socialismos y pseudosocialismos

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  • 8/14/2019 Socialismos y pseudosocialismos

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    Estudios Pblicos, 15

    DOCUMENTO

    LUDWIG VON MISES (1881-1973) es uno de los ms destacados autores de laescuela liberal austraca. Fue profesor de la Universidad de Viena, el Instituto de Estu-dios Internacionales de Ginebra y luego del Graduate School of Business Administrationde New York University. Entre sus libros ms importantes cabe sealar Teora deldinero y el crdito, El Socialismo, La Accin Humana, Liberalismo, Burocracia y

    Teora e Historia. Estudios Pblicos ha editado Utilidad y Prdida y Teora e Historia.Estudios Pblicos ha editado Utilidad y Prdida y El Clculo Econmico en el SistemaSocialista en sus nmeros 8, Primavera 1982 y 10, Otoo 1983, respectivamente.

    * Extractado de Von Mises, Socialism: An Economic and Sociological Analy-sis, captulos 14 y 15. La traduccin ha tenido como base la versin inglesa publicadapor Liberty Classics, Indianapolis, 1981. Traducido y publicado con la debida autoriza-cin.

    SOCIALISMOS Y PSEUDOSOCIALISMOS*

    Ludwig von Mises

    Socialismos y Pseudosocialismos constituye una minuciosa desar-ticulacin de los supuestos y premisas del socialismo bajo todas susformas. La crtica est dirigida no slo a las modalidades ms orto-doxas de este esquema de organizacin econmica sino a todas cuan-tas le deben su esencia a su inspiracin: socialismo de estado, socia-lismo militar, socialismo cristiano, economa planificada, socialismo

    gremial, solidarismo, redistribucionismo, sindicalismo, corporativis-mo o cooperativismo autogestionario, participacin de utilidades,son algunas de las expresiones de la tradicin socialista que aqu secritican. Teniendo en cuenta que la obra fue escrita hace ms decinco dcada no dejan de ser asombrosas su vigencia y su vigor.En definitiva bien puede que algunas variantes del socialismo hayancaducado. Otras simplemente han cambiado de nombre. Lo impor-tante, sin embargo, es que el caudal doctrinario del socialismo noparece haberse renovado tan substancialmente como algunos creeran

    y que el anlisis de Von Mises lo enfrenta de manera sistemtica ycon singular severidad intelectual.

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    I. LOS SOCIALISMOS

    1. La Naturaleza del Socialismo

    La esencia del socialismo es sta: Todos los medios de produccinse hallan bajo el control exclusivo de la comunidad organizada. Esto y nadams que esto es socialismo. Todas las dems definiciones son engaosas.

    Resulta posible creer que el socialismo slo puede ser materializadobajo condiciones polticas y culturales bien definidas. Tal creencia, sin em-bargo, no constituye justificacin para confinar el trmino a una forma en

    particular de socialismo, negndoselo a otras formas posibles de materializarel ideal socialista. Los socialistas marxistas han sido muy celosos en desta-car su particular forma de socialismo como el nico socialismo verdadero yen insistir que todos los dems ideales y mtodos para poner en prctica elsocialismo no tendran nada que ver con e modelo genuino. En lo poltico,esta actitud de los socialistas ha sido extremadamente astuta. Con seguri-dad habran aumentado significativamente sus problemas si hubieran esta-do dispuestos a admitir que su ideal tena algo en comn con los ideales

    postulados por los dirigentes de otros partidos. Jams habran logrado con-vencer a millones de ciudadanos alemanes descontentos de las bondadesde sus postulados si hubieran admitido abiertamente que sus objetivos noeran fundamentalmente diferentes a los definidos por las clases gobernan-tes del estado de Prusia. Si se le hubiera preguntado a un marxista antes de1917 de qu modo su socialismo se distingua del perseguido por otrosmovimientos, especialmente los conservadores, habra contestado que, bajoel socialismo marxista, la democracia y el socialismo van indisolublemente

    unidos y, ms todava, que el socialismo marxista sera un socialismo sinestado porque propenda a abolirlo.La historia nos ha permitido apreciar cunto valen tales argumenta-

    ciones y, en efecto, desde la victoria de los bolcheviques, han desaparecidorpidamente de la lista de los lugares comunes marxistas. Sea como sea, losconceptos de democracia y ausencia de estado que sostienen actualmentelos marxistas son muy distintos a los que sufragan anteriormente.

    Los marxistas, sin embargo, podran haber respondido a la pregunta

    de otro modo. Podran haber afirmado que su socialismo era revolucionario,en oposicin al socialismo reaccionario y conservador de otros. Esa res-puesta conduce mucho ms pronto a una identificacin de la diferenciaentre la democracia social marxista y otros movimientos socialistas. Pues,para un marxista, la revolucin no significa meramente la forzosa alteracinde un estado de cosas dado, sino que constituye un proceso que hacien-

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    do justicia a su peculiar fatalismo aproxima ms al hombre al cumplimientode su destino.1 Para l, la inminente revolucin social que acarrear al socia-

    lismo es el ltimo paso en direccin a la salvacin eterna. Los revoluciona-rios son aquellos que la historia ha escogido para ser instrumentos de lamaterializacin de sus planes. El espritu revolucionario es el fuego sagradoque ha descendido sobre ellos y que los faculta para realizar esa gran tarea.En este sentido, el socialismo marxista considera como caracterstica msnotable de su partido el que ste sea un partido revolucionario. En estesentido considera a todos los dems partidos como una sola masa unifor-memente reaccionaria porque se opondra a sus mtodos para alcanzar la

    dicha suprema.Resulta obvio que todo esto nada tiene que ver con el concepto

    sociolgico de comunidad socialista. Ciertamente constituye un hecho no-table que un grupo de personas pretenda ser el nico elegido para condu-cirnos por la senda de la salvacin; pero cuando esas personas no conocenotra senda hacia la salvacin que la misma en que ya han credo muchosotros individuos o grupos, la aseveracin de que ellos seran los nicosescogidos para dicha tarea no basta para diferenciar fundamentalmente su

    objetivo del objetivo de otros.

    2. Socialismo de Estado

    Para comprender el socialismo de estado no es suficiente explicarloetimolgicamente. La historia del concepto slo refleja el hecho de que elsocialismo de estado fue el socialismo profesado por las autoridades de

    Prusia y de otros estados alemanes. Debido a que se identificaban a smismos con el estado y con la forma adoptada por el mismo, as como con laidea de estado en general, se vieron motivados para designar el socialismoque adoptaron como socialismo de estado. Mientras la doctrina marxistasobre el carcter clasista del estado y de la decadencia del estado fue con-tribuyendo en mayor grado a obscurecer la idea fundamental de estado, msfcil se hizo emplear el trmino.

    El socialismo marxista estaba vitalmente interesado en hacer una dis-

    tincin entre nacionalizacin y socializacin de los medios de produccin.Los lemas del Partido Social Demcrata nunca habran llegado a ser popula-res si hubieran presentado la nacionalizacin de los medios de produccin

    1 Respecto de los otros significados que tiene el trmino revolucin para losmarxistas, vase el captulo pertinente de la obra original de Von Mises.

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    como el objetivo ulterior de la transformacin socialista. Pues el estad cono-cido por aquellos pueblos en los cuales el marxismo hall su mayor grado

    de aceptacin no inspiraba precisamente mucha esperanza respecto de susincursiones en la actitud econmica. Los discpulos alemanes, austracos yrusos del marxismo vivan sumidos en una lucha abierta contra los poderesque para ellos representaban al estado. Adems, contaban con la posibili-dad de medir los resultados de la nacionalizacin y la municipalizacin; y,aun dotados de la mejor voluntad del mundo, no podan pasar por alto lasagudas deficiencias de las empresas estatales y municipales. Era imposiblesuscitar entusiasmo por un programa que apuntara a la nacionalizacin. Un

    partido de oposicin estaba destinado, antes que nada, a atacar al odiadoestado autoritario; slo de ese modo poda atraer a los descontentos. Deesta necesidad de agitacin poltica fue que surgi la doctrina marxista de ladesaparicin paulatina del estado. Los liberales haban exigido la limitacinde los poderes del estado y la transferencia del gobierno a los representan-tes del pueblo; haban exigido el estado libre, Marx y Engels intentarondesplazarlos al adoptar inescrupulosamente la doctrina anarquista de laabolicin de toda autoridad estatal sin considerar el hecho de que el socia-

    lismo no traera la abolicin sino que ms bien la expansin irrestricta delpoder del estado.

    Igualmente insostenible y absurda como la doctrina de la paulatinadesaparicin del estado bajo el socialismo es la distincin acadmica entrenacionalizacin y socializacin, que est ntimamente ligada a la primera.Los propios marxistas estn tan conscientes de la debilidad de su lnea deargumentacin, que generalmente evitan discutir el punto y se limitan ahablar de la socializacin de los medios de produccin, sin mayor elabora-

    cin de la idea, a fin de generar la impresin de que la socializacin es algodiferente de la nacionalizacin por todos conocida. Cuando no pueden evi-tar analizar el delicado punto, se ven obligados a conceder que la nacionali-zacin de las empresas es una fase preliminar en la adquisicin de todoslos medios de produccin por parte de la sociedad misma2 o el punto dearranque natural en el proceso conducente hacia la comunidad socialista.3

    As las cosas, Engels se contenta a fin de cuentas con plantear unaadvertencia en contra de aceptar sin ms discusin toda forma de nacio-

    nalizacin como socialista. En primer lugar, l no calificara como pasos endireccin al socialismo a las nacionalizaciones efectuadas con fines definanciamiento estatal, como son las que podran adoptarse principalmente

