gil polo, gaspar - diana enamorada

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  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    GASPARGIL POLOPrimera parte dePrimera parte de

    Diana enamoradaDiana enamoradaCinco libros que prosiguen los siete deCinco libros que prosiguen los siete dela Diana de Jorge Montemayorla Diana de Jorge Montemayor

    Espasa-Calpe, Madrid, 1973

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    Preliminares .....................................................................................................................................3Libro primero ...................................................................................................................................8Libro segundo ................................................................................................................................31Libro tercero ...................................................................................................................................47Libro cuarto ....................................................................................................................................70Libro quinto ...................................................................................................................................86

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    PRELIMINARES

    LICENCIADEL SANTO OFICIODELA INQUISICINDE VALENCIAPARAIMPRIMIRSEYVENDERSELAPRESENTEOBRA

    Este libro, llamado Diana enamorada, compuesto por Gaspar Gil Polo, fue visto yexaminado por m, fray Miguel Carranza, Provincial de la orden de nuestra seora del Carmenen los reinos de Valencia, Aragn y Navarra, Telogo, y del secreto del Santo Oficio de laInquisicin de Valencia. Y como no sea de leccin reprobada ni condenada por el Santo Oficio,ni contenga opiniones herticas ni sospechosas contra nuestra santa fe, conced licencia y

    permisin para que vendiese e imprimiese. En fe de lo cual hice la presente de mi mano y firmde mi nombre. En nuestro convento del Carmen de Valencia, y de setiembre , del ao milquinientos sesenta y tres.

    FRATER MICHAEL CARRANZA,Provincialis Carmelitarum

    PRIVILEGIO

    Nos, don Felipe, por la gracia de Dios rey de Castilla, de Aragn, de las dos Sicilias, deJerusaln, de Hungra, de Dalmacia, de Croacia, de Len, de Navarra, de Granada, de Toledo,de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Sardea, de Crdoba, de Crcega, deMurcia, de Jan, de los Algarbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas de Canarias, de lasIndias y Tierra Firme del mar Ocano, archiduque de Austria, duque de Borgoa, de Brabante yMiln, conde de Barcelona, de Flandes, de Tirol, seor de Vizcaya y de Molina, duque deAtenas y Neopatria, conde de Roselln y Cerdaa, marqus de Oristn y Gotiano.

    Por cuanto por parte de vos, Gaspar Gil Polo, nos ha sido hecha relacin que habiscompuesto un libro en dos partes intitulado Diana enamorada, no sin trabajo de vuestra personay espritu, y nos habis hecho suplicar fusemos servido daros licencia y facultad de poderlohacer imprimir para aprovechar de l el fruto que os ha movido a componerlo, y prohibir queninguno en nuestros reinos y seoros de la corona de Aragn lo pueda imprimir, sino quien vosordenareis y vuestro poder para ello tuviere, por el tiempo a nos bien visto. Y nos, visto el dicholibro y reconocido por los de nuestro sacro y supremo Consejo, lo hemos tenido por bien deconcedroslo por tiempo de seis aos. Por ende, con tenor de los presentes de nuestra ciertaciencia y real autoridad deliberadamente y consulta damos licencia, permiso y facultad a vos, el

    dicho Gaspar Gil Polo, que vos, o quien para ello vuestro poder tuviere, podis imprimir encualquier parte de los nuestros reinos y seoros de la corona de Aragn el dicho libro, en dospartes o en una, intitulado Diana enamorada, por cualesquier impresores que vos quisiereis, otraerlo de otra parte impreso, y vender aquellos. Y mandamos por las mismas presentes acualesquier impresores o libreros, so incurrimiento de nuestra ira e indignacin y pena de milflorines de Aragn del que lo contrario hiciere, exigidores y a nuestros cofres reales aplicaderos,y de perder los moldes y libros del que los imprimiere, o en su poder se hallaren que hayanimprimido, que ellos ni otra persona alguna sin vuestro poder y voluntad expresa no puedavender ni imprimir el dicho libro por tiempo de los dichos seis aos. Por ejecucin ycumplimiento de lo cual, por las mismas presentes de la dicha nuestra ciencia, decimos ymandamos a todos y cualesquier oficiales y sbditos nuestros mayores y menores a quien

    pertenezca en todos los dichos nuestros reinos y seoros de la corona de Aragn constituidos yconstituidores, so las penas susodichas, que a vos, dicho Gaspar Gil Polo, guarden y observen la

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    presente licencia y permiso y facultad y todo lo en ella contenido, y contra ello no vengan enmanera alguna, si la nuestra gracia tienen cara y en la pena susodicha desean no incurrir.

    En testimonio de lo cual mandamos despachar las presentes con nuestro sello real comn enel dorso selladas. Dado en la villa de Monzn a del mes de enero de mil quinientos sesenta ycuatro.

    YOEL REY.

    V. don. Bern. vic. V. Clemes pro co gen. V. Gig. R.V. Comes ge. the. V. Luna R.V. Loris. R. V. Sentis. R.

    In diversorum Valentiae, v. fo. x.

    A LAMUYILUSTRESEORADOA JERNIMADE CASTROY BOLEA, &C.,

    GASPAR GIL POLO

    Tanto le importa a este libro tener de su parte el nombre y favor de Vuestra Seora, que de

    otra manera no me atreviera a publicarlo, ni aun a escribirlo. Porque segn es poco mi caudal ymucha la malicia de los detractores, sin el amparo de Vuestra Seora no me tuviera por seguro.Suplico a Vuestra Seora reciba y tenga por suya esta obra, que, aunque es servicio de pocaimportancia, habido respecto al buen nimo con que se le ofrece, y a la voluntad con que librossemejantes por reyes y grandes seores fueron recibidos, no se ha de tener por grande miatrevimiento en hacer presente de esta miseria, mayormente dndome esfuerzo para ello laesperanza que tengo en la nobleza, benignidad y perfecciones de Vuestra Seora, que para sercontadas requieren mayor espritu y ms oportuno lugar. El cual, si por algn tiempo me fueseconcedido, en cosa ninguna tan justamente habra de emplearse como en la alabanza y serviciode Vuestra Seora, cuya muy ilustre persona y casa nuestro Seor guarde y prospere conmucho aumento.

    De Valencia, a nueve de febrero, .

    EPSTOLAALOSLECTORES

    En ratos que pude hurtar a mis continuos negocios y ordinarias ocupaciones, compuse estelibro por mi recreacin; y como les pareciese a muchos seores y amigos mos que se deba

    publicar, me importunaron que lo mandase imprimir. Y aunque saba a cunto se aventuran losque ofrecen sus libros a los pareceres de necios y maliciosos, quise sacarlo a luz dando crdito ala opinin de los que tengo por sabios, y esforzndome con ver que ni a Virgilio ni a Petrarcales faltan detractores. Bien conozco que habr aqu algo que justamente se podr reprehender,

    pero s que habr hartas cosas que no siendo malas sern reprehendidas, y algunas que siendobuenas no sern alabadas. Yo hice lo que supe y quisiera acertar en todo: los que hallaren algoque no les contente, procuren en sus obras apartarse de lo que en las mas les pareciere mal

    porque ms perfectas salgan a luz. Mas temo que habr algunos que tendrn por ms segurojuzgar a su placer libros ajenos que publicar los suyos, por no perder la reputacin de sabios.Procur en este libro variedad de versos y de materias, acomodando mi gusto a los ajenos, ycomo estos sean tan diversos, tendrame por excusado quien topare con algo que no le cuadre,

    porque es imposible en todo satisfacer a todos. Puse aqu algunas rimas y versos de estilo nuevoy hasta ahora, que yo sepa, no usado en esta lengua. Las rimas hice a imitacin de las que heledo en libros antiguos de poetas provenzales, y por eso les di este nombre. Los versoscompuse a semejanza de los que en lengua francesa llaman heroicos, y as los nombr

    franceses. Diles la rima que por ahora me pareci mejor. Quien de ellos se contentare podrnprobar la mano a hacer de ellos tercetos y otras rimas, que no dejarn de parecer muy bien. Aeste libro nombr Diana enamorada, porque prosiguiendo la Diana de Montemayor me pareci

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    convenirle este nombre, pues l dej a la pastora en este trance. El que tuviere por deshonesto elnombre de enamorada no me condene hasta ver la honestidad que aqu se trata, el decoro que seguarda en la persona de Diana, as en su pltica como en el secreto con que encubre su pasin, yel fin a que se encamina esta obra, que no es otro sino dar a entender lo que puede y sabe hacerel amor en los corazones, aunque sean tan libres y tan honestos como el de Diana; las penas que

    pasan sus aficionados y lo que importa guardar el alma de tan daosa enfermedad. Hallaris

    aqu proseguidas y rematadas las historias que Jorge de Montemayor dej por acabar, y muchasaadidas. Y aunque son ficciones imaginadas, leyndolas como tales, se puede sacar de ellas elfruto que tengo dicho, pues no se escribieron para que se les diese fe, sino para satisfacer a losgustos delicados y aprovechar a los que con ejemplo de vidas ajenas quisieren asegurar la suya.

    DEDON ALONSO GIRNYDE REBOLLEDO

    SONETO

    LECTOR / DIANA.

    LECTOR Buen libro, Diana.DIANA En todo extremo es bueno.LECTOR Qu sientes de l?DIANA Placer de andar penada.LECTOR Y qu es la pena?DIANA Amar cosa olvidada.LECTOR Y el gozo?DIANA Ver por cuya industria peno.LECTOR Es Jorge o Prez?DIANA No, que es muy terreno

    amarme a m.LECTOR Qu cosa hay ms alzada?DIANA Hacerme Gaspar Gil enamorada,

    que lo estoy yo ms de l que de Sireno.LECTOR En qu tuvo primor?DIANA En verso y prosa.LECTOR Quin juzga eso?DIANA Ingenios delicados.LECTOR Tanta luz da?DIANA Alumbra todo el suelo.LECTOR Cul quedar su patria?

    DIANA Muy dichosa.LECTOR Y los poetas todos?DIANA Afrentados.LECTOR Y l cmo se dir?DIANA Polo del cielo.

    DE JERNIMO SAMPER

    De fieras armas la inmortal historiacesa por celebrar simples pastores;canta Gaspar Gil Polo sus amores,

    y en ello no consigue menos gloria.

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    A Marte da querellas la Victoria,por ver que calla Polo sus loores;Fama y Honor a Palas dan clamores,viendo que da a Diana tal memoria.

    Dejad, nmenes sacros, tal querella,que Apolo ha prometido a su Diana

    poeta el ms famoso e importante;

    y diole al gran Gil Polo que por ella,

    con grave estilo y gracia soberana,

    dulce cancin en las veredas cante.

    DE MIGUEL JUAN TRREGA

    SONETO

    Con la tuba meonia y mantuanasu canto Gaspar Gil haba acordadocon tal furor, que el son ya era llegadodesde el ndico Gange hasta la Tana.

    Mandole en esto Apolo que a Diana,dejando el canto de Mavorte airado,cantase al son que Pndaro ha cantado:tanto le es dulce el nombre de su hermana.

    Y as le dio la lira en que l taasiendo pastor de Admeto, y alegrando

    los prados y aguas del dichoso Anfriso.Y el sacro nombre Apolo a Polo dando,con no usado favor dar honra quisoal que mayor renombre mereca.

