arquitectura 49 - 1921

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¿Es posible la formación de una arquitectura americana? / La Arquitectura Nacional de Chile / Un museo Arqueológico para la Ciudad de Méjico / Casa Habitación / Cemento Armado - Cálculo de una loza armada en un sentido, y libremente apoyada / Trabajos de la Facultad de Arquitectura / Crónica

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Page 1: Arquitectura 49 - 1921

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.· AÑO vn.- DICIBMBRE 1921 . •

ORGANO OFICIAL DE LA SOCIEDAD DE ARQUiTECTOS

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MONTEVIDEO , URUGUAY

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Page 4: Arquitectura 49 - 1921

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Page 5: Arquitectura 49 - 1921

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Page 6: Arquitectura 49 - 1921

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ORGANO OFICIAL DE. lt\ SOCIEDAD DE ARQUillCTOS

REVISTA mEH5UAL

Redactores:

Horacio Terra Arocena ·Juan fL Scasso Rodolfo Amargós · Mauricio Cravotto

Pedro J. Belloni Godeo

Director :

Leopoldo Cárlos Agorlo

Secretar io y Adm in istrador:

Perfecto L..ópe~ Campaña

V OLUMEN VI 1 DICIEJ't\BRE DE 1921 NúJY\ERO XLIX

5UffiARIO

¿Es posible la rormación de una arquitectura americana? • Arqto.

Ramón Berro.

La Arquitectura Hacional de Chile· Arqto. Rodolro Amargós.

Un museo Arqueológico para la Ciudad de ffiéjico - Arqto. francisco •

mu¡ica y Diez de Bonilla.

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Los pedidos de a visos y suscripción y la correspondenda sobre la revista deben dirigirse al Secretario y Administrador • •

Page 10: Arquitectura 49 - 1921

DE ARQUITECTOS COLON t386- MONTBVIDBO

COMISION •

Presidente • • • •

Vice - Presidente • •

Secretario • • • •

Tesorero . • • • •

Bibliotecario • • •

Vocales . • • • •

SOCIOS HONORARIOS DR. BALTASAB BRUM. - Montevi~eo.

ARQ. J OSE p. CABRÉ. - ''

SOCIOS FUNDADORE,S

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~OBOA ·CouRRIÁS DIEGO. - M. Barreiro 151 - Pocito~

PEoEMONTE JuAN J .-Rivera, 2209. PRAT ~RO.- Eduardo Acevedo, 1027. RICCI Y TORIIBIO CARLOS.- Suárez, 2925. · SAMBUCETTI 0CTAVIO. -.Qil 31. VÁZQUEZ VARELA JAcooo.- Buenos Aires, 5HJ bi~.

VÁZQUEZ ANTONINO. - Aldea, 152. ZERBINO Luis.- 18 de Julio, 909.

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AUBRIOT JUAN M. - Wílliman, 14 (Pocitos) . AzZARINI HoBACIO.- Yaguarón, 1181. AMARGÓS RooOLFO L. - Joaquín Requena, 1244. BAUZÁ JULIO C. - Magallanes, 1465. BELLONI GADE.A PEDRO.- Río Negro, 1456. CANABAL ALBERTO. -Treinta y Tres, 1271 •

CAPRARIO JORGE. - Sierra 1<)08- bis. CARLEVABO ALVARO R. - 18 de Julio, 1865. CONFORTE EMILIO. - eerrito, 643.

DIRECTIVA

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DA NIEL Rocco . EMILIO CoN~ORTit RoM.\N B~RRO CARLOS PÉR.Ez MoNTERo . HORACIO T.ERR.A AROCE NA . HOR.ACIO ACOSTA y LARA. AL~REDO R. CAMPOS. RODOLFO L. AMARGOS. ALBERTO CANABAL.

SOCIOS CORR!ESPONISALES ARQ. ALEJANDRO CHRISTOPHERSEN. -Buenos Aires. ARQ. ADOLFO MORALES DE LQS Rfos. - Río J aneiro. ·

GRAVOTTO MAURICIO.- CaneloneR 2055. CAMp ANTONIO. - Colonia, 1086. CHIARINO ANTONIO. - Piedras, 4Sg. DuRÁN GUANI ENRIQUE.- Sarandí 444 (2.0 piso) . DuRÁN VEIGA LUIS.- Sarandí 444 (2.0 piso). Er.zA URDIA RoBERTO. - Paysandú, 1172. GENTA MARIO.- Uruguay, .1210. GmmALoo JuAN A.- Isla de Flores, 1840. GIMENO JOSÉ.- Guayabo, 1724. GIURIA JuAN. -!Mercedes, 1837. GAGGIONB JuLIO· - 25 de Agosto, 602. GOYRET LUIS A. - Colonia, 1578. HERRERA MAc LEAN CARLOS A. - Cerrito, 382. HERRAN JORGE.- Andes, 1431. LAMOLLE JUAN ·C. - Cerrito, 365. MATNI AMÉRICO E. - •Ciudadela, 1274. MARIANO J uAN M. - 8 de Octubre 231. MARTORIELL SEBASTIAN G.- 25 de Mayo .• 709. ~{AZZARA JosÉ. - 1San José, 1214. MOREAU MARIO.- Reconquista, 416. MoLINs CARLOS A.- Olivos 997. MULLIN ERNESTO. - !Salto (R. 0.) MuÑoz ALBERTO. - Agraciada. 2704. Musso Luis POLAÑco. - Cont. CoTtmia. 52. NADAL PEDRO.- Río Neg-ro, 1445. NúÑEz Duuo JACINTO. - Agraciada 2399. NOCETO LuiS.- Cerrito, 455. P'ÉREZ MoNTERO CA.RLOS.- Reconquista, 416. PITAMIGLIO HuM~ERTO. - Ejid<'. 1392. Ru1z ALEJANDRO.- Río Negro, 1445. RA:>cco DANIEL. -Buenos Aires, 519 bis. RonRfGUEZ LARRETA CARLOS. - Piedras, ~1. SANGUINETTI DOMINGO. -Avenida Canelones, 675. ScAsso JuAN A. - Sierra l 935. 2.• piso. ScmNCA CARLO~ E. - R de Octubre 280. SEGUNDO Lurs E. - Est. d~~l F . G. C. - Sala de dibujo 'fl'~RRA AROCENA HoRACJO. - Paysand'Ú 1927 - Dpto.JD. TERRA URIOSTE CARLOS D. - Rivera. 2804. TRTAY BARTOLOMÉ R. - Piedra~ 4!19. VATJ.o\BR.EGA RICARDO E.- 'Maldonado, 924. VIGOUROux RODOL~o L. - Av. Canelones. 684. VILLAVEDR.A JosÉ B.- Paysandú. 1270. VILAMAJÓ JuLIO.- Progreso, 937 . VÁZQUEz BARRIÉRE GoNZALO.- ItuzainR"Ó. 1467. WIIJLIMAN JoSÉ CLAUDIO.- A. Brasil y Ellauri (Poeitos) URANGA JoAQUfN. - Inca, 2075. . ·

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Page 11: Arquitectura 49 - 1921

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ormac1on --

e una Arquitectura Americana?

( Trabajo p~resentado al P~rimer Congreso flan -Americano de Ai'"quitectos (C®lebrado en Montevideo del 1 al 7 de Marzo de 1910)

SUMA!RlO

¿Qué se e ntiende por arquite<:tura americana? ¿Existe una arqui-tectura americz.na? Adaptación de la arquitectura al medio a me ricano. Condiciones ~culiares de clima, ma:teriales, razas, cos­tumbres.

La independencia po!Hica. económica, intelectual, a r Ustica. ·Obstáculos que ~e oponen a la formadón de una arquitectura

ameriiCa.na. La .europeización. La obsesión del esti.lo. La. simulación. Medios extraviado5> para formar una arquitootum .americana.. E l

desconocim ien to del .pasado. La arquitectura. p re-<:olomMa.na.. La herencia del coloniaje. E l exotismo. La. a.rqueo.logta,. E l fu turismo.

.Medios q ue cond uci rán a formar la. arquitectura americana . La simplicidad. La verdad. E.t bu.en uso d e los materiales de cons­trucción. Adaptación M medio. Ar monfa. con ·la na:tura leza. L a es­pon'taneidarl. La. ornamentación regiona l.

P a pel .del Nuevo :Mundo en 1~ civilización. La personalidad de los pueblo~ en la arquiteetum. El ¡10tTenir fle la arqu itectura ame­ricana.

<'Toda alma nacional t>S una agrupa­ción de e lementos ordenada segün un ritm'o q ue, ni tiente pre~Cedrentes en •lo crea­flo, ni se r.e.producirá jamás, u na ve;r. roto aquel inefable co-nsot'Cio. Ma nt ener esta. persona llflad e!; la epo-pe·:va. idea l de los pneblos.

JoRé E11rique R odó.

Cada día que transcurre adquÍ·ere mayor claridad el

papel eminente que el porvenir reserva en el desarrollo

de la civilización al continente colombiano. La universal

conti.enda que acaba de terminar ha puesto en evidencia

que para la marcha de la historia ya no es posible dejar

de contar con el concurso de América. Las viejas naciones

europeas comprenden que los estados americanos repre­

sentan un valor positivo en el concierto general del pro­

greso humano.

Por consiguiente. no está f uera de lugar en un Con­

greso Pan Americano de Arquitectos el e·studiar la cues­

tión que sirve de tema a este ensayo. a fin de dilucidar

cuál es el aporte que el continente de Colón puede y debe

llevar a la evolución de la arquitectura.

