planeta capital
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Dirección General:Camila Bralic
Grupo Editorial:Paula ArrietaGuillermo JiménezPaz IrarrázabalAlejandra SalgadoCynthia Shuffer Constanza VillaDaniela Acosta
Corrección:Camila Bralic
Portada:Cynthia Shuffer
Gráficas:Diana Navarrete
Diseño y diagramación:Chilenitox/ Paula Arrieta
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Planeta Capital
Índice6
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Editorial Yo no quiero salvar el planeta ¿Conflictos ambientales o sociales? Notas para repensar el vínculo con el ecosistemaIgnacio Montenegro Detrás del silencio, hay voces de movimientoXimena Inzunza Corvalán Discurso de José Mujica, Presidente del Uruguay, en la Cumbre Río+20 Huertas urbanas Mujer y Naturaleza: definiciones de EcofeminismoFrida Martínez Espinoza El árbol de la vidaManuel O’Brien
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Yo no quiero salvar el planeta
Hay que tener corazón de piedra para no conmoverse
ante la escena del oso polar que muere de hambre por
el derretimiento del hielo. Todos celebramos cuando
el noticiero central informa que un nuevo panda ha
nacido en alguna reserva natural en China. A nadie
le cabe duda que los chicos de Greenpeace son los
buenos, y los barcos balleneros están tripulados por
los más desalmados e inhumanos seres imaginables.
Así que hay que ser responsable. Hay que reciclar,
andar en bicicleta y tomar duchas cortas. Hay que
salvar el planeta. Por eso, cuando haga sus compras
en Jumbo, no olvide obtener su bolsa reutilizable
a un módico precio[1], y prefiera siempre Coca-
Cola, porque están “comprometidos con el medio
Editorial Rufián
ambiente”[2]. Cada uno, de forma independiente
y separada, puede aportar su granito de arena, así
seremos todos más felices y viviremos en un mundo
mejor.
¿O no?
Después de todo, “nosotros no podemos hacer
las leyes, ni los planes de empresas, ni podemos
definir las políticas de un Gobierno”[3]. Las grandes
decisiones se toman en el congreso, o en las altas
cumbres de gobernantes. Al ciudadano común no le
queda más que hacer algún gesto, donar algo de su
ya reducido sueldo a una buena causa, de esas que
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el modelo que rige nuestra época, en la medida en
que los problemas medioambientales nos permiten
hacernos algunas preguntas: ¿Podemos entender
los conflictos medioambientales como conflictos
sociales? ¿Qué y cuánto hemos olvidado de nuestro
lazo ancestral con la naturaleza? ¿Se puede pensar
el problema desde una clave de género? ¿Podemos,
desde las ciudades, repensar nuestro vínculo con
el ecosistema? ¿Cómo nos afectan las legislaciones
medioambientales, a nivel nacional e internacional?
¿Qué postura esperamos de nuestros gobernantes
al representarnos frente al mundo globalizado?
En definitiva, ¿en qué medida nuestra forma de
relacionarnos con nuestro entorno implica una
postura política?
[1] Supermercados Jumbo: http://www.jumbo.cl/
supermercado/jumbo_y_la_comunidad/bolsa_bio.
html
[2] Coca-Cola Chile: http://www.
viviendopositivamente.cl/pilar.
html?country=19&lang=2&pilar=4
[3] Mensaje del Director, Greenpeace Chile: http://
www.greenpeace.org/chile/es/blogs/getap-
estandap/en-nuestro-cumpleaos-este-mensaje-va-
para-ti/blog/37203/
son lideradas por gente buena, que dedica su vida
a salvar el planeta. Son otros los elegidos, son otros
los poseedores de los cinco anillos mágicos que,
combinados, llaman al Capitán Planeta.
Sin embargo, pareciera ser que no podemos
quedarnos tan tranquilos. Porque aunque tratemos
de contentarnos con el gesto, seguimos respirando el
mismo aire, bebiendo la misma agua, comiendo los
mismos frutos. Querámoslo o no, nos relacionamos
con el medio ambiente, y las “grandes decisiones”
nos afectan como habitantes de una comunidad, y
demandan una postura que va más allá del simple
gesto naturista. No hace falta ser miembro activo
de una organización ecologista para cuestionar a
nuestros gobiernos, denunciar a las empresas, exigir
a los parlamentarios. No hace falta encadenarse a
un árbol para darse cuenta de que hay algo mal en
un sistema donde los costos medioambientales del
desarrollo afectan más a algunos, y que casualmente
son justo ellos quienes menos se benefician de dicho
desarrollo.
Esta nueva entrega de Rufián Revista no busca
hacer un llamado a salvar el planeta. Es más bien
un llamado a preguntarse por qué Agrosuper,
HidroAysén o Ventanas, son temas cuya urgencia va
más allá de un activismo verde. Buscamos cuestionar
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¿Conflictos ambientales o sociales?Notas para repensar el vínculo con el ecosistemaLa situación política de los países latinoamericanos y los conflictos entre las comunidades y las empresas de diversa gama de explotación de recursos naturales están marcados por tres problemáticas: la pérdida de legitimidad de las clases políticas, la falta de soberanía local, y la de una educación que nos enajena de nuestra pertenencia y relación con el ecosistema.
*Ignacio Montenegro
* Estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables.
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Internacional amenaza la vida de la comunidad de
Tequesquitlán por ser una mina a cielo abierto (de
la industria más contaminante por los explosivos,
químicos y cantidades de agua que utiliza) a menos
de 500 metros del asentamiento; el periódico La
Jornada en México afirma que “desde que el Partido
Acción Nacional llegó al gobierno federal, en el año
2000, en Jalisco se han concesionado a mineras
al menos 1.5 millones de hectáreas, superficie
equivalente a la del Distrito Federal”.
No hay novedad particular en estos acontecimientos.
El conflicto de la minería y las comunidades está
presente a lo largo de todos los países andinos, la
pesca a gran escala es también un conflicto entre
las grandes empresas y los pescadores artesanales
de toda caleta, así también la privatización de las
semillas por parte de transnacionales, que ilegaliza
lo que constituye una práctica ancestral de los
pueblos y campesinos. En general, todos problemas
de los países “tercermundistas” que sostienen sus
economías en función de la dominación extranjera
sobre sus materias primas. Además, países en que
las decisiones históricamente han sido tomadas por
las élites dirigentes, clases políticas, oligarquías, la
“gente educada”, porque su educación les brinda un
lenguaje tal, que en su mundo pueden fácilmente
meter dedos en la boca de todos. La historia
más o menos común que puede desprenderse
de la diversidad latinoamericana destaca por la
dominación, reducción (y hasta desaparición de
algunas) de las etnias originarias, establecimiento de
repúblicas e institucionalización de clases políticas,
el intento de “copiar” los modelos de desarrollo de
afuera (visto además desde la visión evolutiva del
primer y tercer mundo) sin entender nunca que son
para contextos, realidades e historias diferentes. Si
en algún momento el poder o soberanía pareciera
descender a los pueblos y la ciudadanía no tardarían
en llegar, en “efecto dominó”, las dictaduras a
Con el siguiente titular cerraba la jornada del
miércoles 18 de julio en algunos medios de
comunicación: “Diputados chilenos quitan
propiedad Estatal a recursos marinos”. Más abajo
en la noticia señalaban: “a menos de un metro del
presidente de los diputados, Nicolás Monckeberg, el
ministro de Economía, Pablo Longueira, orientaba
la votación e indicaba a los parlamentarios de la
UDI mediante gestos con el pulgar que indicaban
si se debía aprobar o rechazar cada indicación”
(Radio del Mar). Este acontecimiento sigue la tónica
de nuestros pares latinoamericanos; echemos una
revisada rápida. En Colombia saltan como si nada de
los recursos marinos a los mismísimos campesinos,
desarticulando nada menos que su cultura: “para el
pleno desarrollo de los componentes productivos y
de intercambio del Tratado de Libre Comercio con
los EE.UU (…) convierte en delito la comercialización
y el intercambio de semillas nativas o que estén por
fuera del control del gobierno, lo que significa control
de las multinacionales” (Radio Mundo Real). Más al
norte, en México, la minera china Gan-Bo Minera
Los conflictos ambientales, o problemáticas ambientales
como contaminación, escasez de agua, daño a la biodiversidad se
problematizan como tales porque hemos llegado a
un punto donde el efecto destructivo no podía ser más
evidente.
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los gobiernos, desmantelando la organización y
vínculos establecidos a lo largo de las repúblicas,
llevándonos a un escenario más escalofriante de
dominación y aparente ejercicio de la soberanía
por medio de la propiedad y el consumo, y de falsas
identidades otorgadas por la globalización, que ya
nada tiene que ver con nuestro territorio, paisaje, y
vínculo que alguna vez tuvimos con el medio.
Los conflictos ambientales, o problemáticas
ambientales como contaminación, escasez de agua,
daño a la biodiversidad se problematizan como tales
porque hemos llegado a un punto donde el efecto
destructivo no podía ser más evidente. Estos, como
todos los conflictos que atraviesan a la sociedad,
son conflictos sociales y políticos, y de nadie más
que del ser humano, porque están imbricados
en nuestra sociedad consumista y sedienta de
Entonces las causas de los conflictos sociales no consisten ya únicamente en la explotación del
hombre por el hombre, en el capitalismo desigual, sino que en volver a entender ese vínculo del
cual nunca dejaremos de ser parte los humanos: el ecosistema.
materias primas a cualquier costo; si se nos acaban
necesariamente nos acabamos (es iluso pensar que
alguna tecnología sustentable podrá mantener las
altas tasas de explotación de los recursos y consumo
que tenemos hoy, sin una reducción sustantiva de la
población humana).
