charla fogonera del sei para jóvenes adultos 2008
TRANSCRIPT
1
INDICE
LAS VERDADES SENCILLAS DEL CIELO:
LA NORMA DEL SEÑOR Élder Earl C. Tingey
De la Presidencia de los Setenta
Charla Fogonera del SEI para Jóvenes Adultos
• 13 de enero de 2008 Universidad Brigham Young
CÓMO ABRIR LA PUERTA A LAS
BENDICIONES DE ABRAHAM Hermana Julie B. Beck
Presidenta General de la Sociedad de Socorro
Charla Fogonera del SEI para Jóvenes Adultos
• 2 de marzo de 2008 Universidad Brigham Young
EL PODER Y LA PROTECCIÓN QUE BRINDA
LA MÚSICA INSPIRADORA Élder Russell M. Nelson
Del Quórum de los Doce Apóstoles
Charla Fogonera del SEI para Jóvenes Adultos
• 4 de mayo de 2008 Universidad Brigham Young
LAS ENSEÑANZAS DE LA CÁRCEL DE LIBERTY Élder Jeffrey R. Holland
Del Quórum de los Doce Apóstoles
Charla Fogonera de SEI para jóvenes adultos
• 7 de septiembre de 2008 Universidad Brigham Young
¿QUÉ CLASE DE HOMBRES Y MUJERESHABÉIS DE SER? Obispo H. David Burton
Obispo Presidente
Charla fogonera para adultos solteros •
2 de noviembre de 2008 • Universidad Brigham Young
2
LAS VERDADES SENCILLAS DEL CIELO:
LA NORMA DEL SEÑOR
Élder Earl C. Tingey
De la Presidencia de los Setenta
Charla Fogonera del SEI para Jóvenes Adultos
• 13 de enero de 2008 Universidad Brigham Young
is queridos y jóvenes amigos, a mi esposa y a
mí nos encanta y nos honra pasar esta tarde
con ustedes. Les imagino en muchos lugares del mundo,
pues esta charla fogonera se transmite por el sistema
satelital de la Iglesia en 32 idiomas. Confío en que se me
pueda entender y que, allí donde ustedes se encuentren,
sientan el Espíritu y comprendan mi mensaje; y ruego
para que así sea.
Si entiendo bien, los presentes son principalmente
jóvenes adultos solteros que se hallan en circunstancias
diferentes. Muchos de ustedes acaban de concluir sus
estudios de secundaria; otros con algo más de edad han
disfrutado de varios años de estudios superiores. Muchos
de ustedes tienen empleo o asisten a centros educativos
que los forman y equipan con destrezas que les permitirán
cuidar de sí mismos y de sus familias. Y, por supuesto,
muchos de los presentes son ex misioneros que aguardan
con anhelo la siguiente fase de la vida y de la cual vamos
a hablarles hoy. Cuán agradecido me siento de que cada
uno de ustedes, en sus diferentes circunstancias, decidiera
acudir hoy aquí para pasar unos momentos juntos y sentir
ese espíritu que reina en toda esta Iglesia.
Diez verdades sencillas del cielo
He titulado mi discurso ―Las verdades sencillas del
cielo: la norma del Señor‖. La primera frase del título
procede de un magnífico discurso que el profeta José
Smith pronunció en Nauvoo en 1844, el mismo año de su
martirio. El Profeta habló en el funeral de un miembro de
la Iglesia llamado King Follett, y comenzó su discurso
con estas palabras: ―No es mi intención halagar sus oídos
con superfluidad de palabras, ni oratoria, ni con mucha
sabiduría, sino que deseo edificarles con las verdades
sencillas del cielo‖1.
La segunda frase del título procede de un pasaje de
Doctrina y Convenios en el que se alude a la norma del
Señor: ―Y además, os daré una norma en todas las cosas,
para que no seáis engañados; porque Satanás anda por la
tierra engañando a las naciones‖ (D. y C. 52:14).
Deseo enseñarles las verdades sencillas de una norma
que el Señor estableció antes de la fundación del mundo y
sobre la que comenzamos a aprender al leer que Adán y
Eva fueron puestos en el Jardín de Edén. Es una norma en
la que deben desear participar. Lo más sobresaliente de
esta norma y plan es que ustedes pueden experimentar un
gozo eterno. Recuerden las palabras de Lehi en 2 Nefi:
―Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los
hombres para que tengan gozo‖(2 Nefi 2:25). Participar
de esta norma será la decisión más importante que puedan
tomar.
Cuídense de no descartar esta norma pensando que es
demasiado severa. Muchos profetas la han impartido.
Recuerden que los profetas dicen la verdad y la aman, y
no la suavizan ni la modifican para adecuarla a las cosas
fáciles que la gente desea oír (véase Isaías 30:20; 2 Nefi
9:40). Cuídense de rechazar a los profetas por el mero
hecho de que las circunstancias y las intenciones de
ustedes no se acomoden actualmente al consejo de ellos.
Ruego que durante el transcurso de mis palabras, sus
corazones y mentes se abran para recibir del Espíritu
impresiones e inspiración que les guíen en la toma de las
importantes decisiones que tendrán un impacto en su
vida. Les testifico que mis palabras son la voluntad del
Señor para Sus hijos, en especial para ustedes, los jóvenes
adultos solteros de esta Iglesia.
Cuando nuestro amoroso Padre Celestial, por
conducto de Su Hijo Amado, Jesucristo, creó y organizó
esta tierra, estableció una norma relativa a la organización
de la familia que aún sigue vigente. Ahora vamos a leer el
libro de Moisés, en la Perla de Gran Precio, para repasar
diez verdades sencillas del cielo y analizar cómo estas
verdades forman la norma para ustedes hoy en día.
1. Dios creó esta tierra para que la habitemos y
hagamos uso de ella
―Y yo, Dios el Señor, tomé al hombre y lo puse en el
Jardín de Edén para que lo cultivara y lo guardara‖
(Moisés 3:15).
Como ustedes saben, Dios creó los cielos y la tierra,
así como todas las formas de vida, y dio a Sus hijos
dominio sobre todas ellas. Dios creó el bello Jardín de
Edén y puso al hombre en él para cultivarlo y cuidarlo.
Nosotros no vivimos en el Jardín de Edén como Adán,
pero se nos concede la oportunidad de cultivar y cuidar
esa parte de la tierra en la que vivimos. Existimos para
tener gozo.
M
3
Así pues, mi primera verdad sencilla del cielo es que
Dios creó esta tierra para que la habitemos y hagamos uso
de ella. Debemos trabajar y mejorar nuestras
circunstancias y las de quienes nos rodean. Tenemos la
responsabilidad de ocuparnos y de estar plenamente
inmersos en vivir con un propósito y cumplir con las
responsabilidades que nos ha dado nuestro Padre
Celestial.
El plan eterno de salvación, que el Padre elaboró y
Jesucristo llevó a cabo como principal defensor, incluía el
que se nos concediera la oportunidad de venir a esta tierra
para recibir un cuerpo físico y demostrar nuestra
disposición para guardar los mandamientos de Dios.
Bueno, aquí estamos. Vivimos en una tierra preciosa,
tenemos el conocimiento del Evangelio restaurado y
gozamos de toda oportunidad que ha tenido el género
humano. ¿Y qué vamos a hacer ahora con todos esos
privilegios?
2. No es bueno que el hombre esté solo
Pasemos a la segunda verdad sencilla del cielo. De
nuevo leo en el libro de Moisés: ―Y yo, Dios el Señor,
dije a mi Unigénito que no era bueno que el hombre
estuviese solo; por consiguiente, le haré una ayuda idónea
para él‖ (Moisés 3:18).
Aquí se aprecia que una de las verdades sencillas del
cielo es que no es bueno que el hombre ni la mujer estén
solos; deben tener una ayuda idónea. Escasas verdades
sencillas del cielo son más importantes para nosotros que
el conocimiento de que conviene que tengamos una ayuda
idónea: para el hombre, una esposa; para la mujer, un
esposo.
Tal vez debamos definir ayuda idónea. No
malinterpreten las palabras del Señor cuando le dijo a
Adán que debía tener una ayuda idónea. La ayuda idónea
es el compañero adecuado para nosotros o igual a
nosotros. Caminamos al lado de nuestra ayuda idónea;
ninguno va delante ni detrás del otro. La ayuda idónea
constituye una relación de igualdad entre un esposo y una
esposa. Eva era igual que Adán, así como un esposo y una
esposa deben ser iguales entre sí.
Adán se hallaba todavía en el Jardín de Edén cuando
el Señor declaró que debía tener una ayuda idónea. Aún
no había participado del fruto del árbol, hecho que
derivaría en la expulsión del Edén y después en la muerte
física. Es por eso que Adán recibió una ayuda idónea para
toda la eternidad. No se trataba de una relación informal,
sino de una relación regida por convenio.
Cuando contemplen su ayuda idónea, hagan planes
para la eternidad. Planifiquen entrar en un santo templo y
ser dignos de ello. El templo es el lugar en el que ustedes
y su ayuda idónea formarán una familia eterna. Siempre
que sea posible, todos ustedes, hombres jóvenes, deben
servir una misión honorable antes de concluir su
selección de una ayuda idónea. El servicio misional les
preparará para su futuro papel como esposo y padre recto,
y les bendecirá durante toda la vida tanto a ustedes como
a su futura posteridad.
En ocasiones conocemos a miembros, incluso jóvenes
adultos solteros, que han oído, visto o han formado parte
de familias en las que el matrimonio en el templo no
condujo a la felicidad y fue cancelado. No deseando vivir
ellos ese mismo resultado o temiendo cometer un error,
algunos eluden las responsabilidades del matrimonio y,
en particular, del matrimonio en el templo.
Aprovecho para rogarles que no permitan que las
acciones de otras personas les disuadan de tomar
decisiones correctas y seguir normas eternas. Satanás no
desea su felicidad ni su progreso eterno y va a poner
dudas y temores en sus mentes para convencerlos de que
no intenten buscar una ayuda idónea que les brinde una
relación y dicha eternas. Hermanos y hermanas, tengan
fe, no temor, y sean dignos de entrar en los santos
templos.
Insto a todos los presentes a fijar en su mente la
necesidad de buscar y hallar un compañero tal y como ha
recomendado el Señor. Para ello deben procurar
ocasiones de relacionarse con miembros del sexo opuesto
que compartan sus mismos valores del Evangelio. Para tal
fin, les alentamos no sólo a permanecer activos en la
Iglesia, sino a participar en todas las oportunidades que
ésta les brinda para relacionarse y progresar. Nuestros
institutos son edificios magníficos para reunirse,
conocerse y poner en práctica las cualidades y los talentos
del liderazgo, y así ver entre quienes les rodean a aquellos
que pudieran complementarles como una ayuda idónea.
Sé que muchos de ustedes desean casarse pero no se
les presenta la oportunidad. Sentimos una gran pena por
muchos de ustedes, fieles jóvenes adultos solteros, que se
hallan en esa situación. Conozco a una familia fiel de la
Iglesia que en cierta ocasión tuvo varios hijos en esa
misma circunstancia. Los padres y los hijos varones
decidieron incrementar considerablemente sus visitas de
adoración en el templo y seguir ―importunando‖ al Señor
respecto a esto. Recibieron ricas bendiciones, encontraron
compañeras y se casaron en el templo. Hagan todo lo que
puedan para merecer la ayuda del Señor en ese sentido.
Sean pacientes, confíen en el Señor y las bendiciones
llegarán con el tiempo.
Recuerden: es una verdad sencilla del cielo que no
deben estar solos en su jornada eterna. Deben buscar un
compañero recto y avanzar con gran fe para que, en el
tiempo del Señor, cumplan con el destino eterno que
nuestro Padre Celestial tiene planeado para ustedes.
4
3. El plan contempla que un hombre y una mujer
se alleguen el uno al otro como esposo y esposa
Más adelante en ese mismo capítulo de Moisés, el
Señor forma a Eva y entonces dice: ―Por tanto, dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se allegará a su mujer;
y serán una sola carne‖ (Moisés 3:24).
Ésta es mi tercera sencilla verdad del cielo: que un
hombre dejará a su padre y a su madre y se allegará a su
esposa y serán una sola carne. Creo que igualmente
podría decirse que una mujer dejará a su padre y a su
madre y se allegará a su esposo.
El allegarse o acercarse como esposo produce, en la
mayoría de los casos, la partida física de la seguridad y la
dependencia que se tiene con los padres. Sin embargo, al
encarar este cambio, esta nueva relación de adherirse
firme, estrecha e invariablemente a su esposo o esposa no
hará que disminuya el amor eterno y el respeto que tienen
por sus padres.
No existe un sustituto para esta verdad sencilla del
cielo. Las revelaciones hablan de una relación entre un
hombre y una mujer. El comprender esta sencilla verdad
erradicará toda confusión con respecto a cuestiones que
en ocasiones se denominan inadecuadamente ―estilos de
vida alternativos‖ y que no son sino maquinaciones de
Satanás.
Observen la importancia de esta sencilla verdad del
cielo. Un hombre y una mujer deben allegarse o acercarse
el uno al otro; en otras palabras, deben aferrarse fiel,
espiritual, emocional y físicamente el uno al otro.
Como acabo de decir, esta relación es apropiada
gracias a la hermosa ordenanza del matrimonio celestial
que se efectúa en nuestros templos. Si ustedes han nacido
en el convenio o han sido sellados a sus padres en un
templo, los lazos que les unen a éstos se reordenan justo
lo necesario para permitir que ustedes y su ayuda idónea,
un hombre y una mujer, puedan sellarse entre sí. Esta
ordenanza fortalece el sellamiento a sus padres, pues al
sellarse a su ayuda idónea extienden el sellamiento de sus
padres, por medio de ustedes, a sus propios hijos y a las
generaciones futuras.
Para ninguno de ustedes existe decisión mayor que la
de seleccionar un compañero, una mujer en el caso del
hombre, y un hombre en el caso de la mujer, para llegar a
ser una sola carne a los ojos del Señor gracias al
sellamiento del templo. El Señor tiene por norma que el
hombre y la mujer se casen y se alleguen el uno al otro.
Cualquier otra norma no es del Señor.
4. El albedrío es esencial
Nuestro Padre Celestial nos ha dado un maravilloso
principio al que me referiré como la cuarta verdad
sencilla del cielo. Se trata del principio del albedrío.
Seguimos leyendo en el libro de Moisés: ―No obstante,
podrás escoger según tu voluntad, porque te es
concedido‖ (Moisés 3:17).
Cada uno de nosotros tiene albedrío. El Señor no nos
va a obligar a tomar decisiones que violen nuestro
albedrío personal. Sin embargo, debemos estar dispuestos
a aceptar la responsabilidad inherente al ejercicio del
albedrío que se nos ha concedido. Recuerden que Satanás
trató de obligarnos a seguirle y que nuestro Padre
Celestial rechazó esa norma. Entonces, Satanás se rebeló
―y pretendió destruir el albedrío del hombre‖ (Moisés
4:3). Sin embargo, gracias al plan de nuestro Padre
Celestial tenemos albedrío, y uno de los usos que
podemos darle es buscar y seleccionar a una compañera o
un compañero.
Sabemos que por lo general, en nuestra sociedad, el
hombre es el que debe iniciar las oportunidades que
lleven a la interacción social. Quisiera recordar a todos
los jóvenes varones, sí, a todos los varones que escuchen
mis palabras, que son ustedes los responsables de iniciar
estas ocasiones. No demoren este asunto. Existe una
diferencia entre una ―oportunidad perdida‖ y una
―oportunidad malgastada‖. No malgasten el tiempo, no
demoren las oportunidades de buscar y seleccionar a una
compañera. Los profetas actuales han dicho mucho que
les exhorta a ustedes a a buscar un compañero o
compañera. Este consejo se aplica particularmente a los
ex misioneros y a quienes prosiguen con su formación
académica y son lo bastante maduros como para aceptar
las responsabilidades de un adulto, entre las que se
encuentra la de contraer matrimonio.
Mientras pronuncio estas palabras, soy consciente de
que algunos de ustedes pueden haber sufrido desengaños
en relaciones pasadas. Lo que parecía ir bien no funcionó
y han tenido que empezar nuevamente de cero. Podríamos
decir que fue una ―salida en falso‖. La mayoría de los
jóvenes adultos pasan por esto y los motivos son muy
diversos: metas diferentes, relaciones desequilibradas,
inmadurez y falta de preparación para el matrimonio, o
simplemente que no parecía ser lo correcto. No se
desanimen. Se están aproximando a decisiones de
consecuencias eternas. No tomen las cosas a la ligera,
apóyense en la oración y tomen la determinación de
emplear el albedrío para buscar y seleccionar a su ayuda
idónea.
Permítanme analizar por un instante un asunto muy
delicado que suele afectar al albedrío. Es un tema que
puede ser de suma importancia para sus padres y líderes
aunque que tal vez no sepan cómo tratarlo con ustedes.
Me estoy refiriendo a la apariencia personal.
A veces la apariencia personal, propia o ajena,
repercute en el uso del albedrío, ya que las primeras
5
impresiones podrían dificultar nuestra relación con el
verdadero yo de una persona.
Estén dispuestos a sentarse con un buen amigo y
hacerle esta pregunta: ¿Qué me recomendarías para
mejorar mi apariencia física? Escuchen sus palabras sin
ofenderse y tomen a pecho su consejo. Si es necesario,
mejoren con gozo y felicidad su aspecto, ya sea que ello
implique sonreír más, perder peso, o modificar el
peinado, el modo de vestir, lo que expresamos con
nuestro rostro y nuestro cuerpo, la higiene personal o
cualquier otra cosa.
Por fin lo dije. ¿Les he ofendido? Recuerden que su
cuerpo es el templo de su espíritu. Asegúrense de que esté
limpio, aseado, arreglado, en forma y puro, a fin de que
su espíritu brille a través de él y todos puedan verlo.
Claro que, como todos, soy consciente de que no todo
el mundo tendrá la oportunidad de casarse en esta vida.
No obstante, me estoy refiriendo a la regla y no a la
excepción. La regla es que debemos buscar un compañero
aun cuando pueda haber muchas excepciones debidas a la
salud, a oportunidades inadecuadas u otros factores.
Afortunadamente, el plan completo del Evangelio, tal y
como lo entendemos, consiste en que todo el que sea fiel
en esta vida y se le prive de la oportunidad de casarse,
recibirá más adelante las bendiciones que no disfrutó
aquí. Cuán agradecido me siento por esta doctrina.
5. Vivimos del trabajo todos los días de nuestra
vida
Cuando Adán y Eva partieron del Jardín de Edén, el
Señor les dio la siguiente instrucción, que es mi quinta
verdad sencilla del cielo. Vuelvo a citar el libro de
Moisés: ―Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta
que vuelvas a la tierra —pues de cierto morirás— porque
de ella fuiste tomado: pues polvo eras, y al polvo has de
volver‖ (Moisés 4:25).
Debemos trabajar mientras vivimos en esta tierra.
Debemos prepararnos para ser autosuficientes, y debemos
estar dispuestos a cuidar de una familia y ser capaces de
hacerlo.
Por fortuna, muchos de ustedes tienen la oportunidad
de obtener una formación académica en universidades y
en otros centros de estudios superiores. Otros disfrutan de
una ocasión maravillosa y excepcional para adquirir
aptitudes y recibir una preparación que les permitirá tener
un buen empleo y proveer económicamente para su
familia. Esto último es una alusión al Fondo Perpetuo
para la Educación. Yo sirvo como miembro de la mesa
directiva de este fondo y sé la gran bendición que supone
para aquellos que se esfuerzan de todo corazón por
mejorar y prepararse para contraer matrimonio y criar una
familia en la Iglesia. A todos ustedes les digo:
dispónganse a trabajar y a trabajar arduamente para
proveer para su familia mientras vivan en esta tierra.
El presidente Hinckley les ha alentado repetidas veces
a obtener toda la educación posible para que así puedan
atender a su familia y servir en la Iglesia.
