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JOHN HENRY NEWMAN Y LA UNIVERSIDAD John Henry Newman and the University María Ángeles Chesa Pascual 1 Fecha de recepción: 02 de julio de 2016 Fecha de aprobación: 15 de julio de 2016 Auctoritas Prudentium, ISSN 2305-9729, Año VIII (2016), No. 15 Resumen John Henry Newman vivió en la casi totalidad del siglo XIX. Fue un hombre de Oxford hasta 1845, en que se convierte al catolicismo. En 1851 se embarca en la puesta en marcha de la Universidad Católica de Irlanda, pensada para acoger a jóvenes católicos de habla inglesa de diversas partes del mundo. La empresa, con Newman a la cabeza, dura muy pocos años, pero permanecen los discursos y artículos que redactó para preparar el terreno y transmitir cómo quería que fuera ese nuevo centro universitario. De ahí surge la conocida obra Idea de una Universidad, texto de referencia para cualquier persona relacionada con la vida universitaria. Palabras clave John Henry Newman, Universidad de Oxford, Universidad Católica de Irlanda, Idea de una Universidad, educación liberal. Abstract The life of John Henry Newman occupies almost the entire span of the XIX century. He was an Oxford man until 1845, date of his conversion to Catholicism. In 1851 he was involved in the development of what would be the Catholic University of Ireland, whose aim was to educate young English- speaking Catholics from various parts of the world. The enterprise, with Newman at its head, lasted only a few years, but his speeches and articles written to prepare the reception of this initiative and to transmit his vision of what this new university center was called to be, remained. They form the basis for his well know work, “The Idea of a University”, a reference text for any person involved with university life. 1 Licenciada en Biología por la Universidad de Barcelona. Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universitá della Santa Croce de Roma. Máster en Gobierno y Cultura de las Organizaciones por la Universidad del Istmo en colaboración con el Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. En curso, Doctorado en Filosofía por la Universidad de Navarra. Catedrática y Directora del Departamento de Humanidades de la Universidad del Istmo. [email protected]

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JOHN HENRY NEWMAN Y LA UNIVERSIDAD

John Henry Newman and the University

María Ángeles Chesa Pascual1

Fecha de recepción: 02 de julio de 2016 Fecha de aprobación: 15 de julio de 2016

Auctoritas Prudentium, ISSN 2305-9729, Año VIII (2016), No. 15

Resumen

John Henry Newman vivió en la casi totalidad del siglo XIX. Fue un hombre de Oxford hasta 1845, en que se convierte al catolicismo. En 1851 se embarca en la puesta en marcha de la Universidad Católica de Irlanda, pensada para acoger a jóvenes católicos de habla inglesa de diversas partes del mundo. La empresa, con Newman a la cabeza, dura muy pocos años, pero permanecen los discursos y artículos que redactó para preparar el terreno y transmitir cómo quería que fuera ese nuevo centro universitario. De ahí surge la conocida obra Idea de una Universidad, texto de referencia para cualquier persona relacionada con la vida universitaria. Palabras clave John Henry Newman, Universidad de Oxford, Universidad Católica de Irlanda, Idea de una Universidad, educación liberal. Abstract

The life of John Henry Newman occupies almost the entire span of the XIX century. He was an Oxford man until 1845, date of his conversion to Catholicism. In 1851 he was involved in the development of what would be the Catholic University of Ireland, whose aim was to educate young English-speaking Catholics from various parts of the world. The enterprise, with Newman at its head, lasted only a few years, but his speeches and articles written to prepare the reception of this initiative and to transmit his vision of what this new university center was called to be, remained. They form the basis for his well know work, “The Idea of a University”, a reference text for any person involved with university life.

1 Licenciada en Biología por la Universidad de Barcelona. Licenciada en Filosofía por la Pontificia

Universitá della Santa Croce de Roma. Máster en Gobierno y Cultura de las Organizaciones por la Universidad del Istmo en colaboración con el Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. En curso, Doctorado en Filosofía por la Universidad de Navarra. Catedrática y Directora del Departamento de Humanidades de la Universidad del Istmo. [email protected]

Key Words John Henry Newman, Oxford University, Catholic University of Ireland, The Idea of a University, liberal education. Sumario 1.Introducción. 2. Biografía de John Henry Newman. 3. La Universidad Católica de Irlanda. 4. Idea de una Universidad: historia de la redacción y temas tratados. 5. Relación entre la vida de John Henry Newman y la Idea de una Universidad. 6. Conclusión. 1. Introducción

La vida de John Henry Newman abarca casi todo el siglo XIX, un tiempo de grandes cambios en lo social, político, cultural, religioso, científico y tecnológico. Nacido 18 años antes que la futura Reina Victoria, fue alumno y posteriormente profesor y tutor en Oxford; ordenado clérigo anglicano, fue vicario de Santa María, la iglesia de la Universidad. En esos años fue uno de los iniciadores y líderes del Movimiento de Oxford, hasta su conversión al Catolicismo, ocurrida en 1845.

Sacerdote católico desde 1847, introdujo el Oratorio de San Felipe Neri

en Inglaterra y fue su primer Superior. En 1851 es nombrado Rector de la Universidad Católica de Irlanda y ocupa el cargo hasta 1858. En todo momento, por medio de iniciativas concretas o con sus publicaciones, es un defensor de la educación, sobre todo del laicado católico. Con 79 años, es creado Cardenal por León XIII. Fallece a los 90 años en el Oratorio de Birmingham, en la misma casa en que había residido durante casi toda su vida como católico.

Newman es uno de los mayores intelectuales del siglo XIX. Su producción escrita es amplia y variada. La colección de sus obras, junto con sus cartas –se conservan más de 20.000– y diarios, los escritos autobiográficos y los trabajos publicados de modo póstumo, ocupan hasta la fecha más de 40 volúmenes.

Se ha dicho en ocasiones que Newman fue alguien del siglo XIX, con

ideas del XX y así es: muchos de los temas que defendió con lucidez, a veces casi en solitario, están mucho más claros para los hombres del siglo XX y XXI.

En el ámbito teológico, la amplia y profunda visión de Newman fue un

precedente para varios temas centrales del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de la teología y cultura cristiana de las décadas posteriores, hasta la actualidad.

Pero más allá de las cuestiones que contribuyó a clarificar, Newman ha

pasado a la historia como un ejemplo vivo de hombre que buscó desinteresada y generosamente la verdad, en obediencia a la voz interior y en un clima de respeto y apertura hacia los demás.

Esa rectitud hizo posible su conversión al Catolicismo, a pesar de tantos

factores que podían haberle alejado de dar el paso. Desde entonces será totalmente fiel a la Iglesia Católica, lo que no implica que en cuestiones no dogmáticas abogue siempre por posturas concretas de algunos miembros de la Jerarquía: Newman mantiene su compromiso con la verdad, antes que con las personas o las ideas comúnmente aceptadas.

Es su amor a la verdad y a la libertad, su capacidad para el diálogo y su estima y confianza en la institución universitaria, lo que hace de Newman un intelectual atrayente para cualquiera que comparta esos intereses.

2. Biografía de John Henry Newman

John Henry Newman nació en la City de Londres el 21 de febrero de 1801. Hijo primogénito de John Newman y Jemima Fourdrinier, era el mayor de seis hermanos, tres varones y tres mujeres. John Henry asistió desde los siete años a la escuela de Ealing, distrito que ahora es parte de Londres, y allí permaneció hasta 1816.

En 1817 ingresó en el Trinity College de Oxford donde se graduó,

aunque sin honores, en 1819. En abril de 1822 obtiene una Fellowship en el prestigioso Oriel College, siempre en Oxford. En mayo de 1825 es ordenado presbítero de la Iglesia de Inglaterra y se intensifican sus relaciones con hombres que ejercerán gran influencia en su vida, especialmente John Keble y Hurrell Froude. En 1828 se hace cargo de la parroquia universitaria de Santa María, desde donde realiza una gran labor pastoral y de predicación, que se suma a su no menos intensa tarea docente y académica.

