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    103/03 pp. 113-157 Reis

    Este trabajo comparativo analiza la influencia de la configuracin del mercado y de la poltica de vivienda enEspaa en el calendario y en la estructura de la formacin familiar. Para ello se presentan, primero, las parti-cularidades espaolas en las pautas de creacin de nuevos hogares en contraste con Francia y, despus, lasvariaciones regionales dentro de Espaa. Esta doble perspectiva comparada permite comprender la articula-

    cin de las instituciones y los mercados con las pautas de creacin de hogares en las dcadas de 1980 a2000. Se construyen dos modelos de regresin logstica para estimar, primero, las probabilidades de vivir enalquiler en Espaa y Francia y, despus, las probabilidades de vivir en un hogar independiente siendo joven ysegn la Comunidad Autnoma de residencia. Se describen los mecanismos microsociolgicos a travs de loscuales los mercados de vivienda con un acceso relativamente fcil a la vivienda en alquiler favorecen una for-macin familiar temprana y ms adaptada a las necesidades de innovacin y prueba de las familias jvenes. Elanlisis institucional comparativo del mercado de vivienda espaol y su regulacin estatal muestra cmo estaltima no es neutral en cuanto a las formas de tenencia de las viviendas y cmo favorece a las familias bien in-sertadas laboralmente. Se concluye que esta poltica de vivienda incide como factor negativo en la prolifera-

    cin de parejas de hecho y en la formacin familiar temprana.

    Palabras clave: Vivienda, Estructura Familiar, Espaa, Francia.

    La vivienda como determinantede la formacin familiar en Espaadesde una perspectiva comparada

    Teresa Jurado GuerreroUniversidad Nacional de Educacin a Distancia

    RESUMEN

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    INTRODUCCIN1

    La formacin de nuevas parejas y familias es condicin necesaria para la reproduccin deuna sociedad. Es un proceso que se observa en todas las sociedades humanas, pero sucalendario y sus formas concretas varan sustancialmente entre sociedades y en el tiempo.En Europa occidental la formacin familiar lleva varios siglos siguiendo unas pautas tpicasde estas latitudes. El emparejamiento suele ser neolocal, relativamente tardo y constituyeuna transicin a la vida adulta ligada a otras transiciones, sobre todo al acceso a la propie-dad o al empleo. La independencia domiciliar, fundamental en el modelo occidental de for-macin familiar neolocal, presupone en general la independencia econmica. La norma dela neolocalidad, a su vez, hace de la transicin a una vivienda propia e independiente una

    condicin crucial en la formacin familiar. Excepciones a esta norma se encuentran en laformacin de una pareja nueva dentro de uno de los hogares paternos dando lugar a fami-lias polinucleares, ms frecuentes en el pasado que en nuestros das, pero an relevantesen algunas regiones y grupos sociales de Europa (Contreras, 1991; Requena, 1995, 2001).La formacin familiar actual se caracteriza en todos los pases de Europa occidental por unretraso en la edad en la que los jvenes dejan el hogar paterno para crear un grupo do-mstico independiente. Este retraso en la transicin domiciliar vara significativamente deun pas a otro, y esto se debe a dos razones generales: depende de las expectativas y delos requisitos necesarios para acceder a una vivienda independiente y de las normas y lasinstituciones que regulan la oferta y la demanda de vivienda en una sociedad.

    El objetivo de este artculo consiste en mostrar la influencia de la configuracin del merca-do y de la poltica de vivienda en Espaa sobre la formacin familiar2. Este estudio forma laprimera parte de un proyecto ms amplio cuyo objetivo final es comprender las pautas defecundidad espaolas desde una perspectiva comparada3. En primer lugar, se describen y

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    1 Este trabajo se present en junio de 2002 en el seminario permanente de investigacin del Centro de Estructuras SocialesComparadas (CESC) en la UNED. Agradezco mucho los interesantes y tiles comentarios realizados en esa ocasin por Jor-ge Benedicto, Luis Garrido, Carmen Gonzlez, Emilio Luque y Miguel Requena. Tambin la discusin con Fabrizio Bernardi ylos comentarios de Miguel ngel Malo y de Jess Leal me han sido muy beneficiosos para mejorar la ltima versin de esteartculo. La ayuda de Juan del Nido ha sido fundamental. Finalmente, me han parecido muy acertadas las sugerencias delevaluador annimo de laREIS .2 El concepto de formacin familiar abarca tres fases del ciclo vital: 1) la emancipacin del hogar paterno, 2) el empareja-miento y 3) la procreacin. En este artculo se estudian las dos primeras fases de la formacin familiar con particular nfasisen la formacin de un hogar independiente, ya sea con o sin pareja. El trmino de emancipacin se refiere aqu a los jve-nes que en un momento dado viven en un hogar diferente al de los padres, independientemente de que puedan volver a steen un momento posterior (Clark y Dieleman, 1996). Es decir, se analiza el acontecimiento vida independiente y no el proce-so de emancipacin en su conjunto. Adems, no se incluye a los jvenes en residencias universitarias en el anlisis empricoporque las encuestas usadas aqu no permiten su comparacin transversal. Una excepcin son los datos del grfico 2, que sebasan en informacin retrospectiva que s permite comparar e incluir a los jvenes en residencias universitarias entre los jve-nes emancipados.3 Se trata del proyecto Influencia de los mercados y las instituciones en la trayectoria de fecundidad de las parejas en Euro-pa, dentro del programa de investigacin Ramn y Cajal 2001-2006 del Ministerio de Ciencia y Tecnologa.

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    analizan las tendencias actuales en la formacin de nuevas familias: el calendario, las for-mas y las conexiones con la transicin domiciliar. Las particularidades espaolas se desta-

    can mediante la comparacin con la situacin en Francia, y tambin estudiamos las dife-rencias regionales dentro de Espaa. Esta doble perspectiva comparada permite unir elanlisis microsociolgico con el anlisis macrosociolgico, es decir, comprender las in-fluencias de las instituciones y los mercados en la formacin familiar.

    Las hiptesis que se plantean se centran en la relacin que guardan las caractersticas dela oferta del mercado de la vivienda y su regulacin poltica con las peculiaridades de laformacin familiar en Espaa y Francia. Son las siguientes:

    1. Las peculiaridades de la oferta y de la poltica de vivienda retrasan la formacin denuevos hogares en Espaa.

    2. Adems, la configuracin espaola entorpece la difusin de las parejas de hecho y delos hogares unipersonales.

    Las implicaciones de la oferta y las polticas de vivienda sobre la formacin familiar es unrea de estudio escasamente explorada, en particular en Espaa. Las conexiones entrelas diferentes transiciones a la edad adulta y la formacin familiar se estudian dentro delmarco de la sociologa de la familia y de la juventud, de la demografa y tambin, cada vezms, desde las ciencias econmicas. Ahora bien, se analizan primordialmente las relacio-nes entre la formacin familiar y el proceso de la formacin educativa y del acceso al em-pleo (Garrido y Requena, 1996; Baizan, 2001). La influencia del mercado y de la polticade vivienda sobre la formacin familiar se ha estudiado poco y casi siempre de forma des-criptiva (Leal y Corts, 1995; Leal, 1997, 2000; Serrano Secanella, 1997). En Espaa estanegligencia se explica por la escasa tradicin de los estudios de sociologa de la vivienda.Comparado con la investigacin sociolgica en otros pases europeos y en EE.UU., la so-

    ciologa de la vivienda es la gran ausente de la sociologa espaola (Corts Alcal, 1995;Iglesias de Ussel, 1993). Salvo muy raras excepciones, los estudios existentes son de tipodescriptivo y ensaystico solamente. Esto se debe en buena medida a la falta de informa-cin estadstica y a las mltiples deficiencias de los datos existentes (Alberdi, 1996a,1996b). Encontramos dos excepciones en los trabajos de Garrido (1993) y Garrido y Re-quena (1997), y de Martnez y Ruiz-Castillo (2002). El exhaustivo estudio emprico de1997 sobre formacin y disolucin de hogares consiste en una proyeccin hasta el ao2011 de la creacin de nuevos hogares por parte de los jvenes. Los autores muestrancmo la poltica estatal de jubilaciones est influyendo en la estructura del mercado de lavivienda espaol y, a travs de ste, en el retraso de la emancipacin de los jvenes espa-oles. El mercado se encuentra en desequilibrio porque ha aumentado el nmero de an-

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    cianos independientes que no dejan sus domicilios al mismo ritmo que en el pasado, mien-tras que crece la demanda de viviendas por la llegada de la numerosa cohorte delbaby

    boom al mercado. El trabajo de 2001 muestra cmo los costes de la vivienda en alquiler yen propiedad influyen en la probabilidad de crear un hogar nuevo entre los jvenes espa-oles de 18 a 35 aos de edad. Para mostrar esta relacin los autores usan un modelo es-tadstico en el que incluyen, entre otras variables independientes, los precios medios delas viviendas en las CC.AA.

    Tambin en otros pases son escasos los estudios sobre la conexin entre la transicin do-miciliar y la formacin familiar. En los pases anglosajones y del norte de Europa la sociolo-ga de la familia y de la juventud se interesa ms por la creciente individualizacin y des-

    estandarizacin de las transiciones a la edad adulta, por la prolongacin de los estudios,por la creciente inestabilidad en el empleo y por la desconexin entre matrimonio y forma-cin de un hogar autnomo (Kiernan, 1989; Jones y Wallace, 1992; Cavalli y Galland, 1993;Ziegler y Schadt ,1993; Blossfeld, 1995; Galland, 1995; Battagliola, Brown y Jaspard, 1997;Aassve et al., 2001; Corijn, 2001).

    El estudio de la influencia de la vivienda sobre la formacin familiar presenta algunos pro-blemas metodolgicos que tambin influyen en la escasez de este tipo de anlisis. Existentres posibilidades para estudiar el papel que juega una oferta adecuada en el calendario dela formacin familiar. En primer lugar, se puede analizar cmo la expectativa de encontraruna vivienda apropiada y la evaluacin de las posibilidades reales afectan al momento decrear un hogar nuevo. Esta estrategia requiere datos sobre expectativas que pocas vecesson el objeto de encuestas representativas. Una excepcin es el estudio de Baanders(1998), en el que se usa una encuesta realizada por la autora misma. Por otro lado, no sepuede analizar la influencia de la existencia de una vivienda propia sobre el momento de laformacin familiar porque, salvo raras excepciones, como es la existencia de vivienda pro-pia no habitada, esta relacin es tautolgica, todas las personas que forman un hogar neo-

    local tienen una vivienda independiente. Ahora bien, se pueden usar estrategias indirectascon datos individuales para ver cmo la oferta de diferentes tipos de viviendas influye en laedad de la formacin familiar. En segundo lugar, se puede estudiar no ya la cuestin delmomento de la formacin familiar, sino la influencia de la oferta sobre las formas de la for-macin familiar. En este caso se pueden someter a escrutinio las relaciones entre diferen-tes tipos de viviendas (en alquiler, en propiedad, cedida, vivienda colectiva, etc.) y los dife-rentes tipos de hogares (matrimonio, unin de hecho, piso compartido, etc.). Para ello sepuede asociar el aspecto de la vivienda en cuanto que variable de contexto, por ejemplo ni-vel de precios, estructura del mercado de la vivienda, caractersticas del mercado hipote-cario por regiones, a otras variables de contexto relativas a la formacin familiar, por ejem-plo tasas de independencia juvenil por regiones. La estrategia ms compleja consiste en

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    construir modelos estadsticos de multinivel que relacionan variables individuales y de con-texto con probabilidades individuales de un cierto comportamiento.Hay pocos estudios que

    hayan seguido una de estas estrategias, aunque ltimamente contamos para Espaa conlos anlisis de Holdsworth e Irazoqui (2002) y Martnez y Ruiz-Castillo (2002). Aqu se utili-zan dos estrategias metodolgicas, la individual y la multinivel. Pero antes de analizar lasrelaciones entre vivienda y formacin familiar vamos a describir brevemente las caracters-ticas generales del calendario y de las formas de constituir hogares y su conexin conotras transiciones vitales.