Respecto a la conceptualización de “problema”
o “conflicto”, esto es intrínsecamente humano.
Por ejemplo, el salmón no tiene un problema,
simplemente es y se desenvuelve en el hábitat
donde lo dispone el humano o la naturaleza según
sea el caso, pero es problema para nosotros que los
salmones se ahoguen por la concentración de sus
fecas, porque nos quedamos sin salmón, es decir,
sin trabajo, dinero. Hagámoslo más conflictivo
en otra dimensión, los derechos de los animales.
Sabido es el trato que el ser humano da a los
animales en la ganadería (caso de Agrosuper en
Freirina con los chanchos), o dueños que maltratan
a sus mascotas, zoológicos, circos, que mantienen
a los animales en condiciones “inhumanas”. El ser
humano ha establecido ciertos derechos para su
especie, derechos posibles únicamente por su
conciencia y capacidad de juzgar, que lo hace sujeto
de derecho, y que le permite juzgar de “inhumana”
la condición en la que viven estos animales. Pero el
animal hasta cierto punto “consciente” no puede
juzgar su condición, sufrirá (si podemos decirlo),
o mejor, sentirá dolor, y hasta pena o depresión
otros. El punto es que el animal en sí no puede ser
sujeto de derecho, puesto que no puede juzgar por
sí mismo, como lo hace el humano; el animal en sí,
por lo tanto, no tiene derechos, es el humano el que
otorga ciertos cuidados y legislación para el animal,
por una responsabilidad que este se atribuye para la
relación de ese otro ser vivo.
Dicho esto podemos juzgar los acontecimientos
narrados en un comienzo bajo la misma lupa. La
situación política de los países latinoamericanos y
los conflictos entre las comunidades y las empresas
de diversa gama de explotación de recursos
naturales están marcados por tres problemáticas:
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la pérdida de legitimidad de las clases políticas,
la falta de soberanía local, y la de una educación
que nos enajena de nuestra pertenencia y relación
con el ecosistema. En los ejemplos citados los
conflictos están todos marcados por los acuerdos
que, del gobierno o el parlamento, fijan para el
desarrollo la aprobación o rechazo de propuestas
para la explotación de los recursos, paralelamente
con la manifestación de una comunidad que –
marginal a estos espacios de decisión– reclama
la mínima consideración para una vida sana,
para la supervivencia de su cultura y su actividad
económica. Podemos reconocer aquí una mala
práctica que en general se está diversificando en
los nuevos movimientos sociales, el ser masas
(por costumbre) peticionistas o reaccionarias ante
las decisiones del parlamento o el gobierno. Lo
que siempre critica el capitalismo es que mucho
se le critica pero nadie propone otros modelos.
Peor aún, este año en Tolerancia Cero en una
admirable discusión (más bien exposición) por
parte del sociólogo Alberto Mayol, el panelista
Villegas decía que uno de los problemas que tenía
Chile hoy es la falta de referentes, que por eso no
logra desarrollarse en otras vías. Esta visión deja en
evidencia la incapacidad reforzada por la fuerza de
la costumbre de autogobernarse según la realidad
local, necesitando siempre de referentes, impidiendo
concebir modelos de desarrollo auténticos, y por
esto pidiendo reformas, reaccionando ante otras...
Vayamos a la hoy un poco exagerada llamada
“primavera de Chile” encabezada por las
movilizaciones estudiantiles del 2011. Los
estudiantes posicionamos en la “agenda política”
las demandas de “No al lucro” y la “Gratuidad” entre
las más importantes. Principios quizás apropiados
Sabemos que existe un conjunto de prácticas y cánones culturales que
limitan nuestros gustos y preferencias, sin embargo la cuestión del consumo y el rol
del consumidor es esencial
para nuestro contexto de política conservadora. Sin
embargo, lo que muchos discutimos durante y sobre
todo después, y que algunos todavía trabajan(1), es
la falta de discusión y propuesta de un proyecto
nuevo de educación para un nuevo sistema. Si
tuviéramos educación gratuita con la educación
que tenemos hoy, ¡seríamos después todos meras
tuercas de este sistema!
Alí Ramón Rojas, pedagogo venezolano de vasta
experiencia, rememora e investiga resignificando
la importancia de la educación para la vida,
productiva, coherente con el territorio y la cultura de
la comunidad, presente en lo que fue la escuela de
Warisata, Bolivia, a través de la Pedagogía del Adobe.
Donde la escuela constituye comunidad misma,
desde su construcción hasta su mantenimiento a
través de huertas. Los profesores fueron también
albañiles, agricultores, intelectuales, formaron entre
todos una propuesta que hacía sentido en el educar,
que formaba identidad y pertenencia, a través de
la enseñanza teórica y práctica, esta última tan
(1) Como el Congreso Social por un Proyecto Educativo que busca construir un proyecto educacional transversalmente desde las bases de la sociedad, surgido el 2011. Para saber más: http://www.construyendoeducacion.cl/
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ausente en la educación occidental moderna. Qué
más soberano del espacio que haberlo construido
física y simbólicamente, y donde no es tuyo sino
de todos, donde la escuela es centro de decisiones
para la comunidad, entre los ancianos de la
comunidad, profesores, padres y madres. Este es un
proyecto distinto, una de las miles de posibilidades
y adaptaciones que pueden darse en cada territorio,
pero que vuelve a relacionar a las personas con el
ecosistema, su cultura.
Se ha tratado a los conflictos ambientales como
sociales, puesto que no es correcto ni útil aislarlo de
los otros conflictos si es que ambos están cruzados
por las mismas causas. Sin embargo podríamos
hacer la excepción de hablar de conflicto ambiental
si a este le atribuimos un significado específico,
que podría poner en discusión la ética que hay
en la demanda por la soberanía(2) de los recursos
naturales. Si tomásemos el conflicto ambiental
como el momento en que el ser humano establece
una relación de dominación sobre su medio (como
lo retrata el artículo de las huertas presente en este
número), enajenándose de él por separarse de la
simbiosis en la que convivía, entonces usémoslo,
usémoslo porque nos permite resignificar nuestra
relación con el medio ambiente, permite reorientar
las políticas sociales (entre ellas las educativas)
en este sentido. Entonces las causas de los
conflictos sociales no consisten ya únicamente en
la explotación del hombre por el hombre, en el
capitalismo desigual, sino que en volver a entender
ese vínculo del cual nunca dejaremos de ser parte
los humanos: el ecosistema.
De a poco las organizaciones campesinas, indígenas,
de mujeres rurales, de los pueblos han ido tomando
fuerza por los menos en las discusiones políticas.
Sin embargo este tira y afloja entre el reclamo del
comunero y la decisión del político, aparece cada vez
más obsoleto. Más Conferencias Mundiales de los
Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos
de la Madre Tierra tienen que ir gestándose, para
fortalecer nuestro vínculo con el ecosistema, más
mingas y trafkintus . Porque de ser así ya no nos
afectará si Longueira hace para arriba o para abajo
con su dedo gordo en el parlamento para que
aprueben alguna ley (porque hoy, aunque nos duela
confesarlo, nos está afectando, tienen el poder),
porque así las semillas y los recursos naturales se
entenderán como parte intrínseca del ecosistema,
del cual somos parte y no soberanos.
Referencias:
http://radiodelmar.cl/rdm_2012/index.php/
component/content/article/90-noticias/1038-
diputados-chilenos-quitan-propiedad-estatal-a-
recursos-marinos.html
http://radiomundoreal.fm/5737-somos-semilla
http://www.jornada.unam.mx/2012/07/18/
estados/029n1est
http://www.movimientos.org/
conferenciamundialpueblos/show_text.
php3?key=17208
(2) En el sentido de que la soberanía es necesariamente dominación, y es precisamente esta concepción la que se pretende cambiar. Es útil hoy hacernos cargo de la Soberanía Alimentaria, y nos quedan años de trabajo porque recién empieza, es útil cuando la contrastamos con la hegemonía de las multinacionales versus la histórica tradición de los pueblos, pero en estricto rigor posiciona verticalmente al ser humano ante la naturaleza.
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Detrás del silencio, hay voces de movimiento
Si bien es cierto que la empresas transnacionales explotan y se enriquecen (por regla general tienen utilidades) cumpliendo a cabalidad el ordenamiento jurídico de los países, no es menoscierto que esa estructura no les está permitiendo a esos países cuidar su medio ambiente y menos lograr el desarrollo que anhelan o, que dada su precariedad, ni siquiera conocen.
* Ximena Insunza Corvalan
* Abogada Universidad de Chile, LLM McGill University, Investigadora Centro de Derecho Ambiental, Facultad de Derecho, Universidad de Chile.
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¨Tal vez haya entendido algo después de todos
estos años. Que África ha sido sacrificada sobre
un altar occidental, se ha arrebatado el futuro de
una o dos generaciones. Pero no más, no por más
tiempo, eso también lo he entendido…¨
Henning Mankell, El ojo del leopardo.
