e-dialogue - alianzajm · enviado del telediario 1, zavattaro, que durante 27 años siguió al papa...

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E-DIALOGUE Nr 9 ano 2011 cmis Conference Mondiale Instituts Seculiers SUMARIO Vida de la Iglesia: ............................................................... 2 Beatificación de Juan Pablo II Sínodo sobre la evangelización Vida de la CMIS ................................................................. 3 Consejo ejecutivo Hacia el Congreso Hacia la Asamblea Renovación de los Estatutos Vida de los Institutos ............................................................ 5 de las Conferencias los setenta años del Instituto Siervas de Jesús Regnum Mariae Ancelle Mater Misericordiae Piccole apostole della Carità CIIS Testigos ........................................................................ 9 de Lampedusa Acordarse o hacer memoria Fe y cultura ……. Despertadores de conciencias Para reflexionar.................................................................. 20 Laico se hace Los Institutos Seculares una “chance” para la Iglesia y para el mundo En biblioteca .................................................................... 29 Escribe Amor Lorenzo Cantù

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E-DIALOGUENr 9 ano 2011c m i s

Conference Mondiale Instituts Seculiers

SUmArIO

Vida de la Iglesia: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

Beatificación de Juan Pablo II Sínodo sobre la evangelización

Vida de la CMIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Consejo ejecutivo Hacia el Congreso Hacia la Asamblea Renovación de los Estatutos

Vida de los Institutos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

de las Conferencias los setenta años del Instituto Siervas de Jesús Regnum Mariae Ancelle Mater Misericordiae Piccole apostole della Carità CIIS

Testigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 de Lampedusa Acordarse o hacer memoria Fe y cultura ……. Despertadores de conciencias

Para reflexionar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 0

Laico se hace Los Institutos Seculares una “chance” para la Iglesia y para el mundo

En biblioteca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 9

Escribe Amor Lorenzo Cantù

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Vida de la iglesia

BEAtIfIcAcIóN DE JUAN PABLO IIEn nuestra mente permanecerán imágenes y recuerdos indelebles de este importante

acontecimiento.

Queridos hermanos y Hermanas:

La bienaventuranza eterna de Juan Pablo II, que hoy la Iglesia tiene la alegría de proclamar, se encuentra completamente en las palabras de Cristo: “Bienaventurado eres tú, Simón” y “¡Bienaventurados los que no han visto y han creído!” La bienaventuranza de la fe, que también Juan Pablo II recibió en don de Dios Padre, para la edificación de la Iglesia de Cristo. (...).

“¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!” Lo que el recién elegido Papa pedía a todos, él mismo lo ha puesto en práctica primero: abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, cambiando con la fuerza de un gigante – fuerza que le venía de Dios – una tendencia que podía parecer irreversible (...).

Su mensaje fue éste: el hombre es el camino de la Iglesia, y Cristo es el camino del hombre. Con este mensaje, que es la gran herencia del Concilio Vaticano II y de su “timonero”, el siervo de Dios Pablo VI, Juan Pablo II guió el Pueblo de Dios a cruzar el umbral del Tercer Milenio que, precisamente gracias a Cristo, él pudo llamar “umbral de la esperanza” (...).

¡Bienaventurado tú, amado Papa Juan Pablo II, porque has creído! Continúa – te pedimos – sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. ¡Muchas veces nos has bendecido en esta Plaza del Palacio! Hoy te pedimos: ¡Santo Padre, bendícenos! Amén.

De la Homilía de la Santa Misa del 1 de mayo del Papa Benedicto XVI

“Un santo, de nombre Juan. En viaje con Karol Wojtyla, el Papa que cambió la historia”: éste es el título del libro (Aliberti editor) del vaticanista Fabio Zavattaro, presentado ayer por la tarde en Roma, y que a cinco años de la muerte de Juan Pablo II recuerda su pontificado. Enviado del Telediario 1, Zavattaro, que durante 27 años siguió al Papa Wojtyla, ofrece una fiel e intensa narración del itinerario al lado del Papa. Partiendo del atentado, hasta el conmovedor gesto de la mano de Wojtyla en el brazo de su agresor. Del encuentro del 2002 en Asís con los líderes de las Confesiones religiosas, a la cercanía a los jóvenes, a las Jornadas Mundiales de la Juventud, a la enfermedad vivida ante los reflectores de los medios de comunicación. “Durante 27 años al lado de Juan Pablo II – ha explicado el autor – he podido asistir, viaje tras viaje, a un trozo de historia: caminando por los caminos del mundo él nos ha abierto horizontes que ni siquiera imaginábamos. Este libro nace como un gracias a aquel Papa que he acompañado y que he querido narrar”, un santo que tenía “la capacidad de vivir la espiritualidad intensamente y de dialogar con todos”. “Un Pontífice que ha llevado la Iglesia más allá de sí misma, al encuentro con el mundo”, lo ha definido el vaticanista Giuseppe De Carli, para quien el libro “a través de una especie de diario personal, nos ofrece de nuevo la densidad de su pontificado”

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EL SíNODO DE LOS OBISPOS SOBrE EL tEmA: LA NUEVA EVANGELIzAcIóN

PArA LA trANSmISIóN DE LA fE crIStIANA. Ser trata de un acontecimiento importante para toda la Iglesia que nos compromete y nos

implica, nos gustaría que todos tuvieran la posibilidad de seguir y profundizar los trabajos desde la presentación de los Lineamenta.

«Fui hallado de quienes no me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí» (Rm 10, 20)

La Iglesia que anuncia y transmite la fe, imita el actuar del mismo Dios que se comunica a la humanidad donando su Hijo, vive en la comunión trinitaria, derrama el Espíritu Santo para comunicar con la humanidad. Para que la evangelización sea eco de esta comunicación divina, la Iglesia debe dejarse plasmar por la acción del Espíritu y hacerse conforme a Cristo crucificado, que revela al mundo el rostro del amor y de la comunión con Dios. De esta forma descubre de nuevo su vocación de Ecclesia mater que engendra hijos para el Señor, transmitiendo la fe, enseñando el amor que engendra y nutre los hijos.

En el corazón del anuncio está Jesucristo, creído y testimoniado. El Consejo Ejecutivo de la CMIS ha juzgado oportuno sentirse implicado en este tema.

Con tal fin y precisamente para acordar una posible contribución de los Institutos Seculares al Sínodo, sobre la nueva evangelización la Presidenta se ha encontrado con Monseñor Eterovic, Secretario del Sínodo, y con él ha establecido que los consejeros que lo deseen pueden enviar hasta finales del mes de julio una contribución en tal sentido a los “Lineamenta”

VIDA DE LA cmIS Reunión del Consejo EjecutivoSe reunió en Roma los días 8 -10 de abril.

Fueron muchos los temas del Orden del día, entre otros:

I Valoración de la actividad de la presidencia y del Consejo Ejecutivo.-

I Congreso.

I Asamblea.

I Propuesta de cambio de los Estatutos.

I Secretaría.

I Balance económico.Todos los consejeros estuvieron presentes, a excepción de Naoko Ozawa de Japón,

impedida por motivos gravísimos, como podemos muy bien imaginar. l

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Congreso Se celebrará en Asís del 22 al 25 de julio de 2012. El tema elegido: A la escucha de Dios en los “surcos de la historia”: la secularidad habla a la

consagración. Próximamente enviaremos el programa y las informaciones útiles para profundizar

la preparación. Por el momento podemos anticipar que contaremos con la presencia del Profesor Paolo Gamberini – teólogo, y de la Profesora Hanna Barbera Gerl Falkovitz - antropóloga

Asamblea extraordinaria 25/27 de julio de 2012 Teníamos en programa la Asamblea electiva y programática, como se ha anunciado. Pero

habiendo iniciado la revisión de los Estatutos, el Consejo Ejecutivo ha sentido la necesidad de convocar una primera Asamblea extraordinaria con el Orden del día la revisión y aprobación de los Estatutos.

Asamblea ordinaria 27/29 de julio de 2012Seguirá la Asamblea ordinaria para una valoración de los trabajos de Consejo, las

actividades desarrolladas, las elecciones realizadas hasta el presente y para orientar los trabajos de los próximos cuatro años, además de elegir el nuevo Consejo Ejecutivo.

A propósito de la revisión de los Estatutos. Como se recordará, desde la última Asamblea se inició un proceso de revisión,

actualización de los Estatutos, que ha visto comprometidos algunos miembros del Consejo juntamente con expertos juristas de la CIVCSVA, que han trabajado en la propuesta de revisión, que ha sido examinada en la reunión del Consejo por los consejeros y por el sub Secretario de la Congregación juntamente con la Doctora Leggio, presente en esta ocasión en nuestros trabajos.

Cuanto antes se dará amplia comunicación a los Institutos para que nos envíen observaciones y comentarios. Por este motivo se recuerda a todos que la lengua adoptada para los Estatutos es la lengua francesa. Os enviaremos copia en vuestra lengua con el fin de entender mejor el artículo que nos proponemos aprobar, pero la lengua que se usará para redactar, enmendar y publicar seguirá siendo la lengua francesa.

Nuevo Presidente En la reunión del Consejo Ejecutivo se ha debido afrontar una situación, en cierto sentido

desagradable, desde el momento que el Presidente en cargo, Fernando Martín Herráez, por motivos personales, abandonó su cargo, pero permaneciendo en el Consejo de presidencia.

El Consejo pidió a Ewa Kusz, Presidenta en el anterior cuatrienio y miembro del Consejo de presidencia, asumir el cargo.

E-DIALOGUE • Nr 9 ano 2011 5

El Consejo Ejecutivo de la CMIS ha mantenido un encuentro con la Doctora Leggio con el fin de contribuir a la revista Sequela Christi, que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica ha programado sobre los Institutos Seculares.

Se acordó que los consejeros podrán contribuir con testimonios de los Institutos en los diversos países y en las diversas culturas.

Vida de los institutos y de las conferencias

I La Conferencia francesa

organizó en Lourdes, en el mes de octubre de 2010, un encuentro peregrinación; fue un tiempo fuerte y sobre todo un tiempo de comunión entre los Institutos. Las Conferencias nacionales presentes pudieron realizar intercambios entre ellas. Nadège ha dado el video realizado con la televisión católica antes de este acontecimiento.

I La Conferencia asiática

de Institutos Seculares ha obtenido de la Santa Sede la aprobación definitiva de los Estatutos.

I La Cisal

se reunió en Lima (Perú) la primera semana de febrero 2010 y al inicio de 2011 se tuvo el encuentro nacional de Institutos Seculares de América del Sur; en noviembre de 2011 se celebrará el encuentro nacional de los Institutos Seculares en México.