En julio de 1833, tras un viaje por el Mediterráneo, inicia el Movimiento

de Oxford junto con Keble, Froude y algunos más. Su propósito es renovar teológica y religiosamente a un dormido Anglicanismo. Pero los estudios que lleva a cabo y las reacciones despertadas en los Obispos anglicanos le van llevando, en relación a la Iglesia Anglicana “a la sospecha más alarmante, no de que pronto cesaría de ser una Iglesia, sino de que a partir del siglo XVI, nunca lo había sido” 2 . La primera crisis tuvo lugar en 1839, al tener la percepción de que el criterio de la Tradición eclesial viva era superior al de la simple Antigüedad para determinar el alcance y el sentido de las verdades cristianas. De algún modo logró reponerse de esa impresión, pero en 1841 la duda volvió con más fuerza. Años después recordaba: “desde finales de 1841

2 Newman, John Henry. Apologia pro vita sua. Historia de mis ideas religiosas. Madrid, Encuentro. 2010,

p. 190.

yo me encontraba en el lecho de muerte de mi Anglicanismo aunque entonces solo poco a poco me iba dando cuenta de ello”3.

En esa situación y con esos sentimientos de duda ante la Iglesia

Anglicana, Newman ve que no puede seguir en Oxford ni predicar en la iglesia de la Universidad, de modo que opta por dejar que se ocupe de ella su coadjutor y se va a vivir a Littlemore, pequeña ciudad situada a pocas millas, y cuya parroquia le correspondía atender también. Allí se traslada, primero por temporadas y desde abril de 1842 de modo definitivo. Poco a poco se le unen otros anglicanos –unos son del Movimiento de Oxford, otros no–, que están en una situación interior semejante a la suya.

Con las ideas cada vez más claras sobre la Iglesia Anglicana y la

Católica, pero aún no firmemente convencido sobre lo que debe hacer, da otro paso en enero de 1843 y publica una Retractación de afirmaciones anti católicas. En febrero del mismo año predica su último Sermón universitario, que trata sobre la Teoría del Desarrollo en la Doctrina Religiosa. En septiembre, en carta a su Obispo, renuncia a su beneficio en la iglesia de Santa María, que incluía Littlemore, visita al abogado para las formalidades, y predica su último sermón como clérigo anglicano. El título de ese último sermón parroquial no puede ser más expresivo: Despedirse de los amigos. Desde entonces empieza a vestir y a asistir como seglar a los servicios dominicales anglicanos. Pero todavía le falta algo para decidirse:

“Ese paso en mi evolución consistía en poder decir honradamente que tenía certeza acerca de las conclusiones a que había llegado. Ese paso, del todo obligatorio cuando se tiene esa certeza, era mi sometimiento a la Iglesia Católica. Esa sumisión no tuvo lugar hasta dos años enteros tras mi renuncia de septiembre de 1843, y de adelantarla un sólo día la hubiera hecho con alguna duda o aprensión; esto es, sin auténtica convicción o certeza”4.

En esos meses Newman envía cartas a amigos y parientes, en las que

pide perdón por el sufrimiento que les está causando. Su hermana Jemima y algunos amigos anglicanos tratan de disuadirle para que no se haga católico.

Terminando 1844, Newman decide elaborar su Teoría del Desarrollo

doctrinal y empieza a escribir. Si al final, sus convicciones a favor de la Iglesia Romana permanecen, actuará conforme a ellas. En la Apologia explica qué ocurrió:

“a medida que avanzaba, mis dudas se iban disipando, de tal manera que dejé de hablar de „católicos romanos‟ para decir simplemente „los católicos‟. No había llegado al final, cuando decidí convertirme; el libro está hoy como quedó entonces, sin terminar”5.

Y así vio la luz, al año siguiente, el Ensayo sobre el desarrollo de la

doctrina cristiana, que se proponía también cumplir el deber de explicar a los

3 Ibíd, p. 194.

4 Ibíd, p. 254.

5 Ibíd, p. 272.

demás las razones de su cambio. La Teoría del Desarrollo de Newman era „una hipótesis para explicar una dificultad‟, trataba de explicar la diferencia entre la enseñanza de la Iglesia primitiva y la del siglo XIX: cuando era anglicano, pensaba que las diferencias entre la Iglesia primitiva y la Iglesia Católica del momento, se debían a corrupciones que Roma había ido acumulando. Tal como fue avanzando en el entendimiento del Desarrollo comprendió que no todo cambio es necesariamente una corrupción y que en el caso que le ocupaba, la diferencia entre la Iglesia de los primeros siglos y la actual, era sencillamente la misma que se puede observar entre un muchacho y un adulto6.

Llegado a este punto, Newman ya no tiene mucho más que ver, y el 3 de

octubre de 1845 envía al provost 7 su renuncia como Fellow de Oriel y miembro de la Universidad de Oxford, renuncias que son aceptadas. Según explica él mismo, no dio esos pasos antes “porque cabía la posibilidad –remota– de que mis dudas llegaran a resolverse o redujeran su gravedad”8.

El día 7 redactó unas treinta cartas a sus amigos. El escueto texto decía

más o menos: “No saldrá esta carta hasta que todo haya pasado (...) [espero ser recibido] en el que creo ser sólo él, el Único rebaño del Redentor”9.

El 8 y el 9 escribió todavía algunas cartas más. El 8 por la tarde empezó

su confesión general con el pasionista Domingo Barberi y en la tarde del 9 de octubre de 1845 fue recibido en la Iglesia Católica. Newman fue bautizado sub conditione y asistió por primera vez a la Santa Misa en la pequeña capilla de la casa10.

Años después, en 1858 escribió:

“como muchos hombres de Oxford que se han hecho católicos, mis convicciones han sido resultado de un lento proceso ocurrido durante años, y las verdades que hoy acepto de todo corazón me han venido más por reflexión personal que por consultar obras de teólogos y polemistas”11.

Tendrían que pasar veintidós años para que Newman volviera a

Littlemore, y treinta y dos para que visitara Oxford de nuevo12. La conversión de John Henry Newman divide su vida en dos mitades. Después de una breve estancia en Roma, donde es ordenado sacerdote

católico, Newman regresa a su país. Allí, de acuerdo con algunos que le

6 Cfr. Dessain, Charles Stephen. Vida y pensamiento del Cardenal Newman. Madrid, San Pablo. 1990. p.

117. 7 Provost: se puede traducir como Jefe de un College.

8 Newman, John Henry. Apologia… Op. Cit., p. 228.

9 Cfr. Newman, John Henry. Suyo con afecto. Autobiografía epistolar. Madrid, Encuentro. 2002. pp. 130-

131. 10

Cfr. Morales, José. Newman (1801-1890). Madrid, Rialp. 2010. p. 173. 11

Newman, John Henry. The Letters and Diaries of John Henry Newman. London-Oxford-New York, Nelson-Oxford University Press. 1961-2008. Vol. XXXI, supl., p. 63. 12

Cfr. Ker, Ian. John Henry Newman. Una biografía. Madrid, Palabra. 2011. p. 333.

siguieron hasta el Catolicismo, y con el impulso del Papa Pío IX, establece en Inglaterra el Oratorio de San Felipe Neri, cuya primera sede se erigió en la ciudad de Birmingham.

