálogo constante. Los aspectos técnicos sólo interesan aquí si llegan aafectar la táctica; pero a su vez, la acción a nivel táctico depende hastacierto punto de la performance técnica, así como el conjunto de aconte-cimientos tácticos constituye el nivel operacional, si bien es este últimoquien determina su significado. En forma similar, las operaciones endesarrollo tienen efecto a nivel de estrategia de teatro, la que define supropósito, mientras que la totalidad de la actividad militar afecta lo quesucede a nivel de la gran estrategia, si bien su misión queda determi-nada en ese nivel supremo.

Entonces l a estrategia posee dos dimensiones: la dimensión verticalde los distintos niveles que interactúan entre sí, y la dimensiónhorizontal de la lógica dinámica que se desarrolla concurrentementedentro de cada nivel. Nuestra investigación comenzó en la dimensiónhorizontal, y las referencias a uno u otro nivel fueron introducidasdirectamente sin tratar de explicarlas de manera sistemática, comopara dejar el escenario libre para el primer encuentro con la lógicaparadójica en acción y sus resultados, que suelen a veces sorpren-dernos.

Ahora sería apropiado definir claramente cada uno de los cinconiveles, eligiendo cuidadosamente las palabras y destacándolos enatractivo formato tabular. Pero el tema que nos ocupa alberga tantasvariables como la misma vida humana, a menudo cargada con pode-rosas emociones, restringida por hábitos y urgencias institucionales,envuelta en bruma por las inciertas particularidades de tiempo y lugar

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LOS NItiTLES DE LA ESTRATEGIA

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de cada encuentro, de modo que las redes de definiciones de fraseologíaabstracta solamente pueden capturar los contornos vacíos de la estra-tegia, pero nunca su contenido proteico. Existe en circulación unaenorme cantidad de definiciones de la táctica y demás niveles de laestrategia, pero basta echar una ojeada a cualquiera de ellas paradescubrir inmediatamente un sinnúmero de excepciones. Y si se lascomplementa con ulteriores definiciones de las diversas subcategorías,entonces nos haría falta un glosario entero de términos para recordar-nos qué querernos decir con nuestras propias palabras, sin que deningún modo hayamos avanzado en nuestra comprensión del realcontenido de la estrategia.

Porlo tanto, vamos a proceder a zambullirnos en la misma sustanciade los encuentros estratégicos, para proceder a efectuar la disección desus niveles componentes. Luego nos concentraremos en el análisis decada nivel a suvez, parafnalmente, sí dar un paso atrás para examinarla totalidad dinámica, descubrir las líneas fronterizas de la estratifica-ción natural del fenómeno del conflicto. Entonces, cuando nos aven-turemos a expresar alguna definición, no procederemos a erigir todo unedificio verbal de diseño propio, sino que hablaremos simplemente dela realidad que observamos.

Ya puesto de manifiesto nuestro propósito, nos sujetaremos a loslímites de un caso extenso, la defensa de. Europa Occidental, que acontinuación será examinada en sus distintos niveles. Podemos empe-zar por considerar la demanda escuchada con tanta frecuencia hoy endía, de que las fuerzas de la Organización del Tratado del AtlánticoNorte* podrían oponerse con éxito a una ofensiva soviética en Europaconfiándose en sus defensas no nucleares de "alta tecnología", de modoque la Alianza ya no necesitaría el actual despliegue de costosasfuerzas blindadas y mecanizadas, ni tampoco --en especial- ningúnarmamento nuclear, excepto para disuadir a la Unión Soviética de usarsus propias fuerzas nucleares.

* En adelante llamada "la Alianza".

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CAPÍTULO 5

EL NIVEL TÉCNICO

Las diversas propuestas de defensa no nu-clear de Europa que hoy circulan, en la práctica se concentran en laprotección de unos seiscientos kilómetros del "frente central", señaladopor la frontera de Alemania Occidental,* y se basan en general en lacombinación de dos ideas diferentes. La primera es el concepto yafamiliar de confrontar las divisiones invasoras de tanques e infanteríamecanizada con gran cantidad de infantes armados con abundantesmisiles antitanque. (1) Según algunas propuestas serían tropas regu-lares que reemplazarían totalmente a las actuales divisiones blindadasy mecanizadas, que además de ser costosas, hay quienes la definencomo "provocativas" porque podrían indudablemente emplearse tantopara atacar como para defenderse. En otras proposiciones, la infanteríamisilística antitanques estaría compuesta por unidades de reserva omilicias que se agregarían a las fuerzas regulares existentes paraproveer una nueva primera barrera de defensa.

El segundo concepto no es tan simple; consiste en el aprovechamien-to de desarrollos recientes en una variedad de técnicas para constituirsistemas completos de "ataque profundo". Abarcaría sensores aéreos ysatelitales, comunicaciones, centros de control, y misiles de granalcance con "submuniciones" de puntería independiente, que actuaríanen orden de secuencia para identificar y localizar vehículos mecaniza-dos y otros blancos móviles a cientos de kilómetros de distancia,suministrar información a los centros de control computarizados dondeinmediatamente podrían tomarse decisiones sobre los empeñamientos,yfinalmente atacar en masa dichos blancos. Por lo tanto, tales sistemasserían capaces de atacar columnas de tanques y vehículos mecanizadosen movimiento para demorarlas, desorganizarlas y disminuirlas mu-cho antes de que alcancen el frente, evitándose así que sumen impulsoy potencia de fuego a la ofensiva.

Al examinar ambos conceptos podemos empezar por imaginarnos la

* La obra fue escrita anteriormente a la reunificación alemana en 1990. (N. del T.)

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

reacción del presunto enemigo, que intentará moverse para anular osobrepasar sus efectos, obligando a los defensores a descender por lacurva desde sus puntos culminantes de éxito, al tiempo que absorbenel alto costo implícito. Pero mi propósito es dejar al descubierto elfuncionamiento general de la estrategia, en lugar de analizar el méritoesencial de cada una de esas propuestas; por consiguiente, debemosexaminar la imagen fotoeráfica de cada nivel en orden de secuencia, envez de la película cinematográfica de sucesivas interacciones dinámi-cas dentro de un mismo nivel. Al encarar estos asuntos no tan simples,contamos con la ventaja de poder comenzar por encaminarnos a travésdel terreno de la cuestión familiar del misil antitanque, visto en formanovedosa, antes de dedicarnos al análisis de la propuesta del ataqueprofundo que eventualmente nos conducirá a las complejidades delequilibrio nuclear.

LA GUERRA DE LAS ARMAS

Vamos a comenzar por examinar la confrontación entre armamen-tos, asumiendo que cada uno de ellos es manejado por dotacionescompetentes sobre las cuales no interesan otros datos en esta etapa.Por una parte, vemos los tanques .y transportes mecanizados de in-fantería que constituyen la cuña frontal del avance de las divisionessoviéticas, tratando de penetrar a través del dispositivo de la Alianza.Por el otro lado, observamos la infantería provista de misiles antitanque,quizá desplegada en terreno abierto o protegida en posiciones decemento; en este nivel estratégico no tomamos eso en cuenta. Asimis-mo, ignorarnos la forma en que se desplazan los tanques soviéticos; sise exponen totalmente a la observación o tantean hábilmente antes deadelantarse por avenidas bien cubiertas. En este nivel resulta suficien-te imaginar un misil antitanque y un tanque o vehículo mecanizadosoviético, que muy bien podrían estar enfrentándose uno a otro en unpolígono de tiro sin rasgos característicos.

Notamos que el misil antitanque es un arma muy barata en com-paración; quizá cueste el uno por ciento del tanque y el diez por cientodel vehículo mecanizado. Además, bastan dos hombres para servir allanzamisiles, mientras que sus adversarios requerirán tres o cuatrotripulantes, sin contar los infantes que transportan. De cualquiermanera que computemos el servicio y la vida de los hombres, ladiferencia favorece aún más la economía del misil antitanque.

Enseguida vemos que el misil puede ser guiado hasta su blanco conseguridad, y si ensayamos cierto número de ellos encontramos quehacen impacto el noventa por ciento de las veces. La cabeza de combatede carga hueca penetrará fácilmente el delgado blindaje del transporte

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EL NIVEL TÉCNICO

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de combate con plasma a alta velocidad que liquidará toda cosa opersona en su interior. Podría suceder que el tanque poseyera blindajecerámico de avanzada y mejoras en su protección interna, pero ennuestra visión fotográfica estamos examinando misiles también. muymodernos, con cabezas de precisión y tamaño suficiente para perforarla coraza del tanque. Por supuesto, éste hace fuego con sus ametralla-doras y hasta con su cañón ; si se trata de un vehículo de transportetambién disparará sus ametralladoras y quizás un pequeño mortero olanzagranadas. Pero el misil tiene un alcance mucho mayor que esasotras arreas, excepto el cañón y el mortero, pero tiene una excelenteoportunidad de destruir su blanco antes de que los apuntadores deltanque y del vehículo mecanizado hallen la distancia y logren hacerimpacto. Durante la noche la situación se mantiene, porque cadabandoutiliza visores especiales; en realidad, los apuntadores de misiles de laAlianza serían provistos de mejores equipos, con imagen más clara amayor distanciay luminosidad ambiente más tenue; además, el tanque.y el vehículo mecanizado son mucho más grandes y más fácilmentelocalizados.

Recurriendo a cifras que pueden describir todo lo observado en estenivel estratégico, vemos que el 90 por ciento del total de misilesfuncionarán correctamente, de los cuales el 90 por ciento hará impactoen el blanco, 80 por ciento de ellos penetrarán la coraza, y 90 por cientocausarán daños que provocarán la inmovilización, de lo que resulta un58 por ciento de probabilidad acumulativa de éxito.* Entonces podría-mos estimar que en duelos directos en que se batan dotaciones com-petentes .y fogueadas en nuestro campo de tiro carente de rasgosdistintivos, cada tanque puede destruir un misil antitanque antes deser a su vez inutilizado, y cada vehículo mecanizado da cuenta de otrosdos. Por consiguiente, se requerirán 1,58 misiles para destruir tanquesque cuestan cien veces más, y 2,58 misiles para los vehículos mecanizadosque cuestan por lo menos diez veces más. Vemos entonces que laconfrontación técnica entre misiles y blindados se resolverá categórica-mente a favor de los primeros, por muy amplio margen.

Tal como es habitual, podríamos detenernos aquí y presentar esteresultado técnico como la verdad absoluta y suficiente; eso sería en casode que por ejemplo examináramos un encuentro entre la defensaantimisiles balísticos y los misiles balísticos soviéticos de largo alcance,dentro del gran campo de tiro espacial, sin rasgos distintivos. No hayduda que cualquier ventaja en la relación del intercambio que superela posible desproporción entre los recursos que cada bando podría

* Tal como se dijo, eso corresponde al efecto inmovilización; para lograr dañoscatastróficos irreparables la probabilidad es mucho menor.

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

aplicar en el esfuerzo sería una conclusión válida para algunos propó-sitos, tal como para determinar simplemente la factibilidad de lamisión. Sin embargo, el hecho de averiguar el nivel técnico de laestrategia en el combate entre el misil antitanque y sus enemigos, espara nosotros solamente el comienzo, y provee información parcial ytransitoria. Por supuesto que el nivel técnico posee su propia impor-tancia, mayor ahora que en el pasado cuando los cambios eran lentosy las diferencias de capacidad técnica causaban efectos mucho meno-res. Hoy en día, armas tales como aviones de combate, submarinos otanques de batalla, pueden sobrepasar a sus predecesores apenas unpoco menos modernos en forma que no puede compararse con lasdiferencias que pudieron existir entre dos espadas igualmente eficacesde una misma época; no obstante, aun en la antigüedad la superioridadtécnica fue ocasionalmente un factor decisivo, como ocurrió hacia finesdel siglo IV cuando los hunos aparecieron por primera vez con arcospequeños de material laminado, muy manuables para emplearlosdesde la montura, y extremadamente potentes.

Estos límites del nivel técnico de la estrategia no son arbitrarios. Loque hemos revelado (más que definido) es el nivel dentro del cual lasarmas de guerra y sus interacciones pueden observarse en una particular dimensión de la realidad, porque todas las demás circunstancias,tanto materiales como intangibles, permanecen indeterminadas; detodos modos, es una parte de la realidad. Tal como ha sido definido estenivel, queda incluida dentro de él toda la información objetiva de graninterés profesional para mucha gente que dentro del área militar sededica al desarrollo de armamentos, específicamente, los científicos eingenieros. Se supone que ellos reciben instrucciones provenientes deniveles superiores sobre aquellos aspectos de la performance especial-mente requeridos, y del grado de eficacia a lograrse en términosgenerales. Sin embargo, y con sujeción a ello, la tarea procede entera-mente dentro de los límites del nivel técnico y en prosecución de metasestrictamente técnicas, a pesar de que los armamentos que se desarro-llen afectarán con sus capacidades a todos los niveles superiores de laestrategia.

Mientras que las consecuencias de la técnica reverberan a través delreino de la estrategia, como indudablemente ocurre en todos los otrosaspectos materiales de la vida humana, únicamente las abstractasteorías científicas que sólo consisten en puras palabras y cifras inma-teriales, son las que restringen su campo. En tiempos recientes suslímites se han expandido con bastante rapidez, pero en determinadomomento se convierten en barreras impenetrables para el tecnólogo.Las teorías o "leyes" de la ciencia pueden quedar abolidas en cualquiermomento, pero mientras tanto su dominio es absoluto. En contraste, no

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EL NIVEL TÉCNICO

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sucede lo mismo con las demás pautas militares y políticas que tambiéndefinen las metas y límites del desarrollo técnico.

SOLDADOS Y TÉCNICOS

Raramente los técnicos están familiarizados al detalle con los re-querimientos militares que deben satisfacer. En general, suelen respe-tar las instrucciones recibidas como mera formalidad, porque conocenperfectamente su transitoriedad, ya que ven nuevas doctrinas y "es-trategias" enunciadas cada pocos años, mientras que sus propios ar-tefactos perduran durante varias décadas. Entonces, los técnicos no sesienten inclinados a obedecer al pie de la letra las formulaciones deautoridades que denotan falta de conocimientos sobre el rango comple-to de posibilidades que se abre ante ellas. La militarización de lostécnicos que viene sucediendo desde tiempos remotos, y la crecienteeducación técnica de los militares que se inició en el siglo pasado, nohan anulado la división: cada grupo está sujeto a autoridades diferen-tes, por un lado el escalafón de la ciencia aplicada y por el otro lajerarquía militar no técnica.

Por lo tanto, no existe solamente una barrera de ignorancia, sinoademás divergencia de propósitos. Para la burocracia militar, lamáxima calidad posible para determinado armamento debe normal-mente sacrificarse en aras de la cantidad, porque si disminuye lamagnitud de las fuerzas se reduce la base de la jerarquía. Por otraparte, para el técnico la cantidad no cuenta: la máxima calidad es laúnica meta dentro de su especialidad, y se manifiesta al desarrollar elarma más completa con la más alta performance posible.

Anteriormente a la Primera Guerra Mundial y durante su trans-curso, los acorazados más grandes y mejor protegidos y los cañonesferroviarios de mayor alcance excitaban la ambición del técnico; unosconcordaban con las necesidades navales vigentes, y los otros no erandemasiado congruentes con los requisitos de la artillería contemporá-nea que buscaba alta movilidad. En la Segunda Guerra Mundial loscaminos de la ambición técnica proliferaron para producir una verda-dera galaxia de innovaciones, algunas con utilidad militar inmediata(por ejemplo, el radar y la bomba de fisión) y otras de validez negativapara la época (las V-1, V-2 y V-3 alemanas, y el supertanque Maus). Hoyen día, la ambición por el desarrollo se enfoca hacia armas de energíadirigida, grandes aviones supersónicos de caza con equipamientoelectrónico completo, submarinos nucleares del tamaño de cruceros, yenormes portaaviones. Naturalmente, el efecto logrado es reducir lascantidades, hasta niveles que no se corresponden con la realidad bélicaen algunos casos; por ejemplo, la producción anual de aviones de caza

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

no excede la cifra que podría perderse en una mala mañana durantecombates aéreos en gran escala.

Ahora está de moda deplorar la tendencia a perseguir la calidad aexpensas de la cantidad, al menos en los Estados Unidos, pero la lógicaparadójica de la estrategia en cualquiera de sus niveles resulta irrele-vante en este. cuestión, y ninguna intuición al respecto puede ayudar-nos a tomar decisiones. La acción a nivel técnico que provoca unareacción puede provenir indiferentemente de muchas armas sencillaso de pocas más sofisticadas. En cambio, es la lógica lineal del sentidocomún la que impone límites en la búsqueda de la calidad a expensasde la cantidad, porque la utilidad marginal de los incrementos decalidad debe tender a cero dentro de los límites de aplicación científica,en determinado momento: el mejor fusil posible de construir con losmateriales más avanzados y técnicas más recientes, quizá sea muypoco más efectivo que un fusil común basado en idénticos principiospero a mucho menor costo. Lo mismo se aplica a bombarderos, misiles,submarinos, o cualquier otro armamento que se compare. Sabemos queno nos hallamos en el reino de la estrategia, porque al incrementarsel a calidad de una unidad el incremento de efectividad obtenido puedeque se reduzca a cero, pero nunca será negativo (a menos que laconfianza u otro atributo similar sea afectado de algún modo). Encambio, si laparadejadinámica de la estrategia determinara el resultado,los incrementos en la calidad comenzarían realmente a reducir laefectividad de un arma después de cierto punto.

Las tensiones que se producen entre prioridades militares y metastécnicas obligan constantemente a la negociación entre soldados conmentalidad técnica, y técnicos con mentalidad militar, ambos miembros marginales de cada grupo. Pero cuando los productos del desarro-llo técnico son finalmente entregados a las fuerzas armadas, su utili-zación se regirá por la opinión del cuerpo principal y por interesesinstitucionalespreexistentes (a menudo resabios de desarrollos técnicosprevios). Cuando la novedad constituye una mejora del material en uso,la innovación se incorporará directamente, con el único obstáculo dealgunas fricciones incidentales que probablemente se resuelvan con eltiempo. Pero si el arma nueva es el resultado de un a invención, si carecede predecesores directos, entonces las fuerzas armadas deberán modi-ficar sus esquemas creando nuevas unidades que la adopten, a expensasde unidades ya existentes. Como estas últimas tienen algún tipo derepresentación dentro de los círculos de decisión, mientras no ocurre lomismo, obviamente, con las unidades todavía no habilitadas, el creci-miento que resolvería ese conflicto queda siempre limitado por algunaforma de escasez (típicamente, de fondos en tiempo de paz .y de personalen tiempo de guerra). Esas barreras institucionales tradicionalmenteopuestas a la innovación pueden verse en un símil hidráulico donde la

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EL NIVEL T$CNICO

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expansión de la fuerza sería la válvula de alivio, y la resultante semanifiesta en la velocidad o lentitud con que el líquido existente dejapaso al nuevo.

Pero la innovación no es solamente rápida o lenta; también puedefracasar rotundamente a causa de una resistencia social que sencilla-mente no admite el cambio técnico, (2) o de una aplicación equivocada.Un caso famoso de innovación abortada fue el de la rrtitrailleuse, unaametralladora súbitamente adoptada por el ejército francés en 1869, envísperas de la guerra con Prusia. En un inundo de fusiles de un solo tiro,la mitt-ailleuse podía disparar 300 proyectiles por minuto con preci-sión, a más de 500 metros; era bastante confiable, y• hubiera tenidoefectos decisivos contra una infantería sorprendida por tal velocidad defuego. Era una invención belga que fue fabricada en gran secreto en losarsenales franceses por orden de Napoleón 111; y exigt.ígn importatit.escantidades listas al comienzo de la guerra con Prusia en 1870.

Pero el alto grado de reserva había impedido que se realizaranejercitaciones en el terreno y se discutieran las tácticas. Como el armaera demasiado pesada para ser cargada a mano, se la montó sobre unacureña liviana, por lo que parecía una pieza de artillería de campaña.Por otra parte, la infantería no estaba preparada para re abastecerse demunición, en una época en que cien tiros satisfacían las necesidades decada soldado para varias semanas de campaña, y cada batallón contabasolamente con unos pocos carros a caballo ya repletos de tiendas,alimentos y pertrechos. Además, el mismo Napoleón III era un expertoartillero (de fama mundial), así que fue la artillería quien recibió lamitraílleuse. Al empezar la guerra, los artilleros franceses la emplea-ron naturalmente como una pieza más, o sea bien a retaguardia de laslíneas de infantería, fuera del alcance de sus blancos y vulnerable alfuego de contrabatería enemigo sobre posiciones francesas. (3)

Hubiera sido demasiado optimismo imaginar que los artillerosabandonarían sus conceptos habituales para ubicar alguna de susarmas entre la infantería; ello les parecería un atroz retroceso a lausanza del siglo XVII. Tampoco podían entregarlas nuevas armas alainfantería sin transferirles además los tan valiosos carros de municio-nes de artillería. De todos modos, sucedió que en labatalla de Gravelotte,el 18 de agosto de 1870, la infantería prusiana avanzó hasta entrar enel alcance de algunas ametralladoras que no habían sido neutralizadaspor el fuego de contrabatería. Disparando las placas de 25 tiros a unavelocidad de 12 tiros por minuto, las nuevas armas ejecutaron unamasacre, causando muchas de las 20.163 bajas prusianas de ese día. (4)Pero por otra parte, ¡as ametralladoras apenas figuraron al término dela guerra. S i la innovación no se hubiera abortado de ese modo, podríahaberse evitado la desastrosa derrota francesa.

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

POLíTICOS Y TÉCNICOS

Mientras que entre técnicos y militares existen tensiones que sólola innovación in stitucional puede resolver, una crónica disonancia es elestado normal de relaciones entre esferas políticas y. técnicas. Losobjetivos políticos del Estado resultan usualmente tan vagos y distan-tes para el técnico que ni siquiera entran en sus cálculos. En algunosraros casos, las autoridades han intervenido abruptamente para lan-zar desde arriba algunas órdenes, ya positivas o negativas. Un presi-dente norteamericano puede disponer la clausura de una vía de de-sarrollo bastante prometedora porque ofende su sentido de la ética, oquizá daña estéticamente su imagen pública. Puede que otro ordene alos técnicos la producción de nuevas armas que se hallan más allá delos límites contemporáneos de posibilidades científicas, como si elprogreso de la ciencia pudiera dirigirse y acelerarse mediante unadecisión política y la provisión de fondos. Un Hitler o un Stalin pudie-ron imponer la dictadura en laboratorios y talleres, y decretar que loscohetes balísticos o las bombas de fisión fueran rápidamente cons-truidas.

Hay algunos casos muy recordados de intromisión espectaculardesde el lado de la ciencia; el más trascendente ocurrió el l l de octubrede 1939, cuando el influyente economista Alexander Sachs entregó alpresidente Roosevelt una carta firmada por el ya eminente AlbertEinstein y un memorándum de otro científico refugiado; el entoncesdesconocido Leo Szilard, quien tuvo la idea. Ambos documentos invita-ban al gobierno norteamericano a investigar la posibilidad de iniciaruna reacción en cadena de uranio dentro de un artificio bélico. Lainiciativa de Szilard fue posible gracias a la ayuda prestada por otroscientíficos refugiados, Eugene Wigner y Eduard Teller; cada uno deellos estaba destinado a la fama en el futuro, pero su papel esencial enese momento fue llevar a Szilard hasta la cabaña de Einstein en laplaya de Long Island en reiteradas ocasiones, porque carecía de li-cencia de conductor. Según el relato dejado por Sachs, Rooseveltparecía distraído durante la lectura de la carta y del memorándum, yrecién en el desayuno del día siguiente Sachs finalmente lo persuadiópara que tomara el asunto con seriedad, al contarle una anécdota sobrela negativa de Napoleón a financiar el proyecto del buque a vapor deFulton. (5)

Fue por circunstancias al menos fortuitas dentro de los términosconsecuentes de la ciencia e ingeniería, que laAlemania nazi fracasó enel desarrollo de su propia bomba de fisión. El entusiasmo de Hitler seinflamó de inmediato ante la perspectiva de construir cohetes fusifor-mes y rugientes, y su apoyo a la cohetería siempre fue generoso y tenaz.Sin embargo, los físicos nucleares pertenecían a un campo notoriamen-

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EL NIVEL TÉCNICO

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te no ario (incluyendo a Szilard, Winger, Teller y al mismo Einstein)que fue posteriormente condenado por los pensadores nazis por sucrítica a certezas irrefutables; tampoco la reacción en cadena nuclearencontró un defensor germano propiamente ario tan persistente comoLeo Szilard.

Únicamente la disonancia fundamental entre técnicos y políticospudo causar que asuntos de tan colosal importancia fueran decididoscon semejante frivolidad. Por supuesto que el proyecto americano de labomba de fisión hubiera comenzado tarde o temprano, aunque noestuviera Szilard para llamar la atención. Pero una demora pudo serdecisiva si el gusto de Hitler hubiera sido diferente y le asignaramáxima prioridad, porque ciertamente Alemania poseía medios mate-riales para fabricar su propia bomba de fisión si el proyecto se hubierainiciado alrededor de 1939.

El convencimiento de que los dirigentes políticos no deben desaten-der las posibilidades que ofrece el desarrollo técnico deliberado seconvirtió en realidad indiscutible luego de la Segunda Guerra Mundial,que exhibió dramáticos episodios de guerra científica, y como secuelade Alamogordo, Hiroshima y Nagasaki. Los departamentos científicosproliferaron dentro del gobierno y las fuerzas armadas, ,y fueronagregados cargos de asesores científicos a los gabinetes íntimos depresidentes, primeros ministros y secretarios generales. Sin embargo,todo eso no hizo mucho para reducir la disonancia, como podía esperar-se. Es que en realidad existían solamente dos clases de cuestionestécnicas: los asuntos de rutina, sobre los que no se necesitaba decisiónpolítica alguna, y los polémicos, sobre los cuales también normalmentediferían los científicos en términos que los legos ni siquiera podíanentender. (6) Los políticos todavía capitanean el barco del Estado y lossoldados manejan sus cañones, pero ahora hay técnicos a cargo de lasala de máquinas, cuyas acciones impulsan el buque por rutas inex-ploradas hacia destinos desconocidos.

* La afirmación en posguerra de eminentes físicos nucleares alemanes (Heisenbergy otros) de que deliberadamente retrasaron el desarrollo de la bomba, fue fraudulenta.

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CAPÍTULO 6

EL NA7EL TÁCTICO

Volviendo ahora al caso de la defensa de laAlianza en Alemania, podernos examinar al misil_ an5tanque y su ,-~oponentes directos en el siguiente nivel de la estrategia. La imagen quese presenta ante nuestra vista es mayor y nias detallada, porque ya nopodemos simplificar la lucha como si fuera un duelo, sino que debernosconsiderar unidades enteras enfrentadas entre sí, y que contienentantos equipos misilísticos y vehículos blindados como podrían inter-actuar riirectarnPrat~ dentro de un mismo episodio de combate. Además,ya no estamos comparando misiles y vehículos blindados que confron-tan en un campo de tiro sin rasgos prominentes, ni con dotacionesautómatas.

En primer lugl-rr debemos considerar el terreno ,y la vegetación. Elsuelo del este de Alemania es algo irregular, sin montañas altas perocon valles y colinas, o al menos con algunos plegamientos que puedentener importancia. Hay vías protegidas que podrían explotar lasfuerzas blindadas soviéticas para aparecer subitamente frente a losmisiles antitanque a corta distancia, y así privarlos de su gran ventajade alcance en comparación con las ametralladoras. En casos extremos,la emergencia del blanco visible ocurriría tan cerca que el misil nopodría siquiera usarse, porque como contrapartida a su gran alcanceadolece de una distancia mínima de lanzamiento dentro de la cual nollega a entrar a tiempo en la línea de puntería. Esta limitación no latienen los cohetes antitanque.

Por otra parte, también existe vegetación que permite ocultarse a lainfantería antitanque, y que puede servir para mucho más que enmas-carar su presencia, ya que obtiene protección de vial importancia encualquier cobertura del terreno, al menos contra las armas de fuegodirecto. Más afro, si se dispone de tiempo antes del combate (unavariable significativa que puede depender del rnás alto nivel estratégi-co), el terreno no sólo puede ser aprovechado en su estado natural, sinomejorado mediante barreras tales corno fosos antitanque yfortificaciones. Unas pocas horas de trabajo con picos y palas podríanbastar para transformar una ladera expuesta en zona fortificada, conposiciones de fuego disimuladas y cubiertas para resistir el tiro indirec-

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EL NTVEL TÁCTICO

si

to de obuses y morteros. Las barreras continuas que impidan el paso delos atacantes, así como las posiciones fortificadas, podrían construirsecon cemento bien sólido en lugar de tierra, mejorando notablemente ladefensa (contrariando el prejuicio pos-Línea Maginot).

Pero si la disposición no es prolija, si las posiciones de fuego sedestacan del paisaje circunvecino como blancos notables, las fortifi-caciones servirán para condenar a los defensores; a este nivel estratégico, esas cosas pueden resultar decisivas de por sí dentro del cortolapso en que se define el encuentro táctico. Por consiguiente, debemosreconocer que un factor enteramente novedoso ha aparecido en laelaboración de éxito o fracaso cuando el breve tiempo disponibleadquiere relevancia: la idoneidad no solamente en cuanto al funciona-miento mecánico de las armas ya asumido en el nivel técnico, sino lasutil idoneidad táctica requerida para hacer buen uso del terreno y delas armas asignadas, dentro del contexto particular de cadaempeñamiento.

Ahora también cobra importancia la aptitud natural y el adiestra-miento táctico de los hombres que tripulan esos vehículos blindados yla infantería misilística que se les opone: ¿poseen el ojo atento delcazador para descubrir las ventajas del terreno, dado lo que saben delenemigo? ¿Pueden calcular rápidamente cómo se correlaciona la pro-fundidad del campo de tiro desde varias posiciones y sobre aproxima-ciones distintas, con el alcance efectivo de sus armas?

CONDUCCIóN, MORAL, FORTUNA

La idoneidad es un atributo individual, pero son las dotaciones devehículos y misiles quienes combaten; o sea que consisten en grupospequeños, y lo que cuenta más que nada es la habilidad que demuestranefectivamente actuando en conjunto, más que la pericia personal. Y ellomucho depende de una conducción competente. ¿Son los hombres másantiguos de los equipos de infantería misilística aquellos mejor califi-cados para asumir decisiones tácticas, o producto de un ejército quepromueve la docilidad antes que el ingenio? En cuanto a los oficiales ysuboficiales a cargo de los vehículos blindados y de sus dotaciones, ¿sonverdaderos líderes o apenas seguidores de quienes están en el escalónsuperior de la cadena de mandos?

Tampoco basta una conducción competente si las tropas no deseanenfrentarse al peligro. Cuando realmente comienza el encuentro tácti-co, con el estremecedor estampido de la artillería que rutinariamentehace fuego por delante del avance blindado, el siniestro martilleo de lasametralladoras, la explosión mortal de las granadas de mortero;cuando la tierra parece estallar desde adentro y volar por el aire,mientras ramas de árboles cortadas por la metralla caen ruidosa-

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

mente; cuando un transporte de tropas por aquí o un tanque más alláson tocados, se incendian y explotan; cuando el infante se apercibe deque el compañero que se hallaba a su lado un segundo atrás está ahoramuerto, herido o enterrado bajo escombros; cuando el combate propia-mente dicho se inicia, entonces descubrimos que mucho más que unahábil conducción es lo que interesa a fin de cuentas.

Los instintos naturales tratarán de inducir alas dotaciones atacantesa esperar en la seguridad del refugio que el terreno les ofrece, en vez decontinuar el avance por un área desconocida, hacia donde aguarda elenemigo oculto con sus mortíferos misiles. Y el mismo poderoso instintourge a huir al infante que debe mantener su posición en contra demáquinas de acero que descienden implacablemente hacia él; ahora loslanzamisiles parecen desesperadamente endebles y su efecto incierto,frente a la certeza matemática de que en pocos minutos los defensoresserán aplastados bajo las orugas de los tanques que se aproximan, amenos que todos ellos reciban impactos que los detengan.

Lo que vence al instinto para hacer posible el combate es el conjuntode todas esas cualidades intangibles que los ejércitos se esfuerzan enestimular mediante marchas y desfiles (para automatizar la obedien-cia), discursos, canciones y banderas (para inspirar orgullo), uniformesy rutina cotidiana, recompensas y castigos: moral individual, disciplinade grupo y cohesión de unidad. De estos atributos inmensurables perode vital importancia, la cohesión al nivel de pequeñas unidades esusualmente el principal, porque la voluntad de lucha de los hombres enbeneficio de los demás sobrevive al terrible impacto de la batalla conmayor éxito que cualquier otro apoyo moral.

Por lo tanto, al nivel táctico de la estrategia las intangibilidades deidoneidad, conducción, moral, disciplina y cohesión de unidad entranen nuestro cuadro y tienden a determinar el resultado. Por esta razón,las estimaciones de equilibrio militar efectuadas únicamente a niveltécnico engañan en forma sistemática ya que al presentar listas cuan-titativas del armamento brindan comparaciones de atractiva precisión,pero que dejan de lado partes fundamentales.

Existe otro factor de poderosa influencia sobre el resultado de cadaepisodio táctico aislado: la fortuna, o sea posibilidad y probabilidad;posibilidad de que las tropas de uno u otro lado se hallen exhaustas porfalta de sueño, enfermas o hambrientas por mal racionamiento, aterro-rizadas por el combate anterior o por algún accidente fatal cuyaocurrencia no es rara cuando se manejan con prisa máquinas letales.Una probabilidad fundamental es la meteorológica; en Europa Centralson comunes densas neblinas o espesas nieblas terrestres durante lamayor parte del año. Esto permitiría a los tanques y transportes decombate aparecer súbitamente ante los defensores, sin tiempo paradisparar siquiera un misil, si es que todavía han mantenido su posición

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EL NIVEL TÁCTICO

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luego de la desmoralizadora experiencia de escuchar la rugienteaproximación de vehículos blindados que no pueden verse.

ASIMETRÍAS OFENSIVAS Y DEFENSIVAS

En consecuencia, todas estas cosas adquieren importancia a niveltáctico, y encuentran contrapartida en otras formas de guerra, en elaire y en el mar del mismo modo que en tierra. Pero, ¿afectan a ambosbandos de igual manera los rasgos del terreno, la vegetación, laidoneidad, conducción, moral, cohesión y fortuna? ¿Son modificableslas conclusiones categóricas del nivel técnico por estos agregados anuestro cuadro? ¿Puede variar nuestro resultado provisorio sobre lagran efectividad de la infantería armada con misiles antitanque contrael ejército soviético mecanizado en la defensa de Europa Central? Larespuesta es definidamente afirmativa para cada uno de los casos.

Las fuerzas blindadas soviéticas sólo tienen que avanzar para darpor cumplida su tarea, y la mayoría de las dotaciones no necesitarámás que operar sus máquinas y disparar sus armas a través de mirastelescópicas y troneras, protegidas de las terribles imágenes y ruidos dela batalla por planchas de coraza y motores rugientes. Por supuesto,hará falta un mando eficaz para que se desplacen en la direccióncorrecta aprovechando las prominencias del terreno; será provisto porjóvenes oficiales a la cabeza de cada columna, hombres destinados acorrer mayores riesgos al avanzar expuestos en torretas abiertas.

El infante que se encuentra a la defensiva no puede participarefectivamente en la lucha mediante la mera operación de mecanismos,sin tener clara la batalla. Debe permanecer listo y alerta para avistarsus blancos a la máxima distancia, a pesar de las interferencias delhumo accidental o artificial, de nieblas y neblinas; debe adquirir sublanco con toda tranquilidad por medio de su mira, y decidir el delicadoinstante del lanzamiento, porque si bien conviene disparar a la mayordistancia posible, ello podría facilitar el ocultamiento en el terreno deltanque que avanza, y así eludiría el impacto del misil en vuelo. Despuésdel lanzamiento, el operador debe mantener en su mira al blanco móvildurante los eternos segundos de recorrido del proyectil hasta el im-pacto. Y a lo largo de todo ese procedimiento, desde el avistaje hasta eltérmino de la trayectoria, las tropas misilísticas cumplen minucio-samente sus tareas, mientras los sentidos soportan los efectos de labatalla, cuando la mínima distracción causa la pérdida del controlsobre misiles en vuelo.

Es evidente que hay gran asimetría en 1<<. protección física, salvo quese disponga de fortificaciones elaboradE.s. En nuestro cuadro, lasfuerzas blindadas son vulnerables únicamente a los misiles, mientrasque los defensores, por el contrario, quedan sujetos al efecto de toda

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

arma que los alcance: cañones, morteros, ametralladoras, lanzagra-nadas, y -lo peor- el apoyo del fuego de artillería batiendo el terrenodelante de los blindados. Algunos mueren, otros son heridos, y muchosmás quedan tácticamente incapacitados al verse obligados a refugiarseen vez de buscar y atacar blancos.

En realidad, no solamente conspirarán en contra de los defensoressus propios sentidos, sino además sus mentes. La unidad blindadasoviética que avanza recibe el empuje de las unidades que le siguen;aparte de la dirección de movimiento asignada, su tarea tiene pocaslimitaciones, y la decisión y la suerte de comandantes y tripulantessufre poca influencia de la totalidad de un dispositivo de defensa al queapenas conocen y por cierto no pueden evaluar. Pero los defensorestienen amplia oportunidad de efectuar sus cálculos: con la óptimavisibilidad que permitan el clima y el terreno, el máximo alcance defuego no excederá de 4000 metros, y si los blindados soviéticos avanzana sólo 25 kilómetros por hora, dispondrán de algo más de nueve minutosde tiempo de combate antes que los tanques y vehículos enemigos lespasen por encima. Si la neblina reduce un poco la visibilidad, o la nieblala reduce mucho más, baja el alcance y proporcionalmente el interva-lo disponible. Teóricamente, cada equipo lanzador de misiles podríaempeñarse contra un nuevo blanco aproximadamente cada treintasegundos, y esas cosas a veces se hacen en el campo de tiro duranteejercitaciones. Pero dentro de la secuencia real del combate desde elavistaje basta el impacto, sería óptimo lograr un tiro por minuto, conuna probabilidad de éxito del 58 por ciento.

Para saber si las posiciones podrán sostenerse, o si la buida es laúnica alternativa ante la muerte o captura, los defensores debenestimaren consecuencia la cantidad de tanques y vehículos de combateque avanzan hacia ellos; si resultan ser más de cinco por cada lanzadorde misiles que quedó intacto luego del bombardeo de artillería, morte-ros y fuego directo, entonces sus vidas o su libertad se habrán perdidoen los próximos minutos. Como se hallan enfrentando al ejércitosoviético, y la fatalidad los ha ubicado justo en el sitio que una de su.scolumnas ha elegido para pasar, los defensores deben esperarlo peor:los tanques y vehículos que tienen a la vista constituyen sólo lavanguardia, y muchos más los seguirán en corto trecho. Esta abundan-cia de blindados es precisamente el motivo de la propuesta que noshallamos analizando, pero para la infantería con misiles antitanque enposición la decisión estratégica ha creado una situación tácticasistemáticamente desmoralizadora, de la cual el único escape noconsiste en plantarse y luchar efectivamente, sino en lanzar uno o dosmisiles v retroceder con astucia.

Por todas estas razones, las conclusiones iniciales a nivel técnico sehan modificado totalmente. Cuando analizamos el encuentro a niveltáctico, vemos que los defensores ya no pueden albergar esperanzas de

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EL NIVEL TÁCTICO

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destruir tanques cien veces más caros a razón de 1,58 misiles por cadatino. n i vehículos de combate que cuestan al menos diez veces más con2,58 misiles en promedio, produciéndose una excelente relación deintercambio mayor de 1:5,8 contra transportes de tropas, y 1:63 contratanques. En lugar de ello, vemos que muchos lanzamisiles se perdieronpor culpa del bombardeo previo de artillería, morteros y tiro directo,antes que pudieran empeñarse contra enemigo alguno; otros fueronincapaces de adquirir ni siquiera un blanco durante el breve intervalode combate, a causa del humo: hubo otros que perdieron los blancos queya tenían en puntería por los efectos de soplo y choque de las explosio-nes vecinas.

Por lo tanto, ¿cuántos lanzamisiles se requerirán en la realidadtáctica para destruir un tanque o vehículo de combate? ¿Serán diez oveinte, corno sugiere la experiencia de guerra del Medio Oriente? Y sipensarnos que Europa Central carece de tan espléndida visibilidad, ¿noserá mucho mayor cantidad? Como las diferencias de costo son enor-mes, el saldo será todavía favorable, pero no por margen tan amplio.Nuestra conclusión a nivel táctico, aunque por supuesto todavía pro-visoria, es que la propuesta es mucho menos promisoria que lo estimadoal principio, pese a que aún merece ulteriores evaluaciones a nivelessuperiores de la estrategia. Pero ahora sabemos que su éxito dependeráen muy alto grado de las cualidades de los hombres involucrados. Lasvirtudes intangibles de moral, disciplina y cohesión casi siemprerevisten en combate mayor importancia que los factores materiales,pero es aún más evidente en este caso, donde se observan tan gravesasimetrías entre los esfuerzos exigidos a agresores y defensores.

Así es como hemos descubierto que los méritos de las propuestas encirculación tienen una dependencia crítica de lo que hasta ahoraconsiderábamos meros detalles administrativos. ¿Será integrada lainfantería misilística por milicianos cohesivos, amigos y vecinos uni-dos, pero seleccionados por su aptitud y bien entrenados, dentro de loque permite el adiestramiento de tiempo compartido? ¿O serán re-servistas provenientes de todo el país, quienes años atrás sirvieroncomo conscriptos y se convocarán por vez primera justo cuando elcombate está por comenzar? ¿O constituirá la infantería misilística uncuerpo de elite, de jóvenes seleccionados, adiestrados y comandadospara garantizar las máximas cualidades morales? Y después de todo,¿qué razonamiento hace que naciones ricas manden al combate a susmejores hombres con armas baratas contra enemigos mucho máspobres pero con armamentos sofisticados? De este modo encontramosen el nivel táctico de la estrategia la dimensión humana del combate,así como las posibilidades y probabilidades, y vemos el desarrollo delcombate dentro de un contexto único de tiempo y espacio. Al variar elclimay las circunstancias humanas, al no existir fuerzas idénticamenteintegradas y armadas, que se desplacen de igual forma por el mismo

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

suelo, no puede librarse dos veces la misma batalla y obtener idénticosresultados. Confiando en la anulación de posibilidades, y mediante laestimación de probabilidades basada en la observación de muchoseventos (precisión de las armas, tendencias climáticas), podemosarribar a conclusiones de nivel táctico con validez general, pero única-mente para algunas fuerzas en particular, con equipamiento particulary características humanas particulares.

Por consiguiente, la erudición "táctica" -entendida como el artedetallado de la guerra, que se manifiesta precisamente en este nivel-ni puede viajar muy lejos ni durar mucho tiempo. Lo bueno y lo malodependen de la performance específica de las armas y de la naturalezageneral de los antagonistas: cierta forma de atacar una posiciónenemiga, de conducir una interceptación, o de empeñarse en un com-bate naval, puede que resulte audaz hasta el borde del suicidio oexcesivamente pusilánime, según las características de las fuerzas enoposición. Además, los manuales tácticos deben ser escritos nuevamen-te cada vez que aparecen armamentos significativos que convierten enmera rutina lo que antes era imposible, o hacen imposible lo que antesera mera rutina. De la lectura de los textos de Eneas, Vegetio o Mau-ricio surgen consejos que aún conservan validez, pero sería vanopretender que contengan mucho más que lo obvio; asimismo, si leemosmanuales mucho menos interesantes de las dos guerras mundialesmodernas, los encontraremos igualmente pasados de moda. Por lotanto, la táctica concierne exclusivamente a los profesionales, así comotoda estrategia normativa que aconseje tal o cual política para uno uotro país, sólo puede mantener validez contemporánea (a diferencia dela estrategia en sí, que nada prescribe y en cambio se limita a describirfenómenos inmodificables cuyas existencias son independientes de quese los perciba o no).

LOS LÍMITES DE LO TÁCTICO

En nuestro cuadro de la confrontación no dimos lugar a ningúncambio de tácticas por ninguno de los bandos, ni tampoco a experienciasde éxitos y fracasos anteriores que provoquen reacciones en uno y otrolado. Simplemente se asumió que ambas fuerzas ejecutarían tácticassencillas de combate frontal, si bien prestando atención a la correctautilización del terreno. Por supuesto que esto sería válido solamente enel choque inicial entre la primera ola de blindados soviéticos en avancey el cinturón defensivo de infantería antitanque. Pero si la defensalogra repeler el ataque, al tiempo provocará una reacción que intentesuprimirla empleando mayor poder de fuego o la circunde de algunamanera. También puede reaccionarla defensa, ya sea usando el tiempoganado para cavar nuevas posiciones, adelantando grupos de recono-

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EL NIVEL TÁCTICO

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cimiento, o dejando penetrar a los vehículos enemigos para luegobatirlos desde atrás. Y entonces habrá de comenzar otra vuelta.

No obstante, las fuerzas en particular que estuvimos analizando noson entes independientes que persiguen sus propios objetivos. Lo querepresenta todo el combate para las unidades a nivel táctico, y que essin duda su propia existencia en ese momento, constituye meramenteun fragmento de los esquemas de mayor amplitud que manejan lossucesivos estratos de mandos de los respectivos ejércitos y autoridadesnacionales. Han puesto en vigencia los planes que desencadenaron elconflicto, en prosecución de sus propias metas de mayor relevancia.Ahora tratan de mantener control sobre la lucha, a fin de proteger suspropósitos mediante el desarrollo de respuestas recíprocas ante losresultados obtenidos; a veces tratando de ayudar a las unidadesempeñadas, a veces sacrificándolas, y con mayor frecuencia introdu-ciendo nuevas fuerzas que todavía pueden controlar porque no han sidoabsorbidas dentro de su propia lucha por la supervivencia.

El juego entre acción y reacción ya no queda confinado al niveltáctico. Nos hará falta una perspectiva bastante diferente y mucho másamplia para proseguir una investigación donde las detalladas particu-laridades del contexto pierdan importancia, y donde se tenga en cuentael despliegue completo de fuerzas rivales en lugar de aquellas inmedia-tamente opuestas. Por ello, debemos ascender al próximo nivel de laestrategia, pero destacando previamente que si bien hemos presencia-do un episodio de combate terrestre, toda otra manifestación bélicapasada y presente, en el mar, en el aire y hasta en el espacio -in-cluyendo a la guerra denominada vagamente como "estratégica"-*posee su propio nivel táctico.

* Durante los últimos cincuenta años, aproximadamente, se ha desarrollado lacostumbre de aplicar el término "estratégico" a las fuerzas y armas de gran alcance, paradiferenciarlas de sus contrapartes de menor alcance, y escuchamos hablar de mi.siles ybombarderos "estratégicos" y "tácticos".

Esta infortunada terminología deriva de la retórica de los primeros defensores delpoder aéreo, según una deliberada trasposición: los aviones de bombardeo que seconsideraban capaces de ganar la guerra de por sí, fueron en primer lugar pro mocionadoscomo estratégicos para dar a entender su calidad decisiva y autosuficiente (en oposicióna meras tareas tácticas de apoyo de tropas no tan decisivas); entonces el adjetivo quedóasociado con el atributo circunstancial del gran alcance que algunos bombardeos nece-sitarían para conseguir un efecto estratégico en algunos teatros de operaciones; a su vez,esto causó que "táctico" tuviera como implicación el corto alcance. La falta de concordan-cia es evidente: si Bélgica fuera a bombardear hasta la sumisión a Nueva Zelanda,necesitaría aviación de largo alcance, pero la aviación táctica bastaría para lograr elmismo propósito estratégico si la víctima fuera el contiguo Luxemburgo. Mas si losaviones belgas se dedicaran a perseguir submarinos frente a las costas neozelandesas,lo que constituye una misión táctica, necesitarían disponer de alcance "estratégico".

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CAPÍTULO 7

EL NIVEL OPERACIONAL

s una peculiaridad de la terminología mi-litar en lengua inglesa que no exista una palabra que específicamentedesigne lo que se encuentra entre táctica y estrategia. que describa esenivel intermedio de pensamiento y acción dentro del cual contiendenmétodos genéricos de guerra y se desarrollan las batallas en sutotalidad. En la tradición moderna del pensamiento militar de Europacontinental, por contraste, hay un adjetivo de uso común que se traducedirectamente como "operacional", e indudablemente este nivel sedestaca en la literatura militar profesional alemana y soviética, cuyaprincipal preocupación es el arte militar, (1) en oposición a las tácticasestrechamente aplicables a tipos específicos de fuerzas (tácticas deinfantería, tácticas de combate aéreo, tácticas antisubmarinas).

Así como las mismas armas interactúan al_ nivel técnico de laestrategia, y las fuerzas directamente enfrentadas combaten unascontra las otras al nivel táctico, en el nivel operacional encontramos lapugna entre mentes dirigentes, que se expresa mediante métodosconceptuales de acción (blitzkrieg, defensa en profundidad, bombardeoaéreo "estratégico", defensa aeronaval en capas), en el comando actualde todas las fuerzas involucradas, y en las verdaderas aventuras ydesventuras de dichas fuerzas. El límite que encierra lo "operacionaP'en cuanto a métodos, comando actual y acción queda en evidencia antecualquier caso de la vida real, aunque sea muy difícil de demarcar enabstracto. Dicho otra vez, no hace falta ninguna definición arbitraria;solamente necesitamos poner de relieve las estratificaciones naturalesde la estrategia en cualquier episodio dado para asir lo operacional, ylo que se hall a por encima y debajo de ello. Por supuesto, la demarcaciónentre táctico, operacional y estratégico requiere la presencia de ciertamagnitud y variedad de medios para que tenga sentido.

Si consideramos en un extremo de la escala una tribu primitiva cuyaentera fuerza combativa esté integrada por guerreros idénticamentearmados que siempre luchen en una sola formación, lo táctico, looperacional y lo estratégico deben coincidir, para todo propósito prác-tico. Esa tribu no puede sufrir una derrota táctica que no sea también

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EL NIVEL OPERACIONAL

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estratégica, ni puede desarrollar un método de guerra que sea algo másque una táctica. Por contraste, tomando como ejemplo los EstadosUnidos durante la Segunda Guerra Mundial, podían coexistir situa-ciones operacionales bastante diferentes incluso dentro de los mismosteatros bélicos, y tuvieron relevancia métodos operacionales muydistintos en las campañas anfibias del Pacífico, en el bombardeo"estratégico" contra la industria alemana, en los once meses de guerraterrestre posteriores a los desembarcos de Normandía, y en la pugnapor la supremacía naval en el Pacífico llevada a cabo principalmentepor fuerzas de tarea de portaaviones.

Magnitud y variedad son condiciones necesarias, pero no sufi-cientes; si el nivel operacional debe poseer cierta sustancia propia, laacción tiene que ser mayor que la suma de sus partes tácticas, y esodepende del estilo de guerra prevaleciente en las circunstancias; másespecíficamente, del lugar que ocupe dentro del espectro de desgaste ymaniobra.

DESGASTE Y MANIOBRA EN LA GUERRA

La guerra de desgaste se emprende con métodos industriales. Elenemigo es considerado como una mera disposición de blancos, y eléxito se obtiene por efecto acumulativo de poder de fuego superior ygran capacidad material hasta llegar a destruir el inventario completode blancos, a menos que la retirada o rendición terminen con el proceso,cómo normalmente es el caso. Cuanto mayor sea el contenido dedesgaste de determinado estilo de hacer la guerra, mayor importanciatendrán las técnicas rutinarias de adquisición de blancos, movimientoy reabastecimiento, además de un repertorio táctico reiterativo, ymenor será la necesidad de aplicar algún método operacional. Siempreque las fuerzas con poder de fuego tengan dentro de su alcance losblancos estáticos (líneas de trincheras, ciudades) o fuerzas enemigasque deben permanecer concentradas para conseguir sus propósitos (nose trata de guerrillas), y siempre que la superioridad material semantenga sin sombra de duda y el poder de fuego se aplique en formaapropiada y calidad suficiente, la victoria queda matemáticamenteasegurada. Se comprende que el desgaste recíproco causado por elenemigo tendrá que ser absorbido. No puede vencerse en este estilo deguerra si no se cuenta con absoluta superioridad en la capacidad deproducir desgaste; nunca la victoria será barata en cantidad de bajasni de pérdidas materiales, en relación con el potencial enemigo.

Por supuesto que no existe la guerra de desgaste en estado puro,enteramente despojada de ardides y artimañas y reducida a un procesoindustrial, pero los ejemplos de contiendas con alto contenido de

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

desgaste incluyen la lucha de trincheras de la Primera Guerra Mun-dial, en muchas de cuyas batallas predominaron los empeñamientos defuerza bruta simétrica entre las respectivas artillerías; el intento de laLuftwaffe de derrotar a la Real Fuerza Aérea en 1940 buscandodeliberadamente el combate aéreo (en este caso, la percepción alema-na de su propia superioridad material fue errónea, a causa de ladistancia, la calidad del Spitfire y la excelencia de los pilotos británi-cos); la batalla de El Alamein, y la mayoría de las que siguió librandoMontgomery, donde el enemigo era primero sometido a una barrera defuego de artillería muy superior y luego al asalto frontal de la infante-ría, antes que le pasaran por encima los blindados; la campañasubmarina germana de 1941-1943, cuyo objetivo fue ganar la guerramediante la reducción del tonelaje total de la marina mercante deultramar por debajo del mínimo necesario para sostener el esfuerzobélico; la campaña aliada en Italia (después de la fallida maniobra deAnzio), que degeneró en una demoledora acción frontal de muy lentoprogreso; el bombardeo aéreo de Alemania y Japón, dirigido ostensi-blemente al desgaste industrial, pero en realidad efectuado contraviviendas urbanas; el corfcepto de Eisenbower de una ofensiva de frenteamplio luego de la irrupción de Normandía, que Patton trastornó cadavez que pudo; las ofensivas de Ridgeway en Corea de 1951-52, en lascuales las fuerzas terrestres avanzaban lentamente en un frente sólidode costa a costa contra fuerzas chinas y norcoreanas sistemáticamentereducidas por el poder aéreo y la artillería; la mayoría de los combatesamericanos en Vietnam, pese a que las fuerzas enemigas obstinada-mente se negaban a agruparse en formaciones masivas que ofrecieranbuen blanco, excepto en circun stancias de su propia elección, por lo queconstantemente se trataba de imponer la concentración involuntariapor medio de barridos concéntricos ("búsqueda y ataque"); por último,como caso hipotético hasta el presente, la asignación de poblacionesurbanas e industrias como blancos de ataques nucleares a fin dedisuadir al oponente de cometer agresiones, amenazando con la des-trucción de cierto porcentaje establecido de cada una de ellas.

Del otro lado del espectro se encuentra la maniobra correlativa, unaacción apuntada a las especificidades del objetivo, donde en lugar depretender su destrucción física total se trata de incapacitarlo por mediode la ruptura sistémica, donde se entiende por "sistema" la estructurade comando de las fuerzas enemigas, su modalidad de desplegarse ycombatir (como cuando se penetra en un frente lineal o en la defensa enprofundidad de una flota de batalla), e incluso un sistema técnico real(engaño del radar, en contraste con la tosca interferencia o su completadestrucción).

En vez de buscarse la máxima concentración de poder enemigoporque allí los blancos abundan, el punto inicial de la maniobra

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correlativa consiste en eludir su mayor fortaleza y luego aplicarselectivamente la superioridad contra sus presuntas debilidades, seanfísicas o psicológicas, técnicas o estructurales. Mientras que el desgastees un proceso de naturaleza casi física que garantiza resultadosproporcionales a la calidad y volumen del esfuerzo asignado, e inversa-mente no puede alcanzar el éxito sin superioridad material, el re-sultado de la maniobra correlativa depende de la precisión con que seidentifiquen las debilidades del enemigo, la sorpresa que se obtenga, .yla velocidad y exactitud de la acción. Cierta combinación de sorpresa yrapidez es una condición necesaria para el éxito, porque si el enemigotiene tiempo de reaccionar puede buscar la protección de las debilida-des sobre las que quiere aplicarse el esfuerzo.

Surgen dos consecuencias: la primera, que la maniobra correlativabrinda la posibilidad de obtener resultados desproporcionadamentemayores a los recursos empleados, y por lo tanto da oportunidad devencer al bando materialmente más débil; la segunda, que la maniobracorrelativa puede fracasar rotundamente si lafuerza aplicada en formaselectiva y estrecha contra presuntas debilidades no puede cumplirsumisión o encuentra resistencia inesperada. En el léxico del ingenie-ro, la guerra de desgaste fracasa "elegantemente", así como solamentepuede triunfar en forma acumulativa; porque cada error imponeúnicamente una penalidad proporcionada: si un determinado blanco noes avistado o identificado, habrá que atacarlo nuevamente, pero laacción mayor no corre riesgos por ello. En cambio, la maniobra corre-lativa puede fracasar "catastróficamente", así como también puedelograr éxito con poco esfuerzo, pero un error de estimación o ejecuciónpuede condenar toda la operación. En otras palabras, el desgaste es unaforma de guerra en que se paga el total del costo pero a bajo riesgo,mientras que la maniobra correlativa puede resultar barata pero en-trañar alto riesgo. Es cierto que si el riesgo se materializa no se pierdemás del esfuerzo relativamente pequeño que se ha efectuado, "bajocosto" si se lo compara con lo que se espera ganar, pero todavía siguesiendo muy buen negocio en términos absolutos.

Hay otra consecuencia más: al requerirse la precisa identificaciónde las debilidades enemigas, así como rapidez y exactitud en la accióndestinada a explotarlas, la maniobra correlativa normalmente nopermite la libre sustitución de cantidad por calidad. En cambio, im-pondrá irreductibles normas de eficiencia, cuya sustitución cuantita-tiva sólo es posible cuando se exceden dichas normas, y de todos modosqueda limitada por la necesidad de lograr sorpresa y velocidad. Asi-mismo, en el punto real de contacto donde resulta finalmente aplicadala fuerza seleccionada, es posible que el combate produzca gran desgas-te a nivel táctico aunque se evite con éxito empeñarse con el cuerpoprincipal del enemigo a nivel operacional.

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Nuevamente, ninguna guerra consiste exclusivamente en manio-bras correlativas. Como sucede con el desgaste, varía en cada casoanalizado la proporción de maniobra correlativa aplicada dentro de laacción general, y -aquí viene lo importante- eso define el alcance delos métodos del nivel operacional. Cuanto mayor sea esa proporción,más importancia cobrará el nivel operacional. Los ejemplos bélicos conalto contenido de maniobra correlativa incluyen la fallida operaciónanfibia de Gallípoli en 1915, durante la Primera Guerra Mundial, quetuvo el propósito de obligar al Imperio Otomano a abandonar la guerramediante una súbita ofensiva contra la entonces capital de Estambul,en lugar de batir a los ejércitos turcos paso a paso en campos de batalladesde el Golfo Pérsico y Egipto; las operaciones blitzkrieg dei ejércitogermano contra Polonia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica,Francia, Yugoslavia, Grecia y la Unión Soviética (hasta 1942), dondelas defensas lineales organizadas para proteger fronteras nacionalescontra ofensivas de amplio frente fueron penetradas en ataques defrente estrecho por infantería y artillería, seguidos por la rápidairrupción en profundidad de fuerzas motorizadas, con el corte completode líneas de abastecimiento, centros de comando y expectativas deplaneamiento; la réplica anglo-americana a la campaña submarinaalemana, que explotó la falta de exploración aérea de gran alcance enbúsqueda de blancos, agrupando los buques en convoyes que se despla-zaban dentro de una minúscula fracción del espacio oceánico; lacampaña británica de 1940 en el norte de África, que derrotó a unejército italiano numéricamente muy superior mediante una penetra-ción motorizada a través del flanco del desierto para interrumpir laúnica línea de comunicación a lo largo de la costa libia; la campañajaponesa de 1941-42 en Malaya, que derrotó fuerzas británicas numé-rica y materialmente superiores rebasando repetidamente su comuni-cación por caminos costeros mediante operaciones anfibias o a travésde la jungla, forzando cada vez a una nueva retirada hacia el extremode la península; la profunda penetración ofensiva del Tercer Ejército dePatton en julio-agosto de 1944 que arrolló a las fuerzas alemanas en elnoroeste de Francia, después de Normandía; el intento fallido desetiembre de 1944 (Operación Market-Garden) de invadir el norte deAlemania a través de la puerta trasera holandesa por medio deldescenso simultáneo en paracaídas y planeadores para capturar unaserie de puentes en apoyo de una veloz ofensiva por tierra de columnasblindadas de vanguardia británicas que llegarían al Rin en Arnhem (loque no se cumplió por la lentitud de los blindados británicos, entre otrascosas); la contraofensiva de Patton de diciembre de 1944, que desbordópor el sur fuerzas alemanas que habían avanzado hacia el oeste a travésde las Ardenas; los intentos fallidos de desorganizar la economía deguerra alemana por el bombardeo concentrado sobre cuellos de botella

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industriales, en vez del bombardeo generalizado de áreas urbanas eindustriales; el contraataque de MacArthur de 1950 en el centro deCorea después de los desembarcos de Inchón, donde las fuerzas inva-soras norcoreanas quedaron aisladas, en vez de ser obligadas penosa-mente a retroceder por ofensivas frontales; algunas de las accionesnorteamericanas en Vietnam, como en el caso del esfuerzo muy exitosopero interrumpido de defensa de aldeas por parte de la Infantería deMarina, que vigorizó a la masa de milicias locales con un puñado demarines; por último, como caso hipotético, la designación de centros decomando políticos y militares como blancos del ataque nuclear, en lugarde la población en general, para disuadir al oponente de cometer algunaagresión, amenazando su control centralizado sobre la sociedad.

DESGASTE Y MANIOBRA EN LA PREPARACIÓNDE LA GUERRA

A esta altura debe resultar ya obvio que el desgaste y la maniobracorrelativa están presentes tanto en la política militar de tiempo de pazcomo de guerra. Por ejemplo, podemos hacer una comparación pormedio de la investigación y desarrollo de equipos militares. Enfocadaen la guerra de desgaste, cuya meta es obtener ventajas técnicasmediante el uso generoso de recursos, la conducción de la investigacióny desarrollo no requiere directivas particulares de orden táctico uoperacional: el propósito es obtener los "mejores" sistemas, que maxi-micen cada aspecto de la perf'ormance, sujetos únicamente a restriccio-nes presupuestarias.