6. Los esposos y las esposas deben tener hijos y
formar una familia
A mi entender, la sexta verdad sencilla del cielo, y la
más importante después de la de allegarse el uno al otro
como esposo y esposa, es la que se halla en el siguiente
pasaje del libro de Moisés: ―Y Adán conoció a su esposa,
y de ella le nacieron hijos e hijas, y empezaron a
multiplicarse y a henchir la tierra‖ (Moisés 5:2).
Esta sencilla verdad del cielo expresa el deber de tener
hijos, y es una verdad que está ante ustedes… ¡pero no
antes del matrimonio! Por favor, tomen la firme decisión
en la mente y el corazón de ser padres a su debido tiempo.
Desarrollen ahora los atributos necesarios que les
permitan ser unos padres amorosos para los hijos que
vayan a bendecir su hogar. Esfuércense por desarrollar la
paciencia y la capacidad necesarias para criar y educar a
sus hijos en el conocimiento del Señor.
Los líderes de la Iglesia están siendo más directos para
aconsejar a los matrimonios jóvenes que se armen de
valor y formen una familia. El mundo les sugiere que tal
vez no sea adecuado tener hijos mientras no se ponen en
orden todos los asuntos temporales. El mundo les dice
que aguarden hasta haber terminado sus estudios, hasta
tener la casa adecuada con sus muebles y
electrodomésticos, hasta tener un empleo seguro y con
unos buenos ingresos, hasta comprar los artículos propios
del entretenimiento y la comodidad. Toda esta demora
procede del mundo y no es sino la influencia de Satanás
en sus intentos por destruir a la familia.
Los profetas enseñan que, una vez sopesados los
medios, las circunstancias (incluso la salud física) y otros
factores de los que cada pareja tenga conocimiento, no
debemos demorar el tener una familia. Tengan fe para
comenzar esta etapa de la vida y sepan que su Padre
Celestial les apoyará y sostendrá en los retos únicos y
especiales inherentes a ser padres.
No es preciso posponer la formación de una familia
hasta haber adquirido todas las comodidades que tenían
sus padres cuando ustedes salieron de casa. Recuerden
que sus padres tardaron muchos años, incluso décadas, en
tener ese encantador hogar amueblado. Deben estar
dispuestos a tener fe y empezar desde donde estén a
construir, crecer y desarrollarse mientras tienen una
familia. Dispónganse a trabajar juntos como esposo y
esposa, y a sacrificarse para cumplir con este objetivo.
6
Cuídense de demorar la formación de una familia para
así comprar comodidades y entretenimientos que, a la
larga, no les bendecirán por la eternidad.
Si en sus barrios o ramas, o entre sus amistades, les
preguntan a los matrimonios de más edad, descubrirán
que casi en cada caso comenzaron su vida de casados y su
familia con muy pocas pertenencias, especialmente si lo
comparan con las que tienen ahora.
La hermana Tingey y yo nos casamos y tuvimos
nuestro primer hijo mientras yo estaba en la facultad de
derecho. Nuestro primer apartamento, en un sótano, fue
un gran paso atrás en relación con lo que había sido la
experiencia de vivir en casa de nuestros padres. Por el
techo que había entre el marco de las puertas pasaban los
conductos de la calefacción que me llegaban a la mitad de
la frente. No recuerdo cuántas veces me golpeé la cabeza
al pasar de un cuarto a otro. La hermana Tingey todavía
recuerda el ―espantoso papel tapiz‖, como ella le decía,
que tenía impresos unos enormes gallos rojos. No
teníamos con qué lavar la ropa y pasamos 18 meses
yendo a una lavandería de pago.
Nuestro segundo apartamento, durante mi etapa en el
ejército, fue un dúplex cuyo único baño se encontraba
entre los dos apartamentos. El baño tenía dos puertas, una
para cada apartamento, y ya pueden hacerse una idea de
lo que mi esposa opinaba al respecto. Dormíamos en una
cama plegable fácil de accionar pero tremendamente
incómoda. Nuestra primera mesa de cocina era una mesa
de juego con patas plegables. Muchas veces durante el
año que la utilizamos golpeé sin querer una de las patas y
tanto la mesa como todo lo que había sobre ella cayó al
suelo con gran estruendo.
Cuando ya teníamos cuatro hijos, vivimos varios años
en un apartamento de sólo dos dormitorios. ¿Vivíamos
apretados? ¡Por supuesto! Pero aun así, algunos de los
mejores recuerdos de nuestra familia son de aquella
época.
Como pueden ver, apenas teníamos comodidades y
nada de lujos en nuestros primeros hogares, y al volver la
vista atrás nos damos cuenta de que no importaba.
Estábamos enamorados; queríamos tener una familia, así
que sencillamente confiamos en el Señor y tuvimos fe en
que todo saldría bien.
Hoy día, 48 años después, tenemos un hogar
encantador con todas las comodidades que podamos
necesitar, y puede que incluso más. Pero cuando
empezamos teníamos muy poco. Somos más felices en la
actualidad porque nuestro amor ha crecido en las a veces
difíciles experiencias que hemos vivido juntos y no
porque hayamos adquirido muchas posesiones mundanas.
También ustedes deben tener esa fe y estar dispuestos
a seguir adelante en la vida. Prepárense para comenzar
desde donde están y entonces tener y criar una familia
que ame y aprecie las bendiciones que recibe.
7. La familia prosigue hasta convertirse en una
familia de muchas generaciones
La siguiente verdad sencilla del cielo es la norma que
establecieron Adán y Eva en cuanto a que no sólo
tendrían hijos, sino posteridad: ―Y de allí en adelante los
hijos e hijas de Adán empezaron a separarse de dos en
dos en la tierra, y a cultivarla y a cuidar rebaños; y
también ellos engendraron hijos e hijas‖ (Moisés 5:3).
Estamos tratando de desarrollar una Iglesia de muchas
generaciones. Tener posteridad, es decir, no contentarse
con ser padre sino también abuelo y bisabuelo, es una de
las bendiciones enriquecedoras que reciben los miembros
fieles de la Iglesia.
Las Autoridades Generales observan el crecimiento y
desarrollo de la Iglesia en muchos países del mundo y una
de las experiencias más gratificantes es ver a familias
fieles de muchas generaciones allí donde la Iglesia apenas
lleva unas cuantas décadas establecida. Ya vemos hijos,
nietos, abuelos, etcétera. Esto es lo ideal. Siempre que sea
posible, ése debe ser el objeto de nuestra labor: una
familia grande y maravillosa que contribuya al
crecimiento y desarrollo de la Iglesia en cualquier país o
lugar donde resida.
En Salmos se encuentra un maravilloso y muy
descriptivo pasaje:
―He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de
estima el fruto del vientre.
―Como saetas en mano del valiente, así son los hijos
habidos en la juventud.
―Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de
ellos‖ (Salmos 127:3–5).
¿Están dispuestos a ejercitar su mente y visualizar
dónde estarán o dónde desearían estar digamos dentro de
20 ó 25 años? Si ahora tienen 20, ¿cómo será su vida
cuando tengan 40 ó 45?
Casi en cada ocasión en la que he formulado esta
pregunta a jóvenes adultos solteros, éstos han dicho que
la ―familia‖ es su prioridad más inmediata. Las
posesiones temporales y los entretenimientos no suelen
ser una prioridad. Estar rodeados de una familia amorosa
—sus hijos y nietos— es lo que la mayoría de ustedes
describe como lo que esperan para ese tiempo.
Comiencen hoy mismo a hacer que esa visión personal
se convierta en una profecía hecha realidad.
7
8. Reconocemos a Dios, lo adoramos y le ofrecemos
nuestros sacrificios
En los albores de su vida fuera del Jardín de Edén,
Adán comenzó a ofrecer sacrificios. Leemos lo siguiente:
―Y después de muchos días, un ángel del Señor se
apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al
Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me
lo mandó.
―Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una
semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el cual
es lleno de gracia y de verdad.
―Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el
nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el
nombre del Hijo para siempre jamás‖ (Moisés 5:6–8).
Esta verdad sencilla del cielo recalca que, una vez
casados y con familia, nos conviene recordar quiénes
somos en relación con nuestro Padre Celestial. Recuerden
que Él es su Dios y su Padre, y que ustedes son hijos e
hijas de Él. Ofrézcanle el sacrificio de su tiempo y sus
talentos. Sean fieles en la Iglesia; sirvan a su prójimo;
procuren establecer la rectitud. Reconozcan sus muchas
bendiciones ofreciéndole y devolviéndole la décima parte
de todo su aumento para humildemente reconocer que
dependen de su Padre Celestial.
9. De estos sacrificios proceden las bendiciones
prometidas
Esta verdad sencilla del cielo es un reconocimiento de
las bendiciones que son fruto del sacrificio. El pasaje de
las Escrituras dice así:
―Y en ese día descendió sobre Adán el Espíritu Santo,
que da testimonio del Padre y del Hijo, diciendo: Soy el
Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y
para siempre, para que así como has caído puedas ser
redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos
quieran.
―Y Adán bendijo a Dios en ese día y fue lleno, y
empezó a profetizar concerniente a todas las familias de
la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a
causa de mi transgresión se han abierto mis ojos, y tendré
gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios.
―Y Eva, su esposa, oyó todas estas cosas y se regocijó,
diciendo: De no haber sido por nuestra transgresión,
nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos
conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra
redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los
que son obedientes.
―Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e
hicieron saber todas las cosas a sus hijos e hijas‖ (Moisés
5:9–12).
¿Se fijaron en algunas de las bendiciones que
recibieron Adán y Eva gracias a su sacrificio? Disfrutaron
de la compañía del Espíritu Santo, quien les dio
testimonio del Padre y del Hijo, y los guió y dirigió en
todas sus decisiones. Recibieron la bendición de tener el
espíritu de profecía en cuanto a su familia a fin de que
fueran guiados en las decisiones que tomaran y en cuanto
a cómo atender a sus hijos. Sus ojos fueron abiertos para
poder ver y discernir entre el bien y el mal, y de este
modo tomar decisiones adecuadas para su familia.
Las Escrituras declaran que Adán y Eva gozaron y se
regocijaron en las bendiciones que recibió su familia.
Además, obtuvieron la promesa de que todas estas
bendiciones y cosas se darían a conocer a sus hijos e
hijas: su posteridad.
¿Creen ustedes que estas bendiciones pueden ser suyas
como resultado de su disposición para aceptar las
responsabilidades del matrimonio y la familia? Les
testifico que así será y que recibirán las mismas
bendiciones que recibió la familia de Adán y Eva aunque
sus circunstancias sean otras.
10. Tenemos a nuestra disposición la plenitud del
Evangelio, incluso todas las ordenanzas del templo
La última verdad sencilla del cielo que compartiré hoy
con ustedes tiene que ver con las bendiciones derivadas
de las sagradas ordenanzas. Leemos lo siguiente en los
versículos finales del quinto capítulo de Moisés:
―Y así se empezó a predicar el evangelio desde el
principio, siendo declarado por santos ángeles enviados
de la presencia de Dios, y por su propia voz, y por el don
del Espíritu Santo.
―Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán
mediante una santa ordenanza; y se predicó el evangelio,
y se proclamó un decreto de que estaría en el mundo hasta
su fin; y así fue. Amén‖ (Moisés 5:58–59).
Este pasaje, que es la décima verdad sencilla del cielo,
promete que todas las cosas serán suyas si se ciñen a esta
norma de la que estamos hablando. Esto significa, desde
luego, que todas las bendiciones de la Iglesia restaurada
son suyas. Concretamente, la expresión ―una santa
ordenanza‖ se refiere a los templos y a las hermosas
ceremonias y ordenanzas que en ellos se efectúan. Qué
gran bendición es anticipar que podrán disfrutar de las
bendiciones plenas del evangelio de Jesucristo, incluso
las bendiciones del templo, cuando estén dispuestos a
tomar parte en las hermosas y sencillas verdades del cielo
que hoy he compartido con ustedes.
Seguir el consejo inspirado
Resumiendo, éstas son las diez verdades sencillas del
cielo de las que hemos hablado:
8
1. Dios creó esta tierra para que la habitemos y hagamos
uso de ella.
2. No es bueno que el hombre esté solo.
3. El plan contempla que un hombre y una mujer se
alleguen el uno al otro como esposo y esposa.
4. El albedrío es esencial.
5. Vivimos del trabajo todos los días de nuestra vida.
6. Los esposos y las esposas deben tener hijos y formar
una familia.
7. La familia prosigue hasta convertirse en una familia
de muchas generaciones.
8. Reconocemos a Dios, lo adoramos y le ofrecemos
nuestros sacrificios.
9. De estos sacrificios proceden las bendiciones
prometidas.
10. Tenemos a nuestra disposición la plenitud del
Evangelio, incluso todas las ordenanzas del templo.
Les ruego que no rechacen este consejo. Procuren no
posponer el matrimonio cuando se les presente la ocasión.
No busquen un compañero perfecto. En términos
generales, la perfección no existe. Recuerden que ustedes
no son perfectos, así que busquen un esposo o una esposa
que crezca con ustedes hacia la perfección.
No pospongan la formación de una familia. Estén
dispuestos a sacrificarse y a formar una familia con todos
los retos que ello conlleva y sabiendo que, en el proceso,
tendrán maravillosos recuerdos que fortalecerán y
sostendrán a su familia durante años.
Sé que mis palabras deben parecerles un poco
difíciles; puede que a algunos les resulte imposible
cumplir con ellas. Les ruego que tengan fe y que sumen a
esa fe sus obras. El Señor es consciente de ustedes como
personas y conoce las circunstancias por las que
atraviesan. Él les bendecirá, les ayudará a hacer lo
correcto y a materializar sus deseos justos. Les ruego que
tengan fe.
Para terminar, tengo la impresión de que muchos de
ustedes estarán diciendo: ―Creo en todo lo que usted dice.
Deseo tener esas normas en mi vida y cumplir con ellas
pero, ¿cómo sabré si tomo las decisiones correctas?‖.
Aquí tienen la respuesta: Lo sabrán del mismo modo
por el que los líderes actuales de la Iglesia reciben
impresiones que conducen a tomar decisiones muy
importantes. Lo sabrán por el Espíritu.
Ustedes tienen derecho a recibir la paz y el testimonio
espiritual que confirme sus sentimientos de que eso es lo
correcto. Sabrán del amor que sienten el uno por el otro y
su compatibilidad como pareja tal y como se describe en
Doctrina y Convenios:
―De cierto, de cierto te digo: Te daré de mi Espíritu, el
cual iluminará tu mente y llenará tu alma de gozo;
―y entonces conocerás, o por este medio sabrás, todas
las cosas que de mí deseares, que corresponden a la
rectitud, con fe, creyendo en mí que recibirás‖ (D. y C.
11:13–14).
No busquen cosas tales como el estruendo que
produce un terremoto; antes bien atiendan a la voz dulce
y apacible, pues vendrá y ustedes lo sabrán.
Ruego que Dios les bendiga mis jóvenes y amados
miembros, futuros padres, madres, abuelos, abuelas y
líderes de la Iglesia. Les amamos. El Señor les ama y
desea que sean felices y dichosos. Él desea que sigan la
norma eterna que ha establecido.
Testifico de la veracidad de las normas comprendidas
en estas verdades sencillas del cielo. En el nombre de
Jesucristo. Amén.
NOTAS
1. History of the Church, tomo VI, pág. 303; cursiva agregada.
9
CÓMO ABRIR LA PUERTA A LAS
BENDICIONES DE ABRAHAM
Hermana Julie B. Beck
Presidenta General de la Sociedad de Socorro
Charla Fogonera del SEI para Jóvenes Adultos
• 2 de marzo de 2008 Universidad Brigham Young
ué privilegio es hablarles a ustedes, una
generación selecta y real, escogida desde antes
de la fundación del mundo para venir en este tiempo a
efectuar una importante obra! Al servir en la Iglesia, he
conocido a muchos de ustedes y me han impresionado su
inteligencia y bondad. Puedo imaginarlos ahora
congregados por todo el mundo, desde los Estados
Unidos, México, Brasil y otras naciones de Sudamérica
hasta las Filipinas, Japón, Corea y muchos países
europeos. En la República Dominicana les he visto llegar
a las reuniones a bordo de camiones repletos.
En el Libro de Mormón aprendemos que cuando una
nueva generación —o sea, ustedes— se convierte al
evangelio de Jesucristo y guarda sus convenios, el futuro
es prometedor para todo el pueblo del Señor. Sin
embargo, cuando la nueva generación no obtiene un
testimonio y no asume sus responsabilidades, las personas
mayores y más fieles comienzan a desalentarse (véase
Mosíah 26:1–4; véase también 1 Nefi 8:23). Gracias por
sus vidas excelentes y por el futuro prometedor que harán
posible para mí y para muchas otras personas.
Esta noche estamos aquí ante todo porque tenemos un
testimonio del evangelio restaurado de Jesucristo. Sin este
testimonio, no habría motivo para continuar con este
mensaje. Sé que poseen una firme convicción de nuestro
Padre Celestial, del Salvador y de los profetas modernos,
o no habrían hecho el esfuerzo por asistir a esta reunión.
Cuando sabemos que el Evangelio restaurado es
verdadero, aceptamos y cumplimos su totalidad y no sólo
las partes que nos convienen. Creemos en el plan de
nuestro Padre Celestial y en todo lo que los profetas y
apóstoles nos han enseñado. Sé que al participar esta
noche con espíritu de oración y con un corazón receptivo,
el Espíritu le transmitirá a cada uno enseñanzas
personales e importantes.
Al meditar y orar al Señor para saber lo que Él desea
que les diga esta noche, mis pensamientos se volvieron
con frecuencia a mis 79 sobrinos y sobrinas. He caminado
y cantado con ellos, he escuchado sus testimonios, y los
amo a todos. Sé que todos ellos tienen el deseo de ejercer
una influencia para bien en el mundo y de que su vida
tenga un impacto positivo. Veintidós de mis sobrinos son
adultos solteros de su misma edad; de esos veintidós,
once están sirviendo o han servido misiones de tiempo
completo y otros se están preparando para ello. Algunos
se están preparando para el matrimonio; otros han
terminado su formación académica y están buscando su
lugar en el mundo. Todos ellos han cursado o están
cursando estudios superiores.
Estos sobrinos poseen dones singulares, y hay entre
ellos quienes han experimentado enfermedades, heridas y
tragedias. Dado que mis sobrinos los representan a
ustedes de muchas maneras, preparé este mensaje
pensando en ellos; y al pensar en ellos, pienso en ustedes.
Todos ustedes han estado, están o estarán en las mismas
situaciones que mis sobrinos. He buscado inspiración
para saber cómo ayudarlos con algunas de sus preguntas
y, al hacerlo, espero también ser una ayuda para ustedes.
Les invito a ser parte de nuestra familia esta noche; les
hablaré como una tierna y afectuosa tía.
Las bendiciones de Abraham
El profeta Abraham pasó por la misma etapa de la vida
en la que ustedes están. Leemos de ello en La Perla de
Gran Precio: ―En la tierra de los caldeos, en la morada de
mi padre, yo, Abraham, vi que me era necesario buscar
otro lugar donde morar‖ (Abraham 1:1). Abraham había
llegado a la etapa de independizarse y comenzar su vida
como adulto. Dijo que era un ―seguidor de la rectitud‖ y
que deseaba poseer ―un conocimiento mayor, y ser padre
de muchas naciones, un príncipe de paz‖ (vers. 2). Sabía
que había ―mayor felicidad, paz y reposo‖ de los que en
ese entonces tenía (vers. 2).
Abraham buscó esas bendiciones; las deseó e hizo lo
necesario para recibirlas. El Señor le dijo a Abraham:
―Haré de ti una nación grande y te bendeciré
sobremanera, y engrandeceré tu nombre entre todas las
naciones, y serás una bendición para tu descendencia
después de ti, para que en sus manos lleven este
ministerio y sacerdocio a todas las naciones.