La figura de San Felipe Neri (1515-1595) había interesado a Newman

desde antes de su conversión: le gustaba su piedad sencilla, su encendido amor a Dios y a los demás y su estilo directo de apostolado que se extendía a todas las clases sociales. También le atraía su visión optimista y positiva del mundo y de sus posibilidades de abrirse al Evangelio. En la segunda parte de la Idea de una Universidad, Newman menciona varias veces a San Felipe. En una de ellas dice:

“Y se dio cuenta de que el mal había de ser vencido no con discusiones, ni con ciencia, ni con protestas o advertencias, ni tampoco por el religioso retirado del mundo o por el predicador sino por medio de la gran fascinación contraria que surge de la pureza y de la Verdad (…). Nuestro santo optó por acomodarse a la corriente, y dirigir lo que no podía detener en el campo de la ciencia, de la literatura y el arte, para vivificar y santificar lo que Dios había creado bueno y el hombre había echado a perder”13.

El programa de santidad y evangelización que Newman desarrolla desde

el Oratorio incluye siempre un poderoso elemento educativo: su afán es formar de manera que se reúna en una misma persona la cultura profana y la fe cristiana, dando el adecuado realce a una y otra.

Newman tenía una gran claridad de ideas y, por ese motivo, en muchos

aspectos fue un hombre adelantado a su tiempo. Pero no todos veían lo que él veía, y eso le acarreó no pocas

incomprensiones y disgustos. De hecho, algunas de las iniciativas que emprendió no tuvieron éxito o no pudieron llevarse a cabo tal como él había ideado. Así, como ocurre en la vida de cualquier persona, en la suya no todo fue siempre claro y luminoso, hubo también momentos de soledad y desánimo, sobre todo al ser ignorado por los anglicanos e incomprendido por bastantes católicos. Al conocer su vida, impresiona que en medio de las diferentes circunstancias que le tocó vivir, encontró siempre el modo de dedicar sus mejores energías al trabajo pastoral e intelectual.

De 1851 a 1858 son los años de la Universidad Católica de Irlanda, de la

que hablaremos aparte. Después, en 1859 dirige por un breve período la revista Rambler y empiezan las actividades de la Escuela del Oratorio.

Newman quería que esa Escuela, la Oratory School, contribuyera a

mejorar la formación impartida en las escuelas católicas, hasta llegar al nivel de las prestigiosas Public Schools 14 del momento. Su fin principal era la

13

Newman, John Henry. Discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria. Pamplona, EUNSA. 2011, Discurso IX, 9, pp. 233-234. 14

Public Schools: las escuelas públicas o Public Schools eran internados de segunda enseñanza. Las más conocidas eran Eton, Winchester, Harrow o Rugby. En el siglo XIX, su función benéfica se sustituyó por la educación selecta de los hijos de familias pudientes. Los alumnos escogían después un College en

preparación de jóvenes cristianos que el día de mañana desarrollarían sus actividades en medio de una sociedad que miraba con indiferencia y a veces hostilidad a las creencias, valores y comportamientos católicos. Otra meta era facilitar a los católicos de cierto nivel social, el acceso a los centros de enseñanza superior15.

No nos vamos a detener en las obras escritas por Newman, pero una excepción es obligada para tratar de la Apologia pro vita sua y su génesis. Los hechos sucedieron así: en 1864, el conocido clérigo anglicano Charles Kingsley, capellán de la Reina Victoria, mencionó a Newman en un comentario en la prensa, muy desfavorable hacia el clero católico, al que acusaba de falta de veracidad. Ataques, Newman había recibido muchos desde su conversión, a unos había contestado y a otros no, pero en este caso se sintió impulsado a hacerlo, también porque vio la posibilidad de poner en marcha algo que había cruzado por su mente desde tiempo atrás:

“Nunca he tenido la oportunidad de defenderme respecto a diversos pasajes de mi vida y mis escritos, y siempre he deseado que llegase un momento en el que se presentara la posibilidad de hacerlo”16.

El momento había llegado y la inclinación autobiográfica de Newman

entró en acción para producir un libro que se cuenta entre los mejores escritos autobiográficos en lengua inglesa. Newman se propuso contar su vida y explicar el desarrollo de sus convicciones y sentimientos religiosos desde su adolescencia hasta su conversión a la Iglesia Católica en 1845. Recordar su itinerario, revivir el gozo de encontrar la luz, a la vez que el sufrimiento por el alejamiento de bastantes amigos, le costó mucho. El texto se publicó inicialmente en siete cuadernos que aparecieron semanalmente entre el 21 de abril y el 2 de junio de 1964, el 16 de junio apareció el octavo, y ese mismo año Longman editó el libro completo, con el título Apologia pro vita sua.

La Apologia fue leída por toda Inglaterra, la anglicana, la protestante y la

católica. Ofrecía una historia convincente, precisa y conmovedora. El autor era un convertido que exponía la honestidad de sus intenciones al cambiar de religión, argumentaba indirecta pero elocuentemente la validez última del Credo católico, y lo hacía con un gran respeto por el Anglicanismo de su juventud y por todos los amigos que había dejado atrás.

Con la Apologia Newman recuperó ante la opinión pública inglesa el

crédito perdido veinte años atrás. Dessain dice que “lo que hizo mella en el público fue la franqueza del relato de su progreso desde la Iglesia Anglicana a la de Roma”17. García Ruiz afirma que Newman “convence porque transmite

una de los dos Universidades del país, ambas confesionales (sólo para anglicanos), Oxford o Cambridge. Existían ciertas vinculaciones, más o menos tradicionales, entre las Public Schools y los Colleges, y también otras de tipo regional. Desde 1854 se dejaron de exigir los juramentos religiosos para ingresar a la Universidad, así, en el momento en que Newman empieza la Oratory School ya no está vedado a los católicos el ingreso a Oxford y Cambridge. 15

Cfr. Morales, José. Newman… Op. Cit., pp. 337-340. 16

Carta al abogado Badeley, el 8-III-1864. Citado en Newman, John Henry. Apologia… Op. Cit., p. 16. 17

Dessain, Charles Stephen. Op. Cit., p. 169. La cursiva es nuestra.

una arrolladora sensación de honradez intelectual confirmada por una vida que estaba claramente más allá de todo lo mundano”18.

La recepción de la Apologia abrió una nueva época para Newman.

Había reivindicado el nombre de católico y recibido ánimo para el trabajo diario, así como para los proyectos del próximo futuro.

En los años siguientes Newman publicó varias obras más. En 1878

volvió a Oxford después de 32 años, porque se le nombró Fellow honorario de Trinity College, el amado College donde había empezado sus estudios, en el ya lejano 1817. Al año siguiente, en 1879, el Papa León XIII le confirió el capelo cardenalicio. Newman viviría aún una década de actividad moderada y atenta a los detalles de la vida intelectual y pastoral de la Iglesia, hasta que falleció en su casa del Oratorio de Birmingham, el lunes 11 de agosto de 1890, próximo ya a cumplir los 90 años.

A su funeral llegó una gran multitud de hombres y mujeres, católicos y

anglicanos, desde todos los rincones de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda. Se aprobó el Decreto de Virtudes Heroicas y fue declarado Venerable en 1991 por Juan Pablo II. En 2010 Benedicto XVI quiso ir a Inglaterra para declararle Beato. La Iglesia celebra su fiesta el 9 de octubre, día en que fue recibido en la Iglesia Católica. Ian Ker, el gran biógrafo de Newman señala: “se necesitará otro milagro para la canonización, pero (…) no hay duda de que, una vez canonizado, la Iglesia declarará a Newman Doctor de la Iglesia”19.

Quienes visitan hoy sus habitaciones en el Oratorio de Birmingham ven, entre otras cosas, la mesa en la que escribió la Apologia, y la toga académica que usaba en Oxford, colgada junto a la vestimenta e insignias cardenalicias, como para significar que entre los oficios representados por ambas vestes, hay continuidad y armonía. Lo espiritual y lo académico, lo religioso y lo intelectual estuvieron en la vida y en la mente de John Henry Newman unidos sin mezcla y distinguidos sin división.