A veces de tanto escuchar a aquellos que pueden
expresar sus opiniones, se nos olvida que el
silencio engloba a cientos, miles o millones de
otros seres humanos. Temporal o definitivamente,
como consecuencia de ese silencio involuntario, la
realidad deja de ser vista tal cual es. Eso pareciera
acontecer con los habitantes de los países en los
que la industria extractiva realiza la mayor parte
de sus actividades, pues sus reivindicaciones están
completamente acalladas y sólo se les dedican
páginas de crónicas rojas cuando los conflictos
generados desbordan los canales de expresión
establecidos(1).
Si uno analiza los lugares en los que los grandes
conglomerados extraen los minerales podemos
señalar, con seguridad, que muchos de esos países
están catalogados como subdesarrollados o en
vías de desarrollo. Si, además, se ve el ranking de
cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las
Naciones Unidas, uno vuelve a apretar las manos y
a darse cuenta que gran parte de ellos están lejos
de alcanzarlos. Si uno se detiene en los índices de
pobreza, es del todo predecible que se pare de su
silla y sienta ganas de que le den respuesta a un
par de preguntas. Si se suma a eso el porcentaje de
población originaria (indígenas) de esos países que
se ven afectados por estos proyectos, simplemente
la incomprensión o la impotencia se apoderará
de usted. Quizás, por conveniencia, el típico
argumento de que las grandes transnacionales
tienen estándares internacionales que aplican
sin importar la legislación nacional, le dé alivio y
se vuelva a sentar, pero ese consuelo sólo durará
unos segundos, pues pareciera que la realidad nos
dice otra cosa.
Un antecedente importante para descartar que
este argumento sea sólo enarbolado por los
afectados es el proyecto de ley presentado al
parlamento canadiense en el año 2009, conocida
como Bill C-300(2). Su finalidad era promover
la conducta responsable de la industria minera
canadiense de petróleo y gas cuando la explotación
se realizaba en países subdesarrollados o en vías
de desarrollo. Podríamos entender que con esta
iniciativa un país de primer mundo reconoce
implícitamente el incumplimiento de las mejores
prácticas ambientales, sociales y culturales en
países de segunda categoría. Pareciera entonces
que se necesita de una regulación vinculante
pues la estrategia de la voluntariedad de la
“responsabilidad social empresarial” no alcanza
A veces de tanto escuchar a aquellos que pueden expresar
sus opiniones, se nos olvida que el silencio engloba a
cientos, miles o millones de otros seres humanos.
(1) Perú: http://www.prensaalternativa.pe/2012/07/88-organizaciones-condenan-las.html Bolivia:http://potosionline.com/2012/07/03/repudian-negativa-al-dialogo-de-ayllus-de-mallku-khota-que-tienen-secuestrados-a-tecnicos-de-minera-canadiense/ África: http://www.noalamina.org/mineria-mundo/mineria-africa/blog(2) Parlamento Canadiense, Bill C-300 http://www.parl.gc.ca/HousePublications/Publication.aspx?Docid=3658424&file=4
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para elevar los estándares por sí misma; en
definitiva, la auto-regulación no siempre funciona.
Lamentablemente, tras un arduo debate ese
proyecto no prosperó. Prevaleció la influencia de la
industria extractiva canadiense, que sentía que con
una regulación como esa perderían competitividad
y le abrirían la puerta a una regulación nacional
con efecto de “extraterritorialidad”. El escrutinio
público era riesgoso.
Muchos, ante este relato, señalarán que esta postura
excede el ámbito de lo ambiental. Es cierto, pues
de alguna manera, lo ambiental es todo y nada a la
vez. Quizás el concepto de desarrollo sostenible es
más acertado porque engloba distintas aristas que
van más allá de lo ambiental. Sin perjuicio de eso,
lo que no se puede perder de vista (denomínese
como quiera) es la necesidad de entender que
algo debe cambiar respecto de la estructura
jurídica que prevalece sobre la extracción de los
recursos naturales de los países y la distribución
de sus beneficios. Si bien es cierto que la empresas
transnacionales explotan y se enriquecen (por
regla general tienen utilidades) cumpliendo a
cabalidad el ordenamiento jurídico de los países,
no es menos cierto que esa estructura no les
está permitiendo a esos países cuidar su medio
ambiente y menos lograr el desarrollo que anhelan
o, que dada su precariedad, ni siquiera conocen.
Es por eso que todos debiéramos reflexionar que
si bien la regulación del modo de extraer dichos
minerales es sumamente relevante para alcanzar
un desarrollo sostenible, tal vez es más importante
y preocupante aún, tal como se debatió en la
conferencia de Rio +20(3), el retraso de todos los
actores en relación a la inclusión y mejoramiento
de los restantes pilares –el social y el económico–
de dicho concepto de desarrollo.
(3) El futuro que queremos, https://rio20.un.org/sites/rio20.un.org/files/a-conf.216-l-1_spanish.pdf.pdf
No es suficiente que la industria minera pague
impuestos y royalties en los países en los que se
encuentran las riquezas; podría (¿o debería?)
colaborar de una manera más radical con el
mejoramiento de las condiciones de vida de los
nacionales, no sólo a través de la cooperación
internacional o elevando sus estándares en
materia ambiental, sino también haciéndose
cargo de las minas abandonadas, de los pasivos
ambientales que crean con su industria, pero más
aún, del desarrollo real de esos países. Por ejemplo,
no parece descabellado que por un tiempo
determinado, parte de (¿o todas?) las ganancias
debieran reinvertirse directamente en el país de
origen de los minerales y crear de esa manera
generaciones más educadas, que en un futuro
no lejano pudieran colaborar con el desarrollo
de su país, y decidir, por sí solos, sus destinos.
Como quiera que sea, no nos debe importar si
esto es o no ambiental, puede que se trate del
aspecto social o incluso económico del desarrollo
sostenible; el punto central es que eso no nos debe
inmovilizar, cada uno debe impulsar un cambio
desde su propia disciplina. Ese cambio es simple
de identificar: los conglomerados mineros, que por
regla general provienen de países desarrollados, no
pueden seguir extrayendo los recursos naturales de
otros países (menos favorecidos) permaneciendo
estos últimos en las mismas (o en peores) condiciones
que antes de la creación de esa riqueza. Eso no es
sólo insostenible desde lo ambiental, sino que es
francamente intolerable desde lo social.
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Discurso de José Mujica, Presidente del Uruguay, en la Cumbre Río+20
No venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida. Y esto es elemental, pero la vida se me va a escapar trabajando y trabajando para consumir un plus, y la sociedad de consumo es el motor, porque en definitiva si se paraliza el consumo o si se detiene, se detiene la economía, y si se detiene la economía es el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros.
* Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, celebrada entre el 20 y el 22 de junio de 2012 en Río de Janeiro, Brasil *
* http://apuntesdeescritorio.wordpress.com/2012/06/26/discurso-de-jose-mujica-presidente-del-uruguay-en-la-cumbre-rio20/
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Autoridades presentes de todas las latitudes y
organismos, muchas gracias. Muchas gracias,
nuestro agradecimiento al pueblo del Brasil y a su
señora presidenta. Y muchas gracias a la buena
fe que seguramente han manifestado todos los
oradores que me precedieron.
Expresamos la íntima voluntad, como gobernantes,
de acompañar todos los acuerdos que esta, nuestra
pobre humanidad, pueda suscribir. Sin embargo,
permítasenos hacernos algunas preguntas en voz
alta.
Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo
sustentable y de sacar a inmensas masas de la
pobreza. ¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas?
¿El modelo de desarrollo y de consumo, es el actual
de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta:
¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran
la misma proporción de autos por familia que tienen
los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para
poder respirar?
Más claro: ¿el mundo tiene los elementos hoy,
materiales, como para hacer posible que siete mil,
ocho mil millones de personas puedan tener el
mismo grado de consumo y de despilfarro que
tienen las más opulentas sociedades occidentales?
¿Será posible, o tendremos que darnos algún día
otro tipo de discusión? Porque hemos creado una
civilización, en la que estamos, hija del mercado, hija
de la competencia, que ha deparado un progreso
material portentoso y explosivo. Pero lo que fue
economía de mercado ha creado sociedades de
mercado y nos ha deparado esta globalización –
que significa mirar por todo el planeta– y, ¿estamos
gobernando la globalización o la globalización nos
gobierna a nosotros?
Pero tenemos que darnos cuenta. Que la crisis del agua, que la crisis de la agresión al medio ambiente, no es una
causa. La causa es el modelo de civilización que hemos
montado.
¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos
todos juntos en una economía que está basada en
la competencia despiadada?
¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
Nada de esto lo digo para negar la importancia
de este evento. No. Es por el contrario. El desafío
que tenemos por delante es de una magnitud de
carácter colosal, y la gran crisis no es ecológica, ¡es
política!
El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha
desatado, sino que las fuerzas que ha desatado lo
gobiernan al hombre. Y la vida.
Porque no venimos al planeta para desarrollarnos en
términos generales. Venimos a la vida intentando ser
felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún
bien vale como la vida. Y esto es elemental, pero si
la vida se me va a escapar trabajando y trabajando
para consumir un plus, y la sociedad de consumo
es el motor, porque en definitiva si se paraliza el
consumo o si se detiene, se detiene la economía,
y si se detiene la economía es el fantasma del
estancamiento para cada uno de nosotros.
