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pág. 13 NÚMERO • JULIO 2010 • • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • 27 pág. 2-3 pág. 6 © periódico juventud rebelde EDITORIAL AMIGOS: Seguimos compartiendo las incidencias del verano, esta vez con un doble debate sobre la telenovela cubana Aquí estamos : tres acercamientos crí- ticos en las primeras páginas y tres co- mentarios de los lectores, quienes ahora se nos adelantan con juicios polémicos. Las opiniones enviadas ocupan tres pá- ginas, y eso nos llena de alegría. Todavía ofrecemos algunas reflexiones sobre el Mundial de Fútbol en Sudáfrica, y ade- más es entrevistado un joven y versátil trovador, apreciado por públicos diver- sos: William Vivanco. Los comentaristas de siempre, Alba Rico y Wejebe Cobo, vuelven con sus anécdotas y reflexiones. LA CALLE... propone además una lectura para el verano: la novela del estadouni- dense de origen dominicano Junot Díaz. Les instamos nuevamente, como cada mes, a que nos escriban. Las opiniones que nos hacen llegar son siempre valio- sas y complementan el trabajo de nues- tros redactores. Felices vacaciones. Gra- cias. CM amistades peligrosas 5 ¡sudáfrica: congratulations! ¡brasil: bem-vindo! 7 la breve y maravillosa vida de óscar wao 12 televisión ¿así somos? aqui estamos música ¿marcas o nombres? deporte los nombres de los ganadores lecturas ¿las marcas te marcan? «no conozco un país en el que se hayan inventado más ritmos que en Cuba» concurso 50 en 50 © zardoyas 5 william vivanco pág. © yaimel © 10k

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pág.

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NÚMERO

• JULIO 2010 •

• ISSN: 1999-8090 • $1.00 •

27pág.

2-3pág.

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La CaLLeDeL MeDIOJULIO 2010

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eVaNGeLINa CHIÓ VIDaL

Por lo general, no resulta recomen-dable adelantar juicios en torno a una obra audiovisual antes de su fin en pan-talla. Mucho se arriesga con ello si, ade-más, son muchos los capítulos y las solu-ciones imprevisibles. Este podría ser el caso de Aquí estamos. La nueva teleno-vela que cursa por nuestros televisores en estos días, ocupó ocho años de inves-tigaciones a Alfredo F. Pérez y al joven actor Hugo Reyes, quien también com-parte la realización con el destacado di-rector general Rafael (Cheíto) González.

Se trata de una obra osada y valiente que toma como escenario un mundo tan complejo y controvertido como el del tea-tro; pero donde los problemas como el oportunismo, la ausencia de escrúpulos, principios o valores, etc., parten del indivi-duo que en cualquier entorno social o pro-fesional tenga condiciones propicias para exacerbarlos.

Mostrar una galería con los protago-nistas de una sociedad y sus dramas res-pectivos tiene antecedentes lejanos; mas, a principios del siglo xix, Honorato de Balzac mostró toda una exposición de personajes con más de noventa retratos de diversos tipos. Utilizó un término teatral, La comedia humana, para caracte-rizar psicología, hábitos, miserias, rela-ciones, actitudes y aspiraciones de sus personajes en la Francia de entonces, so-metida a diversos conflictos políticos a

partir del primer Imperio Napoleónico. Los protagonistas como el avaro Papá Goriot, La prima Bette, Eugenia Grandet, son exponentes de dramas individuales en esos contextos.

Con esta digresión, quiero acentuar lo ya conocido y pocas veces recordado: el arte no es un espejo, sino refleja las esencias de la realidad, lo cual, a veces, puede ser aceptado o no por los especta-dores en la medida de sus propios gus-tos, intereses, susceptibilidad, forma-ción ética y estética, puntos de vista, etc.

La telenovela Aquí estamos, a causa de los problemas expuestos, no debería provocar rostros despectivos o rechazo en algunas personas, sino recibirse cual un llamado de urgencia de sus realiza-dores para meditar sobre una realidad que pudiera estar en los umbrales o en el interior de algunas familias, aunque no se relacionen con el medio teatral.

¡No, no proteste!, si usted no ha sido visitado por esa crisis de valores o de principios fundamentales en su casa, lo felicito. Pero tal vez conozca de ejemplos cercanos o, en el peor de los casos, cierre los ojos tozudamente o entierre la cabe-za como el avestruz. De todo hay, pero si le rodea la armonía y la educación de sus menores le ofrece seguridad, ¡felici-dades! La formación correcta y la comu-nicación en su familia han dado frutos.

Las actitudes ante la vida y valores como la honestidad, la honradez, el tra-bajo, la solidaridad, la superación, la

lealtad, la espiritualidad y muchísimos más, son temas presentes o ausentes en la telenovela, dignos de la discusión fa-miliar o entre amigos, porque se trata de evitar el derrumbe moral de los indi-viduos, con más razón si están emer-giendo a la vida y a la responsabilidad laboral.

Presumo que los autores –conocedo-res válidos del medio–, lejos de degradar-lo, se empeñan en mostrar que el univer-so teatral tiene características no comu-nes al resto, y donde laboran colectivos con individualidades sui géneris, pero hu-manos al fin. Proclives al individualismo –vale la redundancia– arrastran consigo ambiciones, virtudes, miserias y necesi-dades. Algunos (no todos) se convierten en «aplanadoras» haciendo concesiones de todo tipo para lograr objetivos inal-canzables. Por fortuna, existen los que construyen su profesión con talento, pa-ciencia, estudios y principios. Son los ejemplos perdurables que existen para suerte de los que empiezan y honran nuestras pantallas.

También está representada la fami-lia y la influencia positiva o no, en torno a los protagonistas, en un contexto muy diferente al soñado a partir del período especial y sus derivaciones.

No es objetivo principal el hacerle señalamientos a la realización artística. Todos reconocen el legítimo derecho de los autores a expresarse de acuerdo con sus medios, recursos artísticos y con-

ceptos o corrientes estéticas; sin embar-go, una puesta tan ambiciosa provoca en los espectadores sorpresa y desconcier-to debido a la narración desarrollista y nada convencional del género.

Ejemplo que muchos espectadores comentan es el transcurrir de los capítu-los por la flojedad de los diálogos y por-que «nada sucede», o sea, la falta de con-flictos con puntos de giro que propicien el salto cualitativo en la acción dramáti-ca y con ello aumenten las expectativas del televidente; aunque cada personaje posee un conflicto íntimo individual que lo caracteriza, pero sin exteriorizar-lo; la falta de cierres efectivos en los ca-pítulos, no preguntas o frases intrascen-dentes; la confusión creada entre reali-dad o fantasía con los amigos fantasmas y, por otro lado, personajes y escenas poco significativos susceptibles de cor-tes, entre otras cuestiones.

En fin, ¡gracias a Hugo Reyes y a sus colegas! Pese a estos inconvenientes, la televisión cubana ha acertado al mostrar ante nuestros ojos una realidad que po-dría modificarse con la educación ade-cuada de cada individuo desde edades tempranas, para conformar una perso-nalidad generosa y armónica, plena de valores éticos que colmen todos los espa-cios de la sociedad, incluso la escena inte-grada por artistas con sus problemáticas. Que nadie por prejuicios piense en «bo-tar el sofá», mejor corregir a los amantes. Meditemos. CM

Aquí estAmos... para meditar

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La CaLLeDeL MeDIO

JULIO 2010

Creación para televidentes en mayoría de edad

JORGe aLKUBI

He estado siguiendo la últi-ma oferta dramatizada de nues-tra televisión nacional. Bajo el nombre de Aquí estamos, tres veces a la semana la serie nos re-cuerda muchas de las imperfec-ciones de nuestra sociedad ac-tual. Delante de nuestros ojos pasan la avaricia, la envidia, el delito, las drogas, la prostitución (enmascarada y al descubierto) y la violencia. Es tanto el amasi-jo de defectos individuales y co-lectivos que nos impone la obra, que a veces me deja en un de- sasosiego intranquilo.

La puesta en pantalla de cualquier obra, y más aún en una sociedad como la nuestra, pone encima de los hombros de sus realizadores el peso del concepto del compromiso so-cial. Y este compromiso pasa ineludiblemente por el contra-peso, el equilibrio entre el mal y el bien, si el destino final es cumplir los mandatos que la te-levisión pública debe cumplir: educar, informar y entretener.

Estos conceptos no están para nada divorciados con el arte. La maestría televisiva está en lograr aunarlo todo y entre-gar un producto que posea los atributos que se mencionan, sin que el autor se sienta trai-cionado en sus principios.

La sociedad en la que vivi-mos tiene esos defectos que plantea la propuesta de Rafael (Cheíto) González y Hugo Re-yes. Pero también tiene muchas virtudes. Y estas pasan imper-ceptiblemente si son aplastadas por los defectos. Y, aunque no hemos llegado al final de la obra, el camino que se ha tran-sitado hasta ahora puede cata-logarse como de cuerda floja.

La falta de contrapeso se siente también en la conforma-ción de los personajes. Aunque se pudiera alegar que el medio en que se mueven es el de las artes, si se pretende hacer un análisis de las problemáticas sociales, prácticamente todas, de nuestro país, también deben aparecer personajes de otras esferas y clases, que provean de credibilidad a una sociedad que se pretende describir en una casi totalidad.

Aunque me alejo de las con-cepciones estéticas de aquella puesta televisiva de Rudy Mora (Diana), sí debo reconocer la pericia de este realizador al describir un entorno social más apegado a la realidad nuestra, con varias clases sociales pre-sentes, en las que despuntaban el obrero, el profesional, el tra-bajador por cuenta propia, y muchos otros. A esto se le agre-gaba un guión tratado con esa maestría que la experiencia

creativa otorga a Mora. Y sin querer establecer estados com-parativos, creo que es un punto de referencia para lo que quie-ro expresar.

Y aunque a muchos no les gusta la siguiente comparación, debemos fijarnos un poco en la telenovela brasileña que está pasando en la pantalla en estos días bajo el nombre de La favo-rita. Ahí también aparecen prácticamente todos los estra-

Aquí estamos, pero… ¿Así somos?

MÓNICa RIVeRO

en el mundo del audiovisual, como en muchos otros terrenos artísticos, algunos productos responden a cierta tendencia a reproducir un patrón fijo, en ejercicio de una estandariza-ción y reproducción masivas que esconden su carácter ho-mogéneo tras una diversidad de formatos. El consumo sis-temático de productos de este tipo se manifiesta en un tipo de receptor pasivo, en estado de desmovilización ante pro-puestas que no lo retan y no desafían su inteligencia; que, en dos palabras: lo acomodan y lo sedan. Es por eso com-prensible que todo aquello que rompa en alguna medida determinados esquemas, de-ba asumir el riesgo de provo-car cierto nivel de resistencia y hasta rechazo por parte de los destinatarios. Aun así, es

tos». En este sentido, abstenerse ante el empleo de mecanismos narrativos establecidos conven-cionalmente, de moldes precon-cebidos, puede derivar en la con-formación de un tejido textual abierto que admita disímiles lecturas, que juegue con posi-bles desviaciones interpretati-vas y que, además de apoyarse en las competencias del recep-tor, contribuya siempre a produ-cirlas y estimularlas. Tal ejerci-cio promueve la conformación de lo que la semiótica clasifica como lector crítico o ingenioso.

A la teleserie Diana (y la to-mo como ejemplo porque el lector coincidirá en que, dentro de la producción televisiva na-cional de los últimos tiempos, ha sido la que más ha asumido el reto de la experimentación en lo formal, además de un guión coherente con una reali-dad contemporánea desde perspectivas muy agudas), al-gunos le criticaron el hecho de arriesgar por momentos la efec-tividad de la comunicación con el público en aras de un com-promiso estético, que algunos consideraron excesivo tratán-dose de un producto destinado a la televisión. No obstante, su propio director, Rudy Mora, re-conoció como prioritario el he-cho de llegar al público, aun-que por su trabajo ha demos-trado su no disposición a hacer concesiones facilistas para ello. Además, la televisión no es, por mucho, un medio vedado para la creación artística.

Aquí estamos, la propuesta que ocupa actualmente el espa-cio de la telenovela, si bien no muestra las agudezas del guión de Rudy Mora y en el plano for-mal no se atreve demasiado, también se nutre de los conflic-tos de la vida contemporánea y toca puntos neurálgicos de la realidad cubana de nuestros días. Ya sea por aprobación o re-chazo de los recursos narrativos y estilísticos que emplea, no ca-be duda de que resulta útil a la polémica y al ejercicio de la crí-tica, lo cual trasciende la discu-sión en torno a los valores dra-matúrgicos y formales (no me-nos importante), para situarse en un plano más orientado ha-cia el contenido, moviendo el de-bate y la reflexión. En definitiva, propuestas como las citadas de-muestran que frente a la panta-lla no hay «menores de edad» esperando alimento para el morbo o la vana fantasía, sino un público que necesita y recla-ma ser provocado e invitado a pensar y participar. CM

tos de la sociedad de ese país, así logran llegar a los públicos a los que se dirige este género televisivo.

No es nuestra sociedad lo que nos trasmite Aquí esta-mos. Es parte de ella. Y en mi opinión, una parte bastante gris, independientemente de que algunos de los personajes se salven de esa sombra. Y es mi esperanza que, al final, el crimen encuentre castigo, y en-

necesario, indispensable, asu-mir el desafío.

El espectador promedio ge-neralmente no se sienta ante el televisor con ánimo de ser con-vocado a una reflexión, sino con el de ser fascinado; desea que le sea suministrada una píldora maravillosa que lo aleje por un momento de los proble-mas de su vida cotidiana. En términos académicos se habla de una disfunción narcotizante de los medios, como parte de la cual el momento de consumo se convierte en una actividad de enajenación, en un viaje que lleva al espectador lejos de aquello que le rodea, privándo-lo de cualquier posibilidad de reflexión y menos acción trans-formadora en torno a su reali-dad. En este sentido, expresio-nes como la «ficción realista» (si se puede acuñar el término) que sitúe al televidente de cara a las contradicciones que tie-

nen lugar en las sociedades de nuestros tiempos, puede cons-tituir un feliz giro movilizador.

En la televisión nacional se han visto productos de reciente factura que parecen tener este ánimo. Dejar entrar a la televi-sión la temperatura de la calle, ante una profusión de series extranjeras (cuando no extran-jerizantes), permite que la pan-talla cotidiana de cada familia se permee de esta realidad con resortes identitarios, y aunque las soluciones a los problemas no estén a la vuelta de la esqui-na, el simple hecho de concen-trar la mirada hacia nosotros mismos es ya decir mucho.

