badiou alain - de la ideologia

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  • 7/29/2019 Badiou Alain - De La Ideologia

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    De la ideologa

    ALAIN BADIOUFRANOIS BALMS

    (Traduccin: A. Arozamena)

    Yenan sntesisFranois Maspero 1976

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    Presentacin

    En un fascculo anterior1 ya recordamos el doble origen de esta serie consagrada almaterialismo dialctico: de un lado, la prctica revolucionaria maosta centralizada porel grupo para la fundacin de la Unin de Comunistas de Francia Marxista-Leninista

    (U.C.F.M.L.), de otro, la serie de cursos hechos entre 1969 y hoy da.La cuestin de la ideologa es el ejemplo ms impresionante de una cuestinterica puesta a prueba y dividida por el movimiento real. En las formulaciones deAlthusser anteriores a Mayo del 68, la ideologa estaba marcada por el sello de infamiade lo que se opone a la ciencia. En lo inmediato despus de Mayo 68, por el contrario,los lmites polticos del movimiento de masas han sido transfigurados por la exaltacinde su carga ideolgica. Es la poca donde los chupatintas de la burguesa hablan decrisis de la civilizacin y donde la Gauche Proltarienne anuncia que estamos en laetapa de la revolucionarizacin ideolgica de masas.

    En este sentido, la presente intervencin sobre este problema vehiculaimplcitamente un balance sobre el perodo transcurrido. Toma apoyo sobre su punto

    fuerte (la crtica de masas del revisionismo, y en particular la denuncia de Althusser)para evaluar y rectificar sus puntos dbiles (la adopcin de un punto de vista de masasindiferente al anlisis de clase).

    Es por esta razn por la que la dialctica masas/clase es el verdadero centro degravedad de este libro. Est armado de est dialctica que se puede correctamenteinvertir y arruinar, sin hacer ninguna concesin a los ideologismos de ultraizquierda:Deleuze y su deseo, Glucksmann y su gulag.

    El conjunto de este balance crtico produce dos ideas que, al menos en suformulacin, pueden parecer nuevas:

    -la existencia en toda revuelta revolucionaria de masas, cualquiera que sea lapoca en cuestin, de aspiraciones igualitarias, antipropietarias y antiestatales, quedesignamos aqu con el nombre de invariantes comunistas;

    -el reconocimiento del proletariado como potencia lgica.Estas ideas estn ampliamente an en el estado de hiptesis tericas y debern

    ser probadas en otros campos ms que el de las leyes internas del proceso de escisin dela ideologa. Concedemos una particular importancia a la vigilancia crtica de loslectores sobre estos dos puntos.

    Como en todos los fascculos, hemos pretendido volver fcilmente prcticas lasreferencias a las obras de Marx, Engels, Lenin, Mao Tse-Tung. Cada vez que esto seaposible enviaremos a las obras escogidas (anotadas OC) ms corrientes:

    -Marx y Engels, O. C. en tres volmenes, Editorial Progreso, Mosc.

    - Lenin, O.C. en tres volmenes, Editorial Progreso, Mosc.-Mao Tse-Tung, O. C. en cuatro volmenes, Ediciones en lenguas extranjeras,Pekn.

    Para cualquier otra referencia damos las precisiones necesarias en las notas.Aadimos que la lectura del libro de Engels La Guerra de campesinos en

    Alemaniaconstituye un contrapunto til a esta del presente fascculo.

    Enero 1976.

    1 Alain Badiou,Thorie de la contradiction, Maspero, 1975.

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    Ideologa y lucha ideolgica

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    A. Lucha de clases en filosofa

    Se reconoce la filosofa marxista, ella se distingue enseguida. Y cmo? Por dosparticularidades:

    La filosofa marxista, el materialismo dialctico, tiene dos particularidades

    evidentes. La primera, es su carcter de clase: ella afirma abiertamente que elmaterialismo dialctico sirve al proletariado; la segunda, es su carcter prctico: ellapone el acento sobre el hecho de que la teora depende de la prctica, de que la teora sefunda sobre la prctica, y a su vez sirve a la prctica..

    Son evidentes estas particularidades? Se puede objetar que la ideologaburguesa tambin se funda sobre la prctica (de la explotacin y de la opresin) y sirvepara perpetuarla. En cuanto a ocultar bajo el velo de lo universal los intereses de claseque legitima, ello es en efecto una especialidad particular de la filosofa de losexplotadores. Sin embargo, la ideologa (poltica) burguesa, incluso liberal, es,generalmente, la ms transparente. Es de la manera ms abierta en la que ella defiendela propiedad, la libre empresa y el parlamentarismo contra el colectivismo totalitario y

    la dictadura de un partido.Se puede mantener un slo segundo que las clases explotadoras ignoran en

    filosofa los intereses que son los suyos? No es lmpida la teora de Aristteles sobre elesclavo como herramienta que habla (animada), simtrico-equivalente a laherramienta como esclavo inanimado? No hay ah, y de la manera ms franca, elconcentrado de lo que el propietario exige en efecto que sea el esclavo? J. Rancire nose equivoca al recordar, contra las orgas del imaginario humanista y de lasinscripciones inconscientes donde se quiere cercar las operaciones de la propagandaideolgica, que la burguesa que adems, como dijo Marx, produce ella misma la teorade la lucha de clases y todo lo que de ella depende inmediatamente- anuncia de lamanera ms cruda lo que ella piensa que deben ser los obreros, y el modo sobre el queconviene que se queden en su lugar, que la burguesa slo es humana por eclipses, ydeja de serlo inmediatamente cuando el proletariado hace mina al encontrarse estrechoall donde se pretende meterlo.

    Vean como, en el fin de la Comuna, en lo ms fuerte de la masacre, A. Dumas(hijo) se revela como un excelente filsofo materialista, tanto en lo que concierne a losorgenes prcticos del pensamiento como para lo que est al servicio de su clase. Parasus lectores del Figaro l est aqu comprometido en una dialctica de la muerte, de lavida, de la identidad y de la diferencia, que culmina con este enunciado vigoroso ytransparente: No diremos nada de las hembras de los comuneros, por respeto a lasmujeres a quienes ellas se asemejan cuando estn muertas.

    Una clase dominante sabe perfectamente lo que ella espera de su ideologa y desus idelogos.Por tanto, slo habra una vez ms, clases dominadas para caer en la

    mistificacin? Se dir todava que a razn de los mecanismos inquebrantables de lasujecin [dependencia: assujettissement] ideolgica inconsciente, los explotados estnsumidos a la identificacin subjetiva que les proponen los explotadores? A esta cuenta,Espartaco condujo contra las legiones del Estado romano a toda una masa de individuosobstinadamente persuadidos de ser herramientas parlantes. Y as, ciertamente, encuanto a Thomas Mnzer slo habra en torno a l sujetos maquinados [fabricados] en laconviccin, con la que Lutero los interpelaba, de cumplir la obra del diablo2. A raz

    2

    De este modo no sera extrao imaginar (como lo hacen todava hoy en da los neo-reichianos) a lasmasas populares soldadas (unidas), bajo el fascismo, por la exaltante identificacin con la hembracolectiva del J efe flico.

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    de lo que no les quedara a estos campesinos ms que esperar, en los rezos ideolgicosde su subjetividad falaz, la suerte que el idelogo Lutero les exhortaba a reservarse aellos (los campesinos), sus rebaos: Aquellos que puedan deben despedazarlos,estrangularlos, degollarlos, en secreto y pblicamente []. Es necesario acabar conellos como se acaba con un perro furioso []. Degollad, despedazad, estrangulad! Si

    cais en la lucha nunca tendris una muerte ms santa ya que moriris en la obediencia ala palabra de Dios (Romanos, 13, 5 y siguientes)y al servicio del amor, para salvar avuestro prjimo del infierno y las garras del diablo3.

    No est ah an la excelente filosofa? No estamos lo ms cerca posible de losorgenes protestantes del humanismo burgus? Es cierto que de su lado, como sirepentinamente su asignacin ideolgica se hubiera disuelto, los campesinos alemanesformularon en doce puntos, la cual, con una precisin que dice de largo sobre el carcteracumulativo, interno, permanente de su inteligencia en rebelin, propona bagatelascomo la abolicin de la servidumbre, el cese del pago del diezmo (dme) y la revisindel censo que afectaba a la tierra. Precisin que certifica tambin que ningncampesino, aunque pudiera estar "interpelado ideolgicamente" por la religin, juzgaba

    como necesario, "para establecer en el mundo un nuevo orden", lo que exiga Lutero,que este nuevo orden fuera el "orden, la potencia y el derecho de Dios, como lo tienenahora los seores"4.

    Y si ignoramos la filosofa de Espartaco, podemos, sin ningn riesgo, apostar aque tena como artculo 1 la liberacin de los esclavos, de donde se inferir que la teorade la herramienta parlante apenas encontraba arrendatarios entre los esclavos.

    Por qu todo esto? Para abordar la cuestin de la lucha de clases en filosofa ala luz de un principio indiscutible, pero a menudo olvidado: los explotadores sabenperfectamente donde est su inters, y quienes actan o hablan en su nombre. Y losexplotados de todos los siglos saben quien les explota y cmo. Los explotados forjan suconciencia en la cotidianidad de la explotacin misma, y no en los entresijos de loimaginario. Pues, como dice Marx, en la vida corriente, cualquier tendero sabe hacermuy bien la distincin entre lo que cada uno pretende ser y lo que es realmente5.

    La mxima objetiva que regula las relaciones de clase prcticas, aquella queatraviesa todo, aqu comprendida la filosofa es: Ah donde hay opresin, hayrevuelta. Los oprimidos quieren derrocar a los explotadores, los explotadores vencertoda resistencia. Todo lo que piensan no puede ms que reflejar esta necesidadfundamental. De ah se desprende que la singularidad de la filosofa marxista no est nien su relacin consciente con la lucha de clases, ni en su vnculo con la prctica social yms particularmente con la prctica poltica6. Y todava menos representa un real quese opone al imaginario de las filosofas anteriores.

