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El presente documento fue elaborado sin fines de lucro.

Es una traducción de Nefilims para Nefilims.

Traducido por @fixtohope, @Shanty_Flo, @shiptowreckk, @herondalewife, @patchftjace,

@City0fBooks, @reinaseelie, @Isabelle_SHRol, @oursparkofhope, @CLCKWORKFLARROW,

@ohheronstairsx, @sizzyfans, @novarellaaaa, @2Sophie7 y

http://complexlysimplekiddo.tumblr.com/

Traducimos todos los capítulos a medida que vayan saliendo, si quieres se parte de nuestro equipo

contáctanos por twitter (@fixtohope)

http://shadowhunterstudents.blogspot.es/

Que disfruten esta historia y que el ángel Raziel los acompañe ;)

Magnus creía que muchas cosas antiguas eran creaciones de perdurable belleza. Las

Pirámides, David de Miguel Ángel, Versalles, Él mismo.

Sin embargo, sólo porque algo estaba viejo y repleto de años de tradición no lo hacía una

obra de arte. Ni siquiera si eras Nephilim y pensabas que tener la sangre del Ángel significa que tus

cosas son mejores que las de cualquier otra persona.

La Academia de Cazadores de Sombras no era una creación de perdurable belleza. La

Academia era un basurero.

Magnus no disfrutaba el campo a principios de primavera, cuando terminaba de verdad, a

finales del invierno. Todo el paisaje era tan monocromático, como una vieja película. Los campos

grises oscuros bajo un cielo gris pálido, y los árboles, despojadas garras grises bajo las nubes de

lluvia. La Academia igualaba su entorno, en cuclillas en el paisaje como un gran sapo de piedra.

Magnus había estado ahí un par de veces antes, visitando a sus amigos. A él no le había

gustado el lugar, recordó caminarlo tiempo atrás bajo los ojos fríos de los estudiantes que habían

sido entrenados en la oscuridad.

Al menos en ese entonces el lugar no había estado cayéndose. Magnus se quedó mirando

una de las esbeltas torres que estaban en cada una de las cuatro esquinas de la Academia. No se

sostenía de forma recta; de hecho, se veía como un pariente pobre de la Torre Inclinada de Pisa.

Magnus la miro, se concentró y chasqueó los dedos. La torre volvió a estar en su lugar,

como si fuera una persona agachada que había sido enderezada de repente. Ya está. Hubieron una

serie de débiles gritos que salían de las ventanas de la torre. Magnus no se había dado cuenta que

había gente dentro. No le parecía posible ya que se veía totalmente inseguro.

Bueno, los habitantes de la torre que antes se apoyaban para caminar pronto se darían

cuenta que les había hecho un favor. Magnus miró al ángel, situado por encima de la puerta. El

ángel lo miró, poseía una ardiente espada y una mirada dura, como si él no aprobara la forma de

vestir de Magnus y estaba a punto de pedir que la cambie.

Magnus caminó bajo el ángel crítico hacia el pasillo de piedra, silbando suavemente. La

sala estaba vacía. Todavía era muy temprano en la mañana, lo que tal vez explicaba por qué todo

el paisaje estaba gris. Magnus esperaba que el día se iluminara antes de que llegara Alec.

Había dejado a su novio en Alicante, en la casa de su padre. La hermana de Alec, Isabelle,

estaba quedándose allí también. Magnus había dormido con inquietud en la casa del inquisidor la

noche pasada, se fue con la excusa que tenía que desayunar solo. Durante años, Robert y Maryse

Lightwood habían arreglado sus vidas para no verse nunca, a excepción de cuando hubiera que

pagar las cuentas de la luz.

Magnus estaba bastante seguro de que Robert y Maryse hubieran deseado volver el

tiempo atrás. Magnus sabía que ellos nunca lo hubieran aceptado para su hijo, y aun si hubieran

elegido a un hombre, ciertamente no sería un subterráneo. Menos uno que sabía sobre sus días en

El Círculo junto con Valentine, de los que ambos no estaban orgullosos.

Magnus lo sabía. Podía amar a un cazador de sombras, pero era imposible a todos. Él

esperaba evitarlos cortésmente por muchos más años, y cuando sea necesario, tolerar

cortésmente a los padres de Alec. Era un precio muy pequeño a pagar para estar con él.

Justo ahora había escapado de Robert Lightwood, con la excusa de inspeccionar las

habitaciones. Magnus había pedido a la Academia que preparara las habitaciones. Y el estado del

resto de la Academia, Magnus tenía presentimientos oscuros alrededor de estas habitaciones.

Corrió a la ligera por las escaleras en ese silencio, haciéndose eco del lugar. Sabía a dónde

iba. Había accedido a venir a dar una serie de conferencias, a petición de su vieja amiga Catarina

Loss, pero él era, después de todo, el Gran Brujo de Brooklyn y tenía ciertas normas. No tenía

ninguna intención de dejar a su novio por semana. Él había dejado claro que necesitaba una suite

para sí mismo y para Alec, y que la suite tenía que incluir una cocina. Él no iba a comer cualquiera

de las comidas que Catarina había descrito en sus cartas. Si era posible, tenía la intención de evitar

incluso ver a cualquiera de las comidas que Catarina había descrito.

El mapa que Catarina había dibujado era exacto: Encontró sus habitaciones en la parte

superior del edificio. Las habitaciones del ático conectadad podrían, Magnus adivinó,

posiblemente formar una suite. Y había una pequeña cocina, aunque Magnus temía que no la

habían renovado desde los años 1950. Había un ratón muerto en el fregadero.

Tal vez alguien lo había dejado allí para darles la bienvenida. Tal vez era un regalo festivo.

Magnus vagó por las habitaciones, agitando una mano que animó a las ventanas y provoco que las

encimeras se lavasen. Chasqueó los dedos y envió el ratón muerto como un regalo a su gato,

Presidente Miau. Maia Roberts, la líder de la manada Nueva York de hombres lobos, se había

ofrecido a cuidarlo, el esperaba que Maia supiera que buen cazador su gato es.

Luego abrió la pequeña nevera. La pesada puerta se cayó, hasta que Magnus le dio una

severa mirada y saltó de nuevo. Magnus miró el interior del refrigerador, un gesto con su mano

libre, y vio a su satisfacción que ahora estaba llena de muchos artículos para alimentarse.

Alec nunca tendría que saberlo, y Magnus enviaría el dinero a Whole Foods después de

todos modos. Barrió a través de la habitaciones una vez más, añadió cojines para las sillas de

madera desnudas, tristes y amontonó sus mantas multicolores desde su casa en la cama con dosel.

La misión ‘decoración de emergencia’ había resultado bien, al menos ya no se veía todo

tan triste. Descendió a la sala principal de la Academia, con la esperanza de encontrarse con

Catarina o ver a Alec. No había ni rastro de ellos, por lo que a pesar de sus dudas, Magnus fue a

comprobar si Catarina estaba en el comedor.

Ella no estaba allí, pero había unos pocos estudiantes Nephilim dispersos comiendo su

desayuno. Magnus supuso, que las pobres criaturas se habían levantado temprano para lanzar

jabalinas o algún otro ejercicio desagradable.

Había una chica rubia delgada acumulando una sustancia gris que podría haber sido

gachas o huevos fritos. Magnus miró horrorizado en silencio mientras ella lo llevaba hacia una

mesa, actuando como si realmente tuviera la intención de comer.

Entonces ella notó a Magnus.

"Oh, hola," dijo la rubia, parando en seco como si hubiera sido golpeada por un camión

bonito.

Él le dio su sonrisa más encantadora. ¿Por qué no? "Hola."

Magnus había estado por las calles antes de que las calles fueran inventadas. Estaba

familiarizado con lo que significaba esa mirada. La gente lo había desnudado con la mirada antes.

Estaba impresionado con la intensidad de esta mirada en particular. Era más extraño que la gente

lograra arrancarle la ropa del cuerpo y mandarla a volar a varias esquinas de la habitación con los

ojos. Ni siquiera era ropa particularmente emocionante. Magnus había decidido vestirse con

silenciosa dignidad, como correspondía a un educador, y se había puesto una camisa negra y

pantalones a medida. También, para lograr ese toque de educador elegante, se había puesto una

corta túnica por sobre la camisa, pero el brillante hilo dorado que la componía era muy sutil.

“Tú debes ser Magnus Bane,” la rubia dijo. “He escuchado mucho sobre ti por Simon.”

“No lo puedo culpar por alardear,” dijo Magnus.

“Estamos tan contentos de tenerte aquí,” continuó la rubia. “Soy Julie. Soy básicamente la

mejor amiga de Simon. No me molestan los Subterraneos.”

“Cuan agradable para nosotros Subterraneos,” murmuró Magnus.

“Estoy muy entusiasmada por tus clases. Y por pasar tiempo juntos. Tú, yo, y Simon.”

“Eso sí que será una fiesta,” dijo Magnus. Ella lo estaba intentando, al menos, y no todos

los Nefilim lo hacían. Y mencionaba a Simon a cada rato, a pesar de que Simon era un mundano.

Además, la atención era halagadora. Magnus sonrió un poco más.

“Espero ansioso conocerte mejor, Julie.”

Es posible que hubiese malinterpretado la sonrisa. Julie estiró una mano como para tomar

la de Magnus, y dejó caer su bandeja. Ambos miraron al cuenco roto y su triste y gris contenido.

“Es mejor así,” dijo Magnus con convicción.

Gesticuló, y el enchastre desapareció. Luego gesticuló hacia la mano extendida de Julie, y

un cuenco con yogurt de arándanos y una pequeña cuchara aparecieron en ella.

“Oh!” exclamó Julie. “Oh, wow, gracias.”

“Bueno, considerando que la alternativa era volver y conseguir más de la comida de la

Academia,” dijo Magnus, “creo que me debes un gran favor. Posiblemente me debas tu

primogénito. Pero no te preocupes, no estoy en busca del primogénito de nadie.”

Julie rió. “Quieres sentarte?”

“Gracias por la oferta, pero en realidad, estaba buscando a alguien.”

Magnus analizó la habitación, la cual estaba lentamente llenándose. Aún no veía a

Catarina, pero en la puerta vio a Alec, quien tenía el aire de alguien recién llegado y hablaba con

un mundano indio que parecía tener alrededor de dieciséis años.

Cruzó miradas con Alec y sonrió.

“Allí está mi ‘alguien’,” dijo. “Un encanto conocerte, Julie.”

“Igualmente, Magnus,” le aseguró.

Cuando Magnus estaba llegando a Alec, el otro chico estrechó la mano de Alec. “Solo

quería decir gracias”, el chico dijo, y se retiró, asintiendo la cabeza hacia Magnus.

“Lo conoces?” preguntó Magnus.

Alec lucía ligeramente aturdido. “No,” dijo. “Pero él sabía todo acerca de mi. Estábamos

hablando de- de todas las maneras que hay de ser un Cazador de Sombras, entiendes?”

“Mírate,” dijo Magnus. “Mi novio famoso, una inspiración para las masas.”

Alec sonrió, un poco avergonzado pero mayormente divertido. “Así que, esa chica estaba

coqueteando contigo.”

“De verdad?” preguntó Magnus. “Cómo lo notaste?”

Alec le dirigió una mirada escéptica.

“Bueno, es algo que suele pasar. He estado en este mundo por un largo tiempo,” dijo

Magnus. “También he sido hermoso por un largo tiempo.”

“En serio?” dijo Alec.

“Estoy en alta demanda. Que vas a hacer al respecto?”

Años antes no hubiese podido, ni lo hubiese hecho, bromear con Alec de esa forma. Para

Alec el amor era nuevo, avanzando a los tumbos a través de su miedo a quien era y que sentía, y

Magnus había sido tan cuidadoso con él cómo podía, con miedo de lastimar a Alec y de arruinar

ese sentimiento entre ambos, nuevo para Magnus tanto para Alec. Era una alegría reciente poder

bromear con Alec y saber que no lo lastimaría, ver a Alec pararse de una forma diferente a lo que

solía ser, fácil y casual y seguro de sí mismo, sin el pavoneo de su parabatai pero con una

seguridad propia.

El comedor de piedra tenuemente iluminado, el estrépito de los estudiantes hablando y

chismeando, se desvanecieron, pasando a ser solo un fondo con respecto a la sonrisa de Alec.

“Esto,” dijo Alec. Atrajo a Magnus hacia él tomando el frente de su túnica, apoyándose

sobre el marco de la puerta y atrayendo lentamente a Magnus cerca para besarlo.

La boca de Alec era suave y segura, el beso lento, sus fuertes manos sosteniendo a

Magnus cerca, apretándolo a lo largo de la cálida línea de su cuerpo. Detrás de los párpados

cerrados de Magnus, la mañana se transformó de gris a dorada. Alec estaba allí. Incluso una

dimensión infernal, Magnus recordó, era increíblemente mejorada por la presencia de Alec. La

Academia de Cazadores de Sombras iba a ser una pavada.

***

Simon llegó tarde al desayuno y encontró a Julie incapaz de hablar de nada más que

Magnus Bane.

“Los Brujos son sexies,” dijo en el tono de alguien que acaba de tener una revelación.

“La Señorita Loss es nuestra profesora, y estoy tratando de comer.” Beatriz miró sin ánimo

a su plato.

“Los vampiros son desagradables y están muertos, los hombres lobos son desagradables y

peludos, y las hadas son traicioneras y dormirían con tu madre,” dijo Julie. “Los Brujos son los

subterraneos sexies. Piénsalo. Todos ellos tienen problemas con sus padres. Y Magnus Bane es el

más sexy de todos ellos. Él puede ser El Gran Brujo de mis pantalones.”

“Uh, Magnus tiene un novio,” dijo Simon.

Había un brillo terrorífico en los ojos de Julie. “Hay montañas que quieres subir aunque

haya carteles de ‘no pasar’.”

“Creo que eso es desagradable,” dijo Simon. “Ya sabes, de la mimsa forma que crees que

son los vampiros.”

Julie le hizo una mueca. “Eres tan sensible, Simon. Por qué tienes que ser siempre tan

sensible?”

“Eres tan terrible, Julie,” dijo Simon. “Por qué tienes que ser siempre tan terrible?”

Alec había estado con Magnus, reportó Julie. Simon estaba pensando más en ello que en

lo terrible de Julie, lo cual no era nada nuevo después de todo. Alec se quedaría en la Academia

por semanas. Usualmente veía a Alec en grupos de personas, y nunca parecía ser el momento

correcto para hablar con él. Ahora era el momento correcto. Ya era hora de que lo hablaran, ese

problema entre ellos del cual Jace había hecho mención tan oscuramente. No quería que hubiese

nada mal entre él y Alec, el cual parecía una buena persona por lo que Simon podía recordar. Alec

era el hermano mayor de Isabelle, e Isabelle era- estaba casí seguro- la novia de Simon.

Quería que ella lo fuera.

“Deberíamos intentar de practicar un poco de arquería antes de la clase?” preguntó

George.

“Eso es charla de deportista, George,” dijo Simon. “Te pedí que no hicieras eso. Pero

seguro.”

Todos se pusieron de pie, empujando sus cuencos a un lado, y caminaron hacia las puertas

principales de la Academia, con intenciones de ir a los campos de entrenamiento. Ese era el plan,

pero ninguno logró llegar a los campos de entrenamiento ese día. Ninguno logró siquiera atravesar

la puerta de entrada de la Academia. Todos quedaron de pie frente al primer escalón, en un

horrorizado grupo.

En el primer escalón de piedra de la escalera había un bulto, envuelto en una vellosa

frazada amarilla. Los ojos de Simon le fallaron de una forma que no tenía nada que ver con sus

lentes, y todo que ver con su pánico, rehusandose a registrar lo que estaba frente a él. Es un bulto

de basura, se dijo Simon a sí mismo. Alguien había dejado un paquete de basura en la puerta.

Excepto que el paquete se estaba moviendo, en pequeños e incrementales movimientos.

Simon observó el movimiento inquieto debajo de la frazada, miró con relucientes ojos para espiar

aquel velloso y amarillo nido, y su mente aceptó lo que estaba viendo, al mismo tiempo que otro

shock le asaltó.

Un pequeño puño emergió desde las frazadas, agitándose como en protesta a todo lo que

estaba sucediendo.

El puño era azul, el rico color naval del mar cuando es profundo y estas en un bote cuando

cae la tarde. El azul del traje de Capitan America.

“Es un bebé,” Beatriz dijo, casi sin aire. “Es un bebé Brujo.”

Había una nota clavada a la frazada amarilla del bebé. Simon la vió en el preciso momento

en el que el viento la atrapó, quitándola de la frazada y arrojandola lejos. Simon tomó la nota del

frío apretón del viento y observó lo escrito en ella, un rápido garabato en un arrancado pedazo de

papel.

La nota decía: ¿Quien podría amarlo?

***

“Oh no, es azul el bebé.” Dijo George. “Que vamos a hacer?”

Frunció el ceño, como si la rima no hubiese sido intencional. Luego se arrodilló, porque

George era el no-tan-secreto sentimental del grupo, y torpemente tomó el bulto amarillo en sus

brazos. Se puso de pie, su cara pálida, sosteniendo al bebé.

“¿Que vamos a hacer?” Beatriz trinó, haciendo eco de lo que había dicho George. “¿Que

vamos a hacer?”

Julie estaba apretada contra la puerta. Simon la había visto personalmente cortar la

cabeza de un demonio enorme con un cuchillo muy pequeño, pero parecía que moriría de terror si

alguien le pedía que sostuviera al bebé.

“Se lo que tengo que hacer,” dijo Simon.

Iría a buscar a Magnus, pensó. Sabía que Magnus y Alec habían llegado y estaban

despiertos. Necesitaba hablar con Alec de todas formas. Magnus había arreglado la amnesia

demoníaca de Simon. Magnus había existido por siglos. Era el adulto más adulto que Simon

conocía. Un bebé brujo abandonado en esta fortaleza de Cazadores de Sombras era un problema

que Simon no sabía cómo arreglar, y sentía que necesitaba un adulto. Simon ya estaba por irse.

“Debería darle al bebé respiración boca a boca?” preguntó George.

Simon se congeló. "No, no hagas eso. El bebé está respirando. El bebé está respirando,

¿verdad?"

Todos se pusieron de pie y miraron el pequeño paquete. El bebé hizo un gesto con el puño

de nuevo. Si el bebé se movía, pensó Simon, el bebé debía estar respirando. Ni siquiera iba a

pensar en bebés de zombies en ese momento.

"¿Debo conseguirle una botella de agua caliente al bebé ?", Dijo George.