    2 Engels, Herros Eugen Drhring Unwlzung de Wiessenschaft.3 Kautsky, Das Erfurter Programm.

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    para obtener nuevas fuentes de entradas independientes de la sancin par-lamentaria. Sin embargo, por estos motivos la nacionalizacin tambin sig-

    nificara en el lenguaje marxista que en determinada rama de la produc-cin fuera abolida la asignacin del valor excedente al capitalista. Lo mismoes valedero adems para la nacionalizacin practicada por razones polticaso militares, que Engels tambin rehus aceptar como socialistas. Este consi-dera como criterios de una nacionalizacin socialista el que los medios deproduccin y comercio expropiados deben, en realidad, haber excedido ladireccin por parte de empresas de capital social, de modo que la nacionali-zacin se haya hecho econmicamente inevitable. Esta necesidad surge

    primero en el caso de las comunicaciones en gran escala: correos, telgra-fos, ferrocarriles.4 Pero precisamente los ferrocarriles ms grandes del mun-do los norteamericanos y las lneas telegrficas ms importantes loscables submarinos no han sido nacionalizados, mientras lneas menoreshan sido nacionalizadas desde hace tiempo en los pases estatistas. La na-cionalizacin de los servicios postales se debi primordialmente a razonespolticas y la ferroviaria a razones militares. Podra afirmarse que esas na-cionalizaciones fueron econmicamente inevitables? Y qu demonios

    significa econmicamente inevitable?Tambin Kautsky se contenta con rechazar el punto de vista de que

    cualquier nacionalizacin de una funcin econmica o de una empresaeconmica constituye un paso hacia el socialismo y ste puede materializar-se a travs de una nacionalizacin generalizada de la maquinaria econmicasin necesidad de un cambio fundamental en la naturaleza del estado.5 Peronadie ha discutido nunca que la naturaleza fundamental del estado seraconsiderablemente cambiada si fuera transformado en una comunidad so-

    cialista a travs de la nacionalizacin de todo el aparato econmico. De talmodo, Kautsky es incapaz de decir ms que, mientras las clases propieta-rias sean las clases gobernantes es imposible una nacionalizacin comple-ta. Slo ser alcanzada cuando los trabajadores se conviertan en la clasegobernante en el estado. Slo cuando el proletariado haya alcanzado elpoder poltico lograr transformar al estado en una gran sociedad econmi-ca fundamentalmente autosuficiente.6 La pregunta medular la nica pre-gunta que exige una respuesta sobre si la nacionalizacin completa ejecu-

    tada por otro partido que el socialista sera tambin socialista, escuidadosamente evitada por Kautsky.

    4 Engels, obra citada.5 Kautsky, obra citada.6 Kautsky, obra citada.

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    Desde luego que existe una distincin fundamental y de importanciaentre nacionalizacin o municipalizacin de empresas privadas que son ad-

    ministradas pblica o comunalmente en una sociedad que, por otra parte,mantiene el principio de la propiedad privada de los medios de produccin,y la total socializacin que no tolera la propiedad privada de los medios deproduccin paralelamente a la propiedad de la comunidad socialista. Mien-tras tan slo unas pocas empresas sean administradas por el Estado, losprecios de os medios de produccin quedarn establecidos por el mercadoy de tal modo todava es posible que las empresas estatales realicen clcu-los. Hasta qu punto la conducta de las empresas estara basada en los

    resultados de dichos clculos es otra cosa; pero el mero hecho de que losresultados de las operaciones pueden en cierta medida ser cuantitativamen-te indagados ofrece a la administracin de ese tipo de empresas una medidaque no estara disponible para la administracin dentro de una comunidadpuramente socialista. El modo como son administradas las empresas delestado podra justificadamente llamarse mal negocio, lo que no obsta a quesiga siendo negocio. En una comunidad socialista no puede existir la econo-ma en el sentido estricto de la palabra, tal como aqu hemos visto.7

    La nacionalizacin de todos los medios de produccin implica unsocialismo completo. La nacionalizacin de parte de los medios de produc-cin constituye un paso en direccin a un socialismo completo. Acaso nossintamos satisfechos con e primer paso o acaso deseemos seguir adelanteno altera su carcter fundamental. De modo similar, si deseamos transferirtodas las empresas a propiedad de la comunidad organizada no podremossino nacionalizar absolutamente todas las empresas, en forma simultnea osucesiva.

    la obscuridad con que el marxismo rode la idea de la socializacinqued ilustrada de modo impresionante en Alemania y en Austria cuandolos socialdemcratas accedieron al poder en 1918. De la noche a la maanase hizo popular un lema hasta all prcticamente desconocido: La Socializa-cin (Sozialisierung) sera la solucin. Esto no era ms que un parafraseode la palabra alemana Vergesellschaftung a travs de un trmino extranje-ro de agradable sonido. A nadie se le ocurrira que la Sozialisierung eraotra cosa que nacionalizacin o municipalizacin; cualquiera que hubiera

    sostenido eso simplemente habra sido dejado de lado por ignorante, ya quese pensaba que entre ambas cosas se abra una gigantesca brecha. lasComisiones de Socializacin, establecidas por los socialdemcratas apenas

    7 Ver El Clculo Econmico en el Sistema Socialista, Estudios Pblicos N10, Otoo, 1983.

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    tomaron el poder, se vieron enfrentadas al problema de definir la Soziali-sierung de un modo que permitiera distinguirla de la nacionalizacin y

    municipalizacin del rgimen anterior.El primer informe emanado de la comisin alemana guardaba relacin

    con la socializacin de la industria del carbn y, al rechazar la idea de alcan-zar sta a travs de la nacionalizacin de los yacimientos carbonferos y dela comercializacin del mineral, destac de un modo apabullante las defi-ciencias de una industria carbonfera nacional. Pero nada se dijo en relacina cmo la socializacin se diferenciaba realmente de la nacionalizacin. Elinforme expresaba la opinin de que una nacionalizacin aislada de la in-

    dustria del carbn no puede ser considerada socializacin mientras la em-presa de tipo capitalista sigue prevaleciendo en otras reas de la produc-cin: slo significara el reemplazo de un empleador por otro. Pero dejabierta la pregunta acerca de si acaso una socializacin aislada, tal comola que persegua y propona, podra significar otra cosa bajo las mismascondiciones.8 Habra sido comprensible si la comisin hubiera enseguidaafirmado que para los efectos de alcanzar los felices resultados de un ordensocialista no bastaba con nacionalizar una rama de la produccin y hubiera

    recomendado al estado expropiar todas las empresas de un solo golpe, talcomo haban hecho los bolcheviques en Rusia y Hungra y como preten-dan los espartaquistas en Alemania. Pero no lo hizo. Por el contrario, elabo-r proposiciones para socializaciones que propendan a la nacionalizacinaislada de varias ramas de la produccin y de la distribucin. El que lacomisin evitara emplear el trmino nacionalizacin no hace diferencia. Nofue ms que un escarceo jurdico cuando la comisin propuso que el propie-tario de la industria carbonfera alemana socializada no deba ser el estado

    alemn, sino que un fondo pblico carbonfero alemn, y cuando prosi-gui afirmando que tal propiedad slo deba considerarse en un sentido jurdico formal, pero que a ese fondo pblico se le negaba la posicinmaterial del empleador privado y con ello la posibilidad de explotar a obre-ros y consumidores.9 Con estas palabras la comisin slo revel que notena ms lenguaje que el de los lemas de barriada. En efecto, todo el infor-me no es sino que una antologa de todas las falacias pblicas respecto delos males del sistema capitalista. El nico modo en que la industria carbone-

    ra, socializada de acuerdo a las proposiciones de la mayora, se distinguira

    8 Informe de la Comisin de Socializacin sobre la cuestin de la Minera delCarbn, del 31 de julio de 1920, con apndice: Informe provisorio del 15 de febrero de1919.

    9 Informe citado.

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    de otras empresas pblicas, sera a travs de la composicin de su directo-rio. A la cabeza de las minas de carbn no deba de haber un solo funciona-

    rio, sino que un comit constituido de un modo adecuado. Partiriunt Mon-tes, Nascetur Ridiculus Mus! (La montaa labora y slo nace una ridcularata!).

    El socialismo de estado, por lo tanto, no se distingue por el hecho elque el estado sea el pivote de la organizacin comunitaria, dado que elsocialismo es bastante inconcebible de otro modo. Si deseamos entender sunaturaleza no debemos observar el trmino en s. Ello no nos conducira mslejos que un intento de definir el concepto de metafsica a partir de un

    examen del significado de las partes que componen la palabra. Debemospreguntarnos por cules ideas han sido asociadas con la expresin poraquellos que generalmente son considerados como los seguidores de losmovimientos de socialismo estatal, eso es, los estatistas a ultranza.

    El socialismo estatista se distingue de otros sistemas socialistas endos formas. En contraposicin a muchos otros movimientos socialistas quecontemplan la mayor medida posible de igualdad en la distribucin de larenta social entre los individuos, el socialismo estatista convierte el mrito y

    el rango del individuo en la base de distribucin. Obviamente resulta super-fluo sealar que el juicio del mrito de un individuo es asunto puramentesubjetivo y no puede de modo alguno ser puesto a prueba desde un puntode vista cientfico de las relaciones humanas. El estatismo tiene una visinbastante definitiva del valor tico de las clases individuales en una comuni-dad. Est imbuido de una alta estima por la monarqua, la nobleza, los gran-des terratenientes, la clereca, los soldados profesionales especialmente laclase de los oficiales y los funcionarios pblicos. Con ciertas reservas

    tambin confiere una posicin privilegiada a los sabios y a los artistas. Loscampesinos y pequeos comerciantes se hallan en una clase especial, ydespus de ellos vienen los trabajadores manuales. En la posicin ms bajase encuentran los elementos desconfiables que estn descontentos con laesfera de accin y el nivel remunerativo que se les ha asignado en el marcodel plan estatista y que luchan por mejorar su posicin material. La mentabi-lidad estatista dispone una jerarqua de los miembros que compondrn sufuturo estado. Los ms nobles tendrn mayor poder, ms honores y entra-

    das ms elevadas que los menos nobles. Lo que se entiende por noble y pormenos noble ser decidido antes que nada por la tradicin. Para el estatista,la peor caracterstica del capitalismo es que no asigna entradas de acuerdocon su evaluacin del mrito. El hecho de que un comerciante de lcteos oun fabricante de pantalones logre un nivel de entradas ms elevado que elvstago de una familia noble, un consejero real o un teniente de ejrcito le

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    parece algo intolerable. Y con el fin de remediar ese estado de cosas, elcapitalismo debe ser reemplazado pro el estatismo.