―Y las bendeciré mediante tu nombre; pues cuantos
reciban este evangelio serán llamados por tu nombre; y
serán considerados tu descendencia, y se levantarán y te
bendecirán como padre de ellos;
¡Q
10
―y bendeciré a los que te bendijeren, y maldeciré a los
que te maldijeren; y en ti… y en tu descendencia... pues
te prometo que en ti continuará este derecho, y en tu
descendencia después de ti... serán bendecidas todas las
familias de la tierra, sí, con las bendiciones del evangelio,
que son las bendiciones de salvación, sí, de vida eterna‖
(Abraham 2:9–11).
Ese convenio nos fue reafirmado por medio de José
Smith en la sección 132 de Doctrina y Convenios (véanse
los versículos 30–32). Estas bendiciones de mayor
felicidad, paz y reposo son las que cada uno de nosotros
recibe al hacer convenios en santos templos y al formar
familias eternas. La bendición patriarcal de ustedes les
ayuda a entender su linaje personal desde Abraham.
A menudo los líderes de la Iglesia les hablan a los
jóvenes adultos solteros sobre buscar tales bendiciones,
que sólo pueden hallarse al formar familias eternas. Cada
uno de ustedes sabe que su futura felicidad, su progreso
eterno y el crecimiento del reino del Señor sobre la tierra
dependen de que ustedes formen familias eternas fuertes
y felices.
Como fieles Santos de los Últimos Días de la nueva
generación, la mayoría de ustedes tiene un testimonio de
la responsabilidad que tienen de casarse y de formar una
familia. Saben que no pueden recibir todas las
bendiciones de Abraham si están solteros; sin embargo, la
mayor parte de ustedes no va a casarse mañana; de hecho,
muchos de ustedes aún no tienen idea de con quién se
casarán. De modo que, cuando hablamos de su
responsabilidad de casarse, podríamos ocasionarles
frustración, dado que esta parte importante de su progreso
eterno no está sucediendo según su propio cronograma.
Eso me recuerda a una experiencia que mi esposo tuvo
mientras jugaba baloncesto en el equipo de la escuela
secundaria. Se habían preparado bien y habían viajado
hasta el gimnasio del equipo rival; estaban listos mental y
físicamente para vencer a sus oponentes. Se hallaban en
los vestidores y el entrenador acababa de terminar de
hablarles para infundirles ánimo; rebosantes de energía y
seguridad en sí mismos, corrieron hacia la puerta que
llevaba a la cancha y, ¡estaba cerrada! Los jugadores se
estrellaron uno contra el otro con la puerta y su energía
desapareció en los vestidores antes de que el partido
siquiera empezara.
En ocasiones pienso que eso es lo que les ocurre
cuando les hablamos sobre el matrimonio y la familia.
Les alentamos a entusiasmarse sobre las posibilidades,
pero en realidad sienten que empujan una puerta cerrada.
No deben vivir una vida de espera e incertidumbre ni
deben perder el impulso y el entusiasmo que ahora poseen
y que el Señor necesita de ustedes a fin de edificar Su
reino.
Por lo tanto, concentrémonos en cuatro actividades
que pueden hacer ahora, que pueden ser las llaves que les
ayuden a abrir la puerta de las bendiciones de Abraham.
Las cuatro actividades son servir al prójimo, compartir el
Evangelio, participar en la obra del templo y de historia
familiar, y prepararse para el futuro.
Todas esas actividades invitan al Espíritu Santo a ser
su compañero. Los mantienen en los lugares correctos,
haciendo lo correcto con las personas correctas, y los
distinguen como discípulos de Jesucristo. Al participar en
esas cuatro actividades con sus compañeros, entablarán
amistades y relaciones, y tendrán la sociabilidad que
puede ayudarles a hallar a alguien con quien casarse en el
templo y formar una familia eterna.
Servir al prójimo
Primero, sirvan al prójimo. Por lo general, los años en
que uno es adolescente y joven adulto son épocas de gran
interés personal. Hay que tomar muchas decisiones y es
fácil encerrarse en uno mismo. Lo primero que yo, como
tía afectuosa, les instaría a hacer es olvidarse de ustedes
mismos. Probablemente deban participar en menos
actividades con fines exclusivamente recreativos, a fin de
participar más en la búsqueda de formas de hacerle la
vida un poco más llevadera a otra persona.
La forma más rápida de hallar amigos y felicidad, de
sentirse agradecido y de tener la compañía del Espíritu
Santo es arrodillarse y preguntar al Señor: ―¿Quién
necesita de mi ayuda hoy?‖, y luego disponerse a ayudar.
No hace mucho vi una película sobre dos jóvenes
adultos que vivían en Inglaterra en el siglo XIX y que se
preguntaron: ―¿Quién necesita de mi ayuda?‖. Ellos
habían presenciado el terrible mal del comercio de
esclavos y se les ocurrió que podrían cambiar el mundo si
eliminaban ese negocio. Se trataba del proyecto de
servicio más imposible. Significaba que tendrían que
cambiar toda la economía de su país, sin mencionar los
códigos éticos y sociales; no obstante, esos jóvenes
dijeron: ―¡Podemos hacerlo!‖. ¡Llegaron a la conclusión
de que eran tan jóvenes que ignoraban que no podían
hacerlo! Les tomó algo de tiempo terminar el proyecto,
pero con el tiempo brindaron este gran servicio a la
humanidad.
En la actualidad, en cada nación de este mundo,
existen muchas causas importantes que podrían valerse de
la energía y la visión de ustedes. Por todas partes hay
ciudades y parques que necesitan limpieza; se necesita
construir escuelas y orfanatos y dotarlos de personal
voluntario. Los gobiernos necesitan ayuda para seguir
principios correctos y ustedes poseen la energía mental,
emocional y física para hacer estas cosas.
11
En la historia, muchas causas importantes han sido
dirigidas por jóvenes; pueden prestar servicio
individualmente u organizarse con espíritu de oración en
sus llamamientos con los grupos de adultos solteros, con
grupos de barrio y de instituto, y con la Sociedad de
Socorro y los quórumes del sacerdocio; juntos pueden
afectar un cambio para bien en el mundo. La mayoría de
las oportunidades de servicio se hallan muy cerca de su
casa, dentro de su familia y de su propio barrio. Ahora
son lo bastante adultos y maduros para encabezar la
planificación y organización de este tipo de actividades;
también saben cómo recibir respuesta a sus oraciones
para saber lo que el Señor desea que hagan.
A medida que se centren en el prójimo, el Espíritu les
acompañará para guiarles en todas las decisiones
trascendentales que estén tomando, ya que Él siempre
acompaña el servicio recto. No les será difícil hallar
lugares donde servir; al prestar servicio con sus
compañeros, entablarán buenas amistades y tendrán
experiencias sociales significativas; y debido a que sus
relaciones y amistades irán en aumento, tendrán mayor
probabilidad de hallar a su cónyuge y formar una familia
eterna.
Compartir el Evangelio
Segundo, compartan el Evangelio. El mundo está lleno
de personas que aún no conocen las buenas nuevas del
Evangelio. Ustedes son un grupo especialmente
preparado que puede ayudar a que la justicia y la verdad
inunden la tierra.
Algunos de ustedes han tenido la oportunidad de ser
los primeros misioneros en utilizar Predicad Mi
Evangelio. Considerando ese hecho, aquellos que se están
preparando para la misión deberían ser los misioneros
más preparados que el mundo haya conocido. Los que se
preparan ahora para el servicio misional están mejor
capacitados que ninguna otra generación para ser eficaces
desde el primer día de la misión. Dadas sus oportunidades
hasta este momento, deben llegar listos para servir. Deben
saber cómo recibir la ayuda del Espíritu y lo que deben
hacer para merecerla. Además, quienes saben cómo
trabajar arduamente a diario son mucho más felices
durante la misión. He disfrutado mucho las cartas de mis
sobrinos y sobrinas misioneros que describen los
singulares desafíos y oportunidades de la misión. Sus
cartas rebosan de vitalidad y gozo; escriben sobre su
misión como si estuvieran experimentando la mayor
aventura de su vida.
Ese entusiasmo por compartir el Evangelio debe
continuar después de la misión y, por supuesto, ustedes,
grandes misioneros, nunca querrán que sus habilidades
misionales caigan en desuso. Debido a que son solteros y
que no tienen la responsabilidad de cuidar una familia, se
hallan en una situación óptima para continuar
compartiendo el Evangelio. Todos ustedes tienen amigos
o familiares que aún no se han convertido al Evangelio y
que no conocen a Dios como deberían. Casi cada barrio o
rama de la Iglesia tiene listas de personas que por una
razón u otra han dejado de asistir para renovar sus
convenios en la reunión sacramental; su ayuda es esencial
para traerlos de regreso. En sus llamamientos, como
amigos o individualmente, pueden asumir una actitud más
presta a tomar la iniciativa de predicar el Evangelio y así
activar a quienes hayan dejado de asistir.
Cuando era niña, vi un ejemplo de este tipo de obra
misional en Brasil, donde mi padre servía como
presidente de misión. Pocas semanas después de terminar
su misión, una de nuestras hermanas brasileñas le dijo a
mi padre que no veía en su futuro una familia formada
dentro del Evangelio, ya que en su pueblo no había
hombres miembros de la Iglesia con quien casarse.
Su presidente de misión le dijo: ―Acaba de terminar
una misión en la que enseñó y convirtió personas al
Evangelio. ¿Fue una buena misionera?‖.
―¡Sí!‖, respondió ella.
―¿Aún posee las habilidades y el Espíritu para
compartir el Evangelio?‖
―¡Sí!‖, afirmó.
―Entonces sugiero que vuelva a su pueblo. Vaya a
sitios donde vayan jóvenes dignos y buenos, y busque un
hombre con apariencia de misionero o de futuro obispo.
Hágase su amiga, comparta el Evangelio con él y
conviértalo. Es posible que halle un hombre para casarse
si lo hace‖.
La hermana hizo precisamente eso. Conoció a un
hombre bueno y digno en su pueblo; se convirtió en su
amiga, compartió el Evangelio con él y éste se bautizó.
Luego, creció más el sentimiento de amor entre ellos, se
casaron en el templo, y de hecho ¡él sirvió como obispo,
presidente de estaca, de misión y de templo!
Ahora bien, mis jóvenes amigos, no estoy diciendo
que esta sea una fórmula mágica para encontrar un
cónyuge. Por favor, recuerden, como lo hizo esta hermana
brasileña, que los profetas les han aconsejado
reiteradamente que busquen a sus compañeros eternos
sólo entre los miembros dignos de la Iglesia. Les cuento
este relato para ilustrar que cuando se sigue compartiendo
el Evangelio después de la misión, hay probabilidades de
encontrar amigos dignos con quienes disfrutar las
bendiciones del Evangelio, y que esos miembros nuevos
podrían llegar a ser parte de su grupo de posibles
compañeros eternos.
Si ustedes se organizaran con espíritu de oración en
sus llamamientos —en sus grupos de adultos solteros,
12
grupos de barrio y de instituto, y en la Sociedad de
Socorro y los quórumes del sacerdocio— podrían
planificar y llevar a cabo actividades misionales bajo la
dirección de los líderes del sacerdocio. Ustedes ya son lo
bastante adultos y maduros como para encabezar la
planificación y organización de este tipo de actividades.
La Iglesia necesita su energía en esta importante obra;
muchos hijos de nuestro Padre Celestial necesitan el
mensaje del Evangelio y aún no conocen la verdad.
Ustedes poseen las habilidades y el testimonio para
compartir el Evangelio, así como las habilidades y el
testimonio para sacar adelante la obra del Señor. También
saben cómo recibir respuesta a sus oraciones para saber lo
que el Señor desea que hagan.
A medida que compartan el Evangelio, el Espíritu los
acompañará para guiarlos en todas las decisiones
importantes que estén tomando, ya que Él siempre nos
acompaña cuando enseñamos y testificamos de la verdad.
Al compartir el Evangelio con sus compañeros,
entablarán buenas amistades y tendrán experiencias
sociales significativas; y debido a que sus relaciones y
amistades aumentarán y a que el Espíritu obrará con
ustedes, tendrán mayor probabilidad de hallar a su
cónyuge y formar una familia eterna.
Participar en la obra del templo y de historia
familiar
Tercero, participen en la obra del templo y de historia
familiar. Ustedes son la fuerza perfectamente preparada
para participar en la obra del templo y de historia
familiar.
Cuando eran hombres y mujeres jóvenes, se les pidió
trabajar en los programas ―Deber a Dios‖ y el ―Progreso
Personal‖. Recuerden que los cuadernillos tenían la
imagen del templo; eso se debe a que la Primera
Presidencia ha escogido el templo como símbolo de la
juventud de la Iglesia. Mujeres, si recibieron el medallón,
¿es el templo aún un símbolo en su vida? ¿Aún tienen la
vista en él? Varones, ¿pueden decir lo mismo?
Ustedes saben que a lo largo de los siglos muchas
personas han fallecido sin el conocimiento del Evangelio;
son sus parientes cercanos y lejanos, y esperan que
ustedes hagan la investigación necesaria para unir a sus
familias y efectuar las ordenanzas salvadoras en su favor.
El poseer algo de conocimiento sobre tecnología
facilita la obra del templo y de historia familiar. Resulta
obvio que ustedes pertenecen a una generación
especialmente preparada con las aptitudes tecnológicas
para efectuar esta obra. Mi abuela Bangerter tenía un gran
testimonio y un sentimiento de urgencia por la obra de
historia familiar; hace muchos años, cuando ella estaba
compilando 25 mil nombres familiares, debía ingresar
cada uno de manera manuscrita en los formularios.
Hubiera estado tan agradecida por un programa
informático que la ayudara a ser más precisa y eficiente.
Ahora ella cuenta con cientos de jóvenes talentosos entre
sus descendientes capaces de ayudarla desde este lado del
velo. La familia de ustedes necesita de su ayuda en esta
importante actividad, al igual que sus barrios o ramas.
La mayoría de los templos del mundo no están lo
suficientemente ocupados. El Señor ha prometido que
plantaría en sus corazones las promesas hechas a los
padres, y que sus corazones se volverían hacia los padres
para que la tierra no sea totalmente asolada en Su venida
(véase D. y C. 2:2–3). Sus aptitudes tecnológicas son un
cumplimiento parcial de esta profecía y espero que tengan
un sentimiento de urgencia hacia esta obra. Nacieron en
esta época para efectuar la obra del templo y de historia
familiar.
También se reciben bendiciones personales como
resultado de la participación en la obra del templo y de
historia familiar. Una de ellas es que pueden reunir los
requisitos para obtener una recomendación para el
templo, la cual representa su dignidad ante el Señor. La
recomendación para el templo es en realidad un símbolo
de obediencia. Cuando participan con sus compañeros en
esta obra saben que ellos también son dignos.
Una conocida experiencia que sucedió en nuestra
familia ilustra la importancia de la recomendación para el
templo. Cuando una de mis hermanas era una joven
adulta soltera, pensó que le agradaría conocer más a un
joven con el que había bailado una noche. Al regresar a
casa, le contó a mi madre sobre él. Mi madre se mostró
dudosa y le dijo que no había forma de saber si un
hombre era bueno simplemente por bailar con él.
Mi hermana le respondió: ―Tiene una recomendación
para el templo, así que debe ser bastante bueno‖.
Mi madre preguntó: ―¿Cómo sabes que tiene una
recomendación? ¿Le preguntaste mientras bailaban si
tenía una recomendación?‖.
Mi hermana rió y dijo: ―No, pero mencionó que
mañana planeaba asistir al templo con un compañero de
la misión. Para poder hacerlo debe tener una
recomendación‖.
Entonces deliberadamente, mi madre le preguntó:
―¿Por qué es tan importante saber eso?‖.
Mi hermana contestó: ―Bien, si sé que un hombre tiene
una recomendación, entonces sé que guarda la Palabra de
Sabiduría, que paga el diezmo, que asiste a las reuniones,
que honra su sacerdocio, que sostiene a los líderes de la
Iglesia, y que tiene un testimonio de nuestro Padre
Celestial y de Jesucristo. Quiero comenzar con una
recomendación como punto de partida de cualquier
relación. Cuando sé que un hombre tiene una
13
recomendación, hay muchas preguntas que no tengo que
hacerle‖.
Las instrucciones recientes de la Primera Presidencia
aclaran las normas para obtener la recomendación para el
templo y recibir la investidura. En ellas reiteran que
recibir la investidura del templo es un asunto serio que
debe extenderse sólo a quienes estén preparados y sean lo
suficientemente maduros como para guardar los
convenios que hagan. Asimismo, declararon que a los
miembros solteros que estén entre los últimos años de la
adolescencia y unos pocos más de los veinte años de
edad, que no hayan recibido un llamamiento misional o
que no estén comprometidos para casarse en el templo, no
se les debe recomendar para recibir su propia investidura;
no obstante, todos los miembros de doce años en adelante
pueden recibir una recomendación de uso limitado para
efectuar bautismos por los muertos1.
Todo aquel que no sea digno del privilegio de portar
una recomendación debe trabajar con su obispo o
presidente de rama para reunir los requisitos para ello tan
pronto como le sea posible. Por favor, no se queden sin
ese documento vital. Testifico que la Expiación es real y
que los pecados pueden perdonarse tras el debido
arrepentimiento.
Ustedes pueden y deben mantener los templos muy
ocupados. La obra del templo y de historia familiar es su
obra. ¡Mucho depende de ustedes! La Iglesia necesita de
su energía en esta importante labor. Son ustedes los que
pueden lograr tantas cosas con su energía y sus
habilidades.
Al participar en la obra del templo y de historia
familiar se asegurarán de tener el Espíritu para que los
consuele en las dificultades y para que los guíe en todas
las decisiones importantes que estén tomando. A medida
que participen en esta obra individualmente, en su barrio
y en grupos de instituto, y en la Sociedad de Socorro y
quórumes del sacerdocio, entablarán buenas amistades y
tendrán experiencias sociales significativas; y debido a
que sus relaciones y amistades aumentarán y a que el
Espíritu obrará con ustedes, tendrán mayor probabilidad
de hallar a su cónyuge y formar una familia eterna.
Prepararse para el futuro
Cuarto, prepárense para el futuro. Se encuentran en
una etapa única de la vida. Deben estar preparándose para
sus futuras funciones y responsabilidades. Sólo vivirán
esta etapa una vez; ¡acéptenla con entusiasmo y
disfrútenla!
Con el transcurso del tiempo, la mayoría de ustedes se
convertirán en esposos y esposas, padres y madres. Serán
líderes y maestros de la Iglesia, así como empleados y
empleadores. ¿Se están preparando para tales
responsabilidades?
Muchos de ustedes participan en varios aspectos de la
formación académica. Los profetas modernos han
aconsejado reiteradamente que obtengan toda la
capacitación que les sea posible. Ustedes viven en un
mundo cada vez más tecnológico y sofisticado. La
formación académica les ayudará a edificar el reino de
Dios y proveer para su futura familia. Debido a que
estudiar es tan importante para la nueva generación, se
estableció el Fondo Perpetuo para la Educación que ahora
beneficia a más de 30 mil jóvenes de todo el mundo.
Además, la Iglesia ha invertido muchos recursos
alrededor del mundo en Institutos de Religión y en
grandes escuelas y universidades de la Iglesia. Espero que
estén siguiendo el consejo profético de obtener toda la
formación y capacitación posible.
Es verdad que tendrán mayor capacidad de servir en la
Iglesia y de edificar el reino del Señor si tienen un buen
empleo. Serán mejores padres y madres si están
preparados académicamente y saben cómo resolver los
problemas familiares y administrar el hogar de manera
sabia.
Algunas de ustedes, hermanas, están decidiendo si
deben casarse y formar una familia o escoger una carrera.
Son inteligentes y competentes y disponen de
oportunidades que sus abuelas jamás soñaron tener. Las
posibilidades de obtener logros académicos y alcanzar los
logros del mundo nunca han sido mayores; pero espero
que tomen sus decisiones considerando las bendiciones de
Abraham.
