ruiz moreno, isidoro (1961) - historia de las relaciones exteriores argentinas (1810 - 1955)

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ISIDORO RUIZ MORENO Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Miembro de la Academia Nacional de Derecho HISTORIA DE LAS RELACIONES EXTERIORES ARGENTINAS (1810 - 1955) g a flALl 1961 EDITORIAL PERROT BUENOS AIRES

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Editorial PerrotBuenos Aires.

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  • ISIDORO RUIZ MORENOProfesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

    Miembro de la Academia Nacional de Derecho

    HISTORIA DE LASRELACIONES EXTERIORES

    ARGENTINAS(1810 - 1955)

    ga

    flALl1961

    EDITORIAL PERROTBUENOS AIRES

  • HISTORIA DE LAS RELACIONES EXTERIORESARGENTINAS

    pcRectngulo

  • ISIDORO RUIZ MORENOProfesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

    Miembro de la Academia Nacional de Derecho

    HISTORIA DE LASRELACIONES EXTERIORES

    ARGENTINAS(1810 - 1955)

    EDITORIAL PEBEOTBUENOS AIRES

    pcRectngulo

  • AD VER T BN CI A

    Este libro es la historia de la diplomacia argentina; dela accin de nuestros gobernantes; de sus aciertos; de suserrores.

    Son los hechos ms notorios en que actuaron quienesdieron lo mejor de sus afanes.

    Es sntesis de actos memorables, de gestiones laboriosasfrente a empeos exteriores; y de trabajos extraordinarios endefensa del acervo de la Patria.

    Lo dedico a la memoria de mi padre, Isidoro JRuiz Mo-reno, que buena parte tuvo en ella.

    I M P R E S O E N L A A R G E N T I N Aen los Talleres Grficos de A. Baiocco y Ca. S.R..L.el 15 de Julio de 1961. - I n sc r ip to en el Regis-tro Nacional de la Propiedad Intelectual (Ley 11.723) EDITORIAL PEBEOT, BUENOS AIKES, 1961

  • f< ,7* v*.

    CAPTULO ILA POLTICA EXTERIOR ARGENTINA

    El principio de autodeterminacin El "Llit possidetis Juris de 1810 Formacin del territorio de la Repblica Argentina. El Virreynato delRio de ela Plata El pacifismo como norma de conducta de la polticaexterior de la Repblica Argentina La solidaridad Resultados.

    Un maestro inolvidable dijo que la Repblica Argentina,altiva ante los fuertes y considerada con los dbiles, ha tra-bajado invariablemente por la paz de la humanidad, eviden-ciando, al propio tiempo que la nobleza y altura de su pol-tica exterior, la liberalidad de sus instituciones y su accinamericanista franca y sin dobleces. Esa poltica, esa accin,ese pensamiento, estampados perdurablemente en documen-tos, constituyen uno de los acervos morales de que con ma-yor razn puede y debe enorgullecerse nuestro pueblo; elloshan contribuido, desde los primeros das de la emancipacinpoltica del pas, a que se cumpla el alto ideal de^ hacer desu territorio una segunda patria para todos los hombres delmundo que quieran habitarlo 2.

    En las relaciones internacionales de la Repblica Argen-tina han intervenido tres clases de factores o elementos: elterritorial, el jurdico y el poltico; han estado ausentes eleconmico y el estratgico. Sus fronteras internacionales noson el resultado de ideas geopolticas, ni ha intervenido enellos el principio de la nacionalidad. Sin embargo, tiene im-portancia su estudio, porque segn la acertada opinin de

    1 Ruiz MORENO ISIDORO, La poltica exterior de la Repblica Argen-tina, p. 10.

    pcRectngulo

  • La Pradelle, "la frontera es una manifestacin de la activi-dad humana como una creacin de la vida colectiva.

    La frontera ha dejado de ser un hecho geogrfico puroy viene a ser, en la ciencia geogrfica, un hecho poltico adap-tado. No hay otras fronteras que las fronteras polticas" 1.

    El territorio de la Repblica Argentina es continuo ensu mayor parte, pero tiene una porcin discontinua. La pri-mera est formada por las provincias y la plataforma subma-rina que se extiende bajo el ocano Atlntico 2. La parte dis-continua est formada por el territorio de Tierra del Fuegoy su dominio insular que comprende, entre otras, las islasMalvinas, las Oreadas, la de los Estados, Georgia del. Sud,Shetland del Sur, Sandwich y algunas islas del canal deBeagle, Tambin comprende el territorio de la Antrtida Ar-gentina que se extiende en la zona comprendida entre losmeridianos 25 y 74, al sur del aparalelo 60.

    El territorio de la Repblica Argentina se extiende has-ta el "thalweg" en los ros Pilcomayo, Paraguay, Paran yUruguay en la parte que separa del Brasil. Ese lmite per-manece indeterminado en el Ro de la Plata y en el ro Uru-guay con respecto a la Repblica Oriental del Uruguay.Asimismo est indeterminado en el canal de Beagle.

    . El territorio argentino debe ser considerado tambin enla extensin que autoriza el Derecho Internacional Pblicoen' la zona adyacente a sus costas y que se denomina marterritorial3, y que por el art. 2340, inc. 1 del Cdigo Civil,se extiende hasta la distancia de una legua marina que equi-vale a tres millas.

    En los comienzos de nuestras relaciones' internacionaleshan intervenido dos principios fundamentales: el de autode-terminacin de los pueblos y el del "utis possidetis juris"de 1810.

    1 LA PRADELLE, La frontiere, p. 65.3 Art. 2 de la Convencin de Ginebra sobre mar territorial, 1958.

    El art. 2(de la Convencin sobre plataforma continental otorga al Estadoribereo "derechos de soberana" a los efectos de su exploracin y explo-tacin de sus recursos naturales.

    3 Convencin de Ginebra, Art. 1.

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    El principio d autodeterminacin.

    Este principio, fundado en el derecho de los pueblos aresolver sobre sus destinos, fue la regla de conducta del go-bierno argentino hacia sus vecinos en los primeros tiemposde la emancipacin. As lo reconoci el bando de la Juntadel Paraguay de 14 de septiembre de 1811, que dijo, refi-rindose a la de Buenos Aires:

    "Despus de aplaudir nuestra generosa resolucin en el reco-bro y restauracin de nuestra libertad, se contrae a sincerar suprocedimiento en sus expediciones militares dirigidas nicamentea hacer conocer a los pueblos sus ms preciosos derechos, a su-ministrarles fuerzas proporcionadas para reunirse y para hacerrespetar la voluntad de ellos contra los impotentes conatos de latirana y de las prfidas intenciones de los antiguos mandatarios,que pretendan esclavizarlos para perpetuarse en el goce de unaautoridad indebida, que naturalmente haba caducado por precisasconsecuencias de la -extincin del poder supremo. Nos protestaigualmente que nada ha distado de las intenciones de aquella ciu-dad y de su provisional, como la ambicin de dominar a los de-ms pueblos; y que sus vocales, asociados con los diputados delos pueblos unidos solamente, han extendido a ella su jurisdiccinas como los mismos diputados mandan y gobiernan tambin elpueblo de Buenos Aires en consorcio de aqullos". "Ya habisvisto que el pueblo de Buenos Aires no quiere subyugar o domi-nar al del Paraguay ni ingerirse en su gobierno, rgimen o admi-nistracin poltica, sino solamente vivir con nosotros en una ver-dadera fraternidad de sentimientos para nuestra defensa comn yfelicidad general, que es lo mismo que haba decretado nuestraprovincia".

    El mismo principio se repite en las instrucciones reser-vadas que se dan al Capitn General del Ejrcito de losAndes, Don Jos de San Martn, en las operaciones de lacampaa destinada a la reconquista de Chile. Como puntoprimero se le seala el siguiente:

    "La consolidacin de la independenia de la Amrica de losreyes de Espaa, sus sucesores y metrpoli, y la gloria a queaspiran en esta grande empresa las Provincias Unidas del Sud,son los nicos mviles a que debe atribuirse el impulso de lacampaa".

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    m'iMiin i rfiVn -

  • Las instrucciones continan:

    "Nombrar el General igualmente con la misma calidad deprovisorio, un presidente que rena en s la direccin ejecutivade las cuatro causas e invitar al Ayuntamiento para que sinperder momentos proceda a dictar las disposiciones que gradenecesarias para el restablecimiento del gobierno supremo del paisen los trminos ms adecuados al sentir comn de los habitantes,sin que en esta parte tenga el Genera] ni el ejrcito intervencinpblica que la de conservar el orden y evitar de un modo pru-dente el que la eleccin sea obra de la intriga de un partido con-tra la voluntad general y seguridad del ejrcito.

    La administracin de justicia en asuntos particulares y el go-bierno econmico y poltico de los habitantes que fuese entrandobajo la proteccin del ejrcito se ejercern exclusivamente por losjueces o magistrados territoriales con las apelaciones que a laspartes le sean permitidas a los tribunales superiores del Estadopara cuando tenga expedita sus funciones".

    En la proclama que dirigiera San Martn a los habitan-tes del Per desde su cuartel general de Santiago de Chile,en noviembre de 13 de 1818, deca:

    "La fuerza de las cosas ha preparado este gran da de vues-tra emancipacin poltica, y yo no puedo ser sino un instrumentoaccidental de la justicia y un agente del destino. Sensible a loshorrores con que la guerra aflige a la humanidad, siempre heprocurado llenar mis fines del modo ms conciliable con los inte-reses y mayor bien de los peruanos. Despus de una batalla com-pleta en el campo de Maipo, sin escuchar el sentimiento de lams justa venganza por una brbara agresin, ni el derecho de laindemnizacin por los graves males causados a Chile, di unacompleta prueba de mis sentimientos pacficos. Escrib a vuestroVirrey con fecha 11 de abril de este ao, "que sintiese la situa-cin difcil en que estaba colocado, se penetrase de la extensina que podran dilatarse los recursos de dos Estados ntimamenteunidos, y la preponderancia de sus ejrcitos; y en una palabrala desigualdad de la lucha que le amenazaba. Yo lo hice respon-sable, ante todos los habitantes de ese territorio, de los efectosde la guerra; y para evitarlos, le propuse que se convocase alilustre vecindario de Lima representndole los sinceros deseos delGobierno de Chile y de las Provincias Unidas: que se oyese laexposicin de sus quejas y derechos, y que se permitiese a lospueblos adoptar libremente la forma de gobierno que creyerenconveniente, cuya deliberacin espontnea sera la ley suprema desus operaciones".

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    El Congreso General Constituyente, por ley de 1825,resolvi dejar librado a la libre voluntad de los habitantes delas provincias de Chuquisaca, Cochabamba, La Paz y Potosdeterminar su incorporacin a Bolivia o a las Provincias delRo de la Plata1.

    Pero si sta fue la poltica que sigui en las pocas dela emancipacin, la conducta del Gobierno argentino cambiuna vez que estuvieron constituidos los estados americanos.Fue as como el I9 de abril de 1876, en las instrucciones delministro Irigoyen sobre la cuestin de lmites con el Para-guay, se estableci como punto de vista argentino el de "quelos Estados que forman parte de un cuerpo poltico no tienenderecho de segregarse sin el asentimiento de ste".

    Hoy el derecho internacional moderno confirma esta po-sicin. El derecho de autodeterminacin slo puede aceptarseen la etapa de formacin de la nacionalidad, o sea cuando elel Estado aparece en la comunidad internacional. Despusse transforma en una secesin que atenta contra la integridadde la Nacin.