    La verdad, es que toda una capa de glosas sobre la ideologa comorepresentacin imaginaria, todo un discurso destinado a vincular el marxismo con lateora del inconsciente por medio de la fantasmtica ideolgica, o de la teora del sujeto,ha terminado por obscurecer duraderamente la cuestin7. Este oscurecimiento prohbe

    3 LUTERO, tratado de Abril 1525 titulado: Contra las bandas saqueadoras y asesinas de loscampesinos.4 Carta de Lutero a su cuado, Abril 1525.5 MARX-ENGELS, La Ideologa Alemana.6 Platn, Aristteles, Leibniz, Spinoza, Rousseau, Hegel, son todos tericos de la poltica, y muchos deentre ellos, prcticos.7 De entre estas tentativas obstinadas, Michel Pcheux, que hace figura como un verdadero fsil dejado

    all tal cual por las sedimentaciones resultantes de Mayo 68, ofrece todava el cuadro ms laborioso: Larelacin entre inconsciente (en el sentido freudiano) e ideologa (en el sentido marxista) comienza as aaclarase, se va a ver, por la tesis fundamental segn la cual la ideologa interpela a los individuos como

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    ver que lo esencial de la frase de Mao se concentra en las palabras servir yabiertamente, en lo que estas palabras implican en la poca de las revolucionesproletarias. No es desplegar su ser de clase y la particularidad histrica de su contenidolo que singulariza a la filosofa marxista. Es proponerse explcitamente el serviciorevolucionario del proletariado organizado en clase para ejercer su dictadura. La esencia

    distintiva de esta filosofa no es ser una filosofa de clase, no es lo que es en verdad noimporta qu filosofa. Su esencia distintiva es ser abiertamente una filosofa de partido.El materialismo dialctico es, en la historia, no la primera filosofa de clase, todavamenos la primera filosofa que viene de la prctica; es la primera filosofa organizada,la primera filosofa de organizacin.

    De ah que el materialismo dialctico no se opone de ninguna manera a filosofaburguesa como lo que es consciente de sus intereses de clase a lo que esinconsciente. Es preciso estar singularmente insertado en la dudosa problemtica delefecto sujeto para avanzar, como lo hace Pechux, que las formas burguesas de laprctica poltica [] son formas espontneas donde se expresan ciegamente losintereses de la burguesa8! Aserto que tiene a este como reverso: la prctica poltica

    proletaria no esel acto de un sujeto (que sera el proletariado)9..As la burguesa es el sujeto ciego de su poltica y el proletariado el vidente no-

    sujeto de la suya! He ah donde todo esto nos lleva a la forclusin de lo esencial: que elproletariado es precisamente la primera clase explotada en constituirse en la historiacomo sujeto, bajo la forma concentrada de su partido. Y la primera tambin en produciruna filosofa que, porque ella es una filosofa de partido, porque ella hace cuerpo con elservicio organizado de la revolucin proletaria, puede practicar, abiertamente comodice Mao, lo que constituyen las tres caractersticas esenciales de toda filosofa y detoda ideologa: sus orgenes prcticos, su contenido de clase y su finalidad poltica.

    Abiertamente, lo que quiere decir: en la toma de partido, en la fidelidad ylealtad efectiva y continuada a la organizacin del combate del proletariado. Lafilosofa, por lo tanto, no es ms la opinin (de clase) de un individuo, sino la doctrinacolectiva de un movimiento, el cemento de su insurreccin tanto como el Estado que suvictoria construye10. Ningn paso aqu, de lo imaginario a lo real; sino ms bien unasumisin subjetiva a un servicio colectivo organizado, sumergido en su vocacinpartisana.

    Es necesario acabar de una vez con la teora de la ideologa en general comorepresentacin imaginaria e interpelacin de los individuos como sujetos. La IdeologaAlemana, el materialismo de Marx no tolera tales exgesis. Retomemos una vez el textoarchiconocido:

    Los pensamientos dominantes no son otra cosa ms que la expresin de las

    relaciones materiales dominantes tomadas bajo la forma de ideas, por tanto la expresinde unas relaciones que hacen de una clase la clase dominante; dicho de otro modo, sonlas ideas de su dominacin11..

    sujetos. (M. PCHEUX, Les Verits de La Palice, Maspero, 1975.). Y qu decir de que para Pcheuxeste esclarecimiento no ha hecho ms que comenzar!8 Ibid.9 Ibid.10 Es preciso por tanto reivindicar y defender la idea de que el materialismo dialctico esineluctablemente, no solamente una filosofa de partido, sino tambin una filosofa de Estado, la filosofadel Estado de la dictadura del proletariado. La nueva Constitucin del Estado chino no hace misterio: Elmarxismo, el leninismo, el pensamiento de Mao Tse-Tung constituyen el fundamento terico sobre el

    cual nuestro Estado gua su pensamiento (Artculo 2). Abiertamente quiere decir esta vez: s, todafilosofa, incluida la nuestra, repudia el pluralismo y cimenta un poder.11 MARX-ENGELS, La Ideologa Alemana.

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    La ideologa dominante, dice Marx, es el reflejo de las prcticas de dominacinde una clase. Ella expresa las relaciones materiales, no es una funcin especficaoperando en elementos del inconsciente.

    La ideologa es esencialmente reflejo, y en este sentido, lejos de ser un operadordisimulado, es al contrario muy exactamente lo que se ve, lo que se enuncia

    efectivamente, de manera aproximativa, pero real, el orden material, es decir lasrelaciones de explotacin. Por qu querer obstinadamente sustituir a esta idea fuerte ysimple por una doctrina del inconsciente y del sujeto? De hecho, esta sustitucin mismamanifiesta la expresin de fuerzas de clase. Hay siempre un vnculo entre eloscurecimiento deliberado de la cuestin de la ideologa y el rechazo a la toma departido en las acciones de clase ms evidentes. Marxismo-leninismo o revisionismo,U.R.S.S o China, organizaciones maostas o PCF: he ah lo que expresa una lucha amuerte, mundial y nacional, desprovista, en sus grandes lneas (aquellas que interesansobre todo a la filosofa), de toda ambigedad. Pero justamente nuestros tericos de laideologa como lugar imaginario e interpelacin como Sujeto son aqullos queincluso rechazan la claridad de esta lucha y a los que el requerimiento histrico de tener

    que elegir les molesta. Y es porque se obstinan en apoyar a la canallera del PCF y delos Sindicatos, proclamndose al mismo tiempo marxistas-leninistas, por lo queAlthusser, Pcheux y tantos otros han tenido la necesidad de esa penosa sofisticacin encuanto a las races de las ideologas. Es por esta razn por lo que su propia expresin delas relaciones materiales es por lo menos confusa. En ellos no hay ms que estrellasfugaces y dramas de la noche.

    Veamos a Pechux: no se puede encubrir por frmulas la ausencia, que pesa yes bastante pesada, de una articulacin conceptual elaborada entre ideologa einconsciente: estamos an en la fase de los resplandores tericos que cruzan laoscuridad12.

    Por una vez, estos resplandores en la sombra, son completamente el reflejoideolgico del oportunismo y el complot donde an perduran, bajo la tutela deMarchais, los althusserianos y sus satlites.

    Para llegar al corazn de la cuestin, es preciso simplificarla de antemano. Y enconsecuencia rehacer, a nuestra escala, el gesto por el que Marx y Engels, a propsito delos jvenes hegelianos pusieron en claro el contraste tragicmico entre estos hroes ysus ilusiones con respecto a sus mismas hazaas13.

    Pues si los jvenes hegelianos se pensaban luchar contra las ilusiones de laconsciencia, sus sucesores, nuestros jvenes marxistas no nos han hecho ganar ni unpoco de terreno al invitar desde lo alto de su saber a las masas sujetadas a luchar contodo su corazn contra las ilusiones del inconsciente.

    12 M. PECHEUX, op. cit. Lo que al contrario es perfectamente claro para Pechux es que la URSS deBrejnev es un pas socialista: A partir de los aos 60, los investigadores soviticos y de otros pases

    socialistas comienzan a desarrollar bsquedas de semitica (ibid. p. 10). Socialista, Brejnev, y semiticopor aadidura. Qu hombre!13 MARX-ENGELS, La Ideologa Alemana.

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    B. La Teora revisionista de la ideologa1. Crtica de una autocrtica

    Se puede tener la impresin de que atacar a da de hoy el concepto althusseriano de

    ideologa es el intil placer de la coz del asno. En primer lugar porque el movimiento demasas mismo, justo despus de Mayo del 68, ha designado como objetivo la famosaoposicin ciencia/ideologa. Y despus porque algunos, y en particular Rancire, ya hansistematizado muy bien esta crtica. En fin, porque, as sumada a su explicacin (en1969) sobre estos puntos, Althusser produce (en 1974) lo que l mismo llamaelementos de autocrtica.

    Se sabe de sobra cul es la importancia extrema para los marxistas-leninistas delconcepto de autocrtica. Como dice Mao Tse-Tung: Hay una caracterstica muydestacada que nos distingue de otros partidos, es la prctica consciente de laautocrtica14.

    Sin embargo, a razn misma de su importancia, es necesario mucho ms que lo

    comporta el concepto de autocrtica como cubierto de no importa qu arrepentimiento,incluso an cuando est escoltada de rectificaciones aparentes, sobre lo que se pens ose hizo anteriormente. El examen de la autocrtica de Althusser tiene algo deinteresante puesto que permite una clarificacin del proceso real de autocrtica. De esteproceso real, la autocrtica de Althusser es, en efecto, un contra-ejemplo significativo.Ah todava un concepto esencial del marxismo-leninismo se encuentra dividido en susignificacin autntica y su desviamiento revisionista.

    La autocrtica de Althusser presenta 5 caractersticas convergentes. Es arrogante,idealista, irresponsable, hipcrita y metafsica. Y no se trata aqu de insultos, sino deconceptos por hablar al modo de un epistemlogo. Demostrmoslo.

    a) Elegir uno mismo lo que est en juego en la autocrtica y no tener en ninguna cuentala crtica: arrogancia

    Althusser sita el punto central de su autocrtica sobre la cuestin de lasrelaciones entre la ciencia y la filosofa. Se acusa, con toda suerte de precauciones, dehaber confundido el corte [coupure] (que designa la constitucin histrica de unanueva ciencia) y la ruptura [rupture] (que seala un cambio de la posicin de clase enel campo de la filosofa). Es a esta confusin a lo que reserva el nombre de desviacinteoricista. Por otro lado, Althusser precisa con mucho vigor que l es el primero enpercibir sus propios errores. Nunca ha ledo verdaderas crticas que fuesen bsicamentecoherentes, por tanto, realmente esclarecedoras y convincentes15.

    Se ve bien lo que Althusser quiere decir aqu por crtica coherente. Esta quieredecir en claro: yo, Althusser, no comprendo la crtica ms que cuando ella estformulada en el interior de mi propia coherencia, en mi propio lenguaje. Dicho de otromodo, nicamente me son inteligibles las crticas que yo me dirijo a m mismo.Althusser es el Cyrano de Bergerac de la autocrtica: Yo mismo me lo sirvo conbastante vivacidad pero no soporto que otro me lo sirva.