Al referirme a una arqu itec tu ra americana. no quiero

decir ,que en todo el continente pueda llegar nunca a

existir una arquitectura uniforme. La diversida·d de pue­

blos y costumbres. la diferencia en 1os materiales de

construcción, la variedad de climas. harán forzosamente

que la arquitectura ofrezca caracteres distintos en cada

una de las regiones del dilatado continente que ex­

tiende sus extremidades hacia a·mbos polos de la Tierra.

Esas divisiones comprenderán en ciertos casos ter rito­

rios que. perteneciendo a naciones diferentes . estén

vinculados por algunas condiciones comunes. Otras ve­

ces. por el contrario, un mismo ·país estará dividido en

varia·s comarcas en cada una de las cuales podrán formar

se tipos locales de arquitectura.

Entendido en esa acepción. el t é rmino "arquttectur a

americana •• que se empleará en este ensayo. significa el

conjunto de las diferentes modalidades arquitectónic as

que, de acuerdo con las características propias de cada

una, podrán formarse en las diversas regiones del Nuevo

Mundo.

Fijado concretamente el alcance del tít ulo d e l pre­

sente trabajo, surge de inme.diato una cuestión previa:

¿Hay actu'ilm·ente una arquitectura que pueda llamarse

americana?

La respuesta ha de ser necesariamente neg'ativá,

Existen. sin duda. algunos casos originales de edificación

genuinamente americana. Pero son ejemplos aislados que,

como las casas de campo en California y otros aná•logos,

sirven para afirmar con la autoridad indiscutible de los

hechos, la posibilidad y las ventajas de la formación de

una arquitectura adaptada a las condiciones peculiares

de la América.

Al observar, empero, el conjunto de la edificación

contemporánea en el Nuevo Mundo se nota en todas par­

tes la tendenC"Ía irresistible a seguir ciegamente las co­

rrientes tran.satlánticas. La ... europei~ación •• es la palabra

de orden, a cuyo cumplimiento se sa•crifican sin ningún

escrú~mlo las cuali.da·deo. positivas que constituyen la hase

de la arqu itectura.

En el transcurso de las edades la arquitectura ha sido

condicionada por las circunstancias exteriores. las cuales,

al variar en las diferentes com·arcas y en las distintas

épocas han dado origen a la diversidad de los estilos que

la.s generaciones han dejado a sus sucesores como jalones

inmortales de la marcha de la humanidad a través de los • hempos.

Y puede observarse una circunstancia digna de sdr

.destacada por las fecundas enseñanzas que de ella se

derivan. Un estilo cualquiera resulta tanto más valioso.

tanto más bello. cuanto mejor se pliega a las exigencias

del programa local. ·Cuanto más fielmente se ada·pta a las

condiciones del medio ambiente. No de otra manera re­

sulta más hermosa el ánfora cuando la arcilla se presta

con mayor docilidad a adquirir la forma que le imprime

·el alfarero.

La historia provee en abundancia Ja contraprueba.

porque siempre que la arquitectura ha concebido obras de

capricho, sin vinculación con el lugar ni con el tiem·po. la

decadencia no se ha hecho esperar. Aun en aquellos ca­

sos en que el talento o la habilidad de un hombre ha con­

seguido realizar una obra agradable y atrayente, es inne­

gable que pierde ésta gran parte de su valor al conrtem­

plarla en el medio en que está colocada. Es evidente que

se habría obtenido un resulrtado harto más brillante si

la labor ma.lgasta·da en ejecutarla se hubiera empleado

en resolver los datos del programa local con la sinceridad

característica de los grandes estilos de arquitectura.

La arquitectura de América, para ser realmente

bella. para no limitarse a ser una rcopia simiesca, sin

alma y sin carácter, .de los estilos extranjeros. ha de ser

una interpretación racional de las condiciones particula­

res en que se plantea para las .diversas comarcas ameri­

canas el problema de la construcción.

América abarca en su di1!a.tado territorio todas las

~onas. En su suelo existen los accidentes más variados.

Esta diversirdad de configuración se traduce en una desi­

gualdad correlativa de climas, de paisajes, de ambientes,

-145-

Page 12: Arquitectura 49 - 1921

a cada un.o de los cuales conviene un tipo determinado de

edificios.

El suelo americano posee rique:r.as inmensas en mate­

riales de construcción, muchas de ellas desconocidas o

mal aprovechadas aún por sus m·ismos habitantes. Esos

materiatles, al ser utili:r.ados en la edificación deben im­

primir a ésta el sello propio de su carácter.

A pesar de lo mucho que ·se ha hablado sobre .. el

prejuicio de las ra:r.as ", no puede negarse que, dentro de

la gran familia humana, existen grupos que poseen ca­

racterísticas diferenciales de los demás. En nuestro con­

tinente, a despecho de las afinida.des de origen que tien­

den a aproximar a muchas de la.s naciones americanas,

hay una evidente caracteri:r.ación de cada una de sus

poblaciones, y aun dentro de un mi.mo país se presentan

a veces distinciones bien notorias entre los habitantes de

unas y otras provincias. De aquí se origina una diferen­

ciación de mentalidades, de idiosincrasias, de costum·

bres, de ideales, que han de traducirse en la arquitectura

creada por los pueblos de acuerdo con sus necesidades y

sus tendencias.

- -

Todas las naciones americanas, después de un pe­

ríodo más o menos prolongado, han llegado ·a alcan:r.ar

su independencia. Esta independencia para ·ser completa

no puede limitarse a la simple emancipación política. La

fa:r. política es, sin duda, la más fun.damental, la que pri­

mero reclaman los pueblos cuando nacen a ,¡a vida de las

naciones. Pero la emancipación no es completa, sino se

reali:r.a en todos sus aspectos,-si no se consigue también

la independencia e conómica, intelectual y artística.

La independencia económica no ha podido ser obte­

nida en forma completa más que por los Estados Unidos.

Las demás naciones americanas viven, en mayor o menor

grado, entregadas a la tutela económica del eXJtranjero y

esta situación, aunque se va modificando gradualmente,

ha de persistir todavía por mucho tiempo.

No puede negarse que en el dominio de la ciencia,

la América ha reali:r.ado grandes progresos. Sobre todo

en algunos ·de sus Estados la ciencia,-en sus múltiples

manifesta·ciones,-tiene vida propia, cultivada como está

por cerebros estudiosos y voluntades tenaces que luchan

sin descanso contra la indiferencia y la hostilidad del

medio am·biente.

En la parte literaria, aun cuan·do las corrientes de

ultramar tienen influencia preponderante, la producción

autóctona no puede ya ser ·pasada en silencio. Existe des•

de hace tiempo una vigorosa literatura americana que se

desarrolla lenta pero seguramente y que ha entregado a

la fama mundial muchos nombres inmortales.

Las letras, por go:r.ar de mayor libertad, son siempre

más precoces que las artes. Así se explica que el arte de

América vaya retrasado en comparación con su literatura.

Sin embargo, existe un arte americano que ha dado fru·

tos promisores y que marcha con paso firme a la con•

quista del porvenir.

Por desgracia, no puede decirse lo mismo de la ar·

quitectura, tronco y sustento de Jas bellas artes, que

yace bajo el dominio del yugo extranjero. En ve:r. de

adaptarse al ambiente, en lugar de satisfacer las necesi­

dades y los gustos locales, se dedica a copiar servilmente

los modelos de ultramar, muy hermosos, sin duda alguna, .

pero concebidos para otros pueblos, para otras . tierras,

para otros cielos que no son los de América.

En los cuentos legen.darios que viven en los recuer·

dos de la infancia, el hijo del rey tiene que vencer for­

midables obstáculos para poder liber.tar a la princesa en·

cantada. No menos poderosas son las ligaduras que man­

tienen prisionera a la arquitectura de América, y le

impiden levantarse a llenar sus grandes destinos.

La civili:r.ación de nuestro continente es descendiente

directa de la europea. Los la:r.os que la unen a su madre,

aunque menos estrechos en la actualidad, se mantienen

aún naturalmente en pleno vigor. En arquitectura la in­

fluen,cia europea es preponderante y excluyente. Un edi­

ficio cualquiera, según el concepto corriente, tiene que

remedar con la mayor exactitud aparente a los modelos

europeos, y el grado de su belle:r.a estará en ra:r.ón directa '' . . , ~· con su europe1:r.ac1on .

Los arquitectos a·mericanos no pueden de ninguna

manera despreciar las f.ecundas lecciones que sus colegas

del Viejo Mundo entregan generosamente a su admira­

ción y a su estudio. Pero este respeto agradecido por las

enseñan:r.as recibidas de los maestros, presentes o pasa­

dos, no debe llevarlos al aniquilamiento de toda inicia­

tiva propia, sacrificada implacablemente en aras de una

imitación rastrera que es la negación misma del progreso

en el arte.

Por otra parte, es necesario para el público, que el

edificio pertene:r.ca a un estilo determinado. Según las

épocas, la moda o el capricho imponen el renacimiento

francés o italiano, el Luis XV o el Luis XVI. el "art nou­veau ••. los "chalets·· sui:r.os o normandos, los •• cottages ..

ingleses, etc.

Así como en el mundo del pensamiento no puede

concebirse un hombre que piense por cuenta propia, sin

estar rotulado y clasificado dentro de uno de los innume­

rables .. ismos" en que está dividido el terreno de las

ideas como otros tantos predios separados, así tampoco

se concibe una casa que no esté clasificada den·tro de un

estilo más o menos supuesto.