    HERNANDO BONAVIDA,CIUDADANOVALENCIANO

    AL LECTOR

    Ovidio a su Corina celebrabacon los sabrosos versos que escriba,dos mil hermosos cantos compona

    Propercio que a su Cintia sublimaba;

    con las dulces canciones que cantabaa su Laura Petrarca engrandeca,

    y de estos cada cual con lo que hacaal famoso laurel al fin llegaba.

    A lauro el lusitano ha ya llegadoa Diana pintando muy ufana,mas Polo de otra suerte os la ha pintado:

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    aqu veris una obra sobrehumanay cun bien el laurel Polo ha ganado,pues Proserpina es la otra, esta, Diana.

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    LIBROPRIMERO

    Despus que el apasionado Sireno con la virtud del poderoso licor fue de las manos de

    Cupido por la sabia Felicia libertado, obrando amor sus acostumbradas hazaas, hiri de nuevoel corazn de la descuidada Diana, despertando en ella los olvidados amores, para que de unlibre estuviese cautiva y por un exento viviese atormentada. Y lo que mayor pena le dio fue

    pensar que el descuido que tuvo de Sireno haba sido ocasin de tal olvido y era causa delaborrecimiento. De este dolor y de otros muchos estaba tan combatida que ni el yugo delmatrimonio ni el freno de la vergenza fueron bastantes a detener la furia de su amor niremediar la aspereza de su tormento, sino que, sus lamentables voces esparciendo y dolorosaslgrimas derramando, las duras peas y fieras alimaas enterneca.

    Pues hallndose un da acaso en la fuente de los alisos, en el tiempo del esto, a la hora queel sol se acercaba al medio da, y acordndose del contento que all en compaa del amadoSireno muchas veces haba recibido, cotejando los deleites del tiempo pasado con las fatigas del

    presente y conociendo la culpa que ella en su tormento tena, concibi su corazn tanangustiada tristeza y vino su alma en tan peligroso desmayo que pens que entonces la deseadamuerte diera fin a sus trabajos. Pero despus que el nimo cobr algn tanto su vigor, fue tangrande la fuerza de su pasin y el mpetu con que amor reinaba en sus entraas que le forz

    publicar su tormento a las simples avecillas, que de los floridos ramos la escuchaban, a losverdes rboles, que de su congoja parece que se dolan, y a la clara fuente, que el ruido de suscristalinas aguas con el son de sus cantares acordaba. Y as con una suave zampoa cant deesta manera:

    Mi sufrimiento cansadode mal importuno y fiero,

    a tal extremo ha llegadoque publicar mi cuidadome es el remedio postrero.Sintase el bravo dolor

    y trabajosa agonade la que muere de amor,

    y olvidada de un pastorque de olvidado mora.

    Ay, que el mal que ha consumidoel alma, que apenas sostengo,

    nace del pasado olvido,y la culpa que he tenidocaus la pena que tengo!Y de gran dolor reviento,viendo que al que ahora quiero,le di entonces tal tormento,que sinti lo que yo siento

    y muri como yo muero.

    Y cuando de mi crudezase acuerda mi corazn,le causa mayor tristeza

    el pesar de mi tibieza,que el dolor de mi pasin.

    Porque si mi desamor

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    no tuviera culpa algunaen el presente dolor,diera quejas del amore inculpara la fortuna.

    Mas mi corazn esquivotiene culpa ms notable,

    pues no vio, de muy altivo,que amor era vengativo

    y la fortuna mudable.Pero nunca hizo venganzaamor, que de tantas suertesdeshiciese una esperanza,ni fortuna hizo mudanzade una vida a tantas muertes.

    Ay, Sireno, cun vengadoests en mi desventura,

    pues despus que me has dejado,no hay remedio a mi cuidadoni consuelo a mi tristura!Que segn solas vermedesdeosa en solo verte,tanto huelgas de ofenderme,que ni t podrs querermeni yo dejar de quererte.

    Vote andar tan exento,que no te ruego, pastor,

    remedies el mal que siento,mas que engaes mi tormentocon un fingido favor.Y aunque mis males pensando,no pretendas remediarlos,vuelve tus ojos, mirandolos mos, que estn llorando,

    pues t no quieres mirarlos.

    Mira mi mucho quebrantoy mi poca confianza,para tener entre tantono compasin de mi llanto,mas placer de tu venganza.Que aunque no podr ablandarte,ni para excusar mi muerte

    sern mis lgrimas parte;quiero morir por amarte

    y no vivir sin quererte.

    No diera fin tan presto la enamorada Diana a su deleitosa msica, si de una pastora que, trasunos jarales la haba escuchado, no fuera de improviso estorbada. Porque, viendo la pastora,detuvo la suave voz rompiendo el hilo de su canto, y haciendo obra en ella la natural vergenza,

    le pes muy de veras que su cancin fuese escuchada ni su pena conocida, mayormente viendoaquella pastora ser extranjera y por aquellas partes nunca vista. Mas ella que, de lejos lasuavsima voz oyendo, a escuchar tan delicada meloda secretamente se haba llegado,

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    entendiendo la causa del doloroso canto, hizo de su extremadsima hermosura tan improvisa yalegre muestra, como suele hacer la nocturna luna, que con sus lumbrosos rayos vence ytraspasa la espesura de los oscuros nublados. Y viendo que Diana haba quedado algo turbadacon su vista, con gesto muy alegre le dijo estas palabras:

    -Hermosa pastora, grande perjuicio hice al contento que tena con orte, en venir tan sinpropsito a estorbarte. Pero la culpa de esto la tiene el deseo que tengo de conocerte y voluntad

    de dar algn alivio al mal de que tan dolorosamente te lamentas, al cual, aunque dicen que esexcusado buscarle consuelo, con voluntad libre y razn desapasionada se le puede dar suficienteremedio. No disimules conmigo tu pena, ni te pese que sepa tu nombre y tu tormento, que nohar por eso menos cuenta de tu perfeccin ni juzgar por menos tu merecimiento.

    Oyendo Diana estas palabras estuvo un rato sin responder, teniendo los ojos empleados enla hermosura de aquella pastora y el entendimiento dudoso sobre qu respondera a sus grandesofrecimientos y amorosas palabras; y al fin respondi de esta manera:

    -Pastora de nueva y aventajada gentileza, si el gran contento que de tu vista recibo y eldescanso que me ofrecen tus palabras hallara en mi corazn algn aparejo de confianza, creoque fueras bastante a dar algn remedio a mi fatiga y no dudara yo de publicarte mi pena. Mases mi mal de tal calidad que, en comenzar a fatigarme, tom las llaves de mi corazn y cerr las

    puertas al remedio. Sabe que yo me llamo Diana, por estos campos harto conocida; contntatecon saber mi nombre, y no te cures de saber mi pena, pues no aprovechara para ms delastimarte, viendo mi tierna juventud en tanta fatiga.

    -Este es el engao -dijo la pastora- de los que se hacen esclavos del amor que, encomenzarle a servir, son tan suyos que ni quieren ser libres ni les parece posible tener libertad.Tu mal bien s que es amor, segn de tu cancin entend, en la cual enfermedad yo tengogrande experiencia. He sido muchos aos cautiva y ahora me veo libre; anduve ciega y ahoraatino al camino de la verdad; pas en el mar de amor peligrosas agonas y tormentas, y ahoraestoy gozando del seguro y sosegado puerto; y aunque ms grande sea tu pena, era tan grandela ma! Y pues para ella tuve remedio, no despidas de tu casa la esperanza, no cierres los ojos ala verdad ni los odos a mis palabras.

    -Palabras sern -dijo Diana- las que se gastarn en remediar el amor, cuyas obras no tienenremedio con palabras. Mas con todo, querra saber tu nombre y la ocasin que hacia nuestroscampos te ha encaminado, y holgar tanto en saberlo que suspender por un rato mi comenzadollanto, cosa que importa tanto para el alivio de mi pena.

    -Mi nombre es Alcida -dijo la pastora- pero lo dems que me preguntas no me sufrecontarlo la compasin que tengo de tu voluntaria dolencia, sin que primero recibas mis

    provechosos, aunque para ti desabridos, remedios.-Cualquier consuelo -dijo Diana- me ser agradable por venir de tu mano, con que no sea

    quitar el amor de mi corazn, porque no saldr de all sin llevar consigo a pedazos mis entraas.Y aunque pudiese, no quedara sin l, por no dejar de querer al que, siendo olvidado, tom de

    mi crueldad tan presta y sobrada venganza.Dijo entonces Alcida:-Mayor confianza me das ahora de tu salud, pues dices que lo que ahora quieres en otro

    tiempo lo has aborrecido, porque ya sabrs el camino del olvido y tendrs la voluntad vezada alaborrecimiento. Cuanto ms que entre los dos extremos de amar y aborrecer est el medio, elcual t debes elegir.

    Diana a esto replic:-Bien me contenta tu consejo, pastora, pero no me parece muy seguro. Porque si yo de

    aborrecer he venido a amar, ms fcilmente lo hiciera si mi voluntad estuviera en medio delamor y aborrecimiento, pues, tenindome ms cerca, con mayor fuerza me venciera el poderosoCupido.

    A esto respondi Alcida:

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    -No hagas tan gran honra a quien tan poco la merece, nombrando poderoso al que tanfcilmente queda vencido, especialmente de los que eligen el medio que tengo dicho, porque enl consiste la virtud, y donde ella est quedan los corazones contra el amor fuertes y constantes.

    Dijo entonces Diana:-Crueles, duros, speros y rebeldes dirs mejor, pues pretenden contradecir a su naturaleza

    y resistir a la invencible fuerza de Cupido. Mas sanlo cuanto quisieren, que a la fin no se van

    alabando de la rebelda ni les aprovecha defenderse con la dureza. Porque el poder del amorvence la ms segura defensa y traspasa el ms fuerte impedimento. De cuyas hazaas ymaravillas en este mismo lugar cant un da mi querido Sireno, en el tiempo que fue para m tandulce como me es ahora amarga su memoria. Y bien me acuerdo de su cancin, y aun decuantas entonces cantaba, porque he procurado que no se me olvidasen, por lo que me importatener en la memoria las cosas de Sireno. Mas esta que trata de las proezas del amor dice:

    SONETO

    Que el poderoso amor sin vista aciertedel corazn la ms interna parte;que siendo nio venza al fiero Marte,

    haciendo que enredado se despierte;que sus llamas me hielen de tal suerteque un vil temor del alma no se aparte;que vuele hasta la area y suma parte,

    y por la tierra y mar se muestre fuerte;

    que est el que el bravo amor hiere o cautivavivo en el mal y en la prisin contento,

    proezas son que causan grande espanto.

    Y el alma que en mayores penas vivasi piensa estas hazaas, entretantono sentir el rigor de su tormento.