    La verdad es que los maostas, y tras ellos la vanguardia del movimiento juvenil,han acusado a Althusser de teoricismo en todo el curso de la ruptura de Mayo de 68;puesto que por teoricismo se entenda entonces, muy precisamente, la imposibilidad enla que se encontraba Althusser para articular correctamente las cuestiones de la cienciay de la ideologa sobre aquellas de la lucha de clases; puesto que Althusser en 1974 no

    14 MAO TSE-TUNG, Del gobierno de coalicin.15 L. ALTHUSER, Elementos de autocrtica.

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    dice nada ms, sino que, bajo la apariencia de coherencia, hace y separa de lasituacin histrica concreta estas crticas esenciales. Es necesario, a pesar de todo,recordar que, a partir de antes de 1968, el movimiento de establecimiento en lasfbricas, a travs del cual la U.J .C.M.L. intentaba practicar un principio de fusin delpensamiento Mao Tse-Tung y del movimiento obrero real, estuvo acompaado de una

    vigorosa crtica del teoricismo althusseriano, que haba marcado el perodo de fundacinde esta organizacin.La autocrtica es necesariamente arrogante cuando ella se define como una

    relacin en s, como una confesin intelectual. La verdadera autocrtica est siempredialcticamente articulada sobre la crtica. Es eso lo que la distingue del resto y hace deella un momento de ligazn con las masas, interno al proceso de conocimiento.

    Bajo la apariencia de autocrtica, Althusser encuentra an el medio de dar pruebade su desprecio por el movimiento de masas: segn l, cuando este movimiento loacusaba unnimemente de teoricismo, no era ni coherente, ni profundo, ni convincente.As, la autocrtica de Althusser se carga de su contrario: una arrogante crtica de lasideas justas de masas.

    b) No referir la autocrtica al movimiento real sino a las solas insuficiencias de supensamiento: idealismo

    Lo que ha vuelto intolerables las posiciones de Althusser sobre la ideologacomo elemento del error y de lo imaginario, opuesto a la verdad de la ciencia no es,ciertamente, el movimiento mismo de todos estos conceptos. Es la aparicin, en latempestad revolucionaria de Mayo de 68, de una lucha ideolgica de masas, que hacade la oposicin entre marxismo-leninismo y revisionismo moderno una verdaderafuerza histrica. En la materia, las races de clase de esta oposicin no tuvieron nadaque ver con la epistemologa, sino que encontraron su plan de prueba en el desarrolloconcreto de las luchas populares. Dicho de otro modo, lo que durante todo un tiemporechaz el conjunto del discurso althusseriano, lo que as ha desenmascarado, desde elpunto de vista del porvenir, las virtualidades reaccionarias, es un cambio radical de lasituacin histrica misma, y de las relaciones de clase que la estructuran. Todaautocrtica se encierra en el idealismo si no toma, en primer lugar, apoyo sobre estecambio y no saca todas las lecciones de lo que el propio movimiento de masas pens ypractic.

    Pues, Althusser, no solamente no incluye en su autocrtica ninguna toma departido sobre el subvertimiento (cambio radical) de la situacin de clase, sino que llega,para justificar que su rectificacin se despliega en la esfera de las ideas puras, hasta anegar pura y simplemente que la coyuntura haya verdaderamente cambiado:

    La coyuntura bajo ciertos de sus aspectos al menos aparentes ha cambiadodesde hace diez aos, y, en estos accidentes el frente de lucha se desplaza, as como elfrente de la lucha poltica. El fondo, con todo, sigui siendo sensiblemente el mismo16.

    Esta afirmacin est datada por Althusser en junio de 1972. El perodo duranteel cual, segn l, la coyuntura no ha cambiado ms que en sus aspectos aparentes,permaneciendo el fondo invariable, va de 1962 a 1972; as pues, entre estos cambiosaparentes en la coyuntura encontramos que ella contiene: la ruptura chino-sovitica, aRevolucin Cultural, Mayo de 68, el giro militar de la situacin en el Vietnam, la cadade De Gaulle, etc. Si todos estos acontecimientos, y en primer lugar el desarrollo de lalucha a muerte entre el marxismo-leninismo y el revisionismo moderno, no son ms que

    16 Ibid.

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    apariencias, no es, en efecto, imposible que el nico cambio verdaderamente decisivosea el descubrimiento por parte de Althusser de la distincin entre corte y ruptura.

    c) No indicar claramente ante quin se hace la autocrtica y en qu proceso prctico seinscribe: irresponsabilidad

    Althusser desea hacer saber siempre que l es miembro del PCF. En cuanto anosotros, nosotros deseamos saber qu relacin sostiene su autocrtica con estapertenencia organizativa. La autocrtica materialista no solamente debe abrazar lasituacin concreta en a que ella toma partido, sino que debe designar claramente el lugardonde ella opera y las transformaciones que ella prepara. Althusser procede a lacantonnade. A lo sumo se podr tener en cuenta que esta autocrtica est calurosamentededicada a Waldeck-Rochet que admiraba a Spinoza, del que me habl largamente unda de Junio de 1966. Se siente en esta dedicatoria todo el placer que tiene el maestroen comunicarnos su conversacin filosfica en la cumbre con los bonzos [=sacerdotebudista] revisionistas. Que Waldeck-Rochet no sea aqu mencionado ms que comoadmirador de Spinoza no nos permite sin embargo saber lo que la autocrtica de

    Althusser tiene que ver con el Waldeck-Rochet de 1968, quien exhortaba a sus tropas alaplastamiento de los izquierdistas, escupa sobre el pueblo chino y patrocinaba enLHumanit la denuncia del judo alemn Cohn-Bendit.

    d) Disimular una parte de su pensamiento: hipocresaNadie ignora que entre bastidores Althusser hace saber a las orejas adecuadas

    que la experiencia revolucionaria china merece atencin y que la URSS de Brejnev noes, por supuesto un paraso socialista. Se puede incluso pensar que ciertos aspectos desu obra no estn sin vnculo con la Revolucin Cultural y la consigna repetida de Mao:Jams olvidar la lucha de clases. En su autocrtica, Althusser se advierte, en efecto, deque lo haba olvidado. En frases calculadas al milmetro, Althusser deja inclusoentender a quien sabe escuchar que bien podra ser, aunque hay que observarlo de cerca,que haya pasado algo interesante en China entre 1965 y 1969.

    Estas precauciones, estos silencios, estos rechazos sistemticos de llegarpblicamente hasta el final de su conviccin poltica son el exacto opuesto de lo querinde posible una autocrtica creativa.

    Mao exiga comunistas que siguieran las mximas instructivas del pueblochino: no callar nada de lo que sabes, no guardar nada para ti de lo que tienes quedecir17.

    Althusser, visiblemente, no ha tenido el menor gusto por las mximas del pueblochino.

    e) Autocriticarse en apariencia, pero no rectificar sobre el fondo: metafsica.Cualquiera sabe que la dialctica real de la autocrtica incluye la rectificacin.

    La rectificacin es el proceso donde, dividido por la crtica, el viejo estado de cosas setransforma en el elemento de autocrtica. Cul era en este caso el antiguo estado decosas? Era la doctrina althusseriana de la ideologa que la reduca a un mecanismo deilusin, sin que sea tomado en cuenta el contenido de clase real del que toda formacinideolgica no es ms que la expresin contradictoria. Toda rectificacin sobre el fondoexiga de parte de Althusser, no un simple desplazamiento de la instancia ideolgica porrelacin a sus correlaciones exteriores (la ciencia y la filosofa), sino una refundacincompleta de la definicin misma de ideologa, refundacin que ponga en evidencia:

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    -la relacin de la ideologa con la realidad de los fenmenos histricos deexplotacin y de opresin;

    -el carcter dividido, conflictual y en devenir de la esfera ideolgica. Dicho deotro modo: la necesaria subordinacin de la definicin de la ideologa con la realidad dela lucha ideolgica.

    Pues, al transformar en la periferia las formas de ligazn de la instanciaideolgica (coupure/rupture), Althusser deja invariante el concepto de ideologa engeneral como ilusin funcional y efecto de sujeto. Mejor incluso, lo refuerza,reservando a Spinoza el haber formulado la primera teora de la ideologa(independientemente, por tanto, de toda referencia a las relaciones de clase reales) yenumerando as las tres caractersticas formales de la ideologa: 1) su realidad; 2) suinversin interna; 3) su centro: la ilusin del sujeto.18.

    Para retomar las expresiones de Althusser, diremos que, de manera coherente,convincente y que llega hasta el fondo, Althusser no ha rectificado nada del todo.

    No hay autocrtica. Continuemos la crtica.

    2. Crtica tout courtSi se tiene en cuenta el artculo Ideologa y aparatos ideolgicos de Estado,

    ltima formulacin desarrollada del concepto de ideologa, se vern inmediatamentetres caractersticas del proyecto de Althusser.

    1. Althusser desarrolla el proyecto de producir un concepto general de la ideologay un anlisis del modo de funcionamiento ideolgico que sean explcitamenteindependientes del contenido concreto, y por tanto de la naturaleza de clase deesta ideologa. Esta esencia eterna de la ideologa se apoya sobre: a) la oposicinradical, transhistrica, de la ciencia a la ideologa; b) la tesis de una perennidad ela funcin ideolgica en una sociedad sin clase tanto como en una sociedad declase.

    2. Desde el punto de vista de su funcin, Althusser asigna a la ideologa en generalla funcin de mantener a os individuos en su lugar en las relaciones deproduccin. Es decir, como lo hace sealar Rancire, que l asigna a todaideologa la funcin que es la funcin de la ideologa de la clase dominante.Imagen terica notable de la represin de las masas que caracteriza a losrevisionistas.

    3. Althusser resume un anlisis de lo que es para l la esencia del funcionamientoideolgico, y que puede resumirse en dos proposiciones:

    -la ideologa es la representacin imaginaria de los individuos con lasprcticas sociales;

    -la ideologa interpela a los individuos como (en) sujeto(s).Este es el proyecto althusseriano de una teora general de las ideologas que en

    primer lugar debe ser l mismo criticado.Este proyecto revela claramente una teora estructural de las instancias, y no una

    teora dialctica de las contradicciones. La teora marxista sera la teora de un todosocial, articulacin de instancias en la que cada una puede ser definida en tanto que talcomo trmino de la combinacin. Se trata de hecho de una concepcin formalista ysociologista de la teora marxista que producira un anlisis transhistrico de sus objetossin referirse al contenido de clases determinado de las instancias en cuestin. Tal no esdel todo la conducta de Marx mismo: El Capital no es de ninguna manera, aunque l

    18 L. ALTHUSSER, Elementos de autocrtica.

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    contenga conceptos generales, una teora general de los modos de produccin19, lo queAlthusser quiere que as sea.

    De hecho, la teora marxista tiene siempre por asunto una periodizacin histricaparticular. Cualquiera que sea el nivel de generalidad, el objetivo y el contenido siemprese fijan en la situacin concreta. La teora marxista se desarrolla siempre en referencia a

    la perspectiva de una intervencin prctica sobre estas situaciones, y es solamente desdeeste punto de vista por lo que ella se desarrolla como cuerpo terico. No se encontraranen Marx formas, ni instancias, que puedan ser indiferentes de su contenido de clase.