Se tuvieron recientemente diversos encuentros de Institutos Seculares de Bolivia: se trata de experiencias de misión para los Institutos Seculares presentes en Bolivia.

En América Central se está trabajando en un proyecto de una sola Conferencia de Institutos Seculares. El próximo encuentro se tendrá en Puerto Rico en 2014 con el fin de reunir los Institutos Seculares de los países en los que no hay Conferencia nacional.

I La Conferencia polaca

ha enviado una carta a los obispos de Bielorrusia y de Ucrania para informarles sobre la vocación secular; están muy interesados y no conocen esta vocación. En noviembre de 2011 se celebrará un Simposio para preparar el Congreso de la CMIS de 2012; se han realizado fructíferos contactos con el nuevo Nuncio que no es polaco, pero que conoce bien los Institutos Seculares.

Hemos sido informados por la Congregación sobre el deseo de los Institutos Seculares de Eslovaquia de crear una Conferencia nacional; parece que debe esperar un poco.

I La CIIS

organiza un curso para formadores del 2-4 de junio de 2011 sobre el tema :” El

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acompañamiento en el discernimiento vocacional”, en la Casa de Ejercicios de los Padre Pasionistas.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar ‘Rabbií’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre” vuestro en la tierra, porque uno sólo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Instructores’, porque uno solo es vuestro Instructor: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor.

(Mt 23, 8- 11).

I La Conferencia de Obispos de Canadá

ha pedido a Su excelencia Gérald Lacroix actuar como vínculo entre los Institutos Seculares de Canadá y la Conferencia Episcopal. Él ha aceptado, y siendo miembro de un Instituto Secular podrá iniciar un fructífero diálogo con los Obispos y también aclarar o responder a eventuales problemas que puedan presentarse.

El Instituto Fieles Siervas de Jesús ha celebrado los setenta años de fundación

LOS SEtENtA AñOS DEL INStItUtO SEcULAr fIELES SIErVAS DE JESúS

Padre Carlos Jullermo Alvarez G. Eudista. Marzo -25- 2011, con ocasión de la fiesta patronal en la casa Servir, en Bogotá.

Cuando en 1939 se encontraron y se conocieron, el Padre Andrei tenía 47 años y Merceditas 28. El primero era maduro para el trabajo apostólico y para su compromiso en favor de la obra de formación en la Iglesia; la segunda era un alma sedienta del agua viva que apaga la sed y fortalece, pero apenas había iniciado su camino de compromiso y de consagración.

Fue un encuentro, empatía, entendimiento entre los dos, y el Señor comenzó con ellos una obra de edificación y misión que, casi dos años después, se concretizó en la fundación del Instituto Fieles Siervas de Jesús. Releyendo las crónicas de Merceditas sobre este 25 de marzo de 1941 permanece un sabor de sencillez, pobreza y humillación. Celebrar juntos, los tres fundadores, una Eucaristía de inauguración, el Padre Andrei, como presidente entre un grupo de jóvenes reunidas, pero sin decir nada, ni proclamar, ni anunciar nada, es muy duro de aceptar hoy. Fue iniciar en silencio la obra de Dios confiando en que aquel sí de los tres a Dios podía ser una pequeña semilla que florecería con vitalidad y con fuerza.

Después de setenta años nos hemos reunido, celebramos una fiesta maravillosa de fraternidad y de alegría, celebramos las maravillas del Señor en lugares y con personas diversas y proclamamos abiertamente que el Instituto es una obra de la Iglesia, un árbol fecundo que extiende sus ramos en varios países y ofrece un camino de santidad a muchos hombres y mujeres que buscan la perfección.

El sí pronunciado por Merceditas, Josefina y Helena, se asemejaba mucho, sin duda, al fiat de María en una pequeña y olvidada casa de Nazaret, así como más tarde Natanael dirá a su futuro maestro: “¿De Nazaret puede haber cosa buena?” (Jn 1,48). De esta forma, de este

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pequeño grupo de tres mujeres, ansiosas de Dios, se puede preguntar: “¿De estas tres mujeres jóvenes que pronuncian el propio sí a Dios, podrá haber algo interesante?”

Hoy celebramos la solemnidad de la Encarnación, recordamos el sí de María a la misión que Dios le confiaba, y recordamos las primeras Fieles Siervas de Jesús. Dejadme ahora ir más atrás, a la página del Cardenal Pietro de Berulle, en la que comenta el fiat de María: es una página que marcó la vida del Padre Eudes, la vida del Padre Basset, la vida de Merceditas. Es una página que nos puede marcar también a nosotros en el cumplimiento de nuestra misión y en la comprensión de cuán grande puede ser un pequeño sí a Dios que nos llama y nos confía una tarea en el mundo. Lucas nos dice en el texto de la anunciación que Gabriel, mensajero de Dios, entra en casa de María, la saluda, inicia una misión, escucha las inquietudes, responde y aclara, espera una respuesta de María y regresa de nuevo a Dios. Es la casa de María y no el templo el lugar de la presencia maravillosa de Dios, el lugar en el que el Señor desea venir a estar y a hacerse carne. Hay un cambio de residencia que todavía hoy no hemos iniciado a comprender y vivir plenamente. El Señor desea dejar el templo para venir a vivir en el corazón y en la vida de los creyentes para siempre.

María pregunta: “¿Cómo podrá ser esto?” y el ángel le aclara y le habla de Jesús que desea vivir y reinar en ella y María se compromete. De Berulle escribe: “La Virgen da su sí a la palabra del Ángel, obedece a la de Dios y dice: ‘He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1, 38). Esta palabra de la Virgen no es una palabra de piedad ordinaria y de sentimiento popular, es una humilde y noble palabra que alegra el cielo, realiza la salvación del universo y captura de los cielos al Verbo eterno para traerlo a la tierra. Cuando esta Virgen humilde, llamada y modesta, abre su boca para responder, se encuentra en las manos del Verbo eterno que la acompaña, que va a encarnarse en Ella, que la desea por Madre. Este Verbo divino le inspira la Palabra y le comunica la actitud.

La última palabra de la Virgen al Ángel es muy diversa de la primera, ya no es una palabra de extrañeza, como la precedente, sino de consentimiento. No es perplejidad humana, sino determinación divina. No es una palabra de duda, sino de confirmación viva y ardiente del deseo y de la obra de Dios, es una excelsa, memorable, preciosa palabra; una palabra de gracia, de amor y de vida, de una vida que ahora debe terminar. Porque esta palabra da la vida al Dios vivo y transmite un estado de eterno hijo del mismo eterno Dios.

Contemplemos lo que puede obtener un sí a Dios y pensemos de nuevo en nuestra respuesta a la llamada de Dios. Es compromiso y apertura a Dios, pero es también la posibilidad de que Dios haga maravillas en nosotros y a través de nosotros, porque Él desea establecer su reino en el mundo. Y continúa el Cardenal de Berulle: “¡Qué poderosa, fecunda y feliz esta palabra! Cuantos secretos, gracias y efectos contiene, y con razón la Virgen la pronuncia en un momento para ella tan santo y feliz, en el momento de máxima potencia y de máxima fecundidad que puede darse a una criatura, cuando se dispone a concebir y a dar vida al Verbo encarnado, que es la virtud, la luz y el poder del Padre. Cuando la Virgen pronuncia esta palabra está inundada de una gracia particular, en un estado divino, en una actitud admirable que la hace cumplir actos y efectos excelentes. En este momento Ella se abaja, y en su abajarse corresponde el ser puesta más alta de los cielos. De esta forma se pierde en las manos de su Dios como si hubiera nacido antes de su creador y comienza a ser madre de su mismo creador. Entonces penetra en las grandezas mediante su humillación; penetra en su maternidad mediante su virginidad,

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penetra en la soberanía a través de su obediencia. Se hace sierva del Señor, comienza a ser la Madre del Señor. María y sierva al mismo tiempo, siempre Madre y siempre sierva, como su Hijo es Dios y hombre, siempre Dios y siempre hombre.

Entonces también Ella, permaneciendo Virgen, comienza a ser Madre: dos beneficios de la corte celestial hasta ahora incompatibles, que en este instante se unen en María en la atención a su misión y a su persona de tal forma que, no sólo se conserva su virginidad, sino que se sublima, se enriquece y florece más que nuca a través de la maternidad; y su maternidad es santamente preparada, felizmente comenzada y divinamente realizada en su virginidad”. (Vida de Jesús).

El fiat de María dio inicio al misterio de la encarnación del Verbo, a la presencia definitiva de Dios en nosotros y a la transformación de nuestra historia. El sí de tres mujeres válidas abrió muchas perspectivas nuevas a las mujeres que, en América Latina, desean consagrar la propia vida a Dios en medio de las actividades seculares, y dio vida a un nuevo estilo de santidad. El sí de nuestro hoy nos invita a mirar con esperanza hacia el futuro y nos permite esperar nuevos caminos de compromiso y de consagración que hagan válida y atrayente la vocación laical en el mundo.

Demos gracias a Dios por estos setenta años del Instituto, honremos la memoria de los pioneros que abrieron caminos nuevos de consagración y comprometámonos a ser audaces y creativos, para vivir nuestra consagración a la santidad en la escuela de Jesús, el Maestro siempre actual.

I El Instituto Regnum Mariae

El 31 del pasado mes de diciembre ha celebrado en Ancona la 43 Marcha Nacional por la Paz. La marcha eligió como lugar Ancona en preparación del XXV Congreso Eucarístico 201I. El tema es el elegido por el Papa para la Jornada mundial por la paz: “Libertad religiosa camino para la Paz”.

Sobre el tema Qué misión hoy para los Institutos Seculares, se tendrá el encuentro territorial Italia, España en Loreto del 3 al 12 de agosto de 2011.

I Ancelle Mater Misericordiae

Del 30 de junio por la tarde al 5 de julio, en la comida, de 2011 se tendrá en Macerata en el seminario (cerca de la estación) la Asamblea general extraordinaria sobre las Constituciones del Instituto, con el fin de obtener su aprobación definitiva.

Proponen además un RETIRO ONLINE que se presenta así: “¡Imaginan precisamente todo!” Sí, es así: también ésta es una “ocurrencia” para ayudar a

quien desea recorrer un camino en la fe, a quien desea continuar creciendo siempre; es una “ocurrencia” para quien siente que no ha llegado a ella, y que de todo puede aprender todavía algo. Concretamente: cada mes se publicará, en esta página del sitio, una meditación que podrá ser la guía para una jornada o sólo para un pequeño espacio de “retiro”, de soledad con Dios, de revisión del propio camino. Las meditaciones que seguirán se toman de conferencias pronunciadas a grupos de la Familia Espiritual Mater Misericordiae, o retiros guiados, o cursos de actualización.