Ese pie for:r.ado del estilo es otro escollo formidable

que mantiene bloqueada a la arquitectura de América en

los bajos fondos de la impotencia y del plagio.

La vanidad, - no la noble altive:r. del que posee e l

fruto de su propio esfuer:r.o, - sino la ostentación del

.. rastaquére ''. es también un grave impedimento para la

emancipación d·e la arquitectura americana. No pudiendo,

o no queriendo emplear materiales nobles, preferimos

simularlos con artificios indignos que bastardean la se­

rena pure:r.a del arte ..

Para llegar a la formación de una arquitectura ame·

ricana no se han de poner en prá·cti·ca procedimientos

extraviados que llevan a resultados completamente opues­

tos a los que se persiguen.

En primer lugar, la arquitectura no puede olvidar las

lecciones del pasado. Todo lo que ha sido hecho por

nuestros predecesores: sus ensayos, sus aciertos, sus

errores, sus fracasos, forman un caudal común, fuente

perenne de inspiraciones y de enseñan:r.as. Prescindir en

absoluto de la tradición, bajo pretexto de innovación, es

- 146-

Page 13: Arquitectura 49 - 1921

un ~rave error que conduce a la esterilidad y al extravío.

Sería, como dice Ortega y Gasset refiriéndose a otro

tópico semejante, .. ensayar vanamente una indigna pos­

tura de cinocéfalo ...

El arquit·ecto ha de proceder como el hombre de

ciencia que confirma, rectifica o perfecciona los estudios

de sus antecesores, sin despreciarJos nunca, por el con­

trario haciéndolos servir al mejor éxito de sus investí-• gac1ones.

Tampoco ·está la buena nueva en buscar la fórmula

perdida de las arquitecturas precolombianas. ¿Qué puede

haber de común entre nosotros y esas manifestaciones

primitivas de un arte indígena, concebidas por otras ra­

!tas, para otros estados rudimentarios de civilización, pa­

ra otras épocas ya remotas?

Sería también un error plagiar sin contralor alguno

las construcciones del coloniaje. Estas proporcionarán da­

tos interesantes, y en aquellos casos en que existe una

verdadera adaptación al medio, podrán indicar un camino

digno de ser seguido, más .bien en ·su es.píritu que en sus

detalles. Pero sería una .ingenuidad pueril creer que se

llegará a la formación de una arquitectura al repetir sin

discernimiento los viejos modelos coloniales y calcar

hasta sus imperfeciones o sus errores propios de una

época atrasada, escasa de medios y de recur.sos.

Ni menos ha de buscarse la fu.ente de la nueva ar­

quitectura en las extravagancias morbosa,s de la fanta­

sía y del exotismo, flores malsanas que guardan como la

adormidera en el seno de sus corolas fascinantes la •

pon!toña y tla muerte.

Hay que prevenir-se tamlbién contra dos tendencias

diametralmente opuestas que, por ·proceder a·mbas de un

mismo origen, son análogas en el fondo. No en vano se

ha dicho que nada hay tan parecido al anverso de una

medalla como su reverso. Me refiero a la moda de las

antigüedades y del futurismo, - a ese es.tado de espíritu

en que sólo parecen buenos los modelos cubiertos con el

polvo de los siglos, - o, por el ·contrar.io, que no concede

paten·te de belle!ta más que a las cosa·s que son totalmente

extrañas y opuestas a las existentes.

Con frase lapidaria ha dicho Rodó: '"Tan irracional co·

mo la pasión de lo viejo que considera buenas las cosas

tan solo porque tienen a su favor los prestigios de la tra·

dición, es ,}a pasión de lo nuevo que las considera buenas

sólo porque tienen a su favor los prestigios de la novedad".

Circunscrito de esa manera el campo de los recursos que servirán a la formación de la arquitectura america·

na, separada de la ci!taña fala!t, el trigo generoso y fe­

cundo, ca·be plantear ahora el proble·ma en su forma posi-• • • hva y viviente.

La arquitectura americana no debe tener su fuente ni en la ne.gación absoluta del pasado, ni en la resurrec·

ción del primitivo arte a·borigen, ni en la.s seducciones del

exotismo, ni en el culto fetichista .de la arqueología, ni

en las fantasías enfermizas del futurismo.

La formación de los estilos no es un hecho ·imprevisto

ni aislado. La arquitectura está en perpetua evolución,

impulsada por los medios que <condicionan su existencia:

tradiciones, costum·bres, ·materiales, climas. Jamás ha

surgido un nuevo estilo del cerebro de un hombre como

Palas Atenea de la cabe!ta de Zeus omnipotente. El genio

podrá dirigir o adelantar la evolución .de la arquitectura,

pero sería incapa!t de improvisarla. Sus transformac~ones son lentas como las de la naturale!ta y amenudo reda·

man la labor .de muchas generaciones. Pretender crear de • • • • N •

Improviso una arquite·ctura amencana es un sueno qui· , .

mertco.

La arquitectura de Améri·ca no se formará por la

reali!tación de he.chos extraordinarios. Su nacimiento no

será señalado ·por ningún prodigio .como los que saluda·

ban a los héroes antiguos en su cuna, a guisa de presagio

de sus futuros destinos.

Los medios para llegar a la formación de la ar.quitec·

tura americana serán bien simples, bien sencillos. No

digo .. fáciles''. porque lo más simple suele ser precisa­

mente lo máa difícil, pero serán de una a-bsoluta simpli­cidad: •• ad augusta per angusta ".

El primer medio será la lámpara que encendió Rus­

kin a la entrada del santuario de ;la ar-quitectura: la

verdad. La verdad en todo y ante todo. La verdad en el empleo de los materiales, en la interpretación leal del

programa, en la adaptación aJ medio, en la sa.tisfacción de

las necesidades locales, la verdad en la distribución y .. en la construcción, en la decoración y en la comodidad,

en el exterior y en el interior.

Basta ya de mistificaciones y de fraudes. Depure­

mos esa atmósfera de mentiras convencionales que de­

forman y alteran las líneas puras de la belle!ta, definida

por el filósofo griego como el esplendor de lo verdadero.

Para cohonestar tantos atentados como se cometen

contra el sentido común y el buen gusto, no nos excu­

semos con el pretexto de que los malos materiales exi­

gen un disfra!t que los disimule. Un material rico y noble

es por cierto una . cualidad valiosa, una ventaja inaprecia­

ble para el arquitecto. Sin embargo todos los materiales '

son ba.stante buenos si se saben em·plear con acierto.

Es muy bello, sin duda, levantar un Partenón de mármol

pero también es her-mosa una catedral de ladrillo como la

de AJbi. Magníficas son las bóveda·s de pi~dra ojivales,

pero son también se·ductoras las bóvedas de yeso de los palacios árabes.

Tomemos los materiales que nuestro suelo o nues­

tros medios nos proporcionan. ::;i diBponemos de mármo­

les y de bronces exornemos con ellos los edificios, pero

no cometamos la torpe!ta de falsificarlos con burdos ar•

tificios. Si no tenemos piedra, hagamos las casas de ar·

·cilla, que n'O de otra cosa hi!to Dios al hombre. Sea cual •

fuere el material que la suerte nos depare, utilicémoslo

con lealtad, pongamos a contribución su valor, y el re·

sultado pr~miará nuestra sinceridad. ¿No es más her­

mosa, acaso, una humilde conchilla de nácar que todo un collar de perlas falsas 7

Seamos ta.~bién hombres de nuestro tiempo. Que

nuestras moradas sean construí·das, no para la ostentación vana y estéril, si.no para la comodidad y el reposo de sus

habitante·&. Que estén en armonía con nuestras tradicio­

nes, nuestros gustos, nues·tras aspiraciones. No sacrifi­

quemos jamás al prurito del estilo o del fac-símil las con·

diciones esenciales del .. confort.. o de la higiene. Sea

nuestra guía la ra!tÓn y la belle!ta, y no la ley inconsciente de Panurgo.

Hubo un tiem·po feli!t,- hoy ya lejano,- en que la

vivienda del hombre oetaha hecha de acuer-do con el

clima. A cada reiión correspon·día un tipo de edifica·ción,

como a cada !tona una cate1(or.ía de plantas. Las casa·s no

147 -

Page 14: Arquitectura 49 - 1921

AkótJttEé1U~Á

C:.-~n éntoncés un contrasent~do en medio de la natura•

leza. sino que armonizaban con ella has.ta el punto de

parecer tan arraigadas al suelo como los árboles y las

peñas. La obra del hombre y la de la naturaleza se com•

pletahan como las estrofas de un mismo himno, como las

notas de una sola sinfonía.

El .. snobismo", el espíritu de imitación, la atracción

de lo exótico, destruyeron ese estado de cosas. Hoy la

construcción nos ofrece en un mismo lugar las más va·

riadas muestras de edificios y las más peregrinas incon·

gruencias. Los agudos piñones que claman por las tem·

pestades septentrionales alzan su silueta circunfleja hacia

cielos tibios y serenos. Las sombrías mansardas coronan

las casas en ciudades donde la nieve es desconocida. En

una palabra, la edificación, en vez de re·sponder a las

exigencias locales. en lugar de ser un exacto reflejo del

ambiente. es una resultante artificial de la frivolidad y

del capricho.

Como un cuadro que se colgara indistintamente en

cualquier lienzo de pared. así la casa es concebida para

ser ubicada en un paraje cualquiera, lo mismo en la ciu·

dad que en el campo, en la playa que en la montaña, en

las zonas frías que en los trópicos.