Pero ese hiperconsumo a su vez es el que está
agrediendo al planeta, y tiene que generar ese
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hiperconsumo cosas que duren poco porque hay
que vender mucho. Y una lamparita eléctrica no
puede durar más de mil horas prendida. Pero hay
lamparitas eléctricas que pueden durar cien mil,
doscientas mil horas, pero esas no se pueden hacer
porque el problema es el mercado, porque tenemos
trabajar y tenemos que tener una civilización de use
y tire, y estamos en un círculo vicioso.
¡Estos son problemas de carácter político!, que nos
están diciendo la necesidad de empezar a luchar
por otra cultura. No se trata de plantearnos volver
al hombre de las cavernas, ni tener un monumento
del atraso. Es que no podemos indefinidamente
continuar gobernados por el mercado, sino que
tenemos que gobernar al mercado.
Por eso digo que el problema es de carácter
político. En mi humilde manera de pensar. Porque
los viejos pensadores definían –Epicuro, Séneca,
los Aimara–: pobre no es el que tiene poco, sino
que verdaderamente pobre es el que necesita
infinitamente mucho y desea y desea y desea más y
más. ¡Esta es una clave de carácter cultural!
Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos
que se hacen. Y los voy a acompañar como
gobernante, porque sé que algunas cosas de las que
estoy diciendo rechinan.
Pero tenemos que darnos cuenta. Que la crisis del
agua, que la crisis de la agresión al medio ambiente,
no es una causa. La causa es el modelo de civilización
que hemos montado, y lo que tenemos que revisar
es nuestra forma de vivir.
¿Por qué? Pertenezco a un pequeño país muy bien
dotado de recursos naturales para vivir. En mi país
hay tres millones de habitantes, un poco más, tres
millones doscientos. Pero hay unos trece millones
de vacas de las mejores del mundo. Unos ocho o
diez millones de ovejas estupendas. Mi país es
exportador de comida, de lácteos, de carne. Es
una penillanura. Casi el 90% de su territorio es
aprovechable.
Mis compañeros trabajadores lucharon mucho
por las ocho horas de trabajo y ahora están
consiguiendo seis horas. Pero el que consigue seis
horas se consigue otro trabajo, por tanto trabaja
más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar
una cantidad de cuotas: la motito que compró, el
autito que compró. Y pague cuotas y pague cuotas.
Y cuando quiere acordar es un viejo reumático
como yo y se le fue la vida.
Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de
la vida humana?
Estas cosas son muy elementales. El desarrollo no
puede ser en contra de la felicidad. ¡Tiene que ser
a favor de la felicidad humana, del amor, arriba de
la tierra, de las relaciones humanas, de cuidar a los
hijos, de tener amigos, de tener lo elemental!
Precisamente, porque eso es el tesoro más
importante que tiene. Cuando luchamos por el
medio ambiente, el primer elemento del medio
ambiente se llama la felicidad humana.
Gracias.
El desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal, y la gran crisis
no es ecológica, ¡es política!
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Huertas urbanasCon las técnicas otorgadas por la experiencia fuimos transformándonos, diversificándonos, de un tomate verde y tóxico al tomate rojo y sabroso de hoy día, de la lluvia al riego. Nuestros componentes eran infinitamente diversos, nuestras papas podían cubrir el registro del arcoíris, y en nuestra diversidad podíamos entendernos con el medio, relacionarnos con él. Hemos tomado formas para cada pueblo, familia campesina y territorio, y en cada una resaltaba el sentido de comunidad…
Las Huertas Urbanas somos estudiantes de diversas disciplinas de la Universidad de Chile que trabajamos en vínculo con huertas de la ciudad de Santiago. Nacemos del curso impartido en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo llamado “Huerto Comunitario”, dictado por los mismos estudiantes junto con un profesor. Pensamos colectivamente la importancia de los huertos para la ciudad y las relaciones humanas, y este texto sintetiza el trabajo realizado el primer semestre del 2012.
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En 1855, el jefe Seatle de la tribu Sumawich
escribió una carta al presidente de EE.UU. en
respuesta a una “humana” oferta de compra
de la tierra de los Sumawich (que ahora
forman parte del estado de Washington). Así
decía aquel documento hermoso y profundo
sobre el medio ambiente (lleno también de
SUPERIORIDAD e IRONÍA):
«¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el
calor de la tierra?
Esta idea nos parece extraña
Cada hoja resplandeciente
Cada playa arenosa
Cada neblina en el oscuro bosque
Cada claro y cada insecto con su zumbido
son sagrados en la memoria y experiencia de mi
pueblo.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su
tierra natal cuando se van a caminar por entre
las estrellas.
Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa
tierra porque ella es la madre.
Somos parte de la tierra
y ella es parte de nosotros.
Las fragantes flores son nuestras hermanas
El venado, el caballo, el águila majestuosa
Son nuestros hermanos.
Las crestas rocosas
Las sabias praderas
El calor corporal del potrillo y el hombre, todos
pertenecemos a la misma familia
Por eso
Cuando el gran jefe de Guachinton manda a
decir que desea comprar nuestras Tierras:
¡ES MUCHO LO QUE PIDE!»
Les hablan las huertas urbanas. Somos tomate
y persona, papa y azadón, somos comunidad,
alimento y rebeldía. Tratamos de respirar a
través del polvo que la ciudad deposita en
nuestras hojas, y lo podemos hacer porque
somos autosuficientes; tanto unos como otros
dan y reciben alimento y salud, pensamos en
conjunto la importancia de nuestro vínculo
para la vida, para esta vida que nos amenaza.
En nuestra corta existencia hemos llegado
a ciertos diagnósticos que nos gustaría
compartir, con aquellos citadinos que de una u
otra manera se sientan atraídos por el campo,
que en estos días grises de nuestra ciudad
hayan sentido que les falta una mitad, para
quienes hayan observado el triste y solitario
movimiento de las hojas del árbol que está
plantado en medio del cemento, para aquellos
que hayan sentido su (nuestro) dolor.
Desde la existencia del ser humano su vínculo
con la agricultura ha sido inseparable, este
ha necesitado de ella, y en esta necesidad
la persona la reconoce como indispensable,
aprehende a través de ella al mundo natural
identificándose con él, porque sabe que solo
a través de este puede realizarse, y nosotras
las huertas decimos realizarnos, en un sentido
íntegro porque nos reconocemos todos sus
miembros como indispensables para la vida.
Nuestras antepasadas huertas crecían en
todos los territorios posibles donde las
personas estuvieran, desde áridas y abruptas
montañas a extensos y apacibles valles. Con las
técnicas otorgadas por la experiencia fuimos
transformándonos, diversificándonos, de un
tomate verde y tóxico al tomate rojo y sabroso
de hoy día, de la lluvia al riego. Nuestros
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componentes eran infinitamente diversos,
nuestras papas podían cubrir el registro del
arcoíris, y en nuestra diversidad podíamos
entendernos con el medio, relacionarnos con
él. Hemos tomado formas para cada pueblo,
familia campesina y territorio, y en cada una
resaltaba el sentido de comunidad, en donde
todos y cada uno de sus componentes son
indispensables viendo y pensando en uno como
en los demás para que todo el sistema funcione,
no mecánicamente, sino en forma natural. Las
semillas dan el comienzo a todo el proceso de
alimento, ella vive y muere en las entrañas del
suelo, debiendo entonces, cuidarlos y amarlos
como un solo y compenetrado ser. La Madre
tierra nos cobija entregándonos lo necesario
para crecer fuertes, florecer y así poder estallar
de generosidad al criar frutos que les entregan
un poco de nuestra vida, pero si no retribuimos
ese cariño a la tierra, ella se apagará, y nosotras
junto a ella. Porque es un vínculo eterno, no
existe la una sin la otra.
A lo largo de la historia de la humanidad
estuvo fuertemente presente este vínculo que
permitía generar a la huerta. Sin embargo en
un momento dado este vínculo se separa, de
a poco a brutalmente en los últimos años.
Comenzó paulatinamente con el surgimiento
de las ciudades, lo que constituye a la vez una
relación sui géneris entre el ser humano y su
medio, luego y más fuertemente con la llegada
de la modernidad, a partir de la revolución
industrial. En esta separación las personas
se desentendieron de la relación única que
habíamos logrado, los humanos comenzaron
a ver a la agricultura, a los campos, a lo que
fuimos, como un medio para lograr distintos
fines, como su seguridad económica a partir
del comercio de lo que emergía del predio (ya
no huerta). El daño comenzó a incrementarse,
provocando que no se tratara con el justo
cuidado a los suelos, perjudicando de
forma implícita al mismo hombre, al mismo
componente de esta existencia, de nuestra
existencia.
Así, la modernidad llegó a situarse en el
mundo, incrementado y perpetuando
distintas tradiciones y costumbres de los
A lo largo de la historia de la humanidad estuvo fuertemente presente este vínculo que permitía
generar a la huerta. Sin embargo en un momento dado este vínculo se separa, de a poco a
brutalmente en los últimos años.