3. La Universidad Católica de Irlanda Newman dejó la Universidad de Oxford en 1845, el año de su conversión al Catolicismo. Su regreso al ámbito universitario tuvo lugar cuando los Obispos irlandeses le pidieron apoyar el proyecto de una Universidad en Irlanda, para los católicos de habla inglesa. Newman trabajó en esa iniciativa desde que se le dio el encargo de Rector en 1851, con más intensidad al empezar la Universidad en 1854, y hasta su renuncia en 1858.

a. Proyecto e inicio de la Universidad Católica de Irlanda

18

García Ruiz, Víctor. “Cor ad cor loquitur. El poderoso lenguaje de John Henry Newman”. Scripta theologica, vol. 33, n. 2, Pamplona, 2001. pp. 441-462. 19

Newman, John Henry. Apologia… Op. Cit. Presentación de Ian Ker, p. 12.

El 15 de abril de 1851, Newman recibió una carta del Arzobispo Paul Cullen, de Armagh, en la que le pedía consejo sobre la asignación de personal para la nueva Universidad Católica de Irlanda, que empezaría en Dublín. Le planteaba también si podía “tomarse un tiempo para darnos unas conferencias sobre educación”20.

Los orígenes de esta Universidad se remontan a la primavera de 1845,

cuando Sir Robert Peel, como parte de su política conciliadora con los irlandeses, promovió con éxito la Queen‟s University of Ireland, secular y no confesional. Esa Universidad representaba una primera oportunidad para los católicos, en sus Colleges de Cork y Galway. En ese momento, tanto en el anglicano Trinity College de Dublín, como en las Universidades de Oxford y Cambridge, seguían en vigor las pruebas religiosas que excluían de hecho a los jóvenes católicos, mientras que la Queen‟s University seguía un esquema de educación interconfesional: se podían inscribir estudiantes de distintos credos y se excluía toda enseñanza religiosa.

Como era de esperar, esa opción contaba con la aprobación de una

minoría de Obispos irlandeses21. Además, Roma había prohibido a la Iglesia de Irlanda tomar parte en dicha Universidad 22 a la vez que recomendaba la creación de una Universidad Católica, siguiendo el modelo de la belga de Lovaina, reactivada en 1830 con excelentes resultados23.

La respuesta inicial de Newman a Cullen fue precavida, pero el ámbito

universitario tenía siempre un gran poder de atracción sobre él y pronto se ilusionó, sobre todo con la idea de que sería “la Universidad Católica de lengua inglesa para todo el mundo” 24 . Allí vio una oportunidad para servir a la educación superior del laicado, y esperaba además que esa Universidad fuera un terreno donde se encontraran clérigos y laicos, y se capacitaran para trabajar juntos.

Por todo ello, finalmente estuvo de acuerdo en dedicar varios años de su

vida a la puesta en marcha de la Universidad, siempre que recibiera permiso de Pío IX para ausentarse del Oratorio de Birmingham –recientemente instalado en la casa que había edificado a propósito en el barrio de Edgbaston, y donde sigue en la actualidad– durante los períodos anuales requeridos para esa tarea.

Para preparar el terreno a la futura Universidad, Cullen –que pronto

sería nombrado Arzobispo de Dublín– pidió a Newman que pronunciara unas conferencias en esa ciudad, sobre los males de la educación interconfesional y sobre la idea católica acerca de la educación universitaria. Cullen, que hasta entonces había pasado su vida en el Colegio Irlandés de Roma, tenía una idea

20

Newman, John Henry. The Letters and Diaries… Op. Cit. Vol. XIV, p. 257, n. 2. 21

Cfr. Ker, Ian. Op. Cit., p. 388. 22

Los rescriptos enviados por la Congregación de Propaganda fide a los Obispos de Irlanda, el 9 de octubre de 1847 y el 11 de octubre de 1848, reprobaban el ingreso de alumnos católicos en los Colleges aconfesionales de Cork y Galway. Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit., p. 28, nota 1. 23

Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit., p. 9. 24

Newman, John Henry. The Letters and Diaries… Op. Cit. Vol. XIV, p. 262.

de Universidad distinta a la de Newman, lo que no facilitó la tarea de éste de combinar en un ciclo de conferencias el tratamiento de los males de la educación sin religión y la naturaleza de la educación universitaria en sí misma25, pero finalmente logró preparar las conferencias y cubrir los dos temas adecuadamente.

Después de algunas dificultades, la Universidad se inauguró el 3 de

noviembre de 1854, con un equipo de profesores de primera categoría y un puñado de estudiantes.

b. Desarrollo de la Universidad y renuncia como Rector

La Universidad Católica de Irlanda se dio a conocer mediante

conferencias inaugurales, se escribieron artículos para explicarla, se redactaron cuidadosamente los estatutos y se llevó a efecto una constitución. Se estableció una floreciente Facultad de Medicina y otra de Ciencias, además de la de Filosofía y Letras, que es con la que dio inicio la Universidad. Para la atención moral y religiosa de los jóvenes estaba la iglesia de la Universidad y las residencias de estudiantes, en las que había también tutores.

De modo distinto a lo que le ocurrió en Oxford, Newman no tenía que

acentuar ahora el aspecto “pastoral” de la función del tutor: en una Universidad Católica podían darse por supuestas muchas cosas. Y así como los sermones del Newman católico dan una impresión de soltura y expansión personal después de la austera sencillez de los de Santa María de Oxford, también su manera de gestionar una Universidad se ve más abierta y humanista en Dublín que en Oriel.

Al establecer las normas de disciplina de Dublín escribe: “Empezaré

dejando bien sentado un principio orientador, que creo que se ajusta a la verdad: la mayor parte de los jóvenes no se dejan conducir directamente, pero, por otro lado, están abiertos a la persuasión, la influencia de la amabilidad y el afecto personal; por consiguiente, han de llevarse por el camino recto mediante instrumentos indirectos más que por decisiones autoritarias y prohibiciones a secas”26.

Newman había confiado en el buen éxito de la Universidad Católica de

Irlanda –que era querida por Roma– y además le ilusionaba dar vida a una Universidad para ingleses de Inglaterra y de todo el Imperio, irlandeses y americanos, donde se enseñaran las diversas ramas del saber, incluidas las nacientes ciencias y técnicas, y no sólo liberal arts.

Trabajó para poner en marcha una Universidad centrada en el saber en

sí mismo, pero que por su conexión con la teología no llevaría al liberalismo doctrinal ni a la indiferencia religiosa. Superaba de ese modo una concepción en la que la religión se encontraba corrompida –como en el Oxford anglicano–

25

Cfr. Dessain, Charles Stephen. Op. Cit., p. 144. 26

Newman, John Henry. My Campaign in Ireland. Part I. Catholic University Reports and other papers by Cardinal Newman. Aberdeen, A. King and Co. 1896, p. 115.

o ausente, como en la London University o los Queen‟s Colleges de Irlanda. Pero también en el ámbito católico resultaba nuevo su ideal educativo, sobre todo porque Newman no habla de una ciencia profana sometida a la religión o tutelada desde ella, sino de una ciencia autónoma, que libremente acepta la verdadera religión católica y de ella se nutre27.

Con esos intereses, más religiosos que simplemente educativos, y con una visión clara de lo que podía ser la nueva Universidad, aceptó el reto de ponerla en marcha: Newman se daba cuenta de que la incredulidad avanzaba y de que una Universidad Católica podía hacer un buen servicio para hacerle frente; además, por su fidelidad a la Iglesia Católica, Irlanda merecía que esa iniciativa tuviera lugar en su suelo.

Por otro lado, algunos se oponían a la Universidad con razones

fundadas: una Universidad no sostenida por el gobierno no parecía viable en Irlanda, y había motivos para dudar que los cuatrocientos alumnos católicos que estaban ya en Cork y Galway pasaran a la nueva Universidad de Dublín28.