Por ese camino se lograrán fáciles triunfos entre los

ignorantes y los que no tienen otra ley que la .de la moda.

tanto más tiránica cuanto más irracional. No es esa, sin

embargo. la senda que ha de seguir la arquite·ctura ame· •

ricana si quiere ser digna de ese nombre~ si ha de re·

presentar el alma de una raza, si aspira a hacer obra

perdurable, en armonía con el suelo, con el ambiente, con

el cielo de América.

Hay que abandonar todo .. partÍ·pris ", -todo rebusca·

miento. La espontaneida·d, la sencillez, la naturalidad,

han de constituir el numen inspirador de la nueva arqui·

tectura. No pretendamos crear una fórmula original,-no

imaginemos revolucionar el arte,-alejemos la obsesión deprimente del estilo.

Seamos pura y simplemente los fieles intérpretes del

programa. Dentro de la mayor sinceridad realicemos ese

programa con los datos que nos proporcion-a el .medio

ambiente y al consagrar nuestro esfuerzo a la solución

de ese problema no acariciemos ningún •• arriére pensé e".

Cuando los maestros de obras del siglo XI se pusieron

a reparar las iglesias destruídas por las invasiones nor•

mandas, se aplicaron sencillamente a resolver en la me·

jor forma posible el problema entregado a su inteligencia,

sin pensar en ningún momento que creaban un nuevo estilo de arquitectura.

La nueva fórmula de arquitectura surgirá por sl.

misma, con la naturalidad con que el árbol brota de la

simiente con sólo emplear en su formación las cualidades

esenciales de la arquitectura. Por ese procedimiento que,

como la línea recta es el camino más corto y más seguro,

se llegará a conquistar, como dice Gua·det .. la ecuación

perfecta entre la solución y el programa,_ que es en la más

amplia acepción del concepto artístico, el elemento cierto

del carácter, la prenda de la originalidad".

La decoración en América no ha hecho por lo general

más que repetir indefinidamente los modelos ya conocÍ·

dos. Los elementos ornamentales son 'los mis·mos de que

se ha hecho uso y abuso en el viejo mundo. Calcados córl

mayor o menor fidelida·d. constituyen todo el repertorio

decorativo de los edificios americanos.

El yugo de la moda, - contra el cual nunca se protes·

tará bastante, - la facilidad que proporciona al proyec•

tista un .. stock" bien provisto de toda clase de motivos,

han impedido que se pensara nunca ·en abandonar caminos

tan trillados. Tiempo es ya de reaccionar contra esa ru·

tina, para poner a contribución la propia inventiva y reem·

plazar los socorridos moldes que na·da dicen al alma • amencana.

La fauna y la flora del continente, - a la que se po·

dría agregar todavía el reino mineral,- abren a la inspi·

ración decorativa un vasto campo inexplorado en la actua·

lidad. Millares de formas, combinaciones infinitas de co·

lores, plantas y flores magníficas, hermosos ejemplares

de animales, todo un mundo nuevo se ofrece pródigamente

a la originalidad de los artistas.

El día en que éstos consagraran sus talentos a inter­

pretarlo y estilizarlo, la arquitectura americana realizaría

una conquista invalorable. En lugar de repetir mecáni­

camente los gastados elementos transocéanicos, la deco·

ración de las casas podría entonces basarse en motivos

regionales, que unirían a su originalidad el mérito de ar­

monizar con el ambiente, de vibrar al unísono con la na·

turaleza circundante, de hablar al .sentimiento con la elo­

cuencia irresistible de las cosas que nos son familiares

y queridas.

----Cuando, en una alborada por siempre inolvidable, el

navegante genovés vió desde el puente de las carabelas '

castellanas surgir del seno del Océano el continente ame·

ricano y el Nuevo Mundo quedó incorporado al movimien­

to de la civilización, ¿lo fué acaso para que en su suelo

se repitieran indefinidamente las mismas aspiraciones,

las mismas tendencias, las mismas tradiciones acariciadas

por el antiguo?

Los que tenemos fe en el porvenir de América, cree­

mos, por el contrario, que. - sin renegar de todo lo que

somos deudores a la madre Europa, - sobre la tierra vir­

gen del continente de Colón deben alentar nuevas orien·

taciones, nuevos ideales que completen con facetas no

conocidas el diamante del progreso que la humanidad va

tallando lentamente con el esfuerzo incesante ·de las ge· • nerac1ones.

• arqu1· En el suelo de América ha de formarse una

tectura que sea el fiel reflejo de sus condiciones y carac­

teres, el exponente acabado de sus sentimientos y de su

genio. Si los pueblos americanos poseen una personalidad

propia, si en su vida alienta un espíritu que sea la razón

de su existencia, es necesario que en su arquitectura quede

graba·da su huella inconfun.dible, como lo ejecutaron todas

las razas que pusieron el sello de su alma en la erección

de sus monumentos seculares.

"Toda alma nacional es una agrupación de elementos

ordenada seg'Ím un ritmo que, ni tiene precedentes en lo

creado. ni se reproducirá jamás, una vez roto aquel ine·

fable consorcio. Mantener esta personalidad es la epope­

ya ideal de los pueblos". ¿Y dónde podría afirmarse esa

personalidad con mayor fuerza, con más perdurable vida,

con mejor elocuencia, que en la arq:.,ite..:tura, esa epopeya

de piedra, de arcilla o de hierro en que la humanidad va

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Page 15: Arquitectura 49 - 1921

ARQUITECTURA

señalando las etapas de su existencia a través de las

revoluciones de la historia?

Para llegar a la formación en América de una arqui­

tectura americana confío en las fuerzas inmanentes que

guían la evolu~ión del arte. Espero también en la virtud

. contagiosa del ejemplo que arrastr ará la voluntad, hoy

contraría o indiferente del público, una vez que alcance a •

gustar el dulce sabor del agua tomada en un vaso peque·

ño, como el del poeta, pero en un vaso propio, libre de toda

extraña adulteración.

Confío sobre todo, en la labor entusiasta de las nue·

vas generaciones de arquitectos, de los que sienten en su

espíritu joven la atracción irresistible de los grandes

ideales.

Por eso, creo que no es una engañosa quimera pensar

que llegará un día en que, de un extremo a otro del mundo

de Colón, florecerá, vigorosa y pujante, una arquitectura

a~ericana, adaptada a las condiciones regionales de cada

una de las comarcas del continente.

La Arquitectura 8 n la ~antarl"fa <:Ontiuuan:F.mt.z excitatl<l

del arqulitecto que viaja. bi en se con fun­<1(:'11 ciiar ia·m en t e la per cepción fijativa. tl<> un s ig no arquih!c t ón ico existen te. con la im n,:.:-en virt ual d e las di vaga;c.iones espi­rituales . .Y l~asta solemos sufr i r e l miraje d·e trastrocar unas •y otras.

Yo no sé ))U•es s i cuan to d igo aquí lo hE:' vi.sto : o lo lw pensado tan sólo cle­:;:eánclolo YivamentE>.

Como se llega a Santiago de noche nos libramos en­

tonces de conocerle ~ retazos. Y la primera impresión· la

tenemos de su conjunto, desde ·las torres de la Catedral o

el mirador del Santa Lucía, o trepando decididamente has­

ta la cumbre del San Cristóbal.

Todos son buenos puntos de mira para quien quiere

orientarse y comenzar a buscar. Y hay que convenir que

en Santiago se encuentra muy fácilmente.

Si elegimos pues el vértice que forman la Alameda y

el Parque For.estal en la P 1laza Italia y nos internamos

alejándonos de ella en la es·pesura de las viejas caHes. a

buen seguro que hemos de detenernos con frecuencia

atraídos y fijados por multitud de restos de la arquitec-• tura anhgua.

Es la tradición española que se nos manifiesta en to­

dos esos pequeños signos .de lo que fué ciudad colonial y

que salpican de interés y variedad con lo pintoresco de su

arquitectura a las manzanas uniformes y monótonas que

constituyen la característica en e.sta como en casi todas

las ciudades sudamericanas, del amanzanamiento español

del coloniaje.

Pero aquí, en este rincón, todavía como detenido en

su carácter, se tuercen sin or>den sus calles estrechas, que

se curvan e interrumpen añadiendo variedad e interés a

esas galerías voladas con columnas y alero de tejas de

desusadas dimensiones, a los balcones corridos de barro­

tes espesos forjados con habilidad. a las puertas macizas

con sus herrajes visibles y sus vicha.deros enrejados. A

toda esa elegante sencillez que fué característica de los

constructores primitivos que tan bien <Supieron armonizar

Esa arquitectura, en perpetua renovación como todo

lo que posee vida propia, ajustada con inefable armonía al

ritmo sagrado de la naturaleza, será la represen.tación ge­

nuina de la raza, la vibración auténtica del alma nacional

que, animada por el soplo creador del arte, el genio de la

América entregará lleno de confianza a fa sanción del • porventr.

CONCLUSION

EL I CONGRESO PAN- AMERICANO de ARQUI­

TECTOS formula un voto para que, por la fiel interpre­

tación del programa local, por la lógica adaptación al me·

dio ambiente, por la aplicación de una ornamentación re­

gional, los arquitectos .del continente propen.dan a la for­

mación de una arquitectura americana que sea en cada

localidad la traducción de su carácter, el complemento ar·

monioso .de la na-turaleza, la expresión genuina del alma

de la raza.

Román Berro,

Profesor adjunto de Teoría del Arte

en la F acuitad de Arquitectura.

NaCional ·en Chile su vigorosa y simple arquitectura con el marco pintoresco

de las calles recortadas para crear ese ambient·e que hoy

nos deleita porque al pasar y observarle, creemos encon­

trar un espíritu, como un alma aprisionada que todos com­

prenden.