    De ah que cualquier movimiento o declaracin que en-tregue la decisin de sus destinos a una comunidad de hom-bres slo puede tener validez si existe el consentimiento delEstado cuyo territorio integra.

    No sera posible reconocer un cambio en el status pol-tico de un territorio cuando debido a una larga ocupacincontraria a ttulos legtimos, o por la fuerza, no existe real-mente libre determinacin dado que los movimientos pasio-nales de un minora no pueden llegar a distraer el patrimo-nio sagrado de la Nacin. Esto importara, ha dicho Scelle,admitir que el derecho se destruye a s mismo 3.

    1 Sin embargo, los delegados Alvear y Daz Vlez que fueronenviados ante Bolvar para reclamar la devolucin de Tarija, en notade 25 de octubre del mismo ao le decan "que es anrquico el princi-pio de que un territorio, pueblo o provincia tengan el derecho de sepa-rarse, por su propia y exclusiva voluntad, de la asociacin poltica aque pertenece, para agregarse a otra sin el consentimiento de la Pri-mera". ("La gestin diplomtica del general Alvear en el Alto Per",p. XVI).

    2 SCELLE GEORGE, Dtoit International Public, p. 119.

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  • Como dijera Quesada: si la integridad de las nacionesdependiese nicamente de la voluntad de los habitantes, lageografa poltica sufrira los cambios de las revolucionestriunfantes; la fuerza sera el nico medio para sostener laconservacin de los estados, y las sociedades polticas notendran el derecho de consolidarse 1.

    El "Ut possidetis Juris" de 1810

    Este es un principio que ha tenido fundamental aplica-cin en todas las cuestiones de lmites de la Amrica espa-ola. Segn el mismo, la delimitacin administrativa colonia]dispuesta por Espaa, vigente en 1810, deba ser la fronterapoltica entre los estados en el momento de la emancipacin.

    La Repblica Argentina invoc el principio del "utispossidetis" como principio de su derecho pblico externo. As,en el tratado de lmites celebrado entre nuestro pas y Chileen 1855, en el artculo 39 se estableci: "Ambas partes con-tratantes reconocern como lmites de sus respectivos territo-rios, los que posean como tales al tiempo de separarse de ladominacin espaola el ao de 1810".

    La Repblica Argentina ha invocado la misma regla ensus cuestiones de lmites con Bolivia y Paraguay. No obstan-te ello, debido a las deficientes informaciones y a los defec-tuosos mapas coloniales, el principio del "utis possidetis" noimpidi que los pases americanos tuvieran necesidad de recu-rrir al arbitraje para solucionar sus cuestiones de lmites.

    Formacin del territorio de la Repblica Argentina.El Virreinato del Rio de la Plata

    La constitucin del territorio argentino tiene su origen,en parte, en las luchas entre Espaa y Portugal y en los actosinternacionales que trataron de solucionarlos. Esos actos fue-ron la bula de Alejandro VI de H93 y los tratados de Tordeci-

    1 QUESADA VICENTE G., La poltica del Brasil con las repblicasdel JRlo de la Plata", p. 90.

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    lias de 1494, de Utrech de 1715, de Madrid de 1750 y deSan Ildefonso de 1774.

    Como expresa el doctor Vicente G. Quesada, dos gran-des objetivos se tuvieron en vista por Carlos III para dividirel extenso virreinato del Per y crear el del Ro de la Plata:la defensa y vigilancia de las costas martimas de la Patago-nia hasta el cabo de Hornos; y formar un estado suficiente-mente poderoso para contener la pretensin portuguesa queambicionaba poseer el territorio de la Banda Oriental.

    Este virreinato fue organizado por necesidades polticasy en previsin de peligros reales. Los franceses se habanapoderado de las islas Malvinas y su retirada cost al go-bierno espaol largas negociaciones. Los ingleses, a su vez,se haban establecido en puerto Egmont. Haba que defenderesas costas y conservar el dominio amenazado por la penetra-cin portuguesa cuyo avance no poda ser detenido por elvirrey de Lima, alejado del teatro de los sucesos, y sin la posi-bilidad de llegar con tiempo debido a los accidentes geogrfi-cos. La cordillera de Los Andes era una barrera entre las po-blaciones de una y otra banda e indicaba al monarca espaolcmo deba demarcar sus posesiones para defenderlas de laagresin extranjera. As fue como la naturaleza traz loslmites coincidiendo con las necesidades polticas, militares ycomerciales de las colonias i.

    El virreinato del Ro de la Plata se cre por la real c-dula del I9 de agosto de 1776 con los territorios de las gober-naciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumn, Potos, San-ta Cruz de la Sierra, Charcas y todos los corregimientos enpueblos y territorios, comprendindose los territorios de Men-doza y San Juan del Pico que se separaron de la Capitanade Chile. No se fijaron lmites determinados porque ya esta-ban sealados a las gobernaciones que se incluan en el dis-trito del nuevo virreinato a.

    El 28 de enero de 1782 se crearon ocho intendenciasque comprendan las provincias de Buenos Aires, Paraguay,

    1 QUESADA VICENTE G., Virreinato del Ro de la Plata, p. 9.2 QUESADA, op cit. p. 45.

  • Santa Cruz de la Sierra, La Paz, Cuyo, Charcas, Potos ySalta de Tucumn,

    Los lmites del virreinato fueron los siguientes: al norteel ro Desaguadero, fronteras con el virreinato del Per; aloeste, la cordillera de los Andes que lo separaba de la Capi-tana General de Chile; -al este, el Ocano Atlntico. La de-marcacin con las posesiones portuguesas estaba fijada porlos tratados celebrados entre las dos monarquas.

    El virreinato as descripto lleg a tener una superficieaproximada de seis millones de kilmetros cuadrados.

    Producida la emancipacin americana a raz de los suce-sos de 1810, el virreinato comenz a segregarse. La primerasegregacin fue la del Paraguay, como resultado de los suce-sos ocurridos en Asuncin, que 'determinaron a los paragua-yos a erigirse en estado independiente. Las provincias delAlto Per, por la ley argentina de 1825, se perdieron defini-tivamente y pasaron a constituir la Repblica de Bolivia.Vino luego la separacin de la Banda Oriental al crearse en1828 el estado independiente del Uruguay como transaccinen la lucha entre la Argentina y el Brasil.

    Como segregaciones del Virreinato del Ro de la Plata,tambin pueden sealarse los laudos arbitrales que determi-naron prdidas de territorios que correspondan al virreinato.Esos laudos son el del presidente Cleveland, que fall enfavor del Brasil la cuestin de las Misiones, y el del presi-dente Hayes, que resolvi que la Villa Oriental y territoriosanexos pertenecan al Paraguay.

    Como ha dicho Bermejo, la gran nacin sucesora delVirreinato del Ro de la Plata "est ya mutilada; no es lamisma que midi por el norte el paso marcial de Belgrano;no es ya la misma cuyas armas asent el oriente Alvear ycuyas naves llevara al sur el intrpido Brown; no es ya lamisma cuyos lindes trazara al occidente la espada fulgurantede San Martn".

    "Qu ha sido del teatro de tanta gloria?""Al estallar la revolucin de 1810 y durante toda la

    guerra de la independencia, el Virreinato del Ro de la Plata

    16

    I

    se extendi desde los confines del Bajo Per hasta el extre-mo sur del continente".

    "Levantado el estandarte de la emancipacin, el puebloargentino no reconoci fronteras que detuviesen su entusias-mo guerrero, porque ellas no existen realmente cuando setrata de llevar a los pueblos, no la usurpacin que indigna,sino el sacrificio que emancipa de la servidumbre",

    "Con Belgrano saca de su letargo tradicional al Para-guay y consagra el derecho americano en las victorias deSalta y Tucumn; emancipa con Rondeau la Banda Orientaldel Uruguay; con San Martn reconquista a Chile y el Per".

    "Quince aos de lucha continuada, de esfuerzos inaudi-tos, realizaron al fin la aspiracin del estadista: la Amricapara los americanos. Otras tantas repblicas levantadas so-bre los restos de una dominacin de tres siglos vieron brillarpor primera vez el sol de la libertad que la bandera argen-tina llevara estampada en sus girones como emblema de larevolucin de Mayo".

    "La bandera patria flameaba entonces victoriosa desdelas riberas del Plata hasta las mrgenes del Rimac; desdelas regiones heladas de la Patagonia hasta la zona ardientedel Ecuador. Pero, desgraciadamente, si venci siempre porlas armas, fue siempre vencida por la diplomacia".

    "Triunfa en Ayacucho y dicta la ley de 1825 que segre-ga de su seno las cuatro provincias del Alto Per. Triunfaen Ituzaing y consiente en la separacin de la Banda Orien-tal; se cubre de gloria -en Tebicuar y tolera el aislamientode la Provincia del Paraguay, cuya independencia reconoceen 1852; triunfa finalmente de esta nacin y recoge por tro-feos la prdida de la Villa Occidental".

    "Unas tras otras hemos visto desgajarse as las ramasdel corpulento virreinato. Locura fuera tratar de recogerlas" x.

    Fue asi como de aquella extensin territorial fijada porel rey de Espaa, hoy slo queda a la Repblica Argentina,sucesora del Virreinato del Ro de la Plata, una superficie de2.900.000 Km2. Sus fronteras estn jalonadas por las manos

    1 BERMEJO, ANTONIO, La cuestin chilena, p. VI.

    17

    7 .':

  • de los arbitros y no ha adquirido un solo centmetro cuadradode tierra por la conquista militar.

    Su nica ampliacin se ha debido a las nuevas institu-ciones del derecho internacional que han reconocido a losestados su plataforma submarina y el dominio de las zonasantarticas vecinas y contiguas a su territorio.

    El pensamiento de los proceres argentinos repudia lo quepudo ser uno de los objetivos de la poltica de Rosas, estoes, la reconstruccin del Virreinato del Ro de la Plata.

    El general Bartolom Mitre, en un Artculo publicado en"La Nacin" el 28 de abril de 1880, sostuvo que es un sueola idea de reconstruir el Virreinato como una nacin indi-visible.

    Si alguna vez las partes o el todo de lo que form estedistrito volviese a reunirse en un cuerpo nico sera por supropia gravitacin, como se ha unificado Alemnia e Ita-lia por sus afinidades, pero nunca por combinaciones arti-ficiales ni por la accin violenta que comprometera la propiavida de estas fracciones. Quiz alguna vez los intereses tien-dan a consolidarse por la unin, pero no hay que anticiparsea lo que slo puede ser obra del tiempo y de la mutua atrac-cin 1.

    Este pensamiento fue reiterado por del Valle y Ca,quienes en un artculo de "El Nacional" expresaron que nohaba necesidad de ms territorio que los que posea la Na-cin; que es vivir en las nubes pensar hoy en la reconstruc-cin territorial del virreinato, como si fuese un hecho del por-venir fatal e invitable.

    Nada ms exacto que el pensamiento del Dr. Quesada,que expres:

    "La prudencia aconsejar ante todo y sobre todo poblarnuestros desiertos, consolidar el orden con la libertad polticay civil, antes que pretender anexiones que puedan compro-meter el propio crecimiento de la nacionalidad argentina".

    "Las grandes unificaciones tienen por base la poblacin

    1 Citado por QUESADA en Nueva Revista de Buenos Aires, t. 3,p. 406.

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    condensada; no se unen los desiertos ni se asimilan estadossin verdaderos intereses materiales y polticos de utilidad quepuedan dominar el localismo general antagnico de cada cen-tro o ciudad capital.