Con todo, Newman fue adelante, pero en el camino se fue dando

cuenta, cada vez con más claridad, de que la Universidad era inviable. Por una parte, varios Obispos irlandeses no le veían con buenos ojos por ser inglés y converso. Por otra, algunos Obispos no apoyaban a Cullen y por eso, tampoco a la Universidad; y el mismo Cullen desconfiaba de Newman: puso dificultades cuando éste contrató profesores, de letras clásicas principalmente, a algunos conversos ingleses; y su recelo creció cuando vio que se hacía amigo y nombraba profesores a algunos brillantes “jóvenes irlandeses” de tendencias nacionalistas29.

Newman quería que los profesores y tutores fueran personas conocidas

por él, sobre todo pensaba en gente joven que pudiera convivir con los alumnos –según el modelo de Oxford– y por eso no mayoritariamente irlandeses. Al final, logró reunir un claustro que no se acomodaba del todo a sus planes originales, pero que estaba formado por hombres competentes, irlandeses en su mayoría.

La Universidad abrió sus puertas el 3 de noviembre de 1854 en un

edificio de la calle Saint Stephen‟s Green. Fueron admitidos veinte estudiantes que se alojaban en los pisos altos del inmueble. El comedor estaba en el sótano y las aulas en los dos primeros pisos30.

El tiempo avanzaba y Newman encontraba muchas dificultades para

dirigir efectivamente la Universidad: pensaba que los laicos debían tener una intervención directa en la gestión ordinaria de la Universidad y que el Rector y el claustro de profesores debía ser, en condiciones normales de funcionamiento, el cuerpo gobernante de la institución. Pero ni Cullen, ni

27

Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit., p. 10. 28

Cfr. Morales, José. Newman… Op. Cit., pp. 288-289. 29

Cfr. Dessain, Charles Stephen. Op. Cit., pp. 148-149. 30

Cfr. Morales, José. Newman… Op. Cit., p. 302.

menos aún los demás Obispos irlandeses habían pensado en entregarle el control de la institución ni acceder a todos sus deseos para administrarla. Todo eso lo vio cada vez con más claridad, hasta que terminó por renunciar a su cargo como Rector.

En el Memorándum sobre mi relación con la Universidad Católica,

escrito entre 1870 y 1873, explica las razones que le llevaron a renunciar, según su orden de importancia: por un lado había motivos personales, ya que estaba haciendo compatible ser Rector de la Universidad en Dublín y Superior del Oratorio en Birmingham; por otro estaba la dificultad de entendimiento con Cullen; y por último, el darse cuenta de que los ingleses no tenían interés en la Universidad: Newman la había vislumbrado como una iniciativa inglesa-irlandesa, pero los irlandeses se la habían apropiado y los ingleses la habían abandonado31.

Había hecho un gran esfuerzo por sacarla adelante: “según mis cálculos,

he cruzado el Canal de St. George cincuenta y seis veces, en servicio de la Universidad”32. En retrospectiva, pensaba que no debería haber aceptado ser Rector sin contar con la confianza de todos los Arzobispos irlandeses, la formal participación de Obispos ingleses, el control por parte de laicos en las finanzas, y un mutuo acuerdo sobre la duración de su residencia anual en Dublín y el término de su Rectorado33. En el Memorándum reconoce que había muchos detalles de la idiosincrasia irlandesa que desconocía, y tampoco podía imaginar las presiones a las que se veía sometido Cullen, ya que de haberlo sabido, tal vez las relaciones entre los dos hubieran sido mejores.

El Arzobispo y después Cardenal Cullen falleció en octubre de 1878. Newman escribió entonces a un amigo: “Me ha sorprendido y apenado la muerte del Cardenal. Éramos hombres diferentes, pero siempre le he querido y he sentido agradecimiento hacia él, así como una gran reverencia por la labor que ha realizado”34.

La Universidad sobrevivió algunos años tras la renuncia de Newman,

pero acabó fundiéndose con la Universidad pública, el University College de Dublín, en 1882. 4. Idea de una Universidad: historia de la redacción y temas tratados

En palabras de Ker, “la Idea puede ser vista como la triunfante culminación del período más intensamente creativo de Newman considerado como escritor”35.

31

Cfr. Newman, John Henry. Autobiographical Writings. London-New York, Sheed and Ward. 1956, pp.

329-330. 32

Ibíd., p. 333. 33

Cfr. Ker, Ian. Op. Cit., p. 473. 34

Newman, John Henry.The Letters and Diaries… Op. Cit. Vol. XXVIII, p. 424. 35

Ker, Ian. Op. Cit., p. 409.

El famoso nombre con que se conoce esta obra, The Idea of a University o Idea de una Universidad es de 1873. Su historia es la siguiente: lo que ahora constituye la primera parte de la Idea son los nueve Discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria compuestos en 1852 para preparar el terreno a la fundación de la Universidad Católica de Irlanda, captar la atención e interés de los católicos cultivados de Dublín, e inculcar los principios de una adecuada educación superior36; la segunda parte, que lleva por título Temas universitarios tratados en lecciones y ensayos ocasionales, es un conjunto de diez conferencias redactadas entre 1854 y 1858 para la ya existente Universidad Católica de Irlanda37.

Mientras los Discursos dan propuestas generales, las Lecciones y Ensayos tienen un contenido concreto, por eso Ker dice que “el fin de una educación liberal puede ser idealista pero, tal como se ve en la espiritualidad de Newman, los medios para obtenerla son tan estrictamente prácticos como practicables”38.

Los cinco primeros Discursos fueron pronunciados entre el 10 de mayo y

el 7 de junio de 1852 en la Rotonda de Dublín. Newman no se sentía cómodo al tener que preparar unos trabajos para un público desconocido, pero la realidad es que en general fueron muy bien recibidos. El 22 de octubre estaban terminados los cuatro siguientes, pero por diferentes motivos ya no fueron pronunciados.

Culler afirma que los cinco grandes temas que parecen sintetizar el

contenido de los Discursos y el resto de ensayos educativos de Newman son: la unidad del saber; la naturaleza de la educación liberal y de sus efectos en la mente; el sentido auténtico de utilidad en la educación; y las relaciones entre saber profano o secular y religión39.

Newman estimaba que una Universidad digna de tal nombre debía

conceder a la ciencia profana el lugar que legítimamente le correspondía, y que la razón de ser del nuevo Centro descansaba en la fusión armónica de saber humano y teología. Esta fue por tanto la línea de los Discursos que, recogiendo con fidelidad las inquietudes del Arzobispo Cullen, obedecía simultáneamente a su filosofía educativa y religiosa40.

Las primeras opiniones sobre los Discursos fueron favorables e incluso

entusiastas, aunque en algunos ambientes hubo alguna controversia, por su contenido novedoso. Newman dejó constancia de cuánto le había costado

36

Tienen fecha de 1852 pero se publicaron hasta el 2 de febrero de 1853, con el título Discourses on the Scope and Nature of University Education: Addressed to the Catholics of Dublin. Se hicieron unas pocas modificaciones y se eliminó algún material efímero para publicar la versión definitiva de 1873. 37

Se publicaron en 1859 bajo el título Lectures and Essays on University Subjects. Cuando en 1873 pasaron a la segunda parte de la Idea, el título escogido por Newman fue: University Subjects Discussed in Occasional Lectures and Essays. 38

Ker, Ian. Op. Cit., p. 409. 39

Cfr. Culler, Arthur Dwight. The Imperial Intellect: A Study of Newman‟s Educational Ideal. New Haven-London, Yale University Press. 1955. Esas ideas están desarrolladas en los capítulos 9 a 13. 40

Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Introducción de José Morales, p. 9.

escribirlos41, pero se mostró finalmente satisfecho y en las sucesivas ediciones no introdujo modificaciones importantes, más bien, la extensa circulación del libro fue motivo de satisfacción para él42.