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nuevos pueblos que, por lo demás, ya se
consolidaban como ciudades con grandes
cantidades de personas, hambrientos de todo
lo necesario para su sobrevivencia; todo esto
influenciado por diversos “ilustrados” que
insertaban incansablemente ideales de vida
para subsistir y pensar el día a día. Ya se había
perdido ese sentido de comunidad en donde
todos eran indispensables y conformaban una
unión enriquecedora de compresión entre
unos y otros, en donde todos vivíamos con la
empatía como algo común y corriente o quizás
un poco obvio. Este mundo moderno llevó a
una enajenación de la persona respecto de
su medio, en pos del consumo exagerado
de las riquezas que nos brinda la naturaleza,
algunas de las cuales se ven representadas en
nosotras, en la tierra. Se exacerba la idea de la
seguridad antropocéntrica, de la importancia
a la subsistencia de la especie humana, sin la
conexión con la vida o biosfera natural tan
importante para la vida en la Tierra.
En este contexto se posiciona el nuevo modelo
económico capitalista, divulgando anti-
valores entre los que el individualismo forma
parte sustancial, apartando a las personas de
las ideas de comunidad y de vida en constante
comunicación, en donde importaba lo que
le pase al otro, en donde importa lo que nos
pase a nosotras. Junto a esto, provocó que
las ciudades, esta ilustración a gran escala de
los antiguos pueblos que existían años atrás,
fueran perdiendo su sentido de pertenencia,
su identidad, sus continuas reflexiones que
van más allá de lo material. Vimos como las
personas fueron cambiando su pensamiento y
el futuro infructífero y negativo que conlleva
esta situación.
En el período que hoy vivimos, en la última
parte de la modernidad con el neoliberalismo,
se vuelve más crítica esta relación. Si antes
fue impresionante la dominación impuesta
por el hombre sobre la naturaleza, hoy estas
relaciones pasan a un segundo plano, la
explotación del hombre por el hombre pasa
a ser el centro de la problemática, y quizás
aquí esté lo que nosotras las huertas creemos
la equivocación, en que los seres humanos
se hayan desvinculado de tal manera de su
entorno que no pudieran más que mirarse el
ombligo, olvidando el origen del problema, su
vínculo con el ecosistema.
Con el desarrollo de las últimas tecnologías
alcanzadas por el humano, este se ha
permeado de la ilusa posibilidad momentánea
de transformar estas relaciones con el entorno,
jugando a creer que tienen el control sobre el
antes hermoso y hoy peligroso azar, que nos
llevó a formar el mar de biodiversidad que
somos hoy y sus conexiones asombrosamente
ligadas solo por convivir en el mismo espacio
por unos cuantos millones de años, ¡sabiduría!
Aprendizaje, silenciosamente mutilado
por la invasión de escuadrones genéticos
introducidos en lo más profundo de la esencia
de granos y hortalizas, sin previo aviso ni
consulta. Para matar el hambre contaban los
primeros cuentos, pero no se quedaron más
que en oscuras falacias camufladas entre la
nube de ceniza que significó la biogenética, en
la ya obscena manipulación natural. Pasando
así a crear combinaciones de genes para
nosotras, las huertas, inconcebibles. Pero con
esto no solo varían los componentes orgánicos
de este alimento, sino que ultrajaron la
complicidad existente entre este y su entorno,
considerándolo como único y particular,
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sin sopesar su historia como parte de una
comunidad en armonía, el ser humano olvida
en lo mas recóndito de su historia la sabiduría
adquirida acerca de las relaciones naturales,
para dar paso al desarrollo en su más mundana
expresión.
Es por eso que hoy día se cultiva frutillas en
el hemisferio sur gracias a que el hombre ha
logrado transferirles genes de salmón para
resistir el frío, gracias a la transgenia. ¿Para
qué? ¿Con qué costo? Hoy el hombre se jacta
de extraer cantidades estratosféricas de
toneladas por hectáreas de algún alimento,
de madera… ¿Para qué? ¿Con qué costo? El
humano ha creado un sistema muy adecuado
para algunos de ellos, ha creado un sistema tal
que le ofrece a estos una gama de productos
y posibilidades, algunas necesidades antes
inexistentes para poder desarrollarse en esta
vida. Si a esto se referían con “desarrollo”
para nosotras las huertas solo ha significado
un renegar de su esencia, cada día y en cada
momento para echarse a la boca productos
vacíos sin nutrientes, inservibles e incluso
potencialmente peligrosos. Además de obviar
el necesario vínculo entre nosotras y ellos,
auto convenciéndose de que no nos necesitan
para tener una vida plena. Pero se equivocan,
Este mundo moderno llevó a una enajenación de la persona respecto de su medio, en pos
delconsumo exagerado de las riquezas que nos brinda la
naturaleza.
al decir esto no queremos caer en la exaltación
de nuestro ego, solo apelamos a la necesaria
complicidad generada en años de andar de la
mano, la cual no podemos desvanecer porque
alguien les asegure este alimento y que por ello
no tendrán hambre; se trata de que el uno sin
el otro jamás podrá ser pleno porque nacimos
juntos, y ese lazo es imposible de quebrantar.
Así entonces, algunos apelan a la seguridad
alimentaria, concepto que sustenta el delirio
de control por sobre la naturaleza, avalando
el negocio de los alimentos, respaldando
paso a paso la introducción de grotescos
mecanismos para la producción masiva de
estos, apelando a la demanda de alimento por
el mundo o más bien por esa masa hambrienta
de consumidores; el mercado. Reduciendo
una historia de vida en conexión entre huerta
y hombre a simplemente un producto que
se ingiere para posteriormente evacuarlo
inconscientemente como un desecho más de
su sociedad. Opuesto a la realidad y necesidad
de la soberanía alimentaria que es lo que como
pueblo deberían rescatar, esa posibilidad
de labrar la tierra con sus manos, como los
Antiguos lo hacían para que el alimento que nos
nutre dependa de la gente, de la comunidad y
de su relación con la huerta y de como ambas
se entregan lo que la otra necesita, relación de
confidencia casi perdida en nuestros días.
Hoy, la humanidad encerrada entre los muros
de concreto de su “realidad”, olvida todo
esbozo de comunidad, creyendo “vivir bien”,
sin ni siquiera reflexionar su significancia,
haciendo de los espacios privados utopías por
las que se debe luchar y defender, cayendo en
el capricho de la propiedad privada asegurada
incluso por el orden civil y nacional. Pero,
¿dónde queda el espacio común, público? En
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donde convergían las ideas, para dar paso
a eternas tertulias acerca de qué hacer, pero
siempre en la colectividad y en unión, donde
se generaba esa conciencia que solo germina
en conjunto, siendo realmente una sociedad
pensante que se hace cargo de lo que hace, y
dice, y por supuesto come. Adoptando la idea
de autogestión como un concepto modernista
pero que encuentra sus raíces en la simpleza
de la vida del campo, entendiendo que en
él convergieron todas nuestras reflexiones,
pero, albergadas en la inercia de sus vidas con
un significado más celestial que mundano.
Queremos compartir desde nuestra experiencia
como huertas, la satisfactoria unión alcanzada
por nuestras antepasadas y quienes las
labraron, al llegar a ser un espacio soberano
de alianzas, conocimientos y alimento, sin
necesidad de dependencia de otras manos que
hicieran el trabajo por ellas, comiendo así cada
nutriente entregado conscientemente a la
tierra. A esa tierra común con los hermanos en
la que se trabajaba codo a codo por conseguir
un alimento digno de alabanzas y cumplidos,
esa tierra pública sin dueño más que el que
quisiera quererla.
El espacio público que antaño era algo muy
natural, en nuestros días es la única posibilidad
que emerge para reconquistar la comunidad,
esa asociación necesaria para compartir
experiencias y conocimientos en pos del
mutuo aprendizaje, necesario para que los
ideales fructifiquen y construyan sin quedarse
en simples convergencia de ideas, sino en lo
más concreto dentro de la abstracción. Dicho
espacio responde no solo a lo tangencial de un
lugar físico si no que admite y permite concebir
como un espacio público algo que se sienta
como tal, que sintamos nos pertenezca, sin
Si antes fue impresionante la dominación impuesta por el hombre sobre la naturaleza,
hoy estasrelaciones pasan a un segundo
plano, la explotación del hombre por el hombre pasa a
ser el centrode la problemática.
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distinguir legalidades, cuidando en lo posible
de no vulnerar las libertades colectivas por
sobre las individuales. Dichas percepciones
del territorio nos permiten plasmar la idea de
apropiación del espacio entendiéndolo como
la idea de “adueñarnos” de un lugar sin ser
los dueños, comprendiendo que al intervenir
un espacio público cualquier otro colectivo
o particular con similares inquietudes pueda
generar su aporte según su parecer en dicho
lugar.
Nos mueve la convicción, entonces, de que
el ser humano, fuente de una inteligencia a
veces cuestionable, comienza así a concretar
diversas reflexiones producto de estas
constantes presiones a su método de vida,
cansado de sobrevivir y no poder vivir, de que
no se tome el peso de todo lo que existe en
la naturaleza, de todo el daño que nos han
provocado y de comprender como se vivía
antes de la instauración de todo lo conformado
actualmente, comienza a reencontrarse en las
distintas ciudades con reflexiones únicas y
enriquecedoras que tratan de darle un nuevo
significado al espacio público para lograr la
vida en comunidad.
Conscientes de que hubo un pasado, hay
un presente y existirá un futuro con el cual
debemos comprometernos y compenetrarnos
para no quedarnos en querer entender lo que
fuimos sino en comprender lo que queremos
llegar a ser.