    Por tanto, nadie se asombrar de que el proyecto formalista de Althusser no seani materialista ni dialctico.

    a) No materialistaEl efecto inevitable del proyecto de Althusser, es quetoda relacin interna entre

    la ideologa y su base material se encuentre rota. Esto aparece en la definicinrepresentacin de la relacin imaginaria del individuo con sus condiciones reales deexistencia. Esta definicin tiene de notable que ella repliega el imaginario ideolgico

    sobre s mismo redoblndolo. La ideologa no es reflejo de las relaciones reales, sinoreflejo de lo imaginario social del sujeto. Imagen de imagen, es desprovista de sudenotacin real. As, puede funcionar como mecanismo cerrado, y oponersemasivamente a la ciencia. Puesto que tal es el objetivo buscado, el mismo ajustado a laideologa revisionista de los expertos: en el redoblamiento de lo irreal (representacinde un imaginario), lo real se desvanece. En ninguna parte se dado valor a la concienciaprctica de los temas, slo es accesible al planteamiento especial y separado de laciencia. La conciencia de ser explotado y la revuelta contra esta explotacin son aquimpensables, y sin relacin ninguna con la introduccin de datos y el conocimiento delas relaciones sociales objetivas.

    Vemos perfectamente la objecin que se nos podr hacer: si la ideologa no es laimagen de una imagen y forclusin cerrada de lo real, ella no est menos ligada a losfenmenos de desconocimiento. Qu hacemos del proceso de la falsa consciencia queespecifica las representaciones ideolgicas dominantes?

    Y bien, miramos de cerca el texto ms explcito de Engels sobre este punto: Laideologa es un proceso que el supuesto pensador realiza seguramente con conciencia,pero con una conciencia falsa. Las fuerzas motrices verdaderas que la ponen enmovimiento le son desconocidas, si no, no sera un proceso ideolgico. Por eso l seimagina las fuerzas motrices falsas o aparentes. Debido a que es un proceso intelectual,deduce, el contenido y la forma del pensamiento puro, tanto de su propio pensamientocomo del de sus antecesores. Trata como asunto exclusivamente a las materias

    intelectuales y no se ocupa de buscar si tienen algn otro origen ms alejado eindependiente del pensamiento. Esta manera de proceder es para l la evidencia misma,ya que todo acto humano realizndose por el intermediariodel pensamiento le parece enltima instancia fundado igualmente sobre el pensamiento20.

    Engels no dice de ninguna manera que el contenido de la ideologa esimaginario. l seala solamente que la fuerza motriz del pensamiento no es interna alpensamiento mismo. Lo que gobierna las ideas se divide de (con) la ideologa en tantoque su correlato dialctico real: la prctica histrica de clase. Para emplear nuestras

    19 El concepto de modo de produccin es una mina inagotable de desviaciones de tipo estructuralista.Al tomarlo aisladamente, no es sino demasiado fcil entregar una versin puramente combinatoria, o sea,

    expulsar la dialctica de las fuerzas en favor de la articulacin de los lugares (Sobre fuerza y lugar, vernuestro fascculoTeora de la contradiccin).20 ENGELS, Carta a F. Mehring.

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    categoras21, Engels recuerda que si el lugar de la ideologa es del orden de lasrepresentaciones (se trata de un proceso y de materiales intelectuales), su fuerza esreal, prctica. La energtica ideolgicadebe ser dividida de su forma representativa: elpensamiento es el lugar de las ideas22, no el principio de su movimiento. Es por estarazn por lo que Engels opone la mediacin local del pensamiento (el acto humano

    opera por intermediacin del pensamiento) al fundamento real de toda transformacinen la esfera de las ideas. La fuerza de mis ideas es lo que atraviesa, lo que porexcelencia despliega la exterioridad y la interpelacin de la historia. El pensamiento porl mismo no es recurso de nada. El pensamiento es sin fuerza. Es el lugar de paso yocupacin de las energas masivas de la historia. He aqu lo que la ideologa desconoce,he aqu esto en donde el olvido espontneo engendra lafalsa conciencia.

    De donde no se sigue de ningn modo que la ideologa sea del orden de loimaginario cerrado. Es todo lo contrario: la ideologa es de parte en parte puesta enmovimiento por fuerzas motrices reales, y es esta realidad que ella dispone y refleja,lo que estaba en el elemento de la falsa conciencia. Dicho de otro modo: la ilusin seliga, no a las ideas mismas, que no pueden proceder de nada ms que de lo real, sino a la

    representacin de su autonoma. La ilusin ideolgica es el idealismo filosfico: afirmarla existencia de una fuerza intrnseca del pensamiento, ah donde el pensamiento sedivide de (con9 las fuerzas materiales que le prescriben su movimiento. Resulta que lailusin y la falsa conciencia conciernen a la forma de la representacin y no a sucontenido. Que un pequeo jefe sindical est sinceramente convencido de hablar ennombre de la clase obrera y se justifique por un marxismo de pacotilla, cuando hace piesy manos para liquidar una rebelin de masas, es la falsa conciencia; pero se tiene all ellado formal de la cuestin. En verdad, nuestro pequeo revisionista est investido por lafuerza de clase de la burguesa, que su pensamiento refleja adecuadamente. Loimaginario es aqu asignable a la sola forma pretendidamente doctrinal, deductiva,marxista, de su prdica predicadora. En cuanto al fondo, su sistema representativo es,en un lenguaje marxista trucado, la expresin concentrada de los intereses de laaristocracia obrera, de su gnesis histrica, y todo eso no tiene nada de imaginario. Eldiscurso del bonzo (sacerdote budista) CGT nos da acceso a su real: verdaderamenteburgus, y l lo es por necesidad, puesto que la fuerza que lo gobierna es aquella de lacorrupcin de una fraccin de su clase por dcadas de colonialismo, de chovinismo, y eljuramento de fidelidad respetuoso al Estado francs. Falso marxista, tanto porquenuestro sindicalista es el resultado de un largo proceso de degeneracin que reivindicauna herencia, como porque se dirige a los obreros del cual su sola fuerza es estaherencia propia, de la que es necesario hablar la lengua para practicar la renegacin.

    Nosotros, maostas, decimos generalmente a los obreros que tienen

    espontneamente tendencia a dejarse colar el bla-bla-bla sindical como un agua tibia:escuchadles! Escuchadles atentamente! Ellos dicen lo que son. Ellos dicen la fuerza yla clase de la que ellos proceden. Y no les quita el sueo no pensar su corrupcin.

    Pues bien, desde un punto de vista estrictamente militante, es necesario tenersefirme sobre este principio: las ideas, incluso situadas en el elemento de la falsaconciencia,

    -denotan realidades prcticas e histricas, relaciones de clase, y no relacionesimaginarias;

    21 Cfr. BADIOU, Teora de la contradiccin.22

    La metfora platnica de lo suprasensible como Lugar de las Ideas es por excelencia la metforaidealista: ella hipostasia la funcin de colocacin donde el pensamiento se tiene y lo separa de la fuerzamaterial que la cruza y regula el movimiento.

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    -son, en cuanto al proceso de sus transformaciones, regladas por fuerzasexteriores al pensamiento, y no por leyes e lo imaginario.

    Que se rechacen estas tesis, y toda la fuerza del marxismo revolucionario serdiluida, pues esta fuerza revolucionaria es la que se contempla en la articulacinmaterialista de la superestructura y la infraestructura y combate la ideologa del

    adversario sobre la base de las relaciones de clase que esta ideologa expresa y quiereperpetuar.Se puede decir que Althusser pone en adelante una concepcin ideolgica de la

    ideologa, ideolgica en el sentido de la creencia en la autonoma funcional de las ideas.

    b) No dialctica

    Punto totalmente crucial: en la descripcin althusseriana es imposiblecomprender cul es la ley interna del cambio de las relaciones de fuerza ideolgicas;para comprenderlo, sera necesario construir una teora separada de a eficaciatransformadora de la esfera ideolgica. Desde el principio (su artculo Marxismo y

    humanismo), Althusser teoriza a funcin de a ideologa a) en las sociedades de clase, b)en as sociedades sin clases (y en la poca se trata para l de la URSS, con lo que lacepta sin rechistar la mitologa revisionista). Pero lo que no est en cuestin es, ni porun segundo, la lucha ideolgica, la contradiccin, la revolucin. Ahora bien, ese es elobjeto del que parte el pensamiento materialista dialctico. Para los marxistas, la teorade la ideologa es siempre una teora de las transformaciones ideolgicas y no de losestados. Ella exige que a ideologa sea tomada como un proceso dialctico, y en sureferencia interna a las transformaciones reales.

    Como toda cosa, la ideologa debe ser tomada en tanto que devenir de unaescisin.

    En El Capital, Marx indica que el simple anlisis ideolgico, la sola reduccinde la ideologa al nivel real que ella expresa, es una tarea fcil, pero insuficiente. Elmtodo cientfico exige que se tome el movimiento por el cual la ideologa se engendrasobre la base de las realidades materiales de la historia:

    Es, en efecto, ms bien ms fcil encontrar por el anlisis el contenido, elncleo terrestre de las concepciones nebulosas de las religiones, que hacer ver por unava inversa cmo las condiciones reales de la vida revisten poco a poco una formaetrea.Sin embargo, ste es el nico mtodo materialista, por lo tanto cientfico. Porlo que se refiere al materialismo abstracto de las ciencias naturales, que no hace ningncaso del desarrollo histrico, sus defectos estallan en la manera de ver abstracta eideolgica de sus portavoces, en cuanto se aventuran a dar un paso fuera de su

    especialidad

    23

    .De lo que se concluira que Althusser, en efecto, en su teora spinozista de laideologa, no hace ningn caso del desarrollo histrico, se concluira pues de buengrado que da all "un paso fuera de su especialidad" si precisamente su especialidadno fuera el marxismo.

    Tomar la ideologa como proceso, y no como mecanismo imaginario cerrado, heah la directiva cientfica de Marx, de la que Althusser invierte el sentido. Ningunateora puede excluirse de la ley general de la dialctica de tener que dar razn deldevenir de las fuerzas en conflicto: la ideologa no es inteligible ms que como espaciode lucha anclado en la expresin de las relaciones materiales ellas mismas desgarradas.

    23 MARX, El Capital, L.I.

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    Por ejemplo, cuando Engels analiza la ideologa protestante, el muestra enprimer lugar que la hereja est ligada a la ascensin burguesa. La escisin de laideologa religiosa traduce el empuje de las relaciones de clase reales. Se puedefcilmente demostrar que los contenidos protestantes estn en relacin con los interesesde clase de la burguesa. Pero Engels demuestra sobre todo que la ideologa hertica

    est ella misma desde el principio dividida. Su unificacin no es ms que transitoria,ligada a una alianza de clase entre la burguesa de las ciudades y los campesinos. As,existe una doble divisin enteramente expresiva de la lucha de clases: existe una ciertaalianza entre la burguesa y los plebeyos de las ciudades y los campos contra laaristocracia terrateniente, pero existe una escisin interna que implica coexistencia ycontradiccin, entre una hereja burguesa moderada y una hereja plebeyarevolucionaria. La intrincacin de estos procesos dialcticos constituye larealidadde laesfera ideolgica.