Pero este estilo que comenzamos a admirar en tan

genuino rincón de Santiago, lo hallamos disperso y como

diseminado para salpicar de un recu.erdo repetido a la

ciudad entera~ y lo hallamos en plena plaza de Armas,

centro de la ciudad. y desde ella si nos dirigimos hacia

sus extremos. sin que nos detenga el Mapocho, el río que

corre entre represas, para internarnos •hasta los barrios

complicados de su margen opuesta.

Iremos viendo entonces multiplicarse las casas y re•

petir.se esas fachadas ya tan conocidas~ más nos admira­

rán otra vez sus portales barrocos y .sus balcones de sos­

tén robusto. V eremos los edificios administrativos, la Ca­

sa de la Moneda con sus desconcertant·es balaustres gran­

des como hombres, y los templos admirables de murallas

austeras y artesonados escalonados, como la augusta gran•

deza de las serenas torres de Santo Domingo.

Santiago es así como la corte de una tradicción y un

espíritu que el pueblo chileno ha conservado y mantenido

latente al través de los años con respeto de idolatría, y

es tan vivo el arraigo de esta tradicción y de ese senti­

miento que pudo ser en un principio interés histórico, que

el sentir de la patria aviva y fortalece, que hoy ya es un

espíritu, una modalidad y el carácter en que .se expresa un

arte que ha hallado lo nacional en el culto de su pasado.

Porque contra la domina-nte y banal uniformidad de la

arquitectura de ahora, que en todas partes se repite . y se

yergue expresándose por iguales .elementos y procedimien­

tos análogos, estas casas españolas con tradición, con be­

lleza y con virilidad hispánicas, se destac·an tanto, dominan

tanto, interesan tanto, que entre los maci:os intermina·

bles de los blocks arquitectónicos, ellas son la nota pinto-

- 149 -

Page 16: Arquitectura 49 - 1921

ARQUITECTURA

resca de arte y de intensa emotividad que halla el arqui­

tecto artista e n su peregrinaje investigador.

Yo n o diré pues que por su sentimien.to, su estruc­

tura, ni su origen lleguen a ser u na forma de expresión

artística gen u ina m en te nacional. un estilo propio; pero sí

puede ya aceptarse que así como hemos asimilado de los

con quistadores u n a lengua, u na religión y u na idiosincra­

cia que hoy y a son com o patrimonio americano, así los

chilenos han añadido a s u s caracteres adoptados el de una

arquitectura que y a es casi históricamente regional. Y

es que para estos pueblos jóvenes, desprovistos de h isto-

te puede conducir a nuestros artietas a la concepción de . . , . . .

tipos arquttec tontcos proptos para crearse una arqUitectu-

ra n acion al, está más que en el esfuer:z.o impotente para

desligarse de influencias extrañas pero universalmente do­

minadoras, en la obra lenta de adaptación de ese primer

tipo que nos sugirió España y que al extenderse en Amé­

rica ya se tra"nsformó hacia el híbrido de proporc ion es

r udas que hoy constituyen el colonial.

Es así como algunos arquitectos jóvenes lo han co m­

prendido en Chile, y con m e nos espíritu arqueológico que

nacional. comprensivo de las necesidades ac tuales que se

' . . ' ..

. ' ..

Moderno edificio de la Cruz R oja en Santiago. - Arq: Roterto Dá vil a Carson

na, de tradición de pasado experien te, bien puede ser

que la m anera m ás n atural, y adecuada d e reali:z.ar obra

propia, n acion al. n o sea crean do tipos arquitectónicos ori­

ginales, estilos n uevos, orn am en taciones desconocidas que

den carácter peculiar a sus o bras , sus ciudades y sus am­

bientes.

Los pueblos n uevos que carecen de experien cia, de

sólida cultura gen eral , de refinamiento artístico, de esos

dones que son e l legado de un a tradición centenaria crea­

dora de c iudades de arte en rem otos países, virtud glorio­

sa del sentim iento innato que h ace estetas por in stinto,

por naturaleza a l pueblo de una ciudad, eso que descon o­

cen los n uevos. porque carecen de ambiente y n o han

podido aprenderlo, e s lo que se opondrá siempr·e a la ob ra , . . .

pura, ttptca amencan a en n u estro c~nhnente.

Es pue~ d~ ra:z.ón , que el camino que ma$ directamen-

derivan de n ues tra vida m odern a, agitada, dinámica , ines­

table, han com e n:z.ado esta obra de renovación de ese co­

lonial tan difundido pero tan viejo ya y que sin e m bargo

puede ser el mejor inspirador de la arquitectura de ahora

en un a ciudad qu e n o ha perdido todavía el carácter

de la é poca patricia.

H e conocido e n Santiago arquitec tos que e n su adm i­

ración por e l colonial. han relevado con intenso respeto y

férvido entusiasmo, res tos y tro:z.os de esa arquitectura

que luego h an a plicado en proye ctos de estudio.

R espeto ese ahinco investigador que tiene u n poco de

la pasión estudiosa de u n arqueólogo e ntusiasta, e n cuanto

es útil como ejercicio espiritual y h abilita a la composi­

c ión libr e con reminiscencias oportunas de un estilo ya

pasado; pero, sólo este rol le asigno a tales proyec tos lle­

nos de detalles v e lem e n tos realizados. Creo en cam bio ,

- 150-

Page 17: Arquitectura 49 - 1921

'

..

ARQUITECTURA

que hallan su ruta quienes por no olvidar una tradición

que se ha conservado intacta, tratan de prolongarla reno·

Arquitectura colonial. Torres ele Santo Domingo, Santiago Dibu;o de Alberto Ríacl

vando sus valores, modernizando sus formas que respon­

dían a otros elementos disponibles y modos de constru ir,

UN MUSEO

acercando su espíritu a nuestro espíritu, talvez porque sa•

ben que este es ahora otro y que no obstante todo el ca-. . .

riño que ·podamos sentir por los legados de un arte que

fué de nuest~os antepasados, sólo podrá tener vida mo­

derna, si asimila en algo el carácter actual de movimient .l,

de inquietud, de utilitarismo que constituye el n~rvio vi­

tal de nuestras ciudades.

Y así, ese colonial que ya es americano, llegará

por este amoldarse a nuestro siglo, por esta' evolución ne·

cesarÍa de adaptación inteligente; a constituir un nuevo

estilo que entonces sí será propio y ·característico, aun­

que para crearle hayamos tenido que a-bandonar un

poco el 'criterio arqueológico de conservar ·en su pureza -las

formas antiguas, ni menos haber caído en el otro ·extremo

de despreciarlas, concibie·ndo todos esos -tipos impersonales

de arquiteCtura internacional · que e·n todos los países se

realizan pero que ninguno · reivindica para sí ·porqu·e no

son de nadie.

Yo he creído entrever ·pues al pasar por Santia·go, que

espíritus inteligentes, eclécticos, de cultura y predileccio­

nes modernas, comenzaban ·a buscar sus rumbos arqui­

tectónicos en los viejos campos del arte colonial, y que

procedían con un criterio tan racional y tan lógico que es

de esperar que pronto se eleven en esa ciudad los tipos

de una arquitectura que será como ninguna la Arquitectu­

ra Chilena.

Desde otro punto de vista, Pedro Prado ha escrito un

ensayo de un innegable valor didáctico· y es de creer que

no ·habrá pasado desapercibido ·entre sus compatriotas.

Su misma esclarecida alcurnia le habrá preservado de ello.

Yo, sólo femo no saber como dije ·en· un principio,

si cuanto aquí ' digo lo he visto, o lo he pensado tan solo

deseándolo vivámente .

Montevideo, Diciembre 22 de 1921.

'

Rodolfo Amargós.

PARA LA CIUDAD DE MEJ!CO

La partida para su patria del arquitecto mejicano

Francisco Mujica y Die¿-. de Bonilla, que fuera nuestro

huésped cuando el I Congreso Pan-americano de Arqui­

tectos. al que llegara representando a los estudiantes de

Chile, donde cursó sus estudios, permitirá a "Arquitec­

tura" contar con amigos hasta en las lejanas planicies de

Anahuac desde donde nuestro estimado colega va a re­

cordarnos.

Como la primera gestión que el arquitecto Mujica

piensa realizar en su patria consiste en obtener de las

autoridades gubernamentales el apoyo necesario par a la

construcción de un gran Museo Arqueológico en la ciu­

dad de Méjico, cuyo proyecto original lleva consigo como

compendio de sus estudios e investigaciones de las ar­

quitecturas indígenas de su patria y colonial española,

creemos de interés reproducir algunas fotografías de di­

cho proyecto que conservamos desde la l Exposición Pan­

~m-erican~ r~a.H1i'd!J. c<;>njuntaJll~nt~ ~gn ~¡ Congreso en

Marzo de 1920, en la que obtuvo gran premio con meda­

lla de oro e interesó vivamente por ser el único trabajo

presentado a ese torneo que contemplase un tema de ar· • •

qultectura amencana.

El hecho de que uno de nu·est·ros redactores h~ya

tenido una reciente oportunidad -de entrevistarse con él

en Santiago, nos permite al mismo tiempo adjuntar al­

gunas noticias al respe-cto, así como las ideas que sobre

arquitectura mejicana tuvo la deferencia de exponerle pa·

ra nuestra revista y que reproducimos a continuación.

