hutnik elizabeth - la figura del escritor. dos generaciones en argentina

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  • Crtica Cultural (Critic), Palhoa, SC, v. 7, n. 1, p. 53-65, jan./jun. 2012

    La figura del escritor. Dosgeneraciones en Argentina

    Elizabeth Hutnik

    ResumoEste trabajo repasa las figuras de escritor que circularon entre los autores

    argentinos consagrados por lectores y crtica, y cmo esa imagen se proyecta entreescritores contemporneos. Para establecer un estado del arte de la figura de escritor,tomar planteos terico-crticos propuestos por Juan Jos Saer, Ricardo Piglia, DavidVias y Csar Aira. Ese entramado de posturas literarias ser entretejido con lasvisiones de otros escritores argentinos plasmadas en las entrevistas aparecidas enEncuesta a la literatura argentina contempornea, publicado por el Centro Editor deAmrica Latina (1982), y algunos aos despus, en aquellas llevadas a cabo porGraciela Speranza en su libro Primera persona (1995). Aqu, una nueva generacin deautores se piensa a s misma dentro del sistema literario actual, con las influencias ytradiciones que parecen caracterizarlos. A partir de un corte temporal-generacional,intentar relevar los gestos que de lo social se introyectan en el universo literario decada escritor perteneciente al corpus de trabajo, utilizando la categora de estructuradel sentir (Williams, 1998).

    Palabras claveEscritor. Estructura del sentir. Experincia. Entrevista.

    Sobre el escritor y su prctica

    [...] el escritor escribe siempre desde un lugar, y al escribir, escribe al mismotiempo ese lugar, porque no se trata de un simple lugar que el escritor ocupa consu cuerpo, un fragmento del espacio exterior desde cuyo centro el escritor estcontemplndolo, sino de un lugar que est ms bien dentro del sujeto y queimpregna, voluntaria o involuntariamente, lo escrito. (SAER, 2004, p. 99)

    Saer pone en el centro de la discusin el contexto social, poltico, cultural yfamiliar de produccin a partir del que comienza a configurarse el sujeto que escribe.Ese mismo contexto va a construir a lo largo del proceso de escritura una determinadafigura de escritor, que se posicionar en un espacio tambin social, poltico y cultural

    Doctoranda en Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires.

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    AnaHighlightJauss, contexto socio-cultural

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    especfico. Segn Saer, la figura que el escritor construye no se reduce a laexperiencia fctica (escritor de experiencia vs. escritor de escritorio) sino que serelaciona con un saber objetivo conjugado con una ignorancia individual, corporal.

    El escritor es, antes que nada, hombre de un nico discurso, que nace de susvisiones y que l elabora una y otra vez sin tener en cuenta ni la expectativa de suaudiencia ni los cambios de situacin. (SAER, 1999, p. 119).

    En este sentido, un escritor no est definido de antemano, sino que se conformay adquiere una identidad durante el proceso de escritura, e incluso, en las sucesivaslecturas que de l se harn. Siguiendo a Musil, Saer confa en ese escritor que se sabeun hombre sin atributos y que crea su propia tradicin, aunque ms no sea paraluego escribir en contra de ella. Cuando lo entrevistan para el diario uruguayo Brechaen Francia en 1997 y le preguntan si existe una tica que debe necesariamenteacompaar la esttica de un escritor, Saer responde que Lo principal es que sea ungran escritor, -No teme pecar de esteticista?, repregunta la periodista, Yo slo leopor placer.

    De acuerdo con Ricardo Piglia, Saer est situado del otro lado de las fronteras,en esa tierra de nadie que es el lugar mismo de la literatura (Piglia, 1996). l, encambio, se dice ms ac de ellas. Tanto en Captulo (Piglia, 1982) y como dirnuevamente en Babel (1990), los motivos por los que comienza a escribir tienen quever con la lucha del artista con la experiencia. La suya parte de una ausencia, puesreconoce haber tenido una infancia sin literatura, y esto lo ubica en una tradicin. As,a los 16 aos comenz a escribir su gran obra: el Diario (obra que pretende pstuma)cuando no tena vida alguna. En la actualidad, como sugiere Gandolfo, Piglia se haconvertido en alguien a quien hay que leer.