Su originalidad estriba en que, sobre unas bases generales y afines a

cualquier intelecto cultivado, la Universidad que propugna Newman tiene en cuenta también la dimensión espiritual y sobrenatural de la persona: no habla sólo del caballero culto, o del hombre de mundo, habla en último término del cristiano. “Los Discursos se sitúan de este modo en un punto donde se hacen converger dos tradiciones: la humanística y la cristiana, reunidas en lo mejor que cada una de ellas es capaz de ofrecer”43.

Aunque la educación universitaria y su marco social ha cambiado mucho desde que Newman escribiera los Discursos, hay al menos dos aspectos en los que su pensamiento permanece válido: entender la educación, no como acopio de información, sino como asimilación de conocimiento y en último término, de sabiduría; y el intento de relacionar en la educación los ámbitos secular y religioso, de modo que no se confundan ni se ignoren mutuamente.

Señalamos algo más sobre algunos temas importantes de la Idea. a. La Universidad es el lugar del conocimiento universal

En los cuatro primeros Discursos, Newman deja claro que la Universidad es el lugar de todos los saberes: si faltara uno, ya no sería una Universidad porque estaría excluyendo a ese saber y a los estudiantes que quisieran cultivarlo. Una estudiosa de nuestro autor afirma:

“Newman no era, ni nunca quiso ser, un mero especialista. Demasiado libre y creativo para soportar las restricciones y definidas fronteras de una especialidad, se entregaba al estudio con seriedad y con miras amplias, universales”44.

James Anthony Froude, hermano de Hurrell, recordaba así los años de

Newman en Oxford: “El espíritu de Newman era universal. Se interesaba por todo lo que sucedía en el mundo de la ciencia, de la política, de la literatura. Nada era demasiado amplio para él ni nada demasiado trivial si arrojaba luz sobre la cuestión principal: qué es realmente el hombre y cuál es su destino… Podía admirar entusiásticamente cualquier grandeza de acción y de carácter, por muy remoto que estuviera su ámbito del suyo”45.

41

Cfr. Newman, John Henry. The Letters and Diaries… Op. Cit. Vol. XI, p. 183. 42

Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Introducción de José Morales, p. 11. 43

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit., p. 15. 44

De Cassagne, Inés. Origen, desarrollo y carácter de la Universisdad según el cardenal John Henry Newman. Valores, n. 32, 1995, p. 22. 45

Froude, James Anthony. “The Oxford Counter-Reformation”, en Short Studies on Great Subjects, Vol. V.

London-New York, Longmans, Green and Co. 1907, p. 201.

Efectivamente, en Oxford se interesó por todo: música, lógica, filosofía natural, matemáticas, teología; también estudió manuales de química, realizó algunos experimentos y fue a conferencias sobre geología, una disciplina novedosa en aquel momento46. En la Idea habla siempre con conocimiento y respeto de las ciencias experimentales, sólo se opone al uso indebido que se hace de ellas como arma contra la religión, como deja ver en la Lección V47, o a que se extralimiten queriendo imponer su método a la teología, como explica por ejemplo en el Discurso IX48.

b. El fin de la Universidad es la cultura intelectual, que se logra en gran

medida por medio del diálogo entre estudiantes y con los profesores

Newman considera que en una Universidad es clave el ambiente y el trato mutuo que se genera. Así lo expresa en la Idea, sobre todo en el Discurso VI, epígrafe noveno, de donde son los siguientes textos:

“Cuando una multitud de hombres jóvenes, agudos, generosos, alegres y cumplidores, como suelen ser los jóvenes, se ven juntos y entran en libre contacto unos con otros, aprenderán, sin duda, recíprocamente, incluso aunque nadie les enseñara. La conversación de todos es para cada uno como una serie de lecciones, en las que adquiere nuevas ideas y puntos de vista, fresco material de pensamiento, y principios precisos para juzgar y actuar día a día”49.

“Afirmo únicamente que la joven comunidad formará un todo, encarnará una idea específica, representará una doctrina, administrará un código de conducta, y suministrará principios de pensamiento y acción. Dará nacimiento a una enseñanza viva que, con el tiempo, tomará la forma de una tradición que se autoperpetúa, o de un genius loci, como a veces se le llama. Se trata de un espíritu que habita la casa donde nació, y que imbuye e informa en mayor o menor grado, y uno por uno, a todo individuo que es acogido bajo sus alas”50.

En ese famoso Discurso, como también en el Discurso V, Newman

insiste en que una enseñanza genuina tiende al cultivo del intelecto, que se logra por la convivencia con otros estudiantes y profesores, siempre que haya afinidades recíprocas y contacto anímico51.

De hecho, bastantes enseñanzas que Newman recibió en Oxford no se debieron tanto a la asistencia a clases sino a las conversaciones y encuentros con sus maestros u otros Fellows. Esa interrelación personal es importante para él porque lo es para la educación liberal. Sobre esto último, Torralba afirma que “el objetivo de la educación liberal es que los estudiantes capten el principio en el maestro. Principio significa aquí saber cómo usar la información

46

Cfr. Shrimpton, Paul. The „Making of Men‟. The Idea and reality of Newman‟s University in Oxford and Dublin. Leominster, Gracewing. 2014, p. 7. 47

Cfr. Newman, John Henry. La idea de la Universidad. II. Temas universitarios tratados en Lecciones y Ensayos ocasionales. Madrid, Encuentro. 2014, Lección V, 3, p. 172. 48

Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso IX, 4, p. 224. 49

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso VI, 9, pp. 160-161. 50

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso VI, 9, p. 161. 51

Cfr. Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso VI, 9, p. 161 y Discurso VI, 10, pp. 162-

163.

adquirida, es decir, poder situarla en el conjunto y, también, entender cuál es su finalidad”52.

Newman afirma en diferentes momentos que una persona bien formada sabe “qué sabe y qué no sabe”, y él mismo lo tiene claro: sabe qué sabe, qué no sabe, y a quién debe lo que sabe. En su caso, casi siempre debe sus ideas a la lectura de un libro, a las luces que le aportó la conversación con alguien y a su propio desarrollo posterior.

Por estas vías se va configurando un intelecto formado que, según

Newman, es ese “hábito de orden y sistema, un hábito de referir toda adquisición de conocimiento a lo que ya se sabe, ajustando lo uno con lo otro; y sobre todo, como todo hábito implica, la aceptación y uso de ciertos principios como centros del pensamiento, alrededor de los cuales crece y se localiza el conocimiento”53.

c. La Universidad no es elitista Newman no estaba de acuerdo con algunas actitudes que se daban en

Oxford respecto a los gentlemen commoners, jóvenes de buena cuna, fortuna o perspectivas a quienes consideraba –con algunas excepciones– el escándalo de la Universidad, y se sentía molesto por el favor que se les mostraba en las altas esferas.

Es notorio cómo en la Universidad Católica de Irlanda, quiere que desde

el principio haya sesiones vespertinas para estudiantes que necesitan trabajar. Considera que es misión de la Universidad hacer un bien a todos los estudiantes, formándoles de modo completo y capacitándoles para desempeñar sus tareas en la sociedad de la mejor manera posible. En la segunda parte de la Idea se recoge como Lección IX, la conferencia que pronunció en 1858 ante esos jóvenes esforzados, que representan la clase media urbana, y para quienes ya se han podido abrir los estudios en un horario favorable, como él había querido desde el principio. Les dice con gozo que la Universidad es para ellos: se nota que está feliz por poder contribuir a su buena preparación, por ellos mismos y por los beneficios que traerán a Irlanda y a la Iglesia. Sus palabras son: “Ustedes han nacido para Irlanda y cuando ustedes mejoran, Irlanda mejora”54.