    Este intento de los estatistas de mantener el orden social tradicionalpor rango y valorizacin tica de las diversas clases sociales en modo algu-no contempla transferir os medios de produccin a la propiedad formal delestado. Esto en la perspectiva estatista ms bien equivaldra a la totalsubversin de todos los derechos histricos. Slo las grandes empresasseran nacionalizadas y tambin entonces se hara una excepcin en favorde la agricultura en gran escala, especialmente cuando se trate de heredadesfamiliares. En la agricultura, al igual que en la esfera de las empresas media-

    nas y pequeas, se mantendr la propiedad privada, al menos en el papel.Del mismo modo, las profesiones liberales dispondrn de un campo de ac-cin sujeto a ciertas limitantes. Pero todas las empresas tendrn que seresencialmente empresas estatales. El agricultor retendr el nombre y ttulode propietario, aunque se le prohibir buscar slo el provecho mercantilegosta; tiene el deber de ejecutar la voluntad del estado.10 Pues la agri-cultura, de acuerdo a la posicin estatista, es una funcin oficial. El agri-cultor es un funcionario estatal y debe cultivar para satisfacer las necesida-

    des del estado de acuerdo a su capacidad y consciencia, o de acuerdo ardenes impartidas por el estado. Si obtiene su provecho y lo suficientepara mantenerse, recibir todo aquello que tiene derecho a exigir.11 Lo mis-mo se aplica para el artesano y el comerciante. En el socialismo estatista haytan poco lugar para el empresario independiente con libre control sobre susmedios de produccin como en cualquier otro tipo de socialismo. Las auto-ridades controlan los precios y deciden qu y cunto habr de producirse yde qu modo. No cabra una especulacin para lograr utilidades excesi-

    vas. Sern los funcionarios del estado los encargados de velar porquenadie se asigne ms que una entrada justa, es decir, una entrada que legarantice un nivel de vida adecuado a su rango. Cualquier exceso serabsorbido por la va tributaria.

    Tambin los autores marxistas son de la opinin de que para el adve-nimiento del socialismo no es indispensable que las empresas pequeassean transferidas directamente a propiedad del estado. Ms bien lo han

    10 Philipp V. Arnim, Ideen zu einer vollstndigen Landwirtschaftlichen Bu-chhaltung, 1805, p. vi (citado por Waltz en: Vom Reinertrag in der Landwirtschaft, p.20).

    11 Philipp V. Arnim, obra citada. Vase tambin Lenz, Agrarlehre und Agrar- politik der deutschen Romantik, Berln, 1912. Vanse, tambin observaciones similaresdel prncipe Alois Lichtenstein, lder de los socialistas cristianos de Austria, citado enNitti, Le Socialisme Catholique (Pars, 1894), p. 370 y sigs.

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    considerado como bastante imposible; el nico modo como podra efectuar-se la socializacin de esas pequeas empresas es dejarlas en posesin for-

    mal de sus dueos y simplemente someter a stos a la omnipresente super-visin del estado. El propio Kautsky afirma que ningn socialista digno deconsideracin ha afirmado alguna vez que los campesinos deben ser expro-piados y menos an que su propiedad debe ser confiscada.12 Kaytskytampoco propone socializar a los pequeos productores a travs de la ex-propiacin de su propiedad.13 El campesino y el artesano sern integradosen la maquinaria de la comunidad socialista de un modo tal que su produc-cin y la valorizacin de sus productos sean reguladas por la administra-

    cin econmica, pero la propiedad seguir siendo nominalmente de ellos. Laabolicin del mercado libre los transformar de propietarios independientesy empresarios en funcionarios de la comunidad socialista, diferencindosedel resto de los ciudadanos slo pro la forma de su remuneracin.14 Por lotanto no podr considerarse peculiaridad del esquema socialista de estadola preservacin formal de remanentes de propiedad privada de los mediosde produccin. La nica caracterstica peculiar que hallamos es el grado enque s aplica este mtodo de disponer las condiciones sociales de la produc-

    cin. Ya hemos dicho que el estatismo en general propone de un modosimilar permitir la existencia de los grandes terratenientes con la posibleexcepcin de los dueos de latifundios como propietarios formales de susmedios de produccin. Lo que es todava ms importante es que procedesobre la presuncin de que la mayor parte de la poblacin encontrar traba-

    jo en la agricultura y las pequeas empresas, y que comparativamente po-cos entrarn al servicio directo del estado en calidad de empleados de gran-des empresas. No slo el estatismo se opone a los marxistas ortodojos,

    como Kautsky, cuando formula su teora de que la agricultura en pequeaescala no es menos productiva que aquella en gran escala, sino que ademses de la opinin de que tambin en la esfera industrial seran las empresaspequeas las favorecidas con un mayor radio de accin junto a los consor-cios de gran envergadura. Esta es la segunda peculiaridad que distingue alsocialismo de estado de todos los otros sistemas socialistas, especialmentela socialdemocracia.

    Tal vez sea aun necesario elaborar otro poco la imagen del estado

    ideal delineado por los socialistas estatistas. Esa imagen constituy el idealtcito de millones de individuos durante dcadas en gran parte de Europa y

    12 Kautsky, Die Soziale Revolution, II, p. 33.13 Kautsky, obra citada.14 Bourguin, Die Sozialistischen Systeme, p. 62 y sigs.

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    todo el mundo lo conoce aunque nadie lo haya definido claramente. Es elsocialismo del tranquilo y servicial funcionario pblico, del terrateniente, del

    pequeo industrial y de innumerables empleados y trabajadores. Es el so-cialismo de los profesores universitarios, el famoso socialismo de ctedra;es tambin el socialismo de los artistas, poetas y escritores en una poca dela historia del arte que lleva todos los signos de la decadencia. Es el socia-lismo promovido por las iglesias de todas las denominaciones. Es el socia-lismo del cesarismo y del imperialismo, el ideal de la as llamada monarquasocial. Fue sta la forma de socialismo que la mayor parte de los estadoseuropeos consideraba la lejana meta de todos los esfuerzos del hombre. Fue

    el ideal social de la poca que prepar la primera gran guerra y que sucum-bi en ella.

    Slo podr concebirse un socialismo que distribuya la participacinde los individuos en el dividendo social de acuerdo a rango y mritos entrminos de socialismo de estado. La jerarqua en que basa su distribucines la nica lo suficientemente popular como para no suscitar una oposicinavasalladora. Si bien es menos capaz de enfrentar una crtica racional quemuchos otros que pudieran sugerirse, el socialismo logr el sancionamiento

    de la poca. Y en cuanto el socialismo de esta intenta perpetuar esa jerar-qua y prevenir cualquier alteracin en la escala de las relaciones sociales, lacalificacin de socialismo conservador, que ocasionalmente se le aplica,parece perfectamente justificada.15 En efecto, est imbuido ms que ningu-na otra forma de socialismo de aquellas ideas que acreditan la posibilidad deuna completa cristalizacin e inalterabilidad de las condiciones econmicas:sus seguidores contemplan cualquier innovacin econmica como super-flua y aun perjudicial. A esta actitud corresponde el mtodo a travs del

    cual el estatismo busca conseguir sus fines. Si el socialismo marxista es elideal social de aquellos que no esperan nada sino a travs de una subver-sin radical del orden establecido por la va de la revolucin sangrienta, elsocialismo de estado es el ideal de aquellos que llaman a la polica a lamenor seal de problemas. El marxismo descansa sobre el juicio infalible deun proletariado ahto de espritu revolucionario y el estatismo sobre la infali-bilidad de la autoridad reinante. Ambos coinciden en su fe en un absolutis-mo poltico que no admite la posibilidad de error.

    En contraste con el socialismo de estado, el socialismo municipal nopresenta una forma especial del ideal socialista. No se considera a la munici-palizacin de las empresas como un principio general en el cual basar un

    15 Andler, Les Origins du Socialisme dEtat en Allemagne (Pars, 1911), p. 2,que destaca especialmente el carcter del socialismo de estado.

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    nuevo ordenamiento de la vida econmica. Slo afectara a empresas con unmercado limitado en el espacio. En un sistema riguroso de socialismo de

    estado las empresas municipales seran subordinadas a la administracineconmica principal y no estaran ms libres de desarrollarse que las empre-sas agrcolas e industriales que permanecen nominalmente en manos priva-das.

    3. Socialismo Militar

    Socialismo militar es el socialismo de un estado en el cual todas lasinstituciones estn diseadas para la prosecucin de una guerra. Es unsocialismo de estado en el cual la escala de valores aplicada para determinarel status social, y el nivel remunerativo de los ciudadanos, se basa exclusi-vamente o preferentemente en la posicin que ostentan dentro de las fuer-zas combatientes. Mientras mayor sea el rango militar, tanto mayor ser elrango social y el derecho a un mayor dividendo nacional.

    El estado militar, es decir, el socialismo del hombre de armas en que

    todo queda subordinado a los fines blicos, no puede admitir la propiedadprivada de los bienes de produccin. La preparacin permanente para laguerra es imposible cuando objetivos ajenos a la guerra influyen sobre lavida de los individuos. Todas las cartas guerreras cuyos miembros han sidoapoyados con la asignacin de derechos seoriales o con concesiones detierras, o incluso con industrias basadas en el trabajo forzado, ha perdido sunaturaleza guerrera con el correr del tiempo. El seor feudal se vio absorbi-do por la actividad econmica y fue adquiriendo intereses distintos a los

    blicos y a la obtencin de honores militares. En todo el orbe el sistemafeudal deriv en la desmilitarizacin del guerrero. Los caballos fueron suce-didos por los junkers. La propiedad convierte al hombre de armas en unhombre econmico. Slo la exclusin de la propiedad privada puede mante-ner el carcter militar del estado. Slo el guerrero, que no tiene otra ocupa-cin, aparte de la guerra, que la preparacin de la misma, se halla siemprepronto para la batalla. Los hombres ocupados en otros asuntos podrnlibrar guerras defensivas, pero no dilatadas guerras de conquista.

    El estado militar es un estado de bandidos. Prefiere vivir del botn yde los tributos. Comparada con esta fuente de entradas, la actividad econ-mica apenas juega un papel subordinado y no pocas veces falta por com-pleto. Y si el botn y los tributos procedentes del extranjero comienzan aacumularse, est claro que no pueden fluir hacia figuras individuales sinoque deben pasar a engrosar el tesoro comn, que los distribuye nicamente

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    de acuerdo al rango militar. Un ejrcito que slo buscara asegurar la conti-nuidad de esta fuente de entradas no tolerara ningn otro mtodo de distri-

    bucin. Y ello sugiere que el mismo principio distributivo debiera ser aplica-do a los productos de la produccin domstica, que se distribuye a losciudadanos como tributo y producto de la servidumbre.