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Piccole Apostole della CaritàTienen en programa un Convenio “Cartas al pueblo de Dios” del beato Luigi Monza,

discípulo e hijo de San Carlos, que se celebrará el día 4 de junio de 2011 en la fundación Ambrosiana, con ocasión de la presentación del volumen de las cartas del Beato. Se trata de un momento de profundización de la espiritualidad del beato y de su mensaje para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo.

tEStIGOS

La inmigración, engendrada por necesidades diversas, plantea interrogantes y elementos de “incomodidad” que imponen una nueva síntesis de vida entre tener-conquistar y compartir – dar. A veces ciertas situaciones son inquietantes y más todavía las posibilidades de regular las emergencias. Os proponemos estas reflexiones, fruto de la experiencia directa de algunos de nosotros.

“LO qUE hEmOS VIStO y OíDO, OS LO ANUNcIAmOS tAmBIéN A VOSOtrOS” (1 GV 1,3)

- Carta desde Lampedusa“Los poderes han visto en las islas lugares de reclusión, han plantado prisiones en cada

escollo, nuestro mar hormiguea de barras. Las aves, en cambio, ven en la isla un punto de apoyo donde detenerse y reposar el vuelo, para proseguir después. Entre la imagen de una isla como recinto cerrado, la de los poderes, y la imagen de las aves, de una isla como hombros en los que apoyar el vuelo, tienen razón las aves” (Erri De Luca, en el cementerio de Lampedusa. Tomado de “Che tempo che fa” del 20 de mayo de 2009).

Nuestra presencia en Lampedusa durante la última semana de marzo y los primeros días de abril, nos ha ofrecido la posibilidad de escuchar tantas historias, pequeñas y sencillas, a veces diversas de las narradas por periódicos y televisiones. Durante estos días, nuestros ojos se cruzaron con tantas miradas y nuestro corazón vivió emociones dramáticas, profundas, verdaderas, de desesperación y de rabia. Por esto, ahora, queremos narrar. Sentimos, casi como una necesidad, el deseo de narrar lo que hemos visto y escuchado, las escenas de dolor que han llenado de lágrimas nuestros ojos; pero también los signos de vida que han alimentado nuestra esperanza y nuestros sueños.

Un “gracias” a la comunidad de Lampedusa por la acogida y la solidaridad. “Sorprendidos durante la noche” no se dejaron asustar, sino que fueron capaces de permanecer despiertos y no “adormecerse” ante la ausencia y la falta de una “voluntad” real de afrontar la emergencia por parte de las instituciones. No se rindieron a la cultura del miedo. Sin muchas palabras, de una forma bella y creativa, han “construido puentes” y “derribado muros”. Como en otras ocasiones, en una realidad difícil y llena de sufrimiento, han logrado aunar fuerzas morales y

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espirituales, convicciones y sentimientos que los han impulsado a vivir de una forma diversa las respuestas a las necesidades.

Muchas historias, muchos nombres,... rostros concretosLas historias escuchadas en la Isla estaban hechas de sueños, proyectos y expectativas...

un poco como las nuestras Hemos encontrado rostros cansados, hambrientos, desesperados, tristes, aunque en sus ojos no había desaparecido completamente la esperanza... momentos fugaces de un sueño todavía vivo en el corazón. En sus rostros nos hemos reconocido cercanos, diversos e iguales. Si la construcción de una sociedad acogedora inicia con cultivar la atención y la sensibilidad hacia las personas, la emergencia inmigrados en Lampedusa no sólo ha enterrado su dignidad, sino que ha eliminado toda posibilidad de vivir una humanidad al plural,... “otra sociedad”.

Como todos sabemos muy bien, desde su llegada, los inmigrados están expuestos a la estigmatización y al racismo. Su condición de irregularidad, no ha sido elegida pero, pero determina.

“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros” – Carta desde Lampedusa 2

Desde hace tiempo ha sido transformada por las normas en una categoría casi ontológica, marcada con el estigma de una peligrosidad natural, utilizada como un chivo expiatorio al que imputar los efectos de la crisis económica y todo tipo de contradicciones que vivimos como italianos. Una realidad tan evidente a nuestros ojos, nos cuesta reconocerla como tal, justificándola y disfrazándola de tantas formas. Quizás porque interroga profundamente nuestras conciencias, favorecedoras de políticas sociales y económicas dominadas por el neoliberalismo (la lógica de la ganancia). No podemos esconder el sol con un dedo: los flujos migratorios suceden todavía para huir de situaciones dramáticas de los países de origen – pobreza, carestía, hambre, guerra, violencia – y hoy los instrumentos de análisis nos hacen comprender cuánta responsabilidad de los gobiernos, sobre todo occidentales, está detrás de cada situación dramática, de cada condición humana. Un sistema que asegura riqueza, potencia económica y financiera a pocos, se puede mantener en pie sólo si empobrece la mayor parte de la población mundial. Lo que buscan desembarcando en las costas de Italia es libertad, dignidad, una posibilidad de trabajo, así como el respeto de los propios derechos fundamentales.

En un sistema así, se han convertido en adquiridas, sin provocar ninguna reacción de indignación, expresiones como “sobreabundancias”, “excedencias”... referidas a personas o a pueblos. Si no se rechazarán, su futuro estará lleno de trabajos flexibles, informales, precarios, sin regulación. Lo que sólo puede producir condiciones de perenne ilegalidad e incertidumbre y/o la elección del definitivo regreso a la patria de origen; o todavía el continuo cambio, durante toda la vida, de un país a otro, de una ciudad a otra, de un trabajo a otro.

En todo esto ¿cómo se puede olvidar que detrás de quien lo ha logrado existe el reguero de cadáveres enterrados en el mar o debajo de la tierra de los cementerios de ambos lados del canal de Sicilia? Son ellos los nuevos mártires de una historia en la que Dios está presente

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como el Señor de la Vida. Que su muerte injusta sea fermento de una sociedad acogedora, justa y solidaria. Ningún muro o frontera logrará detenerlos. “Los africanos continuarán viniendo a Europa con cualquier medio, incluso al precio de morir en el desierto o en el mar, ¡hasta que el equilibrio económico y ambiental entre África y el resto del mundo no sea restablecido por quien es su responsable, es decir por el Occidente!” (Mons W . Avenya, Sínodo Africano, 4-25 de octubre de 2009).

La vergüenza y la derrotaPara el gobierno italiano y todos los políticos, Lampedusa ha sido, como muchas otras

emergencias presentes en el territorio (basura, terremoto en Abruzzo, etc.) la posibilidad de transformar las tragedias humanas en ventajas personales, económicas y políticas. Y así se inaugura la época de las fronteras cerradas y del control, del miedo a la invasión y al inmigrante como enemigo, que encuentran su perfecta sanción en los acuerdos de Shengen, que realizan la superposición político-administrativa entre frontera, crimen e inmigración, contribuyendo de esta forma a incrementar el proceso de estigmatización de los extranjeros no ricos, alimentando xenofobia y racismo. Por lo demás en Italia la inmigración – antigua de treinta años – todavía no es reconocida como un componente intrínseco y estructural de la economía y de la sociedad.

Ante todo esto no podemos permanecer indiferentes. Cuando la vida humana está en peligro, estamos llamados a realizar una elección de parte... de la parte de la vida. Por esto

Gritamos vergüenza:“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros” – Carta desde

Lampedusa 3 • Por la incapacidad de las instituciones gubernamentales de gestionar una emergencia

humanitaria. Servicios higiénico sanitarios, alimentación, lugares protegidos para pasar la noche,...todo ha faltado, una catástrofe tras otra.

• Por el ”show”, molesto para los lampedusanos, de nuestro presidente del consejo en la Isla. Como juglar de corte ha alegrado por algunas horas el humor de los isleños con frases, como es su costumbre, repugnantes y sin sentido. Llenar de falsas esperanzas el corazón de quien espera una palabra verdadera es la foto de una política al servicio de del provecho y no de la vida.

• Porque no ha existido voluntad política de hacer las cosas para el bien. Por lo demás, los inmigrantes todavía se consideran seres de segunda clase. Se trata mucho mejor a los animales en nuestras casas “atrincheradas” porque incapaces de amar y de ser amados.

• Porque la protección civil no ha sido puesta en condiciones de actuar con las estructuras (llegadas a Lampedusa) adecuadas a la emergencia (cocinas de campo, estructuras de primera necesidad, etc.).

• Porque, aunque definiéndonos tolerantes y acogedores, apenas vemos atacar nuestro territorio o nuestros intereses nos hacemos violentos, en el lenguaje y en los gestos.

• Por la falta de humanidad en los embarques de los inmigrantes en las naves que los trasladan. Tratados como detenidos..., escenas humillantes y sin un miserable “-+por qué”.

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Pero Lampedusa representa también la derrota:• Queda derrotada la política de los partidos, demasiado ocupada en hacer cuadrar el

propio “do ut des”. • Queda derrotada la burocracia (la prefectura, la gobernación civil, la jefatura de policía,

los comisarios extraordinarios,... ) lenta en sus rebotes sobre las “competencias”. • Queda derrotado el conjunto de las diversas organizaciones humanitarias, presentes

pero quizás, según nuestro juicio, pocas respecto al número de inmigrantes (por ejemplo los mediadores culturales,...).

• Queda derrotada la Iglesia oficial, a cuyo silencio se contrapone el coro de voces de la comunidad de Lampedusa, pronta a acoger, “quitar el hambre, vestir y dar de beber”, a pesar del fuerte sentido de abandono que todos sienten y viven.

¡Es verdad! Es inútil dar vueltas en torno a la tragedia con palabras más o menos resonantes: ¡todos hemos perdido esta cita importante con la humanidad! Hemos visto esta derrota esculpida en los rostros de los inmigrantes, en sus lágrimas, la hemos leído en los ojos de los jóvenes de la base Loran o de la casa de la fraternidad.

Salir de casa para ponerse en la piel del otro/aHay quien afirma que el reforzamiento de las fronteras no sirve sólo y en primer lugar

para detener los movimientos migratorios – que continúan de hecho – pero para definir como irregulares los inmigrantes que las atraviesan, dándoles una identidad que los pone en una posición de inferioridad y de falta de derechos: un ejército de invisibles fáciles al chantaje y explotables (Mons. Antonio M. Vegliò, VII Congreso Eu, Málaga, abril, mayo 2010). La llegada de tantos hermanos nuestros no puede no interrogarnos... en el banquillo de los imputados se sienta nuestro estilo de vida y las políticas puestas en práctica, durante tantos años, por nuestros gobiernos con los países de los que proceden nuestros hermanos. No es un problema de nuestros días, viene desde muy lejos. La ciudadanía activa y las asociaciones humanitarias pueden realizar, sin embargo, itinerarios para cambiar esta realidad. Debemos tener la valentía de superar el miedo y la inseguridad para poder realmente dejar espacio al otro/a.