Las mujeres Santos de los Últimos Días deben
comprender que no importa la ayuda de cuántas personas
más obtengan para el hogar y los hijos, ellas no pueden
delegar su función principal de enseñar y de criar con
amor a su familia. Ser una madre recta exige todos los
recursos que se poseen para satisfacer las necesidades de
su familia. En calidad de hijas de Dios que han hecho
convenios con Él, ustedes poseen la mitad femenina vital
e indispensable de la responsabilidad de cumplir con el
plan del Señor.
Cada una de ustedes posee el albedrío para decidir,
con espíritu de oración y de humildad, qué debe hacer
ante sus oportunidades profesionales. Cada elección tiene
una consecuencia; no se puede tener todo y hacer todo.
Deben escoger teniendo en cuenta las prioridades eternas.
Espero que comprendan que no hay carreras glamurosas,
sino que todo tipo de empleo trae consigo sus propias
dificultades innatas. Muchas opciones disponibles en el
mundo de hoy compiten con las responsabilidades y
metas eternas. Muchas alternativas podrían persuadirles a
limitar la cantidad de hijos que inviten a su familia o a
14
posponer tenerlos; otras decisiones quizás les priven del
tiempo y de la energía cruciales y necesarios para cuidar
apropiadamente de su cónyuge, de sus hijos y de sus
responsabilidades en el reino del Señor. Esas decisiones
son entre ustedes y el Señor. Él conoce los deseos de su
corazón y sus circunstancias individuales.
La mayoría de ustedes en esta congregación se casará
algún día. En esta etapa de preparación, ¿están
desarrollando y buscando las cualidades correctas de un
compañero eterno?
Hace algún tiempo, el presidente Hinckley dijo a los
hombres: ―La joven con la cual se casen se jugará la
suerte con ustedes. Ella le entregará todo su ser al joven
con quien contraiga matrimonio. En gran forma, él
determinará el resto de [la] vida [de ella]‖2.
Varones, ¿se están convirtiendo en la clase de persona
que podría pedirle a una joven que se juegue la suerte con
ustedes?
Mujeres, podría preguntarles lo mismo. El hombre con
el que se casen también se jugará la suerte con ustedes.
En la sección 25 de Doctrina y Convenios el Señor
imparte a las esposas el buen consejo de ―ser un consuelo
para… [su] marido… con palabras consoladoras, con el
espíritu de mansedumbre‖ (D. y C. 25:5). ¿Son esa clase
de mujer? El hombre con el que se casen será feliz en
gran medida debido a la influencia que tengan en su
felicidad.
Algunos de ustedes ya han hallado a alguien que les
atrae, con quien son compatibles y que posee cualidades
que admiran, pero quizás estén temerosos de
comprometerse porque se preguntan si mañana, o la
semana o el año entrantes encontrarán alguien aún más
ideal.
Ya que esta decisión es tan importante, a muchos les
preocupa hacer la elección correcta. Los ejemplos que
hallamos ilustrados en películas y libros sobre cómo
escoger un cónyuge no nos ayudan mucho. A menudo
muestran esta elección como un asunto de suerte o
destino, y como un evento mágico y, por lo general, tales
romances aparecen representados de manera irracional
como el descubrimiento repentino de un alma gemela
única.
En cuanto a las denominadas almas gemelas, el
presidente Spencer W. Kimball dijo: ―La idea de las
‗almas gemelas‘ es una quimera, una ilusión; y aunque
toda persona joven, hombre o mujer, tratará con toda
diligencia y devoción de encontrar a la persona con la
cual la vida pueda ser más compatible y hermosa,
también es cierto que casi todo buen hombre y toda buena
mujer podrían tener felicidad y éxito en el matrimonio si
ambos estuvieran dispuestos a pagar el precio‖3.
Los profetas han proporcionado algunas pautas
inspiradas para ayudarles a hallar un compañero eterno.
Hace unos veinte años, el presidente Ezra Taft Benson
enumeró algunas cualidades que los hombres deben
buscar en una compañera. Sus palabras todavía son
verdaderas:
―Ahora, hermanos, les digo que no esperen la
perfección en la esposa que elijan. No sean demasiado
exigentes y fíjense más en las cualidades que son
realmente importantes en ella: que posea un fuerte
testimonio, que viva los principios del Evangelio, que
desee dedicarse a su hogar, que quiera ser una madre en
Sión y que les apoye en sus responsabilidades del
sacerdocio...
―Y una buena forma de determinar si la joven es la
elegida para ustedes es analizar si cuando están con ella
tienen los pensamientos más nobles, aspiran a alcanzar las
cosas más bellas y quieren ser mejores de lo que son‖4.
Ahora escuchemos lo que el presidente Hinckley
aconseja a las mujeres: ―[Ustedes] esperan conseguir al
hombre perfecto. Yo todavía no he visto a ninguno que lo
sea. Pónganse metas altas, pero no tan altas que no las
puedan alcanzar. Lo que en verdad importa es que él las
ame, las respete, las honre y les sea absolutamente fiel,
que les dé la libertad para expresarse y les permita
desarrollar sus propios talentos. Él no va a ser perfecto,
pero si es bondadoso y considerado, si sabe trabajar y
ganarse la vida, si es honrado y lleno de fe, la posibilidad
es que no se equivoquen y que sean inmensamente
felices‖5.
Permítanme preguntarles: Si fueran a casarse mañana,
¿estarían preparados para ser un buen cónyuge?
¿Aportarían a su matrimonio virtudes personales que los
harían un buen compañero? ¿Saben comunicarse? ¿Saben
resolver problemas? ¿Poseen las aptitudes para crear en el
hogar un ambiente de amor? ¿Tienen suficiente fe,
esperanza y caridad para crear un matrimonio que
sobreviva y prospere?
Varones, como una tía que ahora les hablará
claramente, espero que comprendan que no hay mujer
digna a quien podrán conquistar con ropa sucia, hábitos
desagradables o apariencia desaliñada. Sí, una mujer justa
los amará por lo que haya en su mente y en su corazón,
pero valorará muchísimo sus esfuerzos sinceros por
mostrarle buenos modales y consideración. También
deben saber que no existe una compañera que de buena
gana pase por alto el egoísmo. Por favor, recuerden que
no existe una recta hija de Dios que por voluntad propia
tolere el hábito de la pornografía en el joven con quien
salga y se case. Es más, si una joven notara cualquier
indicio de que el joven que le interesa está involucrado en
la pornografía en cualquiera de sus formas, yo le diría que
15
esa es una banderilla roja que significa que debe
abandonar esa relación. Ahora es la etapa para desarrollar
hábitos rectos y respetuosos y atributos cristianos que
bendigan a su futura familia y matrimonio.
Mujeres, les hablo como una tía que les ama y les digo
que no existe un príncipe mágico que alegremente aprecie
sus hábitos desagradables o sucios, ni su apariencia
desaliñada. Sí, un hombre justo las amará por lo que haya
en su mente y corazón, pero estará aún más agradecido
por una mujer que valore la limpieza y belleza en sí
misma y en lo que la rodea. A los hombres rectos les
atraen las mujeres de rostro radiante; además, ningún
recto poseedor del sacerdocio tolerará por voluntad propia
que su esposa tenga hábitos pornográficos, ni estará de
acuerdo en que ella muestre y anuncie su precioso cuerpo
a otros hombres por medio de la ropa ajustada o de otra
forma inmodesta e inapropiada manera en la que se vista
y comporte. Asimismo, aún no he conocido a un hombre
que disfrute escenas dramáticas y berrinches
temperamentales. No existe un compañero que de buena
gana pase por alto el egoísmo. Ahora es la etapa para
desarrollar hábitos rectos y respetuosos y atributos
cristianos como la bondad y la longanimidad que
bendecirán a su futuro hogar y familia.
Por favor comprendan lo que acabo de decir. Quiero
que entiendan que sus imperfecciones y debilidades los
acompañarán al matrimonio y se maximizarán en él. A
menos que se vayan a casar hoy, aún tienen tiempo para
desechar malos hábitos y cultivar buenos hábitos y
cualidades que bendecirán su matrimonio y familia. El
presidente Thomas S. Monson ha enseñado: ―Es
importante mirar hacia adelante, fijar un curso y estar por
lo menos parcialmente listos para cuando llegue el
momento de la decisión‖6.
La mayoría de ustedes serán también padres que
crearán hogares rectos para sus familias. Cuando era
joven, mi madre me enseñó que mientras fuera soltera
debía aprender cómo ocuparme de una vida y de una
habitación, con el fin de estar preparada para ocuparme
de varias vidas y varias habitaciones.
En Doctrina y Convenios el Señor nos da el modelo
para lograr un hogar lleno del Espíritu. Debe ser ―una
casa de oración, una casa de ayuno, [y] una casa de fe‖
(D. y C. 109:8); debe ser una casa donde el Espíritu del
Señor pueda morar, donde no se permita entrar ninguna
cosa impura; y una casa de conocimiento, donde se
estudien los mejores libros, que incluyen las Escrituras
(véase el vers. 7).
Eso lleva a plantear las siguientes preguntas: ¿Es así la
casa o habitación donde ahora residen? ¿Oran, ayunan y
leen las Escrituras en su habitación? ¿Viven en un lugar
de orden o de desorden? ¿Permiten que entren cosas
impuras en ella mediante películas, libros o internet? ¿La
llenan con cosas edificantes, con las mejores cosas? ¿Es
su hogar actual un lugar donde el Espíritu del Señor
puede morar?
Además, hay habilidades importantes que deben
desarrollar que les ayudarán a ser un buen padre o una
buena madre y a formar un hogar feliz. Dichas
habilidades incluyen cocinar, limpiar y reparar cosas rotas
o descompuestas. Los prudentes hábitos financieros
también son cruciales para un matrimonio feliz; éstos
incluyen la administración cuidadosa de los préstamos
estudiantiles. El presidente Hinckley dijo: ―No hay nada
que cause más tensión en el matrimonio que las deudas
agobiantes‖7. Parte de su preparación para el matrimonio
y la familia es la práctica de buenos hábitos financieros
ahora para que cuando se casen, ustedes y su cónyuge
comiencen su vida juntos sin enormes cargas económicas.
Ahora se les considera personas adultas y ustedes
saben cómo ser responsables. Espero que estén
aprovechando al máximo este precioso don del tiempo
que tienen para prepararse para sus futuros papeles y
responsabilidades; y cuando se preparen de manera
apropiada para ellos, tendrán el Espíritu para guiarles en
las decisiones importantes. Al prepararse para el futuro
tendrán más posibilidades de entablar las amistades que
les ayudarán a hallar a alguien con quien casarse en el
templo y formar una familia eterna.
Ahora, mis queridos sobrinos y sobrinas, mis amigos,
deseo expresarles el amor y la confianza que tengo en
ustedes. Mucho depende de ustedes. Se les ha enseñado
reiteradamente sobre la responsabilidad que tienen de
buscar las bendiciones de Abraham, que incluyen la
formación de familias eternas. Les insto a no demorar de
manera innecesaria el matrimonio o el tener hijos. Ahora
mismo, los espíritus de niños valientes están esperando
que ustedes los inviten a venir a una familia feliz que ha
sido sellada.
Están en la etapa de la vida en la que deben estar
buscando las bendiciones de Abraham. Posponer el
matrimonio hasta después de alcanzar alguna otra meta,
independientemente de cuán importante el mundo diga
que ésta es, sólo aumentará su vulnerabilidad a la
inmoralidad que pone en peligro sus probabilidades de
recibir estas bendiciones. Por favor, no se arriesguen a la
tentación al demorar este paso natural e importante de su
progreso eterno. Cuando tomen la decisión de con quién
casarse, lo que más necesitarán será fe. Esperar a lograr
otras metas como el obtener más formación académica,
más dinero o más propiedades antes del matrimonio
simplemente demorará las bendiciones prometidas.
Les he hablado esta noche como una tía que los ama.
Asimismo, sus propios tíos y tías quizás los hayan
16
aconsejado. Estoy segura de que sus líderes del
sacerdocio, maestros y asesores se han interesado en su
futuro del mismo modo. Espero que en esta etapa
importante de sus vidas también escuchen detenidamente
el consejo de padres justos que tienen responsabilidad
eterna por su bienestar.
El presidente Monson ha dicho: ―Al tomar una
decisión tan trascendental como con quién casarse,
sugiero que busquen la ayuda de sus padres. Tómense el
tiempo para hablar en confianza con ellos, ya que no los
dejarán ni abandonarán. Les aman profundamente y
desean para una preciosa hija o para un firme hijo lo
mejor de la vida y las supremas promesas de la
eternidad‖8.
Esta noche les he hablado sobre cuatro llaves que les
ayudarán a abrir la puerta de esas bendiciones: Pueden y
deben estar sirviendo al prójimo. Pueden y deben estar
compartiendo el Evangelio. Pueden y deben ser
salvadores en el monte de Sión al participar en la obra del
templo y de historia familiar. Y pueden y deben estar
haciendo todo lo posible a fin de prepararse en sus futuras
funciones y responsabilidades.
Las cuatro actividades que he explicado aumentarán
su fe y felicidad durante toda su vida. Son características
del discipulado que fortalecerán sus futuros matrimonios
y familias e invitarán a que el Espíritu los acompañe. Al
participar en esas actividades individualmente, con sus
amigos, quórumes y grupos de la Sociedad de Socorro y
de instituto, entablarán amistades y sociabilidad que los
mantendrán en los lugares correctos, haciendo lo correcto,
y con las personas correctas; y de esa forma aumentarán
sus probabilidades de conocer a personas que podrían ser
sus futuros cónyuges.
Testifico que esta Iglesia es guiada por apóstoles y
profetas que supervisan y dirigen los asuntos del Señor en
todo el mundo. El evangelio restaurado de Jesucristo es
verdadero y, debido a ello, mucho depende de ustedes, la
nueva generación. Como una amorosa tía, espero que
ustedes, al igual que Abraham, sean seguidores de la
rectitud, que busquen las bendiciones de los padres al
efectuar convenios en el templo y formar familias eternas,
y que de ese modo hallen mayor conocimiento, felicidad,
paz y reposo. En el nombre de Jesucristo. Amén.
NOTAS
1. Véase Carta de la Primera Presidencia, 7 de septiembre de 2007.
2. ―Sean dignos de la joven con la cual se van a casar algún día‖, Liahona, julio de 1998, pág. 53.
3. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, pág. 216.
4. Véase ―A los mayores solteros de la Iglesia‖, Liahona, julio de 1988, pág. 49.
5. ―A las mujeres de la Iglesia‖, Liahona, noviembre de 2003, pág. 114.
6. ―Whom Shall I Marry?‖, New Era, octubre de 2004, pág. 4.
7. ―Sean dignos de la joven con la cual se van a casar algún día‖, Liahona, julio de 1998, pág. 55.
8. New Era, octubre de 2004, pág. 7.
17
EL PODER Y LA PROTECCIÓN QUE BRINDA
LA MÚSICA INSPIRADORA
Élder Russell M. Nelson
Del Quórum de los Doce Apóstoles
Charla Fogonera del SEI para Jóvenes Adultos
• 4 de mayo de 2008 Universidad Brigham Young
is queridos hermanos y hermanas, es un placer
para mi esposa Wendy y para mí estar con
ustedes. Estamos transmitiendo desde el Centro Marriott
de BYU a muchas congregaciones de todo el mundo. Le
agradecemos a cada uno de ustedes el acompañarnos en
esta ocasión.
Damos una cordial bienvenida a los que pronto
terminarán los estudios secundarios y que asisten por
primera vez a una transmisión del SEI. Al inscribirse en
una institución de enseñanza superior y continuar sus
estudios, espero que participen en las clases de instituto y
puedan obtener fortaleza de esta fuente espiritual para
equilibrar su aprendizaje secular. En el futuro también
tendrán oportunidades de asistir a futuras charlas del SEI
como ésta. Aprovéchenlas ya que los inspirarán y
motivarán.
El título de mi mensaje esta noche es ―El poder y la
protección que brinda la música inspiradora”. Este tema
se aplica particularmente a los jóvenes adultos. Como ya
saben, personas de su edad han hecho grandes
contribuciones tales como autores, compositores y los
conocedores de música inspiradora.
Poder
Esta noche sentimos el poder de la música inspiradora
al cantar las palabras del himno inicial:
―Hijos del Señor, venid
en acuerdo a cantar.
Alabanzas ya rendid
al Señor, que reinará‖1.
Por medio de la música alzamos nuestra voz en
poderosa alabanza y oración.
Un himno así nos brinda un modelo de adoración que
complace a Dios. Su profeta nos enseñó: ―alaba al Señor
con cantos, con música,... y con oración de alabanza y
acción de gracias‖ (D. y C 136:28).
Quiero expresar mi sincero agradecimiento al coro del
Instituto de Religión de Ogden. Gracias, hermano Ritchie,
hermano Simon y miembros del coro por su magnífica
música. No sólo han honrado al Señor, sino que nos han
conmovido el corazón profundamente.
Me conmovió mucho cuando el coro cantó ―Cuando
pienso en la sombría cruz‖, cuyo mensaje se centra en la
expiación de Jesucristo; fue escrita por el poeta inglés
Isaac Watts, y cabe repetir la letra:
Cuando pienso en la sombría cruz
y en ella al Príncipe de gloria,
mi más preciado logro y luz
pierde todo su significado.
¡Libre Dios!, que me envanezca,
sálvame en Cristo mi Señor:
Toda cosa vana que me cautiva
la sacrificaré por Su sangre...
Si mía fuera la naturaleza,
sería aún un presente insignificante;
amor tan asombroso y divino
exige mi alma, vida y consagración2.
De hecho, Isaac Watts exigió mucho de sí mismo. En
el transcurso de su vida escribió aproximadamente 600
himnos. Dos de sus años más productivos fueron entre su
graduación de la escuela a la edad de 20 años y cuando
aceptó un empleo como maestro a los 22 años. A esa
joven edad compuso muchos buenos himnos. Las letras
de himnos escritos por Isaac Watts se incluyen en nuestro
himnario, entre otras: ―¡Regocijad! Jesús nació‖ 4
, ―Dulce
tu obra es, Señor‖ y ―¡Murió! El Redentor murió‖.
Aun siendo niño, Isaac Watts tenía un potencial
poético. ―Una vez durante la oración familiar empezó a
reírse; su padre le preguntó por qué, [Isaac] contestó que
había escuchado un ruido y al abrir los ojos había visto un
ratón que trepaba por una cuerda en un rincón, y que
inmediatamente pensó:
―La cuerda de prisa subió el ratón para hacer la
oración‖.
El papá pensó que eso era irreverente y procedió a
darle un castigo [físico], pero mientras recibía el castigo,
Isaac gritó:
―Padre, padre te pido misericordia,
y ya no diré más versos por este día‖ 3.
Me gustaría comentar acerca de otra canción de
nuestro himnario. La letra de ―¡Grande eres Tú!‖
primeramente fue escrita por un joven ministro de Suecia,
M
18
llamado Carl Gustav Boberg que tenía sólo 25 años.
Después de asistir a una reunión de su iglesia, caminó
bajo una tormenta por más de tres kilómetros por la costa
sudeste de Suecia. La experiencia lo inspiró a escribir las
palabras que más adelante Stuart K. Hine tradujo al
inglés.
Señor, mi Dios, al contemplar los cielos,
el firmamento y las estrellas mil;
al oír tu voz en los potentes truenos
y ver brillar el sol en su cenit;
mi alma canta a mi Señor y Dios:
¡Grande eres tú! ¡Grande eres tú 4!
En una ocasión yo estaba en una conferencia misional,
cuando un misionero con gran compasión y con lágrimas
en los ojos me preguntó: ―¿Por qué tuvo que sufrir tanto
el Salvador?‖. Tomé nuestro himnario, lo abrí en esta
canción y contesté su pregunta con este verso:
Al recordar el gran amor del Padre
que desde el cielo al Salvador envió,
aquel Jesús que por salvarme vino
y en la cruz por mí sufrió y murió 5.