    De este modo puede explicarse el comunismo de los piratas helni-cos de Lipara y de todos los otros estados basados en el saqueo.16 Es elcomunismo de ladrones y saqueadores,17 que surge de la aplicacin delas ideas militares a todas las relaciones sociales. Csar nos dice de lossuabos, a quienes llama gens longe bellicosissima germanorum omnium

    (un pueblo que es lejos el ms belicoso de todas las tribus germnicas), queenviaban guerreros a travs de la frontera todos los aos con el solo fin delsaqueo. Aquellos que permanecan en casa efectuaban las labores econmi-cas que no podan cumplir aquellos que haban salido a batallar; al aosiguiente los papeles eran intercambiados. No haba tierras de propiedadexclusiva de un individuo.18 Slo cuando cada individuo participa del pro-ducto total de la actividad guerrera y econmica ejecutada con un propsitocomn y sujeto a riesgo tambin comn, el estado guerrero puede convertir

    a cada ciudadano en un guerrero y a cada guerrero en un ciudadano. Unavez que permite que algunos se dediquen exclusivamente a las armas yotros slo al trabajo, que realizan con su propiedad, ambas facciones prontoestarn enfrentadas. O los guerreros tendrn que subyugar a los ciudada-nos, en cuyo caso corrern riegos al partir en sus expediciones de saqueodejando atrs a una ciudadana oprimida, o los ciudadanos lograrn contro-lar la situacin. En este caso los guerreros se veran reducidos a simplesmercenarios y se les prohibira participar del saqueo, puesto que no se les

    permitira tornarse demasiado poderosos. En ambos casos el estado tendrque perder su carcter puramente militar. En consecuencia, cualquier debili-tamiento de las instituciones comunistas implica tambin un debilitamien-to de la naturaleza militar del estado, y la sociedad guerrera es convertidapaulatinamente en industrial.19

    Las fuerzas que empujan un estado militar hacia el socialismo pudie-ron ser claramente observadas durante la primera guerra mundial. Mientras

    16 Respecto de Lipara, vase Poehlmann, Geschichte der sozialen Frage unddes Sozialismus in der antiken welt, Vol. I, p. 44 y sigs.

    17 Max Weber, Der Streit um den Charakter der altgermanischen Sozialverfas-sung in der deutschen Literatur des letzten Fahrzehnts, en Jahrbcher fr Natio-nalkonomie und Statistik (Vol. XXVIII, 1904).

    18 Csar, De bello Gallico, IV.1.19 Herbert Spencer, Die Prinzipien der Soziologie.

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    ms duraba la guerra y mientras los estados europeos iban siendo converti-dos ms y ms en campos de batalla, tanto ms insostenible polticamente

    pareci ser la distincin entre el combatiente, que deba encarar las durezasy peligros de la guerra, y aquel que permaneca en la retaguardia usufruc-tuando de las ganancias que dejaba la guerra. La carga fue distribuida de unmodo excesivamente desigual. Si se hubiera permitido la persistencia deesta distincin y la guerra hubiera durado todava ms, los pases partici-pantes irremisiblemente se habran visto divididos en dos bandos y losejrcitos habran terminado apuntando las armas contra sus propios compa-triotas. El socialismo de los ejrcitos conscriptos exige para su culminacin

    el socialismo del trabajo conscripto en la retaguardia.El hecho de que no puedan preservar su carcter militar sin una

    organizacin comunista no fortalece a los estados guerreros en la guerra.Para ellos el comunismo es un mal que deben aceptar; produce una debili-dad que eventualmente conduce hacia su destruccin. En los primeros aosde la primera gran guerra. Alemania camin por las huellas del socialismodebido a que el espritu estatista militar, que fue responsable de la polticaque condujo a la guerra, lo empuj en direccin al socialismo de estado.

    Hacia fines de la guerra la socializacin se realiz en forma cada vez msenrgica porque, por los motivos recin aludidos, fue necesario tornar lascondiciones de la retaguardia en similares a las del frente. El socialismo deestado no alivi la situacin en Alemania, sin embargo, la empeor; noestimul la produccin sino que la restringi; no mejor el aprovisionamien-to del ejrcito y de la retaguardia, sino que lo empeor.20 Y resulta innecesa-rio sealar que fue culpa del espritu estatista que durante las tremendasconvulsiones de la guerra, y en la subsecuente revolucin, no emergiera

    ningn individuo fuerte entre el pueblo alemn.La menor productividad de los mtodos comunistas en la actividadeconmica es una desventaja para el estado guerrero comunista cuandodebe enfrentar a los miembros ms ricos y por tanto mejor armados denaciones que reconocen el principio de la propiedad privada. La destruc-cin de la iniciativa del individuo, inevitable bajo el socialismo, lo priva delderes capaces de sealar el camino de la victoria en los momentos decisi-vos de la batalla, y lo subordina a los capaces de llevar a cabo las instruc-

    ciones impartidas por stos. El gran estado militar comunista de los Incas21

    fue fcilmente destruido por un puado de espaoles.

    20 Vase Nation, Saat und Wirtschaft, del autor.21 Wiener, Essai sur les Institutions Politiques, Religieuses, Economiques et

    Sociales de lEmpire des Incas, Pars, 1874. Atribuye la fcil conquista del Per porparte de Pizarro al hecho de que el comunismo haba debilitado al pueblo inca.

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    Si el enemigo contra el cual debe combatir el estado guerrero estdentro del mismo estado, entonces podremos hablar de un comunismo de

    amos. Max Weber llam comunismo de casino a las disposiciones socia-les de los dorios en Esparta, debido a su costumbre de cenar juntos. 22 Si lacasta gobernante procede a asignar tierras a los suyos en propiedad, enlugar de adoptar instituciones comunistas, tarde o temprano ser tnica-mente absorbida por los sometidos. Se convierte en una nobleza terrate-niente, que eventualmente fuerza incluso a los sometidos al servicio de lasarmas. De esta forma el estado pierde el carcter basado en la prosecucinde la guerra. Este desenvolvimiento se suscit en el seno de los langobar-

    dos, los ostrogodos y los francones, y en todas aquellas regiones en quelos normandos aparecieron como conquistadores.

    4. Socialismo Cristiano

    La organizacin teocrtica del estado exige ya una economa familiarautosuficiente, ya la organizacin socialista de la industria. Es incompatible

    con un orden econmico que permita el libre juego para el despliegue de laspotencialidades del individuo. La mera fe y el racionalismo econmico noson siempre fciles de coordinar. Es difcil concebir que los sacerdotes man-den a los empresarios.

    El socialismo cristiano, tal como ha arraigado en las ltimas dcadasentre incontables seguidores de todas las denominaciones cristianas, esmeramente una variedad de socialismo de estado. El socialismo de estado yel socialismo cristiano se hallan tan entremezclados que resulta imposible

    trazar una clara lnea separatoria entre ambos, o adscribir a socialistas indi-viduales a una lnea u otra. El socialismo cristiano, ms todava que el esta-tismo, es gobernado por la idea de que el sistema econmico sera perfecta-mente estacionario si el deseo de lograr ganancias y ventajas personales delos hombres que dirigen sus esfuerzos slo a la satisfaccin de interesesmateriales no distrajera su suave curso. Se concede la ventaja de un mejora-miento progresivo en los mtodos productivos, aunque con limitaciones; elsocialista cristiano, sin embargo, no comprende que son justamente esas

    innovaciones las que interrumpen el tranquilo curso que sigue el sistemaeconmico. En cuanto esto es reconocido, se procede a preferir el estado decosas existente a cualquier progreso. La agricultura y la artesana y tal vezcierto comercio pequeo constituyen las nicas ocupaciones admisibles.

    22 Max Weber, obra citada, pg. 445.

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    El comercio y la especulacin son superfluos, injuriosos y malignos. Lasfbricas y las industrias a gran escala son una invencin perversa del esp-

    ritu judo; producen slo bienes malignos que son impuestos a los com-pradores por las grandes tiendas y por otras monstruosidades del comerciomoderno en detrimento de los compradores. Es deber de la legislacin supri-mir esos excesos del espritu comercial y reponer a la artesana en el lugar deproduccin del cual fue desplazada por las maquinaciones del gran capi-tal.23 Las grandes empresas del transporte que no pueden ser abolidas,deben ser nacionalizadas.

    La idea bsica del socialismo cristiano que permea las enseanzas de

    todos sus representantes adopta un punto de vista puramente estacionaria.En el sistema econmico que tienen en mente no hay empresario, ni especu-lacin ni tampoco utilidades inmoderadas. Los precios y salarios exigidosy otorgados son justos. Cada individuo est satisfecho con lo que le hatocado en suerte porque la insatisfaccin equivaldra a una rebelin contralas leyes humanas y divinas. Para aquellos incapaces de trabajo existir lacaridad cristiana. Se afirma que dicho ideal fue alcanzado en la Edad Media.Slo la prdida de la fe habra expulsado al hombre de este paraso. Si ha de

    recuperarse, la humanidad deber primero hallar la senda de retorno a laIglesia. La Ilustracin y el pensamiento liberal habran generado todo el malque actualmente aflige a la humanidad.

    Los protagonistas de la reforma social cristiana por lo general nocontemplan su sociedad ideal de socialismo cristiano como una sociedad decorte socialista. Pero eso constituye meramente un autoengao. El socialis-mo cristiano a primera vista parece conservador porque desea mantener elorden de propiedad existente, o ms exactamente, parece reaccionario por-

    que desea restaurar y enseguida mantener un orden de propiedad que pre-valeci en el pasado. Tambin es verdad que combate con gran energa losplanes de los socialistas de otras denominaciones que propenden a unaabolicin radical de la propiedad privada y, contraponindose a esas formasde socialismo, afirma que su meta no sera el socialismo sino que la reformasocial. Pero el conservadurismo slo puede alcanzarse a travs del socialis-mo. All donde la propiedad privada de los medios de produccin existe dehecho y no slo de nombre, el ingreso no puede ser distribuido de acuerdo

    a un orden histricamente determinado. All donde existe la propiedad pri-vada, slo los precios de mercado podrn determinar la generacin de ingre-

    23 Vase la crtica de la poltica econmica del Partido Socialista Cristiano deAustria en Sigmund Mayer, Die Aufhebung des Befhigungsnachweises in Osterreich(Leipzig, 1894), especialmente p. 124, y sigs.