Desde el punto de vista for-mal, en el caso de series como Diana, por ejemplo, la incorpo-ración de los receptores como agentes llamados a participar de la construcción de sentido, los redime de su ancestral condi-ción de maniatados, de «no ap-

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tiéndase por crimen aquellas actitudes que dentro de la serie se describen como negativas.

Por último, fíjense que en ningún momento he utilizado para la obra mencionada el tér-mino telenovela, porque no lo es. Incumple en muchos pará-metros los conceptos de ese gé-nero. Un solo ejemplo: todavía no acabo de comprender quién es el antagónico del personaje que interpreta Enrique Bueno.

¿Será acaso la sociedad entera? Al final, me queda esa duda. Sólo agregaré que el tiempo te-levisivo no tiene nada que ver con lo establecido internacio-nalmente para ese tipo de pro-ducción.

El mensaje de Aquí estamos no me queda claro. Y si no lo en-tiendo, quiere decir que tampo-co me responde la siguiente in-terrogante: ¿Así somos? Hones-tamente, no lo creo. CM

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cambio, que están pidiendo a gritos un nombre al que responder. Si tratamos de asir la práctica en una regla, pode-mos decir que ponemos nombre a cuer-pos u objetos que cumplen al menos una de estas tres condiciones: • Nombramos lo que hemos hecho

con nuestras propias manos (inclui-do, claro, el cuerpo del amado, fabri-cado por nuestras caricias, construi-do con nuestra ternura, rebautizado una y otra vez, para aferrarlo mejor, con toda clase de diminutivos y pa-ranimias).

• Nombramos también todo aquello a lo que hemos añadido nuestra pro-pia vida a través de un largo uso o una atención constante. Los melane-sios ponen nombre a sus cucharas de palo, los marineros a sus barcos, los granjeros a sus cinco vacas.

• Nombramos también todo aquello de lo que queremos apoderarnos. Colón renombró las tierras que iba conquistando mientras la Iglesia re-bautizaba a los indígenas forzados a la conversión. Los estadounidenses se apropiaron de las sequoyas de Ca-lifornia poniéndoles nombres de ge-nerales yanquis. Pero si se trata de apoderarse de algo o de alguien, di-gámoslo enseguida, los nombres son poco eficaces y hasta peligrosos, pues todo lo que tiene nombre –aun-que no sea el suyo propio– puede re-belarse contra su Nominador. El es-

clavo puede responder a la llamada del amo, pero también puede ser

llamado por el amor, la razón o la revolución.

En realidad el dominio absoluto prefiere precisa-

mente negar –o arrancar– el nombre a sus esclavos. Una de

las formas elementales de negar el nombre es el «número», que acepta o impone la intercambiabilidad de

todas las existencias. Ni siquiera el más avaro de los hombres bautizaría una por una sus monedas; al codicio-

so no le importa que sean concretamen-te «esas», sino que sean muchas y pro-duzcan muchas más. No quiere «llamar-las» sino contarlas. Lo mismo pasa con el carcelero, el cumplimiento de cuya misión al margen de caprichos compasi-vos y tentaciones humanas, depende del hecho de que sustituya el nombre del prisionero por una cifra. El dinero y los prisioneros no se nombran; sencilla-mente se numeran.

Pero lo contrario del nombre es sobre todo la «marca». Los perros, los tigres, las ratas marcan su territorio con saliva o con orina. Los capataces esclavistas y los maridos machistas marcan a golpes los cuerpos con el ignominioso copyright de su crueldad. El racista marca a sus vícti-mas con un «genérico» de especie: para los colonos franceses, por ejemplo, todos los argelinos eran «Mohamed» y todas las argelinas «Fátima». El dios iracundo, por su parte, marca las puertas que asal-tará el ángel exterminador. Pero lo mis-mo pasa con la riqueza: el ganadero rico, que no tiene cinco sino cinco mil vacas, graba en sus lomos el fuego de su domi-nio, y en los olivos del terrateniente no fi-gura el nombre de un enamorado sino la mordedura fría de su propiedad.

Esa es también la fuerza íntima del capitalismo. Las grandes empresas y multinacionales marcan sus productos –confeccionados por desconocidos– y venden de hecho no los productos sino las marcas, con las que marcan a millo-nes y millones de consumidores. Los ca-rros no tienen nombre propio, al contra-rio que los barcos, porque nunca llega-

a.a.G.

Carlos galindo lena (Caibarién, 1927 – Santa Cla-ra, 2003), es uno de los más importantes poetas de la lla-mada Generación de los Años 50. A él debemos los volúme-nes de versos Ser en el tiempo (1962), Hablo de tierra conocida (1964), Mortal como una paloma en pleno vuelo (Premio José María Heredia 1984, publica-do en 1988), Rosas blancas para el Apocalipsis (1991), Siempre es bueno recordar a Tebas (1994), Últimos pasajeros en la nave de Dios (Premio Nacional de la

crítica, 1996), Aún nos queda la noche (2001) y Vientos de cuares-ma sobre la piel del mundo (2001). Como miembro de la UNEAC, llegó a ocupar la Presidencia de la de la Asocia-ción de Escritores de la filial de esta organización en Villa Clara. A su vocación por la poesía unió la del magisterio, profesión que ejerció con pa-sión y humildad durante años. Particularmente en la zona central del país, su obra ha ejercido una notable in-fluencia entre los jóvenes poe-tas, quienes lo reconocen co-mo uno de sus maestros.

Carlos Galindo Lena

INCLUYE POEMAS DE...· aún nos queda la noche ·

Si nos sustraen todos los espejosaún nos queda la noche para vernos: exactos, tan solo limitados por la muerte. Cuál es la medida para que no nos colme la desesperación. Acércate a la tierra, busca el secreto de su eternidad, regocíjate con las rosas que cubren su pudor, límpiale de cizañas sus caminos. Si nos sustraen todos los espejos, aún nos queda la noche para vernos. Confidentes nos traen de sus manos el alba en forma de doncella. Ella no es el oscuro sitio de la muerte; es la resurrección de todo lo que en nuestra conciencia se transfigura / como un sueño. Ella nos regala con sus duendes / todos los misterios que conducen hasta la eternidad.

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mos a apropiárnoslos a través del uso; si-guen siendo propiedad de Seat, Volkswa-gen o Mercedes, y nuestro prestigio no depende de que el carro sea nuestro –y lo amemos como a una cuchara de palo o a una vaca–, sino de que nosotros porte-mos orgullosos la marca de nuestra au-sencia y desposesión. Ilf y Petrov, dos es-critores soviéticos que recorrieron EE.UU. a finales de 1935, no comprendían que los autores y los usuarios de las gran-des realizaciones tecnológicas estadouni-denses (centrales eléctricas o automóvi-les) permaneciesen ocultos bajo la etique-ta de una Marca Privada. El gran Ford –les explicaba su guía– no era conocido y respetado como mecánico, sino como co-merciante, y si tenía que rivalizar en fa-ma con los más temibles gánsteres era porque, bajo el capitalismo, «la gloria es una mercancía y, como todas las mercan-cías, rinde beneficios no a quien la produ-ce sino a quien la comercializa». El capi-talismo disuelve sin parar los nombres individuales y, si algunos de ellos llegan a ser conocidos, es sólo a condición preci-samente de que dejen de ser nombres pa-ra convertirse en «marcas». Eso es lo que pasó con Ford y es lo que ha pasado, por ejemplo, con Michael Jackson, Fernando Alonso o Cristiano Ronaldo: su nombre es la marca que marca su falta de nombre y marca también nuestra pasividad de re-ses mansas sin bautizar.

Hay que defender los nombres y de-fenderlos también como medida de la producción y del consumo. ¿Cuántas co-sas debemos poseer? ¿Cuándo debemos cambiarlas por otras? El cálculo es sen-cillo. Debemos ser tan pobres como sea necesario para poder poner nombre a todas nuestras cosas y usarlas tanto tiempo como sea indispensable para que respondan cuando las llamemos.

La madre que revisa el pantalón de su hijo de 8 años se preocupa al ver la pie-drecita que nombra por aproximación –como todos los nombres– las angustias y temores del niño. Pero debería preocu-parse mucho más al ver la marca –Levis, Pepe, Lee– que marca su cuerpo como si fuera la vaca de un ganadero rico. Contra las marcas, contra todas las marcas, de-bemos recuperar los amuletos, los torni-quetes, los signos: los nombres con los que podemos llamarnos los unos a los otros y llamar al mismo tiempo al amor, a la razón y a la revolución. CM

¿marcas o nombres?

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· no llegues demasiado tarde ·

Estamos a la espera de lo maravilloso, y no vemos lo humilde que a nuestro lado pasa. La aparición de un astro es siempre un signo, un enigma, tal vez, que nos concede el cielo. Pero si puedes leer en lo pequeño, en lo que cada día entrega su cuota de ternura –de perfecta armonía-, de sueño que se evidencia en el detalle. Entonces comprenderás más fácilmente lo difícil, aprenderás en un instante el idioma eterno de los astros. Pero, por favor, no llegues demasiado tarde, no sea que enmudezca para siempre tu pobre corazón.

· xvii ·

El género humano debe ganar la batalla de su superviven-cia, y preservarse para la tras-cendental etapa que le corres-ponderá vivir, cuando en el universo se descubran otras razas y otras formas de mate-ria; entonces se definirá la lu-cha entre los dos grandes po-deres: el bien y el mal. Creo, con humildad de especie, y en un tiempo cósmicamente bre-ve, que nuestra participación será decisiva para el triunfo del bien. CM

SaNTIaGO aLBa RICOespecial para La CaLLe DeL MeDIO

una madre revisa los pantalones de su hijo de 8 años antes de lavarlos y del bolsillo derecho cae una piedrecita. No es una piedrecita. Hay que imaginar la escena: el niño camina pensativo tratando de resolver un proble-ma muy grande –el de un com-pañero de escuela muerto o el de la noche oscura y sin fronte-ras– y tanta es su angustia que se inclina al borde del sendero. Con-creta ahí todo ese malestar abstracto: la palpa, la acaricia, la lanza al aire, la em-puña y, ya un poco aliviado, la guarda en el bolsillo. Cada vez que le vuelve ese temor incomprensible, busca en el pan-talón y cierra la mano sobre ella. No es una piedrecita; esa un problema o, me-jor aún, una tentativa de solución. Y por eso la madre, cuando la ve caer ahora del bolsillo, siente una mezcla de ternu-ra y de ansiedad. En el último mes, su hijo ha recogido siete piedrecitas del ca-mino. Unas de alegría y otras de dolor.

Así son los chicos. Así somos todos. Lo que no podemos explicar, lo que no podemos arreglar, lo que nos asusta o nos hace felices nos lo guardamos en el bolsillo. Primero empezamos recogien-do guijarros y después pasamos a acu-mular palabras y nombres. Amuletos, torniquetes y signos, los nombres son, en efecto, las piedras guardadas en la boca con las que tratamos, en un solo gesto, de conjurar el mal, solidificar el mundo y representar nuestras emocio-nes. ¿Por qué sentimos la tentación de derribar los muros y es en cambio un crimen bombardear una casa? Porque los muros no tienen ojos y las casas sí. ¿Por qué los barcos tienen nombre y los carros no? Porque los barcos tienen al-ma y los carros no.

«Alma», lo sabemos, no describe más que una determinada intensidad de la voluntad, una particular presencia del objeto, una terquedad de la atención. Hay criaturas –como el Dios judío– que no pueden ser nombradas y otras, en

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La CaLLeDeL MeDIOJULIO 2010

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Amistades peligrosas.JORGe WeJeBe COBO

a finales del año 1983, el presidente de Iraq Saddan Hus-sein vio renacer sus esperanzas de alcanzar la victoria en su guerra de conquista contra Irán. El 20 de diciembre y lue-go, en marzo de 1984, recibió en un palacio de Bagdad a Donald Rumsfeld, enviado especial de Estados Unidos, quien le entre-gó de regalo unas botas de cow-boy de oro macizo, obsequio del presidente Ronald Reagan, y le prometió armamentos, ga-ses venenosos, recursos finan-cieros y apoyo de inteligencia necesarios para ganar la con-flagración contra el país vecino, a pesar de que su gobierno se había declarado neutral en el conflicto.

Mientras Rumsfeld era aga-sajado en Bagdad, la CIA ven-día armas de forma encubierta a Irán para, con ese dinero, fi-nanciar las fuerzas contrarre-volucionarias que combatían a la revolución sandinista en Ni-caragua. Parte de ese dinero se invertía en el tráfico de drogas, principalmente en Centroamé-rica. La operación culminó al ser denunciada por la prensa en 1987, y originó el famoso es-cándalo «Irán-Contras» duran-te la administración del presi-dente Reagan.

La intromisión estadouni-dense alargó las hostilidades y aumentó el número de las vícti-mas de ambos países, pero no cambió el final de la guerra. Las fuerzas armadas iraquíes fueron repelidas por contra-ataques masivos de los Guar-dianes de la Revolución iraní, integrados por jóvenes volunta-rios que no temían inmolarse por defender su patria y su fe.

Esta proeza mostró el error de cálculo de los invasores y sus consejeros norteamerica-nos, quienes consideraban que la Revolución Islámica de 1979 –que había desintegrado ese año al poderoso ejército del Sha Reza Pahlevi, aliado de Es-tados Unidos– no podría dete-ner a las fuerzas iraquíes mejor armadas.

El conflicto culminó en 1988, después de ocho años de sangrientas batallas, con la re-tirada de los invasores y un mi-llón de muertos, más de la mi-tad iraníes, buena parte a causa de gases entregados por los norteamericanos, a pesar de que estos se encontraban pro-hibidos por las convenciones internacionales.

La secreta alianza entre Washington y Bagdad llegó a su fin cuando Iraq invadió Kuwait el 2 de agosto de 1990, por exi-gencias territoriales y diferen-cias en la comercialización del petróleo. Esta decisión se tomó después de una conversación de Saddan Hussein con la enton-ces embajadora estadouniden-

se en Bagdad, April Glaspie, quien dio su consentimiento a la agresión, al expresar que su país no se inmiscuiría en el conflicto. James Baker, enton-ces Secretario de Estado, culpó a la diplomática de trasmitir un mensaje equivocado al manda-tario iraquí.