    Ciertamente, estos son sistemas de representacin imaginarios que se afrontan,puesto que la lucha ideolgica se hace, en funcin de las condiciones histricas, en elelemento religioso, pero estas representaciones son referidas a contenidos de clase

    reales: por ejemplo los contenidos teolgicos de las predicacin de Mnzer sirven dedesarrollo las aspiraciones de clase plebeyas24.

    Engels concluye que todos los cambios en materia de ideologa se derivan de lasrelaciones de clase. Ahora bien, slo el cambio importa: la teora marxista como teoradialctica, como teora revolucionaria, es necesariamente una teora de los procesos, yno una teora de los estados o de las figuras. Ella es tambin, y por eso mismo, unateora de las contradicciones, de los procesos de divisin y de lucha. Una teora marxistade la ideologa tiene necesariamente por centro de gravedad una teora de lascontradicciones ideolgicas, una teora del carcter dividido de las representacionesideolgicas. El concepto de divisin es inherente al concepto general de ideologa. En elopuesto, Althusser, teoriza la simplicidad cerrada, la identidad en s y la esenciatranshistrica de la ideologa.

    Se ve bien donde est, para Althusser, la dificultad: tomar as ideologas comoproceso de escisin exige un punto de vista de clase: en efecto, es desde el punto devista de las clases oprimidas como se hace la experiencia de la ideologa dividida. Laclase dominante prctica e impone su propia ideologa como ideologa dominante, lapresenta como nica e unificante. Son as clases dominadas las que ponen en evidenciala mistificacin de la ideologa unificante sobre la base de prcticas de clase subversivasirrepresentables en la ideologa dominante. Un proyecto de teora general de laideologa que no inscriba su divisin en la esencia misma del fenmeno justifica lasospecha de no estar hecho desde el punto de vista de los oprimidos. La simplicidad

    totalitaria de la ideologa en Althusser, al funcionar sobre la fuerza de sus mecanismosimaginarios internos, organizados por el Estado como funcin exterior a lascontradicciones de clase, vuelve indispensable la existencia y la especificidad de lasformas de manifestacin concretas de la ideologa proletaria. El revisionismo, punto devista de clase burgus bajo oropeles marxistas, aparece aqu claramente, como siempre,en la evacuacin de la dialctica.

    24 Sobre todo esto, cf. ENGELS, La guerra de los campesinos en Alemania, sobre todo la segunda parte.

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    C. La lucha ideolgica espontneaDe dnde partir para dialectizar la cuestin de la ideologa y restituir su relacin conlas condiciones sociales reales? La contra-posicin a los temas especulativos deAlthusser se encuentra en el punto de vista obrero y popular mismo. Se tomar como

    hilo conductor este punto de vista de las clases explotadas, y en primer lugar laexperiencia, las prcticas inmediatas, origen de todo conocimiento, comprendido ah elconocimiento sobre la ideologa.

    Las relaciones reales de explotacin y de opresin son practicadas y soportadaspor los individuos. Los individuos tienen permanentemente conocimiento sensible, ypor otra parte representaciones desigualmente sistematizadas, estas representaciones sonfluctuantes y divididas. Su realidad histrica es la del proceso de esta divisin. Cul esel contenido general? l mismo se refiere a la naturaleza dividida de las relacionesreales. El espacio ideolgico se da siempre como representacin dividida de unadivisin. El conflicto nuclear vuelve alrededor de una representacin de las relacionessociales como esencialmente antagonistas. Los efectos prcticos de estos sistemas de

    representacin son funcionalmente diferentes. Por ejemplo, el obrero de fbrica estomado en las relaciones reales de explotacin y todo obrero en la experiencia de estasituacin. Pero existe una representacin variable de este estado de cosas, en funcin dela situacin concreta: o bien predomina la idea de que estas relaciones son necesarias,incluso si ellas comportan dificultades y tensiones; o bien domina la representacin deque estas relaciones son atravesadas por la contradiccin, por una relacin de lucha, deenfrentamiento, y no de colaboracin y armona. Esta divisin y esta variacin tienenuna realidad prctica constante que se manifiesta en el grado de aceptacin o revuelta,en las prcticas de clase inmediatas de los individuos a quienes concierne. El duro demollera, el lameculos, el sindicalista, el subversivo, el indiferente, y otros tantos tiposideolgicos que concretizan el proceso de enfrentamiento ideolgico espontneo, yreagrupan alrededor de ellos las fuerzas colectivas de este proceso.

    Por qu hablar de representacin a propsito de estos tipos? El trminorepresentacin designa aqu un proceso de sistematizacin espontnea de las relacionesreales, donde existe siempre una inteligencia prctica, inmediata, imborrable, la cualcomporta sus caractersticas esenciales: explotacin y opresin (inteligencia inmediataque es la base de la confianza fundamental de los comunistas en las amplias masas).

    Cmo se despliega el conflicto ideolgico espontneo? La clase dominantepropone siempre representaciones sistematizadas, incluso altamente sistematizadas, quetienen por esencia la colaboracin de clase. Lo que no significa que las clasesexplotadas ignoren los conflictos de clase. Se ha visto, al contrario, que tal era

    permanentemente su principal preocupacin consciente. Pero lo que se proponensistematizar es la perpetuidad legtima de su reino: lo que niegan pues categricamentees que las contradicciones de clase preparan su ruina. No es la existencia de interesesdivergentes lo que la ideologa dominante quiere cancelar. El propietario de esclavos nopuede pretender que el esclavo ame la esclavitud: la prueba es que existe una legislacinde la liberacin concebida explcitamente como recompensa y promocin. El seoradmite escuchar ciertas reclamaciones campesinas, y el patrn negocia peridicamentecon los sindicatos.

    En realidad, la existencia de un enraizamiento prctico de toda ideologa, y lasevidencias sensibles que a ella estn ligadas, asignan lmites materiales a lamistificacin ideolgica. Se pueden concentrar as: la ideologa dominante para a las

    masas no puede ignorar su experiencia cotidiana de la opresin de clase. Todo suesfuerzo tiende por tanto a reabsorber, no la contradiccin, sino su carcter antagnico.

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    Presentar la contradiccin antagnica, que regla el movimiento de la historia, comosimple diferencia natural estructurando la identidad eterna de lo que no es en realidadms que un momento de esta historia: he ah el propsito de toda ideologa dominante.

    Pero esto no es suficiente, hay todava ms: el pensamiento de a diferenciavehicula la amenaza permanente de la contradiccin. Para hacer justicia a la ineludible

    exigencia espontnea de la reduccin de las diferencias (forma dbil de la prctica delantagonismo), toda ideologa dominante garantiza que ms all los diferentes concretosperdura, aunque slo fuese a ttulo de promesa, una igualdad abstracta. Incluso Platndesea establecer que cada uno participa del mundo de las Ideas, y es -cosa notable - aunesclavo a quien hace redescubrir por s mismo las verdades de las matemticas25.Paralelamente, la ideologa religiosa feudal asegura la garanta que ella acuerda en elorden social jerrquico (orden de las diferencias naturales venidas de la sabidura deDios) de una promesa igualitaria: la igualdad de las almas en el Juicio Final. Ycualquiera sabe que la ideologa jurdica burguesa completa su doctrina de los arbitrajessociales entre socios diferentes, de una igualdad absoluta (toda terica) ante la leycomo ante el poder (universalidad de sufragio).

    As, para cercar y exorcizar el antagonismo real, la ideologa de las clasesexplotadoras organiza una doble postulacin de unidad:

    a) Todo antagonismo aparente es a lo mejor una diferencia, a lo peor unacontradiccin no antagnica (conciliable).

    b) Toda diferencia es ella misma in-esencial: la identidad es la ley delser, no, ciertamente, en las relaciones sociales reales, sino en elregistro ceremonioso de las comparecencias regladas ante el destino,ante Dios o ante la urna municipal26.

    No es pues cualquier (no importa qu) imaginario que funciona en larepresentacin antidialctica del real que vehicula la ideologa de los explotadores: esun imaginario de la contradiccin reducida, un protocolo de la diferencia y de laidentidad que enviste y disuelve el elemento antagnico de las contradicciones.

    Es a este mismo protocolo al que ataca a su vuelta la lucha ideolgicaespontnea de los explotados: la revuelta es en efecto irrepresentable, puesto que ellaafirma prcticamente el antagonismo y exige la igualdad concreta en el mismo seno delas relaciones sociales. Es irrepresentable all donde es comprendida por losexplotadores. stos slo tienen el recurso de proceder a una severa restriccin de losbeneficiarios de su dispositivo: todo subversivo es un perro, porque, si fuera un hombre,sera necesario reintroducir el antagonismo en la diferencia. De golpe, el destinodeviene vengador, Dios reclama que se extermine, y la ley se hace ley de excepcin. Laexcepcin: he aqu la designacin ideolgica dominante de la revuelta.

    Contradictoriamente, para solamente para pensarse ella misma, la rebelin debeproducir la inversin y el reverso de los valores: para ella, es la identidad diferencial e laideologa dominante lo que es la excepcin, y es el antagonismo lo que es la regla. Es laigualdad lo que es concreto y la jerarqua existente abstracta. Como lo sealaba Engels,los explotados, para concentrar su energa revolucionaria, deben negar sus ataduras alorden existente hasta el punto dnde ellos mismos se privan de todo lo que orden lesconcede an:

    25 PLATN, Menn.26 El tercer procedimiento de la ideologa dominante es la exteriorizacin del antagonismo: en oposicin

    al cuerpo social, supuestamente unificado, en un trmino fuera-de-clase planteado como heterogneo:el extranjero (chovinismo), el judo (antisemitismo), el rabe (racismo), etc. Los procedimientos detransferencia son ellos mismos enclavijados sobre la exasperacin de la verdadera contradiccin principal.

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    Para desarrollar su energa revolucionaria, para adquirir una consciencia clarade su posicin hostil a la mirada de todos los otros elementos de la sociedad, paraconcentrarse ella misma en tanto que clase, [la capa inferior de la sociedad] debecomenzar por rechazar todo lo que podra reconciliarla con el rgimen social existente,renunciar alos raros placeres que an le hacen momentneamente soportar su existencia

    oprimida27

    .El igualitarismo y el ascetismo plebeyo son armas decisivas para atacar y romperel sistema jerrquico y unificar las diferencias ideolgicas que nos dominan. A su luz, eldispositivo ideolgico dominante pierde todo valor natural, y se escinde violentamente.Ya no aparece ms como el reflejo unificado de un mundo necesario, sino como unaimpostura destinada en permanencia a reducir la novedad de pensamiento que seengendra en la revuelta misma. Lo que se daba como simplicidad unificante y progresodel espritu ya no es ms que uno de los trminos, antiguo y condenado, de unirremediable antagonismo.