Simon respiró hondo. "George, no pierdas la cabeza", dijo. "Ese bebé no es azul porque

tiene frío o porque no puede respirar. Los bebés Mundanos no se ponen de ése tipo de azul por

esas cosas. Ese bebé es azul porque es un brujo, al igual que Catarina".

"No es igual a la Sra Loss", dijo Beatriz en una voz aguda. "La Sra. Loss es más de un azul

cielo, mientras que este bebé es más de un color azul marino."

"Tú pareces saber mucho", George decidió. "Tú debes sostener al bebe."

"¡No!" Beatriz graznó.

Ella y Julie levantaron las manos en señal de rendición. En lo que a ellas respectaba, estaba

claro, George sostenía un bebé y no debía hacer nada precipitado.

"Todo el mundo quédese donde está," dijo Simon, tratando de mantener su voz calmada.

Julie se animó. "Oooh, Simon," dijo ella. "Buena idea."

Simon huyó a través del pasillo y subió las escaleras, moviéndose a un ritmo que habría

sorprendido su malvado profesor de gimnasia Cazador de Sombras. Scarsbury nunca le había

proporcionado ese tipo de motivación. Sabía que Magnus y Alec se habían insatalado en una suite

de lujo en los áticos. Al parecer, tenía incluso una cocina separada.

Simon siguió andando, sabiendo que iba a llegar a los áticos en algún momento. Llegó a los

áticos, oyó un murmurar y un movimiento detrás de la puerta, y abrió la puerta de par en par.

Luego se frenó, detenido en su segundo umbral del día.

Había una sábana sobre Alec y Magnus, pero Simon podía ver lo suficiente. Podía ver los

blancos hombros con runas y cicatrices de Alec y una salvaje propagación del pelo negro de

Magnus en la almohada. Podía ver a Alec congelándose, a continuación, volvió la cabeza y le dió

Simon una mirada de horror absoluto. Los dorados ojos de gato de Magnus brillaron por encima

del hombro pálido de Alec. Sonaba casi divertido cuando preguntó:

"¿Te puedo ayudar"

"Oh, Dios mío," dijo Simon. "Oh wow. Oh wow, realmente lo siento ".

"Por favor, vete", dijo Alec con voz tensa y controlada.

"¡Muy bien!", Dijo Simon. "¡Por supuesto!" Hizo una pausa. "No puedo irme."

"Créeme", dijo Alec. "Puedes."

"¡Hay un bebé abandonado en la escalinata de la Academia y creo que es un brujo!" Simon

espetó.

"¿Por qué crees que el bebé es un brujo?" Preguntó Magnus. Él era el único en la

habitación que estaba calmado.

"Um, porque el bebé es de color azul marino."

"Eso es una evidencia bastante convincente", Magnus admitió. "¿Podrías darnos un

momento para vestirnos?"

"¡Sí! ¡Por supuesto! ", Dijo Simon. "Una vez más, lo siento mucho."

"Vete ahora," Alec sugirió.

Simon se fue.

Después de un corto tiempo, Magnus salió de la suite del ático vestido en ropa negra

ceñida y una túnica de color oro brillante. Su pelo aún estaba destrozado, yendo en todas

direcciones, como si Magnus hubiese sido atrapado en una pequeña tempestad personal, pero

Simon no iba a objetar el cabello de su potencial salvador.

"Realmente lo siento, de nuevo," dijo Simon.

Magnus hizo un gesto vago. "El ver tu cara no fue el mejor momento de mi día, Simon,

pero estas cosas pasan. Es cierto que nunca le han ocurrido a Alec antes, así que él necesita unos

minutos más. Muéstrame donde está el niño."

"Sígueme", dijo Simon.

Corrió por las escaleras más rápido de lo que las había subido, tomando de dos a la vez.

Encontró el cuadro en el umbral al igual que lo había dejado, Beatriz y Julie eran la audiencia

horrorizada por el aterrorizado e inexperto agarre de George. El paquete ahora estaba haciendo

un sonido bajo y lastimero.

"¿Qué te tomó tanto tiempo?" Beatriz silbó.

Julie aún parecía muy agitada, pero se las arregló para decir: "Hola, Magnus."

"Hola de nuevo, Julie," dijo Magnus, una vez más, la única persona tranquila en la

habitación. "Déjame sostener al bebé."

"Oh, gracias," George respiró. "No es que no me guste el bebé. Pero no tengo ni idea de

qué hacer con él ".

George parecía haberse unido a él en el tiempo que le tomó a Simón a subir y bajar las

escaleras. Miró al bebé afectuosamente, sosteniendo el paquete por un momento, y luego

mientras se lo entregaba a Magnus, perdió el balance y casi dejó caer el bebé en el suelo de

piedra.

"¡Por el Ángel!" Julie exclamó con las mano apretadas contra su pecho. Magnus tomó el

agarre y cogió al niño, sosteniendo la manta envuelta muy estrecha contra su pecho bordado en

oro. Magnus sotuvo al bebé con más experiencia que George, lo que significaba que Magnus

apoyaba la cabeza del bebé, y parecía como si hubiera sostenido un bebé una o dos veces en su

vida. Parecía que George nunca iba a ganar ningún campeonato de cargar bebés.

Con una mano brillante con anillos, Magnus bajó la manta un poco hacia atrás, y Simon

contuvo el aliento. Los ojos de Magnus viajaron sobre el bebé, sobre sus manos y pies

imposiblemente pequeños, sobre los grandes ojos en su pequeña cara, y sobre los rizos en su

cabeza, de un azul tan oscuro que eran casi negros.

El sonido constante de la queja del bebé se levantó un poco, quejándose con más fuerza, y

Magnus alisó la manta en su lugar.

"Es un chico," dijo Magnus.

"Aw, un niño", dijo George.

"Está cerca de los ocho meses de edad, yo diría," continuó Magnus. "Alguien lo crió hasta

que no pudo soportarlo más, y supongo que a través de contactos mundanos con la Academia,

alguien pensó que conocía un lugar para traer a un niño que no quería."

"Pero alguien no dejaría a su hijo..."Comenzó George, y se quedó en silencio bajo la mirada

de Magnus.

"La gente lo haría. La gente lo hace. Y las opciones que se cometen no son diferentes, con

los niños brujos." Dijo Magnus. Su voz era tranquila.

"Así que no hay posibilidad de que nadie vaya a regresar por él", dijo Beatriz.

Simón tomó la nota que había encontrado doblada en la manta del niño y se la dio a

Magnus.

No sentía, mirando a la cara de Magnus, que pudiera darsela a nadie más. Magnus miró la

nota, asintió con la cabeza. ¿Quién podría amarlo? brilló entre sus dedos, y luego lo guardó en su

manto. Había otros estudiantes reuniéndose alrededor de ellos, y un murmullo creciente de ruido

y confusión. Si Simon estuviera en Nueva York, pensó que la gente habría estado tomando fotos

del bebé con sus teléfonos. Se sentía un poco como una exposición en un zoológico, y estaba tan

agradecido de que Magnus estuviera allí.

"¿Qué está pasando?", Preguntó una voz desde lo alto de las escaleras.

Dean Penhallow estaba allí de pie, con su pelo rubio rojizo suelto sobre los hombros, y

usando una bata de seda negra grabada con dragones. Catarina se puso a su lado, vestida con

vaqueros y una blusa blanca.

"Parece que alguien ha dejado un bebé en lugar de las botellas de leche," dijo ella. "Eso

fue descuidado. Bienvenido, Magnus. "

Magnus le dio un pequeño saludo con la mano libre y una sonrisa irónica.

"¿Qué? ¿Por qué? ¿Por qué alguien haría una cosa así? ¿Qué se supone que debemos

hacer con él? ", Preguntó la decano.

A veces Simon olvidaba que Dean Penhallow era muy joven, joven para ser una profesora,

y mucho más una decano. Otras veces recordaba ese hecho enérgicamente. Parecía tener tanto

pánico como Beatriz y Julie tenían.

"Es demasiado joven para ser enseñado," dijo Scarsbury, mirando hacia abajo desde la

escalera llena de gente. "Tal vez deberíamos contactar la Clave."

"Si el bebé necesita una cama," George ofreció, "Simon y yo podríamos mantenerlo en

nuestro cajón de los calcetines." Simon dio una mirada horrorizada George. George miró

angustiado.

Alec Lightwood se movía como una sombra a través de la multitud de estudiantes, muy

por encima de la mayor parte de ellos, pero no empujaba a nadie. Se movía en silencio,

persistentemente, hasta que estuvo donde quería estar: al lado de Magnus.

Cuando Magnus vio a Alec, todo su cuerpo se relajó. Simon ni siquiera había sido

consciente de la tensión funcionando a través de Magnus hasta que vio el momento en que

regresó la calma.

"Este es el niño brujo del que Simon estaba hablando," dijo Alec en voz baja, y asintió con

la cabeza hacia el bebé.

"Como puedes ver," dijo Magnus. "El bebé no sería capaz de pasar por un mundano. Su

madre claramente no lo quiere. Él está en un nido de Nephilims, y no puedo pensar, entre las

hadas, los cazadores de sombras o los hombres lobo, dónde en el mundo podría pertenecer."

La calma y la diversión de Magnus habían parecido infinitas hasta hace unos minutos.

Simon escuchó su voz deshilacharze, como una cuerda sobre la que se había puesto demasiada

tensión, y que pronto iba romperse.

Alec puso una mano en el brazo de Magnus, justo por encima del codo. Él agarró el brazo

de Magnus con firmeza, casi un ausente apoyo silencioso. Miró a Magnus y luego miró hacia abajo,

por un largo momento, pensativo, al bebé.

"¿Puedo sostenerlo?" Preguntó Alec.

La sorpresa voló sobre el rostro de Magnus, pero no se entretuvo. "Claro", dijo, y puso al

bebé en los brazos de Alec, y tendió a recibirlo.

Tal vez era que Alec había sostenido a un bebé más recientemente que Magnus, y sin duda

más a menudo que George. Tal vez era porque Alec llevaba lo que parecía ser un suéter

increíblemente antiguo, desgastado y suave por los años, que desaparecía de verde oscuro a gris,

con sólo trazas restantes del color original.

Cualquiera que fuese la razón, tan pronto Alec tomó al bebé, el lloriqueo suave cesó.

Todavía quedaba el zumbido de susurros urgentes, arriba y abajo el pasillo, pero el pequeño grupo

que rodeaba al niño de repente se encontró en un bolsillo de un tranquilo silencio.

El bebé miraba a Alec con ojos graves, solamente un tono más oscuros que los de él. Alec

miró de vuelta al bebé. Parecía tan sorprendido como cualquier otra persona por el repentino

silencio del bebé.

"Entonces", dijo Delaney Scarsbury. "¿Hay que ponerse en contacto con la Clave y poner

este asunto en manos de ellos, o qué?"

Magnus se convirtió en un torbellino de oro y fijó en Scarsbury una mirada que le hizo

encoger la espalda contra la pared.

"No tengo intención de dejar a un niño brujo a las entrañas de la Clave," Magnus declaró,

con la voz extremadamente fría. "Tenemos esto, ¿no es así, Alec?"

Alec seguía mirando hacia abajo en el bebé.

Levantó la vista cuando Magnus se dirigió a él, con el rostro aturdido brevemente, como

un hombre despertado de un sueño, pero su expresión fija con con una decisión repentina.

"Sí", respondió. "Lo tenemos."

Magnus reflejó el movimiento Alec había hecho antes, apretando el brazo de Alec en un

agradecimiento silencioso, o una muestra de apoyo. Alec volvió a posar la mirada sobre el bebé.

Se sentía como si un gran peso hubiese sido levantado del pecho de Simon. No era que él

hubiera estado verdaderamente preocupado de que él y George tuviesen a que criar al bebé en su

cajón de los calcetines o algo así... O posiblemente un poco preocupado, pero el fantasma de la

gran responsabilidad se alzaba ante él. Este era un pequeño niño abandonado e indefenso. Simon

sabía muy bien cómo los subterráneos eran vistos por los Cazadores de Sombras. Simon no

hubiera tenido ni idea de qué hacer. Magnus había tomado la responsabilidad. Había tomado el

bebé con ellos, tanto metafórica como realmente. Él no se había vuelto un lío mientras lo hacía. Él

no había actuado como si fuera una gran cosa en absoluto.

Magnus era un tipo genial.

Simon sabía que Isabelle había dormido otra vez en Alicante, así que tanto ella como Alec

estarían con su padre por una noche. Ella iba a ir la casa donde Ragnor Fell una vez había vivido,

donde había un teléfono que funcionaba. Catarina había establecido otro teléfono en la Academia

y le dijo que lo podía usar una vez. Tendrían una cita telefónica. Simon tenía la intención de decirle

lo geniales que habían sido Magnus y su hermano.

* * *

Magnus pensó que podría convertirse en el primer brujo registrado en la historia en tener

un infarto.

Estaba caminando por los jardines de práctica de la Academia de Cazadores de Sombras de

noche porque no podía quedarse dentro y respirar el aire sofocante con cientos de Nephilim más.

Ese pobre niño. Magnus apenas había sido capaz de mirarlo, él era tan pequeño y tan

indefenso. No podía hacer otra cosa que pensar en lo vulnerable que era el niño, y en la

profundidad de la miseria y el dolor que su madre debió haber tenido. Él sabía bajo qué tipo de

oscuridad eran concebidos y nacidos los Brujos. Catarina había sido criada por una familia amorosa

que había sabido lo que era, y la crió para ser quien era. Magnus había podido pasar por un

humano, hasta que ya no pudo.

Magnus sabía lo que pasaba con los niños Brujos que nacían visiblemente no humanos,

que sus madres y todo el mundo no podían decidirse a aceptar. No podía calcular cuántos niños

pudieron haber caído en las edades oscuras del mundo, que pudieron haber sido mágicos, que

pudieron haber sido inmortales, pero que nunca tuvieron do la oportunidad de vivir en absoluto.

Niños abandonados como lo había sido éste, o ahogados, como casi le pasaba a Magnus; niños

que nunca dejaron una marca mágica brillante en la historia, que nunca recibieron o dieron amor,

que nunca fueron nada más que un susurro decolorado en el viento, un recuerdo del dolor y la

desesperación desaparecidos en la oscuridad. Nada más dejaron esos niños perdidos, ningún

hechizo, ninguna una risa, ningún un beso.

Sin suerte, Magnus habría estado entre los perdidos. Sin amor, Catarina y Ragnor habrían

estado entre los perdidos. Magnus no tenía ni idea de qué hacer con este último niño perdido.

Dio las gracias, y no por primera vez, a cuaquiera que fuera la extraña hermosa fortuna

que le había enviado a Alec. Alec había sido quien llevó al bebé brujo por las escaleras hasta el

ático, y cuando Magnus había conjurado una cuna, Alec había sido quien colocó al bebé con

ternura dentro de ella.

Luego, cuando la pequeña cabeza azul del bebé había empezado a gritar, Alec había

levantado al bebé de la cuna y caminó con él, acariciando su espalda y murmurándole. Magnus

invocó suministros y trató de hacer leche de fórmula. Él había leído en alguna parte que uno debía

probar la temperatura de la leche por uno mismo, y terminó quemando su propia muñeca.

El bebé había llorado durante horas y horas y horas. Magnus suponía que no podía culpar

a la pequeña alma perdida.

El bebé finalmente dormía ahora que el sol se había puesto a través de las pequeñas

ventanas del ático, y todo el día se había ido. Alec estaba soñoliento, apoyado en la cuna del bebé,

y Magnus había sentido que tenía que salir. Alec simplemente había asentido cuando Magnus le

dijo que iba a salir por un soplo de aire. Posiblemente Alec había estado demasiado cansado como

para que le importara lo que Magnus hiciera.

La luna brillaba, redonda como una perla, convirtiendo el cabello del ángel en cristal

plateado, proyectando extensiones de luz de invierno. Magnus estaba tentado a aullarle a la luna

como un hombre lobo.

No podía pensar en ningún lugar al que pudiera llevar al niño, cualquier persona a la que

pudiera confiarle el niño y que lo quisiera, que pudiera encantarle. Apenas podía pensar en

cualquier lugar en este mundo hostil donde el niño pudiese estar a salvo.

Oyó el sonido de voces y pasos por tierra, tan tarde, en frente de la Academia. Otra

emergencia, pensó Magnus. Ha sido un día, y a este ritmo la Academia va a matarme.

Fue corriendo desde el jardin de prácticas hasta la parte delantera de la entrada, donde

vio a la última persona que esperaba volver a ver aquí en Idris: Lily Chen, la jefa del clan de los

vampiros de Nueva York, con las rayas azules en el pelo que combinaban con su chaleco azul y sus

zapatos de tacón dejando hendiduras profundas en la tierra.

"Bane", dijo. "Necesito ayuda. ¿Donde esta el?"

Magnus estaba demasiado cansado para discutir con ella: "Sígueme", dijo Magnus, y lideró

el camino de vuelta por las escaleras. A pesar de que ya sabía, se dijo a sí mismo que todo el ruido

que había oído fuera de la Academia no pudo haber sido Lily solamente.

Pensaba eso, pero él no sospechaba lo que estaba por venir.

Magnus había dejado atrás un niño dormido y a su amor desgastado, y cuando abrió la

puerta, era una escena de caos absoluto.

Por un momento parecía que había mil personas en su habitación, y luego Magnus se dio

cuenta de que la situación real era mucho peor.

Todos y cada uno de los miembros de la familia Lightwood estaban allí, cada uno de ellos

causando el ruido suficiente para diez. Robert Lightwood estaba allí, diciendo algo en su voz de

trueno. Maryse Lightwood estaba sosteniendo una botella y parecía estar agitándola alrededor,

dando un discurso. Isabelle Lightwood estaba de pie en la cima de un taburete sin ninguna razón

en el mundo que Magnus pudiera ver. Jace Herondale estaba, aún más misteriosamente, acostado

en el suelo de piedra, y al parecer había traído Clary, quien miró a Magnus como si estuviera

sorprendida por su presencia aquí también.

Alec estaba de pie en medio de la sala, en medio de la tormenta humana que era su

familia, sosteniendo al bebé de manera protectora contra su pecho. Magnus no podía creer que

fuera posible que su corazón se hundiera aún más, pero lo golpeó de alguna manera como el

mayor desastre en el mundo que el bebé estuviese despierto. Magnus se detuvo en el umbral,

mirando el caos, con la sensación de no estar seguro de qué hacer a continuación. Lily no tenía esa

duda.

"¡LIGHTWOOD!" Gritó Lily.

"Ah, sí, ¿Lily Chen? Creo." Dijo Robert Lightwood, volviéndose hacia ella con la dignidad

del Inquisidor y ninguna señal de sorpresa. "Recuerdo que eras representante interino para los

vampiros en el Consejo durante un tiempo. Me alegra verte de nuevo. ¿Qué puedo hacer por ti?"