Con la nueva guerra, Iraq se convirtió en un villano muy oportuno para que Estados Unidos enseñara sus músculos y enviara al Medio Oriente una fuerza de más de 400 000 sol-dados al frente de una coali-ción de 34 naciones, bajo la bandera de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y li-beraran a Kuwait en 1991 con mínimas pérdidas durante la Primera Guerra del Golfo. La victoria garantizó a Washing-ton su presencia militar en la zona más allá del siglo xxi. El real o supuesto error de la em-bajadora April Glaspie no pu-do tener mejores consecuen-cias para los planes estraté-gicos de su país.

Los consejos del presidente ReaganEl brusco cambio en las

relaciones Estados Unidos-Iraq influyó en que emergieran historias sobre las secretas alianzas con Saddan Hussein

de los presidentes Reagan y Bush padre, reveladas por la prensa e investigaciones judiciales y del Congreso durante otro escánda-lo, denominado «Irakgate», a ini-cios de los años 90.

Howard Teiche, ex funcio-nario del Consejo Nacional de Seguridad que acompañó a Do-nald Rumsfeld a Iraq, declaró ante el poder judicial en 1995 que Reagan envió un mensaje secreto a Hussein proponiendo que incrementara los bombar-deos a Irán y le ratificaba su apoyo internacional en las Na-ciones Unidas.

Además, Teiche explicó que el entonces director de la CIA, William Casey, impulsó la en-trega de bombas antipersona-les para que fuesen utilizadas contra las olas humanas de los Guardianes de la Revolución, y

Documentos desclasificados e investigaciones periodísticas revelaban que la CIA y los ser-vicios secretos ingleses e israe-litas habían realizado opera-ciones encubiertas para facili-tar el contrabando de armas desde Sudáfrica y Chile hacia Iraq, mientras que los estado-unidenses vetaban las resolu-ciones del Consejo de Seguri-dad que condenaban al gobier-no iraquí por el uso de armas químicas.

También se demostró que el Departamento de Comercio de Estados Unidos había autoriza-do 70 exportaciones biológicas a su aliado entre 1985 y 1989, in-cluidos el gas mostaza y por lo menos 21 lotes de letales varie-dades de ántrax. En su defensa, las empresas involucradas ar-gumentaron que la CIA había autorizado los embarques. Igualmente, la Agencia Interna-cional de Energía Atómica (AIEA) declaró que en sus ins-pecciones a Iraq en 1992, había encontrado y destruido instala-ciones facilitadas por los norte-americanos durante los años de alianza con el presidente Saddan Hussein, que podrían ser utilizadas para desarrollar y fabricar armas nucleares.

La venganza de Rumsfeld William Clinton asumió la

presidencia en enero de 1993 y decidió no llevar hasta las máximas consecuencias las in-vestigaciones sobre el «Irakga-te», y aunque se sancionaron compañías por comercio ilegal con el gobierno iraquí, los máximos responsables de las conspiraciones quedaron im-punes y todo fue considerado como una fea historia del pasa-do. En 2003, bajo la administra-ción de George W. Bush, Irak fue invadida bajo el pretexto de que contaba con armas de des-trucción masiva y protegía a los terroristas del 11 de septiembre del 2001. Nunca se pudo apor-tar prueba alguna que demos-trara estas acusaciones.

Saddan Hussein fue captu-rado y sometido a juicio por el gobierno iraquí junto a otros ex altos funcionarios de su go-bierno. El Pentágono –dirigido por Rumsfeld, que había sido nombrado Secretario de De-fensa– se aseguró que se pidie-ra la pena de muerte a los acu-sados, pero garantizó que el proceso judicial no incluyera a extranjeros ni a compañías que colaboraron en la fabricación de armas químicas para las fuerzas armadas de Iraq.

Irónicamente, uno de los cargos decisivos para mandar a la horca al ex presidente y a otros acusados el 30 de diciem-bre de 2006, fue el asesinato de rebeldes kurdos en el norte del país en 1987, mediante gases ve-nenosos que los Estados Unidos les facilitaron. De esta forma, con la muerte de Saddam Hus-sein, la Casa Blanca se deshizo definitivamente de un antiguo amigo que sabía demasiado. CM

facilitó la concesión al régimen iraquí de más de 2 000 millones de dólares en créditos por me-dio de la sucursal en Atlanta del Banco Nazionale del Lavo-ro, de Italia, controlado por esa agencia. El ex funcionario con-firmó también que las prome-sas de Rumsfeld en sus visitas a Bagdad fueron cumplidas.

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MeLBYS NICOLa

AndAbA buscAndo intensida-des, acariciando anhelos, sopesan-do sueños. Andaba incluso ahon-dando en juventud, en su futuro, cuando de pronto conoció la voz, el canto, la guitarra, y esa otra vida: la música. Y de ahí en adelante el camino fue también otro, hecho pa-so a paso, nota a nota, acierto sobre acierto, voluntad sobre persisten-cia. Así fue para él, como tal vez lo ha sido para muchos. Cada cual hace sus lecturas, sus apuestas, sus ofrendas; cada cual escoge las ma-neras. William Vivanco decidió crecer.

Empecé casi por accidente en la música. Recién había termina-do el 12 grado y por diversas razones me vinculé al Coro Ma-drigalista y comencé a apren-der sobre ese peculiar mundo de trabajar con la voz. La guita-rra también me llegó por ca-sualidad. Cuando tenía 17 años se apareció una mujer en mi ca-sa con una guitarra durante una fiesta y comenzó mi curio-sidad por este instrumento, de ahí en adelante me dediqué a aprenderlo. Pudiera decir que todo fue fortuito. No tenía idea de que finalmente acabaría ha-ciendo música.

Después que conocí más so-bre la guitarra y sus particula-ridades, lo primero que hice conscientemente fue comenzar a tocar por propina en los hote-les de Santiago de Cuba, mi provincia natal. Más adelante me fui acercando a gente inte-resante, con cultura y conoci-miento, y con ellos a la música con poesía, con armonía y per-sonalidad. Y empecé a descu-brir, bastante tarde creo, los ca-minos del buen gusto.

Aprender, interactuar, com-prender, fueron algunas de las ac-ciones que terminarían incidien-do en la formación fundamental-mente autodidacta de William. De sus raíces santiagueras había asimilado mucho; según sus pro-pias palabras, «las mejores cosas». Santiago, por sus dimensiones, era también la oportunidad de acercarse con más facilidad a lo que sucedía en tu entorno y, más tarde o más temprano, los gustos, los vínculos y los espacios coinci-dían siempre.

La zona oriental era (es) tam-bién su ciudad, aquella tierra en la que «todo el mundo anda con una guitarra a cuestas y tocando músi-ca tradicional, lo cual, aunque no quieras, también forma parte de ti».

Fue además para mí una manera más de formarme, pues allí, en el coro, aprendí a traba-jar la voz y la respiración y otros aspectos técnicos: aprendí ver-daderamente a cantar, incluso cuando estaba afectado de la voz. Y el trabajo con el turismo me dio también mucha vivaci-dad, mucha capacidad de im-provisación, pues tocando en los hoteles por propina había que ser muy creativo para lle-garles a todas las nacionalida-des. Al final, con tres palabras de algún otro idioma inventába-

mos allí mismo canciones, todo lo cual va dando mucha chispa y versatilidad, un gran entrena-miento para buscar alternativas. De ahí también salió mi trabajo con otros sonidos de la boca, buscando la percusión y otras sonoridades, sobre todo que hi-cieran interesante y atractiva nuestra propuesta.

No obstante, vendrían sus pri-meras composiciones, sus prime-ros grandes sueños, y con ellos las ansias de llegar a La Habana, don-de todo parecía más interesante, accesible y oportuno. Y vino.

Participar y triunfar en el fes-tival de las Romerías de Mayo y luego ser también exitoso en el cer-tamen «Longina» de Santa Cla- ra, fue definitivamente una prue-ba y una puerta para nuevos ca-minos y empeños.

Un productor de BIS Music andaba en busca de trovadores por todo el país con motivo del

primer y único congreso de la Asociación Hermanos Saíz. En-tonces escogieron a ocho trova-dores, se hizo el disco de Trova Anónima y a su vez me escogie-ron para hacer un trabajo en solitario. Para ello me trajeron a La Habana, me ubicaron aquí, buscaron los músicos e hicimos el disco con el cual me involu-cré bastante, y traté de que fue-ra lo más parecido a lo que yo quería. Algo que nunca dejé de hacer fue soñar en grande.

Posteriormente salió el te-ma Cimarrón. También por BIS Music, Lester Hamlet se involu-cra en el asunto, se hace el vi-deoclip que se pega en la televi-sión y, de pronto, soy «famoso y reconocido» sin comerla ni be-berla.

Podría decirse que luego de «Lo tengo to’ pensao» la dis-quera quería desarrollar mi ca-rrera de forma muy rápida pa-

ra mi gusto; yo no me hallaba con ese reconocimiento tan in-mediato, no lo entendía. En ese tiempo, como ya andaba en el circuito de la trova con más fuerza, conocí a Descemer Bue-no, quien me inspiró con su manera de hacer música y de vivir los conciertos y me alejé un tanto de los trovadores. De igual modo comencé a interac-tuar con la SGAE y paralela-mente conocí a Robertico Car-cassés y a Telmarys, que fue mi compañera por cierto tiempo. Ella también estaba buscando sus horizontes en la música, provenía de Free Hole Negro y de los arrabales del hip hop, y de cierta manera hicimos parte del camino juntos, apoyándo-nos en esa búsqueda.

Con el tiempo me vinculé con el grupo Interactivo, ini-cialmente haciendo coros, lo cual mucha gente no entendió,

incluidos los representantes de la disquera que tenían en cuen-ta mi «fama». Sin embargo, con-tinué porque para mí esos mú-sicos son superiores, con mu-cha instrucción e información de la que yo tenía que apren-der. Con ellos conocí los gran-des escenarios y llegó la opor-tunidad de hacer mi segunda producción: «La isla milagro-sa». Poco a poco me había ido incorporando a Interactivo, in-cluso compuse algunos temas que tuvieran que ver con el per-fil del grupo y así surgieron Bo-hemia, Guacho a la cosecha, y otro. Café ya lo había compues-to mucho antes.

Lo cierto es que las cosas fueron tomando otra dimensión y cuando Descemer Bueno y Robertico me dijeron que debía hacer otro disco, esta vez con la EGREM, y que ellos me iban a apoyar, incluso a producirlo en el caso de Descemer, lo acepté sin mirar siquiera para los la-dos, pues era una tremenda po-sibilidad trabajar con estos mú-sicos y también con otros como Elmer Ferrer, Yaroldi, por men-cionar algunos, que también participaron en mi segundo dis-co «La isla milagrosa».

Nuevas rutas se abrieron para William Vivanco. El disco tuvo una muy buena acogida en el mercado cubano y se posicionó rápidamente en el gusto de los adeptos a este tipo de música más contemporánea, en-riquecida por las mezclas y la va-riedad. Incluso para el propio ar-tista fue un indiscutible paso de crecimiento.

Con «Lo tengo to’ pensao» estaba más cercano al mundo de la trova y a los jóvenes sensi-bles que me seguían. Con «La isla milagrosa» logré introdu-cirme en un público más enten-dido y serio al que le cuesta

Quisiera poder beber de ca-da ritmo, de cada cosa que se ha inventado en esta isla y tener la posibilidad de ha-cer una música nueva, fres-ca. Quisiera ser vocero de al-guna manera o repartidor de nuestra propia música, especialmente a los jóvenes, a los que hay que mostrar-les otra vez esos caminos (...) Debemos rescatar lo que es nuestra identidad: un som-brero de yarey, una guaya-bera, unas chancletas de pa-lo, hasta el danzón que es nuestro baile nacional y no se valora como debe.

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más aceptar nuevas cosas, nue-vos trovadores o compositores. Además, entre las canciones de esta producción se incluía El Pi-lón, que me abrió otro camino muy serio, el de volver a las raí-ces, pues hacía años que no se hacía un pilón en este país.

Hoy estoy promocionando mi nueva compilación titulada «El mundo está cambia’o», que se confeccionó en Europa y estoy tratando de insertar y producir también aquí. Siento que este úl-timo también implica un cambio y demuestra de algún modo mi constante búsqueda dentro del mundo de la creación.

Pienso que en realidad mis tres discos son muy diferentes. Unos prefieren más el primero, quizás porque fue la primera noticia que tuvieron de mí o quizás porque era un poco más ingenuo, intimista, y no estaba tan influenciado por La Haba-na. Por su parte en el segundo cuento con músicos espectacu-lares y suena superior, más rít-mico. Y finalmente este último se hizo con mucha premura y con menos condiciones que las que pensaba tener, pero pienso que salió bastante bien.

Es curioso cómo cada disco me ha exigido un ritmo de crea-ción y grabación cada vez más acelerado, por ello pienso aho-ra demorar más tiempo para hacer una nueva producción, porque siento que no vale la pe-na hacer las cosas en tan poco tiempo. La próxima vez quiero que sea más despacio porque hasta donde puedo hacer la música, perfeccionarla, siento que todavía no he llegado.

Compongo a partir de mis vi-vencias, de mis sensaciones, del hecho de involucrarme con la gente y su energía. Tengo que vi-vir entre ellos, mezclarme, aun-

que cada vez se me vuelve más difícil pasar inadvertido como yo quisiera y tengo entonces que buscar inspiración en otro lugar, lo cual es un reto también.

Hoy el contexto mundial, el mercado, e incluso la industria cul-tural, imponen nuevas exigencias para simplemente «estar» dentro del colosal engranaje que es la mú-sica y sus derivados. Cuba no está exenta de estos influjos y el público se torna constantemente más selec-tivo y muchas veces limitado en sus apreciaciones. Sin embargo, William Vivanco ha logrado atra-par las sensaciones de muchos y hoy es un numeroso público el que lo sigue y lo disfruta; un público no siempre restringido al cóncla-ve de los trovadores. Ya sea por su ritmicidad innata o por la alter-nativa que representa en el pano-rama musical de nuestra isla o por motivos más raigales, los adeptos continúan y de cierto mo-do nos proponen un cuestiona-miento: ¿la diversidad de público que sigue a Vivanco determina que su música o su sonoridad sean comerciales?