    FORMACIN FAMILIAR EN ESPAA Y FRANCIA

    Se ha optado por comparar Espaa con Francia por motivos metodolgicos y sustantivos.Los casos de Espaa y Francia se diferencian en la variable dependiente, las pautas de laformacin de hogares, pero muestran algunas similitudes en las variables independientesde contexto (desempleo juvenil, sistema educativo, pautas de solidaridad familiar, etc.), loque reduce en cierta medida el tpico problema de comparaciones con pocos casos (Small- N studies )4. Por otro lado, el inters analtico primordial se centra en el impacto de la regu-lacin estatal de la vivienda, una variable independiente que vara en estos contextos na-cionales, sobre la formacin familiar.

    Calendario

    Espaa registra, junto a los dems pases mediterrneos (a excepcin de Portugal), laspautas de emancipacin familiar ms tardas dentro de la Unin Europea, es decir, los j-venes espaoles son los que ms tarde forman su propio hogar y acceden a una viviendapropia (Fernndez Cordn, 1997; Jurado Guerrero, 2001; Gnzalez Lpez, 2002). En Es-

    paa la edad media a la emancipacin ha ido aumentando constantemente desde 1988hasta 2001, situndose en este ltimo ao en los 30,6 aos para los varones y los 28,6aos para las mujeres (Requena, 2002a). Un estudio retrospectivo muestra que para la ge-neracin de espaoles que en 1995 tenan de 30 a 35 aos de edad, la mediana de laedad a que dejaron de vivir con los padres era de 26 para los hombres y de 24,2 aos paralas mujeres (Delgado y Castro Martn, 1998). En un estudio francs similar se observa que

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    4 Se aduce frecuentemente que este tipo de comparaciones no permite identificar cules son las variables de contexto expli-cativas dada la existencia de un alto nmero de posibles candidatos. La comparacin de Francia y Espaa reduce, dentro delas posibilidades existentes (comparacin entre pases occidentales), la variacin en las variables independientes (en contras-

    te con alternativas como Alemania, Reino Unido y Holanda). Adems, seguimos la estrategia de usar macro-variables quepermiten argumentar en trminos de configuraciones de variables en vez de en trminos de variables sueltas (Ragin, 1987;Jurado Guerrero, 2001).

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    la mitad de los hombres franceses de la generacin que en 1995 tena entre 29 y 32 aoshaban accedido a una vivienda autnoma a la edad de 22,8 aos. La edad mediana de la

    correspondiente generacin femenina era 21 aos (Galland, 2000). A pesar de no tratarsede generaciones idnticas, se puede constatar un retraso en la emancipacin familiar delos espaoles de unos tres aos frente a los franceses. En otro estudio comparativo semuestra cmo este retraso repercute en la formacin de la primera pareja, que tiene lugarms tarde en Espaa que en Francia. De las mismas cohortes a los 25 aos, un 22% anno haba iniciado su vida en pareja en Espaa y un 17% en Francia (parejas formales yuniones de hecho). Ahora bien, estas diferencias entre los dos pases disminuyen con res-pecto a la edad en que las mujeres tienen su primer hijo, ya que las mujeres francesas,aunque se independizan y forman la familia a una edad ms temprana que las espaolas,

    esperan a tener el primer nacimiento hasta edades muy similares a las de las espaolas(Gonzlez Lpez, 2002).

    Estructuras

    Las diferencias en la primera fase de la formacin familiar de los espaoles y los francesesno se limitan solamente a las diferencias de calendario, sino que tambin se observan im-portantes variaciones en las formas del primer hogar independiente. Para asegurarnos la

    comparabilidad de las diferencias estructurales vamos a recurrir a datos de 1991 para Es-paa y de 1992 para Francia5. El grfico 1 muestra cmo la abrumadora mayora (83%) delos jvenes espaoles emancipados (de 20 a 29 aos) vivan en matrimonio, mientras queslo el 40% de sus coetneos se encontraban en ese tipo de hogar en Francia. Compartirpiso es un comportamiento de similar magnitud en los dos pases, pero los jvenes france-ses viven mucho ms frecuentemente que los espaoles en parejas de hecho o solos. Lasdiferentes estructuras de hogares de los jvenes independientes se reflejan, asimismo, endiferencias nacionales en cuanto a las primeras viviendas a las que acceden los jvenescuando se emancipan. En 1991-92 los jvenes en Espaa elegan, en su gran mayora,como primera vivienda independiente viviendas que comparten con su pareja y viviendasde propiedad familiar (77%), mientras que en Francia muchos ms jvenes que en Espaatuvieron como primera vivienda una residencia universitaria o una vivienda no familiar en laque vivan solos (41%). Si estos datos se interpretan desde el ngulo de quines son los

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    5 Existen encuestas internacionales ms recientes que permiten un anlisis de la formacin familiar, como son las Encuestasde Familia y Fecundidad de principios de los aos noventa y el Panel de Hogares de la Unin Europea 1994-2001. De las pri-meras encuestas, la encuesta francesa tiene el gran dficit de carecer de datos ocupacionales retrospectivos, por lo cual esmuy limitado su posible uso en estudios comparativos (Corijn, 2001).Tambin los datos franceses del Panel de Hogares de la

    UE tienen limitaciones por su alto nmero de valores perdidos en la variable de historial de desempleo y, adems, en estasencuestas no hay informacin sobre las caractersticas de los padres (Aasve et al., 2001). Por estos motivos y por otros des-critos en la siguiente nota a pie de pgina, hemos seleccionado encuestas ms antiguas, de 1991 y 1992.

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    propietarios de las primeras viviendas independientes, se puede observar la importanciade vivir con familiares (la pareja) o en una vivienda de la familia en Espaa, mientras que

    en Francia los propietarios privados ajenos a la familia, el mercado y el Estado proveen aun alto porcentaje de los jvenes de sus primeras viviendas (grfico 2). Estas diferenciassubrayan las dificultades que tienen los jvenes espaoles para acceder a un hogar inde-pendiente si se apoyan exclusivamente en sus propias fuerzas. Para emanciparse antes delos 30 aos la ayuda familiar es muy importante (vase ms adelante).Esto indica deficien-cias mercantiles y pblicas en la provisin de vivienda adecuada para una emancipacintemprana, es decir, entre los 20 y 29 aos, en Espaa.

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    GRFICO 1

    Jvenes emancipados (20-29 aos) segn tipo de hogar, 1991-92

    0

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    40

    60

    80

    100

    OtrosPiso compartidoSola/oPareja de hechoMatrimonio

    Francia

    Espa a

    FUENTE :Elaboraci n propia con Encuesta Sociodemogrfica 1991y Enqute Jeunes 1992.

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    Emancipacin y otras transiciones vitales

    Qu caracter sticas individuales y de contexto favorecen la emancipaci n temprana?Cmo se articulan las diversas transiciones al estatus de adulto entre s ? En un an lisisanterior (Jurado Guerrero, 2001) se han comparado dos cohortes de j venes de 20 a 29a os en Espa a y Francia, y los resultados nos permiten contestar a estas dos preguntas.En ese estudio se construy un modelo te rico de acci n individual sin olvidar las posiblesinfluencias de los contextos societales y se operacionaliz ese modelo para poder llevar acabo un test estad stico con datos individuales y contextuales. Para operacionalizar estemodelo se utilizaron dos encuestas individuales comparables para los dos pa ses 6.

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    GR FICO 2

    Primera vivienda independiente (emancipados 20-29 a os)

    FUENTE :Elaboraci n propia con Encuesta Sociodemogrfica 1991y Enqute Jeunes 1992.

    0

    20

    40

    60

    80

    100Salida informal

    Piso compartido

    Sola/o

    Residencia colectiva

    Con pareja

    En vivienda familiar

    FranciaEspa a

    P o r c e n t a j e

    6 Se trata de la Encuesta Sociodemogrfica de 1991 para Espa a y la Enqute Jeunes de 1992 para Francia. La amplitud delas muestras de las encuestas (21.748 y 5.393 casos, respectivamente) permite un an lisis a nivel regional con control de lasdiferencias provinciales en el caso espa ol. Se separ a los estudiantes de los no estudiantes y a las mujeres de los hombres,ya que cada grupo muestra comportamientos muy diferentes, debido en parte a diferencias en las expectativas pero tambi na diferencias en las articulaciones de las tres transiciones mencionadas anteriormente. Se ha usado el mismo modelo de re-gresi n log stica para los dos pa ses. Las variables independientes de esos modelos son las mismas que las del modelo 1 enel cuadro 2 del Anexo.

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    Las conclusiones de ese trabajo en cuanto a la articulaci n de las diferentes transicionesse pueden resumir brevemente en tres puntos 7:

    1. En Francia es frecuente que los j venes abandonen el hogar paterno durante su pocade estudios, mientras que esta concatenaci n de transiciones est poco difundida entre los

    jvenes en Espa a. Los estudiantes franceses entre 20 y 29 a os tienen mayores probabili-dades de vivir de forma aut noma que sus coet neos espa oles (un 39% frente a un 12%).Su probabilidad de ser independientes aumenta si compaginan los estudios con el trabajo,si ya han finalizado un primer nivel de estudios profesionales, si provienen de la clase de

    trabajadores agr colas, de la peque a burgues a o de la clase de servicio, y si viven en unaregi n diferente a la regi n parisina. Para los estudiantes espa oles el origen social es pr c-ticamente insignificante 8, al igual que la Comunidad Aut noma en la que viven. En cambio,lo que eleva la probabilidad de independencia es compatibilizar los estudios con un empleoy tener de 25 a 29 a os. La ausencia de un efecto del origen social en Espa a podr a indicarla existencia de una norma social generalizada de no independizarse mientras se cursan es-tudios profesionales o universitarios. Tambi n puede estar relacionado con la menor centra-lizaci n de las universidades espa oles, las limitaciones impuestas por el sistema de distritouniversitario y la ausencia de universidades de lite en la capital.