    Esta es la razn por la que es absolutamente imposible comprender aquello quesea la ideologa sin incluir en esta comprehensin el movimiento por el que ella aparece

    en su divisin histrica, y que es el movimiento subversivo de la lucha ideolgica.Es porque existe una prctica irrepresentable en la ideologa dominante (la

    revuelta revolucionaria de clase) por lo que aquella es inteligible como representacin.Es desde el punto de vista de lo que cae fuera de s mismo por lo que se conoce

    una ideologa en su particularidad dialctica y su fundamento de clase. En su novedadcolectiva, el no-representable produce la representacin adecuada de todas las falsasrepresentaciones.

    27 ENGELS, La guerra de campesinos en Alemania.

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    Revuelta e invariantes comunistas

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    A. Dominacin y resistenciaLa ideologa dominante es la ideologa de la clase dominante. La clase dominantecontrola a su beneficio la divisin del trabajo intelectual y el trabajo manual, y, por estemismo hecho, los miembrosde esta clase regulan la produccin y la distribucin de los

    pensamientos de su tiempo28

    .Sin embargo, dominante es un adjetivo dialctico. Asignar a las ideas un lugardominante exige que se determine sobre qu se ejerce esta dominacin. Pues, de locontrario, el pensamiento de la dominacin est vaco de sentido: las ideasdominantes, tomadas en la sola forma de su dominacin, aparecen como dotadas deuna virtud independiente y se separan de toda prctica de clase. Es nicamente desde elpunto de vista de los conflictos reales como la dominacin ideolgica aparece en suverdad:

    en cuanto ocurre un conflicto prctico donde la clase entera se ve amenazada,esta oposicin [entre pensadores de la clase dominante y agentes directos de esta clase]cae por su propio peso, mientras que se ve como se vuela la ilusin de que las ideas

    dominantes no seran las ideas de la clase dominante y que tendran un poder distintoque el poder de esta clase. La existencia de ideas revolucionarias en una pocadeterminada supone ya la existencia de una clase revolucionaria29.

    Entre la existencia de una clase revolucionaria, de ideas revolucionarias, y elfuncionamiento unificado de la ideologa dominante como ideologa de la clasedominante, hay un lugar dialctico inmediato, en el que la mediacin concreta esenfrentamiento de clase mismo, el conflicto prctico.

    As slo, hablar de ideologa dominante implica una comprensin dividida yconflictual de la ideologa. No retener de la expresin ideologa dominante que laforma de dominacin es unilateral. Ciertamente, la ideologa dominante, representacinde las prcticas de la dominacin de clase, penetra en el campo entero de las prcticassociales, aqu comprendidas las de los explotados. Pero esta penetracin debecomprenderse como proceso contradictorio. Es preciso referirla, en cuanto a suinteligencia histrica, a lo que le es exterior, y se opone a su omnipresencia. No hayideologa dominante sino porque existe en permanencia una resistencia a estadominacin. Y es desde este punto de vista de la resistencia por lo que la dominacinaparece en tanto que tal, es decir, como representacin de la dominacin concreta, ladominacin de clase.

    Este punto de vista es de una extrema importancia, a la hora en que los doctoresen fascismo interrogan a la ideologa fascista parten de la cuestin exactamentecontraria: postulando una angustiosa no-resistencia al fascismo, rinden culto a la

    dominacin en tanto que tal, y exploran bajo todos los ngulos el discurso fascistapara articular los operadores de fascinacin, de empresa libidinal y de seduccin demasas. Hay ah una divergencia de mtodo esencial. Para nosotros, los fenmenos dedominacin ideolgica, fascistas u otros30, deben estar referidos a lo que, de lo real,constituye su correlato antagnico: las ideas revolucionarias, ellas mismas enraizadas,como dice Marx, en el grado de existencia de la clase revolucionaria.

    No decimos que la cuestin de las especificidades ideolgicas del fascismo estreglada (resuelta), ni mucho menos. Nosotros decimos, solamente, que el orden

    28 MARX, ENGELS, La Ideologa alemana.29Ibid.30

    Entre estos otros, existe la ideologa revisionista en la clase obrera. La resistencia a esta ideologatoma la forma espontnea del antisindicalismo obrero, caracterstico de toda gran lucha. De ah que estaantisindicalismo sea una verdadera fuente de conocimiento para los maostas.

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    cientfico de investigacin prescrito por Marx en la materia, debe partir de laresistencia y no de la dominacin, pues es la primera la que reduce los ordenamientosrepresentativos de la segunda. Se trata de saber:

    1. Dnde est, en el momento de la ascensin del fascismo, la realidad de la claseobreracomo clase revolucionaria, realidad de ningn modo invariable, siempre

    por volver a hacer y reinventar.2. Qu ideas revolucionarias nuevas engendran los conflictos prcticos delmomento.

    3. En qu sentido la ideologa fascista ajusta la respuesta ideolgica de la clasedominante a las ideas revolucionarias nuevas. Dicho de otro modo: anudar(urdir) la novedad (relativa) del discurso fascista a la novedad (absoluta) de laproduccin ideolgica proletaria. Este es todo el problema del fascismo comosistema ideolgico-poltico de contra-ofensiva burguesa frente a los efectosmundiales de la revolucin de Octubre.

    4. Cmo se formula o no- la resistencia ideolgica a la contrarresistencia fascista.Dicho de otro modo: aquellas novedades ideolgicas que aparecen o no

    aparecen-, esta vez en el campo del conflicto abierto con el fascismo.Es solamente en este espacio de investigacin que sigue la divisin del proceso

    histrico, donde la cuestin secundaria de los procedimientos representativos, de lasformas ideolgicas propias del fascismo, puede encontrar una respuesta significativa.

    Si se parte, al contrario, del fascismo instalado, del fascismo victorioso, delfascismo dominante, sin seguir el movimiento real de esta dominacin, es decir suconflicto ininterrumpido contra lo que l resiste, esto, conducir a buscar, de maneraplenamente idealista, el secreto de la ideologa dominante en la dominacin ideolgicamisma. Ved lo que dice Deleuze:

    Jams Reich es tan gran pensador como cuando se niega a invocar undesconocimiento o una ilusin de las masas para explicar el fascismo, y reclama unaexplicacin por el deseo, en trminos de deseo: no, las masas no se equivocaron, ellasdeseaban el fascismo en tal momento y tales circunstancias, y es esto lo que es precisoexplicar, esta perversin del deseo gregario31.

    Esta oposicin de la explicacin por la ilusin y la explicacin por el deseoest ella misma dispuesta por un gesto de rechazo de la realidad. La realidad es que lasmasas, bajo el efecto general de las grandes derrotas psquicas del proletariado (lainsurreccin espartaquista en Alemania, las huelgas de 1920 y el movimiento de losconsejos en Italia), vieron su capacidad orgnica de resistencia, en ningn caso anulada,pero s debilitada, y profundamente. El debilitamiento de la capacidad de resistencia, es,en materia ideolgica, el agotamiento transitorio de lo nuevo, la prdida de la iniciativa.

    Las masas ni tuvieron el deseo del fascismo, ni fueron las vctimas pasivas de asilusiones. Ellas estaban esencialmente divididas, en la parte que, a falta de cualquierotro recurso inmediato, estimaba tener inters en el fascismo, y la parte que lo resista,pero sin proyecto consecuente. Y esta resistencia fue transitoriamente vencida, no por lacaptacin desiderante (deseante), sino por la violencia exterminadora. Lo que se dacomo equivocacin (engao), ilusin o deseo no es en su fondo ms quedebilidad.

    Es necesario dividir a ilusin en sus componentes reales: la dominacinideolgica clsica (s, el fascismo practicaba triunfalmente el viejo tema del Estado-Nacin, y la revancha sobre el odioso tratado de Versailles) y el inters inmediato,representado en el populismo fascista (s, el fascismo puso fin al paro).

    31 DELEUZE-GUATARI,El Anti-Edipo.

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    Es necesario dividir el deseo segn la violencia antagonista de la dominaciny la resistencia: revolucin y contrarrevolucin cara a cara, en el derrumbamiento de lasmediaciones ordinarias. Las fuerzas puestas al desnudo, la violencia puesta al desnudo.Pues sin duda, lo que quera el fascismo no poda quererlo a medias. Y esto no tienenada que ver con votar a Giscard. Y por supuesto la resistencia no es votar a Miterrand.

    Toda la vida poltica y prctica es absorbida en una desnudez antagnica violenta, y laorganizacin teatral, libidinal, vociferante, del discurso fascista no es aqu sino elreflejo de una exigencia de los tiempos. No es ella la que capta, sino ms bien ella escaptada. Por otra parte (Salazar), el discurso aparente ser doctoral, trabajado, eficaz,clsico. El discurso fascista, a decir verdad, no existe. nicamente existen las formasconcretas (variadas) de una victoria violenta de la contrarrevolucin.

    Todo se juega en el mtodo, en este principio donde se afianza la adopcin de unpunto de vista de clase: no es la fuerza del discurso fascista lo que hace la debilidadde la resistencia, es la debilidadmaterial del proletariado su derrota, siempre anterior ala ascensin del fascismo-, reflejada en la pobreza ideolgica, lo que hace la fuerzaaparente y el desfile teatral del discurso fascista.

    Fuerza o debilidad, y la una siempre nace siempre de dividirse de la otra, es laresistencia lo que es el secreto de la dominacin.

    Si se es estructuralista si se razona unilateralmente en trminos de lugares-, ladominacin ideolgica no es finalmente nada ms que la doble dominacin tout court.El estudio minucioso, psicoanaltico, libidinal, sociolgico, estructural, lingstico, deldiscurso fascista, en tanto que busca en su solo texto la instancia de lo que induce comodeseo y dominacin slo tiene como resultado consternantes tautologas, de la siguienteguisa: el fascismo, es el discurso del poder32. Y no podra ser de otro el discurso dequien se alz en la dominacin por el recurso, apoyado sobre la dispersin y ladebilidad de sus rivales como de sus adversarios, en la violencia oficial desnuda? Se noshace ver un arsenal inmenso de disciplinas intelectuales para indicarnos que al fin, en elfascismo, est muy claro que las ideas dominantes son las ideas de la dominacin.Imposible conseguir ningn resultado ms all de este axioma, que es el punto departida de Marx, si se intenta entender la ideologa dominante nicamente desde elpunto de vista del lugar que ocupa (el lugar dominante, obviamente) y de las funcionesque cumple.

    En verdad, no es el Estado fascista el que da razn de la ideologa fascista. Es elcombate fascista, el combatede la contrarrevolucin.

    Es preciso razonar histricamente, es decir en trminos de fuerza. Ladominacin ideolgica no es comprensible ms que en su accin contra lo que la resiste.Su contenido, en transformacin incesante, es determinado por las fluctuaciones

    concretas de la resistencia, las novedades que ella engendra, el punto de vista de claseque afirma. Ninguna ley formal de la dominacin puede dar cuenta de estastransformaciones.