Por eso las huertas queremos decir que
la conexión forjada en comunidad, en
hermandad, nos generó y esperamos reviva la
sabiduría colectiva perdida entre los ríos de
asfalto en los que hoy el pueblo se encuentra
sumergido, y así poder regresar, compartir
y vivir en armonía con el ser humano, como
siempre fue nuestra intención, aprendiendo
nuevamente las enseñanzas que cada persona
nos quiera entregar, y mostrar con el fin de
retroalimentar estas sabidurías alimentarias,
que no solo significan alimento.
No creemos en una perfección pero sí
concebimos dentro de nuestras entrañas
la remota posibilidad de esperar que esto
mejore, que nuestra relación con el entorno,
con el ecosistema, con la gente, sea más que
simplemente coexistir al lado de ellos sino que
los reconozcamos como fundamentales para
nuestra vida, no una “sobrevida” refiriéndonos
al término sobrevivir, sino una plena vida
que es como deberíamos algún día aprender
a vivir. Respetando cada forma y manera de
vida existente como valiosa para crecer en
plenitud, y así sabernos iguales, ni superiores,
ni inferiores a ellos nos hará mirar el futuro
de cara a una nueva realidad que se vuelve a
abrir ante nuestra mirada. Construyendo así
desde esta nueva perspectiva de reencuentro
con la huerta y con la comunidad para así
lograr cambios estructurales, que no sigan
promoviendo el desarrollo humano por sobre
el resto de los seres vivos y ecosistemas
existentes, sino que vele por la perpetuidad de
todos y cada uno.
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Mujer y Naturaleza: definiciones de Ecofeminismo
La invisibilidad de una sociedad patriarcal y del sistema económico capitalista, ha generado que las visiones de feminismo y de los movimientos ecologistas, encuentren puntos en común, formando un nuevo movimiento social, el ecofeminismo.
* Frida Martínez Espinoza
* Originaria de Tijuana, Baja California. Lugar donde crecí y estuve hasta los 18 años, para posteriormente realizar mis estudios de derecho en la Universidad de Monterrey (UDEM), donde me titulé con la tesis denominada “Estudio sobre la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia: Análisis Crítico a la Luz del Sistema Jurídico Mexicano y Comparado” en Monterrey, NL. Después realicé mis estudios de maestría en Derechos Humanos en la Universidad Nacional de La Plata, en La Plata, Buenos Aires, Argentina. Actualmente estoy trabajando en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en el Distrito Federal, México.
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Desde tiempos antiguos a la mujer se la ha
relacionado con la naturaleza, ambas se
consideraban inferiores al hombre y la cultura.
Por esta visión de la mujer inferior al hombre, es
que nace el feminismo, como movimientos de
liberación de la mujer, y estos históricamente han
ido adquiriendo diversas corrientes e influencias.
El feminismo defiende un cambio en las relaciones
sociales que conduzca a la liberación de la mujer
y del varón a través de eliminar las jerarquías y
desigualdades entre los sexos.
Ahora bien, el ecologismo es un movimiento
político, social y global, que defiende la protección
de la naturaleza, unido con un compromiso para
mantener la salud de las personas en equilibrio
con los ecosistemas naturales.
Con el desarrollo del sistema capitalista a escala
mundial, los gobiernos de todos los países del
mundo inician campañas por el cuidado de la
naturaleza, por los efectos cada vez más dañinos
de la contaminación de las necesidades impuestas
por el sistema económico occidental. Aunque la
protección del medio ambiente empezó desde
inicios de la humanidad, como movimiento
organizado el ecologismo empezó con mayor
fuerza en los años setenta. El sistema universal de
derechos humanos en estos años realiza su primera
declaración sobre el tema e inicia el Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
La palabra ecofeminismo comenzó a ser usada en
Francia en 1974 por Francoise D´Eaubonne, y de
allí se extendió a otros países de Europa, América
y África. Vio el problema de la sobrepoblación
mundial como un relevante punto de contacto
entre las reivindicaciones feministas y las
preocupaciones ecologistas.
Las mujeres han sido tradicionalmente asociadas
con algo que todas las culturas minimizan y que
goza de menos estatus, haciendo referencia a la
naturaleza en sentido amplio. Dicha relación hace
que las mujeres hayan sido, siempre y en todas las
culturas, asociadas con la naturaleza, en oposición
a los hombres que son identificados con la cultura.
Para Ivone Gebara, religiosa brasileña, la
modernidad empieza con la redefinición del papel
de la mujer como ama de casa, subordinada a las
relaciones matrimoniales y a la familia. A su vez, la
naturaleza, liberada de la fuerza de los espíritus,
despojada gradualmente de sus secretos, pasa a ser
dominada por el espíritu científico masculino(1).
Para ella el ecofeminismo como pensamiento
y movimiento social se refiere básicamente a la
conexión ideológica entre la explotación de la
naturaleza y la explotación de las mujeres dentro
del sistema jerárquico-patriarcal y, desde el punto
de vista de la filosofía y la teología, lo considera
como una sabiduría que intenta recuperar el
ecosistema y las mujeres(2). Alicia Puleo lo define
Con el desarrollo del sistema capitalista a escala mundial,
los gobiernos de todos los países del mundo inician
campañas por el cuidado de la naturaleza
(1) Gebara, Ivone. (2000) “Intuiciones ecofeministas, ensayo para repensar el conocimiento y la religión”. Editorial Trotta. Madrid, Pág. 18. (2) Ibídem.
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y empáticas(5), por lo que tendrían mayor
sensibilidad para proteger a la naturaleza.
Ecofeminismo espiritualista: Lo que recibe el
nombre de desarrollo es un proceso de mal
desarrollo, fuente de violencia contra la mujer y
la naturaleza en todo el mundo. Sostiene que este
mal desarrollo tiene sus raíces en los postulados
patriarcales de homogeneidad, dominación y
centralización que constituyen el fundamento
de los modelos de pensamiento y estrategias
de desarrollo dominantes. El movimiento de
las mujeres Chipko de la India es un ejemplo
de este movimiento, es una lucha en contra del
mal desarrollo. En los años setenta un grupo
de mujeres se abrazaron a los árboles de los
bosques de Garhwal en los Himalayas indios,
los defendían de las prácticas forestales de una
empresa privada, aun enfrentándose a sus maridos
que estaban dispuestos a vender los bosques
comunales, estando al frente de este movimiento
Vandana Shiva, filósofa y física nuclear. Para ella
la explotación y destrucción de la naturaleza es
intrínseca al modelo de desarrollo económico
industrial dominante, lo define como una
imposición colonial por parte del llamado primer
mundo.
Se ha desarrollado en América Latina, un
pensamiento teológico-ecofeminista, este
ecofeminismo latino se caracteriza por su interés
en las mujeres pobres y su defensa de los y las
indígenas, principales víctimas de la destrucción
de la naturaleza. Esta corriente también lucha
como “la corriente que asume la problemática
ecológica como algo que puede ser abordado de
manera pertinente en clave de género, aportando
ciertas claves de comprensión de relación humana
con la naturaleza”(3). Uno de los puntos de
contacto que hacen que la ecología sea un tema
que importe más a las mujeres es la cuestión de la
salud. Los trastornos debidos a la contaminación
afectan particularmente a las mujeres porque su
organismo tiene mayor proporción de tejido graso
y algunos tóxicos se fijan en la grasa. Aunque el
daño ambiental afecta a hombres y mujeres, son
ellas las más afectadas.
Existen varios ecofeminismos:
Ecofeminismo clásico: es un movimiento basado
en el feminismo de la diferencia, que afirma que
las mujeres están de alguna manera más ligadas
a la naturaleza por el hecho de que hombres y
mujeres expresan esencias opuestas: “las mujeres
se caracterizan por un erotismo no agresivo e
igualitarista y por aptitudes maternales que las
predispondrían al pacifismo y a la preservación
de la naturaleza. En cambio, los varones se verían
naturalmente abocados a empresas competitivas
y destructivas.”(4) Esta tendencia recoge la idea
patriarcal, dándole un sentido positivo; estar cerca
de la naturaleza no es visto como inferior, sino, por
el contrario, como superior. La feminista Rosiska
Darcy de Oliveira defiende esta teoría y dice que
las mujeres son diferentes de los hombres porque
tienen otros valores, como el cuidado y protección
de la vida y que son más sensibles, intuitivas
(3) Duque, Elena. (2009) “Entrevista a Alicia Puleo: claves del ecofeminismo”. Mujeres en la Red. El Periódico feminista. Disponible en: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1714(4( Puleo H., Alicia. (2007) “Un repaso a las diversas corrientes del ecofeminismo”. FEMINISMO Y ECOLOGÍA. El Ecologista N° 31. Pág.3(5) Gebara, Ivone. Op.cit. Pág.21
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por abandonar la imagen patriarcal de Dios como
dominador y el dualismo de la antropología
cristiana tradicional.
Ecofeminismo constructivista: es la corriente
más reciente de la década de los noventa. Se
suele llamar “feminismo ecológico” para que se
distinga de la corriente anterior. Se basa en la
responsabilidad de las mujeres con la naturaleza
originada en la economía familiar. Se preocupan
por la realidad material en que están; la interacción
con el ambiente depende de la división sexual
del trabajo, de la distribución del poder y de la
distribución según clase, género, raza y casta.