Robert estaba haciendo obviamente todo lo posible para mostrar toda cortesía a un líder

vampiro importante. Magnus apreció eso, un poco.

A Lily no le importaba. "¡No es contigo!" Le espetó. "¿Quién eres siquiera?" Sus cejas

negras gruesas se dispararon hacia el cielo.

"Soy el Inquisidor", Dijo Robert. "Yo fui el director del Instituto de Nueva York durante más

de una década."

Lily puso los ojos oscuros. "Oh, felicitaciones, ¿quieres una medalla? Necesito Alexander

Lightwood, obviamente ", dijo Lily, y miró mas allá de Robert, mirando y Maryse a su hijo. "¡Alec!

¿Conoces al del concesionario de las hadas, Mordecai? Él ha ido a vender frutas a los mundanos en

el borde de Central Park. ¡De nuevo! ¡Es él otra vez! Y luego Elliott mordió a un mundano que

había participado ".

"¿Él le reveló su naturaleza vampírica a cualquier persona en estado de ebriedad?" Robert

preguntó bruscamente.

Lily le lanzó una mirada fulminante, como si se preguntara por qué estaba todavía aquí,

luego volvió su atención a Alec. "Elliott realizó una danza llamada La Danza de los Veintiocho Velos

en Times Square. Está en YouTube. Muchos comentaristas la describieron como la danza erótica

más aburrida jamás realizada en la historia del mundo. Nunca he estado tan avergonzada en mi

no-vida. Estoy pensando en dejar de ser el líder del clan y convertirme en monja vampiro."

Magnus notaba que Maryse y Robert no tenían la mejor relación, y casi nunca se hablaban

entre sí, pero ahora parecían tener una breve consulta en susurros acerca de lo que podría ser

YouTube.

"Como la actual jefa del Instituto de Nueva York", dijo Maryse, con un intento de firmeza,

"Si hay actividad Subterranea ilegal sucediendo, debe ser reportada a mí."

"Yo no hablo con Nephilims sobre asuntos Subterraneos", dijo Lily severamente. Los

padres Lightwood la miraron, y luego giraron sus cabezas en sincronía para mirar a su hijo. Lily hizo

un ademán desdeñoso en su dirección. "A excepción de Alec, que es un caso especial. El resto de

ustedes Cazadores de Sombras solo llegan, aplican su preciosa Ley, y cortan las cabezas de la

gente. Nosotros, los subterráneos podemos manejar nuestros asuntos nosotros mismos. Ustedes

Nephilim pueden irse a cortar cabezas demonios y yo consultaré con ustedes tan pronto como se

produzca una próxima actividad, en lugar de la próxima gran molestia, que tendrá lugar

probablemente el martes, y de la cual, Maia, Alec y yo nos ocuparemos, así que por favor, deja de

interrumpirme. Alec, ¿Se puede confiar en esta gente?"

“Ellos son mis padres,” Alec dijo. “Sé sobre el fruto de las hadas. Las hadas han estado

tomando cada vez más ventajas últimamente. Ya le envié un mensaje a Maia. Ella ha puesto a Bat

y a otros miembros de la manada a vigilar el parque. Los amigos de Bat irán por Mordecai; ellos

podrán entenderse con el. Y tú tienes que mantener a Elliot lejos del parque. Tú sabes como es él

con el fruto de las hadas. Tu sabes que él mordió a ese mundano a propósito.”

“Pudo haber sido un accidente” Lily murmuró.

Alec le dio una mirada llena de escepticismo. “Oh, así que el ya va por su accidente

numero 17? Tiene que parar o de lo contrario va a perder el control y va a matar a alguien. No

mato a ese hombre, el no lo hizo, cierto?”

“No,” Lily respondió hoscamente “Detuve a Elliot a tiempo. Ya se que lo vas a matar y que

luego me vas a dar tu mirada de decepción” Ella hizo una pausa “Estas seguro de que los

Licántropos tienen la situación bajo control?”

“Si,” dijo Alec “No era necesario que vinieras a Idris y derramaras todo este asunto sobre

los subterráneos en frente de mi familia”

“Si ellos son tu familia, han de saber que puedes manejar cosas como estas,” Lily dijo

despectivamente. Ella paso sus manos a través de su liso cabello negro, dejándolo ligeramente

desordenado. “Esto es un gran alivio. Oh” Ella agregó, como si recién lo notara “Estas cargando

aun bebe”

Lily parecía tener mirada de rayos láser.

Luego de la guerra con Sebastian, los Cazadores de sombras se habían visto enfrentados a

la traición de las Hadas y a la crisis de varios Institutos caídos y por supuesto, con la perdida de

varios Nefilim que habían sido Oscurecidos y posteriormente perdidos durante la guerra, dos

guerras en un año.

Ellos no habían tenido mucho tiempo para vigilar a los subterráneos, pero los mismos

subterráneos habían tenido grandes pérdidas también. Las antiguas estructuras que habían

mantenido su sociedad en pie desde siglos, como el Praetor Lupus, terminaron siendo destruidas

durante la guerra. Las hadas estaban esperando por una oportunidad para rebelarse. Y tanto el

clan de hombres lobos y como el de vampiros de New York tenían nuevos lideres. Ambas, Lily y

Maia eran jóvenes para ser lideres, y habían logrado inesperadamente, el liderazgo. Ambas, se

habían encontrado a si mismas, debido a la falta de experiencia y a la no falta de intentos, en

problemas.

Maia había llamado a Magnus para preguntar si podía visitarlo y de paso pedirle consejo

en algunas cosas. Cuando llegó, ella arrastró a Lily para que la acompañara.

Lily, Maia, y Magnus estaba sentados alrededor de la mesita de café de Magnus gritándose

los uno al otro por horas.

“No puedes simplemente matar a alguien, Lily!” Maia no dejaba de repetir.

Y Lily simplemente contestaba “Explícame por qué no puedo.”

Alec estaba de mal humor ese día, casi se había dislocado el brazo en una pelea con un

dragón demoníaco. Había estado escuchando apoyado en la encimera de la cocina, escuchándolos

mientras le mandaba mensajes a Jace del tipo X Q HAS DICHO Q ESAS COSAS STABN EXTINTAS

CUANDO NO STABN EXTINTAS y también cosas como X Q ERES DE LA FORMA Q ERES

Hasta que se le acabo la paciencia

“Sabes Lily,” El dijo en un tono frío, dejando a un lado su teléfono “que gastas mas de la

mitad del tiempo que hablas en molestar a Magnus y Maia en lugar de sugerir alguna solución a

los problemas? Y de paso haces que ellos gasten la misma cantidad de tiempo discutiendo contigo.

Lo que significa que desperdicias el tiempo de todos. Ese no es un comportamiento muy eficiente

por parte de un líder”

Lily estaba tan sorprendida que su expresión se torno en blanco por un momento,

luciendo realmente joven, antes de que siseara “Nadie te pidió tu opinión, Cazador de sombras”

“Soy un Cazador de Sombras,” Dijo Alec, manteniendo la calma “El asunto de la sirenas. El

instituto de Rio de Janeiro tuvo el mismo problema hace unos años atrás. Se todo sobre el caso.

¿Quieres que te hable de ello? O prefieres terminar con media de docena de turistas ahogados en

un bote rumbo a Staten Island, mientras un montón de Cazadores de sombras te hacen incomodas

preguntas, y una pequeña vocecita en tu cabeza te dice ¨Wow, desearía haber escuchado a Alec

Lightwood cuando tuve la oportunidad'."

Se hizo el silencio. Maia puso una galleta entera en su boca y espero pacientemente. Lily

se cruzo de brazos y lo miro enfurruñada.

“No malgastes mi tiempo, Lily” Le dijo Alec “ ¿Que es lo que quieres?”

“Quiero que te sientes y me ayudes, supongo” Lily le gruño.

Alec tomo asiento.

Magnus no esperaba que la reunión pasara mas allá de un par de minutos, mucho menos

esperaba ser testigo de cómo florecía la relación entre Alec y Lily. Alec no solía sentirse cómodo

con los vampiros, pero eso era antes. Ahora, Alec siempre acudía cuando estos lo llamaban, lo que

era bastante recurrente. Cada vez que Lily acudía con algún problema, al principio con arrogancia

y cierto aire de desgano que luego se tornaba en exigente confianza, Alec no descansaba hasta

encontrar una solución.

Un jueves por la noche Magnus había oído el timbre de la puerta y camino por la

habitación para encontrar a Alec poniéndose las gafas, y se dio cuenta de que las reuniones de

emergencia ocasionales ahora eran reuniones regulares.

Maia, Lily y Alec había extendido un mapa de New York para demarcar las áreas de mayor

problema y debatir posibles soluciones mientras Lily hacia sucias bromas sobre hombros lobos,

ellos incluso se llaman lo unos a los otros cuando necesitaban algún tipo de ayuda. Tanto

subterráneos como cazadores de sombras que iban a New York sabían que se encontrarían con un

poderoso grupo de Subterráneos y Cazadores que cooperaban entre si para mantener el orden.

Ellos incluso podían buscarlos y pedir su cooperación en caso de que se les presentara algún

inconveniente.

Magnus se dio cuenta que desde ese momento su vida seria así, sin embargo no la

cambiaria por nada.

“Me gusta tanto Alec,” Le dijo Lily unos meses atrás en una fiesta., cuando ya estaba

borracha y su pelo estaba lleno de purpurina “ En especial cuando se pone insolente conmigo. Me

recuerda a Raphael.”

“Como te atreves,” Le respondió Magnus “Estas hablando del hombre que amo”

El estaba tras la barra, preparando cócteles. El chaleco de su esmoquin brillaba en la

oscuridad, lo que hacia su trabajo mas fácil en el sombrío ambiente de la fiesta. Había estado

hablando sin pensar, casualmente, cuando de pronto se detuvo, el cristal de la copa que tenía

entre sus manos lanzo destellos turquesa bajo las luces. Ellos estaban hablando de Raphael,

incluso bromeando sobre él, como si todavía estuviese vivo.

Lily había sido un aliado y un importante apoyo para Raphael. Ella había sido

absolutamente leal.

“Bueno, yo amaba a Raphael,” Dijo Lily “sin embargo, Raphael nunca amó a nadie, yo lo

sabia muy bien. Pero él era mi líder. Si comparo a alguien con él, es todo un halago. Me gusta Alec.

Me gusta Maia también.” Ella le miro con sus grandes ojos entornados, sus pupilas tan dilatadas

que parecían casi completamente negras.” En cambio tú, nunca me has agradado del todo,

Raphael decía que eras un idiota, pero un idiota en el que se podía confiar.”

Magnus sabia que Raphael había amado a muchas personas. El amaba a su familia mortal.

Tal vez Lily no sabía sobre ellos: Raphael siempre fue extremadamente cuidadoso con ellos.

Magnus también tenia la sensación de que Raphael había amado a Lily, aunque no de la misma

manera en que ella lo hacia.

El sabía que Raphael había confiado en ella. Que había confiado en el. Ellos habían

permanecido juntos, aquellos dos en quienes Raphael había confiado, en uno de esos terribles

momentos de silencio por aquellos que habían partido y nunca mas volverían.

“¿Quieres otro trago?” Magnus le pregunto “Puedes confiar en mi para que te prepare

otro trago”

“Estoy lista para la fiesta, me siento particularmente entusiasmada” Lily le dijo, Miro a lo

lejos mientras Magnus le preparaba su bebida, sus ojos fijos en la lluvia de purpurina que caía

desde el techo casi imperceptiblemente “Nunca llegué a pensar que tendría que liderar el clan.

Pensé que Raphael siempre iba a estar ahí. Si no fuera por las que tengo con Alec y Maia, no sabría

que hacer la mayoría del tiempo. Una mujer lobo y un Cazador de sombras. ¿Crees que Raphael

estaría avergonzado de mi?”

Magnus deslizo la copa de Lily por la barra “No, no lo creo” le respondió.

Lily sonrió, un destello de sus colmillos bajo sus labios color ciruela, tomo su copa y se fue

hasta donde estaba Alec.

Ahora, Lily estaba a un lado de Alec, luego de seguirlo hasta Idris, mirando al bebe que

sostenía en sus brazos.

“Hola pequeño,” Lily susurro acercándose al bebe mientras hacia chasquear sus dientes.

Jace rodó ligeramente desde el suelo y se puso en pie. Robert, Maryse e Isabelle en

cambio, pusieron sus manos sobre sus respectivas armas. Lily chasqueo sus dientes una vez mas,

totalmente inconciente de que la familia Lightwood estaba preparada para saltar sobre ella y

hacerla pedazos. Alec miro a u familia por sobre la cabeza de Lily y movió su cabeza en un

pequeño pero firme gesto de negación. El bebe miró los relucientes colmillos de Lily y comenzó a

reír. Lily hizo un chasqueo una vez mas con sus dientes y el bebe rompió a reír de nuevo.

“¿Qué?” Lily preguntó, mirando a Alec y mostrándose repentinamente tímida “Cuando

estaba viva siempre me gustaron los niños. La gente decía que era buena con ellos.” Ella sonrió

tímidamente “Ha sido un tiempo desde eso”

“Eso es genial,” dijo Alec “Tu puedes cuidar ocasionalmente de él entonces”

“Ha-ha, Soy la líder del clan de vampiros de New York y soy demasiado importante como

para eso” Lily le respondió “Pero podría cuidarlo cuando pase por tu casa”

Magnus se pregunto cuanto tiempo pensaba Alec que estaría el bebe con ellos. Alec

parecía estar seguro de que seria mucho tiempo, y por como iban las cosas, Magnus temía que

Alec tuviese la razón.

Miro a Alec, su cabeza inclinada hacia el bebe en sus brazos, acercándose a Lily mientras

ambos le murmuraban. Alec no se veía incomodo, pensó. En cambio Lily, luego de estar

susurrándole por un tiempo al bebe, empezó a verse repentinamente incomoda.

“Se me acaba de ocurrir que tal vez estoy molestando” Ella dijo.

“Oh, ¿en serio?” Le pregunto Isabelle con los brazos cruzados “¿Tu crees?”

“Lo siento, Alec” Dijo Lily, mostrándose arrepentida solo con él “Nos vemos en New York.

Vuelve pronto o de seguro algún idiota va quemar alguna cosa. Adiós Magnus, otros Lightwoods.

Adiós pequeño.”

Ella se puso en puntillas sobre sus altas botas de tacón, beso a Alec en su mejilla, y salio de

la habitación.

“No me agrada la actitud de los vampiros” Robert rompió el silencio que se instalo luego

de que Lily se fuera.

“La de Lily no esta mal” Dijo suavemente Alec.

Robert no volvió a decir una palabra en contra de Lily. El estaba siendo cuidadoso

alrededor de su hijo, Magnus lo había notado, dolorosamente cuidadoso, pero fue Robert quien

había hecho necesario ese dolor. Robert había sido desconsiderado con su hijo en el pasado.

Pasaría bastante tiempo de dolor y cuidados antes de que las cosas volviesen a estar bien entre

ellos.

Ambos lo estaban intentando. Esa era la razón por la cual Alec había quedado de tomar

desayuno junto a su padre por la mañana.

Aunque Magnus no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo Robert Lightwood en la

Academia de Cazadores en medio de la noche.

Por no hablar de Maryse, que debería estar al cuidado del Instituto de New York. O de Jace

e Isabelle.

Magnus en cambio siempre le alegraba ver a Clary.

“Hola, galletita”

Clary se acerco a la puerta y le sonrió, mil galones de problemas en un cuerpo diminuto.

“Hola”

“Que hay…”

La intención de Magnus era preguntar discretamente que era lo que estaba pasando, pero

fue interrumpido por Jace, quien estaba tendido en el suelo de nuevo. Magnus miro hacia abajo,

algo distraído.

“¿Que estas haciendo?”

“Estoy rellenando las grietas,” dijo Jace “Fue idea de Isabelle”

“Tome una de tus camisas para hacerlo,” Isabelle le dijo “No es una de sus camisas

bonitas, obviamente. Es una de las camisas que no te van y que por lo tanto no deberías volver a

usar.”

El mundo fue brevemente borroso frente a los ojos de Magnus “¿Que hiciste que?”

Isabelle lo miro fijamente desde el taburete donde estaba de pie, con las manos en las

caderas.

“Estamos haciendo a prueba de niños toda la suite. Si es que puedes llamar a esto una

suite. Toda esta academia es una trampa mortal para un bebe. Después que terminemos aquí,

vamos a hacer a prueba de niños el loft.”

“Ustedes no van a entrar a nuestro apartamento” Magnus le dijo

“Alec me dio un juego de llaves que dicen todo lo contrario” Isabelle le respondió.

“Yo hice eso” Alec dijo “Le di las llaves a ella. Perdóname, Magnus, te amo, pero no sabia

que ella se iba a hacer algo como esto”

Por lo general Robert parecía un poco incomodo cuando Alec expresaba afecto por

Magnus. Esta vez, sin embargo, él estaba mirando fijamente al bebe brujo y ni siquiera parecía

estar escuchando nada. Magnus estaba empezando a sentirse cada vez mas perturbado por las

vueltas que esa noche estaba tomando.

“¿Por que eres así?” Magnus preguntó a Isabelle “¿Por que?”

“Piensa en ello,” dijo Isabelle “Tenemos que lidiar con las grietas. El bebe puede gatear por

ahí y su mano o pie puede quedar atrapado en una grieta! El puede hacerse daño. Tu no quieres

que el bebe se haga daño, ¿verdad?”

“No,” dijo Magnus “y tampoco tengo la intención de romper toda mi vida en tiras y

reorganizarla a causa de un bebé”

Lo que dijo sonaba bastante razonable para él. Por lo que sorprendió cuando Robert y

Maryse se rieron.

“Oh, recuerdo que yo también pensaba de esa manera” dijo Maryse “descuida, vas a

aprender.”

Había algo extraño en el tono que uso Maryse. Ella sonaba cariñosa. Usualmente ella era

cuidadosamente educada o profesional a su alrededor. Ella nunca había sido afectuosa con el.

“Yo esperaba esto,” declaró Isabelle “Simon me dijo todo sobre el bebe por teléfono. Yo

sabía que ustedes estarían aturdidos y abrumados. Así que fui por mamá y ella contactó a Jace, y

él estaba con Clary, y todos vinieron de inmediato a ayudarlos.”

“Eso es muy amable de su parte” dijo Alec.

Había un cierto aire de sorpresa en su tomo, que Magnus podía entender perfectamente,

pero también parecía conmovido, algo que Magnus no entendía en absoluto.