    Los j venes que ya han realizado la transici n del estudio al empleo se comportan de for-ma diversa seg n el g nero.

    2. En Francia los j venes varones viven de forma aut noma en un 50%, frente a un 32%de los espa oles: tienen mayores probabilidades de estar emancipados si tienen un em-pleo indefinido o de aut nomo, tienen m s de 24 a os y son de origen peque o-burgu s ode clase de servicio. Sus coet neos espa oles tienen tambi n una mayor propensi n a vi-vir en un hogar independiente si tienen un empleo indefinido, tienen m s de 24 a os, tie-nen muchos hermanos y un nivel educativo no universitario y no provienen de una familia

    de agricultores o de trabajadores no cualificados. Es decir, en Espa a los j venes que hanformado ya su propio hogar tienden a tener estabilidad econ mica, hace tiempo que deja-ron el sistema educativo y en su hogar de origen se puede suponer que ten an una calidadde vida relativamente baja (compart an los recursos paternos con muchos hermanos). Estainterpretaci n es reforzada por el an lisis similar a ste que realizan Garrido y Requena(1996) y Baizan (2001). En Francia esto es similar, aunque el desempleo es un menor im-pedimento para vivir de forma independiente.

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    7 Las diferencias entre Francia y Espa a que aqu se comentan son estad sticamente significativas.

    8 A excepci n de los estudiantes varones cuyo padre es trabajador agr cola. stos tienen una mayor probabilidad de vivir deforma independiente.

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    3. Las j venes francesas que dejaron el sistema educativo viven por su cuenta en un67% de los casos y sus coet neas espa olas en un 45%. Las primeras se encuentran

    ms frecuentemente en esa situaci n si son econ micamente inactivas o si tienen unempleo estable, si tienen un t tulo universitario, si tienen m s de 24 a os y si provienende la peque a burgues a o de la clase de servicio. Las espa olas, en cambio, han for-mado con m s probabilidad su propio hogar si son econ micamente inactivas o si es-tn desempleadas (despu s de haber tenido un empleo), si tienen un nivel educativobajo (EGB o FP I), si tienen m s de 24 a os, si tienen muchos hermanos y si su padreestaba econ micamente inactivo cuando ellas ten an 16 a os. Por lo tanto, las espa o-las ligan su independencia m s a menudo que las francesas a la existencia de una pa-reja, al abandono o finalizaci n de los estudios y en su familia de or igen es de suponerque la calidad de vida era relativamente baja. Tambi n otros estudios muestran la(a n) alta difusi n de las familias sustentadas nicamente por el var n entre las pare-

    jas j venes (Franco y Winqvist, 2002; Gonz lez L pez, 2001; Ib ez Pascual, 1999; Al-berdi et al., 1994). En un an lisis longitudinal sobre la formaci n de parejas en Espa ase ha observado incluso que el empleo indefinido ha aumentado su importancia para

    el emparejamiento de los hombres espa oles en las ltimas d cadas (Lux n, Miret yTrevi o, 1999).

    Para concluir con la comparaci n sobre las articulaciones entre las diferentes transicionesvitales, mostramos dos gr ficos con las edades a nivel agregado a las que se accede a vi-vir independientemente y las edades a las que ya no se estudia y a las que se encuentra

    un empleo estable (gr fico 3).

    Se ve claramente que los j venes espa oles no prolongan sus estudios m s que los j ve-nes en Francia; en cambio, s que acceden m s tarde a un empleo estable 9. Como tener unempleo es m s importante para la formaci n familiar de los varones espa oles que de losfranceses, este desfase entre los dos pa ses explica en parte las diferencias nacionales.

    Ahora bien, por qu es m s importante para los hombres espa oles tener un empleo quepara los hombres franceses? Tres respuestas son posibles:

    1. En primer lugar, porque en Espa a hay m s parejas entre los j venes en las que el va-rn es el nico sustentador de la econom a familiar y, por lo tanto, la estabilidad de suempleo es crucial, ya que es dif cil que la mujer compense un per odo de ausencia deingresos.

    TERESA JURADO GUERRERO

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    9 Otros estudios tambi n muestran que los j venes espa oles, sobre todo los varones, acceden a edades muy j venesal mercado laboral, es decir, no prolongan sus estudios tanto como otros coet neos suyos en Europa (Corijn y Klijzing,2001).

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    2. En segundo lugar, porque la oferta de viviendas en el mercado espa ol est dominadapor una oferta de viviendas en propiedad y escasean las viviendas en alquiler y, sobre todo,las de alquiler social (ver m s adelante), lo que requiere una mayor seguridad de ingresos.

    3. El subsidio de desempleo en Espa a se limita a sustituir rentas en el caso de un pe-r odo anterior de empleo de al menos seis meses de duraci n en 1991 (doce meses en laactualidad). Comparado con Francia, esto produce una cobertura inferior de los j venes es-pa oles a trav s de subsidios de desempleo que sus coet neos franceses 10 . Adem s, en

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    GR FICO 3

    Transiciones vitales en Espa a 1991 y Francia 1992(jvenes 20-29 a os, porcentajes transversales)

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

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    90

    100

    Espa a: emancipadoEspa a: estudianteEspa a: empleo indefinido

    Francia: emancipado

    Francia: estudiante

    Francia: empleo indefinido

    0

    10

    20

    30

    40

    50

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    70

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    100

    20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29

    Mujeres Hombres

    FUENTE :Elaboraci n propia con Encuesta Sociodemogrfica 1991y Enqute Jeunes 1992.

    10 En 1990, de los j venes franceses desempleados de menos de 30 a os, un 35% recib a un subsidio por desempleo, mien-tras que el porcentaje de sus coet neos espa oles cubiertos por un subsidio era de un 18% (EC 1992).

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    Espa a, contrariamente a Francia, no existen prestaciones por alquiler, sino que las ayu-das a la vivienda son de tipo fiscal y no contribuyen a aliviar un per odo de bajos o nulos

    ingresos.

    Las tres respuestas no son l gicamente excluyentes entre s , sino que se complementan.Las formas familiares existentes y la estructura del mercado de la vivienda se refuerzanmutuamente. Primero, porque sin al menos un empleo estable es dif cil acceder a un pr s-tamo hipotecario para comprar una vivienda. Por otro lado, la oferta de viviendas en alqui-ler, sobre todo de alquileres asequibles, es escasa. En tercer lugar, las ayudas p blicas sonescasas y, por lo tanto, muy frecuentemente no se puede sustituir un sueldo por una trans-

    ferencia p blica, lo que permitir a afrontar los costes mensuales de la vivienda.Veamos es-tos aspectos a continuaci n con m s detalle.

    INFLUENCIA DE LOS MERCADOS Y LAS INSTITUCIONESEN LA FORMACI N FAMILIAR

    Anteriormente ya hemos apuntado algunas de las diferencias entre los dos pa ses encuanto a la relaci n entre primera vivienda y la formaci n de un hogar nuevo a edades tem-pranas. Una de ellas se refer a al alto porcentaje de j venes franceses que tienen como pri-mer hogar independiente una habitaci n en una residencia universitaria. Tambi n hemosvisto que es importante distinguir dos grupos de j venes en cuanto al proceso de forma-cin familiar: los estudiantes y los no estudiantes.

    Estudiantes

    Los estudiantes franceses y espa oles forman un hogar independiente sobre todo si com-

    paginan sus estudios con un empleo, pero adem s influye mucho el tipo de vivienda a laque pueden acceder. En Francia, en 1988 hab a ocho plazas en residencias universitariaspor cada 100 estudiantes, mientras que en Espa a s lo hab a dos plazas en residencias ocolegios mayores por cada 100 estudiantes. Como las residencias universitarias francesasson en su mayor a subvencionadas y bastante m s econ micas que las espa olas, esto re-percute favorablemente en los gastos de los estudiantes franceses, que son menores quelos de sus coet neos espa oles cuando viven en residencias. Adem s, el 16% de los estu-diantes franceses recibieron en el curso 1990-91 una beca-salario, frente al 4% de los estu-diantes espa oles (Consejo de Universidades, 1991, 1992, 1993; DEP, 1995; INSEE, 1993;OECD, 1989). Se puede estimar que las becas francesas de esos a os permit an a los estu-diantes pagar entre un 30 a un 50% de sus gastos, mientras que los becarios espa oles

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    consegu an cubrir de un 20 a un 28% de sus gastos (Sch ferbarthold, 1992). Adem s, losestudiantes franceses tienen acceso a dos tipos de ayudas al alquiler: allocation de loge-

    ment caractre social y aide personnalise au logement (Rassat, 1995; Julliot, 1991),mientras que este tipo de ayudas es inexistente en Espa a. En resumen, la escasez de vi-viendas transitorias, como son las residencias universitarias o las viviendas en alquiler, y la

    falta de becas-salarios y de ayudas al alquiler para estudiantes en Espa a contribuyen aque la formaci n de hogares entre los j venes coincida casi exclusivamente con el empa-rejamiento y, por lo tanto, ocurra a edades m s avanzadas que en pa ses de nuestro entor-no (Holdsworth, 2000; Baizan, 2001).

    Despus de los estudios

    Al comienzo del art culo hemos presentado la hip tesis seg n la cual las peculiaridades dela oferta y de la pol tica de vivienda retrasan la formaci n de nuevos hogares en Espa a 11 .Para comprobar esta hip tesis hay que ver en primer lugar si los j venes muestran preferen-cias por un tipo de vivienda determinado. Un primer indicador que, efectivamente, apunta enesa direcci n son las cifras de j venes seg n el r gimen de tenencia de su vivienda compa-rado con la poblaci n en general. En Espa a y Francia los j venes viven m s frecuentemen-te en una vivienda en alquiler que el total de la poblaci n, aunque las diferencias por edades

    son m s acusadas en Francia que en Espa a. En Espa a, Grecia, Italia e Irlanda, s lo alre-dedor del 20% de los hogares con personas de referencia entre 16 y 29 a os se encuentranen viviendas de alquiler, mientras que en pa ses como Francia, Alemania y Holanda los ho-gares en alquiler representan un 40% o m s de los hogares j venes (EUROSTAT, 1997).

    Para poner a prueba la hip tesis con datos individuales y para controlar por otras variablessociodemogr ficas que puedan influir en el comportamiento de acceso a una vivienda in-dependiente, se ha realizado una regresi n log stica con la que se estima la probabilidadde que un joven que en 1985-86 viv a con los padres en Espa a y Francia, respectivamen-

    te, viviera en una vivienda independiente en alquiler o cedida frente a una vivienda en pro-piedad en 1991-92 12 . En los dos pa ses los j venes de 20 a 24 a os tienen una mayor pro-pensi n a vivir en alquiler que los j venes de 25 a 29 a os, es decir, para formar un hogarindependiente a edades tempranas el acceso a una vivienda en alquiler es fundamental

    (Anexo, cuadro 1). Esto es as para todos los grupos de j venes, ya difieran por origen so-cial, nivel educativo y lugar de residencia. Con lo cual una amplia oferta de viviendas en al-

    quiler favorece una emancipaci n temprana.