Ojalá mi música fuera muy comercial. Me alegro mucho de que la música de Buena Fe sea tan comercial con esas letras poéticas y misteriosas que hace Israel, porque cuando nos co-nocimos en Santa Clara ellos eran mal vistos por muchos, eran sólo y despectivamente «los guajiros de Guantánamo», y eso fue hace 10 años y ahora el panorama es otro.

Y ojalá se vuelvan comercia-les mis canciones, bien comer-ciales. Digo comercial no como aquello simplón o fácil, sino que tenga un lugar en el mercado, que les llegue también a los que no pertenecen a los llamados in-telectuales, sino a todo tipo de gente. Ojalá y todo eso llegue a

ser comercial, tanto como lo pu-do ser Fito Páez que es comer-cial y no escribe nada simple, o Silvio Rodríguez que les llega a tantos; pero al final, para todos, las razones pueden ser varias: un toque de suerte o de talento.

Particularmente pienso que mi música es el reflejo de mi ge-neración y hablo de toda la gen-te que está viviendo ahora mis-mo en este planeta, en este tiem-po, tenga 70 ó 10 años, es eso, es todo, porque de ahí bebo, no me invento una canción yo solo. Si tuviera que definirme diría que mi tendencia es el «cimarrona-je», una música libre. El eslogan de aquel cimarrón hasta yo me lo creo porque es un sentimien-to de libertad a la hora de com-poner o de expresarme y me gusta sentirlo así. La mía sería una música cimarrona.

Lo cierto es que hoy tener espacios de interacción con el público se hace cada vez más difícil porque la gente que es verdaderamente comercial y no en el buen sentido, está domi-nando todos los espacios, como lo está haciendo este otro tipo de sonoridad potente y contem-poránea de los instrumentos.

Nosotros, esta isla y su mú-sica, estamos muy bien y estu-viéramos mejor si no hubiera bloqueo. Recientemente con-versando con unos amigos so-bre el tema, hablábamos de que hay quien piensa que no, pero sí influye que haya bloqueo porque ninguno de nosotros está en MTV o en un espacio in-ternacional semejante, sólo unos pocos. Sí repercute, esta-mos encerrados en nuestro cir-cuito aunque tengan lugar gi-ras como las de algunos músi-cos o películas como Habana Blues muestren un poco de lo que hacemos.

Ojalá se abran un montón de puertas. Salvo algunos, co-mo Chucho Valdés u otros, no son muchos los que han logra-do conquistar ese espacio. La salud de nuestra música es muy buena, pero nos afecta muchí-simo el bloqueo, como todos los bloqueos en general. No co-nozco un país en el que se ha-yan inventado más ritmos que en Cuba. Esta es una isla con una riqueza musical inmensa. La marea está algo complicada por estos tiempos, sube, baja, y sé que no somos más porque estamos bloqueados, pero esta-mos aportando. Y lo mejor es que al menos por internet todo el mundo nos conoce, o al me-nos todo el que quiere conocer-nos de akokán, de corazón, y si pudiéramos realmente llegar a los medios internacionales se-ría un impacto mucho mayor.

Además sucede algo, el pú-blico cubano tiene la oportuni-dad de disfrutar de muchísimos artistas y muy buenos, e incluso de convivir con ellos, compartir un café. Estamos acostumbra-dos a esa facilidad y tal vez eso hace que muchas veces no nos noten verdaderamente, quizás con otro tipo de intercambios el público cubano apreciaría mu-cho más a sus artistas, a todos los que conviven con él.

William se propone persistir en su camino hacia su propio arte, y mientras, no renuncia a la volun-tad de hacer el camino paso a paso, nota a nota, empeño sobre empeño. Ahora un nuevo reto se cuece en sus fueros creativos, cubanísimos.

Quisiera poder beber de ca-da ritmo, de cada cosa que se ha inventado en esta isla y te-ner la posibilidad de hacer una música nueva, fresca. Quisiera ser vocero de alguna manera o repartidor de nuestra propia

música, especialmente a los jó-venes, a los que hay que mos-trarles otra vez esos caminos. Deseo poder componer otro pi-lón, una conga, un mozambi-que, un changüí, o sea, retomar parte de nuestra tradición y proponerla tal vez de una ma-nera diferente. Debemos resca-tar lo que es nuestra identidad: un sombrero de yarey, una gua-yabera, unas chancletas de pa-lo, hasta el danzón que es nues-tro baile nacional y no se valo-ra como debe.

Quisiera tener talento y ca-pacidad para retomar todos esos géneros, todos esos ele-mentos y sacarlos adelante, que la gente joven se lo crea y lo asuma, porque con tantas com-plejidades, encierro y bloqueo que tenemos, muchos piensan que lo que viene de afuera es lo mejor, y por supuesto nos cues-ta mucho trabajo percibir que tenemos un gran valor musical y también de vestirnos, una be-lleza y un ritmo naturales; que nosotros mismos nos bastamos para ser felices con todo eso aquí adentro.

Debemos ser realmente cu-banos. Ser cubano es ser revo-lucionario, pero no de consig-nas, sino aquel que verdadera-mente revoluciona, cambia y mejora. Este es un país muy jo-ven, de unos 500 ó 600 años; desde que apareció un indio aquí por primera vez cuánto tiempo ha pasado, casi nada, hay otros países mucho más viejos, con miles de años. Cuba es muy joven y hay que revolu-cionarla, regenerarla, revolver otra vez, hay que volver a mo-ver la olla y sacar del fondo y ver qué tenemos, porque copiar modelos de afuera no es bueno, nunca nos llevará a nuestra ver-dad como cubanos. CM

William ViVancobiografía de un Cimarrón

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H. ROMO SIGLeR

de nada valió el brinco felino de Ste-kelenburg, con su anatomía gigantesca de 1.97 metros, intentando desviar el ba-lón. Del otro lado, más bien al frente, el inquieto Andresito, como cualquier mu-chacho de barrio, aun con 27 centíme-tros menos que el cancerbero naranja, había soltado una ráfaga indetenible con su diestra, anidando la esfera más codi-ciada en las redes de los tulipanes. Los cuatro minutos restantes no hicieron si-no confirmar los presagios de la mayo-ría de los entendidos: a España le llega-ba la hora sagrada de los dioses balom-pédicos.

A partir de ahí todo lo demás sería narrar, con belleza, la hazaña de 23 jóve-nes que, 90 años más tarde de su debut en los Juegos Olímpicos de Amberes, lo-graron, a base de «tiqui-taca» y «toca-to-ca», construir la gloria con sus pies para regalársela, con la cabeza y el corazón, a todos los que corren en cualquier potre-ro del mundo, persiguiendo –metamor-foseada en una lata o un coco– su Jabu-lani amada. Esa que los hace sentirse, mirando al horizonte desde la ventana del colegio, Pelé, Maradona, Zidane, Ro-berto Carlos, Batistuta, Beckham, o sim-plemente Luisito, Carlos, Iván, Zallid, Amed, John, y miles de «guajes» que an-helan llevar la más simple e imperece-dera corona, ganada en las tardes con sudor, ante los ojos de las madres que esperan con la comida nocturna.

Da igual que sea en favelas, villas, al-deas o neighborhoods de la high life; el fút-

bol posee la magia de echar a volar la imaginación y restañar heridas multi-plicadas –desafortunadamente por las inequidades económicas y sociales– en un planeta que, parafraseando a un prestigioso escritor y aficionado consu-mado, ahora que la «garra charrúa» dig-nificó a América, no es otra cosa que «una pelota patas arriba».

Sin embargo, más allá de la marea indetenible de simpatías que continuará despertando la «Furia Roja», heredera de las loas de antaño del Divino Zamora y tantos otros, el gran campeón de este 2010, inobjetablemente, resultó el pue-blo sudafricano.

Concibieron, diseñaron, prepararon y ejecutaron una fiesta suprema de la cultura humana. Fue como si de las en-trañas de la tierra las voces de vanguar-dia de cada continente, representadas en sus jugadores, les propinaran la más aplastante derrota –acallándolos–, a los señores de la guerra, que con arrogan-cia y sin entender jamás de diálogos, pretenden doblar sus campanas de plo-mo y metralla en Irán y Corea, como an-tes hicieron en Santo Domingo, Viet Nam, Panamá y tantos otros sitios pletó-ricos de luz.

Meditaba en torno a ello cuando Nel-son Mandela saludó a su pueblo con la autenticidad de siempre. No pude evitar entonces introducir nuevamente ante mis amigos el tema que nos colmó de ale-grías en el amanecer dominical: las fotos de Fidel sonriente en su visita al Centro

la impronta de Lorca y Machado, de Mi-guel Hernández y Gaudí, o de los dos Pablos: en Majadahonda y Guernica? ¿Acaso no dijo Guillén, seguramente no sólo para Cuba, que el que no tiene de congo tiene de carabalí?

Casillas alzando la Copa certificó la celebración, levantando, al mismo tiem-po, un puente atlántico hasta el gigante que la multiplicará en Bahía, Belo Hori-zonte, Mato Grosso, Pernambuco, y tan-tas otras urbes.

Los cariocas, a no dudarlo, recibirán a sus huéspedes bajo los compases de Chico Buarque, Gal Costa, María Beta-nia, Gilberto Gil, Caetano Veloso, los hermanos Camargo y al ritmo del «waka-waka sambero» compuesto para la ocasión; pero especialmente lo harán bajo la pujanza de una nación que, en todos los órdenes, también es historia.

Dos años después el pebetero olím-pico será el pretexto, anticipando la lle-gada no lejana de la llama ateniense a la tierra de Kunta Kinté. Un día, tampoco distante, estos países y otros muchos que nos representan, estarán sin discri-minaciones en Consejos que no veten la felicidad.

Por el derecho a correr, saltar y patear una pelota, en La Paz o Estocolmo, felici-tamos a los sudafricanos que nos obse-quiaron oxígeno el último mes. Por el en-tusiasmo de no interrumpir el convite, démosles, desde ahora, la bienvenida a los chicos paulistas y las garotas de Ipa-nema. CM

Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC). Viendo el mismo día a dos seres humanos extraordinarios, convertidos en símbolos desde sus entregas perma-nentes y que cargan sobre sus hombros «el decoro de millones de hombres» –a los cuales la juventud global le rendirá homenaje, en los propios parajes de Zakumi, durante su próximo Festival en diciembre–, vinieron a mi memoria Rob-ben Island y Cuito Cuanavale; Sowetto y la Sierra y también los médicos caribeños curando a «los niños del infortunio» en el Himalaya y a los ancianos de Katutura, en la Namibia independiente. Recordé, cómo no hacerlo, a dos gigantes fundidos en un abrazo memorable, el 26 de julio de 1991 en Matanzas, afirmando: «¡Qué lejos hemos llegado los esclavos!»; y a Madiba, con su mirada bondadosa, preguntar in-cisivo: «My brother, when do you came to South Africa?», algo que el Jefe de la Revo-lución hizo en varias oportunidades, la última de ellas en el 2001, en ocasión de la Cumbre de Naciones Unidas contra el Racismo.

Lo ocurrido en Puerto Elizabeth, Ciudad del Cabo, Nelspruit y el resto de las sedes, no podrá cuestionarlo nadie, significó una oda a la alegría edificada desde la mezcla más profunda de lo ban-tú con lo boerh, lo zulú con lo mandin-ga, lo arará con lo incata e igualmente con lo europeo, latino y asiático. ¿No es acaso España, su ganador deportivo, muestra mayúscula de legados múlti-ples de reinos y califatos? ¿Qué es sino

¡sudáfrica: Congratulations! ¡Brasil: Bem-vindo!

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la viCtoria de España, sobre la grama del Soccer City de Jo-hannesburgo, elevó a lo más al-to del podio, por tercera vez en la historia, a un mismo elenco como ganador consecutivo de Mundial y Eurocopa. Antes lo hizo la Alemania del Kaiser Franz Beckenbauer, en la Euro del 72 y el Torneo del 74, y la Francia de Zinedine Harry Po- tter Zidane, que alzó la Copa de la vida en 1998, y dos años más tarde a nivel del viejo continen-te. • Por su parte, la Holanda de Sneider [Wesley] –mucho me-nos vistosa que la «La Naranja Mecánica» de Cruyff [Johan]– impuso también un récord al discutir tres finales mundialis-tas sin la sonrisa del triunfo. • Al dejar tendidos a los tulipa-nes, «La Furia Roja» cosechó su éxito consecutivo número 43, e impuso también nueva cota de triunfos ininterrumpidos (cua-tro) con el mismo marcador en un certamen (1 a 0), al dejar en la cuneta a todos sus rivales des-pués de la fase de grupos. • Los ibéricos igualmente se suma-ron a Brasil como los únicos en coronarse fuera de su continen-te, pues la verdeamarela lo lo-gró en Suecia 58 y Korea-Japón 2002. Por cierto, es la primera vez que un conjunto campeón pierde su primer juego, como les ocurrió a los peninsulares frente a Suiza. • Por otra parte, esta fue la sexta final –no suce-día desde 1978– en que ninguno de los elencos contendientes exhibía antes en sus vitrinas el máximo trofeo. • Arjen Robben –que en la final la emprendió contra el árbitro británico Howard Webb, en vez de recri-minarse por haber desaprove-chado dos clarísimas oportuni-dades de cara al arco él solo frente a Casillas– marcó, frente a Uruguay, el gol 2 200 de Copas Mundiales. • El teutón Thomas Müller, por su parte, luego de un cuádruple empate a cinco perforaciones con El Guaje Vi-lla, Sneider y Forlán, se convir-tió (al brindar tres asistencias) en el líder goleador más joven de todos los tiempos, a sus 20 años y 300 días. Sin embargo, no ha sido el artillero más biso-ño en conseguir cinco anotacio-nes, pues 52 años atrás, Edson Arantes Do Nascimento, o sim-plemente Pelé, obtuvo ese mis-mo guarismo pero con sólo 17 años y 249 días. • Diego Forlán, electo con justicia Balón de Oro, se echó encima, con elegancia y carácter, a un conjunto de la ta-lla de la «Garra Charrúa», la cual atesora en sus vitrinas dos Copas Mundiales, igual canti-dad de coronas olímpicas y 14 triunfos en Copas América. • El 10 celeste, que incluso en Sudá-frica se desempeñó más distan-te de los tres palos para llevar a su equipo en la organización