    Tampoco se puede no leer a Vias, quien desde sus inicios parece haber libradouna batalla con la literatura, o por ella. Como dice en Babel (1989), l no cree en unacondicin de escritor sino que su obstinacin lo convence de la existencia de unasituacin (de escritor), algo que por cierto, es bastante insidioso. El ser escritor sevuelve para Vias una circunstancia, un infortunio, una situacin inexorable.

    Es que es ineludible, salir del silencio, es un privilegio desde cierto punto de vista.Deja testimonio, hay marcas completas, negro sobre blanco, blanco sobre negro[...] (SPERANZA, 1995, p. 243).

    Al igual que Piglia, para Vias la produccin literaria es el campo de batalladonde se debate la experiencia y la herencia. Cuando en Captulo (AAVV, 1982, p.502) se le pregunta acerca de sus filiaciones con autores argentinos y extranjeros, lresponde Qu fuentes ni qu influencias ni qu bibliotecas mentales. Confrontaciones.Tironeos. Pulseadas. Vias discute con sus propias certezas y con las de sus lectores,escribe al boleo. Es en esa provocacin que Vias encuentra su propia situacin deescritor.

    AnaHighlightArlt y sus cambios de posiciones a lo largo del proceso de escritura+cambios de la percepcin de Arlt a lo largo del porceso de la lectura/recepcin

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    AnaHighlightEPGRAFE - kod nekog poglavlja u Recepcin

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    Si la literatura no pulsea, es la lata, el aburrimiento. Creo que si se le sustrae eso alcampo literario es, en el mejor de los casos, una especie de prctica cannica, en elpeor sentido de la palabra. Nos convertimos en los monaguillos de una cosaeclesistica. Personalmente, me enfrento con las distintas formas del poder.(SPERANZA, 1995, p. 249).

    Otra de las formas de combate es, para Csar Aira, poseer una tica de lainvencin. En las clases que dict en el Centro Rojas, a propsito de la obra de Copi,Aira propone su propia nocin de la figura del escritor:

    El trabajo del escritor no puede adoptar otra modalidad que la del infinito. Nuncadejar de escribir; no importa la brevedad de la vida. (AIRA, 2003, p. 20).

    La escritura es una mana, y segn dice en estas conferencias, el gesto deescribir se apodera del hombre y contamina todos sus gestos.

    Esta confusin vuelve un monstruo al escritor, un asesino. La mezcla de los gestos,la eternidad continua que encarna el escritor, funde atrozmente los tiempos. (AIRA,2003, p. 20).

    En este sentido, hombre y escritor son una misma cosa, una nica subjetividadque, por razones prcticas, Aira elige llamar artista. El artista vale por lo que es, nopor lo que hace. Nuevamente, este autor tambin parece creer en esa especie defatalidad de la prctica escrituraria, dado que la obra de un artista vale menos que lmismo, o que la forma de su persona que es su trabajo, dice Aira hacia el final delciclo de sus conferencias. En este punto es interesante trazar algunas relaciones con lafigura de escritor de Borges. Para Aira, Borges era muy consciente de la creacin delmito personal, y con ella mantena una relacin ambigua. La condicin necesaria parala generacin de ese mito slo puede ser producto de la renuncia a crearlo.

    El escritor debe ser il miglior fabbro, esto es, aquel que conoce mejor que nadie latcnica: en este nivel un escritor nunca ser suficientemente consciente. (PIGLIA,1990).

    Tambin Piglia atribuye esta inconsciencia casi profesional a Borges, a quienconsidera el mejor artesano, pues conoce como ninguno los lmites y las posibilidadesde su arte.

    Borges asume la inconsciencia literaria de la que hablaba Piglia.

    Se entendi siempre, de un modo tcito el mejor modo de entender las cosas- queyo sera un escritor. [] Yo trato de inmiscuirme lo menos posible en lo queescribo. Dejo que las cosas se escriban a travs de m o a pesar de m. Yo trato deser un amanuense. (AAVV, 1982, p. 219).

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    AnaHighlightdodati u PLAGIO:Crimen, escribir = robar, matar.Kad izvrnem perspektive i kad ficcin arltiana (de robos, etc.) llega a representar la escritura

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    AnaHighlightARLT lo es tambin

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    Figura de escritorAl trabajar sobre la figura de escritor a partir de un corpus de entrevistas, hay

    dos niveles de discurso que se ponen en contacto. Por un lado, nos enfrentamos con loque el escritor dice acerca de s mismo, de su relacin con la literatura, con su prcticay con su obra; pero por otro lado, la mirada de otro interviene en esa configuracin dela identidad: cmo se lo presenta, qu preguntas se le hacen y desde qu medioperiodstico se elige convocarlo. As, la figura de escritor se define a partir de la propiamirada, desde un lugar individual y privado; y tambin a partir de su trascendencia alespacio de lo pblico, cuando comienza a configurar el imaginario social de escritor.