    -Bien encarecidas estn -dijo Alcida- las fuerzas del amor, pero ms creyera yo a Sireno sidespus de haber publicado por tan grandes las furias de las flechas de Cupido, l no hubiesehallado reparo contra ellas, y despus de haber encarecido la estrechura de sus cadenas, l nohubiese tenido forma para tener libertad. Y as me maravillo que creas tan de ligero al que conlas obras contradice a las palabras. Porque harto claro est que semejantes canciones sonmaneras de hablar y sobrados encarecimientos con que los enamorados venden por muy

    peligrosos sus males, pues tan ligeramente se vuelven de cautivos, libres, y vienen de un amorardiente a un olvido descuidado. Y si sienten pasiones los enamorados, provienen de su mismavoluntad y no del amor, el cual no es sino una cosa imaginada por los hombres, que ni est en

    cielo ni en tierra, sino en el corazn del que la quiere. Y si algn poder tiene es porque loshombres mismos dejan vencerse voluntariamente, ofrecindole sus corazones y poniendo en susmanos la propia libertad. Mas porque el soneto de Sireno no quede sin respuesta, oye otro que

    parece que se hizo en competencia de l, y ole yo, mucho tiempo ha, en los campos de Sebeto,a un pastor nombrado Aurelio; y si bien me acuerdo deca as:

    SONETO

    No es ciego amor, mas yo lo soy, que guomi voluntad camino del tormento;no es nio amor, mas yo que en un momentoespero y tengo miedo, lloro y ro.

    Nombrar llamas de amor es desvaro,su fuego es el ardiente y vivo intento,

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    sus alas son mi altivo pensamientoy la esperanza vana en que me fo.

    No tiene amor cadenas ni saetaspara prender y herir libres y sanos,que en l no hay ms poder del que le damos.

    Porque es amor mentira de poetas,sueo de locos, dolo de vanos;mirad qu negro Dios el que adoramos.

    Parcete, Diana, que debe fiarse un entendimiento como el tuyo en cosas de aire, y quehay razn para adorar tan de veras a cosa tan de burlas como el dios de amor? El cual es fingido

    por vanos entendimientos, seguido de deshonestas voluntades y conservado en las memorias delos hombres ociosos y desocupados. Estos son los que le dieron al amor el nombre tancelebrado que por el mundo tiene. Porque viendo que los hombres por querer bien padecantantos males, sobresaltos, temores, cuidados, recelos, mudanzas y otras infinitas pasiones,acordaron de buscar alguna causa principal y universal, de la cual, como de una fuente, naciesentodos estos efectos. Y as inventaron el nombre de amor, llamndole dios, porque era de lasgentes tan temido y reverenciado. Y pintronlo de manera que cuando ven su figura tienenrazn de aborrecer sus obras. Pintronlo muchacho, porque los hombres en l no se fen; ciego,

    porque no le sigan; armado, porque le teman; con llamas, porque no se le lleguen; y con alas,para que por vano le conozcan. No has de entender, pastora, que la fuerza que al amor loshombres conceden y el podero que le atribuyen sea ni pueda ser suyo; antes has de pensar quecuanto ms su poder y valor encarecen, ms nuestras flaquezas y poquedades manifiestan.Porque decir que el amor es fuerte, es decir que nuestra voluntad es floja, pues permite ser porl tan fcilmente vencida; decir que el amor tira con poderosa furia venenosas y mortales saetas,es decir que nuestro corazn es descuidado, pues se ofrece tan voluntariamente a recibirlas;decir que el amor nuestras almas tan estrechamente cautiva, es decir que en nosotros hay falta

    de juicio, pues al primer combate nos rendimos y, aun a veces sin ser combatidos, damos anuestro enemigo la libertad. Y en fin, todas las hazaas que se cuentan del amor no son otracosa sino nuestras miserias y flojedades. Y puesto caso que las tales proezas fuesen suyas, ellasson de tal cualidad que no merecen alabanza. Qu grandeza es cautivar los que no sedefienden?, qu braveza acometer los flacos?, qu valenta herir los descuidados?, qufortaleza matar los rendidos?, qu honra desasosegar los alegres?, qu hazaa perseguir losmalaventurados? Por cierto, hermosa pastora, los que quieren tanto engrandecer este Cupido ylos que tan a su costa le sirven, debieran, por su honra, darle otras alabanzas, porque con todasestas el mejor nombre que gana es de cobarde en los acometimientos, cruel en las obras, vanoen las intenciones, liberal de trabajos y escaso de galardones. Y aunque todos estos nombres soninfames, peores son los que le dan sus mismos aficionados, nombrndolo fuego, furor y muerte;

    y al amar llamando arder, destruirse, consumirse y enloquecerse; y a s mismos nombrndoseciegos, mseros, cautivos, furiosos, consumidos e inflamados. De aqu viene que todosgeneralmente dan quejas del amor, nombrndole tirano, traidor, duro, fiero y despiadado. Todoslos versos de los amadores estn llenos de dolor, compuestos con suspiros, borrados conlgrimas y cantados con agona. All veris las sospechas, all los temores, all lasdesconfianzas, all los recelos, all los cuidados y all mil gneros de penas. No se habla all sinode muertes, cadenas, flechas, venenos, llamas y otras cosas que no sirven sino para dar tormentocuando se emplean y temor cuando se nombran. Mal estaba con estos nombres Herbanio, pastorsealado en la Andaluca, cuando en la corteza de un lamo, sirvindole de pluma un agudo

    punzn, delante de m escribi este soneto:

    Quien libre est, no viva descuidado,que en un instante puede estar cautivo,y el corazn helado y ms esquivotema de estar en llamas abrasado.

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    Con el alma del soberbio y elevado,tan spero es amor y vengativo,que quien sin l presume de estar vivo,

    por l con muerte queda atormentado.

    Amor, que a ser cautivo me condenas,amor, que enciendes fuegos tan mortales,t, que mi vida afliges y maltratas,

    maldigo desde ahora tus cadenas,tus llamas y tus flechas, con las cualesme prendes, me consumes y me matas.

    Pues venga ahora el soneto de tu Sireno a darme a entender que la imaginacin de lashazaas del amor basta a vencer la furia del tormento; porque si las hazaas son matar, herir,cegar, abrasar, consumir, cautivar y atormentar, no me har creer que imaginar cosas de penaalivie la fatiga, antes ha de dar mayores fuerzas a la pasin para que, siendo ms imaginada,dure ms en el corazn y con mayor aspereza lo atormente. Y si es verdad lo que cant Sireno,mucho me maravillo que l, recibiendo, segn dice, en este pensamiento tan aventajado gusto,tan fcilmente le haya trocado con tan cruel olvido como ahora tiene, no solo de las hazaas deCupido, pero de tu hermosura, que no debiera por cosa del mundo ser olvidada.

    Apenas haba dicho Alcida de su razn las ltimas palabras, que Diana, alzando los ojos,porque estaba con algn recelo, vio de lejos a su esposo Delio, que bajaba por la falda de unmontecillo encaminndose para la fuente de los alisos, donde ellas estaban. Y as, atajando lasrazones de Alcida, le dijo:

    -No ms, no ms, pastora, que tiempo habr despus para escuchar lo restante, y pararesponder a tus flojos y aparentes argumentos. Cata all, que mi esposo Delio desciende poraquel collado y se viene para nosotras; menester ser que por disimular lo que aqu se trataba, alson de nuestros instrumentos comencemos a cantar, porque cuando llegue se contente de

    nuestro ejercicio.Y as, tomando Alcida su ctara y Diana su zampoa, cantaron de esta manera:

    RIMASPROVENZALES

    ALCIDA / DIANA.

    ALCIDA

    Mientras el sol sus rayos muy ardientescon tal furia y rigor al mundo enva,que de ninfas la casta compaa

    por los sombros mora y por las fuentes;

    y la cigarra el canto replicandose est quejando,pastora, canta,con gracia tantaque enternecidode haberte odo,el poderoso cielo de su grado

    fresco licor enve al seco prado.

    DIANA

    Mientras est el mayor de los planetas

    en el medio del oriente y del ocaso,y al labrador, en descubierto raso,ms rigurosas tira sus saetas,

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    al dulce murmurar de la corrientede aquesta fuente,mueve tal cantoque cause espanto,

    y d contentos;los bravos vientos,

    el mpetu furioso refrenando,vengan con manso espritu soplando.

    ALCIDA

    Corrientes aguas puras, cristalinas,que, haciendo todo el ao primavera,hermoseis la prspera riberacon lirios y trepadas clavellinas,el bravo ardor de Febo no calientetan fresca fuente,ni de ganado

    sea enturbiado,licor tan claro,

    sabroso y raro,ni del amante triste el lloro infame

    sobre tan lindas aguas se derrame.

    DIANA

    Verde y florido prado, en do naturamostr la variedad de sus colorescon los matices de rboles y flores,que hacen en ti hermossima pintura;

    en ti los verdes ramos sean exentosde bravos vientos;medres y crezcasen hierbas frescas,nunca abrasadascon las heladas,ni dae a tan hermoso y frtil sueloel gran furor del iracundo cielo.

    ALCIDA

    Aqu de los bullicios y tempesta

    de las soberbias cortes apartados,los corazones viven reposados,en sosegada paz y alegre fiesta;a veces recostados al sombro,a par del ro,do dan las avescantos saves,las tiernas flores

    finos olores,y siempre con un orden soberanose re el prado, el bosque, el monte, el llano.

    DIANA

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    Aqu el rudo que hace el manso vientoen los floridos ramos sacudiendo,deleita ms que el popular estruendode un numeroso y grande ayuntamiento;a donde las superbas majestades

    son vanidades;

    las grandes fiestas,grandes tempestas;los pundonores,ciegos errores;

    y es el hablar contrario y diferentede lo que el corazn y el alma siente.

    ALCIDA

    No tiende aqu ambicin lazos y redesni la avaricia va tras los ducados;no aspira aqu la gente a los estados

    ni hambrea las privanzas y mercedes;libres estn de trampas y pasioneslos corazones;todo es llaneza,bondad, simpleza,

    poca malicia,cierta justicia;

    y hace vivir la gente en alegra,concorde paz y honesta mediana.

    DIANA

    No va por nuevo mundo y nuevos maresel simple pastorcillo navegando,ni en apartadas Indias va contandode leguas y monedas mil millares.

    El pobre tan contento al campo vienecon lo que tiene,como el que cuenta

    sobrada renta,y en vida escasaalegre pasa,como el que en montes ha gruesas manadas,

    y ara de frtil campo mil yugadas.

    Sinti de lejos Delio la voz de su esposa Diana, y como oy que otra voz le responda, tuvomucho cuidado de llegar presto por ver quien estaba en compaa de Diana. Y as cerca de lafuente, puesto detrs un grande arrayn, escuch lo que cantaban, buscando adrede ocasiones

    para sus acostumbrados celos. Mas cuando entendi que las canciones eran diferentes de lo quel con su sospecha presuma, estuvo muy contento. Pero todava el ansia que tena de conocer laque estaba con su esposa, le hizo que se llegase a las pastoras, de las cuales fue cortsmentesaludado, y de su esposa con un anglico semblante recibido. Y sentado cabe ellas, Alcida ledijo:

    -Delio, en gran cargo soy a la fortuna, pues no solo me hizo ver la belleza de Diana, mas

    conocer al que ella tuvo por merecedor de tanto bien y al que entreg la libertad, que, segn esella sabia, se ha de tener por extremado lo que escoge. Mas espntome de ver que tengas tan

    poca cuenta con la mucha que contigo tuvo Diana en elegirte por marido, que sufras que vaya

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    tan solo un paso sin tu compaa y dejes que un solo momento se aparte de tus ojos. Bien s queella mora siempre en tu corazn, mas el amor que t le debes a Diana no ha de ser tan poco quete contentes con tener en el alma su figura, pudiendo tener tambin ante los ojos su gentileza.