Según se observa, todo nuevo equipo se rediseña cada vez paraevitarlas restricciones anteriores. A menudo serán requeridos grandescambios en cuanto a esquemas de mantenimiento, equipos de apoyo yposiblemente adiestramiento, cuando a su tiempo arriben nuevasarmas que reemplacen a las anteriores. Solamente mejoras sustancia-les al performance pueden justificar los costos resultantes, que porsupuesto se suman al esfuerzo de desarrollo propiamente dicho, paralograr avances científicos o de ingeniería de magnitud. Por ello seencarece la investigación y desarrollo que además requiere un ampliolapso para cálculo, diseño de prototipos, pruebas, recalculación, redise-ño de prototipos, y más pruebas. Finalmente, debido a lo extenso delperíodo de gestación, se da solo por coincidencia que las característicasparticulares de las nuevas armas correspondan a la configuraciónespecífica de las vulnerabilidades enemigas o a los requisitos tácticosespecíficos de las fuerzas a que se asignen. Quizás esa haya sido laintención original, o quizá solamente se atuvieron a objetivos técnicospara guía de todo el esfuerzo, pero en cualquiera de ambos casos, para

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la época en que arriben los nuevos equipos las anteriores debilidadesenemigas bien pueden haberse convertido en factores de fuerza, mien-tras que asimismo pueden haber variado los métodos operacionales enuso. (2)

En cambio, en el enfoque de la maniobra correlativa el objetivo dela investigación y desarrollo se centra precisamente en conseguir lascapacidades técnicas para explotar específicas vulnerabilidades enemigas, y son congruentes con las tácticas y métodos formulados con elmismo propósito. Para lograrlo en oportunidad, o sea mientras todavíapersisten las presuntas debilidades, los nuevos equipos no puedenusualmente desarrollarse desde cero, sino que deben obtenerse por lacombinación o modificación de los componentes que se tienen a mano.Obviamente, esto impone restricciones de diseño que reducen la posi-bilidad de explotar plenamente los beneficios ofrecidos por el progresocientífico y técnico. Además, dado que los diseños mejorados suelenintroducirse a intervalos relativamente breves, resulta esencial lacompatibilidad con los equipos existentes para evitar costos excesivosde integración, y eso también impone otras restricciones de diseño.Finalmente, los avances técnicos de gran importancia, verdadera-mente revolucionarios, son poco frecuentes.

La realidad de la investigación y desarrollo también resulta aplica-ble a otros campos de la política militar. La guerra de desgaste implicala búsqueda independiente de la optimización en general, tanto en eladiestramiento de las fuerzas armadas, en la construcción de bases yfacilidades, o en la adquisición de equipos; sin embargo, en la maniobracorrelativa las soluciones óptimas se sacrifican para poder enfatizarlascapacidades que explotan las vulnerabilidades y limitaciones de ene-migos específicos. Como ninguna de ambas posturas aparece en formapura, el peso relativo de cada una en la conducción general de la políticamilitar usualmente reflejará la autoestimación nacional dentro delapropiado contexto internacional.

ESTILOS NACIONALES EN POLÍTICA Y GUERRA

Las naciones que se ven a sí mismas materialmente fuertes omeramente ricas en recursos, en comparación con sus amenazas másdestacadas -percepción que quizá no refleje la realidad-, general-mente se sentirán con ánimo de encarar una postura de desgaste.Aquellas que se vean en condiciones de debilidad material, indepen-dientemente de lo acertado de ese juicio, aceptarán la subordinación desus deseos y ajustarán sus prioridades a las vulnerabilidades quedistinguen en otros.

En política militar, como en la conducción de la guerra, quedan así

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definidos diversos estilos nacionales, señalados por una posición par-ticular dentro del espectro de desgaste y maniobra. Pero está claro queestos estilos no son absolutos, y las excepciones impuestas por loshombres o las circunstancias pueden ser importantes (como lo fueronPatton y su Tercer Ejército en 1944) y hasta brevemente dominantes(como MacArthur en Corea). Los estilos nacionales no surgen de rasgospermanentes de los países, ni tampoco reflejan características étnicasdeterminadas. Justamente porque muestran la autoestimación dedebilidad o fortaleza relativas en cuanto al material, dependen delenemigo específico con que se compare, y pueden variar con el trans-curso del tiempo según cambien las circunstancias, y quizás en formaabrupta. Por ejemplo, Gran Bretaña mantuvo un enfoque de maniobracorrelativa en oposición a las grandes potencias continentales durantemás de dos siglos hasta 1914, eludiendo su mayor poderío en regimien-tos de infantería, mientras que los debilitaba por el bloqueo naval, yganando amigos a través de la diplomacia y el oro. La diplomacia jugóasimismo un papel muy importante en las guerras coloniales británi-cas, pero cuando se llegaba al combate predominaba el desgaste:potentados recalcitrantes y tribus insurrectas no fueron vencidosmediante maniobras muy elaboradas, sino confrontados con formacio-nes cerradas de fusileros. También Israel, entre las guerras de 1967 y1973, provee un ejemplo de rápido cambio del estilo nacional. Laimagen de superioridad material con que se veía a sí mismo condujo aun abandono progresivo de la maniobra correlativa, de modo que alcomenzar la guerra de 1973 predominaban el ataque frontal y ladefensa lineal, hasta que la conmoción de la derrota durante losprimeros días de batalla originó una reversión aún más veloz hacia lamaniobra correlativa en forma absoluta. (3)

Por consiguiente, los estilos nacionales guardan cierta estabilidadcomo para que valga la pena definirlos, pero no son totales ni perma-nentes; y cuando ocurre el cambio, pierden homogeneidad durante elperíodo de transición, como al momento de escribirse estas líneassucede con las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Mientras que elejército ha reaccionado ante su debilidad material respecto al ejércitosoviético adoptando un método operacional de maniobra correlativapara el frente central en Alemania, el desgaste continúa predominandoen los métodos del más complaciente cuerpo de infantería de marina,así como en aquellos de la fuerza aérea y la armada, cuyos poderesrelativos son indudablemente mayores.

A esta altura debería resultar obvio que el desgaste y la maniobracorrelativa no están confinados al nivel operacional. Se evidencian encada nivel de la estrategia, arriba y abajo. Su introducción en este nivelen particular queda plenamente justificada porque la importancia delnivel operacional depende de la proporción en que esté presente la

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maniobra correlativa. Si la acción bajo análisis se caracteriza esen-cialmente por el desgaste, como casi toda la lucha de trincheras de laPrimera Guerra Mundial, una imagen operacional a mayor escala delos combates solamente mostraría los mismos episodios tácticos repe-tidos una y otra vez, en un segmento del frente tras otro. Así que nadaaprendemos que no supiéramos bien examinando cualquiera de esosepisodios separados desde un punto de vista táctico.

Lo mismo se aplica a toda forma de guerra: las primeras etapas dela batalla de Inglaterra, o sea la campaña de desgaste de Alemaniacontra la Real Fuerza Aérea, consistió en bombardeos cotidianos deaeródromos y fábricas de aviones británicas, que provocaron reiteradoscombates aéreos de los cazas de la escolta alemana contra los Hurricaney Spitfire del Comando de Cazas que intentaban interceptarlos. Elresultado no fue otra cosa que la suma aritmética de los productos decada encuentro. sin

ionales (,como opuestos a los estra-ipoco métodos de guerra a nivel

maniobra correlativa es elevado,'

-

lientemente mayor importancia,., uv Csa época como en el análisis retrospectivo. La

mejor ilustración de ello quizá sea la blitzhrieg blindada, clásica formade guerra ofensiva de nuestro tiempo que vale la pena examinar concierto detalle por su constante importancia y porque ningún otrométodo de guerra ha dependido tan claramente de la maniobra corre-lativa.

BLITZKRIEG: RECOMPENSAS Y RIESGOS DE LA MANIOBRA

Si analizamos una ofensiva blindada de penetración profunda en uncuadro a nivel táctico, o mejor aún una serie completa de ellas, conseguridad que sólo veremos fragmentos inconexos y engañosos de latotalidad. Puede que observemos una extensa columna de tanques,transportes de infantería y camiones desplazándose en una sola filahacia el interior del territorio enemigo, avanzando casi sin resistencia.Es como si observáramos una marcha triunfal, porque apenas se vensignos de acción bélica, excepto alguna escaramuza aislada cuando lostanques que encabezan la columna se abren paso a través de puestosde control de policía militar o chocan con convoyes que se dirigeninocentemente hacia el frente. Todo indica que los invasores prontolograrán alcanzar su objetivo, e incluso la ciudad capital, y ganarán laguerra.

Cuando reenfocamos nuestro telescopio de gran aumento, descubri-mos cómo se arregló la columna para pasar a través de la línea del

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frente defensivo, sólida barrera de tropas y armas que corre a lo largode la frontera: notamos una abertura en la línea, hecha poco tiempoatrás por un asalto de infantería con apoyo de artillería y aviación. Perola brecha no es más que un pasaje estrecho. En cada uno de sus lados,permanecen poderosas fuerzas del frente defensivo, si bien distraídaspor fintas y ataques menores por parte de tropas escasas distribuidasa lo largo del frente, y quizás hostigadas por esporádicos ataquesaéreos, pero esencialmente se hallan intactas. Sin duda que el estrechopasaje luce ahora muy vulnerable; parece coma sí las fuerzas defensi-vas que se encuentran a cada lado no necesitaran más que acercarse unpoco para conectarse de nuevo y cerrar la abertura. Entonces po-dríamos estimar que la columna que ha penetrado profundamentemarcha hacia su propia destrucción. Ya está muy alejada del territoriofrontal bajo control propio, detrás del_ cual se encuentran sus abaste-cimientos. Vemos camiones que recorren la única ruta abierta por elavance del grosor de un lápiz llevando combustible y munición parareabastecer a la columna, pero con toda seguridad que esas poderosasfuerzas defensivas que distinguimos antes harán cesar ese tránsito tanpronto converjan para cerrar la brecha frontal. Entonces los tanques ydemás vehículos comenzarán a quedarse sin combustible. Una vez quela columna se detenga, su extrema vulnerabilidad se revelará enseguida:la larga y delgada fila de vehículos tiene muchos flancos, pero ningúnfrente; queda abierta al ataque contra cualquiera de sus partes.Pareciera como si en su tremenda imprudencia los atacantes estuvie-ran preparándoles una victoria completa a los defensores. El envolvi-miento de una fuerza de tanta magnitud sería normalmente una tareadifícil, pero esta vez somos testigos de un caso de autoenvolvimientodeliberado: es como si los atacantes hubieran decidido proveerse supropio transporte hasta los campos de concentración de prisioneros, alinternarse tan profundamente dentro del territorio de la defensa.

Mas si ahora reemplazamos nuestra estrecha imagen táctica conuna perspectiva operacional de mayor amplitud, el cuadro quedatotalmente transformado. En primer lugar, descubrimos que la colum-na en penetración profunda que anteriormente vimos aislada es sólouna entre varias existentes. Es cierto que cada una de ellas se haoriginado en una brecha del frente que sigue siendo muy angosta, perolas columnas están convergiendo entre sí y ya no está tan claro quiénenvuelve a quién, porque las penetraciones cortan al territorio ú>:; ladefensa en tajadas, como una torta. Entonces presenciarnos cómoreacciona la defensa, y hallamos el hecho crucial y determinante:ambas fuerzas defensoras aún poderosas ubicadas a uno y otro lado decada brecha, no están convergiendo entre sí para cerrarlas. En lugar deello, se lesba ordenado replegarse amáximavelocidad para reconstituirun frente totalmente nuevo mucho más a retaguardia de la línea del

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frente anterior. Clara es la intención de interponer una resistenciasólida donde ahora solamente se encuentran depósitos, campos deadiestramiento, columnas de transporte prácticamente inermes, uni-dades de policía militar, hospitales de campaña, y las sedes de todos losaltos comandos.

Cuando nuestra visión alcanza el interior de esos comandos decuerpos, ejércitos, y grupos de ejércitos, observamos gran confusión yhasta algún pánico excusable: los tanques enemigos se acercan rápida-mente, y la nueva línea de frente a reconstituirse delante de ellos existeaún solamente en el mapa de los planificadores. En realidad, lasfuerzas de defensa en retirada están perdiendo la carrera. Después detodo, tuvieron la mejor intención de cumplir con su misión asignada,que era asegurar una determinada resistencia contra un ataquefrontal. De acuerdo con ello, la infantería fue distribuida por compa-ñías y batallones en trincheras perfectamente adecuadas a lo largo delfrente, con los cañones y obuses de la artillería diseminados porbaterías, también atrincheradas. Y los tanques de la defensa, quizámás .y mejores que los del enemigo, no fueron agrupados de a centena-res en columnas multidivisionales, sino distribuidos en pequeñosgrupos como apoyo de la infantería en cada sector del frente.

Cuando les llegan las inesperadas órdenes de iniciar la retirada, loscomandantes y sus planas mayores quedan conmocionados ante la ideade retirarse frente a un enemigo que no se halla avanzado en ese sector,y abandonar el área donde tanto han trabajado.. Hacen lo que pueden,pero los camiones que trajeron a la infantería de relevo durante lamovilización meses atrás están ahora diseminados por todo el país enbolsas comunes de transporte, reasignados a las unidades logísticas.Desde ya que no hay suficientes como para mover toda la tropa en unasola oleada. La artillería cuenta con tractores para algunas de suspiezas, pero muchas de ellas han arribado por ferrocarril. Además,excepto para los tanques, es difícil que emprendan la retirada fuerzasque están haciendo fuego y a su vez recibiéndolo del enemigo. Es ciertoque sus fuerzas parecen bastante débiles, porque claramente el esfuer-zo principal se cumple en alguna otra parte por esas columnas depenetración profunda, pero de todos modos es duro desprender tropasempeñadas en combate.

Pese a todo, vemos que las fuerzas defensoras han comenzado aretirarse por aquí y por allá. Se hallan en camino hacia sus nuevasposiciones muy a retaguardia, donde habrán de reconectarse lossegmentos para formar una nueva línea frontal. Pero a medida que sedesplazan surgen demoras y frustraciones. Los servicios de retaguar-dia han comenzado a moverse antes que las fuerzas de combate delfrente, y ahora sus pesados camiones se hallan bloqueando los caminos.Más lejos del frente, la congestión es todavía peor: los civiles también

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están evacuando, en coches, carros, ómnibus y a pie. Luego de lucharpor abrirse paso a través del tránsito en la medida posible, de repentelas fuerzas en retirada tienen que luchar en serio. Sucede que gruposde combate enemigos se han desprendido de las columnas principalespara moverse lateralmente por la región, y ahora aguardan a los reciénllegados en posiciones de emboscadas. Dichas fuerzas son en realidadmuy pequeñas, pero quienes chocan contra ellas no lo saben. Encualquier caso, se producen grandes pérdidas en los primeros minutosde combate, al abrir fuego al enemigo sin resistencia contra las tropasque viajan en camiones, la artillería remolcada y los tanques tomadospor sorpresa. Si las fuerzas defensoras están bien decididas habrán decontinuar su camino, pero han perdido tiempo, han sufrido bajas, y elagotamiento posterior al combate se suma a la desmoralización de laretirada.

Un nuevo golpe aguarda a esas fuerzas al alcanzar sus posicionesasignadas. Encuentran que nada está preparado para ellos: no haytrincheras, posiciones de artillería, comida, cocinas de campaña, nicomunicaciones alámbricas con sus comandos; pero sobre todo, no haypolvorines de donde proveerse la munición dejada en el frente por faltade transporte. Además de la simple falta de tiempo, existe otro motivode confusión: la penetración profunda del avance enemigo ha cortadola retaguardia y sobrepasado a muchas unidades de servicio y trans-porte, destruyendo buena parte de sus camiones y desperdigando alresto. También se han sobrepasado depósitos y centros logísticos, y deningún modo pueden las unidades de servicios llegar a sus posicionesen la nueva línea, ya que las fuerzas de combate enemigas se interpo-nen entre ellas y sus destinos.

Sin embargo, las tropas recién arribadas comienzan a establecerse;la tropa trabaja duro para cavar trincheras y preparar posiciones deartillería, juntando la poca munición que les queda. Los avionesenemigos cumplen incursiones ocasionales que interrumpen la tarea,matando o hiriendo algunos hombres y desmoralizando al resto. Lacomida es un problema que obliga a los comandantes de unidades arecurrir a un viejo recurso: destacar algunos grupos a merodear porpueblos vecinos y tomar lo que consigan. Mas la situación parece en víasde mejoría; la línea trazada en los mapas del estado mayor se vaconvirtiendo en un frente verosímil a medida que más y más fuerzasarriban para ocupar sus posiciones asignadas. Todavía quedan ampliossegmentos sin cubrir, otros a cargo de unidades pequeñas y formacio-nes incompletas, pero emerge definidamente una nueva línea dedefensa.

De todos modos, ya es demasiado tarde. Las fuerzas en columnas deavance profundo ya han alcanzado posiciones más allá del nuevo frente.y están sobrepasando unidades de retaguardia, bases, depósitos y

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centros de comando en plena actividad, cuyos oficinistas, cocineros,oficiales de estado mayor y radiooperadores son obligados a empeñarseen combates desesperados contra tanques e infantería mecanizada. Noquedan más opciones, y el alto comando de defensa debe esforzarse enrecuperar el control mediante el redespliegue de las fuerzas combatien-tes. Algunas están todavía aferradas al viejo frente; otras se hallan aúnen tránsito o en medio de un embotellamiento. Solamente las tropasi ntegrantes del nuevo frente pueden actuar con rapidez, así que se lesordena una vez más la retirada. Quizás aún les resta determinación yenergía para obedecer, pero ni siquiera las que se hallen en las mejorescondiciones serán capaces de ganar la carrera al enemigo que marchafirmemente hacia adelante.

Es posible que este acongojante proceso tenga que ser repetidoalguna otra vez, hasta que subsista muy poca potencia combativa entrela masa de fuerzas desorganizadas, diseminadas por todo el mapa,desconectadas de sus unidades de apoyo, sin modo de reabastecerse, ycrecientemente desmoralizadas. Tan pronto como se produce el en-cuentro real con tropas enemigas, comienzan las rendiciones en masa;las únicas opciones que quedan al alto comando son la capitulación o laretirada, en caso que los defensores controlen suficiente territorio.Ahora nuevamente es el momento en que cada porción táctica se haceconsistente con el todo operacional, para dar lugar a un resultadobastante inesperado. Hasta que las fuerzas defensoras pudieran serobservadas en medio de una caótica desorganización, el cuadro tácticocontinuaba siendo engañoso, porque nada se había hecho para reme-diar la extrema vulnerabilidad que presentaban a nivel táctico laslargas columnas que habían penetrado profundamente. El impactodecisivo de su efecto estructural y psicológico concertado se manifiestaúnicamente a nivel operacional.

Retrospectivamente, sabemos que el error fundamental fue ordenarla primera retirada, en lugar de realizar ataques laterales contra losestrechos pasajes de penetración. Pero el comando de defensa nuncatuvo tan claro el cuadro operacional. Al principio, y durante ciertotiempo, ignoraba que el enemigo había quebrado el frente con otraintención que la de empujar hacia adelante en toda su amplitud. Porsupuesto, llegaron informes de su ruptura en uno y otro sitio, perosimultáneamente arribaban mensajes sobre ataques de diferente mag-nitud por todas partes, así que la imagen que mostraban los mapas delcomando era en realidad bastante tranquilizante: parecía que elenemigo había lanzado una ofensiva general. En la mayoría de loslugares sus ataques habían fracasado, y los exitosos comandantes deunidades informaban con entusiasmo de sus victorias defensivas, conla exageración habitual sobre la magnitud de las fuerzas enemigas quehabían repelido. Obviamente, en algunos pocos sitios había prevaleci-

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do el enemigo, pero solamente en segmentos muy estrechos del frente.Por consiguiente, se esperaban subsecuentes ataques enemigos entodas partes, para repetir los éxitos aislados. Además, el enemigodebería hacer retroceder de mala gana a sus fuerzas triunfantes,porque sus flancos quedaban peligrosamente expuestos.

Vernos entonces en esta etapa que las percepciones de los coman-dantes y del estado mayor de la defensa quedan condicionadas por unprejuicio directo y lineal. Su propio método operacional es la protecciónde la línea del frente por medio de fuerzas adecuadamente distribuidas;asumen automáticamente que el enemigo también quiere pelear enforma lineal, empujar hacia atrás al frente completo en una ampliaofensiva. La maniobra enemiga se "correlaciona" con las limitacionesde su panorama operacional, dando respaldo a sus prejuicios: a pesarde que las mejores fuerzas de ataque están agrupadas en pocos lugarespara desencadenar embestidas en frentes estrechos y otras se hallandesplegadas detrás de éstas en columnas blindadas que esperan parainiciar su propio avance en profundidad, hay también algunas fuerzastodo a lo largo del frente, con órdenes de montar pequeños ataques pordonde se pueda, o al menos abrir fuego como si estuvieran por avanzar.

El método operacional lineal ha sido indudablemente inculcado enla mente de los defensores a través de años de planeamiento, ejerci-taciones, y cursos de estado mayor, y su influencia ha sido poderosa. Asíque cuando llegan los primeros informes sobre tanques enemigos quese adelantan desde su propio frente, la explicación más plausible es queel enemigo ha decidido realizar algunas incursiones; entonces losdefensores quedan a la espera del mensaje indicando que las fuerzasincursoras se han retirado hacia la seguridad -y el reabastecimiento-de sus propias líneas. Siguen llegando partes sugiriendo que laspenetraciones no son meras incursiones, y que detrás de los tanqueshay formaciones enteras de infantería mecanizada y artillería, y allíempiezan a aparecer algunas dudas en la mente de los defensores. Perotodavía pueden resistirlas fácilmente: después de todo, los partes noprovienen de los comandantes más antiguos del frente, quienes estánconcentrando toda su atención en las fuerzas adversarias. En cambio,se han originado en pilotos de lafuerza aérea, quienes pueden confundiruna columna propia de transporte con fuerzas enemigas, de puestos decontrol de policía militar, de restos vapuleados de unidades de serviciosy convoyes camineros, de policías, de intendentes de pueblos, etcétera.Hay una guerra en marcha y los nervios están en tensión, por lo cualllegan muchos informes falsos sobre paracaidistas enemigos que su-puestamente aterrizan en todas partes, y también de tanques enemi-gos que indudablemente no se hallan nada más que un poco a retaguar-dia del frente, sino demasiado en profundidad como para que sea cierto.

En este punto, la información se transforma en el arma más

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poderosa de la guerra. Las columnas de penetración profunda avanzanlo más rápido que pueden hacia los objetivos vitales señalados en susmapas; dan parte de sus progresos a sus superiores en retaguardia, queen realidad no sienten necesidad de impartir nuevas órdenes. Suspropios comandantes, que dirigen desde la cabeza a cada columna,deciden sobre la marcha atacar a fuerzas que se cruzan en su trayectoo simplemente eludirlas para continuar avanzando rápidamente. Lospartes de posición son cotejados al recibirse para mostrar en los mapasla creciente profundidad de la penetración; ello resulta fundamentalpara prevenir que la fuerza aérea realice incursiones contra fuerzaspropias, y concentrar el esfuerzo contra unidades defensoras que deotro modo tratarán de obstaculizar el paso de las columnas, e inclusoatacarlas desde sus flancos expuestos. En realidad, el alto comando delbando ofensivo requiere poca información, y las comunicaciones soncasi todas de una sola vía, desde el frente a retaguardia; muy pocasórdenes recorren el sentido contrario, desde los comandos de retaguar-dia hacia las columnas.

La situación de la defensa es enteramente diferente: una vez que suscomandantes finalmente caen en cuenta de que después de todo no seproducirá la ofensiva de amplio frente, se hace crítica la informaciónexacta y oportuna sobre las columnas que penetraron. Si sus comandospudieran obtener una buena imagen de la batalla en desarrollo a niveloperacional, el modo de acción correcto -cerrar las brechas del frente,o al menos bloquear las rutas detrás del avance de blindados para evitarsu abastecimiento- se vería de inmediato. Sin embargo, por el momen-to los canales de comunicaciones del comando de defensa están satu-rados por la masa de informes que arriban, algunos exactos pero yatardíos, otros muy exagerados, y varios producidos por medrosasfantasías. Mientras se clasifica la información para determinar dóndeestá el enemigo, cuán velozmente se mueve, qué ancho abarcan suspenetraciones, y dónde serán más vulnerables, los comandantes y susestados mayores están sencillamente anonadados por el enorme flujode mensajes ingresados; y mientras se esfuerzan por descubrir cómoandan las cosas, las cosas siguen andando a medida que el enemigocontinúa su avance. Ni siquiera la observación satelital, ni la fotografíaaérea multiespectral, ni las más adelantadas comunicaciones serviríanpara cambiar mucho las cosas, como lo demuestra la evidencia de lasguerras recientes. (5) Una vez que se comienza el movimiento, tambiénlo hace la niebla de la guerra.

Por consiguiente, lo que está ocurriendo es una carrera de informa-ción, que condiciona de antemano la carrera del redespliegue queseguirá. Por un lado, las columnas que avanzan en profundidad estángenerando toda clase de partes; por el otro, el comando de defensa seesfuerza por procesar la información con rapidez suficiente para

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producir un cuadro de situación válido, si no totalmente actualizado (entiempo real). Si la defensa gana la carrera, si la capacidad de asimilary analizar información no queda desbordada, todavía existe oportuni-dad de lograr la victoria: toda la fuerza disponible debe enviarse aatacar las columnas, si está correctamente ubicada, y se comprobaráentonces que son bastante vulnerables a nivel táctico. Pero si se pierdela batalla de la información, si el panorama de la situación al niveloperacional permanece demasiado confuso para dirigir contraataquesen forma oportuna, entonces una retirada general brinda la únicaesperanza de salvación, mediante la restauración de un frente desuficiente resistencia para que no pueda ser perforado de inmediato porlas columnas.

De este modo el enemigo queda en control de un extenso territorio,pero por lo ?menos se Pede continuar 11-1_ resistencia con efectividad silas fuerzas de combate del frente pueden desaferrarse, reagruparse encolumnas, desplazarse a mayor velocidad que el enemigo, y redesplegarsenuevamente con las fuerzas que se incorporen para crear un nuevofrente, si es que en realidad hay posibilidades de ceder mucho territo-rio. Porque únicamente una retirada muy profunda puede tener éxito,al excederse el alcance logístico de la penetración enemiga. Más allá deesa distancia, sus columnas blindadas deben detenerse para permitirque el mantenimiento se ponga al día e incorpore reemplazos, sereparen los vehículos y descansen los hombres. (6) En otras palabras,el resultado ya no depende de la interacción de las fuerzas a niveloperacional, sino de la profundidad geográfica del teatro de guerra, ypara considerar la cuestión con mayor detalle tendremos que ascendera un nivel estratégico superior.

EL CASO DE ESTUDIO REASUMIDO

Después de esta prolongada ilustración de la maniobra correlativa,estamos listos a reconsiderar la propuesta de la infantería antitanquepara la defensa europea, pero esta vez a nivel operacional. Ahorasabemos que la defensa mediante el misil antitanque es técnicamenteexcelente y tácticamente adecuada (pero nada más que eso), y asimis-mo debe ser efectiva a nivel operacional para resultar satisfactoria.También sabemos que el encuentro entre blindados y antiblindados nopuede ser ya analizado en forma aislada, sino juntamente con todas lasfuerzas de ambos bandos que interactuarán realmente en el campo debatalla: la artillería, la infantería estática de la defensa y la infanteríapedestre de los atacantes, el poder aéreo participante, los helicópterosque puedan usarse de uno u otro lado, quizás en operaciones al estilocomando, y además todas las barreras y fortificaciones existentes. Más

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aún, si estuviéramos considerando la propuesta menos extrema, que selimita a agregar una línea frontal de infantería misilística antitanquea las formaciones blindadas y mecanizadas en lugar de reemplazarlas,por supuesto que en ese caso también ellas deberán tenerse en cuenta,y seguirán siendo el elemento más importante de la defensa.

Mientras tratamos de apreciar el efecto de la infantería misilísticaantitanque en las diversas interacciones a nivel operacional, debemosreconocer que la lucha entre la unidad blindada y la unidad misilísticaque observamos a nivel táctico es bastante poco concluyente de por sí,como resulta inconcluyente un duelo aéreo en la pugna por la superio-ridad en el aire, o el juego de las escondidas entre un submarino yaeronaves, destructores y submarinos de una fuerza de tarea. Porqueen cuanto ampliamos nuestro panorama, vernos que detrás de laprimera unidad soviética de tanques e infantería mecanizada haymuchas más, formando una profunda columna que espera para abrirsepaso a través del frente. No deja de ser verdad lo que aprendimos en elnivel táctico, pero su significado se ha transformado: el blindadosoviético que está siendo destruido por los misiles está allí, en ciertosentido, precisamente para ser destruido, como a su vez destruyeequipos lanzadores y les hace agotar su reserva de misiles. Los tanquesy vehículos de combate no están meramente disparando munición,ellos también son munición que la columna al penetrar consume paraabrirse camino en su propio avance. Por supuesto que el ejércitosoviético prefiere perder poco y no mucho al cruzar la línea, peromientras se consiga pasar a través del frente, el resultado táctico, "larelación de intercambio", carece de importancia a nivel operacional,siempre que exista una sola línea defensiva. El éxito o fracaso de laconsecuente ofensiva de penetración en profundidad no dependerá deque las fuerzas que avanzan en total hayan perdido el cinco o diez porciento de sus efectivos como precio para ingresar en las áreas vulnera-bles dé retaguardia.

El método operacional de cada bando-es ahora el factor crítico. Nolos he investigado con mayor detalle, excepto uno o dos casos ilustrati-vos, porque mis propósitos son analíticos. Los métodos operacionales serelacionan con el nivel operacional de la estrategia como las tácticas serelacionan con el nivel táctico, o sea como prescripciones cuya validezdepende estrictamente de quién combate contra quién, y en quécircunstancias. Como ya hemos analizado minuciosamente uno de esosmétodos, la blitzhrieg, debo aún reiterar que en tanto el contenido dedesgaste resulte menor que el total, existen métodos operacionalesaéreos, navales, y hasta nucleares "estratégicos", así como hay tácticasaplicables a cada caso.

Por ejemplo, en la guerra aérea la intercepción y el ataque aaeródromos son dos métodos operacionales distintos en la lucha por el

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control del aire, cada uno de los cuales puede implementarse con unavariedad de diferentes tácticas. Igualmente, el empleo del poder aéreocontra fuerzas terrestres puede asumir la forma de la interdicción delcampo de batalla, donde los blancos son las unidades que todavía no sehan empeñado en combate, o el apoyo aéreo cercano. Como ya se hanotado, hay varios métodos de bombardeo -de área, de precisión e"interdicción profunda"- cuyo blanco principal son los transportesterrestres y su propósito principal es impedir el arribo de fuerzasenemigas y abastecimientos a las zonas de combate. En forma similar,para citar un ejemplo naval, la protección antisubmarina puede serrealizada por diferentes métodos operacionales, que incluyen el uso decampos minados, buques piquetes, y submarinos al acecho, paraobstaculizar el acceso del enemigo a las rutas marítimas de interés; por

. defensa de área, mediante la raza activa de submarinos en- tránsito conavienes de gran alcance y fuerzas de tareas integradas por destructo-res, portaaviones y submarinos y, finalmente, la protección de convo-yes mediante la escolta cercana. En cada situación, la línea divisoriaentre tácticas y métodos operacionales es obvia.

Volviendo al caso de estudio y al papel crítico de los métodosoperacionales de cada bando, ya sabemos que los atacantes estántratando de lograr el efecto blitzkrieg: (7) el corte de las líneas vitalesde abastecimiento y de toda la estructura de sostén de la defensa, laevacuación forzosa de bases aéreas avanzadas y depósitos de materialnuclear, y sobre todo el desequilibrio de las decisiones de comando, paraevitar el contraataque e imponer una retirada desorganizada.

En cuanto a la. defensa y sus opciones de métodos operacionales, yasabemos que el desgaste producido por una línea frontal de tropasmisilísticas exclusivamente no puede prevalecer contra un ataque decolumna en profundidad, a menos que dicha "línea" sea en realidad unaancha franja de grupos misilísticos en cantidad prácticamente imposi-ble. No se debe a que la guerra de desgaste sea inferior, sino que suexigencia de material es directamente proporcional a la tarea; en estecaso, la tarea de cada unidad defensora que recibe ataques es enorme,a causa de la asimetría numérica entre fuerzas diseminadas a lo largode todo el frente y la ofensiva muy concentrada contra segmentosestrechos de ese frente. Por supuesto, el desgaste es un problemaaritmético y podría vencer de todos modos, pero solamente medianteuna disposición defensiva mucho más costosa que la mera presencia defuerza de infantería misilística. En primer lugar, se necesitaríanbarreras antitanques tales como campos minados, fosos de bordesangulosos y obstáculos de cemento para reducir la relación de acerca-miento del enemigo y mantener el número de vehículos que arriben pordebajo de la capacidad de empeñamiento de las tropas misilísticas; eltotal de efectivos y el efecto de las barreras se sustituyen uno al otro,

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y pueden por lo tanto intercambiarse según convenga. El segundopunto, que también es negociable, es que existiría el requisito deposiciones de fuego fortificadas para asegurar una alta relación deintercambio entre equipos misilísticosyvehículos destruidos. Natural-mente que el costo de una defensa frontal fortificada depende de lalongitud del frente que deba ser cubierto, lo que de ningún modo escuestión de nivel operacional, sino que nos conduciría a la estrategia anivel de teatro. De cualquier manera, sin barreras y fortificaciones máscaras que los mismos lanzamisiles, el reemplazo de las fuerzas blinda-das y mecanizadas de la Alianza, vistas como "provocativas" además decostosas, y el objetivo superior de hacer innecesario el contraataquenuclear, no pueden cumplirse en la práctica, independientemente de loimpresionantes que parezcan los resultados tácticos de la infanteríamisilística en sus propios términos. Así se llega a la conclusión de queuna infantería misilística, aunque técnicamente superior y táctica-mente adecuada, es inefectiva al nivel operacional.

Si ahora consideramos la versión menos extrema de la propuesta dedefensa de Europa que pide la adición de una línea frontal de tropasantitanque a las fuerzas blindadas y mecanizadas existentes, vemosque incluso el desgaste producido por una línea simple tendría ciertaimportancia. En parte, sus méritos pueden evaluarse mediante lasuma de efectos tácticos: la demora impuesta a la ofensiva, muy valiosapara ganar tiempo de movilización si el enemigo ha logrado la sorpresa,y otros menores; asimismo, por el desgaste que pueda exigirse, porquesi ha de proseguir a continuación la guerra móvil, una reducción de losefectivos enemigos en cualquier porcentaje dado no es irrelevante parael resultado. Pero la nueva línea frontal de infantería mi silística puedevaler más que la suma de esas partes tácticas, si se desarrolla unmétodo operacional que combine la acción de las fuerzas móviles con lanueva defensa antitanque. Mediante el conocimiento de los asaltosprincipales del enemigo que permiten las penetraciones, y por lacontinuada protección del resto del frente que sigue intacto, se originaun cuadro en el cual las fuerzas móviles de defensa pueden desempe-ñarse con mayor efectividad que antes -precisamente a niveloperacional- porque se les facilita el desplazamiento lateral paracontraatacar los flancos de las columnas invasoras, mientras que suspropios flancos exteriores quedan resguardados por los segmentosintactos del frente.

Por supuesto que se parte de la presunción de que se ha realizadouna oportuna movilización, o de otro modo la defensa frontal hayacausado la demora suficiente para permitir que las fuerzas móviles dela Alianza se congreguen en sus cuarteles y avancen hacia el frentepara contraatacar. De cualquier manera, el resultado sería notoria-mente mejor con respecto a la situación actual. Ahora bien, si existe un

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preaviso suficiente para movilizar y desplegarlas fuerzas terrestres dela Alianza, deberían empeñarse completamente en la defensa delfrente en vez de quedar libres para contraatacar; si el enemigo atacapor sorpresa, las fuerzas blindadas y mecanizadas desplazándose conretraso hacia el frente tendrían que empeñarse con las cabezas de lasfuerzas soviéticas en avance en la mayoría de los casos, privándose dela ventaja de tomar al enemigo por el flanco.

Por lo tanto, en el caso de la proposición menos extrema, la defensafrontal técnicamente superior y tácticamente adecuada por parte de lainfantería misilística es operacionalmente válida, y lo que interesa esjustamente su validez en comparación a la oportunidad desperdiciadade agregarle poderío móvil, blindado y mecanizado. Esto dependerá asu vez de la integración de la fuerza, ya sea con algunos soldadosregLlares tomados de las fuerzas móviles, o coD tropas de la reserva ymilicias que muy poco se emplean al presente. Entonces, las mismascondiciones institucionales que al principio parecían insignificantes sevuelven decisivas al nivel operacional, aunque por razones bastantediferentes.

Como son estáticas, hay sólo dos métodos operacionales para elempleo de las tropas misilísticas: defensa frontal por sí mismas, o encombinación con fuerzas móviles de contraataque. Obviamente, exis-ten otras formas de emplearlas en situaciones más favorables que ladefensa frontal, donde tienen que absorber el empuje incesante de laofensiva. Una posibilidad ya mencionada sería la defensa flexible, queconsistiría en ofrecer seria resistencia al avance enemigo después queuna prolongada retirada haya agotado su alcance logístico; otra distin-ta sería la defensa en profundidad mucho más cerca del frente, ya seaen forma de líneas múltiples para imponer demoras sucesivas, o deislas de resistencia, para seguir interfiriendo los desplazamientos delenemigo, reducir su potencia, y proteger facilidades militares impor-tantes o ciudades. Pero ninguna de esas posibilidades cobra relevanciaa nivel operacional, porque la interacción de fuerzas en combate ya noestá en discusión; no cambia demasiado, aunque se trate de una nuevalínea alejada a retaguardia o una defensa en profundidad con islas deresistencia. En lugar de ello, lo que está siendo reconsiderado es eldispositivo territorial de defensa de la Alianza, suscitándose cuestio-nes que trascienden completamente el campo del nivel operacional. Enbeneficio de una defensa quizá mejorada para todos sus miembros, másbarata y que no requeriría el contraataque nuclear, al menos con tantaurgencia, el territorio nacional de un único miembro quedará expuestoa la invasión y a la guerra destructiva. El propósito de la Alianzatendría entonces que reformularse para disminuir la prioridad abso-luta de la defensa territorial exclusiva, en favor de un concepto deseguridad colectiva que no pretendería la protección de todo el territo-

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rio de todo miembro durante todo el tiempo. Claramente es tema dedecisión política dentro de cada nación aliada y entre ellas, que ningunaerudición estratégica puede dictar.

Verdaderamente, el fenómeno de la estrategia define las consecuen-cias estratégicas de las decisiones políticas, pero éstas tienen asimismootras consecuencias que pueden pesar más gravemente para los diri-gentes nacionales. Si las decisiones sobre asuntos estratégicos seoriginan en consideraciones culturales, históricas, económicas o electo-rales, es difícil que alguien puedabasarse en el razonamiento estratégicopara afirmar que no debiera ser así. No está claro si entender deestrategia sirve a los propósitos establecidos por la decisión política,pero por cierto que no concede ninguna autoridad para definirlos. Porsupuesto que hasta las mismas consecuencias estratégicas solamentepueden ser evaluadas en términos políticos: si se descubre que xconducirá a la victoria e y a la derrota, ello no quiere decir que x debetransformarse en la opción política preferida, porque podrían existirotras consideraciones que motivaran la preferencia de la derrota sobrela victoria, y ninguna percepción estratégica puedehacer gala de mayorracionalidad para demandar algo diferente. Encontraremos razonespara tener en mente esa distinción a medida que ascendamos a nivelessuperiores de la estrategia.

PRIMER PANORAMA GENERAL DE LA ESTRATEGIA

Para facilitar este ascenso a través de los niveles de la estrategia, hemantenido a la dimensión horizontal -el flujo y reflujo de acción yreacción en cada nivel- en equilibrio estático. Ello no implica unamera limitación de la realidad, sino una verdadera distorsión, porquelas interacciones verticales entre niveles influyen y son a su vezinfluidas por la lógica paradójica de la estrategia que se desarrolladentro de cada dimensión horizontal, para causar la secuencia de éxito,culminación y decadencia. Si aparece una nueva arma, la reacciónmanifestada en el nivel técnico en forma de contramedida enemigapuede provocar una reacción táctica, que podría a su vez inducir unaréplica a nivel operacional. Puede también que la primera reacción seatáctica y la respuesta técnica, con una reacción posterior que aparezcaa nivel operacional. Obviamente, existen innumerables combinacionesde acciones verticales y horizontales, pero quizá la secuencia máscomún sea de cambios técnicos que motivan consecuencias tácticas, yque a su vez provocan una réplica operacional; sirve como ejemplo elempleo de blindados en columna en profundidad para penetrar frentesque la ametralladora había hecho inmunes al ataque de infantería.

Aunque nuestro progreso vertical desde uno a otro nivel está lejos

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de completarse, ya no podemos continuar viendo solamente la dimen-sión horizontal de la estrategia como un mar encrespado en que las olasen opuestas direcciones de la lógica paradójica tienden a anularse entresí, en pugna perpetua por un equilibrio imposible. Tampoco podemosver a la estrategia como un edificio de múltiples pisos que ofrezca unaverdad diferente en cada uno de ellos. En cambio, debemos adaptarnosmentalmente a la compleja combinación de ambas imágenes: los pisosya no son sólidos, sino que se agitan a veces hasta el punto de irrumpiruno dentro de otro; asimismo, en la dinámica realidad del conflicto lasinteracciones de los niveles verticales se combinan y colisionan con ladimensión horizontal de la estrategia.

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CAPÍTULO 8

ESTRATEGIA DE TEATRO I:OPCIONES MILITARES Y ALTERNATIVAS

POLÍTICAS

La lógica de la estrategia a nivel del teatrodetermina la relación entre poder militar y territorio, y podemosentender mucho de ella en términos visuales si observamos los despliegues y movimientos a vuelo de pájaro, o quizá debiéramos decir avuelo de satélite. Por supuesto que la estrategia también posee unaspecto espacial en los niveles inferiores, pero a nivel táctico lo queinteresa es la naturaleza detallada del terreno, y a nivel operacional lageografía simplemente provee el trasfondo cambiante de las accionesde combate, que generalmente no varían mucho por ello.

Sin embargo, a nivel del teatro hay cierto territorio específico queconstituye el verdadero objeto de la contienda. Puede que sea tangrande como un subcontinente o tan pequeño como una isla, pero amenos que el teatro de guerra esté demarcado por límites políticos,debe hallarse suficientemente separado de otros teatros por barrerasgeográficas importantes o por una gran distancia para que sea defendibleo vulnerable en sí mismo. Ya abarque una provincia, un país entero, oaun un extendido agrupamiento regional de países, un teatro de guerradebe constituir una entidad militar autocontenida, sin formar parte deotra mayor.

Si bien condiciona la interacción de fuerzas adversarias en términosespaciales, l a lógica de la estrategia a nivel del teatro ignora totalmenteel carácter político, económico y moral del territorio en cuestión,tratando apreciadas tierras nacionales plenas de recursos y producciónexactamente del mismo modo que desiertos hostiles, excepto en loreferente a aspectos específicamente militares. Entonces, no resultasorprendente que para la determinación de una política la lógica de laestrategia a nivel del teatro queda a menudo ignorada, aunque se lacomprenda perfectamente.

* Como hace notar Clausewitz en De la guerra (libro 5, cap. 2), la característicadefinitoria de un teatro es que en una guerra mayor, las operaciones que se realicen fuerade sus límites no debieran tener efecto directo dentro del mismo, y solamente el efectoindirecto de debilitar o robustecer a los adversarios.

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Por ejemplo, en el caso de Corea, la concentración de poderosasfuerzas norcoreanas con muchos tanques y cañones cerca de la fronte-ra, teniendo en cuenta la capacidad de la infantería norcoreana parainfiltrarse en profundidad y la belicosidad del régimen gobernante, sehace altamente probable que una guerra comience con una ofensivasorpresiva de extrema intensidad. Sin embargo, tal asalto no podría sersostenido por mucho tiempo, ni tampoco avanzar muy lejos dentro delterritorio surcoreano, porque la masa de artillería norcoreana es fija yqueda fuera de alcance, mientras que pronto se agotarían las energíasy los abastecimientos de la infantería a pie.

En tales circunstancias, la lógica de la estrategia a nivel del teatrotiene el efecto de debilitar completamente una defensa surcoreana quequiere defender todo, y fortalecer una defensa que defendería menos.Si los primeros cincuenta kilómetros de territorio surcoreano desde lafrontera fueran solamente defendidos según convenga al iniciarse laguerra, con demoras ventajosas y emboscadas, seguidas de retiradasdeliberadas, los norcoreanos prácticamente se derrotarían a sí mismospor haber avanzado tan lejos. Una vez totalmente movilizado, el ejér-cito surcoreano contaría con efectivos y medios para contraatacar consuperioridad hasta la última frontera y aun más allá, mientras que elpoder aéreo podría infligir grandes pérdidas sobre las fuerzas norco-reanas durante el avance y la retirada, tan pronto como se desplazaranfuera del alcance de sus defensas antiaéreas predominantementeinmóviles.

Tal esquema de "defensa flexible" resulta definidamente favorecidopor la lógica estratégica del teatro, pero desde ya que ignora la na-turaleza del territorio en disputa --por dos veces- que fuera ocupadopor los norcoreanos. No es un desierto, sino una comarca agrícoladensamente poblada que se extiende hasta los suburbios al norte deSeúl, donde viven unos ocho millones de coreanos y tienen asiento lasinstituciones nacionales y buena parte de su industria. Además, Coreaes un país dividido, y ambos gobiernos reclaman soberanía sobre latotalidad del territorio. La pérdida de esos primeros cincuenta kilóme-tros podría provocar un colapso de confianza popular en el gobierno deCorea del Sur y desmoralizar a sus fuerzas armadas, quizás hasta elpunto de anular su superioridad material. Como resultado no demasia-do sorprendente, la política coreana de defensa del teatro ignora lalógica de la estrategia a nivel del teatro y trata de proveer la defensageneral ("adelantada") del territorio. La lógica puede quedar ignorada,pero inexorablemente sus consecuencias se manifiestan de todos mo-dos, con cierta combinación de inseguridady costos defensivos mayoresde lo previsto. Para Corea del Sur hay mucha inseguridad y muchocosto: fuerzas de gran magnitud se mantienen con alto grado dealistamiento en forma permanente, y se han construido barrerascomplejas y fortificaciones frontales.

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Como hemos visto, nada existe dentro de la lógica de la estrategiadel teatro que pueda justificar otro orden de prioridades, o ni siquieraque haya prioridad alguna, del mismo modo que una relación conocidaentre desempleo e inflación puede obligar a decisiones políticas entreambas: algunos países toleran una gran inflación, pero no el desempleo;en otros sucede lo opuesto. La lógica económica que define la relaciónentre ambos no prescribe la elección de la política económica. A se-mejanza, en el caso coreano, la lógica de la estrategia del teatro defineuna relación entre la elasticidad de la defensa y sus costos y riesgos,pero la política del teatro demanda estrictamente una defensa rígida.

EL TEATRO CENTRAL DE EUROPA

En el panorama "a vuelo de satélite" que nos admite la estrategia deteatro, vemos los territorios de Alemania Occidental* extendiéndosedesde la costa del Báltico y Dinamarca hacia el sur, hasta Austria ySuiza, mientras que el Mar del Norte, Bélgica, Luxemburgo y Franciaseñalan sus fronteras occidentales. En cuanto a la acampanada fron-tera oriental, mil kilómetros la separan de Alemania Oriental yChecoslovaquia, y sigue la curva hacia el oeste de la frontera austríaca.Después de la movilización, a medida que las unidades de los ejércitosbelga, británico, canadiense, holandés, alemán y norteamericano salende sus cuarteles y bases para desplegarse en sus posiciones asignadas,el '`frente central" que hasta ahora fue sólo una abstracción adquiereforma física. Por supuesto que no se trata de una línea sólida conunidades estacionadas hombro conhombro, sino que consiste en gruposseparados de h ombres, vehículos y armamentos ubicados dentro de unafranja del territorio; aproximadamente un tercio de las unidades detanques, vehículos mecanizados y blindados ligeros (las "fuerzas decobertura") han avanzado hasta algunos kilómetros de la frontera, y elresto espera en grupos mayores varios kilómetros detrás de ellos. Sibien el frente no sigue estrictamente cada vuelta y curva del límite, detodos modos se extiende hasta cerca del millar de kilómetros de lon-gitud. También es necesario proteger lafrontera oriental con la neutralAustria, dada la facilidad con que cualquier invasión soviética podríacruzar por ese país pobremente armado.

Ahora podemos finalmente disponer de la propuesta de la infanteríamisilística tras ser examinada en cada nivel de la estrategia. En cuantocontemplamos la longitud del territorio que la Alianza debe proteger,inmediatamente comprendemos por qué únicamente las barreras y

* La obra lüe escrita anteriormente a la unificación alemana en 1989. (N. del T.)

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fortificaciones mejor elaboradas podrían posiblemente justificar ladefensa mediante una línea frontal de tropas misilísticas. Basta unasimple operación aritmética para descubrir que en los segmentos delfrente donde ambos bandos se empeñarían realmente en combate, losmisiles antitanque baratos y abundantes son sobrepasados en canti-dad por costosos tanques y vehículos blindados soviéticos. Si observa-mos una ofensiva en el momento en que comienza, vemos una primeraola de siete "ejércitos" soviéticos que se aproximan a la frontera deAlemania Occidental, sumando casi diez mil tanques en total, muchosmás vehículos de combate, así como gran cantidad de artillería y todaclase de unidades de apoyo. (1) Esas fuerzas soviéticas que marchanhacia adelante no están distribuidas en una línea larga y delgada quecorre de norte a sur, paralela a la frontera. En cambio, están formandocuatro o cinco extensas columnas que se desplazan hacia el oeste endirección al frente, desde ya que no es una sola fila sino en falanges devarios kilómetros de ancho donde el terreno lo permite. Aun así, vemosque las fuerzas soviéticas están atacando a una pequeña fracción entoda la línea de mil kilómetros: las columnas están chocando contraestrechos segmentos del frente, tan estrechos en algunos sitios comouna carretera de doble mano, y nunca de más anchura que una docenay media de kilómetros. Aunque se desplegara una fuerza enorme detropas antitanques, con decenas de miles de lanzamisiles, los vehículosblindados que marchan hacia adelante todavía podrían superarlasfácilmente en el combate real.

Por lo tanto, la aritmética del desgaste garantiza la derrota, a menosque se recurra a elaboradas barreras y fortificaciones. No puede ocurrirde otro modo cuando el número de lanzadores de misiles debe distribuirsea lo largo de mil kilómetros de frontera, mientras que los blindadossoviéticos pueden atacar concentradamente donde lo prefieran. (2)También podrían concentrarse las tropas misilísticas, y más eficaz-mente que las columnas soviéticas, si tuvieran suficiente movilidad.Pero ello no se logra simplemente suministrando camiones para trans-portarlos de un lado a otro del frente, por caminos de frontera, ya quela división de Alemania los hizo periféricos. Tampoco puede hacersemanteniendo la mayoría de las tropas aguardando en rutas a reta-guardia, listas a reforzar los segmentos del frente que sean atacados.Sin capacidad de desplazarse a través del campo, y por lo tanto afe-rradas a los caminos, las tropas misilísticas motorizadas en tránsitoserían muy vulnerables al ataque aéreo, y tendrán muchas dificultadespara avanzar por el fuego de artillería que llegará a más de quincekilómetros detrás del frente. Quizás el refuerzo necesario pueda serprovisto más oportunamente por helicópteros que transporten tropasmisilísticas o que estén armados con lanzadores, pero por cierto que nose trata de una alternativa barata. Además, esas aeronaves tan frágiles

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quedarían expuestas a la multitud de armas antiaéreas que acompa-ñan las divisiones soviéticas, y también a las cortinas descendentes delfuego de artillería.

Si los camiones son demasiado vulnerables y están aferrados a loscaminos, y si los helicópteros son vulnerables y además muy costosos,la única opción disponible para conseguir movilidad bajo fuego y lograrla concentración serían vehículos terrestres bien armados, aptos paracruzar a través del campo. Si se los acoraza y se les colocan orugas, porci erto que podrían llevar a las tropas misilísticas a donde hicieran falta.Podrían ser réplicas de los actuales transportes de la infantería me-canizada que incluye entre sus armas los misiles antitanque. Pero yaque se trata de vehículos blindados, seguramente convendría incorpo-rar al diseño de algunos de ellos armamento que pueda emplearse sinapearse; y ya que se va a disponer de armamento incorporado, en lugarde misiles voluminosos y costosos con escasa velocidad de fuego, seríapreferible dotarlos de cañones, que son superiores para el combatecontra blindados a corta distancia. De este modo queda rehabilitado eltanque después de haberse recorrido todo el círculo, como una soluciónconvencional que no sólo se apoya en la inercia institucional, sino quequeda confirmada por las necesidades de la batalla.

Si todavía persistiera la confianza en la propuesta más extrema, elasunto se arregla una vez que ampliemos nuestro panorama geográfi-co. Mientras miramos a través de la extensión de Alemania Oriental,Checoslovaquia, Hungría, Polonia, y aun más allá hasta las regionesoccidentales de la Unión Soviética, vemos que detrás de la primeraoleada de siete ejércitos se acerca otra mayor, y que más formacionesse están agrupando para avanzar a su turno. (Para mayor informaciónsobre la composición del ejército soviético, ver Apéndices 2 y 3). Aunquelas divisiones de refuerzo no estuvieran con sus dotaciones completasy bien adiestradas, ni tan bien equipadas con armas modernas como lasdel primer escalón, el impacto de una masa tan tremenda de blindadosque avanzaran, seguramente aplastaría el despliegue frontal de tropasmisilísticas agotadas y disminuidas, si de alguna manera se arreglaranpara resistir hasta entonces.

Pero cuando finalmente descartamos la propuesta extrema, hace-mos un descubrimiento preocupante. Una vez movilizado, el ejércitosoviético es capaz de sobreponerse no sólo a una defensa hipotética detropas misilísticas, sino además al despliegue de fuerzas blindadas ymecanizadas que ahora defienden el frente central. Por esta causa laAlianza sigue confiando en el suplemento del contraataque nuclear. Sillega el aviso de una invasión inminente, y se lo toma en cuenta a pesarde intentos de engaño y autoengaños, y además se procede con prestezapor parte de los cinco gobiernos nacionales involucrados, las fuerzas dela NATO mantenidas en alistamiento en tiempo de paz deberían estar

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en capacidad de resistir al primer escalón de la ofensiva, aunque losbeneficios de la iniciativa para el bando agresor permitirían la ventajainicial de la concentración, así como la oportunidad de montar unacantidad de asaltos de disloque y penetraciones de diversión por tropasespeciales. Esa primera fase de peligro agudo, cuando las unidades sedirigen a toda carrera desde sus guarniciones de rutina a las posicionesplaneadas, será afectada por congestiones de rutas, ataques aéreos,puentes saboteados, emboscadas tipo comandos, diversiones intencio-nadas, y seguida de otra luego de las primeras horas de batalla, cuandolos vectores principales del movimiento soviético deban ser correcta-mente estimados y la contraofensiva coordinada entre ejércitos dediferentes naciones. Tampoco servirán de mucha ayuda las fuerzasaéreas aliadas, ya que estarán iniciando sus propias batallas en de-fensa de sus bases y atacando las enemigas.

Únicamente mediante esfuerzos épicos y ejercicio efectivo del co-mando podría prevalecer la defensa contra la embestida de sieteejércitos soviéticos. Posteriormente, con gran necesidad de descansary reagruparse, las fuerzas aliadas tendrían muy pronto que combatircontra el próximo y mayor escalón soviético, con magros refuerzospropios. Las fuerzas aéreas aliadas proveerían por entonces una im-portante ayuda, y las pérdidas en combate serían parcialmente com-pensadas por la ganancia en experiencia, pero no sería prudenteconfiar en una victoria defensiva.

RELACIONES DE FUERZAS OFENSIVO-DEFENSIVAS

Hasta aquí no se ha mencionado la presunta ventaja inherente a ladefensa, la relación frecuentemente citada de tres a uno que se suponenecesita la ofensiva para ganar. Es cierto a nivel táctico que una com-pañía de tropas a la defensiva, sin necesidad de avanzar para cumplirsu tarea, puede cavar trincheras para mantener un a líneay por lo tantocausarbajas al enemigo expuesto con mayor facilidad que las recibidas;en esas circunstancias, una relación de tres a uno es una buena reglapráctica cuando el ataque frontal choca con una defensa protegida. Sinembargo, a nivel operacional vemos que el agresor no necesita atacaresa posición en particular, sino que puede pasarla por uno u otro lado,en un caso sencillo de maniobra correlativa. Si las tropas atrincheradasse quedan donde están, la defensa fracasa en forma absoluta y puederesultar eliminada en el proceso si los atacantes deciden detenersepara llevar a cabo una aproximación enfilada o por retaguardia. Porotra parte, si la defensa reacciona contra el desborde lateral delenemigo, solamente puede extender su línea haciéndola más delgadao desplazándose a su vez para interceptarlo, en idéntica situación de

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movilidad y exposición. En el primer caso se mantiene la relaciónventajosa, pero el equilibrio de fuerzas en el sitio del combate se alteraa favor del enemigo; en el segundo, el equilibrio no se modifica, perodesaparece la ventaja. En ninguno de ambos casos harán falta trescompañías para batir a una.

En las condiciones del frente occidental en la Primera GuerraMundial, la ventaja en la relación táctica era compensada totalmentea nivel de la estrategia de teatro porque la continuidad de la línea detrincheras desde la costa belga hasta la frontera suiza impedía cual-quier simple rodeo. Asimismo, la relación ventajosa fue mantenida encontra de la reacción a nivel operacional de efectuar ataques concentra-dos en columna en segmentos estrechos del frente por la existencia deteléfonos de campaña para pedir refuerzos, y ferrocarriles y camionespara trasladarlos, por consiguiente, la concentración defensiva proce-día a mayor velocidad que el avance de los soldados a pie contraartillería, alambrados de púas y ametralladoras. Indudablemente, losintelectuales que dominaban el estado mayor general francés deposguerra (3) pudieron demostrar matemáticamente la mayor facili-dad de concentración de la defensa sobre el ataque, derivada inexora-blemente de la ventajosa velocidad de los n-wvimientos laterales deferrocarriles y camiones a lo largo del frente respecto de la relación deavance del soldado de infantería batido por los fuegos. Sólo quedabacompensar por el beneficio que el asalto inicial podía dar al atacante,que los máximos esfuerzos de inteligencia no lograrían eliminar total-mente. Sin embargo, eso podía hacerse sin ninguna duda mediante unalínea defensiva sin interrupciones que conservara la ventaja táctica delas tropas atrincheradas al no poderse rodearlas permitiendo así queuna sola unidad aferrara a cinco o diez unidades equivalentes en formatransitoria hasta que arribaran refuerzos, del mismo modo en que unapodía aferrar indefinidamente a tres. Según este razonamiento, mien-tras las madres alemanas no criaran el triple de hijos, los francesesserían capaces de resistir cualquier ofensiva, siempre que no se debi-litaran al lanzar fútiles ofensivas propias. Por consiguiente, la victoriaestaba asegurada; pero otro elemento fue agregado para reducir aúnmás su precio: en lugar de las malsanas trincheras y refugios improvi-sados en el barro bajo fuego enemigo, se construyeron durante la paztrincheras revestidas de cemento, posiciones reforzadas para las ar-mas, y fuertes bien preparados para proteger la artillería, muy nece-saria para efectuar fuego de contrabatería que impida a la artilleríaenemiga aniquilar a la infantería propia, y simultáneamente atacar alavance de soldados enemigos.

Tal fue la compulsiva lógica lineal que suscitó la idea de la LíneaMaginot, que sin duda consiguió su éxito culminante en 1940, cuandola ofensiva germana la eludió por vía de Bélgica ante el formidable

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poder de sus barreras, su infantería sólidamente atrincherada, laartillería en fortificaciones. Por la usual paradoja de la estrategia, laLínea Maginotfracasó en la defensa de Francia porque tuvo demasiadoéxito: no puede pretenderse que una línea defensiva sirva para otracosa que disuadir al enemigo de siquiera intentar atacarla. Retrospec-tivamente, uno llega a la conclusión de que un dispositivo defensivomenos formidable, una solución eficaz a medias, podría haberle sidomucho más útil a Francia, al ofrecer la posibilidad de que los alemanesla atacaran y quedaran aferrados en una guerra de posiciones. TalLínea Maginot, considerada infranqueable a nivel táctico, provocó unarespuesta correlativa de estrategia de teatro en la forma de la arre-metida germana oblicua a través de las indefensas Ardenas belgas,hasta el Canal de la Mancha.

Sin la Línea Maginot para ayudar al equilibrio, la cinemática de laconcentración defensiva, basada en la ventaja de velocidad de camionesy trenes sobre soldados a pie, fue absolutamente arruinada por larespuesta a nivel operacional de la blitzkrieg, cuyas columnas de pe-netración en profundidad también se desplazaban a velocidad deautomotores en una carrera contra el movimiento lateral que reuníapotencial defensivo. Sus puntas de lanza blindadas, prácticamenteinmunes a la interdicción artillera y sin obstáculos que se les opusie-ran, sencillamente anularon la ventaja en la relación táctica de lasfuerzas de línea de infantería, y de cualquier forma hubieran sobrepa-sado posiciones erizadas de cañones antitanques. Sólo nos quedaexpresar nuestro asombro por las preferencias emocionales tan profun-damente arraigadas que han invertido completamente las dos leccio-nes de 1940, ya que se condena la totalmente exitosa Línea Maginot yse sostiene la espuria validez universal de la relación tres a uno, sólocorrecta a nivel táctico.

ARMAS NUCLEARES DEL CAMPO DE BATALLA

Desguarnecidos por imaginadas ventajas inherentes, los planesactuales de la Alianza Occidental para la defensa del frente centraldeben corifiar en el deus ex machina de las armas nucleares "del campode batalla", las que descenderán al escenario si no hay otra forma deevitar la penetración y el colapso del frente. Las armas nuclearescumplen una función principalmente suasoria* y de no uso, y lasconsideraremos como tales a un nivel estratégico superior. No obstan-te, por ahora vamos a ver su significado a nivel de estrategia de teatro.

* El término se refiere tanto a la persuasión como a la disuasión, en todas sus formas.El tema es discutido en la Parte III.

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Las armas nucleares del campo de batalla producen efectos explo-sivos y radiactivos relativamente modestos si se comparan con lasarmas nucleares intercontinentales. (4) Se emplean en forma de cohetes de corto alcance, granadas de artillería, y cargas de demolición,así como en bombas de aviación de amplia versatilidad, y suministranuna respuesta a nivel técnico a la magnitud del ejército soviético,ofreciendo medios alistados para realizar contraataques devastadores.Según la política vigente de la Alianza, durante las batallas frontaleslos ataques no nucleares serán respondidos por defensas no nuclearesmientras sea posible; pero si continúa el arribo de formaciones soviéti-cas y la defensa ya no puede retenerlas, entonces se pedirá el empleode armas nucleares del campo de batalla.