Jesús sufrió tanto debido al amor que tiene por ustedes
y por mí. ¡Qué gran mensaje! La música inspiradora es
potente. Tiene el poder para hacernos humildes,
agradecidos y entregados a la oración.
En todas las generaciones, los profetas han enseñado
la importancia de la música inspiradora en nuestra
adoración. Algunos versículos de las Escrituras servirán
para ilustrar este punto.
Un pasaje del Antiguo Testamento nos declara:
―Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; levantad la voz, y
aplaudid, y cantad salmos‖ (Salmos 98:4). En el idioma
hebreo, esas palabras significan literalmente irrumpir en
canto y gritar de gozo. Ese espíritu de entusiasmo
contrasta con el que a veces oímos en la iglesia cuando
algunos cantan pasivamente y sin espíritu de gozo.
Un pasaje del Nuevo Testamento nos aconseja tener
siempre una fuente de buena música:
―Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en
vuestros corazones;
―dando siempre gracias por todo el Dios y Padre, en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo‖ (Efesios 5:19–20).
Otro versículo del Nuevo Testamento dice: ―La
palabra de Cristo more en… vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor‖ (Colosenses
3:16).
En el Nuevo Testamento también aprendemos que el
Señor y Sus apóstoles finalizaron la Última Cena con un
himno antes de partir hacia el monte de los Olivos (véase
Mateo 26:30). Esa tradición continúa el día de hoy. Cada
vez que los miembros de la Primera Presidencia y el
Quórum de los Doce Apóstoles se reúne en el templo, se
comienza con un himno, el cual nos pone a tono con el
espíritu para nuestras deliberaciones.
El Libro de Mormón enseña que sentimos deseos de
cantar alabanzas al Señor cuando nos convertimos
totalmente a Él. Alma hizo esta penetrante pregunta: ―Y
ahora os digo, hermanos míos, si habéis experimentado
un cambio en el corazón, y si habéis sentido el deseo de
cantar la canción del amor que redime, quisiera
preguntaros: ¿Podéis sentir esto ahora?‖ (Alma 5:26).
Ammón más tarde exclamó: ―¡Bendito sea el nombre
de nuestro Dios! ¡Cantémosle loor; sí, demos gracias a su
santo nombre, porque él obra rectitud para siempre!‖
(Alma 26:8).
La total conversión es la clave para experimentar las
más grandes bendiciones de Dios. En Doctrina y
Convenios leemos esta expresión del Señor: ―Porque mi
alma se deleita en el canto del corazón; sí, la canción de
los justos es una oración para mí, y será contestada con
una bendición sobre su cabeza‖ (D. y C. 25:12).
En el prólogo de nuestro himnario, la Primera
Presidencia declaró lo siguiente:
―La música [inspiradora] es una parte esencial de
nuestras reuniones de la Iglesia. Los himnos invitan la
presencia del Espíritu del Señor, inducen a la reverencia,
nos ayudan a sentirnos más unidos y nos dan la
oportunidad de alabar al Señor.
―El canto de los himnos muchas veces es en sí un
elocuente sermón. Los himnos nos instan a arrepentirnos
y a hacer buenas obras, fortalecen nuestro testimonio y
nuestra fe, nos consuelan cuando nos sentimos tristes o
desesperanzados y nos inspiran a perseverar hasta el fin‖.
―Esperamos que las congregaciones canten más en las
reuniones. Deseamos que todos los miembros canten los
himnos, tanto los que tengan facilidad para la música
como los que no la tengan, y que los líderes, los maestros
y los miembros en general a menudo busquen en los
hermosos versos de los himnos el tema para sus
discursos…
―Como Santos de los Últimos Días debemos llenar
nuestra casa de música que nos inspire…
―Los himnos también nos ayudan a resistir las
tentaciones de Satanás. Les sugerimos que memoricen los
himnos que más les gusten y que estudien las referencias
de las Escrituras que los acompañan. Si alguna vez tienen
pensamientos impuros, canten mentalmente uno de esos
himnos para desplazar lo malo y reemplazarlo con lo
bueno‖6.
19
La música inspiradora también tiene el poder para
persuadir. Esto lo aprendemos en los escritos de John
Jaques, quien nació en Inglaterra en 1827, de padres
metodistas wesleyanos. En su juventud, John buscó
sinceramente la verdadera religión. Estudió
intensivamente con los misioneros Santos de los Últimos
Días, y a la edad de 18 años llegó a ser miembro de La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El severo padre de John, molesto cuando escuchó la
noticia, escribió: ―Yo quería que... asistieras a la Iglesia
Wesleyana. Ellos [los mormones] no te enseñan... [a]
honrar y obedecer a tus padres. Espero que abandones la
idea de pertenecer a tal grupo... Eso es ficción‖.
La respuesta de John, escrita el 14 de marzo de 1847,
cuando sólo tenía veinte años, contenía estas palabras:
―Querido Padre: Yo oraré… que pueda comprender las
cosas del reino de Dios y comunicarte mis ideas... Desde
que me [uní a la Iglesia] mis ojos se han abierto, y he
logrado comprender la verdad. Puedo dar testimonio de la
verdad... de las doctrinas… de La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días‖7.
Tres años después, a la edad de 23 años, John Jaques
escribió los versos de este himno que conocemos y
amamos:
el tesoro más grande que hay,
y qué grande el valor que tendrá la verdad
cuando toda corona de vil potestad
se deseche por siempre jamás.
¿Qué es la verdad? Es el máximo don
que podría mortal anhelar.
En abismo buscadla, en todo rincón,
O subid a los cielos buscando ese don;
es la mira más noble que hay.
El déspota puede el cetro dejar;
la justicia lo puede vencer;
mas eterno será el pilar de verdad,
y su firme baluarte jamás caerá;
para siempre tendrá gran poder.
¿Qué es la verdad? Es principio y fin
y sin límites siempre será.
Aunque cielo y tierra dejaran de ser,
la verdad, la esencia de todo vivir,
seguiría por siempre jamás8.
John fue firme en su convicción de la verdad.
Permaneció fiel y leal, y con el tiempo llegó a prestar
servicio como ayudante del historiador de la Iglesia,
desde 1889 hasta su muerte el 1º de junio de 1900.
La música tiene un dulce poder para fomentar la
unidad y el amor familiar. No sólo es un componente
importante de las noches de hogar, sino que puede ejercer
una continua influencia para bien cuando los hijos ya no
son pequeños. Mi regalo para mi familia la Navidad
pasada fue un disco compacto que grabé de recuerdos
musicales. Me senté al piano y grabé una variedad de
música que había cantado con los niños o tocado para
ellos a través de los años, y les gustó. Algunos de los
nietos me dijeron que el CD era ―fantástico‖.
Para ilustrar los beneficios perdurables de tener
música inspiradora en el hogar, he pedido a algunas de
nuestras hijas que canten para ustedes esta noche. Desde
su niñez, les ha gustado cantar juntas.
Hijas, voy a presentarlas. Podrían levantar la mano y
saludar cuando mencione su nombre: Marsha Workman,
Wendy Maxfield, Gloria Irion, Brenda Miles, Sylvia
Webster, Julie Wittwer, Laurie Marsh, Rosalie Ringwood
y Marjorie Helsten.
A nuestra nuera Britney le hubiera gustado estar aquí,
pero tiene una buena excusa; hace 11 días tuvo un bebé.
Faltan dos voces más: nuestra hija Emily, quien ya
falleció, y su madre, mi ángel Dantzel. Quizás estén
mirando desde sus ventanas en el cielo. A nuestro hijo
Russell y a mí también nos gusta cantar con ellas pero no
vamos a imponerles eso esta noche.
Para ilustrar los méritos de varias generaciones de la
música inspiradora en el hogar, acompañarán a nuestra
hijas dos de sus hijas: Katie Irion Owens al piano y
Rachel Miles en la flauta. Cantarán y tocarán para ustedes
―Tan sólo con pensar en Ti‖. Después de su presentación
continuaré con mi mensaje.
[Las hijas y nietas del élder Nelson cantan y tocan
“Tan sólo con pensar en Ti”.]
Muchas gracias hijas y nietas. Wendy y yo les
amamos entrañablemente, y también sus esposos y
familias.
Muchos de ustedes, en el futuro, podrán influir en la
música que se seleccione para los servicios de la Iglesia.
Tal vez les sean útiles algunas sugerencias. Recuerden
que la música tiene el poder para nutrir espiritualmente9.
Tiene el poder para sanar10
, el poder para facilitar, nos
permite contemplar la Expiación. La música tiene el
poder para recordarnos la restauración del Evangelio con
sus principios salvadores y sus ordenanzas de exaltación.
La música nos brinda el poder para expresar
pensamientos como una oración y dar testimonio de
verdades sagradas.
La música tiene el poder para vencer las barreras entre
idiomas. En mi experiencia, algunos de los cantos más
conmovedores han sido de congregaciones que han
cantado en idiomas extranjeros para mí, y sin embargo los
sentí en el alma.
El propósito de la música en los servicios de la Iglesia
no es dar una presentación artística, sino adorar. Las
composiciones seleccionadas con espíritu de oración y
20
expresadas de manera excelente son adecuadas en
nuestros servicios de adoración si los miembros sienten
un espíritu de adoración y de revelación. La música de la
Iglesia debe ser para apoyar al Señor y Su obra y no para
llamar la atención.
Protección
La música inspiradora no sólo tiene poder, sino que
puede brindar protección. Durante muchos años, el
presidente Boyd K. Packer ha enseñado este concepto. Ha
citado con frecuencia otra declaración que la Primera
Presidencia hizo hace muchos años: ―La música puede
utilizarse para exaltar e inspirar, o para llevar el mensaje
de destrucción o degradación. Por lo tanto, es importante
que los Santos de los Últimos Días apliquemos en todo
momento los principios del Evangelio y busquemos la
guía del Espíritu para seleccionar la música con que nos
rodeemos‖11
.
Hermanos y hermanas, dondequiera que estemos,
debemos elegir cuidadosamente lo que vemos y
escuchamos. Algunos de ustedes no tolerarían la
pornografía en su hogar, y sin embargo permiten en su
hogar música que puede ser igualmente devastadora.
Muchos jóvenes escuchan música que podría
describirse como fuerte y rápida, y es cada vez más fuerte
y más rápida. Su mira es agitar, no pacificar; excitar los
ánimos más que calmar. Tengan cuidado con ese tipo de
música.
Como saben, con el tiempo, el estar expuestos a
sonidos fuertes daña los delicados órganos del oído.
Asimismo, si se exceden en escuchar música fuerte, es
muy probable que queden espiritualmente sordos. Quizás
no logren escuchar la voz apacible y delicada. En las
Escrituras dice: ―[El] Señor vuestro Dios… os ha hablado
con una voz apacible y delicada, pero habíais dejado de
sentir, de modo que no pudisteis sentir sus palabras‖ (1
Nefi 17: 45).
No se rebajen con música estremecedora, degradante e
irreverente que no es digna de ustedes. Eliminen la basura
de su mente y de sus iPods. ¡Protejan sus normas
personales! ¡Sean selectivos! ¡Sean sensatos!
No permitan que la música indigna y estridente entre a
su vida. No es inofensiva, puede debilitar sus defensas y
permitir que pensamientos indignos entren en su mente y
pavimenten el camino de actos indignos. Por favor
recuerden:
―Lo que no edifica no es de Dios, y es tinieblas‖.
―Lo que es de Dios es luz‖ (D. y C. 50: 23–24).
Queridos hermanos y hermanas, por favor llenen su
mente con imágenes y sonidos dignos. Cultiven su
precioso don del Espíritu Santo. Protéjanlo, porque es un
don sumamente valioso. Escuchen con mucha atención su
delicada comunicación. Serán más fuertes espiritualmente
si lo hacen. Ustedes conocen el proverbio: ―Cual es su
pensamiento en su corazón, tal es él‖ (Proverbios 23:7).
Al controlar sus pensamientos controlarán sus hechos. En
verdad, la música inspiradora puede brindar poder y
protección a su alma.
Para el himno final de nuestra charla hoy, el coro del
Instituto de Religión de Ogden cantará ―Nuestra oración a
Ti‖12
. Yo escribí la letra de esa canción. Son mis
sentimientos de oración a nuestro Padre Celestial. Tengan
a bien recibir este ruego como parte de mi testimonio de
que Dios es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos. Yo
sé que Él vive. Jesús es el Cristo y está a la cabeza de esta
Iglesia que lleva Su santo nombre. José Smith es el
profeta de esta dispensación. El presidente Thomas S.
Monson es el profeta del Señor en la tierra en este
momento, lo testifico y expreso mi amor y bendición para
cada uno de ustedes, en el sagrado nombre de Jesucristo.
Amén.
Nuestra oración a Ti
Oramos a Ti, nuestro Padre Celestial,
con agradecido corazón y profunda emoción.
Te agradecemos a Ti nuestro gran Ejemplo—
Tu amado y sacrificado Hijo,
quien dio Su vida como sagrado rescate,
¡para poder volver a vivir contigo!
Nuestro gozo es completo, nuestro canto de
agradecimiento;
renueva nuestra fe y esperanza en Ti.
Oramos a Ti, nuestro Padre Celestial,
con agradecido corazón y adoración.
Te agradecemos nuestro amado Salvador,
que nos redimió de la muerte y el pecado;
Él nos dio Su verdad para alumbrarnos
y ayudarnos a andar en Sus caminos,
para amar, servir, levantar e iluminar
la vida de todos los que te obedezcan.
Oramos a Ti, nuestro Padre Celestial,
con gratitud y profunda devoción
por fe y esplendor sin fin,
¡eterna gloria nos una!
Oramos por misericordia, perdón
y esperanza para saber Tu voluntad.
Te anhelamos a Ti, mansos, sumisos suplicamos,
que seamos dignos de Tu confianza.
21
NOTAS
1. ―Hijos del Señor, venid‖, Himnos, Nº 26.
2. Anaheim: Living Stream Ministry, Himno Nº 101, 1985.
3. ―Isaac Watts, escritor de himnos‖ http://elvis.rowan.edu/ ~kilroy/JEK/11/25c.html
4. Himnos, Nº 41.
5. Himnos, Nº 41.
6. Himnos, IX–X.
7. Russell M. Nelson en The Power Within Us, 1988, págs. 90–91; véase Stella Jaques Bell, Life History and Writings
of John Jaques, págs. 19–21.
8. ―¿Qué es la verdad?‖, Himnos, Nº 177.
9. Véase Jay E. Jensen, ―El poder de los himnos para nutrir el alma‖, Liahona, mayo de 2007, págs. 11–13.
10. Véase ―El poder sanador de los himnos‖, Liahona, abril de 2008, págs. 36–39.
11. Véase Sacerdocio Aarónico, Manual 2, pág. 111.
12. Véase el himno en la contratapa de la revista Ensign, mayo de 2003.
22
LAS ENSEÑANZAS DE LA
CÁRCEL DE LIBERTY
Élder Jeffrey R. Holland
Del Quórum de los Doce Apóstoles
Charla Fogonera de SEI para jóvenes adultos
• 7 de septiembre de 2008 Universidad Brigham Young
is queridos jóvenes amigos, a la hermana
Holland y a mí nos encanta estar aquí en
esta transmisión mundial vía satélite. Es siempre
emocionante estar en el Centro Marriot. Desearíamos
que nos fuera posible estar en cada lugar para verles
personalmente y poder estrecharles la mano, pero
todavía no hemos hallado la manera de hacerlo, por
eso les enviamos nuestros saludos y amor doquiera
que se encuentren en el mundo. A pesar de lo vasta
que es nuestra audiencia mundial, esperamos que
perciban el amor que sentimos por ustedes y que se
lleven algo de este mensaje para aplicarlo en sus
vidas.
El profeta en la cárcel de Liberty
Una de las grandes bendiciones de nuestras
asignaciones como Autoridades Generales es la
oportunidad de visitar a los miembros de la Iglesia
de diferentes partes del mundo y aprender de la
historia que nos han legado. Con ese espíritu, hoy
deseo compartir con ustedes algunos sentimientos
que tuve la pasada primavera en una asignación. Se
me pidió que visitara la conferencia de la Estaca
Platte City, al oeste de Misuri aquí en Estados
Unidos.
La Estaca Platte City, Misuri, adyacente a la
Estaca Liberty, Misuri, ahora un lugar muy famoso
en la historia de la Iglesia, está rodeada de varios
sitios históricos, incluso de la cárcel irónicamente
llamada Liberty (―libertad‖ en español). Al estudiar
la historia de la Iglesia, saben algo de la experiencia
que el profeta José Smith y sus hermanos tuvieron al
permanecer cautivos allí en el invierno de 1838–
1839. Fue una época terriblemente difícil de nuestra
historia tanto para la Iglesia como para el profeta
José Smith, quien sufrió el peso de la persecución de
esa época. Me atrevo a decir que hasta su martirio,
cinco años y medio después, no hubo una época más
agobiante en la vida del Profeta que esa
encarcelación cruel, ilegal e injustificada en la cárcel
de Liberty.
El tiempo no nos permite un análisis detallado de
las experiencias que resultaron en ese momento de la
historia; baste decir que se habían desatado
diferentes problemas desde que el profeta José había
recibido una revelación en julio de 1831 en la que
designaba a Misuri como el sitio ―consagrado para el
recogimiento de los santos‖ y para edificar ―la
ciudad de Sión‖ (D. y C. 57:1,2). Para octubre de
1838, parecía inevitable una guerra entre las fuerzas
mormonas y no-mormonas, que se veían enfrentadas
por esos problemas. Tras haber sido expulsados de
varios condados del oeste del estado, y entendiendo
que se les invitaba a analizar maneras de calmar la
volátil situación que se había generado, cinco líderes
de la Iglesia, incluso el profeta José Smith,
marcharon amparados en una tregua hasta el
campamento de la milicia de Misuri cercano al
pequeño poblado de Far West, condado de Caldwell.
Al final, se ignoró la tregua, se encadenó de
inmediato a los líderes de la Iglesia y se los puso
bajo fuerte custodia. A la mañana siguiente, se
arrestó a Hyrum, el hermano del Profeta, y a otro
líder de la Iglesia, lo que hizo un total de siete
prisioneros.
La injusticia pronto se transformó en una tragedia
cuando un llamado ―tribunal militar‖ convocado por
oficiales de la milicia ordenó que se llevara a los
prisioneros a la plaza principal de Far West y se les
fusilara de inmediato. Para su eterno mérito, el
Brigadier General Alexander Doniphan, oficial de
las tropas de Misuri, rehusó audaz y valientemente
cumplir esa orden tan inhumana e injustificable. Con
una actitud osada que podría llevarle a una corte
marcial, se quejó: ―Es un asesinato a sangre fría. No
obedeceré sus órdenes… Y si usted ejecuta a estos
hombres, le aseguro que con la ayuda de Dios lo haré
responder ante un tribunal terrenal‖1.
M
23
Al demostrar tal valor e integridad, Doniphan no
sólo salvó las vidas de esos siete hombres, sino que
se ganó la estima de todas las generaciones de Santos
de los Últimos Días.
Tras evitarse la ejecución, se llevó a los siete
líderes de la Iglesia a pie desde Far West hasta
Independence, y luego a Richmond. Parley P. Pratt
permaneció en prisión preventiva en el vecino
condado de Davies para ser juzgado, y los seis
prisioneros restantes, incluso José y Hyrum, fueron
enviados a Liberty, la ciudad cabecera del condado
de Clay, donde debían esperar su juicio hasta la
siguiente primavera. Llegaron a Liberty el 1º de
diciembre de 1838, cuando comenzaba el invierno.
La cárcel, una de las pocas y más seguras de la
región, era considerada ―a prueba de escape‖. Tenía
dos plantas. A la superior y a la principal sólo se
podía entrar mediante una puerta pequeña y pesada.