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    sos. En la medida que esto se materializa, el reformador social cristiano esempujado paso a paso hacia el socialismo, que en su caso slo podr ser

    socialismo de estado. Ver que de otro modo no podr haber esa totaladhesin al estado de cosas tradicional que demanda su ideal. Observa queno se pueden mantener precios y salarios fijos, a menos que las desviacio-nes de los mismos estn sujetos a la amenaza de castigo por parte de unaautoridad suprema. Tambin tendr que darse cuenta de que los salarios ylos precios no pueden determinarse arbitrariamente de acuerdo a las ideasde un reformador, porque cada desviacin de los precios de mercado des-truye el equilibrio de la vida econmica. Deb, por tanto, desplazarse progre-

    sivamente de una demanda en favor de regulaciones de precios a la deman-da de un control supremo sobre la produccin y la distribucin. Es la mismasenda recorrida por el estatismo pragmtico. Al final de ambos caminosencontramos un socialismo rgido que permite la propiedad privada slonominalmente y que en el hecho transfiere todo el control sobre los mediosde produccin al estado.

    Slo una parte del movimiento social cristiano ha suscrito abiertamen-te el programa radical. Los otros han soslayado una declaracin abierta. Han

    evitado ansiosamente el sacar las conclusiones lgicas de sus premisas.Pretenden darle a entender a uno que slo combaten las excrecencias yabusos del orden capitalista; alegan que no tienen el menor deseo de abolir lapropiedad privada; y constantemente realzan su oposicin al socialismomarxista. Pero es tpico que perciban que esa oposicin consiste meramenteen diferencias de opinin en relacin al modo ms adecuado para alcanzar elmejor estado de la sociedad. No son revolucionarios y esperan todo de unacreciente toma de conciencia de la necesidad de una reforma. En lo dems

    constantemente proclaman que no desean atacar la propiedad privada. Pero loque ellos mantendran apenas sera el calificativo de propiedad privada. Si elcontrol sobre la propiedad privada es transferido al estado, el propietario serslo un funcionario del estado, un delegado de la administracin econmica.

    Puede verse que el socialismo cristiano de la actualidad correspondeal ideal econmico de los escolsticos medievales. El punto de partido, lademanda de precios y salarios justos, es decir, de una distribucin delingreso histricamente fundada, es comn a ambos. Slo la toma de con-

    ciencia de que ello es imposible si el sistema econmico conserva la propie-dad privada de los medios de produccin, fuerza al movimiento reformistacristiano contemporneo en direccin al socialismo. Con el fin de alcanzar lasatisfaccin de sus demandas, deben abogar en favor de medidas que, aunbajo la conservacin formal de la propiedad privada, conducen a la totalsocializacin de la sociedad.

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    Este moderno socialismo cristiano nada tiene en comn con el su-puesto, pero muchas veces citado, comunismo de los primeros cristianos.

    La idea socialista es nueva para la Iglesia. Ello no se ve alterado por elhecho de que el desarrollo ms reciente de la teora social cristiana ha lleva-do a la Iglesia24 a conceder el derecho fundamental de la propiedad privadade los medios de produccin, aun cuando las primitivas enseanzas de laIglesia haban evitado incondicionalmente siquiera aceptar el calificativo depropiedad privada. Pues debemos comprender que la Iglesia ha reconocidoel derecho de propiedad privada en un esfuerzo para oponerse a las asona-das socialistas para destruir por la fuerza el orden existente. En la realidad,

    no se desea otra cosa que el socialismo de estado de un particular color.La naturaleza de los mtodos socialistas de produccin es indepen-

    diente de los mtodos concretos implicados en el intento de llevarlo a lamaterializacin. Cualquier intento de materializar el socialismo, sea del carc-ter que sea, debe fundarse en la imposibilidad prctica de establecer unaeconoma puramente socialista. Es por esta razn, y no por supuestas defi-ciencias en el carcter moral del hombre, que el socialismo aparece condena-do al fracaso.

    Podra concederse que las cualidades morales requeridas por losmiembros de una comunidad socialista tal vez estaran mejor cauteladas porla Iglesia. El espritu que debe prevalecer en una comunidad socialista esmuy semejante al de una comunidad religiosa. Pero para superar las dificul-tades que surgen en el proceso de establecer una sociedad socialista serequerira de un cambio en la naturaleza humana y de las leyes de la natura-leza que nos rodea, y ni siquiera la fe es capaz de producir aquello.

    5. La Economa Planificada

    La as llamada economa planificada (Planwirtschaft) es una variedadms reciente de socialismo.

    24 En nuestro texto siempre hemos hablado slo de la Iglesia en general, sinconsideracin de las diferencias entre las diversas denominaciones. Ello es admisible. La

    evolucin en direccin al socialismo es comn a todas las denominaciones. En elcatolicismo, la encclica Rerum Novarum, del Papa Len XIII, publicada en 1891,reconoce el origen de la propiedad privada en el derecho natural; pero, simultneamen-te, se suscribieron una serie de principios ticos fundamentales en pos de la distribucindel ingreso que slo podran ponerse en prctica al alero del socialismo de estado. Sobreesta base tambin se erige la encclica Quadragesimo anno del Papa Po XI, del ao1931. En el protestantismo alemn, la idea socialista cristiana est tan ligada al socialis-mo de estado que ambos se distinguen con gran dificultad.

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    Cualquier intento de llevar a la realidad el socialismo inmediatamentechoca con dificultades insuperables. Eso es lo que ocurri con el socialismo

    de estado prusiano. El fracaso de la nacionalizacin fue tan apabullante queno pudo ser pasado por alto. Las condiciones en las empresas gubernamen-tales no podan alentar nuevos pasos por la senda del control estatal omunicipal. La culpa de esto fue enrostrada a los funcionarios pblicos. Ha-ba sido un error excluir al hombre de negocios. De un modo u otro lashabilidades del empresario deben ser puestas al servicio del socialismo. Deesta nocin se deriv el arreglo de la empresa mixta. En lugar de unacompleta estatizacin o municipalizacin hallamos la empresa privada en

    que tiene inters el estado o el municipio. De este modo se presta atencin,por una parte, a las demandas de aquellos que piensan que no es correctoque el estado o las municipalidades no tenga participacin en las utilidadesde empresas sujetas a su augusto mandato. (Desde luego el estado puedeobtener y obtiene su participacin en forma ms efectiva a travs de latributacin sin exponer las finanzas pblicas a la posibilidad de una prdi-da). Por otra parte, se piensa que este sistema pondra todo el potenciaactivo del empresario al servicio de la empresa comn lo que constituye un

    grueso error. Pues apenas representantes del gobierno toman parte en laadministracin, entran en juego todos los obstculos que limitan la iniciati-va de los funcionarios pblicos. La forma mixta de las empresas posibilitaeximir a obreros y empleados de las normas aplicables a los funcionariospblicos, mitigando as los efectos nocivos que el espritu oficial ejercesobre la rentabilidad de las empresas. Ciertamente las empresas mixtas hanresultado mejores en general que las empresas puramente estatales. El he-cho de que bajo ciertas circunstancias favorables sea posible sacar adelante

    con cierto xito algunas empresas pblicas en el seno de una sociedadeconmica basada en la propiedad privada no basta para demostrar que seaviable una completa socializacin de la sociedad.

    Durante la primera guerra mundial las autoridades alemanas y aus-tracas intentaron al alero del socialismo de guerra dejar a los empresariosla conduccin de los consorcios nacionalizados. La urgencia con que fue-ron adoptadas las medidas socialistas bajo condiciones de guerra muy dif-ciles y el hecho de que desde un principio nadie tena una idea suficiente-

    mente clara de las implicancias fundamentales de la nueva poltica, ni delextremo al que deba llevarse, no dej abiertas otras posibilidades. La direc-cin de ramas individuales de la produccin fue entregada a asociacionesobligatorias de empleados, que fueron sometidas a supervisin guberna-mental. La regulacin de los precios por una parte, y la drstica tributacinsobre las utilidades, por otra, deban garantizar que el empleador no fuese

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    ms que un empleado que comparta las utilidades generadas.25 El sistemano oper. An as fue necesario adherir a l, salvo que se pretendiera aban-

    donar todo intento de socialismo, porque nadie tena algo mejor que ofrecer.El memorndum del Ministerio alemn de Economa (7 de mayo de 1919),redactado por Wissell y Moellendorff, dice en pocas palabras que para ungobierno socialista no haba nada ms que hacer que mantener el sistemaconocido durante la guerra como economa de guerra. Un gobierno so-cialista seala el documento no puede ignorar el hecho de que debido aunos pocos abusos, la opinin pblica se ve envenenada por crticas intere-sadas contra una economa planificada en forma sistemtica; puede mejorar

    el sistema planificado; puede reorganizar la antigua burocracia; podra inclu-so entregar la responsabilidad a la ciudadana interesada en el negocio en laforma de una autonoma administrativa; pero debe declararse partidario dela economa planificada obligatoria; eso equivale a decir partidario de losconceptos ms impopulares del deber y la coercin.26

    La economa planificada es un esquema de comunidad socialista queintenta resolver de un modo particular el problema insoluble de la responsa-bilidad del rgano actuante. No slo es deficiente la idea en que se basa

    este intento, sino que la solucin en s es slo impostura, y el hecho de quelos creadores y partidarios de este esquema pasen por alto este punto escaracterstica particular de la actitud de los funcionarios pblicos. La auto-noma administrativa concedida a ciertas reas y ramas individuales de laproduccin es importante slo en asuntos menores, pues el centro de gra-vedad de la actividad econmica yace en el ajuste entre reas individuales yramas individuales de la produccin. Ese ajuste slo puede verificarse demodo uniforme; si no se garantiza esto, todo el plan tendra que ser consi-

    derado sindicalista. En efecto, Wissell y Moellendorff contemplan la crea-cin de un Consejo Econmico Estatal que tenga el control supremo delsistema econmico alemn en cooperacin con las ms altas instanciascompetentes del estado.27 En consecuencia, toda la proposicin se reducea que la responsabilidad por la administracin econmica sea compartidaentre los ministros y una segunda autoridad.

    El socialismo de la economa planificada se distingue del socialismode estado aplicado en Prusia bajo los Hohenzollern principalmente por el

    25 Sobre socialismo de guerra y sus consecuencias, vase Nation, Staat undWirtschaft, del autor, pg. 140 y sigts.

    26 Denkschrift der Reichswirtschaftsministeriums, reproducida por Wissell,p. 106.

    27 Denkschrift des Reichswirtschaftsministeriums, reproducida por Wissell,p. 116.

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    hecho de que la posicin privilegiada en el control de la economa y en ladistribucin del ingreso, que los ltimos asignaban a los junkers y a los

    burcratas, se asigna aqu al empresario anterior. Esto es una innovacindictada por el cambio en la situacin poltica que result de la catstrofeque avasall a la monarqua, a la nobleza, a la burocracia y a la oficialidad;aparte de esto carece de significado para el problema del socialismo.