“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros” – Carta desde Lampedusa 4

Esto concretamente significa:1. En primer lugar el respeto de los derechos fundamentales de la persona. Es el punto

de partida, la base para toda reflexión y posibles acciones. Y en este contexto se deben desarrollar las políticas de acogida e integración jurídico-política de los inmigrantes.

2. Un nuevo modelo di ciudadanía. Una nueva realidad social que nos lleva a acercarnos al otro/a. No tiene sentido afirmar “son ellos los que se deben integrar…” ; la integración es una responsabilidad que corresponde a todos/as: ellos que llegan y nosotros que los acogemos. Sólo superando una lógica paternalista y proteccionista, el encuentro se convierte en espacio privilegiado para construir una sociedad en plural.

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3. Saber reconocer el rostro del otro/a, para dar inicio a una relación “ética” y verdaderamente “humana” En nuestras manos existe siempre la posibilidad de realizar una sociedad acogedora, fraterna, marcada por relaciones justas, respetuosa de las diferencias, en la que cada persona pueda expresarse plenamente

4. No renunciar al compromiso profético. La denuncia nace del compromiso cotidiano por la vida y debe conducirnos cada vez más a humanizar la historia.

5. Es necesario unir los esfuerzos y nuestro compromiso para crear espacios de encuentro entre las diversas culturas y religiones. Este espacio inicia a existir cuando somos capaces de reconocer el diálogo como instrumento de participación de todos en la construcción de una sociedad diversa.

6. Ser sensibles, estar atentos y ser solidarios con quien realmente tiene necesidad, debe manifestarse en acciones concretas.

Es muy importante salir de nuestros “ámbitos interiores” y de una fe intimista que no conduce a ninguna parte. “Ser creíbles y no creyentes” (Rosario Livatino) continúa siendo un desafío para todos nosotros, ciudadanos comunes y sobre todo cristianos.

Con agradecimientoDorotea, Maria, Alberto, Maria Grazia, Tony y Domenico

Palermo 12 de abril de 2011

Recordarse o hacer memoriaEste tema me ha hablado, porque he vivido este verano, durante un retiro, un paso

entre dos actitudes cercanas y sin embargo diferentes: recordarse y hacer memoria. Yo experimentaba entonces una gran tristeza y me dejaba invadir por los recuerdos de todos los momentos dolorosos atravesados en mi vida de mujer casada durante 40 años y madre de 4 hijos.

Es un lugar común afirmar que, en nuestros días, la familia debe afrontar situaciones difíciles : droga, alcohol, enfermedades psíquicas, homosexualidad, unión entre personas de culturas y lengua completamente diversas, familias recompuestas,… Habiendo vivido varias de estas situaciones y un duelo doloroso, me dejaba ir a enumerar todas mis desgracias y a repetirlas en mi oración, que se convertía en amarga y triste. Me faltaban, incluso, las ganas de vivir.

Y en esta situación el Señor vino a encontrarme. Y me sentí de repente llamada a ofrecer todos estos acontecimientos, todas estas expropiaciones que me había hecho hacer y a reponer todo esto en Cristo. Entonces vi de nuevo, todos los momentos de mi vida en los que el Señor había estado cerca. Pensé en todos los signos de su presencia que había descifrado con mi acompañante y compartido en mi grupo.

Encuentros inesperados y portadores de vida. Palabra de Dios que parece pronunciada para mí y que me puso de nuevo de pie.

El azar me hizo encontrar una lectura muy apropiada para proporcionar luz. Enseguida el sentimiento de una oración habitada por su Presencia.

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Cristo vivo me decía una vez más: « Ven a mí tú que soportas el peso y te daré alivio» ¡Y esto es lo que sucedió! Gracias a todo lo que había vivido con Cristo, llegué a hacer este movimiento de entrega de mi vida y esto me unió a Él, que se dona sin cesar. Me encontré libre de mi rumiar mortífero y de mi amargura que se convirtió en paz

Me sentí llamada a una vida nueva. Está bien hacer memoria de estos acontecimientos que aumentan mi fe en Dios fiel, para

darle gracias por abrirnos un futuro y por ser más fuertes cuando se presente otra prueba. Françoise Larauza SVE Dax

“Cor unum”, n° 2, 2011 Fe y culturaDe la parte del pez pequeño. El barrio de Bad Cannstatt, en Stuttgart, con el resurgimiento económico después

de la segunda guerra, se había poblado de grandes industrias y por consiguiente se había convertido en un polo de atracción de inmigrantes de diversas nacionalidades, en particular de Europa mediterránea.

Bad Cannstatt, agosto 1980. Aquella tarde, el apartamento del piso bajo de la Neckartalstr. 71 parecía que no podía contener los huéspedes que estaban llegando poco a poco: “Buenas tardes, ¿es aquí la fiesta?”

La sala grande ya estaba llena y nos acomodábamos en las habitaciones adyacentes, mientras la vocinglería aumentaba en intensidad: saludos, diálogos vivaces entre amigos y conocidos. Estaba entre los jóvenes que habían venido de Italia para una experiencia de “campo veraniego”: una semana entre los italianos emigrados en Alemania, en la comunidad de las Missionarie Secolari Scalabriniane. Los días anteriores habían visitado los Wohnheime, los alojamientos colectivos de las empresas para los llamados Gastarbeiter (trabajadores huéspedes): literas, pequeños armarios de hierro, cocinas y servicios comunes, olor de humo y de alimento en los pasillos.

Al inicio de los años 80, la presencia de los hombres solos, con familias en Italia, era todavía fuerte, pero ya muchos, dándose cuenta de que la deseada perspectiva de un regreso en breve tiempo no era fácilmente realizable, se preparaban a permanecer y a que su familia viniera a unirse a ellos.

En los Wohnheime pudimos ser acogidos gracias al Padre Gabriele Bortolamai y a las Misioneras, que habían iniciado desde hacía algunos años, una experiencia de “Comunidad eclesial de base”, una experiencia de compartir que, sin funciones y estructuras, en una escucha y diálogo entre iguales, pretendía llegar precisamente a estos hombres solos, confinados y marginados sociales.

Precisamente de la escucha nació el curso de alfabetización, pues había todavía numerosos emigrados italianos analfabetos, la estima y la amistad habían podido vencer la natural vergüenza y varios de ellos habían aceptado coger papel y pluma, a pesar de la edad no joven y del sacrificio de un trabajo pesado. La tarde, quitado el vestido de trabajo, se ponían la chaqueta buena, y llegaban al sótano de la cercana parroquia alemana de San Martín, donde,

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alrededor de la gran mesa con Adelia y otras misioneras, aprendían a escribir y a leer las palabras de su emigración: “tren, estación, maleta”, mientras los más adelantados lograban completar: “Querida esposa: Te escribo para decirte que estoy bien, y lo mismo espero tú y los niños”.

- “Me siento un alma más abierta, me siento más animado que antes, he adquirido más ánimo, más fuerza. También durante el camino, cuando voy a Italia, tengo la satisfacción de leer, en cada estación, dónde me encuentro, dónde estoy. Comprendo personalmente cuándo he llegado,…” (Antonio).

-”La primera palabra que escribí fue Querida”.¿Sabes qué quiere decir? Es la cosa más importante porque puedes escribir: Querida esposa, querido hijo, querida mamá,…Es la primera palabra más importante para los afectos. Es la primera palabra que me ha entrado en la cabeza” (Michele T.).

-”En la lotería de cartones había diversos premios: un pequeño cuadro, un sombrero – yo gané un lápiz. Esto en mis manos no era nada antes, era un trozo de madera. Ahora se ha convertido en una cosa importante, con lo que podemos enviarnos comunicaciones de una nación a otra. También el Señor ha pensado hacerme vencer un lapicero. Si quieres, quítame 50 marcos, pero no el lápiz” ( Michele C.).

-”Me interesa ir a la escuela, porque tengo el carnet de conducir, pero no puedo conducir porque no sé leer el nombre de las calles. Quisiera poder leer los periódicos…” (Domenico).

También aquí, nada de funciones, sino sólo poner en común los propios dones, sencillamente, en el estilo de la secularidad que vive el compartir en nombre de un recíproco pertenecerse como humanidad y como cuerpo de Cristo. Quizás era precisamente esto aquel “más” lo que otorgaba valor y belleza a semejante experiencia, de tal manera que algunos amigos de estos maduros “alumnos” solidarizaron con ellos; y hubo incluso quien, en posesión de la madurez de Instituto superior o magistral, se presentó de nuevo al examen de quinta elemental para completar el número mínimo de candidatos requeridos por el Consulado.

Después de la escuela elemental le tocó a la escuela media. También aquí, cursos nocturnos, que habían encontrado lugar en los mismos sótanos de la cercana parroquia, en los que estaban comprometidas diversas misioneros: Maria, Grazia, Marina.

Y la aventura de la escuela parecía que no quería detenerse. Estaba iniciando la nueva unión de familiares, venían de Italia chicos y chicas que apenas habían concluido la escuela obligatoria, catapultados – con sus necesidades de adolescentes – en un mundo que les era extraño, cuando no hostil, con pocas o ninguna perspectiva de promoción cultural o social.

“Llevar también a Stuttgart, como en Colonia y Munich, la escuela superior” era el eslogan que se había dado un Comité promotor, constituido por los hombres de los Wohnheime, preocupados por el futuro de sus hijos. Un eslogan acuñado basándose en otras experiencias en acto: la del ISIS (Instituto Escolástico Italiano Escalabriniano) de Colonia, que se había convertido en una institución consolidada, y el de Munich, donde el año anterior se había iniciado un curso nocturno para peritos mercantiles, promovido por las Misioneras Escalabrinianas.

Aquella noche de verano de 1980 estaban precisamente allí para esto: unos setenta

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hombres que habían venido para hacer fiesta, pero también para hablar de lo que les interesaba, para buscar juntos los pasos que se debían dar ante las autoridades. “Vosotros que habéis estudiado, ayudadnos”, era su petición, porque se habían dado cuenta que la escuela significaba no sólo obtener un “trozo de papel” siempre útil en la vida, sino – mucho más – adquirir “una nueva luz en los ojos” para leer la realidad circunstante: una realidad con frecuencia difícil, en la que eran extranjeros.