Cuando se incorporaron por primera vez en 1952-53, (5) las armasnucleares norteamericanas para uso en el campo de batalla se elevaronrápidamente en la curva de efectividad: se integraron con facilidaddentro de los planes de defensa frontal de la época, cuando casi existíauna verdadera línea formada por grupos pequeños de fuerzas endisposición poco profunda. Pero esta reacción técnica al poderío sovié-tico a nivel de teatro alcanzó su punto culminante de éxito bastantepronto, porque a fines de la década de 1950 ese ejército también contabacon armas nucleares para el campo de batalla. Por lo tanto, si el co-mando de la Alianza intentara resguardar los sectores del frente quese desmoronaran mediante el ataque a las columnas soviéticas invaso-ras con armas nucleares, el comando soviético podría replicar abriendootros sectores del frente con las suyas. Dejando de lado por el momentotoda consideración sobre cuáles armas nucleares adicionales podríaemplear cada bando contra blancos diferentes de formaciones terres-tres en combate, podemos simplemente asumir que el uso de armasnucleares por parte de la Alianza desencadenaría una réplica simé-trica.

No obstante, en este caso acción y reacción no se anulan mutuamen-te, sino que una vez empleadas armas nucleares el ejército soviético yano podría conquistar territorio mediante invasión, sino solamentepresidir su devastación. Entonces, si la Alianza puede amenazar per-suasivamente con el uso de sus armas nucleares del campo de batallaen caso de necesidad; tendría capacidad de disuadir un ataque soviéticocon propósitos de conquista, ya que los únicos resultados posibles seránla derrota no nuclear o la guerra nuclear. Como siempre sucede en estoscasos, es exclusivamente el adversario quien controla el proceso: sonsus líderes quienes deben dar crédito a la amenaza y evaluar si elcastigo sería mayor que los beneficios posibles. Desde ya que laseguridad obtenida por métodos suasivos es inherentemente menosdigna de confianza que la negación defensiva. Sin embargo, la amenazanuclear no puede minimizarse fácilmente como ocurría con los regi-

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mientos de caballería y hasta con las divisiones blindadas, porque susefectos técnicos son mucho más ciertos y sin duda pronosticables conexactitud.

Pero en este caso la efectividad suasoria quedaría circunscripta porun solo motivo: si los líderes soviéticos decidieron atacar a la Alianzaen un acto desesperado, más que por deseo de conquista, podrían nodisuadirse del todo ante la prospectiva de causar un cinturón dedestrucción nuclear justo en el medio de Europa Central. El poderilegítimo siempre padece de inseguridad, y una secuencia concebiblesería una revuelta general en Europa Oriental que se extendiera hacialos territorios fronterizos no rusos de la Unión Soviética, causadaprecisamente por el ejemplo subversivo de libertad y prosperidad deEuropa Occidental; ello podría inducir a los jerarcas soviéticos adecidirse por la agresión para apagar esa luz, para privar de impulsoa las inquietudes al presentar una prospectiva peor que la opresióncontinuada.

Otra posibilidad, al menos en teoría, es que la Unión Soviéticapodría atacar por razones defensivas, para prevenir una ofensiva de laAlianza que sus líderes consideraran inminente. El concepto de unaagresión occidental concertada en secreto entre el parlamento holan-dés, el canciller alemán, el gran duque de Luxemburgo, el gabinetebelga, así como la Casa Blanca y Whitehall, podría resultarnos ente-ramente fantástica a quienes habitamos de este lado del mundo. Perolos jerarcas del Kremlin presiden un gobierno que parece disponer deuna capacidad infinita para la suspicacia, como pueden atestiguarlogran cantidad de desafortunados disidentes que fueron seriamenteinterrogados para descubrir conspiraciones inexistentes; y ningunaotra fecha histórica se recuerda más vivamente en la Unión Soviéticaque el 22 de junio de 1941, cuando la invasión se produjo con terriblesorpresa, causando devastación atroz. Si la autodefensa se convirtieraen el motivo de la agresión, por más equivocado que estuviera, lasarmas nucleares de la Alianza en el campo de batalla retendrían sucapacidad física de anular una inminente victoria no nuclear soviética,pero sin posibilidades de disuadir de la realización del ataque.

Hasta aquí se ha considerado solamente la prospectiva suasoria queun conflicto nuclear en el campo de batalla podría tener sobre lasmentes de los líderes soviéticos. No distraería de nuestro propósitoactual estudiar en profundidad la progresión de amenazas que sigue alintento inicial suasorio nuclear, comenzando con el permanente es-fuerzo soviético de convencer a los aliados europeos de que reaccionaríaa ataques nucleares en el campo de batalla con sus propios ataquesnucleares contrablancos más importantes, principalmente aeródromosy hasta ciudades europeas (para superar mediante suasión el efectoparalizante de la guerra nuclear en el campo de batalla); y continuando

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con la amenaza recíproca de los Estados Unidos de efectuar ataquesnucleares contra blancos equivalentes en la Unión Soviética, incluyen-do ciudades (para inhibir mediante la suasión cualquier extensión dela guerra nuclear más allá de las zonas de combate frontal). Comosiempre sucede en el reino de la estrategia, todo movimiento provocaréplica aunque no haya una acción o reacción concreta en la suasión,sino únicamente la percepción, correcta o errónea, de las amenazas yde la capacidad potencial de producir daño. La prosecución de lasecuencia, cuando ya se han intercambiado amenazas recíprocas con-tra las mismas fuerzas nucleares, nos llevaría a abandonar el nivel delteatro para internarnos en el siguiente, de la gran estrategia. Por ahoraquedémonos donde estamos, destacando que la amenaza nuclear de laAlianza en el campo de batalla, dirigida a eliminar las esperanzassoviéticas de conseguir una victoria no nuclear, debe provocar un efectointerno en los mismos aliados occidentales, especialmente en el gobier-no alemán.

La mayoría de las armas nucleares de corto alcance serían lanzadasdesde territorio alemán, y son sus zonas frontales las que sufriríanataques nucleares en caso de una reacción soviética simétrica. Tampo-co puede el gobierno de Bonn permanecer indiferente respecto aldestino del territorio alemán regido desde Berlín Oriental en caso deconflicto; Alemania Oriental se convertiría entonces en territorioenemigo, .y poseería los blancos principales para los ataques nuclearesdel campo de batalla, pero jamás sería considerada tierra extranjerapor sus compatriotas.

Al resultar tan perniciosa para quienes amenazan como paraquienes son amenazados, puede que la réplica de la Alianza seaautoinhibitoria. Sin embargo, obviamente tal razonamiento no haprevalecido, porque algunos Estados miembros, y especialmente Ale-mania, continúan reafirmando la amenaza de ataque nuclear en elcampo de batalla en caso de inminente victoria no nuclear de lossoviéticos. (6) Prefieren aceptar los riesgos consecuentes antes quedesarrollar fuerzas no nucleares más poderosas, con capacidad dederrotar a una invasión no nuclear por sí mismas, sin apelar a la cortesuprema de la guerra nuclear.

¿UNA DEFENSA NO NUCLEAR DE EUROPA?

Los riesgos de la actual confianza de la Alianza en las armasnucleares son obvios, pero las consecuencias de incrementar su poderíono nuclear podrían resultar paradójicamente adversas. Es posible queel rechazo de los aliados europeos en general, y de sucesivos gobiernosalemanes en particular, a incrementar sus fuerzas no nucleares en un

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amplio margen esté motivado únicamente por la cortedad de miras deeconomizar en gastos militares. Pero además quedaría totalmentejustificado por el correcto razonamiento estratégico (es decir, paradó-jico).

Con certeza, si las fuerzas no nucleares de la Alianza dispusierandel potencial suficiente para defender el frente central contra unainvasión no nuclear soviética, no habría necesidad de emplear armasnucleares del campo de batalla. Por consiguiente, en caso de guerrapodría preservarse tan valioso precedente del no uso de armas nuclea-res desde 1945, y se evitaría al mundo el peligro extremo de la escaladapaso a paso desde el campo de batalla a la guerra nuclear intercon-tinental. Pero si no se emplean armas nucleares en una contienda, elcombate no nuclear debe ocurrir ineludiblemente. Entonces, la conse-cuencia paradójica de evitar el modo nuclear de destrucción -motivode gran preocupación para toda la humanidad, pero quizá de dimensio-nes no tan colosales si se utilizan armas modernas de baja potencia-sería mayor destrucción, aunque de origen no nuclear, pero igualmentemuy dañina para las poblaciones afectadas de Europa en general, y deAlemania en particular.

Además, si los jerarcas de la Unión Soviética empezaran unaguerra, lo harían con la intención de quebrar el frente central y avanzaren profundidad. Si las fuerzas no nucleares de la Alianza cobran podersuficiente como para defender el frente y repeler la invasión, los líderessoviéticos podrían reaccionar usando sus propias armas nucleares delcampo de batalla. Después de todo, sean cuales fueren sus esperanzaso temores que los induzcan a iniciar las hostilidades, sería muchomayor el miedo a las consecuencias que tendría una derrota sobre laestabilidad del régimen, e indudablemente sobre la supervivencia de laUnión Soviética como entidad política. Así resulta que la consecuenciaparadójica de evitar el empleo nuclear aumentando el poderío nonuclear, podría provocar el propio uso de armas nucleares por parte dela Unión Soviética.

Finalmente, las actuales fuerzas no nucleares de dudosa aptitudconfrontan a la Unión Soviética con la prospectiva de que en caso deinvasión el frente central sería penetrado con bastante rapidez, cau-sando una situación caótica en la cual las armas nucleares del campode batalla podrían ser empleadas en una reacción de pánico, sin teneren cuenta los esfuerzos soviéticos para disuadir a los líderes nacionalesde autorizar su uso, mediante amenazas de ataques aún más catastró-ficos por su parte. La consecuencia paradójica de fuerzas no nuclearesmás poderosas podría permitir la estabilización del frente en la prime-ra fase del conflicto, durante la cual la Unión Soviética adelantaría lasfuerzas necesarias para quebrarlo, y además ejercer todo su poderpersuasivo sobre los gobiernos europeos para inducirlos a renunciar a

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cualquieruso nuclear mediante amenazas de ataques nucleares muchomás destructivos. Entonces también sucedería que cuanto más tiempoprovea la defensa no nuclear para deliberación, debate público ycobertura de los medios de comunicación, hay menos posibilidades deque el presidente de los Estados Unidos retenga su libertad de acciónpara acordar el empleo de armas nucleares en el campo de batalla arequerimiento de las autoridades europeas, o de reafirmar el compro-miso norteamericano de que los ataques nucleares sobre ciudadeseuropeas provocarían ataques norteamericanos sobre ciudades sovié-ticas. Por medio de la habitual paradoja de la estrategia, el poderío nonuclear redundaría consecuentemente en una mayor debilidad.

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CAPÍTULO 9

ESTRATEGIA DE TEATRO II:ESTRUCTURAS DEFENSIVAS Y

LA OPCIÓN GUERRILLERA

Del bando agresor, la gran opción en estra-tegia de teatro se halla entre el avance amplio que sólo puede emplearquien es muy poderoso-porque de otro modo el ejército que avance entodas partes será superado numéricamente en todas partes- y elavance estrecho que ofrece oportunidad de vencer hasta al más débil,si concentra sus fuerzas al precio de mayor debilidad en cualquier otraparte. Con su simplicidad de nivel operacional, la facilidad con quepuede coordinarse un avance paralelo, y sobre todo por la ausencia deflancos expuestos, el avance en amplio frente es más seguro, si biencostoso en cuanto a pérdidas, como hemos visto. Pero cuanto másangosto el avance, inexorablemente crecen juntos el riesgo y el bene-ficio, culminando con las penetraciones del ancho de un lápiz de laprototípica blitzkrieg germana, ardid parte confiado y parte aventu-rado. Por la inversión usual, solamente quienes guardan margen paralas imprudencias dentro de la superioridad de sus medios puedenpermitirse un avance amplio y cauteloso, mientras que aquellos queviven arriesgando deben ser audaces para contar con alguna proba-bilidad de éxito. Dejando la paradoja de lado, que de cualquier modo yaresulta familiar, no hay en esto gran complejidad, o al menos nada quetrascienda de consideraciones puramente militares.

Empero, en la defensiva cada estructura rige no solamente en eldespliegue de fuerzas militares, sino en el destino del territorio expues-to al peligro, y la lógica lineal -que igualaría defensa con protección-choca con frecuencia ante la lógica paradójica de la estrategia, compul-sando a decisiones complejas entre prioridades políticas y militaresdivergentes. Esto ocurre especialmente en caso de una defensa flexibleque no debería defender ningún trecho en especial del territorio parapoder defender mejor su totalidad, liberando a sus fuerzas de las tareasprotectoras. La libertad de acción resultante permite eludir las princi-pales arremetidas enemigas, desplazarse a voluntad y concentrarse delleno; provee a los defensores con todas las ventajas del atacante,mientras todavía retienen la ventaja inherente de combatir en unazona conocida y presumiblemente amistosa. A menudo considerada

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ideal desde un punto de vista puramente militar, ésta es la menosdeseable de las estructuras para quienes gobiernan, independiente-mente de que sus prioridades estén dirigidas a la riqueza, el bienestaro el control. En forma similar, en el caso opuesto de una defensaadelantada muy rígida que trata de impedir cualquier intrusión enemi-ga, nuevamente coinciden lo mejor para el político y lo peor para elmilitar.

Por supuesto que es raro encontrar ambos casos extremos. En lapráctica sólo hubo aproximaciones: aún cuando el alto comando deStalin decidió eludir la renovada blitzkrieg alemana de 1942 por mediode una defensa suficientemente flexible, no abandonaría Stalingrado;e incluso el presente compromiso de la Alianza del Atlántico Norte poruna defensa adelantada de Alemania no exige la protección de cadacentímetro de su territorio, aunque una defensa flexible haya sidorechazada en principio. * Por lo tanto, la realidad política da lugar a uncompromiso entre prioridades políticas lineales y sus paradójicascontrapartes militares, concediéndose mayores oportunidades a lasprimeras cuando existe gran sensación de seguridad (justificada o no)y a las últimas cuando crece el temor al desastre inminente.

Obviamente, existe todo un espectro de opciones entre los extremosde una defensa flexible que no resiste para nada pero se mantieneintacta para contraatacar oportunamente, y una defensa frontal total-mente rígida. La política posee atribuciones para imponer su preferen-cia estableciendo el límite entre lo que debe defenderse a cualquierprecio y lo que puede abandonarse, aunque sea transitoriamente. Perohay otra estructura que diverge del espectro, una "defensa en profun-didad" en la cual una zona frontal más o menos profunda no es pro-tegida rígidamente ni tampoco abandonada para efectuar maniobrasambulatorias. En cambio, la zona es defendida selectivamente poragrupaciones autosuficientes defuerzas que constituyen unamultitudde islas de resistencia escalonadas en profundidad para formar unagrilla, más que una línea.

Resguardadas por terreno favorable o barreras artificiales, psicoló-gica ,y organizadamente preparadas para luchar por sí mismas, y porcierto abastecidas para lograrlo, tales islas de resistencia ("erizos", fueel término preferido en la Segunda Guerra Mundial) sirven para

* El alcance de las fuerzas blindadas y mecanizadas soviéticas, con su propio sosténlogístico, es tan profundo que una defensa lo suficientemente flexible para absorber suimpulso apenas defendería alguna parte del territorio alemán, y más bien lo sacrificaríatodo para dedicarse al resto de Europa Occidental. Asimismo, la Unión Soviéticabuscaría ciertamente disuadir de cualquier intento de recobrar territorio alemán poramenazas nucleares, que deberían ser persuasivas aunque la guerra no haya sidonuclear hasta entonces.

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mantener importantes pasajes a lo largo de las principales avenidas deavance, e infraestructura valiosa como aeródromos y depósitos gran-des, al menos por un tiempo. Pero su función principal debe ser comobases protegidas desde donde puedan lanzarse incursiones perturba-doras y contraataques menores, idealmente en coordinación con con-traataques del cuerpo principal mantenido a retaguardia para asegu-rar el territorio que se halla detrás del cinturón frontal provisto por ladefensa en profundidad.

Si cada isla de resistencia debe ser suficientemente fuerte y debenescalonarse a suficiente profundidad, nunca podrán ser muchas, nitampoco formar un frente continuo. Por lo tanto el enemigo todavíapuede avanzar sin detenerse si así lo desea, eludiéndolas para alcanzarobjetivos más allá del cinturón de defensa en profundidad. Pero laocasión encierra una trampa: como en el pasado, cuando una columnaque avanzaba no podía simplemente ignorar una fortaleza intacta quealbergaba fuerzas listas para salir sin arriesgarse a severas pérdidas,tampoco hoy en día una penetración blindada y mecanizada puedepasar por alto fuerzas con poder ofensivo en libertad de atacar susvulnerables flancos. Si bien detenerse para reducir cada isla de resis-tencia interrumpe su ritmo crítico de avance, la asignación de fuerzasde contención en cada sitio podría resultar en una creciente dispersiónde esfuerzos (que además disminuyen naturalmente en el curso delavance).

El dilema que crea al atacante la defensa en profundidad puedecomplicarse aún más si los defensores cuentan con medios y capacidadmoral para lanzar pequeñas incursiones contra las columnas de abastecimientos, unidades de servicios, y destacamentos menores que elavance enemigo pone a su alcance. La forma en que el terreno restringela ofensiva a estrechas avenidas que pueden ser bloqueadas no consti-tuye un dilema para los atacantes, quienes deben vencer la resistenciade cada sucesiva isla de defensa a lo largo del trayecto elegido. Perotampoco en este asunto la estrategia permite un progreso linealilimitado: cuanto mayor sea la extensión del terreno que restringe elmovimiento dentro del teatro, más importante se hace la estructura,hasta que el punto culminante se sobrepasa en un terreno verdadera-mente restrictivo como la cordillera del Himalaya, donde una firmedefensa mediante una cadena eslabonada de posiciones fortificadas,cada una bloqueando la salida de los escasos y angostos pasos, espreferible a cualquier defensa en profundidad.*

Para la Alianza del Atlántico Norte y su frente central en Alemania,

* Opción imposible para China e India: ambas quieren controlar el territoriohimalayo, en vez de defenderse desde detrás de él.

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no hay peligro en sobrepasar los límites de la ventaja que una defensaen profundidad puede brindar: algunos sectores son montañosos, perono en la magnitud de los Himalayas o los Alpes, y no ofrecen oportuni-dad de bloqueo absoluto en ninguna avenida principal de aproxima-ción.

Existen significativos obstáculos naturales y artificiales en la llanu-ra al norte de Alemania y en la llamada Brecha de Fulda; son barrancosboscosos y áreas urbanas que se extienden bien lejos a retaguardiacomo para acomodar una grilla de islas para la defensa en profundidad.Una estrategia de teatro de defensa en profundidad sería ciertamenteuna maniobra correlativa en respuesta a la presente amenaza soviéti-ca, porque en gran parte circundaría el impulso de la fuerza brutablindada del ejército soviético; privado del sólido obstáculo del frentecentral que deben atravesar, las columnas invasoras tratarían deabrirse paso cruzando por el cinturón defensivo .y dispersando susunidades para controlar territorio, y así quedar vulnerables ante lasescurridizas fuerzas de la defensa.

Han circulado muchos esquemas para la defensa en profundidad delfrente central de la Alianza; varios bregan por la retención de lasactuales fuerzas blindadas y mecanizadas, pero dejándolas maniobrarlibremente más a retaguardia en vez de aferrarlas en posicionesfrontales; (1) además, combinaciones de esas mismas fuerzas con in-fantería misilística ligera, en unidades pequeñas desplazadas por me-dio de helicópteros; (2) o con milicias locales que entablarían una es-pecie de guerrilla junto con infantería ligera regular; también conunidades pequeñas de infantería regular distribuidas en guarnicio-nes para defender las aldeas de piedra que salpican la campiña ale-mana. (4) En algunos esquemas se agregarían barreras antitanquespara desacelerar alas columnas blindadas soviéticas; en otros, con o sinbarreras, se prevén posiciones fortificadas para permitir a algunastropas demorar el pasaje a través de rutasy corredores en una profundazona detrás del frente. Para todos los esquemas, el propósito esretardar indefinidamente las veloces y profundas penetraciones queintentan lograr las columnas blindadas mediante una dura batallafrontal. En lugar de ello, quedarían aferradas a la defensa en profun-didad hasta que sean aisladas y derrotadas de a poco o reciban unpoderoso contraataque. (5)

Las alternativas de defensa en profundidad sugeridas para el frentecentral difieren en detalles, pero comparten algo en común: son ejem-plos de un pensamiento militar original, que divergen razonablementeno sólo de los planes osificados sino también de las realidades políticas.Más aún, todos los esquemas parecen sufrir la clásica ilusión del"movimiento finaP', porque al reaccionar ante la estrategia de teatro depenetración en profundidad imputada al ejército soviético, dejan de

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percibir la probable reacción que ellos mismos pueden provocar, enforma de una nueva estrategia de teatro soviética. En otras palabras,ignoran el fenómeno fundamental de la estrategia. Antes de adherir asemejantes críticas, vale la pena reiterar los considerables méritos dedichos esquemas en términos puramente militares.

Como hemos visto al nivel táctico, las tropas que pelean desde elinterior de fortificaciones contra atacantes que se desplazan a campoabierto se benefician por "relaciones de intercambio" favorables, por-que sus fuegos tienen efecto pleno, mientras no así el de los atacantes.Unidades pequeñas y ágiles que incursionen oportunamente contracolumnas soviéticas y se dispersen ante contraataques también obten-drán relaciones favorables. Además, barreras tales como fososantitanques, obstáculos sólidos y campos minados, mientras quieneslos cubren puedan soportar bajo fuego, sirven para aumentar laefectividad táctica de las obstrucciones al reducir el ritmo de avanceenemigo, idealmente hasta la real capacidad de empeñamiento conblancos de las armas defensivas en posición. A nivel operacional, elefecto combinado de barreras y fortificaciones de bloqueo de rutasreduciría la movilidad relativa de los invasores, aumentando la proba-bilidad de que fuerzas de contraataque suficientemente poderosaspuedan ser ubicadas convenientemente para empeñarse con los flancosde las columnas soviéticas. A nivel de teatro, todos estos esquemaseludirían el mayor potencial del ejército soviético, su capacidad dequebrar frentes sólidos, mientras que explotarían su punto más débil,la falta de flexibilidad de sus unidades pequeñas. (6)

No obstante, los esquemas de defensa en profundidad han sidorechazados por sucesivos gobiernos alemanes, y en consecuencia portoda la Alianza. Ello pone en evidencia que difieren de la políticaestablecida; pero la política puede cambiar en cualquier momento, y laacusación de irrealismo político pertenece a un orden más fundamen-tal. En los niveles técnico, táctico y operacional de la estrategia, losobjetivos que se persiguen son muy evidentes y quedan más allá deldebate: mayores impactos, mejores relaciones de intercambio y lavictoria en combate son por cierto más deseables que sus opuestos. Sinembargo, a nivel del teatro el verdadero significado de éxito o fracasoes asunto de decisión política. Los esquemas de defensa en profundidadpodrían derrotar a una invasión soviética, empero sin defender a Ale-mania propiamente dicha, y si la concurrente devastación del ejércitosoviético y de buena parte del territorio alemán es un éxito o un fracaso,es una cuestión opinable. La extensión del territorio que se destinaríaa una guerra prolongada varía con cada esquema específico, peroninguno puede ofrecer una defensa rígida de la totalidad del territorionacional, como actualmente lo consigue la defensa "adelantada" vigente.

Quienes argumentan a favor de los esquemas de defensa en profun-

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didad manifiestan que el riesgo de exponer alguna parte del territorioalemán a la destrucción no nuclear sería preferible al peligro extremode someterlo en su totalidad, incluyendo sus ciudades, a la devastaciónnuclear. La decisión se complica por los diferentes niveles de riesgoasociados con ambos peligros: ciertamente, puede argüirse que ladisuasión nuclear del campo de batalla puede resultar más confiableque su contraparte no nuclear. Pero actualmente son discutibles losmismos términos de la opción, porque la política vigente incluye unatercera. El gobierno alemán puede prohibir en cualquier momento eluso de armas -nucleares basadas en su territorio. En consecuencia, sifracasa la disuasión, comienza una invasión soviética y el frente no sesostiene, entonces el gobierno alemán se niega a autorizar contraata-ques nucleares, y en cambio pide un armisticio. Probablemente lostérminos soviéticos sean severos, pero aun eso puede ser preferible alempleo real de armas nucleares, e incluso a la extendida destrucciónque un conflicto no nuclear prolongado podría infligir a las densamentepobladas comarcas germanas. La defensa en profundidad es muchomás atractiva como alternativa de la política oficial que su posiblevariante no oficial de tiempo de guerra.

LA GUERRA DE GUERRILLAS COMO ESTRATEGIADE TEATRO

La disonancia con las realidades sociales se hace aún más evidenteen los esquemas que conceden un papel importante a las fuerzasvoluntarias de milicianos, y algo similar ocurre con los esquemas queincluyen la infantería ligera. Para preparar el camino a ventajososcontraataques de fuerzas regulares blindadas y mecanizadas, losesquemas de milicias e infantería ligera prevén muchas pequeñasemboscadas e incursiones contra columnas de abastecimiento, desta-camentos y flancos expuestos de la invasión soviética; en otras pala-bras, una resistencia guerrillera. Esto no es más que una versión de ladefensa en profundidad, donde no hay nada que se defienda rígidamen-te, mientras que todo control es desafiado permanentemente.* Sin

* El término guerrilla deriva del español, y queda mejor caracterizado por el alemánbandenkrieg ("guerra de bandas"); en contraste con la guerra regular de grandesformaciones, constituye por supuesto una estrategia de teatro en sí misma; es en realidadel incremento a magnitud de teatro de tácticas ágiles de infantería ligera. En el contextode una lucha interna por el control del gobierno, por otra parte, la guerra de guerrillases el único componente militar de una gran estrategia, la guerra revolucionaria, cuyocomponente político es la subversión el desplazamiento de un gobierno por medio dela propaganda y el terrorismo-. La combinación relativa de ambos factores es un

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duda, tales esquemas son atractivos por la ventaja a nivel operacionalque posee la guerrilla sobre los ejércitos convencionales. Carece deventajas a nivel técnico, sino más bien lo opuesto; no muy a menudotiene ventajas tácticas cuando el combate se realiza. Pero ciertamenteposee una ventaja operacional: mientras peleen en forma escurridiza,sin tratar de defender puntos fijos contra determinados ataques, lamilicia y la infantería ligera tienen libertad para empeñarse si lesconviene, y cuando lo estimen necesario. Lo previsto en los esquemases que las fuerzas invasoras serían hostigadas a cada momento, suscolumnas emboscadas con frecuencia en rutas, sus destacamentosmenores sorprendidos y destruidos, y sus depósitos saboteados. Noserían capaces de trabar combate con defensores de estilo guerrillero,quienes se dispersarían ante una fuerza superior, destruyendo sin sera su vez destruidos.

La guerra de guerrillas es una respuesta de maniobra correlativa aun poder militar superior de forma convencional, y una de las debilida-des que aprovecha es la autorrestricción del enemigo. Las guerrillasjudías, kikuyu, chinas comunistas, griegas y árabes combatiendocontra tropas británicas respectivamente en Palestina, Kenia, Malaya,Chipre y Adén, como asimismo las vietnamitas y argelinas luchandocontra tropas francesas en Indochina y Argelia, y ciertamente elVietcong contra los norteamericanos, pudieron confiar en las autorres-tricciones de sus enemigos en el trato con el conjunto de la poblacióncivil. Por supuesto que - hubo excepciones, con crueles conductas dealgunas tropas aquí y allá, y acaso algún acto ocasional de violencialetal, pero no hubo represalias sistemáticas que fueran aprobadas porlas autoridades militares (cuya meta después de todo era ganarse "loscorazones y las mentes"); mucho menos por los gobiernos metropoli-tanos, que actuaban bajo el escudriñamiento de parlamentarios yperiodistas.

Por contraste, si tales inhibiciones no existen o son débiles, lalibertad de acción de la guerrilla resulta muy restringida si se amenazacon represalias violentas a la población civil, a la que pertenecen susfamiliares y amigos. Cuando cada asesinato de la guerrilla resulta enla ejecución de civiles inocentes mantenidos como rehenes para talpropósito; cuando cada emboscada exitosa es seguida de la aniquilacióndel poblado más cercano; y cuando cada incursión contra cuarteles odepósitos es contestada con masacres, no serán muchos los guerrilleros

indicador válido de la naturaleza de la lucha política: si se emplea mucho terrorismo,seguramente que la meta insurgente no es una forma consensual de gobierno. La obrade Walter Laqueur Guerrilla (1976) quizá sigue siendo el compendio más útil. Laanatomía clásica de la guerra revolucionaria está contenida en el principio del libro deRoger Trinquier La guerre moderne (1961).

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que se sentirán dispuestos a asesinar, emboscar e incursionar cuandose les ofrezca oportunidad. Sus lazos emocionales con la población civilde la que provienen son una debilidad potencial que fuerzas deocupación despiadadas pueden explotar como su propia respuesta demaniobra correlativa.

La política represiva de las fuerzas alemanas durante la SegundaGuerra Mundial fue muy efectiva al minimizar los resultados obteni-dos por guerrilleros en casi todas partes, casi todo el tiempo. Desde yaque la simple distracción de tropas germanas para oponérseles debefigurar en cualquier evaluación, pero aun incluyéndolas debidamentehay acuerdo general en que el efecto militar de las resistencias norue-ga, danesa, holandesa, belga, francesa, italiana y griega fue intrascen-dente. (7) La resistencia polaca fue más bien un esfuerzo para organi-zar un ejército secreto para una eventual guerra de liberación que unacampaña guerrillera en plenitud, y cuando emergió a la lucha lo hizo enforma perfectamente convencional, intentando tomar Varsovia enagosto de 1944, y evitando hasta entonces atacar a los alemanes paraahorrarle a la población las inevitables represalias. (8) Solamente loscomunistas de Tito y los partisanos soviéticos fueron guerrillerosverdaderamente efectivos durante la guerra, precisamente porqueestaban deseosos de competir con los germanos en crueldad, a muy altocosto para la población civil. (9)

Cuando las guerrillas combaten en el marco de una lucha internapor el poder (o sea una guerra revolucionaria), de la clase que se hadifundido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, las represalias,serán usualmente contraproducentes.* Pero existe un sustituto equi-valente: las milicias locales de autodefensa, armadas por el gobiernopara resistir intrusiones guerrilleras dentro de su esfera de control.

Defensa puntual

Puede parecer extraño que tanto perjudicar como armar a lapoblación civil puedan resultar equivalentes pero así sucede en elparadójico reino de la estrategia, donde ambas medidas tienden aconseguir el mismo propósito. En el primer caso, la respuesta simétricaa la guerrilla a nivel del teatro es estimular su dispersión. En lugar deuna defensa de área provista de grandes formaciones listas para salira empeñarse con fuerzas enemigas -procedimiento inefectivo contraoponentes escurridizos-, se destacan muchas unidades pequeñas de

* Las excepciones incluyen pugnas internas entre autoridades centrales y separatis-tas, étnicos o regionales, quienes gozan de amplio apoyo local.

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las formaciones de batalla para proveer "defensa puntual" a tantosblancos vulnerables como sea posible, junto con la policía y la miliciaque se disponga. De esta manera, guardias en puentes, represas yusinas, así como guarniciones en distintas .localidades, puestos decontrol de rutas, centinelas y patrullas, compiten con la difusa potenciade la guerrilla, y lo hacen ventajosamente en la mayoría de los casos,porque las tropas regulares están en general mejor disciplinadas,mejor adiestradas y mejor armadas. Naturalmente, si simultáneamen-te se está librando una guerra convencional, el costo de oportunidad dela defensa puntual en retaguardia es la pérdida de poder combativo enel frente, y esa es una de las causas de la convergencia paradójica entreavance ininterrumpido y derrota. (10) En el contexto de la guerrarevolucionaria, por otra parte, la defensa puntual es la más importantefunción de las fuerzas armadas, para resguardar las existencias de lasociedad y del Estado hasta que los motivos de la insurgencia desapa-rezcan por reformas, propaganda o descolonización.

Sin embargo, en todos los casos la respuesta obvia de la guerrilla anivel operacional es adoptar una forma más concentrada de guerra.Habiendo recurrido inicialmente a la guerrilla a causa de su incapaci-dad para competir con grandes formaciones gubernamentales, cuandola defensa puntual es organizada para oponerse a sus pequeñasbandas, los insurgentes descubren que guardias, guarniciones, puestosde control y patrullas son individualmente vulnerables a bandasmayores reunidas para el ataque a objetivos determinados. A medidaque el proceso se desarrolla, a menudo aparece una distinción entreguerrillas que permanecen en bandas pequeñas y localizadas, y "fuer-zas principales" que operan en áreas mayores, quizás en el ordennacional. En esta etapa los guerrilleros podrían vencer a la defensapuntual de cada destacamento, empleando sus fuerzas principales enataques sucesivos contra pequeñas unidades regulares. Pero al inten-tarlo, ya no son tan evasivos en sus agrupaciones mayores, por razonesfísicas (es más difícil esconder a cien que a pocos) y porque la reuniónde fuerzas principales saca a algunos individuos de su ambiente ha-bitual, y como forasteros es menos probable que les brinden refugiopobladores locales. Esto permite al gobierno empeñar a la guerrilla enuna contienda de concentración recíproca, en términos que varíansegún los medios disponibles de abastecimiento, comunicaciones ymovilidad. Si no existe gran diferencia entre ambos bandos y lacontienda se desarrolla en términos semejantes, la espiral puedecontinuar ascendiendo hasta que ambos estén sosteniendo grandesformaciones, y la guerra remplace a la guerrilla.

Sin embargo, ello es poco probable porque raramente los insurgen-tes serán capaces de juntar todas sus bandas locales en fuerzasprincipales, y de todos modos normalmente no querrán hacerlo porque

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la ventaja en abastecimiento, comunicaciones y movilidad continúa enmanos del gobierno. (11) Por lo tanto, es probable que coexistan fuerzasprincipales y batallas, con bandas armadas y ataques de oportunidadsobre blancos valiosos e inermes. Como resultado, quienes combaten lainsurgencia se ven obligados a satisfacer la concurrente necesidad degrandes formaciones para luchar contra las fuerzas principales, y dedefensas puntuales. Esto los ubica exactamente en el mismo predica-mento que un ejército empeñado en guerra convencional en el frenteque ha conquistado poblaciones activamente hostiles y trata de mini-mizar la división de esfuerzos que le significan las defensas puntualesa retaguardia. Para un ejército de ocupación, la solución es disuadir laacción de la guerrilla mediante represalias, letales o no (la destrucciónde propiedades puede tener la misma efectividad), antes que distribuirpequeñas unidades en forma preventiva a través de áreas de resisten-cia. Por otra parte, al combatir insurgentes dentro del propio país, lasolución equivalente consiste en sugerir a los habitantes de áreasinseguras que formen milicias para la defensa punti<al, permitiendoasí que las tropas regulares con funciones de guarnición y vigilancia sereincorporen a sus unidades para cumplir operaciones en gran escalacontra fuerzas principales.

¿Guerrillas alemanas?

Volviendo a nuestro caso de estudio sobre la Alianza, mientrascontemplamos una invasión de Alemania que es confrontada por ata-ques guerrilleros, es evidente que el ritmo del combate haría imposible a los soviéticos reclutar, entrenar y armas milicias colaboracionis-tas, aunque hubiera bases políticas, culturales y étnicas para intentar-lo. (12) Sería entonces inevitable que ese ejército encarara una políticade represalias para disuadir el ataque contra columnas de camiones,unidades de servicios, destacamentos aislados y flancos en general;otra solución sería la diseminación de fuerzas para proveer defensapuntual, resguardo de flancos y equipos de búsqueda y ataque.

Pese a ser común que ese mismo ejército se comporte mucho másduramente con poblaciones consideradas primitivas, que con aquellasmás civilizadas, la conducta soviética de Afganistán ha mostradorealmente propensión por las represalias violentas. Por ejemplo, hayacuerdo general respecto a que el bombardeo de área de pueblos yaldeas cercanos ha sido la respuesta normal ante ataques guerrilleros,y hay muchos informes sobre ejecuciones de hombres en edad decombate apresados en las vecindades, sin ninguna evidencia de parti-cipación en los ataques. Como suele suceder, algunas guerrillas afganas-quizá muchas- tienen motivaciones trascendentes, por lo cual las

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represalias no las disuaden. Pese a ello, el bombardeo es efectivo entérminos físicos, al menos; en la nueva geografía política de Afganistán,la guerrilla tiene poco peso en áreas donde la población rural no hadisminuido, pero en cambio es muy activa en las que han sido despobla-das. Los guerrilleros en campaña ya no tienen cerca sus familias, sinoen campos de refugiados dentro de Paquistán o Irán, donde se hallana resguardo de las represalias soviéticas. Empero, por el mismo motivolos civiles ya no se encuentran en el lugar para proveer de alimentos einformación a la guerrilla.

La conclusión implícita en los esquemas de resistencia, o sea que lasfuerzas invasoras de Alemania sufrirían emboscadas, incursiones ysabotajes, sin originar represalias contra la población civil, es por lomenos dudosa, y ciertamente no concuerda con la experiencia afgana.Uno se pregunta durante cuánto tiempo persistirían los ataques alestilo guerrillero después que comiencen las ejecuciones y las primerasrepresalias violentas contra poblaciones vecinas. (13) Tampoco es rea-lista confiar en que los urbanos alemanes soporten las penurias ex-tremas y grandes pérdidas en la misma forma en que lo han hecho losmiembros de tribus afganas.

La respuesta soviética

Aunque dejemos de lado las objeciones políticas y todas las dudasque nos provoca este elemento semiguerrillero, tan pronto como permi-timos que nuestro cuadro estático evolucione dinámicamente, descu-brimos que ninguno de los esquemas de defensa en profundidad so-portaría la más obvia reacción soviética. Si la Alianza abandona laseguridad de su defensa adelantada y el frente central que es suinstrumento, difícilmente pueda hacerlo en secreto o con suma rapidez.Los procedimientos parlamentarios, y la necesaria reubicación dealgunas de las principales formaciones blindadas y mecanizadas ennuevas bases a retaguardia, darían amplio margen para un cambio derespuesta por parte de la estrategia de teatro soviética. En realidad,haría falta muy poco tiempo para preparar la reacción soviética máselemental: avanzar lo más rápidamente posible en pocas columnasmuy concentradas apuntadas directamente a las mayores ciudadesalemanas (Hamburgo, Francfort, Nuremberg, Munich), para obligar algobierno a pedir un armisticio.

Ya sin enfrentar el sólido dispositivo del poder de la Alianza enposición para la batalla frontal, una invasión soviética no tendría queiniciarse mandando regimientos a reconocer la existencia de brechasdesguarnecidas ni combatir abriendo camino para el avance de lasdivisiones de refuerzo. En vez de ello, los soviéticos podrían ejecutar

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una estrategia de teatro de tipo "aplanadora", con todo su poderíomasivo en sólo dos o tres vectores de avance. Ignorando a las unidadesdefensoras diseminadas en profundidad, excepto las que pudieranencontrarse directamente en su trayecto, las columnas simplementeempujarían hacia adelante lo más velozmente posible para alcanzar lasciudades principales e instalarse en ellas, inhibiendo en consecuenciael contraataque nuclear.

En cuanto a los contraataques de la Alianza sobre los flancos de losvectores de avance, con tantas divisiones soviéticas avanzando enconjunto el núcleo de cada penetración se hallará ampliamente cubier-to. Finalmente, como todo el propósito de los esquemas de defensa enprofundidad es evitar la fuerza bruta masiva de los blindados, lascolumnas soviéticas no podrían ser detenidas por una resistenciafrontal sin sacrificar la única justificación para abandonar la defensarígida del territorio completo. Y si de todos modos se cumple, la luchasubsiguiente podría solamente llevar a la destrucción de fuerzasdefensivas consagradas con apuro para plantarse en los trayectos delavance soviético, porque en principio no serían capaces de desconcen-trar a los invasores que ya constituirían una masa, dada la previadispersión de la defensa. En este caso, la reacción debe derrotar a laacción, y no por la presunción de la superioridad numérica soviética. Alcontrario, con una perfecta paridad también se confirmaría el resulta-do. (Tampoco la lógica de la estrategia a nivel del teatro condena elconcepto; siendo iguales las demás cosas, y la fortuna compartida, lamaniobra correlativa de la defensa debiera realmente prevalecer.) Larazón es que todos los esquemas de defensa en profundidad paraAlemania y la Alianza contienen un defecto fatal: no toman ningunaprevisión con respecto a las ciudades germanas, que no pueden serdefendidas ni evacuadas, ni tampoco quedan resguardadas por ladistancia. (El centro de Hamburgo está a apenas cuarenta kilómetrosde la parte más cercana de lafrontera con Alemania Oriental; Francfort,a ciento veinte; Nuremberg, no mucho más lejos de Checoslovaquia; yMunich está a sólo ciento sesenta kilómetros de esa frontera y a pocomás de ochenta de Austria).

Cuando la estrategia de Diocleciano otorgó al Imperio Romano unsiglo más de poder y otro de supervivencia, precisamente disminu-yendo las guarniciones fronterizas para proveer una defensa en profun-didad que resguardara las mejores unidades para efectuar contraata-ques, todas las ciudades, pueblos y comunidades rurales fueron prote-gidos individualmente mediante murallas perimetrales. Los invasorespodrían recoger cosechas, capturar ganado suelto, saquear chacrasaisladas y villas menores, pero eran incapaces de infligir mayoresdaños, salvo que se demoraran para realizar asedios. Usualmente ca-rentes de maquinaria de sitio y faltos de conocimientos adecuados, no

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podían hacer más que socavar las murallas, mientras que se losapedreaba desde arriba. Normalmente las ciudades contaban conguarniciones y artillería para establecer una defensa activa, e inclusomuchos terratenientes armaban a sus vasallos como una especie deguardia. Cuando por culpa de otras emergencias o de la necesidad detraer muchas fuerzas poderosas desde muy lejos se demoraba elcontraataque romano y se daba tiempo suficiente para asedios prolon-gados, ello no favorecía a los invasores. Era un punto crítico delesquema que los graneros y otros depósitos de alimentos quedaranparticularmente bien protegidos. En vez de rendir por hambre a losdefensores, los invasores a menudo se alejaban por falta de comida;carecían de una organización logística que les diera apoyo, e induda-blemente en primer lugar era el hambre lo que los había llevado hastaallí. (15)

El ejército soviético no puede ser mantenido fuera de las ciudadesalemanas mediante piedras y aceite hirviendo. Pero podría ser fácil-mente rechazado por fuerzas de defensa urbana, adiestradas y equipadas para transformar cada suburbio en sitio de emboscadas para lostanques y vehículos mecanizados enemigos, con sucesivos perímetrosfortificados oportunamente para obligar al invasor a luchar casa porcasa. El ejército soviético es formidable en terreno abierto por lacantidad de blindados, pero le falta infantería en suficiente proporción,y en el combate callejero una simple fila de edificios de oficinas puedetragarse el total de efectivos a pie de una división entera. Mas nadapuede impedir que los tanques usen sus cañones contra los edificiospara sofocar la resistencia, ni que los ingenieros de combate abran conexplosivos corredores de avance en reemplazo de calles bien bloquea-das, ni que la artillería dirija una barrera de fuego contra el espaciourbano, por fútiles que fueran los resultados. Defender Stalingrado oBeirut significa destruir, pero al mismo tiempo se consume el_ vigor delatacante.

Ninguna perspectiva es menos atractiva para un ejército con pocainfantería mecanizada como el soviético que librar una contienda encalles de la ciudad y suburbios. (16) Sin embargo, es altamente im-probable que el gobierno alemán esté deseoso de convertir sus mayoresciudades en zonas de batalla para guerra urbana. Ante fuerzas soviéti-cas a punto de entrar en Hamburgo, aproximándose a Francfort, y alborde de Nuremberg, en el contexto de una defensa desnuclearizada enprofundidad, el gobierno alemán podría acordar continuar la luchasegún los planes de la Alianza por medio de ataques nucleares de largoalcance contra las fuerzas invasoras que avancen a través de su propioterritorio, desplazándose dentro de los países del Pacto de Varsovia, oaun de la misma Unión Soviética. Pero ciertamente que no querrátransformar sus ciudades en campos de batalla repitiendo la expe-

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ciencia de Berlín en 1945, cuando se descubrió que unas pocas horas debombardeo de la artillería y del fuego de los tanques podían ser másdevastadoras que una incursión de mil aviones.

Por consiguiente, una defensa en profundidad con o sin opciónguerrillera no es la respuesta para el frente central. El concepto resultaatractivo si solamente consideramos el primer movimiento en respues-ta a la estrategia de teatro soviética, pero se revela como muy frágilcuando se reflexiona sobre la más probable reacción enemiga. Pero loque sostenemos para Alemania y el frente central no necesariamentees aplicable en todas partes. Porque aquí hemos dado con las conse-cuencias de tres características específicas del particular teatro deguerra: carece de obstáculos geográficos importantes, como montañaselevadas, le falta profundidad, y contiene bienes fundamentales comograndes ciudades, muy cerca de una frontera amenazada.

La misma estrategia de teatro de defensa en profundidad podría sermuy satisfactoria en otros casos, como por ejemplo la defensa de unafuerza expedicionaria americana contra una invasión soviética decampos petroleros iraníes y puertos en el área de Abadán, en la cabezadel Golfo Pérsico. Hay más de ochocientos kilómetros entre la fronterasoviética y Abadán, principalmente de territorio montañoso con maloscaminos, lo que daría amplia oportunidad para acciones dilatorias yataques desorganizadores por parte de infantería ligera y helicópterosdentro de una ancha faja de territorio, y después de ello quedaríamucho espacio para contraataques o el simple bloqueo por fuerzasmayores que avanzaran desde la costa. En efecto, recientemente hemossido testigos del éxito de una defensa en profundidad en la vastedad deIrán, cuando las fuerzas iraquíes fueron primeramente detenidas yluego repelidas después de la invasión inicial de setiembre de 1980.También podemos recordar que el régimen soviético solamente sobre-vivió a la guerra que acompañó su nacimiento en 1917 a causa de laenorme extensión de Rusia, que dio mucho espacio para la defensa enprofundidad y para la defensa flexible; la primera fue favorecida alemplear sucesivas estaciones del ferrocarril transiberiano, y la últimausada principalmente por los ejércitos de caballería que combatieron alas fuerzas blancasy a los nacionalistas locales en Ucrania. Nuevamen-te durante la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética se convirtióen escenario de estrategias de teatro de defensa en profundidad ydefensa flexible, primero por uno de los bandos, luego por el otro.

No nos sorprende llegar a la conclusión de que se requiere extensióngeográfica para una exitosa defensa en profundidad (y más aún senecesita para una defensa flexible), y allí encontramos otra vez elproceso de la lógica paradójica: cuanto menos se protejan continuamen-te las partes, más puede ser defendido todo el conjunto en últimainstancia, porque la protección en detalle disipa la gran potencia

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necesaria para sobreponerse al ataque. La tensión resultante entre lasprioridades que se han señalado provoca que los intereses vitales de losciudadanos y del Estado diverjan con facilidad, así como los interesesde los habitantes locales ciertamente divergen de aquellos de lasguerrillas que alegan luchar en su beneficio. Dondequiera que elindividuo pretende protección constante para su supervivencia personal,la entidad colectiva del Estado puede garantizar mejor su propiasupervivencia en circunstancias difíciles precisamente suspendiendodicha protección, como deben hacer siempre las guerrillas sino quierenperder la capacidad de evasión que constituye su principal cualidad.Solamente se elimina la divergencia de intereses en una estructura dedefensa adelantada, porque el objetivo de la defensa colectiva se igualaa la protección de cada parte del territorio. De ese modo, es la estructuramás acorde con las democracias individualistas, aunque no necesaria-mente sea compatible con su supervivencia.

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CAPÍTULO 10

ESTRATEGIA DE TEATRO III:INTERDICCIÓN Y ATAQUE POR SORPRESA

Hemos visto que las diferentes estructurasde defensa de teatro no son en realidad opciones disponibles libremen-te, sino que resultan en gran medida preordinadas por normas políticasy actitudes culturales fundamentales. Lo que siempre se desea es unadefensa adelantada rígida, aunque en la práctica se admite ciertaforma suave de defensa en profundidad. En cuanto a sus versiones másprofundas, sobre todo si implican una defensa flexible, es muy difícilque se las planee deliberadamente, y sólo se las acepta de mala gana inextremis para evitar la derrota inminente (la estrategia oficial deYugoslavia es una notable excepción contemporánea).

Existe una estructura teórica verdaderamente preferible a la defen-sa rígida, según la cual la defensa de un teatro no tiene nada dedefensiva, sino que se efectúa lanzando una contraofensiva inmediatasobre el atacante. Ante el deliberado sacrificio de las ventajas tácticasinherentes a la defensa, esta opción debe implicar un criterio sobre el'corriente equilibrio de fuerzas que discrepe drásticamente con elcriterio del atacante. También requiere un espíritu ofensivo que nor-malmente se encuentra más fácilmente entre agresores que entrevíctimas. No es posible citar ningún ejemplo moderno en forma pura,y el caso más semejante es el avance del ejército francés y de la fuerzaexpedicionaria británica sobre Bélgica como reacción inmediata ante laofensiva alemana del 10 de mayo de 1940, que no constituye unprecedente muy alentador.

El advenimiento de medios de ataque de gran alcance ha permitidollevar la guerra muy adentro del territorio enemigo, pero en realidadla profundidad del teatro (o "estratégica") continúa favoreciendo a ladefensa, si es que ese espacio se halla verdaderamente disponible.Francia, que se considera un país grande según los patrones europeos,careció de profundidad de teatro en su contienda de la época delferrocarril con Alemania, porque la muy apreciada París no está en sucentro geográfico, sino más bien en su esquina noreste, a apenas cientosesenta kilómetros de buenos caminos a la frontera belga, sin barrerasnaturales importantes. Así las cosas, el tamaño del país fue en realidad

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una desventaja, porque casi todas las reservas y fuerzas de guarnicióndebían venir de todo el resto de Francia para instalarse entre París yla frontera, y obviamente ello facilitaba el ataque por sorpresa. Paracompensar esa debilidad había gran cantidad de fortalezas francesasen las fronteras, mucho antes de la Línea Maginot.

En cambio, esa misma geografía favorecía una acción ofensivafrancesa en dirección norte, hacia las tierras de los Países Bajos yAlemania. Con su centro político bien ubicado para servir como puestode comando adelantado, y con fortalezas de frontera situadas parautilizarse como depósitos o bases de partida, Francia podía realmentemontar ofensivas por sorpresa, y lo hizo con frecuencia hasta que launificación de Alemania anuló la ventaja.

La Unión Soviética, como la Rusia de los zares con anterioridad, seencontraba exactamente en la situación opuesta. Casi 1300 kilómetroscon pocos caminos sirvieron para proteger a Moscú desde el oeste,midiendo desde Varsovia; la profundidad del teatro ha sido amplia paraabsorber el poderío de invasores suecos, franceses y alemanes, desdeCarlos XII hasta Hitler. Tampoco la fundación de su capital por Pedroel Grande cambió mucho las cosas. Mientras que la profundidaddefensiva de la nueva ciudad hacia el norte era muy inferior a la deMoscú, en la época en que fue construida San Petersburgo el podersueco estaba en franca declinación, y no había surgido al norte ningunaotra gran potencia que ocupara su lugar. En cuanto a la profundidadhacia el oeste, la distancia directa hasta Prusia Oriental, unos 800kilómetros en línea recta, pasa sobre terrenos inundables que imponenlargos desvíos alrededor de pantanos y lagos.

La profundidad geográfica de Moscú es todavía mayor hacia el este,a través de un vacío estratégico de varios miles de kilómetros hasta loscentros de poder de China y Japón, que en ninguno de ambos casosconstituyen a lo sumo más que una amenaza periférica, hasta el día dehoy. Solamente hacia el sur quedaba Moscú expuesta, mientras lo queahora es Ucrania permaneció como tierra de nadie como parte delcorredor estepario abierto a invasiones turcas y mongoles; ese peligrofue finalmente eliminado por la expansión rusa y la decadencia otoma-na durante la época de Pedro el Grande.

Sin embargo, del mismo modo el potencial ofensivo de los ejércitosrusos que partían desde Moscú se reducía por la distancia. En la épocaanterior al ferrocarril, sus energías y abastecimientos se consumían enla larga marcha hasta llegar a su propia frontera. La fundación de SanPetersburgo no cambió demasiado las cosas, porque los ejércitos siguie-ron congregándose en Moscú y alrededores. Por lo tanto, la preparaciónde cualquier ofensiva rusa antes que se construyeran los ferrocarrilesera obligadamente un asunto prolongado, con una campaña de un añobien empleado para estar listo al siguiente, desplazando ejércitos y

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

pertrechos hasta la frontera o sus proximidades. Hoy, a pesar deltransporte aéreo, trenes y caminos pavimentados, todavía hacen faltalapsos considerables y abundantes recursos para sobreponerse a ladistancia, y las prolongadas líneas de transporte están sujetas a lanovedosa vulnerabilidad del ataque aéreo.

Por consiguiente, la otra cara de la moneda de la formidableprofundidad defensiva de la Unión Soviética es la incapacidad de susejércitos para lanzar ofensivas a plena potencia desde sus bases. Ex-cepto para las fuerzas adelantadas (como las treinta divisiones esta-cionadas en las naciones del Pacto de Varsovia), el tránsito hacia eloeste de las formaciones soviéticas completamente alistadas resultamuy largo antes que puedan empeñarse en acción. Y para alcanzar lasáreas de combate, la mayoría de las fuerzas soviéticas tienen quedepender de un ferrocarril con grandes segmentos no ramificadoshasta que alcanzan las densas redes de Europa Central.

En este contexto es en que un nuevo concepto defensivo para elfrente central de la Alianza mencionado al comienzo, algunos capítulosatrás, puede finalmente ser considerado para ilustrar otro aspecto dela estrategia: una estrategia de teatro de ataque profundo que sesuperpone a la presente defensa frontal para demorar, interrumpir yreducir los refuerzos soviéticos que se desplazan hacia las zonas decombate, mediante ataques aéreos, mientras la defensa frontal de laAlianza contiene a la primera oleada de divisiones invasoras. No estáclaro si el dispositivo de fuerzas de la Alianza estacionadas en Alema-nia en tiempo de paz bastará para ello. Pero por cierto que no puedeofrecer una defensa confiable y no nuclear contra las formacionessoviéticas movilizadas que serán las próximas en alcanzarla escena, enproporción mucho más rápida que el arribo de refuerzos aliados; menosaún contra la tercera oleada, aunque se asuma con mucho optimismoque la invasión se lanzará sin movilización previa ni incrementoprogresivo. Si además se tiene en cuenta la participación de otrasfuerzas del Pacto de Varsovia, la prospectiva de la Alianza sería aúnpeor (ver Apéndice 3).

LA INTERDICCIÓN COMO SUSTITUTO DE LA PROFUNDIDAD

Se hallan en circulación una cantidad de esquemas diferentes parael ataque profundo. (1) Sin embargo, todos ellos recomiendan el uso demisiles portadores de múltiples municiones más pequeñas, así comoaviones y misiles comunes, para atacar blancos ubicados a cientos dekilómetros del frente. Hay tres categorías de blancos: puentes, via-ductos y playas ferroviarias que los convoyes de refuerzo tendrían quecruzar para llegar a las zonas de combate, todos blancos fijos; per-trechos y refuerzos en tránsito ferroviario y caminero por autopistas y

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ESTRATEGIA DE TEATRO III

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rutas menores; y bases aéreas, centros de comando y depósitos de lacompleta infraestructura militar en el centro y este de Europa, así comoen el occidente de la Unión Soviética, también blancos fijos.

No hay nada nuevo sobre el ataque a blancos fijos de retaguardia,sean puentes o aeródromos, y únicamente mediante ensayos técnicosy detallados cálculos de costos se puede determinar los méritos relati-vos de cumplirlo con misiles o aviones tripulados. Es cierto que desde1945 la reacción de la defensa aérea soviética ante la superioridadtécnica del poder aéreo occidental, entonces muy considerable y aúnahora mantenida de algún modo, ha sido excepcionalmente amplia eintensa. El enorme dispositivo de armas antiaéreas móviles que con-tinúa evolucionando dentro de las fuerzas terrestres soviéticas, y lassofisticadas defensas aéreas territoriales con muchos cazas intercepto-res y misiles mayores, han provocado a su vez una diligente reacción dela Alianza, tanto en forma de tácticas evasivas como de un sinnúmerode contramedidas técnicas. Pero después de décadas de recíprocapreparación, todo lo que puede decirse sobre la capacidad de los pilotosaliados para atacar con éxito blancos situados en la profundidad de laretaguardia es incierto. Por consiguiente, los misiles de todo tipoofrecen una opción atractiva, pero a su vez provocan dificultades téc-nicas, militares y políticas. (2) Sin embargo, la novedad es el ataqueprofundo a los mismos refuerzos soviéticos mientras se mueven desdelas regiones occidentales de su país hacia zonas de combate, por trenesy camiones. Surgen cuestiones estratégicas de importancia.

Interdicción con artillería

Se repite que no hay nada nuevo en la interdicción de refuerzospropiamente dicha. El fuego de artillería sistemático contra los cami-nos de aproximación al frente ya fue muy empleado durante la PrimeraGuerra Mundial, cuando esa táctica de largo alcance fue un elementoimportante de las estrategias de teatro para mantenimiento y penetra-ción del frente.

Además de los obstáculos artificiales de la tierra de nadie, entretrincheras enfrentadas, con cráteres de granadas inundados yalambrados de púas, y con la ventaja aritméticamente decisiva de nidosde ametralladoras disparando contra la infantería que avanzaba alpaso, la interdicción artillera contribuyó a asegurar que los refuerzosdefensivos podían superar los embates perpendiculares del enemigo,aunque sus fuerzas fueran concentradas secretamente en gran canti-dad justo tras el frente, antes del ataque. En forma similar, si biennormalmente con mucho menos éxito en una época bélica estructu-ralmente desfavorable para la ofensiva, (3) la artillería de gran alcance

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

era también empleada en los intentos de quebrar el frente, impidiendola reunión de refuerzos en los sectores bajo ataque.

El bombardeo de artillería contra ciertos puntos del mapa, típica-mente los cruces de caminos en cercanías del frente, no mataba ni heríaa muchos hombres, ni destruía mucho material. Pero tampoco senecesitaba para causar las demoras que eran su objetivo (a veces lainterdicción artillera provoca gran número de bajas, como cuandomillares de soldados convergían diariamente durante varios meses enforma incesante sobre la pequeña saliente de Verdún).

Interdicción con aviación

Durante la Segunda Guerra Mundial, y más tarde en Corea yVietnam, la interdicción de pertrechos y abastecimientos a muchomayor alcance por medio del ataque aéreo suplementó al bombardeo dela artillería sobre caminos de acceso. El justificativo para el ataqueaéreo profundo, que requiere aviones mayores y más costosos, o almenos más combustible y por lo tanto menor carga de bombas, resideen la diferencia del aspecto del enemigo según se encuentre lejos o cercadel frente. Los refuerzos que se desplazan hacia la zona de combate enconvoyes camineros o por tren deberían ofrecer blancos mucho másvisibles, concentrados y por lo tanto más rentables para el ataque aéreoque aquellas mismas fuerzas una vez desplegadas para el combate,dispersas, enmascaradas y pegadas al terreno. Pero la abundancia deblancos es una cosa, .y la capacidad de explotarlos otra distinta; elconcepto de que los caza-bombarderos pueden pasearse librementehasta la retaguardia más alejada, volando a lo largo de caminos y víaspara hostigar y bombardear al tránsito militar, contradice la lógica dela estrategia, porque implica un enemigo que no reacciona.

Si el poder aéreo y las fuerzas antiaéreas del enemigo son formi-dables, entonces sus tropas y abastecimientos pueden transitar for-mando densos convoyes, moverse hacia el frente a plena luz del día,ofreciendo blancos potencialmente muy lucrativos. Pero en ese caso lainterdicción aérea es insegura y riesgosa, y no es probable que seintente a mucha profundidad por una gran cantidad de aviones ata-cantes, en parte porque se requeriría una importante escolta para queunos pocos portaran armamento apto contra blancos terrestres. Porotro lado, si las defensas aéreas enemigas quedan totalmente supera-das, permitiendo libertad de acción a la aviación de interdicción,entonces será raro que encuentren denso tránsito militar que puedanatacar provechosamente. En ese caso el enemigo desplazaría sus tro-pas y abastecimientos durante las horas nocturnas o en forma disper-sa. Así que un poder aéreo demasiado fuerte socava su propia efecti-

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vidad. En realidad, el movimiento nocturno y la dispersión imponendemoras por sí mismos, y los atacantes deben resolver si el tiempoganado tiene suficiente importancia-táctica, operacional, o a nivel deestrategia de teatro- que justifique el costo de la interdicción aérea.¿Retrasará el arribo de cierto cuerpo de tropas que podría influir en elresultado de una batalla? o ¿servirá únicamente la interdicción aéreameramente para alargar en algunos días un tránsito rutinario de unasemana, dentro de un cuadro de lucha dilatada? (4)

En el contexto de la defensa de la Alianza en el frente central,resulta verosímil que el flujo de refuerzos y pertrechos soviéticosdesplazándose hacia el frente no podría ser seriamente perjudicado porel bombardeo de la red misma de transporte, o sea puentes, playasferroviarias, rutas y viaductos. Sus ejércitos blindados difícilmentepodrían abastecerse y reforzarse por medio de carros de bicicletas,changadores y el tránsito nocturno de vehículos por huellas ocultas,coreo hicieron vietnamitas y chinos, y los norcoreanos antes que ellos.Pero la creciente disponibilidad de caminos y la mayor densidad de víasde este a oeste, desde la Unión Soviética hacia Alemania, y la primacíamundial soviética en puentes de combate, aseguraría el fracaso decualquier campaña de interdicción no nuclear dirigida contra las redesde transporte, en vez de lo que es transportado. (5)

ESQUEMAS DE INTERDICCIÓN PROFUNDA

En los corrientes esquemas de ataque profundo, el bombardeo de lasredes de transporte es sólo un elemento secundario, pese a que sediscute si podría ser mucho más eficiente que antes por el aumento deprecisión y el uso de munición en racimos. El esfuerzo más importantedebe aplicarse sobre el mismo material rodante. Los partidarios delataque profundo alegan que los avances científicos ofrecen la posibili-dad de quebrar la paradoja estratégica al anular la protección nocturnay de la dispersión. Los satélites y la observación aérea de gran alturacon comunicación instantánea, la rápida evaluación computarizada deblancos y selección de medios de ataque, y los golpes repentinos demisiles o aviones con municiones avanzadas, todo ello ofrece cierta-mente la posibilidad técnica de atacar fuerzas soviéticas en tránsito,aun de noche, aun dispersas. (6)

De todos modos existe mucha controversia sobre la viabilidad,economía y elasticidad de sistemas completos que identificarían yrastrearían blancos móviles, mandarían misiles o aviones tripuladosde una u otra clase contra ellos, y obtendrían las necesarias correccio-nes de puntería mientras los blancos continúan desplazándose. De-jando a otros las computaciones detalladas, podemos examinar el tema

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en términos estratégicos, para descubrir una vez más que Clausewitznos ha precedido. En su época no había aeronaves de combate nimisiles, pero indudablemente existía la asimetría fundamental entrefuerzas en tránsito y aquellas ya desplegadas para el combate. Tam-bién el interés en atacar las fuerzas móviles con incursiones profundasde la caballería, anteriormente a la época de frentes lineales cerrados.Como es h abitual, Clausewitz pinta la interesante prospectiva antes derevelar las dificultades:

Un convoy mediano de trescientos o cuatrocientos carros... tendrá dosmillas de largo; un convoy mayor será considerablemente más largo. ¿Cómopuede confiarse en defender tal longitud con el puñado de hombres quenormalmente se asigna como escolta? Se suma a esta dificultad )a pesadez delconjunto, que se arrastra lentamente y siempre existe el riesgo de terminar enuna gran confusión. (El equivalente moderno es más grave: una sola divisiónmecanizada incluirá alrededor de 4000 vehículos, requiriendo como mínimo 60kilómetros de caminos, por lo que la congestión en ruta es un gran riesgo.)Además, cada una de sus partes requiere el mismo grado de cobertura, porquede otro modo todo el tren se detendría y se desorganizaría si alguna parte fueraatacada. (El equivalente moderno es la endeble protección antiaérea usada enruta en vez de la defensa puntual.) Uno se pregunta cómo es posible brindaralguna protección a tal convoy... ¿Por qué no es capturado cada convoy una vezque ha sido atacado, y por qué no es atacado cada convoy que merece serescoltado...?