“Oh, es un placer,” Maryse le dijo a su hijo. Ella avanzo hacia Alec, con las manos

extendidas hacia el bebé. A Magnus le recordó a un ave de presa, con las garras extendidas

hambrientamente. “¿Me dejas sostener al bebé? Soy la que tiene mayor experiencia con bebés en

esta habitación después de todo.”

“¡Eso no es verdad, Alec!” dijo Robert “¡Eso no es cierto! Yo estuve muy involucrado con

ustedes cuando eran más pequeños. Soy excelente con los bebés”

“Según recuerdo,” Maryse le dijo “tú los hacías rebotar”

“Lo bebés adoran eso,” Robert afirmó “los bebé aman rebotar”

“Hacerlos rebotar hace que los bebés vomiten”

“Hacerlos rebotar hace que los bebes vomiten con alegría”

Magnus pensó, durante unos minutos, que la única posible explicación para explicar lo que

estaba pasando era que toda la familia estaba ebria. Pero ahora, estaba llegando a una conclusión

peor.

Isabelle había llegado, en un torbellino de organización, para hacer a prueba de niños la

suite completa. Ella incluso había persuadido a Jace y Clary para que la ayudaran, Y Maryse le

estaba hablando al padre de sus hijos afectuosamente, como nunca antes lo había hecho, y ahora

ella quería cargar al bebé. Sin lugar a dudas, Maryse estaba experimentando la fiebre por ser

abuela.

Los Lightwood pensaban que ellos se iban a quedar con el bebé.

“Necesito sentarme,” murmuro Magnus con voz hueca. Afirmándose del marco de la

puerta para no caer.

Alec lo miró, sorprendido y preocupado. Inmediatamente sus padres tomaron la

oportunidad para extender sus manos en dirección al bebé, haciendo retroceder a Alec. Jace se

levanto del suelo, justo tras su Parabatai, Alec tomo su decisión a penas lo vio y puso al bebé en

los brazos de su Parabatai quedando libre para alejar a sus padres.

“Mamá, papá, tal vez no sea buena idea que lo agobien” Magnus escucho como los

intentaba calmar.

A Magnus le pareció, que por alguna razón, eso debería ir dirigido hacia él en vez de al

bebé. Pero era normal que se preocuparan mas por el bebé, pensó. Por lo que él sabia, Jace no

estaba acostumbrado a tratar con niños. No era como si los Cazadores de sombras solieran cuidar

de los niños de su calle.

Jace sostenía al bebé torpemente. Su cabello dorado, lleno de pelusas y basuras del suelo,

cayendo sobre el serio rostro del bebé.

El bebé ya estaba vestido, notó Magnus. Llevaba un pijama naranja, y la parte de los pies

del pijama tenia forma de patitas de zorro. Jace paso su sucia mano por los pies de zorro, sus

largos dedos de músico con cicatrices de guerrero a través de ellos, provocando que el bebe diera

una súbita sacudida entre sus brazos. Magnus se abalanzo hacia adelante, dándose cuenta de lo

que estaba haciendo solo cuando ya había recorrido la mitad de la habitación. También se dio

cuenta de que todos en la sala se habían abalanzado en dirección al bebé. Excepto Jace, que

todavía sostenía al bebe que no dejaba de retorcerse.

Jace pareció entrar en pánico por un momento, entonces se relajo y miró a todos con su

habitual aire de superioridad.

“Esta bien,” les dijo “El esta bien”

El miro a Robert, claramente recordando lo que él había dicho, y empezó a lanzar

suavemente al bebe hacia arriba. El bebe se sacudió y le dio un pequeño golpe en la mejilla a Jace.

“Eso es bueno,” Jace lo incitó “Eso esta muy bien. Tal vez deberías golpear un poco más

fuerte la próxima vez. En un tiempo más vamos a tenerte golpeando demonios en la cara.

¿Quieres golpear demonios conmigo y Alec? ¿Quieres? Obviamente tu quieres.”

“Jace, querido” Maryse le dijo cariñosamente “dame al bebé”

“Clary, ¿quieres tomar al bebé?” Preguntó Jace en un tono que parecía estar ofreciéndole

un gran honor a su amada dama.

“Estoy bien” respondió Clary.

Los Lightwood, incluido Jace, la miraron con un poco de tristeza y asombro, como si ella

acabara de demostrar que estaba un poco loca.

Isabelle se bajo del taburete en el que estaba en el mismo momento en que todos ellos ya

se abalanzaban hacia el bebé para tomarlo en brazos. Ella miro a Magnus.

“¿Vas a bloquear a tus padres para poder sostener al bebé?” Magnus le preguntó.

Isabelle se rió suavemente “No, por supuesto que no. Su biberón va a estar listo pronto.

Entonces…” La expresión de Isabelle cambio a una de terrorífica determinación “voy a dárselo al

bebé. Mientras eso pasa, puedo ayudaros a encontrar el nombre perfecto para él.”

“Nosotros estuvimos hablando sobre en el viaje desde Alicante” dijo Maryse, su voz

sonando llena de ansiedad.

Robert hizo otros de sus inquietantemente rápidos movimientos felinos, esta vez para

llegar al lado de Magnus. Y puso su pesada mano sobre su hombro. Magnus miro su mano y no

pudo evitar sentirse profundamente inquieto con el gesto.

“Por supuesto, es una decisión que deben tomar tu y Alec” Robert le aseguro.

“Por supuesto,” coincidió Maryse, quien nunca estaba de acuerdo con Robert en nada “No

queremos imponerles nada que los haga sentir incómodos. Jamás querría que el pequeño tuviese

un nombre asociado a algo que les provocara tristeza, o que ustedes se sintieran en la obligación

de hacerlo. Pero nosotros pensábamos que…Bueno, considerando que lo brujos suelen escoger un

nombre por su propia cuenta, eso hace que Bane no se aparte de una tradición familiar…Por lo

que nosotros pensamos que tal vez quieran considerar, no como una obligación si no más bien en

memoria…”

Isabelle dijo, en voz clara “Max Lightwood”

Magnus se encontró a si mismo parpadeando en parte perplejo, pero también con otro

tipo de sentimiento difícil de explicar inundándolo. Su visión se torno borrosa una vez más y algo

en su pecho se retorció.

El error que estaban cometiendo los Lightwood era ridículo, pero aun así Magnus no tuvo

el valor de rechazar su propuesta, en especial por la forma en que la habían hecho, de forma tan

genuinamente sincera.

Era un bebe brujo, y ellos eran cazadores de sombras. Max Lightwood era el nombre del

hijo más pequeño de los Lightwood. Era un nombre de los suyos.

“Pero si nos les gusta ese nombre…pueden llamarlo Michael. Michael es un bonito

nombre.” Robert ofreció luego del largo silencio. El se aclaro la garganta luego de hablar,

desviando la mirada hacia la ventana, mirando el bosque de la Academia.

“O pueden usar ambos apellidos,” Isabelle les dijo, su voz sonando aguda “¿Lightwood-

Bane o Bane-Lightwood?”

Alec se movió, acercándose al bebé no para tomarlo pero si para tocarlo. El bebé se estiro

para alcanzarlo, su pequeña mano se aferro a uno de los dedos de Alec, como pidiéndole que

volviera por él. La expresión de Alec se había tornada en una afligida al escuchar el nombre de su

hermano, pero cambio inmediatamente con aquel pequeño gesto a una mas calida sonrisa.

“Magnus y yo todavía no hemos hablado sobre eso, tenemos que pensarlo,” el dijo en voz

baja. Su voz sonó firme a pesar de que fue en un tono bajo.

Magnus vio a Robert y Maryse asentir en acuerdo, casi inconscientemente. “Pero también

estaba pensando en Max.”

Fue entonces que Magnus comprendió la magnitud de la situación. No era solo una

conclusión descabellada a la que Isabelle había saltado para después convencer improbablemente

a todos los demás. No eran solo los Lightwood.

Alec también creía que él y Magnus iban a quedarse con el bebé.

Esta vez Magnus si fue a sentarse, en una de las desvencijadas sillas que tenía un cojín

traído de su hogar. No podía sentir sus dedos. Pensó que posiblemente estaba en shock.

Robert Lightwood lo siguió.

“No pude evitar darme cuenta de que el bebé es azul” dijo Robert “Los ojos de Alec son

azules. Y cuando haces”- Hizo un gesto extraño y perturbador con la mano, y luego el sonido

whoosh –“magia, en ocasiones aparece una luz azul”.

Magnus lo miró fijamente “No logro ver cuál es tú el punto”

“Si hiciste al bebé para ti y Alec, me lo puedes decir” declaro Robert. “Soy un hombre de

mente muy abierta. O Estoy tratando de serlo. Me gustaría serlo. Yo comprendería”

“¿Si yo…hice…al bebé...?” Repitió Magnus.

No estaba seguro por dónde empezar. Había imaginado que Robert Lightwood sabía cómo

se hacían los bebes.

“Con magia”, susurró Robert.

“Voy a pretender que nunca me dijiste eso”, dijo Magnus. “Voy a pretender que nunca

tuvimos esta conversación”

Robert guiño el ojo, como si se entendieran el uno al otro. Magnus estaba anonadado.

Los Lightwood continuaron su misión de volver la suite segura, alimentar al bebé y

sostener al bebé todos al mismo tiempo. Luz mágica por todos lados, llenando el pequeño espacio

del ático, brillaba y quemaba en la vista de Magnus.

Alec pensaba que iban a conservar al bebé. Quería nombrarlo Max.

***

“Vi a Magnus Bane y a una sensual vampiresa en el pasillo” anunció Marisol al pasar la

mesa de Simon.

Jon Cartwright cargaba su bandeja, y estuvo a punto de tirarla. "Una vampiresa", repitió él

"¿En la academia?"

Marisol levantó la vista hacia el escandalizado rostro y asintió "Una muy sensual".

"Esas son las peores" dijo Jon.

"Entonces tú no eras tan malo Simon" recalcó Julie mientras Marisol seguía caminado,

relatando su historia de una atractiva vampiresa.

"Saben" dijo Simon, " A veces pienso que Marisol va demasiado lejos. Sé que le gusta jalar

la correa de Jon, pero nadie es tan tonto para creer en un brujo bebé y un vampiro en el mismo

día. Es demasiado. No tiene sentido. Jon se va a dar cuenta".

Dio un empujón con su cuchara a un bulto misterioso en su estofado. La cena estaba muy

retrasada esta noche, y muy coagulada. Marisol hablando sobre vampiros contribuyó a poner la

idea en su cabeza: Simon reflexiono sobre beber sangre y pensó que no podía ser peor que esto.

"Uno pensaría que ella ya había recibido suficientes emociones por un día" concordó

Simon.

"Me pregunto cómo le estará yendo a ese pobre bebé. Estaba pensando, ¿Creen que

pueda cambiar de colores como un camaleón? ¿Qué tan genial sería eso?"

Simon se animó. "Muy genial".

"Nerds", dijo Julie.

Simon tomó el comentario como un cumplido. Sentía que George realmente había

progresado mucho bajo su tutela. Incluso había comprado, voluntariamente, novelas gráficas

cuando estuvo en Escocia durante la navidad. Quizá algún día el discípulo se volvería el maestro.

"Esto es mala suerte para ti, Simon" dijo George "Sé que querías hablar con Alec".

El breve momento de alegría de Simon se esfumó, y se dejó caer con su cara en la mesa.

"Olvidemos lo de hablar con Alec. Cuando fui a decirles acerca del bebé, interrumpí a Alec y

Magnus. Si antes no le agradaba a Alec, seguro ahora me odia".

Otro recuerdo de antaño surgió en la mente de Simon, absolutamente indeseable: la cara

furiosa y pálida de Alec mientras miraba a Clary. Tal vez Alec también odiaba a Clary. Quizá una vez

que lo ofendían él nunca olvidaba y nunca perdonaba y los odiaría a ambos por siempre.

Sus desagradables suposiciones fueron interrumpidas por un escándalo alrededor de la

mesa.

"¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Crees que Magnus parecía un amante atlético pero

gentil? “Preguntó Julie con tono exigente.

"¡Julie!" dijo Beatriz.

"Gracias, Beatriz" dijo Simon.

"No digas ni una palabra Simon" dijo Beatriz. "No hasta que haya adquirido pluma y papel

para poder tomar nota de todo lo que digas. Lo siento Simon, pero son famosos y las celebridades

tienen que soportar este interés en sus vidas amorosas. Son como Brangelina".

Beatriz hurgó en su bolso hasta que encontró un cuaderno y lo abrió, mirando a Simon con

aire expectante.

Julie, nacida y criada en Idris, hizo una mueca. "¿Qué es Brangelina? Suena como un

demonio"

"¡No es cierto!" protestó George "Yo creo en su amor".

"No son como Brangelina", dijo Simon "¿Cómo los llamarías, Algnus? Eso suena como una

enfermedad de los pies".

"Obviamente los llamarías Malec" dijo Beatriz "¿Acaso eres estúpido, Simon?

"¡No me distraerán!" dijo Julie "¿Magnus tiene perforaciones? Por supuesto que tiene.

¿Cuándo perdería una oportunidad para brillar?"

"No me di cuenta, y aunque me hubiese dado cuenta, no lo discutiría" dijo Simon

"Oh, ¿por qué los mundanos siempre se obsesionan con las celebridades y sus vidas

amorosas?" dijo Beatriz "Véase Brangelina y ese grupo juvenil con el que George está

obsesionado. Tiene toda clase de teorías sobre sus vidas amorosas".

"¿Qué...Banda juvenil...con la que George está obsesionado?" Preguntó Simon

lentamente.

George se veía sospechoso "No quiero hablar de eso. La banda está pasando por

situaciones muy difíciles últimamente y eso me pone muy triste".

Demasiadas cosas perturbadoras y desconcertantes le habían ocurrido a Simon hoy.

Decidió dejar de pensar en George y la banda juvenil.

"Yo soy el que creció a un viaje en colectivo de distancia de Broadway, yo sé que las

personas se interesan demasiado por las vidas de las celebridades" dijo "Pero es muy raro para mí

que ustedes se obsesionen con Jace o Magnus. Es raro para mí que Jon persiga a Izzy con la lengua

de fuera".

"¿Entonces el que a George le guste Clary también es raro? Preguntó Beatriz.

“¿Acaso este es el día de traicionar a George, Beatriz?” inquirió George “Si, Puede que

haya tenido algunos pensamientos acerca de ciertas damas de bolsillo, ¡pero nunca hablaría de

ellos contigo! ¡No me gustaría volverlo incomodo!

“¿Damas de bolsillo?” Simon lo miró fijamente “Felicitaciones, lo volviste incómodo”

George, avergonzado, bajo la cabeza.

“Es raro para mí porque todo el mundo actúa como si conocieran a personas famosas,

pero yo si conozco a estas personas. No son imágenes, como afiches para colgar en una pared. No

son para nada como ustedes creen que son. Tienen derecho a su privacidad. Es raro para mí

porque veo a todo el mundo actuando como si supieran quienes son mis amigos, cuando solo

conocen una pequeña parte de ellos, y es raro para mí ver a personas actuar como si tuvieran

alguna especie de derecho sobre mis amigos y sus vidas”.

Beatriz dudó, luego bajó su pluma. “De acuerdo”, dijo ella. “Me doy cuenta de que es raro

para ti, pero- Eso surgió de esa admiración que todos tenemos hacía lo que hacen. La gente actúa

como si los conocieran porque quieren conocerlos. Y ser admirado significa que tienen muchísima

influencia sobre otras personas. Puedan hacer mucho bien con eso. Alec Lightwood es la

inspiración de Sunil para ser cazador de sombras. Y tú Simon. Mucha gente te sigue porque te

admiran. Puede que haya algo de rareza en ser admirado de ese modo, pero creo que en su mayor

parte es bueno”.

“Oh, no es igual en mi caso” musitó Simon. “Quiero decir, ni siquiera recuerdo. Me refería

a mis amigos. Incluyendo a Alec, quien es… mi amigo a quien no le agrado. Ellos son los

especiales”.

No podía ser genial y seguro de sí mismo como Magnus o Jace. No tenía idea de a qué se

refería Beatriz. Además, ahora sentía paranoia sobre si habría personas preguntándose si tenía

perforaciones.

Beatriz dudó otro momento, para después desprender la página en la que había escrito y

rolarla en una bola. “Tú también eres especial Simon” dijo, sonrojándose. “Todo el mundo lo

sabe”.

Simon miró su cara enrojecida y recordó que George había mencionado que alguien

gustaba de él. Había pensado por un momento que podía ser Julie. Y aunque habría sido raro y

extrañamente halagador haber influenciado los sentimientos de una gélida princesa cazadora de

sombras con sus encantos masculinos, él supuso que Beatriz tenía más sentido. Él y Beatriz eran

muy buenos amigos. Beatriz poseía la mejor sonrisa en toda la academia. Simon habría estado

emocionado de tener una amiga atractiva que gustara de él cuando vivía en Brooklyn.

Ahora se sentía, principalmente, muy incómodo. Se preguntó si él debía desalentar a

Beatriz de la mejor manera posible.

Julie carraspeó. “Sólo para que lo sepas…” dijo, “Ha habido preguntas invasivas acerca de

ti. También hubo un incidente en el que alguien trató de robar uno de tus calcetines usados y

conservarlo como un trofeo”.

“¿Quién fue la persona del calcetín?” exigió saber Simon “Eso es repugnante”.

“Nunca les decimos nada”, dijo Julie. “Y puede que pregunten una vez, pero nunca vuelven

a hacerlo”. Ella frunció el labio revelando sus dientes. Se veía como una tigresa rubia que gruñía.

“Porque tú eres una persona real para nosotros, Simon. Y eres nuestro amigo”

Movió el brazo a través de la mesa y tocó la mano de Simon, luego la retiró como si la

hubiesen quemado. Beatriz tomo la mano de Julie tan pronto como ésta la retiró, la levantó de su

silla y la dirigió hacia la esquina de la habitación donde la comida estaba colocada.

Ninguna de ellas necesitaba más comida. Apenas y habían tocado su estofado. Simon miró

mientras se alejaban, y después mientras cuchicheaban de pie en susurros frenéticos.

“Bueno, amabas parecen estar extrañamente alteradas”

George puso los ojos en blancos. “Vamos Si, no seas tonto.”

“No puedes pensar…” dijo Simon. “No puede ser que las dos… ¿Gusten de mí?

Hubo un silencio muy largo.

“¿Ninguna de las dos está interesada en ti?" Preguntó Simon. “Haces ejercicio. ¡Y tienes

acento escocés!”

“No me lo restriegues. Quizá intimido a las chicas, porque mis agudos ojos ven lo más

profundo de sus almas”, dijo George. “O tal vez se sientan intimidadas por mi apariencia. O quizá…

Por favor no me hagas hablar de cuan solo estoy”.