Se quería, pues, una escuela que fuera escuela, profesional sí, pero que no sólo mirara al trabajo; una formación que tuviese en cuenta toda la persona, porque “los inmigrantes no son sólo brazos”. La elección cayó en el Instituto Profesional para el Comercio (IPPIC), con un itinerario trienal hasta el título de Secretarios de Empresa y un posible ulterior bienio con diploma de madurez final y acceso a la universidad. Afrontar un recorrido tan largo y comprometido, sobre todo en la precariedad y dispersión de la emigración, era un desafío no pequeño.

Pero la escuela, en realidad comenzó, y en seguida se convirtió en la escuela de la fe, como la bautizó Beatrice, en su elegante francés de París. Faltaban los libros y los diversos enseñantes, no había dinero y ni siquiera teníamos los instrumentos necesarios: ninguna máquina de escribir y para las lecciones de cálculo se utilizaba un trozo de comercio de antigüedades, un monumental utensilio a manivela en torno al que se reunían enseñantes y estudiantes.

29 de septiembre: La noticia de que se estaba abriendo una escuela superior se difundió entre las familias y el día de la apertura de los cursos, el salón del Centro italiano en Marienplatz se presentaba muy animado; jóvenes, familias, hombres de los Wohnheime, amigos que habían venido por solidaridad, todos se interesaban por la escuela: quien por sí mismo, quien por la esperanza de un futuro diverso para las nuevas generaciones.

Por lo que se refiere a mí, me encontraba en Alemania desde hacía dos días, después de haber abandonado la casa para seguir la vocación misionera. La emigración era para mí un mundo que debía descubrir completamente: no creí lo que veía al encontrarme de imprevisto en un ambiente que parecía la Italia de hacía veinte años.

Sólo más tarde, gracias a la experiencia y a la interpretación recibida en la comunidad, comprendí los motivos, con referencia también a la intuición de Escalabrini, que ya en su tiempo había comprendido que mantener vivas las propias raíces culturales no significa encerrarse en el ambiente, sino que representa, al contrario, una condición necesaria para insertarse de forma activa y partícipe.

“Fe y cultura” era el binomio escalabriniano al que nos referíamos con frecuencia como a dos dimensiones muy importantes para el desarrollo integral de la persona, especialmente en la dispersión de la emigración.

En aquellos años, en los que integración se pensaba y se quería como un proceso de adaptación en sentido único, mientras no faltaban posiciones políticas y asociativas que se confirmaban en la orilla opuesta, reivindicando una identidad cultural afirmada en sentido igualmente único, aquella idea podía ser guía.

En el encuentro inicial en el Centro Italiano, Maria Grazia explicó todo esto dirigiéndose a los directos interesados: “El pez pequeño, ante el pez grande, tiene miedo a ser comido; hay

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quien se deja tragar y niega la propia identidad para hacerse aceptar y quien, en cambio, se encierra en un círculo de iguales, formando un pequeño gueto. Pero si el pez pequeño crece y adquiere seguridad, puede mirar en los ojos al pez grande y dialogar con él. A esto puede servir la escuela”.

Era un discurso que todos podían comprender y muchos aprobaban y comentaban con los cercanos: se hablaba precisamente de su situación, de la fatiga de vivir en un país extranjero, de confrontarse con una lengua difícil y sobre todo de la importancia de no sentirse “ciudadanos de serie B”.

Sólo en tiempos recientes, se ha abierto camino en los estudiosos la conciencia de que la cultura de origen no se puede negar o sencillamente poner entre paréntesis; al contrario, creciendo entre más culturas y pertenencias, los jóvenes de la segunda generación pueden desarrollar una identidad nueva, como respuesta a un mundo que rápidamente está trastocando muchas líneas de confines geográficos y culturales, con el pacto de que sean ayudados a vivir estos procesos como sujetos activos y partícipes. Era la idea que intuíbamos entonces: en los umbrales de la Europa Unida, los jóvenes hijos de los emigrantes no se sentían ni plenamente italianos, ni tampoco completamente alemanes, pero esto los abría potencialmente a una identidad más amplia, quizás ya europea, aunque no sin dificultad y fatiga.

La escuela de la fe inició la noche siguiente, con unos treinta inscritos, jóvenes y adultos, hombres y mujeres.

El aula del Centro Italiano en Marienplatz que se nos había puesto a disposición, estaba atestada. Todos estábamos bastante emocionados. Recuerdo todavía muchos nombres, muchos rostros, los ojos enrojecidos de quien había trabajado todo el día al abierto, en el frío del invierno alemán y que, en la tibieza de la habitación, sentía pesar el cansancio. Había algunos jóvenes que frecuentaban durante el día la escuela alemana y la noche la italiana. Gerardo, un joven de dieciséis años, despierto y capaz, preguntado sobre su sueño de futuro, del tipo: “¿Qué te gustaría hacer?, respondía invariablemente: “¡Schlosser! Soldador. Alguno, con mucho optimismo había ya sellado en cuadernos el propio nombre con un improbable “Rag”, que lo proyectaba como por encanto en su imaginario empíreo poblado de funcionarios y empleados con chaqueta, corbata y un pequeño maletín. Estaban dos chicas sicilianas, dos hermanos sardos que hablaban sólo alemán, un adolescente que frecuentaba la escuela alemana y todas las noches venía de un pueblo cerca de la ciudad de Ludwigsburg.

Y estaba Giuseppe, obrero “histórico” de la Mercedes, uno de los miembros del Comité promotor, muy fiel e incansable, diligente en seguir las tareas, arrancando el tiempo a las pausas en la fábrica, aunque sabía que la edad y su situación le habrían impedido superar los exámenes.

Ya, porque cada año esperábamos los exámenes. Ya que se trataba de una escuela privada, sólo los exámenes de fin de año permitían poner al seguro el resultado de un año de estudio. Por esto íbamos a Ancona, meta que nos era accesible gracias a la hospitalidad de los Misioneros Escalabrinianos en Loreto.

De estos viajes, el álbum de los recuerdos es denso de hechos y escenas: las salidas de la estación de Stuttgart con la multitud de parientes que habían venido a saludar; el largo viaje en tren, pero con alegría, porque “se va a Italia y en Italia es todo bello, ¡también las

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aceras!”; el estudio juntos en vista de los orales, la presencia tranquilizadora del profesor Antonio Costa que, para asistir hasta el final a los estudiantes, partía de Alemania con un coche de “dos caballos” y tres marchas, y se llevaba la familia, viajando de noche para tener tranquilos los dos hijos pequeños, colocados en los asientos posteriores. Y después el temor de los exámenes, el temblor antes de los orales, pero también las amistades que se formaban y consolidaban, en una convivencia entre coetáneos, experimentada, quizás por primera vez, fuera de la familia.

El IPPIC procedía paso a paso: el segundo año se abrió otro curso y sucesivamente un tercero. La edad media de los inscritos descendía progresivamente: de hecho, una encuesta realizada entre las familias italianas nos permitió notar que no eran pocos los jóvenes italianos que carecían de posibilidades reales de estudio y formación, que veían en el Instituto Profesional para el Comercio una posibilidad para no permanecer siempre en los trabajos más humildes y menos cualificados. Pero nos dábamos cuenta también que el sueño del regreso al país tendía a concentrar a todos los miembros de una familia en el trabajo: ganar en tiempo breve una cantidad de dinero suficiente para regresar al país no como derrotados, era el proyecto que empleaba en este fin todas las fuerzas disponibles. Por esto era necesario motivar, alentar, sostener el proyecto formativo, con frecuencia expuesto a tentaciones de abandono.

En fin, no era fácil. Esta escuela nunca hubiera sido posible si no hubiera nacido y no hubiera sido conducida por la colegialidad entre todos los docentes y por la comunión. Precisamente en esto estaba la originalidad de la experiencia, que comprometía a diversas de nosotras en primera persona y, en cierto sentido, a toda la comunidad. Sólo así podíamos correr el riesgo de una empresa que bajo muchos aspectos nos superaba. Nuestra suerte era la de encontrarnos en el período de formación, durante el cual se frecuentaba la “Scuola di Radici”, así llamada porque “enseña a poner las raíces en lo que cuenta”. En la “Scuola di Radici”, profundizábamos el carisma secular escalabriniano: además de los fundamentos bíblicos, teológicos, escalabrinianos, aprendíamos a leer en una visión de fe tanto la emigración como nuestra misma vocación, y aprendíamos poco a poco los gestos y el sentido del compartir. Era una visión de fe que nos unía profundamente, de tal forma que la vida vivida en comunidad estaba en continuidad con la experiencia en la escuela y viceversa.

Comenzábamos a conocer de cerca la emigración y era un conocimiento no teórico, sino leído a través de la vida y la historia de las personas que encontrábamos, mientras la situación sociológica, vivida en una dimensión de fe, comenzaba a convertirse para nosotras en el “lugar teológico” de la experiencia de Dios. Vivíamos la alegría de consumir nuestras fuerzas caminando junto con estos jóvenes: preparábamos cuidadosamente las lecciones, participábamos en sus esfuerzos, en sus sueños; “luchábamos” con el Consulado y otras instituciones para que la escuela se pudiera afirmar; manteníamos constantes contactos con las familias y con los demás enseñantes para que instrucción y formación caminasen al mismo paso. Sentíamos que, aunque en lo pequeño de una experiencia limitada, se jugaba algo más grande, gracias a la experiencia de éxodo en la fe: una fe que daba cualidad a todo gesto vivido en el don: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos, más pequeños, a mí me lo hicisteis” (cfr. Mt 25, 40).

La escuela tuvo un discreto éxito: algunas decenas de jóvenes y adultos consiguieron la cualificación de “secretario de empresa” y alguno, que llegó hasta la madurez, pudo

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frecuentar la universidad o encontrar trabajo en un banco; otros encontraron motivaciones para comprometerse en la política o en actividades de la Misión,…

Peces pequeños y crecidos, ¡que ya no escapan! Mariella, Fede e cultura

en “Sulle strade dell’esodo”, n. 1, enero-febrero 2011

Despertadores de concienciasMi historia descansa en un pedestal de sociología marcado por acontecimientos familiares,

personales, sociales, políticos. Esta noción de búsqueda de sus raíces, de su historia, se ha convertido en un centro de interés importante tanto para las personas como para los organismos. La aclara una banal reflexión: «saber de dónde se viene para saber a dónde se va».

Toda la historia se inscribe en el tiempo. Desde los diecisiete años milité en la JOC. Después de cuarenta años de trabajo en la misma empresa como obrero ajustador mecánico, fui despedido. Durante mi contrato, ¡había unas seiscientas personas! El día de mi salida, éramos un poco más de mil ochocientas.

Primer acontecimiento después de ocho meses de antigüedad, se produce una huelga con la ocupación de la fábrica. Yo seguí el desarrollo.