te los ejemplos anteriores, tene-mos el caso de tres porteros: el británico David Benjamin Cala-midad James, a punto de cum-plir 40 años el 1ro. de agosto; el holandés Sander Bernard Jozef Boschker, nacido el 20 de octu-bre de 1970, y el norteamerica-no Marcus Hahnemann, con tarjeta de inscripción el 15 de junio de 1972. De igual manera son «ocambos» el hondureño Carlos Alberto Pavón, el surco-reano Woon Jae Lee, los aztecas Oscar el Conejo Pérez y Cuauh- temoc Blanco, y el italiano Fa-bio il Capitano Cannavaro, to-dos nacidos en 1973. Para la cannariña el año predominante es 1979, pues 6 de sus hombres nacieron en el gigante surame-ricano tres décadas atrás. Ellos son los porteros Julio César y Donieber Alexander Marangon (Doni), el central Juan Silveira Dos Santos, los mediocampis-tas Josué Anunciado de Oliveira y José Kleberson Pereira, y el delantero Edinaldo Libanio Ba-tista (Grafite). • Así como los ga-llos franceses no obtuvieron sus resultados más relevantes de la mano de Michel Platini (teniendo que esperar la llega-da de Zidane, Henry y compa-ñía), los españoles disfrutan de su mayor júbilo sin la participa-ción de Raúl González, su líder goleador histórico. Quizás para el legendario Platini, presidente de la UEFA, quede el consuelo de que transcurrió más de una década entre su penal fallado, en el Estadio Jalisco de Guada-lajara en 1986, y las anotaciones de Zizou en el 98. Sin embargo, esto no es válido para el Ángel del Madrid, que si bien pudiera abandonar la próxima tempo-rada (por vez primera en su ca-rrera) los camerinos del «San-tiago Bernabeu» por razones de edad y forma –nació el 27 de ju-nio de 1977 y mantiene un peso estable de 73 kg– pienso que «cabía» tanto hace dos años en Viena como ahora en Sudáfrica. • Mejor suerte corrió el delan-

tero Miroslav Klose, que luego de una aciaga campaña de sólo 3 goles con el Bayern Munich, recibió el voto de confianza del técnico Joaquin Low. El 11 ale-mán, con sus cuatro disparos certeros, no sólo se quedó a uno del récord de 15 del brasileño Ronaldo, sino que se convirtió –con el que le hizo de cabeza a Australia– en el máximo caño-nero de todos los tiempos con 10, en la ronda o fase de grupos, y rompió el empate a 9 que sos-tenía con el peruano Teófilo el Nene Cubillas, quien hace algu-nos años visitó nuestro país. • Además del famosísimo pulpo Paul –de origen británico pero llevado al estrellato en un acua-rio de Alemania, y cuyo nombre especulan los del otro lado del Canal de la Mancha que es un homenaje a uno de los míticos chicos de Los Beatles de Liver-pool–, los pronósticos en esta ci-ta devinieron una especie de «oráculo zoológico», al que se sumaron la pulpa Pauline en Holanda, un cocodrilo en Aus-tralia, una cotorra en Brasil, pe-riquitos en Malasia y Singapur y, según el carismático narra-dor deportivo Renier González, un chivo en Guanabacoa. A pe-sar de ascender a la cúspide me-diática fuera del campo, Paul no las tiene todas consigo, pues cierta prensa bávara publicó que los jugadores de ese país se lo comerían, a su regreso, servi-do a la plancha y con aceite de oliva, por haberse inclinado por España previo al choque de se-mifinales. La afición charrúa, contrarrestando los vaticinios del animalito, fue más precisa: «lo degustaremos, con todos sus ingredientes, preparado grillé como bistec uruguayo». Con ta-les afirmaciones de ambos ban-dos, poco falta para que Green-peace lance la campaña «Libe-ren a Paul». • Sulley Ali Munta-ri, mediocampista del Inter de Milán, y Anderson Luis de Sou-za (Deco), jugador del Chelsea, nacieron el 27 de agosto, pero

de años diferentes: el ghanés en 1984 y el portugués en 1977. En esa misma fecha también apa-gará velitas Ana Margarita Mo-rejón, sólo que la joven pinare-ña no es fan de ninguno de ellos, sino de los ibéricos Gerard Pi-qué y el capitán Casillas. Algo parecido sucede con el medio-campista Cristian Riveros, el portero Myong Gil Kim y mi so-brino Diego Alejandro, que fes-tejan el 16 de octubre, con la particularidad de que el resi-dente en San Agustín, aun antes de cumplir su primer año, son-rió más con Kaká y Luis Fabiano a la hora de comer el puré, que con la tropa paraguaya y corea-na. • Aficionados cienfuegue-ros sugirieron al Maestro Taba-res, DT de Uruguay, colocar en la portería al delantero Luis Suárez, luego de ver la actua-ción desastrosa del cancerbero Fernando Muslera. En buena lid parece atinada la propuesta considerando la mano provi-dencial de Luisito frente a Gha-na y todos los desmanes de Muslera. Probablemente sea es-te el cambio principal de cara a la Copa América del año próxi-mo en Argentina, sobre todo para una selección tan ofensiva, única capaz de marcarles dos goles a Holanda y a Alemania. • Quizás Maradona piense en una sustitución similar, debido a que su arquero Sergio Rome-ro fue la nota más baja de la or-questa albiceleste. • Yoandri, el flaco de Belén, estableció du-rante el último mes una rela-ción especial con los choferes del P4, aunque su gran presea fue conquistar –con los conduc-tores de ómnibus del paradero de Playa como testigos– a Elai-ne, una tunera de vacaciones junto a su familia en La Ceiba (al menos eso continúa dicien-do), seguidora (con cara pintada incluida) de Cristiano Ronaldo, Buffon, Steven Gerard y el Rafa Márquez. Ambos, como miles de jóvenes, abarrotaron los ci-nes de la capital y otras ciuda-des para presenciar cada uno de los 64 choques. • Alexis [10k] se embulló como nunca antes con Holanda; Enrique [Ubieta], con pocas simpatías hacia los europeos, se aferró a Uruguay como último reducto latino-americano. Lo verdaderamente trascendente, sin embargo, re-sultó presenciar a numerosas familias, pertrechadas de insó-litas iniciativas, celebrando des-de toda su dimensión cultural el mayor espectáculo deportivo del año. • A Cachita, Lucía, Ire-ne y tantas otras acomodadoras de cine, felicidades por la pa-ciencia, pues esta experiencia in-augura un capítulo sui géneris de cara a otros eventos de renom-bre. • A Joel, Arián y Miguelito, que festejaron las victorias de to-dos los equipos en el Malecón, no se desesperen, pues en Zulue-ta y Manatí los partidos se pre-senciaron al aire libre. Seguro el próximo mundial lo disfruta-rán con «el fresco» y «la brisa marina» de San Cristóbal de La Habana. CM

del juego, rubricó varios de los goles de más elevada factura, especialmente frente a Ghana, Holanda y Alemania. • Cacha-vacha, por su depurada técnica y entrega, no en balde es mima-do por la afición del «Vicente Calderón», como antes lo fue por los parciales del «submari-no amarillo» en Villarreal, y por los fanáticos del Manches-ter United en Old Trafford. En Montevideo, desde hace varios años, se le considera ídolo nacio-nal. • El delantero serbio Niko-la Zigic, miembro del Valencia en la Liga Española, es el hom-bre más alto del Mundial con 2.02 m (aunque en realidad pu-diera desempeñarse como cen-tral del conjunto de voleibol de su país, ayudando a su atacador estrella Iván el Terrible Milkó-vick). Le sigue Peter James Espá-rrago Crouch, punta inglés del Tottenham con 2.01 m, quien hace realidad aquello de «largo largo como un pino y pesa me-nos que un comino», pues no rebasa los 67 kg de peso corpo-ral. • Alemania es el conjunto con más miembros por encima de 1.90 m y 1.80 m, con 8 y 20 res-pectivamente, aunque contra-dictoriamente no es la selección más alta, debido a que los all white de Nueva Zelanda los su-peran (sin que sea perceptible) por una milésima fracción de cabello. Los oceánicos se elevan hasta 184.74 cm, mientras que los de la tierra de Goethe lo ha-cen hasta los 184.48 cm. • Ratifi-cando, entre tantas razones, por qué el fútbol es el deporte más universal, a esta cita concurrie-ron no sólo atletas fornidos, si-no de todos los tamaños, pues los más bajitos fueron el hon-dureño Elvis Danilo Turcios Fúnez, de 32 años, mediocam-pista del Olimpia Tegucigalpa; el defensa argentino de Estu-diantes La Plata, Clemente Juan Rodríguez, de 29, y el marfileño que milita en el Stuttgart, Etien-ne Arthur Boka, de 27 años, to-dos con 1.66 m. Les siguen el uruguayo Sebastián Bruno Fer-nández y el coreano democráti-co In Suk Mon, con 1.67 m; mientras que los chilenos Alexis Alejandro Sánchez y Fa-bián Ariel Orellana, el ghanés Kwadwo Asamoah, el paragua-yo Rodolfo Gamarra, el guara-ní Walter Gargajo Guevara, los estadounidenses Steven Emil Cherundolo y José Francisco Torres, y el eslovaco Miroslav Stoch, miden 1.68 m. • Los más noveles son el mediocampista danés del Ajax de Ámsterdam, Christian Dannemann Eriksen, nacido el 14 de febrero de 1992, y el delantero camerunés Vin-cent Aboubaka, que vino al mundo apenas unos días antes, el 22 de enero del propio año. • En la lista de los «abuelitos», cuya edad duplica cómodamen-

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maldiCiones y conjuros caribeños que llegan hasta la familia Kennedy, fantasía nórdica, juegos de roles, span-glish, momentos clave de la historia do-minicana: Hatuey, las intervenciones norteamericanas, Cuba, los haitianos, el trujillato y la diáspora. «Todo mez-clado» –diría Guillén– para crear una obra maestra que narra, de manera hi-larante y en ocasiones dolorosa, la bús-queda de la belleza desde la condición de emigrante, negro y joven amante de la ciencia ficción.

Con imaginación y humor –y quie-nes la lean sabrán que no es un recurso retórico– literalmente a prueba de ba-las, Junot Díaz no ha escrito aquí una sola página en que no nos conmueva y a la vez provoque nuestra admiración.

La breve y maravillosa vida de Óscar Wao, editada en Cuba por Casa de las Américas de cara a la xix Feria del Libro, es una fiesta que no debemos perdernos. Su protagonista, el antihéroe insólito y al mismo tiempo creíble, que sueña con ser el Tolkien dominicano, capta desde sus primeras apariciones nuestra simpatía.

Si su autor recibió por este libro en 2007 el National Book Critics Circle Award y en 2008 el Premio Pulitzer, es porque con esta novela rompe demasiados es-quemas para ser ignorado: escrita origi-nalmente en inglés y repleta de referen-tes anglosajones –el mismo nombre del personaje central es una alusión a Oscar Wilde–, puede ser incluida entre la me-jor literatura latinoamericana; es un desborde de imaginación y sus referen-cias históricas –como lo demuestran sus muy exactas y no menos irónicas notas al pie– son absolutamente rigurosas; da espacio a las realidades sociales más te-rribles y a la denuncia de todas las dis-criminaciones sin dejar de ser divertida; y así pudiéramos seguir largamente en una enumeración paradojal que hace ver en esta obra el surgimiento de algo nuevo y deslumbrante.

La industria editorial española, aunque la incluyó entre las diez mejo-res novelas del año 2008 en la penínsu-

la, no mostró con ella el mismo entu-siasmo que con La fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa –libro con el que Díaz polemiza aquí de modo lateral y al que a mi juicio supera en toda la lí-nea–; aquella vez hubo giras por Amé-rica Latina, reseñas en las principales páginas literarias del continente, entre-vistas a bombo y platillos, y tribunas políticas para un libro que, aunque conserva el oficio, dista mucho de los valores de Conversación en La Catedral y La guerra del Fin del Mundo.

Díaz, nacido en República Domini-cana en 1968 y residente desde los siete años en Estados Unidos, rompe todos los límites y penetra, amena y agudísi-mamente, en temas cruciales de nuestro tiempo y de la condición humana, con un disfraz de ingenuidad casi adolescen-te que no es sino grandeza literaria, pro-funda cultura y honestidad intelectual. En un mundo de emigrantes, con los hispanos creciendo hasta convertirse en la minoría más numerosa en territorio norteamericano y con el drama haitiano

en el orden del día, este texto no nos da-rá respuestas pero nos hará compren-der mejor ese otro que también somos.

Es posible que el relato del fukú te-rrible que persigue a la familia Cabral desde el trujillato hasta estos veranos en que «los aeropuertos se traban con gen-te demasiado arreglada; los cuellos y los portaequipajes gimen bajo el peso acu-mulado de las cadenas y paquetes de ese año, y los pilotos temen por sus avio-nes…», sea un intento de zafa salvador y divertido contra esa dinámica de uno mandando y otro mandado, culpable de tantos abusos e injusticias en este Cari-be que el también dominicano Juan Bosch bautizó como frontera imperial.

Si los veranos acaban «en un pari grande; un pari grande para todos salvo los pobres, los prietos, los desemplea-dos, los enfermos, los haitianos, sus ni-ños, los bateyes y los carajitos que a cier-tos turistas canadienses, americanos, alemanes e italianos les encanta vio-lar…», los versos de Derek Walcott que abren el libro sintetizan las intenciones

del narrador: «si amar estas islas ha de ser mi cruz, de la podredumbre mi alma tomará alas».

Para los lectores cubanos, no sólo por la simpatía y el cariño con que se re-fiere a nuestro país –incluso a su pasado más reciente–, muy lejos de cualquier concesión, será una lectura inolvidable. La relación entre dominicanos y cuba-nos es algo a lo que el libro, en historia y ficción, no deja de hacer guiños de prin-cipio a fin, con la feliz coincidencia de que la traducción al español es obra de la escritora cubana Achy Obejas.

Este es de esos libros de los que no podemos desprendernos hasta terminar y que –como los buenos platos– mien-tras nos vamos acercando al final nos hace tratar de espaciarlo para que no se nos acabe sin paladearlo como merece.

Así pues, compartamos con Óscar Wao la bienvenida a la belleza, o mejor dicho, su búsqueda interminable y riesgosa; sabi-do es ya que resulta inasible y efímera, co-mo el fugitivo instante quevediano, el úni-co que permanece y dura. CM

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La breve y maravillosa vida de Óscar Wao

LOs LEctOrEs OpiNAN

Cuando hablo de La Ca-LLe siento cierto orgullo por haberla descubierto

desde su primer número. De nue-vo felicito a este colectivo, gracias al cual disfrutamos de tanta lec-tura agradable, instructiva, re-flexiva, para todos los gustos.