Miró con melancolía hacia Beatriz y Julie. Simon no podía entender si George sentía

melancolía por Julie o Beatriz o sobre el amor en general. No tenía idea de que sus amigos

estuvieran involucrados en semejante embrollo amoroso.

Se sintió sorprendido. Se sintió incómodo. Y no sentía nada más.

Le agradaba mucho Beatriz. Julie era terrible, pero Simon pensó en Julie contándole acerca

de su hermana, y tuvo que admitir: Julie era terrible, pero también le agradaba. Ambas eran

hermosas y rudas y no cargaban el peso de recuerdos olvidados y sentimientos confusos.

Ni siquiera estaba complacido de que gustaran de él. No se sentía ni remotamente

tentado.

Deseaba, con gran intensidad, que Isabelle estuviese aquí- no una carta, no una voz en el

teléfono, sino aquí.

Miró la cara triste de George y ofreció: “¿Quieres hablar de cuando Magnus y Alec se

vayan y nosotros nos robemos su suite y cocinemos nuestra comida en nuestra propia cocina?”

George suspiró. ¿¨De verdad podríamos Simon, o es un sueño demasiado hermoso? Cada

día sería una canción. Todo lo que quiero es hacer un sándwich, un simple sándwich, con jamón,

queso, quizá un poco de… Oh dios.

Simon se preguntó a qué sabría un poco de “Oh dios”. George estaba petrificado, su

cuchara cerca de sus labios, con los ojos fijos en un punto sobre los hombros de Simon.

Simon giró en su asiento y vio a Isabelle enmarcada en el arco de la puerta del comedor de

la academia. Tenía puesto un vestido largo del color de los irises y sus brazos estaban extendidos,

sus brazaletes resplandecían. El tiempo pareció detenerse, como una película, como magia, como

si fuese un genio que podía aparecer en una destellante nube de humo para conceder deseos, y

cada deseo sería ella misma.

“Sorpresa” dijo Isabelle, “¿Me extrañaste?

Simon se puso en pie de un salto. Posiblemente volcó su plato de cereal a través de la

mesa, directo al regazo de George. Estaba apenado, pero lo compensaría más tarde.

“Isabelle” dijo “¿Qué estás haciendo aquí?”

“Felicitaciones Simon, esa es una pregunta muy romántica” respondió Isabelle “¿Debo

tomarla como un ‘No, no te extrañe y estoy saliendo con otras chicas’? de ser así, no te preocupes.

¿Por qué preocuparse cuándo la vida es corta? Específicamente tu vida, porque te cortare la

cabeza”.

“Estoy confundido por todo lo que estás diciendo” le informó Simon.

Isabelle enarcó las cejas y abrió la boca, pero antes de que pudiera decir algo Simon la

tomó de la cintura y la trajo hacia él, besándola en su sorprendida boca. La boca de Isabelle se

relajó y curveo bajo la de él. Ella entrelazo sus brazos alrededor del cuello de Simon y le devolvió el

beso, sensual y exuberante a la vez, una mujer fatal y una princesa guerrera, todas las chicas de

ensueño de sus fantasías ñoñas en una sola. Simon se alejó un momento para mirar a Isabelle

directo a los ojos, tan oscuros como la noche.

“No estaba consciente” dijo Simon “De que había otras chicas en el mundo además de ti”.

Se sintió avergonzado tan pronto lo dijo. No era en absoluto un cumplido interesante. Era

patéticamente honesto, tratar de decirle a Isabelle algo de lo que él apenas se había dado cuenta.

Pero vio los ojos de Isabelle iluminarse como estrellas nuevas despertando al anochecer, sintió su

brazo alrededor de su cuello, inclinándolo hacia ella para otro beso, y pensó para sí mismo que tal

vez si era un cumplido interesante, después de todo, le había conseguido una chica. La única chica

que importaba para Simon.

***

No fue hasta después de medianoche que Magnus logró sacar a toda la familia Lightwood

de su suite. Isabelle se había ido para ver a Simon un tiempo antes, y Clary y Jace usualmente

podían ser persuadidos a desaparecer juntos, pero por un tiempo él pensó que en verdad tendría

que recurrir a usar magia para librarse de Maryse y Robert. Los empujó a través de la puerta

mientras continuaban dándole consejos acerca del bebé.

Tan pronto se fueron, Alec se dirigió a la cama y colapsó de cara en ella, quedándose

dormido al instante. Magnus se quedó con el bebé.

Era posible que él bebé también se sintiera aturdido por los Lightwood. Yacía en su cuna,

mirando fijamente al mundo con sus ojos muy abiertos. La cuna se encontraba debajo de una

ventana, y él se hallaba debajo de una pequeña porción de luz, la luz de la luna destellando en su

arrugada cobija y en sus regordetas piernas. Magnus se acuclilló a un lado de la cuna y lo miró,

esperando por el próximo episodio de gritos que significaba que debía ser cambiado y alimentado.

En lugar de eso se quedó dormido con su boca abierta, la cual semejaba un capullo de rosa color

azul.

¿Quién podría amarle? Su madre había escrito, pero el bebé aún no lo sabía. Él dormía,

inocente y sereno como cualquier otro niño con amor asegurado. Era posible que la madre de

Magnus pensara esas mismas palabras en su desesperación.

Alec pensaba que iban a quedarse con él.

Conservar al bebé ni siquiera se le había ocurrido a Magnus. Él había pensado que vivía

una vida en la que miles de posibilidades estaban abiertas para él, pero no había pensado que ésta

posibilidad estuviese abierta para él: una familia como los mundanos y nephilim tenían, amor tan

certero que podía ser compartido con alguien indefenso y completamente nuevo al mundo.

Probó esa noción en su cabeza.

Quedarse con él. Conservar al bebé. Tener un bebé con Alec.

Transcurrieron horas. Magnus apenas se dio cuenta, el tiempo pasaba tan

silenciosamente, como si alguien hubiese extendido una alfombra para silenciar los pasos del

tiempo. Su mente no registraba nada más que esa pequeña cara, hasta que sintió que alguien

tocaba suavemente su hombro.

Magnus no se levantó, pero volteó para ver a Alec mirándolo a él. La luz de la luna tornó la

piel de Alec plateada, sus ojos un azul más oscuro y profundo, infinitamente sensibles.

“Si pensaste que te estaba pidiendo que conserváramos al bebé” dijo Magnus “No es así”

Los ojos de Alec se agrandaron con sorpresa. Absorbió el comentario en silencio.

“Tú…todavía eres muy joven” dijo Magnus “Me disculpo si a veces parece que no lo

recuerdo. Es extraño para mí – ser inmortal significa que ser joven y ser viejo son nociones

extrañas para mí. Sé que debo parecerte raro en ocasiones”.

Alec asintió, pensativo pero no herido “Es verdad” dijo, y se inclinó, una mano asiendo el

lado de la cuna, tocó el cabello de Magnus y le dio un beso tan suave como la luz de la luna. “Y

nunca querré nada más que esto. No quiero un amor menos extraño”.

“Pero no tienes que temer que te abandone,” dijo Magnus “No debes temer sobre lo que

le pueda pasar al bebé o que yo pueda sentirme herido porque- es un brujo, y no fue deseado. No

tienes que sentirte atrapado. No tienes que temer, y no tienes que hacer esto”.

Alec se arrodilló en las sombras, en el polvoriento y descubierto entarimado del ático, a un

lado de la cuna y de cara a Magnus.

“¿Y si es lo que quiero?” preguntó. “Soy un cazador de sombras. Nos casamos jóvenes y

tenemos hijos jóvenes, porque es posible que muramos jóvenes, porque queremos cumplir

nuestro deber hacia el mundo y tener todo el amor que sea posible. Yo solía… Yo solía pensar que

nunca podría hacerlo, que nunca podría tener nada de eso. Solía sentirme atrapado. No me siento

atrapado ahora. Nunca podría pedirte que vivieras en un instituto y no quiero hacerlo. Quiero

quedarme en Nueva York, contigo, con Lily y Maia. Quiero que sigamos haciendo lo que estamos

haciendo. Quiero que Jace dirija el instituto después de mi madre y quiero trabajar con él. Quiero

ser parte de la conexión entre los institutos y los subterráneos. Por mucho tiempo pensé que

jamás podría tener nada de lo que quería, excepto tal vez mantener a Jace e Isabelle a salvo. Creí

que podría cubrir sus espaldas en una pelea. Ahora tengo más y más personas que me importan,

y... quiero que todas las personas que me importan- quiero que personas a las que ni siquiera

conozco, quiero que todos nosotros- sepamos que podemos contar unos con otros, para que

nunca tengamos que pelear solos. No estoy atrapado. Soy feliz. Estoy exactamente donde quiero

estar. Sé lo que quiero, y tengo la vida que quiero. No le temo a ninguna de las cosas que

mencionaste."

Magnus respiró profundamente. Sería mejor preguntarle a Alec que continuar imaginando

cosas equivocadas. “Entonces ¿A qué le temes?”

“¿Recuerdas como mi madre sugirió llamar al bebé Max?”

Magnus asintió, cautelosamente callado.

Nunca había conocido siquiera al hermanito de Alec, Max. Robert y Maryse Lightwood

habían procurado siempre mantener a sus hijos alejados de los subterráneos y Max era demasiado

joven para desobedecer.

Alec hablaba en voz baja y suave, tanto por el bebé como por los recuerdos. “Nunca fui el

hermano interesante. Recuerdo cuando mamá solía dejar a Max conmigo, cuando él era muy

pequeño y apenas comenzaba a caminar y yo siempre temía que se cayera y que fuera mi culpa.

Yo trataba constantemente de hacer que siguiera las reglas y que obedeciera a mamá. Isabelle era

tan buena con él, siempre lo hacía reír y, por el ángel, Max quería ser igual a Jace. Él pensaba que

Jace era fantástico, el mejor cazador de sombras de la historia, que el sol salía y se ocultaba por él.

Jace le regaló un soldadito de juguete y Max solía llevarlo a su cama cuando dormía. Yo estaba

celoso de cuanto quería Max ese juguete. Yo le daba otras cosas, juguetes que yo consideraba

mejores, pero ese soldado siempre fue su preferido. Murió sujetando ese juguete. Me siento tan

aliviado de que lo tuviera, que tuviera algo que amaba para consolarlo. Fue estúpido y mezquino

de mi parte sentirme celoso”.

Magnus negó con la cabeza, Alec le dirigió una pequeña y triste sonrisa, luego inclinó la

cabeza, mirando el piso.

“Siempre pensé que habría más tiempo” dijo Alec “Pensé que Max crecería, que

entrenaría con nosotros, y yo lo ayudaría a entrenar. Pensé que nos acompañaría en misiones y yo

cuidaría su espalda, del mismo modo que trato de cuidar las espaldas de Jace e Isabelle. Entonces

sabría que su aburrido hermano mayor era bueno para algo. Entonces sabría que podría contar

conmigo, sin importar lo que pasara. El debió poder contar conmigo”.

“Él pudo contar contigo,” dijo Magnus. “Yo lo sé. Él lo sabía. Nadie que te conozca podría

dudarlo”.

“Nunca supo que soy gay,” dijo Alec “O que te amo. Desearía que hubiese podido

conocerte”

“Desearía haber podido conocerlo,” dijo Magnus. “Pero él te conocía. Él te quería. Lo

sabes ¿Verdad?”

“Si, lo sé,” confirmó Alec “Es solo que…Siempre desee poder ser algo más para él”

“Tú siempre tratas de ser más, para todos los que amas” Magnus dijo “Tú no ves cómo

toda tu familia se dirige a ti, cómo ellos confían en ti. Yo confío en ti. Incluso Lily confía en ti por el

amor de Dios. Amas a las personas, amas tanto que quieres ser un ideal imposible para ellos. No te

das cuenta que eres más que suficiente.”

Alec se encogió de hombros, un poco sin saber que decir.

“Me preguntaste a que tenía miedo. Tengo miedo de no gustarle a él” Alec dijo “Estoy

asustado de defraudarlo. Pero quiero tratar de estar ahí para él. Lo quiero. ¿Tú no?”

“No lo esperaba” Magnus dijo “No esperaba que nada como esto viniera, para mí. Incluso

si a veces pensara como sería si tú y yo tuviéramos una familia, pensaba que no iba a ser en años.

Pero sí. Sí, quiero tratar también”

Alec sonrió, su sonrisa tan brillante que Magnus se dio cuenta cuan aliviado estaba, y se

dio cuenta muy tarde cuan preocupado estaba Alec de que Magnus dijera que no.

“Es rápido” Alec admitió “Yo pensé sobre tener una familia, pero supongo que siempre

pensé… bueno, supongo que nunca esperé nada como esto antes de casarnos”

“¿Qué?” Magnus dijo

Alec solo lo observó. Por mucho, las fuertes manos de arquero estaban colgando en la

cuna del bebé, pero Alec tenía la intención en Magnus, sus oscuros ojos azules más oscuros que

cualquier cosa en las sombras, una mirada de Alec era más importante que un beso de cualquiera.

Magnus vio a que se refería.

“Alec” dijo “Mi Alec. Tienes que saber que eso es imposible”

Alec lo miró sorprendido y horrorizado. Magnus comenzó a hablar, las palabras salían de

su boca cada vez más rápido, tratando de mostrarle a Alec.

“Los cazadores de sombras pueden casarse con subterráneos, en lo subterráneo o en

ceremonias mundanas. He visto que ha pasado. He visto otros cazadores despreciar esos

matrimonios como si no significaran nada y he visto algunos cazadores doblarse bajo la presión y

romper los votos que ellos hicieron. Sé que tú nunca te doblarías o los romperías. Sé que ese tipo

de matrimonio significaría mucho para ti también. Sé que cualquier promesa que me hagas, la

mantendrás. Pero yo estaba vivo antes de los Acuerdos. Yo me senté, comí y hablé con Cazadores

de Sombras sobre la paz entre nuestra gente, y después esos mismos Cazadores de Sombras

tiraron los platos en los que comí porque ellos creyeron que había contaminado

irremediablemente todo lo que había tocado. No tendré una ceremonia en la que cualquiera la

mire hacia abajo como algo menor. No quiero que tengas una ceremonia menor de la que

realmente te mereces para honrar tus votos a un Cazador de Sombras. Ya tuve suficiente de hacer

compromisos en nombre de tratar de hacer la paz. Quiero que la ley cambie. No me quiero casar

hasta que podamos casarnos de dorado”

Alec estaba callado, con su cabeza inclinada.

“¿Entendiste?” Magnus preguntó, sintiéndose casi desesperado “No es que no quiera, no

es que no te ame”

“Entiendo” dijo Alec. Tomó un respiro profundo y levanto la mirada.

“Cambiar la ley puede tomar un tiempo”, dijo él simplemente.

“Puede ser” dijo Magnus.

Estuvieron ambos callados por un rato.

“¿Puedo decirte algo?” preguntó Magnus “Nadie quiso que me casara con ellos antes”

Él tuvo otros amantes, pero ninguno de ellos lo pidió, y él sabía, percibía fríamente, con un

sentimiento profundo, que sería inútil, así que no les preguntó. Si era porque no tenían el

sentimiento de prometerse hasta la muerte, ya que ellos harían su parte cuando Magnus no

muriera, porque ellos tomaban a Magnus a la ligera o pensaron, que ya que Magnus era inmortal,

que Magnus los tomaba a la ligera. Él nunca supo el por qué no quisieron casarse con él, pero aquí

estaba: ellos eran amantes dispuestos a morir con él, pero ninguno estaba dispuesto a jurar vivir

con él cada día por el tiempo en el que ambos estuvieran vivos.

Nadie hasta este Cazador de Sombras.

“Nunca le he preguntado a alguien que se case conmigo antes” dijo Alec “Entonces eso es

un no, ¿cierto?”

Él se rió en cuanto preguntó, una risa suave, desgastada pero feliz. Alec siempre trataba de

dar a aquellos que amaba un camino o una puerta abierta; él trataba de dar a aquellos que amaba

todo lo que ellos quieran. Se sentaron ahí, juntos contra la cuna del bebé.

Magnus levantó su mano, y Alec la cogió en el aire, sus dedos entrelazados. Los anillos de

Magnus se iluminaban y las cicatrices de Alec brillaban con la luz de la luna. Ambos celebrándolo.

“Es un sí, algún día.” dijo Magnus “Por ti Alec, es siempre sí."

* * *

Después de clases el siguiente día Simon se sentó en su húmeda habitación, se resistió a la

más irresistible tentación de ir a encontrar a Isabelle, y demostrar su coraje.

Él voló por las escaleras y golpeó la puerta del cuarto de Alec y Magnus.

Magnus abrió la puerta. Estaba usando un jeans, una raída y suelta camiseta sosteniendo

al bebé, lucía muy cansado.

“¿Cómo sabías que se acaba de despertar de una siesta?” Magnus preguntó tan pronto

abrió la puerta.

“Uh, no lo sabía” dijo Simon.

Magnus le guiñó un ojo, en la forma lenta que las personas cansadas hacen, como si

tuvieran que pensar profundamente en guiñar. “Oh, mis disculpas” él dijo “Pensé que eras

Maryse”

“¿La madre de Isabelle está aquí?” Simon exclamó

“Shhhhh” dijo Magnus “Ella podría escucharte”

Él bebé se estaba quejando, no como un llanto, sino como un pequeño tractor infeliz. Se

limpió la cara húmeda contra el hombro de Magnus.

“Lamento mucho interrumpir” dijo Simon. “Me preguntaba si podía tener unas palabras a

solas con Alec”

“Alec está durmiendo” dijo Magnus definitivamente, y empezó a cerrar la puerta.

La voz de Alec sonó antes que la puerta estuviera casi cerrada. Sonó como si estuviera a

mitad de un bostezo. “No, no lo estoy. Estoy despierto. Puedo hablar con Simon” apareció en el

pasillo abriendo la puerta de nuevo. “Sal y toma una larga caminata. Toma aire fresco. Te esperaré

despierto”

“Me siento genial” dijo Magnus. “No necesito dormir. O caminar. Me siento genial”

El bebé movió sus gordas manitas en la dirección de Alec, el gesto perdido y

descoordinado pero sin equivocaciones. Alec lo vio sobresaltado pero sonriendo, de repente, con

una linda sonrisa inesperada, buscó tomar al bebé en sus brazos. Tan pronto lo hizo, el bebé dejó

de quejarse.

Magnus agitó su dedo en la cara del bebé “Encuentro insultante tu actitud” le dijo. Besó a

Alec brevemente “No tardaré mucho”.