    En el caso de Encuesta, se conform un canon de escritores representativos delsistema literario de un determinado momento y lugar. Las mismas nueve preguntasfueron realizadas a un grupo de escritores buscando evidenciar a travs de quposiciones participaban, en el espacio comn de la literatura, escritores que elconsenso del pblico y la crtica reconoce como contemporneos. (SARO;ALTAMIRANO, 1982, p. 2).

    Se les pregunta acerca de sus relaciones con la literatura, la crtica, los lectores,el dinero y tambin, respecto del origen de su prctica. Si bien la Encuesta fuerespondida por ms de 100 escritores, slo tomaremos en este anlisis una muestramenor pero representativa de la figura de escritor emergente en la dcada del 80.

    En el caso de Jorge Luis Borges, su circunstancia de escritor aparece ligada a lafatalidad o el destino. l parece ser uno de los nicos que liga su vocacin literaria a lapredestinacin. Julio Cortzar, por su parte, atribuye al azar, la casualidad o la tozudezsu ligazn con la literatura. Escribir no me parece nada inslito, ms bien una manerade pasar el tiempo. Cortzar siente Para empezar: horror a todo profesionalismo,incluso hoy sigo vindome como un aficionado, alguien que escribe porque le gusta yno porque tiene que escribir. Para l, entonces, la escritura es una faena. ParaBernardo Kordon, en cambio, escribir es un ejercicio.

    Me ensearon a escribir y leer y comenc mi ejercicio de escritor. Pero luego Queescribiera o no, no preocupaba mayormente a mi familia, ni a mis maestros, ni alos amigos, menos al barrio, la ciudad o el pas. Era y sigue siendo algorigurosamente personal y nada ms. (AAVV, 1982, p. 138).

    Borges, Cortzar, Kordon, arman una figura de escritor que no se cuestionan nise interesan por la escritura profesional portadora de una funcin social. Frente a elloshay otro grupo que deciden conscientemente convertirse en escritores. Hablando de sujuventud, Adolfo Bioy Casares dice que En esa poca, entre nosotros, es decir en laArgentina, no se consideraba a la literatura como una profesin. Pero como suintencin era convertirse en un escritor profesional, Bioy, autodidacta, argumenta:[...] quise saber gramtica, quise saber versificacin, trat de conocer mi oficio, quenadie me pusiera las comas.

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    Tambin para Abelardo Castillo escribir en una decisin, un compromiso delhombre con la literatura. Un da, a los 22 aos, decid esto: o era un escritor o memataba. Si bien hay algo de fatalismo en esta disyuntiva, Castillo piensa su eleccinen relacin con la realidad, y no con las letras, del mismo modo que lo hace LilianaHeker, para quien escribir significa la posibilidad de fijar y comunicar su visin demundo. Para ella escribir es una forma de militancia y la determinacin de serescritora me la debo a m misma. Ser escritora, y juzgarse tal como dice ella que lohace a partir de la publicacin de su primer libro es, en su caso, un imperativo.

    Entre el azar y el imperativo hay una estacin intermedia, en la que se ubicanIsidoro Blaisten y Hctor Tizn. En sus casos, la figura de escritor aparece vinculada ala necesidad. Blaisten postula una teora de la necesariedad, pues afirma que losgrandes maestros han escrito siempre por necesidad, por una necesidad interior. En loque a l respecta: Mi propia obra no la pienso, la hago. Y si algo pienso mientras lahago es con relacin a m, a lo que conozco, a lo que he visto y sufrido y gozado.

    Tizn, por su lado, declarndose un no-escritor profesional, dice que: Noconsidero el acto de escribir como un dbito conyugal sino como una necesidad ntimay una aventura [...]

    Ya sea que las figuras de escritor que construyen y representan losentrevistados anteriores estn ligadas al azar, la necesidad, el destino o a unimperativo, hay un denominador comn que se repite en las respuestas que danmuchos de ellos a Captulo, y tiene que ver con un momento de aprendizaje.