La Universidad podrá ayudarles a tener un intelecto bien formado, que

no es lo mismo que tenerlo lleno de datos sacados de muchas lecturas, hechas sin orden y sin ir al fondo. Explica cómo la Universidad está empeñada en darles esa formación, y lo dice con palabras semejantes a las que usó en los Discursos y en los artículos que componen la Lección IV.

La Lección IX termina con unas palabras nuevamente llenas de cariño y

52

Torralba, José María. “Formación humanística en la Universidad”, en Escribir en las almas. Estudios en honor de Rafael Alvira. Pamplona, EUNSA. 2014, p. 934. 53

Newman, John Henry. La idea de la Universidad… Op. Cit. Lección IX, 7, p. 272. 54

Newman, John Henry. La idea de la Universidad… Op. Cit. Lección IX, 2, p. 254.

aliento a los estudiantes: “Sigan como han comenzado y llegarán a ser uno de los logros de que más orgullosa se sentirá nuestra gran empresa. Podremos señalarles a ustedes como prueba de que el celo por el conocimiento puede florecer también bajo la presión de las ocupaciones seculares (…). Podremos señalarles a ustedes como prueba del poder del Catolicismo para sacar de la base de las grandes ciudades, cristianos ejemplares e ilustrados”55.

d. Relación entre fe y razón, teología y ciencia profana En Oxford, Newman se opuso al racionalismo y al liberalismo que

avanzaban con fuerza; pero en Dublín era importante no inclinar de más la balanza hacia la fe y los asuntos netamente religiosos. Así que, en los dos lugares convenía reflexionar con profundidad y finura para no caer en excesos, por un lado o por el otro.

Y así, la no oposición entre el saber que se alcanza por medio de la

razón y el que se adquiere con el auxilio de la fe aparece muchas veces en la Idea. Como ejemplo, podemos citar unas palabras de la Lección I:

“La gracia acumulada en Jerusalén y los dones que irradiaban desde Atenas se traspasan y concentran en Roma. Esto es así históricamente. Roma ha heredado tanto el conocimiento sagrado como el profano, ha perpetuado y difundido la tradición de Moisés y David en el orden sobrenatural y la de Homero y Aristóteles en el natural. Separar esos dos magisterios que se unen en Roma, el humano y el divino, equivale a dar marcha atrás, reconstruir el Templo judío y replantar el bosque de Academo”56.

Podemos recordar un texto externo a la Idea que usa palabras

semejantes. En respuesta a la famosa pregunta retórica de Tertuliano, “¿qué tiene que ver Atenas con Jerusalén?”57, Newman dice:

“¿Por qué una debe excluir a la otra? Es cierto que Jerusalén es más importante que Atenas, pero los cristianos contribuyen a perpetuar la fragmentación causada por el pecado, cuando sostienen a Jerusalén a costa de Atenas. Hagamos que, tal como ha querido siempre la entera tradición católica, existan tanto Atenas como Jerusalén, y contribuyamos de este modo a reintegrar la unidad de la naturaleza humana”58.

Las citas podrían ser muchas, ya que la defensa de un adecuado entendimiento de la relación entre la fe y la razón, la teología y las ciencias experimentales, fue una constante en la vida de Newman.

e. La Universidad como lugar donde se busca el saber en sí mismo Newman entiende que el saber tiene su fin en sí mismo, y tan erróneo es

lastrarlo con virtud o religión, como con actividades útiles. Por eso no comparte

55

Newman, John Henry. La idea de la Universidad… Op. Cit. Lección IX, 8, p. 273. 56

Newman, John Henry. La idea de la Universidad… Op. Cit. Lección I, 5, p. 48. 57

La cita es de Tertuliano en De praescriptione ad haereticos, cap. 7 (PL 2, 23a). 58

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Introducción de José Morales, p. 12.

la afirmación de que el saber liberal, al igual que el religioso, hace mejor al hombre: al menos, no es ése su fin. Dice en el Discurso V:

“El fin directo del saber no es fortificar el alma contra la tentación o consolarla en las aflicciones, como no lo es tampoco poner en movimiento una máquina o dirigir un vehículo de vapor. Siendo el medio y la condición del progreso material y moral, sin embargo, considerado en sí y por sí, el saber mejora nuestros corazones en la misma escasa medida en que eleva nuestro nivel de vida material”59.

Afirmar lo contrario supondría una interferencia, como la cometería un

economista que dijera que su ciencia le enseña moral o diplomacia. Y reafirma: “El saber es una cosa, y la virtud es otra. El buen sentido no es la conciencia, los buenos modos no son la humildad, ni la amplitud ni acierto de las ideas equivalen a la fe. La filosofía, por ilustrada y profunda que sea, no proporciona dominio sobre las pasiones, ni motivos influyentes, ni principios vivificadores. La educación liberal no hace al cristiano ni al católico, sino al caballero. Es bueno ser un caballero, como es bueno también poseer un intelecto cultivado, un gusto exquisito, una mente sencilla, equilibrada y desapasionada, y un comportamiento noble y cortés en los asuntos de la vida. Son todas ellas cualidades de un saber hondo, son el fin de una Universidad”60.

Y así, una Universidad:

“No persigue en sí misma la mejora moral ni la producción de bienes útiles, ni trata de ejercitar la mente en las actividades de la vida o en el deber, sino que su misión es la cultura intelectual, y aquí puede dejar ya a sus estudiosos, porque ha realizado su obra, si realmente ha logrado inculcar esa cultura. La Universidad educa el intelecto para que razone bien en todos los temas, para que tienda hacia la verdad, y la asimile”61.

5. Relación entre la vida de John Henry Newman y la Idea de una Universidad

Muchas cuestiones que Newman expone en su Idea de una Universidad son reflejo de su vida, su experiencia universitaria y su propia concepción de la tarea universitaria. Dice casi al inicio del Discurso I:

“Las opiniones a las que voy a referirme se han desarrollado en mi sistema global de pensamiento y son, por así decirlo, parte de mí mismo. (…) Los principios que voy a desarrollar ahora bajo la sanción de la Iglesia, han sido profesados por mí desde aquel período de mi vida en el que la religión era para mí más un asunto de sentimiento y experiencia que de fe (…). Mi sentido de su verdad se ha incrementado con los sucesos de cada año, desde que fui traído a la Iglesia”62.

59

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso V, 9, p. 140. 60

Loc. Cit. 61

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso VI, 1, p. 144. 62

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso I, 2, p. 42.

Y también, entre varias más, por las que dice al final del Discurso IX:

“Estoy en condiciones de aportar mi testimonio, ofrecer mis sugerencias y expresar mis sentimientos, como he hecho en estos discursos. Puedo también arrojar la luz que mi experiencia y mi reflexión me permiten sobre cuestiones básicas, elección de objetivos, alcance de principios y tendencia de las medidas que habrán de adoptarse. Habré de apelarme a vuestra amistad y confianza, de las que he recibido tantas pruebas y en las que me apoyo”63.

Los buenos conocedores de Newman han dejado constancia también de

la presencia de su experiencia vital en la Idea: Inés de Cassagne afirma que su Idea no era meramente conceptual

sino que “provenía de su larga experiencia universitaria y de su conocimiento de la historia”64, como lo prueban también los textos que escribió sobre el origen y desarrollo de la Universidad y que actualmente forman parte del tercer volumen de sus Historical Sketches.

José Morales sostiene que “las convicciones que toman cuerpo y

cristalizan en la Idea de una Universidad habían madurado tiempo atrás en la mente de su autor. No eran consideraciones improvisadas. Newman aprovechó su inesperada llamada a Dublín, para formular por extenso un credo educativo que vivía en su cabeza desde hacía años”65.

Hernando Sebá dice: “lo interesante de la vida de Newman es que sus

ideas y proyectos, sobre todo los educativos, están vinculados de manera muy sólida con su vida real”66.