“Toma el tiempo que necesites” dijo Alec. “Tengo el presentimiento que mis padres

vendrán a ayudar muy pronto”

Magnus se fue, Alec se alejó de la puerta, se detuvo en la ventana con el bebé.

“Entonces” dijo Alec. Su camisa estaba arrugada, claramente estaba dormido, estaba

rebotando al bebé. Simon se sentía mal de haberlo molestado. “¿De qué querías hablarme?”

“Lamento mucho de nuevo lo del otro día” Simon le dijo.

Luego se preguntó si era terrible hacer referencia sobre sexo frente al bebé de Alec. Tal

vez Simon estaba simplemente condenado a ofender a Alec mortalmente, una y otra vez. Por

siempre.

“Está bien” dijo Alec. “Una vez entré en lo de Isabelle y tú, supongo que fue un giro de

juego limpio” frunció el ceño “Aunque ustedes dos estaban en mi cuarto en ese instante, así que

en realidad creo que aún me debes una”

Simon se alarmó “¿Entraste cuando estábamos Isabelle y yo? Pero nosotros no…. Digo, no

lo hicimos… ¿lo hicimos?”

Sería lo normal en la vida de Simon, pensó. De todas las cosas en el mundo, él olvidó eso.

Alec lucía molesto por tener esta discusión, pero Simon lo arregló con una mirada

suplicante y aparentemente Alec se apiadó de lo patético que se veía Simon.

“No lo sé” dijo Alec de último. “Estaban en el proceso de quitarse la ropa, como yo

recuerdo. Y trato de no recordar. Y parecían estar en un atractivo juego de rol”

“oh. Whoa. ¿Cómo un juego de rol avanzado? ¿Con disfraces? ¿Eran profesionales? ¿Qué

es lo que Isabelle estaba esperando de eso exactamente?”

“No voy a discutir esto” dijo Alec.

“Pero si pudieras darme una pequeña pista….”

“Fuera de aquí Simon” dijo Alec.

Simon se sobresaltó y se obligó a retroceder por el pánico del juego de rol, y se

recompuso. Esas eran más palabras de las que había intercambiado con Alec en años. Pensó que

Alec le había ordenado que saliera del cuarto, entonces Simon tuvo que admitir que esto no

estaba saliendo particularmente bien.

“Lo siento” dijo Simon “Me refiero, a que lo siento por las preguntas inapropiadas. Y lo

siento por entrar en lo tuyo, er, ayer en la mañana. Lo siento por todo. Lo siento por lo que sea

que haya pasado entre nosotros. Por lo que sea que estés molesto. Realmente no recuerdo, pero

si recuerdo cómo eres cuando te enojas, y no quiero cosas como esas entre nosotros. Recuerdo

que no te agrada Clary”

Alec vio a Simon como si estuviera loco.

“Me agrada Clary. Clary es una de mis mejores amigas”

“Oh” dijo Simon “Pensé, recordaba…. Tuve que haber estado equivocado.”

Alec tomó un respiro profundo y admitió “No, no estabas equivocado. Clary no me

agradaba al principio. Fui severo con ella una vez. La acorralé contra una pared. Se golpeó la

cabeza. Yo estaba entrenando como guerrero y ella no tenía ningún entreno en ese entonces. Soy

dos veces su tamaño”

Simon había venido para hacer las paces con Alec, entonces él no estaba preparado para la

fuerte urgencia de darle un puñetazo. No podía hacerlo. Alec estaba sosteniendo un bebé. Todo lo

que podía hacer era verlo en un furioso silencio, a la idea de que alguien tocara a su mejor amiga.

“No es una excusa” Alec siguió “Pero tenía miedo. Ella sabía sobre mí siendo gay, y me dijo

que sabía. Ella no me iba a decir nada que yo no realmente supiera, pero tenía miedo de ella

porque no la conocía. No era mi amiga entonces. Ella solo era una mundana invadiendo mi familia,

y yo sabía sobre Cazadores de Sombras, era amigo de Cazadores de Sombras, quienes si lo

hubieran adivinado ellos hubieran corrido a decirles a mis padres para que me hicieran entrar en

razón. Ellos le hubieran dicho a todos. Ellos hubieran pensado que estaban haciendo lo correcto”

“No hubiera sido lo correcto” dijo Simon aún furioso pero temblando. “Clary nunca haría

eso. Ella nunca me dijo siquiera”

“No la conocía entonces” Alec dijo. “Tienes razón, ella nunca le hubiera dicho a nadie

sobre eso. Ella tenía lo correcto para decir cuando yo fui severo con ella. Jace me hubiera dado un

puñetazo en el rostro si se hubiera enterado. Estaba aterrado que ella le pudiera decir a Jace que

era gay, porque no estaba listo para que Jace conociera eso sobre mí. Pero tienes razón. Ella nunca

lo haría y nunca lo hizo” vio a través de la ventana, dando palmaditas en la espalda del bebé. “Me

agrada Clary” dijo simplemente “Ella siempre trató de hacer lo correcto, y nunca dejó que nadie le

dijera que era lo correcto. Le recordó a mi Parabatai que quería vivir. Ocasionalmente me gustaría

que tomara menos riesgos locos pero si odiara a la gente temeraria y loca, odiaría a…”

“Dejame adivinar” dijo Simon “Su nombre rima con Herringfail (arenque fallido)”

Alec se rió y Simon se felicitó mentalmente.

“Entonces te agrada Clary” dijo Simon “Soy el único que no te agrada. ¿Qué hice? Sé que

tienes mucho en tu plato, pero si solo pudieras decirme que hice así puedo disculparme por eso y

así tal vez podamos estar bien, realmente lo apreciaría”

Alec lo miró, luego se giró y caminó hacia una de las sillas en el ático. Allí habían dos sillas

de madera desvencijadas, ambos con alegres cojines con pavo reales bordados en ellos, y luego

estaba un sofá. El sofá estaba un poco inclinado. Alec tomó una de las sillas y Simon decidió no

tomar el riesgo con el sofá así que tomó la otra.

Alec puso al bebe en su rodilla, un brazo cuidadosamente alrededor de su pequeño cuerpo

regordete. Con su mano libre jugó con las manitas del bebé, tocándolas con las puntas de sus

dedos, como si le estuviera enseñando al bebé el juego del Patty-cake. Él claramente se estaba

preparando para una confesión.

Simon tomó un respiro profundo, preparándose para lo que sea que pasara. Él sabía que

debía ser realmente malo. Debía estar preparado.

“¿Qué hiciste?” Alec preguntó “Salvaste la vida de Magnus”

Simon se veía completamente perdido. Una disculpa lucía inapropiada.

“Magnus fue secuestrado, y fui a las dimensiones del infierno para salvarlo. Ese era todo

mi plan. Todo lo que quería hacer era rescatarlo. En el camino, Isabelle fue herida gravemente.

Toda mi vida, siempre quise proteger a la gente que amo, para asegurarme que estuvieran a salvo.

Debía haber sido capaz de hacerlo. Pero no pude. No era capaz de ayudarlos a ninguno de ellos. Tú

lo hiciste. Salvaste la vida de Isabelle. Cuando el papá de Magnus trató de tenerlo y no había nada

que yo pudiera hacer al respecto, nada de nada, tú te paraste allí. Te tenía infravalorado, en el

pasado, y tú hiciste todo lo que yo quería hacer, y luego te fuiste. Isabelle estaba en la ruina. Clary

estaba peor. Jace estaba tan molesto. Magnus se sentía culpable. Todos estaban tan heridos, y yo

quería ayudarlos, y tu regresaste pero no recordabas nada de lo que hiciste. No soy realmente

bueno con los extraños, y tú eras un extraño realmente complicado. No pude hablarte. No es que

hayas hecho algo malo. Era que no había nada que pudiera hacer incluso entre nosotros. Te debo

más de lo que te puedo pagar jamás, y no sabía cómo agradecerte. No hubiera significado nada. Tu

ni siquiera recordabas”

“Oh” dijo Simon “Wow”

Era raro pensar que extraños pensaran en Simon como un héroe. Era más raro tener a Alec

Lightwood, quien él pensaba que ni siquiera le agradaba, hablara sobre él como si fuera un héroe.

“Entonces no me odias ni odias a Clary. No odias a nadie”

“Odio a las personas que me obligan a hablar sobre mis sentimientos” dijo Alec.

Simon lo miró por un momento, una disculpa en sus labios, pero no la dijo. En su lugar

sonrió, y Alec sonrió tímidamente de vuelta.

“Lo estuve haciendo mucho desde que llegué a la Academia”

“Me imagino” dijo Simon

Él no estaba seguro de lo que pasaría con el bebé que Alec y Magnus estaban cuidando,

pero por todo lo que Isabelle había dicho, ella estaba segura que iban a quedárselo. Eso debería

requerir una conversación.

“Me gustaría” Alec dijo “no hablar sobre sentimientos por lo menos un año. También

dormir por un año. ¿Los bebes duermen alguna vez?

“Solía ser niñero a veces” dijo Simon “A lo que recuerdo los bebés duermen mucho, pero

cuando menos lo esperas. Bebes: Más como la inquisición española de lo que piensas”

Alec asintió, parecía confundido. Simon hizo una anotación mental de que era su deber

ahora, como amigo establecido de Alec, de introducir a Alec a Monty Phyton tan pronto como sea

posible. El bebé chilló de alegría como si estuviera complacido con la comparación.

“Hey” dijo Alec “Lamento hacerte creer que estaba enojado contigo, solo porque no sabía

que decir”

“Bueno” dijo Simon “Así es la cosa, fui ayudado a lo largo de mi asunción”

Alec paró de jugar Patty-cake con el bebe. Él se quedó quieto.

“¿A qué te refieres?”

“No me hablaste mucho, y estaba un poco preocupado sobre ello” explicó Simon

“Entonces le pregunté a mi amigo, entre chicos, si tenías un problema conmigo. Le pregunté a mi

buen amigo Jace”

Hubo una pausa en lo que Alec absorbía esto “Lo hiciste”

“Y Jace” dijo Simon “Jace me dijo que era algo grande y oscuro entre nosotros. Me dijo

que no era su deber hablar sobre ello.”

El bebé vio a Simon, luego de nuevo a Alec. Su pequeña cara se veía pensativa, como si

quisiera agitar su cabeza y decir: ese Jace, ¿qué hará luego?

“Dejame esto a mi” dijo Alec calmadamente “Él es mi parabatai y tenemos un vínculo

sagrado y todo, pero ahora fue demasiado lejos”

“Eso está genial” dijo Simon “Por favor que sea exactamente una venganza horrible por los

dos, porque estoy seguro que me podría ganar en una batalla”

Alec asintió, admitiendo este hecho. Simon no podía creer que estaba tan preocupado

sobre Alec Lightwood. Alec era genial.

“Bueno” Alec dijo “Como dije…. Te debo”

Simon agitó una mano. “Nah. Llamémoslo empate”

* * *

Magnus estaba tan cansado, se escabulló al comedor de la Academia de Cazadores de

Sombras y pensó en comer algo.

Luego el realmente vio la comida y volvió a sus cabales.

No era hora de cena, pero habían unos cuantos estudiantes reunidos, incluso Magnus

pensó en no anticiparse si ellos se apresuraban por una porción de lasaña. Magnus vio a Julie y a

sus amigos en una mesa. Julie vio a Magnus de pies a cabeza profundizando en su cabello y la

camiseta de Alec, y Magnus leyó profundas desilusiones en su rostro.

Entonces el sueño de una joven chica murió. Magnus lo admitió, después de noches sin

dormir y usando camisetas de Alec porque Isabelle destruyó severamente las suyas y el bebé

esucio varias más. Admitió no ser tan glamoroso como solía serlo.

Probablemente era bueno para Julie enfrentar a la realidad, pensó Magnus que estaba

determinado a, hasta cierto punto, tomar una ducha, vestir una mejor camiseta y deslumbrar al

bebé con su resplandor.

Magnus había visitado a Ragnor en la Academia, y sabía cómo funcionaba la comida.

Entrecerró los ojos tratando de averiguar cuál era la mesa de los populares y cual de la escoria, los

humanos que aspiraban a ser Nephilims lo suficientemente bien cuando asciendan. Magnus

siempre pensó que la escoria mostraba mucha auto restricción por no revelarse contra la

arrogancia de los Cazadores Sombras, quemando la Academia y huyendo en la noche.

Era posible que la Clave tuviera razón cuando llamó a Magnus un insurgente

No pudo diferenciar, sin embargo, qué mesas pertenecían a quien. Era muy claro años

atrás, pero estaba en lo cierto que la rubia y la morena que Simon conocía era Nephilims, y casi

seguro que el hermoso idiota que quería conservar a un bebé con Simon con un cajón de

calcetines no lo era.

La atención de Magnus fue atraída por un sonido de una gutural e imperiosa voz

proveniente de una latina que lucía de unos quince. Ella era mundana, supo Magnus con una

mirada. Algo más que él podía decir con una mirada: en un par de años, sin importar si era

Ascendida o no, ella sería un santo terror.

“Jon” estaba diciendo al chico que estaba sentado frente a ella “¡Estoy tan adolorida por

golpearme el pie! Necesito una aspirina”

“¿Qué es una aspirina?” preguntó el chico, entrando en pánico.

Él obviamente era un Nephilim, completo y completo y completo. Magnus lo podía decir

sin ver sus runas. De hecho, estaba preparado para decir que el chico era un Cartwright. Magnus

había conocido muchos Cartwright a través de los siglos. Todos los Cartwright tenían un penoso

cuello grueso.

“Lo compras en una farmacia” dijo la chica. “No, no me digas, no sabes que es una

farmacia tampoco. ¿Alguna vez dejaste Idris en toda tu vida?”

“¡Sí!” dijo Jon, posible Cartwright. “En muchas misiones para cazar demonios. ¡Y una vez

mamá y papá me llevaron a la playa en Francia!”

“Sorprendente” dijo la chica “Me refiero. A que voy a explicarte toda la medicina

moderna”

“Por favor no hagas eso Marisol” dijo Jon “No me siento bien después de que explicaste la

apendectomía. Ni siquiera pude comer”

Marisol hizo una mueca a su plato. “Si lo que dices es cierto, te hice un gran favor”

“Me gusta comer” dijo Jon

“Claro” dijo Marisol. “Así que no te explico medicina moderna, y de repente me ocurre

una emergencia médica. Podría ser resuelto con una pequeña aplicación de primeros auxilios,

pero no sabes eso, y entonces muero. Muero a tus pies, ¿eso es lo que quieres Jon?”

“No” dijo Jon “¿Que son primeros auxilios? Hay…. ¿Segundos auxilios?”

“No puedo creer que me dejaras morir cuando mi muerte pudo haber sido evitada tan

fácilmente, si tan solo hubieras escuchado” Marisol dijo sin piedad

“Está bien, ¡Está bien! Escucho”

“Genial, consígueme algo de jugo, porque estaré hablando por un rato. Aún estoy dolida

que hayas considerado dejarme morir”

Agregó Marisol mientras Jon se levantaba y se dirigía hacia el lado de la habitación donde

se encontraba la no apetecible comida y las bebidas potencialmente venenosas. “¡Creí que los

Cazadores de Sombras estaban obligados a proteger a los Mundanos!” Gritó Marisol detrás de él.

“¡No jugo de naranja! ¡Quiero jugo de manzana!”

“¿Creerías,” dijo Catarina, apareciendo detrás de Magnus “que el chico Cartwright era el

mayor bravucón de la Academia?”

“Parece que conoció a una bravucona mayor,” Murmuro Magnus.

Se felicitó a si mismo por adivinar lo de Cartwright. Era difícil estar seguro, con familias

Cazadores de Sombras. Ciertos rasgos parecían correr en las líneas familiares, consanguíneas como

lo eran, pero siempre ha habido excepciones.

Por ejemplo, Magnus siempre encontró a los Lightwood algo olvidables. Algunos le

gustaron—Anna Lightwood y su fila de señoritas con el corazón roto, Christopher Lightwood y sus

explosiones, y ahora Isabelle—pero nunca hubo un Lightwood que tocara su corazón, como otros

Cazadores habían hecho: Will Herondale o Henry Branwell o Clary Fray.

Hasta el Lightwood que fue inolvidable; hasta el Lightwood que no solo tocó, si no que

tomó su corazón.

“¿Por qué te sonríes?” Preguntó Catarina, su voz sospechosa.

“Estaba pensando que la vida está llena de sorpresas,” dijo Magnus. “¿Qué pasó con esta

Academia?”

La niña mundana no podía molestar al chico Cartwright a menos que al chico le importara

lo que le pudiera pasar— a menos que la viera como una persona, y no la rechazara de la forma

que Magnus había visto a incontables Nephilim rechazar a mundanos, y a submundos, también.

Catarina dudó. “Ven con migo,” dijo. “Hay algo que quiero mostrarte.”

Tomó su mano y lo llevó fuera de la cafetería de la academia, sus dedos azules

entrelazados con sus manos anilladas. Magnus pensó en el bebé y sonrió otra vez. Siempre pensó

que el azul era el color más hermoso.

“Estuve durmiendo en la vieja habitación de Ragnor,” dijo Catarina.

Mencionó a su viejo amigo enérgica y prácticamente, sin ningún atisbo de sentimiento.

Magnus tomó su mano un poco más fuerte mientras ambos subían dos tramos de escaleras y

caminaban a través de corredores de piedra. Las paredes vestían tapices reflejando varias acciones

de Cazadores de Sombras. Varios de los tapices estaban agujereados, incluyendo uno que había

dejado al Ángel sin cabeza. Magnus temió que ratones sacrilégicos habían tomado los tapices.

Catarina abrió una alta puerta de madera de roble y lo guió dentro de una habitación de

piedra donde, en las paredes, habían numerosas fotos que habrán sido de Ragnor: el dibujo de un

mono, un paisaje marino con un barco pirata. La cama de roble estaba vestida con las sabanas de

hospital de Catarina, pero las cortinas, comidas por las polillas, eran de terciopelo verde, y había

una incrustación de cuero sobre un escritorio colocado debajo de la única ventana de la

habitación.

Sobre él había una moneda, un círculo de cobre oscurecido con el tiempo, y dos hojas de

papel amarillentas, con los bordes doblados.

“Estaba investigando los papeles en el escritorio de Ragnor cuando encontré esta carta”

Dijo Catarina “Era la única cosa personal en la habitación. Pensé que te gustaría leerla.”

“Si, me gustaría,” dijo Magnus tomando la carta.