    "Las relaciones internacionales de esta parte de Amricareposan sobre la inalterabilidad de la geografa poltica; pro-mover cambios sera quiz suscitar guerras.

    "La prudencia aconseja ligas aduaneras, tratados de co-mercio laborales, como si las antiguas fracciones de la viejaunidad colonial se conservasen todava y dejar luego al des-arrollo natural de los sucesos, a las afinidades de raza y delenguaje, la solucin de problemas futuros"2.

    El pacifismo como norma de conducta de la poltica exteriorde la Repblica Argentina

    La Repblica Argentina ha decidido todas sus cuestio-nes por medios pacficos.

    En el artculo 39 del Tratado de Paz, Amistad, Comer-cio y Navegacin, firmado el 30 de agosto de 1855 con laRepblica de Chile, se especific: "Ambas Partes Contratan-tes reconocen como lmite de sus respectivos territorios losque posean como tales al tiempo de separarse de la domina-cin espaola el ao 1810 y convienen en aplazar: las cues-tiones que han podido o puedan suscitarse sobre esta materiapara discutirlas despus pacfica y amigablemente, sin recu-rrir jams a medidas violentas, y en caso de no arribar a uncompleto arreglo, someter la decisin al arbitraje de una na-cin amiga".

    El art. 52 del Tratado de Paz, Amistad, Comercio yNavegacin firmado entre la Confederacin Argentina y Bo-livia el 7 de diciembre de 1858, expresa: "Se comprometen lasdos Repblicas contratantes a no recurrir jams al funestomedio de la guerra; ni a emplear medidas hostiles, en el casode que se suscite desgraciadamente entre ellas cualquier mo-

    1 QUESADA, La poltica del Brasil con las repblicas del Ro de laPlata, p. 213.

    19

  • tivo de queja o desaveniencia que altere sus buenas y frater-nales relaciones. Cuando ocurriera un conflicto de esta natu-raleza y se hubiere agotado todas las vas pacficas y conci-liatorias, se obligan las dos Partes Contratantes a sometersus diferencias a la decisin arbitral de una tercera potencia.Se obligan igualmente los Gobiernos de las dos Repblicasa emplear la influencia y ascendiente que les pueda ofrecersu respectiva posicin para negociar la adherencia de los de-ms gobiernos sudamericanos al principio consagrado en esteartculo".

    En el discurso pronunciado en la Segunda ConferenciaPanamericana de Mxico de 1901, el delegado argentino dijolo siguiente: "Por lo que a la Repblica Argentina respecta, es-mos autorizados para repetir en su nombre a la Segunda Con-ferencia Panamericana lo que ella dice a Chile en 1872 y aColombia en 1880, lo que ha realizado invariablemente en loshechos y sintetiz su poltica internacional: "Que con trata-dos o sin ellos, el Gobierno argentino est resuelto a termi-nar todas las cuestiones internacionales por el arbitraje".

    "La Repblica Argentina no haba esperado la adopcindel arbitraje obligatorio estipulado en la Primera Conferen-cia Panamericana para recurrir a ese medio pacfico de solu-cin, convencida de que, como observaba Washington, elporvenir corresponde a las naciones que, grandes o peque-as, no se apartan jams del camino del honor y la justicia".

    "Todas las mltiples cuestiones de deslinde territorialque, al asumir su propia soberana, heredara de la comuni-dad colonial han sido definitvamente resueltas, sin recu-rrir jams a la violencia, por transacciones equitativas lasms, por el recurso a un juez imparcial las otras".La solidaridad.

    En una contestacin que diera Bernardo de Irigoyen alrepresentante uruguayo le dijo: "el gobierno argentino jamsmir con frialdad las perturbaciones de los estados america-nos. No fue indiferente a los peligros que stos corrieron ensu independencia y en su integridad, ni a los deberes que

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    impone la buena vecindad; y no ha prescindido en sus rela-ciones con el gobierno de V.E. de esas reglas permanentesde su poltica internacional" 1.

    Una de las reglas invariables de la poltica internacionalargentina ha sido la de no aprovechar las dificultades de losestados vecinos para resolver a su favor las controversiaspendientes. En 1846, cuando sucesos internos agitaron la Re-pblica de Bolivia, el gobierno argentino resolvi postergar ladiscusin de sus lmites hasta que fuera posible tratarlos ysolucionarla en circunstancias regulares. Citando ocurri laguerra del Pacfico entre Chile, Per y Bolivia, la Argentinadecidi no tratar las discusiones sobre cuestiones territorialeshasta tanto la paz reinara en esas regiones, no obstante queel agente enviado por Chile ofreciese solucionarlas de acuer-do a los puntos de vista argentinos -.

    Resultados

    Segn Mitre, "nosotros cometimos graves errores en" nuestra poltica internacional con relacin al Paraguay. El" primer hecho que salta a los ojos, dice, es que estamos" solos en el mundo sin aliados posibles en nuestras cuestio-" nes exteriores, as para la accin conjunta como para pre-" venir conflictos por la comn influencia. No supimos pro-" piciarnos la voluntad del Paraguay, que se inclinaba de" nuestro lado, y lo echamos por exigencias que nosotros" mismos habamos alentado por antagonismo artificial con" el Brasil, del lado de ste. Nos desligamos del Estado" Orienta], en el hecho de separar nuestra causa de la causa" comn del Ro de la Plata, dando a nuestra discusin di-" plomtica un carcter agresivo, estrecho, sin alcance y sin" sentido internacional. Echamos al Brasil del lado de Chile," que, en odio al Brasil, haba condenado nuestra alianza y

    que l buscaba, cuando nosotros, como el perro de la f-" bula, obedeciendo a sus sugestiones, habamos arrojado el

    1 Memoria R. E., 1876, p. 198.- Memoria R. E., 1884, p. XI.

    21

  • V'A* 4Y I

    ' pan por su sombra reflejada en las aguas del Pacfico. De' aqu las alarmas continuas, de alianza del Brasil, Repblica' Oriental y Paraguay, con Chile, en nuestro dao... De' aqu esas evocaciones a una guerra posible con el vecino.. .' De aqu esos planes sin pies ni cabeza de lanzarnos en' aventuras guerreras o en alianzas contingentes, o en inter-' venciones continentales, para conjurar peligros imaginarios' o reales, que una mala poltica internacional ha creado y' que una poltica imprevisora podra agravar. . . He aqu la' justificacin ms completa de la alianza natural (con el' Brasil) que hemos venido sealando en la historia y carac-' terizando en sus hechos, que a pesar hoy subsistentes, -po-1 dra permitirnos asumir un papel respetable en el escenariosudamericano" 1.

    ' W

    "La Nacin" N 3054.

    22

    ' CAPTULO IIRELACIONES CON PORTUGAL Y CON BRASIL

    Primera etapa. Poltica de Portugal hacia las regiones del Plata. Las misiones de Moreno y Sarratea. Reconocimiento de la inde-pendencia. Misin de Valentn 'Gmez. Guerra con Brasil. Me-diacin inglesa. Misin del Dr. Garcia. Convencin Preliminarde Paz entre la Repblica Argentina y el Brasil. Segunda etapa.Rosas y el Brasil. La poltica exterior de la Confederacin con elBrasil. Maniobras del Imperio en el Paraguay. Una mediacindel Brasil. Los tratados de la Confederacin con el Brasil. Tra-tado complementario de la Convencin Preliminar de Paz de 1828. La guerra del Paraguay. Liquidacin de la Triple Alianza. Misin de Quintana. Tratado Sosa-Tejedor. Gestiones de DardoRocha. Cuestin de limites con Brasil. El arbitraje del PresidenteCleveland. Propuesta de mediacin conjunta en la guerra del Pac-fico. Reclamo sobre el tratado de comercio. Solidaridad de ambospases en 1890. Incidente diplomtico con motivo de la fiebre ama-rilla. Contrabando fluvial. La Argentina y la revolucin brasilerade 1893. El telegrama cifrado N 9. Incidentes de 1910. Eltratado del A B C . Caso de asilo poltico. Apoyo a Brasil en laSociedad de las Naciones. Guerra de 1939. Visita de los jefesde Estado. Sntesis.

    En las relaciones internacionales entre la Repblica Ar~gentina y Brasil pueden distinguirse cuatro etapas. La pri-mera comienza en 1810 y llega hasta 1828 y se caracterizapor la continuacin de la lucha secular que mantuvieron lascoronas da Espaa y Portugal por el predominio y ocupacin'de la Banda Oriental del Plata.

    La segunda etapa comienza despus de la firma del Tra-tado Preliminar de Paz que puso fin a la guerra. En esteperodo la poltica brasilera est dominada por la preocupa-cin que le causan las actitudes y pensamientos de Rosas al

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  • negarse a reconocer la independencia del Paraguay, su inter-vencin en la Banda Oriental y su posible deseo de re-construir el Virreinato del Ro de la Plata. En esta po-ca la poltica brasilera es resuelta, como lo revela el tratadode alianza que firma con el Paraguay, y, posteriormente, laalianza con Urquiza para derrocar al tirano de Buenos Aires.

    La tercera etapa comienza en 1853 con la cada de Ro-sas. Terminada la guerra del Paraguay, Brasil lucha por elpredominio en ese pas y en el Uruguay, a fin de evitar laposibilidad de un acercamiento con la Repblica Argentina.

    Finalizada la cuestin argentino-paraguaya, procura lapreeminencia poltica en la Amrica del Sur.

    Primera etapa,del Plata,

    Poltica de Portugal hacia las regiones

    La Repblica Argentina y Brasil heredaron las discre-pancias que separaron a Espaa y Portugal por cuestionesde lmites y que movieron a ambas a solicitar al Papa Ale-jandro VI que resolviese la cuestin de sus posesiones.

    La bula "inter-caetere" de 1493 adjudic a Espaa lastierras de Amrica descubiertas o que se descubrieran situa-das al occidente de una lnea trazada de norte a sud a cienleguas al oeste de las islas Azores y Cabo Verde. Ante elreclamo de Portugal, los dos pases firmaron en 1494 el Tra-tado de oTrdecillas, estipulando una nueva lneas pero a 370leguas al oeste de las islas de Cabo Verde.

    En 1680 los portugueses se establecieron en el Ro de LaPlata en la Colonia del Sacramento, pero fueron expulsadospor tropas salidas de Buenos Aires. Esto dio lugar al tratadode Lisboa de 1681 por el que Portugal volvi a ocupar laColonia. El tratado de Ultrech de 1715 declar que la Colo-nia perteneca a Portugal, Sin embargo, la cuestin no debaresolverse hasta 1750, en que los dos monarcas firmaron eltratado de Madrid, que fij la frontera entre las coloniasportuguesas y espaolas, quedando a favor de Espaa la Co-lonia y territorio adyacente de la ribera norte del Ro de laPlata. Dicho tratado de 1750 tiene una importancia capital

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    1

    porque es la base de los primeros trabajos, exploraciones ydiscusiones que despus se suscitaron para la demarcacin delmites entre la Repblica Argentina y el Brasil.

    La base de la poltica de Portugal primero y luego delimperio del Brasil despus, tal vez tengan una explicacinhistrica o geopltica 1.

    Los acontecimientos ocurridos en la pennsula, con elcautiverio de Fernando VII, hizo pensar a los polticos dePortugal que su reinado haba terminado. Basados en esteconvencimiento, creyeron conveniente asegurar los derechoseventuales de doa Carlota de Borbn, mujer del regenteDon Juan y heredera posible de los derechos de Carlos IV.El conde de Linares, sagaz jefe del gabinete portugus, pusosus ojos en la Banda Oriental y en Paraguay para extenderlas fronteras hasta el Plata y el Uruguay, apoderarse de lostroncos superiores del Paran y preparar la futura absorcinde Corrientes y Entre Ros que colocara al imperio brasileodentro de los grandes ros de Sud Amrica 2.