    Entonces Diana, porque Delio respondiendo no se pusiese en peligro de publicar el pocoaviso y cordura que tena, tom la mano por l y dijo:

    -No tiene Delio razn de estar tan contento de tenerme por esposa, como t muestras estar

    por haberme conocido, ni de tenerme tan presente que se olvide de sus granjas y ganados, puesimporta ms que el deleite que de ver la belleza, que falsamente me atribuyes, se pudiera tomar.Dijo entonces Alcida:-No perjudiques, Diana, tan adrede a tu gentileza, ni hagas tan grande agravio al parecer

    que el mundo tiene de ti, que no parece mal en una hermosa el estimarse, ni le da el nombre dealtiva moderadamente conocerse. Y t, Delio, tente por el ms dichoso del mundo y goza bienel favor que la fortuna te hizo, pues ni dio ni tiene que dar cosa que iguale con ser esposo deDiana.

    Atentamente escuch Delio las palabras de Alcida y, en tanto que habl, la estuvo siempremirando, tanto que a la fin de sus dulces y avisadas razones se hall tan preso de sus amoresque, de atnito y pasmado, no tuvo palabras con que responderle, sino que con un ardiente

    suspiro dio seal de la nueva herida que Cupido haba hecho en sus entraas. A este tiemposintieron una voz, cuya suavidad los deleit maravillosamente. Parronse atentos a escucharla y,volviendo los ojos hacia donde resonaba, vieron un pastor que muy fatigado vena hacia lafuente a guisa de congojado caminante, cantando de esta manera:

    SONETO

    No puede darme amor mayor tormentoni la fortuna hacer mayor mudanza;no hay alma con tan poca confianzani corazn en penas tan contento.

    Hcelo amor, que esfuerza el flaco aliento,porque baste a sufrir mi malandanza,y no deja morir con la esperanzala vida, la aficin ni el sufrimiento.

    Ay, vano corazn! Ay, ojos tristes!Por qu en tan largo tiempo y tanta penanunca se acaba el llanto ni la vida?

    Ay, lstima!, no os basta lo que hiciste ?Amor, por qu no aflojas mi cadena,si en tanta libertad dejaste Alcida?

    Apenas acab Alcida de or la cancin del pastor, que conociendo quin era, todatemblando, con grande prisa se levant antes que l llegase, rogndoles a Delio y Diana que nodijesen que ella haba estado all, porque le importaba la vida no ser hallada ni conocida poraquel pastor, que como la misma muerte aborreca. Ellos le ofrecieron hacerlo as, pesndolesen extremo de su presta y no pensada partida. Alcida, a ms andar metindose por un bosquemuy espeso que junto a la fuente estaba, camin con tanta presteza y recelo como si de un cruely hambriento tigre fuera perseguida. Poco despus lleg el pastor tan cansado y afligido que

    pareci la fortuna, dolindose de l, haberle ofrecido aquella clara fuente y la compaa deDiana para algn alivio de su pena. Porque como en tan calorosa siesta, tras el cansancio delfatigoso camino, vio la amenidad del lugar, el sombro de los rboles, la verdura de las hierbas,la lindeza de la fuente y la hermosura de Diana, le pareci reposar un rato, aunque laimportancia de lo que buscaba y el deseo con que tras ello se perda no daban lugar a descansoni entretenimiento. Diana entonces le hizo las caricias y cortesas que conforme a los celos deDelio, que presente estaba, se podan hacer, y tuvo grande cuenta con el extranjero pastor, as

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    porque en su manera le pareci tener merecimiento, como porque le vio lastimado del mal queella tena. El pastor hizo grande caso de los favores de Diana, tenindose por muy dichoso dehaber hallado tan buena ventura. Estando en esto, mirando Diana en torno de s, no vio a suesposo Delio, porque enamorado, como dijimos, de Alcida, en tanto que Diana estabadescuidada emplendose en acariciar el nuevo pastor, se fue tras la fugitiva pastora metindose

    por el mismo camino con intencin determinada de seguirla, aunque fuese a la otra parte del

    mundo. Atnita qued Diana de ver que faltase tan improvisamente su esposo, y as dio muchasvoces repitiendo el nombre de Delio. Mas no aprovech para que l desde el bosquerespondiese ni dejase de proseguir su camino, sino que con grandsima prisa caminandoentenda en alcanzar la amada Alcida. De manera que Diana, viendo que Delio no pareca,mostr estar muy afligida por ello, haciendo tales sentimientos que el pastor por consolarla ledijo:

    -No te vea yo, hermosa pastora, tan sin razn afligida ni des crdito a tu sospecha en tangran perjuicio de tu descanso. Porque el pastor que t buscas no ha tanto que falta que debastenerte por desamparada. Sosigate un poco, que podr ser que estando t divertida, convidadodel sombro de los amenos alisos y de la frescura del viento que los est blandamentemeneando, haya querido mudar asiento sin que nosotros lo visemos, porque tema quiz no le

    contradijsemos, o por ventura le ha tanto pesado de mi venida y tuviera por tan enojosa micompaa, que ha escogido otro lugar donde sin ella pueda pasar alegremente la siesta.

    A esto respondi Diana:-Gracioso pastor, para conocer el mal que maltrata tu vida, basta or las palabras que

    publica tu lengua. Bien muestras estar del amor atormentado y vezado a engaar las amorosassospechas con vanas imaginaciones. Porque costumbre es de los amadores dar a entender a sus

    pensamientos cosas falsas e imposibles, para hacer que no d crdito a las ciertas y verdaderas.Semejantes consuelos, pastor, aprovechan ms para sealar en ti el pesar de mi congoja que

    para remediar mi pena. Porque yo s muy bien que mi esposo Delio va siguiendo unahermossima pastora que de aqu se parti, y segn la aficin con que estando aqu la miraba ylos suspiros que del alma le salan, yo, que s cun determinadamente suele emprender cuantole pasa por el pensamiento, tengo por cierto que no dejar de seguir la pastora aunque piense entoda su vida no volver ante mis ojos. Y lo que ms me atormenta es conocer la dura ydesamorada condicin de aquella pastora, porque tiene un alma tan enemiga del amor quedesprecia la ms extremada beldad y no hace caso del valor ms aventajado.

    Al triste pastor en este punto pareci que una mortal saeta le atraves el corazn, y dijo:-Ay de m, desdichado amante!, con cunta ms razn se han de doler de m las almas que

    no fueren de piedra, pues por el mundo busco la ms cruel, la ms spera y despiadada doncellaque se puede hallar? Dulete de veras, pastora, de tu esposo, que si la que l busca tiene talcondicin como esta, corre gran peligro su vida de perderse.

    Oyendo Diana estas palabras, acab de conocer su mal y vio claramente que la pastora que

    en ver este pastor tan prestamente huy, era la que l por todas las partes del mundo hababuscado. Y era as, porque ella huyendo de l, por no ser descubierta ni conocida haba tomadohbito de pastora. Mas disimul por entonces con el pastor y no quiso decirle nada de esto, porcumplir con la palabra que a Alcida haba dado al tiempo de partirse; y tambin porque vio queella gran rato haba que era partida, corriendo con tanta presteza por aquel bosque espessimoque fuera imposible alcanzarla. Y publicar al pastor esto no sirviera para ms de darle mayor

    pena. Porque aquello fatiga ms cuando no se alcanza, que dio alguna esperanza de ser habido.Pero como Diana desease conocerlo y saber la causa de los amores de l y del aborrecimientode ella, le dijo:

    -Consuela, pastor, tu llanto y cuntame la causa de l, que por alivio de esta congojaholgar de saber quin eres y or el proceso de tus males, porque por la conmemoracin de ellos

    te ha de ser agradable, si eres verdadero amante, como creo.l entonces no se hizo mucho de rogar, antes, sentndose entrambos junto a la fuente, hablde esta manera:

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    -No es mi mal de tal cualidad que a toda suerte de gentes se pueda contar, mas la opininque tengo de tu merecimiento y el valor que tu hermosura me publica me fuerza a contarteabiertamente mi vida, si vida se puede llamar la que de grado trocara con la muerte. Sabe,

    pastora, que mi nombre es Marcelio, y mi estado muy diferente de lo que mi hbito seala,porque fui nacido en la ciudad Soldina, principal en la provincia Vandalia, de padresesclarecidos en linaje y abundantes de riquezas. En mi tierna edad fui llevado a la corte del rey

    de lusitanos, y all criado y querido no solo de los seores principales de ella, mas aun delmismo rey, tanto que nunca consinti que me partiese de su corte hasta que me encarg la gentede guerra que tena en la costa de frica. All estuve mucho tiempo capitn de las villas yfortalezas que el rey tiene en aquella costa, teniendo mi propio asiento en la villa de Ceuta,donde fue el principio de mi desventura. All, por mi mal, haba un noble y sealado caballero,nombrado Eugerio, que tena cargo por el rey del gobierno de la villa, al cual Dios, allende dedarle nobleza y bienes de fortuna, le hizo merced de un hijo nombrado Polidoro, valeroso entodo extremo, y dos hijas llamadas Alcida y Clenarda, aventajadas en hermosura. Clenarda entirar arco era diestrsima, pero Alcida, que era la mayor, en belleza la sobrepujaba. Esta de talmanera enamor mi corazn, que ha podido causarme la desesperada vida que paso y la crudamuerte que cada da llamo y espero. Su padre tena tanta cuenta con ella, que pocas veces

    consenta que se partiese delante sus ojos. Y esto impeda que yo no le pudiese hacer saber lomucho que la quera, sino que las veces que tena ventura de verla, con un mirar apasionado ysuspiros que salan de mi pecho sin licencia de mi voluntad, le publicaba mi pena. Tuve manerade escribirle una carta y, no perdiendo la ocasin que me concedi la fortuna, le hice una letraque deca as:

    CARTADE MARCELIOPARA ALCIDA

    La honesta majestad y el grave tiento,modestia vergonzosa y la cordura,el sosegado y gran recogimiento,

    y otras virtudes mil que la hermosura,que en todo el mundo os da nombre famoso,encumbran a la ms suprema altura,

    en paso tan estrecho y peligrosomi corazn han puesto, hermosa Alcida,que en nada puedo hallar cierto reposo.

    Lo mismo que a quereros me convida,el alma as refrena, que quisieracallar, aunque es a costa de la vida.

    Cul hombre duro vio la maneracon que mirando echis rayos ardientesque no enmudezca all y callando muera?

    Quin las bellezas raras y excelentesvio de ms quilate y mayor cuentaque todas las pasadas y presentes,

    que en el alma un nuevo amor luego no sienta,tal que la causa de l le aterre tantoque solamente hablar no le consienta?

    Tanto callando sufro que me espantoque no est de congoja el pecho abiertoy el corazn desecho en triste llanto.

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    Esme imposible el gozo, el dolor cierto,la pena firme, vana la esperanza;vivo sin bien y el mal me tiene muerto.

    En m mismo de m tomo venganza,y lo que ms deseo, menos viene,y aquello que ms huyo, ms me alcanza.

    Aguardo lo que menos me convieney no admito consuelo a mi tristura,gozando del dolor que el alma tiene.

    Mi vida y mi deleite tanto duracuanto dura el pensar la gran distanciaque hay de m a tal gracia y hermosura.

    Porque concibo en el alma una arroganciade ver que en tal lugar supe emplearla ,que al corazn esfuerzo y doy constancia.

    Pero contra m mueve tal batallavuestro gentil y anglico semblanteque no podrn mil vidas esperarla .

    Mas no hay tan gran peligro que me espante,ni tan fragoso y spero camino,que me estorbe de andar siempre adelante.