Segundo acontecimiento: aproximadamente después de un año de la vuelta del ejército se me pidió ser candidato a las elecciones profesionales. Mi primera actitud fue de rechazo, pero ante la insistencia de mis camaradas en responsabilidad, acepto. Fui elegido delegado del « Comité d’Etablissement ». Esta responsabilidad duró treinta y cuatro años sin interrupción. Al mismo tiempo comienzan las dificultades. Uno se convierte en « despertador de conciencia ». Es necesario adquirir competencia. La formación da un sentido de justicia, de solidaridad, de acogida, de escucha, de humildad, de comprensión. Si hay que hacer una crítica, se aprende a hacerla de forma positiva y no humillante.

Durante mi destino en una unidad muy grande, el director me acogió diciéndome : «¿Usted viene para trabajar o para hacer el sindicalista? » Mi respuesta fue : « Esto se hace al mismo tiempo, Señor» Y cohabitamos y trabajamos durante veinticinco años. Mi compromiso sindical estuvo marcado por diferentes etapas, algunas positivas (adquisiciones sociales), otras marcadas por duros conflictos, difíciles de soportar. Formando parte de una estructura sindical sólida, se me pidió asegurar lazos, la formación y el desarrollo de sectores profesionales menos fuertes. Se me confiaron también otras tareas, como la creación de una representación territorial de trabajadores, la investigación sobre el empleo, la formación profesional con el cuidado de organismos sociales y la justicia con los “Prud’hommes”.

En nuestra historia, no estamos nunca solos. Está en primer lugar la familia, la esposa que debe comprender, después los camaradas con los que se reflexiona, se actúa, se construye. Los de antes lo han hecho, hoy, nosotros continuamos, pensando en los de mañana.

Yo pienso en la observación de un camarada : « ¿Qué es lo que os impulsa a vosotros los cristianos ? » Nuestra respuesta, después de un breve debate : « Lo mismo que a vosotros, Aquel que ha construido nuestra humanidad » Quien me planteó la pregunta nos dice – «es

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la historia de Jesús que llama a doce pobres tipos a seguirlo. Es necesario ver cómo han terminado, y esto me interroga ».

Terminaría diciendo que, vivir mi fe es responder a las llamadas de todos los días en mi ambiente de vida. A mi nivel, es ocupar el lugar en los acontecimientos de la historia reexaminada en un movimiento como la ACO (Acción Católica Obrera). Es resistir a las medidas económicas y políticas deshumanizadoras, denunciar lo que hiere al hombre en su dignidad. Es testimoniar la acción colectiva, la fuerza de los otros y la fuerza que proviene del Evangelio.

Jean,responsable sindical, Bayona “Cor unum”, n° 2, Marzo — Abril 2011

Para reflexionar

LOS INStItUtOS SEcULArES (LAIcOS y PrESBItErALES):

¡UN DON PArA LA IGLESIA y PArA EL mUNDO!“ …vosotros brilláis como estrellas en el mundo, manteniendo en alto la palabra de la vida”

(Flp 2,15-16)La consagración secular es un don del Espíritu Santo, que se ha de escuchar y desarrollar

constantemente. Para el laico y para el sacerdote, se trata en primer lugar de ser cristianos fervorosos, verdaderos discípulos de Jesucristo, el enviado del Padre, único Maestro. Por ejemplo, al vestir el alba para presidir la Eucaristía, el sacerdote es consciente de que se reviste de Cristo para ejercer su ministerio. La unión y el apego a Jesucristo están en el corazón de la vida y de los gestos de aquel que representa al Señor por un título particular, en la Iglesia y en el mundo, siervo de la relación de Dios con las personas y del Reino que viene. Se puede decir que la consagración secular significa entregar la propia existencia a Dios y a su designio de salvación sobre el mundo de los humanos, así como nos ha sido revelado en la persona de Cristo. El consagrado se une al Hijo de Dios en el don de sí mismo al Padre, pero también en su acción solidaria hacia toda persona. Vocación, consagración y misión se articulan plenamente.

1 – Lo quE ARRIESgAN LoS INSTITuToS SECuLARES Si se considera el nacimiento jurídico de los Institutos Seculares y su reconocimiento por

parte de la Iglesia, uno se da cuenta de que no se trata de una sencilla asociación, sino del reconocimiento de una verdadera vocación a vivir la consagración al Señor “en el mundo y desde dentro del mundo”. En 1948, un año después de la publicación de la Constitución Apostólica Provida Mater de Pío XII (2 de febrero de 1947), el Motu Proprio Primo Feliciter precisaba cuanto sigue: “Este apostolado de los Institutos Seculares debe ejercerse fielmente,

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no sólo, en el siglo, sino como desde el siglo; y, por lo mismo, en profesiones ejercicios, formas y lugares correspondientes a estas circunstancias y condiciones”.

Los Institutos Seculares se fundamentan en la llamada a la santidad, en la llamada a la radicalidad vivida en el amor, a través de los Consejos Evangélicos puestos en práctica en el mundo. La consagración bautismal adquiere toda su amplitud en la consagración existencial que viven los miembros de los Institutos Seculares en la cultura y en la historia del propio pueblo. Y ahí, llamados por el Padre y sostenidos por el Espíritu, deben seguir a Jesucristo de cerca.

un don para el discípulo Los Institutos Seculares son en primer lugar un don para los bautizados y los sacerdotes

que están llamados a dar la propia vida de esta forma. Viven para Jesús y su existencia particular en el corazón del mundo es como una alabanza al Señor. Animados por el Espíritu Santo, son la alegría de Dios. En la Exhortación Apostólica Vita Consecrata, Juan Pablo II pone de relieve la convergencia entre la consagración sacramental y la consagración existencial: los miembros de los diversos Institutos “se consagran a Cristo mediante la práctica de los Consejos Evangélicos según un específico carisma”. Toda vida consagrada “es una singular y fecunda profundización de la consagración bautismal” y al mismo tiempo un desarrollo de la gracia del sacramento de la Confirmación.

Ya que la vida consagrada puede ser laica o clerical, la Exhortación añade: “Por lo que se refiere a los sacerdotes que realizan profesión de los Consejos Evangélicos, la misma experiencia muestra que el sacramento del Orden encuentra una fecundidad peculiar en esta consagración, puesto que presenta y favorece la exigencia de una pertenencia más estrecha al Señor”. Y para concluir: “En el presbítero la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada convergen, en efecto, en profunda y dinámica unidad” (V.C. 30).

La consagración secular del sacerdote es un modo de asumir las exigencia de un ministerio vivido a la manera de los Apóstoles, en su condición de “cooperadores del orden episcopal” y en seno a una Iglesia local. Misión sacerdotal y consagración se articulan profundamente.

un don para la misión de la Iglesia Los Institutos Seculares representan un modo de concretizar la misión de Dios y de la

Iglesia. En el mundo y desde el mundo, participan en la función evangelizadora, tanto a través del testimonio de una vida cristiana auténtica y fiel a la elección de vida, como a través de la ayuda dada para que las realidades temporales se ordenen según Dios y para que el mundo sea vivificado con la fuerza del Evangelio (Cfr. C. 713/2).

La persona consagrada es como un “memorial” de Dios y de la vocación del hombre en el mundo. El apostolado se ejercita a través de la inmersión en el mundo. La misión y la santidad se llaman recíprocamente y se mezclan. La originalidad de la vida consagrada de los Institutos Seculares reside en la secularidad. Ni el bautizado ni el sacerdote cambian su estado canónico. Traen su identidad y su misión de la consagración sacramental. En la Iglesia como en el mundo, la autonomía de la persona y la de la misión se funden en la gracia sacramental.

un don para el mundo

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“Los miembros de dichos Institutos expresan y realizan la propia consagración en la actividad apostólica y como un fermento se esfuerzan en impregnar toda realidad con el espíritu evangélico para consolidar y hacer crecer el Cuerpo de Cristo” (C. 713/1). Juan Pablo II precisa cuanto sigue: “los miembros de los Institutos Seculares quieren vivir la consagración a Dios en el mundo mediante la profesión de los consejos evangélicos en el contexto de las estructuras temporales, para ser así levadura de sabiduría y testigos de gracia dentro de la vida cultural, económica y política. Mediante la síntesis, propia de ellos, de secularidad y consagración, tratan de introducir en la sociedad las energías nuevas del Reino de Cristo, buscando transfigurar el mundo desde dentro con la fuerza de las Bienaventuranzas” (V.C. 10)

Se trata, pues, para los miembros de los Institutos Seculares, de consentir a la Iglesia mantener un verdadero diálogo con el mundo, prestando atención tanto a los signos mesiánicos en los que aparece el Reino de Dios, como a los rechazos y a las calles sin salida que golpean la humanidad. Los Institutos están llamados a servir con perseverancia e inteligencia la impaciente esperanza de la creación, porque “nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo” (Rm 8,23). La sabiduría del discípulo del Reino de los cielos se puede manifestar, pues, de esta manera: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo: un hombre lo encuentra y lo esconde de nuevo; después, lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo” (Mt 13,44).

En nuestras sociedades, los miembros de los Institutos Seculares son portadores de la alegría y de la esperanza de la Pascua y del acontecimiento del Reino de Dios. Cristo venció la muerte y, en su humanidad ya nos ha llevado a la verdadera vida, a la vida eterna. San Pablo invita a la conversión y a la acción con estas palabras: “Así, pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él” (Col 3,1-4). Firmemente anclados en las realidades de esta tierra, testimoniamos el horizonte escatológico de la humanidad.

2 –TESTIMoNIoS dE CRISTo y dEL REINo dE dIoS EN LA VIdA CoNCRETA El riesgo de activismo puede rápidamente sumergir la existencia del cristiano. El riesgo

de funcionarismo puede arrollar la vida del sacerdote. Se olvida, pues, que Cristo es el Maestro y se termina colocando a sí mismos en el centro de la misión, olvidando los puntos fundamentales del bautismo y de la ordenación diaconal o sacerdotal. El conocimiento de Jesucristo es el que hace al cristiano y al sacerdote.

Los Consejos Evangélicos Es vital, por tanto, que el Espíritu, que anima a Jesús, pase a través de nuestra persona

y de nuestra acción. La unión con el Salvador fundamenta la llamada a vivir los Consejos Evangélicos. Es necesario seguir a Cristo de cerca en el camino del amor auténtico. Los Consejos Evangélicos nos indican nuestro “estar en el mundo” y nos consienten compartir la condición humana de forma específica, en nuestro cuerpo así como en nuestra inserción real, imitando, lo más posible, a Jesucristo.