Bina Agarwal, economista india, lo define como la
postura que reconoce que la destrucción ambiental
afecta en especial a las mujeres y a las poblaciones
pobres del tercer mundo, atribuye una parte de
responsabilidad a los grupos dominantes que
monopolizan el poder, la propiedad y los recursos.
Alicia Puleo(6) afirma que esta teoría propone una
política de alianzas, para acciones puntuales, pero
no de fusiones entre el feminismo y ecologismo.
Sostiene que no hay una esencia femenina que
acerque a las mujeres a la naturaleza ni que aleje
a los hombres de ella, sino que las identidades
han sido construidas históricamente a través del
sistema jerárquico-patriarcal. Bina sostiene que
el lazo que ciertas mujeres, especialmente las de
los países en desarrollo, sienten con la naturaleza
tiene su origen en sus responsabilidades de
género en la economía familiar. Sus roles como
mujeres y su relación con su ambiente favorecen
su conciencia y activismo ecológicos(7). Entonces,
este ecofeminismo o feminismo-ecológico
contempla que la relación de las mujeres con el
medio ambiente dependerá de la clase social,
casta, raza u otra condición a la que pertenezcan.
Muchas otras feministas simplemente se oponen a
una lucha conjunta entre estos dos movimientos.
Alegan que la ecología ha sido una disciplina
elitista y masculina y que no se refiere nada a
cuestiones hechas por las mujeres y que unir esas
dos luchas por la reivindicación de las mujeres y
por la protección del medio ambiente debilitaría
la lucha feminista, se desviaría de sus propios
objetivos.
Actualmente, el calentamiento global es uno
de los problemas medioambientales que afecta
al mundo entero, generado por los procesos
industriales, desforestación, emisión de gases,
etc. Los gobiernos acordaron combatir el cambio
climático por primera vez en la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo celebrada en Río de Jainero en
1992. Recientemente se celebró “Río + 20” donde
Este mal desarrollo tiene sus raíces en los
postulados patriarcales de homogeneidad, dominación y centralización que constituyen el fundamento de los modelos de pensamiento y estrategias
de desarrollo dominantes.
(7) Quimbayo A., German. (2008. “Ecofeminismo como posición política en el ambientalismo”. equinoXio. Disponible en: http://equinoxio.org/especial-dia-de-la-mujer-2008/ecofeminismo-como-posicion-politica-en-el-ambientalismo-2584/.
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los acuerdos tomados se evaluaron y se volvió
a comprometer a los países, con respecto a su
responsabilidad en el tema.
El cambio climático puede significar cargas
adicionales para las actividades agrícolas que
a menudo son realizadas por mujeres(8). Es
importante considerar que la tarea de administrar
agua y combustible para la familia es típicamente
responsabilidad de las mujeres, esta tarea se
dificultará aún más conforme el acceso al suministro
de agua limpia se convierta en un mayor desafío,
cosa que ya lo es en algunos países de África.
El cambio climático tiene impactos que agravan
las desigualdades sociales existentes, razón por la
cual es un asunto de importancia para las mujeres,
las personas más pobres del mundo sienten estos
impactos con mayor fuerza.
Como hemos visto acá, definitivamente ecologismo
y feminismo tienen muchos puntos en común.
Ambos luchan por la visibilidad y reivindicación
de algo que ha sido históricamente subordinado
y por una mejor calidad de vida del conjunto de la
sociedad.
Para lograr el cambio hacia una sociedad mejor
se tiene que hacer un cambio integral en los
pensamientos y acciones de todas las personas;
es decir, eliminar las ideas machistas que el
sistema patriarcal nos impuso, entender que por
el simple hecho de nacer mujeres y hombres
gozamos exactamente de los mismos derechos
y saber que no hay razón alguna para considerar
a un ser superior o inferior a otro. De la misma
manera que debemos respetarnos entre nosotras
y nosotros, debemos hacerlo con la naturaleza
porque somos parte de ella y todos los recursos
que nos proporciona y el trabajo que realiza son
indispensables para vivir.
Las tres corrientes ecofeministas que se
presentaron tienen un punto en común:
reivindicación de las mujeres y el respeto por un
medio ambiente. El cambio climático es un claro
ejemplo de ver la relación entre la mujer y los
conflictos medioambientales.
¡Definitivamente tiene que existir una lucha
en común por la visibilidad de las mujeres y la
naturaleza: Ecofeminismo!
El lazo que ciertas mujeres, especialmente las de los países en desarrollo, sienten con la naturaleza tiene su origen en sus
responsabilidades de género en la economía familiar.
(8) Ibídem.
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El árbol de la vidaEn cierta medida, tanto Pine Ridge como otras de las reservas nativas dentro de los Estados Unidos, son verdaderas “islas de subdesarrollo económico” donde predomina una calidad de vidaequivalente a la pobreza extrema en los países de América Latina o de África. Sin embargo, siguen estando dentro del país más poderoso junto con China en la arena mundial.
“Nos hicieron muchas promesas, más de las que
puedo recordar, pero sólo conservaron una de
ellas: ellos prometieron quedarse con nuestras
tierras, y lo hicieron”
(Chief Red Cloud, Mahpiya Lúta, Oglala Lakota)
La noche sin luna tenía un cielo completamente
estrellado, donde la luz de la vía láctea cruzaba
el espacio de norte a sur, y no lograba encontrar
ninguna estrella que fuera similar al cielo del Sur.
«¿Sabes? Esto parece divertido, pero en el Sur
nosotros tenemos otras estrellas, y son distintas las
estrellas que logras ver acá y lo que se ve allá…» Le
comenté al lakota que había corrido el sweatloadge
(temazcal) minutos antes.
«Uh. Sí. Es como si tuviéramos la cabeza en un
lugar mirando para arriba y en el otro mirando para
abajo, o algo así, ¿no?»
«Jajajaja… algo así, creo… al parecer son distintas
perspectivas del mismo cielo… Oye, ¿no hay un
río acá a los pies del fuego a unos 30 metros? ¿Me
puedes mostrar donde queda? Me gustaría ir a
refrescarme después del baño de vapor…»
«Mh… mira hermano, lo siento pero no creo que
quieras bañarte en ese río», me dijo secamente. Una
parte mía, que llevaba dos días en el campamento,
dijo en su voz interna Ya me latía que iban a ser
medio mamones estos lakotas con las cosas de sus
lugares sagrados.
* Manuel O’Brien
* Psicólogo. Organizador de Raíces de la Tierra en Chile. De sangre azul, ama a su mujer, el buen café, sonreír y las rocas calientes en el temascal. Detesta las teorías conspiratorias que combinan mayas, ovnis, canalización y expanden miedo basado en la ignorancia.
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Para mi sorpresa, continuó con cara seria, explicando:
«A pesar de que ese río se ve muy bonito, y que tiene
agua y corriente que permitiría bañarse en él, te
aseguro que no vas a querer entrar ahí. Ese río está
lleno de uranio y su agua no es potable, de hecho
no vas a ver peces ni nada parecido. Ni si quiera
los pájaros se acercan a él, fíjate en el día… Mejor,
vamos a tomar agua al campamento… ¿De donde
dijiste que eras?»
El paraje en el Santuario de Caballos Salvajes, a una
hora de distancia del Parque de las Montañas Negras
(Black Hills) y la Reserva de nativos americanos de
Pine Ridge, destaca como un escenario de antiguas
películas western, donde a finales de 1800 se
llevaron a cabo una seguidilla de duras luchas (y
derechamente masacres) armadas por la conquista
del territorio Dakota.
En las Montañas Negras el gobierno de Estados
Unidos se enfrentó contra guerreros y jefes de la
nación Oglala Lakota, algunos de los cuales son
recordados con honor hasta el día de hoy: Tashunke
Witko (Caballo Loco), Washikun Tashunke (Caballo
Americano), Tatanka Iyotake (Toro Sentado, o más
precisamente Búfalo Sentado) y Mahpiya Lúta
(Nube Roja).
Por esos mismos años, a unos pocos kilómetros
en Wounded Knee, también el gobierno de
Estados Unidos protagonizó la matanza de
aproximadamente 250 indígenas, principalmente
mujeres y niños.
Producto de estos hechos, fue que gran parte de
la población indígena nómade que vivía en las
grandes planicies, se sometió a la idea de localizarse
y asentarse en espacios sedentarios, forzando una
adaptación a un espacio que además carece de
todas las condiciones para la generación de recursos
de ningún tipo.
Al día de hoy la Reserva de Pine Ridge contiene a
aproximadamente 30.000 personas. La expectativa
de vida es una de las más bajas en Estados Unidos
(52 años para mujeres, 47 años para hombres),
la mortalidad infantil es 5 veces más alta que en
cualquier lugar de Estados Unidos, y la frecuencia
de suicidios es 4 veces más alta que en cualquier
otro estado.
Los indicadores de salud, abuso de drogas y
desnutrición son similares a los indicadores que
puedes encontrar en Haití. Es decir, muchas familias
no tienen acceso a electricidad, teléfono y agua
potable.
En cierta medida, tanto Pine Ridge como otras de
las reservas nativas dentro de los Estados Unidos,
son verdaderas “islas de subdesarrollo económico”
donde predomina una calidad de vida equivalente a
la pobreza extrema en los países de América Latina
o de África. Sin embargo, siguen estando dentro
del país más poderoso junto con China en la arena
mundial.