    Ricardo Piglia,

    escriba para tratar de saber qu era escribir: en eso (slo en eso) ya era unescritor, es decir, alguien que escribe para saber qu es la literatura. [...] y de esemodo aprenda a escribir o al menos aprenda a reconocer lo arduo que puede serescribir. [...] Digamos que de entrada aprend que hay que contar una historiacomo si se estuviera contando otra. (1982, p. 140).

    Antonio Di Benedetto, los principales autores con quienes me he educadodurante mi aprendizaje de escritor son[...]

    Bernardo Kordon, Me ensearon a escribir y leer y comenc mi ejercicio deescritor.

    Adolfo Bioy Casares, Soy un autodidacta. Cuando empec a escribir no sabagramtica [...]

    Por otro lado, el denominador comn, en el caso de las entrevistas de Primerapersona es otro. Si bien las preguntas, inspiradas en Encuesta, giran en torno almotivo de la escritura, al lector ideal, a la ubicacin dentro del campo intelectual, loscomienzos como escritor, y la imagen del mismo; las percepciones que tienen losescritores ms de diez aos despus, son otras. Como sugieren Gonzalo Aguilar(1996), Primera persona organiza un mapa, un estado de situacin de la narrativaargentina. En esta nueva referencia, muchos escritores hablan del desarraigo en unade sus formas posibles: la periferia literaria. Centrndonos en la segunda, la idea deestar y escribir desde o fuera de- la periferia de la vida literaria es planteada porHctor Tizn quien se dice, nuevamente, un ejemplar de frontera.

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    -Prefiere estar alejado de los crculos literarios?, pregunta Speranza.-Absolutamente. Eso lo tengo bien claro.[...] Por eso, inclusive, soy enemigo amuerte de los coloquios que son una especie de certmenes de ingenio en los queyo no compito por incapacidad. (SPERANZA, 1995, p. 27).

    Para Hebe Uhart el pasaje por el proceso editorial es una mendicidad.

    Posiblemente, es como si no terminara de ver el mundo editorial real de BuenosAires. [...] No s cmo es la forma de moverse y por otra parte demanda muchotrabajo. Adems, quiz tenga algn prejuicio pensando que si uno se estmoviendo mucho no tiene tiempo para escribir. (SPERANZA, 1995, p. 218).

    La marginalidad de Hebe Uhart est en lnea con la sensacin de aislamiento queplantea Vlady Kociancich.

    Tengo la impresin de que mis libros estn aislados, de que yo misma estoyaislada. El hecho de no pertenecer a una esttica definida o a una generacinestablecida, de que mis libros no se ajusten a ninguna tendencia, inevitablementelleva a la sensacin de soledad. (SPERANZA, 1995, p. 95).

    La soledad y el aislamiento de Kociancich son parte de una poltica de laperiferia, que la sita por fuera de una figura de escritor. De hecho, ella dice noaprobar lo que hoy se llama perfil y antes imagen de escritor. Esta autoexclusinpuede deberse tal vez a la percepcin que tiene, tambin, Osvaldo Soriano sobre lahostilidad de los narradores argentinos.

    Creo que falta una suerte de respeto mutuo, de aceptacin de la diferencia.Adems, por lo general en este ambiente, la pedantera es slo comparable a la delmundo del box. (SPERANZA, 1995, p. 63).

    Tambin Saer desde Pars, como dice Speranza, tiene una distancia saludablerespecto del escenario central de la literatura argentina. Esto puede deberse a que,como argumenta Elvio Gandolfo, Buenos Aires es una ciudad que te deja muypoco en paz [] Tiene una combinacin muy insoportable para m deanimalidad e intelectualidad perniciosa. Es una ciudad de un cambio demundo cada dos o tres aos y en alguno de esos cambios se pasa al infierno.(Speranza, 1995, p. 170).

    Escritores figuradosComo dice Beatriz Sarlo en el Prlogo de Primera persona, los reportajes nos

    dan una imagen de escritor. El gnero entrevista pone en relacin dos sujetos cuyossaberes e intenciones son diferentes. Uno se preocupa por tratar de conseguir lamayor cantidad de conocimientos posibles, mientras que el otro debe, cuidadosa yestratgicamente, dosificar la informacin que luego se har pblica. En esa tensin, aveces ms y otras menos amistosa, se perfilan las bases adecuadas para revelar untipo de organizacin de la creacin artstica individual, invadida por marcas sociales.