.. He de confesar que fué un sentimiento nacionalis­

ta quien encendió mis entusiasmos arquitectónicos; fué el

patriotismo y no -el arte; el afán de dar al arte nacional

un rumbo propio que respondie.se a nuestros abolengos

bien ganados en h hi.stor.ia de la arquitectura americana.

Al estudiar la evolución del arte a través de los

grandes ciclos que di&ciplinan maravillosamente el pro­

greso de la hum~nidild civili~ada, palpé la im·port~ncia del

Page 18: Arquitectura 49 - 1921

ARQUITECTURA

estilo y vine a comprender el papel preponderante que

ejerce en la caracterización de un pueblo, su arquitectu-• ra propta.

Creo que ella es el compendio m~teri'al de la patria.

Arquitectura es su más vasta acepción, es todo el mundo

substancial, toda la suma de sensaciones que denotan

forma y color.

México tiene dos arquitecturas propias: la aborigen,

en sus mil manifestacione·s particulares, desde la mile­

naria tolteca hasta la sapiente y completa azteca y maya.

Y también ¿porqué no publicarlo con nuestro más

Íntimo orgullo? la arquitectura colonial. México sin dud·a

es el país de la América que más ha asimilado a sus ne·

cesidades y a su espíritu propio la ar·quitectura española.

El mexicano, vedado de usar su exornación, marca

no obstante su rastro: toma los motivos decorativos del

renacimiento distribuyéndolos a su sentir, repitiéndolos

y multiplicándolos ha·sta el infinito, formando así las ma­

yas clásicas de la arquitectura yucateca y 'las monstruosi­

dades fantásticas de la arquitectura azteca.

Pero la falta de preparación técnica del español. que

permite a nuestra personalidad artística dejar su huella

desaparece poco a poco. Arquitectos famosos de la Penín·

sula elaboran los ptanos de las construcciones a levan­

.tarse en México; otros no menos notables se arraigan

en el corazón mismo de la gran T enochtitlan y a su cen·

sura severa y tiránica ·debe el arte mexicano, el nuevo

arte mexicano como me atrevería a llamarlo yo, su muer-• te repenhna.

El renacimiento sienta plaza en México.

Posteriormente el colonial se caracteriza con tenden·

cias propias en la época barroca y churriguera. Esta ar·

quitectura encuentra campo fecundo porque tiene infinitos

puntos de tangencia con nuestro sentir artístico: des•

orden, profusión decorativa, imaginación fogosa y comple­

ja, ansia de fastuosidad y de boato.

El churriguera y el barroco en sus últimos períodos

Detalle del Pórtico del gran Museo Arqueológico

sufre pues nuevamente la huella de los arquitectos crio­

llos dejando tan bien registrada su influencia, que no es ' .

posible c~~f~~dir la arquitectura ·colonial de esta época,

con la arq~~tectura colonial de cualquiera de los otros

países indo-latinos, ni con el arte peninsular.

Gran Museo Arqueológico para la ciudad de Méjico- Fachada principal. Proyecto del arquitecto mejicano Francisco Mujica y Díé'Z de Bonílla

- 152 -

,

Page 19: Arquitectura 49 - 1921

""· .,

ARQUITECTURA

He ahí la tercera etapa de la arquitectura nacional.

Después vien.e el período independiente y con él

la bancarrota del arte.

• • • • • • • • . . . ' • • • • • •

El tema de mi proyecto no fué el de un sim·ple museo.

Lo bauticé con este nombre para englobarlo en uno

de los casilleros técnicos que más se asemejaba con sus

finalidades. El Museo Arqueológico para la ciudad de México,

más que un museo es. un .templo grandioso al arte nacional.

Situado en un parque en .que la flora típica de México

adorne nuevamente jardines maravillosos como los que

en su época embalsamaran los verdores de los palacios

y de los teocalis mexica.

El Museo y el parque serían el compendio material de

México.

bién en su arquitectura las formas queridas del arte pre•

colombine.

Esta fué mi idea inicial en el terreno práctico después

de mu4as divagaciones en el terreno teórico.

Pero ello no es suficiente.

Si pode·mos levantar construcciones valiéndonos so·

lamente de elementos aborígenes, porque ellos res·pondan

a necesidades idénticas relacionadas o ·derivadas . de las

que sintió el pueblo aztec<f., no es menos cier.to que al·

gunos temas que obedecen a necesidade.s enteramente

diversas a las que ellos cont-emplaran, necesitan de ~le­

mentas arquitectónicos nuevos que no es posible im·pro·

visar en absoluto.

Buscando dentro del arte propio encontré fa~ilmente

Plantas del Museo

Sus restos artísticos guardados en un santu~rio que

resuma en sí todas las ar·quitecturas de aquellas épocas,

no solamente nos llamarían a formar de nuevo nue·stra

síntesis propia: los misterios, las tragedias, los heroís·

mos que evocan, serían el incienso magnífico de e·se

templo maravilloso donde el pueblo iría a orar el amor

a México.

En su parque se ubicarían todas las ruinas que no

fuesen dignas de figurar dentro del Museo o que por sus

dimensiones exageradas necesitasen de ·perspectivas es­

paciadas.

Grandes avenidas llevarían el nombre de las más

caracterizadas civilizaciones mexicanas, con estatuas de

sus emperadores más famosos.

Quiero decir que este bosque sagrado sería la histo­

ria viviente de México.

En él tendría también cabida el ·panteón de nuestros

héroes nacionales, porque en su supremo heroísmo, el

héroe es el más artista entre todos los artistas y el mayor

amor entre todas las pa-siones. El Panteón Nacional de •

México debe levantarse en es.te parque y ostentar tam-

el complemento. La arquitectura · colonial en sus primeros

tiempos fué una combinación felicíslma del arte español

importado y del mexican() clásico.

El coloniaje caracterizó ~espués nuestras necesida­

des arquite.ctónicas.

Tomando pues ·d-e esta arquitectura colonial mexicana '

el elemento, y del primer período combinado, la idea, sur·

ge pues la ruta ·precisa que nos ·brinda una fuente inago·

ta.ble y preciosa para darle a nuestra arquitectura un ·sen­

dero nuevo: el estilo neo-mexicano.

De estas dos corrientes que fatalmente tendrán que

surgir: el renacimiento m~xicano y el estilo neo-mexica­

no, con el ta·miz del tiempo y el ·esfuerzo que nuestro pa·

triotismo desarrolle, ·Se definirá posteriormente la ruta

única y decisiva del arte mexicano contetnporáneo.

Estas son las i4eas que me he formado después de

algunos años de consagración y de esfuerzo, y ·que ya ex·

puse en Santiago de Chile en ·una conferencia que sobre

M :éxico y su Arquitectura, dí el 16 de Octubre de 1919.

bajo el patrocinio del Instituto de Arquitectos .

Ahora creo llegado el momento propicio para ir a

- 153-

Page 20: Arquitectura 49 - 1921

ARQUITECTURA

México y llevar con toda justicia la voz de los nuevos ruin­

bos hallados y realizados, pues quiero echar mi grano de

arena a esta justa aspiración de nuestro patriotismo, que

representa para mi el ayuno absoluto de la vida en 4 lar·

gos años de consagración y de estudio, habiendo en estos

dos últimos, posteriores al Congreso ampliado notable­

mente mi trabajo".

ARQUITECTURA se complace en augurar al distin­

g'ui~o ~olega mejicano, la realización feliz de sus noble.!'!

ideales de juventud.

CASA HABITACI N Calle Buenos Aire$ entre ltuzaingó y Treñnla y Tres

A<Costa y Lara, Guewra y Ca~rcavmllo, Awquit~~to - lngenie~ros

Como puede verse por las foto grafía ::; que acompañan

estas líneas , el problema a resolver consistía en la ubi­

cación de todos los locales que exigía el p:-ograma dentro

de un terreno qt:e tenío 6 .111 05 de ancho.

No obstante esta dificultad, el problema fu é resuelto

a mpliamente. de acuerdo con los recursos de la composi-o , o , •

cwn arquttectontca.

La distribución general se ha hecho repartiendo los

locale!! en 3 pisos, ocu pando l a planta baja, el vestíbulo

de entrada, hall, con la escaler a de mármol desarrollada

en planta circular, escritor io, depósito de libros, pieza del

portero, toillete, b o dega y patio de aire y lu::.

El p~· ! .::er piso está formado por el dez.:l ~·ement de

la escalera, la sala, con un pequeño nicho poligonal. co·

medor, cocina, dispensa, toillete, etc.

En la planta alta están ubicadós los 3 dormitorios, ~

cuartos de baño y la escalera secundaria.

Además tiene u n entrepiso para el servicio sobre la

planta baja, y otra pieza sobre el 3er. piso.

Comedor

- 154 -' .

Fachada

. Como puede observarse, las comuni­

caciones generales y la circulación están

estudiadas de acuerdo con las reglas

de la composición, teniendo todos los

locales su independencia y contando con

luz y ventilación. La fachada se ha

estudiado con sobriedad y elegancia,

formando un conjunto bien ordenado y

tranquilo.

Page 21: Arquitectura 49 - 1921

1 '

.

t

1

1

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ARQUITECTURA

• t

• ~r . "'~ t t

Sala y hall del primer piso

Pmo

r

Antes de empezar el cá lculo, daremos a la pieza una

altura determinada, para poder operar.

Generalmente se hace H = 1120 Ó 1130 de la l uz a

salvar entre los apoyos; si la carga es muy grande , se

hace H = 1120 l. También podemos hacer H ' = 0,0375 raíz cuadrada

de M, siendo H' en cm ts., y M e n Kgcms.