    Siguiendo voy mi propio desatino;voy tras la pena y busco lo que daa,

    y ofrezco al llanto el nimo mezquino.

    Perpetuo gozo alegra y acompaami vida que penando est en sosiegoy siente en los dolores gloria extraa.

    La pena me es deleite, el llanto juego,descanso el suspirar, gloria la muerte,las llagas sanidad, reposo el fuego.

    Cosa no veo jams que no despiertey avive en m la furia del tormento,pero recibo en l dichosa suerte.

    Estos males, seora, por vos siento,de estas pasiones vivo atormentado,con la fatiga igual al sufrimiento.

    Pues muvaos a piedad un desdichadoque ofrece a vuestro amor la propia vida,

    pues no pide su mal ser remediado,mas solo ser su pena conocida.

    Esta fue la carta que le escrib, y si ella fuera tan bien hecha como fue venturosa, no trocarami habilidad por la de Homero. Lleg a las manos de Alcida, y aunque de mis razones quedalterada y de mi atrevimiento ofendida, pero al fin tener noticia de mi pena hizo, segn despusentend, en su corazn mayor efecto de lo que yo de mi desdicha confiaba. Comenc asealarme su amante haciendo justas, torneos, libreas, galas, invenciones, versos y motes por suservicio, durando en esta pena por espacio de algunos aos. Al fin de los cuales Eugerio metuvo por merecedor de ser su yerno, y por intercesin de algunos principales hombres de la

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    tierra, me ofreci su hija Alcida por mujer. Tratamos que los desposorios se hiciesen en laciudad de Lisbona, porque el rey de lusitanos en ellos estuviese presente; y as, despachando uncorreo con toda diligencia, dimos cuenta al rey de este casamiento y le suplicamos que nosdiese licencia para que, encomendando nuestros cargos a personas de confianza, fusemos all asolemnizarlo. Luego por toda la ciudad y lugares apartados y vecinos se extendi la fama de micasamiento, y caus tan general placer como a tan hermosa dama como Alcida y a tan fiel

    amante como yo se deba. Hasta aqu lleg mi bienaventuranza, hasta aqu me encumbr lafortuna, para despus abatirme en la profundidad de miserias en que me hallo. Oh, transitoriobien; oh, mudable contento; oh, deleite variable; oh, inconstante firmeza de las cosas mundanas!Qu ms pude recibir de lo que recib y qu ms puedo padecer de lo que padezco? No memandes, pastora, que importune tus odos con ms larga historia, ni que lastime tus entraas conmis desastres. Contntate ahora con saber mi pasado contentamiento y no quieras saber mi

    presente dolor, porque est cierta que ha de enfadarte mi prolijidad y de alterarte mi desgracia.A lo cual respondi Diana:-Deja, Marcelio, semejantes excusas, que no quise yo saber los sucesos de tu vida para

    gozar solo de tus placeres sin entristecerme de tus pesares, antes quiero de ellos toda la parteque cabr en mi congojado corazn.

    -Ay, hermosa pastora -dijo Marcelio-, cun contento quedara si la voluntad que te tengono me forzase a complacerte en cosa de tanto dolor! Y lo que ms me pesa es que misdesgracias son tales que han de lastimar tu corazn cuando las sepas, que la pena que he derecibir en contarlas no la tengo en tanto que no la sufriese de grado a trueco de contentarte. Peroyo te veo tan deseosa de saberlas que me ser forzado causarte tristeza por no agraviar tuvoluntad.

    Pues has de saber, pastora, que despus que fue concertado mi desventurado casamiento,venida ya la licencia del rey, el padre Eugerio, que viudo era, el hijo Polidoro, las dos hijasAlcida y Clenarda, y el desdichado Marcelio, que su dolor te est contando, encomendados loscargos que por el rey tenamos a personas de confianza, nos embarcamos en el puerto de Ceuta

    para ir por mar a la noble Lisbona a celebrar, como dije, en presencia del rey el matrimonio. Elcontento que todos llevbamos nos hizo tan ciegos que en el ms peligroso tiempo del ao notuvimos miedo a las tempestuosas ondas que entonces suelen hincharse, ni a los furiosos vientosque en tales meses acostumbran embravecerse, sino que, encomendando la frgil nave a lainconstante fortuna, nos metimos en el peligroso mar, descuidados de sus continuas mudanzas einnumerables infortunios. Mas poco tiempo pas que la fortuna castig nuestro atrevimiento,

    porque antes que la noche llegase el piloto descubri manifiestas seales de la venideratempestad. Comenzaron los espesos nublados a cubrir el cielo, empezaron a murmurar lasairadas ondas, los vientos a soplar por contrarias y diferentes partes. Ay, tristes y peligrosasseales! -dijo el turbado y temeroso piloto- Ay, desdichada nave, qu desgracia se te apareja, siDios por su bondad no te socorre!. Diciendo esto vino un mpetu y furia tan grande de viento

    que, en las extendidas velas y en todo el cuerpo de la nave sacudiendo, la puso en tan granpeligro que no fue bastante el gobernalle para regirla, sino que, siguiendo el poderoso furor, ibadonde la fuerza de las ondas y los vientos la impela. Acab poco a poco a descararse latempestad. Las furiosas ondas, cubiertas de blanca espuma, comienzan a ensoberbecerse. Estabael cielo abundante lluvia derramando, furibundos rayos arrojando y con espantosos truenos elmundo estremeciendo. Sentase un espantable ruido de las sacudidas maromas, y movan granterror las lamentables voces de los navegantes y marineros. Los vientos por todas partes la navecombatan; las ondas, con terribles golpes en ella sacudiendo, las ms enteras y mejor clavadastablas hendan y desbarataban. A veces el soberbio mar hasta el cielo nos levantaba y luegohasta los abismos nos despeaba, y a veces, espantosamente abrindose, las ms profundasarenas nos descubra. Los hombres y mujeres a una y otra parte corriendo, su desventurada

    muerte dilatando, unos entraables suspiros esparcan, otros piadosos votos ofrecan, y otrosdolorosas lgrimas derramaban. El piloto, con tan brava fortuna atemorizado, vencido su saberde la perseverancia y braveza de la tempestad, no saba ni poda regir el gobernalle. Ignoraba la

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    naturaleza y origen de los vientos, y en un mismo punto mil cosas diferentes ordenaba. Losmarineros, con la agona de la cercana muerte turbados, no saban ejecutar lo mandado, ni contantas voces y ruido podan or el mandamiento y orden del ronco y congojado piloto. Unosamainan la vela, otros vuelven la antena, otros anudan las rompidas cuerdas, otros remiendanlas despedazadas tablas, otros el mar en el mar vacan, otros al timn socorren y, en fin, todos

    procuran defender la miserable nave del inevitable perdimiento. Mas no vali la diligencia, ni

    aprovecharon los votos y lgrimas para ablandar el bravo Neptuno, antes cuanto ms se ibaacercando la noche, ms cargaron los vientos y ms se ensaaron las tempestades. Venida ya latenebrosa noche y no amansndose la fortuna, el padre Eugerio, desconfiado de remedio, con elrostro temeroso y alterado, a sus hijos y yerno mirando, tena tanta agona de la muerte quehabamos de pasar, que tanto nos dola su congoja como nuestra desventura. Mas el llorosoviejo rodeado de trabajos, con lamentable voz y tristes lgrimas deca de esta manera: Ay,mudable fortuna, enemiga del humano contento, tan gran desdicha le tenas guardada a mi tristevejez! Oh, bienaventurados los que en juveniles aos mueren lidiando en las sangrientas

    batallas, pues no llegando a la cansada edad, no vienen a peligro de llorar los desastres ymuertes de sus amados hijos! Oh, fuerte mal, oh, triste suceso! Quin jams muri tandolorosamente como yo, que esperando consolar mi muerte con dejar en el mundo quien

    conserve mi memoria y mi linaje, he de morir en compaa de los que haban de solemnizar misobsequias? Oh, queridos hijos, quin me dijera a m que mi vida y la vuestra se haban deacabar a un mismo tiempo y haban de tener fin con una misma desventura! Querra, hijos mos,consolaros, mas, qu puede deciros un triste padre en cuyo corazn hay tanta abundancia dedolor y tan grande falta de consuelo? Mas consolaos, hijos, armad vuestras almas de sufrimientoy dejad a mi cuenta toda la tristeza, pues allende de morir una vez por m, he de sufrir tantasmuertes cuantas vosotros habis de pasar. Esto deca el congojado padre con tantas lgrimas ysollozos que apenas poda hablar, abrazando los unos y los otros por despedida antes quellegase la hora del perdimiento. Pues contarte yo ahora las lgrimas de Alcida y el dolor que porella yo tena, sera una empresa grande y de mucha dificultad. Sola una cosa quiero decirte: quelo que ms me atormentaba era pensar que la vida que yo tena ofrecida a su servicio, hubiesede perderse juntamente con la suya. En tanto la perdida y maltratada nave, con el mpetu y furiade los bravos ponientes que, por el estrecho paso que de Gibraltar se nombra, rabiosamentesoplaban, corriendo con ms ligereza de la que a nuestra salud convena, combatida por la

    poderosa fortuna por espacio de toda la noche y el siguiente da, sin poder ser regida con ladestreza de los marineros, anduvo muchas leguas por el espacioso mar Mediterrneo, por dondela fuerza del viento la encaminaba. El otro da despus pareci la fortuna querer amansarse,

    pero volviendo luego a la acostumbrada braveza, nos puso en tanta necesidad que noesperbamos una hora de vida. En fin, nos combati tan brava tempestad que la nave,compelida de un fuerte torbellino que le dio por el izquierdo lado, estuvo en tan gran peligro detrastornarse que tuvo ya el bordo metido en el agua. Yo, que vi el peligro manifiesto,

    descindome la espada porque no fuese embarazo y abrazndome con Alcida, salt con ella enel batel de la nave. Clenarda, que era doncella muy suelta, siguindonos hizo lo mismo, nodejando en la nave su arco y aljaba, que ms que cualesquier tesoros estimaba. Polidoro,abrazndose con su padre, quiso con l saltar en el batel como nosotros, mas el piloto de la navey un otro marinero fueron primeros a saltar y, al tiempo que Polidoro con el viejo Eugerio quisosalir de la nave, viniendo por la parte diestra una borrasca, apart tanto el batel de la nave quelos tristes hubieron de quedar en ella, y de all a poco rato no la vimos ni sabemos de ella, sinoque tengo por cierto que por las crueles ondas fue tragada o, dando al travs en la costa deEspaa, miserablemente fue perdida. Quedando, pues, Alcida, Clenarda y yo en el pequeoesquife, guiados con la industria del piloto y del otro marinero, anduvimos errando por espaciode un da y de una noche, aguardando de punto en punto la muerte, sin esperanza de remedio y

    sin saber la parte dnde estbamos. Pero en la maana siguiente nos hallamos muy cerca detierra y dimos al travs en ella. Los dos marineros, que muy diestros eran en nadar, no solosalieron a nado a la deseada tierra, pero nos sacaron a todos llevndonos a seguro salvamento.