Si nos fijamos en los temas que Newman afronta en la Idea, es fácil

descubrirlo: Por ejemplo, su visión sobre la relación entre fe y razón, ya había sido

expresada, de alguna manera, en sus Sermones universitarios entre 1826 y 1843. Al alcance de los saberes liberales y la relación entre Ciencia profana, Religión y Moral había dedicado las siete cartas dirigidas en febrero de 1841 al editor del Times como respuesta a la conferencia de Sir Robert Peel en la inauguración de una biblioteca en su distrito electoral de Tamworth 67 . Su conocimiento de la Ciencia le lleva a hablar adecuadamente de ella cuando se refiere a su método o al efecto que produce en quien la cultiva con exclusividad. Y, en definitiva, todo lo que expone sobre el diálogo y la influencia de las personas en singular no es más que un reflejo de lo que él mismo vivió en Oxford.

En el estilo de los Discursos, Lecciones y Ensayos, podemos ver al

63

Newman, John Henry. Discursos sobre… Op. Cit. Discurso IX, 10, p. 236. 64

De Cassagne, Inés. Op. Cit., p. 18. 65

Morales, José. Teología, Experiencia, Educación. Estudios Newmanianos. Pamplona, EUNSA. 1999, p. 134. 66

Sebá, Hernando. “El pensamiento pedagógico del cardenal Newman. Tres planteamientos sugestivos para la educación del siglo XXI”. Theologica xaveriana, n. 131, 2001, p. 77. 67

Cfr. Morales, José. Teología, Experiencia… Op. Cit., pp. 134-135.

Newman que ha aprendido de sus maestros y que ha hecho su propia experiencia sobre lo que es investigar un tema a fondo, sin soslayar la crítica o los puntos contrarios y que sabe argumentar, llevando las cosas hasta el final. En un trabajo temprano sobre Cicerón había descrito pormenorizadamente la retórica del gran orador romano, y en la Idea, no sólo menciona a Cicerón varias veces sino que, siguiendo su ejemplo, toma un tema, lo rodea, lo compara, lo ilustra, lo interroga y lo confirma, hasta que la audiencia no puede poner en duda su argumentación68.

Y así podríamos seguir con varios temas más, pero por una cuestión de

espacio, pasamos ya a la Conclusión.

6. Conclusión La existencia de Newman fue muy rica y por eso podemos decir que fue

muchas cosas: fue búsqueda de la verdad y compromiso con ella; fue vivir en este mundo teniendo siempre presente el mundo invisible; fue conversión, desarrollo, amistad, autenticidad y fidelidad; fue también, y no en menor medida, la Universidad.

Cuando una persona posee algo muy querido, que ha asimilado e

incorporado a su propio ser, es capaz de hablar de ello muchas veces, de numerosas maneras y sin repetirse, o sin tener que mirar a otros para ver cómo lo han expresado. A Newman le ocurre eso con la Universidad: la quiere, la valora, le ha dedicado gran parte de su vida y le dirige grandes elogios, hasta el punto de decir que “entre los objetivos del quehacer humano –estoy seguro, caballeros, de que puedo afirmarlo sin exageración– ninguno es más alto ni más noble que el que contempla la fundación de la Universidad”69.

Alejandro Llano considera que “la vida de Newman es como un viaje en

busca de una verdad, que encontró plenamente en la Iglesia Católica, pero cuya eficacia histórica siempre consideró vinculada a la autenticidad y la altura de una vida intelectual como la que él había conocido en la Universidad de Oxford”70.

Y efectivamente así fue: Oxford fue el instrumento para educar el

intelecto de Newman a tender hacia la verdad. Después, su búsqueda y compromiso con ella le llevaron a la conversión. En una conocida carta de 1860, Newman expresa su agradecimiento y se hace eco también de tantos otros hombres de Oxford que abrazaron la fe católica en aquellos años y después. Dice así: “No fueron los católicos quienes nos hicieron católicos; Oxford nos hizo católicos… en todos mis escritos he hablado de Oxford con afecto y admiración. He presentado su sistema como un ejemplo de aquella

68

Cfr. Luque, Mónica. La idea de universidad. Estudios sobre Newman, Ortega y Gasset y Jaspers. Washington, Interamer, Serie Educativa, n. 42, OEA. 1995, p. 49. 69

Newman, John Henry. La idea de la Universidad… Op. Cit. Lección VIII, 2, p. 229. 70

Llano, Alejandro. “Vida cristiana y valores seculares en Newman”. Scripta theologica. Vol. 33, 2001, p.

420.

unión de enseñanza dogmática y educación liberal que se impone a mi asentimiento”71.

Continúa diciendo Llano: “Desde el primer momento se pregunta

Newman: ¿por qué los católicos no tienen universidades? Estaba pensando, desde luego, en el Reino Unido (…). De los textos recogidos en la segunda parte del libro The Idea of a University –Lectures and Essays– se desprende inequívocamente que Newman estaba pensando en auténticas universidades que no desmerecieran intelectualmente de las mejores de su tiempo”72.

Y Newman pone de su parte cuanto puede, para que eso sea una realidad en la Universidad Católica de Irlanda. Por otro lado, en todo momento defiende la misión de la Universidad en sí misma, y por tanto con independencia de la Iglesia Católica, pero también del Estado o cualquier poder que pretenda usarla. Por su rectitud y trayectoria vital, la influencia de Newman fue grande en su época, pero su huella perdura. En 2001, con motivo del bicentenario de su nacimiento, Juan Pablo II dijo: “La misión particular que le encomendó Dios garantiza que John Henry Newman pertenece a todas las épocas, a todos los lugares y a todos los pueblos”73.

Su legado sobre la Universidad se encuentra en varias obras, pero sobre todo en la Idea de una Universidad. Y aunque algunos de los temas mencionados en sus páginas parezcan difíciles de recuperar en la Universidad actual, al menos a corto plazo, no por eso dejan de ser una meta alta, atrayente y a conseguir.

Frank Turner, en su ensayo Newman‟s University and Ours, después de

señalar las diferencias entre la Universidad dibujada por Newman y la actual dice: “a su propio riesgo, todos los relacionados con la vida de la universidad moderna –estudiantes, profesores, fiduciarios, ex alumnos y padres– pueden ignorar la obra de Newman, pero si la leen y piensan seriamente sobre ella, sea que la aprueben o no, no pueden permanecer indiferentes a lo que escribió, a menos que la educación superior les sea completamente indiferente”74

.

Podemos concluir diciendo que leer la Idea es abocarse a un amplio

panorama sobre la tarea universitaria y descubrir algunos caminos para lograr que la Universidad, al menos la concreta en la que cada uno está, se convierta en ese “territorio mismo”75 del saber, con el que Newman soñaba.

71

Ward, Wilfrid. The Life of John Henry Cardinal Newman. Based on his Private Journals and Correspondence. London-New York, Longmans, Green and Co. 1912, Vol. II, p. 57. Recuperado de: http://www.newmanreader.org/biography/ward/index.html 72

Llano, Alejandro. Op. Cit., p. 420. 73

Recuperado de: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/2001/documents/hfjp-ii_let_20010227john-henry-newman_sp.html

74 Turner, Frank. The Idea of a University. John Henry Newman, New Haven & London, Yale University

Press. 1996, pp. 282-301. 75

Newman, John Henry. La idea de la Universidad… Op. Cit. Lección VIII, 2, pp. 229-230.

Referencias Obras de John Henry Newman

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Suyo con afecto. Autobiografía epistolar. Edición, traducción y notas de Víctor García Ruiz. Madrid, Encuentro. 2002.

Apologia pro vita sua. Historia de mis ideas religiosas. Introducción, traducción y notas de Víctor García Ruiz y José Morales. Presentación de Ian Ker. Madrid, Encuentro. [1996 (2010)].

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