La explicación se encuentra en el hecho de que la mayoría de los convoyesestán mejor protegidos por su situación estratégica general (por el hecho de quese hallan a retaguardia) respecto a cualquier otra parte del ejército que elenemigo pueda atacar, y por consiguiente sus medios limitados de defensa sondecididamente más efectivos.

Podemos entonces llegar a la conclusión de que mientras puede parecertácticamente sencillo, el ataque a un convoy no es muy ventajoso desde unpunto de vista estratégico. (On War, libro 7, cap. 18, págs. 555-556).

En otras palabras, una vez que se resta la desventaja operacional decualquier acción desarrollada fuera de áreas con control propio, muyadentro del espacio enemigo, a la ventaja táctica de empeñarse conblancos que están concentrados y visibles a medida que se desplazanpor caminos y vías, el beneficio remanente puede que no compense elcosto técnico inicial y el mayor riesgo táctico de atacar a mayordistancia en profundidad. Así nos recuerda Clausewitz una tercera ymás sutil consideración: la "situación estratégica general" de losconvoyes en la retaguardia es operacionalmente ventajosa para lafuerza defensora en su conjunto, porque pueden observar más fácil-mente el desarrollo del combate y porque todo su potencial ya se halla

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desplegado. En época de Clausewitz, la suerte de una incursión decaballería era desconocida hasta que regresaran para contarlo; el restodel ejército no podía ayudarlos de ningún modo por falta de informaciónsobre sus vicisitudes. Y solamente una pequeña parte de toda la fuerzapodía ser destacada en incursiones: apenas algunos cientos de jinetes,en ejércitos de decenas de miles de efectivos.

Actualmente existen otros medios técnicos de observación queseguir la acción durante su desarrollo, pero todavía es la defensa la quepuede evaluar los resultados del ataque aéreo dentro de su área decontrol. Hasta que sean destruidos -cosa que ocurriría muy rápida-mente- los satélites de observación pueden enviar imágenes, pero lascolumnas de humo y los escombros de las explosiones sirven tanto pararevelar los efectos de ataques como para ocultarlos. Las aeronaves conradares pueden observar lateralmente desde gran altura hasta unadistancia considerable, y la fotografía aérea continúa durante laguerra, pero la totalidad de la información así obtenida todavía nopuede compararse con la detallada exactitud de una cantidad de partesde situación, si la defensa los recibe adecuadamente. Esta ventajainformativa, y la posesión de todos los medios en el lugar indicado, sirvea los defensores pana reaccionar eficazmente contra el "sistema" deataque profundo, ya sea empeñándose con sus propias fuerzas contrala caballería incursora como en época de Clausewitz, o mediante lasdefensas aéreas actuales, contraataques específicos y contramedidastécnicas.

No podemos predecir la.situación en determinado momento en estacontinuada interacción de medidas y contramedidas que se produciríasi realmente la Alianza construyera sistemas de ataque profundo. Perode todo el dispositivo de sensores iniciales, transmisores, centros decontrol, vehículos aéreos primarios y municiones terminales, sabemosque al menos estas últimas deben ser vulnerables a las contramedidas.A pesar de que los sensores que inicialmente detectan los blancos parat. ansmitir la información a los centros de control pueden contar conamplias capacidades en varios tipos de plataformas (satélites y avio-nes, con sensores radar, infrarrojos, ópticos, etc.), el guiado de cadamunición que finalmente ataca por separado a cada tanque o camióndebe poseer extrema simpleza, si se pretende que todo el sistemaresulte económicamente factible.

Nada hay que impida el uso de diferentes clases de guiado terminalpara diferentes tipos de municiones, por lo que convoyes camineros ytrenes podrían ser atacados con combinaciones de municiones guiadasque en conjunto fueran resistentes a todo género de contramedidas.Pero también es posible el uso simultáneo de diferentes contramedi-das por parte de la defensa. Por supuesto que no todas las municionesterminales deben ser guiadas; por ejemplo, las múltiples submunicio-

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nes -minibombas- de armas en racimo son lanzadas masivamentesobre un área; pero entonces es su misma letalidad una capacidadestrecha, propensa a ser fácilmente neutralizada. (7)

La fragilidad de los sistemas consecutivos

La contienda técnica entre municiones terminales y contramedidasterminales es más o menos simétrica, excepto por la ventaja informa-tiva de la defensa, pero existe una asimetría fundamental en la luchaentre los sistemas de ataque profundo en su conjunto y el esfuerzo decontramedidas dirigido contra ellos. Para triunfar, la caballería in-cursora evocada por Clausewitz tenía que eludir piquetes de vigilanciadel frente, maniobrar alrededor de fuerzas mayores que hallaba a supaso, encontrar por sí misma un convoy aislado, y dispersár su escoltapara poder atacarlo efectivamente, y todo ello efectuado en la secuenciacorrecta. En forma similar, en los sistemas de ataque profundo debenfuncionar correctamente los sensores iniciales y las trasmisiones y loscentros de control y los misiles o aeronaves y las municiones termi-nales, uno después del otro, mientras que los defensores pueden hacerfracasar todo el sistema de ataque contra cualquier blanco mediante lasimple neutralización de uno solo de sus eslabones. Nuevamente, laredundancia puede reducir la desventaja, pero tiene un costo; además,aparecen los riesgos de la fricción, que sin requerir ningún esfuerzo aldefensor, se agravarán por la naturaleza consecutiva de los sistemas deataque profundo.

Cuando tomamos distancia de todas las especulaciones técnicas, loque queda delante nuestro es una completa incertidumbre sobre losresultados que pueden aportar los sistemas mencionados en el comba-te, porque medidas y contramedidas evolucionan en forma invisible alo largo del tiempo. La incertidumbre es la constante compañera de laguerra, pero hay enorme diferencia de grado entre la incertidumbrereferida al uso de una espada (que puede quebrarse), a un rifle comúno un tanque (que puede atascarse o romperse), y a un complicado sis-tema consecutivo con muchos artefactos distintos, y cada uno puedefallar por separado. ¿Es prudente que la Alianza deposite en sistemasde ataque profundo de dudoso efecto su actual confianza en las armasnucleares del campo de batalla, tan efectivas como contraproducentes?Parecería que para responder a esta pregunta tuviéramos que enfras-carnos en cálculos técnicos para los que no nos hallamos calificados, aefectos de evaluar la confiabilidad de los sistemas propuestos. Enrealidad, si estuviéramos persuadidos de que la mayoría de los refuer-zos y abastecimientos soviéticos pudieran ser exitosamente interdic-tos, entonces el asunto quedaría perfectamente claro, y se podrían

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abolir las armas nucleares del campo de batalla siempre que las fuerzasdel frente pudieran repeler la primera oleada de divisiones soviéticas.Por otra parte, si coincidiéramos con los críticos que afirman que lossistemas de ataque profundo son demasiado caros para ser construidosen gran escala según se requiere, y demasiado frágiles a la luz de lascontramedidas más realistas, entonces tendríamos que volver desgra-ciadamente a la presente dependencia de armas nucleares, o de otromodo vernos obligados a demandar un esfuerzo mucho mayor para ladefensa no nuclear.

A pesar que la respuesta pareciera depender de asuntos técnicoscomplicados y estimaciones de costos elaboradas, no es totalmente así:la lógica de la estrategia y algunas presunciones irreprochables sobreel comportamiento soviético son suficientes para permitirnos seguiradelante con toda confianza. Si la Alianza realmente se decide aconstruir sistemas de ataque profundo para contrarrestarlos escalonesde refuerzo de una invasión soviética, en lugar de las armas nuclearesdel campo de batalla y de fuerzas terrestres adicionales que puedenobtenerse con los mismos fondos, (8) entonces demos por sentado quelas fuerzas armadas soviéticas desarrollarán todo tipo de contramedi-das técnicas, y además reaccionarán de diversos modos para neutrali-zar dichos sistemas, por si acaso fracasan las contramedidas.

Para la Unión Soviética, la respuesta negativa más directa a lossistemas de ataque profundo de la Alianza en caso de guerra seríasimplemente proceder a perturbarlos. Misiles antisatélites y cazas degran radio de acción se usarían para atacarlas plataformas de sensoresiniciales (concurrentemente con la interferencia electrónica contra sustrasmisiones); aviones, misiles y grupos incursores serían lanzadoscontra los centros de control computarizados, que son grandes edificiosfáciles de hallar aunque estén protegidos (concurrentemente con elintento de confundir sus informaciones mediante enmascaramiento ysimulación); los sitios de lanzamiento de misiles y las bases aéreasserían atacados por la misma combinación de aviones, misiles y gruposincursores (concurrentemente con el intento de bloquear o interrumpirsus comunicaciones con los centros de control); las defensas aéreas detodo tipo, cazas, misiles y cañones antiaéreos, tratarían de interferircon el lanzamiento de munición terminal (concurrentemente con el usode contramedidas engañosas o protectivas). Al combinarse todos estosmétodos distintos, es muy probable que la asimétrica vulnerabilidad delos sistemas consecutivos tenga gran peso en el resultado. Si la suerteo cierta filtración de inteligencia ayuda al esfuerzo de neutralizaciónsoviético, la destrucción de algunas plataformas de sensores, de algu-nos centros de control y de algunos vehículos primarios, en sus baseso en tránsito, podría bastar para anular toda una secuencia completade ataque profundo, y así sucesivamente.

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Por otra parte, la forma más obvia por la cual la Unión Soviéticapodría eludir todos los sistemas de ataque profundo sería si adoptarauna estrategia de teatro de única oleada, donde prácticamente todas lasformaciones invasoras del frente central estarían desplegadas al co-mienzo de la ofensiva, eliminando su dependencia de los refuerzos, ypor consiguiente quitando los blancos primarios de esos sistemas. Esverosímil y hasta probable que tal estrategia de teatro sea intentada.El concepto de que la Unión Soviética debe elegir entre una ofensiva porsorpresa sin la ayuda de refuerzos, o una ofensiva clásica precedida poruna estrepitosa movilización, implica atribuir peculiar falta de.ingenioa un oponente a quien normalmente no se lo tilda de cándido.

EL ATAQUE POR SORPRESA

Si la Unión Soviética se jugara el todo por el todo en una ofensivaintegrada por solamente 30 de sus 193 divisiones de línea, (9) si bienson las mayores y más poderosas las que están ya estacionadas enEuropa Oriental, procedería con una extremada imprudencia, casilindando en la frivolidad. En realidad, una ofensiva iniciada confuerzas relativamente tan pequeñas, no muy superiores a las que laAlianza mantiene alistadas para desplazarse a sus posiciones defensi-vas, requeriría además el lanzamiento de ataques nucleares localespara lograr una rápida victoria., la cínica admisible por la UniónSoviética en caso de comenzar una guerra. Esto posiblemente respon-día a lo planeado durante la época de Kruschef, cuando la reducción detropas y la disolución de unidades de artillería ahorró mucho dinero,pero además sirvió para imponer una estrategia nuclear de teatro alejército. El propósito de todo el programa de armamentos que haresultado tan costoso para la economía desde mediados de la década de1960, ha sido precisamente adquirir una capacidad que permita ganarla guerra sin necesidad de recurrir a las armas nucleares; hoy ya se hasatisfecho, y solamente puede fracasar si se deja de emplear la plenapotencia disponible.

Si cada unidad soviética que se transfiera hacia la frontera alemanaprovocara obligatoriamente una respuesta igual y opuesta de lasfuerzas de la Alianza, que se robustecerían en Alemania con lo aportadopor las movilizaciones de tropas de Gran Bretaña, Canadá, Francia ylos Estados Unidos y sus despliegues en el frente central, entoncestendría alguna justificación un serio análisis prospectivo de un ataquepor sorpresa soviético, sin recibir refuerzos. Pero ello es altamenteimprobable. En primer lugar, porque el ejército soviético puede moverunas cuantas divisiones adicionales con todos sus efectivos hacia eloeste, hasta los puntos iniciales de una ofensiva y quizás hasta la

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misma frontera alemana, con la excusa de efectuar ejercitaciones engran escala. No se vulneraría el secreto, porque tales ejercitaciones serealizan dos veces por año e implican el desplazamiento de divisionescompletas. En segundo lugar, los reservistas soviéticos son llamados detanto en 'tanto para refrescar su adiestramiento en divisiones decuadros, y esto ofrece la posibilidad de combinar cierta cantidad deconvocatorias con traslados para reemplazar las divisiones alistadasque van hacia el oeste por otras nuevas. Finalmente, bajo procedimien-tos corrientes en el ejército, nuevos conscriptos son incorporados dosveces al año en divisiones de línea en reemplazo de los soldados que hancumplido dos años de servicio obligatorio; reteniendo simplemente a losque deben partir cuando arriban los nuevos, se incrementa en unacuarta parte el total de efectivos.

La combinación de las tres medidas permitiría aumentar sustan-cialmente el alistamiento bélico del ejército, contándose con divisionesya enviadas al oeste y otras listas a mudarse en breve plazo, y todo ellosin despertarpreocupaciones. Más tarde, paratransferir otras divisionesa Polonia, Checoslovaquia y Hungría será necesario intentar algunahistoria de cobertura, tal como una crisis política simulada entre Moscúy esos gobiernos. No harán falta motines ni huelgas; los supuestosdesacuerdos entre el Politburó y sus contrapartes de Varsovia, Praga,Budapest e incluso Berlín pueden fabricarse muy fácilmente dejandoque los periodistas occidentales inflen una o dos indiscreciones. Elprecedente m uy poco glorioso, pero por ahora mutuamente aceptado, esque las acciones punitivas del ejército soviético en la mitad oriental deEuropa provocan apenas alguna muestra fugaz de indignación en lamitad occidental, pero por cierto ninguna movilización en respuesta.

Los satélites y la magia de la inteligencia electrónica están listospara enviar alarmas a pleno, y verdaderamente la fotografía espacialdetectaría la transferencia de los millares de vehículos de cada divisiónde línea soviética hacia el oeste, al menos si por casualidad hay algúnsatélite en estación (no pasa todos los días), y la nubosidad no esdemasiado densa. Pero el deseo de no enterarse puede vencer a todo.Sin duda que las primeras fotografías e intercepciones que muestrenactividad inusual serán examinadas con interés por los especialistas,pero no es probable que los comandantes militares demanden unamovilización porque un ejército ya muy poderoso se hace un poquitomás poderoso; maniobras de rutina o errores de interpretación parece-rán explicaciones satisfactorias.

Luego, si continúa incrementándose la actividad soviética y siguellegando información, los líderes políticos de los países de la Alianzadeberán ser enterados formalmente, pero su reacción más probableserá buscar inocuas explicaciones para la evidencia, haciéndose recep-tivos a la historia de cobertura del día. De otro modo hubieran tenido

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que ordenar la transferencia de unidades a áreas frontales, la im-plementación de controles de emergencia de tiempo de guerra en eltransporte y otras actividades, y lo que es mucho más grave, la mo-vilización de reservistas civiles, una intrusión colosal en las vidas demillones de ciudadanos. Para dirigentes políticos que nunca hanexperimentado urgencias de decisiones bélicas, la movilización reque-riría una alteración drástica de los hábitos comunes en el gobierno. Enlos Estados Unidos, que contribuyen con gran parte de los refuerzospreparados para la emergencia en el frente europeo central, una mo-vilización significa que la Guardia Nacional se incorpora a la jurisdic-ción federal y se trasladan de inmediato sus unidades alistadas aultramar, de modo que gran cantidad de civiles se encontrarán de re-pente con un un iforme y a miles de kilómetros de sus familias. Tambiénse requerirá la evacuación de cientos de miles de familiares de militaresresidentes en Alemania y otras posibles zonas de conflicto. Por lo tanto,el comienzo de una guerra posible y quizá catastrófica será indicado porla abrupta separación de los combatientes y sus familias, cosa perfec-tamente rutinaria en guerras anteriores, pero no tanto ahora que losciviles también enfrentan un gran peligro.

Además, todos esos movimientos servirán para intensificar la crisis.En realidad, parecerá que provocan la crisis porque serán dramática-mente evidentes, comparados con el invisible progreso de lamovilizaciónsoviética, sólo puesta de manifiesto por los partes occidentales quealgunos preferirán ignorar. En esa circunstancia, el deseo de explicara todo el mundo la comprobación del alistamiento bélico soviéticoprobablemente se vea seguido de una gran ansiedad por aliviar la crisismediante la negociación. Al momento de la decisión, o mejor dichodurante los días de indecisión, mientras continúan los debates enmuchos países y las consultas políticas dentro de la Alianza, y másformaciones soviéticas se acercan a sus líneas de partida, un compro-miso soviético de interrumpir su movilización si la Alianza no inicia lapropia podría resultar irresistible, aunque para entonces el equilibriode fuerzas se haya modificado drásticamente, y la utilidad de lossistemas de ataque profundo prácticamente se haya anulado. Poseerun instrumento muy caro para ataques muy lejanos tendría pocavalidez para la Alianza si el ejército soviético ya estuviera reunido enmasa muy cerca del frente, con poderío suficiente para quebrar sudispositivo de defensa.

Los esfuerzos soviéticos de contramedidas, ataques y envolvimien-tos no son alternativas recíprocamente excluyentes, sino pasos comple-mentarios de un mismo proceso. Después que la movilización unilate-ral haya avanzado todo lo posible -siempre que el incrementado poderofensivo de la Unión Soviética no sólo se propusiera ventajas diplomá-ticas, sino la guerra de verdad-, la contienda podría inaugurarse con

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ataques misilísticos, bombardeos e incursiones contra los sistemas deataque profundo de la Alianza. Seguirá el empleo de contramedidas,para disminuir lo que esos sistemas ya parcialmente destruidos y casisiempre eludidos, pudieran de todos modos conseguir.

LOS LÍMITES DE LAS SOLUCIONES DE ALTA TECNOLOGÍA

En consecuencia, hemos descubierto desde el gran panorama elnivel de estrategia de teatro, que comprende la interacción de lasfuerzas armadas dentro de una entera zona de conflicto, que inclusomedios técnicos tan elaborados y complejos como los sistemas de ataqueprofundo quedan reducidos al papel de instrumentos limitados, listospara ser sobrepasados por las amplias y variadas capacidades que seles oponen. Así como el barato misil antitanque en combate contra elcostoso tanque no anulará su poder una vez que responde toda laformación blindada, tampoco la creación de sistemas de ataque pro-fundo puede significar la anulación del amplio y por ende flexiblepoderío que la Unión Soviética obtiene de la conscripción de susjóvenes, las subsecuentes obligaciones como reservistas de los hombresadiestrados, y la producción masiva de armas pesadas en cantidadesque exceden totalmente el producto sumado de la Alianza. El sacrificioque impone el servicio militar a la población es muy grande, y el costode mantener doscientas divisiones da cuenta de buena parte delpresupuesto militar. Pero tan vasto potencial del escalón de reservaque se genera por añadidura a las fuerzas en estado de alistamiento; noserá fácilmente suprimido por medio de artificios novedosos, aunquesean de notable ingeniosidad técnica.

En última instancia, que los sistemas de ataque profundo carezcande suficiente capacidad para decidir el resultado de la guerra, nosignifica que su incorporación no aporte grandes ventajas para laAlianza. Corno ya se dijo, solamente luego de cálculos detallados sepueden evaluar costos y beneficios, incluyendo la distracción de recur-sos soviéticos de fuerzas primariamente ofensivas a contramedidasdefensivas. Asimismo, no será cosa sencilla neutralizar esos sistemas.Pero las limitaciones inherentes a un instrumento tan estrecho que seopondría a poderes tan amplios, significan que la cuestión con la quecomenzó nuestra investigación debe ser replanteada en este momento.

No debemos preguntarnos si los sistemas de ataque profundoproveen un sustituto confiable de las armas nucleares del campo debatalla -porque claramente no es así-, sino si el riesgo de fracasar altratar de contener a los refuerzos soviéticos mediante dichos sistemases preferible al riesgo de hacerlo exitosamente con armas nucleares.*

* A lo largo de los años se han presentado muchas propuestas para borrar la

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En cuanto nos enfrentamos con esta pregunta, inmediatamente com-prendemos que no puede existir respuesta dentro del campo de laestrategia de teatro, porque trasciende las consideraciones surgidas dela organización espacial del poder militar. En cambio, lo que sepretende definir es el verdadero significado de la seguridad, dentro delcontexto político nacional y diplomático internacional, y esto única-mente puede hacerse al máximo nivel, el de la gran estrategia.

diferencia entre armas nucleares y no nucleares, utilizando "minibombas" tan pequeñasque no causarían precipitación radiactiva apreciable, ni otros efectos muy diferentes degrandes explosiones no nucleares, pero con un costo mucho menor. En otras palabras, lasminibombas se encaminaban a restaurar el empleo militar de las armas nucleares, cuyosespecímenes mayores habían sobrepasado totalmente el punto culminante de utilidad.Sin duda, tales armas podrían aumentar la eficiencia del poder de fuego de las fuerzasde laAlianza, pero toda propuesta sobre minibombas ha sido rechazada hasta ahora. Porsupuesto, la razón estriba en que la respuesta lógica a detonaciones nucleares muypequeñas por parte de la Alianza son los contragolpes soviéticos un poco mayores, que asu vez impondrán la necesidad de nuevos ataques nucleares de magnitud algo superior...y así sucesivamente.

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CAPÍTULO 11

ANTIESTRATEGIAS: NAVAL, AÉREA, NUCLEAR

Antes de que procedamos a examinar elnivel de la gran estrategia, debemos detenernos para ocuparnos de laconfusa y confundidora cuestión de la "estrategia" propia de una solafuerza, ya sea naval, aérea o nuclear. En estos asuntos se concatenacierta ligereza del lenguaje con la cándida exuberancia de algunosentusiastas, que realmente no creen que su instrumento preferidopueda abarcar el total del predicamento estratégico, sumados a vehe-mentes alegatos que propugnan precisamente tal autonomía. El temano es puramente semántico, porque si hubiera cosas tales como unaestrategia naval, una estrategia aérea, y una estrategia nuclear, con unsentido diferente a la conjunción de niveles técnico, táctico y operacio-nal de una misma estrategia universal, entonces cada una debieratener su propia lógica peculiar, o sino existir como una contrapartedistinta de la estrategia de teatro, que sólo comprendería la guerraterrestre. Lo primero es imposible, y lo segundo a todas luces innece-sario.

Para discutir el tema con cierto orden, comenzaré por hacer notarque en los niveles técnico, táctico y operacional, resulta muy evidenteque la misma lógica paradójica se aplica a todas las formas del podermilitar. Conforme a lo expresado, al explorar esos tres niveles he citadolibremente ejemplos aéreos y navales, junto con otros tomados de laguerra terrestre. Es cierto que al nivel de la estrategia de teatro elcentro de la investigación se hallaba en la guerra terrestre, mientrasque el poder aéreo solamente se veía en relación a ella, (1) y no se cita-ron ejemplos navales. Pero esto significamucho menos de lo que parece.

ESPACIO Y MOVILIDAD

La omisión de ejemplos navales y el desdén por la guerra aérea enla discusión sobre estrategia de teatro no fue accidental, pero tampocorefleja una preferencia arbitraria. No hay duda que las mismas mani-festaciones espaciales de la lógica paradójica se hallan también pre-

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

sentes en la guerra naval y aérea. Por cierto, se piensa en la estrategiade teatro como "estrategia espacial". Al tratar sobre fuerzas navales yaéreas, asimismo, hay que distinguir entre disposiciones de vanguar-diay retaguardia, defensa adelantaday defensa en profundidad, frenteamplio u ofensiva de penetración en profundidad, todo lo cual resultatambién aplicable a la guerra extra-atmosférica, para el caso. Lasfuerzas navales y aéreas interactúan espacialmente dentro del nivel deestrategia de teatro exactamente como lo hacen las fuerzas terrestres.Mas a causa de la superioridad técnica en movilidad, el fenómenopresente en ese nivel estratégico sencillamente es mucho menos impor-tante. Las disposiciones pueden modificarse tan repentinamente queno condicionan el aspecto espacial de la guerra, o lo hacen en forma tantransitoria que resulta trivial (por supuesto que no ocurre lo mismo enlos niveles operacional y táctico, donde la ubicación momentánea puedeser decisiva de por sí).

Así, por ejemplo, el concepto de la flota de batalla concentradarelacionado con el historiador naval Alfred Thayer Matean, (2) que fuerígidamente implementado por las armadas de Gran Bretaña y losEstados Unidos durante la Primera Guerra Mundial (y por la japonesaen la Segunda Guerra), significó la completa anulación de considera-ciones espaciales: la flota superior estaba en control de los océanos detodo el mundo, mientras sus fuerzas principales permanecían concen-tradas en algún lugar de su propia elección, por lo general inactivas. Lalancha torpedera ya había sido neutralizada, y el submarino eramenospreciado; entonces, la única posibilidad de derrotar a la escuadrade acorazados enemigos, si alguna vez se diera batalla en alguna parte,requería que se aseguraran los beneficios de la supremacía naval entodo tiempo y lugar, con libre uso de rutas marítimas para el comercioy transporte militar, mientras se negaba al enemigo, sin necesidad debloquear sus puertos.

La estructura jerárquica del poder naval garantizaba ese resultado:si era inferior, la escuadra de acorazados enemigos no podía presentarcombate, ni tampoco podía arriesgar sus cruceros de batalla. Por lotanto, los cruceros enemigos no podían zarpar para atacar el tránsitode alta mar, ni tampoco prestaban apoyo a las flotillas de destructoresque lo harían, porque si se los interceptaba serían vencidos con faci-lidad por cruceros de batalla con igual velocidad pero mayor autono-mía, artillería y blindaje. En consecuencia, los cruceros de la flotasuperior eran libres para operar sin restricciones, y el enemigo no podíaasegurarse ni negar el uso de las rutas marítimas con sus propiosdestructores, aunque fueran de mejor calidad que los destructores dela flota superior. Entonces, la remota e inactiva escuadra de acorazadosconcentrada en cierto lugar podía ejercer indirectamente su dominiosobre los océanos, sin tener en cuenta la distancia, siempre que hasta

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ANPIESTRATEGIAS

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allí llegaran sus cruceros. Nada impedía a un destructor enemigocorrerse fuera de puerto seguro para interceptar algún barco mercanteextraviado en las cercanías, pero eso era todo; excepto en pasos costerosprotegidos y el tránsito en mares cerrados como el Báltico, el bando coninferioridad de acorazados tenía vedado navegar en alta mar, como fueindudablemente el caso de las Potencias Centrales durante la PrimeraGuerra Mundial.

En esencia, el concepto de Mahan se basaba en la explotación de lasuperioridad a nivel operacional en encuentros decisivos entre buquescapitales, que en caso de obtenerse o de suponerse posible otorgaba lasupremacía, con independencia de factores espaciales. Sin embargo,una vez que la realidad del submarino fue introducida en el esquema,la flota superior ya no pudo garantizar la seguridad de su propiotránsito. En presencia de poderosas fuerzas submarinas enemigas, eldedicarse exclusivamente al choque hipotético entre acorazados habríade condenar las flotas a la pasividad, porque los buques capitales quepermanecían concentrados necesitaban escoltas de cruceros y destruc-tores, que por consiguiente no podían emplearse para proteger lanavegación contra ataques submarinos. (3) A lo sumo, el resultadopodría redundar en la negación simétrica de la navegación, soluciónpoco satisfactoria cuando hay necesidad asimétrica de llevar abaste-cimientos y tropas a gran distancia. Verdaderamente, esto casi ocurrióen el pico de las campañas submarinas de las dos guerras mundiales,en 1917 y 1942, cuando las flotas de batalla aliadas vedaban el comerciomarítimo alemán, mientras que los submarinos de las PotenciasCentrales impedían en gran parte el tránsito aliado, con ambas fuerzasprácticamente sin restricciones espaciales.

Entonces, no es el medio en que se combate lo que marca ladiferencia, sino el grado de movilidad de las respectivas fuerzas: cuantomayor movilidad, menor importancia tiene la ubicación de fuerzas endeterminado momento. Si las fuerzas terrestres pudieran desplazarselibremente a través de toda la extensión de los teatros bélicos, y de unoa otro, el nivel de estrategia de teatro perdería asimismo importanciapara ellas, en proporción a la velocidad y facilidad de dichos movi-mientos. Precisamente, ésta fue la ventaja que ofreció la motorizacióndesde antes de la Primera Guerra Mundial, disminuyendo la relevan-cia de las disposiciones a nivel del teatro para las fuerzas involucradas,mucho más de lo que ya había causado el ferrocarril. Contando concamiones que las transportaran, las tropas y sus armamentos pudieronmudarse de un sector a otro en tiempo "táctico", o sea durante eltranscurso de una misma batalla, reduciendo en consecuencia laimportancia de los despliegues preventivos. Para la época dula Segun-da Guerra Mundial, el transporte aéreo intensificó el efecto paramovimientos entre teatros, y desde entonces su alcance se ha exten-

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dido, al menos para fuerzas pequeñas y ligeras trasladadas por aire agrandes distancias.

Estos importantes fenómenos todavía persisten dentro del nivel deestrategia de teatro únicamente a causa de las limitaciones de lamotorización terrestre, la vulnerabilidad, capacidad limitada y depen-dencia de los aeródromos que tiene el transporte aéreo, las restriccionesgeográficas, lentitud y dependencia de los puertos que caracterizan altransporte marítimo, y las vulnerabilidades y limitaciones aún mayo-res que presentan los paracaidistas y los desembarcos anfibios. Podríatrazarse un paralelo con la insignificancia del nivel operacional de laestrategia a medida que cobra importancia el nivel táctico. No existebase suficiente para una conceptualización de las contrapartes r, aval yaérea, distintas de la estrategia de teatro, meramente porque elfenómeno de la guerra terrestre adquiere mayor trascendencia a esenivel. Tampoco puede existir algún otro nivel estratégico que se apliquea una sola de las formas del poder militar y que permanezca por encimadel nivel operacional, aunque debajo del nivel de la gran estrategia.

LOS CONTENIDOS DE LA ANTIESTRATEGIA

Si no abarcan fenómenos distintos, entonces ¿cuál es el contenido detantas obras que ostentan en sus títulos "estrategia naval", "estrategiaaérea", "estrategia nuclear" o, más recientemente, "estrategia espa-cial"? Si dejamos de lado la interesante excepción del alegato de Mahana favor del poder naval, encontramos que lo examinado por esos escritospertenece principalmente a asuntos técnicos, tácticos u operacionales,y en algunos casos consiste en la promoción de determinada política,usualmente a nivel de gran estrategia. (4)

Por ejemplo, las cuestiones relativas a lacomposición de fuerzas, quecobran tanta importancia en lo que se describe como estrategia naval,como aquellas evocadas en el viejo debate entre los defensores delacorazado y del portaaviones, o las que ahora resurgen en endémicadiscusión entre quienes apoyan al submarino y todas las demás fuerzasnavales, claramente pertenecen al nivel operacional de análisis, asícomo en la guerra real esas fuerzas actuarían competitivamente en elnivel operacional (y también en el táctico). En cuanto a debates aúnmás estrechos sobre los méritos de formatos particulares para ciertascategorías de buques, como grandes o pequeños portaaviones, obvia-mente pertenecen al nivel técnico de análisis, ya que en realidad elasunto depende de las diferencias en performances técnicas y costos.Seguramente que esas preferencias aparentemente técnicas reflejanconsideraciones más amplias, pero por cierto que entonces entran en elcampo de la gran estrategia, como en el caso de los portaaviones ya

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ANPIESTRATEGIAS

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mencionado. (Los portaaviones grandes son mejores para la guerraofensiva, los pequeños para tareas defensivas de escolta.)

Asimismo, con respecto al poder aéreo las opciones de composiciónde fuerzas quedan condicionadas por los niveles técnico, táctico uoperacional, y es por consiguiente en esos niveles que el análisis puededescubrir el fenómeno relevante. Esto ocurrió en el prematuro debateentre los partidarios de fuerzas de bombarderos equilibradas entrepesados, medianos y livianos, y aquellos que propugnaban la dedica-ción de todos los recursos solamente a los bombarderos pesados;también en el debate posterior entre quienes abogaban por los misilesy aquellos que continuaban apreciando el mérito de los bombarderostripulados; por último, en el debate que pretende el reemplazo demisiles por vehículos de control remoto.

Las cuestiones atinentes a la designación de- _blancos, que han sidotradicionalmente muy importantes en lo que se describe como estrate-gia aérea, (5) tampoco pertenecen a o estrategia de teatro, sino másbien al nivel de gran estrategia. Las co isecuencias de bombardear alasfuerzas armadas propiamente dichas en lugar de la industria que lassostiene, o bombardear la población cuya laboriosidad .y voluntad delucha sostiene a todos, o la conducción y estructuras de gobierno quedirigen la guerra en su conjunto, se manifestarán al nivel de granestrategia. Por lo tanto, la selección de prioridades es un tema adecua-do de política nacional, del mismo modo que la réplica de lavíctima serála respuesta nacional también al nivel de gran estrategia.

Las mismas consideraciones se aplican al equivalente naval de laselección de blancos, o sea los propósitos de empleo del poder naval. Porejemplo, los resultados de usar fuerzas navales para realizar desembarcos serán condicionados al nivel de estrategia de teatro, mientrasque en el caso del bloqueo, o de la actual negación del mar a granalcance, la gran estrategia será el nivel más relevante de acción yrespuesta, si se asume que la negativa es efectiva, lo que dependerá defactores geográficos que pertenecen a la estrategia de teatro, peroprincipalmente reflejan las interacciones operacionales y tácticas delas fuerzas de cada lado. Por cierto que si la navegación es negada lasconsecuencias dependerán de la autosuficiencia del Estado afectado,sin considerar la naturaleza particular de las fuerzas involucradas;otra vez la acción y su respuesta quedarán de manifiesto al nivel degran estrategia.

Por ejemplo, recientemente se ha sugerido que los Estados Unidospodrían responder efectivamente a una ofensiva terrestre soviética enalgún teatro de guerra continental mediante el lanzamiento de ataquesaeronavales sobre instalaciones navales en teatros muy diferentes, ytratando de destruir submarinos nucleares misilísticos soviéticos. (6)La propuesta puede o no ser factible desde el punto de vista político,

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dependiendo si se asume que la reacción norteamericana ante lainiciación de las hostilidades en un teatro dado será tratar de restringirsu extensión geográfica o generalizar el conflicto hasta que incluya almismo territorio soviético, lo que presumiblemente invitaría a unataque contra territorio propio. La propuesta puede convenir o no,según reaccionen los demás. Los aliados bajo ataque del ejército so-viético podrían aprobar esfuerzos de ese tipo, o quizá ver con perple-jidad la diversión de medios contra la amenaza menor de la armadasoviética, y hasta presagiando el que se los dejara abandonados. Almismo tiempo, los aliados en las regiones hacia las cuales los EstadosUnidos extenderían la guerra podrían reaccionar repudiando la acciónpara evitar represalias.

En cuanto a la Unión Soviética, los ataques aeronavales norte-americanos contra su propio territorio podrían inducirla a reconsiderarsu anterior agresión, o puede que reaccione simétricamente. En formasemejante, la campaña prevista contra sus submarinos misilísticospodría disuadirla de recurrir al empleo de armas nucleares al hacermás desfavorable el balance de fuerzas, o por el contrario decidirla alanzar ataques contra fuerzas para impedir cualquier cambio adversoen el equilibrio nuclear.

Pese a lo que pueda pensarse de la plausibilidad o deseabilidad delesquema, queda claro que sus resultados ocurren al nivel de granestrategia, donde indudablemente el origen específicamente naval delos ataques previstos sería intrascendente, porque los resultados yreacciones no serían sustancialmente distintos si las instalaciones yarmas nucleares soviéticas son atacadas con otros medios.

DEMANDAS DE AUTONOMÍA: PODER NAVAL

Solamente puede haber una justificación válida para el concepto deuna estrategia autónoma, confinada a una de las formas del podermilitar: que sea decisiva por sí misma. Precisamente, esa fue laafirmación de Mahan; en su interpretación de lahistoria, el poder navalera el factor determinante del ascenso y caída de las naciones. (7)

Mahan empleó el término con dos sentidos bastante diferentes;para significar la fuerza armada dominante en el mar ("que aleja elpabellón enemigo de sí, o le permite aparecer sólo como un fugitivo"),y para describir con mayor amplitud todos los beneficios que la voca-ción marítima podría brindar: comercio, navegación, colonias y merca-dos. (8) El poder naval I de Mahan era el factor determinante a cortoplazo del resultado de las guerras, aunque se libraran principalmenteen tierra, mediante el bloqueo y las incursiones anfibias. En cambio, supoder naval 11 era determinante a largo plazo para la prosperidad de

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las naciones, y asimismo de inmediata relevancia para proveer losmedias al poder naval I, así como subsidios para los aliados de guerra.Es obvio que Mahan exageró su interpretación de la historia británica,porque su ecuación del poder naval en su doble significado hizo omisiónde los imperios continentales que no dependían de la navegación, de loscuales la Unión Soviética es el ejemplo moderno más destacado.

La falacia de composición de Mahan

Quizá no tan obvia, pero sí más interesante desde el punto de vistade nuestra investigación estratégica, ha sido la falacia de composiciónde Mahan al explicar los motivos del éxito de Gran Bretaña sobre susantagonistas continentales, que atribuyó a la prioridad que supuesta-mente asignaba a su poder marítimo. Esa falacia se presenta en formamás exagerada en las actuales tendencias mahanistas, que omiten suscategorizaciones originales y muestran al poder naval 1 desplazandototalmente al poder naval II, recomendando una potestad suprema enel mar sin tener en cuenta la situación del comercio de ultramar ni deltráfico comercial.

Que el poder naval I fue para Gran Bretaña un instrumentoesencial, y el poder naval II la fuente de gran parte de su riquezadisponible, está más allá de la cuestión. De cualquier forma, la causaverdadera de la supremacía naval británica fue el éxito de su políticaexterior en el mantenimiento del equilibrio del poder en Europa. (9) Alintervenir oponiéndose a cualquier potencia única o coalición quepareciera presta a obtener el dominio, se aseguró el conflicto perma-nente. Ello obligó a las potencias continentales a sostener grandesejércitos, que a su vez les impidieron poseer grandes armadas. Ensuma, poder naval I y II requerían que las potencias continentales semantuvieran "equilibradas" y agarradas mutuamente por el cuello.Pero la secuencia y las prioridades resultantes fueron exactamente alrevés de lo que describiera Mahan, y que se recomienda para losEstados Unidos de hoy. (10)

Para la política británica recibían prioridad su muy activa diploma-cia y grandes subsidios para aliados de buena voluntad pero pocariqueza, y no el mantenimiento de la Real Armada. Una vez estableci-das las condiciones que asegurarían con relativa facilidad la superio-ridad naval, mediante el control del equilibrio del poder, se concedierona la armada los medios modestos que requería para lograr el podernaval I, lo que a su vez produjo el poder naval II. Si los británicoshubieran actuado en sentido opuesto, desdeñando la diplomacia ytratando directamente de obtener el poder naval I simplemente cons-truyendo más buques que sus rivales del continente, el resultado

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inmediato hubiera sido el consumo del capital requerido para el podernaval II, y a largo plazo se hubiera perjudicado el mantenimiento delequilibrio internacional. Esto a su vez hubiera reducido la prioridad dela guerra terrestre en el continente, y los recursos británicos jamáshubieran podido preservar la supremacía naval en competencia contodos los talentos marítimos de Europa Occidental dedicados a su plenapotencia.

Así que durante todo el período analizado por Mahan, la supremacíanaval británica y el notoriamente mezquino presupuesto de la RealArmada, que a menudo degeneraba en una franca negligencia, satisfi-cieron totalmente la lógica de la estrategia. En cambio, se hubieracontrariado la lógica paradójica si Gran Bretaña alcanzaba el objetivodel poder naval I por el simple expediente de agregar más y másfragatas a la Real Armada, sin contrapartida efectiva de sus adversa-rios, que quedaban en libertad de reaccionar por la misma concentra-ción exclusiva del propósito. Aquellos contemporáneos que deploraronel desdén por la armada, teniendo en cuenta la dependencia británicade ambas formas de poder naval, y los almirantes que se quejaronamargamente porque el oro británico era entregado a extranjerosmientras sus buques se hallaban en perpetua indigencia, demostrabangran sentido común, pero poca estrategia.

Irónicamente, mientras era publicado ese homenaje de Mahan alpasado de Gran Bretaña, ésta se preparaba para abandonar su posturahistórica.* Cuando finalmente se proveyeron fondos sustanciales a laReal Armada por primera vez con el objeto de preservar el poder navalI en una puja directa por la construcción naval con el Imperio Alemán,quedaron satisfechos el sentido común y la opinión pública; la alterna-tiva de armar a los adversarios vecinos de Alemania, y especialmentea la empobrecida Rusia, quedó descartada, y tampoco fue explotado elequilibrio del poder para mantener a la más fuerte potencia continentalen conflictos terrestres con aliados subsidiados. Por último, durante lacontienda que siguió todo fue sacrificado: el poder naval II, el capitalque éste había permitido acumular, y también mucha sangre. LaPrimera Guerra Mundial representó para Gran Bretaña el primercompromiso continental realmente costoso, que una concentraciónmenos intensa del poder naval I pudo haber aliviado, si no evitado. Detodos modos, haya sido la rigidez de la opinión pública lo que apartó alos dirigentes británicos de emular a sus predecesores (quienes hubie-ran financiado ferrocarriles y arsenales para la Rusia zarista en lugar

~` Maban fue muy aclamado en Gran Bretaña, pero no tanto como orientador sinocomo propulsor de una política ya promulgada; el Acta Nacional de Defensa, que exigía.paridad» con las dos más poderosas marinas continentales combinadas, fue aprobadaen1899, antes que el primer libro "influyente" de Mahan fuera publicado.

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de construir más acorazados), o simplemente su propia falta de clari-dad estratégica, no hay mucha duda de que la agonía de la decadenciabritánica fue en gran medida acelerada por una política que reflejabala ilusión mahanista.*

DEMANDAS DE AUTONOMÍA: ESTRATEGIADEL BOMBARDEO

Una demanda enteramente novedosa de autonomía estratégica fueproclamada apenas después de que la Primera Guerra Mundial habíaexpuesto la marginalidad de las armadas en un conflicto continentalmoderno, con bloqueos de lentitud angustiante, incursiones rara vezposibles, y una única gran operación anfibia en Gal_l-,_'poli, que resultó uncostoso fiasco. Como la ventaja táctica de la altura es aceptada univer-salmente, las aeronaves han sido adoptadas para el uso militar a pocode b9-_-, r su aparición. Para 1914, los aviones de observación general yp-3ra corrección del tiro de artillería se hallaban incorporados a losprincipales ejércitos, y para 1918 ya existían verdaderas fuerzas aéreasen gran escala (la Real Fuerza Aérea tenía 22.000 aviones en suinventario y 293.532 hombres en el Día del Armisticio. También lasarmadas adquirieron aeronaves, en su mayoría hidroaviones lanzadosprecariamente desde buques y recobrados del agua; pero el primerportaaviones genuino ya quedó completado antes de terminar laguerra.

En consecuencia, el papel del avión ya estaba asegurado dentro deejércitos .y armadas, aunque todavía en tareas auxiliares. Entre losoficiales aviadores pioneros y los autores de temas aeronáuticos quedemandaban independencia para la nueva arma, algunos se satisfa-cían en hacerlo sobre la base de la eficiencia, mencionando los ahorrosque podrían obtenerse si la adquisición de aeronaves y el adiestra-miento de pilotos dejara de estar dividido entre las dos fuerzas másantiguas. No obstante, otros fueron mucho más allá, proclamando laautonomía estratégica de la nueva arma. Tres hombres que promovie-ron al poder aéreo como símbolo del futuro consiguieron que sus ar-gumentos alcanzaran amplia resonancia, habiéndolos presentado enforma independiente: Giulio Douhet, un líder de la fuerza aérea ita-liana desde antes de la Primera Guerra Mundial, quien publicó Il

*La analogía con el énfasis navalista del a actual política norteamericana no necesitaser destacada. La obvia alternativa, el otorgamiento de subsidios ala República PopularChina, podría parecer imprudente por más de una razón, pero la diversificación de lacompetencia en otras formas de poder militar debería verosímilmente dar sus fonos,dada la dependencia asimétrica de los Estados Unidos respecto a la navegación marítima.

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dominio dell'aria en 1921; William "Billy" Mitchell, también oficialaviador cuya obra más importante en una vida dedicada a su causa,Winged Defense, fue publicada en 1925, mucho antes que el libro deDouhet fuera traducido al inglés (en 1942); y Hugh Montague Tren-chard, fundador de la Real Fuerza Aérea, cuyas opiniones fuerondiseminadas principalmente en las instituciones.

La tesis común de Douhet, Mitchell y Trenchard era que los avionesbrindaban la posibilidad de penetrar directamente en el corazón delterritorio enemigo, sobrepasando los lentos avances de las tropas y todabarrera topográfica; que grandes flotas de bombarderos podían eludirlos procesos de la guerra terrestre y naval destruyendo la industria dela cual depende toda forma de poder militar; y que la victoria podíaobtenerse rápidamente mediante el solo empleo de poder aéreo supe-rior, (11) sin la enorme cantidad de bajas de la guerra terrestre ni largosaños de bloqueo naval. Doubet, Trenchard y sus seguidores en lasramas embrionarias de bombardeo de las principales fuerzas aéreasdiferían de Mitchell, al afirmar que los bombarderos podían virtual-mente dejar de preocuparse por las defensas, identificando en conclu-sión el poder aéreo con el poder aéreo ofensivo. (12) Pero había acuerdototal sobre la obsolescencia de las demás formas del poder militar, enla nueva era del poder aéreo.

Como ya se ha mencionado en otro contexto, el poder aéreo estraté-gico quedó desvirtuado debido a sus propias imperfecciones y a lareacción provocada, de mucha importancia porque los grandes alegatosen favor del bombardeo habían tenido aceptación general en la décadade 1930 (especialmente después de la guerra civil española y de ladestrucción de Guernica), mientras que sus defectos de precisión yvolumen no se habían tenido en cuenta. Una de las reacciones origina-das ante la prospectiva de incursiones aéreas masivas sobre lascapitales (con bombas de gas, según se creía) fue una intensa búsquedade medios de detección de largo alcance, que darían cierta esperanzapara oponerse con efectividad al bombardero. Para 1939, Gran Breta-ña, Alemania y los Estados Unidos habían desarrollado un radar degran alcance que finalmente trastornó la premisa de Douhet/Trenchardde que el bombardeo siempre habría de prevalecer.

Defensa aérea

Como la defensa por medio de cazas no había sido totalmenteabandonada, bajo la frágil suposición de que una multitud de partestelefónicos de observadores aéreos y de artefactos detectores de sonidospermitirían la interceptación, cuando el radar hizo su aparición enescena ya se encontraban listos a explotarlo los cazas de alta velocidad

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y una organización adecuada para su dirección efectiva desde controlesterrestres. Mientras tanto, precisamente porque iban a ser "estratégi-cos", y por lo tanto requerían grandes cargas de bombas para destruirindustrias y ciudades, los bombarderos habían evolucionado haciaaviones mucho más grandes y considerablemente más lentos que loscazas de la época, contra los cuales carecían de maniobra. (14) Paracontrarrestar esta debilidad táctica aceptada, los partidarios del bom-bardero pensaban que disponían de un remedio garantido en la forma-ción masiva de aviones armados, que rápidamente dispersaría cazasperdidos que pudiera encontrar en su camino.

Según los principios militares clásicos, la ventaja de la iniciativa delos bombarderos reunidos para la acción ofensiva debía producir unaneta superioridad numérica sobre los cazas enemigos dentro del tiempoy espacio del encuentro. El fuego coordinado de artilleros de rola,dorsales, de panza y frontales de centenares de bombarderos, crearíauna cortina mortal que anularía la ventaja de maniobrabilidad delavión de caza, impidiéndoles la aproximación por cualquier sector deataque, aunque pudieran cambiar rápidamente de uno a otro. En otraspalabras, la ventaja a nivel operacional de la formación iba a compen-sar la supuesta inferioridad a nivel táctico del bombardero aislado.

Aquí es donde el control terrestre asistido por radar intervino en lasecuencia. Al capacitar a la defensa para dirigir con exactitud a loscazas, el radar facilitó la deliberada intercepción de los bombarderospor grupos de cazas (15) en lugar de tener que fiarse en los encuentroscasuales o en un ineficiente sistema de patrullas en alerta. Ahora podíadefenderse el espacio aéreo en la misma forma en que el espacioterrestre había sido protegido desde mucho tiempo atrás, con la red deradares formando una línea de frente y los escuadrones de cazasactuando como fuerzas móviles que podían converger para equiparar laintensidad de la concentración ofensiva. La ventaja de la iniciativainherente a los bombarderos primaba únicamente cuando ocasionalesdemoras, limitaciones del radar, contramedidas deliberadas y fric-ciones organizativas afectaban a la intercepción. Por su parte, ladefensa gozaría de la clásica ventaja de pelear dentro de su propioespacio, con capacidad para preparar el "terreno" mediante cañonesantiaéreos, reflectores y barreras de globos. Además, la defensa seríacapaz de realizar reiterados ataques con un mismo avión que sereabastecería de combustible y munición para la acción, mientras losagresores permanecerían expuestos. Así fue que la superioridad con-dicionada espacialmente de las defensas aéreas a nivel estrategia deteatro, pudo sobreponerse a la supuesta ventaja a nivel operacional delas formaciones de bombarderos, con igualdad de los demás factores.

Este fue el último paso de la secuencia vertical que aseguró laderrota por desgaste en la campaña de bombardeo de 1940 de la

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Luftwaffe contra Inglaterra; no quebró la voluntad de lucha británica,como ninguna campaña de bombardeo lograría cosa semejante contraotra nación; y los bombarderos de la Luftwaffe carecían de capacidadde armamento explosivo e incendiario para destruir la capacidadindustrial británica rápidamente, como ninguna campaña de bombar-deo lo logró contra otra nación industrial importante.

No deja de ser irónico el hecho de que la Luftwaffe invalidara todaslas previsiones porque sus líderes no quisieron aceptar el bombardeo deciudades e industrias como máxima prioridad al estructurar susfuerzas. (16) Los proyectos germanos de bombarderos pesados debieroncancelarse a favor de los bombarderos medianos y livianos, cuyo diseñoenfatizaba el lanzamiento de cargas pequeñas con precisión para suempleo en el campo de batalla, mediante el bombardeo en picada, lo queimpidió el desarrollo de aeronaves portadoras de las grandes cargas debombas que se necesitaban para atacar áreas urbanas. Con los avionesde que disponía, el bombardeo de la Luftwaffe sobre ciudades británi-cas, como anteriormente en Varsovia y Rotterdam, no había sido másque una improvisación. Como consecuencia fortuita, las pérdidasalemanas sirvieron para desvirtuar la tesis de vulnerabilidad de losbombarderos, porque los que poseía eran pequeños y maniobrables, yoperaban siempre escoltados, salvo en misiones nocturnas de bombar-deo por guiado electrónico. Sobre todo, la Luftwaffe no tenía bom-barderos pesados cuatrimotores del tipo producido posteriormente engran cantidad por Gran Bretaña y los Estados Unidos. Así que elevidente fracaso de la campaña de bombardeo contra Gran Bretaña nofue aceptado como demostración del error de la tesis por sus partidariosbritánicos y americanos, quienes continuaron proclamando la autono-mía estratégica de su arma preferida. Fue solamente después que suspropias formaciones de bombarderos pesados tuvieron plena oportuni-dad de atacar a Alemania en gran escala que la tesis de Douhet-Mitchell-Trenchard fue finalmente abandonada, primero por los britá-nicos y luego por los norteamericanos. Por supuesto que el bombarderono fue desechado como medio efectivo de guerra, pero evidentemente nopodía presentarse como un instrumento de victoria autosuficiente yrápido. El prolongado y sangriento proceso de desgaste mediante elcombate terrestre y el bloqueo naval que los bombarderos iban a evitar,fue en cambio trasladado a la guerra aérea, donde las probabilidadesde supervivencia de las tripulaciones llegaron a ser inferiores a aque-llas de la infantería en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Al final, fue gracias a la superioridad técnica de la guerra electró-nica británica y a la inesperada performance de los cazas de escoltaamericanos (que lograron una combinación casi imposible de granalcance y maniobrabilidad) que los bombarderos enviados contraAlemania fueron capaces de destruir tanto como lograron, aunque al

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precio de graves pérdidas. Aun así, el resultado obtenido fue decep-cionante: ni siquiera los colosales ataques británicos y americanos, queempequeñecieron las incursiones de la Luftwaffe contra Inglaterra,pudieron obtener más que un lento efecto acumulativo, no más rápidoque el bloqueo, contra la gran magnitud y flexibilidad de la industriaalemana y sus infraestructuras. En una refutación todavía más clarade la tesis, el bombardeo ni siquiera pudo conseguir rápidos resultadoscontra la mucho menor y poco flexible producción industrial japonesa,que sufrió más por la falta de materia prima (causada por hundimientode buques) que por el bombardeo. (17) En suma, los partidarios delbombardeo habían sobreestimado groseramente sus efectos físicos, ysubestimado enormemente la resistencia política e industrial de susvíctimas.

EL ADVENIMIENTO DE ARMAS NUCLEARES

Cuando la bomba atómica estalló en la escena de 1945, pareció quela demanda de autonomía estratégica para la aviación de bombardeo,que acababa de ser reprobada por la experiencia bélica, había sidorehabilitada en forma totalmente inesperada. Por cierto que todos losdefectos técnicos, tácticos y de estrategia de teatro del bombardero, yla resistencia de sus víctimas, serían anulados por el deus ex machinade la nueva arma.

Como ya se había comprobado, el bombardero no siempre despegasegún lo planeado a causa de fallas técnicas; no siempre sobrevivecontra las defensas aéreas; no siempre navega correctamente paraalcanzar su blanco; no todas las bombas están correctamente apunta-das, y no todas estallan. Fue la multiplicación de esos "factores dedegradación" lo que hizo a la destrucción por medio del bombardeoaéreo mucho más difícil de obtener que lo esperado, si bien además elmonto de destrucción requerido fue mucho mayor que lo previsto. Perocon las bombas atómicas, la destrucción de ciudades e industrias seconvertía en una tarea sencilla. Así Douhet y sus colegas habían sidorescatados de sus mayores errores, (18) y no parecía que nada obstacu-lizara el cumplimiento de sus predicciones: una vez que las bombas defisión fueran producidas en cantidades razonables, el arma aérea -oel arma que las transportara, cualquiera que fuese- pasaría a serdominante, transformando en innecesarias a las demás fuerzas mili-tares y reduciendo drásticamente el panorama estratégico de suempleo.

Por supuesto, lo que más congeniaba con los planificadores ypensadores de una potencia satisfecha con el statu quo como los Esta-dos Unidos, para quien bastaba con evitar la agresión para prevalecer,

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era no llegar a usar nunca la nueva arma. Ante la conjunción delenorme poder destructivo de la bomba de fisión -un hecho universalde la física- con una imagen particular del mundo configurada porcircunstancias políticas y preferencias culturales, el completo edificioconceptual de la disuasión fue construido con suma rapidez, con plenaconfianza inicial de que el "arma absoluta" podría evitar absolutamen-te toda forma de agresión, todas las guerras. (19) Si la Unión Soviéticahubiera sido la primera en obtener la bomba, indudablemente quevería conveniente no llegar a usarla, pero entonces su propósito di-plomático hubiera sido la imposición de cambios en el statu quo, y eledificio conceptual tendría que soportar compulsiones. (20)

Naturalmente que tan paralizante disuasión satisfacía a las poten-cias satisfechas, pero no así a quienes todavía querían modificar lasituación del mundo. Tal reacción garantizaba que ni siquiera lasarmas nucleares serían inmunes al destino paradójico de toda innova-ción técnica en el reino de la estrategia: cuanto mayor el incremento depoder que ofrecen cuando se las introduce, mayor la perturbación quecrean en el equilibrio existente, y mayores las reacciones provocadas,defensivas y competitivas, que conjuntamente reducen el efecto neto dela nueva arma a lo largo del tiempo, posiblemente en forma dramática.Cuando se introdujeron originalmente en forma de bombas de fisiónque solamente podía producir un país; y en pequeñas cantidades, lasarmas nucleares prometían transformar la estrategia. Eran total-mente usables: si los centros urbanos de Hiroshima y Nagasaki habíansido devastados sin efectos nocivos perceptibles para el resto del pla-neta, los centros de cinco o diez ciudades soviéticas también podíanresultar destruidos, y los Estados Unidos no quedaban expuestos a unarepresalia comparable porque poseían las únicas armas nucleares enexistencia. Por lo tanto, si bien aún la idea no había madurado en lasmentes de los dirigentes norteamericanos, era razonable que la amena-za nuclear sirviera para disuadir la agresión directa.

Autonomía disminuida: Subversión

Pero la inacción es el punto terminal del éxito, únicamente parapotencias satisfechas. Mientras que en la Unión Soviética se hacía todoesfuerzo posible para reaccionar competitivamente mediante el desa-rrollo de bombas de fisión y también de fusión, además se originóinmediatamente una maniobra distinta. Sucedió que la primera prio-ridad de Stalin en ese momento era establecer el control político sobreEuropa Oriental por vía de gobiernos comunistas locales subordinadosa Moscú. Sin embargo, era difícil que ganaran las primeras eleccionesde posguerra, y el empleo sin tapujos de la fuerza hubiera sido una

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provocación excesiva para los Estados Unidos. La barrera de la disua-sión que servía para detener una simple dominación militar sería esavez derrotada por la subversión.*

Con la presencia amenazante de las fuerzas de ocupación soviéticas,entre 1945 y 1948 los líderes de los partidos políticos mayoritarios deHungría, Rumania y finalmente Checoslovaquia, fueron intimidadospara formar coaliciones con los partidos comunistas locales, e invaria-blemente las fuerzas policiales quedaron bajo el control de ministroscomunistas. Muy pronto los ministros no comunistas que todavíaconstituían la mayoría, pero se hallaban sometidos a coacción, votaronen las decisiones de las coaliciones que se colocaran fuera de la ley losrestantes partidos políticos de derecha. Entonces se formaron nuevascoaliciones que excluían a los partidos anteriores porque a su vezhabían sido declarados ilegales o los babí,_- disuelto cris propioslíderes, atemorizados por sus vidas. El proceso fue reiterándose hastaque la coalición fue estrechándose de a poco, y sólo los comunistas fielesa Moscú quedaron en los gobiernos. El proceso se completó hacia finesde 1948; la barrera continuaba intacta, pero el poder soviético habíacavado un túnel debajo de ella para ganar pleno control sin recurrirabiertamente a la fuerza.

En consecuencia, la autonomía estratégica atribuida en un princi-pio a las armas nucleares fue reduciéndose por vías no militares,indirectas, y escasamente visibles. Mientras los Estados Unidos yalgunos de sus aliados comenzaban a reaccionar, primero en Europa yluego más allá, mediante subversión y contra subversión, más y mástúneles eran horadados en la barrera de la disuasión nuclear desdeambos lados. El modelo ha persistido hasta el día de hoy, asumiendonuevas y variadas formas tales como las fuerzas militares y losservicios secretos clientes, la estimulación y el abastecimiento demovimientos insurgentes, y el sostén de terroristas transnacionales,que se han agregado al repertorio.

Entonces, el primer efecto persistente de la disuasión nuclear hasido la distracción de energías bélicas hacia formas de conflicto indirec-tas y menos visibles, excluyendo siempre al combate directo entre soviéticos y norteamericanos, pero no la violencia armada. Mucho antesde que las formas de conflicto indirectas y disimuladas quedaran bienestablecidas en la realidad cotidiana de la política internacional, lasarmas nucleares desencadenaron una reacción defensiva más prosai-ca. La reacción soviética ante su primera aparición como bombas de

La manipulación encubierta de la política por medio de intimidación física delíderes, soborno, infiltración, subsidios secretos, desinformacióny acciones paramilitaresnegadas, para inducir a grupos políticos dentro y fuera del gobierno a actuar de maneracontraria a sus propósitos declarados.

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

fisión cargadas a bordo de bombarderos norteamericanos de largoalcance, fue conceder alta prioridad a las defensas antiaéreas. Losesquemas organizativos de la guerra que acababa de finalizar, lasenormes cantidades de cañones antiaéreos aún perfectamente adecua-dos, los radares copiados de modelos suministrados a través de la leyde préstamo y arriendo, y luego los primeros cazas a chorro y misiles,todo era empleado para resistir a los bombarderos norteamericanos.

Usualmente, la reacción defensiva sirve para disminuir el efectoneto de armas nuevas, pero ello no ocurrió con las armas nucleares. Nisiquiera las defensas aéreas mucho más efectivas que antes teníancapacidad suficiente, porque un solo bombardero que sobrevivierapodía causar enormes daños. Por más que la inevitable respuesta deprotección se pusiera en marcha, el efecto neto de la nueva arma eraapenas disminuido por las defensas antiaéreas.