    Con este sentido Portugal desarroll una poltica ambi-gua hacia ambos bandos, unas veces fomentando las opera-ciones del gobierno de Buenos Aires y otras auxiliando a losrealistas de Montevideo.

    La Revolucin de Mayo fue bien recibida por Portugalporque vio en ella el motivo para intervenir en el Plata a finde asegurar sus ambiciones de expansin territorial. Y altener noticias de los xitos de los patriotas en el Alto Per,comenz a concentrar tropas en las fronteras de las Misionesy de la Banda Oriental.

    Las misiones de Moreno y Sarratea

    La Junta envi una misin a Londres formada por Ma-riano Moreno, su hermano Manuel y Toms Guido, la cualdeba tambin negociar con el gobierno portugus su pres-cindencia en las cuestiones de la Banda Oriental. El objeto

    1 ALBERDI, Poltica Exterior. E. P., t. 3, p. 53.2 LPEZ, VICENTE F., Historia de la Repblica Argentina, t. 3, p. 419.

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  • de la misin era obtener el reconocimiento de la legitimidaddel congreso prximo a reunirse y conseguir armas y recur-sos. La misin no tuvo efecto porque Moreno falleci en elviaje.

    Por oficio de enero 30 de 1811 el conde de Linhares res-pondi a la Junta que el prncipe regente no tena el prop-sito de mezclarse en los asuntos de Espaa y que no adop-tara otras medidas que las necesarias para evitar la propa-gacin de la guerra civil en sus fronteras.

    Las complicaciones que produca la intransigencia deElo y la aparicin de tropas portuguesas en el Yaguarndeterminaron a la Junta a enviar una nueva misin al Brasil,para la que se eligi a Manuel de Sarratea. Este se vincul alrepresentante ingls Lord Strangford, quien le ofreci la me-diacin conjunta con Portugal en el conflicto de Montevideo.

    La Junta rechaz la iniciativa de tratar con Espaa conotra base que no fuera la independencia, diciendo al condede Linhares que la cuestin de la reconciliacin era de incum-bencia del Congreso General. En cuanto al conflicto conElo, acept la mediacin portuguesa que indic como condi-ciones la pacificacin de la Banda Oriental bajo la autoridadde Elo, el levantamiento del bloqueo, la cesacin de las hosti-lidades contra el Paraguay y el nombramiento de comisiona-dos para tratar con Espaa. Como la respuesta de la Juntademorara, Linhares le dirigi un ultimtum hacindole saberque si no aceptaba las condiciones dara auxilios al goberna-dor de Montevideo. La Junta hizo ver a Linhares que su me-diacin significaba su intervencin, pero ste llev adelantesus planes y un ejrcito bajo el mando del general de Souzapenetr en la Banda Oriental no obstante los esfuerzos delord Strangford que critic las condiciones del ultimtum1.La Junta previno al jefe portugus que no deba proseguir suinvasin en la Banda Oriental porque estaba dispuesta a re-sistirla. Le agreg que el ejrcito portugus, aunque haba

    1 ANTOKOLETZ, DANIEL, La diplomacia de la Revolucin de Mayoy las primeras misiones diplomticas hasta 1813 en "Historia de la Na-cin Argentina", t. 5, p. 221, ed. 1941.

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    entrado con el ttulo de pacificador, tomaba el carcter deconquistador bajo las insinuaciones de los jefes de Montevi-deo y con el pretexto de asegurar los derechos eventuales dedoa Carlota infanta de Espaa.

    Souza permaneci en el territorio oriental decidido aquedarse de acuerdo con la poltica trazada por su gobiernoy exigi al Triunvirato el retiro definitivo de Artigas y quelo declarara rebelde en el plazo perentorio de tres das, conel compromiso de no realizar actos de agresin en los domi-nios del prncipe regente. Esta intimacin no fue aceptadapor el Triunvirato, por lo que las fuerzas portuguesas deci-dieron permanecer donde estaban. Ante tal actitud, el mar-qus de Casa Irujo, representante espaol, conjuntamentecon el de Gran Bretaa, lord Strangford, hicieron los recla-mos consiguientes al gobierno de Portugal.

    En estas circunstancias, el Triunvirato hizo saber a lordStrangford que estaba decidido a intimar al general portu-gus el retiro de sus tropas bajo la prevencin de iniciar lashostilidades, y materializando sus intenciones le envi un ulti-mtum. El representante ingls actu con celeridad y comu-nic pronto a Buenos Aires que el regente haba decidido elenvo del teniente coronel Juan Rademaker para negociar unarmisticio en base a la retirada de ambos ejrcitos a sus fron-teras. Y para asegurar el cumplimiento de lo que se acordaseofreci la garanta de Gran Bretaa.

    Aceptada la mediacin lleg Rademaker a Buenos Airesdonde fue recibido como husped de estado y alojado en elfuerte. La negociacin tuvo xito y el enviado portugus fir-m el 26 de mayo de 1812 con Nicols de Herrera, ministrointerino de Relaciones Exteriores, una convencin de armis-ticio.

    Como se ha dicho con razn, este acto de Portugal im-port el reconocimiento implcito de la personera internacio-nal del gobierno argentino porque se pact un verdadero tra-tado 1. El armisticio estableci un "modus vivendi" que seprolong hasta 1816.

    1 Ruiz GUIAZ, Lord Sfrangford y la Revolucin de Mayo,p. 222 y 231; ANTOKOLETZ, op. cit. p. 228.

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  • El general Souza apel a un pretexto para permaneceren la Banda Oriental, desconociendo validez al tratado hastatanto fuese ratificado por la regencia. Hecha la ratificacin,el regente orden la retirada de sus tropas. Con posterioridadinterpuso algunas reclamaciones por la actitud de Artigasque continuaba la lucha y luego reclam por el decreto de laAsamblea General Constituyente que por decreto de febrero4 de 1813 haba dispuesto la libertad de todo esclavo quepisase el suelo argentino. Por mediacin de lord Strangfordy como precio de una neutralidad que era vital, se modificese decreto excluyendo los esclavos que huyeran del Brasil.

    Juan Martn de Pueyrredn, designado Director Supre-mo por el Congreso de Tucumn, comunic a la Asamblea elhecho de la invasin portuguesa mandada por el generalLecor. El cuerpo resolvi pedir explicaciones a Lecor sobresu conducta, que pareca hostil, y a tal efecto se design aFlorencia Terrada y a Miguel Yrigoyen. En esos momentosse pens, como solucin, la de que un prncipe de la casa deBraganza gobernase el pas, pero manteniendo 1.a indepen-dencia garantizada por Gran Bretaa.

    Pueyrredn envi al coronel de Vedia en misin confi-dencial ante el general brasilero. Deba solicitarle que acla-rase sus intenciones y respetara el armisticio de 1812, peroLecor le dijo sin ambajes que "vena en nombre de su rey arecobrar lo que ya en otros tiempos posey" 1, si bien tenainstrucciones de guardar la ms perfecta neutralidad conBuenos Aires y respetar el armisticio de 1812. Ante la ambi-gedad de la respuesta, Pueyrredn convoc la Junta de Cor-poraciones, la que coincidi con el Congreso en la conve-niencia de enviar una misin al Brasil para que obtuviera elreconocimiento de nuestra independencia y la evacuacin dela Banda Oriental. Pueyrredn no estuvo conforme con estaactitud dilatoria y crey ms conveniente ir en auxilio delterritorio invadido si el Cabildo de Montevideo aceptabaunirse a las Provincias Unidas y reconocer la autoridad del

    1 PUEYRREDN, CARLOS A., Gestiones diplomticas en Amrica en"Historia de la Nacin Argentina", t. VI, p. 502 y 513.

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    Director Supremo y enviar diputados al Congreso, Los re-presentantes orientales que haban venido a pedir auxilio,previamente autorizados para negociar las bases propuestaspor Pueyrredn, firmaron el acta de incorporacin el 8 dediciembre de 1816, pero Artigas, desgraciadamente, le negsu ratificacin. Todo fue intil, l quera las armas y losauxilios pero no la unin. Pretenda que las Provincias Uni-das expusieran todo en favor de la Banda Oriental, peroque sta permaneciese como estado independiente1. No enbalde el 24 de julio de 1816 desde su campamento de Puri-ficacin haba comunicado a Pueyrredn que la Banda Orien-tal haba enarbolado su estandante tricolor y jurado su inde-pendencia absoluta y respectiva.

    Las tropas portuguesas barrieron a las fuerzas de Arti-gas y entraron en Montevideo. El Director Supremo les inti-m la suspensin de las hostilidades, pero Lecor le contestque no haba violado el armisticio de Rademaker, ni la inte-gridad del territorio argentino por cuanto la Banda Orientalse haba declarado independiente de las Provincias Unidas,sin que stas la hubieran podido reducir a su obediencia.

    Pueyrredn protest ante Lecor; adopt medidas paraprepararse para la guerra y hasta envi auxilios a Artigas.Sin embargo esta ayuda tuvo que suspenderse ante sus derro-tas reiteradas, que convencieron al gobierno argentino que erams conveniente terminar con el poder espaol en el Per ycombatir luego por la libertad del Uruguay.

    En 1815 el director Alvarez Thomas design represen-tante argentino en Ro de Janeiro a Manuel Jos Garca,quien anunci que se producira la invasin portuguesa enla Banda Oriental nicamente como consecuencia de las acti-vidades de Artigas y no con el deseo de apoderamiento oconquista.

    Temeroso el gabinete de Juan VI que Artigas levantaselas poblaciones de la Provincia de San Pedro, lindera conla frontera portuguesa, resolvi enviar un ejrcito al mandodel general Lecor para que ocupase la provincia de Montevi-

    PUEYRREDN, op. cit., p. 506.

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  • deo. Artigas fue batido y el ejrcito portugus entr en laplaza de Montevideo el 20 de enero de 1817.

    Quesada sostiene que bajo el pretexto de pacificacindel Uruguay el rey portugus haba resuelto conquistar laBanda Oriental, pues Lecor en sus instrucciones traa la mi-sin de organizar una capitana portuguesa en la Provinciade Montevideo 1, Esta tesis est confirmada por los hechos,pues Lecor promovi un congreso que se constituy en Mon-tevideo y declar la anexin del territorio al reino de Portu-gal y Brasil como provincia Cisplatina.

    Reconocimiento de la independencia

    El 16 de abril de 1821 Juan VI envi una nota a MartnRodrguez reconociendo la independencia de la Repblica ydesign a Juan Manuel de Figueiredo como su agente anteel gobierno de Buenos Aires y dems provincias del Ro dela Plata.

    El representante deba comunicar que los habitantes delpas seran tratados en Portugal y Brasil "con toda la consi-deracin que en ellos gozan todas las otras naciones, y deque, de ahora en adelante, los agentes tanto comerciales comodiplomticos de ese gobierno, sern recibidos y tratados poresta Corte con todos los honores, consideraciones y crditos,como por el general derecho de gentes lo acostumbran ser loscorrespondientes ministros y agentes de los supremos gobier-nos de los pueblos".

    Figueiredo present sus credenciales el 28 de julio y susnicos actos fueron pedir la captura de los desertores delbergantn "Real Pedro" y que no se despacharan pasaportessin su consentimiento a ningn ciudadano portugus y quese observara con los buques de su nacionalidad iguales prc-ticas que con los de aqullos que tenan agentes reconocidos

    1 QUESADA, VICENTE G., La poltica del Brasil con las repblicasdel Piafa, t. 2, p. 73.

    30 .

    por los gobiernos. Cinco das despus de realizadas estasgestiones falleci repentinamente.