En el centro del piso (suelo) había una abertura por
la que los prisioneros descendían a la planta inferior
o calabozo. Las paredes exteriores de la prisión eran
de piedra caliza rústica de sesenta centímetros de
ancho, con paredes interiores que eran de troncos de
roble de treinta centímetros. Estas dos paredes tenían
una separación de unos treinta centímetros que se
rellenaba con escombro. Esos muros eran una
formidable e impenetrable barrera de un metro veinte
de ancho.
La altura desde el piso del calabozo hasta el techo
era de apenas un metro ochenta. Ya que algunos de
los prisioneros, incluso el profeta José, excedían
dicha altura, al ponerse de pie (pararse) debían
permanecer encorvados. Al recostarse, debían
hacerlo casi siempre sobre las rústicas piedras del
piso que en partes tenía una escasa cantidad de paja
suelta y sucia.
La comida era desagradable y a veces estaba
echada a perder; uno de ellos dijo que ―era tan
repugnante que no podían comerla hasta que el
hambre los (a ellos) forzaba a hacerlo‖2. Se había
puesto veneno en los alimentos en varias
oportunidades, lo que hacía que enfermaran
rápidamente: Durante días tenían náuseas y vómitos
y luego una especie de delirio; y no importaba si los
prisioneros vivían o morían. En sus cartas, el profeta
José define la cárcel como un ―infierno rodeado de
demonios… donde nos vemos obligados a escuchar
sólo maldiciones y presenciar un cuadro de
blasfemias, borracheras, hipocresías y libertinaje de
toda especie‖3. ―…No tenemos…suficientes mantas
que nos abriguen;‖... ―y cuando hacemos una fogata,
casi se nos obliga a respirar el humo‖4. ―…Nuestra
alma está triste‖5…y ―mi valor se debilita debido a
tan largo encierro‖6… José escribió que ―[ni] la
pluma, la lengua o los ángeles‖ podrían describir
apropiadamente ―la perversidad del infierno que he
sufrido‖7. Todo eso sucedía durante lo que fue el
invierno más frío que se haya registrado en el estado
de Misuri.
No me propongo hablar sobre las penas y
dificultades que estos hombres enfrentaron en la
cárcel de Liberty, pero permítanme mostrarles
algunas fotos y concluir la introducción de mi
mensaje. Les aseguro que tengo algo más para
decirles.
Esta foto es de la cárcel como era en el momento en
que José y los líderes de la Iglesia estuvieron
encarcelados.
Esta otra se tomó años más tarde cuando algunos
líderes e historiadores de la Iglesia visitaron el sitio.
No estoy seguro si la persona que aparece arriba está
intentando salir o entrar.
24
Ésta es una vista de la reconstrucción de la cárcel
que hizo la Iglesia y se encuentra en el centro de
visitantes. Observen el arreglo de la cuerda con el
balde, el único nexo entre el calabozo y el piso
superior.
Ésta es una pintura de Liz Lemon Swindle que
muestra a José orando. Fíjense en la expresión de
tristeza y melancolía que hay en el rostro del Profeta.
Greg Olsen ilustra cómo José pudo haber escrito
algunas revelaciones recibidas durante su cautiverio.
Ésta es la última foto, la cual me lleva al verdadero
mensaje que tengo para ustedes
.
Una experiencia de cárcel-templo
La mayoría de nosotros se refiere al edificio
Liberty como la ―cárcel‖ o ―prisión‖, y de hecho lo
era. Sin embargo, el élder Brigham H. Roberts, al
registrar la historia de la Iglesia, se refiere al lugar
como a un templo o, para ser más exacto, una
―cárcel-templo‖8. El élder Neal A. Maxwell usó la
misma expresión en algunos de sus escritos9. De
hecho, carecía de la pureza, belleza, comodidad y
limpieza de nuestros verdaderos templos, nuestros
templos dedicados. La manera de hablar y la
conducta de los guardias y criminales que ahí había
no eran para nada dignas de un templo. La brutalidad
e injusticia de esta experiencia en Liberty hacen que
la cárcel se vea como la antítesis del espíritu
25
liberador y misericordioso de nuestros templos y de
las ordenanzas que allí se efectúan. Entonces, ¿en
qué sentido podemos llamar ―templo‖ a la cárcel de
Liberty o, al menos, ―una especie de templo‖, con
respecto al progreso de José Smith como persona y
profeta? Y ¿qué nos dice ese supuesto título sobre el
amor de Dios y Sus enseñanzas, y del lugar y
momento en el que se manifestaron dichas
enseñanzas?
Al pensar en ello, ¿creemos que podemos tener
experiencias espirituales, sagradas y reveladoras en
cada una de las muchas y diversas etapas de la vida
si lo deseamos, si perseveramos y continuamos
orando y si mantenemos firme nuestra fe a pesar de
las dificultades? Amamos y atesoramos nuestros
templos dedicados, y las ordenanzas esenciales y de
exaltación que allí se efectúan; agradecemos al cielo
y a las autoridades presidentes que siguen
construyendo templos para que muchos más de
nosotros tengamos acceso a ellos. En verdad son los
edificios más santos y sagrados del reino de Dios, a
los que todos debemos asistir tan digna y
frecuentemente como sea posible.
El mensaje de esta noche es que cuando tengan
una experiencia que sea sagrada, reveladora y
profundamente instructiva con el Señor en cualquier
circunstancia, entonces han logrado éxito.
Permítanme recalcarlo: pueden tener experiencias
sagradas, reveladoras y profundamente instructivas
con el Señor durante los momentos más difíciles de
su vida, en el peor lugar, en la más dolorosa
injusticia y al afrontar la peor dificultad y oposición
que hayan tenido.
Hablemos de esas afirmaciones por un instante.
En un sentido espiritual, todos, de una u otra manera,
mayor o menor, dramática o casual, pasaremos un
breve momento en la cárcel de Liberty.
Enfrentaremos cosas que no deseamos y tal vez sin
ser culpables de ello. Quizá podríamos hacer frente a
circunstancias difíciles por motivos correctos y
apropiados como el tratar de cumplir con los
mandamientos de Dios. Podríamos sufrir
persecución, dolor, la separación de nuestros seres
queridos, sentir hambre, frío y desesperanza. Así es;
antes de morir, se nos podría dar una pizca de lo que
los profetas han enfrentado a menudo. Las
enseñanzas del invierno de 1838-1839 nos enseñan
que cada aflicción puede transformarse en una
experiencia redentora si somos fieles a nuestro Padre
Celestial durante esa tribulación. Esas lecciones
difíciles nos enseñan que la situación extrema del
hombre es una oportunidad para Dios y que, si
somos humildes, fieles, creyentes y no maldecimos a
Dios por nuestros problemas, Él puede convertir las
prisiones injustas, inhumanas y debilitadoras de
nuestra vida en templos o al menos en situaciones
que nos brinden consuelo, revelación, compañía
divina y paz.
Permítanme ir un poco más lejos: recién dije que
―pueden‖ sobrevenirnos tiempos difíciles. El
presidente Joseph Fielding Smith, sobrino nieto del
profeta José y también nieto de Hyrum, dijo algo aún
más profundo al dedicar el Centro de Visitantes de la
Cárcel de Liberty en 1963. Al referirse a la historia
que repasamos hoy, y al contemplar el sitio donde su
abuelo y su tío abuelo estuvieron recluidos tan
injustamente, dijo que quizás tales cosas ―tenían‖
que pasar. Y agregó: ―Al leer la historia de aquellos
días, los anteriores y los posteriores, he llegado a la
conclusión de que las tribulaciones, la persecución y
la oposición casi universal a la Iglesia en aquel
momento eran necesarias. De alguna manera se
convirtieron en maestros para nuestro pueblo y lo
ayudaron a fortalecerse‖10
.
Las enseñanzas de la cárcel de Liberty
Sin intención de determinar qué tipo de estas
experiencias son ―obligatorias‖ y cuáles son
―opcionales‖ en nuestra vida, aunque sean para
nuestro bien, quisiera sugerir algunas de las
―enseñanzas‖ aprendidas en Liberty que fueron
―maestros‖ para José y que pueden serlo para
nosotros, experiencias que contribuyen mucho a
nuestro aprendizaje en la vida terrenal y a nuestra
exaltación en la eternidad.
Al seleccionar estas enseñanzas he notado otro
tipo de bendición que surgió de esa adversidad. Para
transmitirles lo que deseo, utilizaré las palabras
reveladoras que pronunció José Smith durante ese
desgarrador momento, y que ahora forman parte de
las sagradas Escrituras en Doctrina y Convenios.
Supongo que no debemos tener ―pasajes favoritos‖;
yo tengo tantos de ellos que no podría limitarme sólo
a uno o dos, y si hiciera una lista de mis Escrituras
preferidas tendría que incluir las que se escribieron
desde la penumbra de la cárcel de Liberty.
26
Lo que aprendemos de inmediato es que Dios no
sólo estaba enseñándole a José Smith en esa
circunstancia, sino que Él nos estaba enseñando a
todos nosotros, aún a las generaciones venideras.
¡Qué obsequio divino son esos pasajes inspirados!
¡Qué alto precio se pagó por ello! Cuán vacías serían
nuestras vidas como Santos de los Últimos Días sin
las secciones 121, 122 y 123 de Doctrina y
Convenios. Si no las han leído últimamente, les pido
que lo hagan hoy o mañana y no para después. ¡Ésa
es la tarea y verificaré que la hagan! Sólo son seis
páginas, pero esas seis páginas conmoverán su
corazón por su belleza y poder. Además, les
recordarán que, a menudo, ―Dios trabaja
misteriosamente para realizar Sus prodigios‖11
. Él
transformó la adversidad en bendición al darnos esas
sagradas reflexiones y esos sagrados escritos
sumamente puros, nobles y cristianos, tanto en tono
como en contenido a pesar de haberse originado en
un lugar impuro, vil y nada cristiano.
1. Todos enfrentamos tiempos de prueba
Ahora, tres enseñanzas de la cárcel de Liberty: La
primera es inherente a lo que ya he dicho, esto es que
todos, incluso los justos (y quizás en especial los
justos) tendrán que enfrentar épocas de prueba.
Cuando sucede, podríamos temer que Dios nos haya
abandonado y quedemos solos, al menos por un
tiempo, y preguntarnos si nuestras aflicciones
tendrán un final. Es probable que como personas,
familias, comunidades o naciones, cada uno haya
tenido o tendrá la oportunidad de sentirse como se
sintió José Smith cuando preguntó por qué tenía que
pasar tanto dolor y cuánto durarían las tinieblas y el
quebranto. Nos identificamos con él cuando clama
desde la profunda y desalentadora reclusión: ―Oh
Dios, ¿en dónde estás?... ¿Hasta cuándo se detendrá
tu mano…? Sí, oh Señor, ¿hasta cuándo sufrir[á] [tu
pueblo]… antes que… tus entrañas se llenen de
compasión por ellos?‖ (D. y C. 121:1).
Es un ruego personal y doloroso del corazón, una
soledad espiritual que todos podríamos llegar a sentir
en algún momento de la vida.
Quizás en su juventud ya hayan tenido esos
momentos. Si es así, espero que no hayan sido
muchos, pero sea cual fuere la ocasión en que
lleguen, no debemos sucumbir al temor de que Dios
nos ha abandonado o no escucha nuestras oraciones.
Él nos escucha. Él nos ve. Él nos ama. Cuando
atravesemos situaciones desesperadas y deseemos
clamar ―¿en dónde estás?‖, es fundamental recordar
que Él está allí con nosotros, ¡donde siempre ha
estado! Debemos seguir creyendo, teniendo fe,
orando y rogando al cielo, aunque por algún tiempo
sintamos que no se nos escucha y que, de alguna
forma, Dios se ha ido. Él está con nosotros y escucha
nuestras oraciones, y cuando lloramos, Él y los
ángeles lo hacen con nosotros.
Cuando tengamos tiempos difíciles, de soledad y
rechazo debemos perseverar, continuar y persistir.
Tal era el mensaje del Salvador en la parábola de la
viuda y el juez injusto (véase Lucas 18:1-8; 11:5-10).
Sigue tocando esa puerta y rogando; entretanto,
debes saber que Dios escucha tus clamores y conoce
tu angustia. Él es tu Padre y tú, Su hijo o hija
espiritual.
Cuando acontezca lo que deba acontecer, y lo que
se deba aprender se haya aprendido, sucederá con
nosotros lo mismo que con el profeta José. En el
preciso momento en el que él se sentía más solo y
alejado del oído divino fue cuando recibió la
maravillosa ministración del Espíritu y las
extraordinarias y gloriosas respuestas de su Padre
Celestial. La voz de Dios penetró el sombrío
calabozo en ese deprimente momento para decir:
―Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus
aflicciones no serán más que por un breve
momento;
―y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te
exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos‖ (D.
y C. 121:7-8).
Aunque nos sucedan cosas que parezcan injustas
y aunque recibamos malas e inmerecidas actitudes,
tal vez de quienes consideramos enemigos y también
de quienes creíamos nuestros amigos, Dios estará
con nosotros siempre. Es por ello que este
maravilloso coro nos cantó el tradicional y antiguo
himno cristiano de Sarah Adams, ―Más cerca, Dios,
de Ti‖ del que pocas veces se canta la cuarta estrofa
que dice:
―Y luego, al despertar, te alabaré.
Humilde, un altar te levantaré.
Allí mi corazón dirá su oración:
más cerca, Dios, de Ti, cerca de Ti‖12
.
No estamos solos en nuestras pequeñas prisiones.
De hecho, cuando sufrimos estamos más cerca de
Dios de lo que hayamos estado en la vida. Esa
27
convicción puede transformar cada situación en una
experiencia similar a la del templo. De nuestra
jornada por la vida, el Señor ha prometido: ―Iré
delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a
vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro
corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para
sosteneros‖(D. y C. 84:88). Es una declaración
eterna de amor y preocupación de Dios por nosotros,
en especial, para los momentos de aflicción.
2. Aun el justo sufrirá
Segundo, debemos comprender que sólo porque
nos sucedan cosas difíciles y, que a veces, parezcan
injustas o sin razón, no significa que seamos inicuos,
indignos de las bendiciones o que Dios esté
decepcionado con nosotros. Claro que el pecado
acarrea sufrimiento y la única solución es el
arrepentimiento. Sin embargo, el sufrimiento
también llega a los justos. Habrán notado que se le
recordó a José en la cárcel de Liberty que a pesar de
haber sido ―echado en… dificultades‖ y de haber
sufrido tribulaciones y de haber sido acusado
falsamente, apartado de su familia, echado en un
foso o en manos de homicidas, debía recordar que lo
mismo le había sucedido al Salvador del mundo y
que dado que Él había salido victorioso, nosotros
también lo haremos (véase D. y C. 122:4-7). Al
darnos este serio recordatorio de lo que el Salvador
atravesó, la revelación recibida en Liberty dice: ―El
Hijo del Hombre ha descendido debajo de todo ello.
¿Eres tú mayor que él?‖ (D. y C. 122:8).
No, José Smith no era mayor que el Salvador, ni
nosotros tampoco lo somos. Cuando prometemos
seguir al Salvador, caminar sobre Sus pasos y ser
Sus discípulos, también prometemos ir por ese
sendero divino para que nos guie, ya que de una
forma u otra, el camino de la salvación siempre nos
conduce a Getsemaní. Así que si el Salvador
enfrentó tales desalientos, persecución, iniquidad,
desánimo y sufrimiento, nosotros no podemos
esperar no tener que enfrentar parte de ello si
deseamos ser Sus verdaderos discípulos y Sus fieles
seguidores. Ciertamente esto recalca el hecho de que
los rectos, y en el caso del Salvador, la
personificación de la rectitud, pueden sufrir a pesar
de ser dignos delante del Señor.
De hecho, debería ser una fuente de gran consuelo
doctrinal que Jesús, durante la Expiación, haya
experimentado todos los pesares y dolores, todas las
desilusiones e injusticias que toda la familia humana
ha sufrido, sufre y sufrirá desde Adán y Eva hasta el
fin del mundo para que nosotros no debamos
sufrirlos de manera tan grave o intensa. No importa
cuán pesada sea nuestra carga, lo sería aún más si el
Salvador no la hubiera sufrido antes y hubiera
llevado la carga con nosotros y por nosotros.
A comienzos del ministerio del profeta José, el
Salvador le enseñó esta doctrina. Tras hablar de
padecimientos tan dolorosos y difíciles de aguantar,
Jesús dijo: ―Porque he aquí, yo, Dios, he padecido
estas cosas por todos, para que ‗tú y yo‘, ‗y todos‘ no
padezcan, si se arrepienten‖ (D. y C. 19:16). En los
momentos de dolor y prueba, creo que nos
estremecería pensar que podría ser peor; pero está
claro que podría ser y sería peor; y eso no es peor
sólo mediante nuestra fe, arrepentimiento y
obediencia al Evangelio y que nos otorgó la sagrada
Expiación.
Es más, vemos que no sólo el Salvador ha sufrido,
y en Su caso totalmente inocente, sino también la
mayoría de los profetas y otros grandes hombres y
mujeres que hallamos en las Escrituras. Nombren a
un profeta del Antiguo Testamento o del Libro de
Mormón o a algún apóstol del Nuevo Testamento o
líder de cualquier dispensación, incluso la nuestra, y
nombrarán a alguien que ha sufrido aflicción.
¿Qué quiero decir? Que si tienen un mal día,
estarán en muy buena compañía, de la mejor que
hayan tenido.
Ahora bien, no me malinterpreten; no debemos
buscar el dolor, ni buscar ser mártires. Las
dificultades nos encontrarán aunque no las
busquemos. Entonces, ya que es obvio que, en un
sentido espiritual, nos espera un breve período en la
cárcel de Liberty, recuerden estas dos verdades que
se le enseñaron al profeta José en aquella ―cárcel-
templo‖. Primero, Dios no te ha olvidado y, segundo,
el Salvador pasó por lo que estás pasando; deja que
Él te brinde la liberación y el consuelo.
El profeta Isaías escribió, el Señor te tiene
grabado en las palmas de las manos, esculpido de
manera permanente en Sus cicatrices con clavos
romanos como cincel. Al haber pagado el precio por
ti con sufrimiento, el Padre y el Hijo jamás te
olvidarán ni abandonarán en tus aflicciones (véase
Isaías 49:14-16; 1 Nefi 21:14-16). Ellos han
planeado, preparado y garantizado tu victoria si la
28
deseas; así que sé creyente y ―sobrellévalo bien‖ (D.
y C. 121:8). Al final, ―será para tu bien‖ (D. y C.
122:7) y, ―sin ser compelido‖, un ―dominio eterno‖
fluirá hacia ti para siempre jamás‖ (D. y C. 121:46).
3. Permanezcamos tranquilos, pacientes,
caritativos y perdonadores
En tercer y último lugar, quisiera que todos
recordemos que en medio de estos difíciles
sentimientos justificados de enojo o de reacción o de
deseo de venganza y el querer pagar ojo por ojo y
diente por diente, el Señor nos aclara desde la
―cárcel-templo‖ de Liberty ―que los derechos del
sacerdocio están inseparablemente unidos a los
poderes del cielo, y que éstos no pueden ser
gobernados ni manejados sino conforme a los
principios de la rectitud‖ (D. y C. 121:36). Por lo
que, aunque enfrentemos circunstancias angustiantes
y sintamos algo que nos impulse a reaccionar contra
Dios, contra hombre, amigo o enemigo, debemos
recordar que ―ningún poder o influencia se puede ni
se debe mantener… [salvo] por persuasión, por
longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor
sincero;… sin hipocresía y sin malicia‖ (D. y C.
121:41-42; cursiva agregada).
Para mí siempre ha sido un maravilloso
testimonio de la grandeza del profeta José y de todos
nuestros profetas, y en especial del Salvador del
mundo y de Su magnificencia, que en medio de gran
tribulación y dificultades podían permanecer en
calma y ser pacientes, benévolos y dispuestos a
perdonar; y que incluso pudieran hablar y vivir de
esa manera. Podían hacerlo y lo hicieron.