Los Consejos Evangélicos ponen de relieve nuestra humanidad con todas sus

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potencialidades, pero también con todas sus fragilidades. Fieles laicos, sacerdotes seculares, vivimos en el mundo, influenciados por las culturas de hoy. Estamos enviados al corazón de nuestras sociedades, como Jesús, y a su seguimiento. No debemos protegernos del mundo, sino del mal que puede arrollarnos, del maligno que trata siempre de seducirnos. Los acontecimientos que afectan a los sacerdotes desde hace algunos años nos obligan a tener en mayor cuenta el devenir de nuestra humanidad, permaneciendo lúcidos respecto a la ambigüedad y a los pecados que pueden sobrevenir en nuestra relación con los bienes, en el ejercicio de la autoridad o en la relación afectiva con los otros. Como animador de una asociación de sacerdotes, Instituto Secular, me siento particularmente llamado a hacer uso de un lenguaje auténtico y responsable sobre nuestro modo de vivir, en el celibato, la sexualidad y la castidad. Lo que cuenta es vigilar sobre esta dimensión esencial de la caridad pastoral, para que las personas puedan encontrar en nosotros el respeto y el alimento bueno que viene del cielo.

La Consagración secular del sacerdote El Derecho Canónico habla de la siguiente forma de la especificidad de los sacerdotes

miembros de un Instituto Secular: “Los miembros clérigos, por el testimonio de la vida consagrada, ayudan sobre todo a sus hermanos en el presbiterio con peculiar caridad apostólica, a través del testimonio de la vida consagrada, y realizan en el pueblo de Dios la santificación del mundo a través de su ministerio sagrado” (C. 713/3).

a) Para servir a la fraternidadUn modo precioso de concretizar la secularidad, nuestra relación con el mundo, es

testimoniar la fraternidad de Jesucristo. En el momento de la resurrección, Jesús dice a María Magdalena: “Vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. (Jn 20,17) En el misterio pascual, Cristo vino a salvar a los hombres en las relaciones entre ellos, reanudando la relación filial con el mismo Padre. Esta fraternidad es con frecuencia herida en nuestro pueblo, en las familias e incluso en las comunidades cristianas y en nuestros Institutos.

A través de la ordenación, el sacerdote es enviado a caminar en los pasos del Buen Pastor. Para servir a la fraternidad, debe conocer verdaderamente las personas que le han sido confiadas, entrando en la actitud de Jesús: “Conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre. Y doy mi vida por las ovejas” (Jn10,14-15)

Nuestro ministerio es un don que Dios hace a la comunidad humana para que, con toda la Iglesia, sirvamos la presencia del Reino de Dios que, poco a poco, trasfigura nuestro mundo. Estamos llamados a vivir el servicio de la fraternidad y de la reconciliación, en primer lugar con nuestro Obispo y nuestros hermanos sacerdotes, para ejercerlo sobre todo donde aparecen las divisiones y las heridas. San Pablo nos dice: “Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Co 5, 18-20)

b) Para consentir la santificación del mundo

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El segundo punto exigido por el Derecho Canónico es particularmente relevante: “Trabajar en la santificación del mundo a través de su ministerio sagrado”. Lo que implica la instauración de una justa relación de la Iglesia con el mundo, en el ámbito del servicio del Reino de Dios y de la renovación de la creación. San Pablo nos dice que “el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Pues quien así sirve a Cristo, se hace grato a Dios y aprobado por los hombres” (Rm 14, 17-18). ¿Cómo actuar para que las personas individuales, los grupos humanos con su historia y su especificidad, puedan, más allá de los egoísmos y de los intereses particulares, honrar a Dios a través de su modo de colocarse en este mundo? Y esto, ¡en las diversas esferas de la existencia!

¡Que este mundo se humanice y sea santificado! Esta finalidad nos compromete a mantener una viva sensibilidad hacia las personas afectadas por las diversas pobrezas emergentes, acompañando a todos los que viven la propia fe en el corazón de los compromisos humanos. La presidencia de la Eucaristía nos consiente entrar en la oferta que Cristo lleva al Padre y servir la gracia que viene a regenerar la humanidad. Nuestra oración puede inspirarse en la expresión “por la gloria de Dios y la salvación del mundo” y en la oración de Cristo en el huerto de Getsemaní. Es necesario ofrecer a Dios todo lo que expresa en esta tierra la gloria de Dios y presentar las intenciones del mundo ante Dios, pidiendo la salvación de todos.

3 – TRES ACTITudES FuNdAMENTALES Tres actitudes pueden guiarnos para vivir la llamada de Dios que se nos dirige como laicos

o como sacerdotes a través de la consagración secular:

La meditación La primera es la de la meditación, a la manera de María, de la que Lucas dice que después

del Nacimiento “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Se trata, en los hechos más concretos de la existencia, de acoger, profundizar, rezar la Palabra de Dios. Una frase clave nos lo revela: “El Verbo se hizo carne para habitar entre nosotros”, a la que se puede añadir: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. (Mt 11, 27). La meditación del misterio de Dios y del misterio de la persona humana conduce a la admiración, a la alabanza, antes de transfigurar, de alguna manera, nuestra vida y nuestro ministerio. Es la importancia de la lectio divina, del estudio del Evangelio para permanecer verdaderos discípulos de Cristo en nuestra condición.

La mirada El Salmo 113 habla de Dios Padre, el Altísimo que, más allá del cielo y de la tierra, se

abaja para mirar a la humanidad y de forma particular a los pobres y a los débiles. Es una mirada repleta de misericordia que alza al pobre del polvo, que eleva la persona para darle toda su dignidad de criatura y de hijo de Dios, capaz de vivir una vida fecunda. Sabemos cómo Jesucristo realizó plenamente la salvación de los hombres en el camino pascual: “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo” (Jn 1,9) ¿Qué vemos en la luz de Cristo? ¿Cómo podemos conservar una mirada teologal y ver con los

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ojos del Salvador las personas con las que vivimos o a las que estamos enviados? No se puede esconder la parte de sufrimiento apostólico que puede provocar esta visión de las personas y de la realidad. La práctica de lo que podemos llamar el “cuaderno de vida” y de la “revisión de vida” puede ser de una ayuda preciosa para compartir de alguna manera la misma mirada de Dios.

La decisión Es preciso decidir seguir a Cristo de cerca, para que la misión dé buenos frutos. La

primera decisión consiste en responder a la llamada de Dios, en acogerla verdaderamente y en permanecer en la actitud del discípulo para cumplir mejor la misión. “Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1,12). Una persona, miembro de un Instituto Secular dijo cuanto sigue: “¡Cada mañana, decido elegir a Jesucristo como el amor de mi vida!” Un amor que lleva a iniciarse cotidianamente en el trabajo, en las relaciones, las responsabilidades, a través de las dificultades y las alegrías de la existencia. Es también la decisión de prestar atención al prójimo y de buscar las personas animadas por el Espíritu Santo, que el Señor llama hoy. Es el riesgo de una pastoral vocacional que consiente a cada uno encontrar el propio puesto en este mundo.

Algunos desafíos en forma de conclusión: El primero es el de la fe y de la coherencia evangélica de cada una de nuestras vidas.

Existe siempre una distancia entre la grandeza de la llamada de Dios y la pequeñez de nuestra respuesta. Somos conscientes de ser “vasos de arcilla”. Pero no olvidamos el tesoro que se nos ha dado y que llevamos al mundo. En todo caso, es una llamada al realismo de la vida espiritual. ¡Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica! Con la fuerza del Espíritu Santo, ¿cómo ir hacia adelante en una existencia evangélica y misionera, con alegría y determinación? He aquí el desafío de la santidad en la vida ordinaria y en las responsabilidades que nos han sido confiadas.

Otro desafío es el del testimonio de los miembros de Institutos Seculares, dentro y fuera de la Iglesia. La humildad y cierta discreción caracterizan nuestra actitud desde los orígenes. Dada la evolución de la presencia del cristianismo en la sociedad y en un momento en el que los responsables de la Iglesia alientan “la nueva evangelización”, ¿cuál es la justa actitud a adoptar para participar en este impulso misionero?

En el mundo que se desarrolla de esta forma, el desafío de servir la vida y la esperanza de las personas, en particular de las marcadas por el sufrimiento, la injusticia, la incertidumbre, la violencia, la falta de amor. Cultivando el sentido de la creación y del designio de Dios, es preciso acoger la posibilidad de vivir, las aperturas, los lugares de diálogo, los caminos recorribles. ¿Hacia dónde va la existencia de cada uno? ¿Hacia dónde va nuestra tierra? Plenamente en el mundo, pero revelando un modo de vivir diverso, ¡revelando las huellas del Reino de Cristo!

La llamada a esta vocación particular en los Institutos Seculares es ciertamente muy actual. Si ésta es la voluntad de Dios, ¿cómo buscar verdaderamente las personas que podrían ser invitadas a seguir este camino? Es necesario, así mismo, saber discernir y dar una buena

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formación en la escuela de Cristo para preparar a sus discípulos. El derecho a vivir esta vocación representa otro desafío. Los miembros de los Institutos

Seculares están llamados a dotarse de las condiciones para vivir completamente su vocación apostólica. Pienso en particular en los sacerdotes. ¿Cómo encontrar el tiempo notable exigido por la escucha de la Palabra de Dios, por la oración, por la contemplación de la obra del Espíritu en el corazón de las personas y en los acontecimientos, si tenemos una agenda llena? ¿Cómo hacer reconocer a las comunidades cristianas y a los responsables de la Iglesia que es nuestro derecho podernos encontrar regularmente para recuperar las fuerzas, en la fraternidad, con el fin de alabar mejor al Señor y de servir a la salvación de los hombres?

Finalmente, es oportuno subrayar la confianza que nos muestra el Señor, a través de nuestras capacidades y de nuestras debilidades. Lo que cuenta, ¿no es quizás consentir al Espíritu Santo hacernos buenos servidores de la obra de Dios, para ser, según las palabras de Benedicto XVI “semilla de santidad arrojada a manos llenas en los surcos de la historia”? (Discurso a los Institutos Seculares, con ocasión del 60 aniversario de la Provvida Mater).

Robert Daviaud (en Cor Unum, febrero de 2011)

LAIcOS SE hAcE 1.Vocación laical: termi nología.

Vocación: la llamada esencial para todo hombre se refiere al destino eterno, ser hijos de Dios. La modalidad de llegar a la identidad filial es muy varia. Dios no impone un camino, ofrece muchos. En la Iglesia el camino comienza con el bautismo.