A propósito de esto, un amigo, mientras velábamos
el fuego por la noche, me decía:
«Hace muchos años mi bisabuelo fue el Jefe de la
nación Oglala Lakota. Desde ese tiempo perdimos
terreno y finalmente fuimos confinados a vivir
dentro de las reservas. Es extraño, pero el día de hoy
tu te paseas por la reserva y ¿sabes lo que hay?...
Dos tiendas con abarrotes, un centro comunitario,
una escuela, un hospital público. Nada más. Mucha
pobreza. Mucha gente entrando en las drogas, otros
en pandillas… en realidad la vida en la reserva es
dura y una mierda.
»Uno se despierta y estás ahí para estar todo el
día sin hacer nada. Yo necesitaba movilizarme,
trabajar, crecer… sigo viviendo ahí, porque siento
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mi responsabilidad con mi gente y su destino, pero
no ha sido fácil, ni es fácil estar ahí.
»Desde pequeño mis abuelos y padres me llevaron
a compartir y hacer de nuestras creencias una parte
medular de mi camino, damm brother la danza del
sol, las reuniones de peyote, cuidar el fuego y las
ceremonias de mi gente me han dado un sentido.
Sin esto no sé que diablos haría. A este fuego, que es
lo más importante de toda esta ceremonia, le debo
mi camino y mi vida hermano.
»La danza que se realiza en estos cuatro días es
un período de celebración para nosotros… es en
cierta manera un espejo de cómo van a ser las 4
estaciones y el transcurso de todo el año que viene.
Hay algunos que danzan por rezos particulares y
otros por celebrar el año y agradecer a tunkasilae.
Por lo tanto, es importante mantener todos los
altares durante la noche con cedro, irlos limpiando.
Y está bien, acá podemos conversar y reírnos para
mantenernos despiertos y velar… pero dentro de
todo hay que mantener el foco de las cosas, ojalá
sin maldecir ni hablar cosas con rabia u odio…
Jeeeezzze bro parece que viene el agua…»
Mientras Jack me comentaba esto, unos relámpagos
empezaron a tronar en el horizonte. Era el segundo
día de la danza del sol, un día fuerte donde muchos
danzantes ya habían ofrendado y entregado su
No importa qué pase, ni cuánta lluvia llegue, ni que el cielo se caiga sobre la tierra, este fuego no se puede apagar…
respeto al árbol.
«Vamos. Hay que buscar mucha madera. Al parecer
el cielo va a soltar unos buenos relámpagos y quizás
mucha agua por cómo se ve el horizonte. Vamos a
buscar leña. No importa qué pase, ni cuánta lluvia
llegue, ni que el cielo se caiga sobre la tierra, este
fuego no se puede apagar.»
Durante el día, rodeado de unos cien caballos
salvajes (principalmente mustangs y pintos) que
merodeaban distintos lugares del campamento, la
ceremonia iba transcurriendo con la visita de gente
que venía a apoyar el rezo y otros que simplemente
por curiosidad se acercaban como turistas. Durante
un rato, me tocó ir a cuidar la puerta de entrada
acompañado de otro amigo de la reserva.
«Todo esto que ves, toda esta tierra donde ahora
hay caballos, ocasionalmente uno que otro búfalo,
es tierra que siempre fue y ha sido sagrada para
nuestra gente. Hace años el gobierno de Estados
Unidos definió que esta tierra era nuestra, y que
es de nuestra propiedad… pero bueno… tú sabes
como son las cosas hoy en día… En las Montañas
negras encuentras minería de Oro, Plata, Uranio…
a esa gente en realidad le importa bien poco que
siempre hayan sido tierras sagradas para nuestra
gente… ahora ni se puede beber agua de sus ríos…
yo recuerdo cuando era pequeño, y mis abuelos me
traían a tomar agua en ese río que está debajo de la
quebrada… había muchos búfalos dando vueltas,
ahora creo que sólo quedan unos 1500 silvestres…
y tú mi hermano, ¿cómo son los grupos nativos en
tu tierra? ¿Tienen los mismos problemas?»
«La verdad que sí… imagina que de donde vengo,
hay un valle casi tan grande como este que se ve acá
abajo… quizás más grande… bueno… a pesar que
tiene cementerios nativos, lugares de rezo antiguo,
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poblados de personas, en nombre del progreso y la
generación de energía quieren llenar todo eso con
agua, es como si cubrieras tooooooda esta extensión
con agua y armaras una laguna gigante…»
«No shit.. I thought southamerica was not that
bad as this country…» (No jodas, yo pensaba que
Sudamérica no estaba tan mal como este país).
Exclamó con una sonrisa y luego continuó.
«El día de hoy en la frontera norte de Pine Ridge en
las badlands –literalmente las “Malas Tierras” por
ser un desierto donde no crece nada– los valles son
utilizados como espacios de desecho de productos
tóxicos de las mineras… pero nobody gives a shit,
after all we are just some damn indians (a nadie
le importa un carajo, después de todo somos sólo
unos malditos indios).»
Otro día de la danza, durante los descansos de los
danzantes, otro anciano de la reserva me señalaba
que por más que hayan hablado con la ONU, con el
Congreso y con todas las instancias, todos los abusos
con respecto a los lakotas continúan ocurriendo,
pero que eso sólo los llevaba a cuidar y respetar
más aún sus formas de vida: sus ceremonias rituales,
el rescate de su lengua y las fiestas más folklóricas
como el pow wow.
«¿Sabes chileno?, realmente entraste bien con la
gente, te permitieron tocar el tambor en todas las
rondas, creo que fue una buena experiencia, estuvo
bien bueno este año, washte (estuvo bello)…», me
comentó al término de la danza uno de los más
antiguos danzantes.
«Yo ya no sé si mis rodillas me permitan nuevamente
danzar, imagina llevo 21 años bailando acá… pero
además quiero enfocarme en los proyectos sociales
que están levantando Tom y Loretta para la gente
de la reserva.
»Verás, una vez me comentaba un viejo amigo, que
los Oglala Lakota son gente aguerrida –tal como
los mapuche de tus tierras–, gente fuerte, y que si
no sabes los códigos básicos de conducta en una
ceremonia pueden incluso ser violentos. Traen toda
esa herencia en la sangre de historias que parecen
fantasía pero son reales.
»Tal como una de sus ceremonias más relevantes,
pueden ser entendidos como un árbol. Están las
raíces, está el tronco, están las hojas y las ramas, la
corteza… y también está su flor. Ellos realmente
se encabronan con los visitantes porque, muchas
veces, la gente intenta directamente ir hacia la flor:
conocer sus ceremonias y sus cantos, sus rezos,
desconociendo que para que eso exista y perdure
hay toda una lucha social involucrada desde hace
siglos. En general la gente tiende a ir directamente
al ámbito ceremonial, sin tomar en cuenta que estas
ceremonias descansan en una relación de confianza
con aquellos que te reciben como visitante.
»Entonces, cuando saben de ceremonias Oglala
Lakota que son guiadas y convocadas por gente
que no conocen, o que es más, que algunos cobran
dinero a los participantes por asistir a ellas, se
encabronan. Y mucho.
En las Montañas negras encuentras minería de Oro,
Plata, Uranio… a esa gente en realidad le importa bien poco
que siempre hayan sido tierras sagradas para nuestra gente… ahora ni se puede beber agua
de sus ríos…
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»Es bueno siempre reconocer eso. Reconocer el
tronco, el respeto a los abuelos, a los hijos, a sus
condiciones de vida y colaborar de alguna manera.
No ir directo a la flor como un depredador espiritual.
La historia de estos pueblos, tal como la historia de
los otros pueblos que conoces, es una historia llena
de sangre y personas que murieron para que un
canto, un rezo o una ceremonia continuara para la
posteridad.
»En ese sentido, hay mucho trabajo que hacer.
»La explotación espiritual, tal como la explotación
de los recursos que incluso constitucionalmente le
pertenecen a la nación Oglala Lakota, es un mal que
amenaza al pueblo desde hace años. Yo, al igual que
muchos otros en el pasado, estuvimos dispuestos a
tomar armas para defender las cosas, como en los
tiempos de la AIM (American Indian Movement),
pero esos tiempos de violencia ya han pasado.
»Dentro de nuestras creencias, las armas más fuertes
que tenemos son el rezo común y el respeto al lugar
que tienen los abuelos y las familias que conservan
La historia de estos pueblos, tal como la historia de los
otros pueblos que conoces, es una historia llena de sangre y personas que murieron para que un canto, un rezo o una
ceremonia continuara para la posteridad.
las tradiciones antiguas. Bailar junto al árbol es una
de esas poderosas formas de rezar. Ahora es tiempo
de conciliar, de brillar con el Sol, brother.
»De eso se trata todo esto, Mitakuye oyasin (Todos
estamos relacionados).
»Siempre respeta el árbol. No sólo la flor del pueblo.
Así siempre serás bienvenido en este lugar mi
hermano.»
(Este texto está escrito en base a la visita a la
ceremonia de danza del sol realizada en el
Santuario de Caballos Salvajes en Black Hills, South
Dakota, sostenida por las familias Afraid of the
Bear, American Horse y Red Cloud. Esta ceremonia
era prohibida en los Estados Unidos hasta 1978.
Actualmente existen aproximadamente 72 danzas
del Sol en territorios Lakota lideradas por distintas
familias, principalmente dentro de la Reserva
indígena de Pine Ridge y Rosebud.)
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