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    Esta es una de las ideas que desarrolla Williams (1998), al hablar de laestructura del sentir1. Sobre el supuesto de que no hay ninguna experiencia colectivaque no sea individual; ni tampoco hay experiencia subjetiva que no sea a la vez social,la estructura de sentimientos intenta reconocer las marcas sociales (ya sean prcticassociales o un modo especfico de vivirlas) presentes en la experiencia individual.Contra la nocin de ideologa como doctrina rgida, la estructura del sentir oestructura de la experiencia-, est en continua renovacin, recreacin y modificacin,es una instancia formativa. En este sentido, como sugiere Sarlo en el Prlogo a Elcampo y la ciudad (Williams, 2001), el concepto sirve para pensar la emergencia de lonuevo, el momento de cambio de las convenciones.

    En el caso de las formas literarias ligadas a las experiencias sociales, laoperacin involucrada parecera suponer un desborde de las novedades sociales, por loque la estructura del sentir desplaza hacia fuera las convenciones conocidas,resemantizando formas, conceptos y prcticas.

    En estos trminos, podramos decir que la estructura de experiencia que surge apartir de los reportajes aparecidos en Captulo tiene que ver con el aprendizaje de laactividad de escritura y el oficio de escritor. Aos ms tarde, esa estructura deconciencia y sensibilidad aparece ligada a la ubicacin liminal de algunos escritores.Ahora bien, cmo es que la imagen de escritor (como propone desconfiadamenteKociancich) perteneciente a una determinada poca, cede su lugar a una nueva figura.La pregunta que gua la lectura de las entrevistas siguientes a escritores jvenes estrelacionada a la emergencia de nuevas formas de conciencia social, hbitoscompartidos y renovadas convenciones; o como dira Williams experiencias socialesen solucin, es decir, aquellas formas elusivas no palpables de conciencia social queson a la vez tan evanescentes como sugiere el sentimiento, pero sin embargomuestran una configuracin significativa aprehendida en el trmino estructura(Eagleton, 1997, p. 75).

    Dentro de lo que es considerado por el mercado editorial como la nuevanarrativa argentina, destacan nombres como Andrs Neuman, Gonzalo Garcs,Oliverio Coelho, Beln Gache, Damin Tabarovsky, Marcelo Birmajer, Alejandro Parisi,Esteban Buch, Patricia Surez, Paola Kaufmann, Mara Fasce, Sergio Olgun, MarianoDupont, Leopoldo Brizuela, Pablo De Santis, Florencia Abbate, Martn Kohan, entreotros. Todos ellos, escritores argentinos de entre 30 y 40 aos, cuentan con ms de unlibro publicado por sellos locales. A los fines de este trabajo, me ocupar de los ltimoscinco escritores mencionados2.

    1 Raymond Williams propone la nocin de estructura de sentimiento, planteando que No setrata solamente de que debamos ir ms all de las creencias sistemticas y formalmentesostenidas, aunque siempre debamos incluirlas. Se trata de que estamos interesados en lossignificados y valores tal como son vividos y sentidos activamente; y las relaciones existentesentre ellos [...] Estamos hablando de los elementos caractersticos de impulso, restriccin ytono; elementos especficamente afectivos de la conciencia y las relaciones, y no sentimientocontra pensamiento, sino pensamiento tal como es sentido y sentimiento tal como es pensado;una conciencia prctica de tipo presente.

    2 El recorte constituye una muestra parcial del campo literario local y es un fragmento de untrabajo mayo en el que se trabaja con detalle una larga lista de autores. La eleccin coincidecon un conocimiento mayor de la obra de estos escritores y porque adems considero que ellosconstituyen una muestra representativa del grupo.

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    Comenzando por Mariano Dupont, Martn Kohan dice que su novela, An, Hareconciliado a los premios literarios con la literatura (Kohan, 2003, p. 62). Un mesantes, en la misma revista, Dupont es entrevistado para la seccin ETC/Libros. Allaparece caracterizado por el subttulo Premio Emec de la novela 2003 (comoaparecer meses despus en Soles Digital [2004]). Cuando se le pregunta por elproceso de escritura de su novela, l responde que en aquel momento pensaba quepara escribir hay que sufrir mucho. Era un pelotudo fenomenal. [...] Ahora estoy msrelajado, me divierto mucho ms a la hora de escribir. En cuanto a los referentesliterarios, menciona algunos nombres,

    Todo muy serio, muy literario. Senta que lo que haca era muy importante y no medaba cuanta de que era uno ms entre los miles que andan por ah escribiendo suprimera novelita. -Te sents un poco al margen de los dictmenes de la modaliteraria?, dice el periodista, -No me siento al margen de nada. De hecho, acabo deganar un premio, y eso significa que mi escritura se reconoce, que es digerible.Sera un ingenuo si pensara que estoy al costado de algo.