El bautismo es un rito de inicio y en cuanto tal no es suficiente para establecer a las personas en un estado de vida, pero es el fundamento. Representa la inserción de una persona en la comunidad eclesial, que asume el compromiso de testimoniar la fe de forma que el bautizado, a través de elecciones personales, llegue a cumplir la misión eclesial. La comunidad, si realiza de forma eficaz su testimonio, inspira en las nuevas generaciones la decisión de un seguimiento fiel y ofrece la posibilidad de vivir de forma teologal. Un niño, que crece en un clima de fe, no es todavía un laico, pues no ha realizado las elecciones personales. Se prepara eventualmente a serlo. Sólo después de verificaciones y confrontaciones llega el momento en el que será capaz de realizar una elección autónoma y de orientar la propia vida según los ideales evangélicos. El conjunto de estas decisiones constituye la identidad eclesial de una persona, configura su puesto, su función, su estado de vida. Laicos, pues, en la Iglesia no se nace, ni se es constituidos sólo con el bautismo, sino que se llega a ser con sucesivas elecciones de vida. El laico en la Iglesia no es el simple bautizado, sino el bautizado que asume conscientemente la función de cumplir la misión de la Iglesia en el mundo profano, en la sociedad civil, en la política, en el sindicato. La elección laical es, pues, un específico estado de vida cristiana, una modalidad particular de ser discípulos de Jesús. El laico, en realidad, en la actual terminología eclesial, es el bautizado que, además de las cualidades comunes a todos los bautizados, tiene una función específica que él ejerce en nombre de la comunidad eclesial, con conciencia y libertad: se compromete a ejercer la vida teologal y a desarrollar la misión eclesial en ámbito secular o profano.

2. Las elecciones laicales

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El estado de vida laical implica, pues, una serie de decisiones personales, que corresponden al testimonio a través del cual una comunidad eclesial ha suscitado la decisión de desarrollar la misión eclesial en el ámbito secular: la familia, la política, el deporte, el sindicato, el trabajo, etc. Las elecciones de la profesión, del matrimonio, de la enseñanza, de la política (como para otros estados la decisión de entrar en una congregación religiosa o ser sacerdote), son las formas concretas con las que un cristiano entra en un estado de vida específico y decide su configuración en la Iglesia. En algunos casos (como en el matrimonio) dicha decisión se toma dentro de un rito sacramental, es decir, como respuesta a una llamada eclesial, otras veces se inserta en la celebración eucarística (como el envío a las misiones de laicos auxiliares), otras veces puede constituir un rito en sí mismo. Es también posible que el compromiso tomado sea valorado con promesas reconocidas por la Iglesia que ratifica el compromiso de cumplir la misión propia de los laicos (como en los Institutos Seculares). Todos estos momentos, en todo caso, son actuaciones concretas de la consagración bautismal. De esta particular misión es preciso distinguir otras eventuales funciones confiadas a los laicos. La instrucción intercongregacional “Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el ministerio de los sacerdotes” (15 de agosto 1997, EV 16/671 siguientes) distingue tres ámbitos en los que los laicos están llamados a cumplir su misión: 1) las funciones y los servicios que se refieren a la específica función de los laicos, es decir, su particular modo de hacer presente a Cristo en las estructuras del orden temporal o civil; 2) las funciones y servicios en las diversas estructuras organizativas de la Iglesia, que la competente autoridad eclesiástica confía a los laicos a través de oficios y funciones; 3) las funciones y servicios que son propios de los sagrados ministros, pero que, por especiales y graves circunstancias, y concretamente por falta de sacerdotes y diáconos, son ejercidos, temporalmente, de forma supletoria, por laicos, previa facultad jurídica o mandato de la autoridad eclesiástica competente.

Por lo que se refiere al segundo punto, (los ministerios laicales en el interior de la comunidad eclesial) la Exhortación postsinodal La Iglesia en América (22 de enero de 1999), fruto del Sínodo especial para América del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997) ha observado: “No son pocos los laicos en América que nutren la legítima aspiración de contribuir con sus talentos y carismas a la “construcción de la comunicada eclesial, como delegados de la Palabra, catequistas, visitadores de enfermos o encarcelados, animadores de grupos,…”. “Los padres sinodales han expresado el deseo de que la Iglesia reconozca algunas de estas funciones como ministerios laicales, fundados en los sacramentos del bautismo y de la confirmación” (EV 18/111). Y concluía: “De todas formas, aunque el apostolado intraeclesial de los laicos debe ser estimulado, es preciso hacer que coincida con la actividad propia de los laicos en la que no pueden ser sustituidos por los sacerdotes: es decir, el campo de las realidades temporales” (ib. EV 16/112).

3. Urgencia y autonomía de la misión laical

El compromiso en el ámbito profano es la urgencia actual de la Iglesia. Sería un error grave olvidarlo. Los laicos son destinados, en realidad, por toda la Iglesia a realizar la misión en los ámbitos que les son propios, según los criterios y la valoración que adquieren de la experiencia y de las competencias exclusivas. Esta función ha adquirido hoy una particular importancia por la secularización, que durante estos últimos siglos ha modificado

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radicalmente el clima de la sociedad occidental. Terminado el período de la cristiandad, hoy parece claro que la misión de la Iglesia para

la salvación del mundo se ejerce trabajando por su transformación. La misión eclesial en su esencia, es decir, como testimonio de la verdad de Dios y de la eficacia salvífica del Evangelio de Cristo, hoy la desarrollan principalmente los laicos. La jerarquía, los sacerdotes, los religiosos, están en función de esta misión, que es de toda la Iglesia, pero que hoy tiene una modalidad preferente en la actividad laical.

Ésta, sin embargo, corre el riesgo de ser comprometida por circunstancias contingentes, como la carencia de clero o la insuficiencia de estructuras pastorales. Estas urgencias se han hecho hoy, sobre todo en algunos ambientes, muy extensas y absorben muchas fuerzas, con frecuencia las mejores energías, corriendo el riesgo de dejar en un segundo plano la tarea específica de los laicos.

Los laicos deben asumir y desarrollar su misión en sintonía con los demás componentes eclesiales, pero con la conciencia de su plena autonomía.

El creyente en Dios revelado por Cristo, actúa, en realidad, según dos convicciones. La primera consiste en considerar que las dinámicas de la historia son todas exclusivamente

humanas y que no es posible encontrar en ellas componentes divinos. La función, en realidad, de la acción creadora es suscitar y alimentar dinámicas creadas, sin nunca sustituirse a las mismas. Es el principio de la Encarnación: la Palabra divina se hace carne para ser operante en la creación y en la historia. El cristiano sabe, por tanto, que nunca puede apelarse a la autoridad de Dios para imponer comportamientos o leyes sociales, sino que debe, con paciencia, buscar las razones que subyacen en las experiencias de fe y en sus adquisiciones. En esto vive según un estilo plenamente laico.

La segunda convicción del cristiano se refiere, en cambio, a las condiciones, para que la acción humana tenga valor y eficacia salvífica en la historia. Está convencido de que sólo viviendo una particular relación con Dios es capaz de expresar las potencialidades del bien, de la verdad, de la justicia y de la vida. Sabe que la fuerza de la vida, el claror de la verdad, la exigencia de la justicia, pueden emerger de forma diversa, más rica y profunda, cuando permanecen en sintonía con la fuerza vital. Si de hecho Dios se encuentra en la fuente, “porque por Él todos viven” (Lc 20,38), permanecer en sintonía con la energía creadora hace florecer la vida de forma auténtica. El creyente está convencido de que sus acciones pueden expresar fuerzas inéditas si asume una actitud de sintonía con la presencia operante de Dios en él. Por ello, no vive como si Dios no existiera, sino que asume una actitud de sintonía consciente con la acción de Dios y con su Palabra, para hacerlas florecer en formas inéditas de humanidad. La imagen de un Dios que suple las carencias del hombre, que interviene cuando él no puede actuar, que completa su acción imperfecta e inadecuada, es decir, el “Dios tapa agujeros”, debe ser abandonado. El Dios de la creación y de la redención, el Dios que se hace carne en el hombre cuando éste lo acoge, no puede ser olvidado por el creyente. Cuando el cristiano llega, a través de la experiencia de fe, oración, reflexión y confrontación con otros creyentes, a aclarar conclusiones sobre la verdad del hombre, sobre el orden de su actividad, sobre el fin de su existencia, sabe que a ellas corresponden leyes del devenir de la especie humana y de las personas, que suscitan dinámicas auténticas de vida. Se siente obligado, por tanto, a buscar de nuevo, con paciencia, los caminos racionales para justificar sus intuiciones y

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sus elecciones, con la certeza de poderlas encontrar y proponer a todos las razones intrínsecas de los procesos históricos, que él ha descubierto a través de la experiencia de fe. Si su convicción es, realmente verdadera, será capaz de individuar los fundamentos racionales, correspondientes a leyes escritas en el corazón de la realidad. No puede pretender superar los atajos de la autoridad divina, como le era permitido en otros tiempos, cuando la vida de fe era reconocida como ámbito autorizado de verdad.

Afirmar, pues, que las dinámicas de la creación y de la historia permanecen todas en el ámbito creado, no significa sostener que la actitud de fe en Dios no tiene importancia social e histórica y que debe ser reconducida exclusivamente al ámbito individual y privado. El creyente está convencido, en realidad, de que la fidelidad a Dios y la búsqueda de su voluntad son condiciones imprescindibles para llegar a metas auténticas de vida. Por otra parte, sabe que las leyes de la vida, una vez descubiertas a través de la experiencia de fe, pueden explicarse y defenderse con argumentos de razón. Por tanto, se compromete a la búsqueda de las razones que también el no creyente puede individuar, valorar y verificar.

Por otra parte, cuál es la actitud correspondiente a la verdad de la vida, aparecerá por los frutos que se desarrollan, por la riqueza de las formas humanas que la fe hace florecer.

No podemos olvidar que la frontera más expuesta de la misión permanece siempre el vasto campo del mundo.

Es ahí donde los laicos, de forma particular, están llamados, por vocación, a ejercer el propio sacerdocio bautismal y a influir con el testimonio eficaz de su fe, acogiendo cada día sus desafíos sin temor y con valentía. (Cesar Nosiglia).

Relación pronunciada en la CIIS, Pulla, marzo de 2011. Carlo Molari, en “Incontro”, n° 2/2011

En Biblioteca Scrivi amore, teatro musical por las Piccole Apostole della Carità

Si os dijera :quisiera escribir la vida del cristianismo en un bello volumen.Este volumen en una página,esta página en una línea.Esta línea en una palabra…Nosotros responderíamos diciendo:Escribe: “AMOR”

Lorenzo Cantù , Una vita per il regno, pro manuscripto Una recolección de testimonios afectuosos de la gran figura de este generoso sindacalista,

misionero de la Regalità.