Autonomía disminuida: Inhibiciones y represalias

Ya con anterioridad a la existencia de algún peligro de represaliasdel mismo tipo, las inhibiciones autoimpuestas establecieron límitespara el empleo de la bomba de fisión. No es que fuera a destruir almundo, pero varias de ellas podían devastar una ciudad grande, y lagran magnitud de su potencia destructiva excedía en muchos casos elpunto culminante de utilidad militar, independientemente de la reac-ción que pudiera desencadenar. Tan colosales efectos infligidos aun enenemigos declarados serían políticamente aceptables dentro y fueradel país únicamente en caso que intereses vitales estuvieran en juego.Entonces, aun cuando persistía el monopolio nuclear norteamericano,el excesivo poder destructivo de la bomba de fisión dejó espacio paratoda una categoría de guerras posibles, de escasa magnitud; que seríanlibradas por fuerzas armadas "convencionales". Por supuesto quesucederían en lugares remotos, contra enemigos de segundo orden ycon aliados marginales que valieran la pena pero sin bombas atómicas.Así fue que la autonomía estratégica que algunos atribuyeron entu-siastamente a las armas nucleares, y que de poco servía contra formasde ataque indirectas y disimuladas, quedó aún más reducida.

Pero una disminución todavía mayor de la autonomía estratégicaoriginalmente atribuida a la bomba atómica estaba por producirse. Lareacción simétrica provocada por el monopolio norteamericano aunantes de 1945 produjo muy pronto sus primeros frutos, y en 1949 laUnión Soviética había ensayado su primer artefacto de fisión. Pese aque no había ninguna paridad entre ambas fuerzas de bombarderos,una todavía pequeña pero la otra aún embrionaria, el panorama de ladisuasión nuclear fue inmediatamente afectado; así como el valor

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ANTIESTRATEGIAS

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actual de la moneda futura sufre un descuento, en la conformación depercepciones queda anticipado el poderío militar futuro. (21)

Una vez que se hizo realidad la represalia del mismo tipo, losplanificadores de la guerra debieron ser más circunspectos en el usoprevisto de las armas nucleares, y los líderes políticos mucho másprudentes en la emisión de amenazas con fines persuasivos. La posibi-lidad de que las bombas de fisión impongan una acción (compulsión) ouna inacción (disuasión) ha quedado siempre limitada por la credibili-dad que recibe en el otro bando su uso real, y dicha credibilidaddisminuyó apreciablemente desde el momento que pudo anticiparseuna respuesta nuclear. Hasta cierto punto, las opiniones sobre el ca-rácter de los dirigentes de la potencia que intenta persuadir debenincorporarse a la evaluación; aquellos considerados especialmentenriJdentes serán menos i_nt.i_mi_rlatorins nue los f. mernrios_ Tejando delado la especulación sobre los usos políticos de la locura, lo que puedeobtenerse mediante la disuasión no será muy afectado por variacionesen la prudencia atribuida a los gobiernos generalmente moderados delos Estados Unidos y la Unión Soviética.

En cambio, el campo y los límites de la disuasión con bombas defisión sería principalmente determinado por las percepciones de laimportancia de los intereses en juego para el otro bando. Una amenazaidéntica puede parecer muy plausible si trata de evitar un ataquesoviético directo contra el territorio norteamericano, pero mucho me-nos convincente si es para proteger a un aliado marginal de unaintervención periférica. Entonces, el "equilibrio de intereses percibidos"se une al equilibrio de capacidades técnicas para definir lo que puedelograrse a través de amenazas nucleares, descartándose cualquierrelación simple entre magnitud y calidad de la fuerza disponible y supotencialidad disuasoria. La evaluación soviética de los interesesnorteamericanos desde el punto de vista norteamericano, y la evalua-ción norteamericana de los intereses soviéticos según son vistos desdeel Kremlin, son susceptibles de manipulación por uno u otro bandomediante una postura habilidosa, (22) pero dentro de ciertos límites:no toda localidad en peligro puede transformarse en Berlín, y no todaconexión internacional de la Unión Soviética puede elevarse al gradode alianza sacrosanta.

No hay duda que algunos intereses de ambas partes podrían sersatisfechos mediante la disuasión con armas de fisión, en otros habríacierta posibilidad, y muchos más quedan totalmente fuera de la cues-tión una vez que se tiene en cuenta la factibilidad de represalias.También hizo aparición una categoría diferente de guerras que podríanser libradas por fuerzas convencionales, reduciéndose aún más laautonomía estratégica anteriormente atribuida al arma nuclear. Esverdad que la posibilidad de que se incremente la espiral de violencia

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LOS NIVELES DE LA ESTRATEGIA

y al menos el perdedor recurra al uso de bombas de fisión, virtualmenteha prohibido hostilidades directas aunque fuera en mínima escalaentre fuerzas norteamericanas y soviéticas, respecto a intereses consi-derados secundarios por ambas partes. Por lo tanto, las aventurasexpedicionarias, las incursiones y sus réplicas que podrían haber in-dicado la confrontación de la guerra fría en regiones periféricas,quedaron totalmente excluidas: la posesión previa, confirmada por lapresencia física militar, alcanzó mayor importancia que nunca.

Sin embargo, lo que resulta cierto para posturas y valores margina-les no responde del mismo modo a los intereses realmente vitales paraambas partes, que podrían desencadenar el conflicto a pesar del riesgodel recurso desesperado a las bombas de fisión por el perdedor. Por lotanto, esos intereses tienen que protegerse mediante la ubicación en ellugar de fuerzas armadas convencionales. El estacionamiento de tro-pas y aviación norteamericanas en Europa a partir de 1949 y el com-portamiento en la guerra de Corea después del 26 de junio de 1950,señalaron la retirada de la disuasión con bombas de fisión, y asimismola magnitud de su pérdida de autonomía estratégica.

El arma excesiva

Las bombas atómicas originales fueron grandes, toscas y escasas.La transformación de las capacidades nucleares durante los primerosaños de la década de 1950, con el desarrollo de artefactos de fusión queproducían cincuenta o cien veces la energía de las primeras bombas, ycon la producción masiva de bombas pequeñas, granadas de artillería,cargas de profundidad, minas y cabezas de combate, tuvo efectoscontradictorios sobre la autonomía estratégica del arma nuclear, Poruna parte, el potencial destructivo de las grandes bombas de fusión, conla respectiva represalia debidamente incluida, excedía completamentecualquier punto culminante de utilidad para la disuasión. Induda-blemente, la curva descendía tan abruptamente que era menos lo quepodía esperarse de esas bombas que de las de fisión, con apenas unafracción de su energía destructiva. Los intereses que pueden justificarel riesgo de iniciar una guerra que quizá signifique el fin de la ci-vilización son naturalmente más reducidos que aquellos que sanciona-rían el peligro de las armas de fisión, donde los efectos de 1945 seríanreproducidos, si bien con mayor velocidad. La incorporación de armasen cada sector de las fuerzas armadas, por otra parte, disminuyóapreciablemente el significado del desequilibrio no nuclear. Con lapresencia de armas nucleares en el inventario de alas aéreas y cuerposde ejército, de buques de guerra mayores y en cada submarino, seestableció un mecanismo directo para convertir la derrota no nuclear

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ANTIESTRATEGIAS

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inminente en combate nuclear, anulando lo obtenido por el vencedorhasta ese momento.

Ambos efectos se pusieron de manifiesto en la experiencia de laspotencias nucleares desde el comienzo de la abundancia de armas amediados de la década de 1950 hasta el presente. La Unión Soviéticanunca ha sido capaz de rechazar la intrusión nuclear en el equilibrio defuerzas terrestres no nucleares, por lo que su constante ventaja no halogrado un efecto definido. Por otra parte, el intento norteamericano deanular el equilibrio general de poder no nuclear bajo la política de"represalia masiva", fiándose "primariamente en una gran capacidadde represalia instantánea, con medios y en lugares de nuestra propiaelección", (23) tampoco tuvo éxito. De haberlo obtenido, la represaliamasiva hubiera sido verdaderamente la máxima afirmación posible dela autonomía estratégica de las armas nurl_eáres. Pero nunca se cabrási los líderes soviéticos podrían haber sido disuadidos por mediosnucleares únicamente, ya que esa política no fue implementada: losEstados Unidos redujeron sus fuerzas no nucleares a los mínimosniveles requeridos para asegurar la "gran capacidad de represalia". Encambio, durante varias décadas y a través de ciclos de rearme, unaguerra perdida, desarme, inflación y más rearme, el esfuerzo militar nonuclear norteamericano ha tendido en general a incrementarse, almenos en cuanto a lo indicado por su presupuesto, como demostracióncabal de la desgastada situación de la disuasión nuclear.

Las armas nucleares se hallan totalmente sujetas a la misma lógicade la estrategia aplicable a las demás armas, tal como lo muestra tanclaramente la paradójica decadencia de su utilidad militar, causadapor su exagerado poder destructivo. Una contienda en que se empleenmuchas cabezas de combate grandes de fusión, como ser una de cadadiez actualmente existentes en el inventario, serían tan diferente de lasguerras anteriores que se justificaría una descripción en sus propiostérminos. Ni economía de guerra ni poesía épica, ni propaganda bélicani legislación marcial, ni ninguna otra de las familiares actividadesdependientes de la guerra tendrán lugar alguno en la aniquilaciónresultante. Pero no por ello es aplicable una lógica distinta. La mismalógica que hemos explorado hasta aquí, a través de los niveles técnico,táctico, operacional y de teatro, explica muy bien la autonegación de esaclase de lucha, cuando alcancemos el nivel de la gran estrategia.

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III

RESULTADOS:LA GRAN ESTRATEGIA

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Introducción

Ahora estamos por fin listos a encontrarnos con la gran estrategia,el nivel supremo de los resultados definitivos. Es también la formacotidiana de la estrategia, porque el funcionamiento. dinámico de lalógica paradójica continúa aún en ausencia de guerra. La políticainternacional de tiempo de paz queda asimismo condicionada por lalógica, mientras el uso de la fuerza sea todavía un recurso posible.

Al examinar los niveles previos de la estrategia, del técnico alestratégico del teatro, tuvimos a mano etiquetas muy útiles paradiferenciar entre las doctrinas normativas promulgadas por una u otrainstitución militar, el análisis positivo de observadores interesados entratar de explicar o incluso predecir fenómenos particulares dentro dedeterminado nivel, y la realidad objetiva de cada nivel, algo así comouna tajada de estrategia cuya lógica tiene su efecto condicionante,aunque nadie observe el proceso. Entonces, tenemos una muy simpledistinción entre las tácticas o maniobras prescritas en los manuales decierto ejército o armada, para determinado tipo de fuerza y quizás enun ámbito específico ("tácticas urbanas para blindados"); el análisis detácticas efectuado para evaluar un arma, explicar un episodio decombate, o discernir las implicaciones de algún acaecimiento institu-cional o ambiental; y el nivel táctico de la estrategia en sí, según existeen la realidad, se hayan recomendado o no algunas tácticas en particu-lar para la acción a ese nivel. Sería semejante para la trilogía detécnicas aplicadas, el estudio de sus resultados mediante un análisistécnico, y el nivel técnico de la estrategia en sí. Tampoco hubo grandificultad en diferenciar entre métodos operacionales, como "defensaen profundidad" o "ataque contra fuerzas", el análisis a nivel operacionalde acciones tales como la ofensiva de penetración profunda de Pattonen Francia, y el nivel operacional en sí, cuya importancia, segúndescubrimos, era función del contenido de maniobra correlativa. En elnivel siguiente, la necesidad de aclarar impuso algunas distinciones unpoco molestas, como "estrategia de teatro de la Alianza", por ejemplo,el análisis a nivel del teatro, y el nivel de estrategia de teatro en sí,dentro del cual el fenómeno militar queda condicionado en el espacio.

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RESULTADOS: LA GRAN ESTRATEGIA

Sin embargo, al máximo nivel de la estrategia carecemos de térmi-nos convenientes para diferenciar entre gran estrategia como doctrinadeclarada por un Estado determinado o que se le imputa ("granestrategia soviética"); gran estrategia como nivel de análisis, dondeexaminamos la totalidad de lo ocurrido entre Estados y otros entesparticipantes en política internacional; y la realidad de la gran estra-tegia como el nivel concluyente de la estrategia en su conjunto. Porsupuesto que sólo esta última posee existencia universal: pocos son losEstados que participan en política internacional y disponen de unagran estrategia propia bien elaborada. Mi propósito, como siempre, esdejar en descubierto la realidad interior de la lógica al nivel de granestrategia, y de ninguna manera recomendar un curso de acción paralos Estados Unidos, ni para ningún otro país.

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CAPÍTULO 12

EL CAMPO DE LA GRAN ESTRATEGIA

Si recordamos la imagen anterior de la es-trategia corno una especie de edificio de múltiples niveles, con pisos quese mueven con el flujo y reflujo de acción y reacción, encontraremos quesu nivel superior es mucho más espacioso que los inferiores, en talforma que ninguna arquitectura lo permitiría. Porque al nivel de granestrategia, las interacciones de los más bajos, los niveles militares, sussinergismos o contradicciones, producen resultados definitivos dentrodel amplio marco de la política internacional, con renovada interacciónen las relaciones no militares de los Estados: las formalidades de ladiplomacia, la difusión pública de propaganda, las operaciones secre-tas,* las percepciones de la inteligencia oficial y no oficial, y todas lastransacciones económicas de importancia más que puramente privada.Por consiguiente, en este desproporcionado piso superior emerge elresultado neto de lo técnico, táctico, operacional y estratégico de teatro,en continua interacción con todos aquellos tratos entre Estados que sonafectados y también afectan lo que se hace o deja de hacer en el aspectomilitar, dentro de cada uno de ellos.

En una imagen diferente, que capta la naturaleza dinámica deltema, la gran estrategia puede verse como la confluencia de interaccio-nes militares que fluyen hacia arriba y abajo, nivel por nivel -formando la dimensión vertical de la estrategia-, con las correspondien-tes relaciones externas que forman la dimensión horizontal de laestrategia a su máximo nivel. En esta imagen, los ríos y riachos de lastransacciones internacionales vertirían desde un flujo vertical central,vulnerando las leyes de la hidrodinámica en sus movimientos recípro-

* Término empleado aquí como denominación genérica para todas las intrusioneshostiles dentro del territorio de otros Estados (excepto ataques militares directos ypropaganda abierta), usualmente categorizado por un lado como acción política encu-bierta, incluyendo los subsidios no declarados, la desinformación y el uso de agentes depenetración y por el otro, como acción paramilitar, que abarca el apoyo de insurgenteslocales y toda forma negable de violencia, desde la intimidación individual al combate engran escala. Como se dijo, la subversión combina ambas clases de operaciones secretas.

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RESULTADOS: LA GRAN ESTRATEGIA

cos, tal como las preparaciones y acciones militares producen efectos enlos tratos no militares entre estados, y estos últimos a su vez afectan losaspectos militares.

ESTRATEGIA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Por consiguiente, los límites de la gran estrategia son muy amplios,pero no abarcan todas las relaciones de todos los participantes, dentrodel contexto global de la política internacional. Cualesquiera que seanlos tratos que pudieran existir entre Suecia y Costa Rica, es difícil quepuedan resultar afectados en grado significativo por temores de ata-ques recíprocos o por expectativas de asistencia militar. Entonces noestán condicionados directamente por la lógica de la estrategia, aunqueni la neutralidad autodeclarada de Suecia, ni el desarme autoimpuestopor Costa Rica, los eximen de otras numerosas relaciones estratégicascon enemigos y aliados potenciales, y que se intersectan en algúnpunto. Sin embargo, tales conexiones indirectas raramente afectaránlas relaciones bilaterales entre ambos países. Así es que la granestrategia existe dentro de la política internacional, pero no coincidecon sus límites. Al respecto, debemos tener en cuenta que unaformadeestablecer algún índice normativo de progreso dentro de la sociedad denaciones consiste en examinarla cantidad de relaciones que poseencierta significación estratégica.,

Seguramente que la gran estrategia también existe fuera de lapolítica internacional,ya que comprende el máximo nivel de interacciónentre cualesquiera de las partes que sean capaces de usar la fuerza enforma recíproca, sin sujetarse a normas. La misma lógica paradójica semanifiesta asimismo al nivel de gran estrategia en el marco interior decada país y siempre que el monopolio.d e Iaierza por parte del Estadosea incompleto, ya sea en

sierra civil o en acciones ilegales. En

* Como muchas reyertas interregionaleshan quedado suprimidas porla aparición deunas pocas confrontaciones mayores, en el orden transregional, podría servir de consueloalguna mejoría estadística, si no se considera el concurrente peligro de catástrofenuclear. Establecemos la condición de miembros de las Naciones Unidas para determi-nar en forma aproximada el número de Estados existentes, descartando a numerososactores capaces de emplearla fuerza pero que no son Estados territorial mente constitui-dos; la combinación indica que habría más de veinte mil relaciones bilaterales entreEstados, de las cuales no más de unos pocos cientos tienen contenido estratégico quepueda percibirse. Dentro de Europa existían muchas disputas históricas, como entreFrancia ,y Alemania, que han caído en la obsolescencia ante el impacto predominante dela confrontación este-oeste; lo mismo ha sucedido en el sudeste de Asia, y hasta en elconflictivo Medio Oriente la confrontación árabe-israelí, y posteriormente la guerraentre Irán e Iraq, han contribuido a suprimir muchas más reyertas existentes entre losmismos árabes.

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EL CAMPO DE LA GRAN ESTRATEGIA

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realidad, hasta se podría identificar el nivel de gran estrategia en unariña cuchillera entre dos criminales, en un callejón: sus gritos ygruñidos serían una forma mezclada de diplomacia y propaganda; unoo el otro podrían tratar de emplear alicientes económicos, ofreciendodinero al rival para parar la pelea; algo de inteligencia y de engañoestarán presentes cuando se observan e intentan confundirse mediantefintas. Y podemos reconocer en el combate un nivel diferente porencima de lo táctico, constituido por sus recíprocas arremetidas yparadas, o de lo técnico, definido por la calidad (le sus cuchillos. Hastalos mismos protagonistas admiten distinciones entre niveles, desde elmomento en que suplican, amenazan y negocian en plena pelea. Así escomo la gran estrategia puede hallarse aun a escala mínima, siempreque los individuos actúen como Estados independientes, al menoshasta que arribe la policía.

Pero si la lógica que funciona allí es la misma que en el marco de lapolítica internacional, el fenómeno que se condiciona es muy diferente,no sólo por lo trivial de la escala sino porque se refiere a actos yreflexiones individuales. Entonces se halla ausente todo el aspectopolítico e in stitucional que caracteriza la conducta de los Estados, y deese modo falta la permanente contradicción entre situaciones políticasde lógica lineal y la lógica paradójica que rige en las regiones conflic-tivas externas. Mi investigación quedará confinada al trato entre sí delos Estados, pero no porque la estrategia encuentre allí su sitialnatural, sino precisamente por la razón opuesta: solamente los Estadosregidos por reyes-estrategas podrían imitar la conducta espontánea-mente estratégica de dos cuchilleros enfrentándose en un callejón, paraquienes la acción paradójica de engañar y aventajar surge con totalnaturalidad.

Ya sea que lo imaginemos en términos estáticos, como un edificio conforma extraña de mesa velador, o en términos dinámicos como unaespecie de fuente complicada, la gran estrategia es el nivel concluyente,donde todo lo que ocurre en las dimensiones vertical y horizontal sereúne finalmente para adquirir un significado definitivo. Logros bri-llantes al nivel técnico, táctico, operacional o estratégico de teatro, opara el caso tropiezos diplomáticos, pueden trasladarse directamentepara quizá tener un efecto totalmente opuesto, o incluso permanecersin consecuencias en la confluencia de la gran estrategia.

OBJETIVOS LINEALES EN UN MEDIO PARADÓJICO

Desde ya que los resultados de la gran estrategia serán considera-dos benéficos o perniciosos según la interpretación subjetiva de cadauno: el modo de observar las con secuencias depende de los objetivos que

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RESULTADOS: LA GRAN ESTRATEGIA

se persiguen, y hayan sido establecidos por tradición, antojo dictato-rial, preferencia de burócratas o elección democrática, la lógica de laestrategia nada tiene que opinar sobre ello. Al nivel de la gran es-trategia, algunos gobiernos buscan principalmente ejercer poder sobreotros Estados o la expansión territorial; otros se conforman con el podery la influencia externa con que ya cuentan, y dedican sus mayoresesfuerzos a propósitos internos, especialmente el incremento de laprosperidad; hay quienes actúan en la escena mundial primariamentepara reclamar ayuda económica, y miden sus logros con rara precisión,mientras que otros ven colmadas sus expectativas si pueden simple-mente vivir tranquilos; por último, existen quienes piden que se lesayude justamente para que los dejen tranquilos los Estados que temen.Cada uno posee sus propias metas, a veces implícitas, y por consiguien-te se buscan resultados diferentes; por ejemplo, una misma conse-cuencia tal como la preservación de un statu quo invariable puede serconsiderada como gran triunfo por un gobierno, y fracaso tremendo poralgún otro.

Lo que resulta verídico sobre el fracaso y el éxito dentro del alcancede algunas cuestiones simples, también lo es respecto a los demásobjetivos que se deciden internamente antes de ser lanzados al conflictivo medio de la estrategia. Es bastante obvio que los "interesesnacionales" sean definidos subjetivamente en un proceso político en elcual nada tiene que ver la lógica de la estrategia; cuando los partidospolíticos rivales persiguen la aprobación de sus propios objetivos por laciudadanía, presentándolos como intereses nacionales, normalmentelo hacen en términos de sentido común y lógica lineal, donde lo buenoes bueno, lo malo es malo, y un gran beneficio es méjoi - que el pequeño.También la "seguridad nacional" debe definirse dentro de la lógicalineal de la política interna, donde más es más y menos es menos.

No es necesario citar infinitos ejemplos que demuestren las conse-cuencias de esta absoluta contradicción. Si la historia es en gran parteel registro de las tonterías de la humanidad, entonces la línea divisoriaentre ambas clases de lógica ha motivado muchas de ellas (como algúnlíder político exitoso en cuestiones internas habrá descubierto alintentar aplicar su talento en asuntos exteriores, y algún héroe de laguerra o la diplomacia lo habrá aprendido al asumir el gobierno de supaís). En algunos asuntos específicos, la repetición sucesiva de unmismo y trágico error a través de los siglos, ha dejado la impresión deque es discutible la proyección de objetivos lógicos lineales en la escenadel conflicto. Si x divisiones de ejército o y misiles se creen necesariospara la seguridad nacional, es posible que ahora no se dé por sentadoque el doble sería mejor si no fuera por su costo. Por lo menos hay quesospechar que la formación de divisiones adicionales o la construcciónde más acorazados podrían provocar reacciones adversas, ya sean

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competitivas o peor aún preventivas, que pueden significar que másdivisiones o acorazados sean menos deseables que pocos. Resultasumamente irónico que tal esclarecimiento haya surgido por vía de lasimple y mecánica noción de que las "carreras armamentistas" sonautopropulsadas, estrechamente interactivas y sin un propósito válidoen cada uno de sus pasos, como sugiere la imagen de "dos monos en unarueda". El antagonismo de ambiciones políticas que es la verdaderacausa de competición en todas las categorías del armamento, así comoen muchas otras cosas, queda entonces ignorado, como es el caso de lainnovación: el mono al que otro corre tiene buenas razones para seguiradelante, esté o no en una rueda, porque nunca existe una escalerasalvadora mientras persista la confrontación política.

Una categoría de excepciones más obvias al irreflexivo traslado dela lógica lineal a través de la línea divisoria resulta evidente paracualquier viajero por tierras que hayan sido muy disputadas en algúntiempo. Alrededor del Mediterráneo, innumerables villorrios parecencolgados de las laderas; ahora resultan pintorescos, y son fácilmentealcanzados en auto o tractor, pero durante siglos estuvieron muy in-cómodamente alejados de campos de labranza y rutas en los valles deallá abajo. Las ruinas de establecimientos en las tierras bajas que seremontan a períodos muy diferentes, muestran que a través de amar-gas experiencias fue que los sobrevivientes aprendieron que un buensitio es malo y un mal sitio es bueno, cuando surge el conflicto. En lasépocas seguras de los romanos, el uso del mero sentido común habíafavorecido la conveniente ubicación en los valles. En épocas recientes,cuando la guerra no suele respetar las tierras altas, el valle puedenuevamente ser elegido por su conveniencia. Mas durante los siglostranscurridos entre ambos períodos, los habitantes de las colinasestuvieron constantemente expuestos a la fatal tentación de estable-cerse en tierras bajas, donde el agotador ascenso no se agregaría altérmino de la jornada de labor; que algunas veces cedieron, lo demues-tran ruinas todavía visibles.

Las cosas no son diferentes para aquellas naciones incómodamenteatrapadas por conflictos, divididas por intereses comunes que no sonmutuos, usualmente en perfecto acuerdo sobre la bondad de la paz y lamaldad de la guerra, sobre los indeseables costos del armamento y losbeneficios del desarme, y de todos modos impedidas de actuar siguien-do conclusiones tan sensatas por la verosímil expectativa de que labúsqueda unilateral de paz y desarme serviría de poderoso incentivopara el esfuerzo adversario que quiere superar sus defensas; así es sinduda, y por la plena fuerza de la lógica paradójica.

Pero si tal es la norma entre los sobrevivientes, no constituye unaregla universal. Con frecuencia se trata de proyectar la lógica lineal através de la línea divisoria, intentando soluciones cooperativas muy

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atinadas cuyos méritos parecen exasperantemente evidentes a quieneslas proponen. Si queremos la paz, ¿por qué simplemente no hacerla?Si estamos de acuerdo en que las armas son caras y peligrosas, ¿por quésimplemente no desarmarse? Y si existe un conflicto de interesesimportantes, ¿por qué no resolverlo mediante procedimientos legalesde arbitraje y negociación que a diario se aplican en la esfera interna?La persistencia con que son propuestas esas soluciones cooperativas noresulta sorprendente, porque el concepto de que la misma prosecuciónde la paz y el desarme conduce lógicamente a sus opuestos suenagrotesco desde la perspectiva de la lógica lineal.

Pero por supuesto, no es un error intelectual lo que induce a intentarel descenso hacia ese valle confortable, sino más bien la aguda tenta-ción de escapar de la lógica paradójica, donde la mera inactividad quedaprohibida por la evidente necesidad de afrontar el peligro, mientras quela acción siempre tiene un costo, y puede con facilidad hacerse contra-producente. Los anales de la diplomacia moderna están colmados deintentos por desarrollar soluciones sensatas y disminuir la hostilidadmediante demostraciones de buena voluntad, como si las expresionesnegativas no fueran un mero síntoma del conflicto causado por algúnimportante antagonismo de propósitos. Recién cuando las causas delconflicto se han eliminado puede resultar productiva la diplomaciacooperativa, además de los gestos de buena voluntad.

Fiel a esta tesitura, la diplomacia franco-germana posterior a 1945ha tenido éxito al promover iniciativas conjuntas en variados campos,las numerosas reuniones en la cumbre, visitas de Estado con participa-ción popular, intercambios juveniles y otras medidas similares quecontribuyeron a disipar la ya anticuada hostilidad. Pero fue solamentela supresión del viejo conflicto, ante la aparición del nuevo y másgeneralizado del este contra el oeste, lo que aseguró el éxito de ladiplomacia franco-germana y de todos los gestos de buena voluntad, altrasladarse la relación entera a través de la línea divisoria, hacia dondelo bueno es siempre bueno, lo malo es malo, y los intereses comunespueden también ser mutuos. Cuando idénticos procedimientos fueronintentados antes de la Segunda Guerra Mundial, por una persistentediplomacia formal, reuniones en la cumbre (fue memorable en Munich),negociaciones de control de armamentos, y enorme despliegue degestos de buena voluntad, incluyendo reuniones amistosas de vetera-nos dulas trincheras, el único efecto de otear el valle de las tentacionesfue aumentar la sensación de incomodidad ante las precaucionesbélicas.

Gracias a este famoso fracaso del arte del estadista, y al paralelismoanglo-germano que desacreditaría la antigua y honrosa práctica delapaciguamiento,* una corriente de mucha influencia se opuso a laproclividad a proyectar soluciones de lógica lineal dentro del dominio

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del conflicto. Las negociaciones para control de armamentos en los añosentre arabas guerras, las reuniones cumbre, los gestos de buena vo-luntad, e incluso el mismo proceso de comunicación diplomática, fuerontodos considerados procedimientos perniciosos ante una guerra quenada hicieron por evitar, presuntamente por la intensidad del efectosoporífero. En consecuencia, muchos años después de la SegundaGuerra Mundial, cuando se dedicaba al antagonismo de propósitos conla Unión Soviética, la diplomacia de las potencias occidentales fueconducida por exagerada circunspección, siempre recordando la "lec-ción de Munich". Es posible argüir que en ese proceso quizá se per-dieron valiosas oportunidades de arreglo mutuo, al menos durante laépoca de Krusche£ Pero se ha dicho correctamente que la historia noenseña nada, excepto que no enseña nada; por supuesto, los sucesivoslíderes soviéticos no tuvieron la belicosidad de Hitler, y el programapara la consecución de sus propias ambiciones estaba ciertamentedesprovisto de la urgencia de ese personaje. (1)

En realidad, la diplomacia sirve para múltiples propósitos en todasituación de conflicto, y puede ser especialmente benéfica en medio deunaguerra, aunque no necesariamente logre sufinalización. El entreverode hostilidades con negociaciones directas en los conflictos de Corea yVietnam significó el retorno a los procedimientos clásicos. Más bien fueatípica la ausencia de diplomacia directa durante ambas guerrasmundiales. Al menos en el caso de la Primera Guerra Mundial, larenuncia al uso de la diplomacia fue en general considerada retrospec-tivamente como una concesión de la elite al sentimiento popular(inflamado desde un comienzo por la propaganda dispuesta por lamisma elite) y una demostración de la particular crueldad de la guerra"democrática".

EL CASO DEL CONTROL, DE ARMAMENTOS

Si queda confinada a asuntos limitados y bien definidos, unadiplomacia totalmente cooperativa, con lógica lineal, puede coexistircon conflictos irresolutos y prolongados sobre intereses mayores. Esadiplomacia puede servir a una o más de las partes para obtener algunasventajas, aunque más no sea de propaganda, mediante la canalizaciónde la continuada rivalidad fuera de senderos que serían indeseables

* Un término de suficiente utilidad como para que valga la pena rescatarlo de lasconnotaciones peyorativas derivadas del fiasco de Munich. El apaciguamiento implicaque las causas del conflicto pueden ser identificadas y removidas mediante el bisturídiplomático, en mutua cooperación; pero es un procedimiento imposible cuando la causaprincipal del conflicto es inherente al carácter de la otra parte.

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para todos. En conflictos territoriales, la mejor expresión de tal coope-ración ha sido la aceptación recíproca de los Estados tapones, que sondejados en paz por ambos bandos, aunque uno y otro continúantratando de expandirse a expensas del contrincante por dondequiera.En el contexto del conflicto soviético-norteamericano (una luchabélica,pero sin guerra), que es principalmente de índole no territorial, elTratado de Estados de 1955 que transformó a Austria en un estadotapón constituye un ejemplo de diplomacia cooperativa, no tan típicocomo el tratado de prohibición de ensayos atmosféricos de 1962. Lasenergías comprometidas en la competencia nuclear, que es una mani-festación de la pugna, y además el más importante sustituto de la guerrano se redujeron, pero la canalización acordada de erradicar los esfuer-zos competitivos de la atmósfera ha beneficiado a ambas partes .ytambién al resto del mundo.

El error oculto a la vera de ese éxito consiste en mal interpretar ladistracción de energías conflictivas como solución parcial del mismoconflicto, sugiriéndose en consecuencia que una progresión hacia otrostratados podría significar el fin del conflicto. Así es como a menudo seinterpretan equivocadamente las negociaciones sobre control de arma-mentos como forma de resolver el antagonismo, mientras que enrealidad sólo afectan a uno de sus síntomas, la rivalidad militar re-sultante. Por otra parte, puede argüirse que el mismo proceso denegociación quizá posea efecto tranquilizante.

Como el control de armamentos no restringe el impulso competitivo,sino que meramente lo distrae, las consecuencias de un acuerdolimitativo dependen de que aquellos aspectos particulares de las armasque resultan efectivamente restringidos, y de las nuevas armas a quese dedicarán los recursos para su desarrollo. Como las primeras son yaconocidas y no así estas últimas, la prosecución del control de armas seconvierte en un juego de apuestas para cada participante, aunquefavorece sistemáticamente al bando mejor colocado para innovar (ge-neralmente los Estados Unidos, en el caso soviético-norteamericano).El desarrollo acelerado de nuevos armamentos provocado por lasprohibiciones acordadas sobre los anteriores, periódicamente generaránuevas tensiones en la relación conflictiva, especialmente cuandoaparezcan detalles novedosos que perturben los patrones establecidosde interacción entre ambas fuerzas. Tales "golpes de innovación"también podrían ser previstos al evaluarse el efecto tranquilizante delas negociaciones para control de armamentos.

La prosecución de ese control queda condicionada por la lógicaparadójica, si es que realmente se negocian acuerdos efectivos que dealgún modo limitan la competición. (Los acuerdos meramente cosmé-ticos no son un fenómeno sustancial en sentido estratégico, y por lotanto escapan de dicho condicionamiento.) Específicamente, como

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ocurre con cualquier otra actividad en el reino de la estrategia, todocontrol de armamentos proseguido con firmeza, en su momento debehacerse contraproducente después de llegar a un punto culminante, eneste caso alcanzado luego de cierto cúmulo de acuerdos limitativos.

Es el mecanismo de "verificación" -los procedimientos y artefactosusados para garantizar el cumplimiento de las restricciones negocia-das- el vehículo (no la causa) de la autoaniquilación del control dearmamentos. Dependiendo de observación satelital, rastreo de radar,inteligencia de comunicaciones y cosas similares, la verificación es elsine qua non del control de armamento: lo que no puede verificarse nopuede limitarse; ni todas las armas son fijas y visibles para detectarlasy contarlas con seguridad, ni todas las formas de performance tienentanta transparencia como para evaluarse. Si toda arma existente cuyascantidades .y características son verificables resultara restringida porun acuerdo mutuo, las energías dedicadas al desarrollo y los recursosproductivos serían dirigidos hacia la adquisición de nuevos arma-mentos que aún estuvieran fuera de control, algunos de ellos fijos comopara ser contados y cuya performance pueda ser evaluada con sensoresremotos; para otros no será tan sencillo. Si las nuevas armas verifica-bles resultaran a su vez limitadas, se dedicaría mayor esfuerzo haciaotras más nuevas, algunas de ellas verificables, otras no. Finalmente,al continuar el proceso y cuando toda arma verificable esté debidamen-te sujeta a limitaciones efectivas, los recursos de producción y desarrollose habrán encaminado de todos modos hacia la adquisición de armasque por una u otra razón no puedan ser verificadas ni por consiguientesujetas a limitaciones. En ese punto, la competencia por los armamen-tos continuaría su marcha. Pero el control se hubiera terminado, ani-quilado por su propio éxito, tal como el arma antitanque perfecta quecausaría la desaparición del tanque de los campos de batalla, o elejército que avanza tanto que marcha hacia su propia destrucción.

Que la diplomacia del control de armamentos pueda a lo sumo lograrsólo restricciones específicas sobre armas particulares, no invalida suprosecución, porque ese es precisamente su propósito declarado. Ciertamente, el proceso en sí no puede ser acusado por la propen sión cróni-ca a mal interpretarlo como un dispositivo para la resolución de lahostilidad fundamental, ni como preludio del desarme. Pero no hayerror más natural para la política interna de los países de gobiernosconsensuales y prósperos, donde la reconciliación de intereses con-flictivos es el objetivo cotidiano de la política.

Las tensiones entre metas de origen interno que responden alpensamiento lineal y los aspectos conflictivos de la política internacio-nal no es una condición universal. Aquellos gobiernos que se guían parael ejercicio interno de su autoridad por métodos semejantes a losbélicos, son mucho menos propensos a seguir metas lineales dentro de

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la escena internacional. Sus líderes no necesitan tener una grancomprensión intelectual de la lógica paradójica;* sin duda, puedetratarse de hombres rudimentarios que no piensen en esos términos.Pero el uso habitual del secreto, el engaño, la intimidación y la violenciapara el control interno, les engendra cierta educación estratégica, yaque la sucesión de éxitos y fracasos sugiere los contornos de esa lógica.Así como la política interna consensual inspira un enfoque de lógicalineal en política exterior, la política interna de control rígido preparaa sus autores para la lógica del conflicto externo. No indica ello unapredisposición particular para la conducta agresiva. Simplemente,porque no existe conexión entre el estilo político interno y la propensióna recurrir a la guerra por propia decisión.

Tal como lo demuestra el registro histórico, las dictaduras puedenser impecablemente pacíficas y las democracias cruelmente agresivas.Era Gran Bretaña cada vez más democrática durante el siglo XIX, perocada vez más agresiva para subyugar las extensas regiones australesde Asia y África; asimismo, su principal rival en la expansión imperialera Francia, especialmente con posterioridad al advenimiento delgobierno democrático en 1871. Tampoco es válido invocar al espíritu dela época para explicarlo: los electorados de ambos países aprobaban conentusiasmo el uso de la fuerza en ultramar cada vez que surgía opor-tunidad.

Por consiguiente, no existe la asimetría de intenciones, pero puedehaberla en cuanto a efectividad. Sus consecuencias se ponen de mani-fiesto en la pugna de los países que buscan la. prosperidad, congobiernos consensuales, para contener a gobiernos que propenden alaumento del poder y deciden aplicar hacia afuera lo que practicanrutinariamente en casa. Los primeros fomentan el mayor ingenio en laproducción, y prevalecen fácilmente en cuanto al progreso científico;pero en el uso del secreto, el engaño, la intimidación y la violencia,naturalmente son los gobiernos poseedores de mayor práctica quienesdemuestran mayor habilidad. La lucha puede anular diferencias, y enla Segunda Guerra Mundial las democracias anglo-norteamericanasfueron muy superiores, precisamente en el empleo del secreto y delengaño, hasta el punto de que alemanes y japoneses parecieron casiingenuos, en visión retrospectiva.

Pese a todo, para afrontar los aspectos conflictivos de la políticainternacional en tiempos de paz, las actitudes de lógica lineal son unafuente innegable de debilidad, que puede pesar gravemente en elequilibrio del poder.

* Si bien la dialéctica hegeliana contenida en la doctrina marxista favorece el enfoqueestratégico. Existe una obvia semejanza entre esa dialéctica y la lógica paradójica queaquí se propone.

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CAPÍTULO 13

SUASIÓN ARMADA

No importa cómo se los interprete, ya sea ala luz de metas inapropiadas de lógica lineal o las correspondientes alconflicto, los resultados que emergen al nivel de gran estrategia sonsólo "definitivos" en el sentido de que marcan el cumplimiento delproceso interactivo en ambas dimensiones, vertical yhorizontal, cuandoya todas las otras transacciones exteriores han provocado sus efectosparticulares en los niveles militares. Como la lógica dinámica de laestrategia no tiene fin, al menos para quienes sobreviven a susprocesos, todas las conclusiones -incluso la victoria y la derrotacertificadas mediante tratados formales- son solamente resultadostransitorios destinados a modificarse por las reacciones que inmedia-tamente ellos mismos originan. De acuerdo con esto, los resultadosnormales manifestados al nivel de gran estrategia, aquellos de la"sua Sión armada" en oposición al combate, no pierden importancia porla ausencia de choques armados: sin duda, la suasión armada es nadamenos que el poder, o más bien esa porción del poder de los Estados quederiva de su fuerza militar.

A pesar de que este neologismo fue introducido por primera vezjuntamente con el impacto novedoso de las armas nucleares en lapolítica mundial, la suasión armada es tan vieja como la violenciamisma; no existe capacidad de violencia que no provoque algunareacción en aquellos que esperan que se use en su beneficio, ni tampocode quienes temen el empleo en su contra. Ya vimos la necesidad deutilizar el nuevo término para superar la propensión política y culturalque tanto destaca una sola de sus formas, ocultando el fenómenogeneral: la suasión armáda es a la "disuasión" como el poder en generales al poder defensivo. Una vez introducido el concepto general, ahorapuedo volver al lenguaje llano para describir sus diversas formas;comencemos diciendo que la disuasión es la forma negativa del poder,mientras que la persuasión es su forma positiva, y ambas se manifies-tan cuando los adversarios se sienten compelidos a actuar por obliga-ción, y los amigos alentados a persistir en la amistad por expectativasde ayuda militar en época de necesidad.

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Entonces, tanto adversarios como amigos pueden ser persuadidos,pero solamente los adversarios disuadidos, y siempre por su propioaccionar: la suasión no se halla en la existencia del poder armado, sinomás bien en la respuesta de los demás ante ese poder, en el resultadode sus decisiones, conformado por sus cálculos y emociones; esas de-cisiones reflejan su perce )ción del mundo, incluso su propia opiniónante el poder armado que se despliega ante elles, su previsión sobre laposibilidad y circunstancias del combate, y su estimación de las ganasde emplearlo, a favor o en contra. La descripción que se hace de unafuerza como disuasiva (o presumiblemente "compulsiva"), implicaríaque la acción de disuadir queda satisfecha por su mera existencia;encierra una confusión entre sujeto y objeto que puede conducir apeligrosas confusiones. El presunto disuasivo es el objeto pasivo, yquien se supone que ha de ser influido es el sujeto consciente y_activo,que puede decidir si quiere o no ser disuadido. (1) La percepción depoderío militar real o virtual puede originar la suasión. Según laduración que se prevé para cualquier guerra posible, la capacidadeconómica y demográfica de cada nación que se considera disponiblepara movilizarse, puede inducir a una suasión anticipada equivalente,inferior o quizá ninguna. Por ejemplo, la extendida creencia de ladécada de 1950 en cuanto a que una guerra soviético-norteamericanasería nuclear desde el principio y sumamente breve, tuvo el efecto desocavar la suasión que los Estados Unidos hubieran podido ejercergracias a su enorme superioridad en capacidad de movilización in-dustrial. Desde entonces ocurrieron hechos doblemente irónicos, por-que la política militar soviética ha incrementado la preparación parauna guerra prolongada y no nuclear,* y la capacidad de movilizaciónnorteamericana ha sido ratificada en una época en que se halla enerosión acelerada.

En el combate, la fuerza es una realidad objetiva en acción, cuyaúnica medición válida y sin ambigüedad se halla en los resultadosobtenidos. Sin embargo, con la suasión armada solamente existe laestimación subjetiva de cierto potencial de combate para los ojosajenos, tanto amigos como enemigos. La exactitud de tales estimacio-nes no pasa a ser simplemente incierta sino verdaderamente indeter-minada, porque el potencial únicamente puede medirse ante la reali-dad de la guerra, que quizá nunca ocurra, y en caso de que sí suceda suresultado recibirá la influencia de todos los factores imprevistos detiempo, espacio y circunstancias. Desde ya que suele haber casosextremos en los cuales las incertidumbres y las indeterminaciones

* Como lo revela la cambiante estructura del ejército soviético, especialmente en larestauración de formaciones de artillería de escalón superior para tratar de proveerpotencia de fuego costosa pero no nuclear. Ver Apéndice 2.

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pierden importancia ante una abrumadora superioridad materia}; talcomo si estallara una guerra nuclear entre la Unión Soviética y Albania(no nuclear), o una guerra naval entre los Estados Unidos y el medite-rráneo Nepal. Pero los anales de la historia militar muestran irrefu-tablemente que en cuanto se contemplan casos menos exagerados, queno sean totalmente absurdos, comienzan a aparecer incertidumbres eindeterminaciones, mucho antes de lo que cualquier lectura razonablede las evidencias previas al combate haría suponer. Entonces ocurriríaque si el resultado del combate fuera menos incierto, habría mucho me-nos combate y muchos más arreglos para evitar esa comprobación. (2)

No hay forma de eludir la indeterminación esencial de la contienda,pero se han hecho grandes esfuerzos para reducir la incertidumbre. Secuentan minuciosamente las cantidades de hombres, armas y pertre-chos. y se trabaja intensamente para evaluar la calidad de los arma-mentos y sus elementos de apoyo. Pero todavía permanece gran partedentro de lo c+Iesconocido, los factores intangibles como organización,moral, cohesión y conducción qué pesan mucho más que los materiales,y sólo pueden conjeturarse; tampoco se garantiza mucho mayor preci-sión en la evaluación de la aptitud de tácticas, métodos operacionalesy estrategias de teatro en la escena del combate que se imagina, si seconsideran los factores materiales y los intangibles.

DIPLOMACIA, PROPAGANDA Y ENGAÑO

A falta de alguna medición objetiva para el poderío militar que nollega a ser utilizado, la estrategia sin la guerra es una especie de co-mercio realizado con tantas monedas corno partes interesadas existen.Inevitablemente, diferentes valores-algunos muy divergentes-sonasignados a unas mismas fuerzas militares, ,y cumplen importantefunción la diplomacia y la propaganda precisamente al manipular esasevaluaciones subjetivas. En raras oportunidades, tienen como objetivodevaluar las fuerzas próximas a ser empleadas, para poder lanzarlascon poderío inesperado, (3) pero más a menudo se trata de provocartanta suasión como sea posible. Esto explica por qué un gobiernoinvariablemente sigiloso como la Unión Soviética desde hace tiempo hadecidido montar lucidos despliegues públicos y desfiles en la Plaza Rojaa los que son invitados los agregados militares de las potenciasoccidentales y se autorizan las fotografías -para observar flamantesaviones, tanques, cañones y misiles-, en un país donde normalmenteestá prohibido tomar imágenes hasta de estaciones de ferrocarril. Si elsecreto puede frustrar la posibilidad de provocar suasión, y en cambiouna advertencia adecuada sirve para garantirla en su, justa medida,mucho más puede obtenerse si se recurre a maquinaciones.

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Así fue que durante la década de 19301a diplomacia de la Italia deMussolini resultó considerablemente acrecentada por su postura deindeclinable belicosidad y por un milagro del poder militar: un ejércitode "ocho millones de bayonetas", cuyos desfiles conformaron vistososespectáculos de bersaglieri a la carrera y rugientes columnas motori-zadas; una fuerza aérea sumamente respetada, en parte por susextraordinarios vuelos al Polo Norte y América del Sur; y una armadaque pudo incorporar varios buques impresionantes, porque era míni-mo el presupuesto que se derrochaba en pruebas de tiro y navegación.Por medio de una política militar en que la manipulación escenográfi-ca predominaba sobre las sórdidas necesidades de la preparación bé-lica, (4) Mussolini sacrificó su verdadero potencial en beneficio deimágenes enormemente exageradas de su escasa fuerza, pero los re-sultados de la suasión provocada fueron muy reales: Gran Bretaña yFrancia fueron exitosamente disuadidas de interferir con la conquistaitaliana de Etiopía, con su intervención en España y en el sometimientode Albania; y nadie osó oponerse a la demanda para que Italia fueraaceptada como Gran Potencia cuyas intereses debían ajustarse algunavez en forma concreta (como las licencias obtenidas por bancos italianosen Bulgaria, Hungría, Rumania y Yugoslavia). Sólo la decisión deúltimo minuto de Mussolini de entrar en la guerra en junio de 1940-cuando su habitual prudencia fue superada por la irresistible tenta-ción de compartir el botín del colapso francés- terminó con varios añosde exitoso engaño (y autoengaño).

Lo que hizo Mussolini, y muchos otros antes que él, fue tambiénrepetida desde entonces, siendo el egipcio Nasser su más cercano imi-tador, y Kruschef un profesional más exitoso durante los años de labrecha misilística. Según sabemos ahora, el presunto gran poderíosoviético entre 1955 y 1962, en primer término en bombarderos, y luegoen "cohetes atómicos" consistió en unos pocos aviones, y posteriormenteapenas un puñado de misiles enormes e ineficientes que difícilmentepodían apuntarse; pero con un discurso cuidadosamente orquestado, yla imagen espectacular de la exploración pionera del espacio, que fuetambién manipulada para amplificar algunos logros muy reales. (5)Mas así son las cosas de la suasión armada: cuando no se manifiesta laverdad objetiva mediante la acción, sino a través de una multitud deimpresiones a partir de las cuales hay que deducirla según se pueda, elmargen de error es muy grande, y también el engaño.

VOLUNTAD NACIONAL

Como el poder militar no sirve para disuadir ni persuadir, salvo quese vislumbre la posibilidad de su empleo, el gran sujeto de la especu-

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lación metapolítica, la "voluntad" de líderes y naciones, queda reducidaa simple problema matemático en el fenómeno de la suasión: ademásde muchas otras consecuencias, el efecto que las fuerzas armadasinducen en otros depende del poderío percibido multiplicado por lavoluntad percibida de su utilización; si se carece de esa voluntad, nisiquiera las fuerzas más poderosas cuya capacidad sea totalmentereconocida podrán disuadir o persuadir de manera alguna. El signifi-cado de este asunto para naciones que se presentan como pacifistas aultranza hacia el mundo exterior, es muy claro: poco esperan obtenerpor vía de la suasión de sus propias fuerzas. Suecia, por ejemplo, pesea ser una potencia militar considerable desde el punto de vista europeo,no ha sido capaz de disuadir a los submarinos soviéticos que violaronsus aguas territoriales en años recientes. Al menos desde la estrechaóptica de la suasión, una política demostrativa pacifista puede resultardemasiado exitosa.

Pero son muy pocos los países satisfechos de desplegar una suscep-tible belicosidad para maximizar su potencial para la suasión a expen-sas de sus demás prioridades. El resto, la vasta mayoría de países queno desean la paz a cualquier costo ni la guerra ante la primera ocasiónfavorable, se enfrentan con uno de los típicos dilemas de la estrategia,la otra cara de la moneda paradójica; para proteger sus intereses sinrecurrir al empleo efectivo de la fuerza, deben mantener cierta reputa-ción violenta, si es que pretenden persuadir o disuadir mediante elpoder de las armas; pero ésta no es la clase de reputación que les gustaexhibir a aquellos más cuidadosos en evitar la guerra, ni a quienesestán en condiciones de sostenerla. Con cierta frecuencia, los impera-tivos políticos internos y las urgencias derivadas de sentimientosreñidos con lo estratégico e imágenes de sí mismo socavan profunda-mente el potencial suasorio, pero no necesariamente sin efectos concre-tos. En su forma usual, el dilema presenta dos caras como Jano; seproclama por un lado absoluta dedicación a la paz, descartándosetotalmente la agresión, y por el otro se demuestra una gran capacidadde respuesta en caso de ser atacado. Esta simple fórmula resulta válidapara países que sólo tienen que protegerse a sí mismos, pero no tantopara las grandes potencias, que precisamente lo son porque tambiénprotegen a otros. En cambio, son presas del dilema y deben manteneruna postura declaratoria perfectamente ajustada para garantizar undelicado equilibrio entre una tranquilizadora actitud pacífica, y otraque precisamente tranquiliza porque no es completamente pacífica.

En las alianzas multilaterales, este esfuerzo para evitar la necesi-dad de aplicar la fuerza merced a los resultados de la suasión se hallaen crisis perpetua, con algunos aliados marginales contemplando laseparación porque les espanta la belicosidad excesiva, mientras otrosse encuentran en idéntica situación por razones exactamente opuestas.

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En última instancia, según la paradoja habitual, aquellos consideradoscon mayor deseo de emplear la fuerza soti quienes tendrían menorprobabilidad de utilizarla; indudablemente, allí reside el secreto de losimperios militares, cuyas muy extendidas intrusiones sobre otrasnaciones podían únicamente tener como consecuencia una guerraendémica en todos los frentes; de no haber sido por el ahínco con que susdeseos resultaron satisfechos sin lucha.

Son bastante raros los intentos francos para inducir a la suasiónpositiva o negativa, mediante demandas declaradas y expresos recha-zos a tolerar esto o aquello, porque la suasión latente es el fenómenogeneralizado. En verdad, la suasión que produce silenciosamente lapercibida existencia del poder armado es el principal resguardo delorden mundial, justamente del mismo modo que en última instancia laexistencia de tribunales y policías protege la propiedad privada. Eseefecto continuo y tan discreto no es sólo indirecto, sino que ademáspuede ser inconsciente. Las fuerzas armadas son usualmente mante-nidas para preservar la continuidad institucional ante una posiblecontienda futura, para la represión interna, y hasta con fines tradicio-nales,°pero muy raramente con el propósito deliberado de suasión. (6)

LA LÓGICA PARADÓJICA EN LA SUASIÓN

Sea o no intención consciente, la suasión armada funciona si haypaíses que ven al poder militar de otros como tranquilizante y sepersuaden a sí mi smos de corresponderles en alguna forma, o si existenadversarios que lo consideran una amenaza y por lo tanto son disuadi-dos de cometer algún acto hostil. Como fenómeno conflictivo --cuyaexistencia deriva enteramente de la posibilidad de guerra, aunque seamínima-, la suasión armada está condicionada por la lógica paradó-jica, y tan pronto como aparece en mentes y obras ajenas, quedadesplazada la lógica lineal. Así como las acciones bélicas conducen areacciones que inician la secuencia lógica particular de la estrategia,también la suasión armada produce además de las respuestas desea-das, algunas reacciones desconcertantes, y para nada interesa si lasuasión es inducida espontáneamente por un reflejo imaginario delpoderío militar destinado a otros propósitos.

Al excluirse -l a lógica lineal e incluirse la lógica paradójica, ocurre elresultado usual. Desde el punto de vista estático, más puede ser menosy viceversa, como sucede comúnmente en el caso de la amenaza menosdestructiva, que suele producir mayor suasión porque una acciónmenos catastrófica parece más plausible. Por otra parte, en términosdinámicos encontramos nuevamente la conjunción de los opuestos quepuede alcanzar el punto de la reversión total. Cuanto mayor efectividad

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consigue un esfuerzo disuasorio en el logro de su objetivo, es másprobable que sea evitado o directamente atacado por el frustradoagresor potencial: si la Unión Soviética no hubiera sido disuadida contanto éxito en el período inicial de posguerra de emplear la fuerza enEuropa Oriental, no hubiera colaborado tanto con la subversión. Aúnhoy, de no haber sido tan bien disuadida por la Alianza en Europa, sehubiera aventurado en menor grado por el Tercer Mundo.

En general, ya hemos visto cómo la disuasión nuclear ha sidoeludida a escala global, por medio de todas las indirectas y negablesformas de agresión, tanto cuasipolíticas como paramilitares, tantoincruentas como asimismo muy encarnizadas. Mientras que ambassuperpotencias se han disuadido recíprocamente de recurrir a en-frentamientos directos por la presencia de armas nucleares, su hosti-lidad ha encontrado una salida en las guerras libradas por sus aliados,clientes y agentes de transición. Por consiguiente, la contrapartida dela paz sin precedentes de las grandes potencias ha sido la gravedad sinprecedentes de las guerras entre potencias menores. (7) Ya no hayrefriegas esporádicas donde se emplean armas de segunda mano, sinocombates subrogados muy intensos, como las guerras árabe-israelíesposteriores a 1967, donde han aparecido en forma creciente armas deprimera calidad; también los interminables conflictos de desgaste,como en Kampuchea y la guerra iraní-iraquí. Así que el triunfo de ladisuasión nuclear se manifiesta paradójicamente en la violencia nonuclear, que aparentemente no hay manera de disuadir.

El ataque de segundo golpe como solución paradójica

El ataque del imperio japonés contra la flota de los Estados Unidósque se hallaba estacionada en Pearl Harbor a partir de mayo de 1940incorporó la confluencia del éxito y el fracaso en la suasión. Si lapresencia de la flota en esa base avanzada hubiera revestido menorefectividad en su intención disuasoria de la invasión japonesa a Malayabritánica e Indias Orientales Holandesas, no se las hubiera atacado. (8)Naturalmente, el ataque produjo una impresión profunda y perdura-ble, pese a que no se consideró como "lección" de Pearl Harbor que a losantagonistas no debe privárseles de toda opción que no sea la guerra,como le ocurrió a Japón después del embargo comercial de abril de 1941que esencialmente cortó su abastecimiento de petróleo, a menos que sequiera comenzar las hostilidades y se esté preparado para ello; si bienno se vio ninguna "lección" en la negativa de los Estados Unidos adeclarar la guerra para oponerse a las conquistas de Alemania o Japónque sometieron a la mayoría de Europa y gran parte de China, hastaque el gabinete de Tojo tomó esa decisión en perjuicio de Norteamérica.

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Lo que se aprendió de la experiencia fue que una fuerza armada quees tan amenazante como para disuadir de atacar a otros blancos,evidentemente invita a que se la ataque a ella misma, a menos que supotencia residual posataque sea evaluada por los presuntos agresorescomo de magnitud considerable, y así se vean disuadidos. De allí sedesprende el concepto de "capacidad de segundo golpe", que ha jugadoun gran papel en la conformación de la política militar norteamericanapara la construcción y el despliegue de armas nucleares. (9) Supercepción consiste en que únicamente el poderío de posataque puedeemplearse en forma segura para ejercer amenaza, porque el poderío depreataque genera provocación en lugar de suasión. La consecuenciapráctica ha sido la protección físicay la abundante multiplicación de lasarmas nucleares y de sus medios de control, para conseguir la supervi-vencia de una cantidad importante en caso de ataque generalizado.

Pautas de la suasión

Además de sus efectos cotidianos, silentes, difusos y casi siempreoscuros, la suasión armada también ha tenido victorias rotundas yfracasos estrepitosos, cuyas consecuencias podrían resultar idénticasque en las guerras, una vez reparado lo destruido y enterrados losmuertos. Los romanos tuvieron que combatir durante dos siglos parasubyugar África del Norte y la totalidad de Iberia, mientras que sudominio de las comarcas helenas se obtuvo mediante pocas batallas ymucha intimidación. (10) En forma semejante, Hitler ganó Checoslo-vaquia sin pelear, enteramente por suasión armada, mas los alemanesse vieron obligados a invadir Polonia. Pero aparte del daño infligido enel proceso, en última instancia no hubo mayor diferencia, porqueambas naciones permanecieron cautivas. En otra vertiente, podemosnotar la equivalencia entre los resultados de la exitosa defensa deCorea en la contienda de 1950-1952, y la protección igualmente exitosapero mucho menos costosa durante los años transcurridos desde en-tonces, mediante suasión armada. El ejemplo coreano es especialmenteinstructivo, no porque tipifique el funcionamiento de la disuasión, sinoprecisamente porque no lo hace: en el contexto coreano, el punto devista distorsionado y casi mecánico de la disuasión como acción de unomismo, en lugar de respuesta política intencional, no es tan mal in-terpretadacomo resulta usual, de modo que la magnitud de la distorsiónhabitual queda totalmente en descubierto.

En primer lugar, la percepción del peligro que emana de Corea delNorte no es una amenaza teórica, derivada de cómputos del potencialmilitar enemigo bajo premisas seleccionadas y sutiles conjeturas, talescomo las hipotéticas circunstancias en que una hipotética conducción

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política podría decidirse a atacar. Empero, el peligro se manifiesta enforma física inmediata: gran parte del enorme ejército norcoreano estádesplegado muy cerca de la frontera, visiblemente listo a atacar.Respecto a la intención invasora de los jerarcas norcoreanos, como handeclarado a menudo a través de los años, confirmándolo persuasivamentemediante preparativos reales de invasión (incluso cavando túneles pordebajo de la línea desmilitarizada), ataques de fuerzas especiales, yreiterados atentados para asesinar funcionarios surcoreanos, (11)forma de guerra que aun los Estados árabes e Israel han evitadoconstantemente, a pesar de otros excesos. Además, el punto de vistasurcoreano sobre la amenaza no es una construcción mental egocéntri-ca impuesta para controlar energías hostiles que podrían dirigirse enotras direcciones. Nada más que por razones geográficas, las fuerzasnorcoreanas sólo podrían combatir en gran escala hacia el sur, y nosatisfacen ningún otro propósito exterior.

Así que la amenaza norcoreana puede realmente describirse conprecisión por esa palabra, porque es continua y sólo puede dirigirsehacia una dirección específica, tal como siempre lo supone la perspec-tiva mecánica de la disuasión, y es tan raro que se dé el caso. Desde vaque normalmente no hay un peligro continuo, sino una posibilidad quepodría materializarse en las hipotéticas circunstancias de una severacrisis; no existe definición en cuanto aforma, intensidad o dirección, asíque tampoco habría una réplica claramente apropiada; por lo tanto, seplanifica sobre la base de amenazas teóricas que a veces correspondena casos límites. (12)

En el caso coreano, hay otro aspecto en que la disuasión resultainusual. Pese a que persiste la posibilidad del bombardeo, incluso conarmas nucleares, para imponerle un castigo a Corea del Norte despuésdel hecho, lo que realmente disuade la invasión es la posibilidad de unadefensa exitosa de Corea del Sur. Todo potencial defensivo tiene in-herente un elemento de disuasión por negación, al contrario de ladisuasión por castigo (o "represalia"), así como existe en forma inhe-rente un elemento de persuasión en el potencial ofensivo. Pero ambosmodos de intención disuasiva se diferencian en principio, y ello puedereflejarse en la composición detallada de las fuerzas.

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Una política de disuasión mediante negación parece a primera vistasiempre preferible a la alternativa de disuasión por castigo, no sólopara el caso particular de Corea, sino como cuestión de principio.También es aplicable para la Alianza en Europa, que por ahora confíaen una combinación de la negación que ejercen inicialmente las fuerzasfrontales y luego las armas nucleares del campo de batalla, y el castigoinfligido por las fuerzas nucleares de largo alcance norteamericanas,británicas, e implícitamente francesas. En forma semejante, una po-lítica de disuasión no nuclear por negación parece aún más claramente

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preferible en principio a la disuasión por castigo nuclear. Sin duda, tales la meta de las diversas propuestas de defensa no nuclear de laAlianza que hemos examinado.

En primer lugar, bajo una política disuasoria por negación todos losrecursos militares disponibles pueden emplearse para proveer ladefensa más efectiva contra la invasión. Si esos preparativos disuadende intentarla, tanto mejor; de lo contrario, todavía se puede resistir lainvasión físicamente con plena fuerza. En otras palabras, ningúnrecurso militar tiene que distraerse del esfuerzo defensivo para man-tener fuerzas de represalia, quizá de gran capacidad destructiva perode escaso valor para resistir físicamente a fuerzas enemigas queavanzan (aunque sirven para castigar a quienes las enviaron).

Segundo, la disuasión por negación no necesita confiar en el tenuecálculo psicológico que constituye el mecanismo esencial de la disua-sión por castigo. En su formulación clásica, para lograr disuadir elcastigo debe ser verídico y capaz de infligir "daño inaceptable";:'Apartede sus requisitos físicos, o sea la aptitud para replicar después de unataque, la certeza del castigo implica también una inversión peculiar,e indudablemente paradójica, en las características habituales devíctimas y agresores. La víctima tiene que proclamar su decisión,deatacar con el máximo poder destructivo, y como se espera la correspon-diente represalia, debe actuar realmente con temeridad, casi de mane-ra autodestructiva, para lograr disuadir. En cambio, el agresor tieneque mostrarse prudente para ser disuadido, y de ningún modo debe serautodestructivo. En el caso de la Alianza Europea, un conjunto depaíses democráticos a la defensiva, la simulación de una personalidadcolectiva temeraria es especialmente dudosa, y sus miembros nu-cleares individuales no se hallan mucho mejor situados al respecto.