Recordaron sus convenios y tuvieron autodisciplina;
sabían que debemos vivir el Evangelio en todo
momento y no sólo cuando es conveniente y las
cosas van bien. Ellos sabían que la verdadera prueba
de nuestra fe, como discípulos de Cristo, viene
cuando las cosas no van tan bien. Es ahí que
llegamos a conocer nuestra verdadera esencia y la
firmeza de nuestro compromiso hacia el Evangelio.
El mejor ejemplo es cuando en las horas más
dolorosas de la Crucifixión el Salvador dijo: ―Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen‖ (Lucas
23:34). Es algo difícil de pedir cuando nos hacen
daño; es difícil hacerlo cuando se nos ha ofendido; o
estamos cansados, tensionados o padeciendo de
manera inocente. Ahí es cuando la actitud cristiana
prevalece. Recuerden que ―los poderes del cielo…
no pueden ser gobernados ni manejados [salvo]
conforme a los principios de la rectitud‖; ¡y claro
que necesitamos esos poderes! Al igual que se le
enseñó a José en esa ―cárcel-templo‖, aún en medio
de la angustia y el dolor debemos dejar que
―[nuestras] entrañas se llenen de caridad para con
todos los hombres…; entonces [nuestra] confianza se
fortalecerá en la presencia de Dios; y… el Espíritu
Santo será [nuestro] compañero constante‖ (D. y C.
121:45-46).
Sólo la influencia divina puede ayudarnos si
somos fieles a nuestros principios cristianos. Es
imposible que el Espíritu entre en un corazón lleno
de odio, ira, venganza y autocompasión, porque esos
sentimientos son la antítesis del Espíritu. Sin
embargo, el Espíritu mora en corazones que tienen
benevolencia, longanimidad y bondad y que pueden
perdonar; esos son los principios de un verdadero
discípulo. ¡Qué gran testimonio de que los principios
del Evangelio se deban aplicar en todo momento y
lugar, y que si somos fieles, la victoria de llevar una
vida cristiana jamás desaparecerá, sin importar la
situación! Amo muchísimo la majestuosidad de estas
distinguidas y celestiales enseñanzas que
irónicamente se dieron en un lugar y momento tan
viles.
Haced todas las cosas con buen ánimo
Para concluir la lección de la cárcel de Liberty,
cito el último versículo de la tercera sección a la que
nos hemos referido hoy. En esta declaración y
Escritura sagrada surgida de la experiencia de la
cárcel de Liberty, el Señor nos dice por medio de Su
profeta José Smith: ―Por tanto, muy queridos
hermanos, [cuando estemos incluso en los momentos
de mayor tribulación] hagamos con buen ánimo
cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces
podremos permanecer tranquilos, con la más
completa seguridad, para ver la salvación de Dios y
que se revele su brazo‖ (D. y C. 123:17; cursiva
agreagada).
¡Qué conclusión tan optimista y fiel para
pronunciarse desde una ―cárcel- templo‖! Cuando
José escribió esas líneas ignoraba cuándo se le
liberaría o si saldría en libertad alguna vez. Todo
parecía indicar que sus enemigos aún planeaban
quitarle la vida. Peor aún, su esposa e hijos estaban
solos, aterrorizados, a menudo sufrían hambre y se
preguntaban cómo podrían valerse por sí mismos sin
29
su esposo y padre. Además, los santos estaban sin
hogar y sin profeta; estaban saliendo de Misuri y se
dirigían a Illinois, pero con el temor de enfrentar más
tragedias. Cabe repetir que eran los más sombríos y
lúgubres momentos.
En esas frías y solitarias horas, José dice:
―hagamos con buen ánimo todo cuanto podamos y
entonces confiemos en que el Señor tenga
misericordia y revele Su brazo, a nuestro favor‖.
¡Qué actitud majestuosa para conservar en buenos
y malos momentos, y en gozo y tribulaciones!
Bendición y testimonio
Mis queridos jóvenes amigos, como parte de mi
testimonio esta noche, quisiera darles una bendición.
Me parece que al llevar nuestro testimonio
apostólico al mundo, tenemos dos oportunidades y,
tal vez, de hecho, obligaciones. Una es la de
testificar y dar testimonio como he intentado e
intento hacerlo. La otra es bendecir. Los antiguos
Apóstoles lo hicieron cuando el Salvador los invitó a
hacerlo como Él lo había hecho, salvo que sería en
todo el mundo.
Así que para cada uno de ustedes que ha asistido
esta noche, aquí en este vasto auditorio o en
cualquier otro lugar en el mundo, yo bendigo a cada
uno de ustedes en sus circunstancias individuales,
como si mis propias manos estuvieran sobre su
cabeza. La declaro sobre ustedes tan sinceramente
como declaro mi testimonio. Les bendigo en el
nombre del Señor que Dios les ama, que escucha sus
oraciones, que está a su lado y que nunca los
abandonará.
Bendigo a los hermanos, para que ustedes, para
que nosotros, seamos dignos del sacerdocio que
portamos. Que seamos fieles al discipulado para el
cual hemos sido llamados, en ese gran orden, el
Santo Sacerdocio, según el Orden del Hijo de Dios.
Les bendigo para que seamos realmente como el
Maestro, para que pensemos más como Él piensa,
para que hablemos más como Él habla y para que
hagamos más como Él hizo. Les bendigo hermanos
en su lucha por ser fieles, para que tengan todas las
bendiciones del Sacerdocio, muchas de las cuales
hemos citado esta noche de estas secciones del libro
de Doctrina y Convenios.
Bendigo a las hermanas que son parte de esta
audiencia y a las que estén al alcance de mi voz, y
asimismo les hago saber cuánto las apreciamos y lo
mucho que Dios las aprecia y lo mucho que la
bandera de la fe ha sido ondeada por las hermanas de
esta Iglesia desde el principio. Parece que, en cada
generación, desde el principio de los tiempos hasta el
presente y aún más allá, con frecuencia han sido las
mujeres de nuestras vidas —nuestras abuelas,
nuestras madres, nuestra esposa, nuestras hijas,
nuestras hermanas y nuestras nietas— las que han
llevado esa antorcha de la fe y esa bandera de la
belleza terrenal y llevado adelante los principios del
Evangelio dondequiera que fuera, contra cualquier
penuria, en su propia o pequeña cárcel de Liberty en
tiempos de dificultad. Hermanas, las amamos,
honramos y bendecimos. Rogamos que cada deseo
justo de su corazón, en esta noche y para siempre, les
sea concedido sobre su cabeza; y que al salir de este
devocional lo hagan con el entendimiento y el
conocimiento firmes en su corazón de que Dios, el
cielo y las Autoridades Generales que presiden esta
Iglesia las aman y las honran.
Los saludo, jóvenes adultos de esta Iglesia que
son parte de esta gran congregación del SEI, y les
digo que el futuro está en sus manos. Los de mi
generación tendrán que, en un futuro muy cercano,
pasarles la batuta a ustedes. Dios les bendiga al
enfrentar esos tiempos con el valor, la honestidad y
la integridad de las que hemos hablado aquí esta
noche.
Para concluir, testifico que el Padre y el Hijo
viven. Testifico que ellos están cerca, tal vez más
cerca por medio del Espíritu Santo cuando tenemos
tiempos de dificultades. Testifico, (al igual que lo
hará el último número musical ―Mi bondad no se
apartará de vosotros‖ y que cita al profeta Isaías) que
la bondad del cielo nunca se apartará de ustedes,
pase lo que pase (véase Isaías 54:7-10; 3 Nefi 22:7-
10). Testifico que los días difíciles terminarán, que la
fe siempre triunfa y que las promesas celestiales
siempre se cumplen. Testifico que Dios es nuestro
Padre, que Jesús es el Cristo, que éste es el
verdadero y viviente Evangelio, fundado en ésta, la
verdadera y viviente Iglesia. Testifico que el
presidente Thomas S. Monson es un profeta de Dios
y que es nuestro profeta para este tiempo y para estos
días, le amo y le sostengo como sé que ustedes
también lo hacen. Y en las palabras de la cárcel de
Liberty, en la experiencia de la cárcel-templo, mis
querido joven amigo y amiga, ―Persevera en tu
30
camino… no temas… porque Dios estará contigo
para siempre jamás‖ (D. y C. 122:9) En el nombre de
Jesucristo. Amén.
Notas:
1. En History of the Church, 3, págs. 190-91.
2. Alexander Mc Rae, en A Comprehensive History of the Church, 1, pág.521.
3. History of the Church, 3, pág. 290.
4. Carta a Isaac Galland, 22 de marzo de 1839, en Personal Writings of Joseph Smith, rev. ed. comp. Dean
C. Jessee, 2002, pág. 456.
5. Carta a la Iglesia en el Condado Caldwell, 16 de diciembre de 1838; ―Communications‖, Times and
Seasons, abril de 1840, pág. 85.
6. Carta a Emma Smith, 21 de marzo de 1839, en Personal Wrintings, pág. 449
7. Carta a Emma Smith, 4 de abril de 1839, en Personal Writings, págs. 463 y 464; cursivas y mayúsculas
actualizadas.
8. Véase Comprehensive History, 1:521 cap. de encabezamiento; véase también pág. 526.
9. Véase, para ejemplo, ―A Choice Seer‖, Ensign, agosto de 1986, pág. 12.
10. ―Text of Address by Pres. Smith at Liberty Jail Rites‖. Church News, 21 de septiembre de 1963, pág.
14; cursiva agregada.
11. ―Con maravillas obra Dios‖ Himnos, Nº 191.
12. Himnos, Nº 50; cursiva agregada.
31
¿QUÉ CLASE DE HOMBRES Y MUJERES
HABÉIS DE SER?
Obispo H. David Burton
Obispo Presidente
Charla fogonera para adultos solteros •
2 de noviembre de 2008 • Universidad Brigham Young
a hermana Burton y yo, junto con algunos
integrantes de nuestra familia; que incluye a
tres estudiantes de BYU, un estudiante de la
Universidad del Estado de Utah, y una bonita amiga,
Crystal Ming, que asiste al instituto de religión en la
Universidad de Washington; estamos complacidos
de estar con ustedes en esta tarde del día de reposo.
A Bárbara y a mí en verdad nos encanta asociarnos
con la nueva generación. Nos gusta su exuberancia;
encomiamos su fidelidad; les amamos por lo que han
logrado en sus jóvenes vidas y por lo que logran al
servir con gran distinción al Señor y los unos a los
otros. Les amamos por la virtud y bondad que
reflejan sus rostros y emanan de su presencia aquí
esta noche.
Hace dos semanas participamos en un devocional
para los obreros del Templo de Nauvoo, muchos de
estos maravillosos hermanos son varias generaciones
mayores que la mayoría de ustedes. Sentimos la
presencia de un maravilloso espíritu en esa ocasión
en esa gloriosa casa. Sentimos ese mismo espíritu al
visitarles a ustedes esta noche, aunque ustedes me
intimidan un poco al reunirse en grandes números,
tanto en este edificio tan especial de este hermoso
campus universitario como en muchos otros lugares
alrededor del mundo, vía satélite o por otro medio
tecnológico.
Nunca olvidaré mi primera experiencia al hablar
en una conferencia general de la Iglesia. La
invitación que recibí decía que yo debía hablar
durante 14 minutos en la sesión del domingo por la
mañana y después del presidente Howard W. Hunter.
No hace falta mencionar que las circunstancias me
resultaron muy intimidantes en esa ocasión. Como
una semana antes de la conferencia general, me
encontré al élder Russell M. Nelson en un pasillo y
me preguntó cómo iba con mi mensaje y le confié
que me estaba costando mucho prepararlo. Entonces,
me di cuenta de que la única razón por la que él
sabía que yo iba a discursar era porque su invitación
indicaba que él hablaría después de mí. Armado con
este dato tan importante, osadamente le pregunté al
élder Nelson por qué alguien tan novato y
despavorido como yo había sido puesto entre el
presidente Hunter y él. Se quedó pensando un
momento y entonces con esa chispa acostumbrada en
sus ojos dijo: ―Obispo, la única razón que se me
ocurre es que usted fue puesto allí por inspiración
para hacernos lucir bien‖. La intimidación se elevó al
máximo después de esa breve conversación.
“¿Qué será de ti en la vida?”
Hace casi medio siglo, justo antes de mi
experiencia misional en Australia, tuve la gran
bendición de trabajar en una tienda de golf para un
extraordinario escocés y golfista profesional. Se
llamaba Alex McCafferty. Él no era de nuestra fe, y
aunque había vivido por más de 25 años entre Santos
de los Últimos Días, no comprendía realmente
nuestra doctrina ni el Evangelio. Era un hombre
espléndido como patrón, y siempre estaré agradecido
por su generosidad y muchos favores. La orientación
paciente que me brindó en cuanto a los pormenores
del juego de golf me ayudó a encontrar el éxito en
algunas experiencias juveniles de competición y me
ha permitido disfrutar toda una vida de golf
recreativo. En ocasiones su lenguaje, envuelto en su
marcado acento escocés, era un poco subido de tono.
Cuando mi desempeño no alcanzaba las expectativas
de Alex o cuando yo cometía un error al atender a un
cliente, con una suave pero firme voz escocesa, él
profería una palabrota seguida de la misma pregunta:
―David, mi muchacho, ¿qué será de ti en la vida?‖.
Aún recuerdo las palabras exactas que él me dijo
cuando finalmente me armé de valor y le informé
que había aceptado el llamado de un profeta de Dios
para servir durante dos años como misionero en
Australia y que, por lo tanto, tendría que renunciar a
mi trabajo. En esa ocasión su respuesta fue precedida
L
32
por varias palabrotas y la declaración: ―David, mi
muchacho, no llegarás a ser nadie si te revoloteas por
el mundo hablando de tu religión‖.
Un día o dos antes de que yo partiera para mi
misión, pasé a despedirme de mi buen amigo Alex.
Al estrechar su mano y expresarle mi aprecio, me
acercó a él y me puso en la mano un sobre. Ambos
teníamos algunas lágrimas en los ojos mientras me
dirigía rápidamente hacia mi automóvil. Manejé por
varios minutos hasta un parque cercano y en medio
de la soledad circundante, leí su nota y encontré que
había puesto en el sobre una buena suma de dinero
para ayudarme con los gastos de la misión.
Casi un año después, mientras yo servía en
Adelaida, Australia, recibí una carta de Alex que
decía: ―David, mi muchacho, me contaron que un
misionero necesita un traje nuevo después de un año,
por favor, con este dinero, cómprate uno hecho de la
más fina lana escocesa‖.
Pocos días después de regresar de Australia, pasé
por el campo de golf para renovar nuestra amistad.
Alex me preguntó si estaba listo para jugar golf y le
dije que mis días de golfista serio habían terminado
al vender mis palos de golf y mi auto para sufragar
los gastos de la misión; además, ya era hora de que
en verdad me pusiera serio respecto a mi formación
académica.
Él contestó, empezando con sus acostumbradas
palabrotas: ―David, mi muchacho, nunca serás nadie
en la vida si no juegas al golf, ve directamente a la
tienda y escoge un juego de palos de golf que te
gusten‖.
Hice exactamente eso y después de casi 50 años
aún conservo esos palos de golf. Desde luego que no
me complació el lenguaje subido de tono de Alex,
pero siempre estaré agradecido por las lecciones de
honradez, integridad y generosidad que aprendí
mientras trabajaba con él.
A través de los años, con frecuencia he
reflexionado sobre la pregunta de Alex: ¿Qué será de
ti en la vida? Alex expresaba, a su manera, su
descontento conmigo. Él cuestionaba mi capacidad
para seguir instrucciones, mi atención a las tareas
sencillas y mi compromiso con el trabajo. Él también
cuestionaba si tenía el deseo de ser un adulto exitoso,
productivo y que contribuyera a la sociedad. He
reflexionado sobre esos asuntos una y otra vez. Debo
admitir que fueron excelentes preguntas en ese
entonces y lo continúan siendo en la actualidad.
Todavía estoy ―en proceso de construcción‖.
También he concluido que Alex cuestionaba mis
logros en la vida más que el trayecto recorrido. Su
cuestionamiento, sin embargo, hace que surja la
pregunta: ¿Qué constituye el éxito en esta vida?
Cultiven atributos cristianos
Quizás la mejor pregunta en la que debamos
concentrarnos no sea si llegaremos a algún lado y así
ser exitosos ante los ojos del mundo, sino más bien
la pregunta que hizo el Salvador mismo: ―Por lo
tanto, ¿qué clase de hombres [y mujeres] habéis de
ser?‖ Recordarán que la respuesta en Sus propias
palabras fue: ―En verdad os digo, aun como yo soy‖
(3 Nefi 27:27). Aún más, el Salvador señaló:
―porque aquello que me habéis visto hacer, eso
haréis vosotros‖ (vers. 21).
¿Qué clase de hombres y mujeres habéis de ser?
En mis reflexiones todavía me pregunto: ¿Cuáles son
los atributos de una vida cristiana? ¿Cuál es el
modelo adecuado a seguir para enfrentar los desafíos
de la vida? ¿Qué significa ser ―aun como yo soy‖?
No sé ciertamente todo lo que se espera, pero los
atributos como el amar a Dios y al prójimo, la
compasión, el ejemplo, la obediencia, el servicio y el
guardar los convenios podrían ser algunos.
Hace poco, un conocido de nosotros, y amigo
cercano de nuestra hija y de nuestro yerno, falleció
después de una aguerrida y larga batalla contra un
tumor cerebral. Poco después de su fallecimiento, un
amigo envió una prosa a la esposa de nuestro amigo
en la que expresaba sus sentimientos. Con el permiso
de ellos, comparto esas palabras, no por su
excelencia literaria, sino más bien por los
sentimientos que transmiten. Comienza así:
―[Estimada] Diane,
por favor, dile a Harold ‗gracias‘
por cambiar mi vida,
por ser un ejemplo para mí
de liderazgo en el sacerdocio,
de cuidado por el prójimo,
de generosidad, de incansable servicio,
y en verdad, de amor cristiano.
―Por favor, dile a Harold de los muchos recuerdos
que llevo conmigo cada día,
que me fortalecen,
y me guían,
33
recuerdos que me dio
cuando serví a su lado.
―Por favor, dile a Harold cómo su ejemplo
de esposo amoroso,
de padre bondadoso,
de fiel siervo del Señor,
lleno de buen humor,
lleno de visión,
me ha dado la pauta a alcanzar
y ha bendecido la vida de mi esposa y de mis
hijos.
―Por favor, dile a Harold que fue un gran honor
haberle conocido en esta vida terrenal
y haber servido a su lado.
―Por favor, dile a Harold de las lágrimas que he
derramado,
y del dolor en mi corazón,
de saber que él retornará pronto
y dará su informe.
―Por favor, dile a Harold que le amo
por su bondad,
su ejemplo,
y su amistad.
―Por favor, dile a Harold que lo extrañaré
pero que ansiosamente me prepararé
para regocijarme con él otra vez
en las cortes celestiales del Más Alto Dios.
―Por favor, dile a Harold que serviré al Señor
con todo mi corazón, alma, mente y fuerza
en memoria de su ejemplo,
dedicación
y devoción al Señor.
―Por favor, dile a Harold...
Gracias‖1.
Los atributos descritos en la prosa ―Por favor, dile
a Harold‖ pueden también ser dignos de ser
incorporados a nuestra vida. Cuando las virtudes
como el ejemplo, el poder del sacerdocio, el cuidado
al prójimo, el servicio, el amor, el ser un esposo y
padre amoroso, la bondad, la amistad, la devoción y
la dedicación pueden ser atribuidas a nosotros, como
en el caso de Harold, en verdad nuestra vida puede
ser considerada cristiana y por lo tanto plena y
exitosa.
El presidente Thomas S. Monson con frecuencia
se refiere a su herencia escocesa y a sus experiencias
como un muchacho que vivía cerca de sus abuelos
escoceses, tías, tíos y primos. Me pregunto cuántas
veces él oyó algo como: ―Tommy, mi muchacho,
¿qué será de ti en la vida?‖ Sospecho que siendo él
un niño con muchos y variados intereses, con una
mente creativa e imaginativa y mucha energía, le
habrán hecho esa pregunta más de una vez.