    En aos recientes se descubri un nuevo trmino para aquello quequedaba encubierto por la expresin economa planificada: Capitalismode Estado, y no pueden caber dudas que en el futuro todava surgirnmuchas otras proposiciones para el salvataje del socialismo. Aprenderemos

    muchos nombres nuevos para la misma cosa. Pero lo que importa es la cosa,no sus nombres, y todos los esquema de este tipo no lograrn alterar lanaturaleza del socialismo.

    6. Socialismo Gremial

    Durante los primeros aos de la guerra de 1914 tanto los ingleses como

    algunos pueblos del continente europeo pretendieron ver en el socialismogremial una nueva panacea. Pero ste ha sido olvidado desde hace tiempo. Sinembargo, no debemos pasarlo por alto al analizar los proyectos socialistas.Pues representa la nica contribucin a los modernos planes socialistasformulada por los anglosajones, gente muy avanzada en materias econmi-cas. El socialismo gremial constituye otro intento de superar el problemainsoluble de una direccin socialista de la industria. No fue necesario elfracaso de las actividades del socialismo de estado para abrirles los ojos a los

    britnicos, resguardados por el dilatado reinado de las ideas liberales deaquella sobrevaluacin del estado que ha predominado en la Alemania moder-na. El socialismo nunca ha sido capaz en Inglaterra de sobreponerse a ladesconfianza respecto de que el gobierno sera capaz de regular mejor todoslos asuntos humanos. Los britnicos siempre han identificado el gran proble-ma que las restantes naciones europeas se negaron a captar antes de 1914.

    En el socialismo gremial cabe distinguir tres cosas diferentes. Esta-blece la necesidad de reemplazar el sistema capitalista por otro socialista;

    esta teora totalmente eclctica no debiera quitarnos ms tiempo. Tambinofrece un camino para la materializacin del socialismo. Finalmente esboza elprograma de una futura sociedad socialista. Es ste el aspecto que nosinteresa.

    Meta del socialismo gremial es la socializacin de los medios deproduccin. Por tanto est justificado denominarlo socialismo. Su caracte-

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    rstica exclusiva es la estructura particular que confiere a la organizacinadministrativa del futuro estado socialista. La produccin habr de ser con-

    trolada por los trabajadores en las diversas ramas de la produccin. Sonellos los que eligen a sus capataces, gerentes y otros jefes administrativos,y son ellos quienes regulan directa e indirectamente las condiciones detrabajo y quienes disponen los mtodos y objetivos de la produccin.28 Losgremios en cuanto organizaciones de productores segn las ramas indivi-duales de la industria encaran el estado como la organizacin de los consu-midores. El estado tiene derecho a cobrar tributos a los gremios y es ascapaz de regular su poltica de precios y salarios.29

    El socialismo gremial se autoengaa en gran medida si piensa que deeste modo podra generar un orden socialista de la sociedad que no pongaen peligro la libertad del individuo y que podra evitar todos los males delsocialismo centralizado que los ingleses detestan y apoyan prusianis-mo.30 Incluso en una sociedad regida por el socialismo gremial todo elcontrol de la produccin pertenece al estado. Es slo el estado el que deter-mina los objetivos de la produccin y el que determina lo que debe hacersepara alcanzar esa meta. Determina directa o indirectamente a travs de su

    poltica tributaria las condiciones laborales, desplaza el capital y la mano deobra de una rama de la industria a otra, hace ajustes y acta como interme-diario entre los mismos gremios y entre productores y consumidores. Estastareas que caen en manos del estado son las nicas importantes y constitu-

    28 Los socialistas gremiales se oponen a la propiedad privada a la industria y

    favorecen decididamente la propiedad pblica de la misma. Desde luego que ello nosignifica que desean ver a la industria administrada burocrticamente por reparticionesdel estado. Aspiran al control de la industria por gremios nacionales que incluyan a todoel personal de la industria. Pero no desean la propiedad de ninguna industrial por partede los trabajadores empleados sta. Su meta es establecer la democracia industrial colo-cando la administracin en manos de los trabajadores, pero a la par eliminar las utilida-des al colocar la propiedad en manos de la ciudadana. De tal modo los trabajadores deun gremio no trabajarn en pos de las utilidades: los precios de sus productos y almenos indirectamente el nivel de sus remuneraciones quedar sujeto a una considerablemedida de control pblico. El sistema gremial es de asociacin industrial entre lostrabajadores y la ciudadana y con ello se diferencia marcadamente de las proposiciones

    calificadas como sindicalistas. ...La idea central de los gremios nacionales es la deautonoma administrativa industrial y democrtica. Los gremialistas sostienen que losprincipios democrticos son tan plenamente aplicables a la industria como a la polti-ca. Cole, Chiaos and Order in Industry (Londres, 1920), pg. 58 y sigts.

    29 Cole, Self-Government in Industry (Londres, 1920). Tambin Schuster,Zum englischen Gildensozialismus (Jahrbcher fr Nationalkonomie und Statistik,Vol. CXV), pg. 487 y sigs.

    30 Cole, Self-Government in Industry, pg. 255.

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    yen la esencia del control econmico.31 Lo que se deja a los gremios indivi-duales y, dentro de stos, a los sindicatos locales e intereses particulares

    es la ejecucin del trabajo asignado a ellos por el estado. Todo el sistemaconstituye un intento de traducir la constitucin poltica del estado ingls ala esfera de la produccin; su modelo es la relacin en que se encuentra elgobierno local respecto del gobierno central. El socialismo gremial se auto-califica explcitamente como federalismo econmico. Claro que en la consti-tucin poltica de un estado liberal no resulta difcil conceder una ciertaindependencia al gobierno local. La necesaria coordinacin de las partesdentro del todo est suficientemente asegurada por la obligacin impuesta a

    cada unidad territorial para que maneje sus asuntos en el marco de las leyes.Pero en el caso de la produccin ello dista de ser suficiente. La sociedad nopuede dejar a los propios trabajadores de cada rama individual de la produc-cin determinar la cantidad y la calidad del trabajo que realizan y cmohabrn de aplicarse los medios materiales necesariamente involucrados.32 Silos trabajadores de determinado gremio trabajan con menos celo o empleanlos medios de produccin en forma dilapidadora, es asunto que no slo lesconcierne a ellos sino que a toda la sociedad. El estado encargado de dirigir

    la produccin no puede por tanto abstenerse de preocuparse por los asun-tos internos de cada gremio. Si no est autorizado para ejercer un controldirecto a travs del nombramiento de administradores o directores laborales,

    31 Una breve reflexin mostrar que una cosa es tender lneas de desage yotra bien distinta decidir dnde se las tender; una cosa es hacer pan y otra decidircunto pan habr de hacerse; una cosa es construir casas y otra es decidir dnde cons-truirlas. Esta lista de opuestos puede extenderse infinitamente y ninguna cantidad de

    fervor democrtico las destruir. Encarados con estos hechos, los socialistas gremialesafirman que hay necesidad de autoridades centrales y locales cuya tarea ser velar poraquella importante parte de la vida que queda al margen de la produccin. Un construc-tor puede pensar que es conveniente construir para siempre, pero ese hombre vive endeterminada localidad y tiene derecho de preguntar acaso este punto de vista puramenteindustrial tendr absoluta libertad de juego. Todos, en efecto, no son slo productoressino que tambin ciudadanos. G. D. H. Cole y W. Mellor, The Meaning of IndustrialFreedom (Londres, 1918), pg. 30.

    32 Tawney, The Acquisitive Society (Londres, 1921). En la pgina 122 conside-ra que las ventajas del sistema gremial para el trabajador son que pone fin al odioso ydegradante sistema bajo el cual es dejado de lado cual material intil cada vez que sus

    servicios no son requeridos. Pero justamente esto revela el ms grave defecto delsistema recomendado. Si no se necesita de nuevas construcciones por existir moment-neamente suficiente cantidad, pero debe construirse para mantener ocupados a sustrabajadores no dispuestos a cambiar a otras ramas de la produccin que adolecen de unarelativa falta de mano de obra, la posicin es antieconmica y despilfarradora. El solohecho de que el capitalismo obliga a los hombres a cambiar de ocupacin constituye suventaja desde el punto de vista del bien general, aun si afecta directamente los interesesespeciales de grupos pequeos.

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    entonces debe buscar algn otro medio tal vez a travs de los medios queestn al alcance de la mano en el derecho tributario, o a travs de la influen-

    cia que tiene sobre la distribucin de los bienes de consumo para lograrreducir la independencia de los gremios hasta el nivel de fachada carente designificado. Son los capataces aquellos que estn en contacto habitual conel trabajador individual para dirigir y supervisar su trabajo y por tanto sonlos ms odiados por los trabajadores. Los reformadores sociales que sehacen cargo ingenuamente de los sentimientos de los trabajadores tal vezcrean posible reemplazar esos organismos de control por hombres dignosde confianza escogidos por los propios trabajadores. Eso no es todava tan

    absurdo como la creencia de los anarquistas de que todo el mundo estarapreparado para observar las reglas de la vida comunitaria sin mediar imposi-cin alguna; pero aun as no es mucho mejor. La produccin social es unaunidad en que cada parte debe cumplir exactamente su funcin en el marcode la totalidad. No puede ser dejado a discrecin de la parte el determinarcmo se acomodar al esquema general. Si el capataz libremente escogidono despliega el mismo celo. Si el capataz libremente escogido no despliegael mismo celo y energa en su labor de supervisin que otro no escogido

    por los trabajadores, disminuir la productividad de los mismos.El socialismo gremial no resuelve por lo tanto ninguna de las dificul-

    tades que surgen en el camino del establecimiento de una sociedad socialis-ta. Hace ms aceptable el socialismo para el espritu britnico al reemplazarla palabra nacionalizacin, que suena desagradable en odos ingleses, por ellema autonoma administrativa de la industria. Pero en esencia no ofrecenada diverso de aquello que recomiendan los socialistas del continenteeuropeo, es decir, la proposicin de dejar la direccin de la produccin a

    comits de trabajadores y empleados involucrados en la produccin, y acomits de consumidores. Ya hemos visto que esto no nos acerca ni unpice ms a la solucin del problema del socialismo.