Además, la formulación clásica deja abierta la cuestión de qué ycuánto daño será considerado inaceptable, y por quién. Los blancos deuna fracasada defensa por negación son obvios: las fuerzas invasorasque deben ser derrotadas en la batalla. Pero ¿cuál es el blanco apropia-do para el castigo? Los más fáciles son las ciudades, que puedenatacarse con fuerzas mínimas, elementales e imprecisas. Sin embargo,ello significa matar civiles inocentes/cosa especialmente difícil en elcaso de la confrontación de la Alianza con una dictadura burocrática ala que no haría ninguna falta la aprobación popular de una invasión.La industria en general tiene alguna relevancia militar si la guerra esprolongada. Asimismo, ofrece blancos que demandan apenas un pocomás de precisión y cantidad de armas que las ciudades. Pero a losefectos prácticos, también el ataque a industrias normalmente signi-fica el ataque a la población, porque los blancos serán áreas específi-cas, más que plantas individuales. Luego se hallan las instalaciones,fuerzas y bases militares, que resultan menos inocentes y más rele-

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vantes para la invasión en marcha, pero asimismo mucho más dificiles,exigentes, hasta el punto de que podría ser imposible diferenciar entreuna fuerza de castigo y otra con la misión de efectuar un primer golpe.Finalmente, se encuentra la misma conducción nacional, o sea la sumade las sedes políticas y militares, los centros de comando y de comuni-caciones. Esos blancos no son inocentes, y no sería muy complicadomantener fuerzas de castigo con la precisión requerida para la tarea,que no tendrían que ser demasiado numerosas para un primer golpe.No obstante, si la conducción es atacada, no hay posibilidades denegociar el término de la guerra. En realidad, no se cumplirían lospropósitos de la estrategia, porque presumiblemente se disiparía lamoderación remanente una vez que se ataque en forma directa aquienes tendrían que ejercerla.

Surge entonces la cuestión de la magnitud del castigo. Hemos vistoque debe ser suficientemente grande para que resulte inaceptable, pero¿cuánto significa eso y para quién? Próximo al fin, Hitler declaró quela destrucción de la nación alemana era aceptable y hasta deseable,porque los germanos se habían mostrado decadentes al fallarle enganar la guerra. Stalin nunca llegó basta el borde de la autodestruc-ción, pero no sólo consideraba aceptable la muerte de varios millonesde sus compatriotas, sino que buscó deliberadamente ese resultado. Enforma semejante, Mao aprobó la matanza de decenas de millones, masno en guerra como Stalin sino con posterioridad a ella, así que esosmillones de chinos muertos por poseer media hectárea siguieron conpocos años de diferencia a muchos otros matados en guerra por elsimple hecho de ser chinos. Hitler, Stalin y Mao han tenido susrespectivos imitadores en África, y recientemente, Pol Pot de Camboyafue digno émulo de los tres.

Entonces ¿cuál es la amenaza que excede el límite de lo aceptable?Aquí la paradoja resulta vital, y no es sencillo descartarla: son precisa-mente los Hitler, los Stalin, los Mao y los Pol Pot quienes deben serdisuadidos, no almas tiernas que de cualquier manera encontraráninconcebible la agresión; y tal clase de hombres es la única a la quepodría resultarle aceptable pagar un precio terrible por su aventura,mientras que su propio poder sobreviva, y acaso si tampoco ocurre.Como los moderados quedan totalmente excluidos de esta considera-ción, Hitler, Stalin, Mao y Pol Pot no son casos poco representativos quepueden pasarse por alto. Tipifican a los personajes que deben serdisuadidos, y resulta claro que solamente el ataque contra blancos dela conducción nacional les resultará inaceptable. Pero si se ataca a losjefes, como vimos, se anula toda esperanza realista de disuasión paradetener una guerra antes que su destrucción exceda todo límite.

En cuanto a líderes y grupos gobernantes menos sanguinarios, paraquienes, por ejemplo, la destrucción de algunas de sus ciudades sería

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inaceptable en circunstancias normales, puede que tampoco se disua-dan por ese castigo en el curso de una crisis intensa. La prudenciapuede socavarse por la misma dinámica del proceso de compromiso,cuando cada bando maniobra hacia posiciones desde las cuales laretirada es emocionalmente dificultosa y políticamente peligrosa. Lascrisis son raras, especialmente aquellas con gran contenido emocio-nal,* pero hay que repetir que la disuasión no se requiere para épocasde normalidad, sino precisamente para tiempos anómalos en que aúndirigentes bastante razonables pueden actuar irrazonablemente.

Contra todos los graves defectos de la disuasión nuclear por castigo;la disuasión no nuclear por negación tiene una deficiencia: fracasa, omejor dicho ha fracasado a menudo y puede fracasar nuevamente,simplemente porque el agresor llega a la conclusión, correcta o errónea,de que puede ganar. Por supuesto que también puede perder, pero paraello se hace necesario pelear y sufrir una guerra, que la disuasión porcastigo pudo evitar, aunque a riesgo de una falla catastrófica.

DISUASIÓN NUCLEAR EN EUROPA

En Corea, la demografía y la geografía facilitan la defensa en unfrente estrecho muy sólido. Pero en el caso de Europa la relación defuerzas terrestres no resulta favorable a la defensa, y las ventajas delcampo de batalla y del poder aéreo no son suficientes para compensarel déficit, si se incluyen las defensas aéreas soviéticas en la evaluación.Aunque la Alianza incrementara notablemente sus fuerzas, todavíaestaría en desventaja al nivel estratégico del teatro, como vimos,porque debe proveer defensa adelantada en todo el territorio mientrasque los soviéticos pueden concentrar su ofensiva sobre sectores angos-tos del frente de su propia elección. Si se abandonara la defensaadelantada (paso que fracturaría la Alianza) y mejorara sustancial-mente la relación de fuerzas, la disuasión no nuclear por negaciónpodría todavía fracasar ante una evaluación diferente por parte de laconducción política y militar enemiga. Como lo han hecho otros antesque ellos, los jerarcas soviéticos podrían creer que un ataque sorpresivobien preparado derrotaría a fuerzas aliadas superiores a las actuales,y quizá tuvieran razón.

* Las crisis del período de posguerra que involucraron a los Estados Un¡ dos y tuvieronsuficiente gravedad como para plantear consideraciones nucleares, fueron las siguien-tes: Irán (1946), Berlín (1948), Corea (1951), Corea (1953), Quemoy-Matsu (1954),Indochina (1954), Suez (1956), Quemoy-Matsu (1958), Berlín (1959), Berlín (1961), Cuba(1962), Pueblo/Corea (1968), India/Paquistán (1971), Yom Ki ppur (1973). De todas ellas,únicamente las tres crisis de Berlín y la crisis de los misiles en Cuba entran sinambigüedades en esta categoría.

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Si la disuasión por negación es tan poco confiable, y la disuasión porcastigo está plagada de desconcertantes incertidumbres, no resultaasombroso que la Alianza haya intentado desde 1967 combinar ambasformas de disuasión. En realidad, se apoya en una combinación demedios: fuerzas frontales no nucleares e inadecuadas, un complementobastante vulnerable de armas nucleares del campo de batalla (tambiéncon propósitos disuasivos por negación), un dispositivo de fuerzasnucleares de alcance limitado al teatro y asimismo bastante vulnera-bles, y las fuerzas nucleares norteamericanas de gran alcance, sin du-da enormes y mucho menos vulnerables que las demás, pero sin lacerteza de que serán utilizadas en beneficio de Europa.

Lo que parece un cúmulo de insuficiencias es congruente con lalógica paradójica. Precisamente porque las defensas frontales no nu-cleares son inadecuadas resulta creíble el emt)leo de armas nuclearesdel campo de batalla. En el curso de un combate desesperadamenteperdido, con las columnas invasoras quebrando después de varios díasde lucha la denodada resistencia, es plausible el disparo de artilleríanuclear y de misiles nucleares de corto alcance. En cambio, si fuerzasde defensa frontal más poderosas pudieran contener a la oleada inicialde invasión, dando lugar a una pausa deliberativa, los gobiernosaliados probablemente no serían capaces de resistir la oposición al usode armas nucleares, aunque el arribo pendiente deformaciones sovié-ticas del segundo escalón lo haga necesario. Por otra parte, si lasfuerzas no nucleares de defensa frontal se robustecieran mucho más delos que son, haciendo innecesario el empleo de armas nucleares, laUnión Soviética dejaría de planificar para obtener una rápida victoriano nuclear y se revertiría a la estrategia de la década de 1960, basadaen el uso prematuro de sus propias armas nucleares del campo debatalla para abrir brechas en el frente.

Por lo tanto, en la misma forma paradójica usual, si el poderío de lasfuerzas no nucleares de la Alianza se incrementara más allá del puntoculminante de una defensa que puede detener intrusiones y a unaofensiva que no comprometa a la totalidad de los efectivos, el resultadosería la debilitación de la disuasión, al reducir la credibilidad delempleo de las armas nucleares del campo de batalla. Entonces, si lapotencia de las fuerzas no nucleares es incrementada hasta nivelesmucho mayores para resolver el problema sin necesidad de utilizararmas nucleares, no será ése el resultado, sino que por el contrario seasegurará su uso, pero por iniciativa soviética. Por supuesto que laUnión Soviética tendrá mucho que perder en el proceso, particular-mente la posibilidad de obtener una clara victoria no nuclear, pero ellosólo adquiere significado si se cree que podría atacar a la Alianza luegode una cuidadosa evaluación, y no presa de la desesperación. Entonces,es posible que el rechazo de los gobiernos aliados para mantener

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mayores fuerzas no nucleares refleje cierta conciencia, si bien pocosistemática, de la lógica paradójica de la estrategia, y no respondameramente a consideraciones económicas; de nuevo, más puede sermenos.

En forma serlejante, la vulnerabilidad de los misiles con alcancedentro del teatro y de los aviones de ataque nuclear de la Alianza no esnecesariamente una desventaja; tampoco lo es su limitado alcance, queno llega muy lejos dentro de la Unión Soviética. Como están las cosas,las armas nucleares aliadas en el teatro representan la amenaza delcastigo, lo que significa disuadir los ataques nucleares contra basesaéreas, puertos de entrada, centros de comando y otros blancos milita-res, incluyendo armas nucleares del campo de batalla. Pero ellas nollegan a las ciudades soviéticas en la forma en que sus contrapartesalcanzan a toda ciudad europea. Además, en una etapa de la guerra tangrave que el enemigo amenace a las ciudades para lograr que la Alianzano emplee sus propias armas nucleares para resistir la invasión, esaamenaza de última instancia no podría resultar negada por la amenazarecíproca de ataques aliados contra ciudades soviéticas sin gran riesgode precipitar un primer golpe contra las mismas armas nucleares delteatro.

Solamente las armas nucleares intercontinentales norteamerica-nas pueden representar una amenaza recíproca totalmente persuasi-va, porque poseen alcance, protección y abundancia como para destruirtodas las ciudades soviéticas aun después de absorber el pleno impactodel primer golpe. Es precisamente esta amenaza recíproca lo queespecificamente conforma la esencia de la garantía nuclear de losEstados Unidos a sus aliados europeos: las ciudades norteamericanascorren riesgos ante la amenaza a las ciudades soviéticas, para disuadira las amenazas soviéticas contra las ciudades europeas, lo que a su vezsirve para disuadir el uso de las armas nucleares de la Alianza contraun ejército invasor.

Por consiguiente, el regateo fundamental que sostiene la Alianza esel intercambio de la promesa europea de resistir la intimidación militarsoviética en tiempo de paz, y oponerse a la invasión en tiempo deguerra, a cambio de la promesa norteamericana de compartir el riesgode guerra nuclear en caso que los ataques nucleares excedan el marcodel campo de batalla. Las armas nucleares aliadas del teatro tienencapacidad para extender la guerra nuclear hasta la Unión Soviética,pero no son suficientes para contrarrestar toda amenaza nuclearcontra Europa. En consecuencia, hay simultáneamente un poderío yuna debilidad que sostienen la conexión de la supervivencia norte-americana y europea. Si las fuerzas nucleares del teatro fueran muchomás fuertes y autosuficientes, ello debilitaría el lazo de la Alianza. Mássería menos, como manda la paradoja.

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SUASIÓN NUCLEAR ASIMÉTRICA

Tal como lo revela por implicancia el inusual caso de Corea, en lamayoría de las circunstancias la disuasión no es más que la aplicaciónmecánica de lafuerza militar potencial contra una amenaza vigente deataque. En muchas ocasiones en que se dice que se obtiene disuasión,no hay una amenaza actual que sea evitada, sino apenas una posibili-dad, quizá remota, de que se concrete alguna vez. Por cierto que éste esel caso del eje central del equilibrio mundial del poder militar, elesfuerzo recíproco de suasión nuclear entre la Unión Soviética y losEstados Unidos.

Imágenes tales como "dos escorpiones en una botella", de Oppen-heimer, y el verdadero concepto del "equilibrio del terror" implicanamenazas simétricas para las respectivas poblaciones, mas en realidadpredomina la asimetría. Para la Unión Soviética, la amenaza de unataque nuclear norteamericano o de la Alianza contra blancos talescomo bases militares se convertiría realmente en un peligro en caso deun previo ataque soviético, quizá no nuclear pero de todos modosirresistible sin recurrir a esas armas, y dirigido contra intereses que losEstados Unidos no estén dispuestos a sacrificar. Una invasión deEuropa constituye el ejemplo más notorio, y una ofensiva a través deIrán hacia el Golfo Pérsico ha sido citada como posibilidad. Por otraparte, para los Estados Unidos la amenaza de un ataque nuclear so-viético contra blancos militares se convertiría en peligro sólamente encaso de un previo ataque nuclear norteamericano contra blancos so-viéticos tales como bases militares, en el contexto de una derrotainminente en Europa o en algún teatro de guerra de ultramar.

Sería recién en una segunda, etapa que los ataques nucleares contraciudades se convertirían en peligro inminente, con localidades norte-americanas y europeas bajo amenaza soviética para disuadir a losEstados Unidos y sus aliados de lanzar más ataques nucleares (nocontra ciudades), y las ciudades soviéticas amenazadas por los EstadosUnidos para afirmar esa misma respuesta nuclear pero no dirigida aciudades. Entonces, la asimetría fundamental en fuerzas no nuclearesrige el intercambio de amenazas nucleares implícitas, paso a paso. Acausa de su debilidad no nuclear, la Alianza y los Estados Unidos quese encuentran a la defensiva, deben ser los primeros en plantearamenazas nucleares, aunque no contra ciudades. A su vez y por estamisma causa, la Unión Soviética, a pesar de dedicarse a la acumulaciónde potencia militar de empleo operacional, ha de ser la primera enamenazar con ataques nucleares contra ciudades norteamericanas yde la Alianza.

La secuencia esquematizada hasta aquí no se refiere explícitamentea la etapa intermedia de amenazas recíprocas "contra fuerzas", que es

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en realidad el motor de la competición nuclear norteamericano-sovié-tica. Porque la mayoría de las armas nucleares de cada uno estánapuntadas a las del otro, y para esta función se producen los misilesmás precisos y las cabezas más grandes. Pero tampoco existe simetría,y la rivalidad no es estimulada por insensatos deseos de supremacía,sino por motivos más importantes. El propósito principal de la amena-za soviética contra fuerzas nucleares norteamericanas, especialmentecontra misiles de alcance intercontinental, es disuadir de su usoselectivo (en respuesta a una invasión no nuclear soviética o de ataquesnucleares contra blancos militares en ultramar), amenazando su des-trucción masiva si llega a ser empleada alguna de ellas. De esta forma,la Unión Soviética busca la negación de toda flexibilidad en el uso defuerzas nucleares norteamericanas de alcance intercontinental, eli-minando en consecuencia su utilidad, excepto para autodefensa.(Ningún ataque contra fuerzas soviéticas podría privar a los EstadosUnidos de un residuo posible de armas en buen estado de funciona-miento ampliamente suficiente para destruir ciudades.) El propósitoprincipal de la amenaza norteamericana contra armas nuclearessoviéticas de alcance intercontinental es precisamente afirmar su usoselectivo, amenazando con neutralizar los ataques contra fuerzas aldestruir a su vez las armas soviéticas.

Así es como se desarrolla principalmente la competición nuclear,teniendo en cuenta la libertad de acción de los Estados Unidos paraemplear algunas armas nucleares en forma selectiva y no contraciudades. De no haber sido por los requerimientos de designación deblancos contra fuerzas del otro bando, las capacidades nuclearesintercontinentales de ambas superpotencias posiblemente no hubie-ran crecido tanto, ya que en la actualidad poseen casi veinte mil cabezasentre las dos. (13) Porque si las mismas armas nucleares fueraneliminadas de las listas de blancos, sencillamente no quedarían blan-cos que valieran la pena para la mayoría de las bombas y misilesintercontinentales hoy disponibles.

Así que parecería existir una solución sencilla y unilateral por partede los Estados Unidos en la carrera armamentista: renunciar al uso dearmas nucleares intercontinentales excepto en caso de previo ataquesoviético contra su territorio, y entonces utilizarlas contra ciudades. Aldeclarar esa política, los norteamericanos podrían proceder directa-mente a eliminar unilateralmente sus armas intercontinentales hastauna mera fracción de sus existencias actuales, o sea la cantidad re-querida para lanzar un segundo golpe contra ciudades. Tomando encuenta a lo sumo cincuenta ciudades, dejando un margen saludablepara un posible ataque prematuro de los soviéticos y para fallastécnicas, harían falta algo así como quinientas cabezas nucleares,distribuidas para mayor seguridad entre bombarderos y misiles, decrucero y balísticos, basados en tierra .y en el mar. De este modo, una

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política norteamericana de "renuncia al primer uso" podría repararrápidamente las consecuencias de varias décadas de acumulación; másde diez mil armas intercontinentales serían desmanteladas, exceptounas quinientas. Y sin que se requiriera un acuerdo negociado, lamayoría de las armas soviéticas serían a su vez desmanteladas oportu-namente, o simplemente no se las reemplazarían al deteriorarse,porque ya no tendrían blancos rentables. (14)

Lo que impide esta fácil solución es la misma estructura del equi-librio militar, en la cual es únicamente la amenaza asimétrica norte-americana de usar armas nucleares en forma selectiva como réplica deun ataque soviético aunque no sea nuclear, lo que enlaza el poderíonuclear con el no nuclear, permitiendo que el primero compense ladebilidad del último. Es asimismo esa amenaza de uso selectivo enrespuesta a un golpe soviético, aun contra blancos no norteamericanos,lo que engloba la conexión voluntaria entre los Estados Unidos y susaliados europeos, anulando la proximidad natural y territorial con laUnión Soviética, que de otro modo sería decisiva. El relativamentepequeño número de cabezas involucradas cobra así un significado quetrasciende totalmente esa cantidad. Ellas son la pequeña causa de lagran competición contra fuerzas que ha resultado en los enormesinventarios nucleares de hoy. Pero esa pequeña causa no puedeeliminarse sin que tengan lugar efectos aún mayores sobre el equilibriomilitar general y sobre la conexión con la Alianza, que simultáneamen-te arriesga a los Estados Unidos y hace que su poderío sea relevante enla escena mundial. Una vez más, se revela la confusión que produce elrazonamiento lineal en el reino paradójico de la estrategia: si fuera lameta de los Estados Unidos lograr una drástica reducción del tamañode los respectivos inventarios nucleares hasta niveles anteriores a laspautas actuales, solamente lo conseguirían incrementando sus propiasfuerzas no nucleares, si todo lo demás -e incluso la Alianza-perma-nece igual.

La guerra nuclear es imaginada con frecuencia como una sola de susformas posibles, una inexorable escalada de pasos y contrapasos quealcanza en una última etapa el ataque generalizado sobre las respec-tivas poblaciones. En esa extrema situación, el efecto condicionarte dela lógica paradójica es asimismo extremo: el empleo del poderío nuclearde esa manera sobrepasa en forma tan exagerada el punto culminantede utilidad, que el resultado evoluciona a una completa inversión,siendo equivalentes los ataques más devastadores al que no se hubieraefectuado ninguno, desde el punto de vista de cada atacante-víctima. Alos fines prácticos, una vez cumplido el propósito de destruir todos loscentros poblados de tamaño suficiente para recibir una cabeza nuclear,ninguno de ambos bandos podría obtener el menor beneficio de lacatástrofe mutuamente infligida, aunque quedaran sobrevivientesinteresados en evaluar el asunto.

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CAPÍTULO 14

ARMONÍAS Y DESARMONÍAS EN LA GUERRA

Puede que hayamos comprobado que noexiste una armonía automática entre los niveles verticales de laestrategia, pero todavía tenemos que enfrentar el verdadero significa-do y las implicaciones de la desarmonía. Cuando un arma es técnica-mente ineficiente, tácticamente inadecuada, de escaso valor operacional,y casi inefectiva al nivel de estrategia de teatro, podemos predecir contoda seguridad lo que sucederá al nivel definitivo de la gran estrategia,donde esa arma en particular, junto con todo lo que existe en las fuerzasarmadas, logra su efecto final dentro del contexto mucho más amplio detodas las transacciones del Estado con el mundo exterior, en paz y enguerra. Sometida a errores de evaluación ajenos y también al engañodeliberado y exitoso, esta arma debiera agregar muy poco a la suasiónque el conjunto de las fuerzas armadas confían que se provoque. Ysujeta a todas las contingencias del combate, el arma no hará muchomás para incrementar las probabilidades de lograr la victoria.

Obviamente, una secuencia armónica de éxitos tendrá el efectoopuesto, cuyo mayor o menor significado al nivel de gran estrategiadependerá del enfoque del asunto en el contexto de la época. Cuando seintrodujo por primera vez la humilde bayoneta a fines del siglo XVII,causó no obstante perceptible diferencia, porque permitió que todos lossoldados de infantería fueran provistos de armas de fuego. Hastaentonces, cada formación de infantería debía tener cierta proporción depiqueros encargados de rechazar las cargas de caballería mientras losmosqueteros atendían a la lenta recarga de sus armas. El ejércitofrancés fue el primero en dar uso generalizado al nuevo artefacto, yrealmente le ayudó a ganar batallas en un principio, porque suinfantería tenía mayor potencia de fuego que la tropa enemiga equiva-lente, donde todavía unos cuantos soldados arrastraban la robustapica.

Sin duda, esta última también contaba con defensores, pero esevidente que no constituían un grupo social suficientemente poderosocomo para salvar lo viejo obstaculizando lo nuevo, como cierta vez los

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mamelucos egipcios salvaron sus espaldas resistiendo la introducciónde armas de fuego.

Sobretodo, la innovación era totalmente compatible con las tácticas,métodos operacionales y estrategias de teatro sin efectuar cambioalguno, ni tampoco en la organización regimental previa. Los ex pi-queros podían ser adiestrados rápidamente para convertirse en mos-queteros, y, los mayores requerimientos producidos resultaban insigni-ficantes en una época en que cien tiros por cabeza alcanzaban conamplitud para toda una campaña. Por lo tanto, el adelanto técnico nofue refutado ni aminorado en los niveles superiores de la interacciónvertical, y sus efectos pudieron manifestarse completamente al nivel degran estrategia, hasta que la bayoneta fue en su debido momento

adoptada universalmente, y la ventaja francesa quedó así anulada.En nuestro siglo, la instalación de la red de estaciones de radar

británica ("chain home") para la batalla de Inglaterra de 1940 tuvoresultados similares. La tarea de la defensa aérea no cambió al nivel deestrategia de teatro, y no hubo diferencia entre los niveles operacionaly táctico; ocurriera o no alguna intercepción como resultado de ladetección previa por el radar, tanto la misión en sí, como la naturalezade las maniobras de combate y el trabajo en equipo de escuadrones ygrupos era exactamente el mismo. Una vez más, la innovación técnicano fue estorbada en los tres niveles superiores de la estrategia, y nue-vamente su efecto se puso totalmente de manifiesto al nivel de granestrategia, en forma de ganancia numérica. Como se los podía enviara donde se los necesitara de acuerdo con la información del radar, loscazas de la Real Fuerza Aérea no tenían que patrullar los cielos enbusca de incursores enemigos. En cambio, permanecían en tierra hastaque se los dirigía hacia sus blancos desde la central de situación delComando de Cazas, que recibía información del radar. La Luftwaffepudo ser resistida a plena. capacidad, con todas las máquinas reabas-tecidas y alistadas, y los pilotos descansaban mientras el combate lopermitía. Así como el número de mosqueteros franceses fue incremen-tado efectivamente gracias a la bayoneta, también la cantidad de cazasbritánicos listos para volar resultó aumentada por el radar, cuyasconsecuencias técnicas se elevaron hasta el nivel de gran estrategia,muy merecidamente.

¿Pero qué hay acerca de la desarmonía? Ya la hemos visto en formasimple y definitiva cuando lo conseguido en un nivel era totalmentedesvirtuado en el siguiente, como en el caso de la mitrailleuse francesade 1870, significativa innovación técnica cuyo efecto resultó nulo anivel táctico por razones organizativas auto rrepresoras. El resultadode tan extrema desarmonía fue que el arma no logró el menor efecto quefuera perceptible al nivel de gran estrategia. Especialmente en loreferente a nuevas armas, esa negación absoluta no es demasiado rara;

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RESULTADOS: LA GRAN ESTRATEGIA

la innovación técnica y el cambio organizativo marchan a diferenteritmo, llevados por impulsos diferentes, y es muy fácil que se produzcaentre ambos una disonancia fatal y perdurable.

Pero existe una experiencia mucho más frecuente, que quizá sea elpredicamento normal de quienes trabajan en el reino de la estrategia;se trata de una desarmonía mucho más sutil y mesurada, que noconsiste en la negación absoluta sino en una compenetración del éxitoy del fracaso. En los términos de nuestra imagen anterior de laestrategia, el oleaje en sentido contrapuesto de la acción y reacción acualquier nivel, puede inmiscuirse en niveles inferiores y superiores,en extremos de éxito y fracaso.

COMPENETRACIÓN ENTRE NIVELES DURANTELA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Consideremos un caso clásico de desarmonía en la historia militarreciente: aquél de la fuerza expedicionaria germana que luchó en Áfri-ca del Norte al promediar la Segunda Guerra Mundial. Para la épocaen que el teniente general Erwin Rommel fue enviado a Trípoli, capitalde Libia italiana, en febrero de 1941, con apenas una división mecani-zada, Hitler ya había decidido que la conquista de Egipto no valía lapena; para entonces se hallaban muy avanzados los preparativos parael Plan Barbarossa, la invasión de la Unión Soviética. (,1) En conse-cuencia, la misión de Rommel quedaba estrictamente limitada: teníaque ayudar a los italianos a resistir la ofensiva británica que aparen-temente se encontraba a punto de expelerlos de su colonia de África delNorte (un desastre que hubiera lesionado el prestigio del Eje), pero nodebía avanzar hacia Egipto. Incluso la reconquista de Cirenaica, ex-tensa y despoblada mitad oriental de Libia, no estaba siquiera previstahasta el otoño siguiente.

Difícilmente hubieran sido necesarias órdenes tan restrictivas. Lafuerza de Rommel era demasiado pequeña para iniciar alguna acciónofensiva; él nunca había estado en la región, y por consiguiente carecíade experiencia bélica en el desierto. Además, el ejército alemán estabatotalmente falto de preparación para ambiente tan duro, y ni siquieracontaba con equipo imprescindible ni adiestramiento adecuado. (2)(Los vehículos carecían de filtros de arena, y los germanos ignorabanque una dieta magra en grasas era esencial para mantener saludablea la tropa en el tórrido clima del desierto). (3) El Alto Comando delEjército Alemán (OKB) ya había evaluado que una ofensiva destinadaa conquistar Egipto requeriría por lo menos cuatro divisiones blinda-das can su correspondiente apoyo aéreo; pero no se podía privar de ellasa Barbarossa, y de todos modos no sería posible abastecerlas mediante

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el escaso transporte motorizado a través de la extensión libia, a lo largode un único camino, la Vía Balbia, que seguía la costa por más de milseiscientos kilómetros entre Trípoli y la frontera egipcia. (4) Además,la travesía desde los puertos de embarque italianos era precaria,porque constantemente daban cuenta de algunos barcos los submari-nos británicos y los aviones basados en Malta. Finalmente, la capaci-dad de descarga en el único puerto de Trípoli era insuficiente para eltonelaje que se hubiera requerido. (5)

A nivel de la estrategia de teatro, los británicos se encontraban enuna posición totalmente superior. La región que controlaban se exten-día a través de Egipto hasta Palestina, Transjordania, Iraq y el GolfoPérsico hacia oriente, y a través de Sudán hacia el sur, todo el caminodesde El Cairo hasta Ciudad del Cabo. Además, las fuerzas británicascon sus contingentes indios, australianos, neozelandeses y sudafrica-nos, ya eran mucho mayores que lo que pudieran enviar los alemanes,aun antes de Barbarossa, y en general la calidad de sus tropas erasuperior a la de las fuerzas italianas que tenía Rommel. La ventajabritánica era todavía mayor en cuanto a abastecimientos, con una víamarítima larga pero segura alrededor del Cabo de Buena Esperanza,buenos puertos de acceso en ambas cabeceras del Canal de Suez,buenos caminos y ferrocarriles desde el canal hasta El Cairo y Alejan-dría, bases y arsenales bien equipados, y amplio transporte motorizadosin problemas de falta de combustible. Por lo tanto, a nivel de estrategiade teatro, dados los medios con que podía contar Rommel, no podíaesperarse más que un esfuerzo defensivo limitado.

Rommel arribó a Trípoli el 12 de febrero de 1941, con un pequeñoestado mayor y el título de Comandante en Jefe de las tropas alemanasen Libia. (6) Dos días después, barcos de transporte de tropas trajerona los batallones de reconocimiento y antitanque de la Quinta División"Ligera", unos 2000 hombres en total, con cañones y vehículos blinda-dos, pero sin tanques; a pesar del peligro de ataque aéreo, Rommelordenó que los buques se descargaran durante la noche, bajo reflecto-res. Al día siguiente, 15 de febrero, la pequeña fuerza alemana desfilópor las calles de Trípoli antes de dirigirse directamente hacia el este.Los británicos habían tomado Bengasi, capital de la mitad cirenaica deLibia, a mil kilómetros de Trípoli, y habían seguido unos 150kilómetrosdesde allí, pero no mostraban intenciones de continuar avanzando (lacampaña griega estaba por comenzar, y se estaban retirando unidadesbritánicas para llevarlas a Grecia). Rommel podría haber cumplido sumisión sin necesidad de atacar. Se suponía que entonces habría deesperar por la segunda división que se le había prometido, la Decimo-quinta Panzer que arribaría en mayo, antes de iniciar cualquierofensiva; además, ni siquiera estaba previsto que fuera más allá deAgedabia, en las puertas de Cirenaica, sin que se le ordenara.

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Rommel no obedeció: sin aguardar el acopio de abastecimientos, niarreglar su transporte, ni detenerse para aclimatar las tropas, condujosu pequeña fuerza hacia adelante a la mayor velocidad posible. El 26de febrero de 1941 se encóntraron por primera vez con los británicos yse produjo una escaramuza, a 750 kilómetros al este de Trípoli. Unasemana después llegó el único regimiento Panzer de la Quinta División,con unos cincuenta tanques en total. También desfilaron por las callesde Trípoli antes de ser enviados directamente al este. Un mes mástarde, el 2 de abril de 1941, Rommel libraba su primera batalla paraconquistar Agedabia, a 800 kilómetros al oriente de Trípoli, en la basede la gran saliente que conforma la península cirenaica, en poder defuerzas británicas desplegadas a lo largo del camino costero, dondecomenzaban las huellas del desierto que atravesaban la saliente haciala costa cercana a Egipto, y presumiblemente allí se detendría.

Actuando directamente en contra de una orden del mismo Hitler, (7)Rommel dividió su reducido ejército de una sola división para presionarla retirada británica a lo largo del interminable camino costero;mientras tanto, una fuerza más poderosa fue enviada por los rocosossenderos de camellos a través del desierto. En realidad, Rommel noenviaba sus tropas, sino que las dirigía en persona, a menudo viajandoen un coche abierto a la cabeza de la columna, aunque la Quinta teníasu propio comandante que era perfectamente competente. Dos díasdespués, el 4 de abril de 1941, los alemanes que avanzaban por la costallegaron a Bengasi, capital de Cirenaica a mil kilómetros de Trípoli, yel día 9 la fuerza de envolvimiento emergió del desierto para quedarfrente a Tobruk, puerto de Cirenaica oriental que era entonces laprincipal base británica, a 1600 kilómetros de Trípoli. Se suponía queRommel estaba todavía en esa capital esperando el arribo de susegunda división. Para alcanzar el camino costero y Tobruk con tantarapidez, hábía llevado sus fuerzas mucho más allá del punto de rupturade sus incipientes líneas de abastecimiento que se originaban enTrípoli. Sus unidades obtenían el combustible mandándolo a buscarcon los escasos camiones de transporte de tropas disponibles, y mástarde mediante captura; para entonces, lamitad de los tanques estabandescompuestos a lo largo de la ruta, los hombres se hallaban tancansados que apenas podían quedarse despiertos, y la fuerza entera, yamuy pequeña, se encontraba dispersa por todo el desierto.

Pero la acción paradójica obtuvo su recompensa, justo antes de quela ofensiva se derrotara totalmente a sí misma por sus excesos. Comolos alemanes se habían desplazado mucho más rápido y más lejos de loesperado, (8) todas las fuerzas británicas en Cirenaica, al oeste deTobruk, fueron sobrepasadas y obligadas a retirarse presas del pánico,y allí abandonaron equipo en abundancia, más que el disponible por losalemanes en un principio, además de*grandes cantidades de comida;

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combustible y munición. Una y otra vez, pequeñas fuerzas germanas deinfantería motorizada y artillería, con apenas un puñado de tanques,emergerían inesperadamente del desierto para sorprender, capturar,destruir o dispersar columnas de camiones, trenes de artillería yunidades de infantería que se retiraban por la ruta costera. Lasunidades blindadas británicas; aunque numéricamente superiores,nunca parecían hallarse en el lugar ni en el momento correctos paraapoyar a la infantería y la artillería; y caerían presa de los cañonesantitanques alemanes cuando atacaban por sí mismas, sin ayuda deinfantería ni artillería. (9)

Queda claro que el método de conducción de Rommel y su francodinamismo le conferían una enorme ventaja a nivel operacional. Con supresencia, los alemanes podían actuar con mayor velocidad que losbritánicos, tal como el mejor piloto de caza con el mejor avión puedegirar dentro del círculo del oponente desprevenido en un combateclásico, dispararle desde su cola con impunidad y luego volver para unnuevo ataque, mientras el rival está todavía tratando de reaccionar delprimero. La ventaja alemana a nivel operacional les hizo recorrer unlargo camino para compensar su gran desventaja a nivel de estrategiadel teatro, y esta compenetración del éxito de un nivel con el siguien-te sirvió para modificar el resultado que razonablemente era deesperar.

Pero el avance temerario de Rommel en la primavera de 1941 nofinalizó con su entrada victoriosa en El Cairo, sino que entonVescomenzaron casi dos años de dramáticas ofensivas y precipitadasretiradas por parte de cada bando, a medida que uno y otro sobrepa-saban su punto culminante de éxito, hasta la postrera derrota alemanaen 1943. Si bien era importante la ventaja alemana a nivel operacionalen África del Norte, es evidente que nunca hubiera podido penetrarhasta el nivel de gran estrategia para lograr una victoria decisiva.Obviamente, la razón estriba en que toda la campaña no fue más queuna mera actividad lateral dentro del amplio contexto de la guerramundial. Su resultado sería determinado por lo que ocurriera en losteatros bélicos primordiales: el frente oriental, donde los alemanestenían cien veces más tropas; Europa Occidental, en menor gradodespués de los desembarcos en Normandía; los teatros asiáticos y delPacífico que absorbían el poderío adicional norteamericano; el teatrodel Atlántico Norte, donde la contienda entre el tránsito marítimoaliado y los submarinos alemanes habría de determinar los suminis-tros de los cuales dispondrían los Aliados; y en los teatros aéreos sobrelos países del Eje, donde tendría lugar la guerra de los bombarderoscontra la industria.

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Éxito vertical y fracaso horizontal

Verdaderamente, aun aquellas luchas militares mucho más impor-tantes en la dimensión vertical, como la he denominado, estuvierondominadas por el fracaso consumado de Hitler como estadista, en ladimensión horizontal; un fracaso diplomático, de inteligencia y propa-ganda, que virtualmente aseguró la derrota a pesar de grandes éxitosmilitares, al congregar a las mayores potencias industriales del mundoen contra de Alemania y su distante aliado japonés. Hubiera requeridoun éxito excepcional en la dimensión vertical para poder sobrellevar lasconsecuencias de tan colosal error, pero un triunfo militar de tamañamagnitud era imposible por la inferioridad alemana en recursos ma-teriales, lo que a su vez era la más obvia consecuencia de su debilidaden la dimensión horizontal.

En la confluencia de ambas dimensiones, al nivel de gran estrategia,el éxito prematuro alemán y japonés en la dimensión vertical disminu-yó en un principio el efecto del error fundamental en la dimensiónhorizontal. Específicamente, la ocupación de la mayoría de EuropaOccidental y de las regiones del oeste de la Unión Soviética, con enormecapacidad industrial, así como la conquista japonesa de la producciónmalaya de caucho y estaño y de los yacimientos petrolíferos de lasIndias Orientales Holandesas, redujeron en forma correspondiente eldesequilibrio de recursos materiales originado por el fracaso de lapolítica exterior alemana y japonesa. Por consiguiente, a nivel de granestrategia durante la fase inicial de la guerra, la ventaja del Eje en ladimensión vertical derivada de los preparativos bélicos y la competen-cia superior, redujo la ventaja aliada en la dimensión horizontal, en lacual la exitosa cooperación de un gobierno conservador británico con laUnión Soviética de Stalin puede compararse con la gratuita declara-ción de guerra de Hitler contra los Estados Unidos luego de PearlHarbor, y de la propia colosal falla de cálculo de Japón que provocó elataque contra la flota norteamericana, cuando su objetivo era elsudeste de Asia.

A medida que los aliados movilizaban recursos humanos, con lagran mayoría de sus recursos materiales todavía intactos, su superio-ridad derivada del éxito en la dimensión horizontal comenzaba acondicionar las luchas militares en la dimensión vertical, en un teatrotras otro, impidiendo así que el Eje obtuviera mayores ganancias alnivel de gran estrategia. En una etapa posterior, la creciente idoneidadde soldados, marinos y aviadores aliados, el surgimiento de competen-tes conductores militares y el desarrollo de tácticas y métodos apropiados,privó a alemanes y japoneses de su previa superioridad en los nivelestáctico y operacional de la dimensión vertical, en una forma de guerratras otra, en un teatro tras otro.

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Al sumarse a su favor la calidad además de la cantidad, los aliadosya no volvieron a perder en el campo de batalla la ventaja que obteníanpor su superioridad en la dimensión horizontal. En la confluencia de lagran estrategia se estaba dando lo opuesto, con alguna reocupación deterritorios, algún daño a la industria alemana por el bombardeo, ymucho más tarde por la interdicción submarina del tránsito marítimojaponés. Así fue que los países que habían elegido los peores aliados yenfrentado los peores enemigos empezaron a perder todo lo que habíanganado anteriormente por medio de osadas agresiones que expresabanla conjunción del talento militar y la incompetencia de sus estadistas.Por último, las victorias finales de 1945 resultaron tan absolutas por losefectos mutuamente reforzados de la superioridad en ambas dimensio-nes: las fuerzas del Eje eran crecientemente sobrepasadas técnica,tácticay operacionalmente, y también se hallaban en grave declinaciónnumérica dentro de cada teatro bélico remanente a causa de las pérdidas previas en ese teatro en particular o forma de guerra, y por laspérdidas acumulativas de los demás teatros, cuya multiplicidad expre-saba su completo y continuado fracaso en la dimensión horizontal.

Pero ¿dónde se hallaba entonces la lógica de la estrategia ante talresultado? Por cierto que un único error de decisión no puede tener unefecto permanente en la dinámica continua de la gran estrategia.Después de todo, la creciente debilidad de alemanes y japoneses en ladimensión vertical debería haberlos beneficiado en la dimensión hori-zontal, como para desacelerar y hasta interrumpir la declinación. Amedida que los aliados estaban progresando hacia la victoria total enlos principales teatros, cuando el perfil de la distribución del poder enposguerra comenzaba a emerger, la misma alianza estaba próxima a lafragmentación; si la guerra hubiera simplemente continuado en igualforma, a su tiempo quedarían los Estados Unidos y Gran Bretañaenfrentados con la Unión Soviética en una nueva confrontación en laque cada bando tendría gran necesidad de alemanes y japoneses comoaliados.

Para la Unión Soviética, con su inferioridad técnica e industrial,eran imprescindibles los talentos industriales japoneses y alemanes.Para británicos y norteamericanos, serían las tropas alemanas y ja-ponesas las que harían la diferencia al enfrentarse con una potenciacontinental territorialmente tan importante como la Unión Soviética.Y ninguno de ambos bandos podría satisfacer sus esperanzas en elmundo de posguerra si Japón y Alemania eran completamente venci-dos y eliminados como potencias importantes. Era esta la apertura quelos estadistas alemanes y japoneses pudieron haber explotado, siambos regímenes no hubieran seguido previamente trayectorias tanextremas que ya no había arreglo posible. Si no hubiera sido por elefecto traumático sobre los norteamericanos del ataque a Pearl Harbor,

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con todas sus connotaciones que el racismo amplificó; sino hubiera sidopor el efecto causado en el mundo entero de todo lo que los nazishicieron, japoneses ,y' alemanes pudieron haber regateado su poderíoremanente y su potencial futuro, para inducir a uno u otro bando afirmar la paz por separado. De tanta magnitud fue el colapso del artede gobierno en Berlín y Tokio, que ni siquiera lo intentaron seriamente,pese a que Japón logró mantenerse en paz con la Unión Soviética hastalas mismas vísperas de la rendición.

Parece que Stalin estaba bastante seguro de que los británicos seesforzarían para persuadir a los cándidos norteamericanos para esta-blecer una alianza con la Alemania nazi antes de que su derrota fueracompleta y su apoyo contra la Unión Soviética careciera de sentido.Desde el punto de vista de Stalin, era simplemente ilógico que losangloamericanos entraran en la próxima confrontación sin asegurarseuna alianza valiosa que podían obtener con tanta facilidad; él mismo sehabía estado preparando para el nuevo conflicto de posguerra al menosdesde 1943, y había tolerado los crímenes nazis sin dificultad paraconcretar una provechosa alianza con Alemania en 1939. Por lo tanto,asumió que británicos y norteamericanos harían lo. que él hubierahecho en su lugar, probablemente ocultos tras la hoja de parra de unnuevo gobierno militar germano que derrocaría a Hitler mientrascontinuaba la guerra, pero solamente contra la Unión Soviética. Estoexplica por qué la noticia del abortado golpe militar contra Hitler del20 de julio de 1944 apenas causó suspicacias soviéticas, como lo hicie-ron los contactos británicos o norteamericanos con oficiales alemanes(que probablemente tuvieron lugar durante las últimas semanas deguerra, juntamente con negociaciones de rendición localizadas).*

Stalin estaba equivocado al sospechar de norteamericanos y britá-nicos, pero perfectamente correcto en su consciente entendimiento dela lógica de la estrategia. La alianza norteamericana con alemanes yjaponeses se materializó exactamente como él (y Hitler en sus últimosdías) había esperado, sólo que mucho después del fin de la guerra, y yael carácter político de los nuevos socios había cambiado totalmente. Sinembargo, la tendencia a quebrar la alianza que se había manifestadoen la dimensión horizontal fue deliberadamente resistida durante la

Después de ser informado por los británicos de las negociaciones norteamericanasen Berna con los comandantes de las fuerzas alemanas en Italia que intentaban rendirse(no se les ofreció nada mejor que la rendición incondicional), el gobierno soviéticodenunció las conversaciones corro una conspiración antisoviética en una nota del 22 demarzo de 1945 de Molotov al e• bajadorbritánico en Moscú. En un mensaje del 3 de abrilde 1945 a Roosevelt, Stalin escribió: "Tampoco puedo entender el silencio británico... apesar de que es sabido que la iniciativa de todo este asunto de las negociaciones de Bernapertenece a los británicos". Churchill, 77- iumph and T?-agedy, pág. 446.

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guerra, por lo que ninguna fuerza en oposición intervino para impedirla derrota del Eje, que en su debido momento se cumplió inexorable-mente en la dimensión vertical de cada forma de guerra, en cada unode los teatros bélicos.

Los límites de la compenetración

De modo que si Rommel hubiera vencido en su campaña del Nortede Africa, simplemente hubiera compartido la suerte de las incólumesguarniciones alemanas de las islas del Canal de la Mancha, Dinamarcay Noruega, que tuvieron que rendirse de todas maneras el 7 de mayo de1945. Pera por supuesto que Rommel no triunfó. Fue enorme la su-perioridad de las fuerzas germanas sobre _las hr;tán_,cas a nivel ope-racional, pero no sobrepasaron completamente el efecto condicionartede los factores espaciales a nivel de estrategia de teatro. Es necesariomirar más allá de Africa del Norte para comprender la magnitud delfactor espacial contra el cual luchaban los alemanes. Podemos especu-lar que si Rommel hubiera recibido mayor cantidad de efectivos y se lohubiera abastecido apropiadamente podría haber alcanzado sus obje-tivos de última instancia, El Cairo .y el Canal de Suez, a 2400 kilómetrosde Trípoli. Indudablemente que hubiera sido una gran victoria para ungeneral cuyo talento no se extendía más allá del nivel operacional, y queobviamente no comprendía en absoluto la estrategia de teatro, almenos en el caso de Africa del Norte. (10) Pero esa hubiera sido aún lavictoria en una batalla, o Pi resultado de varias victorias semejantes, ynunca el triunfo en una campaña, porque ésta no habría finalizado.

Los británicos hubieran continuado la lucha, sin duda formando unnuevo frente al sur de El Cairo desde bases en el Alto Egipto y Sudán,y otro en el borde del Sinaí que da al Canal de Suez desde bases enPalestina y Transjordania, reabasteciendo ambos frentes por el MarRojo. Si los dejaban solos, hubieran desarrollado bases, talleres, hospi-tales de campaña, caminos, ferrocarriles, y puertos, con ayuda norte-americana, para acumular refuerzos para una oportuna reconquista.Sin capacidad para forzar una rendición británica que únicamentepodría lograrse en Londres y no en El Cairo, los alemanes hubieranentonces tenido que elegir entre esperar pasivamente mientras que eldespliegue británico ámenazara cada vez más su posición en Egipto, olanzar nuevas ofensivas para capturar el área extensa donde sepreparaba la contraofensiva. Semejantes conquistas épicas hubieranhecho a Rommel aún más famoso de lo que es, pero si Londres no serendía la victoria en la campaña seguiría siéndole esquiva. Tal comohicieron cuando la caída de Malaya, Singapur y Birmania en manosjaponesas los expulsara del sudeste de Asia, por cierto que los británi-

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cos no hubieran dejado de luchar, resistiendo en los vastos desiertos deloriente de Transjordania, así como en Siria, en la gran extensión delSudán, y aun en Etiopía, abasteciendo al frente oriental por vía delGolfo Pérsico e Iraq, y al frente sur por el Cabo de Buena Esperanza yÁfrica Oriental. Como en otros tiempos, hubieran comenzado a acumu-lar refuerzos para pasar oportunamente a la ofensiva, tal como sereforzaron en la India a partir de 1942 y luego se lanzaron a reconquis-tar Birmania en 1944, en vía hacia Malaya y Singapur (cuya inminentereconquista se volvió innecesaria por la rendición del Japón).

Para entonces las fuerzas germanas se hallarían desplegadas en unárea enorme, y una vez más deberían enfrentar la elección de lucharindefinidamente en dosfrentes contra un enemigo de creciente poderío,o lanzar otra serie de ofensivas para ocupar el espacio desde el cual losbritánicos seguían amenazando lo que habrían conquistado. Mientrasno se diera por terminada la campaña, todo lo con seguido desde Trípolien adelante se arriesgaría y sólo podría mantenerse mediante máscombates, que siempre tendrían que ser ofensivos para los alemanes,que estaban nadando contra la corriente del poderío material por culpade su falla fundamental en la dimensión horizontal de la política. Enúltima instancia, Rommel hubiera debido avanzar a través de todaÁfrica Oriental hasta Ciudad del Cabo, y también hacia el este más alláde Iraq y a través de Irán para conquistar la entera inmensidad de laIndia, y realmente considerar ganada su campaña. Solamente enton-ces no habría más frentes abiertos para que los británicos siguierancombatiendo. A menos que los expulsaran totalmente de África y losecharan de la India mediante un avance alemán que se reuniera con losjaponeses en la frontera de Birmania, Gran Bretaña hubiera continua-do desafiando todas las conquistas previas, y siempre con el lejanoTrípoli como su objetivo final.

Cuando Rommel parecía encontrarse verdaderamente en la cumbrede su éxito a fines del verano de 1942, combatiendo dentro de Egipto,en el mismo momento en que los japoneses se hallaban a punto deinvadir la India, en algunos círculos aliados se temió una ofensivaconcertada del Eje en una escala mayor que la napoleónica, la cuallograría una conexión entre Alemania y Japón dentro de una Indiasojuzgada. Como ahora sabemos, nunca existió tal plan ni ningún otrode acción coordinada entre alemanes y japoneses, ya que combatieroncomo cobeligerantes más que conjuntamente como aliados propiamen-te dichos. También sabemos que ambas ofensivas habían pasado supunto culminante de éxito: quienes realmente constituían las puntasde lanza de esos espectaculares avances de 1942 eran tanques deRommel completamente superados en número y faltos de combustible,y la hambrienta infantería japonesa al final de líneas de abastecimien-to exageradamente extendidas.

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Pero aunque hubiera existido un poderío efectivo en ambas ofensi-vas, aunque hubieran contado con suministros para avanzar muchomás allá, aunque hubieran conquistado la India desde ambos lados, losaliados no estarían derrotados, y sus principales esfuerzos bélicoshubieran continuado sin interrupciones. Independientemente de laescala, toda la lucha entre Trípoli y la India no habría sido más que unaacción colateral. Desde ya que mucho se habría perdido para losaliados: la fuerza efectiva del ejército indio, cuyos regimientos bienadiestrados agregaron considerable poder a los británicos, inclusofuera de su propio país; el petróleo de Iraq e Irán, en cuanto la escasezde buques tanques permitiera su uso fuera del Medio Oriente, y que losalemanes pudieron haber exportado para su propio consumo; y lapequeña pero creciente producción bélica industrial de la misma India.La t2nayoría de los recursos aportados a los alados por esas regiones eratodavía consumido dentro de ellas, que además requerían ayudaexterior para su defensa. Por lo tanto, el equilibrio general de fuerzasy recursos para los principales esfuerzos aliados contra Alemania yJapón, pudo incluso haber mejorado.

Esta transformación del fracaso al nivel del teatro en una ganancianeta al nivel de gran estrategia -siempre que la derrota no resultedemasiado costosa en fuerzas perdidas durante el proceso- es inevi-table cuando los esfuerzos se consumen en teatros secundarios que nopueden conceder la victoria. Esto fue cierto para ambos bandos en laSegunda Guerra Mundial como en cualquier otra, pero en mayormedida para Alemania y Japón que para los aliados, debido a lafundamental asimetría de sus situaciones al nivel de gran estrategia.

Victoria y derrota en dos dimensiones

Por su gran superioridad en recursos bélicos, los aliados podíanbeneficiarse con cualquier encuentro militar que redujera el poderíoenemigo, aunque sus propias pérdidas fueran mayores, siempre que larelación de pérdidas no excediera la relación general de fuerzas a sufavor; o dicho con más precisión, mientras esas pérdidas no redujeranla brecha entre sus respectivas relaciones de crecimiento. Por ejemplo,en la época en que Alemania estaba produciendo unos quinientosaviones de caza por mes, y la producción norteamericana y británicadestinada al teatro europeo era el triple, aun la pérdida de tres avionesaliados por cada dos alemanes resultaría en una ganancia que oportu-namente se acumularía para redituar el triunfo, si se dejan de lado lasdesigualdades en la relación de recuperación de pilotos. Por otra parte,para los aliados ese desgaste resultaba provechoso de todos modos: noexisten acciones colaterales para el desgaste. Era de todas maneras

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indeseable diversificar el esfuerzo de los teatros principales. No quieredecir con ello que la victoria fuera menos cierta, ya que el desgasteacumulativo continuaría de cualquier manera, pero se desaceleraría elprogreso aliado hacia la victoria, por el simple hecho de que no era enlos teatros secundarios donde las fuerzas enemigas se hallaban enmayor cantidad. Además, era únicamente en los teatros de máximaimportancia, en los territorios metropolitanos del Eje, donde el poderíomilitar en la dimensión vertical de la estrategia podía ser aplicado paraintensificar las debilidades de Alemania y Japón en la dimensiónhorizontal, mediante el bombardeo de industrias e infraestructura.

Ambas naciones se hallaban en situación muy diferente. Las victo-rias militares, o sea los éxitos en la dimensión vertical, sólo podíanayudarles a ganar la guerra si asimismo afectaban la dimensión horizontal. La derrota de fuerzas aliadas en combate, como ocurrió una yotra vez durante la guerra, no fue suficiente porque nunca llegó aafectar el centro del poderío aliado a lo largo de la dimensión horizontal:este fue la alianza propiamente dicha, que a su vez brindó una capa-cidad conjunta superior para generar hombres adiestrados y pertre-chos para las fuerzas combatientes.* En otras palabras; el Eje podíaverdaderamente beneficiarse del éxito militar exclusivamente cuandolo empleaba como sustituto del arte del estadista, especialmente paradeshacer las alianzas que había establecido la diplomacia enemiga. Dehecho esto ocurrió cuando Alemania derrotó completamente a Polonia,Bélgica y Francia, obligándolas a abandonar la guerra y modificandode ese modo la situación en la dimensión horizontal. Tampoco podíanconseguirse ganancias verticales en la posición alemana en África delNorte, que no contenía Estados que pudieran ser arrollados ni recursosbélicos de importancia.

Así que el Alto Comando del Ejército Alemán tenía mucha razón enoponerse inicialmente a la aventura de Rommel en Egipto. CuandoHitler rectificó esa orden, tampoco le proveyó todos los medios querequería, estimando sus triunfos principalmente por su valor publici-tario: el audaz general en el romántico desierto permitía escribirexcelentes artículos, en gran contraste con los acontecimientos delfrente ruso, siniestros hasta en la victoria. (11) El avance hacia Egipto

En teoría, las naciones del Eje pudieron haber ganado la guerra exclusivamentemediante batallas victoriosas, pero sólo si hubieran infligido más y más pérdidas con eltranscurso del tiempo, hasta a lvanzar el nivel correspondiente a la máxima capacidad delos Aliados de aportar nuevas fuerzas. Gran Bretaña y la Unión Soviética no llegaron asus máximas capacidades de generación de fuerzas hasta fines de 1943 o principios de1944, mientras que los Estados Unidos nunca se acercaron siquiera a su propio límite.Y por supuesto que la capacidad del E;,e de obtener victo?-¡as y causar pérdidas entró enfranca declinación a partir de 1943.

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no sirvió para mucho, ya que ni siquiera ayudó a los germanos el hechode que absorbiera una cantidad de efectivos británicos desproporcionadaen Africa del Norte, porque no disponían de ningún teatro importantede batallas en 1941 ni 1942, mientras que sí lo tenían los alemanes apoco del arribo de Rommel a Trípoli.

Fue solamente en el frente oriental donde Alemania pudo haberlogrado resultados definitivos de gran estrategia. Al luchar contra laUnión Soviética, los germanos tenían al menos una posibilidad devictoria, ya que el éxito vertical podía brindarles consecuencias hori-zontales en ese teatro: cualquier conquista de población y recursosreduciría a ese gran país tal como si se le hubiera separado un aliadogracias a la diplomacia, y simultáneamente se beneficiaba Alemaniacomo si hubiera ganado un aliado, en la medida en que su gente yrecursos pudieran contribuir al esfuerzo de guerra_ Por supuesto quela conquista total de la Unión Soviética hubiera compensado con crecesla gran falla de Hitler corno estadista, ayudando a sobrellevar la fallaadicional representada por el ingreso norteamericano en el conflicto,alineado con Gran Bretaña. En tal caso, el éxito en la dimensiónvertical hubiera predominado al nivel de gran estrategia.

Mientras que la inversión alemana en la campaña colateral deÁfrica del Norte fue al menos mantenida sin gran esfuerzo, el imperiojaponés cometió una equivocación fundamental en la dimensión hori-zontal -una falla de inteligencia en el sentido más amplio- al dis-persar su poderío militar en teatros secundarios. Después del ataquea Pearl Harbor los japoneses procedieron a ocupar Malaya, Singapury las Indias Orientales Holandesas, logrando en la dimensión hori-zontal ganancias inducidas verticalmente. Pese a que no bahía enemi-gos a quienes vencer en esos territorios, cobraban importancia susrecursos naturales, caucho y estaño en Malaya y petróleo en la actualIndonesia. En cuanto a la conquista de las Filipinas, realizada confuerzas reducidas, también se justificaba porque podía servir de basepara bombarderos pesados que atacarían Japón, como sin duda hubie-ran intentado los norteamericanos. Por otra parte, la siguiente inva-sión a Birmania, la incursión de la flota en el Océano índico, el conjuntode invasiones en el Pacífico Sur, en especial el intento de conquista deNueva Guinea, y sobre todo la guerra inacabable en China, fuerontodas diversiones del único teatro donde en teoría los japoneses hubie-ran podido ganar la guerra: los mismos Estados Unidos.

Una vez que hicieron por los norteamericanos los que éstos no po-dían hacer por sí mismos, o sea incorporarlos decididamente a laguerra, los japoneses únicamente hubieran podido superar su pocavisión de estadistas invadiendo al país que en primer lugar nuncadebieron haber desafiado. Sólo venciendo a los Estados Unidos en supropio territorio, y por consiguiente incapacitándolo para aumentar

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su poderío, hubieran podido convertir una superioridad temporaria enla dimensión vertical en victoria concluyente al nivel de gran estrategia.La única campaña que hubiera asegurado la victoria japonesa despuésde Pearl Harbor sería la invasión de California, seguida por la conquis-ta de los centros vitales norteamericanos, y culminando con una pazdictada a algún gobierno colaboracionista en Washington. En realidad,las fuerzas japonesas jamás hubieran triunfado en tal aventura,aunque se retiraran de China y de todas partes, y por supuesto que talinvasión no fue siquiera contemplada. Así que la mejor opción quetenían después de Pearl Harbor era pedir la paz de inmediato, malven-diendo su capacidad para resistir durante varios años la inexorablederrota por lo que concedieran los Estados Unidos a fin de ahorrarse lalucha por la victoria.

En las negociaciones previas a Pearl Harbor, el gobierno de Roosevelthabía exigido mucho al imperio, incluyendo la retirada de sus fuerzasdesde China. Después de Pearl Harbor, indudablemente le hubierarequerido además la retirada de Manchuria, y posiblemente de otrascolonias como Corea y Taiwan. Asimismo, al descubrir los dirigentesnorteamericanos la efectividad del poderío militar japonés, casi segu-ramente hubieran insistido en cierto desarme parcial. Tal fue elverdadero valor dei éxito táctico y operacional en el ataque a PearlHarbor: en el contexto del mejor curso de acción después del hecho, másle hubiera servido a Japón que sus pilotos perdieran el rumbo o erraranlos blancos. Al nivel de gran estrategia, en la confluencia de ambasdimensiones, la horizontal resultó tan adversa para Japón que hubierasido preferible un fracaso antes que el éxito táctico y operacional dePearl Harbor.

Por cierto que no es el único caso. Suele ser común que los logrostácticos, aun siendo brillantes, se conviertan en contraproducentes alnivel de la gran estrategia. Todo lo que se necesita para conseguirmenos con más de este modo es la suficiente desarmonía entre dimen-siones. Por ejemplo, si los efectos diplomáticos y de propaganda fueranadversos en una campaña de bombardeo, más bombardeo sería peorque menos, y si se logra mucha precisión destructiva es peor que si fuerainefectivo. Si existe una grave desarmonía entre los niveles de la di-mensión vertical, entonces simplemente fracasan las acciones milita-res, como hemos visto. Pero si la desarmonía ocurre entre dimensiones,el éxito vertical puede ser peor que el fracaso.

Para empezar, dado que el imperio japonés fue derrotado en elmomento en que no marchó sobre Washington después de PearlHarbor, no hubo genuinas batallas decisivas en la guerra del Pacífico.La única diferencia que significaron las batallas navales y terrestresdel Mar de Coral, Midway, Nueva Guinea, Guadalcanal y otras, fue encuanto a la mayor o menor velocidad de la derrota japonesa. Ninguna

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de ellas, por más dramáticas que fueron, pudo ser decisiva al nivel degran estrategia, porque no era posible que determinaran el resultadodel conflicto del modo como ciertamente lo hicieron varias de lasbatallas germano-soviéticas en el frente oriental. Ni siquiera un com-pleto triunfo de la armada japonesa en la batalla de Midway de 1942hubiera obtenido más que resultados transitorios: si se hubieranhundido los portaaviones norteamericanos en vez de los japoneses, ellonunca hubiera impedido la supremacía naval de los Estados Unidos,que sus buques y aviones en producción y sus pilotos en adiestramien-to le asegurarían de todos modos para 1944. Y si la derrota japonesa enMidway hubiera sido todavía más decisiva de lo que fue, no hubieraservido más que para acelerar un resultado ya inevitable, una vez quelas fuerzas militares totalmente movilizadas de los Estados Unidosarribaran a 1-a escena.

Asimismo, sin invadir América del Norte, Japón tuvo cierta oportu-nidad de negociar un arreglo aceptable. Si hubiera evitado las grandesbatallas en lugar de buscarlas tan asiduamente, si hubiera eludido elpoderío norteamericano y mantenido la lucha a nivel esporádico enaquellas remotas islas del Pacífico sudoeste, podría haber prolongadola guerra, año tras año. Tal como fueron las cosas, los Estados Unidoshubieran interrumpido el proceso de cualquier manera con sus bom-barderos pesados y su arma atómica. Pero de no serasí, y si imaginamosun estilo de guerra japonés bastante diferente, podría muy bien haberobtenido un arreglo negociado al agotarse la paciencia de la ciudadaníanorteamericana, y no sus recursos materiales, fragmentándose enconsecuencia el consenso posterior a Pearl Harbor que apoyó el esfuerzode guerra. Así que la falla de inteligencia y diplomacia del Japón pudohaberse redimido dentro de la misma dimensión horizontal, por la víadel efecto de la propaganda de modestos triunfos militares que hubie-ran confrontado a los norteamericanos con la perspectiva de una guerraindefinida.