    LA VIVIENDA COMO DETERMINANTE DE LA FORMACI N FAMILIAR EN ESPA A

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    11 Esta hip tesis aparece algunas veces en la literatura que trata la emancipaci n juvenil, pero no se comprueba con datos in-dividuales (por ejemplo, en Corijn y Klizing, 2001; Leal Maldonado, 1997; Serrano Secanella, 1997).

    12 Las encuestas son las mismas que las descritas en la nota 6.

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    Ahora bien, cmo influye la oferta de viviendas en tanto que variable de contexto en el com-portamiento de los j venes? Para contestar a esto se utiliza un modelo multinivel de regre-

    sin log stica que estima la probabilidad de los varones j venes de 20 a 29 a os de vivir enun hogar independiente frente a vivir con los padres y se incluyen dos variables de contexto:el tama o del lugar de residencia y la Comunidad Aut noma de residencia 13 . Se puede ob-servar c mo las CC.AA. influyen en el tipo de hogar (Anexo, cuadro 2). Los varones que vivenen Catalu a y Andaluc a tienen una mayor probabilidad de vivir en un hogar independienteque los varones residentes en Madrid. En Asturias, Cantabria, Pa s Vasco, Navarra y Castillay Le n tienen menores probabilidades que en Madrid. Qu significado tienen estas diferen-cias regionales? Hemos interpretado estas diferencias como diferencias derivadas de las va-

    riaciones en los contextos laborales, de vivienda y de estructuras agr colas 14 . Si esto es co-rrecto, se debe poder encontrar un modelo estad stico con al menos la misma capacidad depredicci n si sustituimos las CC.AA. por indicadores regionales de estos tres contextos. Paraello se ha construido un modelo multinivel (modelo 2) con las mismas variables individuales

    usadas anteriormente en el modelo 1, con la diferencia de que las CC.AA. se han sustituidopor tres variables cuantitativas cuyos valores son las respectivas tasas regionales de 15 :

    1. los hombres que ten an de 20 a 29 a os en 1991 y buscaban su primer empleo conrespecto al total de hombres de ese grupo de edad (Anexo, cuadro 3);

    2. las viviendas en r gimen de alquiler y de cesi n gratuita 16 con respecto a todas las vi-viendas principales (Anexo, cuadro 4), y

    3. el n mero de hombres asalariados eventuales en el sector agr cola y de pesca conrespecto a todos los hombres ocupados (Anexo, cuadro 5).

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    126

    13 El modelo (1) estimado es: logit (IND91-92) = + 1(ACTIVEST) + 2(CLASEPAD) 3(HERM) + 4(EDUC) + 5(EDAD) ++ 6 (rururban) + 7 (CC.AA.). Los valores de las variables se detallan en el cuadro 2 del Anexo. El an lisis se ha reducido alper odo de 1985 a 1991 y de 1986 a 1992, respectivamente, y se ha excluido a los j venes que en 1985-86 ya se hab an in-

    dependizado. De esta forma, las muestras son representativas de los j venes de 14 a 23 a os que en 1985-86, respectiva-mente, viv an a n con sus padres. Con estas muestras se estiman las probabilidades condicionales por edades de que estos jvenes vivieran de forma independiente en 1991-92 (a edades entre 20 a 29 a os) frente a la convivencia con los padres. As se reducen los inconvenientes de realizar un an lisis transversal de un proceso que no acontece al mismo tiempo para todoslos j venes. El modelo para las mujeres no se presenta aqu por falta de espacio.

    14 Este an lisis se propone ver hasta qu punto una explicaci n socioecon mica ayuda a comprender las diferencias regiona-les, lo que no excluye que variables de tipo m s cultural, como pueden ser tradiciones familiares ligadas a la transmisi n de laherencia o al tipo de econom a local, incidan en las pautas de formaci n familiar (Leal, 2000). Para una explicaci n socioeco-nmica m s detallada de las diferencias regionales, ver Jurado Guerrero (2001 y 1997).

    15 Modelo (2): logit (IND91-92)= + 1(ACTIVEST) + 2(CLASEPAD) 3(HERM) + 4(EDUC) + 5(EDAD) + 6 (rururban) ++ 7 (DESEMPLEO) + 8 (ALQUILER) + 9 (JORNAlEROS). Ver cuadros 2 a 5 en Anexo.

    16 Se incluyen las viviendas de cesi n gratuita porque se puede suponer que, como las de alquiler, suelen ser de m s fcil ac-ceso que las viviendas en propiedad.

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    Si se comparan el modelo 1 y el modelo 2, podemos ver que el modelo 2 con las variables

    interpretativas de los mercados de trabajo y vivienda y de las estructuras agr colas predice

    igual de bien que el modelo 1. Por lo tanto, en las regiones con una configuraci n de vi-vienda, empleo y estructura agr cola favorable a la emancipaci n familiar hay m s j venesviviendo en un hogar independiente. Seg n los resultados de los modelos 1 y 2, se puedenclasificar las Comunidades Aut nomas que muestran diferencias estad sticamente signifi-cativas en tres grupos 17 :

    1. Regiones de agricultura latifundista y alto paro de inserci n, pero con viviendas m saccesibles: Andaluc a.

    2. Regiones no latifundistas, de relativamente f cil inserci n laboral y con viviendas m saccesibles: Catalu a.

    3. Regiones no latifundistas, con inserci n laboral relativamente dif cil y con viviendasmediana a dif cilmente accesibles: Pa s Vasco, Navarra, Cantabria, Castilla y Le n yAsturias. Asturias tiene un mercado de la vivienda relativamente favorable, pero comolas caracter sticas del empleo tienen un mayor peso que las de la vivienda seg n elmodelo 2, la regi n muestra tasas de independencia juvenil bajas.

    Es decir, se muestra que en las regiones donde el mercado de la vivienda presenta unastasas altas de viviendas en alquiler y cedidas de forma gratuita los j venes tienen una ten-dencia significativamente mayor a vivir en un hogar independiente, siempre que la inser-cin laboral no sea especialmente dif cil, como es el caso de Asturias.

    Otra cuesti n es la accesibilidad de la vivienda en propiedad para j venes. sta dependedel precio de la vivienda, del nivel y de la estabilidad de ingresos de los j venes y de la fa-cilidad de obtenci n de una hipoteca al alcance de los ingresos. La accesibilidad de la vi-

    vienda es sobre todo una variable de contexto, ya que la variable individual ser a en estecaso el nivel y la estabilidad de los ingresos y la preferencia personal por una vivienda enpropiedad. Otro an lisis multinivel con la Encuesta Sociodemogrfica , muy similar al ante-riormente descrito, es un modelo en el que se introduce como variable regional el preciomedio de una vivienda usada y financiada por el antiguo Banco Hipotecario Espa ol en re-laci n al ingreso medio disponible despu s de aplicar las deducciones fiscales. Este mode-lo, que tambi n incluye la tasa regional de paro juvenil y la tasa de uniones de hecho,muestra c mo la propensi n de los j venes espa oles a vivir en un hogar independienteaumenta si las viviendas usadas son comparativamente m s accesibles en la Comunidad

    LA VIVIENDA COMO DETERMINANTE DE LA FORMACI N FAMILIAR EN ESPA A

    127

    17 El indicador regional en el Anexo, cuadro 5, muestra los valores de contexto usados en el modelo 2.

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    Autnoma de residencia (Jurado, 2001). Mart nez Granado y Ruiz-Castillo (2002) tambi nhan encontrado en un an lisis regional que un nivel alto de precios de alquiler o de compra

    tiene efectos negativos significativos en la independencia familiar de hombres y mujeres.

    En el ep grafe anterior hemos mostrado cu les son las condiciones m s favorables parauna formaci n familiar temprana. El siguiente paso consiste en estudiar c mo los merca-dos y las instituciones no s lo influyen en el calendario familiar, sino tambi n en las estruc-turas familiares.

    Vivienda y estructuras familiares

    En la introducci n se apunta la hip tesis seg n la cual la configuraci n espa ola entorpecela difusi n de las parejas de hecho y de hogares unipersonales. Tres mecanismos a nivelmicrosociol gico explicar an la relaci n entre la predominancia de una oferta de viviendasen propiedad y la escasa difusi n de parejas de hecho y de hogares unipersonales entrelos j venes.Veamos primero el caso de las parejas de hecho.

    1. Por un lado, cabe imaginar que las parejas j venes que se plantean convivir sin casar-se prefieran esa opci n porque les concede un per odo de prueba de convivencia an-tes de formalizar su relaci n ( motivos de pareja ).

    2. Por otro lado, la cohabitaci n tambi n se puede plantear como una opci n poco costo-sa de convivir con la pareja, mientras que se acumulan los recursos necesarios para

    instalarse de forma m s definitiva. La diferencia con el mecanismo anterior consiste enque las partes se pueden considerar maduras para una convivencia, por considerar

    suficientemente probada su relaci n de pareja, pero no tener los recursos para forma-lizarla, ni tampoco la paciencia para esperar a tenerlos ( motivos econmicos ).

    Evidentemente los dos mecanismos pueden coincidir en la realidad. Estas dos preferen-cias por la cohabitaci n encajan perfectamente con el alquiler de una vivienda, pues steno requiere una gran inversi n en forma de entrada o compra de muebles y al cabo de una o los inquilinos tienen el derecho a rescindir el contrato de arrendamiento. La compra deuna vivienda complica las cosas. Si uno de los dos compra la vivienda y el otro s lo partici-pa en los gastos corrientes, la opci n no comporta mayor complicaci n que la dificultadecon mica de afrontar la compra de una vivienda adecuada para dos con un solo ingreso.Ahora bien, si los dos desean comprar conjuntamente la vivienda, la convivencia a prueba

    conlleva un compromiso mayor que un alquiler: ambos pondr n en com n sus ahorros ysus ingresos para hacer frente a la entrada de una vivienda y a la hipoteca. Si el experi-

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    mento fracasara en poco tiempo, se encontrar an con que los gastos iniciales de la compraa n no se han amortizado, tendr an unos bienes y unas deudas en com n que habr a que

    liquidar y dividir mediante la compra de la vivienda por uno de los dos o la venta de la mis-ma a una tercera persona. Obviamente, la separaci n ser a m s costosa que en una vi-vienda de alquiler. Si adem s los j venes, a causa de su escasez de recursos, tuvieran queimplicar a una o a las dos familias de origen en la compra de la vivienda, stas deber naceptar de buen grado una convivencia de hecho sin formalizar. Justamente entre los m s

    jvenes la ayuda familiar para la adquisici n de una vivienda es crucial, como veremos acontinuaci n. Otro factor a tener en cuenta es la mayor propensi n a la cohabitaci n entrelos estudiantes y los j venes de mayor nivel educativo (Alberdi et al., 1994; Valero, 1992),pero estos j venes son los que menos recursos econ micos suelen tener y cuyo ahorro sepospone normalmente a la finalizaci n de los estudios.