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    Despus que estuvimos fuera de las aguas, amarraron los marineros el batel a la ribera y,reconociendo la tierra donde habamos llegado, hallaron que era la isla Formentera, y quedaronmuy espantados de las muchas millas que en tan poco tiempo habamos corrido. Mas ellostenan tan larga y cierta experiencia de las maravillas que suelen hacer las bravas tempestades,que no se espantaron mucho del discurso de nuestra navegacin. Hallmonos seguros de lafortuna, pero tan tristes en la prdida de Eugerio y Polidoro, tan maltratados del trabajo y tan

    fatigados de hambre, que no tenamos forma de alegrarnos de la cobrada vida.Dejo ahora de contarte los llantos y extremos de Alcida y Clenarda por haber perdido elpadre y hermano, por pasar adelante a la historia del desdichado suceso que me aconteci enesta solitaria isla, porque despus que en ella fui librado de la crueldad de la fortuna, me fue elamor tan enemigo que pareci pesarle de ver mi vida libre de la tempestad, y quiso que altiempo que por ms seguro me tuviese, entonces con nueva y ms grave pena fueseatormentado. Hiri el maligno amor el corazn del piloto, que Bartofano se deca, y lo hizo tanenamorado de la hermosura de Clenarda, su hermana de Alcida, que por salir con su intentoolvid la ley de amicicia y fidelidad, imaginando y efectuando una extraa traicin. Y fue as,que, despus de las lgrimas y lamentos que las dos hermanas hicieron, aconteci que Alcida,cansada de la pasada fatiga, se recost sobre la arena y vencida del importuno sueo se durmi.

    Estando en esto le dije yo al piloto: Bartofano amigo, si no buscamos qu comer o por nuestradesdicha no lo hallamos, podemos hacer cuenta que no hemos salvado la vida, sino que hemosmudado manera de muerte. Por eso querra, si te place, que t y tu compaero fueseis al primerlugar que en la isla se os ofreciere para buscar qu comer. Respondi Bartofano: Harto hizola fortuna, seor Marcelio, en llevarnos a tierra, aunque sea despoblada. Desengate de hallarqu comer aqu, porque la tierra es desierta y de gentes no habitada. Mas yo dir un remedio

    para que no perezcamos de hambre. Ves aquella isleta que est de frente, cerca de dondeestamos? All hay gran abundancia de venados, conejos, liebres y otra caza, tanto que van porella grandes rebaos de silvestres animales. All tambin hay una ermita, cuyo ermitao tieneordinariamente harina y pan. Mi parecer es que Clenarda, cuya destreza en tirar arco te esmanifiesta, pase con el batel a la isla para matar alguna caza, pues el arco y flechas no le faltan,que mi compaero y yo la llevaremos all; y t, Marcelio, queda en compaa de Alcida, queser posible que antes que se despierte, volvamos con abundancia de fresca y sabrosa

    provisin. Muy bien nos pareci a Clenarda y a m el consejo de Bartofano, no cayendo en laalevosa que tena fabricada. Mas nunca quiso Clenarda pasar a la isleta sin mi compaa,

    porque no osaba fiarse en los marineros. Y aunque yo me excus de ir con ella diciendo que noera bien dejar a Alcida sola y durmiendo en tan solitaria tierra, me respondi que, pues elespacio de mar era muy poco, la caza de la isla mucha y el mar algn tanto tranquilo, porque enestar nosotros en tierra, haba mostrado amansarse, podamos ir, cazar y volver antes queAlcida, que muchas noches haba que no haba dormido, se despertase. En fin, tantas razonesme hizo que, olvidado de lo que ms me convena, sin ms pensar en ello, determin

    acompaarla. De lo cual le pes harto a Bartofano, porque no quera sino a Clenarda sola, paramejor efectuar su engao. Mas no le falt al traidor forma para poner por obra la alevosa,porque, dejada Alcida durmiendo, metidos todos en el esquife, nos echamos a la mar, y antes dellegar a la isleta, estando yo descuidado y sin armas, porque todas las haba dejado en la nave,cuando salt de ella por salvar la vida, fui de los dos marineros asaltado y, sin poderme valer,

    preso y maniatado. Clenarda, viendo la traicin, quiso de dolor echarse en el mar, mas por elpiloto fue detenida, antes, apartndola a una parte del esquife, en secreto le dijo: No tomespena de lo hecho, hermosa dama, y sosiega tu corazn, que todo se hace por tu servicio. Has desaber, seora, que este Marcelio, cuando llegamos a la isla desierta, me habl secretamente yme rog que te aconsejase que pasases para cazar a la isla y cuando estuvisemos en mar,encaminase la proa hacia levante, sealndome que estaba enamorado de ti, y quera dejar en la

    isla a tu hermana por gozar de ti a su placer y sin impedimento. Y aquel no querer acompaarteera por disimulacin y por encubrir su maldad. Mas yo, que veo el valor de tu hermosura, porno perjudicar a tu merecimiento, en el punto que haba de hacerte la traicin, he determinado

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    serte leal, y he atado a Marcelio, como has visto, con determinacin de dejarlo as a la ribera deuna isla que cerca de aqu est, y volver despus contigo a donde dejamos a Alcida. Esta raznte doy de lo hecho; mira t ahora lo que determinas. Oyendo esto Clenarda, crey muy deveras la mentira del traidor y tvome una ira mortal, y fue contenta que yo fuese llevado dondeBartofano dijo. Mirbame con un gesto airado y de rabia no poda hablarme palabra, sino queen lo ntimo de su corazn se gozaba de la venganza que de m se haba de tomar, sin nunca

    advertir el engao que se le haca. Conoc yo en Clenarda que no le pesaba de mi prisin, y asle dije: Qu es esto, hermana?, tan poca pena te parece la ma y la tuya que tan prestohicieron fin tus llantos? Quiz tienes confianza de verme presto libre para tomar venganza deestos traidores?. Ella entonces, brava como leona, me dijo que mi prisin era porque haba

    pretendido dejar a Alcida y llevarme a ella, y lo dems que el otro le haba falsamente recitado.Oyendo esto sent ms dolor que nunca, y ya que no pude poner las manos en aquellosmalvados, los trat con injuriosas palabras; y a ella le di tal razn que conoci ser aquella unagrande traicin, nacida del amor de Bartofano. Hizo Clenarda tan gran lamento cuando cay enla cuenta del engao, que las duras piedras ablandara, mas no enterneci aquellos duroscorazones. Considera t ahora que el pequeo batel por las espaciosas ondas caminando largotrecho con gran velocidad habra corrido, cuando la desdichada Alcida despertndose, sola se

    vio y desamparada, volvi los ojos al mar y no vio el esquife, busc gran parte de la ribera y nohall persona. Puedes pensar, pastora, lo que debi sentir en este punto. Imagina las lgrimasque derram, piensa ahora los extremos que hizo, considera las veces que quiso echarse en elmar y contempla las veces que repiti mi nombre. Mas ya estbamos tan lejos que no oamossus voces, sino que vimos que con una toca blanca, dando vueltas en el aire con ella, nosincitaba para la vuelta. Mas no lo consinti la traicin de Bartofano. Antes con gran prestezacaminando, llegamos a la isla de Ibiza, donde desembarcamos, y a m me dejaron en la riberaamarrado a una ncora que en tierra estaba. Acudieron all algunos marineros conocidos deBartofano, y tales como l, y por ms que Clenarda les encomend su honestidad, no aprovech

    para que mirasen por ella, sino que dieron al traidor suficiente provisin, y con ella se volvi aembarcar en compaa de Clenarda, que a su pesar hubo de seguirle; y despus ac nunca mslos he visto ni sabido de ellos. Qued yo all, hambriento y atado de pies y manos. Pero lo quems me atormentaba era la necesidad y pena de Alcida, que en la Formentera sola quedaba, quela ma luego fue remediada. Porque a mis voces vinieron muchos marineros que, siendo ms

    piadosos y hombres de bien que los otros, me dieron qu comiese. E, importunados por m,armaron un bergantn donde, puestas algunas viandas y armas, se embarcaron en mi compaa,y no pas mucho tiempo que el velocsimo navo lleg a la Formentera, donde Alcida habaquedado. Mas por mucho que en ella busqu y di voces, no la pude hallar ni descubrir. Pensque se haba echado en el mar desesperada o de las silvestres fieras haba sido comida. Mas

    buscando y escudriando los llanos, riberas, peas, cuevas y los ms secretos rincones de laisla, en un pedazo de pea hecho a manera de padrn hall unas letras escritas con punta de

    acerado cuchillo que decan:SONETO

    Arenoso, desierto y seco prado,t, que escuchaste el son de mi lamento;hinchado mar, mudable y fiero viento,con mis suspiros tristes alterado;

    duro peasco, en do escrito y pintadoperpetuamente queda mi tormento,dad cierta relacin de lo que siento,

    pues que Marcelio sola me ha dejado.

    Llev mi hermana, a m puso en olvido,y pues su fe, su vela y mi esperanzaal viento encomend, sedme testigos:

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    que ms no quiero amar hombre nacido,por no entrar en un mar do no hay bonanza,ni pelear con tantos enemigos.

    No quiero encarecerte, pastora, la herida que yo sent en el alma cuando le las letras,conociendo por ellas que, por ajena alevosa y por los malos sucesos de fortuna, quedabadesamado, porque quiero dejarlo a tu discrecin. Pero no queriendo vida rodeada de tantostrabajos, quise con una espada traspasar el miserable pecho, y as lo hiciera si de aquellosmarineros con obras y palabras no fuera estorbado. Volvironme casi muerto en el bergantn y,condescendiendo con mis importunaciones, me llevaron por sus jornadas camino de Italia, hastaque me desembarcaron en el puerto de Gayeta, del reino de Npoles, donde preguntando acuantos hallaba por Alcida y dando las seas de ella, vine a ser informado por unos pastores quehaba llegado all con una nave espaola que, pasando por la Formentera, hallndola sola, larecogi, y que por esconderse de m se haba puesto en hbito de pastora. Entonces yo pormejor buscarla me vest tambin como pastor, rodeando y escudriando todo aquel reino, ynunca hall rastro de ella hasta que me dijeron que, huyendo de m y sabiendo que tena de ellainformacin, con una nave genovesa haba pasado en Espaa. Embarqueme luego en su

    seguimiento y llegu ac a Espaa, y he buscado la mayor parte de ella sin hallar persona queme diese nuevas de esta cruel que con tanta congoja busco. Esta es, hermosa pastora, la tragediade mi vida, esta es la causa de mi muerte, este es el proceso de mis males. Y si en tan pesadocuento hay alguna prolijidad, la culpa es tuya, pues para contarlo por ti fui importunado. Lo quete ruego ahora es que no quieras dar remedio a mi mal, ni consuelo a mi fatiga, ni estorbar laslgrimas que con tan justa razn a mi pena son debidas.