    Misin de Valentn GmezEl Cabildo de Montevideo no qued conforme con lo

    resuelto a instancias de Lecor y tiempo despus se dirigi algobierno de Buenos Aires condenando el voto como nulo yarbitrario en razn de que los cabildos no podan adoptarresoluciones sobre cuestiones de poltica exterior.

    En esta situacin, Rivadavia, a la sazn ministro de Go-bierno y Relaciones Exteriores, intent una nueva gestin,y design para la misma al presbtero Dr, Valentn Gmez.En las instrucciones dadas el 24 de junio de 1823 se sealaque eran dos los objetos que se buscaban. El primero y prin-cipal era lograr la evacuacin de las fuerzas del Brasil detodo el territorio de la Banda Orienta], desistiendo de todapretensin a incorporarlo y reconocindolo como parte inte-grante del territorio de las Provincias Unidas del Ro de laPlata. El otro era reglar de un modo permanente las rela-ciones entre los dos pueblos y gobiernos. Las "instrucciones"expresan, adems:

    " el seor Comisionado har entender al primer Ministro del gabl-" nete del Janeiro que el Gobierno del Estado de Buenos Aires" reconoce como sagrado el principio de que la legitimidad nica" de todo gobierno es el ser establecido por la voluntad libre de" los pueblos que manda, sea cual fuese su forma; y como tal reco-" noce al Brasil; que por lo tanto, cree que es igualmente sagrado" el principio de que la forma de todo Gobierno no incumbe a" ningn otro, sino a los pueblos que lo han establecido. Ms que" por los mismos principios, es contrario al derecho pblico de las" Naciones el que ningn Gobierno ni pueblo puedan adscribirse" como parte integrante de su Nacin, territorios y pueblos que" pertenecen a otro".

    "Tambin convencer el Seor Comisionado de que su Go-" bierno ha considerado y considerar siempre como uno de los" acontecimientos ms felices la emancipacin del Brasil de Portu-" gal, que vendr a contemplar la independencia del continente"Americano del de Europa; y consiguientemente que sus relacio-" nes con el Brasil tendrn para con l la preferencia sobre las" con todo otro Estado",

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  • La misin deba claramente influir en el nimo del em-perador

    "a fin de que prefiriera un convenio racional entre vecinos a una" guerra que no tendr trmino por la parte de las Provincias Uni-" das hasta que recuperen y aseguren la integridad de su territo-"rio... "La demostracin la elevar a hacer ver que dicha opi-" nin general se pronuncia de un modo tan vehemente que es" imposible que Gobierno alguno pueda existir en adelante sin que" satisfaga el voto de los pueblos, haciendo la guerra ms decidi-" da para recuperar lo que se les usurpa" 1.

    La misin de Valentn Gmez no tuvo xito porque elImperio haba decidido conservar la provincia cisplatina. Deah que el 9 de febrero de 1824 se dieran por rotas las nego-ciaciones.

    Rivadavia hizo todo lo posible por evitar con altura laguerra con el Brasil. Cuenta el general Toms Iriarte en sus"Memorias", que habiendo designado a Alvear representanteante el gobierno de Estados Unidos, le orden que hicieseun rodeo por Londres antes de llegar a su destino y que elobjeto de este desvo era instruir a Canning, a cargo del mi-nisterio de Relaciones Exteriores, del estado vidrioso de lasrelaciones entre ambos pases. "Se poda ya entonces prever,dice Iriarte, que la guerra entre estos dos pueblos era inevi-table. Mr. Canning tena inters en evitarla, y Rivadavia,que con gusto tambin la eludira mediante la restitucin delterritorio violado, deseaba que Mr. Canning conociese biennuestros derechos en todas sus fases y la resolucin en queestbamos a disputarla en caso necesario con las armas enla mano, calculando que su mediacin podr evitarnos laguerra' 3.

    El 18 de abril de 1825 parti de la playa de San Isidro,para desembarcar en la de la Agraciada en Colonia, la fa-mosa expedicin comandada por Juan Antonio Lavalleja, co-nocida en la historia con el nombre de los 33 Orientales.

    1 Documentos para la Historia Argentina Facultad de Filosofay Letras. Correspondencia de la Provincia de Buenos Aires relativa.a Relaciones Exteriores, t. 14 p. 226.

    2 Rivadavia y Monroe y la guerra argenfino'brasilera, p. 91.

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    La campaa de Lavalleja logr rpidamente la adhesindel pueblo uruguayo y tuvo pleno xito, al punto que llega poner sitio a Montevideo, que tuvo que levantar por lallegada de refuerzos. El 25 de agosto en Piedra Alta, depar-tamento de la Florida, Lavalleja convoc una asamblea detodos los pueblos orientales, asamblea que declar "que suvoto general, constante y decidido, era por la unidad con lasdems Provincias Argentinas a que siempre perteneci porlos vnculos ms sagrados que el mundo conoce".

    Al mismo tiempo, la Asamblea resolvi constituir un go-bierno provincial presidido por Lavalleja, designando a JavierGomenzoro diputado al Congreso Constituyente reunido enBuenos Aires.

    El Congreso General Constituyente, el 25 de octubre,como consecuencia de los votos de esta Asamblea, reconocia la Provincia Oriental "incorporada de hecho a la Repblicade las Provincias Unidas del Rio de la Plata, a que por de-recho ha pertenecido y quiere pertenecer, obligndose a sudefensa y seguridad".

    Comprendiendo el Gobierno de Buenos Aires que la gue-rra se avecinaba busc la alianza del Per proponindole:

    I9, una accin conjunta para reclamar por la ocupacintemporaria de Mojos y Chiquitos y la libertad de la provinciade Montevideo para que sta pudiera disponer de su suerte.

    29, por un tratado eventual, convenir la cooperacin parala guerra contra el emperador del Brasil a fin de obtener lareparacin por los agravios recibidos, "llevando, si fuere pre-ciso, la guerra y la insurreccin al centro mismo del imperio,para aniquilar en su cuna la poltica ominosa que amenazalas libertades de toda Amrica" 1. Ms tarde desisti de estagestin, una vez que se declar la reincorporacin de la Ban-da Oriental y se expuls a las tropas extranjeras de su te-rritorio.

    Entre tanto, la cancillera brasilea formulaba incesan-tes reclamaciones por la proteccin que el gobierno dispen-

    1 RESTEILI, E., La gestin diplomtica del General Alvear en el AltoPeni, p. 142.

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    M-

  • saba a las fuerzas orientales. Y como fueran contestadas porel Gobierno argentino declinando toda responsabilidad por elhecho de haber prevenido cul sera la conducta a seguir,el emperador Pedro I declar la guerra el 10 de diciembrede dicho ao.

    Guerra con Brasil. - Mediacin inglesa

    La guerra hizo que se encararan los acontecimientos in-ternos con un criterio equivocado. Fue as que el Congresodecidi establecer un gobierno nacional, de neto corte unita-rio, y eligi a Rivadavia Presidente de las Provincias Unidas.

    La suerte de la guerra fue favorable a las armas argen-tinas que triunfaron en Omb, Bacacay y Camacu. Sin em-bargo, Rivadavia deseaba obtener una solucin pacfica. Se-gn Gregorio Rodrguez, el gobierno argpntino solicit lamediacin de Gran Bretaa para lograr esa solucin pacficaque en ese momento estaba confiada a las armas.

    El gabinete ingls acept la mediacin y propuso comobases la devolucin de la provincia uruguaya a la Argentina,la que deba abonar al Brasil una compensacin pecuniaria.

    La propuesta fue aceptada por el presidente Rivadavia,que ya haba previsto la cuestin de la compensacin en lasinstrucciones dadas a Valentn Gmez, dejando librada alcriterio del mediador la regulacin correspondiente. Sin em-bargo, al llegar a Buenos Aires el enviado ingls lord Pon-sonby, manifest que el emperador se haba negado rotun-damente a aceptar las bases que se haban propuesto.

    En vista de la posicin del Brasil, Rivadavia dirigi unllamado a las Provincias para que apoyaran al Gobierno na-cional. Sin embargo, la filiacin unitaria del Congreso y lasancin de la constitucin unitaria de 1826 hizo que las Pro-vincias no respondieran al llamado presidencial. Entonces Ri-vadavia confi a la suerte de las armas la obtencin de unavictoria militar que convenciera al emperador del Brasil laconveniencia de llegar a un arreglo pacfico.

    En medio de esta situacin, Rivadavia recibi propues-tas del ministro britnico para que se lograra la paz mediante

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    la creacin de un estado independiente en la provincia uru-guaya. Como el Presidente no aceptara la proposicin, elenviado ingls manifest abiertamente su resentimiento. Noobstante insisti y entonces Rivadavia consult al Congreso,cuyo dictamen hizo notar la dificultad de resistir fundada-mente a tal propuesta. Se consider necesario ganar tiempohasta tanto se lograse una victoria que permitiera obtenerventajas diplomticas para celebrar la paz sin alterar el pen-samiento nacional de recobrar la provincia cautiva.

    Con este propsito Rivadavia urgi una decisin militaral genera] Alvear, adoptando a la vez una poltica concilia-dora respecto de las proposiciones de lord Ponsonby. Di jleque aceptara la proposicin siempre que el Gobierno de laGran Bretaa garantizara la observancia del pacto y la exis-tencia, o ms propiamente, la independencia del nuevo esta-do. Lord Ponsonby negse de plano a convenir en tal garan-ta, por lo que la decisin qued librada a las armas, puesse esper en vano la respuesta del emperador.

    Misin del Dr. Garca

    Como la situacin interna se agravaba pues los caudi-llos del interior se negaban a enviar ayuda militar, y BuenosAires con las tropas uruguayas no poda continuar la guerracon xito, Rivadavia envi al Dr. Manuel Jos Garca, suministro de Relaciones Exteriores, para lograr una paz ne-gociada.

    El enviado argentino inici sus esfuerzos tomando porbase la idea del gobierno ingls de hacer de la Banda Orien-tal del Uruguay un estado independiente. Sin embargo, el cli-ma del gobierno del Brasil ya era distinto, por cuanto el em-perador estaba en un estado de exasperacin extraordinariadebido a los contrastes sufridos por sus ejrcitos, y conside-raba una ignominia el triste resultado de las operacionesmilitares. A tal extremo haba llegado, que en el discursode apertura de la asamblea anunci su resolucin deno dejar las armas hasta que la provincia uruguaya fuesereconocida como parte integrante del Brasil. Adems, mane-

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  • jaba las negociaciones personalmente y los ministros no seatrevan a sugerirle ninguna solucin que significara la acep-tacin de la propuesta argentina. Por otra parte, el empera-dor arga que el estado anrquico de nuestro pas, por laoposicin de los caudillos al gobierno de Rivadavia, no legarantizaba la posibilidad de sofocar los movimientos quehaban ocurrido en la Banda Oriental y que daaban los inte-reses fronterizos del Brasil.