    Cu les son los datos que avalan estas ideas? En primer lugar est n las encuestas de la juventud. En la encuesta europea sobre j venes de 1993 se les preguntaba a los j venesentre 15 y 24 a os: Un cierto n mero de personas viven juntos sin casarse. Piensa ustedque es una cosa buena, una cosa mala o que no se debe juzgar? . En Francia y en Espa-a, alrededor del 30% de estos j venes respondieron que es una cosa buena y aproxima-damente un 65% dijo que no hab a que juzgarlo (EUROSTAT, 1997). En varias encuestasde juventud espa olas se les pregunt a los j venes si desear an vivir en una uni n de he-cho y alrededor de un 15% afirm su deseo de cohabitar (Elzo Imaz, 1994; Orizo et al.,1985). Estos datos muestran que hay m s jvenes espa oles que se expresan a favor de laconvivencia de hecho que los que la practican. Esto indica que la escasa formaci n familiarinformal no se puede atribuir a una falta de preferencias por esa opci n, sino que m s bienser a atribuible a restricciones econ micas o sociales.

    En un estudio franc s se muestra c mo entre las parejas casadas y sin hijos hay menos in-quilinos que entre las parejas de hecho sin hijos (Arbonville, 1998). Otros datos los aporta

    la regresi n log stica mencionada anteriormente (Anexo, cuadro 1), en la que se estima laprobabilidad de vivir en una vivienda de alquiler o cedida frente a una vivienda en propie-dad. Los resultados muestran c mo la parejas de hecho y las personas en hogares uniper-sonales tienen una mayor probabilidad de vivir en una vivienda en alquiler. Esto claramen-te muestra la adecuaci n de las viviendas de alquiler a la formaci n familiar informal o a laemancipaci n en solitario. Esto har a esperar que en las regiones con mayor proporci n deviviendas en alquiler, tambi n encontraremos un mayor n mero de parejas de hecho.

    Una primera aproximaci n descriptiva de las tasas regionales de cohabitaci n y de vivien-das en alquiler y cedidas de forma gratuita hace sospechar que existe una correlaci n a ni-vel agregado (gr fico 4). Efectivamente, si les aplicamos a todos los j venes de la muestra

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    de la regresi n log stica del modelo (1) 18 los correspondientes valores regionales de las ta-sas de cohabitaci n y de viviendas en alquiler y cedidas de forma gratuita y realizamos unacorrelaci n bivariable, encontramos un coeficiente de correlaci n entre las dos tasas de 0,7(nivel de significatividad de p=0,000).

    Los datos muestran que las viviendas de alquiler no s lo se adecuan a las parejas de he-cho, sino tambi n a los j venes que quieren formar un hogar unipersonal (Anexo, cuadro1). Cmo se puede explicar esto? En primer lugar, porque la compra de una vivienda re-quiere una alta cantidad de recursos que o bien se consigue con el tiempo o bien se consi-gue recurriendo a la ayuda de los padres o de una pareja. La ventaja del alquiler radica en

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    GR FICO 4

    Tasas de parejas de hecho y viviendas en alquiler por Comunidades Aut nomas. Espa a, 1991(media nacional = 100, todas las edades)

    25

    50

    75

    100

    125

    150

    175

    200

    225

    250

    C a s t i l

    l a - L a M a n

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    P a s V a s c o

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    C a t a

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    a r e s

    ndice de parejas de hecho ndice de viviendas en alquiler y cedidas

    L nea de tendencia

    FUENTE :Elaboraci n propia a partir de INE (1995a, 1995c) (Anexo, cuadros 4 y 6).

    18 Entre hombres y mujeres es una muestra de 17.860 casos a los que se les asignan los correspondientes valores regiona-les. Ver nota 13.

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    que, aunque su cantidad mensual sea similar al pago de una hipoteca, s lo requiere un m -nimo esfuerzo de ahorro; por ejemplo, para pagar un aval, una fianza o la adquisici n de un

    m nimo mobiliario. Dos estudios recientes muestran la necesidad de la ayuda familiar y dela pareja para adquirir una vivienda en Espa a. Holdsworth e Irazoqui (2002) usan los da-tos de la Encuesta Sociodemogrfica de 1991 para analizar los determinantes de la acce-sin a la primera vivienda. En primer lugar, muestran c mo de los j venes entre 16 y 34a os el 19% se fue a una primera vivienda independiente que era propiedad de la familia.Cuanto m s jvenes los individuos analizados, m s frecuente es la ayuda familiar en formade cesi n de una vivienda familiar. Curiosamente, la familia apoya m s a los j venes varo-nes que a las hijas. Los j venes sin estudios universitarios tambi n reciben m s ayuda fa-miliar en forma de cesi n de una vivienda familiar que los j venes con estudios universita-rios: un 20% de los primeros se fue a vivir a una vivienda familiar, frente a un 15% de lossegundos 19 . Esta ayuda familiar, obviamente, es positiva para la formaci n de un primerhogar, pero tambi n puede ser una fuente de presi n social para formar un hogar por la v atradicional del matrimonio. Ahn (2001) usa los mismos datos y una muestra de individuosentre 20 y 40 a os para analizar la adquisici n de la primera vivienda en propiedad. En suan lisis muestra c mo para la gran mayor a de hombres y mujeres la compra de la vivien-da coincide con el momento en que contraen matrimonio, es decir, el matrimonio y la com-

    pra de una vivienda son decisiones simult neas. Adem s, la probabilidad de comprar unavivienda entre los 20 y 40 a os es mucho mayor para los casados que para los solteros. Loltimo podr a interpretarse de dos formas: 1) como resultado de preferencias culturales porunir la formaci n de un hogar con el matrimonio, o 2) como la necesidad de unir recursospara poder adquirir una primera vivienda. De momento, s lo podemos aportar dos datos.Primero, el 12% de los j venes de 21 a 24 a os que en 1993 viv an con sus padres aspira-ban a vivir solos, mientras que nicamente un 2% practicaba esta forma de vida (ElzoImaz, 1994). Otro dato que refuerza la segunda interpretaci n es el hecho que de las pare-

    jas que tuvieron como primer hogar una vivienda comprada, la mujer trabajaba m s fre-cuentemente (54%) que en aquellas parejas que tuvieron una vivienda en alquiler (42%) o

    que compart an la vivienda con familiares (36%) (Alberdi et al., 1994). Adem s, m s ade-lante se mostrar c mo un joven solo con un salario medio lleva a os sin poder acceder auna vivienda en propiedad si s lo cuenta con sus ingresos (CES, 2002).

    Los ltimos estudios franceses tambi n muestran la creciente importancia de la familia deorigen para la formaci n de un hogar entre los j venes de 26 a 29 a os. En 1992, el 18%de los hombres y el 20,5% de las mujeres de esas edades formaron su primer hogar inde-

    pendiente en una vivienda que les pagaban sus padres. Estos porcentajes hab an aumen-

    LA VIVIENDA COMO DETERMINANTE DE LA FORMACI N FAMILIAR EN ESPA A

    131

    19 Tambi n un an lisis de la encuesta de CIRES Encuesta sobre el Matrimonio y Parejamuestra que de los entrevistados quehan vivido en pareja, un 35,3% recibi ayuda familiar para la primera vivienda de la pareja (Alberdi et al., 1994).

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    tado en 1997 al 38 y 30%, respectivamente. La gran mayor a de estos j venes apoyadospor sus padres en su primera vivienda independiente son estudiantes, pero en 1997 un

    25% de los beneficiarios de la solidaridad econ mica paterna eran j venes empleados (in-cluyendo los aprendices). Si se reduce la muestra a los m s j venes (entre 19 y 24 a os),el 50% de ellos recibi en 1997 una ayuda paternal en forma de cesi n gratis de su vivien-da independiente o pago de la misma (Galland, 2000; Robert-Bob , 2002). Estudios ante-riores han demostrado que los padres franceses ayudan a sus hijos en el acceso a una vi-

    vienda tambi n a trav s de regalos, ayuda directa en la construcci n de una casa, cesi ngratuita de una vivienda de propiedad familiar, compra de una vivienda para los hijos, ofre-

    ciendo un aval o alquilando en nombre de los hijos (Bonvalet, 1993; Cuturello, 1989). En

    Italia la familia tambi n apoya ampliamente la creaci n de nuevos hogares a trav s de laherencia, regalos, ayuda directa o cesi n a precios especiales. Alrededor de un 30% de loshogares propietarios hab an recibido una ayuda intergeneracional para adquirir su viviendaprincipal (Bernardi y Poggio, 2003).

    En conclusi n, hemos visto c mo los j venes expresan el deseo de convivir con su propiapareja sin casarse y vivir solos en una mayor proporci n a la que efectivamente lo hacen.Tambi n se han presentado datos que muestran que en contextos regionales con una ofer-ta de viviendas en alquiler y en cesi n relativamente alta se encuentran proporcionalmentems parejas de hecho. La adquisici n de una vivienda en propiedad va unida al matrimonioy los solteros tienen una tendencia mucho menor a adquirir una vivienda. Ahora bien, nohemos podido aclarar definitivamente si lo primero se debe a preferencias culturales, a la

    necesidad de reunir dos ingresos, o al hecho de recabar m s f cilmente la ayuda paternaen el caso de unir matrimonio y primer hogar independiente.

    Una vez demostrado que realmente el tipo de vivienda y su accesibilidad influyen en la for-

    maci n y en las estructuras familiares a nivel individual y a nivel de contexto, cabe pregun-tarse hasta qu punto la estructura del mercado de la vivienda espa ol es m s hostil al ac-

    ceso de los j venes a una vivienda en alquiler y a una vivienda en general que en Francia.

    Caractersticas de la oferta de viviendas en Espaa y Francia

    En 1981-82, Espa a ten a uno de los niveles de viviendas en propiedad m s altos de Eu-ropa, un 73% de los hogares ten an su vivienda en propiedad, frente al 54% de la Uni nEuropea y el 51% en Francia. Este porcentaje ha ido subiendo en todos los pa ses de laUnin, pero la distancia entre Espa a y Francia tambi n ha ido en aumento. En 1996, un81% de los hogares espa oles ten an su vivienda en propiedad, frente a un 55% de los ho-gares franceses (EUROSTAT, 2001). Adem s, las viviendas en alquiler pueden ser puestas

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    a disposici n por un propietario privado (alquiler privado) o por una agencia p blica o unacooperativa (alquiler social).Ya hemos visto anteriormente c mo para la independencia re-

    sidencial de los estudiantes es crucial su acceso a una vivienda de alquiler de protecci noficial. Tambi n en este caso el mercado espa ol ofrece desventajas frente al mercadofranc s. Solamente un 2% de las viviendas en Espa a eran viviendas de alquiler social en1990 y en 1995, frente a un 17% de las viviendas francesas (DGATLP, 2002) 20 .