    Acabando estas razones, comenz Marcelio a hacer tan doloroso llanto y suspirar tanamargamente, que era gran lstima de verlo. Quiso Diana darle nuevas de su Alcida, porque

    poco haba que en su compaa estaba, pero por cumplir con la palabra que haba dado de nodecirlo, y tambin porque vio que lo haba de atormentar ms dndole noticia de la que en talextremo lo aborreca, por eso no cur de decirle ms de que se consolase y tuviese mucha

    confianza, porque ella esperaba verlo antes de mucho muy contento con la vista de su dama.Porque si era verdad, como crea, que iba Alcida entre los pastores y pastoras de Espaa, no sele poda esconder, y que ella la hara buscar por las ms extraas y escondidas partes de ella.Mucho le agradeci Marcelio a Diana tales ofrecimientos y, encargndole mucho mirase por suvida haciendo lo que ofrecido le haba, quiso despedirse de ella diciendo que, pasados algunosdas, pensaba volver all para informarse de lo que habra sabido de Alcida, pero Diana lodetuvo y le dijo:

    -No ser yo tan enemiga de mi contento que consienta que te apartes de mi compaa.Antes, pues de mi esposo Delio me veo desamparada como t de tu Alcida, querra, si te place,que comieses algunos bocados, porque muestras haberlo menester, y despus de esto, pues lassombras de los rboles se van haciendo mayores, nos fusemos a mi aldea, donde con el

    descanso que el continuo dolor nos permitir, pasaremos la noche y luego en la maana iremosal templo de la casta Diana, donde tiene su asiento la sabia Felicia, cuya sabidura dar algnremedio a nuestra pasin. Y porque mejor puedas gozar de los rsticos tratos y simples llanezasde los pastores y pastoras de nuestros campos, ser bien que no mudes el hbito de pastor quetraes ni des a nadie a entender quin eres, sino que te nombres, vistas y trates como pastor.

    Marcelio, contento de hacer lo que Diana dijo, comi alguna vianda que ella sac de suzurrn y mat la sed con el agua de la fuente, lo que le era muy necesario por no haber en todoel da comido ni reposado, y luego tomaron el camino de la aldea. Mas poco trecho habanandado, cuando en un espeso bosquecillo, que algn tanto apartado estaba del camino, oyeronresonar voces de pastores que al son de sus zampoas suavemente cantaban, y como Diana eramuy amiga de msica, rog a Marcelio que se llegasen all. Estando ya junto al bosquecillo,

    conoci Diana que los pastores eran Tauriso y Berardo, que por ella penados andaban, y tenancostumbre de andar siempre de compaa y cantar en competencia. Y as Diana y Marcelio, noentrando donde los pastores estaban, sino puestos tras unos robledales, en parte donde podan

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    or la suavidad de la msica sin ser vistos de los pastores, escucharon sus cantares. Y ellos,aunque no saban que estaba tan cerca la que era causa de su canto, adivinando casi con losnimos que su enemiga les estaba oyendo, requebrando las pastoriles voces, y haciendo conellas delicados pasos y diferencias, cantaban de esta manera:

    TAURINO / BERARDO.

    TAURISOPues ya se esconde el sol tras las montaas,dejad el pasto, ovejas, escuchandolas voces roncas, speras y extraasque estoy sin tiento ni orden derramando.Od cmo las mseras entraas

    se estn en vivas llamas abrasandocon el ardor que enciende en el alma insanala anglica hermosura de Diana.

    BERARDO

    Antes que el sol, dejando el hemisferio ,caer permita en yerbas el roco,t, simple oveja, y t, manso cordero,

    prestad grata atencin al canto mo.No cantar el ardor terrible y fiero,mas el mortal temor helado y frocon que enfrena y corrige el alma insanala anglica hermosura de Diana.

    TAURISO

    Cuando imagina el triste pensamientola perfeccin tan rara y escogida,el alma se enciende as, que claro sientoir siempre deshacindose la vida.

    Amor esfuerza el dbil sufrimientoy aviva la esperanza consumida,para que dure en m el ardiente fuego,que no me otorga una hora de sosiego.

    BERARDO

    Cuando me paro a ver mi bajo estadoy la alta perfeccin de mi pastora,se arredra el corazn amedrentadoy un fro hielo en el alma triste mora.Amor quiere que viva confiado,y estoylo alguna vez, pero a deshoraal vil temor me vuelvo tan sujeto,que un hora de salud no me prometo.

    TAURISO

    Tan mala vez la luz ardiente veode aquellas dos clarsimas estrellas,

    la gracia, el continente y el aseocon que Diana es reina entre las bellas,que en un solo momento mi deseo

    se enciende en estos rayos y centellas,

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    sin esperar remedio al fuego extraoque me consume y causa extremo dao.

    BERARDO

    Tan mala vez las delicadas manosde aquel marfil, para mil muertes hechas,

    y aquellos ojos claros soberanostiran al corazn mortales flechas,que quedan de los golpes inhumanosmis fuerzas pocas, flacas y deshechas,

    y tan pasmado, flojo y dbil quedo,que vence a mi deseo el triste miedo.

    TAURISO

    Viste jams un rayo poderosocuyo furor el roble antiguo hiende?Tan fuerte, tan terrible y riguroso

    es el ardor que el alma triste enciende.Viste el poder de un ro presurosoque de un peasco altsimo desciende?Tan brava, tan soberbia y alterada

    Diana me parece estando airada.Mas no aprovecha nadapara que el vil temor me d tristeza,pues cuanto ms peligro, ms firmeza.

    BERARDO

    Viste la nieve en faldas de una sierra

    con los solares rayos derretida?As deshecha y puesta por la tierraal rayo de mi estrella est mi vida.Viste en alguna fiera y cruda guerraalgn simple pastor puesto en huida?Con no menos temor vivo cuitado,de mis ovejas propias olvidado.Y en este miedo heladomerezco ms y vivo ms contentoque en el ardiente y loco atrevimiento.

    TAURISOBerardo, el mal que siento es de tal arteque en todo tiempo y parte me consume;el alma no presume ni se atreve,mas como puede y debe comedidale da la propia vida al nio ciego

    y en encendido fuego alegre vive;y como all recibe gran consuelo,no hay cosa de que pueda haber recelo.

    BERARDO

    Tauriso, el alto cielo hizo tan bellaesta Diana, estrella que en la tierracon luz clara destierra mis tinieblas,

  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    las ms oscuras nieblas apartando,que si la estoy mirando embelesado,vencido y espantado, triste y ciego,los ojos bajos luego, de maneraque no puedo, aunque quiera, aventurarmea ver, pedir, dolerme ni quejarme.

    TAURISO

    Jams quiso escucharmeesta pastora ma,mas persevera siempre en la dureza,

    y en siempre maltratarmecontinua su porfa.Ay, cruda pena; ay, fiera gentileza!

    Mas es tal la firmezaque esfuerza mi cuidado,que vivo ms seguro

    que est un peasco durocontra el rabioso viento y mar airado;

    y cuanto ms vencido,doy ms ardor al nimo encendido.

    BERARDO

    No tiene el ancho suelolobos tan poderososcuya braveza miedo pueda hacerme,

    y de un simple recelo,en casos amorosos,

    como cobarde vil vengo a perderme.No puedo defendermede un miedo que en mi pecho

    gobierna, manda y rige;que el alma mucho aflige,

    y el cuerpo tiene ya medio deshecho.Ay, crudo amor; ay, fiero!,con pena tan mortal, cmo no muero?

    TAURISO

    Junto a la clara fuente,

    sentada con su esposo,la prfida Diana estaba un da,

    y yo a mi mal presente,tras un jaral umbroso,muriendo de dolor de lo que vea ;l nada le deca,mas con mano groseratrab la delicada,a torno fabricada,

    y estuvo un rato as, que no debiera;y yo tal cosa viendo,de ira mortal y fiera envidia ardiendo.

    BERARDO

  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    Un da al campo vinoaserenando al cielola luz de perfectsimas mujeres,las hebras de oro fino,cubiertas con un velo,

    prendido con dorados alfileres.

    Mil juegos y placerespasaba con su esposo;yo tras un mirto estaba,y vi que l alargabala mano al blanco velo, y el hermosocabello qued suelto,

    y yo de verlo en triste miedo envuelto.

    En acabando los pastores de cantar, comenzaron a recoger su ganado, que por el bosquederramado andaba. Y viniendo hacia donde Marcelio y Diana estaban, fue forzado haberlos dever, porque no tuvieron forma de esconderse, aunque mucho lo trabajaron. Gran contento

    recibieron de tan alegre y no pensada vista. Y aunque Berardo qued con ella atemorizado, elardiente Tauriso, con ver la causa de su pena, encendi ms su deseo. Saludaron cortsmentelos pastores rogndoles que, pues la fortuna all los haba encaminado, se fuesen todos decompaa hacia la aldea. Diana no quiso ser descorts, porque no lo acostumbraba, mas fuecontenta de hacerlo as. De modo que Tauriso y Berardo encargaron a otros pastores que conellos estaban que los recogidos ganados hacia la aldea poco a poco llevasen, y ellos, encompaa de Marcelio y Diana, adelantndose, tomaron el camino. Rogole Tauriso a Diana quea la cancin que l dira respondiese; ella dijo que era contenta, y as cantaron esta cancin:

    TAURINO / DIANA.

    TAURISO

    Zagala, por qu raznno me miras, di, enemiga?

    DIANA

    Porque los ojos fatigalo que ofende al corazn.

    TAURISO

    Qu pastora hay en la vidaque se ofenda de mirar?

    DIANA

    La que pretende pasarsin querer ni ser querida.

    TAURISO

    No hay tan duro coraznque un alma tanto persiga.

    DIANA

    Ni hay pastor que contradigatan adrede a la razn.

    TAURISO

  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    Cmo es esto que no tuerzael amor tu crueldad?

    DIANA

    Porque amor es voluntady en la voluntad no hay fuerza.

    TAURISOMira que tienes raznde remediar mi fatiga.

    DIANA

    Esa misma a m me obligaa guardar mi corazn.

    TAURISO

    Por qu me das tal tormento,

    y a qu guardas tu hermosura?DIANA

    Porque t el seso y cordurallamas aborrecimiento.

    TAURISO

    Ser porque sin razntu braveza me castiga.

    DIANA

    Antes porque de fatigadefiendo mi corazn.

    TAURISO

    Cata, que no soy tan feocomo te cuidas, pastora.

    DIANA

    Contntate por agoracon que digo que te creo.

    TAURISO

    Despus de darme pasinme escarneces, di, enemiga?

    DIANA

    Si otro quieres que te diga,pides ms de la razn.

    En extremo content la cancin de Tauriso y Diana, y aunque Tauriso por ella sinti lascrudas respuestas de su pastora, y con ellas grande pena, qued tan alegre con que ella le habarespondido, que olvid el dolor que de la crueldad de sus palabras pudiera recibir. A este tiempoel temeroso Berardo, esforzando el corazn, hincando sus ojos en los de Diana a guisa de

    congojado cisne que, cercano a su postrimera, junto a las claras fuentes va suavementecantando, levant la dbil y medrosa voz que con gran pena del sobresaltado pecho le sala, y alson de su zampoa cant as:

  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    Tenga fin mi triste vida,pues por mucho que llor,no es mi pena agradecida,ni dan crdito a mi fe.

    Estoy en tan triste estadoque tomara por partidode ser mal galardonado

    solo que fuera credo.Mas aunque pene mi viday en mi mal constante est,no es mi pena agradecidani dan crdito a mi fe.

    Despus de haber dicho Berardo su cancin, pusieron los dos pastores los ojos en Marcelio, ycomo era hombre no conocido, no osaban decirle que cantase. Pero en fin el atrevido Tauriso lerog les dijese su nombre, y, si era posible, dijese alguna cancin, porque lo uno y lo otro lessera muy agradable. Y l, sin darles otra respuesta, volvindose a Diana y sealndole que su

    zampoa tocase, quiso con una cancin contentarlos de entrambas las cosas. Y despus de dadoun suspiro, dijo as:

    Tal estoy despus que vila crueldad de mi pastora,que ni s quin soy agorani lo que ser de m.

    S muy bien que si hombre fuera,el dolor me hubiera muerto;

    y si piedra, est muy ciertoque el llorar me deshiciera.