    El ministro brasileo entreg al Dr. Garca unas basesde negociacin redactadas por el propio emperador, cuyascondiciones eran las siguientes: el gobierno de la Repblicadeba reconocer la integridad e independencia del Brasil com-pletada con la incorporacin, ya hecha y reconocida, de laprovincia cisplatina. Como consecuencia, retirara sus tropasde su territorio. Adems, la Repblica deba pagar los gastosde la guerra que haba provocado injustamente al imperio.Fuera de ello, y esto importa destacar, Brasil tena intersespecial por la isla de Martn Garca, y el tratado deba sig-nificarle su entrega, fundado en que era necesaria su pose-sin para la mejor seguridad de sus fronteras y la tranquili-dad de su imperio. Se hara una revisin de los lmites y lademarcacin definitiva del modo ms conveniente para am-bos pases. La navegacin sera libre en los ros que desaguanen el Plata y se. devolveran los prisioneros,

    Garca comprendi que la posicin adoptada por el em-perador era irreductible. Impresionado por los apuros en quese encontraba Rivadavia y extralimitndose en sus instruc-ciones, tom una decisin que signific la humillacin parala Repblica Argentina. Fue as como en contraposicin a lapropuesta del gobierno brasileo present un proyecto detratado por el cual el gobierno de Buenos Aires renunciabade un modo claro y positivo a sus derechos y pretensionessobre la provincia de Montevideo. Todos los sacrificios y es-fuerzos de la Repblica en defensa de su integridad territorialquedaron olvidados por el Dr, Garca, y, lo que es ms sen-sible, despus de la memorable jornada de Ituzaing.

    Era tal la importancia que atribua Garca a su gestin,que decidi traer personalmente el tratado para informarlo.

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    Al conocerse el resultado de la concertacin de la paz fuegrande el alboroto del pueblo, pero tan pronto se conocieronlas clusulas del tratado la indignacin fue enorme, Rivada-via se vio obligado a rechazarlo y desautoriz a su enviado,pero su situacin se hizo insostenible y renunci a la presi-dencia el 31 de julio de 18271.

    Convencin preliminar de paz entre la Repblica Argentinay el Brasil.

    Despus de la desgraciada misin de Manuel Jos Gar-ca, la guerra continu en medio de tremendas dificultades,a pesar de que Dorrego, gobernador de. Buenos Aires y en-cargado de las relaciones exteriores y de la guerra, hicieralos mayores esfuerzos para reaprovisionar el ejrcito que ope-raba en la Banda Oriental.

    Por esa poca se produjo una mediacin del gobiernobritnico, interesado en lograr la paz par evitar que losintereses del comercio continuaran afectados por la guerraque mantenan los dos pases. Aceptada la mediacin, Dorre-go nombr en junio de 1828 como plenipotenciarios argenti-nos a los generales Juan Ramn Balcarce y Toms Guido.Los plenipotenciarios deban obtener el retiro de las fuerzasbrasileas de toda la provincia Oriental, lo mismo que susautoridades polticas y civiles, as como tambin el abandonode las aguas del Ro de la Plata por todas las fuerzas navalesdel imperio. Una vez retiradas las tropas argentinas y brasi-leas, la provincia Oriental tendra plena libertad para unir-se, ya sea a la Repblica o al imperio. En ningn caso seconcederan indemnizaciones, ni se exigiran los perjuicios

    1 La comunicacin del ministro Agero al Dr. Garca deca as:"El infrascripto se halla autorizado por el Excmo. Sr. Presidente de laRepblica para exponer al Sr. Comisionado el desagrado y reprobacinque ha merecido por parte del Gobierno la conducta de V.E. No slopor haber faltado a la alta confianza que hizo de su persona al confe-rirle aquella misin, sino especialmente por haber procedido a la cele-bracin de un acto que tanto degrada a la Repblica Argentina y des-truye enteramente su ser moral".

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  • que hubiera sufrido el territorio oriental durante la ocupacinde los portugueses y brasileos. Si se sancionase la conven-cin o armisticio, se dejara para la paz definitiva el arreglode lmites entre el imperio y la Repblica, como tambin laconcertacin de un tratado de amistad y comercio o nave-gacin.

    El ministro ingls lord Ponsonby intervino en la nego-ciacin dando consejos, allanando dificultades y contestandolas consultas que le formularon los negociadores. Busc, enfin, de que la paz fuera honorable, segn los deseos de lacorona britnica.

    En cierto momento de la negociacin los delegados ar-gentinos trataron de lograr que la independencia del nuevoestado a crearse tuviera la garanta de Gran Bretaa. El mi-nistro ingls declin el pedido, manifestndoles que no se ha-llaba autorizado por su gobierno para contraer ningn com-promiso sobre tal garanta.

    Las negociaciones lograron conciliar los puntos de vista,y el 27 de agosto de 1828 se firm una convencin preliminarde paz cuyo art. I9 establece:

    "Su Majestad el Emperador del Brasil declara: la pro-vincia de Montevideo, llamada hoy Cisplatina, se separardel territorio del imperio del Brasil, para que pueda consti-tuirse en estado libre e independiente de toda y cualquiernacin, bajo la forma de gobierno que se juzgase convenientea sus intereses, necesidades y recursos".

    A mrito de esta declaracin, el art. 2 contiene la afir-macin de nuestro pas en los siguientes trminos: "El go-bierno de las Provincias Unidas conviene en la declaracinde la independencia de la provincia de Montevideo, llamadahoy Cisplatina, y en que se constituya en estado libre e inde-pendiente por la forma declarada en el artculo antecedente".

    Por el art, 39 ambos gobiernos se obligan a defender laindependencia e integridad de la provincia de Montevideopor el tiempo y en el modo que se ajustare en el tratadodefinitivo de paz.

    El Dr. Vicente G. Quesada, uno de los publicistas quems ha estudiado las relaciones entre nuestro pas y Brasil,

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    enjuicia la convencin en los trminos siguientes: "La neu-tralizacin de la Repblica Oriental del Uruguay, como esta-do intermedio entre el imperio del Brasil y la Repblica Ar-gentina, fue una solucin prudente y necesaria entonces, yuna slida garanta de paz ahora. Las naciones, como los indi-viduos, tienen que aceptar las evoluciones fatales e inevita-bles de los acontecimientos: la anexin de la provincia cis-platina al imperio era una amenaza y una perturbacin parala nacin Argentina y tan lo era, que produjo la guerra entrela Repblica y el Imperio; y la reincorporacin a los territo-rios del antiguo virreinato, que formaron las provincias uni-das del Ro de la Plata alarmaba al Brasil, que ocup al finel territorio de la Banda Oriental. La prudencia y la previ-sin aconsej, pues, separar la piedra del escndalo y crearuna nacionalidad por el concurso y el convencimiento de losestados limtrofes, y en condiciones que la neutralizacin desu territorio intermedio alejara los conflictos producidos porlos celos y rivalidades tradicionales, lo que haca difcil laarmona de las dos naciones independientes".

    Segunda etapa. - Rosas y el Brasil

    En el ao 1837 se produjeron fricciones entre Brasil yel gobierno de la Repblica Oriental del Uruguay. Oribe nopoda dominar la sublevacin de Rivera, que actuaba en lacampaa. Por otra parte, ste tena vinculaciones muy amis-tosas con personajes de Ro Grande del Sur, que ms tardese levantaron contra el imperio dando origen a la revolucinde los "zarrapos".

    En 1842 existi plena amistad entre Rosas y el Brasilal punto de que ante los rumores de que Brown y la escua-dra que sitiaba a Montevideo se haban pasado al enemigo,Brasil le ofreci sus propios buques.

    La preocupacin del gobierno brasileo por la revolucinde Ro Grande fue tan grande, que en marzo de 1843 firmcon Guido, representante argentino, un tratado que estable-ca la alianza ofensiva y defensiva entre el emperador y Ro-sas contra Rivera y los republicanos de Ro Grande, con la

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    w-V

  • clara finalidad de pacificar la Repblica Oriental y dominarla rebelin de esa provincia. Sin embargo, a pesar del signi-ficado de este tratado que atraa al imperio a una polticanaval conforme con 1 gobierno a'rgentino, Rosas rehusaprobarlo con el pretexto que era necesaria la conformidadde Oribe como presidente del Uruguay.

    El rechazo de Rosas fue un error diplomtico muy grave,pues las relaciones con el Brasil se enfriaron y el imperiocambi radicalmente de poltica respecto al problema de laBanda Oriental y de la intervencin extranjera. Poco des-pus se apartara de su posicin de estricta neutralidad.

    El ministro brasileo Sinimb desconoci el bloqueo ar-gentino sobre Maldonado y cuando Arana reclam por estaactitud ante Ponte Ribeiro, ministro del Brasil en BuenosAires, ste le contest defendiendo esa conducta. Los tr-minos de la nota fueron considerados injuriosos por Arana,que invit al representante extranjero a retirarla y, como nolo hiciera, le mand sus pasaportes. Guido ms tarde obtuvoque el emperador desaprobase la conducta de sus emisarios.

    El 19 de abril de 1847 Guido solicit que en cumpli-miento del art. 3' de la Convencin de 1828 se pidiese lainmediata desocupacin de los puntos del territorio del Uru-guay dominados por las fuerzas anglo-francesas. El gobiernodel Brasil contest que varias notas del gobierno argentinole haban negado constantemente el derecho de intervenir enlas discusiones internas de la Repblica Oriental y que elgobierno imperial, habiendo aceptado la explicacin del gabi-nete argentino de que su intervencin en dicho pas no ata-cara su independencia, aceptaba iguales explicaciones quehaban dado Francia y Gran Bretaa con motivo de la inter-vencin en esa Repblica. Por todo esto el imperio no inter-vendra antes de hecho el tratado definitivo de paz que de-ba especificar los casos, modos y tiempo para la interven-cin conjunta.

    Un memorndum redactado por el vizconde de Abrantesdio origen a reclamos diplomticos. Las relaciones entre Bra-sil y el gobierno de Buenos Aires se fueron haciendo cada

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    vez ms difciles porque se volva a las discusiones anterio-res. As, en una nota del 12 de abril de 1847, la cancillerabrasilea deca que el gobierno imperial poda citar planes deambicin de Espaa para engrandecerse con el territorio delBrasil y sospechar que el de la Confederacin era el conti-nuador de esta poltica porque insista en la vigencia de lostratados de 1777 y 1778, rotos por la guerra de 1801.

    Esta nota tena un prrafo en el que se expresaba queel gobierno del Brasil estaba convencido de que sus msesenciales intereses exigan que no continuara una neutrali-dad inactiva, como mero espectador de la guerra en el Platay que le corresponda, sin recurrir a hostilidades, porfiar porla pacificacin. Guido pidi explicaciones sobre esas palabrasy solicit una declaracin franca, pero la contestacin fueevasiva. En 1844 la situacin comenz a ser tirante a razdel envo de un representante del Brasil ante el gobierno delParaguay, cuya independencia y soberana reconoci. Al en-terarse Guido del reconocimiento brasileo, en 1845 presentuna protesta en nombre de su gobierno, pero el ministro Limpode Abreu la rechaz.

    En 1850 el acercamiento con el Paraguay se hizo ms efec-tivo mediante el tratado del 25 de diciembre que concertuna alianza defensiva contra Rosas y el acuerdo de auxi-liarse para obtener la libre navegacin del Paran. Esta posi-cin fue adoptada a raz de la autorizacin dada a Rosas porla legislatura de Buenos Aires el 18 de marzo de 1850, paradisponer, sin limitaciones, de los recursos necesarios paraincorporar el Paraguay a la Confederacin Argentina.