La vida del presidente Monson nos da un modelo
a seguir en nuestra propia vida. Esto es
particularmente cierto en lo que yo llamo su
ministerio privado. Por otro lado, su ministerio
público es un libro abierto, lleno de admirable
servicio a nivel de barrio, de estaca, de misión y a
nivel general en la Iglesia; dudo que haya habido
alguien más devoto a cada una de sus asignaciones
eclesiásticas en esta dispensación que el presidente
Thomas S. Monson.
De vez en cuando llegamos a echar un vistazo a
su ministerio privado. Él presta servicio, se
preocupa, tiende una mano y bendice a la persona en
particular, brinda ánimo y consuelo; todos esos son
componentes esenciales de su ministerio privado.
Hace poco una estimada vecina necesitó de una
corta estadía en una clínica de rehabilitación.
Cuando mi esposa Bárbara y yo la visitamos, ella
estaba ansiosa por decirnos que el presidente
Monson había ido a la reunión sacramental en ese
lugar.
―Él estaba tan cerca‖, exclamó, ―que hubiera
podido extender la mano y tocarlo‖.
Ella estaba muy emocionada al ver que el
presidente de la Iglesia se preocupaba por ella.
El presidente Monson vive el credo que él suele
enseñar: ―Las cinco palabras más importantes son
éstas: Estoy muy orgulloso de ti. Las cuatro más
importantes incluyen: ¿Cuál es tu opinión? Las tres
más importantes son: Por favor, podrías. Las dos
más importantes son: Te agradezco y la menos
importante es: Yo2.
El Salvador usaba con frecuencia parábolas para
enseñar lecciones importantes. De la misma manera,
al presidente Monson le encanta contar relatos para
ilustrar sus enseñanzas. El presidente Eyring,
reflexionando en el uso de relatos por parte del
presidente Monson, dijo que ustedes pensarán que el
relato ya lo habrán oído antes, pero si son pacientes y
escuchan con atención, descubrirán que los relatos
no son los mismos, porque el Espíritu les inspirará
para recibir el mensaje de una manera diferente.
34
Uno de los relatos que él cuenta viene de sus días
de diácono. Al presidente Monson y a otros
miembros de su quórum se les había asignado ser los
esquimales en una gira del grupo de teatro del barrio.
La hermana del presidente Monson representaba a la
Dama de la Libertad. Al enfermarse su hermana de
una severa laringitis en el preciso momento de la
presentación, se temía que ella no pudiera decir su
parte y el espectáculo se cancelara. Los ―esquimales‖
decidieron hacer algo al respecto. Se reunieron en un
cuarto en el sótano de la capilla y se arrodillaron a
orar. Ellos buscaron la intervención del Espíritu del
Señor a favor de la hermana del presidente Monson
y, en el tiempo señalado, la Dama de la Libertad
pudo decir su parte con una voz clara. La hermana
del presidente Monson recordó esa experiencia como
un milagro en su vida y estuvo agradecida por
aquellos esquimales.
Este sencillo relato nos recuerda que el presidente
Monson siempre ha sido una persona de gran fe y
oración. Él utiliza esos grandes dones para bendecir
la vida de muchos hoy en día. Es un ejemplo de la
clase de hombres y mujeres que debemos ser: gente
de fe y oración. La oración es esencial para nuestro
fortalecimiento y convicción personales. Recuerden
la pregunta de Nefi a sus incrédulos hermanos:
―¿Habéis preguntado al Señor?‖ (1 Nefi 15:8). La
vida del presidente Monson es un modelo que
podríamos usar para definir y conformar nuestra
propia vida.
Oren en busca de ayuda al tomar decisiones
Muchos de ustedes están en un momento en el
que tomarán decisiones que moldearán su vida
terrenal así como su vida eterna. Algunos ya están en
el proceso de tomar decisiones sobre su formación
académica; otros tal vez piensen en una misión;
muchos tal vez estén procurando decidir qué carrera
seguir y qué trabajo desempeñar en la vida. Quizá
algunos de ustedes estén intentando decidir si ese
alguien es la persona apropiada para ser su
compañero o compañera por la eternidad. Estas
decisiones serán mucho más fáciles de tomar si las
presentan ante el Señor en oración.
Algunos de ustedes tal vez estén luchando con el
pecado y tratando de decidir si quieren ser limpios
mediante el poder expiatorio de Jesucristo. Otros tal
vez estén fallando en su testimonio del Evangelio y
tratando de decidir qué se puede hacer para revertir
ese rumbo. Las decisiones sobre ésos y otros
importantes asuntos tendrán un gran impacto en la
clase de hombres y mujeres que serán y en lo que
lograrán durante su vida; o, dicho a la manera de mi
amigo Alex, lo que será de ustedes en la vida.
Las decisiones realmente críticas y que moldean
la vida son generalmente muy difíciles de tomar.
Siempre existen esas pequeñas condiciones,
aditamentos y objeciones que tienden a complicar y
retrasar la respuesta. Con frecuencia he deseado que
hubiera una píldora mágica que pudiéramos tomar y
nos hiciera tomar la mejor decisión. Pero a falta de
esa píldora mágica, ¿les puedo ofrecer una
sugerencia para ayudarles a la hora de tomar
decisiones? Procuren la participación de su Padre
Celestial a través de la oración humilde y después
tengan fe y determinación para seguir Su consejo
según lo indique el Espíritu Santo. El Señor nos ha
pedido que estudiemos las cosas en nuestra mente y
luego le preguntemos. Él promete: ―Haré que tu
pecho arda dentro de ti, por tanto, sentirás que está
bien‖ (D. y C. 9:8). La clase de hombres y mujeres
que llegarán a ser se realzará al escuchar y obedecer
la voz suave y apacible. Recuerden, parte del
escuchar es ―sentir que está bien‖.
En los Estados Unidos se acaba de terminar otra
temporada de béisbol. La Serie Mundial ha
terminado y un nuevo campeón ha sido coronado.
Hace más de 50 años un atleta muy bueno comenzó
a jugar como jardinero izquierdo para los Medias
Rojas de Boston, pero su carrera en el béisbol se vio
interrumpida dos veces por llamados a servir en el
ejército como piloto de combate. Los medios de
comunicación le llamaban ―El gran flaco‖ porque era
muy delgado pero muy bueno bateando. Él fue el
último jugador de las ligas mayores en tener un
promedio de bateo de más de .400 durante todo el
año, es decir, que le pegaba a la pelota más de 4
veces por cada 10 turnos al bate. Ése fue el logro que
lo llevó a la fama y nadie ha sido capaz de igualar su
marca en los últimos 50 años. El nombre de este
jugador era Ted Williams.
Muchos años después de que Ted hubiera
terminado su carrera en el béisbol, el público se
enteró de algo muy interesante sobre él y es que su
visión resultó ser superior a 20/20. Aparentemente
esta extraordinaria y excelente visión que tenía Ted
le daba una pequeña ventaja porque podía ver la
35
pelota mejor que otros jugadores y le daba un micro
segundo adicional para decidir si debía abanicar, él
podía ver si la pelota venía girando o si se iba de
curva hacia adentro o afuera de la zona de strike.
Los que hemos sido bautizados y recibido el don
del Espíritu Santo como compañero constante,
también tenemos una ventaja al tomar decisiones
difíciles. Tal como el éxito en los asuntos de bienes
raíces se define por ―la ubicación, la ubicación, la
ubicación‖, la ventaja del Espíritu Santo consiste en
¡escuchar, escuchar, escuchar!
No se desanimen
A veces me preocupo, y de alguna manera me
avergüenzo, francamente, de que mi generación haya
impuesto una carga a la generación de ustedes con
asuntos y desafíos que nosotros debimos haber
resuelto. En tanto que se ha hecho un gran progreso
en mejorar la vida, alargarla, protegerla, y hacerla
más plena, aún queda mucho de que lamentarse en
cuanto a la codicia, las relaciones y el medio
ambiente, sólo por nombrar algunos asuntos.
Estamos enfrentando la incertidumbre que surge en
los tiempos turbulentos en que vivimos. Resulta muy
fácil desanimarse y tal vez deprimirse un poco al
pensar sobre los posibles resultados. La
incertidumbre en el mercado laboral se junta con una
significativa descomposición económica, y eso se
añade a la intranquilidad de nuestros días. Las
naciones siguen contendiendo unas contra otras.
A pesar de todo eso, mis jóvenes amigos, no
debemos temer ni escuchar a nuestros temores. Las
Escrituras nos recuerdan que si estamos preparados,
si somos obedientes y si somos miembros de la
Iglesia del Señor no debemos temer lo que el futuro
nos depare. ―Los justos no tienen por qué temer‖ (1
Nefi 22:22; véase también Alma 1:4; D. y C. 10:55).
La clase de hombres y mujeres que seamos, se verá
influenciada por lo bien que manejemos los temores
y las vicisitudes de la vida. Al darnos cuenta de que
la vida real se compone de luchas, problemas,
errores, de oportunidades y lecciones, por favor
recuerden el antiguo proverbio chino que dice: ―La
gema no puede ser pulida sin fricción, ni el hombre
perfeccionado sin tribulaciones‖. Según los términos
del Señor: ―...porque es preciso que haya una
oposición en todas las cosas‖ (2 Nefi 2:11).
A pesar de la incertidumbre y las deficiencias del
mundo, hay mucho por lo cual estar agradecidos y
ser entusiastas. Soy un optimista y he llegado a la
conclusión de que el año 2008 es la época más
emocionante en la historia del mundo para vivir y
obtener las bendiciones celestiales que provienen al
tener al alcance la plenitud del evangelio de
Jesucristo. Me estremece hasta la médula el
contemplar la forma en que el Evangelio está
penetrando el corazón y la mente de los hijos del
Padre Celestial por todo el mundo.
Pienso que pocos de ustedes, si es que hubiera
alguno, saben lo que sucede en las Oficinas
Generales de la Iglesia el primer viernes de
diciembre. Ese día se ha apartado por tradición para
que el Consejo de Disposición de los Diezmos se
reúna, como lo indicó el Señor en la sección 120 de
Doctrina y Convenios. Bajo la dirección de la
Primera Presidencia, el Quórum de los Doce y el
Obispado Presidente, todos se reúnen para decidir
cómo se utilizarán los recursos de la Iglesia el
siguiente año. Es emocionante ver los muchos
nuevos lugares de adoración que se autorizan y
construyen y el número de templos en constante
aumento. Se abastece a los obispos de todo el mundo
con los recursos para buscar y ayudar a los pobres;
se apoya a los misioneros en más de 350 misiones;
se aprueban los proyectos para adelantar la obra en
los templos; se apartan fondos para facilitar la
educación superior y la educación religiosa. La obra
del Señor sigue adelante para alcanzar su destino
profético.
Me da ánimo el pensar en la gran declaración de
fe que hizo el profeta José: ―Ninguna mano impía
puede detener el progreso de la obra‖3. ¿Acaso no es
emocionante el darse cuenta de que ustedes tendrán
la oportunidad de estar al frente de este milagro que
sucederá? La clase de hombres y mujeres que serán,
se deberá en parte a la devoción y la participación
que tengan al llevar adelante el reino de Dios. Junto
con la devoción también se requiere mucha
autodisciplina. Jim Rohn, un notable y motivador
orador, dijo: ―La disciplina es el puente entre las
metas y los logros‖4.
Me encanta la música sacra, en particular los
himnos de loor y motivación. Uno de esos himnos
que a menudo cantamos es ―Venid, renovémonos‖.
Las palabras fueron escritas cerca del año 1700 por
Charles Wesley y la música se le atribuye a James
Lucas. El impresionante coro de la Universidad del
36
Estado de Utah cantará este hermoso himno para
nosotros al concluir nuestra velada. Los Santos de
los Últimos Días se congregan en reuniones
sacramentales, devocionales y otras ocasiones para
cantar, orar y renovar sus convenios y compromisos,
así como para darse ánimo mutuamente. Obtenemos
una especie de sinergia renovada al reunirnos, y la
música juega un papel importante en ese proceso;
pues calma nuestras almas y sensibiliza nuestro
espíritu en cuanto a las cosas celestiales. El Señor
nos ha recordado que ―la canción de los justos es una
oración para mí‖ (D. y C. 25:12). Por favor tomen
nota de la letra de este alentador himno:
Venid, renovémonos en nuestra jornada,
que con los años se va,
y nunca se detendrá hasta que el Maestro venga.
Su divina voluntad alegremente cumpliremos,
y nuestros dones mejoraremos
con paciencia, esperanza y amor...
Nuestra vida es un sueño, nuestro tiempo como el
agua
rápidamente se desliza,
los momentos fugaces no perduran;
y como una flecha se van.
El año milenario
ya está a nuestra vista, así como la eternidad...
¡Oh, que el día de Su venida podamos decir:
―He luchado en mi camino;
he concluido la obra que me diste‖!
¡Oh, que el Señor nos diga las dulces palabras:
―Bien, buen siervo y fiel,
entra en el gozo de tu Señor; y siéntate en mi
trono!‖5.
El mensaje de ánimo que transmite este himno es
claro. Sugiere que en nuestro afán de llegar a ser tal
como el Salvador dijo: ―aun como yo soy‖, debemos
renovar con frecuencia nuestro entusiasmo y nunca
dejar de hacer buenas obras hasta que el Maestro
venga. Si nos tardamos, el tiempo pasará y el
momento fugaz se irá para siempre. Cada uno de
nosotros, en el día de Su venida, querrá informar:
―He luchado en mi camino; he concluido la obra que
me diste‖. Y grande será el gozo al escuchar como
respuesta: ―Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo
de tu Señor; y siéntate en mi trono‖. Ésta puede ser
nuestra porción si la meta es ser la clase de hombres
y mujeres que el gran ―Yo soy‖ ha sugerido.
Con frecuencia los miembros de nuestra Iglesia
son examinados y puestos en una norma más alta que
nuestros amigos de otras denominaciones. ¿Han
notado que a menudo en las noticias de los medios se
resaltan titulares como: ―Obispo mormón comete...‖,
―Ex-misionero Santo de los Últimos Días se
involucró en...‖, ―Madre mormona convicta por...‖?
Lo que hacemos en el anonimato es tan importante
como lo que hacemos en público. A menudo hay
ojos observándonos desde lugares estratégicos
ocultos. En cierta forma vivimos en una casa de
cristal.
Hace algunos meses me encontraba reparando un
tubo de agua roto y, durante el trabajo, la ropa se me
mojó y ensució, y mis brazos se llenaron de grasa.
Me di cuenta de que necesitaba un repuesto para
reparar el tubo y, en vez de tomarme el tiempo para
asearme, subí a mi auto y manejé hasta la ferretería.
Al estar viendo cuidadosamente el conjunto de
repuestos para asegurarme de comprar la medida y la
rosca correctas, un hombre que yo no conocía se
acercó caminando por el pasillo detrás de mí. Al
alejarse de mí unos cuantos metros, le oí decir: ―No
me parece que ése sea el Obispo Presidente‖. Me
sentí avergonzado más de lo que podía expresar
porque había fallado en vivir de acuerdo con las
normas que se esperaban de mí. En este momento
me pregunto con autocrítica: ―David, mi muchacho,
¿alguna vez aprenderás?‖.
Concéntrense en lo más importante
Las aspiraciones y el trabajo arduo son
ingredientes esenciales en el logro de objetivos
dignos. Ustedes son una generación de gran
promesa. Han sido investidos con muchos dones de
Dios. Son brillantes e inteligentes. Aquellos de
ustedes que usen su inteligencia para lograr metas
bien concebidas están destinados a ser exitosos. Pero
los que sean inteligentes, y tengan metas y
aspiraciones, serán esa clase de hombres y mujeres
con quienes nuestro Padre Celestial cuenta para
llevar adelante Su reino.
Poco antes de terminar mi misión, se llevó a cabo
el Torneo Mundial de Golf, que tuvo lugar en el club
de golf Royal de Melbourne, Australia, y a los
golfistas novatos se les dio la oportunidad de jugar
con un profesional en prácticas de pre-competición.
En el último día de mi misión, pude participar en esa
práctica, aunque no los aburriré con los detalles de
37
cómo se efectuó. Cuando llegó mi turno de sacar del
sombrero el nombre del profesional con el que
jugaría, saqué el nombre de Arnold Palmer.
Hablando de intimidación en relación al discursar en
la conferencia general, esa intimidación fue sólo una
pequeña parte de lo que sentí el preciso momento en
el que vi el nombre de ―Arnold Palmer‖ en el
papelito que saqué; desde luego, yo no había tenido
un palo de golf en mis manos por más de dos años y
¡estaba muy nervioso!
No recuerdo mucho sobre la práctica de golf de
ese día, salvo que jugué muy mal. En el hoyo 17,
hicimos nuestro tiro, caminamos unos cuantos
metros e hice mi segundo tiro y poco después mi
tercero antes de llegar adonde estaba la pelota del
señor Palmer. El joven caddie australiano del señor
Palmer intentaba con gran afán complacerlo, y
escuché que le dijo que a la izquierda el terreno
estaba inclinado y que había un riachuelo que no se
divisaba desde allí. También le dijo que a la derecha
el pasto estaba muy crecido y que era muy difícil
hacer un swing.
El señor Palmer puso su palo de golf con
precisión en la bolsa y tranquila pero firmemente le
dijo al joven caddie: ―Por favor no perturbe mi
mente con lo que está a la derecha y no me interesa
lo que está a la izquierda; la única información que
necesito es la distancia exacta desde la pelota hasta
la bandera que está en el hoyo‖.
¡Ah! Esa fue una enseñanza potente para mí, me
di cuenta de lo importante que es la concentración y
lo importante que es no distraerse con lo que esté a la
izquierda o a la derecha. La concentración es muy
importante en el logro de nuestras metas. Muchos de
nosotros nos preocupamos en lo que está a la derecha
y a la izquierda y fallamos en concentrarnos en el
objetivo que está exactamente en medio. Cuando
fallamos en concentrarnos en las cosas correctas, es
difícil llegar a ser la clase de hombres y mujeres que
anhelamos ser. En este deber, recuerden que el Señor
ha prometido: ―Iré delante de vuestra faz. Estaré a
vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu
estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de
vosotros, para sosteneros‖ (D. y C. 84:88).
Ruego que en nuestros deberes y en nuestra vida
siempre nos concentremos en las cosas más
importantes. Testifico que estamos en la obra del
Señor. Somos bendecidos por tener profetas
vivientes que nos guían. He sido bendecido por
haber servido bajo la dirección de cuatro profetas de
esta dispensación. Creo que ahora sé algo sobre los
profetas y testifico que Thomas Spencer Monson es
un profeta de Dios en todo el sentido de la palabra.
Sé que tenemos un Padre Celestial amoroso y
viviente, nosotros somos Sus hijos e hijas. Estoy
agradecido por Su Hijo Unigénito, el Salvador que
expió nuestros pecados. Testifico a los que se sientan
perdidos o sin esperanza o sientan que el pecado ha
impedido su progreso, que la expiación de Cristo
está disponible y que Su misericordia permanece
para siempre. Yo sé que José Smith fue el profeta de
la Restauración.
Aprovecho esta oportunidad para invocar las
bendiciones del cielo sobre cada uno de ustedes, y lo
hago rogando que ustedes respondan y tengan la
determinación de ser la clase de hombres y mujeres
que nuestro Padre Celestial quiere que sean, y lo
hago por la autoridad investida en mí y en el sagrado
nombre de Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.
Amén.
NOTAS
1. De Christian Weibell para Diane Lefrandt, correspondencia personal, usada con permiso.
2. Original de Robert Woodruff; véase Thomas S. Monson, ―El portal del amor‖, Liahona, enero de 1988,
pág. 66.
3. Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 149.
4. Jim Rohn, The Treasury of Quotes (2001), pág. 40.
5. Hymns, Nº 217.