Magnus abrió la carta y miró la letra negra y puntiaguda que atacaba el papel amarillo,

como si el escritor hubiera estado irritado con el papel. Sintió como si estuviera escuchando la voz

en su cabeza, aunque haya sido silenciada para siempre

Para Ragnor Fell, preeminente educador en la Academia de Cazadores de Sombras, y

antiguo Gran Brujo de Londres:

Lo lamento, pero no estoy sorprendido al escuchar que la última camada de Cazadores de

Sombras son tan poco prometedores como la última. Los Nephilim, ¿faltos de imaginación y

curiosidad intelectual?

Me asombra.

Incluyo una moneda grabada con una guirnalda, un símbolo de educación en el mundo

antiguo. Me dijeron que un hada la hechizó con buena suerte, y necesitarás suerte reformando a

los Cazadores de Sombras.

Me sorprende tu dedicación y paciencia con tu trabajo, y tu optimismo continuo de que tus

alumnos pueden ser enseñados. Desearía poder tener tu brillante visión respecto a la vida, pero

desafortunadamente no puedo evitar mirar al mundo a mi alrededor y notar que estamos

rodeados de idiotas. Si estuviera enseñando a niños Nephilim imagino que me vería forzado a

hablarles bruscamente y ocasionalmente me sentiría forzado a vaciarlos de su sangre.

(A cualquier Nephilim leyendo ilegalmente las cartas del Sr. Fell e invadiendo su privacidad:

estoy, naturalmente, bromeando. Tengo una personalidad muy divertida)

Me preguntas como está la vida en Nueva York y yo te respondo lo usual: apestosa,

concurrida, y habitada casi enteramente por maniacos. Casi me atropellan un grupo de brujos y

hombres lobo en Bowery Street. Un brujo en particular estaba al frente, sacudiendo una boa de

plumas brillante sobre su cabeza, estoy tan avergonzado de conocerlo. A veces pretendo que no lo

hago frente a otros submundos. Espero que me crean.

La principal razón por la que te escribo, claro, es para que continuemos tus clases de

español. Incluyo una nueva lista de palabras de vocabulario, y te aseguro que estás haciendo un

buen trabajo. Si cometes la terrible decisión de acompañar a un cierto brujo mal vestido que

conocemos a Perú otra vez, esta vez estarás preparado.

Te Saluda atentamente,

Raphael Santiago.

“Ragnor no podría haber sabido que la Academia iba a cerrar después de que el Círculo de

Valentine atacara la Clave” Dijo Catarina. “Conservó la carta para aprender español, y nunca pudo

regresar por ella. Según la carta, parece que se escribían frecuentemente. Ragnor habrá quemado

las otras, ya que contenían comentarios que habrían puesto a Raphael Santiago en problemas. Sé

que Ragnor le tenía cariño a ese mal hablado vampiro.” Inclinó su mejilla sobre el hombro de

Magnus. “Sé que tú también.”

Magnus cerró los ojos por un momento y recordó a Raphael, a quien una vez le había

hecho un favor; Raphael, quien había muerto por él. Lo había conocido cuando recién lo habían

convertido, un niño insolente con una voluntad de acero, y lo conoció a través de los años

mientras Raphael lideraba un clan de vampiros en todo menos en nombre.

Magnus nunca conoció a Ragnor cuando era joven. Ragnor había sido mayor que Magnus,

y en el momento en que Magnus lo conoció, se había convertido bastante irritable. Ragnor había

echado a niños de su jardín mucho antes de que los jardines fueran inventados. Siempre había

sido generoso con Magnus, dispuesto a participar en cualquiera de sus aventuras, siempre y

cuando pudiera quejarse constantemente mientras lo hacían.

Aún así, a pesar de la visión oscura de Ragnor sobre la vida en general y en particular, los

Cazadores de Sombras, fue el que vino a Idris para enseñar en la Academia. Incluso después de

que la Academia cerró, se quedó en su pequeña casa fuera de la ciudad de cristal y trató de

enseñar a los Nephilim que estuvieran dispuestos a aprender. Siempre tuvo esperanza, aunque se

negara a admitirlo.

Ragnor y Raphael. Se suponía que ambos debían ser inmortales. Magnus pensó que

vivirían para siempre, como él, a través de los siglos, que siempre habría otra reunión y otra

oportunidad. Pero se habían ido, y los mortales que Magnus amaba continuaban viviendo. Es una

lección, pensó Magnus, ama mientras puedas, ama lo que es frágil y hermoso y en peligro. Nadie

tiene un “para siempre” asegurado.

Ragnor y Magnus no fueron a Perú otra vez, y ahora nunca lo harían. Por supuesto, a

Magnus le habían prohibido la entrada a Perú, así que no podría ir de todas formas.

“Viniste a la Academia por Ragnor,” Dijo Magnus a Catarina. “Por los sueños de Ragnor,

para ver si podías enseñar a los Cazadores de Sombras a cambiar. Parece un lugar muy diferente

esta vez. ¿Crees que tuviste éxito?”

“Nunca creí que lo tendría,” dijo Catarina. “Siempre fue el sueño de Ragnor. Lo hice por él,

no por los Cazadores. Siempre creí que Ragnor enseñando era tonto. No puedes enseñar algo que

las personas no quieren aprender.”

“¿Qué te cambió?”

“Nada me cambió,” dijo Catarina. “Esta vez, sí querían aprender. No podría haber hecho

esto sola.”

“¿Quién te ayudó?” preguntó Magnus.

Catarina sonrió. “Nuestro antiguo vampiro, Simon Lewis. Es un chico dulce. Pudo haber

sido privilegiado por ser un héroe de la guerra, pero se declaró a sí mismo un miembro de los

mundanos, y siguió hablando incluso cuando no ganaba nada. Traté de ayudarlo, pero eso era

todo lo que podía hacer, solo podía desear que fuera suficiente. Uno por uno, los estudiantes lo

siguieron y comenzaron a abandonar las costumbres de los Nephilim, como un grupo de dominós

rebeldes. George Lovelace se mudó al dormitorio de los Mundanos con Simon. Beatriz Velez

Mendoza y Julie Beauvale se sientan con ellos en las comidas. Marisol Rojas Garza y Sunil

Sadasivan comenzaron a pelearse con los privilegiados a toda hora. Las dos corrientes se

convirtieron en un grupo, un equipo—incluso Jonathan Cartwright. No fue todo Simon. Estos son

niños que saben que los Cazadores de Sombras pelearon codo a codo con los Submundos cuando

Valentine atacó Alicante. Estos son niños que vieron a la Decana Penhallow recibiéndolos en la

Academia. Son niños para un mundo cambiante. Pero creo que necesitaban a Simón aquí, como

un catalizador.”

“Y estás aquí, para ser su maestra,” dijo Magnus. “¿Crees que encontraste tu nueva

vocación con la enseñanza?”

Miró hacia ella, delgada y azul en la habitación de piedra verde de su viejo amigo. Puso

una cara terrible.

“Diablos, no,” dijo Catarina Loss. “La única cosa peor que la comida son los adolescentes

irritantes. Veré a Simon ascender a salvo y después, de regreso al hospital, donde hay problemas

más fáciles por resolver, como la gangrena. Ragnor se habrá vuelto loco.”

Magnus levantó la mano de Catarina, que aún sostenía, hacia sus labios. “Ragnor habría

estado orgulloso.”

“Oh, basta,” dijo Catarina, empujándolo. “Estás tan cursi desde que te enamoraste. Y

ahora estarás peor, porque tienes un bebé. Recuerdo como era. Son tan pequeños, y pones tanta

esperanza en ellos.”

Magnus la miró, sobresaltado. Casi nunca mencionaba al niño que ella crió, el hijo de

Tobias Herondale. En parte porque no era seguro: No era un secreto que los Nephilim debieran

saber, no un pecado que perdonarían. Por otra parte, Magnus siempre sospechó, que Catarina

nunca hablaba de él porque era demasiado doloroso.

Catarina atisbó su mirada. “Le conté a Simon sobre él,” dijo. “Mi niño.”

“De verdad confías en Simon,” dijo Magnus lentamente.

“¿Sabes?” dijo Catarina. “De verdad lo hago. Aquí, tómalas. Quiero que las tengas. Ya

terminé con ellas.”

Tomó la vieja moneda del escritorio y se la dio a Magnus, en la mano que sostenía la carta

de Raphael a Ragnor. Magnus miró la moneda y la carta. “¿Estas segura?”

“Lo estoy,” dijo Catarina. “Leí la carta bastante durante mi primer año en la academia,

para recordarme el por qué estaba aquí y lo que Ragnor hubiera querido. Ya honré a mi amigo. Ya

casi complete mi tarea. Tómalas.”

Magnus guardó la carta y el amuleto de buena suerte, enviados de un amigo muerto a

otro.

Él y Catarina salieron de la habitación juntos. Catarina dijo que iría a cenar, lo que era

bastante valiente, pensó Magnus.

“¿No puedes hacer algo más seguro, como saltar en bungee?” preguntó, pero ella insistió.

Él le dio un beso en la mejilla. “Ven al ático más tarde. Los Lightwoods estarán ahí, así que

necesitaré protección. Tendremos una fiesta.”

Se dio vuelta y la dejó, no queriendo entrar al salón y soportar esa lasaña otra vez.

Subiendo las escaleras, se encontró con Simon.

Magnus lo miró consideradamente. Simon parecía alarmado.

“Ven con migo, Simon Lewis,” Magnus comandó. “Tengamos una charla.”

* * *

Simon estaba parado en lo alto de una de las torres de la Academia con Magnus Bane,

mirando el crepúsculo y sintiéndose un poco incómodo.

“Podría jurar que esta torre estaba inclinada.”

“Huh,” dijo Magnus. “La percepción es una cosa graciosa.”

Simon no estaba seguro de lo que Magnus quería. Le agradaba Magnus. Solo que nunca

había tenido una conversación profunda con él, y ahora Magnus le estaba dando una mirada que

decía ¿cuál es tu trato, Simon Lewis? Magnus incluso hacía que la raída camiseta gris que estaba

usando tuviera estilo. Estaba casi seguro que Magnus era demasiado cool como para que le

importara su trato.

Miró hacia Magnus, que estaba parado junto a una de las grandes ventanas de la torre, el

viento de la noche removiendo su cabello.

“Una vez te dije,” ofreció Magnus, “que algún día, de todas las personas que conocemos,

nosotros dos íbamos a ser los únicos que quedaríamos.”

“No lo recuerdo,” dijo Simon.

“¿Por qué habrías de hacerlo?” Preguntó Magnus. “Salvo que un tornado venga ahora y

nos barra a todos de la existencia, eso ya no es verdad. Ahora eres mortal. E incluso los inmortales

pueden morir. Esta torre puede colapsar y dejar a todos llorándonos.”

La vista de la torre, las estrellas sobre el bosque, era hermosa. Simon quería bajar.

Magnus puso la mano en su bolsillo y sacó una vieja moneda. Simon no podía ver la

inscripción en la oscuridad, pero pudo ver que había una escrita.

“Esto perteneció a Raphael una vez. ¿Recuerdas a Raphael?” Preguntó Magnus. “El

vampiro que te convirtió.”

“Solo en partes,” Dijo Simon. “Recuerdo que me dijo que Isabelle estaba fuera de mi

alcance.”

Magnus volteó su cabeza, no pudiendo esconder su sonrisa. “Eso suena como Raphael.”

“Recuerdo—sentirlo morir,” dijo Simon, su voz atorándose en su garganta. Eso era lo peor

de sus memorias robadas, que el peso de la memoria continuara allí cuando todo lo demás se fue,

que sintiera la perdida sin saber lo que perdió. “Significó algo para mí, pero no sé si yo le agradaba.

No sé si el me agradaba.”

“Él se sentía responsable por ti,” Dijo Magnus. “Hoy se me ocurrió que yo debería sentirme

responsable por ti de la misma manera. Yo fui el que realizó el hechizo que te devolvió tus

recuerdos; yo fui el que te dirigió en el camino hacia la Academia y los Cazadores de Sombras.

Raphael fue el primero en colocarte en un mundo diferente, pero yo te coloque en otro también.”

“Yo tomé mis propias decisiones,” dijo Simon. “Tú me diste la oportunidad de hacerlo. No

me arrepiento que lo hicieras. ¿Te arrepientes de haberme devuelto mis recuerdos?”

Magnus sonrió. “No, no me arrepiento. Catarina me dijo lo que está pasando en la

academia. Parece que estás haciendo un buen trabajo tomando tus decisiones sin mí.”

“Estuve tratando,” dijo Simon.

Se había sorprendido cuando Alec lo alabó, y no esperaba que Magnus lo hiciera. Pero se

sintió cálido con las palabras de Magnus, en todo el cuerpo, a pesar del viento que venía de la fría

oscuridad. Magnus no estaba hablando de los pedazos de su casi olvidado pasado, sino de lo que

estaba pasando ahora y lo que ha hecho desde entonces.

No era algo grandioso, pero estaba tratando.

“También escuché que tuviste una pequeña Aventura en la Tierra de las Hadas,” dijo

Magnus. “También estuvimos teniendo problemas con los vendedores de fruta de hada en Nueva

York. Parte de las hadas corriendo libremente es como la Paz Fría. Personas que no son confiables

se vuelven desconfiables. Pero hay otra cosa que está mal. La Tierra de las Hadas es una tierra sin

reglas, sin líderes. La Reina, que era aliada de Sebastian, se esfumó, y corren rumores oscuros del

por qué. Ninguno que repetiría a la clave, porque impondrían castigos crueles a las hadas. Se

hacen más duros, y las hadas más salvajes, el odio entre ellos crece día a día. Hay tormentas detrás

de ti, Simon. Pero hay otra, aún más grande, que está llegando. Las antiguas reglas de están

desvaneciendo. ¿Estás listo para otra tormenta?”

Simon estaba en silencio. No supo que responder.

“Te estuve viendo con Clary, y con Isabelle,” Magnus continuó. “Sé que estás en camino a

la Ascensión, a tener una parabatai y un amor Cazadora de Sombras. ¿Estás feliz con eso? ¿Estás

seguro?”

“No sé si estoy seguro,” dijo Simon. “No sé si estoy listo tampoco. No puedo decir que no

he tenido dudas, que no he pensado en dar vuelta atrás y ser el chico con la banda en Brooklyn.

Pienso que a veces es muy difícil creer en ti mismo. Haces las cosas que no estás seguro que

puedes hacer. Solo actúas, aunque nada sea seguro. No creo que pueda cambiar el mundo—suena

tonto incluso el decirlo—pero voy a tratar.”

“Todos cambiamos el mundo, con cada día en el que vivimos en él,” Dijo Magnus. “Solo

tienes que decidir cómo quieres cambialo. Yo te traje a este mundo, por segunda vez, y aunque tus

decisiones son tuyas, siento algo de responsabilidad. Incluso si estas comprometido, tienes otras

opciones. Puedo arreglar para que seas un vampiro otra vez, o un hombre lobo. Ambas son

riesgosas, pero no tan riesgosas como Ascender.”

“Si. Quiero intentar cambiar el mundo como un Cazador de Sombras” dijo Simon. “De

verdad. Quiero intentar y cambiar la Clave desde adentro. Quiero ese poder particular para ayudar

a las personas. Vale la pena.”

Magnus asintió.

De verdad lo piensa, pensó Simon, cuando dijo que las decisiones de Simon eran suyas. Lo

dejó en Simon, ese día en Brooklyn cuando Magnus e Isabelle se le acercaron fuera de la escuela.

No dudaba de Simon ahora, incluso cuando Simon temía que haber elegido ser un Cazador en vez

de un Submundo lo haya ofendido. No quería ser como los Cazadores de Sombras que creían ser

superiores a los Submundos. Quería ser una especie distinta de Cazadores de Sombras.

Magnus no se veía ofendido. Se paró en lo alto de la torre, sobre la piedra iluminada por la

luz de las estrellas, volteando la moneda que había pertenecido a los muertos en sus dedos. Se

veía pensativo.

“¿Pensaste en tu nombre de Cazador de Sombras?”

“Um ... ,” dijo Simon tímidamente. “Un poco. Me estaba preguntando, en realidad— ¿cuál

es tu nombre verdadero?”

Magnus lo miró de reojo. Nadie hacía eso como alguien con ojos de gato. “Magnus Bane,”

dijo. “Sé que olvidaste muchas cosas, Smedley, pero de verdad.”

Simon acepto el sutil rebote. Entendió por qué Magnus se opondría a la implicación de que

el nombre que había elegido para definirse no era real.

“Lo siento,” dijo. “Es que mi mente siempre vuelve a los nombres. Si sobrevivo la

Ascensión, Tendré que elegir un nombre de Cazador de Sombras. No sé cómo elegir el adecuado—

no sé cómo elegir uno que signifique algo más que cualquier otro nombre.”

Magnus frunció el ceño. “No sé si sirvo para dar algún sabio consejo. Tal vez tendría que

usar una barba blanca para convencerme de que soy un sabio. Elije alguno que se sienta correcto,

y no te preocupes demasiado,” dijo Magnus eventualmente. “Va a ser tu nombre. Vas a vivir con

él. Tu vas a darle significado, no al revés.”

“Voy a intentarlo” dijo Simon. “¿Hay alguna razón especial por la que sentías que ‘Magnus

Bane’ era el correcto?”

“’Magnus Bane’ se sentía como el correcto por muchas razones” dijo Magnus, lo que no

era exactamente una respuesta. Pareció notar la decepción de Simon, y le dio lástima, porque

añadió: “Aquí hay una”

Magnus pasó la moneda por abajo y arriba de sus dedos, haciendo girar el círculo de metal

cada vez más rápido. Líneas azules de magia parecían salir de sus anillos, como una pequeña

tormenta en la palma de su mano, envolviendo la moneda en una red de chispas.

Entonces Magnus lanzó la moneda hacia afuera de la torre, hacia el viento de la noche.

Simon pudo ver la moneda cayendo, todavía envuelta en fuego azul, yendo más allá de los límites

de la academia.

“Existe un fenómeno científico para describir lo que sucede cuando un objeto está en

movimiento. Uno cree que sabe exactamente qué camino va a recorrer y dónde caerá. Entonces,

sin ninguna razón aparente… el arco cambia. Va hacia donde no lo esperas.”

Magnus chasqueó los dedos, y la moneda regresó haciendo un zigzag en el aire, y volvió

hacia ellos mientras Simon observaba, y sintió que era la primera vez que veía magia de verdad.

Dejó la moneda en la palma de Magnus y sonrió, una sonrisa rebelde, y sus ojos se veían tan

dorados como un tesoro recién descubierto.

“Se llama el efecto Magnus” dijo.