    Estas peculiaridades afectan a las econom as dom sticas de los hogares espa oles. stostienen mayores dificultades econ micas para pagar los alquileres y las hipotecas que loshogares franceses, por lo menos as lo afirman subjetivamente en 1995. En el 35% de loshogares espa oles con vivienda en propiedad el entrevistado considera que los costes dela vivienda representan un gran esfuerzo econ mico, frente al 16% de los franceses, ycuando se trata de hogares en viviendas de alquiler el esfuerzo en Espa a parece ser a nmayor: el 42% de los entrevistados consideran que los gastos de la vivienda les requieren

    un gran esfuerzo, frente al 21% de los franceses (EUROSTAT, 1999).

    Los indicadores objetivos tambi n muestran la dificultad en el acceso a una vivienda propiaen Espa a. En primer lugar, los tipos de inter s de las hipotecas superaban los de la Uni nEuropea en 1989, 1990 y 1991. En Espa a oscilaban alrededor del 15%, mientras que enFrancia lo hac an alrededor del 10,5%. Desde 1993 los intereses han ido disminuyendo enFrancia y en Espa a, aqu hasta un 6% en el a o 2000, pero al mismo tiempo el precio realde la vivienda en los dos pa ses en la segunda parte de los a os noventa ha ido en au-mento. Ahora bien, el precio de la vivienda en Francia subi a un ritmo much simo menorque en Espa a (Banco Hipotecario Argentaria, 1992; Trilla, 2001). De 1980 a 2001 el precioreal de la vivienda en Madrid hab a aumentado en un 140%, mientras que en Paris sub aen un 58% ( The Economist,30 marzo 2002). En Espa a, en 1985 el esfuerzo financiero enrelaci n a los ingresos salariales familiares (un solo salario) necesario para comprar una vi-vienda era del 34% con las deducciones fiscales; despu s creci constantemente hasta

    1991, cuando el esfuerzo lleg a suponer el 57% de los ingresos familiares, y posterior-mente disminuy desde 1992, alcanzando el 26% de esfuerzo neto sobre la renta familiaren 1999, para volver a subir posteriormente a un 33% en el a o 2000, seg n datos delBBVA (Redondo y L pez, 2001). Para los j venes el esfuerzo es mayor, seg n muestra unreciente informe del Consejo Econ mico y Social basado en datos del Panel de Hogaresde la Uni n Europea (CES, 2002). En 2001 el esfuerzo financiero bruto sobre salario para

    LA VIVIENDA COMO DETERMINANTE DE LA FORMACI N FAMILIAR EN ESPA A

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    20 En las comparaciones internacionales se usan diversas definiciones de alquiler social. Los datos de 2002 se refieren, se-gn los autores, para Francia a viviendas de propiedad o gesti n p blica cuyos alquileres est n p blicamente regulados, y enel caso de Espa a se trata de viviendas privadas o p blicas cuyos alquileres est n regulados administrativamente. A juzgarpor los datos, se han incluido en Espa a las viviendas de renta antigua, es decir, los contratos de alquiler de 1900 a 1964. M sdetalles sobre los datos se encuentran en Trilla (2001) y en Taltavull (2000), y sobre la evoluci n hist rica en S nchez (2002).

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    un sustentador var n de 16 a 29 a os con un plazo de amortizaci n hipotecaria de 25 a osascend a al 61,6%, comparado con el 43% de la media de todas las edades. Esto muestra

    la imposibilidad de acceder a una vivienda en propiedad si s lo se cuenta con el salario me-dio de un var n joven. Por este motivo, el informe del CES concluye que la emancipaci n enpareja y con dos salarios no s lo es una preferencia, sino que es tambi n una necesidad.

    La alternativa ser a una emancipaci n solo y en una vivienda de alquiler, pero diferentesestudios muestran c mo, desde los a os noventa, pagar un alquiler es igual de costosoque la carga mensual de una hipoteca (Valenzuela Rubio, 1994; Cort s Alcal , 1995; Con-sumer 20, diciembre 1999). En Espa a, al igual que los precios de las viviendas, los alqui-leres de las viviendas de renta variable tambi n han aumentado constantemente 21 . Ade-ms, comparado con Francia, desde el inicio de los noventa los precios de los alquileresprivados se han incrementado bastante m s en Espa a que en Francia 22 , y en 1992 el al-quiler medio de una vivienda de 88 m 2 ya era m s econ mico en Francia que en Espa a(cuadro 1).

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    21 Es decir, las viviendas que se rigen por la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994. El IPC de la vivienda en alquiler subi de mayo 1990 a mayo 2002 en 101,6 (sistema IPC-92 e IPC-2001 seg n INE, 2002).

    22 Los datos se refieren para Espa a al componente del alquiler en el IPC de la vivienda, y para Francia se han computado losalquileres sin gastos de calefacci n ni de otros servicios, pero se incluyen gastos de mantenimiento y arreglos (DGATLP, 2002).

    23 Las paridades de poder adquisitivo (PPA) se obtienen comparando los niveles de precios de una cesta de bienes y servicios

    comparables que se selecciona para que sea representativa de los esquemas de consumo en los distintos pa ses. Las parida-des de poder adquisitivo convierten cada unidad monetaria nacional en una unidad de referencia com n, que es el est ndar depoder adquisitivo (EPA), con cuya unidad se puede adquirir id ntica cantidad de bienes y servicios en todos los pa ses.

    CUADRO 1

    Indicadores de los mercados de vivienda en Espa a y Francia

    Espa a Francia

    Viviendas en propiedad, 1999 86% de hogares 54% de hogaresViviendas de alquiler social 1980: 2% 1999: 2% 1980: 14% 1999: 17%Precios vivienda 1980-2001 Subida hasta 1991 y a par tir de 1997 Mismas fluctuaciones

    (porcentaje aumento real) (124% per odo) (15% per odo completo)Tipos inter s hipotecas 1992: 14,4 1999: 4,3 1992: 9,7 1999: 5,7Deuda hipotecaria porcentaje PIB 1990: 14,2% 1998: 24,1% 1990: 23,8% 1998: 20,6%Accesibilidad neta de vivienda* 1991: 57% 2000: 33% Alquiler medio en 1992 540 PPA 23 349 PPA ndice alquileres privados (1985=100) 1990: 143 2001: 276 1990: 130 2001: 168

    * Precio medio de la vivienda en porcentaje de un ingreso salarial descontadas las desgravaciones fiscales.

    FUENTES :Trilla (2001); The Economist, 30 marzo 2002; EMF (1999); Redondo y L pez (2002); Valenzuela Rubio (1994); Blaz vicet al. (1997); DGATLP (2002).

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    Como conclusi n de la comparaci n hispano-francesa hay que constatar que: 1) el merca-do franc s ofrece m s viviendas en alquiler privado y social; 2) los alquileres privados son

    ms bajos en Francia, y 3) los precios de las viviendas en propiedad han aumentado mu-cho menos en Francia que en Espa a. Aqu la accesibilidad de los j venes a la vivienda enpropiedad hace necesaria la ayuda de la pareja o de la familia. Hasta qu punto las Admi-nistraciones p blicas son responsables de esta situaci n?

    Dos modelos diferentes de polticas de la vivienda

    En este apartado se esbozan las l neas b sicas de las pol ticas de la vivienda con el fin demostrar c mo la propensi n de los espa oles hacia la propiedad y la relativa tendencia delos franceses hacia el alquiler no es una cuesti n de preferencias culturales, sino que sonconductas econ micamente racionales dados los incentivos mercantiles y p blicos exis-tentes en cada uno de los dos pa ses 24 . En concreto, la oferta de los diferentes tipos de te-nencia en los mercados no depende de una demanda libre de influencias pol ticas, sinoque en gran parte es resultado de la intervenci n p blica en el mercado a trav s de dife-rentes mecanismos. Nos centraremos en la regulaci n p blica directa e indirecta del mer-cado de la vivienda en alquiler, por constituir el alquiler la forma de vivienda de m s fcilacceso para los j venes.

    La pol tica de la vivienda se puede considerar un tipo de pol tica social, cuyo fin es reducirel coste relativo de la producci n o del consumo de viviendas mediante ayudas a la vivien-da o mediante la regulaci n del mercado (Haffner y Oxley, 1999). La pol tica de vivienda sepuede descomponer en tres tipos: En primer lugar est n las ayudas dirigidas a los consu-midores de viviendas, es decir, las ayudas al alquiler o a la compra o rehabilitaci n de unavivienda y las deducciones fiscales por vivienda. En segundo lugar est n las ayudas dirigi-das a la construcci n y rehabilitaci n de viviendas, que van dirigidas a constructores y pro-

    motores. En tercer lugar est la regulaci n administrativa del mercado de viviendas en al-quiler 25 . Para comprender el marco general de las pol ticas de vivienda en los dos pa seshay que mencionar brevemente que desde 1983-84 la pol tica espa ola de la vivienda hapasado por un proceso de descentralizaci n, mientras que en Francia la pol tica de la vi-vienda es una de las m s centralizadas de Europa. En Espa a la pol tica de la vivienda ha

    LA VIVIENDA COMO DETERMINANTE DE LA FORMACI N FAMILIAR EN ESPA A

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    24 Clark y Dieleman (1996) comparan dos mercados de vivienda con trayectorias de regulaci n p blica muy diferentes ymuestran c mo estas diferencias influyen en las preferencias de los consumidores por un determinado tipo de tenencia. Graf-meyer (1993) muestra en un estudio cualitativo la incidencia del mercado de vivienda local en la demanda de diferentes tiposde tenencias.

    25 La pol tica del suelo y regulaci n del sistema financiero son intervenciones administrativas importantes para la determina-cin del precio de las viviendas, pero su an lisis exceder a el marco de este art culo.

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    pasado a ser competencia de las Comunidades Aut nomas, aunque el Estado intervieneen cuestiones de inter s general. Por ello el Estado central fija a trav s de planes de vi-

    vienda las normas para las ayudas p blicas a la vivienda, determina el marco para su im-plementaci n y, adem s, ejerce el control fiscal. Las CC.AA. administran los planes estata-les e implementan pol ticas de vivienda propias y financiadas por ellas mismas. Losayuntamientos juegan un papel determinante en los planes de urbanizaci n y en las pol ti-cas del suelo. Aqu nos referiremos en general a la pol tica a nivel central y s lo en caso deexcepciones relevantes en cuanto a los j venes a nivel regional o municipal se har re-ferencia a ellas. Las pol ticas de vivienda en Francia y en Espa a combinan ambas ayudasa las personas, ayudas a las empresas constructoras/promotoras y regulaci n administrati-va de los alquileres.