Si supieran que me quedé con una larga carta hecha hace unos meses, cuando la novela del gago, en la que rebatía a aquel señor que escribió planteando que se desesperaba, y que tanto la criticó. En aquella oportuni-dad felicitaba a Fernando Hecha-varría y consideraba que en al-gún momento debía reconocér-

sele por el papel tan magistralmente desempeñado, pero como me sucede a veces, escribo y no envío las cartas por la concurrencia de múltiples razones. En esta ocasión la voy a echar. Tengo sellos, el sobre lo puedo hacer y espero que no se me olvide y pase la novela Aquí estamos.

Creo que esta novela tiene una buena factura. Ya ha quedado evidenciado que

la novela para que se reciba el mensaje de lo que sí puede hacer la marihuana, pero entre tanto algunos jóvenes pudie-ran querer coincidir con él. Pienso –tal vez equivocadamente, pues no soy espe-cialista (eso es tema para Calviño)– que las consecuencias deben ponerse a la luz lo más rápidamente posible, porque ese muchacho es un personaje real, co-mo lo son todos los de la novela, pero su permanencia en pantalla sin mostrar las secuelas de su proceder puede oca-sionar más daño que enseñanza.

Por lo demás, hasta ahora me parece buena la novela. Creo que puede ayudar a que los televidentes reflexionen y co-menten sobre la misma. Al hacerlo, ya están llevando a debate nuestra cotidia-nidad, y al debatirla en las paradas de la guagua, en el centro de trabajo, en el se-no de la familia, ya se está tomando en cuenta que aunque AQUÍ ESTAMOS, te-nemos que ver CÓMO ESTAMOS.

El tema de presentación y su diseño los considero excelentes. Felicitaciones para todo el colectivo de Aquí estamos.

Gracias a ustedes por estar ahí para nosotros. No se vayan a perder nunca. Un abrazo afectuoso.

LIC. MeRCeDeS DÍaz 60 años

estimados leCtores:Luego de arduas jorna-das de revisión desea-

mos, en primer lugar, compartir con ustedes el júbilo por la ex-traordinaria acogida, entre nues-tros fieles seguidores, del concur-so beisbolero 50 en 50, convocado en el número 19, correspondiente a la edición de noviembre del pa-sado año.

En realidad, independiente-mente de conocer la dimensión sociocultural de la pelota en Cu-ba, les confesamos nuestra grata

sorpresa no sólo por el volumen de res-puestas recibidas, sino por el valor cua-litativo de los textos, lo que demuestra en todos los casos profundo dominio del tema.

Ahora bien –y aquí va una sugeren-cia aplicable a cuanto evento de partici-pación se organiza en cualquier esfera–, en este tipo de certamen lo esencial ra-dica en ajustarse al asunto en cuestión. En este caso responder de manera con-creta la interrogante ¿Qué 50 peloteros vi-vos no activos escogería usted para represen-tarnos, si se convocara a una especie de Clá-sico Mundial histórico en el 2010?; algo que, seguramente bajo el influjo de tan apa-sionante debate, muchos no hicieron.

Desde ese punto de vista, en el jura-do –integrado por el Consejo de Redac-ción de La CaLLe DeL MeDIO– nos diverti-mos sobremanera ante el reclamo por supuestos «gazapos» de la propuesta

amplio texto que fundamenta cada in-clusión.

En esa misma línea queremos expre-sar con claridad, por razones abordadas y debatidas a lo largo de estos dos inten-sos años de trabajo, que no promovere-mos, a la hora de defender los colores patrios, a aquellos que un día –incluso en el propio escenario de competencia y desconociendo su entrega anterior–

abandonaron a sus compañeros de equi-po para probar suerte a la usanza del mejor postor.

En cuanto a los laureados –conside-rando la imposibilidad de mencionar a cada uno de los más de 60 jugadores propuestos, en distintos grados, por los concursantes– el jurado decidió premiar por la originalidad de sus trabajos a: IS-MAEL ORTEGA SANTOS, vecino de la Calzada de 10 de Octubre; RICARDO O. BAUTISTA ZAYAS, del Microdistrito 1 en Camagüey; CÉSAR E. CADALSO ZERQUERA, del Vedado; JAVIER (sin más descripción) el de Bolivia, en Ciego de Ávila; y, de manera especial, por re-sultar una propuesta conjunta, al colec-tivo de trabajadores de la CUJAE forma-do por JULIÁN GUTIÉRREZ ALONSO, GUIANEYA GUTIÉRREZ VEGA, CAR-LOS RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, RA-FAEL CHÁVEZ GUZMÁN, ANA DEL POZO SÁENZ Y GILDA VEGA CRUZ. En todos los casos recibirán, a vuelta de correo (previa comunicación electróni-ca), diversos materiales y souvenires vinculados con el deporte.

En fin, ya nos encontramos de fiesta para celebrar como se merece, entre to-dos, las cinco décadas del béisbol revo-lucionario; para ello reservaremos, a partir de septiembre, una serie de traba-jos exclusivos, aunque lo más importan-te continuará siendo la participación de los lectores, quienes tanto nos enrique-cen con sus análisis. Muchas gracias.

(H.R.S.)

inicial, que excluía a hombres de la ta-lla de Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, Michel Enríquez y Ariel Pestano; o por las «omisiones» de figuras imperecede-ras como los desaparecidos (sólo física-mente) José Antonio Huelga, Santiago Changa Mederos, Owen Blandino, Car-los Barrabí o Eulogio Osorio, aspectos que, obviamente, quedan satisfechos en la pregunta de marras, así como en el

escríbanos a:Calle 21 no. 406, Vedado, La Habana, Cuba. cp 10400 email: [email protected]

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Queridos leCtores: Además del prometido resultado del con-curso 50 en 50, traemos a discu-sión en esta oportunidad la tele-novela cubana Aquí estamos y el artículo de Antonio López sobre la difusión de la Nueva Trova en los espacios habituales de radio y televisión. Queremos agrade-

cer las cartas recibidas por co-rreo postal de Dámaso Torres, Elia Rodríguez, Roberto Conde Ramírez, Tony Luis, Emilio Ran-cés, Isis Palet Martínez, Vanessa Santiago y Pepito Siérvide. Gra-cias a todos por sus elogios y consejos.

e.U.G.

a muchos cubanos nos gusta ver reflejada nuestra realidad, para analizarla desde fuera, comentarla, buscar similitudes y decir el consabido «oye, pero lo que están poniendo, eso es la pura realidad», y co-sas por el estilo. Ahora bien, ¿adónde se quiere llegar con las escenas de las les-bianas? Se está promocionando el lesbia-nismo, es la impresión que me da.

Pienso que es justo que no se discri-mine a nadie por nada. Que cada quien sea como quiera ser, pues para eso esta-mos en un país verdaderamente libre, donde se ha realizado un esfuerzo de gran magnitud y se ha logrado que de forma general, no se le dé importancia a estas cuestiones. Pienso que una cosa es exhortar a no discriminar a las perso-nas diferentes, lo cual considero muy justo, y otra promocionar esa diferencia como si estuvieran incitando a que se les sumen.

En mi modesta opinión, creo que hay que tener cuidado con lo que plan-tean los personajes que hacen lo que no se debe hacer; por ejemplo, en el capítu-lo de hoy Shidarta (el patinador) dice que la marihuana no hace nada. A él se le presenta como un muchacho que lee mucho, instruido, independientemente de sus problemas. Pasará un tiempo en

Hola colegas: Antes que todo, gracias por publicar mi opi-nión, pues sé que les llegan

miles de ellas. Ahora quisiera hacer –aunque no sean publicadas– algunas re-flexiones acerca de la novela, telenovela o serial cubano que está en pantalla. Primero que todo, deseo felicitar a Hu-go Reyes por la valentía de abordar te-mas tan candentes, pero que nos gol-pean casi a diario, ya que conocemos ca-sos así. Los jóvenes están trabajando maravillosamente y qué decir de los grandes de la pantalla como Molina, Alina Rodríguez, Perdomo y los demás, que no quiero seguir mencionando so pena de caer en algún olvido involunta-rio. Las escenas están logradas, pero hay diálogos que se salen un poco del contexto a que nos tienen acostumbra-dos, y digo esto porque soy colaborado-ra de Opinión Pública del ICRT. Quiero referirme, y es la opinión de muchas personas, a los parlamentos de las les-bianas, y conste que no soy para nada homofóbica; a veces se les va la mano en las conversaciones. No es lo mismo una pincelada de la relación que una conver-sación netamente lésbica. Recordemos que aún ese pensamiento no está muy arraigado en nuestra pobla-

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ción y desgraciadamente nues-tros niños no tienen la costumbre

de ir a dormir temprano. Pero como ex-presé antes, los personajes están muy bien delineados. Mis parabienes para el equipo de dirección y todos los actores jóvenes y menos jóvenes. Antes de ter-minar quiero mandar una felicitación de parte de las personas a quienes en-trevisté y de mí en particular a dos acto-res: al que hace de Shidarta y a Adonis, tienen robadas a todas. Un saludo cor-dial de su más fiel lectora,

MaRIaNa VeNeRO

La telenovela cubana Aquí es-tamos tiene el mérito de pre-sentar una muestra, un mosai-

co de actitudes en la Cuba de hoy. Una buena y joven amiga, negra bien planta-da, critica mi defensa de las historias que aparecen en la telenovela Aquí esta-mos, que actualmente trasmite el canal Cubavisión. «Si yo tuviera un hijo de do-ce años, no quisiera que viera a dos les-bianas arrullándose en la televisión. ¿Cómo decirle que eso está mal si ahí se presenta en la pantalla como una acti-tud aceptable?», dice mi conocida, mujer que acostumbra ir al teatro, leer, en fin, que tiene una cultura general media. «No tengo nada contra el homosexua-lismo (¿?) –agrega–, pero presentado así, no lo veo nada bien.» Otro amigo, pero de más de 80 años y gay, me llamó al terminar uno de los capítulos para preguntarme cuándo yo iba a escribir acerca de esa inmoralidad. «¿Qué es eso de que las lesbianas se den la comi-da? En mis tiempos –dijo– eso no era así.» Al salir del edificio en el que vivo, una vecina, luego de proferir una anda-nada de insultos contra esa inmorali-dad que se les está presentando a los niños, añadió: «Y para colmo ahí casi todo el mundo vive del negocio, hay hasta un preso, ¿qué se quiere enseñar con tales asuntos?» Luego de estos in-tercambios y otros similares, me inte-resé por lo que estaba pasando en los teléfonos de atención a la población ha-bilitados en el ICRT con el fin de escu-char las opiniones de los televidentes. Como suponía, las quejas por la pareja lésbica abundan y los calificativos son fuertes acerca de quienes han decidido que estas historias salgan al aire. Yo siempre defenderé la presencia de te-mas variopintos en la pequeña panta-lla y mientras más escabrosos mejor, para tratar de librarnos de esa suerte de mojigatería y doble moral con res-pecto a nuestras producciones nacio-nales a las que no se les acepta un gru-po de asuntos, mientras esos mismos embrollos se aplauden en las brasile-ñas o de otra nacionalidad.

Aquí estamos tiene el mérito de pre-sentar una muestra, un mosaico de acti-tudes en la Cuba de hoy, con la inclusión de diversos tipos sociales, desde las les-bianas, la convivencia con un discapaci-tado, la actitud de un presidiario o la de un joven actor que traiciona sus gustos por tal de ganar dinero para poder vivir holgadamente. Y por supuesto, aparece el otro, el actor que ha renunciado inclu-so a la ayuda de una novia perdida por un contrato en el extranjero, y que no acepta «hacer sopa» en restaurantes o bautizos, pero «tiene que morder» en un grupo de teatro donde sólo caminan las obras convencionales. Hugo Reyes, el guionista y también codirector de la pie-za, hizo una apuesta en grande al plas-mar las historias de once familias o gru-pos, pues once son los muchachos y mu-chachas que integran el grupo dramático

y cada uno de ellos llega con un testimo-nio distinto y personal. Lógicamente, ta-les historias parten de un específico marco de referencia conformado en su mayoría por los núcleos familiares de los aspirantes a actores. Ahora bien, una telenovela no es guión nada más, que sí es importante pero no lo es todo, y en Aquí estamos son visibles muchas cos-turas en la actuación, o mejor, en la di-rección de actores. Limara Meneses (Raquel) y Linet Luján (Haydée), las ac-trices que interpretan a las lesbianas, parecen estar amarradas todo el tiem-po, es como si no se creyeran la histo-ria que cuentan. Y eso contribuye al re-chazo. Todo lo contrario sucede con Alina Rodríguez en ese pequeño papel de Mirtha, la madre alcahueta que no sólo permite, sino impulsa a su hija a una relación con un hombre casado –extranjero– que mantiene a la mucha-cha y a toda la parentela. A Alina por sus gestos, por la incorporación que hi-zo del personaje, uno le cree que ella es esa sinvergüenza proxeneta materna, existente también en la fauna cubana de hoy. Pongo sólo esos dos ejemplos, pero los jóvenes protagonistas, por ser inexpertos en el medio, exigían una mayor atención para sacarles lo bueno, aunque quizás algunas y algunos no tienen nada que mostrar y no se trate de una mala dirección, sino de un defi-ciente casting. Cuando la actuación fa-lla en una puesta dramática televisiva, lo demás se derrumba. Aquí estamos cuenta con una música y una banda so-nora aceptables, algunos sets han con-seguido credibilidad, y la presentación es sugerente; pero esos atributos no son suficientes para «ganar» la calle. Una parte de la población no ve la telenove-la, y los que sí lo hacen se sientan fren-te al televisor, en su mayoría, para criti-carla. Es una lástima que tocando te-mas tan importantes para los días que vivimos, Aquí estamos no haya logra-do una realización que, al menos, des-pierte el interés de los televidentes. Y esta propuesta debe ser una llamada de atención para quienes deciden qué y cómo se filma. Se puede tener asuntos importantes y hasta polémicos que, si no son tratados con la magia audiovi-sual, quedarán sólo como buenas in-tenciones…, y de esas, está lleno el ca-mino del infierno.