    Segn Crcano, "el imperio aplicaba un criterio opor-tunista y utilitario a su conducta. Prudente cauteloso, escu-rridizo, variaba de actitudes y procedimientos segn las cir-cunstancia, pero conservaba inalterable su orientacin pol-tica y obraba con plena seguridad. Cuando se debilit elapoyo de la intervencin europea y pareca probable la cadade Montevideo, sin comprometerse en tratados ni protocolos,orden directamente a su ministro en el Uruguay: "Si Rosascontina sus preparativos blicos manifieste al gobierno de

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  • la defensa que el Brasil se declara su aliado y sostenedor dela plaza y comunique el hecho por expreso" 1.

    Quesada es de opinin semejante: "Rosas promovi latempestad en el momento mismo en que cesaba la interven-cin anglo-francesa. El Brasil temi que, victorioso de Mon-tevideo, sometiese al Paraguay y con recursos poderossimosatacase al imperio: determin entonces a su cada por laguerra",, . "La preocupacin del gobierno brasileo era im-pedir la formacin de un estado poderoso por su extensinterritorial, que pudiese equilibrar el poder del imperio. Paraimpedirlo necesitaba mantener la independencia del Paraguayy la de la Repblica Oriental, y, en cuanto a la intervencinde la poltica interna de sus vecinos no lo haca sino parapreservar al imperio de eventualidades futuras" 2.

    El gobierno del Uruguay haba destinado ante la Cortede Ro a Lamas, uno de sus diplomticos ms hbiles. Lamasluch incansablemente contra Guido haciendo ver al Brasilel peligro que le significaba la poltica exterior de Rosas,al afectar la independencia del Uruguay y Paraguay con suidea de reconstruir el virreinato y la clausura de los ros.

    La invasin efectuada por el barn de Jacuby en el Uru-guay a fines de 1849 provoc la ruptura definitiva con Bue-nos Aires. Para esa fecha, la situacin poltica del imperiohaba cambiado. El ministerio conservador y partidario de laneutralidad armada fue reemplazado por un gabinete liberalque sostuvo la intervencin efectiva. A los pocos das deconstituirse, Guido exigi satisfacciones por ciertos discursoscontrarios a su gobierno que se haban pronunciado en laCmara de Diputados. Pero a pesar >de insinuar que si noera satisfecho se retirara de la Corte, no obstante que lassatisfacciones no le fueran dadas no insisti, y aconsej aRosas dar por terminado el incidente.

    En esa poca ocup la cartera de Relaciones PaulinoJos Soarez de Souza y con l terminaron las vacilaciones del

    1 CRCAMO, RAMN ]., De Caseros al 11 de Septiembre, p. 14.2 QUESADA, La poltica del Brasil con las Repblicas del Ro de la

    Plata, t. 2, p. 166 y 193.

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    imperio para combatir a Rosas. Guido haba protestado porla invasin de Jacuby; urgi la respuesta pero Soarez deSouza se neg a darla alegando que Oribe no estaba recono-cido por el imperio como Presidente de la Repblica Orien-tal, ni el gobierno de Buenos Aires tena jurisdiccin sobreel territorio uruguayo; por lo tanto, "Guido careca de pode-res para promover la reclamacin que haba entablado. Paraobviar este razonamiento de carcter procesal Oribe enviuna nota a Guido por la cual se adhera plenamente a la re-clamacin argentina y aprobaba la representacin que habaasumido en nombre de la Repblica Oriental de Uruguay.No obstante esto, no obtuvo contestacin, hecho que exaltla soberbia de Rosas, quien orden a su ministro que exigieraenrgicamente y sin demora las satisfacciones y explicacionesque se le deban, al mismo tiempo que se castigara a Jacubyy a sus cmplices. Como la cancillera del Brasil se negaraa estas solicitaciones, Guido por orden recibida de su go-bierno pidi sus pasaportes y regres a Buenos Aires. Corrael ao 1850. Oribe por su parte rompi relaciones con el en-cargado de negocios del Brasil y declar que no tomara enconsideracin ninguna reclamacin ulterior.

    Por esa poca comenzaba a gestarse el pronunciamientoy la campaa libertadora del general Urquiza. El gobierno

    , de Entre Ros por medio de agentes de su ms absoluta con-fianza, haba entablado negociaciones con el ministro brasi-leo en Montevideo, Sousa da Silva Pontes y el ministroHerrera, del Estado Oriental. Se lleg as al tratado de alian-za que se firm en Montevideo el 29 de mayo de 1851 entreBrasil, Entre Ros y el gobierno de esa ciudad. Esta alianzafue restringida, por sugestin de Brasil, a garantizar la inde-pendencia del Uruguay, que era su objetivo dominante ytambin para ponerse a cubierto de posibles complicacionescon Francia e Inglaterra. Debe advertirse que Urquiza estabaya resuelto a la cruzada libertadora sin esperar la concerta-cin de la alianza, como lo prueba el hecho de que se pro-nunci contra Rosas antes de la concertacin del tratado 1.

    1 Ruiz MORENO, MARTN, La revolucin contra la tiranta y la Orga-nizacin Nacional, t. 1, p. 224.

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  • El tratado dispona que el Estado de Entre Ros, Brasily la Repblica Orienta] se unan en alianza ofensiva y de-fensiva, con el objeto de obtener la independencia y pacificarel territorio de la Repblica del Uruguay, haciendo salir delterritorio al general Oribe y a las fuerzas argentinas quemandaba, y cooperando para que, restituidas las cosas a suestado normal, se procediese a la eleccin libre de presidentede la Repblica segn la constitucin del Estado Oriental.Esta primera clusula se completaba con el artculo 23, queprevea una invitacin al gobierno del Paraguay para entraren la alianza. En esta forma se condenaba la poltica deldictador que se haba negado a reconocer la independenciadel Paraguay.

    Por el artculo 17 los aliados se garantizaban mutua-mente su respectiva independencia y soberana e integridadde sus territorios sin perjuicio de los derechos adquiridos.

    El artculo 15 dispona que si el gobierno de BuenosAires llevase la guerra a cualquiera de las potencias aliadas,individual o colectivamente, la alianza se tornara contra di-cho gobierno.

    La escuadra del Brasil deba tener como uno de susprincipales objetivos, ayudada por la fuerza de los aliados,la custodia y seguridad de los ros Paran y Uruguay ymantener la libertad del trfico fluvial.

    Lograda la pacificacin de la Repblica y restablecidala autoridad del gobierno de Montevideo, en todo el pas, lasfuerzas aliadas de tierra repasaran sus respectivas fronte-ras y permaneceran estacionadas en ellas hasta que tuvieralugar la eleccin del Presidente de la Repblica. Los aliadosse comprometan tambin a sostenerlo durante todo el tiem-po que reclamara la paz interior durante el transcurso delprimer perodo presidencial.

    Crcano dice que la serie de disposiciones, hbilmenterelacionadas y concordantes, obra cautelosa del Brasil, des-tinada a garantizar especialmente la independencia del Pa-raguay, pudieron firmarla sin hesitar los estadistas argentinos,que no tenan el propsito ni la ambicin de reconstruccio-

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    nes territoriales imposibles, que slo habran podido conser-varse con los riesgos de la volencia.

    "El general Urquiza al firmar el tratado de alianza asen-t la lpida a la cavilacin del viejo virreinato y tranquilizal menos momentneamente al imperio, siempre devorado porla fiebre hereditaria de innecesarias expansiones y siempretemeroso y en guardia sobre el porvenir de la repblica rival.El tratado no fue un triunfo de la diplomacia brasilea, por-que no se triunfa donde no se opone resistencia. Fue la vic-toria de los santos principios e intereses bien entendidos, quefund el equilibrio poltico de las naciones del Plata".

    "La coalicin se haba combinado sobre el inters comnde todos los pueblos que la componan: la guerra a Rosas,la destruccin de su monstruoso poder, tan funesto para laslibertades y bienestar del pueblo argentino, como incompa-tible con la tranquilidad y seguridad de las naciones vecinas".

    "Brasil, despus de observar largo tiempo una actitudincierta, decidi emprender la cruzada contra Rosas, movidopor mltiples intereses de considerable importancia, estimu-lado con fervor por el gobierno de la defensa. A la visinmanchega del virreinato reconstruido por la prepotencia ar-gentina agregaba el temor de que el dictador llevara susarmas sobre Ro Grande, fomentara el sentimiento republi-cano tan vivo y tumultuoso y conmoviera las bases institu-cionales del imperio".

    "La pretensin histrica y continua de extender susfronteras hasta el Plata obedece a necesidades tradicionalesy errores persistentes sobre poblacin, subsistencia y seguri-dad. Necesitados de la libre navegacin y comercio de losros del Plata, en lo alto de sus corrientes estaban situadoslos estados ms ricos y prsperos de su jurisdiccin y elloseran entonces el nico medio de comunicacin con el Ja-neiro".1

    El tratado de alianza del 29 de mayo se completcon una convencin que se firm el 21 de noviembre del mis-mo ao para oponerse a los preparativos blicos que haca

    1 CRCANO, op. cit. p. 83.

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  • Rosas. Por dicho acuerdo se estableci que la guerra se haracontra Rosas y no contra la Confederacin y que las fuer-zas brasileas y uruguayas seran auxiliares de las argenti-as. El emperador del Brasil se comprometi a prestar a En-tre Ros y Corrientes cien mil patacones mensuales durantecuatro meses, que el gobierno que sucediera al tirano debe-ra reconocer como deuda de la Confederacin Argentina.Adems de estos auxilios, el gobierno imperial facilitara dosmil espadas de caballera y los suplementos de armas y mu-niciones de guerra que le fueran requeridas y tuviere dispo-nibles, todo lo cual debera serle pagado como el emprstito.

    Los gobiernos de Entre Ros y Corrientes, por su parte,se comprometieron a emplear toda su influencia ante el go-bierno que se organizare en la Confederacin Argentina paraque acordara y consintiera la libre navegacin del Paran yde los dems afluentes del Ro de la Plata para todos losbuques de los estados ribereos.

    Con el triunfo de Caseros, Brasil se asegur el recono-cimiento de la independencia del Paraguay, la consolidacinde la independencia del estado uruguayo, la apertura de losros interiores, la conservacin de las misiones y la seguri-dad de las fronteras. En esta forma consolid su polticaexterior que haba ya obtenido con la concertacin de losfamosos tratados de 1851 firmados por Andrs Lamas, en-viado del Uruguay.

    Brasil, por medio de esos tratados, se preocup espe-cialmente en asegurar sus lmites con el Uruguay afectandolos derechos que tena la Argentina a territorios que nuncahaban pertenecido a la colonia de Portugal. En los tratadosde 1851 se prescindi totalmente de la Repblica Argentina,y, lo que es ms grave, se firm una alianza para asegurarla independencia de los dos estados contra cualquier domi-nacin extranjera, que no poda ser otra que la de nuestropas. Es decir que esa alianza estaba dirigida contra la na-cin que combati en defensa del Estado Oriental, que contri-buy a su independencia y que la salv de la dictadura y dela influencia de Rosas. Mientras combata de frente por idea-

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    les comunes, sus aliados la excluan de convenciones preme-ditadas y concluidas a su espalda.

    El conocimiento de los tratados produjo sorpresa e in-dignacin en Montevideo y tampoco tuvieron aceptacin enBrasil, porque el imperio, por medio de esos acuerdos, habaabusado de su posicin, imponiendo condiciones a un paschico que en otra poca no hubiera logrado si su aliado, laRepblica Argentina, no hubiese estado combatiendo por sulibertad.1

    La poltica exterior de la Conederacin con el Brasil

    Establecido el gobierno provisional despus de Caseros,Urquiza trat de no demorar el restablecimiento de las rela-ciones exteriores y la solucin de las cuestiones de lmites.