Para la altura total H, agregaremos a H ', 3 cmts. qu e

es el espesor del hormigón necesario para recubrir las

varillas en la parte infer ior ,

Estas alturf\S se toman considerando u n traba jo del

hormigón Rb variabl~ entre 40 K41. y 55 Ks, según la

Coruu..

-- 1 Do~

ltJMrA lm~ SVt:l o ~~IIJ. l!!:Pis~

JJe <}.10.. o.oi p.m .

can tidad de porland: y del hierro R 'a, variable en tre 1.000

y 1.200 Ks. por cmt.~ .

V amos a calcular la pieza.

Si tomamos los momentos de las fuerzas con r e­

lación al centro de las compresiones, tendremos que

M = F X h ( 1 ) sien do F el esfu erzo de tracción que se

produce en la armadura, a consecuencia de la carga ex­

terior P, que obr a sobre la pieza, siendo h el brazo d e

palanca, o se a la distan cia del centro de extensión al de . . ,

compres10n.

Adem ás, si hacem os que la distancia del eje de la

armadura al borde inferior de la lo~a :;ea de 3 cmts. t<:ln~

~ 155 -

Page 22: Arquitectura 49 - 1921

ARQUITECTURA

dremos que la altura útil de la loza será H' = H- 3 <2>. Ahora, para hallar el valor de h, hacemos h = 8 !9 H' < 3 >.

Este valor se halla del modo siguiente:

En la fig. adjunta, tenemos que h = H'- d ( 4> pero

d = yl3 ~51 , puesto que las compresiones se producen en

la 3.A parte de la altura del triángulo A B O.

En efecto, es evidente que la .suma de los esfuerzos

representados por las ordenadas del triángulo A B O, será

igual a la superficie de este triángulo, y entonces esta

resultante de las compresiones, pasará por el centro de

gravedad de dicho triángulo, es decir por el 1 j3 de la altu•

ra a partir de la base. Además, tenemos que y= 113 H',

en efecto, en la figura tenemos que los triángulos ABO

y OCD. dan AB!AO = CDjOD pero AB = Rb ~ Ao = Y;

CD = R'alm; DO= H' - y, luego sustituyendo valores

Rbly = R'alm !H' - y despejando y, tendremos y­

(mRb jR'a ~ mRb) x H'.

Si hacemos que Rb = 50 kilos por cm.l! ; R'a = 1.000

kilos p. cm.:!, y m= 10; sustituyendo estos valores, ten·

dremos: Y = 10 x 5011.000 + (lO x 50) x H' = 1!3 H'.

Entonces, sustituyendo Y por su valor en la ecua•

ción <~d. tendremos: d = 1 !3 (l j3 H') = H'!9.

Sustituyendo el valor de d en la < 1 > quedará h =

H'- H'!9 = 8 j9 H' que es lo que queríamos demostrar.

Ahora bien, si en la < 1 ¡ despejamos F, tenemos

A ~b lB ' 1 -> ,.. t~Jm./~d d. I • ;.· lr , -1

J: , 1 J H X 1 1 H' X _r_ - , _ _.J 1 - f --1 1

lf J

1 J

~11: 1 e 1

lib 1 t t ~ - - '!' •

eL ~ l , Q'a. ~d~

'1/1.\.

F = M ¡h (ti 1• Con esta fórmula, conoceremos el valor de

F; luego dividiendo F por la sección u de los hierros,

tendremos el valor del trabajo de la armadura. Es decir que F lu = R'a = 1.000 Ks. siendo 1.000 Ks.

el coeficiente de trabajo del hierro a la tracción y . ,

por cmt.·.

Si ahora, despejamos u, tendremos que u = F ll.OOO lo

que nos da el valor de u en cmts.

Buscando en las tablas el valor correspondien~e de u, tendremos la cantidad y la sección de los hierros

• necesanos.

Esta manera de calcular, es empleada para los casos

en que se considere la altura normal. Se entiende por

altura normal. la necesaria para que la parte de la loza

comprendida entre el borde superior y la fibra neutra,

sea suficiente para resistir los esfuerzos de compresión.

En general, estos cálculos se aplican a pequeñas

lozas de poca importancia.

Cuando las lozas o vigas a calcu'lar (pues también en las vigas se cumple el mismo procedimiento de cálculo,

según veremos más adelante) son de mucha imp·.>rtan­

cia, es necesario entonces; o bien calcular la pieza por medio de la fórmula de la altura normal (que daremos

cuando lleguemos a vigas) o sinó hacer las verificaciones

para ver como trabaja el hierro y el hormigón.

V a·mos a ver enseguida el procedimiento de veri·

ficación.

La suma de todos los momentos estáticos de los

elementos de la sección de la pieza homogeneizada, con

re'lación a un eje que pasa por el centro ·de gravedad, es

nula.

Los momentos con relación a ese eje, de las fuerzas

que actúan sobre la pieza, son:

1.0 Del hormigón comprimido M' = l j2 b y 2 siendo

b el ancho de la pieza~ en este caso b = lmt.

2.0 De la armadura extendida M :!= - m u' (H'- y).

Su s~ma será 1 j2 b y 2-m u' (H'- y)= O.

Sustituyendo valores. tendremos el valor de y.

Si y = 1 J3 H', el cálculo estará bien, puesto que se

cumplirá la condición de la altura normal.

Si y es mayor que H'!3. tendremos que aumentar la

altura de la pie%a, para que haya mayor sección de hor·

migón, y por lo tanto disminuya el coeficiente de trabajo

a la compresión.

Si no podemos, o no queremos aumentar la altura

de la pieza. tendremos que poner hierros negativos para

que ayuden al hormigón a resistir los esfuerzos de com· . , pres1on.

Si y es menor qu~ H'l3, se puede, o bien disminuir

la armadura, o bien reducir la altura de la pieza, pues

el hormigón trabajará a menor coeficiente que el ordi­

nario, y el hierro también .

Una vez obtenido el valor. de y, podemos hallar R'a y

Rb. En efecto, con la fórmula h = H'- y j3, hallaremos

h, que sustituido en la ( 6 > nos da el valor de F .

Como hemos visto que Rb = (R'a!m) x Y (H'- y) y

sabemos que R'a = F Ju, tendremos las fórmulas que nos

dan el trabajo del hormigón y del hierro.

Vamos a poner un ejemplo.

Sea una loza rectangular, de 2.00m x 5.00m, y que

soporta una carga de 300 kilos por mt2, estando libre­

mente apoyada por sus 4 lados.

Siendo 5 más de 2 veces 2. la calcularemos en un solo sentido, es decir en el del lado menor.

Luego la luz será . L = 2 .00 mt.

y el peso P = pxL = 600x2 = 1200 kilos, siendo 600 kilos

el valor del peso propio más la sobrecarga. El momento será

M= l iS x P x L = l iS :K 1.200 x 2 = 300 Kgmts.

Si hacemos H' =O . 0375 raíz cuadrada de M. ten· dremos, puesto que M en Kgcmts es 30000, H' = 6 cmts.

495.

Luego, agregando 3 cmts., tendremos H = H' + 3 =

6.495 + 3 = 9.495 Tomaremos H = 10 cmts. Luego H' = 10-3 = 7 cmts.

h = 819 H' = 6.22 cmts.

F = M jh = 30016.22 == 48.

u= F !lOOO = 4811000 = 0.048.

Buscando en las tablas el valor correspondiente de u, tenemos que a 4.8 cmts. corresponden 7 varillas de 10

milímetros en 1 mt. de longitud de loza.

-156 -

Page 23: Arquitectura 49 - 1921

{ 1

Luego, armaremos la planc.ha con fierros de 10 mms.

cada 0.14, y con otros transver.sales de 10 mms. cada 0.40

para atar las varillas de resistencia, y al miS1no tiempo

ayudar a repartir 1as cargas. Ahora podemos hacer la verificación para ver como

trabajan los componentes de la pieza. La fórmula es 12 b y2- m u' (H'- y) = O Sustituyendo valores, tendremos.

(l l2x100x y2)- (10x4.8 [7 - y]) -= O. 50 y2 - 48 (7 - y) = o. y2 + 0.96 y - 6.7 = o.

R esolviendo esta ecuación, tendremos para y

y = 2.06 cmts. Como vemos, y = 2cm. 06, y como H' j3 = 7 j3 = 2.33.

ten emos que 2.06 es menor que 2.33, luego podemos dis­

minuir algo la altura de la pieza o de la aJ'lmadura.

Esto lo veremos en seguida, buscando el trabajo del

hierro y d el hormigón, los que ser án menores que los

coeficientes usuales.

DE~-.

" ' '

h = H' - y j3 = 7 - 2.0613 ~ ~.3iJ. F = M ly = 300 j6.314 = 47.5

R 'a = F ju = 47.5 j0.048 = 989 kilos.

Como vemos, el hierro trabaja a menos de 1000 kilos,

luego podemos disminuir un poco la armadura, hasta

que dicho coeficiente suba a 1.000.

V e amos el hormigón Rb = R'a!m x y (H' - y) = 989 j10 x 2.06 j (7-

2 . 206) = 41 kilos. Vemos que el hormigón trabaja algo menos de 45

kilos. Como y era aproximadamente igual a H' j3, la pieza

está bien calculada ; pues el hierro y el hormigón traba·

jan en buenas condiciones. En el número próximo, seguiremos con las lozas

semi-empotradas y empotradas, y armadas en 2 sentidos.

Rodolfo L. Vigouroux , Arquitecto.