    En Soles Digital se le pregunta acerca de su produccin actual: Lo que estoyescribiendo ahora trato de que responda a algo ms personal, no tan literario. En esamisma nota, Dupont dice haber descubierto que ser escritor no se trata de hacerbuena letra, sino de mirar para adentro. Para Dupont escribir debera ser una prcticadesritualizada, de hecho, l aconseja a quienes recin comienzan a escribir Que lean yque escriban como quien se da una ducha, como quien se lava lo dientes.

    En un lugar distinto se posiciona Leopoldo Brizuela, a quien la idea de competirle da terror, pues segn dice en La mujer de mi vida (2003, p. 5): Sigo fuera delcampo. Para l la escritura constituye una forma de salvacin. Brizuela establece unafigura de escritor a partir de una declaracin, o al menos una intuicin, acerca de surelacin con la escritura como prctica. La escritura entonces, como salvacin y comoreservorio de un mundo ntimo, solitario, secreto y angustiante de la infancia; Soy lopeor, pero escribo, dice hacia el final de esta nota. En el caso de una entrevistaprevia, aparecida en Clarn (2001), Leopoldo Brizuela aparece referido como el autordel premio Clarn de novela (en otros casos [Brizuela, 2002], se contextualiza aBrizuela a partir del lugar desde donde responde entrevistas, esto es, desde el Centrefor the Arts de Banff, Alberta, en Canad, donde trabaja con una beca). Se aclara acontinuacin su edad (36 aos), y el hecho de que hasta ahora ninguna de sus obrashaba logrado la repercusin que se merece. La periodista asegura adems que laconsagracin que supone ese premio permitir al autor obtener finalmente a suslectores. Brizuela se identifica con una generacin que se interesa por el ladodivertido que tiene lo heroico. Por ltimo, en el Boletn de Madres de Plaza de Mayo(Brizuela, 1999) la entrevistadora le pregunta por el conflicto con los premios. Brizuelaresponde que es la primera que le pregunta sobre ese tema, y que en realidad, elconflicto no es estrictamente con los premios, sino con el trabajo que uno hace. Para lla clave est en no entrar en el mecanismo de que uno est corriendo unacarrera, porque no es as, y no entrar en la idea de que uno compite todo eltiempo.

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    Pablo De Santis, por su parte, aparece identificado como finalista del PremioPlaneta, en cuatro de las seis entrevistas relevadas. En una de ellas (De Santis, 1998)se reconoce como un narrador clsico, que armoniza la literatura con otrasinquietudes. No esgrimo posiciones antiintelectuales, es un campo que valoromuchsimo. Tampoco tengo mucha experiencia personal con esos simposios.Fui una sola vez a uno y no me result aburrido. La experiencia parece ser unaconstante en las respuestas de De Santis, pues en otra nota (1999) dice que Con eltiempo me di cuenta de que la experiencia de uno es fundamental para laliteratura. Y entend que si bien a la realidad hay que traducirla, convertirla enotra cosa, es esencial para sonar creble.

    Posiblemente sea esta la operacin aplicada a los personajes asesinos de la obrade De Santis, que matan por la fama, los premios y la admiracin de sus colegas. Elautor argumenta que ese exceso es, para l, la clave para hacer interesante yentretenido un oficio como el de la escritura, que es de por s nada excesivo. Tratde buscar el lado criminal de una vida tan pacfica como es la escritura. (De Santis,2001). En esta misma entrevista, De Santis seala que es muy fuerte la marca de loargentino en los escritores argentinos, y que es una literatura que con respecto a lasituacin del pas es marginal, pero que con respecto a la literatura en s misma es, encierto modo, central. Esta idea la retoma en una entrevista para un medio brasilero(De Santis, 2003) cuando se le pregunta cmo un escritor de su generacin tiene queenfrentarse con autores como Borges y Cortzar.

    Quanto mais reduzida a tradiao literria de um pas, mais difcil , para oescritor, dar a sua obra um carter mais amplo, universal. Mas quando essatradiao rica e est atravesada por poticas diferentes e nao contraditrias, oescritor se v a salvo de muitas superstioes e pode enfrentar os verdadeirosproblemas da escrita.