    El socialismo gremial debe buena parte de su popularidad a los ele-mentos sindicalistas que muchos de sus adherentes pretenden descubrir enl. El socialismo gremial, tal como lo conciben sus representantes tericos,indudablemente no es sindicalista. Pero el modo como propone lograr alcan-zar su fin bien fcilmente podra conducir al sindicalismo. Si, para empezar,

    se establecieran gremios nacionales en ciertas ramas importantes de la pro-duccin que tendran que operar de otro modo en un sistema capitalista,ello significara la sindicalizacin de ramas individuales de la industria. Aligual que en todas partes, tambin aqu aquello que parece ser la sendahacia el socialismo en realidad podra probar con relativa facilidad ser elcamino hacia el sindicalismo.

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    II. SISTEMAS SEUDO-SOCIALISTAS

    1. Solidarismo

    En dcadas recientes pocos son los que han logrado permanecerinmunes al xito de la crtica socialista al orden social capitalista. Inclusoaquello que no desearon capitular ante el socialismo han intentado de diver-so modo actuar de acuerdo a su crtica de la propiedad privada de losmedios de produccin. De tal modo han originado sistemas mal diseados,eclcticos en su teora y dbiles en su poltica, que buscaron una reconcilia-

    cin de sus contradicciones. Pero pronto cayeron en el olvido. Slo uno deaquellos sistemas encontr repercusin: el sistema autodenominado solida-rismo. Este ha arraigado sobre todo en Francia; no sin razn fue calificadocomo la filosofa social oficial de la Tercera Repblica. Fuera de Francia seconoce menos el trmino solidarismo, pero las teoras que originan alsolidarismo constituyen el credo sociopoltico de muchos que tienen incli-naciones religiosas o conservadoras y que no suscriben el socialismo cris-tiano o de estado. El solidarismo no se destaca ni por la profundidad de su

    teora ni por la cantidad de sus adherentes. Lo que le confiere cierta impor-tancia es su influencia sobre muchos de los ms grandes hombres y mujeresde nuestro siglo.

    El solidarismo comienza afirmando que los intereses de todos losmiembros de la sociedad son armnicos. La propiedad privada de los bienesde produccin es una institucin social cuya mantencin es del inters detodos y no solamente de los propietarios; todos se veran perjudicados sifuera reemplazada por una propiedad comn que pondra en peligro la pro-

    ductividad del trabajo social. Hasta aqu el solidarismo va de la mano con elliberalismo. Pero a partir de aqu sus caminos se separan. Pues la teorasolidarista afirma que el principio de la solidaridad social no se materializasimplemente a travs de un orden social basado en la propiedad privada delos medios de produccin. Niega el hecho de que actuar meramente en favorde los propios intereses de propiedad dentro del marco de un orden legalque garantice la libertad y la propiedad asegurara una interaccin de lasacciones econmicas individuales correspondientes a los fines de la coope-

    racin social, aunque no lo analiza mayormente y tampoco avanza ideas queno hayan sido planteadas con anterioridad por los socialistas, especialmen-te por aquellos no marxistas. Los hombres en sociedad, por la sola naturale-za de la cooperacin social, slo dentro de la cual pueden existir, estnrecprocamente interesados en el bienestar de sus prjimos; sus interesesson solidarios y por tanto propendern a actuar en forma solidaria. Pero

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    la mera propiedad privada de los medios de produccin no ha logrado lasolidaridad en una sociedad caracterizada por la divisin del trabajo. Para

    ese fin deben adoptarse provisiones especiales. El ala de mayor inclinacinestatista dentro del solidarismo pretende llevar a cabo una accin solida-ria a travs de acciones del estado: a travs de leyes que impongan obliga-ciones a los propietarios en favor de los desposedos y en favor de labeneficencia pblica. El ala de mayor inclinacin eclesistica del solidarismodesea alcanzar el mismo fin mediante llamados a la conciencia: el amor cris-tiano har que el individuo cumpla con sus deberes sociales.

    Los representantes del solidarismo han expuesto sus puntos de vis-

    ta sociofilosficos en ensayos de brillante redaccin, que revelan todo elesplendor del espritu francs. Nadie ha sido capaz de pintar con palabrasms hermosas la mutua dependencia de los hombres en una sociedad. A lacabeza de todos ellos se encuentra Sully Prudhomme. En su famoso sonetonos muestra al poeta al despertar de un mal sueo en que se ha visto a smismo seul, abandonn de tout le genre humain, en el preciso momentoen que ha cesado la divisin del trabajo y ya nadie quiere laborar para l.Esto lo lleva a reconocer que:

    ...quau siecle ou nous sommesNul ne peut se vanter de se passer des hommes;Et depuis ce jour-la, je les ai tous aims,(...en nuestro siglonadie puede arrogarse a ocupar el lugar de los hombres;Y a partir de aquel da los am a todos ellos,)

    Tambin supieron cmo defender adecuadamente su caso, ya sea

    con argumentos teolgicos,1

    ya sea con razones jurdicas.2

    Pero todo ellono debe cegarnos en relacin a la debilidad intrnseca de su teora. La teorasolidarista es un eclecticismo nebuloso. No requiere de un anlisis especial.Aqu no se interesa mucho menos que su ideal social, que pretende evitar

    1 Debe aqu nombrarse antes que nada al jesuita Pesch y su obra, Lehrbuch derNationalkonomie (Friburgo, 1914) pp. 392-438. En Francia existe un conflicto entre

    los solidaristas catlicos y solidaristas librepensadores ms bien frente a las relaciones dela Iglesia con el estado y la sociedad que en relacin a los verdadero principios de lateora social y poltica, lo que toma a los miembros de la Iglesia desconfiados enrelacin al trmino solidarismo. Vase Haussonville, Assistance publique et bienfai-sance prive (Revue des Deux Mondes, Vol. CLXII). Tambin Bougl, Le Solidarisme(Pars 1907), pg. 8 y sigs.

    2 Bourgeois, Solidarit (Pars, 1907). Tambin Waha, Die Nationalkonomiein Frankreich (Stuttgart, 1910), pg. 432 y sigs.

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    las fallas de los sistemas individualistas y socialistas, para mantener aquelloque es acertado en ambos.3

    El solidarismo propone conservar la propiedad privada de los bienesde produccin. Pero por sobre el propietario coloca una autoridad sinimportar acaso sea la ley y su creador, el estado, o la conciencia y suconsejero, la Iglesia que debe velar porque el propietario haga uso correc-to de sus bienes. La autoridad habr de evitar que el individuo exploteirrestrictamente su posicin en el proceso econmico; tambin se impon-drn ciertas restricciones a la propiedad. De tal modo el estado o la Iglesia,la ley o la conciencia se convierten en el factor decisivo en la sociedad. La

    propiedad es sometida a sus normas y cesa de ser el elemento bsico yulterior del orden social. Contina existiendo slo en la medida que lo permi-te la ley o la tica, es decir, la propiedad es abolida, dando que el propietariodebe atenerse, al administrar su propiedad, a principios distintos que aque-llos que le imponen los intereses de sus bienes. Sealar que, bajo todas lascircunstancias, el propietario se ver obligado a seguir la prescripcin de laley y la tica y que ningn ordenamiento legal reconoce la propiedad sinlimitarla con normas, no constituye en modo alguno una rplica. Pues si

    esas normas apuntan slo a la libre propiedad y para prevenir que el propie-tario se va interferido en su derecho a mantener su propiedad mientras nopase a otros sobre la base de contratos que haya suscrito, entonces esasnormas contienen meramente un reconocimiento del derecho de propiedadde los medios de produccin. El solidarismo, sin embargo, no contemplaestas normas como suficientes en s para reunir en forma fructfera el trabajode los miembros de la sociedad. El solidarismo busca colocar otras normas.Por Encima de stas. Son esas otras normas las que as se convierten en la

    ley fundamental de la sociedad. El solidarismo reemplaza el derecho de pro-piedad por una ley superior; en otras palabras, materializa su abolicin.Desde luego que los solidaristas no desean ir tan lejos. Dicen que

    slo desean limitar la propiedad, pero mantenerla en principio. Pero cuandose ha ido tan lejos como para establecer lmites a la propiedad diversos deaquellos que emanan de su propia naturaleza, uno ya ha abolido la propie-dad. Si el propietario slo puede hacer con sus bienes lo que se le prescribe,lo que pasa a dirigir la actividad econmica nacional no es la propiedad sino

    el poder que prescribe sus usos.El solidarismo desea, por ejemplo, regular la competencia; no debepermitirse que sta conducta a la decadencia de las clases medias o a la

    3 Pesch, obra citada, pg. 420.

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    opresin de los dbiles.4 Eso slo significa que una condicin dada deproduccin social habr de ser preservada, aun si se diluyera al alero de la

    propiedad privada. Al propietario se le dice qu, cmo y cunto habr deproducir y bajo qu condiciones y a quin habr de vender. De este mododeja de ser propietario; se convierte en miembro privilegiado de una econo-ma dirigida, en un funcionarios que percibe una entrada especial.

    Quin habr de decidir en cada caso individual hasta dnde podrnir la ley y la tica en la delimitacin de los derechos del propietario? Slo laley o la tica mismas.

    Si el solidarismo mismo fuese claro en relacin a las consecuencias

    de sus postulados, ciertamente tendra que ser calificado como una varie-dad de socialismo. Pero est lejos de tener las cosas claras. Se ve a s mismocomo fundamentalmente diferente del socialismo de estado,5 y la mayorparte de sus partidarios se sentiran horrorizados si debieran reconocer cules su verdadero ideal. Por tal motivo su ideal social todava puede contabili-zarse entre los sistemas seudo-socialistas. Pero debe recalcarse que aquelloque lo separa del socialismo no es mucho. Slo la atmsfera espiritual deFrancia, ms favorable, en trminos generales, al liberalismo y al capitalismo,

    ha evitado que los solidaristas galos y el jesuita Pesch, un economista bajoinfluencia francesa, hayan cruzado la frontera que media entre el solidarismoy el socialismo. Sin embargo, muchos de aquellos que siguen llamndose as mismos solidaristas deben ser considerados estatistas. Charles Gide, porejemplo, es uno de ellos.

    2. Diversas Proposiciones de Expropiacin

    Los movimientos precapitalistas favorables a la reforma de la propie-dad generalmente culminan en una demanda de igualdad de riqueza. Todosdebern ser igualmente ricos; nadie habr de poseer ms o menos que losotros. Esa igualdad habr de alcanzarse redistribuyendo la tierra y se harduradera prohibiendo la venta o la hipoteca de las tierras. Esto claramenteno constituye socialismo a pesar de que en ocasiones se le llama socialismoagrario.