DIBU]O DE ORNATO Y FIGURA

Profesor: C. Herrera Mac-Lean Alumno: Alberto A guerre

I y II Semestre- Profesor : C. Herrera Mac - Leal, Alumno : Carlos García

Arocena

- 157 -

II Semestre -- Profesor : C. Herrera Mac - Lean, Alumno: Améríco M.

Rícaldoni

Page 24: Arquitectura 49 - 1921

ARQurfEc1~u~A

DIBUJO DEL NATURAL Y MODELO VIVO- I SEMESTRE PROYECTO DE ARQUITECTURA V Y V!

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Profesor: J. Belloni

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A lumno: E. Casamayon

At'JO 1921

4.11 Proyecto de dos m eses

T e ma : "La Habitación de un M.édico"

En u n terreno de fren te a dos avenidas y de las di­

m enslOnes del croquis adjunto, se proy ectará la casa de

un m édico que constará de los locales que consti tuyen

las agrupaciones siguientes:

1." Sala de espera, co nsultor io, pequeñ a sala de cu·

raciones, tocador del m édico .

2. Sala d e recepción, h a ll, comedor, ante comedor y • • servtctos anexos .

3.11 3 o 4 dormitorios, baños, sala de costura y locales

de . .

servtcto .

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Profesor Arq: Jones Brown

. . ~- • ,.

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Planta alta

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Fachada

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Alumno: Héctor Caselli

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Profesor Arq : J. Vázquez Varela

- 158-

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Planta ba ja

Fachada principal Alumno: A. D'A~osta

Page 25: Arquitectura 49 - 1921

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ARQlHtectURA

Planta alta Fachada lateral Planta ba;a

Proyecto de Arquitectura VIl y4 VIII - 5e_%uf'ldO proyecto - Año 1921 - Tema:" U11 edificio para lo5 COf'ICUr505 de Gra11 Premio"

.. . ' ... . -~·

' .. ~--··· ...•..

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/- ::'_ •' . ' . . . ..

Prof. Arq : José P. Carre

Este edificio construi·do sobre un te­

rreno donado por un rico artista para

permitir a los a-lumnos de u na gran Es­

cuela de Bellas Artes hacer el concurso

del Gran Premio en un ambiente favo­

rable, se compondrá de:

1.0 30 talleres, 10 para cada sección,

Pintura, Escultura y Arquitectura,

re·partidos en uno o varios pisos.

Los talleres de Pintura y de Es­

cultura estarán acompañados de

dos piezas: una para el artista y

la otra para el modelo.

Además se dispondrán los vestí­

bulos, vestuarios y W. C. necesa-•

nos.

Los talleres de Arquitectura esta­

rán acompañados también de las

mismas dependencias, con la di­

ferencia que la Sala modelo se

reemplazará por una destinada a

una pequeña biblioteca especial.

2." Una gran biblioteca conteniendo

las obras principales de pintura,

escultura y arquitec tura. Esta bi-

<~;,. ,,,_ . .. . ... _._, ~ .

' -:J

. . " .

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Fachada

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Alumno: Ev~ldo Roure

-~--~----------------------~-----~~----~· :. .. 4

Prof. Arq: José P. Carré

- 159 ~

... . . '" ...

. .· ~ -·

Planta

. . . . ) .

Alumno: Evaldo Roure

Page 26: Arquitectura 49 - 1921

' . . :

A~QlJITECTtJRA

blioteca podr~ comprender 3 sec· ciones separadas.

nirse las 3 en una sola gran sala. Se dispondrán jardines, pórticos,

fuentes, exadros y lugares fres­

cos de modo de constituir un con­

junto agradable y pintoresco.

3.0 Una sala de exposición para cada

sección pudiendo sin embargo reu•

4.0 Una gran sala de actos que ser·

virá para conferencias, y para la

distribución de los premios.

Sccñedlad de Arqui~~cu-o~ Balan~Ce desde Setiembre de 19110 a Noviembre de 1911

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e R -..::::v:

Sesión del 19 de Setiembre

Jleaumen de lu A sisten los señores Campos, Canabal, Amargós y aealonea de la n _ N h b' d , , l Comlal6n DI reo· .ocrro. o a 1en o numero, so o se da cuenta de :tlva de la So· los asuntos entrados. •cledad. La Liga de Defensa Comer~íal, la Cámara de In-

dustrias, la Asociación Patriótica, la Federación, la Liga de la Construcción a.cusan recibo de la nota que participaba esta Socie­dad la renovación de sus autoridades.

La sociedad Central de Arquitectos de Buenos Aires y el Jockey Club de Montevideo, comunican la constitución de nuevos directorios.

Sesión del 26 de Septiembre

Asisten los señores Rocco, Acosta y Lara, Terra Arocena, Amargós, Conforte y Berro.

Se cambian ideas sobre reglamentación de concursos y se resuelve tomar como base de estudio un proyecto preparado por una comisión informante anterior.

Sesión de( 2 de Octubre

Asisten los Señores Rocco, Acosta y Lar a, Campos, T erra Arocena, Canabal, Amargós, Conforte y Berro.

. S-etiembre •

Oc.tubre • • '!'\'o,. i e m IJ 1''('! •

Brr. l<r li('C

rcn·los Pé1·e: .llou t r;·r· . E 1 T f'-<:O r t' l'ú.

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J ., . 1 ·-· . h

])cm iel H vr·1·o. El Pl'lf>~icl t> nlt ·.

NI CA A propuesta del Director de ARQUITECTURA se confirma

como Secretario- Administrador de la misma al Sr. Perfecto Ló­pez Campaña.

Sesión de( 24 de Octubre

Se designa miembro del ;urado del concurso del Hospital de Convalescíentes al Arq. Juan A. Scasso.

Tómanse en consideración los balances de ARQUITECTU­RA referentes a los números 45 y 46.

Sesión de( 31 de Octubre

Asisten los señores Rocco, T erra y Berro. De acuerdo con resoluciones anteriores se designa al Presidente y al Sr. Acosta y Lara para que se entrevisten con el Sr. Ponce, Presidente del Concejo de A. Departamental, a fin ~de gestionar la mejor forma de dictar un nuevo reglamento de la construcción.

Sesión de( 14 de No<Viembre

Asisten los señores Rocco, Acosta y Lar a, T erra, Amargós y Berro. Se acuerda pasar a la Asamblea Representativa una nota en la cual s~ detallen ·las razones que tiene la S. de A. para pedir que no sea aprobado el proyecto del Concejo sobre forma­ción de pórticos en la Avenida 18 de Julio.

- 160 -

Page 27: Arquitectura 49 - 1921

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2.o Adquisición de fincas de propiedad de par­ticulares, parn cuyo fin el Banco otorga prés­tamos hasta el 85 ofo del "alor del inmueble a :-1dquirirse.

5 o Obtención de préstamos para edificar acor­dándose hasta el 85 ofo del "alor del terreno, y de la construcción a efectuarse.

También en estos dos últimos géneros de ope­raciones, el préstamr; se atiende por cuotas mensuales, que comprenden el interé~ y la amor­tización.- y cuyo pago se garontiza con la afec­tación del sueldo del empleado, obrero o jubi­lado. hasta un máximum de 40 o/o de la respec­tiVa asignación mensual.

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Page 28: Arquitectura 49 - 1921

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Page 29: Arquitectura 49 - 1921

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Page 30: Arquitectura 49 - 1921

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Page 31: Arquitectura 49 - 1921

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Page 32: Arquitectura 49 - 1921

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Page 33: Arquitectura 49 - 1921

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Page 34: Arquitectura 49 - 1921

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'J'rabaios en z~nc Pedro Marti, Santa Fé 1066- 1068.

lisc1tltores en tnármol Vicente Morelli, Colonia 1450.

Ferreterías La Llave, Rincón y Bartolomé Mitre.

Hidrófugos Eduardo Delacroix, Ciudadela 1391.

1 Hstalaciones eléctricas General E lectric, Uruguay y Ciu 1adela. E íbio L. Fernández, Plaza Indepcncltnci:y

703 esquina Juncal. '·Fiat Lux", Fernández García y Chiodoni,

25 de Mayo 614. Ladrillos y Ticholos

"La Uruguaya", Bartolomé Mitre 1314. F irpo Metkowski y Cía., Camino a La Cruz,

( Carrasco) . Luis Solé, 8 de Octubre 240. Carmelo Settimo, Cno. Maldonado, ( Maroñas)

· JVf osaicos )' ·materiales de construcción Brignoni Hnos., Ejido 1586 y Arenal Gran-

de 1828. Casanovas y Cía., Av. General Rondeau 1585. 1\1. y J . !)ebernardis, Galicia llg6. Compañía Materiales de Construcción, Bella

Vista. R. Ambrosio Risso, Marcelino Sosa 2430. Hilario Corbal, Av. Gral. San Martín 2317. E duardo Delacroix, Ciudadela 1391.

Marmolerías y esculturas en mármol Luis Raffo, Coloni? 1431. Antonio Capelan, Arenal Grande 2345, Inde­

pendencia 1714. Uboldi y Manzo, Julio Herrera y O bes 1129.

Laviere Vitacca e hijos, Carmen 2276 al 2280. . , 1\1 ateriales de construcc~on

La Independencia - Viuda de Vallone e hij \) , Avenida Gral. Flores 2760. F. Rocco y Cía. - Cerro Largo 801-821. \ iVilson, Sons y Co. Limited, Misiónes 1511 al 1517 - Anexo Maciel,-Maciel, Piedras y 23 de Agosto.

Page 35: Arquitectura 49 - 1921

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y que las llaves y alambres sean

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Sr. Arquitecto. No per-

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