    La pol tica de vivienda francesa se diferencia de la espa ola en cuatro puntos b sicos. Pri-mero, el gasto p blico en vivienda es del orden del 2% del PIB, mientras que en Espa a sereduce al 1%. Segundo, se dedica un mayor porcentaje del gasto p blico en vivienda a lasayudas directas (aproximadamente un 73%) y lo dem s son ayudas fiscales. En Espa alas proporciones son justamente las inversas (Cort s y Paniagua, 1997). Tercero, en Fran-cia existen tres diferentes tipos de ayudas directas al alquiler que representan alrededor

    del 26% del gasto p blico en vivienda, mientras que en Espa a estas ayudas son inexis-tentes (Levenfeld, 1990) 26 . Cuarto, en Francia se han promocionado viviendas de alquiler

    social a trav s de su construcci n hasta finales de los a os setenta y mediante su rehabili-taci n en a os posteriores, mientras que en Espa a la promoci n p blica de viviendas enalquiler se interrumpi en 1975 y no se vuelve a contemplar seriamente hasta 1992 (S n-chez, 2002; R fols, P rez y Cabr , 1998; Gh kiere, 1991).

    En Espa a, la pol tica de la vivienda es ante todo una pol tica fiscal y de ayudas directaspara la promoci n de la vivienda en propiedad y no existen ayudas al alquiler 27 . Los instru-mentos principales son la pol tica fiscal de deducciones por vivienda, los planes plurianua-

    les de la vivienda y la regulaci n del mercado del alquiler a trav s de las diferentes Leyesde Arrendamientos Urbanos. Los planes de la vivienda existentes desde 1955 y en la de-mocracia desde 1981, aunque difieren en sus medidas concretas, en general han propor-

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    26 Un excepci n son las ayudas al alquiler en Castilla y Le n, que se describen m s adelante.

    27 En 1995, Castilla y Le n era la nica Comunidad Aut noma con ayudas al alquiler (CES, 1995). En el a o 1999 se otorga-ron 1.981 subvenciones para alquiler de viviendas, con un importe superior a los 237 millones de pesetas, y en el a o 2000ms de 2.200 subvenciones, por un importe superior a los 267 millones de pesetas (Consejer a de Fomento, 1999, 2000).Esto significa que de un total de 108.965 viviendas principales en alquiler seg n el Censo de 1991, aproximadamente un 1,8%de estas viviendas han recibido una subvenci n (Consejer a de Econom a y Hacienda, 2001). Desde 1998 tambi n existe enla Comunidad Valenciana una subvenci n al alquiler que se paga al arrendador para que ste la descuente del precio de larenta (INJUVE, 2001).

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    cionado ayudas p blicas directas (pr stamos cualificados, subsidiaci n del pr stamo, sub-venciones diversas y ayudas al pago de la entrada) a las personas que cumplen determi-

    nadas condiciones de ingresos y subvenciones a la construcci n y a la financiaci n de estetipo de viviendas 28 . La importancia presupuestaria de las ayudas previstas por estos pla-nes ha ido disminuyendo progresivamente, mientras que aumenta la parte de los gastos en

    medidas fiscales. En 1992 el 54,3% de los recursos p blicos destinados a la vivienda erangastos fiscales y stos han ido en aumento hasta llegar en 1996 al 73% (Alberdi, 1993;Cort s y Paniagua, 1997). Hay que destacar dos caracter sticas de las ayudas directas alas personas en cuanto a su incidencia en el acceso de los j venes a la vivienda.

    En primer lugar, desde 1976 las viviendas en alquiler han constituido un n mero muy redu-cido de las viviendas de protecci n oficial en los planes de la vivienda. Los diversos planesplurianuales de vivienda han incluido desde mediados de los a os ochenta algunas ayudaspara los promotores y para los inquilinos de viviendas en alquiler, pero stas apenas sehan materializado. Durante la vigencia del plan 1992-95 los objetivos marcaban que el9,7% de las actuaciones fueran para viviendas en alquiler, pero, seg n la Asociaci n Espa-ola de Promotores P blicos de Vivienda y Suelo, el n mero de viviendas en alquiler reali-zadas fue m nimo (14.146). En el plan 1996-99 se fijaban las actuaciones dirigidas al alqui-ler en un 4% del total, pero de las realizadas en 1998 y en 1999, solamente un 1,6% y un2,2%, respectivamente, fueron destinados a la vivienda en alquiler (Cabrera, 1996; Rodr -guez, 1996; CES, 2002; S nchez, 2002). En los a os 1992-95, la vivienda de alquiler so-cial, es decir, la vivienda de protecci n oficial destinada al alquiler, no resultaba rentable alos promotores privados y por eso s lo se dedicaban a ello los promotores p blicos. Inclu-so stos se encontraban ante varias dificultades importantes de tipo administrativo que leshac a muy costoso y complejo promocionar viviendas de alquiler social (Cabrera Marcet,1996).

    En segundo lugar, no hemos encontrado informaci n estad stica publicada sobre los bene-

    ficiarios de las viviendas de protecci n oficial (VPO), por lo que no podemos saber en qu proporci n los j venes reciben ayudas para acceder a una vivienda en propiedad. A partirdel plan 1992-95 se establecen ayudas espec ficas para el primer acceso a la vivienda y sefomenta el ahorro previo en cuenta vivienda. A pesar de ello, los expertos en el tema opi-nan que en ninguno de los planes, 1988-91, 1992-95, 1996-99, se solvent el problema deacceso de los j venes, sobre todo por la insuficiencia cuantitativa de la oferta de VPO, porel aumento del peso de las viviendas a precio tasado que est n dise adas para familiascon mayor poder de compra y por la dificultad de acceso a VPO de las personas con ingre-sos por debajo del 2,5 del salario m nimo interprofesional. Adem s, en las grandes ciuda-

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    28 Para m s detalles sobre los planes de la vivienda con respecto a los j venes, ver INJUVE (2001) y CES (2002).

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    des las personas de rentas bajas pero no m nimas estar an en grandes dificultades de ac-ceso a la vivienda de protecci n oficial (Leal, 1996; Rodr guez, 1996; S nchez, 2002) 29 . Un

    indicador de esta dificultad en 1995 es la similitud del precio por metro cuadrado de las vi-viendas de protecci n oficial nuevas (92.000 ptas.) y de las viviendas libres usadas (97.000ptas.) seg n TINSA (Cuadernos Econ micos de Granada, 1996).

    En cuanto a la pol tica fiscal, hay que resaltar dos hechos. Primero, en Espa a se introdujoen 1991 una deducci n fiscal por el pago de un alquiler, pero esta medida fue abolida denuevo en 1998, con lo cual actualmente los inquilinos no pueden beneficiarse de ninguna

    deducci n fiscal (Alberdi y Levenfeld, 1996) 30 . Esta medida supuso durante unos cuantosa os una leve disminuci n del sesgo a favor de la vivienda en propiedad de la pol tica de vi-vienda espa ola 31 . Con respecto a su efectividad en cuanto al acceso de los j venes a estetipo de vivienda, hay que resaltar que esta medida no solucionaba la situaci n de aquelloscon ingresos alrededor del salario m nimo (normativa de 1991) 32 y tampoco consigui queaumentara el n mero de viviendas en alquiler 33 . De nuevo, desde 1998 hasta el a o 2002,s lo la adquisici n de una vivienda y el ahorro para la compra de una vivienda ( cuenta vi-vienda ) son subvencionados a trav s de la pol tica fiscal 34 . Segundo, las deducciones fis-cales para la adquisici n o rehabilitaci n de la vivienda habitual s lo las pueden aprovecharlas personas con ingresos de trabajo lo suficientemente altos y estables como para poderplantearse comprar una vivienda en la actualidad o en el plazo de cuatro a os, que es el

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    29 Respecto a la VPO, algunos sondeos locales expresados verbalmente parecen mostrar que el perfil de los j venes que ac-ceden a ese tipo de viviendas no difiere demasiado de los que acceden a las viviendas libres, pero estar a por ratificar en unestudio detallado (comunicaci n personal de Jes s Leal, 2003).

    30 En las CC.AA. del Pa s Vasco y Navarra se han mantenido hasta la actualidad las deducciones por alquiler con condicionesmuy similares a las vigentes hasta 1998 a nivel nacional.

    31 Durante los a os de su vigencia se beneficiaron entre un 3,2 y un 4,6 de los contribuyentes del IRPF de una deducci n poralquiler (S nchez, 2002).

    32 Ver Ley 18/1991, de 6 de junio, del Impuesto sobre la Renta de las Personas F sicas, y Ley 65/1997, de 30 de diciembre,

    de Presupuestos Generales del Estado para 1998. En esos a os se pudo deducir el 15%, con un m ximo de 100.000 ptas.anuales, de las cantidades satisfechas por alquiler si la base imponible no superaba los 3,5 millones de pesetas anuales y elalquiler exced a el 10% de los rendimientos netos del beneficiario (lo ltimo exclu a a los inquilinos con rentas antiguas y apersonas que compart an piso). Considerando que en 1992 el alquiler medio era de 67.000 ptas., esto significa que la deduc-cin significaba un ahorro del 12,4% del alquiler anual o un mes y medio de alquiler gratis. Como el l mite de ingresos familia-res para poder deducir ven an a ser unas 200.000 ptas. mensuales netas, el esfuerzo medio que representaba alquilar a losinquilinos que pod an deducir era de un 34% de los ingresos familiares. Esta deducci n no ayud a las familias con ingresosiguales o un poco superiores al SMI (53.250 ptas. mensuales en 1991), ya que stas no pod an acceder a una vivienda con unalquiler medio, a pesar de la deducci n fiscal.

    33 Desde 1992 a 1994 subi el n mero de viviendas en alquiler, pero probablemente esto est relacionado con el aumento deldesempleo y de la movilidad geogr fica en esos a os (Taltavull, 2000). Ver tambi n nota 35.

    34 En 2003 se han introducido ventajas fiscales para el arrendador con el fin de incentivar la oferta de viviendas en alquiler. Elnuevo IRPF permitir a los arrendadores bonificar el 50% de los rendimientos netos anuales cobrados por los alquileres.

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    plazo establecido por la cuenta vivienda . Adem s, como los j venes tienen por regla ge-neral unos ingresos bajos, sobre todo al principio de su carrera laboral, frecuentemente no

    pueden aprovechar las deducciones fiscales en el grado en que lo hacen personas con in-gresos m s altos y mayor capacidad de ahorro. De hecho, datos de 1989, 1993, 1995 y1998 muestran c mo las deducciones por vivienda y por cuenta vivienda se aplicaronproporcionalmente m s en los grupos de ingresos altos, con lo que se limita el car cter pro-gresivo del IRPF (Levenfeld, 1993; Cort s y Paniagua, 1997; CES, 2002; S nchez, 2002).