LAS RECOMPENSAS DE LA ARMONÍA

Los norvietnamitas, que no tuvieron que borrar una contrapro-ducente proeza militar inicial como Pearl Harbor, ganaron su guerrajustamente de ese modo, mediante modestos pero constantes triunfosen la dimensión vertical, explotados en la horizontal por propaganda ydiplomacia guiadas por buena inteligencia (en su significado másamplio). Tampoco fueron desafortunados en la dimensión vertical,siendo al menos iguales en los niveles táctico y operacional, y apenasinferiores al nivel de estrategia del teatro. (12) En cuanto al niveltécnico, su estilo de guerra le restó importancia para ambos bandos, a

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pesar del peculiar entusiasmo norteamericano por la acción justamen-te en ese nivel. Pero todavía no podían vencer por tener éxito nada másque en la dimensión vertical, una vez que intervinieron los EstadosUnidos. Ninguna acumulación de victorias tácticas les hubiera conce-dido el triunfo en el conflicto, simplemente porque Vietnam no cons-tituía el teatro principal de la guerra, sino la escena del combate. Elpoderío dirigido contra ellos venía de un teatro muy diferente, losmismos Estados Unidos, que desde el principio hasta el fin fueron lafuente primaria de pertrechos y abastecimientos para los survietna-mitas, y el origen de las fuerzas militares norteamericanas entre 1966y 1972. Aunque los norvietnamitas hubieran podido derrotar todafuerza enviada en su contra, esas victorias en la dimensión verticalsolamente les hubieran permitido resistir hasta que arribaran otras,para ser vencidos en última instancia.

Tampoco tenían los norvietnamitas capacidad para interdictar elflujo de fuerzas mandado a través del Pacífico. Carecían de submarinosy de aeronaves que operaran en mar abierto, y su poderío terrestre nofue suficiente para clausurar puertos y aeródromos survietnamitashasta el término de la guerra. Menos aún podía Vietnam del Nortehaber aplicado algún poder en la dimensión vertical contra los mismosEstados Unidos; mientras que éstos los bombardeaban de vez encuando, eran por supuesto inmunes a una réplica semejante. Pero ladiplomacia y la propaganda norvietnamitas no conocían limitacionesgeográficas similares, y comenzaron por deteriorar las relaciones de losEstados Unidos con sus principales aliados europeos, hasta que elefecto alcanzó al mismo territorio metropolitano, con poderosas conse-cuencias.

Sin haber nunca derrotado a ninguna unidad importante de lasfuerzas norteamericanas en combate, sin agotar el poderío materialnorteamericano, los norvietnamitas vencieron mediante la exitosaexplotación diplomática y propagandística para fragmentar el consen-so político norteamericano que sostenía la guerra, induciéndolos enprimer lugar a retirar sus propias fuerzas y luego producir una drásticareducción del flujo de pertrechos y abastecimientos hacia Vietnam delSur, mientras que su propio flujo procedente de la Unión Soviética yChina continuaba sin interrupción. Cierto éxito militar era indispen-sable para los norvietnamitas, no para ganar batallas que de otrosmodos serían indefinidas, sino sencillamente para continuar las hosti-lidades y así crear condiciones en las cuales podían obtener réditos dediplomacia y propaganda.

Como lo demuestra el ejemplo anterior, en la confluencia de la granestrategia, hasta un triunfo modesto en la dimensión vertical sirvepara lograr la victoria, si se halla en armonía con las exigencias de ladimensié,i horizontal; asimismo, los mayores triunfos militares no

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valdrán de mucho, e incluso serán contraproducentes, si ambas dimen-siones divergen. El éxito egipcio en la guerra de Yom Kippur de octubrede 1973 es una clara demostración del mismo principio.

Según reconocieron los mismos egipcios, no tenían posibilidades deganar por una acción militar directa, cruzando el Canal de Suez paraempeñarse y derrotar al ejército israelí en el Sinaí, para luego instalar-se en la mejorforma posible o simplemente proceder a invadir al propioIsrael. Si bien las fuerzas desplegadas por el ejército egipcio eranmucho mayores que las fuerzas en servicio activo estacionadas por losisraelíes, cuando éstos movilizaron sus reservas pudieron formar sietedivisiones de ejército que mandaron a enfrentar ocho divisiones egip-cias con la certeza de derrotarlas, dada la superioridad aérea en todoslos niveles y en blindados al nivel operacional. (13)

Por otra parte, la situación internacional era potencialmente muyfavorable para Egipto en ese momento. Los Estados Unidos acababande retirarse de Vietnam y no deseaban ningún otro conflicto. La UniónSoviética se hallaba mucho más interesada en participar activamente,según parecía para afirmar en la realidad de la política mundial laparidad "estratégica" que los Estados Unidos le habían concedido, concierta ligereza, en ios acuerdos de limitaciones de armamentos estra-tégicos de 1972. Con una creciente demanda mundial de petróleo,mientras declinaba la producción norteamericana, los exportadoresárabes del Golfo Pérsico se habían convertido en proveedores margina-les que establecían el precio, y su producción era en ese momentoirreemplazable; además, cualquier interrupción del suministro revela-ría inmediatamente su predominio. Israel, por su parte, se hallaba enuna posición diplomáticamente débil, porque parecía satisfecho con el

statu quo y no cooperaba para resolver el conflicto.Como hemos visto, la acción en la dimensión vertical puede tener

efectos muy limitados ante circunstancias adversas, pero las potencia-lidades en la dimensión horizontal pueden no tener efecto alguno. SiEgipto no hacía nada, podría de cualquier forma esperar que lacreciente presión diplomática bastara para inducir a su debido tiempoa los israelíes a devolver el territorio conquistado sin el reconocimientodiplomático que a cambio demandaban. Y el mero transcurrir deltiempo incrementaría la dependencia norteamericana, así como laeuropea y japonesa, del petróleo árabe, aportando más presión diplo-mática sobre Israel a largo plazo. Sin embargo, se trataba de un procesono sólo prolongado sino además incierto: si los Estados Unidos volvíana participar activamente mientras la Unión Soviética se hallaba a suvez absorbida por sus propias dificultades, los productores árabes noafrontarían las consecuencias de tratar de explotar su control sobre lossuministros petroleros en beneficio de Egipto. Tampoco su controlsobre el mercado del petróleo iría a durar por siempre.

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Únicamente la acción militar podía activar el potencial egipcio en ladimensión horizontal; no en cuanto a potencial industrial, como ocurriócon los aliados en la Segunda Guerra Mundial, sino a potencialdiplomático, la habilidad de emplear la fuerza ajena. Y eso significabael peso de la Unión Soviética en los asuntos mundiales y el "arma delpetróleo" árabe. Pero como ya hemos visto, los egipcios no podían enrealidad ganar la guerra, y lo sabían. Seguramente no necesitaban unavictoria total para activar las presiones diplomáticas sobre Israel;indudablemente, si se hubieran sentido capaces de marchar hasta TelAviv, en primer lugar no les hubiera hecho falta el apoyo diplomático.Pero no podían confiar en despertar el interés de la Unión Soviética ylos Estados Unidos mediante la escasa presión de incursiones esporá-dicas o bombardeo de artillería. Solamente podrían lograrlo si cruza-ban el Canal de Suez, pero no en forma trasnochada, porque sobre-vendría el contraataque israelí y era inaceptable que los expulsaran demanera humillante. Sadat requería entonces la victoria en una ver-dadera batalla, aunque no se concretara en una campaña triunfante alnivel del teatro.

El Canal de Suez, unos cien metros de aguas calmas, no constituíaen sí un obstáculo importante, y los israelíes ya no ocupaban lasfortificaciones de su lado del canal, porquehabían pasado auna defensamóvil blindada basada en el pronto despliegue de una división reforza-da de tanques en caso de cruce. También confiaban totalmente en supoder aéreo. (14) Así que los egipcios pudieron atravesar el canal conbastante facilidad, aunque eso no resolvía el problema inmediato deenfrentar a los tanques israelíes que los aguardaban. Menos todavíapodían tener esperanzas de resistir el pleno contraataque (fue seríamontado en cuanto se movilizaran las reservas israelíes, o sea unos tresdías después del cruce.

Mientras tanto, la fuerza aérea israelí, a la cual los cazas egipciosno podían enfrentar exitosamente en combate aéreo, bombardearíasistemáticamente las fuerzas egipcias, asumiendo que de algún modohabían prevalecido sobre los tanques que custodiaban los puntosprobables de cruce.

El plan egipcio para resolver este problema aparentemente insolu-ble es un modelo en su género, a causa de la armonía que lograba dentrode las dimensiones vertical y horizontal, y entre ellas mismas. En ladimensión horizontal, un elemento importante era de índole diplomá-tica: el gobierno sirio, cuyas relaciones previas con Egipto estaban lejosde lo ideal, fue de todos modos persuadido para lanzar una ofensivasimultánea para que Israel tuviera que distraer parte de sus fuerzas dereserva en las alturas de Golán en lugar de mandarlas al frente delSinaí. Así fue que dos de las cinco divisiones de tanques completas dereserva fueron enviadas contra los sirios durante la primera semana de

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hostilidades. Otro elemento del plan, también en la dimensión hori-zontal, combinó inteligencia, propaganda y engaño al intentar conse-guir plena sorpresa para la ofensiva planeada, aunque la masa detropas egipcias y los equipos de tendido de puentes acercándose al canalno podían disimularse. El intento tuvo éxito: los israelíes no decidieronla movilización hasta las 9.20 horas del 6 de octubre, el mismo día deiniciación de la ofensiva. Según la teoría generalizada, la sorpresa seobtiene en esas condiciones porque las "señales" portadoras de infor-mación correcta son enmascaradas por "ruido", o sea un gran volumende datos erróneos, obsoletos y engañosos; una variante de la teoríadestaca la importancia del engaño deliberado. (15) Pero puede haberuna verdad más profunda en este asunto, que ya se ha sugerido: elengaño engaña cuando hay gran predisposición al autoengaño.

Los israelíes veri_firaron mini,rincamente In-, nrángratipng áó prio$durante varios meses antes de la sorpresa del 6 de octubre, justamenteen la misma forma en que Stalin pudo seguir por mucho tiempo losaprestos alemanes antes de la sorpresa del 22 de junio de 1941, y asícomo los Estados Unidos supieron que Japón los atacaría en algunaparte, mucha antes del 7 de diciembre de 1941. Pero los israelíes noactuaron para interrumpir los preparativos egipcios, tanto por razonesinternas como externas. (16) Una vez que se acepta una situación enque se permite al enemigo montar una amenaza, sólo queda porjustificar la inacción mediante una adecuada racionalización. Para losisraelíes fue la creencia de que Sadat balandroneaba tal como lo habíahecho antes, como para Stalin fue aparentemente su convencimientode que Hitler enviaría un ultimátum y presentaría exigencias (quequería aceptar); para el gobierno de Roosevelt fue el cálculo conscientede que era políticamente conveniente que la guerra comenzara median-te una acción japonesa (pese a que el ataque a Pearl Harbor fueinesperado, por supuesto). Sucedió que la racionalización israelí fuetan potente que predominó sobre advertencias muy claras, si se ven lascosas retrospectivamente.

Sin embargo, no es mucho lo que puede decirse de cualquier teoríasobre la sorpresa. Las advertencias verídicas que no se ignoran porculpa de alguna inhibición política y no son suprimidas pro alguna racionalización, pueden simplemente convertirse en falsas alarmas des-pués del hecho, en una versión especialmente dirigida de la inversiónde los opuestos en la estrategia. En las circunstancias de octubre de1973, si los israelíes hubieran ubicado un espía o un micrófono en eldespacho de Sadat para escuchar lo que se planeaba con algunas se-manas de anticipación, y hubieran movilizado sus reservas para mandaralfrente dos o tres divisiones, Sadathubiera debido cancelar su ofensiva.Entonces nada hubiera ocurrido el 6 de octubre, transformando lainformación verídica en una falsa alarma. Por supuesto que la próxima

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vez la sorpresa podría lograrse,porque anteriormente había fracasado.Tal como ocurrió con la movilización de las divisiones de reserva

israelíes demorada por la sorpresa, los egipcios todavía debían enfren-tarse con los tanques y aviones. En realidad, el planeamiento de Sadatno presumía que su ejército fuera capaz de soportar un contraataquedel ejército israelí completamente movilizado, aunque fuera tardío yparcialmente dividido hacia el frente sirio. Para ese problema aparen-temente insuperable estaba a mano otra solución de la dimensiónhorizontal: luego de varios días de lucha, una vez que el apoyo de losproductores de petróleo y de la diplomacia soviética fuera activado y losEstados Unidos correspondientemente alarmados, Egipto obtendríaun cese del fuego obligatorio en el Consejo de Seguridad de las NacionesUnidas que congelaría las líneas posteriores al 6 de octubre y asegura-ría sus conquistas. Pero todavía quedaba el problema de los tanques enposición del otro lado del canal, y de la siempre lista fuerza aérea israelí.En este punto, la armonía de las dimensiones no era suficiente, y habíaque planificar alguna solución dentro de la dimensión vertical exclusi-vamente.

Esto también fue resuelto exitosamente en el plan egipcio, coordi-nando la acción a cada nivel. Lo más notable fue la provisión de grancantidad de armas antitanques y misiles antiaéreos, una solución anivel técnico. Sucedió que los misiles antiaéreos fueron mucho másexitosos de lo esperado, y las armas antitanques también superaron lasexpectativas, al menos al principio de la guerra. Pero todavía las armasde por sí no podrían haber significado una diferencia. Los planificado-res todavía tenían una respuesta a nivel táctico para la amenaza de lostanques israelíes. Equipos de cazadores de tanques integrados porrudos soldados a pie, iban a atacarlos en sus posiciones de fuego a cortadistancia con cohetes portátiles, aprovechando la falta de una escoltade infantería para la defensa cercana; en realidad, los tanques demo-raron la llegada a sus posiciones, así que los egipcios se encontraronemboscándolos en condiciones inmejorables.

Aún más importante fue una solución a nivel operacional, dirigidaal poder aéreo israelí y también a los tanques. La fuerza de cruceegipcia consistió en infantería motorizada y a pie, inás que en unidadesblindadas. Desviándose del planteo clásico, donde la infantería con-quista cabezas de puente para que las columnas rápidas de blindadoscrucen dentro del día o poco más tarde, los egipcios quisieron privar alos tanques israelíes de los mejores blancos para su artillería,y ademásdispersar el efecto de sus ataques aéreos. Sucedió que los tanques sevieron obligados a dispararle a la infantería con tiros perforantesdespués de agotar enseguida la munición de las ametralladoras. Encuanto a los cazabombarderos israelíes, en lugar de atacar vehículosblindados bien delineados, se encontraron bajo la amenaza constante

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de los misiles mientras desparramaban sus bombas contra infantéríadispersa. El efecto se agravaba a nivel de estrategia de teatro porquelos egipcios no intentaron concentrar el esfuerzo, sino que cruzaron pormuchos puntos todo a lo largo de los 110 kilómetros del Canal de Suez.Entonces la fuerza aérea israelí fue incapaz de atacar los medios decruce en sí: en vez de pocos puentes pesados y muy visibles paracolumnas blindadas, fáciles de destruir y difíciles de reparar, sus pi-lotos se hallaban ante muchos puentes livianos de pontones, cuyassecciones dañadas podían reemplazarse con facilidad, así como condenso tránsito de lanchas y veláculos anfibios que ni siquiera valía lapena atacar.

Para el caso, las armonías del plan egipcio produjeron gran éxito. Elcruce del Canal de Suez fue cumplido debidamente el 6 de octubre, y losegipcios soportaron tanto la resistencia de los tanques israelíes en la

línea como los ataques aéreos. En el ascenso de la curva del éxito,inclusive derrotaron al primer contraataque de las fuerzas moviliza-das, el 8 de octubre. (17) Ahora el "arma del petróleo" estaba siendoactivada, los Estados Unidos se sentían alarmados, y la Unión Sovié-ticajugaba el papel señalado. Pero luego de tan inesperado triunfo, losegipcios que habían soportado tanques y aviones no pudieron soportarla tentación. En lugar de aceptar un cese de fuego favorable en el sitioen que se encontraban. decidieron forzar la fortuna de la guerra. El 14de octubre lanzaron una ofensiva blindada clásica, tratando de comba-tir por encima de sus límites de competencia y sobrepasando su puntoculminante de éxito. La pronta derrota de la ofensiva marcó el giro delos acontecimientos. Para el 15 de octubre de 1973, los israelíes habíancruzado a su vez el Canal de Suez, y en una semana eran los egipciosquienes estaban pidiendo un cese de fuego en una posición en quequedaba rodeada buena parte de su ejército, y los israelíes a apenas 110kilómetros de El Cairo. Por supuesto que esafue solamente una victoriaál nivel operacional y nunca de gran estrategia, porque los israelíes nopodían continuar y ocupar la capital para imponer la paz en sus propiostérminos.

En cambio, fue Egipto quien obtuvo una victoriaconcluyente, si bienestrictamente limitada al nivel de gran estrategia, señalada formal-mente por el acuerdo de desaferramiento de 1974 que dejó a Egipto con

el control de ambas márgenes del Canal de Suez. Entonces, una vezmás, los resultados obtenidos dentro de la dimensión vertical exclusi-vamente suelen tener efectos limitados para la gran estrategia, cuandolas transacciones en la dimensión horizontal se inmiscuyen; en formasimilar, las potencialidades en la dimensión horizontal no se desarro-llan totalmente sin alguna transacción en la dimensión vertical. La

guerra sin un buen uso de la política fracasa casi inexorablemente, perola política no puede triunfar siempre sín guerra.

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CAPÍTULO 15

¿PUEDE SER úTIL LA ESTRATEGIA?

Mi propósito ha sido poner en claro el proce-so de la lógica paradójica en sus cinco niveles y dos dimensiones,ofreciendo en el proceso una teoría general de la estrategia que describepero no prescribe. En cuanto a la deducción de reglas de conducta,implicaciones prácticas, y hasta un esquema completo de gran estrate-gia, eso debe quedar para quienes tienen el poder de decisión endeterminado tiempo y lugar, si bien la teoría sugiere claramente cómopueden optimizarse los resultados: por cierto que nunca reduciendoasuntos complejos para extraer opciones definidas aplicables cada unaa un tiempo, sino logrando decisiones concertadas cuidadosamentereiteradas a través de los cinco niveles y dos dimensiones, paraasegurar una armonía tolerable entre todos ellos; además, nuncapersiguiendo el éxito sin limitación alguna, sino ejerciendo una mode-ración deliberada en esas circunstancias, para evitar exceder puntosculminantes a cada paso.

Pero todavía existen razones para vacilar antes de aplicar la teoríageneral. La primera consiste en la gran complejidad implícita en latarea de armonización. Si se la tiene en cuenta, entonces la elección deuna sola arma se convierte en una empresa trabajosa. Ya no bastanelaborados cálculos presupuestarios y ensayos técnicos. El arma tieneademás que ser evaluada a nivel táctico, examinarse su empleo inicial,anticipar las reacciones del enemigo, y entonces cerciorarse del efectoglobal de sus consecuencias. Y esto es sólo el preludio del análisis alnivel operacional, y luego al nivel de la estrategia de teatro, que deberárepetirse para cada teatro de interés. Si el arma posee suficienteimportancia como para hacerla conocer más allá de los estrechoscírculos especializados, a causa de características novedosas, aspectoimpresionante, gran tamaño, o por ser nuclear, las posibles repercusio-nes diplomáticas y propagandísticas en la dimensión horizontal tienenque ser también evaluadas antes de que pueda efectuarse una apre-ciación a nivel de gran estrategia. Así y todo, será únicamente unaestimación provisional, dependiendo de una evaluación del -rango de lasposibles reacciones futuras, tanto de aliados como enemigos. Si se

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adquiere la nueva arma, no sólo deben entrar a considerarse lasfuerzas, armas, contramedidas ,y actitudes vigentes, sino además lasnuevas configuraciones que su aparición pueda provocar.

Seguramente que algunas de estas consideraciones ya se incluyenen las decisiones militares. Ni siquiera el pragmatismo más irrespon-sable permitiría que los temas nucleares fueran decididos exclusivamente por razones operativas; tampoco es posible que las opcionestécnicas en el diseño bélico ignoren totalmente las necesidades delempleo táctico. Sin embargo, todavía existe una ancha brecha entre lapráctica actual y la completa reiteración a través de los niveles ydimensiones que requeriría la aplicación de la teoría. Bastante amenudo ocurre que los partidarios de tal o cual decisión se concentranen el análisis de uno o dos niveles, los que corresponden a su propiaexperiencia o aquellos en los cuales obtendrán resultados favorables.Los anales de la historia militar están repletos de casos de armastécnicamente impresionantes que nunca se hubieran construido dehaberse tenido en cuenta reacciones tácticas elementales (como en elcaso de los costosos tanques Ferdinando, perdidos en la batalla deKursk por los alemanes en 1943, porque carecían de ametralladoraspara enfrentar a la infantería rusa); o de armas táctica y técnicamenteexitosas cuyo fracaso operacional debió anticiparse (el avión antitan-que probado por cada bando en la Segunda Guerra Mundial y ahorareactualizado con gran costo, que en subúsqueda de concentraciones detanques encontrará además concentraciones de cañones antiaéreos); ode armas exitosas en todos los niveles militares pero contraproducen-tes al nivel de gran estrategia, a causa de la reacción de otras potencias(los acorazados alemanes anteriores a 1914, que sólo sirvieron paraconcitar la hostilidad letal de Gran Bretaña).

Si la teoría ha de ser usada para definir todo un esquema de granestrategia, más que como guía para una simple decisión, entoncesaguardan complicaciones mucho mayores. En primer lugar, las metasde la política nacional deben ser congruentes, aunque se hayan esta-blecido por tradición, compromiso burocrático, voluntad del dictador oelección expresada democráticamente. No importa si se las considerasabias o tontas, sino que no se excluyan mutuamente ni se las clasifiqueen forma incoherente, porque en ese caso no es concebible la definiciónde una gran estrategia normativa. Luego es necesario elaborar precisasnormas de conducta para las dimensiones vertical y horizontal de laestrategia, detallando completamente la política militar a cada nivel yla política exterior hacia todos los países relevantes.

Además de la ingeniosidad elegante que ese gran esquema puedacontener, su implementación depende de una multitud de decisionespolíticas detalladas. En política militar, las prioridades establecidaspor el esquema, que irían desde el alistamiento inmediato para el

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combate hasta el potencial futuro, tienen que ser confirmadas en loscentenares de rubros atinentes del presupuesto; las prioridades de lasfuerzas que habrán de conservarse, por otra parte, darán lugar acomplicaciones que no serán únicamente administrativas, ya que lasramasy servicios se resistirán a cualquier plan de reducción que tiendaal desarrollo de otros. En el resultado de la ecuación militar, debequedar definido el empleo previsto de fuerzas en los niveles estratégicode teatro y operacional, para fundamentar objetivos y métodos opera-cionales congruentes para cada teatro de interés. En la conducción dela política exterior, las pautas del esquema requerirán una implemen-tación similar a la ya detallada para cada uno de los organismos bu-rocráticos responsables de la diplomacia, propaganda, operacionessecretas y acción económica, con la posibilidad de que esta últimaencuentre resistencia o simplemente fracase cuando los propósitosestratégicos colisionen con los intereses internos.

Aunque no exista un parlamento elegido para debatir la intencióndel poder ejecutivo y su esquema de gran estrategia, aunque no hayagrupos de interés ajenos al gobierno con capacidad de desafiar suspolíticas, el diversificado aparato burocrático de los Estados modernosconstituye en sí mismo un poderoso obstáculo para la implementaciónde cualquier esquema general de gran estrategia. Cada departamentocivil y militar está estructurado pára perseguir sus propias metasdistintas, más que la optimización de objetivos de política nacional enforma global. Sean o no conscientes de ello, quienes atiborran losdiferentes organismos tienden a resistir un esquema concertado siem-pre que se oponga a sus intereses burocráticos particulares, hábitos yurgencias; además, puede que carezcan de idoneidad o medios quehasta entonces no se necesitaron, pero que ahora son requeridos por elnuevo esquema. Ocurre de manera que la organización del Estadomoderno es al mismo tiempo un instrumento esencial y un poderosoimpedimento para la implementación de una gran estrategia norma-tiva.

Una segunda razón para la pusilanimidad en la aplicación de lateoría general es de fondo, más que de procedimiento. No resulta fácilpergeñar correctamente soluciones estratégicas que superen la meraimprovisación pragmática. La percepción de la lógica paradójica de laestrategia en sus cinco niveles y dos dimensiones puede prontamenteexponer el error de tomar decisiones en un solo nivel, o de formularpolíticas unidimensionales que ignoren las reacciones ajenas. Peropara proceder de lo negativo a lo positivo se hace necesario contendercon todos los aspectos relevantes de un problema, a cada nivel, enambas dimensiones, y todo a la vez. Las dificultades de procedimientopueden ahora convertirse en la causa de información equivocada en latoma de decisiones, y de distorsiones a la hora de la acción. En otras

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palabras, el elaborado procedimiento de decisión y la estrecha coor-dinación de políticas que se requiere para aplicar la teoría, permitenque haya muchas más oportunidades de cometer errores. La superio-ridad teórica de una conducta estratégica adecuada puede de ese modonaufragar en la práctica, así como en el combate un plan de maniobramuy superior en teoría puede resultar tan cargado con friccionesagregadas, que en la realidad sea peor que un ataque frontal, con subrutal sencillez.

El problema de fondo es enorme, obviamente, cuando se trata deplanificar un esquema completo de gran estrategia. Ahora sabemos quelos alegatos escuchados con frecuencia públicamente por una estrate-gia nacional "coherente" o "consistente" no son sólo necios, sino querealmente confunden. Sugieren que la política de cada organismodebiera ser coordinada estrechamente con una política nacional quetenga lógica en términos de sentido común, mientras que en estrategiasolamente las políticas aparentemente contradictorias pueden eludirel efecto contraproducente de la lógica paradójica. Por ejemplo, sidurante la consideración de un esquema de gran estrategia se alcanzaun punto donde se estima necesario cierto incremento en el alistamien-to bélico actual (pese a que no pueden aumentarse los gastos militares),habrá que elevar los niveles de personal, acopios y adiestramiento aexpensas del desarrollo a largo plazo de cierto armamento, la construc-ción de instalaciones, o algo similar. Como el resultado tiende aaumentar el poderío actual a costa del poderío futuro, tal políticamilitar demandaría una política exterior conciliatoria, para reducireventualmente la intensidad del conflicto mediante una instanciadiplomática apaciguadora, quizc; restringiendo la propaganda y lasoperaciones secretas, o directamente efectuando concesiones. Sujeta amuchas otras variables que aquí se ignoran, una política militar "dura"de poderío inmediato requeriría así una política exterior "blanda".Como resultado, la conducción global de la política nacional no parecerácoherente ni consistente, precisamente porque consigue armonizarambas dimensiones de la estrategia.

Este ejemplo en particular sugiere otro grave obstáculo a la conduc-ción estratégica a nivel nacional: sería bastante complicado para losdirigentes políticos democráticos seguir políticas que tan fácilmentepueden tildarse de ilógicas y contradictorias (además, a través de esteejemplo y muy a menudo se los podría acusar de apaciguadores).

En general, sería difícil mantener el apoyo popular a políticasparadójicas cuando inevitablemente pueden sólo explicarse a travésdel medio adverso del discurso con sentido común. Sin embargo, ladificultad no es universal. Los gobiernos dictatoriales tienen la ventajade que pueden seguir políticas deliberadamente contradictorias sinnecesidad de dar explicaciones. Pueden combinar una diplomaciaconciliatoria y efectuar concesiones destinadas a relajar la vigilancia

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de sus adversarios, con un acelerado esfuerzo armamentista; puedentronar y amenazar en una dirección mientras se preparan para actuaren otra; y pueden lanzar ataques sorpresivos en la mayor escala. Losgobiernos democráticos también pueden incrementar su alistamientomilitar, por supuesto, pero no les es posible disimularlo, porque debecrearse una atmósfera pública de temor u hostilidad para justificar lossacrificios; pueden amenazar a otros países, pero sólo después que laacción ha sido justificada abiertamente; y no pueden lograr la sorpresapolítica (ni la estratégica) si deciden atacar; solamente conseguirán lasorpresa táctica en circunstancias en que una crisis ya ha ido preparan-do al pueblo para la guerra.

No obstante, tantas complicaciones, obstáculos, fricciones y obje-ciones políticas que impiden el uso práctico de la teoría general nodisminuyen de ningún modo su validez ni prohíben su aplicación.Significan simplemente que la conducción estratégica a cualquier nivelestá cargada de dificultades, tal como la guerra y la diplomacia. Sinduda que en muchos casos todos los inconvenientes podrían y deberíanser superados para implementar la lógica y así obtener mejores resul-tados en cuestiones de disímil magnitud, desde la formulación deestrategias y métodos operacionales de teatro hasta el desarrollo dearmas específicas, desde opciones tácticas hasta la conducción de as-pectos conflictivos en política exterior.

Aun si la meta es mucho más ambiciosa, tal como pergeñar e im-plementar una gran estrategia nacional que armonice la política entodos los niveles, es posible que los impedimentos puedan vencerse conun gran esfuerzo intelectual, una tenaz prosecución del propósito, ymucho ingenio político. Sin embargo, existe un peligro siniestro queamenaza tan excepcional conquista. De hecho, se involucran enormesincertidumbres en el planteo de cualquier esquema importante de granestrategia. El éxito en la formulación e implementación encierra la realposibilidad de que el error esté sistematizado. Las decisiones pragmá-ticas de poco vuelo y las improvisaciones descoordinadas que marcanla conducta cotidiana del gobierno producen seguramente muchoserrores, pero la mayoría son de escasa magnitud, y con un poco desuerte muchos se anularán recíprocamente. La aplicación exitosa deuna gran estrategia normativa debería reducir apreciablemente laprevalencia de pequeños desfasajes de desarmonía, pero únicamente ariesgo de concentrar energías para perpetrar equivocaciones muchomayores.

POST SCRIPTUM

A pesar de los obstáculos, fricciones y riesgos, la teoría general aquípresentada ofrece alguna oportunidad para su aplicación práctica.

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Puede que no sirva de ayuda a soldados y estadistas en idéntica formaen que los exploradores son auxiliados por un buen mapa topográfico,pero al menos les presta cierta utilidad, de manera semejante a unaguía de plantas venenosas para exploradores de la jungla; los consejosnegativos también pueden ser valiosos.

Primero, una vez que se comprende que las condiciones de la lógicaparadójica son siempre conflictivas, la práctica de la estrategia puedequedar liberada de la sistemáticamente confusa influencia de la lógicadel sentido común. Para la conducción de la política exterior, esto ofrecela perspectiva de una eventual liberación de la falsa disciplina de laconsistencia y coherencia, para dar campo a políticas concertadas queson deliberadamente contradictorias. Los líderes militares han sidosiempre capaces de seguir tácticas y métodos operacionales paradójicos(tanto es así que los movimientos no con , ,encion :les ahora coincidencon los conceptos del sentido común sobre cómo debiera combatirse),pero un nuevo reconocimiento del penetrante alcance de la lógica puedelibrarlos de la imposición del pensamiento de lógica lineal de la políticamilitar de tiempo de paz, con sus dañinas derivaciones y su confusocriterio de eficiencia.

Segundo, una vez que se comprenden las consecuencias dinámicasde la lógica, la aplicación de restricciones en la prosecución del éxito enl a guerra o en la paz, en la conducción de una ofensiva o en la cons-trucción de armas, ya no dependerá de vagos instintos de moderación,sino que puede sostenerse por una apremiante racionalidad cuando seacercan puntos culminantes. Simplemente, el apercibirse de la in-acabable dinámica de la lógica puede servir de alarma contra losexcesos para proveer un firme muro de precaución contra el impulsoinstintivo hacia el éxito ilimitado.

Tercero, una vez que se comprende la estructura de la estrategia,con sus distintos niveles y dimensiones, toda una clase determinada deerrores puede ser expuesta, resistida, o directamente inhibida; se tratade esos errores frecuentes que surgen de decisiones tomadas arbitra-riamente en algún nivel ignorando a los restantes, de la prosecución deléxito en una sola dimensión en desarmonía con la otra.

Pero una disciplina no necesita poseer valor práctico para merecernuestra atención: el estudio de la estrategia debería ser su propiarecompensa, porque es lo único que puede explicar las exasperantescontinuidades y las desconcertantes contradicciones que saturan laexperiencia humana del conflicto.

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APÉNDICES

OBRAS CITADAS

NOTAS

ÍNDICE ALFABÉTICO

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APÉNDICE 1

Definiciones de Estrategia

Mi propósito es demostrar la existencia de la estrategia como uncuerpo de reiterados fenómenos objetivos que surgen del conflictohumano, sin prescribir cursos de acción. La mayoría de las definicionescorrientes son exclusivamente normativas, como si se hubiera asumidoque no existen esos fenómenos objetivos, o quizá que son demasiadoobvios para que valga la pena definirlos. Por supuesto que esto suscitala cuestión sobre si hay una base para establecer prescripcionesgenerales, o si sólo puede brindarse algún consejo en asuntos específi-cos, sobre cómo tratar una cuestión particular en un contexto dado.

Clausewitz, el más grande estudioso de la estrategia, simplementeno sintió ningún interés en definiciones generales ni abstractas; opin a-baque intentarlos era fútily pedante. Supropiadefinición de estrategia,con la espontaneidad que lo caracterizaba, se origina para diferenciarlade la táctica, .y es presentada en forma común: "Todo el mundo conocebastante bien adónde pertenece cada factor en particular... Cuandoquiera que tales categorías son usadas a ciegas, debe haber una razónprofunda para ello... Rechazamos, por otra parte, las distincionesartificiales de ciertos autores, ya que no se ven reflejadas en el usogeneral. De acuerdo con nuestra clasificación, entonces, la tácticaenseña el uso de las fuerzas armadas en el combate; la estrategia, elusodeloscombatesparaalcanzar elobjetivo delaguerra".On War,libro2, cap. 1, pág. 128 (edición Princeton).

Como en el caso de muchos términos científicos, la palabra "estra-tegia" (en francés stratégie, en italiano strategia) deriva indirecta-mente del griego strategos (general), que no posee la connotación ac-tual. El equivalente griego de nuestra "estrategia" hubiera sido strategikeepisteme (conocimiento de los generales) o strategon sophia (sabiduríade los generales). Analogías como strategkkos, como en el título de laobra de Onosander, o el muy posterior strategikon (de Mauricio), tienenuna connotación didáctica. Por otra parte, strategemata (Strategematones el título griego del trabajo en latín de Frontino) describe unacompilación de strategema, precisamente "estratagemas" o ardides deguerra (ruses de guerre). Mucho más comúnmente usado por los grie-

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APÉNDICE 1

gos, a partir de Eneas en el siglo IV A. C. hasta Leo en el siglo VII D.C. y más adelante, fue taktike techne, que describe todo un cuerpo delconocimiento sobre conducción de la guerra, desde abastecimientoshasta retórica exhortatoria, incluyendo técnicas y táctica propiamentedicha, y así también diplomacia menor. Taktike techne, o más bien sutraducción latina ars bellica, reapareció en 1518, siendo usado porMaquiavelo como "arte della guerra" en Los discursos sobre Tito Livio(quien en realidad empleaba ese término) y más tarde en el título de suArte de la guerra, que se difundió ampliamente (Kriegskunst, art de laguerre, art of war). Ver Virgilio Ilari, "Politica e strategia -Iobale",Jean, ed., Il pensiero strategico (1985), págs. 57-59.

Para Clausewitz la "estrategia" era normativa, y así sigue siendo enla definición contemporánea norteamericana: "Ciencia, arte o plan(sujeto o revisión) que dirige el reclutamiento, la preparación y lautilización de las fuerzas militares de una nación (o coalición) con el finde que sus intereses sean efectivamente promovidos o protegidoscontra enemigos reales, potenciales o meramente presumidos". King,ed., Lexieon of Military Terms (1960), pág. 14.

En forma característica, una definición norteamericana modernade origen militar oficial es mucho más amplia: "Arte y ciencia de de-sarrollar y usar fuerzas políticas, económicas, psicológicas y militaressegún se necesiten durante paz y guerra, para proporcionar el máximoapoyo a las políticas a fin de incrementar las probabilidades y conse-cuencias favorables de la victoria y aminorar las posibilidades de laderrota". Junta de Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos,Dictionary of United States Military Terms for Joint Usage (1964),pág. 135.

Aún más amplia pero igualmente prescriptiva es la definiciónnormal de estrategia del diccionario Webster's: "Ciencia y arte de em-plear las fuerzas políticas, económicas, psicológicas y militares de unanación o grupo de naciones para proporcionar el máximo apoyo a laspolíticas adoptadas, en paz o guerra".

La definición que se encuentra en la obra colectivay exageradamen-te oficialista Estrategia militar soviética, cuya autoría se atribuye almariscal V. D. Sokolovsky, quien revela sus preocupaciones marxistasy burocráticas, diferencia entre el significado descriptivoy el prescriptivo:"La estrategia militar es un sistema de conocimiento científico quetrata de las leyes de la guerra en un conflicto armado, en nombre dedefinidos intereses de clases. La estrategia estudia las condiciones y lanaturaleza de la guerra futura, los métodos para su preparación yconducción, las ramas de las fuerzas armadas y los fundamentos parasu utilización estratégica, así como los fundamentos para el apoyomaterial y técnico, de la conducción y lasfuerzas armadas, sobre la basede la experiencia militar, las condiciones políticas y militares, el

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DEFINICIONES DE ESTRATEGIA

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potencial económico y moral del país, nuevos medios de combate y lasopiniones y el potencial del probable enemigo. Al mismo tiempo, es éstael área de actividades prácticas de la alta conducción política y militar,del comando supremo, y de los comandos superiores, que pertenece alarte de preparar un país y sus fuerzas armadas para la guerra y suconducción". Scott, ed., Soviet Military Strategy (1975), pág. 11.

La sucinta definición del general André Beaufre, normativa perobasada en lo descriptivo, resulta congruente con mi propio propósito eneste libro: "Part de la dialectique des volontés employant la force pourresoudre leur conflict" (el arte de la dialéctica de las voluntades queemplean la fuerza para resolver su conflicto). Introduction á la stratégie(1963), pág. 16.

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APÉNDICE 2

El Ejército Soviético: un comentario

Ha persistido el hábito de medir al ejército soviético por el númerode sus divisiones. Siempre tuvo muchas, en parte por la conscripcióngeneral de la juventud, y porque los ex conscriptos quedan asignadosa unidades de reserva estructuradas y equipadas, mantenidas envariados Estados de alistamiento. Indudablemente, en gran medidaeste ejército puede contexiplarse como un enorme aparato de produc-ción de reservas, en forma muy parecida al israelí. Los resultados sonimpresionantes: por ejemplo, en el momento en que esto se escribe, seestima que hay 51 divisiones de tanques, 142 divisiones de "fusilerosmotorizados" (realmente todas mecanizadas), y 7 divisiones aerotrans-portadas; tres cuartas partes de ellas están formadas solamente porcuadros en servicio activo, pero todas pueden salir a campaña a cortoplazo. Las estimaciones occidentales sobre las demoras de lamovilizaciónno son confiables; no entra en el estilo militar soviético insistir en elcomplicado milagro de unidades totalmente completas, adiestradas yequipadas, sino que prefieren mandar las unidades a la acción encuanto adquieren la idoneidad mínima y el equipo básico. Y la estructu-ra de la guerra de blindados favorece ese enfoque, porque si bienfuerzas de alta calidad son necesarias en las puntas de lanza, laembestida blindada en su conjunto puede también obtener masa yempuje de fuerzas de menor calidad.

Sin embargo, en las operaciones bélicas el combate no se libra pordivisiones, sino por cuerpos de ejército, o sea agrupamientos de cuatroo cinco divisiones bajo un solo comando, con su propio apoyo orgánicono perteneciente a las divisiones. Por ejemplo, actualmente se suponeque cada cuerpo incluye un gran complemento de artillería, una unidadde misiles superficie-superficie, un gran complemento antiaéreo, unregimiento de 64 helicópteros, un batallón de elite de asalto aéreo y unregimiento blindado con nada menos que 150 tanques (algunas divi-siones occidentales poseen sólo 200).

Los cuerpos de ejército son a su vez reunidos en "frentes", la unidadde planeamiento para grandes operaciones, que nuevamente cuentacon su propio apoyo orgánico. Por ejemplo, actualmente se supone que

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APÉNDICE 2

cada frente incluye una división completa de artillería, con casi tantoscañones, obuses y morteros pesados como algunos de los cuerpos deejército más pequeños de Occidente (240 en total), unidades antiaéreasen escala semejante, misíles superficie-superficie con cabeza nuclear,dos regimientos de helicópteros, una brigada de elite de asalto aéreo yuna brigada blindada independiente con cerca de 200 tanques.

Por consiguiente, se nota que la cantidad de divisiones se hacedoblemente confusa en el caso del ejército soviético. Por un lado, porquesus divisiones son más pequeñas que las de los ejércitos occidentalesmás importantes, incluyendo el norteamericano; por el otro, porque elprocedimiento desdeña el gran poderío de los elementos de apoyo de losestimados cuarenta "cuerpos de ejército" y dieciséis "frentes".

Otro factor significativo en la capacidad bélica del ejército soviéticoes asimismo dejado de lado en las sumas de divisiones (y equipos): lasfuerzas de elite, que se asemejan a las tropas de comandos, en unejército por lo demás totalmente mecanizado. Reclutados, adiestradose inspeccionados por una organización separada (VDV, VozdushnoDesantnye-Voyska), sirven por períodos mucho mayores que los demásconscriptos (cinco años) y son paracaidistas (aunque en casi todos loscasos arribarán en aviones o helicópteros). Ha sido específicamentedesarrollada para la VDV toda una familia de vehículos aerotrans-portables, blindados livianos de orugas. Sus fuerzas actuales son lassiguientes: siete divisiones aerotransportadas con 7000 hombres cadauna, vehículos blindados aerotransportables y artillería orgánica;brigadas de asalto aéreo de primera línea con 2000-2500 hombres yalgunos vehículos blindados (son de transición o preparadas parafrentes secundarios); batallones de asalto aéreo a nivel de cuerpos deejército con menos de 500 hombres cada uno. Además, hay fuerzasespeciales (Spetznats) tipo comandos, algunas de las cuales puedenoperar disfrazadas. Al presente se cree que hay 19 brigadas y regimien-tos de Spetznats, pero esas designaciones exageran mucho los nivelesreales de efectivas. Finalmente, la armada soviética cuenta con 18.000hombres en su infantería de marina de elite.

Fuentes: Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, MilitaryBalance, 1986-87, pág. 37. David C. Isby, "Brigadas de asalto aéreo yaerotransportadas del Ejército Soviético", AmphibiousWarfareReview(1985). Norman Polmar, "Infantería de Marina Soviética", ídem.

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APÉNDICE 3

La NATO, el Ejército Soviético, y otras fuerzas delPacto de Varsovia: términos de comparación

Las estimaciones comparativas del poder militar basadas en infor-maciones numéricas de unidades y equipos son sistemáticamenteconfusas, porque pasan por alto la parte principal del asunto: losfactores intangibles tales como moral, disciplina, cohesión y conduc-ción, así como la calidad de las tácticas, métodos operacionales yestrategias de teatro. Pero las comparaciones entre fuerzas terrestresde la NATO y del Pacto de Varsovia según esos parámetros suelenresultar más confusas que lo usual, porque la unidad habitual decuenta, la división, en principio no es válida para el ejército soviético(ver Apéndice 2), y de cualquier modo combina una multitud deformaciones radicalmente diferentes en cuanto a efectivos, aunque sesuponga que son del mismo tipo.

Por ejemplo, al presente se estima que las divisiones blindadas deprimera línea completas cuentan con 10.500 hombres y 322 tanques(hay otras mucho menores); su contraparte norteamericana, en cambio, tiene 16.500 hombres pero solamente dos tanques más (324).Igualmente, ias divisiones de primera línea de "fusileros motorizados"(mecanizadas) completas poseen 12.500 hombres y 271 tanques, y lasdivisiones mecanizadas norteamericanas 16.000 soldados .y 270 tan-ques. Las divisiones alemanas, las más importantes del dispositivo dela NATO, cuentan con menos tanques, 300 en las divisiones Panzer y250 en las Panzergrenadier, pero más hombres, 17.000 y 17.500,respectivamente. Las divisiones blindadas británicas con 16.300 hom-bres tienen sólo 285 tanques, apenas más que las de fusileros mo-torizados soviéticas, mientras que las francesas son mucho menoresque éstas últimas, incluso en personal.

En realidad, hay una diferencia estructural bastante importanteentre las fuerzas terrestres de la NATO y las soviéticas: las divisionesde este último ejército, con cuatro regimientos, disponen de menoshombres y más armas pesadas que las divisiones de la NATO con tresbrigadas, especialmente respecto a tanques y transportes de combateimprescindibles para operaciones ofensivas, pero además en artilleríay armas antiaéreas. Las fuerzas de la NATO están equipadas con

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APÉNDICE 3

armas más costosas producidas en mucho menor escala, y poseenmenor cantidad de todas ellas, incluso en el caso de armas puramentedefensivas como los misiles antitanque. Así que la pobre Unión Sovié-tica cuenta con fuerzas capital-intensivas, mientras que las fuerzasterrestres de la rica NATO son mano de obra intensivas.

Si las cifras de personal se toman como medida principal del poderde combate, las divisiones soviéticas deben reducirse al 60 por ciento alcompararlas con las norteamericanas y alemanas. Pero si se juzga porel equipamiento disponible, están a la par. En este caso, las cifras esti-madas después de la plena movilización no son muy tranquilizadoraspara la Alianza: 110 divisiones de tanques y fusileros motorizados paralos soviéticos, contra 89 blindadas y mecanizadas de la NATO. Si seensancha la comparación para incluir las divisiones no mecanizadas(fuerzas de infantería a pie o en camiones, aerotransportadas y demontaña), la suma divisional es mucho más favorable para la NATO:actualmente podría mandar a campaña 54 de esas divisiones despuésde la movilización, opuestas a sólo seis soviéticas. Mas mientras lasprimeras son casi todas de simple infantería de reserva, equipadas conpoco más que sus botas, las últimas son divisiones aerotransportadasde elite, aunque muy pequeñas, con unos 7000 hombres cada una.

De hecho, otra diferencia sistemática entre las fuerzas terrestresdel Pacto de Varsovia y de la NATO es la homogeneidad estructural delas primeras y la enorme diversidad de las últimas. En el dispositivocompleto de divisiones que cada bando puede movilizar para el comba-te, según estimaciones vigentes, son 143 para la NATO y 180 para susoponentes, pero solamente hay tres tipos básicos (tanques, fusilerosmotorizados, aerotransportadas) que comprenden prácticamente atodas las divisiones del Pacto, en oposición a un verdadero muestrariode diversas clases en la NATO, incluyendo la infantería de altamontaña italiana (alpini), infantes de marina norteamericanos, divi-siones Panzer alemanas, infantería a pie turca, divisiones griegas dereserva que existen principalmente en los papeles, y divisiones britá-nicas compuestas por profesionales veteranos. En la medida en que ladiversidad refleje la adaptación a los requerimientos locales del terrenoy ciertas ventajas comparativas en el orden nacional -el ejército turcocuenta con excelente infantería, los alemanes son superiores en blinda-dos, los italianos se destacan como montañistas-, eso favorece a laNATO. Pero la gran masa de divisiones no mecanizadas de la Alianzadespierta sospechas; se cree que no representan una adaptación acircunstancias variables, sino una severa carencia de vehículos blinda-dos en los ejércitos más pobres.

La geografía indica otra asimetría más. Todas las divisiones delPacto pueden llegar al frente desplazándose sobre el terreno, pero losrefuerzos norteamericanos (incluidos los canadienses) deben cruzar el

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EL EJÉRCITO SOVIÉTICO

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Atlántico, casi todos mediante un transporte marítimo lento e insegu-ro. Al presente, es presumible que 13 de las 89 divisiones de la NATOblindadas y mecanizadas, y 15 de sus 54 no mecanizadas, vendrán delos Estados Unidos.

Una última diferencia entre la NATO y el Pacto de Varsovia en loreferente a sus fuerzas terrestres es la presunta lealtad a la Alianza delas primeras y la supuesta deslealtad potencial de las últimas. Ello noparece tan importante como a veces se sugiere. Primero, porque al fin.y al cabo el ejército soviético constituye gran parte del Pacto (41 sobre57 divisiones de tanques y 74 sobre 112 de las restantes, según es-timaciones actualizadas de movilización). Segundo, las peculiaridadesde la guerra de blindados hacen posible que fuerzas de lealtad dudosapuedan emplearse provechosamente; puede que no sean de fiar comopuntas de lanza en la penetración, pero servirían para mantenerfrentes secundarios, sumar masa e impulso a los vectores, ocupar ejesrecién abiertos, y soportar contraataques occidentales que de otro modoirían hacia las fuerzas soviéticas. Tampoco resulta razonable creer queunas fuerzas armadas que hasta ahora se han desempeñado correcta-mente, puedan de súbito rebelarse en plena guerra, precisamente en elmomento en que la cantidad de divisiones soviéticas (más la masa defuerzas ajenas alas divisiones) desplegadas en los países satélites sehaincrementado abruptamente, de 53 a 115 en total, según estimacionesrecientes. La presunción más segura es que las fuerzas del Pacto deVarsovia responderán a los soviéticos mientras vayan ganando laguerra, y se inclinarán a la desobediencia en cuanto se vean perdiendo.En otras palabras, si la NATO hace las cosas bien recibirá la ventajaadicional de las defecciones del otro bando, pero si fracasa no puedeesperar ningún alivio por ese lado.

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Notas

Introducción, Parte I

1. En realidad, como F red C. Ikle hace notar enEvery WarMustEnd (1971),pág., 123, la más dudosa paradoja es la inversión implícita del trato normalentre víctima y agresor; si la disuasión tiene éxito, la víctima potencial debemostrarse completamente decidida en circunstancias desesperadas, y hastatemeraria, mientras que el potencial agresor debe evaluar muy cuidadosamen-te riesgos, costos y beneficios.

1. El uso consciente de paradojas en la guerra

1. Este es el concepto de la "aproximación indirecta" de Basil Liddell Hart;sus ideas sobre el tema están diseminadas en biografías, apologías y artículos.Para un enunciado coherente con el contexto, ver Briand Bond, Liddell Hart(1977), págs. 37-61.

2. "Señales" y "ruido" son términos importados de la ingeniería en comuni-caciones al discurso estratégico, en un trabajo de seminario sobre el ataquesorpresivo japonés: Roberta Wohlstetter, Pearl Harbor (1962).

3. Carl von Clausewitz, On IVar, libro 1, capítulo 7, pág. 119 en la ediciónde Pi-inceton.

4. Ídem, libro 2, capítulo 3 ("La guerra es un acto de relación humana"), pág.149.

5. El camino Chouf, desde Jazzin a la autopista Beirut-Damasco, que a suvez conduce hacia el este hasta Shtawra, objetivo israelí del momento dondeestaba ubicado el asiento del comando militar sirio en El Líbano. El avanceisraelí fue bloqueado en Ayn Zhalta, a pocos kilómetros de la carretera. VerZeev Schiff y Ehud Yaari, Israel's Lebanon War (1984), págs. 160-161.

6. La ofensiva del Cuerpo Ben-Gal 446, que comenzó al amanecer del 10 dejunio de 1982. Ídem, págs. 117, 171-173.

2. La lógica en acción

1. La campaña no terminó oficialmente hasta el 25 de junio de 1940, cuandotambién Italia aceptó el ofrecimiento francés del armisticio; pero en la última

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NOTAS

semana de combate faltó ánimo por ambas partes, excepto en algunos sectoresde la Línea Maginot, donde el Segundo Grupo de Ejército francés resistiótenazmente hasta el 22 de junio.

2. Al iniciarse las hostilidades en setiembre de 1939, de un total de 103divisiones alemanas solamente 16 (Panzer, Motorizadas y Ligeras) estabancompletamente motorizadas. Se suponía que cada una de las 87 divisiones deinfantería contaba con 942 vehículos de exploración, coches auxiliares, tracto-res de artillería y camiones (suficientes para llevar a la sexta parte delpersonal), pero la mayoría de los abastecimientos eran portados en 1200 carroscon caballos. Sin embargo, para mayo de 1940 el número de camiones se habíareducido a la mitad por la gran cantidad de averías en los pésimos caminospolacos, y se habían agregado más carros. Desde las terminales ferroviarias alos depósitos de las divisiones, los abastecimientos eran transportados porcamiones de regimientos logísticos no parte»ecientes a las divisiones; perohabía solamente tres de ellos para la totalidad del ejército alemán, en todos losfrentes, con únicamente 6600 camiones. Ver Martin van Creveld, SupplyingWar (1977), págs. 144-147.

3. Burkhart Mueller-Hillebrand,Das Heer, 1933-1945(1956), tomo 2, tabla29, como es citado por Van Creveld, en Supplying War, n. 28; pág. 151.

4. En la mañana del 18 de octubre de 1941, las divisiones Décima Panzery SS Das Reich entraron en Mozhaisk, sobre la principal autopista haciaMoscú. En ese momento, los alemanes estaban completando la destrucción deocho ejércitos soviéticos en los sectores de Vyazma-Bryansk, en la que sería suúltima gran e ilimitada victoria en suelo ruso (declararon la captura de 665.000prisioneros); ver John Erickson, The Road to Stalingrad (1975), págs. 216-220.Para entonces, los grupos Panzer segundo y tercero (Guderian y Holt), quemarchaban a la vanguardia del Grupo de Ejército Central habían avanzadomás de 800 kilómetros básicamente en línea recta, desde el 22 de junio de 1941,y las fuerzas de Guderian acababan de ser reorientadas hacia Moscú despuésde su maniobra en dirección sur para cerrar el enorme envolvimiento de Kiev-Romny.

5. En realidad, solamente dos cuerpos pudieron atacar de algún modo, entrelos dos ejércitos en ese sector. Ver Albert Seaton, TheBattle forMoscow (1983),pág. 165.

6. La contraofensiva del Grupo de Ejército Sur del 5 de febrero-18 de marzode 1943, hacia el río Donets y Karkov, que agregó el nombre de Fritz Erich vonManstein a la lista de celebridades de la historia militar. Seis cuerpos detanques del "Grupo Popov", a nivel de ejércitos que se habían aventuradodemasiado lejos hacia el sur, fueron encerrados y destrozados, y otros dosejércitos soviéticos fueron batidos en la reconquista alemana de la región deKarkov. Ver Earl F. Ziemke, Stalingrad to Berlin (1968), págs. 90-105. Tam-bién Erich von Manstein, Lost Victories (1958), págs. 367-442.

7. Ziemke, Stalingrad to Berlin, pág. 501.8. Ver Raymond L. Garthoff, Soviet Military Doctrine (1953), págs. 18-19

para una explicación de la doctrina.9. Sin ferrocarril que atravesara Libia, ni tampoco pudiendo utilizar carros

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NOTAS

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de caballos en el desierto falto de agua y pasturas, lo único que podía sostenera las fuerzas de Rommel entre el puerto de Trípoli y el frente era la circulaciónde columnas de camiones. A comienzos de la intervención alemana, en abril de1941, disponía de una capacidad de carga de 6000 toneladas, que a lo sumopodían abastecer a las dos divisiones originales del Afrika Korps hasta unos500 kilómetros, y por lo tanto le fue explícitamente prohibido a Rommel queatacara. Cuando a pesar de todo lanzó su primera ofensiva, sobrepasando a lasfuerzas británicas (que también se habían sobreextendido después de suvictoria anterior contra los italianos) que pronto se derrumbaron, su avanceespectacular y sin antecedentes históricos de 1600 kilómetros, reconquistandola totalidad de Libia, penetrando en Egipto, dejó sus fuerzas de vanguardiavaradas en el desierto, subsistiendo apenas con abastecimientos capturados ypreparándose para su propia retirada. Van Creveld, Supplying War, pág. 186.

10. Significa para combatir contra otros aviones, así como para efectuarataques a tierra, ambos a la luz del día. Ver Williamson Murray, Strategy forDefeat (1983), págs. 1-25.

11. El primer bombardeo de blancos en el interior de Alemania, en el Ruhr,ocurrió el 15 de mayo de 1940; la primera incursión contra Berlín voló en lanoche del 25 de agosto de 1940. Desde la iniciación de la guerra, en setiembrede 1939, hasta marzo de 1940, el Comando de Bombarderos lanzó solamente 64toneladas de bombas, y ninguna deliberadamente sobre ciudades alemanas,sino que lo único que se arrojaba en ellas eran panfletos. Así que la famosabravuconada de Goering parecía justificada, pero terminada la "guerra falsa",invadida Francia, y con Churchill en el gobierno, fueron lanzadas 1688toneladas sobre Alemania en mayo de 1940, que ascendieron a 2300 toneladasen junio, declinando a 1257 en julio (se habían perdido los aeródromosadelantados), y a 1365 en agosto antes de aumentar a 2339 toneladas ensetiembre de 1940. Ver Charles Webster y Noble Frankland, The Strategic AirOffensive against Germany (1961), I, 144, 152 y IV, 455; en adelante citadocomo SAO.

12. Durante mayo de 1942, el Comando de Bombarderos británico envió2702 salidas, perdió 114 aviones, y 256 fueron averiados seriamente; en juniose despacharon 4801 salidas, hubo 199 pérdidas y 442 averías; en julio lassalidas declinaron a 3914, pero las pérdidas decayeron en menor proporción a171, y 315 aeronaves fueron dañadas; solamente 2454 salidas fueron voladasen agosto (a diferencia de 4242 en agosto de 1941), con 142 aviones derribadosy233 averiados. Ver SAO, IV, apéndice 40, pág. 432; y Alfred l'ri ce, IrzstrumentsofDarkness (1977), págs. 55-111.

13. El monto total de bombas lanzadas por el Comando de Bombarderoshabía declinado a 2714 toneladas para diciembre de 1942, después de alcanzarun nivel máximo de 6845 en junio anterior; en cambio, durante 1943, las 4345toneladas de enero fueron seguidas por 10.959 en febrero, aumentando progre-sivamente con un pico anual en agosto de 20.149 toneladas; durante el mismomes, el total de la Octava Fuerza Aérea de los EE.UU. fue 3999 toneladas. VerSAO, IV, apéndice 44, pág. 456.

14. El nombre código británico para las cintas metalizadas que reflejaban

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NOTAS

l as emisiones del radar cuando su largo coincidía con la longitud de onda era"window" (ventana); el término norteamericano, ahora usado universalmente,es "chafr'.

15. El efecto "tormenta de fuego" fue descrito por primera vez en un famosoinforme del Jefe de Policía de Hamburgo, fechado el lro. d e diciembre de 1943.Ver el resumen en SAO, IV, apéndice 30, págs. 310-315; yMartin Middlebrook,The Battle of Hamburg (1981), págs. 214-240.

16. El Comando de Bombarderos perdió 314 aeronaves (416 resultarondañadas) en enero de 1944,199 en febrero (264 averiadas), y 283 en marzo (402deterioradas), proporciones totalmente insostenibles: en marzo la disponibili-dad de aviones fue en promedio 974. Ver SAO, IV, apéndice 40, pág. 433; yapéndice 39, pág. 428.

17. Mientras se efectuaban las pruebas de "window", se descubrió que unantiguo radar británico de cazas nocturnos (Mark IV) no era afectado por lacontramedida, y en cambio el más nuevo y mejor (Mark VII) quedaba inoperable.Price, Instruments, pág. 117.

18. Cuando un Ju-88 aterrizó por error en un aeródromo británico en juliode 1944, se encontró que tenía instalado un equipo conocido por el nombre encódigo "Flensburg", que servíapara detectar, clasificarylocalizarlasemisionesde "Mónica", el radar británico de alarma montado en la cola. Ídem, págs. 214-215.

3. La eficiencia y el punto culminante del éxito

1. El torpedo autopropulsado Whitehead fue exhibido en Fiume (Austria-Hungría) en enero de 1867; la Real Armada dispuso que se ensayara en 1869,compró torpedos en 1870, y los derechos de manufactura un año más tarde.Bernard Fitzsimons, ed., Encyclopedia o f 20th Century W eapons and War fare,tomo 23, pág. 2508; en adelante citada como WW.

2. V er la obra más reciente de Philippe Masson,Historie de la marine (1983),tomo 2.

3. Ver WW, tomo 23, pág. 2515.4. Ver Avraham Adan, On the Banks of the Suez (1980), págs. 117-164.5. El mortero, la primera de todas las armas de fuego, ha estado en uso desde

el siglo XIV y continúa desempeñándose muy bien contra la última arma de laguerra terrestre. A diferencia de las ametralladoras, que no sirven para muchoa más de un millar de metros de distancia y quedan principalmente restringi-das al fuego directo, los morteros podían llegar más lejos que el misil antitanqueSagger de los egipcios; sus proyectiles caían casi verticalmente sobre lastrincheras y pozos de emplazamiento de misiles y cohetes antitanque.

6. No desde el punto de vista táctico, sino al nivel operacional de laestrategia, sobre el cual conviene ver la Parte II. Dicho sea de paso, las armasde carga hueca no guiadas de modelos antiguos demostraron su éxito relativosi se las usaba en condiciones idénticas a las que coronaron su actuación en laSegunda Guerra Mundial: combate en localidades y en áreas boscosas densas.

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NOTAS

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7. Por consiguiente, la "administración" incluye todo lo que se haga en elámbito militar y que üo refleje objetivos bélicos específicos del enemigo nipropósitos de disuasión o intimidación. Esto no se corresponde con la clasifi-cación de Clausewitz: `las actividades características de la guerra pueden serdivididas en dos grandes categorías: aquellas que son meras preparacionespara la guerra, y la guerra propiamente dicha", con la implicancia de que lo quedenomino "lógica lineal" ("ciencia", según su terminología) se aplica ala últimapero no ala primera; On War, libro 2, capítulo 1, pág. 131. Mas indudablemente,las "preparaciones para la guerra" (políticas militares de tiempo de paz) sehallan también afectadas por los propósitos tácticos y operacionales específicosdel enemigo, así como por las metas de la suasión que reflejan percepcionesparticulares de políticas y estructuras militares de otros actores determinados;tales preparaciones no quedan exclusivamente formuladas por las prioridadesautónomas del enemigo, abarcando el interés en optimizarlas decisiones abasede criterios "científicos". Clauséwitz fue el primero en reconocer la distinciónfundamental, pero aparentemente ubicó equivocadamente a la línea divisoria,circunscribiendo excesivamente los límites de la estrategia. Entonces, aldiferenciar entre "la artesanía del herrero forjador de espadas" y el "arte de laesgrima", está combinando el diseño de espadas, que posiblemente refleje ex-pectativas específicas de las espadas y de su manejo por parte del adversario,con la técnica metalúrgica de su manufactura, la cual debería tratar demaximizar en forma autónoma alguna efectividad genérica. On War, libro 2,cap. 2 ("originalmente el término arte de la guerra solamente designaba lapreparación de las fuerzas"), pág. 133.