    Llmanme Marcelio a m,pero soy de una pastora,que ni s quin soy agorani lo que ser de m.

    Ya la luz del sol comenzaba a dar lugar a las tinieblas y estaban las aldeas con losdomsticos fuegos humeando, cuando los pastores y pastoras, estando muy cerca de su lugar,dieron fin a sus cantares. Llegaron todos a sus casas contentos de la pasada conversacin, peroDiana no hallaba sosiego, mayormente cuando supo que no estaba en la aldea su queridoSireno. Dej a Marcelio aposentado en casa de Melibeo, primo de Delio, donde fue hospedadocon mucha cortesa; y ella viniendo a su casa, convocados sus parientes y los de su esposo, les

    dio razn de cmo Delio la haba dejado en la fuente de los alisos yendo tras una extranjerapastora. Sobre ello mostr hacer grandes llantos y sentimientos, y al cabo de todos ellos les dijoque su determinacin era ir luego por la maana al templo de Diana por saber de la sabia Felicianuevas de su esposo. Todos fueron muy contentos de su voluntad, y para el cumplimiento deella le ofrecieron su favor, y ella, pues supo que en el templo de Diana hallara su Sireno, quedmuy alegre del concierto, y con la esperanza del venidero placer dio aquella noche a su cuerpoalgn reposo, y tuvo en el corazn un no acostumbrado sosiego.

    FINDEL LIBRO PRIMERO

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    LIBROSEGUNDO

    Es el injusto amor tan bravo y poderoso que de cuanto hay en el mundo se aprovecha para

    su crueldad, y las cosas de ms valor le favorecen en sus empresas. Especialmente la fortuna leda tanto favor con sus mudanzas cuanto l ha menester para dar graves tormentos. Claro est loque digo en el desastre de Marcelio, pues la fortuna orden tal acontecimiento que de su esposaAlcida forzado hubo de dar crdito a una sospecha tal que, aunque falsa, tena muy cierto o a lomenos aparente fundamento; y de ello se sigui aborrecer su esposo, que ms que a su vida laquera y en nada la haba ofendido. De aqu se puede colegir cun cierta ha de ser una

    presuncin para que un hombre sabio le deba dar entera fe, pues esta que tena muestra decertidumbre era tan ajena de verdad.

    Pero ya que el amor y fortuna trataron tan mal a Marcelio, una cosa tuvo que agradecerles,y fue que el amor hiri el corazn de Diana, y fortuna hizo que Marcelio en la fuente la hallase,

    para que entrambos fuesen a la casa de Felicia y el triste pasase sus penas en agradable

    compaa. Pues llegado el tiempo que la rubicunda aurora con su dorado gesto ahuyentaba lasnocturnas estrellas y las aves con suave canto anunciaban el cercano da, la enamorada Diana,fatigada ya de la prolija noche, se levant para emprender el camino deseado. Y encargadas yasus ovejas a la pastora Polintia, sali de su aldea, acompaada de su rstica zampoa,engaadora de trabajos, y provedo el zurrn de algunos mantenimientos. Baj por una cuestaque de la aldea a un espeso bosque descenda, y a la fin de ella se par sentada debajo unosalisos, esperando que Marcelio, su compaero, viniese, segn que con l la noche antes lo habaconcertado. Mas en tanto que no vena, se puso a taer su zampoa y cantar esta cancin:

    Madruga un poco, luz del claro da,con apacible y blanda mansedumbre

    para engaar un alma entristecida.Extiende, hermoso Apolo, aquella lumbre,que a los desiertos campos da alegra

    y a las muy secas plantas fuerza y vida.En esta amena silva, que convidaa muy dulce reposo,vers de un congojosodolor mi corazn atormentado,

    por verse as olvidadode quien mil quejas daba de mi olvido;la culpa es de Cupido,

    que aposta quita y da aborrecimientodo ve que ha de causar mayor tormento.

    Qu fiera no enternece un triste canto?Y qu piedra no ablanda los gemidosque suele dar un fatigado pecho?Qu tigres o leones conducidosno fueran a piedad oyendo el llantoque casi tiene mi nimo deshecho?Solo a Sireno cuento sin provechomi triste desventura,

    que de ella tanto curacomo el furioso viento en mar insanolas lgrimas que en vano

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    derrama el congojado marinero,pues cuanto ms le ruega, ms es fiero.

    No ha sido fino amor, Sireno mo,el que por estos campos me mostrabas,

    pues un descuido mo as le ofende.Acurdaste, traidor, lo que jurabas

    sentado en este bosque y junto al ro?,pues tu dureza agora qu pretende ?No bastar que el simple olvido enmiendecon un amor sobrado,

    y tal, que si al pasadoolvido no aventaja de gran parte,

    pues ms no puedo amarteni con mayor ardor satisfacerte,

    por remedio tomar quiero la muerte!

    Mas viva yo en tal pena, pues la siento

    por ti, que haces menor toda tristura,aunque ms dae el nima mezquina.

    Porque tener presente tu figurada gusto aventajado al pensamientode quien por ti penando en ti imagina.

    Mas t a mi ruego ardiente un poco inclinael corazn altivo,

    pues ves que en penas vivo,con un solo deseo sostenida,de or de ti en mi vida

    siquiera un no en aquello que ms quiero.

    Mas, qu se ha de esperar de hombre tan fiero?Cmo agradeces, dime, los favoresde aquel tiempo pasado que tenasms blando el corazn, duro Sireno,cuando, traidor, por causa ma hacasmorir de pura envidia mil pastores?Ay, tiempo de alegra! Ay, tiempo bueno!Ser testigo el valle y prado ameno,a do de blancas rosas

    y flores olorosas

    guirnalda a tu cabeza compona,do a veces aadapor solo contentarte algn cabello,que muero de dolor pensando en ello.

    Agora andas exento aborreciendola que por ti en tal pena se consume,

    pues gurdate de las maas de Cupido.Que el corazn soberbio que presumedel bravo amor estarse defendiendocunto ms armas hace, es ms vencido.

    Yo ruego que tan preso y tan heridoests como me veo.Mas siempre a mi deseono desear el bien le es buen aviso,

  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    pues cuantas cosas quiso,por ms que tierra y cielos importuna,se las neg el amor y la fortuna.

    Cancin, en algn pino o dura encinano quise sealarte,mas antes entregarteal sordo campo y al mudable viento,

    porque de mi tormentose pierda la noticia y la memoria,pues ya perdida est mi vida y gloria.

    La delicada voz y gentil gracia de la hermosa Diana haca muy clara ventaja a lashabilidades de su tiempo, pero ms espanto daba ver las agudezas con que matizaba suscantares, porque eran tales que parecan salidas de la avisada corte. Mas esto no ha demaravillar tanto los hombres que lo tengan por imposible, pues est claro que es bastante elamor para hacer hablar a los ms simples pastores avisos ms encumbrados, mayormente sihalla aparejo de entendimiento vivo e ingenio despierto, que en las pastoriles cabaas nunca

    faltan.Pues estando ya la enamorada pastora al fin de su cancin, al tiempo que el claro sol ya

    comenzaba a dorar las cumbres de los ms altos collados, el desamado Marcelio, de la pastorilposada despedido para venir al lugar que con Diana tena concertado, descendi la cuesta acuyo pie ella sentada estaba. Viole ella de lejos y call su voz, porque no entendiese la causa desu mal. Cuando Marcelio lleg donde Diana lo esperaba, le dijo:

    -Hermosa pastora, el claro da de hoy, que con la luz de tu gesto amaneci msresplandeciente, sea tan alegre para ti como fuera triste para m si no lo hubiese de pasar en tucompaa. Corrido estoy, en verdad, de ver que mi tardanza haya sido causa que recibieses

    pesadumbre con esperarme, pero no ser este el primer yerro que le has de perdonar a midescuido, en tanto que tratars comigo.

    -Sobrado sera el perdn -dijo Diana- donde el yerro falta. La culpa no la tiene tu descuido,sino mi cuidado, pues me hizo levantar antes de hora y venir ac, donde hasta ahora he pasadoel tiempo, a veces cantando y a veces imaginando y, en fin, entendiendo en los tratos que a unangustiado espritu pertenecen. Mas no hace tiempo de detenernos aqu, que aunque el caminohasta el templo de Diana es poco, el deseo que tenemos de llegar all es mucho. Y allende deesto me parece que conviene, en tanto que el sol enva ms mitigados los rayos y no son tanfuertes sus ardores, adelantar el camino para despus, a la hora de la siesta, en algn lugarfresco y sombro tener buen rato de sosiego.

    Dicho esto tomaron entrambos el camino, atravesando aquel espeso bosque, y por alivio delcamino cantaban de este modo:

    MARCELIO / DIANA.MARCELIO

    Mudable y fiero amor que mi venturapusiste en la alta cumbredo no llega mortal merecimiento,mostraste bien tu natural costumbre,quitando mi tristura

    para doblarla y dar mayor tormento.Dejars descontentoel corazn, que menos dao fuera

    vivir en pena fieraque recibir un gozo no pensado,con tan penosa lstima borrado.

  • 8/2/2019 GIL POLO, GASPAR - Diana enamorada

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    DIANA

    No te debe espantar que de tal suerteel nio poderosotras un deleite enve dos mil penas,que a nadie prometi firme reposo,

    sino terrible muerte,llantos, congojas, lgrimas, cadenas.

    En Libia las arenasni en el hermoso abril las tiernas floresno igualan los dolorescon que rompe el amor un blando pecho,

    y aun no queda con ello satisfecho.

    MARCELIO

    Antes del amoroso pensamientoya tuve conocidaslas maas con que amor cautiva y mata.

    Mas l no solo aflige nuestras vidas,mas el conocimientode los vivos jucios arrebata.Y el alma as maltrata,que tarde y mal y por incierta vaallega una alegra,

    y por dos mil caminos los pesaressobre el perdido cargan a millares.

    DIANA

    Si son tan manifiestos los engaoscon que el amor nos prende,por qu a ser presa el alma se presenta?Si el blando corazn no se defiendede los terribles daos,por qu despus se queja y se lamenta?

    Razn es que consientay sufra los dolores de Cupidoaquel que ha consentidoal corazn la flecha y la cadena,que el mal no puede darnos sino pena.

    Esta cancin y otras cantaron, al cabo de las cuales estuvieron ya fuera del bosque, ycomenzaron a caminar por un florido y deleitoso prado. Entonces dijo Diana estas palabras:

    -Cosas son maravillosas las que la industria de los hombres en las pobladas ciudades hainventado, pero ms espanto dan las que la naturaleza en los solitarios campos ha producido. Aquin no admira la frescura de este sombroso bosque? Quin no se espanta de la lindeza deeste espacioso prado? Pues ver los matices de las libreadas flores y or el concierto de lascantadoras aves es cosa de tanto contento que no iguala con ello de gran parte la pompa yabundancia de la ms celebrada corte.

    -Ciertamente -dijo Marcelio- en esta alegre soledad hay gran aparejo de contentamiento,mayormente para los libres, pues les es lcito gozar a su voluntad de tan admirables dulzuras yentretenimientos. Y tengo por muy cierto que si el amor que ahora, morando en estos desiertos,me es tan enemigo, me diera en la villa donde yo estaba la mitad del dolor que ahora siento, mivida no osara esperarlo, pues no pudiera con semejantes deleites amansar la braveza deltormento.