    La regulaci n de las viviendas de alquiler en Espa a ha seguido un proceso de liberaliza-cin. La primera reforma se realiz en 1985: se elimin la prolongaci n autom tica del con-trato y se permiti la libre decisi n del precio del alquiler y la subida anual del mismo. Aho-ra bien, en 1991 la nueva Ley solamente afectaba al 18% de las viviendas en alquiler, yaque esta Ley nicamente se refer a a los contratos firmados con posterioridad a 1985 (Va-lenzuela Rubio, 1994). En 1994 se realiz otra reforma liberalizadora (Ley de Arrendamien- tos Urbanos, LAU)que preve a la adaptaci n a la nueva normativa de los contratos anti-guos despu s de un per odo de transici n. Estos cambios legislativos han creado unmercado de la vivienda de alquiler segmentado, en el cual existen cuatro tipos de contra-tos: anteriores a la LAU de 1964, acordes a la LAU de 1964 (1965-1984), acordes al De-

    creto Boyer (1985-1994) y seg n la LAU de 1994 (1995 hasta la actualidad) 35 . Hasta ahora,las medidas liberalizadoras no han podido evitar la constante disminuci n del parque de vi-viendas en alquiler, ya que se est n perdiendo m s viviendas en alquiler que las nuevasque salen al mercado. El parque de viviendas en alquiler es tan reducido por varias razo-

    nes. Primero, porque las Administraciones espa olas promocionan muy pocas viviendasde alquiler social. Segundo, porque las medidas liberalizadoras en el sector del alquiler pri-

    vado no han conseguido incentivar a los propietarios de viviendas desocupadas a sacarlasal mercado.Tercero, algunos propietarios tienen reparos en alquilar su vivienda por las difi-

    cultades que hasta ahora ha presentado el sistema judicial espa ol a la hora de obligar ainquilinos morosos a pagar y a dejar la vivienda. La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil (Ley

    1/2000) agiliza los procesos por impago y desahucio mediante un proceso verbal r pido ysencillo (Verdeguer L pez, 2001). Cuarto, porque al mismo tiempo que se liberalizaba elmercado de las viviendas en alquiler se liberaliz el mercado hipotecario, lo que ha produ-cido una reducci n del coste de uso de las viviendas en propiedad. Esto ha producido enuna ciudad como Barcelona una reducci n del precio del metro cuadrado alquilado entre1991 y 1998 menor que la reducci n del coste de uso del metro cuadrado en propiedad enel mismo per odo (Carreras i Solanas, 2000). Quinto, seg n la Asociaci n de PromotoresConstructores y Constructores de Edificios de Barcelona y Provincia (APCE), la fiscalidad

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    35 Seg n datos para Barcelona, el primer grupo de contratos se ha reducido del 48% en 1989 al 29% en 2000, el segundo hapasado de 40 a 26%, el tercero de 12 a 11% y los contratos nuevos representaban un 34% en el a o 2000. Desde 1995 ha idoaumentando continuamente el n mero de contratos nuevos, con una media de 13.000 al a o (Carreras i Solanas, 2000).

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    de las Sociedades y Fondos de Inversi n Inmobiliaria no ha supuesto un est mulo suficien-te para el sector del alquiler, que sigue estando dominado casi por completo por peque os

    propietarios (Bachs Ferrer, 1999).

    Como ya hemos indicado, la pol tica de vivienda francesa se diferencia significativamentede la espa ola en cuanto a las ayudas directas al alquiler, al esfuerzo p blico por mantenery aumentar el alquiler social y por el mayor dinamismo del mercado de alquiler privado.

    Contrariamente a Espa a, en Francia la construcci n de viviendas de alquiler de protec-cin oficial tiene una larga tradici n y el Estado la apoya con cr ditos especiales y conexenciones y deducciones fiscales. En Francia el porcentaje de viviendas de alquiler social

    en el parque de viviendas principales ha ido en continuo aumento desde el final de la Se-

    gunda Guerra Mundial, hasta alcanzar el 17% en 1999 (Blanc y Bertrand, 1996; Trilla,2001). Esta ltima caracter stica hace de Francia un pa s que sigue un sistema de pol ticade vivienda social unitario , en el que el Estado estimula el alquiler social para que com-pita con el alquiler privado con fin de moderar las rentas, mejorar la calidad de la oferta ydar seguridad de tenencia. Como adem s la pol tica de la vivienda francesa promueve elacceso a la vivienda en propiedad, algunos autores consideran el sistema franc s un siste-ma neutral en cuanto a la tenencia de la vivienda. La pol tica de la vivienda hace igualmen-te atractivo el alquiler y la propiedad (Trilla, 2001; Kemeny, 1995; Gh kiere, 1991).

    A diferencia de Espa a, en Francia las ayudas fiscales coexisten con tres tipos diversos deayudas al alquiler (Trilla, 2001):

    Allocation de logement caractre social: ayuda al alquiler para personas de bajos ingre-sos. Desde 1993 tambi n los estudiantes con ingresos bajos tienen derecho a esta ayu-da. En 1997 la ayuda era de unas 7.000 ptas. al mes para estudiantes (CNOUS, 1998).

    Aide personnalise au logement: ayuda para pagar el alquiler en viviendas cuya cons-

    trucci n fue subvencionada p blicamente. En 1997 esta ayuda representaba unas27.000 hasta 31.000 ptas. al mes, seg n la zona de la vivienda (CNOUS, 1998).

    Allocation de logement caractre familial: ayuda al alquiler para j venes casados du-rante los primeros cinco a os de matrimonio o para j venes con hijos a cargo. La canti-dad de la ayuda depende del alquiler y suele cubrir del 40 al 50% de los gastos de alqui-ler y de comunidad.

    Seg n Hedman (1994), el 20% de los inquilinos franceses recib an alg n tipo de ayuda alalquiler. La importancia de estas ayudas aumenta si se analizan los hogares cuya personade referencia tiene entre 19 y 24 a os: el 37% aproximadamente de ellos recibi en 1997

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    una ayuda al alquiler 36 . En 1992 el 21% de los beneficiarios de la ayuda allocation de loge- ment caractre social eran estudiantes (Rassat, 1995).

    La regulaci n de las viviendas de alquiler ha pasado por diferentes fases en Francia y elobjetivo de las ltimas leyes ha sido la liberalizaci n de los contratos de alquiler. Al igualque en Espa a, se ha liberalizado el mercado de alquiler privado. Desde 1989 el precio delalquiler puede ser decidido libremente por el propietario al principio y al final del contrato, y

    la duraci n de los contratos se fij en tres a os y se eliminaron las condiciones que exis-t an anteriormente para disolver el contrato de alquiler. Las sucesivas liberalizaciones delmercado del alquiler han tenido como consecuencia un constante aumento de los alquile-res, pero no se ha reducido la proporci n de viviendas en alquiler, como ha sucedido enEspa a (Boelhouwer y Heijden, 1992, 1993; Curci y Taffin, 1991; Trilla, 2002).

    LA VIVIENDA COMO DETERMINANTE DE LA FORMACI N FAMILIAR EN ESPA A

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    36 El 62% de estos j venes recibi en 1997 una ayuda al alquiler o una ayuda familiar (por hijo) (Robert-Bob e, 2002). Si setiene en cuenta que un cuarto de los j venes de la generaci n de 1968 a 1971 hab a tenido su primer hijo antes de los 24,7a os en 1997 (Galland, 2000), se puede estimar que aproximadamente un 37% de los j venes cabezas de un hogar entre 19y 24 a os recibieron una ayuda al alquiler en 1997.

    CUADRO 2

    Regulaci n y pol ticas p blicas

    Espa a Francia

    Marginalidad de alquiler social Aumento parque de alquiler social 1960-1999

    Inexistencia de ayudas al alquiler * Tres tipos diferentes de ayudas al alquiler. Aproximada-mente 20% de los inquilinos reciben una

    Concentraci n en deducciones fiscales para adquisici n Se ofrecen deducciones fiscales, pero mayor esfuerzo ende vivienda habitual ayudas directas

    Liberalizaci n mercado alquiler privado, pero disminuci n Liberalizaci n mercado alquiler privado, pero menor dismi-1980-1999 (19 a 12%) nuci n 1980-1999 (26 a 21%)

    Escasez residencias universitarias Residencias universitarias subvencionadas

    * Con dos excepciones: Castilla y Le n y Valencia (cf. nota 27).

    FUENTE :Elaboraci n propia a partir de Trilla (2002), Hedman (1992), Consejo de Universidades (1991) y OECD (1989).

  • 7/25/2019 REIS_103_vivienda teresa jurado.pdf

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    CONCLUSI N

    Hemos analizado la formaci n de nuevas familias de 1980 a 2000 en Espa a en compara-cin con Francia desde el contexto de la vivienda. Hemos mostrado con datos individualesrepresentativos y comparables para los a os 1991-92 c mo las estructuras de los merca-dos de la vivienda en estos dos pa ses y en las CC.AA. espa olas influyen en el calendarioy en la estructura de la formaci n de nuevos hogares. Finalmente, se han puesto en evi-dencia las mayores oportunidades que ofrece el mercado de la vivienda en Francia para lacreaci n de hogares a edades tempranas y de formas muy variadas. El contraste con elmercado y la pol tica de vivienda en Espa a ha permitido discernir la particularidad del mo-delo espa ol.

    Se puede afirmar que, contrariamente a la pol tica de vivienda francesa, la espa ola no esneutral en cuanto al apoyo de diferentes formas de tenencia de las viviendas. Se privilegia

    claramente las viviendas en propiedad a trav s de deducciones fiscales para la adquisici nde la vivienda habitual. Estas deducciones favorecen m s a los espa oles adultos bien in-sertados laboralmente y a los hogares de m s de un ingreso que a los j venes y a los ciu-dadanos de bajos ingresos que no se pueden plantear la adquisici n de una vivienda. Lasayudas directas en forma de vivienda de protecci n oficial no han conseguido paliar signifi-cativamente la falta de accesibilidad de los j venes a una vivienda, por un lado, por su es-casa promoci n del alquiler social y, por otro lado, por la insuficiencia de VPO en propiedadpara los segmentos de la poblaci n con menores ingresos, como es el caso de los j venesal inicio de su inserci n laboral. Por lo tanto, se desatiende la demanda de personas que,por motivos de edad, de ciclo familiar, de ruptura familiar y de movilidad laboral, prefieren el

    alquiler frente a la propiedad y de las familias de rentas bajas que no pueden acceder a lavivienda en propiedad de precio libre y, en muchos casos, tampoco a la VPO. El an lisiscombinado microsociol gico e institucional ha permitido mostrar c mo la regulaci n e inter-venci n p blica en el mercado de la vivienda ha reforzado y fomentado un tipo de mercado

    que entorpece la difusi n de formas familiares flexibles e innovadoras como son las unio-nes de hecho y los hogares unipersonales al inicio del ciclo familiar. Adem s, esta pol ticacontribuye al retraso de la formaci n familiar en general. Esto puede tener repercusionesno s lo en el calendario, sino tambi n en la intensidad de la fecundidad de los espa oles(Requena, 2002b).

    TERESA JURADO GUERRERO

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