    El socialismo no persigue en modo alguno la divisin de los mediosde produccin y tambin desea hacer ms que solamente expropiarlos; bus-ca producir sobre la base de la propiedad comn de los bienes de produc-

    4 Pesch, obra citada, pg. 422.5 Pesch, obra citada, pg. 420.

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    cin. Por tal razn, aquellas proposiciones que slo apuntan a la expropia-cin de los medios de produccin no pueden ser consideradas como socia-

    lismos; a lo ms, pueden constituir proposiciones para una va hacia elsocialismo.

    Si, por ejemplo, propusieran un monto mximo de bienes que pudieraposeer determinado individuo, slo podra considerrselos como socialismosi pretendieran que la riqueza de este modo canalizada hacia el estado seconvierta en base de la produccin socialista. Tendramos entonces antenosotros una proposicin para la socializacin. No resulta difcil observar queesta proposicin no es viable. La cantidad de bienes de produccin que

    pudiera as socializarse depender del grado en que todava estn permitidaslas fortunas privadas. Si stas se fijan bajas, la accin contra la propiedadprivada no har mucho por socializar los medios de produccin. Pero as ytodo deber suscitarse toda una secuela de consecuencias no deseadas. Pues

    justamente los empresarios ms enrgicos y activos se vern prematuramenteexcluidos de la actividad econmica, mientras aquellos hombres ricos cuyasfortunas se acerquen al lmite se vern tentados de llevar modos de vidaextravagantes. La limitacin de las fortunas individuales con seguridad con-

    ducir hacia una disminucin en la formacin de capital.Consideraciones similares pueden aplicarse a proposiciones respec-

    to de abolir el derecho de herencia, proposiciones que pueden escucharseen diversos campos polticos. Abolir la herencia y el derecho de formalizardonaciones destinadas a soslayar la prohibicin no acarreara un socialismototal, aunque en el plazo de una generacin transferira a la sociedad unaparte considerable de todos los medios de produccin. Por sobre todas lascosas, frenara la formacin de nuevo capital y una parte del capital existen-

    te se vera consumido.

    3. Participacin de Utilidades

    Una escuela de bien intencionados autores y empresarios recomien-da la participacin de utilidades. Las mismas ya no debern canalizarseexclusivamente hacia el empresario; habrn de ser compartidas por los em-presarios y los asalariados. Una parte de las utilidades empresariales habr

    de suplementar los salarios de los trabajadores. Engels espera de esto nadamenos que un acuerdo que satisfaga a ambas partes involucradas en lacontienda social, y as tambin una solucin de la cuestin social.6 La

    6 Engels, Der Arbeitsvertrag und die Arbeitsgesellschaft. (en Arbeiterfreund,Ao 5, 1867, pp. 129-154). En un memorando del Statistisches Reichsamt se entregauna revisin de la literatura alemana que versa sobre distribucin de utilidades: Untersu-

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    mayor parte de los partidos del sistema de participacin de utilidades leconfieren un significado semejante.

    Las proposiciones para transferir al trabajador una parte de las utilida-des del empresario derivan de la idea de que, bajo el capitalismo, el empresariopriva al trabajador de una parte de aquello que en realidad le pertenecera.Baste de esta idea es el oscuro concepto de un derecho inalienable a todo elproducto del trabajo, es decir, la teora de la explotacin en su forma mspopular e ingenua, que se expresa aqu ms o menos abiertamente. Para susdefensores, la cuestin social se manifiesta como una lucha por las utilidadesdel empresario. Los socialistas desean canalizar stas hacia los trabajadores;

    los empresarios las reclaman para s. Viene alguien y recomienda se zanje ladisputa mediante un acuerdo: cada parte ver satisfecha parte de su demanda.As ambas se vern satisfechas: los empresarios porque su pretensin esobviamente injusta, los trabajadores porque obtienen, sin necesidad de lu-char, un considerable aumento de sus ingresos. Este tren de pensamiento,que trata el problema de la organizacin social del trabajo como un problemade derechos y que intenta zanjar una disputa histrica como si fuera unmalentendido entre dos comerciantes al repartir la diferencia, es tan errado

    que no vale la pena profundizar ms en l. O la propiedad privada de losmedios de produccin es una institucin necesaria para la sociedad humana ono lo es. Si no lo es, puede o debe abolrsela y no hay motivo para detenersea medio camino por consideracin a los intereses empresariales. Sin embargo,si la propiedad privada es reconocida como necesaria, no requiere de otra

    justificacin para su existencia y no hay razones para debilitar su efectividadsocial mediante su abolicin slo parcial.

    Los partidarios de la distribucin de las utilidades opinan que sta

    alentar al trabajador para un cumplimiento ms dedicado de sus deberes delo que cabe esperar de otro que no participa de las utilidades de su empresa.Se equivocan tambin en esto. All donde la eficiencia de la mano de obrano se ha visto menguada por todo tipo de sabotaje socialista, all donde eltrabajador puede ser despedido sin dificultad y sus remuneraciones ajusta-das a su productividad sin consideracin de acuerdos colectivos, no serequerir de otros incentivos para acrecentar su rendimiento. All, bajo talescondiciones, el trabajador labora plenamente consciente del hecho de que

    sus entradas dependen de lo que haga. Pero donde faltan esos factores, laperspectiva de obtener una fraccin de las utilidades netas de la empresa nolo inducir a realizar ms de lo formalmente necesario. Si bien de una magni-

    chungen und Vorschlge zur Beteiligung der Arbeiter an dem Ertrge wirtschaftlicher

    Unternehmungen, publicado como suplemento del Reichs-Arbeitsblatt del 3 de marzo,1920.

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    tud diferente, se trata del mismo problema que ya hemos revisado al exami-nar los incentivos en una comunidad socialista para superar la desutilidad

    del trabajo. El trabajador no recibir del producto de su trabajo extraordina-rio cuya carga slo debe soportar l una fraccin lo suficientemente gran-de como para recompensar su esfuerzo extra.

    Si la reparticin de utilidades para el trabajador se realiza individual-mente, de modo que cada trabajador participe de las utilidades de slo laempresa para la cual labora, se generan sin razones manifiestas diferen-cias de remuneracin que no cumplen funcin econmica alguna y que, afin de cuentas, parecen injustificadas y que todos necesariamente percibi-

    rn como injustas. Es inadmisible que el tornero de una empresa ganeveinte marcos y perciba diez ms como resultado de la distribucin de utili-dades, mientras un tornero de la competencia, con menos xito en los nego-cios tal vez por estar peor dirigida perciba slo veinte marcos. Estosignifica, o que se crea una renta y tal vez tambin que los trabajosvinculados con esa renta sean vendidos, o que el trabajador diga a suempresario: No me interesa de dnde saque los treinta marcos; si mi colegalos recibe de la competencia, yo tambin los exijo.7 La distribucin indivi-

    dual de las utilidades necesariamente conducir directamente hacia el sindi-calismo, aun cuando es justamente bajo ste que el empresario todavaretiene para s parte de las utilidades empresariales.

    Se podra intentar otra va, sin embargo. No que el trabajador indivi-dual participe de las utilidades, sino que toda la ciudadana; una parte de lasutilidades de todas las empresas es distribuida entre todos, sin distincin.Esto ya se logra a travs del sistema tributario. Mucho antes de la primeraguerra mundial, las empresas austracas de capital social deban entregar al

    estado y a otras autoridades recabadoras de impuestos entre el veinte y elcuarenta por ciento de sus utilidades netas. En los primeros aos despusde la guerra este porcentaje aument a sesenta y hasta noventa por ciento.La empresa pblica mixta constituye un intento de hallar una forma departicipacin para la comunidad, que hace que la comunidad comparta laadministracin del consorcio, a cambio de lo cual debe participar adems enel aporte de capital. Tambin aqu se carece de motivos, por los cuales unodebiera contentarse con abolir la propiedad privada slo a medias cuando la

    sociedad podra abolir dicha institucin completamente sin perjudicar laproductividad de los trabajadores. Sin embargo, si la abolicin de la propie-dad privada de los medios de produccin es desventajosa, entonces la

    7 Vanse los argumentos de Vogelstein en la sesin de Regensburg del Verein frSozialpolitik en Schiften des Vereins fr Sozialpolitik, Vol. CLIX, pg. 132 y sigts.

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    semiabolicin tambin ser desventajosa. La medida a medias en efectopodra ser tan daina como un golpe certero. Los defensores de la postura

    distributiva generalmente sealan que las empresas mixtas dejan un cam-po de accin para el empresario. Sin embargo, y como ya hemos visto, laactividad estatal o municipal lesiona la independencia de las decisiones delempresario. Una empresa obligada a colaborar con funcionarios pblicos esincapaz de utilizar los medios de produccin del modo como lo exige laconsecucin de utilidades.8

    4. Sindicalismo

    En cuanto tctica poltica, el sindicalismo representa un mtodo par-ticular de ataque de los trabajadores organizados en favor de la obtencinde sus metas polticas. Esas metas tambin pueden redundar en la instaura-cin del socialismo verdadero, es decir, la socializacin de los medios deproduccin. Pero el trmino sindicalismo tambin se emplea en un segundosentido, bajo el cual significa una aspiracin sociopoltica de tipo especial.

    En ese sentido el sindicalismo habr de entenderse como un movimientocuyo objetivo es acarrear un tipo de sociedad en que sean los trabajadoreslos dueos de los medios de produccin. Aqu el sindicalismo nos interesaslo en cuanto objetivo; no necesitamos tratar el sindicalismo en cuantomovimiento, en cuanto tctica poltica.

    El sindicalismo como aspiracin y el sindicalismo como tctica polti-ca no siempre van de la mano. Muchos grupos que han adoptado la accindirecta sindicalista como base de sus procederes aspiran a una sociedadgenuinamente socialista. Por otra parte, el intento de materializar el sindica-lismo como fin puede efectuarse por mtodos diferentes a los de la violenciarecomendada por Sorel.

    Para el grueso de aquellos trabajadores que se llaman a s mismossocialistas o comunistas, el sindicalismo se presenta a s mismo y al menostan vvidamente como el socialismo como la meta de la gran revolucin.Las ideas pequeoburguesas que Marx pensaba superar se hallan muydifundidas, incluso en las filas de los socialistas marxistas. La gran masa nodesea el socialismo genuino, esto es, el socialismo centralizado, sino que elsindicalismo. El trabajador anhela ser el amo de los medios de produccinque se emplean en su particular empresa. El movimiento social contempor-neo nos muestra cada da con mayor claridad que es esto y ninguna otra

    8 Idea desarr