***

“Fzzz” dijo Clary, con su roja cabellera colgando sobre la carita zul oscuro del bebé. Le

daba pequeños besos en las mejillas, zumbando como una abeja mientras lo hacía, y el bebé reía y

trataba de tomar sus rizos. “Fzzz, fzzz, fzzz. No sé qué estoy haciendo. Nunca he tenido una

relación cercana con los bebés. Por dieciséis años pensé que era hija única, bebé. Y después de

eso, bebé, no quieres saber qué pensaba. Por favor perdóname si estoy haciendo esto mal, bebé.

¿Te gusto? Tú me gustas”

“Dame al bebé,” dijo Maryse, celosa. “Lo has tenido por cuatro minutos enteros, Clarissa.”

Había una fiesta en la suite de Magnus y Alec, y el juego preferido era Pasar el Bebé. Todos

querían tomarlo. Simon había tratado descaradamente de ganarse el favor del padre de Isabelle

enseñándole a usar la función de cronómetro de su reloj digital. Ahora Robert tenía el reloj

afirmado con fuerza, estudiándolo de cerca. Sería el turno de Robert para tomar en brazos al bebé

en dieciséis minutos, y había tomado a Simon por el hombro y le dijo “Gracias, hijo”, lo que Simón

había tomado como su bendición para salir con la hija de Robert. No se arrepentía de la pérdida de

su reloj.

Clary entregó al bebé, y se apoyó en el respaldo del sofá entre Simon y Jace. El sofá crujió

peligrosamente mientras ella lo hacía. Simon habría estado a salvo en la antiguamente inclinada

torre, pero estaba dispuesto a correr peligro para estar junto a Clary.

“Es tan tierno,” susurró Clary a Simon y Jace. “Aunque es raro pensar que es de Alec y

Magnus. Digo, ¿pueden imaginarlo?”

“No es tan extraño” dijo Jace. “Digo, puedo imaginarlo.”

Un rubor apareció en sus pómulos. Se acercó al borde del sofá mientras Clary se daba

vuelta a mirarlo.

Clary y Simon lo juzgaban con la mirada. Eso hizo muy feliz a Simon, Juzgar juntos a la

gente era una parte esencial de su amistad.

Entonces Clary se hizo hacia adelante y besó a Jace.

“Retomemos esta conversación en unos diez años” dijo. “O tal vez más. Iré a bailar con las

chicas.”

Se dirigió hacia Isabelle, quien ya se encontraba bailando la suave música en el medio de

un círculo de admiradores que vinieron al oír que ella estaba de vuelta. Entre ellos se encontraba

Marisol, quien Simon pensó que estaba determinada a ser Isabelle cuando fuera mayor.

La celebración del bebé Lightwood estaba en pleno apogeo. Simon sonrió mientras miraba

a Clary. Recordó un par de ocasiones en las que Clary había sido cuidadosa alrededor de otras

chicas, y ellos se quedaban juntos. Era genial ver a Isabelle extender sus manos a Clary, y que Clary

las tomara firmemente sin pensarlo.

“Jace” dijo Simon, mientras Jace miraba a Clary e Isabelle y sonreía. Jace lo miró y parecía

molesto. “¿Recuerdas cuando dijiste que deseabas que yo pudiera recordar?”

“¿Por qué me preguntas a mí si recuerdo cosas?” preguntó Jace, sonando definitivamente

molesto. “No soy yo el que tiene problemas para recordar cosas, ¿recuerdas?”

“Sólo quería saber a qué te referías con eso”

Simon esperó, dándole a Jace otra oportunidad para que se aprovechara de su amnesia

demoniaca y le dijera otro secreto falso. En vez de eso, Jace parecía increíblemente incómodo.

“Nada” dijo. “¿A qué me refería? A nada.”

“¿Te referías a que querías que recordara el pasado en general?” preguntó Simon. “¿Para

que pudiera recordar todas las aventuras que tuvimos y todos los vínculos que formamos?"

Jace seguía con una expresión incómoda. Simon recordó a Alec comentando que Jace

había estado muy alterado.

“Espera, ¿cuál es la verdad?” preguntó Simon, incrédulo. “¿Me extrañaste?”

“¡Obviamente no!” gritó Jace. “Nunca te extrañaría. Yo, eh, me refería a algo específico.”

“Está bien. Entonces, ¿qué hecho específico querías que recordara?” preguntó Simon.

Miró a Jace sospechosamente. “¿Fue la mordida?”

“¡No!” respondió Jace.

“¿Fue un momento especial para ti?” preguntó Simon. “¿Uno que compartimos juntos que

querías que recordara?”

“Recuerda este momento” dijo Jace. “A la próxima oportunidad que se presente, voy a

dejar que mueras al fondo de un bote del mal. Quiero que recuerdes el por qué.”

Simon sonrió para sí mismo. “No, no lo harás. Nunca dejarás que muera al fondo de un

bote del mal.” Murmuró mientras Alec caminaba hacia el desgastado sofá y Jace parecía furioso

por lo que estaba escuchando.

“Simon, normalmente es un gusto hablar contigo,” dijo Alec. “¿Pero puedo hablar un

momento con Jace?”

“Oh, es cierto” dijo Simon. “Jace, había olvidado lo que quería decirte. Pero ahora me

acuerdo perfectamente. Alec y yo tuvimos una pequeña charla sobre su problema conmigo. Tu

sabes, el que tú me dijiste que tenía conmigo. El secreto terrible.”

Los ojos dorados de Jace quedaron sin expresión. “Ah.” Dijo.

“Piensas que eres muy gracioso, ¿verdad?”

“Aunque me doy cuenta de que ambos están un poco molestos conmigo, y que este no es

el momento para elogiarme,” dijo Jace lentamente, “honestamente debo decirles que: Sí, sí.

Efectivamente creo que soy gracioso. ‘Ahí va Jace Herondale’ dice la gente. ‘Con su gran ingenio, y

totalmente genial. Es una carga que Simon jamás podrá entender.”

“Alec va a matarte.” Informó Simon, y le dio unas palmadas en el hombro a Jace. “Y creo

que es lo justo. En lo que a mí respecta, te voy a extrañar.”

Se paró del sofá. Alec avanzó hacia Jace.

Simon confió en que Alec ejecutaría su venganza por ambos. Había perdido suficiente

tiempo en esa broma estúpida.

George estaba bailando con Beatriz y Julie, haciendo payasadas para hacerlas reír. Beatriz

ya se estaba riendo, y Simon pensó que a Julie no le faltaba mucho.

“Vamos, bailar conmigo no está tan mal,” le dijo George a Julie. “Tal vez no sea Magnus

Bane…” hizo una pausa y miró a Magnus, quien se había cambiado a una camisa negra de gasa con

lentejuelas azules colgando abajo. “Definitivamente no podría llevar eso,” añadió. “Pero yo hago

ejercicio, y tengo acento escocés.”

“Sabes que es cierto,” dijo Simon. Chocó palmas con George y sonrió a las chicas, pero ya

estaba avanzando más allá, abriéndose paso hacia el centro de los bailarines.

En su camino hacia Isabelle.

Apareció detrás de ella y deslizó su brazo por su cintura. Ella se apoyó en él. Estaba usando

el mismo vestido que usó el día en que la vio por primera vez, por segunda vez, recordándole el

cielo estrellado sobre la academia de Cazadores de Sombras.

“Oye,” le susurró. “Quiero decirte algo.”

“¿Qué cosa?” susurró de vuelta Isabelle.

Simon la volteó hacia él, y ella lo dejó. Pensó que deberían tener esta conversación cara a

cara.

Detrás de ella, pudo ver a Jace y Alec. Se estaban abrazando, y Alec estaba riendo. Jace le

daba palmadas en la espalda como felicitándolo. Vaya terrible venganza, aunque no le importó a

Simon.

“Quería hablar contigo antes de tratar de Ascender.” Dijo.

La sonrisa desapareció del rostro de Isabelle. “Si esto es un discurso de en-caso-de-que-

muera, no quiero escucharlo.” Dijo fieramente. “No me vas a hacer eso. Ni siquiera consideres

morir. Vas a estar bien.”

“No.” Dijo Simon. “Lo entendiste mal. Quería decírtelo ahora, porque si Asciendo, tendré

mi memoria de vuelta.”

Isabelle parecía confundida en lugar de enojada, lo que era un progreso. “¿Entonces qué

es?”

“No me importa si recupero la memoria o no,” dijo Simon. “No me importa si otro

demonio me quita la memoria mañana. Te conozco: Vendrás a buscarme otra vez, vendrás a

rescatarme sin importar lo que pase. Vendrás por mí, y te descubriré nuevamente. Te amo sin los

recuerdos. Te amo ahora.”

Hubo una pausa, rota por cosas irrelevantes como la música y el murmullo de la gente

alrededor de ellos. No podía descifrar la expresión de Isabelle.

Isabelle dijo calmadamente: “Lo sé.”

Simon la miró fijamente. “Eso fue…” dijo lentamente. “¿Eso fue una referencia a Star

Wars? Porque de ser así, quiero declarar mi amor otra vez.”

“Adelante.” Dijo Isabelle. “De veras. Dilo otra vez. He estado esperando mucho tiempo.”

“Te amo” dijo Simon.

Isabelle se puso a reír. Simon habría pensado que estaría destruido si le dijera a una chica

que la amaba y que en respuesta ella se riera. Pero Isabelle siempre lo sorprendía. No podía dejar

de mirarla. “¿De verdad?” le preguntó, y sus ojos brillaban. “¿De verdad?”

“De verdad.” Dijo Simon.

La acercó a él, y bailaron juntos, en el piso más alto de la academia, en el corazón de su

familia. En vista de que ella esperó mucho tiempo, se lo repitió una y otra vez.

***

Magnus seguía perdiendo de vista al bebé. Esto no era una buena señal para el futuro.

Magnus estaba seguro de que debías siempre saber dónde estaba.

Eventualmente encontró al bebé con Maryse, quien lo había reclamado triunfantemente y

había corrido a la cocina a arrullar a su tesoro.

“Oh, hola,” dijo Maryse, mostrándose un poco culpable.

“Hola, tú,” dijo Magnus, y curvó su mano sobre la pequeña cabeza azul, sintiendo sus rizos.

“Y hola, tú.”

El bebé dejo salir un gemido de irritación. Magnus pensó que estaba aprendiendo a

distinguir entre los distintos gemidos, e hizo aparecer mágicamente un biberón con leche, lista.

Extendió las manos, y Maryse juntó visiblemente la fuerza de voluntad para pasarle al bebé.

“Eres bueno con él.” Dijo Maryse mientras Magnus lo acomodaba en su brazo y le ponía el

biberón en la boca.

“Alec es mejor.” Dijo Magnus.

Maryse sonrió y se veía orgullosa. “Es muy maduro para su edad,” dijo afectuosamente, y

dudó. “Yo… no lo era, a su edad, cuando era una joven madre. No me… comporté de una forma en

la que me gustaría que mis hijos vieran. No es una excusa.”

Magnus miró hacia el rostro de Maryse. Recordó enfrentarse a ella en lados opuestos

alguna vez, hace mucho tiempo, cuando ella había sido uno de los discípulos de Valentine, y sintió

que la odiaría y a todos los que tuvieran que ver con ella para siempre. También recordó haber

elegido perdonar a otra mujer que había estado del lado de Valentine, y que había ido hacia el con

una niña en los brazos, esperando hacer las cosas bien. Esa mujer había sido Jocelyn, y ese bebé se

había convertido en Clary, la primera y única persona que él había visto crecer.

Nunca pensó que algún día tendría a su propio hijo, para verlo crecer.

Maryse lo miró de vuelta, para muy derecha, y muy alta. Tal vez lo que había asumido que

ella había pensado todos estos años estaba mal; Tal vez ella nunca decidió ignorar el pasado, y

pensó con orgullo de Nefilim que él tenía que seguir su ejemplo. Tal vez ella siempre quiso

disculparse, pero había sido demasiado orgullosa.

“Oh, Maryse,” dijo Magnus. “Olvídalo. Es enserio, no vuelvas a mencionarlo. En uno de

esos giros inesperados, somos familia. Todas las sorpresas hermosas de la vida son lo que hace

que valga la pena vivirla.”

“¿Aún te sorprendes?”

“Todos los días,” dijo Magnus. “Especialmente desde que conocí a tu hijo.”

Caminó fuera de la cocina con su hijo en brazos, y Maryse detrás de él, de vuelta a la

fiesta.

Su querido Alec, ejemplo de madurez, parecía estar golpeando a su parabatai en la cabeza.

La última vez que Magnus los había visto, estaban abrazados, por lo que Magnus dedujo que Jace

había hecho una de sus inoportunas bromas.

“¿Cuál es tu problema?” demandó Alec. Rió y siguió dándole golpes mientras Jace se

retorcía en el sofá, mandado a volar cojines, una muestra de la gracia de los Cazadores de

Sombras. “Enserio, Jace, ¿Cuál es tu problema?”

A Magnus le pareció una pregunta razonable.

Miró alrededor de la habitación. Simon bailaba muy mal con Isabelle. A Isabelle no parecía

importarle. Clary estaba saltando arriba y abajo con Marisol, siendo solo un poco más alta que la

más joven. Catarina parecía estar barriendo el piso con Jon Cartwright en las cartas, cerca de la

ventana.

Robert Lightwood estaba parado junto a Magnus. Robert debería dejar de escabullírsele

así a la gente. Alguien iba a terminar con un paro cardíaco.

“Hola, hombrecito,” dijo Robert. “¿Dónde te habías metido?”

Lanzó una mirada sospechosa a Maryse, quien puso los ojos en blanco.

“Magnus y yo estábamos teniendo una conversación,” dijo, tocando el brazo de Magnus.

Su comportamiento hizo sentido completamente a Magnus: gánate al yerno, ganas más

acceso al nieto. Había visto ese tipo de interacciones familiares antes, pero nunca pensó que sería

parte de ellas.

“Oh,” dijo Robert emocionado. “¿Ya decidieron su nombre?”

La última canción terminó justo en el momento que Robert hizo la pregunta. Su estridente

voz sobresalió del murmullo.

Alec saltó por encima de Jace y del sofá, para parase al lado de Magnus. El sofá colapsó

lentamente, con Jace aún atrapado entre los cojines.

Magnus miró a Alec, quien lo miró de vuelta, con la esperanza brillando en sus ojos. Era la

única cosa que no había cambiado de Alec en el tiempo que habían estado juntos: no engañaba,

no usaba trucos para esconder lo que sentía. Magnus no quería que jamás perdiera eso.

“La verdad, conversamos sobre el tema,” dijo Magnus. “Y creemos que tuvieron una

buena idea.”

“Entonces…” dijo Maryse.

Magnus inclinó la cabeza, lo más cercano que pudo hacer a una reverencia mientras

sostenía al bebé. “Me complace presentarles,” dijo, “a Max Lightwood.”

Magnus sintió la mano de Alec apoyarse, tibia como la gratitud y segura como el amor, en

su espalda. Miró al rostro del bebé. El bebé parecía más interesado en su botella que en su propio

nombre.

Iba a llegar el momento en que el niño, siendo un brujo, elegiría su propio nombre para

llevarlo durante los siglos. Hasta que llegara el momento en que fuera lo suficientemente grande

para decidir quién es, Magnus pensó que podría ser uno peor que éste, este signo de amor y

aceptación, de dolor y esperanza.

Max Lightwood.

Una bella sorpresa de la vida.

Hubo un rumor, un silencio encantado, con murmullos complacidos y de aprobación.

Entonces Maryse y Robert empezaron a discutir segundos nombres.

“Michael,” repitió Robert, un hombre terco.

Catarina camino hacia ellos, guardando un rollo de dinero en su sujetador, sin parecer la

profesora más apropiada en la historia. “¿Qué hay de Ragnor?” preguntó.

“Clary,” dijo Jace desde el caído sofá. “Ayúdame, el mundo se ha vuelto negro.”

Magnus se apartó del debate, porque el biberón de Max estaba casi vacío y Max estaba

empezando a llorar.

“No hagas uno con magia, haz uno real,” dijo Alec. “Si se acostumbra a que seas más

rápido para alimentarlo, tendrás que hacerlo todo el tiempo.”

“¡Eso es chantaje! No llores,” le pidió Magnus a su hijo, volviendo a la cocina para preparar

un biberón a mano.

No era tan difícil, hacer la fórmula a mano. Magnus había visto a Alec hacerlo muchas

veces, y descubrió que podía hacerlo imitando a Alec.

“No llores,” decía Magnus haciéndole mimos mientras se calentaba la leche. “No llores, y

no vomites en mi polera. Si haces alguna de esas dos cosas, te voy a perdonar, pero me voy a

enojar. Quiero que nos llevemos bien.”

Max comenzó a llorar. Magnus movió los dedos de su mano desocupada sobre la cara del

bebé, deseando que existiese un hechizo para hacer que los bebés dejaran de llorar y que no fuera

posible equivocarse.

Para su sorpresa, Max dejó de llorar, de la misma forma que lo hizo el día de ayer en el

vestíbulo cuando Alec lo tomó en brazos. Miraba con ojos llorosos, interesados en las chispas que

salían de los dedos de Magnus.

“¿Lo ves?” dijo Magnus, y le devolvió el biberón, lleno otra vez. “Sabía que nos llevaríamos

bien.”

Se paró en la puerta de la cocina, meciendo a Max en sus brazos. Hace tres años, habría

pensado que nada de esto era posible. Había tanta gente a la que se sentía conectado, en esa

habitación. Muchas cosas habían cambiado, y habían tantas cosas que potencialmente podían

cambiar que era aterrador, pensar que todo eso se podía perder, y era emocionante pensar en

todo lo que había ganado.

Miró a Alec, quien estaba parado entre sus padres, con una postura confiada y relajada, su

boca formando una sonrisa en respuesta a algo que uno de ellos dijo.

“Tal vez algún día seremos solo tú y yo, mi pequeño arándano,” dijo Magnus,

conversando. “Pero no en mucho, mucho tiempo. Vamos a cuidarlo, ambos. ¿O no?”

Max Lightwood hizo un sonido alegre y burbujeante, que Magnus tomó como un sí.

Esta cálida e iluminada habitación no era un mal lugar para el comienzo del camino de su

pequeño para descubrir que había mucho más en la vida de lo que algunas personas aprenden

jamás, que había amor ilimitado por encontrar, y tiempo para descubrirlo. Magnus tenía que

confiar en eso por él, por su hijo, por su amado, por todos los brillantes y marchitos mortales, y

por todos los duraderos, luchadores inmortales que conocía, habría suficiente tiempo.

Puso la botella a un lado y presionó sus labios sobre el rizado cabello que cubría la cabeza

de su hijo. Oyó a Max emitiendo un pequeño murmullo en su oído. “No te preocupes,” murmuró

Magnus de vuelta. “Estamos todos juntos es esto.”