    Descendamos a ras de tierra: el reformismo limitado de Giscard, la ideologa dela sociedad liberal avanzada, o, en otro registro, la consolidacin del reformismo delP.S, no son de ninguna manera desarrollos internosde la forma especfica que reverta,bajo el gaullismo, la ideologa burguesa (nacionalismo conservador articulado en temasde crecimiento econmico). La ley de las transformaciones ideolgicas y slo la

    32 Tautologa enseguida dada la vuelta artificialmente bajo la forma: Todo discurso del poder esfascista. Pues esta es la ltima forma quedeseannuestros doctores, en la que el pensamiento poltico no

    va ms all que el axioma: el Estado, es el Mal. Como el Estado, y sin duda todava para siglos, es loReal, no quedara nada ms que maldecir lo real. Por lo que se introduce en toda esta prosa un persistenteolor de sacrista.

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    transformacin es un objeto real- no es jams perceptible en una formacin ideolgicatomada en ella misma. Estas transformaciones son invariablemente respuestas a laresistencia ideolgica popular resistencia aqu manifestada esplendorosamente en lostemas y las ideas nuevas de la gran revuelta de Mayo 68. La iniciativa no pertenece alcontenido interno de la dominacin, sino completamente a la resistencia que ella suscita.

    La clase dominante concentra, en el cambio de las representaciones ideolgicas, elreflejo de su reaccin prctica a las revueltas, y a lo que constituye el reflejo unificadorcomplejo de estas revueltas: las ideas revolucionarias nuevas, lo no-representable, lassistematizaciones fragmentarias de la resistencia.

    A esta dialctica de la resistencia como elemento del proceso ideolgico, ciertosneoliberales, resultantes de la ex G.P [Gauche Proletarienne], han visto el gran mritode mantenerla contra la metafsica contrarrevolucionaria de los idelogos del PCF,Althusser a la cabeza. Pero, a da de hoy, la fuerza de su ataque se transforma en sucontrario.

    El libro de A. Glucksmann33 por ejemplo, est, sobre este punto, atravesado poruna contradiccin decisiva. Cuando se plantea, para estudiar el fenmeno del Gulag, el

    axioma Al comienzo era la resistencia34, sera, en nuestra opinin, un buen comienzo.Se debe absolutamente convenir que la cuestin de la resistencia dirige toda reflexinmoral, poltica, social- sobre los campos35. Pero Glucksmann no sigueverdaderamente este hilo. Otra cuestin, de apariencia cercana, hace divergir todo sudispositivo, la cuestin cmo podemos resistir tan mal o tan poco?36. Tratndose dela opresin, tomar su inicio en la revuelta o en la debilidad de la revuelta es una mnimadiferencia y, por tanto, ah se juega todo el asunto. Segn cmo se cuestionen loscampos, a partir de la fuerza contra la que existen, o a partir de la inmensidaddesesperante de su maquinaria mortal, se les comprende y se les combate- o no se hacems que exorcisarlos. Es por esto por lo que las conclusiones polticas de Glucksmannson exactamente desesperantes. l nos dice: Ah donde acaba el Estado comienza elhombre37, pero del combate popular contra el Estado no retrata ms que lamonotonidad duradera de la repeticin, la obstinacin infinita, sin que nada seala enninguna parte que esta continuacin acumula las fuerzas de un resultado cualquiera. Alleerlo, el hombre no est listo para comenzar.

    De esta tragedia montona, Soljenitsyne escapa por la invariante esencial queconstituye para l el valor espiritual y religioso del sufrimiento. Pero, y Glucksmann?Es decepcionante que su justa modestia inicial (atenerse lo ms cerca posible a laresistencia a la opresin) se invierte en fuelle metafsico, cuando todo se pierde en unabanal disertacin sobre lenguaje y poder en la Razn occidental. Razn por razn, esa de la resistencia la que nos importa. Es inconsecuente leer en la historia la

    omnipresente contradiccin de las masas y el Estado, afirmar que se pone en las filas dela plebe y no disertar ms que exclusivamente sobre la fuerza y la multiformidadvictoriosa del Estado ruso. Lo que congela en el fondo, en este libro, y por lo que l esinfiel a la mxima al comienzo era la resistencia es que desliega una severaconviccin de la debilidad popular, bajo la cobertura de un desalojo de las fuerzas delEstado. A partir de lo que el proceso hace al marxismo no ser ms que repeticin: si lasmasas son la debilidad misma, y si ah est su grandeza, es seguro que el marxismo,

    33 A.GLUCKSMANN, El cocinero y el comedor de hombres.34 Ibid.35

    Ibid.36 Ibid.37 Ibid.

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    primera palabra en la historia del poder de la plebe, de la fuerza de la plebe, es unperversin estatal.

    Nosotros decimos: puesto que el axioma interrogativo es aqu el de la debilidadde la resistencia, y no el de su fuerza de su fuerza cualitativa, de lo que afirma y quierecomo novedad38-, el marxismo est ah evacuado. Stalin no es ah sino el hacer-valer de

    esta evacuacin axiomtica.En realidad, para Glucksmann, el pueblo, paradojalmente, no es nada. Es deseode no ser oprimido39, deseo de no-Estado, es decir, sombra portadora del Estadomismo, presa que se abate, que ciertamente se rebela, pero que no dice nada, en surebelin, ms que el horror de la caza.

    Y nosotros decimos: hay ms en la propia revuelta que lo Glucksmann quierever ah. La revuelta es igualmente afirmativa, la revuelta inventa sobre lo que debeexistir entre el Estado y el no-Estado. El pueblo aspira al poder, la revuelta sabe tambinde la dictadura popular que ella necesita. Todo el marxismo se halla suspendido en lafuerza afirmativa de la revuelta revolucionaria de masas. Que el marxismo puede, entanto que forma y lenguaje, servir de ornamento a las ms terrorficas imposturas, a

    quin se har creer que se trata de un descubrimiento? Lenin y Mao Tse-tung nolibraron los combates de su vida contra los impostores marxistas, los Kautsky y losBrejnev? Pero de ah, se nos quiere hacer pasar a otra cosa, que es la reduccin de lasagacidad popular a la sola protesta, a la sola queja, al vaco repetido de lo que ve antel la invariable y violenta plenitud del estado.

    En efecto, slo el marxismo, y en primer lugar contra los marxistas, entiendepreservar, proteger, desplegar, organizar, no el vaco y la desgracia subversiva de lasmasas, sino su fuerza, su revancha, su victoria y su dictadura.

    Si hay una Razn occidental a la Glucksmann se pliega, es aquella que afirmaque las masas no pueden implicarse en los asuntos del Estado. l aade que ah est sudignidad, puesto que el Estado es el Mal. Pero, a quin servir bautizar comodignidad aquello a lo que desde siempre las potencias dominantes se proponenconfinar a la masa de los productores: su radical exclusin del poder? Quin sacar deesta noble promocin de la debilidad y de la exclusin una ventaja bien real?

    Quienquiera que abandone a los explotadores el terreno del poder, aunque seapara denunciar la perversin originaria, es un organizador de la debilidad popular, undistribuidor de opio y de consolaciones falaces. En cuanto a nosotros, partimosinvariablemente de la fuerza de la resistencia40. Decimos: es ella la que manda. Y no

    38 Todo se resuelve en lo nuevo si se quiere medir, la una en la otra, la fuerza de la resistencia y la fuerzade la dominacin. Son fuerzas heterogneas y lo cuantitativo aqu, al reducir la fuerza al lugar, bloquea

    todo pensamiento. Los primeros resistentes son por esencia poco numerosos. Pero ellos son el todo de oque se afirma como lugar naciente y condicin del movimiento. Y ellos son desde el principio la ley de ladominacin msma. Por lo dems, a diferencia de nuestros exegetas del deseo de las masas, el Estadocomprende muy bien: si las masas estn fascinadas por el poder fascista, como nuestros exgetas lopretenden, cmo explicar la importancia, la febrilidad, la actividad sin descanso del aparato represivo ypolicial, caracterstico de los Estados fascistas? Es porque el Estado sabe que su dictadura de tipo nuevoresponde al proceso de formacin de una forma de resistencia nueva que, aunque no sea de entradamedible en la dominacin (esto sera un milagro), no es, a la vez, menos imperceptible e invencible,puesto que es extraa a lo que regula la dominacin misma. Lejos de ser un Estado asegurado de reinarpor el deseo de la locura, el Estado fascista es por excelencia un Estado inquieto, regido por ladesconfianza, por que toda sombra de resistencia es inmediatamente, y a justo ttulo, una amenazaininteligible y mortal.39 GLUCKSMANN, op. cit.40

    A da de hoy: de la fuerza de la vanguardia obrera maosta. Un puado casi invisible, pero que es elnico lugar de la fuerza, ah comprendido el pensamiento. Para esta disidencia heterognea invisible, ypor ella sola, el movimiento real en su conjunto deviene visible.

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    solamente en el sentido en que ellacrea lo nuevo, sino en el sentido en que ella se armasiempre para asegurarse el dominio. Todas las ideas nuevas resultantes de la resistencia,y acumuladas por el marxismo organizador, preran fuerzas de poder.

    Que hay contradiccin, en la fuerza popular, entre su novedad y su modo depoder posible, que hay pues siempre, hasta en el comunismo integral y medido por su

    proximidad creciente (o no), una contradiccin bien real entre las masas y el Estado, esla cuestin ininterrumpida de toda revolucin proletaria. Glucksmann no ayuda a nadie,sino a las podencias instaladas, alimentando todos los horrores estatales con unainsuperable terrorfica y enfermiza fijeza de esta contradiccin.

    Volvemos a nuestro suelo: con lo que es necesario quedarse es con la autonomapositiva de la resistencia. Que la ley sobre el aborto y los considerandos ideolgicosliberales en donde se combina responden al empuje del movimiento feminista esindiscutible. Pero es errneo lo que algunos designan a este ajuste ideolgico impuestoa la burguesa con el nombre pesimista de recuperacin: recuperacin significara quelo que hay de no-representable en las ideas de la rebelin termina, sin embargo, porencontrar su lugar en la ideologa dominante. Tal no es la esencia del fenmeno. Esta

    pretendida recuperacin no es ms que a existencia misma de la dominacin, encuanto que se la prev, no como estructura, sino como proceso. La dominacin sedesarrolla en su divisin ininterrumpida con lo que la resiste, y es por lo que, en efecto,es incesantemente variable en sus contenidos aparentes.

    Estos contenidos, sin embargo, son ineptos al doblar a su ley el ncleo de clasede la resistencia. La ley sobre el aborto sistematiza la va de derecho en el movimientofeminista, y deja fuera de ella misma la concepcin propiamente revolucionaria, la cualse liga al papel de las mujeres como fuerza social inscrita en el campo de la revolucin.