PaQUITa De aRMaS

Estimados compañeros: Qui-siera expresarles mi satisfac-ción por haberme engancha-

do con la nueva novela cubana Aquí es-tamos.

En mi opinión, es un poco difícil po-der disfrutar este tipo de programa en nuestra TV sin hacer comparaciones con las foráneas, casi siempre desfavorables para las nuestras. Sin embargo, valoro en esta las muy buenas actuaciones de la mayoría de los actores (sobre todo de los jóvenes) que compiten con cualquiera de las mejores que he visto. El lenguaje que emplean, tan a la moda de los mu-chachos en la calle; los problemas que se tratan, que no difieren mucho de los reales y cotidianos que nos suceden a diario en nuestra sociedad, sin dejar de señalar, que no aburre, que uno se mete en lo que tratan durante el tiempo que dura el espacio.

Creo que hay que destacar el guión y la forma amena y natural de la trama que atrapa al televidente. Para no ser ab-soluto en mis valoraciones sobre el te-ma, he participado en reiterados comen-tarios y opiniones, en mi entorno labo-

ral, y casi todos coinciden en la calidad de este material de entretenimiento y cultura. También reconocemos la cali-dad de la música que apoya la novela.

Una felicitación a los realizadores y artistas por esta acertada entrega televi-siva. Ojalá mantenga el interés que nos ha trasmitido hasta ahora.

SeRGIO aMeNeIRO FORTUNa eCIMeD, MINSaP

Soy un fiel seguidor de esta revista por su espíri-tu cubanísimo y su pers-

pectiva contemporánea. Los cu-banos somos prácticos y apasio-nados. Algunos al béisbol (del que tanto se ha hablado aquí) y otros muchos dentro de los que me incluyo, a la música. Aprove-cho este artículo para dar mi mo-desta opinión porque creo que coincide con la de muchos jóvenes amantes de este género. He leído últimamente los pocos artículos que hablan de la trova cubana, y a partir de lo que en ellos se plan-tea me pregunto: ¿qué tiene que

suceder para que se acabe de divulgar la trova en Cuba tanto en la radio como en la televisión? Cuando sale al aire un nue-vo programa musical o humorístico, ya se saben cuáles son las agrupaciones que van a ir en las primeras cuarenta ediciones, y después, ponen momentos culminantes del programa en los cuales han estado dichas agrupaciones; mien-tras hay un repertorio estelar de trova-dores que de tanto esperar, han renun-ciado ya prácticamente a la divulgación. Entonces, qué es de las personas que aman la canción inteligente, dígase las compuestas por Carlos Varela, Frank Delgado, Eric Sánchez, X Alfonso, Polito Ibáñez, Gerardo Alfonso, Interactivo, Habana Abierta entre otros buenísimos artistas. ¿Es que acaso se les acusa a es-tos intérpretes de componer música po-lítica? ¿Acaso el pueblo cubano no tiene una cultura política lo suficientemente amplia como para entender el mensaje de estos cantantes y ver su lado positivo? Y además de eso, deleitarse con las exce-lentes metáforas y frases profundas y elegantes que nada tienen que ver con el lenguaje trivial y vacío de la música que más se difunde hoy en Cuba. ¿Un país que aspira a ser uno de los más cultos del mundo debe inundar los oí-dos de su pueblo con una música que ha llegado a ser vulgar en ocasiones? En la radio cubana escuchar un tema de estos cantantes puede ser tan casual como verlos entrevistados en un pro-grama de televisión. Estos últimos son escasos, muy tarde en la noche y duran muy poco, además de contar con muy poco presupuesto para una buena es-cenografía. Yo alzo mi voz y les pido a los periodistas culturales que lean es-tas líneas, que luchen por la divulga-ción de la trova cubana al parejo de to-dos los otros géneros que en nuestro país existen, al más alto nivel que ellos puedan.

Ing. DaNIeL HeRNáNDez VeLázQUez

Antes que todo quiero felici-tar al colectivo de La CaLLe DeL MeDIO, simplemente por el in-

tento de frescura y de prensa alternativa que poco a poco van logrando.

Quiero destacar en este boceto de palabras mi aprobación, en general, al

artículo del compañero Antonio López Sánchez.

Como fiel seguidor, y diría más, co-mo fanático de la buena música cubana, coincido en el criterio de que los medios tienen la capacidad de difundir esa mú-sica, pueden propiciarle al pueblo la oportunidad de «elegir», concepto que se ha olvidado en los últimos tiempos.

Los tiempos de ceguera, respetando al gran Saramago, en que sucumbe la ju-ventud cubana con ídolos muchas veces ni cubanos, y que cuando son del patio demeritan el respeto y el amor que ha creado nuestra música, punto de refe-rencia del mundo entero, sin caer en chovinismos. Todo esto hace pensar en la efectividad del artículo al cual estoy haciendo referencia, confío en su im-portancia y en su repercusión, que en este caso significan lo mismo.

Creo también que los medios no tie-nen del todo la culpa. Si la mayoría des-preciara la música fácil y banal, esta misma música no se trasmitiera ni por la radio ni por la televisión. Ahora bien, que este círculo vicioso lo empezaron los medios como una necesidad urgente de adaptarse al clima cultural, sí es ver-dad; pero hoy en día la correlación me-dios-sociedad es inevitable, y «tanta cul-pa tiene el que mata la vaca como el que le aguanta la pata».

Destaco también, a mi entender, lo válido de los argumentos planteados, sobre todo en la causa y el efecto del ar-tículo, aunque si me permiten, discrepo en una idea. No me parece justo que til-den a la Charanga Habanera como un grupo que no trabaja para la moda, cuando su esencia se basa en eso, adap-tarse a nuevos tiempos, dígase cambios de cantantes, estilo musical, conceptos, etc., cosa que no veo mal, pero no válida para decir que son grandes. Sin más, pa-ra no abarcar demasiados puntos y que mi criterio pierda intensidad, como fiel amante a la democracia, no quisiera ro-bar más espacio en este periódico, y con la satisfacción del deber cumplido me despido con una cita de Silvio que se acopla al mecanismo del artículo y en-grasa mi humilde opinión: «No, no ten-go que cerrar los ojos para ver». Cuen-ten conmigo para este «reto sin duelo».

aDOLFO CaSTILLO CaBaLLeRO estudiante 2do. año,

Ingeniería Biomédica, CUJae

Ante todo quisiera saludar a este colectivo maravilloso que hace posible cada mes la en-

trada a nuestras vidas de líneas bien pensadas.

El número 25 llegó algo tarde a mis manos. Pasando las páginas descubrí este trabajo sobre la difusión de la trova en los medios de difusión masiva. Es cierto que en las últimas décadas –la úl-tima del siglo xx y la primera del xxi– se ha tomado a la trova para los actos polí-ticos. Cada apertura de una tribuna, de entrega de diplomas a destacados en al-go y de todo cuanto encierre actos polí-tico-culturales, comienza con Silvio: «…no hacen falta alas para hacer un sueño, bas-ta con las manos...» Llegamos al punto de saturar. Desde hace un tiempo no se le da a la trova –pienso– el lugar que se le debería. Programas como Entre Manos del canal Habana, promueven el gusto y los artistas con una puesta una vez por semana en uno de los canales educati-vos. En la radio hoy día es algo anacró-nico para muchos escuchar trova. Aun-que existen sus excepciones: los más es-cuchados son Silvio y Pablo, pero qué hay de Nicola, de Vicente, de Inti Santa-

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La CaLLeDeL MeDIO

JULIO 2010

Sí quisiera que se publicara (perdó-nenme si ya lo hicieron) algún trabajo sobre cómo vemos a Cuba los que esta-mos cumpliendo misiones internacio-nalistas en distintas partes del mundo. Lo propongo porque ha sido muy fuer-te para mí, ya que me ha mostrado y re-afirmado muchos sentimientos que te-nía por mi país, para bien por supues-to. El estar acá te da la posibilidad de valorar lo tuyo y defenderlo a como dé lugar, créanme, no sólo extrañas a la familia, es la cola de la bodega, el co-rrer detrás de un P, la picardía de la gente, el poquito de aceite que le pides al vecino, el tocar una guitarra en la ca-lle G, el amanecer en el Malecón, hasta la voz de Serrano en el noticiero. Qui-zás piensen que soy exagerada o que estoy demasiado nostálgica pero es así, y más cuando te encuentras con perso-nas ignorantes que creen en todo lo que publica Internet y lo traducen a su manera para dormir a la gente. Cuba es única, en todos los sentidos, quisiera que nuestro pueblo valorara eso y so-bre todo los jóvenes. Reiterarles mis sa-ludos y felicitaciones, intentaré mante-nerme en contacto.

YOaMaRIS NePTUNO DOMÍNGUez desde el estado Barinas, República

Bolivariana de Venezuela

Estimado Ubieta: Lo que le pasó a David Calzado allí, de-be servir para que nuestros

artistas no pierdan de vista que si van a ese lugar deben estar como gato boca-rriba. Tendrán siempre al acecho gente que vive de intrigar. El plumífero que entrevistó a Buena Fe ostentó todo el tiempo «que allí sí había libertad de ex-presión, que podían decir lo que qui-sieran, que aquello no era un régimen totalitario, etc., etc.» ( He citado de me-moria). Lo que no dijo es que allí tam-bién callan más de lo que dicen, y si él afirma en cámara que hubo 1 500 mé-dicos cubanos listos para estar en New Orleans en poco más de 72 horas cuan-do el Katrina, nadie dude que le cuesta el cargo. Y sólo porque esos médicos eran de esta puñetera islita donde na-die, absolutamente nadie, ha quemado una bandera de Estados Unidos, cosa que sí hicieron allí los que no querían a Elián reunido con su padre. Así, por di-nero, son capaces de ofender a una na-ción al estilo de los (y las) de Vigilia Mambisa y pedirle «al Altísimo» que el avión, con un niño de seis años a bor-do, se cayera en el vuelo hacia Cuba. La abyección total no puede ser confundi-da con libertad de expresión. Respe-tuosamente,

eDUaRDO GONzáLez SaRRÍa

Afortunadamente y gracias al esfuerzo, la dedicación y la en-trega de los médicos y

enfermero(a)s de la Sala de Quemados (piso 22) del Hospital «Hermanos Amei-jeiras», –especialmente del doctor Her-nán González, el doctor Yolexis, el jefe de grupo doctor Rafael, entre muchos otros–; después de un terrible accidente doméstico he podido retomar el lápiz para dirigirme a ustedes y poder agrade-cer a este grupo de compañeros por el solo hecho de estar hoy con vida.

Considero que constituye una suerte para nosotros los lectores contar con una publicación como La CaLLe DeL MeDIO, por la claridad, la valentía, el respeto con que se tratan los diferentes temas dentro de la vida de nuestra sociedad.

aLFReDO áLVaRez áLVaRez Playa, Ciudad de La Habana

na, del Bera. El Centro «Pablo de la To-rriente» hace todo lo que está en sus ma-nos, somos muchos los que asistimos a sus actividades. Pero los espacios se ha-cen más pequeños y las demandas de la juventud –no toda tiene gusto estético por el reguetón, que revienta tímpanos con letras tan «filosóficas»– crecen día a día. El Fresa y Chocolate no tiene sufi-ciente espacio, el Sauce queda un poco apartado, pero es que además no recibe la suficiente promoción.

Lo cierto es que los tiempos cam-bian, como decía mi abuelito, y cada lo-co con su tema. Entonces aparecen per-sonajes como en la telenovela cubana que no saben quién es Raúl Torres. O peor, ni tan siquiera conocen las cancio-nes que tantas veces se han tarareado. Me gusta la salsa cubana, me gusta mo-ver el esqueleto, pero también me en-canta relajar mi mente con letras como las de Buena Fe, Santiago Feliú, Vicente, Silvio, subir un poco con Carlos Varela y Frank Delgado, Habana Abierta... ¡Que vivan Los Van Van en sus cuarenta años! ¡Pero que viva también la trova cubana! Que bien se lo merece. No la usemos só-lo en actos político-culturales, no satu-remos a la juventud sin necesidad. Ha-gamos que conozca, que busque, que in-vestigue, pero con inteligencia.

DaNaYVI RODRÍGUez TeLLeS Lic. Comunicación Social, eMIF, La Habana

Con respecto a la difusión de la Nueva, Novísima o Novisí-sima Trova –que ya los califi-

cativos sobran–, quiero recomendar un espacio que supongo no todos conocen, porque se promociona poco, pero que va ganando adeptos. Me refiero a la pe-ña de los miércoles desde las cinco de la tarde hasta las siete, más o menos, en los antiguos estudios de la EGREM, en Cen-tro Habana. Los anfitriones son Fideli-to, trovador y director del Caimán Bar-budo, y su inseparable, gordo, noble y bien plantado Sancho, Bladimir Zamo-ra, uno de los íconos de la revista cultu-ral, poeta y crítico musical. Pues el am-biente es sabroso: allí cantan todos los trovadores que de casualidad o de a pro-pósito lleguen, viejos o jóvenes o sin edad, en cualquier formato, y pueden aparecer poemas en la voz de Bladimir o repentistas recién llegados a La Haba-na. Usted se sienta a tomarse unos ron-citos o unas cervecitas, y a gozar de la buena música en un ambiente bohemio vivo, para nada contaminado de poses turísticas. Aprovecho este espacio, por-que sé que cada nuevo número de La Ca-LLe... se ofrece allí al visitante de forma gratuita. Gracias por permitirme este anuncio, ya que recién publicaron el ex-celente artículo de Antonio López sobre la (mala) difusión de la trova. Saludos,

OReSTeS PeReIRa

A Juan Formell, di-rector de Los Van Van:

Después de haber visto el documental de Ián Padrón, Eso que anda, me reafirmo aún más en la concepción, la convicción definitiva, de que Los Van Van no serán nunca

pasado, que su historia musical estará viva en el pueblo de Cuba y gran parte del mundo, ya que ellos no son sólo –co-mo pudiera pensarse–, el eco o el sonido de un disparo de pistola, ni el ir y venir

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de un verbo definido y consumado en la acción gramatical de un tiempo y espa-cio limitados. Van Van es el termómetro, la brújula, el reloj de la vida cotidiana de nuestro archipiélago, la nave insignia que navega todos los sones de la vida popular, el decir constante de los senti-mientos latinos de nuestros hombres y mujeres en un sublime arpegio, que sólo el compás de un corazón enamorado de su cubanía hizo posible en el «van, van», no solo biológico, de su bombear de san-gre, sino en los componentes de un mes-tizaje, de esencia y espíritu, que recoge el calor, el rumbo, el tiempo de la época en que le ha tocado latir; su «van, van» en la osadía de un son que revoluciona todo, por dondequiera que anda, ¡eso entonces es Van Van!, el sonido magis-tral de un orgánico corazón que se ali-menta de sus raíces y de su historia.