    Opuesta es la opinin de Florencia Abbate respecto de la tradicin literaria de losescritores argentinos. Para ella, la literatura de Borges es muy libresca y aborrece quesea ese el modelo de escritor. No tuvimos padres ni madres literarios, hay muchovaco, pramo, desierto. (Abbate, 2004b). En otra nota (2004) Abbate admite que lacuestin de la genealoga argentina siempre la sinti un poco artificial. Esaartificialidad, en parte, es atribuida a un complejo de cultura joven. Frente a unapregunta por la operacin de situarse en el centro del campo literario, Abbate reconoceque esa clase de operaciones a veces instalan una compulsin a tener que construirun lugar de enunciacin de la tradicin argentina, gesto que ya tild de artificial.Desconfa tambin de la dicotoma literatura de mercado frente a literatura de culto,pues cree que esa oposicin es una de las ms dainas, bsicamente, porque elmercado no debe poseer una connotacin moral negativa, dado que es el lugar deautonoma de los escritores. En cuanto a su propia obra, confiesa encontrar muchosms materiales en el orden de la experiencia que en la imaginacin. La experiencia deFlorencia Abbate aparece atravesada por una dcada menemista (como ella mismacomenta) [...] un momento en el que pareca que no pasaba nada; en realidad,pasaban muchas cosas [...] pero la sensacin era como que no pasaba nada. Eso creoen los escritores mucho desamparo pero a la vez libertad.

    AnaHighlightHEREDERO ARLTIANO

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    AnaHighlightcambia el espacio canonizador, mercado obtiene cada vez ms importancia y ya fue reivindicado por Arlt

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    Dentro de la denominada nueva narrativa local, un nombre que se repite amenudo es Martn Kohan. En la mayora de los copetes de sus entrevistas no deja demencionarse su edad como dato de importancia a la hora de posicionarlo en un lugarcentral, en el mapa de la literatura joven si es que tal cartografa existe. (Kohan,2002). Para l, los escritores jvenes no estn apareciendo por arte de magia, sinoque

    los escritores jvenes (entre 25 y 40 aos) ya estbamos. Quizs lo que estpasando de un tiempo a esta parte es que se nos empieza a ver un poco ms, o unpoco mejor. Es algo que en ltima instancia depende de la manera en que la crticaliteraria lea y arme los mapas de la literatura presente. Depende de eso, o deberadepender de eso; porque si no depende de la crtica, depender de la habilidad delos agentes literarios o de las dotes que los escritores tengan para la extroversin ylas relaciones pblicas.

    Siguiendo con este problema, Kohan indica en que se debe hacer unadistincin entre escribir y publicar. La publicacin es un hecho de mercado, mientrasque la escritura puede serlo o no. En su caso, la cuestin no es la publicacin oincluso el pblico lector-, sino el tema del lugar que ocupa la escritura. Al igual queAbbate, Kohan presta atencin a la dimensin de los recuerdos que uno pueda tenerdesde la experiencia de la vida, para transformarlos en material literario. En cuanto almaterial literario de los 90, considera que an no fue bien ledo, pues

    no se organiz bien eso que llamamos campo literario, en trminos de cmofuncionan las editoriales, el sistema de lectura, los modos de circulacin, lossistemas de legitimacin y la crtica literaria. Creo que eso es algo que la crtica, nolos escritores, tiene an pendiente: volver sobre los materiales de esos aos y verqu pas.

    Hay fenmenos marcadamente exteriores que son o se presentan comorealmente ntimas en estos cinco escritores. Todos ellos hablan de la experienciapropia como algo fundamental. La experiencia de Dupont le ensea que debe escribirde manera relajada, como quien se da una ducha o se lava los dientes; la de Brizuela,a travs de la escritura, trasforma su mundo privado en una forma de salvacin. DeSantis convierte su propia experiencia pacfica en una escritura entretenida y criminal;Kohan utiliza los recuerdos para producir material literario y Abbate para crear supropia tradicin. En un primer momento, uno tendera a considerar la experienciacomo algo netamente individual, pero en verdad est atravesada por un entramadosocial. Paradjicamente, los escritores jvenes no sienten ni piensan su prctica apartir de una instancia de aprendizaje, sino que lo que se pone de relieve es laexperiencia de cada uno.