    El frente de la lucha ideolgica, en su desplazamiento, refleja una dobledivisin: aquella de lo dominante/dominado, y, en el interior de lo dominado la escisinentre la parte de ella misma efectivamente penetrada por la dominacin, y la parte queconcentra la resistencia. Lejos de ser una recuperacin, es decir, una inscripcin pura ysimple en los mecanismos de la dominacin, el reajuste de lo contenidos e la ideologadominante prepara ineluctablemente formas concentradas, purificadas, nuevas, de laresistencia.

    A travs de la lucha ideolgica as concebida, la resistencia opera la liberacinprogresiva de su contenido real de clase, y lleva a continuacin lo que la animaba deverdaderamente irrepresentable en la dominacin. La ley sobre el aborto es doblementeuna victoria, en primer lugar (pero al tenerse all, se ignora el movimiento de laresistencia y no escapa al revisionismo) porque es una reforma til, exigida por lasmujeres; y despus porque a sistematizacin del conjunto dialctico constituido por la

    revuelta de as mujeres y por la respuesta estatal provisoria (la ley) prepara nuevasformas de la resistencia ideolgica y prctica, y organiza la profundizacin de lanaturaleza de clase de esta revuelta.

    Toda victoria de la resistencia de los oprimidos, toda victoria popular sobre unpunto particular, se divide as en utilidad inmediata de una parte, y su valor deconcentracin ideolgica, de desajuste de los principios mismos de la dominacin deotra.

    Marx da un ejemplo impresionante cuando analiza una de las primeras victoriasobreras, el proyecto de ley de 10 horas, limitacin legal de la jornada de trabajoarrancada por la clase obrera inglesa despus e una lucha de treinta aos, sostenida conla ms admirable perseverancia41.

    41Carta inaugural de la AIT.

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    Por ella misma, la ley tena en primer lugar efectos materiales evidentes. Ellaimplica inmensos beneficios fsicos, morales e intelectuales para los obreros de lasmanufacturas. Por supuesto que estos efectos tienen un valor general en el que elsentido de clase es indeciso. Los obreros estn menos oprimidos, y es por esto por loque a veces se ignora una cosa de la ms alta importancia a sus ojos. Pero los

    capitalistas medirn en el futuro que vale mejor en resumidas cuentas encontrar en elmercado fuerza de trabajo en buen estado. Por qu Marx no grita, sin embargo, por larecuperacin? Por la siguiente razn:

    Lo que, en esta cuestin de la limitacin legal de las horas de trabajo, daba alconflicto un verdadero carcter de empeo y de furor, es que, sin hablar de la avariciaen agitacin, se trataba all de a gran querella entre el juego ciego de la oferta y lademanda, que es toda la economa poltica de la clase burguesa, y la produccin socialcontrolada y regida por la previsin social, que constituye la economa poltica de laclase obrera. El proyecto de ley de las 10 horas no fue solamente, por tanto, unimportante suceso prctico; fue sobre todo el triunfo de un principio, por vez primera,en aquel gran da, la economa poltica de la burguesa haba sido derrotada por la

    economa poltica de la clase obrera42.La dialctica aqu puesta en obra no es la oposicin acadmica: reforma o

    revolucin. Se trata sobre todo de la escisin: prctica/ideologa, particular/universal.El suceso de principio, es la concentracin prctica, a travs de la afirmacin

    victoriosa de la resistencia obrera, de su ncleo ideolgico de clase: la economapoltica de la clase obrera, la concepcin del mundo proletaria. Una tal historiafunciona en el espacio ideolgico, no ya solamente como una resistencia (negativa),sino como una limitacin afirmativa de la dominacin burguesa. Es sobre la base deesta experiencia ideolgica decisiva como las tareas nuevas del proletariado seesclarecen en su contenido y en su duracin: la conquista del poder poltico, y, por lomismo, la necesidad de reorganizar polticamente el partido de los trabajadores43.

    La ideologa proletaria es as lo que profesa afirmativamente en el despliegueprctico de la resistencia a la dominacin. Es a la mirada de este progreso como laideologa burguesa, que no tiene otra existencia ms que la de retardarla o combatirla,desarrolla a su vuelta las formas histricas sucesivas y coyunturales de su existencia.

    El motor del proceso de la lucha ideolgica, proceso que es la esencia de laideologa misma, es, por tanto, la lucha de clases en el sentido preciso donde el agentede las transformaciones es la revuelta revolucionaria de masas. Es la revuelta de masaslo que constituye la base prctica de las transformaciones de la ideologa dominantemisma, en la que el ser se determina histricamente como resistencia a la resistencia.Desde este punto de vista, el principio segn el cual son las masas las que hacen la

    historia se entiende en la historia de la ideologa, ah comprendida la ideologadominante.Lo que nos lleva una vez ms al: all donde hay opresin, hay rebelin.La resistencia nunca es ms que el conjunto de las representaciones de las que la

    revuelta tiene necesidad para unificarse ella misma, fijar sus objetivos, reunir susenergas en la legitimidad fragmentaria de una nueva concepcin del mundo.Evidentemente, la resistencia misma se despliega en el elemento de la dominacin, laresistencia est por tanto constantemente dividida. De un lado, sistematizacin de larevuelta, que entra en contradiccin abierta con las ideas dominantes; de otro lado,sufriendo todava a nivel de conjunto esta dominacin, ella est necesariamente

    42Ibid.43Ibid.

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    marcada. En su propio seno van a enfrentarse las nuevas ideas y las ideas viejas, loverdadero y lo falso.

    Por tanto, el desarrollo de este proceso produce simultneamente unreforzamiento de la contradiccin antagnica en el espacio de la ideologa, y un debateinterno no antagnico. La lucha ideolgica es por excelencia el lugar de articulacin de

    la contradiccin antagnica sobre las contradicciones en el seno del pueblo. De ah quela produccin ideolgica sobre las masas en revuelta es ella misma un procesocontradictorio, en el que importa tomar e hilar los elementos.

    B. Viejas, nuevas, invariantes

    Volvemos a los campesinos alemanes del siglo XVI: ellos sern nuestros guas en todoeste libro. Qu dice Engels de sus ideas revolucionarias? En primer lugar este texto:

    Del mismo modo que la filosofa religiosa de Mnzer rozaba el atesmo, suprograma poltico rozaba el comunismo, y ms de una secta comunista moderna, an en

    la vspera de la revolucin de marzo, no dispona de un arsenal terico ms rico que elestas sectas mnzerianas del siglo XVI. Este programa, que era menos la sntesis delas reivindicaciones de los plebeyos de la poca que una anticipacin genial e ascondiciones de emancipacin de los elementos proletarios en germen entre estosplebeyos, exiga la instauracin inmediata sobre la tierra del reino de Dios, del mileniode los profetas, por el retorno de la Iglesia a su origen y por la supresin de todas lasinstituciones en contradiccin con esta supuesta Iglesia primitiva, pero en realidadtotalmente nueva. Para Mnzer, el reino de Dios no era otra cosa ms que una sociedaddonde no hubiese ninguna diferencia de clase, ninguna propiedad privada, ningn poderde Estado autnomo, extrao a los miembros de la sociedad. Todas las autoridadesexistentes, si se negaban a someterse y adherirse a la revolucin, deban ser derribadas;todos los trabajos y los bienes deberan ser puestos en comn y la igualdad mscompleta debera reinar44.

    He ah que est claro y ntido. El programa del que Mnzer es portador no esotra cosa ms que el programa del comunismo desarrollado: desaparicin de la sociedadde clases, fin de la propiedad privada, extincin del Estado. Se trata de una enrgicadoctrina igualitaria que, por aadidura, se propone darse los medios violentos ydictatoriales de su realizacin. La cuestin que surge inmediatamente es saber de quprctica de clase es este programa comunista el reflejo ideolgico. En qu condicioneshistricas concretas la universal resistencia ideolgica de los explotados toma la formade una reivindicacin radical, refirindose a la existencia misma de las contradicciones

    de clase y Estado, y previendo el proceso de su destruccin? Cuestin clave de lahistoria ideolgica universal: quin es pues comunista? Cuestin clave porque ellaimplica lo que, en la resistencia ideolgica de los explotados, se da no solamente comopura resistencia y negacin, sino como afirmacin y programa. Se trata de discernir enla lucha ideolgica lo que enraza, ms all de la protesta subversiva, con una toma departido y con la fuerza de un querer popular que se refiere al fundamento mismo de laideologa dominante: la dictadura de clase y su concentrado estatal.

    Ahora bien, a esta cuestin, Engels da una respuesta indecisa. Su primeradoctrina, la ms ntida, consiste en reservar nicamente al proletariado lasrepresentaciones ideolgicas de tipo comunista. Los plebeyos del siglo XVI, de los queMnzer es el jefe, portaran en su flanco virtualidades obreras. La formulacin del

    44 ENGELS, La guerra de campesinos en Alemania.

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    comunismo de masas sera una anticipacin ideolgica, reflejando las aspiraciones deun proletariado embrionario:

    Slo en Turingia, bajo la influencia directa de Mnzer, y en otros diversoslugares, bajo la de sus discpulos, la fraccin plebeya de las ciudades fue implicada porla tormenta hasta el punto en que el elemento proletario embrionario triunf

    momentneamente sobre todas las dems fracciones del movimiento45

    .El anlisis de clase, conforme a las indicaciones de La ideologa alemana,incorpora directamente la aparicin de la resistencia ideolgica revolucionaria a laconstitucin de una clase revolucionaria (y los campesinos no forman por ellos mismosuna clase tal). Por otra parte, y de manera ms general, Engels asigna siempre las ideascomunistas a las dos extremidades de la historia universal: el comunismo agrarioprimitivo de un lado, el comunismo realizado por la dictadura del proletariado, de otro.La gigantesca transicin que los separa es aquella de la propiedad privada, y las ideasque se enfrentan slo tienen sustancia histrica activa al prevalecer: las comunidadescampesinas, la ideologa comunitaria rural, sus vestigios, donde la reactivacinrevolucionaria est enteramente suspendida a las iniciativas revolucionarias.

    La iniciativa de una tal transformacin de la comunidad rusa no puede venirms que del proletariado industrial de Occidente y no de la comunidad misma. Lavictoria del proletariado de Europa occidental sobre la burguesa y el remplazamientoconsecutivo de la produccin capitalista por una produccin administrada por lasociedad, he ah la condicin preliminar indispensable para que la comunidad rusaalcance el mismo grado de desarrollo.

    En verdad, el comunismo agrario, herencia del rgimen de clanes (clanal), jamsha dado por s mismo ms que su propia descomposicin46.

    Si se supone una asignacin histrica de las ideas comunistas en las revueltascampesinas, ser necesario dividirla: residuo arcaico por un lado, virtualidad proletariadel otro. Engels no niega que la revolucin pueda tomar apoyo sobre la tradicincomunitaria campesina, sus costumbres y su ideologa especfica, pero nicamente pore