Este documental reafirma el concep-to martiano y cito: «sólo existe una for-ma de seguir vivo después de muerto, y es haber sido un hombre de su tiempo y de todos los tiempos». Los Van Van son todos los tiempos, génesis indivisible de esta isla, por eso mientras exista Cuba, seamos cubanos, Los Van Van serán los de siempre, en un son eterno a los senti-mientos que exaltan, trascienden, digni-fican toda obra humana. Por todo lo ex-puesto voy a atreverme, a tener la osadía de discrepar con Orovio, toda una auto-ridad, todo un magisterio en cuanto al conocimiento y estudio de la música cu-bana y su historia. Dice Orovio en el do-cumental que ya Los Van Van no son Los Van Van, que son otros estos Van Van de hoy (en esta parte de la entrevis-ta de Orovio que muestra el documental se hizo un gran silencio en el cine Rialto de Santiago de Cuba, donde se proyecta-ba la cinta), suspiré profundo y me dije en un susurro de fervor interior: no, no, no lo concibo de esa manera, ¿acaso Cu-ba ya no es Cuba por los años que lleva de descubierta? Ahora Los Van Van son mucho más Van Van.

(Fragmentos de una carta mucho más extensa.)

DaNIeL RODRÍGUez BeTaNCOURTPeña amigos de Los Van Van,

Municipio San Luis, Santiago de Cuba

Con la fiebre del fútbol a flor de piel, no por la cer-canía sino por la fanati-

cada, les escribe una asidua lec-tora de su publicación que ya en cierta ocasión tuvo el privilegio de que uno de sus comentarios

fuera publicado en sus páginas, cuan-do llevaban muy poquito tiempo de sa-lida a la calle.

Les comento que desde el mes de marzo me encuentro en Venezuela, im-partiendo clases de teatro, como parte de la Misión Socialista Cultura Corazón Adentro (soy instructora de esta mani-festación en el Cotorro) y dejé en Cuba órdenes precisas y concretas de guar-darme cada una de las publicaciones, es-pero lo estén haciendo. Acabo de revisar en Internet y me encontré con la edición No. 25 y me agradó mucho ver que si-guen aumentando en calidad en cuanto a los temas y a lo polémicos que son. Aprovecho para felicitarlos por el pre-mio de diseño. Lástima que el poco tiempo que tengo acá para estas cuestio-nes no me posibilite poder detenerme a leer todas las publicaciones como real-mente quisiera, pero qué va, me dije, tengo que escribirle algunas líneas a La CaLLe DeL MeDIO. Mi intención no es que la publiquen, pero sí hacerles saber mi admiración por su trabajo.

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H. Romo Sigler: Después de ha-ber leído su interesante artículo «Ausencia no quiere decir olvi-

do» (La CaLLe DeL MeDIO, No. 25, p.5) y apro-vechando que, como bien se dice, «la ca-lle del medio» es una publicación de opi-nión y debate, le propongo que exponga sus argumentos para afirmar que Diego Armando Maradona es el «más grande y espectacular jugador de fútbol de todos los tiempos». Si se compara con Pelé, ate-niéndonos a los números, títulos, opinio-nes de los expertos y grandes jugadores encuestados –que los vieron jugar a am-bos–, Edson Arantes do Nascimento, o Rei Pelé, es el más grande jugador de to-dos los tiempos, además del Deportista del Siglo elegido por el COI. Otros aspec-tos que son necesarios aclarar para que no se incurra en el error que vemos fre-cuentemente, son:1. El primer gol en el partido del Mun-

dial de 1986 contra Inglaterra está perfectamente documentado por la televisión que fue de mano, el único que no lo vio fue el árbitro actuante, como ha sucedido muchas veces, re-cuerde las dos manos de Luis Fabia-no en un gol en este Mundial. Admi-ro a Maradona por la valentía y ho-nestidad que tuvo en declararlo y que acuñó un término para la histo-ria: «la mano de Dios».

2. En el Mundial de 1990, el principal responsable de que Argentina llegara a la final fue el portero Goicochea con sus espectaculares atrapadas, en la decisión por penales ante Yugoslavia e Italia. Maradona, lesionado desde el primer juego, no pudo estar a toda su altura, aunque fue el que dio el pase a Caniggia en el juego donde elimina-ron a Brasil.Para mí, ambos jugadores fueron los

mejores, pero para decidir el más gran-de hay que tener muchos argumentos sólidos. Gracias por el espacio.

JOSÉ DÍaz NOVáS

Me alegra mucho poder leer una revista tan clara y objeti-va. Celebro a los autores de la

idea y a sus colaboradores por los certe-ros comentarios. La opinión nos ayuda a ser verdaderos amantes de la cultura y las ideas. Vale el espacio para que se nos enseñe a pensar y se nos eduque en la opción de expresarnos y valorar nuestro alrededor con sentido de pertenencia y fuerte defensa de nuestras percepciones, porque puntos de vista y preparación se alcanzan en una nación con posibilidad de formar a miles de profesionales en sus universidades. En nuestra sede uni-versitaria del municipio de Santa Clara, Universidad Central de Las Villas, mu-chos somos aficionados a la revista, y los estudiantes de Comunicación Social po-demos compartir criterios ejemplarizan-tes de un buen periodismo de opinión. A mis compañeros de quinto año les salu-do por su esfuerzo y superación constan-te. Equipo editor: continúe con su espe-cial labor de la opinión. Dios quiera que nuestras publicaciones periódicas nacio-nales e internacionales abran espacio a la opinión con la ética y desenfado que ustedes lo hacen. Gracias.

JORGe YUNIeR RUIz LLeRa San Diego del Valle, Villa Clara

Soy profesora de Economía Política y los artículos escritos por Santiago Alba Rico han

contribuido mucho al debate y com-prensión de la esencia del modo de pro-ducción capitalista.

CaRMeN RaMOS aLONSO

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ROTILLa FeSTIVaL, FeSTIVaL De MúSICa eLeCTRÓNICaen Playa Jibacoa, provincia Habana6-8 de agosto

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La CaLLeDeL MeDIOJULIO 2010

27JULIO2010

NÚMERO directorenrique ubieta gómez

diseño10kzardoyas

correcciónana r. gort wong

fotografías10kalejandro montesinosperiódico juventud rebelde

rnps: 0583

colaboradoresa.a.g.santiago alba ricojorge alkubi evangelina chió vidalalejandro montesinos larrosamelbys nicolaailer pérez

mónica riveroiroel sánchezh. romo siglercarmen souto anidoisabel souto anidomadelaine vázquez vázquezjorge wejebe cobo

direccióncalle 21 no. 406, vedado, la habana, cuba. cp 10400.

[email protected]

impresiónimprenta federico engels

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CD HaCIeNDO HISTORIa intérprete: Habana D’ Primera eGReM, 2009

prOpUEstAsMUsicALEs

a cargo de aILeR PÉRez, ISaBeL SOUTO y CaRMeN SOUTO

TeLÓN De FONDO autor: CaRLOS VaReLa intérprete: CaRLOS VaReLa CD No es el finel Bosque Records/Vieja Linda Records, 2009

aLGUIeN autor: CUCú DIaMaNTeSintérpretes: CUCú DIaMaNTeS feat YOTUeL ROMeROCD CuculandFun Machine, 2009

RÉQUIeM POR TaTa Y aNGá autor: LUIS FRaNK aRIaS intérpretes: LUIS FRaNK aRIaS y ORQUeSTa TeRMIDOR CD Rumba Macry Connector Records, 2009

Túautor: DaVID TORReNSintérprete: DaVID TORReNSCD Razones Bis Music, 2009

Se BUSCaautor: LIUBa MaRÍa HeVIaintérprete: LIUBa MaRÍa HeVIaCD PuertasBis Music, 2009

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Ya NO HaCeMOS eL aMORintérprete: BaBY LOReSdir. : aLeJaNDRO PÉRez

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MaDeLaINe VázQUez GáLVez y aLeJaNDRO MONTeSINOS LaRROSa

muCHas Personas comentan que no les satisface comer si les faltan las ensa-ladas. Argumentan, con razón, las ele-vadas cualidades organolépticas de es-tas preparaciones culinarias, además de sus valores gustativos y nutricionales.

Las ensaladas, por su contenido preponderante de carbohidratos, vita-minas, sales minerales, enzimas y fibra dietética, son los platos perfectos que garantizan una digestión sin efectos indeseables y la incorporación al orga-nismo de una dosis importante de nu-trientes, a veces carentes en un menú tradicional.

En las ensaladas que utilizan vege-tales en su composición, intervienen las verduras, los cereales, las legum-bres, las frutas, las viandas, los hongos, las semillas oleaginosas e incluso las algas; en algunas se incluyen los pro-ductos lácteos y el huevo. Con tan am-plia variedad de productos, el recetario es muy variado y cada país o región po-see su formulario propio, que con el paso del tiempo se han ido integrando a la cultura culinaria internacional.

Las condiciones climáticas y los cam-bios de estaciones influyen mucho en el consumo de las ensaladas. En Europa, precisamente por el rigor del invierno, constituyen una necesidad vital para evi-tar las enfermedades carenciales. En Asia, son platos de gran exotismo, que combinan los valores estéticos con crite-rios filosóficos muy arraigados. En Amé-rica, tienen gran profusión por las bon-dades del entorno. En Cuba, son conoci-das fundamentalmente las ensaladas de lechuga, aguacate, col, tomate, pepino, habichuela o pimiento asado, aunque también pudiera potenciarse la inclu-sión de otros ingredientes, como rábano, acelga, berro, espinaca, berenjena, quim-bombó, coliflor, remolacha y zanahoria.

Las ensaladas pueden tener ele-mentos crudos o cocidos. Las primeras están compuestas fundamentalmente por vegetales de hojas verdes y otras verduras de suave textura. En cambio, las que utilizan viandas, frijoles y arroz emplean estos alimentos cocinados. El mayor contenido vitamínico estará en las ensaladas que no emplean el trata-miento térmico en sus componentes; y las que incluyen elementos cocinados, por regla general, tendrán un mayor valor energético o proteico. Lo cierto es que todas son igualmente deliciosas.

Para la confección de las ensaladas, se deben seguir las indicaciones de ca-da receta, así como algunos requisitos generales en el orden tecnológico:• Las ensaladas deben dar sensación

de abundancia y frescura.• Los ingredientes deben lavarse mi-

nuciosamente.• Los elementos que la conforman

deben cortarse uniformemente y como se indica en la receta.

• Los ingredientes cocinados deben quedar al dente, es decir, mantener su forma y textura.

• Las ensaladas se elaboran al mo-mento de servirlas en la mesa.

• El aderezo que las acompaña debe prepararse aparte, antes de adicio-narlo. Si se desea aliñar directo una ensalada de hojas verdes, debe agregarse inicialmente el aceite y después el elemento ácido para evi-tar que se marchiten.

• Se debe propiciar la variedad de co-lores.

• Las ensaladas cocidas se aderezan calientes.

• La decoración debe ser sencilla; y los géneros que se empleen, comes-tibles.En una ensalada perfecta general-

mente intervienen 60% de carbohidra-tos (verduras y frutas), 20% de proteí-nas (lácteos y semillas) y 20% de grasas (aceite). En la práctica culinaria, las en-saladas resultan cada vez más sorpren-

dentes, por los sabores y texturas que exhiben. No sólo se elaboran ensala-das clásicas de tomate, lechuga o agua-cate, sino que estas incorporan hojas verdes (espinacas, acelga, chaya); semi-llas de calabaza, marañón y ajonjolí; flores; frijoles; tofu (queso de soya); fru-tas, y otros productos. Muchas hojas verdes de plantas alimenticias sirven como ensaladas y se pueden comer crudas, como la acelga, la espinaca, la verdolaga, las hojas de remolacha, en-tre otras. Las ensaladas se pueden ali-ñar con plantas aromáticas, además del elemento ácido y el aceite.

El sentido común, la sensación de un mayor bienestar físico y el agrado visual y gustativo que provoca un buen plato de ensalada, son los principales móviles que nos instan a su consumo sistemático, co-mo pórtico hacia el mejoramiento de nuestros hábitos alimentarios. CM

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a c u a t r o c o m e n s a l e s

· e l a b o r a c i ó n ·

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tomate

cebolla pimiento

cebollinosal

azúcar refinopimienta negra

molidajugo de limón

aceite

Cortar los tomates y la cebolla en me-dialunas, y los pimientos en tiras ¶ Colocar el tomate, la cebolla y el pi-miento en plato de ensalada, de mane-ra artística ¶ Preparar el aliño con el cebollino cortado fino, la sal, el azú-car, la pimienta, el jugo de limón y el aceite ¶ Verter el aliño por encima.

3 unidades grandes1 unidad mediana 2 unidades medianas ¼ taza½ cucharadita ½ cucharadita

¼ cucharadita 1 cucharada1 cucharada

LaS eNSaLaDaS

Las ensaladas frías o con productos cárnicos se de-ben refrigerar inmediatamente, una vez prepara-das. Los vegetales se deben cortar inmediatamente antes de ser consumidos, preferentemente sobre

madera. No corte excesivamente los vegetales, ya que se pierden algunas vitaminas. Para conservar el color verde de algunas hortalizas, cocínelas en abundante agua salada, en olla destapada.

· c o n s e j o s ·

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acelga cebollagranos

de maíz tierno (cocidos)

sal ajo

jugo de limónaceite

3 tazas1 unidad grande

½ taza ½ cucharadita 3 dientes 1 cucharada 1 cucharada

· e l a b o r a c i ó n ·Cortar la acelga en tiras, tratando de aprovechar al máximo las partes blan-cas ¶ Cortar la cebolla en aros ¶ Co-locar en el centro la acelga, bordearla con los granos de maíz y colocar enci-ma los aros de cebolla ¶ Preparar el aderezo con la sal, el ajo picado fino, el jugo de limón y el aceite ¶ Agregar el aliño por encima.

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a c u a t r o c o m e n s a l e s

ensalada de tomate, cebolla y pimiento

ensalada de acelga, maíz y cebolla