    Podramos pensar el aprendizaje en el sentido de la experiencia adquirida a lolargo de la vida, y de ese modo vemos por qu los escritores mayores hablan de susprocesos de aprendizaje. Sin embargo, muchos de los autores mencionados enCaptulo eran tambin jvenes en el momento en que respondieron aquellaspreguntas. No se trata simplemente de que porque los consagrados tienen ms tiempovivido pueden evaluar retrospectivamente su historia. Creo, ms bien, que se trata de

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    AnaHighlightHeredero arltiano

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    una valoracin hacia el pasado y los rastros que el tiempo deja en la historia individualy colectiva de cada sujeto. Que Bioy, Di Benedetto o Piglia estimen y pongan en primerplano el aprendizaje que han hecho para llegar a ser los escritores que son, supone elreconocimiento de una tradicin anterior y supone tambin haber transitado porespacios y momentos en los que no se saba todo de antemano.

    Sea por necesidad, por imperativo profesional o por azar, aquellos escritoresasumen un momento previo (ms tarde o ms temprano) al devenir de la escritura, esdecir, a la conformacin personal de la figura de escritor. En cambio, losrepresentantes de la llamada nueva narrativa local parecen haber nacido escritores(recordemos que Martn Kohan dice que los escritores jvenes no surgen, sino que yaestaban). Tampoco ponderan una tradicin. Para Abbate no hay padres ni madresliterarios, slo vaco, pramo y desierto; para Dupont la tradicin representa algomuy, muy serio, muy literario, libresco. De Santis, en cambio, se reconoce unnarrador clsico, pero no se refiere a la tradicin explcitamente; como tampoco lohace Brizuela.

    Pensando nuevamente en la estructura de sentimiento, la puesta en foco de laexperiencia individual (sin describir demasiado cul es exactamente) y el rechazo a lasformas de la tradicin parece ser el tono de esta nueva promocin intelectual.Valindome todava de la categora de Williams, este grupo de escritores se identificana s mismos y se afirman en la bsqueda de una escritura entretenida, como sugiereDe Santis. Brizuela se interesa en lo divertido de lo heroico y Dupont exalta ladiversin frente al tedio de lo literario. Este estilo est en consonancia con la relacinque establecen estos escritores con el mercado y con la industria cultural (dondedecididamente se incluye la academia). Los ms tibios valoran el campo intelectual,pero no lo han frecuentado tanto. Los otros no se sienten al margen, ganan premios yhasta reivindican el mercado por su facultad benfica de generacin de autonoma alos escritores. Kohan, Abbate y Dupont no se sitan en la periferia del mapa de laliteratura contempornea, pues ese es un gesto demod, una ingenuidad y uncomplejo de cultura joven. La constelacin de actitudes que conforman a lageneracin de los treinta y pico y que parecen conferir identidad a esta nueva figurade escritor consiste en la certeza consagratoria que sienten por publicar, serpremiados y ser jvenes. Con todo, Leopoldo Brizuela es el nico que sigue fuera delcampo.

    Si para Macedonio Fernndez, un escritor arribista es el que todava no haarribado, los premios, la experiencia propia y la juventud hacen de cuatro de estoscinco, figuras de escritores arribados. La cuestin sobre arribar es que puede ser unprivilegio de la profesin, un gaje del oficio, o como supona Thomas Mann, unamaldicin.

    BibliografaAAVV. Encuesta a la literatura argentina contempornea. Buenos Aires: CentroEditor de Amrica Latina, 1982.

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    TitleThe writers profile. Two generations in ArgentinaAbstractThis paper reviews different writers profiles that circulated among Argentine

    authors acclaimed by readers and the critic and look into how that profile or image isprojected onto contemporary writers. Theoretical and critical points of view areconsulted, such as Juan Jos Saer, Ricardo Piglia, David Vias and Csar Aira. Theirsliterary postures are related with those of other Argentine writers that appeared in thebook Encuesta a la literature argentina contempornea, published in 1982 by CentroEditor de Amrica Latina and with Graciela Speranzas interviews published in 1995 inher book Primera persona. In her work, a new generation of writers think themselvesand their place in the contemporary literary system. Taking as a starting point atemporal and generational cut, I will try to determine the social marks ejected intoeach literary universe that belongs to every writer. In doing so, I will use a notioncoined by Raymond Williams (1998): structure of feeling.

    KeywordsWriter. Structure of feeling. Experience. Interview.

    Recebido em 23/01/2012. Aprovado em 28/06/2012.