    La cuestin fundamental que se presentaba a las nue-vas autoridades era aclarar las relaciones con el imperio,que haba sido aliado en la lucha contra la tirana, y que,por el hecho de los tratados de 1851, haba impuesto su pre-dominio en el estado Oriental. Para esa misin se designal general Guido ministro plenipotenciario ante el empe-rador.

    Con este motivo se produjo una incidencia internacio-nal. En efecto, de la Pea, ministro de relaciones exterioresdesignado por el gobernador de Buenos Aires, recibi delenviado imperial Carneiro Leao, que permaneca en Monte-video, una nota en la que le peda explicacin sobre el nom-bramiento del general Guido para su misin ante el empe-rador. Dicha comunicacin era inslita por cuanto excedalas facultades del plenipotenciario. De la Pea le contestpreguntndole con qu ttulo el enviado brasileo solicitabadeclaraciones sobre actos soberanos y privativos del gobier-no provisional. Sin embargo, desde el punto de vista legal,

    1 CRCAMO, Del sitio de Buenos Aires al Campo de Cepeda, p, 22.Vase sobre esta cuestin QUESADA, VICENTE, La poltica brasilera-uru-guaya en "Nueva Revista de Buenos Aires", t. III, p. 508.

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  • el gobierno de Buenos Aires no tena atribuciones, por cuan-to en esa poca todava no exista el gobierno encargado delas Relaciones Exteriores en nombre de toda la Repblica,

    Planteadas as las cosas, la misin de Guido qued sus-pendida, pero este incidente dio como resultado que se re-solviese delegar en Urquiza la facultad de la direccin delas relaciones exteriores.

    Trece das despus de Caseros, Carneiro Leao, preocu-pado por la situacin interna del Uruguay, inici una ges-tin ante Urquiza, Entenda el diplomtico brasilero quesu gobierno aceptaba la plena validez de los tratados deLamas sin mencionar que los ajustes y convenciones previs-tos ?n el artculo 21 de esos tratados deban celebrarse conel Presidente electo, despus que el gobierno Oriental sehubiese constituido.

    Como el enviado brasileo reclamara la colaboracin ar-gentina en virtud de la convencin de 1828, Urquiza precisque la alianza tena como nico objeto preservar la integri-dad del Estado Oriental. De ah que los aliados no tenanderecho para intervenir en las luchas internas, debiendo aca-tar las resoluciones que adoptara el pueblo oriental, de acuer-do a las leyes que se diera. Como Carneiro insistiera, Urqui-za le contest en forma categrica y dio por terminada ladiscusin.

    Al da siguiente de asumir Urquiza su calidad de Encar-gado de las Relaciones Exteriores de la Confederacin, de-sign a su propio ministro, Luis Jos de la Pea, con reten-cin de su empleo, enviado extraordinario ante los gobiernosdel Uruguay y del Brasil,

    Era necesaria una accin inmediata porque se compli-caba en Montevideo la discusin con Brasil, cuyo gobiernosostena la validez de los tratados firmados con Lamas, mien-tras el presidente uruguayo se negaba a cumplirlos, hastatanto no fueran aprobados por la legislatura. La situacin po-da agravarse porque en la frontera estaba estacionado uncuerpo de ejrcito listo para la invasin, y barcos de guerrabrasileros estaban anclados en el puerto de Montevideo. Lasituacin era casi crtica, porque el enviado del Brasil se

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    mostraba intransigente y se saba que el partido coloradopreparaba una revolucin apoyado por el imperio.

    El Dr. de la Pea comprendi que la situacin podaderivar hacia un conflicto, en el que la Repblica Argentinano podra permanecer apartada. Las activas gestiones de dela Pea y la intervencin directa del general Urquiza hicie-ron posible una transaccin mediante la cual el gobierno uru-guayo admiti la vigencia de los tratados de Lamas al mismotiempo que el representante del Brasil acept que dichos tra-tados fueran modificados. El general Urquiza garantiz laejecucin de los tratados por acta de mayo de 1852, peroesta garanta no fue ratificada por el Congreso y qued, poresta razn, sin validez.

    Maniobras del imperio en el Paraguay

    Finalizada la cuestin de] Estado Oriental con la mi-sin de de la Pea, Urquiza se preocup por afianzar la vin-culacin con el Paraguay y resolver las cuestiones pendien-tes. Para esta misin fue designado el Dr. Santiago Derqui,cuya actividad ser estudiada en el captulo referente a lasrelaciones con el Paraguay.

    En sus negociaciones con Lpez, Derqui obtuvo que steconsintiera en entregar al gobierno argentino el territorio deMisiones que posea el Paraguay, xito que estuvo en peli-gro de perderse debido a la diplomacia del Brasil que intentcruzarse a la actividad del representante argentino.

    Al saber el ministro brasileo que el gobierno del Para-guay haba resuelto entregar las Misiones, manifest que sugobierno tendra que intervenir en el asunto. El presidenteLpez, con decisin, comunic al enviado del Brasil que eltratado estaba ratificado y que ese territorio haba dejadode pertenecer al Paraguay. Terminaba, as, la influencia dela diplomacia brasilea en el Paraguay y este pas se inclinabahacia la Confederacin Argentina.

    Brasil, entonces, tuvo idea de comprar el territoriode Misiones para llegar con su frontera hasta el Paran.Derqui, comprendiendo los propsitos imperiales, realiz una

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  • maniobra audaz, como fue la de convenir con el gobierno pa-raguayo que retirara sus fuerzas militares a fin de que tropasargentinas suministradas por Pujol, gobernador de Corrien-tes, pasaran a reemplazarlas. Pero en momentos en que seiba a llevar a cabo este procedimiento, Derqui recibi ordende su gobierno de solicitar al Paraguay que suspendiera laevacuacin de las Misiones por el temor que se tena de quela anarqua de Buenos Aires penetrara en el territorio. Deesta,suerte la diplomacia brasilea, que haba sido vencidapor los esfuerzos del negociador argentino, triunf por lafalta de habilidad de su gobierno. . .

    . ,IW-'.''.'V" i ' ': 1''$*? Pi^-'::Una mediacin del Brasil ' ' N ! :! ; ;

    Con motivo de la lucha entre la Confederacin y Bue-nos Aires, en 1853 se produjo una mediacin del Brasil. Ur-quiza, que haba sido su aliado, invit al imperio a ofrecersu mediacin para poner trmino a la guerra civil. Obtenidala aceptacin de Buenos Aires se reunieron comisionados delos dos bandos para poder tratar la situacin. Lamentable-mente la firmeza de las posiciones de ambos hizo que la me-diacin no tuviera xito.

    Ms tarde, ante la traicin del coronel Coe, que entregla escuadra de la Confederacin a Buenos Aires mediante elpago de una fuerte suma de onzas de oro, Urquiza se dirigia la legacin del Brasil solicitando se emplearan las fuerzasde la escuadra a fin de evitar hostilidades de parte de unaautoridad que Brasil no reconoca. El gobierno brasileo, muyprudentemente, no comprometi su actitud limitndose a decirque estaba obligado a guardar la ms estricta neutralidad.

    Los tratados de la Confederacin con el Brasil

    Instalado definitivamente Urquiza como presidente de laConfederacin, se preocup en terminar las cuestiones de l-mites y afianzar la poltica exterior. Con Brasil, que habamantenido una neutralidad absoluta en la querella entre laConfederacin y Buenos Aires, entabl negociaciones para50

    concertar tratados que substituyeran los que haban sido he-chos para derrocar a Rosas. -

    Brasil acept complacido la idea y design como repre-entante suyo al vizconde de Abaet Paulino Limpo deAbreu, quien con Juan Mara Gutirrez, ministro de Relacio-nes Exteriores, procedieron en Paran a redactar el tratadode Paz, Amistad, Comercio y Navegacin.

    La discusin tuvo como base el proyecto presentado porel representante del Brasil y el 7 de marzo de 1856 se lleg ala firma del tratado que entr en vigencia el 25 de junio delmismo ao.

    Por el artculo I9 se declara que habr perfecta paz yfirme y sincera amistad entre los dos pases. Cada una de laspartes se compromete a no apoyar directa ni indirectamentela segregacin de porcin alguna de los territorios de la otra,ni la creacin en ellos de gobiernos independientes en desco-nocimiento de la autoridad central (art. 29) ,

    Por el artculo 39 confirman y ratifican la declaracincontenida en la Convencin Preliminar de Paz de 1828,as como tambin confirman y ratifican la obligacin dedefender la independencia e integridad de la RepblicaOriental del Uruguay. Se establece en el tratado que"se considerar atacada la independencia e integridad de eseEstado en los casos que ulteriormente se acordasen en con-currencia con su gobierno y tambin en el caso de conquista'declarada y cuando alguna nacin extranjera pretendiese mu-dar la forma de su gobierno, o designar o imponer la personao personas que hayan de gobernarla".

    Por el artculo 59 los dos pases confirman y ratificanla declaracin y reconocimiento de la independencia del Pa-raguay.

    Brasil no poda dejar de buscar en el tratado el afianza-' miento de la libertad fluvial, tan generosamente declaradapor el general Urquiza y la Constitucin argentina. Por eso,en diversos artculos se establece que las embarcaciones deambas pases, tanto mercantes como de guerra, podrn nave-gar los ros Paran, Uruguay y Paraguay en la parte queles perteneciera (art. 14) y comerciar en toda forma com-

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  • prometindose a colocar y mantener balizas y seales parafacilitar la navegacin (arts, 15 y 16). Si llegare a estallarla guerra entre cualquiera de los Estados del Ro de la Platao de sus confluentes, ambas partes quedan obligadas a man-tener la libre navegacin de los ros citados, no ptidiendohaber otra excepcin sino con respecto a los artculos decontrabando de guerra (art. 19).

    La situacin de la isla de Martn Garca, que siemprepreocup a Brasil, como que en esa poca era la llave dela navegacin de los ros, hizo que se insertara en el art. 18un texto similar al del tratado celebrado en 1851 con Uru-guay. Dicho artculo dispone:

    "Reconociendo las Altas Partes Contratantes que la islade Martin Garca puede por su posicin embarazar e impe-dir la libre navegacin de los afluentes del Ro de la Plataen que estn interesados sus ribereos, reconocen igualmentela conveniencia de la neutralidad de la referida isla en tiem-po de guerra ya entre los Estados del Plata, ya entre unode stos y cualquier otra potencia, en utilidad comn y comogaranta de la navegacin de los referidos ros; y por lotanto acuerdan:

    "I9 - Oponerse por todos los medios a que la posicinde la isla de Martn Garca deje de pertenecer a uno de losEstados del Plata interesados en su libre navegacin.

    "29 - Tratar de obtener de aqul a quien pertenezca laposesin de la isla, que se obligue a no servirse de ella paraimpedir la libre navegacin de los otros ribereos y signata-rios de los tratados de 10 de julio de 1853 y que consientaen su neutralizacin en tiempo de guerra, as como en que seforme en ella los establecimientos necesarios para seguridadde la navegacin interior de todos los Estados ribereos yde las naciones comprendidas en los tratados de 10 de juliode 1853".

    Para facilitar el comercio las dos partes convienen enaplicarse mutuamente el tratamiento de la clusula de la na-cin ms favorecida condicional (art. 6). Se consideran bu-ques de ambas nacionalidades a los que fueran posedos, tri-pulados y navegados segn las leyes de los respectivos pases

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    (art. 7"). Se establece que los nacionales que residan en elterritorio de una de las dos partes contratantes estarn exen-tos de todo servicio militar obligatorio (art. 89). Se obliganigualmente a entregarse a los de