8. Quienes siguen estos temas se habrán visto sometidos a las quejaspermanentes escuchadas en el Congreso de los Estados Unidos contra la"duplicación", término aplicado con disculpable imprecisión a la adquisiciónconcurrente de varios tipos diferentes de aviones de caza, armamento antitan-que, y otros semejantes. Igualmente, la asimetría entre las fuerzas del Pactode Varsovia equipadas en forma homogénea con armamento soviético, y lasfuerzas occidentales que cuentan con distintas variedades de equipos naciona-les, resulta perpetuamente deplorada como un mal irredimible. Por cierto queel desaprovechamiento de economías de escala cobra demasiada importancia,mientras que el concepto de que dicha duplicación, o quizá triplicación, puedesignificar una ventaja positiva, no se compadece con la experiencia de lasprácticas comerciales civiles.

9. Los portaaviones grandes pueden acomodartipos de aeronaves diferentesque sus contrapartes de menor dimensión, pero no hay ninguna razón apre-miante para justificar destructores de 8000 toneladas (se supone que losdestructores son sacrificables), ni buques de abastecimiento de 50.000 tonela-das de los cuales sólo puede contarse con muy pocos (los portaaviones queda-rían pronto inutilizables sin el combustible y las armas de aviación que losllevan), ni submarinos con misiles balísticos tan enormes que cada uno lleva 24de los mayores.

10. El 25 de agosto de 1943 una bomba planeadora alemana Hs-293 erró alHMS Bideford, pero dos días después esa misma arma averió al Athabaskan y

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NOTAS

hundió al Egret, todo ello en el Golfo de Vizcaya. El 8 de setiembre de 1943 fuehundido el acorazado italiano Roma (que se dirigía a unirse a los Aliados) pormisiles alemanes FX (también conocido como SD-100X), guiados y propulsadoscon cohetes; ver F. H. Hinsley y otros, British Intelligence in the Second WorldWar (1984), tomo 3, pág. 220, 339-340; y WW, tomo 16, pág. 1754. El primermisil antibuque lanzado desde a bordo (Styx) apareció en la década de 1950, yse hallaba completamente operativo para 1959, mientras que el primer misilantibuque lanzado por aeronaves (Canguro) estaba en servicio para 1960; WWtomo 22, pág. 2419, y tomo 14, pág. 1558. Por si acaso todas esas advertenciasfueran ignoradas, el 21 de octubre de 1967 el destructor israelí Elat fue hundidopor misiles Styx egipcios frente a Port Said, fomentando el interés mundial porlos misiles antibuque y sus contramedidas. Ver Edward N. Luttwak y DanHorowitz, The Israel¡ Army (1975), pág. 316.

11. Para conocer la composición actual de una típica ala aeronaval norte-americana, verReport of the Secretary ofDefense to the Congress on the FY1987Budget, 5 de febrero de 1986, pág. 197.

12. Los aviones de largo alcance basados en ti erra pueden ahora recorrerlosocéanos para controlar desde arriba a las rutas marítimas, y tales "cruceros"aéreos ya han sido propuestos. En cuanto al transporte de fuerzas de desembarco, ya resultan suficientemente económicos los grandes submarinos nonucleares como para que se los haya considerado seriamente, incluso parallevar carga comercial.

13. Álistair Horne, The Price of Glory (1962), págs. 327-328.14. Fierre Sergent, Je ne regrette cien (1972), págs. 149-150.

4. La conjunción de los opuestos

l. SAO, 1, 1.52.2. Ídem, 1, 182.3. Martin Gilbert, F¡nest Hour (1983), págs. 1103, 11(,5.4. SAO, 1, 182, 184-185.5. Ídem, 1V, apéndice 39, pág. 428.6. Ídem, 1, 347.7. Arthur Harris, jefe del Comando de Bombarderos de la RAF durante los

anos culminantes, y posiblemente el más subestimado de los líderes de guerraaliados, incluyó en sus memorias un excelente análisis del tema: BomberOffensive (1947), págs. 220-234.

8. The Army Air Forces in World War II, (1949), 11, 682-684, 702-704.9. El arquitecto de la producción bélica germana de la época, Albert Speer,

ha expresado que el ataque pudo haber sido decisivo si hubiera persistido. Perose equivoca, porque para entonces la descentralización ya era un hecho. VerSpeer, Inside the Third Reich (1970), págs. 284-287.

10. Para un breve repaso en retrospectiva historiográfica, ver DavidMaelsaac, Strategic Bombing in World War Two (1976).

11. La terminología del equilibrio e influencia del poder parece haberse

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NOTAS

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publicado por primera vez en laStoria d'Italia, del embajadory eruditoflorentinoFrancesco Guicciardini (1483-1540); probablemente ya fuera usada por prín-cipes, diplomáticos y condotieros de la generación anterior.

5. El nivel técnico

1. Excepto por las fuerzas de elite y aquellas de apoyo de escalonessuperiores, actualmente el ejército soviético consiste enteramente de fuerzasblindadas y mecanizadas. Ver Apéndice 2.

2. Las armas de fuego llegaron por primera vez al Japón en 1542, y prontose inició la producción local; para 1575, 3000 arcabuceros seleccionados de OdaNobunaga (tenía 10.000) destruyeron a la caballería de Takeda Katsuyori, alpoderío de los Takeda, y a todo un estilo de hacer la guerra en la batalla deNagashino, en Mikawa. Ver George Sansom, AHistory of Japón (1961), págs.263-264, 287. Hay una descripción detallada pero sin referencias en S. R.Turnbull, The Samurai (1977), págs, 158-160. Así como actuaron velozmenteen el equipamiento de los plebeyos con las nuevas armas, los mismos samuraicontinuaron usando espadas y no pistolas, hasta que ese signo de privilegio fueabolido juntamente con toda la clase social después de la restauración Meiji en1868. Los mamelucos de Egipto se resistieron a las armas de fuego con mayorempeño, y ni siquiera contaban con mosqueteros plebeyos sirviendo a su ladocuando marchaban al combate. Un ejemplo moderno comparable, más en elmolde mameluco que samurai, es la obstinada resistencia de las burocraciasaeronáuticas donde predominan los pilotos para la introducción de vehículosaéreos de control remoto. Recién cuando los israelíes los emplearon con efectosespectaculares en 1982 (la resistencia de sus pilotos se había moderado por lasexigencias del estado de guerra crónico) comenzaron a utilizarse más amplia-mente, en misiones que estuvieron disponibles desde hacía varias décadas.

3. A. M. Low, Musket toMachine-Gun (1942), págs. 66-67; Michael Howard,The Franco-Prussian War (1968), pág. 36.

4. Ver la interesante discusión en William McElwee, TheArt of War (1974),págs. 141-146.

5. Robert Jungk, Brighter than a Thousand Suns (1964), págs. 106-107.6. Por cierto que es verídico en la "Iniciativa de Defensa Estratégica"

anunciada por el presidente Reagan en marzo de 1983, luego de una decisiónque no reflejaba el asesoramiento científico, con autoridad y amplitud. Es comosi la misma ciencia se escapara de todos los intentos de toma de decisiones"científicas".

7. El nivel operacional

1. En alemán, operativ Kriegskunst; el ruso operativnoye iskusstvo es cla-ramente una palabra derivada. Las "operaciones" que ocurren según el empleoadministrativo-militar norteamericano del término, como en el "Teatro de

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NOTAS

Operaciones Europeo, meramente significan la realización de actividades decombate en general, tácticas, estratégicas y también intermedias. Desde lapublicación de mi artículo "El nivel operacional de la guerra" en 1981, la fraseha tenido amplia circulación en las esferas militares americanas, debido a susubsecuente adopción en el manual de doctrina básica del Ejército de losEE.UU. (FM 100-5). Basil Liddell Hart intentó la introducción del término"gran táctica", con idéntico significado, pero no obtuvo aceptación oficial niamplia circulación en las publicaciones militares británicas ni norteamerica-nas.

2. Un ejemplo contemporáneo lo constituye el tanque americano M-1, queentre otras cosas posee un novedoso motor de turbina a gas que brindaexcelente aceleración al precio de una reducción del alcance sin reabastecerse.Para la época en que el nuevo tanque entró en servicio, la doctrina operacionaldel ejército había cambiado considerablemente, y mientras que la movilidadtáctica-capacidad para desplazarse de prisa por el campo de batalla y treparpendientes escarpadas- seguía siendo deseable, la movilidad operacional(alcance autónomo) se había vuelto esencial; para ello, un simple motor diéselhubiera sido preferible. De forma similar, el nuevo tanque posee además unaexcelente protección por medio de una nueva clase de coraza compuesta, perode confbrmidad a viejas prioridades tácticas, casi toda ella se distribuye en laparte frontal, a expensas de la protección multidireccional que actualmenteenfatiza la nueva doctrina operacional.

3. Ilustrado por el cruce con gran éxito y alto riesgo del Canal de Suez paraenvolver al "Tercer Ejército" egipcio (en realidad, un cuerpo de tres divisiones)por la ribera más alejada, mientras que el control egipcio de la ribera máscercana (por el "Segundo Ejército") no fue disputado. Como siempre ocurre enla maniobra correlativa, el punto inicial fue la apreciación de la vulnerabilidadenemiga, en este caso bastante sutil, o sea la incapacidad del comando egipciode controlar sus fuerzas a través de todo el frente en forma oportuna.

4. No todos los oficiales del Comando de Cazas se sintieron satisfechos conello; algunos propusieron una respuesta a nivel operacional. Específicamente,el comandante de escuadrón Douglas Bader y el comandante de grupo TraffbrdLeigh-Mallory defendieron el empeñamiento concertado de formaciones debombarderos alemanes después que hubieran lanzado sus bombas, mediantegrupos completos (que no podían reunirse a tiempo para la intercepción previaal bombardeo), en lugar de la intercepción previa por cada escuadrón aislado.El método estaba destinado a explotar una limitación germana, la escasaautonomía del mejor caza de la Luftwaffe, el monomotor Bf-109. Habíancalculado que los resultados a obtener por cada caza serían mejores, porquepara entonces la mayoría de los Bf-109 ya no podrían maniobrar libremente porfalta de combustible, si es que todavía se encontraban en el lugar escoltando alos bombarderos. Ver la obra más reciente de John Terraine, The Right of theLine (1985), págs. 198-205.

5. Esto es lo que le sucedió al alto comando egipcio en la guerra de YomKippur (octubre de 1973), cuando los israelíes cruzaron el Canal de Suez paracomenzar con su maniobra de envolvimiento. El cruce inicial, en la noche del

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NOTAS

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15 de octubre, fue debidamente informado, pero desechado como una meraincursión que pronto se retiraría; en realidad, participaron desde un principioen la maniobra menos de tres mil hombres, con algunos pocos tanques quetambién cruzaron en balsas. Recién hacia el día 17 apreciaron en El Cairo quelos israelíes continuaban reforzando su cabeza de puente; para entonces ya sehabía construido un puente de pontones, y una división completa se hallaba delotro lado. Los israelíes estuvieron destacando grupos blindados hacia todas lasdirecciones para atacar emplazamientos de misiles antiaéreos (por eso supresencia fue informada en un amplio arco), pero buscando principalmenteavanzar hacia el norte por Ismailía, tratando de ensanchar la cabeza de puentey así lograr aislar a las fuerzas del Segundo Ejército en la costa del Sinaí delcanal respecto a sus servicios de retaguardia en el lado egipcio. A pesar de lagran cantidad de informes confusos que estaba recibiendo (generados por losgrupos de combate israelíes que se desplazaban en el área blanda de retaguar-dia para atacar emplazamientos de misiles), para el 18 de octubre el altocomando egipcio, de todos modos interpretó correctamente la intención israelíde dos días antes, y ordenó movimientos para asegurar el sector de Ismailía.Pero el día 17, contando con otra división al oeste del canal, los israelíesdecidieron anular el avance hacia el norte, y se desplazaron en direcciónopuesta para aislar al Tercer Ejército en el sector sur, alrededor de la ciudadde Suez. Para cuando el alto comando egipcio se dio cuenta del cambio, el 19 deoctubre, ya sus expectativas se habían trastornado dos veces, y nada parecíaseguro; imaginando que el mismo El Cairo se hallaba en peligro inminente,mandaron todas las reservas disponibles a defender la capital, en lugar deatacar a los israelíes que convergían sobre la ciudad de Suez. Ver el relatodocumentado en Hanoch Bartov, Dado (1981), pág. 482 en adelante.

6. Como anteriormente se hizo notar en otro contexto, la Unión Soviéticatenía l a profundidad necesaria para afrontar l a blitzkrieg germana, pero no asíPolonia y Francia, y por cierto que tampoco Bélgica ni Holanda. En realidad,el alto comando de Stalin (la Stavka) no trató de explotar la ventaja de su grantamaño durante la campaña de 1941, en la cual se resistió obstinadamente alos alemanes durante todo su avance hacia el este, en busca de la línea entreLeningrado y Moscú; para el verano de 1942 ya habían aprendido la lección, ycuando los alemanes avanzaron nuevamente, esta vez en dirección sur haciaStalingrado y los yacimientos petrolíferos caucasianos, las fuerzas soviéticasen retirada se movieron más rápido, y así preservaron su poderío parareconstruir otro frente sólido.

7. El efecto fue mucho más psicológico que fisico para la Wehrmacht en losaños de la blitzkrieg, de 1939 a 1942, porque sus columnas de penetraciónprofunda consistían principalmente en motocicletas, automóviles blindados,tanques livianos, vehículos de transporte de semi-oruga, tractores de artíllería,muchos camiones, y no tantos tanques de batalla (un regimiento de 100-150tanques por división Panzer). Las columnas del ejército soviético, en cambio,contendrían una sólida falange blindada, con 322 tanques en las divisiones deprimera línea.

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NOTAS

8. Estrategia de Teatro I

1. Al presente, las 30 divisiones soviéticas de primera línea de tanques yfusileros motorizados en Alemania Oriental (19 divisiones), Checoslovaquia(5), Hungría (4) y Polonia (2) incluyen 10.500 tanques; la cantidad de transpor-tes decombate deinfantería esmayor. IISS,Military Balance, 1985-86,pág. 26.

2. Se asume totalmente que las fuerzas del Pacto de Varsovia, juntamentecon unidades menores soviéticas que simulen formaciones completas, seemplearían para representar amenazas mediante demostraciones y fintas enlos segmentos del frente donde no se intenten las embestidas principales de laofensiva; oportunamente se descubriría el engaño, pero para entonces habríafinalizado la lucha. (Dicho sea de paso, ese sería el mejor uso de tropas delealtad dudosa). Actualmente, la cantidad de lanzadores de armas guiadasantitanques que se desplegarían en el frente central luego de la movilizacióny refuerzo es de alrededor de 2100, cifra que también incluye las fuerzas enNoruega y Dinamarca (ídem, pág. 186). Si las existentes fuerzas móviles de laAlianza (blindadas, mecanizadas y caballería blindada) fueran reorganizadascomo infantería misilística, podrían representar 300.000 soldados en la líneadel frente con 60.000 lanzadores como máximo (todavía se necesitarán para lasfuerzas de artillería, antiaéreas e ingenieros, y para unidades de servicios); noresultan suficientes para cumplir el requisito de desgaste bajo condicionesrealistas de relaciones de intercambio tácticas, a menos que haya barreras yfortificaciones que serán mucho más costosas que los lanzamisiles.

3. Ilustrado por el General Maurice G. Gamelin, jefe del Estado MayorGeneral Francés al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Ver los co-mentarios en la obra de Robert J. Young, In Comm.and of France (1978), págs.48-51.

4. Muchas cabezas de combate intercontinentales v bombas están en elrango de equivalencia de un millón de toneladas de TNT (megatón), mientrasque la mayoría de los artefactos del campo de batalla se hallan en el millar detoneladas de TNT (kilotón), o sea la decimocuarta parte de la energía liberadapor la bomba de Hiroshima, y la decimonovena de la bomba de Nagasaki. Losefectos de soplo, calor y radiación inmediata son proporcionales, y excepto enel caso de los artefactos con radiación aumentada (bomba "neutrónica"),usualmente es el efecto de soplo el que establece los límites de efectividadcontra blancos de fuerzas terrestres.

5. Sucede que la inercia causada por restricciones contradictorias mantieneen servicio en la Alianza una de las armas de principios de la década de 1950,el cohete de 40 kilómetros de alcance Honest John, desplegado por primera vezen 1953 y todavía en uso de los ejércitos griego y turco. Ver IISS, MilitaryBalance, 1985-86, págs. 85-86.

6. La política actual se inició en 1967 para reemplazar la "represaliamasiva", que preveía una recurrencia mucho más rápida alas armas nucleares.La represalia masiva fue abandonada por los Estados Unidos al término delgobierno de Kennedy, pero quedó retenida como política de la Alianza ante lainsistencia de Alemaniay otros miembros hasta 1967, cuando el Comité Militar

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NOTAS

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de la NATO finalmente aceptó la nueva política de "respuesta flexible"(oficialmente promulgada en 1968 como Documento NATO MC 14/3) y prome-tió proveer las fuerzas adicionales requeridas para una defensa no nuclear"fornida". Existe gran cantidad de obras; por ejemplo, ver de Raymond E.Burrel, Strategic Nuclear Parity and NATO Defense Doctrine (1978), pág. 13.

9. Estrategia de Teatro II

1. Jochen Lóser, Weder rot noch tot (1982).2. Franz Uhle-Wettler, Leichte Infanterie im Atomzeitalter (1966). Una

prescripción de amplia influencia para una defensa "amorfa" tipo esponja sehalla en la obra de Guy Brosollet, Essai sur la non-bataille (1975), un trabajode seminario.

3. Steven L. Canby, "Defensa territorial en Europa Central" (1980), ymuchos otros trabajos del mismo autor.

4. William Scotter, "Un papel para la infantería no mecanizada" (1980).5. En todos los esquemas se requerirán sistemas de abastecimientos

apropiadamente descentralizados. La provisión deberá ser mucho mayor, parapermitir la distribución en pequeños depósitos y escondites en toda la zona decombate, en lugar del actual sistema de abastecimiento a demanda, dondecolumnas de camiones y tuberías de combustible proveerían a las fuerzas en elfrente desde grandes depósitos centrales y patios de tanques. En todos losesquemas tiene además que descentralizarse el comando y control en diversosgrados, según las especificaciones de cada uno de ellos.

6. La sensación de rigidez tipo autómata puede que no sea más que el reflejodel proceso de deshumanización del enemigo que aparece en todo conflicto. Asífue que durante la Segunda Guerra Mundial, la información de que la mayorfortaleza del ejército alemán se encontraba en su excepcional flexibilidad,coexistió con imágenes de oficiales y soldados germanos parecidos a martinetesy robots. Por supuesto que en realidad el ejército alemán concedía granamplitud a sus oficiales subalternos y suboficiales; en el comando y control, laautoridad jerárquica daba paso suavemente a la necesidad operacional, enforma que ni siquiera pudo emular el ejército norteamericano, ni hablar delbritánico. Sin embargo, parece que el ejército soviético está afectado por larigidez, al menos en los niveles inferiores del mando donde las órdenes siemprese obedecen, sean o no apropiadas. Ello no es reflejo de limitaciones culturalesinnatas ni de la doctrina oficial (que por supuesto recomienda el uso de lainiciativa en todo nivel), sino más bien el equilibrio empírico de incentivosinstitucionales: aunque la iniciativa exitosa sea debidamente recompensada,tiene escaso efecto porque las penalidades por errores que sean consecuenciade actos no autorizados son sistemáticamente mayores que las penalidades poruna obediencia contraproducente. El combate en Afganistán ha dado comoresultado previsto exigencias oficiales por una "mayor iniciativa". Para unanálisis comparativo del marco institucional, ver Richard A. Gabriel, TheAntagonists (1984).

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NOTAS

7. Laqueur, Guerrilla, págs. 202-238. Para una detallada evaluación de laefectividad de la resistencia francesa en el cumplimiento de una tarea especí-fica de urgencia excepcional, en las condiciones favorables posteriores aOverlord en junio de 1944, ver Max Hastings, Das Reich (1981).

8. Para el relato revelador de un participante, ver Stefan Korbonski,Fighting Warsaw (1968).

9. En Yugoslavia, la divergencia usual entre protección a la comunidad yresistencia ideológica fue particularmente aguda: los nacionalistas servios"cetniks" fueron virtualmente incapacitados por la política de represaliasgermana, y posteriormente obligados a colaborar de varias formas.

10. Históricamente, la necesidad de defensa puntual ha restringido larelación de conquista de los imperios militares, antes de fijar oportunamentelímites definitivos a su expansión posible, mientras el monto promedio deintranquilidad en una u otra parte continuaba acumulándose. La normaromana era más o menos pacificar una provincia y obtener sus impuestos (oreclutas) antes de conquistar otra, pero aun así crecieron los requisitos deseguridad porque la quietud secular de algunas comarcas era acompañada poralzamientos recurrentes en otras. Cierto cálculo semejante debe haber motiva-do el mandato contra mayores conquistas en el testamento de Augusto.Registrado por Tácito, Anales 1. 11, .y criticado en su Agricola XIII.

11. Este fue el caso mucho antes del advenimiento de la moderna logística,de las radios y helicópteros. Los romanos, cuya movilidad física no era superiora la de sus enemigos insurgentes, habían desarrollado una ventaja estratégicade teatro con su red de torres de señales, cuyas emisiones de humo durante eldía y de llamas durante la noche proveían advertencias y órdenes; con sus bienconstruidos caminos, cuyo uso por parte de los insurgentes era impedido porfortalezas: y por los graneros también fortificados, donde las tropas podíanobtener comida y forraje, y que sólo quedaban en poder de los insurgentesdespués de prolongados asedios.

12. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes recibieron apoyolocal en muchas áreas ocupadas, especialmente en la Unión Soviética. Enalgunos sitios, las milicias progermanas tuvieron suficiente efectividad comopara reemplazar a la política de represalias, como por ejemplo en el "DistritoAutónomo Administrativo" de Lokot, en la región de Orel-Kursk al sur deBryansk, con una población de 1,7 millones de habitantes y defendida por unamilicia totalmente rusa de unos 10.000 hombres durante 1942-43. Aquí lábasede la colaboración fue política (anticomunismo), y la milicia Lokot, creadaconjuntamente por el General Rudolf Schinidt del Segundo Ejército Panzer yun ingeniero ruso (más tarde reemplazado por el tristemente célebre BronislavKami n sky), fue conocida como la Russkaya Osvoboditelnaya Narodnaya Armiya( Ejército de Liberación Ruso). Fue un elemento crucial de la negación que seprohibiera a la SS operar en el área, donde los alemanes aceptaron abstenersede cualquier represalia por ataques guerrilleros que todavía tenían lugar. VerM. Cooper, The Phantom War (1979), págs. 112-113. Tales arreglos, si bienusualmente con menos formalidades, se hicieron comunes en las áreas ocupa-das por los alemanes y fueron vehementemente defendidos por muchos oficia-

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les de la Wehrmacht; ver H. K. Guenther, "Der Kampf gegen die Partisanen"(1968). Con idéntica vehemencia se opusieron los SS, quienes denegaban lanecesidad de armas a "subhumanos", hasta que el empeoramiento de lasituación bélica y la falta de personal indujo a la SS a revertir su actitud.Todavía se opuso a las milicias, pero solamente porque quería reclutar todohombre disponible para sus diversas unidades étnicas.

13. Esta es la crítica expresada contra el elemento guerrillero (Jagdkamp f )en el esquema de defensa en profundidad austríaco que constituye actualmentesu política oficial. Ver R. S. Rietzler, "Erfahrungen aus Kleinkrieg undJagdkampf" (1972), II, 155-156.

14. Clausewitz enumeró las condiciones necesarias para una exitosa resis-tencia guerrillera, como sigue: "(1) La guerra debe librarse en el interior delpaís. (2) No debe ser decidida mediante un solo golpe. (3) El teatro deoperaciones debe ser bastante extenso. (4) El carácter nacional debe adaptarsea ese tipo de guerra. (5) El suelo debe ser escabroso e inaccesible, a causa demontañas, bosques, pantanos, o métodos locales de cultivo" (On War, libro 6,cap. 26, pág. 480). La resistencia guerrillera en Alemania podría satisfacer lascondiciones 1, 2 y 3, pero por cierto que nunca la 4 y 5.

15. Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, págs. 159-170.16. Las viviendas suburbanas y edificios comerciales de paredes blandas y

escasa altura, a diferencia de las casas de piedra de las villas tradicionales, nosirven como obstáculos físicos contra tanques; pero proveen una coberturacompleja para las fuerzas defensoras que se desplacen entre ellas, permitién-doles dirigir fuego cruzado sobre caminos y calles desde posiciones ocultas. Ylos vehículos blindados no pueden avanzar derribando edificios para abrir suspropias avenidas, sin gran riesgo: las construcciones modernas con pisosdelgados sobre los sótanos se convierten en excelentes trampas para tanques.

10. Estrategia de Teatro III

1. Estos esquemas de ataque profundo incluyen el Ataque de Fuerzas enSeguimiento (a veces confundido con el Plan Rogers), que es estrictamente nonuclear, considera ataques a través de un espectro de amplio rango, y requiereque las unidades soviéticas en movimiento también sean atacadas; AirLandBattle 2000 y AirLand 2000, conceptos teóricos discutidos en círculos delejército de los EE.UU., enfatizan los ataques en profundidad coordinados anivel de cuerpos; Deep Strike (Golpe Profundo), primariamente un esquemanuclear, pero con una variante no nuclear que destaca el empleo de misilesbalísticos paralanzar submuniciones sobre blancos fijos; y CounterAir90, quedispone ataques contra aeródromos soviéticos.

2. Los misiles mas económicos para atacar grandes blancos fijos consubmuniciones (bases aéreas, depósitos, playas ferroviarias), así como blancosmuy fortificados (centros de comando), serían los misiles balísticos de trayec-toria elevada, idénticos a los empleados para lanzamientos nucleares. Induda-blemente, la solución más barata sería el redespliegue en Europa de modelos

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NOTAS

anticuados de misiles balísticos intercontinentales norteamericanos que ya noestén en servicio para misiones núcleares (Titán, Minuteman I), debidamenteconvertidos para alcances menores pero con cargas útiles mucho mayores y nonucleares. Pero si se emplazan esas armas en Europa se criticarán comoobstáculo para las negociaciones de control de armamentos, por problemas deidentificación. Cuando se los lance desde cualquier sitio, por otra parte, sustrayectorias podrían confundirse fácilmente como presagios de ataques nuclea-res, aunque sea por pocos minutos. Finalmente, los grandes misiles balísticos,ya convertidos o recién producidos, sólo serían económicos si se los emplazaraen alojamientos fijos, y entonces quedarían vulnerables a varias formas deataque, tanto nuclear como no nuclear, aunque se los fortificara.

Los misiles crucero aerodinámicos con grandes cabezas no nucleares seríanlos más eficaces contra blancos pequeños y duros, como puentes y viaductos.Cargados con submuniciones serían tan efectivos (si bien posiblemente máscaros por kilogramo lanzado) como los misiles balísticos para atacar blancosextensos y blandos, tales como depósitos, playas ferroviarias y bases aéreas.Una característica de la contienda es el costo de los misiles crucero, que sirvenpara una sola salida, mientras que las aeronaves tripuladas pueden realizar unnúmero indeterminado de misiones antes de ser interceptadas o perdidas dealguna otra manera (los accidentes se multiplican en operaciones de granintensidad). Otra es la vulnerabilidad de los misiles crucero ante las defensasaéreas (incluyendo las barreras de globos alrededor de blancos valiosos);aunque presentan una imagen radar y visual muy pequeña, estas aeronavessin piloto son incapaces de realizar maniobras evasivas, como las tripuladas.Ver Fred N. Wikner, "Interdicción de blancos fijos con armas convencionales"(1983). Richard K. Betts, ed., Cruise Misiles (1981), págs. 184-211. Steven L.Canby, "Tecnología de la nueva fuerza convencional y el equilibrio NATO-Pacto de Varsovia, I",New Technology and Western SecurityPolicy (1985), págs.7-24, y Donald R. Cotter, ídem, págs. 25-39.

3. La causa fundamental de la ventaja defensiva fue, precisamente, larelativa facilidad con que las líneas de trincheras podían reforzarse por tropasque marchaban desde el desvío ferroviario más cercano a pesar del fuego deartillería, en comparación con los múltiples obstáculos que se interponían enel camino de los atacantes, quienes también sobre sus pies trataban de alcanzarel frente de esas mismas líneas de trincheras. El propósito inicial a nivel tácticodel tanque, acorazado contra el fuego de ametralladoras y provisto con orugaspara cruzar cráteres de granadas y aplastar las alambradas de púas, estabaespecíficamente dirigido a superar esta asimetría. Sólo más tarde se reconoce-ría la profundidad potencial del tanque detrás del frente, a nivel operacional.

4. Unas 220.200 del total de 399.600 salidas voladas por la Fuerza Aéreade los EE.UU. durante toda la guerra de Corea fueron clasificadas comoataques de interdicción; un esfuerzo enorme, que a veces contribuyó a contenerla ofensiva china, pero significó principalmente que en lugar de emplear unmillar de changarines en un caso determinado, los chinos tuvieron que duplicarla cifra. La interdicción demandó una proporción aún mayor de un total desalidas mucho más nutrido durante la guerra de Vietnam, con resultados

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todavía menos trascendentes. Para las estadísticas de la guerra de Corea y lasestimaciones de Vietnam, ver la obra de William D. White, U. S. TacticalAirPower (1974), pág. 68.

5. Cierto tiempo atrás, antes de que se impulsara la construcción vial, seestimó que si la "capacidad de flujo" de las redes camineras y férroviarias desdela región occidental de la Unión Soviética hacia Alemania se destruyera en unnoventa por ciento, y se mantuvieran inoperativas a pesar de las reparaciones,el diez por ciento remanente todavía sería suficiente para sostener unaofensiva soviética con todo su poderío. El estudio es citado por Alain C.Enthoven y K. Wayne Smith, How Much Is Enough? (1971), pág. 222.

6. Para una opinión positiva sobre lo que puede hacerse, ver Donald R.Cotter, "Tecnología de la nueva fuerza convencional y el equilibrio NATO -Pacto de Varsovia, II" en New Technology and Western Security Policy (1985),págs. 25-38. Para una opinión pesimista, ver Steven L. Canby, ídem, págs. 7-24.

7. El concepto de que minibombas de carga hueca muy pequeñas y porconsiguiente baratas, o de artificios de fragmentación que pueden ser letalescontra tanques de batalla bien blindados porque hacen impacto sobre ladelgada coraza superior, es reminiscente de la creencia de que los torpedosserían efectivos porque la coraza de los buques de guerra era delgada oinexistente debajo de la línea de flotación. Así como esa debilidad fue remedia-datan pronto como se intentó explotarla, ahora también se están preparandosobretechos blindados para tanques, en una típica respuesta de amplia capa-cidad a un tanque estrecho.

8. Se necesitará personal y dinero para incrementar las fuerzas terrestres,y en este momento parecería que el completamiento de los cuadros deldespliegue actual de fuerzas se ve perjudicado por las tendencias demográficas.Por otra parte, los fondos usados para desarrollar y construir sistemas deataque en profundidad podrían servir para equipar con mejores medios afuerzas existentes pero pobremente armadas. En realidad, los críticos temenque los parlamentos de la Alianza no aprueben los presupuestos extraordina-rios requeridos para los nuevos armamentos, de modo que los fondos seránsustraídos de las fuerzas desplegadas.

9. Esta cifra incluye 51 divisiones de tanques y 142 de fusileros motorizados;el monto usual de 200 también incluye 7 divisiones aerotransportadas. VerApéndice 2.

111. Antiestrategias

1. Se trataba de poder aéreo "táctico" en la terminología oficial corriente,que abarca todas las formas de participación de la aviación en combate endeterminado teatro, a diferencia del poder aéreo "estratégico", dirigido contralas poblaciones, industrias y aparato estatal, tanto civiles como militares. Elpoder aéreo táctico incluye por lo tanto todos los modos de "superioridad aérea",obtenida por cazas y cazabombarderos para el control del aire sobre el teatro

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NOTAS

bélico; "apoyo cercano", cumplido por cazas (actuando como cazabombarderos),bombarderos livianos, y aeronaves blindadas especializadas, para proveerpoder de fuego directo en sostén de fuerzas en el terreno; "interdicción delcampo de batalla", realizado por cazas y cazabombarderos livianos para atacarfuerzas terrestres enemigas en la retaguardia inmediata de las zonas decombate; e "interdicción", efectuada por cazas mayores desempeñándose cornocazabombarderos y bombarderos livianos, veloces y especializados, para ata-car infraestructuras y fuerzas en la profundidad del teatro de guerra.

2. Alfred Thayer Mahan, Naval Strategy (1911), pág. 6, citado por Philip A.Crowl en Peter Paret, ed., Mahers of Modern Strategy (1986), pág. 458. Crowldemuestra que Mahan tomó el concepto de Henri Jomini (1779-1869); así queun simplificador se apropió de la idea de otro.

3. La prioridad absoluta asignada a este concepto en la época del submarinoposterior a Mahan fue debidamente criticada después de la Primera GuerraMundial. Ver John H. Maurer, "Concentración naval norteamericana y la flotade batalla alemana, 1900-1918" (1983), págs. 169-177.

4. Por obvias razones, muchos escritos institucionales entran en esta ca-tegoría. Ver, para información reciente, The Maritime Strategy, publicada porel U.S. Naval Institute (1986) y que contiene artículos del Secretario de Marina,del Comandante de Operaciones Navales y del Comandante de la infantería deMarina. El titulado de la mayoría de las obras eruditas evita el empleo confuso,tales como The Development ofNaval Thought (El desarrollo del pensamientonaval, 1977) y el clásico de L.W. Martin The Sea in Modern Strategy (El maren la estrategia moderna, 1977). El importante estudio de Hervé Couteau-Begarie, La puissance maritime: Castex et la stratégie navale (El poder marí-timo, Castex y la estrategia naval, 1985), incluye el término irritante en elsubtítulo, pero su formulación es equivalente a la de Rosinski (la penséestrategique navale). Una famosa excepción la constituyeA Layman's Guide toNaval Strategy (Guía para un profano en estrategia naval, 1942) de BernardBrodie, reeditado más tarde con revisiones como A Guide to Naval Strategy( Una guía para la estrategia naval, 1965), si bien su contenido es principalmen-te técnico, táctico y operacional.

5. Para el profeta del poder aéreo autónomo, Giulio Douhet, la selección deblancos constituía realmente la esencia de la "estrategia aérea"; ver Barry D.Watts, The Foundations of U.S. Air Doctrine (1984), pág. 6. Hay un nuevoanálisis del pensamiento de Douhet en Ferruccio Botti y Virgilio Ilari, Il pensieromilitare italiano (1985), págs. 89-139.

6. Ver The Maritime Strategy, pág. 13 (Almirante James D. Watkins, Co-mandante de Operaciones Navales). Trata claramente de justificar una altaprioridad para las fuerzas navales, a pesar de la marginal vulnerabilidad de laUnión Soviética a la negación del mar, al ataque anfibio y a la acción aeronavalen cualquiera de los principales teatros de guerra.

7. Mahan, The Influence of Sea Power upon History, 1660-1783 y TheInfluence of Sea Power upon the French Revolution and Empire, 1793-1812, yotros escritos de menor trascendencia. Para las fuentes intelectuales, verRobert Seager, Alfred Thayer Mahan (1977), y más recientemente la revisiónde Crowl, págs. 449-462.

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8. En realidad, Mahan fue poco coherente en el uso del término poder naval,que consideraba como su propia contribución original al pensamiento estraté-gico; ver Couteau-Begarie, pág. 45, y Crowl, pág. 451.

9. Gerald S. Graham, The Politics ofNaval Supremacy (1965).10. Para la secuencia, ver Mahan, TheInfluence, 1660-1783, págs. 222-223,

citado en Crowl, págs. 451-452.

'11. El título de un libro de gran venta en la Segunda Guerra Mundial,

Victory through Air Power (1942), en realidad una colección de artículos,contiene la predicción de Douhet/Mitchell/Trenchard en algunos de los títulosde sus capítulos: "El ocaso del poder naval", "La emancipación del poder aéreo","Organización para la supremacía aérea".

12. Para el resumen de esta divergencia, ver BarryD. Watts, The Foundationsof U.S. Air Doctrine (1984), págs. 5-10.

13. Mitchell no compartía esta opinión: "una formación de bombardeo... porcierto que sufrirá grandes bajas si se somete al ataque incesante de una fuerzamuy superior de persecución (cazas)". Ver Watts, Foundations, pág. 7, que citaun texto anterior a 1923.

14. Sin embargo, esto no era aplicable a los bombarderos de la Luftwafle,porque se exigía que tuvieran capacidad para el bombardeo en picada. Suresistencia estructural y aceleración les concedía cierta maniobrabilidad, aexpensas del alcance y la carga de armamento.

15. Durante la noche, hasta que estuvieron disponibles cazas nocturnosequipados con radares efectivos alrededor de 1943, cada interceptor debía serdirigido individualmente mediante lalocalización comparativadel radarhastaque entraba en contacto visual con su blanco, imposibilitándose la intercepciónen masa; no obstante, los cazas sin radar operaban en fórmaciones nocturnassi había suficiente luminosidad provista por la luna, reflectores o incendiosprovocados por las incursiones de bombardeo.

16. Al refutar convincentemente el error ampliamente difundido respectoa que los jefes de la Luftwaffe con sus crónicas reyertas rechazaron en efectola tesis, y se contentaban con una función complementaria de las fuerzasterrestres, Williamson Murray, en Strategy forDefeat (1983), págs. 8-9, 19-21,exagera la cuestión: se consideraba al bombardeo estratégico como una misiónimportante, pero nada más. Murray cita al cuatrimotor He-177 como palmariaevidencia de la intención estratégica (pág. 9), pero recibió baja prioridad;además, sus extremas complicaciones de diseño le fueron impuestas paraefectuar bombardeo en picada, totalmente innecesario para propósitos estra-tégicos.

17. Según lo comprobó en posguerra la Comisión de Estudio sobre Bombar-deo Estratégico de los EE.UU. (U.S. Strategic Bombing Survey); los resultadossobre lo realizado por el bombardeo siguen sujetos a gran controversia. Porejemplo, ver de David Macl saac, StrategieBombing in World War Two (1976).

18. Como por ejemplo lo destaca Bernard Brodie en Strategy in the MissileAme (1959), pág. 73; Watts, pág. 39, n.1, cita un memorándum de Brodie de 1952titulado "La herencia de Douhet".

19. Bernard Brodie, TheAbsolute Weapon (1946), pág. 76, típicamente con

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una salvedad que entonces otros pasaron por alto: al divulgarse el concepto dela disuasión, que ya estaba en el aire, la describió como el principal propósitode la institución militar, pero no el único, agregando "no puede tener casiningún otro propósito".

20. La suasión positiva (compulsión) es evidentemente de más difícilaplicación que la suasión negativa (disuasión); ésta es una de muchas aclara-ciones que se encuentran en Thomas C. Schelling, The Strategy of Conflict(1960, 1980), págs. 195-199.

21. Ver Edward N. Luttwak, "Percepciones de fuerza militar y política dedefensa de los EE.UÚ." (1977).

22. Investigado en muchas configuraciones por Thomas C. Schelling, Armsand Influence (1966).

23. Las palabras cruciales del discurso del Secretario de Estado JohnFosterDulles sobre "represalia masiva" (Boletín del Departamento de Estado, 25 deenero de 1954).

12. El campo de la gran estrategia

1. Lavirtud de los imperios es su tenacidad. Para una opinión de la conductasoviética, ver de Edward N. Luttwak, The Grand Strategy of the Soviet Union(1983).

i3. Suasión armada

1. En un uso prematuro del término, el estacionamiento de la Flota delPacífico en la base avanzada de Pearl Harbor luego de mayo de 1940 fueexplícitamente definida como "disuasoria". Pero no podía disuadir más quecualquier otra fuerza por su mera existencia. Los japoneses decidieron no serdisuadidos, prefiriendo en vez de ello atacar a la fuerza que los había provocadoal constituirse en una aparente amenaza para sus planes de invasión delsudeste de Asia. Pese a que perdura cierto descuido en el lenguaje, mucho seha aprendido del episodio, como se verá luego.

2. El resultado de las guerras de mayor extensión que episodios aislados decombate es otro asunto, porque dentro de ellas la lógica paradójica tiende arevertir el efecto del resultado del combate; los victoriosos encuentran nuevosantagonismos y los derrotados concitan el apoyo de aquellos disgustados con lasituación. También en este aspecto ambas guerras mundiales de nuestracenturia fueron atípicas, debido a las rigideces introducidas por el carácterpolítico de los antagonistas; en consecuencia, las inversiones en hacer ydeshacer alianzas únicamente pudieron realizarse después de que el fin de laguerra dio lugar a cambios políticos. La guerra Iraq-Irán concuerda con elmodelo clásico de inversiones dentro del conflicto, como se observa en lasabruptas alteraciones de las respectivas relaciones de suministro de arma-mentos.

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3. Esa fue una de las acusaciones árabes contra Israel como consecuenciade la guerra de junio de 1967. Verdaderamente, los israelíes mantuvieron unexcepcional grado de reserva cuyo efecto fue indudablemente desvalorar supoderío, pero solamente hasta la crisis previa a la guerra, en mayo de 1967.Entonces, al observar la reducida disuasión que obtenían, se apresuraron asuministrar información y organizar visitas a unidades. Parecía como si supráctica habitual produjera una extensión espontánea de la seguridad del niveloperacional hasta el nivel de gran estrategia, en el cual el estricto secretoocultaba el poderío que podría haber disuadido al agresor.

4. Entre otras cosas, la cantidad de divisiones italianas fue incrementadapor el simple expediente de reorganizar divisiones de tres regimientos en otrascon solamente dos. Dentro del ejército fue aguda la tensión entre el manejo dela escena política y la preparación profesional para la guerra. Ver FerruccioBotti y Virgilio Ilari, Il pensiero militare italiano dal primo al secondo dopo-guerra (1985), págs. 161-271.

5. Como en la primera misión orbital de tres hombres, lograda agregandoun simple pasajero en un vehículo biplaza. Para la política de engaños deKruschef y sus resultados, ver de A. L. Horelick y M. Rush, Strategic Power andSoviet Foreign Policy (1966).

6. Ahora que se estila manifestar públicamente los propósitos disuasivos enel diálogo entre Grandes Potencias, es mucho más posible que se los invoque alracionalizar la existencia de fuerzas militares.

7. Queda implícito un juicio sobre la gravedad de los enfrentamientos entrepotencias pequeñas, tales como la guerra de los Balcanes de 1912 y la guerradel Chaco de 1932-1938.

8. De hecho, un motivo adicional para el fracaso en pronosticar el ataquepreventivo del 7 de diciembre de 1941 fue debido a que las estimacionesnorteamericanas sobre el poderío de su flota eran bastante pesimistas. Segúnpalabras de un observador participante: "Me pareció completamente estúpidopor parte de los japoneses atacar a los Estados Unidos en Pearl Harbor. Nopodíamos influir materialmente sobre el control que ejercían sobre las aguasque les interesaba, fueran hundidos o no los acorazados en Pearl Harbor".Testimonio del Capitán de Navío Vincent R. Murphy ante el Congreso,Audiencias de Pearl Harbor, parte 26, pág. 207, citado por Ronald H. Spectoren Eagle against the sun (1985), pág. 3.

9. Su contraparte, "primer golpe", es una contracción de "primer golpe conintención de desarmar" (apuntado contra las fuerzas nucleares enemigas), adiferencia del "primer uso" de armas nucleares, que no se dirige contra fuerzasnucleares sino como reacción ante una invasión no nuclear de Europa que nopuede ser contenida de otro modo. Estas distinciones fueron dilucidadas porprimera vez en el célebre estudio RAND de Wohlstetter, Hoflinan, Lutz yRowen, Selection and Use of Strategic Air Bases (1954), y publicadas por pri-mera vez en "El delicado equilibrio del terror" de Albert Wohlstetter, ForeignAffairs (1959). No por coincidencia, Roberta Wohlstetter, esposa de Albert, harealizado un análisis muy meticuloso del episodio de Pearl Harbor, publicadomás tarde con ese mismo nombre (1962).

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NOTAS

10. En su mayor parte enmascarada por mojigaterías (fue el cónsul romanoC. Flaminio quien proclamó la "libertad de todos los griegos"), pero a veces conbrutalidad directa, como cuando al seléucida Antíoco Epifanio IV le fueordenado lacónicamente que se fuera de Egipto y Judea en 168 A. C. por C.Laenas Popilio, quien lo enfrentó mientras avanzaba con sus tropas. A Popiliono lo acompañaba fuerza alguna, salvo el texto de una resolución del Senadoque ofrecía una severa opción entre la retirada inmediata o la guerra con Roma.Antíoco pidió tiempo para considerar el asunto, pero Popilio trazó un círculo enla arena alrededor de sus pies con una vara, y le exigió respuesta inmediata.La humillación era intensa y la pérdida enorme, porque la gran riqueza deEgipto estaba a su alcance, pero Antíoco obedeció: los romanos acababan dederrotar y arruinar a un rey heleno, Perseo de Macedonia, y poco les costaríadestruir a otro. Se presume que el episodio, vívidamente relatado por Polibio(libro 29) entraría dentro de la definición corriente de "compulsión".

11. Éstos incluyen el intento de asesinato del presidente Chun Doo Hwande Corea del Sur y sus más importantes funcionarios civiles y militares enRangún el 9 de octubre de 1983, en el cual murieron tres ministros coreanos yotros quince funcionarios, y muchos resultaron heridos. Después de eseepisodio, Corea del Norte declaró que su política había variado, y actualmentecontinúan negociaciones intermitentes.

12. Por ejemplo, en el planeamiento de fuerzas "estratégicas" norteameri-canos, los requerimientos de capacidades de segundo golpe se calculan con lapremisa de un primer golpe soviético total, lanzado contra fuerzas norte-americanas que se hallan en estado de alerta normal y por consiguientedisponibles en forma parcial, con muchos submarinos misilísticos en puerto ypocos bombarderos alistados en pista. De modo similar, se supone que lastuerzas soviéticas se hallan totalmente operacionales, mientras que las fuerzasnorteamericanas se ven aún más disminuidas, luego de las pérdidas por losataques y por fallas predecibles. En cuanto alos misiles balísticos, los "factoresde degradación" acumulativos para las fases de lanzamiento, impulso, vuelo,separación de ojiva, trayectoria terminal y detonación, pueden sumar más del40 por ciento. Así que un mismo inventario de armas que parece groseramenteexagerado para otros, puede resultar apenas marginal para la evaluaciónasimétrica global de prudentes asesores, quie nes calculan en forma conservadoratanto la supervivencia posterior al ataque como las fallas subsecuentes. Elcálculo citado a menudo de exceso de armas ("overkill") simplemente ignoralosefectos acumulativos del ataque previo, los límites de disponibilidad, y lasfallas de funcionamiento, y además asume que sólo las ciudades serán atacadas,en una comparación irrisoria de los inventarios completos de armas con elnúmero mucho menor de ciudades designadas como blancos.

13. Para mediados de 1985, el IISS estimaba 10.174 cabezas nucleares paralos Estados Unidos y 9987 para la Unión Soviética. Military Balance, 1985-86,pág. 180.

14. El lector con inclinaciones técnicas reconocerá el error puramentetécnico: aunque las plataformas norteamericanas de lanzamientos intercon-tinentales quedaran reducidas a apenas una docena de submarinos misilísti-

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NOTAS

271

cos, una centena de bombarderos .y algunos más misiles terrestres,presumiblemente móviles, una ofensiva contra f'uerzas que les fuera destinadatodavía podría involucrar tantas ojivas nucleares soviéticas como se desearamediante ataques de barreras extensas de área contra las zonas de desplieguede misiles móviles, el espacio aéreo alrededor de los aeródromos (para atrapara los bombarderos después del despegue), e incluso en alta mar, alrededor delas presuntas posiciones de submarinos misilísticos.

14. Armonías y desarmonías en la guerra

1. A. Hillgruber, Hitler's Strategy (1965), págs. 190-192.2. La apreciación de inteligencia británica del 17 de febrero de 1941

determinó que a causa de las preparaciones que demandaría la guerra en eldesierto, "un lapso considerable debe transcurrir antes de que cualquiercontraofensiva importante pueda ser lanzada desde Trípoli"; ver F. H. Hinsleyy otros, British Intelligence in. the Second World War (1979), pág. 389. Estaopinión era compartida por el Alto Comando del Ejército Alemán.

3. Martin van Creveld, Supplying Vfar (1977), pág. 139.4. Para l a opinión de OKH según la recordara el Jefe de Estado Mayor Fran z

Halder, ver Larry H. Addington, The Blitzkrieg Era and the German GeneralStaff (1971), págs. 162-163.

5. Van Creveld, Supplying War, págs. 184-185.6. Lo que sigue se basa en Ronal_d Lew-in, Li.fe and Death of theAfrika Korps

(1967), y David Irving, The Trail of the Fox (1977), pág. 67 en adelante (conmucho colorido pero exacto).

7. Addington, Blitzkrieg Era, pág. 165.8. Hinsley, British Intelligence, págs. 389-393.9. La desorganización premeditada de Rommel de sus propias formaciones

no se extendió hacia abajo hasta el nivel táctico, sobre el que tenía pocainfluencia: mientras que los británicos combatían mediante unidades separa-das de infantería, artillería y tanques, los alemanes empleaban fuerzas detareas de todas ellas mezcladas. Aplicando un elegante trabajo en equipo,cuando las fuerzas de tareas eran atacadas por tanques británicos se empeña-ban con cañones antitanques bien protegidos en el terreno. Los tanques propioseran reservados para desplazamientos de flanco, y principalmente para ata-ques contra "blandas" columnas motorizadas e infantería, contra las cuales susuperioridad técnica sería decisiva. La descripción clásica se encuentra en F.W. von Mellenthin, Panzer Battles (1971), pág. 71 en adelante.

10. De otro modo hubiera reconocido que las fuerzas que era posibleabastecer a través de 2400 kilómetros desde Tripoli hasta el Canal de Suezserían demasiado pequeñas para derrotar a los británicos, mientras quefuerzas con magnitud suficiente para cumplir la tarea no podrían ser abaste-cidas. Ver Van Creveld, Supplying War, págs. 181-201.

11. Muchos historiadores han criticado el rechazo de Hitler a mandarrefuerzos a Rommel en el verano de 1942, señalando que grandes fuerzas

Page 269: Estrategia La Logica de Guerra y Paz

272

NOTAS

alemanas fueron enviadas después de la derrota de Rommel en El Alamein.Pero entonces el propósito germano ya no era conquistar Egipto, sino mantenera Italia como aliado en la guerra, impidiendo la caída de Túnez, últimoterritorio de África del Norte en manos del Eje, frente a Sicilia. A diferencia dela conquista de Egipto, era éste un objetivo importante a nivel de granestrategia.

12. La capacidad de los norvietnameses para desplegar sus fuerzas sobresus propios pies desde un extremo al otro del país era muy inferior mecánica-mente a la capacidad norteamericana-survietnamita para hacerlo mediante eltransporte por caminos, aire y mar. Pero por otra parte, la evasión les concedíala iniciativa en cada movimiento, de modo que no quedaban en inferioridad encuanto a su capacidad de concentrar fuerzas para cualquier empeñamiento. Suposibilidad de reforzar una acción en curso era muy inferior, con toda certeza,pero en su estilo de guerra los enfrentamientos planificados eran seguidos porla dispersión.

13. Los únicos documentos que alguna vez se publicaron sobre el tema seencuentran en Hanoch Bartov, Dado (1981); para la distribución divisional, verlos gráficos del 8 de octubre.

14. La mayoría de los puntos fuertes de la llamada línea Bar-Lev no estabancubiertos. El 6 de octubre de 1973 había unos 450 soldados dispersos en los 14puntos fuertes ocupados de un extremo al otro del Canal de Suez, una densidadde cuatro hombres por kilómetro. El plan defensivo israelí ("Dovecot") confiabaen cambio en los 290 tanques y 14 baterías de artillería de la divisiónestacionada en el Sinaí. Bartov, Dado, gráficos del 6 de octubre.

15. Ver Barton Whaley, Codeword Barbarossa (1973).16. Por ejemplo, ver Bartov, Dado, págs. 188-217.17. Para un relato detallado, ver Avraham Adan, On the Banks of the Suez

(1980), págs. 91-164. Ver también el excelente análisis de Martin van Creveld,Command in War (1985), págs. 218-231.

Page 270: Estrategia La Logica de Guerra y Paz

Indice Alfabético

Abadán, 136

comparaciones militares, 241-243Acorazados, 32-34, 75,154-155,161,

Antiaéreos, misiles/defensas, 39, 43-227

44,168; en la guerra árabe-¡ sraelí,Administración militar, 39

224Afganistán, 132-133, 261n6

Antibuques, misiles, 43-44Mica del Norte, 24, 51, 194, 206-

Antisatélites, misiles, 147209, 213-217, 252n9

Antitanques, misiles, 35-38, 42, 72-Albania, 189-190

74; infantería, 72-74, 83-87, 103-Alemania, 59, 62; en la Segunda

107, 112-113; precisión, 72-74;Guerra Mundial, 15, 21-30, 47,

contra blindados, 73-74, 82-83,49, 51, 54, 90, 92, 130, 161-165;

113; en la estrategia defensivadefensa contra Rusia, 80,95,105-

europea, 103-108, 112, 114; en la108, 112-115, 117, 124-128, 140,

guerra árabe israelí, 224-225143, 150.; Afrika Korps, 24, 51,

Apaciguamiento, 182206-209,213-217,252n9; Batalla

Árabes, Estados, 61, 129, 194; gue-de Berlín, 27, 136; crisis de Ber-

rra con Israel, 57,178n,193,195,lín, 198n; Blitzkrieg, 21-23, 88,

221-225, 269n3; producción de92, 96-105, 117, 123-125, 252n2;

petróleo, 211, 224-225economía de guerra, 54-55, 164-

También ver Irán; Iraq; Egipto;165, 216; en la Primera Guerra

Siria; Sudán; Yom KippurMundial, 46, 142

Ardenas, 92, 117Alianza, la (NATO), 69; defensa de

Argentina en la guerra de las Malvi-Alemania, 80,95,105-108; defen-

nas, 43-45sa del teatro central europeo, 112-

Armas nucleares del campo de bata-115, 117, 140, 143; armas y fuer-

lla, 117-122, 151, 195, 198-199zas nucleares, 117-120, 146, 198-

Atómicas, bombas, 58, 78-79, 165-199; defensa/fuerzas no nuclea-

166, 170-171, 219res, 69, 120-122, 198-199; res-

Austria, 59, 112, 134, 184puesta soviética, 133-137; con-

Aviación: - ataque nuclear, 201; "es-tramedidas técnicas, 141; poder/

tratégica", 87n; militar, 161; en ladefensa aérea, 141, 198; estrate-

Segunda Guerra Mundial, 161-gia de ataque profundo, 143-152;

165movilización soviética, 149-151;

También ver Bombardeo; Cazaproducción de armas, 151; efectosde la suasión,195-196; disuasión,

Barbarrosa, plan, 206-207198; blancos soviéticos; 200-203;

Bazookas, 36

Page 271: Estrategia La Logica de Guerra y Paz

274

NDICE ALFABÉTICO

Bélgica, 21-22, 49, 87n, 92, 112, 130,

Einstein, Albert, 78138,216

Eisenhower, Dwight, 90Berlín, Batalla de, 27, 136; crisis de,

España, 59, 62, 162, 190, 194198n

Estados tapones, 184Blindados, 72-74, 224-225, 227

Estados Unidos: 59, 76; en la Segun-Blitzkrieg, 21-23,88,92,96-105,117,

da Guerra Mundial, 15, 51, 89-123-125, 252n2, 259n6-7

90,92,95,183,210-212,217-218,Bombardeo: en Afganistán, 133; mé-

223; armada y política naval, 43,todos, 52-54; estrategia en la gue-

45, 95, 154-161; poder aéreo, 53-rra aérea, 87n, 161-168; factores

54,95; Marine Corps, 93,95; ejér-de degradación, 164,166; coman-

cito, 95, 148; guerra de Vietnam,do de la Real Fuerza Aérea, 25-

219-221; armas nucleares, 58,78-26, 49, 52-54, 253n11-18

79, 117-122, 151, 165-166, 170Bulgaria, 190

171,195,198-199, 219; guerra deCarea, 24-25, 93, 95

Canadá:., 148

Etiopía, 190, 214Carrera armamentista, 180-181Caza: 53, 75-76, 147, 162-165, 205,

Filipinas, 217222; comando de la Real Fuerza

Fotografía aérea, 102, 145, 149Aérea, 96, 205, 258n4

Francfort, 133-135Clausewitz, Karl von, 12, 16, 20-21,

Francia: 59, 112, 138-139, 148, 186;110, 144-146, 235-236, 251n3,

guerra franco-prusiana, 77; Se-255n7, 263n14

gunda Guerra Mundial, 21, 49,Coalición, 60-62

51,81,92,116-117,130,139,216;Control de armamentos, 183-186

guerra de Indochina, 47, 129Corea, 24-25, 57n, 90, 93, 95, 111,

Fricción (según Clausewitz), 12170,183,194-195,198,198n, 218

Crisis, 198n

Gallípoli, 92,161Cuba, crisis de los misiles, 198n

Golfo Pérsico, 92, 136, 201, 207, 221Gran Bretaña: 95, 148, 159, 186; Se

Checoslovaquia, 112, 114, 134, 149,

gundaGuerra Mundial, 25-30,50-167; 194

-

55; guerra de las Malvinas, 43-China, 25, 59, 61, 125n, 139, 161,

45; armada y política naval, 49,161n, 193, 197, 217-218, 220

154-155,159-160; poder aéreo, 49,Churchill, Winstori, 50-55, 212n

51, 90, 96, 161-168, 205Grecia, 51, 92, 130, 194, 207

Desgaste, 89-96, 105, 113, 164

Guerra aérea: 8; blancos, 157; defen-Dien bien Phu, 47

sa aérea, 162-165; estrategia deDinamarca, 51, 92, 112, 130, 213

bombardeo, 52-55, 58; interdic-Dioclesiano, 134

ción, 142-146: radar, 163; reac-Diplomacia, 159, 179-183,189-190

ción enemiga, 142-143Dohuet, Giulio, 161-165

Guerra de guerrillas, 128-133

Economía: 196; alemana, 54-55,164-

Hamburgo, 133-135165, 216; japonesa, 165, 216;

Harris, Arthur, 54versus estrategia, 38-41

Hiroshima, 79Egipto, 35-37, 92, 206-209, 213-216,

Hitler, 22, 51, 55, 59-60, 78-79, 139,221-225

183, 194, 208, 210, 212, 216-217

Page 272: Estrategia La Logica de Guerra y Paz

ÍNDICE ALFABÉTICO

275

Holanda, 21, 49, 51, 92,130, 139

Nasser, Gamal, 190Hungría, 114, 149, 167, 190

Normandía, desembarcos, 24, 89, 209Noruega, 51, 92, 130, 213

Inchón, desembarco en, 24, 93

Nueva Guinea, 217India, 125n, 214-215

_

Nuremberg, 133-135Indochina, 47, 129Inglaterra, batalla, 51, 96, 205

Oppenheimer, Robert, 201Interdicción, 140-148

Otomano, Imperio, 59, 92, 139Iraq, 178n, 207Irán, 133, 136, 178n, 201, 214-215

Paquistán, 133Israel, 17, 35-38, 95, 194, 214-215,

Paradójica, lógica, 7-10, 15-21, 67,221-225

76, 121, 130, 179-183, 186, 192-Italia, 62, 90, 130, 190

194Patton, George, 90, 92, 95

_T -íin: .r_,9 C~-2 139, 154; Se inda

Póárl Hárhnr atan„— 1 R:3 210-212,Guerra Mundial, 15, 214-215.

217-218, 223También ver Pearl Harbor, ata-

Pedro el Grande, 139que a

Polonia, 51, 92, 114, 130, 14-9, 194,Jeune Ecole, 32-35

216Pol Pot, 197

Kampuchea, 193

Portaaviones, 45,75,156-158,255n9Khuschef, Nikita, 148, 183, 190

Portal, Charles, 50-53Rusia, 59, 77, 139

Laos, 47

Puerto Arturo, 34Líbano, guerra del, 1.7, 38Libia, 206-209, 252n9

Rigdeway, Matthew, 90Luxemburgo, 112

Romano, Imperio, 60-62, 194Rommel, Erwin, 24, 51, 206-209, 213

MacArthur, Douglas, 24-25, 93, 95

217,252n9Maginot, línea, 81, 116-117, 1.39,

Roosevelt, Franklin, 78, 212n, 218,252n1

223Mahan, Alfred, 154-155, 158-161

Rumania, 167, 190Malaya, 92, 129, 213, 217

Rusia: 59, 61, 11.4; Segunda GuerraMalta, 207

Mundial, 15,22-23,47,51-52 , 92,Malvinas, guerra de, 43-45

119, 130; contra NATO, 72, 119;Manchuria, 218

ejército, 239-243; en Afganistán,Mao Tse-tung, 197

132-133, 261n6Market-Garden, operación, 92Mitchell, William, 162-165

Saclls, Albert, 78Montgomery, Bernard, 24,90

Sadat, Anwar, 223-224Moscú, 22-23

Satélites, 143, 145Munich, 133-135,182-183

Singapur, 213, 217Mussolini, Benito, 190

Siria, 17, 214Sorpresa, 9-10, 148-151

Naciones Unidas, 3n, 178n, 224

Stalin, José, 23, 78, 197, 210, 212,Nagasaki, 79

212n, 223Napoleón, 21, 51, 60, 78

Stalingrado, 22-23, 47, 124, 135Napoleón III, 77

Suasión armada, 119, 187-203

Page 273: Estrategia La Logica de Guerra y Paz

27 6

ÍNDICE ALFABÉTICO

Submarinos, 44-45, 75, 90, 155, 158,

Ucrania, 136, 139220

Varsovia, 130, 139, 164Sudán, 214

Verdún, 46, 142Suecia, 54, 191

Vietcong, 129Suiza, 54

Vietminh, 47Szilard, Leo, 78

Vietnam, 90, 93, 129, 183, 219-221Voluntad nacional, 190-192

Taiwan, 218Teller, Edward, 78

Wigner, Eugene, 78

Tito, Josip Broz, 130Tojo, Hideki, 193

Yom Kippur, guerra de, 35-37, 221,

Torpedos, torpederas, 32-34, 254n1

258n5Trenchard, Hugh, 162-165

Yugoslavia, 51, 92, 130, 138, 190

Zompuesto, impreso y encuadernadoen el mes de abril de 1992en los talleres gráficos deCompañía Impresora Argentina S.A.Alsina 2049, (C.P. 1090) Capital FederalTeléfono 951-2308/7379 - Buenos Aires - Argentina.